curso: introducción a la antropología

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I Carnavales, desfiles y procesiones Roberto DaMatta fl/li propósito aquí es discutir los tres modos básicos mediante los cuales se puede ñlualizar en el mundo brasileño. Para ello, enfoco el análisis en torno de dos de esas formas: el desfile militar y el carnaval, de modo que el estudio inicia con la comparación de dos modos de reflejar y expresar la estructura so- cial brasileña, para luego incluir la procesión -ya sea por necesidad compara- tiva y de control de los datos, o porque esa otra forma luego se impone- Sin embargo, no se trata de una presentación empírica, por decirlo así, de esos ma- teriales, en los que dichas formas se confirman en el plano de la sociedad bra- sileña, ya que el estudio procede de esas manifestaciones específicas e intenta -con los recursos de la sociología comparada- alcanzar un plano más universal y profundo, en el cual se pueden discutir con relativa seguridad (pero nunca con plena certeza) los mecanismos básicos de aquello que se convino en clasi- ficar como ritual o ritualización. Asimismo, el capítulo pretende presentar dos problemas básicos y, a mi pa- recer, inseparables: la cuestión de los principios o mecanismos fundamentales utilizados para dramatizar el mundo y la manera como pueden aislarse relati- vamente unos de otros por medio del modo comparado de analizar el mundo social. Un segundo objetivo es situar esas procesiones, desfiles y carnavales Traducción de Tatiana Sulc. El presente texto corresponde a un capítulo de un libro escrito originalmente en 1979. Como los buenos vi- nos, en vez de envejecer, ha alcanzado después de ua cuarto de siglo una estructura y un equilibrio que lo han convertido en un clásico de la estirpe de los estudios de Gilberto Freyre y Darcy Ribeiro. Ha sido tradu- cido al inglés y al francés, y próximamente tendremos, por fin. ima edición en español, publicada por el Fon- do de Cultura Económica, (|ue gentilmente autorizó la publicación de este fragmento. 30

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    Carnavales, desfiles y procesiones

    Roberto DaMatta

    fl/li propsito aqu es discutir los tres modos bsicos mediante los cuales se puede lualizar en el mundo brasileo. Para ello, enfoco el anlisis en torno de dos de esas formas: el desfile militar y el carnaval, de modo que el estudio inicia con la comparacin de dos modos de reflejar y expresar la estructura so-

    cial brasilea, para luego incluir la procesin -ya sea por necesidad compara- tiva y de control de los datos, o porque esa otra forma luego se impone- Sin embargo, no se trata de una presentacin emprica, por decirlo as, de esos ma- teriales, en los que dichas formas se confirman en el plano de la sociedad bra-

    silea, ya que el estudio procede de esas manifestaciones especficas e intenta -con los recursos de la sociologa comparada- alcanzar un plano ms universal y profundo, en el cual se pueden discutir con relativa seguridad (pero nunca con plena certeza) los mecanismos bsicos de aquello que se convino en clasi- ficar como ritual o ritualizacin.

    Asimismo, el captulo pretende presentar dos problemas bsicos y, a mi pa-

    recer, inseparables: la cuestin de los principios o mecanismos fundamentales utilizados para dramatizar el mundo y la manera como pueden aislarse relati- vamente unos de otros por medio del modo comparado de analizar el mundo social. Un segundo objetivo es situar esas procesiones, desfiles y carnavales

    Traduccin de Tatiana Sulc. El presente texto corresponde a un captulo de un libro escrito originalmente en 1979. Como los buenos vi-

    nos, en vez de envejecer, ha alcanzado despus de ua cuarto de siglo una estructura y un equilibrio que lo han convertido en un clsico de la estirpe de los estudios de Gilberto Freyre y Darcy Ribeiro. Ha sido tradu-

    cido al ingls y al francs, y prximamente tendremos, por fin. ima edicin en espaol, publicada por el Fon- do de Cultura Econmica, (|ue gentilmente autoriz la publicacin de este fragmento.

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    como formas bsicas mediante las cuales la llamada realidad brasilea se des-

    dobla ante s misma, se mira en su propio espejo social y, proyectando mlti- ples imgenes de s, se engendra como una medusa, en su lucha y dilema entre

    permanecer o cambiar. Clasifico el carnaval y las festividades del Da de la Independencia (o Da

    de la Patria) como rituales nacionales. Esto porque ambos son ritos basados en la posibilidad de dramatizar valores globales, crticos e incluyentes de nuestra

    sociedad. Los rituales nacionales contrastan claramente con otras formas de reunin especficas de ciertas regiones, segmentos, clases, grupos y categoras sociales, ya que implican un mnimo de sincrona {c.f. Leopoldi, 1978). Esto quiere decir que cuando se realiza un ritual nacional toda la sociedad debe estar orientada hacia el acontecimiento centralizador de esa ocasin, con la co- lectividad que detiene o cambia radicalmente sus actividades. Un indicio tpico de esa centralizacin y consecuente sincrona de actividades es que los ritua- les nacionales implican siempre un abandono u "olvido" del trabajo, porque

    sus das son feriados nacionales. De manera que prefiero establecer una dicotoma provisional entre ritos

    orientados hacia todo el orden nacional y que ayudan a construir y a cristalizar una identidad nacional incluyente, como el carnaval o el Da de la Patria, y aquellas dramatizaciones programadas que, por el contrario, estn en el otro extremo del mundo colectivo, ya que en ese caso nos centramos en el santo pa- trn, en la costumbre local, en el llamado "folclor" o tradicin, que pertenece nicamente a aquella ciudad, estado, regin o grupo social. Ya no se trata del reino universalizante de un Brasil que puede contener todas sus variaciones in- ternas e incluso el mundo conocido (como sucede explcitamente en la ideolo- ga carnavalesca), sino del reino de lo exclusivo y que especifica las diferencias entre mundos sociales, como manda la cartilla de la dialctica social.

    Pero adems de esa distincin provisional, prefiero tambin -como ya lo indiqu en la introduccin- no oponer el concepto de rito al de ceremonial, y de esta forma no recorro el camino seguro, abierto por tantos estudiosos que me precedieron. El motivo bsico de esta actitud es mi posicin crtica respec- to de la asociacin tan repetida del ceremonial con el lado secular de la vida, mientras que el rito estara situado en el lado mstico del mundo. De acuerdo

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    con lo que intentar demostrar en este captulo, el estudio de los materiales

    brasileos proporcionado por una sociologa comparativa de los carnavales,

    desfiles y procesiones no autoriza tales identificaciones y diferenciaciones, dado que parece indicar que es mucho ms fecundo el camino abierto por la visin gradualista, contrastante y dialctica de los llamados actos rituales. As,

    en vez de definir el rito por medio de algn rasgo positivo y sustantivo, opt por definirlo (junto con el ceremonial y la fiesta) por medio del contraste con

    los actos del mundo diario, de modo que el punto focal se centra en las oposi- ciones bsicas que se dan entre las secuencias de acciones dramticas que todo acto ceremonia! o ritual debe necesariamente contener, construir o elaborar. As, el ritual jugara mucho ms con el drama -que permite la conciencia del

    mundo social- que con algn componente mstico o mgico.

    RUTINAS Y RITOS

    En Brasil, como en otras sociedades, hay una clasificacin de los acontecimien- tos sociales segn su ocurrencia. Por un lado estn los acontecimientos que for- man parte de la rutina de lo cotidiano, llamado en Brasil del "da a da" o sim- plemente "de la vida", y los que quedan fuera de ese "da a da" repetitivo y rutinario: "fiestas", "ceremoniales" (o ceremonias), "solemnidades", "bailes", "congresos", "reuniones", "encuentros", "conferencias", etctera, donde lo

    que llama la atencin es su carcter aglutinador de personas, grupos y clases sociales.

    stos se distinguen de los "milagros", "golpes de suerte", "tragedias", "dra- mas", "desastres" y "catstrofes" por ^txprevistos. En ese sentido, se constitu- yen en lo que puede llamarse lo extraordinario construido por y para la sociedad, en oposicin a los acontecimientos que igualmente suspenden la rutina de lo

    cotidiano, pero que estn marcados por la imprevisibilidad, es decir que la so- ciedad no los puede controlar. Por esto mismo pueden denominarse extraordi-

    narios no previstos por las normas o reglas sociales, dado que siempre se refieren

    como sucesos que alcanzan a la sociedad, conforme lo sealan los titulares de los peridicos al anunciar las catstrofes y tragedias. Como se puede deducir con facilidad, en este caso toda la sociedad se ve afectada por igual. En lugar

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    de que los grupos y las clases sociales sean afectados de forma diferente, de acuerdo con su posicin en la estructura de poder, en el caso de una catstrofe todos son alcanzados por el mismo lado, por la misma cosa, y tienen que en-

    frentar el hecho extraordinario utilizando los mismos recursos e instrumentos. Esto iguala a todos los grupos frente al acontecimiento, que asume una misma

    proporcin para todos, como si fuese una ley general. Es lo que ocurre con co- munidades enteras cuando se enfrentan a huracanes, inundaciones y tempes-

    tades de nieve.' Parece raro el uso de la palabra "ritual" en Brasil, y generalmente es una

    expresin vinculada con momentos marcados por un comportamiento solem- ne, caracterizado por el control explcito de la palabra, de los gestos y de la ves-

    timenta, como ocurre en los funerales y en algunos oficios cvicos y religiosos. El uso de las expresiones forma/ e informa/ como calificativos para la naturaleza de ciertos encuentros, permite deducir que forman polos extremos en un cori- tinuum. Esto se da del modo siguiente: en el polo informal estaran situaciones

    como "fiestas" y, en el polo de la formalidad, las situaciones sealadas como "solemnidades", trmino ms adecuado, tal vez, para designar las reuniones en

    que se exige un mnimo de divisin interna y donde la estructura jerarquizan- te aparece de modo manifiesto. De esta forma, mientras que los acontecimien- tos informales se basan en la idea de espontaneidad, en la despersonalizacin o descentralizacin y en el bloqueo de la jerarqua, los formales se centralizan

    fuertemente y se basan en momentos bien marcados. Por lo mismo, es ms di- fcil //egar retrasado o perderse un "baile" o un "carnaval" que un funeral o una

    conferencia. En otros trminos, los acontecimientos formales tienen un sujeto o un centro (el motivo de la fiesta) y una asistencia. Pero los carnavales son mo- mentos mucho ms individualizados, son vistos como propiedad de todos y como momentos en los que la sociedad se descentraliza. De ah el uso del tr- mino "carnaval" para situaciones de alto desentendimiento, dado que la discu- sin y la confusin llegan al lmite del desorden porque todos hablan al mismo tiempo, seal de una descentralizacin mxima.

    ' Quiero agradecer a Bjom Maybury-Lewis las informaciones y los estimulantes comentarios respecto de la ltima tempestad de nieve que arras la ciudad de Cambridge, Massachussets, en enero de 1978.

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    Aunque no pretendo clasificar los acontecimientos sociales brasileos, la

    discusin permite ya deducir algunos principios reveladores. El primero es la se- paracin ntida entre el mbito del mundo cotidiano y el universo de los acon- tecimientos extra-ordinams. El paso de un mbito a otro est marcado por mo- dificaciones en el comportamiento, y esos cambios crean las condiciones para

    que se perciban como especiales. Este es el subuniverso de Vi'i fiestas y de las solemnidades.

    El segundo principio es la confirmacin de que, en Brasil, el mbito de lo extraordinario est segmentado. En l estn contenidos acontecimientos previs-

    tos e imprevistos por el sistema social. A su vez, en la categora de los previstos y constituidos explcitamente por la propia sociedad hay una dicotoma entre los acontecimientos altamente ordenados (ceremonias, solemnidades, congre- sos, aniversarios, funerales, reuniones, etc.), regidos por la planeacin y por el respeto (expresado en la moderacin verbal y gestual), y los sucesos dominados por la hrincadeira, diversin y/o licencia, es decir, situaciones en las que el com-

    portamiento est basado en la libertad, como resultado de la suspensin tem- poral de las reglas de una jerarquizacin represora.

    Por otro lado, faltaran los acontecimientos .situados entre la rutina y lo im- previsto, ms all del trabajo pero sin llegar a la diversin, es decir aquellas

    ocasiones que clasificamos como insurrecciones, revueltas, rebeliones y revo- luciones; esos sucesos que, en el lenguaje policial y jurdico de los autos, sur- gen como "ocurrencias", "procesos", "casos", "subversiones" y "zafarranchos" (a medio camino entre los carnavales -planeados, pero la mayora de las veces, incontrolados-). En este sentido, es posible relacionar los rituales fundados en

    el principio social de la inversin, como es el caso de los carnavales, con la ac-

    cin popular "espontnea" y extraordinaria (es decir, no esperada y no planea- da) de las masas, como sucedi en el caso de la destruccin de la estacin de las

    barcas que unen a Ro de Janeiro con Niteri, en 1959, en esta ltima ciudad. Naturalmente, este ca.so est relacionado con muchos otros, y, en su univer-

    salidad, todos se vinculan con las condiciones de opresin y represin a las que es sometido el trabajador urbano de los grandes centros brasileos. Este es el

    argumento central de Moiss y Martnez-Alier (1976), al cual no tengo nada que agregar en el plano general, es decir en la explicacin global de los movi-

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    mientos violentos y de zafarrancho dentro de los marcos de una lucha contra el

    Estado y el capitalismo. Sin embargo, en cuanto a la perspectiva que aqu pre- sento, considero importante enfatizar un punto: por qu esos movimientos

    siempre se vuelven en contra de los medios de transporte? Y cules son las formas particulares que asumen o tienden a asumir?

    En el caso del zafarrancho de Niteri, cabe citar el estudio preliminar de Edson Nunes (1975), ya que en l la accin violenta surge como una clara in- versin carnavalesca, del tipo que estamos sugiriendo. En palabras del autor:

    El ataque a las residencias de los Carreteiro (dueos de la compaa de transporte) termin siendo el acontecimiento central del da. Grupos de personas sacaban de las casas lo que pudieran llevarse, apropindose de objetos tales como collares,

    utensilios domsticos y hasta televisores. Frente a las casas se hicieron enormes pi- las de colchones, cuadros, camas y refrigeradores que se convirtieron en enormes

    hogueras. Los hombres se apropiaron de los trajes de lujo de las mujeres Carreteiro e insta- laron un inusitado carnaval en el que se apreciaban [mas piezas de lencera usadas por hombres corpulentos, sacos de visn envolvieron los cuerpos de los amotinados, delicadas sombrillas ornamentaron el desfile de modas que se estableci, incluyendo, ah mismo, tra- jes y tocas de bao. El carnaval dur algn tiempo alrededor de las llamas y fue docu-

    mentado hasta el cansancio (pp. 10-11; las cursivas son mas).

    Por lo dems, Natalie Davis (1975) registra tambin el mismo tipo de inver-

    sin en varios periodos de la historia europea, cuando la inversin de las ropas (y de los sexos) protega a sus agentes de responsabilidades civiles y jurdicas.

    Por otro lado, la forma carnavalesca en la revuelta popular (y aqu estamos ante la revuelta, en el sentido clsico de reaccin circunstancial e indignada, de reaccin moral de personas estafadas y vilipendiadas en sus derechos bsicos -cf. Gluckman, 1963-) permite destruir y reaccionar con violencia sin asumir

    plenamente las consecuencias e implicaciones polticas de esas acciones. La especificidad del zafarrancho (llamado en Brasil quebra-quebra -el nombre es por s slo significativo e indica tal vez la capacidad de destruir-) a la vez que se puede constituir en una reaccin a las condiciones generales del desarrollo del capitalismo en Brasil, como lo sealan Moiss y Martnez-Alier (1976), yace en ese tipo de reaccin moralizadora en la que la accin concreta est con-

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    formada por una reaccin moral y justa, cuando los "dbiles" estn indignados

    contra la accin humillante de los "fuertes", ya sean representantes del Estado o particulares. As pues, lejos de ser una reaccin situada en el plano "polti-

    co", segn piensa el pueblo en general, como un dominio individualizado y definido por las presiones dictadas por las representatividades de los grupos o clases sociales, tal como lo ve el observador que est fuera de los acontecimien- tf el zafarrancho parece tener su especificidad en el hecho de ser un movi-

    miento en el que est contenido lo llamado "poltico" y se impregna en el pla- no de la moralidad y, en consecuencia, queda subordinado a l.

    Entonces, la masa no estara reaccionando solamente contra objetivos espe- cficos, en un piano de percepcin abstracto, "poltico", en el sentido de valo- res, estrategias u objetivos dados racionalmente, sino contra los intermediarios que provocan su despojo como persona moral, esto es, un ser dotado de alma

    y de derecho bsico al respeto, a la consideracin y a un trato humano. De ah, ciertamente, la asociacin clsica de la accin de la multitud contra los inter-

    mediarios (comerciantes, tiendas, medios de transporte) y no contra los pro- ductores {cf. tambin Thompson, 1974, y Rud, 1974). En el caso especfico

    del carnaval de Ro de Janeiro cabe pensar que esas posibilidades de accin violenta, moralizante y protegida por la bncadeira y por el anonimato se daran

    en los suburbios como los bloques de dvis, segn lo muestra el trabajo de Alba Zaluar Guimaraes (1978). De cualquier manera, no hay que olvidar esa

    importante asociacin entre la fiesta, como un mbito especial, y las alternati- vas de accin que puede abrir, ya sea para que lo cotidiano sea satisfactorio o

    para transformarlo U'f- Berc, 1976). Las fiestas, entonces, son momentos extraordinarios marcados por la alegra

    y por valores considerados altamente positivos. La rutina de la vida diaria se ve como algo negativo, de ah que lo cotidiano se designe con la expresin da a

    da o, ms significativamente, vida o dura realidad de la vida. En otras palabras, se sufre en la vida, en la rutina despiadada y automtica de lo cotidiano, donde

    las jerarquas del poder y del "sabe con quin est hablando.''" y, por supuesto, del "cada cosa en su lugar", reprimen al mundo.

    A.S, se puede decir que el mundo automtico de la vida diaria es el mundo de las jerarquas y de los caxlas como paradigmas de comportamiento rgida-

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    mente regulados por las normas vigentes. La asociacin del nombre del patro- no del ejrcito con un tipo de comportamiento formal, regulado por una extre- ma preocupacin por el cumplimiento de las normas, pero considerado en for- ma peyorativa, parece indicar la compleja percepcin que tenemos de nuestro orden social, que nos permite lecturas dobles o triples de la sociedad brasilea,

    conforme intent mostrarlo en otro lugar (DaMatta, 1973a). Ahora tratar de demostrar hasta qu punto el carnaval realmente expresa

    la situacin lmite de la informalidad y, a la inversa, hasta dnde el ceremonial del Da de la Patria expresa el lmite de la formalidad. Con esto no slo espero buscar una mayor contextualizacin de esos rituales, sino tambin discutir el papel y el significado de los ritos en el contexto de una sociedad compleja. Del mismo modo, pretendo situar los acontecimientos sociales marcados por la mo- tivacin de lo divino y realizados bajo la proteccin de la Iglesia, que en Brasil

    asumen un carcter conciliador entre la extrema formalidad y la extrema infor- malidad, en el ambiente creado por el propio ritual. As, tambin espero no

    slo discutir el papel de cada grupo o categora social que patrocina esos acon- tecimientos, sino adems el significado y la importancia de distinciones clsi-

    cas como sagrado/profano, religioso/secular, formal/informal, etctera, conside- rados en sus posibilidades de esclarecer materiales oriundos de la sociedad

    brasilea.

    EL CARNAVAL Y EL DA DE LA PATRIA: UNA COMPARACIN

    /. Tiempo histrico y tiempo csmico

    Tanto el carnaval como el Da de la Patria son rituales nacionales que movili- zan a la poblacin de las ciudades donde se realizan y exigen un tipo de tiem- po especial, vaco, esto es, sin trabajo, un da feriado. El carnaval se lleva a cabo en tres das (domingo, lunes y martes, das que anteceden inmediatamente a

    la poca de Cuaresma), mientras que el Da de la Patria (conmemorado el da 7 de septiembre) oficialmente forma parte de una semana, llamada "La Sema- na de la Patria". El carnaval y el Da de la Patria constituyen los dos rituales de mayor duracin en Brasil, slo comparables con la Semana Santa, dedicada

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    a los ritos que recrean la Pasin y la Resurreccin de Cristo. Esas tres semanas

    festivas sugieren un "tringulo ritual brasileo" muy significativo, sobre todo por sus implicaciones polticas, toda vez que tenemos fiestas dedicadas a la

    vertiente ms institucionalizada del Estado Nacional (sus Fuerzas Armadas), fiestas controladas por la Iglesia (otra corporacin decisiva en la formacin de

    la sociedad brasilea) y, por ltimo, las fiestas carnavalescas, consagradas a la vertiente ms desorganizada de la sociedad civil, o ms bien de la sociedad ci- vil en cuantopue>/o o masa. Observamos, entonces, que -en el mejor estilo de la sociedad holstica, tradicional y jerarquizada- cada momento festivo y extra-

    ordinario remite a un grupo o categora social que tiene su lugar garantizado, vale decir, su hora y su oportunidad en el marco de la vida social nacional. As,

    tendramos un ciclo de festividades que van del pueblo al Estado, pasando por la Iglesia, en una forma de organizacin tpica de un sistema muy preocupado por el "cada cual en su lugar" y el "cada chango en su rama".

    Es importante observar que el Da de la Patria es un ceremonial relaciona- do con un acontecimiento social especfico (es un ri/o histrico, para usar una expresin de Lvi-Strauss -1970 [1962a]: captulo viii-), mientras que el car-

    naval se sita en el calendario romano, y marca el periodo que antecede a la aparicin de Cristo entre los hombres. De este modo, la temporalidad en que

    se sitan las conmemoraciones del Da de la Patria est registrada, es empri- ca, tiene un inicio documentado y forma parte de un conjunto de momentos

    decisivos de la vida brasilea, que se perciben como si estuvieran encadena- dos. As, no se puede comprender la independencia sin hablar del periodo co-

    lonial y, despus, del periodo republicano. Esos son momentos histricos es- pecficos de algunas naciones del mundo. De tal manera que esa temporalidad est marcada por el sentido de "progreso", "evolucin" y, sobre todo, "no-re- peticin", como el ciclo de crecimiento de un individuo -en este caso, la na-

    cin brasilea- En ese sentido, el tiempo del Da de la Patria es nico, acenta el rompi-

    miento definitivo con el periodo colonial y el inicio de una "mayora de edad poltica". Es, pues, un rito histrico de paso, ya que su performance busca no slo recrear un momento glorioso del pasado, sino muy especialmente marcar el paso entre el mundo colonial y el mundo de la libertad y de la autodetermina-

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    cin. De este modo, los acontecimientos histricos y empricamente registra- dos se consideran paradigmticos, y los personajes que los engendran, hroes nacionales oficiales.

    En contraste con este tipo de temporalidad, el carnaval se ubica en una es- cala cronolgica cclica, independiente de las fechas fijas. El tiempo del carna- val est marcado por la relacin entre Dios y los hombres, y tiene por ello un sentido universal y trascendente. As, el comienzo del carnaval se pierde en el

    tiempo -porque est ligado a toda la humanidad-, del mismo modo que pen- sar en el tiempo del carnaval es pensar en trminos de categoras abarcaduras como el pecado, la muerte, la salvacin, la mortificacin de la carne, el sexo y su abuSo o continencia.^ Precisamente porque se define como un tiempo de li-

    cencia y abuso, el carnaval conduce de un modo abierto a la focalizacin de va- lores que no son solamente brasileos, sino cristianos. En consecuencia, la cro-

    nologa del carnaval es una cronologa csmica, directamente relacionada con la divinidad y con las acciones que llevan a la conjuncin o disyuncin con los

    dioses. Entonces, se verifica que el tiempo creado y marcado por cada una de esas

    ceremonias es contrastante. El tiempo del Da de la Patria es un tiempo hist- rico que remite a los participantes del ritual hacia adentro de la especificidad de la historia de Brasil. Sin embargo, el tiempo del carnaval es csmico y ccli- co, remite a los participantes del ritual hacia afuera del contexto brasileo y los

    pone en contacto con el mundo de lo sagrado, de lo divino o de lo sobrenatu- ral. Por lo tanto, en trminos de temporalidad ambos rituales son ritos de paso

    (o ritos de calendario), pero se refieren a diversos calendarios, que muchos su- ponen mutuamente exclusivos, sobre todo cuando estn en vigor de manera

    simultnea en una sociedad compleja e industrializada. Pero el tiempo tambin cambia en trminos de su uso como elemento dra-

    mtico. El Da de la Patria es un ritual diurno, claro, donde los espacios estn bien marcados. Como tiene por centro un desfile militar, se prepara una aveni-

    da en la que se destacan los lugares por donde deben pasar los participantes

    ^ Esos temas abundan en las canciones escritai especialmente para el carnaval y, de hecho, podran consti- tuir un terna de reflexin aparte. Para un estudio de la msica popular brasilea, vase Levy (1977).

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  • I .fe

    J del ritual (los soldados), en dnde debe permanecer el pueblo y el sitio desti-

    nado a las autoridades: un templete alto, prximo a la tumba-monumento del patrono del ejrcito.^ En el carnaval, al contrario, el ritual se realiza en la noche, por lo cual se da una inversin de la noche por el da, inclusive con la noche marcada por periodos distintos. Ello porque las formas de ritualizacin tpicas

    del carnaval son los bailes (donde casi siempre se dan desfiles de trajes de fan- tasa) y los desfiles populares, como los de las escuelas de samba y de los blo-

    cos. Como esos desfiles y bailes se llevan a cabo en la noche, esta fase est nti- damente marcada y adquiere un dinamismo inverso al normal.

    De la misma manera, el espacio se distribuye de manera diferente en cada uno de estos rituales. En el Da de la Patria, como vimos, la conmemoracin se realiza en un lugar histricamente .santificado y ante figuras que representan el orden jurdico y poltico del pas. No obstante, si bien en el carnaval existe un

    lugar especial para los desfiles de las escuelas de samba, es la "calle", tomada en su sentido ms genrico y categrico, y en oposicin a la "casa" (que repre-

    senta el mundo privado y personal), el lugar propio del ritual. As, el universo espacial propio del carnaval son las plazas, las avenidas y, sobre todo, el "cen-

    tro de la ciudad", que en el periodo ritual deja de ser el .sido inhumano de las decisiones impersonales para convertirse en el punto de encuentro de la po-

    blacin, del mismo modo que los salones son el espacio igualador de varias posi- ciones sociales en el baile.

    2. De las autoridades y el pueblo

    Un punto bsico y contrastante en esos rituales es la reflexin sobre los grupos

    responsables de su produccin. En el Da de la Patria, la organizacirn del ri- tual le corresponde a los poderes constituidos, que obtienen su legitimacin por medio de instrumentos legales, los decretos. Estos ritos .son organizados por grupos que controlan los medios de comunicacin y de represin -las fuerzas

    armadas-, de manera que tienen, no el patrocinio de un grupo .social, un club

    * Hoy, en Ro de Janeiro, el de.sfile se realiza en el Aleno

  • I *

    I o una organizacin voluntaria, sino el de una corporacin perpetua, representa-

    tiva del poder nacional. Su organizacin interna le corresponde al ejrcito, a la marina y a la fuerza area, y como esas corporaciones estn ordenadas segn un eje jerrquico, el ritual asume explcitamente ese principio de organizacin. En consecuencia, hay una ntida separacin entre el pueblo, las autoridades (para las cuales se realiza el desfile) y los militares que desfilan. Realmente, el punto focal del desfile del Da de la Patria es el paso por el lugar sacralizado,

    donde se presenta ''continencia" a las ms altas autoridades constituidas. El pueblo desempea el papel de asistente y, junto con los soldados, da prestigio

    al acto de solidaridad y de respeto hacia las autoridades y los smbolos nacio- nales (la bandera y las armas de la Repblica), por medio de la seal paradig-

    mtica de la continencia.'' La forma asumida de ese gesto es nwiparada militar, trmino que, en portugus, viene del verbo parar, y que tiene un alto conteni- do simblico. De hecho, el desfile militar (y desfilar es andar en fila) seala simblicamente un congelamiento o una "parada" de la estructura social, y no podra ser de otro modo. Ello porque las corporaciones marchan de acuerdo con un riguroso orden interno (con los oficiales al frente, acompaando a la bandera de la corporacin y a la bandera nacional) y un riguroso orden de desfi-

    le. As pues, la ceremonia sigue actualizando en todos sus niveles las distincio- nes jerrquicas, ya que est organizada en una cadena de comandos que van de las autoridades civiles y militares, aisladas en el templete (las autoridades que reciben, con la bandera, los saludos o continencias), a las tropas que desfilan (or- denadas segn su jerarqua interna), hasta el pueblo que participa de la solem- nidad como asistente.

    El desfile militar crea un sentido de unidad, y su punto crtico es la drama-

    tizacin de la idea de corporacin en los gestos, trajes y verbalizaciones, que siempre son idnticos. As, en el Da de la Patria, autoridades y pueblo estn

    * Que sera una forma contenida de cumplimiento donde, en el encuentro, las personas marcan sus diferen- cias por medio de la contencin de los gestos de expresin de alegra, lo cual parece muy importante en una sociedad en la que los hombres se hablan con el lenguaje del abrazo. As, en la "continencia", el brazo dere- cho y la mano, en vez de buscar al otro (como ocurre normalmente), se voielven hacia s mismo o, para ser ms precisos, hacia la frente derecha de s mismo. Es como si, con esta forma de saludo, el inferior intentara cubrir sus ojos ante el superior, forma tradicional de mostrar respeto y de marcar las distancias sociales.

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  • I I

    separados, y dentro de las autoridades, aquellas que detentan y controlan ms o menos parcelas de poder.

    Muy diferente es el desfile que se realiza en el carnaval. Esto porque, en el

    carnaval, los que organizan y llevan a cabo los desfiles son agrupaciones pri- vadas (como las escuelas de samba o bloques -en Ro de Janeiro-) que, como

    cuerpo permanente, en general renen a personas de las clases ms bajas y marginadas de la sociedad local. En Brasil, las organizaciones son asociaciones voluntarias y se pueden centralizar en barrios, simpatas personales, clase o re- gin de origen de los fundadores, lo que significa acentuar su carcter de grupo abierto y movido por mltiples relaciones sociales y principios ordenadores. De hecho, las organizaciones se constituyen con el carcter de clubes y su ideo-

    loga es la de la comunitas, en el sentido que Turner da a ese trmino (Turner, 1974 [1969]). Es importante notar que en los desfiles de las escuelas de samba

    de Ro de Janeiro -rea que estamos tomando como modelo para esta discu- sin-, el orden de entrada de las "escuelas" se da por medio de un sorteo p-

    blico, ya que estn en franca competencia y no desfilan de manera ordenada, como sucede con las corporaciones militares en el Da de la Patria. As, en el

    carnaval, el desfile de las escuelas de samba escapa del eje de la jerarquizacin cotidiana y pone a los grupos en "libre competencia", ya que -lo sabemos-

    estn ordenados jerrquicamente antes del desfile, con las "escuelas" clasifi- cadas en "grandes" y "pequeas". Por lo tanto, el desfile carnavalesco plantea

    algunas paradojas. Las asociaciones voluntarias que dominan el desfile estn constituidas por pobres, pero entran en disputa toda vez que el objetivo del

    desfile es premiar a las mejores escuelas. Entonces tenemos que en una socie- dad jerrquicamente ordenada como la brasilea, cuando se escapa del esque- ma dominante (de la jerarqua) los grupos entran en competencia. Y no parece ser otra la dramatizacin que hacen nuestras escuelas de samba en su desfile

    carnavalesco {cf. Goldwasser, 1975; Leopoldi, 1978). Pero el punto ms importante tal vez sea sealar que esos desfiles se reali-

    zan con la participacin activa de figuras famosas de la sociedad local (especial- mente en el caso de Ro de Janeiro). Las escuelas renen a pobres y millona-

    rios, astros de ftbol y de la radio, la televisin y el cine, y la poblacin de Ro se divide segn sus preferencias por tal o cual escuela, como sucede con el ft-

    42

  • I I

    bol. Adems, el desfile de esos grupos est revestido de una gran pompa, ya que se fundamenta en una teatralizacin que tiene como tema a personajes, ambientes y acciones de un periodo aristocrtico o mtico, tal como los miem-

    bros de las clases dominadas perciben ese periodo. En estos desfiles llama la atencin la inversin que se produce entre el que desfila (un pobre, general-

    mente un negro o mulato) y la figura que representa en el desfile (un noble, un rey, una figura mitolgica), y, adems, la participacin de toda la sociedad

    incluyente, ya sea como juez o como partidario. Esa teatralizacin acenta el carcter domesticado de la transmutacin de

    pobre a noble cuando se realiza en momentos programados, como ocurre en el carnaval. As, los ricos (dominantes) no son considerados ricos (ni siquiera con sus gradaciones y variados instrumentos de dominacin: dinero, poder represi- vo, smbolos de status que van cambiando, etc.), sino nobles. Si se les viera como ricos (o sea, burgueses), seran satirizados y el desfile probablemente perdera su carcter domesticado, de hecho, seal de una tregua entre dominados y do-

    minantes. Pero son vistos como nobles que se engrandecen por medio del uso ostentoso de un sobre-simbolismo: las virtudes de una aristocracia en su vertien-

    te de "nobles". Como consecuencia, se abandona la stira para permanecer en la tregua y en la exageracin del buen comportamiento.

    Otro punto importante es que los grupos carnavalescos desfilan bailando, de modo que la observacin de su marcha es una visin de movimiento y di- namismo, en la que cada participante realiza gestos diferentes dentro de un conjunto de pasos convencionales. Por lo tanto, hay una gran posibilidad de

    dar solucin a innovaciones e interpretaciones personales a cada gesto dentro de un patrn convencional, mientras que en la parada militar lo que caracteri-

    za a la marcha es la total uniformidad de gestos. As, en la parada se tiene lite- ral y realmente una marcha; en el desfile del carnaval, una danza. En un caso, la marcha est marcada por la continencia gestual; en el otro, por la total incon- tinencia.

    Como el desfile carnavalesco rene un poco de todo -la diversidad en la uniformidad, la homogeneidad en la diferencia, el pecado en el ciclo temporal csmico y religioso, la aristocracia en la vestimenta dentro de la pobreza real de los actores-, remite a varios subuniversos simblicos de la sociedad brasile-

    43

  • I I

    a, por lo que se le puede llamar un desfilepolismico. Sucede lo contrario en el

    desfile militar del Da de la Patria, en el que, aunque obviamente existe una reunin del pueblo con las autoridades, su separacin es patente y el foco de

    los smbolos, gestos y lenguas rituales es unvoco. De tal manera que lo que caracteriza a los dos rituales, en trminos de los

    grupos que los patrocinan, es la naturaleza de esos grupos. As, se dice que el carnaval es un^a fiesta del pueblo, mientras que el Da de la Patria es un ritual que

    focaliza mucho ms (por su organizacin interna y externa) a las autoridades y los smbolos nacionales. En un caso, los grupos acentan sus posiciones ritua-

    les en homologa con las posiciones que ocupan en el mundo cotidiano. Por consiguiente, la jerarqua se mantiene y, por medio de su dramatizacin, se ma- nifiesta. En el otro, las posiciones sociales que se ocupan en lo cotidiano se neutralizan o invierten: los rituales populares son ritos que objetivizan el en- cuentro, no la separacin. Y, realmente, en la Independencia se conmemora el nacimiento (o pre-nacimiento) del Estado burgus, tericamente an ti aristocr-

    tico. Pero en el carnaval la conmemoracin es csmica. En l se celebra el esta- do de ser pobre y destituido. De ese modo, en tanto que en el primer caso el

    foco es la virtud burguesa de la individualizacin ostentosa, la separacin de las fronteras, en el segundo se focaliza al pueblo como masa no individualiza- da. El nfasis est en el encuentro y en la esencia de la sociedad en su vertien- te creativa fundamental, que siempre se representa mediante lo que se llama popular.

    3. De utitformes y fantasas

    Uno de los puntos fundamentales en el estudio comparativo de estos rituales es la consideracin de los trajes apropiados para cada uno de ellos, ya que las

    vestimentas se corresponden con los gestos y el comportamiento en general. En las paradas del Da de la Patria el traje es el unifijrme -que vuelve a todos

    los hombres iguales en el nivel de su posicin- En el carnaval, el vestuario apropiado es h fantasa, un trmino que en el portugus de Brasil tiene doble

    sentido, ya que se refiere tanto a las ilusiones e idealizaciones de la realidad como a los atuendos que slo se usan en el carnaval. Mientras que el uniforme

    44

  • I I

    iguala y corporifica -pues los miembros de una corporacin usan vestimentas

    idnticas, sus diferencias son de grado y no de cualidad-, hs fantasas distin- guen y revelan, ya que cada uno es libre de escoger la fantasa que quiera. El

    traje militar, la toga y otras vestimentas tpicas de ciertas posiciones sociales tienen la funcin de esconder a su portador en ellas, con lo que protegen el pa-

    pel de la persona que lo desempea y, adems, separan el papel que define su posicin en el ritual de los otros papeles que desempea en la vida diaria. En

    coherencia con esto, se da tambin el hecho decisivo de que los uniformes mi- litares (y otros trajes formales) son exclusivos de ciertas posiciones. Lo contra-

    rio ocurre en \^ fantasa carnavalesca, que revela mucho ms de lo que oculta, ya que al representar un deseo escondido realiza una sntesis entre lo fantasea-

    do, los papeles que representa y los que le gustara desempear. En una palabra, el traje formal, como el uniforme militar, opera por medio

    de una individualizacin o de un modo analtico al separar rgida y ntidamente un papel de los otros (desempeados por una misma persona),' mientras que \2L fantasa opera sintticamente, por unin, sumando un papel imaginario (ex- preso en h fantasa) con los papeles "reales" que la persona que viste h fanta- sa desempea en el mundo cotidiano. As, Vds fantasas tienen un alto sentido metafrico, puesto que operan la conjuncin de dominios, mientras que los

    uniformes militares (y otros igual de formales) tienen un sentido metonmico de la continuidad, dado que quien no es general no usa traje de general. Esta

    vestimenta presenta y resuelve el problema de la coherencia entre el contenido (la persona uniformada y su posicin en el mundo cotidiano) y el contenedor (el traje militar como seal exterior de su posicin en el momento ritual).

    Pero todava hay que considerar otro punto fundamental, el de los unifor- mes, que remiten a posiciones centrales de la estructura social, ya que son sm- bolos de poder en el orden social. Son vestimentas usadas en los rituales y tam-

    bin en lo cotidiano, donde slo se da un cambio de grado y no de cualidad entre un tipo y otro. De hecho, la distincin generalizada es entre "uniforme

    militar o uniforme de gala" y "uniforme comn" (en el caso brasileo, los uni-

    * De acuerdo con la frmula de Gluckman, como puede verse, que se discutir al final de este trabajo {c/. Gluckman, 1962).

    45

  • I I

    formes estn numerados del "primero" hasta el "quinto", por orden decrecien-

    te de importancia formal). Su uso es coherente con el orden cotidiano y su for- malismo lo crea la aguda conciencia del orden. Los uniformes simbolizan iden-

    tidades sociales concretas que operan en todos los niveles de la vida social. Un coronel uniformado no deja de ser coronel cuando no est uniformado -slo

    puede perder o provocar la prdida de conciencia de su posicin- Con \^% fantasas carnavalescas ocurre lo contrario. En este caso, \QSpersona-

    jes son figuras perifricas del mundo social brasileo. Los reyes, duques, prn- cipes y otros nobles; los fantasmas, calaveras, diablos y otros personajes del mundo de las sombras; los griegos antiguos, romanos, hawaianos, escoceses y chinos, de los confines del mundo conocido; los ladrones, payasos, prostitutas, marginales, malandros, presidiarios, cowboys y otras figuras extremas que lo co- tidiano slo revela dolorosamente. En consecuencia, el mundo de los persona-

    jes del carnaval es el mundo de la periferia, del pasado y de las fronteras de la sociedad brasilea. Su foco es lo ilcito, lo que est completamente fuera del sistema, o en los intersticios de ese sistema {cf. DaMatta, 1973).

    Como se puede observar, el conjunto de los personajes creados por hs fan-

    tasas del carnaval no es homogneo. Esto significa que el campo formado por el carnaval, y sobre todo por las vestimentas que se usan durante el carnaval,

    no es uniforme ni se fundamenta en principios de ordenacin unvocos, como sucede con los uniformes del Da de la Patria. Al contrario, es un campo hete-

    rogneo y, con frecuencia, las fantasas actualizan combinaciones totalmente no gramaticales de lo cotidiano de la cultura brasilea, como es el caso de las

    fantasas utilizadas en los desfiles de las escuelas de samba o de aquellas que acentan componentes homosexuales. As, durante el carnaval, es comn en- contrar a un "bandido" bailando con un ''sheriff, o una "calavera" con una mu- chacha. Justamente esa combinacin y esa conjuncin de representantes sim- blicos (o reales) de campos antagnicos y contradictorios es lo que constituye la propia esencia del carnaval como un rito nacional.

    Como consecuencia, VA^ fantasas carnavalescas crean un campo social de encuentro, de mediacin y t polisemia social, pues no obstante las diferencias

    e incompatibilidades de esos papeles representados grficamente por las ves- timentas, todos estn ah para "brincar". Y/y/7//7vr significa literalmente "dar

    46

  • I i

    brincos", esto es, unirse, suspender las fronteras que individualizan y compar-

    timentan grupos, categoras y personas. Los vestidos carnavalescos ayudan a crear un mundo de mediacin, de encuentro y de compensacin moral. En- gendran un campo social cosmopolita y universal,' polismico por excelencia. Hay lugar para todos los seres, tipos, personajes, categoras y grupos; para todos

    los valores. Se forma entonces lo que puede llamarse un campo social abierto, situado fuera de la jerarqua -tal vez lmite en la estructura social brasilea, tan

    preocupada por sus entradas y salidas-^ En este sentido, el mundo del carna- val es el mundo de la conjuncin, de la licencia y ddjotng; vale decir, el mun-

    do de la metfora, de la unin temporal y programada de dos elementos que representan mbitos normalmente separados y cuyo encuentro es una seal de anormalidad. Los personajes del carnaval no se relacionan entre s por medio de un eje jerrquico, sino por simpata y por un entendimiento que proviene de la tregua que su.spende las reglas .sociales del mundo de la plausibilidad: el universo de lo cotidiano.

    ALGUNOS PROBLEMAS TERICOS

    El anlisis anterior permite situar al Da de la Patria y al carnaval como dos mo- mentos sociales contrastantes o, para ser ms precisos, como rituales simtricos e inversos en el marco de la vida social brasilea. De hecho, a primera vista se puede decir que el Da de la Patria es un rito formal que celebra la estructura, en oposicin al carnaval, que es un rito informal y que crea aminunitas} As, estaramos tomando los acontecimientos visibles y observables en la parte cen- tral de esos momentos sociales como puntos bsicos para su definicin y, ade-

    ms, estableciendo una dicotomizacin que tanto le gusta a nuestra disciplina. Por otro lado, se podra decir que el Da de la Patria sigue de cerca el modelo

    de Gluckman (1962) para los ritos de paso, ya que, como vimos, el punto cen-

    ' Esto ciertamente explica la participacin obligatoria de astro de Hollywood en el carnaval de Ro de Janeiro. ' Para la nocin de entradas y salidas en otros contextos, vase Mary Douglas, 1970. * La clasificacin en profano o sagrado, como se puede sospecliar, es mucho ms compleja.

    47

  • I I

    tral de esa ceremonia es la separacin ntida de papeles sociales, de acuerdo

    con la frmula que presenta en su ensayo "Les rites de passage". Sin embargo, en el caso del conjunto de rituales de la vida brasilea esas

    clasificaciones presentan problemas, toda vez que esas divisiones y compo- nentes, como lo demostr Leach (1961 [ 1974]), no son mutuamente excluyen-

    tes, sino que forman parte de un conjunto o configuracin, y que hay todo un conjunto diferente de ritos en la vida social brasilea que presenta los compo-

    nentes fundamentales del carnaval y del Da de la Patria. Desde esta perspec- tiva, es preciso recordar que el carnaval termina el Mircoles de Ceniza con el

    pesado silencio de una misa, mientras que el desfile del Da de la Patria tiene su punto final en la dispersin informal, donde soldados, oficiales, pueblo y au- toridades retoman sus lugares en el universo del mundo cotidiano. La disper- sin de los participantes, an formalmente vestidos, pero camino a sus residen-

    cias y acompaados de sus parientes y amigos en trajes comunes, hace que se genere un clima semejante al del carnaval, basado en un encuentro de las re- presentaciones formales de las posiciones sociales (que se expresa sobre todo en los uniformes) con el conjunto de los otros papeles sociales segregados e in-

    hibidos durante dperformancede\ ritual. As, como lo indic Leach (1974:209), lo que ocurre es una combinacin de tipos de comportamiento ritual: "Aunque sean conceptualmente distintos como especies de comportamiento, en la prc- tica estn estrictamente vinculados". El anlisis de esos rituales tendra que

    tomar en cuenta no slo su apariencia o uno de sus momentos, sino toda su es- tructura procesual y todo el ciclo que, conforme lo sealamos, asume -en el caso brasileo- una curiosa, intrigante y expresiva forma triangular, cuyos vr- tices son el Estado, la Iglesia y el pueblo.

    Esta consideracin es importante porque indica claramente que el Da de la Patria acenta la estructura en su punto central (durante el momento solemne

    del desfile o de la parada), pero esa preferencia marcada por lo formal no eli-

    mina la posibilidad de creacin de un momento de communitas. Esto ocurre al final del rito y tal vez durante su desarrollo mismo, segn intentar demostrar-

    lo ms adelante. Por otro lado, el carnaval es un momento de communitas, pero

    que -en las condiciones de la organizacin social de la sociedad brasilea, divi- dida en clases y segmentos- sirve para mantener la jerarqua y la posicin de

    48

  • I I

    las clases. En una palabra, la communitas del carnaval es funcin de la rgida po-

    sicin social de los grupos y segmentos implicados en ella en el mundo cotidia- no. Su universalidad y homogeneidad sirven precisamente para reforzar y com-

    pensar, en otro plano, o particularismo, la jerarqua y la desigualdad del mundo

    de la vida diaria brasilea. El otro problema tiene que ver con las llamadas "fiestas de iglesia" o "fes-

    tas de santo" brasileas, donde el foco es un desfile especial (una procesin). Esos ritos en general comienzan con una misa, se centran en la procesin (don- de la imagen del santo va de un santuario a otro) y terminan con una fiesta en

    el atrio de la iglesia, donde se deposita la imagen. Ah se venden dulces y be- bidas y se subastan objetos para la hermandad del santo, hay juegos y bailes, se crea un ambiente de encuentro y comunin muy semejante al del carnaval.'* Adems, la propia procesin tendra caractersticas conciliadoras, pues su n-

    cleo est formado por las personas que cargan la imagen del santo, que estn rgidamente jerarquizadas: son las autoridades eclesisticas, civiles y militares. Entretanto, un conjunto desordenado de todos los tipos sociales -penitentes que pagan promesas, lisiados y enfermos que buscan alivio para sus males, per- sonas comunes que slo demuestran su devocin al santo- forman y siguen al ncleo.

    En consecuencia, la procesin agrupa en su centro a los componentes de la jerarquizacin de la parada militar con los elementos de la reunin polismica

    en su conjunto. Como el desfile carnavalesco, une al alegre con el triste, al sano con el enfermo, al puro con el pecador y, lo ms import;mte, a las autoridades con

    el pueblo, pues al mismo tiempo que el santo homenajeado est en un palan- qun y separado del pueblo por su naturaleza y por la mediacin de las autori- dades que lo rodean, l camina, sin embargo, con el pueblo, y recibe en la calle (y no en la iglesia) sus oraciones, sus cnticos y su piedad. Este parece ser un punto importante, ya que en el desfile militar las autoridades estn fijas (como el pueblo que asiste). Los elementos mviles .son los soldados (smbolos del

    poder de la autoridad). Por lo tanto, en esas ocasiones la mediacin entre el

    ' Para un estudio cuidadoso y detallado de una de esas festividades, la del Cirio de Nazar, de Belm do Par, vase el libro de Isidoro Mara Al ves, O carnaval devoto (1980).

    49

  • I I

    pueblo y las autoridades la realizan los smbolos del puro poder -los soldados desfilan armados-, mientras que en las procesiones la mediacin entre el pue- blo y el santo la realizan las autoridades (que cargan al santo en su palanqun

    y estn ms cerca de l). En el desfile carnavalesco, por otro lado, el pueblo y las autoridades asisten a un acontecimiento del propio pueblo enmascarado,

    encarnando en el momento ritual su poder simblico, ya que el pueblo desfila como parte de una realeza.

    En el plano de las dicotomizaciones antropolgicas resultara difcil, si no imposible, conceptualizar las procesiones, que no seran ni sagradas ni profa- nas, m formales ni informales. Y no estaran ni engendrando una communitas ni acentuando la estructura, sino que tendran todas esas facetas al mismo tiempo.

    Cmo, entonces, abordar los problemas planteados por el estudio de esos rituales.''

    Una manera de intentar resolverlos es asumir la posicin de que cada uno de ellos expresa una manera diferente de percibir, interpretar y representar

    aquello que se desea "construir" como la "realidad" social brasilea. As, esos ritos seran modos de der algo sobre la estructura social (segn lo sugiere

    Leach, \95^); pero de der algo desde cierto punto de vista. O, en palabras de Clif- ford Geetz, "es una historia que ellos se cuentan a s mismos sobre ellos mis-

    mos" (1973:448). En otros trminos, el Da de la Patria, el carnaval y las fiestas rentosas son discursos diversos respecto de una misma realidad, en los que cada cual destaca ciertos aspectos crticos, esenciales de esa realidad -de acuerdo con una pers- pectiva interna a esa realidad-. As, no sera sorprendente o problemtico verifi-

    car que es en Bali, una sociedad dominada por la jerarqua y por la gentileza, donde la lucha de gallo surge del modo ms popular, dramtico y arrebatador;

    del mismo modo que, en Japn, como recuerda Geertz, quien adorna el crisan- temo tiene siempre la espada a su lado.

    En el caso brasileo -si nuestra ciencia social oficial no considerara a los ri- tuales reas de estudio menores, y si no se olvidara la perspectiva dialctica-, no debera causar sorpresa o polmica el hecho de que el pueblo que hace el carnaval sea precisamente el pueblo del Siete de Septiembre; que el jefe

    "buena onda" sea el hombre del "sabe con quin est hablando.''"; que el hombre cordial sea capaz de llegar a la violencia;* y que el malandro y el caxias

    50

  • I I sean igualmente admirados. Por lo tanto, en la cultura de la igualdad desme-

    dida y personalizada de las masas es donde surge el caudillo autoritario, pero paternal en su simpata. Y en el mundo del populismo reformador es donde sur- ge el ms violento autoritarismo como modo decisivo de reestructurar el sistema.

    Por consiguiente, ver esos ceremoniales como discursos implica estudiarlos

    de.sde un punto de vista disyuntivo. Con esto quiero decir que la vida ritual de determinada sociedad no implica ser necesariamente coherente o funcional,

    porque puede contener elementos competitivos o concurrentes, que expresan modos diversos de percibir, interpretar y actualizar la estructura social. Por otro

    lado, esta perspectiva permite verificar la importancia bsica de la naturaleza combinatoria de la propia vida ritual.

    De hecho, el caso de los rituales nacionales brasileos constituye un buen ejemplo de tres modos posibles de destacar y de poner de manifiesto, por medio de un discurso especfico, aquellos aspectos considerados importantes en la es- tructura de la sociedad brasilea. As, el primer discurso -el Da de la Patria- destaca los aspectos rutinarios (y por eso mismo implcitos e internalizados) del orden social; trae a la superficie la jerarqua que es parte del sistema social y

    est dominado por el nfasis con que se resalta ese sistema de posiciones. En ese contexto, todo indica que la orientacin (o foco del ritual) recae en los as- pectos internos del sistema social. Es un momento totalmente orientado/4(22 adentro de la sociedad brasilea, cuando se destaca aquello que es especfica- mente brasileo: la bandera nacional, los colores nacionales, el himno nacional, las autoridades mximas del pas, la lengua nacional y el poder nacional. Sin embargo, esto no significa que en ese tipo de discurso o de perspectiva no se est creando un momento inaugural y/o sentimientos de fuerte solidaridad y

    fraternidad entre los participantes del rito. En Brasil, la palabra "vibracin" denota aquellos aspectos de alto tenor

    emocional que tal vez indiquen un sentimiento de communitas en el que vir- tualmente se puede "ver" ese aspecto bsico del sistema en su representacin por medio del desfile militar, en los saludos (continencias) a las autoridades y en

    * "Hombre cordial" (homem cordial) es una construccin ideolgica de la historiografa brasilea (Sergio Buarquc de Holanda) que niega la violencia en la historia de Brasil. [N. del cd.]

    51

  • I I

    el momento en que se canta el himno nacional. Pues el "otro lado" de lo parti-

    cular y de lo nacional es lo universal y lo internacional; es decir, las otras nacio- nes del mundo que conviven con Brasil.'" Entonces, se puede plantear como

    hiptesis que la communitas tambin surge cuando se refuerza exageradamente la estructura; en especia! cuando existe lo que se llama "ruptura de protocolo" por parte de la autoridad, fenmeno que exige un estudio detallado y que, por su frecuencia, puede considerarse una tcnica para promover un "cortocircui- to" -de solidaridad- en momentos en que la separacin de papeles y posicio- nes sociales es dominante.

    El segundo di.scurso posible es aquel que enfoca (o destaca) los aspectos am- biguos del orden social. Es lo que sucede en el carnaval, cuando el foco del rito

    parece ser el conjunto de sentimientos, acciones, valores, grupos y categoras que se inhiben cotidianamente por ser problemticos. Aqu el foco es lo que est en los mrgenes, en los Imites y en los interstios de la sociedad. El carnaval es, pues, una "fiesta popular", un festival del pueblo, marcado por una orien-

    tacin universal, csmica, que pone nfasis sobre todo en categoras ms abar- cadoras, como la vida en oposicin a la muerte, la alegra en oposicin a la tris- teza, los ricos en oposicin a los pobres, etctera. Pero en este caso tampoco se puede decir que la estructura no se haga presente. De hecho, el carnaval es un

    periodo que se define como "preparatorio" para un ciclo de penitencia y arre- pentimiento, la Cuaresma: un ciclo en que el comportamiento debe estar mar-

    cado por la abstinencia de carne y donde los excesos deben controlarse. Por otro lado, el propio carnaval tambin tiene su orden y sus formalidades

    (su estmclura, para usar el trmino en el sentido de Turner, 1974), ya que exis- ten modos prescritos de participacin en la fiesta: de bailar, de cantar, de ves- tirse y de organizarse en grupo. Ntese adems, en relacin con esto, que las colectividades tpicamente carnavalescas son los bloques, las escuelas, las tribus y

    los cordoes, modos relativamente "espontneos" de a,sociacin, donde todos son parientes, amigos, vecinos o "profesores" (o "alumnos".'). Tal vez sea el mo-

    mento de la vida social brasilea en el que se pueden expresar de modo abier- to y sin censuras los lazos de vecindad, de parentesco, de profesin, etctera.

    E.ito es muy claro en el ca.so del ftbii! brailcfio. Van.se G'ueile.'i (1477) v Baeta Nevcs (1977).

    52

  • I I

    Y creo que la expresin "espontneos" queda bien porque, incluso en el caso

    de las escuelas de samba de Ro de Janeiro, que de acuerdo con lo que ya demos- traron Mara Julia Goldwasser y Jos Sabio Leopoldi, tienen un sistema de ex-

    trema complejidad, ste es frgil y estacional, pues surge con vigor de una cor- poracin slo en el carnaval. En otras palabras, se trata del pueblo que casi no

    se organiza espontneamente para reclamar o reivinar, organizado para brincar. De esa manera, los discursos del Da de la Patria y del carnaval estn rela-

    cionados entre s por medio de una lgica aparentemente simple. En el Da de la Patria hay un refuerzo de la jerarqua que se realiza de modo abierto y mani- fiesto en el inicio y en el climax del evento, y slo desaparece al final, cuando los papeles sociales vigentes en el mundo de lo cotidiano se vuelven a asumir.

    Sin embargo, en el carnaval la fiesta enfadza una disolucin del sistema de pa- peles y posiciones sociales, ya que los invierte en su proceso, aunque al final del

    rito, cuando se sumerge nuevamente en el mundo cotidiano, se retomen di- chos papeles y sistemas de posiciones. Adems, todo indica que el Da de la Patria est marcado por una orientacin hacia lo nacional y lo especficamente brasileo en su momento central, pero acaba por revelar una universalidad que

    subyace en esa orientacin hacia adentro, ya que no hay una nacin sin que exis- tan "otras" naciones a las cuales "nuestra nacin" pueda oponerse. Y, mutatis mutandis, en el carnaval el foco es lo csmico y lo universal, pero un csmico y un universal brasileos.

    El discurso de las fiestas religiosas, a su vez, permite una perspectiva de la estructura social en la que el foco son simultneamente los valores locales y los

    universales. Todo lleva a la suposicin de que en esos festivales hay una tenta- tiva de conciliar al pueblo con el Estado por medio del culto a Dios (o al santo), lo que propicia el encuentro y la convivencia de los diversos elementos discon- tinuos de la estructura social bajo la gida de la Iglesia, corporacin que tiene

    el monopolio de las relaciones con lo espiritual. Las fiestas religiosas, por el he- cho de juntar en un mismo momento al pueblo y a las autoridades, a los san-

    tos y a los pecadores, a los hombres sanos y a los enfermos, actualizan en su discurso una neutralizacin sistemtica de posiciones, grupos y categoras socia-

    les, ejerciendo una especie tpax catholica. En esas ceremonias hay momen- tos sumamente rgidos, cuando el foco son los dos niveles jerrquicos en re-

    53

  • I **

    I presentacin (la jerarqua divina que une a los hombres con Dios, por medio

    del sacerdote, y la jerarqua que une a los hombres entre s, bajo la gida del padre), y momentos semejantes en forma y contenido al carnaval cuando se es-

    tablece un encuentro legitimado de categoras y grupos sociales, ya sea en la procesin o al final de la fiesta. No obstante, las fiestas religiosas no son ni un

    carnaval ni un desfile militar. Estas consideraciones muestran que hay una combinacin de relaciones so-

    ciales y de orientaciones, y que la configuracin que ella produce marca el mo- mento que llamamos "ritual". En la lgica de esa combinacin, por otro lado,

    las relaciones se acentan en un momento para inhibirse en otro. Es decir que esos movimientos sucesivos entre fases bien marcadas acaban por llamar la atencin hacia lo que estaba oculto e implcito.

    En suma, es muy fcil hermanar esos discursos y ciertos elementos sustan- tivos definidos apriori como: sagrado ^profano, formal t informal, secular y reli- 'oso, etctera, ya que cada uno de los ceremoniales estudiados contiene en algunas de sus fases componentes que corresponden a esas dicotomizaciones. Por otro lado, intent tambin demostrar que si esos rituales estaban orien-

    tados, lo estaban por el tipo de combinacin que producan, no porque fueran capaces de modificar alguna "esencia" del mundo cotidiano. As, habra una

    gramtica o combinacin que permitira penetrar en el "mundo del ritual", y el punto central de su estudio debe ser esa gramtica, y no las "esencias" que se han utilizado tradicionalmente para describir e interpretar tales momentos. En ese sentido, el ritual es algo plenamente compatible con el mundo de la vida

    cotidiana y los elementos del mundo diario son los mismos elementos del ritual. Otro punto de mi interpretacin fue el relativo a las relaciones crticas que

    cada uno de los ceremoniales estudiados permiti aislar. Y aqu intent indicar que los mecanismos bsicos del carnaval, del Da de la Patria y de las fiestas religiosas brasileas eran, respectivamente, h inversin, el refuerzo y la neutrali- zacin. Finalmente, trat de definir cada uno de esos momentos como discur-

    sos sobre la estructura social, de tal modo que creo haber dejado claro que esos discursos .son simblicos y que expresan posiciones en la estructura social, sin

    que necesariamente tengan que ser coherentes o funcionales. f

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