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Lecturas del día: Marcos 11:1–10, o Juan 12:12–16; Isaías 50:4–7; Salmo 22:8–9, 17–18, 19–20, 23–24; Filipenses 2:6–11; Marcos 14:1—15:47 . Con emoción comenzamos la semana más sagrada del año litúrgico. Las últimas cinco semanas, la Iglesia ha venido reflexionando en la misericor- dia de Dios. Por nuestra parte, hemos confrontado el propio pecado para disponernos a la plenitud de la vida prometida con el misterio pascual de Cristo. En el evangelio de la pro- cesión se desborda la emoción cuando Jesús entra triunfante en Jerusalén. ¿Se trata de un presagio del triunfo de la resu- rrección? Imagínese la multitud reunida y extendiendo sus mantos mientras Jesús entra en la ciudad. En la misa, des- pués del prefacio, volvemos a cantar “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”. En la liturgia, Cristo, que reina en gloria, está presente y nos nutre para que can- temos: “¡Hosanna en el cielo!”. Conforme avanza la liturgia, cambia el estado de ánimo. Enseguida atendemos al pasaje del Siervo Sufriente y a la angustia con el Salmo 22, que nos encaminan al relato de la pasión. ¿Cuándo oró usted con las palabras de Salmo 22? De este vitral de lecturas, notamos que Cristo es el Siervo que sufrió y murió por nuestros pecados. Aunque lleno de tristeza, el relato de la pasión de san Marcos confirma que Jesús es el Mesías. Al acercarnos a la Pascua, démonos tiempo para orar con el relato de la pasión, pidiendo que todos los que sufren puedan resucitar con Cristo. Domingo, 25 de marzo de 2018 Triunfo y sufrimiento Vasijas dignas Eterno Dios de la gloria, tu Ungido, Jesús, nos redimió por su Misterio Pascual, bendícenos con tu gracia. Envía tu Espíritu sobre nosotros, para que como en Betania, tu Espíritu derrame tu amor sobre nosotros y nos convierta en vasijas dignas de tu misericordia. Danos un corazón generoso para que transformados por la pasión de Jesús y renovados por su resurrección, nuestra vida muestre tu generosidad, tu amor y tu paz. Concédenos, Señor, valentía para abrazar la cruz, y crucificar en ella los deseos egoístas, para hacerla señal de tu victoria. Que seamos heraldos de la Buena Nueva de la salvación. Por Cristo nuestro Señor. Amén. domingo de ramos de la pasión del señor

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Lecturas del día: Marcos 11:1–10, o Juan 12:12–16; Isaías 50:4–7; Salmo 22:8–9, 17–18, 19–20, 23–24; Filipenses 2:6–11; Marcos 14:1—15:47. Con emoción comenzamos la semana más sagrada del año litúrgico. Las últimas cinco semanas, la Iglesia ha venido reflexionando en la misericor-dia de Dios. Por nuestra parte, hemos confrontado el propio pecado para disponernos a la plenitud de la vida prometida con el misterio pascual de Cristo. En el evangelio de la pro-cesión se desborda la emoción cuando Jesús entra triunfante en Jerusalén. ¿Se trata de un presagio del triunfo de la resu-rrección? Imagínese la multitud reunida y extendiendo sus mantos mientras Jesús entra en la ciudad. En la misa, des-pués del prefacio, volvemos a cantar “¡Hosanna! ¡Bendito el

que viene en el nombre del Señor!”. En la liturgia, Cristo, que reina en gloria, está presente y nos nutre para que can-temos: “¡Hosanna en el cielo!”.

Conforme avanza la liturgia, cambia el estado de ánimo. Enseguida atendemos al pasaje del Siervo Sufriente y a la angustia con el Salmo 22, que nos encaminan al relato de la pasión. ¿Cuándo oró usted con las palabras de Salmo 22? De este vitral de lecturas, notamos que Cristo es el Siervo que sufrió y murió por nuestros pecados. Aunque lleno de tristeza, el relato de la pasión de san Marcos confirma que Jesús es el Mesías. Al acercarnos a la Pascua, démonos tiempo para orar con el relato de la pasión, pidiendo que todos los que sufren puedan resucitar con Cristo.

Domingo, 25 de marzo de 2018Triunfo y sufrimiento

Vasijas dignasEterno Dios de la gloria,tu Ungido, Jesús, nos redimió por su

Misterio Pascual,bendícenos con tu gracia.Envía tu Espíritu sobre nosotros,para que como en Betania,tu Espíritu derrame tu amor

sobre nosotrosy nos convierta en vasijas dignas de tu

misericordia.Danos un corazón generosopara que transformados por la pasión

de Jesús y renovados por su resurrección,

nuestra vida muestre tu generosidad, tu amor y tu paz.

Concédenos, Señor,valentía para abrazar la cruz,y crucificar en ella los deseos egoístas,para hacerla señal de tu victoria.Que seamos heraldos de la Buena

Nueva de la salvación.Por Cristo nuestro Señor. Amén.

domingo de ramos de la pasión del señor

Recursos reproducibles para Cuaresma–Triduo Pascual–Pascua 2018

Esta semana en casaLunes, 26 de marzoEl ElegidoDel libro de Isaías escuchamos parte del primer cántico del Siervo. El Siervo es el elegido de Dios que aportará la justicia a las naciones. No será un guerrero, pues dará vista a los ciegos y liberará a los cautivos. El evangelio cuenta la unción de Jesús que anticipa su sepultura. Iniciamos la semana con el mensaje de que Jesús es el elegido que nos libera del pecado y nos une en una familia. ¿Qué regalo podría usted ofrecer o dar a los pobres y a los moribundos? Lecturas del día: Isaías 42:1–7; Salmo 27:1, 2, 3, 13–14; Juan 12:1–11.

Martes, 27 de marzo La traiciónEscuchamos que Judas traicionará a Jesús. Jesús tiene clara conciencia de lo que tendrá que padecer en los días venideros, aunque sus discípulos parecen desorientados. ¿Cómo habría acompañado usted a Jesús durante su pasión y muerte? ¿Traicionó a Jesús alguna vez? Desconéctese de las redes sociales durante el resto de la semana y céntrese en la oración meditativa. Lecturas del día: Isaías 49:1–6; Salmo 71:1–2, 3–4a, 5ab–6ab, 15 y 17; Juan 13:21–33, 36–38.

Miércoles, 28 de marzo Espionaje Esta fecha se conoce como “Día del espía”, porque se cuenta la entrega de Judas. Nosotros hemos visto y oído la Buena Nueva, como Judas, pero también hemos cedido a las tentacio-nes del dinero, el poder o la autoridad. El tiempo de Cuaresma nos hizo recordar las veces que traicionamos a Jesús; nos arrepentimos y abrimos el corazón para que el amor lo trans-forme. Escriba su experiencia de esta Cuaresma. Lecturas del día: Isaías 50:4–9a; Salmo 69:8–10, 21–22, 31 y 33–34; Mateo 26:14–25.

Jueves, 29 de marzo Jueves SantoIniciamos los tres días más sagrados de nuestro año litúrgico. Nos piden dejar a un lado toda distracción para adentrarnos en el Misterio Pascual. Nútrase con la Eucaristía y perma-nezca vigilante con el Señor. Lecturas del día: Misa Crismal: Isaías 61:1–3a, 6a, 8b–9; Salmo 89:21–22, 25 y 27; Apocalipsis 1:5–8; Lucas 4:16–21. En la Cena del Señor: Éxodo 12:1–8, 11–14; Salmo 116:12–13, 15–16bc, 17–18; 1 Corintios 11:23–26; Juan 13:1–15.

Viernes, 30 de marzoViernes SantoEscuchamos la proclamación del relato de la pasión del Señor. A fuerza de repetirla iremos comprendiendo el don del amor de Dios por nosotros. La Iglesia nos convoca al silencio para meditar en la muerte de Jesús y lo que significa para nuestra vida. Ponga atención al evangelio, adéntrese en la Adoración de la Cruz y haga suyas las solemnes Intercesiones de la celebración. Déjese llevar por la liturgia y escuche a Dios. ¿Qué escucha? Lecturas del día: Isaías 52:13—53:12; Salmo 31:2, 6, 12–13, 15–16, 17, 25; Hebreos 4:14–16; 5:7–9; Juan 18:1—19:42.

Sábado, 31 de marzo Vigilia PascualEn la quietud de la noche santa, la Iglesia se reúne y com-parte su historia de salvación: proclama la Buena Nueva de la Resurrección de Cristo. Atienda al Pregón pascual. ¿Qué imágenes se quedan con usted? Lecturas del día: Génesis 1:1–2:2; Salmo 104:1–2, 5–6, 10, 12, 13–14, 24, 35, o Salmo 33:4–5, 6–7, 12–13, 20–22; Génesis 22:1–18; Salmo 16:5, 8, 9–10, 11; Éxodo 14:15—15:1; Éxodo 15:1–2, 3–4, 5–6, 17–18; Isaías 54:5–14; Salmo 30:2, 4, 5–6, 11–12, 13; Isaías 55:1–11; Isaías 12:2–3, 4, 5–6; Baruc 3:9–15, 32—4:4; Salmo 19:8, 9, 10, 11; Ezequiel 36:16–17a, 18–28; Salmo 42:3, 5; 43:3, 4, o Isaías 12:2–3, 4bcd, 5–6, o Salmo 51:12–13, 14–15, 18–19; Romanos 6:3–11; Salmo 118:1–2, 16–17, 22–23; Marcos 16:1–7.

© 2018 Liturgy Training Publications; 800-933-1800. Texto de Timothy A. Johnston. Ilustración de William Hernandez. Texto bíblico conforme a La Biblia de nuestro pueblo. América Latina, Grupo de Comunicación Loyola (2011), con el debido permiso. Aprobación canónica de la Arquidiócesis de Chicago, 1 de septiembre de 2017.