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    MERIDA: CIUDAD DE L IBROS

    Dr. Humberto Ruiz Caldern

    Discursos de incorporacin a laAcademia de Mridacomo

    Miembro Correspondiente Estadal

    Mrida, 11 de septiembre de 2013

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    Int roduccin

    Ciudad de Libroses el ttulo de la investigacin que hemos presentado para

    ingresar a la Academia de Mrida, como Miembro Correspondiente Estadal,

    circunstancia que est ocurriendo en el da de hoy.

    En el trabajo mostramos una visin genrica, aunque no superficial, de la

    relacin que ha tenido la ciudad de Mrida con los libros, desde su fundacin

    en el siglo XVI hasta la actualidad, en la segunda dcada del siglo XXI.

    Ser que en Mrida se producen ms libros que en cualquier otra ciudad de

    Venezuela? Pues s. Pero ello requiere una precisin. Slo sin considerar a

    Caracas.

    En Mrida se registraron en el ao 2010, 202 libros con ISBN1. En ese mismo

    ao, slo Maracay se acerc a la produccin bibliogrfica de Mrida con 192

    libros registrados. Pero, podemos asegurar que all solo se imprimen ms no se

    producen. Mientras que se produjeron e imprimieron 133 en Maracaibo y 113

    en Valencia. Lamentablemente las estadsticas del indicador, muy tardas, nopermite hacer una anlisis ms detallado y extenso en el tiempo, suponemos

    que la situacin no debe tener variaciones muy grandes en los ltimos aos.

    En las ciudades del Estado Mirando, suponemos que es la zona industrial de

    Guarenas-Guatire y el este de Caracas, as como el resto de la capital del pas

    supera la produccin de libros de Mrida. Pero la diferencia es enorme,

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    mucho ms que la proporcin que existe entre la poblacin total de Mrida y la

    Gran Caracas. En toda ella, incluyendo lo correspondiente al Estado Miranda,

    se produce casi el 70% de los libros con ISBN de todo el pas, que tampoco

    son muchos, para el ao que estamos considerando slo 3.709 libros

    registrados.

    De lo anterior podemos afirmar que Mrida encabeza la produccin e impresin

    de libros en el interior del pas, con una cifra muy lejana por debajo, de la que

    se produce en la capital de Venezuela. Datos similares muestran el liderazgo

    de la Universidad de Los Andes entre todas las casas de estudios superiores.

    La ULA es la universidad que ms libros produce en Venezuela e incrementa

    su importancia si se consideran las revistas acadmicas en papel y mucho ms

    si se agregan sus versiones digitales.

    Pero la afirmacin Mrida ciudad de libros, es ms una realidad cualitativa

    que un hecho cuantitativo.

    Ese es el tema que hoy queremos compartir con Uds.

    Una ciudad con his tor ia

    En Mrida los libros que se imprimen en los ltimos aos son una mayor

    cantidad de los que se producen en cualquier ciudad del interior del pas. Pero

    tambin, deseamos argumentar que esa realidad afect en el pasado y tambin

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    en la actualidad, el perfil cultural de esta ciudad, cosa que no ocurre con el

    resto de las ciudades del interior que producen libros en el pas. Y eso no slo

    ha sido una realidad de hoy sino que se ha venido construyendo desde su

    fundacin hace cuatrocientos cincuenta y cinco aos. Realidad cultural que

    nace unida a la vocacin educadora de la ciudad ya en el siglo XVII, cuando

    los jesuitas instalaron el Colegio San Francisco Javier en 1628. Pero de ello

    hablaremos ms adelante.

    Volvamos a los inicio de la ciudad. Existe un lapso de tiempo muy extenso, de

    poco ms de dos siglos, antes del cierre del Colegio de los Jesuitas, del que

    poco se conoce sobre los libros y las bibliotecas en Mrida.

    De las ciudades ms antiguas de Venezuela son pocas las que, como Mrida,

    pueden saber en detalle los hechos de su fundacin, dice uno de los

    historiadores que ms ha investigado los inicios de la ciudad y de sus antiguos

    pobladores2. Argumenta Roberto Picn-Parra, para sustentar su afirmacin,

    que existen un par de documentos fundamentales para saber qu ocurri

    durante los primeros aos en Mrida

    Pero, nosotros nos preguntamos: tienen estos documentos informacin sobre

    el objeto de nuestro trabajo? Es decir: aparecen en ellos datos sobre los libros

    en Mrida, durante los primeros tiempos, luego de su fundacin? Podemos

    conocer: cules libros y quines los trajeron, entre quienes integraron las

    huestes de Juan Rodrguez Surez en 1558 y Juan Maldonado Ordoez unos

    meses despus en 1559? La tarea es harto difcil. Pero, hemos abordado el

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    problema y argumentamos algunas explicaciones al respecto, hasta que

    ocurran nuevas revelaciones, que estoy seguro que lograremos despertar la

    curiosidad en las nuevas generaciones de acadmicos.

    Veamos. De la expedicin de Juan Rodrguez Surez podemos destacar que

    slo se propona buscar minas de oro y por ello en los registros no hay

    indicacin de personas que fungieran como escribanos o religiosos. Sin

    embargo, como todos sabemos, Rodrguez Surez que buscaba riquezas

    minerales y el camino hacia la Sierra Nevada, fund a Mrida y tambin

    reparti tierras, con lo cual se acarre su persecucin por la Corona. Mientras

    que la expedicin de Juan de Maldonado vino a procesar a Surez y tambin a

    consolidar lo realizado por el primero de ellos.

    Dos personajes hubo entre los integrantes de la expedicin de Maldonado que

    al menos saban leer y escribir y es posible que entre sus pertenencias trajeran

    libros fueron ellos: Juan Gonzlez Garabito, el escribano y Antn de Escmez,

    cura y vicario.

    Del primero nada se sabe en Mrida en los aos posteriores a la fundacin de

    la ciudad, debi regresa prontamente a Pamplona de donde sali. Del segundo

    se conoce que se estableci en la ciudad y fue Vicario de la Iglesia Mayor y en

    esa condicin sigui por aos, al menos hasta 1581, es decir que al menos

    vivi dos dcadas aqu. Era un hombre curtido en las labores de poblamiento y

    cristianizacin en otras poblaciones del Reino de la Nueva Granada, antes de

    llegar a Mrida. Y en esa condicin, se entreg a las labores espirituales que

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    requeran el apoyo de misales, libros de oraciones y catecismos. Antn de

    Escmez fue sin lugar a dudas quien trajo a Mrida los primero libros Y, como

    la mayora de los que circulaban en esos tiempos, fueron carcter religioso.

    Llegan las rdenes rel igiosas

    Habrn de pasar nueve aos, despus de la fundacin de Juan Rodrguez

    Surez, para que los dominicos, establecieran el primer convento en estas

    tierras en 1567 y veinticuatros aos ms tarde hicieran otro tanto, los agustinos

    en 1591. Ambas rdenes religiosas se dieron a la tarea de reducir y cristianizar

    a la poblacin autctona. Trabajo que era impensable sin los instrumentos de

    lectura necesarios: breviarios, biblias, sermonarios, libros de oraciones,

    catecismos y dems obras religiosas. Lamentablemente no hay evidencia

    histrica de esta situacin, salvo la proporcionada por Ildefonso Leal quien

    nos indica, utilizando datos de la Memoria y Cuenta del Ministerio de Interior y

    Justicia de los aos 1831 y 1832, la destruccin de los libros de los antiguos

    conventos por los embates de la Guerra de Independencia. Dicen los

    funcionarios gubernamentales cuando exponen los destinos de los libros de los

    conventos que: todo haba desaparecido.

    Por nuestra parte, hemos encontrado, en la mortuoria del Presbtero Joseph

    Contreras de 1725, que reposa en el Archivo del Estado Mrida, que se

    declaran dos breviarios y treinta y seis libros, grandes y pequeos, como

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    propiedad del religioso, entre ellos unos libros rotos y apolillados algunos del

    convento de Santo Domingo.

    Es todo lo que tenemos hasta ahora, sobre los libros y las bibliotecas de las

    diversas rdenes religiosas establecidas en el siglo XVI y XVII en Mrida, hasta

    la llegada de los jesuitas en 1628. Como podr valorarse no es mucho.

    Diversos escritores han expresado que los libros de los conventos pasaron a la

    institucin fundada por Juan Ramos de Lora en 1785, pero no hemos

    encontrado ms que las dos referencias anteriores. Qu libros eran? Slo

    haba libros religiosos para la catequizacin y los servicios espirituales?

    Trajeron otros libros para labores mas mundanas, como la agricultura de

    productos europeos como el cultivo del trigo, por ejemplo? Son preguntas que

    se deben responder ms adelante. Sin embargo, queremos sealar esa ruta de

    investigacin, para nosotros u otros que se interesen por el tema.

    Vista as las cosas, -es decir, la escasa evidencia histrica sobre los libros de

    las ordenes religiosas que llegaron en el siglo XVI y XVII- hay un cambio en la

    dimensin de los libros y las bibliotecas en Mrida, con la instalacin de los

    jesuitas. Paradjicamente, ser la expulsin de la orden y el cierre del colegio

    en 1767 lo que permita conocer la historia de los libros y de la biblioteca

    atesorada en dicha institucin.

    A lo largo de ciento treinta y nueve aos los jesuitas lograron construir una

    referencia importante en la educacin de la poca, en una ciudad pequea,

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    alejada de cualquier centro econmico y poltico colonial importante. En el

    momento de su expulsin, la biblioteca contaba con 721 volmenes, sin contar

    los que estaban deteriorados. Los libros estaban fundamentalmente ubicados

    en el llamado Aposento Alto, que funga de sala de lectura y en el aposento del

    Reverendo Vicente Monerris maestro de gramtica.

    La valiosas coleccin fue catalogada por quienes hicieron su registro en ocho

    categora: Santos Padres (con 06 autores); Telogos (17); Filsofos (04);

    Moralistas (26); Legistas (08); Expositores (22); Histricos (14) y Mdicos (06).

    En total 103 autores, pocos de ellos, salvo los mdicos relacionados con las

    disciplinas cientficas, lo que da una medida de la actividad intelectual que en

    el colegio se realizaba. Con el cierre del colegio esa biblioteca fue

    deteriorndose, primero pasaron, por Real Cdula de 1773, a los dominicos,

    con el compromiso de establecer un colegio de misiones cosa que no ocurri.

    Finalmente, fueron el ncleo seminal de la biblioteca del Seminario San

    Buenaventura cuando fue fundado por Ramos de Lora, cosa que ocurri diez y

    ocho aos despus de la expulsin de los jesuitas en 1767. Fueron muchos

    aos para que los libros se deterioraran, se perdieran y la valiosa coleccin se

    viniera a menos.

    Libro s y bibl iotecas part iculares

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    Paralelamente a los libros y bibliotecas de las rdenes religiosas de los siglo

    XVII al XVIII, estaban tambin en Mrida los libros de los particulares. Una

    realidad hasta ahora slo explorada, en alguna medida, por Ildefonso Leal.

    Lo que podemos destacar es que, en este aspecto los propietarios mayoritarios

    son religiosos. Pero a ellos se agregan encomenderos, comerciantes, tanto

    caballeros como damas.

    Del siglo XVII slo encontramos, en el Archivo Histrico de Mrida, nueve

    casos de mortuorias en las que se declaran libros. De esos ejemplos hay que

    destacar que no son bibliotecas, en el sentido estricto del termino, sino

    propietarios de algunos libros. Incluso hemos incorporado los datos de las

    mortuorias de Pedro de Gavidia, Juan Bautistas Desquivel y Joseph Caravallo

    que sus herederos declaran la existencia de un solo libro entre sus posesiones.

    De ellos quiero presentar lo declarado en la mortuoria de Juan Bautistas

    Desquivel en 1653, en donde se incluye una Aritmtica de Moya. El libro

    realmente tiene como ttulo Dilogos de aritmtica prctica y especulativa,

    publicado en Salamanca, en 1562, su autor fue Juan Prez de Moya (1513-

    1597). Prez de Moya fue un matemtico, escritor y mitgrafo. Su obra

    Dilogos de aritmticatuvo numerosas ediciones hasta el siglo XIX3. El libro

    es una defensa de la dignidad y utilidad de las matemticas y (...) constituye

    la primera coleccin de Matemtica Recreativa, o amenidades matemticas

    que se publica en castellano4.

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    Quien fue el propietario de tan interesante como popular libro? Pues no

    tenemos mayor informacin, salvo el nombre de sus padres. En la mortuoria se

    declara que posea plata acuada, ropa, muebles, mulas y joyas, adems de la

    Aritmtica de Moya. Llama la atencin que no se declaren haciendas, tierras,

    esclavos o herramientas, como es comn en estos documentos. Todo lo cual

    hace suponer que su actividad productiva pudiera orientarse al comercio o a los

    servicios. En particular a la enseanza de la matemtica, campo del

    conocimiento que no aparece muy representado entre el total de libros de

    particulares en la Mrida del siglo XVII.

    En el siglo siguiente, en referencia a los libros y bibliotecas particulares,

    queremos destacar el caso de Mara Ramrez de Urbina en 1734. Mujer de

    slida posicin econmica fue duea de una diversidad de haciendas tanto en

    Mrida como en la villa de San Cristbal. Se le conoce como la propietaria de

    la hacienda de Santa Cruz de Estanques, en la primera parte del siglo XVIII. Su

    fortuna al morir fue avaluada en 41 mil pesos, cantidad muy respetable para la

    poca. De las 23 obras que componan su biblioteca, la mayora son de

    carcter religioso5, hay tambin obras de autores griegos y romanos6, as

    como del siglo de Oro espaol7, un libro sobre las islas Canarias y otros ms8.

    Deseamos destacar uno de los libros que slo se identifica en la mortuoria como

    Libro Poltico. Segn la investigadora Panera Rico, quien trabajo el documento

    puede tratarse de la obra Gobierno poltico de la agricultura, de Lope de Deza

    (1549-1625), publicada en 16189. Informacin ltima que estamos seguros es

    cierta y ello por las razones que expondremos de seguida. Pero, para explicar

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    nuestra apreciacin sobre algunos aspectos de inters del libro de Lope de Deza,

    debemos regresar a una disposicin testamentaria dejada por Mara Ramrez

    Urbina. Expres all que los rboles son suyos (es decir de sus sirvientes y

    esclavo, HRC) y las tierras mas, y mando a mis herederos no les quiten los

    rboles10. Vista esta accin en el tiempo, no hay que dudar que fue inspirada

    por un pensamiento adelantado de lo que hoy se podran denominar los

    derechos sociales de los trabajadores del campo.

    Es en ese asunto, donde el libro de Lope de Deza cobra importancia. Al autor se

    le califica como prefisocrtico al sostener que la fuente de riqueza en las

    sociedades se origina por la capacidad productiva de la agricultura.

    Lope de Deza tuvo slo un oscuro presentimiento -de la socializacin de las

    tierras privadas para la agricultura-, traducido en cierto arbitrio indirecto con

    que se propona obligar a los capitalistas a que invirtiesen su caudal en tierras

    para ponerlas por s y de su cuenta en explotacin, o para darlas a censo a los

    labradores, dejando de gravar a stos con rditos ruinosos y de vivir ellos los

    propietarios (HRC)- holgadamente sin trabajar 11 . Pero tambin, Lope Deza

    propuso tan temprano como en 1618, que: En todos los tributos y

    repartimientos pblicos les queden libres a los labradores el pan, vino, azeyte y

    carne que consumieren en su casa, sin que deste gasto suyo paguen cosa

    alguna, salvo los diezmos12 . Justamente es este pensamiento en nuestro

    criterio- el que fundamenta la decisin tomada por Mara Ramrez Urbina, sobre

    la propiedad de los rboles plantados en su tierras por su sirvientes y esclavos.

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    Como puede deducirse, estas lecturas estuvieron en el fundamento de la decisin

    de la poderosa propietaria para que sus esclavos y sirvientes se les reconociera

    los frutos de los rboles plantados, as los hubieran sembrado en sus tierras. Es

    evidente que los libros de la biblioteca de Mara Ramrez Urbina no estaban slo

    por razones estticas, en su hacienda de Estnquez, sino que su lectura gener

    actuaciones que reconocieron derechos a sus labradores. De tal forma que,

    Doa Mara Ramrez Urbina, no solo fue rica y poderosa, sino una dama que

    estudiaba para mejorar el funcionamiento de sus muchas tierras y hoy la

    podemos ver como una mujer adelantada a su tiempo en cuestiones sociales,

    hasta donde ello se podra realizar.

    Dos obispo s y una casa de estudios

    Las tres ltimas dcadas del siglo XVIII comienzan a definir el perfil que Mrida

    tendr hasta hoy. En primer lugar se desprende de la Nueva Granada y es unida

    a la Capitana General de Venezuela (1777). En segundo trmino, se le designa

    sede del obispado de la Provincia de Mrida de Maracaibo y llega su primer

    prelado, quien a los pocos das establece una Casa de Educacin (1785), como

    paso previo al Seminario Conciliar (1787). Con ello se retom la tradicin

    educativa de Mrida interrumpida con la expulsin de los jesuitas (1767). En

    tercer lugar, poco antes de la muerte del primer obispo de Mrida, Fray Juan

    Ramos de Lora (1722-1790), don su biblioteca a la institucin recin fundada13.

    Biblioteca que constaba de 617 volmenes, segn expres el Cabildo

    Eclesistico en 180114

    . Fue rapidsima la accin del primer prelado merideo,

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    pero dej buenos cimientos con su labor pastoral. Al cumplirse doscientos aos

    de su muerte se dijo de l: De no haber existido este obispo valeroso y

    avizorado, Mrida no hubiese pasado de ser un pueblo de importancia muy

    relativa y escasa15. Es indudable que, ningn otro hombre ha hecho tanto por

    esta ciudad. Y entre ello, su afn por los libros fue evidente y por que los suyos,

    estuvieran al servicio de quienes los desearan utilizar en la institucin educativa

    que fund.

    El segundo obispo de Mrida fue Fray Manuel Cndido de Torrijos y Rigueiros

    (1735-1794). Lamentablemente a los noventa y seis das escasos de haber

    tomado posesin de la silla obispal en la ciudad muri y dejando de nuevo a la

    iglesia meridea hurfana de direccin. As como fue corto su ejercicio episcopal

    fue largo el recorrido desde que fue designado hasta ocupar la silla episcopal.

    Torrijos tuvo tres aos desde su designacin y un poco mas de tres meses de

    ejercicio pastoral. Lo que si arrib a Mrida, mucho antes que el prelado fue su

    abundante equipaje, que en medio del asombro de la poblacin entr a la ciudad

    el 9 de mayo del ao anterior a su llegada. Trajo consigo los restos de San

    Clemente Mrtir, objetos de arte, equipos cientficos y una voluminosa biblioteca.

    Eran muchos los planes de Fray Cndido de Torrijos para la ciudad sede del

    obispado: la baslica, el palacio episcopal, puentes sobre dos de los ros que

    cruzan la ciudad, el Mucujn y el Albarregas, un jardn botnico y un observatorio

    astronmico16. Pero adems, es evidente que el obispo Torrijos esperaba darle

    un cambio importante al Seminario pues en Espaa contrat a un religioso que

    tena amplia formacin y experiencia en la enseanza de la ciencia17

    . Un de sus

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    dos nicos actos de gobiernos fue designar al Licenciado Don Hiplito Elas

    Gonzlez para que adelantara la reformar del Seminario18. Adems, para refirmar

    sus proyectos de reforma del Seminario trajo un gabinete de fsica con una

    mquina elctrica, una mquina neumtica un globo celeste y terrestre y otros

    aparatos de la poca para la enseanza experimental de las ciencias naturales.

    Delgado Quionez indica que ha debido ser el primer laboratorio experimental de

    ciencias hubo en estas tierras19.

    Durante un tiempo se dijo que la biblioteca de Torrijos alcanzaba la cifra inmensa

    de 30.000 volmenes. Recientemente se ha mostrado cul fue el origen de ese

    error20 , aunque ya Chalbaud Cardona haba mostrado su escepticismo al

    respecto y la calcul en slo 2.940 volmenes. De todas maneras una dimensin

    muy grande para la poca y fue una de las mayores que existi durante la

    colonia en Venezuela, compitiendo con la del obispo de Caracas Antonio

    Gonzlez de Acua21.

    Una ltima cosa que deseamos indicar sobre la biblioteca de Fray Cndido

    Torrijos. Cuando se realizaron los expolios de los bienes del obispo Torrijos en

    1802 se encontraron unos cuantos libros que estaban en el ndice de la

    inquisicin, que fueron confiscado por un sorprendido funcionario de la misma22.

    Adems, algunos de los libros de ciencias han sido localizados en la Sala de

    Libros Antiguos de la Biblioteca Tulio Febres Cordero de la ULA, con lo cual se

    corrobora el espritu de renovacin del obispo Torrijos, quien desafortunadamente

    muri sin poder impulsar los proyectos tan interesantes que trajo para su

    dicesis23

    .

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    Como se puede evidenciar de lo antes expuesto, los dos primeros obispos de

    Mrida tuvieron un importante papel en la conformacin de una biblioteca bien

    dotada para el Seminario del obispado. Pese a la muerte sbita del segundo de

    ellos, el tesoro bibliogrfico que trajo hasta la ciudad de la Sierra Nevada, an

    tiene muchas particularidades que develar. Son un ejemplo de la rica y compleja

    historia entre los libros y esta ciudad. As como las ejecutorias de los dos

    primeros obispos muestran el papel fundamental de la iglesia catlica en relacin

    con los libros, las bibliotecas y la educacin en la ciudad. Circunstancia que en

    las centurias siguientes sern comn en todos quienes han ocupado la silla

    episcopal.

    Terremo to, guerra y libros

    Una dcada, desde la constitucin de la Junta Superior Gubernativa en 1810

    hasta que qued definitivamente Mrida en manos patriotas en 1820, bast

    para que la ciudad de la Sierra Nevada quedara sumida en la ms absoluta

    desolacin. No slo fue la guerra, sino que antes de la misma, el desbastador

    terremoto de 1812, los conflictos y las persecuciones polticas, acabaron con la

    economa, las instituciones y por supuesto, con esa voluminosa biblioteca del

    seminario que algunos han calculado, llegaba a cinco mil volmenes.

    Al defender su posicin por tratar de trasladar la silla episcopal, la catedral y el

    seminario desde la patritica Mrida, hasta la realista Maracaibo, el Den

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    Francisco Javier Yrastorza tiene frases terribles sobre los bienes de la iglesia y

    en particular sobre los libros de Seminario. Acusa a los soldados del realista

    Sebastin de la Calzada quienes en 1814 vendieron y botaron a los barriales

    muchos o la mayor parte de los libros del Seminario24. Agrega el Den que en

    una de sus ltimas gestiones para trasladar a Maracaibo los libros del

    Seminario, accin que encomend al Cannigo Mas y Rub, ste le responde

    que nada puede llevarse pues nada quedaba.

    Segn la crnica pareciera que la locura se apoder en aquella dcada

    absurda- de los habitantes de la ciudad serrana, hasta llegar a la destruccin

    de su biblioteca. Chalbaud Zerpa va ms all y afirma que en las ruinas del

    antiguo seminario los libros restantes se pudran aglomerados en una pieza

    del edificio reconstruido, sin que nadie se sirviera de ellos25. Pero algo peor

    describe el autor cuando expresa: los colegiales aprovechndose del

    abandono, hacan con los infolios globos para celebrar las fiestas principales

    del Instituto26.

    Qu haba ocurrido para que esta situacin de abandono y desidia se

    produjera con una biblioteca tan trabajosamente constituida a lo largo de tantos

    aos? Es posible pensar y admitir que no slo los soldados y los montoneros

    de las guerras civiles, sino tambin los propios estudiantes se ensaaran con lo

    que quedaba de esa biblioteca, tal como lo expresa Chalbaud Zerpa? Qu

    haba ocurrido con las autoridades de la ciudad para que dejaran en el

    abandono los volmenes que no se haban destruido en el terremoto de 1812?

    Cuesta creer todo este desatino.

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    Qu lleg hasta nuestros das de esos cinco mil volmenes que existieron

    antes de la guerra de independencia? Se perdieron todos o slo una parte de

    ellos?.

    Slo ser en 1823 cuando se reinstalen en Mrida las instituciones trasladadas

    a Maracaibo. Pero, no se sabe si con ellas regresaron los libros. O si

    efectivamente se haban marchado o simplemente destruidos? Fue comn

    afirmar que buena parte de ellos ya no existan.

    Nunca en Mrida haban ocurridos desatinos tan grandes, ni daos tan

    absurdos a lo que siempre fue parte de su personalidad cultural y social. Fue

    necesario ms de un siglo para reponer y mejorar esa condicin de ciudad

    culta e ilustrada amante de la labor intelectual y cultora de los libros.

    La biblioteca de la ULA y el Rector Heroico

    Caracciolo Parra Olmedo27 tom posesin, por segunda vez, del rectorado de

    la Universidad de Los Andes en 1887 y dirigi la institucin por trece extensos y

    fructferos aos, hasta 190028. Rpidamente inici uno de los perodos de la

    institucin ms fructferos vividos por la Institucin desde su instalacin en

    1810, slo opacado por las inmensas dificultades que tena el pas y las

    condiciones que se haban establecido a las universidades por parte del

    Gobierno Nacional.

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    Cuatro acciones vinculadas al mundo de los libros y de su historia cumpli el

    rector Parra y Olmedo. El establecimiento de la biblioteca con un criterio

    moderno de la misma; el nombramiento de un bibliotecario para ocuparse de

    la misma (el joven Juan Nepomuceno Pags Monsant); la fundacin del

    Anuario de la Universidad, en donde se recogieron no slo los resultados de su

    gestin sino de la vida toda de la institucin y, el establecimiento del cargo de

    Cronista de la Universidad, con lo cual se busc preservar la historia de la

    institucin y cuidar las muchas fuentes para el estudio de la misma. De todas

    estas cuatro medidas, la biblioteca y el bibliotecario, han perdurado hasta hoy.

    Por ello, es poco lo que la institucin hace para recordar y agradecer estas

    acciones de Parra y Olmedo, visto hoy el sistema de bibliotecas de la ULA. Un

    fondo bibliohemerogrfico que ha crecido y que est al servicio de sus

    estudiantes, sus profesores y el pblico en general, que ha derivado en lo que

    es hoy SERBIULA, accin que tuvo su origen remoto en 1888.

    Mrida se vuelve productora e impresora

    En medio de vtores, del lanzamiento de ptalos de flores, del ondear de

    banderas y del estallido de fuegos artificiales, lleg en 1845 a lomo de bestia, la

    primera imprenta a la ciudad de Mrida. Francisco Uzctegui trajo la

    maquinaria desde la clida ciudad de Barinas y la instal en Mrida. Al ao

    siguiente se imprimi el primer libro en la ciudad con el ttulo de: Historia

    Completa de todos los Concilios Ecumnicos. Como en el caso de los primeros

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    libros europeos, no se indic el nombre del autor, pero afortunadamente, el

    acucioso Jos Rafael Febres Cordero, hijo de Tulio Febres Cordero, nos ha

    dejado el nombre de tan honorable personaje: el Presbtero y Doctor Jos

    Francisco Mas y Rub, Cannigo Doctoral de la Catedral de Mrida. Familiar

    cercano de Pbro. Dr. Mateo Jos Mas y Rub, el mismo que quiso llevarse con

    Francisco Javier de Yrastorza la biblioteca del Seminario a la ciudad de

    Maracaibo29.

    Con este hecho se dej atrs, en la historia de la ciudad, casi tres siglos de ser

    consumidores de libros y se pas, primeramente de manera tmida y luego

    agresiva, a producir libros. Fue un largo perodo de 287 aos que se dej

    atrs. En realidad poco tiempo antes, mediante la tcnica litogrfica, se haban

    hecho los dos primeros libros, en el taller fundado por Jos Mara Osorio, de

    profesin msico: Canto Llano y Figurado (1844) y La Prctica de los Divinos

    Cnticos (1845)30.

    En el discurso que dio Tulio Febres Cordero en el acto del centenario de la

    llegada de la primera imprenta a Venezuela en 1905, entreg una detallada

    relacin de las diez primera imprentas que existieron en Mrida a partir de la ya

    referida de Francisco Uzctegui. De ellas queremos destacar que fue la

    segunda, la que trajo Rafael Salas, en 1853, y la puso a cargo de su hijo Rafael

    Salas Roo, en la que Febres Cordero dice que se publicaron libros de

    devocin. La mayor parte de esas diez imprentas, llegaron a Mrida entre

    1845 y 1900, dedicaron parte de su labor a producir peridicos. La quinta

    imprenta que lleg a Mrida en 1891, donada por el Presidente de la

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    Repblica, Juan Pablo Rojas Pal a Ignacio Baralt y ngel Carnevali Monreal,

    fue adquirida nuevamente por el Gobierno Nacional en 1904 y regalada por el

    Presidente, el General Cipriano Castro, a la Universidad de Los Andes. Fue la

    primera que tuvo esa institucin educativa. Cmo no haba espacio suficiente

    para instalar la maquinaria en el edificio de la universidad, la misma se coloc

    en la habitacin de la casa del rector Juan Nepomuceno Pags Monsant. Ese

    mismo ao, con el nombre de Len III se instal la sexta imprenta en el Palacio

    Arzobispal que sirvi a la curia de la ciudad. Es decir que en poco menos de

    cincuenta aos se haban instalado una decena de imprentas y las dos

    instituciones que lideraban la vida cultural de la ciudad, contaban con la

    invencin de Gutenberg. La lejana de los centros de poder poltico y lo

    escarpado de los caminos para llegar a la ciudad, impidieron las maquinarias

    que llegaran antes a la ciudad.

    Casi medio siglo despus de la imprenta donada por el General Cipriano

    Castro en 1904, ocurre en este campo un hecho fundamental. Bajo el rectorado

    de Joaqun Marmol Luzardo en 1955, se compraron nuevos y modernos

    equipos y se instal La Imprenta de los Talleres Grficos de la Universidad de

    Los Andes. Ello supuso un cambio radical en la actividad tipogrfica de la

    institucin y de la ciudad.

    Los primeros libros publicados cuando an estaban en fase de prueba, entre

    noviembre y diciembre de 1955, fueron: Enfermedad de Chagas y

    Tripanosomosis de Tejera escrito por Jos Francisco Torrealba y otros.

    Departamento de Anatoma de la Universidad de Los Andes, de Joaqun

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    Marmol Luzardo. Y un folleto sobre Las Imprentas de la Universidadde Pedro

    Nicols Tablante Garrido 31 . Pero, el compromiso mayor en esos primeros

    tiempos fue publicar, cuarenta mil ejemplares de la biografa de Lisandro

    Alvarado (1858-1929), para la coleccin de la biblioteca escolar venezolana.

    Ramn Omar Caldern recuerda hechos curiosos sobre dos autores a quienes

    les fueron publicadas obras importantes, en los primeros tiempos. Miroslaw

    Marcovich, quien public varios libros. Uno de ellos requiri que la institucin

    adquiriera tipos, que no se tena en los talleres. El Heraclitus, de Heraclitus de

    Efeso fue publicado en tres idiomas: griego, ingls, y espaol y no haba tipos

    griegos. El libro, preparado por el mismo autor, pero de Marcus Marulu (1450-

    1524), el clebre humanista del renacimiento, fue protagonista de un hecho

    curioso32 . Los diez primeros ejemplares fueron autografiados y ofrecidos a

    personalidades del momento, uno de ellos al Presidente de la Repblica,

    General Marcos Prez Jimnez. El libro sali de la imprenta, la vspera del 23

    de enero de 1958, con el consiguiente trastorno poltico y la mutilacin de esa

    pgina entre gallos y media noche. Afortunadamente uno de los ejemplares se

    salv y permanece guardado como un tesoro de la condicin humana33.

    El otro autor, al que nos queremos referir fue el Dr. Arturo Eichler, quien public

    en un campo del conocimiento cientfico novedoso en Venezuela y poco

    conocido internacionalmente, salvo por los especialistas. Eichler public: La

    historia de la vida y los textos sobre Conservacin 1 (1965) y Conservacin 2

    (1966)34. Llama la atencin, en referencia a los dos autores publicados en los

    Talleres Grficos de la ULA de los primeros aos, el carcter de universalidad

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    de los temas que tratan: las humanidades en sus orgenes griegos y

    renacentistas y el problema de la conservacin de los recursos naturales.

    Desde mediados de la dcada de los aos cuarenta del siglo XX, Mrida haba

    visto crecer el nmero y la calidad de las empresas de impresin. En una

    rpida y no exhaustiva mencin, se pueden identificar al menos diez y siete de

    estas empresas: Editorial Sali-Rod; Editorial Minerva; Editorial Multicolor;

    Encuadernacin Mora; Imprenta de El Vigilante; Imprenta de los Talleres

    Grficos de la ULA; Imprenta El Lancero; Imprenta Euroamerica; Imprenta La

    Sierra; Imprenta oficial del Estado Mrida; Imprenta Salazar; Impresos Jhuncal;

    Impresos Uzctegui; Tipografa Voluntad; Tipografa El Sol; Tipografa Mrida;

    Encuadernacin de Jos Godoy y; Encuadernacin de Luis Bigott 35. Unas

    tenan maquinaria moderna para la poca y otras tan solo posean equipos

    modestos, propios de los talleres artesanales. Pero, dentro de estos rangos de

    capacidad tcnica y tecnolgica, era evidente que la produccin de impresos,

    ya era una realidad firmemente asentada en la ciudad.

    Al comienzo de la segunda dcada del siglo XXI, la capacidad de la actividad

    grfica en Mrida se ha ampliado. Las mas importantes empresas por su

    dotacin de equipos y maquinarias y de inversin son: Litorama de Fernando

    Molina; Editorial Casa Blanca, que antes era Alfa, de Enrique Snchez;

    Impresos Cumbres de Javier Navarro; Producciones Karol de Jess Araque;

    ABC Publicidad de Moraina Alvarez; Editorial Venezolana de Jos Luis

    Moreno36; Encuadernacin El Estudiante de Javier Navarro; y, El Portattulo de

    Jos Orlando Dugarte. Esas empresas, junto con las instituciones pblicas son

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    las que colocan a Mrida en posicin seera en el campo de la produccin

    tipogrfica.

    Slo deseo destacar algunas ideas sobre el trnsito vital de la ltima de ellas

    por ser sin duda alguna la de mayor peso, que sobresale del resto. Orlando

    Dugarte nos ha indicado: Esta no es una ciudad de encrucijadas. Aqu es muy

    difcil traer cosas y hay que inventar para salir adelante. Pero adems, hay

    muchas otras como la produccin cultural de la ULA que es una fuente para los

    trabajos editoriales. En 2011 el Portattulo lleg a producir cada dos das un

    libro, sin contar con el resto de la produccin: revistas, folletos, afiches,

    papelera, etc. 37. Son dimensiones que hoy le dan un perfil particular a esta

    ciudad, si se multiplica por las empresas que nombramos anteriormente y que

    han tenido historias similares, aunque no tan exitosa.

    Feria del l ibro y Cyberespacio

    El crecimiento que tuvo la Universidad y la ciudad, en materia de produccin

    bibliohemogrfica comenz a desbordar los lmites de la meseta al finalizar el

    siglo XX. Ya no era posible seguir aislados, sin mirar con inters y hasta con

    nostalgia lo que ocurra en otros lugares del pas y el exterior, sin dar el paso

    siguiente: auspiciar actividades similares, para lograr espacios de desarrollo

    cultural y acadmico38. As, teniendo como ejemplo la Feria Internacional del

    Libro de Caracas, realizado a partir de 1988 y de la cual se haban producido

    tres ediciones,39

    los organizadores de la idea de hacer una feria similar en

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    Mrida pusieron manos a la obra. El evento tuvo su origen en el Consejo de

    Publicaciones de la ULA dirigido por Roberto Chacn. El equipo inicial fue

    conformado con Ramn Mrquez y Pedro Velsquez. Jug aqu tambin una

    influencia importante la experiencia lograda por el primero de ellos, -Roberto

    Chacn- como director ejecutivo del Consejo de Publicaciones de la ULA.

    Al indagar sobre qu motiv la organizacin de los salones del libro -como se

    denominaron inicialmente- nos han indicado que se buscaba ofrecer un

    espacio para que las personas que tenan responsabilidades con las editoriales

    universitarias, pudieran compartir sus experiencias. En fin, recuerda Chacn:

    antes que un evento de exposicin de novedades editoriales y de venta al

    pblico que tambin se hizo- se buscaba establecer un espacio anual para

    confrontar y compartir experiencias en el mundo del libro universitario40. As,

    los salones y posteriormente la feria, se convirtieron en un foro para discutir los

    problemas de edicin, coedicin y comercializacin del libro universitario. Ya el

    problema no era la capacidad tipogrfica para publicar unos pocos libros ms al

    ao. La situacin haba crecido y era necesario mirar horizontes mas amplios y

    con mayor profesionalismo.

    Algo que se debe indicar, pues asegur el xito econmico del evento es que,

    desde ese primer evento, los profesores de la Universidad de Los Andes, se les

    otorg, como parte de sus beneficios salariales, lo que se denomin la Prima

    Acadmica, que pudieron gastar en el evento. Beneficio que representaba en

    el pasado un monto apreciable dada la solidez de la moneda.

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    Al tercer y cuarto ao, la organizacin sigui en manos de los creadores del

    evento. As, en 1996 se realiz el III Saln Latinoamericano del Libro

    Universitario, del 19 al 29 de julio de 1997 en el Centro Cultural Tulio Febres

    Cordero. Y, en 1998, la Primera Feria Internacional del Libro Universitario

    (FILU), realizada bajo la direccin de Luis Caraballo, recientemente designado,

    para la poca, Director del Consejo de Publicaciones. Afortunadamente los

    eventos han seguido por dcada y media, sin interrupciones, a pesar que es

    necesario mencionar que en el 2002 se estuvo a punto de suspender, pero las

    autoridades de la poca, con tan buen tino como hasta hoy, entendieron que

    algo tan importante no puede morir en manos de la ULA.

    La XVI (decima sexta) Feria Internacional del Libro Universitario se desarroll

    en Mrida desde el viernes 14 hasta el domingo 23 de junio del 2013, en el

    Mucumbarila. Hay que destacar que, en los ltimos aos, han mermado los

    patrocinadores del sector pblico, pero afortunadamente se han incrementado

    los del sector privado. Y, desafortunadamente, cada ao las limitaciones del

    presupuesto universitario pone mayores restricciones financieras internas a la

    FILU41.

    Ha valido la pena un esfuerzo de esta naturaleza a lo largo de tres

    quinquenios para el mundo editorial de la ciudad? Chacn, responde:

    Definitivamente s 42 . Los acuerdos de distribucin logrados han sido

    importantes, aunque se ha minimizado el aspecto que nosotros iniciamos de

    discusin de experiencias y establecimiento de acuerdos .

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    Creemos que los resultados no se deben ver exclusivamente en el mbito

    universitario sino mirarlos en sus efectos hacia el resto de la ciudad y del

    pas. Un logro importante es que quince aos despus hay ferias similares en

    Caracas, Valencia, Maracaibo y Barquisimeto, auspiciadas por universidades.

    Pero, no se debe olvidar que la primera se realiz en Mrida y se contina

    hasta ahora. Y esa actividad ha hecho crecer al mundo editorial de la ciudad y

    ha incidido en su calidad y profesionalismo. Y, por supuesto, en el perfil

    cultural de la ciudad.

    En el ltimo ao de la gestin del Rector Nstor Lpez Rodrguez (1988-1992),

    siendo el Vicerrector Administrativo Genry Vargas Contreras, se decidi

    cambiar la central telefnica. Ustedes dirn qu tiene que ver con los libros,

    las revistas y las bibliotecas? Pues mucho. Y es un caso digno de estudio de

    efectos del cambio tecnolgicos sobre la vida acadmica de una universidad.

    Adquirido los nuevos equipos permiti comunicar voz (es decir por telfono)

    conjuntamente con la transmisin de datos (por internet). Con lo cual no slo

    se resolvi el cuello de botella del crecimiento de las llamadas telefnicas

    internas y externamente, sino que se pudo adicionar el servicio de red de

    datos que comenzaron a usar diversas dependencias acadmicas como la

    Red de Bibliotecas (Serbiula) y otras recin establecidas como el Consejo de

    Computacin Acadmica que soport la labor de departamentos, institutos y

    grupos de investigacin, en particular con el servicio de video conferencias.

    Particular relevancia tienen los servicios de videoconferencias y los sistemas

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    de apoyo para el desarrollo de programas de educacin interactiva a distancia

    como los que hoy tienen la ULA.

    As mismo, permiti que toda el rea administrativa, pudiera contar con las

    condiciones crecientes necesarias para dar soporte no slo a la elaboracin de

    la nmina sino a las compras y el manejo de todo el personal y en general, de

    todo el sistema financiero-presupuestario de la institucin43.

    El resumen, las principales innovaciones electrnicas y administrativas que

    permitieron desarrollar la fortaleza de la red de datos y el repositorio

    institucional de la ULA, as como cambiar de manera radical el concepto de la

    publicacin de los contenidos acadmicos en Mrida fueron:

    1. La central telefnica digital

    2. La instalacin de la fibra ptica para la red de Teleinformtica

    3. La utilizacin de trasmisin de voz sobre IP

    4. El compromiso de ofrecer para uso libre de los contenidos acadmicos

    en la WEB con la firma de la Declaracin de Berln.

    Con todo lo anterior, y el desarrollo de los grupos de investigacin, en la ltima

    dcada del siglo XX la ULA publicaba treinta y ocho revistas cientficas en

    formato de papel, financiadas por el CDCHT44. Algunas de un larga tradicin de

    varias dcadas como Ciencia e Ingeniera, Actual, Notas de Matemticas,

    Pitieria, Revista Geogrfica Venezolana, Revista Forestal Venezolana, Anuario

    de Derecho, entre las ms destacadas.

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    En general, no exista una cultura de las publicaciones digitales. Es ms, la

    crisis presupuestaria de esos aos hizo pensar en dejar de publicarlas y nos

    toc apoyarlas mostrando que con esas revistas, se reciban casi nueve mil

    colecciones por canje 45 . Por qu pasarlas tambin a formato digital?

    Sencillamente era mas fcil capturar contenido en bloque, nos dice Luis

    Nez. As nacieron las revistas digitales de la ULA46. Las dos primeras, que

    no tuvieron nunca la versin de papel y que salieron directamente al

    ciberespacio fueron: Proceso Histrico47y Bitcora -e48.

    Deseo insistir en el cambio de paradigma en la comunicacin de contenidos

    acadmicos ocurrido al estimularse la publicacin en formato digital de las

    revistas cientficas de la ULA. Los nmeros de este esfuerzo institucional nos

    permiten indicar que la ULA no puede estar de espaldas a su sociedad, cuando

    a travs de su Repositorio Institucional es capaz de acumular ms de 52

    millones de descargas acumuladas de materiales acadmicos, en poco mas de

    una dcada de existencia (2000-2011). Cuanto ha cambiado el nmero de

    consultas de los materiales bibliohemerogrficos que posee la institucin,

    desde 1888, cuando la biblioteca abra dos horas diarias de lunes a viernes,

    bajo la responsabilidad de su librero Juan Nepomuceno Pags Monsant? Las

    dimensiones son incomparables. Ha ocurrido un cambio de paradigma y de

    dimensin. Pues esos materiales representan casi la mitad de los contenidos

    acadmicos que se producen en Venezuela y se colocan en el ciberespacio.

    No siempre se recuerda esto. Ni tampoco a quien han hecho posible hacerlo.

    No slo los productores de contenidos sino a los tcnicos que idearon el

    sistema y lo manejan, con todas las dificultades econmicas y de apoyo

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    institucional que ello requiere. Vaya en mis palabras un reconocimiento y la

    exigencia de apoyo para mantener y mejorar esta realidad muchas veces

    olvidada.

    Casi una cuarta parte de las consultas provienen de Venezuela (23,32%) y el

    resto se distribuye mayoritariamente entre Uruguay (16,80), Mxico (11,51),

    EEUU (5,01), Colombia (4,16) y Espaa (el 4,01%). As como que el total de

    eventos registrados y acumulados pasa de los veinticinco mil.49 Y lo que ms

    nos interesa destacar Saber-ULA tiene alojadas 82 revistas digitales a texto

    completo para consulta del mundo.50

    Al llegar al final de nuestra exposicin debemos indicar que hemos mostrado

    cuatrocientos cincuenta y cinco aos de una vinculacin compleja, permanente,

    muy rica que ha variado con el tiempo entre Mrida y los libros. Se analiz el

    papel de sus autoridades, sus lectores, sus escritores y sus editores con las

    obras que hasta aqu se traan y luego se comenzaron a producir. Sin dejar de

    insistir en la condicin de ciudad alejada de los grandes centros polticos y

    econmico, de difcil acceso asentada en las estribaciones de los Andes. Los

    libros la han hecho otra cosa. Lo que hoy es: una pequea ciudad culta que

    destaca por ello en el pas y ahora en el ciberespacio.

    Agradec imientos

    Ruego al presidente de esta corporacin unos segundos ms para expresar

    que nuestra incorporacin a la Academia de Mrida tuvo un impulso muy

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    importante en las sugerencias hechas tanto por William Lobo Quintero como de

    Nancy Freites de Sardi, a los cuales debo manifestar mi respeto y admiracin y

    reconocer la gentileza de su estmulo.

    Debo recordar a los investigadores que nos precedieron y que han producido

    trabajos sobre el tema de los libros en Mrida. Slo voy a nombrar a un joven

    egresado de la Universidad de Los Andes, Argenis Arellano, cuya tesis

    (Lugares de la Palabra. Historia cultural de las bibliotecas de la Universidad de

    Los Andes) para obtener el ttulo de historiador (2011), ha sido muy inspirador.

    Reconocer la ayuda de Jhonny Barrios, Yajaira Freites, Roberto Donoso,

    Yuleida Artigas, Genry Vargas y scar Aguilera, as como a las personas que

    entrevist y que aportaron valiosa informacin, cuya lista aparece al final del

    trabajo. Quiero hacer una mencin especial de Ramn Omar Caldern, quien

    tuvo la paciencia de escuchar mis mltiples dudas y aport de manera

    generosa, innumerables datos sobre las artes graficas, las imprentas, las

    libreras en Mrida y en especial, sobre los Talleres Grficos de la de

    Universidad de Los Andes.

    Sin los servicios del Archivo General del Estado Mrida y del Archivo

    Arquidiocesano de Mrida, no hubiramos podido llegar hasta el final de

    nuestra investigacin. Gracias al personal de ambas instituciones y en espacial

    a las directoras, Milagros Contreras y Ana Hilda Duque, respectivamente.

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    Finalmente, nada de lo escrito se hubiera podido hacer sin la paciente

    comprensin de mi familia y en particular de Nelly Velsquez, mi compaera,

    quien escuch en mltiples oportunidades nuestras ideas, as como las

    primeras versiones escritas, analiz conmigo las muchas dudas que se fueron

    presentando a lo largo del tiempo que dur la investigacin e hizo atinentes

    observaciones.

    A todas y todos, muchas gracias.

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    Notas

    1

    Los datos son de: International Standard Book Number (I.S.B.N). Venezuela. Aportados por elCentro Nacional del Libro, Centro Simn Bolvar, Torre Norte, Piso 20, El Silencio Caracas.2 Ver: Picn-Parra, Roberto (1988): Fundadores, primeros moradores y familias colonialesde Mrida (1558-1810). Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Col.Fuentes para la historia colonial de Venezuela, tomos I al IV.3 En googel books aparece una edicin de 1631 editada por la viuda de Alonso Martin, a costade Domingo Gonc alez, mercador de libros.Ver:http://books.google.co.ve/books/about/Aritmetica_practica_y_especvlativa.html?id=RrM2AAAAMAAJ&redir_esc=y(16.04.2013)4Ver en:http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Prez_de_Moya. Consultado el 16.04.2013.5 Por ejemplo, en la mortuoria aparecen: El reino de Dios, de Pedro Snchez; Tres tomos deMstica Ciudad de Dios, de la madre M Jess de Agreda; Origen de los hermitaos de SanAgustn, de fray Juan Mrquez; Excelencias de la Virginidad Eclesistica, del padre Meli y

    Ribelles; Meditaciones y contemplaciones de Cristo en el Sacramento; Devocin a los Santosngeles; Vida de la Venerable Madre Francisca del Nio Jess; El Grande hijo de David, deGaspar Lozano Montesino; cuatro libros de Santa Teresa de Jess; Hermitaos Descalzos, deFrancisco Jos Massot,6 Un libro de Ovidio y otro de versos de Virgilio.7El Criticn, de Baltasar Gracin.8 El caso de la rica propietaria tambin es abordado por Leal, Ildefonso (1978): Libros ybibliotecas en la Venezuela colonial. Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de laHistoria, Coleccin Fuentes par la historia colonial de Venezuela, Nn. 133, tomos I y II. t. I, p.13.9 Ver: Panera Rico, Carmen Mara (2002): La mujer como transmisora de cultura (1 mitad delsiglo XVIII), VI Congreso Centroamericano de Historia, Universidad de Panam, 22 al 26 dejulio.10

    Leal, Ildefonso (1978): Libros y bibliotecas en la Venezuela colonial. Caracas, Bibliotecade la Academia Nacional de la Historia, Coleccin Fuentes par la historia colonial deVenezuela, Nn. 133, tomos I y II. t. I, p. 13.11Ver Lope de Deza (1618): Colectivismo Agrario en Espaa (Tomo I. Primera Parte.Doctrinas)en:http://www.fundaciongimenezabad.es/juristas/es/corpus/unidad.cmd?idUnidad=28875&posicion=1Consultado el 27.04.2013.12 dem.13 Fray Juan Ramos de Lora, don su biblioteca mediante documento pblico del 5 de agostode 1790 y muri el 9 de noviembre del mismo ao. Ver: Chalbaud Cardona, Eloy (1987):Historia de la Universidad de Los Andes. Mrida, Universidad de Los Andes, Ediciones delRectorado, Tomo I, p, 87.14 Gmez Parente, Odilio (1974): Ilustrsimo Padre Fray Juan Ramos de Lora: fundador de

    la Universidad de los Andes. Caracas, Universidad Catlica AndrsBello, p. 102.15 Palabras de Germn Briceo Ferrigni en el bicentenario de Ramos de Lora. Ver: Fray JuanRamos de Lora en su casa. Mrida, Universidad de Los Andes, Vicerrectorado Acadmico,1990, p. 18.16 Ver: Labastida, Ricardo (1983): Biografas de los Obispos de Mrida. Fuetes para laHistoria de Mrida. Mrida, Concejo Municipal del Distrito Libertador, La Imprenta, p. 10.17Delgado Quionez, Miguel (2010): El gabinete de fsica y los libros de ciencia del obispoTorrijos (La enseanza de la Fsica en Mrida a finales del siglo XVIII). Boletn del ArchivoHistrico de la Universidad de Los Andes, Ao 9, Nm. 16, pp. 12-24.18 La otra accin de gobierno eclesistico fue convocar a las Ordenes. Ver: Porras Cardoso,Baltazar E. (1994): Torrijos y Espinosa. Dos breves episcopados merideos. Mrida,Arquidicesis de Mrida/Vicerrectorado Acadmico de la Universidad de Los Andes, p. 57.19 Ob. Cit., p. 16.20Tal vez el responsable de la fabulosa cifra que repitieron muchos fue el Padre EnriqueMara Castro quien para 1888 public una obra en la que recoge testimonios orales y

    http://books.google.co.ve/books/about/Aritmetica_practica_y_especvlativa.html?id=RrM2AAAAMAAJ&redir_esc=yhttp://books.google.co.ve/books/about/Aritmetica_practica_y_especvlativa.html?id=RrM2AAAAMAAJ&redir_esc=yhttp://books.google.co.ve/books/about/Aritmetica_practica_y_especvlativa.html?id=RrM2AAAAMAAJ&redir_esc=yhttp://books.google.co.ve/books/about/Aritmetica_practica_y_especvlativa.html?id=RrM2AAAAMAAJ&redir_esc=yhttp://es.wikipedia.org/wiki/Juan_P%C3%A9rez_de_Moyahttp://es.wikipedia.org/wiki/Juan_P%C3%A9rez_de_Moyahttp://es.wikipedia.org/wiki/Juan_P%C3%A9rez_de_Moyahttp://www.fundaciongimenezabad.es/juristas/es/corpus/unidad.cmd?idUnidad=28875&posicion=1http://www.fundaciongimenezabad.es/juristas/es/corpus/unidad.cmd?idUnidad=28875&posicion=1http://www.fundaciongimenezabad.es/juristas/es/corpus/unidad.cmd?idUnidad=28875&posicion=1http://www.fundaciongimenezabad.es/juristas/es/corpus/unidad.cmd?idUnidad=28875&posicion=1http://www.fundaciongimenezabad.es/juristas/es/corpus/unidad.cmd?idUnidad=28875&posicion=1http://www.fundaciongimenezabad.es/juristas/es/corpus/unidad.cmd?idUnidad=28875&posicion=1http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_P%C3%A9rez_de_Moyahttp://books.google.co.ve/books/about/Aritmetica_practica_y_especvlativa.html?id=RrM2AAAAMAAJ&redir_esc=yhttp://books.google.co.ve/books/about/Aritmetica_practica_y_especvlativa.html?id=RrM2AAAAMAAJ&redir_esc=y
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    propios, fruto de su permanencia en Mrida Castroe nEn la obra Castroeque cuando l laconoci constaba de 15.000 y que se haban perdido la mitad de ellos pues en su origenalcanzaba a los 30.000. Caldern indica que para la fecha en que esto ocurri, que debaser la dcadas de los aos 40 y 50 del siglo XIX y para ese mismo tiempo el Obispo JuanHilario Bosset haba encargado al joven sacerdote italiano Felipe Galichio hacer el catlogo de

    la biblioteca del Seminario y la Universidad y su nmero alcanz a 1731 volmenes. Asmismo, citando a Fray Enrique Bez pone en tela de juicio la memoria del padre Enrique MaraCastro quien a su entender escribi en 1888 de memoria la obra en donde refiere lo relativo ala biblioteca de Torrijos y sus 30.000 volmenes. Ver en: Caldern R., Homero A. (2008): LaBiblioteca de Torrijos. Minuta de un tesoro bibliogrfico. BAHULA, Ao 7, Nm. 11, Enero-junio, pp. 13-27.21 Leal, Ildefonso (1978): Libros y bibliotecas en la Venezuela colonial. Caracas, Bibliotecade la Academia Nacional de la Historia, Coleccin Fuentes par la historia colonial deVenezuela, Nn. 133, tomos I, p. LXV.22 Al analizar la minuta de la biblioteca de Torrijos, Caldern indica que: en ella venan unoscuantos libros prohibidos con su respectiva nota de expurgacin. Cuando en 1802 se realiz elexpolio de la biblioteca del Obispo, el Comisario General de la Inquisicin en Mrida, JuanMarimn y Henrquez se sorprendi al encontrarlos y confisc los mismos. Ver Caldern R.,

    Homero A. (2008): La Biblioteca de Torrijos. Minuta de un tesoro bibliogrfico. BAHULA, Ao7, Nm. 11, Enero-junio, p. 24.23Delgado Quionez, Miguel (2010): El gabinete de fsica y los libros de ciencia del obispoTorrijos (La enseanza de la Fsica en Mrida a finales del siglo XVIII). Boletn del ArchivoHistrico de la Universidad de Los Andes, Ao 9, Nm. 16, pp. 20-21.24 El texto es del informe del Den Francisco Xavier de Yrastorza al Obispo de Mrida deMaracaibo, Rafael Lasso de la Vega, entregado en Maracaibo el 30 de octubre de 1815. Ver:Chalbaud Cardona, Eloi (1987): Historia de la Universidad de Los Andes. Tomo II, Mrida,Universidad de Los Andes, pp, 181 y ss.25Chalbaud Zerpa, Carlos (2000): Compendio histrico de la Universidad de los Andes.P, 51.26 Chalbaud Zerpa, Carlos (2000): Compendio histrico de la Universidad de los Andes.P. 51.27 La ms amplia biografa es la de Chalbaud Cardona, Eloi (1965): El Rector Heroico.Coleccin Ilustres Universitarios, N 1. Mrida, Universidad de Los Andes, Consejo dePublicaciones del Rectorado, Talleres Grficos Universitarios, 419 pp.28 Fue designado Rector de la Universidad de Los Andes, en primera oportunidad, el 24 demayo de 1863, para un perodo de tres aos (1863-1866). Molina, Pedro Mara (2008):Caracciolo Parra y Olmedo: El rector heroico y autonomista. Boletn del Archivo Histricode la ULA (BAHULA), Ao 6, N 11, Ene-Jun, p. 168.29 Febres Cordero, Jos R: Primer libro editado en Mrida y su ilustre autor. En Araque, Belis(compiladora) (2005): La gran mquina. La imprenta en Mrida. Mrida, Universidad de LosAndes, Ediciones del Rectorado, pp. 164-171.30Febres Cordero,Tulio: Datos Histricos sobre la Imprenta en Venezuela- Estado Mrida. En:Araque, Belis (compiladora) (2005): La gran mquina. La imprenta en Mrida. Mrida,Universidad de Los Andes, Ediciones del Rectorado, pp. 56.31Caldern, Ramn Omar (2009): Imprenta universitaria y sus primeros libros artesanales.Mrida, Linotipos, Edicin Especial, 23 de abril, pp. 6-7.32 El director de Cultura de la Universidad de Los Andes dice en la presentacin del libro quees la primera edicin del famoso poema Davidada. El Dr. Marcovich encontr e l manuscritoen la Biblioteca Nacional de Turn en 1953 y prepar una edicin del poema agregando uncompleto aparato crtico, ndices de nombres propios, y toponomsticos, concordancias con elAntiguo testamento, etc. Ver: Spinetti-Dini, Luis (1957): Presentacin. En: M. MarvliDavidiadis Libri XIV. Mrida, Emeritae Typis Universitatis.33 Caldern indica que se elimin la dedicatoria que exista en los ejemplares y l guard elnico que no fue mutilado. Ver: Caldern, Ramn Omar (2009): Imprenta universitaria y susprimeros libros artesanales. Mrida, Linotipos, Edicin Especial, 23 de abril, p. 7.34Se indic en el prefacio del primer volumen: Est en boca de todo el mundo que vivimostiempos de cambio. Los eventos que afectan nuestras formas del vivir, guardan tambin

    relacin con la triloga hombre-naturaleza-tecnologa. La conservacin de la naturaleza, queatae a los tres, est comprometida a ganar su puesto en competencia con otras fuerzas. Mas

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    nuestra poca no contemporiza con lo sentimental, y tendr que ser con pruebas concluyentesque ocupe ese justo sitial. Sigue: En conservacin estamos slidamente apoyados con lospies en la tierra; la naturaleza es nuestro ms firme sostn. En atencin a la seriedad del tema,no rendiremos culto a hechos impuestos, ni al conformismo que presagia inercia. Laconservacin es rigurosa y metdica, pero al mismo tiempo profundamente afirmativa. Nuestra

    palabra se dirige ante todo a las nuevas generaciones. Suyas sern la responsabilidad ytambin el privilegio de forjar nuevos destinos para su pas. Eichler, Arturo y Rincn Gutirrez,Pedro (1965): Conservacin 1. Mrida, Universidad de Los Andes, pp. VII-VIII.35 Informacin proporcionada por Ramn Omar Caldern entre octubre de 2011 y junio de2013, en cinco entrevistas realizadas por nosotros (HRC).36 La imprenta se denomin inicialmente La Columna y public el tercer diario que existi en laciudad: Diario de Mrida. Se publicaron noventa nmeros antes de cerrarlo por imposibilidadfinanciera de sostenerse. Luego se abri la Editorial Venezolana, que realmente es unaimprenta, tomando un nombre parecido al de La Librera Venezolana, que tuvo a inicio del siglosu abuelo, Emilio Menotti Spsito. Entrevista con Jos Luis Moreno (28.05.2013).37 En 2010 publicaron 113 libros y en 2011, 178. Estadsticas proporcionadas por el Portatulo.38 En buena medida esta circunstancia se debi a la comunicacin que se comenz a tener conel resto del pas y cuyos pasos fundamentales fueron, la construccin de la carretera

    trasandina (1924) y la de conexin con los puertos del lago de Maracaibo (1924), la instalacindel aeropuerto Alberto Carnevali (1947) y la llegada de la seal de televisin desde Caracasen la dcada de los 70 y la instalacin de la Televisora Andina de Mrida que ocurri en 1982.39 Entrevista con Roberto Chacn (03.12.2012).40 Entrevista con Roberto Chacn (03.12.2012).41 En la edicin de 2012 se cont con el apoyo y el financiamiento del Banco Central deVenezuela, Lotera del Tchira, Banco Mercantil, Fundacin Empresas Polar, Pepsicola, HotelBelenzate, Grficas el Portattulo.42Entrevista con Roberto Chacn (03.12.2012).43 A comienzos de la dcada de los aos setenta del siglo XX, era comn que cuando se iba aelaborar la nmina, el servicio de computacin de la ULA impidiera que se realizaran con losequipos de la institucin, clculos a los investigadores, con las consecuencias que ello traaen el retraso para los investigadores en el trabajo acadmico. En el Instituto Venezolano deInvestigaciones Cientficas IVIC ocurri lo mismo. Con la introduccin las computadoraspersonales (PC), la descentralizacin de la computacin permiti que lo administrativo y loacadmico no chocaran. Lo acadmico evolucion ms rpidamente, en cambio laadministracin va a la saga y ahora es que est intentando cerrar la brecha usando lainformtica y la red. Yajaira Freites, comunicacin personal (15.05.2013).44 El 25 de abril de 2006 se realiz el acto de entrega de certificados a los editores de treintaocho revistas evaluadas por el CDCHT. Resumen del acto, comunicacin de la Comisin dePublicaciones del CDCHT.45 En el ao 2000 fuimos Coordinado General del CDCHT (HRC) y esa fue parte de ladiscusin en relacin al presupuesto de esa dependencia con el Vicerrector Administrativo delmomento, Julio Flores Menesini.46 dem.47 La editora ha sido desde su fundacin la historiadora de la ULA Edda Samudio.48 Es una colaboracin del Grupo Venezolano de Historia y Sociologa de la Ciencia bajo laresponsabilidad de Yajaira Freites del IVIC y Humberto Ruiz Caldern de la ULA.49 Vargas Contreras, Genry (2012): Parque Tecnolgico de Mrida; origen, desarrollo yprincipales logros. Mrida Presentacin el 27 de marzo, en la Tertulia de los Martes.50 Existe una revista que slo ha colocado el ndice de dos nmeros.