El caos satánico en la vieja creación y la
economía divina para la nueva creación
CONTENIDO
1. La economía divina y el caos satánico (1)
2. La economía divina y el caos satánico (2)
3. Los vencedores
4. La economía de Dios
5. La vida de iglesia en la economía de Dios
PREFACIO
Este libro está compuesto de los mensajes dados por el hermano Witness Lee en Irving,
Texas del 23 al 25 de mayo de 1992.
CAPITULO UNO
LA ECONOMIA DIVINA
Y EL CAOS SATANICO
(1)
Lectura bíblica: Gn. 1:1-2, 26-28; 2:7-9
BOSQUEJO
1. En la era preadamítica: 1. La economía divina:
1. Dios crea los cielos y la tierra—Gn. 1:1; Job 38:4-6. 2. La creación en orden estimuló a los ángeles a cantar y dar voces de
júbilo—Job 38:7. 2. El caos satánico:
1. Satanás se rebeló en contra de Dios, y una tercera parte de los ángeles se le unieron en su rebelión—Is. 14:12-15; Ez. 28:13-18; Ap. 12:4.
2. El universo se convirtió en un caos bajo el juicio de Dios: los cielos se oscurecieron y la tierra quedó desierta y vacía—Job 9:5-7; Gn. 1:2a.
2. En el universo restaurado: 1. La economía divina:
1. Dios restauró los cielos, especialmente en sus luminarias, y la tierra, especialmente en su terreno—Gn. 1:2b-19.
2. Dios creó al hombre para que éste le expresara en Su imagen, y para que le representara en Su dominio—Gn. 1:26-28.
3. Dios puso al hombre frente al árbol de la vida (una figura de Cristo como incorporación de la vida divina), lo que indica que el hombre debe apropiarse de Dios en Cristo como vida para la realización de la economía divina—Gn. 2:8-17.
2. El caos satánico: 1. Satanás, la serpiente, tentó al hombre induciéndolo a que tomara del
árbol del conocimiento del bien y del mal—Gn. 3:1-5. 2. El hombre fue engañado y cayó—Gn. 3:6-7.
3. En la caída del hombre: 1. La economía divina:
1. Dios le prometió a Adán que Cristo vendría como simiente de la mujer y destruiría a la serpiente, Satanás—Gn. 3:14-15.
2. Dios prometió que dejaría vivir al hombre (lo cual alude a la vida eterna de Dios) y que le proveería de una cubierta (lo cual tipifica la redención que Dios traería en Cristo)—Gn. 3:20-21.
2. El resultado del caos satánico—Gn. 3:22-24: 1. El hombre caído fue expulsado del huerto de Edén. 2. La entrada al árbol de la vida le fue cerrada al hombre caído.
4. En las etapas adicionales y la consumación de la caída del hombre: 1. La economía divina:
1. Abel aceptó la promesa de Dios al ofrecer lo mejor de sus rebaños (lo cual tipifica a Cristo), y así recibió el favor de Dios—Gn. 4:4.
2. Enós, el hombre frágil, invocó el nombre de Jehová para recibir Su rico suministro—Gn. 4:26.
3. Enoc caminó con Dios, y Dios se lo llevó—Gn. 5:21-24. 4. Noé caminó con Dios y preparó el arca (que tipifica a Cristo) para la
realización de la economía divina—Gn. 6:8-22. 5. Noé edificó un altar y ofreció a Dios holocaustos (tipo de Cristo) para
agradarle a El a fin de que la tierra fuera guardada en su sistema—Gn. 8:20-22.
2. El caos satánico: 1. Caín rechazó la promesa de Dios y mató a Abel su hermano, trayendo
así el juicio y la maldición de Dios—Gn. 4:3-16. 2. El hombre vino a ser carne y el pecado del hombre fue sobremanera
grande, al punto que Dios tuvo que juzgarle trayendo el diluvio—Gn. 6:3, 5-7, 13; 7:10-11, 17-23a.
3. El hombre se rebeló contra Dios, se exaltó a sí mismo y adoró ídolos en Betel junto con Satanás, para estorbar la economía divina—Gn. 11:1-9.
5. En el establecimiento de una nueva raza entre la humanidad: 1. La economía divina en el caso de Abraham, Isaac y Jacob:
1. Dios llamó a Abraham a que saliera de la tierra de idolatría y le llevó a la tierra que El le había prometido—Gn. 11:31; 12:4.
2. Dios le dio a Abraham la promesa de Su bendición, el evangelio, para las naciones en la simiente de Abraham: Cristo como la centralidad y la universalidad de la economía divina—Gn. 12:2-3; 18:18; 22:18.
3. Abraham, Isaac, y Jacob edificaron un altar para presentar las ofrendas (que tipifican a Cristo) a Jehová y vivieron en tiendas como peregrinos, esperando la consumación de la economía divina—Gn. 12:7-8; 26:25; 33:18-20; He. 11:9.
2. El caos satánico en el caso de Abraham y Jacob:
1. Abraham se casó con Agar, lo cual dio lugar a la historia negativa de Agar y su hijo Ismael—Gn. 16:1-5; 21:8-10.
2. Jacob y toda su familia descendieron a Egipto, lo cual puso a la nación de Israel bajo la esclavitud y la tiranía de Egipto—Ex. 1:8-14.
3. La economía divina en el caso del pueblo de Israel: 1. El pueblo de Israel pasó por el juicio de Dios y salió de Egipto—Ex.
12:1-14; 13:7—14:31. 2. Dios abasteció al pueblo de Israel en el desierto, dándole maná del
cielo (el cual tipifica a Cristo) y agua (que tipifica al Espíritu) de la roca que se movía (la cual tipificaba a Cristo)—Ex. 16:1—17:7; 1 Co. 10:3-4.
4. El caos satánico en el caso del pueblo de Israel: 1. El pueblo del Israel confió en sí mismo en cuanto a guardar los
mandamientos de Dios—Ex. 19:7-8. 2. El pueblo de Israel se desvió de la línea central de la economía divina,
y tomó una línea secundaria, la ley—Ex. 20:1-21. 6. En el Antiguo Testamento:
1. La economía divina tocante al tabernáculo, las ofrendas y los sacerdotes: 1. Dios le mandó al pueblo de Israel que edificara el tabernáculo (tipo de
Cristo) para que fuese Su morada y que le sirviera a través de los sacerdotes por medio de las ofrendas (ambos tipifican a Cristo)—Ex. 25—Lv. 27.
2. Israel entró en la buena tierra—Jos. 3—4. 3. Israel erigió el tabernáculo del arca en Silo—Jos. 18:1.
2. El caos satánico en el caso de los sacerdotes: 1. Los sacerdotes de Israel se degradaron—1 S. 1:12-17, 22-34. 2. El arca fue capturada por los enemigos de Israel—1 S. 4:1—5:2.
3. La economía divina en el caso de David, Salomón y los profetas positivos: 1. Dios levantó a David como un hombre conforme a Su propio corazón,
para que hiciera Su voluntad—1 S. 13:14. 2. David recuperó el arca de Dios—2 S. 6:1-19. 3. David deseaba edificar un templo para Dios y preparó los materiales y
el lugar para la edificación del templo de Dios—2 S. 7:2; 1 Cr. 22:1-19; 29:1-19; 2 Cr. 3:1.
4. Salomón edificó el templo para Dios y puso allí el arca—1 R. 5:4-5; 6:2; 7:31; 8:1-11.
5. Los profetas positivos ministraron fielmente, especialmente en cuanto a Cristo en la economía divina.
4. El caos satánico en el caso de los reyes, los sacerdotes y el pueblo: 1. David cayó en pecado, y su familia se convirtió en un desastre—2 S.
11—18. 2. Salomón cayó en pecado, y su reino fue dividido en dos—1 R. 11:1-40. 3. La degradación de los reyes, la corrupción de los sacerdotes, la
falsedad de los profetas, y los males del pueblo de Israel eran intolerables, como se narra en 1 y 2 Reyes y en los libros de los profetas.
4. Jerusalén fue destruida, el templo quemado y el pueblo de Israel capturado por los babilonios—2 Cr. 36:17-20.
5. La economía divina en el caso de los cautivos que regresaron: 1. Los cautivos regresaron a la tierra de sus padres—Esd. 1. 2. El templo de Dios con el altar para las ofrendas (tipos de Cristo) fue
reedificado—Esd. 3.
3. El remanente de David que regresó produjo a Cristo como Mesías en Su primera venida—Mt. 1:1, 6b-16; Lc. 3:22-31.
6. El caos satánico en el caso de los cautivos que regresaron: 1. Los cautivos que regresaron no hacían nada con respecto a la
edificación del templo de Dios—Hag. 1. 2. Los cautivos que regresaron estaban en una situación caótica, según
se ve en los libros de Nehemías, Hageo y Malaquías.
El tema general de este libro es el caos satánico en la vieja creación y la economía
divina para la nueva creación. Tal tema tal vez parezca muy peculiar, extraño y fuera de
lo ordinario. La carga de estos mensajes puede expresarse en dos juegos de cuatro
afirmaciones. El primer juego trata de la economía divina y el caos satánico:
1) Cristo es la centralidad y la universalidad de la economía divina.
2) Satanás, el diablo, es la fuente y el elemento del caos maligno.
3) Los creyentes tienen que condenar el caos terrenal y exaltar la economía celestial.
4) Los vencedores obtienen la victoria sobre todo el caos destructivo y triunfan en la
economía constructiva única.
El segundo juego de afirmaciones trata del creyente:
1) Al que venza, Cristo le dará a comer del árbol de la vida en el Paraíso de Dios (Ap.
2:7).
2) Al que venza, Cristo le dará del maná escondido, y le dará una piedra blanca para el
edificio de Dios (Ap. 2:17).
3) Al que venza, Cristo le hará columna en el templo de Dios, la Nueva Jerusalén (Ap.
3:12).
4) El que venza cenará con Cristo, y a él Cristo le hará sentar consigo en Su trono (Ap.
3:20-21).
En este mensaje, primero quisiera dar una introducción y luego considerar la economía
divina y el caos satánico en el Antiguo Testamento. Tengo la esperanza de que esta
introducción nos dará una visión que nos gobierne y nos controle, una visión que nos
ayude a entender todos los asuntos de los que hablaremos en estos mensajes.
Antes de haber sido salvos, todos nosotros, viejos y jóvenes, hombres y mujeres,
estábamos en una condición de caos. Cada año, cada día, y hasta cada momento
estábamos en una situación caótica. Sin embargo, un día algo más entró en nosotros, y
esto que entró en nosotros fue la economía divina. Nos arrepentimos ante Dios,
confesamos nuestros pecados, fallas, errores y faltas, y recibimos al Señor Jesús.
Cuando recibimos al Señor Jesús, algo maravilloso, celestial y divino entró en nosotros.
Podemos decir que Cristo entró en nosotros. También podemos decir que el Espíritu
Santo o que la Trinidad Divina entró en nosotros. Es verdad que Aquel que entró en
nosotros es Cristo, el Espíritu Santo y la Trinidad Divina. Ahora es necesario que
veamos que Aquel que entró en nosotros es la economía divina. Esto quiere decir que
Dios es nuestra economía. Usted ha oído decir que Jesucristo es nuestro Salvador,
nuestro Señor y nuestro Amo, y que El es nuestra vida, naturaleza y persona, pero
probablemente jamás ha oído decir que Jesucristo es también la economía divina. Así
que, tenemos que comprender que cuando fuimos salvos, la economía divina entró en
nosotros.
En el Nuevo Testamento la palabra economía, que se deriva de la palabra griega
oikonomía, se usa enfáticamente. Por ejemplo, esta palabra se usa en Efesios 3, un
capítulo que revela que las riquezas de Cristo son predicadas a los gentiles para que así
la iglesia llegue a existir. El versículo 9 habla de “la economía del misterio”.
La palabra oikonomía se compone de dos vocablos griegos: oikos, que significa casa, y
nomos, que significa ley. Por consiguiente, una oikonomía es una ley doméstica, una
administración familiar. En algunas versiones la palabra oikonomía es traducida
“administración” y en otras “arreglo” o “plan”. La economía de Dios es Su plan, Su
administración, Su arreglo.
La situación en la que nosotros nacimos era totalmente desordenada y caótica. No había
administración ni arreglo ni plan. No sabíamos qué hacer, a dónde ir ni qué clase de
persona debíamos ser. Tal era mi situación antes de ser salvo. Mas un día, estando en
esa condición tan caótica, el evangelio, las buenas nuevas, llegó a mí. Asistí a una
reunión evangelística donde escuché hablar de Dios, del Señor Jesús, y de Satanás,
tipificado por Faraón. Fui cautivado por el Señor y oré a El. Inmediatamente después de
que oré, algo brillante y radiante, un resplandor, entró en mí. Cuando iba de regreso a
casa después de la reunión, me detuve en una calle y dije: “Dios, a partir de hoy quisiera
ser predicador Tuyo. No quiero ser nada más. Sólo quiero predicar a Cristo”. El Dios
Triuno, Cristo, el Espíritu Santo y la vida divina habían entrado en mí. Además, la
economía divina había entrado en mí como cierta clase de administración, arreglo y plan
que puso todo en orden. Estaba yo gozoso y en una situación ordenada.
Sin embargo, mi sentir inicial de gozo no duró mucho. Unos cuantos días después me
enojé con mi madre. El haberme enojado me turbó, y perdí la paz. En vez de economía,
había caos de nuevo en mí. Finalmente oré al Señor con respecto a esto y fui perdonado.
La paz volvió y tuve el sentir de que algo brillante, placentero y agradable estaba en mí.
En aquel entonces no tenía conocimiento de la economía divina, pero la estaba
experimentando.
¿Sabe usted qué es la vida cristiana? La vida cristiana es una vida en la cual la economía
está mezclada con el caos. La economía es divina, y el caos es satánico. Por lo tanto, la
vida cristiana incluye tanto a la economía divina como al caos satánico. La vida
cristiana es una historia de economía y caos, de caos y economía. Durante el tiempo que
pasamos con el Señor por la mañana experimentamos la economía, pero más tarde en el
día tal vez experimentemos el caos.
Esta ha sido mi experiencia durante los casi setenta años que he sido cristiano. Sin
embargo, estoy aprendiendo la clave, la estrategia, para derrotar al caos y regresar a la
economía y al orden. Estoy aprendiendo cómo ser lleno, no de caos, sino de economía.
No solamente tengo la economía de Dios dentro de mí, sino que además tengo a Dios
como mi economía dentro de mí. El mismo Dios que mora en mí es mi economía.
Por ser una mezcla de economía y caos, la vida cristiana es una miniatura de todo el
universo. La historia del universo es una historia de la economía de Dios y el caos de
Satanás. Además, toda la Biblia, desde el primer capítulo de Génesis hasta el último
capítulo de Apocalipsis, es una narración de la economía divina y el caos satánico.
También en nuestra vida matrimonial tenemos la economía de Dios y el caos de
Satanás. Esto se debe a que en el universo existen dos fuentes: Dios y Satanás.
Algunas veces, cuando se les predica el evangelio a los intelectuales, preguntan por qué
existen estas dos fuentes. Tales personas quizá digan: “¿Por qué existe Satanás así como
existe Dios? Dios es bueno, pero Satanás es malo. Si no existiera Satanás todo estaría
bien”. Otros tal vez pregunten la razón de que hubiese dos árboles en el huerto de Edén:
el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal, un árbol que incluye el
conocimiento, el bien, el mal y la muerte. A los que hacen estas preguntas yo les diría:
“Debe usted preguntarle esto a Dios. Yo no tengo respuesta para estas preguntas. Con
todo, sé que la historia del universo es una historia de la economía de Dios y el caos de
Satanás”.
Para poder entender la economía divina y el caos satánico, tenemos que ver la diferencia
que existe entre la vieja creación y la nueva. Dios creó los cielos y la tierra, y ésa fue Su
primera creación. La primera creación de Dios con el tiempo envejeció y llegó a estar
relacionada con la muerte, ya que envejecer es morir. En cierto sentido, las palabras
primera, vejez y muerte son sinónimos.
La primera creación no cumplió directamente el propósito de Dios. Más bien, la
intención de Dios consistía en obtener la nueva creación por medio de la primera
creación. Esto quiere decir que mediante la vieja creación Dios tendrá una nueva
creación. Con respecto a esto, en 2 Corintios 5:17 Pablo dice: “De modo que si alguno
está en Cristo, nueva creación es”. Gálatas 6:15 dice: “Porque ni la circuncisión vale
nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación”. Nosotros éramos el viejo hombre,
pero hemos sido regenerados para ser el nuevo hombre, y el nuevo hombre es la nueva
creación.
Aunque Dios creó los cielos y la tierra, El no estaba en la vieja creación. Esto significa
que la vieja creación no tiene a Dios como vida, naturaleza y persona. En cambio, en la
nueva creación Dios está dentro de nosotros como nuestra vida, nuestra naturaleza,
nuestra persona y nuestro todo. ¿Necesitamos amor? El Dios que mora en nosotros es
amor. ¿Necesitamos luz? El Dios que mora en nosotros es luz. ¿Necesitamos los
atributos divinos? El Dios que mora en nosotros es los atributos divinos, los cuales
serán expresados en nuestras virtudes humanas. Por consiguiente, en la nueva creación
Dios lo es todo.
La intención de Dios es producir la nueva creación a partir de la vieja creación. El
universo existe con este propósito, para esta meta. Dios produjo la primera creación, la
cual llegó a ser la vieja creación. Ahora, a partir de la vieja creación, El está
produciendo la nueva creación. Esta nueva creación es algo que está mezclado con El.
Para producir la nueva creación a partir de la vieja creación, Dios primero entró en la
vieja creación como hombre. Luego vivió en la vieja creación como hombre por treinta
y tres años y medio. El murió en la vieja creación y luego fue resucitado. En
resurrección El llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45) para entrar en todos Sus
creyentes, quienes eran la vieja creación, a fin de hacer de ellos algo nuevo. Esto
significa que todos Sus creyentes le han recibido a El como la economía divina para la
nueva creación.
Que lleguemos a ser una nueva creación en Cristo comenzó con nuestra regeneración, y
continúa con nuestra santificación, renovación y transformación. Al final, seremos
conformados a la imagen de Cristo y seremos glorificados. Eso será la consumación de
la nueva creación.
Según la Biblia, la vieja creación debe pasar por cuatro eras, a saber: la era previa a la
ley, la era de la ley, la era de la gracia y la era del reino. Los creyentes en Cristo
estamos ahora en la tercera era, la era de la gracia, en espera de entrar en la era del
reino. Dios usa estas cuatro eras para obtener la nueva creación a partir de la vieja
creación.
Hoy día en la tierra reina el caos. El caos está por todas partes. Cada área de la sociedad
es caótica. Sin embargo, no debemos desanimarnos. Además del caos satánico existe la
economía divina. Mientras que el caos satánico tendrá fin, la economía divina será
consumada. El fin del caos satánico será el lago de fuego, y la consumación de la
economía divina será la Nueva Jerusalén.
Tenemos que comprender que, tanto en la Biblia como en nuestra experiencia, el caos
satánico siempre va a la par de la economía divina. Parece como si alternásemos entre la
economía y el caos, entre el caos y la economía. Donde está la economía divina, ahí
también está el caos satánico. Donde Dios está, ahí también está Satanás. Satanás no
está detrás de Dios, siguiendo a Dios; más bien, Satanás está a un lado de Dios.
Podemos decir que Dios está en el “carril central” y que Satanás está en el “carril
lateral”.
Pasemos ahora a hablar de la economía divina y del caos satánico como consta en la
Biblia desde Génesis hasta Malaquías.
I. EN LA ERA PREADAMITICA
Hubo una era antes de Adán. En esa era, la era preadamítica, existían la economía
divina y el caos satánico.
A. La economía divina
1. Dios crea los cielos y la tierra
En la era preadamítica, la creación de los cielos y la tierra fue asunto de la economía
divina (Gn. 1:1; Job 38:4-6). Dios creó los cielos y la tierra a partir de la nada.
2. La creación en orden estimuló
a los ángeles a cantar y dar voces de júbilo
El orden de la creación estimuló a los ángeles a cantar y dar voces de júbilo. Job 38:7
denota que los ángeles cantaron y se regocijaron cuando vieron el hermoso universo que
Dios había creado.
B. El caos satánico
En la era preadamítica, la economía divina en la creación del universo fue seguida por el
caos satánico.
1. Satanás se rebeló en contra de Dios,
y una tercera parte de los ángeles
se le unieron en su rebelión
Satanás, el arcángel, se rebeló en contra de Dios, y una tercera parte de los ángeles se le
unió en su rebelión (Is. 14:12-15; Ez. 28:13-18; Ap. 12:4). Dado que el número de
ángeles es inmenso, que una tercera parte de los ángeles se haya unido a Satanás en su
rebelión significa que un gran número de ellos le siguió.
2. El universo se convirtió en un caos
bajo el juicio de Dios
Después de la rebelión de Satanás, Dios ejecutó Su juicio. El universo se convirtió en un
caos bajo el juicio de Dios: los cielos se oscurecieron y la tierra quedó desordenada y
vacía (Job 9:5-7; Gn. 1:2a). Debido a que la rebelión de Satanás contaminó no sólo la
tierra, sino también los cielos, tanto la tierra como los cielos fueron juzgados por Dios.
Los cielos se oscurecieron, y la tierra quedó desordenada y vacía. Eso fue un caos.
Génesis 1:1 dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Aquí vemos la
economía de Dios en Su creación del universo. Según la traducción adecuada, el
versículo 2a dice a continuación: “Y la tierra quedó desierta y vacía”. Esto indica que la
tierra perdió toda forma y quedó sumida en un caos.
II. EN EL UNIVERSO RESTAURADO
Después del caos satánico en la era preadamítica, Dios restauró el universo. En el
universo restaurado, también es posible ver la economía divina y el caos satánico.
A. La economía divina
Génesis 1:2b no es un relato de la creación efectuada por Dios, sino de cómo El restauró
el universo caótico.
1. Dios restauró los cielos y la tierra
Primero, Dios restauró los cielos, particularmente sus luminarias, y la tierra,
especialmente su terreno (Gn. 1:2b-19). La luz era para que la vida fuera producida y
preservada y también para que creciera. La tierra también era para que la vida fuera
producida.
2. Dios creó al hombre
para que éste le expresara y le representara
En el universo restaurado, Dios creó al hombre para que éste le expresara en cuanto a
Su imagen y le representara en cuanto a Su dominio (Gn. 1:26-28). Dios creó al hombre
a Su imagen para que éste pudiera expresarle, y le dio dominio para que pudiera
representarle.
3. Dios puso al hombre
frente al árbol de la vida
Dios puso al hombre frente al árbol de vida (Gn. 2:8-17). El árbol de la vida es figura de
Cristo como incorporación de la vida divina. Así que, cuando Dios puso al hombre
frente al árbol de la vida, estaba dando a entender que el hombre debía tomar a Dios en
Cristo como vida para que la economía divina fuera llevada a cabo.
B. El caos satánico
Después de la economía divina en el universo restaurado, de nuevo tenemos el caos
satánico.
1. Satanás, la serpiente, tentó al hombre induciéndolo a que tomara del
árbol
del conocimiento del bien y del mal
El caos satánico en la vieja creación comenzó cuando Satanás, la serpiente, tentó al
hombre induciéndolo a que tomara del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn.
3:1-5). Tanto el bien como el mal pertenecen al mismo árbol, y ahora en la misma
persona podemos ver tanto el bien como el mal.
2. El hombre fue engañado y cayó
Génesis 3:6 y 7 nos muestran que el hombre fue engañado y cayó. Esto constituyó el
caos en el universo restaurado.
III. EN LA CAIDA DEL HOMBRE
En la caída del hombre vemos primero la economía divina y luego vemos el resultado
del caos satánico.
A. La economía divina
Es un hecho maravilloso que hasta en la caída del hombre estaba la economía divina.
1. Dios le prometió a Adán
que Cristo vendría como simiente de la mujer
y destruiría a la serpiente
En Génesis 3, luego de que Adán y Eva fueron envenenados y cayeron, estaban
temerosos de Dios y se escondieron de El. Sin embargo, Dios vino a buscar al hombre
caído y perdido, llamándole y diciéndole: “¿Dónde estás?” (v. 9). Después de encontrar
al hombre perdido y caído, Dios prometió que Cristo vendría como simiente de la mujer
y destruiría a la serpiente, es decir, destruiría a Satanás. Antes de que Dios hiciera esta
promesa, Adán y Eva han de haber estado temblando de miedo. Dios les había dicho
que si comían del árbol del conocimiento del bien y del mal morirían, y de seguro
esperaban morir. Mas entonces oyeron las buenas nuevas, las alegres nuevas, tocante a
que la simiente de la mujer —tipo y figura de Cristo— vendría y destruiría a la malvada
serpiente. Sin duda esas fueron buenas noticias. Con respecto a estas buenas nuevas,
Hebreos 2:14 dice: “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él
también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el
imperio de la muerte, esto es, al diablo”.
2. Dios prometió que dejaría vivir al hombre
y que le proveería de una cubierta
En la economía divina en la caída del hombre, Dios también prometió que dejaría vivir
al hombre y que le proveería de una cubierta (Gn. 3:20-21). La vida de la que aquí se
habla denota la vida eterna de Dios, y la cubierta tipifica la redención que Dios había de
enviar en Cristo.
Dándose cuenta de que eran pecadores, Adán y Eva trataron de cubrir su desnudez con
delantales hechos de hojas de higuera. Sin embargo, Dios les hizo abrigos de piel y los
vistió. Dios sacrificó un animal, probablemente un cordero, y con la piel de este animal
hizo una cubierta para ambos. Esto tipificó la redención que Dios había de proveer en
Cristo.
En la economía divina en Génesis 3 hubo dos promesas y una provisión. Dios prometió
que El vendría y destruiría a la serpiente, y prometió que le daría la vida divina al
hombre caído. Luego El proveyó una cubierta, dando a entender que Cristo vendría para
cumplir la redención para cubrir al hombre caído a fin de que éste fuera justificado
delante de Dios. Esto constituye un evangelio completo.
B. El resultado del caos satánico
En Génesis 3:22-24 vemos que el caos satánico tuvo un resultado.
1. El hombre caído fue expulsado
del huerto de Edén
Al restaurar la creación, Dios con todo propósito creó un huerto placentero, que fue
llamado Edén. Debido a la caída, el hombre fue expulsado de ese huerto. Este fue el
primer aspecto del resultado producido por el caos satánico.
2. La entrada al árbol de la vida
le fue cerrada al hombre caído
El segundo aspecto de este resultado fue que la entrada al árbol de la vida le fue cerrada
al hombre caído. La entrada había de permanecer cerrada hasta que Cristo viniera a
cumplir la redención y abriera así el camino al árbol de la vida.
IV. EN LAS ETAPAS ADICIONALES
Y LA CONSUMACION DE LA CAIDA DEL HOMBRE
En las etapas adicionales y la consumación de la caída del hombre, vemos más aspectos
de la economía divina y del caos satánico. La caída del hombre tuvo por lo menos
cuatro etapas, y luego llegó a una consumación.
A. La economía divina
En la economía divina, Dios fue bueno y misericordioso.
1. Abel aceptó la promesa de Dios
al ofrecer lo mejor de sus rebaños,
y así recibió el favor de Dios
Abel aceptó la promesa de Dios al ofrecer lo mejor de su rebaño, y así recibió el favor
de Dios (Gn. 4:4). Lo mejor del rebaño tipifica a Cristo. Debido a que Dios apreció la
ofrenda de Abel, Abel fue justificado y aceptado por Dios. Según la economía divina,
Abel fue recobrado y justificado.
2. Enós invocó el nombre de Jehová
para recibir Su rico suministro
El nombre Enós significa frágil. Enós, un hombre frágil, invocó el nombre de Jehová
para recibir Su rico suministro (Gn. 4:26). Enós era débil y frágil. Invocando el rico
nombre de Jehová, este hombre frágil recibió de Jehová un rico suministro. Ciertamente
esto tiene que ver con la economía divina. Hoy día nosotros también practicamos
invocar el nombre del Señor. Esta práctica tuvo comienzo con la tercera generación de
la humanidad.
3. Enoc caminó con Dios,
y Dios se lo llevó
Enoc caminó con Dios y Dios se lo llevó (Gn. 5:21-24). Aunque el hombre cayó y fue
expulsado del huerto de Edén, hubo un hombre caído que pudo andar con Dios y a
quien Dios finalmente se llevó. Esto también tiene que ver con la economía divina.
4. Noé caminó con Dios y preparó el arca
para la realización de la economía divina
Noé no sólo caminó con Dios, sino que también preparó un arca para la realización de la
economía divina (Gn. 6:8-22). El arca tipificaba a Cristo y era para que la humanidad se
salvara. La raza humana fue salva por medio del arca que Noé preparó conforme a la
revelación e instrucción de Dios.
5. Noé edificó un altar y ofreció a Dios holocaustos para agradarle a El
Según Génesis 8:20-22, Noé edificó un altar y ofreció holocaustos (tipo de Cristo) a
Dios para agradarle a El a fin de que la tierra fuera preservada en su sistema. Nosotros
ahora también deberíamos edificar un altar y orar; es decir, debemos presentarnos ante
el altar y ofrecer a Cristo a Dios. Al ofrecer a Cristo a Dios, deberíamos orar así: “Oh,
Dios, perdona a nuestro país. La inmoralidad y el caos son una ofensa para Ti, que eres
el Dios justo. Te pedimos que recuerdes la cruz en la que Tu Hijo, nuestro Señor Jesús,
murió”. Venir a la cruz y ofrecer a Cristo a Dios es la economía divina. Si lo hacemos,
es posible que ayudemos a salvar el país en el que vivimos.
B. El caos satánico
1. Caín rechazó la promesa de Dios
y mató a Abel su hermano
Al parecer Adán tuvo muchos hijos, pero solamente dos de ellos, Abel y Caín, se usan
como modelos en la Biblia. Abel es un modelo de la economía divina, y Caín es un
modelo del caos satánico.
Caín rechazó la promesa de Dios y mató a su hermano Abel, atrayendo sobre sí el juicio
y la maldición de Dios (Gn. 4:3-16). En vez de ofrecer algo del rebaño, es decir, algo
que fuera tipo de Cristo, él ofreció el resultado de su propio trabajo, lo cual ofendió a
Dios. El Dios justo jamás aceptará nada que provenga del propio trabajo de un pecador.
Parecía que Caín estaba haciendo algo bueno al ofrecerle a Dios el resultado de su
propio trabajo. Sin embargo, poco después de que su ofrenda fue rechazada por Dios,
Caín hizo algo malo: mató a su hermano. En él podemos ver el bien y el mal, lo cual
indica que él seguramente pertenecía al árbol de la ciencia del bien y del mal.
Actualmente la situación es la misma en la sociedad. Por un lado, un caballero hace
muchas cosas buenas; por otro lado, la misma persona hace cosas malas.
2. El hombre vino a ser carne
y el pecado del hombre fue sobremanera grande
En las etapas adicionales de la caída del hombre, el hombre vino a ser carne y el pecado
del hombre fue sobremanera grande, al punto que Dios lo juzgó enviando un diluvio
(Gn. 6:3, 5-7, 13; 7:10-11, 17:23a).
3. El hombre se rebeló contra Dios,
se exaltó a sí mismo y
adoró ídolos en Babel
En la consumación de la caída del hombre, el hombre se rebeló contra Dios, se exaltó a
sí mismo y adoró ídolos en Babel junto con Satanás, para estorbar la economía divina
(Gn. 11:1-9). Antes de esto, se levantó un hombre poderoso llamado Nimrod (Gn. 10:8-
11). Nimrod, un tipo del anticristo, edificó Babel y Nínive. Babel era un lugar de ídolos,
y los nombres de los ídolos estaban escritos en los ladrillos de la ciudad. En Babel el
hombre se rebeló contra Dios, se exaltó a sí mismo y adoró ídolos.
V. EN EL ESTABLECIMIENTO
DE UNA NUEVA RAZA ENTRE LA HUMANIDAD
Veamos ahora la economía divina y el caos satánico en el hecho de que una nueva raza
de la humanidad fue establecida. La vieja raza cayó en un caos, así que a partir de la
humanidad caótica, Dios levantó una nueva raza, de la cual Abraham fue el primero.
A. La economía divina en el caso
de Abraham, Isaac y Jacob
1. Dios llamó a Abraham
a que saliera de la tierra de idolatría
y le llevó a la tierra que El le había prometido
En Génesis 11:31 y 12:4 dice que Dios llamó a Abraham a que saliera de la tierra de
idolatría y le llevó a la tierra que El le había prometido. La tierra que Dios prometió es
la buena tierra.
2. Dios le dio a Abraham
la promesa de Su bendición,
el evangelio, para las naciones
en la simiente de Abraham
Dios también le prometió a Abraham Su bendición, el evangelio, para las naciones en la
simiente de Abraham: Cristo como la centralidad y la universalidad de la economía
divina (Gn. 12:2-3; 18:18; 22:18). Tal como la simiente de la mujer es Cristo, así la
simiente de Abraham también es Cristo.
Cristo es una simiente triple: la simiente de la mujer, la simiente de Abraham y la
simiente de David (2 S. 7:12). Como simiente de la mujer, simiente de María, Cristo ha
efectuado la redención para derrotar y destruir a Satanás y para tratar con nuestro
pecado y con nuestros pecados. Como simiente de Abraham, Cristo ha traído Dios a
nosotros y nos ha llevado a nosotros a Dios. Esta es la bendición. Como simiente de
David, Cristo ha hecho venir el reino.
En la revelación con respecto a Cristo como la simiente triple podemos ver un evangelio
completo. ¿Qué es el evangelio? El evangelio es las buenas nuevas de que Cristo ha
destruido a Satanás, que nos ha redimido de nuestros pecados, que ha traído a Dios a
nosotros y que nos ha llevado a nosotros a Dios para que disfrutemos la bendición de
Dios, y que nos ha introducido en el reino, donde Dios reina por medio de Sus
redimidos, quienes son Su organismo. Esto es el evangelio con respecto a Cristo como
la simiente triple.
3. Abraham, Isaac y Jacob
edificaron un altar para presentar
las ofrendas a Jehová,
y vivieron en tiendas como peregrinos
Abraham, Isaac y Jacob edificaron un altar para presentar las ofrendas (que tipifican a
Cristo) a Jehová, y vivieron en tiendas como peregrinos, esperando la consumación de
la economía divina (Gn. 12:7-8; 26:25; 33:18-20; He. 11:9). Ellos edificaron un altar
para ofrecer lo que Dios quería: las ofrendas como tipos de Cristo. Que vivieran en
tiendas denota que nunca se establecieron en la tierra, sino que eran viajeros, es decir,
eran ajenos a la tierra. Ellos esperaban la Nueva Jerusalén, la ciudad que tiene
fundamentos, la consumación de la economía de Dios.
B. El caos satánico en el caso
de Abraham y Jacob
1. Abraham se casó con Agar
Abraham se casó con Agar (Gn. 16:1-5). Esto dio lugar a la historia negativa de Agar y
su hijo Ismael (Gn. 21:8-10). Dios expulsó a Ismael, y Agar fue desechada, ya que no
era la verdadera esposa, sino una concubina.
2. Jacob y toda su familia
descendieron a Egipto
Jacob y toda su familia descendieron a Egipto. Esto dio por resultado que la raza de
Israel quedara bajo la esclavitud y la tiranía de Egipto (Ex. 1:8-14). La bendición no se
obtiene yendo a Egipto (el mundo), sino saliendo de Egipto y perseverando hasta
alcanzar la consumación de la economía de Dios: la Nueva Jerusalén.
C. La economía divina
en el caso del pueblo de Israel
En el caso del pueblo de Israel —una nueva raza humana levantada por Dios— de
nuevo vemos la economía divina.
1. El pueblo de Israel pasó
por el juicio de Dios y salió de Egipto
En la economía divina el pueblo de Israel pasó por el juicio de Dios y salió de Egipto
(Ex. 12:1-14; 13:7—14:31). Primero, Dios les dio la redención. Mediante la pascua, en
la cual se mataba un cordero y se rociaba sangre, ellos pasaron por el juicio de Dios.
Esto constituyó la redención que Dios les dio. Sin embargo, debido a que todavía
estaban en Egipto, Dios también les dio la salvación para liberarlos de la tiranía egipcia.
Así que, los hijos de Israel disfrutaron dos cosas de parte de Dios: la redención y la
salvación.
2. Dios abasteció al pueblo de Israel
en el desierto, dándole maná del cielo
y agua de la roca que se movía
Luego de que el pueblo de Israel pasara por el juicio de Dios y saliera de Egipto, llegó a
ser un pueblo que viajaba por el desierto. Como se revela en Exodo 16:1—17:7 y en 1
Corintios 10:3 y 4, en el desierto Dios le dio al pueblo de Israel maná del cielo (el cual
tipifica a Cristo) y agua (que tipifica al Espíritu) de la roca que se movía (la cual
tipificaba a Cristo). Sólo cuando salieron de Egipto pudieron disfrutar de estas
provisiones. Esto indica que si nosotros ahora emigráramos, es decir, si viajáramos con
el Señor, disfrutaríamos la bendición de Su provisión.
D. El caos satánico en el caso del pueblo de Israel
En el caso del pueblo de Israel en el desierto, no sólo vemos la economía divina, sino
también el caos satánico.
1. El pueblo de Israel confió en sí mismo
en cuanto a guardar los mandamientos de Dios
Los hijos de Israel llegaron a ser viajeros benditos y andaban con Dios, pero llegaron a
confiar mucho en sí mismos en cuanto a guardar los mandamientos de Dios (Ex. 19:7-
8). Dios los llevó al monte Sinaí, donde se reunió con ellos y les habló. Confiando
mucho en ellos mismos y no conociéndose a sí mismos, dijeron: “Todo lo que Jehová
ha dicho, haremos” (v. 8a). Esto ofendió a Dios, pues era indicio de que no se conocían
a sí mismos. Ellos debieron haber dicho: “Señor, Tú sabes que somos seres caídos. No
podemos guardar Tu palabra. Necesitamos Tu misericordia, Tu gracia, Tu redención y
Tu salvación”. A Dios le satisface oír algo así. Sin embargo, lo que el pueblo de Israel
dijo fue totalmente diferente y resultó ofensivo para Dios, quien entonces procedió a
decretar la ley. El pueblo, confiando tanto en sí mismo, quebrantó la ley aún antes de
que les fuese dada.
2. El pueblo de Israel
se desvió de la línea central
de la economía divina
y tomó una línea secundaria, la ley
En el desierto el pueblo de Israel se desvió de la línea central de la economía divina y
tomó una línea secundaria, la ley (Ex. 20:1-21).
VI. EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Por último, consideremos los restantes aspectos de la economía divina y el caos satánico
en el Antiguo Testamento.
A. La economía divina
tocante al tabernáculo,
las ofrendas y los sacerdotes
1. Dios le mandó al pueblo de Israel
que edificara el tabernáculo para que fuese
Su morada y que le sirviera a través
de los sacerdotes por medio de las ofrendas
En Exodo 25—Levítico 27, Dios le mandó al pueblo de Israel que edificara el
tabernáculo para que fuese Su morada y que le sirviera a través de los sacerdotes por
medio de las ofrendas. El tabernáculo, los sacerdotes y las ofrendas tipifican a Cristo.
Hasta en el Antiguo Testamento el pueblo de Dios vivía no sólo mediante la ley, sino
también por medio del tabernáculo, los sacerdotes y las ofrendas. Si hubiesen vivido
sólo mediante la ley, todos hubiesen sido condenados.
Veamos el ejemplo representado por David. Aunque David era victorioso y fue un buen
rey, no era perfecto conforme a la ley. El cometió fornicación, conspiró para matar a
uno de sus soldados, y le robó la mujer a ese soldado. La genealogía de Cristo en Mateo
1 dice: “David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías” (v. 6). La expresión
la que fue mujer deUrías no es favorable, dado que recalca el gran pecado de David y
muestra que existe esta mancha en la genealogía de Cristo. Ciertamente David no era
perfecto conforme a la ley, pero sí lo era conforme al tabernáculo, el sacerdocio y las
ofrendas. Luego de haber confesado sus pecados de asesinato y fornicación, David
aplicó la ofrenda (Sal. 51:19), y por medio de la ofrenda fue perdonado. En realidad,
David fue perdonado mediante Cristo, quien es el tabernáculo, el sacerdote y las
ofrendas.
El tabernáculo representa a Cristo como la incorporación del Dios misericordioso y
lleno de gracia. Juan 1:14 dice: “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros ... lleno
de gracia y de verdad”. Este versículo no dice que el Verbo, quien es Cristo, se hizo
carne, lleno de justicia y rectitud. Si Cristo sólo hubiese estado lleno de justicia y
rectitud, Dios nos hubiese condenado a todos. Sin embargo, Cristo como el tabernáculo
era lleno de gracia, y como tal tabernáculo, El nos trajo a Dios. Luego El murió por
nuestros pecados. En Su muerte en la cruz, El era el sacerdote y también las ofrendas.
Por consiguiente, mediante Cristo como el tabernáculo, el Sacerdote y las ofrendas, los
pecadores hemos sido redimidos, salvados y regenerados. Más aún, según la economía
de Dios, también hemos sido renovados, santificados, transformados, conformados a la
imagen de Cristo y glorificados con El en Su gloria.
La genealogía de Cristo en Mateo 1 es un extracto de todo el Antiguo Testamento. Esta
genealogía es un extracto del Antiguo Testamento, no en el lado de la ley, sino en el
lado del tabernáculo, el sacerdocio y las ofrendas. Según la economía de Dios, es la
genealogía de Aquel que es la simiente triple, Aquel que es la simiente de la mujer, la
simiente de Abraham y la simiente de David. Cristo nació de María, quien era
descendiente de David por la línea de su hijo Natán. José, esposo de María, era
descendiente de David por la línea de su hijo Salomón. Por consiguiente, los dos eran
descendientes de David, y por medio de ellos vino Cristo.
2. Israel entró en la buena tierra
En Josué 3 y 4 vemos que Israel entró en la buena tierra. Eso tuvo que ver con la
economía de Dios.
3. Israel erigió el tabernáculo
del arca en Silo
Otro aspecto de la economía divina lo constituye el hecho de que Israel erigiera el
tabernáculo del arca en Silo (Jos. 18:1).
B. El caos satánico en el caso de los sacerdotes
Una vez más a la economía divina le siguió el caos satánico.
1. Los sacerdotes de Israel se degradaron
Los sacerdotes de Israel se degradaron y se corrompieron (1 S. 2:12-17, 22-34).
2. El arca fue capturada
por los enemigos de Israel
En medio de esta situación caótica, el arca, que era usada de manera supersticiosa, fue
capturada por los enemigos de Israel (1 S. 4:1—5:2). Los sacerdotes fueron muertos y el
arca fue capturada.
C. La economía divina en el caso de David, Salomón y los profetas
positivos
1. Dios levantó a David
como un hombre conforme a Su propio corazón,
para que hiciera Su voluntad
En la economía divina, Dios levantó a David como un hombre conforme a Su propio
corazón, para que hiciera Su voluntad (1 S. 13:14).
2. David recuperó el arca de Dios
David recuperó el arca de Dios (2 S. 6:1-19).
3. David deseaba edificar un templo para Dios
y preparó los materiales y el lugar
para la edificación del templo de Dios
David deseaba edificar un templo para Dios y preparó los materiales y el lugar para la
edificación del templo de Dios (2 S. 7:2; 1 Cr. 22:1-19; 29:1-19; 2 Cr. 3:1).
4. Salomón edificó el templo para Dios
y puso allí el arca
Salomón edificó el templo para Dios y puso allí el arca (1 R. 5:4-5; 6:2; 7:51—8:11).
5. Los profetas positivos ministraron fielmente
Los profetas positivos ministraron fielmente, especialmente con
respecto a Cristo en la economía divina. Ellos profetizaron mucho con
respecto a Cristo en la economía divina.
D. El caos satánico en el caso de los reyes,
los sacerdotes, los profetas y el pueblo
1. David cayó en pecado,
y su familia se convirtió en un desastre
David cayó en pecado, y su familia se convirtió en un desastre (2 S. 11—18). Esto fue
resultado de los pecados de David de asesinato y fornicación. Como resultado de los
pecados de David, su familia no tuvo paz. Absalón, uno de sus hijos, mató a otro de sus
hijos y luego se rebeló contra David y hasta procuraba matarlo.
2. Salomón cayó en pecado
y su reino fue dividido en dos
Salomón cayó en pecado y su reino fue dividido en dos (1 R. 11:1-40).
3. La degradación de los reyes, la corrupción
de los sacerdotes, la falsedad de los profetas,
y los males del pueblo de Israel
eran intolerables
La degradación de los reyes, la corrupción de los sacerdotes, la falsedad de los profetas,
y los males del pueblo de Israel eran intolerables. Esta caótica situación se narra en 1 y
2 Reyes y en los libros de los profetas.
4. Jerusalén fue destruida,
el templo fue quemado
y el pueblo de Israel fue capturado
por los babilonios
Por último, Jerusalén fue destruida, el templo fue quemado, y el pueblo de Israel fue
capturado por los babilonios (2 Cr. 36:17-20). ¡Qué enorme caos! Esta situación caótica
aún prevalece en Israel en estos días.
E. La economía divina
en el caso de los cautivos que regresaron
1. Los cautivos regresaron
a la tierra de sus padres
Después de setenta años de cautiverio, los cautivos fueron liberados y regresaron a la
tierra de sus padres (Esd. 1).
2. El templo de Dios con el altar
para las ofrendas fue reedificado
El templo de Dios con el altar para las ofrendas (tipos de Cristo) fue reedificado (Esd.
3).
3. El remanente de David que regresó
produjo a Cristo como Mesías
en Su primera venida
El remanente de David que regresó produjo a Cristo como el Mesías en Su primera
venida (Mt. 1:1, 6b-16; Lc. 3:22-31). Cristo nació por medio de José y María, quienes
eran descendientes de los cautivos que regresaron.
F. El caos satánico en el caso
de los cautivos que regresaron
1. Los cautivos que regresaron
no hacían nada con respecto
a la edificación del templo de Dios
Los cautivos que regresaron no hacían nada con respecto a la edificación del templo de
Dios (Hag. 1). Ellos debían haber estado jubilosos y debían haber procurado la
edificación del templo, pero en vez de eso se quedaron sin hacer nada, olvidándose de la
reedificación del templo.
2. Los cautivos que regresaron estaban
en una situación caótica
Los cautivos que regresaron estaban en una situación caótica. Esto puede verse en los
libros de Nehemías, Hageo y Malaquías.
El Antiguo Testamento termina en caos, pero no en desánimo. Al contrario, había
mucha esperanza. Los judíos piadosos esperaban al Mesías y anhelaban la venida del
Mesías. Así que, el Antiguo Testamento termina no sólo en caos, sino también en
expectación: la expectación de la venida de Cristo.
La venida de Cristo se compone de dos partes: la primera venida y la segunda venida.
La primera venida de Cristo fue el inicio de la economía neotestamentaria, y la segunda
venida de Cristo será la consumación de dicha economía. La primera venida se ve en el
comienzo de Mateo y la segunda venida se puede ver al final de Apocalipsis. La era de
la iglesia, es decir, el tiempo que transcurre entre estas dos venidas, es en realidad la
venida de Cristo. Cristo está en el proceso de venir a través de todos los miembros de la
iglesia, a través de la adecuada vida de iglesia.
Todo el Nuevo Testamento es un asunto que atañe a la venida de Cristo, quien es el
Maravilloso. En medio del inicio de la economía neotestamentaria y de su consumación,
se encuentra el proceso de la iglesia, y la vida de iglesia es el proceso de la venida de
Cristo. Cristo está en el camino de Su venida, y la vida de iglesia es el camino por el
cual viene. Cristo ha venido para dar comienzo a la economía neotestamentaria, y El
vendrá para consumarla. Ahora El está en camino para venir, y este camino es la iglesia.
Por consiguiente, si estamos en la iglesia, estamos en Su venida.
CAPITULO DOS
LA ECONOMIA DIVINA
Y EL CAOS SATANICO
(2)
Lectura bíblica: Jn. 1:1, 14; Ap. 21:1-3;
22:1-2, 16-21
BOSQUEJO
7. En el Nuevo Testamento: 1. En cuanto a Cristo y Su ministerio:
1. La economía divina en Cristo, el Dios-hombre: 1. Cristo, la incorporación del Dios Triuno, se encarnó para ser un
Dios-hombre—Jn. 1:1, 14; Lc. 1:26-38; Mt. 1:18-23. 2. Juan el Bautista dio testimonio de Cristo—Mt. 3:1-12; Jn. 1:6-
8, 15, 19-36. 3. Los que buscaban al Mesías fueron a Cristo y le siguieron—Jn.
1:37-49; Mt. 4:17-24; Jn. 3:1-15. 4. Cristo enseñaba acerca del reino, proclamaba el evangelio y
sanaba toda clase de enfermedades, atrayendo así una gran multitud que le siguiera—Mt. 4:23-25.
5. Cristo les reveló a Sus seguidores el reino de los cielos (Mt. 5—7), los misterios del reino de los cielos (Mt. 13), Cristo y la iglesia (Mt. 16:13-19), la consumación de esta era y la segunda venida de Cristo (Mt. 24—25), y el misterio de la Trinidad Divina en unión con los creyentes de Cristo (Jn. 14—17).
2. El caos satánico en el caso de los romanos, los judíos, y los seguidores de Cristo:
1. Herodes procuró matar a Cristo mientras Cristo era un niño de brazos—Mt. 2:1-22.
2. Los fariseos criticaron a Cristo y blasfemaron contra El—Mt. 9:10-13, 33-34; 12:22-35.
3. El pueblo de Israel rechazó a Cristo y Sus enseñanzas—Mt. 11:20-24; 13:53-58.
4. Los fariseos y los saduceos tentaron a Cristo e instruyeron al pueblo con sus enseñanzas leudadas—Mt. 16:1-12.
5. Satanás se movió en Pedro para impedirle a Cristo que fuera a la cruz—Mt. 16:21-26.
6. Los seguidores de Cristo contendían entre sí por ver quién iba a ser el mayor—Lc. 22:24; Mt. 20:21-27.
7. Uno de los seguidores de Cristo, Judas, le traicionó (Lc. 22:21-23, 47-48); otro, Pedro, le negó tres veces estando bajo el zarandeo de Satanás (Lc. 22:31-34, 54-62); y los demás, como ovejas, fueron dispersados (Mt. 26:31).
8. Los judíos colaboraron con el gobierno romano para sentenciar a Cristo a la muerte y para crucificarle—Lc. 23:1-43.
3. La economía divina en la crucifixión, la resurrección y la ascensión de Cristo:
1. Dios juzgó a Cristo en la cruz por el pecado del mundo y por el pecado de los creyentes (Jn. 1:29; 1 Co. 15:3), y Cristo pasó por una muerte sustitutiva y todo-inclusiva (Jn. 19:34; 12:24).
2. Las seguidoras de Cristo presenciaron Su crucifixión—Mt. 27:55-56.
3. José, quien esperaba el reino de Dios, y las mujeres que seguían a Cristo, dieron a Cristo una excelsa sepultura—Lc. 23:50-56; Mt. 27:57-61.
4. Los seguidores de Cristo descubrieron Su resurrección y recibieron la revelación de que Cristo en Su humanidad nació en Su resurrección para ser el Hijo primogénito de Dios con Sus muchos hermanos, los cuales constituyen el Cuerpo—Mt. 28:1-10; Jn. 20:1-18; Hch. 13:33; Ro. 8:29; He. 2:11-12.
5. Cristo en Su resurrección les enseñó a Sus once apóstoles acerca del reino de Dios por cuarenta días—Hch. 1:3.
6. Los discípulos de Cristo presenciaron Su ascensión—Hch. 1:9-11.
4. El caos satánico en el caso de los principales sacerdotes, los fariseos y los ancianos:
1. Los principales sacerdotes y los fariseos enviaron soldados para que guardaran el sepulcro de Cristo y sellaran la piedra—Mt. 27:62-66.
2. Los principales sacerdotes y los ancianos sobornaron a los soldados para que dijeran que mientras dormían en la noche, los discípulos de Jesús se habían robado Su cuerpo—Mt. 28:11-15.
2. En el ministerio de los apóstoles: 1. La economía divina:
1. Pedro y unos ciento veinte discípulos se reunieron y oraron unánimes por diez días—Hch. 1:12-15.
2. El Espíritu fue derramado sobre los ciento veinte discípulos de Cristo el día de Pentecostés—Hch. 2:1-4, 17-18.
3. Pedro predicó en el día de Pentecostés, y tres mil se arrepintieron, creyeron y fueron bautizados en el nombre de Jesucristo, y más tarde otros cinco mil—Hch. 2:14-41; 4:4.
4. Los creyentes perseveraban en la enseñanza y la comunión de los apóstoles, en el partimiento del pan y en las oraciones, teniendo todas las cosas en común, y aumentaba cada día el número de creyentes—Hch. 2:42-47; 4:32-37.
5. La palabra de Dios crecía, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente—Hch. 6:7; 12:24; 19:20.
6. Los discípulos fueron esparcidos desde Jerusalén para que predicaran el evangelio por las regiones de Judea y Samaria—Hch. 8:1, 4.
7. El evangelio se extendió bajo el ministerio de Pedro—Hch. 9:32-43.
8. El evangelio, por medio del ministerio de Pablo, se extendió al mundo gentil, y fueron establecidas muchas iglesias—Hch. 13—28.
9. Las iglesias establecidas mediante el ministerio de Pablo fueron fortalecidas y corregidas bajo el ministerio de Juan—1, 2, 3 Juan y Apocalipsis.
2. El caos satánico: 1. La religión judía y el gobierno romano persiguieron a los
apóstoles y a la iglesia—Hch. 4:1-3, 5-6; 7:57—8:3; 12:1-4; 16:22-24.
2. Ananías y Safira engañaron al Espíritu y fueron castigados con la muerte—Hch. 5:1-11.
3. Los judíos rechazaron la predicación de los apóstoles y los persiguieron—Hch. 13:45-46, 50; 14:2, 5, 19; 17:13; 18:12-13; 19:9; 20:3; 21:27-36.
4. Los judaizantes recalcaban entre los creyentes la importancia de la circuncisión—Hch. 11:1-3; 15:1-2.
5. Pedro y Bernabé fueron débiles en guardar la verdad del evangelio—Gá. 2:11-14.
6. Bernabé se separó de Pablo y también llevó a cabo su obra aparte de la de Pablo—Hch. 15:36-39.
7. La iglesia en Corinto tenía divisiones, fornicación y litigios (1 Co. 1:10-13; 11:18-19; 5:1; 6:1, 6-8), puso en duda el apostolado de Pablo (9:1-3), y le acusó de ser astuto, diciendo que estaba tratando de sacar ventaja de ellos con engaño (2 Co. 12:16-18).
8. Los judíos que predicaban el evangelio, lo hacían por contienda con Pablo—Fil. 1:15-17.
9. Los judaizantes, como perros, malos obreros, mutilados y falsos hermanos, se infiltraron en las iglesias—Fil. 3:2; Gá. 2:4.
10. Los gnósticos entraron para desviar a los creyentes con su filosofía según la tradición de los hombres y los rudimentos del mundo, y no según Cristo—Col. 2:8.
11. Se enseñaban cosas diferentes de la economía de Dios, la cual es en la fe—1 Ti. 1:3-4.
12. Los vientos de enseñanza en la astucia de hombres, con estratagemas, invadieron las iglesias—Ef. 4:14.
13. Se levantaron algunos que causaban divisiones—Ro. 16:17. 14. Los tendenciosos (sectarios) existían en las iglesias—Tit. 3:10. 15. Las dos colaboradoras, Evodia y Síntique, estaban en
discordia—Fil. 4:2-3a. 16. Jacobo y los ancianos de Jerusalén exhortaron a Pablo a que
guardara las ordenanzas de la ley judía—Hch. 21:18-26. 17. Algunos, como por ejemplo Himeneo y Alejandro, desecharon
la fe y una buena conciencia, y naufragaron en cuanto a la fe—1 Ti. 1:19-20; cfr. 4:1-2.
18. Todos los creyentes de Asia se apartaron del ministerio de Pablo—2 Ti. 1:15.
19. Algunos, como Himeneo y Fileto, erraron en cuanto a la verdad, diciendo que la resurrección ya se había efectuado—2 Ti. 2:17-18.
20. Demas amó el siglo actual y abandonó al apóstol Pablo—2 Ti. 4:10a.
21. Alejandro el calderero causó muchos males al apóstol Pablo—2 Ti. 4:14-15.
22. En la primera defensa de Pablo nadie estuvo con él para apoyarle, sino que todos lo abandonaron—2 Ti. 4:16-17.
23. Algunos fueron más lejos y no permanecieron en la enseñanza de Cristo—2 Jn. 9-11.
24. A Diótrefes le gustaba tener el primer lugar en la iglesia y no recibía a los apóstoles—3 Jn. 9-10.
25. Algunos, siguiendo el camino de Caín, se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la rebelión de Coré—Jud. 11-13.
26. Entre las siete iglesias de Asia, mencionadas en Apocalipsis 2 y 3, la primera perdió su primer amor por el Señor (2:4); la tercera cayó en el mundo donde está el trono de Satanás, retuvo la enseñanza de Balaam involucrándose en idolatría y fornicación, y retuvo también la enseñanza de los nicolaítas, relacionada con la jerarquía (2:13-15); la cuarta tenía la enseñanza de Jezabel, envuelta en fornicación, en idolatría y en las profundidades de Satanás (2:20, 24a); la quinta tenía nombre de que vivía, pero estaba muerta y nada perfecto tenía delante de Dios (3:1-2); la última, Laodicea, era tibia, se jactaba de sus “riquezas”, pero no se daba cuenta de que estaba en una condición miserable, pobre, ciega y desnuda, y Cristo el Señor, estaba afuera tocando a la puerta (3:14-17, 20).
8. La terminación del caos satánico y la consumación de la economía divina: 1. El caos satánico terminará cuando se le dé fin al maligno Satanás, a la vieja
creación, y a todas las cosas negativas, poniéndolos en el lago de fuego—Ap. 20:9—21:1, 8; 22:15.
2. La economía divina tendrá su consumación con el Dios Triuno procesado, la nueva creación, y la ciudad santa de agua viva—Ap. 21—22.
Al tratar con la humanidad, Dios lo hace sólo con dos razas. Estas dos razas son la raza
de Adán, la raza creada por Dios, y la raza de Abraham, la raza escogida por Dios. Los
primeros diez capítulos y medio de Génesis están centrados en la raza de Adán, la raza
creada. Esta raza fracasó hasta lo máximo ante Dios en Babel, donde ellos, junto con
Satanás, con miras a estorbar la economía divina, se rebelaron contra Dios, se exaltaron
a sí mismos y adoraron ídolos. Entonces Dios escogió una persona llamada Abraham y
decidió hacer de los descendientes de éste una nueva raza, la raza escogida. Toda la
Biblia, desde la segunda mitad de Génesis 11 hasta el final del Nuevo Testamento, se
ocupa de esta raza escogida.
Con respecto a ambas razas, la creada y la escogida, Dios sufrió una pérdida. La raza de
Adán le falló y la raza de Abraham también le falló. Al leer el Antiguo Testamento
hasta el final, podemos ver que los hijos de Israel, la raza de Abraham, le fallaron más a
Dios. A pesar de todo, el Antiguo Testamento no termina en desaliento, sino en
expectación, dado que los hombres piadosos de entre la raza escogida anhelaban al
Mesías y esperaban recibirle. Así que, el Antiguo Testamento termina en la expectación
de que el Mesías, el único Mesías, vendría.
Mientras que el Antiguo Testamento termina en expectación, el Nuevo Testamento
comienza con una genealogía. Mateo 1:1 dice: “Libro de la genealogía de Jesucristo,
hijo de David, hijo de Abraham”. El versículo 2 dice que Abraham engendró a Isaac,
que Isaac engendró a Jacob y que Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Esta
genealogía continúa hasta que llega a una persona única: Aquel que en el Antiguo
Testamento es llamado el Mesías y en el Nuevo Testamento es llamado Cristo. El
versículo 17 concluye: “De manera que todas las generaciones ... hasta Cristo”. Todas
las generaciones de la raza de Abraham estaban encaminadas hacia Cristo y produjeron
a Cristo. Cristo es la meta, la consumación, la conclusión, el completamiento y el
perfeccionamiento de todas las generaciones; como tal, El cumple sus profecías,
resuelve sus problemas, y satisface sus necesidades. Cuando Cristo viene, con El vienen
la luz, la vida, la salvación, la satisfacción, la sanidad, la libertad, el reposo, la paz y el
gozo. A partir de este punto, todo el Nuevo Testamento es una exhibición cabal de este
Cristo maravilloso, quien lo es todo para nosotros. ¡Aleluya, Cristo ha venido!
Al comienzo del Nuevo Testamento podemos ver una nueva raza, con un nuevo centro,
y este centro es Cristo. En El tenemos la economía divina, el dispensar divino y las
inescrutables riquezas (Ef. 3:8). Cuando Cristo viene, toda una gama de cosas positivas
viene con El. La lista de estas cosas es interminable.
La lista de lo que vino con Cristo nos incluye a nosotros los que creemos en Cristo, ya
que como creyentes, somos descendientes de Abraham. Cuando Dios escogió a
Abraham, El decidió darle a Abraham dos clases de descendientes: los descendientes
físicos y los descendientes espirituales. Los descendientes físicos de Abraham son el
Israel físico, y los descendientes espirituales de Abraham son el Israel espiritual. El
Nuevo Testamento no trata principalmente del Israel físico, sino del Israel espiritual. A
fin de que tengamos plena confianza con respecto a esto, consideremos algunos
versículos del libro de Gálatas.
Gálatas 3:8 dice: “Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los
gentiles, anunció de antemano el evangelio a Abraham, diciendo: „En ti serán benditas
todas las naciones‟”. Aquí Pablo no dice que Dios justificaría a los judíos; dice que Dios
justificaría a los gentiles. Sin embargo, luego nos dice que el evangelio fue anunciado
no a los gentiles sino a Abraham. Dios le anunció a Abraham el evangelio tocante a los
gentiles. Esto es un indicio de que los gentiles estarían incluidos entre los descendientes
espirituales de Abraham.
El versículo 9 dice a continuación: “De modo que los de la fe son bendecidos con el
creyente Abraham”. Hoy día nosotros somos los de la fe, y somos bendecidos con el
creyente Abraham debido a que somos sus descendientes espirituales.
En los versículos 13 y 14 Pablo dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición (porque está escrito: „Maldito todo el que es colgado en
un madero‟), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles,
a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu”. ¿Cuál es la bendición que
Dios le prometió a Abraham? Es el Espíritu, el Dios Triuno consumado. El Dios Triuno
consumado, el Espíritu todo-inclusivo, es la bendición del evangelio predicado a
nosotros.
Ahora consideremos los versículos del 27 al 29. Estos versículos dicen: “Porque todos
los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. No puede haber
judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en
Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y
herederos según la promesa”. Abraham sólo tiene un linaje o simiente: Cristo (v. 16).
Por consiguiente, para ser la simiente de Abraham tenemos que ser de Cristo, ser parte
de Cristo. Debido a que somos uno con Cristo, también somos simiente de Abraham,
herederos según la promesa, la cual es el Espíritu todo-inclusivo como la consumación
máxima del Dios Triuno procesado. Por lo tanto, por medio de la fe, nosotros los
creyentes somos simiente de Abraham. Esto quiere decir que nuestra raza ha dejado de
ser la raza de Adán y ahora es la raza de Abraham. Ahora nosotros, todos los creyentes
en Cristo, blancos, negros, amarillos, morenos y rojos por igual, pertenecemos a la
misma raza, a la raza de Abraham.
Tenemos una confirmación adicional de esto en Gálatas 6. El versículo 10 dice: “Así
que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la
familia de la fe”. ¿Quiénes son los de la familia de la fe? Son los descendientes
espirituales de Abraham, incluyendo a todos los creyentes judíos y gentiles. Sin
importar cuál sea el color de nuestra piel, todos nosotros tenemos fe y somos miembros
de la familia de la fe, miembros de la misma familia. Todos los creyentes en Cristo
constituyen una familia universal, la gran familia de Dios.
Mientras que en el versículo 10 tenemos la familia de la fe, en los versículos 15 y 16
vemos la nueva creación y el Israel de Dios. “Porque ni la circuncisión vale nada, ni la
incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla,
paz y misericordia sea sobre ellos, o sea sobre el Israel de Dios”. La familia de la fe es
la nueva creación, y la nueva creación es el Israel de Dios. Esto quiere decir que estas
tres cosas: la familia de la fe, la nueva creación y el Israel de Dios, son sinónimos.
Como verdaderos judíos, como descendientes espirituales de Abraham, primero somos
la familia de la fe.
En segundo lugar, somos una nueva creación. “De modo que si alguno está en Cristo,
nueva creación es” (2 Co. 5:17a). Por último, somos el Israel de Dios. Todo el que cree
en Cristo es miembro de la familia de la fe, una nueva creación y parte del Israel de
Dios. ¡Qué personas tan maravillosas somos en Cristo!
Por un lado, somos una nueva creación; por otro lado, todavía nos causa problemas el
caos. A veces quizá nos preguntemos por qué razón Dios no simplemente elimina el
caos satánico. El Dios eterno e infinito efectuó el milagro de encarnarse; permaneció en
el vientre de María por nueve meses y luego nació para ser el Dios-hombre. Puesto que
El pudo hacer un milagro así, ¿por qué no destruyó a los que se le oponían cuando vivió
en la tierra? No mucho después de que el Señor Jesús naciera, Herodes trató de matarlo.
¿Por qué razón Dios no se deshizo inmediatamente de Herodes? A la postre, los
fariseos, los saduceos y los herodianos conspiraron para matarlo. ¿Por qué Dios no los
quitó de en medio a todos ellos? En otras palabras, ¿por qué Dios no eliminó de la tierra
el caos? Según nuestra opinión, Dios debió intervenir para eliminar todo el caos
satánico. Tal vez le preguntemos a El: “¿Señor, a qué se debe que todavía haya caos
aquí? ¿Por qué no quitas el caos? Si eliminaras el caos, se ahorraría mucho tiempo y ya
no habría problemas”. Es probable que todos nosotros hayamos pensado de este modo.
Actualmente todavía experimentamos el caos en nuestra vida familiar. Es posible que
por la mañana pasemos un tiempo agradable con el Señor disfrutando la economía
divina. Sin embargo, no mucho después tal vez nuestro cónyuge o alguno de nuestros
hijos nos causen problemas. De súbito, en vez de economía hay caos.
Tenemos caos no sólo en nuestra vida familiar, sino también en la vida de iglesia.
Algunos tal vez digan que la vida de iglesia es un paraíso. Sí, en cierto sentido la vida
de iglesia puede ser como un paraíso, mas esto no significa que nunca habrá un
disturbio en la iglesia. En los treinta años que el recobro del Señor ha estado en los
Estados Unidos, hemos visto disturbio tras disturbio, caos tras caos. Cuando hay algún
disturbio en la vida de iglesia, es posible que nos turbemos y preguntemos: “¿Es ésta la
vida de iglesia? ¿Es éste el recobro? ¿Cuál es la diferencia entre esto y las
denominaciones?” A fin de que todos seamos consolados, tengo la carga de señalar que
en la Biblia se puede ver el caos satánico en la vieja creación y la economía divina para
la nueva creación.
También a mí me han molestado los disturbios, pero un día el Señor me mostró en el
Nuevo Testamento hasta qué grado el Señor Jesús mismo fue acosado por el caos.
Cuando El era un niño de brazos, Herodes trató de matarlo. Mas el ángel del Señor se le
apareció a José en un sueño y le dijo que tomase al niño y a Su madre y huyera a Egipto
(Mt. 2:13). Más tarde José recibió instrucciones en sueños de que regresase a la tierra de
Israel y se estableciera en la ciudad de Nazaret (vs. 19-23). Dios no eliminó todo el
caos.
Aunque Dios envió Su recobro a este país, El no ha quitado el caos. Al contrario, hemos
sido acosados por el caos tanto desde afuera como desde adentro. Ciertos oponentes
desde afuera escribieron libros perversos en los cuales nos calumniaban y difamaban.
Otros que alguna vez estaban con nosotros han levantado disturbios, diciendo
falsamente que desde 1984 el recobro ha cambiado en naturaleza. Una persona llegó al
extremo de decir que el entrenamiento en Taipéi debería ser cancelado. Otros me han
acusado de que no me importa la vida sino sólo los números. Estas acusaciones fueron
hechas por aquellos que anteriormente estaban en el recobro, incluyendo a algunos que
tenían una estrecha relación conmigo y que habían estado bajo mi entrenamiento por
veinticinco años. Tales acusaciones y el disturbio que ocasionaron son indudablemente
caóticos.
Durante los años que estuve con el hermano Nee hubo un caos tras otro. Pude observar
que el caos se presentaba en ciclos. Había un ciclo cada ocho o diez años. Puesto que yo
era ayudante del hermano Nee, el caos no venía dirigido a mí, sino a él. El era el
“paraguas” sobre quien la “lluvia” caía, y yo estaba bajo su amparo. Luego de que fui
enviado a salir de la China continental, hasta cierto punto yo vine a ser el “paraguas”, y
a lo largo de los años la lluvia ha estado cayendo sobre mí. Sin embargo, puedo
testificar que en realidad el caos no lastima ni hace daño. Al contrario, el caos es una
ayuda para el recobro. Por esta razón, aun en medio del caos, soy consolado, alabo al
Señor y me regocijo en El.
El Nuevo Testamento está lleno no sólo de la economía divina sino también del caos
satánico. Ahora veamos lo que consta en el Nuevo Testamento con respecto a la
economía divina y al caos satánico. Luego veremos en qué termina el caos satánico y la
consumación de la economía divina.
VII. EN EL NUEVO TESTAMENTO
A. En cuanto a Cristo y Su ministerio
En cuanto a Cristo y Su ministerio, el Nuevo Testamento revela que había tanto
economía divina como caos satánico.
1. La economía divina en Cristo, el Dios-hombre
La economía divina, el ministerio de Cristo y el Nuevo Testamento van juntos. Si no
hubiese economía divina, no habría existido el ministerio de Cristo ni el Nuevo
Testamento.
a. Cristo, la incorporación del Dios Triuno,
se encarnó para ser un Dios-hombre
En la economía divina, Cristo, la incorporación del Dios Triuno, se encarnó para ser un
Dios-hombre (Jn. 1:1, 14; Lc. 1:26-38; Mt. 1:18-23). Es necesario que todos veamos
este hecho maravilloso y que alabemos al Señor por ello.
b. Juan el bautista
dio testimonio de Cristo
Juan el bautista dio testimonio de Cristo (Mt. 3:1-12; Jn. 1:6-8, 15, 19-36). Con respecto
a Cristo, Juan era un ayudante.
c. Los que buscaban al Mesías
fueron a Cristo y le siguieron
Ya hemos hecho notar que muchas personas piadosas esperaban la venida del Mesías.
Según el Nuevo Testamento, los que buscaban al Mesías vinieron a Cristo y le siguieron
(Jn. 1:37-49; Mt. 4:17-24; Jn. 3:1-15). Esto también tenía que ver con la economía
divina.
d. Cristo enseñaba acerca del reino,
proclamaba el evangelio
y sanaba toda clase de enfermedades
En Su ministerio, Cristo enseñaba acerca del reino, proclamaba el
evangelio y sanaba toda clase de enfermedades, atrayendo a una gran
multitud a que le siguiera (Mt. 4:23-25). Esta enseñanza acerca del
reino, esta proclamación y esta sanidad eran aspectos de la economía
divina.
e. Cristo les reveló a Sus seguidores el reino
de los cielos, los misterios del reino de los cielos,
Cristo y la iglesia, la consumación de esta era,
la segunda venida de Cristo,
y el misterio de la Trinidad Divina
en unión con los creyentes de Cristo
Cristo les reveló a Sus seguidores muchas cosas maravillosas. En Mateo 5—7 El reveló
el reino de los cielos; en Mateo 13, los misterios del reino de los cielos; en Mateo
16:13-19, Cristo y la iglesia; en Mateo 24—25, la consumación de esta era y la segunda
venida de Cristo; y en Juan 14—17, el misterio de la Trinidad Divina en unión con los
creyentes de Cristo. Por tanto, Cristo capacitó a Sus seguidores para que vieran muchos
misterios celestiales, aun para que vieran el misterio de la unión orgánica de los
creyentes con el Dios Triuno.
2. El caos satánico en el caso de los romanos,
los judíos, y los seguidores de Cristo
Todas estas cosas maravillosas en la economía divina fueron acompañadas por algo
maligno, el caos satánico.
a. Herodes procuró matar a Cristo
mientras Cristo era un niño de brazos
Según Mateo 2:1-22, Herodes procuró matar a Cristo mientras Cristo era un niño de
brazos.
b. Los fariseos criticaron a Cristo
y blasfemaron contra El
Mientras Cristo llevaba a cabo Su ministerio en la economía divina, los fariseos lo
criticaron y blasfemaron contra El (Mt. 9:10-13, 33-34; 12:22-35).
c. El pueblo de Israel rechazó a Cristo
y Sus enseñanzas
El pueblo de Israel rechazó a Cristo y Sus enseñanzas (Mt. 11:20-24; 13:53-58).
d. Los fariseos y los saduceos tentaron a Cristo
e instruyeron al pueblo con sus enseñanzas leudadas
Los fariseos y los saduceos tentaron a Cristo e instruyeron al pueblo con sus enseñanzas
leudadas (Mt. 16:1-12). Por esta razón, El le dijo a Sus discípulos: “Guardaos de la
levadura de los fariseos y de los saduceos” (v. 6), y con el tiempo ellos aprendieron que
al hablar de la levadura se refería a la enseñanza de los fariseos y de los saduceos (v.
12).
e. Satanás se movió en Pedro para impedirle
a Cristo ir a la cruz
Satanás se movió en Pedro para impedirle a Cristo ir a la cruz (Mt. 16:21-26). Cuando
el Señor Jesús les reveló a Sus discípulos que sería crucificado, Pedro, mostrando su
amor por el Señor, lo tomó aparte y “comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten
compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (v. 22). Cuando Pedro dijo esto,
el Señor Jesús se volvió a él y le dijo: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres
tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (v.
23). Aparentemente Pedro estaba mostrando amor para con el Señor; en realidad, fue
motivado por Satanás. Esto quiere decir que hasta el amor que Pedro sentía por el Señor
Jesús fue instigado por Satanás.
f. Los seguidores de Cristo contendían entre sí
por ver quién iba a ser el mayor
Los seguidores de Cristo contendían entre sí por ver quién iba a ser el
mayor (Lc. 22:24; Mt. 20:21-27). Mientras el Señor Jesús estaba cerca
de ser crucificado, Sus seguidores discutían entre sí respecto de quién
sería el primero entre ellos. Habían oído decir muchas cosas tocante al
reino celestial, pero en vez de que les importasen esas cosas, a ellos les
importaba ser grandes. La contienda que había entre ellos por ser
grandes debió de haber sido instigada por Satanás.
g. Uno de los seguidores de Cristo le traicionó,
otro le negó tres veces, y los demás,
como ovejas, fueron dispersados
Uno de los seguidores de Cristo, Judas, le traicionó (Lc. 22:21-23, 47-48). Otro de Sus
seguidores, Pedro, le negó tres veces estando bajo el zarandeo de Satanás (Lc. 22:31-34,
54-62). Al final, los demás, como ovejas, fueron dispersados (Mt. 26:31), y el Señor
Jesús quedó solo.
h. Los judíos colaboraron con el gobierno romano
para sentenciar a Cristo a la muerte y para crucificarle
Los judíos colaboraron con el gobierno romano para sentenciar a Cristo a la muerte y
para crucificarle (Lc. 23:1-43). Eso ciertamente era parte del caos satánico, pero al final,
el resultado de ese caos fue algo muy bueno.
3. La economía divina
en la crucifixión, la resurrección
y la ascensión de Cristo
Ahora debemos ver la economía divina en la crucifixión, la resurrección y la ascensión
de Cristo.
a. Dios juzgó a Cristo en la cruz por el pecado
del mundo y por el pecado de los creyentes,
y Cristo pasó por una muerte sustitutiva y todo-inclusiva
Una gran parte de la economía de Dios estuvo en la muerte de Cristo en la cruz. Dios
juzgó a Cristo en la cruz por el pecado del mundo y por el pecado de los creyentes (Jn.
1:29; 1 Co. 15:3). Cristo pasó por una muerte sustitutiva y todo-inclusiva (Jn. 19:34;
12:24).
b. Las seguidoras de Cristo presenciaron Su crucifixión
Las seguidoras de Cristo presenciaron Su crucifixión (Mt. 27:55-56). Esto denota que el
amor de las hermanas por el Señor Jesús es más intenso que el de los hermanos y
aventaja al de los hermanos. Mientras que Pedro y los demás discípulos abandonaron al
Señor, las mujeres le siguieron desde Getsemaní y hasta presenciaron Su crucifixión.
c. José, quien esperaba el reino de Dios,
y las seguidoras de Cristo,
dieron a Cristo una excelsa sepultura
José, quien esperaba el reino de Dios, gozaba de una elevada posición en la sociedad y
era un discípulo secreto. El y las seguidoras de Cristo dieron a Cristo una excelsa
sepultura (Lc. 23:50-56; Mt. 27:57-61). Cristo no nació en la excelencia, ni tampoco
murió de una manera regia. Sin embargo, Su sepultura fue excelsa y conforme a la
norma más elevada.
d. Los seguidores de Cristo descubrieron Su resurrección
y recibieron la revelación de que Cristo
en Su humanidad nació en Su resurrección para ser
el Hijo Primogénito de Dios, con Sus muchos hermanos, los cuales
constituyen el Cuerpo
Los seguidores de Cristo descubrieron Su resurrección y recibieron la revelación de que
Cristo en Su humanidad nació en Su resurrección para ser el Hijo primogénito de Dios,
con Sus muchos hermanos, los cuales constituyen el Cuerpo (Mt. 28:1-10; Jn. 20:1-18;
Hch. 13:33; Ro. 8:29; He. 2:11-12). Este descubrimiento lo hicieron las hermanas, no
los hermanos, y a ellas se les dio la revelación. Luego las hermanas dieron la noticia a
los hermanos. La revelación consistió en que el mismo Cristo que había estado en la
carne había ahora nacido en Su resurrección para ser el Hijo primogénito de Dios, y que
todos Sus creyentes nacieron al mismo tiempo para ser los muchos hijos de Dios y los
muchos hermanos de Cristo, quienes constituyen Su Cuerpo, la iglesia.
El Cristo resucitado le dijo a María: “Vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a
vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Jn. 20:17). Con respecto a que los creyentes
son los hermanos de Cristo, Hebreos 2:11 dice: “Porque el que santifica y los que son
santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos”. El
versículo siguiente, una cita de Salmos 22:22, dice: “Anunciaré a mis hermanos tu
nombre, en medio de la congregación te alabaré”. Al anunciarles el nombre del Padre a
Sus hermanos, el Señor Jesús los constituyó como la iglesia. Esto es de gran
importancia en la economía divina.
e. Cristo en Su resurrección les enseñó
a Sus once apóstoles acerca del reino de Dios
por cuarenta días
Hechos 1:3 dice que, como parte de Su economía divina, Cristo en Su resurrección les
enseñó a Sus discípulos acerca del reino de Dios por cuarenta días.
f. Los discípulos de Cristo presenciaron Su ascensión
Según Hechos 1:9-11, los discípulos de Cristo presenciaron Su ascensión.
4. El caos satánico
en el caso de los principales sacerdotes,
los fariseos y los ancianos
La resurrección de Cristo fue acompañada por el caos en el caso de los sacerdotes, los
fariseos y los ancianos. Tampoco en esta situación Dios quitó el caos, sino que lo dejó.
a. Los principales sacerdotes y los fariseos
enviaron soldados para que guardaran
el sepulcro de Cristo
Al día siguiente de la crucifixión de Cristo, los principales sacerdotes y los fariseos
fueron ante Pilato y le pidieron que diera órdenes de que el sepulcro fuese asegurado
hasta el tercer día (Mt. 27:62-64). Pilato les dijo que tomaran una guardia y aseguraran
el sepulcro. Luego ellos fueron y guardaron el sepulcro, sellando la piedra (vs. 65-66).
A pesar de todo, al tercer día Cristo salió del sepulcro en resurrección.
b. Los principales sacerdotes y los ancianos
sobornaron a los soldados para que dijeran
que los discípulos de Jesús se habían robado Su cuerpo
Después de que el Señor Jesús fue resucitado, los principales
sacerdotes y los ancianos sobornaron a los soldados para que dijeran
que mientras ellos dormían por la noche, los discípulos de Jesús se
habían robado Su cuerpo (Mt. 28:11-15). Esta mentira produjo
confusión. Por un lado, los discípulos decían que Cristo había
resucitado. Por otro lado, los soldados sobornados decían que los
discípulos se habían robado el cuerpo de Jesús. Esto causó que la
sociedad judía se confundiera. ¿A quién habrían de creer? ¿A los
discípulos o a los soldados? Ellos, por supuesto, creyeron lo que los
soldados decían, y quitaban mérito a las noticias de la resurrección de
Cristo. Sin duda esto fue otro aspecto del caos satánico.
B. En el ministerio de los apóstoles
1. La economía divina
La economía divina también puede ser vista en el ministerio de los apóstoles.
a. Pedro y unos ciento veinte discípulos
se reunieron y oraron unánimes por diez días
Pedro y unos ciento veinte discípulos se reunieron y oraron unánimes por diez días
(Hch. 1:12-15). Esa unanimidad fue algo maravilloso. Si es difícil para los creyentes
orar en unanimidad siquiera por una hora, mucho más por diez días. En Hechos 1 los
discípulos tenían la carga de perseverar unánimes en oración.
b. El Espíritu fue derramado
sobre los ciento veinte discípulos de Cristo
el día de Pentecostés
El Espíritu fue derramado sobre los ciento veinte discípulos de Cristo el día de
Pentecostés (Hch. 2:1-4; 17-18). Eso fue grandioso. El Espíritu derramado ese día era
en realidad el Cristo pneumático. El Cristo pneumático se derramó a Sí mismo, el
Espíritu consumado, compuesto y todo-inclusivo, sobre Sus discípulos a fin de que
fueran constituidos y edificados para ser Su Cuerpo, el organismo del Dios Triuno.
c. Pedro predicó en el día de Pentecostés,
y tres mil se arrepintieron, creyeron,
y fueron bautizados en el nombre de Jesucristo
Pedro predicó en el día de Pentecostés y tres mil se arrepintieron,
creyeron y fueron bautizados en el nombre de Jesucristo (Hch. 2:14-
41). Entonces la iglesia fue establecida. Luego el número de hombres
aumentó a aproximadamente unos cinco mil (4:4).
d. Los creyentes perseveraban
en la enseñanza y la comunión de los apóstoles,
en el partimiento del pan y en las oraciones,
teniendo todas las cosas en común,
y aumentaba cada día el número de nuevos creyentes
Los creyentes perseveraban en la enseñanza y la comunión de los apóstoles, en el
partimiento del pan y en las oraciones (Hch. 2:42). Tenían todas las cosas en común, y
aumentaba cada día el número de nuevos creyentes (vs. 43-47; 4:32-37).
e. La palabra de Dios crecía, y el número
de los discípulos se multiplicaba diariamente
Según consta en el libro de los Hechos, la palabra de Dios crecía, y el número de los
discípulos se multiplicaba diariamente (6:7; 12:24; 19:20).
f. Los discípulos fueron esparcidos
desde Jerusalén para que predicaran el evangelio
por las regiones de Judea y Samaria
Los discípulos fueron esparcidos desde Jerusalén a las regiones de Judea y Samaria. Los
que fueron esparcidos predicaban el evangelio en esas regiones (Hch. 8:1, 4).
g. El evangelio se extendió bajo el ministerio de Pedro
En Hechos 9:32-43 vemos que el evangelio se extendió bajo el ministerio de Pedro.
h. El evangelio, por medio del ministerio de Pablo,
se extendió al mundo gentil,
y fueron establecidas muchas iglesias
Por medio del ministerio de Pablo el evangelio se extendió al mundo gentil, y fueron
establecidas muchas iglesias (Hch. 13—28).
i. Las iglesias establecidas mediante el ministerio
de Pablo fueron fortalecidas y corregidas
bajo el ministerio de Juan
Las epístolas 1, 2, y 3 de Juan y el libro de Apocalipsis nos muestran que las iglesias
establecidas por medio del ministerio de Pablo fueron fortalecidas y corregidas bajo el
ministerio de Juan.
2. El caos satánico
De nuevo el caos satánico fue inevitable y estuvo a la par de la economía divina en el
ministerio de los apóstoles. Este caos incluye veintiséis asuntos.
a. La religión judía y el gobierno romano
persiguieron a los apóstoles y a la iglesia
La religión judía y el gobierno romano persiguieron a los apóstoles y a la iglesia (Hch.
4:1-3, 5-6; 7:57—8:3; 12:1-4; 16:22-24). La religión y la política a menudo colaboran
para perseguir y perjudicar el interés del Señor en la tierra.
b. Ananías y Safira engañaron al Espíritu
y fueron castigados con la muerte
En Hechos 5:1-11 Ananías, un hermano, y su esposa Safira engañaron al Espíritu y
fueron castigados con la muerte ante la presencia de la iglesia. Sin duda eso tenía que
ver con el caos.
c. Los judíos rechazaron la predicación
de los apóstoles y los persiguieron
Los judíos rechazaron la predicación de los apóstoles y los persiguieron (Hch. 13:45-46,
50; 14:2, 5, 19; 17:13; 18:12-13; 19:9; 20:3; 21:27-36). Los judíos buscaban a los
apóstoles para perseguirlos.
d. Los judaizantes recalcaban entre los creyentes
la importancia de la circuncisión
Los judaizantes recalcaban entre los creyentes la importancia de la circuncisión (Hch.
11:1-3; 15:1-2). Eso fue muy negativo.
e. Pedro y Bernabé fueron débiles
en guardar la verdad del evangelio
Pedro y Bernabé fueron débiles en guardar la verdad del evangelio (Gá. 2:11-14). Se
comportaron hipócritamente y fueron reprendidos por Pablo.
f. Bernabé se separó de Pablo
y también llevó a cabo su obra aparte de la de Pablo
En Hechos 15:36-39 Bernabé se separó de Pablo y también llevó a cabo su obra aparte
de la de Pablo. Eso puso fin al glorioso ministerio de Bernabé. Por esa razón, en los
restantes capítulos de Hechos, aunque hay una extensa narración de la gloriosa actividad
de Pablo, no se dice ni una palabra gloriosa respecto de la actividad de Bernabé. El
quedó fuera del fluir del Espíritu. Bernabé es mencionado en otras partes del Nuevo
Testamento, pero no se alude a él de manera gloriosa.
g. La iglesia en Corinto
tenía divisiones, fornicación y litigios,
puso en duda el apostolado de Pablo,
y le acusó de ser astuto,
diciendo que estaba tratando
de sacar ventaja de ellos con engaño
La iglesia en Corinto tenía divisiones, fornicación y litigios (1 Co. 1:10-13; 11:18-19;
5:1; 6:1, 6-8). Ellos además pusieron en duda el apostolado de Pablo (9:1-3), y hasta le
acusaron de ser astuto, diciendo que por intermedio de Tito estaba tratando de sacar
ventaja de ellos con engaño (2 Co. 12:16-18). En principio, la situación es lo mismo hoy
día.
h. Los judíos que predicaban el evangelio,
lo hacían por contienda con Pablo
Los judíos que predicaban el evangelio, los judaizantes, predicaban el evangelio por
contienda con Pablo (Fil. 1:15-17). En esto podemos ver que hasta en la predicación del
evangelio es posible que haya contienda.
i. Los judaizantes, como perros,
malos obreros, mutilados y falsos hermanos,
se infiltraron en las iglesias
Filipenses 3:2 y Gálatas 2:4 revelan que los judaizantes, como perros, malos obreros,
mutilados y falsos hermanos, se infiltraron en las iglesias para causar problemas.
j. Los gnósticos entraron
para desviar a los creyentes con su filosofía
según la tradición de los hombres
y los rudimentos del mundo,
y no según Cristo
Los gnósticos, partidarios de una filosofía griega, entraron para desviar a los creyentes
con su filosofía, la cual seguía la tradición de los hombres y los rudimentos del mundo y
no era según Cristo (Col. 2:8). La actividad de los gnósticos provocó mucha disensión.
k. Se enseñaban cosas diferentes
de la economía de Dios, la cual se funda en la fe
Se enseñaban cosas que eran distintas de la economía de Dios, la cual se funda en la fe
(1 Ti. 1:3-4). Tanto en los tiempos de Pablo como hoy en día, existen distintas
enseñanzas, enseñanzas que son distintas de la economía divina que Pablo enseñaba.
l. Los vientos de enseñanza en la astucia de hombres,
con estratagemas, invadieron las iglesias
Los vientos de enseñanza en la astucia de los hombres, con estratagemas, invadieron las
iglesias (Ef. 4:14). Sabemos lo que son los vientos de enseñanza, puesto que los hemos
visto y experimentado.
m. Se levantaron algunos que causaban divisiones
En Romanos 16:17 Pablo dice: “Ahora bien, os exhorto, hermanos, a que os fijéis en los
que causan divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza que vosotros habéis
aprendido, y a que os apartéis de ellos”. Esto es un indicio de que habían surgido
algunos que causaban divisiones.
n. Los tendenciosos (sectarios) existían en las iglesias
En Tito 3:10 Pablo dice: “Al hombre que cause disensiones, después de una y otra
amonestación deséchalo”. Esto nos dice que en las iglesias llegaron a existir hombres
tendenciosos (sectarios). Tales sectarios causaron divisiones al formar en las iglesias
partidos conforme a la propia opinión de ellos.
o. Las dos colaboradoras,
Evodia y Síntique, estaban en discordia
Las dos colaboradoras, Evodia y Síntique, estaban en discordia (Fil. 4:2-3a). Es común
que las hermanas estén en discordia.
p. Jacobo y los ancianos de Jerusalén exhortaron
a Pablo a que guardara las ordenanzas de la ley judía
Jacobo y los hermanos de Jerusalén exhortaron a Pablo a que guardara
las ordenanzas de la ley judía (Hch. 21:18-26). Es difícil creer que los
principales ancianos de Jerusalén hayan exhortado a Pablo a que
regresara al templo y, bajo la dirección de los sacerdotes del judaísmo,
guardara las ordenanzas de la ley de ellos. Sin embargo, esto fue lo que
hicieron, y Pablo siguió la exhortación de ellos. No obstante, el Señor
no permitió que Pablo completase la ceremonia. El último día de la
ceremonia hubo un disturbio, y Pablo fue encarcelado. Al final, Pablo
fue transferido a una prisión en Roma. Pablo fue liberado, pero al cabo
de un año fue arrestado de nuevo y martirizado.
¿Qué diría usted de la situación de Pablo? Algunos podrían decir que
Pablo cometió un error y no llevó fielmente su ministerio, y que ésa fue
la razón por la cual fue encarcelado y a la postre, enviado a Roma para
ser juzgado directamente por César. Sin duda, en Hechos 21 había un
gran caos. Sin embargo, si no fuera por este caos no tendríamos los
libros de Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Timoteo y Tito. Estos
libros contienen profundas verdades tocante a la vida de iglesia, la vida
cristiana y la economía de Dios con el dispensar divino. Si estos libros
no estuvieran en el Nuevo Testamento, habría un gran vacío. Mientras
Pablo estaba en prisión, él escribió epístolas llenas de una revelación
maravillosa y elevada. Esto indica que el caos a la larga permitió que
algo más excelente fuera producido. Además, el martirio de Pablo ha
sido un aliento para los santos de todos los siglos. Así que, lo que el
enemigo hizo en esa situación caótica vino a ser un beneficio para los
intereses de Dios.
q. Algunos, como por ejemplo Himeneo y Alejandro,
desecharon la fe y una buena conciencia,
y naufragaron en cuanto a la fe
Algunos, como por ejemplo Himeneo y Alejandro, desecharon la fe y una buena
conciencia, y naufragaron en cuanto a la fe (1 Ti. 1:19-20; cfr. 4:1-2). Himeneo y
Alejandro han de haber sido de los que tomaban la iniciativa, de los principales entre las
iglesias, pero aún así tuvieron un cambio drástico.
r. Todos los creyentes de Asia
se apartaron del ministerio de Pablo
Todos los creyentes de Asia se apartaron del ministerio de Pablo. La palabra todos en 2
Timoteo 1:15 denota cómo era la situación en general. No quiere decir que todos los de
Asia habían abandonado el ministerio de Pablo. En general, los santos y las iglesias de
Asia abandonaron el ministerio de Pablo. El Nuevo Testamento indica que a esto se
debe que las iglesias en Asia se hayan degradado.
s. Algunos, como Himeneo y Fileto,
erraron en cuanto a la verdad,
diciendo que la resurrección ya se había efectuado
Algunos, como Himeneo y Fileto, erraron en cuanto a la verdad, diciendo que la
resurrección ya se había efectuado (2 Ti. 2:17-18). La palabra errar significa errar el
blanco, desviarse, apartarse. Decir que la resurrección ya se había efectuado fue una
seria herejía que negaba el poder divino en la vida (1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16; Ap. 20:4,
6).
t. Demas amó el siglo actual
y abandonó al apóstol Pablo
Demas, un colaborador de Pablo, amó el siglo actual y abandonó al apóstol Pablo (2 Ti.
4:10a). Actualmente ciertos colaboradores nos han abandonado. Hasta en los tiempos de
Pablo algo similar ocurrió cuando Demás abandonó a Pablo.
u. Alejandro el calderero
le causó muchos males al apóstol Pablo
Alejandro el calderero, alguien que se oponía al apóstol Pablo y lo atacaba, le causó
muchos males (2 Ti. 4:14-15). Es posible que Alejandro haya tenido una relación muy
estrecha con Pablo, pero más tarde llegó a aborrecerlo y se convirtió en su enemigo.
v. En la primera defensa de Pablo nadie estuvo con él para apoyarle,
sino que todos lo abandonaron
En la primera defensa de Pablo nadie estuvo con él para apoyarle, sino que todos lo
abandonaron, lo dejaron solo (2 Ti. 4:16-17).
w. Algunos fueron más lejos
y no permanecieron en la enseñanza de Cristo
Algunos fueron más lejos y no permanecieron en la enseñanza de Cristo (2 Jn. 9-11).
Esto quiere decir que algunos no permanecieron en la enseñanza respecto de la persona
y la obra redentora de Cristo. Los tales eran herejes y Juan nos dijo que nos apartáramos
de ellos y que no los recibiésemos en casa ni les diésemos la bienvenida.
x. A Diótrefes le gustaba tener el primer lugar
en la iglesia y no recibía a los apóstoles
A Diótrefes, quien era muy ambicioso, le gustaba tener el primer lugar en la iglesia y no
recibía a los apóstoles (3 Jn. 9-10). Esto demuestra cuán serio había llegado a ser el
caos.
y. Algunos, siguiendo el camino de Caín,
se lanzaron por lucro en el error de Balaam,
y perecieron en la rebelión de Coré
Algunos, siguiendo el camino de Caín, se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y
perecieron en la rebelión de Coré (Jud. 11-13). Las historias acerca de Caín, Balaam y
Coré se repitieron en la vida de iglesia, y esta repetición introdujo caos en la iglesia.
z. La situación de la primera, tercera, cuarta,
quinta y séptima de las siete iglesias de Asia
Entre las siete iglesias de Asia mencionadas en Apocalipsis 2 y 3, la primera perdió su
primer amor por el Señor (2:4); la tercera cayó en el mundo donde está el trono de
Satanás, retuvo la enseñanza de Balaam involucrándose en idolatría y fornicación, y
retuvo también la enseñanza de los nicolaítas, que estaba relacionada con la jerarquía
(2:13-15); la cuarta tenía la enseñanza de Jezabel, que tenía que ver con la fornicación,
con la idolatría y con las profundidades de Satanás (2:20, 24a); la quinta tenía nombre
de que vivía, pero estaba muerta y nada perfecto tenía delante de Dios (3:1-2); la última,
Laodicea, era tibia, se jactaba de sus “riquezas”, pero no se daba cuenta de que estaba
en una condición miserable, pobre, ciega y desnuda, y Cristo el Señor estaba afuera
tocando a la puerta (3:14-17, 20).
Hasta aquí, en este mensaje hemos hablado de casi todo el Nuevo Testamento con
respecto a la economía divina y al caos satánico. Hemos visto que tanto el ministerio del
Señor Jesús como el de los apóstoles estuvo acompañado de caos. Ningún otro apóstol
sufrió tanto como Pablo. El sufrió persecución de parte de la religión judía y también de
parte del gobierno romano. Adondequiera que iba, el caos lo esperaba. La última vez
que fue a Jerusalén lo hizo por el bien de la iglesia de ese lugar; él estaba
profundamente preocupado por el asunto judaico presente en la iglesia en Jerusalén.
Después de haber llegado, siguió el consejo de Jacobo y de los demás ancianos tocante a
ofrecer sacrificios en el templo. Ya hemos hecho ver que el Señor no le permitió
terminar la ceremonia. Hubo un disturbio que causó que Pablo fuese puesto en prisión.
Aunque eso puso fin a sus viajes ministeriales, no le puso fin a sus escritos
ministeriales. Al contrario, su ministerio, en lo que a los escritos se refiere, llegó a ser
más elevado, más profundo y más rico, y las epístolas escritas desde la prisión han sido
un gran beneficio para los creyentes a lo largo de los siglos. Con el tiempo, el caos que
seguía al ministerio de Pablo benefició a la iglesia.
El mismo principio se aplica al reciente disturbio ocurrido entre nosotros en el recobro
del Señor. Este caos ha sido de ayuda para el recobro y ha estabilizado al recobro en
este país. Mediante este disturbio, muchos han sido probados, estabilizados y
confirmados.
VIII. LA TERMINACION DEL CAOS SATANICO
Y LA CONSUMACION DE LA ECONOMIA DIVINA
Ahora quisiera dar una conclusión con respecto a la terminación del caos satánico y a la
consumación de la economía divina.
A. El caos satánico terminará
cuando se le dé fin al maligno Satanás,
a la vieja creación, y a todas las cosas negativas,
poniéndolos en el lago de fuego
El caos satánico terminará cuando se le dé fin al maligno Satanás, a la vieja creación, y
a todas las cosas negativas, poniéndolos en el lago de fuego (Ap. 20:9—21:1, 8; 22:15).
El lago de fuego será el “basurero” del universo, y todas las cosas negativas, que
causaron el caos en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, serán echadas
ahí. El lago de fuego, por tanto, será el fin de todo el caos.
B. La economía divina tendrá su consumación
con el Dios Triuno procesado, la nueva creación
y la ciudad santa de agua viva
La economía divina tendrá su consumación, no el fin, con el Dios
Triuno procesado, la nueva creación y la ciudad santa de agua viva (Ap.
21—22). La ciudad santa de agua viva es la Nueva Jerusalén, y la Nueva
Jerusalén es una composición, una constitución, del Dios Triuno
redentor con Su hombre tripartito redimido. El será nuestro templo,
donde adoraremos y tendremos nuestra morada, y nosotros seremos
Su tabernáculo, donde El mora y donde nos disfrutará como Su
satisfacción. Por consiguiente, la Nueva Jerusalén será un lugar donde
se habita mutuamente y donde habrá satisfacción mutua por la
eternidad. Espero que todos seamos confortados por esta revelación
tocante al fin del caos satánico y la consumación de la economía divina.
Hemos recalcado el hecho de que el caos satánico está en la vida cristiana, y que la
economía divina es para la nueva creación. La economía divina consiste en producir la
nueva creación a partir de la caótica vieja creación. Esta producción de la nueva
creación continuará hasta el final del milenio (Ap. 20). Ese será el tiempo en que el
nuevo cielo y la nueva tierra aparecerán junto con la Nueva Jerusalén. La Nueva
Jerusalén, la ciudad santa, será la consumación de la economía divina.
La Nueva Jerusalén será el agrandamiento y la consumación de la actual vida de iglesia.
Alabamos al Señor porque estamos en la iglesia. En la vida de iglesia experimentamos
la economía divina con la ayuda del caos satánico. El caos satánico es una ayuda para
nuestra vida cristiana y también para nuestra vida de iglesia.
En el Antiguo Testamento, el cual termina en la expectación de la venida de Cristo, se
profetiza acerca de Cristo y se promete Su venida. El era la expectación del pueblo
escogido de Dios. En el Nuevo Testamento Cristo ha llegado y está llegando. La
primera venida de Cristo, o sea, la primera parte de Su venida, dio comienzo a la
economía neotestamentaria. Su segunda venida, o sea, la segunda parte de Su venida,
producirá la consumación de la economía neotestamentaria. Entre el comienzo y la
consumación existe un largo periodo de vida de iglesia. La vida de iglesia también
forma parte de la venida de Cristo. Cristo ya vino y sin embargo, Su venida aún se está
llevando a cabo en la vida de iglesia. El proceso de la vida de iglesia es el proceso de la
venida de Cristo.
Hoy día estamos experimentando la vida de iglesia, la cual es el proceso de la venida de
Cristo. Cada vez que un pecador es bautizado, se avanza un paso más en la venida de
Cristo. Del mismo modo, nuestro crecimiento en vida es el avance, el adelanto, de Su
venida. Cuanto más avancemos, más pronto Cristo vendrá. Si queremos favorecer la
venida de Cristo, tenemos que avanzar más rápidamente.
Al estar en la vida de iglesia, la cual es el proceso de la venida de Cristo, ninguna clase
de caos nos molestará. El caos no debe molestarnos ni desanimarnos, ya que en realidad
el caos nos ayuda. Toda clase de caos le es una ayuda al pueblo escogido de Dios y al
Cuerpo de Cristo, el organismo del Dios Triuno.
CAPITULO TRES
LOS VENCEDORES
Lectura bíblica: Ap. 2:7, 11, 17, 26; 3:5,
12, 21
BOSQUEJO
1. No se desalientan ni se desaniman sino que son fortalecidos y están capacitados para expresar en su vivir la economía divina.
2. Obtienen la victoria sobre todo el caos satánico y llevan a cabo la economía divina única:
1. Por el Dios Triuno procesado y consumado como la gracia todo-suficiente—1 Co. 15:10; 2 Co. 12:9; 2 Ti. 4:22.
2. Según la verdad de la cual la iglesia, la manifestación de Dios en la carne, es columna y fundamento—1 Ti. 3:15-16.
3. En las siguientes condiciones: 1. Que amemos al Señor, quien es nuestro primer amor—Ap. 2:4. 2. Que disfrutemos comer a Cristo como árbol de vida en la iglesia, el
Paraíso actual, para ser un candelero resplandeciente—Ap. 2:7, 5.
3. Que seamos fieles hasta la muerte al sufrir pobreza y pruebas con miras a obtener la corona de la vida—Ap. 2:9-10.
4. Que disfrutemos a Cristo como el maná escondido, una porción especial de la provisión nutritiva, para vencer la mundanalidad de la iglesia que está degradada en la enseñanza idólatra de Balaam y en la enseñanza de jerarquía de los nicolaítas—Ap. 2:12-17a.
5. Que seamos transformados para ser una “piedra blanca”, justificados y aprobados por el Señor, para la edificación de la casa de Dios con un “nombre nuevo” según la transformación en vida—Ap. 2:17b.
6. Que estemos firmes en contra de las enseñanzas católicas de Jezabel, que son fornicación, idolatría y las profundidades de Satanás—Ap. 2:20, 24a.
7. Que huyamos de la muerte espiritual, que seamos vivientes en la realidad y que nada en nosotros muera en imperfección; que andemos en “vestiduras blancas” sin contaminación, para que nuestros nombres no sean borrados del libro de la vida, sino que sean confesados por el Señor ante Su Padre y ante los ángeles de Su Padre—Ap. 3:1-2, 4-5.
8. Que guardemos la palabra de perseverancia del Señor y que no neguemos el nombre del Señor aunque nos cueste hasta la última partícula de fuerza, para ser guardados de la hora de prueba que viene sobre todos los moradores de la tierra, y para recibir la corona, el premio de ser columnas en el templo de Dios, y tener escrito en nosotros el nombre de Dios, el nombre de la ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén, y el nuevo nombre de Cristo—Ap. 3:8b, 10-12.
9. Que seamos calientes, y no tibios, y que compremos oro refinado en fuego, vestiduras blancas y colirio, a fin de que no seamos vomitados de la boca del Señor, sino invitados a cenar con El y a sentarnos con El en Su trono—Ap. 3:15-21.
LA RAZA DE ADAN,
LA RAZA DE ABRAHAM SEGUN LA CARNE,
LA RAZA DE ABRAHAM SEGUN EL ESPIRITU
Y LA RAZA DE VENCEDORES
En los primeros diez capítulos y medio de Génesis, Dios trataba con el hombre como la
raza de Adán. Pero después de estos capítulos de la Biblia, Dios pasó a otro grupo de
personas. Este segundo grupo de personas está compuesto de los descendientes de un
solo padre, de Abraham. Dios pasó de la raza de Adán a la raza de Abraham. El trato de
Dios con la raza de Abraham abarca casi todo el Antiguo Testamento, desde la mitad
del capítulo 11 hasta el final de Malaquías. El Antiguo Testamento habla de la raza de
Adán y de los descendientes físicos de Abraham. Ambos le fallaron a Dios, pero Dios
jamás se desalentaría. El es el Poderoso y el Fiel. El tiene la capacidad de ser fiel para
guardar Su economía.
En la economía neotestamentaria, Dios tuvo un cambio radical y trascendental de un
grupo de personas a otro. El pasó de los descendientes de Abraham según la carne, a los
descendientes de Abraham según el Espíritu. El libro de Génesis nos dice que Abraham
tuvo dos clases de descendientes, quienes fueron comparados con el polvo de la tierra
(13:16) y con las estrellas del cielo (15:5). Sus descendientes terrenales son como el
polvo de la tierra, y nosotros, los creyentes de la era neotestamentaria, sus descendientes
celestiales, somos como las estrellas del cielo. Por nacimiento natural, todos los judíos
pertenecen a la descendencia física de Abraham. Luego todos los que creen en Cristo,
sin importar la raza, son la descendencia espiritual de Abraham (Gá. 3:7, 29).
Lamentablemente, la mayoría de los descendientes espirituales de Abraham también le
fallaron a Dios. Así que, ¿a quién puede Dios recurrir para llevar a cabo Su propósito?
Al principio del último libro de la Biblia, el Señor Jesús como el Sumo Sacerdote que
anda entre los candeleros de oro le hace un llamamiento a otro grupo de personas, los
vencedores. En Apocalipsis 2 y 3, El dice siete veces: “Al que venciere” (Ap. 2:7, 11,
17, 26; 3:5, 12, 21). Esta es una llamada séptupla a nosotros, Sus creyentes, los
descendientes espirituales de nuestro gran padre, Abraham. Cristo hace siete llamadas a
los vencedores.
Los vencedores forman la cuarta raza. La primera raza era la de Adán, la segunda era la
de Abraham según la carne, y la tercera también era de Abraham, pero lo era según el
Espíritu. Con todo, hasta la raza espiritual de Abraham fracasa. En términos humanos,
esto es muy desalentador, pero en términos divinos, nuestro Dios nunca se frustra ni se
desalienta. ¡El es Dios! A pesar de lo que pase, El todavía permanece. No sólo
permanece, sino que El es Aquel que presidió en el diluvio y que se sienta como Rey
para siempre (Sal. 29:10). Debido a que El es una Persona así, El produce otra raza, una
raza mejor, una raza superior, la raza que está por encima de todas las razas. ¡Esta raza
final es la raza de vencedores!
Desde los tiempos de Adán hasta los tiempos de Abraham pasaron exactamente dos mil
años. Después de los primeros dos mil años de historia de la humanidad, Dios cambió
su trato de la raza de Adán a la raza de Abraham. Desde los tiempos de Abraham hasta
los tiempos de Cristo, pasaron otros dos mil años. Ahora estamos en el Nuevo
Testamento. La era neotestamentaria está llegando a dos mil años de historia. Así que,
ha transcurrido dos mil años para la raza de Adán, dos mil años para la raza de Abraham
según la carne y casi dos mil años para la raza de Abraham según el Espíritu. Lo que el
Señor necesita es la raza de los vencedores para obtener la victoria sobre el caos
satánico y triunfar en la economía divina.
El libro de Apocalipsis es un libro que trata de los vencedores. La raza de vencedores en
este libro comienza en Apocalipsis 4 y continúa a lo largo de Apocalipsis 22. La raza de
vencedores le provee a Dios el éxito para Su economía. Tenemos que considerar dónde
estamos hoy día. ¿Estamos en Génesis 1—10 en la raza de Adán, o en lo restante del
Antiguo Testamento en la raza de Abraham según la carne, o en el Nuevo Testamento,
desde Mateo hasta Apocalipsis 3, en la raza de Abraham según el Espíritu? Podemos
decir que estamos en el Nuevo Testamento, pero esto en sí mismo no es adecuado.
Tenemos que estar en los últimos diecinueve capítulos de la Biblia, desde Apocalipsis 4
hasta 22, desde el trono hasta la Nueva Jerusalén.
Es necesario que seamos aquellos que pertenecen a la raza de vencedores. Si alguien
nos preguntara qué clase de personas somos, deberíamos decir: “Yo soy de una raza que
usted no conoce. Pertenezco a la raza de los vencedores”. Según la economía de Dios,
solamente existen cuatro razas en la tierra: la raza de Adán, la raza de Abraham según la
carne, la raza de Abraham según el Espíritu y la raza de los vencedores. Debemos
declarar por fe que pertenecemos a la raza de los vencedores.
UNA VISTA GENERAL DEL LIBRO DE APOCALIPSIS
Ahora quisiera presentar una vista general de los veintidós capítulos del libro de
Apocalipsis.
Cristo como Sumo Sacerdote
está en medio de los candeleros de oro
El capítulo 1 revela siete candeleros de oro, resplandecientes y puros.
Cristo nuestro Salvador, como Sumo Sacerdote, con Su investidura
sacerdotal está en medio de los candeleros de oro para despabilarlos a
fin de que alumbren más (vs. 9-20).
La condición práctica
de las siete iglesias en la tierra
Los capítulos 2 y 3 presentan la condición práctica de las siete iglesias en la tierra. Los
candeleros eran resplandecientes, brillantes, de oro puro y estaban en los cielos; pero en
la tierra, la situación práctica de ellos como iglesias locales estaba llena de degradación.
La primera iglesia, Efeso, había perdido su primer amor por el Señor (2:4). Al parecer,
ellos habían dejado de disfrutar al Señor como el árbol de vida, y el candelero estaba a
punto de ser quitado (vs 5, 7).
La segunda iglesia, Esmirna, era muy buena, pero la persecución que los santos
sufrieron a manos del imperio terrenal fue severa. Muchos de ellos murieron como
mártires. El Señor les dijo que serían atribulados por “diez días” bajo la persecución del
Imperio Romano (v. 10). El número diez denota plenitud. Diez días representan
proféticamente los diez períodos de persecución que la iglesia sufrió bajo los
emperadores romanos, a partir de Cesar Nerón en la segunda mitad del siglo primero y
terminando con Constantino el Grande en la primera parte del siglo cuarto. El Señor no
tuvo queja alguna de la iglesia sufrida. El los animó a que fueran fieles hasta la muerte a
fin de poder darles la corona de la vida. En la segunda iglesia, no había caos por dentro,
sino por fuera. El gobierno terrenal persiguió a la segunda iglesia a lo máximo.
La tercera iglesia, Pérgamo, llegó a ser una iglesia mundana, una iglesia que se casó con
un marido cuyo nombre es el mundo. Esto se cumplió en los tiempos de Constantino.
Satanás no pudo destruir la iglesia por medio de la persecución a manos del Imperio
Romano en los primeros tres siglos, así que cambió de estrategia. Trató más bien de
corromper la iglesia mediante la obra de Constantino de hacer que el cristianismo fuese
la religión del estado durante la primera parte del siglo cuarto. Mediante los auspicios y
la influencia política de Constantino, la iglesia se casó con el Imperio Romano, es decir,
con el mundo. Puesto que la iglesia entró en unión con el mundo, ella moraba donde
está el trono de Satanás (v. 13). Satanás, el príncipe de este mundo (Jn. 12:31), tiene su
trono en el mundo, y la iglesia vino a ser uno con el mundo. En el caso de la iglesia
mundana, hubo lugar para distintas enseñanzas, tales como la enseñanza de Balaam y la
enseñanza de los nicolaítas (Ap. 2:14-15). La iglesia mundana perdió el disfrute
escondido que tenía de Cristo como el maná escondido (v. 17). Así que, la iglesia se
llenó del caos satánico, y Cristo la reprendió.
Con el paso del tiempo la iglesia se degradó más, pasando de ser mundana a ser romana,
como se ve en el caso de la iglesia en Tiatira (v. 18). La Iglesia Católica Romana con la
enseñanza de Jezabel (v. 20) se estableció como iglesia apóstata mediante el
establecimiento del sistema papal universal en la última parte del siglo sexto. La Iglesia
Católica Romana es tipificada por Jezabel, una profetisa autonombrada que presumía de
que Dios la había autorizado para hablar por El. Sin embargo, la Biblia prohíbe que la
mujer enseñe con autoridad. La Iglesia Católica Romana como mujer dice que tiene
autoridad para enseñar. Aquellos que están en el catolicismo romano siguen lo que el
papa dice, lo que la Iglesia dice, no lo que la Biblia dice, o sea lo que el Señor dice. El
papa, en representación de la iglesia, es la autoridad suprema, en vez de serlo la santa
Palabra o Dios mismo. No solamente se encuentra la corrupción diabólica en la Iglesia
Católica, sino también las profundidades de Satanás, los profundos misterios satánicos,
se enseñan ahí (v. 24). ¡Qué enorme caos existe en esta iglesia apóstata!
La quinta iglesia es la iglesia en Sardis. El Señor les dijo a aquellos de la iglesia en
Sardis que tenían nombre de que vivían, pero que estaban muertos (3:1). Todo lo
relacionado con esta iglesia estaba muerto o a punto de morir, y las obras de ellos no
eran completas delante de Dios (v. 2). Esto describe a la iglesia de la época de la
Reforma. Las iglesias protestantes, producto de la Reforma, representaban una muy
buena reacción a la degradación del catolicismo; pero con el tiempo, ante los ojos de
Dios, llegaron a estar muertas. La muerte denota la máxima debilidad. Las
denominaciones protestantes están muertas o están a punto de morir. Según Apocalipsis
2 y 3, la Iglesia Católica es diabólica, satánica y hereje, y las iglesias protestantes están
a punto de morir o están muertas. Es un hecho, conforme a las estadísticas, que
últimamente muchas de las principales denominaciones han crecido muy poco o están
perdiendo membresía.
La sexta iglesia es la iglesia en Filadelfia (v. 7). Los que estaban en esta iglesia
guardaron la palabra del Señor, la cual es la palabra de Su perseverancia (vs. 8, 10). La
palabra de la perseverancia del Señor es la palabra de Sus sufrimientos. A fin de guardar
la palabra de Su perseverancia, tenemos que participar de Su rechazo y persecución. Los
que estaban en Filadelfia conocían la Biblia, la Palabra de Dios, y la guardaban con toda
perseverancia. Además, ellos no negaron el nombre de Cristo (v. 8). La iglesia
protestante reformada niega el nombre del Señor al denominarse a sí misma, al ponerse
muchos nombres, tales como Luterana, Wesleyana, Anglicana, Presbiteriana, Bautista,
etc. La iglesia recobrada no toma ningún otro nombre que el de su Marido. Cristo
apreció y valoró en gran manera a la iglesia en Filadelfia. No había caos en esa iglesia.
Sin embargo, la Filadelfia de ayer ha venido a ser la Laodicea de hoy. La principal
característica de Laodicea es la tibieza (v. 16). Los de Laodicea tal vez amaban al Señor,
pero no de modo absoluto. El Señor les dijo que debido a que eran tibios, El los
vomitaría de Su boca. Ellos se jactaban de que eran ricos en el conocimiento de la
verdad, pero no conocían su verdadera situación. No se daban cuenta de que eran
desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos. El Señor también les dijo que El
estaba fuera de la iglesia degradada y que tocaba a su puerta (v. 20). Si alguien abría la
puerta, el Señor entraría y cenaría con él, y éste se sentaría con el Señor en Su trono en
la era del reino.
Viendo las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3, podemos ver el caos en la situación
práctica de la iglesia actual. Así que, tenemos la visión celestial de que Cristo está en
medio de los candeleros de oro, como se describe en Apocalipsis 1, y la situación
práctica terrenal de las iglesias locales en los capítulos 2 y 3.
Los siete sellos son abiertos:
el misterio de la economía de Dios
Apocalipsis 4 nos muestra la escena alrededor del trono en los cielos. Pase lo que pase
en la tierra, eso no afecta a Dios. El está por encima de la tierra, en los cielos; está en el
trono. El rollo con los siete sellos estaba en la mano de Aquel que está sentado en el
trono (5:1). Estos siete sellos son los siete secretos del universo, que son el misterio de
la economía de Dios. El Cordero, Cristo, era digno de tomar el rollo de manos de Aquel
que estaba en el trono y era digno de abrir sus sellos (vs. 7, 9).
Cristo ha abierto los primeros cuatro sellos, los cuales consisten en cuatro caballos y sus
jinetes (6:1-8). El primer caballo representa el evangelio; el segundo representa la
guerra; el tercero representa el hambre, y el cuarto representa la muerte. Desde que
Cristo ascendió a los cielos y comenzó a abrir los siete sellos, el misterio de la economía
de Dios, estos cuatro caballos han estado corriendo por la tierra. La predicación del
evangelio, la guerra, el hambre y la muerte han estado corriendo en la tierra por casi dos
mil años. Desde la ascensión de Cristo, han aumentado las guerras. Estas guerras han
causado escasez de comida, y la guerra junto con la escasez de comida han producido
enfermedad y muerte.
Cuando Cristo abrió el quinto sello, Juan vio un grupo de mártires bajo el altar, es decir,
debajo de la tierra (v. 9). Estos mártires clamaban: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y
verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” (v. 10). El
Señor les dijo a estos mártires que “descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que
se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser
muertos como ellos” (v. 11). El clamor de los santos mártires debió de ocurrir cerca del
final de esta era. Los consiervos y hermanos que han de ser muertos serán aquellos que
mueran como mártires durante la gran tribulación (20:4).
El sexto sello, el cual marca el comienzo de las calamidades sobrenaturales, es la
respuesta de Dios al clamor de los mártires del quinto sello y es una advertencia para los
que moran en la tierra (6:12-17). El séptimo sello incluye muchas cosas negativas y
positivas. El séptimo sello, el contenido total de las siete trompetas (8:1-2), incluye las
calamidades sobrenaturales de las primeras cuatro trompetas (vs. 7-12). El séptimo sello
también incluye los tres ayes de las últimas tres trompetas (8:13—9:21; 11:14-15a, 18,
19b).
En la séptima trompeta del séptimo sello tendrá lugar la guerra de Armagedón, donde el
anticristo con todos sus ejércitos será derrotado (16:13-16; 19:11-21). El anticristo y el
falso profeta serán entonces echados vivos al lago de fuego (19:20). La séptima
trompeta también incluye la destrucción de la gran Babilonia en Apocalipsis 17 y 18. La
Babilonia religiosa es tratada en el capítulo 17, y la Babilonia política en el capítulo 18.
La Babilonia religiosa, la Iglesia Católica Romana, será destruida por el anticristo al
principio de la gran tribulación debido a la oposición del anticristo contra toda clase de
religión (14:8; 17:16). La Babilonia material, la ciudad de Roma, será abatida, destruida
por Dios (16:19), al final de la gran tribulación (18:2).
Apocalipsis 19 nos dice que después de la destrucción de la Babilonia religiosa y la
Babilonia material, tendrá lugar las bodas del Cordero y los vencedores. La raza de
vencedores llegará a ser una novia colectiva para Cristo, el Cordero (Ap. 19:7-9). Tengo
la esperanza de que todos nosotros seamos parte de esta novia colectiva. Apocalipsis 19
también nos dice que el Cristo vencedor descenderá de los cielos a la tierra con Sus
ejércitos (vs. 11-14). La raza de vencedores, la novia recién casada, será el ejército
vencedor del Novio. El Novio y Su novia vendrán a Armagedón para derrotar al
anticristo y sus ejércitos. Ahí Cristo pisará el lagar del vino donde El destruye todas las
fuerzas gentiles malignas del mundo (vs. 15-21).
Después de que el anticristo sea destruido, un ángel atará y encarcelará a Satanás en el
abismo para que esté allí mil años (20:1-3). Durante mil años, la tierra estará libre de
Satanás, y Cristo poseerá toda la tierra como Su reino (vs. 4-6). Al final del milenio,
algunas de las naciones se amotinarán contra Cristo, pero descenderá fuego del cielo
para devorar a los rebeldes (vs. 8-9). Después de mil años, el diablo será arrojado al
lago de fuego (v. 10).
Luego el gran trono blanco será establecido para juzgar a los incrédulos que hayan
muerto y a los demonios (vs. 11-15). Y junto con la muerte y el Hades, serán todos
arrojados al lago de fuego. Esto limpiará todo el universo. El primer cielo y la primera
tierra pasarán por fuego y serán renovados para llegar a ser el cielo nuevo y la tierra
nueva (2 P. 3:10-13), a la cual vendrá la Nueva Jerusalén para ser la expresión eterna de
Dios.
No deseamos ser cristianos derrotados; queremos cooperar con nuestro Dios para ser
vencedores en esta era a fin de que El pueda lograr Su propósito. Nuestro eterno Dios
nunca puede ser derrotado. El nunca se desanima. Finalmente, El obtendrá la Nueva
Jerusalén en el reino milenario con los vencedores, y después, en el cielo nuevo y la
tierra nueva, El tendrá la Nueva Jerusalén agrandada, la cual incluye a todos los salvos
que habrán sido perfeccionados en el reino milenario. Entonces nosotros seremos el
tabernáculo de Dios para que Dios more en nosotros y nos disfrute (Ap. 21:3), y El será
el templo para que nosotros moremos allí y le disfrutemos (21:22). Este es el disfrute
mutuo y la mutua morada entre el Dios Triuno redentor y Su pueblo redimido tripartito
por la eternidad. Con esto concluye el Nuevo Testamento.
LA VIDA DE IGLESIA
ES EL UMBRAL DEL REINO
Ahora que hemos recibido una vista panorámica del libro de Apocalipsis, necesitamos
considerar dónde estamos y quiénes somos. Gracias al Señor que hoy estamos en la vida
de iglesia. La vida de iglesia es el umbral del reino. En tanto que estemos en la vida de
iglesia, estamos listos para dar un paso más a fin de cruzar el umbral y entrar al reino, la
Nueva Jerusalén, que se llama el Paraíso de Dios (Ap. 2:7). En el Paraíso de Dios
podremos disfrutar el árbol de la vida por mil años. Después del reino de mil años,
nosotros, como la Nueva Jerusalén, estaremos en el cielo nuevo y la tierra nueva. La
Nueva Jerusalén en la eternidad incluye a los vencedores y a todos los queridos santos a
quienes Dios perfeccionó durante el reino de mil años. Espero que todos nosotros
estemos incluidos en la raza de los vencedores, quienes culminarán la economía de
Dios. Todos nosotros debemos triunfar en la economía constructiva de Dios.
LOS CINCO GRUPOS DE VENCEDORES
QUE HAY EN EL LIBRO DE APOCALIPSIS
Vimos que los primeros sesenta y cinco libros de la Biblia hablan de la raza de Adán, la
raza física de Abraham y la raza espiritual de Abraham. En todas las edades estas razas
fueron derrotadas. Dios no pudo hacer una obra completa en ellos para llevar a cabo Su
economía eterna. Así que, en el libro número sesenta y seis, el último de la Biblia, el
Señor hace un llamado a los vencedores. Esta es la raza final, la raza de los vencedores,
los cuales realizarán y darán culminación a la economía eterna de Dios.
Apocalipsis nos muestra a los vencedores en cinco grupos. El primer grupo está en
Apocalipsis 6:9-11 donde vemos los mártires que están debajo del altar. Ellos están
debajo del altar en el Paraíso, y allí claman al final del quinto sello cerca del fin de esta
edad, pidiendo al Señor que los vengue. Ellos son los mártires del Antiguo Testamento,
tales como Abel, el primer mártir (Gn. 4:2-8), Isaías, Jeremías y otros (Mt. 23:34-36), y
también los mártires del Nuevo Testamento hasta antes de que empiece la gran
tribulación.
El segundo grupo de vencedores es el hijo varón de Apocalipsis 12:5. El hijo varón de
la mujer universal está compuesto de los santos vencedores que habrán muerto y que
resucitarán antes de los tres años y medio de la gran tribulación (vs. 6, 14). Entre los
que componen el hijo varón deben de estar aquellos mártires que claman al Señor en el
quinto sello. Ellos aborrecen la vida de su alma, hasta la muerte (v. 11). Hasta la muerte
implica el martirio.
El tercer grupo de vencedores es los ciento cuarenta y cuatro mil vencedores que estarán
vivos, las primicias, de Apocalipsis 14:1-5. Los vencedores que vivan serán arrebatados
al monte celestial de Sion antes de la gran tribulación.
Aquellos que están de pie sobre el mar de vidrio en Apocalipsis 15:2-4 son el cuarto
grupo de vencedores. Estos vencedores son mártires que serán muertos durante la gran
tribulación bajo la persecución del anticristo y que serán resucitados y arrebatados antes
de que termine la gran tribulación.
Estos cuatro grupos de vencedores constituyen el quinto grupo, que es la novia
preparada en Apocalipsis 19:7-9. La esposa es una composición de todos los
vencedores, que, a excepción de aquellos que están de pie sobre el mar de vidrio, serán
arrebatados al tercer cielo antes de los tres años y medio de la gran tribulación. El hijo
varón será arrebatado al trono de Dios, que está en el tercer cielo (Ap. 12:5), y los ciento
cuarenta y cuatro mil vencedores que vivan serán arrebatados al monte celestial de Sion,
que está en el tercer cielo (14:1). Entonces el Señor Jesús descenderá con ellos al aire
casi al final de la gran tribulación. En el aire el Señor arrebatará a la mayoría de los
santos (14:14-16), y todos los creyentes comparecerán ante el tribunal de Cristo (2 Co.
5:10). Los creyentes maduros serán la novia del Señor para Sus bodas. Los inmaduros
entrarán a un lugar para ser disciplinados, lugar al que la Biblia se refiere como las
tinieblas de afuera (Mt. 25:30). Por medio de esta disciplina, ellos serán madurados.
Mientras ellos están en las tinieblas de afuera, el Señor tendrá la fiesta de bodas con Sus
creyentes vencedores.
La cena o el banquete de bodas del Cordero será una recompensa para los creyentes
vencedores. Después de la cena de bodas, Cristo vendrá como General en combate,
junto con Su esposa como Su ejército, para pelear contra el anticristo y derrotarlo a él y
a los reyes que están bajo sus órdenes junto con los ejércitos de ellos en Armagedón
(Ap. 19:11-21). Satanás será entonces atado y arrojado al abismo donde estará por mil
años (20:1-3). La derrota del anticristo pondrá fin al gobierno humano sobre la tierra, y
Cristo con Sus vencedores como correyes reinará en Su reino para regir a todas las
naciones de la tierra por mil años (vs. 4-6). Después de que se completen estos mil años,
el primer cielo y la primera tierra pasarán y serán renovados para llegar a ser el nuevo
cielo y la nueva tierra. La Nueva Jerusalén, compuesta de todo el pueblo que Dios
escogió y redimió a lo largo de las generaciones, descenderá del cielo a la nueva tierra
(21:2).
El libro de Apocalipsis nos muestra que sin los vencedores Cristo no tiene un camino
por el cual regresar. Nosotros sabemos que Cristo es nuestro camino (Jn. 14:6a). Pero de
lo profundo de Su corazón, Cristo nos diría que los vencedores son Su camino. Sin
Cristo nosotros no tenemos camino alguno, pero hoy sin los vencedores Cristo no tiene
camino. Los vencedores son el camino mismo por el cual Cristo puede regresar.
La venida de Cristo es un largo proceso. Esta venida se inició con Su primera venida y
tendrá su consumación en Su segunda venida. Entre estas dos venidas está el proceso de
Su venida. En Su venida El está en camino, y este camino es la iglesia, Su Cuerpo,
representada por los vencedores. Su segunda venida será consumada por medio de los
vencedores. En esta era Su Cuerpo vence en parte y es derrotado en parte. La parte
derrotada está siempre bajo el caos satánico; esta parte no puede ser el proceso de la
venida de Cristo. La parte vencedora es el proceso de Su venida. Apocalipsis es un libro
sobre los vencedores, quienes culminan la economía de Dios. Sin los vencedores no hay
manera de que Dios realice Su economía.
El título de este libro es El caos satánico en la vieja creación y la economía divina para
la nueva creación. La nueva creación surgió por medio de la economía divina, y la
economía divina será culminada por los vencedores. Los mártires vencedores que están
bajo el altar, comenzaron con Abel, el primer mártir. Finalmente, Dios tardará por lo
menos seis mil años, empezando desde Adán, para obtener Su novia, la cual es la suma
de todos los vencedores. La novia es la Nueva Jerusalén, el Paraíso de Dios, en el reino
de mil años. En esos mil años, Dios disciplinará a todos aquellos que creyeron en el
Señor Jesús pero que fueron derrotados y no maduraron. Por medio de esta disciplina
ejercida durante mil años, todos ellos madurarán y estarán listos para ser los
constituyentes de la Nueva Jerusalén en la eternidad.
En el reino de mil años, la Nueva Jerusalén está en los cielos, pero después de que todos
los redimidos de Dios son madurados para ser parte de la Nueva Jerusalén, ésta
descenderá del cielo de Dios a la tierra (Ap. 21:2). Esto indica que nuestra morada por
la eternidad no será el cielo sino la Nueva Jerusalén sobre la tierra nueva. Esta será la
Nueva Jerusalén consumada y agrandada, la esposa del Cordero por la eternidad. Todos
nosotros necesitamos ver que debemos ser madurados para llegar a ser la Nueva
Jerusalén. Si no maduramos en esta era, Dios tiene una manera de madurarnos en la era
venidera, pero esa manera es la más difícil.
Es correcto decir que Apocalipsis es un libro de profecía, pero ése no es el fin
primordial de dicho libro. El propósito central del libro de Apocalipsis está relacionado
con los vencedores. Dios no cumplió Su economía con la raza de Adán ni con la raza de
Abraham según la carne ni con la raza de Abraham según el Espíritu; pero de estas tres
razas El obtuvo algunos vencedores. Hebreos 11 enumera algunos de estos vencedores
de la raza de Adán, y de la raza de Abraham según la carne. De entre la raza de Adán y
de los descendientes terrenales de Abraham, Dios obtuvo algunos vencedores, tales
como Abel, Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, etc. Espero que también nosotros
seamos contados entre los vencedores.
Sin embargo, las iglesias del recobro del Señor no deben ser conocidas como iglesias de
vencedores. No debemos pensar que todos los que están en las iglesias del recobro son
vencedores. Pero el hecho de estar en el recobro en las iglesias nos fortalecerá y nos
ayudará a madurar como vencedores. El recobro del Señor es el camino que nos
conduce a ser vencedores.
Tenemos que correr la carrera y llegar hasta el final para ser contados entre los
vencedores. Pablo no tuvo la plena certeza de que hubiese concluido la carrera sino
hasta antes de ser mártir. En 2 Timoteo 4:6-8 Pablo dijo: “Porque yo ya estoy siendo
derramado en libación, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena
batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Y desde ahora me está guardada la
corona de justicia...” Para entonces Pablo contaba con la recompensa que recibiría en el
reino venidero. A fin de ser vencedores, tenemos que obtener la victoria sobre todo el
caos destructivo y triunfar en la economía constructiva única.
I. NO SE DESALIENTAN NI SE DESANIMAN
SINO QUE SON FORTALECIDOS
Y ESTAN CAPACITADOS PARA EXPRESAR
EN SU VIVIR LA ECONOMIA DIVINA
Los vencedores son aquellos que pasan por el caos pero no se desalientan ni se
desaniman. Al contrario, son fortalecidos y capacitados para expresar en su vivir la
economía divina. Por todas partes el caos satánico sigue dándose en la cristiandad. Aun
en el recobro del Señor hemos experimentado el caos. Desde 1987 algunos de entre
nosotros se rebelaron contra el recobro. Por causa de esta rebelión hay en los Estados
Unidos algunos grupos que se han dividido. Todos nosotros tenemos que vencer el caos
destructivo. Si somos capacitados por el Señor para vencer el caos destructivo,
entraremos triunfalmente en el reino; seremos aquellos que triunfan en la economía
constructiva única.
Romanos 16:17 dice que necesitamos señalar a aquellos que causan divisiones y
apartarnos de los tales. Apartarnos de los que causan divisiones es vencer el caos
destructivo. Esto preserva la unidad del Cuerpo de Cristo para que tengamos una vida
normal de iglesia. Aquellos que causan divisiones gustan de ponerse en contacto con los
santos, y este contacto hace que los santos tropiecen y dejen la vida de iglesia. Si
estamos abiertos a ellos y escuchamos sus palabras divisivas, podemos ser
contaminados con su veneno. Este veneno hará que dudemos del recobro y debilitará
nuestra moral para el recobro. Seremos fríos acerca de asistir a las reuniones y acerca de
leer el Nuevo Testamento y los Mensajes estudio-vida. Si tocamos a estas personas
disidentes y estamos abiertos a ellas, nos enfriaremos. Cuando menos, nos volverán
tibios. En Estudio-vida de 2 Timoteo hicimos ver que el tema de dicho libro es la
inoculación contra la decadencia de la iglesia. Necesitamos ser vacunados para ser
preservados de los microbios del caos satánico, de rebelión y división.
II. OBTIENEN LA VICTORIA
SOBRE TODO EL CAOS SATANICO
Y LLEVAN A CABO LA ECONOMIA DIVINA UNICA
A. Por el Dios Triuno procesado y consumado
como la gracia todo-suficiente
Tenemos que vencer todo el caos satánico por medio del Dios Triuno procesado y
consumado, quien es la gracia todo-suficiente (1 Co. 15:10; 2 Co. 12:9; 2 Ti. 4:22). En 1
Corintios 15:10 Pablo dijo que la gracia del Señor estaba con él; en Gálatas 6:18 indicó
que la gracia del Señor Jesucristo está con nuestro espíritu; y en 2 Timoteo 4:22 indicó
que el Señor está con nuestro espíritu. El Señor como gracia todo-suficiente está con
nuestro espíritu, y nosotros podemos vencer todo el caos satánico y llevar a cabo la
economía divina única por medio de El, quien es nuestra gracia todo-suficiente.
B. Según la verdad de la cual la iglesia,
la manifestación de Dios en la carne,
es columna y fundamento
Podemos vencer el caos satánico y llevar a cabo la economía divina según la verdad, de
la cual la iglesia, la manifestación de Dios en la carne, es columna y fundamento (1 Ti.
3:15-16). Los rebeldes no pueden sacudir la iglesia en el recobro del Señor, porque la
iglesia es columna y fundamento de la verdad. La columna sostiene el edificio, y el
fundamento es el apoyo de la columna. La iglesia es la columna que sostiene la verdad,
y la base que sustenta la verdad. Puesto que la iglesia es columna y fundamento de la
verdad, necesitamos ser aquellos que enseñan la verdad. Nuestra enseñanza de la verdad
iluminará a los que están en tinieblas, los vacunará contra el veneno, sorberá la muerte,
y volverá aquellos que se distrajeron a la senda recta.
C. En las siguientes condiciones
Apocalipsis 2 y 3 revelan que necesitamos vencer todo el caos satánico y llevar a cabo
la economía constructiva única en ciertas condiciones.
1. Que amemos al Señor,
quien es nuestro primer amor
Necesitamos ser aquellos que aman al Señor, quien es nuestro primer amor (Ap. 2:4). El
primer amor puede compararse con el amor de los recién casados. Después de que una
pareja contrae matrimonio, con el paso del tiempo es fácil que el amor se empiece a
agotar. ¿Qué esposa ama hoy a su esposo tanto como cuando se casó con él? Tenemos
que recuperar el amor nupcial para con nuestro Esposo, Cristo.
2. Que disfrutemos comer a Cristo
como árbol de vida en la iglesia,
el Paraíso actual,
para ser un candelero resplandeciente
También necesitamos disfrutar a Cristo comiéndole como árbol de vida en la iglesia, la
cual es el Paraíso actual, para ser un candelero resplandeciente (Ap. 2:7, 5). El Señor no
dice que El les dará a los vencedores a comer el fruto del árbol de la vida. El les dice
que les dará a comer todo el árbol de la vida, que es Cristo mismo. Nosotros debemos
comer un solo árbol, el árbol universal, el único árbol, el árbol de la vida, el cual es
Cristo como incorporación de la vida divina.
Tenemos que amar al Señor con amor nupcial, y tenemos que disfrutarle como el árbol
de vida completo. Este árbol crece en el Paraíso de Dios. El Paraíso de Dios (v. 7) es la
Nueva Jerusalén en el reino milenario. La Nueva Jerusalén en el reino milenario será un
paraíso para Dios. Este paraíso será mucho más agradable que el huerto de Edén. Hoy
día la vida de iglesia es el precursor de este paraíso que ha de venir; es la miniatura de la
Nueva Jerusalén del reino venidero.
3. Que seamos fieles hasta la muerte
al sufrir pobreza y pruebas
con miras a obtener la corona de la vida
El Señor exhortó a la iglesia en Esmirna a que fuera fiel hasta la muerte y a que sufriera
pobreza y pruebas con miras a obtener la corona de la vida (Ap. 2:9-10). Una corona en
el Nuevo Testamento siempre denota un galardón que se añade a la salvación.
4. Que disfrutemos a Cristo
como el maná escondido
para vencer la mundanalidad
de la iglesia que está degradada
Tenemos que disfrutar a Cristo como el maná escondido, una porción especial del
suministro nutritivo, para vencer la mundanalidad de la iglesia que se ha degradado con
las enseñanzas idólatras de Balaam, y las enseñanzas en cuanto a la jerarquía, de los
nicolaítas (Ap. 2:12-17a). El Señor les dio el maná a los hijos de Israel a la luz. Cada
mañana por todo el campamento, el maná se daba manifiestamente para que el pueblo lo
comiera (Ex. 16:14-18); pero una pequeña porción de ese maná era preservado en una
vasija de oro dentro del arca en el tabernáculo (16:33; He. 9:4). Ese es el maná
escondido. El maná dado a la luz es Cristo como la porción de Dios, común a todo el
pueblo de Dios para que ellos lo disfruten a la luz. El maná escondido, que representa al
Cristo escondido, es una porción especial reservada para los vencedores que le buscan y
que vencen la degradación de la iglesia mundana.
Solamente los vencedores que tienen una búsqueda seria entrarán en el Lugar Santísimo
para experimentar a Cristo como el arca, el testimonio de Dios, para disfrutar de una
porción particular del Cristo escondido. Debemos tener una experiencia profunda de
Cristo. La experiencia que tenemos de Cristo no debe ser meramente una experiencia
que se expresa en las reuniones, sino que debe ser una experiencia escondida en el
Lugar Santísimo, en Cristo como el arca, el testimonio de Dios. Estando en Cristo como
el arca, nosotros podemos disfrutarle como el maná escondido, como una porción
especial para nuestro suministro de vida, a fin de vencer la mundanalidad de la iglesia
que se ha degradado.
Esta iglesia mundana tiene la enseñanza idólatra de Balaam, y la enseñanza de jerarquía
que traen los nicolaítas. Hoy día en la cristiandad prevalecen estas dos enseñanzas.
Balaam era un profeta gentil que le enseñó al pueblo por la paga. El era un profeta
alquilado, y su enseñanza sedujo al pueblo de Dios y lo llevó a la fornicación y la
idolatría (Nm. 25:1-3; 31:16). La enseñanza de Balaam distrae a los creyentes de la
persona de Cristo, los lleva a la idolatría y los aleja del disfrute de Cristo
conduciéndolos a cometer fornicación espiritual.
La enseñanza de los nicolaítas desarrolla una jerarquía entre los creyentes. Esta
enseñanza destruye la función de los creyentes como miembros del Cuerpo de Cristo,
anulando así el Cuerpo del Señor como expresión Suya. Tanto en el catolicismo romano
como en las denominaciones protestantes, hay una organización jerárquica. En la
organización religiosa de la Iglesia Católica Romana, hay obispos, arzobispos,
cardenales y por último el papa. En las denominaciones protestantes se tiene el sistema
del clero y el laicado. La enseñanza de los nicolaítas consiste en que sólo el clero es
apto para predicar y tiene la posición para predicar, para hablar por el Señor. A los
demás se les llama laicos. Esto es jerarquía.
En el recobro del Señor tenemos que vencer el sistema de clérigos y laicos. Todos
nosotros tenemos la posición como miembros del Cuerpo de Cristo de hablar por el
Señor. Si alguien nos pregunta quién es nuestro pastor, debemos decir que en nuestro
medio cada uno es “un pastor”. Todos podemos hablar por el Señor y enseñar la verdad.
Nuestro hablar por el Señor en las reuniones es lo que anula la jerarquía. Somos
miembros del Cuerpo orgánico de Cristo, y cada miembro tiene una función específica.
El Señor desea recobrar la función de todos los miembros del Cuerpo de Cristo.
5. Que seamos transformados
para ser una “piedra blanca”,
según la transformación en vida
La obra de Dios de edificar la iglesia depende de nuestra transformación. Nosotros
como vencedores necesitamos ser transformados para ser una “piedra blanca”,
justificados y aprobados por el Señor, para la edificación de la casa de Dios, con un
“nombre nuevo” según la transformación en vida (Ap. 2:17b). En nuestro ser natural, no
somos piedras sino barro. Pero estamos siendo transformados de barro en piedras
preciosas para el edificio de Dios. El blanco significa justificación y aprobación. Que
seamos transformados en una piedra blanca, significa que somos justificados y
aprobados por el Señor para Su edificio.
Algunas casas son hechas de ladrillos, pero la iglesia no lo es. La iglesia es edificada
con piedras preciosas. Estas piedras preciosas son los creyentes que han experimentado
transformación sobre transformación (Ro. 12:2; 2 Co. 3:18). Todos los creyentes
transformados, como piedras blancas, llevan un nuevo nombre. Este nombre nuevo es la
interpretación de la experiencia de uno que ha sido transformado. Por consiguiente, sólo
él conoce el significado de ese nombre. Nosotros recibimos un nombre nuevo por
nuestra nueva experiencia según la transformación en vida.
6. Que estemos firmes en contra
de las enseñanzas católicas de Jezabel
Necesitamos ser aquellos que están firmes en contra de las enseñanzas católicas de
Jezabel, que están plagadas de fornicación, idolatría y las profundidades de Satanás (Ap.
2:20, 24a). Las enseñanzas católicas de Jezabel son las enseñanzas de la Iglesia Católica
Romana, la iglesia apóstata. Esto se ve claramente en la iglesia en Tiatira en Apocalipsis
2.
7. Que huyamos de la muerte espiritual,
que andemos en “vestiduras blancas”
sin contaminación
Hemos hecho notar que en el caso de la iglesia en Sardis, en Apocalipsis
3, todo allí o está muerto o está por morir. A fin de ser vencedores
debemos huir de la muerte espiritual. Necesitamos ser aquellos que
son vivientes en la realidad y en quienes nada muere en imperfección.
Como vencedores debemos andar en “vestiduras blancas” sin ninguna
contaminación, para que nuestros nombres no sean borrados del libro
de la vida, sino que sean confesados por el Señor ante Su Padre y ante
los ángeles de Su Padre en la edad venidera, la edad del reino (Ap. 3:1-
2, 4-5). Andar en vestiduras blancas es vivir sin una sola mancha de
muerte, y vivir justificados y aprobados en vida por el Señor.
8. Que guardemos la palabra
de perseverancia del Señor
y que no neguemos el nombre del Señor
aunque nos cueste
la última partícula de fuerza
Los vencedores, los de la iglesia en Filadelfia, guardan la palabra de perseverancia del
Señor y no niegan el nombre del Señor aunque les cueste hasta la última partícula de
fuerza, para ser guardados de la hora de prueba que viene sobre todos los moradores de
la tierra, y para recibir la corona, el premio de ser columnas en el templo de Dios, y
tener escrito en ellos el nombre de Dios, el nombre de la ciudad de Dios, la Nueva
Jerusalén, y el nuevo nombre de Cristo (Ap. 3:8b, 10-12). La hora de prueba será el
período de la gran tribulación. Para saber más en cuanto a todos los puntos relacionados
con los vencedores, sería útil estudiar Apocalipsis 2 y 3 con todas las notas de la
Versión Recobro del Nuevo Testamento. Entonces podremos entender mucho más.
9. Que seamos calientes, y no tibios
Necesitamos ser calientes, estar ardiendo, en vez de ser tibios, para comprar oro
refinado en fuego, vestiduras blancas y colirio, a fin de que no seamos vomitados de la
boca del Señor, sino invitados a cenar con el Señor y a sentarnos con El en Su trono
(Ap. 3:15-21). Debemos ser aquellos que en esta era cenan con el Señor y banquetean
con El, a fin de poder sentarnos con El en Su trono en la edad del reino. Sentarse con el
Señor en Su trono será un premio para el que venza, a fin de que éste sea partícipe de la
autoridad del Señor y sea correy Suyo para regir toda la tierra en el reino milenario que
está por venir.
UNA PALABRA EN CUANTO AL MOVER
DE DIOS EN RUSIA
Ahora nos gustaría decir algo en cuanto al mover del Señor en Rusia. Todos aquellos
que tienen algún sentir de ir allí, deben ser sobrios en su consideración. Mudarse de un
país a otro para radicarse en éste envuelve muchas cosas.
Según la Biblia, especialmente según el Nuevo Testamento, nosotros los cristianos
debemos ser personas movibles. En Hechos 1:8 el Señor dijo que los discípulos serían
Sus testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta en la parte más remota de la
tierra. Los discípulos emigraron a otros lugares, no para ganarse el sustento, sino para
extender el evangelio.
La Biblia nos dice que Abraham, Isaac y Jacob vivían en tiendas (He. 11:8-9). Una
tienda es una morada móvil y no tiene cimientos. Abraham, Isaac y Jacob
constantemente recogían sus tiendas y se iban a otro lugar. Ellos vivían en una tienda y
con un altar, o sea, con la cruz de Cristo, para servir y adorar a Dios. Es por esto que
ellos eran extranjeros y peregrinos. Este es el principio primordial de nuestra vida
cristiana. Que un cristiano que ama al Señor se establezca permanentemente en un lugar
no es una cosa bíblica. Somos peregrinos hoy en esta tierra, y nos mudamos
constantemente.
Para tener una visión apropiada del mover actual del Señor en Rusia, necesitamos
entender la economía de Dios con respecto a la raza humana. En Génesis 1 Dios hizo al
hombre a Su imagen y conforme a Su semejanza para que éste le expresara a El en Su
imagen, y le representara en Su dominio (vs. 26-28). Más adelante, en Génesis se nos
dice que cuando Noé salió del diluvio, edificó un altar para servir a Dios, y esto agradó
a Dios. Luego Noé cometió un error al emborracharse y quedar desnudo. Después Dios
le usó para que profetizara en cuanto a sus tres hijos: Sem, Cam y Jafet (9:18-27).
Según la historia, estos tres hijos finalmente se convirtieron en tres grandes razas. Jafet
llegó a ser el pueblo europeo, y según la profecía de Noé, habría de ser ensanchado por
Dios. Esto significa que los descendientes de Jafet serían fuertes para conquistar y
propagarse. Sem es el origen de las razas de la mayoría de los pueblos de Asia,
incluyendo a los judíos. Palestina es parte de Asia. Cam vino a ser el padre de la raza
que se estableció principalmente en Africa. Europa, Asia y Africa se reúnen
geográficamente en torno al mar Mediterráneo. La tierra judía de Palestina está en el
centro de estas tres secciones habitadas: Europa al norte, Africa al sur, y Asia al oriente.
Hace como quinientos años Colón se aventuró a cruzar el Atlántico, y llegó a una nueva
tierra, América. Debido a esto, la mayoría de las personas de los Estados Unidos son
descendientes de europeos, descendientes de Jafet.
Según la historia, los primeros pueblos fuertes fueron Asiria y Babilonia. Nimrod
edificó estas dos grandes naciones: Asiria, cuya capital fue Nínive, y Babilonia, cuya
capital fue la ciudad de Babel (Gn. 10:8-11; Mi. 5:6). Asiria fue la primera nación que
invadió a Israel y lo derrotó. Luego Babilonia conquistó a Israel y destruyó a Jerusalén,
quemó el templo, y llevó al exilio a los hijos de Israel. Más adelante, el Imperio Medo-
persa sucedió a Babilonia y derrotó a Israel. Medo-persia fue el imperio más grande de
la historia. Ester 1:1 nos dice que este imperio tenía ciento veintisiete provincias. Hoy
día en el golfo Pérsico tenemos estos pueblos fuertes. Irán es hoy lo que antes era
Persia, e Irak es lo que antes era Babilonia. Ellos están peleando entre sí, y siguen
causando problemas en la región que rodea el Mediterráneo.
En Daniel 7 la Biblia nos dice que cuatro bestias suben del mar Mediterráneo, el mar
Grande. La primera bestia representa el Imperio Babilónico; la segunda bestia
representa el Imperio Medo-persa; la tercera bestia representa el Imperio Greco-
macedonio, y la cuarta bestia representa el Imperio Romano. El Imperio Romano llegó a
Palestina, y el Señor Jesús nació bajo el domino de este imperio.
Si leemos cuidadosamente la historia, podemos ver que para Dios poder llevar a cabo
Su economía, siempre acudió a los pueblos fuertes. Cristo nació como cautivo del
Imperio Romano. El Imperio Romano fue una nación fuerte. Los romanos edificaron
carreteras y abrieron el tráfico de Palestina a Roma y a España. En ese entonces se
consideraba que España era la parte más remota de la tierra. El griego se convirtió en el
idioma común de todo el Imperio Romano. Incluso el Señor Jesús citaba la Septuaginta,
que era la versión en griego del Antiguo Testamento.
Por un lado, Roma conquistó y capturó a Palestina; pero por otro, preparó un buen
entorno para que naciera el Señor Jesús. Roma también proveyó los medios para que el
Señor Jesús fuera crucificado. La crucifixión no era un método de ejecución usado por
los judíos, sino por los gentiles (Esd. 6:11). Con el tiempo, este método fue adoptado
por el Imperio Romano para ejecutar a los criminales más viles. La forma en que Cristo
murió, la forma en que se le quitó la vida, fue el cumplimiento de la profecía del
Antiguo Testamento.
Después de la ascensión de Cristo, los apóstoles empezaron a difundir el evangelio. La
propagación del evangelio llevada a cabo por ellos fue facilitada por las vías terrestres y
marítimas de los romanos. En consecuencia, la predicación del evangelio inicialmente
se llevó a cabo por medio de la fuerte nación de Roma. Por una parte, esa nación
persiguió y aun crucificó a Cristo, y también persiguió y dio muerte a los apóstoles.
Pero fue mediante este fuerte imperio que se preparó el camino para que Cristo naciera
y fuera crucificado, y para que el evangelio fuera predicado.
En los siglos dieciocho y diecinueve, Dios usó la Gran Bretaña como poder mundial por
medio de la práctica del imperialismo, para que preparara el camino a fin de mantener el
orden del mundo entero para la obra misionera. El Señor también usó a Inglaterra
espiritualmente en ese entonces para la propagación de Su evangelio a todo el mundo.
El imperialismo es la política y la práctica de mantener un imperio conquistando y
dominando países más débiles. En el sentido político, el imperialismo es maligno y debe
ser condenado, pero Dios es soberano. El imperialismo fue usado por la mano divina
para la extensión del evangelio. De no ser así, muchos países atrasados no se habrían
abierto. Por medio del imperialismo, los países débiles y atrasados fueron obligados a
abrirse. Esto dio lugar a que los misioneros tuvieran acceso a esos países y llevaran
consigo el evangelio. El nacimiento de Cristo, la muerte de Cristo, la propagación del
evangelio en los primeros días de la iglesia, y la obra misionera para la difusión del
evangelio a todos los rincones de la tierra, vinieron por conducto de pueblos fuertes.
Los descendientes de Jafet, según la profecía de Noé, han sido un pueblo fuerte. La
mayoría de la gente de Europa, de Rusia y de los Estados Unidos son descendientes de
Jafet. Las naciones de Europa occidental hoy día tienen trescientos cincuenta millones
de habitantes. Ellos están divididos, pero se han dado cuenta de que necesitan unirse.
Hoy hablan de tener una moneda común. En el oriente de Europa está Rusia, que tiene
como trescientos cincuenta millones de habitantes. En los Estados Unidos hay como dos
millones de personas de esta misma raza. Por tanto, podemos decir que en la tierra hay
cerca de novecientos millones de descendientes de Jafet. Una tercera parte de ellos está
en Rusia. Ellos son un pueblo muy tenaz, culto, educado y analítico. El carácter y la
disposición de las personas tiene mucho que ver con la zona climática en la cual viven.
La gente de las regiones frías es generalmente tenaz y estricta.
Después de setenta años de comunismo, la mayoría de la población de Rusia ha sido
liberada del régimen comunista. Ellos han sido preparados por el Señor. Sus mentes
están vacías de todo lo demás, y ellos ahora están realmente vacíos, abiertos y tienen
hambre del evangelio. Ellos quieren conocer la Biblia, y les gusta oír el inglés
americano. Nuestros santos les hablan a ellos en inglés con la ayuda de intérpretes
rusos. Los rusos reciben cálidamente a aquellos que les puedan enseñar acerca de Dios y
de la Biblia.
En cinco semanas de labor en San Petersburgo, bautizamos a cinco mil ciento cuarenta
y dos personas. Los trescientos cincuenta millones de rusos están tan abiertos que
nosotros podríamos salvar y bautizar a un gran porcentaje de ellos, pero necesitamos
bautizadores. Fue un milagro que pudiéramos bautizar más de cinco mil personas
teniendo poco más de treinta santos para hacer esta labor. Hay muchas cosas prácticas
que hacer con relación a estos bautismos.
Aprecio de corazón a los que están laborando de tiempo completo en Rusia. Se me ha
dicho muchas veces que ellos no tienen tiempo para comer ni descansar adecuadamente
por causa de la gran necesidad que hay allí. Después de bautizar a estos nuevos
creyentes, ellos van a visitarlos para tener reuniones de hogar con ellos a fin de
nutrirlos. Ya que sólo tenemos como treinta hermanos para cuidar de unos cinco mil
nuevos, cada obrero debe cuidar de cerca de ciento ochenta nuevos.
El pueblo ruso ha sido preparado por el Señor, y si nosotros no vamos a ellos,
perderemos la oportunidad. Sus mentes han quedado vacías, y ellos están abiertos por
ahora, pero en unos cinco años sus mentes podrían llenarse de nuevo. La necesidad en
Rusia es obvia, y la manera de llenarla no está en el cristianismo.
Hace más de mil años Rusia era un país inculto sin lenguaje escrito y sin civilización.
Luego los misioneros griegos de la Iglesia Griega Ortodoxa fueron a Rusia. Hoy día en
el alfabeto ruso hay varias letras griegas por causa de que fueron los misioneros griegos
quienes inventaron el alfabeto para el pueblo ruso. La Iglesia Rusa Ortodoxa fue
establecida hace diez siglos. Este cimiento de la ortodoxia rusa fue echado muy
profundamente. Ni siquiera los comunistas, incluyendo a Lenin y Stalin, pudieron
conmover este cimiento. Al final del siglo diecisiete, surgió Pedro el Grande. Antes de
él, Rusia era básicamente un país de costumbres orientales en cosas tales como el
vestido y la comida. Fue Pedro el Grande quien revolucionó su civilización. El
occidentalizó a Rusia, y el vestido y la comida de los rusos cambiaron, adoptando el
estilo occidental. Se convirtieron, pues, en europeos occidentales, aunque estaban
mayormente en territorio asiático.
La historia nos dice que finalmente la familia real de Rusia, el clero de la Iglesia Rusa
Ortodoxa y los señores feudales, se corrompieron. Durante la primera guerra mundial, el
zar envió sus tropas a pelear contra Alemania. Esto le dio a Lenin la oportunidad de
agitar al vulgo para que se rebelara contra el gobierno zarista existente. En 1917 se llevó
a cabo la revolución comunista. Ahora que el régimen comunista se acabó en Rusia, la
puerta está abierta de par en par para la extensión del recobro del Señor.
En principio tenemos que ir para suplir la necesidad del Señor en Rusia, pero no
debemos hacerlo livianamente. Nosotros como iglesias debemos considerar qué
porcentaje de personas debe ir. No podemos enviarlos a todos; de otro modo,
sufriríamos una gran pérdida. Los líderes tienen que considerar quién es más útil aquí, y
quién es más útil si emigra a Rusia. Es por esto que nos complace recibir las solicitudes
de aquellos que desean ir a Rusia. Los santos pueden solicitar esto, pero nosotros
tenemos que discernir y considerar quién debe quedarse y quién debe ir.
Además, debemos tener en cuenta el sostenimiento económico. Para sostener un
misionero en la obra en Rusia, se requieren más de mil dólares al mes. Si tenemos cien
hermanos que desean ir, debemos tener cien mil dólares al mes para su sostenimiento.
Esto ascendería a un millón doscientos mil dólares al año. Esta suma incluye los costos
de su alojamiento, su transporte, sus enseres, sus lugares de reunión, y muchas otras
cosas relacionadas con el aspecto práctico de la obra allí. La capacidad actual que tienen
los santos para sostener económicamente a los obreros en Rusia no es muy elevada. Al
comienzo de nuestro movimiento hacia Rusia, recibimos una gran cantidad de ofrendas,
pero las ofrendas han menguado. Tenemos que darnos cuenta de que las ofrendas no
aumentarán a menos que el Señor intervenga y haga un milagro. De modo que debemos
supeditar a nuestra capacidad financiera el número de personas que pueden ir.
Más aún, si algunos santos desean ir, deben considerar su futuro. Tienen que considerar
la edad que tienen; deben tener en cuenta su familia, cuántos hijos quieren tener, y la
edad de los hijos que tienen y la forma en que desean que ellos sean educados.
Acerca de la obra en Rusia, no sabemos que depara el futuro. Es posible que después de
cinco años, los rusos ya no estén abiertos; sus mentes pueden llegar a llenarse de otras
cosas. Ellos son un pueblo muy capaz, culto y conocedor, y tienen un carácter tenaz.
Solamente el Señor sabe cuánto tiempo va a estar abierta esta puerta.
CAPITULO CUATRO
LA ECONOMIA DE DIOS
Lectura bíblica: Col. 3:10-11; 1:15-19;
Ef. 1:22-23; Ro. 12:5; Ef. 3:8-11, 2; 4:15-
16; 1:10; 1 Ti. 3:15-16; Ro. 8:29; He.
2:10-12; Mt. 16:18-19; Ro. 14:17; He.
1:8; Ap. 21:1-3; 22:1-2
BOSQUEJO
1. Tiene a Cristo como su centralidad y su universalidad—Col. 3:10-11. 2. Hace a Cristo preeminente en todas las cosas—Col. 1:15-19:
1. En la Deidad—v. 15a. 2. En la creación—vs. 15b-17. 3. En la resurrección para la nueva creación, que es la iglesia, el Cuerpo de
Cristo—v. 18. 4. En la plenitud de la Deidad—v. 19.
3. Produce la iglesia para que sea: 1. El Cuerpo de Cristo—Ef. 1:22-23:
1. La plenitud de Aquel que todo lo llena en todo para ser Su expresión. 2. Un organismo constituido de Sus miembros—Ro. 12:5. 3. Edificado:
1. Con las inescrutables riquezas de Cristo por medio del dispensar divino—Ef. 3:8-11, 2.
2. Por los miembros dotados como coyunturas del rico suministro y por cada miembro operando en su medida—Ef. 4:16.
3. Por medio de que el Cuerpo crezca en vida, asido de Cristo, la Cabeza—Ef. 4:15-16.
4. Para que Cristo, como Cabeza, reúna todas las cosas en Sí mismo—Ef. 1:10.
2. La casa de Dios—1 Ti. 3:15-16: 1. Compuesta de los muchos hijos de Dios como los muchos hermanos
de Cristo, el Hijo primogénito de Dios—Ro. 8:29; He. 2:10-12. 2. Columna y fundamento de la verdad. 3. La manifestación de Dios en la carne: el gran misterio de la piedad.
3. El reino de Dios—Mt. 16:18-19; Ro. 14:17: 1. Para la administración divina. 2. Para expresar la autoridad divina—He. 1:8.
4. Tiene su consumación en la ciudad santa, la Nueva Jerusalén—Ap. 21—22.
En el capítulo anterior vimos que a los ojos de Dios hay cuatro razas: la raza de Adán, la
raza de Abraham según la carne, la raza de Abraham según el Espíritu, y la raza de los
vencedores. Hoy día estamos cerca del final del período de seis mil años que comenzó
con la creación de Adán. La edad de la raza de Adán duró dos mil años, hasta los
tiempos de Abraham. En la raza de Adán, el primer personaje fue Adán, y el último
personaje prominente fue Nimrod, quien edificó Asiria, de la cual Nínive fue capital, y
también edificó Babilonia, cuya capital fue Babel. Babel fue el fin de la edad de la raza
adámica.
Entonces Dios escogió a Abraham de entre la raza idólatra de Caldea, que fue el asiento
de la antigua Babilonia (Gn. 15:7; Hch. 7:2-4). La edad cambió de la raza de Adán a la
raza de Abraham según la carne. Esta edad también duró dos mil años. La primera
figura de dicha edad fue Abraham, y la última figura fue Juan el Bautista. Juan el
Bautista fue una persona que vivió en la transición del Antiguo Testamento al Nuevo.
En el Antiguo Testamento se profetizó claramente en cuanto a él (Is. 40:3; Mal. 3:1;
4:5). El debe ser considerado el último de la edad de la raza de Abraham según la carne,
y el primero de la raza de Abraham según el Espíritu.
Cuando Dios llamó a Abraham, le dijo que su simiente sería en número como el polvo
de la tierra (Gn. 13:16) y como las estrellas del cielo (15:5). Esto significaba que Dios le
daría a Abraham dos clases de descendientes. Los descendientes de Abraham según la
carne serían como el polvo de la tierra. Estos descendientes son incontables puesto que
no hay manera de contar el polvo. Los otros descendientes de Abraham son como las
estrellas del cielo. Estos son los descendientes espirituales, los que creen en Cristo. En
Gálatas 6:16 Pablo se refiere a los descendientes espirituales de Abraham en una forma
colectiva como el Israel de Dios. Este es el verdadero Israel (Ro. 9:6b; 2:28-29; Fil.
3:3), que incluye a todos los que creen en Cristo, gentiles y judíos, quienes son los
verdaderos hijos de Abraham (Gá. 3:7, 29).
Desde el punto de vista divino, la raza de Adán ocupó dos mil años de la historia, y la
raza de Abraham según la carne también tuvo dos mil años de historia. Los
descendientes espirituales de Abraham, aquellos que son el Israel espiritual y celestial,
también han ocupado hasta ahora casi dos mil años. Por lo tanto, la economía de Dios
ha estado entre la raza humana durante tres períodos: dos mil años para la raza de Adán,
dos mil años para los descendientes físicos de Abraham, y dos mil años para sus
descendientes espirituales. Esta es la historia de la humanidad desde la perspectiva
divina. Ningún historiador secular podría decirnos que la historia humana está dividida
en estos tres períodos. Finalmente, la historia humana entrará a otra edad. Esta será la
edad del milenio, el reino de mil años.
Lo más importante de estos seis mil años de historia humana es la economía divina.
Debido a que estamos cerca del final de este período de seis mil años, estamos en el
umbral de la manifestación del reino. La economía de Dios ha pasado por unos seis mil
años de historia humana. Durante este período, el enemigo de Dios, que es Satanás, ha
hecho todo lo posible por impedir que se lleve a cabo la economía de Dios.
El libro de Job nos muestra que junto con la economía divina está también el caos
satánico. Job 1:6 dice: “Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de
Dios, entre los cuales vino también Satanás”. A Satanás se le permitió entrar a la
morada de Dios en los cielos. Job pasa a hablarnos de la conversación de Jehová con
Satanás (vs. 9-12). También se le dio permiso a Satanás de tocar todo lo de Job, excepto
su vida. Esto muestra que Dios tiene un adversario. Este adversario siempre va al lado
de la economía de Dios. Donde está la economía de Dios, allí también está el caos
satánico.
La economía divina y el caos satánico pueden verse desde el primer capítulo de Génesis
hasta el último capítulo de Apocalipsis. Cuando Dios creó los cielos y la tierra, los
ángeles cantaron y a dieron voces de gozo (Gn. 1:1; Job 38:4-7), pero inmediatamente
Satanás se rebeló contra Dios, lo cual produjo caos (Is. 14:12-15; Gn. 1:2a). Esta
historia de la economía divina y el caos satánico se ha estado dando a lo largo de la
historia del universo. El Nuevo Testamento empieza con Cristo como incorporación del
Dios Triuno, encarnado para ser un Dios-hombre (Jn. 1:1, 14). ¡Qué maravilla fue la
encarnación del Dios Triuno! Pero inmediatamente apareció allí el caos satánico.
Herodes procuró matar a Cristo en Su infancia (Mt. 2:1-22).
Aun en el nuevo cielo y la nueva tierra habrá señales del caos satánico y la economía
divina. La gran señal, la única señal, de la economía de Dios será la Nueva Jerusalén. La
Nueva Jerusalén es la máxima consumación de la economía de Dios. Fuera de la ciudad
está el “basurero”, llamado el lago de fuego. El lago de fuego es una clara señal de todo
el caos que ha habido de generación en generación, por todas las edades. Por la
eternidad habrá dos cosas: una ciudad de agua, y un lago de fuego, los cuales
representan la economía de Dios y el caos satánico respectivamente.
NO SOMOS LIBRADOS DEL CAOS SATANICO,
SINO QUE LO VENCEMOS
Y OBTENEMOS LA VICTORIA SOBRE EL
PARA TRIUNFAR EN LA ECONOMIA
CONSTRUCTIVA UNICA DE DIOS
En una reunión oí que alguien oró diciendo: “Señor, líbranos del caos”. Me gustaría
preguntarles si esta oración es correcta o no. Algunos dirían que es correcta porque el
Señor Jesús nos dijo que le pidiéramos al Padre que no nos pusiera en tentación sino
que nos librara del maligno (Mt. 6:13). Sin embargo, es posible que tengamos un
concepto equivocado de lo que es este tipo de liberación. Dios no quiere que seamos
librados del caos satánico. Lo que El quiere está implícito en las palabras vencer y
obtener la victoria. Si Dios nos librara del caos satánico, El no necesitaría que
venciéramos dicho caos, ni que obtuviéramos la victoria sobre el mismo. Dios desea que
venzamos el caos satánico. La verdadera liberación que recibimos de Dios es la victoria
que obtenemos. En Efesios 6 Pablo nos dijo que necesitábamos revestirnos de poder en
el Señor para estar firmes en contra de las artimañas del diablo (vs. 10-11). Luego dijo:
“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y
habiendo acabado todo, estar firmes” (v. 13). No necesitamos ser librados del caos, sino
que necesitamos estar firmes contra él.
Mientras que la economía de Dios se ha estado realizando, el caos satánico se ha estado
acumulando a lo largo de casi seis mil años de historia de la humanidad. Esta
acumulación ha tenido su consumación en el judaísmo, el catolicismo y el
protestantismo. El judaísmo no procedió de la economía de Dios; el judaísmo es parte
del caos satánico. En Apocalipsis 2:9 el Señor le habló a la iglesia en Esmirna acerca de
la “sinagoga de Satanás”.
Hemos visto que la iglesia, debido a su degradación, finalmente se casó con el mundo
en tiempos de Constantino. En ese entonces, la iglesia se convirtió en cierta clase de
“ismo”, es decir: el cristianismo. Ese “ismo” también era una acumulación del caos
satánico. El matrimonio de la iglesia con el mundo, según se ve en el caso de la iglesia
en Pérgamo (Ap. 2:12-17), con el tiempo produjo el catolicismo romano, como se ve en
el caso de la iglesia en Tiatira (vs. 18-29). En el catolicismo romano tienen la jerarquía
de obispos, arzobispos, cardenales y el papa. El sistema de un papa universal fue
establecido a fines del siglo sexto. En la Iglesia Católica hay mucha herejía, mucha
superstición y muchas prácticas paganas. El catolicismo es una acumulación del caos
satánico. El judaísmo es la primera acumulación, y el catolicismo es la segunda.
Los que buscaron seriamente al Señor no estuvieron dispuestos a tolerar la degradación
de la iglesia, así que ellos se levantaron una y otra vez en diferentes siglos para llevar a
cabo cierta medida del recobro del Señor. Con el tiempo, en el siglo dieciséis se levantó
Martín Lutero, y el Señor lo usó para recobrar la verdad de la justificación por fe.
Finalmente, apareció el protestantismo en ese período de reforma. El resultado de la
Reforma fue las iglesias estatales, tales como la Iglesia de Alemania, la Iglesia de
Noruega y la Iglesia de Inglaterra, llamada hoy día la Iglesia Anglicana. Más adelante
algunos que amaban al Señor empezaron a ver en las Escrituras verdades que no tenían
las iglesias estatales. Entonces se formaron las iglesias privadas, tales como la iglesia
Presbiteriana, la iglesia Bautista y la iglesia Metodista.
En el siglo dieciocho el Señor usó a Zinzendorf para recobrar algo de la práctica de la
vida de iglesia apropiada. Luego en el siglo diecinueve, la asamblea de los Hermanos,
bajo el liderazgo de John Nelson Darby, avanzó y recobró la vida de iglesia en un
mayor grado. Los Hermanos tuvieron su comienzo en 1828, pero noventa años después,
se habían dividido en unos cien grupos.
A principios del siglo veinte el Señor capturó en China a un joven llamado Watchman
Nee, y lo usó para continuar Su recobro. El hermano Nee me dijo una vez que tanto
Europa como los Estados Unidos habían sido arruinados en lo que al mover del Señor se
refería en ese entonces. Aquello forzó al Señor a ir a China, de la cual el hermano Nee
decía que era “suelo virgen” para que el Señor tuviera un nuevo comienzo de la vida de
iglesia. Nosotros ahora estamos en el recobro que el Señor está haciendo de la vida de
iglesia adecuada, para la edificación del Cuerpo orgánico de Cristo.
La economía de Dios ha pasado por la raza de Adán y también por la raza física y la
raza espiritual de Abraham. Al lado de esta economía ha estado el caos de Satanás, el
cual ha dado como resultado tres acumulaciones, que son estos tres “ismos”: el
judaísmo, el catolicismo y el protestantismo. Por causa del fracaso de las primeras tres
razas, y por causa de las acumulaciones del caos satánico —el judaísmo, el catolicismo
y el protestantismo—, el Señor necesita una cuarta raza, la raza de los vencedores. En el
último libro de la Biblia, el libro de Apocalipsis, el Señor tiene un llamado séptuple para
los vencedores.
Según la historia de la iglesia, el recobro del Señor con Sus vencedores empezó en el
siglo segundo. La revelación divina se completó en el siglo primero con el ministerio de
Pablo y el ministerio restaurador de Juan. No obstante, en ese mismo siglo también
hubo la degradación de la vida de iglesia. A pesar de que había pasado muy poco
tiempo después de que la revelación divina fuera completada, la iglesia cayó en
degradación, así que era necesario que hubiera vencedores. El hermano E. H. Broadbent
en su libro The Pilgrim Church [La iglesia peregrina] hizo notar que la línea de
vencedores comenzó en el siglo segundo y ha continuado a lo largo de los siglos.
Yo nací en China, muy lejos del cristianismo occidental. Pero gracias a Dios, hace unos
ciento cincuenta años El envió algunos de los mejores misioneros a aquel antiguo país
que era tan conservador. Ellos eran verdaderos hombres de Dios que fueron honorables,
fieles y excelentes en su carácter. Ellos abrieron la puerta para el evangelio. Mi madre
fue bautizada como resultado de la obra que ellos hicieron. Fue por medio de esto que
yo llegué a ser cristiano. Después de que fui salvo, el Señor gradualmente me abrió los
ojos. Vi que puesto que era un hombre, debía ser cristiano, y si iba a ser cristiano, tenía
que ser un vencedor; tenía que salir del judaísmo, del catolicismo y del protestantismo
para levantarme con los vencedores.
Nací en el norte de China, y el hermano Nee nació en el sur. Finalmente, bajo el arreglo
del Señor, nos pusimos en contacto. Cuando yo era un creyente joven, llegué a leer el
periódico que él publicaba, que se llamaba El Cristiano. Cuando lo leí, el Señor me
capturó. Me di cuenta de que ya que era cristiano, tenía que ser el mismo tipo de
cristiano que era el hermano Watchman Nee: un vencedor. Hace como setenta años el
hermano Nee y yo estábamos entre los jóvenes progresistas de China. Estudiamos en
escuelas modernas y aprendimos inglés. También éramos muy patrióticos, pero el Señor
nos capturó para que fuéramos vencedores.
El Señor nos llamó a ser uno con El para obtener la victoria sobre Su enemigo y
vencerlo. Quizá algunos de nosotros pensemos que hay demasiado caos hoy. El
judaísmo, el catolicismo y el protestantismo son un caos triple. Tal vez deseemos
pedirle al Señor que nos libre de esto. Sin embargo, el Señor en vez de librarnos tal vez
permita que venga caos al lugar donde estamos para que aprendamos a ser uno con El
para obtener la victoria sobre el caos y vencerlo. Estamos en el recobro del Señor, el
cual tiene como fin llevar a cabo la economía de Dios sobre esta tierra. Por esta causa el
caos satánico está también aquí. Los vencedores no son librados del caos actual, sino
que ellos obtienen la victoria sobre el caos destructivo y triunfan en la economía
constructiva única.
UN VENCEDOR QUE TIENE LA VICTORIA
SOBRE EL JUDAISMO, EL CATOLICISMO
Y EL PROTESTANTISMO
Mi carga en este capítulo es que veamos cómo vencer el caos satánico y qué es lo que
debemos vencer. Es posible que pensemos que como cristianos debemos vencer el
pecado, el mundo, nuestra carne y nuestro yo. Pero Apocalipsis 2 y 3 muestra que el
Señor desea que obtengamos la victoria sobre tres cosas: el judaísmo, el catolicismo y el
protestantismo. El Señor se refirió a los que están el judaísmo como a aquellos que eran
de la sinagoga de Satanás. Si todavía queda algo del judaísmo en nosotros, seremos
derrotados. Tenemos que vencer todo lo que sea judaico.
También tenemos que vencer tres tipos de enseñanzas: la enseñanza de Balaam (Ap.
2:14), la enseñanza de los nicolaítas (v. 15), y la enseñanza de Jezabel (v. 20). En las
siete epístolas enviadas a las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3, éstas son tres
enseñanzas diferentes de la enseñanza de los apóstoles. La enseñanza de Balaam y la
enseñanza de los nicolaítas son las enseñanzas de las iglesias protestantes de hoy. Estas
enseñanzas desarrollan el sistema organizado del cristianismo. Si hemos de ser
vencedores, tenemos que vencer la enseñanza de Balaam y la enseñanza de los
nicolaítas.
La enseñanza de Jezabel es la enseñanza de la Iglesia Católica. A los ojos de Dios, la
Iglesia Católica es una prostituta malvada, una gran ramera (Ap. 17:1). Según
Apocalipsis 17:5 esta gran ramera tiene hijas. Las hijas de la iglesia apóstata deben de
ser todas las diferentes sectas y grupos del cristianismo que retienen en cierta medida la
enseñanza, las prácticas y la tradición de la Iglesia Romana apóstata.
El contenido de la enseñanza de la Iglesia Romana, la enseñanza de Jezabel, consiste
primeramente en adorar ídolos. Las catedrales católicas están llenas de ídolos. G. H.
Pember en su libro The Great Prophecies [Las grandes profecías], muestra cómo Buda
ha entrado al catolicismo. En el calendario católico hay un santo llamado Josafat, cuya
historia es en realidad la historia de Buda (véase el mensaje cincuenta y uno de Life-
study of Revelation [Estudio-vida de Apocalipsis], pág. 585). Alexander Hislop, en su
libro The Two Babylons [Las dos Babilonias], expone el origen de las cosas malignas,
demoníacas y paganas que han sido introducidas en la iglesia apóstata. También en la
Iglesia Católica están las profundidades de Satanás (Ap. 2:24).
Nosotros tenemos que ser los vencedores que obtienen la victoria sobre todo lo que sea
del judaísmo, del catolicismo y del protestantismo. A los ojos del Señor, estos tres
“ismos” son más malignos que el pecado, que el mundo y que nuestro yo. El judaísmo,
el catolicismo y el protestantismo deben ser la primera categoría de cosas que usted y yo
debemos vencer. Vale la pena estudiar el bosquejo que está al comienzo del capítulo
tres, el cual trata de los vencedores de los que se habla en las epístolas enviadas a las
siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3. El Señor nos manda en estas epístolas que
obtengamos la victoria sobre el judaísmo, el catolicismo y el protestantismo, que los
venzamos.
El libro de Apocalipsis nos dice que el anticristo destruirá todas las religiones al
comienzo de la gran tribulación; se exaltará sobre todos los dioses y obligará a la gente
a adorarlo (Dn. 8:9-11; 11:36-37; 2 Ts. 2:3-4; Ap. 13:4-6, 12, 14-15); perseguirá a la
Iglesia Romana y la destruirá. Apocalipsis 17:16 dice: “Y los diez cuernos que viste en
la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán
sus carnes, y la quemarán con fuego”. Esta ramera es la Iglesia Católica, y la bestia es el
anticristo. Este versículo profetiza claramente que el anticristo quemará la Iglesia
Católica, la dejará desolada y desnuda y comerá sus carnes. Pedro nos dice que debemos
atender a la palabra profética como a una lámpara que alumbra en lugar oscuro (2 P.
1:19). Dicha profecía es una lámpara para nuestros pies (Sal. 119:105).
Por supuesto que no debemos permanecer en nada del judaísmo, del catolicismo ni del
protestantismo. Si hemos de ser vencedores, tenemos que vencer estos tres “ismos”. Es
por esto que he invertido siete años en derribar el sistema de un solo orador en las
iglesias. Dicho sistema corresponde a la enseñanza de los nicolaítas (en cuanto a los
nicolaítas, véanse Ap. 2:6 y la nota 1 y Ap. 2:15 y la nota 1). En 1937 el hermano
Watchman Nee vio la necesidad de que la iglesia tuviera sus reuniones en mutualidad,
como se revela en 1 Corintios 14. Esto consta en el libro La vida cristiana normal de la
iglesia. Sin embargo, en ese entonces no pudimos hallar la forma de reemplazar el
servicio matutino del domingo donde sólo un orador hablaba. Más de diez años después,
en 1948, el hermano Nee habló de esto nuevamente en su libro Los asuntos de la
iglesia. Dijo que este sistema es difícil de derribar, pero si usted hace presión y yo
también, y todos ejercen presión, a la postre este sistema será quitado de en medio.
El verdadero factor del reciente conflicto fue que yo estaba laborando para quitar de
nuestro medio la práctica de que sea una sola persona la que hable y las demás
escuchen, es decir, la reunión dominical que teníamos en las iglesias en la cual se daba
un mensaje. Los principales disidentes no iban a decir que se oponían a esto, pero de
hecho éste era el caso. Ellos pensaban que si esta práctica desaparecía, ellos perderían
sus “empleos”. Ellos estaban apegados a eso de predicarle a una congregación. No es un
asunto insignificante deshacerse de la práctica de un solo orador, la práctica dominical
de tener una reunión para oír un mensaje. El hermano Nee dijo que esta práctica
concordaba con las costumbres de las naciones (2 R. 17:8). Esto es parte de los “ismos”
que tenemos que vencer.
Para poder erradicar el sistema de clérigos y laicos, el sistema donde una sola persona
habla y las demás escuchan, tenemos que ser aquellos que hablan por el Señor. Si todos
nos levantamos para hablar por el Señor, el sistema de clérigos y laicos será eliminado.
Si llegamos a la reunión del día del Señor por la mañana en una forma pasiva sin
ninguna intención de hablar por el Señor, estamos fomentando ese sistema. Guardar
silencio, no ejercer nuestra función, no abrir la boca para hablar en la reunión, es lo que
constituye el sistema de un solo orador.
Todos nosotros debemos levantarnos a hablar por el Señor. Cuanto más hablamos, más
jóvenes nos ponemos. Si deseamos disminuir nuestra vejez, debemos hablar. Si no
hablamos en la reunión, tal vez pensemos que la reunión fue pobre. La reunión fue
pobre porque nosotros no hablamos. Toda reunión en la cual hablamos es una reunión
que está en los cielos. Cuanto más nos ejercitamos en hablar por el Señor en las
reuniones, más elevadas serán las reuniones para nosotros y más nos gustarán.
El Señor se complace con nuestro hablar porque así vencemos y anulamos el caos
destructivo. Después de estos últimos siete años, varias iglesias han gustado la riqueza y
la dulzura de la reunión de profetizar, la reunión de la iglesia en mutualidad. Con esta
práctica muchos de los jóvenes en nuestro medio serán entrenados a hablar. Si el Señor
no nos hubiese guiado a tomar la manera ordenada por Dios de reunirnos en una forma
en que todos ejerzan su función, no habría manera alguna de que pudiéramos llevar la
obra a Rusia hoy. Todos los santos que están sirviendo en Rusia, están hablando por el
Señor. Quisiera decir una vez más que en todo aspecto de la vida práctica de iglesia
tenemos que recordar que tenemos que vencer el judaísmo, el catolicismo y el
protestantismo.
I. TIENE A CRISTO COMO SU CENTRALIDAD
Y SU UNIVERSALIDAD
Si hemos de ser vencedores, debemos tener claridad en cuanto a la economía de Dios.
Cristo es la centralidad y la universalidad de la economía divina (Col. 3:10-11). De
hecho, la economía de Dios es simplemente Cristo. Lo que Dios desea es tener a Cristo.
Cristo es el beneplácito de Dios y es Su única meta.
El Nuevo Testamento nos muestra esto en Efesios 1 y 3. Estos capítulos hablan del
beneplácito de Dios (1:5, 9) y de Su propósito eterno, el deseo que hay en Su corazón
(3:11). El beneplácito de Dios es Cristo. Una iglesia sin Cristo como su centralidad y su
universalidad no le agrada a Dios. Dios jamás se agradaría de una iglesia que no tenga a
Cristo. Dios no quiere ver meramente un grupo de personas que se reúnen y sirven
juntas; El desea ver a Cristo en medio de ellas y lo que le interesa es qué tanto de Cristo
hay entre ellos. Qué tanto se agradará Dios depende de qué tanto Cristo tengamos. Todo
lo que hacemos debe ser hecho en Cristo, con Cristo, por Cristo, mediante Cristo y para
Cristo.
El fin de la predicación del evangelio que se practica en el cristianismo es ganar almas;
pero nuestra predicación es la práctica del sacerdocio neotestamentario del evangelio, el
cual tiene como fin salvar a los pecadores para hacerlos miembros de Cristo y parte de
El. Luego presentamos los miembros de Cristo como ofrenda a Dios (Ro. 15:16). En el
Antiguo Testamento los sacrificios que ofrecían los sacerdotes, eran tipo de Cristo. Hoy
en la economía neotestamentaria, ofrecemos los miembros de Cristo. En otras palabras,
ofrecemos el Cuerpo de Cristo. Predicar el evangelio con el mero objetivo de ganar
almas no es suficiente. Nosotros predicamos el evangelio para hacer de los pecadores
miembros vivos de Cristo, aquellos que constituyen el Cuerpo de Cristo, a fin de
poderlos ofrecer a Dios para que constituyan el Cuerpo de Cristo.
Nosotros como sacerdotes del evangelio debemos visitar a otros con regularidad para
llevarles el evangelio. D. L. Moody en cierta ocasión tomó la decisión de que iba a
predicarle el evangelio por lo menos a una persona cada día. Una noche después de
acostarse, recordó que no le había predicado el evangelio a nadie ese día. Salió a la
calle, y la única persona que vio fue un policía. Se le acercó al policía y le instó a que
creyera en el Señor Jesús. Luego Moody corrió a casa. Más adelante, el policía tuvo el
deseo de conocer a la persona que le había hablado de creer en el Señor. El policía se
enteró de que tal persona era D. L. Moody. Entonces fue a verlo, y fue salvo. Esto nos
muestra que nosotros debemos cumplir el deber que tenemos como sacerdotes del
evangelio de visitar a otros con regularidad para poder hacerles miembros de Cristo con
miras al aumento y la edificación del Cuerpo de Cristo.
II. HACE A CRISTO PREEMINENTE EN TODAS LAS COSAS
La economía de Dios también hace a Cristo preeminente en todas las cosas (Col. 1:15-
19). Tener la preeminencia es tener el primer lugar.
A. En la Deidad
En todo el universo Cristo es el primero. El es el primero aun en la Deidad (v. 15a). En
la Deidad hay tres: el Padre, el Hijo y el Espíritu. De los tres, el Hijo es el centro. La
incorporación del Dios Triuno es Cristo, el Hijo; por consiguiente, El es el centro.
Colosenses 1:18b dice que Cristo tiene el primer lugar, la preeminencia, en todo. El es
la imagen del Dios Triuno. Si uno tiene la imagen, tiene la persona. Esto nos muestra
que Cristo es el centro mismo de la Trinidad Divina. El es la imagen y la incorporación
del Dios Triuno.
Cristo, el preeminente, es una persona viviente y orgánica, y el Cuerpo de Cristo es un
organismo, no una organización. Una mesa de madera es una organización de piezas de
madera, pero una persona viviente es un organismo. La iglesia no es mecánica; no es un
robot. La iglesia es un organismo. Si deseamos que la iglesia sea viviente, entonces
cuando vayamos a las reuniones no debemos quedarnos sentados en nuestra silla
durante toda la reunión meramente escuchando a otros. Esto nos hace mecánicos, no
orgánicos. Necesitamos ejercitar nuestro espíritu para cantar al Señor, alabarle y hablar
por El. Cuando decimos “amén”, debemos decirlo de un modo vivo ejercitando nuestro
espíritu. No solamente el profetizar requiere práctica; hasta para decir “amén” es
necesario practicar.
Algunas veces la mejor parte de la mesa del Señor es cuando todos hacen una
“algarabía” para el Señor. Si todos somos siempre muy ordenados y organizados en lo
que hacemos, nuestra reunión podría parecer un cementerio. En un cementerio no hay
ruido alguno, y todo permanece ordenado. Pero la iglesia es un ser vivo; así que la
iglesia tiene que hacer una algarabía de gozo para el Señor (Sal. 98:4, 6; 100:1). Si no
ejercitamos nuestro espíritu en las reuniones de la iglesia, moriremos. El ejercicio es la
clave para estar sanos. En las reuniones de la iglesia, debemos ser vivientes y activos en
el Espíritu. De este modo Cristo tendrá la preeminencia en nuestras reuniones.
B. En la creación
Cristo también tiene la preeminencia, el primer lugar, en la creación (Col. 1:15b-17). El
es el Primogénito de toda la creación, Aquel que tiene la preeminencia entre todas las
criaturas.
C. En la resurrección para la nueva creación,
que es la iglesia, el Cuerpo de Cristo
Cristo también tiene la preeminencia en la resurrección para la nueva creación, que es la
iglesia, el Cuerpo de Cristo (v. 18). En la antigua creación El es el Primogénito; en la
nueva creación, es decir, en la resurrección, en el Cuerpo de Cristo, El también es el
Primogénito. Cristo es el primero en la resurrección como la Cabeza del Cuerpo. Como
tal, El tiene el primer lugar en la iglesia, la nueva creación (2 Co. 5:17; Gá. 6:15).
D. En la plenitud de la Deidad
Cristo también tiene la preeminencia en la plenitud de la de Deidad. Colosenses 1:19
dice que “agradó a toda la plenitud habitar en El”. De hecho, la plenitud en este
versículo es Cristo mismo. Cristo es el centro, Cristo es la incorporación, Cristo es la
imagen y Cristo es la plenitud. Por lo tanto, en todo aspecto y en todas las cosas, Cristo
debe tener el primer lugar, la preeminencia. En la vida de iglesia todo debe tener como
objetivo que se le dé a El la preeminencia, el primer lugar.
III. PRODUCE LA IGLESIA
La economía de Dios tiene a Cristo como su centralidad y universalidad; hace a Cristo
preeminente en todas las cosas, y también produce la iglesia como Cuerpo de Cristo,
como casa de Dios y como reino de Dios, lo cual tiene su consumación en la ciudad
santa, la Nueva Jerusalén. Todo lo que hagamos en la manera ordenada por Dios tiene
como fin que Cristo produzca la iglesia. Estamos aquí practicando la vida de iglesia
para tomar a Cristo como centro y para hacer que El sea preeminente con el fin de
producir la iglesia, la cual es Su Cuerpo.
A. El Cuerpo de Cristo
1. La plenitud de Aquel que todo lo llena
en todo para ser Su expresión
El Cuerpo de Cristo es la plenitud de Cristo, Aquel que todo lo llena en todo, para ser
Su expresión (Ef. 1:22-23). Cristo es inmensurablemente pleno, vasto y grande. Efesios
3:18 habla de que comprendamos las dimensiones universales de Cristo, a saber: la
anchura, la longitud, la altura y la profundidad. ¿Qué tan ancho, qué tan largo, qué tan
alto y qué tan profundo es el universo? La anchura, la longitud, la altura y la
profundidad son las dimensiones inmensurables del universo, y son también las
dimensiones de Cristo. Ya que Cristo es tan vasto, El necesita Su Cuerpo, para tener Su
plenitud, Su expresión.
Necesitamos ser aquellos que viven a Cristo y le magnifican para ser Su expresión. Si
Cristo no es pleno en nosotros, nosotros no podemos ser Su expresión. Un ejemplo con
el que podemos mostrar esto es la cantidad de agua que cabe en una taza. Si la taza no
está llena de agua, nadie puede ver el agua. De esta manera el agua está escondida,
encerrada, y no está expresada. Cuando la copa se llena de agua hasta el punto de
rebosar, este rebosamiento es la expresión. Cuando la copa rebosa de agua, todos
pueden ver la expresión. Nadie sabe que Cristo está en nosotros, así que debemos
rebosar de Cristo.
Nosotros rebosamos de Cristo al hablar este mismo Cristo. Cuando nosotros rebosamos,
Cristo fluye. Este rebosamiento es la expresión de Cristo, y esta expresión es la
plenitud. La Biblia no nos dice que vayamos a las reuniones a estar allí callados. Esta es
la práctica del cristianismo degradado. La arquitectura de las catedrales y de muchos
edificios que las denominaciones usan para reunirse, con sus ventanas de mosaicos de
vidrio que no permiten que penetre mucha luz, y con sus elevados techos, obliga a la
gente a permanecer en silencio. Nuestros lugares de reunión no son así. Nuestras
reuniones no deben estar invadidas por el silencio, sino que deben estar llenas del hablar
divino para exhibir a Cristo, para expresarle.
2. Un organismo constituido de Sus miembros
El Cuerpo de Cristo es un organismo constituido de Sus miembros (Ro. 12:5). Nosotros
los que estamos en el Cuerpo de Cristo somos miembros vivientes de Cristo.
3. Edificado:
a. Con las inescrutables riquezas de Cristo
El Cuerpo de Cristo necesita ser edificado con las inescrutables riquezas de Cristo por
medio del dispensar divino (Ef. 3:8-11, 2). Este es el énfasis de la Biblia.
b. Por los miembros dotados y por cada miembro
El Cuerpo de Cristo es edificado mediante el dispensar divino por los miembros dotados
como coyunturas del rico suministro, y por cada miembro que opera en su medida (Ef.
4:16). Los miembros dotados deben ser miembros activos y vivientes. Ellos dispensan
el rico suministro, que es el suministro de Cristo. Cada miembro necesita operar en su
medida. Es posible que pensemos que no somos miembros dotados y que, por ende, no
somos necesarios. Pero todos nosotros somos miembros del Cuerpo y debemos operar
según nuestra medida. No debemos meramente funcionar, sino funcionar en plenitud.
c. Por medio de que el Cuerpo crezca en vida
El Cuerpo de Cristo también es edificado por medio de que el Cuerpo crezca en vida,
asido de Cristo como Cabeza (Ef. 4:15-16). Mediante el crecimiento en vida, la iglesia
es edificada. Para edificar algo necesitamos primero los materiales. Los materiales para
la edificación de la iglesia son las riquezas de Cristo. Para poder edificar también
necesitamos la destreza. En la iglesia necesitamos muchos “artesanos”, es decir,
personas capacitadas. Las personas dotadas son “artesanos” y los miembros que operan
son pequeños “artesanos”. También necesitamos la manera de edificar, la cual es crecer.
Si no crecemos no hay edificación de la iglesia. La edificación de la iglesia se
constituye de las riquezas de Cristo, llevada a cabo por las personas dotadas y los
miembros que operan, y por medio de que crezcan en vida todos los santos.
4. Para que Cristo, como Cabeza,
reúna todas las cosas en Sí mismo
Finalmente, el objetivo de la iglesia edificada es que Cristo como Cabeza reúna todas
las cosas en Sí mismo (Ef. 1:10).
B. La casa de Dios
1. Compuesta de los muchos hijos de Dios
como los muchos hermanos de Cristo,
el Hijo primogénito de Dios
La iglesia también es la casa de Dios (1 Ti. 3:15-16). La casa de Dios está compuesta de
los muchos hijos de Dios, que son los muchos hermanos de Cristo, el Hijo primogénito
de Dios (Ro. 8:29; He. 2:10-12). Nosotros somos el Cuerpo, y Cristo es la Cabeza.
Nosotros también somos una casa en la que Cristo es el Hijo primogénito entre muchos
hijos, Sus muchos hermanos.
2. Columna y fundamento de la verdad
La iglesia como casa de Dios también es columna y fundamento de la
verdad. La iglesia como columna sostiene la verdad, y como
fundamento sustenta la verdad. La verdad es el Dios Triuno con Cristo
como incorporación, como centro y como imagen para producir la
iglesia como organismo del Cuerpo de Cristo, como el hogar de Dios, y
como el reino de Dios. Ninguna otra cosa es la verdad, y enseñar alguna
otra cosa es traer otras enseñanzas. Doctrinas tales como cubrirse la
cabeza, lavar los pies, y formas de bautizar son simplemente eso,
doctrinas; pero no son la verdad que debemos enseñar. La verdad es
una sola cosa: el Dios Triuno con Cristo como centro, como
incorporación, como imagen y como expresión, para producir la
iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, la casa de Dios y el reino de Dios.
Nosotros somos uno en esta verdad; nuestra unidad no se basa en
puntos bíblicos secundarios.
3. La manifestación de Dios en la carne:
el gran misterio de la piedad
La iglesia como columna y fundamento de la verdad es la manifestación de Dios en la
carne, y éste es el gran misterio de la piedad (1 Ti. 3:15-16). La iglesia es la
continuación de Cristo como manifestación de Dios en la carne.
C. El reino de Dios
La iglesia es el reino de Dios (Mt. 16:18-19; Ro. 14:17). El reino de Dios tiene como fin
la administración divina que expresa la autoridad divina (He. 1:8). Nosotros debemos
ser personas que están bajo autoridad, y entre nosotros debe darse la administración
divina. Romanos 14:17 dice que hoy la vida de iglesia es el reino de Dios.
D. Tiene su consumación en la ciudad santa,
la Nueva Jerusalén
Con el tiempo, la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, la casa de Dios y el reino de
Dios, tendrá su consumación en la ciudad santa, la Nueva Jerusalén (Ap. 21—22).
Apocalipsis 21:2 dice que la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, descenderá del cielo de
Dios. En primer lugar, la Nueva Jerusalén estará en los cielos en el reino de mil años.
Los vencedores estarán allí como correyes de Cristo en la parte celestial de la
manifestación del reino de los cielos. Después del reino de mil años, todos los santos
habrán madurado y serán incluidos en la Nueva Jerusalén. Entonces la Nueva Jerusalén
descenderá del cielo, y será nuestra morada por la eternidad sobre la tierra nueva.
Estamos en la iglesia, la cual es el Cuerpo de Cristo, la casa de Dios y el reino de Dios,
y vamos en camino a ser la nueva ciudad, la Nueva Jerusalén.
CAPITULO CINCO
LA VIDA DE IGLESIA
EN LA ECONOMIA DE DIOS
Lectura bíblica: Fil. 1:20-21a; Jn. 21:15-
17; Ap. 2:4; Fil. 3:12; 1 Co. 1:9; Col.
1:12, 18b; 1 Ti. 4:6; Ef. 4:3-4, 12, 16; 3:8-
10, 2; Hch. 8:1; 13:1; Ap. 1:11; Jn. 17:21-
23; Ap. 1:12, 20b; 1 Ti. 3:15-16; Ro.
15:16; 1 P. 2:5, 9; 1 Co. 4:15; 1 Ts. 2:7; 1
P. 2:2; He. 10:24-25; 1 Co. 14:1-5, 12, 31,
40; Col. 3:10-11
BOSQUEJO
1. Vivir y magnificar a Cristo—Fil. 1:20-21a: 1. Amar a Cristo y valorarlo—Jn. 21:15-17; Ap. 2:4. 2. Seguir a Cristo y ganarlo—Fil. 3:12. 3. Disfrutar a Cristo y participar de El—1 Co. 1:9; Col. 1:12. 4. Exaltar a Cristo y ministrarlo—Col. 1:18b; 1 Ti. 4:6.
2. Edificar el Cuerpo de Cristo—Ef. 4:12: 1. Guardar la unidad universal del Cuerpo—Ef. 4:3-4. 2. Por todos los miembros del Cuerpo, perfeccionados en las iglesias locales—Ef.
4:12:
1. Como coyunturas del rico suministro de Cristo. 2. O como miembros del Cuerpo que operan en su propia medida—Ef.
4:16. 3. Con las inescrutables riquezas de Cristo—Ef. 3:8-10. 4. Por el dispensar divino—Ef. 3:2.
3. Reunirse como una iglesia local apropiada—Hch. 8:1; 13:1; Ap. 1:11: 1. Sobre el terreno genuino de la unidad del Cuerpo—Ef. 4:3-4; Jn. 17:21-23. 2. Como expresión local del Cuerpo universal de Cristo. 3. Como un candelero local de oro—Ap. 1:12, 20b. 4. Como columna y fundamento de la verdad para la manifestación de Dios en la
carne: el gran misterio de la piedad—1 Ti. 3:15-16. 5. Reunirse y servir en mutualidad según la manera ordenada por Dios:
1. Cumpliendo el sacerdocio del evangelio neotestamentario para engendrar—Ro. 15:16; 1 P. 2:5, 9; 1 Co. 4:15.
2. Nutriendo y cuidando con cariño a los nuevos creyentes en las reuniones de hogar—Jn. 21:15; 1 Ts. 2:7; 1 P. 2:2.
3. Perfeccionando a los santos en las reuniones de grupo para que éstos puedan hacer la obra del ministerio, es decir: edificar el Cuerpo de Cristo—Ef. 4:12; He. 10:24-25.
4. Profetizando en las reuniones de la iglesia para la edificación del Cuerpo de Cristo por medio de las iglesias locales—1 Co. 14:1-5, 12, 31.
6. Tener el liderazgo propio y adecuado para guardar un buen orden (1 Co. 14:40) donde el Cristo todo-inclusivo es el centro, y el Dios Triuno procesado es manifestado—Col. 3:10-11; 1 Ti. 3:15-16.
En los capítulos uno y dos vimos la economía divina y el caos satánico tanto en el
Antiguo Testamento como en el Nuevo. Luego en el capítulo tres vimos a los
vencedores. Debemos decir: “Ya que soy un hombre tengo que ser cristiano. Si soy
cristiano, tengo que ser un vencedor. Si soy un vencedor, tengo que profetizar, hablar
por el Señor. Si profetizo, tengo que abrir mi boca. Si abro mi boca, tengo que ejercitar
mi espíritu. Si abro mi boca y ejercito mi espíritu, proclamo a Cristo”. Proclamar a
Cristo es exhibirlo. Todos nosotros necesitamos avivar el fuego del don de Dios que
está en nosotros (2 Ti. 1:6) para ser aquellos que hablan por el Señor. No debemos ser
de aquellos que son fervientes sólo por corto tiempo. Necesitamos ser fervientes en
espíritu siempre (Ro. 12:11). Nuestro fervor debe ser eterno. Para poder ser vencedores,
necesitamos cooperar con el Señor y proclamarle para la edificación de la iglesia, el
Cuerpo de Cristo (1 Co. 14:4b).
Después de ver la revelación en cuanto a los vencedores, vimos la verdad acerca de la
economía de Dios en el capítulo cuatro. En este capítulo quisiéramos ver lo que es la
vida de iglesia en la economía de Dios. Los capítulos anteriores de este libro están
dirigidos hacia esta meta: la vida de iglesia en la economía de Dios.
LA POSICION DE LA IGLESIA
Muchos se nos han opuesto por causa de nuestra posición en la verdad de que debe
haber una sola iglesia en cada localidad (Hch. 8:1; 13:1; Ap. 1:11) como expresión local
del Cuerpo en el universo (Ef. 4:4). Hoy en día hay muchas que llaman iglesias, y
parece ser que la gente tiene la libertad de empezar una iglesia con la misma libertad
con que abre un restaurante. Pero nosotros debemos practicar la vida de iglesia según el
camino de Dios revelado en el Nuevo Testamento. Hechos 8:1 habla de la iglesia en
Jerusalén en un tiempo en el que había millares de creyentes en Jerusalén. En el día de
Pentecostés se añadieron tres mil personas a la iglesia allí (2:41). Más adelante, se
añadieron otras cinco mil (4:4). Después Jacobo le dijo a Pablo que había decenas de
millares de creyentes en la ciudad de Jerusalén (21:20). Según Hechos 8:1 estas decenas
de millares de creyentes eran la iglesia en Jerusalén, una sola iglesia. No importa
cuántos creyentes haya en una ciudad, ellos siguen siendo la única iglesia en esa ciudad.
Cuando la vida de iglesia se extendió a Antioquía, los creyentes se reunían como la
iglesia en Antioquía (13:1).
Apocalipsis 1:11 dice: “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que
están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea”. A
Juan se le dijo que enviara lo que había escrito a las siete iglesias. Las siete iglesias
equivalen a las siete ciudades: Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y
Laodicea. A las siete iglesias equivale a decir a las sietes ciudades. Esto indica que la
iglesia en una ciudad dada, equivale a dicha ciudad. La práctica de la vida de iglesia en
los primeros días consistía en tener una sola iglesia por cada ciudad, es decir, cada
ciudad tenía solamente una iglesia.
Cuando decimos que somos la iglesia en cierta localidad, como por ejemplo Los
Angeles, no nos estamos refiriendo a un nombre, sino que estamos describiendo un
hecho. Nosotros somos simplemente la iglesia. La iglesia no tiene nombre, así como la
luna no tiene nombre. En cierta ocasión en el Lejano Oriente una persona estaba tan
impresionada con los Estados Unidos que dijo que hasta la luna era más grande en dicho
país. Pero en realidad no existe una luna estadounidense ni una luna china. Así como
hay una sola luna, hay una sola iglesia. Cuando la luna aparece en Londres, es la luna en
Londres; cuando aparece en Los Angeles, es la luna en Los Angeles.
Independientemente del lugar donde la luna aparezca, sigue siendo la misma luna. Del
mismo modo que tenemos la luna en Los Angeles y la luna en Londres, tenemos la
iglesia en Los Angeles y la iglesia en Londres. Hay una sola iglesia, y esta iglesia es
manifestada o expresada en diferentes localidades.
Sin embargo, en la situación degradada hoy día, hay muchas que llaman iglesias. Hay
iglesias denominadas según la raza, tales como las iglesias chinas y las iglesias
coreanas. Hay iglesias anglicanas e iglesias episcopales en Anaheim, y hay iglesias que
representan a Taiwán en Anaheim. También hay iglesias que llevan el nombre de la
calle en donde se reúnen. Esto nos muestra la condición de división y confusión que
existe hoy. Hasta los incrédulos se preguntan por qué hay tantas divisiones entre los
cristianos. Es posible que pregunten: “Si todos ustedes tienen el mismo Cristo y leen la
misma Biblia, ¿por qué hay tantas denominaciones?”
Yo crecí en una ciudad llamada Chifú en la China continental. Allí estudié y allí trabajé.
En cierto momento dejé mi trabajo para servir al Señor a tiempo completo. En un corto
lapso de tiempo el Señor me usó para ganar varias personas, a las cuales yo les hablaba
la verdad acerca de la iglesia. En ese entonces había varios misioneros en Chifú, y ellos
se sorprendieron de que mi predicación estuviera atrayendo a tanta gente. Estaban muy
preocupados por lo que yo predicaba en cuanto a ser uno y en cuanto a que las
denominaciones eran divisiones. Yo empleaba el ejemplo de la luna que acabo usar,
haciendo ver que hay una sola iglesia, un solo Cuerpo, expresada en diferentes ciudades.
Como resultado de mi predicación y enseñanza, varias personas salieron de sus
denominaciones y empezaron a reunirse conmigo. Esto les molestó a muchos pastores y
ancianos de las denominaciones que había en Chifú, especialmente por causa de que yo
había crecido en dicha ciudad, y nos conocíamos mutuamente. Un día algunos de los
líderes de las denominaciones que había en Chifú se unieron y me invitaron a comer con
ellos. Después de que ellos acabaron de hablarme acerca de lo que les perturbaba, yo les
presenté la verdad acerca de la iglesia. Les pregunté: “¿Podrían ustedes decirme cuántos
Cristos y cuántas iglesias hay en el universo?” Todos ellos dijeron: “Un solo Cristo y
una sola iglesia”. Entonces yo añadí: “Hay una sola iglesia, pero cada uno de ustedes
representa una denominación, así que aquí hay siete denominaciones representadas.
¿Son ustedes, siendo siete denominaciones, una sola iglesia?” Por supuesto que no;
ellos no eran una sola iglesia. Les hice ver que en 1 Corintios Pablo reprendió a los
creyentes por decir: “Yo soy de Pablo, y yo de Apolos, y yo de Cefas, y yo de Cristo”
(1:12). Pablo dijo: “¿Está dividido Cristo?” (v. 13). Luego les dije a aquellos líderes: “Si
Pablo estuviera aquí hoy, ¿no los reprendería a ustedes por reunirse en divisiones?”
Ellos respondieron: “Sí”.
Entonces les dije: “Todos ustedes me conocen. Yo crecí entre ustedes. He trabajado en
esta ciudad siete años y medio. Pero el Señor me movió a dejar mi trabajo y a servirle
dándole todo mi tiempo. Yo no tengo organización o persona alguna que me sostenga.
Estoy haciendo lo que estoy haciendo porque amo al Señor. Lo he dejado todo por El.
Todos ustedes lo saben”. Les pregunté: “¿No creen ustedes que cuando yo predique al
Señor Jesús a tantas personas, habrá algún fruto de esto?” Luego añadí: “¿A dónde debo
llevar estas personas que son salvas por medio de mi predicación? ¿Debo llevarlas a las
denominaciones de ustedes?” Ellos respondieron: “No, usted no debe llevarlas a
ninguna denominación”. Les pregunté adónde debo llevarlos, y ellos no respondieron.
Anteriormente ellos me habían dicho que yo no debía abrir un local para que la gente
viniera a reunirse conmigo. Lo que ellos querían era que yo rotara por sus
denominaciones y que predicara allí. Les dije que no podía aceptar tal cosa, puesto que
ellos no eran la iglesia. Ellos eran denominaciones, y toda denominación es una
división. Reunirse en las denominaciones es dividir la iglesia, la cual es el único Cuerpo
de Cristo. Les pregunté cómo podía ser posible que yo pusiera en las denominaciones, o
sea en las divisiones, el resultado o el fruto que había cosechado de mi predicación. Les
dije que ésa era la razón por la que me veía obligado a abrir un local para reunirnos.
Entonces agregué: “¿Han notado ustedes que en nuestro local de reuniones no tenemos
un aviso donde diga qué clase de iglesia somos? Pero todos ustedes tienen avisos que
muestran qué denominación son. Nosotros no tenemos tales anuncios porque no nos
gusta que nos den un nombre. Una vez que tenemos un nombre, nos convertimos en una
división, y la división en el Cuerpo de Cristo es una cosa abominable a los ojos del
Señor”. Todos ellos se quedaron callados.
Luego les dije: “Yo estoy dispuesto a cerrar nuestro local de reunión si ustedes hacen
algo. Por favor vuelvan a sus lugares de reunión y quiten los avisos que designan la
denominación que son. Entonces reunámonos todos como una sola iglesia en Chifú. Si
ustedes prometen hacer esto, yo saldré de aquí a cerrar inmediatamente nuestro salón de
reuniones”. Ellos dijeron que no podían hacer semejante cosa. Les respondí: “Señores,
ya que ustedes no pueden hacer esto, yo tengo que seguir reuniéndome en el salón de
reuniones nuestro. Yo estoy dispuesto a cerrar nuestro lugar de reunión, pero ustedes no
están dispuestos a quitar los avisos para renunciar a las denominaciones y reconocer una
sola iglesia. Ustedes están reuniéndose como divisiones, pero nosotros nos reunimos
como iglesia en unidad”. Poco después de mi reunión con aquellos líderes, aumentamos
aún más en número. Espero que esto que acabo de compartir sea de ayuda para saber
responder a quienes nos preguntan por qué decimos que somos la iglesia. Así como no
podemos darle diferentes nombres a la luna, no podemos darle diferentes nombres a la
iglesia y, por ende, denominarla.
HABLAR POR EL SEÑOR UNO POR UNO
Y HACER TODO DECENTEMENTE Y CON ORDEN
Ahora que hemos visto algo en cuanto a nuestra posición como iglesia según la
revelación divina, necesitamos ver lo que es la vida de iglesia en la economía de Dios.
El Dios único tiene una sola economía, y en esta economía divina Dios produjo la
iglesia. La iglesia es el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:22-23), el organismo del Dios Triuno, y
este organismo es la expresión, la manifestación, del Dios Triuno invisible. La iglesia
también es la casa de Dios (1 Ti. 3:15-16). La casa de Dios no es sólo Su morada, sino
también Su familia, los Suyos. Esta casa también es Su reino, es donde El administra y
rige (Mt. 16:18-19; Ro. 14:17).
El cristianismo de hoy está lleno de organización, pero la iglesia como Cuerpo vivo de
Cristo es el organismo del Dios Triuno. Según Apocalipsis 3:1 la iglesia en Sardis, una
prefigura de la iglesia protestante, tiene nombre de que vive, pero está muerta. La
muerte contamina más, delante de Dios, que el pecado (Lv. 11:24-25; Nm. 6:6-7, 9).
Tenemos que cuidarnos de convertirnos en cadáveres, los cuales son inertes y carecen
de vida. Una iglesia local debe ser viviente y estar llena de vida. Es por esto que animo
a todos los santos a que hablen por el Señor. La primera enmienda de la constitución de
los Estados Unidos les garantiza a todos la libertad de expresión. En cierto sentido todas
las denominaciones con su sistema de clérigos y laicos privan a los santos del primer
derecho civil. A nadie se le permite hablar salvo al clero.
Cuando ejercemos el derecho civil de hablar por el Señor, no lo debemos ejercer de una
manera desordenada, sino con propiedad. En 1 Corintios 14:40 Pablo dice que en las
reuniones de la iglesia todo debe hacerse “decentemente y con orden”. Me alegro de ver
que tantos jóvenes en nuestro medio estén entusiasmados y liberen su espíritu, pero sus
palabras, cuando están demasiado entusiasmados, pueden ser sólo como un trueno.
Supongamos que en los cielos hay truenos constantemente. Nadie podría vivir en
semejantes condiciones. Está bien que los jóvenes formen una algarabía de gozo por un
corto lapso, pero esto no debe prolongarse. Cuando gritemos y hablemos, debemos
hacerlo ordenadamente. Todos tenemos que aprender a funcionar apropiadamente para
la edificación de la iglesia.
Es cierto que todos podemos profetizar, pero nuestra profecía en la reunión no debe ser
desordenada porque Pablo dice en 1 Corintios 14:31 que todos podemos profetizar “uno
por uno”. No debemos olvidar que es “uno por uno”, no de a tres ni de a cinco. Cuando
alguien hable en una reunión, tenemos que esperar hasta que acabe antes de hablar
nosotros. Debemos seguir el principio de “uno por uno”.
En las reuniones de la iglesia, todo se debe hacer decentemente y con orden. Si ustedes
comienzan a gritar en una reunión, deben saber cómo hacerlo decentemente y con
orden. Hasta en una competición atlética hay reglas que se deben guardar. Si vamos a
ponernos “locos” o entusiasmados en las reuniones, debemos hacerlo ordenadamente.
Tal vez pensemos que cuando somos ordenados no podemos estar entusiasmados, y que
cuando estamos entusiasmados no podemos guardar el orden. Esto muestra que es
necesario un orden adecuado en nuestras reuniones. Nosotros los cristianos no somos
revoltosos. Podemos emocionarnos, pero lo hacemos de manera ordenada. Cuando
alguien está profetizando, yo debo esperar a que termine para poder hablar yo. Guardar
este principio de hablar uno por uno es estar entusiasmados decentemente.
Algunas veces los jóvenes pueden ser demasiado activos y demasiado escandalosos,
mientras que los santos más adultos pueden ser demasiado retraídos. Si los jóvenes
están demasiado activos, los santos de más edad deben comprender que les toca a ellos
ejercer su función. En la vida de iglesia necesitamos a los santos de todas las edades
para el testimonio del Señor. Cuando hay una mezcla de la función de los santos de
todas las edades, tenemos “música”. Cuando los jóvenes ejercen su función con mucha
emoción y mucho volumen, allí no hay música. En la música hay variación en el sonido;
es decir, en el tono, el ritmo, la velocidad y la intensidad. Si los jóvenes ejercen su
función con demasiado entusiasmo, los santos de más edad deben decir algo por el
Señor, deben proclamar al Señor. Entonces nuestra reunión estará llena de “música”.
I. VIVIR Y MAGNIFICAR A CRISTO
El primer aspecto de la vida de iglesia en la economía de Dios es que nosotros
necesitamos ser aquellos que viven a Cristo y le magnifican (Fil. 1:20-21a). Si no
vivimos a Cristo ni le magnificamos en nuestra vida diaria, no somos miembros, en el
aspecto práctico, de una iglesia práctica. Necesitamos vivir a Cristo y magnificarle día
tras día desde la mañana hasta la noche. Si la gente sólo ve lo que somos en nuestro ser
natural, se debe a que no estamos viviendo a Cristo ni lo estamos magnificando.
Tenemos que llevar una vida que muestre a Cristo. Cristo debe ser magnificado en
nuestro vivir. No es suficiente simplemente afirmar que somos la iglesia. Tenemos que
mostrarles a los ángeles, a los demonios y a los espíritus malignos, que somos un pueblo
que vive a Cristo y le magnifica.
A. Amar a Cristo y valorarlo
Para poder ser aquellos que viven a Cristo y le magnifican, tenemos que amarle y
valorarle (Ap. 2:4). El Señor, después de resucitar, volvió a Pedro en una forma
especial. Poco antes Pedro había negado al Señor en Su cara tres veces (Jn. 18:17, 25,
27). Creo que Pedro estaba muy avergonzado. Sin duda, él todavía recordaba su fracaso.
En esa ocasión el Señor le preguntó tres veces: “¿Me amas?” Pedro dijo: “Sí, Señor; Tú
sabes que te amo”. Entonces el Señor le mandó a Pedro que alimentara a Sus corderos,
que pastoreara a Sus ovejas y que alimentara a Sus ovejas (Jn. 21:15-17). El Señor ama
a Sus corderos y a Sus ovejas, y está muy interesado en ellos. Si le amamos a El,
debemos amarlos también a ellos.
B. Seguir a Cristo y ganarlo
Para poder vivir a Cristo y magnificarle para la vida de iglesia en la economía de Dios,
también debemos seguir a Cristo y ganarlo (Fil. 3:12). Seguir en el griego significa
perseguir. Seguir a Cristo es perseguirlo en un sentido positivo. Pablo antes de ser salvo
perseguía a Cristo. Después de ser salvo, seguía a Cristo a tal grado que lo perseguía en
un sentido positivo. Necesitamos ser aquellos que tienen un deseo tan grande de ganar a
Cristo que están dispuestos a aferrarse de El y a no dejarlo ir.
C. Disfrutar a Cristo y participar de El
También necesitamos ser aquellos que disfrutan a Cristo y participan de El. Dios nos
llamó a la comunión de Su Hijo para que disfrutemos a Cristo como la porción que El
nos asignó (1 Co. 1:9). Cristo como la porción que Dios asignó a los santos es nuestra
herencia divina para nuestro disfrute (Col. 1:12).
D. Exaltar a Cristo y ministrarlo
Por último, debemos exaltar a Cristo y ministrarlo (Col. 1:18b; 1 Ti. 4:6). En nuestra
vida de asamblea, debemos exhibir a Cristo. Pero si no le vivimos ni le magnificamos
con nuestro amor y nuestra valoración, siguiéndolo y ganándolo, disfrutándolo y
participando de El, entonces no podemos exhibirlo en las reuniones. Exhibir a Cristo
requiere una vida que le ame para que El sea magnificado. Vivir a Cristo y magnificarle
es la primera condición, la primera cláusula, el primer requisito, para que vivamos la
vida de iglesia en la economía de Dios.
II. EDIFICAR EL CUERPO DE CRISTO
Nosotros vivimos a Cristo y le magnificamos a fin de edificar el Cuerpo de Cristo (Ef.
4:12). Dios no tiene la intención de tener cristianos individuales. La intención que Dios
tiene es tener un Cuerpo colectivo compuesto de todos los salvos, y constituido de los
creyentes transformados. Quizás a algunos no les guste nadie excepto ellos mismos y el
Señor Jesús. Ellos tal vez quieran reunirse con el Señor solamente. Pero el disfrute
personal que tenemos del Señor, no puede compararse con la dulzura y la riqueza de
Cristo que disfrutamos cuando nos reunimos con los santos. Necesitamos el Cuerpo. El
Señor desea que le amemos reuniéndonos con todos los que le aman.
A. Guardar la unidad universal del Cuerpo
Para poder edificar el Cuerpo de Cristo necesitamos guardar la unidad universal del
Cuerpo (Ef. 4:3-4). No sólo debemos guardar la unidad entre los santos de nuestra
localidad, nuestra región o nuestro país. Tenemos que guardar la unidad universalmente
con todos los santos de todo el mundo. El recobro del Señor se ha extendido a Rusia y
está empezando a extenderse a Europa Oriental, incluyendo Albania. Podemos viajar
por toda la tierra y reunirnos con las iglesias. Cuando viajamos no necesitamos
necesariamente alojarnos en hoteles o en hosterías. Siempre tenemos “el hotel iglesia”
donde podemos hospedarnos. Disfrutamos la unidad universal del Cuerpo en el recobro
del Señor. La vida de iglesia tiene gente de todos los colores: blancos, negros, amarillos,
morenos y rojos. Esto se debe a que somos universalmente el nuevo hombre, donde
Cristo es el todo y en todos (Col. 3:10-11).
En la rebelión reciente algunos enseñaron que la iglesia local debe ser autónoma. En
cierto sentido, podemos decir que una iglesia local es autónoma, esto es, en cuanto a sus
asuntos financieros, pero ninguna iglesia local es absolutamente autónoma. Podemos
usar como ejemplo de esto a los Estados Unidos. Cada estado de Estados Unidos es
autónomo en cierto grado, pero no es absolutamente autónomo. Esto se debe a que hay
un gobierno federal y central. La defensa nacional, la moneda, el sistema de correos y
las autopistas interestatales son asuntos federales. Si un caso no puede resolverse en un
juzgado municipal o estatal, pasa a la Corte Suprema, una corte federal. Si todos los
estados fueran totalmente autónomos, Estados Unidos no estaría unido sino dividido. De
igual modo, todas las iglesias de toda la Tierra son un solo Cuerpo, y nosotros tenemos
que guardar la unidad universal del Cuerpo.
B. Por todos los miembros del Cuerpo,
perfeccionados en las iglesias locales
El Cuerpo de Cristo es edificado por todos los miembros del Cuerpo, perfeccionados en
las iglesias locales (Ef. 4:12). Ahora que somos regenerados, necesitamos ser
perfeccionados para poder ser renovados, santificados y transformados.
1. Como coyunturas
del rico suministro de Cristo
El Cuerpo es edificado por todos los miembros. Algunos de estos miembros son las
coyunturas del rico suministro de Cristo (Ef. 4:16). Estos son los miembros dotados.
2. O como miembros del Cuerpo
que operan en su propia medida
El Cuerpo también es edificado por los miembros del Cuerpo que operan en su propia
medida (Ef. 4:16). Las personas dotadas son cierta clase de miembros, y los miembros
en sí son otra clase. Si no somos personas dotadas, somos miembros que debemos
operar según nuestra medida para la edificación orgánica del Cuerpo de Cristo.
C. Con las inescrutables
riquezas de Cristo
El Cuerpo de Cristo es edificado con las inescrutables riquezas de Cristo (Ef. 3:8-10).
D. Por el dispensar divino
La edificación orgánica del Cuerpo de Cristo se lleva a cabo con las inescrutables
riquezas de Cristo por el dispensar divino (Ef. 3:2). Mientras hablamos de Cristo, algo
se mueve en nosotros, y este mover es el dispensar. Podemos poner la electricidad como
ejemplo. Cuando los aparatos eléctricos operan, se debe a que la electricidad se está
moviendo en ellos. El movimiento de la electricidad, la corriente eléctrica, es el
dispensar de la electricidad. Nosotros también tenemos una corriente divina, el mover
del Espíritu. Cuando no ejercemos nuestra función, se detiene en nosotros la corriente
divina, el mover del Espíritu. Entonces no hay dispensar de la electricidad divina, ni hay
dispensar alguno del Espíritu. Cuando no hablamos de Cristo, estamos deteniendo el
mover del Espíritu Santo. Cuando nos levantamos para hablar por el Señor, tenemos el
mover del Espíritu dentro de nosotros, y ese mover es el dispensar.
Este dispensar divino trae como resultado nuestro crecimiento en vida. Si asistimos a
una reunión y no ejercemos nuestra función, tal vez nos sintamos insatisfechos y vacíos
después. Pero si ejercitamos nuestro espíritu para ejercer nuestra función en la reunión,
estaremos llenos del Señor. Nosotros crecemos con el mover del Espíritu en nosotros, y
este mover es el dispensar del suministro divino.
III. REUNIRSE COMO UNA IGLESIA
LOCAL APROPIADA
A fin de practicar la vida de iglesia en la economía de Dios, tenemos que reunirnos
como la iglesia local apropiada (Hch. 8:1; 13:1; Ap. 1:11). Los cristianos no son como
las mariposas. Las mariposas son muy independientes y muy hermosas. Nosotros los
cristianos somos como las abejas y como las ovejas. A las abejas les gusta mantenerse
en grupo. Cuando se mueven, se mueven juntas. También a las ovejas les gusta
mantenerse juntas, como rebaño. Cuando siguen a su pastor, lo hacen en una forma
apropiada y ordenada. El Señor Jesús nos llamó la manada pequeña (Lc. 12:32). Pedro
exhortó a los ancianos a que pastorearan la grey de Dios (1 P. 5:2). Pablo también
exhortó a los ancianos de Efeso a que pastorearan la iglesia de Dios (Hch. 20:28).
Nosotros, como rebaño de Dios, tenemos que aprender a reunirnos con regularidad. Los
cristianos son un pueblo que se reúne.
A. Sobre el terreno genuino
de la unidad del Cuerpo
Nosotros debemos reunirnos como la iglesia local adecuada sobre el terreno genuino de
la unidad del Cuerpo (Ef. 4:3-4; Jn. 17:21-23).
B. Como expresión local
del Cuerpo universal de Cristo
Nos reunimos sobre el terreno de la iglesia como expresión local del Cuerpo universal
de Cristo. Cristo no tiene muchos cuerpos. El solamente tiene uno, pero este Cuerpo se
expresa en muchas localidades. Las iglesias locales, las cuales están basadas en el
terreno de la unidad, son las expresiones locales del Cuerpo universal de Cristo.
C. Como un candelero local de oro
Una iglesia local apropiada es un candelero local de oro (Ap. 1:12, 20b). El oro
representa la naturaleza divina. Esto muestra que las iglesias como candeleros de oro,
están constituidas de la naturaleza divina.
D. Como columna y fundamento de la verdad
para la manifestación de Dios en la carne:
el gran misterio de la piedad
La verdad es el Dios Triuno, del cual Cristo es el centro y la circunferencia a fin de que
la iglesia como Cuerpo de Cristo, como organismo del Dios Triuno, sea producida. La
iglesia es la columna que sostiene la verdad y es el fundamento que sustenta dicha
verdad. En nuestra vida diaria debemos vivir a Cristo. En nuestras reuniones debemos
exhibir a Cristo. Cristo debe ser nuestro todo para que el Cuerpo le exprese a El como
organismo del Dios Triuno. Esta es nuestra verdad.
Fuera del recobro del Señor no se oye esta verdad. Es posible que algunos hablen de la
vida matrimonial y familiar. Tal vez otros hablen del evangelio en una forma
fundamental, diciéndoles a las personas que ellas son pecadoras y que Dios las ama, que
Cristo murió por ellas, y que si creen en El, serán perdonadas e irán al cielo. Entonces
pasan a decirles que después de ser salvas, deben comportarse rectamente para glorificar
al Padre. Pero ¿quién habla de la iglesia como columna y fundamento de la verdad?
Según la revelación divina, la verdad es el Dios Triuno, quien tiene a Cristo el Hijo
como incorporación y como la centralidad y universalidad de Su economía divina para
tener una iglesia que le exprese y sea Su organismo.
En 1 Timoteo 3:15-16a dice: “Pero si tardo, escribo para que sepas cómo debes
conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento
de la verdad. E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad”. La verdad es el
gran misterio de la piedad, el cual es la manifestación de Dios en la carne.
E. Reunirse y servir en mutualidad
según la manera ordenada por Dios
Para la vida de iglesia en la economía de Dios, necesitamos reunirnos y servir en
mutualidad según la manera ordenada por Dios. Nuestras reuniones deben llevarse a
cabo en mutualidad, donde todos los santos de todas las edades tienen su función para la
edificación de la iglesia. Una reunión en mutualidad es como “música”.
1. Cumpliendo el sacerdocio del evangelio
neotestamentario para engendrar
Reunirnos y servir según la manera ordenada por Dios equivale, en primer lugar, a
cumplir el sacerdocio neotestamentario del evangelio para engendrar (Ro. 15:16; 1 P.
2:5, 9; 1 Co. 4:15). Nuestra predicación del evangelio no tiene como fin meramente
ganar almas, sino tomar pecadores y engendrarlos como hijos de Dios, hermanos de
Cristo y miembros de Cristo que constituyen Su Cuerpo. Este Cuerpo es la casa de Dios
y el reino de Dios, y tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén.
2. Nutriendo y cuidando con cariño
a los nuevos creyentes en las reuniones de hogar
Los nuevos creyentes que han sido engendrados mediante el evangelio que les
predicamos necesitan ser nutridos y cuidados con cariño en reuniones de hogar (Jn.
21:15; 1 Ts. 2:7; 1 P. 2:2). No debemos reunirlos en nuestra casa, sino que debemos ir a
sus hogares y llevarles el alimento. Cuando vamos a los hogares de las personas, no
debemos ir con una actitud formal, ritual ni religiosa. Si hacemos eso, nosotros
espontáneamente nos convertimos en el clero. Necesitamos empezar las reuniones de
hogar con regocijo y canto. Cuando llegamos a la puerta de la casa de los nuevos,
debemos llegar cantando. Los nuevos oirán nuestro canto, y responderán a él. Si vamos
a cuidar de los nuevos creyentes, no podemos seguir nuestro camino natural. Es por esto
que necesitamos aprender y ser instruidos y entrenados en la práctica de la manera
ordenada por Dios.
3. Perfeccionando a los santos
en las reuniones de grupo para que éstos puedan hacer la obra del
ministerio, es decir:
edificar el Cuerpo de Cristo
La manera ordenada por Dios también incluye el perfeccionamiento de los santos en las
reuniones de grupo para que éstos puedan hacer la obra del ministerio, la cual es edificar
el Cuerpo de Cristo (Ef. 4:12; He. 10:24-25). Además de alimentar a los nuevos
creyentes en sus hogares, debemos reunirlos en grupos. Las reuniones de grupo no
deben ser formales sino muy espontáneas y vivas.
4. Profetizando en las reuniones de la iglesia
para la edificación del Cuerpo de Cristo
por medio de las iglesias locales
Por último, necesitamos profetizar en las reuniones de la iglesia para la edificación del
Cuerpo de Cristo, llevada a cabo por medio de las iglesias locales (1 Co. 14:1-5, 12, 31).
Necesitamos aprender a profetizar, es decir, a hablar por el Señor y a proclamar al Señor
con el fin de ministrarlo a otros. Si todos ejercitamos nuestro espíritu en las reuniones
para profetizar, tendremos reuniones vivas, frescas, elevadas y ricas. Entonces el
Cuerpo universal de Cristo será edificado por medio de las iglesias locales.
F. Tener el liderazgo propio y adecuado
para guardar un buen orden
donde el Cristo todo-inclusivo es el centro,
y el Dios Triuno procesado es manifestado
Para tener una vida de iglesia adecuada, necesitamos tener el liderazgo propio y
adecuado para guardar un buen orden (1 Co. 14:40) donde el Cristo todo-inclusivo es el
centro, y el Dios Triuno procesado es manifestado (Col. 3:10-11; 1 Ti. 3:15-16). En
todas las iglesias debemos tener el debido liderazgo, y este liderazgo es la autoridad
delegada, la autoridad que representa a Dios en Su administración.
Según los principios ordenados en el gobierno de Dios, la autoridad delegada está en
todas partes en la tierra. En una familia hay padres; en una escuela hay maestros y el
director; y en una ciudad están el alcalde, la policía y los tribunales. Sin el debido
gobierno y sin la policía, ninguna ciudad estaría en el orden apropiado; se volvería
revoltosa si no tuviera ninguna autoridad delegada.
En la vida de iglesia necesitamos guardar un buen orden al recibir y aceptar el liderazgo
apropiado. Entre los santos siempre hay algunos que toman el liderazgo según la
enseñanza de los apóstoles. De hecho, el debido liderazgo es la enseñanza de los
apóstoles (Hch. 2:42), la enseñanza del Nuevo Testamento. La enseñanza de los
apóstoles es nuestro liderazgo. Esto es como decir que la constitución de los Estados
Unidos es el liderazgo de dicho país, la autoridad máxima. El presidente asume el
liderazgo según la constitución. Si el presidente se equivoca en algo, la constitución lo
corregirá. Nuestra constitución en el recobro del Señor es la enseñanza de los apóstoles,
la enseñanza del Nuevo Testamento. La enseñanza del Nuevo Testamento es nuestro
liderazgo. Cuando tenemos el liderazgo propio y adecuado en las iglesias, podemos
tener una vida de iglesia decente y ordenada que exhibe a Cristo y glorifica al Padre.