documento síntesis del foro
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✓ Introducción: un diálogo entre todos y para todos ✓ Síntesis de las aportaciones recibidas
o Razones para un nuevo currículo de Religión (Sesión 1) o Retos de la escuela y la sociedad del s. XXI a la ERE (Sesión 2) o De la Teología a la pedagogía de la religión (Sesión 3) o Psicopedagogía para una renovada clase de Religión (Sesión 4)
✓ Conclusiones: Hacia un nuevo currículo de Religión
DOCUMENTO SÍNTESIS
DOCUMENTO SÍNTESIS / Comisión Episcopal para la Educación y Cultura
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INTRODUCCIÓN: UN DIÁLOGO ENTRE TODOS Y PARA TODOS
En las palabras de clausura del Foro Hacia un nuevo currículo de Religión católica. Un diálogo entre todos
y para todos, el 16 de marzo de 2021, Mons. Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo, presidente de la
Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, anticipó que se pondría a disposición de todas las
personas implicadas en la enseñanza religiosa escolar (ERE) una síntesis de los contenidos tratados en sus
distintas sesiones. El documento final de síntesis que a continuación se presenta, ha sido elaborado por el
Secretariado de esta Comisión y recoge, desde la perspectiva de los temas planteados en cada una de las
sesiones, algunos destacados de las ponencias, los cuestionarios y las aportaciones recibidas que habría
que conservar como recapitulación del trabajo realizado.
Las cuatro sesiones del Foro han sido expresión del procedimiento con el que la Comisión Episcopal para
la Educación y Cultura ha querido abordar la responsabilidad de repensar el currículo de Religión católica.
Para ello, puso en marcha un proceso de debate y participación abierta a todos los implicados en la ERE
en el que reflexionar sobre las fuentes del currículo, e identificar aquellas cuestiones que deben tenerse
en cuenta para una adecuada renovación curricular.
En cada una de esas sesiones se pudieron escuchar ponencias marco, paneles de debate y buenas
prácticas, en los que diferentes intervinientes expusieron sus reflexiones en torno a los temas planteados.
Quienes siguieron las intervenciones dispusieron, en la web, de distintas vías de participación:
- Preguntando en directo durante la emisión del Foro.
- Contestando a las preguntas del cuestionario de cada una de las sesiones.
- Respondiendo a la pregunta abierta al final de los cuestionarios.
- Enviando aportaciones escritas a la dirección de correo habilitada al efecto.
En la recogida del Foro se ha querido distinguir dos tipos de información: lo que hemos denominado “El
Foro en cifras”, que muestras los datos y estadísticas generales del Foro; y un “Documento síntesis” en el
que se han recogido aquellos contenidos que, o bien parecen relevantes por su relación directa con el
tema propuesto en el Foro, o bien que los participantes han hecho notar que son importantes de cara al
nuevo currículo.
“El Foro en cifras” muestra los datos estadísticos de las visitas a la web “Hacia un nuevo currículo” y al
canal de YouTube de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura, así como la lectura estadística de
las respuestas a los cuestionarios. Ambos materiales han sido elaborados, respectivamente, por el Dpto.
de Informática y por la Oficina de Estadística de la CEE.
El “Documento síntesis” está estructurado en tres partes: esta “Introducción”, la síntesis de las
aportaciones recibidas en cada una de las sesiones, y las conclusiones generales.
La parte central de este Documento, dedicada a las aportaciones recibidas, recoge en primer lugar la
reflexión propuesta en las respectivas ponencias marco, en paneles de debate y buenas prácticas en torno
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a la ERE; en segundo lugar, sintetiza buena parte de la participación de la comunidad educativa de la ERE,
tanto a través de sus respuestas a los cuestionarios como a las preguntas abiertas y envío de otras
propuestas.
Para la realización de este apartado, lo primero que se hizo fue una lectura de todo el material, así como
una nueva escucha de cada sesión del Foro, orientadas al reconocimiento de aquellos elementos que
resultaban significativos y recurrentes en el conjunto de las aportaciones.
De las ponencias, paneles y buenas prácticas se han recogido las reflexiones que pueden ofrecer
consideraciones valiosas para la elaboración del nuevo currículo de ERE y que, además, han tenido un eco
en numerosas aportaciones recibidas. De los cuestionarios, para facilitar la lectura de los resultados, se
recogen agrupados aquellos valores que permiten extraer conclusiones generales de las cuestiones
relevantes de cada sesión. Y por último, de entre todas las propuestas recibidas, hemos recuperado e
insertado de manera literal afirmaciones que ofrecen una visión panorámica de la pluralidad de
aportaciones. No se incorporan en este Documento propuestas concretas de contenido para el nuevo
currículo, pero, junto con todo el material recopilado, serán tenidas en cuenta en la siguiente fase del
proceso. Por respeto al carácter privado de estas comunicaciones, no se identificarán en el texto ni se
publicarán, las contribuciones personales o institucionales.
La tercera parte de este “Documento síntesis” presenta las conclusiones generales del Foro,
sistematizando posibles ejes que podrían orientar la elaboración del nuevo currículo.
Este Documento, en su conjunto, puede ser también un recurso para que todos los implicados en la ERE
puedan profundizar en la adecuada renovación y actualización de nuestra materia.
Como ya señaló Mons. Alfonso Carrasco al clausular el Foro, reiteramos el agradecimiento a todas y cada
una de las personas que de distinta manera han hecho posible esta fase participativa del proceso.
Madrid, 22 de abril 2021
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SÍNTESIS DE LAS APORTACIONES RECIBIDAS
Razones para un nuevo currículo de Religión
La primera sesión del Foro se planteó como horizonte en el que situar la actualización del currículo de
Religión, proponiendo para ello abordar el porqué de esa actualización, tanto desde el marco eclesial
como civil -nacional como internacional.
Contribución de los especialistas
La ponencia marco1 de esta sesión abordó el compromiso de la Iglesia con la educación que, como se hizo
notar, se vincula con su propia misión evangelizadora - “si la Iglesia renunciara a educar, renunciaría a
evangelizar, se negaría a sí misma” (A. Bagnasco)-. Esa misión exige ser renovada permanentemente
considerando qué decir “que sea verdadero y bello, serio y bueno, a quienes están al comienzo de la
parábola de la existencia”. El reto para cumplir esa misión educativa significa encontrar la vida, y ponerla
en diálogo con el Evangelio. Es necesario, por ello, estar atento a las circunstancias históricas que afectan
a los jóvenes, ya que este tiempo encierra una oportunidad que no debemos dejar pasar: la de “pensar” y
“elegir”. Es necesario entender el momento vital y social que afecta a los jóvenes que necesitan sentirse
acompañados “en la tierra desconocida de los significados y del sentido de las cosas”; que también
demandan elaborar el caudal de experiencias vividas; y que necesitan encontrar su propio centro
espiritual. El compromiso de la Iglesia con la educación, que ayudó a conformar Europa, se actualiza
también hoy para nosotros: “Nos toca a todos nosotros - docentes, educadores, catequistas, comunidad
cristiana - ayudar a los jóvenes a encontrarse a sí mismos, a abrir horizontes, a tener confianza, a resistir
la indiferencia, a descubrir la belleza de la fe cristiana”.
El primer panelista2 consideró las razones para el nuevo currículo en el marco eclesial, centrándose en el
arco que va de la “emergencia educativa” de la que habló Benedicto XVI, al Pacto Educativo Global
propuesto por el papa Francisco. La educación, se apuntó, es una respuesta conjunta en la que Iglesia y
sociedad van de la mano, para responder a los grandes desafíos de la humanidad. La Iglesia apuesta por
la educación porque ese es el camino para dignificar lo humano y porque reconstruye los tejidos de la
solidaridad intergeneracional. En palabras de Francisco, la educación “tiene una llamada a una valiente
revolución cultural que implica un cambio de modelo de desarrollo y que pasa por iniciar itinerarios que
promuevan la cultura del cuidado y la fraternidad” y es, desde la perspectiva creyente, un acto de
esperanza. En este marco, se propone situar tres ejes:
Colocar a la persona en el centro, lo que lleva a pensar el currículo de manera integral,
relacionando la visión cristiana con los desafíos de la ecología integral, la hospitalidad, la
1 Card. Angelo Bagnasco
2 Javier Carballo Fernández OP
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fraternidad y el cuidado. Esto exigiría reforzar la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia;
incidir en la formación de una ciudadanía global, el cuidado del medio ambiente y la atención a los
empobrecidos; y asumir la tradición moral de la ética y la pedagogía de las virtudes. Además, una
ayuda para ello es el acompañar estos ejes con una metodología articulada en tres actitudes:
escuchar, razonar y proponer.
Proponer una educación referida a la búsqueda de la verdad, que hace de la teología y la
reflexión sobre la persona, puntos básicos del currículo, a la vez que éste se enriquece en diálogo
con otras religiones e integra la perspectiva del diálogo con el ateísmo, el agnosticismo y la
indiferencia. Una opción así llevaría a promover el aprendizaje interdisciplinar, y a vincular la
enseñanza religiosa con las artes y la estética.
Abrir a los alumnos a la dimensión espiritual, para comprender la racionalidad propia de los
valores religiosos y su aportación a la convivencia democrática; y para distinguir la fe religiosa de
fundamentalismos y manipulaciones. En este marco, sería importante cultivar aspectos de la
“competencia espiritual” que acompañan a lo religioso, como el silencio, la interioridad, o la
vocación.
La segunda intervención del panel3 abordó las razones para el nuevo currículo en el marco internacional
de la educación y puso de manifiesto las razones que justifican la revisión del currículo en la medida en la
que “diversas organizaciones internacionales, en el marco del aprendizaje permanente, han apostado por
un cambio de paradigma educativo centrado en la enseñanza por competencias”. Este nuevo paradigma
es el marco en el que la Unión Europea (UE) estableció en 2006 las competencias clave, “que han sido
renovadas en 2018, como parte del Espacio Europeo de Educación, que quiere constituirse para 2025 en
toda la Unión”. Así, la enseñanza de la religión debe orientarse también en el marco de este paradigma
educativo competencial, en cuanto que es referente educativo para todos los estados miembros de la UE;
y, así, al igual que las demás áreas y materias, habrá de revisar sus enfoques metodológicos, el sentido de
sus contenidos y el modo como contribuye desde sus competencias específicas al desarrollo de las ocho
competencias clave definidas por la UE, especialmente la conocida como competencia “personal, social y
aprender a aprender”.
El nuevo marco curricular de la LOMLOE4 fue el panel que vino a ofrecer algunos elementos del modelo
curricular que debe ordenar la enseñanza y el aprendizaje del recientemente reformado sistema
educativo español. Como referente fundamental se adopta la “Recomendación sobre las competencias
clave para el aprendizaje permanente del Consejo europeo (22 de mayo de 2018)”, así como otros
documentos internacionales, entre ellos la Agenda 2030. Este nuevo modelo define unos aprendizajes
esenciales que deben trabajarse en el ámbito escolar, y que incluyen las competencias específicas de cada
área/materia y los saberes básicos (conocimientos, destrezas y actitudes) que habrán de aplicarse a
situaciones de aprendizaje para contribuir al perfil competencial del alumnado. En este marco, los
criterios de evaluación establecidos se convierten en un elemento de gran importancia y deben servir de
3 Javier Valle López
4 Alejandro Tiana Ferrer
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referencia para la valoración del nivel de logro de las competencias previstas. La Religión, pues, también
tendrá que ajustarse al modelo curricular para contribuir, desde su especificidad, al perfil de salida del
alumnado en la educación básica, herramienta que concreta los principios y fines del sistema educativo
español.
Contribución de las distintas aportaciones recibidas
A la pregunta sobre si “el currículo actual, teniendo en cuenta los retos de nuestro marco social y eclesial,
necesita una reforma en profundidad”, expresaron en diversos grados su acuerdo un total del 92 % de
quienes cumplimentaron el cuestionario; de todos ellos, un 37% manifestó estar “algo de acuerdo” con
que “el currículo actual tiende a repetir en exceso los aprendizajes en algunos cursos y etapas”, subiendo
hasta el 50% quiénes piensan que están “bastante” y “completamente” de acuerdo con la afirmación.
Resulta significativa la prácticamente total unanimidad cuando se trata de “contar con un currículo bien
definido para guiar la labor docente”, y cuando se pregunta si “el nuevo currículo para conseguir el
máximo desarrollo integral de los alumnos ha de ser flexible y equilibrado proponiendo conocimientos,
habilidades y actitudes o respecto a si el nuevo currículo debería abordar algunas categorías
antropológicas del pontificado actual (fraternidad universal, ecología integral, diálogo interreligioso,
etc.)”. Un 42% estaría “completamente de acuerdo” con esta última afirmación. Una mayoría que, con
distintos grados de acuerdo, se hace extensiva a la pregunta sobre si “el nuevo currículo debería tener en
cuenta las claves del Pacto Educativo Global”, a lo que tan solo el 2% responde estar “nada de acuerdo”.
Más dispersión se percibe, sin embargo, a la hora de considerar a un posible diálogo del nuevo currículo
“con las propuestas internacionales más significativas de la educación (UE, OCDE, UNESCO, etc.)”. Un 27%
estaría “completamente de acuerdo” en establecer dicho diálogo; un 38% afirma estar “bastante de
acuerdo”, y un 26% “algo de acuerdo”. Estas respuestas prácticamente se repiten cuando se trata de
considerar si “el nuevo currículo de Religión debe incorporar una visión crítica y abierta las competencias
claves del marco europeo”, o cuando se pregunta si “el nuevo currículo de Religión debe estar abierto a la
globalización e interdisciplinariedad y a la programación en ámbitos curriculares”, si bien en este último
caso, el “completamente de acuerdo” asciende hasta un 33%. De especial interés puede resultar el hecho
de que más del 90% de las respuestas vean conveniente “elaborar un currículo teniendo en cuenta las
experiencias de éxito que han funcionado en otros países”.
A la cuestión sobre si el nuevo currículo “debería contemplar adaptaciones a las comunidades
autónomas”, un 16% afirma estar “nada de acuerdo”, siendo la respuesta mayoritaria “algo de acuerdo”,
con un 37%.
En relación a la pregunta abierta planteada en esta sesión primera del Foro, el foco se puso en la cuestión
“un nuevo currículo ¿en qué debería ser diferente al anterior?”. El número de comentarios recibidos
superó los 150, siendo varios de ellos los que expresaban gratitud por la decisión de repensar el currículo
y adecuarlo a las exigencias de la LOMLOE, y por hacer esta renovación a través de un proceso
participativo.
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La mayoría de los participantes son profesores de Religión que recuerdan la importancia de la mirada de
la realidad de las aulas y “trabajar desde la propuesta europea y tomar en cuenta el contexto social
actual, así como, la diversidad del alumnado que tenemos en nuestras aulas”.
Son muchos los que celebran la enseñanza de la ERE en clave competencial, como sugiere la Unión
Europea y la LOMLOE, y la posibilidad de conectar con otras asignaturas y con la vida: “Además de
trabajar las distintas competencias hay que tener en cuenta que lo central a este respecto sería promover
un estudio de la propia ERE en clave competencial”; es decir, como apuntan muchos, no tenemos que
perder de vista la conexión entre lo aprendido en el aula y la capacidad de aplicarlo a la vida ordinaria del
alumno.
“Sin lugar a dudas, el área de Religión Católica, tiene muchos aspectos que puede aportar para el logro de
las competencias clave que propone la Unión Europea. Además, es un área que permite trabajar de
manera interdisciplinar”, siendo para algunos necesario “profundizar en lo que esto implica y dar las
claves para poder evaluarlo correctamente.” Así, alguna aportación apunta que “una asignatura fuerte, en
un modelo competencial podría formar parte de un ámbito más amplio, en el que estén incluidas la
educación en valores, la doctrina social de la Iglesia, la ciudadanía mundial, la educación intercultural e
interreligiosa, las religiones y su servicio a la fraternidad humana, la libertad religiosa, la cultura del
cuidado de la casa común.” Hay también comentarios que invitan a que la asignatura de religión
contribuya a “desarrollar el pensamiento divergente y crítico en los alumnos”, mientras que para otros es
imprescindible, en clave de formación integral, no ignorar la dimensión emocional de la educación.
De entre los correos electrónicos recibidos con aportaciones elaboradas en un máximo de una página, los
profesores de Religión de una red de colegios que ha iniciado una reflexión con oportunidad del Foro,
destacan la importancia de “establecer puentes de conexión y promover un diálogo y una fusión
curricular que puedan desarrollar con propuestas que tengan en cuenta el diseño universal de
aprendizaje”. También otro grupo de profesores entiende que se ha de vivir este momento como un
“kairós” en el que hay que adecuar el currículo al educando de hoy sin perder la finalidad educadora y
cristiana. Desde algunas delegaciones diocesanas de enseñanza también han llegado aportaciones que
sugieren fomentar el diálogo con otras materias buscando la “sincronía temática”, pidiendo que se haga
más explícita la contribución de la asignatura de Religión a la consecución de todas las competencias, o
señalando que es importante que la asignatura de Religión sea un lugar de encuentro intergeneracional.
Han sido varias las editoriales que también han remitido sus propuestas, y que refuerzan la idea de
propiciar el aprendizaje competencial de la ERE y, la importancia de que el currículo, acompañe en
sintonía con el Magisterio, el cambio de época en que vivimos.
Retos de la escuela y la sociedad del s. XXI a la ERE
La segunda sesión del Foro proponía un diálogo con los signos de los tiempos, haciéndose cargo del
contexto en el que se plantea la enseñanza religiosa escolar (ERE). En clave de las fuentes del currículo,
estaríamos ante la fuente sociológica.
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Contribución de los especialistas
El programa de la sesión se había propuesto analizar algunos desafíos imprescindibles a los que el nuevo
currículo de Religión Católica debería responder necesariamente, y a los que la ponencia marco5 planteó
como respuesta una clase de religión en salida.
Entre estos desafíos, abordados en el panel de debate, se partió del reconocimiento de que tanto la
sociedad como la escuela del s. XXI acontecen en contextos condicionados por la digitalización y capital
humano6. Así se reconoce en Europa, donde se ha definido el Marco Común de Competencia Digital
(DigComp) y sus implicaciones para educadores (DigCompEdu). Lo esencial de este desafío es asumir que,
más allá de la alfabetización en su uso cotidiano, será necesario educar su gestión de forma segura, crítica
y responsable; y es precisamente aquí donde la ERE está llamada a contribuir.
El s. XXI también se caracteriza por los desafíos de las diversidades y movilidades a las sociedades de
nuestro tiempo7. Además de acoger estas nuevas realidades en su sentido más amplio y profundo, y que
se acentúan como consecuencia de la globalización, el desafío esencial para la ERE es proponer una visión
del ser humano y del planeta interrelacionadas, promoviendo identidades personales que desplieguen el
potencial de la dignidad humana de todos y todas, en contextos de pluralidad de cosmovisiones
articuladas en su mayoría por las tradiciones religiosas.
La comprensión y educación de los desafíos de una ciudadanía local y global8 son retos en los que la ERE
está llamada a contribuir decisivamente sumando su patrimonio de pensamiento social que, centrado en
la dignidad humana, inspira la responsabilidad necesaria para construir la democracia y la sociedad
inclusiva. Sin la propuesta de ideales y creencias, característica propia y esencial de la ERE, no será posible
prevenir el fundamentalismo, la injusticia o el cambio climático.
El nuevo lugar de la escuela en la sociedad del s. XXI supone el desafío del aprendizaje a lo largo de la
vida9, que exige comprender que, para ser ciudadano en nuestra aldea global, el aprendizaje debe
prolongarse más allá de las primeras etapas de la vida. En este paradigma (lifelong learning), la ERE está
llamada a mejorar el rendimiento escolar con conocimientos y habilidades -cognitivas y metacognitivas-,
así como con actitudes y valores que en buena medida articularon la matriz cultural y moral propias de la
tradición occidental.
Los desafíos para la escuela católica en las sociedades plurales10 del s. XXI se plantean desde la propia
finalidad evangelizadora que inspira una educación en la fraternidad universal y la ecología integral,
rompiendo muros de exclusivismo y promoviendo valores compartidos capaces de generar un
5 Carlos Esteban Garcés
6 Marcelino Cabrera Giraldez
7 Fernando Vidal Fernández
8 Carlos García de Andoín
9 Francisco López Rupérez
10 Pedro Huerta Nuño
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humanismo pleno y compasivo. En estos proyectos educativos católicos, la ERE converge en sus fines y
deberá desarrollarse en sus mediaciones escolares.
En este contexto sociocultural y escolar, una clase de religión en salida, está llamada a dialogar y sumar
sus contribuciones educativas, haciéndonos responsables todos de todos. En primer lugar, un diálogo con
lo que está aconteciendo en las iniciativas internacionales sobre educación que apuntan hacia un nuevo
humanismo; ahí encontramos concordancias y oportunidades. Y, en segundo lugar, con las categorías
antropológicas y teológicas que se están articulando en esta Iglesia en salida y que subrayan la centralidad
de la dignidad humana en la educación; también ahí se perciben enseguida fecundas sinergias. Una ERE
en diálogo con las realidades sociales y de la comunidad eclesial, que supera la tentación de repetirse a sí
misma. Por ello, para seguir siendo luz en nuestras sociedades, la ERE debe superar su propia
autorreferencialidad y salir al encuentro de lo que está aconteciendo. Esta apertura no debería
interpretarse nunca como un debilitamiento de su identidad, sino como una evolución desde las propias
raíces que nutren un actualizado diálogo de la fe con las culturas.
La relectura del pensamiento eclesial sobre la ERE, en aquel documento emblemático de 1979, al inicio de
la democracia, la Iglesia definió la clase de Religión como formación humana y servicio eclesial a la
sociedad. Dos expresiones que sintetizan la esencia de la ERE e inspiran hoy la actualización de sus
aprendizajes esenciales. Los objetivos allí planteados, asumiendo las finalidades propias de la escuela y su
método escolar, inspiran hoy una renovación de sus aprendizajes esenciales que podremos articular en:
aprendizajes culturales, éticos y sociales, vitales y de sentido.
Necesitamos tener una hoja de ruta para el nuevo currículo, que permita identificar y articular los
aprendizajes esenciales de la ERE hoy; una herramienta que, entre otras cuestiones, evite ceder a la
tentación de hacer de la ERE un mini-catecismo o una mini-síntesis de los estudios eclesiásticos.
Aprendizajes esenciales de la ERE que tienen que ver con el legado de nuestra cultura en un sentido
amplio -lo que es, lo que la ha hecho surgir, lo que nos ha hecho ser, lo que debería ser…-; con la
responsabilidad de saber vivir en sociedad, de habitar el planeta, cuidando los valores y la formación
cívica y ética; y con el proyecto vital, personal y social, en el que las creencias y los ideales son decisivos
para que la vida tenga sentido como realización humana.
La buena práctica del Aprendizaje-servicio en la clase de Religión11 como propuesta educativa que
combina procesos de aprendizaje con servicio a la comunidad en proyectos educativos que promueven
una transformación social, cerró esta sesión del Foro, como claro ejemplo de una ERE que desea ofrecer
un servicio humanizador a la sociedad.
Contribución de las distintas aportaciones recibidas
El análisis global de las respuestas al formulario de esta sesión permite valorar que el parecer de una
amplia mayoría del profesorado que participó, confluye con las propuestas realizadas a lo largo de las
intervenciones.
11 Isabel Gómez Villalba
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A La pregunta sobre si “el actual currículo de Religión responde adecuadamente a los retos de una Iglesia
en salida”, responde con un desacuerdo total el 19,7% del profesorado, aunque se aproximan al 80% los
docentes que están de acuerdo al menos en alguna medida. Respuestas muy análogas se dan a la
pregunta sobre si “los conocimientos, habilidades y actitudes del currículo actual están bien alineados con
las necesidades que nuestra sociedad percibe como importantes y relevantes”, acercándose al 20% la
valoración crítica y al 80% los que, al menos, en alguna medida están de acuerdo.
En cuanto a los desafíos que debe atender la ERE, el 98,5% está de acuerdo con que “el nuevo currículo
debe fortalecer los aprendizajes de la competencia digital con sentido crítico y humanista”, no alcanzando
el 1% los que se muestran en contra. Y a la pregunta sobre si “el nuevo currículo de Religión debe tener en
cuenta la diversidad social, cultural y religiosa de las sociedades actuales cuidando el diálogo interreligioso
y la inclusión”, el 85,2% responde afirmativamente, y apenas un 0,5% se muestra contrario. El 99% de los
participantes se ha mostrado de acuerdo con que “el nuevo currículo de Religión debería capacitar para
un aprendizaje a lo largo de toda la vida”, siendo solo el 1% quien se muestra en completo desacuerdo. El
98,3% también apoya que “el nuevo currículo debe proponer aprendizajes esenciales sobre ciudadanía
local y global que ayuden a vivir juntos y transformar la sociedad”. Por último, el 97,4% solicita también
que “el nuevo currículo de Religión debe proponer puentes y puntos de encuentro y diálogo con otras
cosmovisiones presentes en nuestra sociedad”.
Finalmente, también hay una amplia mayoría que supera el 97% que apoya que “los centros con proyecto
educativo católico podrían enriquecer la programación del currículo de Religión con las claves propias de
su carácter propio”.
La pregunta abierta planteada en esta segunda sesión del Foro, acerca de “qué retos añadiría para que sean tenidos en cuenta en el nuevo currículo de Religión”, obtuvo 129 respuestas aportando diversos tipos de sugerencias. Fueron numerosos los profesores que se sumaron a una ERE que “forma parte de la educación integral” y
que, por tanto, debe “incorporar las competencias clave europeas que hacen referencia a nuestros
contenidos y valores”. En este sentido, varios solicitan que se tenga en cuenta “el desarrollo evolutivo de
los alumnos”, una mayor “educación emocional”, “una educación de la inteligencia espiritual”; otros
llaman la atención sobre la necesidad de cuidar “la interioridad”, “el silencio, y “la meditación” en el
nuevo currículo. Algunos también proponen tener en cuenta “la competencia global” y “el nuevo
humanismo”.
Son también muchos los que aplauden la propuesta de que el nuevo currículo esté en línea con los “retos
una Iglesia en salida”, que haga “más visible la humanización del Evangelio, la hospitalidad, acogida,
solidaridad”, que ayude a los alumnos a “crecer en sabiduría y bondad”. En este sentido, son amplias las
sugerencias de docentes que piden tener en cuenta “experiencias de compromiso social”, la Agenda
2030”, el “cuidado de la naturaleza”, los “derechos humanos”, y las “metodologías del ver, juzgar y
actuar”. Varios estiman la metodología de “aprendizaje y servicio” como “muy acertada” para la ERE en la
LOMLOE, así como los “proyectos” que “tienen en cuenta el protagonismo de los alumnos”.
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También son numerosos quienes reclaman la “interdisciplinariedad” y que la ERE se imparta
“colaborando con otras áreas”. Algunos piden un “diálogo enriquecedor entre la ciencia y la cultura,
aportando sentido y humanidad” y reclaman “currículos integrados”. Otros docentes subrayan que estos
“conocimientos y habilidades, también los valores y las actitudes, se vinculen con la visión católica” y que
“se relacionen con el Evangelio, naturalmente”; otros solicitan que “esté muy presente la raíz del
Evangelio”. Por otra parte, hay también algunos que exigen que el nuevo currículo responda a lo que
“reclama lo profundo del corazón del hombre, la verdad”, “sin perder la identidad ni caer en la
superficialidad”, “sin olvidar que el protagonista es Jesucristo” y “su Iglesia”. “Sin caer en sincretismo
religioso”, insisten en “garantizar la antropología cristiana”.
Otros comentarios han hecho referencia a realidades concretas a tener en cuenta, entre ellas: “el mundo
rural”, “la mujer”, “la religiosidad popular”, “la matriz cristiana de nuestra cultura occidental”, “la
afectividad”, la necesaria atención a realidades de cada autonomía”, el “ecumenismo y diálogo
interreligioso”. Otros también sugieren una presencia significativa del “arte” y la “belleza”, “la música” y
“literatura” en el nuevo currículo de Religión.
Entre las aportaciones que se recibieron por correo electrónico, algunas aportaciones destacan la
necesidad de conocer “las claves ideológicas” que configuran “la sociedad compleja” que vivimos, porque
son necesarias a la hora de elaborar el nuevo currículo que debería articularse como “un humanismo que
tiene en su centro a Cristo”. Así, se citan varios desafíos actuales - “transhumanismo”, “animalismo”,
relativismo”, individualismo hedonista”, “inteligencia artificial” o “dictadura tecnológica”-, y se subraya la
necesidad de un diálogo desde la “antropología cristiana” con estas realidades actuales en el que es
necesario “no perder nuestra identidad”. Otros profesores solicitan superar un “vocabulario anclado en el
pasado” y que el nuevo currículo “se aleje de una forma catequética” y del “dogmatismo”. En este sentido
se busca un método que “no sea solo cultural”, “tampoco solo catequesis”. También algunas aportaciones
reivindican “leer la realidad desde la posición del empobrecido”, “hacerse cargo del mundo” y proponer
una “fraternidad cosmopolita”. Otros proponen los “valores del paradigma eclesial de Francisco”, toda
vez que reclaman la atención a los “más vulnerables” y el cuidado de “la casa común”, e insisten en
valores como la “solidaridad” y “la caridad fraterna”.
Un grupo de profesores sugiere que “a pesar de que es conveniente cambiar el currículo, este debe
hacerse desde el Evangelio”, y proponen el diálogo con los “objetivos de la UE, UNESCO, OCDE, o la
Agenda 2030”; otro aporta las claves de “la Historia de la Salvación” y del “compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia” como ejes del nuevo currículo y apuesta por valores como el “bien común”, “la
dignidad humana”; , por último, alguno hace notar, también, la necesidad de tener en cuenta “la
dignidad y vocación de la mujer”. La “relación con los otros saberes”, la “presencia de las competencias”,
“el diálogo fe-cultura”, “el cristianismo como matriz moral de occidente”, y “sensibilidad de la
transcendencia”, aparecen en algunas aportaciones como elementos que necesariamente deben estar
presentes en el nuevo currículo. También hay aportaciones destacadas que solicitan “la actualización del
currículo de ERE en clave científica”.
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De la Teología a la pedagogía de la religión
La tercera sesión del Foro reflexionó sobre la teología que debe impregnar el currículo de una ERE que
habrá de contribuir a dar forma al perfil de salida del alumno. Estaríamos, pues, ante la fuente
epistemológica del currículo de Religión.
Contribución de los especialistas
La ponencia marco12 dedicada a una Teología en diálogo para la clase de Religión, comenzó apuntando a
que la contribución de la clase de Religión debía estar en sintonía con las grandes líneas del Pacto
Educativo Global que para el papa Francisco entraña un cambio de paradigma. Una clase de Religión así,
debe estar informada y alimentada de una Teología que le permita resistir a cualquier intento de
instrumentalización que la convierta primordialmente en catequesis, actividad pastoral o plataforma
apologética, peligros que la ERE tiene que enfrentar permanentemente. Para afrontarlos parece
conveniente recordar el documento de la CEE de 1979 que apuntaba que la ERE debía: situarse
lúcidamente ante la tradición cultural; insertarse críticamente en la sociedad; y dar respuesta al sentido
último de la vida con todas sus implicaciones éticas. En este marco, la Teología ha de llevar la aportación
decisiva de la levadura, de la sal y de la luz del Evangelio de Jesucristo y de la Tradición viva de la Iglesia,
que está siempre abierta a nuevos escenarios y a nuevas propuestas. Pero esta aportación sólo será
posible si es fiel al discurso de su propia racionalidad; si sabe integrarse en la red de saberes que es capaz
de fecundar y de los que recibe inspiración; si reflexiona, investiga e interpreta la realidad con rigor
científico; y si es fiel a sus fuentes. La Teología será, entonces, la llave que permita que la clase de Religión
ofrezca una síntesis acertada entre la realidad del hecho religioso -que confronta al alumnado con la
pluralidad de expresiones religiosas-, y el anuncio del Evangelio de la Iglesia católica. Además, contribuirá
a la educación en el ámbito escolar de la dimensión religiosa del ser humano, una dimensión de la
conciencia que hace más humano al ser humano porque le da sentido y orientación.
Y, así, un currículo con una base teológica sólida pondrá a dialogar al teólogo y el pedagogo acerca de la
identificación de los núcleos teológicos fundamentales para seleccionar y priorizar la presentación de los
contenidos, valiosos para proponer en el ágora pública considerando para qué alumno, para qué
sociedad, qué realidades selecciona y cuáles ignora, así como desde qué lugar epistemológico quiere
analizar la realidad. En ese diálogo servirán de herramientas fundamentales la fuente psicológica, que
indicará cuál debe ser la contribución de la ERE al desarrollo completo del alumno; la pedagógica, que
ayudará a acertar en los procesos que hacen posible el aprendizaje; y la epistemológica que, alineada con
el proyecto de una Iglesia “en salida” apoyada en el kerigma, el discernimiento, la misericordia y la
acogida, asoma al alumno al mundo para que piense cuál ha de ser su contribución a la construcción de
una convivencia pacífica de personas y pueblos.
Las intervenciones del panel de debate de especialistas en las distintas áreas del saber teológico,
ahondaron en la selección de contenidos teológicos y en la perspectiva desde la que podrían ser incluidos
en el currículo.
12 Antonio Roura Javier
DOCUMENTO SÍNTESIS / Comisión Episcopal para la Educación y Cultura
13 https://hacianuevocurriculo.educacionyculturacee.es
La primera contribución, ¿Qué Biblia en clase de Religión?13, respondió utilizando la metáfora de los
sentidos como ventanas que nos abren al mundo: apuntó la necesidad de presentar en el currículo una
Biblia que se viera, que se identificara con el libro de la comunidad, de la revelación de Dios hecha texto y
filtrada, reposada y madurada en la Tradición de la Iglesia. Una Biblia cuyos textos se proclamen en el aula
y permitan que se oigan todas las voces, también aquellas que han estado muchas veces silenciadas
(mujeres, extranjeros, excluidos...). Una Biblia también degustada, meditada y asimilada para ejercer de
luz en el discernimiento que sólo es posible si, además, toca la realidad y distingue todas sus texturas, sus
tramas, sus nudos. Una Biblia que eduque el olfato de los alumnos para, en definitiva, capacitarlos para
resistir cualquier intento de manipulación o autoritarismo, y para ayudarles a desenvolverse como
ciudadanos responsables.
A la doble pregunta ¿Qué antropología teológica y que cristología para la clase de Religión?14, se dieron
dos respuestas cruciales para la selección de contenidos: Jesús es el Hijo del Padre y la encarnación de la
plenitud de lo humano. Así, la cristología en el centro para, desde la persona de Jesús y su doble
condición, humana y divina, iluminar la reflexión desde la fe en torno al ser humano. Tres criterios habrán
de guiar esa selección de contenidos: la centralidad dogmática de la doble pregunta
(divinidad/humanidad); la necesidad pastoral de ayudar al alumno a enfrentar la diversidad de opiniones
respecto de Jesús de Nazaret; y la relevancia existencial que la adhesión a su persona tiene para dar
forma al compromiso del cristiano en el seno de la comunidad de seguidores de Jesús.
La respuesta a la cuestión ¿Qué eclesiología en la clase de Religión?15, anotó una serie de principios que
debían guiar la selección de contenidos: la eclesiología como lugar y observatorio para perfilar la
identidad humana en diálogo con las culturas, y dar razón de una Iglesia “en salida”; el carácter de
brújula para la teología y la pastoral que el Vaticano II mantiene; y la capacidad de la eclesiología para
reclamar la presencia de dimensiones afectivas, sociales y trascendentes en el currículo. En el plano de los
contenidos se destacaron dos temas fundamentales: la Iglesia es la comunidad de los discípulos que se
fortalece en la celebración de los sacramentos que apuntan la posibilidad de una vida más plena, y la
Iglesia celebra su fe y sirve al mundo desde una ética que ilumina cualquier compromiso desde el Amor.
Este apunte a propósito de la ética cristiana conectó con la pregunta ¿Qué moral en la clase de
Religión?16, cuya exposición partió de la condición de estructura pública de la escuela que reclamaba la
orientación de la Doctrina Social de la Iglesia. Desde ahí, la pregunta se respondió en tres enunciados: la
moral en la ERE ofrece al alumno herramientas (principios de reflexión, valores y virtudes) que lo
capacitan para la vida social; vertebra un proceso de maduración moral que permita llegar a ser, vivir y
actuar con la libertad de los hijos de Dios; y capacita al alumnado para comprenderse en relación a la
sociedad en la que vive.
13 Miren Junkal Guevara Llaguno
14 Eloy Bueno de la Fuente
15 Ramiro Pellitero Iglesias.
16 Julia Gutiérrez Leronés
DOCUMENTO SÍNTESIS / Comisión Episcopal para la Educación y Cultura
14 https://hacianuevocurriculo.educacionyculturacee.es
La pregunta ¿Qué historia de la Iglesia en la clase de Religión?17, partió de una distinción entre el punto de
vista objetivo –la historia como camino ensayado por los hombres para entenderse ellos mismos mejor-, y
subjetivo -personas a las que se dirige esa enseñanza. Se apuntaron, así, tres dimensiones,
complementarias y parcialmente diferentes, que permiten un estudio articulado de la historia de la
Iglesia: que la Iglesia se entiende por su permanente relación con Dios; que la Iglesia se dota de una
organización y estructura propia para cumplir su misión, estructura que, a lo largo de los siglos, puede
revisarse y reformarse; y que la Iglesia se entiende siempre como semilla, sal y luz para el mundo.
Considerado este marco, el currículo debería mostrar cómo, a lo largo del tiempo, la Iglesia ha sido capaz
de transmitir a los hombres y continuar en la historia aquello que Jesucristo ha querido transmitirnos de
parte de Dios.
La Teología a través del arte18, buena práctica ofrecida en esta sesión, vino a constatar cómo la Iglesia, a
través del arte y la belleza, ha mostrado al mundo las verdades de la fe muchas veces con más eficacia
que el discurso teórico, siendo capaz de expresar conceptos teológicos complejos, y, sobre todo, de tocar
el corazón del ser humano.
Contribución de las distintas aportaciones recibidas
El estudio de los datos aportados por los cuestionarios respondidos, confirma alguna de las afirmaciones
de los ponentes.
En las respuestas a las preguntas relativas al currículo actual, resulta significativo que el 11% de
participantes está “nada de acuerdo” en que “el actual currículo de Religión plantea de manera adecuada
el diálogo entre la Teología y la Pedagogía, estando “algo de acuerdo” un 55% de quienes respondieron a
la pregunta. Idéntico es el porcentaje de quienes tampoco estarían de acuerdo en que el actual currículo
de Religión propone una síntesis teológica básica para la formación escolar, y en que el actual currículo de
Religión resuelve adecuadamente el diálogo de la fe y la cultura en la escuela, siendo en estas dos últimas
preguntas el 52% las personas que están “algo de acuerdo”. No llega, por consiguiente, al 50% el número
de quienes expresan satisfacción con el actual currículo, manifestando que están “bastante” o
“totalmente de acuerdo”.
En cuanto al nuevo currículo, es significativamente mayoritario el parecer de que debe proponer puentes
para un diálogo transdisciplinar con las otras materias curriculares, expresando estar “totalmente” y
“bastante de acuerdo” un 97%, mientras que ninguna respuesta señala estar “nada de acuerdo”. A la
pregunta de si debe proporcionar una formación bíblica acorde al desarrollo del alumnado, solo un 1%
indica estar “nada de acuerdo”, expresando los mismos grados de acuerdo el 99%. Un 90% dice estar
“totalmente” y “bastante de acuerdo” cuando se pregunta “si debe proponer una visión de la persona y
del mundo desde la antropología cristiana que ayude al alumnado a situarse críticamente antes las
transformaciones del paradigma tecnocrático”, siendo el 91% de participantes el que manifiesta este
mismo acuerdo a la pregunta “si debe abordar el aprendizaje sobre la figura de Jesucristo y su mensaje en
todas las etapas educativas”; el 92% cuando se trata de “integrar la enseñanza social de la Iglesia como
17 Nicolás Álvarez de las Asturias
18 Mª José Muñoz López
DOCUMENTO SÍNTESIS / Comisión Episcopal para la Educación y Cultura
15 https://hacianuevocurriculo.educacionyculturacee.es
eje vertebrador de su propuesta de valores”, y un 89% cuando se pregunta “si debe incorporar
conocimientos sobre la Iglesia y su historia atendiendo el desarrollo evolutivo del alumnado”,
concurriendo en este caso un 3% de personas que dicen estar “nada de acuerdo” con esta propuesta.
La pregunta abierta planteada en esta tercera sesión del Foro, incidía en qué claves de las otras fuentes
curriculares debe dialogar la Teología como fuente epistemológica del currículo de Religión, y fue
respondida por poco más de 80 participantes. También se recibieron varias aportaciones por correo
electrónico de profesores a título personal y de grupos procedentes de la enseñanza concertada, del
coordinador de un equipo de titularidad, de alumnos de una Escuela de Magisterio, y de una editorial
católica.
Sobre el papel de la teología en la elaboración del currículo, se pide que “a lo largo de toda la etapa
escolar se visibilicen las conexiones de la ERE con todo y pueda servir de «conector global de sentido»
para todo el conocimiento y el aprendizaje”. Se espera que dicha teología “se plantee en clave ecuménica
y que también atienda a todos los aspectos del diálogo interreligioso, teniendo en cuenta las
transformaciones sociales que se están produciendo en los entornos de nuestros alumnos”. Algún
participante reclama que “el nuevo currículo de religión debe lograr que todo el alumnado perciba que el
saber religioso provoca un diálogo enriquecedor con la ciencia y la cultura aportando sentido y
humanidad”. Por esta razón, se puede leer en algún cuestionario: “Nuestros alumnos ya no son
parroquianos, muchos de ellos escucharán sobre Dios, Jesús o la Biblia sólo en nuestras clases [...]
Desanima el excesivo dogmatismo o hablar de nosotros mismos en cuanto Iglesia”.
Sobre el servicio que la clase de religión presta en el diseño del perfil de salida, alguna de las aportaciones
indica preguntas que se hacen los padres cuando eligen la clase de religión para sus hijos, como “qué
utilidad tiene esta asignatura en la educación mi hijo/a?”, a la vez que algunos invitan a hacer autocrítica
sobre “la autenticidad de la ERE: ¿ha sido aduladora con el mundo o fiel a su misión? ¿Ha buscado el
diálogo en orden a la verdad o en orden a la convivencia pacífica como único fin?”. En este punto, alguna
respuesta apunta la necesidad de garantizar la solidez con la que los contenidos se expongan en los libros
preparados por “otros agentes creadores de recursos (editoriales...)”, así como el diálogo entre teólogos y
pedagogos “para que seamos capaces de conservar lo fundamental y presentarlo con las metodologías
actuales, formatos, estilos actuales, de manera que resulten incisivas y atrayentes para los jóvenes, como
un «discernimiento de los signos de los tiempos»”.
En cuanto a la selección de los contenidos concretos de la ERE, también hay aportaciones a considerar,
como la necesidad de una centralidad cristológica, expresada en afirmaciones como “el currículo debe
tener como eje vertebrador la vida de nuestro Señor Jesucristo”; “presentar la figura de Jesucristo desde
las fuentes bíblicas es más necesario que nunca”, o si es posible “tener más Biblia, más Jesús, más
«regreso a las fuentes», más Reino de Dios y más parábolas de este Reino en el nuevo currículo?”. En
relación a la eclesiología, se recuerda el paradigma de Iglesia “en salida” y se afirma que “otra eclesiología
no tiene mucha cabida en la clase de religión actual, tan plural y tan multicultural”. En el marco de la
contextualización en la presentación de la historia de la Iglesia se dice “debe atenderse a las realidades
sociales que nos encontramos día a día en clase; realidad es tener en clase hijos de parejas homosexuales,
hijos de divorciados, niños que no encuentran su realidad reflejada en los libros de texto porque no está
en la DSI. Alumnos que se sienten unos excluidos de la sociedad”. Por último, se aplaude el uso del
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16 https://hacianuevocurriculo.educacionyculturacee.es
patrimonio artístico cristiano como medio para trabajar los contenidos teológicos, “entrar en la clase de
religión no sólo con el libro de texto”, y se reclama repetidamente “trabajar el currículo desde las
inteligencias múltiples”, “en las nuevas tecnologías: gamificación y flipped”, y apostar por la “competencia
digital”.
Psicopedagogía para una renovada clase de Religión
La cuarta sesión del Foro se dedicó a la fuente psicopedagógica de la clase de Religión, en ella se buscó
dar respuesta al cómo del currículo, teniendo en cuenta el marco metodológico en el que nos sitúa la
reforma educativa: ¿qué elementos de la psicopedagogía no pueden faltar en el currículo de Religión
católica? Estaríamos, pues, ante la fuente psicopedagógica del currículo de Religión.
Contribución de los especialistas
La ponencia marco19 partió de la constatación de los desafíos que afronta el aprendizaje de lo religioso, no
sólo por la reforma educativa; también por la evolución en el conocimiento que se va teniendo de cómo
funciona la mente humana, la investigación en didáctica, y la constatación de que no se trata de acumular
contenidos, sino de desarrollar aprendizajes que se transforman en conductas. Así, un currículo
competencial apunta a una enseñanza integral que puede ser descrita desde cuatro ejes: la experiencia,
la narración, la comprensión y la transformación. Las competencias no van en detrimento de los
contenidos; los incluye, al igual que las habilidades y actitudes. En cada competencia UE hay posibilidades
para que la ERE contribuya de forma especial, desde sus competencias específicas. Tendríamos que ser
capaces de diseñar una propuesta de futuro que dé a nuestra área una dimensión para el encuentro.
El panel de debate planteó distintas dimensiones que se han de tener en cuenta cuando se aborda la
cuestión, así, por ejemplo, el humanismo y personalización20 a la que se nos invitaba a través de la imagen
de los discípulos de Emaús. El profesor/a de Religión es quien sale al camino; avanza al ritmo de sus
alumnos y se hace cargo de su necesidad, acompañándolos. Así, se apunta la importancia de un
acompañamiento personal y significativo para el alumno, que tiene como herramienta la pregunta que
apela y toca el corazón. Un acompañamiento que arbitra el arte de preguntar y de escuchar, dando
espacio a las narraciones que iluminan la vida y que se constituye en una propuesta de carácter
experiencial que sitúa al profesor como testigo.
Desde el mundo de la espiritualidad y la autonomía personal, el primer panelista21 apuntó que el cuidado
de la espiritualidad tiene que ver con la enseñanza de la Religión, si bien no todo el cuidado de la
dimensión espiritual se hace en Religión. La espiritualidad del niño, -se recordó-, es algo interactivo; es
una relación, y está presente en todo niño/a; y es anterior a la espiritualidad religiosa. La espiritualidad no
es tanto una competencia, cuanto una dimensión presente en toda persona, de ahí que no se aprende,
sino que se reconoce en uno mismo y se expresa. La propuesta pasa, pues, por acompañar a los alumnos
19 Carmen Pellicer Iborra
20 Xosé Manuel Domínguez Prieto
21 Ana Berástegui Pedro-Viejo
DOCUMENTO SÍNTESIS / Comisión Episcopal para la Educación y Cultura
17 https://hacianuevocurriculo.educacionyculturacee.es
en el proceso de ir descubriendo la dimensión espiritual, algo que sólo se da en el marco de la autonomía
de la persona, porque es autoexpresión. Pero la autonomía sólo se da en una relación segura con un
adulto que ofrece confianza y libertad; por ello, la primera tarea es construir esa relación segura. La
espiritualidad, que se desarrolla en las fronteras existenciales, es una necesidad y un derecho de todo
niño. Así, la socialización religiosa habrá de primar la experiencia personal, la exploración, el proceso
sobre el producto, para sacar la voz espiritual. Para ello, se señalan algunas pistas de qué podemos hacer:
no dañar; dar confianza; dar libertad; servir de modelo, conectar con una comunidad, y crear cadenas de
cuidado.
El segundo panelista22 al tratar la interioridad habitada, comenzó apuntando cómo la Religión y la
interioridad no son intrusas en la educación. Es fundamental enseñar a los niños/as a construir su propio
mundo interior; a narrar. De hecho, educar, es cultivar la interioridad, el “corazón”, y eso implica
profundidad (frente a superficialidad), identidad (frente a alienación), y centralidad (frente a dispersión).
Así, la Religión -en cuanto relación, vínculo, comunicación- debería aportar la “hospitalidad interior”; una
suerte de interioridad abierta que se deja habitar: abierta a la realidad –entendida como don, como
regalo-; a la creación; a la alteridad –entendido por el “otro cualquier ser humano, que es vulnerable y me
necesita (el prójimo); y a la profundidad de uno mismo –entendida como la espiritualidad que invita a
reconocer la presencia de Dios- (el espíritu). En definitiva, se trata de un proceso que lleva a la
reconciliación con la realidad como regalo, con el otro que me necesita, y con el espíritu.
Pedagogía de la religión y diversidad religiosa fue el título de la aportación del tercer panelista23 que en el
enfoque de partida tuvo la certeza de que mientras más profunda, sólida y rica es una identidad, más
tendrá para enriquecer a los otros con su aporte específico. Esta intuición lleva a entender como falso el
dilema entre identidad o relativismo. La identidad no es hermética o cerrada, sino que es referida, plural,
dinámica, e inacabada. Y en el aula está llamada a compartir, enriquecer, profundizar, afianzar. Por ello,
en una sociedad multirreligiosa es misión de la escuela enseñar, promover y facilitar la integración entre
individuos y grupos diferentes. Un trabajo de la ERE por competencias facilitará establecer la relación
adecuada e integradora de las diversas áreas y materias con la Religión.
Finalmente, se abordaron los desafíos de la clase de Religión en la escuela católica24, que se hacen
extensivos fuera de ella. Tras identificar cuatro retos en relación a su estatus académico, a la formación
del profesorado, a su aportación específica a la educación integral desde la dimensión espiritual, y al
diálogo fe-cultura por medio de la interdisciplinariedad, se propuso atender a dos cuestiones: los nuevos
espacios que están naciendo en nuestra experiencia cultural; y la pertinencia de una relectura de las
intuiciones del 79. En este momento se presenta el gran desafío de construir la ERE desde el diálogo,
saliendo al encuentro de las otras áreas; al encuentro de las realidades culturales que se presentan en la
escuela, para dotarlas de un sentido que los currículos, a veces, no dan. No hay área con mayor vocación
interdisciplinar que la ERE, precisamente porque es expresión de una dimensión radical de la persona y
del proceso de la cultura. Por ello, necesitamos afrontar una revolución curricular como paso previo a
cualquier renovación didáctica; lo que paraliza, no es la ausencia de futuro sino el miedo a los desafíos.
22 Josep Otón Catalán
23 José Ramón Matito Fernández
24 Javier Cortés Soriano
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18 https://hacianuevocurriculo.educacionyculturacee.es
Concluyó esta sesión con la buena práctica de Innovareli25, que dio pie a reconocer que la ERE permite
incorporar con relativa facilidad nuevas metodologías. Partiendo primero y fundamentalmente de la
escucha de las inquietudes de los alumnos/as, habrá de llevar a un humanismo integral y solidario, que
tiene que ver con la pertenencia común a una comunidad y a una humanidad (amplia y diversa). Una
mirada y un saber transformador que exige volver una y otra vez incansablemente sobre los contenidos
de ERE, llamada a despertar las grandes preguntas de los misterios de la vida, y enfocarlas
adecuadamente para no reducirlos ni a enigmas ni a problemas.
Contribución de las distintas aportaciones recibidas
Constatamos que la participación a través de los formularios ha ido disminuyendo progresivamente a lo
largo de las cuatro semanas que ha durado el Foro. Pese a todo, sigue siendo un número significativo el
de las personas que nos hacen llegar su parecer.
Sobre el currículo actual, resulta interesante notar que el 10% dice estar “nada de acuerdo” en que éste
“incorporaba de manera suficiente las competencias”, siendo por el contrario sólo un 5% el que dice estar
“totalmente de acuerdo” en que las incorporaba. El “totalmente de acuerdo” alcanza el 11% cuando se
pregunta si “articulaba de manera adecuada aprendizajes competenciales y cognitivos”, manteniéndose
el 5% de personas “totalmente de acuerdo”, y el 19% de “nada de acuerdo” cuando se somete a
consideración si “proponía suficientes metodologías para la adquisición de competencias”, siendo en este
caso únicamente un 2% el que estaría “totalmente de acuerdo”.
Preguntado si “el desarrollo de competencias debe de ser la base del nuevo currículo de Religión”, un 52%
dice estar “bastante de acuerdo”, que unido al 35% de personas “totalmente de acuerdo”, devuelve un
aval importante a esta cuestión.
Centrándose ya en el nuevo currículo, un 90% afirma estar “totalmente” y “bastante de acuerdo” en que
“debe estar abierto a programarse en ámbitos curriculares para garantizar el aprendizaje competencial”,
una cifra que baja hasta el 82% cuando se pregunta si “debe indicar qué metodologías desarrollan un
aprendizaje competencial”. Es prácticamente unánime el acuerdo acerca de “si debe priorizar el desarrollo
personal y social del alumnado”, así como que se ha de tener en cuenta “el equilibrio entre conocimientos,
habilidades y actitudes”. Resulta particularmente llamativo el número de personas que avalan que “el
nuevo currículo de Religión debe apostar abiertamente por la dignidad humana, la inclusión social,
ciudadanía global”, algo que también se manifiesta con claridad en el 77% que estaría “totalmente de
acuerdo” con que “el nuevo currículo debe visibilizar la necesidad de educar la «dimensión espiritual de la
persona» para que la educación sea integral”.
En relación a la pregunta abierta planteada en esta sesión cuarta del Foro, el foco se puso en “qué otras
claves psicopedagógicas deben tener en cuenta el nuevo currículo de Religión católica”. El número de
respuestas abiertas al formulario fue bastante menor al de las sesiones anteriores –no llegó a 60-, algo
que no resulta extraño teniendo en cuenta que se trataba de la última sesión, al final de un itinerario de
un mes de duración.
25 José Fernando Juan Santos
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19 https://hacianuevocurriculo.educacionyculturacee.es
Hay una clara apuesta por la Religión católica en la escuela, “en sus paradigmas y en su vocabulario”, que
apunta a que el currículo debe tener en cuenta la diversidad para facilitar su contextualización, tanto a
nivel de metodologías, como de situaciones de aprendizaje. También del alumnado, siendo varias las que
recuerdan que deberá ser un currículo también “para no creyentes”. Son muchas las aportaciones que
apuntan a un currículo abierto a la pluralidad, “vivo, flexible y abierto”, “en conexión con la actualidad”,
dando respuesta a las necesidades de la sociedad, a la diversidad cultural y territorial, sin olvidar que
tenga “un lenguaje incluyente, potenciando la igualdad”.
Son muchos los participantes que perciben la ERE como “agente dinamizador interdisciplinar en el ámbito
educativo”, con posibilidad de establecer “relación con otras áreas curriculares”, “abierto a programarse
en ámbitos curriculares globales”, en “diálogo de la asignatura con el resto de asignaturas del currículo”, o
“conectado con diferentes enfoques, y lo suficientemente flexible para adaptarse a las necesidades de
cada alumno/a”. El lugar central de las competencias es señalado por varios; “un currículo competencial,
con claves que inviten al diálogo multicultural, interdisciplinar, interreligioso”, “formación basada en
competencias que coloca al alumno en el centro”, “un currículo trabajado desde las inteligencias
múltiples, para que se desarrollen aprendizajes significativos”, “las competencias deben reflejar las
virtudes teologales, humanas y sociales desde el compromiso”. Una persona pide “que el currículo de
Religión pueda estar presente en las plataformas educativas de tal forma que permita establecer
relaciones curriculares y competenciales.”, a efectos de no quedar descolgada del resto de áreas y
materias.
Un número relevante de aportaciones apunta elementos que debe integrar el currículo. Así, la historia y el
conocimiento de las distintas religiones, la formación bíblica, y la formación ecuménica; “trenzar valores
fundamentales con contenidos religiosos sin renunciar a lo fundamental del mensaje cristiano, señala
alguna aportación, y “dar prioridad a los fundamentos de la fe y la doctrina católica y también el
protagonismo de la figura de Jesucristo, como eje nuclear de la fe”. En esa línea, alguna propuesta señala
que “Cristo, como modelo, invita a promover personas que asuman el bien común como tarea propia,
libres, con criterio, espíritu crítico y tolerancia y en continuo diálogo con la realidad”. Muchas se refieren
también al cultivo de la interioridad y espiritualidad: “conectar con uno mismo para reconectar con la
sociedad que nos rodea tan cambiante”, “conectar con las experiencias del alumno, con sus necesidades
profundas”, “partir de la vida del alumno y hacer uso de metodologías que conecten con su vida” o “ir a
contenidos esenciales y conectarlos con experiencias vitales.” La ERE “debe incorporar de manera
intencionada la dimensión espiritual de la persona, enlazándola con la antropología; la cristología y el
hecho salvífico relacionándolo con la antropología humana; la dimensión social, ecuménica, ecológica y
relacional con el diferente. Vinculada con las artes y la experiencia estéticas”, apunta una aportación. En
definitiva, “tener presente el encuentro con uno mismo, con el prójimo, que promueva la educación de la
dimensión espiritual de la persona”, o “facilitar la toma de conciencia de la dimensión espiritual y
posibilidades de su desarrollo”.
En cuanto al enfoque más estrictamente psicopedagógico de la ERE, varias aportaciones insisten en la
necesidad de tener como marco el desarrollo psicoevolutivo del niño para respetarlo y tenerlo en cuenta
a la hora de desarrollar las competencias. Alguna aportación apunta también al “aprendizaje-servicio
unido a la DSI y a las nuevas tecnologías” o a “una metodología que aludiera a la intervención de los
diferentes sentidos” y a la “integración de las emociones.” Se sugieren así mismo la “gamificación, aula
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20 https://hacianuevocurriculo.educacionyculturacee.es
invertida, talleres, proyectos, aprendizajes cooperativos, meditación y silencio, uso de las TIC”; otras
personas apuntan al “método ver-juzgar-actuar”, “proyectos donde sean ellos protagonistas”, o “el uso
de lo narrativo y experiencial.” En ese sentido se ve la necesidad del uso de “metodologías y creatividad
del profesorado, necesidad de un buen banco de recursos digitales y didácticos para poder llegar a todos
los alumnos y enlazar contenidos con sus experiencias vitales.”, algo que implica “una formación
actualizada del profesorado”. En definitiva, se apunta a una necesaria innovación del área desde las
nuevas metodologías y enfoques adaptados a la sociedad actual.
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CONCLUSIONES: HACIA UN NUEVO CURRÍCULO DE RELIGIÓN CATÓLICA
El desarrollo de las cuatro sesiones del Foro online “Hacia un nuevo currículo de Religión católica”, con las
inspiradoras aportaciones de las ponencias marco y de los paneles de debate, así como las buenas
prácticas compartidas, junto con la extensa participación de la comunidad educativa relacionada con la
Religión católica, ha confirmado el objetivo planteado por la Comisión Episcopal para la Educación y
Cultura de realizar un diálogo entre todos y para todos. Una amplia mayoría de los participantes en las
sesiones y en los procedimientos participativos han valorado muy positivamente este proceso de
reflexión y debate compartidos.
Como consecuencia de esta metodología compartida de análisis y diálogo, que ha sido un ejemplo de
sinodalidad, se han generado resultados que han ensanchado significativamente el discurso pedagógico y
teológico sobre la enseñanza de la religión. Sin duda alguna, se ha contribuido a renovar el relato social
sobre la clase de Religión y, como señaló Mons. Alfonso Carrasco, presidente de la Comisión Episcopal
para la Educación y Cultura, en sus palabras de clausura del Foro: “estamos en mejores condiciones para
proponer un nuevo currículo de Religión católica en el marco de la LOMLOE”. Por ello, presentamos, a
continuación, diez conclusiones que orientarán los trabajos para el nuevo currículo de Religión.
1. Una Iglesia que apuesta por la centralidad de la persona en la educación
Las conclusiones de este Foro sobre el nuevo currículo de Religión católica deben subrayar, en primer
lugar, que se ha tenido en cuenta el marco eclesial de nuestro tiempo. La aportación del Cardenal Angelo
Bagnasco, presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, puso de manifiesto el
compromiso de la Iglesia con la educación, al servicio del bien común, y su esencial apuesta por la
humanización. Sin duda, se ha asumido la propuesta de la centralidad de la persona en todos los procesos
educativos, tal como se formula en los mensajes del papa Francisco a propósito del Pacto Educativo
Global, y en sus encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti.
Como consecuencia de estos subrayados, concluimos que este marco eclesial de nuestro tiempo debe
constituir una fuente de inspiración para la actualización del nuevo currículo de Religión católica.
2. El Espacio Europeo de Educación y la creciente preocupación por la humanización
Es necesario subrayar, en segundo lugar, cómo el programa del Foro ha acogido con responsabilidad el
marco internacional de la educación. A lo largo de las numerosas aportaciones han ido abordándose
iniciativas educativas de PISA y la OCDE, de Naciones Unidas y la Agenda 2030, y de la UNESCO; sin
embargo, se ha analizado con mayor detenimiento la referencia a las competencias clave para el
aprendizaje permanente que se proponen para todo ciudadano de la Unión Europea, actualizadas en
2018, y el Espacio Europeo de Educación previsto para 2025.
Por tanto, debemos concluir que el nuevo currículo de Religión católica deberá plantearse en diálogo con
estos desafíos globales identificando sinergias y oportunidades.
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3. La LOMLOE: un nuevo marco pedagógico para los currículos de todas las áreas y materias
En tercer lugar, dado que la necesidad del nuevo currículo de Religión católica viene condicionada por la
reciente aprobación de una nueva reforma educativa, el programa del Foro ha tenido en cuenta, desde el
primer momento, la atención a las novedades pedagógicas del marco curricular de la LOMLOE. Las
aportaciones del Secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, en la primera sesión, indicaban
algunos elementos de la nueva arquitectura curricular que deberán definirse con mayor detalle en los
próximos decretos de enseñanzas mínimas para cada una de las etapas educativas.
Como consecuencia, es una conclusión evidente, el nuevo currículo de Religión católica deberá plantearse
en línea con el marco pedagógico de la LOMLOE, es decir, en clave de competencias y en referencia a sus
descriptores en los perfiles de salida que fijarán las Administraciones educativas.
4. La Teología como fuente epistemológica del currículo de Religión católica
La revisión de las fuentes del currículo nos ha ayudado a volver a la Teología como discurso académico
sobre la fe, capaz de inspirar la selección de aquellos contenidos esenciales para la reflexión sobre el
mensaje cristiano. Estos conocimientos contribuyen al diálogo de la fe con las culturas que es propio de
los procesos educativos. La racionalidad propia de la Teología ayudará a formular pedagógicamente
algunas categorías antropológicas y teológicas irrenunciables en la propuesta del mensaje cristiano.
Sin duda, algunos contenidos esenciales de la Revelación, transmitida por la Tradición y la Escritura, como
el conocimiento de Dios Padre, la centralidad de Jesucristo, la antropología cristiana, la comunidad
eclesial y su historia, o los principios y valores del pensamiento social cristiano, serán completamente
necesarios en el nuevo currículo de Religión católica, y deberán articularse en clave pedagógica y en
coherencia con el desarrollo cognitivo del alumnado de las diversas etapas.
5. El diálogo fe-cultura como actitud fundante de la enseñanza de la religión
Una de las características de la identidad propia de la enseñanza de la religión es el diálogo desde la fe
cristiana con todo lo que está aconteciendo a su alrededor. La fe nos proporciona la perspectiva de
comprensión, el diálogo es el camino, y el cuidado de todo y de todos es la actitud del profesorado de
Religión. Para nosotros, nada de lo humano nos es ajeno, abrimos puertas y ventanas a todo lo que
preocupa en nuestros contextos, locales y globales.
Será necesario que las aportaciones del nuevo currículo de Religión católica al desarrollo integral de la
persona, la capaciten para el diálogo intercultural e interreligioso imprescindible en las sociedades
plurales y democráticas. Será necesario comprometernos con el legado cultural y todo su patrimonio
artístico y social, visibilizando sus raíces cristianas; y será necesario acoger con plena responsabilidad la
promoción de la dignidad personal y los derechos humanos de todos y todas, el cuidado del planeta y la
construcción de la “casa común”, la denuncia de la injusticia y la propuesta de la inclusión, la formación
de la ciudadanía global y el fortalecimiento de las libertades fundamentales y la democracia.
DOCUMENTO SÍNTESIS / Comisión Episcopal para la Educación y Cultura
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6. Un currículo de Religión católica en línea con las finalidades propias de la escuela
Sin perder su propia peculiaridad epistemológica, la Teología y su reflexión sobre la fe, la enseñanza de la
religión católica asume conscientemente que se realiza en un entorno escolar que es propio de las
sociedades democráticas. Una evidencia de esta característica de la ERE es que desde el primer momento
de la Transición democrática definió sus objetivos en línea con las finalidades propias de la institución
escolar. Por tanto, se define como servicio eclesial a la sociedad, como un bien común y como formación
humana. Su intencionalidad educativa sería diferente si se desarrollara en la propia comunidad eclesial
como catecumenado.
Como consecuencia, el nuevo currículo de Religión católica deberá diseñar sus intenciones educativas en
línea con las finalidades propias de la escuela, la formación integral, el diálogo y la comprensión crítica de
la cultura, el conocimiento de las sociedades y la participación responsable en su construcción social;
habremos de tener en cuenta también los desafíos globales del paradigma tecnocrático que la escuela
tendrá que afrontar. Para hacer posible estos aprendizajes esenciales, el nuevo currículo tendrá en su
centro la formación personal y social, cuidando el desarrollo emocional y el proyecto vital; y deberá
acompañar el despertar espiritual y la búsqueda de respuestas a las cuestiones del sentido.
7. Un currículo de Religión católica con un enfoque competencial
Una de las evidencias que ha mostrado el Foro ha sido que la enseñanza de la religión se puede plantear
pedagógicamente con un enfoque competencial como ya se ha hecho en experiencias previas. Por tanto,
es perfectamente posible definir el nuevo currículo de Religión católica en clave competencial y en
coherencia con la estructura curricular que la LOMLOE establecerá en sus enseñanzas mínimas. Una
referencia esencial para la LOMLOE y todas sus áreas y materias, también para la Religión, será la
descripción de las ocho competencias clave que la Unión Europea ha realizado en 2018.
El nuevo currículo de Religión católica deberá definir sus competencias específicas en cada una de las
etapas educativas vinculándolas con las ocho competencias clave e indicando su contribución educativa a
los perfiles de salida; deberá enumerar los aprendizajes básicos para cada etapa, es decir, los contenidos,
teniendo en cuenta las dimensiones cognitiva, instrumental y actitudinal; también deberá fijar los
criterios de evaluación para cada etapa: segundo ciclo de Infantil, por ciclos en Primaria, y por cursos en
ESO y Bachillerato. Podría ayudar que también incorporase algunas orientaciones sobre metodología y
situaciones de aprendizaje propias de una didáctica basada en las competencias.
8. Un currículo que se puede programar por ámbitos de forma globalizada e interdisciplinar
La LOMLOE plantea que los centros escolares, en ejercicio de su autonomía pedagógica y en coherencia
con su proyecto educativo, puedan organizar la programación de las áreas y materias curriculares en
ámbitos y proyectos. Acoger este desafío de innovación educativa debería convertirse, así se ha solicitado
en numerosas aportaciones del Foro, en una propuesta de orientaciones metodológicas en el nuevo
currículo de Religión católica. Esta propuesta exige que la secuencia de los aprendizajes básicos se haga
por ciclos y cursos teniendo en cuenta los currículos de otras áreas y materias para facilitar, si llegara el
caso, la programación de ámbitos y proyectos en los que el currículo de Religión católica podría
globalizarse e integrarse.
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9. Un currículo abierto a las metodologías activas y cooperativas
Finalmente, el Foro también ha puesto de manifiesto algunas buenas prácticas que conectan las clases de
Religión con el entorno y, además de proponer aprendizajes propios, se relacionan de forma constructiva
con el medio social y cultural del contexto. El aprendizaje-servicio y otras metodologías innovadoras han
mostrado su mejora del rendimiento escolar porque aumentan la motivación del alumnado y su
capacidad de comprensión de contenidos esenciales. Por tanto, aunque las metodologías corresponden
en última instancia a los proyectos educativos del centro y a la programación didáctica de los profesores,
el nuevo currículo podría acoger estas propuestas pedagógicas que ya sabemos por experiencias de éxito
que constituyen oportunidades de mejora.
10. Un currículo común contextualizado en los entornos locales
La reforma educativa de la LOMLOE ha descentralizado algunas decisiones sobre la elaboración del
currículo. El cambio de las enseñanzas comunes a las enseñanzas mínimas abre espacios de decisión para
las Comunidades Autónomas; también la autonomía pedagógica de los centros educativos se verá
fortalecida en los desarrollos de la Ley. En el caso del área de Religión católica, aunque no se ha definido,
las propuestas apuntan a conjugar también los elementos comunes del currículo con otros más cercanos
a las realidades locales. Un escenario posible sería que los tres primeros elementos del currículo se fijaran
con carácter estatal, y que se abra la posibilidad de que pueda contextualizarse el currículo de Religión
católica con las referencias más cercanas del entorno.