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No. 20, Extraordinario Tercera época Guatemala, 20 de octubre de 2010 Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Sede Académica Guatemala, reconocida por el Decreto 96-87 del Congreso de la República, ratificado por el Ejecutivo en el instrumento de adhesión de fecha 29 de diciembre de 1987. 20 DE OCTUBRE “Cuando vuelvo la vista atrás es pensando hacia adelante” LUIS CARDOZA Y ARAGÓN Rina Lazo Rodolfo Galeotti Torres

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20de Octubre Cuando vuelvo la vista atrás es pensando hacia adelante / Publicación mensual de FLACSO-Guatemala

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Page 1: Diálogo 20/ 20de Octubre Cuando vuelvo la vista atrás es pensando hacia adelante

No. 20, Extraordinario Tercera época Guatemala, 20 de octubre de 2010

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Sede Académica Guatemala, reconocida por el Decreto 96-87 del Congreso de la República, ratificado por el Ejecutivo en el instrumento de adhesión de fecha 29 de diciembre de 1987.

20 DE OCTUBRE“Cuando vuelvo la vista atrás es pensando hacia adelante”

LUIS CARDOZA Y ARAGÓN

Rina LazoRodolfo Galeotti Torres

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2 No. 20 EXTRAORDINARIO/ octubre 2010

PReSeNtACIÓN

Hugo Leonel de León Pérez*

Hoy hace 66 años, el empuje de una alianza cívico-militar ponía fin al gobierno del ge-

neral Federico Ponce Vaides, quien encarnaba el continuismo de la dic-tadura ubiquista de los 14 años. Por segunda ocasión durante el siglo XX se habría para los guatemaltecos la oportunidad de construir una verda-dera democracia (la primera se frus-tró con la derrota del movimiento unionista y la salida del gobierno de Carlos Herrera, por el golpe de Es-tado reaccionario del 5 de diciembre de 1921, encabezado por varios mi-litares, entre los que sobresalía el ge-neral José María Orellana, quien más tarde se quedaría con el poder).

La Revolución de Octubre, cuyo proceso se vería interrumpido en ju-nio de 1954 por otro golpe de Estado, apoyado por el gobierno de Estados Unidos, había logrado en sus dos periodos de gobiernos democráticos grandes transformaciones y avances en los temas económicos, sociales, políticos y culturales. Según Sergio Guerra Vilaboy:

“Por el carácter de las fuerzas que la promovieron y por las tareas que cum-plió, la revolución democrática-bur-guesa puede dividirse en dos etapas. Durante la primera, que se extendió hasta 1951, predominó la línea nacio-nal-reformista, impuesta por Arévalo y los sectores burgueses y pequeño-burgueses más moderados, prueba de los cual fueron los cambios supraes-tructurales –a eso se llamó la “revolu-ción legislativa”– (…) la segunda eta-pa (1951-1954), dirigida por Arbenz, el proceso se orientó –cediendo a los reclamos de las clases oprimidas– ha-cia el nacionalismo revolucionario, adquiriendo un alto contenido antifeu-dal y antiimperialista.”1

En cuanto al tema de la cultura, la Revolución de Octubre fue la luz en medio de una prolongada oscuridad que caracterizó al régimen ubiquista, periodo durante el cual estuvo pro-hibida la libertad de pensamiento y expresión. Aquellos intelectuales que osaron retar al tirano lo pagaron con sus vidas o con el confinamiento en las tenebrosas cárceles de la dic-tadura. Por ello, todo aquel potencial acumulado por escritores y artistas explotó en múltiples formas y con-tenidos con el impulso de la política cultural de los gobiernos revolucio-narios.

De acuerdo con Jaime Barrios Ca-rrillo:

“La Revolución de Octubre2 significó, en todo caso, no sólo un proceso in-

édito de grandes transformaciones so-ciales e institucionales en el siglo XX (…), sino también produjo cambios y progresos fundamentales en la vida cultural del país…” Según las memo-rias del secretario privado de Ubico, Samayoa Aguilar, éste “…odiaba es-pecialmente a los escritores, a los que consideraba como vagos y también objetos de la sospecha del exacerba-do anticomunismo que embargaba la personalidad autoritaria y finquera de un dictador3 auto elegido en sucesivos procesos fraudulentos como Presiden-te de Guatemala.” 4

En 1974, la recordada y excelente Revista Alero de la Universidad de San Carlos de Guatemala, dedicó el No. 8 de su colección, correspon-diente a septiembre y octubre, una edición especialmente dedicada a la Revolución de Octubre, tres déca-das después. En la presentación sus directores (Roberto Díaz Castillo y Carlos Centeno) afirman:

Por discutible que pueda parecer el carácter revolucionario del proceso transformador iniciado entonces, cree-mos que, treinta años después, es im-postergable determinar cuáles fueron sus causas, cuál la profundidad de sus realizaciones y la trascendencia de los cambios que trajo consigo.Convencidos como estamos de que sólo el conocimiento del pasado y su reelaboración ulterior puede conduci-mos a construir la sociedad del maña-na, nos afanamos en acopiar estos tes-timonios que recogen la experiencia de los más sobresalientes protagonis-tas de aquellos hechos.A pesar del empeño que pusimos en esta empresa, no nos fue posible reunir aquí el pensamiento de todos los polí-ticos e intelectuales representativos de aquellas corrientes renovadoras. Des-aparecidos algunos -Jacobo Arbenz, Enrique Muñoz Meany, Leonardo Castillo Flores, Víctor Manuel Gu-tiérrez, Roberto Ossaye, Adalberto de León Soto, Arturo Martínez- y otros ausentes del país, su palabra quedará involuntariamente omitida.No quisimos aproximarnos, desde lue-go, a quienes carecieron de perseve-rancia en la lucha. A quienes no com-prendieron la dimensión de su destino y se quedaron atrás.Esperamos que este número de Alero sirva para poner en guardia a nuestra juventud contra esa tendencia que re-chaza sistemáticamente las enseñan-zas del pasado, so pretexto de que ta-les enseñanzas son siempre caducas o reaccionarias.A esta juventud, surgida tan lejos de aquel 20 de octubre, deseamos decirle que nunca como entonces Guatemala tuvo más libertad; que nunca como entonces el sufragio fue más efectivo; que nunca como entonces la separa-ción de los poderes públicos fue una realidad; que nunca como entonces se legisló con sentido popular; que nunca

2 La Revolución de Octubre, afirma Huber-to Alvarado Arellano, “ha representado para la joven generación la preocupación por los problemas nacionales más urgentes y entre ellos, por lo mismo, la situación de la cultura en Guatemala. Se ha creado la sensibilidad de una juventud que conoce su posición y que no rehúye en ningún momento su responsabi-lidad y está dispuesta a mantener todo su es-

* Licenciado en ciencias de la comunicación por la Universidad de San Carlos de Guate-mala, coordinador editorial de flacso-Guate-mala.1 Sergio Guerra Vilaboy, Luchas sociales y partidos políticos en Guatemala, Premio ensayo 1983, Departamento de actividades culturales, Universidad de la Habana, Cuba, 1985, pág. 37.

Consejo académico de flacso-guatemalaVirgilio Álvarez Aragón- director/Oscar López / Marcel Arévalo/Aura Cumes/Claudia Donis /Virgilio Reyes

Simona V. Yagenova /Edgar F. Montúfar/Luis Raúl Salvadó/Edmundo UrrutiaSecretario general de flacso

Francisco Rojas AravenaSan José, Costa Rica

fuerzo, y dar la batalla por el mantenimiento del actual ritmo democrático, que es la garan-tía para la formación de un proceso cultural creador y expresivo del alma de un pueblo”. (Alvarado Huberto, “Nuestra juventud, su posición y responsabilidad”, revista Saker-Ti, año III, Nos, 9, 10, 11 y 12, enero-diciembre Guatemala, 1949, en Carlos Cáceres, Presen-cia y Tiempo. Ed. Aurora, México, 1987.3 Carlos Samayoa Chichilla, El dictador y yo, Guatemala, Imprenta Ibera, 1952, pág. 66 y ss.4 Jaime Barrios Carrillo, “Alvarado Arellano, su tiempo y el nuestro”, introducción al libro “Preocupaciones. Ensayos”, Huberto Alva-rado, publicación de la Editorial de Ciencias Sociales, en imprenta.

Antonio Franco

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nerales de lo que ocurre. Me visitan adolescentes o jóvenes de muchos países. Las nue-vas generacio-nes de Gua-temala son víctimas di-rectas de la catástrofe y de la barba-rie posterior. Algo sé de ésta porque nadie la igno-ra en el mun-do. Guatemala es famosa por sangrienta y analfabeta. Sólo nuestros indios le dan proce-ridad. Algunos jóvenes sudame-ricanos opinaron que la caída de Arbenz incumbe a la arqueología. Los nuestros han vivido su infan-cia, adolescencia y juventud en indecible infier-no. Lo radical de su crítica al pasado inme-diato será más válido si con-servan conducta conse-cuente.

PROFESORES E INVESTIGADORES EMÉRITOSFLACSO-GUATEMALA

Dr. Gabriel Aguilera - Lic. Edgar Balsells Conde - Dr. Santiago Bastos - Dr. Víctor Gálvez Borrell - Lic. Mario Aníbal González - Dr. Jorge Solares

como entonces Guatemala intentó ser más independiente.5

Más de treinta años después de publicado lo anterior, flacso-Guate-mala, en su afán de coadyuvar a la recuperación de la memoria histórica y redescubrir a los autores del tal-vez más importante acontecimiento político de nuestra nación, dedica este diálogo extraordinario a resca-

tar algunos textos aparecidos en la revista Alero antes mencionada; se ofrece a nuestros lectoras y lectores un pequeño ensayo de Luis Cardo-za y Aragón, veinte años después de la derrota, una poesía de Augus-to Monterroso, un pequeño relato de Raúl Leiva sobre la importancia de la Revista de Guatemala y dos en-trevistas mínimas realizadas a dos sobresalientes artistas de la plástica, involucrados en el movimiento artís-tico revolucionario, el mexicano Ar-

turo García Bustos y la guatemalteca Rina Lazo, de vuelta en nuestro país después de varias décadas de ausen-cia, con varias de sus obras expues-tas en la polémica exposición “¡Oh Revolución! 1944/2010”, abierta al público en el Palacio Nacional de la Cultura.

El número de la revista Alero que nos ocupa incluyó en sus páginas, además de los ya mencionados, a Augusto Monterroso, Carlos Illes-

cas, Otto Raúl González, Roberto Díaz Castillo, Manuel Galich, Al-fonso Bauer Paíz, Huberto Alvarado, Mario Monteforte Toledo, Alfonso Solórzano, Julio Gómez Padilla, Guillermo Toriello Garrido, José Al-beto Cardoza, Francisco Villagrán de León, Francisco Villagrán Kramer, José Luis Balcárcel, Juan Antonio Franco y Roberto Cabrera. Sin duda, una edición de lujo aunque con mu-chas ausencias femeninas.

Hace diez años publiqué un trabajo acerca de los dos primeros lustros del desas-

tre. Este folleto es casi incunable: sobretiro de un ensayo en Cuadernos Americanos. Ahora el estudio pienso que se organizó metódicamente, no como mi empírico resumen en 1964.

Dejar los adjetivos y concentrarse en los hechos, en la cabal revelación de la realidad. Esta habla muy clara, persuasiva e irrebatiblemente.

La suma total de todos nuestros errores más graves no dan a nuestros adversarios ni la más mínima razón, ni siquiera vagas excusas, a la trai-ción.

Cuando vuelvo la vista atrás es pensando hacia adelante. Hago me-moria para tener conciencia del pa-sado, para que éste nos sirva en el presente y en el porvenir.

Fue mi problema (1944-54), cuan-do a medias se me toleró en Gua-temala al principio y me arrojaron después, que la libertad burguesa se tornara problema: los valores huma-nos de la mayoría indígena, del pro-letariado. Que surgiese, al menos, un complejo de culpa en la satisfecha clase rectora y expoliadora; que mis ideas “disolventes” disolvieran la soluble burguesía semifeudal. La fe-licidad del pueblo de Guatemala fue la pasión de nuestro Octubre. Sobre todo del PGT.

DE NUEVO tengo más de veinte años de vivir fuera de Guatemala. Sólo conozco algo de las líneas ge-

La juventud, una ola que pierde su fuerza sobre la playa, para que sur-ja otra igualmente hermosa. Marea

perpetua. Hoy, con nueva potencia, se alza y encrespa, renaciendo de sí misma, en un mar incesantemente re-petido y distinto.

Los jóvenes han borrado las hue-llas de mi generación en la arena de la playa. Son hombres de otro siglo. Del XXI ¿Querrán oír alguna vez nuestras canciones? Mis contempo-ráneos están naciendo. Fui un arco tenso con algunos dardos en su al-jaba. Eleata y heraclitano a la vez, inmóvil estoy siempre llegando en ellos.

SOBRE la tragedia de Guatemala el punto clave, decisivo, definitivo, en forma total y absoluta, es el im-perialismo norteamericano. Por rei-terado, el cargo no pierde su fuerza y su verdad. Lo demás es muy relativo, muy secundario y necesario, muy in-dispensable, conocerlo. Los líderes de organismos populares y en los partidos, en cifras de consideración, actuaron incompetentemente con an-helos de servir los más nobles intere-ses nacionales.

Nunca Guatemala, en caso algu-no, podía constituir ni el más leve y remoto peligro de cualquier géne-ro, para los Estados Unidos: suena perfectamente ridículo decirlo. País pequeñísimo y atrasadísimo, una abejita que deseó salir de situaciones inhumanas, fue aplastado por la bes-tialidad (años de maccarthysmo: de Foster Dulles, Eisenhower, Nixon y otros maleantes) que concluirá con el fin del capitalismo. Vivimos una

5 Revista Alero, No. 8, Tercera época, sep-tiembre-octubre, 1974, pág. 5.

Tecúnhumanismo Luis Cardoza y Aragón

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sinceridad y la lucidez nos unan. En carne viva, con sus héroes y mártires adolescentes o muy jóvenes, abren camino.

GRANDE es la responsabilidad del escritor. Los hay que producen poesía, crítica novela “nacionalista y revolucionaria” y sirven déspotas y viven alquilados al mejor precio. El llamado “intelectual” como merca-dería. Su palabrerío aspira a ocultar su delincuencia en la incongruencia de su vida y de su obra. Su presun-tuoso individualismo no vela su por-nografía política. Distancia entre lo verbal y lo real; entre la palabra y el acto. Rimbaud expresa esta culmi-nación: la preciosa unidad de vida y obra, con esta sentencia fulgurante: “Posséder la verité dans une ame et un corps”. No me extrañaría que los enemigos de ayer (de siempre), “reconozcan” hoy lo que llamamos (exageradamente) Revolución de Octubre. Se trata nada más de una maniobra para absorberla, para des-truirla, para anularla aun en sus hue-llas. El “establishment” la celebra, le moja así lo que todavía le queda de pólvora. Uno de los peores regíme-nes se auto calificaba el “tercero de la revolución”. Apenas si nuestro Octu-bre empezó a modificar los modos de producción y distribución de la riqueza. ¿Para qué repetir? Es cono-cido mi pensamiento sobre el fracaso en 1954. Lo expuse en 1955, en tres ediciones de La revolución guate-malteca. El tiempo ha ratificado mis juicios. Hoy serían aún más severos.

Hicimos “nuestra revolución”, pero se elude la crítica. Afronté a la derecha y a la izquierda al mismo tiempo. ¿Quién fue más intransigen-te de ellas? Cumplía con el deber

elementalísimo de no abdicar y de divulgar mi pensamiento crítico. Ni ante el silencio que aún prevalece es-timo que hubo mérito alguno en ello.

EXAGERAR “nuestro Octubre”, en este trigésimo aniversario de nuestro fervor y de nuestra incompe-tencia, constituye una forma turífera, nada original, de falsificarlo. El es-fuerzo debe encaminarse a verlo en su justa medida: aciertos, desaciertos y desconciertos. Exagerar a favor me parece tan impropio como exagerar en contra: falsear es deshonesto y, como tal, antirrevolucionario. No me cabe duda de que fueron diez años excepcionales. Siempre lo he estima-do así, críticamente. Tal estimación no sólo no me ha impedido adulte-rarlo sino me ha incitado a mejor co-nocerlo.

Las autocríticas de individuos o partidos fueron o continúan siendo un proceder religioso no exento de características sicoanalíticas y de otras prácticas: penitencia para la remisión de probables culpas con-fesadas y reincidir después de tal ocioso ejercicio lustral. Ni siquiera esos pasos (que ahora quizá serían a destiempo) individuales, de grupos o de partidos, se intentaron oportuna-mente, en forma minuciosa y radical. La situación fue tan clara que no se entendía, repito, Aún no conozco (mis veinte años de aislamiento y de vivir fuera de Guatemala acrecen mi ignorancia) apreciaciones objetivas y sin timideces, de nuestro Octubre. Por encarnizadas y tendenciosas que éstas sean, la década 1944-1954 es singular y florida.

Los libros mercenarios publicados a favor de sus congéneres o la pren-sa que aboga por regímenes que por

obvio ni calificado, defendían algo tan indefendible o tolera-ble como es la traición nacional. Ni con inteligencia manifiesta (no fue el caso entre tales auto-res: Lee un par de esos libelos) defender a la CIA, a la Ufco, al latifundio, servirlos contra los legítimos intereses de las gran-des mayorías, no era posible si-quiera excusar. No hay pretexto válido invocable para ello.

Con la derrota norteamerica-na en Vietnam es ostensible el cambio en lo internacional. El Presidente y el ex presidente de los Estados Unidos perdieron sus cargos por tramposos y por contradicciones entre los mo-nopolios. La descomposición

es tal que el Ku kux: klan tendrá can-didato a la presidencia.

LA INTENSIDAD de la afirma-ción de la juventud, su Sí universal y como infinito y eterno, es nuestro y fue nuestro y será nuestro. Y esta pérdida imaginaria es un exilio, una orfandad, una agonía. Ah, también un renacimiento. Joven, en vez de re-cordar, haría. Ver hacia atrás me har-ta; escribí para librarme de un mito, más bien, para desmitificar. Nuestro Octubre lo tornamos mito, porque no pudimos hacerlo plenamente realidad. De todos modos será para siempre una página hermosa. No soy escéptico; soy franco y vivo lleno de esperanza. Dejemos ya este coloquio de dinosaurios.

¿Cómo he logrado sobrevivir? Dilapidándome ígneamente. Las lu-ces y las sombras en el paisaje que construyo poseen otra brillantez y otra acústica, que valen las de mi adolescencia. Mis años alientan pro-mesas y cumplimientos: no vivo un crepúsculo; sino una visión distinta; una especie de ardiente juventud con quimérica madurez. La cordura no es recomendable ni a los locos ni a los cuerdos. Ser tan imprevisible como siempre. Qué vida asquerosa y cons-ternante si no me burlara de mí, si no fuera dueño de otra suerte de insegu-ridad, de sed, de indignación, de otra impaciencia, de renovado afán y re-novado fervor y otro azar.

Cuando pasa una mujer hermosa, mis ojos la prenden con una muy len-ta, irrefutable, larguísima mirada mi-tológica, sedeña y punzante. Como cuando tenía veinte años.

Es hermosa la vida.

posibilidad fugaz de progreso, de transformación capitalista, íntegramente ortodoxa.

En resumen, el “error” prin-cipal de lo que llamamos “Revolución de Octubre” en Guatemala fue (no es broma) geográfico: estar en la zona de mayor influencia de esa bestiali-dad norteamericana. Para centrar totalmente el crimen en el impe-rialismo como se debe, he dicho desde hace décadas que tuvimos partido comunista hasta después del derrocamiento de Arbenz, y he hablado de la imposibilidad de comunismo (aún no hay en el mundo) en Guatemala, y otros puntos aparentemente confusos de tan claros. Y si lo hubiésemos establecido era nuestro todo el dere-cho de serlo.

Hicimos “nuestra revolución” en los años de mayor violencia del im-perialismo: 1948 a 1962. En 1961 es la crisis de los cohetes en Cuba. Nuestro fracaso fue una lección para el Continente. Las revoluciones de-mocrático-burguesas no tienen por-venir porque no son revoluciones. Después de la catástrofe de Guate-mala, Cuba cumplió definiéndose a fondo: socialismo. La historia se mo-dificó, quizá definitivamente. Si cuba no se hace socialista, su futuro hu-biese sido el de Guatemala. Castro y Allende son los dos únicos hombres de la burguesía consecuentes con su pueblo en América. No descuido a mi admirado Cárdenas; el caso tiene otro contexto. Fue la lealtad y la en-tereza mismas.

ABORREZCO de la solemnidad. Reparo en lo ocioso que puede ser el retorno al tema. Hoy la proposi-ción es evaluar lo que ha acontecido y acontece desde 1954. Carezco de tiempo para especializarme en Go-rilalogía. La historia no se modifica. De lo grave y trascendente es que no se trasmite bien la experiencia. Pero la concientización relacionada a un pasado es fecunda: se vuelve porve-nir.

Los planteamientos críticos de los jóvenes se deben (entre otras cosas) a que progresan por rumbos que subra-yan el fracaso de mi generación y el de la posterior. Ni siquiera un frente nacional de unidad de acción demo-cráticaburguesa antifascista. Estoy de acuerdo con la severidad de tales impugnaciones. Sólo lamento que no sean más enérgicas. Anhelo que la

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Octubre 1944En 1944 nació en Guatemala la Revolución de Octubre Hoy el presidente Arbenz está muertoNayo, Víctor Manuel, muertos El quetzal, graveLos ideales que algunos creyeron tener, simularon tener, o de puro buenas gentes quisieron tener, muertosLas camisas, los pantalones, los zapatos de los obreros y campesinos que marchaban el Primero de Mayo, muertos El himno, graveLa caligrafía y los pupitres, muertos Los zancudos que el año pasado chuparon la sangre del jefe de cualquier mierda departamento de policía, muertosLa bandera, grave Desde luego, sé que para nada sirve que yo lo diga, pero estoy seguro deque de algún modo, en alguna parte, tal vez con otro nombre u otro apellido, la Revolución de Octubre se encuentra viva, está creciendo, está bien.

AUGUSTO MONTERROSO

Durante el décimo mes de este año se cumplirán tres décadas de que se inició en Guatemala la llamada “Revolución de Octubre”, movi-miento político-social que trató de cambiar las estructuras semi feu-

dales que existían en el país. Esa lucha de nuestro pueblo por la recuperación de la dignidad nacional y de su independencia económica se vio ahogada diez años más tarde, en 1954, cuando el gobierno constitucional de Jacobo Arbenz fue derrocado gracias al declarado apoyo (tanto en armas como en dinero) que los Estados Unidos de Norteamérica le proporcionaron al traidor Castillo Armas.

Un país pequeño como el nuestro, con un porcentaje terrible de analfabe-tismo y con carencias de todo género, fue presentado por la controlada pren-sa internacional como un peligro para la seguridad del continente... Nuestro grave pecado consistió en pugnar por recuperar parte de la riqueza nacional explotada (como ocurre en la mayoría de los países latinoamericanos) por el imperialismo. Eso no lo podrían permitir la United Fruit Company y otros trusts, esos que financiaron una campaña calumniosa y sistemática en contra

de Guatemala, poniéndola como “un mal ejemplo” que había que destruir en el continente, pues (decían) se había transformado “en una base del comunis-mo mundial”...

Otros estudiosos harán referencia a los logros conquistados por nuestro pueblo en los campos económicos y sociales; nosotros, en esta nota, nos con-cretamos a señalar, en forma sintética, la importancia que tuvo Revista de Guatemala, de la que fuimos secretarios, en el ámbito cultural. Como otras grandes publicaciones literarias de nuestro idioma (Revista de Occidente, Cuadernos Americanos, Sur, Cruz y Raya, etcétera), nuestra revista abrió sus páginas al esclarecimiento y exploración de las más valederas inquietudes de nuestro tiempo; y, trascendiendo lo simplemente ‘local’, contó con colabora-ciones inéditas de importantes investigadores y escritores de nuestro país, la América Latina, los Estados Unidos y Europa.

Los varios miles de páginas que suman los volúmenes publicados de Re-vista de Guatemala son testimonio del quehacer poético, filosófico, artístico, histórico, político, antropológico y literario dé esa época comprendida entre los años 1945 y 1954.

Gracias a un riguroso trabajo de selección y de interpretación, Revista de Guatemala logró presentar, venciendo todo el anterior subdesarrollo cultural que nos caracterizaba, una penetrante visión crítica de la realidad, un amplio panorama cultural en donde lo latinoamericano, lo europeo y lo universal dejaban su impronta. Estuvimos, pues, atentos a las grandes preocupaciones espirituales de la postguerra, centradas en los temas fundamentales de la li-bertad y la paz. Tal como lo reconocieron propios y extraños, Revista de Gua-temala significó, entre otras cosas, nuestra incorporación a una tradición viva donde los altos valores del pasado se ligaban a las más novedosas incursiones por el ancho mundo de lo contemporáneo. Como lo había expresado José Ortega y Gasset a propósito de La Gaceta, en España, nuestro propósito fue curar a las letras guatemaltecas de su pertinaz provincianismo... Pugnábamos por integrar lo nacional con lo universal… Los críticos del futuro, dentro de una perspectiva más amplia, dirán si lo logramos.

En vida de la Revista de Guatemala recibimos, de distintas regiones del mundo, testimonios de apoyo y de valiosa comprensión. He aquí algunos de ellos: En 1945, desde Princeton, New Jersey, Américo Castro nos decía: “Llega a mis manos el primer número de su REVISTA DE GUATEMALA, lo abro y lo leo, y siento la necesidad de felicitarle efusivamente, y de ex-

Revista de Guatemala: Integración de lo nacional con lo universalRaúl Leiva

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presarle mi emoción. De Centroamérica, de ese trozo de tierra antes hispana, azotada por el vendaval de todas las desdichas, surge una voz de vida y de aliento; de gran esperanza. Las palabras suyas son lo que deben ser, firmes y sin retórica. Por todos los dioses ¡que Guatemala no les impida vivir!” Y, más tarde: “La América enferma (Mendieta) se pone en pie, y da una nota de digna universalidad. No sé cuál es su rumbo político, y nada importa. Lo admirable es su voz de vida, y la cancelación súbita de todo ingenuo provin-cianismo. Levanten, rediman, unan a Centroamérica; encuentren un modo de ser ustedes mismos, irguiéndose heroicamente contra la explotación de fuera y la inmoralidad de dentro. Cordialmente.”

Ese mismo año de 1945, desde La Habana, Cuba, María Zambrano le es-cribía a Luis Cardoza y Aragón: “He recibido el primer número de la Revista de Guatemala y quiero darle las gracias por la gentileza de enviármela a Ud. y al secretario, señor Leiva y a cuantos hayan contribuido a su publicación. La he leído con sumo placer y encuentro que está a la altura de las mejores que hoy se editan en castellano. Le deseo muy larga y fecunda vida, pues es un signo más del renacimiento político y espiritual que se está verificando en su país.” También en ese mismo año, desde Buenos Aires donde residía, el crítico español Guillermo de Torre nos decía: “Al fin acabo de recibir con gran satisfacción el primer número de su anunciada revista. Está muy bien. Es una publicación que se coloca desde el primer número en la línea de las grandes revistas americanas. Enhorabuena muy sincera, pues ya me figuro el esfuerzo que eso representa.”

Desde Londres, en donde era lector de español en una Universidad, Luis Cernuda nos expresaba en ese mismo año: “Desde Emmanuel College, en Cambridge, me han reexpedido aquí, donde vivo ahora, los dos números pri-meros de la REVISTA DE GUATEMALA, que han tenido ustedes la genti-leza de enviarme. He recorrido sus páginas con muy gustoso interés, y deseo fortuna próspera a la revista y al propósito espiritual americano con que us-tedes la guían.”

Otros escritores que nos escribieron laudatoriamente con motivo del apare-cimiento de Revista de Guatemala, fueron: Francisco Romero, desde Buenos Aires; Jorge Guillén, desde Mellerley, Mass., U. S.A.; Emilio Delgado, desde Nueva York; Alí Chumacero, desde México, D.F.; Janeiro V. Brooks, desde Washington; etcétera.

A continuación, ofrecemos a los lectores de esta breve nota la lista de la mayoría de los escritores que colaboraron en las páginas de Revista de Gua-temala. De Europa: Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, León Felipe, José

Bergamín, Guillermo de Torre, Juan Rejano, Jasé Herrera Petere, José More-no Villa, Pedro Bosch Gimpera, Paul Westhein, Antonio Sánchez Barbudo, Juan David García Bacca, C.M. Arconada, Rafael de Buen, Miguel Hernán-dez, Emilio Prados, Jean-Paul Sartre, Gertrude Duby, E.F. Granell, etcétera. De América Latina: Alfonso Reyes, José Gorostiza, Ermilo Abreu Gómez, Juan Marín, Enrique Labrador Ruiz, Manuel Germán Parra, Alí Chumacero, Enrique González Martínez, Alfonso Caso; Octavio Paz, Andrés Iduarte, José Revueltas, Femando Benítez, Rafael Heliodoro Valle, Salvador Toscano, José Luis Martínez, Juan Marinello, Pedro Geoffroy Rivas, Edelberto Torres, Carlos Montenegro, Luis Enrique Délano, Andrés Henestrosa, Loló de la To-rriente, Verna Carleton de Millán, José Mancisidor, José Iturriaga, Matilde Elena López, Rafael Lozano, Alberto Ordóñez Argüello, Juan de la Cabada, Medardo Mejía, Manuel Sandoval Vallarta, Wilberto Cantón, Fedro Guillén, José Ferrer, Ventura Ramos, Emesto Cardenal, Efraín Huerta, Elías Nandino, César Moro, Lya Kostakowski, Jorge Carrera Andrade, Jesús Castro Blan-co, Arqueles Vela, E.A. von Wesphalen, etcétera. De los Estados Unidos: Robert E. Smith, William Krehm, Verle L. Annis, Gladys Cowan Krehm, etcétera. De Guatemala: Rafael Arévalo Martínez, Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón (fundador de Revista de Guatemala), Carlos Federico Mora, Antonio Goubaud Carrera, Emilio Zea González, Raúl Leiva (secreta-rio de Revista de Guatemala), Carlos Wyld Ospina, J. J. Arévalo, Francisco Méndez, Carlos Mérida, José Castañeda, Flavio Herrera, Miguel Marsicové-tere Durán, José Rodríguez Cerna, Oscar Mirón Álvarez, Francisco Figueroa, Otto Raúl González, Carlos Illescas, Augusto Monterroso, Manuel Freire, Enrique Juárez Toledo, Edmundo Zea Ruano, José Arzú, Luis Gomar, José Valle, José Rölz Bennett, Max Ricardo Cuenca, Carlos Palma, Eloy Amado Herrera, Mario Monteforte Toledo, Carlos Solórzano, Ruth García Grana-dos, Alberto Velásquez, José Enrique Torres, Huberto Alvarado, Guillermo Noriega Morales, Francisco Catalán, Alfredo Guerra Borges, etcétera. En la sección “Pensamiento de la hora actual”, textos de: John Strachey, Daniel Cossío Villegas, Julio Álvarez del Vayo, Juan Larrea, Jarry J. Carmen, Harold T. Laski, Emilio Delgado, Pedro Salinas, Beate Salz, Carlos Chávez, Alejan-dro Quijano, A. Torres Rioseco, Jean Hytier, Lawrence Leighton, V. Vorisov, A. Goubert, A. Bolshakov, Pedro Comas Calvet, Jean Duché, Fernando Or-tiz, etcétera.

¡Gran tarea cultural colectiva, más allá de las fronteras .Y las consignas!

Arturo García Bustos

ENTREVISTA PARA ALERO

¿Qué razones lo impulsaron a llegar a Guatemala durante los años de la revolución del 44?

Desgraciadamente yo no pude llegar a Guatemala en los años 44, me hubiera gustado, pero mi arribo a este mágico país fue hasta el año de 1953. Invitado por el escritor Cardoza y Aragón, se me encargó el formar un taller de grabado, que no existía entonces, en la Escuela de Bellas Artes. Eran los años en que florecía la democracia guatemalteca como una isla en nuestra América ago-biada por dictaduras, cuando la Reforma Agraria era un hecho palpable que avanzaba a grandes pasos, años de intensa vida política, que se reflejaba con entusiasmo y sentido constructivo en el campo artístico.

Mi deseo de estar en una revolución verdadera que transformaba los conceptos y que se enfren-taba valientemente al imperialismo norteamericano, me llevaron a encontrarme en esos años de 53 y 54 en Guatemala, país que visitaba por primera vez, pero que sentía mío por la identificación tan absoluta que tengo por la antigua cultura, con tantas semejanzas históricas y con las tradicio-nes indias. Además venía yo del Movimiento Pictórico Mexicano, este importante acontecimien-to artístico que se orientó hacia lo nacional y hacia lo popular.

¿Cómo podría precisar usted la influencia suya en los grabadores guatemaltecos?

Como dije era el momento en que todo florecía. Mi modesta aportación acerca del conocimien-to de las técnicas del grabado, tuvieron un eco inusitado entre los jóvenes estudiantes de

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Bellas Artes y algunos maestros que también empezaron a grabar para participar en los concursos y ediciones que promovimos en ese tiempo. Se adquirió una vieja prensa para hacer las pruebas de los grabados y una prensa litográfica con la que se hicieron algunos carteles, generalmente con el tema de NO INTERVENCION, REFORMA AGRARIA Y LUCHA POR LA INDEPENDENCIA; esos temas eran los que inquietaban al pueblo guatemalteco y los muchachos grabadores los tomaron como motivo, marcando un estilo propio y muy diferente a las corrientes formales, que entonces como ahora estaban en boga en todo el mundo. La temática determinó la forma, era una forma realista y el personaje era el pueblo, una expresión con drama, profunda, sentida. Se crearon importantes obras de grabado.

¿Pero qué permanencia hay de las corrientes que inspiraron la plástica en la década 44-54?

Lo que iniciamos en Guatemala en la década que nos ocupa, tiene un valor permanente. Luchó por fijar los valores culturales de nuestros pueblos; nada importa que en determinado momento no sean el motivo literario de los críticos de arte, ni la pasión de los coleccionistas. Yo estoy convencido que esa es la corriente con mayores perspectivas, que es un movimiento universal y llena el vacío artístico lo mismo en Alemania Occidental, que en China o Vietnam, es el arte comprometido que no huye a la problemática humana y que tiene la fuerza, la convicción de estar transformando el mundo.

¿Tiene usted alguna información acerca del grabado guatemalteco de hoy?

El grabado guatemalteco posterior al año 54, siguió desarrollándose, pero en muchos casos ha recibido fuerte influencia de las instituciones culturales norteamericanas, en ese campo conozco los importantes trabajos de Luis Díaz, como son sus grabados de coladeras callejeras impresos con el tráfico de una gran ciudad cosmopolita, búsquedas formales interesantes, pero que se alejan del humanismo y que difícilmente expresan el drama que vive el hombre de esta último tercio del siglo veinte en los países del tercer mundo.

Me interesa mucho el trabajo de Roberto Cabrera, de Moisés Barrios, de Wilfredo López, de Mario Méndez, de Augusto Quiroa, de Luis Saldívar, de Vás-quez Kestler y tantos otros que no conozco por su nombre, por la escasa información que tenemos de lo que hacen y piensan los artistas de latinoamérica.

En días pasados en visita a varios importantes museos, tuve la oportunidad de hacer

un recorrido viendo obras represen-tativas del arte universal de todos los tiempos. Me sirvió esta visión panorámica que abarca desde los tiempos más antiguos hasta nuestros días, para reafirmar con mayor énfa-sis mi posición en relación a la im-portancia capital de la pintura mural mexicana; que considero es en el campo de las artes visuales, junta-mente con el cine soviético de los años veinte y treinta, la aportación más grande a la cultura universal que ha dado el siglo XX. Esta rea-lidad no es admitida por la crítica, por haberse producido en un país semicolonial, pero con el tiempo tendrá que ser revalorizado y reco-nocido este hecho. Partiendo de la gran calidad plástica de esta escuela humanista de pintura y de su mo-derno contenido, que representó las aspiraciones más auténticas del pue-blo, se explica por qué el movimien-to pictórico mexicano ha tenido una importante influencia en todos los países latinoamericanos e inclusive en los Estados Unidos, China y la Unión Soviética. Ejemplos de ello son Portinari en Brasil, Guayasamín en Ecuador, Refreger en los Estados Unidos, Gutusso en Italia y muchos otros destacados artistas que sería largo de mencionar.

Me pregunta usted que si yo creo que los pintores guatemaltecos que

mo de contenido social.En Guatemala el colonialismo cul-

tural ha prevalecido por muchos años más porque la dependencia econó-mica de nuestros países subdesarro-llados trae consigo la dependencia política y por ende la cultura; fenó-meno que solamente una revolución puede transformar. Las naciones im-perialistas saben que la cultura de un pueblo es un arma muy poderosa y procuran por todos los medios posi-bles controlarla e imponer sus pro-pias tendencias. Es así como a través de la O.E.A. el departamento audio-visual influencia poderosamente el desarrollo del arte de nuestras nacio-nes y la escuela pictórica mexicana a pesar de su gran importancia, no pudo enfrentarse a la maquinaria de la O.E.A. que, con becas, premios, bienales, adquisiciones y artículos de crítica logró contaminar la expresión artística de nuestros países latinoa-mericanos imponiendo las corrientes antihumanistas y snobs. Solamente cuando se produce un enfrentamien-to con el imperialismo, como ocurrió durante el gobierno del presidente Arbenz, es posible que surja una co-rriente artística al servicio de las cau-sas populares. Creo pues, que no son los individualistas que puedan traer una corriente determinada, sino que, en el momento de una apertura de-mocrática, se desarrolla un espíritu patriótico que propicia el surgimien-to de un arte de afirmación nacional y contenido social. Fue entonces cuan-

do pudimos colaborar Juan Antonio Franco y yo, con nuestra experien-cia en el campo de la pintura mural.

¿Qué enseñanzas obtuvo usted aliado del gran muralista Diego Ri-vera? Conocer a Diego Rivera y tra-bajar con él en la pintura mural, fue para mi carrera artística fundamen-tal, tanto en la orientación plástica que escogí, como en el contenido de ella. La pintura al fresco, fue una de las enseñanzas más valiosas que recibí del maestro Rivera. Su amor por el indígena y por las culturas prehispánicas, me impulsó a reali-zar estudios del arte de los antiguos pobladores de Mesoamérica. A mi regreso de Guatemala en 1954, tra-bajé al lado del maestro Diego en el histórico cuadro “La Gloriosa Victoria” que representó el pacto de Foster Dulles con Castillo Armas.

Yo creo que la fijación de nuestras raíces culturales es determinante para fortalecer el espíritu naciona-lista. Al recibir el encargo de repro-ducir al fresco las pinturas mayas de Bonampak para el templo facsímil que se construyó en el jardín anexo a la Sala Maya del Museo Nacional de Antropología en Chapultepec, profundicé en el campo de la pin-tura maya. Este trabajo me permitió descubrir las técnicas y las formas en que pintaron nuestros antepasa-dos en el momento de esplendor de su cultura, cuando Tikal y Palenque eran de las más grandes capitales del mundo.

estudiaron en México, concretamen-te Juan Antonio Franco y yo, influi-mos de alguna manera en la con-cepción de una pintura de contenido social. Quiero explicar las razones por las cuales siendo México un país tan cercano a Guatemala y con tantas semejanzas culturales, no ha influen-ciado a las artes plásticas guatemal-tecas tanto como sería de esperarse. Y los pintores que hemos seguido esa corriente, en consecuencia, tampoco hemos podido orientar a las genera-ciones nuevas. Es necesario hacer un análisis más cuidadoso de las tenden-cias artísticas que se han impuesto en nuestros países y las razones por las que se ha impedido la entrada de la corriente nacionalista de pintura de contenido social a Guatemala. Los gobiernos a través de sus organismos de cultura orientan el arte hacia una u otra, corriente estética, de acuerdo con la tendencia política y social del país. Daré el ejemplo de México que resulta ilustrativo. A principio de si-glo México era un país semicolonial en el que la cultura se importaba de Francia y los valores nacionales eran despreciados. En 1910 se produce la revolución mexicana que incorpora a los obreros y a los campesinos a la lucha y con ello a los intelectuales. Esta tierra, que era rica en tradicio-nes y en cultura ancestral, aprovecha su riqueza creando un gran movi-miento artístico que corresponde a las inquietudes políticas de las masas populares y así se inicia el muralis-

Rina LazoEntrevista para Alero

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Intervención en la presentación del libro biografia de oliverio castañeda de leon

Oscar A. López Rivera*

MUSAC 12 de octubre de 2010

Estimados colegas, amigos y amigas, en representación del doctor Virgilio Álvarez,

director de FLACSO-Guatemala, y en mi calidad de Coordinador académico de investigación, me permito saludarlos cordialmente y expresarles que para FLACSO-Guatemala es altamente satisfac-torio ofrecer ante la comunidad académica y ante la sociedad gua-temalteca, el libro sobre la biografía de nuestro recordado y querido diri-gente estudiantil, Secretario general de la histórica y consecuente Aso-ciación de Estudiantes Universita-rios durante el periodo 1978-1979.

En lo personal es muy siginifica-tivo, porque la espiral de la historia pareciera que me deparó un hermo-so reencuentro 32 años después. Hoy me da la oportunidad de com-partir esta mesa con estimadas y es-timados colegas que fueron parte de la agrupación estudiantil universita-ria FRENTE, que apoyó e hizo po-sible la elección del histórico Secre-tariado de la AEU de 1978, quienes, junto al doctor Ricardo Sáenz, autor del libro que hoy presentamos, nos permitirán mantener viva y visuali-zar mucho más grande la llama por la vida con justicia social, democra-cia, pan y bienestar para todos, que

encarnó en vida la lucha social de Oliverio Castañeda de León, porque a través de las referencias a los ha-llazgos de la investigación biográfica y de los comentarios que se harán a la obra, podremos retroalimentarnos con las enseñanzas del recorrido so-ciopolítico de Oliverio, pero también aprender que el compromiso social que él asumió estaba enraizado en una profunda sensibilidad humana.

El libro que hoy se presenta es al-tamente significativo, porque sirve para rescatar la memoria de un re-ferente importante de la lucha social guatemalteca, como lo fue el movi-miento estudiantil en la época de los gobiernos militares de Kjell Lau-gerud y Lucas García.

La sensibilidad social, humanista y solidaria de las que ere portador el movimiento estudiantil y la lucha social de la época, se irguieron en su momento en los pilares de enorme estatura moral que tuvieron la ca-pacidad de desnudar el rostro de los regímenes políticos de turno, como regímenes intolerantes a fuerzas políticas y sociales alternativas que proponían construir un régimen so-ciopolítico que abriera espacios para el ejercicio pleno de los derechos ciudadanos, y enrumbara al país por los senderos del bienestar, la equidad y la justicia social. Puso también al descubierto, como todos sabemos, que las estrategias contrainsurgentes en las que esos regímenes se soste-nían, despojaron a la sociedad guate-malteca de preclaros líderes sociales, usando para ello el terror como sis-tema, con claras repercusiones per-suasivas para inhibir la participación ciudadana.

Esa estrategia política de terroris-mo de Estado encontró más tarde correlato en la entronización, afian-zamiento y consolidación de las

políticas económicas neoliberales adoptadas por los gobiernos subsi-guientes. Se produce así el maridaje entre economía y política, que te-niendo como telón de fondo el con-flicto armado interno, posibilitaron las rupturas societales que nos han afectado estratégicamente.

Las políticas neoliberales en sus diferentes expresiones, desde los ajustes estructurales, pasando por la liberación económica, la apertura comercial y los procesos transnacio-nales de integración comercial, vía el tratado de libre comercio y el énfasis en los megaproyectos; la promoción de la desagrarización para posibi-litar la penetración, crecimiento y desarrollo de las actividades de las transnacionales mineras y de pro-ducción para agrocombustibles; las reformas para modernizar el Estado, entre ellas la privatización de empre-sas estatales, la adopción de la foca-lización a instancias extremas como criterios de las políticas sociales, han sido, entre otros, los procesos que se han derivado de esa matriz política y económica, y que han sobredetermi-nado las rupturas, la fragmentación que experimenta la organización y el movimiento social, es decir, el prácticamente proceso de disolución social de las instancias colectivas de mediación social a los que fue confi-nada la sociedad guatemalteca.

Los Acuerdos de Paz no se tra-dujeron en políticas de desarrollo socioeconómico sostenibles y, por tanto, no fueron eficaces para re-construir todas las dimensiones que abarcaron esas rupturas sociales.

Los esfuerzos que se han venido desplegando por recuperar los as-pectos sustantivos de los Acuerdos de Paz en materia de reconciliación social y construcción de la paz des-de las diversas instancias estatales y

de la sociedad civil, han tenido que bregar frente a esas tendencias y con mucha dificultad están abriendo es-pacios para encarar y tratar de des-montar el discurso hegemonico del sector social neoliberal, el cual ha permeado de conformismo, diletan-cia, indiferencia, o de salvese quien pueda, el comportamiento social de diversos sectores sociales, entre ellos de la mayoría de estudiantes universitarios.

Consideramos que con la publi-cación de investigaciones sobre problemáticas de la realidad social de impacto sociopolítico, como la biografía de Oliverio Castañeda de León, flacso, con el apoyo de la Secretaría de la Paz, está constribu-yendo en dirección de revertir esas tendencias sociales, pero al mismo tiempo, en consonancia con los ai-res de octubre, rinde homenaje a la memoria de nuestro recordado y admirado compañero Oliverio Cas-tañeda de León, en el contexto tam-bién de su 55 aniversario, dedicando esta obra a su estimable familia, a la familia san carlista y a los estudian-tes y jóvenes guatemaltecos.

Para terminar, solo quiero decirle a Oliverio, que como él, todos los jóvenes que siguieron su ejemplo no salieron a la vida tras lo duro de la espina, tras el frío de la muerte y su dolor, que caminaron junto al pue-blo con la frente incendiándose de amor. Que a los tiranos no les gus-tó lo bello y la justeza de tu andar, pero que los claveles rojos que em-puñaron esos jóvenes valientes, flo-recieron en cien mil vidas sin temor a vivir, sin temor a morir. Oliverio, quiero decirte, que con tu ejemplo seguimos enamorados de la aurora embarazada de esperanza por la pa-tria y por su amor .* Coordinador Académico de Investigación

FLACSO Guatemala.

Publicación mensual de flacso-Guatemala Director: Dr. Virgilio Álvarez Aragón/Coordinación y diagramación: Lic. Hugo de León P.

Tel. PBX (502) 24147444 Fax: (502) 24147440 Correo electrónico: [email protected] Página web: http://www.flacso.edu.gtLas ideas expresadas en esta publicación no son necesariamente

compartidas por FLACSO-Guatemala30 mil ejemplares

Actividades en conmemoración del 20 de octubre21 de octubreSEMINARIO INTERNACIONAL9:30 horas: Conferencia magistral: Dr. Sidney Tarrow11:30 horas: Mesa redonda “Debate en torno a los marcos teórico-metodológicos para el análisis de los movimientos sociales en la región mesoamericana”14:00 horas: Panel de debate: “La construcción del pensamiento crítico y la práctica transformadora de los movimientos sociales”17:30 horas: Foro público, Dr. Sidney Tarrow22 de octubreSEMINARIO INTERNACIONAL9:30 horas: Mesa Redonda: “Situación actual y retos de los movimientos sociales en América Latina”14:00 horas: Conversatorio: “Alternativas frente al sistema de dominación: propuestas desde los movimientos sociales guatemaltecos”17:00 horas: Presentación de libros: Dr. Paul Almeida, “Olas de movilización popular: Movimientos sociales en El Salvador: 1925-2010”; Dr. Massimo Modonesi, “Marxismos y subjeti-vación política”18:00 horas: Recital poético/musical “Ofertorio por nuestra América”