defensive architecture of the mediterranean · roberto t. yáñez pacios . universidad de alicante,...
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DEFENSIVE ARCHITECTURE OF THE MEDITERRANEAN XV TO XVIII CENTURIES
Vol. V
PROCEEDINGS of the International Conference on Modern Age Fortifications of the Mediterranean Coast
FORTMED 2017
DEFENSIVE ARCHITECTURE OF THE MEDITERRANEAN XV TO XVIII CENTURIES
Vol. V
Editor
Víctor Echarri Iribarren
Universidad de Alicante. Spain
EDITORIAL
PUBLICACIONS UNIVERSITAT D’ALACANT
FORTMED 2017
Colección Congresos UA
Los contenidos de esta publicación han sido evaluados por el Comité Científico que en ella se
relaciona y según el procedimiento de la ``revisión por pares´´.
© editor
Víctor Echarri Iribarren
© de los textos: los autores
© 2017, de la presente edición: Editorial Publicacions Universitat d’Alacant.
www.publicaciones.ua.es/
Imprime:
ISBN: 978-84-16724-75-8 (Vol. V)
Depósito legal: A 493-2017
FORTMED – Modern Age Fortifications of the Mediterranean Coast, Alicante, October 26th, 27th, 28th
2017
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Defensive Architecture of the Mediterranean. XV to XVIII centuries / Vol V / Echarri Iribarren (Ed.)
© 2017 Editorial Publicacions Universitat d’Alacant
Los proyectos para reparar los daños del sitio de 1638 en
Fuenterrabía Roberto T. Yáñez Pacios Universidad de Alicante, Alicante, España, [email protected]
Abstract
La localización de Fuenterrabía hizo que durante muchos años fuera una plaza fuerte estratégica en la
frontera hispano-francesa, hasta que su importancia territorial quedara menguada a favor de Pamplona y
San Sebastián.
En el sitio de 1638, primera incursión de un ejército enemigo en la península desde la expulsión de los
musulmanes, se puso a prueba la efectividad de sus fortificaciones modernas. Los ingenieros Texeira,
Gandolfo y Soto habían propuesto mejoras dos años antes en un informe que analizaba las defensas
guipuzcoanas. Los proyectos realizados en los años consecutivos, entre otros por el propio Soto, se
centraban en la reparación de desperfectos existentes tras el asedio.
Analizando y comparando los proyectos de reparación desarrollados tras el sitio de 1638 se determinará
la gravedad de los daños producidos, la resistencia de las diferentes partes de la fortificación y la
incidencia de la ofensiva en aquellas consideradas como más vulnerables.
Keywords: Fuenterrabía, Guipúzcoa, Proyectos.
1. Introducción
Fuenterrabía está situada en un punto clave en la
desembocadura del Bidasoa, frontera con
Francia y punto de control en el paso terrestre
entre Francia y la Península Ibérica. Esto la hace
lo suficientemente interesante como para ser una
de las pocas fortificaciones fuertemente
abaluartadas de España. Junto a ella,
encontramos otros ejemplos en la frontera con
Francia como son las cercanas ciudades de
Pamplona y San Sebastián, o poblaciones en el
área de Cataluña. Las grandes plazas fuertes
situadas en zonas costeras con importante valor
geográfico, como son Cádiz, Cartagena o La
Coruña, no siempre aparecen con sistemas de
fortificación abaluartados.
1.1. Fortificaciones de Fuenterrabía
Durante la Baja Edad Media se construyó la
primera defensa en Fuenterrabía, para defender y
delimitar el perímetro del asentamiento. Esta
cerca o muralla contaba con una torre defensiva
que dominaba el territorio desde el interior. Pero
el auge real de esta plaza ocurriría tras la
anexión de Navarra a Castilla debido a su
ubicación en la frontera natural con Francia.
Los Reyes Católicos construyeron un castillo
sobre la antigua torre defensiva medieval,
ampliado posteriormente en época de Carlos V,
y su recinto sufrió varias transformaciones
intentando adaptarse a la evolución técnica de
las armas de fuego y a las nuevas tácticas bélicas
que ponían a prueba constantemente la defensa
de las fortificaciones.
En 1476 y 1477 la villa soportó sendos sitios por
parte de las tropas francesas durante las
campañas de defensa de los derechos de Isabel la
Católica frente a la Beltraneja.
El primer baluarte de Fuenterrabía se había
iniciado en 1496, un año antes del paradigmático
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proyecto del maestro Ramiro López para Salsas,
pero la verdadera transformación de la plaza fue
posterior. Debido a los condicionantes del
terreno la forma de modernizar la plaza fue
diferente a otras, decidiéndose en este caso
construir un cinturón defensivo envolviendo el
trazado medieval existente (Fernández, 2002).
El proceso fue largo y tedioso, en el sitio que
realizaron los franceses en 1521 coexistían
todavía un cinturón medieval y otro con
capacidad artillera. Tras este asalto, se
construyeron dos baluartes en forma de corazón,
siendo destacables estas obras ya que eran
mayores que el resto de bastiones que se
levantaron. (Astiazarain, 2004). Tras la
recuperación de la plaza en 1524, se procedió a
reparar los daños causados acometiendo,
además, las obras de fortificación abaluartada
más destacadas: los baluartes de Leyva y de la
Reyna.
Durante el reinado de Felipe II, se desarrolló una
estrategia territorial que implicaba potenciar
Pamplona, quedando Fuenterrabía y su
fortificación relegadas a un segundo plano. Esto
redujo la inversión que se dedicaría a esta plaza,
ejecutándose los proyectos únicamente cuando
la necesidad apremiaba. Cuando envió en 1571
al Fratín (Viganò, 2004) a revisar la fortificación
tras el derrumbe de parte de la muralla,
desarrolló un proyecto de modernización por
considerar que la plaza era favorable al enemigo.
Trazó una fortificación más bien irregular
adaptándose a los condicionantes geográficos,
pero que se acercaba al modelo de fortificación
regular (Cobos, 2005).
Algo similar ocurrió con el ingeniero
Spannocchi en 1580 (Cámara, 1988), que
revisando las propuestas del Fratín y
coincidiendo en gran medida con su análisis,
desarrolló un proyecto muy similar, pero
corrigiendo los defectos que consideró en el
baluarte de San Felipe y completando el
proyecto con dos bastiones más en la parte que
mira a Francia. Las obras del baluarte de San
Felipe se desarrollaron por considerarlo
imprescindible para mantener la defensa de la
plaza, pero el resto de elementos proyectados no
se llevaron a cabo o lo hicieron de manera tardía.
Fig. 1- Planta del proyecto de Spannocchi de
1580. Archivo Provincial de Zaragoza (APZ).
Legajo 199 de la Sala IV de la Casa Ducal de
Híjar.
Fig. 2- Planta del proyecto para Fuenterrabía
incluido en la “Relación de algunos discursos
tocantes a la defensa de España”. Biblioteca
Foral de Bizkaia. Depósito Cubo P6. VMSS-
249.
En 1636, el ingeniero Jerónimo de Soto junto a
Pedro Texeira y Antonio Gandolfo (Pereda,
Marías, 2004) desarrollaron otro proyecto de
modernización que, aunque similar a los
anteriores, cabe ser destacado por plantear un
foso inundable aprovechando el agua de la
desembocadura y por el diseño de plataformas
interiores que reforzaban las zonas más débiles.
Con este plano se confirma que ninguno de los
baluartes en la parte que mira a Francia había
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sido finalizado, ni siquiera reforzado el lienzo de
la cortina, y en este estado de defensa se produjo
el sitio de 1638.
2. El sitio de 1638
En el sitio de más de tres meses que sufrió la
villa en 1638, primera incursión de un ejército
enemigo en la península desde la expulsión de
los musulmanes, se puso a prueba la efectividad
de las fortificaciones modernas construidas en la
plaza. Aunque la plaza ya había sufrido sitios
anteriormente (1476, 1477, 1521-1524), esta vez
sus fortificaciones estaban desarrolladas según
las técnicas poliorcéticas del momento y podía
validarse su resistencia ante un ataque realizado
con las últimas bocas de fuego y minas.
El sitio comenzó, según fuentes documentales de
la época, el 1 de julio de 1638 cuando las tropas
francesas cruzan la frontera por varios puntos y
toman Irún (Moret, 1655; Palafox, 1639). Tras
69 días de asedio, la noche del 7 de septiembre
de ese mismo año entró la caballería española a
Fuenterrabía, celebrándose el 8 de septiembre el
fin del asedio.
2.1. Ofensiva francesa
Aunque no lo pareciera, los franceses seguían el
procedimiento típicamente planteado en las
teorías. Según estas, el acercamiento a la plaza
se realizaba mediante la construcción de unas
líneas de circunvalación y otras de
contravalación donde el sitiador se atrincheraba.
La diferencia radicaba en lo escarpado del
terreno circundante, situado a occidente de las
murallas, que permitía al sitiador simplificar este
tipo de técnicas de acercamiento mediante la
construcción de trincheras fortificadas en altos
dominantes desde donde podían ofender la plaza
mientras se protegían de la defensa de los
sitiados gracias a la orografía del lugar.
Conociendo esta ventaja del enemigo, esta
orientación ya se encontraba especialmente
fortificada.
2.1.1. Ofensiva mediante minas
Si agrupamos por galerías o minas realizadas
que alcanzaron el muro y el éxito de las mismas,
se puede concluir que en este sitio solo llegaron
a conseguir hacer explotar de manera controlada
cuatro minas, repartidas dos y dos entre el cubo
de la Magdalena y el baluarte de la Reyna. De
estas se obtuvieron los resultados esperados solo
en el baluarte de la Magdalena, sin ser una
brecha suficiente por la que pudieran entrar los
atacantes, y en el baluarte de la Reyna, por la
que no llegaron a entrar los franceses pero sí las
tropas de socorro españolas.
Aunque las minas eran un método efectivo, ya
que una bien realizada y con la explosión
calculada a tiempo podía producir un daño
irreparable a la muralla, les fue bastante costoso
conseguir abrir brecha únicamente con ellas.
2.1.2. Ofensiva mediante artillería
Los franceses tenían colocadas baterías con
piezas de artillería principalmente en siete
puntos alrededor de la fortificación. Cada una de
ellas estaba destinada a un objetivo, aunque
podía apuntar casi a cualquier otro en caso de
focalizar la batida a un elemento concreto con la
intención de arruinarlo. Seis de ellas estaban
situadas en la parte de España: existían dos
baterías situadas a la orilla del río, al norte de la
fortificación frente al cubo de la Magdalena; otra
junto a la basílica de Santa María Magdalena,
también en frente del cubo de la Magdalena pero
más alejada de la orilla; un par de baterías
directamente enfrentadas al baluarte de Leyva y
de la Reyna respectivamente; y una última
batería en la colina de Gracia, justo encima de la
ermita de Nuestra Señora de Gracia. La séptima
batería estaba situada en la orilla de Francia,
sobre un arenal conocido como Ondarraizu que
quedaba cerca del cubo de la Magdalena.
2.2. Contraofensiva española
Por su parte, los sitiados tenían piezas de
artillería con las que contrarrestaban el ataque
francés ralentizando las minas. Sin embargo, la
capacidad artillera desde dentro de la plaza era
mucho menor y, aunque podían conseguir
retrasar el progreso del enemigo, era muy difícil
conseguir resultados con una ofensiva de este
tipo. Por tanto, sus esfuerzos se centraron en
realizar obras que les permitieran dificultar el
intento de entrada de los franceses.
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Realizaron numerosas contraminas para intentar
localizar las minas que los franceses estaban
acercando a los tres baluartes (Magdalena,
Leyva y Reyna) y a las dos cortinas situadas
entre ellos. De las contraminas realizadas en el
baluarte de la Magdalena, dos consiguieron
finalmente alcanzar la mina y desembarazarla.
En el baluarte de la Reyna solo se construyó una
contramina porque excavaron una zanja que creó
un hueco detrás de las puertas tapiadas y serviría
de ventilación de las minas en el caso de que
explotase alguna. El resto de contraminas que
construyeron fueron en la cortina de San
Nicolás, muy cerca del baluarte de la Reyna.
Para dificultar al enemigo la entrada se
ejecutaban diferentes obras, ya fuera una zanja o
trinchera, un parapeto o espalda, e incluso en
algunos casos una estacada o un terraplén. En el
que nos ocupa, el primer mecanismo por el que
optaron fue el de tapiar los portales por los que
se accedía a la plaza, exceptuando el que miraba
a Hendaya. Al estar situado en las marismas era
difícil su acceso y lo aprovechaban para hacer
salidas puntuales para atacar a las tropas del
sitiador.
De entre todas estas obras cabe destacar la
cantidad de ellas que se realizaron en el baluarte
de la Reyna. Durante los últimos diez días del
sitio se realizan: una retirada, dos estacadas, un
terraplén, una trinchera, un reducto y una
espalda que posteriormente perfeccionarían. El
resto de obras se realizaron en el baluarte de la
Magdalena, donde ya se construyó una espalda
sobre la pared que cerraba el cubo e hicieron una
cortadura y un terraplén aprovechando la tierra
que iban sacando de la contramina. A parte de
esto, reforzaron con una espalda el baluarte de
Leyva y el almacén de municiones, ya que
estaban recibiendo un intenso ataque.
3. Consecuencias del sitio en la fortificación
Lo cierto es que la combinación de todas las
acometidas de los franceses, incluyendo artillería
y minas, es la que consiguió el efecto destructor.
Cada uno de los ataques tiene como
consecuencia inmediata la reducción de la
resistencia de los muros, hasta que uno de ellos
agotaba el límite de aguante de un tramo de
lienzo de muralla y lo arruinaba, total o
parcialmente.
En cuestión de reparos y refuerzos de elementos
dañados, poco pudieron hacer los sitiados
durante el asedio. A parte de recrecer con cestos
de tierra aquellas partes que pierden el cordón, el
resto de obras realizadas tuvieron que ver más
con reducir el efecto de las minas de los
franceses y dificultar su entrada que con reparar
los elementos destrozados.
En resumen, el efecto material de los 69 días en
los que los franceses tuvieron sitiada a la ciudad
fue devastador. Los daños más importantes se
produjeron en todos aquellos elementos
orientados hacia el oeste, las partes situadas
entre el baluarte de la Reyna y el cubo de la
Magdalena. Respecto a las secuelas sobre la
muralla, los ataques supusieron un daño
importante en muchas partes de la fortificación,
aunque en pocas ocasiones consiguieron abrir
brecha y únicamente una fue fácilmente
practicable. Aunque permitía el acceso de las
tropas, nunca consiguieron llegar a entrar.
4. Los proyectos tras el sitio de 1638
Se conservan documentos de cuatro proyectos en
el Archivo General de Simancas de fechas
inmediatamente posteriores al sitio de 1638,
entre los años 1640 y 1641. Dos de ellos, obras
de reparación de partes dañadas de la
fortificación de Fuenterrabía. Los otros dos,
propuestas de mejora de la fortificación donde se
incluían obras exteriores como hornabeques
pretendiendo mejorar la defensa hacia la parte de
Francia.
4.1. Las reparaciones
Los dos documentos relativos a proyectos de
reparación se adjuntaron en cartas fechadas a
finales de 1640. El primero (AGS, MPyD, 36,
012), incluido en una consulta del Consejo de
Cantabria de 29 de octubre de 1640 (AGS GYM,
01331), contenía un papel de D. Pedro de Isasi
pero no la firma del autor. El segundo (AGS,
MPyD, 67, 084) estaba junto la carta de 16 de
noviembre de 1640 (AGS, GYM, 01377)
dirigida por D. Cristiano Sorel al Consejo de
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Guerra, en cuya documentación adjunta se
reconoce la autoría de D. Jerónimo de Soto. En
ambas se describía la reparación de una brecha
que afectaba a gran parte de la cara del baluarte
de la Reyna que mira al mar.
Fig. 3- Plano de la fortificación de Fuenterrabía,
1640 (AGS, MPyD, 36, 012)
En el primer documento se delinearon el perfil
de la frente del mar, el perfil de la frente de
tierra con su muralla y el perfil de la media luna
junto con sus plantas correspondientes: la media
luna pequeña de enfrente del cubo de la
Magdalena en el primer caso, y el baluarte de la
Reyna con la media luna que tenía enfrente. En
la primera media luna se ve indicada una brecha
que ocupaba unos 2/3 de su cara que miraba al
mar, más cercano al ángulo que al orejón. Sin
embargo, en el baluarte de la Reyna y su media
luna se aprecian daños en sus ángulos, ocupando
estos aproximadamente un tercio hacia el lado
que miraba al agua y unos pocos pies en la otra
parte del ángulo en el caso de la media luna, y
un tercio en el lado que miraba al agua y casi la
mitad de la otra cara del baluarte que miraba
hacia tierra. En ambos casos, se dibujaron las
secciones acotadas diferenciando la parte de
tierra y la de muralla.
En el segundo documento se muestra una
perspectiva parcial de las fortificaciones que
incluía una parte del baluarte de Leyva/cubo de
la Magdalena, la media luna de San Nicolás, el
baluarte de la Reyna con su correspondiente
media luna (anotado en la leyenda como “que se
ha de hacer”), las cortinas colindantes, el foso y
la estrada cubierta de este tramo de muralla. En
la brecha de la cara del baluarte de la Reyna que
miraba a tierra, y ocupando aproximadamente la
mitad de su superficie, un vastardelo de madera
contendría la tierra del terraplén. Sobre una
pared de piedra seca, una estacada alta, y más
afuera una estacada baja. La pared de piedra seca
se colocaría en paralelo a la cara del bastión,
cerrando sus laterales con el mismo tipo de
pared hasta la brecha, y en paralelo a estos tres
planos se colocaría la estacada de fuera. De esta
manera, se protegía ante el posible acceso de
enemigos mientras realizaban la reparación de la
brecha. También aparecen grafiadas dos líneas
sensiblemente verticales, grietas en la otra cara
del baluarte de la Reyna.
Fig. 4- Plano de Fuenteravia incluso en carta de
D. Crisanto Sorel de 16 nob[iembr]e de 1640
(Jerónimo de Soto)
Comparando las dos intervenciones, en la de
octubre se aprecian más desperfectos sobre los
que actuar que en la de noviembre. Aunque
cabría pensar que se reparó la media luna del
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cubo de la Magdalena, es más probable que el
documento con la axonometría, desarrollado por
Jerónimo de Soto, fuera un detalle del proceso
constructivo que indicaba cómo reparar la
brecha. En este caso, se estaría priorizando
reparar la parte de tierra frente a la de mar, cosa
también lógica debido a la protección natural
que la desembocadura del río proporcionaba en
esa zona de la fortificación. En el documento de
octubre se hallan detalladas las mediciones para
presupuestar las obras, así como plantas y
secciones de todas las partes afectadas, mientras
que en el de noviembre la axonometría se centra
en describir la fase de reparación de la brecha
concreta, con todos los elementos necesarios
para repararla de manera eficaz y con seguridad
ante el intruso.
4.2. Los proyectos de mejora
Fig. 5- Plano de la fortificación de Fuenterrabía,
1640 (AGS, MPyD, 36, 013)
Los otros dos documentos, correspondientes a
propuestas generales de la plaza para mejorar la
defensa tras el ataque, están relacionados entre
sí. El primer plano (AGS, MPyD, 36, 013)
estaba incluido en la Consulta del Consejo de
Cantabria de 29 de octubre de 1640 igual que la
primera propuesta de reparación (AGS, GYM,
01331). El segundo de ellos (AGS, MPyD, 39,
028), en una relación de lo que se debía hacer en
dicha plaza de 28 de abril de 1641 y con otra
relación de lo que necesitaba la mencionada
plaza para una expugnación de seis meses, San
Sebastián 1 de mayo de 1641 (AGS, GYM,
01373). En estas se proponía también una obra
de fortificación exterior en el lado que miraba a
Francia.
En la carta de 29 de octubre de 1640, donde
estaba adjunto el primer documento, una
descripción minuciosa de la propuesta
justificaba la necesidad y función de cada una de
las partes, valorando su coste económico. A
parte de las dos medias lunas “grandes”, en él se
habla de una media luna pequeña situada de
manera contigua a ellas pero más hacia el norte,
justo al lado del cubo de la Magdalena, y cuya
función sería reforzar la defensa de estas.
Atendiendo al presupuesto, la cantidad que se
destinó a esta pequeña media luna es igual a la
suma de las dos medias lunas grandes. Esto no
solo se debía a que las dos medias lunas grandes
estaban a mitad de construir, con lo cual se
presupuestaron solo las obras necesarias para
acabarlas, sino también a que con el coste de
esta pequeña media luna se incluía la
construcción de diferentes elementos para cerrar
el foso, como terraplenes, paredes y parapetos.
En ese documento aparecen denominados como
medias lunas aquellas construcciones que
perfilaban el foso delante de los baluartes de la
Reyna y de San Felipe (concretamente de la
puerta de Santa María, nombre del antiguo cubo
situado en este punto en incluido como flanco
del baluarte), y que convenía hacer para mejorar
la defensa. Se describieron y presupuestaron
igualmente las obras necesarias en el baluarte de
la Reyna, por los daños producidos durante el
sitio. Por último, como mejora de las
fortificaciones por el lado del agua, se habla de
la construcción del baluarte que mira a Francia,
ya incluido en los proyectos del Fratín y de
Spannochi. Su terraplén se encontraba todavía a
medio construir, y también se le presupuestó otra
media luna frente a él. A parte de las
fortificaciones, nombra la casa fuerte situada
junto a la iglesia, conocida actualmente como
Palacio de Carlos V. La carta no explica la otra
opción planteada en el plano, alternativa a la
media luna frente al nuevo baluarte que mira a
Francia. Esta constaría de un hornabeque junto
con una media luna frente a él, opción más
costosa económicamente. Junto a todo esto se
indicaba la construcción de una estrada cubierta
que rodearía la plaza por el frente oeste.
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Fig. 6- Plano de la fortificación de Fuenterrabía,
1641 (AGS, MPyD, 39, 028)
La carta de 28 de abril de 1641, donde se
adjuntó el segundo documento, nos permite
entender que esta segunda propuesta era una
revisión de la anterior, que se encontraría a
mitad construir. Se ven grafiadas las partes de la
muralla construidas en doble línea y las
derrumbadas en doble línea de puntos, siendo
estas últimas únicamente las de un tramo junto al
viejo cubo que mira a Francia. Las propuestas de
mejora, todavía sin comenzar, están dibujadas en
línea sencilla punteada. Cabe destacar que el
hornabeque que en la propuesta anterior aparecía
como alternativa aquí está descrito como ya
construido y en “buena forma”. Y sin embargo,
el baluarte que miraba a Francia se encontraba
entre las propuestas para construir. Las dos
medias lunas grandes se habían finalizado y se
barajaba no construir la media luna pequeña del
proyecto anterior, ya que estaba muy cerca de la
grande y no estaría protegida desde el interior de
la plaza. Como alternativa, se planteó la
construcción de un hornabeque en su lugar para
realizar una vez finalizadas las obras. También
se valoró una alternativa a la media luna delante
del baluarte de la Reyna simplemente llenando
el hondo y construyéndole encima una estrada
cubierta, pero sería muy costosa debido a las
características del terreno y el nivel freático. Se
estaba trabajando en el baluarte de la Reyna y
todavía no se había comenzado a construir la
estrada cubierta en ninguna parte. Del resto de
elementos que se citaron en la carta anterior, en
esta se vuelve a hablar de la bóveda que se hacía
en la plataforma del palacio, de otros elementos
como los molinos que se necesitaban en la plaza
y de los puestos del Yguer y de San Telmo.
Fig. 7- Superposición de los trazados de 1640
(blanco) y 1641 (rojo lo construido y verde sin
construir) sobre una ortofoto de 2012 obtenida
de la web del ayuntamiento de Hondarribia.
En los trazados de los planos se ven pequeñas
diferencias debidas a la falta de precisión, como
se puede comprobar comparando las líneas que
representan la parte existente. Pero, aun teniendo
en cuenta esta desviación, la forma y posición de
las medias lunas grandes varió del proyecto de
1640 a la revisión, estando situadas más lejos de
la plaza aunque a una escala similar. Debido a
ello el foso también varió en esta zona, siendo en
general bastante más ancho que en la primera
propuesta. De la misma manera, el hornabeque
construido en 1641 varió ligeramente en cuanto
a posición respecto al propuesto como
alternativa en 1640, aunque manteniendo
proporciones similares. El construido estaba más
174
al norte y sobresalía más que el proyectado
originalmente. De la propuesta inicial y su
revisión solo faltaban por construir los dos
tramos verdes de la Fig. 7: el baluarte que
miraría Francia y un pequeño saliente en la
misma orientación propuesto en la revisión de
1641.
5. Conclusiones
Gracias al proyecto de reparación de los daños
en las defensas de Fuenterrabía, se aprovechó
para realizar una mejora de las fortificaciones
tras evaluar la debilidad de estas. Al tratarse de
un tema político, la inversión que se realizaba
dependía de la importancia bélica de la plaza y
su papel en la estrategia territorial, teniendo
también en cuenta la inversión que se estuviera
realizando en otras plazas en ese momento.
El proceso de seguimiento de las obras de
fortificación fue meticuloso, informando a la
Junta y realizando levantamientos del estado de
las obras, valorando las propuestas desarrolladas
en el proyecto durante la construcción y
replanteando la solución, dando posibles
alternativas que abaraten costes o solucionasen
problemas surgidos en el proceso.
Se realizaron todas las reparaciones, incluyendo
baluarte de la Reyna y los trozos de cortina en
ruina. Se desarrolló en detalle el reparo del
baluarte de la Reyna por ser un punto delicado.
De las mejoras, aunque en principio se priorizó
el revellín al hornabeque en la parte de agua,
finalmente se construyó lo segundo. Las dos
medias lunas junto al baluarte de Leyva se
realizaron, pero modificando su trazado del
primer proyecto levemente para colocarlas a
mayor distancia, según se indicó en la revisión.
Además, debido a estos cambios, se reajustó el
trazado del foso para adaptarlo a las nuevas
posiciones, y se indicó en línea discontinua una
variante para simplificar las formas angulosas
del trazado de este reduciendo costes.
Notas
El baluarte de Leyva aparece también nombrado
como de San Nicolás debido a la puerta abierta
junto a él “puerta de San Nicolás”, así como a la
cortina de San Nicolás, donde está situada esta
puerta (lienzo entre el baluarte de Leyva y el de
la Reyna). El revellín construido frente a ella
también de denomina de San Nicolás.
Referencias
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Cámara Muñoz, Alicia (1988) “Tiburzio Spannocchi, ingeniero mayor de los reinos de España”, in:
Espacio, tiempo y forma. Serie VII, Historia del arte, (1), pp. 77-90
Cobos Guerra, F. (2005). “La formulación de los principios de la fortificación abaluartada en el siglo
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