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Facultad de Humanidades y Comunicación
Conceptos, Paradigmas y Aplicaciones de la Ética
Managua, 2010
CONTENIDO
Capítulo I: ¿Qué es la Ética?
1. Objeto de estudio de la ética
1. ¿De qué va la Ética?
2. Caso de Teresa
3. Conceptos básicos sobre Ética.
4. Diferencias y relaciones de la Ética con otras ciencias
2. Categorías básicas de la Ética
1. La conciencia moral
2. La libertad
3. Los valores
3. Desarrollo moral del sujeto
1. Sujeto moral
3.2 El modelo de Kohlberg
Capítulo II: Ética Filosófica
1. Éticas teleológicas
1. Aristóteles
2. Epicuro
3. Utilitarismo
2. Éticas deontológicas
2.1 Emmanuel Kant
2.2 Hans Jonas
3. Éticas Procedimentales.
1. Teoría de la Justicia: John Rawls
2. Ética del discurso: Jürgen Habermas.
4. Metodologías para solución de dilemas
Capítulo III: Éticas aplicadas
1. Responsabilidad Social de las Empresas (RSE)
1.1 ¿Qué es responsabilidad social?
1.2 Polémica entorno a la RSE
1.3 Momento actual de la RSE
2. Ética profesional
2.1 Teoría de las profesiones
2.2 Principios y normas de la ética profesional
3. Ética y derechos humanos
4. Ética y Ecología
5. Ética y Comunicación.
6. Ética y Economía
7. Ética y Persona: Criterios y principios. Aborto, Suicidio, Homicidio, drogas
Guía de actividades
PRESENTACIÓN
El año 2010 marca un hito en la historia de la Universidad Centroamericana, en cuanto se
conmemora el 50 aniversario de su fundación, con todo el significado que puede tener para la
rsidad el llegar a su madurez, pero además este aniversario tuvo un énfasis especial, en cuanto se
privilegió a lo largo del año, el tema de la ética como elemento esencial para cumplir con nuestra
Misión de Universidad inspirada en los principios ignacianos. El abordaje y reflexión sobre este
tema, se reflejó en los diversos espacios académicos que se abrieron durante el año, para
profundizar y evidenciar un tema tan vital para la comunidad universitaria en particular, y la sociedad
nicaragüense en general.
El Proyecto educativo de la UCA nos compromete cada día más con la formación de profesionales
de calidad, comprometidos con la justicia, con profundos principios éticos y dispuestos a contribuir
por una Nicaragua y un mundo mejor, en palabras del P. Xabier Gorostiaga, exrector de nuestra
Universidad, se trata de “ formar un capital humano ético donde el profesional adopte una nueva
visión y nuevos valores, una nueva opción de servicio alternativo ante un totalitarismo de valores
impuesto por el mercado”.
Ante esta difícil tarea que debemos asumir como comunidad universitaria, el colectivo de profesores
y profesoras de la asignatura de Ética del Departamento de Ciencias, Sociales, Ética y Ciencias
religiosas, coordinados por el Profesor Javier Menocal, ha asumido el reto de contribuir de manera
activa a esta formación y ha preparado el texto: Conceptos, Paradigmas y aplicaciones de la ética,
texto que evidencia la importancia de contar con materiales educativos , basados en la gran
experiencia acumulada de los y las docentes en la enseñanza-aprendizaje de la asignatura de ética
a las diversas carre
ras de la Universidad Centroamericana.
El colectivo docente de Ética se ha preocupado por el abordaje del tema, desde la pregunta
fundamental de ¿Qué es la ética? , realizando un recorrido del abordaje de la misma desde distintos
paradigmas teleológico, deontológico, dialógico y teoría de la justicia, pero quizás el mayor aporte
que presenta el texto y que hace la diferencia es el esfuerzo realizado por presentar la aplicación de
los conceptos y paradigmas a los diversos campos de la realidad social y de las profesiones,
ofreciendo una serie de actividades y ejercicios prácticos que permita a los y las estudiantes
reflexionar sobre esos dilemas éticos que a lo largo de su vida tanto personal como profesional
enfrentan, y logren asumir la ética más allá de una serie de principios filosóficos, que la hagan vida a
través de un proceso consciente, libre y racional.
Esperamos que este texto aporte a una nueva manera de enseñar la ética, como parte de repensar
ese nuevo humanismo que nos demanda la Realidad. Como todo material de trabajo este texto es
concebido como algo inacabado, en proceso de construcción y está abierto a sugerencias, aportes
de la comunidad universitaria para su enriquecimiento.
Iris Prado H.
Decana
Facultad de Humanidades y Comunicación.
PRÓLOGO
El libro de ética que tienes en tus manos ha sido elaborado para las y los estudiantes de pre-grado
de la Universidad Centroamericana (UCA) que cursan las asignaturas de Ética y Derechos
Humanos, Ética/Moral Social, Ética Ambiental y Ética Profesional.
Este texto ofrece una visión integral de la ética a través del desarroll
o de los principales temas que fundamentan el comportamiento moral. Este material de apoyo puede
abrir horizontes para solucionar con criterios éticos diversas situaciones que el profesional en una
empresa u organización debe resolver para contribuir a la construcción de una sociedad pluralista,
justa y democrática.
El libro consta de tres capítulos: el primero, ¿Qué es la Ética? presenta una selección de lecturas
correspondientes a una perspectiva introductoria. Se establece el objeto de estudio de la ética y sus
conceptos básicos como: conciencia, libertad, valores y el desarrollo moral del sujeto.
En el segundo capítulo, se exponen los principales paradigmas filosóficos que intentan explicar los
distintos comportamientos morales. Se destaca la tradición teleológica (Aristóteles, Epicuro y el
Utilitarismo), la deontología kantiana y la teoría de la justicia.
En el tercer capítulo queremos ofrecer una Aplicación de los conceptos y paradigmas a diversos
campos de la realidad social y de las profesiones, tales como: la empresa, la ecología, los derechos
humanos, la comunicación, la economía y la moral de la persona. Con esto queremos contribuir a la
reflexión de los/as estudiantes sobre los principios y virtudes que se deberían tener presente en el
ejercicio de la profesión.
Con el fin de que afiances tus conocimientos, el análisis de los dilemas éticos te brinda una serie de
metodologías que facilitan el planteamiento del problema, formulación de diversas alternativas y la
elección de aquella que pueda ser fundamentada con criterios éticos.
Para el desarrollo de estos contenidos, al final del libro, se
resenta un anexo que contiene diversas actividades que facilitan el proceso de enseñanza-
aprendizaje tales como: estudios de casos, guías para el análisis de texto, debates de videos y
películas seleccionadas para la mejor comprensión de los dilemas éticos.
Esperamos que este material les sea de provecho para que podamos lograr con éxito los objetivos
de esta asignatura.
1. EL OBJETO DE ESTUDIO DE LA ÉTICA
Conociendo al autor del texto
Fernando Savater nació en San Sebastián, España, el 21 de junio de 1947. Voraz lector desde
pequeño, se licenció en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Fue docente en la
Universidad Autónoma de Madrid hasta 1971. Tuvo que exiliarse durante los últimos años del
régimen franquista debido a sus ideas políticas y filosóficas (que quedaron patentes en sus dos
ensayos de 1972: Nihilismo y acción y La filosofía tachada). Ha estado fuertemente influido por
filósofos como Nietzsche, Cioran y Spinoza. Tras su regreso a España ha sido profesor de Ética y
Sociología de la UNED, catedrático de Ética de la Universidad del País Vasco y catedrático de
Filosofía de la Complutense de Madrid. Colaborador del diario El País, codirige junto a Javier
Pradera la revista Claves para la razón práctica.
Quedó finalista del premio Planeta por su novela El jardín de las dudas; ha recibido el Premio
Nacional de Ensayo, el Premio Cuco Cerecedo y el Premio Anagrama, entre otros galardones.
Especialmente crítico con el nacionalismo vasco y e
l terrorismo de ETA, su postura política ha suscitado numerosas polémicas, al igual que su
Manifiesto por la lengua común y su defensa del laicismo.
Síntesis
Con el título ¿De qué va la Ética?, este autor nos aproxima al concepto de Ética con un vocabulario
amigable y ejemplos de la vida cotidiana. El texto plantea la Ética como un tipo de conocimiento
especial para la persona humana, a diferencia del conocimiento instintivo de los seres irracionales,
pasando por la necesidad de elegir y tomar decisiones prudentes que nos ayuden a saber vivir y
vivir bien.
Texto
1.1 ¿De qué va la Ética?[1]
Hay ciencias que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas; otras, para aprender una
destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un puesto de trabajo y ganarse
con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de realizar tales estudios, podemos prescindir
tranquilamente de ellos. Abundan los conocimientos muy interesantes pero sin los cuales uno se las
arregla bastante bien para vivir: yo, por ejemplo, lamento no tener ni idea de astrofísica ni de
ebanistería, que a otros les darán tantas satisfacciones, aunque tal ignorancia no me ha impedido ir
tirando hasta la fecha. Y tú, si no me equivoco, conoces las reglas del fútbol pero estás bastante pez
en béisbol. No tiene mayor importancia, disfrutas con los mundiales, pasas olímpicamente de la liga
americana y todos contentos.
Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad. Como nadie es
capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con humildad lo mucho que
ignoramos. Se puede viv
ir sin saber astrofísica, ni ebanistería, ni fútbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive peor, si
quieres, pero se vive. Ahora bien, otras cosas hay que saberlas porque en ello, como suele decirse,
nos va la vida. Es preciso estar enterado, por ejemplo, de que saltar desde el balcón de un sexto
piso no es cosa buena para la salud; o de que una dieta de clavos (¡con perdón de los fakires!) y
ácido prúsico no permite llegar a viejo. Tampoco es aconsejable ignorar que si uno cada vez que se
cruza con el vecino le atiza un mamporro las consecuencias serán antes o después muy
desagradables. Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir de muchos modos pero hay modos
que no dejan vivir.
En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que
ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen ciertos alimentos ni nos convienen ciertos
comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está, a que no nos convienen si queremos
seguir viviendo. Si lo que uno quiere es reventar cuanto antes, beber lejía puede ser muy adecuado
o también procurar rodearse del mayor número de enemigos posibles. Pero de momento vamos a
suponer que lo que preferimos es vivir: los respetables gustos del suicida los dejaremos por ahora
de lado. De modo que ciertas cosas nos convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo
“bueno” porque nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo
llamamos “malo”. Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un
conocimiento que todos intentamos adquirir -todos sin excepción- por la cuenta que
nos trae.
Como he señalado antes, hay cosas buenas y malas para la salud: es necesario saber lo que
debemos comer, o que el fuego a veces calienta y otras quema, así como el agua puede quitar la
sed pero también ahogarnos. Sin embargo, a veces las cosas no son tan sencillas: ciertas drogas,
por ejemplo, aumentan nuestro brío o producen sensaciones agradables, pero su abuso continuado
puede ser nocivo. En unos aspectos son buenas, pero en otras malas: nos convienen y a la vez no
nos convienen. En el terreno de las relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con aún
mayor frecuencia. La mentira es algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra -y
todos necesitamos hablar para vivir en sociedad- y enemista a las personas; pero a veces parece
que puede ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un
favor a alguien. Por ejemplo: ¿es mejor decirle al enfermo de cáncer incurable la verdad sobre su
estado o se le debe engañar para que pase sin angustia sus últimas horas? La mentira no nos
conviene, es mala, pero a veces parece resultar buena. Buscar pleito con los demás ya hemos dicho
que es por lo común inconveniente, pero ¿debemos consentir que violen delante de nosotros a una
chica sin intervenir, por aquello de no meternos en líos? Por otra parte, al que siempre dice la
verdad -caiga quien caiga- suele cogerle manía todo el mundo; y quien interviene en plan Indiana
Jones para salvar a la chica agredida -es más probable que se vea con la crisma rota que quien se
va silbando a su casa. Lo malo parece a veces resultar más o menos bueno y lo bueno tiene en
nes apariencias de malo.
Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a qué debemos
hacer. En matemáticas o geografía hay sabios e ignorantes, pero los sabios están casi siempre de
acuerdo en lo fundamental. En lo de vivir, en cambio, las opiniones distan de ser unánimes. Si uno
quiere llevar una vida emocionante, puede dedicarse a los coches de fórmula uno o al alpinismo;
pero si se prefiere una vida segura y tranquila, será mejor buscar las aventuras en el videoclub de la
esquina. Algunos aseguran que lo más noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil
es lograr que los demás vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y
nada más, mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o
serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y al alcohol
es un medio seguro de alargar la vida, a lo que responden fumadores y borrachos que con tales
privaciones a ellos desde luego la vida se les haría mucho más larga, etc.
En lo único que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de acuerdo con
todos. Pero fíjate que también estas opiniones distintas coinciden en otro punto: a saber, que lo que
vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual. Si nuestra vida
fuera algo completamente determinado y fatal, irremediable, todas estas disquisiciones carecerían
del más mínimo sentido. Nadie discute si las piedras deben caer hacia arriba o hacia abajo: caen
hacia abajo y punto. Los castores hacen presas en los arroyos y las abejas
panales de celdillas hexagonales: no hay castores a los que tiente hacer celdillas de panal, ni abejas
que se dediquen a la ingeniería hidráulica. En su medio natural cada animal parece saber
perfectamente lo que es bueno y lo que es malo para él si discusiones ni dudas. No hay animales
malos ni buenos en la naturaleza, aunque quizá la mosca considere mala a la araña que tiende su
trampa y se la come. Pero es que la araña no lo puede remediar...
Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África
levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la piedra. Dado que el
cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza quitinosa que protege a otros insectos, el
hormiguero les sirve de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que
ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se derrumba, por culpa de una riada o de un elefante
(a los elefantes les gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En
seguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza, a toda prisa. Y
las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu
e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con
ellas, se cuelgan de los asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces
mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se
ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera a las pobres y
heroicas
oldado, que sacrifican sus vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla,
por lo menos? ¿No es justo decir que son valientes?
Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor
guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a Aquiles, el enfurecido
campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más fuerte que él y que probablemente va a
matarle. Lo hace por cumplir su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos
del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor sea un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es
Héctor heroico y valiente del mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta millones de veces
repetida ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de cuentas, lo mismo
que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos parece su valor más auténtico y más difícil
que el de los insectos? ¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?
Sencillamente, la diferencia estriba en que las termitas-soldado luchan y mueren porque tienen que
hacerlo, sin poderlo remediar (como la araña que se come a la mosca). Héctor, en cambio, sale a
enfrentarse con Aquiles porque quiere. Las termitas-soldado no pueden desertar, ni rebelarse, ni
remolonear para que otras vayan en su lugar: están programadas necesariamente por la naturaleza
para cumplir su heroica misión. El caso de Héctor es distinto. Podría decir que está enfermo o que
no le da la gana enfrentarse a alguien más fuerte que él. Quizá sus conciudadanos le llamasen
cobarde y le tuviesen por un caradura o quizá le preguntasen qué ot
ro plan se le ocurre para frenar a Aquiles, pero es indudable que tiene la posibilidad de negarse a
ser héroe. Por mucha presión que los demás ejerzan sobre él, siempre podría escaparse de lo que
se supone que debe hacer: no está programado para ser héroe, ningún hombre lo está. De ahí que
tenga mérito su gesto y que Homero cuente su historia con épica emoción. A diferencia de las
termitas, decimos que Héctor es libre y por eso admiramos su valor.
Y así llegamos a la palabra fundamental de todo este embrollo: libertad. Los animales (y no digamos
ya los minerales o las plantas) no tienen más remedio que ser tal como son y hacer lo que están
programados naturalmente para hacer. No se les puede reprochar que lo hagan ni aplaudirles por
ello porque no saben comportarse de otro modo. Tal disposición obligatoria les ahorra sin duda
muchos quebraderos de cabeza. En cierta medida, desde luego, los hombres también estamos
programados por la naturaleza. Estamos hechos para beber agua, no lejía, y a pesar de todas
nuestras precauciones debemos morir antes o después. Y de modo menos imperioso pero parecido,
nuestro programa cultural es determinante: nuestro pensamiento viene condicionado por el lenguaje
que le da forma (un lenguaje que se nos impone desde fuera y que no hemos inventado para
nuestro uso personal) y somos educados en ciertas tradiciones, hábitos, formas de comportamiento,
leyendas...; en una palabra, que se nos inculcan desde la cunita unas fidelidades y no otras. Todo
ello pesa mucho y hace que seamos bastante previsibles. Por ejemplo, Héctor, ese del que
acabamos de hablar. Su programación natural hacía que H
éctor sintiese necesidad de protección, cobijo y colaboración, beneficios que mejor o peor
encontraba en su ciudad de Troya. También era muy natural que considerara con afecto a su mujer
Andrómaca -que le proporcionaba compañía placentera- y a su hijito, por el que sentía lazos de
apego biológico-culturalmente, se sentía parte de Troya y compartía con los troyanos la lengua, las
costumbres y las tradiciones. Además, desde pequeño le habían educado para que fuese un buen
guerrero al servicio de su ciudad y se le dijo que la cobardía era algo aborrecible, indigno de un
hombre. Si traicionaba a los suyos, Héctor sabía que se vería despreciado y que le castigarían de
uno u otro modo. De modo que también estaba bastante programado para actuar como lo hizo,
¿no? Y sin embargo...
Sin embargo, Héctor hubiese podido decir: ¡a la porra con todo! Podría haberse disfrazado de mujer
para escapar por la noche de Troya, o haberse fingido enfermo o loco para no combatir, o haberse
arrodillado ante Aquiles ofreciéndole sus servicios como guía para invadir Troya por su lado más
débil; también podría haberse dedicado a la bebida o haber inventado una nueva religión que dijese
que no hay que luchar contra los enemigos sino poner la otra mejilla cuando nos abofetean. Me
dirás que todos estos comportamientos hubiesen sido bastante raros, dado quien era Héctor y la
educación que había recibido. Pero tienes que reconocer que no son hipótesis imposibles, mientras
que un castor que fabrique panales o una termita desertora no son algo raros sino estrictamente
imposibles. Con los hombres nunca puede uno estar seguro del todo, mientras que con
los animales o con otros seres naturales sí. Por mucha programación biológica o cultural que
tengamos, los hombres siempre podremos optar finalmente por algo que no esté en el programa (al
menos, que no esté del todo). Podemos decir «sí» o «no», quiero o no quiero. Por muy achuchados
que nos veamos por las circunstancias, nunca tenemos un solo camino a seguir sino varios.
Cuando te hablo de libertad es a esto a lo que me refiero. A lo que nos diferencia de las termitas y
de las mareas, de todo lo que se mueve de modo necesario e irremediable. Cierto que no podemos
hacer cualquier cosa que queramos, pero también cierto que no estamos obligados a querer hacer
una sola cosa. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto a la libertad:
Primera: No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y en tal
país, padecer un cáncer o ser atropellados por un coche, ser guapos o feos, que los aqueos se
empeñen en conquistar nuestra ciudad, etc.), sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o
cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados, vestirnos a
la moda o disfrazarnos de oso de las cavernas, defender Troya o huir, etc.).
Segunda: Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo
mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible) que la omnipotencia (que sería
conseguir siempre lo que uno quiere, aunque pareciese imposible). Por ello, cuanta más capacidad
de acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad. Soy libre de querer
subir al monte Everest, pe
ro dado mi lamentable estado físico y mi nula preparación en alpinismo es prácticamente imposible
que consiguiera mi objetivo. En cambio soy libre de leer o no leer, pero como aprendí a leer de
pequeñito la cosa no me resulta demasiado difícil si decido hacerlo. Hay cosas que dependen de mi
voluntad (y eso es ser libre) pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería omnipotente),
porque en el mundo hay otras muchas voluntades y otras muchas necesidades que no controlo a mi
gusto. Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará una y otra
vez contra lo necesario. Pero, cosa importante, no por ello dejaré de ser libre... aunque me escueza.
En la realidad existen muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, desde terremotos o
enfermedades hasta tiranos. Pero también nuestra libertad es una fuerza en el mundo, nuestra
fuerza. Si hablas con la gente, sin embargo, verás que la mayoría tiene mucha más conciencia de lo
que limita su libertad que de la libertad misma. Te dirán: “¿Libertad? ¿Pero de qué libertad me
hablas? ¿Cómo vamos a ser libres, si nos comen el coco desde la televisión, si los gobernantes nos
engañan y nos manipulan, si los terroristas nos amenazan, si las drogas nos esclavizan, y si además
me falta dinero para comprarme una moto, que es lo que yo quisiera?”. En cuanto te fijes un poco,
verás que los que así hablan parece que se están quejando pero en realidad se encuentran muy
satisfechos de saber que no son libres. En el fondo piensan: “¡Uf! ¡Menudo peso nos hemos quitado
de encima! Como no somos libres, no podemos tener la culpa de nada de lo que nos ocurra... “P
ero yo estoy seguro de que nadie -nadie- cree de veras que no es libre, nadie acepta sin más que
funciona como un mecanismo inexorable de relojería o como una termita. Uno puede considerar que
optar libremente por ciertas cosas en ciertas circunstancias es muy difícil (entrar en una casa en
llamas para salvar a un niño, por ejemplo, o enfrentarse con firmeza a un tirano) y que es mejor
decir que no hay libertad para no reconocer que libremente se prefiere lo más fácil, es decir, esperar
a los bomberos o lamer la bota que le pisa a uno el cuello. Pero dentro de las tripas algo insiste en
decirnos: “Si tú hubieras querido... “
Cuando cualquiera se empeñe en negarte que los hombres somos libres, te aconsejo que le
apliques la prueba del filósofo romano. En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un amigo
que le negaba la libertad humana y aseguraba que todos los hombres no tienen más remedio que
hacer lo que hacen. El filósofo cogió su bastón y comenzó a darle estacazos con toda su fuerza.
“¡Para, ya está bien, no me pegues más!“, le decía el otro. Y el filósofo, sin dejar de zurrarle,
continuó argumentando: ”¿No dices que no soy libre y que lo que hago no tengo más remedio que
hacerlo? Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare: soy automático”. Hasta que el amigo
no reconoció que el filósofo podía libremente dejar de pegarle, el filósofo no suspendió su paliza. La
prueba es buena, pero no debes utilizarla más que en último extremo y siempre con amigos que no
sepan artes marciales...
En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir
en parte nues
tra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros,
frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos
equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo
que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que
nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética. De ello, si
tienes paciencia, seguiremos hablando en las siguientes páginas de este libro.
1.2 El caso de teresa[2]
Conociendo la autora del texto
La Dra. Helen Mitchell es profesora de Filosofía en la Universidad de Maryland. Su gran logro como
docente e investigadora es tener estudiantes interactivos con una gran experiencia en la discusión,
donde los estudiantes conducen la sesión de clase sobre la base de un pensamiento reflexivo y de
análisis propio. La experiencia impresionante de la Dra. Mitchell incluye la autoría de numerosas
publicaciones en temas de la mujer y publicaciones sobre la historia del Holocausto.
Síntesis
El caso Teresa, aportado por esta excelente escritora, nos relata una situación humana compleja,
con sentimientos y perspectivas contradictorias entre sí. Teresa ha nacido con Anencefalia, sus
padres buscan encontrar un significado a la tragedia y el hospital está reunido de emergencia para
tomar una decisión. Sin embargo, todos están lejos de un consenso, mientras son conscientes de la
publicidad que rodea el caso y la trascendencia legal y social de la decisión final. No sólo hay que
decidir, sino justificar
con argumentos válidos que consideren el dolor de los padres, la vida de Teresa y de otros bebés, la
misión del hospital, los recursos limitados y la ética médica.
Mediación didáctica del material: Actividad No. 1.
Texto
Un bebé acaba de nacer, pero nadie a su alrededor se comportaba como la gente suele
comportarse en un parto, porque este bebé ha llegado al mundo con un cerebro deficiente. En
términos médicos, este bebé padece de anencefalia; sólo tiene la parte más primitiva del cerebro,
aquella situada encima de la médula espinal y que controla los latidos cardiacos, la respiración y
demás funciones autónomas (más o menos automáticas) que mantienen con vida a un cuerpo. El
bebé, una niña a quien sus padres han puesto por nombre Teresa, nunca podrá reconocer sus
rostros ni a ninguna otra persona o cosa en el mundo. Nunca podrá pensar ni hablar, ni tener ningún
tipo de interacción con nadie. El personal médico del hospital donde ha nacido asegura que en unos
días, quizá semanas, la niña habrá muerto.
En la esperanza de encontrar algún significado a esta tragedia, sus padres toman la dolorosa
decisión de donar sus órganos, con el fin de que otros niños puedan seguir viviendo. Para los
padres de Teresa, esto significa que su breve vida y su muerte tendrán un significado. Si esperan a
que sobrevenga su muerte natural, sus órganos se habrán deteriorado a tal punto que ya no serán
idóneos para un transplante. ¿Debe permitírseles que autoricen la donación de los órganos de
Teresa mientras la pequeña está con vida (conforme a ciertas definiciones médicas, aunque no
necesariamente conforme a toda las definiciones, y
teniendo en cuenta, además, que esto sucede en Estados Unidos, donde según las leyes de
algunos estados Teresa sigue con vida y según las leyes de otros estados la pequeña no está viva)?
Los deseos de los padres se basan en resultados. Por mucho que ellos lo desearan, su bebé nunca
saldría del hospital con ellos. Nunca tendrá vida en el sentido en que ellos entienden el término.
Todo su interés está ahora en revestir de significado la fugaz existencia de teresa y su muerte
prematura. Si otro niño u otros niños pudieran vivir después de recibir los órganos de Teresa, los
padres de la pequeña se sentirían consolados. Su dolor se vería mitigado al saber que su hija
seguía, en cierto sentido, viva en otros niños. Para algunos de los receptores, el corazón o el hígado
significarían la diferencia entre la vida y la muerte; para otros, la donación de un órgano significaría
una gran mejora de la calidad de vida.
El resultado que ellos más hubieran deseado –un bebé sano que llevarse a casa y amarlo- les ha
sido negado, pero entre los muchos resultados posibles, los padres eligen la donación de órganos
como la mejor posibilidad para ellos, para los demás niños y para su hija. No habría, desde su punto
de vista, absolutamente nada que ganar contemplando el deterioro de los órganos de su hija hasta
el punto en que, en el momento inevitable de su muerte, quedaran inservibles.
Una vez que ha escuchado los deseos de los padres, el consejo de ética del hospital se ha reunido
en sesión de emergencia para decidir la cuestión. Si bien todos sus miembros están comprometidos
a hacer lo moralmente correcto, también están
de las sinceras diferencias de opinión que existen al respecto. Todo el mundo es solidario con el
dolor de los padres, pero también todos están pendientes de la publicidad que sin duda rodeará al
caso y a sus numerosas ramificaciones legales. Aquello que decidan tendrá implicaciones a largo
plazo.
Uno de los miembros del consejo, un médico, comienza recordando a todos los demás colegas que
han hecho el juramento de preservar la vida. Como médicos, no pueden tomar la vida de un
paciente para salvar las vidas de otros, ni aun cuando exista la certeza de que la vida de Teresa
será breve. Mientras el bebé tenga vida, tiene derecho a su atención y protección, y a ellos no les
corresponde en absoluto jugar a ser Dios y disponer de sus órganos mientras su cuerpo los
mantenga con vida. Su vida y sus órganos, están en sus manos. Cuando la niña muera, sus padres
podrán tomar todas las decisiones que crean oportunas acerca del destino de sus órganos, pero
mientras sea una paciente con vida, deben valerse de todos los recursos médicos para asegurar
que la vida de Teresa se preserve.
Otro miembro del consejo, un abogado, se centra en la comparación de personas en edad madura
cuyos cuerpos “viven” pero que carecen de actividad cerebral. Existen precedentes legales y
médicos para retirar a esos pacientes de los sistemas que les prolongan la vida y permitirles que
mueran. Teresa se halla en una situación similar. Puesto que no posee actividad cerebral –el
electroencefalograma (EEG) mostraría una línea plana- Teresa es en esencia un cuerpo carente de
cerebro. En ella no cabe confusión con otros pacientes que, lesionados o
s, incluso graves, conservan su capacidad de raciocinio y poseen existencia mental. Podríamos
incluso, observa este miembro del consejo, hacerle un favor a este bebé, al terminar su breve, inútil
y posiblemente dolorosa vida. La diferencia en el caso de Teresa consiste en que sus órganos
tendrían que ser extraídos en presencia de un “corazón que late”.
Un tercer miembro del consejo, un sacerdote, discrepa y hace hincapié en que, ya sea que Teresa
encaje o no dentro de la definición de persona, es, en efecto, una persona conforme a las leyes del
estado y a la ley de Dios, quien la creó. Sólo respetando la vida en todas sus formas –tanto a
aquellos que son similares a nosotros como a quienes son radicalmente diferentes- podemos seguir
un curso de acción verdaderamente moral. Si perdemos un respeto vital por la vida del individuo,
abrimos las puertas a abusos tales como los cometidos en los campos de exterminio nazis y en las
celdas de tortura de las prisiones de todo el mundo. Nunca podemos llevar a cabo aquello que sea
meramente conveniente cuando se trata de la vida de un ser humano; siempre debemos
preguntarnos qué le debemos a esa persona como individuo. Lógicamente a Teresa le debemos la
vida tanto tiempo como sea posible; no hay cabida para otros argumentos.
La siguiente persona que expresa su opinión, una enfermera, se pregunta acerca de las otras vidas
–algunas de ellas en ese mismo hospital- que podrían salvarse si acortamos la vida de este otro
bebé en una semana cuando mucho. Luego de mencionar los casos de varios bebés y niños de
corta edad, cuyos pronósticos de vida son sombríos, la enfermera observa qu
e sin los órganos donados, casi todos ellos morirán en el plazo de un mes porque ninguno de ellos
tiene las suficientes probabilidades en una lista de espera de que el órgano que necesitan les llegue
a tiempo. Estamos jugando a la ruleta; ponemos en riesgo algo bueno y cierto, frente a algo malo e
incierto. Teresa carece por completo “de calidad de vida”, pues no está consciente de nada cuando
ocurre a su alrededor. Ser una persona significa estar consciente del mundo que te rodea y ser
capaz de interactuar con él. Ciertamente, no debemos provocarle en absoluto ningún dolor indebido,
pero nada obtenemos al respetar una personalidad de la que es obvio que Teresa carece.
Un representante de la comunidad, por su parte, observa que las discusiones acerca de qué
elementos constituyen a una persona como tal, u otras disquisiciones éticas o teóricas no van a
resolver nuestro problema. Podemos –y así lo haremos- discrepar en cuanto a estos temas
abstractos durante toda la noche y no nos ayudará en nada a decidir qué debe hacerse en este
caso. La ética, para esta persona, involucra cuidado, lo cual hace de este asunto algo muy sencillo:
Debemos cuidar a Teresa. Si vive dos días, una semana, dos semanas, un mes o cincuenta años,
nuestra obligación consiste en hacer cuanto sea posible por que su vida esté libre de dolor y sea lo
más satisfactoria posible. Nos dedicamos a procurar salud, y, si ello no es posible, procuramos
cuidado. No debería permitirse que nadie muera sin recibir un cuidado amoroso. Este argumento
sirve tanto para un paciente anciano y con una enfermedad terminal como para Teresa. Si perdemos
de vista esta im
portante consideración, no estaríamos muy lejos de conceptuarnos como una sociedad anónima
comercial y comenzar a basar todas nuestras decisiones en la “línea de producción”.
Este punto de vista no me parece malo, dice un administrador del hospital. Está bien y es positivo
hablar acerca del cuidado y calidad de vida de Teresa, pero lo fundamental es que mientras ella
utiliza los tan caros recursos de este hospital para vivir un día o dos más, nosotros gastamos
preciados dólares en cuidado de salud que podrían gastarse en cuidado prenatal para las madres de
la comunidad o para proporcionar vacunas que erradiquen las enfermedades de la infancia. ¿Por
qué utilizar nuestros recursos limitados en un paciente que no vivirá, todos coincidimos en esto, más
allá del día 15 de este mes? Lo que conseguiremos no será ayudar a la niña, sino obstruir más a
nuestro ya sobrecargado cuerpo médico. No existe una base racional para comprometernos a
mantener con vida a este bebé, una vez que sus padres han tomado la apreciable decisión de donar
sus órganos.
1.3 Conceptos básicos sobre ética[3].
Conociendo al autor del texto
José Rafael Lezama es licenciado en Filosofía por la Universidad Católica Andrés Bello en 1999, en
Caracas Venezuela, obtuvo la maestría en Filosofía por la Universidad Simón Bolívar, y ha
complementado su formación profesional con otros cursos como “Ciencia y tecnología, Sociedad y
valores; Seminario de Bioética y Genética; Educación en valores; El reto del espacio”.
Ha sido autor de numerosas publicaciones, libros y escritos con temas éticos; “Una breve reflexión
sobre la ética y la tecnología”; “Aspecto
s éticos de la investigación en células madres”; “La tecnología como determinantes de la condición
humana”; “¿Qué son los valores?”; “Educación en valores y tecnología”; “Bioética y pluralismo”, etc.
Síntesis
Para un adecuado estudio sistemático de la Ética, es preciso tener en cuenta su origen etimológico,
en sus dos acepciones greco – latinas para comprender la raíz de su sentido, y su posterior
evolución conceptual en el pensamiento occidental. Es importante, comprender el doble uso que se
le puede dar al término en la vida cotidiana por su doble dimensión; esta es, en cuanto “sustantivo”
como disciplina filosófica que busca la justificación teórica de los criterios de acción; y en cuanto
“adjetivo” como calificativo de lo lícito e ilícito de los actos humanos de nuestra vida cotidiana.
Así mismo, manejar las diferencias existentes en los términos “Ética” y “Moral”, para su adecuada
aplicación a los diversos enfoques teóricos de la disciplina, y los distintos casos o dilemas que
requieren solución. Para ello, sirve de ayuda el texto sobre los “Conceptos básicos de Ética”, que
presenta de manera muy clara e inductiva, la explicación de la concepción y definición básica de la
Ética y la Moral, partiendo de sus orígenes, su aplicación en la vida cotidiana, y las diferencias entre
ellas. El conocimiento y comprensión de las nociones conceptuales básicas de Ética y Moral, sirven
de fundamento y punto de partida para la profundización de los contenidos subsiguientes y la
aplicación posterior de los criterios teóricos – metodológicos de esta disciplina en el campo
profesional de cada área o ciencia.
Mediación
idáctica del material: Actividad No. 2.
Texto
Por un lado con el término “éthos” designaban a lo que en castellano nos referimos a las costumbres
o los hábitos automáticos; mientras que con el vocablo “ëthos” se referían al concepto de "modo de
ser", "carácter" o predisposición permanente para hacer lo bueno.
Es de este último vocablo griego "ëthos" de donde proviene la palabra castellana "ética". Aunque en
el origen, el "ëthos" se refería no solo a la "manera de ser" sino al "carácter" (en el sentido
psicológico que nosotros le damos ahora a esta palabra), posteriormente el término fue
evolucionando y hoy se refiere a “la manera de actuar, coherente, constante y permanente del
hombre para llevar a cabo lo bueno”. Este es el concepto clásico de lo que siempre se ha entendido
por ética.
Cuando los latinos se ven forzados a traducir esa palabra a su lenguaje propio utilizan el vocablo
"moralitas", que a su vez se origina de la raíz "mos", o "mores" que significaba simultáneamente:
costumbres y maneras permanentes de actuar o comportarse. Al no disponer el latín de dos
palabras para referirse a los dos conceptos que el griego podía diferenciar, muy pronto "moralitas"
sustituye a éthos y ëthos, y por lo tanto, en adelante una palabra sola va a significar tanto el modo
de ser o la predisposición propia de cada uno en lo que tiene que ver con lo bueno, como las
conductas acostumbradas o "de hecho".
Y del vocablo latín "moralitas" proviene la palabra "moral" en castellano.
Del análisis etimológico podemos ver que la palabra latina "moralitas" incluye no solo las acciones
humanas en "cuanto vividas de hecho"
sino también las acciones humanas en cuanto “elegidas como rectas” de acuerdo con el mundo de
valores permanente del individuo. Hoy en día a las primeras las estudia la sociología, la etnología, la
antropología o la psicología, mientras que las segundas son el objeto propio de la Ética o Moral en
tanto disciplinas filosóficas.
En el lenguaje corriente hay dos usos de la palabra ética. En algunos casos se emplea como
sustantivo y en otros como adjetivo. Cuando se le usa como sustantivo ("La Ética" o "La Moral") se
da a entender un saber específico dentro de las disciplinas humanas que tiene como objeto la
fundamentación racional de lo que debe ser la responsabilidad del ser humano para alcanzar lo
bueno o lo recto. En ese sentido, denominaría el saber filosófico coherente y sistematizado (en
teorías orgánicas) sobre las características que deben tener los valores, principios, normas y
virtudes para que el ser humano se realice como tal en su transcurrir histórico. Ese saber
sistematizado implica una concepción de lo que son los derechos y deberes que le corresponden
como individuo que vive en sociedad, así como las prohibiciones, sanciones y todos los tipos de
medios adecuados para alcanzar "el bien" en la interacción humana.
Pero con frecuencia la palabra "ética" es empleada en el lenguaje corriente como un adjetivo.
Entonces se comenta: "esto es ético" "fulano es un inmoral". En este caso la palabra "ética" o
"moral" en tanto adjetivo, juzga la cualidad de determinadas acciones de los individuos en cuanto
tienen que ver con la manera que éstos ejercen su responsabilidad frente a los valores, principios y
normas
orales. Hace un juicio valorativo de la acción humana en cuanto es capaz de encarnar o realizar en
la práctica, a los valores, principios, y normas éticas.
En realidad, este uso confuso de la palabra ética que se hace en el lenguaje vulgar alude a la doble
dimensión de las acciones humanas que tienen que ver con "el bien" o "lo bueno". Mientras que el
saber filosófico se preocupa de justificar racionalmente criterios de acción que no sean arbitrarios y
que sean universalmente válidos (dimensión objetiva) la ética en cuanto vivida de hecho, muestra
cómo los hombres concretan o no esos criterios en su acción personal (dimensión subjetiva de la
ética ).
De ahí que entendamos por “Ética o Filosofía Moral” la disciplina filosófica que reflexiona de forma
sistemática y metódica sobre el sentido, validez y licitud (bondad-maldad) de los actos humanos
individuales y sociales en la historia. Para esto utiliza la intuición, experiencia humana, depurada por
la elaboración racional.
Características de la Moral. La Moral es el hecho real que encontramos en todas las sociedades, es
un conjunto de normas a saber que se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo
largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra
época histórica, estas normas se utilizan para orientar la conducta de los integrantes de esa
sociedad.
Características de la Ética. Es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es un
conjunto de normas a saber, principios y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una
línea directriz de su propia conducta.
Semejanzas
Diferencias entre Ética y Moral. Los puntos en los que confluyen son los siguientes:
• En los dos casos se trata de normas, percepciones, deber ser.
• La Moral es un conjunto de normas que una sociedad se encarga de transmitir de generación en
generación y la Ética es un conjunto de normas que un sujeto ha esclarecido y adoptado en su
propia mentalidad.
Ahora los puntos en los que difieren son los siguientes:
• La Moral tiene una base social, es un conjunto de normas establecidas en el seno de una sociedad
y como tal, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes. En
cambio la Ética surge como tal en la interioridad de una persona, como resultado de su propia
reflexión y su propia elección.
• Una segunda diferencia es que la Moral es un conjunto de normas que actúan en la conducta
desde el exterior o desde el inconsciente. En cambio la Ética influye en la conducta de una persona
pero desde su misma conciencia y voluntad.
• Una tercera diferencia es el carácter axiológico de la ética. En las normas morales impera el
aspecto normativo, legal, obligatorio, impositivo, coercitivo y punitivo. Es decir en las normas
morales destaca la presión externa, en cambio en las normas éticas destaca la presión del valor
captado y apreciado internamente como tal. El fundamento de la norma Ética es el valor, no el valor
impuesto desde el exterior, sino el descubierto internamente en la reflexión de un sujeto.
Existen entonces tres niveles de distinción.
• El primer nivel está en la Moral, o sea, en las normas cuyo origen es externo y tienen una acción
impositiv
a en la mentalidad del sujeto.
• El segundo es la Ética conceptual, que es el conjunto de normas que tienen un origen interno en la
mentalidad de un sujeto, pueden coincidir o no con la moral recibida, pero su característica mayor es
su carácter interno, personal, autónomo y fundante.
• El tercer nivel es el de la Ética axiológica que es el conjunto de normas originadas en una persona
a raíz de su reflexión sobre los valores.
Las diferencias entre Moral y Ética podrían explicarse resumidamente de la siguiente manera:
|MORAL |ÉTICA |
|Acervo de costumbres, principios, valores y normas de conducta, |Constituye también un conjunto
de valores, costumbres, principios y |
|adquiridos del medio (hogar, escuela, comunidad, trabajo, |normas, pero adquiridos, asimilados y
practicados de modo |
|iglesia, etc.). Su asimilación y práctica no depende solamente de|eminentemente racional, es decir
consciente. Se trata del ejercicio |
|una actitud completamente consciente o racional, sino |libre y consciente de la razón para dar
justificación a nuestro |
|esencialmente de un sentimiento de respeto a la autoridad moral |actuar desde el punto de vista del
bien y del mal. Tiene un carácter|
|de la que provienen. Tiene un carácter más subjetivo, más |más objetivo, más universal, más de
aceptación voluntaria de valores|
|particular, de vivencia de los valores. |razonados. |
1.4 DIFERENCIAS Y RELACIONES DE LA ÉTICA CON OTRAS CIENCIAS[4].
Conociendo a los autores del texto
Javier Fuertes Pérez nace en Asturias, España el 3 de noviembre de 1963. Realiza los diplomados
de filosofía y pedagogía en el Instituto Superior de Valladolid (1985). Obtiene el bachiller en Teología
en la Facultad de San Esteban de Salamanca (1988), y la licenciatura en la Universidad de Deusto
(1990). Prepara un doctorado en sociología sobre los problemas de la distribución de la riqueza en
nuestras sociedades contemporáneas. Desde 1995 enseña en la Universidad de Deusto donde
actualmente imparte la asignatura de ética profesional en las facultades de Ingeniería Informática y
de Telecomunicaciones y Turismo así como de ética económica en la Facultad de Derecho
Económico.
Galo Bilbao es licenciado en Filosofía y doctor en Teología, es profesor de Ética en la Universidad
de Deusto y miembro colaborador del Instituto Diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao. Sus
reflexiones y publicaciones se centran en cuestiones de ética fundamental, profesional y política, y
en todas ellas presta especial atención a la relación entre la ética filosófica y la fe cristiana. En la
actualidad, compatibiliza su actividad docente con la responsabilidad de Apostolado Seglar.
Síntesis
La Ética no es una disciplina ajena o externa a las otras ciencias o disciplinas científicas, a las que
ésta puede someterse o no a partir de la actitud personal del profesional, sino una dimensión
ineludible y propia de la actividad del profesional en cada campo científico.
La Ética como disciplina emanada de la filosofía, madre de todas las c
iencias, sirve de marco de referencia y orientación sobre los principios de comportamiento que
deben regir el ejercicio profesional de las ciencias. Existen ciencias que estudian los actos humanos
al igual que la Ética, pero con un enfoque distinto, mientras la ética centra su estudio en los actos
humanos como actos de derecho, en los que se puede explorar la bondad o maldad, licitud o ilicitud
de los mismos, en otras disciplinas los actos humanos son abordados como hechos, en los que se
puede estudiar el porqué de esos actos, su significado para la sociedad, para el individuo en
particular, etc.
El extracto de texto que se presenta en el libro, tomado de “Ingeniería y Ética Profesional” de Galo
Bilbao, Javier Fuertes y José María Guibert, (2002), sobre la relación y diferencias de la Ética con
otras ciencias, nos hace una propuesta concreta de esas relaciones interdependientes y de las
diferencias existentes entre la Ética y las otras disciplinas. En el estudio y profundización de la Ética,
es de imprescindible importancia conocer las distintas conexiones y encuentros que tiene con las
otras ciencias, en qué medida se distancian o aproximan, en qué casos o situaciones se auxilian y
en qué forma se complementan recíprocamente.
Texto
Ya que se tiene definido lo que es la Ética, ahora hay que aclarar los límites de esta ciencia y
mostrar los terrenos más allá de sus fronteras.
1. Relación de la Ética con la Psicología. La Psicología se parece a la Ética en cuanto a que también
estudia los actos humanos, pero ésta los explica en el aspecto del hecho y la Ética solo se interesa
en las normas de derecho de ese
to, es decir la psicología solo estudia el acto como objeto material, el por qué ocurre. La Ética en
cambio estudia la bondad o maldad de dicho actos y dicta normas de cómo deben ser estos actos.
2. Relaciones entre la Ética y la Sociología. La sociología surgió en el siglo XIX gracias a las
aportaciones de Augusto Comte y Karl Marx. Estudia el comportamiento del hombre en forma global,
es una ciencia de hechos, mientras que la Ética es una ciencia de derechos.
3. Relaciones entre la Ética y el Derecho. El derecho es un conjunto de normas que rigen la
conducta humana y en esto se parece a la Ética, sin embargo, difieren entre las normas propias de
cada una. Existen cuatro diferencias principales:
a) Las normas de la Ética son autónomas (cada individuo debe darse sus normas propias) y las del
Derecho son heterónomas (las normas provienen de una autoridad diferente al individuo).
b) Las normas de la Ética rigen aspectos internos y las del Derecho aspectos externos.
c) Las normas de la Ética son unilaterales (el cumplir una norma no implica el surgimiento de un
derecho o una obligación por parte de otras personas), y las del Derecho son bilaterales (una
obligación implica un derecho y viceversa).
d) Las normas de la Ética son incoercibles (aún cuando tienen un carácter obligatorio, generalmente
no conllevan un castigo explícito en el caso de no cumplirlas) y las del Derecho son coercibles (la
autoridad que ha establecido ciertas normas civiles, tiene la facultad de exigir el cumplimientos de
ellas, y para llevar a cabo dicha tarea, impone vigilancia, fiscalización, sanciones, etc.).
|Tipo de normas |Fuente de las normas |Caracteres de la obligación|Destinatarios de las normas|
Tribunal ante el que |
| | | | |respondes |
|Legales o jurídicas |El Estado (gobernantes, |-Éxterna |Todos los que definen el |El Estado |
| |jueces, etc.) |-Coactiva |sistema legal como | |
| | | |ciudadanos | |
|De trato social, |Tradiciones, costumbres, |- Externa |Todos los miembros de la |La sociedad
circundante |
|cortesía o urbanidad |hábitos heredados |- Moderadamen- te activa |sociedad en cuestión | |
|Morales |Código de principios, |- Interna |Cada persona se considera |La propia conciencia |
| |normas y valores |- No coactiva |destinataria de las normas |personal |
| |personalmente asumido |- Referencia última para |que reconoce en conciencia | |
| | |orientar la propia conducta| | |
4. Relaciones entre la Ética y la Economía. La Economía es la ciencia que trata de la producción,
distribución y consumo de
bienes materiales. Sus temas son, el trabajo, la mercancía, el dinero, la ganancia, la utilización del
trabajo, el comercio, etc. La Ética relacionada con esta ciencia en el aspecto de la vida del ser
humano: su subsistencia, sus problemas pecuniarios, su lucha diaria por el alimento, la vivienda y la
ropa. Todo esto está afectado por la explotación del asalariado, la injusticia en el pago de sueldos, la
falta de higiene en las fábricas, la falta de esmero en el trabajo del obrero o la responsabilidad de los
empleados.
La Ética como la Economía presenta un modelo ideal que hay que cumplir, como si fuera un
proyecto que seguir –como la ley de la oferta y la demanda- aquí entra también la Ética ya que en
más de una ocasión el modelo económico es el relato de una serie de abusos, como suele ser en la
ley citada anteriormente. Los dos modelos, el económico y el ético tienen que ir entrelazados para
así evitar la explotación del trabajador, la marginación del asalariado, la usura en los intereses
cobrados a los países del tercermundistas, la colonización del trabajo, la producción y el gobierno de
los países débiles.
5. Relaciones entre la Ética y la Teología. En este caso la teología moral trata de la valoración moral
de los actos humanos, mismo tema que el de la ética, pero esta última utiliza la razón como
instrumentos de su estudio y la teología moral además de la razón utiliza los datos de la fe como la
Biblia, el Corán, etc.
6. Relaciones entre la Ética y la Religión. La religión es la relación entre el hombre y Dios. Es un
contacto íntimo de la persona con un ser infinito, del cual procede y ante el cua
l puede ponerse gratificante y reconfortante. La ética se relaciona con la religión en la siguiente
manera:
a) Una persona que mantiene un contacto íntimo con Dios, normalmente obtiene en ese contacto la
guía personal de su conducta correcta, se contacta simultáneamente el ser absoluto, el terreno de
los valores y la fortaleza de conducirse en la vida cotidiana.
b) La religión institucionalizada contiene una serie de preceptos, la mayoría de ellos con un alto valor
moral, como son la caridad, la humildad, el sentido comunitario, la compasión, la piedad, etc.
Es por esto que la ética y la religión guardan una muy estrecha relación, pero la ética científica y la
filosófica procuran mantener su autonomía con respecto a las normas morales que pueden surgir, y
de hecho han surgido, a partir de la religión, sea esta última, una vivencia o una institución.
2. CATEGORÍAS BÁSICAS DE LA ÉTICA: CONCIENCIA, LIBERTAD Y VALORES
2.1 La conciencia moral[5].
El ser humano es responsable no sólo ante las
normas, sino también de ellas; así también es
responsable, no sólo ante su conciencia, sino
del estado de su conciencia.
Diezmar Mieth
Conociendo al autor
l texto
Augusto Hortal Alonso es jesuita. Hizo su doctorado en Filosofía en la Universidad de Munich
(1975). Es profesor de Ética y Filosofía Práctica en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. En
los últimos años viene impartiendo la asignatura de Ética Profesional en la Licenciatura de
Traducción e Interpretación en dicha Universidad. Entre sus publicaciones cabe destacar: Ética
General de las Profesiones (2ª ed. 2004, en esta colección que él mismo dirige), Los cambios de la
ética y la ética del cambio (1989), Ética: I. Los autores de la vida moral (2ª ed. 2005).
Los autores y sus circunstancias de Augusto Hortal Alonso es un libro publicado por la Universidad
Pontificia de Comillas, este libro recoge los conceptos básicos de la Ética para responder a la
pregunta ¿Quién puede actuar moralmente? Hemos seleccionado el Capitulo IV La conciencia y el
Capítulo V La Libertad para el estudio de estos dos importantes temas de la Ética.
Síntesis
La conciencia parte de la afirmación “sin conciencia no hay vida moral” puesto que solo somos
responsables de lo que hacemos si actuamos en conciencia, es decir, la medida en que sabemos lo
que hacemos, lo que se pretende al hacerlo y sabe si eso que hace es bueno o malo, lícito o ilícito.
Para desarrollar el tema aborda los diferentes conceptos y tipos de conciencia, las dimensiones y
diferentes imágenes de la conciencia. Para concluir explica porque la conciencia es norma de
moralidad
La libertad es uno de los temas centrales de la Filosofía y de la Historia de la Filosofía, su
importancia radica en la constatación de que la libertad es presupuesto de la vida
moral, puesto que la responsabilidad, el derecho, la vida social no tendrían el sentido que les damos
en nuestra vida diaria sin presuponer la libertad. El texto esboza las coordenadas en que se inscribe
la libertad, para profundizar en la raíz y sentido de la misma para realización humana
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 3 y/o No. 4.
Texto
La vida moral tiene como presupuesto que quien actúa moralmente sabe lo que hace (hasta cierto
punto al menos) lo que pretende al hacerlo y sabe si eso que es bueno o malo, lícito o ilícito. A todo
esto es lo que llamamos actuar en conciencia. La persona moral para poder se autora de sus actos
para que éstos puedan serle imputados y merezca alabanza o reproche por ellos, tiene que saber lo
que hace, sin conciencia no hay vida moral.
¿Qué es la conciencia?
a. Conciencia en sentido general
Una primera acepción del término equivale a “darse cuenta”, ser consciente. Ésta es la conciencia
psicológica, la cual podemos definir como el conocimiento que tenemos de nuestro propio yo, de
nuestros actos y del mundo que nos rodea. Esta dimensión psicológica de la conciencia no es
todavía la conciencia moral, aunque constituye un presupuesto básico, ya que sólo podremos dar la
dimensión moral de la conciencia si previamente somos conscientes de nuestros actos.
b. Conciencia Moral
Pero la persona además de conocerse y conocer lo que le rodea, es capaz de valorar las cosas y
valorarse a sí misma sintiéndose responsable de sus actuaciones. Esta capacidad de valoración
según el bien y el al es la conciencia moral. Podemos llamar conciencia a la propiedad
que tenemos las personas para formular juicios sobre la rectitud de nuestros actos.
La conciencia moral desempeña la función de advertir y estimar las valoraciones implicadas en
nuestros actos proyectos y decisiones.
La conciencia moral es el conocimiento moral que acompaña nuestra vida moral y nuestras
actuaciones, porque al actuar bien o mal sabemos lo que hacemos y si eso que hacemos merece o
no aprobación.
Imágenes de la conciencia
Quien quiere actuar moralmente debe atenerse a los criterios que le dicta la conciencia. ¿Qué tiene
la conciencia para que tengamos que hacer caso de sus dictámenes? Unos ven en la conciencia
una voz un eco que hace resonar la voz de otro dentro de nosotros mismos. Otros como una luz
algo que ilumina nuestro camino para que elijamos, descubre la bondad o maldad de lo que hicimos
o vamos a hacer. O como un Juez que condena la maldad de nuestras acciones o aplaude y
aprueba su bondad. Es quien da la sentencia “hiciste bien o mal”. Otros la ven como un testigo que
llevamos dentro el cual testifica que somos nosotros los responsables de lo que hacemos en
cualquier circunstancia. También se le ve como el corazón en el sentido de que representa lo más
importante de nosotros mismos, algo muy interior y fuente de vida.
La conciencia es la responsable de la conducta moral de las personas. De ahí la importancia
fundamental que tiene para los individuos y para la sociedad, en general la debida formación de la
conciencia.
La conciencia norma de moralidad
La conciencia es la capacidad subjetiva de elaborar conocimientos objetivos, esa capacidad puede
ser mayor o menor segú
n el estadio evolutivo, la información, la formación, la trayectoria moral de la persona que juzga.
Debemos atenernos a nuestros conocimientos objetivos por ser nuestros y por verlos como
acertados en un momento dado. Por ser la forma concreta de respetar nuestra conciencia radical
ese momento.
Decir que la conciencia es norma de moralidad empieza por significar que nadie ocupa el lugar de
otro en las situaciones que vive, en las decisiones que toma y en las convicciones con que las toma.
Cualquier información adicional, cualquier consideración o argumentación que pueda conducir a un
cambio en el último juicio práctico de la conciencia del que actúa, tiene que ser aducidas y alegadas
ante la conciencia del que actúa tratando de iluminarla. Incluso corregirla, pero nunca de sustituirla.
Si nadie puede sustituirnos en la responsabilidad de lo que pensamos y hacemos puntualmente es
porque nadie puede sustituir a otro en el protagonismo de la propia biografía, de la que no sólo es
autor, sino también co-autor, víctima y sujeto paciente.
Ser persona consiste en serlo personalmente, como alguien que protagoniza su propio llegar a ser lo
que es, desde las posibilidades que se le van abriendo en el transcurso de su biografía. Conciencia
según esto sería la radical apertura de la persona a realidad como bien realizable, la capacidad de
ver esa realidad como posibilidades de realización humana.
Al actuar nos apropiamos de esas posibilidades, las realizamos haciéndolas nuestras. Todo cuanto
hacemos como personas se sedimenta en lo que somos como personas: logradas o malogradas, o
sólo logradas a medias.
La con
ciencia no es pues un mecanismo automático que nos proporciona un repertorio de soluciones a
nuestros problemas morales. Tampoco es la resultante de todas las influencias que se ejercieron y
ejercen sobre ella.
2.2 La libertad[6].
Creo que un hombre puede siempre hacer algo
de aquello que se ha hecho de él. Es la definición
que daría yo hoy de la libertad.
J. P. Sartre
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 5 y/o No. 7.
Dice Aristóteles que nadie se plantea cómo actuar en cuestiones que irremediablemente son como
son “nadie delibera sobre lo que no puede ser de otra manera” (Aristóteles, 1985. p. 139). Si todo
fuese necesariamente como es, y por lo mismo nuestras acciones siguiesen un curso rígidamente
marcado (determinismo físico, psíquico o metafísico), no tendría sentido que nos preguntásemos
qué podemos hacer. ¿Por qué iba a merecer alabanza alguien que no tuvo más remedio que hacer
lo que hizo? ¿Por qué reprochar a otro un comportamiento que no estuvo en su mano evitar?
Si alguien merece alabanza o reproche por algo que ha hecho, es porque se presupone que lo hizo
porque quiso, que no lo habría hecho si no hubiera querido. Hablar de normas, de bien moral, de
promesas, de alabanzas y reproches por acciones hechas por alguien, etc. Tiene como presupuesto
la libertad, el hecho de que determinadas actuaciones nuestras se deben principalmente a nosotros;
porque somos autores de nuestras acciones. La moral, la responsabilidad, el derecho, la vida social
no tendrían el sentido que les damos en nuestra vida diaria sin presuponer la libertad.
A eso se añade que según entendamos la liberta
d, así entenderemos la vida moral: de forma más absoluta e interior o de forma más vulnerable, pero
a la vez con posibilidad de incidir en el mundo material y social, de forma más racional o más
arbitraria, etc. Por lo demás la libertad no sólo es presupuesto de la vida moral, sino también una de
las metas de la misma; aspecto este del que de momento no nos ocupamos directamente.
Coordenadas del concepto de libertad
La libertad es uno de los temas centrales de la Filosofía y de la Historia de la Filosofía. No es posible
ni necesario exponer y comentar aquí la historia del concepto de libertad[7]. Nos limitaremos a
esbozar las coordenadas en que se inscribe el planteamiento del tema.
a) Libertad social o política. Libre es originariamente el que no es esclavo: el que no pertenece a
otro más que a sí mismo, y por eso no se ve forzado a hacer lo que otro quiere. Además de la
situación social del esclavo, este concepto de libertad excluye la coacción externa y se opone a todo
tipo de condicionamiento exterior que nos fuerza a hacer lo que no queremos hacer, lo que sólo
hacemos porque nos fuerzan y coaccionan, no porque queremos.
b) Libertad interior. Libre es además el que tampoco es esclavo de sus pasiones, el que no está
completamente a merced de sus propios impulsos, pasiones y deseos. Fueron los estoicos los que
introdujeron este concepto de libertad. Para ellos es libre incluso el que acepta el curso inevitable de
los acontecimientos, especialmente cuando descubre en ellos una racionalidad impresa en el
cosmos, en la naturaleza y en la historia y se acomoda a ella con ánimo imperturbable e impasible
. Libertad es en este caso libertad del propio querer respecto de las propias pasiones, instintos,
pulsiones. Libre es el que hace lo que quiere y porque quiere, pudiendo no hacerlo si no quisiera,
aunque sólo sea en la esfera interna del puro querer.
c) Libertad como ejercicio de autodeterminación. Libre es, no sólo el que no es determinado por otro
ni está determinado por sus impulsos y pasiones, sino el que se determina a sí mismo desde lo más
constitutivo de su ser y de su libertad. Cuando el objeto de nuestro querer es tan central al mismo
dinamismo de nuestro querer y de nuestra libertad, la libertad no sólo es compatible sino que
encuentra su sentido y razón de ser en “no poder no querer” y a la vez “no querer no querer” aquello
que quiere. Libre es el que libre y necesariamente quiere aquello que le hace ser libre, la raíz y el
sentido pleno de su libertad, así como las concreciones incorporadas a su identidad por su biografía.
Este concepto ve la libertad como autorrealización a la vez libre y necesaria.
Los dos primeros conceptos de libertad son negativos[8] y se llaman también “libertad de”. El tercero
nos presenta la libertad como función de la autorrealización: el hombre es libre para realizarse como
hombre desde su libertad, comprometido con lo más íntimo y radical de su ser hombre y de su ser
libre. Se llama también “libertad para”. Comentemos un poco cada uno de estos aspectos.
La libertad civil: independencia y ausencia de coacción social
Toda una corriente de enfoques del tema de la libertad insiste o se centra en la relación del hombre
individual con los otros miembros de la sociedad en
que vive y muy especialmente con el Estado. En este contexto libertad es ausencia de coacción y de
obstáculos invencibles que puedan poner los otros o el Estado, de forma que nadie nos impida
hacer aquello que queremos, o al menos no nos veamos forzados a hacer lo que no queremos.
Este concepto de libertad es ante todo social y político. Como hemos señalado, en el mundo griego
y romano, se entendía por libertad la condición del que no era esclavo. El esclavo, por pertenecer a
otro, tenía que hacer lo que ese otro quería. El hombre libre, en cambio, se pertenece a sí mismo
(es sui iuris) y puede hacer lo que quiera. Este concepto de libertad desempeña un papel central en
la evolución política que va del absolutismo al estado liberal. La autoridad del monarca absoluto es
vista como la gran amenaza para la libertad de sus súbditos; el Estado de derecho hace de los
súbditos ciudadanos, en ellos radica la legitimidad democrática, y mediante la constitución y la ley,
expresión de la voluntad popular, el Estado pasa a ser el garante de las libertades de todos los
ciudadanos.
Cuando hoy se habla de libertad casi siempre se trata de la libertad social y política, de la
independencia que reclama para sí el individuo libre en sus propias actuaciones frente a posibles
interferencias o coacciones no deseadas de los otros o del Estado. Apenas se habla hoy de libertad
frente a las propias pasiones o impulsos interiores, salvo para excusar conductas o en contextos
terapéuticos. Tampoco se habla mucho del “para qué” o “hacia dónde” se orienta, puede o debe
orientarse, la libertad. La libertad se entiende ante todo como independen
cia, despego, desarraigo: ausencia de vínculos no deseados.
Lo que nosotros entendemos hoy por libertad política, como contrapuesta a la esclavitud y a la
coacción, tiene mucho que ver con lo que Constant llama “libertad de los modernos”.[9] Esta libertad
como independencia, ausencia de coacción, es la que se hace presente en todo el pensamiento
liberal desde Locke hasta nuestros días, y que C. B. MacPherson ha caracterizado como teoría
política del “individualismo posesivo”. Libertad es lo mismo que independencia de toda relación con
los demás, salvo las voluntarias[10].
Este es el concepto de libertad que sanciona la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadanos de la Revolución Francesa (26/8/1789) en su artículo 4: “La libertad consiste en poder
hacer todo lo que no daña a los demás…”[11]
John Stuart Mill consideraba a mediados del siglo pasado en su escrito “On Liberty” que esta libertad
era algo nuevo. La llamada libertad civil y la contraponía al libre albedrío[12].
La libertad interior: el libre albedrío
Si en la concepción anterior la perspectiva es social y política, en la perspectiva que ahora
comentamos la libertad es ante todo un atributo de la voluntad. Esta manera de enfocar el tema
insiste en la relación del hombre consigo mismo y con los diferentes componentes que intervienen
en su actuación. Esto lleva a distinguir la actuación libre de la conducta involuntaria. Una persona a
quien los otros o el Estado no imponen nada, puede no ser libre, si está determinada por sus hábitos
compulsivos. Y viceversa: al hombre interiormente libre las coacciones del medio social no le llegan
a a
fectar en su núcleo más íntimo.
La ausencia de coacción externa y de condicionamientos internos se combina en la noción de libre
albedrío, libertad de indeterminación o indiferencia, cualidad de la voluntad de no estar determinada
a elegir entre dos o más posibilidades antes de determinarse a sí misma y por sí misma. Existe libre
albedrío cuando ni los factores externos ni los internos determinan a elegir una entre dos o más
posibilidades.
El concepto de libertad interior plantea el tema de la relación entre libertad y voluntad, entre voluntad
y deseos, tendencias, pasiones. Esto a su vez plantea el tema antropológico de por qué las
determinaciones racionales afectan de modo distinto al ejercicio de la libertad por contraposición a
los factores sensibles como las tendencias, deseos e instintos. Hoy hay que volver sobre este tema,
dada la importancia de las seducciones, no sólo de las coacciones, como enemigas de la libertad.
Es difícil decir dónde termina la coacción y empieza el chantaje o la seducción. Aristóteles (EN
1110a) cuando habla de la acción voluntaria (boulesis) alude a los navegantes que ante una
tempestad se ven obligados a echar al mar su cargamento para salvar sus vidas. Lo hacen con
harto dolor de su corazón, pero lo hacen queriendo, libremente; aunque no sería lo que hiciesen
espontáneamente fuera de las circunstancias que “les fuerzan” a hacerlo. El que obra así en tales
circunstancias, diríamos que obra libremente (le haríamos responsable de lo que ocurriese en caso
de no hacerlo), pero apenas podemos decir que lo hizo porque quiso. Lo hizo a regañadientes,
“malgré” (Ricoeur). Esto se pone
de manifiesto comparando esta actuación con otra que hiciese de buen grado y porque quisiera,
venciendo incluso dificultades y obstáculos.
¿Y qué pasa si se trata de un deseo compulsivo irrefrenable? ¿Diríamos que es libre el drogadicto,
ya bastante avanzado en su adicción, para no tomar la droga cuando la tiene a su alcance? En
términos menos extremos: ¿podrá evitar caer en el consumismo el que va con abundante dinero a
unos grandes almacenes y nunca ha sido formado para poner freno o límite a sus deseos?, ¿es libre
un glotón para no comer lo que le gusta cuando se lo ponen delante y hace unas horas que no
come?
¿Es libre el que no tiene lo necesario para comer? No parece que sea completamente ajeno al
concepto de libertad, a la mayor o menos amplitud del espacio de libertad de que disponemos, tener
o carecer de los medios de subsistencia ofrece un punto flaco y vulnerable que le hará someterse a
otros para conseguirlos. ¿Es libre el que carece de los medios materiales, las habilidades
psicológicas y las capacidades sociales para hacer aquello que quiere? Parece que esas
circunstancias ponen límites a su libertad, aunque como alega I. Berlin, no poder saltar dos metros
cincuenta centímetros o no poder volar no sea una falta de libertad, sino una limitación.
La libertad no se coarta sólo cuando se fuerza físicamente a alguien. También las amenazas son
males insoportables o que se hacen muy arduos de soportar, y también las persuasiones,
seducciones, y chantajes logran disminuir y aun suprimir la libertad. Pero eso ocurre en estrecha
colaboración con nuestros miedos y deseos. En la lucha a muerte entre el amor
y el esclavo, el amo es amo porque prefiere morir antes que ser esclavo; y el esclavo es esclavo
precisamente porque prefiere su supervivencia a su libertad.
La libertad depende, pues, del campo de posibilidades de acción que nos ofrecen las situaciones, de
la facilidad o dificultad que haya para realizar dichas posibilidades, de la importancia que se atribuya
a éstas en relación con el propio plan de vida, con el propio carácter y las circunstancias que está
viviendo, del valor que atribuya a esas posibilidades el que las tiene ante sí.
Normalmente tendemos a decir que es más libre el seducido que el amenazado, pero eso sólo es
así porque solemos atribuir mayor fuerza a nuestros miedos que a nuestros deseos. Muchas veces
irán mezclados (el palo y la zanahoria), y serán difíciles de separar y aun de distinguir. En el
síndrome de abstinencia del adicto a la heroína, la sensación negativa desasosegante que causa la
carencia de heroína va unida a la atracción por el alivio y placer experimentado en el pasado y que
se piensa volver a experimentar en el futuro tan pronto como se inyecte la próxima dosis.
Si traemos todo esto a colación, es sobre todo para presentar la seducción, no sólo la coacción o la
amenaza como enemiga, reductora o destructora de la libertad. No tiene buen cartel el estoicismo
en las sociedades de abundancia. Pero además de consideraciones ecológicas o de justicia, desde
la perspectiva de la libertad, un poco de ataraxia y apatheia estoica y un poco de la moderación
epicúrea en el disfrute de los placeres harían bien a la libertad en nuestra cultura se las seducciones
del marketing.
La liber
tad, su raíz y su sentido
La libertad como autodeterminación o “libertad para” va asociada en filosofía con el nombre de
Hegel, pero es un concepto que nace en contexto teológico con una formulación negativa: libertas a
peccato. Libre es el redimido, el liberado por Cristo y su gracia de la esclavitud del pecado. Agustín
elabora este concepto siguiendo a S. Pablo y contraponiéndolo al de libre albedrío[13].
Para S. Pablo y S. Agustín el que peca, peca libremente porque actúa de una manera que podría
haber evitado; el libre albedrío es ejercido al pecar. Desde la perspectiva del libre albedrío tan libre
es el que peca como el que no peca. El pecador, al pecar, “libremente” se convierte en esclavo del
pecado. Más libre será entonces el que eligió no pecar; y mucho más el que ni siquiera puede pecar
y ser esclavo del pecado. En este sentido Cristo y el mismo Dios son plenamente libres
precisamente en su incapacidad para hacer el mal.
Si la libertad consiste sólo en la ausencia de coacciones externas y de condicionamientos internos,
no se ve cuál es su valor o su sentido, ni siquiera de dónde surge. La rotura de todo vínculo, el
desarraigo, el no compromiso con nada ni con nadie, el aislamiento y la distancia, la indecisión
serían las maneras más seguras de ejercer y aun mantener la libertad. Para formularlo en forma de
paradoja: libre sería sobre todo el que nunca se ata porque nunca se decide, el que mantiene
abiertas todas las posibilidades, o el que hoy decide esto y mañana lo otro… Con lo que no se ve el
sentido de decidirse hoy por algo que una vez decidido nos suprime la libertad, nos ata.
Desde la persp
ectiva de la “libertad para”, sin embargo, no es más libre el que nunca se decide, ni quien decide
cada día de nuevo, dejando perpetuamente abiertas todas sus opciones y posibilidades, sino quien
desde la libertad ejercida y realizada, desde la determinación más íntima de su ser, llega a no poder
dejar de querer aquello que y a aquellos a quienes libremente amó y sigue amando[14].
La “libertad de” o libertad negativa es la condición normal de la libertad que encuentra su sentido en
la forma de “libertad para”. Escribe Zubiri: “En la medida en que el hombre tiene que elegir un
sistema de posibilidades, no solamente tiene libertad de, sino también libertad para. De ahí que la
interna articulación de la libertad en sentido negativo –libertad de- y la libertad en sentido positivo –
libertad para- confiere una figura concreta y finita a la libertad de cada hombre en cada momento de
su existencia”[15].
Erich Fromm resume la tesis central de su libro El miedo a la libertad[16] en estos términos: “La tesis
de este libro es la de que el hombre moderno, libertado de los lazos de la sociedad preindividualista
–lazos que a la vez lo limitan y le otorgaban seguridad-, no ha ganado la libertad en el sentido
positivo de la realización de su ser individual, esto es, la expresión de su potencialidad intelectual,
emocional y sensitiva. Aun cuando la libertad le ha proporcionado independencia y racionalidad, lo
ha aislado y, por tanto, lo ha tornado ansioso e impotente. Tal aislamiento le resulta insoportable, y
la alternativa que se le ofrece es la de rehuir la responsabilidad de esta libertad positiva, la cual se
funda en la unici
dad e individualidad del hombre”.
En el artículo de I. Berlin que ya hemos citado, tras una primera parte en que habla de la libertad
negativa en los términos que hemos recogido anteriormente, polemiza en la segunda parte con el
concepto de libertad positiva, por la posible utilización ideológica de la libertad positiva para recortar
las libertades. Pero el abuso no elimina el uso. El concepto de libertad positiva o “libertad para” sólo
es tan carente de sentido para quien dogmatiza el concepto de libertad negativa, mide todo con ese
baremo, y no quiere entrar en los temas y perspectivas que han hecho plantear la “libertad positiva”
o “libertad para”.
2.3 Los valores[17].
Noción de Valor
• El ser humano por su especial contextura de ser inacabado experimenta la urgencia de satisfacer
una serie de necesidades de diversa índole e importancia. Todo aquello que responda y satisfaga a
tales urgencias es considerado valioso pues sirve para completar diferentes dimensiones de la
persona: físicas, intelectuales, espirituales. Un valor es todo aquello que satisface una necesidad
humana.
Tipos de Valor
• Existen diferentes tipos de valores: económicos, políticos, estéticos, vitales, religiosos, teoréticos,
culturales, valores éticos.
Características de los valores:
• Bipolaridad: todo valor tiene un polo negativo y un polo positivo.
• El rango: un valor no es superior a otro, la superioridad de un valor se aprehende por un acto
especial que es “el preferir” subjetivo que cada persona hace de los valores que asume para guiar
su conducta. Por tal característica los valores no pueden ser c
lasificados en orden de importancia, los valores son jerarquizados por cada persona conforme a sus
preferencias.
Jerarquía de valores
• Cada persona establece su jerarquía de valores, es decir, prioriza, ordena y articula los valores a
partir de los fines que se ha trazado para dar sentido a su vida.
La materia del valor moral.
• El valor moral tiene por materia las acciones libres en las que el ser humano se define a si mismo.
• La naturaleza que sustenta el valor moral es la acción humana, es decir, entra dentro de la
estructura dinámica del ser humano, que es la que define a la persona.
Características Específicas de los Valores Éticos
Compromiso Interno
• El valor moral hace referencia directa en inmediata a la subjetividad entendida como
intencionalidad, como libertad y compromiso.
• Lo especifico del valor moral esta en la intención del sujeto, incluye tanto la dimensión objetiva
como la dimensión subjetiva de la acción moral
Tabla de Valores Éticos
• Valores Éticos Antropológicos son los rectores del sistema axiológico de toda la persona:
Estos son: La dignidad humana es el valor fundamental del resto de valores. Son también valores
antropológicos la libertad e igualdad.
• Valores éticos individuales la persona elige, se apropia de estos valores para regir su conducta
verdad, amistad, autoestima, autonomía, sinceridad, franqueza, respeto, sencillez, diligencia,
espiritualidad, honradez, bondad, serenidad, gratitud, admiración, atención, escucha, organización,
constancia, critica, dinamismo, cortesía, empatía, paciencia, humildad.
• Valores éticos sociales son aquellos valores básicos que la persona elige y comparte con otras
personas a fin de lograr la convivencia en pacífica, la vida democrática. Son valores sociales la
justicia, solidaridad, equidad, confianza, reciprocidad, diálogo, cooperación, colaboración, diálogo,
pluralismo.
Relación entre valores y cualidades de la personalidad.
• La personalidad es el carácter que nos formamos es expresión superior del mundo subjetivo de
cada persona que se expresa en el comportamiento del sujeto y refleja sus cualidades internas.
• Cuando la persona logra su autonomía a partir de valores éticos que dirigen responsablemente su
conducta se puede afirmar que los valores son cualidades o VIRTUDES de la personalidad lo que
supone un nivel de autoconciencia sobre los valores y que los valores tienen un sentido personal
para el sujeto.
Las Virtudes
• Las virtudes son un conjunto de valores que sirven de guía a la persona en la toma de decisiones y
son su soporte y apoyo a la hora de actuar.
|VIRTUDES |CONJUNTO DE VALORES |
|Perseverancia |Constancia, paciencia, organización, diligencia, autoestima, |
| |optimismo |
|Honestidad |Verdad, respeto, sinceridad, franqueza, confianza, humildad |
|Solidaridad
|Empatía, generosidad, comprensión |
|Profesionalidad |Eficiencia, organización, diligencia, crítica, honradez |
|Cooperación |Empatía, confianza, reciprocidad, diálogo, escucha, ayuda, |
| |tolerancia |
Los Valores en la sociedad actual: relativismo, subjetivismo, politeísmo, pluralismo moral, Ética
Cívica o Ética de Mínimos.
Relativismo moral: esta postura sostiene que la calificación moral de una acción depende de la
cultura o del grupo humano. Así, cada época, raza, pueblo o civilización tiene su propia escala de
valores, llegan a la conclusión de que no hay valores universalizables, sino que el mundo de las
valoraciones es siempre relativo a tradiciones, culturas.
Como las tradiciones, culturas son diversas y las circunstancias son cambiantes, ningún
conocimiento o principio moral, según esta postura, es objetivo o universal. Es decir, el relativismo
postula que ningún conocimiento o principio moral es verdadero independientemente de las
opiniones de las personas o de sus circunstancias, ni tampoco, por esa misma razón, es válido para
todos en todo tiempo y lugar. En realidad, el relativismo, en cuanto al conocimiento de la realidad en
general, deviene en agnosticismo (la negación, o la puesta en duda, de la capacidad del ser humano
de conocer la verdad objetiva) y en cuanto al conocimiento de lo moral, en individualismo o
subjetivismo.
Subjetiv
ismo moral: Consiste en creer que las cuestiones relativas a los valores morales son muy subjetivas,
que en el ámbito de los valores cada persona elige una jerarquía de valores u otra, pero la elige por
una especie de fe.
Por eso se produce en el terreno de los valores una especie politeísmo moral que consiste en que
cada uno “adora” a su dios, acepta su jerarquía de valores y es imposible encontrar un acuerdo
argumentado, un acuerdo intersubjetivo.
Ciertamente en las sociedades con democracia liberal está muy extendida la convicción de que las
cuestiones morales son subjetivas o relativas a cada sociedad o cultura y de que el pluralismo
consiste en tolerar las opciones ajenas. Sin embargo esto no sería pluralismo, sino politeísmo.
Afortunadamente no es este el modo de moral vigente en las sociedades actuales o al menos, el
modo vigente en la conciencia social de lo que debería ser.
El pluralismo moral a diferencia del politeísmo, exige al menos un mínimo de coincidencia, no
alcanzada a través de pactos o negociaciones, sino de un conjunto de valores y normas que
comparten los miembros de una sociedad pluralista, sean cual fueren sus concepciones de vida
buena, sus proyectos de vida feliz.
El pluralismo moral es incompatible con el subjetivismo y el relativismo moral, ya que el relativismo
supone que lo correcto o lo bueno depende de las culturas o de los grupos, o de las jerarquías
individuales, mientras que el pluralismo reconoce unos mínimos comunes, válidos par
a todos.
Ética Cívica los valores que componen ese mínimo común conforman la Ética Cívica que es la
piedra angular para construir las diversas éticas profesionales, como también la ética de las
instituciones y organizaciones.
La Ética Cívica es el conjunto de valores y normas que comparten los miembros de una sociedad
pluralista independientemente de sus concepciones de vida buena. Ciertamente las personas
desean ser felices y desean serlo a través de diversas dimensiones: La dimensión familiar, por la
cual son miembros de una familia, la dimensión religiosa, por la cual son miembros de una
comunidad de creyentes, la dimensión profesional, por la cual están enroladas en profesión. Sin
embargo, a todas ellas les une el hecho de ser miembros de una sociedad, de una comunidad
cívica, estrechamente ligados a otras personas, que formar parte de otras familias, otras
comunidades de creyentes, otras profesiones.
Por eso la ética cívica es una ética de las personas en cuanto ciudadanas, es decir, en cuanto
miembros de una polis, de una civitas, de un grupo social que no es exclusivamente religioso, ni
exclusivamente familiar, ni tampoco estatal, sino que engloba las diversas dimensiones de las
personas ( religiosas, familiares, profesionales) las aglutina y creo un lazo entre todos los que
profesan distinta fe, pertenecen a distintas familias y desempeñan distintas profesiones, comparten
el espacio con distintos vecinos, pero no puede pretender en modo alguno absorber todas esas
dimensiones de la vida social. Conviene siempre recordar que la reducción de las dimensiones
sociales, la reducción de la pluralidad, mata l
a vida.
3. DESARROLLO MORAL DEL SUJETO
3.1 Sujeto moral
Si todo lo social es aprendido, la ética no es más que
una cuestión de aprendizaje
J.H. Watson
« Quod natura non dat, Salmantica non praestat ».[18]
Adagio escolástico
Las personas cuando nacen no son sujetos morales: llegan a serlo en el transcurso de su biografía;
bajo determinadas condiciones biológicas, psicológicas y socioculturales favorables. Antes de estar
en condiciones de ver lo que hacemos y de hacer lo que queremos, antes de ser hechos
responsables de nuestras acciones y omisiones, tenemos que haber desarrollado capacidades
cognitivas, emocionales y sociales que nos pongan en condiciones de poder actuar moralmente.
Este hecho, aun siendo obvio, no ha recibido la atención que merece. Durante mucho tiempo ha
prevalecido una concepción antropológica para que lo esencial es lo permanente, lo que todas las
personas por naturaleza en todos y cada uno de los momentos de su existencia. En cambio lo que le
acontece a cada persona, su historia, lo que va siendo resultado de su biografía, era considerado
“accidental”.
La filosofía moral que se inspira en esta concepción de la persona presupone el sujeto moral ya
constituido y se despreocupa de los caminos por los que la persona llega a constituirse en sujeto
moral o a malograrse como tal. Génesis y constitución del sujeto se consideran problemas
absolutamente heterogéneos que nada tiene que ver el uno con el otro. Se infravalora el carácter
constituyente de la génesis histórico-social de cada persona. Se cultiva la ficción de unos individuos
autónomamente constituidos en sujetos m
orales con total dependencia de las vicisitudes materiales y sociales por las que ha tenido que pasar
para llegar a ser sujeto, en la forma y medida que lo hayan alcanzado. Las formas inmaduras,
deficientes, peculiares o atípicas en que cada uno lo es, se silencian como si no existiesen.
La teoría de L. Kohlberg sobre el desarrollo del Juicio Moral
Esta teoría tiene como punto de partida la idea de que la moral se desarrolla en cada individuo
pasando por una serie de etapas. Estas etapas son las mismas para todos los seres humanos y se
dan en el mismo orden, creando estructuras que permitirán el paso a etapas posteriores.
En el texto aparece un cuadro que describe cada una de estas etapas, las que agrupó en tres
niveles y seis estadios
Conociendo al autor del texto
Lawrence Kohlberg (25 de octubre de 1927 al 19 de enero de 1987). Psicólogo estadounidense.
Doctor en Filosofía presentó su tesis doctoral acerca del desarrollo del juicio moral.
En 1968 se incorpora a la Universidad de Harvard, donde permanece hasta 1987. En esta
universidad desarrolla la parte más importante de su reflexión acerca del desarrollo moral y de la
autonomía. Para su investigación retomó gran parte de las aportaciones de Jean Piaget al estudio
de la moral dentro de la Psicología. Su trabajo se continuó en el “Centro para el Desarrollo y la
Educación Moral” fundado por él en Harvard.
Síntesis
El texto plantea de forma breve la teoría de Kohlberg sobre el desarrollo del juicio moral. Esta teoría
explica que las personas no justificamos todas nuestras decisiones del mismo modo, a lo largo de su
vida, ni argumentamos con
razones idénticas: nuestra conciencia moral sigue un proceso de crecimiento o de madurez, va
desarrollando la capacidad de formular juicios sobre lo que debemos hacer o rechazar.
A través de diferentes investigaciones, Kolkberg llega a la conclusión que si bien las normas morales
o los valores pueden ser diferentes de los de otra persona, los razonamientos que los fundamentan
siguen estructuras o pautas parecidas. La persona en su proceso de crecimiento pasa por tres
niveles, el preconvencional, convencional y postconvencional, cada uno de ellos contiene dos
estadios o etapas. En total seis estadios de crecimiento a los que corresponden razonamientos
morales diferentes.
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 6.
Lawrenc Kohlberg comparte con J. Piaget la creencia en que la moral se desarrolla en cada
individuo pasando por una serie de fases o etapas. Estas etapas son las mismas para todos los
seres humanos y se dan en el mismo orden, creando estructuras que permitirán el paso a etapas
posteriores. Sin embargo, no todas las etapas del desarrollo moral surgen de la maduración
biológica como en Piaget, estando las últimas ligadas a la interacción con el ambiente. El desarrollo
biológico e intelectual es, según esto, una condición necesaria para el desarrollo moral, pero no
suficiente. Además, según Kohlberg, no todos los individuos llegan a alcanzar las etapas superiores
de este desarrollo.
El paso de una etapa a otra se ve en este autor como un proceso de aprendizaje irreversible en el
que se adquieren nuevas estructuras de conocimiento, valoración y acción. Estas estructuras son
solidari
as dentro de cada etapa, es decir, actúan conjuntamente y dependen las unas de la puesta en
marcha de las otras. Kohlberg no encuentra razón para que, una vez puestas en funcionamiento,
dejen de actuar, aunque sí acepta que se produzcan fenómenos de desajuste en algunos individuos
que hayan adquirido las estructuras propias de la etapa de un modo deficiente. En este caso los
restos de estructuras de la etapa anterior podrían actuar aún, dando la impresión de un retroceso en
el desarrollo.
Kohlberg extrajo las definiciones concretas de sus etapas del desarrollo moral de la investigación
que realizó con niños y adolescentes de los suburbios de Chicago, a quienes presentó diez
situaciones posibles en las que se daban problemas de elección moral entre dos conductas. El
análisis del contenido de las respuestas, el uso de razonamientos y juicios, la referencia o no a
principios, etc. -se analizaron treinta factores diferentes en todos los sujetos- fue la fuente de la
definición de las etapas. Posteriormente, y para demostrar que estas etapas eran universales,
Kohlberg realizó una investigación semejante con niños de una aldea de Taiwan, traduciendo sus
dilemas morales al chino y adaptándolos un poco a la cultura china.
El desarrollo moral comenzaría con la etapa cero, donde se considera bueno todo aquello que se
quiere y que gusta al individuo por el simple hecho de que se quiere y de que gusta. Una vez
superado este nivel anterior a la moral se produciría el desarrollo según el esquema que
presentamos a continuación:
Texto
LOS SEIS ESTADIOS DEL JUICIO MORAL
|Nivel y Estadio |¿Qué es el bien?
|Razones para hacer el bien |Frase que la |Perspectiva |Puede llevar |
| | | |describe | | |
|NIVEL I | | | | | |
|PRECOVENCIONAL | | | | | |
|Moral Heterónoma | | | |Instintiva |Hedonismo |
| | | |Hacemos lo que |Egocéntrica. | |
|ETAPA PREMORAL |Obtener placer |Evitar el dolor |vemos |La acción moral se | |
|Edad 0-4 años | | | |regula en función del | |
| | | | |castigo-obediencia. | |
| | | | |SE confunde la | |
| | | | |perspectiva de la | |
|ESTADIO 1 |
| | |autoridad con la propia | |
| | | |Haz lo que te | | |
|Edad 4- 7 años |Observar normas bajo pena |Evitar castigo físico o |dicen | | |
| |de castigos |material/Obtener recompensa | | | |
| | | | | | |
| | | | | | |
| | | | | | |
|ESTADIO 2 |Observar reglas por |Reconoce los intereses |Te doy para que |Individualismo
concreto,|Legalismo |
|8 a 10 años |interés propio. |ajenos para establecer |me des |el bien es relativo | |
| | |intercambios | |consciente de que toda |Instrumentalizar |
| | | | |persona busca sus |a si mismo y las |
|
| | | |propios intereses |relaciones humanas |
| | | | | | |
| | | | | | |
| | | | | | |
|NIVEL II | | | | | |
|COVENCIONAL |Alabanza o reprobación |Necesidad de ser alguien |No hagas a los |Puede
ponerse en el |Gregarismo |
|Moral Sociónoma |social |bueno para sí mismo y para |demás lo que no |lugar de la otra | |
| | |los demás. |quieres para ti |persona. | |
| | |Creencia en las normas para | |Consciente de acuerdos, | |
|ESTADIO 3 | |fomentar comportamiento | |sentimientos y | |
|10 a 18 años | |estereotipos | |expectativas mutuas | |
|
| | | | | |
| | | | | | |
| | |La supervivencia para evitar| | | |
| | |perturbar el sistema social |Es necesario |Perspectiva social y | |
| | | |mantener el orden|motivos interpersonales | |
|ESTADIO 4 |Cumplir deberes que se | |social |Toma el punto de vista | |
|18 a los 23 años |han aceptado, cumplir con | | |del sistema que define | |
| |las leyes, contribuir con | | |roles y normas | |
| |la sociedad, con las | | | | |
| |instituciones. | | | | |
| | | | | |
|
| | | | | | |
| | | | | | |
|NIVEL III |¿Qué es el bien? |Razones para hacer el bien |Frase que la |Perspectiva |Puede llevar |
|POSTCONVECIONAL | | |describe | | |
|MORAL | | | | | |
| | | | | | |
| | | | | | |
|AUTÓNOMA |Respetar el contrato |Sentimiento de obligación |Todos tenemos | | |
|Edad |social y los derechos |frente a la ley por el bien |derechos y |Razón, conciencia de |Altruismo
|
| |individuales. |de todos. |deberes que |valores y derechos | |
| |Respetar compromisos |Compromiso contractual |cumplir |inherentes a los |
|
|ESTADIO 5 |basados en la confianza |respecto a la familia, | |contratos sociales. | |
|23 en adelante | |amistad, confianza | |Compromiso contractual | |
| | | | |tomado en libertad | |
| | | | |respecto a la familia, | |
| | | | |trabajo | |
| | | | | | |
| | | | | | |
| | | | | | |
| | | | | | |
| | | | | | |
| | | | |
| |
| | | | |Reconocimiento de | |
| |Observar una conducta |La creencia como persona | |principios morales | |
| |basada en principios |racional de la validez de |La persona es un |universales de justicia,| |
| |éticos universales |principios morales |fin en si misma |igualdad y respeto a la | |
|ESTADIO 6 | |universales y un sentido de |no puede ser |dignidad de todos los | |
|Moral de Convicción | |compromiso personal con |tratada como un |seres humanos. | |
| | |ellos. |medio |Perspectiva superior a | |
| | | | |la sociedad | |
| | | | | | |
| | | | | | |
| | | |
| | |
| | | | | | |
| | | | | | |
| | | | | | |
Referencia bibliográfica Capítulo I:
1. Aristóteles. (1985). Ética a Nicómaco. México: Porrúa.
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Caracas, Venezuela, p. 11.
8. Savater, F. (1997). Ética para Amador. Editorial Ariel: México. Librodot.com. Capítulo 1.
Capítulo Segundo
Ética Filosófica
Esquema gráfico: Capítulo Segundo
|Éticas teleológicas o de fines |Éticas deontológicas o del deber |
|(cons
ecuencialistas) |(principios, deberes, obligaciones) |
|(télos = fin, finalidad, propósito) |(déon = deber, principio, obligación, norma). |
| | |
|Lo ético es alcanzar el fin o el bien supremo |Lo ético es cumplir el deber |
|Eudemonismo. Aristóteles: |I. Kant: |
|Bien = Felicidad | |
| |Bien = cumplimiento del deber absoluto |
|Hedonismo. Epicuro: | |
|Bien = Placer/felicidad | |
| | |
|Utilitarismo. J. Bentham. J. S. Mill: | |
|Bien = Utilidad/placer/felicidad |
|
|La bondad o maldad de las acciones depende de algo que se considera |Lo bueno y lo malo no
depende de los resultados o consecuencias de |
|el bien o fin supremo (felicidad, placer, bienestar…) y que es una |las acciones, sino de la acción
que es buena o valiosa en sí misma; |
|consecuencia o resultado de las acciones que practiquemos. |no porque sirve para un fin distinto de
ella. |
| | |
|Para tomar decisiones hay que tomar en cuenta el contexto concreto, |Se ha de cumplir el deber o
el principio sin tomar en cuenta el |
|sospesar las circunstancias específicas en las que actuamos y las |contexto específico en el que
actuamos. Se trata de deberes o |
|consecuencias de nuestras acciones. |principios absolutos, sin condiciones concretas, sin
excepciones: |
Riesgo de relativismo Riesgo de dogmatismo:
y pragmatismo: seguir un valor absoluto sin tomar
a) olvido de valores y en cuenta las circunstancias, ni
derechos universales cómo ni a quiénes afectan las
b) aceptar que cualquier medio decisiones que se toman.
es bueno para lograr el fin que se persigue.
|¿Cómo evitar estos riesgos? |
|Éticas procedimentales
|
|Ética de la justicia como imparcialidad: J. Rawls |
|Ética del discurso: J. Habermas |
|Hay que atender a principios universales (ética deontológica) y también a circunstancias y
consecuencias concretas (ética teleológica). |
|Adela Cortina: Ética de la empresa como ética de la responsabilidad convencida. |
|En las empresas (y organizaciones en general) es preciso tomar en cuenta: |
|Legalidad vigente. |
|Cómo y a quiénes afectan las decisiones de la empresa (ética consecuencialista). |
|Los valores y derechos humanos universales (ética deontológica). |
1. Éticas teleológicas[19].
Conociendo al autor del texto
Xabier Etxeberria Mauleon es catedrático de Ética en la Universidad de Deusto (Bilbao) y miembro
del Instituto de Derechos Humanos Pedro Arrupe, de la misma universidad. Es responsable del área
de Paz y Derechos Humanos de Bakeaz. Profesor visitante de diversas universidades en América
Latina, donde colabora habitualmente con organizaciones indígenas y de derechos humanos, centra
su investigación filosóf
ica en los campos de la ética fundamental, la ética profesional y la ética política (especialmente en
torno a las identidades colectivas), así como en la vertiente ética de los derechos humanos. En torno
a ellos ha publicado numerosos artículos, cuadernos y libros.
Temas Básicos de la Ética, es un libro del autor Xabier Etxeberia Mauleon, publicado por la Editorial
Desclee de Brouwer, en el año 2002, hemos seleccionado los capítulos II, III y IV para el estudio de
los paradigmas éticos tema central de la segunda unidad de este curso. Con el estudio de estas
propuestas éticas, entraran en contacto con las teorías de los grandes filósofos y sus principios
éticos de actuación.
Síntesis
Los capítulos seleccionados nos ofrecen, por un lado, temas las propuestas de las éticas
teleológicas, que tienen como punto de partida nuestra condición de seres inacabados y abiertos
que aspiran a realizarse lo más libre y plenamente posible, desde esta perspectiva se entiende la
ética como horizonte de plenitud (felicidad, virtudes, valores, etc.); por otro lado, las propuestas
deontológicas que nos sirven de guía para una convivencia en justicia que tiene en cuenta la
perspectiva social de la ética como ideal de convivencia (autonomía, deber, justicia, etc.).
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 8 y/o No. 9.
Texto
1.1 Aristóteles: la Ética como horizonte de Plenitud
La ética es el saber que trata de orientarnos hacia la realización de nuestra plenitud como
humanos.
Orientarnos a la plenitud es orientarnos a lo que puede ser considerado nuestro bien superior. La
palabra que más se ha usado pa
ra concretar ese bien es la de felicidad. La vida ética es definida entonces como aspiración a la
felicidad.
Aristóteles en su Ética nicomaquea, comienza indicando que sobre el nombre de nuestro bien
supremo todos estamos de acuerdo: la eudaimonía o felicidad; todos pensamos en que “vivir bien y
obrar bien es lo mismo que ser feliz”. La felicidad es para el autor una meta exigida por nuestra
naturaleza: tendemos hacia ella como un fin que está enraizado en nuestra esencia. El problema
aparece cuando nos preguntamos en qué consiste ser feliz. Aquí las propuestas empiezan a se
diferentes e incluso contradictorias. Para hacer luz a este confusión Aristóteles nos propone
distinguir jerarquizadamente medios que no son fines (ej. medicina) fines que son al mismo tiempo
medios (ej. Salud) y fin en sí que no puede ser medio: la felicidad. Los primeros se buscan en vistas
al último, que se busca por sí mismo. Esto nos da ya una primera pista: no podemos poner la
felicidad en los medios, que sólo se justifican si nos llevan al fin.
De todos modos es una pista que debe ser matizada. Porque los medios no son puros instrumentos,
están impregnados de fin y el fin no es algo que se alcanza de repente tras un camino recorrido, es
la plenitud y consumación de lo que se va realizando en el camino. Y porque lo que directamente
nos moviliza son los fines concretos, los objetivos específicos –no puros medios- en los que
creemos vivir la felicidad. Desde ahí precisamente aparece inevitable asumir grados significativos de
pluralidad de bienes en las éticas que se muestran como aspiración a la felicidad.
Hay además otra cuestión rel
evante: la felicidad concreta no puede ser buscada al margen de las circunstancias en las que nos
encontramos. Es algo que Aristóteles reconoce: deseamos la felicidad, viene a decirnos,
determinados por nuestra naturaleza, pero la concretamos a través del recorrido de la deliberación y
de la elección prudencial. Esto es, el camino de la felicidad es un trayecto que diseñan nuestras
elecciones o “deseos deliberados” sopesando adecuadamente las posibilidades existentes.
Puestos a señalar propuestas más concretas, Aristóteles explicita tres ideales posibles de felicidad:
el del entregado a los placeres que obedece las leyes sólo por el temor; el del político, el hombre
virtuoso implicado plenamente en la vida de la ciudad, con un carácter perfecto regido por la
prudencia; y del sabio, con una vida contemplativa perfecta que privilegia la virtud de la sabiduría. El
primero de los ideales es inferior: sin que deba despreciarse el placer como fin. Entre los otros dos,
los textos más explícitos de Aristóteles parecen ir a favor del último, con lo que felicidad suprema
sería la actividad contemplativa[20]. Pero hay autores que entienden que con ello se contradice de
algún modo, pues tal elección ignora algo fundamental para el pensador: el carácter social y político
de la naturaleza humana, que debe condicionar su modo de felicidad. Según esto, habría que optar,
contra los textos explícitos de Aristóteles, por el ideal del hombre de la polis.
Sin entrar aquí a fondo en los debates interpretativos en torno a Aristóteles, sí hay que resaltar que
el Estado, la polis (Aristóteles puede ser considerado como el último gran pen
sador de la ciudad griega), es el ámbito decisivo para la realización de la vida feliz.
Se es feliz y virtuoso desde la referencia a la polis y para la polis, pues el hombre es, por naturaleza,
“animal político”, por lo que quien está fuera del Estado se halla por debajo por encima de lo
humano, es una bestia o un dios. Por eso precisamente puede decirse que es el ethos de la polis el
que marca el espacio de lo que debe hacerse, las virtudes que deben practicarse. En este sentido el
hombre perfecto, y como tal feliz, es el hombre perfecto para el bien de la polis que, de todos
modos, se realiza desde el logos participativo – por supuesto, sólo si se encuentra entre los
ciudadanos de pleno derecho, si no es mujer, esclavo o extranjero – no desde la mera sumisión.
De las consideraciones precedentes se desprende algo fundamental: la realización de la felicidad
está íntimamente conexionada con la práctica de las virtudes. El bien o la felicidad del hombre es
una actividad que se expresa como virtud. Se logrará exponer con claridad lo que es la felicidad,
dice el autor, si se logra captar la función propia del hombre; esta función es “una actividad del alma
de acuerdo con la virtud y a lo largo de una vida entera” Si todas las virtudes son importantes, una
virtud clave, como ya se ha señalado, es la de phronesis o prudencia, la sabiduría práctica, la recta
deliberación en torno a lo que puede ser de varias maneras. La propuesta de Aristóteles puede ser
definida por eso como búsqueda prudencial de la felicidad. Quede señalado de momento a
expensas de desarrollar dos cuestiones relevantes: enseguida la de las virtudes
en cuanto tal y más adelante, ya en el marco de la realización de la ética, la de la prudencia o
sabiduría práctica.
1.2 Epicuro
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 10.
Si Aristóteles es el último pensador de las polis griega, Epicuro puede se considerado el primer
pensador del imperio helénico que crea Alejandro. Este imperio trae consigo la desaparición del
sentimiento de pertenencia a una comunidad culturalmente unitaria, con sus referentes morales
precisos y en cuya vida política se participa activamente. Esto genera desarraigo y un centramiento
en la individualidad que nos suena extrañamente moderno. Epicuro va a seguir proponiendo una
ética orientada a la felicidad pero con acentos nuevos.
En primer lugar, va a remitir de modo muy explícito la felicidad al placer. Dado, dice que juzgamos
los bienes según la norma del placer o dolor que nos proporcionan, el placer debe ser considerado
como el principio y fin de la vida feliz. Esto es la evitación del dolor y la obtención del placer deben
ser el criterio último de nuestras elecciones, o lo que es lo mismo, lo que elegimos se justifica por las
consecuencias de placer que trae.
Que tengamos inclinación al placer y lo deseemos como bien supremo es tan evidente como que el
fuego quema. ¿Cómo alcanzar el máximo placer? Por un lado, evitando las grandes fuentes de
temor: los dioses, la muerte, y el dolor. Por otro, teniendo una visión muy clara de lo que constituye
la vida placentera.
Para combatir las fuentes de temor, apoyado en su concepción mecanicista y atomista del cosmos,
Epicuro desdiviniza los astros y con ello destruye
el miedo que inspiraba porque se les suponía rectores de nuestro destino. Acepta a su modo a los
dioses populares pero los concibe como seres plenamente felices y despreocupados del cosmos, a
los que convencen ni nuestra ira ni nuestras súplicas, esto es, no se ocupan de nosotros: no pueden
beneficiarnos ni tampoco castigarnos. En cuanto a la muerte Epicuro advierte que no es ella la que
nos aflige sino un cierto modo de expectación de la misma: si todo el bien y todo el mal residen en
las sensaciones, y si la muerte consiste en la privación de sensaciones, ella en sí no es un mal; no
es sensato que nos angustie durante su espera aquella cuya “presencia” no puede perturbarnos,
porque cuando está presente nosotros no existimos. Además, el que muramos del todo –somos
átomos que la muerte desintegra- nos evita toda preocupación por los castigos divinos en la otra
vida. Esto es, lo que tenemos que hacer es centrarnos en esta vida presente intentando no demorar
la dicha. De este modo, el horizonte moral que nos propone Epicuro es la apertura a los goces de
esta vida algo muy próximo a determinadas sensibilidades actuales.
Epicuro indica, de todos modos, que debe ser una apertura inteligente, que debemos hacer un
adecuado cálculo de la vida placentera en vistas a la plenitud de la misma. Para ayudarnos a tal
cálculo, el autor comienza proponiendo una serie de distinciones entre placeres. Hay que buscar
especialmente aquellos placeres que estando colmados ya no se pueden aumentar, porque son los
que evitan la permanente insatisfacción propia de deseos que nunca acaban de satisfacerse del
todo: el más relevante es a
quí la Ataraxia o ausencia de perturbación espiritual. En segundo lugar hay que distinguir entre
placeres de la carne y placeres de la mente. Hay que comenzar atendiendo los placeres corporales,
pero sólo aquellos que remiten a necesidades básicas (beber agua cuando se tiene sed) Después
hay que preferir los placeres de la mente, porque son éstos los que comprenden el límite frente al
deseo ilimitado de la carne, y porque son placeres mayores, teniendo incluso pode sobre los dolores
del cuerpo.
Además de esta jerarquización, Epicuro nos propone varios criterios para el cálculo del placer. El
primero de ellos es estar atentos a las consecuencias globales que se desprenden de la satisfacción
de nuestros deseos: cada placer en sí es un bien, pero, por un lado, hay placeres que traen dolor y,
por otro, a veces hay que elegir un dolor para que traiga consecuencias de mayor placer. El
segundo es estar atento al discernimiento de los límites, a la mesura, a la sophrosyne, a través del
control, por parte de la mente, de los deseos corporales que nunca acaban de satisfacer y que
generan frustración. Para orientarnos en la elección mesurada del placer aparece una tercera regla
del cálculo, a partir de una nueva distinción entre placeres naturales (necesarios-beber cuando se
tiene sed- y no necesarios -comida opulenta-) y no naturales (no necesarios-fama-): los naturales
necesarios requieren ser satisfechos pues si no causan dolor, pero en general son accesibles; el
hombre es infeliz porque se embarca en los otros placeres, difíciles de saciar.
La invitación a gozar del presente se concreta de este modo en invitación a l
a sobriedad y la frugalidad, no porque haya placeres en sí son malos, sino porque educados en ella
es como conseguimos el máximo de placer global. Efectivamente, el fruto más importante de la
sobriedad es la autarquía, la liberación de la sumisión a las circunstancias que, fuera de nuestro
control, pueden causarnos dolor. Una autarquía que nos empuja a arrinconar los anhelos de riqueza,
honores e ilusiones políticas. Salvo en esta última cuestión, en lo que se refiere al control de los
deseos Epicuro acaba ofreciendo una propuesta semejante a la virtud de la templanza de la que
habla Platón y Aristóteles, pero con un enfoque diferente. La templanza no se busca por sí misma,
no se busca porque los excesos son en sí malos –todo placer, toda sensación de agrado es buena-
sino porque suponen un error del cálculo.
Ya se ha avanzado que Epicuro devalúa el marco político en lo que respecta a una vida feliz.
Preludiando la sensibilidad moderna, ve la sociedad y sus leyes como una especie de pacto de
conveniencia de los individuos que buscan en ella su seguridad. Es decir, no es la felicidad del
individuo la que se subordina a la comunidad sino ésta la que se pone al servicio del individuo.
Devaluado así el marco político, Epicuro propondrá la amistad como la referencia alternativa, porque
es ella la que da la más apreciable de las seguridades y porque puede extenderse indefinidamente.
Devaluada la comunidad política, se potencia la comunidad de amigos.
1.3 Utilitarismo
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 11.
La versión actual más influyente de las teorías clásicas de la felicidad es el util
itarismo. Aunque con precursores, es fundado en sentido estricto por Benthan, siendo los otros dos
grandes “clásicos” de esta corriente J. S Mill y Sidgwick y teniendo seguidores actuales sobre todo
en las culturas anglófonas. Puede decirse que continúa la propuesta de felicidad en la línea de la
“razón calculadora del placer” propia del epicureismo, pero en circunstancias históricas específicas y
con una orientación específica. Recordado aquí sólo las circunstancias de la historia del
pensamiento, debe tenerse presente que aparece en plena expansión la ideología – y la economía
liberal y en los balbuceos de un socialismo naciente – (algo que se nota especialmente en Mill, que
no sin tensiones con la doctrina utilitarista puede ser considerado también uno de los pilares del
liberalismo con sensibilidad moral). En cuanto a la orientación específica, debe indicarse que se
trata de un hedonismo social, claramente interesado por las estrategias de felicidad para el conjunto
de la población – por la utilidad general - , aunque sea con bases individualistas: hay que plantearse
la búsqueda de mayor felicidad para el mayor número.
El atractivo del utilitarismo arranca que es una teoría del bien/felicidad, no como bien en sí que se
me impone, sino como bien que sólo es tal cuando lo es para alguien, cuando alguien así lo ve. Lo
que significa: 1) que el bien se remite a la utilidad para satisfacer los deseos e intereses de las
personas; 2) que se condena o aprueba algo sólo en la medida en que se demuestre que empeora o
mejora el bienestar de la gente ; 3) que se aceptan sin discriminación las preferencias de cada uno,
toda
s las preferencias; 4) se busca maximizar el bienestar de manera imparcial, reclamando que todos
contemos como uno y nadie más que uno, y viéndolo como conquista del egoísmo inteligente
abierto a la benevolencia.
Si, con todo, por un lado estas propuestas parecen ofrecer pistas seguras de orientación de la
conducta, tanto para las decisiones individuales como para las políticas, por otro lado son fuente de
importantes cuestiones, que han dado lugar a fuertes debates entre los utilitaristas mismos y con
sus críticos:1) ¿cómo debe definirse la utilidad- la felicidad -?;) ¿Por qué debe ser el fin supremo la
moralidad?; 3) ¿cómo puede y debe calcularse su maximización? Veamos cómo se ha tratado de
responder a estas tres cuestiones.
Respecto a qué entender por felicidad, el utilitarismo ha ido modificando su respuesta. Bentham
comienza proponiendo un hedonismo cuantitativo. Lo que cuenta es la sensación de placer,
conseguir el máximo de sensaciones agradables y el mínimo de sensaciones dolorosas, vengan de
donde venga, de cara a lo cual, por supuesto, habrá que actuar inteligentemente. Mill le corregirá
enseguida proponiendo un hedonismo cualitativo porque entiende que no se pueden igualar los
placeres, ya que unos son más valiosos y por tanto deben ser más deseables que otros – “es
preferible ser un Sócrates insatisfecho a un cerdo satisfecho” -. La jerarquización entre placeres (por
ejemplo, entre el que puede proporcionar la comida, o la lectura de poesía, o la ayuda humanitaria)
debe hacerla el que los ha experimentado: por eso es importante una educación que permita
experimentar los placeres superiores.
El pro
blema de estas propuestas se visualiza si nos imaginamos “enchufados” a una máquina de
experiencias que puede producir en nosotros grandes sensaciones de placer corporal pero también
de agradabilidad psíquica propia de los placeres superiores (en máquinas virtuales podemos incluso
“tener experiencia” de ayudar a los demás, aunque no lo hagamos): intuitivamente no parece que
pueda defenderse el ideal de una vida enganchada a un máquina, aunque resultara la más
agradable, como parece que no se trata de una experiencia de ser solidario, sino de serlo en
realidad.
Teniendo en cuenta estas debilidades, el utilitarismo ha pasado a relacionar la felicidad con las
sensaciones de placer sino con la satisfacción de las preferencias de la gente. Ahora lo útil es lo que
maximiza esas preferencias, sin pronunciarnos sobre su mayor o menor bondad. Es bueno
satisfacerlas, sean cual sean, porque se entiende que toca al individuo ordenar sus objetivos y elegir
los medios para conseguirlos. El problema se presenta aquí a partir de las experiencias que
tenemos de que a veces, por ignorancia u otros factores, no siempre elegimos lo que nos conviene,
lo que es bueno para nosotros (desde el antiutilitarismo se dirá además: algo no es valioso porque
es elegido, es elegible porque es valioso). Es decir, en cualquier caso, los utilitaristas sensibles a
esta objeción tienden a decir que de lo que se trata es de satisfacer las preferencias informadas de
la gente. Dado, con todo, que esto último es difícil de lograr, puesto que ciertos inconvenientes sólo
se descubren cuando se han experimentado, otros utilitaristas proponen que el objetivo
debe satisfacer los intereses de bienestar, que, por un lado, deben concretarse a partir de los
deseos reales de la gente, por lo que no estarán alejados de sus preferencias, y , por otro, deben
definirse como los recursos necesarios para que cada uno persiga sus preferencias particulares,
recursos en los que no es difícil coincidir(salud, ingresos básicos, educación básica , vivienda, etc.).
Desde este último enfoque la felicidad se remite el bienestar (como estado en el que se dispone de
esos recursos), aunque éste a su vez puede verse como condición o medio para la felicidad, más
que para la felicidad misma.
El segundo gran problema del utilitarismo, que hereda de Epicuro, es justificar por qué el placer-
bienestar debe ser el fin o bien último. En principio, de la constatación empírica de que deseamos el
placer por nuestra condición natural, se pasa a deducir que es deseable que hagamos del placer el
horizonte de nuestra realización personal, pero también es razonable que busquemos la felicidad de
todos los demás. A esta argumentación se le acusa de caer en dos falacias: la naturalista, que da el
salto de lo que es –deseo empírico- a lo que debe ser- ideal de vida-; y la de la composición , que da
el salto de lo personal- cada uno busca su felicidad- a lo colectivo. Aunque los utilitaristas han
ideado diversos argumentos para contrarrestar estas objeciones, debe reconocerse que la conexión
entre el utilitarismo como teoría descriptiva de los comportamientos humanos y el utilitarismo como
teoría normativa es problemática.
Ilustremos esto último un poco más en lo que respecta al paso de la búsqueda de mi feli
cidad al deber de búsqueda de la felicidad de todos. Algunos entienden que es algo que puede
conseguirse desde el propio hedonismo ético egoísta. Teniendo en cuenta que cada uno sabe
asegurar mejor que nadie su felicidad individual , es deseable que cada uno promueva su propio
placer o bienestar, y así obtendrá, aunque no se busque explícitamente, el mayor bienestar para el
mayor número: basta con que ese egoísmo sea inteligente, conciente de que a mi bienestar le
interesa el bienestar de los demás. Por eso, los utilitaristas se remiten al hedonismo cualitativo para
indicar que si fomentamos placeres superiores como el de la solidaridad (hacia lo que tenderíamos
desde un cierto sentimiento natural de benevolencia) en ellos sintetizaremos a la vez la felicidad
personal y colectiva.
La tercera gran cuestión a la que se enfrenta el utilitarismo es la de la cuantificación del
placer/felicidad a fin de que se logre su ideal de mayor felicidad para el mayor número. Esto pide, en
primer lugar, la comparabilidad entre bienes, algo muy difícil en el hedonismo tanto cuantitativo
como cualitativo (¿cómo comparar de cara a la suma el placer de comer chorizo con el de leer
poesía?), pero más fácil en el utilitarismo de satisfacción de intereses bienestar. Pide en segundo
lugar mantener una actitud estrictamente imparcial respecto a las personas implicadas en la suma –
que todos cuenten por igual-, lo que por un lado parece altamente moral pero por otro lado parece
hacernos sustituibles y en cualquier caso ignora la condición humana que exige que en ciertas
circunstancias ciertas personas contemos de modo especial para otras,
por ejemplo los hijos respecto a sus padres) Pide en tercer lugar igualar las preferencias sin entrar a
valorarlas, con lo cual habría que tener que tener igualmente en cuenta preferencias racistas y
antirracistas. Y pide, por último, estar dispuestos al sacrificio de una minoría cuando eso se ve
necesario para el bienestar de la mayoría, algo que aunque desde el deontologismo se considere
inaceptable – es tratar a las minorías como puro medio-, el utilitarismo juzga inevitable – como
condición de un bien mayor o del mal menor- indicando que lo que debe no es que se actúe según
la norma correcta sino que de modo tal que se obtenga las mejores consecuencias de bien. En
cualquier caso y en conjunto, la anhelada cuantificación utilitarista presenta serios problemas, tanto
a nivel de principios como de realización.
Una última cuestión relevante en el utilitarismo es que al indicar que es lo valioso es la sensación de
agrado o el bienestar, concluye que los afectados por tal valor no son sólo los que pueden razonar
(los humanos) sino los que pueden sentir, es decir, también los animales. Esto es, hay que respetar
a los animales, porque como nosotros tienen capacidad para sufrir y gozar. El que nosotros seamos
sujetos racionales supone una distinción importante para la ética, pero sólo para determinar quiénes
son los sujetos que tienen obligaciones morales (nosotros y no los animales), no para determinar
quiénes son los sujetos valiosos en sí: nosotros y los animales, o mejor, los deseos e intereses de
hombres y animales que, por tanto, deben entrar en el cómputo de maximización de bienestar.
2. Éticas Deontológicas.
2.1 Emmanuel Kant[21]
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 12.
Kant se ubica en una posición completamente diferente tanto de la de Aristóteles como de la de
Epicuro y los Utilitaristas, ya que ante la pregunta “¿Qué es el bien?” no acude a los fines de la
acción humana (como la felicidad), sino que intenta encontrar algo que pueda considerarse bueno
en términos absolutos, con prescindencia de cualquier cosa (inclusive las variaciones culturales,
sociales o históricas). Se trata de la ética llamada deontológica o ética del deber. La respuesta de
Kant es que lo único que puede ser absolutamente bueno, es la buena voluntad. Las cualidades,
habilidades o capacidades de las personas serán buenas o malas según ciertas condiciones.
Veamos cuáles:
En primer lugar, serán buenas o malas en dependencia de cuál sea su intención al emplearlas, y no
de los resultados o consecuencias de la acción (como sostienen los utilitaristas). Así, cuando
juzgamos los actos morales podemos considerar lo que la persona quiso hacer, o bien lo que
realmente logró. Para Kant será importante lo primero.
Supongamos que una médica emplea todo su conocimiento y dedicación para tratar a un paciente
que sufrió una herida grave. Si el paciente fallece, no podremos decir que los resultados alcanzados
hayan sido buenos; pero la médica hizo todo lo posible para salvarle la vida. Sin embargo, es
importante notar que el término “intención”, en Kant, supone una intención actuante: no se trata de
meramente desear hacer algo, sino de implementar todos los medios que están a nuestro alcance
para ello. Los resultados no son import
antes para juzgar el acto moral, pues haya diferentes factores que no podemos controlar, y de los
que, por tanto, no somos responsables.
En segundo lugar, según Kant, para que la voluntad sea buena, es necesario que la persona actúe
por deber. Kant propone una clasificación de los actos, en relación con el deber, que exponemos a
continuación:
a. Actuamos en forma contraria al deber, cuando hacemos lo opuesto de lo que requiere el deber.
Nuestro deber es ser honestos. Por lo tanto, si estafamos, estamos actuando en forma contraria al
deber, y nuestra acción tendrá un valor moral negativo.
b. Actuamos de acuerdo con el deber cuando nos atenemos a lo que el deber nos requiere pero por
motivos que tienen que ver con nuestros propios intereses o inclinaciones. Por ejemplo,
supongamos que un lechero se encuentra ante la disyuntiva de agregarle o no agua a su
producción, para ganar más dinero. El lechero sabe que esto es una estafa, y decide no hacerlo
porque si sus clientes se dan cuenta perdería más de lo que ganaría en la diferencia. En este caso,
está actuando de acuerdo al deber, por inclinación mediata o interés. Su acción es correcta, pero
sus intenciones o motivos no tienen que ver con lo que es justo, sino con las consecuencias
(negativas para él) de su acción. También podría abstenerse de mezclar la leche con agua porque
sus propios hijos e hijas la beben. En este caso, su acto está de acuerdo al deber, pero en este caso
por inclinación inmediata (por el amor que les tiene a sus hijos). La acción de acuerdo con el deber,
sea por inclinación mediata o inmediata, tendrá un valor moral neutro.
No es negativo, porque no se opone al deber; pero tampoco es positivo, porque se realizó por
interés o por afecto.
c. Actuamos por deber cuando el único motivo de nuestra acción es el conocimiento de que esa es
la manera en que debemos actuar. Supongamos que la médica a la que nos referimos
anteriormente no conoce al herido, o más aún, que el paciente fue herido en una confrontación en la
que mató a un ser querido de la médica. Sin embargo, no hay otro médico presente, y ella, aun
conociendo lo que pasó, hace todo lo posible por salvarlo, porque ese es su deber. Aquí vemos la
distinción entre actuar por inclinación y actuar por deber. En tal sentido, para Kant, el deber es de
naturaleza exclusivamente racional; en cambio las inclinaciones corresponden a nuestros instintos y
a nuestros sentimientos y son, por tanto, de naturaleza emocional.
Usted podrá organizar mejor estos conceptos si tiene en cuenta el siguiente esquema mediante el
que clasificamos los actos:
Contrarios al deber Valor moral negativo
Por inclinación mediata
Actos De acuerdo con el deber Valor moral neutro
Por inclinación inmediata
Por deber Valor moral positivo
Así lo expresa Kant:
“Para desenvolver el concepto de una voluntad digna de ser estimada por sí misma (…) vamos a
considerar el concepto del deber (…) Prescindo aquí de todas aquellas acciones conocidas ya como
contrarias al deber (…) También dejaré a un lado las acciones que, siendo realmente conformes al
deber, no son de aquellas hacia las cuales el hombre siente inclinación inmediatam
ente; pero sin embargo, las lleva a cabo porque otra inclinación le empuja a ello (…) Mucho más
difícil de notar es esa diferencia cuando la acción es conforme al deber y el sujeto, además, tiene
una inclinación inmediata hacia ella. Por ejemplo: es, desde luego, conforme al deber que el
mercader no cobre más caro a un comprador inexperto; y en los sitios donde hay mucho comercio,
el comerciante avisado y prudente no lo hace, en efecto, sino que mantiene un precio fijo para todos
en general, de suerte que un niño puede comprar en su casa tan bien como otro cualquiera. Así,
pues, uno servido honradamente. Mas esto no es ni mucho menos suficiente para creer que el
mercader haya obrado así por deber, por principios de honradez; su provecho lo exigía; más no es
posible admitir, además, que el comerciante tenga una inclinación inmediata hacia los compradores,
de suerte que por amor a ellos, por decirlo así, no haga diferencias a ninguno en el precio. Así, pues
la acción no ha sucedido ni por deber, ni por inclinación inmediata, sino simplemente por una
intención egoísta. En cambio, conservar cada cual su vida es un deber, y además todos tenemos
una inmediata inclinación a hacerlo así (…) En cambio, cuando las adversidades y una pena sin
consuelo han arrebatado a un hombre todo el gusto por la vida, si este infeliz, con ánimo entero y
sintiendo más indignación que apocamiento o desaliento, y aun deseando la muerte, conserva su
vida, sin amarla, sólo por deber y no por inclinación o miedo, entonces su máxima sí tiene un
contenido moral.”
KANT, M. Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
Buenos Aires, Espasa Calpe
/Austral, pp. 28-34.
En tercer lugar, la voluntad será buena si obedece a la ley moral. Según Kant, siempre que
actuamos nos guiamos por principios, es decir, que actuamos de una manera relativamente
consistente, siguiendo una línea de conducta. Kant llama máximas a esos principios por los que nos
guiamos y considera que son subjetivos, porque nosotros mismos los proponemos.
Por ejemplo, una persona mentirosa se guiará por una máxima como ésta: “Mentiré cada vez que
me convenga”, aunque no la formule explícitamente. Pero, ¿cómo hacemos para determinar si
nuestras máximas tienen valor moral positivo o negativo? Tenemos que probar si se las puede
universalizar sin contradicciones; es decir, si lo que quiero para mí, puedo quererlo al mismo tiempo
para todos los demás. En ese caso mi máxima tendría un valor moral positivo y se convertirá en ley.
Sigamos con el ejemplo: ¿debo mentir?, y la máxima subjetiva: “Mentiré sólo si me conviene”. Una
vez formulada la máxima tendría que preguntarme: ¿Qué pasaría si todos lo hicieran? Si todos
mintieran nadie creería a los demás y, al perderse la confianza, la mentira carecería de sentido pues
nadie la creería.
La segunda pregunta que deberíamos formularnos es: ¿Puedo yo querer esas consecuencias? No,
puesto que si digo una mentira lo hago para que me crean. Entonces, yo quiero y no quiero la
mentira al mismo tiempo: la quiero para mí pero no para los otros. En mi voluntad hay una
contradicción, lo que me prueba que la máxima propuesta no puede universalizarse y por lo tanto
carece de valor moral positivo.
Como el ser humano no es puramente racional sino que está compuesto
de razón y sensibilidad, Kant considera necesario que el deber tenga un carácter coercitivo
(obligatorio) y que la ley moral se le presente como una orden, pero una orden sin
condicionamientos. A esto lo llama Kant el imperativo categórico (imperativo, por ser una orden, y
categórico por no subordinarse a ninguna condición o hipótesis). Afirmar “No se debe mentir”, es
diferente de afirmar “Si no quiere perder la confianza de sus amigos, no les mienta”. El imperativo
categórico kantiano tiene dos formulaciones diferentes:
1. Obra de modo tal que puedas querer sin contradicciones que tu máxima se convierta en ley
universal;
2. Obra de modo tal que consideres a la humanidad (en ti mismo y en los otros) siempre como un fin
y nunca solamente como un medio.
Si la médica de nuestro ejemplo salvara al herido porque le debe dinero, lo estaría considerando
como un medio para recuperar su dinero y no como un ser humano que debe ser ayudado porque
está en una situación de peligro (como un fin en sí mismo). En palabras de Kant:
“El imperativo categórico es, pues, único, y es como sigue: obra según una máxima tal que puedas
querer al mismo tiempo que se torne ley universal (…) Vamos ahora a enumerar algunos deberes
(…): Una (…) persona a quien le va bien, ve a otras luchando contra grandes dificultades. Él podría
ayudarles, pero piensa: ¿qué me importa? ¡Qué cada cual sea lo feliz que el cielo o él mismo quiera
hacerle: nada voy a quitarle, ni siquiera le tendré envidia; no tengo ganas de contribuir a su
bienestar o a su ayuda en la necesidad! Ciertamente, si tal modo de pensar fuese una ley universal
de la naturalez
a, podría muy bien subsistir la raza humana (…) Pero aun cuando es posible que aquella máxima se
mantenga como ley natural universal, es, sin embargo, imposible querer que tal principio valga
siempre y en cualquier lugar como ley natural, pues una voluntad que así lo decidiera se contradiría
a sí misma, ya que podrían suceder algunos casos en que necesitase del amor y compasión ajenos,
y entonces, por la misma ley natural oriunda de su propia voluntad, veríase privado de toda
esperanza de la ayuda que desea”.
KANT, M. (1983). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. Buenos Aires
Espasa-Calpe/Austral. Edición original de 1785; pp. 72-76.
Por otra parte, según Kant, sólo es libre quien obedece a la ley moral, y su voluntad es
autónoma[22] porque no depende de nada externo a ella, sino que descubre la ley moral en sí
mismo, en su propia racionalidad. Y es la ley moral que nos confiere la mayor dignidad en tanto
seres humanos: por eso es más importante actuar por deber que buscar ser felices (a veces ambas
cosas son incompatibles). Kant sostiene al respecto que si la naturaleza hubiera querido hacernos
felices nos habría dotado sólo de instintos; si tenemos razón es para ser moralmente buenos. La
posición de Kant ha sido muy influyente en el pensamiento ético de la cultura occidental, y todavía
hoy lo es.
2.2 Ética de la Responsabilidad: para una civilización tecnológica. Hans Jonas.
Conociendo al autor del texto
Hans Jonas era un judío religioso, alemán y exiliado primero en Inglaterra y luego en Israel, Canadá,
y Estados Unidos. Había sido discípulo de Husserl y de Heidegger en Freiburg y de Bultma
nn en Malburg. Se dedicó al estudio de la filosofía gnóstica y su tesis doctoral sobre San Agustín y el
problema paulino de la libertad, influyó mucho en Hanna Arendt. Ese cúmulo de circunstancias
conviene no olvidarlo cuando se plantea cualquier acercamiento a su obra. Su referente es la crisis
de la modernidad. Jonas ni quiso ser moderno ni vio en el pensamiento cuyo origen está en las
Luces, otra cosa que un totalitarismo tecnológico.
La obra de Hans Jonas (1903-1993) es, hoy por hoy, uno de los referentes con mayor influencia en
el ámbito de las éticas aplicadas y su libro El principio de responsabilidad: Ensayo de una ética para
la civilización tecnológica[23] constituye un referente inexcusable en el campo de las éticas
deontológicas, con repercusión en bioética, tecnoética y ética ecológica.
Síntesis
Su reflexión sobre la responsabilidad no puede entenderse sin la experiencia de la Shoah: su madre
murió en Auschwitz y él fue voluntario en la Brigada Judía del ejército británico en la II Guerra
Mundial. Para comprender a Jonas no debiera pasarse por alto su conferencia "El concepto de Dios
después de Auschwitz", brutalmente desesperada, que ha sido tal vez la principal reflexión teológica
judía sobre el fenómeno hitleriano. Jonas considera que el nazismo es la expresión de un mundo en
que Dios ha renunciado al poder para que el hombre pueda existir. Por eso tampoco en la técnica
habrá nada bueno en sí mismo. El punto de partida es la existencia del mal.
La ética de Jonas arranca de un hecho: el hombre es el único ser conocido que tiene
responsabilidad. Sólo los humanos pueden escoger consciente y deli
beradamente entre alternativas de acción y esa elección tiene consecuencias. La responsabilidad
emana de la libertad. O, en sus propias palabras: la responsabilidad es la carga de la libertad. La
responsabilidad es un deber, una exigencia moral que recorre todo el pensamiento occidental, pero
que hoy se ha vuelto más acuciante todavía, porque -en las condiciones de la sociedad tecnológica-
ha de estar a la altura del poder que tiene el hombre.
En la ética de Jonas hay un elemento deontológico -finalmente, plantea un imperativo-, pero no
conviene olvidar que se parte de un argumento prudencial, prácticamente aristotélico. Su imperativo
es provocado por las nuevas condiciones de vida provocadas por la amenaza tecnológica. Para
Jonas, la responsabilidad moral arranca de una constatación fáctica (la vulnerabilidad de la
naturaleza en la era de la técnica) cuanto de un a priori kantiano de respeto a (todas las formas de)
la vida.
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 13.
Texto
La ciencia y la técnica han modificado profundamente las relaciones entre hombre y mundo. Para
los antiguos, la potencia humana era limitada y el mundo, en cambio, era infinito. Jonas propone el
ejemplo de la ciudad griega, que era un enclave civilizado rodeada un entorno amenazador, de
bosques y selvas. Pero hoy la situación se ha invertido y la naturaleza se conserva en parques
naturales, rodeados de civilización y tecnología. Hoy la naturaleza es débil y está amenazada. El
hombre tiene, pues, el deber moral de protegerla y ese deber aumenta en la medida que sabemos lo
fácil que es destruir la vida. La ética hoy debe t
ener en cuenta las condiciones globales de la vida humana y de la misma supervivencia de la
especie.
La idea fundamental sobre la que se sustenta la ética jonasiana es la experiencia de la
vulnerabilidad. Las generaciones actuales tienen la obligación moral de hacer posible la continuidad
de la vida y la supervivencia de las generaciones futuras. Ese deber es explicitado como imperativo
categórico.
En el cap. V de su texto, que lleva por título "viejos y nuevos imperativos", considera que el
imperativo ético contemporáneo debe ser:
• Obra de tal manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida
humana auténtica sobre la tierra.
Este imperativo puede expresarse también negativamente:
• Obra de tal manera que los efectos de tu acción no sean destructivos para la futura posibilidad de
esta vida.
O, más sencillamente, todavía:
• No pongas en peligro las condiciones de la continuidad indefinida de la humanidad en la tierra.
También se puede formular positivamente como:
• Incluye en tu elección presente, como objeto también de tu querer, la futura integridad del hombre.
Son, en definitiva, formulas diversas para un mismo imperativo de la responsabilidad (en el sentido
incluso más etimológico: se trata de "responder" a la agregación de poder tecnológico).
Hacer hoy el bien, significa hacerlo en las condiciones de la tecnología. El imperativo tecnológico
significa, en consecuencia, partir de un criterio que ya no pude ser de "dominio", pero que aún no
puede ser de "comunidad", puesto que la comunidad mundial es un espejism
o. Por eso la responsabilidad tiene mucho de "cura" (la Sorge heideggeriana), que se acentúa
cuando el hombre tiene la impresión de no dominar su dominio.
Jonas es un enemigo radical de las utopías (su "principio responsabilidad" es un largo debate
con/contra el "principio esperanza" de Bloch). La utopía consideraba que en el mundo todo era
posible y nada estaba escrito. Pero la experiencia de la bomba atómica, de la contaminación y de la
Shoah demuestra que, moralmente, la utopía puede acabar siendo la justificación del asesinato en
gran escala y de la destrucción del planeta. La utopía decía a los hombres "Tu puedes hacerlo; y, en
cuanto puedes, debes". La responsabilidad exige, sin embargo el cálculo de riesgos y, en la duda, si
algo puede fallar, es mejor no hacerlo.
El deber o axioma básico de la responsabilidad comprende tres aspectos:
1. La existencia de un mundo habitable, pues no cualquier mundo puede ser un espacio de
"habitación" humana auténtica.
2. La existencia de la humanidad, porque un mundo sin hombres para Jonas equivale a la nada:
sin humanidad desaparece el ser.
3. El "ser tal" de la humanidad: la humanidad auténtica no es cualquiera, sino una humanidad
creadora. El ser del hombre crea valor y una humanidad no creadora no sería estrictamente
humana.
A diferencia del imperativo categórico kantiano que se dirigía al comportamiento privado del
individuo, el nuevo imperativo de la responsabilidad se dirige al comportamiento público y social. No
se trata de buscar la concordancia del hombre consigo mismo, la coherencia personal del humano
que quiere estar a la altura de su d
eber, como acontecía en Kant, sino que se pone el acento en la dimensión de futuro que, al revés de
lo que acontece con la utopía, no se ve como promesa sino como amenaza.
Si la ética de Jonas se pretende con valor universal, no es porque todo el mundo hace lo mismo
(cosa que ya sabemos que no ocurre) sino porque, obrando así, defendemos la vida de todos.
El imperativo ético que propone Jonas (para escándalo de ilustrados) arranca del miedo o, por usar
sus palabras, de la "heurística del temor". (Heuristik der Furcht) -respeto mezclado con miedo- Es el
miedo a las consecuencias irreversibles del progreso (manipulación genética, destrucción del
habitat), lo que nos obliga a actuar imperativamente. El motor que nos impulsa a obrar es la
amenaza que pende sobre la vida futura.
En la civilización actual es mucho más fácil saber qué es el mal que indagar sobre el bien: Un mal
absoluto, como la desaparición de la especie, debe obligarnos absolutamente. Si nos damos cuenta
de los efectos a largo término de nuestros actos y somos capaces de experimentar el sentimiento de
pérdida posible, necesariamente debemos sentirnos impelidos a obrar. No hay técnica "buena" y
técnica "mala". Como dice en su conferencia "Por qué la técnica moderna es objeto de la ciencia"
(1982): La bendición de la ciencia, puede convertirse en maldición: el hermano Caín (la bomba) es
malo, pero el hermano Abel (el pacífico reactor) también lo puede ser.
El miedo es un sentimiento negativo, pero de esa negatividad puede salir algo positivo: hay que
prestar más atención a la profecía de la desgracia que a la de la felicidad utópica, y obrar en c
onsecuencia, tomando en serio la amenaza que planea sobre el futuro de la humanidad y que nos
invita a obrar con responsabilidad.
En resumen, el imperativo de la responsabilidad puede esquematizarse en tres puntos:
1. Una constatación: el planeta está en peligro y la causa de este peligro es el poder del hombre,
poseedor de una técnica que ha llegado a ser anónima y autónoma.
2. Un axioma o imperativo: debemos actuar a partir del deber que es para todos los humanos la
supervivencia a largo plazo de la humanidad.
3. Una teoría y una práctica ética: basada en la heurística del temor.
Obviamente, este imperativo categórico colectivo arranca de una opción por el hombre y por la
continuidad de la evolución. La ética de Jonas se encuentra en un cruce de caminos:
• Es emotivista, porque su opción por el deber ecológico y biotecnológico arranca del
sentimiento de superioridad de la vida.
• Es prudencial, y en cierto modo aristotélica, porque defiende un criterio de moderación para la
vida humana: no todo cuanto se puede hacer se debe hacer.
• Es deontológica y postkantiana, porqué asume la supervivencia de la vida (y no de "cualquier"
tipo de vida, sino de la vida humana creadora) como exigencia imperativa y universal.
Pero, y eso es lo más importante, quiere ser una "ética del futuro", lo que no quiere decir una ética
"en" el futuro, concebida para que algún día la lleven a cabo nuestros descendientes, sino una ética
que -desde hoy- se preocupa por el futuro y trata de protegerlo. Mañana puede ser tarde y los
optimistas -o los utópicos- tal vez no se dan cuenta...
Par
a discutir a Jonas.
La obra de Jonas está hoy en el centro del debate ecológico. Pero Jonas ha tenido una "fama
póstuma" pues, en vida, lo obscureció un "optimismo tecnológico" muy propio del progresismo
político. Jonas tuvo en vida tres tipos de impugnadores: los marxistas que creían en el principio
utopía (Bloch), los utilitaristas que ven en la crisis ecológica sólo un momento pasajero pero que se
arreglará con "más" ciencia y, finalmente, los existencialistas que sólo consideraban importantes los
problemas individuales y veían cualquier apelación a lo colectivo sólo el aspecto político (el famoso
"compromiso") pero desgajado de una consecuencia ecológica. Jonas no pudo ser comprendido
porque marxistas, utilitaristas y existencialistas son producto de la sociedad industrial y él, en
cambio, se siente fuera de esa tradición.
En la obra de Jonas se hallan cuatro elementos muy poco "modernos", pero que deberían ser
pensados con detenimiento:
Da muy poca -o ninguna- importancia a la autonomía moral del individuo, que para él es un
espejismo. El hombre es inseparable del colectivo y su autonomía siempre es parcial.
Recupera un elemento que en la modernidad parecía olvidado: el mal. Recordar su existencia tal
vez sea de mal gusto pero, vista la historia reciente, es una obviedad.
Centra su ética en la abstención, cuando la tradición occidental piensa, en cambio, la acción.
No acepta la idea de la reciprocidad entre deberes y derechos. Los humanos tienen deberes,
especialmente con la supervivencia de la vida y con los no nacidos, más allá de la generación
presente
Jonas (contra Nietzsche y contra Bl
och) nos obliga a pensar los límites (siniestros) de la voluntad de poder y la ingenuidad de una
utopía que tal vez, como el aprendiz de brujo sepa como comienza el conjuro pero finalmente no
sabe culminarlo y nos conduce, por ello, a la catástrofe. O, por decirlo con Jonas, al "perverso fin".
3. ÉTICAS PROCEDIMENTALES
3.1 Teoría de la Justicia: John Rawls.[24]
Conociendo a la autora del texto
Adela Cortina es desde 1987 catedrática de Ética y Filosofía Política en la Universidad de Valencia,
y desde 2008 miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Es becaria del DAAD y
de la Alexander von Humboldt-Stiftung, lo cual le permitió profundizar estudios en las Universidades
de Múnich y Francfort. Ha sido profesora visitante en las universidades de Louvain-la-Neuve,
Amsterdam, Notre Dame y Cambridge.
Es directora de la Fundación ÉTNOR y del Máster Interuniversitario “Ética y Democracia”, Vocal de
la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida, Vocal del Consejo Asesor del Ministerio de
Sanidad y Consumo. Entre sus libros cabe recordar Razón comunicativa y responsabilidad solidaria
(1985), Ética mínima (1986), Ética sin moral (1990), Ética aplicada y democracia radical (1993),
Ciudadanos del mundo (1997), Alianza y Contrato (2001), Por una ética del consumo (2002), Ética
de la razón cordial (2007), Lo justo como núcleo de las Ciencias Morales y Políticas (2008) y Las
fronteras de la persona. El valor de los animales, la dignidad de los humanos (2009).
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 14.
Texto
En su famosa obra de 1971 (Teoría de la justicia)
este pensador norteamericano propone entender los principios morales básicos como si fuesen
producto de un hipotético acuerdo unánime entre personas iguales, racionales y libres que se
hallasen en una situación muy especial: una situación en la que no pudieran dejarse llevar por
intereses particulares y al mismo tiempo dispusieran de toda la información de carácter general que
fuera indispensable para optar principios de justicia adaptados a las peculiares condiciones que
reviste la vida humana. Esa situación imaginaria es llamada por Rawls “la posición original” y es
concebida por él como una forma gráfica, dramatizada, de expresar un razonamiento cuyas
premisas últimas son las convicciones básicas que todos compartimos acerca de las condiciones
ideales que debería satisfacer una negociación cuya finalidad fuese pactar unos principios morales
fundamentales para regir la convivencia y la cooperación mutua en una sociedad moderna. Tales
convicciones básicas (los llamados por Rawls “juicios ponderados en equilibrio reflexivo[25]”)
conforman una especie de “sentido común en cuestiones morales (rechazo de todo tipo de
discriminación en razón de sexo, raza, ideología, etc., igualdad ante la ley, rechazo de los abusos y
de la violencia injustificada, etc.) que Rawls considera sólida y fiable, aunque siempre revisable.
Conforme a lo expuesto, en la elección de los principios de la justicia en la posición original nadie
debería –por ej.- aprovecharse de su fuerza física, o de su ingenio, o de su dinero, o de cualquier
otra ventaja natural o social para conseguir que los principios que se adopten pudieran favorecer a
determi
nados individuos a costa de los demás. Para que los intereses particulares de los “negociadores” no
distorsionen la situación de negociación alejándola del ideal de imparcialidad, Rawls propone que
imaginemos a estas personas como si estuviesen afectadas por un “velo de ignorancia” que les
impide conocer sus propias características naturales y sociales: desconocen cuál será su estado
físico, su sexo, su grado de inteligencia y cultura, los rasgos psicológicos que van a tener, el tipo de
familia que les va a tocar en suerte, las creencias que van a mantener, el proyecto de vida que se
van a trazar, etc.
“Esta condición expresa uno de los juicios ponderados de los que hablábamos antes: la convicción
de que no sería justo que se diera un trato especial a los portadores de determinadas características
naturales o sociales. Imaginemos que vamos a inventar un nuevo deporte llamado “fútbol” y que los
encargados de redactar las reglas de juego fuesen personas que cedieran a la tentación de la
parcialidad desde el conocimiento de sus propias características y habilidades, de modo que
algunos proponen que si un jugador mide más de uno noventa, sus goles valdrían dos puntos, y en
cambio sólo valdrían un punto para los que midan menos; hay quien exige que los equipos sólo
pueden estar formados por personas que posean algún título nobiliario; otros piden que los goles
marcados por equipos de gran presupuesto deben valer tres veces más que los marcados por
equipos de economía modesta; otros podrían pedir que no se permita jugar a personas de cierta
raza en los partidos oficiales; etc., etc. Parece bastante evidente que este
cúmulo de despropósitos ya no resulta aceptable para personas de una época como la nuestra,
puesto que el nivel de conciencia moral alcanzado nos orienta hacia el rechazo racional de tales
existencias como contrarias a nuestro sentido de imparcialidad”
Junto al “velo de ignorancia”, Rawls estipula que a las partes contratantes en la situación originaria
no les es posible dominarse o coaccionarse unos a otros, y que al mismo tiempo conocen
perfectamente las condiciones generales en las que se desenvuelve la vida humana (moderada
escasez de bienes, que se da la cooperación, pero también la competición entre las personas, etc.)
y disponen también de amplios conocimientos generales sobre economía, sociología, psicología,
etc.
Rawls considera que, dadas todas estas estipulaciones, las partes contratantes acordarán la
adopción de estos dos principios de justicia:
“(a) Toda persona tiene derecho a un esquema plenamente adecuado de libertades básicas iguales,
que sea compatible con un esquema similar de libertades para todos; y en este esquema las
libertades políticas iguales, y sólo ellas, han de tener garantizado su valor equitativo.
(b) Las desigualdades económicas y sociales han de satisfacer dos condiciones: primera; deben
estar asociadas a cargos y posiciones abiertos a todos en condiciones de una equitativa igualdad de
oportunidades; y segunda, deben procurar el máximo beneficio de los miembros menos aventajados
de la sociedad”.
Political Liberalism, pp. 5-6.
El primer principio (principio de iguales libertades) ha de tener prioridad sobre el segundo, y la
primera parte del segundo (principio de justa igu
aldad de oportunidades) ha de tener prioridad sobre la segunda parte (principio de la diferencia) en
el sentido de que no sería suprimir ni recortar la primera parte de (b) para fomentar la segunda
parte. Esta norma de prioridad se expresa diciendo que los principios se hallan colocados en un
orden léxico. Pero, ¿por qué acordarían precisamente estos principios, y precisamente en ese orden
de prioridad? Porque, al tratarse de una situación de incertidumbre –debido al velo de ignorancia-
los contratantes se comportan racionalmente si se aseguran de que, sea cual sea su fortuna en la
obtención de dones naturales y de posiciones sociales, podrán disfrutar de determinados bienes
primarios (las libertades y derechos básicos, las oportunidades iguales para todos, y los recursos
económicos y culturales indispensables para conservar la propia autoestima) para poder llevar a
cabo, siquiera mínimamente, cualesquiera proyectos de vida que quieran trazarse.
En síntesis, la ética rawlsiana concibe los contenidos morales que habitualmente aceptamos en las
modernas sociedades pluralistas y democráticas como las conclusiones de un procedimiento
dialógico entre personas concebidas como seres racionales y autónomos al modo kantiano.
3.2. Ética del discurso[26]: Jürgen Habermas.
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 15.
Nacida en la década de 1970, propone esta ética encarnar en la sociedad los valores de libertad,
justicia y solidaridad a través del diálogo, como único procedimiento capaz de respetar la
individualidad de las personas y, a la vez, su innegable dimensión solidaria, porque en un diálogo
hemos
de contar con personas, pero también con la relación que entre ellas existe y que, para ser humana,
debe ser justa. Este diálogo nos permitirá poner en cuestión las normas vigentes en una sociedad y
distinguir cuáles son moralmente válidos, porque creemos que realmente humanizan.
Obviamente, no cualquier forma de diálogo nos llevará a distinguir lo socialmente vigente de lo
moralmente válido, por eso la ética discursiva intentará presentar el procedimiento dialógico
adecuado para alcanzar esa meta, y mostrar cómo debería funcionar en los distintos ámbitos de la
vida social. Por eso ordena su tarea en dos partes: una dedicada la Fundamentación (al
descubrimiento del principio ético) y otra, a la aplicación del mismo a la vida cotidiana.
Parte A: Fundamentación del principio ético
Si para Kant el punto de partida de la ética era el hecho de la conciencia del deber, ahora partimos
también de un hecho: las personas argumentamos sobre normas y nos interesamos por averiguar
cuáles son moralmente correctas. Argumentamos sobre la insumisión y la desobediencia civil, sobre
la distribución de la riqueza, sobre la violencia y sobre un largo etcétera que tiene repercusiones
morales, y en esa argumentación podemos adoptar dos actitudes distintas: 1) la de discutir por
discutir, sin ningún deseo de averiguar si podemos llegar a entendernos; 2) la de tomar el diálogo en
serio, porque nos preocupa el problema y queremos saber si podemos entendernos. La primera
actitud convierte el diálogo en un absurdo, la segunda hace que el diálogo tenga sentido, como una
búsqueda cooperativa de la justicia y la corrección.
Si Kant intent
aba desentrañar los presupuestos que hacen racional la conciencia del imperativo, la ética
discursiva se esfuerza en descubrir los presupuestos que hacen racional la argumentación, los que
hacen de ella una actividad con sentido, y en su búsqueda llega a conclusiones como las siguientes:
cualquiera que pretende argumentar en serio sobre normas tiene que presuponer:
1) Que todos los seres capaces de comunicarse son interlocutores válidos –es decir, personas- y
que, por tanto, cuando se dialoga sobre normas que les afectan, sus intereses deben ser tenidos en
cuenta y defendidos, a poder ser, por ellos mismos. Excluir a priori del diálogo a cualquier afectado
por la norma, desvirtúa el presunto diálogo y lo convierte en pantomima. Por eso las cumbres
internacionales o las conversaciones locales, en las que no participan todos los afectados ni se
tienen en cuenta sus intereses, no son sino pantomimas.
2) Que no cualquier diálogo nos permite descubrir si una norma es correcta, sino sólo el que se
atenga a unas reglas determinadas, que permiten celebrarlo en condiciones de simetría entre los
interlocutores. A este diálogo llamamos “discurso”.
Las reglas del discurso son fundamentalmente las siguientes:
-“Cualquier sujeto capaz de lenguaje y acción puede participar en el discurso”.
-“Cualquiera puede problematizar cualquier afirmación”.
-“Cualquiera puede introducir en el discurso cualquier afirmación”.
-“Cualquiera puede expresar sus posiciones, deseos y necesidades”.
-“No puede impedirse a ningún hablante hacer valer sus derechos, establecidos en las reglas
anterior
es, mediante coacción interna o externa al discurso”.
(J. Habermas, Conciencia moral y acción comunicativa, pp. 112 y 113).
3) Ahora bien, para comprobar, tras el discurso, si la norma es correcta, habrá de atenerse a dos
principios:
-El principio de universalización, que es una reformulación dialógica del imperativo kantiano de la
universalidad, y dice así:
“Una norma será válida cuando todos los afectados por ella puedan aceptar libremente las
consecuencias y efectos secundarios que se seguirían, previsiblemente, de su cumplimiento general
para la satisfacción de los intereses de cada uno”.
-El principio de la ética del discurso, según el cual:
“Sólo pueden pretender validez las normas que encuentran (o podrían encontrar) aceptación por
parte de todos los afectados, como participantes en un discurso práctico”.
(J. Habermas, Conciencia moral y acción comunicativa, pp. 112 y 113)
Por lo tanto, la norma sólo se declarará correcta si todos los afectados por ella están de acuerdo en
darle su consentimiento, porque satisface, no los intereses de un grupo o de un individuo, sino
intereses universalizables. Con lo cual el acuerdo o consenso al que lleguemos diferirá totalmente
de los pactos estratégicos, de las negociaciones. Porque en una negociación los interlocutores se
instrumentalizan recíprocamente para alcanzar cada uno sus metas individuales, mientras que en un
diálogo se aprecian recíprocamente como interlocutores igualmente facultados, y por eso la
racionalidad de los pactos es racionalidad instrumental, mientras que la racionalidad presente en los
diálogos es comunicativa.
Parte B: Ética aplicada
Naturalmente el discurso que acabamos de describir es un discurso ideal, bastante distinto a los
diálogos reales, que suelen darse en condiciones de asimetría y coacción, y en los que los
participantes no buscan satisfacer intereses universalizables, sino individuales y grupales. Sin
embargo, cualquiera que argumenta en serio sobre la corrección de normas morales presupone que
ese discurso ideal es posible y necesario, y por eso la situación ideal de habla a la que nos hemos
referido es una idea regulativa, es decir, una meta para nuestros diálogos reales y un criterio para
criticarlos cuando no se ajusten al ideal.
Urge, pues, tomar en serio en las distintas esferas de la vida social la idea de que todas las
personas son interlocutores válidos, que han de ser tenidas en cuenta en las decisiones que les
afectan, de modo que puedan participar en ellas tras un diálogo celebrado en las condiciones más
próximas posible a la simetría, y que serán decisiones moralmente correctas, no las que se toman
por mayoría, sino aquellas en que todos y cada uno de los afectados están dispuestos a dar su
consentimiento, porque satisfacen intereses universalizables.
Una aplicación semejante da lugar a la llamada “ética aplicada”, que hoy en día cubre, al menos, los
siguientes ámbitos: bioética o ética médica, ética de la empresa, ética económica, ética de la
información, genética, ética de la ciencia y la tecnología, ética ecológica, ética de la política y ética
de las profesiones.
4. METODOLOGÍAS PARA SOLUCIÓN ÉTICA DE DILEMAS[27].
Conociendo al autor del texto
Juan
Gerardo Garza Treviño es maestro en educación con especialidad en docencia a nivel superior.
Licenciado en psicología (Universidad Labastida). Licenciado en Administración de Empresas
(Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey). Ha impartido los cursos de Administración,
Mercadotecnia, y Valores para el ejercicio profesional.
Inició su tarea docente en el Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey en 1968 como profesor
en el Departamento de Administración de Empresas. Fue Director de la Carrera de Licenciado en
Administración de Empresas (1971-1991) y desde 1990 es Director del Centro de Valores Éticos. Ha
sido conferencista e instructor de seminarios y conferencias en organismos empresariales,
asociaciones civiles e instituciones gubernamentales. Ha publicado cinco libros, de los cuales el más
reciente es “Administración contemporánea”.
Síntesis
La obra tiene el propósito de un trabajo tipo didáctico para la practica de valores, tiene una doble
finalidad ejercitar mediante actividades sencillas la vivencia de algunos valores esenciales en el
ejercicio profesional y establecer métodos fundamentales para la participación de los alumnos por
medio del intercambio de ideas.
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 16, 17 ó 18.
Texto
Para plantear y resolver dilemas es necesario comprender algunas variables básicas que siempre
están presentes. Cada uno de los modelos que a continuación se presentan es una aportación en la
que pretende identificar las variables clave que deben clarificarse en una situación. Algunas de las
metodologías tienen elementos en común, pero cada uno presenta una v
isión original de realizar el estudio y la búsqueda de soluciones a cualquier dilema ético.
Modelo de obligaciones, ideales y efectos
Este primer modelo intenta integrar los mejores aspectos de los modelos tradicionales (utilitarismo,
idealismo, intuición) y se enfoca en tres conceptos clave: obligaciones, ideales y efectos.
Lo primero que propone el modelo es entender claramente los tres conceptos fundamentales:
a) Obligaciones. Restricciones acerca del comportamiento que habrá de seguirse; es aquello que
debe hacerse o evitarse (por ejemplo, relaciones entre negocios, cumplimiento de contratos,
justicia).
b) Ideales. Nociones de excelencia, la meta para lograr mayor armonía con uno mismo o con los
demás (por ejemplo, conceptos como utilidad, productividad, calidad, estabilidad, tolerancia).
c) Efectos. Las consecuencias, ya sean intencionales o no, de las decisiones (por ejemplo,
plataformas petroleras en alta mar y el riesgo de derrames de petróleo).
Proceso
Paso 1. Identificar los aspectos importantes en el caso o situación que se analizará utilizando como
punto de partida los conceptos claves de obligaciones, ideales y efectos. Preguntarse cuáles son las
obligaciones, ideales o efectos involucrados en este caso. El objetivo de este paso es ampliar el
punto de vista de uno mismo.
Paso 2. Decidir en dónde debe ponerse mayor énfasis o enfocar el análisis de los aspectos
generados en el paso 1. ¿Cuál es el aspecto más crítico del caso? ¿Es una obligación, un ideal o un
efecto? (por ejemplo, permanecer en silencio acerca del diseño defectuoso de un avión con el efecto
de que muera gente en un
accidente aéreo versus publicar en la prensa el mal diseño con el efecto de dañar la credibilidad del
constructor de aviones).
Paso 3. Una vez identificado el aspecto más importante donde debe enfocarse la decisión, aplicar
las reglas básicas para las decisiones.
a) Cuando dos o más obligaciones estén en conflicto, elija la más importante.
b) Cuando dos o más ideales estén en conflicto, o cuando los ideales estén en conflicto con las
obligaciones, elija aquella acción que hace honor al que toma en cuenta más el ideal más alto.
c) Y cuando los efectos estén mezclados, elija aquella acción que produzca el mayor bien o el
menor daño (por ejemplo, el caso de salvar vidas es un mayor bien que el de salvar o cuidar la
imagen del constructor de aviones).
El modelo de Nash
Este modelo fue desarrollado por Laura Nash, quien sugiere 12 preguntas que hay que hacerse al
examinar qué tan ética es una decisión en la vida profesional:
1) ¿Ha definido el problema de una forma precisa? Obtenga información precisa de hechos.
2) Si usted fuera la otra parte, ¿cómo definiría la situación?
3) ¿Cómo se suscitó el problema? Considere la historia del problema o los síntomas.
4) ¿A quiénes y a los que usted debe ser leal como persona y como miembro de la organización?
Deberes personales vs. normas y políticas organizacionales.
5) ¿Cuál es su intención al tomar la decisión? ¿Estaría orgulloso de la(s) acción (es) a tomar?
6) ¿Cómo se compara esta intención con los resultados posibles? ¿Son los resultados negativos o
dañinos aun con buenas intenciones?
7) ¿Su decisión a quién o quiénes podrían
dañar?
8) ¿Podría usted discutir el problema con las partes afectadas antes de tomar su decisión?
9) ¿Se siente seguro de que su posición ante este problema va a ser válida por un periodo largo?
Considere las consecuencias de largo plazo.
10) ¿Podría compartir abiertamente su decisión o acción con su jefe el director, su familia, y la
sociedad como un todo? ¿Se sentiría a gusto si esta información se difundiera en televisión?
11) ¿Cuál es el potencial simbólico de su acción en caso de ser comprendida por los demás? ¿Y en
el caso de ser incomprendida?
12) ¿Bajo qué condiciones estaría usted dispuesto a hacer excepciones a la postura que ha tomado
ante el dilema o problema?
El modelo de Anthony Pagano
Este modelo propone seis preguntas o pruebas para analizar lo ético de una decisión:
1) ¿Es legal? Éste es un punto central en el análisis del caso.
2) La prueba costo-beneficio. La perspectiva utilitarista (utilitaria): el mayor bien para la mayor parte.
3) El imperativo categórico. ¿Desearía que dicha decisión o acción fuera un estándar universal (Lo
que es bueno para uno es bueno para todos)?
4) La prueba de la transparencia. Si apareciera dicha información en los medios de comunicación,
¿estaría orgulloso?
5) La regla de oro. ¿Le gustaría que le pasara a usted lo mismo?
6) Prueba de opinión calificada. Obtenga una segunda opinión de una persona que usted juzgue
tiene madurez y objetividad y a quien no afecte la decisión.
El modelo de Henderson
Un modelo de análisis de dilemas es el diseñado por Verne Henderson, quien plantea la necesidad
de analizar en cualquier
caso de ética cuatro variables:
-Metas.
-Motivos
-Métodos.
-Consecuencias.
Las metas responden a la finalidad que se persigue con una acción: ¿qué se desea lograr?, ¿a
dónde se quiere llegar? Es la finalidad última de cualquier acción humana: ¿para qué?, ¿objetivos
se persigue?, ¿cuáles son los beneficios últimos que se desea conseguir?
Los motivos tienen que ver con las razones más inmediatas que justifican la acción, es decir, ¿por
qué hacerlo? Las razones que explican el comportamiento de una persona son los móviles o
motivos que ha tenido para sus acciones: ¿qué beneficios inmediatos se obtienen con la acción
realizada?
Los métodos hacen referencia a las acciones que se han realizado para conseguir los propósitos
deseados. Los métodos tienen que ver con los medios o procedimientos utilizados. En los dilemas
éticos deben distinguirse los medios lícitos e ilícitos.
Las consecuencias significan el efecto que se obtiene como resultado de la acción. Toda acción
tiene consecuencias; en cada dilema es necesario preguntarse: ¿cuáles son esas consecuencias?,
¿de qué manera afecta una decisión a los involucrados en el caso? Las consecuencias pueden ser
para el tomador de la decisión en el dilema o para terceros directa o indirectamente involucrados.
Modelo VCR
El modelo VCR (por sus siglas en inglés: Values and Virtues, Consequences, Responsabilities and
rights), consiste en encontrar los:
• Valores: principales fuentes motivadoras del ser humano.
• Virtudes: características deseables en un ser humano; en un dilema ética se debe considerar que
la decisión refleja una virtud.
• Consecuencia
s: este modelo recomienda analizar las consecuencias de las acciones que un profesional realiza
para decidir si conviene o no.
• Responsabilidades y derechos: identificación de la responsabilidad y derechos de las partes
involucradas.
Conclusión
Cada una de las metodologías aquí revisadas plantea un orden en la revisión de los dilemas éticos.
Ninguno puede considerarse como el mejor modelo. Cada uno de ellos tiene variantes, semejanzas
y algún valor agregado. Cualquiera de las metodologías es valiosa, dado que ordena nuestro
pensamiento y clarifica los aspectos importantes por considerar al pretender dar respuesta o
solución a un dilema ético.
Las metodologías nunca aseguran que podamos llegar a la mejor solución, pero sí reducen el riesgo
de realizar, sobre una situación compleja, un análisis simplista o superficial. Además, nos ofrecen la
posibilidad de evaluar la información, generar mejores alternativas de acción y, sobre todo, asumir el
compromiso de buscar siempre en un dilema: tomar la mejor decisión.
Bibliografía Capítulo II:
1) Etxeberia, X. (2002). La ética como horizonte de plenitud. Ética de las profesiones. Temas
básicos. Desclée, Bilbao. Cap. 2, pp. 31-41.
2) Cortina A. y Martínez E. (2000). Ética. Akal, Madrid. pp. 93-98.
3) Fernández J. L. (1996). Ética para Empresarios y Directivos. Esic Editorial, Madrid, 2da. Edición.
pp. 108-111.
4) Garza J. (2005). Valores para el ejercicio profesional. Ed. Mc. Graw Hill, México. pp. 70-85.
5) Proyecto de Educación de Adultos (2000). Filosofía. Secretaría de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Subsecretaría de Educació
n.
Capítulo Tercero
Éticas Aplicadas
1. LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS
1. ¿Qué es la Responsabilidad Social?
Se suele llamar responsabilidad social a la imputabilidad de una valoración positiva o negativa por el
impacto que una acción tiene en la sociedad. Puede referirse a la imputación del perjuicio causado a
un ente social o a la sociedad en su conjunto; o al compromiso supuestamente necesario de un
agente social con su propia sociedad.
La responsabilidad social es el compromiso contraído por las acciones u omisiones de cualquier
individuo o grupo que generen un impacto en la sociedad; pudiendo recaer éstas en una persona,
organización, gobierno o empresa. Dichas acciones suelen traer consigo una valoración positiva o
negativa por parte de la comunidad.
De este modo, podemos ver acciones de responsabilidad social gubernamental ; podemos observar
instituciones cuya esencia misma es socialmente responsable; podemos observar programas de
responsabilidad social empresarial o incluso acciones de responsabilidad social personal o individual
como el caso de Maria Shirshova, quien reside en Tbilisi, Georgia trabajando como Directora
Creativa de una agencia joven y realiza diseños sociales como hobbie. Su filosofía es que no se
puede estar inserto en este mundo y permanecer indiferente ante sus problemas.
La responsabilidad social se diferencia de la responsabilidad jurídica por carecer de un proceso
institucionalizado de adjudicación, es decir, no existen tribunales especializados en juzgar la
responsabilidad social que no esté prevista en normas jurídicas. La resp
onsabilidad social se diferencia también de la responsabilidad política porque no se limita a la
valoración del ejercicio del poder a través de una autoridad estatal.
La Responsabilidad Social una Virtud Social
Mientras que en la tradición kantiana la responsabilidad es la virtud individual de concebir libre y
concientemente las máximas universalizables de nuestra conducta, para otros autores como Hans
Jonas la responsabilidad es una virtud social que se configura bajo la forma de un imperativo que,
siguiendo formalmente al imperativo categórico kantiano, ordena: «obra de tal modo que los efectos
de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la tierra».
Dicho imperativo se conoce como el «principio de responsabilidad».
La Responsabilidad Social un movimiento mundial
La Responsabilidad Social es un movimiento mundial que está poco a poco cobrando fuerza y forma
a pesar de su juventud y de su carácter plural. La Responsabilidad Social va borrando todas las
diferenciaciones clásicas que existen entre sector privado y público, organizaciones con o sin fines
de lucro, ámbito nacional o internacional: Empresas y ONGs se asocian para proyectos comunes de
desarrollo, Sindicatos aprovechan la fuerza de persuasión de clientes corporativos para hacer
presión sobre una gerencia reacia a acatar los derechos laborales, Organizaciones privadas hacen
presión sobre gobiernos blandos para que la ley nacional se ponga al nivel de exigencia de
estándares internacionales, etc. Toda una serie de nuevas prácticas que redibujan el panorama de
la sociedad civil y la gestión organizacional al
rededor de la regulación mediante estándares de calidad ética así como buenas prácticas de
administración.
La inmensa ventaja del gran debate mundial actual para conseguir una Norma de Responsabilidad
Social valedera para cualquier tipo de organizaciones, y que lleva el nombre poco poético de ISO
26000, es que congrega a ONGs, Empresas, Sindicatos, Organismos internacionales,
Universidades, etc. para establecer un consenso internacional acerca de lo que es la
Responsabilidad Social.
Desde luego, constituye la definición de mayor legitimidad y ninguna organización podrá definir a
partir de ahora su Responsabilidad Social sin hacerle referencia, a menos que quiera aislarse por
completo del debate mundial.
Definición de Responsabilidad Social (ISO 26000)
"Responsabilidad Social es en verdad un nuevo modelo de gestión organizacional, aplicable a
cualquier tipo de organización, que se centra en el tema de la gestión de los impactos que una
organización genera, a corto y largo plazo, en el campo social y medioambiental, que afectan a un
sinnúmero de grupos de interés internos y externos de dicha organización.”
“La gestión organizacional socialmente responsable debe:
- ser consistente con el desarrollo sostenible y el bienestar de la sociedad;
- tomar en cuenta las expectativas de las partes interesadas;
- estar en conformidad con la legislación vigente y congruente con las normas de conducta
internacionales; e
- integrada en toda la organización y practicada en todas sus relaciones.”
El texto precisa además que las “actividades” de la organización incluyen sus productos y servicios,
“esfera
de influencia” y responsabilidad en la cadena de producción. Es decir que, por ejemplo, una
organización no sólo es responsable de lo que ocurre en ella, sino también en la cadena de sus
proveedores.
1.2 Polémica en torno a la responsabilidad social de las empresas.[28]
Conociendo al autor del texto
Milton Friedman es un economista estadounidense (Nueva York, 1912 - San Francisco, 2006). Junto
a Henry Simons y F. A. Von Hayek, es el principal representante de la llamada Escuela de Chicago,
grupo de economistas que considera que los mercados competitivos libres de la intervención del
Estado contribuyen a que el funcionamiento de la economía sea más eficiente.
Considerado uno de los más grandes economistas de su época, recibió multitud de honores, incluido
el Premio Nobel de Economía (1976). Sus postulados fueron la base de las políticas neoliberales
que se establecieron en algunos países en la década de 1980: fueron adoptados por el Gobierno
chileno del general Pinochet, por el Gobierno Reagan en EE.UU. y por el de Margaret Thatcher en el
Reino Unido. De hecho, en las ideas de Friedman y, en general, de la Escuela de Chicago, se halla
el fundamento teórico del denominado neoliberalismo actual.
Síntesis
El texto que aquí se presenta muestra la postura y principales argumentos de Milton Friedman sobre
la "Responsabilidad Social de las Empresas”. La tesis del autor es que los negocios sólo tienen una
responsabilidad social: emplear sus recursos y emprender actividades encaminadas a aumentar sus
utilidades, siempre que se mantengan dentro de las reglas del juego, es decir, en competencia libre
y abie
rta sin engaños ni fraudes.
Desde esta perspectiva, quienes dirigen la empresa no pueden hacer uso de los recursos, propios
de la empresa, en actividades ajenas al giro del negocio, pues erosionan las utilidades de la misma.
Más aún, los ejecutivos corporativos de la empresa son directamente responsables ante sus
empleadores y, esta responsabilidad consiste en manejar el negocio de tal manera que puedan
generar tanto dinero como sea posible, sin salirse del marco jurídico institucional donde operan. El
negocio del negocio es el negocio, será pues la tónica de la postura de Friedman, que podrás
recoger como fruto de esta lectura.
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 17 y/o 18.
Texto
Cuando oigo a empresarios hablando de manera elocuente sobre “las responsabilidades sociales de
la empresa en un sistema de libre empresa” me viene a la cabeza el maravilloso planteamiento de
aquel francés que a sus 70 años descubrió que había estado hablando en prosa durante toda su
vida. Los empresarios creen que están defendiendo la libre empresa cuando declaman que a la
empresa no le preocupan “simplemente” los beneficios, sino también promover unos fines “sociales”
deseables; que la empresa tiene una “conciencia social” y se toma en serio sus responsabilidades
para crear empleo, eliminar la discriminación, evitar la polución y cualquier otra cosa que sea el
reclamo de la cosecha contemporánea de reformistas. De hecho están – o estarían si ellos o
cualquier otro se lees tomara en serio- predicando el más puro y genuino socialismo. Los
empresarios que hablan en estos términos son títeres involuntarios de
las fuerzas intelectuales que han estado socavando las bases de una sociedad libre durante las
últimas décadas.
Las discusiones sobre “las responsabilidades sociales de la empresa” destacan por su impresión
analítica y por su falta de rigor. ¿Qué significa decir que “la empresa” tiene responsabilidades? Sólo
las personas pueden tener responsabilidades. Una corporación es una persona artificial, y en este
sentido puede tener responsabilidades artificiales, pero no puede decirse que “la empresa” en su
conjunto tiene responsabilidades, ni siquiera en este sentido vago. El primer paso hacia la claridad al
examinar la doctrina de la responsabilidad social de la empresa es preguntar de manera precisa qué
implica y para quién.
Supuestamente, los individuos que deben ser responsables son los empresarios, es decir, los
propietarios individuales o los ejecutivos corporativos. La mayor parte del debate sobre la
responsabilidad va dirigido a las corporaciones, de modo que en adelante dejaré de ocuparme
mayormente de los propietarios individuales y hablaré de los ejecutivos corporativos.
En un sistema de libre empresa y de propiedad privada, un ejecutivo corporativo es un empleado de
los propietarios de la empresa, y tiene una responsabilidad directa para con sus empleadores. Esta
responsabilidad es dirigir la empresa con arreglo a los deseos de los mismos, que por lo general
serán ganar tanto dinero como sea posible ajustándose a las normas básicas de la sociedad, tanto
las plasmadas en las leyes como las plasmadas en las costumbres éticas. Por supuesto, en algunos
casos sus empleadores puede que tengan un objetivo distint
o. Un grupo de personas podría crear una corporación con un objetivo caritativo, como por ejemplo
un hospital o una escuela. El gerente de una corporación de este tipo no tendrá como objetivo
obtener beneficios monetarios, sino prestar determinados servicios.
Tanto en un caso como en el otro, el punto clave es que, en su condición de ejecutivo corporativo, el
gerente es el agente de los individuos que son los propietarios de la corporación o que crean la
institución caritativa, y su responsabilidad básica es para con ellos.
Ni que decir tiene que ello no significa que sea fácil juzgar hasta qué punto el ejecutivo corporativo
está desempeñando bien su cometido. Sin embargo, por lo menos el criterio voluntario está
claramente definido.
Por su puesto, el ejecutivo corporativo es también una persona en su propio derecho; y, como tal,
puede que tenga muchas otras responsabilidades que reconozcan o asuma de manera voluntaria:
para con su familia, su conciencia, sus sentimientos de caridad, su iglesia, sus clubes, su ciudad, su
país. Puede que se sienta obligado por dichas responsabilidades a dedicar parte de sus ingresos a
causas que considera respetables, a rechazar trabajar para ciertas corporaciones, e incluso a
abandonar su trabajo, por ejemplo, para incorporarse al ejército de su país. Si lo deseamos,
podemos referirnos a algunas de estas responsabilidades como “responsabilidades sociales”. Sin
embargo, en este sentido ejecutivo corporativo está actuando como principal, y no como agente;
está gastando su propio dinero o tiempo o energía, y no el dinero de sus empleadores o el tiempo o
la energía que por contra
to se ha comprometido a dedicar a los objetivos de los mismos. Si esto son “responsabilidades
sociales”, son las responsabilidades sociales de los individuos, no de la empresa.
¿Qué significa decir que el ejecutivo corporativo tiene una “responsabilidad social” en su condición
de empresario? Si esta afirmación no es pura retórica, entonces ello debe significar que el ejecutivo
corporativo tiene que actuar de algún modo que no sea en interés de sus empleadores. Por ejemplo,
que debe abstenerse de incrementar el precio del producto con el fin de contribuir al objetivo social
de impedir la inflación, aunque un cremento de precio fuera en beneficio de los mejores intereses de
la corporación. O que debe realizar una serie de gastos para reducir la polución por encima de la
cantidad que constituye los mejores intereses de la corporación o de lo que exige la ley con el fin de
contribuir al objetivo social de mejorar el medio ambiente. O que, a expensas de los beneficios
corporativos, debe contratar a unos indeseables en paro en vez de a unos trabajadores disponibles
más cualificados para contribuir al objetivo social de reducir la pobreza.
En cada uno de estos casos, el ejecutivo corporativo estaría gastando el dinero de otra persona en
beneficio de un interés social general. En la medida en que sus acciones con arreglo a su
“responsabilidad social” reducen las ganancias de los grupos de interés, se está gastando el dinero
de los mismos. En la medida en que sus acciones incrementan el precio para los clientes, se está
gastando el dinero de los mismos.
Los grupos de interés o los clientes o los empleados podrían gastar
se por separado su propio dinero en la acción particular si desearan hacerlo. El ejecutivo está
ejerciendo una “responsabilidad social” distinta, en vez de servir como agente de los grupos de
interés o de los clientes o de los empleados, sólo si se gasta el dinero de manera distinta a como
éstos se lo hubieran gastado.
Sin embargo, si el ejecutivo lo hace en realidad está cobrando unos impuestos, por un lado, y
decidiendo cómo se gastará el rendimiento de dichos impuestos, por otro lado.
Este proceso plantea cuestiones políticas a dos niveles: el principio y las consecuencias. A nivel del
principio político, cobrar impuestos y gastarse el rendimiento de los mismos son funciones
gubernamentales. Hemos establecido disposiciones constitucionales, parlamentarias y judiciales
muy elaboradas para controlar dichas funciones, para garantizar que los impuestos se cobran en la
medida de lo posible con arreglo a las preferencias y los deseos del público – al fin y al cabo, “la
fiscalidad sin representación” fue una de las consignas de la Revolución Americana. Tenemos un
sistema de comprobaciones y de balanza para separar la función ejecutiva de cobrar los impuestos
y administrar los programas de inversión y de la función judicial de mediar en las disputas e
interpretar la ley.
Aquí el empresario –ya sea autoseleccionado o nombrado directamente o indirectamente por los
grupos de interés– debe actuar simultáneamente como legislador, ejecutivo y jurista. Debe decidir a
quién cobrar un impuesto, en qué cuantía y con qué objetivo, y debe gastarse el rendimiento de
dicho impuesto, todo ello guiándose únicamente por las exhortacio
nes generales para contener la inflación, mejorar el medio ambiente, combatir la pobreza, etc., etc.
Toda la justificación para permitir que el ejecutivo corporativo sea seleccionado por grupos de
interés es que el ejecutivo es un agente que sirve los intereses de su principal. Esta justificación
desaparece cuando el ejecutivo corporativo cobra impuestos y se gasta el rendimiento de los
mismos para fines “sociales”. Se convierte entonces, en efecto, en un empleado de una empresa
privada. Por principio político es intolerable que tales funcionarios públicos –en la medida en que sus
acciones en nombre de la responsabilidad social sean reales y no sólo pura fachada– deban
seleccionarse tal como se hace actualmente. Si deben ser funcionarios, entonces deben ser
seleccionados mediante un proceso político. Si deben cobrar impuestos y realizar gastos para
favorecer objetivos “sociales”, entonces debe crearse una maquinaria social para valorar los
impuestos y determinar mediante un proceso político los objetivos que hay que servir.
Éste es el motivo básico por el cual la doctrina de la “responsabilidad social” implica la aceptación de
la visión socialista según la cual son los mecanismos políticos, y no los mecanismos de mercado, la
manera apropiada de determinar la asignación de recursos escasos a usos alternativos.
Debido a las consecuencias que de ello se derivan, ¿puede en realidad el ejecutivo corporativo
cumplir sus supuestas “responsabilidades sociales”? Por otra parte, supongamos que se le
permitiera gastarse el dinero de los grupos de interés o de los clientes o de los empleados. ¿Cómo
puede saber cómo debe g
astárselo? Se le dice que debe contribuir la inflación. ¿Cómo puede saber qué acción suya
contribuirá a tal fin? Se supone que es un experto en dirigir su empresa, en producir o vender un
producto o en financiarlo. Sin embargo, nada en su selección le convierte en un experto en inflación.
¿Comportará su reducción del precio de su producto una reducción de la presión inflacionista? ¿O,
al dejar más poder de gasto en manos de sus clientes, simplemente la desviará hacia otra parte?
¿O, al forzarle a producir menos como consecuencia del precio más bajo, contribuirá simplemente a
la escasez? Aunque el ejecutivo corporativo pudiera responder a estas preguntas, ¿hasta que puede
justificar la imposición de un coste a sus grupos de interés, clientes y empleados para objetivo
social? ¿Cuál es su proporción apropiada y cuál es la proporción apropiada de los demás?
Y, tanto si lo desea como sino, ¿se le puede consentir que se gaste el dinero de sus grupos de
interés, de sus clientes o de sus empleados? ¿No van a despedirle los grupos de interés? (Ya sean
los actuales o los que ocupen su lugar cuando las acciones del ejecutivo corporativo en nombre de
la responsabilidad social hayan reducido los beneficios de la corporación y el precio de sus
acciones). Sus clientes y sus empleados pueden abandonarle por otros productos y empleadores
menos escrupulosos en el ejercicio de sus responsabilidades sociales.
Esta faceta de la doctrina de la “responsabilidad social” adquiere su mayor relieve cuando los
sindicatos utilizan la doctrina para justificar la moderación salarial. El conflicto de intereses de sus
miembros a un objetivo algo
más general. Si los dirigentes sindicales intentan cumplir con la moderación salarial, es probable que
la consecuencia sean huelgas salvajes, revueltas de las bases y emergencia de sólidos
competidores por sus puestos. Se produce, por tanto, la ironía de que los líderes sindicales –por lo
menos en los Estados Unidos– se han opuesto a la interferencia del Gobierno con el mercado de
manera mucho más coherente y decidida a como lo han hecho los líderes empresariales.
La dificultad de ejercer la “responsabilidad social” ilustra, por supuesto, la gran virtud de la empresa
competitivas privada, ya que fuerza a la gente a ser responsable de sus propias acciones y les
dificulta que puedan “explotar” a otras personas, ya sean para fines egoístas o no egoístas. Pueden
hacer el bien, pero sólo a expensas de ellos mismos.
Puede que un lector que haya seguido el argumento hasta este punto tenga la tentación de objetar
que está muy bien hablar de que el Gobierno tiene la responsabilidad de cobrar impuestos y de
terminar los gastos para objetivos “sociales” tales como controlar la polución o formar al indecible
que está en paro, pero que los problemas son demasiado urgentes para esperar al lento desarrollo
de los procesos políticos, que el ejercicio de la responsabilidad social por parte de los empresarios
es una manera más rápida y segura de resolver los acuciantes problemas actuales.
Aparte de la cuestión de hecho –comparto el escepticismo de Adam Smith sobre los beneficios que
pueden esperarse de “aquellos que se inclinaron por los negocios por el bien público” –, este
argumento debe ser rechazado por los motivos de princi
pio. A lo que equivale es una afirmación en el sentido de que aquellos que son partidarios de los
impuestos y de los gastos en cuestión no han conseguido convencer a la mayoría de sus
conciudadanos para que piensen igual, y que lo que pretenden es alcanzar por procedimientos
antidemocráticos lo que no pueden alcanzar por procedimientos democráticos. En una sociedad
libre, resulta difícil para la gente “mala” llevar a cabo cosas “malas”, especialmente porque el bien de
uno es el mal de otro.
Para simplificar, me he concentrado en el caso especial del ejecutivo corporativo, excepto en la
breve digresión sobre los sindicatos. Sin embargo, precisamente el mismo argumento es aplicable al
fenómeno más reciente de apelar a los grupos de interés para exigir a las corporaciones que ejerzan
la responsabilidad social (como, por ejemplo, la reciente cruzada de General Motors). En la mayoría
de estos casos, lo que en realidad ocurre es que algunos grupos de interés intentan que otros
grupos de interés (o clientes o empleados) contribuyan contra su voluntad a causas “sociales”
impulsadas por los activistas. En la medida en que tengan éxito, están volviendo a cobrar impuestos
y gastándose el rendimiento de los mismos.
La situación del propietario individual es algo distinta. Si actúa para reducir los ingresos de su
empresa con el fin de ejercer su “responsabilidad social”, se está gastando su propio dinero, no el de
otro. Si desea gastarse su dinero para tales fines, está en su derecho, y no alcanzo a ver que pueda
hacerse objeción alguna a que lo haga. En este proceso el propietario individual también puede
imponer costes sob
re los empleados y los clientes. Sin embargo, dado que es mucho menos probable que el propietario
individual tenga el poder monopolístico de una gran corporación o sindicato, cualquier efecto
colateral en este sentido tenderá a ser menor.
Por su puesto, en la práctica la doctrina de la responsabilidad social sirve a menudo para encubrir
acciones que se justifican por motivos distintos que el motivo para llevar a cabo dichas acciones.
Para ilustrar dicha afirmación, puede muy bien que resulte beneficioso a largo plazo para una
corporación que es un empleador de primer orden en una pequeña comunidad dedicar recursos a
proporcionar comodidades para aquella comunidad o para mejorar el gobierno de la misma. Ello
puede facilitar la atracción de empleados deseables, puede reducir la factura salarial o reducir las
pérdidas causadas por hurtos y sabotajes o tener otros efectos positivos. O puede ser que, dadas
las leyes sobre la desgravación de las contribuciones benéficas de las empresas, los grupos de
interés puedan contribuir a promover más actos benéficos haciendo que sea la empresa y no ellos
mismos quien haga el regalo, ya que de este modo pueden contribuir con una cantidad que de lo
contrario se habría pagado como impuesto corporativos.
En cada unos de estos casos, y en otros muy similares, existe una tentación muy fuerte de
racionalizar estas acciones como un ejercicio de “responsabilidad social”. En el presente clima de
opinión, con su aversión generalizada al “capitalismo”, a los “beneficios”, a la “corporación
desalmada” y demás, para una corporación ésta es una manera de general clientela y renombre
comerci
al como producto de unos gastos que están completamente justificados en el propio interés de la
empresa.
Sería incoherente por mi parte pedir a los ejecutivos corporativos que se abstuvieran de recurrir a
esta pura fachada hipócrita porque perjudica los fundamentos de una sociedad libre. ¡Ello sería
pedirles que ejercieran una “responsabilidad social”! Si nuestras instituciones, y las actitudes del
público, encubren así las acciones que realizan en su propio interés, yo no puedo llamar a una gran
indignación para denunciarlos. Al mismo tiempo, puedo expresar admiración por aquellos
propietarios individuales de corporaciones cerradas o por los grupos de interés de corporaciones
más abiertas que menos precian dichas tácticas porque se acercan al fraude.
Sea o no reprobable, la utilización del encubrimiento de responsabilidad social, y los disparates que
dicen en su nombre influyentes y prestigiosos empresarios, perjudican claramente los fundamentos
de una sociedad libre. Me ha impresionado una y otra vez el carácter esquizofrénico de muchos
empresarios. Son capaces de tener una gran visión y una gran lucidez en cuestiones internas de sus
empresas. Sin embargo, son increíblemente miopes y confusos en cuestiones que son externas a
sus empresas pero que afectan a la posible supervivencia de la empresa en general. Dicha miopía
queda sorprendentemente ejemplificada en los llamamientos que muchos empresarios realizan con
respectos a las pautas salariales o de precios o las políticas de control o de ingresos. No hay nada
que pueda hacer más en un breve espacio de tiempo para destruir un sistema de mercado y
sustituirlo p
or un sistema de control centralizado que el control gubernamental efectivo de los precios y
salarios.
Dicha miopía también queda ejemplificada en los discursos de los empresarios sobre la
responsabilidad social. Puede que ello les reporte prestigio a corto plazo, pero contribuye a reforzar
la ya demasiado extendida visión según la cual la búsqueda de beneficios es malvada e inmoral y
debe ser refrenada y controlada por fuerzas externas. Una vez adoptada esta visión, las fuerzas
externas que refrenan el mercado no serán las conciencias sociales, por muy desarrolladas que
estén, de los ejecutivos pontificantes; será el puño de acero de los burócratas gubernamentales.
Aquí, como en el caso de los controles sobre precios y los salarios, a mí me parece que los
empresarios hacen gala de un impulso suicida.
El principio político subyacente al mecanismo de mercado es la unanimidad. En un mercado libre
ideal basado en la propiedad privada, ningún individuo puede coaccionar a ningún otro, toda
cooperación es voluntaria, todas las partes de dicha cooperación se benefician de ella o no
necesitan participar en la misma. No existen valores ni responsabilidades “sociales” en ningún
sentido que no sean los valores y las responsabilidades compartidos por los individuos de los
distintos grupos que éstos constituyen voluntariamente.
El principio político subyacente al mecanismo político es la conformidad. El individuo debe servir a
un interés social más general, ya sea determinado por una iglesia, un dictador o una mayoría. El
individuo puede tener un voto y decir en qué debe hacerse, pero si es desestimado, debe
conformarse. Pa
ra algunos es apropiado exigir a los demás que contribuyan a un objetivo social general tanto si lo
desean como si no.
Por desgracia, la unanimidad no siempre es posible. Existen algunos aspectos en los que la
conformidad parece inevitable, de modo que no veo cómo puede uno evitar la utilización del
mecanismo político totalmente.
Sin embargo, la doctrina de la “responsabilidad social” tomada seriamente ampliaría el alcance del
mecanismo político a toda actividad humana. Filosóficamente no difiere de la doctrina colectivista
más explícita. Difiere únicamente al profesar que cree que los fines colectivistas pueden alcanzarse
sin medios colectivistas. Por ello, en mi libro Capitalism and Freedom la he calificado de “doctrina
fundamentalmente subversiva” en una sociedad libre, y he afirmado que en tal tipo de sociedad
“existe una y sólo una responsabilidad social de la empresa: utilizar sus recursos y comprometerse
en actividades diseñadas para incrementar sus beneficios en la medida en que permanezca dentro
de las reglas del juego; es decir, comprometerse en una competencia abierta y libre sin engaño o
fraude”.
Postura de Ian Davis. Empresa y sociedad el mayor contrato[29]
“Al transformar las cuestiones sociales en estrategia,
las grandes empresas pueden reformular el debate sobre su rol”.
Ian Davis.
Conociendo al autor del texto
Ian Davis es un economista nacido en Kent, Inglaterra 1952. Es graduado en filosofía, política y
economía por la Universidad de Oxford y Balliol. Fue director general de la Compañía McKinsey,
Londres desde 2003 hasta 2009.
Síntesis
Los escándalos corporativos
de los últimos años han dejado por el suelo la imagen de las empresas globales. Es tiempo de
balances. Ian Davis, propone una nueva ética corporativa que concilie las presiones por rentabilidad
con la responsabilidad social.
Texto
El gran debate a largo plazo sobre el rol de la empresa en la sociedad se encuentra actualmente
atrapado entre dos posiciones ideológicas opuestas y trilladas.
En un lado del debate actual se encuentran quienes afirman que (para utilizar la frase de Milton
Friedman) el “negocio del negocio es el negocio”. Esta creencia está mayormente asentada en las
economías anglosajonas. Según esta visión, las cuestiones sociales son periféricas con respecto a
los desafíos del management corporativo. El único objetivo legítimo de la empresa es crear valor
para el accionista.
En el lado opuesto están los partidarios de la “responsabilidad social de la empresa” (RSE), un
movimiento en rápido crecimiento, de carácter más bien confuso, que abarcar tanto a las empresas
que ya la RSE como a los grupos de activistas escépticos que afirman que las empresas deben ir
más allá para mitigar sus impactos sociales. A medida que otras regiones del mundo –partes de la
Europa continental y central, por ejemplo – avanzan hacia el modelo anglosajón de valor para el
accionista, el debate entre ambas partes ha ido adquiriendo una importancia cada vez más global.
Y es una pena. Porque ambas perspectivas ocultan de modos distintos la importancia de las
cuestiones sociales para el éxito de la empresa. Y también caricaturizan con poco espíritu de
servicio la contribución de la empresa reformulen este debate y rescat
en de las críticas su alto valor intelectual y moral.
Las grandes empresas deben transformar las cuestiones sociales en estrategia, de tal manera que
ésta refleje la importancia real de su negocio. Deben articular la contribución social de la empresa y
definir su objetivo último con más sutiliza de la que se desprende de la visión mundial “el negocio del
negocio es el negocio” y de manera menos defensiva que la mayoría de los enfoques actuales en
materia de RSE. Ello puede contribuir a que la relación existente entre las grandes empresas y la
sociedad en este sentido sea percibida como un “contrato social” implícito; lo cual viene a ser
adaptar Rousseau al mundo de la empresa, podríamos decir. Este contrato comporta obligaciones,
oportunidades y ventajas mutuas para ambas partes.
Sin embargo, para explicar la base de tal enfoque puede resultar útil determinar en primer lugar las
limitaciones de los dos polos ideológicos actuales. Comencemos por “el negocio del negocio es el
negocio”. En este caso se trata de una cuestión básicamente jurídica. En muchos países, como por
ejemplo Alemania, la obligación legal es en todo caso para los grupos de interés, e incluso en los
Estados Unidos la primacía legal de los accionistas está abierta a una muy amplia interpretación.
El problema con la actitud de “el negocio del negocio” es más bien que puede impedir a la dirección
ver dos importantes realidades. La primera es que las cuestiones sociales no son tan tangenciales
con respecto al negocio del negocio, sino fundamentales para el mismo. Desde un punto de vista
defensivo, las empresas que ignoran el sentimiento público se
convierten en vulnerables a un ataque. Sin embargo, las presiones sociales también pueden
funcionar como indicadores prematuros de factores centrales para la rentabilidad corporativa, como
por ejemplo la normativa y el marco de la política pública en el que las empresas deben operar, el
deseo por parte de los consumidores de ciertos bienes por encima de otros, y la motivación (y la
predisposición a ser contratado en primer lugar) de los empleados.
Las empresas que tratan las cuestiones sociales como molestas interrupciones o simplemente como
una manera injustificada de atacar al negocio están haciendo la vista gorda con respecto a las
fuerzas venideras que tienen el poder, fundamentalmente, de alterar su futuro estratégico. Si bien es
posible que el efecto de la presión social sobre dichas fuerzas no sea inmediato, ello no constituye
motivo alguno suficiente para que las empresas demoren el estar preparadas para hacerles frente.
Incluso desde una perspectiva estricta del valor para el accionista, la mayor parte del valor del
mercado de las acciones –generalmente más del 80% en los mercados públicos de los Estados
Unidos y de Europa occidental – depende de las expectativas de flujo de tesorería de las empresas
más allá de los tres años siguientes.
Existen muchos ejemplos del impacto a largo plazo de las cuestiones sociales sobre las empresas.
Y están creciendo a un ritmo muy rápido. En el sector farmacéutico, una tormenta de presiones
sociales durante la pasada década –que eran consecuencia de cuestiones como la percepción
pública de que se cobraban unos precios excesivos por los fármacos contra el VIH en los paíse
s en vías de desarrollo, por ejemplo – se está traduciendo actualmente en un endurecimiento
generalizado (y en ocasiones aparentemente indiscriminado) del marco normativo. Mientras tanto,
en el sector de la alimentación y la restauración, el debate sobre el prolongado incremento de la
obesidad se está traduciendo actualmente en la exigencia de nuevos controles sobre la
comercialización de los alimentos poco saludables.
En el caso de las grandes instituciones financieras, las preocupaciones sobre los conflictos de
intereses y la venta inadecuada de productos han conducido recientemente a cambios en las
prácticas centrales y en la estructuras del sector. Para algunos grandes revendedores, la resistencia
del público y de los planificadores a la creación de nuevas tiendas está limitando las oportunidades
de crecimiento. Y todo ello es no decir nada de hasta qué punto las presiones sociales y políticas
han convertido y redefinido la industria del tabaco, pongamos por caso, o los sectores petrolífero y
minero a lo largo de las últimas décadas.
En todos estos casos, se han puesto en juego miles de millones de dólares de valor para el
accionista como consecuencia de cuestiones sociales que en última instancia acaban alimentando
motores fundamentales del rendimiento corporativo. En muchos casos, una perspectiva de “el
negocio del negocio es el negocio” ha impedido ver a las empresas consecuencias (o cambios en su
“contrato social” implícito) que a menudo podrían haberse previsto.
Y tan importante como esto es que dichas consecuencias no sólo han comportado riesgos para las
empresas, sino que también han generado oport
unidades de creación de valor. En el caso del sector farmacéutico, por ejemplo, en el creciente
mercado de los medicamentos genéricos (es decir, no protegidos por una patente); en el caso de los
restaurantes de comida rápida, en el sentido de servir comidas más saludables; y en el caso de la
industria energética, en el sentido de cubrir una demanda rápidamente creciente (igual que la
presión normativa) de combustible más limpios como el gas natural. Las presiones sociales indican
a menudo la existencia de necesidades sociales o de preferencias de consumo no cubiertas. Las
empresas pueden verse beneficiadas si las perciben y les dan respuesta ante que sus
competidores.
Juicio de valor
Paradójicamente, el lenguaje del valor para el accionista puede dificultar a las empresas la
maximización del valor para el accionista en este sentido. Practicado como un mantra irreflexivo,
puede llevar a los directivos a concentrarse excesivamente en mejorar el rendimiento de sus
empresas a corto plazo, desatendiendo así importantes oportunidades y cuestiones a largo plazo.
Este éstas se encontrarían no sólo las presiones sociales, sino también la confianza de los
consumidores, la inversión en innovación y otras posibilidades de crecimiento.
El segundo punto que la perspectiva de “el negocio del negocio es el negocio” oculta para muchas
empresas está relacionado con el primero: la necesidad de plantearse cuestiones relativas a su ética
y a su legitimidad. Por motivos de integridad y por su propio interés progresista, las grandes
empresas deben hacer frente a dichas cuestiones, tanto de palabra como en la práctica.
No es ni su
ficiente ni inteligente afirmar que es cosa de los gobiernos dictar las leyes, y que las empresas
deben simplemente limitarse a operar dentro de dichas normas. Ni tampoco resulta suficiente,
aunque a menudo resulte válido, señalar que muchas de las críticas que se hacen a las empresas
son inmerecidas, o que quienes lanzan las acusaciones también deberían examinar sus propias
prácticas y su propia responsabilidad social. Independientemente de si las críticas son válidas o no,
su efecto acumulativo puede determinar el contexto estratégico de las empresas. Es pues imperativo
que las empresas intenten liderar estos debates, en vez de reaccionar a ellos.
Además, en algunas partes del mundo, especialmente en algunos países pobres en vías de
desarrollo, tanto la normativa legal como la prestación de servicios públicos básicos brillan por su
ausencia, lo cual puede muy bien hacer que la perspectiva de “el negocio del negocio es el
negocio”sea poco útil como pauta para la acción corporativa. Si las empresas que operan en tales
entornos se concentran de manera demasiado estrecha en leyes locales mal definidas o temen lo
amplios debates sobre su supuesto comportamiento, entonces es probable que tengan que hacer
frente a cada vez más críticas sobre sus actividades, y que incurran por tanto en un mayor riesgo de
verse implicadas en las tensiones políticas locales.
¿Es la RSE la respuesta? Ojalá lo fuera. Y no es para criticar las muy loables iniciativas que en
materia de RSE llevan a cabo las empresas individuales, ni para discutir la evidente necesidad de
que las empresas (igual que cualquier otra entidad social) sean respons
ables. Es más bien para examinar las amplias prescripciones que los grupos y activistas implicados
en la RSE han fijado para las empresas. Por lo general, entre las mismas figuran “el diálogo con
grupos de interés”, “los informes sociales y medioambientales” y las políticas corporativas en
cuestiones éticas. Este enfoque es demasiado limitado y demasiado defensivo y está demasiado
desconectado de la estrategia corporativa.
La postura defensiva de la RSE: surge de su génesis.
La postura defensiva de la RSE surge de su génesis. Su popularidad como conjunto de tácticas
entre las empresas fue impulsada en gran parte por una serie de campañas anticorporativas que
tuvieron lugar a finales de a década de 1990, y que a su vez cobraron mayor fuerzas por las
protestas antiglobalización que se produjeron más o menos en la misma época. Desde entonces las
empresas se han visto arrastradas a la SER, atraídas por biensonantes pero vagas nociones tales
como “el triple resultado” (la idea según la cual las empresas pueden servir simultáneamente
objetivos sociales y medioambientales y obtener beneficios). Las empresas han visto en la RSE un
modo de evitar las críticas de las ONG y contra su reputación, así como de mitigar los aspectos y las
consecuencias más duros del capitalismo.
Esta actitud defensiva inicia la discusión con el pie equivocado, ciertamente, en lo que debería
afectar a los líderes empresariales. Las grandes empresas realizan unas contribuciones enormes y
de vital importancia a la sociedad moderna, contribuciones que no son lo bastante bien expresadas,
reconocidas. Entre éstas se encuentran las ganancias en product
ividad, la innovación y la investigación, el empleo, las invesiones a gran escala, el desarrollo y la
organización del capital humano. Todo ello es, y serña esencial para el futuro bienestar económico
nacional y global. Las grandes empresas también proporcionan un vehículo para la inversión que es
probable que sea central ara la prestación de pensiones en una OCDE que está envejeciendo. En
los países más pobres en vías de desarrollo, mientras tanto, la entrada de empresas multinacionales
(a través de la inversión extranjera directa) ha aportado a menudo capital, tecnología, habilidades y
otros elementos de vital importancia para la reducción de la pobreza. No es una coincidencia que los
países en desarrollo pongan tanto énfasis en atraer a grandes empresas y la inversión que ello
puede suponer para sus economías.
¿Una cosa llamada sociedad?
La RSE se limita a una ser una agenda para la acción corporativa, porque no logra captar la
importancia potencial de las cuestiones sociales para la estrategia corporativa. Hay que reconocer
que las empresas que emprenden con as ONG un “diálogo con los grupos de interés” serán más
conscientes de antemano de las cuestiones potenciales. Sin embargo, recabar de las ONG es sólo
una parte de lo que hay que hacer para comprender el alcance de las presiones sociales que en
última instancia pueden afectar a motores clave de la empresa, tales como la normativa, las pautas
de consumo y demás.
Uno de los siguientes pasos obvios que las empresas deben dar, una vez han comprendido la
posible evolución de estas amplias presiones sociales, es planificar las opciones a lago plazo y las
res
puestas a las mismas. Sin embargo, las típicas iniciativas en materia de RSE—Una nueva política
ética por aquí, por ejemplo, o un brillante informe sobre sostenibilidad por allí– resultan a menudo
tangenciales en este sentido. Es perfectamente posible que una empresa pueda seguir muchas de
las prescripciones de la RSE y que siga sin embargo sufriendo muy de cerca los cambios sísmicos
de su entorno empresarial impulsado socialmente.
Uno de los problemas en este sentido es que muchas empresas han elegido basar sus funciones de
RSE demasiado estrechamente dentro de sus departamentos de atención al público o corporativos.
Si bien es cierto que ejercen un rol táctico importante, a menudo dichos departamentos están
pensados para rebatir las críticas, y tienden a operar a cierta distancia de los niveles de toma de
decisiones dentro de la empresa.
En las limitaciones tanto de al RSE como del razonamiento “el negocio del negocio es el negocio” se
encuentra el perfil de un nuevo enfoque para la empresa (tan importante para las empresas chinas,
indias o alemanas como para las empresas norteamericanas y británicas), del cual destacan tres
aspectos principales:
El primero es una prescripción muy simple. Las empresas deben introducir procesos explícitos para
asegurarse de que las cuestiones sociales y las fuerzas sociales emergentes se discuten al más alto
nivel como parte de la planificación estratégica general. Ello significa que los directivos ejecutivos
deben educar e implicar a sus consejos de administración. Y significa, también, que deben
desarrollar amplias métricas o resúmenes que describan de manera útil las cuesti
ones importantes, esencialmente del mismo modo en que la mayoría de empresas analizan las
tendencias de los clientes en la actualidad.
El riesgo de que los grupos de interés –incluyendo a los gobiernos, los grupos de consumidores, los
abogados y los medios de comunicación– se movilicen alrededor de cuestiones concretas puede
estimularse a grandes rasgos basándose en las agendas y los intereses conocidos de dichos
grupos. Así, por ejemplo, que el debate sobre la obesidad iba a repercutir a no muy largo plazo
sobre las empresas alimenticias era parcialmente predecible a partir de la creciente inversión de los
gobiernos en problemas de salud relacionados con la obesidad, del inevitable interés de los medios
por dicha cuestión, y del interés de algunos abogados por encontrar nuevos objetivos corporativos
con los que litigar. Sin embargo, cuando el sector se implicó en la cuestión lo hizo a la defensiva,
luchando para ponerse a nivel del debate público. En el futuro, las empresas deben hacer mucho
más para comprender dichas cuestiones anticiparse a las mismas.
Ser grande no es tan fácil
Tanto segundo como el tercer aspecto están relacionados con la idea de que existe un contrato
implícito entre las grandes empresas y la sociedad, o en realidad entre el conjunto de los sectores
económicos y la sociedad, el contrato que constituye el sujeto del presente artículo. Los detractores
han conseguido a menudo dar la imagen de que dicho contrato es una ganga en un único sentido
que beneficia a las empresas a costa de la sociedad. Sin embargo, la realidad es mucho más
compleja. Las actividades que las empresas llevan a cabo ha
n comportado claramente beneficios sociales, y también costes. De modo similar, sin embargo, en
un contrato hay dos partes, y las empresas deben reconocer que a cambio de la capacidad de
funcionar están sujetas a normas y restricciones. En ocasiones el contrato puede ser objeto de una
tensión evidente.
La reciente reacción en contra de las grandes empresas que se ha producido en los Estados Unidos
puede interpretarse en el sentido que la sociedad está buscando modificar los términos del contrato,
basándose en la percepción popular de que las empresas han abusado de su rol. De modo similar,
en Alemania las empresas están luchando actualmente para defenderse de las acusaciones en el
sentido que su contrato con la sociedad está fundamentalmente desequilibrado.
El segundo aspecto requiere que las empresas no sólo comprendan sus “contrato” individuales, sino
también, que los gestiones activamente. Para ello pueden elegir entre una variedad de tácticas
potenciales tales como: proporcionar una información más transparente; realizar cambios en materia
de I+D o reorganizar los activos para captar la oportunidades esperadas de futuro o para suprimir
las responsabilidades percibidas; introducir cambios en el enfoque normativo; y, a nivel del sector,
desarrollar y desplegar estándares voluntarios de comportamiento.
Algunas empresas y sectores ya están experimentando con tales enfoque; prueba de ello es
reciente anuncio de General Electric de duplicar su inversión en investigación en materia de
tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Sin embargo, hay margen para realizar muchas
más actividades en este sentido, a cond
ición de que se alineen con los objetivos estratégicos corporativos. Reorganizar la conducta a nivel
de todo el sector y de manera cada vez más global puede ser especialmente importante, ya que las
fechorías percibidas de una empresa pueden afectar al conjunto del sector en el que ésta opera.
Un punto importante es que todas las empresas darán respuestas tácticas bastante distintas
dependiendo de las circunstancias, de manera que no siempre resultarán apropiadas las soluciones
estándar o simplemente biensonantes. La transparencia es un buen ejemplo de ello. Es fácil, pero
erróneo, afirmar que nunca puede haber bastante transparencia. Lo que podría ser bueno para una
empresa farmacéutica que intenta recuperar la confianza de sus clientes podría resultar perjudicial
para un administrador de fondos de protección. Y, naturalmente, un código de conducta voluntario
tendría una lectura muy distinta según se trata de un revendedor o de una empresa minera de
extracción de cobre.
Ello me lleva al tercer aspecto del nuevo enfoque para los líderes empresariales. Éstos deben
conformar los debates sobre las cuestiones sociales de manera mucho más consciente, lo cual
significa que deben establecer estándares de integridad y de transparencia cada vez más altos
dentro de sus propias empresas. Y significa también que deben implicarse de manera mucho más
activa en los debates externos y en los medios de comunicación sobre las cuestiones sociales que
conforman su contexto empresarial.
Un punto de partida puede ser que los CEO expresen públicamente el objetivo de la empresa en
términos menos áridos que el valor para el accionista.
El valor para el accionista debería seguir viéndose como la medida crítica del éxito empresarial. Sin
embargo, puede resultar más exacto, más motivador –y ciertamente más beneficioso para el valor
para el accionista a largo plazo– describir el objetivo último de la egresa como la provisión eficiente
de bienes y servicios que la sociedad desea.
Éste es un objetivo enormemente valioso, incluso noble. Es la base fundamental del contrato entre
las empresas y la sociedad, y constituye el fundamento de las interacciones reales de la mayoría de
la gente con las empresas. Los CEO podrían señalar que los beneficios no deberían considerarse
un fin en sí mismos, sino más bien una señal de la sociedad en el sentido que su empresa está
teniendo éxito en su misión de proveer algo que la gente desea –y que está haciéndolo de tal
manera que utiliza los recursos de manera eficiente con respecto a otros posibles usos. Desde esta
perspectiva, la creación de valor para el accionista o de beneficios son la medida, y la recompensa,
del éxito en la provisión a la sociedad del objetivo empresarial más fundamental. Las medidas y las
recompensas reflejan los valores predominantes de la sociedad correspondiente.
Al dejar de concentrarse de manera lingüísticamente rígida en el valor para el accionista, las
grandes empresas también pueden dejar claro ante el gran público que comprenden los elementos
de compensación que son inherentes a su contrato social. El debate entre empresa y la sociedad es
esencialmente un debate sobre la gestión de dichos elementos de compensación y sobre el acuerdo
acerca de los mismos.
Cuestiones discutibles
¿Qué puede significar esto en concreto? Actualmente no faltan precisamente grandes cuestiones
sociales que afectan directamente a muchas grandes empresas y que requieren un nuevo debate.
Entre éstas figuran las siguientes: garantizar que la ayuda y los regímenes de comercio promueven
con éxito el desarrollo en África y en otras regiones pobres (el despegue económico de dichas
regiones representaría un beneficio potencial de primer orden para los mercados globales, y también
para la seguridad internacional); promover un enfoque más sofisticado y sensible tanto desde las
empresas como desde los gobiernos para equilibrar los riesgos y las compensaciones sociales de
las nuevas tecnologías; liderar el diálogo sobre los retos de la atención sanitaria y de las pensiones
en muchos países desarrollados; y apoyar los esfuerzos para resolver los conflictos regionales.
Obviamente, la cuestión relevante debe hacerse corresponder con la empresa concreta. Algunas
empresas y organizaciones empresariales han adoptado una actitud pública muy firme con respecto
a éstas y otras cuestiones similares. Sin embargo, por lo general el activismo corporativo organizado
de alto nivel es más notable por su ausencia.
Los líderes empresariales no deberían tener miedo a abogar en mayor grado por el contrato entre
empresa y sociedad. La receptividad pública con respecto al liderazgo empresarial activo en
cuestiones como éstas puede ser mucho mejor de lo que algunos podrían incitarse a pensar. A
pesar de la pobre imagen y de la mala prensa de las grandes empresas en los últimos tiempos, las
encuestas sugieren que la gente conserva una creencia en
la capacidad de las empresas para proporcionar una contribución positiva a la sociedad.
Hace más de dos siglos, el contrato social de Rousseau contribuyó a sembrar entre los líderes
políticos la idea de que éstos deben servir al bien público, para que su propia legitimidad no se vea
amenazada. Los CEO de las grandes corporaciones actuales deberían aprovechar la oportunidad
para replantear y reforzar sus propio contratos sociales con el fin de ayudar a garantizar, a largo
plazo, los miles de millones invertidos de sus accionistas.
1.3 Momento actual de La Responsabilidad Social de la Empresa[30].
Conociendo a la autora del texto
Elsa González, es catedrática española de Ética y Filosofía de la Universidad Jaume I de Castellón.
Es doctora contratada del departamento de Filosofía y Sociología. Realizó su tesis doctoral, sobre:
“La responsabilidad moral de la empresa. Una revisión sobre la teoría de los stakeholders desde la
ética discursiva”.
Síntesis
La presente investigación tiene como principal objetivo plantear la posibilidad de un modelo integral
de stakeholders capaz de dar razón de la responsabilidad moral de la empresa y de su aplicación o
realización en la praxis empresarial. Modelo que tiene su apoyo en dos pilares básicos: en el modelo
integrativo de ética empresarial y en el concepto de responsabilidad postconvencional.
El modelo integral de stakeholders que se dibuja en esta investigación se configura como un marco
desde el cual reflexionar y poder elaborar respuestas de las exigencias morales, éticas y
pragmáticas del entorno empresarial, al reunir y combinar los tres usos de la metodol
ogía de stakeholders. Así pues, este modelo da satisfacción a demandas de la ética empresarial
integrativa que apunta que la racionalidad empresarial es una combinación de tres tipos de
racionalidad: comunicativa, estratégica y teleológica, tal y como se desprenden de la comprensión
de la ética empresarial en clave ético-discursiva. Además, este modelo integral de stakeholders,
ayuda responder las preguntas clave de la responsabilidad empresarial: ¿quién es responsable?
¿De qué es responsable? ¿Ante quién? ¿En nombre de qué es responsable la empresa?
Texto
En un contexto de la economía y sociedad global imparable, caracterizado por una interdependencia
cada vez mayor, el terreno de las consecuencias de nuestras acciones se amplía sensiblemente.
Aumenta, por tanto, la responsabilidad de la empresa a la hora de tomar decisiones cuyas
consecuencias afecten a los diferentes grupos de interés de la empresa (clientes, trabajadores,
proveedores, sociedad y propietarios o accionistas)
El liderazgo ético de las empresas, en sociedades como las nuestras, es imprescindible para
modelar el tipo de globalización que queremos y para paliar las consecuencias negativas que ésta
tiene; para alcanzar un desarrollo económico, social y medioambiental sostenible; y para que el
resto de organizaciones tengan un referente hacia el que tender.
De este modo, se va generando un marco de confianza recíproca, que resulta imprescindible para
que la sociedad se desarrolle en sus diferentes aspectos y, de manera importante, en los aspectos
económicos y empresariales. Este marco de confianza, por último, se convierte en un elemento vital
para que las empresas aumenten y sostengan su competitividad.
En resumen, una mayor interdependencia, la necesidad de recuperar y aumentar la confianza y la
potenciación de la competitividad de las empresas son algunos de los elementos clave del contexto
en el que se abre la reflexión y el debate sobre la responsabilidad social de la empresa, así como la
necesidad de un desarrollo ético de la empresas, acorde a las expectativas éticas depositadas por la
sociedad en ella.
¿Qué es la responsabilidad social de la empresa?
Ética empresarial como fundamento de la responsabilidad social
El sustento de la responsabilidad social de la empresa está en la concepción de la empresa como
una organización que responde a criterios éticos de comportamiento.
Las empresas son organizaciones que tienen una actividad, una meta a desarrollar, y para llevar a
cabo diferentes actuaciones en el día a día. Las empresas van adquiriendo unos hábitos, un modo
de hacer las cosas, partiendo de su libertad para actuar y para tomar decisiones.
Esta forma de hacer las cosas, este “carácter” de las empresas, es precisamente lo que intenta
orientar la ética empresarial, ayudando a que se vaya configurando una cultura empresarial que
responda a las exigencias de los diferentes grupos de interés que rodean a la empresa.
Partiendo de este marco de libertad en que actúa la empresa, ésta se ve obligad a tener en cuenta
las consecuencias de sus acciones y decisiones, a asumir su responsabilidad por todos aquellos
actos y decisiones que afectan a sus diferentes stakeholder.
Parece evidente, por tanto, que el planteamiento ético de la empre
sa deviene en una ética de la responsabilidad frente a los grupos de interés o stakeholders (clientes,
empleados, proveedores, propietarios o accionistas y sociedad), ya que la empresa en su quehacer
diario actúa y toma decisiones que afectan a los intereses legítimos de éstos y, por tanto, éstos han
de ser incorporados a la gestión de la empresa y correspondidos de forma satisfactoria.
Concepto de la Responsabilidad
En primer lugar, es necesario distinguir dos aspectos fundamentales que se enmarcan dentro del
término Responsabilidad.
Por un lado, el concepto de Responsabilidad hace referencia a la idea de “dar cuentas”
(accountability). Las empresas se ven obligadas a ser cada vez más transparentes en la información
que ofrecen a la sociedad en relación con sus prácticas y formas de gestionarse. Esta idea da
respuesta a la exigencia de transparencia que la sociedad en un conjunto exige en la actualidad con
mayor fuerza a las empresas.
Por otro lado, el término Responsabilidad hace referencia a “dar respuesta” (responsability) a las
expectativas que la sociedad tiene depositadas en la empresa.
La empresa es una institución social que, como tal, igual que el resto de instituciones sociales,
necesita estar legitimada socialmente para seguir manteniendo su papel en la sociedad y, por tanto,
para perdurar en el tiempo. Esta legitimidad la alcanza la empresa dando respuesta a lo que la
sociedad espera de ella y asumiendo los valores y pautas de comportamiento que la propia
sociedad le marca. De esta forma, la empresa genera confianza, valor clave para que la empresa
sea un proyecto de largo plazo.
BASES ÉTICA
S DE LA
CONFIANZA
Concepto de Stakeholders
Tal y como indicábamos en el punto anterior, la empresa debe tener en cuenta e intentar dar
respuesta a las exigencias de sus grupos de interés o stakeholders.
Este modelo de empresa basado en grupos de interés surge frente aun modelo anterior de
organizaciones que sólo daban cuentas a los accionistas o al capital y, por tanto, sólo buscaban la
maximización del beneficio económico.
Así pues, el modelo de empresa basado en los stakeholders aparece como un modelo de empresa
plural, que da respuesta a la pluralidad de intereses legítimos que surgen en el desarrollo de la
actividad empresarial, frente a los cuales la empresa tiene una responsabilidad moral.
Actualmente se entiende que los cinco grandes grupos de interés son los clientes, empleados,
proveedores, propietarios o accionistas y sociedad.
Esta forma de entender la empresa, como un conjunto de stakeholder o grupos de intereses,
presenta varias dimensiones[31]:
• Dimensión descriptiva: en esta fase se trata de hacer una relación de todos los grupos de intereses
relacionados con la empresa (mapa de stakeholders) y ver las interrelaciones que se producen entre
ellos (mapa de coaliciones de los stakeholders).
• Dimensión normativa: una vez hecho el mapa de stakeholders y el mapa de coaliciones de los
stakeholders, es necesario analizar que intereses son legítimos y cuáles no. Sólo a los intereses que
poseen legitimidad moral tiene la empresa la responsabilidad de dar respuesta, una responsabilidad
que podríamos entender como una responsabilidad moral.
Responsabilidad y stakeholders: Responsabilidad Social de la Empresa[32]
Conociendo al autor del texto
Domingo García–Marzá es catedrático de Ética de la Empresa de la Universidad Jaume I de
Castellón y miembro de la fundación ÉTNOR. El objetivo básico de este Observatorio consiste en
realizar un diagnóstico de la realidad empresarial en todas aquellas cuestiones que afectan a la
Ética y la Responsabilidad Social de la Empresa.
Síntesis
El artículo propone una definición dialógica de responsabilidad que nos permita comprender y
gestionar las bases éticas de la confianza depositada en la empresa. Se parte de la comprensión, de
la confianza como un recurso moral imprescindible para la buena marcha de la empresa, un
intangible que es necesario conocer y gestionar. Debemos, pues, delimitar bien el concepto de
responsabilidad moral de la empresa y diferenciarlo de su cumplimiento fáctico o responsabilidad
social.
El principio de publicidad es el primer paso para demostrar este cumplimiento de las expectativas
sociales depositadas en la empresa. Desde estas ideas se propone un Sistema Integrado para la
gestión de la confianza que incluye códigos, comités y auditorías éticas.
Texto
Al unir, por un lado, la responsabilidad de la empresa, sustentada en su libertad a la hora de tomar
sus decisiones de acción y, por otro lado, el modelo de empresa plural, en el que aparecen
diferentes grupos de interés o stakeholders, surge el concepto de Responsabilidad Social de la
Empresa.
Esta empresa que tiene en cuenta los intereses de sus diferentes stakeholders habrá dado
ya el primer paso hacia la gestión de la responsabilidad social de la empresa o responsabilidad
social corporativa. Pero, ¿cómo saber qué interese o exigencias de dichos grupos son legítimos?
Para dar respuesta a esta cuestión es necesario apelar a un modelo de ética empresarial basada en
el diálogo. Como afirma la profesora Elsa González, “se apunta la necesidad de establecer diálogos
reales en los que no sólo se establezcan relaciones de poder estratégicas, sino que se potencie el
diálogo entre los afectados con el fin de intentar desentrañar qué intereses son universalizables o
válidos moralmente”.
Definición del concepto de Responsabilidad Social de la Empresa
La Comisión Europea, en su Libro Verde de 2001 Fomentar un marco europeo para la
responsabilidad social de la empresa, define dicho concepto como:
“La integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y
medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores”. […]
“La responsabilidad social de las empresas es, esencialmente, un concepto con arreglo al cual las
empresas deciden voluntariamente contribuir al logro de una sociedad mejor y un medio ambiente
más limpio”.
De este modo, entiende que la Responsabilidad Social de las Empresas abarca tres aspectos
fundamentales, a saber: responsabilidad económica, responsabilidad social y responsabilidad
medioambiental. Atender a estas tres cuestiones es necesario para hacer de la empresa un proyecto
legitimo socialmente y perdurable en el tiempo.
• Responsabilidad económica:
Las empresas tienen como una de las acc
iones más importantes a desarrollar generar riqueza en el entorno en el que éstas están insertas,
(empleo, innovación, impuestos, etc.)
Esta tarea es fundamental también para el propio desarrollo de la empresa, pero la riqueza que se
genere ha de basarse en valores y prácticas universalizables.
Obtener beneficios y minimizar los costes de cualquier tipo, económico, medioambientales, sociales,
etc., es una tarea fundamental de una empresa socialmente responsable.
• Responsabilidad social:
La empresa, para ser una institución legitima socialmente, ha de dar respuestas a las demandas que
la sociedad le plantea desde los valores y las pautas de comportamiento que la propia sociedad le
indica. De este modo, la empresa conseguirá estar integrada en el entorno en el está inserta:
La empresa expresa su responsabilidad social también a través del cuidado de su entorno físico.
Esta cuestión se muestra como una necesidad imperiosa para la propia subsistencia de la empresa,
ya que, por un lado, en España una gran parte de las cuestiones medioambientales se encuentran
reguladas y, por otro lado, el respeto y cuidado del medioambiente es una cuestión clave para llevar
a cabo un desarrollo sostenible.
Según el CSR Europe (Corporate Social Responsability), y organización sin ánimo de lucro que
promueve la Responsabilidad Social de las Empresas.
“la Responsabilidad Social Corporativa gira en torno a conductas esenciales de la empresas y la
responsabilidades por su impacto total en las sociedades en las cuales operan. La Responsabilidad
Social Corporativa no constituye una opción adicional ni un acto de filantr
opía. Una empresa socialmente responsable es aquella que lleva adelante un negocio rentable,
teniendo enguanta todos los efectos ambientales, sociales y económicos –positivos y negativos–
que genera en la sociedad.”
¿Por qué debe la empresa asumir la responsabilidad social de la empresa?
Podríamos decir, en primer lugar, que es el propio mercado el que está obligando a las empresas a
asumir dicha responsabilidad como algo necesario para poder seguir compitiendo, pero no parece
éste un argumento suficientemente sólido, ya que entonces la responsabilidad de la empresa se
entendería sólo como una cuestión estratégica y parece evidente que la responsabilidad social es, o
debe ser, algo más.
Como hemos dicho anteriormente, no se trata de satisfacer sólo los intereses de aquellos
stakeholders que colaboran en la obtención de beneficio económico para la empresa, sino también
todas aquellas demandas de los diferentes grupos de interés que cuentan con una legitimidad
moral.
Las empresas son instituciones que diariamente están tomando decisiones que afectan a su propio
desarrollo: invertir más o no, formar a mis trabajadores o no formarlos, respetar el medioambiente o
no respetarlo, etc. Esto significa que las empresas son organizaciones y quieres trabajan en ellas no
toman decisiones como sujetos particulares, sino como miembros de la organización, que actúan y
deciden tomando como base la libertad para actuar en un sentido o en otro.
De este modo, igual que las personas somos responsables de las decisiones que tomamos, siempre
y cuando no hayamos sido forzados por algo externo a tomar dicha decisión, las empresas deb
en serlo también de las decisiones que ellas libremente toman, de las consecuencias que éstas
tienen en su entorno social o mediombiental.
Tal y como se afirma en la Comunicación de la Comisión Europea relativa a la Responsabilidad
Social de las Empresas: una contribución empresarial al Desarrollo Sostenible, que se hizo pública
un año después del surgimiento del Libro Verde de la Responsabilidad Social, también de la
Comisión Europea.
“La responsabilidad social de las empresas pueden por tanto, ayudar a la consecución del objetivo
estratégico establecido en marzo de 2000 en la cumbre de Lisboa, de convertir a la Unión Europeo
en 2010 en «la economía del conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer
económicamente cohesión social», y puede también contribuir a la estrategia europea de desarrollo
sostenible”.
Tomando las palabras de la Profesora Adela Cortina, podríamos resumir entres las razones por las
que las empresas deben asumir su responsabilidad social, a saber:
• Razones de justicia:
Las personas implicadas en las empresas, trabajadores clientes, proveedores, competidores,
propietarios o accionistas y sociedad en general, no pueden ser instrumentalizadas. Es de justicia,
pues, que todos los stakeholders de la empresa sean tratados de forma digna, ya que de otro modo
estaríamos cayendo bajo mínimos de justicia.
• Razones de prudencia:
Es mucho más prudente e inteligente trabajar en una sociedad en la que las personas suelen
cumplir las normas, se respetan unas a otras, funciona la confianza, etc. Adaptando esto a las
empresas, podríamos decir que para éstas es mejor trab
ajar en un entorno en el que haya cooperación en un lugar de conflicto, en el que se respeten las
normas básicas del mercado, en lugar de actuar sin tener éstas en cuenta, etc.
• Razones de eficiencia:
También se siguen ventajas económicas, beneficios económicos de asumir la Responsabilidad
Social. La empresa ciudadana, la que vive incorporada a la sociedad, satisface mejor las
expectativas de los afectados, generando capital simpatía y cohesión para la empresa; la empresa
es mucho más accesible para las personas, es más conocida y tiene también una mejor imagen.
Por otro lado, esta empresa está más preparada para anticipar el futuro y esto es fundamental para
una empresa que quiera ser preactiva, sobre todo, en tiempos de incertidumbre como los actuales.
Podríamos decir, pues, que asumir la responsabilidad social es también un factor de innovación para
las empresas.
En definitiva, las empresas necesitan un ambiente social propio para desarrollar su actividad de
modo eficiente. De este modo, la asunción de la responsabilidad social se muestra como una
herramienta de gestión fundamental, ya que la empresa adquiere legitimidad social, cuestión
fundamental para que una empresa perdure en el futuro.
Pasos a dar: un nuevo planteamiento de la empresa.
Una vez visto el panorama conceptual de la Responsabilidad Social de la Empresas, es necesario
que nos centremos en ver cuáles pueden ser los primeros pasos a dar.
• Misión y Visión
Por su puesto, el primer paso imprescindible es que los directivos o líderes de la empresa
reflexionen y se sensibilicen de la importancia de que la empresa asuma su responsabili
dad social para el buen desarrollo de la misma. Una vez alcanzado este punto, es necesario
trasladar este convencimiento a todos los documentos y declaraciones que la empresa ha hecho
para definirse a sí misma.
Es buen momento para repensar la misión y la visión de la empresa, que nos permitirá situarnos en
el nuevo contexto empresarial que nos encontramos y mostrar el valor añadido que la empresa
aporta a todos sus grupos de interés: empleados, clientes, proveedores, sociedad y propietarios o
accionistas.
Junto con la definición de la misión y la visión, el tercer aspecto fundamental es plantear, o redefinir
en caso de que ya existan, los valores de la empresa. Este aspecto, que suele que darse como un
aspecto de menor importancia, es vital para el correcto desarrollo de la empresa en el futuro.
• Valores
Una herramienta habitual para mostrar los valores de la empresa son los códigos éticos. Tomando
las palabras del profesor Domingo García Marzá, podemos definir un código ético como “una
declaración de la apuesta ética de la empresa, de su posición ante los grupos de interés y de las
obligaciones y compromisos que piensa adquirir”.
De forma esquemática, estos son los beneficios, tanto internos como externos, que obtiene la
empresa que elabora su propio código ético.
Beneficios externos:
- anticiparse a situaciones problemáticas antes de que estén reguladas por la ley.
- mejorar la confianza de los inversores
- atraer a personas de alta cualificación
- mejorar la imagen corporativa
- el desarrollo de la ética repercute en el interés de la economía misma. Presenta una
cara más humana del capitalismo y de la organización.
Beneficios internos
• Motivar a los empleados: un código ético clarifica las normas de acción y los valores que sirven de
referencia a la hora de tomar decisiones
• Presentar sólidas líneas de actuación que orientan en una dirección y sentido determinado. Son
brújulas que pretenden contrarrestar el subjetivismo y la perspectiva a corto plazo.
• Los códigos no limitan sólo las actuaciones de los trabajadores, sino también ponen cotas al poder
del empresario o del directivo
• Obtener mayor rentabilidad reduciendo costes funcionales. Coordinar personas exige la
clarificación de unos valores que sirvan de estructura para la gestión flexible.
En resumen, los códigos éticos clarifican y explicitan los medios y los fines de la organización ante la
comunidad, los trabajadores y ante sí misma. Este efecto de autocomprensión es un factor decisivo
para el desarrollo de una determinada cultura corporativa y filosofía empresarial.
2. Ética Profesional[33]
2.1. Teoría de las profesiones
Es innegable que la actividad profesional como tal, sea cual sea ésta, ocupa un lugar significativo en
las sociedades humanas y especialmente en las modernas, pudiendo llegar a decir que la
preeminencia de las clases profesionales –y especialmente las técnicas-, es una dimensión
configuradora de las llamadas sociedades postindustriales. Comenzaremos este apartado por tanto
acercándonos a las profesiones como hecho relevante en la estructuración y funcionamiento de la
vida social, Recurriremos consecuentemente a los estudios sociológicos sobre esta cue
stión, aunque intentando mantener siempre una perspectiva ética. Partiendo de la reflexión
inaugurada por los maestros de la Sociología, formularemos las características definitorias de la
actividad profesional, para terminar exponiendo peculiaridades de la profesión de la ingeniería.
Sociología de las profesiones
Un primer acercamiento a la sociología de las profesiones procede del análisis del uso que del
término se hace. Según N. Elías (Fernández y Hortal, 24), podemos distinguir tres niveles del
mismo:
-el primero, más antiguo y restricto, es el de aplicarlo exclusivamente a las profesiones clásicas, a
las primeras ocupaciones –no manuales ni comerciales- que posibilitaron a la gente medios dignos
de subsistencia, como es el caso de los médicos, abogados, e incluso anteriormente, sacerdotes o
militares;
-el segundo, posterior y más amplio, que extendió el término a quienes tras un intenso periodo de
formación superior específica se dedican a la actividad para la que se han preparado, así
economistas, ingenieros, arquitectos, etc;
-el tercero, el más actual y general, extiende el uso de la palabra a toda actividad laboral que
requiere una preparación específica, aunque no tenga rango universitario, tras la que se obtiene un
título que capacita para el ejercicio de dicha actividad, por ejemplo, fontaneros, mecánicos,
fisioterapeutas, etc.
El hecho mismo de constatar esta progresiva ampliación del uso de la palabra “profesional” nos
manifiesta el prestigio social, el reconocimiento o valor positivo que
se le supone a la profesión como tal, hasta el punto de que toda actividad laboral quiere ser
considerada como una profesión. Como dice Victoria Camps: “La nuestra es una sociedad de
profesionales. El trabajo bien hecho y, sobre todo, exitoso, con marcas externas de prosperidad es
el fin de la praxis, la actividad que vale por ella misma. Y ciertamente es así; lo que nuestro mundo
reconoce, elogia y aplaude unánimemente es el éxito que confirma la profesionalidad” (Camps, 91).
Mejor que hacer una definición cerradas del término profesión parece más adecuado, siguiendo a
González Anleo (Fernández y Hortal, 26-39), hacer una descripción de diversos rasgos o notas que
la caracterizan. Así se puede decir que la profesión es:
a) un servicio a la sociedad único, definido y esencial: es decir, primero, el profesional reclama el
monopolio de la actividad que realiza, oponiéndose al intrusismo; segundo, el usuario sabe que
dicha actividad está bien definida y delimitada frente a otras; tercero, es un servicio del que ni la
sociedad en su conjunto ni ninguno de sus ciudadanos puede prescindir sin grave perjuicio para su
bienestar;
b) considerado como una vocación: no necesariamente en el sentido estricto de una llamada o
trascendente o religiosa, pero sí porque se espera del profesional que se dedique en exclusividad –
incluso difuminando la separación entre ocio y trabajo- y de por vida a dicha actividad, que se
identifique con los ideales de la misma (prestando más atención al servicio ofrecido que a las
ganancias que le reporta) y se vincule solidariamente con el resto de miembros de la profesión,
incorporándose a su
organización propia (colegio o asociación);
c) basado, fundamentalmente, en conocimientos y técnicas de carácter intelectual. Socialmente se
demanda del profesional una actitud inquisitiva, capacidad de obtener datos, elaborar diagnósticos y
proponer soluciones de una manera supuestamente objetiva, distante y crítica;
d) que requiere un periodo previo de preparación especializada y habitualmente formal, en una
institución educativa. Esta intensa y larga formación, que se prolonga lo largo de toda la actividad
profesional de diversas maneras –formación permanente, reciclaje- parece justificar la posterior
exigencia de compensaciones de carácter económico, a través de unos honorarios elevados;
e) demanda un amplio campo de autonomía, tanto personal como del colectivo en su conjunto, cuyo
correlato es la asunción de las responsabilidades inherentes al desarrollo de la actividad.
Teniendo en cuenta todas estas características, se puede hablar, con Wilensky (Martín-Moreno) y
de Miguel, 25ss.) de un proceso de “profesionalización”, de adquisición progresiva por parte de
alguna actividad humana de la condición de profesión. Los sucesivos pasos en esta evolución serían
los siguientes: primero, la ocupación en cuestión se convierte en una actividad con plena dedicación;
a continuación, demanda unos conocimientos específicos en un centro especializado (que termina
siendo habitualmente una Escuela Superior o Universidad); posteriormente se constituye una
asociación profesional que abarca a quienes desarrollan la ocupación y han pasado previamente por
el proceso formativo requerido; luego será esta misma organización pro
fesional quien sucesivamente se encargue de obtener una regulación por ley de su actividad y por
último, la redacción de un código ético o de conducta.
Resulta frecuente considerar el fenómeno de las profesiones como un rasgo característico de la
modernidad. Como ya hemos dicho anteriormente, T. Parsons presenta las profesiones como un
aspecto positivo de las sociedad modernas frente a las tradicionales, porque significan y suponen
especificidad funcional, universalismo, neutralidad afectiva e interés general. Sin embargo, hay que
decir que el paradigma de las profesiones liberales, aunque reciente en la sociedad norteamericana,
tiene una gran tradición, ya de siglos, en el contexto europeo, lo que posiblemente explique, al
menos de manera parcial, su resistencia a la desaparición a pesar de los cambios sufridos. Lo que
tal vez sí pueda afirmarse es que son propias de la modernidad urbana la expansión y
generalización de las profesiones, a tiempo que la pérdida de algunas de sus notas característica.
¿Qué cambios en la configuración de las profesiones se nos manifiestan como más significativos?
En primer lugar, habría que hablar de los cambios producidos en un contexto más amplio que el de
las profesiones, el del paradigma laboral en su conjunto, que necesariamente afecta también al
profesional. Se puede decir que en gran medida el trabajo como fin en sí mismo ha desaparecido, se
ha transformado en una realidad meramente instrumental, en un medio necesario, pero medio en
definitiva, para la consecución de otros fines. Consecuentemente también se puede apreciar una
mutación de la moral del trabajo, que en palabras
de Marzal (Fernández y Hortal, 36) transita desde su consideración “como ethos, como tensión,
como deber-ser normativo, a una moral como mores, como aceptación sumisa de lo que se hace y
lo que se es”.
Centrándonos a continuación en el contexto estrictamente profesional, podemos apuntar algunos
cambios especialmente relevantes en su configuración actual:
- la expansión y generalización de las profesiones, debido a varias razones, como son la ampliación
de la enseñanza superior a amplias capas de la población y a la formulación y aparición permanente
de nuevas profesiones;
- la lenta pero progresiva desaparición de la variable “género” en la determinación de la actividad
profesional a desarrollar.
- el deslizamiento de los profesionales de las actividades estrictamente técnicas a otras de carácter
directivo;
- la pérdida de la “indispensabilidad” o especificad formativa en el mercado laboral: la titulación
superior en sí misma vale más que la especialidad en la que se obtiene.
- la aparición masiva de la figura del “paraprofesional”: interino, sustituto o ayudante del profesional,
en permanente precariedad;
- la progresiva desaparición del profesional independiente, en beneficio del integrado en
organizaciones empresariales o burocráticas y en equipos de trabajo, que tiene en la “salarización”
una de sus consecuencias más significativas;
- el creciente papel que los condicionamientos económicos, sociales y laborales tienen sobre la
actividad profesional, en detrimento de la dimensión más subjetiva que subyace a la perspectiva
vocacional.
Todos estos aspectos y otros muchos más que se puedan argüir modifica
n notablemente el paradigma tradicional de la profesión, pero no parece que lleven tanto a la
desaparición de las profesiones como a su perpetuación a través de una permanente adaptación a
las nuevas circunstancias sociales.
2.2 Principios y normas de la ética profesional
¿Qué es la ética profesional?
Tradicionalmente, se ha venido a entender el fenómeno moral como un acontecimiento de dos caras
o aspectos:
• Por una parte, nos encontramos la dimensión del bien, de la búsqueda de la felicidad, alcanzable
mediante el desarrollo de determinadas conductas basadas en la ampliación de unas actitudes que
reciben el nombre de virtudes. En esta perspectiva se mueven las corrientes éticas llamadas
teleológicas, que tiene en Aristóteles a su más ilustre representante clásico.
• Por otra, la dimensión del cumplimiento del deber, de la justicia del establecimiento de
procedimientos, de formalidades que posibilitan la promulgación de normas correctas. En esta
perspectiva se mueven las éticas deontológicas, que deben gran parte de su fuerza teórica a Kant.
Si trasladamos esta distinción al ámbito de las profesiones podemos hablar de la existencia tanto de
una ética como de una deontología profesional. La primera se centraría sobre todo en perfilar y
definir el bien de una determinada profesión (no solo el personal del propio profesional sino
especialmente su aportación al bien social o bien común), mientras que segunda se ocuparía de las
obligaciones propias de dicha actividad.
Dicho en unas categorías que han hecho fortuna en la terminología ética contemporánea: La ética
profesional sería la expresión d
e las diversas y plurales éticas de máximos existentes en todos y cada uno de los profesionales de
una determinada especialidad, mientras que la deontología expresaría la ética de mínimos que
todas la profesiones comparten y están obligadas a cumplir a pesar de sus diferencias.
La ética profesional, en cuanto versión de una moral aplicada requiere de la ética civil como marco
de referencia. Hacerlo así posibilita, por un lado, reconocer y articular unos mínimos morales
comunes y la diversidad de opciones de vida feliz en el contexto de las sociedades pluralistas
actuales, con su correspondiente reflejo en el ámbito profesional. Por otro, la ética fundamenta la
pretensión de la ética profesional al tiempo que se realiza también efectivamente a través de ella
(Lozano, 71-74).
Nuestra apuesta por una concepción de ética profesional “integral” supone no solamente, incorpora
la dimensión deontológico en la teleológica, sino también poner en relación todas las concepciones
éticas formuladas en la ya larga tradición de la filosofía moral y práctica, buscando una tensión
fructífera entre sus distintos acentos y preocupaciones.
Fruto de este trabajo, que progresivamente va desarrollando, no tanto desde planteamientos
generales como a partir de las reflexiones surgidas en algunos ámbitos profesionales concretos-
especialmente la bioética y la ética de los negocios- van formulándose propuestas de principios de
ética profesional que gozan de un status reconocido y consolidado.
¿Cuáles serían los principios rectores de la ética profesional a la que nos estamos refiriendo?
Inspirándonos en la brillante exposición de Diego
Gracia, que retoma creativamente propuestas anteriores, podríamos formular los principios de:
• Beneficencia
• Autonomía
• Justicia
• Responsabilidad
Los principios son las señales que nos indican por donde conducirnos en el actuar concreto, pueden
definir como imperativos categóricos formales que expresan como se defiende el valor supremo.
Imperativo, se refiere a un mandato, según Kant es una ley obligatoria en materia de moral “Obra de
tal modo que tu actuar se pueda convertir en ley universal”. Formales: se refieren a las formas, no se
refieren a situaciones concretas, sino generales de todo tiempo y espacio que luego deben
discernirse en cada caso particular.
Principio de Beneficencia
Bene-ficencia: hacer el bien, su raíz principal se encuentra en el principio de la ética médica antigua
primun non nocere. Este principio nos indica entonces el imperativo del hacer el bien a todos, donde
el principio de no perjudicar sería una parte del anterior, no así en el actuar concreto. Ej. Correr un
riego para evitar que otro no sea dañado. Se pueden identificar tres niveles de obligatoriedad:
1. Nivel Básico, debe hacer el bien al menos no causando mal: Se refiere a todo ser humano y con
más razón a un profesional. Cuando alguien recurre aun profesional tiene el derecho a exigirle que
por lo menos no ser perjudicado por su actuar, o la reputación.
2. Nivel Profesional, debe hacer el bien ayudando a solucionar determinadas necesidades humanas:
El profesional responde aun requerimiento particular con los conocimientos que le ha dado la
sociedad.
3. Nivel Universal, debe hacer el bien a t
oda la persona: Se refiere a la totalidad de la persona esto es su conciencia, su autonomía, y su
comunitariedad.
El deber de una persona X de hacer el bien a alguien Y se establece, para los autores personalistas,
siempre que:
a. Si Y esta en situación tal que corre el riesgo de sufrir una importante carencia o dañe, sino se
modifica esa circunstancia.
b. Si la acción de X es necesaria para evitar esa carencia o daño.
c. Si es probable que la acción que X esta en condiciones de hacer evite esa carencia o daño.
d. Si la acción de X no lo perjudica.
e. Si los beneficios de Y superan ampliamente los perjuicios que X pueda sufrir. Esto le implica
analizar no solo la forma, hacer positivamente el bien, sino analizar costos y beneficios los cuales
deben resolverse en cada situación.
Esto último establece el limite entre lo heroico y deber ético. Donde lo heroico nunca es una
obligación pero las diferencias entre una y la otra no son del todo claras, debemos ser muy críticos
respecto a nuestras actitudes para poder en cada caso discernir los limites y diferencias.
El Paternalismo
Se entiende por paternalismo en ética profesional a aquellas acciones que se realizan sin el
consentimiento de del implicado, para maximizar el bien y evitar el perjuicio de la propia persona o
de terceros.
Ahora bien ocultar información o tomar una decisión inconsulta contradice los principios de respeto
por la autonomía y libertad. Por otra parte existen circunstancias en las cuales la decisión del cliente
pudo ir contra sí mismo, en el caso de optar o contar con su propia decisión.
Autores como Feinbert, J (
The problem of personhood) plantean la existencia de un paternalismo débil y un paternalismo
fuerte, en el primer caso se consideraría las circunstancias y se aplicaría en aquellos casos en que
específicamente la persona implicada a perdido autonomía por un estado de alteración o
disminución de sus capacidades donde su expresión de decisión no represen una opción libre y
autónoma.
El paternalismo fuerte se refiere a los casos en los cuales el profesional opta con sus propios
criterios de bien si estos no coinciden con los del implicado, o también en los casos
independientemente de la situación siempre se decide por la persona afectada.
Principio de Autonomía
Según Kant es la capacidad del sujeto de gobernarse por una norma que el mismo acepta como tal
sin coerción externa. Por el hecho de autogobernarse el hombre es siempre un fin, por otra parte
todas las acciones de este debe poderse considerar ley universal lo que aleja esta posición
deontológico de las visiones intimistas. Esta aptitud esencial del ser humano es la raíz del derecho a
se respetado en las decisiones que una persona toma sobre sí misma sin perjudicar a otros.
Stuart Mill desde el Utilitarismo considera a la autonomía como la ausencia de coerción sobre la
capacidad de acción y pensamiento del individuo. Para estos autores importa más hacer hincapié en
lo individual que en lo universal
El pensamiento postkantiano incorporo a la filosofía utilitarista formulándolo con una cláusula de
excepción, “todo hombre merece ser respetado en las decisiones no perjudiciales para otros” aquí
se considera la defensa contra la arbitrariedad subjetiva.
En nuestro actuar profesional el respetar las decisiones del otro significa obtener consentimiento
antes de actuar. Autores como Engelhardt, H (The Foundations of Biothics) considera que la
autoridad para las acciones que implican al otro se derivan del mutuo consentimiento de ambos.
Este autor formula la máxima: “no hagan a otros lo que no se harían a sí mismos, y haz por ellos lo
que en ellos te has puesto de acuerdo en hacer”.
De este principio se deriva la obligación social de garantizar el derecho a consentir principalmente
en aquellos casos en los débiles que no pueden hacerlo por sí mismos y necesitan de un
consentimiento sustituto.
Principio de Justicia –equidad
Este principio se refiere al principio general de justicia aplicado a las relaciones interpersonales. El
autor contemporáneo que más ha hecho repensar el concepto de justicia es Rawls, J (A Theory of
Justicie) este investigador (citado por Gracia, D en Teoría de Justicia) establece que partiendo de
una sociedad no corrompida, compuesta por seres iguales, maduros y autónomos, estos integrantes
estructurarían dicha sociedad sobre bases racionales estableciendo que los criterios o bienes
primarios accesibles para todos estén compuestos de:
1. Libertades básicas (conciencia y pensamieto)
2. Libertad de movimiento, de elegir ocupación, teniendo como base la igualdad de diversas
oportunidades.
3. La posibilidad de ejercer tareas de responsabilidad de acuerdo a las capacidades de gobierno y
autogobierno de los sujetos.
4. La posibilidad de tener renta y riqueza
5. El respeto a sí mismo como persona
En esta sociedad sus ciudadan
os distribuirían los bienes igualitariamente, a menos que la desigualdad beneficiara a todos. Como
esta situación es improbable quedan dos alternativas hacer que las desigualdades beneficien a los
más favorecidos (máximas) o minimiza los perjuicios de los más desfavorecidos (maximin). Es lógico
pensar que en la posición original los ciudadanos libres y autónomos opten por maximin. De este
modo se establecerían el principio:
“Todos los bienes sociales primarios (libertad igualdad de oportunidades, renta, riqueza y bases de
respeto humano) han de ser distribuidos de modo igual, a menos que una distribución desigual de
uno o de todos los bienes beneficia a aquellos menos aventajados”
A su vez de este se desprenden dos principios
1. Igualdad de libertades básicas individuales en un esquema compatible con el esquema de
libertades para todos.
2. Las desigualdades sociales y económicas deben: estar asociadas a cargos y posiciones abiertos
a todos en igualdad de oportunidades; deben suponer el mayor beneficio para los más
desfavorecidos.
En resumen el principio de igualdad es el imperativo moral que nos obliga a:
• Igual consideración y respeto por todos los seres humanos, esto implica el imperativo negativo de
no discriminar por ningún motivo ni circunstancial y el imperativo positivo de buscar la igualdad en el
acceso de todos los individuos a la satisfacción de sus necesidades básicas, dichas necesidades
están explicadas en los derechos humanos.
• La diferencia son éticamente justificables, si estas son las menores humanamente posibles y sean
para beneficio de los más desfavorecidos.
Este prin
cipio de equidad, es sumamente removedor ya que obliga a no instalarse en soluciones
permanentes y tensiones porque exige comparar ese ideal ético con la realidad y buscar siempre los
cambios que eso implica.
Los principios éticos no prevalecen unos sobre otros sino que es a través del equilibrio de los tres
que se resuelven los problemas éticos a los cuales debemos incorporarles las normas éticas y los
sujetos deben incorporarlos a su práctica, a su forma de razonar, de otra manera se transforma en
letra muerta.
Principio de Responsabilidad
La responsabilidad Moral se nos presenta como una categoría fundamental de la ética y
particularmente de la ética profesional. De hecho la responsabilidad se nos presenta como condición
de posibilidad de nuestro reconocimiento como sujetos morales. Veámoslo desarrollando sus
contenidos alrededor de tres cuestiones fundamentales.
1. ¿De qué se es responsable?
2. ¿Ante quien se es responsable?
¿De qué se es responsable?
- Podemos empezar diciendo que en primer lugar somos responsables de nosotros mismos.
Tenemos responsabilidad, más allá de las actuaciones concretas, de la globalidad de desarrollarnos
como persona plenamente humana, de llegar a ser lo que estamos llamados a ser. Esta referencia a
la “llamada” (vocación) nos permite descubrir ya una primera relación entre profesión y
responsabilidad. La profesión entendida como respuesta a una llamada interior constituye un
elemento fundamental de la propia existencia en su conjunto. Para responder es necesario
previamente escuchar, atender a las demandas de la realidad, discernir las propias capacidades y
dec
idir consecuentemente. Y todo ello teniendo en cuenta que no se trata sólo de elegir una profesión
sino también un modo de ejercerla. En esta perspectiva, la responsabilidad asume las condiciones
del principio de autonomía.
- En segundo lugar, somos responsables de la obra bien hecha. Es decir, de aquellas acciones que
realizo libremente, pudiendo hacer actuado de otra manera. Esta perspectiva jurídica aparece
claramente en el ámbito del derecho, pero no por ello desaparece en estrictamente moral: somos
merecedores del premio o del castigo según se nos imputen respectivamente acciones meritorias o
censurables.
Desde la perspectiva de la ética profesional, toda aquellas acciones del profesional en cuanto tal son
imputables al mismo. El profesional debe de responder por la obra bien hecha. En el lenguaje
coloquial distinguimos con claridad la obra bien realizada, hecha por un profesional, de la chapuza
que denota precisamente ausencia de profesionalidad.
- En tercer lugar, asumimos la responsabilidad por las consecuencias de la obra bien hecha, lo que
exige al profesional una previsión de las consecuencias de la obra bien hecha, lo que supone
analizar las circunstancias, la utilización posterior de la obra de su trabajo y decidir su actuación
teniendo todo esto en cuenta, pues en realidad ha de asumir la responsabilidad de todas las
consecuencias previsibles que llegan a materializarse. No tener en cuenta todo esto sería,
precisamente una irresponsabilidad profesional. Para terminar, no está de más anotar que la
responsabilidad de la obra bien hecha y por sus consecuencias asume las condiciones del princip
io de beneficencia.
¿Ante quien se es responsable?
Son varias las direcciones a las que hay dirigir la mirada para contestar adecuadamente a esta
pregunta:
a. Ante nosotros mismos Si como hemos dicho, somos responsables de llegar a ser lo que estamos
llamados a ser, tenemos que rendir cuentas ante nosotros mismos de ello.
b. Ante y con la institución, corresponsables hoy en día la práctica profesional se desarrolla
mayoritariamente en el interior de una organización o institución. Por eso hay que afirmar que el
profesional es responsable de su actuación ante la organización en la que trabaja. Pero esta
afirmación comporta otra que nos amplía la perspectiva utilizada hasta ahora para afrontar la
cuestión de la responsabilidad. El profesional es responsable ante la institución, pero también es
corresponsable con ella. Este contexto organizativo hace necesario tener en cuenta nuevos
elementos, como son:
- La coacción institucional a la iniciativa personal: Las instituciones inscriben la acción del
profesional en una organización con la que puede no estar de acuerdo en muchos aspectos. Esto
obliga al profesional a discernir responsablemente su implicación en una determinada institución y el
modo de expresarla, según la mayor o menor sintonía respecto a sus objetivos entre él y la propia
institución. Todo ello además – no podemos olvidarlo- está condicionado de manera significativa por
las circunstancias concretas que concurran en el mercado laboral.
- La corresponsabilidad grupal con sus efectos contradictorios sobre la responsabilidad personal: por
una parte, la extensión de los procesos de deliberación di
fumina las responsabilidades personales (aunque no de la misma manera en todos y ningún caso
eliminándola); por otra, esa misma colectivización de las decisiones abre al profesional a la
experiencia de sentirse responsable con otros.
- Las implicaciones sociopolíticas: precisamente la corresponsabilidad nos abre a la relevancia
sociopolítica de las actuaciones institucionales. Si constatamos los grandes retos a los que como
humanidad nos enfrentamos: desequilibrio norte-sur, crisis ecológica…. descubrimos que nuestra
responsabilidad personal queda agrandada a través de la corresponsabilidad institucional, que
demanda consecuentemente una corresponsabilidad interinstitucional, incluso a nivel mundial.
Todo esto nos lleva a destacar la responsabilidad de los profesionales respecto a las instituciones
en las que trabajan criticándolas, apoyándolas, transformándolas y a las que ellos mismos crean
(colegios, asociaciones) y la necesidad de ponerlas al servicio del bien común.
Terminamos este pequeño apartado constatando que la responsabilidad desde esta perspectiva
institucional asume el principio de justicia
- Ante los otros responder nos remite fundamentalmente a los otros, ante quienes somos
responsables. En la perspectiva de la ética profesional, somos directamente responsables ante el
cliente, el usuario de nuestro servicio profesional, ante quien debemos cumplir lo acordado
previamente, colaborar lealmente en la consecución de sus objetivos, asesorarle e informarle
oportunamente
Para terminar este apartado y a modo de resumen, queremos hacer notar que el planteamiento de
los principios de una ética profes
ional desarrollado en las páginas precedentes tiene la virtualidad de recoger en cada una de sus
categorías básicas la perspectiva de las tres instancias básicas que intervienen en la vida
profesional. Si el principio de beneficencia remite expresamente al comportamiento del profesional,
el de autonomía recoge la dignidad y derechos del usuario mientras que el de justicia hace presente
el marco social.
Por último hemos visto como el principio de responsabilidad aparece como la categoría síntesis de
los otros tres principios; en cuanto responsabilidad por uno mismo y ante sí, remite a la autonomía;
en cuanto responsabilidad por la obra bien hecha; al de beneficencia y , por último, en cuanto a la
responsabilidad institucional ante la sociedad al de justicia.
Normas
Reglas que deben seguir o las que se deban ajustar las conductas, tareas, actividades, etc.
(Diccionario Real Academia Española). Como se definió al principio en el modulo de introducción
estas establecen las acciones que nos permiten llegar a los valores éticos. Las normas éticas
fundamentales del profesional son la confidencialidad, veracidad y fidelidad.
Confidencialidad
La confidencialidad o secreto profesional se remonta el año V a. C. con el juramento Hipocrático
“todo lo que viere u oyere en mi profesión o fuera de ella, lo guardare con sumo sigilo”. El juramento
hebreo de Asaf que data de los siglos III y VII reza “novelaras secretos que se te hayan confiado”, la
tradición católica da un lugar especial a la confidencialidad en el Sacramento de Reconciliación o
Confesión.
Las primeras menciones formales referentes al secreto profesional
se formulan dentro del ejercicio de la medicina por Percival en 1803 dándole un papel
preponderante al tema en la medicina, posteriormente otros códigos de ejercicio de la medicina de
América ya desde principios de siglo (el código venezolano del ejercicio de la medicina data de
1918) cuentan con normas explícitas referidas a la confidencialidad, sin presentar mayores
modificaciones en su mención.
En la actualidad todas las profesiones establecen de diferentes maneras y en forma continua el
derecho de las personas a la confidencialidad de aquellas informaciones obtenidas a lo largo de la
relación con un profesional.
Modernamente los códigos consideran que esta norma no es absoluta es decir que se consideran
que hay situaciones particulares en las cuales no es obligatorios el secreto profesional, incluso en
muchos casos se fijan explícitamente aquellas excepciones a la norma. Este tema es de particular
interés, para su mejor comprensión lo detallaremos a continuación.
Podemos identificar dos tipos excepciones según:
a. Sea contra los intereses de la persona o sus intereses.
b. A favor de sus intereses de la persona.
Dentro de estos dos tipos de excepciones existe una gama de situaciones, donde no todas son
justificables y donde las diferentes corrientes filosóficas dan distintas respuestas. Algunos casos que
pueden ilustrar, el conocimiento de un peligro de vida, tratar de prevenir problemas laborales,
justificar una actitud en juicio, presunción de un fraude.
En el sentido utilitario esta norma permite controlar y proteger las comunicaciones dicho de otro
modo esta norma habita cierto tipo de r
elación que facilita la acción del profesional (que el paciente en confianza informe a su medico, que
un productor muestre su situación patrimonial a un agrónomo). También importa desde el utilitarismo
saber si esta norma se mantiene con un buen propósito o con un mal propósito, es en este segundo
caso en el que se deberían quebrantar.
En cambio desde el punto de vista deontológico si bien se acepta que esta norma habilita un ámbito
de confianza, respeto e intimidad su verdadero valor no surge de estas consecuencias sino que esta
norma se deriva del principio de respeto a la autonomía que se pacta en el acuerdo implícito al
comienzo de la relación.
Veracidad
Son muchos los códigos religiosos que recogen el valor de la verdad, como el octavo mandamiento
del Antiguo Testamento, no mentir se presenta a todas luces como un acuerdo tácito en toda
interrelación entre seres racionales y podemos afirmar que la veracidad se fundamenta en respeto
por la autonomía. Sin embargo en el ejercicio profesional se presentan una serie de situaciones en
las cuales se plantean disyuntivas y la resolución no parece sencilla.
En primer termino conviene identificar la clasificación que hacen Beuchamp y Childress en primer
instancia el concepto de mentira dentro su definición más clásica es decir aquella discordancia entre
lo que se piensa con la mente y lo que se dice con dos tipos de situaciones una intención consiente
de engañar al otro, la segunda situación supone la existencia de intención de engañar (falsedad).
Un segundo concepto de mentira seria negar la verdad a alguien en legitimo derecho de saberla, si
bien no hay disc
ordia sí hay omisión. Los argumentos planteados se alinearían con una visión deontológica. Desde
el punto de vista utilitarista la verdad afianza las relaciones de confianza entre el profesional y el
cliente, un mundo basado en la mentira sería peor basado en la verdad, por lo tanto dicen que la
verdad es útil para la convivencia social.
La veracidad debe estar en concordancia con los principios de autonomía y de beneficencia, es así
que es discutible tildar de inmoral en aquellos casos que el engaño es imprescindible para lograr el
bien de una persona.
Consentimiento
Como dijimos más arriba, respetar el principio de autonomía se viabiliza por la norma de veracidad y
se instrumenta por el consentimiento, el consentimiento como obligación ética que debe ser
solicitada a una persona que solicita nuestros servicios como profesional ha tenido diversas
justificaciones.
Jurídico es un instrumento de los estados que permite dar protección a los más débiles y al bien
común y exigen mediante leyes la expresa autorización del individuo (ej. Donación de órganos).
a. Deontológica el consentimiento este legislado o no es condición para el ejercicio de la autonomía
de la persona.
b. Utilitarista el consentimiento es beneficioso para la convivencia social.
Existen determinadas condiciones preestablecidas para llegar a un acuerdo valido.
a) Que la persona sea competente esto es que la persona este en condiciones y con capacidades
para comprender la información que se le brinda.
b) Información suficiente cuales son los procedimientos a seguir cuales son las alternativas.
c) Información adecuada que le sea br
indada la información de modo tal que sea accesible para el paciente.
d) Finalmente dependerá de las características de las profesiones y de las relaciones que se
establecen y las formalidades que viabilizan el acuerdo de consentimiento valido.
Para resumir podemos decir que la decisión informada y su instrumento el consentimiento valido son
las claves para trasladarla decisión del profesional a su verdadero lugar la propia persona.
Fidelidad
El juramento hipocrático reza: “…juro cumplir fielmente según mi leal saber y entender…”
Promesas un compromiso de realizar un acto o acción que se asume con otra persona. Por fidelidad
se puede entender al mismo tiempo una virtud y una norma aquí nos importa en tanto norma, desde
esta aceptación responde a la definición como la obligación que se asume al haber aceptado un
acuerdo.
Una promesa o un acuerdo que no se cumple equivale a firmar como verdad un acontecimiento que
a posteriori se verifica como no valido, porque los hechos no son acordes a las afirmaciones
categóricas respecto al futuro y que han llevado a los clientes a tomar determinadas decisiones.
Desde el punto de vista utilitario la ruptura de una promesa sería una catástrofe social con grandes
perjuicios para la mayoría de la sociedad de ahí que es mejor mantener la norma que no
mantenerla.
Desde un punto de vista deontológico se visualiza como la norma básica y fundamental a partir del
cual todos los demás principios morales se derivarían.
A modo de ejemplo se presentan tres modelos de acuerdo profesional-persona:
a) El profesional como personalista fuerte (mago paternal) es un agente de
servicios, él decide los medios específicos y a la persona solo le queda aceptar o no el resultado
buscado con la intervención profesional.
b) El profesional como agente del cliente en este caso la relación es la inversa es el cliente el que
domina la relación según la relación de dependencia que el dinero establece.
c) El profesional como asesor calificado y comprometido con la persona que solicita sus servicios, es
una relación entre dos sujetos libres, éticamente rectos y autónomos.
Códigos
Dentro de las éticas aplicadas, es necesario destacar la existencia de unos mecanismos de
autorregulación de los profesionales, los llamados códigos deontológicos. Suelen ser textos
normativos elaborados y aprobados por los órganos representativos de la profesión correspondiente
(colegio o asociación profesional) en el que se establecen pautas de comportamiento o conducta en
el ejercicio de la actividad profesional.
3. Ética y derechos humanos[34].
El concepto de Derechos Humanos
La noción de derechos humanos se corresponde con la afirmación de la dignidad de la persona
frente al Estado. El poder público debe ejercerse al servicio del ser humano: no puede ser empleado
lícitamente para ofender atributos inherentes a la persona y debe ser vehículo para que ella pueda
vivir en sociedad en condiciones cónsonas con la misma dignidad que le es consustancial.
La sociedad contemporánea reconoce que todo ser humano, por el hecho de serlo, tiene derechos
frente al Estado, derechos que este, o bien tiene el deber de respetar y garantizar o bien está
llamado a organizar su acción a fin de satisfacer su plena realización. Est
os derechos, atributos de toda persona e inherentes a su dignidad, que el Estado está en el deber
de respetar, garantizar o satisfacer son los que hoy conocemos como derechos humanos.
En esta noción general, que sirve como primera aproximación al tema, pueden verse dos notas o
extremos, cuyo examen un poco más detenido ayudará a precisar el concepto. En primer lugar, se
trata de derechos inherentes a la persona humana; en segundo lugar, son derechos que se afirman
frente al poder público. Ambas cuestiones serán examinadas sucesivamente en este capítulo.
I. Los Derechos Humanos son inherentes a la persona
Una de las características resaltantes del mundo contemporáneo es el reconocimiento de que todo
ser humano, por el hecho de serlo, es titular de derechos fundamentales que la sociedad no puede
arrebatarle lícitamente. Estos derechos no dependen de su reconocimiento por el Estado ni son
concesiones suyas; tampoco dependen de la nacionalidad de la persona ni de la cultura a la cual
pertenezca. Son derechos universales que corresponden a todo habitante de la tierra. La expresión
más notoria de esta gran conquista es el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos: todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
A. Bases de la inherencia
El fundamento de este aserto es controversial. Para las escuelas del derecho natural, los derechos
humanos son la consecuencia normal de que el orden jurídico tenga su arraigo esencial en la
naturaleza humana. Las bases de justicia
natural que emergen de dicha naturaleza deben ser expresadas en el derecho positivo, al cual, por
lo mismo, está vedado contradecir los imperativos del derecho natural. Sin embargo, el
iusnaturalismo no tiene la adhesión universal que caracteriza a los derechos humanos, que otros
justifican como el mero resultado de un proceso histórico.
La verdad es que en el presente la discusión no tiene mayor relevancia en la práctica. Para el
iusnaturalismo la garantía universal de los derechos de la persona es vista como una comprobación
histórica de su teoría. Para quienes no adhieren a esta doctrina, las escuelas del derecho natural no
han sido más que algunos de los estímulos ideológicos para un proceso histórico cuyo origen y
desarrollo dialéctico no se agota en las ideologías aunque las abarca.
Lo cierto es que la historia universal lo ha sido más de la ignorancia que de protección de los
derechos de los seres humanos frente al ejercicio del poder. El reconocimiento universal de los
derechos humanos como inherentes a la persona es un fenómeno más bien reciente.
En efecto, aunque en las culturas griega y romana es posible encontrar manifestaciones que
reconocen derechos a la persona más allá de toda ley y aunque el pensamiento cristiano, por su
parte, expresa el reconocimiento de la dignidad radical del ser humano, considerado como una
creación a la imagen y semejanza de Dios, y de la igualdad entre todos los hombres, derivada de la
unidad de filiación del mismo padre, la verdad es que ninguna de estas ideas puede vincularse con
las instituciones políticas o el derecho de la antigüedad o de la baja edad media.
Dent
ro de la historia constitucional de occidente, fue en Inglaterra donde emergió el primer documento
significativo que establece limitaciones de naturaleza jurídica al ejercicio del poder del Estado frente
a sus súbditos: la Carta Magna de 1215, la cual junto con el Hábeas Corpus de 1679 y el Bill of
Rights de 1689, pueden considerarse como precursores de las modernas declaraciones de
derechos. Estos documentos, sin embargo, no se fundan en derechos inherentes a la persona sino
en conquistas de la sociedad. En lugar de proclamar derechos de cada persona, se enuncian más
bien derechos del pueblo. Más que el reconocimiento de derechos intangibles de la persona frente al
Estado, lo que establecen son deberes para el gobierno.
Las primeras manifestaciones concretas de declaraciones de derechos individuales, con fuerza
legal, fundadas sobre el reconocimiento de derechos inherentes al ser humano que el estado está
en el deber de respetar y proteger, las encontramos en las revoluciones de independencia
norteamericana e iberoamericana, así como en la revolución francesa. Por ejemplo, la Declaración
de Independencia del 4 de julio de 1776 afirma que todos los hombres han sido creados iguales, que
han sido dotados por el Creador de ciertos derechos innatos; que entre esos derechos debe
colocarse en primer lugar la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; y que para garantizar el
goce de esos derechos han establecido entre ellos gobiernos cuya autoridad emana del
consentimiento de los gobernados. En el mismo sentido la Declaración de los Derechos del Hombre
y del Ciudadano del 26 de agosto de 1789, reconoce que los hombre
s nacen y permanecen libres e iguales en derechos y que las distinciones sociales no pueden estar
fundadas sino en la utilidad común.
Es de esta forma que el tema de los derechos humanos, más específicamente el de los derechos
individuales y las libertades públicas, ingresó al derecho constitucional. Se trata, en verdad, de un
capítulo fundamental del derecho constitucional, puesto que el reconocimiento de la intangibilidad de
tales derechos implica limitaciones al alcance de las competencias del poder público. Desde el
momento que se reconoce y garantiza en la constitución que hay derechos del ser humano
inherentes a su misma condición en consecuencia, anteriores y superiores al poder del Estado, se
está limitando el ejercicio de este, al cual le está vedado afectar el goce pleno de aquellos
derechos.
En el derecho constitucional, las manifestaciones originales de las garantías a los derechos
humanos se centraron en lo que hoy se califica como derechos civiles y políticos, que por esa razón
son conocidos como “la primera generación” de los derechos humanos. Su objeto es la tutela de la
libertad, la seguridad y la integridad física y moral de la persona, así como de su derecho a participar
en la vida pública.
Sin embargo, todavía en el campo del derecho constitucional, en el presente siglo se produjeron
importantes desarrollos sobre el contenido y la concepción de los derechos humanos, al aparecer la
noción de los derechos económicos, sociales y culturales, que se refieren a la existencia de
condiciones de vida y de acceso a los bienes materiales y culturales en términos adecuados a la
dignidad inherente a la f
amilia humana. Esta es la que se ha llamado “segunda generación” de los derechos humanos. Se
volverá sobre el tema.
Un capítulo de singular trascendencia en el desarrollo de la protección de los derechos humanos es
su internacionalización. En efecto, si bien su garantía supraestatal debe presentarse, racionalmente,
como una consecuencia natural de que los mismos sean inherentes a la persona y no una
concesión de la sociedad, la protección internacional tropezó con grandes obstáculos de orden
público y no se abrió plenamente sino después de largas luchas y de la conmoción histórica que
provocaron los crímenes de las eras nazi y stalinista. Tradicionalmente, y aún algunos gobiernos de
nuestros días, a la protección internacional se opusieron consideraciones de soberanía, partiendo
del hecho de que las relaciones del poder público frente a sus súbditos están reservadas al dominio
interno del Estado.
Las primeras manifestaciones tendientes a establecer un sistema jurídico general de protección a
los seres humanos no se presentaron en lo que hoy se conoce, en sentido estricto, como el derecho
internacional de los derechos humanos, sino en el denominado derecho internacional humanitario.
Es el derecho de los conflictos armados, que persigue contener los imperativos militares para
preservar la vida, la dignidad y la salud de las víctimas de la guerra, el cual contiene el germen de la
salvaguardia internacional de los derechos fundamentales. Este es el caso de la Convención de La
Haya de 1907 y su anexo, así como, más recientemente, el de las cuatro convenciones de Ginebra
de 1949 y sus protocolos de 1977.
Lo que en de
finitiva desencadenó la internacionalización de los derechos humanos fue la conmoción histórica de
la segunda guerra mundial y la creación de las Naciones Unidas. La magnitud del genocidio puso en
evidencia que el ejercicio del poder público constituye una actividad peligrosa para la dignidad
humana, de modo que su control no debe dejarse a cargo, monopolísticamente, de las instituciones
domésticas, sino que deben constituirse instancias internacionales para su protección.
El preámbulo de la carta de las Naciones Unidas reafirma “la fe en los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y
mujeres”. El artículo 56 de la misma carta dispone que “todos los miembros se comprometen a
tomar medidas, conjunta o separadamente en cooperación con la Organización, para la realización
de los propósitos consignados en el artículo 55”, entre los cuales está “el respeto universal de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales de todos”.
El 2 de mayo de 1948 fue adoptada la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre y el 10 de diciembre del mismo año la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó
la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Estas declaraciones, como todos los instrumentos de su género, son actos solemnes por medio de
los cuales quienes los emiten proclaman su apoyo a principios de gran valor, juzgados como
perdurables. Los efectos de las declaraciones en general, y especialmente su carácter vinculante,
no responden a un enunciado único y dependen, entre otras cosas, de las circunstancias en que la d
eclaración se haya emitido y del valor que se haya reconocido al instrumento a la hora de invocar los
principios proclamados. Tanto la Declaración Universal como la Americana han tenido gran
autoridad. Sin embargo, aunque hay muy buenos argumentos para considerar que han ganado
fuerza obligatoria a través de su reiterada aplicación, la verdad es que en su origen carecían de
valor vinculante desde el punto de vista jurídico.
Una vez proclamadas las primeras declaraciones, el camino para avanzar en el desarrollo de un
régimen internacional de protección imponía la adopción y puesta en vigor de tratados
internacionales a través de los cuales las partes se obligaran a respetar los derechos en ellos
proclamados y que establecieran, al mismo tiempo, medios internacionales para su tutela en caso
de incumplimiento.
En el ámbito internacional, el desarrollo de los derechos humanos ha conocido nuevos horizontes.
Además de los mecanismos orientados a establecer sistemas generales de protección, han
aparecido otros destinados a proteger ciertas categorías de personas –mujeres, niños, trabajadores,
refugiados, discapacitados, etc.- o ciertas ofensas singularmente graves contra los derechos
humanos, como el genocidio, la discriminación racial, el apartheid, la tortura o la trata de personas.
Más aún, en el campo internacional se ha gestado lo que ya se conoce como “tercera generación”
de derechos humanos, que son los llamados derechos colectivos de la humanidad entera, como el
derecho al desarrollo, el derecho a un medio ambiente sano y el derecho a la paz.
Así, pues, cualquiera sea el fundamento filosófico de la inherencia
de los derechos humanos a la persona, el reconocimiento de la misma por el poder y su plasmación
en instrumentos legales de protección en el ámbito doméstico y en el internacional, han sido el
producto de un sostenido desarrollo histórico, dentro del cual las ideas, el sufrimiento de los pueblos,
la movilización de la opinión pública y una determinación universal de lucha por la dignidad humana,
han ido forzando la voluntad política necesaria para consolidar una gran conquista de la humanidad,
como lo es el reconocimiento universal de que toda persona tiene derechos por el mero hecho de
serlo.
B. Consecuencias de la inherencia
El reconocimiento de los derechos humanos como atributos inherentes a la persona, que no son una
concesión de la sociedad ni dependen del reconocimiento de un gobierno, acarrea consecuencias
que a continuación se enuncian esquemáticamente.
1. El estado de derecho
Como lo ha afirmado la Corte Interamericana de Derechos Humanos, “en la protección de los
derechos humanos está necesariamente comprendida la restricción al ejercicio del poder estatal”
(Corte I.D.H., la expresión “leyes” en el artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, Opinión Consultiva OC-6/86 del 9 de mayo de 1986. Serie A No.6, §22). En efecto, el
poder no puede lícitamente ejercerse de cualquier manera. Más concretamente, debe ejercerse a
favor de los derechos de la persona y no contra ellos.
Esto supone que el ejercicio del poder debe sujetarse a ciertas reglas, las cuales deben comprender
mecanismos para la protección y garantía de los derechos humanos. Ese conjunto de reglas que
define
n el ámbito del poder y lo subordinan a los derechos y atributos inherentes a la dignidad humana es
lo que configura el estado de derecho.
2. Universalidad
Por ser inherentes a la condición humana todas las personas son titulares de los derechos humanos
y no pueden invocarse diferencias de regímenes políticos, sociales o culturales como pretexto para
ofenderlos o menoscabarlos. Últimamente se ha pretendido cuestionar la universalidad de los
derechos humanos, especialmente por ciertos gobiernos fundamentalistas o de partido único,
presentándolos como un mecanismo de penetración política o cultural de los valores occidentales.
Desde luego que siempre es posible manipular políticamente cualquier concepto, pero lo que nadie
puede ocultar es que las luchas contra las tiranías han sido, son y serán universales.
A pesar de la circunstancia señalada, y sin duda como el fruto de la persistencia de la opinión
pública internacional y de las organizaciones no gubernamentales, la Declaración adoptada en
Viena el 25 de junio de 1993 por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos, explícitamente
afirma que el carácter universal de los derechos humanos y las libertades fundamentales “no admite
dudas” (párrafo 1). Señala asimismo que “todos los derechos humanos son universales, indivisibles
e interdependientes entre sí” y que, sin desconocer particularidades nacionales o regionales y los
distintos patrimonios culturales “los estados tienen el deber, sean cuales sean sus sistemas
políticos, económicos y culturales, de promover y proteger todos los derechos humanos y las
libertades fundamentales” (párrafo 3).
3. Transnacionali
dad
Ya se ha comentado el desarrollo histórico de los derechos humanos hacia su internacionalización.
Si ellos son inherentes a la persona como tal, no dependen de la nacionalidad de esta o del territorio
donde se encuentre: los porta en sí misma. Si ellos limitan el ejercicio del poder, no puede invocarse
la actuación soberana del gobierno para violarlos o impedir su protección soberana del gobierno
para violarlos o impedir su protección internacional. Los derechos humanos están por encima del
estado y su soberanía y no puede considerarse que se violenta el principio de no intervención
cuando se ponen en movimiento los mecanismos organizados por la comunidad internacional para
su promoción y protección.
Ha sido vasta la actividad creadora de normas jurídicas internacionales, tanto sustantivas como
procesales. Durante las últimas décadas se ha adoptado, entre tratados y declaraciones, cerca de
un centenar de instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos. En el caso de las
convenciones se han reconocido derechos, se han pactado obligaciones y se han establecido
medios de protección que, en su conjunto, han transformado en más de un aspecto al derecho
internacional y le han dado nuevas dimensiones como disciplina jurídica. Todo ello ha sido el fruto
de una intensa y sostenida actividad negociadora cumplida en el seno de las distintas
organizaciones internacionales, la cual, lejos de fenecer o decaer con la conclusión de tan
numerosas convenciones, se ha mantenido en todo momento bajo el estímulo de nuevas iniciativas
que buscan perfeccionar o desarrollar la protección internacional en alguno de sus a
spectos.
También se ha multiplicado el número –más de cuarenta- y la actividad de las instituciones y
mecanismos internacionales de protección. En su mayor parte, han sido creadas por convenciones
internacionales, pero existe también, especialmente alrededor del Centro de Derechos Humanos de
las Naciones Unidas, un creciente número de mecanismos no convencionales de salvaguardia. En
los tres últimos años se ha comenzado a observar una innovación consistente en la inclusión de un
componente de derechos humanos en operaciones para el mantenimiento de la paz dependiente del
consejo de Seguridad (El Salvador, Cambodia, Haití).
La labor de todas estas entidades, aunque todavía de limitada eficacia, ha sido positivamente
creativa y ha servido para ensanchar el alcance del régimen. Han cumplido una fecunda tarea en la
interpretación y aplicación del derecho. Han ideado medios procesales para abrir cauce a la
iniciativa individual dentro de los procedimientos internacionales relativos a los derechos humanos.
Con frecuencia, en fin, han definido su propia competencia a través de la interpretación más amplia
posible de la normativa que se las atribuye, y han cumplido actuaciones que difícilmente estaban
dentro de las previsiones o de la intención de quienes suscribieron las correspondientes
convenciones.
4. Irreversibilidad
Una vez que un determinado derecho ha sido formalmente reconocido como inherente a la persona
humana queda definitiva e irrevocablemente integrado a la categoría de aquellos derechos cuya
inviolabilidad debe ser respetada y garantizada. La dignidad humana no admite relativismos, de
modo que sería i
nconcebible que lo que hoy se reconoce como un atributo inherente a la persona, mañana pudiera
dejar de serlo por una decisión gubernamental.
Este carácter puede tener singular relevancia para determinar el alcance de la denuncia de una
convención internacional sobre derechos humanos (hasta ahora prácticamente inexistentes). En
efecto, la denuncia no debe tener efecto sobre la calificación de los derechos que en él se han
reconocido como inherentes a la persona. El denunciante solo se libraría, a través de esa hipotética
denuncia de los mecanismos internacionales convencionales para reclamar el cumplimiento del
tratado, pero no de que su acción contra los derechos en él reconocidos sea calificada como una
violación de los derechos humanos.
5. Progresividad
Como los derechos humanos son inherentes a la persona y su existencia no depende del
reconocimiento de un Estado, siempre es posible extender el ámbito de la protección a derechos
que anteriormente no gozaban de la misma. Es así como han aparecido las sucesivas
“generaciones” de derechos humanos y como se han multiplicado los medios para su protección.
Una manifestación de esta particularidad la encontramos en una disposición que, con matices, se
repite en diversos ordenamientos constitucionales, según la cual la enunciación de derechos
contenida en la constitución no debe entenderse como negación de otros que, siendo inherentes a la
persona humana, no figuren expresamente en ella.
De este género de disposiciones es posible colegir:
Primero: que la enumeración de los derechos constitucionales es enunciativa y no taxativa.
Segundo: que los derechos
enunciados en la constitución no agotan los que deben considerarse como “inherentes a la persona
humana”.
Tercero: que todos los derechos enunciados en la constitución, empero, sí son considerados por
esta como “inherentes a la persona humana”.
Cuarto: que todo derecho “inherente a la persona humana” podría haber sido recogido
expresamente por el texto constitucional.
Quinto: que una vez establecido que un derecho es “inherente a la persona humana”, la
circunstancia de no figurar expresamente en el texto constitucional no debe entenderse en
menoscabo de la protección que merece.
En conclusión, lo jurídicamente relevante es que un determinado derecho sea “inherente a la
persona humana”. Es por esa razón, y no por el hecho de figurar en el articulado de la constitución,
que esos derechos deben ser considerados como atributos inviolables que, por fuerza de la dignidad
humana, deben ser objeto de protección y garantía por el Estado. En consecuencia, no cabe hacer
distinciones en cuanto al tratamiento y régimen jurídico de los derechos de la naturaleza apuntada
con base en el solo criterio de que figuren expresamente o no en la constitución. Para determinar si
estamos frente a un derecho que merezca la protección que la constitución acuerda para los que
expresamente enumera lo decisivo no es tanto que figure en tal enunciado, sino que pueda ser
considerado como “inherente a la persona humana”.
Esto abre extraordinarias perspectivas de integración del derecho internacional de los derechos
humanos al derecho interno, pues en los países cuyas constituciones contienen una disposición
como la comentada, la adhesió
n del Estado a la proclamación internacional de un derecho como “inherente a la persona humana”
abre las puertas para la aplicación de dicha disposición. En tal supuesto, los derechos humanos
internacionalmente reconocidos deben tener la supremacía jerárquica de los derechos
constitucionales y estar bajo la cobertura de la justicia constitucional.
Hay otro elemento que muestra cómo la protección de los derechos humanos se plasma en un
régimen que es siempre susceptible de ampliación, mas no de restricción y que también atañe a la
integración de la regulación internacional entre sí y con la nacional. La mayoría de los tratados sobre
derechos humanos incluyen una cláusula según la cual ninguna disposición convencional puede
menoscabar la protección más amplia que puedan brindar otras normas de derecho interno o de
derecho internacional. En esta dirección, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
señalado que, “si a una misma situación son aplicables la Convención Americana y otro tratado
internacional, debe prevalecer la norma más favorable a la persona humana” (Corte I.D.H., La
colegiación obligatoria de periodistas –arts. 13 y 29 Convención Americana sobre Derechos
Humanos-). Opinión Consultiva OC-5/85 del 13 de noviembre de 1985, Serie A No. 5, §52). Este
principio representa lo que se ha llamado la “cláusula del individuo más favorecido”.
Habiendo pasado revista al significado de los derechos humanos como atributos inherentes a toda
persona, corresponde ahora ver como los mismos se afirman frente al Estado o, más
genéricamente, frente al poder público.
II. Los Derechos Humanos se afirman frente al poder
público
Los derechos humanos implican obligaciones a cargo del gobierno. El es el responsable de
respetarlos, garantizarlos o satisfacerlos y, por otro lado, en sentido estricto, solo él puede violarlos.
Las ofensas a la dignidad de la persona pueden tener diversas fuentes, pero no todas configuran,
técnicamente, violaciones a los derechos humanos. Este es un punto conceptualmente capital para
comprender a cabalidad el tema de los derechos humanos.
Como ya se ha dicho en el breve recuento anterior, durante la mayor parte de la historia el poder
podía ejercerse con escasos límites frente a los gobernados y prácticas como la esclavitud y la
tortura eran admitidas y hasta fundamentadas en ideas religiosas. La lucha por lo que hoy llamamos
derechos humanos ha sido, precisamente, la de circunscribir el ejercicio del poder a los imperativos
que emanan de la dignidad humana.
La nota característica de las violaciones a los derechos humanos es que ellas se cometen desde el
poder público o gracias a los medios que este pone a disposición de quienes lo ejercen. No todo
abuso contra una persona ni toda forma de violencia social son técnicamente atentados contra los
derechos humanos. Pueden ser crímenes, incluso gravísimos, pero si es la mera obra de
particulares no será una violación de los derechos humanos.
Existen, desde luego, situaciones límites, especialmente en el ejercicio de la violencia política. Los
grupos insurgentes armados que controlan de una manera estable áreas territoriales o, en términos
generales, ejercen de hecho autoridad sobre otras personas, poseen un germen de poder público
que están obligados, lo
mismo que el gobierno regular, a mantener dentro de los límites impuestos por los derechos
humanos. De no hacerlo no solo estarían violando el orden jurídico del Estado contra el que
insurgen, sino también los derechos humanos. Puede incluso considerarse que quienes se afirmen
en posesión de tal control. Aún si no lo tienen, se están autoimponiendo los mismos límites en su
tratamiento a las personas sobre las que mantienen autoridad. Por lo demás, aplicando principios
extraídos de la teoría de la responsabilidad internacional, si un grupo insurgente conquista el poder,
son imputables al Estado las violaciones a obligaciones internacionales –incluidas las relativas a
derechos humanos- cometidas por tales grupos antes de alcanzar el poder.
Lo que no es exacto es que diversas formas de violencia política, que pueden tipificar incluso
gravísimos delitos internacionales, sean violaciones de los derechos humanos. La responsabilidad
por la efectiva vigencia de los derechos humanos incumbe exclusivamente al Estado, entre cuyas
funciones primordiales está la prevención y la punición de toda clase de delitos. El Estado no está
en condiciones de igualdad con personas o grupos que se encuentren fuera de la ley, cualquiera sea
su propósito al así obrar. El Estado existe para el bien común y su autoridad debe ejercerse con
apego a la dignidad humana, de conformidad con la ley. Este principio debe dominar la actividad del
poder público dirigida a afirmar el efectivo goce de los derechos humanos (A) así como el alcance
de las limitaciones que ese mismo poder puede imponer lícitamente al ejercicio de tales derechos
(B).
A. El
poder público y la tutela de los derechos humanos
El ejercicio del poder no debe menoscabar de manera arbitraria el efectivo goce de los derechos
humanos. Antes bien, el norte de tal ejercicio, en una sociedad democrática, debe ser la
preservación y satisfacción de los derechos fundamentales de cada uno. Esto es válido tanto por lo
que se refiere al respeto y garantía debido a los derechos civiles y políticos (1), como por lo que toca
a la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales y de los derechos colectivos (2).
1. El respeto y garantía de los derechos civiles y políticos
Como antes quedó dicho, los derechos civiles y políticos tienen por objeto la tutela de la libertad, la
seguridad y la integridad física y moral de la persona, así como de su derecho a participar en la vida
pública. Por lo mismo, ellos se oponen a que el Estado invada o agreda ciertos atributos de la
persona, relativos a su integridad, libertad y seguridad. Su vigencia depende, en buena medida, de
la existencia de un orden jurídico que los reconozca y garantice. En principio, basta constatar un
hecho que los viole y que sea legalmente imputable al Estado para que este pueda ser considerado
responsable de la infracción. Se trata de derechos inmediatamente exigibles, cuyo respeto
representa para el Estado una obligación de resultado, susceptible de control jurisdiccional.
En su conjunto, tales derechos expresan una dimensión más bien individualista, cuyo propósito es
evitar que el Estado agreda ciertos atributos del ser humano. Se trata, en esencia, de derechos que
se ejercen frente –y aún contra- el Estado y proveen a
su titular de medios para defenderse frente al ejercicio abusivo del poder público. El Estado, por su
parte, está obligado no solo a respetar los derechos civiles y políticos sino también a garantizarlos.
El respeto a los derechos humanos implica que la actuación de los órganos del Estado no puede
traspasar los límites que le señalan los derechos humanos, como atributos inherentes a la dignidad
de la persona y superiores al poder del Estado.
El respeto a los derechos humanos impone la adecuación del sistema jurídico para asegurar la
efectividad del goce de dichos derechos. El deber de respeto también comporta que haya de
considerarse como ilícita toda acción u omisión de un órgano o funcionario del Estado que, en
ejercicio de los atributos de los que está investido, lesione indebidamente los derechos humanos. En
tales supuestos, es irrelevante que el órgano o funcionario haya procedido en violación de la ley o
fuera del ámbito de su competencia. En efecto, lo decisivo es que actúe aprovechándose de los
medios o poderes de que dispone por su carácter oficial como órgano o funcionario.
La garantía de los derechos humanos es una obligación aún más amplia que la anterior, pues
impone al Estado el deber de asegurar la efectividad de los derechos humanos con todos los medios
a su alcance. Ello comporta, en primer lugar, que todo ciudadano debe disponer de medios
judiciales sencillos y eficaces para la protección de sus derechos. Por obra del mismo deber, las
violaciones a los derechos en dichas convenciones deben ser reputadas como ilícitas por el derecho
interno. También está a cargo del Estado prevenir razonablemen
te situaciones lesivas a los derechos humanos y, en el supuesto de que estas se produzcan, a
procurar, dentro de las circunstancias de cada caso, lo requerido para el restablecimiento del
derecho. La garantía implica, en fin, que existan medios para asegurar la reparación de los daños
causados, así como para investigar seriamente los hechos cuando ello sea preciso para establecer
la verdad, identificar a los culpables y aplicarles las sanciones pertinentes.
Estos deberes del poder público frente a las personas no aparecen del mismo modo cuando se trata
de los derechos económicos, sociales y culturales y los derechos colectivos.
2. La satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales y los derechos colectivos
Como también ha quedado dicho, los derechos económicos, sociales y culturales, se refieren a la
existencia de condiciones de vida y de acceso a los bienes materiales y culturales en términos
adecuados a la dignidad inherente a la familia humana. La realización de los derechos económicos,
sociales y culturales no depende, en general, de la sola instauración de un orden jurídico ni de la
mera decisión política de los órganos gubernamentales, sino de la conquista de un orden social
donde impere la justa distribución de los bienes, lo cual solo puede alcanzarse progresivamente. Su
exigibilidad está condicionada a la existencia de recursos apropiados para su satisfacción, de modo
que las obligaciones que asumen los estados respecto de ellos esta vez son de medio o de por
comportamiento. El control del cumplimiento de este tipo de obligaciones implica algún género de
juicio sobre la política económic
o-social de los estados, cosa que escapa, en muchos casos, a la esfera judicial. De allí que la
protección de tales derechos suela ser confiada a instituciones más político-técnicas que
jurisdiccionales, llamadas a emitir informes periódicos sobre la situación social y económica de cada
país.
De allí la principal diferencia de naturaleza que normalmente se reconoce entre los deberes del
poder público frente a los derechos económicos y sociales con respecto a los que le incumben en el
ámbito de los civiles y políticos. Estos últimos son derechos inmediatamente exigibles y frente a
ellos los estados están obligados a un resultado: un orden jurídico-político que los respete y
garantice. Los otros, en cambio son exigibles en la medida en que el Estado disponga de los
recursos parar satisfacerlos, puesto que las obligaciones contraídas esta vez son de medio o de
comportamiento, de tal manera que, para establecer que un gobierno ha violado tales derechos no
basta con demostrar que no ha sido satisfecho, sino que el comportamiento del poder público en
orden a alcanzar ese fin no se ha adecuado a los standards técnicos o políticos apropiados. Así, la
violación del derecho a la salud o al empleo no depende de la sola privación de tales bienes como sí
ocurre con el derecho a la vida o a la integridad.
Esta consideración, que en general es atinada, amerita, sin embargo, ciertos matices. La primera
proviene del hecho de que hay algunos derechos económicos y sociales que son también libertades
públicas, como la mayor parte de los derechos sindicales o la libertad de enseñanza. En estos casos
el deber de respeto y garantía de l
os mismos por parte del poder público es idéntico al que existe respecto de los derechos civiles y
políticos.
Por otra parte, aunque, en general, es cierto que la sola no satisfacción de los derechos
económicos, sociales y culturales no es demostrativa, en sí misma, de que el Estado los ha violado,
cabe plantearse si la realidad de ciertas políticas configura la vulneración de los derechos
económicos, sociales y culturales de manera parecida a los derechos civiles y políticos, es decir, ya
no como consecuencia de su no realización, sino por efecto de la adopción de políticas que están
orientadas hacia la supresión de los mismos. Es un tema abierto a la discusión.
En cuanto a los derechos colectivos, la sujeción del poder público es mixta. En un sentido positivo,
es decir, en lo que toca a su satisfacción, puede hablarse de obligaciones de comportamiento: la
acción del Estado debe ordenarse de la manera más apropiada para que tales derechos –medio
ambiente sano, desarrollo, paz- sean satisfechos. En un sentido negativo, esto es, en cuanto a su
violación, más bien se está ante obligaciones de resultado: no es lícita la actuación arbitraria del
poder público que se traduzca en el menoscabo de tales derechos.
En todos estos casos, claro está, la violación de los derechos humanos ocurrirá en la medida en que
la actuación del poder público desborde los límites que legítimamente pueden imponerse a los
mismos por imperativos del orden público o del bien común.
B. Los límites legítimos a los derechos humanos
El derecho de los derechos humanos, tanto en el plano doméstico como en el internacional, autoriza
lim
itaciones a los derechos protegidos en dos tipos de circunstancias distintas. En condiciones
normales, cada derecho puede ser objeto de ciertas restricciones fundadas sobre distintos
conceptos que pueden resumirse en la noción general de orden público. Por otra parte, en casos de
emergencia, los gobiernos están autorizados para suspender las garantías.
1. Limitaciones ordinarias a los derechos humanos
Los derechos humanos pueden ser legítimamente restringidos. Sin embargo, en condiciones
normales, tales restricciones no pueden ir más allá de determinado alcance y deben expresarse
dentro de ciertas formalidades.
a. Alcance
La formulación legal de los derechos humanos contiene, normalmente, una referencia a las razones
que, legítimamente, puedan fundar limitaciones a los mismos.
En general, se evitan las cláusulas restrictivas generales. Aplicables a todos los derechos humanos
en su conjunto y se ha optado, en cambio, por fórmulas particulares, aplicables respecto de cada
uno de los derechos reconocidos, lo que refleja el deseo de ceñir las limitaciones en la medida
estrictamente necesaria para asegurar el máximum de protección al individuo. Las limitaciones están
normalmente referidas a conceptos jurídicos indeterminados, como lo son las nociones de “orden
público” o de “orden”; de “bien común”, “bienestar general” o “vida o bienestar de la comunidad” de
“seguridad nacional”, “seguridad pública” o “seguridad de todos”; de “moral” o “moral pública”; de
“salud pública”, o de “prevención del delito”.
Todas estas nociones implican una importante medida de relatividad. Deben interpretarse en
estrecha relació
n con el derecho al que están referidos y deben tener en cuenta las circunstancias del lugar y del
tiempo en que son invocadas e interpretadas. A propósito de ellas se ha destacado que, tratándose
de nociones en que está implicada la relación entre la autoridad del Estado y los individuos
sometidos a su jurisdicción, todas ellas podrían ser reducidas a un concepto singular y universal,
como es el de orden público.
El orden público, aún como concepto universal, no responde a un contenido estable ni plenamente
objetivo. La Corte Interamericana de Derechos Humanos lo ha definido como el conjunto de “las
condiciones que aseguran el funcionamiento armónico y normal de instituciones sobre la base de un
sistema coherente de valores y principios” (Corte I.D.H.: La colegiación obligatoria de periodistas,
cit., §64).
Ahora bien, de alguna manera, la definición de esos “valores y principios” no puede desvincularse de
los sentimientos dominantes en una sociedad dada, de manera que si la noción de “orden público”
no se interpreta vinculándola estrechamente con los standards de una sociedad democrática, puede
representar una vía para privar de contenido real a los derechos humanos internacionalmente
protegidos. En nombre de un “orden público”, denominado por principios antidemocráticos, cualquier
restricción a los derechos humanos podría ser legítima.
Las limitaciones a los derechos humanos no pueden afectar el contenido esencial del derecho
tutelado. La misma Corte también ha dicho que nociones como la de “orden público” y la de “bien
común” no pueden invocarse como “medios para suprimir un derecho garantizado por la Conven
ción” y deben interpretarse con arreglo a las justas exigencias de una sociedad democrática,
teniendo en cuenta “el equilibrio entre los distintos intereses en juego y la necesidad de preservar el
objeto y fin de la Convención” (Corte I.D.H.: La colegiación obligatoria de periodistas, cit., §67).
b. La forma
En un estado de derecho, las limitaciones a los derechos humanos solo pueden emanar de leyes, se
trata de una materia sometida a la llamada reserva legal, de modo que el poder ejecutivo no está
facultado para aplicar más limitaciones que las que previamente hayan sido recogidas en una ley del
poder legislativo.
Este es un principio universal del ordenamiento constitucional democrático, expresado, entre otros
textos por el artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, según el cual las
restricciones que la Convención autoriza para el goce de los derechos por ella reconocidos, solo
podrán emanar de “leyes que se dictaren por razones de interés general y con el propósito para el
cual han sido establecidas”. Respecto de este artículo, la Corte ha interpretado “que la palabra
leyes... significa norma jurídica de carácter general, ceñida al bien común, emanada de los órganos
legislativos constitucionalmente previstos y democráticamente elegidos, y elaborada según el
procedimiento previsto en las constituciones de los estados partes para la formación de las leyes”
(Corte I.D.H., La expresión “leyes” en el artículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, cit. §38).
Solo en circunstancias excepcionales el gobierno se ve facultado para decidir por sí solo la
imposición de determinada
s limitaciones extraordinarias a algunos derechos humanos, pero para ello tiene previamente que
suspender las garantías de tales derechos.
2. Las limitaciones a los derechos humanos bajo estados de excepción
Los derechos garantizados pueden verse expuestos a limitaciones excepcionales frente a ciertas
emergencias que entrañen grave peligro público o amenaza a la independencia o seguridad del
Estado. En tales circunstancias el gobierno puede suspender las garantías. A este respecto, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha enfatizado que, dentro del sistema de la Convención, se
trata de una medida enteramente excepcional, que se justifica porque “puede ser en algunas
hipótesis, el único medio para atender a situaciones de emergencia pública y preservar los valores
superiores de la sociedad democrática” (Corte I.D.H., El hábeas corpus bajo suspensión de
garantías (arts. 27.2 y 25.1 Convención Americana sobre Derechos Humanos), Opinión Consultiva
OC-8/87 del 30 de enero de 1987, §20).
Sin embargo, evocando quizás los abusos a que ha dado origen en el hemisferio, afirmó que “la
suspensión de garantías no puede desvincularse del ejercicio efectivo de la democracia
representativa a que alude el artículo 3 de la carta de la OEA” y que ella no “comport(a) la
suspensión temporal del estado de derecho (ni) autori(za) a los gobernantes a apartar su conducta
de la legalidad a la que en todo momento deben ceñirse” (ibid.), pues el efecto de la suspensión se
contrae a modificar, pero no a suprimir “algunos de los límites legales de la actuación del poder
público” (ibid. §24).
La suspensión de garantías está sujeta,
además, a cierto número de condiciones, entre las que cabe enunciar, también de modo
esquemático, las siguientes:
a. Estricta necesidad. La suspensión de las garantías debe ser indispensable para atender a la
emergencia.
b. Proporcionalidad, lo que implica que solo cabe suspender aquellas garantías que guarden
relación con las medidas excepcionales necesarias para atender la emergencia.
c. Temporalidad. Las garantías deben quedar suspendidas solo por el tiempo estrictamente
necesario para superar la emergencia.
d. Respeto a la esencia de los derechos humanos. Existe un núcleo esencial de derechos cuyas
garantías no pueden ser suspendidas bajo ninguna circunstancia. El enunciado de los mismos varía
en los diferentes ordenamientos constitucionales y en los distintos tratados sobre el tema. La lista de
garantías no suspendibles más amplia es, probablemente, la contenida en el artículo 27 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, según el cual están fuera de ámbito de los
estados de excepción los siguientes derechos: el derecho a la vida; el derecho a la integridad
personal; la prohibición de esclavitud y servidumbre; la prohibición de la discriminación; el derecho a
la personalidad jurídica; el derecho a la nacionalidad; los derechos políticos; el principio de legalidad
y retroactividad; la libertad de conciencia y de religión; la protección a la familia y los derechos del
niño; así como las garantías judiciales indispensables para la protección de tales derechos, entre las
cuales deben considerarse incluidos el amparo y el hábeas corpus.
e. Publicidad. El acto de suspensión de garantías debe publicarse por
los medios oficiales del derecho interno de cada país y comunicarse a la comunidad internacional,
según lo pautan algunas convenciones sobre derechos humanos.
I. CONCLUSIÓN
El tema de los derechos humanos domina progresivamente la relación de la persona con el poder en
todos los confines de la tierra. Su reconocimiento y protección universales representa una
revalorización ética y jurídica del ser humano como poblador del planeta más que como poblador del
Estado. Los atributos de la dignidad de la persona humana, donde quiera que ella esté y por el
hecho mismo de serlo prevalecen no solo en el plano moral sino en el legal, sobre el poder del
Estado, cualquiera sea el origen de ese poder y la organización del gobierno. Es esa la conquista
histórica de estos tiempos.
4. Ética y Ecología[35].
a) ¿Qué es una ética ambiental?
El Parque Nacional Kakadu de la zona septentrional de Australia contiene espesos bosques,
marismas y ríos que sustentan una rica variedad de vida; contiene especies únicas, incluidas
algunas, como el loro encapuchado y la tortuga nariz de cerdo, en peligro de extinción. Kakadu
permite un gozo estético y oportunidades de ocio e investigación. Muchos opinan que es un lugar de
inmensa belleza e importancia ecológica. Tiene significación espiritual para los aborígenes Jawoyn.
Kakadu también es rico en oro, platino, paladio y uranio, minerales que algunos opinan deberían ser
objeto de explotación minera. Los ambientalistas afirman que si se lleva a cabo este proyecto, se
reducirán las oportunidades estéticas, de ocio e investigación, disminuirá la belleza de Kakadu,
desaparecerán las espec
ies, se reducirá la riqueza ecológica, se pondrá en peligro este ámbito natural y se ofenderá a los
valores espirituales de los Jawoyn. Actualmente ya se están realizando prospecciones mineras en la
zona de Kakadu y hay presiones para que se permitan otras nuevas. ¿Deberían permitirse nuevas
minas? ¿Debería permitirse actividad minera alguna? ¿Con qué exactitud podemos alcanzar la
respuesta de estos interrogantes éticos?
Sin duda la evidencia empírica o fáctica desempeña un papel. Por ejemplo los adversarios de la
actividad minera afirman que probablemente contaminará los ríos, envenenará a animales, pondrá
en peligro especies y alterará los ecosistemas. Esta oposición a la actividad minera se basa en
razones empíricas; es decir, razones sobre lo que de hecho sucede y sucederá. Muchos de los
partidarios de semejante actividad ponen en cuestión estas razones empíricas y aun otros piensan
que aun si fuesen verdaderas estas razones, es mejor proseguir con la actividad minera. Así pues,
el recopilar los hechos no garantiza que se zanje la cuestión. Los argumentos acerca de estos
hechos sólo tienen razón de ser, sólo tienen sentido, frente a cierto tipo de contexto, y las
diferencias de este contexto dan lugar a valoraciones diferentes de lo que debe hacerse. Este
contexto lo constituyen cosas tales como deseos, preferencias, aspiraciones, metas y principios,
incluidos principios morales. Un ambientalista podría desear conocer si la minería constituye una
amenaza para la naturaleza porque desea que se proteja ésta o, de manera aún más grave, porque
piensa que es moralmente malo ocasionar la muerte de la naturaleza.
El
contexto valorativo no tiene que incluir principios morales; algunas personas pueden ser amorales
(pueden ser del tipo de los egoístas racionales descritos en el artículo 16,”El egoísmo”). Sin
embargo, muchas personas desean que sus actos y los actos de los demás, incluidos gobiernos y
empresas, se atengan a principios morales. Para semejantes personas la resolución de la
controversia sobre el Kakadu exige apelar a principios que ofrecen orientación moral en nuestro
trato de la naturaleza y que nos permiten responder a cuestiones como estas: ¿importa que
nuestras acciones causen la extinción de una especie?; ¿importa que nuestras acciones provoquen
la muerte de animales individuales?; ¿importa que causemos una erosión generalizada en el
Kakadu? ¿Importaría que llegásemos a convertir el río South Alligator en una vía de agua
desprovista de vida?; ¿qué es mejor, proteger el Kakadu o crear una mayor riqueza material que
mejore la vida de determinadas personas? ¿Constituye la extinción de una especie un precio
aceptable a pagar por el aumento de las oportunidades de empleo? Semejante conjunto de
principios, que guiasen nuestro trato de la naturaleza, constituiría una ética ambiental en el sentido
más general. Pero hay una variedad de éticas ambientales concurrentes, que incluso se solapan en
parte.
Quienes tienen una perspectiva moral sobre cuestiones ambientales están comprometidos con una
ética ambiental que al menos se concreta en un principio moral, pero normalmente consta de varios.
Pensemos en los ambientalistas que afirman que la extinción de las especies a consecuencia de la
acción humana es algo malo, quizás inc
luso algo malo sea cual sea la causa. Este puede ser un principio básico de una ética ambiental. Sin
haberlo concebido explícitamente de esta forma, un ambientalista podría suscribir no obstante la
idea de que la extinción de la especie, etc., es algo malo en sí mismo, al margen de las
consecuencias que pueda tener. Otra posibilidad es que el principio no sea de carácter básico sino
que descanse sobre un principio que expresa el interés por el bienestar humano, unido a la creencia
de que la extinción de especies perjudica a los humanos. El explicitar el compromiso ético es el
primer paso para someterlo a valoración crítica o justificación. Para que podamos decidir entre
diversas éticas ambientales concurrentes, es preciso justificarías. No basta con que una política
ambiental se atenga a principios de una u otra ética ambiental, debe adecuarse a una ética correcta,
o bien a la más justificada. Tenemos así dos cuestiones: ¿cómo puede concretarse una ética
ambiental?; y ¿cómo puede justificarse una pretendida ética ambiental.
1. Una ética centrada en el ser humano
Algunos piensan que las políticas ambientales deberían evaluarse exclusivamente sobre la base de
su incidencia sobre las personas (véase Baxter, 1974, y Norton, 1988). Esto supone una ética
ambiental centrada en el ser humano. Aunque los utilitaristas clásicos incluyen el sufrimiento de
animales en sus cálculos éticos, una variante del utilitarismo, que nos insta a maximizar el
excedente de felicidad humana sobre infelicidad humana, constituye un ejemplo de ética centrada
en las personas. El tomar en serio semejante ética nos obliga a calcular los efectos de
las opciones sobre el Kakadu sobre la felicidad e infelicidad humana. Podríamos comprobar que la
minería reduciría la riqueza ecológica de las marismas y que si sucediese esto se causaría la
infelicidad de algunas personas; por ejemplo algunos podrían conmoverse por la situación de
determinados animales, otros podrían entristecerse por la pérdida de especies, otros -por ejemplo,
los miembros de generaciones futuras- podrían perder la oportunidad de goces recreativos o
estéticos particulares, otros podrían verse negativamente afectados por los cambios climáticos
resultantes, los cambios de las mareas etc., y otros podrían verse psicológicamente afectados por el
expolio de zonas con las que tienen una vinculación espiritual. Habría pues que sustraer estos
efectos negativos de cualesquiera aumentos de felicidad resultantes de las prospecciones mineras
en el Kakadu. Una ética centrada en los hombres podría permitir un considerable acuerdo con los
ambientalistas sobre la forma de proceder. Esto dependería de los hechos acerca de los efectos que
los cambios del medio natural tienen sobre las personas.
Sin embargo, esta decisión se habría alcanzado considerando sólo los intereses de las personas.
Una forma clara de expresarlo consiste en decir que esta ética sólo considera moralmente
relevantes a las personas. Algo es moralmente relevante si es susceptible de evaluación ética por
derecho propio, independientemente de su utilidad como medio para otros fines. Pensemos en la
tortuga nariz de cerdo. De acuerdo con la ética centrada en las personas que acabamos de
describir, no son moralmente relevantes ni la especie en su conj
unto ni sus miembros individuales: lo único moralmente a considerar es la felicidad e infelicidad de
los humanos, lo cual puede verse o no afectado por lo que suceda a las tortugas.
3. Una ética centrada en los animales
Existe una concepción de la ética que no sólo considera moralmente relevantes a las personas sino
también a los animales no humanos; incluye en su ámbito a todos los animales. Muchas de las
cosas que hacemos al entorno natural afectan adversamente a los animales no humanos y esto es
algo relevante para esta ética. Por ejemplo, si pensamos que la polución de cianuro del río South
Alligator produciría sufrimiento a los animales no humanos, esto es un perjuicio moral a tener en
cuenta independientemente de cómo resulten las cosas para los humanos. Este ejemplo no es
caprichoso: pensemos en el efecto que tiene para los animales no humanos la deforestación, la
construcción de presas en valles fluviales, la explotación de canteras en las montañas, la
construcción de oleoductos, etc. Una ética centrada en los animales insta a la consideración moral
de animales individuales y no de especies: lo que sucede a la especie tiene sólo un interés indirecto
por cuanto afecta a animales individuales.
Si bien una ética centrada en los animales considera igualmente relevantes a todos los animales, no
los clasifica necesariamente por igual. Una forma clara de expresar esto consiste en decir que
algunas éticas centradas en los animales otorgarán una significación moral diferente a diferentes
tipos de animales. Una forma que puede adoptar esta diferenciación supone la no-consideración
arbitraria - y muchos diría
n que injustificada- de los intereses de los animales no humanos simplemente porque son intereses
no humanos. La influencia de esto sobre las valoraciones acerca de las políticas dependerá del
grado de no-consideración. Podría consistir en hacer siempre valer más los intereses humanos que
los intereses no humanos, sea cual sea la intensidad o fuerza de los intereses y sea cual sea el
número de individuos implicado.
También podría ser de tal modo que permitiese el primado de los intereses no humanos más fuertes
o más numerosos sobre los intereses humanos más débiles o de menor cuantía. Para evitar la
arbitrariedad parece ser necesario un igual trato de intereses iguales. Esto dejaría espacio para la
diferenciación, que aún podría hacerse sobre la base de intereses que no todos los animales tienen.
Por ejemplo, los humanos tienen la capacidad de desarrollar el conocimiento teórico o la acción
racional autónoma, capacidades que obviamente no tienen los canguros. Estas capacidades deben
avalar determinados intereses que, como carecen de ellos, no podrían tener los canguros.
Semejantes intereses adicionales pueden decantar una decisión en favor de los humanos y en
contra de los canguros.
Esto es especialmente probable en los casos -aunque no de manera exclusiva en éstos- en que sus
intereses comunes estén igualmente amenazados o igualmente protegidos: la apelación al interés
adicional y no común sirve de criterio de decisión. Imaginemos que un importante avance médico
dependiese de encerrar bien a personas o a canguros. El mantener a canguros en un amplio recinto
para estudiarlos puede ser moralmente preferible si no a
menaza sus intereses; si no son tratados cruelmente, si son alimentados, si son capaces de vivir de
acuerdo con su naturaleza. El confinar a personas del mismo modo no es moralmente aceptable en
razón de los intereses adicionales de los humanos. Este tipo de diferenciación trata por igual
intereses iguales independientemente de la especie y también permite que los intereses no
compartidos dejen lugar a grados de significación moral (véase el artículo 30,”Los animales”, para
una exposición adicional de la ética centrada en los animales).
4. Una ética centrada en la vida
El orden de los seres vivos incluye más que animales humanos y no humanos; incluye plantas,
algas, organismos unicelulares, quizás virus y, según han sugerido algunos, ecosistemas e incluso
el conjunto de la biosfera (véase Attfild, 1983, Goodbaster, 1978, y Taylor 1986). La complejidad de
una ética centrada en la vida dependerá de cómo se responde la pregunta “¿qué es vivir?”. Se
responda como se responda esta cuestión dará idea de un sistema autorregulado que persigue, de
forma no necesariamente consciente, determinados fines. Además, este rasgo es el que
normalmente se supone otorga relevancia moral a los seres vivos. Una ética centrada en la vida
considera moralmente relevantes a todos los seres vivos, aunque no necesariamente con igual
significación moral. Así, podría ser mejor salvar a una tortuga nariz de cerdo que a un arbusto
waratah, aun cuando ambos sean moralmente relevantes. Sin embargo, la primera puede ser
moralmente más relevante por su condición de ser vivo complejo. Aquí la complejidad sirve de
intensificador: de dos seres
vivos, será moralmente más significante el más complejo. Por considerar un caso diferente, podría
ser preferible salvar a una planta que salvar a una tortuga nariz de cerdo, porque sólo aquella planta
puede ocupar su nicho ecológico particular, mientras que la tortuga nariz de cerdo ocupa un nicho
que quizás podrían ocupar tortugas parecidas de diferente especie. Aquí la diferenciación se basa
en una valoración moral de las consecuencias respectivas de la eliminación de la planta y de la
tortuga nariz de cerdo y no de las características internas de ambos seres vivos.
Una ética centrada en la vida exige que, a la hora de decidir cómo hemos de actuar, tengamos en
cuenta el impacto de nuestras acciones sobre todo ser vivo afectado por ellas. Por ejemplo, si
prosiguen las prospecciones mineras en el Kakadu, ello supondrá la tala de árboles y la destrucción
de otra vegetación; determinará la muerte de algunos animales y la alteración, si no la destrucción,
de los ecosistemas de los humedales. Estos hechos y otros hablan en contra de la minería y en
conjunto han de sopesarse frente a los resultados favorables que podrían obtenerse si prosiguen las
prospecciones. Como los beneficios sólo incluirían ventajas materiales para algunas personas, sería
difícil realizar la suma valorativa de forma que aprobase la actividad minera. Esto no quiere decir
que nunca sea moralmente permisible talar árboles, allanar dunas, sacrificar animales, modificar
ecosistemas, etc. Lo permisible depende de cuáles sean los resultados y de las diferencias de
significación moral dentro de la clase de lo moralmente relevante.
En ocasiones una ética
centrada en la vida podría adoptar una forma radical: podría afirmar que no sólo son moralmente
relevantes todos los seres vivos sino que además tienen igual significación moral. (Véase Naess,
1979.) Este igualitarismo biótico, si fuese justificable, haría realmente difícil defender las
intervenciones humanas morales en el entorno natural. Sólo permitiría juicios cuantitativos; por
ejemplo, que dos seres vivos importan más que uno. La mayoría de las éticas centradas en la vida
propuestas contemplan una significación diferencial en el orden de los seres vivos, aún cuando no
se considere siempre más significativos a los humanos. La conservación de la biosfera y de
ecosistemas mayores podría considerarse más significativa que la conservación de grandes
contingentes de personas.
5. ¿Derechos de las piedras?
Las éticas consideradas hasta aquí evalúan las acciones teniendo en cuenta las consecuencias para
los individuos y agregándolas. Lo que distingue a estas éticas es el tipo de individuos que
contemplan; además, las últimas incluyen a todos los individuos incluidos por las anteriores. Podría
decirse que somos inexorablemente atraídos hacia una ética centrada en la vida; que no existe una
forma no arbitraria de detener el desplazamiento desde la ética de alcance más limitado a la ética de
más amplio alcance. ¿Por qué no dar una vuelta más de tuerca al argumento e incluir también a los
seres no vivos como seres moralmente considerables? No se trata aquí de atribuir una vida o una
perspectiva mental a seres no vivos; eso sería entrar en una discusión totalmente distinta. Lo que se
quiere decir es que los seres no
vivos que, al igual que muchos seres vivos carecen de conciencia e incluso de una organización
biológica rudimentaria, son moralmente relevantes. Podemos llamar a ésta la “ética del todo”.
Pensemos por ejemplo en las piedras. La actividad minera supondrá la demolición de rocas, la
alteración de estructuras geológicas, la destrucción de fósiles, etc. ¿Tienen algo malo cosas
semejantes? Aquí hemos de tener cuidado de olvidar por un momento el perjuicio inducido que
causaríamos a plantas, animales y ecosistemas; tenemos que preguntarnos si estas cosas serían
malas en si mismas. Otro ejemplo podría aclarar la cuestión. Imaginemos un plan para probar un
misil disparando a un cuerpo celeste alejado v totalmente carente de vida, que sería destruido a
consecuencia de la prueba. ¿Sería esto malo en sí? De acuerdo con la ética que atribuye ”derechos”
a las piedras, por así decirlo, lo sería. Si tenemos todo en cuenta quizás no lo fuese, pero según
esta ética también debe tenerse esto en cuenta. Al igual que la ética centrada en la vida, esta ética
puede concretarse de diversas maneras. Puede conceder grados de significación moral y otorgar
una significación moral comparativamente mínima a los seres no vivos. Puede reflejar un
igualitarismo biológico y negar que existan gradaciones de significación moral, o bien puede situarse
entre ambos extremos.
6. El holismo ecológico
Como dijimos anteriormente, cualquier ética que nos guíe en nuestro trato del medio natural es, en
el sentido más general, una ética ambiental. El término «ética ambiental» tiene en ocasiones usos
más restringidos. En ocasiones se utiliza para in
dicar una ética que considera moralmente relevantes a otros individuos distintos a las personas, y
que proporciona argumentos de peso a las exigencias morales de los ambientalistas. Una ética
centrada en la vida es una ética ambiental en este sentido, y una ética centrada en los animales lo
es con menor claridad. Sin embargo, algunos reservan el término para una ética específica, el
holismo ecológico, presumiblemente porque piensan que sólo una ética semejante proporciona una
protección moralmente satisfactoria del entorno natural (véase Callicott, 1979). El holismo ecológico
considera moralmente relevantes dos tipos de cosas; el conjunto de la biosfera y los grandes
ecosistemas que la componen.
Los animales individuales, incluidos los humanos, así como las plantas, rocas, moléculas, etc., que
componen estos grandes sistemas no son moralmente relevantes; sólo importan en tanto en cuanto
contribuyen al mantenimiento del todo significativo al que pertenecen. ¿Por qué habríamos de
preocuparnos si se causa la extinción de una especie? Deberíamos preocuparnos no por lo que esto
supone para sus miembros individuales o incluso para la propia especie sino porque la extinción va
en contra de la meta de mantener la biosfera o los ecosistemas. Es una cuestión debatida la de si el
holismo ecológico debe considerarse estructuralmente diferente de las otras éticas. Estas atendían a
individuos, y el «holismo» puede considerarse caracterizado por un centro de atención diferente. Sin
embargo, es posible considerar a la biosfera y a los ecosistemas como individuos, si bien individuos
extremadamente complejos.
En este caso, el holis
mo es una concepción según la cual los individuos, los únicos que para muchos son moralmente
relevantes, no lo son. Obsérvese que, aunque los principios del holismo ecológico difieren de los de
otras éticas, esto no supone que difiera de éstas en cuanto a sus implicaciones programáticas. La
ética centrada en la vida y la ética del todo sancionará con toda probabilidad políticas ambientales
similares en razón de la índole de los mecanismos que mantienen los ecosistemas y la biosfera.
Asimismo, es posible combinar el holismo ecológico con cualquiera de las restantes éticas descritas.
Si, por ejemplo, se combina con la ética centrada en los animales estaríamos obligados a considerar
los intereses de los animales y la meta del mantenimiento de la biosfera. Cuando éstas entran en
conflicto, por ejemplo en algún extraño caso en el que sólo se puede salvar a animales simplificando
un ecosistema, sería preciso algún tipo de transacción o equilibrio de intereses.
b) Justificación de una ética ambiental
No es demasiado difícil apreciar la fuerza de la tesis de que los humanos son moralmente
relevantes. Resulta obvio que son relevantes porque tienen intereses que se pueden perjudicar o
beneficiar. Estos intereses se basan en capacidades de los humanos; por ejemplo, la capacidad de
sentir dolor y placer, la capacidad de elegir racionalmente y la capacidad de actuar libremente.
Menos obvio es que son relevantes en razón de las propiedades o características que poseen que
no dan lugar a intereses, por tanto en razón de propiedades intrínsecas. Por ejemplo, podría decirse
que cualquier cosa que tiene la propiedad de ser un ser viv
o complejo es, en esta medida, intrínsecamente valiosa, lo que quiere decir que existe una razón
moral para preservarla por sí misma, independientemente de la utilidad que tenga.
Lo que tiene de determinante una ética centrada en los humanos nos mueve hacia una ética
centrada en los animales, y posiblemente más allá (este argumento lo desarrolla Lon Gruen en el
artículo 30, «Los animales»). La congruencia y el evitar distinciones morales arbitrarias estimulan el
paso de una ética centrada en los humanos a una ética centrada en los animales. Asimismo, al
reflexionar sobre seres no humanos podemos apreciar nuevas razones en favor de la relevancia
moral; por ejemplo, los individuos no humanos pueden tener propiedades estéticas como la belleza,
que podemos considerar les convierte en moralmente relevantes. También éste es un caso en el
que son relevantes moralmente no porque tengan intereses sino porque poseen una propiedad que
les otorga un valor intrínseco.
Las razones aducidas en favor de una ética centrada en los animales, ¿avalan también una ética
centrada en la vida? Si puede decirse que las plantas -y los ecosistemas o la biosfera- tienen
intereses, como el interés por prolongar su existencia, quizás sea así. A menudo el concepto de
interés se explica en términos de que una cosa tiene un bien por sí misma que puede ser
perjudicado o favorecido. Algunos afirman que las plantas tienen un bien propio; por ejemplo, que el
bien de un árbol se favorece mediante los nutrientes suficientes para que siga floreciendo y se
perjudica cuando se le priva de nutrientes. El bien de una planta se determina por el tipo de cosa q
ue es, por el tipo de organización biológica que constituye, por lo que significa que sea un miembro
en crecimiento de su especie. Las plantas tienen un bien en este sentido pero obviamente esto no
basta para basar la tesis de que tienen intereses en un sentido moralmente relevante. Las plantas
no tienen un punto de vista desde el cual experimenten el mundo. Al árbol no le importa que se
seque y muera por falta de agua; le importaría a un canguro. Así como las plantas tienen metas
naturales, no tienen una actitud hacia estas metas y no experimentan el avance hacia ellas. Pueden
decirse cosas similares acerca de la biosfera y de los ecosistemas. Es esta diferencia la que algunos
consideran el tope del desplazamiento, la que proporciona un corte no arbitrario, desde una ética
centrada en los animales a una ética centrada en la vida.
Sin embargo, incluso si se niega que las plantas tengan intereses, de ello no se sigue que no sean
moralmente relevantes. Recuérdese que se habían sugerido razones, que no tienen que ver con
intereses, en virtud de las cuales los humanos y los no humanos son moralmente relevantes. Estas
razones concernían a la propiedad de ser un ser complejo y a la propiedad de ser algo bello. Las
plantas pueden poseer estas propiedades, y silos animales son moralmente relevantes en virtud de
poseerlas, también lo son las plantas. La clave para defender así una ética centrada en la vida está
en demostrar que las propiedades a las que se apela son intrínsecamente valiosas.
Puede decirse algo en favor de una ética centrada en la vida que nos impulse hacia una ética del
todo? La propiedad de constituir un
ser vivo complejo no puede ilustrarse con las piedras, etc., pero una propiedad afín, la de ser un
sistema complejo, puede ilustrarse con colecciones de seres no vivos que muestran ciertas
relaciones entre si. Si es su complejidad organizativa per se lo que hace a algo moralmente
relevante, entonces algunos seres inorgánicos serán moralmente relevantes; por ejemplo, los
cuerpos que forman el sistema solar, las pautas de desgaste de un acantilado y un copo de nieve.
La relevancia de esta idea para el caso del Kakadu depende, entre otras cosas, de si se considera
seres vivos a los ecosistemas. Si no es así, entonces son seres no vivos que muestran complejidad
y que, a partir de esta idea, son moralmente relevantes.
El hecho de que sean moralmente relevantes proporcionaría una razón moral para oponerse a la
actividad minera. O también podríamos juzgar que una razón por la que consideramos moralmente
relevantes a los seres vivos es porque constituyen una muestra de belleza. En algunos casos esta
belleza podría ilustrarse por los rasgos más generales y externos de una cosa, como en el caso de
los tigres, las ballenas, las orquídeas y las proteas. Además, la belleza podría ilustrarse en el detalle
más especifico del funcionamiento biológico de un ser. Algunos seres inorgánicos como los cantos
rodados, las dunas, las lunas inertes y los icebergs pueden ser hermosos, con lo que si se utiliza la
belleza como base para atribuir la relevancia moral a los seres vivos, entonces al menos algunos
seres no vivos son moralmente relevantes. La exigencia del rasgo de la belleza como base para la
relevancia moral es discutible; sin emba
rgo, algunos autores la defienden vigorosamente, por ejemplo Rolston (1988). Quienes se oponen a
ella suelen decir que lo moralmente relevante es la apreciación de la belleza más que la belleza en
si.
Así pues, una forma de lograr el paso de una ética a la siguiente es encontrar un determinante de
relevancia moral en esta ética y mostrar que su aplicación rigurosa nos lleva a una ética del
siguiente tipo. Otra forma consiste en mostrar que existen nuevos rasgos moralmente relevantes
que la ética más restrictiva ignora de manera injustificada. Un rasgo así podría ser la propiedad de
ser un objeto natural; es decir, un objeto que no es el producto de la tecnología y de la cultura
humana. Las piedras son objetos naturales y según esta concepción seria indebido, aunque quizás
no considerando las cosas globalmente, destruirlas. Hay otras propiedades candidatas:
Por ejemplo, la propiedad de mostrar diversidad de partes, la propiedad de integración funcional de
las partes, la propiedad de mostrar armonía y la propiedad de ser un sistema autorregulado. Este
último grupo de propiedades, si se consideran determinantes de la relevancia moral, nos llevan en la
dirección del holismo ecológico o en la dirección de una ética mixta. Esto es así porque son
propiedades que ilustran de manera paradigmática los ecosistemas y la biosfera. Si aceptamos que
son determinantes de la relevancia moral, tenemos una razón, además de las que podamos
desprender de las demás éticas que hemos examinado, para resistirnos a políticas que determinen
la alteración de los ecosistemas. ¿Cómo decidir silos determinantes candidatos de la relevancia
moral
lo son de hecho? Pensemos en el carácter natural y en la propiedad de mostrar diversidad de
partes. Imaginemos que una determinada mina exige la destrucción de un grupo de árboles de una
formación rocosa y de la propia floración.
Los ambientalistas protestan por cuanto esto supone una pérdida de valor no compensada. La
empresa minera promete reconstruir la floración con elementos sintéticos y sustituir los árboles por
modelos de plástico. Este trozo de entorno artificial será indistinguible, excepto por análisis de
laboratorio, del originalmente existente. Será exactamente igual de atractivo, no se dañará a ningún
animal a resultas de ello ni se alterará ningún ecosistema. Ni la ética centrada en los humanos ni la
ética centrada en los animales deja lugar para una crítica ambientalista. La ética centrada en la vida
puede motivar la crítica al denunciar la tala de árboles vivos. Sin embargo, para algunos esto no
parece ser lo único moralmente censurable en la propuesta de la empresa minera. ¿No es también
moralmente sospechosa por sustituir lo natural por lo artificial? Imaginemos un caso parecido en el
que se elimine sólo una floración en roca, desprovista de vida, siendo sustituida luego por roca
sintética. Ni siquiera una ética centrada en la vida permitiría cuestionar la moralidad de esta acción.
Algunas personas consideran que incluso en este caso modificado la empresa minera hace algo
recusable moralmente. Si se extiende esta noción presta apoyo a una variante de la ética del todo
que incluye en su ámbito a todos los seres naturales (véase Elliot, en van DeVeer y Pierce, 1986,
págs. 142-50). Es difícil estar
totalmente seguro del origen de la creencia de que la naturalidad es un determinante de la
relevancia moral. Es posible que pensemos que la floración artificial es algo dudosa por cuanto no
podemos distanciarnos de la idea de que resultará notablemente diferente o de la idea de que
perjudicará intereses de los animales o que determinará una alteración del ecosistema. Si este es el
origen de nuestra creencia, carece de base la idea de que la naturalidad sea un determinante de la
relevancia moral. Pero debemos estar atentos a otra posibilidad. La naturalidad podría ser un
determinante condicional; es decir, podría exigir la presencia de alguna otra propiedad, por ejemplo,
la complejidad. Así pues, lo moralmente relevante no son los seres naturales sino cosas que son a
la vez naturales y complejas.
Pensemos en la propiedad de tener una diversidad de partes. ¿Es ésta un determinante de la
relevancia moral? Aquí podemos comparar una zona cubierta de pluviselva con una zona que se ha
talado de árboles y está siendo cultivada. ¿Qué es más valioso en sí? Una vez más hemos de
distanciarnos de determinadas ideas; por ejemplo, la idea de que el talar bosques tropicales es
contrario a los intereses humanos a largo plazo, la idea de que los animales silvestres habrían
sufrido durante la tala o la idea de que se habría desplazado a los pueblos aborígenes. Al intentarse
esto, muchos dirían que la pluviselva tiene más valor. Imaginemos, pues, que sólo podría salvarse
una de estas áreas de una devastación masiva. Muchos dirían que, considerando las cosas en sí
mismas, debería salvarse la pluviselva. Además, una razón posible a aduci
r es que la pluviselva muestra más diversidad; tiene una composición más compleja y rica. También
podrían aducirse otras razones; por ejemplo, que la pluviselva tiene propiedades estéticas que no
posee la zona cultivada. Nuestra disposición, por ejemplo, a atribuir propiedades estéticas como la
belleza a la pluviselva puede depender de si comprendemos a ésta como sistema ecológico: el
conocer cómo funcionan concertadamente las cosas para mantener el todo podría ayudarnos a
considerarlo como un objeto bello. El considerar este tipo de razones como razones para evitar el
despojo ambiental sirve de base a una ética ambiental que va más allá de una ética centrada en los
humanos o en los animales y quizás también de una ética centrada en la vida.
Incluso si aceptamos, por ejemplo, que los ecosistemas del Kakadu son moralmente relevantes,
¿cómo sopesar esto frente a intereses humanos (o de otro tipo)? Un primer paso consiste en
preguntarnos si hay formas alternativas de satisfacer intereses humanos.
En ocasiones habrá casos de genuino conflicto en el que las diferentes consideraciones morales
tiran en direcciones diferentes. Aquí hemos de enumerar con cuidado las consideraciones morales
relevantes, preguntarnos por su importancia y formarnos un juicio de carácter global. No se dispone
de un cálculo decisivo que nos ayude en estos juicios. No es correcto decir que siempre debe
privilegiarse a los humanos ni tampoco decir que preservar un ecosistema siempre es más
importante que proteger cualquier conjunto de intereses humanos. No obstante habrá casos, como
el del Kakadu, en el que la política moralmente adecuada está suf
icientemente clara.
5. Ética y Comunicación.
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 19.
Derechos y deberes del profesional de la comunicación
La carta de Radio France Internationale (RFI), l comienzo del apartado de Principios Generales, reza
así : “Libertad” y Responsabilidad son las dos palabras claves – complementarias e indisociables-
que se emplean para definir la misión de los que, periodistas o no, se dirigen al público mediante la
prensa, la radio, la televisión o los nuevos medios de comunicación“. La labor del profesional de la
comunicación discurre entre el binomio libertad-responsabilidad. El profesional debe contar con
libertad (aunque sabemos que no va a ser absoluta, que va a estar condicionada por el medio para
el que trabaja, sus anunciantes etc.) para ejercer la función social que le corresponde, para actuar
de forma responsable.
Como señala Etxberria (2003), en la actividad periodística entre en juego cuatro valores éticos
fundamentales:
a. La verdad y la veracidad, lo contrario, el engaño, es la negación de la información.
b. La libertad, que es la condición de posibilidad de la información.
c. La dignidad de las personas como venimos diciendo, las personas, que son a la vez protagonistas
y receptoras, deben ser tratadas como seres valiosos por sí mismos que son. Esto se traduce, como
mínimo, en un respeto que podría formularse como “no dañar” (recordemos el principio de no
maleficencia); pero también está abierto a dimensiones en positivo (recordemos el principio de
beneficencia).
d. La responsabilidad, que como hemos señalado es el eje vertebra
dor de la ética profesional y debe combinar el respeto a los principios con la valoración de las
consecuencias y las circunstancias.
En la sociedad de la información hay una serie de factores que dificultan la asignación de
responsabilidades y que puede parecer que difuminan la responsabilidad profesional de la
comunicación (Greppi, 2002):n
a. La propiedad y gestión de los medios ya no coincide. Surge la pregunta sobre quién, cómo y por
qué se toman las decisiones en las grandes empresas mediáticas.
b. La aceleración del proceso de fabricación de la noticia difumina al autor que siempre hay detrás
de la misma y que es responsable de lo que dice.
c. Las condiciones en las que se distribuyen los mensajes dificulta también la asignación de
responsabilidades. Esto se debe, principalmente, a dos hechos que se complementan y refuerzan
entre sí: la deslocalización y descontextualización de las fuentes, por un lado; y la multiplicación y
diversificación de los canales de distribución, por otro.
d. Los mecanismos tradicionales de control (leyes y tribunales, y opinión pública) apenas inciden en
la realidad. De ahí que aparezcan nuevos mecanismos de control.
“El desempeño de cualquier profesión implica trabajar dentro de unos parámetros de legalidad y
justicia, bien sea porque existen leyes sobre el ejercicio de esa labor en concreto, o bien porque la
empresa en cuestión posee un determinado código en el que ser perfilan los deberes y derechos del
trabajador. En este sentido, el periodista no difiere de cualquier otro profesional” (Rodríguez Pardo,
1999,89). Además, dada la trascendencia de la labo
r del periodista, vamos a apelar de forma especial a la responsabilidad que se sitúa más allá de la
meramente jurídica.
Hay básicamente dos formas de entender el binomio libertad-responsabilidad: 1. La responsabilidad
como consecuencia inmediata de los actos libres y directos de las personas, lo que hace hincapié en
las consecuencias de los actos libres; 2. SE puede entender que la libertad y responsabilidad son
dos caras de una misma moneda. O como señala Soria (2003, 312)”la responsabilidad hace la
libertad una brújula con sentido, no una brújula loca”. Esto último nos da pie a hablar de la actuación
en conciencia.
Actuar en conciencia y a conciencia supone (Soria, 1997, 63):
a. La obligación de formarse éticamente. El informador, como toda persona, tiene obligación de
formar su conciencia.
b. La obligación de obedecer y seguir la conciencia personal bien formada. En esto adquiere
plenitud el binomio libertad – responsabilidad, entendido como dos caras de una misma moneda.
c. La obligación de no coaccionar la conciencia ajena, que se sigue de la obligación anterior.
d. Ser consciente de que la conciencia no es infalible, puede equivocarse (por ejemplo, cuando parte
de hechos erróneos).
Cuando entran en colisión los propios principios y valores y los del medio, la única salida es la
actuación libre en conciencia. En este capítulo veremos un instrumento para solucionar posibles
conflictos: la cláusula de conciencia.
Otras posibles soluciones son: la concertación con la empresa, el director y la redacción de
principios que rijan la actividad del medio; la adhesión explícita a un de
terminado Código; la manifestación por parte del informados de reservas parciales a la cosmovisión
ideológica del medio; y la garantía empresarial de que no será obligado a escribir en contra de su
conciencia (Soria, 2003).
La BBC se vio implicada en los últimos tiempos en uno de los más claros ejemplos de defensa de
los valores periodísticos más puros. El caso de las declaraciones del hombre experto en armas
químicas del gobierno de Blair, David Nelly, y su posterior suicidio pusieron contra las cuerdas a uno
de los medios de mayor prestigio mundial. Inmediatamente, la publicación del nombre de Nelly se
erigió en el guante arrojadizo entre la administración británica y la corporación mediática y se puso
en entredicho el buen hacer de la cadena. Durante el escándalo se elucubró sobre la supuesta
exageración de la emisora pública al ofrecer las declaraciones de Kelly, e incluso si suicidio se debió
más a la fuerte presiones ejercidas por el gobierno británico. Para The Economist “quizás nunca sea
posible contestar la pregunta central: ¿le dijo Kelly a la BBC todo lo que la BBC dijo que el dijo? En
Otoño de 2003 la cadena colgó en su sitio de Internet un importante apartado que tituló “Las Reglas
del Juego” y que describe, por medio de prestigiosos profesionales de los medias, los cinco valores
que consideran de mayor trascendencia.
I. El secreto profesional: Derecho y Deber
El secreto profesional es, a la vez, un derecho del profesional de la comunicación a mantener
ocultas sus fuentes y un deber adquirido con dichas fuentes. En muchas ocasiones se presenta
como la única vía para acceder a informacione
s relevantes. El secreto profesional es esencial en el ejercicio de la profesión porque supone la base
de una relación cuyo eje es la confianza. Supone no revelar a nadie aquello que ha sido conocido
por vía confidencial. Está relacionado con la intimidad, la fidelidad y la seguridad de las personas y
de los grupos (Bláquez, 2002).
Cuando un periodista revela sus fuentes otorga mayor credibilidad a lo que dice, pero hay ocasiones
en las que éstas deben permanecer en el anonimato, a veces por razones obvias (por ejemplo,
porque de lo contrario la fuente puede sufrir una denuncia o poner en peligro su seguridad), y a
veces por razones no tan obvias. Pero también hay situaciones en las que la fuente no pueda o n
deba permanecer en el anonimato (por ejemplo, si el interés por el anonimato no es proporcional al
interés informativo). Sin embargo, llegado a un acuerdo, el profesional deberá medir sus palabras
para no ir en contra del compromiso adquirido. En algunos libros d estilo se proponen fórmulas (por
ejemplo, “fuentes policiales” o “fuentes oficiales”) para dar alguna pista a la vez que se mantiene el
anonimato.
En el desarrollo de la actividad diaria, el secreto profesional abre puertas, preserva la discreción de
las fuentes y genera mayor confianza con el informador. El periodista ha de cuidar de forma muy
especial estas fuentes porque pueden proporcionarle, de cara al futuro, una mayor información que
permita construir con más detalle la sucesiva narración de los hechos. En estos casos, el profesional
debe manejar con cierta destreza esta posibilidad que le ofrecen los estatutos de los medios y la ley.
Continuamente se suceden ejemplos en lo que se solicitan mayores medidas para proteger este
derecho de los profesionales de la información. En 2002, “varios medios de comunicación
encabezados por el diario New Cork Times y las cadenas de televisión CNN y BBC han pedido que
si limite estrictamente el deber de testificar de los periodistas en los procesos de justicia
internacional.
Básicamente, lo que pretenden estos medios es no poner en peligro a los corresponsales de guerra.
Unos 30 medios de comunicación, así como la ONG Reporteros sin Fronteras, dirigieron una carta al
Tribunal Penal Internacional de la antigua Yugoslavia en la que exigen que los testimonios de los
periodistas se limiten estrictamente a los casos en los que sean absolutamente especiales para
esclarecer los hechos.
Podemos distinguir varios tipos de secreto profesional (Bláquez, 2002, 477-479):
• Natural. Es debido a la misma naturaleza de la información. Secretos naturales son todos aquellos
que se refieren al mundo íntimo, a los afectos y sentimientos. Revelando estos secretos violamos el
respeto a la dignidad humana y cometemos una injusticia fundamental.
• Prometido Cuando media la promesa formal de no revelar. . Si el asunto por su propia naturaleza
es grave, revelarlo es una injusticia. Quien nos respeta estos secretos no es digno ni de credibilidad
ni de confianza. Si la naturaleza del secreto no es grave la obligación de guardarlo depende de la
fuerza o naturaleza de la promesa, aunque siempre es mejor guardarlos.
• Confiado Se trata de un contrato, explícito o implícito para desahogarse y recibir ánimo. Se pued
en dar muchos grados de obligatoriedad en la confidencialidad, pero, normalmente, se suelen
distinguir tres niveles.
Confidencia entre amigos, normalmente para desahogarse y recibir ánimos. La prudencia dice qué
se puede revelar y qué no. Respetar las confidencias denota madurez humana y responsabilidad
moral.
Secreto confiado a un amigo por razón de su competencia en busca de consejo. En estos casos hay
mayor obligación de guardar un secreto.
Secreto confiado en tercer grado Éste es, propiamente dicho, el secreto profesional. La confidencia
se le hace a una persona por razón de su profesión y para obtener consejo cualificado. La obligación
de guardar el secreto es de estricta justicia.
Sin embargo, no siempre la sociedad comprende este derecho que ampara al profesional de la
comunicación. En más de una ocasión, los periodistas tienen que enfrentarse a peticiones de penas
en distintos tribunales de justicia. Un caso evidente lo encontramos hace más de diez años. El 10 de
abril de 1991 se juzgó en Bilbao a un periodista del diario El Correo que se negó a revelar al juez el
lugar donde realizó una entrevista. El abogado defensor pidió la absolución para el informador sobre
la base del derecho y deber legítimo de los periodistas de acogerse al secreto profesional y no
revelar sus fuentes. SE llegaba a esta situación a raíz de una entrevista a un corredor de comercio
involucrado en unas diligencias abiertas por una presunta estafa. Tras esta entrevista, el acusado de
estafa, interpuso una querella criminal por injurias contra el periodista y solicitó entre otras pruebas,
que se recibiera dec
laración al periodista que había realizado el reportaje. O más recientemente, el caso de un periodista
portugués que fue detenido por negarse a revelar ante la juez la identidad de su fuente durante un
proceso relacionado con el tráfico de drogas. A pesar de ser puesto en libertad ese mismo día, el
periodista José Luis Manso Preto, lo que representa un caso inédito que no se producía en Portugal
desde la revolución de los Claveles.
Lo específico del secreto profesional en el caso del periodista supone: no revelar las fuentes de
información, no sacar a luz los nombres de las personas que han facilitado la información de forma
confidencial y mantener a buen recaudo todo aquello que los autores de la información prohíban que
sea revelado. (Bláquez 2002, 483)
Si bien el secreto profesional en la práctica contribuye a la libertad de expresión y a apoyar la
autoridad moral del periodista, en la práctica puede dar lugar a abusos. Muchas veces los
profesionales lo utilizan como parapeto para ejercer un mal entendido derecho a la información
(véase lo expuesto en el tema 2). El derecho a la información no es un derecho absoluto (el único
derecho absoluto es la vida humana), sino un derecho relativo que está sujeto a principios éticos. No
parece que el derecho a informar, en caso de conflicto, pueda ponerse por encima del derecho a la
vida, a la intimidad, al honor y a la propia imagen. La preservación de la paz social y la seguridad
nacional o personal están por encima del derecho al secreto que, además, debe ser compatible con
el derecho de acceso a las fuentes y a la crítica constructiva (Bláquez, 2002).
El secreto
profesional no constituye un privilegio o una situación de impunidad, sino que amplía el ámbito de
responsabilidad (Soria, 1997). El informador se hace responsable de lo difundido.
Veamos cuáles son los límites al secreto profesional (Bláquez, 2002, 484-486:
• El bien común. La obligación de guardar el secreto profesional se difumina si con ello se puede
acarrear consecuencias perjudiciales a la comunidad (por ejemplo, en casos de terrorismo o
epidemias). La norma a aplicar en caso de duda, prevalece el secreto profesional, guiado por el
sentido común.
• El daño a terceros inocentes. El respeto a la inocencia prevalece sobre el secreto, aunque es difícil
aplicar este principio en la práctica. Normalmente se suelen señalar los siguientes criterios:
- La obligación de guardar secreto disminuye cuando afecta a personas públicas de gran
trascendencia, o cuanto más inocente sea la parte perjudicada.
- Cuando alguien quiere ampararse en el secreto profesional para cometer alguna injusticia, hay que
advertirle de que se puede violar el secreto profesional.
- Cuando la injusticia se ha consumado ya no es lícito revelar el secreto.
- No hay que guardar el secreto hasta el heroísmo. La propia vida está por encima de los secretos
de los demás.
- Autorización el secreto deja de ser un secreto cuando el interesado autoriza a revelarlo. Incluso, en
algunos casos podría presumirse esta autorización, aunque la presunción es algo muy delicado. Un
criterio práctico para estos casos es informar únicamente sobre los aspectos técnicos, dejando las
referencias personales.
Para terminar est
e apartado sobre el secreto profesional recogeremos en el siguiente cuadro resumen cuál es la
naturaleza jurídica, su justificación, así como las dudas y objeciones que suscita.
El Secreto Profesional
|Naturaleza |Como derecho: exime de una obligación |
| |Como deber: obliga a mantener en secreto las fuentes |
|Justificación |Se ha pactado con la fuente |
| |Es necesario para obtener información relevante |
|Objeciones |La acción de los tribunales en la aplicación de la justicia es superior a cualquier
privilegio. |
|Dudas |¿Quién debe ser protegido? ¿Son los reporteros? |
| |Se restringe a la modalidad periodística o se extiende a otros tipos de comunicación pública? |
| |¿Qué se protege? ¿Sólo las fuentes o también el material informativo? ¿Tiene límites? ¿Cuáles? |
II. La cláusula de Conciencia
La cláusula de conciencia tiene cierta relación con el secreto profesional, pero difiere en algo
fundamental: mientras que el secreto profesional tiene cierta trascendencia pública, la cláusula de
conciencia apenas tiene repercusión exterior porque es un derecho que
afecta la actividad del informador en la empresa en y para la que trabaja y cuyo fundamento se
encuentra en la libertad ideológica que el informador tiene , al igual que todo ciudadano, y del que
nadie le puede privar (Rodríguez Pardo, 1999, 95)
La visualización histórica de esta figura ética, y posteriormente jurídica, que poseen los
profesionales de la información se inicia con la formalización de la profesión periodística como parte
del régimen laboral. Se plantea en Francia en 1935, y es más concretamente Georges Bourdon,
presidente del Sindicato Nacional de Periodistas, el que logró convencer a los periodistas y
legisladores para que incluyeran en esa nueva relación laboral una serie de privilegios para los
profesionales (Azurmendi, 1997).
El profesional de la comunicación normalmente está integrado en una empresa y ese hecho limita su
actividad. La línea editorial del medio, el estatuto de redacción (si lo hay) y los usos profesionales
condicionan el ejercicio de la profesión. Aunque no suponen la supresión de la independencia moral
del informador, sí exigen una aceptación de los principios ideológicos del medio. El marcado
carácter intelectual de la profesión justifica el reconocimiento de esta cláusula (Azurmendi, 1997).
La cláusula de conciencia está sobreentendida en el contrato laboral entre la empresa informativa y
el periodista. Supone la posibilidad de que el periodista rescinda unilateralmente del contrato,
percibiendo igual indemnización a la del despido improcedente, cuando la línea editorial ha
cambiado de modo que le afecta negativamente en su ideología o dignidad profesional ( Escobar d
e la Serna, 2003). La carga de la prueba recae en quien invoca la cláusula de conciencia, al igual
que ocurre en cualquier relación contractual (Díaz Arias, 2003ª).
Son varios los supuestos que ampara la cláusula de conciencia:
1. Cuando el medio de comunicación manifiesta un cambio notable en la orientación informativa.
2. Cuando se producen modificaciones en las condiciones de trabajo que suponen un perjuicio grave
para la integridad profesional o deontológica del informador.
3. Un informador se puede negar a elaborar informaciones contrarias a la línea ideológica del medio
o a los principios éticos.
4. Cuando se produzcan alteraciones, para poder difundir la información con el nombre, pseudónimo
o signo de identificación del informador debe existir el consentimiento del mismo.
El editor no puede obligar al informador a vulnerar los límites intrínsecos, extrínsecos o las normas
deontológicas (Díaz Arias, 2003ª.)
a. Los límites intrínsecos: los informadores han de ser veraces y respetar en su labor el pluralismo
social, siendo fieles a los hechos.
b. Los límites extrínsecos: los derechos fundamentales de terceros, en especial los derechos de las
personas y de protección de menores.
c. Las normas deontológicas, compartidas por la generalidad de la población y adaptadas a la
práctica, que sirven de guía para el respeto de esos límites y ayudan al cumplimiento de la función
pública.
III. Derechos de autor
Para comprender mejor la idea de los derechos de autor sobre las obras creadas hay que partir de
la ideal del profesional de la comunicación como intelectual. Desde la con
figuración de la profesión con sus derechos y responsabilidades, ésta ha ido atravesando diferentes
etapas desde el mínimo reconocimiento hasta la más elevada valoración, sobre todo por parte de la
sociedad. El profesional de los medios de comunicación ha visto desplazada en los últimos tiempos
su ligazón a la intelectualidad, transformada en corporaciones, ya que apenas tienen cabida los
ámbitos autónomos de producción. Este hecho hace que el intelectual de la comunicación quede
prácticamente desprotegido frente a la empresa y busque, en instrumentos como el derecho que
ahora detallamos algún apoyo al que agarrarse.
Los derechos de autor son los que éste tiene sobre su creación. Éste es uno de los principales focos
de conflicto entre periodistas y empresas informativas y entre anunciantes y empresas publicitarias.
Existen tres corrientes jurídicas en relación con relación a este tema: 1) Aquella que los identifica
con un tipo de propiedad; 2) Aquella que los ve como una manifestación de un derecho de la
persona; 3) Aquella que sostiene una visión conciliadora de las dos anteriores y se centra en la
facultad de difundir. Nos centramos en ésta última y presentamos un cuadro resumen de los
elementos constitutivos de los derechos de autor.
|SUJETO |Quien crea una obra literaria, científica o artística, que puede ser transferida a otras
personas físicas o |
| |jurídicas, y que se fija en un soporte. |
|OBJETO |Las creaciones originales
|
|CONTENIDO |Facultades morales: |
| |De identidad (reconocimiento del autor, utilización de seudónimo o anonimato) |
| |Derecho de integridad de la obra |
| |Derecho de modificación de la obra |
| |De su difusión |
| |De no difundirla |
| |De retirar de la circulación la obra (compatible con el pago de una indemnización a quien en ese
momento ostente |
| |los derechos de explotación) |
| |Facultades de explotación supone: |
| |reproducción |
| |distribución |
| |c
omunicación pública(ante el público o retransmitida a través de los medios de comunicación) |
| |transformación de la obra |
| |La explotación puede ser directa o mediante la cesión (que puede ser o no en exclusiva) |
| |Facultad de obtención de beneficio económico directa o indirectamente (medie o no un contrato de
cesión) |
Fuente: elaboración a partir de Azurmendi (1997, pp. 180-181)
Los derechos de autor del periodista cuentan con dos limitaciones:
a) Por la relación laboral con su empresa. Por lo general el periodista se integra en una empresa
informativa y su trabajo es realizado en equipo y para un empresario.
b) Por el contenido de interés informativo de su trabajo. Las noticias no son objeto de derechos de
autor.
El medio audiovisual también tiene sus especificidades:
a) Salvo pacto en contrario, el empresario ostenta los derechos de autor de un equipo que trabaja en
régimen laboral.
b) En caso de grabación audiovisual, los participantes ceden la facultad de explotación al productor,
para lo que es necesario la autorización expresa de todos los autores. El productor tiene la
obligación de remunerar a los mismos, al menos una vez al año, según lo determinado por cada
modalidad de explotación.
En la actividad publicitaria, al no existir relación laboral, no se puede establecer una norma que los
derechos pertenezcan al anunciante. Es necesario que conste en el contrato d
e creación y difusión de publicidad los términos que la agencia y anunciante ceden los derechos.
IV. Los deberes del profesional de la Comunicación
Vamos a presentar en un cuadro los deberes del profesional de la comunicación agrupados en tres
bloques:
Anteriores al acto informativo no son exigibles hasta que se produzca el acto informativo.
Coetáneos al acto informativo son exigibles de forma simultánea al acto informativo y pueden hacer
referencia al mensaje, el receptor o el informador.
Posteriores al acto informativo o consecuenciales. Se derivan del acto informativo ocurrido.
Deberes del profesional de la comunicación
|ANTERIORES |Formación, preparación y estudio para cumplir con la vocación y las propias
aptitudes. |
| |Cumplir con os requisitos y exigencias formales para el ejercicio. |
| |No incurrir en incompatibilidades establecidas por la ley. |
| |Evaluar las posibles consecuencias de la información que se pretenden dar. |
|COETÁNEOS |Relativos al mensaje |
| |La información para ser tal debe ser verdadera y comunicada. Los caminos para informar la
verdad son |
| |distintos según se trate de un mensaje de hechos, de ideas o de juicios. |
|
|Relativos al receptor |
| |El informador debe tener la mentalidad de educador. Todos los mensajes informativos tienen un
efecto |
| |educativo. La información difundida no debe ser alienante. Debe enseñar no qué pensar o qué
hacer, sino cómo|
| |decidir libremente qué pensar o qué hacer. |
| |Deberes de realización del informador |
| |El profesional, ante todo, es una persona y debe llevar adelante su proyecto de realización en
todos los |
| |ámbitos de la vida. En la medida que lo logra aumenta su credibilidad. |
| |El informador debe ser justo (vivir honestamente, no dañar a nadie y dar a cada uno lo suyo). La
información|
| |es el medio, no el fin, para alcanzar la justicia. |
| |Debe ser diligente en el tratamiento de la información. |
| |Debe ser libre, debe contar con autonomía, en la realización de su trabajo. |
| |Debe trabajar y perfeccionarse continuamente buscando la excelencia
profesional. |
| |Debe respetar los derechos de sus semejantes (en especial el derecho a la intimidad, el honor y la
imagen; |
| |así como a la voz y la igualdad –de las minorías-) No debe difundir aquello que pueda poner en
peligro la |
| |convivencia social. |
|POSTERIORES |Debe rectificar a petición de los afectados, o como ejercicio de autorrectificación. |
| |Debe sostener y ratificar la información si tiene la certeza de que es correcta. |
| |Debe cumplir con la responsabilidad penal. |
| |Debe cumplir con la responsabilidad civil. |
| |Debe trascender, compartir sus conocimientos y experiencias. |
Fuente: elaboración a partir de Gareis (2003, pp. 202-209)
Para terminar, después de señalar los distintos deberes del profesional de la comunicación,
queremos enunciar once situaciones especialmente conflictivas en el ejercicio de esta profesión y a
las que hay que ser especialmente sensibles:
1. Las relaciones con la fuentes
2. Los conflictos de interés
3. Todo lo relacionado con regalos, ayudas etc.
4. El grado de compromiso con la verdad
5. El grado de compromiso con el interés público. El problema es qué sucede cuando el interés
público no coincide con la verdad.
6. La invasión de la privacidad.
7. La corrección de errores cuando estos se comenten.
8. El cumplimiento de la ley.
9. La búsqueda de prestigio profesional
10. La falta de rigor, la escasa profesionalidad.
11. El plagio, no siempre fácil de definir y delimitar.
V. Anexos
En el anexo incluimos tres documentos que sirven para profundizar en el sentido último de la
profesión y las exigencias de un buen ejercicio de la misma.
En el primero se presenta el “Dodecálogo del Deberes Éticos del Periodista” de Camilo José Cela,
quien ejerció muchos años como periodista. En el segundo se describe el perfil del informador
responsable. Y en el tercero se sintetiza las que la BBC denomina Las reglas del juego.
Conociendo al autor del texto
Camilo José Cela ha sido uno de los más altos escritores españoles de la segunda mitad del siglo
XX. Su obra se arraiga en una profunda raíz de nuestra cultura: la que continúa la estirpe literaria de
Quevedo y Valle-Inclán y la pictórica de Goya.
Cela supo aunar magistralmente el extraordinario dominio del lenguaje con la visión desgarrada y la
búsqueda de la pureza que se esconde tras las más violentas pasiones humanas. En definitiva, su
obra indaga en lo que hay de más esencial y elemental en las personas.
Fue un escritor completo: novelista, poeta, articulista, autor de romances de ciego y de inolvidables
libros de viajes; en todos ellos ha dejado la huella de su vigorosa personalidad humana y literaria.
DODECÁLOGO ÉTICO DE CAMIL
O JOSÉ CELA
El periodista debe:
1. Decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que imagina que aconteció.
2. Decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la
mentira no es noticia y, aunque por tal fuere tomada, no es rentable.
3. Ser tan objetivo como un espejo plano; la manipulación y aun la mera visión especular y
deliberadamente monstruosa imagen o la idea expresada con la palabra cabe no más que a la
literatura y jamás al periodismo.
4. Callar antes de deformar; el periodismo no es el ni el carnaval, ni la cámara de horrores, ni el
museo de las figuras de cera.
5. Ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato.
6. Aspirar el entendimiento intelectual y no al presentimiento visceral de los sucesos y situaciones.
7. Funcionar acorde con su empresa –quiere decirse con la línea editorial-ya que un diario ha ser
una unidad de conducta y de expresión y no unas suma de parcialidades; en el supuesto de que la
coincidencia de criterios fuera insalvable, ha de buscar trabajo en otro lugar ya que ni la traición a sí
mismo, fingiendo, o a al empresa, mintiendo) ni la conspiración, ni la sublevación, ni el golpe de
estado son armas admisibles. En cualquier caso recuérdese que para exponer la baraja de posibles
puntos de vista ya están las columnas y los artículos firmados. Y no quisiera seguir adelante – dicho
sea al margen de los mandamientos- sin expresar mi dolor por el creciente olvido en el que, salvo
excepciones conocidas y por todos celebradas, están cayendo los artículos literarios y de
pensamiento n
o político en el periodismo actual.
8. Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, económicas,
sindicales, incluidas las de la propia empresa. (Este mandamiento debe relacionarse con el anterior)
9. Recordar en todo momento que el periodista no es el eje de nada sino el eco de todo.
10. Huir de la voz propia y escribir siempre con la máxima sencillez y corrección posible y un total
respeto a la lengua.
11. Conservar el más firme y honesto orgullo profesional a todo trance, y , mintiendo los debidos
respetos, no inclinarse ante nadie.
12. No ensayar la delación, ni dar pábulo a la murmuración ni ejercitar jamás la adulación: al delator
se le paga con desprecio y con la calderilla del fondo de reptiles; al murmurador se le acaba
cayendo la lengua, y al adulador se le premia con una cicatera y despectiva palmadita en al
espalda”.
2. EL INFORMADOR RESPONSABLE
El informador responsable:
• Por relación al público, respeta la vida privada y reputación de las personas, así como sus
convicciones, su sensibilidad y legítimas costumbres. Por lo mismo, evita las calumnias, las
acusaciones infundadas y los prejuicios sobre los juicios legales. Reconoce el derecho del público a
saber la verdad, acepta el derecho de réplica, las sugerencias y las críticas constructivas. Presenta
los hechos con objetividad, pero sin brutalidad, ni sensacionalismo.
• Por relación a los eventos, obtiene los datos informativos por medios justos y honestos, los verifica
al máximo y los comunica con veracidad, evitando toda forma de manipulación malintencionad
a. Corrige cualquier error una vez detectado.
• Por relación a las fuentes, respeta la confidencialidad y el secreto profesional, reclama el derecho
al acceso razonable a las fuentes de información y trata de conocerlas con la mayor competencia
posible.
• Por relación al grupo profesional cuida su integridad personal evitando el soborno y las ventajas
personales; es solidario con sus colegas y nos les causa perjuicios mediante la promoción justa y
equitativa. Por la misma razón se abstiene de practicar el plagio y se comporta de modo que no
quede el gremio profesional en mal lugar.
• Por relación al ideal de servicio sirve al interés público, colabora a la creación de una opinión
pública informada y objetiva, contribuye noblemente a la educación de las masas y apoya la lucha
social por la vía de la justicia, el respeto y la paz sociales.
• Por relación a la comunidad internacional se abstiene de atacar a las naciones amigas mientras se
respeten los derechos humanos fundamentales, favorece la convivencia pacífica y el mejor
conocimiento de los países extranjeros.
3. LAS REGLAS DEL JUEGO (BBC)
“La precisión, la imparcialidad y la transparencia son las bases de
todo el periodismo de la BBC, independientemente
del medio que utilicemos para llegar al público”.
Nigel Cahpaman
Subdirector del Servicio Mundial de la BBC
Imparcialidad
La imparcialidad debida es la base editorial de la BBC. Todos nuestros programas y servicios
informativos deben ser justos, estar libres de prejuicios, mostrar amplitud de criterio y respetar la
verdad.
La búsqueda de la imparcialidad demuestra el co
mpromiso de la BBC con el público, reflejando la gama de intereses de nuestra audiencia, así como
todo punto de vista, credo y corriente de pensamiento.
Por eso la primera regla del juego es la imparcialidad, mediante la cual los periodistas de la BBC se
esfuerzan por informar sobre los acontecimientos mundiales de forma equilibrada y sin sesgos.
Precisión
La precisión para reflejar la verdad es uno de los pilares editoriales del BBC. Sin ella pierden
credibilidad los valores como la imparcialidad, la responsabilidad o la transparencia.
Transparencia
La transparencia en toda actividad periodística de la BBC es uno de los elementos clave de nuestra
política editorial.
En las “reglas del juego”, la transparencia se refiere al tratamiento que se les da a todos los que
contribuyen con nuestros programas o reportajes, incluidos los menores de edad.
La transparencia indica un trato justo, honesto y respetuoso de los entrevistados y de los
protagonistas de la noticia, y exige, además consideración a la privacidad de los mismos.
Toda persona partícipe en nuestra cobertura tiene el derecho de saber de qué trata el programa o
artículo a todo entrevistado se le debe dar la oportunidad de responder a las preguntas.
Los periodistas de la BBC deben tener cuidado especial con la participación de menores de edad.
En ese caso, lo más importantes es respetar sus derechos.
Sin embargo, todas estas consideraciones no se pueden interpretar como un obstáculo insalvable a
un periodismo indagatorio, dispuesto a plantear preguntas que hay que hacer y a impulsar el debate
de nuevos temas y ángulos.
Responsabilidad
Uno
de los desafíos que enfrentan los periodistas y productores de la BBC es llevar a nuestro público
global una programación y contenidos decentes, dignos y relevantes.
Independencia
El público de la BBC debe poder confiar en la independencia e integridad de nuestros periodistas y
su trabajo.
Nuestra audiencia debe tener confianza en que tomamos decisiones informativas por razones
editoriales sólidas y por presiones indebidas políticas, comerciales o de intereses especiales.
La independencia en las reglas del juego significa que los periodistas de la BBC deben esforzarse y
mantenerse alertas para evitar que su cobertura se vea influida indebidamente.
Los programas o artículos de la BBC jamás deben de dar la impresión de que respaldan o
promocionan un producto o servicio, o que están comprometidos con una posición política o con un
grupo de presión determinado. Siempre debe haber una justificación editorial para mencionar tanto
marcas comerciales como posiciones políticas en nuestra cobertura periodística.
Los presentadores, reporteros y productores de la BBC no deben tener ninguna vinculación
importante con los productos, servicios, empresas, partidos políticos y grupos de presión
mencionados en sus espacios.
6. Ética y Economía.
Conociendo al autor del texto
Fernando Montes s. j., rector de la Universidad Alberto Hurtado de Chile. Licenciado en sociología
por la Universidad de Lovaina, Bélgica. Este documento fue presentado en el Seminario
Internacional “Ética y Desarrollo: Los Nuevos Desafíos", Tegucigalpa, Honduras – 2 de Septiembre
de 2001.
Propuesta mediación didáctica del material: Activi
dad No. 20.
Texto
Provengo de un pequeño país que desde los años ochenta ha aplicado ortodoxamente los
postulados de una economía de mercado abierto. Los sacrificios iniciales fueron grandes pero los
éxitos fueron también considerables. Alto crecimiento, baja inflación, finanzas públicas ordenadas,
decrecimiento del número de pobres, en los primeros años aumento del empleo etc. Sin embargo,
pasado quince años aunque nadie quiere perder lo alcanzado, se constata un creciente descontento
y un malestar que abarca no sólo el campo económico.
Aunque hemos recuperado la democracia, en muchos aspectos estamos ante un país más
desarticulado, con menos ciudadanos y más consumidores. Hay una pena que se extiende.
Existe el sentimiento que pasamos de un período militar, donde las fuerzas armadas no estuvieron
bajo el control político civil, ha algo analógico: un grupo de economistas que en cierto modo están
por encima del sentir y control ciudadano. En este contexto quisiéramos reanalizar las relaciones
entre ética y economía.
Procederé en dos partes: En primera constataré ciertos deslizamientos o evolución en las relaciones
entre ética y economía; en la segunda me referiré a ciertos desafíos particulares en la actual
coyuntura que vive nuestro país.
1º Deslizamientos o evolución de las relaciones entre ética y economía
El desarrollo de las relaciones entre ética y economía no ha sido lineal ni fácil. Toda descripción
somera de una evolución comporta necesariamente elementos de simplificación. Señalaré cuatro
“deslizamientos” o líneas de progresión.
1. a) De Adam Smith a Amartya Sen. Redescubrimiento de la ec
onomía como ciencia social.
1. 1) La economía nace merodeando el campo de la reflexión ética. De hecho Adam Smith fue ante
todo un moralista. El conjunto de su obra, en particular “The theory of moral sentiments” lo
atestigua.
2.
3. 2) Constituida la economía como ciencia tuvo la tentación de concebirse cada vez más como
ciencia exacta. Usó más y más las formalizaciones y modelos predictivos matemáticos y se desligó
de la consideración moral. La persistencia, complejidad y novedad de los problemas; el progreso en
la epistemología de las ciencias y otros factores han contribuido a pensar que el desarrollo no puede
limitarse a lo puramente económico ni depender exclusivamente de la economía. Se ha llegado a
hablar de desarrollo de capital social y por ende de desarrollo humano. Testigo de esta evolución es
el indio Amartya Sen, premio Nóbel de economía, que habla del desarrollo como libertad. La ética
pasa a ocupar un lugar de privilegio en la búsqueda de soluciones económicas. Los economistas se
hacen más suspicaces frente a la “mano invisible” que parece ser desigual en el modo de repartir
sus golpes o restablecer los equilibrios. En otras palabras ha habido un paulatino retorno a los
factores éticos.
1. b) De la administración a la economía.
2. 1) Por la inmediatez de los problemas y sus consecuencias prácticas se desarrolló fuertemente un
pensamiento moral ligado a la empresa y a la administración. Generalmente ese pensamiento tuvo
una lógica utilitarista y pragmática, aunque no exclusivamente. Lo ético (no robar, no mentir, cumplir
los compromisos) es presentado como buen negocio, como a
lgo rentable a la larga.
3.
4. 2) De esa visión más ligada a los negocios, se ha ido pasando paulatinamente a la necesidad de
una reflexión ética en torno a la economía misma, a los modelos que ella propone y a las decisiones
globales que se toman. La economía parecía en deuda con la moral, pues prácticamente sólo
trataba el problema de la equidad relacionado con la distribución. Hoy vemos que todas las
decisiones económicas tienen consecuencias inmediatas en la conducta humana, en la organización
social sociedad y en la cultura.
c) De la justificación al sentido
1. 1) Muy frecuentemente se buscó en la ética una justificación o una aprobación desde el punto de
vista de la vida social. Por ejemplo debió justificarse el lucro o el préstamo a interés. Es famosa la
defensa del relativo “egoísmo” del carnicero y el panadero en un texto frecuentemente citado de A.
Smith.
2.
3. 2) En un mundo que ha perdido sus metas, se ha visto la necesidad de ir al fondo de las cosas
discutiendo el destino mismo de la economía y su ubicación en el conjunto. Ella se ha ido abriendo a
una interrogación total y de fondo, sobre todo al situarla en el conjunto del proyecto humano. ¿Para
qué? ¿Por qué y cómo? ¿qué consecuencias no sólo económicas sino para toda la vida social y
humana? etc.
4.
d) De los valores económicamente relevantes a la responsabilidad social.
1. 1) Tal vez haciéndose eco de las consideraciones de Max Weber en su Ética Protestante, se ha
reflexionado en los “valores que contribuyen al desarrollo económico”. Se estudió como fomentar el
espíritu de trabajo bien hecho, la honradez,
la verdad, la austeridad y espíritu de ahorro, la capacidad de riesgo porque eso tenía directa
incidencia en el desarrollo económico. Últimamente se ha insistido en la Confianza (Peyrefitte). Ese
es un avance desde el punto de vista ético porque hace comprender el factor humano de la
economía que no es sólo un problema monetario o de producción.
2. 2) Desde esa consideración centrada en los valores se ha abierto otra perspectiva para reanalizar
la relación entre ética y economía: tomar conciencia de la responsabilidad en las hondas
consecuencias que tienen las teorías y decisiones económicas en la vida y desarrollo de las
personas y las sociedades. Las decisiones no son neutras como podría pretender una cierto tipo de
ciencia. Cada decisión influye en la vida y en la muerte de hombres, mujeres y niños; y marcan los
movimientos sociales y sus organizaciones.
2º Algunos desafíos particulares
Precisamente desde la perspectiva de las consecuencias que se siguen de las diferentes opciones
económicas, señalaré cinco puntos que se presentan como desafíos.
a) La perspectiva desde donde se hace economía.
El conocimiento humano, por objetivo que él sea, está fuertemente influido por la perspectiva desde
el cual se hace. El lugar social colorea la elección de los temas, cuestiona las soluciones y
ciertamente interviene en los acentos. Si esto es verdad en cualquier parte de la tierra, lo es más en
América Latina porque se trata de sociedades profundamente segmentadas. Los profesionales
generalmente provienen de un grupo social y se relacionan con dicho grupo.
Esto se agrava porque normalmente se tiene como refer
encia principal el mundo académico de sociedades desarrolladas. Los académicos repiten lo
aprendido en Chicago, con los matices propios de esa escuela, usando métodos, y mediaciones
americanas y pensando publicar en revistas de referencia que avalan la validez académica.
La ciencia tiene algo de universal y no se trata de fomentar un nacionalismo estrecho pero, una
ciencia aplicada, ciencia social como es la economía es necesariamente deudora de su entorno.
Ejemplo. En mi patria ante la grave situación de la vivienda, un sacerdote convocó a algunos
arquitectos para planear casas elementales que resolvieran al menos transitoriamente el problema.
Los arquitectos profesionales, formados en nuestras universidades fueron incapaces. Un joven, sin
estudios de arquitectura, sobre un papel cuadriculado de aritmética propuso un modelo que ha dado
alivio a miles y miles de familias jóvenes y a los más pobres que no tenían lo más mínimo para tener
privacidad y vida familiar. Faltaba alguien que hiciera arquitectura desde otro ángulo, con ojos
nuevos y creatividad...aunque con pocos medios.
En Chile, los economistas conocen a los pobres fundamentalmente por las estadísticas. En las
universidades se estudian casos importados y los jóvenes no conocen la realidad de su pueblo.
Están más familiarizados con lo que pasa en Miami que en las poblaciones más pobres de su
ciudad.
No deja de ser significativo el vuelco dado por Yunus, con su banco de los pobres, que desde
Bangladesh rompió todas las certezas de banqueros y teóricos clásicos.
En la Universidad Católica de Chile, se publicó un libro recogiendo artículos sobre la p
obreza en Chile, destinado a nosotros y todos esos artículos están escritos en Ingles. En nuestro
Banco Central se hacen regularmente seminarios entre los investigadores del lugar y se hace el
seminario en inglés. Esto es anecdótico pero es grave porque denota un grupo herodiano, es decir
vueltos a la cabeza del imperio y no a aquellos que se debe servir. Una relación fructífera entre ética
y economía supone necesariamente cuestionar el punto de partida y el punto de referencia de esta
ciencia.
Es interesante, en Chile el programa de viviendas populares (Un Techo para Chile) que reagrupa
estudiantes de todas las universidades que sienten el vacío en la formación recibida y quieren
conocer y servir a los más necesitados de su pueblo. Eso ha influido en su modo de estudiar y de
producir académicamente.
b) Economistas vs. Políticos. La necesidad de interdisciplinariedad
Es un hecho que poco a poco la economía ha ido convirtiéndose en el tema central cuando se habla
de desarrollo. Si hoy todos reconocen que el desarrollo humano no se limita a lo económico, en la
práctica el tema económico sigue siendo central.
Esto ha significado que los economistas y los empresarios han tomado el relevo de los políticos en
las decisiones más importantes. Ellos deciden las inversiones, asignan los sacrificios, determinan los
ritmos etc. Los políticos, con menos ciencia en la materia, pierden ante los empresarios y
economistas su autoridad.
En otras palabras, en la actualidad vemos que se desarticula el sistema político. Los políticos
pierden estima y autoridad. Aunque hagan las promesas que hagan, a la hora de llegar al poder,
deben seguir los dictados de los economistas que reconocen pocas posibilidades de movimiento.
Esto puede tener consecuencias fatales por el desinterés en la política, la falta de participación de
los jóvenes...lo cual puede llevar a aventuras antidemocráticas o populistas.
La centralidad de lo económico ha llevado también a una desarticulación de los sistemas sociales de
participación. Las organizaciones populares se disgregaron. De ciudadano se ha pasado a
consumidor.
Las consecuencias de las decisiones económicas tienen repercusiones sociales y políticas que
exigen una reformulación ética.
c) Una economía que no nos quite el carácter de ser sujetos de la historia.
El renacimiento significó un sueño de la centralidad del ser humano en el universo. Eso llegó a
formularse en el siglo de las luces y en la revolución francesa en una gran confianza en la razón y la
libertad.
Surgieron, sin embargo en el siglo XIX, preguntas que cuestionaron a fondo las certezas culturales
de la centralidad del sujeto libre y razonable. Marx nos llenó de dudas porque nos condicionó
fuertemente a los sistemas productivos y a las clases sociales. La libertad ciertamente era algo a
obtener a largo plazo porque estaba limitada por sus alineaciones.
Por otra parte Freud nos hizo descubrir que nuestra libertad estaba inmersa en un mundo
inconsciente de pulsiones y traumas desconocidos que nos arrebatan la libertad y la condicionan.
Por su parte Darwin nos quitó la pretendida diferencia esencial del hombre con los otros seres pues
nos hizo ser parte de una cadena de vivientes que pasando de las células primordiales llegó hasta l
a conciencia. Eso hoy es considerado más radicalmente, porque se estudia la evolución de la
materia y se nos inserta en un proceso que va de los elementos minerales a la vida y la conciencia.
Para consolarnos se nos dice que somos polvo de estrellas, pero en definitiva solo polvo. Nietzsche
lleva todas esas preguntas al plano moral y viene a preguntarnos en esas circunstancias sobre las
fuentes de la moralidad.
Es interesante la “hubris”, el orgullo humano nacido en el renacimiento, es fuertemente cuestionado,
el sujeto parece perder su autonomía y su libertad es puesta en entredicho.
Touraine, nos recuerda que la modernidad nació sobre dos pilares: la razón y la libertad pero que
por la concepción reinante en la ciencia, la razón aplastó la libertad. El hombre fue sometido a un
destino impuesto por las leyes de la naturaleza que se extendieron a las ciencias sociales y
políticas. Se establecieron regímenes que parecían imponer la fuerza de la razón ordenadora en la
sociedad destruyendo al individuo.
En esa línea se inserta parte de la economía clásica y eso hace crisis. Hay que repensar el rol de la
libertad y el factor humano. Hay que reintroducir la ética para que las leyes económicas no sean
concebidas como algo inexorable sino como una oportunidad para que el hombre sea sujeto de la
historia, libre y responsable de los demás.
La crisis de un constructivismo voluntarista que creyó que se podía conducir la economía de manera
arbitraria y el reconocimiento que hay ciertas leyes y principios que se deben respetar, hizo creer
que el hombre debía bajar la cabeza y someterse a esas leyes. Es un desafío llegar
a un equilibrio desarrollar su libertad y su responsabilidad.
d) La economía dentro de un cambio cultural.
Sabemos que la cultura es lo que nos permite vivir humanamente, lo que nos permite ordenar
nuestro mundo, tener parámetro para ubicarnos, lo que ordena nuestros valores y fija nuestros fines
jerarquizando los medios.
Cada vez más somos concientes que la economía se entiende dentro de una cultura y que ella
influye a su vez en la cultura. El verdadero desarrollo esta ligado a un desarrollo cultural. Una
invasión cultural puede paralogizar y dejar a las víctimas en estado de anomía, de autismo cultural.
Parte de eso les pasó a nuestros grupos étnicos a la hora de la invasión hispánica. Un cambio de
cultura rompió el alma de muchos pueblos.
Dos elementos de la cultura quiero señalar en referencia al problema de ética y economía, el
problema de los fines y medios; y el problema del individualismo y las redes de transmisión de la
cultura.
1. 1) Fines y medios
Un ser sin fin pierde la libertad. Si llegamos a un aeropuerto sin saber nuestro destino todos los
vuelos pierden su sentido para nosotros.
Fácilmente quedamos sin sentido y sin esperanza o convertimos en fines los medios que son sólo
medios. Hacer de un medio un fin, es hacerse esclavo. Vivimos una sociedad rica en medios y falta
de fines por los cuales valga la pena vivir y sacrificarse.
1. 2) Individuo vs. persona
Nuestra cultura ha insistido en el individuo más que en la persona. El concepto de persona recalca
la idea que somos un centro de relaciones, en cambio la noción de individuo acentúa la división, la
diferencia. Al insist
ir en el individuo, el autoconocimiento, la autorrealización, la competencia, se convierten en valores
importantes en desmedro del servicio, la solidaridad, la división complementaria del trabajo, y sobre
todo el sacrificio por los demás.
Fácilmente se quiebra el sentido social, el sentido de pertenencia, de responsabilidad social. Hay
problemas para el sacrificio y para soportar la frustración.
Eso distorsiona la noción de libertad que se convierte en auto afirmación más que en solidaridad y
responsabilidad; convierte la noción de amor en autocomplacencia y hedonismo etc.
Es interesante pero la economía tiene mucho que decir porque responde a necesidades humana y
crea nuevas necesidades.
e) Gratuidad
No quisiera terminar esta exposición sin referirme a algo que no es fácil ligar con la economía pero
es de lo más esencial para la humanidad. Me refiero a la gratuidad. Es algo en lo que los pueblos
latinoamericanos podemos aportar. Desde nuestra pobreza, nuestro sentido de acogida, nuestro
gusto por la fiesta podemos decir algo al verdadero desarrollo humano.
Lo más humano, no se compra ni se vende, tiene valor pero no tiene precio. La amistad, una
sonrisa, la felicidad, el amor... la misma muerte, se reciben y se dan. La poesía es una dimensión
humana que también está en el reino de lo gratuito. Cuando Miguel Hernández estaba preso en las
cárceles de España, le escribía a su hijo “tu risa me hace libre...la cárcel me quita la libertad”. No es
fácil que un economista entienda esa lógica que es esencial para la vida del hombre en esta tierra y
para el desarrollo. Vengo de una tierra que ha obtenido dos prem
ios Nóbel de Literatura por su poesía y no podemos dejar que se cercene esta dimensión. Neruda le
pedía al Aire que no se dejara encajonar, que no se vendiera, que correteara haciendo fiesta.
Paradójicamente eso no puede ser ajeno al pensar económico. El Evangelio tiene en sus inicios una
máxima sabia: “no sólo de pan vive el hombre” o dicho de otro modo necesitamos alimentarnos de
panes confeccionados con trigos más sutiles. En esa línea podemos aportar algo porque nuestro
mundo por ser pobre es más poético y más gratuito.
El mismo Neruda visitando Machupichu y viendo las maravillas hechas por el ser humano,
contemplando los éxitos de la empresa productiva, le pregunta a las ruinas
“Aire en el Aire ¿y el hombre donde estaba?
Piedra en la Piedra ¿y el hombre donde estaba?... Piedra en la piedra ¿y en la base harapos?...Y
suplica a esos restos de piedras milenarias “devuélveme al esclavo que enterraste”. Hay ahí una
intuición: el rechazo de un progreso que pueda esclavizarnos.
Pienso con Amartya Sen que ética y economía se relacionan porque finalmente en ellas se juega la
libertad del ser humano. Y esa libertad humana es rica en novedades, recursos... en sencillez y
gratuidad. En otras palabras no podemos descuidar de producir en abundancia el pan que
compartimos para que en ninguna mesa de nuestro continente él escasee. Pero debemos saber que
ese pan se amasa no solo con trigo sino con lágrimas, con dignidad, con esperanzas y con libertad.
Ahí se expresa el alma de la parte nuestra de América.
7. Ética y Persona: Criterios y principios. Aborto, Suicidio, Homicidio, drogas.
7.1 Criterios Éticos[36]
Con
ociendo al autor del texto
Marciano Vidal García, es un sacerdote redentorista, profesor en la Universidad Pontificia Comillas
(Madrid) y en el Instituto Superior de Ciencias Morales (Madrid) del que ha sido director varios años.
Actualmente es director del Instituto interfacultativo de la Universidad Pontificia Comillas. Además de
su actividad docente ordinaria, interviene en Congresos, Semanas y Jornadas. Da cursos
extraordinarios en diferentes países.
Su obra fundamental es Moral de Actitudes, un auténtico manual de Ética Teológica en el que
recoge las más valiosas aportaciones de la tradición teológica, dialoga con los saberes
antropológicos del momento y propone un proyecto ético para la realización de la persona y para la
construcción de un mundo justo y solidario.
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 21.
Texto
Es importante encontrar criterios de carácter general a los que podamos apelar no sólo en las
situaciones de conflicto, sino que ofrezcan una orientación al proyecto global de nuestra vida
personal y profesional. Los principios pueden parecer casi evidentes; pero son de extraordinaria
importancia por sus consecuencias prácticas y sus conclusiones.
Entendemos por “principio” una afirmación fundamental de la que se derivan una serie de
consecuencias o conclusiones. No son algo añadido a la persona, como cualquier calificativo, sino
que fluyen como atributos de su misma realidad y se fundamentan en su naturaleza. Los principios
se caracterizan por lo absoluto de sus exigencias, la universalidad de su validez y la inmutabilidad
de su contenido.
1. El principio del doble e
fecto
Este principio permite resolver aquellos casos en los cuales una acción determinada provoca
simultáneamente al menos dos consecuencias, de las cuales una es positiva y la otra negativa.
Consiste en valorar este tipo de acciones no según el criterio deontológico normalmente usado, sino
según el criterio teleológico.
El Principio del Doble Efecto reúne cuatro condiciones:
1. La acción debe ser buena o, al menos no mala; para algunos, no mala, es equiparable con
indiferente o permitida.
2. La acción no busca producir malos resultados ni mal alguno.
3. El buen resultado no es consecuencia del mal. Es decir, no se usa un mal como medio para
obtener algún resultado (para muchos este es el punto de mayor importancia).
4. El resultado final es que lo bueno debe ser proporcionado. Es decir, las metas positivas deben ser
mayores que los males acumulados como consecuencia de los actos.
El principio del doble efecto pone de manifiesto que la inmensa mayoría de los actos conllevan
incontables ambigüedades y problemas. Lo anterior implica que entre una decisión y otra debe
elegirse la que más se apegue a la “mejor ética”, o la que produzca el mayor beneficio, y el menor
daño, en caso de que no exista la posibilidad de no afectar.
Elegir entre hacer o no hacer, o entre tomar un camino u otro ("toda elección implica una pérdida",
sostenía Schoppenhauer) sugiere que la mejor ética es la que más beneficios produce a todos los
implicados.
Considerar el efecto, sea doble o no, de una acción no es otra cosa que volver a la argumentación
teleológica y a su procedimiento valorativo específico, que tiende a identif
icar las consecuencias con otros tantos valores o no valores, para considerar luego moralmente
recta aquella acción cuyo efecto positivo se identifica con el valor más fundamental y más urgente
respecto a los valores menos fundamentales y menos urgentes del otro efecto negativo.
La preocupación por no deslizarse hacia una visión ética demasiado permisiva y al mismo tiempo
por delimitar los contextos de aplicabilidad del principio, se fijan ciertas condiciones: 1) bondad o al
menos indiferencia moral de la acción; 2) honestidad del fin; 3) independencia del efecto bueno del
malo; 4) razón proporcionalmente grave.
En ellas es fácil ver la consideración, típica del modo de proceder teleológico, de la relación
recíproca entre los valores y los no valores que constituyen los efectos de la acción, de la relación
que se establece entre el valor o no valor medio (acción) y el valor o no valor fin y de la urgencia de
realizar un determinado valor.
2. El principio de totalidad
Este principio procede de la visión de la relación entre la parte y el todo. Del significado más
completo que posee el todo respecto a la parte y de la preferencia consiguiente que es preciso
otorgarle en el plano de la realidad propia de la persona humana particular. En otros términos, de la
visión de la preferencia que merece el valor de la totalidad cuando entra en conflicto con el valor de
la parte, como, por ejemplo, cuando se hace necesaria la amputación de un miembro para la
supervivencia del individuo.
Se identifica con la posibilidad moral de intervenir en la integridad física del cuerpo humano,
localizando exactamente el momento crite
riológico en virtud del cual es moralmente aceptable la intervención lesiva de la parte, que por
motivos varios se hace indispensable para el bien del todo.
La interpretación explicativa de este principio giraría siempre en torno a esta terminología mientras
no se evidencie claramente la perspectiva profundamente teleológica de base, mediante la
explicitación de los respectivos valores con los cuales vienen a identificarse la parte y el todo.
En efecto, el principio se usa normalmente para indicar la precedencia que posee el valor no moral
más fundamental vida (el todo) respecto a los otros valores no morales mucho menos
fundamentales (la parte). Sin embargo, se usa también para indicar la preferencia que el sujeto
deberá dar siempre al valor moral de su bondad personal en el caso en que ésta entre en conflicto
con otros valores no morales, aunque se trate también del de la vida.
Con el principio de totalidad la ética responde a la pregunta sobre la posibilidad moral de lesionar el
propio organismo. La respuesta inicial deontológicamente fundada, que lleva a afirmar la ilicitud
moral de cualquier intervención, se transforma en atento examen de los casos particulares y de los
diversos valores que en ellos concurren; el conflicto se resuelve basándose en el principio que en
último análisis responde plenamente a la perspectiva de la argumentación normativa de tipo
teleológico.
3. La excepción
También el recurso al principio de la excepción, ocurre en el momento en que se toma en
consideración la colisión de deberes o el conflicto de valores que viene a crearse en ciertos casos.
Cuando la observancia de la norm
a deontológica, debido a ese conflicto de valores, lleva a consecuencias aún más graves que
aquéllas a las que conduce la restricción de su ámbito aplicativo.
Así, por ejemplo; la norma que afirma siempre y en todas partes la ilicitud moral de matar a otro,
prevé también con el uso de este principio su no aplicabilidad a los casos de legítima defensa, de
muerte del tirano o de guerra justa.
Analizar detalladamente si, por qué y hasta qué punto en estos casos para la tradición moral el
principio de la excepción hacía moralmente lícita la muerte del otro, no lleva a resultados
satisfactorios mientras no nos reintroducimos en la perspectiva peculiar de la argumentación
teleológlca, que encuentra la solución de los diversos casos de conflicto entre los valores:
-en la defensa del valor de la vida propia cuando se es agredido y no existe otra posibilidad de
defensa, justamente porque se trata de dos valores de igual grado que entran en conflicto y que a
causa de la agresión ajena no pueden salvaguardarse contemporáneamente;
-en tender a la realización del menor número de no valores no morales, que corresponde al otro
principio teleológico del mal menor, cuando se trata de valores o no valores de igual grado: la vida
del tirano es un valor, pero la vida de todos aquellos que a causa del tirano corren el riesgo de
perecer es un valor de igual grado, que interese a un número mayor de personas y que en cuanto tal
merece ser salvaguardado;
-en la defensa de ciertos valores de fundamental importancia para la vida del individuo y de la
sociedad en que éste vive, como las libertades político-religiosas, de las que el suje
to moral tiene necesidad para realizar y expresar su propio valor moral: en este caso la guerra justa
era considerada como la correspondencia social de la legítima defensa.
4. La Epiqueya
El término “epiqueya” tiene su origen semántico y conceptual en el ámbito del mundo griego.
Significa “moderación” y se utiliza para indicar la actitud que ha de mantenerse respecto a la ley
positiva. Es sobre todo Aristóteles el que desarrolla una teoría de la epiqueya, por la que ésta
constituye el criterio último de valoración de la ley positiva, a la luz de las exigencias superiores de la
ley natural. La epiqueya es entonces como una forma de excepción a la ley positiva cuando ésta ley
entra en conflicto con los dictámenes de la ley natural. Se dirige por tanto a la consecución de una
justicia mejor, no siempre expresada correctamente en la letra de la ley.
En la reflexión ética contemporánea se ha recuperado a la epiqueya en su significado original,
poniéndola en relación con los derechos de la conciencia. Se trata de una actitud inspirada en la
conciencia del valor y del límite de la ley, y por consiguiente proyectada a la asunción de una
responsabilidad personal concreta para con la misma: responsabilidad que puede llevar consigo
tanto la renuncia a actuar sus contenidos, por ser injustos, como el compromiso de ir más allá de la
ley para vivir plenamente el valor expresado insuficientemente por ella. Para el cristiano esto tiene
su fundamento en la afirmación de Jesús: «El sábado está hecho para el hombre, y no el hombre
para el sábado".
El ejercicio correcto de la epiqueya exige una profunda madurez interior y un v
ivo sentido de la prudencia. Sólo con estas condiciones es posible evitar tanto el peligro de
legalismo como el de la permisividad, y enfrentarse seriamente con la ley Sin faltar a las exigencias
de la situación y de la vocación personal de cada uno.
5. Las distinciones reiteradas
Además de los principios arriba mencionados, la ética recurre también a algunas distinciones. Aquí
se toman en consideración sólo las más frecuentes:
a. Voluntario-involuntario. Esta distinción se usa particularmente como criterio aplicativo del principio
del doble efecto. Para que la acción sea moralmente recta, se decía, es necesario querer la
realización del efecto positivo y no querer, en cambio, sino sólo tolerar, la del efecto negativo. Con
esta distinción se hacía referencia a la distinción, fundamental en la ética normativa, entre actitud y
comportamiento, indicando de qué modo debía calificarse la actitud moral de la persona al realizar la
acción. En efecto, querer el efecto negativo y no el positivo de la acción se identifica con una actitud
moralmente mala.
b. Directo-indirecto. Mientras que el criterio del voluntario-involuntario se refiere a la actitud con que
se realiza la acción por el doble efecto, este segundo criterio se refiere a las características que
debe poseer el comportamiento desde el punto de vista moral: el efecto negativo debe seguirse sólo
indirectamente de la realización de la acción de doble efecto, no puede ser nunca su fin directo, éste
debe siempre identificarse con el efecto positivo. La extracción del útero afectado por tumor en una
mujer encinta aclara plenamente el ámbito aplicativo de este cr
iterio.
c. Activo-pasivo. Sustancialmente idéntica a la precedente, esta distinción sólo difiere por la
terminología y por el ámbito aplicativo en el que habitualmente se usa: el relativo a la eutanasia. El
recurso a esta distinción brota, de la posibilidad de delimitar, justamente mediante el principio de
dejar morir (eutanasia pasiva) o de la no obstinación terapéutica, la norma deontológicamente
fundada en la falta de autorización, que prohíbe cualquier intervención activa o directa encaminada a
abreviar la vida ajena.
d. Inocente-culpable. Esta distinción se introducía en el contexto del discurso sobre los raros casos
en los cuales se juzgaba lícito realizar una acción que tuviese como consecuencia, no querida
(involuntaria) e indirecta, la muerte de un inocente (interrupción del embarazo); en cambio,
normalmente no se usaba cuando se hablaba de muerte por legítima defensa, justamente porque se
distinguía el comportamiento con el inocente del seguido con un injusto agresor. Eliminar a un
culpable salvando así la vida propia era considerada una acción moralmente lícita, mientras que
eliminar al inocente se consideraba acción moralmente ilícita, justamente porque en este caso el
valor de la vida no era considerado en concurrencia con otros valores.
7.2 Inviolabilidad de la vida humana. Situaciones concretas[37].
El Aborto
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 22.
La interrupción voluntaria de un embarazo antes de la viabilidad fetal cae dentro de lo que se
considera un aborto provocado. Todos los abortos provocados, en razón al objeto mismo del acto,
es decir la realización de una
acción que tiene por consecuencia la muerte de un ser humano, aparecen constituyendo actos
éticamente ilícitos si se les analiza en forma independiente de la intención del ejecutante y de las
circunstancias que lo rodean.
Definiciones y clasificaciones
Para centrar el problema, es útil precisar algunas definiciones. De acuerdo a su finalidad y
circunstancias, los abortos provocados han sido clasificados en los siguientes tipos:
• Aborto libre. Es el aborto realizado bajo el supuesto derecho que tendría la mujer para interrumpir
su embarazo. Se invocan una serie de motivaciones, las más frecuentes son las económicas o
sociales. Bajo este concepto, algunos aceptan como suficiente la voluntad de la mujer y bastaría el
hecho de ser un embarazo no deseado.
• Aborto eugenésico. Es aquel que pretende la eliminación de un feto cuando se puede predecir con
probabilidad o certeza que nacerá con un defecto o enfermedad.
• Aborto por razones médicas o terapéuticas. Es aquella interrupción voluntaria de un embarazo
antes de la viabilidad fetal por razones de salud materna.
• Aborto por motivaciones mixtas. Se refiere a la llamada reducción fetal selectiva, que pretende
eliminar algunos embriones en el caso de embarazos múltiples, con el fin que otros tengan mejor
probabilidad de sobrevivir.
Aborto por razones médicas o terapéuticas
Es la interrupción voluntaria de un embarazo antes de la viabilidad fetal (23 semanas o menos de
500 g) por razones de salud materna. Se invocan aquí razones de tipo preventiva y curativa. Serían
preventivas en el caso que se considerara que la gestación podría agravar o empeorar el pronó
stico de una enfermedad de base y curativa cuando se considera que el embarazo está causando
un peligro para la vida de la madre. Por ejemplo, en el caso de enfermedades psiquiátricas, se
considera preventivo el evitar una descompensación psicótica postparto y curativo el impedir un
eventual suicidio en el caso de rechazar la solicitud del aborto.
Dificultades de la definición. El concepto de aborto terapéutico es muy amplio, ya que diferentes
autores consideran como tal:
• Sólo casos en que el embarazo esté poniendo en peligro la vida de la madre.
• Cuando agrava el pronóstico materno en casos de alguna enfermedad.
• Cualquier aborto provocado. Se cita a Benjamín Viel: "Si Salud para la OMS es la condición de
bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad. Ante tal definición se
pregunta, ante una mujer que solicita aborto y que está físicamente sana, ¿está acaso mental o
socialmente sana? Si no lo está tendría su salud alterada y si la tiene, la medicina debe ayudarla. Al
aceptar tal definición todo aborto inducido es terapéutico".
• Cualquier aborto provocado por un médico. Como los médicos realizan terapias, cualquier aborto
realizado por un médico sería terapéutico.
Formulación del problema
Para el análisis de un problema ético-clínico no basta con evaluar si una intervención clínica
corresponde o no con una definición; las definiciones son demasiado amplias para un caso particular
o, dicho de otra manera, los casos clínicos concretos en los que nos corresponde decidir no son
definibles. Corresponde pues, un análisis individual y profundo de cada caso, tratando de incluir
todos los aspectos que constituyen un acto en cuanto ético.
Intento de solución
Los elementos a considerar en el análisis ético son la jerarquía de valores y principios involucrados,
la información clínica éticamente relevante, la decisión de la madre, adecuadamente informada, y la
adecuada ponderación de los elementos anteriores, junto a circunstancias particulares.
Valores o principios en juego. Son los siguientes:
• Respeto a la vida. La interrupción del embarazo significa la muerte del embrión. También parece
existir un riesgo vital para la madre, riesgo que no existiría sin ese embarazo.
• Principio de beneficiencia. La obligación del médico es buscar el bien en lo que a salud de sus
pacientes se refiere. Es necesario considerar que en cada uno de estos casos existen dos
personas.
• Principio de autonomía. La madre tiene derecho a participar en las decisiones terapéuticas que le
conciernen a ella y también a su hijo, en forma subrogada. No olvidar que el feto tiene también
autonomía, aunque no pueda ejercerla.
• Principio de justicia. Como seres humanos, ambos tienen igual derecho a la vida y a acciones que
les permitan un desarrollo saludable.
• Principio de no maleficiencia. Ni a la madre ni al embrión o feto se les puede arbitrariamente
realizar una acción que les sea perjudicial.
Participación de la madre en la decisión. En virtud de la autonomía que le corresponde como
persona, la madre debe participar activamente en la decisión a tomar, si su condición clínica le
permite la competencia necesaria. Es indispensable entonces una adecuada y entendible
información del clínico hac
ia ella. Esto no significa que el médico esté moralmente obligado a realizar la acción que ella
determine, ya que como vimos, éste también tiene obligaciones para el feto o embrión, cuya
autonomía no es ejercida actualmente. En caso de conflicto, el médico puede desistir de seguir
atendiéndola, asegurándose que pueda contar con otro profesional calificado que lo haga.
Propuesta para abortos terapéuticos. De las interrupciones del embarazo antes de la viabilidad fetal
por razones de salud materna, sólo serían éticamente lícitas aquellas efectuadas cuando el médico
tratante está razonablemente convencido de que si no realiza dicha acción, sus dos pacientes
morirán. En dichos casos no sólo existirían circunstancias en las cuales el efecto buscado es
proporcionado al efecto no deseado, sino que la acción libremente elegida por el médico sería recta,
lícita y no constituiría un acto de los llamados intrínsicamente malos. Estos últimos son los que,
según la tradición moral, son ilícitos por sí y en sí mismos, independientemente de las
circunstancias, por razón de su objeto, como por ejemplo el homicidio, el genocidio o el aborto
(Veritatis Splendor Nº 79-83).
En muchos casos la omisión de actuar provocaría un mal mayor. La interrupción del embarazo en
circunstancias que si no se actúa morirán ambos y que el actuar significa salvar al único posible de
salvar (más aun, si se toma todas las providencias para atender y tratar de salvar al otro) no puede
considerarse una elección errada, producto de un desorden de la voluntad y por lo tanto de un mal
moral, sino que una acción que le corresponde como médico y hombre recto pu
esto en una difícil situación.
Conclusión. Las interrupciones de embarazo, como actos físicos genéricos, no pueden ser valoradas
éticamente. Actos instrumentales, como por ejemplo un legrado uterino son absolutamente
indiferentes desde del punto de vista moral, desprovistos de su especificación formal. Son las
diferencias específicas que completan una acción concreta, las que permiten una valoración ética.
En el tema de las interrupciones de embarazos no es posible hacer una evaluación ética sólo
analizando si una acción corresponde o no con una definición, ya que a pesar que las definiciones
comprenden un género y diferencias, éstas no logran alcanzar la especificidad de una acción
concreta. La definición de aborto terapéutico como "interrupción voluntaria de una gestación antes
de la viabilidad fetal, por razones de salud materna" es por lo tanto demasiado genérica, no logra
agotar la especificidad de frecuentes y diversas situaciones clínicas.
De acuerdo a lo discutido, serían lícitas las interrupciones de embarazos en las cuales el fin buscado
por el agente (médico tratante) no sólo es bueno (ordenado), sino que también proporcionado al
efecto no deseado. No serían lícitas en cambio, las interrupciones del embarazo en las cuales el fin
buscado por el médico es desordenado o desproporcionado en relación al efecto no deseado.
En conclusión, es necesario que los médicos tratantes realicemos, frente a un caso en particular, un
análisis acucioso de nuestras motivaciones, de lo que pretendemos con nuestra intervención, así
como también un estudio profundo de los datos clínicos relevantes, para así poder juzgar
adecuadamente la proporcionalidad de los efectos posibles en las diversas circunstancias,
constituyendo de este modo el acto moral completo, del cual sí podemos juzgar su licitud o ilicitud.
El Suicidio.
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 23.
Concepto. Es el acto de quitarse la propia vida. Muchas religiones lo consideran un pecado, y en
algunas jurisdicciones se considera un delito. Por otra parte, algunas culturas lo ven como una forma
honorable de escapar de algunas situaciones humillantes o sin escapatoria.
Para considerarse suicidio, la muerte debe ser un elemento central y el motivo del acto, y no sólo
una consecuencia ineludible. Así, los hombres bomba y los mártires no son considerados suicidas,
dado que unos mueren como consecuencia de la explosión que ellos mismos provocan y los otros
se sacrifican en nombre de una creencia. Tampoco son suicidas los que se sacrifican por otros en
caso de emergencia, ni los soldados que luchan en una guerra, y en estos casos, los muertos no
son proscritos por la religión ni por la ley. En el caso de que el suicidio tenga consecuencias legales,
la ley recoge que debe haber prueba de intención de morir, así como la propia muerte, para que el
acto sea considerado un suicidio.
Actualmente, en los albores del nuevo milenio, el suicidio parece arraigarse más en la humanidad y,
aunque se dice que sus principales causas son consecuencia de problemas sociales y
socioeconómicos, no hay una definición exacta que justifique la acción. Por eso, para la sociedad
occidental vuelve actualmente preocupante la tentativa del suicidio, en tanto que en ella se
vislumbra un acto de angustia y de tedio de la vida en medio de la opulencia del progreso y de la
sociedad científica y tecnológica.
Tipología. Una clasificación posible, de las tantas que se pueden hacer, es la que divide los suicidios
en:
• Los vicariantes: se adelantan o aceleran el acto de la muerte que se vislumbra en un futuro, con la
justificación de que no hay esperanzas y sólo creen ver a su alrededor sufrimientos y nada puede
compensar el período de espera.
• Los perfeccionistas: no toleran cualquier disminución de los atributos a su persona, lo mismo en la
belleza que en la potencia sexual, o un defecto cualquiera, menoscabo económico o social, o la
pérdida del poder y prestigio.
• Los hedonistas: no soportan nada que constituya un impedimento o una disminución del placer de
predominio sensual.
• Los transicionales: ante ciertas crisis vitales de transición inevitables, optan por el suicidio.
• Los sintomáticos: dependen de una enfermedad mental, psicosis, confusión mental, demencia y
depresión.
En la Historia. Si se mira la historia, encontramos una doble valoración del suicidio. Los estoicos
formulaban en ciertos casos un juicio positivo; Epicuro enseñaba que si la vida dejaba de ser
placentera, era lícito ponerle fin; Séneca condenaba el suicidio cometido solo por el deseo de morir,
pero aprobaba el que era por gesto de dignidad y de valor, o cuando era para escapar al sufrimiento
o a los achaques de la vejez y la enfermedad.
Platón fue contrario al suicidio y lo veía como un acto de insubordinazación contra la divinidad. En
boca de Sócrates pone las siguientes palabras
en el diálogo del Fedón: “Es muy justo sostener que uno no se puede suicidar y que es preciso
esperar que Dios nos envíe una orden formal de abandonar la vida”. Aristóteles lo considera un acto
vil, contrario al bien social. Para los neoplatónicos el suicidio era un impedimento a la plena
liberación del alma.
En el plano moral, en los siglos de historia occidental desde la aparición del cristianismo, siempre se
condenó moralmente el suicidio de una manera prácticamente unánime, aunque las formulaciones y
justificaciones presentaran ciertas diferencias. Ni siquiera la división religiosa del siglo XVI, fruto de
la Reforma Protestante cambió esta posición.
Es importante destacar que a todo lo largo de la historia moral, encontramos dos rupturas, que
aunque minoritarias “no dejan de ser significativas”. La primera se sitúa en los siglos XVII y XVIII (y
esta continúa teniendo representantes en la actualidad); y la segunda se puede ubicar en nuestro
siglo.
La primera ocurre durante el Renacimiento y posteriormente la Ilustración, donde se fue creando un
clima favorable para que la disposición más radical de la propia vida, por medio del suicidio, no se
restara a la libertad del hombre. El tema de la libertad del ser humano para suicidarse se convirtió
para algunos en una actitud coherente de asumir su propia existencia. De hecho, incluso en el siglo
XIX, el romanticismo fue favorable a una consideración positiva de algunos suicidios.
La segunda ruptura, es la que condena moralmente el suicidio. Ésta tiene lugar en nuestro siglo, con
una novedad importantísima: se cuestiona o se niega la tesis de la moralidad obje
tiva del suicidio no sólo desde la ética filosófica, sino que también en el mismo cristianismo se
defiende la pluralidad moral. Hay otro matiz nuevo: que el tema del suicidio se piensa mucho más
como una decisión radical sobre la propia vida implicada en la eutanasia voluntaria o suicidio
asistido.
Hay, por tanto, una mayor apertura y se deja atrás la tesis tradicional de que todo suicidio sea
objetivamente inmoral y de que esta posición se imponga como norma obligatoria e irrenunciable
desde la condición cristiana.
Valoración ética. En la actualidad hay dos posturas o visiones, dentro de un mismo paradigma,
acerca del mismo, por ello, toca analizar cuáles son las implicaciones morales propias del suicidio.
Por lo que respecta a la dimensión moral objetiva, el suicidio aparece como una opción claramente
negativa, si lo colocamos dentro de un horizonte de preferencias humanas y humanizadoras, como
la autorrealización, la posibilidad de cambio, de la creatividad, de la posibilidad de decisiones
nuevas y la libertad vivida más intensamente. Sin embargo, es difícil formular un juicio ético concreto
del suicidio en el plano subjetivo, ya que la responsabilidad subjetiva del suicidio es en la mayoría de
los casos muy limitada, ya que muchas veces la libertad está muy condicionada por procesos
psicológicos de carácter depresivo.
El problema en la valoración ética es distinguir con cuidado que al tratar el suicidio los argumentos
aducidos en favor y en contra, estos permanecen a menudo abstractos e incompletos si no se
amplían con los conocimientos de las dimensiones patológicas y trágicas del mismo, puesto que la r
esponsabilidad de sujeto es relativa a su efectiva libertad.
El argumento tradicional de la moral católica ha sido la soberanía de Dios, Señor de la muerte y la
vida, pero sabemos que hoy vivimos en una sociedad marcada por la secularidad, donde sin
descartar éste, tenemos que exponer otras razones que entren en diálogo directo con las corrientes
de pensamientos actuales. La soberanía de Dios es sólo una instancia dirigida a la responsabilidad
del ser humano. Por tanto, el problema ético no consiste en definir el suicidio como “malum in se”,
sino más bien en tomar conciencia del hecho de que el hombre, como criatura hecha libre por Dios,
debe administrar responsablemente el bien (“vida”) puesto en sus manos.
El llamado suicidio asistido, plantea la disyuntiva real sobre el derecho a vivir y el derecho a morir.
Los avances científicos puede mantener la vida humana, incluso en condiciones de sufrimiento
extremo; y ello nos mueve a hablar cada vez más del derecho a morir en paz. Sin que esto
signifique que se cuestione el valor de la persona moribunda, sino más bien a discutir si para ella es
un verdadero valor seguir viviendo así.
Por tanto, no vale emitir veredictos de culpabilidad sobre cada uno de los seres humanos, sino
conducir a cada uno a la práctica cada día más fácil del bien. La valoración moral del sujeto no sólo
es delicada y difícil, sino que por encima de todo resulta imposible a nuestra mirada. Solamente una
desorbitada presunción puede hacernos creer que está a la altura de nuestras posibilidades emitir
juicios morales acerca de la persona.
Homicidio
Propuesta mediación didáctica del material:
Actividad No. 24.
Concepto. El homicidio es un delito que consiste en matar a otra persona. El homicidio se diferencia
del asesinato porque éste es un delito de carácter muy específico, que consiste en matar a una
persona concurriendo ciertas circunstancias, tales como: alevosía, precio, recompensa o promesa
remuneratoria y ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido.
Valoración ética. Si la vida es un bien supremo del ser humano, todo acto violento que la impida es
una grave ofensa contra la sociedad y la condición humana. En un estado social de derecho, es a
partir de la existencia de la persona que se da la democracia, el encuentro, la convivencia y las
demás herramientas que permiten al hombre habitar como ser natural y social, por ello la promoción
a defenderla y protegerla.
Todo ser humano, desde que existe tiene que ser respetado puesto que es un valor en sí mismo.
Nadie tiene derecho de disponer sobre la vida de otro (excluyendo los casos de accidente
involuntario o de legítima defensa). Ningún interés en particular, político, ideológico o incluso
religioso puede justificar el homicidio.
El infanticidio, el fratricidio, el parricidio, el homicidio del cónyuge son delitos especialmente graves a
causa de los vínculos naturales que destruyen.
Preocupaciones de eugenesia o de salud pública no pueden justificar ningún homicidio, aunque
fuera ordenado por las propias autoridades.
Así mismo no es ético, exponer a alguien sin razón grave a un riesgo mortal, así como negar la
asistencia a una persona en peligro. La aceptación por parte de la sociedad o gobiernos (del hambr
e de la población) que provocan muertes sin esforzarse por remediarlas es una injusticia y una falta
grave. Los traficantes cuyas prácticas usureras y mercantiles provocan el hambre y la muerte de las
personas, cometen indirectamente un homicidio. Este les es imputable.
Drogas[38]
Propuesta mediación didáctica del material: Actividad No. 25.
Concepto.
Son aquellas sustancias cuyo consumo puede producir dependencia, estimulación o depresión del
sistema nervioso central, o que dan como resultado un trastorno en la función del juicio, la
percepción del comportamiento o del ánimo de la persona.
Drogadicción.
Es una enfermedad que consiste en la dependencia de sustancias que afectan el sistema nervioso
central y las funciones cerebrales, produciendo alteraciones en el comportamiento, la percepción, el
juicio y las emociones. Los efectos de las drogas son diversos, dependiendo del tipo de droga y la
cantidad o frecuencia con la que se consume. Pueden producir alucinaciones, intensificar o
entorpecer los sentidos, provocar sensaciones de euforia o desesperación. Algunas drogas pueden
incluso llevar a la locura o la muerte.
La dependencia producida por las drogas puede ser de dos tipos:
- Dependencia física: El organismo se vuelve necesitado de las drogas, tal es así que cuando se
interrumpe el consumo sobrevienen fuertes trastornos fisiológicos, lo que se conoce como síndrome
de abstinencia.
- Dependencia psíquica: Es el estado de euforia que se siente cuando se consume droga, y que
lleva a buscar nuevamente el consumo para evitar el malestar u obtener placer. El individuo siente
una imperiosa necesidad de
consumir droga, y experimenta un desplome emocional cuando no la consigue.
Algunas drogas producen tolerancia, que lleva al drogadicto a consumir mayor cantidad de droga
cada vez, puesto que el organismo se adapta al consumo y necesita una mayor cantidad de
sustancia para conseguir el mismo efecto.
La dependencia, psíquica o física, producida por las drogas puede llegar a ser muy fuerte,
esclavizando la voluntad y desplazando otras necesidades básicas, como comer o dormir. La
necesidad de droga es más fuerte. La persona pierde todo concepto de moralidad y hace cosas que,
de no estar bajo el influjo de la droga, no haría, como mentir, robar, prostituirse e incluso matar. La
droga se convierte en el centro de la vida del drogadicto, llegando a afectarla en todos los aspectos:
en el trabajo, en las relaciones familiares e interpersonales, en los estudios, etc.
Causas.
Existen muchas causas y muchos factores. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el
fenómeno de la drogadicción no es exclusivo de un grupo o estrato social, económico o cultural
determinado. El consumo de drogas afecta a toda la sociedad en su conjunto.
En general, el uso de drogas corresponde a un afán de huir de la realidad. Las drogas proporcionan
una vía de escape, un alivio temporal a los problemas personales, familiares o sociales. También
son una puerta de salida frente al vacío existencial presente en el interior de la persona, el cual la
lleva a volcarse en búsqueda de salidas ilusorias que llenen dicho vacío.
Algunos factores que favorecen el fenómeno de la drogadicción pueden ser clasificados del modo
siguiente:
- Factore
s de tipo social: En la actualidad, existe una amplia disponibilidad de drogas, legales e ilegales, lo
que hace mucho más fácil el acceso y el consumo de las mismas. Tranquilizantes, somníferos,
hipnóticos, etc., se pueden conseguir en las farmacias sin receta médica. Asimismo el amplio tráfico
y distribución de drogas ilegales hace que sea fácil obtenerlas. Algunas drogas, como el éxtasis,
están "de moda", y prácticamente se puede obtener en cualquier discoteca. Niños y jóvenes que
viven en las calles pueden obtener fácilmente la pega.
También existe mucha desinformación en el tema de las drogas. Algunos sectores proponen la
despenalización e incluso la legalización del uso de drogas tales como la marihuana y la cocaína,
argumentando que no son peligrosas, al menos no más que el tabaco o el alcohol, que son legales;
o que al legalizar la droga el tráfico ilícito y las mafias cesarán de existir. Los medios de
comunicación y sistemas educativos favorecen también el consumo de drogas al promover valores
distorsionados (el placer y la satisfacción como meta última de la vida, el consumismo, el sentirse
bien a cualquier precio, el vivir el momento, etc.)
El ansia del joven de pertenecer a un grupo, de sentirse parte de un círculo social determinado, y las
presiones por parte de los "amigos", pueden hacer también que el joven se vea iniciado en el
consumo de drogas. El consumo puede ser el requisito para la pertenencia a dicho grupo, y una vez
dentro se facilita la adquisición y el consumo de sustancias tóxicas.
- Factores de tipo familiar: Los hijos de padres fumadores, bebedores o tóxico dependientes son
más procl
ives a tomar drogas que los hijos de padres que no lo son. Un ambiente familiar demasiado
permisivo, donde no exista disciplina o control sobre los hijos; o demasiado rígido, donde los hijos se
encuentren sometidos a un régimen demasiado autoritario o se encuentren sobreprotegidos, puede
también fomentar el consumo de drogas. La desatención de los hijos por parte de los padres, las
familias divididas o destruidas, las continuas peleas de los cónyuges frente a los hijos, la falta de
comunicación entre hijos y padres, todos éstos son factores que contribuyen a crear un clima de
riesgo, donde la droga puede convertirse fácilmente en una válvula de escape.
Se ha comprobado que el uso de drogas por parte de los jóvenes es menos frecuente cuando las
relaciones familiares son satisfactorias.
- Factores de tipo individual: Muchos factores personales pueden influir en la decisión de consumir
drogas. Éstas pueden ser vistas como una vía de escape a los problemas cotidianos; algunas
personas las usan como medio para compensar frustración, soledad, baja autoestima o problemas
afectivos. Bajo el efecto de las drogas la persona experimenta un estado de euforia que le hace
olvidar los problemas o las limitaciones que tenga. Lo malo es que es una ilusión, y luego de ese
estado de euforia viene una frustración incluso mayor que la inicial, lo que lleva a la persona a
recurrir nuevamente a la droga.
Otros se inician en la droga por curiosidad, o para experimentar sensaciones nuevas ante una cierta
apatía, hastío, aburrimiento o incluso sinsentido de la vida. Ante el vacío que experimentan, la droga
se presenta como una posibilidad
, aparentemente atractiva, de llenar ese vacío.
Consecuencias.
Entre las consecuencias del abuso de drogas podemos señalar:
- Trastornos fisiológicos y psicológicos: el síndrome de abstinencia, convulsiones, cambios en el
ritmo cardiaco, deterioro del sistema nervioso central, etc. Entre los trastornos psicológicos:
alucinaciones, tendencias paranoicas, depresión, neurosis, etc.
- Deterioro y debilitamiento de la voluntad: el drogadicto se vuelve literalmente un esclavo de la
droga, pudiendo hacer lo que sea para conseguirla.
- Deterioro de las relaciones personales: el drogadicto ya no es capaz de mantener relaciones
estables, ya sea con familiares o amigos. Muchas veces roba o engaña para poder conseguir droga,
lo cual deteriora aún más sus relaciones.
- Baja del rendimiento en el trabajo o en el estudio. Se llega al grado de abandonar metas y planes,
recurriendo a la droga como única "solución".
- Consecuencias sociales: el drogadicto puede verse involucrado en agresiones o conflictos. Bajo la
influencia de la droga se pueden llegar a cometer crímenes tales como robos o asesinatos.
- Consecuencias económicas: El uso de drogas puede llegar a ser muy caro, llevando al drogadicto
a destinar todos sus recursos para mantener el consumo.
Las drogas no solamente tienen consecuencias negativas para quienes las usan. También se ven
afectadas las personas que rodean al drogadicto, especialmente las de su entorno más cercano,
como familiares y amigos. No es sólo la vida del drogadicto la que está en juego.
Valoración ética.
Para clarificar el problema es necesario formular la siguiente pregunta: ¿Es
bueno para un hombre, el padecer voluntariamente la alteración o la pérdida de su capacidad de
percibir, conocer, juzgar y decidir libremente en vista de un placer específico que se obtiene con la
droga o inmediatamente a través de ella? Y también esta otra: ¿Es moralmente bueno ponerse en
ocasión de adquirir una dependencia tal o una droga que no sólo no se pueda vivir sin ella, sino que
de algún modo se viva para ella?
Las dos preguntas obtienen fácilmente una respuesta negativa. La mayor parte de la gente se siente
inclinada a afirmar: "No es bueno consumir drogas".
Examinemos nosotros, por un momento, la calidad moral de los efectos señalados.
Digamos, que lo que se ha llamado "alterar por algún tiempo los procesos naturales de la
inteligencia, de la voluntad libre, de la efectividad", etc., es más serio de lo que parece. Estas
expresiones encierran, en realidad, la alteración o la pérdida de las dos capacidades esenciales del
hombre como ser espiritual y personal: la autoconciencia y la autodeterminación libre.
Es decir, el que se droga renuncia -por un poco de tiempo, y esto no le resta significación- al núcleo
mismo de su ser personal, se puede decir, a ser persona; ya que en aquel lugar donde cada uno es
más estrictamente uno mismo, desde donde cada uno realiza sus aportaciones originales, donde se
toman las decisiones y se asumen las responsabilidades, allí ya no hay un sujeto consciente, libre y
responsable, ya no está la persona, sino que opera una fuerza mecánica, ciega y tiránica: la droga.
La valoración ética entonces se matiza del siguiente modo:
a) el uso de tóxicos es moralmente lícito
en un tratamiento médico controlado y en una experimentación moralmente lícita;
b) el uso incontrolado por parte de los individuos es moralmente reprobable.
Las razones éticas que apoyan tales afirmaciones radican en los contravalores que se dan en el uso
indiscriminado de los tóxicos. Son valores de la persona los que quedan vulnerados en tal
comportamiento.
- valor de “autodominio”: la persona tiene el imperativo de auto poseerse; el uso indiscriminado de
los tóxicos coloca a la persona en una condición de esclavitud psíquica y somática.
- valor de “responsabilidad”: la persona que mediante las drogas se evade de la realidad es una
persona no responsabilizada. Es una renuncia a la libertad (es una huida de la condición humana).
- valor de “realizarse”: la persona que se lanza al mundo de los tóxicos no quiere afrontar sus
problemas y resolverlos.
- valor de la persona como realidad “no manipulable”: a capricho: en plan de experimentación,
búsqueda de novedad, deseo de placer.
A todos estos contravalores de carácter personal hay que sumar los contravalores de tipo social. El
que vive en el mundo de las drogas hace descender el nivel ético de la humanidad y provoca un
descenso en el afán de superación del hombre en todos los sectores de la vida social.
Bibliografía capítulo III:
1. De la edición impresa de The Economist. 26 de mayo de 2005.
2. Echaniz Arantza y Pagola Juan (2004. Ética del profesional de la comunicación. Ed. Desclée de
Brouwer.
3. González, E. “La gestión de la responsabilidad basada en el enfoque de los stakeholders, en
Fichar, G
4. García Marzá Domingo (2004
). Ética empresarial. Del diálogo a la confianza, Madrid, Trotta, pp. 245-260.
5. Galo Bilbao Alberdi, Javier Fuertes Pérez, José M.Guibert Ucín. Universidad de Deusto, Bilbado
2002.
6. Marciano V. y Santidrian P. (1980). Ética Personal. Tomo I. Ed. Paulinas. Madrid.
7. Milton Friedman. The New York Times Magazine, 13 de septiembre de 1970. Copyright 1970 de
The New York Time Company.
Internet:
1. http://www.bbc.uk/spanish/specials.
GUÍA DE ACTIVIDADES
Actividad No.1: Actividad de grupo.
A. Realizar una lectura atenta del texto 1: Caso de Teresa.
B. Analizar el caso de Teresa teniendo en cuentas las orientaciones que siguen:
1. ¿Cuál es el diagnóstico que dan los médicos sobre el caso de Teresa?
2. ¿Cuál es la decisión que han tomado los padres de Teresa y las razones que justifican su
decisión?
3. ¿Por qué el caso debe ser resuelto por el Consejo de Ética del hospital?
4. Llenen el siguiente cuadro.
|Miembros |Posición |Razones que justifican su |Aspectos que le parecen aceptables |Aspectos que
les parecen inaceptables |
|Del | |decisión |de esta posición |de esta posición |
|Comité | | | | |
| | | | | |
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| | | | | |
| | | | | |
| | | | | |
5. La postura del grupo
|Miembros que integran el grupo |Postura |Razonamientos que justifican su postura |
| | | |
| | | |
| | | |
| | | |
Actividad No.2: Actividad individual.
- Lectura Conceptos de Ética
- Realiza un Informe de lectura. Ten en cuenta la siguiente guía:
1. Elabora un organizador gráfico (mapa conceptual, cuadro sinóp
tico, cuadro comparativo) que muestre los diferentes conceptos de ética.
2. Parafrasea los párrafos correspondientes a las Características de la Moral y Características de la
Ética.
3. Elabora un cuadro comparativo que muestre las diferencias y relación de la Ética con otras
ciencias.
4. Para concluir expresa ¿cuál es la importancia de la ética en la vida personal y social?
Actividad No.3: Conciencia, libertad, valores.
- Leer cada uno de los textos referidos a estos tres temas.
- Teniendo en cuenta los contenidos de estos responder a las siguientes cuestiones:
1. Establezca la relación y diferencia entre los conceptos de conciencia en sentido general y
conciencia moral.
2. Elabore un concepto propio de conciencia moral tenga en cuenta las diferentes definiciones e
imágenes de la conciencia moral que aparecen en el texto y la importancia de la conciencia en la
conducta moral de las personas.
3. Elabore un concepto propio de libertad que incluya cada una de las coordenadas de la libertad.
4. A partir de la frase de J. P Sastre establezca la relación entre conciencia moral y libertad y su
función en la conducta humana
5. Los valores elabore un mapa conceptual con los conceptos claves y secundarios que aparecen en
el texto.
6. Elabore un cuadro comparativo que muestre las diferencias entre relativismo, subjetivismo,
politeísmo y pluralismo moral.
7. Cómo entiendes la afirmación de la autora acerca de que la Ética Cívica es una ética pluralista.
8. Elabore sus conclusiones personales sobre la importancia de estos tres temas en su humana y
profesional.
Actividad
No. 4
Objetivos: 1. Sintetizar los contenidos de la 1º Unidad aplicando los conceptos estudiados ética,
conciencia, libertad y valores.
2. Analizar desde una perspectiva ética las actuaciones de los 3 personajes principales de la
película Dos completos desconocidos.
Guía para el análisis y debate de la película
|Nombres de los |Rasgos de su |Decisiones relevantes |Valores y/o Anti-valores que |Consecuencias
de sus actuaciones |
|personajes |carácter | |guían decisiones | |
| | | | | |
| | | | | |
| | | | | |
| | | | | |
Actividad No. 5
Objetivo: Explorar, analizar y aplicar las historias que aparecen en el vídeo al tema de La Libertad.
Guía para el análisis y debate del vídeo Mañana es una excusa.
Producción de estudiantes de la carrera de Comunicación Social UCA.
• Explorando
1. ¿De qué trata el vídeo? ¿Qué escenas te impresionan?
• Analizando
2. ¿En qué coordenadas de la libertad ubicas las actuaciones de estos jóvenes? ¿Son libres?
Justifica tu respuesta.
3. ¿Qué situaciones, qué comportamientos favorecen o no el fortalecimiento de la libertad de cada
uno de estos jóvenes?
• Aplicándolo a la vida
4. ¿Qué mensaje tiene este vídeo para los jóvenes nicaragüenses?
5. ¿Qué le dirías a Enrico si tuvieses la oportunidad de conversar con él acerca del uso de su
libertad? ¿Qué le dirías a René?
Actividad No.6
Guía para el análisis y debate de la película Mentiroso Compulsivo (liar-liar)
Objetivo: Propiciar el análisis y reflexión de la historia presentada en la cinta con los contenidos del
tema desarrollo del sujeto moral.
Reparto: Maura Tierney, Jim Carrety, Justin Cooper.
Duración: 1: 27 minutos.
Explorando la película
Seleccionen las tres escenas que más les llamaron la atención ¿Qué relación le encuentran con el
tema del desarrollo moral del sujeto?
• Definición de sujeto moral
• Capacidades y condiciones necesarias para poder actuar moralmente.
• Fases o etapas del desarrollo del juicio moral según Piaget y Kohlberg.
Analizando la película
Analicen especialmente las actuaciones del padre y el niño
• El niño: Teniendo en cuenta las investigaciones de Piaget sobre la mentira en los niños ¿Cuál es la
razón fundamental por la que el niño pide el deseo “de que su padre no mienta por 24 horas?”
• El padre: En el juicio moral del padre, ¿Qué fenómenos de desajuste se observan en las
estructuras (conocimiento, valoración, acción) que permiten el paso de una etapa otra?
• Niveles y Estadios Kholberg define los niveles y estadios del desarrollo moral del sujeto ¿en qué
niveles y esta
dios puedes ubicar algunas de las actuaciones del padre?
• Relaciones interpersonales
• Ética profesional
Anoten sus reflexiones acerca de las implicaciones que tienen el nivel de desarrollo moral sujeto en
la dinámica de sus relaciones interpersonales y en su ética profesional.
Aplicándolo a la vida
• Identificas en algún aspecto situaciones semejantes o parecidas que pueden vivir algunos hijos
con sus padres ¿Cuáles son las implicaciones en la formación moral de los niños?
• ¿Cuál es el mensaje que les deja esta película?
Actividad No. 7
Objetivo: Analizar y debatir la historia de esta película teniendo en cuenta el tema de la dignidad
humana y libertad.
Guía para el análisis y debate de la Película María Llena de Gracia
Reparto Evangelina Morales, Jenny Paola Vega, Catalina Sandino
Director: Joshua Marston.
Duración: 01:41:00 Género Drama.
Explorando la película
- Comenta brevemente de que trata la película.
- Comenta la escena que más te llamó la atención ¿qué te impresionó?
- ¿Qué temas relacionados con la dignidad humana y la libertad como núcleos de la experiencia
ética encuentras en la película?
Analizando el tema
- Qué decisiones éticas o contrarias a la ética toma María. ¿en qué decisiones es evidente que ella
actúa como una persona que defiende su dignidad humana y libertad? ¿Qué criterios éticos
consideras que justifican sus actuaciones?
- ¿Qué decisiones toma María que lesionan su propia dignidad humana? ¿Son las presiones
familiares, sociales, las circunstancias una justificación para tomar la decis
ión de obtener dinero fácil?
- ¿Cuál es el mensaje de esta película? ¿Qué le dirías a María antes de su decisión de transportar la
droga?
Aplicándolo a la Vida
- ¿Qué aplicaciones concretas encuentras de esta película a la vida real cotidiana?
- Identificas en algún aspecto situaciones semejantes o parecidas que pueden ¿vivir algunas
jóvenes en Nicaragua?
Actividad No. 8: ¿Qué es para mí la felicidad?
Leo la historia a continuación y contesto las siguientes preguntas.
La historia de Andrés
Dicen que aquellos que nacen en luna llena, cuando en ningún lugar de la tierra sopla el viento y los
lobos no aúllan porque tienen laringitis, reciben el don inapreciable de tener un hada madrina. Y que
ésta le concede un deseo cada diez años.
Al cumplir diecisiete años, Andrés se internó por primera vez en el bosque al encuentro de su hada
madrina. La encontró bromeando con unas flores a las que cambiaba de color en medio de sus risas
y a pesar de sus protestas.
- Hola, Andrés, ¿cuál es tu deseo?
- Quiero ser un hombre.
- Ya lo eres.
- Quiero decir todo un hombre, un auténtico hombre.
- ¿Y eso en qué consiste, Andrés?
- Quiero ser un gran guerrero.
El hada madrina lo convirtió en un gran guerrero. Durante diez años, Andrés derrotó ejércitos, rindió
fortalezas inexpugnables, mató hombres de todos los colores y tamaños y fue aclamado por miles
de soldados como el más hábil y fuerte luchador. Pero cuando volvió a encontrarse con el hada ésta
lo halló triste.
- No estoy seguro de que eso sea ser un hombre, un auténtico hombre, madrina.
- ¿Cuál es entonces
tu deseo?
- Quiero tener poder, quiero que todos me obedezcan.
El hada madrina lo convirtió en un hombre muy poderoso, dotándole de riqueza para comprar y
sobornar, de astucia para juntar y dividir y de la indiferencia suficiente para no sentir escrúpulos.
Diez años después acudió cabizbajo a la cita con su hada madrina.
- No estoy seguro de que el poder sea lo que distingue al hombre auténtico.
- ¿Cuál es, entonces, tu deseo?
- Quiero ser un sabio prestigioso.
Lo fue. Nadie gozó de tanto reconocimiento por su ciencia y buen criterio. Las universidades se
disputaban entre sí nombrarlo doctor honoris causa, los científicos le escuchaban con el silencio
más respetuoso y no sólo le pedían consejo los reyes, sino también los jóvenes amantes, que es
mucho más difícil.
Diez años después, el hada madrina lo encontró en el bosque con barba de tres días.
- Te has adelantado a la cita.
- Estaba inquieto. No estoy seguro de que ser sabio sea lo que distingue al verdadero hombre.
- ¿Qué quieres que te conceda?
- Quiero cuidar y proteger a una mujer y a una descendencia numerosa.
- Necesitarás más de diez años. Bueno, veré lo que puedo hacer.
A la mañana siguiente, Andrés se encontró casado con una dulce mujer y reproducido con
asombrosa fidelidad por diez niños de edad escalonada de año en año a partir de los dos meses.
Durante diez años continuó teniendo niños. Y a todos mantenía con su trabajo y protegía con su
fuerza e inteligencia.
La nueva cita convocó a la madrina con un Andrés muy abatido.
- ¿Tampoco era eso lo que querías?
- Se dejan cuidar y proteger m
uy poco. Conforme se hacen mayores parecen no necesitar mis consejos, y ella es fuerte, y ¡vaya si
lo es!
- ¿Qué te concedo ahora?
Quiero ser todo un hombre. Quiero conquistar muchas mujeres.
El hada madrina suspiró.
- Podrías haber pensado eso hace veinte años. Me hubiera resultado más fácil que ahora.
Cuando se alejaba, Andrés oyó que le llamaba el hada y se volvió.
- Ah, Andrés. Supongo que también querrás ser muy fogoso sexualmente y todo eso. Antes de que
me lo tengas que pedir dentro de diez años, te lo concedo ahora.
Marchó Andrés agradecido y antes de salir del bosque encontró a una bella campesina que al verle
suspiró y dejó caer el cántaro de leche que portaba; temblaron los robles con el estrépito de sus
efusiones. Y se iniciaron así diez años en los que Andrés gozó de los favores de más campesinas y
de princesas, de matronas y curanderas -que eran los oficios que en aquella época dejaban ejercer
a las mujeres-, y de sencillas amas de casa, así como de complejas doncellas.
- Esperaba verte contento esta vez –le dijo el hada al encontrarle de nuevo.
- Eso no es ser un verdadero hombre.
- ¿Qué quieres, pues, ahora?
- Eso, ser un verdadero hombre.
- Ya te dije hace cuarenta años que eras un hombre.
- Pero yo quiero ser todo un hombre, un hombre auténtico.
- Mira, ¿por qué no te olvidas de eso? Has matado, has oprimido, has abandonado, has causado
dolor y has dado la lata buscando ser un verdadero hombre. Y no has sido feliz. Puedo concederte
que seas feliz.
- No quiero ser feliz. Lo que quiero ser es un verdadero hombre.
- Pues, mira hijo –c
ontestó el hada madrina-, vete al diablo.
Joseph Vincent Marqués
1. ¿Qué sentí al leer el cuento titulado “La historia de Andrés”? ¿Qué fue lo que más me llamó la
atención?
2. ¿Cuál es el valor o fin supremo o último que orienta la vida de Andrés y cuáles los medios que
considera adecuados para lograrlo?
3. ¿Qué mensaje le deja esta historia, en relación al tema de la felicidad?
Actividad No. 9: Aristóteles
- Ideas previas: ¿qué es para nosotros la felicidad? ¿cómo lograr la felicidad?
- Leemos el texto sobre Aristóteles con la finalidad de comprender el paradigma y para preparar la
exposición. Tener en cuenta las siguientes cuestiones:
1. Investigar la biografía de Aristóteles, sus principales obras e influencia de su pensamiento en el
desarrollo de la ética occidental.
2. Recuerdo que el objeto de estudio de la ética es la respuesta a este tipo de preguntas ¿cuáles
son los fines o bienes supremos? ¿por que razones han de ser esos bienes y no otros?
a. ¿Cuál es a juicio de Aristóteles el fin o bien supremo del ser humano?
b. Expongo al menos dos razones aristotélicas que justifiquen que este es el bien supremo y no
otro.
3. ¿Qué son las virtudes para Aristóteles? ¿Cuál es la importancia de las virtudes en la conducta
humana? ¿Qué relación establece entre virtudes y hábitos?
4. ¿Por qué la prudencia es la virtud por excelencia para Aristóteles? ¿Qué significa la búsqueda
prudente de la felicidad?
5. ¿Cómo formularían el criterio ético aristotélico que debe ser atendido antes de tomar una
decisión?
6. Recuerden la Historia de Andrés. La conducta del s
er humano virtuoso/feliz, según Aristóteles coincide con alguno de los hombres que quiere ser
Andrés ¿en qué nos basamos para responder?
7. ¿Qué les llama la atención en relación al fin que orienta la vida de Andrés y los medios que utiliza
para llegar a ese fin?. ¿Coinciden con la propuesta aristotélica?
8. ¿En qué se parecen los contenidos de la Historia de Andrés a las formas en que buscan la
felicidad los hombres en la sociedad actual?
9. ¿Qué destacarían como lo más aceptable y lo menos aceptable de los planteamientos de la
filosofía moral de Aristóteles? Damos razones de nuestras respuestas.
Actividad No. 10: Epicuro
- Leer el texto referido al paradigma ético propuesto por Epicuro y preparar la exposición, teniendo
en cuenta las siguientes cuestiones:
1. Investigar la biografía de Epicuro.
2. Qué es el bien /la felicidad para Epicuro, cuál es el horizonte moral que propone Epicuro.
3. Qué es el placer para Epicuro, cómo alcanzar el máximo placer, evitando las grandes fuentes de
temor. Resuman con palabras del grupo las razones que nos ofrece este filósofo para convencernos
de que no debemos temer a) a los dioses b) a la muerte.
4. Expliquen el Cálculo Inteligente del Placer que propone Epicuro. Utilicen ejemplos que permitan
comprender mejor las ideas epicúreas.
- Distintos tipos de placeres
- Criterios para el cálculo del placer
- Regla del cálculo
- Invitación a gozar del presente: templanza
5. Epicuro propone un cálculo del placer para evitar el dolor. Elaboren un cuadro sinóptico,
esquema, mapa conceptual que exprese esta
propuesta.
6. Relación individuo sociedad desde la perspectiva de Epicuro
7. ¿Creen que en la actualidad hay gente que orienta su comportamiento a partir de algunas de las
propuestas éticas de Epicuro? Argumenten su respuesta y busquen ejemplos para ilustrarla.
8. ¿Qué les parece a ustedes lo más y lo menos aceptable de la propuesta ética de este filósofo?
Den razones de su respuesta.
Actividad No. 11: Utilitarismo
- Ideas Previas A la hora de tomar una decisión ¿Qué significaría para ustedes buscar la felicidad
para el mayor número de personas? Anotamos nuestra respuesta a esta pregunta.
- Investiguen las biografías de John Stuart Mill y Jeremy Benthan, elaboren una breve reseña de las
mismas.
- Leer el texto referido a este paradigma a fin de preparar la exposición teniendo en cuenta las
siguientes cuestiones:
1. Investigar la biografía de John Stuart Mill y Jeremy Benthan.
2. Porqué el utilitarismo es considerado un hedonismo ético social. Cómo justifica el placer-bienestar
como el fin o bien último. Expliquen cómo se hace el cálculo hedonista. Utilicen ejemplos de la vida
cotidiana para explicar este punto.
3. Anoten la formulación del principio de utilidad formulado por J. Benthan, expliquen cuál es el
razonamiento que hace de este principio.
4. Anoten y expliquen el criterio ético fundamental del utilitarismo, cuál es el mayor atractivo de este
criterio ético. Utilicen ejemplos de la vida cotidiana para explicar el punto.
5. Establecer las diferencias entre el hedonismo cuantitativo de Benthan y el hedonismo cualitativo
de Mill. Utilicen ej
emplos cotidianos para explicar el punto
6. Explique el criterio ético utilitarista y la relación que establece con las preferencias de la gente
(enfoque sobre la felicidad, objeciones, cómo tratan de superar objeciones) Utilice ejemplos
cotidianos.
7. Expliquen la dimensión consecuencialista del utilitarismo. Utilicen ejemplos concretos de la vida
cotidiana.
8. Con ejemplos de la vida cotidiana expliquen cuales son las grandes cuestionamientos que
enfrenta el utilitarismo, así como aspectos relevantes de este paradigma ético.
9. Piensen en dos casos concretos.
a. Uno, en el que los planteamientos utilitaristas fuesen aceptables éticamente. Justifiquen su
posición.
b. Otro, en el que los planteamientos utilitaristas no fuesen aceptables éticamente, igualmente.
Razonar posición
Actividad No. 12: Ética deontológica: Inmauel kant
- Ideas Previas: ¿Qué entiendes por buena voluntad? ¿y por buena intención? ¿Qué significa actuar
por deber?
- Leemos los datos biográficos que aparecen en el texto.
- Analizar el texto referidos a la Ética del Deber: I. Kant con el objetivo de preparar nuestra
exposición teniendo en cuenta las siguientes cuestiones.
1. ¿Qué es para Kant lo único que puede ser absolutamente bueno? ¿Qué debe tenerse en cuenta
al juzgar los actos morales? ¿qué importancia tienen los resultados de la acción?
2. Distingan entre intención actuante y deseo de hacer algo. Utilice ejemplos para establecer esta
distinción.
3. ¿Cuál es la clasificación de los actos que propone Kant para explicar cuándo la persona actúa p
or deber? ¿cómo probar que una máxima puede universalizarse?
4. Expliquen ¿por qué el deber es racional y qué significa obedecer a la ley moral? ¿qué es la ley
moral? ¿qué significa imperativo categórico?
5. Anota las dos formulación del imperativo categórico de Kant
-Expliquen esta formulación utilizando dos ejemplos
7. Desde esta perspectiva kantiana expliquen el tema de la libertad, voluntad autónoma y dignidad
humana.
8. Traten de aplicar los criterios éticos de Kant a los siguientes ejemplos:
Ejemplo 1. El Bombero.
a. Supongamos que un bombero voluntario entre a un edificio en llamas. Sabe que es peligroso y
que puede perder su vida, sin embargo, se propone salvar las vidas de cinco personas
(desconocidas para él) atrapadas en una habitación del tercer piso, ¿como evaluaría su acción
desde el punto de vista kantiano (moralmente buena, moralmente mala, moralmente neutra? ¿Qué
principio o máxima objetiva justifica esa evaluación? ¿Tiene algo que ver con el imperativo
categórico?
b. Supongamos que las personas atrapadas no son desconocidas, sino que se trata de la familia del
bombero ¿cómo se evaluaría su acción desde el punto de vista kantiano (moralmente buena,
moralmente mal, moralmente neutra) ¿En qué me baso para contestar?
c. Supongamos que el bombero no es un voluntario, sino que recibe un premio económico por cada
persona que logra salvar ¿cómo se evaluaría su acción desde el punto de vista kantiano?
Argumento mi respuesta.
d. Distingo a partir del ejemplo del bombero la
intención de un acto entendida como mero deseo y la intención actuante como la propone Kant.
Ejemplo 2. El bodeguero
(A) Un bodeguero tiene la intención de introducir un producto en el vino que lo rebaje, pero sin
hacerle perder su sabor original, sabiendo que ese producto puede ser peligroso para la salud (B)
Pero decide no hacerlo porque teme ir preso si algún consumidor se enferma gravemente.
a. Enuncien la máxima o principio subjetivo que el bodeguero debió pensar (implícitamente) en el
caso (A) tomo como referencia el ejemplo de la mentira.
b. ¿Qué valor moral tiene esa máxima o principio que el bodeguero pensó? Justifiquen su respuesta
tomando en consideración la primera formulación del imperativo categórico y refiriéndolo al ejemplo
concreto del bodeguero.
c. Diga en (B) a qué tipo de actos en relación con el deber corresponde la conducta que finalmente
adoptó el bodeguero. Justifiquen su respuesta.
d. En nuestra vida cotidiana ¿realizamos acciones siguiendo planteamientos éticos de tipo kantiano?
Utilicen un ejemplo cotidiano para ilustrar la explicación.
9. ¿Qué nos parece aceptable del planteamiento filosófico de Kant? ¿Qué nos parece menos
aceptable?
Actividad No. 13: Ética de la responsabilidad. Hans Jonas
- Ideas previas ¿qué significa ser responsables? ¿por qué somos responsables?
- Leemos los datos biográficos de Hans Jonas que aparecen en el texto.
- Leemos y analizamos el texto sobre la ética de la responsabilidad que aparecer en el dossier y los
textos complementarios indicados por el/la profesor (a
) con el objetivo de comprender el paradigma ético propuesto por H. Jonas y de preparar la
exposición.
- Para la exposición tenemos en cuenta las siguientes cuestiones:
1. ¿Cuál es el hecho que Jonas utiliza como punto de partida para elaborar su propuesta ética?
2. Expliquen detenidamente la idea fundamental que sustenta la ética jonasiana.
3. ¿Cuál es el principio ético de actuación que propone H. Jonas?
4. ¿Qué busca este principio? ¿a quien va dirigido el imperativo categórico de la responsabilidad?
Expliquen el deber o axioma básico (en sus tres aspectos) que sustenta este principio (imperativo)
en su expresión positiva y en su expresión negativa.
5. Explique en que consiste la “heurística del temor y porqué Jonas parte de ella para formular el
imperativo ético.
6. Para Hans ¿qué significa hacer el bien en las condiciones de la tecnología?
7. Expliquen porque Hans era enemigo radical de las utopías expliquen en qué consiste el cálculo de
riesgos.
8. Expliquen los dos caminos en que se ubica la ética de Jonas
9. Para finalizar presenten esquemáticamente los tres puntos centrales del imperativo de la ética
jonasiana.
10. ¿Qué les parece lo más aceptable y los menos aceptable de esta propuesta ética?
Actividad No. 14: Teoría de la justicia: John Rawls
- Traten de compartir sus Ideas Previas sobre la justicia ¿para ustedes en qué consiste la justicia?
- Investiguen la biografía de John Rawls, elaboren una breve reseña de la misma.
-Lean detenidamente los textos referidos a la Teoría de la Justicia de Raw
ls, tengan también en cuenta los principios éticos de Kant para preparar la exposición.
Traten de comprender, explicar, y utilizar ejemplos para la exposición de esta teoría:
1 Tarea que se plantea Rawls al desarrollar su teoría de la justicia ¿a qué va dirigida, qué quiere
ofrecer, con que objetivo, cómo funcionaría, qué quiere regular y posibilitar?
2. Cuáles son los Bienes primarios que necesitamos, según el autor, para realizarnos como
personas. Cómo deben ser distribuidos por el Estado. Bajo qué virtudes y criterios innegociables
deben legitimarse las instituciones del Estado.
3. Anoten la formulación de los principios de justicia que Rawls propone para la distribución justa de
estos bienes.
4. Expliquen el principio de libertad:
-Libertad básica
- Compatibilidad con la libertad similar de los demás
-No escoger objetivos que transgredan la libertad de los demás
- Objetivo de este principio
-Libertades ciudadanas que garantiza este principio
5. Explique el principio de diferencia:
- En qué consiste este principio
- Cuál es el análisis que hace Rawls en relación a las diferentes expectativas de los más
aventajados y las expectativas de los menos aventajados.
- Cuando este esquema se vuelve injusto ¿qué expectativas deben ser maximizadas?
- En qué consiste el principio de maximización y la conexión en cadena cuando se enfrenta un
problema.
6. Conclusiones: ¿tiene algún parecido la teoría de la justicia de Rawls con nuestras ideas previas
sobre la justicia? Razonamos nuestra respuesta y elaboramos nuestras conclusiones sobre esta
teoría de
la justicia
7. ¿Qué nos parece lo más aceptable y lo menos aceptable de esta teoría?
Damos razón de las respuestas.
Actividad No. 15: Ética del diálogo/discurso.
- Ideas previas: ¿Qué es el diálogo? ¿Por qué es importante el diálogo para encontrar la solución
correcta a los problemas? ¿Qué cuestiones se deben tener en cuenta para llegar a acuerdos a
través del diálogo?
- Leer detenidamente el texto referido a la Ética del Discurso/diálogo propuesta por J. Habermas y K.
Appel, tengan también en cuenta los principios éticos de Kant para preparar la exposición.
1. Objetivo de un diálogo.
2. Punto de partida de la Ética del discurso/diálogo
3. Bases y aspiraciones de toda comunicación
4. Situación ideal del habla en la que debe darse el discurso/diálogo, para que el acuerdo sea válido.
Quiénes son los participantes. Reglas del discurso/ diálogo.
5. Cuáles son los principios que comprueban la validez de una norma.
6. Aspectos en que esta norma sería similar al imperativo categórico de Kant, anota la reformulación
dialógica del imperativo categórico kantiano.
7. Explicar la afirmación de V. Camps “la ética es comunicación, diálogo”
8. Argumenten sobre la importancia del ethos dialógico de la Ética Discursiva para la formación del
sujeto moral.
9. De forma gráfica exprese los aspectos fundamentales de la Ética del Discurso(mapa conceptual,
cuadro sinóptico u otros)
10. ¿Qué les parece lo más aceptable y menos aceptable de esta propuesta ética?
Actividad No. 16: El dilema de Alfonso
1. Lectura del caso
El padre de Alfonso ha sufrido
la amputación de sus piernas, con mucha voluntad ha aprendido a caminar con prótesis, en una
casa de salud. Puede movilizarse cortas distancias, pero debe recibir atención y cuidados. El señor
quiere volver a su casa, pero al enfermar y fallecer su esposa, eso ya no es posible.
Luego de vivir un tiempo en la casa de salud, saliendo tres días a la semana a casa de sus hijos, el
padre le plantea a Alfonso que está angustiado y que quiere ir a vivir con él. La hermana de Alfonso
no está de acuerdo y no cree que sea una buena opción. Alfonso está casado y tiene dos hijos de 6
y 3 años de edad. En la casa hay un lugar adecuado para que esté su padre, la esposa de Alfonso
intuye que no es conveniente que venga a vivir allí. Pero accede a que su suegro vaya a pasar una
temporada.
Después de dos meses de estadía en una convivencia muy difícil, llega el verano y Alfonso le
plantea a su padre que volverá a la casa de salud, para que su familia pueda salir de vacaciones.
Al final del mes de licencia, el padre insiste en volver a la casa de Alfonso y la esposa se niega ya
que sostiene que no le hará bien a los niños convivir con el abuelo porque es egoísta, hace
diferencias entre los nietos y manipula a su hijo, debido a su enfermedad.
2. Análisis del caso ¿Qué debe hacer Alfonso? ¿Por qué? ¿En qué criterios éticos me baso para
justificar mi respuesta?
Actividad No. 17: La guerra de los juguetes
1. Leo el caso “La guerra de los juguetes”.
2. Relleno el cuadro que está al final de la lectura.
3. En caso de estar en la situación de Tom Daner, ¿Cuál será la decisión correcta? Seleccione una
de las metodologías p
ara solucionar este caso. Justificar su decisión usando los criterios éticos estudiados.
El caso “La guerra de los juguetes”.
A principios de 1986. Mike Teal, director de ventas de Crako Industries, se puso en contacto con
Tom Daner, presidente de la agencia de publicidad Daner Associates. Crako Industries, una
empresa familiar fabricante de juguetes, ha sido durante mucho tiempo uno de los clientes
importantes y predilectos de Daner Associates. El director de ventas de Crako Industries explicó que
la compañía acababa de desarrollar un nuevo helicóptero de juguete.
Para el juguete habían tomado como modelo los helicópteros militares utilizados en Vietnam y que
habían aparecido en las películas de Rambo. Mike Teal explicó que habían desarrollado el juguete
en respuesta a la moda de los juguetes bélicos que barría el país tras el éxito de las películas de
Rambo. Inicialmente, Crako Industries se había resistido a entrar en los juguetes bélicos, ya que
algunos de sus miembros eran contrarios a la violencia asociada a este tipo de juguetes. Pero, dado
que los segmentos del mercado de juguetes estaban cada vez más dominados por los juguetes
bélicos, ahora la familia pensaba que la entrada en ese mercado era crucial para su negocio. En
consecuencia, aprobaron el desarrollo de una línea de juguetes bélicos con la esperanza de no
entrar demasiado tarde en ese mercado. Ahora Mike Teal quería que Daner Associates preparase
una campaña de publicidad en televisión para el juguete.
El helicóptero de juguete desarrollado por los diseñadores de Crako tenía una longitud de unos 45
c., funcionaba con pilas y era de plástico
y acero. A ambos lados se habían montado réplicas desmontables de ametralladoras y una camilla
también desmontable basada en las camillas utilizadas para rescatar a los soldados heridos del
campo de batalla. Mike Teal, de Crako, explicaba que intentaban desarrollar un juguete que debía
percibirse como más machista que la línea de juguetes GI Joe, líder en ventas. Según el director de
ventas, para competir con éxito en el mercado actual de juguetes la compañía tendría que adoptar
un enfoque de publicidad que fuera incluso más agresivo y duro que el de otras empresas. En
consecuencia, continuaba, los anuncios desarrollados por Daner Associates tendrán que ser
agresivos y machista. Sugirió que los anuncios del juguete en televisión podían mostrar al
helicóptero entrando en picado y disparando sobre edificios. Mejor cuanta más violencia y caos total
mostrasen los anuncios. Crako Industries confiaba en gran medida en las ventas del nuevo juguete y
algunos de los directivos de la empresa creían que el futuro de la misma podía depender del éxito
de este juguete.
Tom Daner no estaba dispuesto a que su agencia desarrollase anuncios en televisión que
aumentasen la que él ya consideraba una excesiva violencia dirigida a los niños. Concretamente
recordaba el anuncio de un triciclo con una replica de ametralladora montada en el manillar. El
anuncio mostraba el triciclo a través de los bosques conducido por un niño pequeño que perseguía a
otros niños que huían por un camino polvoriento. En un momento dado, la cámara se acercaba por
encima del hombro del niño, enfocaba a través del punto de mira del arma y mostraba como
apuntaba a
la espalda de los niños que huían de la ametralladora del triciclo. Anuncios como este perturbaba a
Tom Daner y le habían llevado a pensar que las agencias de publicidad debían encontrar otras
maneras de promocionar esos juguetes. Sugirió, por tanto, que en lugar de promocionar el
helicóptero de Crako mediante la violencia, debería presentarse de alguna otra manera. Cuando
Teal le preguntó qué tenía en mente, Tom se vio obligado a admitir que no lo sabía. Pero, de todas
formas, señaló Tom, ninguna de las tres grandes cadenas de televisión aceptaría un anuncio
violento dirigido a niños. Las tres cadenas observaban un código de publicidad que prohibía
anuncios violentos, intensos o no realistas dirigidos a niños.
Sin embargo, esto no parecía suponer un verdadero obstáculo para Teal. Aunque las cadenas
nacionales podían rechazar anuncios demasiado violentos para niños, los canales locales de
televisión no eran tan remilgados. Estos últimos solían aceptar anuncios dirigidos a niños que las
grandes cadenas habían rechazado por demasiado violentos. Los canales locales insertaban los
anuncios en su programación local y por tanto eludían los códigos de publicidad de las tres cadenas
nacionales. Daner Associates simplemente tendría que insertar los anuncios desarrollados para el
helicóptero de Crako a través de canales locales de televisión en todo el país. Mike teal estaba
decidido, si Daner Associates no desarrollaba una campaña de publicidad agresiva y dura, la
compañía de juguetes trasladaría su cuenta a una agencia que lo hiciese. De mala gana, Tom Daner
aceptó desarrollar la campaña publicitaria. Crako Industries repres
entaba un millón de dólares del total de ingresos de Daner.
Al igual que Crako Industries, Daner Associates era también una empresa familiar. Fundada por su
padre hacía casi 50 años, la agencia de publicidad que ahora dirigía Tom Daner había crecido de
manera espectacular bajo su liderazgo. En 1975 la empresa recaudó 3 millones de dólares en bruto;
diez años después, tenía unos ingresos de 25 millones de dólares y ofrecía una línea completa de
servicios de publicidad. La compañía estaba dividida en tres departamentos (creativo, medios y
ejecutivos de cuentas) cada uno de los cuales tenían unos doce empleados. Tom Daner atribuía
gran parte del éxito de la compañía a muchas de las personas que había contratado recientemente,
especialmente un grupo de titulados en MBA que había desarrollado nuevas estrategias de
marketing basadas en investigaciones de mercado mas completas. Sin embargo, la mayoría de
decisiones se tomaban en un comité ejecutivo formado por cinco personas: Tom Daner, el director
contable y los tres jefes de departamento. Como propietario presidente, las opiniones de Tom
tendían a influir en la mayoría de las decisiones, lo que daba lugar a lo que uno de los miembros del
comité denominaba una dictadura benevolente. Tom era una persona entusiasta, agradable,
inteligente y culta. Antes de terminar los estudios había pensado convertirse en misionero pero
cambió de idea y ahora estaba casado y era padre de tres hijas. Entre sus héroes personales
estaban Thomas Merton, Albert Schweitzer y Tom Doley.
Cuando Tom Daner presentó el acuerdo con Crako al comité ejecutivo descubrió que sus miembros
no compartían s
us recelos. Los demás miembros del comité pensaban que Daner Associates iba a darle a Crako
exactamente el tipo de anuncio que quería con una gran carga de violencia. Además, los redactores
y artistas del departamento creativo estaban entusiasmados con la posibilidad de dejar volar su
imaginación en el proyecto, muchos de ellos convencidos de que podrían producir fácilmente un
anuncio que acaparase la atención con una sobrecarga violenta en la programación televisiva. El
departamento creativo, de hecho, produjo rápidamente un guión de video mostrando el helicóptero
abalanzándose desde el cielo con sus ametralladoras disparando sobre un poblado de la selva.
Pensaban que este tipo de anuncio era exactamente lo que les estaba pidiendo el cliente.
Pero después de haber visto la copia, Tom Daner se negó a utilizarlo. Insistió en que debían
producir un anuncio que cumpliese las necesidades del cliente, pero que también siguiese las
directivas de las cadenas nacionales. El anuncio no debía glorificar la violencia y la guerra, sino que
de alguna manera debería apoyar los valores de la familia y la cooperación. Decepcionados y algo
frustrados, en el departamento creativo volvieron al trabajo. Unos días después, presentaron una
segunda propuesta: un anuncio que mostraría al helicóptero de juguete volando en la sala de estar
de una casa donde un niño está jugando, luego la escena cambia para mostrar al niño sobre una
roca que surge del suelo de la sala de estar; el helicóptero baja en picado y recoge al niño como si
lo rescatase de la roca en la que se ha quedado aislado. Aunque en el departamento creativo
estaban ligeramente s
atisfechos con su intento, creían que era demasiado soso. Sin embargo a Tom le gustó y se filmó
una versión del anuncio.
Unas semanas más tarde, Tom Daner se reunió con Mike Teal y su equipo y les presentó el film. La
sesión no fue un éxito. Teal rechazó el anuncio. Refiriéndose a las regulaciones de las cadenas que
otros anuncios de juguetes estaban rompiendo con la misma frecuencia que los motoristas rompían
el límite de velocidad de 90 km por hora, dijo “este anuncio va sólo a 50 Km., por hora, y yo quiero
uno que vaya a 120 Km., por hora”. Si la próxima versión no era más dura y agresiva, Crako
Industries se vería obligada a cambiar de agencia.
Decepcionado, Tom Daner volvió al departamento creativo y les dijo que siguieran adelante y
diseñasen el tipo de anuncio que había planteado en un principio “No sé qué más hacer”. En poco
tiempo el departamento creativo le presentó una propuesta de anuncio en el que había escenas en
que el helicóptero bombardeaba un poblado. Poco después se construyó un pequeño plato que
presentaba un poblado de la selva junto a un puente que cruzaba un río. El anuncio se filmó
utilizando el decorado de la selva como fondo.
Cuando Tom vio el resultado no le gusto. Decidió reunirse con su departamento creativo y expresar
sus opiniones. “La cuestión es”, dijo: “básicamente la cuestión de la violencia ¿Realmente queremos
presentar juguetes como instrumentos para destruir personas? Este anuncio va a fomentar la
agresividad y la violencia. Glorificará la dominación y lo hará con niños que son extremadamente
impresionables. ¿Queremos realmente hacer esto?” No obstante, los miembros del dep
artamento creativo respondieron que simplemente le estaban dando a su cliente lo que había
pedido. Este cliente, además, era una cuenta importante. El cliente quería un anuncio agresivo y
machista y eso era lo que le estaban dando. El anuncio podía violar las normas de las grandes
cadenas de televisión, pero había maneras de eludir las cadenas. Además, dijeron, todas las demás
agencias de publicidad en el sector estaban transgrediendo los límites contra la violencia
establecidos por las cadenas. Tom hizo un último intento ¿por qué no vender el juguete como un
juego de aventura y fantasía? Sugirió filmar de nuevo el anuncio utilizando el mismo decorado de
jungla. Pero en lugar de presentar al helicóptero disparando contra un poblado en llamas, mostrar
que volaba al rescate de las personas que había en el poblado en llamas. Crear un anuncio que
tenga emoción, aventura y fantasía, pero sin agresividad. “Intentaba”, dijo más tarde, “llegar a una
nueva manera de enfocar este tipo de publicidad. Debemos seguir el mercado o podemos
encontrarnos sin negocio al intentar moralizar el mercado. Pero, ¿por qué no intentar un nuevo
enfoque? ¿Por qué no promocionar juguetes como instrumentos que expanden la imaginación de
los niños de una manera positiva y que fomentan los valores de la cooperación en lugar de la
violencia y la agresividad?”.
Se filmó una nueva versión del anuncio que ahora mostraba al helicóptero volando sobre el
decorado de la selva. Planos rápidos y un fondo musical fuerte daban la sensación de emoción y
peligro. El helicóptero vuela dramáticamente a través de la selva y sobre el río y el puente para
rescatar a
un muchacho de un poblado en llamas. Cuando irrumpen en la escena destellos de luces y disparos
fortuitos, el helicóptero se eleva y huye hacia el cielo. El anuncio definitivo era claramente
emocionante e intenso, y promocionaba el salvamento de una vida en lugar de la violencia contra la
vida.
Sin embargo, cuando se filmó la versión definitiva quedó claro que no superaría la censura de las
cadenas. Las directivas de las cadenas de televisión requerían que los escenarios de los anuncios
para niños representasen cosas al alcance de la mayoría de niños para no crearles falsas
expectativas. Evidentemente, el elaborado decorado de la jungla (cuya construcción costó 25.000
dólares) no estaba al alcance de la mayoría de niños y, por tanto, la mayoría de niños no podrían
recrear la escena del anuncio al comprar el juguete. Además, las normas de las cadenas
estipulaban que en los anuncios para niños las escenas debían estar filmadas con iluminación
normal que no crease intensidades indebidas. De nuevo era evidente que el anuncio del helicóptero,
que creaba emoción al utilizar cambios rápidos de luz y de planos, no obedecía estas normas.
Después de revisar el filme, Tom Daner reflexionó sobre las instrucciones de última hora que le
había dado el director de ventas de Crako, después de haber visto la primer versión del anuncio el
anuncio en televisión debería mostrar cosas estallando bajo el fuego de las armas del pequeño
helicóptero y quizá incluso un poco de sangre en el fuselaje; el anuncio debía ser violento. Ahora
Tom debía tomar una decisión. ¿Arriesgaba la cuenta mostrando sólo el anuncio con la misión de
rescate? ¿O
debía dejar que Teal viese también el anuncio que mostraba al helicóptero disparando al poblado,
consciente de que, si la veía, probablemente prefería esta versión? ¿Y la misión de rescate era
verdaderamente tan diferente del anuncio que mostraba los disparos sobre el poblado? ¿Importaba
que el anuncio con la misión de rescate seguía violando algunas de las normas de las grandes
cadenas? ¿Y si sólo ofrecía a Teal la misión de rescate y este aceptaba el enfoque rescate pero
exigía más violencia, debería claudicar? ¿Debía Tom arriesgarse con el lanzamiento de una
campaña de publicidad que se basaba en este enfoque no probado? ¿Qué ocurriría si no se vendía
el juguete de Crako? ¿Era correcto experimentar con el producto de un cliente, especialmente un
producto que era tan importante para el futuro del negocio del cliente? Tom no estaba seguro sobre
qué debía hacer. Quería mostrar a Teal sólo el anuncio de la misión de rescate, pero pensó que
primero debía responderse a sí mismo todas estas preguntas.
| |Razones, motivos, qué valoran |
|Mike Teal | |
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|Tom Daner |
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|Diseñador Craso | |
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|3 grandes cadenas TV | |
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|Cadenas TV locales | |
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|Resto comité directivo Daner | |
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|Departamento creativo Daner | |
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Actividad No. 18: Los Mapuches
Los mapuches persisten en “guerra” contra Endesa y a favor de su cultura[39].
Un caballo con montura mexicana. Éste fue el precio que pagó la filiar chilena de Endesa, Enersis,
por una porción de tierra. Al menos eso relató ayer Antonlín Curriao, el representante de la
comunidad mapuche afectada por la construcción de una presa en su territorio, Alto Biobío (600
kilómetros al sur de Santiago). La justicia chilena ha paralizado las obras, pero Endesa niega hacer
violado las leyes, asegura haber pagado un precio justo por las tierras y anuncia que proseguirá con
las obras.
La d
ecisión de Endesa no depende de sí misma, sino del resultado de la apelación que ha presentado.
Los jueces paralizaron cautelarmente la construcción de la central hidroeléctrica de Ralco porque “el
daño ambiental sería irreversible y sería el antecedente de innumerables perjuicios a quienes han
hecho de la zona su hábitat”. Y ése es el nudo gordiano para los manapuches: el hábitat. “No
queremos que se construya la presa, no queremos que el agua cubra el cementerio en el que yacen
nuestros antepasados”, se lamentaba pausadamente Curriao. La presa, con una inversión de 78,500
millones de pesetas, inundaría 3,467 hectáreas.
Endesa manejo otro argumento: 83 de las 91 familias accedieron a canjear sus tierras, es decir, a
venderlas, para que la presa pueda construirse. Fuentes de Enersis, en Santiago, aseguran que se
ha pagado un “buen precio a gente que es de lo más pobre del país”, y que “están contentos” con la
operación.
Curriao y los abogados, profesores de la universidad y el diputado socialista que le acompañaba en
su visita a Madrid discrepan. El longo, como le llaman sus compañeros a Curriao, sostiene que
Enseda violó la ley: “Nos decían que tenían el permiso del Gobierno cuando no lo tenían, nos hacían
ofertas sin que estuviera presente nadie del Gobierno, lo que va contra la ley, igual que construir sin
tener el permiso de toda la comunidad, que es lo que han hecho”. Según explicó el diputado del
partido socialista chileno Alejandro Navarro, la ley sobre asuntos indígenas exige la presencia de
autoridades gubernativas para que “informe al indígena y de fe de que la operaciones realiza en
condiciones de igua
ldad”. ¿Y qué conseguían a cambio? “Un arado, dos bueyes, tierras nevadas… y poco dinero”.
Las fuentes consultadas en Enersis desmienten la mayor: “No tengo constancia de que haya habido
engaño, y los que vivían entre hectáreas ahora viven en 15. Se trata de un plan de 20 millones de
dólares (3,200 millones de pesetas)”. Pero el longo cuenta otra verdad: “A los blancos que vivían en
la zona les pagaron diez veces más que a nosotros”.
Los mapuches, después de conseguir la paralización de las obras, apuntan al mismísimo despacho
del presidente de Endesa, Rodolfo Martín Villa: estudian una demanda por genocidio contra los
administradores de la empresa. Enrique de Santiago, el abogado español al que le han encargado el
caso, reconoce que es difícil que prospere, si bien le otorga cierto fundamento: “Había informes
oficiales del Gobierno chileno que desaconsejaban la obra porque aseguraban que la presa llevaría
consigo la destrucción de dos comunidades indígenas. Y no se han tenido en cuenta”. Así, Endesa
habría cometido genocidio “por emprender la obra”. Para Enersis, esto no son más que “cuentos de
ambientalistas radicales”.
Si es probable que Endesa se faje de las acusaciones de genocidio, si finalmente llegan a
formularse ante un tribunal, más complicado le será lidiar con las accione que emprenderán los
mapuches como accionistas de la empresa. “Esto será lo primero”, anuncia De Santiago. “Endesa
cotiza en la Bolsa de Nueva York, responsabilidades a los administradores”.
Endesa fuma la pipa de la paz
La eléctrica acuerda con los pehuenches dar luz verde a la central Ralco[40]
Después de seis años de conflic
to, Endesa Chile cerró esta semana un acuerdo económico con las últimas cuatro familias
pehuenches de la zona cordillerana del río Biobío que se resistían a ser trasladadas desde sus
tierras, ubicadas 500 kilómetros al sur de Santiago, y permitir que sean tapadas por el lago artificial
que se formará en 2004, cuando funcione la central hidroeléctrica Ralco.
La participación del Gobierno del socialista Ricardo Lagos fue determinante para llegar a una
solución que deja más satisfecha a la empresa, que finalizará un proyecto de 570 millones de
dólares, y al Gobierno, que apaga el choque entre los derechos de los indígenas y las necesidad de
abastecimiento eléctrico, que a los pehuenches.
Según el memorando de entendimiento, que aún debe ser suscrito ante notario, las cuatro familias
que resistieron hasta el final a Endesa -del grupo Endesa España- recibirán de la empresa el
equivalente a 1.2 millones de dólares de compensación y 77 hectáreas de terreno en permuta por
las tierras que entregan. La empresa deberá entregar otros 460,000 dólares para una institución que
generará proyectos de desarrollo para hijos y descendientes de los afectados.
Además, el Gobierno se comprometió a entregarles 1,200 hectáreas de un terreno cercano,
asistencia técnica y otros beneficios al centenar de familiares pehuenches que debieron trasladarse.
A cambio, los afectados aceptaron permutar sus tierras y deponen las acciones judiciales que
habían emprendido, e informan a la comisión interamericana de Derechos Humanos, que depende
de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde demandaron al Estado, de esta solución.
Un ministr
o mapuche
El coste total del proceso de relocalización de las 98 familias pehuenches que desde épocas
ancestrales vivían en el alto Bionío fue entre 24 y 25 millones de dólares, incluyendo las tierras de
permuta y viviendas para los afectados. El monto estaba dentro de lo que se podía prever, aunque
el conflicto supuso atrasos, afirma el gerente de Endesa, Héctor López “Con este entendimiento
termina el conflicto. Ha sido una experiencia nueva, en que por primera vez hubo que desplazar a
personas de un área de características indígenas… Todos hemos aprendido”, sostiene.
López desmiente que las últimas familias pehuenches hayan recibido una compensación mayor y
dice esperar que Ralco entre en producción en julio próximo. Cuando esté en funcionamiento, esta
hidroeléctrica tendrá una potencia de 570 megavatios, que representa el 8% del sistema
interconectado central del país, donde habita el 93% de los chilenos.
Con satisfacción, Lagos resaltó que se ha logrado un acuerdo en un tema “tremendamente
complejo”, demostrando que es posible, “respetando las comunidades pehuenches, tener un
desarrollo hidroeléctrico, fundamental para Chile”. La mediación del Gobierno, hecha de forma
reservada y encabezada por un ministro democratacristiano, Francisco Huenchumilla, de
ascendencia mapuche, apuntó a conciliar dos derechos en pugna, el de los indígenas a vivir en sus
tierras, con la necesidad de asegurar el abastecimiento eléctrico, aunque la clave fue el monto de
las compensaciones.
Sin embargo, entre los pehuenches se advierte cierta amargura. Al término de la reunión con
Endesa y el Gobierno, una de las cuatro mujeres q
ue suscribió el memorando dijo: “No estamos para nada satisfechas con el acuerdo”. Uno de los
abogados de las familias indígenas, Roberto Zeledón, dijo que las últimas firmantes – Berta
Quintremán, Aurelia Marihuán, Mercedes Huenteao y Rosario Hueteao- “son las grandes
sacrificadas, porque están renunciando a lo mayor, que es el derecho a permanecer en sus tierras.
Actividad No. 19: “Derechos y Deberes del profesional de la comunicación”
Guía para elaborar el informe:
Acerca de los valores éticos
1. Según Etxeberría en la actividad periodística entran en juego cuatro valores éticos fundamentales.
¿Cuáles son estos valores? escribe tus reflexiones sobre cada uno de estos valores teniendo en
cuenta su importancia en la conducta del profesional de la comunicación.
Misión del profesional de la comunicación
2. Personalmente como entiendes el binomio libertad-responsabilidad en el trabajo del profesional
de la comunicación.
Secreto profesional
3. Elabora un gráfico que exprese las distinciones existentes entre secreto natural, secreto
prometido y secreto confiado (los tres niveles de obligatoriedad en la confidencialidad que pueden
darse en el secreto confiado) y los límites al secreto profesional.
4. Exprese con precisión qué es lo específico del secreto profesional en el caso del periodista.
Cláusula de Conciencia
5. Explica con tus palabras en qué consiste la cláusula de conciencia, ten en cuenta los supuestos
que ampara la cláusula de conciencia.
Deberes del profesional de la Comunicación
6. Comenta tu opinión acerca de las reglas del juego BBC como instrumento útil para el ejercicio de
la ética profes
ional del comunicador social y de los medios de comunicación.
En relación a los deberes del profesional de la comunicación
7. Selecciona dos deberes anteriores, dos coetáneos y dos posteriores que te parezcan
especialmente importantes y justifica tu selección.
Para profundizar en el sentido último de la profesión y exigencias de un buen ejercicio profesional
leer los tres documentos Anexos y luego:
8. Selecciona dos aspectos del Dodecálogo, dos del perfil y dos de las reglas del Juego que
quisieras destacar, escribe tus comentarios respecto a cada unos de estos aspectos seleccionados.
Conclusiones personales
Aportes que te ofrece esta lectura para tu formación profesional
Carencias, debilidades que encuentras en este texto.
Actividad No. 20: Ética y Economía.
1. De acuerdo, a la lectura, haga una lista de valores éticos que están en relación con la economía.
¿Por qué la economía está vinculada con la ética?
2. Desarrolle y explique cómo la economía a lo largo de su historia, está íntimamente relacionada
con la ética. ¿De qué manera? ¿Cómo? ¿Qué desafíos tiene hoy?
3. ¿Cuáles han sido y son las principales desviaciones de la economía en materia de
responsabilidad social? ¿Cuáles son sus principales fortalezas? Explique y comente.
4. ¿Qué papel tiene la economía en el desarrollo integral de la persona? ¿Cuáles son sus
principales amenazas?
Actividad No. 21: Principios y criterios éticos.
a. ¿Qué debe hacerse cuando se presupone que separar a siameses conllevará “casi seguro” la
muerte de uno y “casi seguro” la supervivencia del otro, a sabiendas que sin separarlos ambos
podrían vivir “muchos años” aunque en condiciones inadecuadas?
b. Si se siguen las indicaciones de los cirujanos, ¿cómo procederían? Si el siamés que se salvó,
quedase con muchas deficiencias, haber inducido la muerte del otro parecería incorrecto ya que las
metas positivas no fueron mayores que las negativas.
Actividad No. 22: Aborto.
1. ¿En qué consiste el aborto y cuáles son los tipos?
2. ¿Qué es el aborto terapéutico? ¿Cuál es la valoración ética? Explique.
3. Lee la siguiente historia de Vanesa:
“Vanesa, tiene 17 años y es una chica desenfadada, segura de sí misma, que dice que "ya tiene
edad para saber lo que quiere". Se sabe atractiva, y adopta un estilo ligero en el modo de vestir y de
comportarse, aunque de hecho mantiene las distancias y juega un poco con varios chicos que la
cortejan.
Roberto, uno de sus amigos, ha invitado a Vanesa a una fiesta el sábado por la noche en su casa.
Van pasando las horas, con música a todo volumen, baile, ratos de conversación... y copas, muchas
copas. Vanesa piensa que tiene "un buen aguante" y que "sabe ponerse alegre sin perder el
control". Sin embargo, la elegancia y la simpatía del anfitrión hace que no se dé realmente cuenta de
lo que, poco a poco, está bebiendo. Los demás invitados se van yendo, y al final Roberto se ofrece a
llevarla a su casa en coche. Vanesa acepta.
Ya en el coche, Roberto pretende hacer una pequeña demostración de su modo de conducir, por las
calles ya casi vacías. Va muy aprisa. Vanesa quiere aparentar que no le impresiona. Está un poco
mareada, y también algo nerviosa, y le pide a Roberto que pare, pues prefiere seguir an
dando un poco. Sin embargo, él entiende que al pedir que pare le está insinuando que da vía libre
para otro tipo de cosas, y es lo que acaba ocurriendo.
Cuando Vanesa se da cuenta de lo que ha sucedido, le invade un sentimiento mezcla de
desconcierto, tristeza y rabia. Parece que se va sobreponiendo conforme pasan los días, pero al
cabo de pocas semanas percibe algún indicio que le lleva a creer que está embarazada. Se hace
una prueba, y sus temores se confirman. Alarmada, va a ver a Roberto y se lo cuenta. Roberto elude
toda responsabilidad, con gran cinismo: "lo siento de verdad, pero ya sabes lo que tienes que
hacer".
4. ¿Qué piensa Vanesa cuando sabe que está embarazada? ¿Qué crees que debe hacer Vanesa?
5. ¿Bajo cuál tipo o clasificación de aborto está sugiriendo Roberto? ¿Por qué?
6. En el caso que Vanesa se practicara el aborto, dé una valoración ética. Argumente su respuesta.
Actividad No. 23: Suicidio.
1. ¿Qué es el suicidio? Ejemplifique formas que no son consideradas suicidios, ¿por qué?
2. ¿Cuál fue la valoración ética del suicidio en el periodo antiguo y en el Renacimiento y la
Ilustración? ¿Y en la actualidad?
3. Lee la siguiente carta de Vincent van Gogh.
27 de Julio de 1890.
Mi querido Théo:
No hay que juzgar a Dios por este mundo, es un estudio suyo que le salió mal.
En los estudios fracasados, cuando se ama al artista, no se critica mucho y mejor se calla. No
obstante, se tiene el derecho de exigir algo mejor ya que es de esperar que la misma mano creadora
tome su desquite. Entonces, esta vida, criticada por buenas y hasta excelentes razones, hay que
tomarla
como lo que es y guardar la esperanza de ver algo mejor que esto en la otra vida.
Lo mejor es, quizá, ridiculizar nuestras pequeñas miserias y también, un poco, las grandes de la vida
humana. Yo solamente quisiera que se nos pudiera probar algo tranquilizante y que nos consolara
de manera que cesáramos de sentirnos culpables o desgraciados y que así pudiéramos marchar sin
extraviarnos en la soledad o en la nada y sin tener que calcular, a cada paso, el mal que sin querer
podríamos ocasionar a los demás. Yo quisiera poder llegar a esa seguridad que te vuelve feliz,
alegre y vivaz en toda ocasión.
¡Ah!... ¡Si todos los artistas tuvieran con qué vivir, con qué trabajar!... Pero no es así. Mi único
deseo, mi única preocupación en cuestión de dinero o finanzas es suprimir las deudas. No obstante,
querido hermano, mi deuda es tan grande que cuando la haya pagado, el mal de producir cuadros
me habrá robado la vida y me parecerá no haber vivido. Yo siento hasta el extremo de quedar
moralmente aplastado y físicamente aniquilado, la necesidad de producir, precisamente porque en
resumen no tengo otro medio de llegar a compensar nuestros gastos y no puedo hacer nada ante el
hecho de que mis cuadros no se vendan. Me apena tanto que la pintura sea como una mala amante,
que gasta siempre y jamás es bastante.
Ya vez, de cuando en cuando en la vida uno se siente desconcertado. Yo siento pasar el anhelo de
casamiento y de niños y en ciertos momentos estoy bastante melancólico de estar como estoy a los
37 años, cuando debería sentir completamente distinto. Algunas veces se lo reprocho a esta sucia
pintura. Richepin dijo alguna v
ez: "El amor al arte hace perder el amor verdadero." No sé, quizá me tomo todas estas cosas
demasiado a pecho y siento tal vez demasiada tristeza.
Sin embargo, si yo pensara, si yo reflexionara en las posibilidades desastrosas no podría hacer
nada. Me arrojo entonces con la cabeza perdida en el trabajo y si en el interior la tempestad retumba
demasiado fuerte me bebo un vaso de más para aturdirme. Como vez trabajo por necesidad, por no
sufrir tanto moralmente, para distraerme. Pero no hay caso. Nosotros, los artistas, en la sociedad
actual, no somos más que cántaros quebrados.
¡Qué miseria… y todo, por así decir, por nada!
Yo renunció a seguir y me detengo silenciosamente como un signo final de interrogación. Hubiera
preferido morir a causar y sufrir tantas molestias.
¿Si tomamos el tren para irnos a Tarascón o a Ruan, tomamos la muerte para irnos a una estrella?
No me parece imposible que el cólera, el mal de piedra, la tisis, el cáncer, sean medios de
locomoción celeste, como los barcos a vapor, los ómnibus y el ferrocarril, lo son terrestres.
Morir tranquilamente de vejez sería ir a pie.
Adiós.
Todo tuyo,
VINCENT Van GOGH.
4. ¿Cómo se puede clasificar este suicidio? Argumente su respuesta.
5. Valoración ética de este suicidio.
Actividad No. 24: Homicidio.
1. Establezca la diferencia entre homicidio y asesinato.
2. Explique los diversos tipos de homicidio.
3. Presente las razones éticas de la ilicitud del homicidio. ¿Existe alguna excepción? Argumente.
Actividad No. 25: Drogas.
Responde a las siguientes preguntas.
a. ¿Qué es drogadicción? ¿Quién es un
drogadicto?
b. ¿Cómo se puede entender el hecho de la drogadicción?
c. ¿Por qué la drogadicción es moralmente ilícita?
d. ¿Cuándo puede estar permitida la droga? ¿Puede estarlo alguna vez?
e. ¿Qué es lo que a tu juicio se puede hacer para disminuir o terminar con las droga?
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[1] Tomado de: Savater, F. (1997). Ética para Amador. Editorial Ariel: México. Librodot.com. Capítulo
1, pp. 1-6.
[2] Tomado de: BUSS MITCHELL, H. (2000). Raíces de la sabiduría, Internacional Thomson
Editores, México, pp. 453-465.
[3] Cfr. LEZAMA, J. R. (2007). Fundamentos filosóficos de la Educación en Valores. Publicaciones
UCAB, Caracas, Venezuela, p. 11.
[4] Cfr. BILBAO G., FUERTES J., y GUIBERT J. M. (2002). Ingeniería y Ética Profesional. Bilbao,
Universidad de Deusto, pp. 11-14.
[5] HORTAL A. (1994). Los autores y sus circunstancias. Madrid: Universidad Pontificia de Comillas.
pp. 105-109.
[6] HORTAL A. (1994). Los autores y sus circunstancias. Madrid: Universidad Pontificia de Comillas,
pp. 131-141.
[7] Para una visión panorámica véase lo que el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora J. (T. III,
1968-1979) o la Enciclopedia filosófica italiana (2ª. Ed. 1967, t. III, p. 1536-1560) dicen bajo el
concepto de libertad.
[8] BERLIN, I.: “Dos conceptos de libertad”, en: Cuatro ensayos sobre la libertad, Alianza, Madrid
1988. En las pp. 208ss viene a incluir en la “libertad positiva” tanto la libertad hegeliana como la
libertad kantiana o estoica, más adelante veremos por qué.
[9] CONSTANT, B.: “De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos” (incluido en:
B. CONSTANT, Del espíritu de conquista, Tecnos, Madrid 1988, pp. 63-93). Entre los antiguos el
individuo, “soberano casi habitualmente en los negocios públicos, era esclavo en todas sus
relaciones privadas” (Ibid., pág. 68).
[10] K. MARX, comentaba en “La cuestión judía” que esa libertad individual y su aplicación
constituyen el fundamento de la sociedad burguesa. Sociedad que hace que todo hombre encuentre
en los demás, no la realización, sino, por el contrario, la limitación, de su libertad. MARX K.; RUGE,
A.: Anales franco-alemanes, Ed. Martínez Roca, Barcelona 1973, p. 244.
[11] La Declaración de 24/6/1793, en su artículo 6 proclama: “La libertad es el poder que pertenece
al hombre de hacer todo lo que no dañe a los derechos de los demás: tiene como fundamento la
naturaleza; como regla, la justicia; como salvaguardia, la Ley; su límite moral está en esta máxima:
no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”.
[12] “El objeto de este trabajo es el libre arbitrio, sino la libertad social o civil, es decir, la naturaleza y
los límites del poder que puede legítimamente ejercer la sociedad sobre el individuo: cuestión
raramente planteada y casi nunca discutida en términos generales, pero que influye profundamente
sobre las controversias prácticas del siglo…” J. St. MILL, La libertad, Madrid 1890, p. 1.
[13] JOSÉ GÓMEZ CAFFARENA sintetiza las dos nociones de libertad (“liberum arbitrium” y
“libertas a peccato”) de la tradición cristiana en la siguiente definición: “Apertura al Bien infinito, que
desvincula del bien meramente finito”. GÓMEZ CAFFARENA, J.: “La noción metafísica de libertad
en la tradición cri
stiana”, Pensamiento 17 (1961) 523-531; aquí p. 528. Reelaborado por el autor en su Metafísica
fundamental, Revista de Occidente, Madrid 1969, p. 240-255.
[14] “La apertura radical se actualiza en el amor… la apertura es apertura al Bien. La autonomía de
un ser personal finito sólo puede ser auténtica en la consonancia con toda otra autonomía, y,
radicalmente, con la Autonomía Subsistente”. GÓMEZ CAFFARENA J.: “La noción…”, p. 530 s. Cfr.
Hortal A.: “Educar la libertad”, Revista de Educación, no. 297 (1992), 73-79.
[15] ZUBIRI X.: Sobre el hombre, Sociedad de Estudios y Publicaciones, Alianza, Madrid 1986, p.
145.
[16] FROMM, E.: El miedo a la libertad, Paidós, Buenos Aires 1971, p. 24.
[17] Cfr. LEZAMA J. R. (2007). Fundamentos Filosóficos de la Educación en Valores. Publicaciones
UCAB, Caracas, Venezuela. Págs. 13-17.
[18] Lo que la naturaleza no lo da, Salamanca no lo presta.
[19] Cfr. ETXEBERÍA, X. (2002). Temas básicos de la ética. Desclée de Brouwer, Bilbao. Cap. 2, 3 y
4, Págs. 31-41.
[20] Apoyándose más en Ética a Eudemo que en Ética a Nicómaco la escolástica medieval
interpretó a Aristóteles en el sentido de postular como máxima realización de la felicidad la
contemplación de Dios tras la muerte, a la que por tanto todos debemos aspirar.
[21] Proyecto de Educación de Adultos (2000). Filosofía. Secretaría de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Subsecretaría de Educación.
[22] Autónomo (auto: sí mismo – nomos: ley), que se da su propia ley; se opone a heterónomo
(hetero: diferente – nomos: ley) que recibe su ley de otros.
[23] (ed. original, 1973, trad. cast. Ed, Herder, Barcelona, 1975).
[24] Cor
tina A. y Martínez E. (2000). Ética. Akal, Madrid, pp. 93-98.
[25] La noción de “equilibrio reflexivo” significa que los juicios ponderados son aquéllos que mejor
expresan nuestro sentido de la justicia por tratarse de juicios que emitimos en las condiciones más
favorables posibles, y que a partir de ellos obtenemos unos principios de justicia cuyas
implicaciones, en algún caso nos pueden llevar a revisar de nuevo nuestros iniciales juicios
ponderados, iniciando así una serie de revisiones recíprocas entre juicios y principios que culmina
en algún tipo de equilibrio.
[26] Cortina A. y Martínez E. (2000). Ética. Akal, Madrid. pp. 93-98.
[27] GARZA J. (2005). Valores para el Ejercicio Profesional. Mac Graw Hill, México, Págs. 63-66.
[28] Por Milton Friedman The New Cork Times Magazine, 13 de septiembre de 1970. Copyright 1970
de The New York Time Company.
[29] 26 de mayo de 2005. De la edición impresa de The Economist.
[30] GONZÁLEZ, E. “La gestión de la responsabilidad basada en el enfoque de los stakeholders, en
Fichar, G.
[31] GONZÁLEZ, E. “La gestión de la responsabilidad basada en el enfoque de los stakeholders, en
Fichar, G.
[32] GARCÍA MARZÁ, D. (2004). Ética empresarial. Del diálogo a la confianza, Madrid, Trotta, pp.
245-260.
[33] Galo Bilbao Alberdi, Fuertes Pérez Javier, José M.Guibert Ucín. Universidad de Deusto, Bilbado
2002.
[34] Publicado en: Estudios Básicos de Derechos Humanos, IIDH, San José, 1994. Por Pedro
Nikken: Ex Presidente del Consejo Directivo del IIDH y Ex Presidente de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. Profesor de la Universidad Central de Venezuela.
[35] TOMADO DE:
http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/usr/ibjoa/et/sing24.html.
[36] Cfr. Marciano Vidal-Pedro Santidrian (1980). Ética Personal. Las actitudes éticas. Tomo I.
Ediciones Paulinas. Madrid, Págs. 153-157.
[37] Cfr. Marciano Vidal-Pedro Santidrian (1980). Ética Personal. Las actitudes éticas. Tomo I.
Ediciones Paulinas. Madrid, Págs. 153-157.
[38] Se sigue a Marciano Vidal y Pedro Santidrian. Ética Personal. Tomo I. Pág. 219-227.
[39] Diario el País Internacional, S.A, 1999.
[40] El País. NEGOCIOS -21-09-2003. Manuel Delano.
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Selección de Lecturas
Selección de Lecturas
SOCIEDAD
EMPRESA
determinan
Relación
interdisciplinar
Matices
Conceptuales
Semejanzas y diferencias
ÉTICA
MORAL
Desarrollo moral de la persona
Conciencia
Libertad
Valores
Religión
Teología
Economía
Derecho
Sociología
Psicología
Filosofía moral
Moralitas
Mos-Moris
Ethos
BENEFICIOS
ECONÓMICOS
BENEFICIOS
SOCIALES:
Empleo
Formación
Contribución a la Calidad de vida
Respeto a las leyes
BENEFICIOS
ECOLÓGICOS
Respeto y mejora del medio ambiente
CLIMA
LABORAL
ACEPTACIÓN DE
PRODUCTOS Y
SERVICIOS
FACILIDADES
CON LA ADMINISTRACION
LOCA,
AUTONÓMICA.
CONFIANZA
BENEFICIOS
SOCIEDAD
PROPIETARIOS
ACCIONISTAS
TRABAJADORES
PROVEEDORES
COMPETIDORES
EMPRESA
SOCIEDAD
DIRECTIVOS
CLIENTES
Breve acercamiento a los clásicos
1. Es Max Weber quien con todo merecimiento ocupa un lugar significativo en la especulación de las
profesiones. Hace una primera y significativa definición de la
profesión: “Es la actividad especializada y permanente de un hombre que, normalmente, constituye
para él una fuente de ingresos y, por tanto, un fundamento económico seguro de su existencia”. Y
todo su trabajo reflexivo posterior merece ser considerado básicamente por dos motivos. Por un
lado, por destacar –en su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo- el proceso de
emancipación de las profesiones respecto de la religión, con la consecuente aparición de una ética
autónoma de las mismas. Por otra, por su intento –en Economía y Sociedad- de ofrecer una
criteriología que posibilite establecer diversas clasificaciones de las profesiones. Finalmente,
tampoco podemos olvidar sus ya antológicas conferencias sobre las profesiones del político y del
científico entendidas como vocación.
2. También es obligatorio citar a H. Spencer con su Origen de las profesiones. En esta obra formula
varias ideas interesantes sobre nuestro tema. Así, considera que las profesiones están dirigidas a
aumentar la vida, ejerciendo por tanto un servicio positivo a la sociedad en su conjunto. También
concluye que el origen y características de las profesiones las vincula históricamente al ámbito
eclesiástico. De este modo, Spencer plantea ya desde el comienzo dos temas centrales del análisis
sociológico de las profesiones: su formación y su papel social, desde la clave del poder.
3. Por su parte, Emile Durkheim también aborda la problemática de las profesiones en sus
conferencias publicadas bajo el título Ética profesional y moral cívica. En ellas defiende la idea de la
necesidad de diversas éticas profesionales, acordes con los dis
tintos ámbitos sociales –cada uno con sus especificidades y particularidades- en los que se
desarrolla la actividad. También subraya la necesidad de la existencia de una moral si se quieren
alcanzar los objetivos propios de cualquier actividad profesional, pero defendiendo que esta
reglamentación moral no puede venir del Estado –que se limita a elaborar leyes jurídicas- sino de los
propios profesionales agrupados en comunidad. Esta dimensión colectiva de la profesión, la
vinculación de cada profesional con los otros miembros de su grupo, es la que posibilita que cada
uno de ellos no actúe por egoísmo e interés personal, sino por el bien de la sociedad en su
conjunto.
4. En el estudio sociológico de las profesiones, al igual que en la vida cotidiana, también se han
producido divergencias y valoraciones encontradas respecto a su objeto de investigación. Así, por
ejemplo y tomando como referencia dos autores ineludibles, mientras Talcote Parsons –profundo
estudioso de las profesiones en la sociedad norteamericana- tiene una visión muy positiva y
optimista de las mismas, Ivan Illich arremete contra las profesiones por su poder hegemónico en las
sociedades modernas. Si para unos las profesiones son expresión de racionalidad, universalismo e
interés general, para otros no representan sino el monopolio, el elitismo y el privilegio.
(2012, 05). Ética. BuenasTareas.com. Recuperado 05, 2012, de http://www.buenastareas.com%2Fensayos%2F%C3%89tica%2F4207227.html