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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica 5. VISION HISTÓRICA DE LOS DESASTRES SÍSMICOS Los autores han recopilado el registro de 51 desastres producidos por macrosismos a lo largo del territorio nacional entre 1524 y 1990, esto es, más cuatro y medio siglos. Según la división político administrativa actual, los registros sobre catástrofes telúricas señalan desastres para 11 de los 14 departamentos actuales en que se divide el p0aís, no habiéndose registrado desastres sísmicos en los tres departamentos norteños (todos fronterizos con Honduras) de: Chalatenango, Cabañas y Morazán. Es de recordar, tal como se expuso en la sección anterior, que tan sólo el departamento de Chalatenango no presenta focos sismogenéticos sensibles, pero que la existencia de ellos en Cabañas y Morazán no se ha correspondido, según la información disponible, con sismos fuertes localizados en esa área. Para fines de este estudio, y teniendo como unidad de referencia el área o zona geográfica afectada, se han utilizado las siguientes categorías descriptivas: “desastres focales”: cuando el área afectada es de poca extensión territorial, delimitada a un municipio o Departamento. particular para una región específica del país; “desastres inter-departamentales”: cuando las áreas afectadas comprenden extensiones localizadas en dos o más departamentos. pertenecientes a una misma región; y, “desastres Inter.-regionales”: cuando las zonas afectadas se localizan en dos o más regiones político-administrativas de las de las cuatro en las que se divide el país. De los 51 desastres sísmicos aquí presentados, 26 son clasificados como “focales”, 15 como “Inter.-departamentales” y diez como “Inter.-regionales”. Todos ellos aparecen en la tabla siguiente: DESASTRES SISMICOS REGISTRADOS DE 1524 A 1990 SIGLOS TIPO DE DESASTRE XVI XVII XVIII XIX XX TOTAL FOCALES 4 3 4 8 7 26 INTER-DEPTALES - 2 2 6 5 15 INTER-REGIONALES - - 2 6 2 10 TOTAL 4 5 8 20 14 51 FUENTE: CEPRODE, 1990, en base a diversas fuentes. 18

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica 5. VISION HISTÓRICA DE LOS DESASTRES SÍSMICOS Los autores han recopilado el registro de 51 desastres producidos por macrosismos a lo largo del territorio nacional entre 1524 y 1990, esto es, más cuatro y medio siglos. Según la división político administrativa actual, los registros sobre catástrofes telúricas señalan desastres para 11 de los 14 departamentos actuales en que se divide el p0aís, no habiéndose registrado desastres sísmicos en los tres departamentos norteños (todos fronterizos con Honduras) de: Chalatenango, Cabañas y Morazán. Es de recordar, tal como se expuso en la sección anterior, que tan sólo el departamento de Chalatenango no presenta focos sismogenéticos sensibles, pero que la existencia de ellos en Cabañas y Morazán no se ha correspondido, según la información disponible, con sismos fuertes localizados en esa área. Para fines de este estudio, y teniendo como unidad de referencia el área o zona geográfica afectada, se han utilizado las siguientes categorías descriptivas:

“desastres focales”: cuando el área afectada es de poca extensión territorial, delimitada a un municipio o Departamento. particular para una región específica del país;

“desastres inter-departamentales”: cuando las áreas afectadas comprenden extensiones localizadas en dos o más departamentos. pertenecientes a una misma región; y,

“desastres Inter.-regionales”: cuando las zonas afectadas se localizan en dos o más regiones político-administrativas de las de las cuatro en las que se divide el país.

De los 51 desastres sísmicos aquí presentados, 26 son clasificados como “focales”, 15 como “Inter.-departamentales” y diez como “Inter.-regionales”. Todos ellos aparecen en la tabla siguiente:

DESASTRES SISMICOS REGISTRADOS DE 1524 A 1990

SIGLOS TIPO DE DESASTRE XVI XVII XVIII XIX XX TOTAL

FOCALES 4 3 4 8 7 26 INTER-DEPTALES - 2 2 6 5 15 INTER-REGIONALES - - 2 6 2 10

TOTAL 4 5 8 20 14 51 FUENTE: CEPRODE, 1990, en base a diversas fuentes.

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica Son varios los puntos a comentar de la tabla anterior. En términos de tiempo, es interesante observar la elevada concentración de desastres para el siglo XIX pues para en ese centenar de años, se ubican 20 de los 51 desastres registrados. Es curioso observar que a medida retrocedemos en el tiempo, el número de desastres, en general, va disminuyendo, lo cual a nuestro juicio, no necesariamente refleja que la actividad sísmica haya a su vez disminuido sino que ello remite a considerar las condiciones propias del estado de la producción de información para los siglos de la colonia. Ciertamente, como arriba se indicó, los primeros documentos científicos sobre desastres sísmicos para El Salvador no aparecen sino hasta el siglo XIX. Una acumulación sistemática de registros no se conoce para los siglos anteriores, de ahí que se pueda hipotetizar que la actividad sísmica de los siglos coloniales pudo ser mayor en realidad a la que los escasos registros indican y que, en algunos casos de registros, la identificación de los eventos en función de su extensión geográfica no fue precisada con mesura. Con todo, el siglo XIX presenta, a diferencia de otros siglos, un alza considerable en la actividad volcánica la cual generó entre otros efectos, una mayor actividad sísmica concurrente a la rutina sismogenética tectónica. A continuación, se describe las características de los desastres ocurridos para cada una de las regiones a través de los cinco siglos estudiados. 5.1 REGION OCCIDENTAL En esta región, se ha registrado dos desastres telúricos “focales” los cuales se han producido en el departamento de Ahuachapán y ningún desastre de este tipo fue reportado para los otros dos departamentos que componen esta región del país. El primer desastre ocurrió en 1902, y consistió en un tsunami que afectó particularmente los caseríos costeros de Cara Sucia y Garita Palmera del municipio de San Francisco Menéndez y Barra de Santiago del municipio de Jujutla. Según la información disponible, el desastre produjo 266 muertes y 334 heridos (ver, Lardé, 1952). La segunda catástrofe ocurrió en 1937, la cual afectó la propia capital departamental de Ahuachapán, y los cantones aledaños de Junquillo, Palo Pique y Las Chinamas. Además, sufren estragos los municipios de Turín y Atiquizaya. Para Junquillo, se reportó el hundimiento de varias casas, mientras que en Palo Pique se registra un gran derrumbe de tierra (ver, Martínez, 1978; “La Prensa Gráfica”, 27/12/1937). En la línea de los desastres de mayor extensión territorial, la región occidental presenta tres desastres que para fines de este estudio, los hemos denominado “interdepartamentales”. Así, vastas zonas limítrofes de los departamentos de Santa Ana y Sonsonate fueron colapsadas por

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica cruentos sismos en tres ocasiones en 1733, 1913 y 1915. Los registros hablan para esta última calamidad de 1915 que las poblaciones sonsonatecas de Juayúa y Salcoatitán sufrieron una destrucción casi total de las viviendas (ver, Martínez, 1978). 5.2 REGION CENTRAL Esta región ha registrado 18 desastres telúricos “focales”, los cuales se han producido 17 en el departamento de San Salvador y uno en el departamento de La Libertad. No hay registros de catástrofes “focales” para los departamentos de Cuscatlán y Chalatenango. Es importante señalar sobre los 17 desastres telúricos registrados en el departamento de San Salvador que todos han afectado el municipio de San Salvador y otros municipios conurbados. Esta subregión crítica registra así el 65.4% del total de 26 desastres telúricos “focales” del país durante cinco siglos de información. La parte urbana conocida como Área Metropolitana de San Salvador, AMSS, se compone – incluyendo solamente municipios conurbados del departamento de San Salvador (excluyendo a otros municipios aledaños pertenecientes al departamento de La Libertad, los cuales se han prácticamente integrado al AMSS) – de los siguientes 12 municipios: San Salvador, Ilopango, Mejicanos, Soyapango, Santo Tomás, Ciudad Delgado, Tonacatepeque, San Marcos, San Martín, Cuscatancingo, Ayutuxtepeque y apopa. De los últimos cuatro macrodesastres “focales” en el AMSS, ocurridos entre 1873 y 1986, para cada calamidad se han visto afectados al menos seis de estos municipios, si bien para los dos últimos desastres, los de 1965 y el de 1986, fueron nueve los municipios de la gran AMSS involucrados en la catástrofe. Más adelante se observará la participación de este municipio en desastres de extensión interdepartamental e interregional, con lo que quedará mejor descrita la cualidad crítica y factualmente desastrosa de la mayor concentración poblacional, económica y política del país. A continuación, se pasa revista a los desastres sísmicos “focales”, según la información disponible:

El primer desastre telúrico del que se tiene información ocurrió en 1524. Las crónicas de la época hablaron de la ruina de los núcleos de asentamientos humanos existentes en la zona de la actual ciudad de San Salvador. La originaria Villa de San Salvador no fue fundada sino hasta el 01/04/1525.

Para 1575, se registra un violento desastre telúrico el cual pareció dejar en ruinas San Salvador. Martínez (1978) afirma, basándose en fuentes de la época, que el foco pudo haber estado ubicado en la sierra de Texacuangos, donde se produjeron numerosas grietas y derrumbes.

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1581, otro cruento macrodesastre que origina nueva destrucción de San Salvador (Martínez, 1978).

Para 1593 ó 1594, se registra la producción de macrodesastres en San Salvador debido a una intensa actividad del volcán San Salvador (Ballore, 1884).

Para los siglos posteriores, se aprecia la distribución siguiente de los desastres de origen sísmico. (Ballore, 1884; Martínez, 1978 y otros).

Siglo XVII, tres catástrofes,

Siglo XVIII, también tres calamidades a gran escala;

Siglo XIX, cuatro; y

Siglo XX, tres. En el año de 1906, se produjo el macrodesastre localizado en el departamento de La Libertad arriba referido. En esa ocasión, fueron colapsadas cruentamente la cabecera departamento, Nueva San Salvador, ciudad construida a causa de la destrucción total de la capital, por el terremoto de 1839. Por decreto ejecutivo del 08/08/1854, se autorizó el proyecto para reedificar la nueva capital, en la hacienda de Santa Tecla, denominándola Nueva San Salvador, pero no se llegó a concretizar dicho traslado, si bien la ciudad fue levantada. Se le conoce desde entonces, popularmente, por Santa Tecla y no por Nueva San Salvador que es su nombre oficial. Además de Santa Tecla, la calamidad de 1906 comprendió daños menores en el municipio de Jayaque, particularmente en su cabecera municipal del mismo nombre, siempre del departamento de La Libertad. Los registros de la época consultados por CEPRODE, indican que la actividad sísmica fue sensible en otros puntos del mismo departamento como el municipio de Teotepeque, así como en puntos localizados en los departamentos occidentales de Sonsonate y Ahuachapán. Sin embargo, el espectro del desastre fue focalizado tal como se ha referido. Dada la relevancia que tiene para la vida nacional, los acontecimientos catastróficos en el AMSS, los autores han creído conveniente describir los 17 desastres sísmicos reportados para mostrar la importante intensidad y magnitud en que se presentan los eventos sísmicos en la región metropolitana.

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DESASTRES SISMICOS FOCALES EN EL AREA DE SAN SALVADOR

AÑO INTENSIDAD * (Mercali modificada)

MAGNITUD (Richter)

1524 VII-VII 1575 VIII-IX 6.3 1581 VIII 6.9 1594 VII 6.3 1625 VII 6.9 1650 VIII 6.3-6.9 1656 VII-VII 6.3-6.9 1707 VIII-IX 5.3-5.9 1730 VII 5.3-5.9 1798 VIII-IX 6.3-6.9 1806 VIII 6.3 1814 VII-VIII 5.3-5.9 1866 -- - 1873 VII-VIII 5.6 1919 VII 6.3 1965 VIII 5.1 1986 VIII-IX 5.4

FUENTE: Adaptado de CIG (1986)

Los datos de intensidad son tentativos y los de magnitud en base a tablas aproximadas a la NOAA. Como puede observarse, la característica general de los desastres ocurridos ha sido, en términos de intensidad, presentar grados considerados factualmente catastróficos entre daños estimados como considerables (VII) y destrucción general (IX). La repetibilidad catastrófica indica para el AMSS una factual rutina calamitosa en episodios relativamente cortos de tiempo los cuales describen para los cinco siglos estudiados, una frecuencia de al menos tres macrodesastres por siglo, y dada la cronicidad de la pobreza y miseria urbana en el AMSS, todo indica que los desastres telúricos se ven asentados en tales condiciones sociales y a su vez aquellos agudizan a éstas. En cuanto a los desastres interdepartamentales, el AMSS se ha visto envuelta históricamente pero en el marco de un espectro geográfico mayor. Así, la información disponible permite distinguir que tres catástrofes telúricas, en 1658, 1671 y 1839, han afectado áreas extensas que comprenden puntos de los departamentos centrales de San Salvador y La Libertad. Para los años de 1765 y 1891, se menciona nuevamente el AMSS y esta vez incorporó localidades del departamento de Cuscatlán (los registros señalan importantes efectos calamitosos en los municipios actuales de San Pedro Perulapán y San Bartolomé Perulapía, en los que se

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica vieron severamente afectadas la ciudad y la villa de los mismos nombres, respectivamente) Igualmente a estas localidades de este departamento, varias localidades del departamento de San Salvador también se vieron colapsas por aquella cruenta actividad sísmica. 5.3 REGION PARA-CENTRAL Es interesante observar que para esta región Paracentral se desconocen desastres telúricos anteriores a 1719. La región presenta cuatro desastres telúricos focales, todos registrados para el departamento de San Vicente afectando varias localidades en esa comprensión territorial. Las fuentes consultadas por los autores no ofrecen registro de desastres focales para el departamento de La Paz, descartándose de antemano el departamento de Cabañas, el cual, como arriba fue indicado, no registra participación alguna, para ningún tipo de desastre, según el parámetro geográfico aquí utilizado. De estos cuatro desastres focales, dos han sido calificados por las fuentes consultadas como ruina completa la cabecera departamental de San Vicente, catástrofes ocurridas en un corto período de apenas 37 años, entre 1899 y 1936. Este último macrodesastre fue declarado oficialmente por las autoridades de aquel tiempo, como calamidad pública. Además de la ciudad, fueron colapsadas localidades en los municipios Vicentino de: San Esteban Catarina, San Cayetano Istepeque, Tepetitán, Santo Domingo y Santa Clara (Martínez, 1978; y Rodríguez, 1983). Los otros dos desastres focales ocurrieron en 1783, y casi cien años después en 1872, delimitados ambos al área del municipio de San Vicente y particularmente la zona donde se asienta la ciudad. Si tomamos de parámetro la información disponible para este municipio y ciudad, descubrimos que para 1930, previo a la calamidad de 1936, habitaban el municipio 24,331 personas, de las cuales 10,797 eran urbanas concentradas fundamentalmente en la capital departamental, esto es, casi el 45% de la población total departamental. Los datos sobre la calamidad de entonces indicaron 100 muertes, 844 heridos, 372 personas sin hogar (Martínez, 1978). Así, este municipio aparece como una subregión crítica afectada por una cronicidad catastrófica telúrica el cual también aparece reportado con tres desastres “interdepartamentales” de esta región, los cuales se describen a continuación:

En 1854, abarcando además del reiterado municipio de San Vicente, poblaciones ubicadas en los municipios de San Francisco Chinameca, San Miguel Tepezontes y San Juan Tepezontes del departamento de La Paz (Gaceta del Salvador, tomo 4, No. 59);

En 1860, otras poblaciones del departamento de San Vicente ubicadas en los municipios de Tepetitán, Verapaz y Guadalupe, contabilizándose un muerto, cinco heridos y 66 casas destruidas al tiempo que se vieron también afectadas por los cruentos sismos en localidades ubicadas en La Paz, particularmente el municipio de Santa María Ostuma, cuya cabecera municipal fue destruida casi por completo (Ballore, 1884; Gaceta Oficial, Tomo IX No. 4;

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Anales Museo Nacional Tomo IV No. 16);

En 1932, San Vicente y La Paz nuevamente compartieron los efectos calamitosos de una nueva catástrofe reportándose importantes daños en el municipio de Tecoluca, San Vicente, particularmente en una pequeña localidad denominada San Nicolás Lempa, así como consecuencias a gran escala de la propia capital departamental de La Paz, Zacatecoluca, y daños en municipios del departamento: San Juan Nonualco, Santiago Nonualco, Olocuilta, San Pedro Masahuat (“Diario del Salvador”, 22/05/1932).

5.4 REGION ORIENTAL Al igual que para la región Paracentral, la región oriental del país presenta registros de desastres telúricos focales muy tardíamente hasta 1859, ignorándose de registros para los tres siglos anteriores. Es interesante observar que éstas calamidades focales se encuentran localizadas únicamente para el departamento de La Unión, reconociendo de antemano que para el departamento de Morazán, a escala nacional, no se registró ningún desastre para los cinco siglos mencionados. Los departamentos de Usulután y San Miguel participan en desastres interdepartamentales. Se registran dos desastres sísmicos focales para La Unión, según la descripción siguiente:

1859, año en el que se vio colapsada la capital departamental de La Unión, la cual es a su vez el segundo puerto marítimo de importancia en el país, sumándose la isla El Tigre o Isletón del municipio de Pasaquina, además Amapala del municipio de Conchagua en los registros historiográficos dan cuenta para esta catástrofe la irrupción de tsunamis en los bordes costeros (Ballore, 1884; Anales del Museo Nacional, Tomo V, 1954).

En 1898, vuelve a colapsar la ciudad-puerto de La Unión con viviendas dañadas, sin registro de víctimas (Anales del Museo Nacional, Tomo V, 1954 y Martínez, 1978).

Además, la región oriental presenta cuatro desastres interdepartamentales. En 1838, una amplia área que comprende los actuales municipios de Jucuapa del Departamento de Usulután y Chinameca del departamento de San Miguel fue colapsada por cruentos sismos. En aquel entonces, se registra la importante destrucción de la cabecera municipal de Chinameca del mismo nombre. No existían, es decir, no habían sido fundadas otras localidades en esa subregión interdepartamental que para desastres posteriores sí son registradas por las fuentes consultadas por los autores. Se han sucedido catástrofes a gran escala en esa subregión, en los años de 1878 y 1951. La literatura local sobre desastres por actividad sísmica reconoce desde entonces a la subregión crítica “Jucuapa-Chinameca”, viéndose afectados en esta periodicidad calamitosa particularmente las cabeceras municipales, y menos escala otros puntos ubicados en otros municipios vecinos tanto en Usulután como en San Miguel (Lardé, 1952; Garces y Riesco, 1952).

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica La catástrofe de 1951 fue receptora de un incipiente interés técnico-científico para ese entonces. Los autores descubrieron al menos dos documentos de suma importancia enfocados ambos sobre la reconstrucción de la subregión crítica: el primero en el que participó personal de la entonces recién fundada Organización de las Naciones Unidas, enfocado al tema de la reconstrucción (Garcés y Riesco, 1952) y el otro más técnico enfocado al evento sísmico realizado por Meyer-Abich (1952) en aquel tiempo Director del Servicio Geológico Nacional. Los reportes indicaron alrededor de 500 muertes de las que un 80% correspondieron a Jucuapa, lo cual significó un nueve por ciento de la población urbana de ese municipio para ese año. Desde la calamidad de 1951, no se ha reportado otro macrodesastre para esta subregión crítica de la parte oriental de El Salvador. Los autores desconocen de estudios de vigilancia sobre eventos y potenciales peligros de origen sísmico para estas dos zonas municipales en la que habitan para 1990 aproximadamente 50 mil personas urbanas y rurales, zona a su vez altamente afectada por el conflicto bélico de los años ochentas. El cuarto desastre interdepartamental afectó en 1919 la ciudad-puerto de La Unión y la ciudad de San Miguel, capital municipal y departamental del mismo nombre. Según Martínez (1978), el epicentro del sismo estuvo localizado en el Golfo de Fonseca y se trató más bien de un desastre de amplio espectro pues colapsó concentraciones urbanas en Nicaragua, particularmente la ciudad de Chinandega al occidente de aquel país. 5.5 DESASTRES SIMICOS INTER-REGIONALES El Salvador, como arriba se adelantó, presenta desastres de diferente extensión geográfica. Aquí pasaremos revista al conjunto de diez catástrofes telúricas que tienen como característica el haber comprendido amplias zonas del territorio nacional, es decir, puntos diversos localizados en al menos dos regiones político-administrativas. A continuación, es presentada la relación interregional de los diez desastres apuntados. i) cinco calamidades son reportadas para las regiones occidental y central, las cuales

ocurrieron en 1776, 1831, 1847, 1859 y 1917 (Martínez, 1978); ii) tres catástrofes para las regiones vecinas central y Paracentral ocurridas, según la

información disponible, en los años de 1854, 1857 y 1879 (Ballore, 1884); iii) dos desastres sísmicos, los cuales afectaron simultáneamente las regiones occidental,

central y Paracentral, en 1719 y 1982, considerando este último como el desastre de mayor extensión geográfica del que se tenga registro en la literatura Salvadoreña, el cual afectó a diferentes áreas de cinco municipios (Martínez, 1978; y Rodríguez, 1983).

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica Es importante mencionar que de los diez desastres telúricos registrados como interregionales, la región central ha sido afectada nueve veces, la región occidental en siete ocasiones y la región Paracentral en cinco veces. Es curioso observar que la región oriental aparece sin desastre alguno de este tipo. Vale la pena destacar en este conjunto de calamidades que varias localidades urbanas y rurales, tienden a verse colapsadas concomitantemente a los efectos catastróficos también recibidos en el marco de los desastres focales e interdepartamentales e interregionales arriba descritos. Es aquí donde culmina el seguimiento de información de los autores para identificar la cronicidad sísmica desastrosa en el país. Entre éstos asentamientos humanos sobresalen:

Para la región Occidental: en el departamento de Sonsonate los siguientes municipios: Sonsonate y Armenia cinco veces, Izalco y San Julián cuatro veces. Todas esas poblaciones ubicadas muy próximas al volcán Izalco. Asimismo, Ahuachapán y Santa Ana tres veces cada una;

Para la región Central: en el departamento de San Salvador ha sido afectado 26 veces el municipio de San Salvador, la capital del país. Los municipios Ilopango 6 veces; Quezaltepeque, Mejicanos y Soyapango cinco veces; Cuscatancingo, San Marcos y Nejapa cuatro veces; asimismo el municipio de Comayagua cuatro veces y Jayaque en dos ocasiones, ambos municipios del departamento de La Libertad;

Para la región Paracentral: la cabecera departamental de San Vicente en seis ocasiones; en el departamento de La Paz, los municipios de San Miguel Tepezontes y San Juan Tepezontes en cinco ocasiones;

Para la región Oriental: la Unión y Chinameca tres ocasiones; y para los municipios de Nueva Guadalupe, Jucuapa, Alegría, Berlín, Santiago de María, Tecapán, Buenaventura y Santa Elena en dos ocasiones.

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica 6. PELIGROS SECUNDARIOS PRODUCIDOS SÍSMICAMENTE la literatura especializada ha reconocido que el desastre constituye el resultado final de un efecto acumulativo de fenómenos, tanto naturales como sociales. Turner (1976) ha mostrado científicamente como las catástrofes en general, aún las de aparición súbita, poseen un origen y todo un proceso incubatorio sumamente complejo que lleva a ese producto final calamitoso. Pero también, desde otra óptica puede afirmarse que a lo largo de ese proceso de desastre se desarrolla una serie de acontecimientos naturales y se generan peligros secundarios, producto de la calamidad. Estos peligros, algunas veces pueden alcanzar proporciones alarmantes y dimensiones catastróficas a mediana y a gran escala. Así, la literatura registra, por ejemplo, desprendimientos de tierra generados ulteriormente a situaciones atemporaladas y/o fuerte actividad sísmica que debilitan la consistencia del suelo. Tales desprendimientos han puesto en peligro asentamientos humanos y en muchos casos originan tragedias devastadoras. La investigación de los autores sobre actividad sísmica ha arrojado información local en esta línea, y a través del tiempo parecen haberse sucedido las siguientes relaciones de eventos y desastres. 6.1 ACTIVIDAD SISMICA Y DESPRENDIMIENTOS DE TIERRA La información disponible consultada por los autores permite describir sumariamente seis eventos secundarios de desprendimientos de tierra asociados a importantes acontecimientos sísmicos. Estos son:

En 1878, luego de ocurrido el macrodesastre interdepartamental en el área crítica Jucuapa-Chinameca arriba abundantemente detallada, sobrevino un desprendimiento de tierra desde el cerro El Tigre, municipio de Santiago de María en el departamento de Usulután, el cual produjo 14 muertes entre los habitantes de las faldas del mencionado cerro (lardé, 1952).

En 1937, para el desastre focal en el municipio de Ahuachapán, región occidental, se originaron hundimientos de casas del Cantón Junquillo y gran derrumbe en Cantón Palo Pique, ambos cantones del municipio en mención. No existen más datos (“La Prensa Gráfica”, 27/12/1937).

En 1951, a causa del desastre interdepartamental arriba referido para ese año en la región oriental del país, se produjeron voluminosos desprendimientos de tierra que obstaculizaron por varios días arterias viales de la zona (Garces´s y Riesco, 1952).

En 1965, en los asentamientos irregulares en torno al lago Ilopango, del municipio de San Salvador, se produjeron numerosos derrumbes luego de ocurrido el desastre focal de aquel año, lo que devino posteriormente en profundos barrancos de paredes verticales de más de 100 Mts. de altura (Lomnitz y Sehulz, 1880).

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica

El macrodesastre interregional de 1982, quizás el de mayor espectro del que se tenga noticia, produjo cuantiosos deslizamientos de tierra que obstruyeron vías de comunicación de los municipios de: Comayagua, del departamento de La Libertad; Apopa, del departamento de San Salvador; y, Cojutepeque del departamento de Cuscatlán (Rodríguez, 1983).

En 1986, se reportaron para el desastre focal en el AMSS, al menos 52 desprendimientos de tierra en los siguientes municipios colapsados: 40 en San Salvador, cinco en Mejicanos, cuatro en Ayutuxtepeque y tres en Cuscatancingo (“La Prensa Gráfica”, 12/10/1986).

6.2 PELIGROS SECUNDARIOS TECNOLÓGICOS DERIVADOS Es interesante observar que la información disponible consultada por los autores, registra solamente la ocurrencia de un incendio derivado de la catástrofe focal en el AMSS para 1873. Según Martínez (1978), este incendio, de grandes proporciones, calcinó edificaciones ya de por sí derrumbadas en el pleno centro de la ciudad de San Salvador. En el caso del AMSS, la principal concentración urbana del país, se desconocen informes sobre peligros secundarios para otros desastres a gran escala como el de 1965 y 1986. Fuentes del “Cuerpo de Bomberos de El Salvador” en San Salvador consultadas por los autores en nov/90, indicaron que dicha entidad de emergencia acudió al control de nueve incendios derivados de la catástrofe de 1986. Las fuentes no ofrecieron mayores detalles, pero se presume que pueden haber ocurrido otros accidentes derivados en el marco de la situación calamitosa generalizada a nivel local. Este es un vacío de información importante de llenar de cara a la ocurrencia de futuras calamidades sísmicas que puedan, a su vez, potenciar peligros tecnológicos. 6.3 PERTURBACIONES DE ONDAS MARINAS La actividad sísmica oceánica y continental-costera puede producir leves perturbaciones de ondas marinas en forma de discretos grupos de pequeños tsunamis. Estos pueden ocasionar la muerte de paseantes en las playas, de habitantes muy cerca de la costa, y otros perjuicios menores en la infraestructura física y ocasionalmente en los asentamientos humanos. Para El Salvador se ha registrado un evento de esta índole: en agosto de 1859, la actividad sísmica recurrente en el municipio de La Unión y particularmente en la ciudad-puerto del mismo nombre en la región oriental del país, produjo ulteriormente olas de medianas proporciones que produjeron estragos en embarcaciones ancladas en puerto. Al menos tres medianas embarcaciones pesqueras se perdieron (ver, F. de MUNICIPIO de Ballore, 1884). Se desconocen mayores detalles.

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica 7. HACIA UNA EVALUACIÓN SUMARIA DEL IMPACTO SÍSMICO En ésta sección, los autores dan cuenta de aquella información disponible sobre el impacto general del conjunto de los 51 macrodesastres aquí descritos en los órdenes humano, material y financiero derivado. También en éste terreno, los datos son sumamente incompletos pero consideramos conveniente presentar algunos consolidados que pueden ser de utilidad al lector no especializado. Los autores han elaborado un cuadro general que ilustra sobre los datos acumulados que van a ser descritos en las secciones siguientes. Este cuadro es presentado como ANEXO 1. Antes de pasar revista a los factores en que la información disponible ha descrito dicho impacto, es importante hacer varias consideraciones. En primer lugar, existe información de esta índole, únicamente para 16 de las 51 catástrofes aquí descritas. La primera calamidad de la que se tiene información sobre impacto fue la de 1854, uno de los desastres comprendidos entre las regiones central y Paracentral, según lo referido arriba. No hay información para ninguno de los 24 desastres telúricos anteriores. Posteriormente a 1854, solamente se registra información sobre impacto para 13 de los macrodesastres. En conjunto, de las 16 calamidades con datos, ocho fueron “focales”, cinco “interdepartamentales” y tres “interregionales”. Sin embargo, la información existente para cada uno de los 16 desastres es parcial a excepción de las dos últimas calamidades sísmicas de importancia: el geográficamente extenso desastre interregional de 1982, y el focal de 1986 en el AMSS. Los autores han hecho uso de seis variables en las cuales, la escasa información disponible, si bien de modo disperso, ha presentado los datos: pérdidas de vida, heridos, equivalentes financieros, viviendas destruidas, personas sin hogar y número de escuelas dañadas. A continuación, se describen los consolidados de información resultados de todo este amplio proceso de investigación efectuado. 7.1 PERSONAS AFECTADAS Para el registro de personas afectadas por un desastre, la literatura reconoce la imprecisión teórica y metodológica con la que se ha aproximado el investigador para cuantificar y cualificar este impacto causado al ser humano, individual y grupal. Dejando de lado las muertes y los heridos, queda un conjunto impreciso de personas con algún daño físico y/o mental que no es registrado por los servicios de salud durante la emergencia. Tampoco, la literatura especializada ha podido reconocer longitudinalmente, en esta misma línea, la minusvalía física derivada a largo plazo así como los problemas mentales a un corto y mediano plazo que parecen ser los más preocupantes entre la población afectada por desastres en el Tercer Mundo, problemas que emergen justo cuando el mundo y el país ya se ha olvidado de ellos (ver Lima, 1987).

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica Para el caso de El Salvador, los registros disponibles permiten hablar de 2,846 víctimas mortales tan sólo para 14 de los desastres con información sobre personas afectadas. De estos fallecidos, más de la mitad fue registrada para el desastres de 1986 en el AMSS. Sin embargo, realizando otras intercorrelaciones, es interesante observar que fue en el desastre interdepartamental de 1951 en la subregión crítica oriental de Jucuapa-Chinameca cuando proporcionalmente los costos humanos pueden estimarse como los más altos en la historia del país. En ese entonces, se estimaron en 500 las vidas humanas perdidas. El 80% de ellas, es decir, 400 víctimas mortales correspondieron a Jucuapa representando aproximadamente un nueve por ciento de la población urbana que habitaba esa ciudad que era en 1951 de 4,385. es decir en Jucuapa para 1951, casi una de diez personas que habitaban esa ciudad fallecieron por la catástrofe telúrica. Con respecto al número de personas heridas, los registros permiten hablar al menos de 12,640 heridos para 12 de los desastres que cuentan con información. Como promedio, los registros estarían indicando que por cada muerte se contabilizan entre cuatro y cinco heridos. Diez mil del total de heridos son registrados para el desastre focal del AMSS de 1986, representando un 79% de ese total. 7.2 COMPONENTE HABITACIONAL Siete de los eventos macrosísmicos con información, registran a su vez datos sobre daños a viviendas. En conjunto, en la historia sísmica de El Salvador para cinco siglos, han sido destruidas (parcial y/o totalmente) al menos 69,191 viviendas. Un 87% de este total acumulado es registrado por informes relativos al desastre focal de 1986 en el AMSS. Sin embargo, tal como arriba también lo indicábamos para Jucuapa-Chinameca en 1951, el desastre interdepartamental de entonces comportó la destrucción parcial y/o total de 6 mil viviendas constituyendo éstas el 90% de los hogares de esta zona para entonces. Garcés y Riesco (1952) indican de paso que gran parte de estas unidades habitacionales colapsadas en 1951 fueron reconstruidas “en gran parte… con” estructuras muy pobres y provisionales” (p. 6). Se desconoce en general el estado de cada grupo de viviendas dañadas en cada uno de los acontecimientos sísmicos catastróficos para los que se encontró información. Sin embargo, varias fuentes hablan de que los hogares afectados fueron: para el interregional de 1879 “viviendas viejas de paredes de adobe” (Goodyear, 1880, p. 15), para el interdepartamental de 1951, “la mayoría de las estructuras eran de bahareque de muy mala calidad, construidas muy rudimentariamente y en estado de deterioro; un número igualmente alto estaba construido de adobe y muy pocas eran de ladrillo” (Garces y Riesco, 1952, p. 21). Ciertamente, las condiciones habitacionales de la población a lo largo de la historia contemporánea del país ha sido muy deficientes. El panorama más actualizado de las condiciones físicas de las viviendas en El Salvador proporcionado por el Vice-Ministerio de Vivienda y Desarrollo Urbano (VMVDU, 1987) indica que para 1986, previo a la gran catástrofe focal en el

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica AMSS, el déficit de vivienda “se estimaba en 587,380 unidades habitacionales de las cuales 173,864 {29.6%} corresponden al área urbana y 413,516 {70.4%} al área rural” (p. 14). Del total de 950 mil viviendas contabilizadas para todo el país en 1986, un 40% podrían considerarse malas (de estas el 32% correspondían al área urbana y el resto al campo) y un 17% regulares (de ellas en 51% correspondían al área urbana y el resto al campo). Así, las evaluaciones más refinadas sobre los daños habitacionales a raíz del desastre focal de octubre de 1986 en el AMSS reflejan esta dramática realidad, en el contexto urbano, de un elevado déficit habitacional y del pésimo estado de las viviendas existentes (ver GOES-MIPLAN, 1986; FUNDASAL, 1988). Sin duda, las pérdidas de hogares a lo largo de esta historia sísmica a su vez han incidido en este deprimente estado de la vivienda en el país. Sin embargo, en el fondo subyace la incapacidad de desarrollo del país de proporcionar a su población condiciones habitacionales más óptimas. Si asociamos al consolidado global de 69,194 viviendas el promedio nacional de personas por hogar, es posible estimar que al menos 345,955 individuos han sufrido la pérdida parcial y/o total de sus hogares, como producto de las calamidades sísmicas. La información disponible, en relación con este tema habitacional, únicamente reportan apreciaciones relativas a los daños habitacionales: “muchas viviendas”, “varias viviendas”, “el 100% de viviendas dañadas”, siendo virtualmente imposible la estimación retrospectiva de este factor “daños a hogares”. 7.3 DAÑOS A LA ESTRUCTURA EDUCATIVA Seis de los eventos macrosísmicos con información registran a su vez datos sobre daños de escuelas. En conjunto, en la historia sísmica de El Salvador para cinco siglos s, el primer dato corresponde para el macrosismo interregional de 1854 cuando se reporta una escuela dañada y la Universidad Nacional. Es de suponer que las instalaciones educativas afectadas diacrónicamente representen un número significativo que queda sin conocerse. Con todo, existen registros de daños a escuelas para los desastres sísmicos del año de 1860 (una), 1915 (cuatro), 1917 (dos) y

1937 (tres). Asimismo para 1917 se reporta el 100% de centros educativos destruidos en la ciudad de Soyapango del departamento de San Salvador. Es sólo a propósito del desastre focal en el AMSS de 1986 que se cuenta con un estudio especializado sobre el impacto catastrófico a la infraestructura educativa (Rodríguez, 1987).

GOES-MIPLAN (1986) contabilizaron en 150 el total de escuelas, entre públicas y privadas, afectadas por el desastre sísmico de 1986. Rodríguez (1987) hace más bien un estimado por aulas dejando por sentada que la capacidad instalada pública representaba, antes de la catástrofe de 1986, un déficit de 28,636 alumnos para este sector. No todas las aulas funcionales en El Salvador son de carácter pedagógico, es decir, construidas particularmente para la atención educativa.

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Desastres por actividad sísmica y vulcanológica Según Rodríguez, antes de 1986, existían en el AMSS 1501 aulas pedagógicas y 635 adaptadas para la actividad escolar: de las primeras el 8% fue destruido y de las segundas el 26%. En total, habrían sufrido destrucción severa 285 aulas. Rodríguez no ofrece estimados sobre el aumento del déficit de alumnos derivado de estos serios problemas. * Con todo, lo que interesa que quede en este estimado de daños para el sector educativo es que, al menos desde la óptica de la instalación física, dicho impacto derivado de las catástrofes telúricas aquí descritas debe ser considerable pero altamente difícil su estimación al menos para los fines del presente estudio.

7.4 ESTIMADOS FINANCIEROS Los estimados financieros de las pérdidas globales derivadas de un desastre, sigue siendo un reto. Pueden ser varias las líneas de descripción y análisis de estos estimados: según el sector (público y privado), según el componente (salud, vivienda, empleo y otros), según los plazos de tiempo (efectos a un corto, mediano y largo plazo), según el nivel de desarrollo de un país, zona o región, y otras. Con todo, la literatura especializada reconoce que las pérdidas mayores han sido aportadas, al menos en el siglo XX, por los países en vías de desarrollo. Las enormes pérdidas humanas en vidas y heridos en la mayor parte de los casos, no tienen un parámetro financiero en que colocarse. Sencillamente, son pérdidas de difícil recuperación. No sólo se trata de encontrar las metodologías más felices para precisar “estimados”, sino insertar estos “estimados” en la realidad social, económica, política, cultural, y en muchos casos militar, de los países, de las colectividades y de las personas afectadas de manera crónica por desastres naturales. Para El Salvador, y en concreto para el caso que nos ocupa de los desastres telúricos, la producción de información sobre pérdidas globales presenta el panorama menos alentador desde el punto de vista científico. Tan sólo para cuatro de la larga lista de 51 desastres sísmicos para los últimos cinco siglos, los autores han identificado algún tipo de estimado financiero para pérdidas globales. El primer dato del costo de daños corresponde al desastre interdepartamental de 1878, ofrecido por Lardé quien escribe en 1952. Lardé (1952, p. 127) informa que los daños globales derivados de aquella calamidad podían ser estimados (supone los autores que a criterios monetarios de los 50´s) en 100 mil pesos (la moneda de entonces). Igualmente, se descubrió información para los daños derivados de las calamidades de:

* Cifras ulteriormente ofrecidas por el Ministro de Educación en funciones, para 1989 fueron más alarmantes que la de Rodríguez. Buendía (1989) indicó daños en 3,135 aulas localizadas en 242 edificios, en los sectores público y privado. De ellas, 297 habrían sufrido daños severos, pero 714 aulas más fueron dañadas estructuralmente, es decir, se convirtieron en inhabitables.

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1965: según La Prensa Gráfica, 04/05/1965, US $ tres millones;

1982: US $ 17 mil, particularizado por Rodríguez (1982) solamente para daños en el alcantarillado;

1986: aquí los cálculos oscila, según las fuentes, entre US $ 900 millones (CEPAL, 1986) y US $ 1,800 millones (Zelaya, 1987).

Dada la dificultad para actualizar el equivalente de los 100 mil pesos de 1878 planteados por Lardé en 1952, la acumulación de daños globales por desastres sísmicos en El Salvador, alcanza para los últimos veinte y cinco años, al menos la cantidad de US $ 903 millones 17 mil (considerando el estimado menos de 1986 ofrecido por CEPAL {1986}). No cabe duda que la cuantificación de daños debe ser mucho mayor que esta, pero esta es la cifra soportada por la escasa información disponible. De llegarse a perfeccionar el instrumental técnico par un análisis

retrospectivo, sin duda, se observaría con más claridad empírica esta trágica realidad de los efectos sísmicos.