Secuencia. Revista de historia y ciencias
sociales
ISSN: 0186-0348
Instituto de Investigaciones Dr. José María
Luis Mora
México
Mosquera, Ángeles
Ejército y milicia cívica. Fuerzas armadas y pugna de poderes en el primer parlamentarismo
mexicano, 1821-1824
Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 63, septiembre-diciembre, 2005, pp. 98-126
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora
Distrito Federal, México
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ngeles Mosqltera
Licenciadaen Humanidades por la Universirat Jaume 1.Su línea de investigación se centró en el estudio delptimer parlamentarismo mexicano, tema sobre el que trabajé en la tesisde licenciatura.Actualmente investigasobre la institución del Consejode Indias en el reinado de Fernando VII y la problemática americana del momento para la realización de la tesis de doctorado.
ResumenEn 1821 México obruvo su independencia de lametrópoli y comenzó así su andadura haciala construcción de un Estado basado, de acuerdocon el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba,en una monarquía parlamentaria que definió ladivisión de poderes pero sin un monarca queocupara el trono de momento. La unión de losdiferentes sectores sociales alrededor del Plande Iguala pronto se truncó al surgir diferenciasentre ellos. Estas diferencias se plasmaron enalgunos de los debates surgidos en el seno delprimer Parlamento mexicano. Las discusionesen torno a la fuerza armada que quería irnplantarse en el país dieron lugar a uno de los debatesen donde se hizo más evidente la pugna por elpoder entre las diversas facciones políticas, conflicro que acabaría con la disolución del Congreso decretada por el entonces emperadorAgustín de Irurbide,
Palabras clave:Imperio, México, constitucionalisrno, ejército,milicia, Irurbide.
AbstraerIn 1821, Mexico ohtained its independencefrom che rnerropolis, rhereby beginning its journey towards the construction of a srate based,according ro the Plan of Iguala and the CórdobaTreaties on a parl iamenrary monarchy rhar defined the division ofpowers but wirhour a rnonarch to occupy rhe throne at that momentoThe union of rhe various social secrors aroundthe Plan of Ayala was shattered as differencesbetween them began to emerge. These differences were reflected in sorne of the debates thatarose in rhe firsr Mexican parliament. The discussions on the arrned forces that soughr ro esrablish itself in rhe country gave rise to one ofthe debates rhar mosr clearly evinced rhe srrug-
I gle for power between the various political factions, a conflicr that would end wirh rhe dissolution ofCongress decreed by the then emperorAgustín de Iturbide.
Keywords:Empire, México, constitutionalism, army, militia, Iturbide.
Feeha de recepción:octubre de 2004
Fecha de aceptación:abril de 2005
Ejército y milicia cívica. Fuerzas armadasy pugna de poderes en el primer
parlamentarismo mexicano, 1821-1824
Angeles Mosquera*
L OS primeros años de la independencia de México se caracterizaron poruna inestabilidad política y la bús
queda de un sistema de gobierno adecuado para implantar en la naciente naciónmexicana. El Plan de Iguala consiguió launidad necesaria entre las diversas facciones paraalcanzar la anhelada libertad, perouna vez conseguida, los diferentes interesesno tardaron en enfrentarse. La relación entre Agustín de Iturbide y el primer Congreso Constituyente fue complicada desdeun principio, dando lugar a numerososenfrentamientos que acabaron por desgastar a ambos. La interpretación divergente de la soberanía popular provocó unaserie de discrepancias y elevó la tensión.Agustín de Iturbide asumió que representaba la voluntad popular debido a laadhesión unánime al Plan de Iguala; enla práctica, suponía que el Congreso no eramás que un resultado de sus actos.' En
*El presente texto fue elaborado en el marco demi tesis de licenciatura, "El primer parlamentarismomexicano, 1821-1822", preparado en la UniversitatJ aume 1 (Castellón) entre 1999 y enero de 2001. Ensu versión actual se ha beneficiado de la lectura yobservacionesde los profesoresJosé A. Piqueras y VicentSanz, así como de las indicaciones de los dictaminadores anónimos de la revista Secuencia.
I Sordo, "Congreso", 2003, p. 119.
cambio, el Congreso se adjudicó la soberanía el primer día de su instalación reuniendo los tres poderes en su seno, perodelegando interinamente dos de ellos porel bien de la nación.f Además de estas diferencias el Congreso se encontró muydividido internamente, en el que destacaban tres partidos o facciones: borbonistas,irurbidisras y republicanos. Uno de ellos,el primero y contrario a la figura de Irurbide, dominó el Congreso en su primeraetapa, convirtiendo este órgano en un instrumento de enfrentamiento con "ellibertador" .3 Las discrepancias y desconfianzaentre ambos tuvo importantes consecuencias en el desarrollo político del país y enlas votaciones de los negocios debatidosen el seno del Congreso .
El presente artículo pretende dar a conocer hasta qué puma las relaciones y elconflicto entre los diferentes actores políticos influyó en la organización de las fuerzas armadas del naciente EStado, fundamentalmente a través de los primeros einteresantes debates parlamentarios delprimer Congreso Constituyente.
2 Actas, 1980, r. JI, sesión del 24 de febrero de1822, p. 8.
, Alamán, Historia, 1942, t. v, p. 546.
Secuencia [99] núm. 63. septiembre-diciembre 2005
FUERZAS ARMADAS E INDEPENDENCIA
Durante la guerra de independencia queNueva España libró contra la metrópolifueron diversas las fuerzas armadas establecidas por los bandos realista e insurgentepara conseguir la victoria. Desde el ladorealista, el ejército permanente y la miliciaprovincial constituyeron la fuerza fundamental de la que dispuso el virrey parahacer frente a las insurrecciones surgidasdesde 1810 hasta la llegada de la independencia, en 1821. El ejército profesionalera el resultado de las reformas borbónicasaplicadas en América para mejorar la defensa del territorio contra los diversos peligros que pudieran surgir. La práctica militar había demostrado una importantevulnerabilidad frente a las tropas inglesas,cuando éstas tomaron la ciudad de La Habana en 1762.4 Hasta ese momento, elsistema defensivo americano se había basado en la existencia de una poderosa armada, capaz de hacer frente a los p iratas oa cualquier potencia que quisiera obtenerlas mercancías y productos originarios delas provincias de ultramar, y la fortifi cación de los puertos más destacados susceptibles de ser atacados. Mientras tanto,cualquier problema de orden interno erasolucionado armando y organizandoen momentos puntuales a la población enmilicias.
La toma de La Habana convenció a lamonarquía de la necesidad de emprenderun arreglo del ejército profesional. Altiempo que lo dotó de una mayor presencia en América, lo convirtió en baluartede la corona yen el instrumento para apli-
4 Archer, Ejército, 1983 . Archer demuestra el temor a las invasiones que sufría el ejército en Américaa finales del siglo XVlll.
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car las reformas borbónicas a todos los niveles." La principal prioridad en la reorganización del ejército fue la defensa externade las provincias de ultramar más quepensar en los desórdenes internos, para elcual se promovió el establecimiento demilicias. Por primera vez la defensa de lasprovincias dependerá de sus habitantes.La imposibilidad de enviar contingenteespañol ante los numerosos conflictos enlos que estaba involucrada la corona facilitó este plan."
La reforma se diseñó y se planteó partiendo de la base social existente en lasciudades españolas, sin tener presenteslas circunstancias particulares de las colonias, por lo que surgieron serias dificultades al aplicarse en los territorios de ultramar. En el sorteo de las levas entraban,para formar parte del grueso de la tropa,todos los hombres solteros de entre 16 y36 años, sin impedimento físico que estuvieran dedicados al artesanado, al pastoreo,los jornaleros o cualquier empleo similar,siendo el grado de sargento el último alque podían aspirar. Cabe destacar en relación con América que quedaron excluidos del servicio de armas los indios, negrosy castas por ser considerados moralmenteinapropiados para efectuar dicha tarea. Resultado de esto fue que, en la práctica, lasordenanzas exceptuaron a la mayoría dela población americana para el servicio, loque dificultó enormemente el reclutamiento de un ejército en estos territorios.A consecuencia de ello, tuvo que aplicarseuna serie de excepciones que permitían elreclutamiento de las castas.? Los nobles,los grandes propietarios, los notables o los
, Marchena, Ejército, 1992, pp. 135-139.6 Ortiz, Guerr«, 1997, pp. 54-55 .7 Archer, Ejército, 1983, pp . 29-32.
ÁNGELES MOSQUERA
trabajadores muy cualificados tambiénquedaban exentos del servicio militar, sinembargo, podían ingresar de modo voluntario ocupando los puestos de la oficialidad. No obstante, los cargos más destacados eran designados desde la Península y,normalmente, ocupados por algún peninsular; de ese modo el rey se aseguraba elcontrol de la fuerza armada mientras laelite criolla quedaba excluida, con el consecuente descontento de este grupo social."En general, las ordenanzas se caracterizaron por trasladar al ejército la jerarquización presente en la sociedad, dondela ocupación de los cargos dependió de laexistencia de privilegios y donde la ruptura de esa estructura supuso una prácticacasi imposible de lograr.
El caso de las milicias fue diferente ylas elites criollas pudieron participar en laformación de la fuerza armada que iba aproteger el orden interno. Las milicias noeran cuerpos permanentes, sino que eranllamadas en momentos puntuales. Esoquiere decir que su establecimiento no supuso la militarización de la sociedad. Lapráctica habitual fue organizar un planprovisional que únicamente podía ponerseen marcha en caso de peligro real." Paraformar parte de la milicia debían cumplirse unos requisitos, principalmente económicos, por lo que ésta se formó sobreun sector intermedio de la población. Losnobles, los funcionarios y los grupos sociales más altos quedaron excluidos delservicio aunque podían ingresar en lospuestos de la oficialidad. En un principiose reservaron los cargos más importantes
8 Ortiz, Guerra, 1997, p. 56. Sobre el ejércitoborbónico al fina! del antiguo régimen, véase Blanco,Rey, 1988.
9 Marchena, Ejército, 1992.
EJÉRCITO y MILICIA CíVICA
para los oficiales europeos, lo que llevó aun enfrentamiento con las elites locales.Las reformas introducidas por el virrey Talamanca y Branciforte permitieron a estaselites hacerse cargo de la capacidad de organización de las milicias. La venta de lospuestos más destacados de la oficialidad,característico del periodo, hizo que aquéllas se involucraran con más facilidad.Como en el ejérciro, los jefes y oficialesde las milicias disfrutaron del privilegiode fuero militar.
A pesar de las reformas, este sistemadefensivo resultó insuficiente a la hora decombatir la insurrección de Hidalgo oMorelos. La necesidad de aumentar el contingente y movilizar a la población haciala causa realista, junto con la imposibilidad de incrementar el gasto para poneren práctica dicha medida, llevó al gobierno virreinal a introducir novedosos cambios en las ordenanzas de las milicias ampliando la base social que podía formarparte de ella. En 1811 Félix María Callejaaprobó un nuevo reglamento que exhortaba a la población civil a incorporarse alas milicias para luchar en la defensa desus ciudades, pueblos o villas y contra elmovimiento insurgente. Todas las poblaciones tenían la obligación de estableceruna milicia para su propia defensa, pudiendo formar parte de ella cualquier vecino honrado y, a diferencia de la estrictajerarquización del ejército, todos debíancumplir con las mismas obligaciones eligiendo los propios milicianos a sus oficiales por votación. Las milicias llegaron aadquirir un destacado papel en la luchacontra la insurgencia. La pacificación delterritorio en 1818 encaminó al virreyApodaca a probar la desmovilización demuchas de las milicias establecidas, desmilitarizando a la población por temor a un
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levantamiento. Irurbide consiguió reuniren el Plan de Iguala al ejército permanente y a las elites localesque movilizaron a lasmilicias para alcanzar la independencia. 10
Las fuerzas armadas del movimientoinsurgente se caracterizaron, en un primermomento, por su falta de disciplina y general desorden. El grueso de la tropa estaba formado por las clasessociales más empobrecidas. Hidalgo trató de organizar suejército y trasladar a él las ordenanzas delejército permanente, pero la falta de disciplina y los pillajes ejercidos por la tropadespués de cada ataque provocó un grantemor entre la población más pudiente.Derrocado ellevanramienro, los siguienteslíderes insurgentes aplicaron unas ordenanzas más estrictas, impidiendo estosdesórdenes públicos.
La mayoría de estas fuerzas militares,heterogéneas en su composición y origen,fueron reunidas en un único ejército, conocido como Trigaranie, bajo las órdenes deAgustín de Iturbide. Su ejército quedócompuesto por europeos y americanos, algunos procedentes del ejército profesional,otros de las milicias y de las compañíasde patriotas. A éstos se adhirieron los combatientes del bando insurgente, destacando la fuerza liderada por Vicente Guerrero.La unidad necesaria para llevar a cabo elnuevo planteamiento político y social seconsiguió tras la aceptación por parre detodos del Plan de Iguala en septiembrede 1821, ratificado posteriormente en losTratados de Córdoba en octubre del mismo año por el representante del gobierno español, Juan de O'Donojú. De estemodo, fue reconocida la independencia deNueva España dando lugar al nacienteimperio mexicano . El nuevo Estado nació
10 Ortiz, Guerra, 1997, pp . 140-141.
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bajo la forma de una monarquía constitucional, con el respectivo llamamiento alrey Fernando VII o, en su lugar, a un familiar cercano de la misma casa reinante,bajo la Constitución de 1812, declarada vigente provisionalmente hasta la promulgación de una constitución propia.
El primer paso para la formación delnuevo gobierno fue el establecimiento deuna Suprema Junta Gubernativa, cuyosmiembros fueron elegidos por Agustín deIturbide. Su principal labor consistió enla redacción de una base de convocatoriabajo la cual se llevaría a cabo la elección delos diputados del Congreso Constituyente.La discusión del proyecto de convocatoriapuso de manifiesto más de una discrepancia entre Iturbide, que ahora formaba parte de la Regencia, y los miembros de laJunta. l
! Superadas las diferencias, la convocatoria resultante fue aprobada sobre labase de una representación estamental yno proporcional, lo que provocó descontento en algunas de las provincias del imperio, que no se verán representadas en elCongreso nacional. Como tampoco agradóplenamente a Iturbide, quien trató de intervenir en el proyecto de convocatoria.Irurbide insistió en la formación de doscámaras en lugar de una sola, lo que fueaprobado por los diputados de la Juntaaunque posteriormente no llegó a ponerseen práctica. Al parecer, y de acuerdo conlas actas, el primer día de instalación delCongreso los diputados fueron reunidosen una única sala, al no encontrarse otraque estuviera habilitada convenientemente. Nunca más volvió a hablarse del
1] El mismo Agustín de Iturbidc hace referenciaa estosacontecimientos en sus "Memorias que escribi6en Liorna D. Agustín de Iturhide" en Cuevas, Libertador, 1947, pp. 39R-425.
ÁNGELES MOSQUERA
terna.!" El Congreso Constituyente quedóreunido en una sola sala como se habíaplanteado inicialmente. El malestar deIturbide por lo sucedido y por el nuevolegislativo quedó reflejado en sus últimosescritos. 13
EL EJÉRCITO PERMANENTE
(TRIGARANTE)
En la creación del nuevo Estado mexicano,la misma existencia y subsistencia del ejército permanente se cuestionó en el Congreso Constituyente, lo que ocasionó másde un enfrentamiento directo con la Regencia. Agustín de lturbide quiso desde elprimer día recompensar al Ejército Trigarante por el apoyo prestado a la causa ymantenerlo como un firme aliado queapoyarasus decisiones,pero era una alianzafrágil que había que atender y fomentar .14
El respaldo del ejército era fundamentaldadas las circunstancias tan peculiares porlas cuales México había accedido a la independencia, con una coalición de sectorestan diversos, y suponía en la práctica disponer del poder, garantizando la participación en la política del país. Para Iturbideese ejército era su fuerza y la mejor defensade su proyecto político, a través del cualesperaba ponerlo en marcha. Pero resultódifícil mantener el apoyo de la tropa y la
12 /utas, 1980, t. ir. En las primeras páginas sehace referencia al primer día de consritución del Congreso y al incidente presentado.
13 "Memorias que escribió en Liorna D. Agustínde Irurbide" en Cuevas, Libertador, 1947 , pp. 398-425.
14 Timothy E. Anna muestra la importancia delapoyo del ejército para 1rurbidc y su necesidad de recompensar al ejército para conservar esa alianza. Anna,Imperio, 1991, p. 298.
EJÉRCITO y MILICIA CíVICA
disciplina dada la situación en la que seencontró el país una vez alcanzada la independencia. A instancias de Iturbide, losmilitares mantuvieron el privilegio delfuero militar pero su situación, en general,se deterioró con respecto a la etapa anteriordebido en gran parte a la escasez de fondosde la Hacienda nacional, incapaz de hacerfrente al pago de los sueldos. Al mismotiempo, la imposibilidad de conceder lospremios prometidos a los soldados, comola concesión de tierras, impidió que muchos de éstos pudieran reincorporarse a lavida civil dignamente.
El Congreso, en cambio, entendió quealcanzada la independencia era precisoproceder a la realización de cambios necesarios para dar lugar a un nuevo ejército,defensor de los principios asentados poraquél. Los debates surgidos en torno a lasfuerzas armadas dieron a conocer abiertamente los diferentes intereses de los grupos surgidos en el seno del Congreso y losde Iturbide. Las discrepancias entre amboscuerpos sobre el futuro del país y la elección del sistema de gobierno más adecuado se trasladó a cada uno de los temas másrelevantes debatidos por la Cámara. Estoexplica, en muchas ocasiones, el rechazodel Congreso a algunas de las propuestaspresentadas por Iturbide y viceversa. Laexistencia de partidos o facciones explicalas discrepancias y enfrentamientos entrelos diputados, o aquéllas por éstas, y delCongreso con el ejecutivo. Los horhonistas, grupo predominante en el Parlamenro, convirtieron a éste en el principal instrumento de oposición a Iturbide ya suspropuestas . Pero el faccionalismo no se limitó a las grandes corrientes políticas,pues los diputados representaron los intereses de sus provincias que llegaron a vercon desconfianza algunas disposiciones
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adoptadas por unos y otros. Los republicanos, que en este momento carecían defuerza suficiente, mostraron una políticavacilante, haciendo causa común a menudo con los borbo nistas y en ocasiones conlos iturbidisras, dependiendo del tema encuestión . Esta actitud evolucionó haciauna postura de reaíirmaci ón del republicanismo y de oposición a Iturbide, sob retodo cuando éste adoptó medidas de persecución contra los diputados y aprobó ladisolución de! Congreso. La llegada deServando Teresa de Mier al Congreso reforzó este grupo. Mient ras tanto, los iturbidisras, incapaces de dominar el Congre so, fueron decant ándose pot la coronaciónde Iturbide. Su definiti va invest idura el19 de mayo de 182 2 volvió a perfilar lasalineaciones de los partidos, uniendo aborbonistas y republicanos en una causacomún, como fue p recipitar la caída delemperador.15
Junto a las d iscrepancias internas, laoposició n manifiesta entre el Congreso eIcurbide dificultó u n acuerdo en temastan sustanciales para e! país y el Estadocomo la confo rmación de las fuerzas armadas. Ladesconfianza m utua llevó a unpos icionamiento imposible de conciliar.Desde el día de su instalación , el ejércitopermanente fue un tema constante de debate en las sesiones del Congreso , primordialmente por cuestiones económicas . Lossoldados que no recibían sus sueldos y lasituación general de las t ropas se tornópreocupante ante la carencia de medioscon qu e auxiliada. En diversas ocasionesIturbide intentó remediar la escasez defondos recurriendo a la Junta, primero, yposteriormente al Congreso, con el objet ivo de solicitar ciertas cant idades de di-
¡,Sordo, "Congreso", 2003 , pp. 118-11 9.
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nero con el cual pode r encarar los pagosde la tropa. Sin embargo, apenas obtuvorespuesta y el im~ago al ejército siguiósie ndo continuo . 6 Pasados unos mesesdesde la independencia, el país era incapazde afrontar el problema, como mostró e!informe que el 3 1 de enero de 1822 e!mi nistro de H acienda d irigió a la J untaG ubern at iva comunicándole el déficitexistente en relación con el desembolsoque deb ía realizarse a favor del ejército .Al día siguie nte Agustín de Iru rbide, queent onces ocupaba la Regencia del país,asistió a la sesión para poner en conoci miento de los miembros de la J u nta estehecho y requerir que se tratara el asunto ensesión permanente, lo cual se aceptó."? Lascant idades destinadas no debieron ser suficient es, puesto que la situación apenasmejoró y, dos meses después, un oficio delm ismo m inistro informó de la necesidadde 89.350 pesos para los gastos de algunastesorerías generales y las del ej ércico.!"
No transcur rió mucho tiempo antesde que las quejas de la Regencia volvierana recordar a los integrantes de la J unta laspenurias que sufría la t ropa, como la posibil idad de que la caballada muriera porfalta de piensos , e informó de las deserciones que se estaban producie ndo a causadel ham bre."? De nuevo la Regencia soli-
16 Anna, Imperio, 1991 , pp . 74·8 0.17 A etaJ, 1980 , t. 1, sesión del 31 de enero a 1 de
febrero de 1822, pp . 27 1. 274.I R Ibid., t. 11, sesión del 2 de mano de 1822,
p. 34. El Congreso pide al mini stro que antes de [O
rnar alguna medida envíe un informe sobre el estadode Hacienda. ELinforme llegó en la sesión del 4 demarzo de 1822, donde se proponía una contribuciónanual de cinco pesos para este déficit presupuestario,pp. 38-39 .
19 lbid., sesión del 13 y 18 de marzo de 1822,pp. 69 y 8-1. En esta última sesión el diputado Herrera
Á NGELES MOSQUERA
citó respuestas inmediatas para zanjar e!problema. Es evidente que , por su insistencia, esta situación preocupaba de unmodo especial al ejecutivo, no así a la Junta, que delegaba en el Congreso la adopción de las medidas adecuadas. El regentey general de! Ejército Trigarante percibíacómo la situación económica de su principal aliado empeoraba hasta llegar a ungrado lamentable, muy a pesar de las promesas realizadas.
En dos ocasiones más, y antes de la finalización del mes de marzo de 1822, laRegencia volvió a remitir, esta vez al Congreso ya consti tuido, informes sobre latriste situación que atravesaba la tropa. 2ü
En el último de ellos el ejecutivo propusoel desvío de 1 500 000 pesos, destinadosinicialment e a la renta del tabaco . En elinforme se acusó al Congreso de ignorareste grave asunto, lo que provocó la crispación de algunos diputados que acusarona la Regencia de no saber aplicar las providencias dictadas y de perder el tiempo encont inuas consultas. La comunicación entre ambos cuerpos continuaba deteriorándose. Al celo de Iturbide por solucionareste problema se unió el poco interés delos diputados por arreglarlo bajo el discurso de la existencia de problemas de mayor urgencia. De hecho, y a pesar de lacomplicada situación del ejército y dela necesidad de arreglar sus estatutos, losdiputados del Congreso prefirieron discu-
pregu nta por qué la tropa está toda en la capital y nodefendiendo los puertos, donde se le pagaba con normalidad.
20 ¡bid., sesiones del 20 y 23 de marzo de 1822.En la última sesión la Regencia señala las dificultadesde algunas medidas del Congreso, ya que no habíacomp radores de las ternporalidades puestas en venta,pp . 103 -105 .
EJÉRCITO y MILICIA CíVICA
tir previamente e! decreto de la mil iciacívica para ponerlo en práctica lo antesposible. El dehare, que más adelante mostraremos, se llevó a cabo al plantearse lanecesidad de crear una fuerza armada eficiente con el propósito de defender el paísy el Estado constitucional. Lasdiferenciasy la aparente apatía del Congreso ame lacuestión militar revelaba un med itadoplan de los sectores anriirurbidisras destinado a impedir que el presidente de laRegencia concentrara excesivo poder, ala vez que anunciaba el propósito de disponer de una fuerza al servicio de su polít ica, en caso de que ésra llegara a contraponerse a la del ejecut ivo. Ahora bien,¿se trataba únicamente de un posicionamiento político sobre la organización delEstado soberano y la distribución de poderes, o las diferenciasy las tensiones sobrelas fuerzas armadas encerraba , además,propuestas distintas de predom inio socialen la nueva nación? Losgrupos e intereses,diversos y dispersos, agrupados en el momento del Plan de Iguala y confirmadospor el Tratado de Córdoba, que habíandejado inermes a los realistas y a los intereses cobijados bajo el amparo del antiguorég im en español, debían mov erse conextraordinaria rapidez en el nuevo sistema,asociándose en ocasiones con los antagonisras tradicionales para ponerse a salvo y estar en condiciones de ocupar una posiciónpri vilegiada en la situación qu e estabacreándose, que todavía no podía darse pordefinida, como demostrarían los acontecimiemos de los siguientes años. Por eso lascontroversiasque tienen lugar sobre la organización del instrumento coercitivo delEstado por antonomasia, su concepci ónfuncional y su dependencia orgánica se reveló como una cuestión de absoluta trascendencia. Mientras Iturbide trató de dar
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cabida al Trigarante dentro del nuevo orden político, el Congreso optó primeropor reformar las milicias para posteriormente modificar los estatutos del ejército.Esto sugiere que la Cámara intentó crearuna fuerza armada leal a sus intereses, concapacidad de sostener sus decisiones. Eldebate sobre la milicia vigorizó el conflictoexistente entre ambos cuerpos, el legislativo y el ejecutivo, y supuso medir la fuer-
. za y los diferentes int ereses reflejados, enesta ocasión, en la fuerza armada que debíasostenerlos."
Las medidas decretadas para poner fina la estrechez sufrida por las tropas fueron,en la mayoría de los casos, una solución acorto plazo, puesto que no se hicierongrandes cambios en la Hacienda, ni en loreferente a la creación de impuestos y recaudación de los mismos, ni en su administración. Si los fondos recaudados eraninsuficientes para cubrir todos los gastosdel Estado, cabía añadit la existencia deuna importante deuda externa mientrasque los distintos ramos de la economía resultaban escasamente rentables debido a lacrisis'que atravesaban como consecuenciadel deterioro producido en los años deguerra.22 Los diputados optaron por laaprobación de medidas rápidas como eltraslado a la capital de forma inmediatadel caudal de las Cajas de provincias comoVeracruz, Oaxaca o Guadalajara.F' Esta
2 1 Con más extensión en Mosqueta, Primer, 2()(1l.2 2 Para la situación de la Hacienda, véase la intro
ducción al tema de )áuregui, "Fundamentos", 1993,pp. 378-383. Los empréstitos forzosos de Iturbide,en Valle, "Empréstitos", 1998, en especial pp . 66-72;la si tuación financiera del momento, en Ludlow, "Elites", 1998, en especial pp. 79-114. Véase tam bién lasíntesis de Zoraida, "Primeros", 1987, pp . 737-818.
" Actas, 1980, t . n, sesión del 19 de abril de1822, 1'.61.
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providencia motivó reacciones popularesen las provincias que advirtieron cómo sudinero era destinado a las arcas del Estadopara el pago de un ejército concentradoen la capital mientras, en el caso de Veracruz, el Castillo de San Juan de Ulúa permanecía bajo dominio español. Ésta fueuna de las causas por las que las provinciasse negaron a informar al Estado sobre susCajas, o no notificaron el contenido realde las mismas, como refleja la carencia deinformación de la que dispusieron los diputados sobre la existencia de esos fondos .
Otras medidas aprobadas para subsanar el déficit fueron la aprobación de préstamos voluntarios a las provincias y elrestablecimiento de determinadas contribuciones suprimidas hacía apenas unosmeses, ambas bastante impopulares, especialmente la prirnera.f" En el momentode la independencia Ia Iunra Gubernativaabolió impuestos que consideró injustos,como las alcabalas o los tributos personales, pero no los sustituyó por otros másacordes con un Estado liberal, lo que ocasionó el vacío de las arcas, por considerarque correspondía al futuro Congreso la facultad de aprobar nuevos gravámenes .Ahora bien, en 1822 se discutieron propuestas para corregir la situación, porejemplo, la defendida por el diputado Hipólito Odoardo, qu ien en la sesión del 19de abril planteó la creación de impuestos de acuerdo con las posibilidades de lapoblación; sin embargo, el Congreso nollegó a aprobar nada definitivo en relación
24 El préstamo voluntario fue aprobado en la sesión del 15 de abril de 1822. La idea era dar a conocerlas necesidades del erario, y concretamente del ejércitoentre la población , sobre todo de la pudiente. A cambio de dinero prestado recibirían billetes firmados dediversos valores, ibid.,pp. 32-34.
ÁNGELES MOSQUERA
con el tema. En cambio, sí llegó a aprobarse un proyecto de arancel común para unificar el sistema impositivo sobre el comercio exterior. La implantación de nuevosimpuestos era una medida muy impopulary la carencia de un ejército fuerte y disciplinado, que debía ser sufragado con elproducto de la recaudación, tampoco permitió su imposición. El debate parlamentario acabó desviándose hacia el desconocimiento existente de la entrada y salidareal de los fondos, en el que se denunciabaque el ministro de Hacienda, aunque insistía en pedir dinero para el pago del ejército, no informaba sobre las cuentas delEstado probablemente porque él mismocarecía de datos. 25
Las quejas sobre la situación de la tropacontinuaron siendo centro de atención enlas siguientes sesiones. El diputado Agustín Paz intentó, en varias intervenciones,llamar la atención sobre el peligro que suponía un ejército hambriento y las consecuencias irreparables que los desórdenespodían ocasionar para la libertad del Estado.26 Cabía la posibilidad, además, de queel Ejército Trigarante no sostuviera las decisiones de un Congreso incapaz de satisfacer y solucionar sus problemas más inmediatos. En la misma sesión del 19 deabril de 1822, el diputado J. Antonio deAndrade, militar e iturbidista, recordó alCongreso la importancia de auxiliar a latropa, puesto que las decis iones de esteórgano no podrían ser aplicadas si no eransostenidas por los militares. Es incuestionable que el problema del ejército fue,para los parlamentarios, algo más que unacuestión de carencia de fondos: la perma-
25 lbid., sesión del 19 de abril de 1822, p . 62 .26 lbid., sesionesdcl22 de marzo y 19 de abril dc
1822, p. 61.
EJÉRCITO y MILICIA CíVICA
nencia del orden social establecido y lacontinuidad del incipiente Estado soberano pasaban por conseguir y mantenersu respaldo, o bien por implantar unafuerza leal. Al plantear el establecimientode la milicia a mediados de abril, los diputados tenían en mente organizar unafuerza armada alternativa compuesta porciviles, que pudiera sostener y defendersus intereses, que dependería directamentedel Congreso en contraposición a un ejército, no muy numeroso pero acantonadoen la ciudad.
Mientras tanto, Agustín de Irurbidetrató de contentar a los militares medianteotras disposicionescomo la entrega de premios a los "héroes" de la independencia ya los soldados de mayor valor, o aprobando la concesión de las pensiones a los filmiliares de los soldados muertos en actode guerra. Desde un principio se propusola creación de una orden militar, conocidacomo la Orden Imperial de Guadalupe,con el objetivo de "premiar el valor y lasvirtudes de aquellos que todo lo sacrificaron por elevar a la patria al alto rango quehoy obtienen, y que se dedicaron en lo sucesivo a contribuir a sus glorias y esplendor"." El 21 de marzo de 1822 el Congreso aprobó el decreto sobre premiosexclusivamente militares con el objetivode "dar a las beneméritas tropas nacionalesmuestras del aprecio con que la patriamira los importantes servicios prestadospor ellos a la santa causa de la libertad yemancipación de este imperio"?" Se recompensaba así a los militares que parti-
27 Dublán y Lozano, Legislación, 1876. Decrerosobre establecimiento de la Orden Imperial Guadalupana, p. 595.
2H Actas, 1980, r. n, sesión del 21 de marzo dc1822, pp . 93-95 .
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ciparon en los años anteriores a la independencia, quedando excluidos los que colaboraron y lucharon en la conocida comoprimera época. Iturbide no aceptó reconocer a estos hombres como héroes, puestoque en esa etapa él luchó con el bando tealista participando en la persecución de losprimeros insurgentes. El Congreso así loaceptó a pesar de la petición de algunosdiputados marcadamente antiiturbidistasy republicanos, como Carlos María deBustamante, quien lo había exigido.?"
El decreto de premios militares precisóquiénes tenían derecho a percibirlos ycómo serían concedidos y aplicados. Se incluyó y reconoció la labor de las tropas deVicente Guerrero y las del capitán generaly jefe político de Nueva España, Juan deO'Donojú, y las convirtió en merecedorasde los premios por su pronta adhesión a lacausa. Sin embargo, estas medidas no calmaron los ánimos del ejército. La falta defondos impidió, ent re otras cosas, el pagode las pensiones, por lo que el problemaprincipal continuó siendo el económico.Pero amenazaba hacerse político...
Ante el permanente malestar de la tropa, los diputados temieron alguna reaccióncontra el Congreso, puesto que los problemas por los que atravesaba la hacíansusceptible de rebelarse. Igualmente, lapoblación de la ciudad de México desconfiaba de los desórdenes de los militares .No tardaron en llegar al Congreso diversasquejas presentadas por particulares sobrelos atropellos protagonizados por los sol-
29 En la sesión del 21 de marzo de 1822, esre diputado, conocido antiiturbidista, propuso que se honrata la memoria de los primeros héroes de la patria,como Morelos e Hidalgo, y se derogara el decreto delgeneralísimo en donde no se admiría los méritos dela primera revolución. ¡bid., r. JI, p. 95.
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dados en la ciudad. El robo y el pillaje porparte de algunos de ellos para subsistirconvirtieron la inseguridad ciudadana enotro grave problema que resolver. Una delas primeras protestas recibidas fue presentada por don Juan Eugenio Daza , quiensolicitó que se castigaran los delitos de latropa, que eran "muy notables yescandalosos en esta capital", de acuerdo con lareal orden del 31 de agosto de 1772, esdecir, exigiendo su desafuero.t'' Esre mismo individuo no tardó más que unos díasen volver a enviar otra representaci ónsolicitando la supresión del fuero militar.La existencia de dicho privilegio provocóque algunos militares se valieran del mismo con el fin de cometer diversas tropelíasy realizar otros abusos contra la población.La ausencia de un cuerpo organizado ydisciplinado, que impusiera orden en laciudad, facilitó la práctica del robo por algunos soldados ante la imposibilidad de lapoblación paradefenderse. A finalesde enero de 1822 fue la misma comisión de guerra quien en su dictamen propuso desaforar a los milirares acusados de robo." Sinembargo, el Congreso no llegó a ningunaconclusión sobre el tema remiendo el descontento que hubiera ocasionado entre laoficialidad, la rropa y en el mismo Iturbide , al contrariar el contenido del Plan deIguala. A pesar de ello, las protestas recibidas y los informes sobre la tropa nos facilitan una idea aproximada de cuál fue elambiente de desesperación y crispaciónante la ausencia de control del gobiernosobre los soldados.
La preocupación y el temor por losacontecimientos transcurridos se pusieron
30 ¡bid., r. l, sesión del 29 de diciembre de 1821,p. 177.
3J lbid., sesión de 22 de enero de 1822.
ÁNGELES MOSQUERA
de manifiesto en muchos de los debatesparlamentarios. A mediados de 1822 elcuerpo legislativo manifestó su sospechade que el descontento de la tropa pudieradar lugar a revueltas de tinte absolutista,puesto que le llegaron rumores sobre vítores de algunos militares a favor del gobierno autoritario o personal. 32 Las sospechas del Congreso - m ayorirariamenteborbonista, como hemos indicado- no andaban ciertamente muy desencaminadaspuesto que a mediados del mes de mayode 1822 parte del ejército, con el apoyo delsector iturbidista, forzó al Congreso a coronar a Iturbide como emperador.
Los desórdenes de la tropa fueron enaumento y todavía en julio de 1822, siendo Iturbide emperador, el conflicto no había sido resuelto de ningún modo. En lasesión del 29 de julio de 1822 el diputadoPascual Aranda mostró pasquines situadosen las puertas de la caredral en los que sealudía al riesgo que corría la paz públicaal no haberse auxiliado al ejército permanente y en donde se inculpaba al Congresode esta falta. 33 La discusión suscitada derivó a reconocer la inexistencia de una justicia que condenara a los culpables debidoa la lentitud con la que se ejercía, pero locierto es que sin una institución que garantizase el orden difícilmente podía detenerse y juzgar a los culpables, y menossi éstos pertenecían al ejército.
Desde su proclamación, el emperador,al mismo tiempo que llamó a la calma,
32 Para evitar esto el3 de agosto de 1822 algunosdiputados propusieron. como ya hemos mostrado,declarar traidor a todo aquel que promoviera el gobierno absoluro o atacara al gobierno vigenre, es decir,el monárquico constitucional. lbid., t. III, sesión del 3de agosto de 1822.
33 lbid., sesión del 29 de julio de 1822, pp. 337340.
EJÉRCITO y MILICIA CíVICA
trató de poner fin a los robos perpetradospor los soldados a través de diversos llamamientos a la tropa; pero apenas obtuvorespuesta y el descontento de la poblaciónno favoreció a nadie. En una de esas proclamas, el 22 de mayo de 1822, solicitó laexacta observancia de las leyes,demandando orden y disciplina: "Disciplina y ordenson los caracteres del soldado y no hayejército cuando entre los que lo componense olvida la subordinación justa, la escrupulosa honradez, la generosidad de sentimienros [...J, la austeridad de las costumbres, el respeto a las propiedades.Y'"Nuevamente, e13 de junio de 1822 volvióa dirigirse al ejército y al pueblo para explicar un acontecimiento acaecido y llamar la atención sobre la conducta de unaparte del ejército que actuaba fuera de laley. El acontecimiento hacía referencia aun regimiento de la capital que había proyectado el asalto a casasde comercio. Iturbide trató de hacer entender que comprendía el mal estado por el que atravesabael ejército pero no justificaba el acto:
sin embargo de que la necesidad suele sercausa de que los hombres falten a cuanto deben a sus conciudadanos y aun a sí mismosy me consta de que en el mes pasado se dejóde satisfacer a los cuerpos más de una cuartaparre de los que para su preciso alimento seles suministra, no creí que soldados del imperio pudieran abandonarse hasta el extremode iniquidad.P
Ninguna de estas proclamas tuvo elefecto deseado y los desórdenes siguieronestando presentes en la capital. El "partidodel orden", agrupado en las filas imperia-
H "Alejército" en Cuevas, Libertador, 1947,p. 345." [bid. , p. 349.
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les, flaqueaba allí donde más énfasis poníapara reclamar su superioridad, dándose laimpresión de descontrol en su principalinstrumento, las fuerzas leales del ejércitopermanente, camino de convertirse en unadesbandada pretoriana.
A pesar de los obstáculos, el Congresonunca desistió de su idea de apl icar el decreto de milicias para solucionar el ordeny la defensa de todo el país, pero el emperador frenó la aplicación de esta rnedida.é"Del mismo modo, el legislativo continuóvetando las propuestas del emperador afavor del pago y aumento del ejército. Dehecho, y paraevitar la intromisión del emperador en las decisiones del Congreso, sele suspendió el derecho a veto a pesar deque la Constitución de 1812 reconocía talprivilegio al rey.37 El emperador, que poseyó más poder como regente, protestóenérgicamente al Congreso acusándolo deno cumplir la ley vigente, si bien en alguna ocasión él mismo se había opuestoabiertamente a algún apartado de la misma. El problema quedó en el aire, puesantes de que pudieran llevarse a la prácticaalgunas de las providencias adoptadas, elCongreso fue disuelto por orden del emperador poco después de que se produjeran las detenciones de los diputados.
LA MIUCIA CÍVICA
En el mes de marzo de 1822 se propusoen el Congreso el establecimiento de lamilicia en todo el imperio, como el medioeconómico más adecuado para mantener
36 A mediados de junio protestaron pot la falcadeaplicación de! reglamento de milicias en e! imperiopor part e del ejecutivo. Actas, 1980, t. IV.
37 Colección, 1836, p. 234.
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un cuerpo armado que defendiera la libertad, la integridad y la independenciadel país.38La escasezde la Hacienda nacional impedía, en parte, sustentar un ejércitopermanente cuantioso y extensible a todoel imperio, según se afirmaba. Pero no eraúnicamente una cuestión económica. Ladesconfianza ante un ejército fiel en sumayoría a Iturbide y acantonado en la capiral llevó al Congreso a intentar crear unafuerza armada de confianza. El Congresovio en la milicia el cuerpo armado que defendería los intereses del nuevo Estadoconstitucional y pondría freno a los intentos de instalar un gobierno absoluto o disolver el Congreso, rumores todos ellosque llegaban a oídos de los diputados.
En las Cortes de Cádiz, donde algunosde los diputados novohispanos tuvieronuna participación destacable, se dio formaa la milicia nacional pensada para la defensa del régimen liberal y como freno a lastendencias absolutistas de una parte de laoficialidad del ejérciro. t? Este reglamentode la milicia llegó a aplicarse en los territorios americanos y, aunque posteriormentefue abolida por el gobierno fernandino en1814, en 1820 volvió a aprobarse un reglamento que en México, entonces NuevaEspaña, llegó a ~licarse en septiembre deese mismo año. o
La milicia nacional recibió el nombrede milicia cívica en México y file aprobadaen sus dos vertientes: una milicia local facultada para la defensa del orden internoen las poblaciones y una milicia a escala
38 Actas, 1980, p. 30, sesionesdel 1 y 9 elemarzode 1822 . Es e! diputado Tejada quien propone estaalternativa al ejército permanente.
39 Sobre la milicia nacional en España. Pérez,Milicia, 1978.
40 Chusr, "Milicia", 2002, pp. 361- 364 .
ÁNGELES MOSQUERA
provincial encargada de la defensa del paísy de conservar la integridad nacional, tanto del peligro de invasión por potenciasextranjeras como de las amenazas interiores que pudieran surgir o que ya estabanpresentes, como la lucha contra los pueblos indios del norte.
Durante los meses de abril, junio y julio de 1822 se fueron aprobando los artículos del decreto sobre la milicia presentados por la comisión. En ese momentolos enfrentamientos entre el Congreso elturbide fueron más evidentes y constanteslos rumores sobre las intenciones insurrectas. Sin embargo, apenas surgieron divergencias en los debates parlamentariosaunque algunos fueron muy destacables.Así, la intervención del diputado Domingo Luaces, militar e iturbidista, propusoque la milicia cívica estuviera dirigida poroficiales veteranos, lo que en la prácticasuponía una subordinación al ejército profesional."! La reacción de los diputadosopuestos a Iturbide no se hizo esperar: tanto Carlos Ma . de Bustamante como Arganda se opusieron, entendiendo que lamilicia debía ser completamente independiente del ejército para cumplir con sucometido, que no era otro que el de defender el orden del Estado liberal establecido y, al mismo tiempo, ser transmisoraa la sociedad de esos ideales. El diputadoCastellanos lo argumentó de este modo:"Dos son los objetos que se han propuestolos gobiernos libres en el establecimientode las milicias cívicas:uno resistir con ellasa los enemigos exteriores, y el otro sostenerla libertad contra el déspota, que valiéndose de la tropa veterana intente atacarla.t''"
41 Actas, 1980, t . Il, sesión del 18 de abril de1822, p. 52.
42 lbid., p. 53.
EJÉRCITO y MILICIA CfVICA
Y esto último era fundamental en el contexto que se estaba viviendo, teniendo encuenta la indisciplina de la tropa y las intromisiones de Iturbide en la labor delCongreso. Para el diputado Castellanos,el sistema debía infundir la confianza necesaria en los ciudadanos yeso sólo podíaconseguirse mediante la implantación dela milicia, pues no era suficiente con afirmar que el ejército no tenía malas intenciones o que defendería el sistema, habíaque garantizarlo.
De este modo, quedó de manifiesto enel debate cuál iba a ser la funcionalidadde la milicia: no sólo la defensa de la nación frente a los supuestos enemigos externos e internos del país, sino que iba aconvertirse en el sustento del gobiernoconstitucional establecido o, para serexactos, en el sustento del cuerpo legislativo, esto es, representativo de la nación,y en el contexto del momento, de los grupos sociales más activos que reclaman larepresentación. Sobre la milicia recaeríael cometido de proteger al Estado liberalde las intenciones autoritarias que pudieran florecer. Para el Congreso, el Trigarante era ahora el brazo armado de Iturbide y, frente a él, la milicia representaríalas fuerzas del orden político y social constitucional. Ciertamente las diferenciasexistentes entre el Congreso e lturbide sevieron exacerbadas, impidiendo la posibilidad de un acuerdo ante la desconfianzamutua. Fueron estas diferencias las queimposibilitaron el correcto funcionamiento y gobierno del país y desprestigiaron aambos cuerpos de cara a la opinión pública, mientras los gobiernos locales de lasprovincias vieron que sus intereses eranrelegados. Finalmente, la proposición delgeneral Luaces no salió adelante ante eldesacuerdo suscitado, aunque sí se permi-
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rió que los oficiales retirados, y por voluntad propia, pudieran presentarse y ser elegidos para desempeñar en la milicia el cargo o las funciones que correspondieran asu grado o a otro superior, nunca inferior.
En el primer capítulo del decreto,aprobado en la sesión del 18 de abril de1822, se concretó quién debía formar parte de la milicia, así como la fuerza y composición de la misma de acuerdo con elnúmero de integrantes. Integrarían la milicia todos los ciudadanos comprendidosentre los 18 y 50 años con la excepciónde clérigos, marinos, simples jornaleros,los que tuvieran impedimento físico alguno que no les permitiera el manejo adecuado de las armas y los funcionarios públicos, civiles y militares.P Salvando a loseclesiásticos, el resto de los exentos podíanentrar a formar farte de la milicia por voluntad propia." Resumiendo, la miliciaestaría compuesta por el grueso de la población civil y propietaria, es decir, aquellapoblación con mayor interés en la conservación y preservación de un gobiernoconstitucional, pues como dijo el diputadoCastillo "sólo en los tiempos del gobiernoabsoluto estaba la m ilicia reducida a laplebe, pues en las naciones célebres y siglos felices, los soldados eran de las clasesselectas".45
Para justificar las posibilidades realesde los milicianos en una situación de guerra frente al soldado instruido los diputa-
43 Por "simples jornaleros" se enrendía , de acuerdo con las acras, a todos aquellos operarios u oficialesque vivían de su trabajo del día . Es decir, aque llosque "no ganan jornal el día que no trabajan". Ibid.,p. 54.
44 Dublán y Lozano, Legislación, 1876 , p. 619.45 Actas. 1980. t. n, sesión del 18 de abril de
1822, p. 54.
EJÉRCITO y MILICIA CíVICA
dos recurrieron en más de una ocasión alejemplo español y su guerra contra el francés para demostrar que la población civilpodía y debía luchar para preservar susbienes, pues era la más interesada en laconservación de los rnismos.t"
El segundo capítulo del decreto hizoreferencia a las obligaciones de la milicia.Bajo su responsabilidad permanecería laseguridad pública en el interior del término de los respectivos pueblos en los quese hubiera creado y, en general, la defensade cualquier agresión, ya fuera interior oexterior. Realizaría, de igual forma, aquellas tareas propias de la tropa en defecto deésra, como la escolra de presos y caudaleshasta el pueblo inmediato."? Estas responsabilidades corresponderían técnicamentea la llamada milicia local. En el ámbitoprovincial tendría la obligación de defender la nación ante cualquier ataque cuyaintención fuera la destrucción del estadoconstitucional vigente.
La milicia cívica dependería directamente de la autoridad superior políticalocal, consolidando así su carácter civil ysu independencia con respecto a cualquiercargo militar. Se sugirió, en los debatesdel Congreso, que no hiciera honores anadie excepro a la majestad divina y queesta práctica se extendiera al ejército permanente con el fin de evitar una posiblerivalidad entre ambos cuerpos, cuestionando el origen de esta práctica que se encontraba en el "orgullo de los tiranos" conforme a la opinión de los dipurados.t" El
46 ¡bid
47 Dublán y Lozano. Legislaú óll. 1876, p. 620.4" Actas, 1980, t. n, sesión del 10 de mayo de
1822, p.197. La propuesta es de Franciscc Tarrazo,mienrras que la idea dc extenderla a la tropa fue deJoaquín Herrero.
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objetivo de la propuesra no era Otroque ladesvinculación del ej ército del juramentoque lo hacía dependiente del poder ejecutivo , pasando a depender del legislativoo, al menos, obligarlo a jurar lealtad a losderechos básicos constitucionales y, porende, al Congreso. Sin embargo, la proposición no salió adelante y el mismo Carlos Ma. de Bustarnanre concluyó que , apesar de lo "detestable" de la práctica, eranecesarioque la milicia profesional conservara el juramento a algún cuerpo "hastaque el vulgo se ilustre y persuada que losverdaderos honores y la mejor guardia deun soberano, consiste en el ejercicio de susvirtudes'c''" La finalidad de las palabrasdel dipurado no fue otra que la de evitarrecelos del ejército contra el Congreso,pues en ese momento estaba demasiadovinculado a la figura de Agustín de Iturbide y bajo su mando, como para desprenderlo del juramento. Al no adoptarse estamedida, la milicia quedó vinculada alpoder legislativo, no debiendo dar guard iade honor a ninguna persona ni facción. Elmismo juramento que debían cumplir loscomandantes de la mili cia dejaba ver sufutura subordinación:
Juráis a Dios Loo) obedecer y hacer obedecerlo sanciona d o por el Congreso nacional,g uardándole la m ás ace ndrad a fidelidad ,co mo de posita rio de la soberanía , obedecerexact amente a las autoridades locales civiles,y guardar la deb id a con sid eración a los de más ciudadanosr??
49 Contes tación de Carlos M. Busrarnanrc a laexposición del diputado Francisco Tarrazo, en ibid.p.197.
'0Dublán y Lozaoo, Legislación, 1876, p. 622.
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En oposición al ejército permanente,los oficiales de la mili cia debían ser elegidos por pluralidad de votos. Aquellosque qui sieran aspirar a la OCUIYdCión de loscargos tenían que cumplir un mínimo derequisitos: haber nacido en América o haber residido un mínimo de siete años enel pueblo correspond ient e y ser ad icto ala independencia. A part ir de ahí, los méritos obtenidos posibilitaría su elección yascenso en el cuerpo. Así, la'organ izaciónde la milicia se mostró más acorde con elnuevo sistema de gobierno de igualdadentre ciudadanos ante la ley frente a lasordenanzas de un ejército donde la nobleza de sangre y el linaje, es decir, donde losprivilegios del anterior régimen seguíansiendo los requisitos fundamentales paraformar parte de la oficialidad a pesar deque los ascensos en la guerra habían quebrado esa situación. Indudablemente sepropuso la redacción de una nueva ordenanza para el ejérc ito que eliminara losrasgos propios del antiguo régimen, perolos diputados no d ispusieron de tiemposuficiente para llevar a la práctica esa rarea,pues decidieron aprobar primero el reglamento de la milicia y a cont inuación elCongreso Constituyente fue disuelto porel emperador.
El resto del articulado del reglamentocomprendía codo lo relacionado con elmodo de recibir la instrucción ya quiéncorrespondía impartida , así como las penasque se aplicarían en caso de necesidad ycómo debía procederse en la reclamaciónde las mismas . También se incluyó el uniforme , la bandera y el estandarte que distinguirían a los integrantes de la milicia.Ningún miliciano debía ser forzado a vestir el uniforme, aunque sí debía portar laescarapela, la fornitura y lasarmas correspondientes. Para fomento de la industria
ÁNGELES MOSQUERA
textil se aprobó que los uniformes fueranrealizados con paños nacionales. La población civil que formara parte de estas compañías de milicias no disfrutaría de fueroalguno frente al privilegio que los militares habían conservado, defendiendo así laidea de la igualdad de los ciudadanos antela ley.
Los fondos de la milicia debían obtenerse de la recaudación de las penas pecuniarias impuestas a los milicianos, asícomo por lo obtenido a través de los arbitrios que el ayuntamiento creara para talobjetivo, tras previa aprobación del gobierno. Todo lo recaudado tenía que serdepositado en los ayuntamientos de cadapueblo, en un arca con una cerradura detres llaves. Una de las llaves permaneceríaen posesión del alcalde primero y las otrasdos en manos del tesorero del ayuntamiento de cada pueblo y del oficialde mayor graduación de la milicia como medidapreventiva para evitar estafas o robos. Lasmilicias que se habían mantenido enalgunas zonas debían readaptarse al nuevoreglamento y proceder a las elecciones correspondientes. De hecho, esto es lo queaconteció en algunas partes del terrirorioen las que se conservaron ·los batallonesde la milicia nacional establecidas por elgobierno constitucional del Trienio. El reglamento era muy similar, así ~ue la readaptación fue simple y rápida. 1
La aplicación del reglamento de la milicia en todo el territorio nacional debíaconvertir a ésta en el cuerpo armado asociado al sistema constitucional cuyosprincipios e intereses eran compartidos especialmente por los individuos que formaban parte de las milicias, pertenecientesa una clase media que crecía a la sombra
51 Chust, "Miljcia", 2002, pp. 361-379.
EJÉRCITO y MILICIA CíVICA
del nuevo sistema económico. Todo locontrario de lo representado por el EjércitoTrigarante que si bien, como ya hemosseñalado, se caracterizó por su heterogeneidad, se regía todavía por las antiguasordenanzas, lo que en parte también provocó conflictos internos.
El enfrentamiento más directo entreel ejecutivo y el legislativo por el desarrollo de una milicia cívica fuerte frente a L1nejército carente de fondos,que el Congresopretendía debilitar, tuvo lugar en la discusión que se planteó sobre la defensa delpaís. Después de la propuesta presentadapor el secretario del Despacho de Guerra,el Congreso decidió entrar en la cuestiónsobre la reorganizaciónde las fuerzas armadas a escala nacional. Durante el debate,que se extendió a lo largo de varios días, seexpusieron cuestiones significativas paraentender el ambiente de inestabilidad delmomento y la inseguridad que los diputados sentían respecto a la continuidaddel régimen constitucional, así como ladesconfianzade muchos respecto a la figura de Agustín de Iturbide y viceversa.
MlIlCIA dvrCA O EJÉRCITO PERMANENTEEN LA DEFENSA DE LA NACIÓN
El 22 de marzo de 1822 el secretario delDespacho de Guerra informó al Congresosobre el número y la clase de tropas que laRegencia consideraba necesarias parallevara cabo la defensa del país. En el informe seargumentó la existencia de numerosos peligros que amenazaban la independenciadel país, como posibles invasiones promovidas por el gobierno inglés o español, y lainestabilidad de algunas zonas internas,como las provincias del norte por la situación permanente de guerra contra las tri-
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bus indias, o las mismas Californias, queaún no habían presentado el juramento alnuevo gobierno. La pretensión era queunos 35 900 hombres formaran el ejércitopermanente y que, al mismo tiempo, seactivara la milicia, tantO local como provincial, pero con un número menor decomponentes que aquél. El Congreso trasladó el informe a la comisión de guerra,que fue la encargadade instruirse y decidirsobre la opción más adecuada. Para mejorconocimiento del asunto y deja situacióndel país, así como de sus necesidades reales, el Congreso resolvió que se agregase ala comisión correspondiente un diputadopor cada provincia.52 Unos días más tardela comisión presentó el dictamen con susdeliberaciones donde manifestó su disconformidad con la propuesta presentada porla Regencia y se resolvió que la defensadel país recayera, principalmente, sobrela milicia cívica cuyo número de componentes sería mayor que el grueso del ejército permanente , es decir, 35 000 hombresconstituirían la milicia cívica frente a unos
52 Los diputados agregados a la comisión de guerra fueron: Agustín Paz, por México; Osares, por Querétaro; Pab lo Anaya, por Guadalajara; José IgnacioEsteva, por Veracruz; Castellanos, por Mérida;JavierBustamante, por Oaxaca ; José María Septién, porGuanajuato; Ignacio Izazaga, por Valladolid; Condede Peñasco, por San Luis Potosí; Franc.isco García,por Zacatecas; Guridi y Alcacer, por Tlaxcala; JuanBautista de Arizpe, por Monterrey ; Manuel Guriérrsz,por Nuevo Santander; Ramos de Arizpe, por Coahuila;Guerra, por Texas;Francisco Velaseo,por Durango;Juan Miguel Riesgo, por Sonora; Francisco Rivas, porNuevo México; Martínez de Vea, por Alta California;Ortiz de la Torre, por Baja California; Manuel de Terán, por Chiapa; Manuel Flores, por Quesaltenango,y Larrabe por Guatemala. Actas, 1980, t. n, sesióndel 15 de abril de 1822, pp. 29-30.
53 lbid., sesión del 29 de abril de 1822, p. 119.
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20 000 soldadosprofesionales." La resolución de la comisión supuso en realidad unduro golpe al intento, por parte de Iturbide, de contentar y favorecer al ejército,pero el comportamiento inestable y sospechoso de éste unido a la desconfianza quealgunos diputados mostraban hacia dichaalianza influyó en la decisión de los diputados que integraron la comisión. Enaquellas fechasse habían difundido los mmores sobre el propósito de coronar alregente.
El primer debate en torno a esta cuestión transcurrió el 13 de mayo de 1822con la presencia de los secretarios de losdespachos de Hacienda, Guerra y Relaciones Exteriores; la discusión se dilatóhasta el día 18. Hacía escasamente unasemana que había comenzado la aprobación del reglamento de la milicia cívica,muy similar en todos sus artículos, comoya hemos reseñado, al reglamento que sobre la milicia nacional aprobaron las Cortes de Cádiz.54
Desde el comienzo de los debates seperfilaron dos posturas definidas con arreglo a las dos propuestas existentes, la presentada por la Regencia y la expuesta porla comisión . La argumentación de la Regencia sobre la presencia de los peligrosenumerados se convirtió en una parte importante del discurso desplegado por losdiputados, puesto que de su posibilidadreal dependía la necesidad de formar unejército permanente dotado de mayor omenor contingente. La invasión por partede una potencia marítima como Inglaterrase percibió como una posibilidad debidoa la proximidad de algunas tropas inglesas
,4 Chust, "Milicia", 200 2, pp. 361-379. Sobrelos temas americanos en las Cortes de Cñdiz véase delmismo aut or, Cuestién, 1999.
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asentadas, de acuerdo con los diputados,en Jamaica, y por el interés que este paísmostraba ~or el dominio del mercadoamericano . 5 Pero el mayor peligro, siempre de acuerdo con los diputados iturbidistas, lo representó el riesgo de sufrir unainvasión por parte del ejército españoL Lacercanía de Cuba, por donde se suponíaque las tropas podían preparar un ataque,y el hecho de que todavía por estas fechasla fortaleza de San Juan de Ulúa estuvierabajo dominio español hizo temer lo peor.A esro había que añadir el inconvenientedel gobierno constitucional español quese negaba a reconocer la independencia delos territorios americanos.
Es indudable el recelo y temor que algunos representantes mexicanos mostraronen sus discursos teniendo presente lo anteriormente expuesto, y dado que por esasfechas ninguna potencia europea, y tampoco Estados Unidos, había reconocido laindependencia del país.56 Lasinquietantesnoticias que llegaban a oídos de los diputados mexicanos no hacían más que confirmar esta idea. Para Carlos Ma. de Bustarnanre las palabras pronunciadas por elconde de Toreno en las Cortes españolaseran más que significativas de la posturade esta nación respecto a México : "España desplegará toda su energía para desarrollar su fuerza moral y su fuerza físicasobre nosotros (los rnexicanosj't.?? Busra-
55 Aetas, 1980, t. n, sesión del 13 de mayo de1822, pp. 209- 241. .
56 lbid., sesión del 15 de mayo de 1822. En estasesión el diputado Hipólito Odoardo protestó algobierno porque todavía en esras fechas no había enviado comisionados al resto de los países para solucionar los problemas de las relaciones exteriores.
>7 lbid., sesióndel 13 de mayo de 1822, pp. 211217.
EJÉRCITO y MILICIA CrVICA
manre, aunque conocía el estado de pobreza por el que atravesaba la antigua metrópoli, desconfió de sus intenciones al conocer, según sus palabras, que en Filadelfiase habían impreso folletos en los que elministro Luis de Onís exhortaba a Españapara que vendiera en pequeñas porcionesparte de América al resto de las potencias,lo que desembocaría inevitablemente enuna guerra contra España o bien contralas supuestas potencias compradoras siMéxico quería preservar su independencia.Para el diputado José Ma. Bocanegra elcomportamiento de España respecto a lano aceptación de la independencia era deltodo incoherente con las ideas liberalessurgidas en el momento de la guerra contra el francés, en referencia a las Cortes deCádiz y su Constitución, y desconfiabade los diputados españoles, que en su opinión "son más que liberales en Españapero serviles servilísimos para América". 5R
No menos importante fueron los peligros internos enumerados que ponían enriesgo la integridad nacional y el gobiernovigente. El irurbidista Pedro Lanuza destacó la inseguridad que se vivía en las provincias fronterizas del norte debido a lafalta de control sobre las tribus indias queaún no habían sido civilizadas, mientrasque las Californias todavía no habían jurado su independencia y adhesión al nuevorégimen, recalcando además la situacióndel Castillo de San Juan de Ulúa bajo elmando del coronel Dávila.P" Al mismotiempo, el diputado Santiago Alcocer destacó que en el país permanecían todavíanumerosos enemigos del gobierno y de la
>R lbid., exposición del diputado Bocanegra,p.230.
>" [bid, pp. 218-219. Véase Or tiz, "Defensa",2002, pp. 155-196.
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independencia que esperaban una oportunidad para entrar en guerra, lo que vienea traducirse en la necesidad de un ejércitofuerte y numeroso que pudiera contrarrestar estos peligros.P'' Si reconocemos todosestos inminentes riesgos como reales, lasituación del país era potencialmente comprometida, pero contradecía lo expuestopor Irurbide en los primeros discursos quehizo a la nación rras el triunfo de la ind ependencia.v' Esta incoherencia resultó sospechosa pata algunos diputados queintuían en la actitud del gobierno, y particularmente en la del regente Iturbide, unintento por reforzar su poder a través delfortalecimiento del ejército. Uno de esosdiputados fue Hipólito Odoardo, de quienharemos referencia más adelante.
la aceptación de la amenaza no inclinóa los diputados hacia la misma conclusiónrespecto de en quién debía recaer la defensa de la nación. Para lanuza era esencial laformación de un ejército permanente poderoso que defendiera al país de estospotenciales enemigos. Era partidario deun gobierno fuerte que se hiciera respetartanto a escala internacional como dentrodel país, afirmación que nos lleva a deducir la defensa del centralismo frente a lasvoces de disconformidad que empezabana surgir de las provincias pOt el controlde su gobierno local. Para conseguir estoy de acuerdo con su argumentación, lomás conveniente era la formación de unafuerza coercitiva que sostuvi era y aplicarasus dec isiones entendiendo que la miliciacívica sólo podía considerarse como unaayuda extra en caso de necesidad:
60 Actas, 1980, t. 11, sesión del 15 de mayo de1822, pp . 259-268 .
ó l Discurso de 1turbide en Gutiérrez, Papeles.
1977.
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Por otra parte, no perdamos de visra que lasautoridades no son respetadas cuando no tienen fuerza que las sostenga: no las tengamosparaobrar, pero las necesitamos para imponer.Todas las revoluciones, dice un sabio políticoveneciano, tuvieron su origen en el despreciocon que se miró a los que mandaban.V
De este modo, Lanuza se inclinó haciael fortalecimiento del poder ejecutivo dentro de la separación de poderes, contraviniendo en realidad las actuaciones generales del Congreso que estuvieron dirigidasen la mayoría de los casos a limitar el poder del ejecutivo frente a un legislativoque debía ser dominante, como correspondía al representante de la soberanía de lanación. Por otro lado, Lanuza reconocióque la indisciplina del ejército podía resultar un arma peligrosa pero , asimismo, afirmó que la solución venía determinada porhacer cumplir las ordenanzas con energía.En su opinión, el ejército era un instrumento que había que saber controlar y através del cual se imponían las decisionesy las medidas aprobadas. Del mismo sentir respecto a la importancia del ejércitofueron los diputados )oséMa. Bocanegray Antonio Valdés. Ambos confiaban únicamente en la buena preparación del ejército profesional para hacer frente a la contienda y, de este modo, coincidían en quesu establecimiento sería el único modo enque el país lograra ser respetado por el resto de las naciones extranjeras. Lanuza destacó nuevamente la ausencia de fondoscomo un problema para poder sufragar elgasto del ejército, pues la comisión deguerra había hecho uso de este argumentopara favorecer la formación de la milicia
62 lletas, 1980, t . 11, sesión del B de mayo de1822, p. 224.
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cívica, pero sin dar una alternativa al problema suscitado, optó por culpar a laJunta Suprema de la supresión de las contribuciones consideradas injustas, sinhaberlas sustituido por otras propias deun sistema liberal.
Aunque en las aetas ~o se incluyen losdiscursos expuestos por los secretarios deDespacho, las respuestas de los diputadosdan idea de los nwnerosos peligros quepresentaron como posibles. Además, enuna carta que, con motivo de esta discusión, Irurbide dirigió al resto de los miembros de la Regencia, y que posteriormentedebía ser enviada al Congreso para su información, afirmaba que
por Wallis nos amenazan los ingleses; porTejas se interesan nuestros vecinos; por variospuntos de la frontera Oriente las nacionesbárbaras, por Guatemala la anarquía, por lasCalifornias los rusos, por Veracruz los españoles, por las provincias la guerra civil, ypor rodas partes todas las naciones de Europa, los embajadores se retiran del país quenos reconoce, en Cádiz se apresan buques dela armada, en Madrid nos llaman traidores,en Londres, París y lisboa hay emisarios denuestros antiguos dorninadores.v'
Además de esta enumeración, en laque trató de convencer al resto de la Regencia de la necesidad de la fuerza armada,atacó al Congreso indirectamente haciendoreferencia a la situación por la que atravesaba el país sin una Constitución, sin ejército, sin Hacienda debido a los problemaseconómicos y sin separación de poderes,según destacó, solicitando al final del es-
6.' Carra de Irurbide dirigida a la Regencia fechada en México el 15 de mayo de Hl22 en Cuevas, Li~tadw, 1947, pp. 341-342.
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crito que el ejército se integrara de 35 000hombres. Lo cierto es que los problemaseconómicos eran evidentes y acuciantes,pero la aprobación de un gran contingenteno iba a ayudar a la Hacienda nacional ytodavía, a estas alturas, el Congreso no había iniciado la redacción de una constitución propia, pues, aunque relevante, patecía de momento más preocupado en suposición y el gobierno vigente para su perdurabilidad en el tiempo.
En contraste con esta exposición, Carlos Ma. de Bustamante apoyó el dictamende la comisión considerándolo el másapropiado debido a las circunstancias porlas que atravesaba el país, pues la inexistencia de recursos bacía inevitable que seprefiriera la implantación de la miliciacomo método más económico. Solicitó lareducción de la tropa a 20 000 hombres,pues confiaba en lo abrupto de las costasmexicanas como la mejor defensa, lo queimpediría los desembarcos de las tropasextranjeras, así como en lo complicado dela geografía interior del país. Pero másque la confianza en la orografía fue la desconfianza en el Trigarante lo que le llevóa sostener la propuesta de la comisión. Apesar de todo, la falta de recursos era unproblema real que debía ser solucionadocuanto antes, por ello presentó su particular propuesta:
la baca América Isic] se ha ordeñado sin piedad: hánsele secado las ubres, y no dará yamás leche si no se le suministra alfalfa enabundancia: el pasto jugoso que le hará producir, será facilitar el comercio, minorandotodo lo posible los derechos, amparando laindustria y protegiendo la propiedad.v?
64 Actas, 1980, t . 11, sesión del 13 de mayo de1822, pp . 211-217 .
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De acuerdo con su argumentación, losnuevos valoresque se pretendían potenciardentro de la sociedad debían ser protegidos por un cuerpo que dependiera directamente del legislativo como representantede la soberanía. Declarado republicano yantiitur bidista, Bustarnanre puso en dud aen más de una ocasión las intenciones deIrurbide, de quien desconfiaba y consideraba representante de los valores más tradicionales. Es por ello que su inclinaciónpor la mili cia cívica fue no sólo una cuestión económica, sino que desde su puntode vista implicaba la vigencia, o no, delsistema constitucional establecido. Bustarnante dirigió un escrito a Irurb ide en elcual debió pedirle o aconsejarle que no seopusiera a los decretos y decisiones aprobados en el Congreso. Disponemos de larespuesta que Irurbide dio al diputado ,fechada unos meses después de que se diera esta discusión y que es muy sign ificativa sobre la relación entre ambos cuerpos:
pero perrnfrarne usted [Carlos Ma. de Buscamantel le diga que mi delicadeza se resientede que se me considere capaz de abrigar dedisconformidad con el soberano; respeto profundam ente la volunta d ge neral, y no haréningún sacrificio en someterme a ella, ante spor el contrario nada más deseo que ver lasleyes que diere para obedecerlas y cum plirlasgustosísimo,
¿Por qué me hacen ss el agravio de considerarme tan estúpido que no conozca lasbondades de la unión ? L..)persuádase UStedde q ue no soy tan inconsecuente qu e qui eradest rui r m i hechura; de que soy más adictoal Congreso que los que me creen su enemigo; que lo sostendré a la pat de las garantíasque dan nombre al ejército que mando. Quesoy yo un apreciador verdadero de estas corporaciones milagrosas de la política y la sa-
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biduría. Si pesamos en la balanza de la jusricia con impa rcialidad y sin prerensionesmi razón y la de ellos, que, sin saber el motivo se declararon. Aborrecedores de mi persona, me parece que la decisión será favorable . Amo al Congreso, veo en él el baluartede la liberr ad , la esperanza de la patria , deesta patria que es m i ído lo. Pero algunosde los que lo componen, asestan contra mísus ti ros, juro que no soy enem igo de ellos,que les he dado pruebas de estimación, y lesserviré cuando pueda como amigo, si mi representación les ofende, todo lo dejaré al fin.Sólo me sirve de paso, si esto puede tranquilizarlos y uniformar sencirnieruos.r"
Se presentaron en el debate otros discursos mucho más contundentes y dirigidos a frenar la formación de una fuerzacoercitiva de la que pudiera valerse cualquier persona para implantar un régimende corte autoritario, o que pud iera ponerfreno al poder y las decisiones del legislativa. Odoardo, mucho más explícito en susdisertaciones, expresóel temor que producía en algunos d iputados qu e la fuerzaarmada depend iera directamente del ejecurivo . En relación con los peligros expuestos , no creyó posible que se produjeran las invasiones que tan exageradamentela Regencia había referido en su informepara justificar su proposic ión.?"
Contraviniendo la opinión del regentey de acuerdo con H ip óliro Odoardo, lasúnicas potencias que tenían capacidad parallevar a cabo una conquista eran las marítimas y el interés de éstas; haciendo especial referencia a Inglaterra, se inclinaba
6' "Al señor don Carlos María de Busrarnante"en Cuevas, Libertador, 1947, pp. 354-355.
66 Discurso de Hip ólito Odoardo en AcInJ, 1980,t . !J, sesióndel 13 de mayo de 1822, pp. 234-241.
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más por lo comercial. En su opinión, unmercado de 16 000 000 de personas podíaresultar útil y beneficioso para cualquiernación. En cuanto a una invasión de paísescomo España y Rusia no creía que fueseeconómicamenre viable, razón por la cualdescartaba dicho argumento, al mismotiempo confiaba en que Estados Unidosrespetara la frontera limítrofe con Méxicosegún el contenido del Tratado de Washington, en e! cual quedaron delimitadaslas fronteras entre ambos países. Tras estaargumentación, y una exposición sobre lamaltrecha situación económica por la queatravesaba la nación, descartó sostener unejército permanente que obligaría a tenerque aprobar unas contribuciones insostenibles para la población. La milicia cívicaresultó para él la alternativa más adecuaday, de acuerdo con sus palabras, la máscompatible con el periodo por el que atravesaba el país. Es decir, la milicia era elcuerpo armado más adecuado para defender los principios liberales por los que seregía ahora e! gobierno.
La exposición que el ministro de Guerra repitió en esta misma sesión, radicalizóaún más el discurso de Odoardo. Si bienen las actas no se incluye la disertacióndel ministro, la respuesta de Odoardo esmás que significativa para intuir su contenido. El ministro, en representación dela Regencia y fiel a su propuesta inicial,volvió a insistir en los peligros que acechaban al país reiterándose en su propuesra sobre la composición de! ejército. Deacuerdo con su informe, la milicia todavíano se había establecido y tal operación necesitaba de tiempo y recursos, cosas de lasque carecíael país. Hipólito Odoardo protestó enérgicamente por e! comportamiento de! gobierno por hacer uso de un infundado temor a las invasiones, exponiendo,
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al mismo tiempo, la falta de interés de laRegencia por el cuidado de las relacionesexteriores, puesto que todavía no habíaenviado ningún com isionado al extranjero para solicitar e! reconocimiento de laindependencia. Recelando del gobierno,e! diputado se dirigió al Congreso requiriendo que el ejército permanente fueramenos dependiente del ejecutivo y se sometiera al legislativo: "La milicia permanente, por ahora unida a la nación L..J cone! tiempo podría degenerar de sus patrióticos y loables sentimientos, y ser un instrumento en manos del gobierno para destruir las libertades de los pueblos. "67 Losenfrentamientos cruzados habían llegadoen este punto a su culminación con lasacusaciones directas. Es obvio que se tratade conjurar el peligro del cesarismo.
En la misma línea, e! diputado Francisco Tarrazo insistió y resaltó la peligrosidad de un ejército numeroso si no eraestrictamente necesarioy, a su juicio, no sehabía demostrado que así fuera puesro queéste había sido en muchas ocasiones "e!instrumento de que se había valido unusurpador para subyugar un país libre".6R
A medida que avanzaron los debaresla cuestión económica pasó a un plano secundario frente al temor de que el ejércitofuera empleado para poner fin al sistemade gobierno vigente. El 17 de mayo e!Congreso aprobó por votación que el ejército permanente se dotara con 20 000hombres y que la milicia local y provincialfueran reactivadas y rearmadas con unaadjudicación de 30 000 hombres. El Congreso se había vuelto a oponer abiertamente a las propuestas de Agustín deIturbide.
67 lbid., pp . 263- 264.6" lbid., sesión del 15 de mayo de 1822 , p. 257.
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Estas deliberaciones en el seno delCongreso no gustaron al ejército acantonado en la ciudad, ni tampoco debieronde ser del agrado de Iturbide. Los debatessobre el resto del articulado relativo a lasfuerzas armadas quedaron paralizados enese momento a causa del levantamientomilitar. El 19 de mayo el presidente delCongreso citó a los diputados para queasistieran a una reunión extraordinaria conel fin de leer un oficio del ministro deGuerra en el que informaba sobre el manifiesto firmado por algunos generales, jefesy oficialesdel ejército del imperio, existentes en la capital, que habían decidido proclamar a Agustín de Irurbide emperadorde la América mexicana y solicitaban queel Congreso deliberase sobre tal decisión/?'
Tras la lectura de dicho manifiesto seprocedió a la lectura de otro, esta vez de
69 lbid., sesión extraordinaria del 19 de mayo de182 2. Los firmantes del manifiesto eran: Pedro Celestino Negrete , Manuel Sotarriva, Anastasia Bustamante, Luis Quintanar, Manuel María de Torres, DiegoGarcía Conde, Margués de Vivanco, José A. de Echávarri , Joaquín Parres, José Armijo, Rafael Ramiro,Ignacio del Corral, Conde de S. Pedro Alama, JoséMendivil, José F.Guerra de Manzanares, Pedro Orero,Francisco de las Piedras, Francisco M. Hidalgo, JoséA. Mariauda, Diego Rubín de Celis, ]osé María González Arebalo, Mariano Paredes Arrillaga, Manuel dela Liara, Ramón Carrillo, José Mariano Guerra, JoséMaría Quintero, Tomás Illanez, Carlos de U rruria,Antonio Ruiz de Esparza, Santiago de Menocal , Francisco de PauIa Tamariz, Miguel Soto , Miguel Cabalero, Margués de Salvatierra, Bonifacio de Hasta,Vicente Domínguez, José Camino, José Guadalupede Palafox, Margues de Casa de Cadena, Berna rdoAmar, Margués de Ul uapa, Ramón de Rey, Juan J.Ru bio, José María de Gondra, Vicente del Rivero ,Narciso Son de Sans, José María Mendiola, FélixMaría Survarán, José María Quintana, Mateo QüiltyValois, Mariano Chico, Ignac io de la Blanca, Juan de
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Iturbide, en el que se dirigía al pueblode la ciudad de México comunicando ladecisión que había tomado pero que esperaba ver ratificada por la nación, es decir,que debía dejarse deliberar al Congresosobre el tema. La primera duda suscitadapor los diputados reunidos en el Congresofue la existencia de quórum suficiente paraque pudiera votarse en la reunión; finalmente se optó por admitirlo. Es importante esta cuestión porque en el futuro, unavez que Iturbide hubiera renunciado comoemperador y el Congreso hubiera sido restablecido, uno de los alegatos argumentados para afirmar la ilegalidad de la coronación hubiera sido la falta de quórum enel Congreso el 19 de mayo, razonándoseque los diputados fueron presionados yforzados a ratificar la investidura. Sea cierto o no, resulta evidente que los diputadoscarecieron de libertad para reprobar talacto a juzgar por el contenido de las actas.Al parecer, la población de la ciudad rodeóenfurecida el edificio del Congreso increpando a los diputados para que aceptarana Agustín de Iturbide como emperador.Los representantes debatieron celebrar lasesión a puerta cerrada pero la multitudagolpada no lo permitió. Para contener ycontrolar al gentío, una comisión de cuatro diputados ruvo que solicitar a la propiaRegencia que se responsabilizara de la seguridad de los representantes de la naciónpara que pudieran deliberabar con independencia. La comisión no obtuvo unarespuesta tranquilizadora hasta que el propio Iturbide fue invitado a asistir a la sesión extraordinaria. La falta de libertad
Aragó, Francisco Olmedo, Pablo Undu, José MaríaFernánd ez, José R. Malo, Juan de la Peña y del Río,Manuel de Lebrija, Manuel F.Casanova, Alvino Pérez,José Bernal, José Falcó y Escandón y José Portillo.
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para debatir y el interés de Iturbide pormantener a la masa exacerbada fueron evidentes. ¿Y qué libertad podía esperarse delos representantes si tenían que 'exponersu argumentación entre el gentío y frentea la misma persona que el ejército habíaelegido ya como emperador?
El primer diputado en tomar la palabra fue Guridi y Alcocer, el viejo doceañista, quien a pesar de su apoyo a Iturbideactuó con prudencia y expresó que lospoderes de los representantes de la nacióneran limitados y no podían aprobar unadecisión de tal relevancia sin consultar consus respectivas provincias, y era precisolegitimar ese paso con el mayor númerode apoyos. Una opinión similar fue el manifiesto presentado por José de San Martín, José Ignacio Guriérrez, Manuel deTerán, José Mariano Anzorena y FranciscoRivas. Pero estas proposiciones fuerondesechadasentre el griterío de la poblaciónque ocupaba las graderías. Cabeseñalar quealgunos de los representantes más enfrentados a Iturbide no se encontraban presentes en la sesión, como Carlos Ma. de Bustarnante, probablemente por temor a serarrestados o por miedo a una posible reacción de la multitud.
Posteriormente un grupo de diputados, a instancias de Valentín Gómez Farías, suscribió una proposición a favor dela coronación de Iturbide al consideraranulado el contenido de los Tratados deCórdoba, en los que se invitaba a algúnmiembro de la monarquía española a reinar en México, al no haber sido reconocida la independencia.?" Entre los firmantes
70 lbid., sesión extraordinaria del 19 de mayo de1822. Los diputados que suscribieron la proposiciónfueron : Valentín Gomez Farías, Pascual Aranda, elconde de Peñasco, José Antonio de Castaños, José
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encontramos a claros irurbidistas que conanterioridad habían apostado por la implantación de un ejército permanente-Pedro Lanuza , Santiago Alcocer o JoséMa. Portugal- pero también diputadoscomo Valentín Gómez Farías y José MaríaBocanegra, ambos republicanos, que aceptaron lo planteado tal vez por la presióndel momento, tal vez porque aún no tenían clara su posición frente a Agustín deIturbide o porque ésta parecía la soluciónmás adecuada para preservar el orden establecido al incluir la propuesta un llamamiento a Iturbide para que jurase obedecer la Constitución, las leyes, órdenes ycualquier decrero que emanase del Congreso. La posición de algunos de los firmantes cambiaría rápidamente tras algunas decisiones políticas adoptadas en elfuturo inmediato por Iturbide. La disolución del Congreso y la detención dealgunos diputados impulsaron a los representantes del partido borbonista y repu blicano a unirse para conseguir el derrocamiento del emperador. Muchos de losfirmantes de este decreto serían los prime-
María Cobarrubias, SaJvador Porras, Ignacio Iza7.aga,Bernardo J. Benites , Santiago Alcacer, Marr ínez deVea, el marqués de SanJuan de Rayas, Lino Fregoso,O rtiz de la Torre, doc tor Agustín Iriarre, AntonioGalici u, José Amonio de Andrade, Manuel Sánchezdel Villac, José Amonio Aguilar, José María de Abarca, Ramón Marrínez de los Ríos, Man uel J osé deZuloaga , Rafael Pérez del Castillo, Francisco Velasen,José María Ramos Palomera, Argandac, Pedro Lanuza,Juan Miguel Riesgo, Camilo Camacho, Manuel Ignacio del Calleja , José Ignacio Estev a, José MaríaPortugal, José Anselmo de Lara, Bocanegra, DiegoMoreno, Luciano de Figueroa, Manuel López Constante , José Rudesindo de Villanueva, José Joaquín deGárare, Peon y Maldonado,José Ponce de León, Manuel Flotes, Gaspar de Ochoa, Labairu, Pedro Celis,Garza, Martín de Inclán y Amonio J. Valdés.
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ros en aprobar posteriormente la anulaciónde lo sucedido. Caberesaltar que entre losfirmantes de la propuesta estaban algunosdiputados que habían pertenecido a la comisión de guerra que había presentado elproyecto en el que se otorgaba a la miliciala defensa del país. Al parecer son los quediscreparon de la decisión mayoritaria,puesto que, por ejemplo , Santiago Alcocerexpuso en los debates sus opiniones contrarias a la propuesta de la mayoría de lacomisión de guerra a pesar de haber pertenecido a ella.
Los representantes de la nación ratificaron la coronación de Iturbide. El partidoiturbidisra y el ejército desaprobaron lasúltimas medidas sancionadas por el Congreso y vieron una salida a la situación encumbrando a Iturbide, hasta convertirloen emperador. Así, esta facción se aseguróla implantación de una monarquía constitucional y evitó el establecimiento de larepública.
La coronación de Agustín I no puso fina los rocesentre éste y el Congreso. El entonces emperador trató de poner freno a laimplantación de las milicias retardandoel envío del decreto a las provincias, mientras que a su vez el Congreso intentó limitarle el poder y no se le concedió derechoa veto, como hemos visto. Las públicas discrepancias llegaron a su punto culminantecon la detención de algunos de los representantes de la nación acusados de conspirar contra el sistema establecido. La respuesta del Congreso a esta arbitrariedadfue contundente y llevó a Iturbide a optarpor disolverlo y formar una Junta Nacional Instituyente que tendría como principallabor la formación de una constitución y de una nueva convocatoria a Cortes.
Esta acción tuvo consecuencias insospechadas para el emperador. LaJunta Ins-
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tituyente careció de legitimidad y ni siquiera obtuvo el consentimiento del restode las provincias, que no habían celebradoelecciones para elegir a sus miembros. Lasprovincias, que ya habían mostrado surechazo al Congreso por su inoperancia yfalta de representación proporcional, mostraron su oposición a la situación.
La política centralista de lturbide, junto con las medidas fiscales aprobadas-como los préstamos forzosos- provocaronun malestar generalizado que fue aprovechado por el general Santa Anna el Ldediciembre de 1822, al desconocer al gobierno de Iturbide y exigir la reinstalación del Congreso suprimido. El pronunciamiento desembocó en el Plan de CasaMata donde fueron reconocidas las autoridades locales y se instó ya no a la reinstalación del Congreso, sino a la formación deuno nuevo donde estuvieran representadastodas las provincias. La adhesión al Planfue rápida al recoger las ansiadas aspiraciones de los gobiernos de lasprovincias quevieron reconocido su poder. Se puso demanifiesto, asimismo, que Iturbide sóloejerciera el control efectivo del ejércitopermanente acantonado en la capital.Aunque en ningún momento se atentócontra su persona, el resultado del pronunciamiento fue la reinstalación del Congreso y la salida de lturbide de la capital paraga:antizar la libertad de deliberación delmismo.
Reinstaurado el Congreso, una de susprimeras actuaciones fue declarar nulos elPlan de Iguala y los Tratados de Córdoba,así como la coronación del emperador porconsiderarla resulrado de la fuerza al tiempo que se creó un nuevo poder ejecutivo .Lanueva situación política planteada, conlas fuerzas de las provincias, separó a losdiputados en nuevas facciones o partidos.
ÁNGELES MOSQUERA
Los republicanos se dividieron en centralistas y federalistas, uniéndose a la primerafacción los diputados monárquicos, mientras que los iturbidistas pasaron mayoritariamente a formar una causa común conlos federalistas sin renunciar, algunos deellos, a defender la figura de Iturbide.?'
El Congreso, que sólo fue reconocidocomo convocante de uno nuevo, se negó aaceptar este hecho. Tal testarudez llevó alas provincias a desafiaral gobierno centralhaciendo uso del sistema defensivo aplicado, es decir, armando a las milicias con elfin de reforzarsu poder e influir en el Congreso y en el gobierno central. El miedo ala fragmentación del imperio y la presiónde los diputados que defendieron la actuación de sus gobiernos locales empujó alCongreso a aprobar una convocatoria paraelegir a uno nuevn" Mientras las miliciasprovinciales se convirtieron en la fuerzaarmada de los respectivos gobiernos locales, el ejército profesional se movilizó afavor del gobierno central y se convirtióen su instrumento para pacificar las provincias, aunque nunca hubo necesidad deun enfrentamiento directo entre ambasfuerzas.?"
La Constitución de 1824 recogió todaslas ordenanzas relativas a las fuerzas armadas durante este primer periodo constitucional e introdujo el establecimiento deun ejército profesional junto con una milicia activa en sus dos vertientes, provincialy local. El ejecutivo creado podía disponerde la milicia provincial en caso de algunanecesidad con el objetivo de garantizar laseguridad interior y exterior. Igualmentepodía disponer de la milicia local para pto-
7 1 Alamán, Historia , 1942, t. V., p. 706 .72 Ferrer,Formación, 1995, pp. 144-145.73 Sordo, "Congreso", 2003, p. 139.
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teger el orden establecido pero bajo previopermiso del Congreso y en caso de quenecesitara de ella fuera de sus estados.?"El nuevo estado federal surgido tras el Plande Casa Mata llevó a la práctica las propuestas presentadas hasta entonces por losdiputados del Congreso Constituyente.
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