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DOCTRINA MARIOLOGICA Y ASCETICA MARIANA DEL P. JERONIMO NADAL (1507-1580) MIGUEL NICOLAU, S. l. persona de J. Nadal El nombre de Jerónimo Nadal es muy conocido entre los historiadores de la primitiva Compañía de Jesús, por el influjo singular que ejerció dentro de Orden como teólogo de la espiritualidad ignaciana y comen- tador del estado religioso y del Instituto de la Compañía. Nace en Palma de Mallorca en 1507. Estudia en Alcalá, en la Univer- sidad de Cisneros, hacia 1526-1527. De allí procede, al menos parcial- mente, una excelente rmación humanística, que siempre le acompañará en su vida y escritos, con un gran dominio de las lenguas bíblicas. Conti- núa estudios teológicos en París (1532-1536). Se doctora en Teología y se ordena de presbítero en Avignon (1537). Vuelve a Palma (1538) y nueva- mente sale de la isla para no volver, en 1545, con el pretexto de ir al con- cilio de Trento. De hecho, aquel mismo año, en noviembre, entró en la Compañía después de hacer un mes de Ejercicios. En 1548 parte de Roma para la ndación en Mesina del primer cole- gio de la Orden y organiza allos estudios según el método parisiense, base de la tura Rao studiorum. Dentro de la Orden· le emplea Ignacio para promulgar y razonar teológicamente y también ascéticamente· con pláticas y exhortaciones las Constituciones ue acababan de ser escritas. El oficio de Nadal será, desde entonces, visit los domicilios y provincias de la Compañía, explicar e ilustrar teológic ente las Constituciones de la Orden, promover la vida religiosa en mul itud de exhortaciones, «Diálo- 215

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DOCTRINA MARIOLOGICA Y ASCETICA MARIANA DEL P. JERONIMO NADAL (1507-1580)

MIGUEL NICOLAU, S. l.

La persona de J. Nadal

El nombre de Jerónimo Nadal es muy conocido entre los historiadores de la primitiva Compañía de Jesús, por el influjo singular que ejerció dentro de la Orden como teólogo de la espiritualidad ignaciana y comen­tador del estado religioso y del Instituto de la Compañía.

Nace en Palma de Mallorca en 1507. Estudia en Alcalá, en la Univer­sidad de Cisneros, hacia 1526-1527. De allí procede, al menos parcial­mente, una excelente formación humanística, que siempre le acompañará en su vida y escritos, con un gran dominio de las lenguas bíblicas. Conti­núa estudios teológicos en París (1532-1536). Se doctora en Teología y se ordena de presbítero en Avignon (1537). Vuelve a Palma (1538) y nueva­mente sale de la isla para no volver, en 154 5, con el pretexto de ir al con­cilio de Trento. De hecho, aquel mismo año, en noviembre, entró en la Compañía después de hacer un mes de Ejercicios.

En 1548 parte de Roma para la fundación en Mesina del primer cole­gio de la Orden y organiza allí los estudios según el método parisiense, base de la futura Ratio studiorum. Dentro de la Orden· le emplea Ignacio para promulgar y razonar teológicamente y también ascéticamente· con pláticas y exhortaciones las Constituciones ue acababan de ser escritas. El oficio de Nadal será, desde entonces, visit los domicilios y provincias de la Compañía, explicar e ilustrar teológic ente las Constituciones de la Orden, promover la vida religiosa en mul itud de exhortaciones, «Diálo-

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gos» escritos y tratados, que dejó manuscritos y se publicaron reciente­mente1.

El juicio que formaron de este autor sus contemporáneos es extrema­damente favorable. En Palma el Cabildo catedral le había nombrado . maestro «de sacra pagina», encargado de explicar la Sagrada Escritura al pueblo, y, en efecto, explicó la Carta a los Romanos y después el �anon de la misa, aunque con éxito poco ruidoso. A la fundación de Mesina se le enviaba, «habiendo cortado del mejor paño que había», como lector de

·Teología escolástica y rector y se informaba que era docto en ella y en la Sagrada Escritura y en Teología positiva, con conocimiento de decretos y concilios, y perito en lenguas latinas, griegas y hebreas, de lo cual dan tes­timonio sus mismos escritos2•

Los escritos y su difusión

Si las pláticas y los manuscritos que dejó el P. Nadal tuvieron un influjo limitado principalmente al interior de la Orden, hasta que se han publicado y hecho del dominio público, hubo sin embargo dos libros o, si se quiere, un doble libro (porque los dos están mutuamente relaciona­dos), que él compuso (1574-1576) en los años últimos de su vida en su retiro de Hall en el Tirol, del cual queremos ocuparnos por la difusión que esta obra alcanzó, aun en las misiones de Asia y América.

Este libro, publicado después de la muerte del autor, se intitula Ad­notationes et Meditationes in Evange/ia quae in sacrosancto Missae sacrifi­cio tato anno leguntur, cum Evangeliorum concordantia historiae integri­tati sufficienti . . . Se publicó en Amberes, año 1594/ 1595.

Pero hemos dicho que esta obra contiene un doble libro. Porque ade­más de esta concordia de los evangelios del año litúrgico, incluidos los de la Cuaresma; además de los comentarios exegéticos a ellos (las adnota-

1 Las obras de Jerónimo Nadal, fuera de los dos libros impresos en el siglo XVI, de que hablamos más adelante, se encuentran hoy en Monumenta Histórica S. l., Epistolae P. H. Nada/, tom. I-III, Madrid, 1896-1902; tom. IV, Selecta Nata/is monumenta in eius epistolis commemorata, Madrid, 1905; tom. V, Commentarii de Instituto S. 1., Roma, 1962; Fontes na17'ativi de S. Ignacio, II, 38-127 (Apología ad doctores Parisienses y otros escritos en el mismo vol. ); Scholia in Constitutiones S. I, 2. ª edic. , Granada, 1976; Pláti­cas del P.}. Nada/ en Coimbra (1561), Granada, 1945; P. H. Nada/ Orationis observa­tiones, Roma, 1964.

2 Para ulterior confirmación y bibliografía, permítasenos remitirnos a nuestro libro Je­rónimo Nada/. Sus obras y doctrinas espirituales, Madrid, 1949, pp. 20 ss.

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tiones); además de las meditaciones correspondientes a cada uno de los evangelios y días, meditaciones por lo general afectivas: este libro debía ir e iba acompañado de otro en que se estamparon 15 3 láminas de la vida de Cristo, impresas en los talleres famosos de Plantin en Amberes. El título de este libro, que apareció antes de las Meditaciones, en 1593, era el siguiente: Evangelicae historiae Imagines ex ordine Evangeliorum quae tato anno in Missae sacnficio recitantur . . . Los dos libros se complementa­ban mutuamente para un método de oración, que junta lo intuitivo de la imagen, lo exegético y bíblico del evangelio y lo litúrgico del año eclesiástico 3.

Para nuestro objeto mariológico lo interesante de estos libros son, cier­tamente, las adnotationes y meditaciones sobre los misterios que se re­fieren a la Virgen Santísima en la vida de Cristo (la Anunciación, pp. 405-410; la Visitación, pp� 577-582; la Purificación, pp. 78-80; la Apari­ción del Resucitado a su Madre, pp. 414-416; la Asunción, pp. 543-544), meditaciones que tienen sus corresp1mdientes imágenes. Pero llaman más la atención cinco imágenes finales (nn. 149-153) sobre la Virgen reunida con los discípulos en Pentecostés, sobre �l tránsito de la Madre de Dios, sobre su sepultura según la tradición eclesiástica, sobre la resucitación de la Virgen por el Hijo, sobre la Asunción a los cielos y coronación por la Santísima Trinidad. Las cuatro últimas de estas imágenes quedan adnota­das o explicadas en el libro de las Adnotationes (pp. 583-587). A estas ad­notationes no les siguen sus correspondientes meditaciones sino un trata­do De Virginis Deiparae laudibus, que alcanza gran extensión (pp. 588-636) en tamaño folio del libro.

De este tratado querríamos ocuparnos. Porque el libro de las Adnotationes (donde está incluido el tratado)

alcanzó gran difusión. Segunda edición el mismo año de la primera, 1595; 3. ª edición en 1607, y última edición en 1707. La Biblioteca Na­cional de Madrid considera esta obra como libro raro; nosotros hemos vis­to ejemplares en Roma, Madrid, Enghien (Bélgica), Granada, Salamanca, Palma, Toledo . . . y es fácil conjeturar que en los tiempos de sus ediciones debió de hallarse en casi todos los domicilios más importantes de la Compañía en Europa, juntamente con el otro libro de las Evangelicae Histonae Imagines, impreso en Amberes en 1593, 1596, 1607, 1647 y

3 Sobre la historia de la composición y edición de este libro de las Imagines y del de las Adnotationes, cfr M. NICOLAU,}erónimo Nada/, pp. 114-132.

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otras reproducciones posteriores4. El influjo alcanzado por estos libros es excepcional, no sólo porque pasaron las fronteras españolas sino porque, además de Europa, llegaron a China y América e influyeron en el arte cristiano de la China.

Hemos constatado los influjos de esta obra en las Meditaciones de Agostino Vivaldi (1565-1641) y de Bartolomé Ricci (1542-1613) de Italia, y en otros autores de Flandes. Sabemos de una traducción al caldeo de las Adnotationes por el misionero de Etiopía L de Azevedo (1573-1634). En China el P. Nicolás Longobardo pedfa los dos libros (1598) al P. general Acquaviva; Lázaro Cattaneo en 1599 escribía pidiendo «o livro das Ima­gens da Vida de Cristo»; el célebre Mateo Ricci en 1605 pedía más ejemplares del libro nataliano por ser libro tan necesario en aquella cris­tiandad . . . , más útil por el momento que la Biblia (Políglota de Plantin), porque las imágenes ayudaban para declarar y poner ante los ojos lo que las palabras no podían expresar5. El P. Juan da Rocha publicó en China hacia 1620 un Método del Rosario con 14 ilustraciones de los misterios inspiradas en las láminas de Nadal, pero adaptadas al gusto chino. Estas láminas ilustraron en 1624 un libro del Rosario en chino, del P. Gaspar Ferreira, que alcanzó gran difusión. También el italiano Julio Aleni publicaba en chino en 1635 la obra Evangelios expuestos por medio de la imagen imitando las del libro de Nadal y aprovechando algunos del Mé­todo del P. da Rocha. Estos grabados del libro de Aleni fueron utilizados en una Vida de Dios salvador sacada de los cuatro evangelios, editada siete veces desde 1635/37 hasta 1887. De las Imágenes, el libro nadaliano, parece que consta el influjo hasta en el mismo Japón y en América española6•

Pues bien, considerada la difusión de los manuscritos y, sobre todo, de las obras impresas del P. Nadal, podemos preguntarnos sobre el influ­jo de su pensamiento mariológico. Pero antes convendrá recordar el clima y ambiente mariano en que se movía este autor.

4 Cfr jer. Nada/, pp. 144 ss.

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Cfr ibid., pp. 180-181. Cfr ibid.' pp._ 182 SS.

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Ambiente mariano que rodea a este autor

Desde luego el P. Nadal, además de estar influido en sus años de Pal­ma por ambiente franciscano7, se mueve después en un clima de profun­da espiritualidad mariana que caracteriza los primeros tiempos de la Compañía de Jesús. Los santuarios de Aránzazu, Montserrat, Montmartre y San Paulo fuori le mura, donde se venera una imagen bizantina de María, son jalones que marcan etapas importantes en la vida del Funda­dor y en la gestación de la Compañía. Los primeros votos de los primeros compañeros se emitieron en Montmartre el día de la Asunción de María. Y -escribe uno de ellos, Simón Rodríguez- «a esta Virgen todos los Padres la tomaron como favorecedora en esto, y como protectora y como abogada para con su Hijo Jesús Nuestro Señor»8, y en 22 de abril de 1541 emitieron en Roma su profesión solemne ante la mencionada imagen de la basílica de San Pablo. En los Ejercicios de San Ignacio es norma apren­dida en ellos9 acudir a la intercesión de la Madre para con el Hijo, cuando se trata de alcanzar gracias importantes. La educación de la juventud bajo el patrocinio de la Anunciata comienza en las Congregaciones marianas en 1563-156410; después bajo el estandarte de la Inmaculada Concepción, y son conocidos los trabajos de los jesuitas desde sus orígenes (que pronto podremos confirmar estudiando a Nadal) en defensa de este dogma11•

Pensamiento mariológico de Nadal

Comencemos por el tratado De Virginis Deiparae laudibus. La meditación que corresponde a las cinco imágenes de María desde

Pentecostés hasta la Coronación (imágenes 149-153)12 comienza en forma de coloquio preguntando a los ángeles: Quae est ista. . . ( Cant. , 8, 5) y pasa a tratar de la «Predestinación primera y excelentísima de la Virgen Madre según la predestinación del Hijo» (pp. 588-589). Considera en di­ferentes apartados que «hay que alabar a la Madre de Dios según el Hijo»

7 Ibid., pp. 428-431. s De origine et progressu S. J.: MHSI, Epist. PP. Broeti .. . S. Roderici: p. 458. 9 Exercitia, n. 63, 147. 10 Cfr Nata/is Commentarii de Instituto S. /. (Epist. Nat. V), p. 837 in nota. 11 Cfr A. DRIVE, María y la Compañía de jesús, Tortosa, 1916, c. 4 y 5. 12 Son la Virgen en Pentecostés, en su Tránsito, Sepultura, Resucitación, Asunción y

Coronación por la Santísima Trinidad.

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(pp. 589-590), «la predestinación excelente de la Bienaventurada Virgen» (pp. 590) y que «la gloria del Hijo, que se deduce de las sagradas Escritu­ras, redunda en la Madre» (pp . . 590-591). Más importante parece todo lo que sigue: «lo que propiamente nos transmitieron de la B. Virgen las Sagradas Escrituras» (pp. 591-592), sobre la «hermosura de María» (p. 592), «sin mancha» (p. 592). Expresamente y de propósito se ocupa «De la _concepción inmaculada de María» (pp. 593-594).

La Concepción inmaculada

Reconoce lo que llama la inclinación de la Iglesia a predicar esta Con­cepción inmaculada. Porque Sixto no condenó el decreto del concilio de Basilea en favor de la Inmaculada 13 sino que favoreció esta doctrina y culto14. Los mandatos de Sixto IV fueron confirmados por el Tridentino, que no quiso reprobar este culto y fiesta ni quiso incluir a la Virgen María en el decreto sobre el pecado original15. De ahí concluye el P. Nadal que las expresiones bíblicas sobre la universalidad del pecado original no las entiende la Iglesia de María ni nosotros las podemos entender. Luego el concilio Tridentino lo entiende de la preservación del pecado original en María. Prefirió el concilio -prosigue Nadal- proceder con suavidad y que poco a poco todos los fieles accediesen a esta devoción. La aprobación de la Iglesia aparece también en la aprobación y edición del Oficio de la Concepción y precisamente por Pío V de la Orden de Predicadores. Los que antes no eran tan propensos a esta devoción, ¿no es verdad -pregunta- que hoy cambiarían su opinión al ver la inclinación de la Iglesia? Si uno pudiera decir de su padre que estuvo exento del pecado original, y la Iglesia le invitara con premios a decirlo, ¿no es verdad que lo diría? Pues nosotros digámoslo de nuestra Madre. No quiere Nadal discu­tir ni altercar con los que profesan sentencia contraria; pero concluye: «Servemus autem simpliciter utrique et absque u/lo praeiudicio, Xisti, Concilzi' decreta, et abundemus in nostris sensibus in chantate, modestia et submissione cordis in Chnsto» (p. 594)16•

1 3 Puede leerse este documento conciliar en Denzinger-Schonmetzer, Enchindion .symbolorum, n. 1400.

14 La constitución de Sixto IV, Cum praeexcelsa, sobre la Inmaculada Concepción (27 de febrero 1477), en Dz-Sch, ibid., n. 1400 (734). También en la constitución Grave ni­mis (4 septiembre 1483), ibid., n. 1.425 s. (735).

15 Sesión 15, Decretum de peccato ori.ginali, c. 6: ibid., n. 1. 516 (792). l6 Adnotariones et Meditaúones, 2. ª edic. (que es la que siempre citamos), p. 594.

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Recuerda también el P. Nadal que Dios puso enemistades entre la ser­piente y la mujer y lee con la Vulgata que «ella quebrantará tu cabeza», porque -dice- el pronombre hebreo hv' (hu') puede aplicarse al mas­culino y femenino (p.· 595 ).

La doctrina sobre la Inmaculada Concepción es frecuente también en otros escritos de Nada/.

Como Duns Scoto y otros, sostiene que la Virgen María fue predesti­nada a la Concepción inmaculada mediante una redención preservativa17• Entiende que fue preservada la materia que precedió a la animación y el alma preservada del pecado en su creación 18. La Virgen fue preservada del pecado y del contagio de toda concupiscencia y del fómite 19. En cierta ocasión el P. Nadal tuvo «pleno sentimiento de la Inmaculada Concep­ción de María y celebridad que hay en el cielo [parece ser en un día de la fiesta], y paz porque esta verdad se definiría por la Iglesitt»2º. En el día de la Concepción -dice- sólo podrás dar gracias a Dios por los beneficios y dones que concedió a María, y será maravillosa ocupación 21• Notemos también el procedimiento que propugna Nada! para propagar esta doctri­na: «No hay que proceder con aspereza contra aquellos que sienten lo contrario, sino dulce y devotamente; así aceptarán más fácilmente la verdad»22•

Continuando el análisis del tratado que estudiamos, Nada! ve en el Antiguo Testamento diferentes tipos o imágenes de María: la Madre de los vivientes (p. 595); el Arca de Noé, refugio de los mortales; la fecundi­dad de Sara y Rebeca; María la profetisa (Ex 15); la zarza que ardía sin consumirse, el Arca de la Alianza (Ex 2 5); la ciudad de refugio (Dt 4); Débora y Yahel (Iueces 4); Ana de Helcana, la madre de Samuel (1 Reg 2); la reina que asiste a la derecha del rey (Sal 44), la tierra que bendijo el Señor (Sal 84), la tierra de la que salió la verdad (Sal 84); la «via viri in adulescentula», interpretando así el hebreo almah (Prov 24 ex LXX), el huerto cerrado (pp. 596-599). De los libros proféticos recuerda el vaticinio de Isa 7 (pp. 599-600); el «femina circumdans virum» de Jer 31; la puerta del santuario, la puerta oriental (pp. 600-601).

17 Orationes observationes, n. 3 77, p. 138. 1s Ibid. , n. 516, p. 173. 19 Ibid. , 563, p. 182. 20 Ibid. , n. 182, p. 73. El subrayado es nuestro. 21 Ibid. , n. 634, p. 195. 22 Ibid. , n. 516, p. 173.

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Se comprende que nuestro autor se alargue en los elogios de la Virgen sacados del Evangelio (pp. 602-616). Va recorriendo en los misterios de la vida de Cristo la participación de María en ellos.

Notemos, respecto del misterio de la Encarnación, un pensamiento que no es frecuente en los autores: la Encarnación se hizo eficientemente por la Santísima Trinidad (en esto convienen todos los teólogos); pero en la Encarnación sobresalen el Amor y la Potencia de Dios; por esto la En­carnación se atribuye al Amor producido de Dios, al Espíritu Santo, y a la Fuerza de Dios, al Hijo de Dios, pensamiento este último no tan frecuente23•

Maria, Madre de la Iglesia

Pero lo que parecerá más digno de mención en este autor es que ya en el siglo XVI se hable por Nadal de manera bien explícita y formal de Marfa, Madre de la Iglesia (p. 617). Es un apartado que lleva por título Maria, Ecclesiae Mater et Filia.

Traduzcamos el pensamiento y doctrina del P. Nadal:

«Suma fue siempre la unión de María y la Iglesia; sumo el mis­terio de esta unión.

Porque, siendo la Madre de Dios María el miembro principal del cuerpo de la Iglesia, y más excelente que todos los demás miembros, sin embargo, la Iglesia es también su Madre; pero de tal manera es su Madre, que la Iglesia recibe de María el ser Madre de ella y de todos los que son de la Iglesia. Porque ¿no recibe de Cristo la Iglesia el ser Madre, y precisamente por Cristo? Pues María es quien ha traído Cristo a la Iglesia.

Y así todo lo que la Iglesia tiene de bueno, todo lo que tiene de dignidad, lo tiene de Dios, pero también en su tanto lo tiene de María; lo debe a Dios, pero también a María, de quien la Igle­sia lo recibió por medio del único Mediador Cristo. Porque no quiso Dios que Cristo fuese Mediador sino concebido y nacido de María; para que entendamos que María nos parió a Dios, nos dio el Mediador y Redentor».

23 «Propterea producto Amori divino Spiritui Sancto divina haec operatio attribuitur, et virtuti Altissimi Dei Filio, qui est virtus Patris». Adnotationes et Meditationes, p. 605.

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La divina maternidad de María, dando su Hijo a la Iglesia, es pues, se­gún el P. Nadal, el fundamento de la maternidad de María sobre la Igle­sia. Y si la Iglesia es Madre lo debe a Cristo, el cual le viene por María.

«Por eso -continúa Nadal- una y otra (María y la Iglesia), es madre, y de una y otra: la Iglesia, de María; y María, de la Iglesia; ésta (la Iglesia) de aquélla (de María), porque ésta es el cuerpo de Cristo, y aquélla es miembro de este cuerpo; María, de la Iglesia, porque para que la Iglesia fuese madre, no solamente de María, sino de todos sus hijos, lo recibió de María, que concibió y parió a Aquel por quien la Iglesia es madre.

De ahí resulta que la Iglesia tributa a María un honor princi­pal, como a la Madre de su Esposo divino y autor y consumador de todos los bienes. María rinde honor a la Iglesia, ya que María misma de la Iglesia ha nacido y ha sido educada y llevada a tal punto, que fuese elegida Madre de Dios.

La Iglesia, pues, recibió de María a Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Porque Cristo, siendo el Hijo eterno de Dios, en el tiempo nació de María, hija de la Iglesia. El Hijo de Dios fue hecho Esposo de la Iglesia por su encarnación de María. Es herma­no de la Iglesia, ya que es Hijo natural de Dios, como la Iglesia es hija de Dios adoptiva».

Todavía proseguirá nuestro teólogo explicando las relaciones entre Cristo y la Iglesia, así como las de María con la Iglesia:

«Cristo -dice- es cabeza de la Iglesia, como que ésta ha reci­bido de Aquél todo influjo de gracia, de dones y de carismas, toda conexión del espíritu y unión 24• La Iglesia es cuerpo de Cristo, ya que ha recibido de El la unión del espíritu, y resulta que por El es apacentada, aumentada, gobernada, y recibe fecundidad espiri­tual para engendrar, nutrir, aumentar y gobernar a sus hijos.

María, mientras vivió, estuvo sometida a la Iglesia; estaba asi­mismo a la obediencia de Pedro, Vicario de Cristo. Pero, aun sien­do la Iglesia tan excelsa, de suerte que es gloriosa, sin tener mancha o arruga o cosa semejante, sino siendo santa e inmacula­da, sin embargo, nunéa tuvo ni tendrá miembro alguno, ningún

24 «Ümnem connexionem spiritus et subministrationem»; cfr Ef 4, 16.

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fiel, a quien María no aventaje en gran manera en gracia, dones, prerrogativas celestiales y prestancia en todas las virtudes.

Pues ¿qué? ¿No es excelencia singular de María que la fuerza espiritual que la Iglesia recibió de Dios no alcance a engendrar a aquella hija, sino que ésta ha sido engendrada espiritualmente por Dios con singular privilegio? Porque no fue, como las demás niñas, purificada del pecado original, y consagrada por el sacrifi­cio, mediante el ministerio de la Iglesia; sino que fue por Dios próximamente santificada en su concepción, y preservada de todo pecado, y ennoblecida con sobresaliente gracia y dones, y confir­mada en ello perpetuamente, aun cuando para ella se ofreció des­pués el sacrificio como para las demás niñas.

Dios, pues, creó aquella Hija, y la dio a la Iglesia, y sirve al cuerpo de la Iglesia por divina prerrogativa»25.

25 He aquí el texto latino: Maria, Ecclesiae Mater et filia. Summa fuit semper con­iunctio Mariae Virginis et Ecclesiae, summum huius coniunctionis mysterium. Nam quum sit Ecclesiae corporis membrum praecipuum Mater Dei Maria, et quidem aliis membris omnibus excellemius, Mater tamen eius est Ecclesia; sed ita Mater, ut per eam accipiat ut mater sit et eius et omnium qui de Ecclesia censentur. Nonne habet Ecclesia a Christo ut Mater sit et per Christum? At hunc attulit Ecclesiae Maria.

Itaque quicquid habet Ecclesia boni, quicquid dignitatis, id habet a Deo, habet etiam suo gradu a Maria; debet Deo, debet etiam Mariae, ex qua illa accepit per unicum Me­diatorem Christum. Neque enim voluit Deus hunc esse Mediatorem nisí ex Virgine Maria conceptum et natum: ut intelligamus Mariam peperisse nobis Deum, dedisse Mediatorem et Redemptorem.

Quocirca Mater est utraque utriusque; Ecclesia Mariae, Maria Ecclesiae; haec illius, quia haec est corpus Christi, illa huius corporis membrum; Maria Ecclesiae, quia ut haec esset Mater non solum illius, sed omnium filiorum suorum, a Maria accepit, quae illum concepit et peperit, per quem est Mater.

Hinc fit ut Ecclesia Mariam honore principali prosequatur, ut Matrem Sponsi sui Dei, et omnium bonorum auctoris et consummatoris; Maria Ecclesiae honorem tribuat, ut ex qua nata ipsa fuerit, et educata, et eo deducta unde Dei Mater eligeretur.

Accepit igitur Ecclesia Christum a Maria verum Deum et verum hominem. Hic enim, quum sit Dei Filius aeternus, ex tempore natus est ex filia Ecclesiae Maria. Hic factus est Sponsus Ecclesiae per eius ex Maria incarnationem. Hic frater Ecclesiae est; nam Filius Dei naturalis, ut Ecclesia filia Dei adoptiva.

Christus Ecclesiae caput, ut, a quo accipiat illa omnem influxum gratiae, et donorum, et charismatum, omnem connexionem spiritus et subministrationem: [p. 617 b] Ecclesia corpus Christi, ut quae ab eo unionem spiritus acceperit et habeat, ah eo pascatur, auge­atur, gubernetur, foecunditatem accipiat spiritualem gignendi, nutriendi, augeridi, gu­bernandi filios su os.

Ecclesiae, quoad vixit, subdita fuit Maria, erat etiam in Petri Christi Vicarii obedien­tia. Verum, quum ita excellat Ecclesia, ut sit gloriosa, non habens maculam, aut rugam, aut aliquid huiusmodi, sed sit sancta et immaculata: non tamen habuit unquam, non est habitura membrum aliquod, aliquem fidelern, cui gratia, donis, paraerogativis caelesti­bus, omni virtutum praestantia non longe antecelleret Maria.

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DOCTRINA MARIOLOGICA Y ASCETICA MARIANA DEL P. JERONIMO NADAL (1507-1580)

Hoy, después que recientemente Pablo VI declaró a Maria Madre de la Iglesia, durante el concilio Vaticano II, sorprende encontrar esta verdad teológica expuesta de manera tan explícita en un teólogo del siglo XVI, que analiza con sutiles distinciones las relaciones entre María y la Iglesia.

En este mismo tratado De Virginis Deiparae laudibus, más adelante enseña Nadal que las particularidades que leemos en el Apocalipsis (12, 1-10) acerca de la Mujer aparecida en el cielo se aplican a María y a la Iglesia (pp. 617-618). La Mujer está vestida del sol, por la luz del Verbo que se unió íntimamente a ella; la luna símbolo de la mutabilidad y del pecado está, no como vestidura sino a los pies de María; tiene corona de doce estrellas, que son las excelencias de los doce patriarcas, de los doce apósto­les y de todos los ángeles. A todos los antecede en dones. Los clamores antes del parto son de María y de la Iglesia, no en la concepción o en el parto. Clama la Iglesia y, por ella, también María. Se dicen estos clamores de la significación mística de la concepción y parto de los hijos de Dios26.

Prosigue nuestro P. Nadal las alabanzas de María hablando de la lucha del dragón contra la Iglesia y contra Ja descendencia de la Mujer. Habla también del gozo de los ángeles y de los bienaventurados en la Asunción de María.

Termina todo el tratado con una ]larga transcripción (pp. 621-636) de escogidos textos de los Santos Padres en alabanza de María 27•

En otras meditaciones de este libro podremos observar en el sentido realista con que interpreta o describe la Anunciación. No se trata de una mera iluminación interna en María; el ángel Gabriel se acomoda, del aire,

Quid? Illa non est excellentia Mariae singularis, ut vis spiritualis quam a Deo accepit Ecclesia, ad illam filiam generandam non attigerit, sed illa singulari privilegio a Deo sit spiritualiter generata? Non enim fuit, ut aliae infantulae, ab originali peccato per sacrifi­cium Ecclesiae ministerio purgata el consecrata, sed a Deo proxime sanctificata in concep­tione, et ab onmi peccato praeservata, et praestanti gratia et donis nobilitata, et in eo per­petuo confirmata, etiam si pro ea similiter atque pro aliis puellulis sit oblatum postea sacrificium.

Creavit ergo illam filiam Deus, et dedit Ecdesiae, ! et eius corpori inservit divina praero­gativa» (Adnot. et Medit., p. 617).

26 Hay autores que, como E. Nácar, entienden esta Mujer, de la Iglesia del Antiguo Testamento, que nos da el Mesías, y luego la del Nuevo Testamento. Otras opiniones que ven a María o a la Iglesia en la Mujer del c. 12, pueden verse resumidas en S. BARTINA, La S. Escritura N. T. (Madrid, BAC), tom. IIF (a. 1967), pp. 730-733.

27 Los Padres cuyos textos menciona Nadal son: Santos Ireneo, Cipriano, Atanasio, Eusebio Emisseno, Efrén, Hilario, Basilio, Gregorio Nazianceno, Ambrosio, Juan Damas­ceno, Epifanio, Jerónimo, Crisóstomo, Agustín, Cirilo Alejandrino, León I, Gregorio Magno, Orígenes.

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un cuerpo. El autor se alarga tratando de la ausencia de todo pecado (y del original) en la Santísima Virgen (pp. 408-409).

Cuando Jesús a María da por hijo a Juan, en él nos da a nosotros: «et in Joanne universam Ecclesiam et píos omnes; et quum Joannis matrem illam pronuntiat, facit omnium fidelium et peccatorum matrem et patro­nam benignissimam»28•

Otras particularidades dignas de mención en este libro se refieren a María reconocida y proclamada Reina del universo (imagen 15 2).

Pensamiento mariológico en. otras obras del P. Nadal

Si todavía queremos investigar fa devoción mariana que aparece en otras obras del P. Jerónimo Nadal, recordaremos que en sus pláticas y escritos ,para los jesuitas ha mencionado varias veces el voto de castidad ofrecido a Dios por San Ignacio, pero recibiendo por abogada a Nuestra Señora 29, y que «a la Virgen María le consagró su castidad para armarse con este escudo contra la petulancia de la carne»3º. Y que San Ignacio vi­sitó a Nuestra Señora de Montserrat y se armó caballero de Cristo «confe­sándose generalmente, y comulgando un día de la Anunciación de Nuestra Señora, 1522»31. Allí «consagró a Cristo y a su Madre augustísima los comienzos de su pobreza»32• «Dedicó sus armas, su espada y puñal, a la Virgen Madre como presente u ofrenda (anathema). Con este culto dio comienzo a su noviciado, velando la noche, orando ante la imagen de la Virgen sacrosanta, como un caballero que vela sus armas según el solemne y antiguo rito de la nobleza. Aquella noche era la vigilia de la Anun­ciación de María, del año 1522»33.

No será raro que Nadal en sus pláticas exhorte a invocar la ayuda de Nuestra Señora para la castidad 34 � En una meditación de los pecados capi-

28 Adnot. ed Medit., p. 570. Un resumen de la exégesis moderna sobre este punto en C. Pozo, Cristo, nuestro hermano: «Reino de Cristo», marzo, 1979, pp. 10-14.

29 Pláticas de 1554 en España: Comment. de lnsti't. S. l. , p. 103; cfr Pláticas de Alcalá (plática 10), ibid. , p. 416.

30 Dialog. JI, n. 7, ibid. , p. 608. 31 Pláticas de 1554, ibid. , p. 40; Pláticas de Coimbra (plática 3, n. 7), p. 64. 32 Dialog. JI, n. 7, Comment. de Inst. S. I. , p. 608. 33 Dialog. JI, n. 7: ibid. , pp. 608-609. 34 Pláticas de Alcalá (pl. 10): ibid. , p. 421. CTr Plática 13 Coimbra, p. 145: «El que

viene del século . . . (debe resistir a las males inclinaciones que tenía) ayudándose también de se encomendar a la Madre de Dios siempre Virgen María».

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tales, al tratar de la lujuria, «contempla -escribe- la pureza de Cristo, infinita en la divinidad, inmensa en su alma y cuerpo; · y la pureza excelentísima de María su Madre y su perpetua virginidad, de mepte y de carne. Considera esto con cuanta mayor puedas piedad y abstracción de mente, y te deleitará la pureza, la sinceridad y castidad de tu mente y car­ne; de allí cobrarás fuerzas para estas cosas, te agradarán los pensamientos puros y púdicos, imitarás a los ángeles con la limpieza de cuerpo y mente ... »35•

En las Pláticas de Coimbra y Alcalá habla del culto de hiperdulía que se tributa a Nuestra Señora36. Nadal ensalza «la dignidad, perfección, santidad de la Virgen 0wTOxou (theotókou), que no solamente sobrepasó en mucho todos los santos hombres, sino que los superó en pureza y gra­cia y excelencia de dones . . . La Virgen Madre de Dios abrazó perfectísi­mamerite la sanidad, muy ilustre en todas las ·virtudes heroicas, la .cual .como aurora lucidísima y placidísima nos dio a Cristo Jesús, Sol de Jus-

• • 37 ttCia . . . » .

En su escrito De virtute oboedientiae recuerda Nadal que «la Virgen obedeció perfectamente en la concepción del Verbo eterno, suspendiendo su juicio en una cosa dificilísima sobre todas y puesta por encima de todo sentido humano»3s.

Donde aparece de manera más ferviente la devoción del P. Nadal a María es en su diario de la oración, escrito de manera anónima, con el título Orationis observa#ones39.

Un gran principio en esta devoción mariana es la intercesión poderosa y universal-de María para obtener toda clase de gracias:

Nadal recomienda acudir a la Virgen para que interceda habiendo lla­mado a los santos, a todos los ángeles, a toda la corte celestial. Aquí hay -dice- un gran honor para la Virgen y una oración eficaz40. «Cuando invocamos a la Virgen 0wTOxov, [Theotokon], Madre de Dios, podemos sentir su auxilio, como si pasara por todos los ángeles y santos hasta nos­otros»41. Anima a invocar a María por encima de todos los santos y ánge-

35 Orationis observationes, n. 802, p. 248. 36 Pláticas 19 Coimbra, n. 7, p. 188; Plática 14 Alcalá: Comment. de Inst. S. l.,

p. 486. 37 Dialog. J., n. 48: Comment. de lnstit. S. l. , pp. 565-566. 38 De virtute oboedientiae, n. 16: ibid. , p. 506. 39 Publicamos esta edición completa de los sentimientos natalianos en oración en

Roma 1964. Pertenece a la colección de Monum. Hist. S. l. , vol. 90 a. 4o Orationis observationes, n. 87, p. 55. 41 Ibid. , n. 253, p. 105.

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les, como que ella puede realizar las intercesiones de todos los santos42. Si a los santos les pide (Nadal) en un género o don particular en que Dios los escogió para nuestra ayuda, a la Virgen gloriosa ie pide todas las cosas y también las suyas privadas43. Después de Dios, por encima de los ánge­les y santos, invocas a la Virgen y sólo a ella, como que puede dar lo que pueden las intercesiones de todos los santos y ángeles44. Hay que echarse a los pies de la Virgen María y, si persevera la tentación, callar en su pre­sencia y por el silencio mostrar la tentación a la Virgen, a la Madre de mi­sericordia . . . 45. Invocarla es defensa contra todas las tentaciones46. Temor si por ti no intercede la Virgen47. Se repelen los pensamientos importunos si en el corazón te unes a Dios, al alma de Cristo, a la Virgen Madre de Dios, al Angel custodio 48.

Sobre la devoción a María recojamos algunas luces o sentimientos de este libro:

_ A Dios -escribe- se le encuentra (entre otros sitios a donde acudir) . . . en la Virgen María 49. Es beneficio singular si uno recibe y siente devoción peculiar a Jesús y María, y así ama a los que tienen esta devo­ción. Hay que pedirla5°. La devoción que tenemos a María hace que ame­mos a los otros que la tienen, que no pensemos mal de ellos ni cosa de ellos nos ofenda51. Pide a la Virgen, por devoción a ella, que te indique en qué cosas le puedes hacer algo agradable; se te aumentará la devoción 52. «Contempla y adora a la Virgen Madre de Dios . . . , entenderás que es Madre de misericordia, de piedad divina, de caridad . . . , de reden-ción .. , porque es Madre de Dios; y que es Madre nuestra por adopción en el Hijo. Y por esto todo lo que Cristo nos mereció podemos referirlo como recibido de Ella, ya que por Ella recibieron a Cristo los mortales»53. La devoción singular a la B. Virgen es una de las señales que son gran ar-

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42 Ibid. , n. 635, p. 195. 43 Ibid., n. 268, p. 110. 44 Ibid. , n. 635,p.195. 45 Ibid. , n. 52, p. 46. 46 Ibid. , n. 947, p. 291. 47 Ibid. , n. 687, p. 202. 4s Ibid. , n. 676, p. 201. 49 Ibid., n. 837, p. 258. 50 Ibid. , n. 731, p. 219. 51 Ibid. , n. 618, p. 190. 52 Ibid. , n. 670, p. 200. 53 Ibid. , n. 656, p. 198.

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gumento de la gracia que está en el alma54. A María la considera (Nadal) exaltada sobre los ángeles, y recibe luz de ella55. «Hay que alabar a la Vir­gen BwTOxov [theotókon ], ensalzarla, adorarla, etc., porque es alabada y honrada por su Hijo Dios. La devoción a María se le dio a uno con lágri­mas; después de dos días sintió que se le había dado gracia contra cierta tentación»56. Hay que dar gracias a Dios, a la Virgen . .. ; por los beneficios que ignoramos o a los que no atendemos por nuestra negligencia57• Al alabarla nosotros Ella lo refiere todo a Dios, como si repitiera el «Magnifi­cat ... fecit mihi magna ... respexit humilitaten anczllae». «Cuanto mayor es María en sus dones, tanto más alaba a Dios el que alaba a María»58• «Uno oraba para que se le concediese el don de oración; sintió que le en­viaban a Cristo, pero al acercarse a El, como aterrado por su majestad y confundido por las penas que había sido causa que padeciese, iba a la Virgen Madre y a los santos. Por ellos esperaba ser familiar a Cristo y a Dios por la misericordia de Dios y méritos de Cristo»59. Antes de comen­zar un cauterio «sintió gran consolación y sentimiento espiritual, cual si recibiera como madre a la Virgen Madre de Dios, que cuidaría de mí con gran suavidad y piedad»6º. Que la Virgen María gobierne tus acciones, sobre todo tu edad, y todas las edades tienen sus dificultades y peligros. Ayudará prometer alguna peregrinación a Loreto si estuvieres en Italia, o a algún célebre santuario si en otras naciones ... La Virgen con suavidad cuidará de ti .. . por sí o por sus ángeles y santos ... ; te llevará al Hijo y al Padre61. «Considera un gozo pleno y suave el último momento de esta vida temporal; y espera en él la presencia de Cristo, de María Madre de Dios, de los santos, de la luz divina»62.

Entre las devociones particulares que fomenta Nada/ encontramos el Rosasio63 y la peregrinación al santuario mariano de Loreto64•

54 Ibid. , n. 743, p. 222. 55 Ibid., n. 256, p. 106. 56 Ibid. , n. 354, p. 133. 57 Ibid. , n. 605, p. 189. 58 Ibid. , n. 741, p. 221. 59 Ibid. , n. 479, p. 166. 60 Ibid. , n. 480, p. 166. 61 Ibid., n. 884, p. 270. 62 Ibid. , n. 892, p. 272. 63 Ibid. , n. 840, p. 259. 64 Ibid., n. 854, p. 264; n. 678, p. 201; n. 681, p. 202; n. 622, p. 191; n. 578,

p. 184.

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Otras particularidades del pensamiento mariológico o mariano de je­rónimo Nada/. «La salutación del Arcángel Gabriel puedes interpretarla piadosamente como el desposorio de la B. Virgen con Dios Padre omni­potente»65. María, al decir Fiat mihi secundum verbum tuum (Le 1,38), cooperó con la gracia en la concepción del Hijo y así se hizo Madre de Dios y del hombre66. Las palabras Quid est quod me quaerebatis... (Le 2,49), aunque pudieran parecer un tanto duras fueron gratísimas a la Vir­gen, p�rque en ellas Jesús abría el misterio de su redención y misión67. «Cristo te da madre desde la cruz. ¿Por qué cesas (tardas) de acudir a ella? Venérala, adórala, invócala, no tanto tu Madre, cuanto Madre emperatriz y Señora de los cielos»68. «Cristo nos encomienda a la Madre, si alguno lo pide por devoción a la Madre; y esta recomendación sí que es singular y grande sobre todo lo que pueda decirse»69. Los apóstoles y, en concreto, Pedro y Juan, «después del prendimiento de Jesús, se pondrían bajo el amparo de María, y serían defendidos del temor; Pedro concebiría espe­ranza de perdón. Para que entendamos que hemos de recurrir a la Virgen Madre, si por descuido o por pecado dejamos a Cristo, o no nos mueve d amor a la cruz, o estamos en desolación o aridez. Jesús nos lo encomendó desde la cruz, cuando dijo a la Madre: He ahí a tu hijo; y aJuan: He ahí a tu Madre; como si nos encomendara en Juan, y para encomendarnos acu­dir a ella como a Madre» 70.

Conclusión

Estos son los puntos que nos han parecido principales en la Mariología de Jerónimo Nadal y en su piedad mariana. Destaquemos el pensamiento netamente concepcionista de nuestro autor, que ha venido poderosamen­te razonado por la inclinación de la Iglesia en promover esta fiesta. Tam­bién en el P. Nadal se daba el presentimiento de una futura definición de este dogma, y, en cuanto al método para conseguir su difusión, habrá lla­mado la atención su consejo de proceder con suavidad con los partidarios de la otra sentencia.

65 Ibid., n. 745, p. 222. 66 Ibid., n. 917, p. 279. 61 Ibid., n. 852, p. 263. 6s Ibid., n. 831, p. 256. 69 Ibid., n. 579, p. 184. 10 Ibid., n. 845, p. 260.

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También nos ha parecido digno de mención en la Mariología de Na­da! su pensamiento de María Madre de la Iglesia, ya en el siglo XVI, que se armonizaba con el de María Hija de la Iglesia. Si es imposible ser a la vez madre e hija no lo es cuando se trata de perspectivas diferentes o de relación desde diversos puntos de vista.

En el aspecto de la devoción mariana, señalemos el pensamiento de que jesús nos encomiende a su Madre, que es altísima recomendación. También el que la Virgen gobierne la edad en que uno se halla, pues to­das las edades tienen su dificultad.

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