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Del neoclasicismo al romanticismo
Los caprichos de Francisco de Goya
Taller de reflexión artística III
Prof. Andrea Mardikian
2020 – 2do cuatrimestre
Ensayo final
Santiago Rivas
Dirección cinematográfica
0101225
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Del Neoclasicismo al Romanticismo: “Los caprichos” de Francisco de Goya
Por Santiago Rivas
Resumen
Los caprichos es una serie de ochenta grabados del pintor español Francisco de
Goya realizados entre 1780 y 1799. El orden o estructura de las piezas es desconocido,
pero sí comparten entre todas varios núcleos temáticos: la crítica satírica en torno a la
prostitución, la política, la nobleza, los frailes, las clases altas, la iglesia y la inquisición,
en auge en España en el momento. A la mitad de los grabados, sin embargo, las temáticas
alrededor de las representaciones se volvieron radicalmente diferentes. Aunque, según las
interpretaciones de artistas e investigadores a lo largo de la historia, mantuvieron su
esencia de crítica social a la sociedad española del momento, también incursionaron en
temáticas fantásticas y oscuras como la superstición en torno a la brujería y la presencia
de seres misteriosos y demoníacos que el hombre lleva dentro de su ser. El mal del hombre
se representa a través del absurdo oscuro. Es aquí donde, se hipotetiza, existe una
contradicción o ruptura a lo largo de Los caprichos.
Reflexión de la cursada y proyecto integrador
La cursada resultó interesante y fructífera. Los contenidos fueron vistos en
profundidad y fue clave para el aprendizaje la integración de los textos de la bibliografía
obligatoria. Asimismo fue productiva la exposición introductoria de ciertos temas clave
por parte de los alumnos.
Con respecto al proyecto integrador, me resultó de sumo interés personal. Goya ha sido
siempre un artista que me ha llamado la atención de sobremanera y la posibilidad de
investigar e hipotetizar sobre una obra tan interesante como Los caprichos fue una
excelente manera de llevar adelante la cursada y llegar a un resultado con el que quedé
conforme.
Palabras clave
Francisco de Goya – Los Caprichos – Neoclasicismo – Romanticismo – Renacimiento.
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Introducción
En el presente ensayo se abordará un fenómeno histórico y artístico como es la
transición entre vanguardias, y esto se hará utilizando como objeto de estudio particular
a una parte de la obra del pintor español Francisco de Goya.
El tema seleccionado es la transición entre el Neoclasicismo que caracterizó a la
primera etapa del renacimiento en Europa y el Romanticismo, movimiento que cuestionó
los valores y cánones de representación del clasicismo para generar una nueva manera de
entender al arte y al artista. Para ello se ha utilizado como objeto de estudio a una serie
de ochenta grabados realizados por Francisco de Goya a partir de 1793, titulados Los
Caprichos.
Se apuntará a entender y relevar a fondo cómo la serie de Los Caprichos de Goya,
hasta dentro de sí misma (a lo largo de los ochenta grabados), resultó rupturista con el
arte neoclásico del contexto histórico que rodeó al artista. Con respecto a esto, se
sostendrá como hipótesis central del ensayo que la primera mitad de Los Caprichos se
acerca más a la cosmovisión y modelo de representación artística asociado al
Neoclasicismo y la ilustración, mientras que la segunda mitad da un giro para convertirse
en un importante exponente de la corriente que aparecería para hacer frente al
Neoclasicismo: el Romanticismo. Para ello resultará imprescindible destacar con detalle
las características románticas que Los Caprichos trajeron consigo y cómo chocaron con
los cánones artísticos del momento. Por el otro lado también resultará interesante intentar
comprender el porqué del cambio en el paradigma del artista, cuya primera parte de la
serie resultó más cercana a los valores filosóficos de la ilustración para luego dar un giro
hacia una manera distinta de ver el arte, más asociada con el Romanticismo.
“Goya no se conformó con recreos estéticos sino que entendió que por los pinceles
se pueden traducir ideas del pensamiento y plasmar toda una concepción del mundo, una
visión personal de la vida a través de la filosofía que se esconde tras la imagen.” (Zárate,
2012
En los primeros 43 caprichos el pintor se concentró exclusivamente en satirizar a
la sociedad española del momento. Esta primera mitad de la obra podría asociarse con
una visión más neoclásica del mundo y del hombre: la permanente búsqueda de la razón
como salvación de la humanidad. Es el grabado N° 43, “El sueño de la razón produce
monstruos” (img. 1), el que resulta el nexo rupturista entre ambas mitades. En este, Goya
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representó a un personaje atormentado por los monstruos que produce la fantasía
abandonada de razón, representados como búhos y murciélagos. Es aquí donde vive el
núcleo de la hipótesis del presente ensayo y, se sostiene, que la primera mitad de Los
caprichos corresponde a una corriente artística y de pensamiento más cercano a la
ilustración, mientras que a partir del grabado N° 43, Goya incursiona en una
representación temática más relacionada con el Romanticismo, la fantasía y la
abstracción, que resulta una reacción asociada contra el espíritu racional y crítico del
Neoclasicismo y la ilustración.
Francisco de Goya: Vida y obra
Francisco de Goya nació en 1746 en el seno de una familia de mediana posición
social de la ciudad de Zaragoza. Su padre, Braulio José Goya, era un artesano de cierto
prestigio. Su madre, Gracia Lucientes Salvador, formaba parte de una familia de la
pequeña nobleza venida a menos. Goya estudió pintura desde muy pequeño y, después de
varios fracasos en concursos de pintura organizados por la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando, entre otros, decidió viajar a Italia para instalarse como discípulo del
pintor Francisco Bayeu en 1771. A partir de este año Goya estudió a maestros italianos
como Guido Reni, Rubens, Paolo Veronese y Rafael, entre otros.
Al retornar de Italia a Zaragoza Goya se dedicó principalmente a la pintura mural
y religiosa. Entre sus obras de este momento se destacan las pinturas murales de la capilla
del palacio de Sobradiel, El entierro de Cristo, en el Museo Lázaro Galdiano y el gran
fresco La adoración del nombre de Dios en la bóveda del Coreto de la Basílica del Pilar.
Después de un tiempo de dedicarse a realizar tapices y pintura religiosa, Goya se
encontró en problemas con la corte española alrededor de 1790. En este período se dedicó
principalmente a dar clases en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Fue en
este momento en el que empezaron a manifestarse las opiniones del pintor con respecto
al Neoclasicismo. En Julio de 1792, responde a una consulta de la Academia acerca de
las enseñanzas que se impartían en ella. Goya expuso sus ideas con respecto a la creación
artística, alejadas de los supuestos idealistas y de las preceptivas neoclásicas vigentes en
la época. Afirmaba la necesidad de libertad del artista, que no debe estar sujeta a reglas
ni imposiciones. Según las actas, “(Goya) se declara abiertamente por la libertad de la
enseñanza y práctica de los estilos, desterrando toda sujeción servil de escuela de niños,
preceptos mecánicos, premios mensuales, ayudas de costa y otras pequeñeces que
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afeminan y envilecen la pintura. Ni que tampoco se debe prefijar tiempo en los estudios
de geometría y perspectiva para vencer dificultades en el dibujo.” (Saborit, 1996). Esta
declaración de principios a favor de la originalidad resultó evidentemente de carácter
prerromántico. A finales de este año fue que Goya contrajo la “misteriosa” (se sospecha
que pudo haber sido saturnismo, enfermedad propia de los pintores y generada a partir de
la intoxicación por plomo en los materiales, síndrome de Susac o sífilis) enfermedad que
le produjo la sordera que lo acompañó hasta el fin de sus días.
En febrero de 1799, el Diario de Madrid anuncia la venta de una serie de grabados
contemporáneos y satíricos de Goya titulada Los Caprichos (De Munain Iturrospe, 2010).
Los Caprichos
“Colección de estampas de asuntos caprichosos, inventadas y grabadas al agua
fuerte por Don Francisco Goya. Persuadido el autor de que la censura de los errores y
vicios humanos puede ser también objeto de la pintura, ha escogido como asuntos
proporcionados para su obra, entre la multitud de extravagancias y desaciertos que son
comunes en toda sociedad civil, y entre las preocupaciones y embustes vulgares,
autorizados por la costumbre, la ignorancia o el interés, aquellos que ha creído más aptos
a suministrar materia para el ridículo y ejercitar al mismo tiempo la fantasía del artífice.”
(Saborit, 1996). Así describía Leandro Fernández de Moratín, responsable del prefacio
de esa edición del Diario de Madrid a la serie de ochenta grabados al agua fuerte de Goya,
titulada por él como Los Caprichos.
La mayoría de los grabados de la serie los realizó a partir de 1793, poco después
de contraer la enfermedad que le dejaría una sordera permanente y problemas de visión y
equilibrio. “Esta difícil enfermedad le postró largo tiempo en cama y Goya, fiel a su genio,
aprovechó para dibujar sus Caprichos como entretenimiento, dejando su sello de mal
genio e inconformismo que tantos quebraderos de cabeza le dieron en vida. En palabras
de Carrete, «estas láminas suponían el producto más puro de su pensamiento en cuanto a
lo que entendía por ser artista»” (De Munain Iturrospe, 2010). Sin embargo, la naturaleza
temática de Los caprichos desde su principio hasta su fin indica una suerte de
contradicción con respecto a lo que Goya consideraba como arte.
Los primeros 42 grabados consistían plenamente de crítica satírica a la sociedad
española del momento. En ellos Goya satirizaba a prostitutas, cleros, nobles y hasta a la
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iglesia y la inquisición. Sin embargo, el grabado N° 43 actúa como nexo conector con los
grabados posteriores, que vieron un cambio radical en su representación y temática.
Es esta idea de “pureza artística” la que cuestiona y dispara inicialmente cualquier
movimiento vanguardista y la que, en este caso, compone el núcleo de la hipótesis de este
ensayo. Como fue mencionado antes, Goya dejó clara ante la Academia de Bellas Artes
de San Carlos su posición con respecto a la filosofía artística: lejos de las imposiciones y
lo clásico, cerca de la originalidad y la libre creación. Este tipo de acercamiento al arte
está estrictamente ligado con el Romanticismo. Este movimiento cultural originado en
Alemania y el Reino Unido a finales del siglo XVIII se caracteriza esencialmente por
proponer una ruptura radical con respecto a la tradición clasicista basada en un conjunto
de reglas y cánones de representación estereotipados.
“Carlos Bousoño ha subrayado cómo el Romanticismo, con su fuerte sentido de
lo individual, rechaza el racionalismo neoclásico, que pretendía conocer lo universal y
sólo lo universal. Russell Sebold ha documentado la evolución del Neoclasicismo hacia
el Romanticismo al influirse la poética por la filosofía ilustrada y pasar liberalizándose
desde una postura racionalista, deductiva, cartesiana, a una nueva postura observadora,
inductiva, lockiana, una actitud sensualista ante el proceso creativo y los objetos
naturales.” (Universidad Complutana de Madrid, 2008).
Yendo de la mano con los principios que Goya estableció como esenciales del
arte, el Romanticismo promulgaba la originalidad frente a la tradición clasicista, la
creatividad, la valoración de lo “diferente” frente a lo “común”, la primacía del artista
como genio creador y la conciencia del “Yo” como entidad autónoma y dotada de
capacidades variables e individuales como la fantasía y el sentimiento. “La sensibilidad
nerviosa del hombre moderno y; la exuberancia, la anarquía y la violencia del arte
moderno. Su lirismo ebrio y balbuciente, su exhibicionismo desenfrenado y
desconsiderado, se originan en el Romanticismo. Ejemplo de ello es que no podemos
reproducir una asociación abstracta de ideas sin hablar de nuestros sentimientos.”
(Universidad Complutense de Madrid, 2008).
El Neoclasicismo, modelo de representación artística predominante hasta la
llegada del Romanticismo, sostiene una mirada diferente del mundo. Su propósito y fin
era la educación y moralización de la sociedad. Los artistas y escritores creían que a través
de sus obras ayudaban a difundir los valores necesarios para construir una sociedad
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racional, moral, culta y progresista. Tomaba a la tradición clásica griega y romana y la
establecía como modelo ético de carácter universal y racional. El culto a la razón era el
pilar fundamental de la comunidad. La obra neoclásica se caracterizó por el compromiso
político de sus artistas. Abordaba especialmente temas como la historia grecolatina, la
historia del republicanismo y la mitología romana como alegoría de la virtud.
Los caprichos y su dualidad ideológica como nexo transicional al Romanticismo
Aunque la dualidad temática y representativa del grabado N° 43 (El sueño produce
monstruos) representa y evidencia el hilo central de la hipótesis propuesta, no es el único
ejemplo. Como fue mencionado anteriormente, la función principal de El sueño produce
monstruos con respecto a la hipótesis fue la de dividir a los ochenta grabados en dos
grupos con evidentes diferencias en cuanto al tratamiento temático y filosófico de las
situaciones representadas.
El primer grupo de grabados (desde el N° 1 hasta el N° 43) son los que, se sostiene,
se acercaban más a las ideas artísticas cercanas a la ilustración. En ellos se distinguía una
clara crítica a la sociedad española del momento, desde miembros de la alta sociedad
como la nobleza, los cleros y la iglesia hasta el otro extremo: campesinos y prostitutas.
“Es sabido que Goya fue cercano a varios intelectuales y artistas de la ilustración como
Gaspar Melchor de Jovellanos, Juan Meléndez Valdés, Leandro Fernández de Moratín, y
Juan Agustín Ceán Bermúdez, que lo introdujeron a los principios del movimiento.
Compartió con ellos la oposición al fanatismo religioso, a la superstición, a la inquisición
y a varias órdenes religiosas. Pretendían leyes más justas y un sistema educativo acorde
con el individuo.” (Gassier, 1989). Ejemplos de este tipo son el grabado N° 6 “Nadie se
conoce” (img. 2) (Se representa a un general vestido de mujer dando un obsequio a una
dama. Tanto él como el resto de los invitados a la fiesta utilizan máscaras y disfraces. El
manuscrito que acompaña a este grabado en el Museo del Prado reza “El mundo es una
máscara, el rostro, el traje y la voz son todos fingidos. Todos quieren aparentar lo que no
son. Todos se engañan y nadie se conoce”), el grabado N° 21 “¡Cual la descañonan!”
(img. 3) (se representa a un grupo de un juez, un escribano y un alguacil robando y
“desplumando” a una prostituta) y el grabado N° 13 “Están calientes” (img. 4) (Se
representa a un grupo de frailes de manera más bien demoníaca, engullendo comida con
gula. El manuscrito que lo acompaña en el Museo del Prado reza: “Tal prisa tienen de
engullir que las tragan hirviendo. Hasta en el uso de los placeres son necesarias la
templanza y la moderación.”).
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Aquí es que se da la ruptura. El segundo grupo de grabados (desde el N° 43 hasta
el N° 80) difieren de lo que Goya representaba hasta el momento. En vez de concentrarse
en las figuras relevantes de la sociedad española vistas desde un lugar de crítica satírica,
el pintor recurrió a representaciones de criaturas mitológicas, demonios, brujas y todo
tipo de personajes fuera del plano de la representación realista. Tal es el cambio en el
paradigma de Goya que hasta las descripciones de los manuscritos que acompañan a las
obras hoy en día se vuelven mucho más vagos y abstractos que los anteriormente
descriptos. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en los grabados N° 64 “Buen viaje” (img.
5) (Su manuscrito en el Museo del Prado reza “¿A dónde va esta caterva infernal dando
aullidos por el aire entre las tinieblas de la noche? Aún si fuera de día, ya era otra cosa,
y a fuerza de escopetazos, caería al suelo toda la gorullada, pero como es de noche nadie
les ve.), el N° 68 “Linda maestra” (img. 6) (Su manuscrito en el Museo del Prado reza
“La escoba es uno de los utensilios más necesarios a las brujas, porque además de ser
ellas grandes barrenderas, como consta por las historias, tal vez convierten la escoba en
mula de paso y van con ella que el diablo las alcanzará”.) o el N° 61 “Volavérunt” (img.
7) (Su manuscrito en el Museo del Prado reza “El grupo de brujas que sirve de peana a
la petimetra, más que necesidad, es adorno. Hay cabezas tan llenas de gas inflamable,
que no necesitan para volar ni globos, ni brujas.”). Es claro en estos tres ejemplos el
distanciamiento que toma Goya con la mitad anterior, distanciándose asimismo de los
ideales representativos que traía consigo el Neoclasicismo. Bajo ningún concepto podrían
catalogarse la primera mitad de los grabados como neoclasicistas, pero sí podría
hipotetizarse que la segunda mitad fue un salto mucho más grande con respecto al
contexto artístico que rodeaba al pintor. “El racionalismo había estado progresando desde
el renacimiento y había conseguido a través de la ilustración una vigencia universal
dominando todo el mundo civilizado, hasta que sufrió su derrota más penosa. Desde la
disolución del sobrenaturalismo y el tradicionalismo de la Edad Media, nunca se había
hablado con tal menosprecio de la razón, de la vigilancia y la sobriedad mentales, de la
voluntad y la capacidad de autodominio.” (Universidad Complutense de Madrid, 2008).
La diferencia entre ambos grupos y la evolución de la postura del pintor frente al
arte y a la vida en general resulta más que evidente. El salto de uno a otro representaría
entre líneas un cambio grande en la vida de Goya, y así fue. Se podría fácilmente
hipotetizar sobre la causa de este cambio, y no sería arriesgado atribuirle gran parte a la
enfermedad que contrajo en 1793, pocos años antes de realizar el grabado N° 43. “Goya
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tuvo su primer ataque en Cadiz, en 1792. Su enfermedad le causó sufrimiento intenso,
tanto mental como físico. Se imaginaba como un hombre moribundo, aislado de su familia
y particularmente de su hijo Xavier, de quien era muy cercano. Luego, cuando su vida
estuvo fuera de peligro, vivió un tiempo con el lado derecho de su cuerpo paralizado, con
un zumbido permanente en su cabeza y ceguera permanente. Por el resto de su vida se vio
obligado a comunicarse por medio de la escritura o lenguaje de señas, pero esto no fue lo
peor. La sordera de Goya estuvo acompañada de sonidos intensos y migrañas. Al pasar la
peor parte, no se vio en el silencio característico de la sanación, sino en un mundo de
retumbos caóticos y zumbidos que atacaron sus nervios hasta el punto de ruptura. Cuando
regresó a Madrid, volvió al trabajo. Al encontrarse frente al lienzo, su imaginación parecía
haberlo llevado hacia nuevos temas, o mejor dicho hacia una nueva visión del mundo que
podía ver pero no escuchar.” (Gassier, 1989).
Conclusión
“En España, un hombre extraordinario ha abierto horizontes nuevos al espíritu de
lo cómico. En ocasiones se deja llevar por la sátira violenta, y a veces, trascendiéndolo,
presenta una visión de la vida esencialmente cómica. Goya es siempre un gran artista y a
menudo un artista aterrador. Añadió a ese espíritu satírico español, fundamentalmente
alegre y jocoso, que tuvo su día en la época de Cervantes, algo mucho más moderno, una
cualidad muy apreciada en la época actual, un amor por lo indefinible, un sentido de
contrastes violentos, de lo aterrador de la naturaleza, de los rasgos humanos que han
adquirido características animales… Es extraño que este anticlerical haya soñado tan
frecuentemente con brujas, aquelarres, magia negra, niños cociéndose en un asador y
muchas cosas más: todas las orgías del mundo de los sueños, todas las exageraciones de
las imágenes alucinógenas, y por añadidura, todas esas jóvenes españolas, delgadas y
blancas que las inevitables brujas lavan y preparan para sus pactos secretos o para la
prostitución nocturna. ¡El aquelarre de la civilización! ¡Luz y oscuridad, la razón y la
sinrazón se enfrentan en todos estos horrores grotescos!”.
De esta manera describía el reconocido ensayista, poeta y crítico francés Charles
Baudelaire a la modernidad en la obra de Goya en artículos que fueron publicados en Le
Present (1857), L’ Artiste (1858) y en la colección Curiosités Esthétiques (1868). La
modernidad y el rupturismo en la obra del pintor español, a esta altura, es innegable. Sin
embargo, permanece sobre la mesa la pregunta que el ensayo presente buscó responder:
¿son Los caprichos, dentro de su propio marco delimitador, rupturistas unos con otros?
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Se ha presentado evidencia para responder a la pregunta con una afirmación. El
carácter evidentemente contradictorio entre la primera y la segunda mitad de los grabados
se da por el contraste temático que trae consigo el Romanticismo con respecto a la
vanguardia a la que viene a reemplazar. El Neoclasicismo se ve opacado de la misma
manera que la visión de Goya sobre el mundo. La enfermedad que lo dejó sordo y
alucinando dio vuelta su concepción de todo lo que lo rodeaba. El compromiso político
(que se dio en Goya principalmente a través de la sátira) característico del clasicismo y la
ilustración se vio reemplazado por un panorama abstracto, oscuro y fantástico que lo
acompañó hasta el fin de sus días.
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Bibliografía
De Munain Iturrospe, G.L., Los caprichos de Goya. Estampas y textos contra el sueño de
la razón., Universidad del País Vasco, 2010.
De Diego, G., Goya al límite, Editorial Alianza, 2012.
Goya y Lucientes, F., Los caprichos, Titivillus, 1799.
Saborit, I.T., La radicalidad de Goya, 1996.
Gassier, P., Goya, Skira, 1989.
Gombrich, E., Historia del arte, Phaidon, 2007.
Zárate, G. D. Mitologia e historia del arte. Encuentro, 2012.
El movimiento romántico. Marco histórico-social (Universidad Complutense de
Madrid, 2008)
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Anexo de imágenes
1. Grabado N° 43. "El sueño produce monstruos" 2. Grabado N° 6. "Nadie se conoce"
3. Grabado N° 6. "¡Cuál la descañonan!" 4. Grabado N° 13. “Están calientes"
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5. Grabado N° 64. “Buen viaje" 6. Grabado N° 68. “Linda maestra"
7. Grabado N° 61. “Volavérunt"
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Declaración jurada de autoría
A: Facultad de Diseño y Comunicación. Universidad de Palermo.
Por la presente dejo constancia de ser el autor del Trabajo Práctico Final titulado"Del neoclasicismo al romanticismo: Los caprichos de Francisco de Goya"
que presento para la asignatura Taller de reflexión artística III
dictada por la profesora Andrea Mardikian
Dejo constancia que el uso de marcos, inclusión de opiniones, citas e imágenes es
de mi absoluta responsabilidad, quedando la UP exenta de toda obligación al respecto.
Autorizo, en forma gratuita, a la UP a utilizar este material para concursos,
publicaciones y aplicaciones didácticas dado que constituyen ejercicios académicos de uso
interno sin fines comerciales.
24 / 11 / 2020
Fecha Firma y aclaración