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72 BOLETÍN DE INFORMACIÓN TÉCNICA Nº 215 Antes de hacer un repaso sobre lo su- cedido con la madera en los últimos siglos conviene comentar al menos brevemente su utilización en las cul- turas orientales. La vivienda oriental tiene una serie de características comunes y constantes válidas en un amplio ámbito. Schoenauer (1984) establece que la vivienda, desde África al lejano Orien- te, pasando por el Cercano Oriente y la India, es una clara respuesta al ca- rácter y filosofía de su gente. Son edi- ficios introvertidos, volcados en mu- chos casos a un espacio central priva- do y abierto (patio) en torno al cual se organiza la vida. En el patio se pretende crear un pe- queño microclima que permita sopor- tar las habitualmente duras condicio- nes climáticas, al tiempo que preser- var la intimidad familiar de la vida social. Se huye de la ostentación exte- rior y se fomenta la riqueza interior reflejada en una cuidada decoración. En Ahmadabad (India) ciudad fundada en el año 1411 a.C., hay constancia de que sus casas típicas estaban construi- das mediante muros de carga de ladri- llo y suelos y techos de madera; las columnas, soportes, barandillas, puer- tas y ventanas, también de madera, estaban adornadas con preciosas ta- llas 1 . China Hasta que la cultura occidental influ- yó y modificó el diseño de las vivien- das chinas en la primera mitad del Si- glo XX, la tradición y la filosofía po- pular caracterizaron estas construccio- nes en las que la madera jugó un papel protagonista. La casa típica de Pekín es un complejo amurallado formado por varios edifi- cios que rodean uno o más patios ajardinados. El patio es el corazón, el centro vital de la vivienda -patio en chino es t’ien ching, que literalmente significa “regalo del cielo”- que pro- porciona luz, aire y agua de lluvia 2 . La organización del conjunto es simi- lar a la estructura familiar china, de tipo extensiva y basada en los princi- pios de Confucio: patriarcal y patrolocal. Las murallas perimetrales tienen de 3 a 4 m de altura, y eran de mamposte- ría, estucadas y cubiertas de tejas. Tradicionalmente la casa pequinesa tenía una estructura de columnas y vigas de madera, con cerramiento de ladrillo. Cada edificio se construía sobre una plataforma de tierra apisonada y lige- ramente elevada del nivel del suelo; en casas adineradas la plataforma se cubría de ladrillo. Sobre la plataforma se apoyaban las columnas de madera, encajadas en bases de piedra tallada o en discos de bronce en forma de domo, para protegerlas de la humedad del suelo. Las columnas soportaban una viga-din- tel paralela a la fachada de la casa, y mediante un sistema de vigas escalo- nadas se conseguía la crujía deseada. Pequeños postes auxiliares soportaban un entramado de vigas transversales secundario; el número de estos pos- tes y vigas dependía del ancho de la crujía, que también determinaba la al- tura y curvatura del techo. La acción de poner el techo (cubrir aguas) era un acto celebrado con una pequeña ceremonia en honor del dios patrono de los carpinteros, de quien De la construcción oriental al siglo XIX HISTORIA breve de la madera en la construcción (III) JUSTO GARCÍA NAVARRO, DR. ARQUITECTO. PROFESOR TITULAR DE LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID EDUARDO DE LA PEÑA PAREJA, ARQUITECTO

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72BOLETÍN DE INFORMACIÓN TÉCNICA Nº 215

Antes de hacer un repaso sobre lo su-cedido con la madera en los últimossiglos conviene comentar al menosbrevemente su utilización en las cul-turas orientales.La vivienda oriental tiene una serie decaracterísticas comunes y constantesválidas en un amplio ámbito.Schoenauer (1984) establece que lavivienda, desde África al lejano Orien-te, pasando por el Cercano Oriente yla India, es una clara respuesta al ca-rácter y filosofía de su gente. Son edi-ficios introvertidos, volcados en mu-chos casos a un espacio central priva-do y abierto (patio) en torno al cual seorganiza la vida.En el patio se pretende crear un pe-queño microclima que permita sopor-tar las habitualmente duras condicio-nes climáticas, al tiempo que preser-var la intimidad familiar de la vidasocial. Se huye de la ostentación exte-rior y se fomenta la riqueza interiorreflejada en una cuidada decoración.En Ahmadabad (India) ciudad fundadaen el año 1411 a.C., hay constancia deque sus casas típicas estaban construi-das mediante muros de carga de ladri-

llo y suelos y techos de madera; lascolumnas, soportes, barandillas, puer-tas y ventanas, también de madera,estaban adornadas con preciosas ta-llas1 .

ChinaHasta que la cultura occidental influ-yó y modificó el diseño de las vivien-das chinas en la primera mitad del Si-glo XX, la tradición y la filosofía po-pular caracterizaron estas construccio-nes en las que la madera jugó un papelprotagonista.La casa típica de Pekín es un complejoamurallado formado por varios edifi-cios que rodean uno o más patiosajardinados. El patio es el corazón, elcentro vital de la vivienda -patio enchino es t’ien ching, que literalmentesignifica “regalo del cielo”- que pro-porciona luz, aire y agua de lluvia2 .La organización del conjunto es simi-lar a la estructura familiar china, detipo extensiva y basada en los princi-pios de Confucio: patriarcal ypatrolocal.Las murallas perimetrales tienen de 3a 4 m de altura, y eran de mamposte-

ría, estucadas y cubiertas de tejas.Tradicionalmente la casa pequinesatenía una estructura de columnas yvigas de madera, con cerramiento deladrillo.Cada edificio se construía sobre unaplataforma de tierra apisonada y lige-ramente elevada del nivel del suelo;en casas adineradas la plataforma secubría de ladrillo. Sobre la plataformase apoyaban las columnas de madera,encajadas en bases de piedra tallada oen discos de bronce en forma de domo,para protegerlas de la humedad delsuelo.Las columnas soportaban una viga-din-tel paralela a la fachada de la casa, ymediante un sistema de vigas escalo-nadas se conseguía la crujía deseada.Pequeños postes auxiliares soportabanun entramado de vigas transversalessecundario; el número de estos pos-tes y vigas dependía del ancho de lacrujía, que también determinaba la al-tura y curvatura del techo.La acción de poner el techo (cubriraguas) era un acto celebrado con unapequeña ceremonia en honor del diospatrono de los carpinteros, de quien

De la construcción oriental al siglo XIX

HISTORIAbreve

de la madera en la construcción (III)JUSTO GARCÍA NAVARRO, DR. ARQUITECTO. PROFESOR TITULAR DE LA UNIVERSIDAD POLITÉCNICA DE MADRID

EDUARDO DE LA PEÑA PAREJA, ARQUITECTO

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Arquitectura china tradicional. A la izquierda Beijing (La ciudad Prohibida) y vivienda en el campo

cuenta la leyenda que logró construirun pájaro de madera tan perfecto quese mantuvo en el aire durante seis días.Otro ejemplo significativo de la cons-trucción tradicional china es el de sustemplos. El Templo de Cielo (Pekín,China, 1420) es un edificio de estruc-tura de madera sobre una base de pie-dra con decoración de mármol y cu-bierta de teja cerámica esmaltada. Tie-ne 38 m de altura y un diámetro inte-rior de 30 m. La estructura de maderatiene tres niveles de columnas dispues-tos en dos anillos concéntricos. Tantoel exterior como el interior estánprofusamente decorados.La configuración del templo, su rela-ción con los demás edificios y su po-sición dentro de la ciudad son todosellos factores que se establecen en ar-monía con las fuerzas divinas y natu-rales.

JapónDesde tiempos remotos la construc-ción tradicional japonesa se caracteri-zó por la utilización de la madera. Losejemplos contrastables en la actuali-dad no son, sin embargo, de carácterresidencial y, como en otras culturas,los que han sobrevivido al paso deltiempo son edificios singulares. Lossantuarios sagrados de Ise Jingu (Ba-hía de Ise, Japón, s. II) se han conser-vado en perfectas condiciones hastanuestros días por el hecho de que elrecinto sagrado, vedado al público, sedemuele cada veinte años alternandoel lugar en que se reconstruye, y per-mitiendo que tres generaciones suce-sivas de artesanos carpinteros llevena cabo la reconstrucción3 .Al templo se accede a través de unpórtico cubierto o shoden que rodeatodo el edificio. Todas las columnas

son redondas y van empotradas en elsuelo con una protección metálica, si-milar a la que se coloca en la cabezade las vigas para protegerlas de la hu-medad y que además sirve como ele-mento decorativo. Se utilizan siempregrandes secciones y complejas unio-nes carpinteras. Los muros están for-mados por planchas de madera aco-pladas horizontalmente y alojadas enrebajes de los postes verticales. Lacubierta es vegetal y se caracteriza poruna cumbrera compuesta de listonesque se apoya en dos pilares centralesde ciprés, y por el singular cruce entijera de los pares situados en los ex-tremos de las naves que deriva de unmétodo de unión empleado en la car-pintería tradicional japonesa. Todo elrecinto sagrado interior está protegi-do por cuatro vallas concéntricas tam-bién de madera.

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Pero las circunstancias son similaresen el caso de las viviendas, y se puedeafirmar que la influencia de la cons-trucción tradicional china en la arqui-tectura residencial japonesa es deter-minante. Así lo reflejan la asimilaciónde la estructura de columnas y pilarescon artesonado, el techo acartelado enlugar de triangulado, y la elevación delpiso de madera sostenido por colum-nas bajas sobre cimientos de piedra.Sin embargo, mientras que la arqui-tectura continental buscaba más laagrupación de sus edificios y una res-puesta algo más cuidada y decoradahacia la calle, la austeridad de la vi-vienda japonesa al exterior llega a gra-

do sumo. Al mismo tiempo, el climamás duro de las islas, con veranos ca-lurosos y húmedos e inviernos fríos ysecos provoca una menor densificacióndel espacio y grandes aberturas quepermiten la ventilación4 .Uno de los ejemplos clásicos de edifi-cios residenciales es la Villa Katsura(Kyoto, Japón, 1620-1658), de estiloshoin5 , construida para descanso yretiro de una rama colateral de la fa-milia imperial, a finales del siglo XVII.Su estructura es de madera y las habi-taciones están cubiertas con esterasde paja o tatami. Todo el edificio estácomo siempre elevado con respecto alterreno y todos sus elementos de ma-

dera están cepillados o bruñidos paraacentuar sus cualidades naturales, conexcepción de algunas columnas exte-riores sin descortezar.Descubierta para la cultura occidentalpor el arquitecto alemán Bruno Taut aprincipios del siglo XX, y visitada porLloyd Wright, Le Corbusier y Gropius,puede haber sido argumentodesencadenante de algunos de los ras-gos característicos de la arquitecturamoderna, como lo son el uso de mate-riales naturales, la sencillez en el di-seño y la distribución flexible y mo-dulada.

Edad modernaLa colonización de AméricaHabíamos dejado occidente en unmomento de transición entre la EdadMedia y el Renacimiento, en el aban-dono del Gótico y la recuperación yperfeccionamiento de las artes clási-cas, y bajo una circunstancia trascen-dente y determinante: el descubri-miento del Nuevo Mundo.La colonización de América, en lo quea la tecnología de la construcción serefiere, provoca la exportación de lossistemas constructivos europeos alnuevo continente. En el caso de lamadera, abundante y con magníficasprestaciones especialmente en Amé-rica del Norte, es utilizada por los co-lonos que se extienden por el territo-rio y dejan ejemplos como los deMassachusetts (1636) o Nueva Ingla-terra (edificio de la Bolsa, 1651).El cono sur, de colonización española

Jackson House. Portsmouth (EEUU). 1664

Katsrura (Japón)

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Invenciones en Madera, de Philibertde l’Orme (1561)

y portuguesa, incorpora la arquitectu-ra colonial propia de una cultura másmediterránea, y un uso menos masivode la madera.Por ello donde se producen realmentelos avances de la técnica maderera esen el norte. Los nuevos pobladores,aprovechando la abundancia y bondaddel material, incluso reproducen conmadera técnicas y estilos continenta-les utilizados en edificios de piedra6 .Pero es realmente con la incorporaciónde la industria cuando evoluciona yprogresa el sistema. Los aserraderosproporcionan planchas, tableros y ta-blas de diferentes escuadrías y, ya enlas primeras décadas del siglo XIX, losamericanos dominan la fabricaciónmecanizada de los clavos, hasta enton-ces de elaboración absolutamenteartesanal (se hacían a mano, uno a uno).Así surgen las técnicas americanas deestructura en globo y estructura enplataforma. La primera consiste enpostes verticales, de longitud igual ala total del edificio (en general, dosplantas), que van de la solera hasta unacarrera superior o estribo en la que seapoya una cubierta compuesta porcaballones. El armazón se reforzabamediante tablas diagonales que lorigidizaban, y finalmente se recubríapor otra capa de tablas verticales uhorizontales que acababan la fachada.Los pisos se apoyaban en una serie deviguetas laminadas que se unen a lospostes de los tabiques verticales.El sistema plataforma se diferencia delanterior en que la longitud de sus ele-mentos verticales corresponde sólo ala altura de un piso, siendo el suelo -la plataforma- de cada una de las plan-tas la que sirve de base para la cons-

trucción del piso siguiente.La consolidación de ambos sistemasse produce con la aparición de las pri-meras sustancias protectoras de lamadera, que aportan a un material ver-sátil y económico, con una tecnologíamuy desarrollada, la posibilidad demantener y conservar los edificiosmejor y más fácilmente.

De la EdadMedia a laRevoluciónIndustrialComo ya se ha ido comentando, elRenacimiento y el Barroco no trajerongrandes aportaciones en el campo dela carpintería, sino que más bien sededicaron al perfeccionamiento de lastécnicas ya conocidas.En cuanto a las cimentaciones, se ge-neraliza un afán por economizar queconduce al empleo de emparrilladoscomo sustitución de pilotes en terre-nos de apoyo deficientes7 . A partir dels. XVIII fue, además, recomendado porgran parte de los tratadistas, pero losresultados solo eran aceptables conedificios de pequeña entidad; algunosorganismos oficiales de la Adminis-tración Francesa llegaron a recomen-dar a los empresarios que, en lugar dehacer cimentaciones muy profundas,colocaran plataformas de madera bajolos edificios8 .Se observa, además, un progresivoabandono de la utilización de sistemasde madera en cubiertas de templos yedificios nobles, posiblemente por eltemor al fuego. Las exiguas referen-cias a las armaduras de madera en eltratado de Alberti De re aedificatoria(1485) se deben, desde luego, a estemotivo9 . Así, el trabajo más comúnde los carpinteros de los ss. XVII yXVIII fueron las bóvedas encamonadas,que consistían en un conjunto de ar-mazones resueltos a modo de costi-llar, en el que se clavaba un entabladoligero o un cañizo que iba a servir desoporte a un revestimiento general-mente de yeso, acabado que permitíaincorporar cualquier tipo demolduración realizada con el mismoyeso. La enorme libertad de diseño quedaba a los arquitectos esta solución

propició su enorme proliferación, perorelegó a muchos carpinteros de lo blan-co a una labor sorda que fue afectandoa la calidad de sus trabajos.Pero de modo general, las armadurasvistas, las vigas y viguetas de maderay los entramados de madera y fábricaen los muros siguieron empleándose.Hasta el s. XVI, salvo conocidas ex-cepciones, la transmisión de los co-nocimientos de arquitectura y cons-trucción se producían de forma oral,dentro de cada uno de los gremioscorrespondientes; por la obligación demantener en secreto los estos conoci-mientos, no es extraño que sean tanescasos los documentos y textos deesa época. Pero a partir de entonces,los tratadistas comenzaron a consta-tar una cierta pérdida de la teoríacarpintera necesaria para ponerla enpráctica, situación que condujo a va-rios de ellos a escribir tratados espe-cíficos10 .Posiblemente el primer tratado que seescribió sobre carpintería fueNouvelles inventions pour bien bastiret à petit fraiz, publicado en París, en1561, por Philibert De L’Orme. Estádedicado a la construcción de tejadosy bóvedas de madera siguiendo la tra-dición europea; sus conocimientos enestereotomía derivan de la aplicaciónde la perspectiva a la resolución de losproblemas constructivos de las bóve-das, a partir de las técnicas medieva-les. Este texto fue, sin duda, el ante-cedente de todos los tratados de car-pintería posteriores (Mathurin Jousse,Johann Wilhem). Entre los españoles,

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destacan unos cuantos del s. XVII(López de Arenas, fray Andrés de SanMiguel, fray Lorenzo de San Nicolás yRodrigo Álvarez), todos ellos herede-ros de la tradición hispanomusulmana,aunque también aportan, en mayor omenor medida, enseñanzas basadas enlas técnicas clásicas para cubrir edifi-cios.El citado De L’Orme ideó una armadu-ra que permitía alcanzar grandes lu-ces con maderas de pequeña escuadríapara hacer frente a la escasez y cares-tía de este material; el cordón infe-rior, que formaba un arco sobre el quese apoyaba la techumbre, estaba com-puesto por pequeñas tablas colocadasde canto siguiendo la curva del intra-dós; para aumentar su resistencia, enrealidad cada arco tenía tres capas detablas puestas de cara unas contraotras a rompe junta; los arcos ibanespaciados de 0,66 a 1 m11 . Este in-vento tiene su importancia porquepuede considerarse como antecedentede las armaduras de madera laminadaque aparecieron en el s. XX, pero, comoseñala A. Candelas12 , no deja de serparadójico que el primer texto especí-fico relativo a la carpintería de armarno ofrezca dato alguno sobre la ejecu-ción de los sistemas tradicionales.Pero aparte de este caso singular, hayque resaltar el papel que desempeña-ron el resto de tratados para que no seperdiera la sabiduría carpintera en unaépoca que apenas se preocupó de avan-

zar en esa dirección, y que incluso ten-dían a ocultar con yeso pintado lostrabajos de madera. Los textos deJousse o López Arenas no tratan deinnovaciones, sino que se empeñan portransmitir una tradición heredada aldescribir, partiendo de planos y esque-mas, los procesos de ejecución ytipologías de armaduras que se hanestado ejecutando en Centroeuropadesde, al menos, el s. XIII.Aunque suponga dar un salto de cua-tro siglos, hay que consignar aquí otrosistema que se sitúa en clara continui-dad con el de De L’Orme, que es el de-bido al coronel francés Emy. En él, lastablas no se colocaban de canto, sinoen plano, superpuestas unas a otras ycurvadas mediante pernos y estribos,formando arcos separados 3 metrosentre ejes; en la actualidad se aplicaeste sistema a construcciones tempo-rales (como pabellones de muestras),realizando las uniones entre láminasmediante bridas metálicas con la in-tención de facilitar el desmontaje.

Consecuencias de larevolución industrialLa Europa de la Revolución IndustrialEl gran cambio social y tecnológico dela Europa del Siglo XVIII se producecuando la economía basada en el mer-cado local pasa a fundamentarse en unaeconomía internacional de tipo indus-trial13 .La Revolución surge en 1760 en Ingla-

terra, y se desplaza más o menos rápi-damente al resto de Europa, tardandoen algunos casos casi un siglo. Apo-yada en la utilización del agua comofuente básica de energía, se constru-yen edificios industriales, con piedray madera, en torno a los que se locali-zan las viviendas, próximas al lugarde trabajo, y en el entorno agradablede los ríos. Pero la vida cambia, y conel traslado del trabajador del ámbitorural al urbano, éste pasó a dependerexclusivamente de un salario, perdien-do los recursos vinculados a la tierra.Posteriormente aparece el empleo delcarbón, que sustituye al agua como re-curso energético, y las redes ferrovia-rias, que permiten el rápido desplaza-miento de las materias primas, de losproductos elaborados y de la mano deobra. De esta forma, la localización delas ciudades contempla ya otros facto-res económicos y demográficos14 .El empleo del vapor potencia la cons-trucción con ladrillo -al principio-,hierro fundido y forjado y -posterior-mente- acero. Se levantan grandes es-tructuras para industrias, fábricas yfundiciones, y la vida cambia de nue-vo radicalmente.Las ciudades crecen exponencialmente,sus habitantes se hacinan, se empo-brecen, se envilecen, y lasinfraestructuras se contemplan insu-ficientes para atender las necesidadesbásicas.

Sala de conciertos diseñada porViollet Le Duc en acero, piedra yladrillo

Fair Store. CHicago 1890

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Los urbanistas intervienen con actua-ciones que alternan éxitos y fracasos,algunos de los cuales se padecen to-davía en nuestros días. Y la vida urba-na, símbolo de riqueza y libertad en laciudad medieval, cambia tan absolu-tamente que en el siglo XIX (en Euro-pa; en España, ya a principios del si-glo XX) se produce el efecto contrariode vuelta al campo. Evidentemente, esentonces la clase pudiente la que aban-dona la ciudad y sale de la miseria ydel anonimato construyéndose casasde campo, a una distancia reducida dela ciudad, y confirmando las ideasapuntadas por Ebenezer Howard conla propuesta de Ciudad Jardín15 .

La Revolución Industrial en AméricaAdemás de las circunstancias apunta-das, la Revolución Industrial en Euro-pa coincide también con la disminu-ción de los recursos madereros, porlo que el entramado se sustituye porfábricas de ladrillo y la madera acabareservándose para puertas, ventanas,escaleras, revestimientos y artesona-dos, que se beneficiaron de las nuevastécnicas.Pero en la industria maderera en con-creto, la revolución o gran auge seproduce donde la materia prima esabundante, es decir en América, a prin-cipios del siglo XIX. En Chicago seempezaron a fabricar clavos en serie,y con la mecanización de losaserraderos, los armazones provisio-nales prescindieron del trabajoartesanal de las uniones carpinteras,sujetándose los distintos elementosmediante el clavado de los tableroshorizontales sobre los montantes ver-ticales. Esta facilidad y flexibilidadconstructiva se reflejó en la gama oevolución de los estilos, contemporá-neos o de época, tanto en Américacomo en las colonizaciones de Aus-tralia y Nueva Zelanda del siglo XIX

por emigrantes europeos16 .No obstante, América, reflejo matiza-do de lo que ocurre en Europa durantelos siglos XIX y XX, también acusa laaparición del hormigón y del acero que,en lo que a edificación en altura y edi-ficios de carácter terciario se refiere,arrebatan a la madera la supremacíaen funciones estructurales y resisten-tes, especialmente el primero, másbarato, más versátil, en principio con-siderado como más durable, y de ca-rácter formáceo. El hormigón armadosumaba a todo ello unas condicionesde trabajo y resistencia extraordina-rias.

La construcción en maderaen Europa tras la RevoluciónIndustrialLa aparición de estos nuevos materia-les (hierro, acero, hormigón armado yhormigón pretensado) junto a las nue-vas tecnologías y el desarrollo de laindustria, marcaron el inicio de un cla-ro declive en la utilización de la ma-dera.Sólo los países en los que la maderaseguía siendo un recurso fácil, econó-mico y vinculado a la tradición cons-tructiva permanecían parcialmente aje-nos a lo que ha traído consigo el pro-greso. Efectivamente, los países escan-dinavos, los países bajos, Inglaterraparcialmente, buena parte de Alema-nia, algunos del este de Europa y, ló-gicamente, Estados Unidos y Canadá,mantuvieron durante todos estos añosuna producción constante de vivien-das y casas de madera, aunque de don-de sí desapareció en un alto porcenta-

je, como ya se ha apuntado, es de losedificios públicos, edificación colec-tiva en altura y proyectos, en general,en los que los nuevos materiales alta-mente industrializados -que garanti-zaban resistencia, optimizan seccionesy, al menos al principio, ofrecíandurabilidad sin un mantenimiento ex-cesivo- aparentemente mejoraban lasprestaciones de la madera.No obstante, la carpintería de armarno desapareció del todo, y aunque re-ducida a casos singulares, las nuevastecnologías aplicadas a esta estructu-ra obtuvieron resultados sorprenden-tes. Los medios industriales permitie-ron considerables mejoras como elserrado mecánico, el conformado ysecado al vapor y el transporte a cos-tes razonables a cualquier punto delglobo.Por otra parte, a mediados del s. XIXse dominaban ya los sistemas de des-composición de fuerzas con el que sepodía dimensionar exactamente cadapieza de un encaballado17 (recuérdeseque, si bien la triangulación como con-cepto funcionaba ya hacía tiempo, nosiempre se le sacaba el máximo parti-do a los repartos de solicitaciones ydesde luego no se conocían las mag-nitudes que pudieran facilitar un mí-nimo cálculo), con lo que el desarro-llo de los entramados experimentó unnuevo impulso que se tradujo en elaumento de la luz que podían salvar.De ello da buena cuenta Federico deArias y Scala en su tratado “Carpinte-ría Antigua y Moderna”, editado enBarcelona en 1888, que contiene unavisión del arte de trabajar la madera

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netamente científica y técnica; junto asus estudios gráficos, el libro propor-ciona un conjunto de ábacos para lacomprobación de las secciones de vi-gas y pies derechos, según la selec-ción de dimensiones y tipos de cargaaplicados; además se explican distin-tos problemas estructurales y se re-coge un resumen de las principalesobras anteriores al s. XIX, en un in-tento de exponer el conocimiento ac-tual como desarrollo lógico de una tra-dición constructiva que se remontahasta la antigüedad clásica18 .Todo esto permitió realizaciones au-daces y en un nivel aceptable decompetitividad con los nuevos mate-riales. Baste mencionar las cerchas queconstruyó el ingeniero españolBetancor en 1816 para el picadero delzar en Moscú, cuya luz alcanzaba los30 metros.Un ejemplo interesante y característi-co de esta situación de progreso tec-nológico es el Palacio de Exposiciones“Crystal Palace” (Londres, Inglaterra,1850-1851), prototipo de la construc-ción industrial, exponente de la tec-nología alcanzada y curiosa mezcla derecursos y materiales en un país comoInglaterra, de gran tradición madererapero de vanguardia en la RevoluciónIndustrial. El edificio surge con la fuer-za y creatividad propias del estilovictoriano y ajeno al debate y confu-sión arquitectónicos imperantes en elresto de Europa.Este edificio es también vanguardista

en su concepción constructiva, todavez que se proyectó para serdesconstruido, con el objeto de recu-perar y reutilizar sus materiales19 . Suarquitecto, Joseph Paxton, utilizó laanalogía de una mesa cubierta por unmantel para explicar la estructura in-terior, con columnas de hierro fundi-do y cerchas también de hierro -lamesa-, revestida con un ligero mantelexterior de vidrio con marcos de ma-dera, claro antecedente de los actua-les muros cortina.La bóveda del cuerpo central, de ca-ñón, se extendía a lo largo deltransepto, y a mayor altura que el res-to del edificio. Su estructura consis-tía en unas piezas de madera serradasa máquina, formando arcos de 7,30 mde luz, con ménsulas de hierro fundi-do y un tirante de hierro forjado. Laretícula exterior, de perfiles de hierrofundido, hierro forjado y madera, semontó con elementos prefabricadoscoordinados.En otros países con menor tradiciónmaderera como el caso de España, lautilización de este material en el sec-tor de la construcción quedó relegadacasi exclusivamente a la carpinteríamenor (que con los nuevos materialestambién entrará en crisis, más adelan-te), y a revestimientos y acabados. Estasituación se mantuvo mientras que lainvestigación y las nuevas tecnologíasno aportaron soluciones y posibilida-des alternativas.Los forjados de pisos, último bastiónde la estructura de madera, tambiénabandonaron este material desde que,en 1845, la huelga de carpinteros deParís impusiera en Francia los forja-dos metálicos, y de ahí al resto delmundo. Ciertamente en este campo lamadera maciza había dejado de sercompetitiva, puesto que suponía unalimitación importante en las luces:

excepto en casos muy extremos, lacrujía útil de los forjados planos nodebía superar los 7 metros.Pero es justo hacer una breve referen-cia al desarrollo que experimentó unsingular empleo estructural de la ma-dera, que es el de los sistemas auxi-liares. Como ya se ha comentado, lascimbras de madera ya habían sido uti-lizadas por las culturas egipcia ymesopotámica, pero, sobre todo, porlos romanos, que llegaron incluso aplanificar el proceso constructivo apartir del empleo de una sola cimbraque era desplazada para construir lasroscas de cada arco de la bóveda. Laépoca de la construcción de las gran-des catedrales también aportó nuevassoluciones, pero normalmente se fun-damentaban en diseños sencillos. Fuedurante la segunda mitad del s. XIXcuando se produjo en España un im-pulso a la restauración arquitectóni-ca, que suponía la realización de com-plejos sistemas de cimbrado y apeo,que debían contar con un conocimien-to riguroso del comportamiento de lasfábricas medievales y de la transmi-sión de fuerzas en las armaduras demadera. Posiblemente el sistema mássingular, modelo de los posteriores,fue el ideado por Juan de Madrazo en-tre 1869 y 1874 para restaurar la cate-dral de León. Para ello aplicó las doc-trinas racionalistas de explicación delsistema gótico de Viollet-le-Duc, conel fin de construir un encimbrado queno era sino la adaptación de la arma-dura de madera a las condiciones es-tructurales del sistema gótico, a modode elemento neutro aplicado a la parteactiva del edificio; estaba organizadoa partir de un sistema de apriete y aflo-jamiento lateral y dos medias cimbrasque se iban juntando o separando se-gún el eje vertical para neutralizar asílos empujes laterales.

Pabellón de cristal. Joseph Paxton 1848

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De este modo, la reconstrucción ar-quitectónica motivó la construcciónde efímeros edificios de madera de altacomplejidad en el interior de edificiospétreos en peligro20 .

Notas1 SHAH, M. y BHATT, V., Morphology of UrbanHousing: Ahmadabad Housing Case Study,ensayo no publicado, Escuela de Arquitecturade la Universidad de McGill, 1973.2 SCHOENAUER, N., 6.000 Años de Hábitat (Delos poblados primitivos a la vivienda urbanaen las culturas de oriente y occidente), Gusta-vo Gili, 1984, p. 239.3 Guía visual de pintura y arquitectura, ElPaís Aguilar, 1997, p. 27.4 La Madera, Ed. Blume, 1978, p. 72.5 Shoin significa “lugar de estudio”.6 La Madera, 1978, p. 68.7 A modo de ilustración, he aquí una descrip-ción coetánea del edificio de La Corderie deRochefort, diseñado por Blondel a mediadosdel s. XVIII: “Está construido sobre un empa-rrillado, con tanto espacio lleno como vacío,de 10 a 12 pulgadas de grueso, colocado so-bre un fondo de tierra arcillosa. Sobre esteemparrillado se establecieron plataformas bienclavadas y, a continuación, una hilada de pie-dras de talla y de buenos sillares después,subiendo siempre el edificio con hiladas regu-lares y a nivel, todo por igual, de forma que nohubiera más peso de un lado que de otro, paraque estén equilibradas todas las partes de laobra”.8 GARCÍA GAMALLO, «La evolución de las cimen-taciones en la Historia de la Arquitectura, des-

de la Prehistoria hasta la Primera RevoluciónIndustrial», Tesis Doctoral, ETSAM, 1997, p.231.9 El título y el contenido del capítulo XI dellibro VII dice: “Que conviene que los techosde los templos sean en bóveda, para que noestén sujetos a incendio, (...). En los templosquerría yo que por causa de la dignidad y de laperpetuidad principalmente el techo fuese debóveda” (p. 215).10 López Arenas escribe en el prólogo de laedición impresa en 1633: “Y aviendo assi mis-mo advertido en las veces q e sido Examina-dor y Alcalde Alarife, que en realidad de ver-dad, o la materia de las medidas, y reglas decarpinteria no esta tan conocida y apuradacomo es necesario, ..., e querido tomar el tra-bajo de escribir este Compendio”.11 Una temprana aplicación de este sistemafue elaborada por Lemer, arquitecto Jesuitade nacionalidad flaminga, en la bóveda de lanave central de la iglesia de la Compañía deJesús en Córdoba, Argentina (ver CONTI, R. ElDesarrollo Tecnológico de las Bóvedas deMadera en la Experiencia de Lemer, Actas delPrimer Congreso Nacional de Historia de laConstrucción, Madrid, 1996, pp. 147-150).12 CANDELAS, A., La Carpintería de Armar enlos Tratados Europeos de los Siglos XVI yXVII, Actas del Segundo Congreso Nacionalde Historia de la Construcción, Madrid, 1998,p. 79.13 SCHOENAUER, N. 1984, p. 341.14 Ibid, p. 342.15 HOWARD, E., Garden Cities of To-Morrow,Faber & Faber, Londres, 1946.

16 MILLER, J., Casas de Madera, Blume, 1998.

17 Propiamente, la primera aplicación de laestática a la solución de los problemas de ar-cos es debida a Lahire (1640-1718), miembrode la Academia Francesa.18 LEÓN VALLEJO, F.J., Tratados Españoles delS. XIX: Carpintería Antigua y Moderna de Fe-derico de Arias, Actas del Primer CongresoNacional de Historia de la Construcción, Ma-drid, 1996, pp. 297-304.19 El contrato de construcción original pre-veía el reciclado del edificio: su presupuestoera de 150.000 libras por el edificio completo,o de 80.000 si la propiedad revertía al cons-tructor una vez desmontado. Ver Guía visualde pintura y arquitectura, El País Aguilar, 1997,p. 155.20 Otros trabajos de encimbrado o apeo im-portantes fueron los de Demetrio de los Ríospara el ábside de la catedral de León (1879), elde Adolfo Fernández Casanova para la cate-dral de Sevilla (1882-1888), el de Enrique MªRepullés y Vargas para San Vicente de Ávila(1885) o el de Vicente Lampérez y Romea parala catedral de Cuenca (1888-1889) (CALAMA,J.M. Y GRACIANI, A., Sistemas de Encimbrado yApeos en la Restauración Monumental Espa-ñola durante el s. XIX, Actas del Tercer Con-greso Nacional de Historia de la Construc-ción, Sevilla, 2000, pp. 153-163).