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CONCLUSIONES
Los resultados obtenidos en la presente investigación conllevan a una
serie de conclusiones. Algunas de ellas se refieren a la crisis bancaria en general
y a la dinámica de la intermediación financiera, mientras que otras se refieren
específicamente a la reciente crisis del sistema financiero venezolano y a la
metodología para el pronóstico de crisis. Dichas conclusiones se exponen a
continuación:
1. A diferencia de las quiebras individuales, las crisis que afectan
simultáneamente a un número considerable de instituciones financieras
suceden como resultado de la conjugación de tres factores:
a) El primero corresponde a un entorno macroeconómico determina-
do, específico, caracterizado por la pérdida de valor de los
activos en posesión de las instituciones financieras y por la
reducción de los depósitos del público. La ocurrencia de shocks
externos, recesión económica, ataques especulativos contra la
moneda local, déficits fiscales persistentes que anteceden las
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pérdidas de reservas internacionales y, en algunos casos, la
inestabilidad política y social, desatan reacciones en los agentes
económicos que producen una combinación mortal para los
sistemas financieros. Más aún, instituciones financieras que son
gerenciadas deficientemente y que se desvían en buena medida
de la intermediación financiera propiamente dicha, logran
sobrevivir e inclusive prosperan durante muchos años, cuando el
entorno macroeconómico es favorable a un aumento de depósitos
y en el valor de los activos de los intermediarios financieros. En
todo caso, aquellos que colapsan de manera individual, no llegan
a contagiar al resto del sistema financiero.
Sin embargo, las circunstancias de orden macroeconómico no
explican las razones por las cuales un determinado número de
instituciones financieras no se ven afectadas en medio de una
intensa crisis bancaria, tal como ocurrió en la reciente crisis de
Venezuela, más aún llama poderosamente la atención el hecho de
que durante una crisis bancaria, los depositantes concentran los
retiros masivos de depósitos sobre aquellas instituciones cuya
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gerencia y conducción han tenido también una serie de rasgos
comunes.
En tal sentido, el entorno macroeconómico pareciera ser una
condición necesaria pero no suficiente como explicación de una
crisis bancaria.
b) La mala gerencia y su probable evolución hacia el fraude
bancario, además de ser un elemento presente en las crisis
financieras, constituye también un argumento necesario para
entender el advenimiento, evolución y características de las
mismas. La existencia en forma persistente de una mala gerencia
bancaria caracterizada -entre otras cosas- por una toma excesiva
de riesgos que en determinadas circunstancias pueden conducir a
una crisis sistémica, no ocurre sin la presencia de una supervisión
deficiente.
c) Por tanto, las deficiencias en la supervisión bancaria, muchas
veces reforzadas con marcos regulatorios débiles e insuficientes,
constituyen el tercer factor común que completa la explicación
de las crisis bancarias. Más aún, con asombrosa frecuencia, las
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deficiencias u omisiones de la supervisión y regulación en
períodos previos al estallido de una crisis sistémica, ocurren con
cierto grado de complicidad entre los entes encargados de esa
actividad, la propia gerencia bancaria y el entorno político,
constituyendo un cuadro amplio de fraudes que adquieren ribetes
de escándalos públicos cuando las crisis se manifiestan abierta-
mente a la colectividad.
2. El estallido de la crisis bancaria venezolana de 1994 y 1995, fue la
exacerbación de las causas y aspectos macroeconómicos, microeconó-
micos y de regulación y supervisión. Sin embargo, la conducción de la
crisis una vez que estalla, y la política económica que se diseñó e
instrumentó durante esos años, constituyen muy probablemente un
ejemplo de lo que no debe hacerse en una crisis financiera. Esta
consideración se establece por las siguientes razones:
a) En primer lugar, se confundió una crisis crónica de solvencia
generalizada con un problema de liquidez temporal y focalizada,
que por tanto no permitió a las autoridades prever la verdadera
magnitud de las dificultades que se avecinaban. No obstante, la
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verdadera naturaleza del problema había sido advertida por
algunas instituciones, como el BCV, el hecho de que las
insuficiencias de liquidez se registraron persistentemente durante
1993 y en los primeros meses de 1994, era razón suficiente para
detectar el eje del problema bancario.
b) En segundo lugar, el cierre del Banco Latino que dejó en la
incertidumbre a sus depositantes por casi treinta días, desató el
pánico financiero que rápidamente se contagió al resto de las
instituciones financieras que se encontraban en situación similar.
Siendo en ese entonces el segundo banco más grande del país en
depósitos y activos, lo más razonable era una drástica
intervención a puertas abiertas. Esta alternativa hubiese
permitido contener los costos de la quiebra producida por sus
accionistas y directivos, al mismo tiempo que se hubiese evitado
el pánico financiero que vivió el país en ese período.
c) En tercer lugar, las duras consecuencias de la modalidad que se
adoptó en la intervención del Banco Latino, motivó a las
autoridades hacia otro extremo aún más pernicioso, el cual
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consistió en la figura de los auxilios financieros hacia un grupo de
instituciones bancarias con el BCV como prestamista de última
instancia. Estos auxilios se otorgaron sin remover a las respectivas
juntas directivas y permitieron a estos banqueros en una gran
cantidad de casos, huir del país gestándose un fraude bancario.
3. El análisis discriminante, en cuanto a la metodología para el pronóstico
de crisis, resulta ser un instrumento útil para analizar el comportamiento
de las razones financieras tomadas de los Estados Financieros de la Banca
Comercial Venezolana.
4. Definida la crisis bancaria como la intervención, auxilio financiero o
estatización de un banco comercial por parte de las autoridades compe-
tentes, se puede predecir tal supuesto mediante la combinación y
asociación de indicadores financieros, mediante la obtención de un valor
predictivo (j), por encima o por debajo del cual se pronostica la salud o
crisis financiera según sea el caso. Ese procedimiento da lugar a errores
tipo 0 y tipo 1, cuyo análisis sirvió para mejorar los resultados de las
clasificaciones totales a objeto de obtener el valor predictivo óptimo.
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5. Las variables que tuvieron una mayor contribución al pronóstico de salud
o crisis financiera fueron: el índice de compromiso de los accionistas, el
índice de endeudamiento y el índice de liquidez.
En este sentido, resulta curioso observar como el índice de rentabilidad
no resultó seleccionado para el diagnóstico acerca de la situación
financiera bancaria. Los bancos quebrados (intervenidos, auxiliados o
estatizados) obtuvieron utilidades líquidas en un 97,3% de los ejercicios
económicos considerados en el presente estudio, ello sólo se explica por
el hecho de retener dichas utilidades en períodos de alta inflación como
ocurrió en esos años y no aplicarlas en actividades productivas.
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RECOMENDACIONES
Aunque el sistema bancario de cualquier país, luego de una crisis, tiende
a recuperarse y a mejorar, es necesario que los organismos encargados de la
conducción política, económica, social y financiera del país, consideren las
recomendaciones siguientes:
1. Las magnitudes de los desequilibrios fiscales y financieros que ha
presentado tradicionalmente la economía venezolana, requieren de
inmensos recursos que podrían obtenerse con la privatización de las
empresas públicas e incluso la relativa a una gran parte del negocio
petrolero. Esta última situación debe plantearse como parte integrante
de un plan de rescate de la economía, no sólo para superar la crisis
actual, sino también para evitar la recurrencia de la misma en el futuro,
una vez privatizada parcialmente la industria petrolera.
2. Es necesario establecer un control inflacionario, por cuanto el mismo
resulta un elemento clave que tiene que ver con la recuperación de la
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estabilidad financiera y del crecimiento económico en forma sustentable
en el largo plazo. La estabilidad financiera en el largo plazo, requiere de
una inflación baja. Sin este requisito el sistema financiero seguirá siendo
vulnerable y la intermediación financiera se reducirá a operaciones de
corto plazo, limitando por tanto el crecimiento económico. Sin
embargo, ésta será una condición necesaria pero no suficiente.
3. La recuperación del sistema financiero dependerá del fortalecimiento de
la capacidad de supervisión. En cualquier contexto de inflación con o sin
indexación, la supervisión no tiene sustituto.
Por otra parte, dicha recuperación, dependerá también de la recupe-
ración de la estructura adecuada de incentivos que, en cierta medida, se
diluyó durante la crisis financiera. Al respecto, deberán considerarse
aspectos relativos a las tasas de interés, a la estructura en los seguros o
garantías de depósitos, los niveles de riesgos y capitalización del sistema
y el uso de una disciplina de mercado para completar la regulación y
supervisión oficial.
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4. Modificar el sistema de contratación de las auditorías bancarias.
Mediante esta modificación, las auditorías serían canceladas por los
bancos a la Superintendencia de Bancos (SIB), y ésta a su vez asignaría
las firmas auditoras para cada banco. La Superintendencia establcería un
sistema o mecanismo de rotación de estas firmas cada cierto período de
manera de evitar que una firma auditase constantemente a una
determinada institución bancaria. Adicionalmente, se debería establecer
la responsabilidad administrativa, civil y penal de las firmas auditoras y
las de sus representantes.
5. Igualmente, el BCV conjuntamente con FOGADE y la SIB, deberían
realizar en forma periódica una campaña de concientización y
divulgación de las ventajas y riesgos que ofrece el mercado financiero y
de las normas que lo regulan, con mayor énfasis en lo que respecta al
seguro sobre depósitos (tipos de depósitos cubiertos, montos, etc.),
para educar a la población. Una población conciente y preparada para
entender el funcionamiento más elemental de los mercados financieros y
particularmente bancario, hubiese evitado parcialmente los fraudes y
estafas que se manifestaron con la reciente crisis bancaria. De igual
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manera, las instituciones financieras deberían estar obligadas a ofrecer
al público esta información al momento de abrir cualquier tipo de
depósitos, así como a sus clientes actuales.
6. Se debería establecer la obligatoriedad de uso por parte de las
instituciones financieras de un sistema privado de agencias calificadoras
de riesgos, como existe en la actualidad para la emisión de papeles
comerciales bajo exigencia de la Comisión Nacional de Valores. Estas
calificaciones deben hacerse del conocimiento público por parte de las
instituciones financieras a través de sus diversas agencias y oficinas. La
SIB sería la institución oficial encargada de regular los procedimientos,
metodologías y requisitos que deberían cumplir estas agencias
calificadoras de riesgos para evitar que se establezcan conflictos de
intereses con las instituciones bancarias.
7. La utilización de la metodología propuesta podría conducir al estableci-
miento de un sistema de alarma anticipada, con el objeto de aplicar los
correctivos necesarios a fin de lograr la salud financiera y así garantizar
los intereses de los clientes, proveedores, a los propios accionistas y al
sistema financiero nacional.
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8. La Superintendencia de Bancos debería exigir a las instituciones
financieras la presentación de sus estados financieros ajustados por
efectos inflacionarios, para así obtener sobre bases más realistas la
información relativa acerca de la situación financiera y el resultado de
las operaciones de dichas instituciones bancarias. De igual manera, se
recomienda la presentación del Estado de Flujo del Efectivo como un
estado básico, el cual sin duda alguna, ayudará a fortalecer el análisis
financiero.
Las técnicas estadísticas, por muy complejas que éstas sean, no pueden
sustituir el buen juicio y la experiencia de los expertos o analistas de los
organismos competentes en la materia, mas por el contrario, constituyen un
instrumento de apoyo para sus propios análisis y conclusiones.
La metodología propuesta, basada en los indicadores de índole
financieros, podría ampliarse en consideración a los factores de índole
macroeconómicos, políticos y sociales, a objeto de obtener una visión
mayormente sistemática del problema de crisis financiera y la cual ha de
considerarse más como una herramienta auxiliar en manos de las autoridades
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reguladoras y supervisoras o los interesados en la materia, que como un
procedimiento con pretensiones de dar soluciones totales a temas de por sí,
arduos y delicados.
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