diálogos miraflores

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Los CartujosDilogos en Miraflores

PrlogoPalabras para el lector

DE CMO NO ESCRIB ESTE LIBRO Querido lector: yo no soy el autor de este libro. Desde siempre tuve la ilusin de escribir un libro sobre los cartujos. Por qu? Sin duda por la emocin religiosa y esttica que me producan. Recuerdo, de esto pasaron ya quince aos, un domingo que visit la Cartuja de Porta Coeli, en Valencia. Tuve la fortuna de ser recibido por el P. Prior. Me acompa por todas las dependencias, me habl de su estilo de vida, me cont detalles. Todo aquello cuaj en un reportaje que public la prensa de Valencia. Nos volvimos a ver, fuimos, somos amigos. Me haba regalado fotografas, Incluso se dej retratar, aunque de espaldas. Y tambin me viene a la memoria que me invit a charlar unos minutos con la Comunidad. Era un domingo, a primeras horas de la tarde. Volv a mi casa lleno de algo distinto, algo que el mundo no poda dar, lleno de paz, de Jesucristo. Enriqueci aquella visita, y las posteriores, mi idea sobre los cartujos, su vida, su espritu, su vitalidad. Todo el conjunto me prometa inspiracin. S, sera muy bello, muy literario, un gran tema, muy... romntico, muy en mi lnea de hacer, el pensar, escribir y realizar un libro sobre los cartujos, como un Viaje a la Cartuja. Pero pasaron los das, los meses, los aos... Y llego el 14 de marzo de 1980. Un buen amigo me logr una entrevista con el P. Prior de la Cartuja de Miraflores en Burgos, entrevista que deseaba publicar en la revista Mensajero. Lo recuerdo muy bien. Nevaba. A las cuatro en punto de la tarde me recibi el P. Prior. Le grabe la entrevista sin dificultad. El dilogo transcurri magnficamente. Pregunt lo que dese y me respondi con holgura y total satisfaccin. Acabada la entrevista fuimos a la celda del P. Procurador. Y entonces, entonces fue. Lo recuerdo con minuciosa exactitud. La celda era cuadrada, con estanteras de madera. ramos cuatro: el P. Prior, el P. Procurador, mi amigo y yo. Por las ventanas ya entraba el sol. El cielo de Castilla la Vieja se haba abierto. Estaba azul. Mir el paisaje largo, plano, sin un alma. Todo en la Cartuja era silencio. Nuestras cuatro voces eran casi como un arpegio a destiempo. - Cmo me gustara escribir un libro sobre la Cartuja! Y no hizo falta ms. El P. Prior me respondi que lo deseaba. Yo

tuve la impresin, subjetiva, que aquel libro, en aquella Cartuja, me estaba esperando. En breves minutos, menos, en una dcima de segundo, me traslad imaginativamente a Valencia. Record mis vivencias primeras en Porta Coeli. Y otras Cartujas que haba visitado: Val-Sainte, en Suiza; Aula Dei, en Zaragoza; la Grande Chartreuse, en Grenoble, y las deshabitadas Cartujas de Porto fino y Florencia. Mientras el P. Prior me animaba, yo viajaba y me senta feliz. - Todo llega en esta vida, ya est aqu el libro de la Cartuja, me dije en el alma. Y... Dej Miraflores. Baj de la colina cartujana hacia Burgos, quizs demasiado contento. Porque s: el tema me gustaba, me inspiraba. tenia tiempo, tena editorial, y los cartujos subvencionaban. El completo. Pero... Y tambin lo recuerdo exactamente. No poda ser. En la vida lo bueno se mezcla con lo malo, lo agrio. Por tanto, aqu debera haber un fallo, un error, algo que modificase este sueo que yo viva por las calles de este Burgos austero, heroico y nevado. Todo era demasiado evidente para que fuera seguro. Siempre hay que sospechar de lo fcil y, mucho ms, si se trata de algo favorable. Pero los hechos estaban ah. Me haban encargado un libro sobre la Cartuja. Todo estaba claro. Hasta las fechas de escritura, correccin y entrega. El sueo hecho realidad quedaba en pie. Hara el libro. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... El 30 de abril de 1980, mes y medio despus de mi primera visita a Miraflores, llegu a la Cartuja y me hosped en ella. Durante algunos das, dialogamos mucho con el P. Prior y el P. Procurador. Concretamos casi todo. Estuve un da, dos, tres, cuatro... no recuerdo con exactitud. Dorm en la Cartuja, com de la Cartuja, pase por la Cartuja, visit toda la Cartuja. No me adapt a los horarios de la Cartuja. Le, medit, mir el paisaje y... sobre todo, or. Asist a las misas de los cartujos. Comulgu con los cartujos. Procur empaparme, ambientarme al mximo de todo lo que supusiera Cartuja. Ms tarde aquella entrevista del 14 de marzo fue publicada en la revista, Mensajero, el 1 de noviembre de 1980 con gran aceptacin. Y ahora cumplira mi sueo... el libro! Pero... Poco a poco, fui dndome cuenta de que algo haba cambiado en mi. Y esto me alegraba. Era como una luz que se me introduca

en la mente, en el corazn, en la sensibilidad. en la misma inspiracin y voluntad de escribir. Como si algo acabara de romperse en mi. Como si mi alma fuera un vaso de cristal hecho pedazos. Pero me alegraba. Vela las cosas con ms realismo. Hara, escribirla el libro, porque haba dejado de soar. Qu me haba ocurrido en mi segunda visita a Miraflores? Algo elemental. El magno silencio de la Cartuja, un silencio denso, silencio de hombres recios, cerrados entre cuatro paredes y de por vida, este silencio que yo ahora viva no era el silencio soado por m. Era este silencio no un fin sino un medio, un ambiente para llegar a Dios. Ms que de un silencio, se trataba de una soledad, toda ella puro sacrificio. Aquel silencio se me haca pura penitencia. De bello, casi nada; de romntico, nada. De inspirador, poqusimo para m. De reflexionador, quizs mucho. Y se aada el no poder hablar con todos y cada uno de los cartujos a la hora y momento que yo deseara. Dialogar, tratar con ellos, hacerme amigo, preguntarles, sugerirles, charlar, convivir, enterarme, inspirarme, estar a gusto con ellos, saborear sus problemas, sus ilusiones, sus historias, sus intimidades, su vitalidad, su sacrificio, sus tragedias, su soledad, sus nostalgias... en fin, usar literariamente toda la historia de su vida no me era concedido. Porque yo haba ido all a eso, a escribir una narracin partiendo del material vida de los cartujos, porque estaba y estoy muy seguro de que s, que todo hombre, y muy especialmente un cartujo, tiene una historia ntima que contar y que puede ser altamente ejemplar el contarla a los dems. Pero nada de esto consegu, pues en realidad, no llegu a convivir con ningn cartujo. Mis conversaciones con los monjes que trat se limitaban a dos puntos: el contenido del libro y su presentacin. Para el contenido, dada mi absoluta ignorancia sobre el tema, contaba con unos apuntes escritos por los mismos cartujos, apuntes que contenan la verdadera verdad de los cartujos, nica cosa que queran exponer al posible lector. Y cuanto a la forma y presentacin del libro.., dependa de sus posibilidades econmicas, aspecto en el que yo nada tena que hacer. As que, de repente, vi que el libro estaba hecho y que mi visin subjetiva, literaria estaba totalmente fuera de lugar en la Cartuja. Me haba equivocado, haba soado despierto, como intu en la primera visita a Miraflores. Con los dos cartujos que habl, me encontr siempre muy bien. Con todo observ algo muy importante: yo poda llegar a conocer las normas de vida de los cartujos, el estilo de vivir su entrega a Dios, pero de un modo annimo, abstracto. En cuanto a conocer cmo vivan individualmente estas normas, cul era la tristeza, la

felicidad y la nostalgia de los cartujos, cul era el trabajo personal de cada monje... de eso, nada. De vida privada, nada. Con sencilla suavidad, caridad, claridad y eficacia, los cartujos me haban dado a entender que no les interesaba un libro literario, aunque fuera bueno, sino un libro objetivo, aunque fuese menos sugestivo. En resumen, mi libro deba ser un acto de servicio y no un acto de creacin literaria. Y... extrao..., esta decisin, esta renuncia a mis proyectos, en lugar de desanimarme me alegr. Como si, por fin, hubiese visto el camino a seguir. Y sin darme cuenta comenc a leer en mi interior. Ahora me senta ms realista, senta como si mi interior estuviera lleno de luz, de fuerza, de seriedad. Pero... haba perdido la inspiracin. Lo que deba hacer nada tenia que ver con la literatura; por tanto no sera un libro mo. Y ste era el primer acierto. Porque de algo me haba convencido. La verdad de la Cartuja no se presta a juego literario. Ni se debe hacer literatura a propsito de la Cartuja. La Cartuja es algo ms. La Cartuja es la versin del Evangelio en clave de sacrificio radical, con todas las compensaciones que Dios quiera regalar. Si hay una realidad de la que no se puede prescindir ni un segundo en la Cartuja, es la de la gravedad, la de la seriedad. En un primer momento resulta triste contemplar el propio fracaso. Pero si se tiene ptima voluntad, en el fondo este fracaso resulta positivo. Y, muy poco a poco, pero constantemente, me fui superando y me decid a colaborar. No hara el libro, pero lo organizara. El libro lo escribiran los cartujos. Iban a ser ellos los que hablasen de su verdad. Y mi literatura no incidirla para nada en el texto. Y as ha sido. Me convert en un servidor de los cartujos. Quizs demasiado. Pero as es. El libro que tiene ante sus ojos, entre las manos, el lector, est escrito por los mismos cartujos, lo que, por otra parte, es obvio. Mi labor ha sido la de vivificar su texto, dialogndolo. Y montar un apunte biogrfico de la vida de San Bruno, a partir de un libro que los mismos cartujos me prestaron. Todas y cada una de las pginas han sido ledas, estudiadas y corregidas por los mismos cartujos. Su autenticidad cartujana es total. Mejor recomendacin no le podra hacer al lector. Quien lo leyere, leer a los mismos cartujos. Porque yo prescind de toda labor personal. Incluso, en un principio, pens reservarme la descripcin del Monasterio y sus dependencias. En esta visita al Monasterio yo habra podido, sin detrimento de la objetividad, poner en juego todas mis artes literarias, buenas, medianas o mediocres. Pero pens que mi visin literaria y por tanto siempre subjetiva, podra desequilibrar el texto, caracterizado por la objetiva austeridad asctica, propia de los cartujos.

As que este libro ha sido la paulatina historia de una renuncia literaria y la suave ascensin hacia una misin de servicio que, cada da, me llena ms. Me siento muy feliz de haber ofrecido mis posibilidades literarias a mis amigos, a mis hermanos, a mis compaeros de ilusiones religiosas, los cartujos de Santa Mara de Miraflores. Poco ms me queda por decir. Gracias a la Comunidad cartujana por haberme dado esta posibilidad de ayudarles. Gracias por el ejemplo que me dieron con su vocacin tan autnticamente vivida. Gracias por su hospitalidad y comprensin. Y especialmente gracias por la caritativa forma con que me hicieron comprender que la Cartuja es demasiado seria como para prestarse a un ejercicio literario. La Cartuja es la historia de la entrega radical a Dios de unas almas, aun admitidas todas las limitaciones que Dios permite y con las que humilla a los hombres. Pero queda siempre claro que las vidas de los cartujos son nica y exclusivamente para Dios, que sus vidas personales ni han sido, ni son, ni sern nunca, nunca, argumento de atraccin literaria en el sentido distractivo de la palabra, aunque s son y sern objeto de literatura asctica, mstica. Este libro pretende que, cuantos lo leyeren, sepan que la gracia de la vocacin a la Cartuja es un don muy fuerte de Dios, que Dios puede, quiere darlo, y, de hecho, lo da a los hombres que se lo piden. Y, sobre todo, que es posible, con la gracia de Dios, seguir la llamada de la vocacin cartujana. Que no es un imposible. Que es una vida radicalmente entregada a Dios pero no inhumana. Que los que han seguido, y cada da siguen, esta llamada de Dios, son hombres entresacados de la vida normal de nuestra sociedad. Hombres que, con ayuda sobrenatural, se esfuerzan por transformar su persona en otro Cristo, en seres slo de Dios. Y que son felices, muy felices pudiendo cooperar con el sacrificio de su vida a la redencin del mundo, que viven veinticinco horas al da con Cristo, fuente de todo bien, de toda luz, de toda esperanza, Y acabo. Mi conclusin final fue sta: Cartujo = Profeta de la esperanza. Rosendo ROIG. S.J. Bilbao, enero 1981

Captulo cartujo

1.

San

Bruno,

el

primer

Apunte biogrfico

JUVENTUD De sus primeros aos apenas sabemos cosa alguna. Naci en Colonia; era, pues, alemn. Sus padres no carecan de nobleza, o al menos de cierta notoriedad en la ciudad. En qu fecha naci Bruno? Lo ignoramos. Apoyndonos en un dato cierto, la fecha de su muerte (6 de octubre de 1101), y en los acontecimientos de su vida, podemos conjeturar que Bruno naci entre 1024 y 1031. Nosotros, elegiramos preferentemente el ao 1030. Es el que mejor armoniza con los hechos de la vida de Bruno. En Colonia vivi Bruno sus primeros aos, pero no conservamos documentos de este perodo. En aquella poca, slo los monasterios y las iglesias tenan escuelas para iniciar a los nios en las letras humanas. A cul de ellas asisti Bruno? Nunca se sabr a ciencia cierta. Pero como fue nombrado cannigo de la Colegiata de San Cuniberto, se puede deducir que haba estado vinculado de una manera especial a ella? Y este vnculo, no sera de orden familiar -hoy diramos parroquialy, en consecuencia, escolar? Un hecho parece innegable: desde sus primeros aos revel Bruno dotes intelectuales poco comunes: porque, joven an, fue enviado de Colonia a la clebre escuela de la catedral de Reims. All vive en lo sucesivo; su estancia en Pars, Tours o Chartres pertenece a la leyenda. Reims deja huella en Bruno, hasta el punto de que, olvidando su origen alemn, se le llama ms tarde Bruno, el francs. Las escuelas de Reims, sobre todo la escuela catedralicia que frecuent Bruno, eran famosas desde siglos. Gerberto, que un da sera el Papa Silvestre II, haba sido rector. A mediados del siglo IX, el arzobispo Cuy de Chtillon dio a los estudios un nuevo impulso. Cuando Bruno lleg all, las escuelas de Reims estaban en apogeo. Afluan alumnos de Alemania, de Italia, de toda Europa. Y entre toda esta juventud, la personalidad de Bruno llam la atencin de sus maestros. Cuando Bruno tena alrededor de veinte aos, siendo an estudiante en la escuela de la Catedral, ocurri un suceso que dej

honda huella en su sensibilidad religiosa: el Papa Len IX vino a Reims y celebr all un Concilio. El 30 de septiembre de 1049, el Papa llegaba a Reims. El 1. de octubre hizo la traslacin de las reliquias de San Remigio. Al da siguiente, Len IX consagraba la nueva iglesia de la abada de San Remigio. Qu devocin le tuvo siempre Bruno! Acabadas las fiestas de San Remigio, el 3 de octubre, Len IX abri el Concilio. Numerosos arzobispos, obispos y abades participaron en l; trataron, sobre todo, de la simona que minaba entonces a la Iglesia y que urga extirpar. Comparecieron varios obispos, convictos de haber comprado su obispado. El Papa y el Concilio los depusieron y excomulgaron. Despus se tomaron las medidas disciplinares para atajar el mal... Bruno estuvo al corriente de las medidas y decisiones del Concilio, a las que la presencia del Papa confera una autoridad y solemnidad excepcionales. Al despertar su vida de accin, los grandes problemas de la iglesia gravitaban sobre la conciencia de Bruno. Profundamente religioso y recto, penetrado de la Sagrada Escritura y de los grandes principios de la fe, no poda por menos de reflexionar sobre la situacin de la Iglesia, sobre la necesidad de reforma y sobre la orientacin que l deba dar a su vida, para que alcanzase la plenitud de su valor y su fidelidad. De momento le parece que el Seor le inclina hacia los estudios religiosos, aqu, en Reims. Se mete de lleno en la vida de la dicesis, se entrega a la enseanza sagrada. Terminados sus estudios, vivi Bruno algn tiempo en Pars? Volvi por una temporada a Colonia? Recibi las rdenes sagradas? Predic? En qu lugares? Puntos oscuros, sobre los que faltan documentos autnticos. Slo una alusin de un Ttulo Fnebre, de la que sera aventurado sacar conclusiones demasiado concretas: Multos sermones faciebat per regiones. Un simple clrigo, con los estudios y ttulos de la escuela de Reims, poda ser llamado a predicar al pueblo, ciertamente. CANNIGO Y MAESTRESCUELA El hecho es cierto: Bruno fue cannigo de San Cuniberto. Ahora se nos presenta un problema. Entre el fin de sus estudios personales y su nombramiento para el cargo de maestrescuela, es decir, de gran canciller de las escuelas de Reims, hacia 1056, qu hizo Bruno? cmo fue su vida? en qu se ocup? La respuesta se impone. En Reims, menos que en ninguna otra parte, se puede pensar que confiaran el cargo tan pesado de summus didascalus, de responsable supremo de todos los estudios, a ningn profesor que no hubiera dado pruebas de su capacidad. Si Bruno estuvo en

Pars o en Colonia, sera por breve tiempo. Bruno tambin fue elevado, incluso antes de ser nombrado maestrescuela, o al menos casi al mismo tiempo, a otra dignidad: cannigo de la catedral de Reims. No era pequea distincin pertenecer a este ilustre cabildo. Bruno, Ecclesiae Remensis quae nulli inter Gallicanas secunda est, canonicus.... La Iglesia de Reims no ceda entonces en dignidad a ninguna Iglesia de Francia, dice la Crnica Magister... Por lo que conocemos del Cabildo de Reims en esta poca, la vida de Bruno como cannigo se desarrollaba as: viva fuera del claustro de la catedral, en una casa que le perteneca en propiedad; gozaba de rentas que le permitan llevar una vida confortable y acomodada: tena criados y poda invitar a la mesa a sus amigos, ya que la costumbre no impona a los cannigos la obligacin de tomar todas sus comidas en comn. Su principal deber era participar regularmente en el oficio cannico de la catedral. Trat con los monjes de las abadas vecinas? Saint Thierry estaba a pocos kilmetros de la ciudad y San Remigio a cuatro pasos de los muros. En todo caso, las conoci ciertamente, y a medida que maduraba su proyecto de vida monstica, se debi informar sobre sus observancias. Cuando parti de Reims para Sche-Fontaine, dos sentimientos le dominaban: una gran estima y amistad hacia los monjes negros de San Benito, y la conviccin de que no le llamaba el Seor a ese gnero de vida. Es evidente que cada miembro del Cabildo, fuera de las Horas cannicas, poda ordenar su vida a su gusto. Pero si Bruno hubiera pretendido entonces entregarse a largas horas de contemplacin, transformando su casa en un claustro solitario, no hubiera podido cumplir con las tareas que le haba confiado el arzobispo. Porque en 1056 era maestrescuela, es decir, director general de los estudios en Reims. Sera interesante para nosotros conocer la fecha exacta en que Hrimann, maestrescuela de Reims, obtuvo la dimisin de su cargo, ya que Bruno le sucedi inmediatamente. Al parecer, esta dimisin tuvo lugar poco despus de la elevacin de Gervasio de Chteaudu-Loir a la sede de Reims en octubre de 1055. Sin gran peligro de error podemos situarla a fines de 1055 o principios de 1056. La promocin de Bruno a la dignidad de maestrescuela ocurrira, por consiguiente, durante el ao 1056. La eleccin era honrossima para Bruno. El hecho de que se le designase tan joven para ocupar un puesto tan delicado, significaba que Hrimann haba descubierto en l, no slo excepcionales dotes para la enseanza, sino tambin cualidades de trato e, incluso, de gobierno. Porque Bruno slo tena 26 28 aos. Y Hrimann no se hubiera decidido tan resueltamente por un hombre de esta edad, si no hubiera estado seguro de que al proponer su nombramiento al

arzobispo Gervasio, contaba con la aprobacin implcita del conjunto de profesores y alumnos de las escuelas. Contentmonos ahora con espigar en los Ttulos Fnebres algunos de los elogios que tributaron a Bruno quienes le conocieron: Superaba a los doctores y era su maestro.... Filsofo incomparable, lumbrera en todas las ciencias.... Espritu enrgico, de convincente palabra, superior a los dems maestros; era un portento de sabidura; no slo lo digo yo a ciencia cierta, sino toda Francia conmigo. Maestro de gran penetracin, luz y gua en el camino que conduce a las cumbres de la sabidura.... Sus lecciones se hicieron famosas en el mundo.... Honor y gloria de nuestro tiempo. Estamos seguros de que, desde la poca de su docencia en Reims, Bruno sobresala a los ojos de sus discpulos en el conocimiento de los textos sagrados, sobre todo del Salterio. Bruno, maestrescuela de Reims, se nos revela primero como un alma totalmente orientada a los estudios sagrados; luego, como un Maestro y un perfecto amigo y, finalmente, como un hombre cuya autoridad moral se impone a todos. Bruno haba decidido consagrar su vida al estudio y a la enseanza de la fe; las cosas de Dios haban cautivado su corazn y bastaban para llenar su alma. Hasta qu edad? Durante diez, quince, veinte aos? Faltan documentos... A LOS 50 AOS... CANCILLER Fue, sin duda, durante este perodo cuando el arzobispo de Reims nombr a Bruno canciller de su Iglesia, para reemplazar a Odalrico que acababa de morir. Hay que ver en esta eleccin una muestra de estima personal o slo un gesto diplomtico? Promover a Bruno era lisonjear a la opinin pblica, sobre todo a la universitaria; era dar pruebas de buena voluntad, siendo tan viva y general la estima de que gozaba Bruno... Tres documentos permiten situar en el tiempo el corto perodo durante el cual ejerci Bruno su cargo de canciller. Todava en octubre de 1074 firma Odalrico los documentos de la cancillera; en cambio, una carta de la abada de Saint-Basle, fechada en 1076, est firmada por Bruno; pero en abril de 1078, el nombre de Godofredo ha reemplazado al de Bruno en los documentos oficiales del arzobispado. Se puede fijar en 1077 la dimisin de Bruno. Porque a principios de aquel ao se desencaden la lucha enconada que durante varios aos desgarr a la dicesis de Reims. Por una parte estaban Gregorio VII, su legado en Francia Hugo de Die y varios cannigos de la catedral, y por la otra, el arzobispo Manass, cuyas prevaricaciones haban sido por fin desenmascaradas.

Durante los veinte aos que ejerci el cargo de Maestrescuela de Reims, fue menester que Bruno adquiriera una reputacin de integridad y una autoridad innegables para que Manass, en ltimo apuro, le escogiera como canciller para tranquilizar a Gregorio VII sobre sus intenciones... La pronta dimisin de la cancillera por parte de Bruno, no es tambin una nueva prueba de su integridad? Bruno era hombre justo en el sentido bblico de la palabra. Lo mismo que el abad de Saint-Arnould, Guillermo, tuvo muy pronto que habrselas con Manass el arzobispo abusivo, y parece que no tuvo paz hasta que se libr de todo compromiso y recobr su libertad para juzgar, e incluso para luchar si fuere necesario. En toda sociedad, sobre todo si est corrompida, el culto a la Palabra de Dios, el amor de la ms elevada amistad y la integridad que vemos en Bruno, condenan al alma humana a cierta soledad. Un ser puro es, siempre y en todas partes, un solitario. Bruno es tambin un Maestro. No slo porque da lecciones y produce honda huella en sus discpulos, sino sobre todo porque domina los acontecimientos y los hombres. Se coloca por encima de ellos y los sobrepasa, vindolos y juzgndolos desde su altura. BRUNO... OBISPO? A los cincuenta aos Bruno tena ante s un magnfico porvenir. Se le propona la primera sede episcopal de Francia, llamada, diadema del reino. Bruno era la persona ms indicada para este elevado cargo: su integridad, su ciencia, su lucidez ante situaciones delicadas, su coraje en los sufrimientos, su fidelidad a la Santa Sede, su profunda piedad, su exquisito sentido de la amistad, su desprendimiento de las riquezas y su caridad lo hacan el preferido de todos. Gregorio VII y Hugo de Die, su legado, haban podido comprobar su integridad en aquella poca de simona, y haban manifestado pblicamente la estima que le profesaban. Quin podra oponerse a esta eleccin tan anhelada de todos, tan deseada no slo para el bien de la Iglesia de Reims, sino para el bien de toda la Iglesia de Francia? Quin? Nadie, ciertamente. Nadie, excepto Dios, que habla dejado or en el corazn de Bruno la llamada a una vida ms perfecta... No habra de ser en la Iglesia de Reims, ni en la Iglesia de Francia, sino ms profundamente, en el corazn mismo de la Iglesia, donde Bruno dara el testimonio de un puro amor de Dios. UNA CARTA, UN JARDN All por las calendas de 1090-1101, es decir, unos veinte aos

despus de la poca de que ahora tratamos, Bruno escriba a su amigo Ral le Verd, den del Cabildo de Reims, una carta que nos da preciosas luces sobre su vocacin personal: Te acuerdas, amigo mo, del da en que estbamos juntos t y yo con Fulcuyo le Borgne, en el jardincillo contiguo a la casa de Adam, donde entonces me hospedaba? Habamos hablado, segn creo, un buen rato de los falsos atractivos del mundo y de sus riquezas perecederas, y tambin de las delicias inefables de la gloria eterna. Entonces, ardiendo en amor divino, hicimos una promesa, un voto, dispuestos a abandonar en breve las sombras fugaces del siglo para consagrarnos a la bsqueda de los bienes eternos, y recibir el hbito monstico. Lo hubiramos cumplido en seguida si Fulcuyo no hubiera partido a Roma, para cuya vuelta aplazamos el cumplimiento de nuestras promesas. Mas, por prolongarse su estancia y por otros motivos, se resfriaron los nimos y se desvaneci nuestro fervor. El valor de este relato es tanto mayor, cuanto que los documentos ciertos sobre la vida de San Bruno son muy raros. Aqu tenemos un testimonio innegable sobre uno de los momentos ms decisivos de la orientacin espiritual de nuestro santo. Para evitar el episcopado debi huir secretamente de la ciudad. Otros (desgraciadamente su afirmacin parece gratuita) le presentan distribuyendo todos sus bienes a los pobres antes de partir, y le hacen despedirse del clero y del pueblo de Reims con un magnfico sermn. Coment el lema que haba adoptado: Pensando en la eternidad, hu lejos y permanec en la soledad. Habl con tanta fuerza. uncin y autoridad, y la impresin que produjo fue tan viva y profunda que algunos de sus oyentes se mostraron dispuestos a seguirle. Cul era exactamente la intencin de Bruno, cuando con sus dos compaeros hizo su voto en el jardn de la casa de Adam, o cuando ms tarde abandon Reims? Qu forma de vida haba decidido adoptar? Tena ya un plan concreto? Para aclarar esta cuestin slo tenemos la Carta a Ral le Verd, escrita ms de diez aos despus de la fundacin de Chartreuse: Nos dispusimos -dice- a abandonar las sombras fugaces del siglo para tratar de conseguir los bienes eternos, vistiendo el hbito monstico-. Si tenemos en cuenta que esta ltima expresin slo significaba entonces abrazar la vida monstica, sin precisar si haba de ser en su forma cenobtica o eremtica, la Carta a Ral le Verd slo nos seala dos puntos claros en la intencin de Bruno y de sus compaeros: su determinacin de huir de las vanidades del mundo consagrndose a la conquista de lo eterno, y su voluntad de apartarse de toda ocupacin y relacin secular para darse nicamente a la vida divina de la gracia.

LA AVENTURA En una fecha que no podemos precisar exactamente, pero que se sita entre 1081 y 1083, Bruno abandon Reims en compaa de Pedro y Lamberto. Bajaron hacia el Sur, en direccin de Troyes. All, a unos 150 kilmetros de Reims y unos 40 al Sudeste de Troyes, en Molesmes, exista desde 1075 una abada cuyo abad, Roberto, tena gran reputacin de sabidura y santidad. Roberto haba reagrupado a su alrededor a algunos eremitas del bosque Collan, cerca de Tonnerre, y los haba formado en la vida benedictina. La abada era pobre. En 1083 fue necesario que el obispo y seor de Langres hiciera un llamamiento a sus vasallos para salvar a Molesmes de su miseria. Esta pobreza favoreca el fervor de los monjes. Cuando Bruno, Pedro y Lamberto acudieron a Roberto, acababan de regalar a la abada de Molesmes la finca de ScheFontaine, que no utilizaban. Estaba a unos ocho kilmetros de Molesmes. Lo suficientemente lejos para que sus habitantes se consideraran muy distintos de los benedictinos de Molesmes, y lo suficientemente cerca para que las relaciones fueran fciles con la abada y sobre todo con su santo abad. Adems, no era a propsito para la vida eremtica el bosque Fiel, que rodeaba a Sche-Fontaine? Ya en muchos rincones de l se haban establecido ermitaos solos o en grupos. Sche-Fontaine, pues, fue el lugar donde, con la aprobacin de Roberto., se instal Bruno con sus compaeros. All vivieron vida eremtica, heremitice vixerant, dice una de las dos cartas de Molesmes que relatan los comienzos de Sche-Fontaine. Cunto tiempo dur esta fase de la vida de Bruno? Un ao como mnimo y tres como mximo, segn la fecha de la salida de Reims. Suficiente tiempo en cualquier caso para que otros discpulos se les reuniesen. Pero Bruno lleva en s otro ideal de vida religiosa: se siente impulsado por el Espritu de Dios al desierto', y escoge el eremitismo. As vemos cmo, acompaado indudablemente de algunos compaeros, deja Sche-Fontaine y va en busca de un lugar apropiado para la realizacin de su proyecto. Esta separacin se hizo en un clima de sinceridad y caridad. Sea como fuere, la nueva partida de Bruno, su salida de ScheFontaine, nos da una luz especial sobre su vocacin. Como monje, no se siente llamado a la vida cenobtica. Quiere la soledad, a solas con el Solo, a solas con Dios. Este es el autntico llamamiento del Espritu Santo en su alma y en su vida. De nuevo emprendi la ruta del Sur y se dirigi hacia Grenoble y los Alpes, a ms de 300 kilmetros. Se ignora el porqu de esta eleccin.

A primeros de junio de 1084, Bruno y sus seis compaeros llegaban a Grenoble, comenzando as una maravillosa y misteriosa aventura... EL PRIMER DESIERTO Este yermo, cuyos lmites acabamos de consignar, comenzaron a habitarlo maestro Bruno y sus compaeros, y a construir sus edificios, el ao 1084 de la Encarnacin del Seor, 4. del episcopado de Mons. Hugo de Grenoble. El estudio crtico de los documentos sita esta toma de posesin hacia la fiesta de San Juan Bautista, es decir, en la segunda mitad del mes de junio. Es, por lo dems, la poca que imponan las condiciones del clima. Guigo, en su Vida de San Hugo de Grenoble, cuenta la llegada de Bruno y sus compaeros en un relato demasiado sobrio para nuestro gusto, pero muy preciso: Encabezaba el grupo Maestro Bruno, clebre por su fervor religioso y su ciencia, modelo perfecto de honradez, de gravedad y de plena madurez. Le acompaaban Maestro Landuino (que sucedi a Bruno como Prior de Chartreuse), Esteban de Bourg y Esteban de Die (antiguos cannigos de San Rufo que, por amor a la vida solitaria y con el consentimiento de su abad, se haban unido a Bruno) juntamente con Hugo, llamado el capelln, porque slo l desempeaba las funciones sacerdotales; tambin iban dos laicos, hoy diramos conversos, Andrs y Gurin. Andaban en busca de un lugar a propsito para la vida eremtica y no lo haban encontrado an. Con la esperanza de hallarlo y deseos tambin de gustar de la santa intimidad de Hugo, vinieron a verle. Este los recibi no slo con gozo, sino con verdadera veneracin, ocupndose de ellos y ayudndoles a cumplir su voto. Y gracias a sus consejos personales, a su apoyo y a su direccin, entraron en la soledad de Chartreuse y se instalaron all. Por aquellos das haba visto Hugo, en sueos, que el Seor se construa en esa soledad una casa para su gloria y que siete estrellas le mostraban el camino. Y siete eran precisamente Bruno y sus compaeros. As, acogi con benevolencia no slo los proyectos de este primer grupo de fundadores, sino tambin los de los que les sucedieron, favoreciendo siempre, mientras vivi, a los ermitaos de Chartreuse con sus consejos y generosos favores. Si, finalmente, Bruno y sus compaeros se instalan en el desierto de Chartreuse, no es porque ellos mismos hayan escogido tal lugar: Dios mismo se lo seal por mediacin de su intrprete, el obispo Hugo. Su intencin? S; aqu podemos leerla con impresionante relieve en el mismo suelo, en toda su decoracin, en el bosque y en las nieves. Este fondo del valle en el corazn del macizo de

Chartreuse, de accesos difciles incluso para los pueblos ms cercanos, de largos inviernos con grandes nevadas, de tierras pobres, slo poda presentar una ventaja: la separacin casi total del mundo, la soledad llevada al lmite extremo. Era la vida estrictamente eremtica lo que buscaba Bruno. Pero una vida eremtica en grupo: un hombre absolutamente solo no hubiera podido subsistir en tales condiciones de vida. LA MONTAA, LA ERMITA, LA SOLEDAD Si nos fijamos en el rigor del yermo por una parte. y por otra, en la armona ntima y en la compensacin del pequeo grupo de ermitaos, podremos apreciar un contraste que nos introduce plenamente en los planes de Bruno. Si ste no hubiera reconocido que podra realizar semejante tipo de vida eremtica en el desierto de Chartreuse, indudablemente no se hubiera establecido en l. Pero este sitio responda demasiado bien a su nica intencin para que dudara. Tanto l como sus seis compaeros podan esperar llevar all juntos la vida eremtica con todas sus exigencias y toda su riqueza espiritual, al menos en cuanto es soportable a las fuerzas humanas. Bruno quera la vida eremtica pura, con soledad estricta, atemperada solamente por algunos actos de vida comunitaria. La misma Comunidad ser poco numerosa, e incluso en sus actos comunes los cartujos conservarn el sentimiento de ser el parvulus numerus. El clima, sobre todo la nieve muy abundante en Chartreuse, y el fro riguroso impondran a Bruno una decisin sobre un punto importante del medio de vida. Para armonizar las exigencias de la soledad y la regularidad de la vida comunitaria se le ofrecan dos soluciones: separar lo ms posible unas celdas de otras para favorecer la soledad, o agruparlas para facilitar la vida comn. El clima inclin a Bruno a optar por una solucin intermedia: las celdas estaran realmente separadas, pero cerca unas de otras, comunicndose entre s y con los locales comunes mediante un claustro cubierto; as se podra pasar por l al abrigo de la lluvia y de la nieve. Segn el plan de Bruno, los monjes deberan reunirse con bastante frecuencia -varias veces al da- para el rezo del Oficio, celebrar Captulo o asistir al refectorio comn. Si estas condiciones del clima y terreno no hubieran correspondido a su plan de vida contemplativa, Bruno hubiera podido cambiar el emplazamiento de las celdas sin abandonar el desierto de Chartreuse. No dudar, por ejemplo, en instalar a los conversos a ms de 3 kilmetros de las celdas de los ermitaos, en un lugar 300 metros ms bajo, donde

da ms el sol y duran menos las nevadas. Mientras se preparaban algunas tierras para el cultivo, se iban construyendo las celdas alrededor de la fuente. Indudablemente, seran parecidas a las cabaas de los leadores y pastores que, con el aspecto de pequeos chalets, se ven an hoy da en las regiones alpinas. Construcciones toscas, pero slidas., hechas de troncos ensamblados y cubiertos de gruesas tablas, puestas de modo que. a ser posible, resistan de un ao para otro el peso de las nevadas. Estas chozas cobijaban al principio, por economa de tiempo y quiz tambin de dinero, a dos religiosos. Ms tarde, cada ermitao tuvo su celda personal. El agua de la fuente llegaba a cada celda por canalizaciones que. al principio, eran troncos o ramas de rboles ahuecados. nicamente la iglesia fue construida de piedra. El 2 de septiembre de 1085. Hugo, obispo de Grenoble, la consagraba bajo la advocacin de la Santsima Virgen y de San Juan Bautista. Algunos sitan este conjunto en los alrededores de la actual capilla de San Bruno. Las celdas se abran a una galera cubierta, de unos 35 metros, que llegaba casi hasta el pie del peascal- y permita ir bajo techo al Captulo, al refectorio y, sobre todo, a la iglesia. En sta celebraban los monjes la Misa conventual y recitaban en comn Maitines y Vsperas los das ordinarios. Los domingos y das de fiesta recitaban en la Iglesia casi todo el Oficio. En la celda rezaban el resto del Oficio y vivan entregados a la oracin, a la lectura y al trabajo manual, que entonces consista principalmente en cotejar o transcribir manuscritos, sobre todo de la Biblia y Padres de la Iglesia. Cada ermitao tomaba su comida en su celda; nicamente acuda al refectorio comn los domingos y grandes fiestas. Entonces, mientras la Comunidad tomaba su refeccin, uno de los ermitaos lea algn trozo de la Biblia o de los santos Padres. Tambin los conversos vivan dentro de los lmites del desierto, pero sus celdas estaban situadas ms abajo que las ermitas. Hacan los trabajos exteriores, sobre todo los ms rsticos, necesarios en la vida de comunidad. Se encargaban de cultivar las tierras, de cuidar el ganado, cortar lea y ejecutar los mil trabajillos que exige la difcil conservacin de los edificios. En una palabra, protegan la oracin y soledad de los ermitaos, entregndose tambin ellos. en cuanto era posible, a la vida contemplativa. Admirable solidaridad espiritual de un grupo de hombres, enamorados de Dios, que se organizan entre s para que de sus vidas unidas brotara la contemplacin pura. Segn una tradicin recogida por Mabillon, a Bruno le gustaba retirarse a un rincn solitario del bosque cercano y meditar delante de una roca en la que todava hoy se vislumbra una cruz tallada en la piedra...

RELIGIOSOS DE DESIERTO Bruno y sus compaeros quieren vida eremtica. Una vida eremtica cuyos peligros e inconvenientes se vean contrarrestados por elementos de vida cenobtica. Esta parte de vida comunitaria no es una simple concesin a la fragilidad de la naturaleza humana, sino que constituye un verdadero intercambio espiritual y humano. Una amistad santa une entre s a los miembros del grupo. Amistad que se entabla entre fuertes personalidades de gran mrito, doctrina y santidad, cuyo prototipo es Bruno. Estos tres rasgos parecen caracterizar al cartujo, tal como lo quiere San Bruno: la contemplacin debe nutrirse en la fuente de la Sagrada Escritura y los Santos Padres; a su vez, este conocimiento de la Escritura y los Padres debe encontrar un estmulo en la contemplacin. Conocimiento lleno de amor y amor que lleva al conocimiento. El cartujo vive, en su espritu y en su corazn, el misterio de Dios. Y lo vive con grandeza de alma. Nada hay de mezquino en esta vocacin. Todo est marcado con ese carcter de absoluto, de exigencia, de totalidad, de plenitud, que da su verdadera talla al hombre de Dios. De ah la importancia del lugar escogido; porque semejante forma de vida no se puede realizar en cualquier parte. Se necesitan unas condiciones especiales: un desierto, una separacin del mundo, un nmero reducido de ermitaos, una proporcin razonable entre Padres y Hermanos. La Chartreuse ofreca una ocasin excepcional, quiz nica, para realizar sin ningn obstculo semejante ideal. En estas circunstancias es difcil imaginar que Bruno y sus compaeros hubieran tenido ni la ms remota idea de fundar una Orden. No: slo formaron un grupo de solitarios, reducido, con unas exigencias concretas y en unas condiciones nicas. Tenan una conciencia demasiado viva de la originalidad de su estilo de vida, y, sobre todo. un amor al silencio, a la humildad, al olvido y a la abnegacin para soar en extenderlo a otras partes y a otras personas. La idea de multiplicar su experiencia en el espacio, y sobre todo en el tiempo, les era totalmente extraa. Se ligaron mediante una profesin formal, con unos votos? No est claro si se hizo as desde el principio. Todas las Costumbres de la Cartuja estn esmaltadas de textos bblicos, sobre todo del Evangelio de Nuestro Seor. UN DA GRANDE

El 9 de diciembre de 1086 proporcion una gran satisfaccin a Bruno y a sus compaeros. Ese da, en un snodo celebrado en Grenoble, el obispo Hugo ratific solemnemente las donaciones que haban hecho dos aos antes los propietarios de las tierras de Chartreuse. Los cartujos quedaban dueos definitivamente de aquellas posesiones y adems en la carta se defina, no sin solemnidad, el fin y la razn de ser del eremitorio: Por la gracia de la Santsima e indivisible Trinidad, estamos advertidos misericordiosamente de las condiciones de nuestra salvacin. Recordando la fragilidad de nuestra condicin humana y cun inevitable es el pecado en esta vida mortal, hemos decidido librarnos de las garras de la muerte eterna, cambiando los bienes de este mundo por los del cielo y adquiriendo una herencia eterna por bienes temporales. No queremos exponernos a la doble desgracia de sufrir a la vez las miserias y trabajos de esta vida y las penas eternas de la otra. Por ello regalamos para siempre un vasto desierto a Maestro Bruno y a los compaeros que vinieron con l buscando una soledad para vivir en ella y vacar a Dios. Yo, Humberto de Miribel, con mi hermano Odn y los dems que tenan algn derecho sobre ese lugar, a saber: Hugo de Tolvon, Anselmo Garcin; despus, Luca y sus hijos, Rostaing, Guigo y Anselmo, Ponce y Boson, que obran por la intervencin y ruegos de su madre; igualmente, Bernard Lombard y sus hijos. lo mismo que el seor Abad de ChaiseDieu, Seguin, con su comunidad, cedemos a dichos ermitaos cualquier derecho que podamos tener sobre estas tierras. Despus de haber descrito con precisin notarial los lmites del terreno, la carta contina as: Si algn seor poderoso o cualquier otro se esfuerza por anular en todo o en parte esta donacin, ser considerado como sacrlego, excomulgado y digno del fuego eterno, a menos que se arrepienta y repare el dao causado. Dichas tierras comenzaron a ser habitadas por Maestro Bruno y sus compaeros el ao 1084 de la Encarnacin, cuarto del episcopado del seor Hugo de Grenoble, quien, con todo su clero, aprueba y confirma la donacin hecha por las personas arriba citadas, y, por lo que a l se refiere, cede todos los derechos que pudiera tener sobre este territorio. Despus de haber enumerado los testigos del acta, termina la carta con esta fecha: La presente carta ha sido leda en Grenoble, en la iglesia de la bienaventurada y gloriosa siempre Virgen Mara. el mircoles de la 2.1 semana de Adviento, en presencia de dicho seor Hugo, obispo de Grenoble, de sus cannigos y de muchas otras personas, tanto sacerdotes como clrigos, reunidos para el santo snodo, el cinco de los idus de diciembres. ste es el clima espiritual y humano que vivieron Bruno y sus

compaeros los primeros aos de Cartuja. Indudablemente, aquello era un acierto en el sentido providencial de la palabra: la intencin de Bruno, las vocaciones personales de sus compaeros y hasta los deseos ntimos de Hugo de Grenoble, todo pareca converger para realizarse en perfecta armona. Bruno poda creer por fin que haba alcanzado el puerto por el que suspiraba su alma. Durante seis aos sigui esta vida que consideraba como la ms pura, la ms santa, la ms consagrada a Dios y tambin la ms eficaz en un mundo en el que la misma Iglesia institucional, demasiado comprometida en intereses polticos y temporales, se corrompa. En la Cartuja crea haber encontrado definitivamente ese estar a solas con Dios, que consideraba como el preludio del cara a cara eterno. La gente del Delfinado no se equivoc al valorar la importancia espiritual de lo que pasaba en Chartreuse. Desde el principio, escribe un historiador del siglo XVII, a estos santos extranjeros se les llam ermitaos, y a su jefe, el ermitao por excelencia. Su llegada al pas inici una nueva era; las actas de aquel ao slo llevan una fecha: el ao en que lleg el ermitao. Dios iba a ensearle, y a ensearnos por medio de su vida, que existe una soledad an ms profunda que la soledad del desierto... La soledad de la obediencia y el don de s a aquellos que uno no ha escogido, sino que se los ha elegido el Seor: Otro te ceir y te llevar adonde t no queras ir (Jn. 21,18). La frase de Jess a San Pedro se realizar en Bruno.

DEJA FRANCIA, PASA A ITALIA El Papa Urbano II llam junto a s varias veces a personajes importantes para aconsejarse de ellos. As, en mayo de 1089, Renaud du Bellay, arzobispo de Reims, parti para Roma invitado por el Papa. Ahora bien, Renaud haba sido nombrado para la sede de Reims despus de la renuncia de Bruno. Renaud permaneci algn tiempo con el Papa: asisti al Concilio de Menfi en 1089, y, el 25 de diciembre del mismo ao, se le concedieron importantes privilegios que le atribuan el palio, el primado de la provincia eclesistica de la segunda Blgica y ratificaban el derecho de la sede de Reims a consagrar a los reyes de Francia. Despus de las fiestas navideas, Renaud volvi a su dicesis. No sera quiz l quien se encargase de transmitir a Bruno la orden de trasladarse a Roma? No pudo menos de hablar de Bruno con Urbano II. Por otra parte, el Papa y el obispo medan bien la gravedad de la decisin: arrancar a Bruno de esta experiencia espiritual no era

condenar a muerte a la naciente empresa, tan cargada de promesas? Pero al fin el Papa se decidi a correr este riesgo... En realidad, si su obediencia fue absoluta e incondicional en cuanto conoci la orden de Urbano II, la noticia provoc entre los ermitaos que vivan con Bruno una gran desmoralizacin. Cmo imaginar el desierto de Chartreuse sin la presencia de quien era su alma? As, pues, decidieron dispersarse. El tiempo urga. Como sus compaeros estaban decididos a no continuar sin l la experiencia de Chartreuse, Bruno tena que solucionar, antes de partir, la cuestin de la propiedad. De acuerdo con el obispo de Grenoble, Hugo, que tena jurisdiccin sobre las tierras de Chartreuse, se decidi que el dominio pasase a la Abada de Chaise-Dieu, representada por su abad Seguin. El eremitorio de Chartreuse. ese fruto de su amor divino, esa realidad que l haba concebido, formado, construido y organizado para ofrecrsela a Dios en sacrificio de alabanza, quedaba ahora de pronto aniquilada por un mandato de la Iglesia, por una orden de un antiguo discpulo suyo, hoy convertido en Papa. PENSANDO EN ABRAHAM Ante tales inmolaciones se suele recordar a Abraham sacrificando con sus propias manos al hijo de la Promesa, Isaac. La imagen es justa. No cabe duda que. en el momento de obedecer. Bruno tena conciencia de haber creado algo grande para Dios, un gnero de vida rico en promesas para la reforma de la Iglesia: al mismo tiempo vea que su salida de Chartreuse lo aniquilaba. Pero he aqu que sus compaeros dispersos vuelven sobre sus pasos y, reflexionando mejor sobre los consejos de Bruno, empiezan a dudar de la sensatez de su decisin. Este pudo haberse quedado en los alrededores de Chartreuse esperando a que volviera de Chaise-Dieu Hugo de Grenoble, o tambin estar de vuelta con l despus de haberle acompaado para hablar con Seguin en ChaiseDieu. De todos modos, Bruno y sus hijos vuelven a examinar su situacin. Bruno no ha cambiado de parecer: aconseja a sus hijos que permanezcan en la Cartuja y continen aquella comn experiencia espiritual. l, desde Roma, les seguir siendo fiel y les ayudar con sus consejos y su amistad. Y despus, quin sabe si algn da las circunstancias, entonces tan mudables, le permitiran volver?... Ahora la situacin cambia por completo. Se acepta el consejo de Bruno y se reagrupa la comunidad. Bruno les da un nuevo Prior en la persona de Landuino. Pero entonces surge un problema muy grave: aquel grupo de ermitaos ya no es propietario de Chartreuse. Y este derecho de propiedad, que les asegura su

subsistencia e independencia, es indispensable para vivir de nuevo su vocacin. Bruno solicit de Seguin la retrocesin de las tierras, paso que no dejaba de ser humillante para l: aunque fuera segura su estabilidad personal en el plan trazado, el hecho de que los del grupo se volvieran atrs poda parecer a los ojos de quienes conocan mal la vida de los ermitaos un signo de inconstancia y una prueba de inseguridad con respecto al futuro de la fundacin. Segn nuestra hiptesis, Bruno parti para Roma en febrero de 1090, acompaado probablemente de su amigo Guillermo, abad de Saint-Chaffre, que tambin iba a Roma por asuntos de su abada. En este viaje, Bruno llevaba el alma embargada de graves preocupaciones. Perseverara el grupo que con sus ruegos y alientos se haba vuelto a reunir? Estara Landuino a la altura de su cargo de Prior? Cmo recibiran en Chaise-Dieu la demanda de retrocesin? En este mes de septiembre de 1090 vemos, pues, restablecido en su primer estado el eremitorio de Chartreuse. Bruno est lejos, pero no ausente... Dentro de unos diez aos podremos comprobar, por el contrario, el fervor, la unidad del grupo, la fidelidad de Landuino y la intensidad de la presencia invisible de Bruno entre sus hijos de Chartreuse. ROMA El esfuerzo de Bruno por adaptarse al ritmo de vida de la corte pontificia parece haber sido leal. Es verdad que las circunstancias no eran muy favorables para tal adaptacin: la difcil diplomacia de aquel tiempo, la guerra, el cisma, las intrigas, creaban un clima, un mundo en el que Bruno no llegaba a encajar. Y en el fondo de su corazn se dejaba sentir, tanto ms vivo cuanto ms lo contradeca la situacin, el deseo de soledad y sosiego. Cmo hubiera podido adaptarse al tumulto de la corte romana desterrada en aquel otoo de 1090, quien haba gustado la paz, la oracin, la amistad y la intimidad divina del eremitorio de Chartreuse? Bruno expuso a Urbano II su desasosiego y solicit el permiso de abandonar de nuevo la corte para volver a su desierto. Urbano II decidi que se eligiera a Bruno para la sede de Reggio. En qu fecha? Para precisarla disponemos de una referencia cierta. Rangier, el monje benedictino del monasterio de La Cava, que finalmente fue elegido arzobispo de Reggio, firmaba ya una carta de confirmacin en diciembre de 1091. Por consiguiente, hay que situar la propuesta del arzobispado de Reggio a Bruno y su negativa, entre el verano de 1090 (llegada de Bruno a la corte pontificia) y noviembre de 1091. No tiene nada de extrao esta prisa. Varias veces Urbano II nombr casi inmediatamente obispos,

e incluso cardenales, a personalidades que llamaba junto a s y que quera vincular al servicio de la Santa Sede. Adelantaba el curso de las elecciones, manifestado su deseo; los electores, que apenas conocan a los candidatos se fiaban de la eleccin del Papa. Este fue claramente el caso de Bruno: de hecho fue elegido Ipso Papa volente, por deseo expreso del Papa. El derecho autorizaba al elegido a rehusar la sede para la que haba sido designado. Decididamente, Bruno us de este derecho. Tal como le conocemos, este asunto debi crearle una grave crisis de conciencia. Toda su fe y su fidelidad a la Iglesia le impulsaban a servir a Urbano II, asumiendo la responsabilidad de la carga que juzgaba conveniente confiarle. Pero aceptar el arzobispado de Reggio era comprometerse definitivamente en una vida cuyo bullicio y estilo cortesano despertaba en l una repugnancia invencible. La soledad y el reposo interior constituan su vocacin ms profunda, como lo saba muy bien despus de seis aos de Cartuja. Obispo. y sin duda muy pronto cardenal, hubiera tenido que acompaar al Papa en sus desplazamientos, tomar parte en todos los asuntos y grandes asambleas de la Iglesia, vindose mezclado de cerca en la diplomacia pontificia... Y todo esto, sin esperanza de volver jams a la soledad. Qu importancia tiene este momento en la vida de San Bruno! Debi de tener conversaciones francas e ntimas con el Papa, abrindole su alma y exponiendo sus deseos, sus aspiraciones, su camino. Y Urbano, que poda mantener y confirmar su orden imponiendo a Bruno el episcopado bajo censuras eclesisticas, reconoci al fin en su antiguo Maestro una vocacin excepcional, un llamamiento particular... Rangier fue elegido para la sede de Reggio. La decisin honraba tanto a Urbano II como a Bruno. Los dos se inclinaron ante esa realidad misteriosa, pero clara y real e imperiosa, que se llama vocacin de Dios. Bruno, para tener el valor de contrariar un deseo del Papa; Urbano II, para renunciar a los servicios de un hombre a quien juzgaba muy apto para ayudarle y aconsejarle en sus dificultades. En ese nivel de inspiracin divina, superior a la sabidura humana y a la ms santa amistad, parece que hemos de situar la decisin del Papa al dejar en libertad a Bruno. Urbano II, no lo olvidemos, haba sido monje. DEFINITIVAMENTE CARTUJO Bruno descubre ahora esa vocacin contemplativa con toda su pureza e intransigencia, con todas sus exigencias y su sed de absoluto. Dios estaba all evidentemente. Imponiendo sus designios

y sus caminos. Cmo no iba a comprender el antiguo hijo de San Benito que, en el plano del verdadero bien de la Iglesia, Bruno ermitao, continuando su obra contemplativa, pesaba mucho ms que Bruno arzobispo de Reggio y dignatario de la corte pontificia? Hace unos meses Bruno haba sacrificado su vocacin de ermitao a una llamada del Papa; ahora Urbano II sacrificaba su llamamiento ante una llamada superior descubierta en el alma de Bruno. A travs de este sacrificio, la Iglesia reconoca el valor eminente de la vida puramente contemplativa para su obra de Redencin. Estamos en un punto cumbre de la vida de Urbano y de la de Bruno. Aqu se presenta una cuestin que la historia, en el estado actual de los conocimientos, es incapaz de solucionar decisivamente. Por qu Urbano II, que autoriz a Bruno a seguir el camino de la pura contemplacin, no le permiti volver sencillamente a Chartreuse? Por qu le orient hacia una nueva fundacin en Calabria? En qu fecha fue Bruno a instalarse en Calabria? Unos dicen que en 1090; otros, en 1091 1092, e incluso hay algunos que retrasan esta fecha hasta 1095. Esto ltimo parece poco verosmil, pues no se ve por qu, estando arreglado el asunto del arzobispado de Reggio, Urbano II obligara a Bruno a permanecer en la corte pontificia. Por el contraro, es probable que Bruno necesitara algn tiempo para escoger el lugar preciso para su nuevo eremitorio, arreglara todas las cuestiones relativas a su fundacin, por pobre que fuera, y reuniera los hombres que habran de formar su pequea comunidad. Fijar la fecha del comienzo del eremitorio a fines de 1091 o en los primeros meses de 1092 parece razonable. Pretender determinar con demasiada precisin el tiempo que pas desde la salida de Bruno de la corte pontificia hasta su nueva fundacin sera un tanto temerario. Parece que Bruno permaneci en la corte de Urbano II alrededor de un ao. CALABRIA Cul era la situacin de Calabria cuando Bruno fue a levantar su nueva fundacin? Ya hemos aludido a ello, pero conviene que volvamos a evocar el ambiente de aquel tiempo. Bruno se encuentra ahora con dificultades muy distintas de las de Chartreuse. En la primera Cartuja. la fundacin le fue facilitada al mximo por Hugo de Grenoble, que comprenda su ideal hasta el punto de hacerlo suyo, apoyndole con toda su autoridad y prodigndole sus consejos y ayuda. Era la naturaleza, el clima, el lugar mismo, lo que creaba una serie de dificultades, que por otra

parte favorecan su plan de absoluta soledad. En cambio en Calabria fueron los hombres ms que la naturaleza los que entorpecieron su proyecto. Bruno se vio envuelto en un ambiente poltico y religioso que condicion pesadamente su fundacin y que es preciso describir previamente para comprender bien su obra. A Bruno, slo le domina una idea: volver a hallar en Calabria, en la medida en que las circunstancias se lo permitan. la soledad y la paz de que haba gozado en Chartreuse. Pens realmente Bruno hallar en Calabria un lugar tan perfectamente adaptado a su idea de la vida eremtica como Chartreuse? Los bigrafos han hecho esfuerzos por explicar. o realzar sencillamente, la eleccin del sitio de La Torre por Bruno. El lugar donde Bruno instal su nuevo eremitorio se llamaba Santa Mara de la Torre. Era un desierto situado a 850 metros de altitud, casi equidistante de ambos mares, entre las ciudades de Stylo y Arena. El acta de donacin aada a este donativo una legua cuadrada de terreno lindante con este desierto, con sus bosques, prados, pastos, aguas, molinos y todos los derechos de seoro. Cuando se examina el mapa de la regin, no puede uno menos de extraarse de que Bruno prefiriera este lugar de una soledad relativa y bastante amenazada, a otros rincones ms perdidos en las montaas de Calabria. Cuestin de prudencia en un pas todava no pacificado por completo? Cuestin de seguridad en medio de una poblacin que haba sido perjudicada en una de sus partes (el elemento griego) en beneficio de la otra (el elemento latino)? O quizs porque en el desierto de La Torre haba ya algn edificio monacal construido por los griegos? Conviene sealar tambin que Stylo haba sido precisamente uno de los baluartes de la resistencia griega a los normandos en tiempos de la conquista de 1060. De todos modos, Santa Mara de la Torre no ofreca a la soledad de los ermitaos las mismas defensas naturales que la Chartreuse. En su carta a Ral le Verd, Bruno emplear para caracterizar su soledad un epteto de matiz ms bien restrictivo: Vivo en un desierto de Calabria, bastante alejado (satis remotam) de todo poblado. No hubiera reforzado ms su expresin si se hubiera tratado del emplazamiento de Chartreuse? A Santa Mara de la Torre Bruno no parti solo. Tena compaeros, como cuando se fue a Chartreuse. Quines eran? De dnde venan? En la carta a Ral le Verd, dice que vive con sus hermanos en religin, algunos de los cuales son muy doctos, lo que da a entender que el grupo se compona de cierto nmero de ermitaos. La carta no es anterior a 1096, y en esta poca la pequea comunidad deba contar con quince o veinte miembros. A la muerte de Bruno sern treinta. Para fines de 1091 Bruno habla fundado un nuevo eremitorio en Santa Mara de la Torre, y en l viva con varios compaeros, laicos

y clrigos. All permanecer diez aos. A travs de las cartas, de los documentos pontificios o episcopales. percibimos la admiracin y estima que rodeaban a Bruno: su excepcional y casi legendaria bondad, sus slidas y escogidas amistades, su profunda piedad, su amor a la soledad y a la paz, su ascendiente humano y espiritual entre sus hermanos y tambin entre sus contemporneos, especialmente ante la Santa Sede.

MORIR HABEMOS... A DIOS TENEMOS De la enfermedad que se lo llev, no sabemos nada. Por la Carta que escribieron sus hijos encabezando el Rollo de difuntos', sabemos solamente que su muerte fue muy serena. En la semana que precedi a su muerte Bruno quiso hacer su profesin de fe, segn costumbre muy extendida en aquella poca. Dndose cuenta, dice la citada Carta, de que se le acercaba la hora de pasar de este mundo al Padre, (Bruno) convoc a sus hermanos y fue evocando las distintas etapas de su vida desde la infancia, recordando los sucesos ms notables de su tiempo. Despus expuso su fe en la Trinidad mediante una alocucin profunda y detallada y concluy as: Creo tambin en los sacramentos que cree y venera la Iglesia, y expresamente que el pan y el vino que se consagran en el altar son despus de la consagracin el verdadero cuerpo de Nuestro Seor Jesucristo, su verdadera carne y su verdadera sangre., que recibimos en remisin de nuestros pecados y como prenda de la vida eterna. El domingo siguiente su alma santa se separ de su cuerpo; era el 6 de octubre del ao del Seor 1101. Ante tal sencillez huelgan los comentarios. Durante mucho tiempo el texto ntegro de su profesin de fe permaneci olvidado. Lo encontr Dom Constancio de Regetis en los archivos de Santa Mara de la Torre. Por desgracia, el manuscrito estaba muy deteriorado, carcomido y difcil de descifrar en varios pasajes. Dom Constancio transcribi el texto y lo envi al General de los cartujos en 1522. He aqu la traduccin del texto latino publicado en la edicin crtica de Sources Chrtiennes: A modo de prlogo, los Hermanos de Calabria pusieron estas conmovedoras palabras: Hemos cuidado de conservar por escrito la profesin de fe de Maestro Bruno, pronunciada ante todos sus hermanos reunidos en comunidad cuando sinti que se le acercaba la hora de dar el paso que espera todo mortal, porque nos rog con harto encarecimiento que fusemos testigos de su fe ante Dios. Sigue la profesin de fe:

1. Creo firmemente en el Padre, en el Hijo y en el Espritu Santo: Padre no engendrado, Hijo unignito, Espritu Santo procedente de ambos; creo tambin que estas tres personas son un solo Dios. 2. Creo que et mismo Hijo de Dios fue concebido del Espritu Santo en el seno de Mara Virgen. Creo que la Virgen fue castsima antes del parto y que en el parto y despus del parto permaneci siempre virgen. Creo que el mismo Hijo de Dios fue concebido entre los hombres como verdadero hombre sin pecado. Creo que este mismo Hijo de Dios fue apresado por odio de los prfidos judos1, tratado injuriosamente, atado injustamente, escupido y azotado. Creo que fue muerto y sepultado, que baj a los infiernos para librar de all a los suyos cautivos. Descendi por nuestra redencin, resucit y subi a los cielos, de donde ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. 3. Creo en los sacramentos que cree y venera la Iglesia, y expresamente en que lo consagrado en el altar es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Seor Jesucristo, que nosotros tambin recibimos en remisin de nuestros pecados y como prenda de salvacin eterna. Creo en la resurreccin de la carne y en la vida eterna. Amn. 4. Confieso mi fe en la santa e inefable Trinidad, Padre, Hijo y Espritu Santo, un solo Dios natural, de una sola substancia, de una sola naturaleza, de una sola majestad y potencia. Creemos que el Padre no ha sido engendrado ni creado, sino que es ingnito. El mismo Padre no recibe su origen de nadie; de l recibe el Hijo su nacimiento y el Espritu Santo, la procesin. Es, pues, la fuente y el origen de la divinidad. El mismo Padre, inefable por esencia, engendr inefablemente de su substancia al Hijo, pero slo engendr lo que l es: Dios engendr a Dios; la luz engendr a la luz; de l, pues, procede toda paternidad en el cielo y en la tierra. Amn. El 6 de octubre de 1101 mora Bruno. Tena algo ms de 70 aos, y haca 17 que haba fundado el eremitorio de Chartreuse.

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Esta palabra, prfidos, nos hiere hoy da. Tngase en cuenta la mentalidad de la poca.

Captulo 2. La CartujaEdificios y dependencias

Tradicionalmente las Cartujas se edifican en lugares solitarios y todas ofrecen esencialmente la misma distribucin. Tomamos como ejemplo representativo la de Miraflores, cuyas dependencias describiremos. LA IGLESIA La iglesia de Miraflores es de una sola nave, alargada, en detrimento de la proporcin? De primera impresin es fra, oscura, regia2. Tiene tres partes: el presbiterio, el coro de los Padres y el coro de los Hermanos. El presbiterio se encuentra ligeramente elevado sobre el resto de la iglesia. Al lado derecho se halla la silla, que el sacerdote ocupaba durante la liturgia de la palabra. Al lado izquierdo, un lectorio adosado a la pared que serva al dicono para leer el Evangelio en la Misa conventual. Hoy da, la Misa conventual se celebra en la nave de la iglesia en un altar porttil. El lectorio y la silla del presbiterio, de tan bella factura, han sido sustituidos por un facistol y una silla muy sencillos. Un ornamentado tabique de tres metros divide la iglesia en dos apartados. De stos, el ms prximo al presbiterio recibe el nombre de coro de los Padres. La sillera, de seria madera noble, ocupa los dos muros laterales del coro. Las sillas estn separadas por una pequea y artstica aleta de madera que favorece el recogimiento de los monjes en el rezo de los oficios del coro. Ante la sillera, un alargado pupitre sirve para colocar los pesados libros de coro. Cada libro sirve para dos monjes3. El centro del coro lo preside, solemne, solitario, el facistol. En l se proclaman las lecturas y a veces el rezo de las preces. Una sencilla puerta abierta en el tabique de separacin, da 2

La iglesia de Miraflores tiene 56 m. de longitud, por 10 m. de ancho y 16 m. de altura. Normalmente las iglesias de otras Cartujas son de dimensiones ms reducidas. Estos libros fueron cuidadosamente editados a finales del siglo pasado y primeros aos del actual en la Cartuja de Notre-Dame-des-Pres. Un antifonario pesa 15 kgs. y abierto ocupa una extensin de 86x55 cms. Debido a la reforma litrgica ha sido necesario corregirlos y completarlos pacientemente, sin necesidad de hacer nueva edicin.

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acceso al coro de tos Hermanos. Es semejante al de los Padres. El nmero de sillas ms reducido. Adosados al tabique de separacin hay dos altares. En la actualidad los Hermanos pueden, si lo desean, pasar al coro de los Padres y participar, activamente, en los oficios litrgicos. EL CAPTULO El Captulo es lugar decisivo en la Cartuja. Una gran sala abovedada, con un altar al fondo tiene aspecto de iglesia. Adosado a los muros se ve un banco corrido con respaldo de madera. Los Estatutos determinan la funcin del Captulo en estos trminos: El Captulo es un lugar importante de la casa: en l fuimos un da recibidos como los ms humildes servidores de todos; en l reconocemos ante nuestros hermanos las faltas cometidas, omos la lectura sagrada y deliberamos sobre cuestiones relativas al bien comn. En la vigilia de ciertas solemnidades nos reunimos todos en el Captulo para escuchar el sermn del Prior. Despus de Nona, los domingos y solemnidades, los Padres y, si el Prior lo juzga oportuno, los Hermanos, van al Captulo para escuchar la lectura del Evangelio o de los Estatutos. Cada dos semanas, o ms frecuentemente segn la costumbre de las Casas, los Padres reconocen all pblicamente sus faltas... A juicio del Prior, los monjes se renen en el Captulo siempre que haya que deliberar sobre un asunto, o que el Prior pida el parecer de la Comunidad4. EL REFECTORIO Prximo a la iglesia y al Captulo, y unido a ellos por un pequeo claustro, est el Refectorio. Es una amplia sala con los bancos y mesas dispuestas a lo largo de la pared, dejando libre el centro. La mesa del fondo est reservada al Prior; las mesas laterales las ocupan los monjes por orden de antigedad, primero los Padres y a continuacin los Hermanos. Cada monje tiene delante de s los cubiertos, una jarra para el agua, otra para el vino y un tazn de dos asas que hace las veces de vaso. En el Refectorio slo se come los domingos, solemnidades y das 4

E.O.C. Libro 3., captulo 22, nmero 4. La primera edicin de "Dilogos" fue en 1981, estando en vigor los Estatutos Renovados de 1973. Las citas de los Estatutos, en esta primera edicin, estaban indicadas por E. R. Pero la promulgacin del nuevo Cdigo de Derecho Cannico, en 1983. oblig a algunos retoques. Los Estatutos se llaman ahora Estatutos de la Orden Cartujana. Las citas, en esta segunda edicin estn indicadas por E.O.C.

de sepultura. Durante la comida, todos los monjes permanecen cubiertos con la capucha y guardan riguroso silencio. Desde el plpito un monje lee la Biblia u otra lectura espiritual; de esta forma, como dicen los Estatutos, mientras se nos sirve el alimento corporal nos nutrimos de la lectura divina5. LAS CELDAS DE LOS PADRES La iglesia, el captulo y el refectorio son lugares importantes en la Cartuja; pero lo ms caracterstico de ella son las celdas del gran claustro. Es el gran claustro un largo corredor en forma de cuadriltero al que dan las puertas de todas las celdas. El espacio interior del gran claustro lo ocupa un amplio jardn, reservado, en parte, al cementerio. La palabra celda, que los cartujos vienen aplicando a sus moradas desde los orgenes de la Orden, induce inevitablemente a error, pues evoca la idea de una pequea habitacin. En realidad la celda del cartujo es una casita de dos plantas en cuyo recinto hay lugar para una sala de estudio, un oratorio, un pequeo taller de carpintera y hasta para un huerto o jardn. Su relativa amplitud se explica por el gnero de vida marcadamente eremtico de la Orden: el cartujo pasa su vida en la celda; las nicas salidas son, normalmente, para ir por la maana a la Misa conventual, para asistir por la tarde al canto de Vsperas, a los Maitines a media noche, para el paseo del lunes y, los domingos, para los oficios litrgicos y la recreacin. Los Estatutos, copiando un prrafo de Dom Guigo, dicen grficamente que la celda es para el cartujo lo que el agua para el pez y el aprisco para las ovejas6. Una letra del alfabeto pintada sobre una tablilla remata el dintel gtico de cada puerta. De sta cuelga un llamador de madera unido al extremo de una cuerda, de forma que al tirar de l, hace sonar una campanilla colgada en el techo de la habitacin superior. La primera pieza de la celda es un zagun bastante amplio presidido por la cruz y un cuadro o imagen de Nuestra Seora. A sus pies, de rodillas en un reclinatorio, el cartujo reza un Ave Mara siempre que entra en la celda. Por esta razn, a dicha pieza se le llama el Ave Mara. Cerca de la puerta hay un armario-mesa con los tiles necesarios para la comida. A un lado, abierto en el grueso muro, puede verse un ventanillo en el que el Hermano despensero deposita la comida que el monje retirar en el momento de tomar 5 6E.O.C. 3.22.7. E.O.C. 1.4.2 y Consuetudines Cartusiae 14.5.

su refeccin. Del Ave Mara se pasa a una galera bien iluminada que sirve de taller de carpintera. Para trabajar la madera se dispone de un torno accionado a pedal, de un banco de carpintera y de las herramientas ms corrientes. Uno de los extremos de la galera est ocupado por el servicio higinico. En el otro extremo, una puerta nos conduce al huerto o jardn de la celda que cada cartujo cultiva segn sus gustos. El cuidado del jardn o huertecillo sirve tanto de ejercicio fsico como de apacible recreacin y esparcimiento espiritual. Volviendo al Ave Mara, una puerta abierta en el muro nos lleva a una estrecha estancia en la que se guarda la lea para el invierno. Colgando de la pared aqu y all pueden verse el sombrero de paja y el bastn que se usan en los das de paseo, el delantal y la cogulla de trabajo; tampoco suele faltar una sierra, el hacha y un gran cepo para partir la lea. De esta reducida estancia, una empinada escalera nos conduce a la planta superior de la celda. La habitacin principal o sala de estudio es una pieza de cuatro metros de largo por tres de ancho. Est iluminada por una ventana que se abre sobre el jardn. El mobiliario de esta habitacin lo forman una mesa y silln de madera, en los que se adivina con facilidad su manufactura casera, y una estantera para los libros. En ninguna celda faltan la Biblia, unos gruesos tomos de autores cartujanos, el sabroso y recio Ejercicio de perfeccin, del P. Rodrguez, las obras de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, unos slidos manuales de Dogma y Moral, los documentos del Vaticano II y El Criterio de Balmes, que un juicioso Prior hizo poner en todas las celdas. Separado de la habitacin por un fino tabique y unas cortinas est el cubiculum, es decir, una diminuta alcoba o dormitorio. La cama es en realidad una tarima sobre la que se asienta un sencillo colchn. Junto al cubiculum se encuentra el cuarto de bao. En un ngulo de la habitacin hay una estufa, que se alimenta con madera, para los fros das de invierno. En el otro lado de la habitacin una puerta conduce al oratorio. Es ste una pieza de 3,50 x 2,50 m., iluminada por una pequea ventana que cae sobre el jardn. Est presidido por un pequeo altar sobre el que descansa un crucifijo y una imagen de Nuestra Seora. Delante del altar hay un sencillo reclinatorio en el que se arrodilla el monje para orar. Esta es la celda del cartujo: en ella pasa sus das y sus aos en silencio, a solas con el Seor. LAS CELDAS DE LOS HERMANOS Los Hermanos viven en un claustro separado del de los Padres.

Como buena parte del da estn empleados en los trabajos del monasterio, sus celdas son de dimensiones ms reducidas. Cada Hermano dispone de una habitacin espaciosa y bien arreglada. La alcoba da suficiente espacio para la cama y para un armario donde guarda la ropa. Todas las celdas tienen su cuarto de aseo con lavabo y retrete, su pequea estantera con libros de devocin, un armario-mesa para comer, la mesa de estudio, dos sillas y, finalmente, en el lugar ms recogido de la habitacin, un reclinatorio con alguna devota imagen de Nuestra Seora y el omnipresente crucifijo. Los Hermanos disponen tambin, como los Padres, de una elemental, pero suficiente estufa que se carga con madera y se suele emplear en los crudos das del invierno burgals. LAS OBEDIENCIAS En un lugar prximo al claustro de los Hermanos se encuentran las obediencias. Con esta palabra se entiende en la Cartuja el conjunto de talleres y dependencias donde trabajan los Hermanos bajo la direccin del P. Procurador. Prxima al refectorio est la cocina y la despensa. y esparcidas segn las conveniencias de la casa estn la panadera, la lechera, sastrera, lavadero, zapatera, carpintera, fragua, taller de electricidad y garaje. Se procura dotar a cada obediencia de mquinas modernas para favorecer la soledad de los Hermanos en el trabajo y aumentar su rendimiento. Rodeando al monasterio estn los campos de cultivo y la huerta. Una larga tapia cierra completamente el recinto de los edificios y fincas asegurando as la soledad de los monjes. Bajo el punto de vista meramente material, la Cartuja ofrece al visitante el aspecto de un poblado bien ordenado y que, en gran parte, se autoabastece.

Captulo 3. Los PadresEXAMEN DE LA VOCACIN A los que se presenten como candidatos se les ha de examinar atenta y prudentemente segn el aviso del Apstol San Juan: examinad si los espritus vienen de Dios. E.O.C. 1.8.2. - Cuando un joven aspira a ingresar en la Cartuja... - Normalmente escribe. - A quin? - Puede ser al P. Prior. - Quin le contesta? - El P. Maestro le manda una carta e incluye los impresos que dan una idea general de las observancias y exigencias de la vocacin de cartujo7. - Y qu ocurre?... - Si contesta y persiste en su propsito se le invita a pasar unos das de convivencia en la Cartuja. - Y qu vida lleva?... - Para que la convivencia sea ms provechosa el aspirante ocupa una celda del claustro y sigue los horarios de la Comunidad. - Resulta eficaz la convivencia? - Al cabo de varios das el aspirante se ha formado una idea bastante aproximada de la vida que desea abrazar. - Quin se ocupa del aspirante durante esos das? - El P. Maestro le visita con frecuencia, el aspirante trata con l amistosamente el problema de la vocacin y todo lo relacionado con ella. - Cul es la finalidad precisa de este dilogo? - Ahondar y aclarar los motivos de la vocacin. Con frecuencia sucede que los motivos ms profundos han sido solamente presentidos sin aflorar del todo en el plano de la conciencia. - Qu motivos no son vlidos para ser cartujo? - Los desengaos de la vida..., el deseo de una existencia tranquila, sin problemas..., en general cualquier mvil egosta. De hecho el nico motivo vlido es la bsqueda de valores perennes, la bsqueda de Dios, ms o menos clara, o al menos presentida. Procuramos analizar la vocacin con suma discrecin y paciencia, 7Hoy es frecuente comunicarse con los aspirantes a travs del correo-e.

porque Dios puede escribir recto por medio de lneas torcidas.

REQUISITOS PARA INGRESAR EN LA CARTUJA No recibimos nios ni adolescentes, conscientes de los peligros espirituales y corporales a que se exponen. Slo recibimos hombres de veinte aos por lo menos, que, segn el precepto del Seor a Moiss, puedan afrontar los combates espirituales. DOM GUIGO, Consuetudines Cartusiae. XXVII.I. - Prcticamente a qu edad admiten en la Cartuja? - Se tiende a desaconsejar cada vez ms el ingreso antes de los veintin aos. - De los veintiuno... hasta qu edad? Sin permiso especial del Captulo General o del Reverendo Padre, llamado as el Prior General de la Orden, no se puede recibir a nadie que haya cumplido los cuarenta y cinco aos. - Y se concede? - Rara vez. Dira que ni se suele pedir. A esa edad la adaptacin a las observancias de la Cartuja resulta muy problemtica. - Piden ingresar a la Cartuja o pasarse a la Cartuja, miembros de otros Institutos Religiosos? - Con frecuencia. - Se les admite? - De no haber informes desfavorables este permiso se concede siempre. - Piden Vds. algn requisito tpico? - S. - Por ejemplo... Que sea capaz de cantar... - Parece extrao... - Pero tiene su razn de ser. Los oficios litrgicos que tienen lugar en la iglesia son cantados y, sin un mnimo de cualidades musicales, el cartujo tendra que permanecer mudo en algo tan importante como la alabanza divina aunque, evidentemente, somos muy comprensivos en este punto sobre todo si est compensado por otras buenas cualidades del candidato. - Bien. Otro requisito... - El cartujo est destinado al sacerdocio si no ha ingresado para Hermano. En consecuencia se le pide formacin cultural y capacidad intelectual para cursar los estudios eclesisticos. - Y en cuanto a la salud qu pide la Cartuja? - Antes de la admisin nuestros Estatutos aconsejan a consultar a mdicos prudentes que conozcan bien nuestro gnero

de vida8. Pequeos desequilibrios squicos, que en otro lugar pasaran casi desapercibidos encuentran en la soledad de la Cartuja una caja de resonancia que incapacitan para nuestra vida normal. Hoy da los exmenes mdicos son obligatorios antes del Noviciado y de la Profesin. - Cuanto a la fuerza de voluntad, qu piden? - La vocacin a la soledad de la Cartuja exige una voluntad varonil y un juicio muy equilibrado. - Entonces... los caracteres tranquilos tienen ventajas sobre los temperamentos nerviosos... - Pero no siempre. Tambin los temperamentos nerviosos pueden adaptarse bien a la Cartuja. - Hablando claro, cul es la cualidad esencial que se requiere para ingresar? - Como la vida del cartujo es vida de oracin, difcilmente se puede admitir a quien no sienta atractivo por el recogimiento y la oracin. En la vida contemplativa ninguna cualidad, por excelente que sea, puede suplir al espritu de piedad.

EL POSTULANTADO - Supongamos que un aspirante a monje del claustro ha dado seales de verdadera vocacin, a juicio de los Superiores de la Cartuja. Qu hace? - Se le admite como postulante. - Qu es el Postulantado? - El perodo de prueba que precede al Noviciado. - Cunto dura? - No debe bajar de tres meses, ni pasar de un ao. - Qu vida lleva el postulante? - Sus horarios y observancias son fundamentalmente los mismos que siguen los monjes. - Exactamente igual? - Se le conceden ciertos alivios con el fin de que su adaptacin a la nueva vida sea gradual. - Cmo viste? - De seglar, pero en los actos de Comunidad aparece cubierto con una capa negra. - Hay alguna ceremonia especial con la que da comienzo el Postulantado? - No. - En qu ocupa su tiempo el postulante? 8E.O.C.1.8.2.

- El tiempo libre que le dejan los rezos lo dedica a formarse en el espritu de la Cartuja. Aprende las ceremonias litrgicas. Y estudia latn. - Latn? S, latn. En este punto los Estatutos de la Cartuja son terminantes: El postulante no podr iniciar el Noviciado hasta que tenga los suficientes conocimientos de lengua latina E.O.C. 1.8.6. - Tardan mucho en saber latn? - Normalmente despus de unos meses de esfuerzo el postulante ha logrado adquirir unos modestos conocimientos que le permiten traducir correctamente los textos latinos normales. - Y ya no estudia ms latn? - Durante el Noviciado perfecciona estos conocimientos, lee, traduce la literatura asctica de la Cartuja, que casi toda est escrita en latn. EL NOVICIADO - Supongamos que, concluidos los meses de postulantado, la conducta del candidato no deja nada que desear... - Si la Comunidad le da su voto favorable se le admite al Noviciado. - Cunto dura el Noviciado? - Dos aos. - Qu hace el novicio durante el primer ao? - Formarse en la vida espiritual insistiendo en el estudio de la liturgia y las observancias cartujanas. - Y en el segundo ao? - Comienza los estudios que le preparan para el Sacerdocio: dos aos y medio de Filosofa y tres aos y medio de Teologa. - Y dnde cursa estos estudios? - Estos estudios, por exigencias de la vocacin eremtica de la Cartuja, tienen lugar en la soledad de la celda. - Pero... cmo? - Dos veces por semana los estudiantes van a la celda de un cartujo conocedor de las asignaturas estudiadas. All dan razn de sus estudios. Piden las explicaciones necesarias. El cartujo profesor resuelve las dificultades que los estudiantes hayan podido encontrar. - Van juntos los estudiantes? - S. - Qu clase de Noviciado hace un religioso procedente de otro Instituto? - Cuando el novicio es profeso perpetuo, normalmente sacerdote, los aos de Noviciado, en lugar de dos, son cinco. - Cinco?

- S. Los cuatro primeros los pasa ntegramente en el Noviciado bajo la tutela del P. Maestro. El ltimo ao, dejando el Noviciado, pasa a convivir con los profesos solemnes, pero conservando en todo el estado de novicio. - Y tiene alguna finalidad especial este quinto ao? - S. En primer lugar, prepararse para la profesin, interrumpiendo incluso los estudios eclesisticos en caso de que no sea sacerdote, dedicando su oracin, lecturas y estudio a esta preparacin. En segundo lugar, conocer mejor la vida de los profesos solemnes y ser conocido por ellos. En caso de que sea Dicono o Sacerdote ejerce estas funciones en la liturgia conventual. - Especficamente, qu misin tiene el P. Maestro de novicios? - Dirigir su formacin, ayudarles en sus dificultades y en las tentaciones que suelen acechar a los seguidores de Cristo en el desierto E.O.C. 1.8.16. - Cmo visten los novicios? - Llevan un hbito igual al de los profesos, pero la cogulla es corta y sin trabas. - Qu es una traba? - Tira de tela que une las dos partes de la cogulla. Adems, en comunidad, visten una gran capa negra.

LA PROFESIN TEMPORAL - Han pasado los dos aos, la Comunidad ha dado su voto favorable, qu es del novicio...? - El novicio accede a la Profesin temporal. - Por qu temporal? - Porque se emiten los votos de estabilidad, obediencia y conversin de costumbres por tres aos solamente. El voto de obediencia comprende el de pobreza y castidad. - Los religiosos provenientes de otras Ordenes, que normalmente son profesos, tambin emiten la profesin temporal? - No. Despus de los cinco aos de Noviciado hacen directamente la Profesin solemne. - Qu efecto tiene la Profesin temporal? - Por ella el joven profeso queda definitivamente adscrito a la Cartuja donde emiti los votos. Los aos de antigedad en la Orden empiezan a contar a partir de esta primera Profesin. - Y se acab el Noviciado? - El joven profeso sigue perteneciendo al Noviciado como un novicio ms. El P. Maestro dirige su formacin espiritual. Viste como los profesos solemnes. Pero durante estos tres aos que van a

seguir contina los estudios eclesisticos, profundiza ms en la formacin espiritual que comenz en el Noviciado. - Y... ya han pasado los tres aos... - El joven profeso vuelve a renovar los votos por dos aos ms. - Dnde vive? - Entre los Padres, experimentando as plenamente lo que va a ser la vida que piensa abrazar. - Sigue estudiando? - El ltimo ao interrumpe los estudios para dedicarse con ms plenitud a la oracin y a la soledad de la celda, como dijimos al hablar del ltimo ao de Noviciado de los profesos perpetuos de otro Instituto religioso. LA PROFESIN SOLEMNE - Han pasado ya siete aos de pruebas... - Ciertamente. Y duras. Pero por fin llega la deseada hora de la consagracin definitiva. - Da importante para un cartujo? - El mayor acontecimiento en la vida de un cartujo juntamente con el Sacerdocio. - A qu le compromete? - A vivir de por vida exclusivamente para alabanza de Dios. La Profesin solemne es fruto de una larga cadena de gracias a las que ha correspondido generosamente con hondas renuncias y una fidelidad diaria y sin brillo no menos costosa. - La Profesin solemne es el final? - No. Por el contrario, bajo ciertos aspectos es ms bien el comienzo. El cartujo en un acto sublime se ha consagrado a Dios. Ahora tiene que vivir da a da esa consagracin en medio de continuas renuncias. El Sacerdocio conferido al terminar los estudios, corona la Profesin. Carta de San Bruno a los monjes de la Chartreuse: Alegraos, pues, mis carsimos hermanos, por vuestra feliz suerte y por las abundantes gracias que la mano del Seor ha derramado sobre vosotros. Alegraos de haber escapado de los muchos peligros y naufragios del tempestuoso mar del siglo. Alegraos de haber alcanzado el refugio tranquilo y seguro del ms resguardado puerto. Cuntos lo han deseado, cuntos han luchado por ello y, sin embargo, no lo han conseguido! Otros muchos, despus de haberlo alcanzado, son excluidos de l, porque a ninguno de ellos se le haba concedido esta gracia de lo alto. Tened por cierto, hermanos mos, que todo el que llega a perder, por la causa que sea, este ansiado bien despus de haberlo gustado, lo lamenta luego toda la vida.

P. L. 152.418

Captulo 4. Los HermanosLOS HERMANOS EN LA ORDEN - Hubo siempre Hermanos en la Cartuja? - Cuando San Bruno se retir al desierto de Chartreuse, dos de sus compaeros eran laicos: Andrs y Gurin. Fueron ellos los primeros Hermanos de la Orden. Siempre hubo Hermanos en la Cartuja. Con leves variaciones, el nmero de Hermanos en la Orden Cartujana ha permanecido durante siglos, como en la actualidad: siete u ocho hermanos por cada diez Padres. - Actualmente en la Cartuja de Miraflores? - La Comunidad est compuesta de 12 Padres, 11 Hermanos y 5 Novicios. - Por qu es importante y hasta necesario un Hermano en la Cartuja? - Porque gracias a los Hermanos ha sida posible la observancia en la Cartuja a travs de los siglos. - Explique... - Para los Padres, la reclusin de la celda es algo sagrado. Pero esta vida de celda les impide dedicarse a las tareas materiales del Monasterio que, forzosamente, exigen abandonar la celda. - Y estos trabajos... - Los asumen los Hermanos que, aunque participan de la misma vocacin solitaria que los Padres, la realizan de distinta forma. - Luego la soledad de los Hermanos es... - Es ms mitigada porque dedican unas seis horas al trabajo manual fuera de sus celdas. CONVERSOS Y DONADOS - Qu es un Hermano converso? - La palabra converso no tiene sentido peyorativo. En la Regla de San Benito se considera la vida monstica una conversin: veniens ad conversionem (c. 58). Algunas Reglas antiguas llamaban converso al monje, y desde el siglo XI esta palabra se aplic con preferencia a los monjes laicos o Hermanos, a los que no estaban destinados al sacerdocio. Cuando se escribieron las Consuetudines Cartusiae la palabra converso era el nombre ms corriente para designar a los Hermanos y as ha perdurado hasta nuestros das.

- De acuerdo. Y qu es un Donado? - En el siglo XIII era frecuente que ciertas personas piadosas se ofrecieran voluntariamente a servir a la Cartuja y quisieran pertenecer de alguna manera a la Orden, sin pretender obligarse, sin embargo, a la estricta vida de los monjes. Y as, con diversos nombres, fueron apareciendo varias clases de personas unidas a la Orden con unos lazos ms o menos fuertes. Entre ellos, los Donados han llegado a nuestros das, aunque profundamente transformados. Los Captulos Generales los van acercando cada vez ms a las observancias de la Cartuja hasta casi convertirlos en unos conversos sin votos. Hasta el Captulo General de 1981, los Hermanos Conversos tenan que pasar por el estado de Donados antes de comenzar el Noviciado de Conversos. Desde 1981 esta obligacin ha desaparecido y se considera el estado de Donado, no como una etapa previa, sino como un estado definitivo. - De acuerdo. Y qu hay que hacer para ser Donado? - Quien desea ser Donado perpetuo tiene que pasar una prueba de cinco aos, al final de los cuales, si ha sido hallado digno, se compromete pblicamente a guardar pobreza, castidad, obediencia y a vivir segn los Estatutos de la Orden. Los Estatutos admiten tambin el rgimen en que la Donacin se renueva cada tres aos E.O.C. 2.19.7. - Hace votos? - No son votos religiosos, pero el mismo hecho de leer la frmula de la Donacin perpetua en la Misa conventual, da a la Donacin un carcter sagrado. A partir de ese momento se les llama Donados perpetuos. - Son muchos? - Nunca han sido numerosos, pero existen en todas las Cartujas. - Exteriormente, en qu se diferencian? - Slo se diferencian de los dems cartujos en que su cogulla no lleva trabas ya que stas son el signo de la profesin religiosa que los Donados no hacen. - Tienen las mismas obligaciones que los cartujos profesos? - No. No estn obligados a la abstinencia a pan y agua de los viernes, ni a los ayunos de la Orden. Pero, cuando gozan de salud, es frecuente que no quieran aceptar estas mitigaciones y viven como Hermanos conversos sin votos. - Entonces... estrictamente hablando son religiosos cartujos? - Aunque no hagan votos, los Estatutos quieren que se les llame monjes, ya que de hecho llevan vida monstica y pertenecen a la familia cartujana. Los Estatutos han tomado posicin en defensa del estado de Donados perpetuos, reproduciendo con algunos retoques una Ordenacin del Captulo General de 1892. En la casa de Dios hay muchas mansiones; entre nosotros hay Padres y Conversos, y hay

tambin Donados que, dejando como aquellos el mundo, entraron en la soledad de la Cartuja para vivir al abrigo de la clausura, dedicados a la oracin y al trabajo, consagrando toda su vida al Seor. No pocas veces, personas muy santas prefirieron vivir y morir en el estado de Donados adscritos entre los hijos de San Bruno, para poder gozar de su herencia eterna E.O.C. 2.19.1.

FORMACIN DE LOS HERMANOS - Volvamos a hablar de los Hermanos... - S. Los Hermanos Cartujos, desde los comienzos hasta nuestros das, han impresionado por su estabilidad y su elevado nivel espiritual. Tienen en la Cartuja un lugar propio perfectamente definido. - Y a qu se debe? - A la vigilancia de los Captulos Generales, a la cercana del Prior y Procurador, pero sobre todo al clima espiritual de silencio y soledad del que Padres y Hermanos participan por igual, aunque segn modalidades distintas. - Cul es la preparacin de un Hermano Cartujo? - Un largo camino a recorrer. Ms largo incluso que el de los Padres. - Veamos... La duracin del Postulantado es variable y depende, en buena parte, de la formacin espiritual del candidato. Si la conducta del postulante deja entrever una vo