del pincel a la pluma - connecting repositories · 2019. 5. 11. · edgar Ü 'hara reseÑas...

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. ARTE Volviendo a nuestra hu ella, diga- mos que en el medio de ambos polos se sit uarían M . M . Ca rranza y D . J aramillo. No pican de los extremos sino del sentido de la esc ritur a misma. (Obviamente sa bemos que esto no es s que la trampita para seguir escri- biendo poemas , pero va loremo s la pos tur a). Un dat o adicional: sus o bra s no son mu y abundantes. Di ce Carran- za: "Me he cans ado / de mis pala - bras. / Se las presto. / Para el caso, es lo mismo " (NUNCA ES TARDE). Y Darí o J aramill o parece llevar el ritmo con un tambor del que re niega : " ... para investigar los más hondo s secre- t os/ del bien decir - 'embelleciendo la expresión de los concepto s'-,/ del maldecir -q ue es otra cos a-, / y pura y si mpl eme nt e del callarse ,/ que es donde radica la necesidad de la poesía" (RETOR 1 C A) . Es curioso que no aparezca nadie s des pués de Cobo Borda (nacido en el 48). La ir o nía de sus poemas viene a se r como el humor negro del decor o. s curioso aún es que el poeta que abr e la antología sea Vida- les, en c uyo poema FILOSOFIA DE LO S ADEMA NES leemos : "Mis ver- sos han desc ubi erto/ que las gentes/ no valen por si mismas ( . .. ) Y que los ademan es/ son los armazones maravillosos/ e invisibles/ de los seres humanos': El Vanguardi s mo de Vida- le s res ulta cosa de ingenio, observ a- ción de los detalles (algo que el Mod er- nis mo introdujo co n éxito), pero nunca el coctel moloto v en el centro del Sis- tema poét ico. Los timbres de Yidales son eso: llamadas de aten ció n (a veces timbrazos, cosa que ha quedado demos- trada con una reincidencia poeticopo- lítica nada exitosa). El buen humor del principio se vuelve broma pes ada al final. El ademán termina en Cobo Borda, que ya es taba ironizando so bre la ironía (eso que los españoles lla- man rizar el rizo). Pero Cobo Borda habla desde ese siste ma expresivo en que se ha fo rmad o. Ahora bien , lo impresionante del últim o poema de la antología es que, ad e más de ser exce- lente , da c uenta de todo el proceso que yo per ci bo o que he inventado (¿i mporta la especificación?). Quizá la estadía perso nal de Cobo Borda en Argentina le ha se rvido para advertir la necesidad de tumbar po éti ca mente 108 estos digo s. Creo que las baterías es tán puestas y sólo hace falla el detonante. TIERRA DEL FUEGO (así se titula el poe ma que anun cia el límite) se inscribe en la línea del mejor Cobo Borda , lejos - esperamos que para siempre- de esos poemitas insul- sos de confitería macrobiótica . Este poema es todo un programa poético : "También aquí. / donde los castores desvían el curso de los ríos/ y los guanacos miran con esbelta tristeza, / ha surgido la vieja voz . . . ". Y a sabemos a qué vieja voz se refiere el poema. En el punto más remoto del continente se le cuela para significar metafóricamente la manera como se escribe a sí mismo el poema: "en éste,/ el lugar más austral del pla- neta/ donde los continentes a la deri- va/ parecen concluir su errante viaje por la Tierra, / algo que aún no sé nombrar te advierte,/ sin remedio ./ Poesía, fatalidad del instinto ... ". La tierra del fuego lo es de la poesía. El poeta es quien ilumina o enciende las señales para los navegantes (per- donésmosle al poema estos tics roman- ticones) . En cierta forma el poeta as ume aquí las voces de su tradición que anhelan tocar esa imagen : "volu- ble, frágil y sonámbula quimera/ tras la c ual los ho mbr es viajan/ y desaparecen ·: ¿Quién ha de poner en práctica este programa? Se dic e el milagro pero no el s anto , pues. EDGAR Ü' HARA RE SEÑAS Del pincel a la pluma Escritos artlsticos. Francisco Anto ni o Cano. Ediciones Extensión Cu ltura l D epa rt amen tal. Colección Breve, Medellín. 1987, 260 págs., il ustr ad o El arte antioqueño nace con Fran- cisco Antonio Cano (Yarumal , 1865- Bogotá, 1935) y alcanza su culmen con Fernando Botero . Por supuesto que antes de Cano existieron pinto- res en Antioquia , aunque casi todo s ellos estén hoy perdidos en el olvido. Es tos predeces ore s tuvieron carácter de artes anos y no de artistas. Cano es el primero que asumió su tarea como profesión exclus iva , y es el primero que viaja al exteri or con el único propósito de asimilar una formación académica extranjera. Vivió y so bre- vivió con su trabajo dirigido a un mercado es trecho , poco dinámico , de gustos obtusos y avaro con el arti s ta nacional y en general con el art e, y contribuyó a la formación de una conciencia artística en la s ociedad y a la educación de un conjunto de futu- ros pintores y dibujantes , entre los cuales se destacan Ricardo Rendón , Gabriel Montoya , Humberto Cha- ves, Horacio Longas y Marco Tobón Mejía, entre otro s. Además de pintor, coeditor de revistas ilustradas e incansable dibu- jante , Cano fue escultor. Su busto de Atanasio Girardot , hoy mal conser- vado en la plazuela de la Veracruz en Medellín , fue uno de los primeros bronces fundido s en Colombia, en los talleres de Robledo, allá por el año 1911. Empujado por su inquieta inteli- gencia y por obra de las circunstan- cias, también tomó la pluma , sin abandonar los pinceles ni el cincel, y escribió críticas y comentarios artís- ticos, "solamente valido de mi adora- ción a lo bello y con objeto de contri- buir s iquiera a que se despierte el interés por lo que yo amo, pero con la seguridad de que un mes más tarde , si mucho , habré de desear borrar lo escrito", según confesó a Carlos E. Restrepo en carta escrita en París en 1899.

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Page 1: Del pincel a la pluma - COnnecting REpositories · 2019. 5. 11. · EDGAR Ü 'HARA RESEÑAS Del pincel a la pluma Escritos artlsticos. Francisco Antonio Cano. Ediciones Extensión

Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

ARTE

Volviendo a nuestra huella, diga­mos que en el medio de ambos polos se situarían M . M . Carranza y D . J aramillo. No pican de los extremos sino del sentido de la escritura misma. (Obviamente sa bemos que esto no es más que la trampita para segui r escri­biendo poemas, pero valoremos la postura). Un dato adicional: sus o bras no son muy abundantes. Dice Carran­za: "M e he cansado/ de mis pala­bras. / Se las presto. / Para el caso, es lo mismo " (NUNCA ES TARDE). Y Darío J aramillo parece llevar el ritmo con un tambor del que reniega: " ... para investigar los más hondos secre­tos/ del bien decir - 'embelleciendo la expresión de los conceptos'-,/ del maldecir -que es otra cosa-, / y pura y simplemente del callarse,/ que es donde radica la necesidad de la poesía" (RETOR 1 C A).

Es curioso que no aparezca nadie más después de Cobo Borda (nacido en el 48). La iro nía de sus poemas viene a ser como el humor negro del decoro. Más curioso aún es que el poeta que abre la antología sea Vida­les, en cuyo poema FILOSOFIA DE LOS ADEMANES leemos: "Mis ver­sos han descubierto / que las gentes/ no valen por si mismas ( . .. ) Y que los ademanes/ son los armazones maravillosos/ e invisibles/ de los seres humanos': El Vanguardismo de Vida­les resulta cosa de ingenio, observa­ción de los detalles (algo que el Moder­nismo introdujo con éxito), pero nunca el coctel molotov en el centro del Sis­tema poét ico. Los timbres de Yidales son eso: llamadas de atención (a veces timbrazos, cosa que ha quedado demos­trada con una reincidencia poeticopo­lítica nada exitosa). El buen humor del principio se vuelve broma pesada al final. El ademán termina en Cobo Borda, que ya estaba ironizando sobre la ironía (eso que los españoles lla­man rizar el rizo) . Pero Cobo Borda habla desde ese sistema expresivo en que se ha formado. Ahora bien, lo impresionante del último poema de la antología es que, además de ser exce­lente, da cuenta de todo el proceso que yo percibo o que he inventado (¿importa la especificación?). Quizá la estadía personal de Cobo Borda en Argentina le ha servido para advertir la necesidad de tumbar poéticamente

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estos códigos. Creo que las baterías están puestas y sólo hace falla el detonante. TIERRA DEL FUEGO (así se titula el poema que anuncia el límite) se inscribe en la línea del mejor Cobo Borda, lejos - esperamos que para siempre- de esos poemitas insul­sos de confitería macrobiótica. Este poema es todo un programa poético: "También aquí. / donde los castores desvían el curso de los ríos/ y los guanacos miran con esbelta tristeza, / ha surgido la vieja voz . . . ". Y a sabemos a qué vieja voz se refiere el poema. En el punto más remoto del continente se le cuela para significar metafóricamente la manera como se escribe a sí mismo el poema: "en éste,/ el lugar más austral del pla­neta/ donde los continentes a la deri­va/ parecen concluir su errante viaje por la Tierra, / algo que aún no sé nombrar te advierte, / sin remedio./ Poesía, fatalidad del instinto ... ". La tierra del fuego lo es de la poesía. El poeta es quien ilumina o enciende las señales para los navegantes (per­donésmosle al poema estos tics roman­ticones) . En cierta forma el poeta asume aquí las voces de su tradición que anhelan tocar esa imagen: "volu­ble, frágil y sonámbula quimera/ tras la cual los hombres viajan/ y lue~o desaparecen ·:

¿Quién ha de poner en práctica este programa? Se dice el milagro pero no el santo, pues.

EDGAR Ü 'HARA

RESEÑAS

Del pincel a la pluma

Escritos artlsticos. Francisco Antonio Cano. Ediciones Extensión Cultural Departamental. Colección Breve, Medellín. 1987, 260 págs., ilustrado

El arte antioqueño nace con Fran­cisco Antonio Cano (Yarumal, 1865-Bogotá, 1935) y alcanza su culmen con Fernando Botero. Por supuesto que antes de Cano existieron pinto­res en Antioquia, aunque casi todos ellos estén hoy perdidos en el olvido. Estos predecesores tuvieron carácter de artesanos y no de artistas. Cano es el primero que asumió su tarea como profesión exclusiva, y es el primero que viaja al exterio r con el único propósito de asimilar una formación académica extranjera. Vivió y sobre­vivió con su trabajo dirigido a un mercado estrecho, poco dinámico, de gustos obtusos y avaro con el artista nacional y en general con el arte, y contribuyó a la formación de una conciencia artística en la sociedad y a la educación de un conjunto de futu­ros pintores y dibujantes , entre los cuales se destacan Ricardo Rendón, Gabriel Montoya, Humberto Cha­ves, Horacio Longas y Marco Tobón Mejía, entre otros.

Además de pintor, coeditor de revistas ilustradas e incansable dibu­jante, Cano fue escultor. Su busto de Atanasio Girardot , hoy mal conser­vado en la plazuela de la Veracruz en Medellín, fue uno de los primeros bronces fundidos en Colombia, en los talleres de Robledo, allá por el año 1911.

Empujado por su inquieta inteli­gencia y por obra de las circunstan­cias, también tomó la pluma, sin abandonar los pinceles ni el cincel, y escribió críticas y comentarios artís­ticos , "solamente valido de mi adora­ción a lo bello y con objeto de contri­buir siquiera a que se despierte el interés por lo que yo amo, pero con la seguridad de que un mes más tarde, si mucho, habré de desear borrar lo escrito", según confesó a Carlos E. Restrepo en carta escrita en París en 1899.

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N U EVO TESORO Q U IMBA YA

Recipiente antropomorfo - poporo- 1.19 1.30 gms .. 27 O x 15.0 eme; Foto J orge Mario Múnera.

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Colcccu'ln '-nmplt:t a de pte'"' pcnenecu:ntc' c1 una 'ullur.l que 'e Jc:,arrulltt entre lo~ ''glu' 1' IX de nuc,tt J c:r.t. en Jo.., .. alll'' tic hh rt<h ( .lUl.t

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Recipien te para cal semici rcu la r, 1.118.60 gms., 18.4 x 19.0 cms. F oto J orge M ario Múnera.

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑAS

A pesar de sus cautelas, Cano realizó una apreciable tarea de escri­tor, si bien no fue muy extensa, pero que se constituye en documento indis­pensable para entender el arte de su época. Según informó su hijo León Cano en entrevista de 1965, el maes­tro compuso una novela, que se per­dió. En el momento de su falleci­miento, preparaba un libro sobre el arte colombiano, del cual hoy tam­poco se sabe nada. Dos importantes cuadernos, en manos de un comer­ciante de antigüedades de Maniza­les , contienen notas de viaje , refle­xiones y dibujos, hasta hoy inéditos. Y presumiblemente en archivos fami­liares deben de existir algunos otros manuscritos.

Aparte de estas obras, Cano escri­bió y publicó diversos ensayos, que han sido recogidos en su totalidad en el libro Notas artísticas, prologado y compilado con esmero por Miguel Escobar Calle, con el objetivo de "rehacer la huella que dejó Francisco Antonio Cano como crítico de arte; como protagonista y a la vez testigo de su época y del arte de su país; y

)

como constancia de magisterio inte-lectual, de vida artística y de actitud moral".

El libro está integrado por tres par­tes. En la primera se encuentran vein­ticuatro textos , tres entrevistas y un fragmento del testamento del autor. Los textos fueron escritos por el pin­tor entre 1896 y 1934. La segunda parte ofrece un conjunto de informa­ciones no exhaustivas sobre Cano y su obra, así como una bibliografía básica, y por último, se incluyen más de treinta reproducciones de dibujos, bocetos y grabados, que complemen­tan las reproducciones de los avisos de prensa que Cano publicó al prin­cipio de su carrera para promocionar sus clases de dibujo o las lápidas de mármol que fabricaba para poder subsistir, junto con caricaturas de Leudo y Rendón, entre otros.

Cano inició sus labores de comen­tarista y crítico de arte con un artícu­lo sobre una Virgen pintada por Ricardo Acevedo Bernal, publicado en la revista El Repertorio en 1896, cuando contaba 31 años. Le siguió un ensayo más extenso sobre la cate­dral de Medellín ( 1898), en proceso

de construcción, donde hizo gala de conocimientos de historia de la arqui­tectura y de sus elementos estéticos, a pesar de que nunca cursó estudios académicos formales. Ese mismo año viajó a París, gracias a un dinero otorgado por el Congreso. Desde la capital francesa sostuvo correspon­dencia con su amigo y futuro presi­dente Carlos E. Restrepo; cuatro de estas misivas se encuentran reprodu­cidas en el libro que comentamos. Nada de la bulliciosa y agitada vida artística y política del París de aque­llos años parece haber tocado a Cano, embebido en sus estudios académi­cos y en la observación de los clásicos en los museos.

Y a en Medellín en 1902, promo­cionó por la prensa la creación de una academia de dibujo, y publicó ensayos sobre Epifanio Garay ( 1903), Andrés de Santamaría (1903 y 1904 ), dictó conferencias en el Centro Artís­tico ( 1905) y escribió un detenido análisis sobre la Segunda Exposición Artística e Industrial celebrada en Medellín en 1905. Tobón Mejía ( 1906 y 1917), la · Sociedad de Mejoras Públicas ( 1917), Miguel Díaz Vargas (1930), Acevedo Bernal(1934) y Rober­to Pizano ( 1934 ), fueron los otros artistas que ocuparon la atención de Cano.

En la sección referida a la informa­ción sobre el artista, se encuentra \.In valioso ensayo biográfico de Manuel Uribe Angel, publicado en 1899 en El Espectador. Así mismo están inclui­dos textos de Darío Ruiz, Eladio Vélez y Luis Pinto.

Notas artísticas es un libro que saca a la luz pública una faceta casi inédita de uno de los pintores colom­bianos más importantes de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Hom­bre de múltiples actividades, Cano encarnó el ideal del humanismo y del arte renacentista en la Colombia decimo­nónica, y vivió la dramática transi­ción que significó para el país y su cultura pasar de un siglo al otro. Dominio de la técnica y de los princi­pios académicos del oficio, confianza en el arte como instrumento de la belleza y del engrandecimiento del mundo y del hombre, voluntad didác­tica, consagración y disciplina, fue­ron sus atributos más notables, que

ARTE

hoy sería difícil encontrar en un artista contemporáneo, más ocupad o e n manejar el éxito y las relaciones públicas.

En medio de su acendrado ademi­cismo, Francisco Antonio Cano se permitió valorar, e incluso practicar casi en secreto, el impresionismo, que fue la corriente más moderna que pudo aceptar. El cubismo , los moni­gotes sintéticos de Pepe Mexía, nunca cupieron en su órbita artística.

Situado en la tradición occidental de los artistas que nos han legado sus textos, desde Leonardo, renacentista por excelencia, hasta Dubuffet y Tápies entre los contemporáneos, Cano inau­guró, con sus textos, una menor pero necesaria costumbre en Antioquia. Desde Pedro Nel Gómez, Eladio Vélez y Gómez Jaramillo , hasta Félix Angel , los artistas paisas, de una manera u otra, no han desdeñado la palabra para explicar su obra, sus circunstan­cias, o para polemizar, criticar o dejar testimonio.

Rescatando del olvido estos mate­riales, Notas artísticas revaloriza la obra y la personalidad de Canito, como lo llamaron cariñosamente sus contemporáneos, y plantea la necesi­dad de recuperar su obra plástica , por tratarse de un artista fundamen­tal en la historia del arte antioqueño.

SANTIAGO LONDOf'iO V .

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