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  • Liceo Miguel de Cervantes y Saavedra/ Lenguaje y Comunicacin 1 ao medio/ Nathaly Acua F. 2011

    I. Realiza la lectura del mito El Minotauro y del relato de Jorge Luis Borges La casa de Asterin. Luego contesta las preguntas.

    El mito del minotauro - Teseo y el Minotauro

    Se cuenta que, en una ocasin, Pasifae, esposa del rey de Creta, Minos, incurri en la ira de Poseidn, y, este, como castigo, la conden a dar a luz a un hijo deforme: el Minotauro, el cual tena un enorme cuerpo de hombre y cabeza de toro. Para esconder al monstruo, Minos haba mandado a construir por el famoso arquitecto Ddalo el laberinto, una construccin tremendamente complicada de la que muy pocos conseguan salir, escondindolo en el lugar ms apartado.

    A cada luna nueva, era imprescindible sacrificar un hombre, para que el Minotauro pudiera alimentarse, pues subsista gracias a la carne humana. Sin embargo, y cuando este deseo no le era concedido, sembraba el terror y la muerte entre los distintos habitantes de la regin.

    El rey Minos tena otro hijo, Androgeo, el cual, estando en Atenas para participar en diversos juegos deportivos, al resultar vencedor fue asesinado por los atenienses, obcecados en los celos que sentan tanto por su fuerza como habilidad. Minos, al enterarse de la trgica noticia, jur vengarse, reuniendo a su ejrcito y dirigindose luego a Atenas, la cual, al no estar preparada para semejante ataque sin previo aviso, tuvo pronto que capitular y negociar la paz.

    El rey cretense recibi a los embajadores atenienses, indicndoles que haban asesinado cruelmente a su hijo, e indicando posteriormente que, las condiciones para la paz, eran las siguientes: Atenas enviar cada nueve aos siete jvenes y siete doncellas a Creta, para que, con su vida, pagaran la de su hijo fallecido. Los embajadores se sintieron presos por el terror cuando el rey aadi que los jvenes seran ofrecidos al Minotauro, pero empero no les quedaba otra alternativa ms que la de aceptar tal difcil condicin. Tan slo tuvieron una nica concesin: si uno de los jvenes consegua el triunfo, la ciudad se librara del atroz atributo.

    Dos veces haba pagado ya el terrible precio, pues dos veces una nave de origen ateniense e impulsada por velas haba conducido, como se indicaba, a siete doncellas y siete jvenes para que se dirigieran as a ese fatal destino que les esperaba. Pero, sin embargo, cuando lleg el da en que, por vez tercera, se sorte el nombre de las vctimas a acudir a tal suerte, Teseo, nico hijo del rey de Atenas, Egeo, se arriesg inclusive a arriesgar su propia vida con tal de librar a la ciudad de aquel horrible futuro. Por tanto, al da siguiente, l y sus compaeros se embarcaron y, el rey, al despedir a su hijo, le coment entre lgrimas y sollozos que pusieran, en este caso, velas blancas cuando regresase. Partieron, y, a los pocos das despus, llegaron a la isla de Creta.

    El temido y salvaje Minotauro, recluido en el laberinto, esperaba su comida hambriento. Empero, y hasta el da y la hora previamente establecidos, los jvenes y las doncellas deban permanecer custodiados en una vivienda, situada a las afueras de la ciudad.

    Esta prisin, en la cual los jvenes eran tratados con la magnanimidad nicamente reservada a las vctimas de los sacrificios, estaba rodeada en s por un parque que confinaba con el jardn en que las dos hijas de Minos solan pasearse (Fedra y Ariadna).

    La fama del valor y de la belleza de Teseo haba llegado incluso a odos de las dos preciosas doncellas, y, sobre todo Ariadna -la mayor de ellas- desea fervientemente conocer y ayudar al joven ateniense.

    Cuando, finalmente y tras pasar algunas jornadas, consigui verlo un da paseando en el parque, lo llam y le ofreci un ovillo de hijo, indicndole expresamente que representaba su salvacin y la de sus compaeros, en tanto en cuanto entraran en el laberinto, deberan atar un cabo a la entrada, y a medida que penetraban en l lo iran devanando regularmente. De tal forma que, una vez muerto el Minotauro, podran enrollarlo y encontrar as el camino hacia la salida.

    Comentndole sto, sac de los pliegues de su vestido un pual y se lo entreg a Teseo, indicndole que estaba arriesgando su vida por l, pues si su padre se enterara de aquello que estaba haciendo, entrara en una clera y furia inmensas, y le dijo luego que, en caso de que triunfara, la salvara y la llevara con ella.

    Al da siguiente, el joven ateniense fue conducido junto a sus dems compaeros al laberinto, y, cuando se hall lo suficiente dentro para no ser visto, at el ovillo al muro y dej que el hilo se fuera devanando poco a poco, mientras que, la salvaje bestia, muga terriblemente presa de la inmensa hambre que tena.

    Teseo, sin embargo, avanzaba sin temor alguno, y finalmente, al entrar en la caverna, se hall frente al terrible Minotauro. Con un espantoso bramido, la bestia se abalanz sobre el hroe de hoy, que hundi su pual sobre el cuerpo algo dbil del Minotauro. Con un espantoso bramido, y despus de llevar a cabo unas cuantas apualadas ms, el monstruo lanz un ltimo gemido.

    A Teseo, por tanto, nicamente le quedaba enrollar de nuevo el hilo para recorrer el camino a seguir para poder salir de all. A partir de este momento, no slo habra salvado incluso a sus compaeros de su terrible destino, sino que incluso habra salvado a su propia ciudad.

    Pero cuando la nave estuvo lista para marchar, Teseo, a escondidas, condujo a bordo a Ariadna y tambin a su bella hermana. Durante el viaje la nave ancl en la isla de Nassos para refugiarse de una furiosa tempestad, y, cuando los vientos se calmaron, no pudieron encontrar a Ariadna, buscndola por todas partes pero sin encontrarla: se haba perdido y se haba quedado dormida en un bosque en el que, poco despus, fue encontrada por el dios Dioniso, quien la hizo su esposa y la convirti en inmortal.

    II. Comprensin de lectura (responde en tu cuaderno)

    1. Por qu el rey Minos mand a construir el laberinto? 2. Cmo y cundo se alimentaba el Minotauro? 3. Qu sucedi con el otro hijo del rey Minos? Cul fue la venganza del padre (rey)?

  • Liceo Miguel de Cervantes y Saavedra/ Lenguaje y Comunicacin 1 ao medio/ Nathaly Acua F. 2011

    4. Cmo se libr Atenas del castigo impuesto por el rey Minos?

    La casa de Asterin - Jorge Luis Borges

    Y la reina dio a luz un hijo que se llam Asterin. Apolodoro, Biblioteca, III,I S que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropa, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigar a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero tambin es verdad que sus puertas (cuyo nmero es infinito*) estn abiertas da y noche a los hombres y tambin a los animales. Que entre el que quiera. No hallar pompas mujeriles aqu ni el bizarro aparato de los palacios, pero s la quietud y la soledad. Asimismo hallar una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridcula es que yo, Asterin, soy un prisionero. Repetir que no hay una puerta cerrada, aadir que no hay una cerradura? Por lo dems, algn atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volv, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se haba puesto el Sol, pero el desvalido llanto de un nio y las toscas plegarias de la grey dijeron que me haban reconocido. La gente oraba, hua, se prosternaba; unos se encaramaban al estilbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocult bajo el mar. No en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera. El hecho es que soy nico. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filsofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espritu, que est capacitado para lo grande; jams he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro porque las noches y los das son largos. Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galeras de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiracin poderosa. (A veces me duermo realmente, a

    veces ha cambiado el color del da cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterin. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio o Bien deca yo que te gustara la canaleta o Ahora vers una cisterna que se llen de arena o Ya veras cmo el stano se bifurca. A veces me equivoco y nos remos buenamente los dos. No slo he imaginado esos juegos; tambin he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa estn muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamao del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galeras de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entend hasta que una visin de la noche me revel que tambin son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo est muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol;. abajo, Asterin. Quiz yo he creado las estrellas y el Sol y la enorme casa, pero ya no me acuerdo. Cada nueve aos entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galeras de piedra y corro alegremente a buscarlos. La ceremonia dura pocos minutos. Uno tras otro caen sin que yo me ensangriente las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadveres ayudan a distinguir una galera de las otras. Ignoro quines son, pero s que uno de ellos profetiz, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegara mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque s que vive mi redentor y al fin se levantar sobre el polvo. Si mi odo alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibira sus pasos. Ojal me lleve a un lugar con menos galeras y menos puertas. Cmo ser mi redentor?, me pregunto. Ser un toro o un hombre? Ser tal vez un toro con cara de hombre? O ser como yo? El Sol de la maana reverber en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre. -Lo creers, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendi.

    III. Relacin entre ambos relatos (contesta en tu cuaderno)

    1. Desde qu punto de vista est narrado: el relato de Borges y el mito? 2. Qu puede representar el laberinto en ambos mitos? 3. Qu relacin se puede establecer entre ambos mitos? 4. Qu imagen de mundo o cosmovisin se presenta a travs de los dos mitos? 5. Podras haber comprendido el relato de Borges sin conocer el Mito del Minotauro?


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