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    Opus DeiDominique Le

    Tourneau

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    Introduccin

    La Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, ms conocida como Opus Dei, "hasurgido en nuestra poca como viva expresin de la perenne juventud de laIglesia, plenamente abierta a las exigencias de un apostolado moderno" (Pablo

    VI). Proclama que los laicos pueden y deben buscar la santidad en medio delmundo, mediante el ejercicio libre y responsable de su trabajo profesional y unapostolado realizado en las estructuras temporales, respondiendo a una autnticavocacin. Tal es, desde el 2 de octubre de 1928, el carisma fintdacional del OpusDei -el ncleo de su espiritualidad-, vivido por personas de toda raza y condicinsocial que ejercen las ms diversas profesiones.

    Despus de observar la vida de los miembros del Opus Dei, su actividad apostlicapersonal y sus obras corporativas de apostolado, hemos analizado los Estatutos dela Prelatura y buceado directamente en los escritos -algunos todava inditos- delFundador Beato Josemara Escriv, con objeto de poner de relieve los aspectos dela espiritualidad del Opus Dei que l preconiz (salvo indicacin en contra, todaslas citas son suyas).

    De esta manera, esperamos haber dibujado fielmente los principales rasgos deesta Institucin y mostrado los frutos que su espritu puede producir para laedificacin cristiana del mundo.

    San Josemara Escriv

    LOS BARRUNTOS

    Infancia

    Josemara Escriv de Balaguer y Albs, el segundo de seis hermanos, nace el 9 deenero de 1902 en Barbastro (Huesca). Su padre y dos socios ms son propietariosde un negocio de chocolates y de tejidos. Su madre, penltima de trece hermanos,tiene antepasados franceses. Ambos impregnan su hogar de un ambiente de slidapiedad -sin mojigateras-, convirtindolo en escuela de virtudes humanas. Aceptanduras pruebas con grandeza de alma: la muerte en tres aos de tres de sus cuatrohijas, la quiebra del negocio y un nuevo comienzo profesional en Logroo.

    Cumplidos los tres aos, Josemara empieza a ir al colegio. Ya adolescente, sucultura es muy superior a la de sus compaeros de bachillerato; se interesa por lahistoria y lee a los autores clsicos. Durante toda su vida, citar con precisintextos de escritores espaoles y extranjeros.

    Los barruntos

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    A punto de cumplir los diecisis aos, en diciembre de 1917, un hecho irrelevanteen apariencia produce una fuerte impresin en el joven Josemara. Las calles deLogroo estn cubiertas de nieve y, en una que suele frecuentar, 12 El Opus Deidescubre las huellas, todava recientes, dejadas por los pies desnudos de unCarmelita descalzo. Un deseo le asalta: responder generosamente, tambin l, al

    amor de Dios. Comienza a darse cuenta de que Dios espera algo de l, pero nosabe qu es. Slo son como "barruntos de Amor". Decide or Misa y comulgar adiario, intensificar su vida de piedad y de penitencia. Empieza a repetir a menudola peticin a Jess del ciego de Jeric: "Domine, ut videam!" "Seor, que vea!".

    Sacerdote

    Abandona su proyecto de ser arquitecto y decide hacerse sacerdote, pues piensaque as estar ms disponible para llevar a cabo ese querer divino cuyo contenidoignora.

    En 1918 inicia sus estudios eclesisticos en el Seminario de Logroo y en 1920 losprosigue en el de Zaragoza, donde el Cardenal Sol de Vila, arzobispo de la ciudad,se fija en l y le confa, en 1922, el cargo de Superior del Seminario. Siguepasando muchas noches en oracin, pidiendo a Dios que le ilumine.

    Antes de terminar sus estudios de Teologa, comienza a estudiar la carrera deDerecho, por libre, y estudia intensamente durante las vacaciones de verano.

    El 28 de marzo de 1925 es ordenado sacerdote. Unos meses antes haba muertosu padre, agotado de tanto trabajar.

    Su primer destino sacerdotal es una sustitucin en una parroquia rural. En mayode 1925 regresa a Zaragoza; junto a las tareas pastorales de su cargo, ensea elcatecismo en los suburbios, visita a familias pobres, ejerce como capelln de unaiglesia, ayuda a sus hermanos en el sacerdocio. Al mismo tiempo, prosigue susestudios en la Facultad de Derecho, donde realiza un intenso apostolado con losuniversitarios. Da, adems, clases de Derecho Romano y de Derecho Cannico enuna academia, con objeto de subvenir a las necesidades de su familia (su madre,su hermana y un hermano pequeo), que ha quedado a su cargo.

    En el mes de marzo de 1927, es autorizado por el Ordinario para trasladarse a

    Madrid, a fin de doctorarse en Derecho. Nada ms llegar, ofrece sus serviciossacerdotales a los enfermos de los hospitales, a los pobres y a los niosabandonados, empleando gran parte de la jornada en recorrer la ciudad de unextremo al otro. Es nombrado capelln del Patronato de Enfermos, institucin deayuda a los desheredados, y vuelve a dar clases de Derecho Cannico y deDerecho Romano. Sus agotadoras jornadas estn jalonadas por largos ratos deoracin, una ardiente devocin a la Santsima Virgen Mara e intensas

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    mortificaciones corporales. Trata de obtener as que Dios le revele lo que quiere del, pues contina ignorndolo.

    EL PERODO FUNDACIONAL

    Fundacin del Opus Dei

    El 2 de octubre de 1928, mientras realiza unos ejercicios espirituales, donJosemara ve -tal es el trmino que emplear luego- lo que Dios espera de l. Veque el Seor le pide que ponga su vida entera y todas sus energas al servicio delo que ser el Opus Dei; que tiene que lograr que hombres de todas las clasessociales -empezando por los intelectuales- respondan a una vocacin especficaconsistente en buscar la santidad y hacer apostolado en medio del mundo, en elejercicio de su profesin u oficio, sin cambiar de estado.

    A partir de ese momento, se pone a trabajar y pierde la "tranquilidad", sinabandonar por eso nada de lo que vena haciendo. Desprovisto por completo demedios econmicos, no tiene ms que sus "veintisis aos, la gracia de Dios ybuen humor". Sigue buscando la fuerza que necesita junto a "enfermos incurables,pobres abandonados, nios sin familia y sin cultura, hogares sin fuego y sin calor ysin amor". Ao tras ao, atiende personalmente a miles de almas, practicando,adems, un amplio apostolado epistolar con sacerdotes y gentes de todacondicin.

    Acababa de dejar constancia, por escrito, de que en el Opus Dei no habramujeres, "ni de broma", cuando una nueva inspiracin divina le hace comprender,

    el 14 de febrero de 1930, que el mensaje de santificacin en medio del mundotambin puede ser vivido por las mujeres. A partir de ese momento, el Opus Deiconstar de dos secciones completamente separadas, pero con idntico espritu.

    Al comienzo, este "trabajo apostlico" ni siquiera tena nombre. Un da, un amigode don Josemara le pregunta: "Cmo va esa obra de Dios?"... Haba dado con elnombre: Obra de Dios, Opus Dei, operatio Dei, trabajo de Dios; trabajo profesionaltransformado en oracin en todas las encrucijadas de la tierra.

    Desarrollo del trabajo apostlico

    El Fundador lleva a cabo su labor apostlica all donde puede: en los hospitales, enlas iglesias, en las oficinas, en la Universidad... Surgen algunas vocaciones, perolas almas se escapan "como anguilas en el agua". A finales de 1933 abre la

    Academia DYA (Derecho y Arquitectura), primera obra corporativa del Opus Dei.Los agobiantes problemas econmicos no frenan el celo apostlico de Don JosMara. Al ao siguiente, la Academia queda instalada en un piso ms amplio; a ellaviene a aadirse una residencia para universitarios. Todo quedar destruido

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    durante la guerra civil, a raz de la lucha entablada muy cerca, en el Cuartel de laMontaa.

    La persecucin religiosa que se desencadena durante el conflicto obliga alFundador a ocultarse y a cambiar constantemente de escondite, hasta que, en

    marzo de 1937, puede refugiarse en la Legacin de Honduras. La abandona mstarde y sigue realizando una amplia labor sacerdotal, con riesgo de su vida.

    Sus hijos -los primeros miembros de la Obra- logran convencerle de que debeabandonar la zona republicana y, a finales de noviembre y comienzos de diciembrede 1937, emprende, con algunos de ellos, el paso de los Pirineos, a pie y encondiciones materiales y climticas muy duras.

    Al cabo de catorce das llegan a Andorra y, va Lourdes, vuelven a entrar enEspaa. El Fundador empieza haciendo unos ejercicios espirituales y luegoreemprende su labor apostlica en Burgos, reanudando sus contactos con muchaspersonas que haba conocido antes de la contienda.

    Al trmino de la guerra civil, regresa a Madrid. Cinco meses ms tarde, abre unanueva residencia de estudiantes. Como es el nico sacerdote del Opus Dei, tieneque ocuparse de la formacin de las nuevas vocaciones y de la residencia.Desempea adems el cargo de Rector del Patronato de Santa Isabel, de las

    Agustinas Recoletas. Dirige espiritualmente a centenares de personas, hombres ymujeres, solteros y casados, estudiantes, profesores, escritores y artistas...Organiza retiros y cursos de retiro espiritual e impulsa la expansin del Opus Dei,viajando en tren los sbados por la noche a diversas ciudades (Valencia,

    Barcelona, Zaragoza, Valladolid, Salamanca, etc.) y regresando a Madrid, tambinviajando de noche, los lunes por la maana. A peticin de muchos obispos, aceptadirigir numerosos ejercicios espirituales para el clero diocesano (durante uno deellos le informan de que ha muerto su madre); tambin predica a comunidades dereligiosos y religiosas.

    Durante los aos cuarenta, desarrolla esta intensa actividad apostlica en mediode un clima de denuncias y de calumnias procedentes de clrigos que pensaban -de buena fe, sin duda- que proclamar y promover la vocacin a la santidad en elmundo era una hereja. Sin embargo, el Obispo de Madrid-Alcal, conocedor delespritu que le animaba y de los fines y medios del Opus Dei (haba alentado al

    Fundador desde el primer momento y bendecido su Obra), no cesa de apoyarle, yel 25 de junio de 1944 confiere personalmente las Sagradas rdenes a los tresprimeros miembros del Opus Dei que acceden al sacerdocio.

    Haca mucho tiempo que vena buscando la forma de que hubiera sacerdotes en elOpus Dei, cuando, el 14 de febrero de 1943, mientras celebraba la Santa Misa, vioclaramente la solucin: ordenar miembros laicos de la Obra que, con el mismo

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    espritu que los dems, aseguraran su adecuada formacin, facilitaran suproyeccin apostlica y garantizaran la pureza del espritu y la unidad de la Obra.

    As naci la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, inseparable del Opus Dei, quevino a representar en la Iglesia un nuevo fenmeno pastoral (sacerdotes con unttulo acadmico superior, de carcter civil, que han ejercido su profesin y que

    "van a servir, sin estipendio alguno, a todas las almas -especialmente a las de sushermanos-") y jurdico (pues el hecho de ser sacerdote en el Opus Dei no modificaen absoluto la llamada de Dios a desarrollar, con la mayor perfeccin posible, lavocacin cristiana a la santidad).

    La expansin fuera de Espaa

    La guerra civil y luego la Segunda Guerra Mundial impidieron el inicio de la laborapostlica en otros pases. Ya en 1935, el Fundador haba decidido enviar a Franciaalgunos de sus hijos, pero el proyecto tuvo que ser retrasado. Por eso, en cuantoel final de la Segunda Guerra Mundial se lo permite, los primeros miembros delOpus Dei empiezan a repartirse por numerosos pases: Portugal (1945), Inglaterrae Italia (1946), Francia e Irlanda (1947), Estados Unidos y Mxico (1949), Chile y

    Argentina (1950), Colombia y Venezuela (1951), Alemania (1952), Per yGuatemala (1953), Ecuador (1954), Uruguay y Suiza (1956), Brasil, Austria yCanad (1957), El Salvador, Kenia y Japn (1958), Costa Rica (1959), Holanda(1960), Paraguay (1962), Australia (1963), Filipinas (1964), Nigeria y Blgica(1965), Puerto Rico (1969), etc.

    El Fundador sigue muy de cerca los comienzos en cada pas. A menudo, no puedeenviar a sus hijos ms que con su bendicin y una imagen de la Santsima Virgen.

    Lo dems, tendrn que ponerlo ellos. Mientras tanto, recorre diversos pases deEuropa, preparando el terreno o alentando a los que ya estn all.

    A finales de 1946, el Fundador se instala en Roma, para estar en el corazn de laCristiandad, lo ms cerca posible del Vicario de Cristo, y poner de manifiesto as ladimensin universal del Opus Dei. En 1948 erige el Colegio Romano de la SantaCruz, destinado a la formacin espiritual de miembros varones procedentes detodos los pases

    en que trabaja la Obra y, en 1953, el Colegio Romano de Santa Mara, para lasmujeres.

    Desde Roma, Monseor Escriv de Balaguer -nombrado Prelado domstico de SuSantidad en 1947- alienta y dirige actividades apostlicas de todo tipo promovidaspor sus hijos. Al mismo tiempo, gobierna el Opus Dei, asistido por un Consejo paracada seccin (hombres y mujeres). Recibe tambin a numerosas personas -catlicos, cristianos de distintas confesiones, judos, agnsticos, etc.- que deseanconocerle y pedirle consejo.

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    Acepta tambin aquellos cargos que el Papa le confa: miembro de la AcademiaPontifica de Teologa (1957), Consultor de la Sagrada Congregacin de Seminarios(1957) y de la Comisin Pontifica para la interpretacin autntica del Cdigo deDerecho Cannico (1961).

    Sus ltimos aos

    Como sufre mucho a causa de la confusin doctrinal sembrada en la Iglesia porquienes deforman las enseanzas del Vaticano II, emprende peregrinacionespenitenciales a diferentes santuarios marianos: el Pilar y Torre ciudad (Espaa),Ftima (Portugal), Guadalupe (Mxico), Loreto (Italia), Lourdes (Francia), La

    Aparecida (Brasil), Lujn (Argentina), ... Durante estas peregrinaciones, realiza unaamplia labor de catequesis, hablando, a veces, a auditorios formados por variosmiles de personas. Responde con viveza y oportunidad a las preguntas que lehacen sobre apostolado, vida de familia, formacin espiritual, sentido delsufrimiento, etc. Las reuniones o "tertulias" con grupos diversos se suceden sininterrupcin a lo largo del da: en 1970, en Mxico; en 1972, en Espaa y Portugal,que recorre a lo largo de dos meses, donde se rene con ms de 150.000personas; en 1974, en Brasil, Argentina, Chile, Per, Ecuador y Venezuela... En1975, finalmente, vuelve a Venezuela y desde all se traslada a Guatemala. Entotal, ms de un milln de personas le escuchan en esos viajes.

    El 28 de marzo de 1975, el Beato Jos Mara celebra sus Bodas de Orosacerdotales en la intimidad, segn su norma de conducta habitual: "ocultarme ydesaparecer es lo mo, que slo Jess se luzca" (sus viajes han sido una excepcin

    en una vida enteramente dedicada a su ministerio sacerdotal y a la labor degobernar el Opus Dei).

    El 23 de mayo visita el Santuario de Nuestra Seora de los ngeles deTorreciudad, que ha querido que se construya en prueba de agradecimiento a laSantsima Virgen. Como en la poca de los "barruntos", repite constantementeDomine, ut videam!, ahora porque anhela ver a Dios cara a cara.

    Muere sbitamente en Roma, el 26 de junio de 1975, en su cuarto de trabajo.

    Una jornada habitual del Fundador en Roma

    Al levantarse, besaba el suelo y deca Serviam!, para ofrecer a Dios la jornada;luego, repeta oraciones que su madre le haba enseado. A continuacin hacamedia hora de oracin mental y as se preparaba para celebrar la Santa Misa, queoficiaba siempre con profunda devocin y prolongaba mediante la accin degracias. Antes de ponerse a trabajar, rezaba el breviario. Luego, despachaba losasuntos ordinarios en curso. A ltimas horas de la maana reciba visitas, despus,

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    se recoga en el oratorio durante unos minutos. A medioda, rezaba el ngelus.Todos los das lea un pasaje de los Evangelios o de la Sagrada Escritura y de unlibro de espiritualidad. No omita tampoco el estudio de las ciencias sagradas ni suformacin cultural, que alimentaba con lecturas oportunas.

    El Beato Josemara era muy austero en las comidas, aunque se ingeniaba paraocultar esa austeridad cuando tena invitados. A veces, cuando estaba solo,ayunaba todo el da. Nada ms terminar el almuerzo, haca una visita a JessSacramentado en el oratorio, visita que repeta en otros momentos de la jornada.

    Despus de comer, sola pasar una media hora de tertulia con sus hijos y luegoreanudaba su trabajo. Rezaba a diario las tres partes del Rosario, repartidasconvenientemente a lo largo de la jornada. Por la tarde, haca otra media hora deoracin mental, a hora fija.

    Por la noche, tras otra breve tertulia con sus hijos, se retiraba en silencio parahacer el examen de conciencia y rezar las ltimas oraciones del da. Se dormarecitando comuniones espirituales y repitiendo jaculatorias...

    El hombre

    Abundantes testimonios y documentos que cubren toda la vida del Fundadorpermiten descubrir la personalidad. Gentes ajenas al Opus Dei vieron en l unhombre de inteligencia excepcional (sus notas en el colegio, en el seminario y en launiversidad siempre fueron brillantes, con raras excepciones). Sus enseanzasquedaron marcadas por su formacin de jurista y de canonista. Su capacidad para

    comprender y resolver los problemas y su conocimiento de los hombres y de lascosas eran muy profundos. Tena tambin gran clarividencia para prever losacontecimientos futuros.

    El psiquiatra judo Vctor E. Frankl dice haberle fascinado "la serenidad refrescanteque emana de l e ilumina toda su conversacin; despus, el ritmo inaudito conque su pensamiento fluye; y, en fin, su asombrosa capacidad de establecercontacto inmediato con sus interlocutores", ya se tratase de una sola persona o deun vasto auditorio, de intelectuales o de obreros, de nios o de mayores, deeuropeos o indgenas de Amrica...

    Senta afecto por todo el mundo, incluso por los anticlericales o los que le odiaban.Daba la impresin de que no tena ninguna prisa cuando estaba con alguien. Yamayor, su memoria le permita recordar cosas de haca muchos aos, sobre tododetalles de las personas, de sus amigos, de los sucesos familiares.

    Su simpata y alegra eran contagiosas y todo el mundo se senta a gusto a sulado. Cuando alguien enfermaba, pasaba largos ratos junto a su lecho, para

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    distraerle y ayudarle a rezar. Con un visitante o con un grupo de personas,siempre se preocupaba de que lo pasaran bien, incluso encontrndose enfermo ofalto de sueo.

    Si no tena ms remedio que reprender a alguien -lo haca con energa cuando era

    necesario-, era el primero en lamentarlo; sufra, y sola poner un detalle dedelicadeza que, sin paliar la reprimenda, la haca ms llevadera.

    No daba importancia a su persona y hablaba de s mismo con humildad y sencillez,enderezando a Dios los cumplidos que algunos le dirigan.

    Su capacidad de trabajo y sus dotes de organizacin le permitan vivir cada minutocon intensidad y proseguir su tarea con tenacidad, cuidando los detalles, hastaponer "la ltima piedra".

    De espritu abierto, su conocimiento de la literatura y de la historia, as como subuen gusto, perfilaron su talento literario.

    Este rpido retrato quedara incompleto si no hiciese referencia a su extraordinariosentido de lo sobrenatural. Monseor Escriv de Balaguer amaba a Dios y a laIglesia, y eso se notaba. Tena el don de conducir a las almas hacia Dios. En unacarta que el Obispo de Madrid dirigi en 1941 a Dom Aureli M. Escarr, Abad deMontserrat, para desmentir una campaa de calumnias desatada por entoncescontra el Fundador del Opus Dei en Catalua, Mons. Eijo y Garay, que desde elprincipio le haba alentado, deca: "El Dr. Escriv es un sacerdote modelo, escogidopor Dios para santificacin de muchas almas, humilde, prudente, abnegado, dcil

    en extremo a su Prelado, de escogida inteligencia, de muy slida formacindoctrinal y espiritual, ardientemente celoso, apstol de la formacin cristiana de lajuventud".

    LA CONTINUIDAD

    La sucesin

    A la muerte del Beato Josemara, el Opus Dei se haba extendido por los cincocontinentes y contaba con unos 60.000 miembros de ochenta nacionalidades.

    Ha llamado la atencin el hecho de que el sbito fallecimiento del Fundador nohaya afectado a la Institucin, que ha mantenido una fidelidad absoluta al depsitoespiritual y al espritu legados por l. A los tres meses de su muerte, el 15 deseptiembre de 1975, ciento setenta y dos representantes de todos los miembros,reunidos en un Congreso electivo, eligieron por unanimidad, en la primeravotacin, a don lvaro del Portillo y Diez de Sollano como primer sucesor del BeatoJosemara.

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    Nacido en Madrid el 11 de marzo de 1914, era Doctor Ingeniero de Caminos yDoctor en Filosofa y Letras y en Derecho Cannico. En 1935 se incorpor al OpusDei. Muy pronto se convirti en la ayuda ms firme del Beato Josemara, ypermaneci a su lado durante casi cuarenta aos, como su colaborador ms

    prximo.

    El 25 de junio de 1944 fue ordenado sacerdote. Adems de desarrollar una intensalabor sacerdotal y ejercer el cargo de Secretario General del Opus Dei, participactivamente en la preparacin y desarrollo del Concilio Vaticano II, comoPresidente de la Comisin preparatoria de los laicos y como Secretario de laComisin para la disciplina del clero y del pueblo cristiano. Hasta el final de su vidafue consultor de varios dicasterios de la Curia Romana.

    El 28 de noviembre de 1982, al erigir la Obra en Prelatura personal, el Santo PadreJuan Pablo II le nombr Prelado del Opus Dei, y el 6 de enero de 1991 le confirila ordenacin episcopal. Toda la labor de gobierno de Mons. lvaro del Portillo secaracteriz por la fidelidad al Fundador y a su mensaje, en un trabajo pastoralincansable para extender los apostolados de la Prelatura, en servicio de la Iglesia.Falleci en Roma, con fama de santidad, en la madrugada del 23 de marzo de1994, despus de regresar de una peregrinacin a Tierra Santa.

    El actual Prelado del Opus Dei es Monseor Javier Echevarra Rodrguez, nacido enMadrid el 14 de junio de 1932. Fue ordenado sacerdote en 1955, ao desde el cualempez a trabajar en el gobierno del Opus Dei junto al Beato Josemara. A lamuerte del Fundador en 1975, fue nombrado Secretario General. Desde 1982, con

    la ereccin de la Prelatura personal, fue Vicario General del Opus Dei hasta el 20de abril de 1994, fecha de su confirmacin como Prelado por el Papa Juan PabloII. El 6 de enero de 1995 recibi la ordenacin episcopal.

    La expansin del Opus Dei

    Tras la muerte del Fundador, se inicia la labor apostlica en nuevos pases yprosigue el desarrollo donde ya se haba iniciado.

    El proceso es similar en todas partes: cuando algunos miembros de la Obra seestablecen para ejercer su profesin all donde el mensaje del Opus Dei todava no

    es conocido, comienzan a realizar un intenso apostolado personal con suscompaeros de trabajo y con sus amigos, organizando tambin crculos deestudios, charlas de formacin, etc. Van surgiendo vocaciones y as, poco a poco,se forma un primer ncleo de miembros. Con permiso del obispo de la dicesis, unsacerdote del Opus Dei se encarga de la direccin espiritual, de la predicacin, etc.Pronto se hace necesario un lugar estable de reunin que, con el tiempo, setransforma en Centro de la Prelatura.

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    De esta manera, se pone en prctica la recomendacin del Fundador:

    "Hay que extenderse, dispersarse por el mundo, en todas las tareas honestas delos hombres, llevando como prendidos de los dedos docenas de amigos, y estos a

    su vez ms amigos (...) Hay que abrirse en abanico".

    El nmero de vocaciones no ha cesado de aumentar. En 1994, diecinueve aosdespus de la muerte del Beato Josemara, el Opus Dei contaba con 79.000miembros de los cinco continentes. Desde 1975 ha iniciado su labor en Bolivia,Honduras, Trinidad y Tobago, Nicaragua y Repblica Dominicana, en Amrica.Tambin lo hizo en tres naciones africanas: Zaire, Costa de Marfil y Camern. DeEuropa, en Suecia, Finlandia, Polonia, Hungra, Repblica Checa, Eslovaquia yLituania. De Asia, en Macao, Hong Kong, Singapur, Taiwan, India e Israel.Finalmente, en Nueva Zelanda. En total, se han sumado veintids nuevos pases alos treinta y dos en que el Opus Dei ya estaba presente antes de 1975.

    La etapa de la continuidad, segn el Fundador, proseguir "mientras hayahombres en la tierra", pues "por mucho que cambien las formas tcnicas de laproduccin", siempre "tendrn un trabajo que pueden ofrecer a Dios, que puedensantificar". En consecuencia, el Opus Dei siempre tendr una tarea que realizar.

    El Beato Josemara sola repetir a menudo:

    "Nos somos una organizacin circunstancial (...) Ni venimos a llenar una necesidadparticular de un pas o de un tiempo determinados, porque quiere Jess su Obra,

    desde el primer momento, con entraa universal, catlica".Segn los datos suministrados por la Oficina de Informacin del Opus Dei enFrancia, la Prelatura cuenta en el pas con 1.300 miembros repartidos casi porigual entre la seccin de varones y la seccin de mujeres. Residen en lugares muydiversos del territorio, pero, sobre todo, all donde existen centros de la Obra,erigidos con la autorizacin previa del obispo de la dicesis: Aix-en-Provence,Grenoble, Marsella, Pars (donde hay una docena de centros), Toulouse,Estrasburgo... Tambin, desde 1982, hay ciudades -Burdeos, Clermont-Ferrand,Lyon, Mulhouse, Rennes, etc.- donde se desarrollan regularmente actividades sinque todava se hayan erigido centros.

    Existen actividades apostlicas corporativas tales como la Escuela Tcnica deHostelera Dosnon, en el Aisne; el Centro Cultural Garnelles y el colegio

    Vabnonceau en Pars; clubes juveniles, hogares para jvenes trabajadores,residencias para empleadas del hogar, etc. La labor apostlica, pues, va desde losmedios intelectuales a los populares, desde los cuadros de mando a los obreros ycampesinos, desde los jvenes a los ancianos.

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    Fama de santidad

    Ya en vida, Monseor Escriv de Balaguer goz de una fama de santidad que elPapa Pablo VI resumi cuando dijo, en un comentario privado, que consideraba al

    Fundador del Opus Dei "como uno de los hombres que han recibido ms carismasy que han respondido con ms generosidad a esos dones" en la historia de laIglesia.

    Esa fama de santidad, "avalada por testimonios numerosos y autorizados", no cesde aumentar desde el 26 de junio de 1975 "con significativa espontaneidad", comodeca el Cardenal Poletti en el decreto que, seis aos despus de la muerte deMonseor Escriv abra en Roma su proceso de beatificacin. Millares de cartaspidiendo que se iniciara haban llegado al Papa. Junto a las procedentes de jefesde Estado y de gobierno, de ministros, senadores y diputados, de familias enteras,de personas fsicas y jurdicas de todas clases y de todos los rincones del mundo,estaban las dirigidas por 69 cardenales y 1.300 obispos (ms de la tercera parte dela totalidad), hecho nico en los anales de la Iglesia Catlica. En su fase diocesana,el proceso se ha desarrollado a lo largo de 980 sesiones, en Madrid del 18 demayo de 1981 al 26 de junio de 1984 y en Roma del 12 de mayo de 1981 al 6 denoviembre de 1986. Comenzaba entonces la instruccin por la Congregacin parala Causa de los Santos. sta public el 9 de abril de 1990 un decreto, en el que elPapa Juan Pablo II proclama las virtudes heroicas de Monseor Escriv; a partir deese momento recibe el ttulo de Venerable. Luego, al trmino de un nuevoproceso, reconoce el 6 de julio de 1991 el carcter milagroso de una curacinmdicamente inexplicable, atribuida a la intercesin del Beato Escriv.

    El Santo Padre procedi a la beatificacin de Josemara Escriv el 17 de mayo de1992 en la Plaza de San Pedro en Roma, en presencia de 300.000 peregrinos -segn la cifra publicada por L'Ossevatore Romano-, de 46 cardenales y 300obispos. En su homila, el Papa Juan Pablo II afirm que "la actualidad y latrascendencia de este mensaje espiritual, profundamente enraizado en elEvangelio, son evidentes, como lo muestra tambin la fecundidad con la que Diosha bendecido la vida y obra de Josemara Escriv". En la audiencia con losperegrinos que tuvo lugar al da siguiente, en la misma Plaza de San Pedro, elPapa declar: "Yo tambin comparto esta confianza" a propsito de la conviccinde que la elevacin del Fundador del Opus Dei "a los altares proporcionar un gran

    bien a la Iglesia". El triduo de accin de gracias que sigui estuvo marcado, entreotras cosas, por misas solemnes celebradas en las baslicas romanas por dieciochocardenales.

    Lejos de disminuir, los favores atribuidos a la intercesin del Beato Josemarasiguen afluyendo a la Postulacin General del Opus Dei en Roma. Provienen detodos los pases, incluso de aquellos en los que todava no est implantada la

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    Prelatura. Se trata, a veces, de favores materiales, entre ellos curacionesinexplicables perfectamente avaladas por los correspondientes informes mdicos,pero tambin, sobre todo, de favores espirituales que en la mayora de los casosnunca sern conocidos. Una pequea muestra de ello se da en la Hoja Informativadistribuida gratuitamente por la Vicepostulacin del Opus Dei de cada pas (en

    Francia, 5, rue Dufrnoy, 75116 Pars. En Espaa, Diego de Len, 14, 28006Madrid).

    El Fundador del Opus Dei sigue ejerciendo una gran influencia en el mundo atravs de sus obras publicadas, cuya tirada global sobrepasa los seis millones ymedio de ejemplares.

    Estn tambin en curso los procesos de beatificacin de dos miembros del OpusDei: el ingeniero argentino Isidoro Zorzano, muerto en 1943, y la joven estudiantecatalana Montserrat Grases, fallecida en 1959, a los dieciocho aos de edad.

    La espiritualidad del Opus Dei

    El 2 de octubre de 1928, al Beato Josemara Escriv se le da a conocerexactamente lo que Dios quiere de l; ve claramente definido lo que ha de ser elOpus Dei. La luz que recibe no es una inspiracin vaga o genrica, sino precisa yconcreta; sabe que la tarea que ha de emprender "no es una empresa humana,

    sino una gran emmpresa sobrenatural que comenz cumplindose en ella a la letracuanto se necesita para que se pueda llamar sin jactancia la Obra de Dios".

    Desde ese instante, el Fundador es capaz de describirla detalladamente a quienesreciben sus confidencias, los cuales tienen la impresin de que habla de cosas yarealizadas. En sus primeros escritos, presenta ya toda la novedad del mensaje delOpus Dei: cualquier hombre, sea quien sea, est llamado, sin abandonar el mundo,a la santidad y al apostolado, siempre que sea capaz de sobrenaturalizar lasrealidades temporales en que est inserto, el trabajo profesional y sus obligacionesfamiliares y sociales.

    Lo que hoy parece evidente, no lo era en aquellos aos. Por eso, conviene hacerunas breves precisiones histricas para comprender la novedad de este mensaje,radical para quien vive en el mundo y ejerce una profesin, porque la llamada a lasantidad no tiene fundamento si no se reconoce que las realidades temporales sonsantificables y santificantes. Todo cambia, sin embargo, cuando se percibe elsentido cristiano de esas realidades y cuando, como el Fundador incita a hacer aquienes Dios llama, uno se compromete a santificarlas mediante una verdadera

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    vocacin, en el sentido exacto de este trmino. Monseor Escriv no se limita aproclamar, en abstracto, la doctrina sobre la llamada universal a la santidad de loslaicos; suscita, en individuos concretos, la bsqueda de esa santidad y el ejerciciodel apostolado en las tareas seculares y gracias a ellas. Se trata, pues, de unnuevo fenmeno pastoral, "suscitado en nuestra poca por la Providencia divina

    para el bien de la Iglesia y de todas las almas, abundantemente bendecido porcinco Papas" (Mons. Carboni, en la ceremonia de inauguracin de la Prelatura delOpus Dei).

    PANORAMA HISTRICO

    La concepcin religiosa

    En los primeros siglos del cristianismo, el trabajo pronto deja de ser consideradocomo algo bueno en s mismo para convertirse en simple medio asctico paracombatir la ociosidad, madre de todos los vicios. As lo ven San Atanasio oCasiano, entre otros.

    La vida cenobtica comienza a cobrar importancia. San Juan Crisstomo, que seinteresa mucho por el trabajo, es, entre los Padres de la Iglesia, el ltimo quehabla de la santificacin de la vida ordinaria en los mismos trminos que el

    Vaticano II. Despus -estamos en el siglo V- da la impresin de que el cristianocorriente no estuviera llamado a vivir plenamente el Evangelio.

    En cuanto al apostolado, no parece formar parte de las obligaciones del cristiano.En la Regla de San Benito, es ms el monasterio que el mismo monje quien lo lleva

    a cabo.Las rdenes mendicantes, aparecidas en el siglo XIII, hacen hincapi en lapredicacin fuera de los claustros, en las plazas y mercados de las ciudades, locual no comporta

    destacar el valor del trabajo profesional; se le resta importancia ms bien, ya queel trabajo manual realizado antes en los monasterios posea una cierta semejanzacon el realizado en el mundo. Se hubiera podido, tericamente, vislumbrar laimportancia de ste como medio de santificacin, pero la polmica que enfrent alas rdenes mendicantes con el clero secular en el siglo XIII, llev a las primeras a

    subrayar que era posible santificarse sin trabajar, ganndose la vida mendigando.

    Los telogos de las rdenes mendicantes, en efecto, no prestaron atencin altrabajo y afirmaron que el trabajo manual en los conventos no era obligatorio.Santo Toms presenta las ocupaciones seculares como un obstculo para lacontemplacin y San Buenaventura y otros opinan lo mismo.

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    Otras instituciones ms directamente presentes en el mundo, como las rdenesmilitares, las hermandades y los gremios, tampoco aportan una preparacinasctica y doctrinal capaz de favorecer una toma de conciencia de la necesidad desantificar el trabajo.

    Durante los ltimos siglos de la Edad Media, se presta todava menos atencin altrabajo. El autor de La imitacin de Cristo tiene del mismo un criterio incluso msnegativo que el de los Padres del Desierto, los cuales distorsionaban la oposicinocio-trabajo al limitar ste al esfuerzo que implica la lucha asctica. Es laconcepcin de Cisneros en su Exercitatorio y de San Ignacio de Loyola en susEjercicios Espirituales, inspirados en la obra de Cisneros.

    Una cierta evolucin positiva se advierte en el Renacimiento, con hombres comoToms Moro o Erasmo, pero no tarda en extinguirse. La actitud de Lutero, que daorigen al protestantismo, y a la escisin con Roma en el siglo XVI, retrasarconsiderablemente el descubrimiento del valor santificador del trabajo, ya que laconcepcin protestante

    del pecado original como corrupcin radical de la naturaleza humana y la negacinde toda utilidad salutfera de las obras humanas, incluso realizadas en estado degracia, se oponen frontalmente a ello.

    El otro gran acontecimiento del siglo XVI, el descubrimiento de pueblos todava noevangelizados, hubiese podido facilitar una mayor adaptacin del sacerdocio y lavida de perfeccin a un apostolado ms eficaz y ms adecuado a las necesidadesdel momento. Sin embargo, la teologa catlica del Renacimiento y del Barroco se

    deja influir, en parte, por las ideas de una aristocracia que desprecia el trabajomanual y por un moralismo estrecho y mal orientado. Desconfa tambin de losexcesos, sobre todo el misticismo, y proclama, con Melchor Cano, que los laicos nopueden alcanzar las cimas de la perfeccin cristiana. El jesuita Francisco Surez,por su parte, elabora la teora de los estados, segn la cual los religiosos, losobispos -y los sacerdotes por analoga- se encuentran, por vocacin, en un estadode perfeccin, pero los simples fieles no, por lo que nunca pueden alcanzar un altogrado de perfeccin; teora que, en adelante, limitar rgidamente la llamada a lasantidad.

    En el siglo XVII empieza a dibujarse una reaccin destinada a conducir a los

    cristianos corrientes por caminos de una mayor perfeccin. San Francisco de Saleses el ms ilustre representante de esta tendencia, aunque de ordinario se limita aproponer a los laicos los mismos medios de santificacin que utilizan los religiosos,adaptndolos a su situacin.

    La teologa espiritual, por su parte, presenta las actividades de tipo eclesisticocomo el nico trabajo humano con valor sobrenatural, por lo que las tareas

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    seculares que

    dan implcitamente al margen del camino que conduce a la santidad.

    Despus de la Revolucin Francesa, la espiritualidad religiosa evoluciona hacia una

    mayor presencia en el mundo; se presta ms atencin a las actividades terrenasen general, no slo al trabajo fsico. Con todo, el ver el mundo desde fuera siguesiendo una actitud general: se trata de vivir "como" los dems, de "salir alencuentro" del mundo, de "acercarse", de "unirse" a los que trabajan, etc. Lasasociaciones religiosas que se constituyen siguen colocando el centro de la vidaespiritual al margen del mundo y el apostolado se concibe como un testimonio depresencia que,

    procedente del exterior, se superpone a la presencia de los que ya estn en elmundo. No es extrao, pues, que en la poca en que naci el Opus Dei muchoslaicos se sintieran desgarrados y como divididos entre el deseo de santificarse -elcual pareca implicar un alejamiento del mundo- y el de permanecer en el mundo,donde haban edificado su vida familiar, profesional y social.

    Algunos se orientaban hacia la prctica de una serie de devociones y de obras decaridad, con objeto de asemejarse, "en la medida de lo posible", a los religiososque vivan en un estado de perfeccin evanglica. Lo cual tena, entre otras, lassiguientes consecuencias: a) aspirar a la santidad exiga disponer de ratos derecogimiento al margen de las obligaciones cotidianas; b) esa santidad laical erasiempre una santidad de segunda clase en comparacin a la santidad de primerade los religiosos; c) al ser la virtud de religin -segn Santo Toms- una virtud

    natural, una espiritualidad de ese tipo no introduca al laico, en cuanto tal, en lavida sobrenatural. Tratando de "acumular" actos de religin, virtuosos y decaridad, y dando la espalda a las tareas ordinarias, el laico "po" o "devoto"terminaba por considerar sus obligaciones familiares, profesionales y sociales comoun obstculo para su santificacin.

    Para algunos otros, la santidad de los laicos deba tener un carcter esencialmentemoral, es decir, impregnado de bondad: ser un buen padre de familia, cumplircomo es debido los deberes conyugales, ser trabajador, tener una conducta recta,etc. Lo cual, siendo importantsimo, no basta para elevar al hombre al planosobrenatural, entraando adems el riesgo -real- de una desviacin hacia el santo

    laico -ateo en sus lmites- que se contenta con ser "honrado", sin preocuparse dela llamada a la santidad.

    La evolucin del estado religioso y el nacimiento del Opus Dei coinciden, ms omenos, en el tiempo, pero esa es la nica coincidencia. El Beato Josemara afirmaque "el camino de la vocacin religiosa me parece bendito y necesario en la Iglesia(...) Pero ese camino no es el mo, ni el de los miembros del Opus Dei. Se puede

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    decir que, al venir al Opus Dei, todos y cada uno de sus miembros lo han hechocon la condicin explcita de no cambiar de estado".

    La diferencia esencial puede expresarse mediante dos movimientos de distintosigno. Uno interpela al mundo desde el exterior, sale a su encuentro y suscita una

    presencia en el mundo: es la evolucin del estado religioso. El otro es un "ser delmundo"; es un movimiento para santificar al mundo desde dentro y conducirlo aDios. Por eso, la espiritualidad del Opus Dei es netamente secular. La Obra agrupaa personas de toda clase que, "estando en medio del mundo, mejor dicho, quesiendo del mundo -pues son seglares corrientes-, aspiran por vocacin divina a laperfeccin cristiana. Nuestra vocacin hace, precisamente, que nuestra condicinsecular, nuestro trabajo ordinario, nuestra situacin en el mundo, sea nuestronico camino para la santificacin y el apostolado. No es que tengamos esaocupacin secular para encubrir una labor apostlica, sino que es la ocupacin quetendramos si no hubisemos venido al Opus Dei; y la que tendramos situviramos la desgracia de abandonar nuestra vocacin. Nosotros, hijos, somosgente de la calle. Y cuando trabajamos en las cosas temporales, lo hacemosporque ese es nuestro sitio, ese es el lugar en el que encontraremos a Jesucristo,en el que nuestra vocacin nos ha dejado". Lo cual haca decir al Cardenal Luciani,futuro Papa Juan Pablo 1, que si San Francisco de Sales haba propuesto unaespiritualidad para los laicos, Monseor Escriv, por su parte, propone unaespiritualidad laical, es decir, secular.

    El fenmeno pastoral del Opus Dei "no nace en polmica con las espiritualidadesreligiosas; es un brote distinto de la perenne riqueza espiritual del Evangelio";surge "de abajo", de la vida ordinaria, y no est, segn el Fundador, en la lnea de

    una mundanizacin -"desacralizacin"de la vida monstica o religiosa. No es elltimo estadio de una aproximacin de los religiosos al mundo.

    Se haba producido, pues, una solucin de continuidad de muchos siglos, ya que,de hecho, el mensaje del Opus Dei, "viejo como el Evangelio y como el Evangelionuevo", enlaza con los primeros cristianos, que continuaron viviendo normalmenteen medio de la sociedad de su tiempo.

    LA SANTIFICACIN DEL TRABAJO

    Los principios bsicos

    Un texto del Beato Josemara puede servir para captar, en su conjunto, laconcepcin de la santificacin que predic: "No entenderan nuestra vocacin losque pensaran que nuestra vida sobrenatural se edifica de espaldas al trabajo:porque el trabajo es, para nosotros, medio especfico de santidad. Nuestra vidainterior, contemplativa, en medio de la calle, toma ocasin y aliento de la mismavida externa, del trabajo de cada uno. No hacemos separacin entre nuestra vida

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    interior y el trabajo apostlico: es todo una misma cosa. La labor externa no ha decausar interrupcin alguna en la oracin, como el latir del corazn no interrumpe laatencin a nuestras actividades, de cualquier tipo que sean".

    "El hombre fue creado para servir y amar a Dios y para ofrecerle toda la creacin",

    como recuerda el Catecismo de la Iglesia Catlica (n. 358). Sin embargo,precisamente, "el trabajo humano procede directamente de personas creadas aimagen de Dios y llamadas a prolongar, unidas y para mutuo beneficio, la obra dela creacin dominando la tierra". As "el trabajo honra los dones del Creador y lostalentos recibidos. Puede ser tambin redentor (...), un medio de santificacin y deanimacin de las realidades terrenas en el espritu de Cristo" (n. 2427). En esteespritu, el Beato Escriv pone de relieve el alcance del pasaje del Gnesis (II, 15)en el que se dice que el hombre ha sido creado ut operaretur, para que trabajase.Si tal es la condicin del hombre, el trabajo ordinario constituye el eje de susantidad y el medio sobrenatural y humano adecuado para ayudar a sushermanos, los dems hombres.

    Esta afirmacin divina se sita antes del pecado original de nuestros primerospadres, por lo que el trabajo aparece como una exigencia de la naturaleza del serhumano. Slo su lado penoso y fatigoso puede ser considerado como un castigodel pecado original, pero no el trabajo en s mismo, que es algo bueno y noble. Elhombre se realiza plenamente trabajando. Es lo que le hace superior a las demscriaturas.

    As, pues, el trabajo, en su sentido ms amplio, forma parte de los planes de Diossobre los hombres; es "un medio con el que el hombre se hace participante de la

    creacin; y, por tanto, no slo es digno, sea el que sea, sino que es uninstrumento para conseguir la perfeccin humana -terrena- y la perfeccinsobrenatural".

    Adems de co-creador, el hombre es tambin corredentor con Dios. En efecto:asumido por Cristo, que aprendi de San Jos el oficio de carpintero, el trabajo sepresenta como una realidad que tambin ha sido redimida. No es slo el marco enque se desenvuelve la vida del hombre, sino tambin medio y camino de santidad,una realidad santificante y santificable. El trabajo profesional se convierte as en elquicio sobre el que se fundamenta y gira toda la tarea de la santificacin.

    Es lo que llevaba al Fundador del Opus Dei a resumir la vida del hombre en latierra diciendo que es preciso "santificar el trabajo, santificarse en el trabajo ysantificar a los dems con el trabajo". El orden no es algo fortuito: traduce laconviccin que abrigaba Monseor Escriv, segn la cual santidad personal(santificarse en el trabajo) y el apostolado (santificar con el trabajo) no se llevan acabo con ocasin del trabajo, como si fuera algo incidental o yuxtapuesto, sino atravs del trabajo, el cual participa plenamente de la existencia humana y est

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    llamado a ser santificado.

    Santificar el trabajo

    El primer elemento de esa triloga consiste en santificar el trabajo que se lleva a

    cabo en el mundo. Este es bueno en s mismo, porque ha salido de las manos deDios. El odio, el orgullo, la violencia, las rivalidades, etc., son consecuencia delpecado original de Adn y Eva y de los pecados personales de cada hombre, queensucian al mundo y lo apartan de Dios.

    El espritu del Opus Dei ve el mundo con optimismo: el cristiano ha recibido lamisin de restituirle su bondad original, llevndolo de nuevo a Dios y haciendo del ocasin de santidad. Frente al "desprecio del mundo" o al "alejamiento delmundo", propios de la vocacin religiosa, el Beato Josemara Escriv preconiza elamor al mundo, "porque es el mbito de nuestra vida, porque es nuestro lugar detrabajo, porque es el campo de batalla -hermosa batalla de amor y de paz-,porque es donde nos hemos de santificar y hemos de santificar a los dems".

    Para el Fundador, es preciso reconducir a Dios la creacin entera y, a semejanzadel rey Midas, que transformaba en oro todo lo que tocaba, hacer del trabajohumano, "por amor, Obra de Dios, Opus Dei, operatio Dei, labor sobrenatural".

    Establecido este principio, se puede afirmar que todas las ocupaciones honradasdel hombre, especialmente sus actividades profesionales, pueden y deben sersantificadas. En cuanto participacin en la accin creadora de Dios, el cristianodebe realizar su trabajo en un plano sobrenatural, sin que ninguna tarea quede al

    margen. A los ojos de Dios, todos los oficios son nobles, todos son importantes,pues, en ltimo trmino, su "valor depende del amor de Dios que ponen en elloslos que los realizan".

    El Beato Escriv se rebelaba contra toda divisin de los hombres por su trabajo,considerando unas tareas ms nobles que otras. Y precisaba: "Qu me importa am que un hijo mo sea ministro o barrendero? Lo que me importa es que sesantifique con su trabajo".

    Tal concepto del trabajo permite "poner a Cristo en la cumbre de todas lasactividades humanas", es decir, llevarlas a su plenitud y sacar de ellas todas sus

    consecuencias espirituales. Lo cual implica que el cristiano adopte una dobleactitud:

    a) Primero, que realice su trabajo con la mayor perfeccin de que sea capaz, tantodesde el punto de vista humano como sobrenatural. Para poder santificar eltrabajo, el que lo lleva a cabo debe tener rectitud de intencin y sentidosobrenatural, lo cual el Fundador del Opus Dei resuma as: "Pon un motivo

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    sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrs santificado el trabajo". Espreciso, adems, santificar la propia tarea sabiendo, gracias a la fe, descubrir sufinalidad ltima -el bien absoluto, Dios-y realizarla por la caridad, en la esperanza.Este fin ltimo sobrenatural se sita en el plan de la Redencin; engloba y sublimalos fines intermedios del hombre (fines naturales, en el plano de la Creacin), que

    son elevados al orden de la gracia. As, pues, una parte esencial de la santificacindel trabajo ordinario consiste en "la buena realizacin del trabajo, la perfeccintambin humana", en "el buen cumplimiento de todas las obligacionesprofesionales y sociales".

    b) En segundo lugar, el cristiano tiene que hacer un juicio de valor sobre elambiente en que vive, para as "restituir al mundo la bondad divina de su rectoorden" y ejercer en l una influencia benfica, de acuerdo con la doctrina social dela Iglesia. El trabajo imprime en la creacin las huellas del hombre y le permitesubvenir a las necesidades personales y familiares, contribuir a la mejora de lasociedad y hacer progresar a la humanidad entera suscitando modos de vida, decoexistencia y de fraternidad que, haciendo a sus semejantes ms humanos, lesdispongan a recibir el mensaje sobrenatural de la salvacin.

    Santificarse en el trabajo

    El segundo aspecto de la espiritualidad del trabajo diseada por el Fundador ataea la santificacin personal mediante la realizacin de ese trabajo.

    "i Qu me importa que me digan que fulanito es buen hijo mo -un buen cristiano-,pero un mal zapatero! Si no se esfuerza en aprender bien su oficio, o en ejecutarlo

    con esmero, no podr santificarlo ni ofrecerlo al Seor; y la santificacin deltrabajo ordinario constituye como el quicio de la verdadera espiritualidad".

    El trabajo se ofrece como el lugar privilegiado en el que se forjan prcticamentetodas las virtudes. Realizado en la presencia de Dios, es una oracin continua,pues pone en accin las tres virtudes teologales, que constituyen la cima de la vidacristiana.

    a) En primer lugar la caridad, "procurando informar todas nuestras acciones con elamor de Dios, dndonos en un servicio generoso a nuestros hermanos loshombres, a las almas todas", pues quien realiza su tarea profesional con

    responsabilidad rinde un servicio directo a la sociedad, aligera las cargas de otros ypromueve obras de asistencia en favor de los individuos y de los pueblos menosfavorecidos. Los problemas de la humanidad no pueden resolverse recurriendoslo a la justicia. Hay que poner tambin caridad, como en el tiempo de losapstoles, que se abrieron camino en un mundo corrompido y pagano medianteesta virtud sobrenatural que es "como un generoso

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    desorbitarse de la justicia" que exige, en primer lugar, el cumplimiento, con lagracia de Dios, de los propios deberes de estado: "Se empieza por lo justo; secontina por lo ms equitativo...". Ahora bien, para obrar as hay que estardispuesto a trabajar por todos... El Seor, en definitiva, coloca al hombre ante unaalternativa: o trabajar egostamente o poner todas las fuerzas al servicio de los

    dems.

    b) La fe tambin est presente en el trabajo. Por una parte, el Beato Josemaraensea que las ocupaciones ordinarias, por banales y triviales que puedan parecer,tienen gran valor a los ojos de Dios y ocupan su lugar en el plan de salvacin. Porotra parte, la presencia de Cristo en el alma actualiza la fe, la hace actuarcontinuadamente, favoreciendo la contemplacin: "Nuestra vida es trabajar yrezar, y al revs, rezar y trabajar. Porque llega el momento en el que no se sabendistinguir estos dos conceptos, esas dos palabras, contemplacin y accin, queterminan por significar lo mismo en la mente y en la conciencia". Sin el trabajo, sinel cumplimiento de los deberes personales, para un cristiano corriente no puedehaber vida de oracin, vida contemplativa... Sin vida contemplativa, de pocoservir querer trabajar por Cristo.

    c) En tercer lugar, la esperanza de poder santificarse con el trabajo y obtener deDios la recompensa que ese trabajo merece, pues ningn esfuerzo se realiza envano. Se necesita mucha fortaleza de espritu para perseverar da tras da, aunquecueste, y sean cuales sean las circunstancias exteriores; para terminar la tareaemprendida; para superar los inconvenientes, las incomodidades, la falta demedios; para esforzarse por ser siempre ejemplar. Tambin se necesita prudencia,para considerar lo que hay que hacer en cada momento y cmo hacerlo. Y otras

    virtudes sociales, como la lealtad, la fidelidad a los compromisos adquiridos, a losamigos, a las limitaciones del trabajo, etc.; la naturalidad, que excluye las rarezas,lo que no est de acuerdo con la situacin personal de cada uno. Una naturalidadque es seal de madurez humana y espiritual en quien asume plenamente susresponsabilidades y tiene al mismo tiempo la humildad de no buscar satisfaccionespersonales, sino nicamente hacer la voluntad de Dios ("Cuando percibas losaplausos del triunfo, que suenen tambin en tus odos las risas que provocaste contus fracasos").

    As, en la ptica del Beato Escriv, "no es algo sin valor la vida habitual. Si hacertodos los das las mismas cosas puede parecer chato, plano, sin alicientes, es

    porque falta amor. Cuando hay amor, cada nuevo da tiene otro color, otravibracin, otra armona".

    La santidad, por tanto, no debe quedar reservada para unos cuantos privilegiadosque han recibido el sacerdocio o que la profesin religiosa aparta del mundo. Elmensaje del Fundador del Opus Dei es resueltamente optimista, abierto e inclusorevolucionario en cuanto que proclama que todos los hombres y todas las mujeres

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    de cualquier raza, cultura, lengua, profesin y condicin social (jvenes y ancianos,solteros, casados o viudos, sanos o enfermos, sacerdotes o laicos) pueden y debenaspirar a la santidad. Es lo que, treinta y cinco aos ms tarde, afirmar el Concilio

    Vaticano II.

    La santidad es igual para todos; consiste en la "identificacin" progresiva con Diosmismo, a cuya imagen y semejanza el hombre ha sido creado, pero cada cual hade buscarla en sus propias circunstancias: trabajo profesional, vida familiar,relaciones sociales, descanso, etc.

    Santificar a los dems con el trabajo

    La vocacin profesional es inseparable de la condicin de cristiano y se convierteen "candelero que ilumina" a colegas y amigos. En el pensamiento del Fundador, lasantificacin de las estructuras temporales es una faceta del apostoladoindisociable de la accin apostlica con las personas, tomadas una a una. Lasituacin profesional y civil de cada cual teje una serie de lazos con loscompaeros de trabajo, con otras personas relacionadas con la propia profesin,con el ambiente social y familiar; as se crean relaciones de convivencia y deamistad. Una amistad autntica, sincera, desinteresada, fundada en el mayor bien:Dios mismo. Una amistad basada en el sacrificio, de la cual nace espontneamentela confidencia. El corazn del amigo se abre a los problemas fundamentales, a losdeseos ms profundos, a los ms ntimos afectos del alma.

    "Esas palabras, deslizadas tan a tiempo en el odo del amigo que vacila; aquellaconversacin orientadora, que supiste provocar oportunamente; y el consejo

    profesional, que mejora su labor universitaria; y la discreta indiscrecin, que tehace sugerirle insospechados horizontes de celo... Todo eso es `apostolado de laconfidencia'".

    El Opus Dei es, con expresin del propio Fundador, "como una gran catequesis"que se esfuerza en realizar un amplio apostolado del ejemplo y de la doctrina paravencer la ignorancia, "el mayor enemigo de Dios". Esta actividad apostlica esobra, sobre todo, de cada uno de sus miembros, que la llevan a cabo all donde seencuentran, con sus colegas y amigos, suscitando con naturalidad las ocasiones dehablar de Dios, de temas espirituales y de la vida que debe llevar un cristiano enlas distintas situaciones que ofrece la existencia ordinaria. Hablando por

    experiencia, el Fundador deca: "Trabaja donde ests, procurando cumplir losdeberes de tu estado, acabar bien la labor de tu profesin o de tu oficio,crecindote, mejorando cada jornada. S leal, comprensivo con los dems yexigente contigo mismo. S mortificado y alegre. Ese ser tu apostolado. Y, sinque t encuentres motivos por tu pobre miseria, los que te rodean vendrn a ti , ycon una conversacin natural, sencilla -a la salida del trabajo, en una reunin defamilia, en el autobs, en un paseo, en cualquier parte-charlaris de inquietudes

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    que estn en el alma de todos, aunque a veces algunos no quieran darse cuenta:las irn entendiendo ms cuando comiencen a buscar de verdad a Dios".

    Tal es el servicio que la Iglesia Catlica espera de los miembros del Opus Dei,como explica el decreto Pri,nuni inter que aprob solemnemente el Opus Dei (16

    junio 1950), un servicio que se realiza "por medio del ejemplo que dan a susconciudadanos, a sus colegas y compaeros de trabajo, en la vida familiar, civil yprofesional, esforzndose, en todas partes y en todas las ocasiones, por sermejores".

    El trabajo bien hecho siempre es ejemplar. El cristiano debe realizarlo con toda laperfeccin de que sea capaz en el plano humano (competencia profesional) y en eldivino (por amor a Dios y para servir a las almas), mostrndose as como una obrabien hecha. Difcilmente se puede santificar el trabajo si no se hace bien, con lamayor perfeccin posible. Ser casi imposible lograr el indispensable prestigioprofesional, calificado por Monseor Escriv de "ctedra desde la cual se ensee alos dems a santificar ese trabajo y a acomodar la vida a las exigencias de la fecristiana". De aqu la necesidad de una formacin profesional constante, conobjeto de adquirir toda la ciencia humana de que se sea capaz. Para arrastrar a losdems, cada cual deber empearse en cumplir su tarea como el mejor y, de serposible, mejor que el mejor.

    As, pues, el apostolado no se reduce a ensear a los dems a realizar una serie deprcticas piadosas sin conexin alguna con el trabajo y la vida. "Esa ansia quecome las entraas del cristiano corriente" autntico, estn ntimamente unidas asus tareas ordinarias. La santificacin con el trabajo conduce as, adems de a la

    amistad y al apostolado, a rendir un servicio al prjimo y a la sociedad.LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

    Concepto de la libertad

    Una de las caractersticas del espritu del Opus Dei, a menudo puesto de relievepor sus portavoces y con mayor insistencia an por el Fundador, es el amor a lalibertad. Un amor ntimamente conectado con la mentalidad secular propia delOpus Dei, la cual hace que, en todas las cuestiones profesionales, sociales,polticas, etc., cada miembro acte libremente en el mundo, con arreglo a lo que le

    dicte su conciencia, rectamente formada, y asumiendo plenamente lasconsecuencias de sus actos y de sus decisiones. Eso les lleva no slo a respetar,sino tambin a amar, de manera positiva y prctica, el autntico pluralismo, lavariedad de todo lo que es humano; as hacen realidad lo que la Declaracin de laSagrada Congregacin para los Obispos de 23 de agosto de 1982 deca con motivode la ereccin del Opus Dei como Prelatura personal: "Por lo que se refiere a susopciones en materia profesional, social, poltica, etc., los fieles laicos que

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    pertenecen a la Prelatura -dentro de los lmites de la fe y de la moral catlicas y dela disciplina de la Iglesia- gozan de la misma libertad que los dems catlicos,conciudadanos suyos; por tanto, la Prelatura no hace suyas las actividadesprofesionales, sociales, polticas, econmicas, etc., de ninguno de sus miembros".

    Esta opcin deliberada a favor de la libertad no es consecuencia de una prudenciahumana o de una tctica, sino el resultado lgico de la conciencia clara que todoslos miembros tienen de participar en la nica misin de la Iglesia: la salvacin delas almas.

    Verdad es que el espritu cristiano ofrece unos principios ticos comunes de accintemporal: respeto y defensa del Magisterio de la Iglesia, nobleza y lealtad en elcomportamiento -con caridad-, comprensin y respeto de las opiniones ajenas,verdadero amor a la patria -sin nacionalismos estrechos-, promocin de la justicia,capacidad de sacrificio en servicio de los intereses de la comunidad, etc. Ahorabien, sobre la base de estos principios, cada cual determina qu solucin le parecems pertinente entre las muchas opciones que existen. A este respecto, el BeatoJosemara conclua:

    "Con esta bendita libertad nuestra, el Opus Dei no puede ser nunca, en la vidapoltica de un pas, como una especie de partido poltico: en la Obra caben -ycabrn siempre todas las tendencias que la conciencia cristiana pueda admitir, sinque sea posible ninguna coaccin por parte de los directores".

    Slo la jerarqua de la Iglesia puede, si lo estima necesario para el bien de lasalmas, dictar una norma de conducta determinada al conjunto de los catlicos.

    Este programa de santidad personal y de apostolado en la vida ordinaria, enespecial en el mbito de las tareas profesionales, no se puede llevar a buentrmino sin la libertad que confiere la dignidad de hombres y mujeres creados aimagen de Dios. La libertad es esencial en la vida cristiana, pero siempre que cadacual asuma sus propias responsabilidades.

    El cristianismo es, por naturaleza, una religin de libertad. Algo evidente para elFundador del Opus Dei: "Dios quiere que se le sirva en libertad -ubi autem SpiritusDomini, ibi libertas (2 Cor. 3, 17)- y por tanto no sera recto un apostolado que norespetase la libertad de las conciencias".

    Algunos temen que la defensa de la libertad entrae un peligro para la fe, pero esoslo sucede con una libertad desprovista de fin, de ley, de responsabilidad; unalibertad, en suma, que no sera ms que libertinaje y que considerara comomoralmente bueno lo que ansa, lo que apetece, y que lleva a rechazar a Dios. Aeso conduce la libertad de conciencia, muy distinta de la libertad de lasconciencias.

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    "Yo -deca el Fundador siguiendo a Len XIII-, defiendo con todas mis fuerzas lalibertad de las conciencias, que denota que a nadie le es lcito impedir que lacriatura tribute culto a Dios". Si el hombre tiene obligacin grave de buscar laverdad, nadie puede obligarle a profesar una fe que no ha recibido, o a profesarla

    de una manera determinada, en materias que Dios mismo ha dejado a eleccin decada cristiano, o a limitar su ejercicio cuando la ha recibido de Dios.

    Acusaciones contra el Opus Dei

    El respeto a la libertad llevado hasta sus ltimas consecuencias, tal y como elBeato Escriv lo vivi y lo transmiti desde los comienzos del Opus Dei, no siempreha sido bien comprendido, admitido e interpretado. Es posible que lasmentalidades de la Espaa del segundo cuarto de siglo no estuviesen preparadaspara ello, sobre todo en los ambientes clericales.

    Algunas corrientes espirituales de la poca, surgidas de escuelas teolgicas,orientaciones ascticas y modalidades apostlicas divergentes, haban originadoprofundas divisiones entre los seglares y dado lugar a una cierta tendencia almesianismo y a lo que el Beato Josemara Escriv llamaba "la mentalidad pseudoespiritual de partido nico". Cada cual acababa pensando que sus principios y susactitudes eran las nicas vlidas y que todos los dems deban adherirse a ellos.De eso a considerar como perniciosas o herticas las posiciones de otros, no habams que un paso.

    As se explican ciertas incomprensiones que empezaron a manifestarse ya en 1929,

    por desconocimiento del mensaje fundamental del Opus Dei: algunos no concebanque fuese posible aspirar a la santidad permaneciendo en el mundo.

    Las calumnias y la persecucin de los "buenos", que -deca el Fundador,perdonndolos- "tanto dao pretendan hacer, quiz pensando que hacan unservicio a Dios", se multiplicaron a partir de 1939.

    Los ataques se producan a veces en el confesionario o se lanzaban desde lo altodel plpito. Otras aparecan en la prensa o se transmitan mediante visitas a lasfamilias de miembros del Opus Dei, las cuales quedaban angustiadas al saber quesus hijos "podan ir al infierno", porque les haban hecho creer que se poda ser

    santo en el mundo. Enviaban estudiantes a centros del Opus Dei para espiar ydenunciar las herejas y las desviaciones que pensaban se produciran. En ciertaocasin, quemaron Camino pblicamente en un colegio de religiosas de Barcelona,donde el gobernador civil de la ciudad haba dado orden de detener a MonseorEscriv si se presentaba all. El Fundador haba sido denunciado tambin ante elTribunal especial de represin de la masonera, calificando al Opus Dei de "rama

    judaica de la francmasonera". Ms tarde, cuando la Santa Sede ya haba dado su

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    aprobacin definitiva al Opus Dei, el Beato Josemara Escriv fue acusado ante elSanto Oficio.

    El Fundador sufra con esta "contradiccin de los buenos", como sola llamarla,sobre todo por el mal que causaba a las almas, empezando por las de los

    instigadores. Sin embargo, no perda la serenidad. En el fondo, no le extraabademasiado. "Qu sera un cuadro todo lleno de luz, sin ninguna sombra?... Nohabra cuadro! De modo que es conveniente que algunos no entiendan".

    De este choque entre dos mentalidades -una religiosa y la otra secular-, que nohubieran debido ser antagnicas, sino complementarias, surgieron ciertasincomprensiones, ciertas campaas contra el Opus Dei. Desde algunos ambienteseclesisticos -muy pocos-, se transmitieron a otros medios, hostiles de ordinario ala Iglesia. Todava resurgen de vez en cuando.

    Libertad y trabajo

    La libertad de los miembros del Opus Dei se manifiesta, en primer lugar, en eltrabajo: libertad para escoger la propia profesin u oficio y los medios adecuadospara llevarlo a cabo de la mejor manera posible. Los miembros de la Obra notienen que rendir cuentas de su trabajo ms que a sus superiores profesionales, alos accionistas de su empresa, a los organismos oficiales en su caso, etc., pero

    jams a sus directores del Opus Dei.

    Si la Obra no interviene para nada en este tema, tampoco puede servirse deltrabajo profesional de sus miembros para obtener ventajas o privilegios; sera ir

    totalmente en contra del carcter puramente espiritual de la Institucin. Adems,eso no correspondera tampoco al comportamiento que cabe esperar de cualquierpersona honesta, sea o no cristiana. El Beato Escriv lo dijo taxativamente: "ElOpus Dei es una obra apostlica. Slo le interesan las almas. Nuestro espritu nonos autoriza a obrar como las sociedades de favoritismo o de bombos mutuos".

    La nica influencia que el Opus Dei ejerce sobre el trabajo de sus miembrosconsiste en darles una formacin espiritual que los incite a tomar conciencia, conmayor hondura, de las implicaciones del mensaje evanglico en este terreno, y aesforzarse por aplicarlas a su trabajo diario. Lo cual lleva a una mayor sensibilidadhacia las cuestiones de justicia social, pero dejando la puerta abierta a una

    diversidad de respuestas. Para el Fundador no existe una sola "solucin catlica" alos problemas. Sern cristianas todas aquellas que respeten la ley natural y lasenseanzas del Evangelio. Pona el acento sobre el espritu que deba impregnaresas soluciones, no sobre la materialidad de las mismas.

    Al mismo tiempo, incitaba vigorosamente a todos sus hijos a asumir sus propiasresponsabilidades, pues no cabe resignarse "ante la injusticia personal y social que

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    puede crear el corazn humano". Y expona as la situacin que se da a menudo ennuestras sociedades:

    "Tantos siglos de convivencia entre los hombres y, todava, tanto odio, tantadestruccin, tanto fanatismo acumulado en ojos que no quieren ver y en corazones

    que no quieren amar. Los bienes de la tierra, repartidos entre unos pocos; losbienes de la cultura, encerrados en cenculos. Y, fuera, hambre de paz y desabidura, vidas humanas que son santas, porque vienen de Dios, tratadas comosimples cosas, como nmeros de una estadstica".

    Un empresario, por ejemplo, animado por esta inquietud, se opondr a lacompetencia desleal, al fraude, a una subida de precios motivada por una situacinde monopolio: favorecer la honradez en las relaciones comerciales; estarespecialmente atento a los problemas humanos y al marco de vida de su personal;mantendr una autntica justicia entre los obreros, etc. El trabajador, por su parte,se esforzar por cumplir sus propios deberes con lealtad y, como ciudadano,ejercer sus derechos y asumir sus obligaciones teniendo en cuenta el bien de losdems y de su propio pas.

    Esta influencia del espritu del Opus Dei sobre la sociedad, fruto de la que susmiembros ejercen con su prestigio profesional en los distintos mbitos en quedesarrollan su actividad, no es en absoluto desdeable. Adems, el deseo decontribuir a la solucin de los problemas que afectan al mundo contemporneo -alos cuales el ideal cristiano tanto puede aportar- conduce a algunos miembros dela Obra a organizar actividades colectivas de apostolado de gran importanciasocial.

    Respondiendo a "difamaciones organizadas", el Beato Escriv arguy, con firmeza,que sera absurdo pensar que el Opus Dei, como institucin, se dedicara a explotarminas, dirigir bancos o promover empresas financieras. Tal afirmacin puedeilustrarse con el ejemplo de una familia numerosa uno de cuyos hijos trabaja comoobrero en la firma Michelin, otro como empleado en la Redoute y un tercero es undirectivo de la BNP (Banca Nacional de Pars). Podra decirse que esa familia espropietaria de esas

    grandes sociedades o que ejerce en ellas una influencia decisiva? Pues lo mismosucede con el Opus Dei.

    El Fundador no ignoraba en absoluto que una minora sectaria no querracomprender jams estas implicaciones prcticas de la libertad y que deseara "quelo explicsemos de acuerdo con su mentalidad: exclusivamente poltica, ajena a losobrenatural, atenta nicamente al equilibrio de intereses y de presiones de grupo.Si no reciben una explicacin as, errnea y amaada a gusto de ellos, siguenpensando que hay mentira, ocultamiento, planes siniestros".

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    Los miembros del Opus Dei se rebelan contra tales insinuaciones. Para ellos, esimpensable el servirse de su pertenencia a la Prelatura para obtener medrospersonales (xitos profesionales, triunfos sociales, ayudas mutuas, etc.) o paraimponer sus propias opiniones. Adems, los dems miembros no lo toleraran y

    obligaran al inoportuno "a cambiar de actitud o a dejar la Obra. Es este un puntoen el que nadie, en el Opus Dei, podr permitir jams la menor desviacin, porquedebe defender no slo su libertad personal, sino la naturaleza sobrenatural de lalabor a la que se ha entregado. Pienso, por eso, que la libertad y laresponsabilidad personales, son la mejor garanta de la finalidad sobrenatural de laObra de Dios".

    Si hay miembros del Opus Dei que ocupan a veces funciones o puestos relevantes,se debe a su esfuerzo personal por santificar su trabajo, nunca a presiones delOpus Dei o a favoritismo por parte de otros miembros. Cada cual sabe que esplenamente libre, no slo en sus juicios, sino tambin para escoger suscolaboradores y resolver sus asuntos en el plano profesional. Y todos se esfuerzanpor vivir escrupulosamente el precepto moral que exige dar puestos o cargosteniendo en cuenta la preparacin de las personas y la utilidad pblica, pues as loexige ]ajusticia.

    Libertad y poltica

    Quienes no creen en la existencia de ideales religiosos y de valores moralescapaces de unir a los hombres en una empresa comn por encima de las divisionespolticas, pueden reflexionar sobre una realidad de orden sociolgico: hay

    miembros del Opus Dei de casi un centenar de nacionalidades, de los cincocontinentes, de toda condicin social, de las ms variadas razas y culturas, condistinta mentalidad y viviendo en su propio ambiente familiar, profesional y social.Cmo, en estas circunstancias, podra imponer la Institucin una especie dedogma en materia tan discutible y mudable como la poltica a personas tandistintas y tan alejadas unas de otras? Cmo pedirle a un japons o a un kenianoque se comporte en poltica como un australiano, un filipino, un malayo o unluxemburgus?

    De hecho, el Beato Josemara recalc una y otra vez que, por su mismanaturaleza, "el Opus Dei no est ligado a ninguna persona, a ningn grupo, a

    ningn rgimen, ni a ninguna idea poltica".

    En una instruccin para uso de los directores del Opus Dei, el Fundador les exhortaa no hablar de poltica y a mostrar que, en el Opus Dei, "caben todas las opinionesque respeten los derechos de la Santa Iglesia". Y aade que la mejor garanta paraque los directores no se inmiscuyan en temas opinables es infundir en losmiembros la conciencia de su libertad, pues "si los directores quisieran imponer un

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    criterio concreto en una cuestin temporal, los dems miembros del Opus Dei quepiensan de otra manera se rebelaran inmediata y legtimamente; y yo me vera enel triste deber de bendecir y alabar a los que se negasen firmemente a obedecer, ya reprender con santa indignacin a los directores que pretendiesen hacer uso deuna autoridad que no pueden tener".

    Hay que conocer lo que le cost a Monseor Escriv fundar el Opus Dei paracomprender, en toda su profundidad, el vigor de otra de sus declaraciones, querefuerza la precedente:

    "He escrito, hace tiempo que, si alguna vez el Opus Dei hubiera hecho poltica,aunque fuera durante un segundo, yo -en ese instante equivocado- me hubieramarchado de la Obra. Por tanto no debe ser creda ninguna noticia en la quepuedan mezclar la Obra con cuestiones polticas, econmicas ni temporales deningn gnero. De una parte nuestros medios son siempre limpios, y nuestrosfines son siempre y exclusivamente sobrenaturales. De otra, cada uno de losmiembros tiene la ms completa libertad personal, respetada por todos los dems,para sus opciones ciudadanas, con la consiguiente responsabilidad, lgicamentetambin personal. Por tanto, no es posible que el Opus Dei se ocupe jams delabores que no sean inmediatamente espirituales y apostlicas, y que nada tienenque ver con la vida poltica de ningn pas. Un Opus Dei metido en la poltica es unfantasma que no ha existido, que no existe, y que nunca podr existir; la Obra, sisucediera ese caso imposible, inmediatamente se disolvera".

    El amplio pluralismo que se vive en el Opus Dei no plantea problemas. Ya en 1930escribi el Fundador que es "una manifestacin de buen espritu, de vida

    corporativa limpia, de respeto a la legtima libertad de cada uno". Los miembrosdel Opus Dei responden individualmente de sus opiniones y de sus actos. Sucompromiso espiritual con la Prelatura no condiciona en absoluto sus preferenciaspolticas, por lo que el pluralismo es una realidad autntica.

    En Espaa, por circunstancias temporales que ya pertenecen al pasado, lapresencia de varios miembros del Opus Dei en el gobierno franquista dio lugar adiversas interpretaciones que pretendan ignorar que, al mismo tiempo, otrosmiembros del Opus Dei militaban en la oposicin -ilegal entonces- y eran vctimas,a veces, de las arbitrariedades de ese mismo gobierno.

    Para la mayor parte de los fieles de la Prelatura, su intervencin en poltica tienelas mismas caractersticas que para la mayora de sus conciudadanos: consiste enasumir sus derechos y sus deberes cvicos y expresar sus opiniones por los canalesde los distintos sistemas de participacin que existen en la comunidad poltica aque pertenecen. Definir a alguien como miembro del Opus Dei por sus ideaspolticas, o por sus intervenciones en la vida pblica, si se trata de un poltico,carece de sentido.

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    Un periodista de Le Monde se preguntaba, en 1972, si se poda hablar de una"conspiracin" del Opus Dei, y responda:

    "Los observadores imparciales piensan que no. Tendra que tener una filosofa

    temporal que no tiene. Es la libertad civil de que gozan sus miembros la queexplicara su xito"

    Respeto a la libertad

    Los miembros del Opus Dei que, libremente, deciden participar de manera activaen la vida poltica actan con plena libertad, sin recibir consignas nirecomendaciones de ningn tipo. La nica influencia que ejerce el Opus Dei sesita al mismo nivel que en el trabajo profesional: se limita a recordar la necesidadde ser consecuente con la

    propia fe, de actuar con un espritu cristiano manifestado "en el cuidado queponis en practicar, por encima de toda pasin humana, el mandamiento supremode la caridad; en la ponderacin con que dais a conocer vuestros puntos de vista,estudiando los problemas sin discusiones apasionadas; en el respeto a la libertadde opinin que existe en todos esos dominios de la actividad humana; y en lacomprensin -la apertura- con que tratis a las personas que defienden ideascontrarias".

    Esta actitud de profundo respeto hace que haya en el Opus Dei personas de todaslas tendencias polticas, intelectuales e ideolgicas que son compatibles con una

    conciencia cristiana. Una realidad que se desprende tambin del hecho de launiversalidad del apostolado de la Obra, que no se limita a personas decondiciones sociales o mentalidades determinadas; se dirige a todos los hombresde buena voluntad que desean participar de la labor apostlica que se les propone.Los que se acercan al Opus Dei, son atrados por la fuerza de una fe que se lespresenta profundamente vivida, superando toda barrera humana. De hecho, lamayora de los miembros de la Prelatura, "en todos los pases, son amas de casa,obreros, pequeos comerciantes, oficinistas, campesinos, etc., es decir, personascon tareas sin especial peso poltico o social".

    El espritu del Opus Dei pone muy claro el acento en esta libertad que debe darse

    en todas las cuestiones temporales, ya que no es legtimo imponer a los dems laspropias opiniones. Algo que el Opus Dei ha repetido tanto que es imposible que nose viva realmente, pues si as no fuese, los miembros se hubiesen rebelado hacetiempo en nombre de esa libertad tantas veces invocada.

    "Hay, por desgracia, entre los hombres, tanta tendencia al totalitarismo, a latirana, al fanatismo de las propias opiniones en materias discutibles, que nos

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    hemos de esforzar mucho para dar ejemplo -en todas partes- de nuestro amor a lalibertad personal de cada uno"; y por suscitar la comprensin entre los hombres,sin violencia.

    "No la comprendo -deca de ella el Fundador-, no me parece apta ni para

    convencer ni para vencer: un alma que recibe la fe se siente siempre victoriosa. Elerror se combate con la oracin, con la gracia de Dios, con razonamientosdesapasionados, estudiando y haciendo estudiar! Y con la caridad".

    Otros dominios de la libertad

    La investigacin

    Sin tratar de ser exhaustivos, merece la pena sealar lo que deca el Fundadorsobre la libertad con respecto a la investigacin cientfica. En el discurso quepronunci en el mes de octubre de 1967, con motivo del nombramiento dedoctores honoris causa de la Universidad de Navarra a un grupo de destacadosinvestigadores -entre ellos el Prof. Jean Roche, rector de la Sorbona-, el BeatoEscriv dijo que el papel de la Universidad consista en servir a los hombres y serfermento de la sociedad. "Debe -aadi- investigar la verdad en todos los campos,desde la Teologa, ciencia de la fe, llamada a considerar verdades siempreactuales, hasta las dems ciencias del espritu y de la naturaleza". La actitudcristiana del hombre de ciencia consiste en adentrarse, con audacia, por los arduossenderos de la investigacin, con espritu libre y sin retroceder ante el esfuerzo.

    Algo que, evidentemente, no es cmodo.

    Durante una ceremonia anloga organizada en 1974 en honor del Prof. JermeLejeune y de Mons. Hengsbach, el Fundador precisaba que "la necesariaobjetividad cientfica rechaza justamente toda neutralidad ideolgica, todaambigedad, todo conformismo, toda cobarda: el amor a la verdad compromete lavida y el trabajo entero del cientfico", que debe implorar la ayuda divina,consciente de que el descubrimiento de algo nuevo es fruto del querer de Dios,quien as se revela un poco ms a los hombres.

    Si son verdaderamente cientficas, esas investigaciones deben conducirnecesariamente a Dios. El Fundador no deseaba, por lo tanto, que la Teologainvadiese el terreno propio de las dems ciencias. Al contrario: rechazaba toda

    pretensin que pudiese provocar una disminucin de la autonoma de stas. Erauna consecuencia lgica de su amor a la libertad personal, de las exigencias de lanaturaleza y de la competencia de quien ejerce su profesin con honradez(considerando, en este caso, sobre todo su bsqueda de la verdad).

    El Beato Josemara Escriv defenda "la libertad personal que los laicos tienen paratomar, a la luz de los principios enunciados por el Magisterio, todas las decisiones

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    concretas de orden terico o prctico (por ejemplo, en relacin a las diversasopciones filosficas, de ciencia econmica o de poltica, a las corrientes artsticas yculturales, a los problemas de su vida profesional o social, etc.) que cada uno

    juzgue en conciencia ms convenientes y ms de acuerdo con sus personalesconvicciones y aptitudes humanas".

    Las ciencias sagradas

    En el terreno ms restringido de la Teologa, los miembros del Opus Dei puedencontribuir con toda libertad, mediante sus investigaciones, al apostolado de ladoctrina; enriquecer con nuevas aportaciones el tesoro de los conocimientos yproponer nuevas soluciones a los nuevos problemas. Aceptan, de antemano,someterse al juicio de la Iglesia y no rebasar los lmites de su doctrina. Tienen lamisma libertad que los dems catlicos para formarse sus propias opiniones enmaterias filosficas, teolgicas, de derecho cannico o de Sagrada Escritura,siempre que la Iglesia no haya dado un juicio definitivo. Pueden tener seguidores odiscpulos, pero sin crear una escuela dentro del Opus Dei a la cual los demsmiembros tengan que adherirse.

    El Beato Josemara pona de relieve que el espritu y la mentalidad plenamenteseculares del Opus Dei confera a sus miembros una especial facilidad para buscarla verdad en libertad, y que la libertad, unida a la caridad, conduce a desear y adefender la libertad personal de todos.

    Esta exposicin de la libertad quedara incompleta sin una ltima precisin. Cuandole preguntaban al Fundador en qu consista la "liberacin" tan proclamada por

    todas partes, sola responder sin la menor vacilacin: "Liberarse del pecado!Liberarse de las cadenas de las pasiones malas! Liberarse de los vicios! Liberarsede las malas compaas! Liberarse de la flojera! Liberarse de la fealdad del almay de la del cuerpo!". Y, para completar este cuadro de la libertad de los hijos deDios, l, que haba suscitado tantas obras de promocin social, aada: "Quererliberarse del dolor, de la pobreza, de la miseria, es estupendo; pero eso no esliberacin. La liberacin es lo otro. Liberacin es... llevar con alegra la pobreza!,llevar con alegra el dolor!, llevar con alegra la enfermedad!, llevar con unasonrisa el ahogo de la tos!".

    La responsabilidad personal

    Subyacente a la afirmacin de la libertad, encontramos siempre, en las enseanzasdel Beato Escriv, la nocin correlativa e inseparable de la responsabilidadpersonal. Ambas -deca- deben tener la misma importancia; son como "dos lneasparalelas": sin libertad no puede haber responsabilidad, ni, sin responsabilidad,libertad. Mientras muchos tratan de esquivar las consecuencias de sus actosdeliberados, los miembros de la Prelatura siempre deben estar dispuestos a

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    responder de los suyos, a asumir todas sus consecuencias, porque "nadie puedeescoger por nosotros".

    Para el Fundador, sera intolerable que un miembro de la Obra -como cualquierotro cristiano- pretendiese comprometer al Opus Dei o a la Iglesia -o actuar en su

    nombre- cuando expresa sus ideas personales, legtimas, s, pero opinables. Nadiepuede presentar como doctrina del Opus Dei lo que slo es consecuencia de unareflexin personal.

    LA ESPIRITUALIDAD DEL OPUS DEI Y EL VATICANO II

    El lector perspicaz habr advertido una estrecha similitud entre los aspectos de laespiritualidad del Opus Dei aqu expuestos y algunos textos del Concilio VaticanoII, en especial los captulos IV y V de la Constitucin dogmtica Lumen gentitunsobre los laicos, con la llamada universal a la santidad; el decreto Apostolicamiactuositateni, sobre el apostolado; la Constitucin dogmtica Gaudium et spes,sobre la libertad del cristiano y la santidad del matrimonio; el decretoPresbyteroruin ordinis, sobre el sacerdocio y la santidad, etc.

    "Es bien evidente para todos que la llamada a la plenitud de la vida cristiana y a laperfeccin de la caridad se dirige a todos los que creen en Cristo, cualquiera quesea su rango o su estado". Los laicos, por vocacin, deben "buscar el reino de Diosa travs de la administracin de las cosas temporales, que ordenan segn Dios".

    Viendo en el trabajo cotidiano "una prolongacin de la obra del Creador",contribuyen, en su lugar, a consagrar todo el mundo a Dios, y a alcanzar "unasantidad cada vez ms alta, una santidad que ser tambin apostolado"

    En efecto: "la vocacin es por naturaleza vocacin al apostolado... en el mundo, ala manera de un fermento". Los laicos "se esfuerzan por cumplir sus deberesfamiliares, sociales y profesionales con una generosidad cristiana tal que sumanera de actuar penetra poco a poco su medio de vida y su trabajo".

    Estas breves citas del Concilio -que podran multiplicarse- son como un eco fiel dela espiritualidad que el Beato Escriv expuso de manera constante desde 1928."Por eso, ha sido reconocido unnimemente como un precursor del Concilio"(palabras del Cardenal Poletti en el decreto de introduccin de la Causa deBeatificacin) y como "un pionero de la espiritualidad de los laicos, abriendo el

    camino de la santidad a hombres y mujeres de toda condicin, adelantndose, conla intuicin de un santo instrumento de Dios, a las declaraciones sobre la misin delos laicos en la Iglesia que leemos en los documentos del Concilio Vaticano II"(palabras del Cardenal Casariego en la homila de ordenacin de 54 miembros delOpus Dei). Expresiones anlogas han utilizado otros dignatarios de la Iglesia, comoel Cardenal Pignedoli, que calificaba al Beato Escriv de "pionero de laespiritualidad laical y precursor de muchos aspectos doctrinales del Concilio

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    Vaticano II". El Cardenal Frings, por su parte, hace alusin, en sus memorias, a lascrticas de que fue objeto el Fundador en los comienzos y a la alegra que tuvo alcomprobar que el Concilio "recoga sus ideas y las proclamaba abiertamente". Y elCardenal Baggio dice algo parecido: "Muchos pensaban que era una hereja(proclamar que la santidad no es cosa de privilegiados)... Despus del Concilio

    Ecumnico Vaticano II, esta tesis se ha convertido en principio indivisible. Pero loque contina siendo revolucionario en el mensaje espiritual de Monseor Escrivde Balaguer es la manera prctica de dirigir hacia la santidad a hombres y mujeresde toda condicin, al hombre de la calle, por decirlo as". Por eso -aade-, "la vida,la Obra y el mensaje de Monseor Escriv de Balaguer constituyen un giro, o, msexactamente, un captulo nuevo e indito de la espiritualidad cristiana". Un captuloque abri el 2 de octubre de 1928 (fecha en que naci el Opus Dei) el BeatoJosemara, el cual, "ya cuando lo fund, en 1928, anticip mucho de lo que luego,con el Concilio Vaticano II, se convertira en patrimonio comn de la Iglesia"(Cardenal Knig).

    Estos estrechos lazos con el Concilio han sido puestos de relieve por muchos otrosPadres conciliares y han encontrado su prolongacin en la configuracin jurdicadefinitiva del Opus Dei. Para concluir, bastar con citar unas palabras que el PapaJuan Pablo II dirigi a algunos miembros de la Obra durante una misa celebradapara ellos en 1979:

    "Vuestra Institucin tiene como finalidad la santificacin de la vida ordinaria,permaneciendo en el mundo, en el propio trabajo y en la propia profesin: vivir elEvangelio en el mundo, inmersos en el mundo, pero para transformarlo y redimirlopor amor a Cristo. Verdaderamente, es un gran ideal el vuestro, que desde los

    comienzos se ha anticipado a la teologa del laicado que caracteriz despus a laIglesia del Concilio y del postconcilio".

    La estructura jurdica del Opus Dei

    LA BSQUEDA DE UNA FRMULA JURDICA ADECUADA'

    Novedad

    El joven fundador haba vist