diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia

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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA “JOSÉ SIMEÓN CAÑAS” DIFERENCIA EN EL VALOR DEL AUTOCONCEPTO ANTE LA VIVENCIA DE LA MENOPAUSIA TRABAJO DE GRADUACIÓN PREPARADO PARA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES PARA OPTAR AL GRADO DE: LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA POR: MARIXA JEANETH LÓPEZ LINARES CRISTINA GUADALUPE PASASIN CONRADO HAROLD ALEXIS VÁSQUEZ CABRERA. SEPTIEMBRE, 2012 SAN SALVADOR, EL SALVADOR

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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA  

“JOSÉ SIMEÓN CAÑAS”

DIFERENCIA EN EL VALOR DEL AUTOCONCEPTO ANTE LA VIVENCIA DE LA MENOPAUSIA

TRABAJO DE GRADUACIÓN PREPARADO PARA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

PARA OPTAR AL GRADO DE: LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

POR:

MARIXA JEANETH LÓPEZ LINARES CRISTINA GUADALUPE PASASIN CONRADO

HAROLD ALEXIS VÁSQUEZ CABRERA.

SEPTIEMBRE, 2012

SAN SALVADOR, EL SALVADOR

UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA “JOSÉ SIMEÓN CAÑAS”

RECTOR ING. ANDREU OLIVA S. J.

SECRETARIO GENERAL ING. CELINA PÉREZ RIVERA

DECANA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES: MTRA. SILVIA AZUCENA DE FERNÁNDEZ

DIRECTOR DEL TRABAJO LIC. OSCAR VÁZQUEZ MARTÍNEZ

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia.

Resumen: El propósito del estudio fue identificar si existe diferencia entre el valor del autoconcepto multidimensional de las mujeres menopáusicas y las que aún no se encuentran en esta condición. Así mismo, se pretendió identificar qué dimensiones del autoconcepto se encuentran más fortalecidas y/o debilitadas en la etapa de menopausia, con el fin de proporcionar insumos que mitiguen la ambigüedad de ideas erróneas, existentes sobre este evento. Con la participación de 370 mujeres entre 45 y 55 años, pacientes del área de ginecología del Instituto Salvadoreño del Seguro Social de Zacamil, donde 175 de ellas conformaron el grupo control y 195 el grupo de menopáusicas. Mediante una investigación cuantitativa descriptiva transversal, se midió el autoconcepto de dichas mujeres, por medio de una escala multidimensional del autoconcepto, que fue adaptada a la población objetivo. Los resultados muestran que no existen diferencias estadísticas en el valor del autoconcepto y sus dimensiones entre ambos grupos. No obstante, se encontró que los puntajes globales similares, no son derivados de parecidas percepciones y autovaloraciones ante las mismas situaciones. Palabras claves: Autoconcepto multidimensional, menopausia, ISSS de Mejicanos.

El autoconcepto condiciona al ser humano en el inicio, dirección, intensidad y perseverancia de la conducta en todas las etapas de su vida; es por ello, que este estudio pretende identificar y describir si existe diferencia entre el valor del autoconcepto, ante una etapa natural de toda mujer, como lo es la menopausia.

A continuación se hace referencia al constructo del autoconcepto, así como los

elementos que lo conforman; la menopausia y la visión social de la misma. Y luego se puntualizará cómo esos elementos se configuran para generar la valoración del autoconcepto de mujeres que atraviesan esta etapa, ya que es crucial por estar a la base del buen funcionamiento personal, para sentirse bien consigo misma y con el medio social.

El autoconcepto ha sido retomado en nuestro país por muchas áreas de la psicología

(social, educativa y clínica), destacando la importancia de este como un indicador de bienestar psicológico y como un mediador en la conducta.

Dicho constructo fue acuñado en el siglo XX, sin embargo, fue con William James

(1890), que se le comenzó a dar importancia a éste, como un determinante de la conducta. Muchos de los temas que James trató, conforman un anticipo de cuestiones más contemporáneas en el estudio del autoconcepto (Moreno, 2003; Jiménez, 2004).

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Antes de la década de los setenta del siglo XX, los autores que estudiaban el autoconcepto manejaban la idea de unidimensionalidad; donde la información que la persona hace referencia de sí misma se organiza en una imagen única, definitiva y compacta, destacando aspectos globales (Bracken 1992, Shavelson, 1976, citados en Goñi, 2008).

Fue, con el modelo de Chad Gordon (1968, citado en González y Tourón, 1994),

cuando comienzan los debates sobre la unidimensionalidad del autoconcepto, ya que se puso en evidencia el carácter multidimensional del constructo, por ser cambiante y variable a través de las diferentes situaciones y del tiempo. A partir de entonces, es considerado el autoconcepto, no como una cosa estática, sino como un proceso complejo de actividades interpretativas y continúas, cuyo resultado consiste en una estructura creciente que la persona hace de concepciones sobre sí misma (Moreno, 2003).

Otro aspecto importante en la historia de este constructo, es que los investigadores no

habían puesto demasiado empeño en utilizar una terminología común, así como tampoco en definir los términos que se estaban utilizando. Posteriormente, en la década de los ochenta, las investigaciones realizadas sobre el autoconcepto obtuvieron resultados que mostraron un gran número de incongruencias, las cuales provenían de las concepciones de modelos unidimensionales, impidiendo un análisis preciso, asociado a la falta de una definición conceptual sobre el autoconcepto (Balaguer y Pastor, 2001).

Fue con La Rosa y Díaz (1991), que realizaron una serie de estudios exploratorios y

psicométricos, que tuvieron como resultado la construcción de un inventario, donde se identificó las dimensiones que componen el autoconcepto, siendo cuatro las dimensiones básicas: social, emocional, ocupacional y ética. Para estos autores, la conceptuación del sí mismo no sólo tiene una función explicativa de procesos psicológicos, sino que es necesaria para el entendimiento del propio comportamiento.

Esta postura que considera el autoconcepto como una realidad multidimensional, ha

sido apoyada fuertemente en las últimas investigaciones por diferentes autores (La Rosa y Díaz, 1991; véase también Moreno, 2003), quienes sostienen que las personas distinguen entre los diversos dominios de sus vidas y se forman autoevaluaciones específicas para cada uno de estos ámbitos; así mismo señalan que además de un autoconcepto general, existen dominios específicos como el social, emocional, familiar, académico-laboral y el físico. Siendo en este último dominio, donde los hallazgos de La Rosa y Díaz (1991), difieren de los demás propuestas, ya que a través de sus investigaciones revelaron que la dimensión física es ambivalente; una persona podía evaluarse simultáneamente como feo, limpia y fuerte o fea, sucio y débil.

En la misma línea, para Balaguer y Pastor (2001), Marsh y Hattie, (1996 citados en

Moreno, 2003) es bajo este enfoque de la multidimensionalidad, que el autoconcepto pasa a ser medido y evaluado a través de los dominios mencionados anteriormente, los cuales corresponden a los diferentes ámbitos de la vida.

Así pues, con lo detallado, se puede concluir que el autoconcepto no solamente ha

evolucionado, sino que ha sido objeto de reformulaciones periódicas como fruto de diferentes acontecimientos. Muchos teóricos (Epstein, 1981; Greenwald, 1980; Markus, 1980, citados en

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Moreno, 2003) sostienen la idea de que al ser el autoconcepto una construcción cognitiva, la evolución de su contenido podría explicarse a partir de los cambios cognitivos que se producen con la edad.

Conforme aumenta la edad, el círculo social del individuo se amplía y éste

interacciona con personas pertenecientes a diferentes contextos relacionales (familia, compañeros de colegio, amigos, pareja, compañeros de trabajo, etcétera), los que vienen a constituir una variable psicológica fundamental para entender el bienestar emocional y la integración social de la persona; donde, la valoración suele ser positiva siempre y cuando encaje en los papeles tradicionalmente designados a su sexo (Bruel, 2008; Moreno, 2003).

Ante esto, se vuelve necesario caracterizar el autoconcepto, de acuerdo a Shavelson,

Hubner y Stanton (1976, citados por Pappalettera y Kepic, 2005) y siguiendo el modelo multidimensional, se presentan las siguientes características:

Es organizado: por ser un sistema de categorías con el fin de reducir la

complejidad y multiplicidad de las experiencias sobre las que basa sus propias percepciones, otorgándole a su vez, un significado.

Es multifacético: por incluir áreas tales como la escuela o el trabajo; la aceptación, habilidades sociales y la afectiva.

Es jerárquico: desde las experiencias individuales en situaciones particulares, hasta el autoconcepto general; donde su variabilidad depende de la ubicación en la jerarquía, de manera que las posiciones inferiores son más variables.

Es experimental: se va construyendo y diferenciando a lo largo del ciclo vital, a través de las distintas experiencias de interacción con el mundo.

Es valorativo: al compararse con patrones que aspira alcanzar o con patrones relativos, tales como valoraciones percibidas de los otros.

Es diferenciable: de otros constructos con los cuales está relacionado íntimamente (por ejemplo: habilidades académicas, autocontrol, habilidades sociales, etc.)

Es estable y maleable a la vez: siendo, estable en sus aspectos más nucleares y profundos, y a la vez, variable en sus aspectos más dependientes del contexto.

La formación del autoconcepto, se da en los primeros años de vida, sufriendo a lo

largo del desarrollo, cambios cuantitativos y cualitativos; no es un elemento estático, es más bien una realidad dialéctica, que está sometida a una continúa redefinición en las relaciones sociales y que se actualiza continuamente en la interacción con las demás personas.

Para George H. Mead (1972, citado en Martín-Baró 1988), cada persona constituye un

producto histórico surgido en buena medida de cómo lo han definido los grupos de los que forma parte, principalmente aquellas personas que juegan un papel significativo en su existencia a los que llama “otros significativos”. Es en base a esta idea que Rodríguez Tomé (1972, citado en González y Tourón, 1994), afirma que no existe concepto de sí mismo sin

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una constante referencia de los demás y que esta interdependencia se crea mediante la comunicación, la cual se establece obligatoriamente con el medio donde la persona vive, a través, de sus papeles (asignados o elegidos) desempeñados dentro de la sociedad.

En este sentido, la construcción de la feminidad para Gaborit, Rodríguez, Santori y Paz

(2003), es el conjunto de procesos culturales y psicológicos que marcan con determinadas atribuciones y prescripciones a las personas. Siendo la familia uno de los factores importantes en la formación del autoconcepto, ya que ésta potencia la actualización del mismo, en los individuos que la integran.

En cuanto a ello Martín-Baró (1990), señaló, la existencia de creencias sobre la familia,

destacando la ambivalencia del significado que ésta tiene en específico para las mujeres, donde dichas creencias repercuten negativamente en su desarrollo personal y social. Pues el hogar representa el dominio de la mujer, donde socialmente es el ámbito que se le asigna para su realización, pero es en el mismo donde se convierte en prisionera de los roles y funciones de este.

Ante esto, es importante considerar, un elemento cultural, como el papel que juega las

religiones cristianas dentro de la cultura latinoamericana. Lalinec-Michaud y Engelsmann (1989, citado en Martínez, 2007), sugieren que la religión interviene en la formación de los valores fundamentales y actitudes de las personas; las mujeres con afiliación religiosa al catolicismo romano monolítico expresan mayor pesar por la pérdida de la capacidad para tener hijos, en comparación a mujeres de otras religiones, ya que para éstas el modelo femenino ideal enfatiza tradicionalmente en el rol de la mujer como esposa y madre.

También, la valoración de la sociedad sobre las ideas de la fertilidad, el envejecimiento

y la función reproductiva son imprescindibles en la formación del autoconcepto (Castillo, 2009). Pues en cuanto a la incidencia de estos elementos culturales, en gran medida las mujeres están condicionadas a la vergüenza, el prejuicio y el desconocimiento (Ortega, Centeno y Castillo, 2005).

Por su parte Desmond (2001), señala una desvalorización cultural de la mujer a partir de

la capacidad reproductora, la que se acentúa desde las sociedades primitivas, hasta la contemporánea. Donde las mujeres han estado en una posición de desventaja y esto debido a la atribución de características específicas para uno y otro sexo que son justificadas por argumentos biológicos, volviendo incuestionable su evitación o cambio (Martín-Baró, 2001).

De igual forma para Rosemberg (1981, citado en Martín-Baró, 2001), el concepto que la

persona se forma de sí, incluye todos los conocimientos y sentimientos sobre sí mismo, siendo el resultado de las comparaciones que la persona establece entre si y con los demás en diferentes situaciones de la vida. A su vez, es un producto social, de una realidad configurada históricamente y no un simple producto del desarrollo genético individual.

En tal sentido, algunos factores relevantes al momento de valorar el autoconcepto en la

etapa de menopausia, pueden ser el grado de éxito o de fracaso en el trabajo, la adaptación al matrimonio o situación eventual de un divorcio, a la maternidad o su ausencia, así como las reflexiones sobre sí misma, el estatus socioeconómico, la cultura, los roles desempeñados en

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la sociedad, etcétera (Schneider, 1992; González y Tourón, 1994; véase también López y Naves, 2006)

Además, de las relaciones sociales, la actividad, es otro factor determinante del

desarrollo del autoconcepto; ya que las comparaciones sociales y auto-atribuciones son hechas en referencia a la actividad realizada por el individuo.

El trabajo y ocupación influyen en la persona, pues son símbolo de estatus, de

reforzamiento, de cumplimiento de metas, de auto-actualización, de estima social y fuente de relaciones interpersonales que cubre gran parte del tiempo, impactando en la estructura del autoconcepto Rosemberg (1981, citado en Martín Baró, 2001).

Para algunas mujeres, las actividades vinculadas al cuidado del grupo familiar y en

particular de los hijos, así como la desigual distribución de las tareas dentro de los hogares, limitan las posibilidades de acceder a un trabajo remunerado. Esta desigualdad refleja a su vez el evidente aporte de la mujer a la sociedad, a través del trabajo doméstico no remunerado, explicando a su vez, las brechas de participación laboral (PNUD y UNIFEM, 2009).

En algunos casos, la participación en actividades de ambas esferas, pública y privada, es

decir, la doble jornada, representa una especie de “doble vida”, manejando dobles valores, lenguajes distintos, exigencias diferentes y derechos contradictorios. Generando así, una vivencia de conflicto entre el rol de madre contra el rol de trabajadora (Lagarde, 1996).

También; desde el punto de vista cultural, el rasgo más valorado en las mujeres, es el de

su corporalidad, en este sentido, el autoconcepto de las mujeres se forma, a partir de una imagen como símbolo sexual, porque determina su belleza, que es su principal recurso en la vida social; le permite engendrar hijos, lo que define su principal función en la sociedad y además, la hace débil, necesitada de la protección de la seguridad que le ofrece el hombre.

La sociedad, otorga a las gracias físicas de las mujeres, tanto valor que éstas se vuelven

un resguardo de la autoestima de las niñas y parte esencial de su autoconcepto. Y esto se evidencia desde los primeros años, ya que “a las niñas se les reprime el reconocimiento de su sexualidad, pero se les estimula constantemente a ser coquetas” (Gaborit, et al 2003, p. 232).

Asimismo, para entender el valor que cada mujer le atribuye al cese de su menstruación,

es necesario considerar con mayor detalle la significación de la aparición que la misma haya tenido previamente y el sentido que el imaginario social atribuyó al sangrado periódico femenino (Díaz, 2005; Flores, Campo y Yuli, 2008).

Por su parte, Gaborit et al (2003), señalan la forma en que las niñas viven el evento de

su primera menstruación, en donde se les asocia a sentimientos negativos, manifestando que la menarquia es un acontecimiento marcado por la tristeza y la vergüenza;

“no hay secreción humana que se valore culturalmente con más asco y misterio que la sangre menstrual, la menstruación es considerada una enfermedad que aqueja a las mujeres mensualmente en virtud de ser mujer, llevando a percibir su cuerpo como deficiente y sucio” (p. 225).

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En nuestra sociedad, existe un régimen de disciplina muy complejo, tejido alrededor de la menstruación donde se le indica a la niña sobre qué comer, qué hacer, cómo vestirse y qué decir, incluyendo también, prohibiciones afectivas, reglas que impactan el autoconcepto (Gaborit, et al).

Este régimen, tiene consecuencias emocionales y físicas, generando vergüenza hacia el

propio cuerpo, sobre todo a las funciones relacionadas con la sexualidad y la reproducción, formado concepciones en las mujeres de que su cuerpo es necesitado de atenciones especiales (Gaborit, et al). Menopausia

La menopausia se refiere al cese permanente de la menstruación, en donde los ovarios

comienzan a producir cada vez menos hormonas y estas cantidades reducidas hacen que los períodos menstruales se vuelvan irregulares, hasta que cesen completamente. Puede ocurrir de forma natural o por el contrario, derivada de algún tratamiento (Organización Mundial de la Salud, OMS, 2010).

Es un evento puntual en la vida de las mujeres, que ocurre en promedio cerca de los 50

años, con un rango entre los 45 y 54 años de edad (Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, MSPAS, 2008). Los cambios hormonales derivados de este proceso pueden causar síntomas físicos y psicológicos, estos se presentan entre algunos meses o varios años. Para algunas mujeres, esto ocurre de forma regular o irregular. Y es en relación a los síntomas, que no existe una universalidad, pues la duración y severidad de los mismos son muy variables (Díaz, 2005).

Entre los síntomas, se encuentran períodos menstruales irregulares, sofocos, sudores

nocturnos, cambios en sus patrones de sueño, dolor de los músculos y de las articulaciones, dolores de cabeza, mareos, piel seca, palpitaciones (sentir latidos acelerados o irregulares), cansancio, sequedad y adelgazamiento del tejido vaginal, situación que a veces causan molestias, dolor durante el acto sexual, mayor probabilidad de infecciones del aparato genito-urinario, como las de carácter físico. Además, de las ansiedades, la dificultad para concentrarse, la fácil exaltación, e irritabilidad, el olvido y los cambios de humor son las problemáticas psicológicas típicas. Y en algunos casos, se menciona pérdida de la memoria, depresión, ganas de llorar, Insomnio y un menor deseo por las relaciones sexuales (Hernández y Marcelino, 2010; Flores et al 2008).

También, haber llegado a la menopausia como resultado de un proceso quirúrgico,

como una histerectomía; o por la consecuencia de terapias químicas o radiación. Son hechos que genera efectos psicológicos, tales como estados prolongados de ansiedad, depresión disminución del libido e incomodidades o ansiedad asociada con la actividad sexual, que impactan el autoconcepto (Martínez, 2007).

De tal manera, la menopausia es para algunas mujeres un reto por las dificultades en sintomatologías físicas y/o emocionales, volviéndose un momento de plenitud personal, mientras para otras es una combinación de todo lo anterior (Schneider, 1992).

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Los cambios fisiológicos son normales y deben considerarse como parte del desarrollo. Sin embargo, alrededor del climaterio y la menopausia existen mitos, estereotipos y prejuicios construidos socialmente, entre los cuales se mencionan los siguientes: la vida sexual de las mujeres aparece con la menarquia y desaparece con la menopausia; la menopausia es una etapa negativa para las mujeres y generadora de múltiples dolencias; la menopausia es el fin de la plenitud femenina; la menopausia es una enfermedad que se cura con tratamiento médico, entre otros (Charlton, 2003).

Autores como Ortega et al (2005); Papalia y Wendkos, (2003) y Rodríguez, (2008)

destacan la forma en cómo este punto de vista negativo acerca de la mujer menopáusica es la causa de diferentes problemáticas entre el entorno y la mujer relacionados a la sintomatología y valorización de la función social de la mujer en esta etapa. Todavía en el siglo XIX, se mantenía esta idea, en que dicha etapa, era una enfermedad, provocada por una falla en los ovarios, en el desempeño de su función natural (Papalia y Wendkos, 2003).

En culturas donde la mujer adquiere poder social, religioso o político ante el cese de la

menopausia, es probable que se asocien menos problemas a este acontecimiento natural, influyendo de diferentes maneras en su autoconcepto (Papalia y Wendkos, 2003). Por ejemplo, en una investigación realizada en África por Marjoribanks y Mboya, (2001, citado en Jiménez, 2004) en donde se encontró que el autoconcepto variaba con la edad y el género, ya que las mujeres mostraron un autoconcepto menos positivo que los hombres, y entre ellas, mientras más adultas, más negativo.

La palabra menopáusica en nuestro contexto es usada con frecuencia como insulto o

expresión peyorativa, inclusive por las mujeres jóvenes, al referirse a otras de mayor edad; este punto de vista de la sociedad respecto a la mujer y el envejecimiento, es necesario para entender la problemática en cuestión.

De tal manera que los periodos menstruales en esta edad se vuelven contradictorios para

algunas mujeres, porque durante la juventud, son rechazados al ser considerados y descritos en el lenguaje como una enfermedad. Y que más tarde son anhelados, porque su ausencia es sinónimo de vejez. Volviéndose este panorama desalentador, debido a que aquellas características socialmente valoradas, como la juventud, belleza y la capacidad de procrear, llegan a su culminación ante el cese de estos.

Destaca la importancia del estudio sobre la menopausia, por ser un evento natural en la

vida de todas las mujeres y este ocurre en un promedio de edad de 50 años; además, de que en nuestro país es mayor la población femenina y que actualmente dentro de este grupo, cerca del 10% son menopáusicas; así como los cambios en los últimos años, que refleja un incremento en la esperanza de vida de la población en general (DIGESTYC, 2010; FESAL, 2009).

Mientras aumenta el número de mujeres que alcanzan la menopausia y que deben

enfrentarse al impacto psicosocial, incrementa también la necesidad de realizar estudios al respecto que proporcionen información que mitiguen la ambigüedad de ideas erróneas, que existen sobre este evento, de percibir a la menopausia como una problemática social.

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La visión que tenga la mujer de la menopausia está más relacionada con las características personales o experiencias anteriores que con la menopausia en sí. Generando en el autoconcepto de las mujeres en menopausia sea influenciado por los diversos factores, del entorno social, aspectos emocionales, familiares, físicos y académicos laborales y no solo por los aspectos biológicos.

Esta situación se vuelve más complicada, al evidenciarse, que desde el campo de la

salud, económico y social a las mujeres tradicionalmente, se les ha instrumentalizado a partir de su rol reproductivo materno. Por ejemplo, al revisar los programas de atención para la mujer, que ofrece el Ministerio de Salud durante diferentes etapas de la vida, encontramos que su abordaje no profundiza en la salud mental.

Cabe resaltar, que en el contexto salvadoreño se encontró que existen investigaciones sobre el autoconcepto, pero son esencialmente orientadas al área de la psicología educativa (Martínez, Rubio y Sanchéz, 2011; Agreda, Barríos, y García, 2010). No existen estudios a nivel nacional que reflejen la importancia de la valoración del autoconcepto en la edad adulta y menos desde la perspectiva de género.

En resumen, la mayoría de las investigaciones existentes sobre la menopausia, son a

nivel internacional, pero en ellas se contempla desde el punto de vista médico, refiriéndose principalmente a la sintomatología física y los posible tratamiento para éstos síntomas, dejando de lado los síntomas psicológicos y sobre todo las interacciones sociales que intervienen en la vivencia y valoración que cada mujer le asigne a dicha etapa. Por lo que se tomó como referencia los aportes de La Rosa y Díaz (1991), sobre el autoconcepto, ya que engloban dimensiones no solo psicológicas, propias del individuo, sino también sociales y de su medio.

Retomando los apartados anteriores, a continuación se detallan las definiciones

constitutivas y operacionales de las variables en estudio: Autoconcepto

Para la mayoría de los autores, el autoconcepto multidimensional es la imagen que tienen las personas sobre ellas mismas, de percepciones parciales del propio yo y que se compone de las creencias, características físicas, psicológicas, sociales y emocionales; sus aspiraciones y realizaciones. Determinada por los papeles que desempeñan en sus relaciones y lo que considera que piensan sobre ellas las personas significativas. Así también, el autoconcepto es de carácter estable en gran medida, aunque, cambia y se modifica como resultado de la experiencia y en función de la comparación y el contexto social, dando una realidad dinámica que experimenta variaciones como consecuencia de factores del desarrollo y ambientales (La Rosa y Díaz, 1991; Hurlock, 1994, Bandura 1997, citado en Moreno, 2003; y también Jiménez, 2004).

Operativamente, en la medición del autoconcepto multidimensional se tomó la sumatoria total de las puntuaciones directas obtenidas en cada uno de las seis dimensiones de

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la adaptación de la Escala Multidimensional del Autoconcepto, que conforme a La Rosa y Díaz Loving (1991), se divide en las siguientes dimensiones:

Dimensión ocupacional Se refiere al nivel de actividad de la persona en tareas concernientes a los ámbitos

académicos, del hogar y laborales, además del grado de compromiso que se tenga en dichos espacios. Operacionalmente en la dimensión ocupacional se tomó el valor de la sumatoria de puntuaciones directas del factor ocupacional de la escala Multidimensional del Autoconcepto.

Dimensión social Incluye dos aspectos, primeramente, la percepción que la persona tiene de sus

interacciones y el grado de satisfacción o insatisfacción procedentes de las mismas. Igualmente las conductas afiliativas, se refiere a las conductas sociales que fomentan la cercanía entre los individuos, buscando las relaciones armónicas en la convivencia familiar, la estabilidad en las relaciones y comunicación con los vecinos y compañeros de trabajo. Incluyendo la capacidad para expresar los sentimientos, emociones y pensamientos a las personas cercanas; como la familia, vecinos trabajo y amigos. Para la dimensión social, operativamente se tomó el valor de las sumatorias de las puntuaciones directas de dimensiones social afiliativo y expresivo.

Dimensión Emocional Está conformada por tres elementos: indica la inclinación a diferentes estados de

ánimo, como alegría o tristeza, nivel de optimismo; y las descripciones que la persona hace de sí misma sobre dichos estados de ánimo. También, incluye la internalización de sentimientos o a la ausencia de ésta con respecto a otras personas, es decir las emociones y sentimientos que un individuo puede experimentar a través de las distintas situaciones que vive. Además, la salud emocional por medio del grado de control emocional, incluye la predisposición a los conflictos interpersonales y las emociones que la persona experimenta como consecuencia de sus éxitos y fracasos en las interacciones sociales y de sus objetivos. Operativamente, para la dimensión emocional se tomó el valor de las sumatorias de las puntuaciones directas de las dimensiones de estado de ánimo, afectividad, y salud emocional de la escala. Vivencia de la Menopausia

Se consideró como el cese fisiológico de la función menstrual por al menos 12 meses, en la mujer que previamente menstruaba, debido al declive de los niveles hormonales femeninos y la función ovulatoria (MSPAS, 2008), o también los casos en los cuales las mujeres fueron intervenidas quirúrgicamente para extirpar previamente el útero de manera que no se verá una menstruación natural en lo sucesivo (Martínez, 2007).

Operativamente: como la ausencia de menstruación, en mujeres que presentaron su período menstrual entre los últimos 12 y 18 meses a la fecha del estudio o si fueron sometida a una histerectomía en los últimos 18 meses.

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Posterior a toda la literatura examinada sobre la importancia que tradicionalmente se ha dado a la mujer, a partir de la capacidad de la procreación y todo lo que con ello esta relacionado, y las definiciones mencionadas, es de esperar la existencia de cambios considerables en las percepciones y valoraciones de sí mismas al culminar su etapa reproductiva.

Por lo tanto, se vuelve necesario investigar qué sucede cuando la mujer llega a una edad mayor y ya no puede reproducirse, cuáles son las creencias, imágenes o pensamientos que se van a asociar a ella en esta nueva etapa y más importante aún, en qué medida estos elementos socioculturales impactan en su valoración o dicho en otras palabras, cuál es su autoconcepto.

Con la presente investigación, se buscó proporcionar a las distintas aéreas de la psicología salvadoreña, un estudio contextualizado que brinde una visión sobre los cambios en el valor del autoconcepto de las mujeres menopáusicas, desde una perspectiva de la psicología social; así también ser el inicio y un insumo para futuras investigaciones sobre la temática de la mujer en esta etapa o de los cambios en el autoconcepto durante la adultez media.

Por lo que se tomó como problema de Investigación: La diferencia del autoconcepto

debido a la vivencia de la menopausia. Al considerar que la menopausia es un tema difícil de abordar, tanto dentro de los estudios de género y sexualidad por la complejidad en los papeles y roles de la mujer dentro de nuestra sociedad. Surgió la interrogante de esta investigación: ¿Influye la vivencia de la menopausia en el valor del autoconcepto de mujeres, teniendo en consideración distintos elementos socioculturales?

Donde se tenía como objetivo: Identificar y describir si existe diferencia entre el valor del autoconcepto de mujeres que se encuentran viviendo la etapa de menopausia y las que aún no la viven, teniendo en consideración distintos elementos socioculturales.

En este sentido, conforme a lo expuesto anteriormente, y del objetivo planteado se derivan las siguientes hipótesis de investigación (se definen las hipótesis alternas, quedando de forma implícita las nulas): Hi: Existe diferencia significativa en el valor del autoconcepto, debido a la vivencia de la menopausia, en las pacientes del área del ginecología del ISSS de Zacamil.

Hi1: Existe diferencia significativa en el valor de la dimensión ocupacional, debido a la vivencia de la menopausia, en las pacientes del área del ginecología del ISSS de Zacamil. Hi2: Existe diferencia significativa en el valor de la dimensión social, debido a la vivencia de la menopausia, en las pacientes del área del ginecología del ISSS de Zacamil. Hi3: Existe diferencia significativa en el valor de la dimensión emocional, debido a la vivencia de la menopausia, en las pacientes del área del ginecología del ISSS de Zacamil.

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MÉTODO

Diseño de la Investigación

El estudio es de tipo cuantitativo, con un diseño no experimental, ya que, no se manipuló la variable independiente, únicamente se observó tal como se daban en el contexto natural para su posterior análisis (Kerlinger y Lee, 2002).

De tipo transeccional en la recolección de datos, y descriptivo, con las variables

“Menopausia” y “Autoconcepto” con el propósito de identificar diferencias en el valor del autoconcepto multidimensional y en sus dimensiones ocupacional, emocional y social, por parte de las mujeres que se encuentran en la menopausia, y las que aún no la viven, a quienes de aquí en adelante se mencionan como grupo control (Kerlinger y Lee, 2002).

Para los objetivos de esta investigación, se necesitó contar con una entidad o

institución que facilitara la concentración de personas que se encuentren pasando por dicho estado, razón por la cual, se consideró la realización en un centro de atención ginecológica.

Los hospitales del ISSS, brindan el servicio de forma especializada en atención

ginecológica. A estas clínicas, tienen acceso los trabajadores del sector formal que cotizan, y cifras del PNUD, (2008) señalan que para el área metropolitana, el empleo del sector formal representan alrededor del 55.6% de la población económicamente activa.

Además, en estas clínicas, existe un programa específico que brinda atención médica a

la población que comienza a manifestar los síntomas físicos de la menopausia. Dicho programa, que es denominado “Atención a la mujer en climaterio”, cuenta con una población muy representativa, ya que incorpora a todas las mujeres del área de ginecología, que se acerca a esa etapa.

Gracias a este programa, se facilitó la concentración, representatividad y

homogeneidad de las participantes de un municipio y sus alrededores. Para el estudio se tomó, al área metropolitana, por poseer la mayor proporción de asegurados con un 41.04%, según el Informe del PNUD, (2008). A la Unidad Médica de Zacamil del ISSS, por ser una, de las dos más destacadas de esta área. Y por encontrarse dentro del municipio de Mejicanos, que es el tercer municipios más poblado según los datos de la (DIGESTYC, 2007). Esta unidad médica, tiene la capacidad para de atender a 5 clínicas comunales de la zona y todas sus clínicas empresariales adscritas, con una cobertura de entre 15,000 a 75,000 personas. (ISSS, 2007, 2009). Participantes

La población participante en la investigación se conformó únicamente con mujeres que se encontraban pasando consulta en el área de ginecología del ISSS, Unidad Médica de Zacamil, municipio de Mejicanos.

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 12

La edad promedio en la que aparece la menopausia en El Salvador es a los 50 años

(MSPAS, 2008), razón para tomar un rango de mujeres, entre los 40 a los 55 años. Según datos proporcionados por la jefatura de ginecología, el total de las pacientes de esta área y que se encuentra entre este rango de edad, es de aproximadamente 6,548 por lo que, para determinar el tamaño de la muestra, se realizó un muestreo probabilístico aleatorio simple para poblaciones finitas (Bonilla, 1993).

En el que N = 6,548 (población total entre 40 a 55 años del área de ginecología);

Z=1.96 (coeficiente de confianza al 95%); E = error muestral de 5%; p = 0.5; q = 0.5. Sustituyendo:

El tamaño de la muestra queda determinada, por 363, sin embargo, se trabajó con 370

mujeres pacientes del área de ginecología del ISSS de Zacamil, con edades comprendidas entre los 40 y 55 años.

Los grupos se conformaron por medio de la autoselección para grupos comparativos

(Kerlinger & Lee, 2002). Se toma como base la variable del tiempo transcurrido desde su última menstruación, mismo criterio usado por MSPAS; por lo que: quienes afirmaron tener entre 12 y 18 meses de su última menstruación constituyó el grupo de las que se encuentran viviendo la menopausia y las que tenían menos de un año conformaron el grupo control.

También, ante la probabilidad que las participantes no se tomaran en cuenta de forma

repetida, se controló de forma institucional por medio de las citas, ya que en el área de ginecología son programadas cada cuatro meses (Kerlinger y Lee, 2002). Instrumentos

Se utilizó una adaptación (de elaboración propia) de la Escala Multidimensional de Autoconcepto de La Rosa y Díaz (1991) y una Ficha de identificación sociodemográfica.

Escala de Autoconcepto

Adaptación propia del instrumento creado y validado en México por La Rosa y Díaz (1991), la que originalmente presenta 62 pares de adjetivos bipolares, establecidos por medio del diferencial semántico. Dicha escala identifica 4 dimensiones del autoconcepto (social, emocional, ocupacional y ética). La dimensión social está constituida por dos factores: Social-Afiliativo (Factor 2) y el Social–Expresivo (Factor 3). Así también la dimensión emocional está constituido por 3 sub-escalas: Estado de ánimo (Factor 4), Afectividad (Factor 5) y Salud

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emocional (Factor 6). Además, incluye un factor para la dimensión ocupacional y uno para la dimensión ética.

Se realizaron los siguientes cambios a la escala original. En un primer momento el

instrumento fue adaptado en cuanto a sinónimos de los adjetivos por unos términos más familiarizados para la población salvadoreña. Así también, se redujo el número de posibles opciones de respuestas por ítem, acordándose de siete a cinco, esto para controlar las diferencias que pudiesen existir en cuanto a nivel educativo, ya que el instrumento original se realizó con población universitaria.

En un segundo momento se sometió la escala al proceso de validación por el método de “pensar en voz alta” propuesto por Anastasi y Urbina (1998), con el fin de adecuar las escalas aún más al contexto al que estuvieron referidas. Esto fue posible con la ayuda de participantes de la misma población objetivo, a quienes se les aplicó la Escala Multidimensional de Autoconcepto. Posteriormente se les pidió decir, lo que creían ellas qué era lo que se pretendía con cada reactivo, según su apreciación. Lo cual ayudó a cambiar algunos ítems que ellas consideraban confusos, difíciles de comprender o que no eran palabras utilizadas en ese contexto y por ende no se entendían. Partiendo de estos resultados, se realizaron las modificaciones necesarias para la configuración de la escala.

Posteriormente, se pasó la primera prueba piloto a la población participante, tomando

en cuenta a 35, quienes representan un aproximado del 10% de la muestra. Para este momento la escala constaba de 52 ítems, pues se habían incluido los cambios y la eliminación de sinónimos sugeridos en los pasos previos.

Por medio del programa de Statistical Package for the Social Sciences (SPSS) versión

18.0, se obtuvieron los siguientes índices: La escala multidimensional muestra un índice de consistencia Alpha de Crombach de 0.945, para el autoconcepto multidimensional; en el factor ocupacional un Alpha de Crombach de 0.765; en el factor social-afiliativo, un Alpha de Crombach de 0.869; en el factor social–expresivo, un Alpha de Crombach de 0.672; en el factor de estado de ánimo, un Alpha de Crombach de 0.808; en el factor de afectividad, un Alpha de Crombach de 0.791; en el factor salud emocional, un Alpha de Crombach de 0.755, y en el factor ético, un Alpha de Crombach de 0.696.

En este punto, se elimina de la escala multidimensional el factor ético, ya que su

contenido, generaba resistencia a contestar abiertamente, debido a que las participantes del presente estudio, se encontraban, esperando pasar consulta ginecológica y cada uno de los ítems de este factor eran asociados a una evaluación de su conducta sexual, resultándoles ofensivos. También, se reduce el número de ítems para cada factor, eliminando aquellos que representan una correlación Alpha de Crombach inferior a 0.50. Quedando la escala con un total de 37 ítems y seis factores.

Posterior a estos cambios, se pasa una segunda prueba piloto, siempre a la misma

población objetivo, tomando en cuenta a 50 mujeres. De lo que se obtiene los siguientes índices de correlación: la escala multidimensional muestra un índice de consistencia Alpha de Crombach de 0.86; en el factor ocupacional, un Alpha de Crombach de 0.65; en el factor

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social-afiliativo, un Alpha de Crombach de 0.69; en el factor social–expresivo, un Alpha de Crombach de 0.793; en el factor de estado de ánimo, un Alpha de Crombach de 0.744; en el factor de afectividad, un Alpha de Crombach de 0.618, y en el factor salud emocional, un Alpha de Crombach de 0.732.

Con lo que se obtiene la escala definitiva con 37 ítems, que miden el autoconcepto y

tres dimensiones del mismo (Ocupacional, Social y Emocional); la dimensión ocupacional, se refiere qué tanto la persona se mantiene activo o inactivo en tareas académicas, sociales y laborales, así como el grado de compromiso que presenta y es medido por el factor 1; la dimensión social se refiere a la percepción que se tiene de las interacciones y este a su vez está constituido por dos sub-escalas: Social-Afiliativo (factor 2) y el Social–Expresivo (factor 3). Así también la dimensión emocional está constituido por 3 sub-escalas: Estado de Ánimo (factor 4), Afectividad (factor 5) y Salud Emocional (factor 6). Tabla 1. Ítems por factor y forma de puntuar y calificar

Dimensiones Factores Ítems Ocupacional Ocupacional 04, 11*, 14*, 19*, 22* y 29*

Social Afiliativo 08, 17*, 24*, 27*, 32 y 33* Social Social Expresivo 01, 03, 13, 23, 25 y 28 Estado de Ánimo 05, 07*, 15, 26, 30, 34 y 37 Afectividad 02*, 21*, 31*, 35* y 36* Emocional Salud Emocional 06, 09, 10*, 12, 16*, 18 y 20

La casilla marcada determinará el valor dado al reactivo, de modo que la primera

opción tiene un valor de 1, y la quinta opción tiene un valor de 5. Todos los reactivos marcados con asterisco (*) se calificarán a la inversa, de tal manera que la primera opción tendrá el valor de 5 y la quinta opción tendrá un valor de 1.

Para la clasificación en autoconcepto alto o bajo de los valores obtenidos en cada escala por las participantes, se construyó un baremo, el cual se obtiene de la sumatoria de los puntajes de los ítem, en el que 100 es el puntaje más bajo y 185 el más alto y el valor de 158 el valor medio (Q2); por lo que valores por debajo de este valor fueron considerados como autoconceptos bajos y los mayores como autoconceptos altos. Y de la misma forma se realizó, solo que con sus respectivos valores para cada uno de los factores que componen la escala (ver tabla 2).

Tabla 2. Baremo de la escala de Autoconcepto, sus dimensiones y factores.

Interpretación Bajo Alto

Autoconcepto Multidimensional 100- 158 159-183

Dimensiones Factores Ocupacional Ocupacional 15-26 27-30 Social Social Afiliativo 18-28 29-30

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 15

Social Expresivo 8-23 24-30 Estado de Ánimo 15-30 31-35 Afectividad 8-20 21-25 Emocional Salud Emocional 8-28 29-35

Ficha de identificación sociodemográfica

Es una agrupación de datos personales, con el fin de controlar y describir variables que pudieran estar influyendo en el autoconcepto y que los puntajes obtenidos se vean alterados por estas y no por el hecho de la menopausia en sí, se conforma una lista que, según la literatura consultada, son eventos y experiencias determinantes en la vida de las mujeres que se encuentran entre estas edades. Constituida con información como: relaciones sociales y familiares; edades y número de miembros de personas con las que habitan; nivel de ingresos familiares; religión y práctica de la misma; y nivel educativo.

Procedimiento

Exploración bibliográfica y documental: con el fin de construir el marco teórico de referencia que respalde y fundamente el estudio, así como la definición del problema a investigar, se llevó a cabo la recopilación de información bibliográfica de manera exhaustiva sobre las variables a estudiar.

Diseño de investigación y método: consistió en la elaboración del sistema de objetivos, hipótesis y marco metodológico para llevar el estudio, así como la definición y selección de la población.

Contacto: se realizó el contacto con la jefa del área de ginecología, de la unidad médica de Zacamil del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, entregándole una carta institucional procedente del Departamento de Psicología. A su vez, se detalló el procedimiento de la investigación, y se le ofrece una copia del documento final sobre la misma.

Validación y aplicación del instrumento: se realizó la adaptación y validación del instrumento a utilizar, la cual se inició con la revisión de los ítems, procurando que cada uno de ellos fuese comprendido y aportarán información relacionada a las variables en estudio. Después, se estableció la validación y la confiabilidad del instrumento y la realización de dos pruebas pilotos, para obtener el instrumento definitivo.

La aplicación de la escala, se realizó entre las fechas del 15 de mayo al 06 de junio del

presente año; realizándose 6 visitas en el transcurso de la mañana y las 5 restantes por la tarde.

Se abordó a las mujeres en la sala de espera del área de ginecología identificándonos e

informando que era un estudio sobre su autoconcepto; posteriormente se les preguntaba si

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 16

estaban dispuestas a contestar una escala, siempre recalcando que sus respuestas eran anónimas y que no era necesario dar ejemplos, simplemente contestar sinceramente.

En el proceso se leyeron las instrucciones y cada una de las preguntas de la ficha de identificación y de la escala de autoconcepto a cada participante; con el objetivo de evitar confusiones sobre la manera de responder. Quienes afirmaron desear participar, se trasladaba a un área apartada y se iniciaba en base a dos preguntas que fueron de rigor a la inclusión en la investigación y que tenían como objetivo tomar a la población más próxima a la etapa de menopausia. Dichas interrogantes fueron: ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde su última menstruación? en la que la participante, debía de encontrarse, en 18 meses o menos; así también, ¿cuál era su edad? en la que, debería de ubicarse dentro del rango establecido al momento de realizar el muestreó que era mayor a 40 y menor a 55 años. En los casos de no cumplirse ambos criterios, se les agradecía por su disposición y colaboración.

Análisis de resultados: Tanto para el análisis de las pruebas piloto como para proceder

a la verificación de las hipótesis establecidas, se construyó una base de datos, para manejar la información obtenida, a través de los instrumentos de medida. Dichos datos se analizaron a través del programa estadístico para ciencias sociales (SPSS, versión 18).

RESULTADOS

Se presentan en tres apartados; primero, una descripción estadística de la población participante; luego, los datos estadísticos del autoconcepto y las tres dimensiones de estudio, así como hallazgos relevantes en cuanto a correlaciones existentes entre el autoconcepto y factores sociales que permiten una mayor comprensión del mismo en dicha población; finalmente las comparaciones y diferencias entre las medias de los grupos de estudio. Descripción estadística de la muestra

En los aspectos demográficos, de las 370 personas participantes, 175 de ellas (47.3%)

componen el grupo control, que son las que no presentaban menopausia y 195 (52.7%) en el grupo de menopáusicas; ambos grupos con edades entre los 40 y 55, con una media de 47 años. Así también, se encontró que sólo el 66.5% de la población contaba con pareja. Sólo el 15.4% de la población participante afirma no haber tenido hijos y el 84.6% que sí tiene o tuvo hijos; variando en cuanto al número de hijos nacidos por cada una, oscilando desde 1 hijo que fue el caso del 10% de la población a 9 hijos 0.3%. Siendo la M = 2.49 hijos y la DE = 1.690.

En cuanto a las relaciones familiares y sociales, se obtuvo, que en relación al número

de personas con las que habitan, el 2.2% de las participantes manifiestan vivir solas y 2.7% integran familias con 10 persona o más, siendo la M = 4.27 de miembros por familia y una DE = 2.230. En las relaciones con los vecinos, se encontró que el 79.5% mantienen una relación entre bastante y poco y que sólo un 3.2% no mantienen ninguna relación con sus vecinos. Por otra parte, sobre las relaciones con compañeros de trabajo 43.5% afirma mantener bastante comunicación y 3.2% afirma que no mantienen ninguna relación o que son muy pocas las relaciones con sus compañeros de trabajo.

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 17

Sobre los datos económicos, se encontró que en la ocupación principal, 43.2% afirman

que se desempeña como empleadas en un trabajo fijo, un 35.9% sostienen que su ocupación principal es ser encargadas del hogar y un 20.3% afirman contar con un negocio propio. En cuanto los ingresos familiares, el 15.9% tenían inferiores o iguales a los $200 dólares, el 19.5% tenía entre $200 y $300 dólares, el 34.1% ingresos ente los $300 a $400 y el 30.5% ingresos de $500 o más.

En el caso de las mujeres que experimentaban la menopausia, 83 de ellas equivalentes al 42.6%, fue debido a una histerectomía, practicada en el último año, a la realización de la investigación. En referencia al consumo de cervezas o licor, el 62.4% de ellas, afirmó nunca hacerlo, un 30.5% casi nunca y solo un 7% lo hace seguido.

En su actitud religiosa, 63.2% afirman ser creyentes practicantes, el 32.4% manifestó ser creyentes no practicantes, y un 4.3% con una actitud no religiosa. En cuanto a la religión practicada, se encuentra, el 47.3% son católicas, el 31.9% son evangélicas, el 15.1% testigos de Jehová y el 5.7% de ninguna religión.

En la educación se encontró una distribución normal pero con nivel o grados de estudios más elevados de acuerdo a los esperados para la población de este municipio (DIGESTYC, 2007), teniendo, el 3.8% ningún grado de estudio; un 13% había alcanzado educación básica (1° a 6°); un 18.1% con tercer ciclo (7° a 9°); 31.1% con estudios de bachillerato; un 27.6% con grados técnicos o estudios universitarios inconclusos; y un 6.5% con pregrados universitarios o superiores. Descripción estadística del autoconcepto y las dimensiones ocupacional, social y emocional.

En la escala de autoconcepto multidimensional se obtuvo un análisis de fiabilidad o

índice de consistencia (Alpha de Crombach) de 0.893; en las respectivas sub escalas se obtuvo para el factor ocupacional, un Alpha de Crombach de 0.607; en el factor social-afiliativo, un Alpha de Crombach de 0.659; en el factor social–expresivo, un Alpha de Crombach de 0.797; en el factor de estado de ánimo, un Alpha de Crombach de 0.792; en el factor de afectividad, un Alpha de Crombach de 0.627; y en factor salud emocional, un Alpha de Crombach de 0.691.

En cuanto a la variación esperada con respecto a la media aritmética se encontraron valores cercanos a ella, reduciendo la incertidumbre de la dispersión (ver tabla 3).

Tabla 3. Medias y desviaciones estándar, del Autoconcepto y sus dimensiones evaluadas Media DE

Autoconcepto Multidimensional 158.51 17.156

Dimensiones Factores Ocupacional Ocupacional 26.88 3.09

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 18

Social Afiliativo 28.35 2.326 Social Social Expresivo 23.27 5.351 Estado de Ánimo 30.54 4.458 Afectividad 20.76 3.222 Emocional Salud Emocional 28.71 5.024

De acuerdo a los resultados, y según los baremos, se encontró que existe una tendencia por parte de esta población en ubicarse en el extremo positivo o alto (ver tabla 4). Tabla 4. Porcentajes, de las participantes con puntaje alto o bajo, en el autoconcepto y los factores de cada dimensión.

% Bajo % Alto

Autoconcepto Multidimensional 42.4 57.6

Dimensiones Factores Ocupacional Ocupacional 37.8 62.2

Social Afiliativo 34.3 65.7 Social Social Expresivo 47.3 52.7 Estado de Ánimo 38.1 61.9 Afectividad 40.5 59.5 Emocional Salud Emocional 44.3 55.7

También, fue posible comprobar que las condiciones y características del contexto

social impacta en el autoconcepto, tal y como lo menciona diversos autores. En la presente investigación esto se realizó a través del análisis correlacional (Kerlinger y Lee, 2002). Debido a la consideración de diversas variables y que estas se estructuraron en formas de categoría y la variable del valor del autoconcepto se encuentra estructurada en forma de escala, se opta por hacer uso de la prueba de spearman para la realización de dicho análisis (Ver tabla 5 y Anexo E).

Tabla 5. Media aritmética según los subgrupos de cada aspecto social que se relaciona con el valor del autoconcepto.

Autoconcepto n Media DE

Bastante 135 163.79 15.385 Poco 159 157.01 16.006 Muy Poco 64 152.44 20.222 Nada 12 151.5 18.053 R

elac

ión

con

veci

nos

Total 370 158.51 17.156 $ 200.00 o menos 59 147.56 19.685 $ 300 72 157.9 15.577 $ 400 126 162.58 14.087 $ 500 o mas 113 160.08 17.585 In

gres

os

Total 370 158.51 17.156

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 19

Creyente practicante 234 160.43 15.679 Creyente no practicante 120 155.83 18.509 No religiosa 16 150.5 22.824

Act

itud

relig

ios

a

Total 370 158.51 17.156 Ninguna 14 147 24 1° - 6° 48 153.42 16.85 7° - 9° 67 153.21 21.893 Bachiller 115 160.42 15.166 Edu. Técnica 102 164 13.144 Pregrado Superior 24 157.75 13.162 Ed

ucac

ión

Total 370 158.51 17.156

Se constató, que en esta población, existe una relación entre los puntajes obtenidos en la escala de autoconcepto y el nivel o grado de relación que mantienen con sus vecinos, para lo que: [(r(370) = -0.266; p=0.00], siendo una correlación negativa débil (Ver Figura 3, Anexo E).

Así también, el nivel de ingresos, con que las participantes afirmaban contar, a nivel familiar, es otro de los elementos que está relacionado con los puntajes obtenidos en el autoconcepto, obteniéndose en la prueba estadística [(r(370) = 0.212; p 0.00], siendo una correlación débil (Ver Figura 4, Anexo E).

También, se encontró relaciones en la actitud religiosa de las participantes y los

valores que obtuvieron en el autoconcepto, [(r(370) = -0.129; p 0.013], siendo una correlación negativa débil (Ver Figura 5, Anexo E).

Y también se confirma la relación existente entre los grados de educación alcanzados

y el autoconcepto por parte de las mujeres, para lo que se obtiene la siguiente correlación [(r(370) = 0.201; p 0.00], siendo una correlación débil (Ver Figura 6, Anexo E.).

Lo que indican estos valores, es que en la medida en que las mujeres de esta

población, aumentan de forma favorable en los niveles en estas variables mencionadas, aumenta también la posibilidad en obtener una mejor puntuación o mayor valor en el autoconcepto. Comparación de medias en el valor del Autoconcepto y sus dimensiones ante la experiencia de la menopausia.

En el caso del valor del Autoconcepto Multidimensional, según los resultado obtenidos, el 42.4% de las participantes se ubicó en un Autoconcepto bajo y el 57.6%, en un autoconcepto alto. Y se obtiene una M = 158.51; DE = 17.156, en la población participantes en el estudio; de forma general ubicándose, dentro de la categoría de Autoconcepto alto. Al comparar las medias del grupo control M = 158.62; DE = 16.905 con las que experimentan la menopausia, M = 158.42; DE = 17.421, para lo que se obtiene una [F(368) de Levene =

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 20

0.20; p = 0.888 > 0.05]; [t(368) = 0.113, p (0.910) > 0.05]. No encontrando diferencias estadísticas en estos resultados, en el valor del autoconcepto de ambos grupos.

Al realizar el análisis de comparar siempre entre estos mismos grupos, pero de forma

específica en las participantes que se ubicaron en Autoconcepto Bajo, se obtiene para el grupo control M = 144.39; DE = 13.445 y para el de menopáusicas M = 140.88; DE = 14.939, resultando, [F. (155) de Levene = 1.202, p (0.275) > 0.05]; [t (155) = 1.550, p (0.123) > 0.05] No encontrando diferencias estadísticas en las medias del Autoconcepto Bajo de ambos grupos. Y para las participantes que puntuaron con Autoconcepto Alto, se obtiene para el grupo control M = 171.16; DE = 6.473 y para el grupo de menopausia M = 169.38; DE = 6.408, resultando, [F (211) de Levene = 0.72; p (0.789) > 0.05]; [t (211) = 2.009; p (0.046) < 0.05] Encontrando diferencias estadísticas en las medias del autoconcepto Alto de ambos grupos.

En la Dimensión Ocupacional

Según los resultados, en el factor ocupacional el 37.8% de las participantes se ubicó en un rango bajo y el 62.2%, en un rango alto. Las mujeres del grupo control obtienen una M = 26.83; DE = 2.962 y las que se encuentra en menopausia M = 26.91; DE = 3.209, al comparar las medias, se obtiene [F(368) de Levene = 0.285; p (0.594) > 0.05]; [t (368) = -0.244; p (0.808) > 0.05]. No encontrando diferencias estadísticas en las medias de la dimensión ocupacional del autoconcepto de ambos grupos. De igual forma no se encuentran diferencias al comparar las medias de las participantes que puntuaron bajo o alto en cada grupo, [t (138) = -1.358, p (0.177) > 0.05] y [t (228) = 0.206, p (0.837) > 0.05] respectivamente.

En la Dimensión Social

Para el factor Social Afiliativo el 34.3% de las participantes se ubicó en un rango bajo y el 65.7% en un rango alto. Las mujeres que conforman el grupo control obtienen una M = 28.3; DE = 2.306 y las que se encuentra en menopausia M = 28.39, DE = 2.349, al comparar las medias, se obtiene [F (368) de Levene = 0.008; p (0.928) > 0.05]; [t (368) = -0.379 p (0.705) > 0.05]. No encontrando diferencias estadísticas entre las medias del factor social afiliativo de la dimensión social del autoconcepto entre ambos grupos. De igual forma no se encuentran diferencias, para estos resultados, al comparar las medias de las participantes que puntuaron bajo o alto, en cada grupo, [t (125) = -0.519, p (0.605) > 0.05] y [t (241) = 0.122, p (0.903) > 0.05] respectivamente.

En cuanto al factor Social-Expresivo 47.3% de las participantes se ubicó en un tango

bajo y el 52.7% en un rango alto. Las mujeres del grupo control tienen M = 23.12; DE = 5.615 y las que se encuentra en menopausia M = 23.41; DE = 5.114; al comparar las medias se obtiene [F (368) de Levene = 3.943, p (0.048) < 0.05]; [t (354) = -0.509 p (0.611) > 0.05]. No encontrando diferencias estadísticas entre las medias del factor social expresivo de la dimensión social del autoconcepto entre ambos grupos. De igual forma no se encuentran diferencias, al comparar las medias de las participantes que puntuaron bajo en cada grupo, [t (173) = -0.871, p (0.385) > 0.05], pero si se obtienen diferencias estadísticas en la comparación de las medias de las

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 21

participantes que puntuaron alto en esta escala, siendo [t (193) = 2.147, p (0.033) < 0.05]. En donde, el grupo control obtienen una M = 27.84; DE = 2.112 y las que se encuentra en menopausia M = 27.17, DE = 2.221. En la Dimensión Emocional.

Para el factor estado de Ánimo 38.1% de las participantes se ubicó en un rango bajo y el 61.9% en un rango alto. Las mujeres del grupo control obtienen una M = 30.32, DE = 4.346 y las que se encuentra en menopausia M = 30.74, DE = 4.558, al comparar las medias, se obtiene [F (368) de Levene = 0.172, p (0.678) > 0.05]; [t (368) = -0.912 p (0.362) > 0.05]. No encontrando diferencias estadísticas entre las medias del factor estado de ánimo de la dimensión emocional del autoconcepto entre ambos grupos. De igual forma no se encuentran diferencias, al comparar las medias de las participantes que puntuaron bajo o alto en cada grupo [t (139) = 0.494, p (0.622) > 0.05] y [t (226) = -1.569, p (0.118) > 0.05] respectivamente.

Para el factor Afectividad el 40.5% de las participantes, se ubicó en un rango bajo y el

59.5% en un rango alto. Las mujeres del grupo control obtienen una M = 21.09, DE = 3.168 y las que se encuentra en menopausia M = 20.46, DE = 3.249, al comparar las medias, se obtiene [F (368) de Levene = 0.67, p (0.796) > 0.05]; [t (368) = 1.884, p (0.60) > 0.05]. No encontrando diferencias estadísticas entre las medias del factor de afectividad de la dimensión emocional del autoconcepto entre ambos grupos. De igual forma no se encuentran diferencias al comparar las medias de las participantes que puntuaron bajo o alto en cada grupo [t (148) = 0.050, p (0.960) > 0.05] y [t (218) = 1.931, p (0.055) > 0.05] respectivamente.

Para el factor salud emocional el 44.3% de las participantes, se ubicó en un rango bajo y el 55.7% en un rango alto. Las mujeres del grupo control obtienen una M = 28.95, DE = 5.12 y las que se encuentra en menopausia M = 28.5, DE = 4.94, al comparar las medias, se obtiene [F (368) de Levene = 0.282, p (0.596) > 0.05]; [t (368) = 0.860 p (0.389) > 0.05], no encontrando diferencias estadísticas entre las medias del factor de salud emocional de la dimensión emocional del autoconcepto entre ambos grupos. De igual forma no se encuentran diferencias Al comparar las medias de las participantes que puntuaron bajo o alto en cada grupo [t (162) = -0.839, p (0.402) > 0.05] y [t (204) = 0.452, p (0.652) > 0.05] respectivamente.

DISCUSIÓN

A partir de estos resultados, se mantienen las hipótesis nulas, motivo por el cual se brindan posibles explicaciones que permitan apoyar los valores similares del autoconcepto y sus dimensiones entre ambos grupos, dado a que, no es una relación simple, pues al mismo tiempo son mediadas por cambios progresistas en lo que social y culturalmente se espera de las mujeres.

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 22

A partir de estos resultados, se mantienen las hipótesis nulas, motivo por el cual se brindan posibles explicaciones que permitan apoyar los valores similares del autoconcepto y sus dimensiones entre ambos grupos, dado a que, no es una relación simple, pues al mismo tiempo son mediadas por cambios progresistas en lo que social y culturalmente es esperado de las mujeres.

De forma general, el no encontrar diferencias en el valor del autoconcepto y de cada una de las dimensiones tomadas en cuenta, pudo deberse a que los cambios que una mujer presenta durante la menopausia, no pueden considerarse exclusivamente como algo negativo; diversos autores (Flores et al 2008; Papalia y Wendkos, 2003 y Schneider, 1992) ya mencionaban el hecho de que la menopausia puede ser, para algunas mujeres, una experiencia positiva y que eso depende del modo cómo se conjuguen diversos factores. Aunque se encontró que en la dimensión social expresiva y en la dimensión estado de ánimo el grupo de mujeres menopáusicas, presenta una tendencia a tener una media levemente más alta al grupo control.

Se vuelve necesario explicar, en la medida de lo posible, los hallazgos que no

resultaron estadísticamente significativos, ya que presentan una incongruencia en lo planteado por la literatura consultada o por evidenciar una visión más amplia del contexto psicosocial para las mujeres de esta población. Por lo que se brindan explicaciones hipotéticas que permita demostrar que no es evento estático y generalizado, sino más bien dinámico. Siendo oportuno realizar un abordaje descriptivo por cada una de las tres dimensiones y por sus respectivos factores

La dimensión ocupacional, medida por un único factor del mismo nombre y que hace

referencia al nivel de actividad, en distintas áreas. Según los resultados no se encontraron diferencias significativas entre ambos grupos. De igual forma no se encuentran diferencias al comparar las medias de cada grupo, de quienes puntuaron bajo y alto en esta dimensión.

Se encontró que para la población estudiada en cuanto a su ocupación principal, existe

una tendencia a involucrarse en actividades fuera del hogar. Los datos reflejan una mayor participación de las mujeres en actividades consideradas como productivas, siendo el 43.2% empleadas y el 20.3% al frente de un negocio propio y sólo el 35.9 manifestó ocuparse en las actividades del hogar. Lo anterior, no solo contrasta a lo que tradicionalmente se espera, sino que evidencia que las mujeres de esta población, hoy en día están desempeñando un papel más activo en la generación de ingresos al interior del hogar, lo que coincide a los resultados similares encontrados en el mercado laboral salvadoreño por parte de ISDEMU (2004).

Quienes tienen como principal ocupación una actividad fuera del hogar, en alguna medida posibilitan tener una mayor cantidad de áreas en las que puede recibir una retroalimentación (positiva o negativa) sobre su desempeño y capacidades. Estas distintas áreas permiten experimentar distintos y variados aspectos del Yo de estas mujeres; que en definitiva forman parte y configuran la autointerpretación que de sí mismas tienen. Por contraste, aquellas mujeres cuya actividad principal es al frente solo de las actividades del hogar, tendrían un espectro más reducido de elementos para la conformación de su autoconcepto.

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 23

En cuanto a la comparación del grupo de menopáusicas y control, que tenían medias muy similares, para esta dimensión, M = 26.91, y M = 26.83, respectivamente, se identificó, la existencia de variaciones más amplias en los puntajes de cada grupo según su ocupación principal (ver figura 1)

Figura 1. Comparación de medias de la dimensión ocupacional según ocupación principal entre menopáusicas y grupo control.

25.20

25.60

26.00

26.40

26.80

27.20

27.60

Encargada delhogar

Negocio propio Empleada Total

Principal ocupación

Med

ias

Fact

or o

cupa

cion

al

Control Menopausica

Esto, en otras palabras, permite afirmar que las mujeres que se encuentran viviendo la

menopausia, se sienten y se valoran más activas en las ocupaciones al interior del hogar. Situación que puede estar ligado a lo descrito por Martín-Baró en su artículo “familia, puerto y cárcel para la mujer salvadoreña (1990), el hogar representa el dominio propio para la mujer y socialmente, es el ámbito que se le asigna para su realización, haciéndoles creer que su existencia cobra valor en función de su desempeño dentro de este.

También, se puede aseverar que para esta población, la vivencia de la menopausia supone un impedimento en lo que ellas consideran un desenvolvimiento satisfactorio, en lo referente a las actividades de carácter productivo, pudiendo estar más vinculada a los síntomas físicos propios de esta etapa. Pues, al percatarse de situaciones como los bochornos y la inestabilidad en su estado de ánimo, las mujeres evitaran estar en la esfera pública por temor a ser juzgadas, o por prejuicios sociales asociados a esta condición.

Esto mismo, puede ser producto también, de un efecto secundario. Donde los

malestares e incertidumbres que estos causan, ocasionan en las mujeres, la búsqueda de seguridad provocando un retraimiento. Y es dentro del ámbito privado del hogar, dominio asignado y socialmente inalienable, donde ellas alcanzan a justificar y validar este retraimiento.

Es de tener presente, que este retraimiento en la mujer es construido desde su infancia,

en donde, se les educa a que evite exponerse en todo lo que se refiere a su cuerpo, ya que este, es para ser cuidado; así como no es bien visto, que realice actividades que lo pongan en riesgo; naturalizando el hecho que ante todo lo que conlleva un riesgo o cambios en su corporalidad, lo mejor es aislarse. De la misma manera, se puede esperar, que aquellas mujeres que desempeñan ambos roles; que poseen un trabajo fijo fuera del hogar y que posteriormente llegan a realizar actividades al interior de este, es muy probable que obtengan mayor autovaloración de estas últimas que de las actividades que realiza en un empleo.

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 24

Desde esa perspectiva, el hogar, aunque es un elemento ambivalente, es sólo ahí donde

la mujer cuenta con poder y capacidad de decisión, de tal manera que llega a sentir una seguridad subjetiva en dicho ambiente (Martín-Baró, 1990). Por ejemplo, en ciertas épocas, en regiones rurales de Irlanda las mujeres que ya no menstruaban se retiraban a sus camas y permanecían allí hasta que morían. (U.S.Office of Technology Assessment, 1992 citado en Papalia y Wendkos, 2003).

Desde esa perspectiva, el hogar, aunque es un elemento ambivalente, es solo ahí donde

la mujer cuenta con poder y capacidad de decisión, de tal manera que llega a sentir una seguridad subjetiva en dicho ambiente. Martín-Baró (1990)

De la misma manera, se puede esperar, que aquellas mujeres que desempeñan ambos

roles; que poseen un trabajo fijo fuera del hogar y que posteriormente llegan a realizar actividades al interior de este, es muy probable que obtengan mayor autovaloración de estas últimas que de las actividades que realiza en un empleo.

Lo reflejado, puede estar mediado por razones, como por ejemplo, se encontró que la

población objetivo en cuanto a su educación no resultó tan representativa como se describe según los datos del último censo (DIGESTYC, 2007), en donde, para la población de Mejicanos existen ciertos porcentajes en cuanto a los niveles de estudio alcanzados; sin embargo, en los resultados obtenidos se puede apreciar que en esta muestra resultaron más altos de lo esperado. En este sentido en investigaciones como las de Bruel (2008) y Moreno (2003), encontraron que el bienestar emocional y la integración social de la persona, es potenciada principalmente por los años de estudio, ya que se puede considerar que tienen un impacto fundamental para entender la satisfacción de un adecuado autoconcepto.

Se encontró que los niveles de educación, sí influyen en la dimensión ocupacional (ver

figura 2), Esta afirmación, pareciera ser un hecho obvio, pero esta diferencia, no radica en el valor de los puntajes; aspecto que ya fue mencionado en el apartado de resultados y donde se constató estadísticamente que sí existe una relación entre el autoconcepto multidimensional y la educación. Este es un dato interesante en el sentido que se puede afirmar que en las mujeres de la presente población que carecen de educación, presentan puntajes promedios e incluso un poco por encima de este (M = 27.33), en la dimensión ocupacional, de su autoconcepto. Pero esto cambia al presentarse la menopausia y dicha valoración cae considerablemente (M = 25.27).

Sucede lo contrario con las mujeres que tienen niveles de estudio superior, en este

caso se puede afirmar que antes de la menopausia, dichas mujeres presentan puntajes por debajo del promedio (M = 25.77) y que ante la presencia de esta, el valor se incrementa (M = 27.64).

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 25

Figura 2. Comparación de medias de la dimensión ocupacional según niveles de educación entre menopáusicas y grupo control.

24.50

25.00

25.50

26.00

26.50

27.00

27.50

28.00

Ninguna 1° - 6° 7° - 9° Bachiller Sup. o Téc. Lic. o más Total

Nivel de educación

Med

ias

fact

or o

cupa

cion

al

Control Menopausica

Estas dos diferencias pueden ser explicadas partiendo de la base que, durante la etapa

de la menopausia se da sin lugar a duda una revaloración de vida y de los proyectos propuestos a lo largo de la misma. Así, entonces, la menopausia por ser un acontecimiento natural relevante, no sólo porque determina al cese de la fertilidad, sino también porque socialmente existe una vinculación a la vejez. Y como resultado de este proceso, la mujer retoma las actividades en las que ha dedicado parte de su vida; es en este sentido que la educación como actividad y proyecto de vida para algunas, se ve reflejado en la dimensión ocupacional del autoconcepto. Confirmando, en algún sentido, lo expresado por Rondón (2008), sobre las mujeres cuyo proyecto de vida se circunscribe de manera tradicional a la maternidad y roles exclusivos vinculados al hogar, la menopausia determinará una etapa dura, por el hecho de perder la capacidad reproductora; en contraposición, a las mujeres que elaboraron sus propias metas personales, en función de su avance profesional/académico, o que pertenecen a algún grupo político, voluntario, religioso o de amistad que proporcione en cierta medida un bienestar.

En cuanto a la dimensión social del autoconcepto también, se mantiene la hipótesis

nula: No existen diferencia significativa en el valor de la dimensión social del autoconcepto, debido a la menopausia.

Dicha dimensión fue evaluada por medio de dos factores, siendo uno de ellos el

afiliativo, que indicaba la percepción y el grado de satisfacción de las interacciones en relación a la cercanía que pueda tener con la familia, amigos y vecinos.

Entre los elementos socioculturales que se esperaba que podrían estar mediando en el

valor del autoconcepto, se encontraban la influencia de las relaciones y que para la presente investigación se tomó en cuenta la relación con vecinos y las relaciones con compañeros de trabajo, pero en ambos casos no existen diferencia en cuanto a los puntajes de este factor que pudieran ser atribuibles a la presencia de la menopausia, de hecho, hay cierta uniformidad en los resultados comportándose ambos grupos de manera muy parecida.

En cuanto a las relaciones con los vecinos, se encontró que en el 79.5% mantienen una

relación entre bastante y poco aceptable y que solo un 3.2% no mantienen ninguna relación

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 26

con sus vecinos. Ante esta interrogante, era frecuente que las participantes expresaran que la relación era escasa, en la que compartían solo el saludo, sin embargo, manifestaba mantener buenas relaciones. A lo que las mujeres de esta población llaman o le dan significado a tener buenas relaciones con sus vecinos, es básicamente a no tener conflictos con ellos, pero realmente una verdadera interacción no existe o son muy escasas; diferente, a lo encontrado por Herrera y Martín-Baró (1978) en su artículo “Ley y orden en la vida del mesón”, en el que la vecindad se consideraba una fuente de retroalimentación social para sus miembros.

El factor social expresivo que es también una sub-escala de la dimensión social, que

mide la expresión de los sentimientos, emociones o pensamientos entre las mujeres que viven la menopausia y el grupo control, para lo cual los datos reflejaron que ambos grupos se encuentran a un mismo nivel en el valor de este factor.

Las expectativas sociales sobre la adecuada conducta de las personas, dependen de

diversos factores, entre ellos las diferencias que se hacen a partir de pertenecer a uno u otro sexo. En nuestro contexto son diferentes los requerimientos que deben de cumplirse y es particularmente a la mujer que socialmente se le caracteriza por ser quien se manifiestan más abiertamente la expresión de sus sentimientos y emociones. Así pues, características tales como el ser sociable, comunicativa, amigable, divertida, desenvuelta, además de saber expresarse ante los demás se vuelven propias de ellas. Sin embargo, paralelamente se encontró una limitante y es que también deben de ser reservadas, evitando ser una persona caracterizada principalmente como comunicativa, ya que ese extremo es considerado como una característica negativa.

Al realizar un análisis más detenido con el subgrupo de mujeres que puntuaron alto en

este factor y comparando ambos grupos, se encuentra una leve diferencia; siendo más baja la media para el grupo de las mujeres menopáusicas, esta situación aunque sí es susceptible a la estadística, [(t (193) = 2.147, p (0.033) < 0.05], no se puede determinar conforme a la literatura, una posible explicación, a este leve descenso en los puntajes de la expresión social por parte de las menopáusicas.

En alguna medida, se puede afirmar, que el cese de la fertilidad disminuye levemente

el exponerse socialmente y este hecho pudiese estar asociado tanto a malestares propiamente físicos, como a ideas preconcebidas en las cuales ya no siente que encaja y que no cumple con lo que la sociedad espera de ella.

Por otra parte, respecto a la dimensión emocional del autoconcepto, conformada por tres elementos (estado de ánimo, afectividad y salud emocional), al igual que las anteriores se mantiene la hipótesis nula: No existe diferencia significativa en el valor de la dimensión emocional del autoconcepto, debido a la menopausia.

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 27

El factor estado de ánimo, es el primero de los elementos de la dimensión emocional, el cual buscaba identificar la tendencia a manifestar diferentes estados de ánimo, como alegría o tristeza, nivel de optimismo y las descripciones que la persona hace de sí misma sobre dichos estados de ánimo.

En tal sentido, lo encontrado, apunta a que independientemente las participantes se

estén en la menopausia o que aún no la haya experimentado, mantienen puntuaciones altas, en cuanto a su estado de ánimo. La mujer socialmente se caracteriza por ser quien manifiesta más abiertamente sus estados de ánimo tales como: alegre, calmada, pacífica, generosa, conciliadora, ya que desde la infancia se le refuerza con énfasis la dimensión emocional del autoconcepto en la que se incluye a su vez, una percepción de sí misma como frágil y necesitada de cuidados especiales (Gaborit et al, 2003).

Un hecho importante en el factor estado de ánimo, surge al analizar con mayor detalle

lo referente a contar con pareja, para lo cual el grupo de las mujeres menopáusicas manifestó valores más altos en su media, hecho que llama la atención, pues son ellas quienes en este factor presentan una mayor valoración en su autoconcepto, contrario al grupo control. Parece ser, que para esta población especifica, el contar con una pareja esta dentro de lo que Martín-Baró (1990), denominó como “el puerto al que toda mujer desea llegar”, formar un matrimonio y vivir su realización a través de su familia, sintiéndose triunfadora y feliz al conseguir llegar a este puerto.

Asimismo a pesar, que las mujeres del estudio manifestaron ser optimistas se pudo

constatar un descenso cuando se les pide que se considerasen en relación, de si son personas triunfadoras o vencidas; evidenciándose, que aunque afirmen ser personas optimistas, existe un leve porcentaje que se inclinó a optar por ubicarse como vencidas. No cabe duda que ante esta situación, son aspectos de la historia personal, tales como educación inconclusa, no experimentación de la maternidad, falta de pareja o divorcio, los que intervinieron en sus respuestas.

El segundo factor dentro de la dimensión emocional es el factor afectividad, el cual

valora sobre la internalización de sentimientos o a la ausencia de éstos con respecto a otras personas, es decir, el conjunto de emociones y sentimientos que experimentan a través de las distintas situaciones que viven y la forma en que estos se manifiestan.

Sobre esto, Desmond (2001) y Martín-Baró (1980), aluden sobre la sensibilidad,

afectividad, ternura, entre otras, como características asociadas culturalmente al sexo femenino y que son reforzadas y naturalizadas ante la posibilidad de la maternidad en ellas, independientemente de si han experimentado la menopausia o no, las mujeres del estudio manifestaron ser cariñosas a un mismo nivel, para con las personas que le rodean (pareja, hijos, familia).

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 28

Este dato se retoma con mayor profundidad, pues a pesar que en el factor anterior eran las menopáusicas quienes presentaban valores más altos e inclusive, el hecho de contar con una pareja intervenía positivamente sobre su estado de ánimo. En este análisis se encuentra lo contrario, ya que tienden a decrecer en los puntajes de este factor con la menopausia. Relacionándose, con lo que algunos autores mencionan, que la conducta sexual de mujeres en la menopausia se encuentra estrechamente ligada a factores como: problemas de pareja (emocionales y de salud), actitudes negativas hacia la sexualidad, y todo esto atribuido como consecuencias físico-hormonales, pero esto no necesariamente es así, ya que todos esos cambios no pueden ser atribuidos a factores biológicos, y es de considerar la posibilidad de la actitud hacia el propio papel reproductor. Es decir, si la mujer sólo vive su sexualidad y su cuerpo desde la importancia de la fertilidad, experimentará la menopausia como una pérdida; pero si sus relaciones sexuales y de pareja eran satisfactorias antes de la menopausia llegara a vivir ésta como un suceso positivo y dar paso a un incremento de la libido.

Es por ello, que ante el cese de la posibilidad procreadora, de forma involuntaria se

puede estar produciendo una disminución en dichas características. Por lo que las mujeres de la presente población, vive en gran medida, su sexualidad y su cuerpo desde la importancia de la fertilidad, experimentando la menopausia como una pérdida hasta de características afectivas.

El tercer factor de la dimensión emocional considera a la salud emocional haciendo

referencia al grado de control, que se tiene sobre las emociones en las interacciones sociales o como consecuencia de sus éxitos o fracasos.

La disminución de los niveles hormonales, tienden a generar inconsistencias con

respecto al nivel de control emocional, dando cabida a la predisposición de los conflictos interpersonales, asociados a sentirse incomprendidas por las personas de su entorno y en específico en aquellas que cuentan con pareja. Relación que en estos tres factores se ha venido analizando a detalle, por la variación de los resultados.

De hecho, en este factor de salud emocional, se muestra una tendencia marcada por la

disminución de los puntajes conforme la vivencia de la menopausia. A pesar, que el hecho de tener pareja es muy positivo para las mujeres, es hasta que aparece la menopausia donde este factor sufre una caída considerable. Lo cual, podría asociarse a los cambios repentinos en los estados de ánimo de las mujeres, además de una incomprensión por parte de la pareja ante estos desajustes.

Así, pues, recordando que en los tres factores que componen la dimensión emocional,

se valora la internalización de sentimientos y la forma en que éstos se manifiestan, además del grado de control emocional que las personas experimentan a diario, tomando en cuenta sus experiencias previas de éxito o fracaso. En este sentido, esa leve disminución por parte de las menopáusicas en comparación con el grupo control genera un hecho importante, inverso a lo que se venía presentando, donde ambas mantenían similares puntuaciones, ello puede

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 29

explicarse a que se confirman las representación social asociada entre menopausia y vejez, les lleva a algunas mujeres a elaborar ciertas defensas, replegándose sobre sí mismas, lo cual puede conducir al aislamiento social y a la pasividad en casos extremos.

Del mismo modo puede explicarse bajo el hecho de una profecía auto-cumplida, teniendo como base la sintomatología que popularmente es atribuida a quienes atraviesan por esta etapa, como los olvidos, ansiedad, fácil exaltación, depresión, etcétera., de tal manera que ante la aparición de los primeros síntomas físicos, comienza a desempeñarse el papel que socialmente se espera de ellas, personas fácilmente irritables y con menor control de sus emociones.

No es de descartar que finalmente pudiera deberse a una relación directa de los síntomas físicos los que provocan dichos descensos de la dimensión emocional, ya que las disminución en la producción de estrógenos, conlleva a cambios físicos en el sistema cardiovascular y en el sistema urogenital, el sueño e incluso en las diferentes funciones sexuales, de la calidad de vida de cada mujer (MSPAS 2008).

La investigación propuso un planteamiento teórico con el fin de describir la valoración del autoconcepto de mujeres debido a la vivencia de la menopausia. En el que además, se pudo visualizar la existencia de relaciones entre el autoconcepto y algunos elementos socioculturales.

En resumen, se mantiene la hipótesis nula de que no existen diferencias en el valor del autoconcepto de mujeres debido a la menopausia, ya que, las comparaciones entre ambos grupos no resultaron estadísticamente significativas por la intervención de aspectos sociales. Manteniendo así que no existen diferencias significativas en la dimensión ocupacional, es decir que las conductas sociales que fomentan la cercanía entre los individuos, que buscan las relaciones armónicas en la convivencia familiar, la estabilidad en las relaciones y comunicación con los vecinos y compañeros de trabajo no difieren en las mujeres a partir de la vivencia de la menopausia. De igual manera no se encontró diferencia significativa en el valor de la dimensión social, que hace referencia a la percepción que la persona tiene de sus interacciones y el grado de satisfacción o insatisfacción procedentes de las mismas y del mismo modo en el valor de la dimensión emocional, es decir que los estados de ánimo, como alegría o tristeza, nivel de optimismo; y las descripciones que la persona hace de sí misma sobre dichos estados de ánimo no se encontró diferencia significativa, en las participantes tomadas en la muestra.

No obstante se brindaron explicaciones hipotéticas, para apoyar el hecho de las medias

similares en el valor del autoconcepto y sus dimensiones, en la que no es una relación simple. Y al mismo tiempo se constató, que son mediadas por cambios progresistas en las actividades y papeles de la mujer actual, así como en lo que social y culturalmente se espera de ellas. 

Durante los últimos años se maneja y fomenta la idea, que es en el ambiente laboral,

donde la mujer tiene que conquistar espacios para reducir así la brecha de género. Contar con una labor fuera del hogar conlleva a mayor independencia y autonomía económica, además de

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 30

aumentar el número de relaciones con diferentes personas y por ende, a una red de apoyo potencialmente más amplia, elementos que fortalecerían el autoconcepto. Sin embargo, para las mujeres de esta población se pudo constatar que durante la menopausia, son las amas de casa las que tienen el autoconcepto más alto, seguidas de las que poseen negocio propio y por último las que poseen un empleo fijo. Así, pues, el autoconcepto tiende a descender en las mujeres que están en actividades fuera del hogar.

Un aspecto relevante, que también se pudo constatar para esta población específica de

mujeres, es que, no se están valiéndose ni de los vecinos ni de sus respectivos compañeros de trabajo como potenciales redes de apoyo. A pesar de que son las relaciones sociales las que tienen diferentes funciones, por un lado son un fin en sí mismas, pero también actúan como un medio a través del cual las personas satisface sus necesidades materiales y emocionales, lo que supone, al mismo tiempo, un aumento de sentimientos positivos al sentirse valoradas por los demás.

En nuestra cultura, se educa y espera de las mujeres la manifestación y despliegue de

emociones características que son asociadas a su feminidad. Sin embargo al llegar a la menopausia, la sociedad deja de valorar esas características para estas mujeres. De tal manera que se puede considerar que están más asociadas al periodo reproductivo de la mujer y no a la mujer misma. Lo que lleva a algunas mujeres de esta población a experimentar esta etapa como una pérdida de esas características afectivas.

Debido a la complejidad de la construcción del autoconcepto, sería importante emplear una metodología mixta para analizar este fenómeno, combinando con técnicas cuantitativas y cualitativas; de esa manera, se podrían indagar elementos de manera más exhaustiva que permitan plantear una comprensión y una explicación más amplía de la relación entre menopausia y el autoconcepto, como grupo focales y entrevistas a profundidad que permitan mayor expresión y detalle del tema.

Datos del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, que revelan datos como la

esperanza de vida de las mujeres a nivel global, se ha incrementado con el transcurso de los años y anuncia que continuará aumentando, se considera necesario continuar investigaciones con mayor profundidad en el impacto que tenga el autoconcepto de las mujeres que aún no han vivido la menopausia, así como aquellas después de vivirla. Retomando esta temática no solo a nivel de unidades médicas, sino también a nivel nacional, con el fin de brindar una mayor cobertura en la atención multidisciplinaria en dicha etapa de la vida y, proporcionar mayor información actualizada y contextualizada sobre el autoconcepto y menopausia. Diseñando una política pública no solo desde el abordaje biológico, sino también psicológico, que englobe la realidad de la mujer a nivel social y cultural.

Así también, orientar talleres programados en estrategias pedagógicas, basados en

competencias, para las mujeres que les permita explorar las experiencias y conocimientos que tengan respecto a la etapa de la menopausia, proporcionando información adecuada que posibilite a la mujer entender su cuerpo y que le ayude a enfrentar el impacto biopsicosocial que implica, sus consecuencias, a la vez que mitigue las ideas erróneas y la ambigüedad en las definiciones existentes. Y evitar así visiones estereotipadas y negativas sobre la etapa. 

Diferencia en el valor del autoconcepto ante la vivencia de la menopausia 31

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Schneider, S. (1992). Menopausia: La otra fertilidad: métodos naturales en el tratamiento de los trastornos de la menopausia. Barcelona.: Editorial URANO.

Anexo A Carta solicitud

Anexo B Escala Multidimensional de Autoconcepto

(La Rosa y Díaz Loving, 1991) A continuación encontrará un conjunto de adjetivos que sirven para describirle. Ejemplo: Muy

Delgada Bastante Delgada

Poco Delgada

Ni delgada Ni obesa

Poco Obesa

Bastante Obesa

Muy Obesa

Flaca Obesa

En el ejemplo de arriba se puede verificar como hay siete espacios entre “delgada” y “obesa”. El espacio, cuanto más cerca está de un adjetivo, indica un grado mayor en que se posee dicha característica. El espacio central indica que la persona ni es flaca ni obesa. Si usted se cree muy obesa pondrá una “X” en el espacio más cercano de la palabra “muy obesa”, si se percibe como “bastante delgada” pondrá la “X” en el espacio correspondiente; si no se percibe delgado ni obeso la “X” en el espacio medio. O si es el caso, en otro espacio. Conteste en los reglones de abajo como en el ejemplo de arriba, tan rápido como le sea posible, marcando lo primero que venga a su mente. Contesta en todos los reglones, dando una única respuesta en cada reglón. Acuérdese que, en general hay una distancia entre lo que somos y lo que nos gustaría ser. Conteste aquí, como es y no como le gustaría ser. GRACIAS.

YO SOY… Muy Bastante Poco Ni…

Ni…Poco Bastante Muy

1. Introvertida Extrovertida 2. Amorosa Odiosa 3. Callada Comunicativa 4. Rencorosa Noble 5. Incumplida Cumplida 6. Leal Desleal 7. Honesta Deshonesta 8. Afectuosa Seca 9. Mentirosa Sincera 10. Frustrada Realizada 11. Temperamental Calmada 12. Animada Desanimada 13. Irrespetuosa Respetuosa 14. Estudiosa Perezosa 15. Corrupta Recta 16. Agresiva Pacífica 17. Feliz Triste 18. Tranquila Nerviosa 19. Capaz Incapaz 20. Impulsiva Reflexiva 21. Inteligente Inepta 22. Verdadera Falsa 23. Aburrida Divertida 24. Responsable Irresponsable 25. Amargada Jovial 26. Estable Voluble 27. Amable Grosera 28. Conflictiva Conciliadora

29. Eficiente Ineficiente 30. Egoísta Generosa 31. Cariñosa Fría 32. Decente Indecente 33. Ansiosa Serena 34. Puntual Impuntual 35. Tímida Desenvuelta 36. Desinhibida Inhibida 37. Amigable Hostil 38. Reservada Expresiva 39. Deprimida Contenta 40. Honrada Deshonrada 41. Deseable Indeseable 42. Solitaria Amiguera 43. Trabajadora Floja 44. Fracasada Triunfadora 45. Tierna Ruda 46. Pedante Sencilla 47. Educada Malcriada 48. Melancólica Alegre 49. Cortés Descortés 50. Romántica Indiferente 51. Sentimental Insensible 52. Pesimista Optimista

Verifique si contesto en todos los reglones. ¡Gracias!

Anexo C Escala Multidimensional de Autoconcepto

(ADAPTADA) A continuación encontrará un conjunto de adjetivos que sirven para describirle. Ejemplo:

Bastante Poco Ninguna Poco Bastante Tímida Sociable

En el ejemplo de arriba se puede verificar como hay siete espacios entre “tímida” y “sociable”. El espacio, cuanto más cerca está de un adjetivo, indica un grado mayor en que se posee dicha característica. El espacio central indica que la persona ni es flaca ni obesa. Si usted se cree muy tímida pondrá una “X” en el espacio más cercano de la palabra “muy tímida”, si se percibe como “bastante tímida” pondrá la “X” en el espacio correspondiente; si no se percibe tímida ni sociable la “X” en el espacio medio. O si es el caso, de sociable, sería lo mismo. Conteste en los reglones de abajo como en el ejemplo de arriba, tan rápido como le sea posible, marcando lo primero que venga a su mente. Contesta en todos los reglones, dando una única respuesta en cada reglón. Acuérdese que, en general hay una distancia entre lo que somos y lo que nos gustaría ser. Conteste aquí, como es y no como le gustaría ser. GRACIAS.

YO SOY

Bastante Poco Ninguna Poco Bastante

Tímida Sociable 01

Cercana Alejada 02

Callada Comunicativa 03

Incumplida Cumplida 04

Frustrada Realizada 05

Temperamental Calmada 06

Animada Desanimada 07

Irrespetuosa Respetuosa 08

Agresiva Pacífica 09

Tranquila Nerviosa 10

Capaz Incapaz 11

Impulsiva Pensativa 12

Aburrida Divertida 13

Responsable Irresponsable 14

Amargada Jovial 15

Constante Cambiante 16

Amable Grosera 17

Conflictiva Conciliadora 18

Eficiente Ineficiente 19

Egoísta Generosa 20

Cariñosa Indiferente 21

Puntual Impuntual 22

Cohibida Desenvuelta 23

Simpática Hostil 24

Reservada Expresiva 25

Deprimida Feliz 26

Agradable Desagradable 27

Solitaria Amigable 28

Trabajadora Desocupada 29

Vencida Triunfadora 30

Considerada Desconsiderada 31

Pedante Sencilla 32

Educada Malcriada 33

Melancólica Alegre 34

Romántica Simple 35

Sentimental Insensible 36

Pesimista Optimista 37

Verifique si contestó en todos los reglones. ¡Gracias!

Anexo D FICHA DE IDENTIFICACIÓN

A continuación encontrara unas preguntas, le pido, las conteste TODAS. El cuestionario es anónimo, individual y confidencial. ¿Cuál es su edad? 40-45 46 a 50 51-55 02

¿Cuenta con pareja actualmente? SI NO 03

¿Tiene hijos? Si No Cuantos N°____ 0405

¿Cuántos niños menores de 12 años viven con usted? Ninguna N°____ 06

¿Cuántos adolescentes menores de 18 años viven con usted? Ninguna N°____ 07

¿Cuántas personas adultas viven con usted? Ninguna N°____ 08

¿Que tanto se relaciona con sus vecinos? Bastante Poco Muy poco Nada 09

¿Cuál es su ocupación? Encargada del hogar

Negocio propio Empleada

Otra

10

Sus ingresos familiares mensualmente son aproximadamente de:

$200.00 o menos

$300.00

$400.00

$500.00 o más

11

¿Que tanto se relaciona con compañeras/ros de trabajo?

Bastante

Poco

Muy poco

Nada

12

¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde su última menstruación? Menos de

un año más de un año 13

¿Ha tenido histerectomía? (extracción del útero o matriz) SI NO 14

¿Ha tenido mastectomía? (extirpación de uno o dos senos) SI NO 15

¿Con qué frecuencia consume cervezas o licor?

Nunca

casi nunca

Seguido

muy seguido 16

¿Actitud religiosa? Creyente practicante

creyente no

practicante

No religiosa

Atea

17

Religión Católica

Evangélica

Testigo de

Jehová

Otra

Ninguna

18

0=n

¿Su último grado cursado?

3= Bachiller 4= T. 5= Lic. +

19

Anexo E Relaciones con el autoconcepto multidimensional

Figura 3. Correlación entre el autoconcepto multidimensional y el nivel de relacionarse con sus vecinos. 

140

145

150

155

160

165

Bastante Poco Muy Poco NadaRelación con vecinos

Aut

ocon

cept

o m

ultid

imen

sion

al

  

Figura 4. Correlación entre el autoconcepto multidimensional y los ingresos económicos familiares. 

140

145

150

155

160

165

$ 200 $ 300 $ 400 $ 500Ingresos familiares

Aut

ocon

cept

o m

ultid

imen

sion

al

  

Figura 5. Correlación entre el autoconcepto multidimensional y la actitud religiosa. 

140

145

150

155

160

165

Creyente practicante Creyente no practicante No religiosa

Actitud Religiosa

Aut

ocon

cept

o m

ultid

imen

sion

al

 

  

Figura 6. Correlación entre el autoconcepto multidimensional y el nivel de educación. 

145

150

155

160

165

Ninguna 1° - 6° 7° - 9° Bachiller Edu.Técnica

PregradoSuperiorEducación

Aut

ocon

cept

o m

ultid

imen

sion

al

                      

Anexo F Comparación de medias en el valor del Autoconcepto y sus dimensiones.

Muestra Grupo control Menopáusicas Prueba t diferencias de medias F % M DE F % M DE F % M DE Autoconcepto Multidimensional 370 100 158.51 17.156 175 47.3 158.62 16.905 195 52.7 158.42 17.421 [(t (368) = 0.113, p (0.910) > 0.05 ]

Autoconcepto Multidimensional bajo 157 42.4 142.71 14.242 82 52.23 144.39 13.445 75 47.77 140.88 14.939 [(t (155) = 1.550, p (0.123) > 0.05 ]

Autoconcepto Multidimensional alto 213 57.6 170.15 6.482 93 43.66 171.16 6.473 120 56.34 169.38 6.408 [(t (211) = 2.009, p (0.046) < 0.05 ]

Dimension Ocupacional Factor Ocupacional 370 100 26.88 3.09 175 47.3 26.83 2.962 195 52.7 26.91 3.209 [(t (368) = -0.244, p (0.808) > 0.05] Factor Ocupacional bajo 140 37.8 23.69 2.756 72 51.43 23.97 2.356 68 48.57 23.38 2.775 [(t (138) = -1.358, p (0.177) > 0.05] Factor Ocupacional alto 230 62.2 28.82 1.164 103 44.78 28.83 1.130 127 55.22 28.80 1.195 [(t (228) = 0.206, p (0.837) > 0.05 ] Dimension Social Factor Social Afiliativo 370 100 28.35 2.326 175 47.3 28.3 2.306 195 52.7 28.39 2.349 [(t (368) = -0.379 p (0.705) > 0.05 ] Factor Social Afiliativo bajo 127 34.3 25.76 2.26 64 50.39 25.86 2.181 63 49.61 25.65 2.350 [(t (125) = -0.519, p (0.605) > 0.05] Factor Social Afiliativo alto 243 65.7 29.71 0.456 111 45.68 29.71 .455 132 54.32 29.70 .458 [(t (241) = 0.122, p (0.903) > 0.05 ] Factor Social Expresivo 370 100 23.27 5.351 175 47.3 23.12 5.615 195 52.7 23.41 5.114 [(t (354) = -0.509 p (0.611) > 0.05 ] Factor Social Expresivo bajo 175 47.3 18.59 3.677 87 49.71 18.34 3.656 88 50.29 18.83 3.702 [(t (173) = -0.871, p (0.385) > 0.05 ] Factor Social Expresivo alto 195 52.7 27.47 2.197 88 45.13 27.84 2.122 107 54.87 27.17 2.221 [(t (193) = 2.147, p (0.033) < 0.05 ] Dimension Emocional Factor Estado de Ánimo 370 100 30.54 4.458 175 47.3 30.32 4.346 195 52.7 30.74 4.558 [(t (368) = -0.912 p (0.362) > 0.05 ] Factor Estado de Ánimo bajo 141 38.1 25.84 3.597 71 50.35 25.99 3.491 70 49.65 25.69 3.720 [(t (139) = 0.494, p (0.622) > 0.05 ] Factor Estado de Ánimo alto 229 61.9 33.44 1.446 104 45.41 33.28 1.354 125 54.59 33.58 1.509 [(t (226) = -1.569, p (0.118) > 0.05 ] Factor Afectividad 370 100 20.76 3.222 175 47.3 21.09 3.168 195 52.7 20.46 3.249 [(t (368) = 1.884 p (0.60) > 0.05 ] Factor Afectividad bajo 150 40.5 17.71 2.556 64 42.67 17.72 2.353 86 57.33 17.70 2.710 [(t (148) = 0.050, p (0.960) > 0.05 ] Factor Afectividad alto 220 59.5 22.84 1.522 111 50.45 23.04 1.507 109 49.55 22.64 1.519 [(t (218) = 1.931, p (0.055) > 0.05 ] Factor Salud Emocional 370 100 28.71 5.024 175 47.3 28.95 5.12 195 52.7 28.5 4.94 [(t (368) = 0.860 p (0.389) > 0.05] Factor Salud Emocional bajo 164 44.3 24.09 3.657 71 43.29 23.82 3.781 93 56.71 24.3 3.565 [(t (162) = -0.839, p (0.402) > 0.05] Factor Salud Emocional alto 206 55.7 32.39 2.035 104 50.49 32.45 2.004 102 49.51 32.32 2.074 [(t (204) = 0.452, p (0.652) > 0.05 ]