Noviembre
2012
No. 8
Mensual
JARABE PARA EL RESFRIADO CULTURAL
Jarabe intelectual ≈ Grageas científicas ≈ Genéricos y Similares Remedios literarios ≈ Las píldoras de cada mes ≈ Primeros auxilios
EDICIÓN ESPECIAL:
LA MUERTE
Laura Sofía Rivero Cisneros, Cariño.
Dedicado a Manuel Aguirre Bolaños
N oviembre es un mes que se caracteriza por dejarnos un
sabor a caducidad en los labios. Luego de las festividades
de Día de Muertos nos percatamos de que el año en curso
está ya por concluir. Todo nos parece fugaz y pasajero. Sin embar-
go, en unas cuantas semanas este pensamiento quedará arrumbado
debajo de montones de regalos, villancicos y ponche.
Aún permanece en nuestra memoria el sentimiento de brevedad
aplicable a todas las circunstancias
y bolsillos, objetos y pensamien-
tos, áreas y disciplinas.
El fin y la muerte marcan la pauta
de distintos caminares, a veces
mostrándose abiertamente, otras
ocultándose durante algunos momen-
tos; pero a fin de cuentas todos y cada
uno de los hombres dirigimos nues-
tros pasos hacia un término.
En esta primera edición especial de la Revista Sancara recolecta-
mos, una a una, distintas visiones de la muerte. Podrás encontrar,
estimado lector, las opiniones de: filósofos, biólogos, literatos,
médicos, historiadores y muchos otros más.
Te invitamos a que reflexiones sobre cada una de ellas y conformes
una postura propia, nutrida de los ríos de tinta provenientes de di-
ferentes manos y áreas del conocimiento.
¡Bienvenido seas!
JARABE PARA EL RESFRIADO CULTURAL
Índice.
Pag. 3 JARABE INTELECTUAL.
Pag. 3 Vida y milagros de los
dichos y frases hechas: No tener
vela en el entierro.
Pag. 3 De mis dioses y los tuyos:
Yum Kimil .
Pag. 4 Tomografía deportiva.
Pag. 5 Los santos inocentes y los
fieles difuntos.
Pag. 10 La muerte en los egip-
cios.
Pag. 12 La muerte:
maña más mala de la vida.
Pag. 19 Barthes y la muerte del
autor.
Pag. 22 La muerte de las lenguas.
Pag. 28 Siéntate a mi lado.
Pag. 31 Médicos de la lengua:
Memorial académico 2012.
Pag. 34 Una invocación a
los muertos
Pag. 36 REMEDIOS LITERARIOS.
Pag. 40 GRAGEAS CIENTÍFICAS.
Pag. 40 La botica.
Pag. 44 La comida mexicana ha
muerto… y su pueblo la quiere se-
guir a la tumba.
Pag. 46 Vivir mientras se muere a
diario.
Pag. 48 GENÉRICOS Y SIMILARES.
Pag. 48 Diálogos de Latón.
Pag. 50 Los innumerables rostros
de la muerte: Entrevista a Óscar
de la Borbolla
Pag. 54 LAS PÍLDORAS DE CADA MES.
Pag. 54 Recomendación de cine.
Pag. 54 Frases de organdí.
Pag. 54 Mesbook.
Pag. 55 Nacidos en octubre.
Pag. 55 Cartelera.
Pag. 56 PRIMEROS AUXILIOS.
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Vida y milagros
de los dichos y
frases hechas.
Yum Kimil (Señor de la Muerte)
De mis dioses y los
tuyos
Por: CARLOS ALVARADO UGALDE
Estudiante de Etnología en la ENAH
Por: LUIS FELIPE ESTRADA
CARREÓN
Maestría en Lingüística Hispánica en
la FFyL de la UNAM.
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Tomografía deportiva
E n julio del 2009, la muerte puso de luto a los escenarios deportivos cuan-
do Julio César Chávez Carrasco o el junior -como varios lo conocen- puso
fin a la vida de su contendiente, el peleador, Marco Antonio Nazareth apodado
el texano. La escena fue espeluznante. Un aguerrido pugilista golpeaba inmise-
ricorde a su adversario ante las múltiples miradas de quienes presenciaron la
pelea desde sus aparatos de televisión. Después de levantar la mano en señal de
triunfo al hijo de la leyenda, un padre de familia se inquietaba por la salud de su
hijo. Derrame cerebral fue el dictamen médico que extendió el acta de defunción.
Desde esa fecha, hasta estos momentos la muerte se ha hecho presente una y
otra vez en distintos escenarios deportivos. A todos nos impactó la muerte del
futbolista nigeriano, Endurance Idahor quien en marzo del 2010 cayó fulmina-
do en el campo de juego, cuando su equipo iba a realizar un tiro libre. Su muer-
te sigue siendo un enigma, puesto que la cámara de televisión sólo nos muestra
la imagen del deportista desplomado dentro del área del equipo rival. A sus
escasos 25 años de edad el delantero estrella de equipo sudanés Al-Merreikh,
dejó de existir y el video de su muerte le dio la vuelta al mundo. En los últimos
cinco años han muerto 84 futbolistas profesionales, ya sea durante los entrena-
mientos o bien en la realización del partido en plena cancha.
Algunos deportes -de los llamados extremos- tienen un flirteo permanente,
por así decirlo, con la inevitable muerte. Parece que allí radica su expectación,
tanto para quien lo práctica, como para el que lo observa y goza desde una tribu-
na o una pantalla de televisión. Sin embargo, cuando le ocurre el fatal accidente
al intrépido motociclista, saltador, escalador o demás deportistas, la sensación
de desolación y desesperanza invade un ambiente difícilmente descriptible.
El Base Jumping es un deporte que consiste en arrojarse en paracaídas desde
lo alto de algún edificio. Este deporte está prohibido en varios países, puesto
que ponen en riesgo tanto al que lo practica, como a quien lo observa. No obs-
tante que tiene más de 25 años su práctica en el mundo, muchos de sus repre-
sentantes tienen como destino final la cárcel o la muerte. Al parecer éste es el
deporte en el que más vidas se pierden anualmente.
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Por: JOSÉ ANTONIO RIVERO CALVILLO Estudió en la FES Acatlán, IUCE y UCSJ.
LOS SANTOS INOCENTES Y LOS FIELES DIFUNTOS,
1 y 2 de noviembre.
L a muerte, eterna reflexión que de
continuo ocupa la creación y la
mente de los hombres. Mientras habi-
tamos este espacio, buscamos, desea-
mos y anhelamos que el final de los días
nunca llegue, que se posponga, que no
se lleve a los seres que amamos; sin em-
bargo, ni con todo el horizonte de la
ciencia el humano ha logrado vencer la
batalla frente al destino final e ineludi-
ble de la muerte.
En nuestro país, la conmemoración por los difuntos, consignada
en nuestro calendario litúrgico, se efectúa los días 1 y 2 de noviem-
bre, los cuales, para asombro del mundo, se llenan de festejos, alga-
rabía, colores y tradiciones que realizan una batalla épica contra la
fiebre globalizadora del Halloween, celebración anglosajona que,
poco a poco, los sátrapas del mercado han introducido a nuestro
país. No obstante, la conmemoración por los difuntos, de acuerdo a
la tradición mestiza y nacional, ha logrado el reconocimiento inter-
nacional, al ser convertida en “Patrimonio intangible de la humani-
dad” por la UNESCO, es decir, que la Organización de las Naciones
“
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Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura, considera de vital impor-
tancia conservar, no sólo el patrimonio
material, sino también, las tradiciones
y costumbres, usos sociales y folklore
que caracterizan a una nación. ¡Y vaya
que la tradición mortuoria caracteriza
a los mexicanos!
Muchos visitantes extranjeros han
mirado con particular curiosidad la
manera en que los mexicanos celebra-
mos a la muerte, les asombra que de-
mos a nuestros niños calaveritas o hue-
sos de chocolate y azúcar para que entretengan el paladar, y se rea-
licen canciones y versos satíricos en torno al evento, para muchos
funesto, de la muerte. Sólo el mexicano lo celebra con tal ánimo
festivo y colores.
Celebrar la muerte es una tradición que debemos conservar pues
constituye un reflejo de nuestro mestizaje y del sincretismo religio-
so que le da rostro a nuestra cultura y por ende a nuestro país, cuya
frágil identidad es preciso nutrir. La preparación y montaje de los
“altares de muerto” sin duda, materializa el hecho, de que el mexi-
cano juega y contempla constantemente a la muerte, como bien lo
decía Octavio Paz en El laberinto de la Soledad:
[…] Para el hombre de Nueva York, París o Londres, la muerte es
la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El
mexicano en cambio la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme
con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor
más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo
como en la de otros; mas al menos no se esconde ni la esconde;
la contempla a la cara con impaciencia, desdén o ironía […]
Nuestros altares son un regalo simbólico y un don hacia todos
aquellos que se han adelantado en el camino. A decir del filósofo
francés, Jean Baudrillard, lo simbólico extermina el valor y por
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tanto la separación de los términos, el intercambio simbólico es
un proceso que impone obligaciones simbólicas, es el don, esto es,
la obligación simbólica de dar, recibir y devolver.
La humanidad, de todos los tiempos, manifiesta la necesidad de
dar, recibir y devolver, pero el mexicano en particular, es muy gene-
roso con sus dones. Pese a la difícil situación económica que vive
nuestro país, hacemos un gran esfuerzo por ofrendar a nuestros
muertos lo mejor de nuestras cosechas: dulces, comida, juguetes,
colores, y principalmente nuestro tiempo. La acción de ofrendar,
probablemente no rinda un fruto material, sin embargo, conservar
nuestros valores y tradiciones es de vital importancia, por lo que es
importante enseñar a nuestros hijos que el tiempo pasa y a veces es
muy corto, quizá algún día también nos despedirán y ofrendarán…
algún día tendrán que despedir a sus seres queridos y enseñarán a
sus propios hijos a montar un altar. Esta es la tradición, y con ella
logramos que se perpetúe nuestra raza y nuestra nacionalidad tal
como se ha venido haciendo desde algunos 500 años.
INSTRUCCIONES PARA MONTAR UN ALTAR
Los altares de muerto son de extraordinaria belleza y de gran diver-
sidad. Las tradiciones varían de acuerdo a cada lugar, pueblo o es-
tado. El altar prehispánico incluía los productos de la cosecha, que
se levantan en esta estación para preparar
el invierno, donde todo muere, así como el
copal, agua y los corazones del sacrificio.
La tradición con la llegada de los españoles
fue cambiando y adoptando algunos ele-
mentos de la religión católica, la cual adop-
ta la festividad y a partir de la mezcla de
culturas construye una tradición mestiza
que varía en cada entidad. Por ejemplo,
hay algunos lugares, como la región otomí,
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que construyen su altar en siete niveles, y cada uno representa un
peldaño al cielo. En Yucatán, utilizan flores de la región como cla-
veles rojos y blancos, a diferencia de Puebla donde la flor más utili-
zada es el cempasúchitl. En Guerrero, realizan maquetas represen-
tando los tipos de muerte y la manera en
que murió la persona a quien dedican el
altar, en otros lugares colocan fotograf-
ías, inciensos, veladoras, calaveritas y el
muy tradicional pan de muerto, que po-
demos disfrutar desde los primeros días
de octubre. Es importante confeccionar
los platillos que el difunto disfrutaba en
vida y también es importante colocar una
flor blanca y juguetes para los difuntos niños;
independientemente del gusto de cada familia, existen elementos
que no pueden faltar y que a continuación enlistamos para que se
animen a poner la ofrenda en sus propios altares. La Revista San-
cara les desea una bonita festividad y les recuerda lo importante de
vivir nuestras tradiciones.
ELEMENTOS PARA CONFECCIONAR UN ALTAR:
§ Flores, especialmente de cempasúchitl y la flor roja, también lla-
mada “garra de león. Las flores simbolizan el renacimiento.
§ Veladoras que simbolizan la luz que guía las almas hacia el altar y
que les enseña también el camino por donde deberán regresar.
§ Agua, pues el camino del inframundo es largo y los difuntos tendrán
sed al llegar, además de servir como elemento purificador que atrae
sólo a los buenos espíritus.
§ Calaveras, algunas veces con el nombre del difunto, pueden ser de
azúcar, chocolate o amaranto.
§ Comida, mole, chocolate, arroz, sopes, pozole, frijoles, tortillas, todo
aquello que el difunto disfrutaba en vida.
§ Fruta, la típica de la temporada: naranjas, mandarinas, tejocotes,
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cañas, etc.
§ Papel picado que representa la conexión entre el mundo de los
vivos y los muertos.
§ Sal, elemento purificador que, como el agua, atraerá a los buenos
espíritus.
§ Pan de muerto, elaborado por los artesanos panaderos con las
figuras de huesos que recuerdan la tradición prehispánica.
§ Arco que simboliza la conexión entre el mundo de los vivos y los
muertos y el paso por donde ingresarán, sólo por esta noche, nues-
tros difuntos a disfrutar las dádivas.
§ Música, en algunos lugares suelen dejar algún instrumento mu-
sical que amenice el banquete de los difuntos
§ Retratos, normalmente se colocan los del difunto a quien le de-
dicamos nuestro altar.
Al final, como decía el poeta Amado Nervo, somos:
“arquitectos de nuestro propio destino”
Por: MELISSA MARTÍNEZ LEMUS
Licenciada en Historia por la FES Acatlán y Maestra en Historiografía por la UAM.
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L a muerte siempre tiene un sentido, una tradición y una serie de
elementos distintos y significativos en cada cultura. El concep-
to o visión de muerte es única en cada lugar del mundo y sin duda
una de las culturas en que la muerte resulta más interesante por
abarcar todo un mundo de rituales, creencias y, en general, elemen-
tos increíbles, fue la egipcia. Durante la antigua civilización egipcia
se grabaron en el interior de los sarcófagos, en las paredes y techos
de las tumbas, inscripciones que suman más de mil fórmulas y que
son conocidas como los textos de los sarcófagos, los cuales poste-
riormente fueron reemplazados por ensalmos copiados en papiros
decorados con imágenes a color. Los egipcios llamaban a estos tex-
tos Libro para salir al día pero en Occidente se le denomina El li-
bro de los muertos.
De los escritos plasmados en El libro de
los muertos, el más interesante y contro-
versial es el capítulo 125, que narra el ri-
tual conocido como “El juicio ante Osiris”
durante el cual se comparaba el peso del
corazón del muerto con el de la pluma de
Maat .
El muerto se encontraba frente a Osiris y un tribunal, mientras
el dios Anubis se encargaba de pesar el corazón en una balanza: si
el corazón y la pluma quedan equilibrados, se declaraba
“verdadero” al muerto y podía morar entre las estrellas, pero si el
muerto no lograba superar el juicio era aniquilado por el
“monstruo engullido” que era una bestia entre cocodrilo, león e
hipopótamo.
Además de la literatura funeraria, otro aspecto que resulta im-
pactante es la momificación. Los antiguos egipcios la llevaban a ca-
bo porque creían necesario preservar el cuerpo del fallecido para
asegurar su vida en el más allá.
La muerte en los egipcios
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La momificación como la conocemos actualmente, se realizó
hasta la Dinastía IV, en la que se usó el natrón . Este proceso de
embalsamiento duraba setenta días; primero se extraían las vísce-
ras del cuerpo para desecarlas y depositarlas dentro de recipientes,
después se colocaba cada órgano en vasijas y el corazón se dejaba
dentro del cuerpo, el cual era rellenado con natrón seco y se dejaba
cuarenta días para la deshidratación. Finalmente se lavaba y se re-
llenaba con resina y lino para ser vendado y dar fin a este proceso
mundialmente conocido hasta nuestros días.
Por: JESSICA JAZMÍN GARCÍA VÁZQUEZ
Estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM FES Acatlán.
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L a muerte: palabra contundente, severa, escalofriante. ¿Qué
horrores no evoca en nosotros esta abstracción familiar pero
en el fondo desconocida? La muerte: símbolo tolerable de una reali-
dad insoportable, la del fin de nuestra vida, nuestra ineludible con-
dición de finitud. La muerte, hecho irrevocable que nos deja marca-
dos de por vida, cetro invisible que apenas nos roza con su halo de
locura y destrucción. Cuántas justificaciones le hemos inventado
para hacerla llevadera, cuántas religiones para minimizarla, hacerla
inocua, anular su poder y sus efectos. La muerte, nuestra gran ob-
sesión, el miedo mayor, la única verdad en la
que creemos a pesar de no haberla experi-
mentado –todavía- en carne propia.
El cristianismo, la ideología religiosa
predominante en occidente de la cual
nos tocó ser herederos, tomó la idea
platónica de la inmortalidad del alma y
la elevó a principio fundamental, con
tal de tranquilizar a sus creyentes
de que después de todo, si eran
buenos, se salvarían de la muerte. Y esta idea bizarra de la vida des-
pués de la vida (¿puede haber negociación más inútil que la de sal-
var el alma y dejar el cuerpo suponiendo que tales estuvieran sepa-
rados?) se propagó como un virus en el periodo del helenismo y de
ahí se pasó a la ilustración (Descartes, Malebranche, Pascal), y to-
davía en el siglo XIX, Henri Bergson argumentaba apasionadamen-
te a favor de este extraño planteamiento.
Pero hay tratamientos discursivos de la muerte aún más hetero-
doxos e interesantes que aquellos. Los existencialistas, por ejemplo,
asentaban toda su filosofía sobre la precariedad de la vida, la morti-
La muerte:
maña más mala de la vida
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ficación que supone el desamparo frente a nuestra finitud y fragili-
dad humanas. Si tomamos a la muerte como la negación del ser, el
miedo a la muerte sería el equivalente a la muerte de dejar de ser, al
miedo a la nada. El papá de los existencialistas, Soren Kierkegaard,
hablaba de una “angustia de la nada” en su Tratado de la angustia.
Volveremos sobre este punto.
La muerte, el malo pro-
totípico del cuento, suele
jugar también un papel
de mesías, de salvadora,
del hombre. La visión de
la muerte como liberadora
del sufrimiento causado
por la vida fue una postura
sostenida por Nietzche,
Schopenhauer y Cioran,
un conjunto de filósofos desgraciados que lleva-
ron una vida llena de dificultades y dolores espirituales que cristali-
zaron en concepciones del mundo un tanto retorcidas. Les mostraré
unos cuantos ejemplos:
“Exigir la inmortalidad del individuo es querer perpetuar un
error hasta el infinito. En el fondo, toda individualidad es un error
especial, una equivocación, algo que no debiera existir, y el verda-
dero objetivo de la vida es librarnos de él. Prueba de ello que la ma-
yoría de los hombres, por no decir todos, están constituidos de tal
suerte, que no podrían ser felices en ningún mundo donde suelen
verse colocados. Si ese mundo estuviera exento de miseria y de pe-
na, se verían presa del tedio, y en la medida en que pudieran esca-
par de éste, volverían a caer en las miserias, los tormentos, los su-
frimientos. Así, pues, para conducir al hombre a un estado mejor,
no bastaría ponerle en un mundo mejor, sino que sería preciso de
toda necesidad transformarle totalmente, hacer de modo que no
sea lo que es y que llegara a ser lo que no es. Por tanto, necesaria-
mente tiene que dejar de ser lo que es. Esta condición previa la rea-
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liza la muerte, y desde este punto de vista concibiese su necesidad
moral.” Dice Schopenhauer en su libro El amor, las mujeres y la
muerte, singular combinación de palabras en donde se adivina mu-
cho de su personalidad.
Partiendo del argumento de la vida como un error (¿de dios?),
Schopenhauer argumenta que la vida del hombre es absurda, pues
está llena de tanta miseria y de pena que padecimientos tan profu-
sos y recurrentes no pueden ser accidentales, más bien son necesa-
rios e inherentes a la existencia del ser humano. Sin ellos no puede
vivir, se aburriría, se llenaría de tedio. Si a esa desgracia le llaman
vida, no puede ser sino un error ridículo del universo.
En contraste, Friederich Nietzche, primero gran admirador y des-
pués rechazador de la filosofía de Schopenhauer, decía en una tóni-
ca semejante que el consuelo que la idea del suicidio le proporcio-
naba le dispensaba de practicarlo cada que pasaba una mala noche.
Interesante énfasis en el mero pensamiento de la muerte, no en el
hecho como tal. Comparemos lo anterior con lo que dice el mismo
alemán de los bigotes famosos en La Gaia Ciencia:
“El pensamiento de la muerte. Siento una melancólica felicidad al
vivir en medio de esta maraña de callejuelas, de necesidades, de voces:
¡cuánta fruición, impaciencia y apetito, cuánta vida sedienta y embria-
guez de vida sale a la luz en cada instante! Y, sin embargo, ¡qué gran
silencio reinará pronto alrededor de todos esos hombre ruidosos, vivos
y sedientos de vida! ¡Cada uno de ellos lleva tras de sí su sombra, su
oscuro compañero de camino! Es siempre como en el último instante
previo a la partida de un barco de emigrantes: tienen más que decirse
uno a otros que nunca, el tiempo apremia, el océano y su vacío silencio
esperan impacientes detrás de todo ese ruido, tan ávidos, tan seguros
de su botín. Y todos, todos piensan que lo que han tenido hasta ese mo-
mento no es nada, o es poco, y que el futuro cercano lo es todo: ¡y de
ahí esa premura, ese griterío, ese ensordecerse unos a otros y aprove-
charse unos de otros ¡Todos quieren ser los primeros en este futuro, ¡y
sin embargo la muerte y el silencio de los muertos es, de ese futuro, lo
único seguro y lo común a todos¡ ¡Qué raro que esta única seguridad y
comunidad no tenga casi poder alguno sobre las personas, y que de
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nada estén más lejos que de sentirse como la cofradía de la muerte! ¡Me
hace feliz ver que los hombres no quieren en modo alguno pensar el
pensamiento de la muerte! Me gustaría emprender algo que les hiciese
cien veces más digno de ser pensado: el pensamiento de la vida.”
La dialéctica de la vida y la muerte se resuelve en la afirmación de
la vida a partir de la muerte. La muerte hace valiosa a la vida, por-
que les hace a los hombres aprovechar su vida, de ahí la premura y
el sentir que tienen muchas cosas que decir. Tomando las dos frases
de Nietzche juntas, vemos que tanto pensar como no pensar en la
muerte pueden ser salidas positivas, ambas desembocan en la esti-
mación de la vida. La muerte no necesariamente es algo amenazan-
te, sórdido, frío, sino todo lo contrario, la muerte es una patria
común.
Ése es el caso para Cio-
ran, un inmigrante Rumano
que a pesar de que vivió
más tiempo en Francia y
llegó a escribir perfecta-
mente en francés, nunca
dejó de sentirse despatriado
tanto de su tierra como de
la vida, en la que aparentemente nunca se sintió a gusto. Convivió a
tal punto con el sufrimiento y la desilusión que los llegó a interiori-
zar de una manera muy particular, girando en torno a ellos durante
toda su desgraciada vida. En su libro de aforismos Ése maldito yo,
menciona cosas tan dispares entre sí como las siguientes:
1)“morir es probar que sabemos defendernos”
2)“la vida segrega antivida, y esta comedia química, en lugar de in-
citarnos a sonreír, nos consume y trastorna.”
3)“¡Perecer! Esa palabra que amo ante todo y que, curiosamente,
no me sugiere nada irreparable.”
Por un lado, expresa su amor por la muerte en 3, conjugada con
su desprecio, pues decir que ésta no le sugiere nada irreparable es
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tanto como decir que la muerte no le importa, que “no pasa nada.”
Por otro lado, agradece a la muerte el que nos dispense de vivir más
cosas desagradables en 1, pues es una especie de defensa del cuerpo
ante el sufrimiento que gracias a ella, es limitado. Y en 2 expresa
una postura intermedia, pues a la par que se ríe de la vida y la tacha
de comedia química, se lamenta de ella, admitiendo que consume y
trastorna al género humano.
Pero si nos olvidamos de los anteriores filósofos y nos pregunta-
mos en serio si realmente podemos pensar en algo peor que la
muerte, ¿qué se nos ocurre? Pregunta problemática que nos sume
en los pantanos indecidibles de la filosofía. Si regresáramos al plan-
teamiento de nuestro torturado filósofo danés, diríamos que en
efecto, que algo peor que la muerte es el estado de desesperación,
pues “morir quiere decir que todo ha terminado, pero morir la
muerte significa vivir la propia muerte; y vivirla un solo instante, es
vivirla eternamente. Quien desespera no puede morir, nunca la de-
sesperación, gusano inmortal, inextinguible fuego, devora la eterni-
dad del yo, que es su propio soporte.
Y cuando el peligro crece tanto como
la muerte, se hace esperanza; la de-
sesperación es la desesperanza de no
poder incluso morir [...]
El poder sobrellevar esta enferme-
dad espiritual, esta desesperación
angustiosa ¿será acaso más difícil
que el suicidarse, que el querer aca-
bar con todo para acabar con la de-
sesperación? Según Kierkegaard esto
no sería posible, ya que el desespera-
do no es capaz de matarse, su angus-
tia es la angustia de no poder des-
truir a su yo (aunque se mate), de no
poder cambiar de ego por más que se
desee. La muerte no soluciona el proble-
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ma, el problema es pues, la vida, la vida que se queja de la vida. Pe-
ro no se malentienda esto pensando que es únicamente la existen-
cia desgraciada la que se lamenta de sí misma, pues: “..lo que no se
dice de las existencias malogradas es que sólo se pierde aquella a la
cual engañan tanto las alegrías como las penas de la vida..” remata
Kierkegaard con una lucidez casi mística, pues recordemos que el
sufrimiento tiene un valor positivo en la filosofía cristiana. La tras-
cendencia del ser para él está vinculada a la intensidad con la que
se viven las penas o las alegrías.
Las dos son valiosas, nos llevan a
un plano trascendente, el sufri-
miento infinito que somos capaces
de padecer nos exhibe nuestra pro-
pia infinitud, nuestra naturaleza
eterna, y por ende, divina.
Y vaciado el reloj de arena, el reloj
de arena terrestre, y apagados todos
los ruidos del siglo, y terminada
nuestra agitación forzada y estéril,
cuando alrededor tuyo todo sea silencio, como en la eternidad, hombre
o mujer, rico o pobre, subalterno o señor, feliz o desventurado –haya
llevado tu cabeza el brillo de la corona o, perdido entre los humildes,
no hayas tenido más que penas y fatigas de los días; se celebre tu glo-
ria mientras dure el mundo u olvidado, sin nombre, sigas a la muche-
dumbre innúmera anónimamente; haya superado el esplendor que te
envolvió toda descripción humana, o los hombres te hayan herido con
su más duros o envilecedores juicios - quienquiera que hayas sido,
contigo como con cada uno de tus millones de semejantes, la eterni-
dad sólo se interesará por una cosa: si tu vida fue o no desespera-
ción...Y si tu vida no ha sido más que desesperación, ¡qué importa en-
tonces todo lo demás! Victorias o derrotas, para ti todo está perdido; la
eternidad no te ha reconocido como suyo…
De aquí está humana necesidad de la trascendencia, ése último re-
ducto a donde el ser humano se agarra para convencerse de que su
vida no fue en vano, de que hay un dios que le va a apartar su lugar
en un paraíso, o que al menos va a darse cuenta de sus actos; o in-
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Por: VIOLETA OROZCO BARRERA
Estudiante de Filosofía en la UNAM FES Acatlán.
clusive, yéndonos más allá de la solución teológica, que en sus hijos
está su persona, que en sus obras está su ser, inmortal e imperece-
dero. ¿Es ésta la única solución a la muerte? (que por cierto, no es
más que una solución intelectual). Es claro que aunque la ignore-
mos, la muerte seguirá viva hasta que no se le aniquile. Fuera de
broma, la muerte como hecho fundamental de la existencia del
género humano- a quien supuestamente le pesa más porque es
consciente – no se puede soslayar ni anular, pero no por ello debe
de preocuparnos hasta el delirio. La aceptación de la muerte y el
sufrimiento como condiciones inevitables de la vida es el eje de al-
gunas religiones orientales como el Budismo, en donde esa absurda
e inconexa trama que es la historia de todo ser vivo cobra sentido
en el Samsara, la gran rueda cósmica en donde todo lo que nace,
muere y renace en distintas formas de existencia. Idea parecida a la
de la teoría atómica de la materia, que explica no por que los áto-
mos de nuestro cuerpo se disgreguen y se descompongan dejan de
integrar las moléculas de otro cuerpo material. Después de todo,
acaso sea aquella la verdadera inmortalidad del alma.
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M i abuelo solía decir que el acto de la lectura significaba enta-
blar una conversación con miles de voces desconocidas. Es
cierto que al leer se van imprimiendo en nuestra mente las palabras
que alguien dispuso de cierta manera; recorremos con los ojos,
renglón a renglón, un entramado de significaciones. Pero ¿quién
nos está relatando dichas proyecciones mentales? Abrimos el libro
en determinada página e iniciamos una conversación… ¿con quién?
La respuesta parece sencilla: hablamos con quien nos escribe.
Parece lógico si pensamos, por ejemplo, en una carta. Yo le escribo
a mi amiga de Tamaulipas y ella sabe que, por medio de las pala-
bras, habla conmigo. Pero ¿qué pasa si esa misma amiga inicia la
lectura de una novela epistolar? Supongamos que recientemente
adquirió Querido Diego, te abraza Quiela. Al leer, ¿habla con Quie-
la, la protagonista, o con Elena Poniatowska, la autora?
Es esencial considerar que la literatura no trata, como dice Alfonso
Reyes, de sucederes reales o históricos, sino de sucederes imagina-
rios. El sujeto que escribe, crea una realidad distinta; una realidad
literaria. Por lo tanto la configuración de una obra implicará, obli-
gadamente, lo que Roland Barthes llama la muerte del autor. Es
decir, la conversación que entablamos al leer literatura no la man-
tenemos con el sujeto-autor del texto. En El corazón delator, escu-
chamos una voz que inicia su propio relato: “Yo no estoy loco”. El
sujeto de esa primera persona no es Edgar Allan Poe, sino un narra-
dor-personaje a quien conoceremos después como el asesino del
anciano con ojo de buitre.
En su artículo, Barthes señala que la figura del autor es una crea-
ción moderna. Es propio de las culturas primigenias el considerar a
Barthes y la
muerte del autor
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un individuo como intermediario de la palabra, más no como pro-
ductor de ésta. Algo similar podría pasar con otras artes: las gran-
des construcciones de la antigüedad carecen de firma o anotación
en la que se haga público un nombre a quien atribuir la obra. Con-
servamos las pirámides de Egipto, los templos teotihuacanos… pero
“sólo” eso.
Si bien ya hemos dicho hasta el cansancio que la voz con la que
conversamos no es la del autor, faltaría cerrar el hueco que ha que-
dado abierto: ¿a quién le pertenece esa voz?
Al hacerle esta pregunta a mi amigo Juan, él me contestó con to-
da naturalidad: “No hablamos con Edgar Allan Poe, sino con él lo-
co. El loco es la voz que escuchamos”. Cierto es que, al leer narrati-
va, frecuentemente nos encontramos con personajes como lo es
éste. Pero la literatura se conforma también por otros géneros como
el ensayo, el teatro y las derivaciones de la poesía. Debemos tener
muy en claro que los personajes no son personas, los narradores
tampoco, ni lo es la voz lírica. Todos los elementos literarios son un
cúmulo de símbolos que se entretejen para formar la madeja del
texto. Al no tener una existencia anímica,
real y tangible -como sí la tiene mi amigo
Juan-, estos elementos son creados por
medio de una infinitud de conceptos,
vivencias, actitudes, objetos... El texto es
un tejido de citas provenientes de los mil
focos de la cultura, dice Barthes.
Durante ese enfrentamiento entre
nosotros, como lectores, y el texto,
suele ocurrir que tomamos la pos-
tura de médicos ante un enfermo:
lo auscultamos y revisamos desde
la cabeza a los pies, y finalizamos
la inspección firmando una sen-
tencia en forma de receta. Sin em-
bargo, debemos recordar que el
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texto (más allá de estar enfermo o no, eso no pienso discutirlo) no
nos pide una “cura” ni mucho menos una “solución”. Barthes señala
atinadamente que en la escritura múltiple todo está por desenre-
dar, pero nada por descifrar. Los textos no nos piden encontrar su
sentido real, porque ellos están llenos de diversos sentidos. A la es-
tructura se la puede deshilar en todos sus nudos y todos sus nive-
les, pero no hay un fondo; el espacio de la escritura ha de reco-
rrerse, no atravesarse.
La literatura es un complejo sistema… de problemas. Mi amigo
Juan suele desesperarse cuando hablamos de estas cosas. Le miro
el rostro delineado por dos cejas anguladas y sé perfectamente que
ha comenzado a pensar en lo difícil que resulta mantener una con-
versación conmigo, pero sobretodo, con unos textos en los cuales
no sabe quién le habla desde el fondo de la página.
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@RevistaSancara RevistaSancara
Por: LAURA SOFÍA RIVERO CISNEROS
Estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM FES Acatlán.
La muerte...
E n agosto del 2010 el presidente brasileño Lula Da Silva pro-
nunció un discurso con motivo de la postulación para la cam-
paña presidencial de Dilma Rousseff, ahora presidenta de Brasil .
El discurso incendiario de Da Silva que, entre otros asuntos versaba
sobre los prejuicios generalizados de la educación en su país, de-
mostró la postura política del dirigente suramericano no sólo en
cuanto a iniciativas regionales de mercado o relaciones de amistad
con países colindantes; el discurso de Lula puso de manifiesto un
aspecto quizá pocas veces señalado en las esferas oficiales: la domi-
nación lingüística. Era simple, el mandatario brasileño no sabía
hablar inglés y a su contraparte yanqui nadie le exigiría hablar por-
tugués. Que Lula hablase de la necesidad de un presidente de
hablar inglés y no portugués, su lengua nativa, trajo a la superficie
conceptos como subordinación, colonización, dominio e inequidad.
A lo largo de la historia, la dominación lingüística ha trabajado de
la mano de los imperios más poderosos. Cuando en 1492 Antonio
de Nebrija dedicó su Gramática a la Mui alta y assi esclarecida
princesa Doña Isabel, juzgó necesario especificar que: […] siempre
la lengua fue compañera del imperio […] La afirmación de Nebrija,
confrontada con esta época, la nuestra, no parece tan remota.
En las últimas décadas, el constante debate sobre la globalización
ha producido puntos de vista diversos y temas de interés para las
investigaciones sociales. En el seno de las discusiones se ubican, en
primer lugar, las de corte económico-político: políticas de mercado,
de las lenguas.
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alianzas regionales, áreas comerciales, políticas públicas, legisla-
ción etc., en segundo plano está la discusión socio-cultural: estu-
dios culturales, mass media, migraciones etc. La globalización, vis-
ta así, resulta indiscutiblemente un modelo de interacción entre los
hombres aunque, para efectos de su estudio, esta afirmación parece
que no siempre es tomada en cuenta como primordial; en otras pa-
labras, la idea de que la globalización es un sistema económico y
como tal debe estudiarse en función de su papel en
relación con el mercado, prima sobre la idea de que
la globalización es un sistema complejo de inter-
acciones entre individuos y naciones,
y que en su proceso de transfor-
mación, la cultura, la sociedad
y los imaginarios cambian
constantemente.
Hasta hace algunos años, la
discusión sobre globalización,
en pro y en contra, iba general-
mente fundada en el discurso sobre la eco-
nomía y el mercado. Algunos em- presarios y políti-
cos se inclinan por la idea de que la globalización es la convergencia
de la humanidad hacia un futuro solidario mientras que los críticos
de este proceso lo consideran como el medio por el que todos sere-
mos homogeneizados . Sin embargo, el proceso de la globalización
también ha generado una tendencia de estudio que incide de forma
más directa en la cultura y los fenómenos sociales no siempre teni-
dos en cuenta como “más importantes”.
Si entendemos la globalización como un poder que permea, no
sólo física sino imaginariamente, amplios sectores sociales, enten-
deremos que los agentes que forman parte integral de este poder
son diversos y jerarquizados. Es decir, que la forma de abordar la
temática de la globalización, en primer lugar se ubica en el terreno
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económico y en segundo en el terreno cul-
tural. Sin embargo, existe desde hace va-
rios años una creciente tendencia al análi-
sis sociológico y cultural de las institucio-
nes de la globalización. Hay quien sostiene
que el siglo XX fue el escenario de conflic-
tos políticos y económicos mientras que el
siglo XXI será el escenario de conflictos
mayoritariamente culturales y estos, serán
de tipo étnico, religioso o lingüístico .
La situación de la globalización actual, requiere del análisis de
todos los factores que influyen en su propia dinámica, ya sea econó-
mica, antropológica o lingüísticamente; el debate concerniente a
está dinámica deberá abordarse desde distintos puntos de vista y
no aisladamente. Es el caso de la situación actual de las lenguas.
En 1992, luego de una serie de análisis estadísticos, el lingüista
estadounidense Michael Krauss hizo una alarmante afirmación
sobre la situación de las lenguas en el mundo: Considero que un
cálculo plausible es que, de mantenerse el ritmo actual de las co-
sas, el siglo próximo verá bien la muerte o el crepúsculo del 90%
de las lenguas de la humanidad.
Si esa afirmación es cierta, debemos considerar la muerte de una
lengua cada dos semanas. A la vista de algunas posiciones globali-
zadoras, la pérdida de una lengua probablemente no constituya un
factor que obstaculice los ideales del sistema actual. Sin embargo, el
ocaso de una lengua significa más que la pérdida de un sistema
morfológico, sintáctico y fonológico; significa, al mismo tiempo, la
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terrible pérdida de una forma de ver el mundo, de una realidad
diferente, de una historia que nunca se volverá a construir.
Quizá nadie ilustra mejor lo
dicho anteriormente que el
australiano David Maalouf:
Cuando pienso que mi lengua
ya no ha de vivir en los labios
de los hombres, me sobreviene
un escalofrío más hondo que
mi propia muerte, pues en ella
se cifran todas las muertes de
mi estirpe .
La muerte de las lenguas, debiese de
constituir uno de los focos de interés más importantes de la socio-
lingüística, necesitamos saber que es un problema mundial y que
están en juego muchos factores no sólo de índole lingüística, sino
también económica y política; en otras palabras, la muerte de las
lenguas depende en gran parte de los esfuerzos planteados desde la
investigación, pero ejecutados por los gobiernos y las instituciones.
David Crystal lo plantea de la siguiente manera:
El argumento que se oye más comúnmente es el económico:
tener tantas lenguas en el mundo es una pérdida de dinero,
porque los individuos y las empresas tienen que emplear mu-
cho dinero y energía en traducir e interpretar. Si hubiera una
única lengua, prosigue este razonamiento, todos podrían seguir
comprando y vendiendo sin preocuparse de estas barreras. Hay
un elemento cierto en esto: cuesta un montón de dinero mante-
ner la diversidad de las lenguas del mundo, pero la falacia con-
siste en pensar que ese dinero se malgasta.
Numerosos investigadores han llamado la atención sobre las len-
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guas en peligro de extinción; todos, o casi todos, coinciden en que
es vital la revitalización de las lenguas y que para ello se requiere
del esfuerzo conjunto de amplios ámbitos sociales, económicos,
políticos y lingüísticos. Calvet utilizó, con gran tino, el término glo-
tofagia para referirse a la oposición entre lengua dominada y len-
gua dominante; y señala que el colonialismo adquiere diversas for-
mas, entre ellas, en un nivel ideológico pocas veces señalado, se en-
cuentran las relaciones lingüísticas de poder; asimismo, señala que
las lenguas son dominadas no estrictamente por razones lingüísti-
cas sino por procesos de opresión ligados al imperialismo de las
grandes potencias. Esta situación desigual, en tanto que preferencia
de una lengua (dominante) sobre la otra (dominada), es el germen
de consecuentes problemas sociales, problemas que invariablemen-
te tienen repercusiones sobre nosotros.
Si la tendencia actual en casi todas las áreas sociales es la
“multiculturalidad”, es necesario que replanteemos nuestra postura
con respecto a conceptos como inclusión, interculturalidad e inte-
gración, y que reconsideremos sin ambages las características del
modelo “multicultural” en boga. Visto así,
los principales cuestionamientos serían:
¿El modelo actual verdaderamente inclu-
ye a los pueblos que hablan lenguas origi-
narias? ¿Es del todo cierto que mediante
ese modelo de integración las lenguas
están siendo respetadas a un mismo ni-
vel? Y finalmente ¿Existe un panorama
de enriquecimiento mutuo y de entendi-
miento entre pueblos y por ende entre
lenguas? La respuesta a los anteriores
cuestionamientos nos la dará el estudio
exhaustivo de las relaciones de poder lin-
güístico y el análisis de las relaciones en-
tre pueblos dominados y pueblos domi-
nantes.
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Si nos reconocemos en la diferencia y si aprendemos a mirarnos
en el espejo del otro, probablemente consigamos llegar a esa utopía
“multicultural” tan llevada y traída por nuestros políticos. Es esta,
la nuestra, una época para reflexionar en torno a lo que se pierde
cuando muere una lengua; se dice que una lengua muere cuando
muere el último de sus hablantes, hay quien va más lejos y sugiere
que en realidad la lengua muere con el penúltimo de sus hablantes
que, incapaz de que alguien le responda, opta por quedarse en si-
lencio.
Evitar la muerte de las lenguas, esa
realidad que no podemos pasar des-
apercibida, requiere del esfuerzo
de todo interesado en la lin-
güística; muy probablemente
veremos la muerte de más len-
guas en los años venideros y
quizás las lenguas dominantes si-
gan devorando a otras que, indefensas,
dejarán de ser una duplicación más del
mundo. En este terrible panorama, en donde unos se
horrorizan ante la idea de aprehender positivamente el mundo aje-
no y de corresponder con el nuestro, donde otros se debaten entre
los beneficios económicos y la preservación de las lenguas, donde la
homogeneización prima sobre la diversidad, debemos enfocar
nuestro esfuerzo para salvar, en el amplio sentido de la palabra, las
lenguas del mundo.
Un desenlace fatal se vislumbra en nuestras lenguas: es el silen-
cio. Ese silencio no es el de las lenguas muertas sino el de nuestra
indiferencia, el miedo funesto que nos calla la voz. ¿Seremos capa-
ces de romperlo?
Por: DANIEL PÉREZ TORRES
Estudiante de la Licenciatura en Enseñanza de Inglés y también de la Licen-
ciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM FES Acatlán.
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Siéntate a mi lado
E s la primera vez que nos ponemos festivos, ahora en honor del Día de Muertos. Y en la poesía encontramos una vasta
obra al respecto, ríos de tinta han corrido de las plumas de los poetas acerca de la muerte. Por eso, en esta ocasión he tenido dificultades en elegir el poema, sin embargo, mi abuela solucionó mi conflicto. Me dijo: ¡Ay! Yo que tú escogería ese poema de Acu-ña. Y ese poema de Acuña quedó. Los invito a iniciar su lectura.
Si bien la muerte es un asunto angustiante debido a que nadie ha podido explicarlo, a través de este poema se ofrece una res-puesta a lo que pasa con nosotros al morir, “quienquiera que sea-mos al final”, como escribió Rilke. Ante un cadáver presenta una aguda reflexión acerca de la vida y la muerte desde el punto de vista de la transformación de la materia.
La muerte es un lugar que la ciencia no alcanza a vislumbrar ni explicar; es una ley superior, pues la vida se somete a ella; es una región de iguales porque hace desaparecer "la distinción de esclavos y señores"; y también libera del dolor: el cuerpo, “máquina vital”, obtiene un descanso. El nacimiento y la muerte no son los límites de la existencia, ya que ambos se continúan para siempre como en círculo.
Somos materia pasajera y mutante. La forma del muerto cam-biará y se convertirá en trigo o en mariposa, incluso su cráneo puede ser un florero. Los muertos siguen entre nosotros, los ve-mos en la vida que surgió a partir de su materia descompuesta, las cosas más bonitas del mundo se nutren y crecen de ella.
Sí, la muerte es el fin del camino, extingue el aliento, acaba con las relaciones, con los nombres que se van de la historia sin pena ni gloria; sin embargo, la vida busca modo de aprovecharse y se alimenta de ella con discreción. Estamos afanados en vivir, nuestra forma es materia, así que quizá realmente seamos eter-nos porque cambiaremos continuamente, no moriremos del todo.
Quiero terminar con una invitación a recordar a los poetas muertos a través de la lectura de su obra, de esta manera estarán presentes por siempre. Creo que es adecuado para todos ellos esto que escribió Juan de Dios Peza en el prólogo a las obras de Acuña: “el destino apagó la llama de su vida, pero no logrará ex-tinguir su imperecedera memoria.”
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@RevistaSancara RevistaSancara
Por: ADRIANA ROSALES PÉREZ
Estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas en UNAM FES Acatlán.
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MEMORIAL ACADÉMICO 2012
Médicos de la lengua
E n la academia como en la medicina, aparecen figuras promiso-
rias y leyendas vivas, consumados maestros y notabilísimos
alumnos: inteligentes y generosos, después de todo. Para unos, el
libro llega a su fin, mientras que para el resto, apenas comienza su
historia.
Por medio de esta columna mensual, quien esto escribe ha dedi-
cado sus mejores fuerzas para compartir con todos ustedes, queri-
dos lectores, la importancia de una benemérita institución, la Aca-
demia Mexicana de la Lengua, a través de sus integrantes, cuya pre-
sencia hace posible que una lengua tan diversa y enriquecedora
−como el español hablado en México− se vea desde distintas pers-
pectivas. (A guisa de homenaje en vida, si así se quiere ver.)
Sin embargo, esta ingente labor no estaría completa si nos olvidá-
ramos de aquellos académicos que adelantaron su camino, dejando
en sus colegas un generoso legado a cuidar, es decir, que su presen-
cia en la Academia suscite más obras y mejores empresas a favor de
la cultura en México.
En la presente entrega de Médicos de la Lengua, rendimos señe-
ro homenaje a aquellos académicos que ya no están con nosotros.
(A todos ellos, ¡muchas gracias!)
Clementina Díaz y de Ovando (Laredo, Texas, E. U., 1916–
México, D. F., 2012): Del 13 de junio de 1985 al 19 de febrero de
2012 fue la octava ocupante de la silla XII y la
segunda mujer en ingresar a la Academia,
después de María del Carmen Millán, a quien
sucedió en la misma. Con Vicente Riva Pala-
cio y la identidad nacional”, su discurso de
ingreso, inició una decorosa trayectoria como
académica de número, donde su pasión por
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la literatura mexicana del siglo XIX condujo muchas empresas al
interior de la corporación. Bien recibida por Miguel León-Portilla al
momento de su investidura, Díaz y de Ovando devolvió la generosi-
dad de su respuesta al momento que jóvenes colegas como Gonzalo
Celorio y Vicente Quirarte ingresaron en tiempo y forma a la Acade-
mia. Para fortuna suya, ella abrió el sendero por donde varias com-
pañeras de género y de trabajo hoy en día transitan en total liber-
tad: Margit Frenk, Margo Glantz, Julieta Fierro, Concepción Com-
pany, Elsa Cecilia Frost y Ascensión Hernández Triviño. (Y las que
faltan…)
Arturo Azuela (México, D. F.,
1938−2012) Del 25 de septiembre de 1986 al
8 de junio de 2012, segundo ocupante de la
silla XXX, después de Agustín Yáñez. En
“Historia y novela: cinco ejemplos”, a la
sazón, su discurso de ingreso, Azuela se asu-
mió recipiendario de una herencia literaria
plenamente mexicana (hijo y nieto de escritores, a final de cuentas),
que tomó por asalto los terrenos de la novela: desde Los de abajo y
Al filo del agua hasta La sombra del caudillo y Pedro Páramo. De
temple renacentista hasta el final (aparte de narrador, músico y
matemático), encontró gran afinidad temática con futuros cofrades
como Elías Trabulse y Carlos Prieto, de pluma fácil pero sumamen-
te comprometidos con el conocimiento. Además, digno es subrayar
su trabajo al frente del Seminario de Cultura Mexicana, que dirigió
hasta el último día de su vida.
Miguel Capistrán (Córdoba, Ver., 1939−México, D. F., 2012)
Su trayectoria como crítico literario y sesudo investigador en torno
al grupo Contemporáneos, además de una impecable labor en pro
de las letras mexicanas, donde se cuentan innumerables publicacio-
nes propias y colectivas, fue electo académico de número el 27 de
octubre del año pasado y así convertirse en el sexto ocupante de la
silla VI, después de Enrique Cárdenas de la Peña –cronista oficial
de la Academia− y de Edmundo O’Gorman, por decir algunos nom-
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bres. Al momento de su fallecimiento estaba
en los preparativos para la lectura de su dis-
curso de ingreso, a realizarse el pasado mar-
tes 9 de octubre, en la sala “Manuel M. Pon-
ce” del Palacio de Bellas Artes. Lamentable-
mente, la venera y el diploma que entrega la
corporación en la ceremonia oficial, le fue-
ron conferidas de forma póstuma en la Capilla Alfonsina.
Queda, finalmente, acercarse a las obras de estos académicos hoy
ausentes en persona, pero siempre presentes en esencia; además,
su legado aún está por escribir las mejores páginas, aquellas donde
los investigadores en proceso de formación y los lectores de a pie
(como ustedes y un servidor) digan la siguiente palabra, y susciten
nuevos debates, donde el conocimiento ganará por derecho propio,
por encima de todas las cosas. (Así sea.)
Por: ULISES VELÁZQUEZ GIL
@Cliobabelis
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DESDE LA EDITORIAL
Mayahuel Zárate Guerrero
Una invocación a
los muertos
M éxico es una inmensa fosa de cadáveres. Las estadísticas son
insuficientes y dejan en una inmensidad anónima los nom-
bres con sus historias, los llantos, las soledades, el dolor. Las tantas
muertes que para los medios son sólo mercancía de la jugosa nota
roja, y que para otros son sólo “daños colaterales”, o seguramente
para otros, simple cuestiones de negocios. La muerte: una mercanc-
ía. También los asesinatos políticos han aumentado y se realizan,
generalmente, contra los pueblos indios, y se mantienen en un cri-
minal silencio, un silencio que duele.
No puedo hacer mucho, no puedo nombrar a los tantos y tantas.
Quizás, sin embargo, pueda invocarlos a través de un nombre, a
través de la poesía. Sabemos que el origen de la poesía es ritual, en
ella también hallamos invocaciones. En el 2006, con la muerte de
Alexis Benhumea le escribí un poema, ya con el tiempo sé que ese
poema invoca también, otras muertes, por ejemplo, las de los nahu-
as asesinados de Santa María Ostula:
FLOR Y MUERTE
Soy pobre y no tengo siquiera una flor para tu muerte, sin embargo, compañero, mi palabra será la flor como la de los lagos antiguos y de sus antiguos poetas, palabra que se angustia de tiempo, tristeza, flor y canto, flor y llanto, flor y grito,
flor y muerte que perfora lágrima a muerte contra tu asesino. Es así que hoy sólo tengo la palabra, tu esperanza ardiendo, tu coraje, tu vida, y tu muerte, y es que, compañero, me reconocí en tu muerte porque -¿sabes?- fue también la mía.
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También, quizás si nombro a Sali Grace, activista estadounidense
asesinada en Oaxaca, en el 2008, a quien conocí, por cierto, cuando
participábamos en una brigada de solidaridad con los pobladores
de San Isidro Aloapam, y quien recuerdo cómo jugaba con las niñas
zapotecas y se dejaba peinar por ellas mientras reían juntas, mien-
tras contaban no sé qué tantas tonadas; quizás si la nombro, con
este poema que le escribí, también exprese una porción del dolor de
quienes ya no escucharan la voz, la sonrisa, de quienes esperaban
nuevamente encontrarse y reencontrarse en otras ocasiones que ya
no serán:
ME LLEGARON NOTICIAS DE TU MUERTE Hoy me llegaron noticias de tu muerte y no las creo. Sin embargo el día silencio a silencio se vuelve a mi cara y el aire poco a poco se confunde como un vuelo de pájaros que retoñan de tristeza. Me doy cuenta entonces que es verdad: que tu cabello, revuelto de sierra, es el acantilado en que el vértigo de la muerte desbarranca sus dedos; que tu sonrisa alborozada de luna estalla de ausencia como mil libélulas enloquecidas hacia las sombras casi cielo del ocaso. Me doy cuenta que es verdad: las horas y el día palabra a palabra palidecen, y te descubro sin fin con tus pasos detenidos; con un baile que enmudece; con la plática interrumpida en tus labios; con mi silencio vivo sin el tuyo. Me llegaron noticias, noticias tuyas de tu muerte…
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Lectores (si tengo alguno) de manera distinta a la acostumbrada
escribí este texto, con los nombres de dos de mis tantos muertos, y
con poemas porque quizás, entre otras cosas, el poema, es una in-
vocación de instantes, una invocación a nuestros muertos, un invo-
carnos a nosotros mismos.
Por: ALEJANDRO MARTÍNEZ LIRA
Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas, y profesor de esta licenciatura
en la UNAM FES Acatlán.
Remedios literarios. Medicina homeopática.
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Calavera de elecciones
Por: JOSÉ ANTONIO RIVERO CALVILLO Estudió en la FES Acatlán, IUCE y UCSJ.
Óbito
Por: SANTA CASSANDRA AGUILERA HERNÁNDEZ Estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM FES Acatlán.
Petit morte
Por: ROBERTO REIS Estudiante de Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM FES Acatlán.
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Por: PAUL ENRIQUE ESTRADA SANTOS GAONA, LUPUS PARTER
Estudiante de lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM, FES Acatlán.
Calavera literaria
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DESDE LA EDITORIAL
Norma Aguilera
Por: LUIS DANIEL PIÑA RAMÍREZ Estudiante de lengua y Literatura
Hispánicas en la UNAM, FES Acatlán.
El escape de Chabelo
Grageas científicas. Aglomerados de conocimiento.
La botica:
H ablando en términos sumamente
generales, puede afirmarse que las
plantas son seres vivos porque nacen, cre-
cen, se alimentan, se reproducen y mue-
ren. Hay gran cantidad de trabajos que
abordan los primeros cuatro puntos, pero
no es muy común que se hable del último
de ellos: la muerte. Es paradójico que
existan temas “tabú” relacionados con la
muerte, mientras nuestra sociedad cele-
bra con entusiasmo las festividades del
primero y dos de noviembre. Los amantes de las plantas evitarán, a
toda costa, incidir en el tópico que abordamos en este artículo. A
partir de este planteamiento particular nos surge la pregunta:
¿Tendrá esto que ver con las fuertes tendencias al apego que pre-
senta la humanidad en general? En la presente edición no me en-
cargaré de esbozar conjeturas o posibles respuestas, pero los invito
a reflexionar concienzudamente, mientras me doy a la tarea de pro-
porcionar un panorama general acerca de algunos factores que cau-
san la muerte de las plantas:
»FALTA DE AGUA: todo el mundo sabe que pueden ser letales los
periodos de tiempo demasiado prolongados en los que no haya
aporte de agua para una planta. De manera sencilla puede decirse
que esto se debe a que el agua es aprovechada por la planta para su
proceso de obtención de energía (fotosíntesis), aparte de que la uti-
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liza para mantener en equilibrio sus funciones celulares
(homeostasis), y también depende de ella para conservar firmes sus
estructuras (turgencia). Las raíces son las encargadas de tomar el
agua del sustrato, por lo que un exceso de sequedad por mucho
tiempo implicará daños en las raíces, provocando mayores daños
en la planta (Internet 1).
»EXCESO DE AGUA: Es un gran problema que la gente riegue sus
plantas de más, pues a pesar de que es básica para la vida de la
planta “todo en exceso es malo”. En este caso, demasiada agua y
humedad en el sustrato propicia el desarrollo desmesurado de mi-
croorganismos como hongos o bacterias que pueden llegar a infec-
tar a las plantas, principalmente
a las raíces, que son dañadas
rápidamente, sufriendo putre-
facción. De esta manera, paradó-
jicamente, la superabundancia
de agua provoca la deshidrata-
ción de la planta, pues como el
párrafo anterior se dijo: las raí-
ces son las encargadas de captar
agua para la planta (Audesirk, et al., 2004).
»CONCENTRACIÓN ELEVADA DE SALES: Esto sucede cuando se abona
en demasía los cultivos o al llevar repentinamente a zonas costeras
ejemplares no aclimatados. El daño planteado en este caso es en
esencia una deshidratación. Las células tienen cierta cantidad de
contenido sólido y agua dentro de ellas, los cuales necesitan estar en
una determinada proporción con el contenido sólido y agua del exte-
rior de la célula para poder introducir H2O. Se necesita que dentro
de la célula haya más contenido sólido o de sales que en el exterior,
para que de esta manera, la tendencia del agua sea pasar de un me-
dio menos concentrado a uno más concentrado en sales, y menos
de uno más concentrado en agua a otro menos concentrado en ella.
Pero si el sustrato en el que se encuentra la planta tiene una alta
concentración de sales, la cual rebasa la de las células vegetales, el
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H2O no podrá penetrar en ellas, ya que la proporción necesaria an-
tes mencionada no se cumple. Al mantenerse estas condiciones por
periodos relativamente largos, la planta termina por secarse. Las
plantas que viven en zonas donde el agua que reciben es muy sala-
da, están adaptadas a estas condiciones, por lo cual viven sin pro-
blemas ahí (Audesirk, et al., 2004).
»FALTA DE NUTRIENTES: Cuando a un sistema altamente efectivo
no se le proporcionan los elementos
que requiere para funcionar óptima-
mente, por más eficiente que éste sea,
tenderá a sucumbir ante la carencia de
materia prima. Esto es lo que sucede a
las plantas que no reciben un correcto
aporte de los nutrientes que necesitan,
pues no basta con CO2 y H2O para te-
nerlas en buenas condiciones. Además
necesitan de elementos químicos en
ciertas cantidades para poder sintetizar las moléculas que forman
su estructura, propiciar su correcto metabolismo, producir sus flo-
res, aromas y frutos; por lo que si se trata de cultivar en un suelo
demasiado pobre, los resultados serán generalmente bastante ma-
los (FAO, 2002).
»FALTA DE LUZ: La estrella alrededor de la que se traslada la Tie-
rra, en la distancia precisa a la que nos encontramos de ella, con los
filtros atmosféricos y electromagnéticos que nos protegen de su ex-
cesiva fuerza, es la que ha suministrado de energía a nuestro plane-
ta desde hace millones de años. Gracias a ella y adaptándose a su
luz evolucionaron los seres fotosintéticos, que son los productores
primarios en cualquier cadena alimenticia. La energía luminosa del
Sol es transformada en energía química por las plantas, presenta-
ción en la que es transmitida y aprovechada por los consumidores
de ellas. Si no hay sol, la vida tampoco existe, por lo que las plantas
que no reciben suficiente irradiación no pueden llevar a cabo ni el
primer paso de la fotosíntesis, por lo que si esta condición se man-
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tiene, tienden a morir. Tomando en cuenta esta explicación se en-
tiende la razón por la cual en las selvas, donde hay tanta competen-
cia por captar algo de luz solar, existen vegetales que alcanzan altu-
ras descomunales, u otros que escalan a éstos, e incluso sabemos de
aquellos que germinan en las alturas sobre otros árboles. Lo que
pretenden es recibir la cantidad de luz que necesitan para iniciar su
metabolismo (Audesirk, et al., 2004).
De manera muy sintética estas son algunas causas principales
por las que llega al final la vida de las plantas. Existen otras más, y
las expuestas podrían ser tratadas más a fondo, pero los conceptos
que necesitan desarrollarse tomarían ediciones completas en ser
explicados de manera básica, por lo cual dejo a su voluntad ahon-
dar en el estudio de lo que más les haya interesado. Espero se haya
disfrutado este artículo especial, pues en siguientes entregas conti-
nuaré con el tema que me atañe: las orquídeas.
Por: MANUEL AGUIRRE BOLAÑOS Estudiante de Biología UNAM FES Iztacala.
La comida mexicana ha
muerto ...y su pueblo la quiere seguir a la tumba.
P areciera que la muerte se ha salido de los altares y camina en-
tre nosotros; en periódicos, movimientos políticos y hasta en
conversaciones de borrachos nos topamos con los más de 60 mil
muertos de la lucha contra el narco. Pero existen muchos más cadá-
veres a los que pocos se han dignado a ver. Durante los últimos seis
años el número de padecimientos por Diabetes Mellitus ha llegado
a medio millón. Y este es sólo un grupo de las muchas víctimas de
una mala alimentación. Datos como estos dibujan un panorama
muy lúgubre para todos los glotones mexicanos. Las razones de esta
situación pueden parecer
obvias, sin embargo la po-
blación parece no compren-
der la magnitud de la ame-
naza que, pacientemente, se
han creado con el excesivo
consumo de coca-cola y
Burger King cómodamente recostados en su sillón, mientras dis-
frutan de la “maravillosa” oferta televisiva del país.
Padecimientos como la diabetes, la hipertensión o la insuficiencia
renal se encuentran íntimamente ligados a la alimentación, y son
enfermedades que afectan gravemente al estilo de vida de una per-
sona. El tratamiento y monitoreo de estas enfermedades representa
un alto costo para los servicios de salud y para el paciente, de ma-
nera que mientras más crece la barriga más adelgaza la cartera. En
la mayoría de los casos el enfermo es atendido hasta que las com-
plicaciones son demasiado graves. Partes amputadas e infartos son
algunas de las motivaciones que llevan a alguien a buscar ayuda. El
44
Por: JULIO URIEGA SILVA
Estudiante de Nutrición en la Escuela
de Dietética y Nutrición ISSTE
pronóstico de estos pacientes (con poco dinero y menos
salud) no es muy alentador.
Junto con la salud, el talento culinario del
mexicano se ha convertido en una espe-
cie en peligro de extinción. La ali-
mentación representa un punto
esencial para nosotros. La rica variedad gas-
tronómica, base de las primeras civilizacio-
nes, y que ha evolucionado con nuestra tru-
culenta historia, es mundialmente reconoci-
da como un rasgo cultural más característico
que cualquier otro arte. Los valores y tradiciones de este pueblo
multicolor se reafirman continuamente en torno a la mesa familiar,
en la cotidianidad y principalmente en los numerosos festejos im-
perdonables. Sin embargo durante los últimos años la globalización
y el estilo de vida acelerado han modificado la alimentación del
mexicano, tanto en el contenido como en la manera en que esta se
desarrolla. No sólo las calles de las ciudades están impregnadas con
el aroma a comida chatarra, sino que incluso las poblaciones margi-
nales, donde los servicios básicos siguen siendo una fantasía, la in-
evitable Coca-Cola forma parte de la canasta básica.
México está cambiando y cada vez se parece más a su querido
vecino del norte. Incluso podríamos superarlo pronto como el país
numero uno… en obesidad.
45
C ada vez que se piensa en la muerte, los humanos experimentan
una sensación de incertidumbre, de desconfianza y sobre todo,
de miedo. Las ideas que han girado en torno a la muerte a lo largo
de la historia han cambiado de una manera impresionante, desde la
idea de que morir es el más grande honor y la única forma de real-
mente alcanzar la libertad, hasta esos pensamientos modernos en
los que la muerte no solo es mala, sino que debe ser evitada a toda
costa.
A partir de la idea de que el final de la vida es un lugar al que na-
die quiere llegar, se han desarrollado innumerables métodos para
prolongar la vida e incontables avances en el área médica. Aquellas
personas que hemos decidido dedicar nuestra vida a proteger la sa-
lud y preservar la vida humana, necesitamos entender la vida y la
muerte de una manera diferente a la que lo
hacen todos los individuos.
Respirar, sentir dolor, movernos volun-
taria e involuntariamente son indicadores
de que estamos vivos, sin embargo, como
estudiante de medicina, creo firmemente
que respirar no significa estar vivo, sino
que, los indicadores antes mencionados
solo nos dan la oportunidad de tener una
vida, de experimentar, de sentir, explorar y
conocer cosas que no podemos explicar y que tal vez no debería-
mos. De acuerdo a esto, morir no significa simplemente perder la
capacidad de respirar o dejar de sentir un pulso arterial, sino que va
más allá y puede ser mucho, mucho peor.
Existen parámetros para determinar cuando una persona está
Vivir mientras se
muere a diario
46
biológicamente muerta, entre
ellos, la ausencia de respuesta y
recepción a estímulos, ausencia
de movimientos respiratorios,
pupilas fijas y dilatadas, perdida
de reflejos osteotendinosos y elec-
troencefalograma plano. Sin em-
bargo, morir puede ser diferente
para todos, porque lo que nos da
vida no son las millones de reac-
ciones químicas y potenciales
eléctricos que llevamos a cabo sin
darnos cuenta, lo que nos da vida
es aquello que nos da un propósi-
to y es por esto que en realidad no
sabemos cuántas de las personas
que respiran están verdadera-
mente vivas, cuantas tienen un
propósito y cuántas murieron hace tiempo y es exactamente este el
tipo de muerte que cada médico debería intentar evitar.
Este noviembre recordemos que la muerte no es la última parte
de la vida, sino la primera, tengamos presente que desde el momen-
to en que nacemos, comenzamos a morir. Justo ahora, mientras
lees este texto, date cuenta de que tus células mueren, que millones
de ellas ya han muerto y que cada segundo te acerca más a la muer-
te. Date cuenta de ello y vive, vive sabiendo que mueres, busca un
propósito y cuando llegue el noviembre en que te han de recordar,
te recordaran no porque estés muerto, sino porque aprovechaste la
oportunidad que tu cuerpo te dio de vivir.
Por: JOSÉ EDUARDO TORRES RANGEL
Estudiante de la Licenciatura en Médico cirujano en la Facultad Mexicana de
Medicina de la Universidad La Salle.
47
Genéricos y Similares Lo mismo pero más barato.
Diálogos de Latón.
y 48
49
Por: JOSÉ ANTONIO RIVERO CALVILLO Estudió en la FES Acatlán, IUCE y UCSJ.
50
Revista Sancara: Desde el punto
de vista filosófico, ¿qué es la
muerte?
Óscar de la Borbolla: Hay una
visión siempre respecto de la muerte.
Creo que el primero que la menciona
es Platón, de manera central y define
la muerte en el diálogo el Fedon co-
mo “la separación del alma y el cuer-
po”. Otro autor para quien la muerte
es muy importante, dando un brinco-
te desde el pasado hasta el presente, es Heidegger en El ser y el
tiempo. Justamente la característica fundamental del hombre es:
“que es un ser para la muerte.” Si no tuviéramos ese plazo de ven-
cimiento no haríamos nada, es nuestra última referencia. Para
Heidegger incluso la muerte es la que le da todo el sentido a la vi-
da como el acorde final de una sinfonía. Él menciona esta imagen:
“toda la sinfonía musical se prepara para ese gran momento”.
RS: ¿Existe una relación entre la literatura y la muerte?
OB: Pues están permanentemente mezcladas. Como la literatura
de alguna forma se parece a la vida y en la vida aparece sexo, apa-
rece traición, aparecen muertos, aparece todo; a fuerzas está pre-
sente hasta en la obras más inocentes el asunto de la muerte y hay
unas obras clavadas específicamente en ese tema. Creo que es uno
de los temas más interesantes. Lo que hace que una obra adquiera
tensión es justamente el conflicto de muerte que se presenta en los
personajes. Entonces está todo el tiempo, no se podría prescindir
de la muerte como no se puede prescindir del amor sin que la
Los innumerables rostros de la muerte:
Entrevista a Óscar de la Borbolla
51
atmósfera literaria se note artificial, se vuelva falsa, se vuelva in-
creíble.
RS: Al ser la muerte algo inherente al ser humano, ¿es in-
herente a todas las creaciones humanas?
OB: Yo creo que sí; es más, hay un filósofo que es Eduardo Nicol,
que dice en La metafísica la expresión que según él es el rasgo más
importante de la filosofía el hecho de que expresamos. Dice textual-
mente: “expresamos, porque sabemos que tenemos que morir”. To-
das las cosas que hacemos, las hacemos porque no tenemos tiempo
indefinido. Cuando suponemos que tenemos un tiempo indefinido
lo dejamos para después, cada acción es porque sabemos que se nos
va la vida y si no nos apuramos no lo logramos, entonces, en toda
acción humana está consciente la presencia de muerte.
RS: ¿Usted cómo se imagina una vida sin la muerte?
A mí me gustaría imaginarme una vida sin la muerte porque “sí le
entraría a ese domingo eterno” en el que me encantaría por lo me-
nos, como dice Jaime Sabines, “morirme siquiera una semana.”
No creo en vidas más allá, ni creo en reencarnaciones, ni creo en
nada; creo que la vida, simplemente es esta organización muy com-
plicada del cerebro que permite la autoconciencia. Esto es lo que
me da mi identidad y si se rompe esa armonía se desaparece la con-
ciencia, entonces es una inmersión absoluta en la nada, es de veras
disolvernos.
RS: Hablando de poetas... ¿qué poemas relativos a la
muerte le resultan sugerentes?
OB: ¡Uy!, la poesía está cargadísima con
asuntos de la muerte. Pues mira, está bue-
na parte de la obra de Quevedo, que incluso
tiene unos poemas que se llaman Los poe-
mas metafísicos en que la muerte está co-
mo centro. está pues nada menos que La
muerte de Gorostiza, está La muerte al
52
mayor Sabines de Sabines, están Los nocturnos de Villaurrutia,
hay infinidad de cosas. Creo que los poemas que a mí más me gus-
tan tienen que ver con el asunto de la muerte: “morir es olvidar ser
olvidado, ocultarse un instante estarse quieto, cruzar el aire de
una orilla a nado y estar en todas
partes en secreto”, ese es un frag-
mento de un soneto de Sabines, es
el tema, no solamente uno, es el te-
ma de la poesía. Yo creo que los
poemas amorosos, los poemas auto-
rreferenciales que hablan de la pro-
pia poesía... que hacen una poética
con el poema son divertidos, son ingeniosos... los poemas épicos…
pero los poemas que de veras sacuden son los que tratan la muer-
te.
RS: Y en esa visión ajena que tienen las personas sobre la
muerte, ¿ha encontrado alguna diferencia a lo largo del
tiempo?
OB: La muerte para los religiosos es una especie de puerta de can-
tina que uno traspone y dice “ya llegue, prémieme o castígueme”,
la idea es que se continúe, y para muchos cada vez lo noto con
más frecuencia ya no es esta frontera que simplemente separa
dos etapas; una que es un valle de lagrimas y la otra que es la de
“de veras”. Ya muchos están convenciéndose de que no hay más
allá y sí he notado a lo largo de todo este tiempo, ya van como
treinta años de profe, que sí... cada vez la presencia de la visión
religiosa, que hace que la conciencia de muerte se neutralice, está
menos presente en los jóvenes, son generaciones “cada vez más
ateas” por llamarlo de alguna manera, mas escépticas.
He notado un desplazamiento del Halloween por el Día de muer-
tos. El Halloween se está imponiendo entonces, convive todo; el
Niño Dios ha sido reemplazado por Santa Claus y ahora los altares
son sustituidos por las calabazas que ni nos vienen ni nos van. Hay
algunos lugares en los que se celebra de forma espléndida la muer-
53
te y además creo que con una gran sabi-
duría. Miren, la vida es este asunto que
nos ocupa, siempre traemos en la vida
algo entre manos, siempre estamos en
un afán, en un deseo, persiguiendo algo;
siempre estamos ocupados en la vida, y
lo que nos provoca la vivencia de muerte
es una preocupación, nos vacía de sentido lo que antes parecía ob-
vio, y en esta preocupación... una de dos: o se angustia y se tira uno
a la desesperación o le encuentra realmente el sentido a la vida, y
creo que quien mejor lo expresó fue este poeta Hoelderlin en un
fragmento de su obra que se llama Empédocles, en voz de Sócrates
dice: “quien ha pensado lo más profundo, ama lo mas vivido”; ese
pensar lo más profundo justamente es el pensamiento de la muerte
que rebota hacia la vida, y por eso es que a mí me parece de gran
sabiduría el asunto mexicano de los muertos que son: los ausentes
presentes, los que ya no están pero que tenemos presentes y el
asunto de la muerte que es la presencia ausente porque la muerte
siempre está a la mano. Esto que parece un juego de palabras es
todo un bonito matiz que da un filosofo que se llama Landsberg que
nos dice: “la muerte es la presencia ausente y el muerto es el ausen-
te presente”. Creo que en México lo hemos resuelto muy bien por-
que en lugar de lanzarnos a la desesperación, pareciera que hemos
leído a Hoelderlin y entonces nos lanzamos hacia lo mas vívido y el
día de muertos hacemos una gran fiesta, un gran desmadre, lo cual
es indicio de una bonita sabiduría.
RS: Y ya para finalizar, ¿sintetizaría la muerte en alguna
frase?
En una frase propia que viene en un monólogo mío que se llama El
monólogo de la muerte la muerte dice… “que acaso no se han dado
cuenta de que el verdadero dios, soy yo, soy omnipresente, soy om-
nisapiente, porque sé lo único importante que hay que saber, el mo-
mento en el que estar bien con ustedes, solo su vanidad les impide
ver lo obvio, no hay ningún sentido más que llegar a mí”.
Mesbook
Gabriel García Márquez
Frases de organdí
“La única cosa que me duele de morir, es que no sea de amor”
Recomendación de Cine
Las píldoras de cada mes. Para evitar implantaciones de ocio en el útero de la conciencia.
54
El placer y el orden.
Cartelera Cartelera Cartelera Cartelera
2° George Bernard Shaw 2° Juan Zorrilla San Martín 3° Henri Matisse 6° Agustín Lara 6° Guillaume Apollinaire 10° Arthur Rimbaud 13° Camille Pissarro 14° Gottfried Leibniz
Muertos en noviembre
6/11/12 Auditorio del Programa de Investigación, FES Acatlán, 10:00 am.
Presentación de la Edición Especial de la Revista Sancara
Hasta el 18/11/12 Museo Tamayo Sala 1, $19 pesos.
Exposición: Tamayo Trayectos
Hasta el 20/01/13 MUNAL. Sala de exposiciones temporales. Domingos entrada libre.
Teatro: Lady Hamlet
Del 11/10/12 al 2/12/12 Teatro Orientación. Jueves y viernes 20:00 horas, sábados 19:00 horas / Domingos 18:00 horas. Localida-des: $150.00
19° Georg Wilhelm Friedrich Hegel 14° Ramón Menéndez Pidal
15° Johannes Kepler 18°Aquiles Serdán 19°Franz Schubert
20° León Tolstoi 22° Josefina Vicens Tabasco
Música de cámara.
10/11/12 Sala Carlos Chávez. 18:00 a 20:00 hrs. Textos poéticos de Sor Juana Inés de la Cruz, Fray Juan de la Anunciación y Pedro Manuel de Gama. Descuentos para estudian-tes.
Música de Cámara Proyecto AREA.
11/11/12 MUNAL. Francisco Ladrón de Guevara, violín. 12:00 hrs. Duración aproximada 90 mi-nutos. Salón de Recepciones, Ta-cuba No. 8, Centro Histórico. (Metros Bellas Artes y Allende). Entrada libre
55
Colabora con nosotros. Si deseas participar en nuestras secciones: Jarabe intelectual y Grageas científicas, comprueba la eficacia de tu medicamento con su respectivo
aparato crítico y referencias.
Los Remedios literarios son nuestro tratamiento que recibe más pro-puestas por lo que deberás esperar el dictamen del consejo editorial.
Escríbenos a: [email protected] y manda tu colabora-ción, pregunta, sugiere o anúnciate.
Fecha límite de recepción de colaboraciones para la publicación de
diciembre: 28 de noviembre del 2012.
Primeros auxilios.
El resfriado cultural, estimado lector, es un padecimiento cuyos síntomas inconfundibles pueden delatarlo con facilidad. En ocasiones el catarro común se alivia con pequeñas dosis de lectura, pero en otras se agrava
tanto hasta convertirse en neumonía o en enfermedades crónicas. El desa-rrollo de esta patología depende del cuidado que le des a tu salud intelec-
tual. Te agradecemos infinitamente que hayas optado por emplear este delicioso jarabe hecho de investigación, esfuerzo y creatividad. Puede
ocurrir también, que tú tengas la cura para el padecimiento de otros pa-cientes lectores y es por esto que te invitamos a unir tus esfuerzos a los
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Adriana Rosales Pérez Alejandro Martínez Lira
Azael Ruiz Contreras Carlos Alvarado Ugalde
Daniel Pérez Torres Eduardo Antonio Leyva Meneses
Enrique Paul Estrada Santos Gaona Fernando Álvarez
Héctor Vargas Salazar (Varsal) Isabel Rivera Santos
José Antonio Rivero Calvillo José Eduardo Torres Rangel
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