del sueño

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Jung, C.

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    Los seis ensayos que integran el presente volumen tratan cuestiones fundamentalesde la psicologa profunda junguiana. En el primer ensayo, Sobre la energtica del alma,Jung elabora esta cuestin en el sentido de que los fenmenos anmicos pueden, en efecto,someterse a una consideracin energetista, aunque por su ndole misma se sustraigan a todadeterminacin cuantitativa eacta. !esde este punto de vista aborda las principales

    transformaciones din"micas de la energa psquica, como la progresin, la regresin, laetraversin, la introversin y la formacin de smbolos. #eguidamente, eponeGeneralidades sobre la teora de los complejos a partir de los resultados del eperimentoasociativo. $mbos ensayos constituyen la esencial introduccin a los dos siguientes%Consideraciones generales sobre la psicologa del sueo y La esencia del sueo,donde el eminente psiquiatra sui&o se ocupa menos de la teora que de las posibilidadespr"cticas de la 'ermen(utica onrica. El quinto ensayo versa sobre las relaciones entreInstinto e inconsciente. ) el volumen concluye con Los fundamentos psicolgicos delespiritismo, en el que el autor eplicita l*cidamente las consideraciones que la psicologade lo inconsciente puede aportar al abordaje de la creencia en los espritus. Estacompilacin de ensayos permitir" al lector adentrarse de primera mano en el apasionantemundo de la psicologa profunda junguiana.

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    +arl ustav Jung

    Energtica psquica y esencia del sueo

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    -tulo original% ber Psychische Energeti !nd "as #esen "er $r%ume+arl ustav Jung, /01

    -raduccin% Ludovico 2osent'al 3 4las #osa, //5

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    6rlogo

    & la primera edici'n

    En este volumen, segundo tomo de los Psychologische &bhandlungen, 'emosincluido cuatro ensayos, tres de los cuales slo fueron publicados 'asta a'ora en ingl(s 789, : y 0, en Collected Papers on &nalytical Psychology, :; ed., Londres, 4ailli. ?ientras uno se refiere al problema, no resuelto a*n, del significado de los

    sue@os, los tres restantes est"n dedicados a una cuestin cuya importancia es, a nuestrojuicio, cardinal% la de los factores psquicos fundamentales o im"genes din"micas que, ennuestro entender, epresan la esencia de la energa psquica. 8uestro concepto de la energapsquica que aplicamos en el libro #andlungen und Symbole der Libido7:; ed. Leip&ig yAiena, /:5>BC 'a suscitado tanta oposicin como incomprensin, motivo por el cualconsideramos conveniente abordar de nuevo el problema de la energ(tica psquica, peroesta ve& no desde la perspectiva de su aplicacin pr"ctica, sino de su teora. 6or tanto, loslectores de nuestra obra anterior bien podr"n 'allar en (sta algunas repeticiones.

    & la segunda edici'n

    Los ensayos que integran el presente volumen constituyen intentos de ordenar lacatica multiplicidad de los fenmenos psquicos, introduciendo en ella conceptos que yatienen vigencia en otros sectores de la ciencia. +omo aun nos 'allamos muy al principio delos conocimientos psicolgicos, nuestros esfuer&os 'abr"n de dedicarse a los conceptos y alos sectores m"s elementales, pero no a las complicaciones individuales, inaccesibles altotal esclarecimiento, que tanto abundan en nuestra casustica. El modelo de la neurosis ydel sue@o, creado por Dreud, slo permite eplicar parcialmente el material emprico enconsecuencia, la psicologa m(dica deber" procurar el perfeccionamiento de sus m(todosno menos que de sus conceptos psicolgicos, tanto m"s, cuanto que la psicologaacad(mica 'a renunciado 'asta a'ora a investigar empricamente lo inconsciente. 6orello, sigue concerniendo a la psicologa m(dica la tarea de investigar las relaciones decompensacin entre el psiquismo consciente y el inconsciente, cuestin tan importante paracomprender lo psquico en su totalidad.

    $parte las obvias correcciones, el teto no 'a eperimentado alteraciones

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    fundamentales. El n*mero de los ensayos fue aumentado a seis, incluyendo en estevolumen una breve rese@a de la teora de los complejosy una eposicin de los nuevospuntos de vista acerca de la in(estigaci'n de los sueos.

    Fuesnac't G Huric'.

    +. . JI8

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    Sobre la energtica del alma

    1. Fundamentos de la concepcin energetista en psicologa

    a) Introduccin

    +uando introduje en la psicologa mi concepto de la libido tropec( con m*ltiplestergiversaciones y aun con el m"s estricto rec'a&o, de modo que qui&" no sea superfluo

    considerar una ve& m"s los fundamentos de dic'o concepto.

    Es un 'ec'o de todos conocido que el suceder fsico puede ser abordado desde dospuntos de vista% mecanicista el uno, energetista el otroB:C. La concepcin mecanicista espuramente causal y concibe todo 'ec'o como resultado de una causa, aceptando que lassustancias inmutables modifican sus relaciones mutuas de acuerdo con leyes constantes. Laconcepcin energetista, en cambio, es esencialmente finalista BKCy concibe el suceder comoconsecuencia de una causa, en el sentido de que las variaciones fenom(nicas se basan en laaccin de cierta energa, la cual se mantiene constante a trav(s de esas mismas variacionesy concluye por llevar entrpicamente a un estado de equilibrio general. El decursoenerg(tico tiene un determinado sentido objetivo, ya que sigue irremediablemente

    7irreversiblemente> la cada del potencial. La energa no es la concepcin de una sustanciamoviente en el espacio, sino un conceptoabstrado de las relaciones de movimiento. #usfundamentos no son, pues, las sustancias mismas, sino las relaciones de (stas, mientra queel fundamento del concepto mecanicista radica en la sustancia semoviente en el espacio.

    $mbos puntos de vista son indispensables para la comprensin del suceder fsico ygo&an, por tanto, de general aceptacin, al punto que la vigencia paralela de lasconsideraciones mecanicista y energetista 'a permitido que paulatinamente surgiera una

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    tercera concepcin, mecanicista y energetista a la ve&, aunque desde un punto de vistaestrictamente lgico, el ascenso de la ra&n a la consecuencia, la accin causal progresiva,no puede ser al mismo tiempo la seleccin regresiva de un medio para el fin B0C. 8os resultaimposible aceptar que una y la misma articulacin f"ctica pueda ser simult"neamente causaly final, pues estas determinaciones se ecluyen entre s. En efecto, tr"tase de dos

    concepciones distintas, una de las cuales es precisamente la recproca de la otra, pues elprincipio de finalidad es la inversin lgica del principio de causalidad.

    La finalidad no slo es lgicamente posible, sino que es un principio eplicativoindispensable, pues ninguna eplicacin de la naturale&a podra ser eclusivamentemecanicista. En efecto% si a nuestra intuicin slo se dieran sustancias movientes,*nicamente 'abra eplicaciones causales pero a nuestra intuicin se dan tambi(nrelaciones cinem"ticas, que imponen la consideracin energetistaB5C. !e no ser as, ni 'abrasido necesario inventar el concepto de energa. El predominio de una u otra concepcin nodepende tanto de la conducta objetiva de las cosas, sino m"s bien de la actitud psicolgicadel investigador o pensador. La empata lleva a la concepcin mecanicista la abstraccin, a

    la energetista. $mbas orientaciones tienden a cometer el error intelectual de 'ipostasiar susprincipios con los denominados datos objetivos de la eperiencia, y de aceptar que laintuicin subjetiva se identifica con la conducta de las cosas o sea que, por ejemplo, lacausalidad, tal como la 'allamos en nosotros mismos, tambi(n radicara objetivamente en laconducta de las cosas. Este error es muy com*n y lleva, por tanto, a incesantes conflictos,pues, como dijimos, es inadmisible que la determinacin sea simult"neamente causal yfinal. 6ero esa intolerable contradiccin slo resulta de la ilcita e irrefleiva proyeccin enlos objetos de lo que slo son meros modos de considerar las cosas. !ic'os modos*nicamente pueden quedar libres de contradicciones mientras se mantienen en la esfera delo psicolgico, proyect"ndose slo 'ipot(ticamente a la conducta objetiva de las cosas. Elprincipio de causalidad soporta su inversin lgica sin contradicciones, pero los 'ec'os nola soportan por eso, la finalidad y la causalidad deben ecluirse mutuamente en el objeto.#in embargo, adoptando el conocido recurso del divisionismo, su(lese alcan&ar uncompromiso inaceptable desde el punto de vista terico, pues considerando un fragmentocausalsticamente y el otro finalsticamenteBC, se obtienen las m"s variadas combinacionestericas, que, no cabe negarlo, reflejan la realidad con relativo verismo BMC. Es precisorecordar siempre que, por fielmente que los 'ec'os concuerden con nuestra intuicin de losmismos, los principios eplicativos no son m"s que formas de consideracin, es decir,fenmenos in'erentes a la actitud psicolgica y a las condiciones apriorsticas generales delintelecto.

    b) La posibilidad de una determinacin cuantitativa en psicologa

    !e todo lo epuesto puede desprenderse sin lugar a dudas que todo suceder concitatanto el enfoque mecanicistaGcausal como el energetistaGfinal. #lo la oportunidad, es decir,la e)icacia, puede decidir la preferencia que deba darse a una u otra concepcin. #i, por

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    ejemplo, nos interesa la fa& cualitativa del suceder, la concepcin energetista deber"subordinarse, pues nada tiene que ver con las sustancias, sino slo con sus relacionescinem"ticas cuantitativas.

    ?uc'o se 'a discutido acerca de si tambi(n el suceder psquico podra someterse, o

    no, a la concepcin energetista. $ priori no 'abra motivo alguno contra tal posibilidad,pues nada induce a ecluir de los datos empricos objetivos el suceder psquico, ya quetambi(n lo psquico puede ser un objeto de la eperiencia. 6ero como lo demuestra elejemplo de Nundt, es lcito dudar de que el enfoque energetista sea, en principio, aplicablea los fenmenos psquicos y, en caso afirmativo, si lo psquico podra considerarse como unsistema relativamente cerrado.

    En lo que se refiere al primer punto, ad'iero sin reservas a la opinin de von rot.uno de los primeros que plante la energ(tica psquica, epresada en los siguientest(rminos%

    El concepto de energa psquica tiene, en la ciencia, tanta justificacin como el deenerga fsica, y la energa psquica posee no menos dimensiones cuantitativas y formasdistintas que la fsicaB1C.

    En cuanto al segundo punto, discrepo de quienes 'asta a'ora se 'an ocupado de lacuestin, pues eludo casi por completo el problema de la integracin de los procesosenerg(ticos psquicos en el sistema fsico. 6rocedo as porque, en el mejor de los casos, sloeisten al respecto presunciones imprecisas, pero ning*n asidero real. $unque estoyconvencido de que la energa psquica se 'alla ntimamente vinculada de alguna maneracon el proceso fsico, necesitamos eperiencias y conocimientos muy distintos de losactuales para discurrir con mnima autoridad sobre esa interrelacin. En cuanto al aspecto

    filosfico del problema, ad'iero ntegramente a las teoras de 4usseB/C

    . y coincido asimismocon FOlpe, cuando se refiere a dic'a cuestin en los siguientes t(rminos%

    #era, pues, totalmente indiferente si un quantum de energa psquica interviene, ono, en el decurso de los procesos materiales% no se violara con ello la ley de laconservacin de la energa, tal como actualmente la concebimosB=C.

    La relacin psicofsica constituye, en mi entender, un problema aparte que qui&" searesuelto alguna ve&. 6ero por a'ora la psicologa no puede detenerse ante esa dificultad,sino que debe considerar lo psquico como un sistema relati(amentecerrado en s. #inembargo, al proceder as es preciso romper con el punto de vista psicofsico, insostenible

    a mi juicio, pues su enfoque epifenomenolgico es todava un resabio del viejomaterialismo cientfico. +omo, por ejemplo, opinan LassPit&, von rot y otros, lasmanifestaciones de la conciencia no tendran relaciones funcionales entre s, pues s'lo 7Q>seran mani)estaciones* e+teriori,aciones* caractersticas de ciertas relaciones)uncionales m-s pro)undas. Las relaciones causales de los 'ec'os psquicos entre s, quees dable observar constantemente, contradicen la concepcin epifenomenolgica, la cualtiene una semejan&a fatal con el concepto materialista, seg*n el cual lo psquico sera unasecrecin del cerebro, como la bilis lo es del 'gado. Ina psicologa que considerara lo

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    psquico como epifenmeno debera llamarse fisiologa cerebral y conformarse con losmagros resultados que tal psicofisiologa puede suministrar. Lo psquico merece serconsiderado como un fenmeno en s, pues no 'ay motivo alguno de reducirlo a un meroepifenmeno, aunque est( ligado a la funcin cerebral. En efecto, tampoco es posibleconsiderar la vida como un epifenmeno de la qumica del carbono.

    La eperiencia inmediata de las relaciones psquicas de cantidad, por un lado, y laprofunda incertidumbre en que se 'alla sumida la interrelacin psicofsica, aun intangible,por el otro, justifican que, por lo menos provisoriamente, se enfoque lo psquico como unsistema energ(tico relativamente cerrado en s. $l adoptar este punto de vista me coloco encontradiccin directa con la energ(tica psicofsica de von rot. $ mi juicio, (ste se 'allacon su concepcin en terreno muy inestable, ra&n por la cual tambi(n sus restantesopiniones carecen de gran valor demostrativo. +on todo, por considerarlas comomanifestaciones de un innovador en este terreno tan difcil, no quiero dejar de repetirtetualmente las formulaciones de von rot%

    7> Las energas psquicas, no menos que las fsicas, son cantidades y magnitudes.7:> #on intercambiables, como formas distintas del trabajo psquico y de la potencialidadpsquica. 7K> 6ueden transformarse en energas fsicas, y viceversa 7por mediacin deprocesos fisiolgicos>.

    $penas es necesario advertir que la tercera de estas leyes es muy cuestionable. En*ltima instancia, slo la oportunidad podr" decidir, no si la consideracin energ(tica esposible en s, sino si promete dar resultado en determinado caso pr"cticoBC.

    La posibilidad de la determinacin cuantitativa eacta de la energa fsica 'ademostrado, a su ve&, la conveniencia de la concepcin energetista frente al suceder fsico.

    6ero tambi(n sera posible considerar energ(ticamente el suceder fsico sin disponer de unadeterminacin cuantitativa eacta, sino contando *nicamente con la posibilidad de laapreciaci'n de las cantidadesB:C. ?as si aun la mera apreciacin fuese totalmenteimposible, tambi(n debera renunciarse al enfoque energ(tico, pues de no eistir por lomenos la posibilidad de apreciar las cantidades, el punto de vista energetista seraabsolutamente superfluo.

    b./.0 El sistema subjeti(o de (alores

    La posibilidad de aplicar el punto de vista energetista en psicologa dependeeclusivamente de si las determinaciones cuantitativas de la energa psquica son posibles,o no. $ esta cuestin debe responderse con una decidida afirmacin, pues nuestropsiquismo posee, en efecto, un sistema de evaluacin muy bien desarrollado% el sistema delos (alores psicol'gicos. Los valores no son sino apreciaciones cuantitativas energ(ticas.+abe agregar, al respecto, que no slo disponemos de un sistema objetivo de valoracin,sino tambi(n de un sistema objetivo de medicin, cual es el de los valores morales yest(ticos colectivos. Este sistema de medidas, sin embargo, no es directamente aplicable a

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    nuestros fines, pues constituye una escala de valores preestablecida con car"cter general,que slo considera indirectamente las condiciones psicolgicas subjetivas, es decir,individuales.

    Lo que en primer t(rmino interesa a nuestros fines es el sistema subjetivo de valores,

    o sea las apreciaciones subjetivas de cada individuo. #omos efectivamente capaces deestimar 'asta cierto punto los valores subjetivos de nuestros contenidos psicolgicos,aunque en ocasiones ya nos resulte etremadamente difcil medirlos tambi(n con eactitudy en forma objetiva, o sea en comparacin con valores establecidos con car"cter general.6ero esa comparacin es superflua para nuestros fines, como ya lo se@alamos. -ambi(npodemos comparar entre s nuestras valoraciones subjetivas, determinando sus intensidadesrelati(as. Esta medida, sin embargo, es relativa a los valores de los dem"s contenidos y, portanto, no es absoluta ni objetiva, pero es suficiente para nuestros fines, ya que frente a lasmismas cualidades es posible reconocer con certe&a las diferencias de intensidad de losvalores, y los valores iguales se equilibran, evidentemente, en id(nticas condiciones.

    Las dificultades slo se presentan cuando se trata de comparar intensidades devalores de distintas cualidades, por ejemplo al comparar el valor de un pensamientocientfico con el de una impresin sensible. $qu, la valoracin subjetiva pierde precisin yse torna incierta. $dem"s, la apreciacin subjetiva slo se limita a contenidos deconciencia, siendo inoperante cuando se trata de apreciaciones que 'an de trascender loslmites de la conciencia, dado el valor de las influencias inconscientes.

    -eniendo en cuenta, sin embargo, la conocida relacin compensatoria entre laconciencia y lo inconscienteBKC, la posibilidad de alcan&ar determinaciones de valores paralo inconsciente sera, precisamente, lo que m"s importa. #i queremos aplicar unaconcepcin energetista del suceder psquico, estamos obligados a tomar en cuenta el

    importantsimo 'ec'o de que los valores conscientes pueden desaparecer aparentemente,sin volver a manifestarse en una correspondiente efectuacin consciente. En ese casodeberamos esperar, tericamente, que aparecieran en lo inconsciente, pero como loinconsciente no nos es directamente accesible, ni en nosotros mismos ni en los dem"s, lavaloracin slo podr" ser indirecta, es decir, tendremos que recurrir a m(todos auiliarespara nuestras estimaciones. En la valoracin subjetiva, nuestro sentir y comprender nosayudan sin dificultades, ya que se trata de una funcin que desde tiempos inmemorialesviene desarroll"ndose y diferenci"ndose con la mayor fine&a. )a el ni@o se ejercitapreco&mente en la diferenciacin de su escala de valores, apreciando a qui(n quiere m"s, alpadre o a la madre, qui(n los sigue en segundo o en tercer t(rmino, a qui(n odia m"s, etc.Esta estimacin consciente no slo fracasa frente a las manifestaciones de lo inconsciente,sino que aun llega a invertirse, convirti(ndose en evidentes errores de estimacin, quetambi(n se califican como represiones o despla&amientos del afecto. La valoracinsubjetiva 'a de ser, pues, totalmente ecluida al estimar las intensidades de valor inconscientes. 6or tanto, necesitaremos puntos de referencia objetivos que nos faciliten unaestimaci'n objeti(aaunque indirecta.

    b.1.0 La estimaci'n objeti(a de las cantidades

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    $l estudiar los fenmenos de asociacin 'e demostrado que eisten determinadasagrupaciones de elementos psquicos alrededor de contenidos afectivamente cargados, quese califican como complejos. El contenido afectivamente cargado, el complejo, consiste de

    un elemento nuclear y de gran n*mero de asociaciones secundariamente consteli&adas. Elelemento nuclear, a su ve&, est" formado por dos componentes% ante todo, por unacondicin dada por la eperiencia, es decir, por una vivencia, la cual se 'alla causalmentevinculada al ambiente luego, por una condicin de ndole disposicional, inmanente alcar"cter individual.

    El elemento nuclear se caracteri&a por lo que se denomina tono afectivo, es decir,por la tonalidad emocional. Energ(ticamente epresada, esta tonalidad equivale a unacantidad de (alor. En la medida en que el elemento nuclear sea consciente, dic'a cantidadpodr" ser subjetivamente estimada de modo relativo pero si, como suele suceder, elelemento nuclear es inconscienteB0C, o por lo menos es inconsciente en su significacin

    psicolgica, entonces fracasar" toda estimacin subjetiva. Re aqu donde debe intervenir elm(todo indirecto de estimacin, que se basa, en principio, sobre el siguiente 'ec'o% elelemento nuclear crea autom"ticamente un complejo, en la medida de su acento afectivo, esdecir, de su valor energ(tico, como lo 'emos demostrado detalladamente en los captulos y de nuestraPsicologa de la demencia preco,. !e acuerdo con su valor energ(tico, elelemento nuclear tiene poder consteli&ante. $ partir de (l se produce una constelacinespecfica de los contenidos psquicos, surgiendo de ello el complejo, el cual viene a ser,pues, una constelacin de contenidos psquicos din"micamente condicionada por el valorenerg(tico. 6ero la constelacin resultante no es slo una irradiacin pura de la ecitacin,sino unaselecci'nde los contenidos psquicos ecitados, condicionada por la cualidad delelemento nuclear, seleccin que, naturalmente, no puede ser eplicada energ(ticamente, ya

    que la eplicacin energ(tica es cuantitativa, y no cualitativa. 6ara la eplicacin cualitativanecesitamos el punto de vista causalista B5C. 6or tanto, el principio b"sico de toda estimacinobjetiva de las intensidades de valor psicolgicas debe re&ar as%

    El poder consteli,ante del elemento nuclear es proporcional a su intensidad de(alor* es decir* a su energa.

    ?as Sde qu( recursos disponemos para estimar el valor energ(tico del poderconsteli&ante, que lleva al incremento de las asociaciones conectadas a un complejoT

    6odemos estimar esa magnitud energ(tica de las siguientes maneras%"e acuerdo con el n2mero relati(o de las constelaciones moti(adas por el elemento

    nuclear. !ic'o n*mero se determina por observacin directa y por la revelacin analtica,pues cuanto m"s frecuentes sean las constelaciones condicionadas por un mismo complejo,tanto mayor deber" ser su valencia psicolgica.

    "e acuerdo con la )recuencia e intensidad relati(as de los denominados signos de

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    trastorno o de complejo. En esta categora no slo caen los sntomas que aparecen en eleperimento asociativo, los cuales no son m"s que efectos complejsticos deformados por lasituacin eperimental particular, sino tambi(n los fenmenos caractersticos de losprocesos psicolgicos libres de condiciones eperimentales. Dreud 'a descrito gran parte deesas manifestaciones, como las equivocaciones del lenguaje y de la escritura, el olvido, los

    errores de comprensin y otros actos sintom"ticos. $ ellos se agregan los automatismosdescritos por mi, como las sustracciones de pensamientos, las eclusiones, lasparalalias, etc. La intensidad de esos fenmenos puede, en parte, determinarsedirectamente por mediciones del tiempo, como lo 'emos demostrado en el eperimentoasociativo. La misma determinacin es posible tambi(n en el proceso psicolgico libre yespont"neo, pues munidos de un reloj es f"cil determinar las intensidades de valor midiendoel tiempo que el sujeto necesita para 'ablar sobre determinados temas. 6odrase objetar quelos sujetos suelen malgastar la mayor parte del tiempo 'ablando de lo accesorio para eludirlo principal, pero eso slo demuestra cu"nto m"s importantes son, para ellos, laspretendidas cosas accesorias. El observador deber" cuidarse de que un juicio arbitrario loindu&ca a eplicar los verdaderos intereses principales del sujeto como cosas accesorias,conformando as alguna premisa terica subjetiva por el contrario, al determinar losvalores 'abr" de ajustarse estrictamente a criterios objetivos. #i, por ejemplo, una pacientemalgasta 'oras quej"ndose de sus sirvientes, en lugar de referirse al conflicto que elm(dico, qui&" con toda ra&n, 'a reconocido como fundamental, ello significa que elcomplejo de las sirvientas posee mayor valor energ(tico actual que el conflicto, qui&"inconsciente a*n, pero que en el curso ulterior del tratamiento 'abr" de revelarse comoelemento nuclear ello tambi(n puede significar que la in'ibicin emanada de lapreeminente posicin consciente, sigue manteniendo inconsciente, por sobrecompensacin,al elemento nuclear.

    "e acuerdo con la intensidad de las mani)estaciones secundarias de los a)ectos.Drente a estos fenmenos disponemos de medios objetivos de determinacin que, si bien nopermiten medir la magnitud afectiva, facilitan su estimacin aproimada. La psicologaeperimental nos ofrece para ello toda una serie de m(todos. $parte de las medicionescronolgicas, que determinan la in'ibicin del proceso asociativo, m"s bien que los afectosmismos, podemos recurrir en particular a los siguientes medios% el tra&ado del pulso BC lacurva respiratoriaBMC el fenmeno psicogalv"nicoB1C. Las modificaciones de estos tra&ados,f"ciles de reconocer, permiten inferir aproimadamente la intensidad de las causas deperturbacin. +omo la eperiencia 'a demostrado e'austivamente, tambi(n es posibleprovocar adrede fenmenos afectivos en el sujeto, por medio de estmulos psicolgicoscuya particular tonalidad afectiva se 'a reconocido para este individuo en particular y conreferencia al eperimentador que intervieneB/C. $dem"s de estos m(todos eperimentales,disponemos tambi(n de un sistema subjetivo sumamente afinado para reconocer y evaluaren los dem"s las manifestaciones afectivas actuales% nos referimos a la intuicin directa,que tambi(n los animales poseen en alto grado, no slo frente a los seres de su propiaespecie, sino tambi(n frente al 'ombre y a los dem"s animales. En efecto, percibimos en elprjimo las m"s leves fluctuaciones emocionales y tenemos una delicadsima sensibilidadpara la cualidad y cantidad de los afectos ajenos.

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    2. Aplicacin del criterio energetista

    a) El concepto de energa psquica

    Race largo tiempo que se viene aplicando la epresin energa psquica, pues yase encuentra, por ejemplo, en #c'illerB:=C. -ambi(n von rotB:Cy -'. LippsB::C'an aplicadoel punto de vista energetista. $s Lipps diferencia la energa psquica de la fsica, y tambi(n#ternB:KCdeja planteado el problema de esta relacin. !ebemos a Lipps el discernimiento de

    los conceptos de energa ps3uica y )uer,a ps3uica. 6ara Lipps, la fuer&a psquica es lacondicin previa para que en el alma ocurra proceso alguno y para que llegue a tener ciertogrado de accin. La energa psquica, en cambio, sera la posibilidad* implcita en losprocesos mismos* de actuali,ar esa )uer,a en s. En otra parte Lipps se refiere tambi(n alas cantidades psquicas. La diferenciacin de fuer&a y energa es indispensableconceptualmente, pues la energa es en realidad un concepto que no se encuentraobjetivamente contenido en el fenmeno en s, sino que *nicamente est" dado en el materialemprico especfico en otros t(rminos, la eperiencia slo nos da especficamente laenerga como movimiento y fuer&a, cuando es actual, o como situacin o condicin, cuandoes potencial. +uando es actual, la energa psquica se manifiesta en los fenmenosdin"micos especficos del alma, como instinto, deseo, voluntad, afecto, atencin,

    rendimiento, etc., que son precisamente fuer&as psquicas. +uando es potencial, la energaaparece en las especficas 'abilidades, capacidades, posibilidades, disposiciones, actitudes,etc., que son todas condiciones suyas.

    La diferenciacin de tipos particulares de energa Ucomo energa placentera,sensible, de contraste, etc.U, efectuada por Lipps, me parece conceptualmente inaceptable,pues las especificaciones de la energa radican precisamente en las fuer&as y lascondiciones. La energa es un concepto cuantitativo al cual se subordinan las fuer&as y lascondiciones. #lo (stas se 'allan cualitativamente determinadas, pues se trata de conceptosque epresan cualidades, las cuales alcan&an su efectuacin por medio de la energa. Inconcepto cuantitativo nunca puede ser simult"neamente cualitativo, pues en tal caso no nos

    facilitara la representacin de relaciones de fuer&as, que constituye su finalidad peculiar.

    #in embargo, como desgraciadamente no podemos de mostrar con rigor cientficoque eista una relacin de equivalencia entre la energa fsica y la psquica B:0C, no nos quedaotro remedio sino abandonar la concepcin energetista, o bien postular una energa psquicaparticular, lo que, como operacin 'ipot(tica, sera perfectamente factible. +on igualderec'o que la fsica, la psicologa es acreedora a tal prerrogativa de conceptuacinindependiente, como ya lo se@al Lipps pero slo en la medida en que la concepcin

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    energetista tenga valor en s misma, y no represente una mera subordinacin a un vago eincierto concepto general, como Nundt 'a destacado con toda ra&n. 6or mi parte, opinoque la concepcin energetista de los fenmenos psquicos est" plenamente justificada, puesprecisamente las relaciones cuantitativas, cuya eistencia en lo psquico es imposibledesconocer, llevan implcitas posibilidades de conocimiento que escaparan a una

    consideracin meramente cualitativa.#i lo psquico, empero, slo consistiera de procesos conscientes, como pretenden los

    psiclogos de la conciencia Uaunque ellos mismos confiesan que dic'o car"cter conscientesuele ser algo oscuroU, bien podramos conformarnos con la postulacin de unaenerga psquica. 6ero como tenemos la conviccin de que tambi(n los procesosinconscientes forman parte de la psicologa, y no slo de la fisiologa cerebral7consider"ndolos como meros procesos de sustrato>, nos vemos obligados a fundar nuestroconcepto de la energa sobre una base algo m"s amplia. Estamos plenamente de acuerdocon Nundt en que eisten cosas oscuramente conscientes aceptamos asimismo una escalade grados de claridad de los contenidos de conciencia mas donde comien&a la plena

    oscuridad no termina, para nosotros, lo psquico, sino que se contin*a en lo inconsciente.8o pretendemos, sin embargo, negar el territorio correspondiente a la fisiologa cerebral,aceptando que las funciones inconscientes terminan por continuarse en los procesos delsustrato, a los cuales no es posible conferir cualidades psquicas, salvo admitiendo la'iptesis filosfica del pananimismo.

    La delimitacin del concepto de energa psquica presenta ciertas dificultades, puescarecemos de toda posibilidad de discernir lo psquico de los procesos biolgicospropiamente dic'os. Lo biolgico es accesible, no menos que lo psquico, a la concepcinenergetista, en la medida en que el bilogo la estime *til y valiosa. Los procesos vitales engeneral, como los psquicos en particular, no guardan con la energa fsica ninguna relacin

    de equivalencia demostrable con eactitud.Ibic"ndonos en el terreno del sentido com*n cientfico y renunciando a

    consideraciones filosficas de ecesiva envergadura, lo mejor qui&" sea concebirsimplemente el proceso psquico como un proceso vital. +on ello ampliamos el conceptoestrec'o de una energa psquica al concepto m"s amplio de la energa (ital, que llevasubordinada la denominada energa psquica como una de sus formas especficas.Logramos as la ventaja de poder perseguir las relaciones cuantitativas allende los lmitesestrec'os de lo psquico, entrando en las funciones biolgicas en general, con lo que, dadoel caso, tendremos pleno acceso a las relaciones de cuerpo y alma, cuya eistencia esindudable y que ya 'an sido discutidas 'ace tiempo.

    $'ora bien% el concepto de una 4energa (ital5 nada tiene 3ue (er con ladenominada 4)uer,a (ital5, pues (sta, en tanto que fuer&a, no sera m"s que un casoespecfico de una energa universal, con lo que desapareceran las prerrogativas de unabioenerg(tica frente a la energ(tica fsica, con abstraccin del abismo, 'asta a'ora nocolmado, que separa el proceso fsico del proceso vital. Re propuesto denominar libido a laenerga vital aceptada como 'iptesis, tomando as en cuenta la aplicacin psicolgica queme propongo darle y diferenci"ndola con ello de un concepto universal de la energa. Lo

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    'ago de acuerdo con mi creencia en el derec'o que poseen, tanto la biologa cuanto lapsicologa, de desarrollar sus propios conceptos. !e ning*n modo pretendo con elloinmiscuirme en una bioenerg(tica, sino dejar francamente establecido que aplico el t(rminolibido con referencia a nuestro propsito. 6ara sus propios fines, el bioenergetista bienpuede proponer una bioenerga o una energa vital.

    ?e adelanto a prevenir aqu un posible malentendido. En efecto, de ning*n modotengo la intensin de abrir, en el presente trabajo, la discusin sobre el controvertido temadel paralelismo psicofsico y de las interrelaciones. Esas teoras son especulaciones sobrelas posibilidades de la accin simult"nea o sin(rgica del cuerpo y el alma, concerniendoprecisamente a aquel punto que 'e ecluido de este estudio, o sea la cuestin de si elproceso energ(tico psquico transcurre junto al proceso fsico o dentro del mismo. $ mijuicio, casi nada sabemos a*n al respecto. !e acuerdo con 4usseB:5C creo concebible lainteraccin y no veo motivo alguno para oponerle la 'iptesis de un paralelismopsicofsico, pues precisamente al psicoterapeuta, cuyo campo de accin se 'alla justamenteen esa esfera crtica de la interaccin entre cuerpo y alma, debe parecerle muy probable que

    lo psquico y lo corporal no sean dos procesos paralelos independientes, sino que est"nligados por la interaccin, aunque sus respectivas ndoles esenciales aun se sustraigan casipor completo a nuestra eperiencia. El filsofo qui&" necesite entrar en profundasconsideraciones sobre este problema, pero a la psicologa emprica le conviene limitarse atemas eperiencialmente accesibles. $unque 'asta a'ora no se 'aya logrado incluir elproceso energ(tico psquico en el proceso fsico, tampoco los adversarios de tal 'iptesis'an conseguido separar sin lugar a dudas el proceso psquico del fsico.

    b) La conservacin de la energa

    #i nos proponemos considerar energ(ticamente el proceso vital psquico, debemoscomprometernos asimismo a no conformarnos con el mero concepto, sino a demostrartambi(n su aplicabilidad al material emprico. La concepcin energetista sera superflua sino se confirmara en la pr"ctica su ley fundamental, la de la conservacin de la energa. $lrespecto, siguiendo la recomendacin de 4usseB:C, debemos diferenciar el principio dee3ui(alenciay elprincipio de constancia. El principio de equivalencia dice que para cadaenerga que se aplica y se consume en la produccin de un estado, aparece en otra parte unquantum igual de la misma o de otra forma de energa el principio de constancia, en

    cambio, establece que, la cantidad total de energa siempre permanece igual, sin aumentarni disminuir. El principio de constancia es, as, una consecuencia lgicamente necesaria,pero generali&ante, del principio de equivalencia y, por consiguiente, no tiene importanciapr"ctica alguna, ya que nuestra eperiencia siempre se basa en sistemas parciales.

    6ara nuestros fines slo interesa, pues, el principio de equivalencia. En mi libro$rans)ormaciones y smbolos de la libido B:MC'e demostrado la posibilidad de concebir a lalu& del principio de equivalencia ciertos procesos evolutivos y otras transformaciones

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    an"logas. 8o me propongo repetir aqu, etensamente, cuanto epuse en dic'o libro, perono dejar( de se@alar una ve& m"s que la investigacin de la seualidad por Dreud aportavaliosas contribuciones al problema que nos ocupa. 6recisamente en las relaciones de laseualidad con el psiquismo total es, en cierto modo donde mejor se observa cmo ladesaparicin de un 3uantumde libido es seguido por la aparicin de un valor proporcional

    en forma distinta. !esgraciadamente, la comprensible sobrevaloracin de la seualidad porDreud lo condujo a reducir a la seualidad tambi(n las transformaciones que corresponden aotras fuer&as anmicas, coordinadas con la seualidad, acarre"ndole as el justificado cargodel panseualismo. El defecto de la concepcin freudiana radica en la unilateralidad a quetiende toda concepcin mecanicistaGcausal es decir, en la reductio ad causamsimplificanteque, cuanto m"s cierta, m"s simple y m"s amplia sea, tanto menos fielmente se ajusta a lasignificacin del material anali&ado y reducido. Vuien lea con atencin las obras de Dreud,con facilidad advertir" cu"n importante es el papel del principio de equivalencia en laformacin de sus conceptos. $c*sase esa tendencia con particular claridad en sus estudioscasusticos, cuando describe las represiones y sus formaciones sustitutivasB:1C. Vuien tengaeperiencia pr"ctica en la materia sabr" que el principio de equivalencia tambi(n poseeconsiderable valor 'eurstico en el tratamiento de las neurosis. En efecto, aunque nosiempre se lo aplique conscientemente, es usado intuitivamente, pues cada ve& que un valorconsciente, como, por ejemplo, una transferencia, se aten*a o aun desaparece, b*scase alpunto la correspondiente formacin sustitutiva, esperando ver surgir en alguna parte unamagnitud equivalente. +uando la formacin sustitutiva es un contenido de la conciencia, noes difcil 'allar dic'o suced"neo, pero a menudo se da el caso de que una cantidad de libidodesapare&ca sin originar, aparentemente, una formacin sustitutiva. En tal circunstancia elsuced"neo es inconsciente o, como sucede a menudo, el paciente no tiene conciencia de quedeterminado 'ec'o nuevo sea, precisamente, dic'a formacin sustitutiva. ?as tambi(npuede ocurrir que una considerable magnitud de libido desapare&ca en forma tan completacomo si 'ubiera sido totalmente absorbida por lo inconsciente, sin que ello origine unanueva posicin de valor. En tal caso conviene atenerse estrictamente al principio deequivalencia, pues la detenida observacin del paciente no tardar" en demostrar la aparicinde signos de cierta actividad inconsciente, ya consistan ellos en la eacerbacin dedeterminados sntomas, ya en un nuevo sntoma, en sue@os peculiares o en curiosos yfugaces fragmentos de fantasas, etc. $'ora bien, si el an"lisis de tales sntomas consiguellevar aquellos contenidos a la conciencia, por lo com*n ser" f"cil demostrar que lacantidad de libido desaparecida de la conciencia 'a producido en lo inconsciente unaformacin que, a pesar de todas sus diferencias, tendr" no pocos rasgos comunes con dic'oscontenidos conscientes que 'aban perdido su energa. #ucede como si la libido 'ubiesearrastrado consigo, a lo inconsciente, ciertas cualidades, lo cual a menudo es tan claro queestas solas caractersticas permiten reconocer de dnde procede la libido que 'a venido aactivar lo inconsciente. Eisten, al respecto, ejemplos irrefutables y de todos conocidos%cuando el ni@o comien&a a separarse interiormente de sus padres aparecen en (l fantasas depadres sustitutivos. -ales fantasas se transfieren casi siempre a personas reales, pero lastransferencias de esta clase son insostenibles a la larga, ya que el individuo, a medida quemadura, se ve obligado a asimilar el complejo parental, es decir, la autoridad,responsabilidad e independencia, puesto que a su ve& 'abr" de convertirse en padre o enmadre. Wtro sector rico en ejemplos demostrativos lo ofrece la psicologa de la religincristiana. La represin de los instintos Ues decir, en realidad, de la instinti(idadprimitivaU lleva a formaciones religiosas sustitutivas como el amor a !ios medioeval

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    7Gottesminne>, en el que slo un ciego podra dejar de ver las caractersticas seuales.

    Estas consideraciones nos conducen a una nueva analogia con la energ(tica fsica.+omo se sabe, la teora de la energa no slo opera con un )actor de intensidad, sinotambi(n con un )actor de e+tensidad, representando este *ltimo un agregado pr"cticamente

    necesario del concepto puro de energa. En efecto, gracias a (l se vincula el concepto deintensidad pura con el de cantidad 7por ejemplo, cantidad de lu& en contraste conintensidad lumnica>.

    La cantidad, o factor de etensidad de la energa, es inseparable de determinadaformacin y no puede ser transferido a otra, sin transferir al mismo tiempo partes de esaformacin el factor de intensidad, en cambio, puede pasar de una formacin a otra B:/C.

    6or consiguiente, el factor de etensidad suministra la determinancia din"mica de laenerga que se 'alla siempre en las manifestaciones de (sta BK=C.

    $n"logamente, eiste tambi(n un factor de etensidad psicolgico, que no puedepasar a una nueva formacin sin que se transfieran partes o caracteres de la formacinoriginal a la cual perteneci. En un estudio anterior se@alamos especialmente estapeculiaridad de la transformacin de la energa al demostrar que la libido no abandona unaformacin como si fuese una intensidad pura, pasando ntegramente a otra formacin, sinoque transfiere caractersticas de la vieja funcin a la nueva BKC.

    !ic'a particularidad es tan notable que 'asta 'a inducido a errores no slo llevandoa falsas teoras, sino tambi(n a graves autoenga@os. $s, por ejemplo, cuando la cargalibidinal de cierta forma seual pasa a otra formacin y arrastra consigo determinadasparticularidades de su anterior aplicacin, sera f"cil, pero errneo, concluir que el

    dinamismo de esta nueva formacin tambi(n es seualBK:C

    . W bien, cuando la carga libidinalde una actividad espiritual pasa a un inter(s esencialmente material el sujeto creeerrneamente que la nueva formacin es asimismo de ndole espiritual. -al conclusin seraen principio falsa, pues slo toma en cuenta la relativa semejan&a de dos formaciones, perodesde@a sus diferencias, no menos esenciales.

    La eperiencia pr"ctica nos demuestra con car"cter general que una actividadpsquica slo puede ser sustituida en forma equivalente as, por ejemplo, un inter(spatolgico, una ad'erencia intensa a un sntoma, slo puede ser sustituida por la fijacin nomenos intensa a otro tipo de inter(s, ra&n por la cual tampoco se logra jam"s separar lalibido del sntoma, sin ofrecerle tal sustitucin. #i el suced"neo tiene menor valor

    energ(tico, supondremos al punto que una parte de la energa debe 'allarse en otro lugar sino aparece en la conciencia, entonces surgir" en la formacin de fantasas inconscientes oen un trastorno de lasparties suprieuresde las funciones fisiolgicas, para usar aqu unaacertada epresin de Janet.

    $parte de esas eperiencias pr"cticas 'ace tiempo conocidas, la concepcinenergetista tambi(n nos permite construir otra parte de nuestra teora. !e acuerdo con laconcepcin causalista freudiana, son siempre las mismas e invariables sustancias, los

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    componentes seuales, a cuya actuacin se reduce con montona uniformidad todainterpretacin, como el propio Dreud lo se@al en cierta ocasin. Es evidente que el esprituque anima la reductio ad causamo el in priman )iguramnunca podr" 'acer justicia a la ideade la e(oluci'n )inalista, psicolgicamente tan importante, pues toda modificacin de unestado queda reducida a una sublimacin de las sustancias b"sicas, o sea a poco menos

    que una manifestacin impropia de una y la misma cosa.La idea del desarrollo slo es aceptable si la idea de la sustancia invariable no es

    subordinada a la denominada realidad objetiva, es decir, siempre que no se postule lacausalidad como id(ntica con la conducta de las cosas. En efecto, la idea del desarrolloeige la posibilidad del cambio de las sustancias, que, energ(ticamente consideradas, sonsistemas de energa dotados de variabilidad e intercambiabilidad tericamente ilimitadas,siempre dentro del principio de equivalencia y supuesta, claro est", la posibilidad de unadiferencia de potencial. -ambi(n aqu, como al considerar la interrelacin causal y final, laproyeccin de la 'iptesis energetista nos lleva a una irreductible antinomia, ya que lasustancia invariable no puede ser, al mismo tiempo, un sistema de energa BKKC. #eg*n el

    punto de vista mecanicista, la energa ad'iere a la sustancia, ra&n por la cual Nundt 'ablade una energa de lo ps3uicoque 'abra aumentado en el curso del tiempo y no permitira,por eso, la aplicacin de las leyes de la energa. 6ara el punto de mira energetista, encambio, la sustancia es meramente la epresin o signo de un sistema energ(tico. Esaantinomia slo seguir" siendo irreductible mientras descono&camos que las concepcionescorresponden a actitudes psicolgicas fundamentales, las cuales, en cierta medida,coinciden evidentemente con las condiciones propias del objeto, de modo que sus puntos devista tambi(n 'an de ser pr"cticamente aplicables. !e a' que tanto los causalistas como losfinalistas se esfuercen tan desesperadamente por sustentar la valide& objetiva de susrespectivos principios, pues se trata, al mismo tiempo, de los principios que rigen susrespectivas actitudes ante la vida y el universo, concepciones cuya valide& condicionalnadie estara dispuesto a aceptar sin m"s, pues nadie, salvo una especie de suicida, querracortar la rama en que est" sentado. 6ero las irremediables antinomias que se desprenden dela proyeccin de principios lgicamente justificados obligan a un estudio fundamental delas propias actitudes psicolgicas, *nico procedimiento que permite evitar la violacin delos otros principios lgicamente justificados. La antinomia debe resolverse en unpostuladoantin'mico, por insuficiente que este recurso pare&ca al concretismo 'umano y por muc'oque repugne al espritu naturalista atribuir a la denominada realidad el car"cter de unamisteriosa irracionalidad, car"cter que, sin embargo, se desprende irremediablemente delpostulado antinmicoBK0C.

    La doctrina evolucionista no puede prescindir del punto de vista finalista, y 'asta!arPin UNundt lo 'a destacado correctamenteU maneja conceptos finalistas, como el dela adaptacin y otros. El 'ec'o evidente de la diferenciacin y el desarrollo no puedeeplicarse totalmente por la causalidad, sino que obliga a recurrir al enfoque finalista, queel 'ombre 'a creado, junto al causalista, en el curso de su desarrollo psquico.

    La concepcin finalista concibe las causas como medios para el fin. El problema dela regresi'nconstituye un ejemplo simple% causalmente, la regresin est" condicionada, porejemplo, por la fijacin a la madre. Dinalsticamente, en cambio, la libido regresa a la

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    imagode la madre, para 'allar all las asociaciones mnemnicas que permiten al desarrollopasar, por ejemplo, de un sistema seual a un sistema espiritual.

    La primera de esas eplicaciones se limita a destacar la importancia de la causa ydesde@a totalmente el valor del proceso de la regresin. !e esta manera, el edificio de la

    cultura queda reducido a un mero suced"neo, debido *nicamente a la imposibilidad delincesto. La segunda eplicacin, en cambio, nos permite prever todo lo que 'a de resultarde la regresin y, al mismo tiempo, nos deja comprender el significado de las im"genesmnemnicas que 'an venido a reavivar la libido en regresin. $l causalista, desde luego,esta *ltima concepcin 'a de parecerle increblemente 'ipot(tica, pero para el finalista, lafijacin a la madre representa un supuesto arbitrario, al cual puede objetarse que pasatotalmente por alto la finalidad, *nico factor al cual podra atribuirse la reanimacin de laimagomaterna. $dler, por ejemplo, aduce numerosos cargos de esa ndole contra la teorafreudiana. 6or mi parte, en $rans)ormaciones y smbolos de la libido trat(, aunque noeplcitamente, de 'acer justicia a ambos puntos de vista, actitud que ambos bandos mereproc'aron calific"ndola de posicin poco clara y vacilante. Re compartido, as, la suerte

    de los neutrales durante la guerra, a los que frecuentemente 'asta se les neg la buena fe

    BK5C

    .Lo que es un hechopara la concepcin causalista, es un smbolo para la finalista, y

    viceversa. +uanto para aqu(lla es e)ecti(amente, para la otra es ine)ecti(amente 7en elsentido de figurado>. 6or tanto, debemos conformarnos con el postulado antinmico yconsiderar el mundo tambincomo fenmeno psquico. 8aturalmente, para la ciencia esindispensable saber cmo es el mundo en s pero tampoco la ciencia puede eludir lascondiciones psicolgicas del conocer, y la psicologa, en particular, es la que m"s debeconsiderar esas condiciones. 6recisamente porque el alma posee tambi(n el punto de vistafinalista, es psicolgicamente ilcito proceder con un criterio causalista eclusivo frente alfenmeno psquico, actitud que nos conduce a la conocida monotona interpretativa.

    La concepcin simbolstica de las causas, que alcan&amos merced al enfoqueenergetista, es imprescindible para la diferenciacin del alma, pues los 'ec'os, si no sonconcebidos simbolsticamente, no pasan de ser sustancias inmutables que siguen actuandopermanentemente, como ocurre, por ejemplo, en la vieja teora traum"tica de Dreud. Lacausa no permite evolucin alguna para el alma, la reductio ad causames lo contrario deldesarrollo, pues mantiene la libido aferrada a los 'ec'os elementales. !esde el punto devista del racionalismo, ese proceder es el *nico aceptable, pero desde el punto de vista delalma es una actitud avital y atro&mente tediosa, con lo cual, naturalmente, no pretendemosnegar que la fijacin de la libido a los 'ec'os fundamentales es imprescindible para muc'osseres. 6ero en la medida en que esa condicin se 'aya cumplido, el alma no puededetenerse permanentemente en ella, sino que debe seguir desarroll"ndose mediante latransformacin de las causas en medios para un fin, en epresiones simblicas de uncamino a recorrer. +on ello desaparece el significado eclusivista de la causa, es decir, suvalor energ(tico, para reaparecer en el smbolo, cuya fuer&a de atraccin representa elcorrespondiente 3uantum de libido. Jam"s se podr" eliminar el valor de una causapostulando un fin arbitrario y racional, procedimiento que siempre ser" un artificio.

    El desarrollo anmico no puede efectuarse *nicamente merced al propsito y a la

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    voluntad, sino que necesita el smbolo atractivo, cuyo 3uantumde valor supera al de lacausa. $dem"s, el smbolo no puede llegar a formarse mientras el alma no se 'aya detenidosuficientemente en los 'ec'os elementales, es decir, mientras la necesidad interior oeterior del proceso vital no 'aya llevado a una transformacin de la energa. #i el 'ombreviviera en forma meramente instintiva y autom"tica, las transformaciones slo podran

    tener lugar de acuerdo con leyes puramente biolgicas, y algo de eso aun lo vemos en lavida anmica de los primitivos, que es al mismo tiempo totalmente concretstica ytotalmente simbolstica. En el 'ombre civili&ado, el racionalismo de la conciencia, tan *tilpor lo dem"s, se revela como el m"s grave obst"culo para las transformaciones f"ciles de laenerga, ya que la ra&n, para evitar las antinomias que le resultan intolerables, siempre sepliega eclusivamente a uno u otro partido y procura aferrarse desesperadamente a losvalores que 'a elegido, sin cejar en ello mientras considere el 'ec'o de la ra&n 'umanacomo sustancia inmutable, ecluy(ndose as su concepcin simbolstica. La ra&n,empero, es slo relativa y se anula a s misma en sus antinomias. $dem"s, slo es el mediopara un fin, slo es epresin simblica para el punto de interseccin de un caminoevolutivo.

    c) La entropa

    El principio de equivalencia es uno de los postulados pr"cticamente importantes dela energ(tica el otro postulado complementario e imprescindible lo constituye el principiode la entropa. Las conversiones de energa slo son posibles merced a diferencias deintensidad preeistentes. !e acuerdo con el principio de +arnot, el calor slo puede

    transformarse en trabajo pasando de un cuerpo m"s caliente a otro m"s fro. 6ero el trabajomec"nico se convierte continuamente en calor que por su baja intensidad ya no puedevolver a transformarse en trabajo. $s, un sistema energ(tico cerrado iguala paulatinamentesus diferencias de intensidad 'asta alcan&ar una temperatura constante y uniforme, con locual queda imposibilitada toda otra transformacin. -al estado es el de la llamada muertecal'rica.

    Empricamente slo conocemos el principio de la entropa como una ley de procesosparciales que constituyen un sistema relativamente cerrado. -ambi(n el psiquismo puedeser considerado como tal sistema relativamente cerrado, y sus conversiones de energallevan a una compensacin de diferencias que, seg*n la formulacin de 4olt&mann BKC,

    conduce de un estado improbable a un estado probable, proceso en el cual, empero, selimita cada ve& m"s la posibilidad de nuevas transformaciones. Wbservamos ese proceso,por ejemplo, en el desarrollo de una actitud mental permanente y relativamente inmutable.!espu(s de violentas fluctuaciones iniciales, las contradicciones se compensan y aparecepaulatinamente una nueva actitud, cuya ulterior estabilidad ser" tanto mayor, cuanto m"sviolentas 'ayan sido las diferencias iniciales. +uanto mayor 'aya sido la tensin de lascontradicciones, tanto mayor ser" la energa que de ella surja, y cuanto mayor esta energa,tanto m"s intensa ser" la fuer&a atractiva, consteli&ante. En proporcin con esa mayor

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    atraccin, ser" tambi(n mayor la amplitud del material psquico consteli&ado, y cuanto m"saumente esta amplitud, tanto menor ser" la posibilidad de ulteriores trastornos que podranresultar de diferencias con materiales no consteli&ados previamente. !e a' que una actitudmental surgida de amplias compensaciones sea particularmente estable. La eperienciapsicolgica cotidiana nos suministra abundantes pruebas de la eactitud de esta regla% los

    m"s profundos conflictos, una ve& superados, dejan tras s una seguridad y tranquilidad oun quebrantamiento tales, que difcilmente podr"n ser trastornados o, respectivamente,curados, mientras que, por el contrario, es preciso que 'ayan eistido los m"s profundoscontrastes y que (stos 'ayan llevado a una conflagracin, para producir resultados valiososy permanentes. !ado que a nuestra eperiencia slo le son accesibles los sistemasrelativamente cerrados, nunca tenemos oportunidad de observar una entropa psicolgicaabsoluta pero cuanto m"s completamente cerrado sea el sistema psicolgico, tanto m"sf"cilmente se revelar" el fenmeno de la entropa BKMC. Wbs(rvase esto con particular claridaden aquellos trastornos mentales que se caracteri&an por un intenso aislamiento del mundoeterior. La llamada imbecilidad afectiva de la demencia preco& o esqui&ofrenia qui&"pueda considerarse como un fenmeno entrpico tambi(n cabe interpretar as todasaquellas manifestaciones degenerativas que se desarrollan en actitudes psicolgicasecluyentes, a la larga, de toda vinculacin ambiental. -ales sistemas psicolgicosrelativamente cerrados los 'allamos tambi(n en los procesos (oluntariamente dirigidos,como el pensamiento y el sentimiento dirigidos. Estas funciones se basan en el principio dela eclusin de lo inconveniente, es decir, de cuanto fuere susceptible de apartar del sentidoelegido. Los elementos propios se dejan abandonados a la mutua compensacin y sonprotegidos, entre tanto, contra toda influencia perturbadora eterior. $s alcan&an, al cabode alg*n tiempo, su estado m"s probable, el cual demuestra su solide&, por ejemplo,mediante un concepto establecido o una manera de pensar acostumbrada, etc. +u"ntenaces son tales formaciones, slo podr" apreciarlo quien 'aya tratado de disolverlas,como, por ejemplo, al eliminar un prejuicio o modificar una manera de pensar. En la'istoria de los pueblos, las modificaciones de esa ndole 'asta 'an costado torrentes desangre. #in embargo, en la medida en que es imposible alcan&ar un aislamiento absoluto Uecluidos, qui&", los procesos patolgicosU tambi(n el proceso energ(tico se contin*acomo desarrollo, aunque con decreciente intensidad, con menor gradiente, debido a lasp(rdidas por ro&amientos.

    Esa forma de considerar las cosas ya es conocida desde 'ace muc'o tiempo. 8adieignora las convulsiones de la juventud que ceden la pla&a a la serenidad de la madure&se 'abla de una slida conviccin despu(s de los conflictos de la duda, de unaconciliacin de las tensiones internas, etc. Re aqu trasuntada la concepcin energetistaque intuitivamente todos aplicamos. 6ara el psiclogo cientfico, sin embargo, esaconcepcin no podr" ser *til mientras no sienta la necesidad de apreciar valorespsicolgicos. $ la psicologa fisiolgica ni siquiera le interesa el problema, pues, como yasu nombre lo indica, se dedica al aspecto fisiolgico de la psicologa. En cuanto a lapsiquiatra, como sabemos, es meramente descriptiva en relacin con la psicologa, y 'asta'ace poco ni siquiera se preocupaba de la causalidad psicolgica, llegando aun a negarla. $la psicologa analtica, en cambio, le cupo la misin de considerar tambi(n el punto de miraenergetista, pues la concepcin causalGmecanicista del psicoan"lisis freudiano no alcan&abaa 'acer justicia al 'ec'o de los (alores psicolgicos. El valor requiere un conceptoeplicativo de ndole cuantitativa al que un concepto cualitativo, como por ejemplo el de la

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    seualidad, jam"s podr" suplantar. In concepto cualitativo es siempre la designacin deuna cosa, de una sustancia un concepto cuantitativo, en cambio, es siempre la designacin,de una relacin de intensidad, y nunca de una sustancia o cosa. In concepto cualitativo queno designara una sustancia, o una cosa, o un 'ec'o, sera una ecepcin m"s o menosarbitraria, y el mismo car"cter tendra un concepto energ(tico 'ipostasiado, cualitativo. La

    eplicacin cientfica causalista necesita en ocasiones tales 'iptesis, pero no deben serutili&adas para tornar superflua la concepcin energetista. 2ecprocamente, lo mismo rigepara la energetista, que a veces tiende a negar la sustancia, convirti(ndose as en unaconcepcin meramente teleolgica o finalista. #era ilcito postular un concepto cualitativopara la energa, pues representara una especificacin de la energa, la cual no puede serm"s que una fuer&a. En biologa, ello equivaldra al vitalismo en psicologa, al seualismo7Dreud> o cualquier otro ismo, pudi(ndose demostrar en tal caso que el investigadorreduce la energa del psiquismo total a una fuer&a o un instinto determinados. Los instintos,sin embargo, como ya 'emos se@alado, son especificaciones. La energa les est"supraordinada, como concepto relacionante, y nunca podr" epresar otra cosa sino lasrelaciones entre valores psicolgicos.

    d) Energetismo y dinamismo

    +uanto 'asta a'ora se 'a epuesto sobre la energa, refi(rese al concepto puro de laenerga. Xsta, como su concepto correlativo, el de tiempo, es una forma de intuicininmediata, dada a prioriBK1Cpor un lado pero por el otro es un concepto concreto* aplicado oemprico, abstrado de la eperiencia, como lo son todos los conceptos eplicativos de la

    cienciaBK/C

    . El concepto aplicado de la energa siempre concierne a la conducta de fuer&as, esdecir, de sustancias en movimiento, pues slo de ese modo se da la energa a la e+periencia%slo por la intuicin de la conducta de sustancias en movimiento. !e a' que, en la pr"ctica,se 'able de energa el(ctrica, etc., denotando con ello que la energa sera en cada caso unafuer&a determinada. !e esa me&cla del concepto emprico o aplicado y de la formaintuicional del fenmeno surgen aquellas constantes confusiones de energa y fuer&a.#imilarmente, tampoco el concepto de la energa psicolgica es puro, sino slo un conceptoconcreto y aplicado que se ofrece a nuestra intuicin como una energa seual, vital,espiritual, moral, etc., es decir, con otras palabras, en la forma del instinto, cuyainconfundible naturale&a din"mica justifica su equiparacin conceptual con las fuer&asfsicas.

    La aplicaci'n del concepto puro a los objetos de la e+periencia implicanecesariamente una mayor concreti,aci'n o representati(idad del concepto , con lo que, enapariencia, el concepto vendra a postular una sustancia. Ello ocurri, por ejemplo, con elconcepto del (ter fsico, que, pese a ser un concepto, fue aplicado como si se tratara de unasustancia cabal. -al confusin es inevitable, pues no somos capaces de imaginarnosrepresentativamente un 3uantum, salvo que se trate de un 3uantum de alguna cosa. Esacosa es, precisamente, la sustancia. !e a' que todo concepto aplicado se 'ipostase

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    inevitablemente, aun contra nuestra voluntad, lo cual, sin embargo, no nos debera 'acerolvidas nunca que se trata de un concepto.

    Remos propuesto designar libido el concepto de energa que aplicamos en lapsicologa analtica. La eleccin de dic'o t(rmino qui&" no sea ideal, en ciertos sentidos,

    pero consideramos que este concepto mereca tal designacin, aun cuando slo fuera porra&ones de justicia 'istrica. En efecto, fue Dreud quien primero persigui y describico'erentemente las relaciones psicolgicas din"micas en psicologa, aplicando con tal fin elcmodo t(rmino de libido, aunque con un sentido especficamente seual, de acuerdocon su punto de partida general, que es el de la seualidad. $dem"s de libido, Dreudtambi(n emplea los t(rminos instinto 7por ejemplo, en instintos del yo> y energapsquica 7por ejemplo, en la interpretacin de los sue@os>. +omo Dreud se limita casieclusivamente a la seualidad y a sus m*ltiples ramificaciones en lo psquico, ladefinicin seualista de la energa como fuer&a instintiva especfica es suficiente para losfines que persigue. En cambio, si se tiende a alcan&ar una teora psicolgica general, esimposible aplicar como concepto eplicativo una energa eclusivamente seual, es decir,

    un instinto especfico, pues la transformacin de la energa psquica no es una din-micae+clusi(amente se+ual. La din"mica seual representa, en la totalidad de lo psquico, sloun caso especial. +on eso no pretendo negar su eistencia, sino slo conferirle su ubicacineacta.

    !ado que el concepto aplicado de la energa se 'ipostasa para la intuicin en formainmediata en las fuer&as psquicas 7instintos, afectos y otros procesos din"micos>, sucontenido representativo es, a nuestro juicio, suficientemente epresado por el t(rminolibido, pues otras intuiciones similares ya 'an usado tradicionalmente t(rminossemejantes, como por ejemplo la voluntad de #c'open'auer, la YZ[\ de $ristteles, elEros 7odio y amor de los elementos>, etc. !e estos conceptos slo 'e tomado lo

    representativo de la denominacin, sin ajustarme a la definicin del conceptocorrespondiente. 8o obstante, al omitir en mi obra anterior una eplcita aclaracin alrespecto, 'e dado lugar a m*ltiples falsas interpretaciones, al ac'ac"rseme con car"cter casigeneral una especie de concepcin vitalista.

    +omo ya 'e se@alado, no implico en el t(rmino libido ninguna clase de definicinseualB0=C, pero tampoco pretendo negar con ello la eistencia de una din"mica seual ni deninguna din"mica, como por ejemplo, la del instinto del 'ambre.

    )a en /: destaqu( que mi concepcin de un instinto general de vida, llamadolibido, sustituye al concepto de energa psquica que apliqu( en mi Psicologa de la

    demencia preco,. En dic'a oportunidad pequ( por omisin al describir el concepto slo ensu aspecto psicolgico, dejando a un lado su metafsica, que procuro eponer en la presenteobra. 6ero al limitarme a presentar el concepto de la libido *nicamente en su fa&fenom(nica, tambi(n lo aplico, como si estuviera 'ipostasiado. En tal sentido, ma es laculpa de las confusiones ocurridas. !e a' que posteriormente declarara epresamente, enmi"arstellung ciner psychoanalytischen $heorie7/K B'ay edicin castellana% $eora delpsicoan-lisis, 4arcelona, /K5C> lo siguiente%

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    ] 3ue la libido* con la cual operamos* no s'lo no es concreta ni conocida* sino 3uees precisamente una inc'gnita* una pura hip'tesis* una imagen o un (ale6 tan imposible decaptar concretamente como la energa en el mundo de las representaciones )sicas .

    La libido no es, por tanto, sino una epresin abreviada de la concepcin

    energetista. -odo ello se debe a que nuestras representaciones intuicionales nunca podr"noperar con conceptos puros, salvo que logremos epresar matem"ticamente los fenmenos.6ero mientras eso no sea posible, los conceptos aplicados siempre se 'ipostasiar"nautom"ticamente en la intuicin por medio de los datos de la eperiencia.

    $un debemos mencionar otra vaguedad que resulta de la aplicacin intuicional delos conceptos de la libido y de la energa en general% nos referimos a la confusin,inevitable en la esfera intuicional, entre la energa y el concepto del efecto causal, siendo(ste un concepto din"mico, y no energ(tico.

    La concepcin causalGmecanicista ve de la siguiente manera una serie de 'ec'os aGbG

    cGd% a causa b b causa c, etc. En este sentido, el concepto de efecto es una designacin decualidad, es decir, una (irtusde la causa o, con otras palabras, una din"mica. La concepcinenerg(ticofinalista, en cambio, lo considera as% aGbGcG son, medios de la conversin deenerga que, sin causa alguna, transcurren entrpicamente desde a, el estado menosprobable, pasando por bGc, 'acia el estado m"s probable. 6rescndese totalmente de unefecto causal, considerando *nicamente las intensidades de accin. #iendo las intensidadesiguales, podemos poner, en lugar de aGbGcGd, tambi(n PGGyG&.

    $'ora bien% en ambos casos el material emprico es la serie aGbGcGd, aunque con ladiferencia de que la concepcin mecanicista deriva un dinamismo del efecto causal que ellacontempla en el material, mientras que la concepcin energetista, en ve& del efecto causal,

    contempla la equivalencia del efecto convertido. En otros t(rminos, ambas concepcionesenfocan la serie aGbGcGd, pero la una lo 'ace en forma cualitati(a, y la otra con criteriocuantitati(o. La concepcin causalista abstrae el concepto din"mico del material emprico,mientras que la concepcin finalista aplica su concepto puro de la energa en la esferaintuicional y, en cierto modo, lo convierte en un dinamismo. $ pesar de tal discrepanciagnoseolgica, cuyo absolutismo no podra ser mayor, ambas concepciones se entreme&claninevitablemente en el concepto de fuer&a% ello ocurre, efectivamente, cuando la posicincausalista abstrae el concepto de la din"mica a partir de la percepcin pura de la cualidadactuante, y cuando la posicin finalista torna intuble su concepto puro por medio de laaplicacin. 6or eso, el mecanicista 'abla de la energa de lo psquico, mientras que elenergetista se refiere a la energa psquica. !e lo que antecede se desprende sin lugar a

    dudas que es uno y el mismo proceso el que, a la lu& de las distintas concepciones, adquiereen cada caso un aspecto totalmente distinto.

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    3. onceptos !undamentales de la teora de la libido

    a) Progresin y regresin

    La progresin y la regresin de la libido constituyen, sin duda alguna, uno de losfenmenos energ(ticos m"s importantes de la vida psquica.

    +on el t(rmino progresin se entiende, ante todo, el avance cotidiano del procesode adaptacin psicolgica. +omo sabemos, la adaptacin jam"s llega a completarse, aunquela confusin entre la actitud alcan&ada y la verdadera adaptacin induce a suponerlo. #lomediante una actitud correspondiente dirigida podemos cumplir las necesidades de laadaptacin. 6or tanto, el proceso de adaptacin se lleva a cabo en dos etapas% 7>establecimiento de la actitud 7:> completamiento de la adaptacin mediante la actitud. Laactitud frente a la realidad es algo etraordinariamente tena&, pero por tena& que sea el'"bito, su capacidad efectiva de adaptacin lo es en grado mnimo. Re aqu unaconsecuencia necesaria de la continua mutacin ambiental y de la readaptacin que ellaimpone.

    La progresi'nde la libido consistira, por consiguiente, en la continua satisfaccinde las eigencias planteadas por las condiciones ambientales. +omo esa funcin slo puedecumplirse merced a una actitud, la cual, precisamente por ser una actitud, est"necesariamente orientada, y en consecuencia implica cierta unilateralidad, puede darsef"cilmente el caso de que la actitud ya no llegue a cumplir la funcin de adaptacin por'aberse modificado las condiciones eteriores a tal punto que eijan una actitud distinta dela eistente. $s, por ejemplo, la actitud afectiva que procura afrontar las condiciones de larealidad mediante la empata, bien puede trope&ar con una condicin que slo pueda sersuperada por una actitud intelectual, es decir, por medio de una comprensin premeditada ycogitativa. En tal caso fracasar" la actitud afectiva, y con ello tambi(n se detiene laprogresin de la libido. El sentimiento de vida que reinaba se etingue, y en cambio seeacerba desagradablemente el valor psquico de ciertos contenidos de conciencia,

    contenidos y reacciones subjetivas irrumpen en primer plano, y el estado se torna afectivo,tendiendo a estallar en eplosiones. Estos sntomas traducen una acumulaci'n de la libido.El estado de acumulacin se caracteri&a por la disociaci'n de los pares de contrarios. En elcurso de la progresin los pares de contrarios se mantienen unidos en el decurso coordinadode los procesos psicolgicos. #u accin sin(rgica facilita la regularidad equilibrada delproceso, que sera unilateral y absurdo si no estuviera dotado de antagonismos internos. !ea' que toda etravagancia y eageracin se considere a justo ttulo como una p(rdida delequilibrio, por faltarle evidentemente la accin coordinadora del impulso antagnico. 6or

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    consiguiente, cualquiera que sea la funcin de adaptacin cumplida, la progresin llevaimplcita en su esencia la interaccin uniforme y equilibrada del impulso y de suantagonista, del s y del no. Esta compensacin y unin de los pares antagnicos lacomprobamos, por ejemplo, en el proceso refleivo ante una decisin de importancia. En laacumulacin de la libido, cuando queda impedida la progresin, el s y el no ya no pueden

    unirse en un acto coordinado, por la equiparacin de sus respectivos valores, que seequilibran mutuamente. +uanto m"s dure la acumulacin, tanto m"s ascender" el valor delas posiciones antagnicas, que enriquecen progresivamente en asociaciones y se aneannuevos sectores del material psquico. La tensin lleva al conflicto el conflicto conduce aintentos de represin mutua, y si fracasa la represin de la parte contraria, prod*cese ladisociacin, la escisin de la personalidad, la oposicin a s mismo, cre"ndose con ellouna posibilidad de neurosis. Los actos emanados de tal estado son incoordinados, es decir,patolgicos, y adquieren el car"cter de actos sintom"ticos aunque en parte est(nnormalmente determinados, f*ndanse por otro lado en el conflicto reprimido, el cual, adiferencia del suceder progresivo, no act*a como factor de equilibrio, sino de oposicin,con lo cual el efecto alcan&ado no se estimula, sino que es perturbado.

    La pugna entre los contrarios continuara in*tilmente si, junto con el estallido delconflicto, no comen&ara tambi(n el proceso de la regresi'n, de la evolucin retrgrada de lalibido. La colisin de los contrarios produce su desvalori&acin paulatina dic'adesvalori&acin aumenta continuamente y es lo *nico que la conciencia llega a percibir,siendo equivalente a la regresin, pues a medida que progresa la desvalori&acin de losopuestos conscientes, aumenta el valor de todos aquellos procesos psquicos que nointeresan para la adaptacin y que, por tanto, rara ve& o nunca alcan&an aplicacinconsciente. Entre esos elementos psquicos que no pueden servir a los fines de laadaptacin ambiental predominan los elementos inconscientes. 6or tanto, aumenta lavalencia de los sustratos de la conciencia y de lo inconsciente, por lo cual cabe esperar que(ste llegue a influir sobre la conciencia. !ebido a la in'ibicin que lo consciente ejercesobre lo inconsciente, los valores inconscientes slo alcan&an, en un principio, epresinindirecta. La in'ibicin que sufren es una consecuencia del car"cter orientado y direccionalde los contenidos conscientes 7la in'ibicin es id(ntica a lo que Dreud 'a denominadocensura>. La manifestacin indirecta de lo inconsciente adopta la forma deperturbaciones del suceder consciente% en el eperimento de asociaciones, como signos decomplejos en lo restante, como actos sintom"ticos, descritos originalmente por Dreud enlos estados neurticos, como sntomas.

    $ medida que la regresin aumenta la valencia de aquellos contenidos quepreviamente estaban ecluidos del proceso de adaptacin consciente, siendo por lo generaloscuramente conscientes o totalmente inconscientes, imp*lsanse a trav(s del umbral de laconciencia elementos psquicos evidentemente in*tiles para los fines de la adaptacin, porlo cual 'aban sido siempre apartados de la funcin psquica orientada. Los trabajos deDreud 'an demostrado cabalmente la ndole de esos contenidos% no slo son seualGinfantiles, sino contenidos y tendencias incompatibles en general, de naturale&a en parteinmoral, en parte antiest(tica, en parte irracional o imaginaria. Este car"cter evidentementeinadecuado para los fines de la adaptacin es el motivo del menosprecio con que laliteratura psicoanaltica suele considerar el trasfondo del almaB0C. #uperficialmenteconsiderado, lo que la regresin trae a lu& es, evidentemente, fango abisal, pero si uno no se

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    conforma con el eamen y la valoracin superficiales y renuncia a los juicios aparentes,determinados por una teora preconcebida, se advertir" que no slo se trata de restos de lavida diurna, incompatibles con (sta y por ello condenados, ni slo de incmodas yreprobables tendencias primordiales del ser 'umano animal, sino que tambi(n eisten allg(rmenes de nuevas posibilidades vitalesB0:C. Ino de los grandes valores del psicoan"lisis

    reside precisamente en que no vacila en traer a lu& todos los contenidos incompatibles, locual sera una empresa totalmente in*til y a*n repudiable si los contenidos reprimidos nollevaran implcitas, justamente, las posibilidades de una renovacin de la vida. #abemosque es as y que debe ser as, no slo por abundantes eperiencias pr"cticas, sino tambi(npor las siguientes refleiones%

    El proceso de adaptacin necesita de una funcin consciente y orientada que secaracteri&a por su conciencia interna y por su integridad lgica. +omo ya 'emos visto, elcar"cter orientado de la funcin obliga a ecluir cuanto le sea inadecuado, a fin de mantenersu orientacin. Lo inadecuado cae vctima de la in'ibicin y, con ello, es apartado de laatencin consciente. +omo ense@a la eperiencia, la funcin de adaptacin conscientemente

    orientada slo puede ser una, pues si, por ejemplo, nos colocamos en actitud pensantenopodemos adoptar al mismo tiempo la sintiente, pues pensar y sentir son dos funcionestotalmente dispares, al punto que para cumplir las leyes lgicas del pensamiento debemosecluir concien&udamente el sentimiento, para que el afecto no perturbe el procesocogitativo. En tal caso sustraemos, en la medida de lo posible, la libido al proceso afectivo,de modo que esta funcin cae en un estado relativamente inconsciente. +omo demuestra laeperiencia, las actitudes son fundamentalmente 'abituales, de modo que las restantesfunciones, inadecuadas, en la medida en que sean incompatibles con la actitudprevaleciente, son relativamente inconscientes, o sea no utili&adas inejercitadas,indiferenciadas y necesariamente asociadas, por coeistencia, con los restantes contenidosde lo inconsciente, cuya inferioridad e incompatibilidad ya 'emos se@alado. 6or eso dic'asfunciones, cuando son activadas por la regresin y alcan&an as la conciencia, aparecen, poras decirlo, en forma incompatible, deformadas y cubiertas por el lodo de las profundidades.

    #i recordamos, a'ora, que el motivo de la acumulacin de libido es el fracaso de laactitud consciente, comprenderemos en qu( sentido los contenidos inconscientes activadospor la regresin son g(rmenes valiosos% en efecto, contienen los elementos de aquella otrafuncin que fue ecluida por la actitud consciente y que tendra la virtud de complementaro sustituir efica&mente a la actitud consciente fracasada. +uando el pensamiento fracasacomo funcin adaptatri& por encontrarse ante una situacin a la cual slo es posibleadaptarse por medio de la empata, el material inconsciente activado por la regresincontiene, precisamente, la funcin sensible que falta a la adaptacin, pero la contiene a*nen forma embrionaria, es decir, arcaica y no desarrollada. #imilarmente, en el tipo opuestola regresin activa en lo inconsciente una funcin cogitativa que compensa efica&mente lainsuficiencia de la empata consciente.

    La regresin, al activar una situacin inconsciente, confronta a la conciencia con elproblema del alma frente al problema de la adaptacin eterior. Es natural que la concienciase resista a aceptar los contenidos regresivos, pero la imposibilidad de la progresinconcluye por for&arla a someterse a dic'os valores regresivos, lo cual significa, en otros

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    t(rminos, que la regresin lleva a la ineludible adaptacin al alma, al mundo psquicointerior.

    $s como la adaptacin al mundo circundante puede fracasar debido al car"cterunilateral de la funcin adaptatri&, tambi(n la adaptacin al mundo interior puede fracasar

    por la unilateralidad de la funcin que le est" dedicada. +uando, por ejemplo, laacumulacin de la libido se 'a producido por el fracaso de la actitud cogitativa frente a lanecesidad de adaptacin eterior, y si entonces la regresin 'a venido a activar la funcinsensible inconsciente, lo *nico que se alcan&ar" al principio ser" una empata del mundointerior, resultado que bien puede ser suficiente, como comien&o. 6ero a la larga dic'aempata no bastar", sino que ser" necesario recurrir tambi(n a la funcin cogitativa, talcomo frente al mundo eterior se 'i&o necesario el recurso opuesto. 6or todo ello se tornanecesaria una total orientacin 'acia el mundo interior, 'asta el momento en que se 'ayaalcan&ado la adaptacin interior una ve& lograda (sta, podr" continuar nuevamente laprogresin.

    El principio de progresin y regresin se refleja en el mito del dragnGballena,estudiado por DrobeniusB0KC, como lo epusimos detalladamente en nuestro libro$rans)ormaciones y smbolos de la libido. El '(roe de dic'o mito es el representantesimblico de los despla&amientos de la libido. La incorporacin al dragn es el movimientoregresivo el viaje al Este 7el viaje nocturno por mar> y los sucesos que en (l ocurrensimboli&an las adaptaciones frente a las condiciones del mundo psquico interior. Lasituacin de ser totalmente engullido y desaparecer el '(roe en el vientre del dragnGballena, representa cmo la actitud se aparta completamente del mundo eterior. Ladominacin del monstruo desde su interior refleja el resultado de la adaptacin a lascondiciones del mundo interior. La salida del vientre 7el romper el cascarn> con ayudade un ave, que tambi(n es una salida del sol, representa el nuevo comien&o de la

    progresin.Es caracterstico que mientras el '(roe se 'alla engullido, el monstruo inicie el viaje

    nocturno por mar hacia el Este, es decir, 'acia el levante, con lo que a nuestro juicio sedenota el 'ec'o de que la regresin no significa necesariamente un retroceso, en el sentidode in(oluci'n o degeneraci'n, sino m"s bien una fase necesaria del proceso evolutivo, en lacual el 'ombre carece, empero, de la nocin del desarrollo, por encontrarse en una situacinfor&osa que se representa como si estuviera en un estado muy infantil y a*n embrionario, esdecir, en el propio vientre materno. #lo si el ser 'umano permanece en tal estado, podr"'ablarse de evolucin regresiva, involucin o degeneracin.

    $n"logamente, tampoco debe confundirse laprogresi'ncon la e(oluci'n, pues elconstante flujo o decurso de la vida no significa necesariamente desarrollo progresivo odiferenciacin, ya que ciertas especies animales y vegetales 'an permanecido detenidasdesde tiempos pre'istricos casi en el mismo nivel de diferenciacin y, no obstante,sobreviven. $s, tambi(n la vida psquica 'umana puede ser progresiva sin evolucin, yregresiva sin involucin. Evolucin e involucin nada tienen que ver, en s mismas, conprogresin y regresin, pues estas *ltimas son, en realidad, meros movimientos vitales, quea pesar de su movilidad tienen car"cter estacionario. +orresponden a lo que oet'e 'a

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    designado tan 'ermosamente como sstole y di"stoleB00C.

    ?uc'as son las objeciones levantadas contra esa concepcin del mito comorepresentacin de 'ec'os psicolgicos. Es sabido lo difcil que resulta desprenderse de laidea de que el mito sera, en cierto modo, una alegora eplicativa de fenmenos

    astronmicos, meteorolgicos o vegetativos. 8o puede negarse la coeistencia de dic'astendencias eplicativas, pues las pruebas que las demuestran son abrumadoras, pero conello no se resuelve la cuestin de por qu( el mito eplica alegori&ando precisamente en esaforma, y no en otra. Es preciso comprender de dnde toma el 'ombre primitivo su materialde eplicacin y tampoco debe olvidarse que el af"n de causalidad del primitivo no es, enmodo alguno, tan grande como el nuestro. En cierta manera, le importa muc'o menos laeplicacin que la fabulacin. En nuestros pacientes podemos comprobar diariamente cmose forman las fantasas mticas% no son construidas refleivamente, sino que se presentancomo im"genes o representaciones seriadas que se imponen desde lo inconsciente, y al sernarradas tienen a menudo el car"cter de episodios co'erentes que equivalen arepresentaciones mticas. !e esa manera frmanse los mitos por tal motivo, tambi(n las

    fantasas originadas en lo inconsciente tienen tantas analogas con los mitos primitivos.6ero en la medida en que el mito no es sino una proyeccin de lo inconsciente, y de ning*nmodo una invencin consciente, no slo se eplica que siempre nos encontremos con losmismos temas mitolgicos, sino tambi(n que el mito represente tpicos fenmenospsquicos.

    mpnese a'ora la cuestin de cmo 'a de comprenderse energ(ticamente el procesode la progresin y de la regresin. Es evidente, a primera vista, que progresin y regresinson, esencialmente, procesos de )uer,a. La progresin podra compararse con un curso deagua que corriera de la cumbre 'acia el valle. La acumulacin correspondera entonces a unobst"culo especfico que se opone a la corriente, por ejemplo un dique que convierta la

    energa cin(tica de aqu(lla en energa potencial de la altura. La acumulacin obliga al aguaa emprender otro camino, una ve& que la 'aya 'ec'o alcan&ar una altura que le permitaderramarse por alg*n punto. Vui&" se dirija a un canal que, por medio de una turbina,convierta en electricidad la energa viva del declive. Esta conversin representara unanueva progresin creada por acumulacin y regresin, cuyo car"cter distinto a la anterior seacusa porque la energa se manifiesta a'ora en nueva forma. En este proceso detransformacin, el principio de equivalencia tiene particular valor 'eurstico. La intensidadde la progresi'n reaparece ntegramente en la intensidad de la regresi'n.

    !e la concepcin energetista no se desprende esencialmente que la progresin yregresin de la libido sean procesos obligados, sino slo que deben eistir transformacionesequivalentes, pues la energ(tica *nicamente conoce el 3uantum, pero nunca el 3uale. $s,progresin y regresin son funciones especficas que es preciso concebir como procesosdin"micos y que, como tales, est"n condicionados por cualidades de la sustancia. 6or tanto,la progresin y la regresin jam"s podr"n deducirse de la esencia del concepto energ(tico,sino que slo es posible comprenderlas energ(ticamente en sus mutuas relaciones. El porqu( de la eistencia de la progresin y la regresin *nicamente puede deducirse de lascualidades de la sustancia, es decir, mediante una concepcin mecanicistaGcausal. Laprogresin, como proceso adaptativo continuo a las condiciones ambientales, se funda en la

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    necesidad vital de la adaptacin. El imperio de la necesidad eige la absoluta orientacin'acia las condiciones ambientales y la represin de todas aquellas tendencias yposibilidades que est"n al servicio de la individuacin.

    La regresin, por lo contrario, como adaptacin a las condiciones de la propia vida

    interior, se basa en la necesidad vital de satisfacer las eigencias de la individuacin. El ser'umano no es una m"quina, en el sentido de un organismo que pudiera cumplirincesantemente el mismo trabajo, sino que slo puede afrontar en forma ideal la eigenciade las necesidades eteriores si se 'alla tambi(n adaptado a su propio mundo interior, esdecir, si est" en armona consigo mismo. 2ecprocamente, slo puede adaptarse a su propiomundo interior y alcan&ar la armona consigo mismo, si est" adaptado asimismo a lascondiciones ambientales. +omo muestra la eperiencia, ninguna de ambas funciones puedeabandonarse sino transitoriamente% si, por ejemplo, se cumple slo la adaptacin unilateralal eterior, descuid"ndose lo interior, aumenta paulatinamente el valor de las condicionesinteriores, lo que se acusa en el predominio de elementos personales en la adaptacineterior. -uvimos oportunidad de observar un caso dr"stico de esta especie. In industrial

    que 'aba levantado su empresa por s mismo, forjando una fortuna, comen& a recordarcierta fase de su juventud en la cual 'aba tenido gran aficin por el arte. #inti la necesidadde retomar esas tendencias y comen& a crear dise@os artsticos para los productos de sufabricacin, con el resultado de que ya nadie quiso comprar esos productos artsticos y elindustrial quebr al cabo de pocos a@os. #u error fue pretender transferir al eterior lo queperteneca a su interior, errando as en la interpretacin de la necesidad de individuacin. Elfracaso tan notable de una funcin adaptatri& que 'asta entonces 'aba sido perfectamenteefica& se eplica por esa tpica tergiversacin de las necesidades interiores.

    $unque la progresin y la regresin est"n causalmente fundadas en la naturale&amisma de los procesos vita les, por un lado, y en las condiciones ambientales, por el otro, es

    preciso concebirlas, si se consideran energ(ticamente, slo como medios o puntos de pasajedel proceso energ(tico. Aistas desde ese "ngulo, la progresin y la adaptacin de ellaresultante se producen como medios para la regresin, m"s precisamente, para lamanifestacin del mundo interior en el mundo eterior, con lo cual se crea un nuevo mediode progresin de distinto tipo, la que representa una mejor adaptacin a las condicionesambientales.

    b) Extraversin e introversin

    La progresin y la regresin pueden relacionarse con la etraversin y laintroversin de la libido. La progresin, como adaptacin a las condiciones eteriores,podra concebirse como etraversin, mientras que la regresin, en tanto es adaptacin a lascondiciones interiores, puede interpretarse como introversin. !e tal paralelismo, noobstante, surgira una profunda confusin de los conceptos. 6rogresin, regresin, slopueden ser vagas analogas de la etraversin y la introversin. En realidad, esos *ltimos

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    conceptos corresponden a dinamismos de tipo distinto a la progresin y regresin, loscuales son dinamismos o formas regulares de la conversin de energa, mientras que laetraversin y la introversin, como ya su nombre lo indica, son dinamismos o formas de laprogresin tanto como de la regresin. La progresin es un movimiento vital progresivo ensentido cronolgico, pudiendo llevarse a cabo de dos formas% ya e+tra(ertida, cuando los

    objetos, es decir, las condiciones ambientales determinan predominantemente la forma deprogresin, ya intro(ertida, cuando la progresin debe adecuarse a las condiciones del yo,o, m"s eactamente, al factor subjetivo. $n"logamente, tambi(n la regresin puedeproducirse de dos maneras, ya como retraccin del mundo eterior 7introversin> o comouna 'uida 'acia las vivencias eteriores etravagantes 7etraversin>. $s, un fracaso puedeprecipitar a un individuo en un estado de sombro ensimismamiento, mientras que impulsaal otro 'acia juergas continuas. Estas dos formas de reaccin dispares, que 'emosdenominado introversin y etraversin, corresponden a dos tipos disposicionales opuestos.

    La libido no se mueve slo 'acia adelante y 'acia atr"s, sino tambi(n 'acia fuera y'acia dentro. En mi obra sobre tipologa 'e epuesto detalladamente la psicologa de esos

    *ltimos despla&amientos, de modo que renunciar( a eplayar el tema en esta ocasin.c) El desplazamiento de la libido

    En $rans)ormaciones y smbolos de la libido, segunda parte, captulo , 'e aplicadola epresin despla&amiento de la libido para significar su transformacin o conversinenerg(tica, concibi(ndola como una traslacin de las intensidades o de los valores psquicos

    desde un contenido a otro, an"logamente a la denominada conversin de la energa, la cual,en su forma calrica, por ejemplo, es convertida por la m"quina de vapor, primero enpresin y lu