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Informe sobre Medicina Natural
EELL MMAALL DDEE AALLZZHHEEIIMMEERR
www.revertirelalzheimer.com
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SUMARIO
EL MAL DE ALZHEIMER
Capítulo I.
Prólogo. ¿Por qué elegir la lectura de este libro electrónico?
Hacen falta razones para emprender una lectura que nos llevará un buen
tiempo de atención… ¡Y aquí se las damos! Sobran las razones para que usted
se ponga a leer y a reflexionar sobre este informe, padezca o no el mal de
Alzheimer.
Capítulo II.
Caracteres genéricos y diferenciales del Mal de Alzheimer.
Sobre todo en su etapa inicial, a veces el Alzheimer puede confundirse con
los problemas típicos de la edad avanzada. Aquí le damos uno por uno los
signos y los síntomas principales que caracterizan a la enfermedad. ¡Como
para que no se presenten dudas!
Capítulo III.
Las principales afectadas: las neuronas.
En esta enfermedad el cerebro lleva las de perder. ¿Por qué? Porque se
dificulta en forma progresiva la actividad neuronal o del tipo de células de
características nerviosas que existen en el cerebro. Algunas partes del
cerebro cesan sus funciones.
Capítulo IV.
Los factores de riesgo.
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Tener edad avanzada, 65 años o más, puede ser un factor de riesgo para
padecer el mal de Alzheimer, aunque no necesariamente es así. También está
comprobado que en general las mujeres son más propensas a dicho
padecimiento.
Capítulo V.
La dieta alcalina hace la diferencia.
Se sabe que la alimentación es un factor importantísimo en la prevención y
en la cura de diversas enfermedades. En este caso vamos a referirnos a la
alimentación alcalina, en contraposición a la alimentación ácida, que propicia
las enfermedades.
Capítulo VI.
Si se puede, ¿Por qué no evitarlo?
Muchas veces hay cosas que están a nuestro alcance, en nuestras propias
manos podríamos decir, que con solo llevarlas a cabo evitaríamos un
sinnúmero de inconvenientes futuros. Nos sorprenderemos al saber todo el
daño que nos podemos evitar.
Capítulo VII.
¡S.O.S.! ¡Basta de contaminar!
Se habla mucho de la contaminación ambiental en el planeta, que ha
provocado el propio hombre. Sin embargo, es evidente que se sigue
contaminando. La principal afectada de los factores contaminantes: nuestra
propia salud. ¡Para tomar cartas en el asunto!
Capítulo VIII.
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La respiración que elimina la toxicidad.
A veces hay cambios simples, que realmente pueden hacer la diferencia en
materia de salud. Si aprendemos a respirar correctamente haremos un
cambio simple, aunque muy importante. Vamos a aportar un par de ejercicios
para realizar a diario. ¡Los resultados serán increíbles!
Capítulo IX.
La vitalidad del agua.
El agua junto con el oxígeno son las fuentes de vida. Estamos rodeados del
agua que está en la naturaleza, a la vez que nuestro propio cuerpo se
compone en una gran proporción de agua. ¡No nos debe faltar el agua! A
medida que la vamos perdiendo, tenemos que reponerla.
Capítulo X.
¡A eliminar deshechos!
El organismo toma de los alimentos los nutrientes que necesita y deja de lado
aquello que no va a utilizar. Luego, el material de deshecho debe ser
evacuado en forma natural. El organismo también está capacitado para
eliminar los deshechos, aunque a veces hay que ayudarlo.
Capítulo XI.
La estimulación de los sentidos.
Hemos aprendido que tenemos cinco sentidos y conocemos la importancia de
cada uno de ellos porque los empleamos a diario. Hay que procurar que se
potencien las sensaciones que estamos capacitados para percibir. Estimular
los sentidos para disfrutar de las sensaciones.
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Capítulo XII.
Las actividades con el cuerpo.
El sedentarismo no favorece para nada las funciones orgánicas. El cuerpo está
hecho para estar en movimiento. Hay montones de actividades que nos
pueden ayudar a movilizar las articulaciones, los músculos, los huesos… ¡Y
que nos pueden ayudar a movilizar la mente!
Capítulo XIII.
El entorno afectivo.
Tanto para conservar la salud como para curarse de una enfermedad, hace
falta rodearse de la ayuda de los seres queridos. Se trata de dar y de recibir
afecto, ida y vuelta que tiene que ser recíproca. Dar y recibir afecto siempre
nos va a fortalecer.
Capítulo XIV.
Conclusión. Antes que lamentar, lo mejor es prevenir…
Siempre se dice que en cuestiones de salud es importante la prevención. Una
vez que nos hayamos informado de todo lo necesario para prevenir la
enfermedad, no nos resta más que llevarlo a la práctica. La prevención
empieza por la toma de conciencia.
Apéndice.
De la A hasta la Z, el vocabulario útil.
Cuando se habla de enfermedades a menudo surgen palabritas difíciles o cuyo
significado no podemos precisar. Para subsanar este inconveniente habitual,
aportamos al final del e-book un glosario. ¡Habrá que consultar para
aprender más y mejor!
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Capítulo I.
Prólogo. ¿Por qué elegir la lectura de este libro electrónico?
Nos arriesgamos a considerar que una de las razones por las que usted puede
haber elegido recorrer con atención las páginas de este libro electrónico
puede ser porque le toca muy de cerca el tema principal: el mal de
Alzheimer. Quizás pueda estar atravesando por la circunstancia penosa de
tener un familiar con ese problema. O puede que usted mismo haya tenido
algún síntoma que le haga sospechar esta patología.
En cualquiera de los dos casos, ya sea que alguien de su entorno sufra de
Alzheimer o que usted haya tenido signos que le hagan pensar que va camino
a ello, son dos razones poderosas para querer informarse y actuar cuanto
antes. Son dos razones de peso para querer saber todo lo que sea posible
sobre el tema, a la vez que enterarse qué está en sus manos hacer o darse
cuenta qué tiene que modificar para sentirse mejor. Desde ya le digo que este
libro electrónico le va a dar esas respuestas que usted busca.
Sin embargo, nuestra pretensión es ir mucho más allá. Nuestra pretensión es
ir a las raíces mismas de los problemas de salud. Si un familiar suyo está
enfermo o usted mismo lo está, le va a venir bien modificar algunas cosas en
su interior y en su entorno para poder vivir con la mejor calidad de vida
posible. Y si usted no está enfermo, va a encontrar una buena oportunidad
para plantearse en serio la posibilidad de no estarlo, para decidir no
enfermarse por negligencias voluntarias o involuntarias. Lamentablemente,
muchas de las enfermedades suceden en alguna medida por nuestra propia
irresponsabilidad.
La cuestión es que vamos a ir mucho más allá del tema del mal de Alzheimer.
Queremos centrar nuestro objetivo en brindarle herramientas para que usted
y los suyos vivan mucho y de la mejor manera posible. ¿Cuáles son esas
herramientas tan preciosas? En primer lugar, vamos a hablar de la comida que
elegimos, que debe ser balanceada y nutritiva. Con aprender a seleccionar lo
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más conveniente para nuestra salud ya estaremos ahuyentando bastante a la
enfermedad. ¿Ha escuchado hablar del pH de su sangre? Si no lo ha
escuchado, es hora de que lo haga y empiece a prestarle atención.
La dieta alcalina que proponemos es de suma importancia para la salud. Y
conlleva a preocuparnos por elegir algunos alimentos y a descartar otros. Si
podemos evitar el azúcar blanco, por ejemplo, ¿qué estamos esperando para
descartarla de una vez y para siempre? Si hasta se dice que tiene calorías
vacías porque no aporta nada que sea de utilidad al organismo.
De todas maneras, a veces tenemos cuidado extremo con lo que comemos y
resulta que los contaminantes entran a nuestra vida sin pedirnos permiso. El
aire, el agua, el suelo, los espacios en que nos movemos, pueden estar
contaminados. Si somos concientes de ello, empecemos a hacer una guerra
activa desde el lugar donde estemos. ¿Cómo protestar en forma activa? Una
de las formas es eligiendo productos naturales y orgánicos. Evitando los
químicos todo lo que podamos. Si nos resulta difícil respirar aire puro, al
menos tratemos de que los alimentos que llevamos a nuestra mesa estén
libres de agentes contaminantes, como pesticidas u otros agroquímicos. Y en
lo posible optemos por los productos naturales cien por ciento, sin agregados
de la síntesis química que modifiquen su composición.
Otra forma de ayudarnos que está a nuestro alcance es aprender a respirar de
tal forma de eliminar la toxicidad. Practicar una respiración profunda y
completa, que nos oxigene todo el organismo, nos ayudará a depurarnos a la
vez que nos aportará infinita calma en el espíritu. El oxígeno es vital para
nuestras células, así como lo es al agua. Sin oxígeno y sin agua no lograríamos
vivir. El oxígeno y el agua aportan la energía. El oxígeno y el agua son nuestro
combustible, porque aunque podríamos decir que funcionamos a tracción a
sangre, esa sangre necesita del oxígeno y del agua para existir y para cumplir
sus funciones.
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La alimentación alcalina, los nutrientes específicos, la purificación del
organismo, el oxígeno, el agua… son algunas de las fuentes de vitalidad donde
debemos abrevar porque las necesitamos sí o sí. Tenemos que procurar que
esas fuentes de vitalidad sean también de calidad. Asimismo, lo ideal es que
tomemos lo mejor de los alimentos y que el organismo deseche lo que haya
que desechar. Eliminar los residuos es un proceso natural, aunque también
tenemos que procurarnos ayuda para que nuestro organismo pueda purificarse
de la mejor manera.
Y en esto de sumar lo que el cuerpo necesita para sentirse bien no podemos
olvidarnos de nuestro espíritu y de nuestra mente. Tenemos que disfrutar de
nuestro cuerpo y de nuestra mente sin tapujos. Habrá actividades que podrán
favorecernos más una cosa o la otra, pero al fin somos seres indisolubles y
para sentirnos plenos debemos atender a todas las partes que nos componen:
el cuerpo, la mente y el espíritu.
Regresemos a la pregunta que motiva este prólogo: ¿Por qué elegir la lectura
de este libro electrónico? La respuesta desde lo general es que debemos elegir
la lectura de este libro electrónico para aprender a vivir de la mejor manera
posible. Y desde lo particular, hay un sinfín de razones, que iremos
examinando en detalle. Por supuesto, apuntamos al objetivo de curarnos de la
mejor manera posible. Se sabe que el cuerpo por su propia naturaleza está
capacitado para ayudarse a sí mismo. Lo que pasa es que cuando al cuerpo se
lo boicotea permanentemente con todo aquello que lo agrede, reacciona de la
peor manera: enfermando y desvitalizándose. Repetimos: el cuerpo por su
propia naturaleza está capacitado para ayudarse a sí mismo. Y agregamos: el
cerebro es la gran ayuda que tiene el cuerpo para ayudar a curarse a sí
mismo. En síntesis, la mente es la herramienta poderosa que domina al
cuerpo en su accionar.
Queremos que este libro electrónico se convierta en una bisagra, en un punto
de inflexión y de referencia que lo invite a mirar su propia vida, al tiempo que
lo motive a proponerse un cambio para poder estar mejor. Por ello nuestra
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conclusión es: Antes de lamentar, lo mejor es prevenir… Porque luego del
balance que nos permita mirarnos a nosotros mismos nos resta trazarnos una
nueva meta para transitar los caminos del bienestar. Si ya se ha convencido
de que lo que quiere para su vida es el bienestar supremo, ¿acaso le queda
alguna duda de por qué elegir la lectura de este libro electrónico? Bienvenido
a estas páginas entonces, continúe leyendo. Aguce su atención y abra su
cabeza, para encontrar y aprehender todo lo que necesita saber para vivir
bien.
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Capítulo II.
Caracteres genéricos y diferenciales del Mal de Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer, mal de Alzheimer o síndrome de Alzheimer está
considerada una demencia senil de tipo A. Se trata de una afección
neurodegenerativa de las más comunes entre la población añosa, que las
mujeres tienen mayor predisposición a sufrir. Las expectativas de vida de la
población en general van en aumento, a la vez también se incrementan las
posibilidades de sufrir Alzheimer.
La enfermedad que nos ocupa trae aparejada tanto el deterioro cognitivo
como diversos trastornos en la conducta. Afecta en general a las personas
mayores, que empiezan a manifestar en forma progresiva cierta confusión
mental, incapacidad para adquirir memorias nuevas o para incorporar al
conocimiento hechos desconocidos, ausencia de memoria a largo plazo, falta
de atención, desorientación, cambios repentinos en el humor, problemas de
fluidez en el habla y escasez en el vocabulario (hay dificultad para seguir una
conversación, así como para la lectura y la escritura), irritabilidad sin
aparentes justificativos (risas o llantos inmotivados), inconvenientes para
ejecutar tareas motoras finas (como vestirse, trazar un dibujo, escribir). Y en
algunos casos, sobreviene la desmotivación, el ensimismamiento y el
aislamiento social.
El mal de Alzheimer puede ir en progresión por diez años o más desde el
momento en que se diagnostica. Los tratamientos que aporta la medicina
convencional se limitan a aliviar las dolencias y a controlar algunas
manifestaciones, con drogas que como contrapartida no dejan de tener
efectos secundarios más o menos perniciosos. Como suele suceder, los
remedios mejoran algunos signos de la enfermedad aunque los tratamientos
prolongados puedan provocar otras afecciones, que hasta podrían llegar a ser
más serias.
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¿Cómo progresa el mal de Alzheimer? Con el tiempo se llega a desconocer a
las personas y a objetos del entorno. Existe desorientación respecto del lugar
y del tiempo, así como desorientación del sitio donde se está y la forma en
que se llegó hasta el lugar. El cuerpo sufre de deterioro de tipo muscular, lo
que dificulta notoriamente los movimientos. También puede sobrevenir la
incontinencia urinaria. La persona afectada necesita cada vez más de la
asistencia de terceros, hasta llega a la incapacidad de alimentarse por sus
propios medios. No puede seguir un plan, olvida las reglas, le cuesta manejar
las cuentas o los números habituales. A pesar de todo, tanto recepciona como
manda señales de tipo emocional.
Cuando recién comienzan a aparecer los síntomas pueden hacer pensar que se
está ante un problema de senilidad o que se sufre un cuadro de estrés.
Aunque se presenten signos característicos, no resulta sencillo diagnosticarlo
con precisión en sus inicios. Si el mal de Alzheimer se logra diagnosticar en un
estadio temprano, se puede lograr retrasar las pérdidas de las funciones
biológicas, así como ello le posibilita al enfermo o a sus seres queridos
planificar acciones preventivas.
Decíamos que por algunos síntomas puede pensarse en primera instancia que
se está ante un problema de senilidad o propio de la vejez. Cuando una
persona de edad avanzada se olvida de información que recién le han
proporcionado o de fechas que hasta hace poco recordaba sin problemas, se
puede pensar en un primer momento de que es un hecho propio de su edad.
No obstante, cuando realmente el olvido sucede por problemas de la edad,
casi seguro que más tarde la persona traerá a la memoria ese olvido. La
diferencia es que cuando se padece Alzheimer la incapacidad de recordar
perdurará.
Para elaborar un diagnóstico de mal de Alzheimer se pueden requerir pruebas
de memoria, así como estimar conocimientos, aptitudes y rendimientos. Se
puede realizar tanto un examen físico como de tipo neurológico. Sin embargo,
la forma de determinar con certeza absoluta que se ha padecido mal de
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Alzheimer es examinando tras la muerte del tejido cerebral de la persona
involucrada. Como lo hizo el propio Aloysius “Aloïs” Alzheimer, quien estudió
el cerebro de una paciente ya muerta para determinar los estragos en las
células y en los tejidos cerebrales.
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Capítulo III.
Las principales afectadas: las neuronas.
Para hablar del mal de Alzheimer tenemos que hablar del cerebro, del latín
cerebrum. Situado en la parte anterior y superior de la cavidad craneal, está
formado por el encéfalo, el cerebelo y el tronco cerebral. En su composición
actúan arterias, venas, vasos sanguíneos y vasos capilares.
El hemisferio izquierdo del cerebro (cara externa) controla los movimientos
del lado derecho del cuerpo. A su vez, el hemisferio derecho del cerebro
(cara interna) controla los movimientos del lado izquierdo del cuerpo.
Principalmente del lado izquierdo se ubica el área que controla el lenguaje.
¿Qué actividades se desarrollan en la corteza cerebral? Entre otras, controlar
los movimientos voluntarios, crear pensamientos, almacenar memorias,
resolver problemas, interpretar las sensaciones del cuerpo, como las
provenientes de los cinco sentidos (vista, oído, tacto, olfato y gusto).
¿Qué es lo que posibilita dicha actividad en la corteza cerebral? Las neuronas
o tipo de células del sistema nervioso. Existen alrededor de cien billones de
neuronas o células nerviosas que integran lo que se ha dado en llamar
científicamente un bosque de neuronas. Las neuronas poseen excitabilidad
eléctrica en la membrana plasmática, recepcionan estímulos y conducen el
impulso nervioso.
Y he aquí que las neuronas son justamente las principales afectadas y
destruidas por el mal de Alzheimer. Las señales que pasan por el bosque de
neuronas y forman los recuerdos y los pensamientos se mueven con una carga
eléctrica minúscula. Asimismo, las neuronas se conectan a través de sinapsis.
Cuando una carga eléctrica llega a la sinapsis puede provocar la transmisión
de impulsos químicos mínimos o neurorregulados. El mal de Alzheimer
interrumpe la forma en que las cargas eléctricas llegan a las células nerviosas,
así como interrumpe la actividad de los neurorreguladores.
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El mal de Alzheimer afecta a las neuronas y a sus interconexiones. Mata las
neuronas y provoca la pérdida de tejido en todo el cerebro, por lo que lo
atrofia en parte. Ello hace que las funciones del cerebro se vean trastocadas
casi en su totalidad.
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Capítulo IV.
Los factores de riesgo.
Si bien las causas del mal de Alzheimer se apuntan como desconocidas, se
considera que el padecimiento puede deberse a la incidencia de placas seniles
y de ovillos neurofibrilares. Ello podría originar el déficit de acetilcolina (un
neurotransmisor), la acumulación de proteína beta amiloide o tau y trastornos
metabólicos.
La proteína beta amiloide o tau tiene cambios químicos. Se une con otras
proteínas beta amiloides o tau, que constituyen ovillos de neurofibrillas y
desintegran el sistema de transporte de las neuronas, provocando una
taupatía.
Se considera que el hecho de padecer mal de Alzheimer o tener incrementado
el factor de riesgo de sufrir la enfermedad, pude deberse a una predisposición
genética en primer grado, es decir, que madre, padre, hermano o hermana
hayan sufrido o sufran dicha patología. Esta incidencia de la genética se
observa sobre todo cuando la enfermedad se da en pacientes jóvenes
(menores a los 60 años de edad). También se ha comprobado que padecen esa
mayor predisposición a sufrir el mal de Alzheimer las mujeres, en una
incidencia un poco superior a los hombres.
En el caso de las personas mayores, hablamos de 65 años de edad o más,
también están más expuestas a padecer del mal de Alzheimer. Por lo que la
edad avanzada también es un riesgo en sí mismo.
Existen otras enfermedades que son consideradas potenciales factores de
riesgo para padecer mal de Alzheimer. Estas enfermedades son la diabetes
tipo II, la obesidad, la presión alta o hipertensión arterial, el colesterol muy
elevado, lesiones en la cabeza, insuficiencia de vitamina B12 y folato.
Asimismo, las personas que sufren síndrome de Down tienen alto riesgo de
padecer Alzheimer a partir de los 40 años de edad.
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Una vez que el mal de Alzheimer está instalado, hay factores propios o del
entorno que pueden acelerarlo. Estos factores que contribuyen a incrementar
el mal de Alzheimer pueden ser el estrés que se padezca en el núcleo
familiar, los cambios bruscos en las rutinas diarias, las mudanzas hacia un
nuevo domicilio. Como contrapartida, el buen clima de cooperación en el
núcleo familiar del enfermo, la actividad física y la socialización en todo lo
posible, contribuyen a retardar los síntomas propios del mal de Alzheimer.
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Capítulo V.
La dieta alcalina hace la diferencia.
Se sabe, hay que adherir a una alimentación variada, nutritiva y completa en
cuanto al balance de sus componentes. En este informe nos vamos a referir a
la dieta alcalina en particular, porque está comprobado que la predominancia
de alimentos alcalinos en la dieta favorece la salud, en detrimento de los
alimentos ácidos.
El pH (potencial de hidrógeno) es el índice que mide la acidez o la alcalinidad
en la sangre. El pH va en una escala de 0 a 14, considerándose que el pH 7 es
neutro. Del 0 al 7 existe mayor acidez y del 7 al 14 existe mayor alcalinidad.
El pH ideal rondaría entre 7.40 y 7.45.
¿En qué favorece mantener un índice ligeramente alcalino en la sangre? Por
empezar, favorece a muchas de las funciones del organismo. Ayuda a sentirse
mejor, tanto a prevenir las enfermedades como a mejorar la salud cuando la
misma se ha perdido. Se ha comprobado que la dieta alcalina aporta enormes
beneficios en los casos en que se padezca enfermedades de tipo
degenerativas crónicas. Por el contrario, las reservas de pH ácido en exceso
pueden provocar así como acelerar las enfermedades en curso.
¿Cómo podemos percibir en nuestro organismo los beneficios de la dieta
alcalina? Podemos percibir los beneficios de llevar a cabo la dieta alcalina
porque vamos a recuperar el sueño reparador, ese que nos hace levantarnos
restablecidos para comenzar una nueva jornada. El aporte de energía será
notable, lo que hará que el cuerpo se prepare para curarse de las dolencias
que se padezcan o ahuyente las que pudieran venir.
Con la dieta alcalina el organismo se desintoxica y purifica cada uno de los
órganos. Con la dieta alcalina, asimismo, el proceso metabólico se regula y el
sistema inmunológico se fortalece. Si además se acompaña con una calidad de
vida óptima en todos los planos, pronto desaparecen esos síntomas tan
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habituales en la sociedad moderna, donde la gente se estresa con frecuencia y
se alimenta mal. Pronto desaparecen esos síntomas como el estreñimiento, la
distensión abdominal o hinchazón, la flatulencia, la diarrea o colitis, las
enfermedades digestivas en general, el insomnio, la ansiedad, la fatiga.
¿Cuáles son los alimentos de mayor poder alcalinizante? La espinaca, el
brócoli, los arándanos, la cebada, el aceite de oliva, las semillas de lino, los
pescados con ácidos grasos Omega 3 (pescados azules o de aguas frías), el ajo,
las pasas, los higos secos, las manzanas, las moras, las uvas moradas, el jugo
de limón fresco y natural, los pomelos, los cocos, el mango, las naranjas, el
endulzante natural stevia, por nombrar algunos. Y en primer lugar, el agua
que bebemos debe ser alcalina, es decir, debe estar libre de ácidos.
Por el contrario, ¿cuáles son los alimentos de mayor poder acidificante? Las
harinas refinadas, las grasas procesadas, las margarinas, las cremas y quesos
grasos, las gaseosas y jugos artificiales, los embutidos, el azúcar refinado, los
productos con agregados químicos, los edulcorantes artificiales, los licores.
Tanto el oxígeno como las sustancias alcalinas colaboran con neutralizar los
ácidos. La sangre obtiene la alcalinidad de los alimentos o, en caso contrario,
recurre a la reserva de alcálisis que hay en los huesos y en los tejidos, proceso
que puede llegar a descalcificar y a desmineralizar los huesos y los tejidos.
Por ello, una nutrición con alimentos alcalinos que resultan los apropiados,
pueden revertir los procesos descalcificantes, desmineralizantes e incluso
contribuir a regenerar las células del organismo y sus funciones.
Asimismo, resulta importante incluir en la dieta los glyconutrientes,
nutrientes específicos o azúcares esenciales, que está comprobado que
ayudan a reparar y a regenerar el cerebro y sus funciones. Los mismos se
indican para todas las edades, incluso para las personas muy añosas.
¿Cómo es que los suplementos glyconutritivos pueden reparar o regenerar el
cerebro y sus funciones? Los glyconutrientes son combinaciones complejas de
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moléculas de azúcares en el exterior de las células, que justamente lo que
hacen es propiciar la intercomunicación celular, diríamos que son la base para
la necesaria comunicación que debe existir entre las células. Por ello,
fortifican el sistema inmunológico. Y al restablecer la comunicación entre las
células, resultan muy buenos suplementos cuando se padece de Alzheimer.
Para concluir este capítulo, podemos decir que cada individuo tiene
necesidades o gustos diferentes con respecto a los alimentos. También de
acuerdo al lugar donde se viva tendrá mayor disponibilidad de algunos
alimentos y menor disponibilidad de otros alimentos. Queremos expresar que
no tiene por qué haber excusas con respecto a la elección de los alimentos.
Los alimentos que integran la lista de alcalinos son muchos y muy variados,
hay que saber seleccionar entre ellos los que preferimos y tenemos más a
mano, por razones económicas, geográficas o las que fueren. Sugerimos a la
persona interesada en adherir a una dieta alcalina para mejorar su salud que
se provea de una lista completa de alimentos alcalinos versus alimentos
ácidos (se puede encontrar disponible en Internet), para que la consulte a
diario y elabore su menú de acuerdo a sus gustos.
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Capítulo VI.
Si se puede, ¿Por qué no evitarlo?
Nos referimos en el capítulo anterior a la conveniencia de adoptar una dieta
alcalina. Por lo tanto, podemos concluir con la siguiente observación: hay
alimentos ácidos que es mejor no incorporarlos a la dieta habitual. Si un día
vamos a una fiesta de cumpleaños u otro festejo y nos tentamos con uno de
esos alimentos inconvenientes, no va a ser grave que comamos algún bocado.
Lo importante es que no pasen a formar parte de la alimentación de todos los
días, ni tampoco que de vez en cuando nos demos un atracón con uno de esos
alimentos inconvenientes.
De todas maneras, hay alimentos considerados ácidos que no por ello tenemos
que eliminarlos en forma terminante de la dieta. Se trata de alimentos de los
que no hay que abusar, pero que en una pequeña proporción tienen que ser
incluidos. ¿Cuáles? Por ejemplo, las grasas. Hace falta que esté presente en la
dieta una pequeña proporción de grasas, aunque es preferible optar por las
grasas insaturadas o de buena calidad. Luego, hay otros alimentos ácidos que
pueden ser perfectamente reemplazados por alimentos alcalinos. Por
ejemplo, los productos con harinas blancas deben ser reemplazados por
productos con harinas integrales o de grano entero, ya sean panes, pastas o
arroz.
La leche está considerada un alimento ácido. Si nos gusta incorporar un
alimento lácteo al día podemos optar por el yogurt descremado (si es natural
y sin conservantes, mucho mejor). También podemos reemplazar el calcio de
la leche con semillas como el sésamo, por leche de almendras o por leche de
soja.
Si queremos llevar una vida saludable, ¿qué debemos evitar sí o sí? Debemos
evitar fumar cigarros o cigarrillos, beber alcohol u otras sustancias tóxicas que
provocan adicción, así como tomar café o diversas bebidas estimulantes. En
cuanto a las bebidas alcohólicas vale una aclaración, que cada vez cobra más
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peso: una copa chica de vino tinto acompañando las comidas se dice que
viene bien como antioxidante.
Con respecto a las comidas en general, por más que sea una dieta alcalina y
súper saludable, debemos acostumbrarnos a tomar porciones pequeñas en
cada ingesta. No se debe cargar el plato con una montaña de alimentos y
menos aún repetir las porciones. Lo apropiado es realizar las cuatro comidas
diarias, respetando un horario, y disponer el tiempo suficiente para comer
tranquilos en cada momento del día, en el desayuno, el almuerzo, la
merienda y la cena.
También conviene que evitemos los productos industrializados, que
generalmente poseen mucho sodio así como edulcorantes, conservantes,
acidulantes, colorantes, estabilizantes, aromatizantes y otros tantos
agregados artificiales. Ninguno de estos agregados resulta un nutriente en sí
mismo, solo están puestos para dar mayor vida útil a los productos así como
para realzarles los sabores y los aromas para que resulten atractivos al
consumidor.
Si bien tenemos que ser consumidores fervientes de frutas, verduras y brotes
vegetales, tenemos que tener especial cuidado en proveernos de aquellas que
sean de estación, para que estén frescas naturalmente y no hayan sido
conservadas en cámaras de frío. Y lo principal en este rubro es asegurarnos
que el cultivo y la recolección de los vegetales no haya sido con el empleo de
productos agroquímicos (insecticidas, pesticidas, plaguicidas o como se
llamen). Lo bueno sería que conozcamos la huerta desde donde provienen los
alimentos que vamos a ingerir, para tener la seguridad de que todos los
procesos de cultivo y cosecha se han hecho en forma natural. También es
importante que hasta tanto los alimentos lleguen a nuestra mesa se
almacenen en condiciones óptimas de salubridad. A propósito de lograr las
óptimas condiciones de salubridad, ¿por qué no hacer la huerta en casa? Para
pensarlo, ¿no?
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Capítulo VII.
¡S.O.S.! ¡Basta de contaminar!
La contaminación del medio ambiente es un hecho insoslayable. Si vivimos en
una ciudad, los vehículos serán los principales contaminantes, aunque puede
haber otros agentes contaminantes que provengan de industrias de diverso
tipo. Y si vivimos en la zona rural, tampoco estamos libres de la
contaminación ambiental. Ya nos referimos en un párrafo anterior a la
contaminación del suelo y de los sembradíos.
Lo que podemos hacer desde nuestro lugar de consumidores responsables es
aprender a elegir. Informarnos de todo lo que podamos, sobre todo en lo que
hace a los productos alimenticios, para poder seleccionar a conciencia qué es
lo menos nocivo que conviene a nuestro organismo.
También tenemos que prestar atención a los productos de limpieza que
usamos en el hogar. Hay que utilizar productos que cuiden el medio ambiente
y en especial, que no resulten nocivos para la salud de las personas, tampoco
de las plantas o de los animales. Si se trata de detergentes, tienen que ser
formulados con ingredientes activos biodegradables, y nunca se deben
mezclar con lavandinas porque se convierten en tóxicos e irritantes. Hay que
elegir los productos menos agresivos, por lo que antes de comprar debemos
tomarnos el trabajo de leer los rótulos de las etiquetas para saber sus
componentes. Prestemos atención cuando se enumeran demasiadas
precauciones, seguramente serán la señal de que el producto es muy tóxico,
por lo que hay que ser precavidos. Elijamos a conciencia. Casi seguro que
existe en el mercado otro producto no tóxico, que pueda reemplazarlo con
igual o mejor efectividad.
Asimismo, los productos que usamos para la higiene personal y los cosméticos
en general, como cremas, emulsiones, geles, jabones, perfumes, champúes,
la mayoría de las fórmulas están elaboradas a partir de químicos. Y como a los
alimentos, se les agrega colorantes, conservantes y otras sustancias. Aquí
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también vale la recomendación de optar por los productos naturales, que
hayan sido elaborados respetando la naturaleza a la vez que poniendo
especial cuidado en no resultar agresivos a la salud. Puede que en pequeñas
proporciones no resulten tóxicos, pero el uso permanente de químicos no
resulta para nada saludable a largo plazo.
Si vivimos en medio de la ciudad, debemos procurarnos al menos dos o tres
veces a la semana disfrutes en lugares verdes, donde podamos respirar en
contacto con la naturaleza. Los árboles son grandes depuradores del medio
ambiente, por lo que cuanto más árboles haya en el lugar que elegimos para
recrearnos, mucho mejor. Lo ideal es que aprovechemos esos sitios, que
pueden ser parques, reservas o plazas (¡no las que están llenas de cemento!),
para hacer caminatas y actividades deportivas. Y si podemos compartir las
actividades con otra persona o con un grupo, la socialización nos ayudará a
levantarnos el ánimo.
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Capítulo VIII.
La respiración que elimina la toxicidad.
Todo lo que venimos diciendo en los capítulos anteriores está concatenado;
los conceptos se encadenan y explican unos con otros. Si bien antes nos
referimos a la contaminación en el medio ambiente y ahora vamos a
referirnos a la contaminación interior, ambas tienen que ver con el oxígeno y
con el aire que respiramos. La contaminación puede provenir ya sea por la
acidez de los alimentos que ingerimos, por el agua que bebemos o donde nos
bañamos, o por el oxígeno que proveemos a nuestras células a través de la
respiración.
Si muy a pesar nuestro el organismo acumula toxicidad, ¿qué podemos hacer
para liberarnos de esa toxicidad? Algo muy sencillo de practicar y a nuestro
alcance: aprender a respirar correctamente, nada más ni nada menos que
eso. Al fin y al cabo, la respiración correcta elimina aproximadamente un
setenta por ciento de los deshechos tóxicos del organismo. La respiración es la
esencia de la vida misma y hay que sacarle el mayor provecho posible.
El aire que respiramos involucra tanto a nuestras funciones orgánicas como a
nuestra mente. No olvidemos que las células, los tejidos, la sangre y en
especial el cerebro, necesitan del oxígeno para vivir, para poder
proporcionarnos la energía que nuestro cuerpo necesita. Por el contrario, las
células que degeneran y provocan el cáncer son anaeróbicas, lo que significa
que no utilizan el oxígeno para reproducirse.
¿Cómo se hace para aprovechar nuestra capacidad respiratoria a pleno? Sin
exagerar ni forzar, la inspiración y la exhalación del aire deben realizarse de
manera completa y natural. En la inspiración, los pulmones se van llenando de
aire desde la parte de abajo hacia arriba. En la exhalación, los pulmones se
van vaciando de aire desde la parte de arriba hacia abajo. Cuando se inhala,
el diafragma se expande. Cuando se exhala, el diafragma se contrae (tal como
si fuese un fuelle).
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En la respiración correcta tanto la inspiración o inhalación de aire como la
expulsión o exhalación de aire son acciones importantes; ninguna es menor
que la otra. Para muchos pareciera que tomar el aire es verdaderamente
respirar. Y sí, tomar aire en forma suficiente es fundamental, aprovechando
toda la capacidad de los pulmones. Sin embargo, cuando la parte inferior de
los pulmones no se llena y se vacía de manera total, se acumula anhídrido
carbónico, por lo tanto, se acumula aire saturado de productos de deshecho.
Por el contrario, cuando la parte baja de los pulmones se llena de oxígeno y
se vacía de anhídrido carbónico, la circulación sanguínea y las funciones de los
órganos, así como las facultades mentales, se benefician enormemente.
Cuando se respira correctamente conviene tener la columna, el cuello y la
cabeza bien alineados. Si estamos parados o sentados, la columna vertebral
debe permanecer en forma recta y relajada, para no poner obstáculos a la
circulación de aire.
Queda claro que si no respiramos de manera correcta estamos perjudicando a
las funciones orgánicas. ¿En qué se puede traducir una respiración deficiente?
En constipación, en ansiedad, en estrés, en cansancio, en tensión muscular,
en dificultades para elaborar los pensamientos, en trastornos
cardiorrespiratorios. Respirar correctamente retarda la vejez, porque
previene el deterioro implacable tanto del cuerpo como de la mente.
A continuación le aportamos dos excelentes ejercicios respiratorios, sin
contraindicaciones y fáciles de practicar a diario. Se pueden hacer por la
mañana, para comenzar mejor el día, o por la noche, para relajarnos de la
jornada que pasó. Siempre hay que buscar un espacio cómodo y silencioso.
Acostado con la espalda bien apoyada sobre una superficie dura (puede ser
una colchoneta), se colocan las piernas derechas, lo más paralelas que se
pueda contra una pared. Los brazos se ubican rectos hacia atrás y paralelos a
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la cabeza. Una vez ubicado en esta posición, se cierran los ojos y se comienza
a respirar en forma profunda y lenta. Hay que tomar aire por la nariz y
dirigirlo hacia la parte baja de los pulmones hasta expandir las costillas, luego
llenar la parte media y al fin la parte superior. Retener unos segundos el aire
y soltarlo por la boca en forma lenta y total, primero desde la parte superior
de los pulmones, luego desde la parte media y por último desde la parte baja.
Para apreciar los resultados satisfactorios, repetir cada día cinco o más veces
el ejercicio respiratorio.
(PUEDE IR DIBUJO O FOTO DEL EJERCICIO).
El ejercicio que aportamos a continuación, a la vez de propiciar la respiración
correcta colabora con corregir la postura de la columna. Hay que colocarse de
rodillas, con los muslos apoyados sobre los pies, la columna derecha y la
cabeza erguida. Entrelazar las manos por detrás de la espalda, primero con
las palmas hacia arriba y luego llevándolas hacia abajo. Tomar aire por la
nariz en forma profunda (ya conocemos el procedimiento de cómo se deben
llenar de oxígeno los pulmones), mientras el cuerpo se inclina hacia delante y
se toca el suelo con la frente, levantando los brazos hasta estirarlos hacia
arriba. Se debe contener el aire, intentando mantener la posición. Al fin
regresar a la posición desde donde se comenzó, soltando el aire de manera
lenta, hasta vaciar de anhídrido carbónico los pulmones.
(PUEDE IR DIBUJO O FOTO DEL EJERCICIO).
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Capítulo IX.
La vitalidad del agua.
El agua se trata de una sustancia compuesta formada por la combinación de
un volumen de oxígeno y por dos de hidrógeno, cuya fórmula se expresa como
H2O. Es una sustancia líquida, insípida, inodora e incolora en pequeña
cantidad, aunque en grandes masas adquiere una coloración verdosa o
azulada.
Estamos hablando del componente más abundante de la superficie terrestre.
Forma la lluvia, el vapor, los ríos, los arroyos, los lagos, los mares, los
glaciares, la nieve. Asimismo, el agua es parte constituyente de todos los
organismos vivos. Los seres vivos están constituidos por agua y necesitan del
agua para poder vivir. El cuerpo humano recibe el agua y la convierte en algo
así como en energía hidroeléctrica.
Tan importante es el agua en el ser humano que si le falta, produce el
proceso de deshidratación, algo equivalente a como si se secara por dentro y
por fuera. La boca seca es un signo evidente de deshidratación. Cuando hay
deshidratación el cuerpo produce histamina para regular el nivel de agua y
activa las sustancias conocidas como prostaglandinas, implicadas también en
la distribución del agua en las células. Casi ni haría falta decir que no
tenemos que esperar a que el organismo nos recuerde que necesita agua,
tenemos que proveérsela en forma regular a lo largo del día. No olvidemos
que a cada momento estamos perdiendo agua, a través de la transpiración, de
la orina, de la eliminación de deshechos.
Los pulmones son los órganos que tienen mayor pérdida de agua, a causa de la
evaporación que provoca la respiración. Obsérvese como está todo
perfectamente encadenado, como partes de la compleja aunque equilibrada
maquinaria que es el cuerpo humano, que a través de años de evolución ha
ido perfeccionándose.
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El agua en forma natural no está nunca en estado puro, tanto contiene en su
disolución gases y sales, como en suspensión gases diversos y a veces
microbios. Por ello, debemos cuidar de ingerir agua que esté filtrada.
Además, conviene que el agua que bebemos se encuentre alcalinizada.
¿Cómo se logra alcalinizar el agua y liberarla de su acidez? Es muy simple, en
el contenido de un litro de agua filtrada incorporamos una cucharadita de
bicarbonato de sodio o unas gotas de limón natural exprimido. De esa manera
obtenemos agua alcalinizada, saludable para beber no menos de dos litros a lo
largo del día.
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Capítulo X.
¡A eliminar deshechos!
Los residuos que genera el organismo luego de la asimilación de los alimentos
son materia ácida. Naturalmente son evacuados por medio de los riñones, de
los intestinos, de los pulmones y de la piel. Los riñones son vísceras ubicadas a
ambos lados de la columna vertebral encargados de segregar la orina, por
medio de la cual se eliminan deshechos. Los intestinos delgado y grueso son
vísceras abdominales que conducen los deshechos hasta expelerlos por el
orificio anal. Los pulmones son vísceras ubicadas en el tórax que constituyen
el principal órgano de la respiración, toman el oxígeno y expelen el anhídrido
carbónico (un deshecho). La piel cubre el cuerpo humano y colabora con la
eliminación de deshechos a través de la transpiración por sus poros,
transpiración que al mismo tiempo ayuda a regular la temperatura corporal.
Como podemos observar, el organismo tiene diferentes órganos encargados de
eliminar los deshechos, aquellos residuos que ya no va a necesitar para su
funcionamiento. ¿Qué pasa cuando se altera alguna de las funciones orgánicas
y ya no cumple sus funciones como es debido? Uno de los funcionamientos que
se puede alterar es el de la eliminación de deshechos, tan importante para
purificar el organismo. Y si los deshechos no se eliminan como es debido se
corre riesgo de enfermar a través de distintas manifestaciones. Más tarde o
más temprano sobreviene la peligrosa toxemia o acumulación de toxinas. Así
como sacamos de nuestra casa los residuos para que no nos invadan los
microbios, tenemos que pensar que si nuestro cuerpo tiene residuos tóxicos
deben ser eliminados cuanto antes.
¿Cómo podemos ayudar al organismo a que elimine en forma correcta los
deshechos? En primer lugar, a través de la alimentación. Si comemos
suficiente cantidad de frutas y verduras, así como otros alimentos que
contengan fibra en forma natural, estaremos contribuyendo a que los residuos
no se acumulen en los intestinos, con inconvenientes para ser evacuados. La
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alimentación alcalina resulta óptima para mantener en estado saludable las
funciones digestivas y evitar el estreñimiento.
¿De qué otra forma podemos ayudar al organismo a que elimine en forma
correcta los deshechos? Por intermedio de la respiración correcta eliminamos
gran cantidad de sustancias tóxicas. Los pulmones son grandes depuradores
del organismo. Hay que tomar oxígeno en suficiente cantidad, lograr que se
expanda hasta colmar los pulmones y luego exhalar por completo el anhídrido
carbónico, gran deshecho tóxico.
¿Hay alguna otra forma en que podamos ayudar al organismo a que elimine en
forma correcta los deshechos? Sí, por supuesto que la hay. Hablamos de los
riñones y de su función de segregar la orina. Para que los riñones funcionen de
manera correcta tenemos que aportarles líquidos. ¿Cuál es el mejor líquido
que le podemos aportar? Sin dudas, el agua. Al menos necesitamos ingerir dos
litros de agua al cabo del día. También podemos acompañar con jugos
naturales, en especial resultan muy efectivos los jugos de vegetales crudos
verdes que incluyan brotes.
La alimentación alcalina que incluya fibras, la respiración profunda, la ingesta
de agua alcalina y jugos vegetales… ¿Hace falta algo más para eliminar los
deshechos del organismo? Ya dijimos que la piel interviene en el proceso de
purificación. Si mantenemos una piel saludable, bien hidratada y nutrida,
parte de los residuos que debe desechar el organismo se evaporará en forma
natural a través de los poros de la piel. La transpiración también cumple la
función de eliminar deshechos.
Para llevar a cabo una eliminación de residuos tóxicos mucho más profunda
podemos recurrir a una dieta purificadora. Una manera es comer durante dos
o tres días completos un alimento único, como puede ser manzanas: asadas
con agua, crudas, en compota, en jugo. Asimismo, se debe acompañar con la
ingesta de agua alcalina, más de dos litros diarios para estar hidratados, o
también bebiendo tisanas de hierbas.
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Si no se quiere ser tan estricto, la dieta purificadora puede incluir otros
vegetales. Por ejemplo, un excelente vegetal para purificar el organismo por
la cantidad de agua que posee es el pepino. Se puede licuar pepino con
manzana, ambos ingredientes crudos, y se obtendrá una bebida que resulta
muy hidratante a la vez que energética por sus aportes de vitaminas y
minerales.
Otra dieta purificadora eficaz es llevar a cabo por algunos días la ingesta solo
de líquidos de vegetales crudos verdes y brotes, licuados con el agregado de
agua alcalina a manera de sopas o de refrescos. Se puede acompañar con la
ingesta de suplementos nutricionales. Hay que tener en cuenta que estas
dietas purifican el organismo y reducen el peso, por lo que no es conveniente
ser tan estrictos con ellas cuando no se desea bajar de peso o cuando se tiene
una actividad muy intensa. Lo ideal es que cuando se llevan a cabo
restricciones importantes de calorías se permanezca en el hogar, realizando
actividades que no demanden una quema excesiva de calorías.
Y continuando con el propósito de purificar, a veces a pesar de las dietas el
organismo no se depura de forma total. Para ello, nada mejor que recurrir a
un enema, que resulta una lavativa total y efectiva. Podemos aprovechar el
día que comenzamos una dieta purificadora para aplicarnos un enema, no hay
necesidad que recurramos a terceros sino que estamos en condiciones de
hacerlo por nosotros mismos. El día que realizamos la dieta purificadora a la
vez que aplicamos el enema, conviene que nos quedemos en casa, en un
ambiente tranquilo y relajado. Podemos ayudarnos con ejercicios respiratorios
y de relajación. Y si somos capaces de meditar, ¡mucho mejor!
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Capítulo XI.
La estimulación de los sentidos.
Los sentidos son las facultades mediante las cuales se perciben las
impresiones de los objetos exteriores, a través de los órganos de la vista, el
tacto, el olfato, el oído y el gusto. Los sentidos nos permiten conocer,
discernir, razonar, disfrutar. Son nuestros oídos los que perciben el golpeteo
de la lluvia sobre un tejado o la música que nos agrada. Son nuestros ojos los
que ven la luz del amanecer o perciben los colores de un paisaje. Es nuestra
nariz la que huele el aroma de una comida o se extasía con el perfume de una
flor. Es nuestro paladar el que saborea una fruta madura. Son nuestros dedos
y nuestra piel los que sienten una caricia.
Nuestros sentidos nos abren un mundo de posibilidades para sentirnos vivos.
¿Qué podemos hacer para potenciar los sentidos? Estimularlos a través de
distintas actividades. Solos o acompañados, tenemos la posibilidad de, por
medio de la educación y el ejercicio, revelar las posibilidades de disfrute que
están dentro de nosotros mismos. No pensemos que estamos viejos para hacer
tal o cual cosa. Hagámosla, porque nunca es tarde para experimentar otras
vivencias.
Si queremos estimular el sentido de la vista, ¿por qué no expresarnos a través
de la pintura? Experimentar con los colores y las formas nos puede llegar a
ofrecer un espacio de expresión sublime. A la vez, está a nuestro alcance
disfrutar de las obras de los artistas, observando y extasiándonos ante una
imagen que nos conmueva.
Si queremos estimular el sentido del oído, nada mejor que incursionar en la
música. Aprender a ejecutar un instrumento o participar en un coro son
actividades que llenan el espíritu. Asimismo, frecuentar los conciertos nos
puede proporcionar la calma que necesitamos. Y si además de escuchar nos
gusta movernos al compás de la música, ¿por qué no aprender a bailar el ritmo
que nos deleita?
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Si queremos estimular el sentido del gusto, aquí podemos incursionar en el
deleite por las comidas. Pero, ¡ojo con ello! Elijamos comidas sanas,
aprendamos a disfrutar el gusto por los productos que nos ofrece la
naturaleza, como la variedad y exquisitez de frutas y de vegetales. Podemos
ayudarnos con el sentido de la vista para apreciar los colores, con el sentido
del olfato para percibir los aromas y al fin con el sentido del gusto, para
disfrutar de cada bocado que llevamos a la boca.
Si queremos estimular el sentido del tacto, hay muchas maneras de hacerlo y
estremecernos con las sensaciones. Desde las caricias con nuestros seres
queridos a los masajes o automasajes. Asimismo, podemos modelar una vasija
en barro o esculpir la madera, hasta percibirlas suave al tacto y bellas de
contemplar.
Por último, si queremos estimular el sentido del olfato, ya sabemos que las
comidas nos pueden ofrecer el mayor deleite. También podemos disfrutar con
el olor a tierra mojada o con la brisa que mueve una planta de lavanda y le
hace expandir su aroma. Quien entrena su olfato puede disfrutar de beber una
taza de té de hierba, dejándose atrapar e impregnar por el aroma.
Los cinco sentido que disponemos, la vista, el oído, el tacto, el gusto y el
olfato, conducen a la sublimación de la creatividad. Está en nuestra decisión
saber aprovecharlos y disfrutarlos. Si nos sentamos a ver televisión varias
horas al día sin duda estaremos usando los sentidos, al menos el de la vista,
pero mantendremos una actitud pasiva y de abulia. En cambio, si nos
involucramos en actividades participativas, donde podamos desarrollar
nuestra creatividad a la vez que profundizar el vínculo con los demás, vamos a
sentirnos más satisfechos en nuestro interior y en nuestra actitud hacia la
vida. Mirar televisión, sobre todo los informativos, no tiene por qué ser una
actividad prohibida, más bien debe ser una actividad restringida. Que cuando
tomemos el gusto por otras cosas más apasionantes iremos dejando de lado
por propia decisión, sin ningún remordimiento.
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Capítulo XII.
Las actividades con el cuerpo.
La actividad física es importante en todas las etapas de la vida, solo hay que
saber elegir la que mejor nos convenga para el momento que estamos
atravesando. Si por alguna razón física no podemos practicar actividades
intensas, hay ejercicios de impacto nulo que pueden ayudarnos a estar mejor.
La cuestión pasa por dejar de ser sedentarios.
¿En qué consisten las actividades sin impacto? Se trata de hacer ejercicios
manteniendo los pies apoyados en el piso. Los movimientos pueden ser lentos,
de estiramientos, de flexiones de las rodillas, de movimientos suaves de la
cadera y trasferencia de peso corporal, primero sobre un pie y luego sobre el
otro. A continuación se puede complementar con ejercicios en la colchoneta,
sin movimientos bruscos.
A su vez, los ejercicios se deben acompañar con la respiración correcta para
que aporten beneficios. Como vimos antes, si respiramos en forma profunda
oxigenamos el cuerpo y la mente de manera conveniente. (Ver el Capítulo
VIII. La respiración que elimina la toxicidad, donde se detallan dos ejercicios
excelentes de respiración).
También practicar hatha yoga contribuye al bienestar físico, a normalizar las
funciones del organismo, a lograr el equilibrio entre el cuerpo, la mente y el
espíritu. Esta práctica contribuye a disminuir la tensión mental y muscular,
tan común en nuestros días, sobre todo por el ritmo de vida que llevamos.
Y hay muchas otras actividades que se pueden practicar con regularidad, sin
necesidad de exigirle esfuerzos desmedidos al cuerpo. Lo importante es
encontrar una actividad física que nos guste, para que no nos cueste su
práctica regular. Hay actividades que mezclan pasos de baile, ejercicios
respiratorios de yoga, expresión corporal, que hacen que las clases resulten
amenas. O existen distintos tipos de baile para practicar, ya sea clásico,
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contemporáneo, jazz, folclore, español, tango, árabe. No es necesario llegar
a la excelencia en los pasos y en los movimientos, alcanza con mover el
cuerpo embriagados por la música y sacudirnos las tensiones.
Y las caminatas siempre dan muy buenos resultados. Las caminatas son
ejercicios aeróbicos, que ayudan al aparato respiratorio a oxigenarse a la vez
que brindan flexibilidad y movilidad en las articulaciones. Se pueden realizar
a un ritmo rápido o lento, e incluso complementar con ejercicios de flexiones
de piernas y brazos.
El hecho de practicar una actividad física en un lugar dedicado a ello nos
puede ayudar a motivarnos. Cuando las actividades son grupales propician la
comunicación con los otros, lo que no solo estimula el movimiento sino la
diversión compartida. Una clase de baile flamenco de personas mayores
puede que no saque grandes bailaores, pero con seguridad sus integrantes se
divertirán mucho. Y la risa promueve el bienestar, a no dudarlo.
Tengamos siempre en cuenta que cualquier actividad física que practiquemos
debe empezar con al menos unos cinco o diez minutos de precalentamiento,
para preparar el cuerpo y que no sufra lesiones. Al final, tenemos que
terminar con otros cinco o diez minutos de elongación o estiramiento, para
distender las partes del cuerpo que han estado movilizadas. Asimismo, el
objetivo que nos tiene que movilizar a la actividad física tiene que ser el de
mantener y acrecentar la salud. Nada de volvernos locos por lograr un cuerpo
escultórico, ya difícil a cierta edad. Aunque si de paso embellecemos la
figura, no estará para nada mal.
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Capítulo XIII.
El entorno afectivo.
El buen clima familiar en fundamental ante la manifestación de cualquier
enfermedad, ayuda tanto al enfermo como a su familia a sobrellevar la
situación. Tanto de una parte como de la otra, debe existir colaboración para
que el buen clima ocurra y prospere. La familia debe ser comprensiva y
acompañar. El enfermo a la vez, siempre que sea consciente de su situación,
debe poner mucho de sí mismo para posibilitar su recuperación. De nada sirve
enojarse con uno mismo y trasmitir el resentimiento.
También es importante que tanto el enfermo como su entorno afectivo estén
informados de la situación que les toca, para saber qué es lo mejor que
pueden hacer. Si la persona que está atravesando problemas de salud puede
valerse por sí misma, será interesante que hable con sus allegados sobre sus
sentimientos y sobre las posibilidades de encontrar ayuda para sentirse mejor.
A su vez, los familiares deben proveerle la colaboración necesaria para que
encuentre todo aquello que pueda contribuir a retrasar o, mejor aun, a curar
su enfermedad. Como hemos visto a lo largo de este informe, los diferentes
aportes de la medicina natural pueden ser de gran ayuda.
El entorno afectivo juega un papel preponderante cuando existe una persona
enferma, sobre todo en lo que hace a la contención emocional. Si hay amor,
todo se sobrellevará mucho mejor. No sirve de nada que las personas que
rodean y quieren al enfermo se estresen ante la noticia de un diagnóstico
inesperado y no logren más que transmitir esa angustia. Por el contrario,
deben fortalecerse, por medio del impulso que da el querer ser realmente una
ayuda.
Nada es fácil para el enfermo, tampoco lo es para su entorno afectivo.
Cuando las circunstancias superan la capacidad de las personas, cuando se cae
en la autocompasión sin tomar las riendas del problema para buscarle una
solución efectiva, lo mejor puede ser recurrir a la ayuda externa. Una terapia
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individual, en pareja o en grupo, puede ayudar a sobrellevar las dificultades y
a poner en claro los roles que les cabe a cada uno de los integrantes
involucrados. También existen grupos de autoayuda de diferentes patologías,
que juegan un papel importante a la hora de ofrecer contención a las
personas.
Para terminar este capítulo, nos parece oportuno citar al filósofo inglés
Bertrand Russell, en La conquista de la felicidad: “El afecto, en el sentido de
un genuino interés recíproco de dos personas, no solo persiguiendo cada una
de ellas su propia felicidad, sino aspirando al bien común, es uno de los
elementos más importantes de la felicidad real. Y el hombre cuyo ego,
encerrado en muros de acero no puede expansionarse, pierde lo mejor que
puede ofrecer la vida, aunque tenga los mayores éxitos en su profesión”.
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Capítulo XIV.
Conclusión. Antes que lamentar, lo mejor es prevenir…
Si bien este libro electrónico está dedicado al mal de Alzheimer, como dijimos
en el prólogo quisimos ir más allá, para situarnos ante los problemas de salud
teniendo en cuenta todo lo que podemos hacer para prevenirlos. El estado de
salud en gran parte es una elección personal.
Hemos tratado a través de cada capítulo de dar herramientas eficaces para
ayudar al cuerpo y a la mente a conservar la salud. Y para que, cuando la
salud se pierda, estemos en condiciones de poder recuperarla en buena
medida.
Salud y enfermedad son como dos caras de una misma moneda. Tenemos que
tratar de que la moneda caiga del lado de la cara que le toca a la salud. Pero
aquí no se trata de un juego de azar, somos en gran parte los responsables de
inducir a esa moneda a que caiga del lado de la cara que significa salud.
Para corroborar esto que estamos diciendo acerca de la responsabilidad que
nos cabe en cuanto a nuestra salud, pensemos por un momento en la
enfermedad, mejor dicho, en las enfermedades. Nombremos algunas
enfermedades complicadas: la diabetes, el cáncer de pulmón, la obesidad, el
colesterol alto, la osteoporosis, los problemas cardíacos y las enfermedades
respiratorias. Ahora pensemos en cuánta incidencia puede tener el estilo de
vida que se lleva y, sobre todo la alimentación, en la provocación y
agravamiento de las enfermedades que acabamos de mencionar. ¿Qué más
tenemos que comprobar para adherir a una mejor calidad de vida?
A través de las diferentes etapas de la vida vamos adquiriendo determinados
hábitos, que a la larga nos harán más fuertes o más débiles ante la
enfermedad. Si empezamos por considerar de manera positiva los hábitos
alimenticios hasta llegar a la forma en que respiramos, estaremos
introduciendo a nuestro organismo esas sustancias defensivas que son los
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anticuerpos que necesitamos para no enfermarnos. Tenemos que aspirar a una
mejor calidad de vida de manera natural, en lo posible sin fármacos que nos
alivien una dolencia pero que por otro lado nos provoquen un malestar que
antes no teníamos.
A la vez, la forma en que nos conducimos con nuestros actos puede ayudarnos
a sentirnos mejor o puede ayudar a sentirnos verdaderamente miserables.
Nada más que observarnos a nosotros mismos para caer en la cuenta de lo que
transmitimos. Si somos solidarios y altruistas con el prójimo, también lo
seremos con nosotros mismos. Si, por el contrario, somos egoístas y no
tenemos en cuenta los sentimientos ajenos, mal podemos ser
condescendientes con nosotros mismos. Lo que se demuestra hacia afuera
vuelve hacia nosotros, en algún momento nos alienta o nos pasa factura.
Tenemos que ser condescendientes con los otros y con nosotros mismos,
perdonar y perdonarnos.
Y bien, si ha llegado hasta el final de este informe, sin perderse nada de lo
que hemos expuesto, estamos seguros que habrá dilucidado la conveniencia
de elegir este libro electrónico, interrogante que planteamos en el prólogo. Si
es un lector inteligente, sabrá convertir cada recomendación en práctica. Y
podrá mejorarse a sí mismo, logrará tanto vivir mejor como ayudar a sus seres
queridos a celebrar la vida.
Agradecemos infinitamente el habernos interpuesto en vuestro camino y
deseamos que sea para su felicidad. Lo invitamos a reflexionar juntos, sobre
la salud y sobre la mejor calidad de vida a la que podemos aspirar.
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Apéndice.
De la A hasta la Z, el vocabulario útil.
Alzheimer. Enfermedad de tipo neurodegenerativa, que provoca deterioro
cognitivo y trastornos en la conducta. Las neuronas mueren y se atrofia parte
del cerebro.
Alzheimer, Aloysius “Aloïs” (Alemania, 1864 – Polonia, 1915). Histopatólogo
y neuropsiquiatra. Identificó y describió los síntomas que luego se conocerían
con el nombre de mal de Alzheimer, enfermedad de Alzheimer, Alzheimer o
demencia senil de tipo A. Estudió el cerebro de una mujer tras su muerte.
Anaeróbico. Aplícase al organismo que no necesita del oxígeno para poder
vivir.
Anhídrido carbónico. Anhídrido que resulta de la unión del carbono y de
oxígeno. Gas asfixiante, más pesado que el aire. Exhalamos oxígeno y
expelemos anhídrido carbónico.
Cerebro (del latín, cerebrum o cervix, cabeza). Materia nerviosa que ocupa el
cráneo de los vertebrados y es el asiento de las sensaciones, así como el
principio de los movimientos voluntarios. Está formado por un hemisferio
izquierdo o cara externa y por un hemisferio derecho o cara interna.
Diafragma (del griego, dia, entre, y phrasein, separar con un tabique).
Músculo ancho y delgado que separa el pecho del abdomen.
Inmunidad. Libre de ser atacado por ciertas enfermedades. Resistencia
natural o adquirida de un organismo vivo a un agente tóxico o infeccioso.
Kraepelin, Emil (Alemania, 1856 – 1926). Psiquiatra. Como docente
universitario contó entre sus colaboradores a Aloysius “Aloïs” Alzheimer.
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Realizó importantes aportes a la psiquiatría científica moderna y a la
psicofarmacología.
Mente (del latín, mens, mentis). Inteligencia, memoria, pensamiento. De
acuerdo a la psicología, es el conjunto de los procesos psíquicos y de las
actividades, conscientes e inconscientes.
Microbio. Ser vivo, de tamaño microscópico, que habita el aire o el agua. Los
microbios son los agentes habituales de las enfermedades infecciosas.
Neurología (del griego, neuron, nervio, y logos, tratado). Especialidad médica
que se ocupa de las enfermedades nerviosas.
Neurona. Célula nerviosa con prolongaciones protoplasmáticas y cilindro eje.
Posee excitabilidad eléctrica en la membrana plasmática. Recepciona
estímulos y conduce el impulso nervioso.
Neuropsiquiatra. Médico especializado en neurología y en psiquiatría.
Oxígeno. Metaloide gaseoso que forma la parte respirable del aire y también
forma parte del agua. Algo más pesado que el aire.
pH. Potencial de hidrógeno. Índice que mide la acidez o alcalinidad en la
sangre.
Taupatía. Agregación que no es normal de la proteína beta amiloide o tau.
Toxemia. Acumulación de toxinas en el organismo.