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INDICE
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MARXISMO
El marxismo también llamado como el “socialismo científico” es el conjunto de movimientos políticos,
sociales, económicos y filosóficos derivados de la obra de Karl Marx, economista, filósofo y
periodista revolucionario alemán de origen judío,1 quien contribuyó en campos como la sociología,
la economía, el derecho, la historia, y la Filosofía y de su allegado Friedrich Engels, quien le ayudó
en muchas de sus teorías. Engels acuñó el término socialismo científico para diferenciar el marxismo
de las corrientes socialistas anteriores englobadas por él bajo el término socialismo utópico. También
se emplea el término socialismo marxista para referirse a las ideas y propuestas específicas del
marxismo dentro del marco del socialismo.
El objetivo que se propone es que los trabajadores tengan un acceso a los medios de producción en
forma institucionalizada; es decir, utilizando las instituciones públicas del Estado para que los
trabajadores obtengan medios de producción y evitar que: "La burguesía va concentrando cada vez
más los medios de producción, la propiedad y la población del país. Reúne a la población, centraliza
los medios de producción y concentra en pocas manos la propiedad"
Marx no propone la abolición de la propiedad privada, lo cual es un mito largamente extendido; lo
que propone es la abolición del sistema de propiedad burguesa; claramente mencionado en su
Manifiesto Comunista: "Lo que caracteriza al comunismo, no es la abolición de la propiedad en
general, sino la abolición del sistema de propiedad burgués" ya que la burguesía viola la ley,
corrompe las instituciones u otros mecanismos ilegales para apropiarse de la propiedad de los
trabajadores; así por ejemplo, el robo de tierras a indígenas, el robo de propiedad intelectual a
inventores como Tesla.
Con el acceso a los medios de producción a los trabajadores, el marxismo concluye que se lograra
una sociedad sin clases sociales donde todos vivan con dignidad, sin que exista la acumulación
de propiedad privada sobre los medios de producción por unas cuantas personas, porque supone
que ésta es el origen y la raíz de la división de la sociedad en clases sociales. Esto implicaría una
enorme competencia y eficiencia en la economía; además, el trabajador no se puede explotar a si
mismo ni tampoco puede explotar a otro trabajador, porque tiene también su medio de producción; lo
que ocasionaría es que los trabajadores se organizarían para crear empresas más grandes a través
de asociaciones justas; por tal motivo Marx expresa "El precio medio del trabajo asalariado, es el
mínimo posible. Es decir, el mínimo necesario para que el obrero permanezca vivo. Todo lo que el
obrero asalariado obtiene con su trabajo, es pues, lo que estrictamente necesita para seguir viviendo
y reproduciéndose. Nosotros no aspiramos en modo alguno, a impedir los ingresos generados
mediante el trabajo personal, destinados a adquirir los bienes necesarios para la vida". Y recalca en
su Manifiesto "Sólo aspiramos, a destruir el carácter ignominioso de la explotación burguesa, en la
que el obrero sólo vive para multiplicar el capital". Así entonces, el trabajador o trabajadores serán
dueños de sus propios negocios, iniciando un elevado comercio; por esa razón en el Manifiesto
especifica que "El comunismo, no priva a nadie del poder adquirir bienes y servicios".
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Marx considera que cada país tiene sus particularidades y por tanto las medidas para proveer a los
trabajadores de medios de producción pueden ser diferentes y que al principio parecerán que no son
suficientes. Marx tiene en claro la ley de la escasez, y por ende, la distribución de medios de
producción en forma institucionalizada y legal se dará poco a poco en una transición lenta pero
efectiva; por tal motivo concluye en su Manifiesto "(...) por medio de medidas, que aunque de
momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento
serán un gran resorte propulsor, y de las que no puede prescindirse, como medio para transformar
todo el régimen de producción vigente".
En conclusión, Marx propone el uso de las instituciones del estado, como por ejemplo, el uso de los
impuestos para financiar la compra y distribución de los medios de producción a los trabajadores,
que al paso del tiempo formará un mercado de competencia perfecta
LAS RAICES FILOSOFICAS DEL MARXISMO
Marx tuvo dos grandes influencias filosóficas: la de Feuerbach, que le aportó y afirmó su visión
materialista de la historia, y la de Hegel, que inspiró a Marx acerca de la aplicación de la dialéctica al
materialismo. Aunque para su trabajo de disertación doctoral eligió la comparación de dos grandes
filósofos materialistas de la antigua Grecia, Demócrito y Epicuro, Marx ya había hecho suyo el
método hegeliano, su dialéctica. Ya en 1842 había elaborado su Crítica de la filosofía del derecho de
Hegel desde un punto de vista materialista. Pero a principios de la década del 40, otra gran influencia
filosófica hizo efecto en Marx: la de Feuerbach, especialmente con su obra La esencia del
cristianismo. Tanto Marx como Engels abrazaron la crítica materialista de Feuerbach al sistema
hegeliano, aunque con algunas reservas. Según Marx, el materialismo feuerbachiano era
inconsecuente en algunos aspectos, idealista. Fue en las Tesis sobre Feuerbach (Marx, 1845) y La
ideología alemana (Marx y Engels, 1846) donde Marx y Engels ajustan sus cuentas con sus
influencias filosóficas y establecen las premisas para la concepción materialista de la historia.
Si en el idealismo de Hegel la historia era un devenir de continuas contradicciones que expresaban
el autodesarrollo de la Idea Absoluta, en Marx son el desarrollo de las fuerzas productivas y de
las relaciones de producción las que determinan el curso del desarrollo socio-histórico. Para los
idealistas el motor de la historia era el desarrollo de las ideas. Marx expone la base material de esas
ideas y encuentra allí el hilo conductor del devenir histórico.
LA ECONOMIA MARXISTA
La economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los economistas políticos más
conocidos de su época, los economistas políticos clásicos británicos, para ulteriormente criticar su
forma de pensar. La economía política, que es anterior a la división que se hizo en el siglo XX de las
dos disciplinas, trata las relaciones sociales y las relaciones económicas considerándolas
entrelazadas. Marx siguió a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de los ingresos
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en el capitalismo es el valor agregado por los trabajadores y no pagado en salarios. Esta teoría de la
explotación la desarrolló en El capital, investigación “dialéctica de las formas que adoptan las
relaciones de valor.
En su labor política y periodística Marx y Engels comprendieron que el estudio de la economía era
vital para conocer a fondo el devenir social. Fue Marx quien se dedicó principalmente al estudio de
la economía política una vez que se mudó a Londres. Marx se basó en los economistas más
conocidos de su época, los británicos, para recuperar de ellos lo que servía para explicar la realidad
económica y para superar críticamente sus errores.
Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones sociales y las relaciones
económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo XX esta disciplina se dividió en dos.
Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de la riqueza era
el trabajo y el origen de la ganancia capitalista era el plustrabajo no retribuido a los trabajadores en
sus salarios. Aunque ya había escrito algunos textos sobre economía política ( Trabajo asalariado y
capital4 de 1849, Contribución a la Crítica de la Economía Política de 1859, Salario, precio y
ganancia4 de 1865) su obra cumbre al respecto es El capital.
El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero (cuya primera edición es de 1867)
estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente en su primer
capítulo (Transformación de la mercancía en dinero), se encuentra el núcleo del análisis marxista del
modo de producción capitalista. Marx empieza desde la "célula" de la economía moderna,
la mercancía. Empieza por describirla como unidad dialéctica de valor de uso y valor de cambio. A
partir del análisis del valor de cambio, Marx expone su teoría del valor, donde encontramos que el
valor de las mercancías depende del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. El
valor de cambio, esto es, la proporción en que una mercancía se intercambia con otra, no es más
que la forma en que aparece el valor de las mercancías, el tiempo de trabajo humano abstracto que
tienen en común. Luego Marx nos va guiando a través de las distintas formas de valor, desde el
trueque directo y ocasional hasta el comercio frecuente de mercancías y la determinación de una
mercancía como equivalente de todas las demás (dinero).
Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx utiliza la abstracción
para llegar a la esencia de los fenómenos y hallar las leyes fundamentales de su movimiento. Luego
desanda ese camino, incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de
determinación concreta y proyectando los efectos de dicho estrato en un intento por llegar,
finalmente, a una explicación integral de las relaciones concretas de la sociedad capitalista cotidiana.
En el estilo y la redacción tiene un peso extraordinario la herencia de Hegel.
La crítica de Marx a Smith, Ricardo y al resto de los economistas burgueses reside en que sus
análisis económicos son histórico (y por lo tanto, necesariamente idealista), puesto que toman a
la mercancía, el dinero, el comercio y el capital como propiedades naturales innatas de la sociedad
humana, y no como relaciones sociales productos de un devenir histórico y, por lo tanto, transitorias.
Junto con la teoría del valor, la ley general de la acumulación capitalista, y la ley de la baja tendencial
de la tasa de ganancia, son otros elementos importantes de la economía marxista
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Adam Smith
David Ricardo
Los economistas burgues escriticados por Marx.
ANALISIS DE CLASES
Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en clases sociales, de las que toman
en consideración principalmente dos:
La clase trabajadora o proletariado: Marx definió a esta clase como «los individuos que
venden su mano de obra y no poseen los medios de producción», a quienes consideraba
responsables de crear la riqueza de una sociedad (edificios, puentes y mobiliario, por
ejemplo, son construidos físicamente por miembros de esta clase; también los servicios
son prestados por asalariados).
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La burguesía: quienes «poseen los medios de producción» y emplean al proletariado.
Constituyen la clase mercantil por excelencia: su riqueza proviene de la
administración intelectual de los negocios. Se apropian del excedente económico de toda
la sociedad por el mecanismo de la plusvalía, capaz de confiscar de forma no coercitiva
(mercantil, racional) el valor trabajo, pilar de todo valor y riqueza.
Subclases
Existen otras clases que integran aspectos de las dos principales, o que estando asociadas a
alguna, manifiestan nuevos rasgos propios particulares.
Lumpenproletariado: los que viven en pobreza extrema y no pueden hallar trabajo con
regularidad. Abarca desde la amplia masa de indigentes desocupados y/o con trabajos
precarios, hasta sectores en extremo marginales como las prostitutas y los soldados del
crimen organizado, etc.
Pequeña Burguesía: Forman parte del pueblo trabajador, pero en menor o mayor medida su
trabajo crea capital y encuentra en él su sostén, aunque en niveles de acumulación siempre
muy inferiores al de la gran burguesía. Este capital genera los más diversos segmentos
sociales, según sea principalmente intelectual (profesionales), o mercantil (pequeños
comerciantes), o inmobiliario (pequeños y medianos campesinos, rentistas urbanos) o
financiero (pequeños especuladores) o directamente industrial (pequeños empresarios).
EL MARXISMO Y LA RELIGION
El marxismo ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones. Marx escribió al respecto que
"el fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser humano hace la religión; la religión no hace al
hombre" y la frase cuyo final se haría célebre:
La miseria religiosa es, por una parte la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.
La referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es -como suele
suponerse- un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un narcótico analgésico. Este
equívoco del lector contemporáneo ha derivado en una confusión frecuente respecto de la sentencia
marxista. La cita completa revela el porqué de la referencia a un opiáceo: jamás pretende que la
religión se considere una forma de degradación intelectual ni tampoco una mera ilusión generada por
las clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría la idea que éste tenía de la
ideología, esto es, la ilusión de universalidad dentro de cada clase), sino que la religión sea, por el
contrario, el anestésico necesario de la sociedad entera frente a la alienación social y de las clases
oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia.
En Marx, la crítica de la religión no es una defensa del ateísmo, sino la crítica de la sociedad que
hace necesaria a la religión. La supresión de estas condiciones y la realización plena de la comunión
humana se desvincula de la condición biológica, proyectándose "al cielo" como intervención divina
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en una parusía futura, particularmente en el especial caso del cristianismo,6 en vez de construirse
políticamente mediante la abolición de la propiedad privada y la división del trabajo. El fundamento
filosófico del rechazo marxista de la religión ha estado vinculado al desarrollo del materialismo
dialéctico por parte de Engels y Lenin.
En cualquier caso, ha habido diversos teóricos que consideran que ser marxista y religioso es
compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés James Connolly y a diversos autores dentro
de la teología de la liberación como Camilo Torres y Leonardo Boff. Pero la crítica teórica hacia
cualquier religión se basa en que ésta es concebida como el resultado de la producción de la
superestructura de la sociedad, es decir, de la fabricación de ideas ideológicas que se hace una
sociedad sobre sus propios modos de producción económicos. Así, la religión siempre es una
concepción de ideas políticas que tienden a reafirmar la estructura económica existente. Los textos
marxistas donde se puede encontrar información sobre la concepción marxista de la religión son: La
ideología alemana de Marx y Engels, y La filosofía como arma de la revolución de Louis Althusser.
Marx describe a la religión como un ente alienador, el cual le pone como meta alcanzar a Dios,
situación imposible para un humano pues Dios es la esencia humana deificada, es decir: la
humanidad le ha dado sus mejores características a Dios. La religión haría conformista al hombre y
lo obligaría a no luchar en este mundo, pues este es solo un preludio del verdadero. La síntesis
cristiano-marxista de los teólogos de la liberación replica que el marxismo no implica este aserto y
que, de ser así, también las clases dominantes impregnadas de espíritu religioso serían conformistas
respecto de su existencia material e incluso serían pasivas frente a un conflicto con otras clases
sociales. Para estos, en cambio, la religión -y en particular la cristiana- siempre exige una lucha en
este mundo en función de una comunidad religiosa: sea con o sin clases dependiendo de cómo se la
entienda políticamente. Debe recordarse que para el catolicismo la resurrección es el regreso al
edén en la tierra y que, aunque dependa de Dios, ningún esfuerzo individual tendría sentido si
estuviera coronado por una muerte sin retorno (incluso si la realización plena de la humanidad
pudiera hacerse sólo socialmente y no biológicamente como en la resurrección cristiana), ya que la
salvación de cada hombre de acuerdo a su esfuerzo dentro del alienado mundo presente sólo puede
ser asegurado con la eternidad y la participación en el mundo venidero. Esto es igualmente cierto
tanto para el ideario de autorrealización personal de la derecha cristiana (calvinista o al menos
reconciliada con la burguesía), como para la lucha de clases de la izquierda cristiana (marxista o no),
como para las originarias posiciones ascéticas y apolíticas del cristianismo primitivo. Estas últimas en
particular dieron forma estamental a la dicotomía interna entre la vida económica y la religiosa
del occidente medieval extramundano y a su peculiaridad histórica de fusión entre "sociedad civil" y
"sociedad política" descrita con atención por Marx en su obra Sobre la cuestión judía, cuya visión
llegaría, junto con la opuesta de Nietzsche, a Max Weber, y que entroncaría en el debate marxista-
weberiano sobre la influencia económica de la religión.
En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la religión sería la de una forma
de alienación cuya consecuencia para el hombre sería perder sus virtudes para adjudicárselas a un
inventado ser supremo. Según Karl Marx, esto es lo que ocurriría en particular con la religión
monoteísta: el hombre toma toda virtud que posee y toda idealización metafísica posible, y se la
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atañe a un ser supremo de su propia creación, devaluándose a sí mismo y dedicando su ser y propio
destino a su voluntad y una trascendencia irreal posibilitada por su existencia.
PARTIDOS, MOVIMIENTOS Y GOBIERNOS INSPIRADOS EN EL MARXISMO
Desde la muerte de Marx en 1883, varios grupos del mundo entero han apelado al marxismo como
base intelectual de sus políticas, que pueden ser radicalmente distintas y opuestas. Una de las
mayores divisiones ocurrió entre los reformistas, también denominados socialdemócratas, que
alegaban que la transición al socialismo puede ocurrir dentro de un
sistema pluripartidista y capitalista, y los comunistas, que alegaban que la transición a una sociedad
socialista requería una revolución para instaurar la dictadura del proletariado. La socialdemocracia
resultó en la formación del Partido Laborista y del Partido Socialdemócrata de Alemania, entre otros
partidos; en tanto que el comunismo resultó en la formación de varios partidos comunistas;
en 1918 en Rusia, previo a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dimanan
dos partidos del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia: el Partido Comunista, formación
comunista, y el Partido Social Demócrata de Rusia.
En la actualidad sigue habiendo muchos movimientos revolucionarios y partidos políticos en todo el
mundo, desde el final de la Unión Soviética, aunque el internacionalismo obrero ha sufrido una grave
crisis. Aunque hay partidos socialdemócratas en el poder en varias naciones de Occidente, hace
mucho que se distanciaron en aspectos relevantes de sus lazos históricos con Marx y sus ideas. En
la actualidad en Laos, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, la República Popular China y Moldavia hay
en el poder gobiernos que se autoproclaman marxistas.
Muchos gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y teóricos académicos han afirmado
fundamentarse en principios marxistas. Ejemplos particularmente importantes son los
movimientos socialdemócratas de la Europa del siglo XX, el bolchevismo ruso, la Unión Soviética
(Lenin, Trotsky, Stalin) y otros países del bloque oriental, Mao Zedong,Fidel Castro, Ernesto "Che"
Guevara, Santucho, Kwame Nkrumah, Julius Nyerere, Thomas Sankara y otros revolucionarios en
países agrarios en desarrollo. Estas luchas han agregado nuevas ideas a Marx y, por lo demás, han
transmutado tanto el marxismo que resulta difícil especificar el núcleo de éste. Actualmente las
transformaciones socio-económicas han obligado a repensar al marxismo en una línea
llamada posmarxismo en la cual se encuentran autores como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe.
La Revolución de octubre de 1917, encabezada por los bolcheviques (cuyas figuras principales
eran Vladímir Lenin y León Trotsky) fue el primer intento a gran escala de poner en práctica las ideas
socialistas de un Estado obrero.
Se suceden otra serie de gobiernos o dobles poderes obreros de relativamente breve duración,
impulsados por revueltas proletarias con activa participación de los partidos comunistas locales,
inspirados en el modelo de república de consejos obreros. La mayoría de estos son aplastados por
las fuerzas de la reacción capitalista de las distintos gobiernos y potencias burguesas y fracasan.
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Son el caso de la Revolución de noviembre de 1918, encabezada por
los espartaquistas en Alemania, la República Soviética Húngara de 1919, la República Soviética
Bávara de 1919, el bienio rojo o movimiento de consejos de fábrica del norte
de Italia de 1919 a 1920, el Sóviet de Nápoles, la República Socialista Soviética Galiciana en 1920,
la República Popular Soviética de Bujará de 1920 a 1925, la República Socialista Soviética de
Persia o República Soviética de Gilan, de 1920 a 1921, etc.
Tras morir Lenin, Iósif Stalin se había hecho con una gran concentración de poder en sus manos en
el seno del Partido Comunista y del Estado soviético, el cual fue fortaleciendo en detrimento de los
propios soviets (ya de por sí debilitados durante el hambre, la bancarrota económica y las masacres
ocasionadas por la Guerra Civil Rusa). Hasta su muerte, numerosas purgas se vivieron en la URSS,
bajo consignas tales como la "lucha contra el trotskismo", "los sabotajes", o "los agentes del
fascismo", en las que se logró inhabilitar a los principales elementos críticos del PCUS y la sociedad
soviética, muchos de ellos comunistas, testigos directos de la Revolución y opositores en mayor o
menor medida a la deriva burocrática y la concentración de poderes que se estaba generando en
seno de la URSS, encarnada en una casta de funcionarios y burócratas del partido, cuya divergencia
de intereses respecto a la clase trabajadora y el peligro que entrañaban para la revolución obrera
comienzan a manifestarse desde la primera mitad de los años 20, aún en vida del propio Lenin.
Dichas purgas sólo logran fortalecer el poder de la nueva dirección del PCUS, encabezada ahora
por Stalin, y pronto se extenderán a las secciones nacionales del Komintern, que, a nivel
internacional, comienza a ser dirigido desde el comisariado de asuntos exteriores en Moscú.
Aunque llevaron a cabo pequeñas aportaciones teóricas al marxismo, Stalin y sus seguidores se
caracterizan por haber dado cobertura ideológica a sus métodos y posicionamientos tácticos y
políticos, encaminados al fortalecimiento del control sobre los medios de producción y administración
del Estado por parte de la burocracia y dirección central del partido, a través de la falsificación o la
adaptación de los principios ideológicos del marxismo y del leninismo a sus propios fines. Esto
derivará en un sistema de gobierno y pensamiento formulado bajo el nombre de marxismo-
leninismo (si bien sus críticos dentro del leninismo rechazan que se lo denomine de esta forma y
reclaman para sí esta denominación) y la teoría del socialismo en un solo país, también
llamado estalinismo, considerado por sus críticos marxistas como un alejamiento o distorsión de los
postulados y principios de la tradición marxista y pensadores como Marx, Engels o Lenin;
particularmente insistentes en esta postura son aquellas corrientes basadas en los planteamientos
de Trotsky y Lenin (trotskismo) y las del denominado comunismo de izquierda, el marxismo
libertario o el comunismo de consejos, también críticos en este sentido con la denominada corriente
del leninismo (y por ende el trotskismo). A raíz de la muerte de Stalin, esta burocracia termina por
acaparar el poder y afianzarse en la llamada nomenklatura. Ésta comenzará a medio plazo un
proceso de progresiva liberalización de la economía, que culminará con la perestroika.
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Al final de la II Guerra Mundial se produjo una expansión, por la vía militar, del poder político de
la URSS, que se consolidó mediante el establecimiento de los llamados Estados satélites o del Pacto
de Varsovia, en los países del Este que quedaron bajo su zona de influencia tras los acuerdos
de Yalta y de Potsdam. Estos Estados reprodujeron estructuras políticas y sociales y tipos de
economía y de gobierno muy similares a los de la Unión Soviética.
Fueron gobernados mediante la formación de Partidos Comunistas, encuadrados en la Komintern, y
adscritos a las fórmulas del marxismo-leninismo oficial. Algunos de los partidos adscritos a
la Internacional Comunista que llegaron a formarse por sí mismos, lograron a la postre tomar el
poder a través de insurrecciones guerrilleras y, en algunos casos, con bastante apoyo popular, y
establecer un estado que seguía el modelo marxista-leninista oficial. Estas naciones comprendían a
la República Popular China, Vietnam, Corea del Norte, Yugoslavia, Albania, Etiopía, Yemen del
Sur, Angola, y otros. Después de la invasión militar por parte de Vietnam de Kampuchea
Democrática, gobernada por el Jemer Rojo, un gobierno de estructura similar a aquél será
establecido en Camboya.
En Chile, el gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende, que duró
desde 1970 hasta el golpe de estado de 1973, tenía una fuerte inspiración marxista. Si bien cambió
radicalmente la forma de lucha conocida al concretar un gobierno por la vía electoral, la revolución a
la chilena buscaba la transformación de la sociedad hacia el socialismo. Al mismo tiempo, la
coalición que llevó a Allende al gobierno estaba construida por la unión del Partido Comunista y
el Partido Socialista, ambos declarados marxistas-leninistas en ese tiempo.
En 1991, la Unión Soviética se disolvió y el nuevo Estado ruso ya no se identificó con el marxismo.
Otras naciones del mundo siguieron el mismo camino. Actualmente el socialismo científico ha dejado
de ser una fuerza política prominente en la política mundial. China, donde gobierna el Partido
Comunista, relajó su concepción económica del marxismo en 1978 avanzando progresivamente
hacia un sistema económico más cercano al libre comercio. Este proceso continúa hoy en día.
Desde el comienzo de la democracia en España, en 1975, el PSOE se presentó a las elecciones
como un partido marxista, proclamándose primera fuerza de oposición en el gobierno.
Posteriormente, en 1982, con Felipe González a la cabeza, el PSOE abandonó su postura marxista;
ese mismo año el partido ganó las elecciones.
Mao Zedong (China)
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Vladímir Ilich Lenin(URSS)
León Trotsky (URSS)
LIBRO EL CAPITAL
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El capital - Crítica de la Economía Política (en alemán: Das Kapital - Kritik der politischen Ökonomie), de Karl Marx es, como reza su subtítulo, un tratado de crítica de la economía política; al mismo tiempo, ha sido también leído como una obra de filosofía, como un tratado de economía, o como un tratado político sobre las relaciones de dominación entre las clases, de un lado los proletarios y de otro los burgueses.
El capital
de Karl Marx
Género Ensayo
Tema(s) Capitalismo
Idioma Alemán
Título
original
Das Kapital, Kritik der politischen
Ökonomie
País Alemania
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Portada de la primera edición de Das Kapital(Hamburgo, 1867).
AUTORIA Y EDICION
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Marx trabajó en una intensa investigación y en la redacción de un extenso manuscrito de su obra,
principalmente entre 1861 y 1863, sin embargo solo alcanzó a publicar en vida el primer libro de El
capital, en 1867 y dedicató al Wilhelm Wolff. La segunda edición alemana de este libro, corregida y
aumentada, fue dirigida por él y fue impresa en 1872 y publicada en 1873. Los dos libros restantes,
publicados entre 1885 y 1894, fueron editados, a partir de los manuscritos de Marx, por su amigo y
colaborador Friedrich Engels, quien tuvo que llenar algunas lagunas, de apartes indicados pero no
redactados, y dar al texto de Marx una forma apropiada para la publicación. Marx también había
manuscrito el material para el libro cuarto, una historia crítica de las doctrinas económicas centrado
en el análisis de las teorías sobre la plusvalía, del cual, Karl Kautsky publicó una edición sintética
entre 1905 y 1910;2 conociéndose en 1956 una edición completa de los manuscritos, publicada
por Dietz Verlag en Berlín.3
PARTES
La obra publicada repetidamente en varios idiomas con el título de El capital es un tratado en tres
volúmenes, considerado unánimemente como laobra cumbre de Karl Marx. El primer volumen se
publicó en su primera versión en Hamburgo en 1867; el segundo y el tercero fueron publicados por
Friedrich Engels después de la muerte del autor, en 1885 y en 1894, respectivamente.
1. Tomo I. El proceso de producción del capital.
2. Tomo II. El proceso de circulación del capital.
3. Tomo III. El proceso global de la producción capitalista o el proceso de producción capitalista,
en su conjunto.
LIBRO PRIMERO
El primer libro es una exposición general del modo de producción capitalista, sus elementos básicos
y su articulación visto de manera general y de manera analítica sin considerar ciertas variables
(especialmente de la circulación), sino centrándose especialmente en la fase de producción que
Marx considera el fundamento de todo el sistema capitalista y de manera general de todo modo de
producción.4
El libro se divide en 7 secciones:
Sección 1: Mercancía y dinero
Capítulo 1. La Mercancía:
1. Valor de uso y valor de cambio. 2. Doble Aspecto del Trabajo. 3. El valor, realidad
social, Forma del valor. 4. Apariencia material del carácter social del trabajo.
Capítulo 2. De Los Cambios:
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1. Relaciones de los poseedores de mercancías: condiciones de esas relaciones. 2. La
relación de cambios implica necesariamente la forma moneda. 3. La forma moneda va
unida a los metales preciosos.
Capítulo 3. La Moneda o circulación de las mercancías:
1. Medida de los Valores. La forma precio. 2. Circulación de las mercancías. Curso de la
moneda. El numerario o las especies y el papel moneda. 3. Reservas de oro y de plata o
tesoros. El Dinero como medio de pago. La Moneda universal.
Sección 2: La transformación de dinero en capital
Sección 3: Producción del plusvalor absoluto
Sección 4: La producción del plusvalor relativo
Sección 5: La producción del plusvalor absoluto y del relativo
Sección 6: El salario
Sección 7: El proceso de acumulación del capital
LA MERCANCÍA, EL DINERO Y EL CAPITAL EN ABSTRACTO
El primer capítulo del libro Marx lo dedica a un análisis dialéctico de la mercancía, pues parte del
hecho que la mercancía individual es la forma elemental de la riqueza social en el capitalismo. Marx
analiza, siguiendo a la economía política clásica, a la mercancía en tanto valor de uso —un bien que
satisface ciertas necesidades humanas— y en tantovalor de cambio —un bien que puede
intercambiarse por otros bienes en una proporción determinada—. Pero para Marx el valor de
cambio de una mercancía es una manifestación de algo más. Lo que permite que una cantidad X de
mercancía A equivalga a una cantidad Y de mercancía B es algo que no depende del carácter de
valor de uso de las mercancías ni de los trabajos particulares con las que fueron producidas. Lo que
hace posible la equivalencia es que ambas contienen la misma cantidad de «trabajo humano
abstracto» materializado en ellas. Marx denomina como valor de las mercancías al trabajo
socialmente necesario para su producción, siendo la magnitud del valor determinada por la cantidad
(duración) de ese trabajo. A esta conclusión ya había llegado el economista David Ricardo, pero
Marx la retoma de manera crítica y la profundiza.5El valor de cambio sería, entonces, la forma del
valor.
Luego Marx analiza las diferentes formas del intercambio de mercancías. Desde el trueque ocasional
—pues al principio se producía para el consumo inmediato y solo se intercambiaba el producto
excedente— hasta que la producción se va orientando cada vez más hacia el intercambio, con lo que
el intercambio se va haciendo más regular y, necesariamente, una mercancía particular —por
ejemplo, el oro— se constituye en equivalente general de todas las demás. Por último, al
transformarse este equivalente general en mercancía dinero, tenemos el reemplazo del oro en
metálico por una representación del mismo, en monedas y en billetes.
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El último apartado del primer capítulo Marx lo dedica a explicar el fetichismo de la mercancía. Como
en la sociedad mercantil los productores solo se relacionan entre sí mediante el intercambio de sus
mercancías, y como este intercambio es regulado por el valor de las mismas (proceso que ocurre "de
espaldas a los productores"), las mercancías mismas se convierten en el sujeto del intercambio en
vez de los productores. De esta manera, el intercambio aparece como una relación social entre
cosas y una relación objetiva entre las personas.6
En los dos capítulos restantes de esta sección, Marx analiza el proceso de intercambio de las
mercancías (M-M en el caso de trueque, M-D-M cuando ya existe el dinero; siendo M mercancía y D
dinero) y los distintos papeles que cumple el dinero en la economía mercantil: como medida de los
valores, como medio de circulación, como tesoro, como crédito, como dinero en sí y los diferentes
aspectos económicos al respecto; también muestra cómo y por qué el dinero en tanto materialización
de determinadas relaciones sociales, imprime determinadas cualidades a la sociedad en su conjunto
y a sus individuos.7
En la sección siguiente, que consta de un único capítulo, Marx estudia la transformación del dinero
en capital. Si antes el intercambio simple de mercancías se representaba como M-D-M, la
transformación del dinero en capital Marx la representa como D-M-D', siendo D' > D. La explicación
de D' > D está en que una de las mercancías compradas en la primera fase (D-M) es una mercancía
que produce valor nuevo, plusvalor. Esa mercancía es la fuerza de trabajo.
El proceso de producción capitalista
A partir de la sección tercera, Marx entra a estudiar el proceso de producción capitalista en sí. Hasta
ahora había estudiado en abstracto a la sociedad mercantil, donde solo existían productores de
mercancías. Ahora estudia en abstracto a la sociedad burguesa donde existen capitalistas y
asalariados. En la sociedad mercantil simple el proceso de producción tiene un carácter dual: por un
lado proceso de producción de bienes y por el otro proceso de producción de valor. En la sociedad
capitalista el proceso de producción también tiene un carácter dual, pero distinto al de la sociedad
mercantil: por un lado es proceso de producción de bienes y por el otro es proceso de producción de
capital, de valor que se valoriza a sí mismo. Lo que distingue a la sociedad capitalista es la
organización de la producción en base al trabajo asalariado, esto es, el alquiler de la fuerza de
trabajo.
La fuerza de trabajo, productora de las mercancías, se cambia, se compra y se vende como otra
mercancía cualquiera y obedece a las mismas leyes del mercado, sin importar que detrás de ellas
hay un hombre, con su familia: el proletario. Este proletario es libre, dice Marx parodiando el lema de
la revolución francesa- pero Marx hace notar que es en realidad libre en un doble sentido: libre (o
sea carente) de medios de existencia y de medios de producción (y por tanto si no vende su trabajo
no sobrevive) pero libre de venderle su fuerza de trabajo al capitalista que él elija de entre los
interesados en comprarla. El trabajador asalariado vende su capacidad para trabajar, pero ésta es
una capacidad inseparable de la persona, y no se puede vender aisladamente; por esto una vez
hecho el contrato entre capitalista y trabajador, éste, su personalidad completa, su cuerpo entero
pasa a manos del otro.8
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En los capítulos siguientes Marx analiza las distintas formas del capital según su función en el
proceso de valorización (capital constante y capital variable), el plusvalor en su forma relativa y
absoluta, la jornada laboral (su extensión e intensidad) y su división en trabajo necesario
y plustrabajo, la tasa y la masa de plusvalor, el papel de la cooperación en el taller o fábrica (que,
gracias a la optimización de la división técnica del trabajo por la manufactura, resulta en una fuerza
de trabajo social superior a la suma de las fuerzas de trabajo individuales), un análisis histórico de
las condiciones tecnológicas en las que se realiza la producción capitalista (desde la manufactura
hasta la gran industria mecanizada), una descripción -y denuncia- de las condiciones de vida de la
clase obrera inglesa, un análisis de las distintas formas de salario y por último, en la última sección,
un análisis de la acumulación del capital.
El proceso de trabajo capitalista es un proceso de valorización y además de producción de un
plusvalor. Lo que comienza con una inversión de cierta cantidad de dinero hecha por el capitalista
termina, después del ciclo, en un aumento de esa cantidad. En apariencia es como si el dinero se
hubiese multiplicado por sí mismo. Marx pasa a analizar y criticar las distintas maneras en que los
economistas clásicos han intentado explicar este aumento, y cómo han fracasado de uno u otro
modo, pero al profundizar en la teoría del valor de David Ricardo, Marx logra explicar el secreto de la
plusvalía al mismo tiempo mientras estudia y expone el funcionamiento del modo de producción
capitalista. La formación de la plusvalía en el sistema capitalista, expone Marx, se efectúa de la
siguiente manera:
El trabajador vende su fuerza de trabajo al capitalista. El capitalista pasa a ser dueño de esta
mercancía de la que por tanto dispone o hace uso durante todo el tiempo que le sea posible cada
día, o sea que pone a trabajar al asalariado todo el tiempo que le sea posible o sea la jornada de
trabajo, que dadas ciertas condiciones de producción, se prolongará como premisa por un
tiempo mayor que el tiempo que se necesita para producir, en las mismas condiciones normales de
trabajo, los medios diarios de existencia y reproducción (víveres, vivienda, educación, hijos, etc.) del
obrero. Pero a cambio, el capitalista paga al asalariado un precio por su fuerza de trabajo como lo
hace por cualquier otra mercancía, es decir, paga un precio equivalente a lo que costó producirla. Así
que el capitalista no paga un precio por el trabajo que hace el asalariado, porque el precio de las
mercancías no está determinado por el uso que se hace de ellas, sino por lo que costó producirlas,
su valor: la cantidad de trabajo socialmente necesario invertida en producirlas. Aquí es clave la
distinción entre la fuerza de trabajo y el trabajo. El capitalista paga el valor de la fuerza de trabajo y a
cambio recibe el valor creado por el empleo de la fuerza de trabajo durante la jornada laboral. De
manera que una parte de la jornada laboral, el asalariado trabaja para reproducir el valor de su
fuerza de trabajo, y la otra parte trabaja "gratis" para el capitalista. Esta diferencia de valor entre el
valor de la fuerza de trabajo y el valor producido por su empleo es lo que Marx denomina como
plusvalía. Esta plusvalía es la base de la ganancia capitalista.
La premisa histórica básica para esto es el intercambio de mercancías, pues el capitalista compra la
fuerza de trabajo como una mercancía. Esto implica la otra premisa histórica básica: que las
condiciones sociales sean tales que el trabajador tenga que vender su fuerza de trabajo como una
mercancía, Marx ya ha mostrado que esto es posible solamente si el trabajador carece de medios de
existencia y de medios de producción para trabajar, entonces como poseedor de únicamente su
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fuerza de trabajo para sobrevivir se ve obligado a vender su fuerza de trabajo al capitalista. La
sociedad burguesa necesita de trabajadores libres en un doble sentido: en el sentido de propietarios
privados de su fuerza de trabajo y en el sentido de carentes de medios de producción propios. De
esta manera, el proletario está obligado a vender su fuerza de trabajo a algún capitalista para
sobrevivir, siendo libre de decidir a qué capitalista particular se la vende o siendo libre de no venderla
y vivir en la marginalidad y la extrema pobreza. Los trabajadores asalariados son libres solo en el
sentido de que no son esclavos ni siervos: ningún poder personal los fuerza a trabajar. Lo que les
fuerza a trabajar es el poder impersonal de la economía.
En los siguientes capítulos, Marx expone la manera en que los capitalistas intentan mantener y
aumentar la plusvalía. Una manera, el aumento de plusvalía absoluta, es la extensión de la jornada
laboral (lo que incrementa el tiempo en que el obrero trabaja exclusivamente para el capitalista) y la
reducción del salario (lo que incrementa la parte en valor que el capitalista da al trabajador). Pero, tal
como explica Marx, esto tiene unos límites "naturales" y "morales".
Por ello el capitalista también procura aumentar la plusvalía de manera relativa, modificando el
proceso técnico de trabajo y las condiciones laborales, introduciendo medios de producción más
eficientes y/o aumentando la intensidad o velocidad del trabajo. Esto hace disminuir el tiempo
necesario para producir las mercancías en general (incluyendo los medios de existencia del obrero,
pues así consigue disminuir el valor de la fuerza de trabajo). De esta manera, sin modificar la
extensión de la jornada laboral, el tiempo de trabajo remunerado decrece en favor del tiempo de
trabajo no remunerado. A este proceso Marx lo denomina plusvalía relativa.
Expone Marx que esta última consideración pone en claro que, en un momento dado del desarrollo
capitalista, el aumento de la plusvalía se convierte en un problema técnico. Ante los daños físicos y
morales ocasionados por la larga y extenuante jornada de trabajo, la clase obrera eventualmente se
organiza y consigue imponer una disminución y reglamentación de la jornada de trabajo. Si los
capitalistas ya no pueden extender la jornada de trabajo, entonces el problema del aumento de la
plusvalía solamente es posible de manera relativa y se torna esencialmente en un problema técnico:
mejorar los medios técnicos de la producción. La apropiación de los inventos mecánicos ha sido, a
este respecto, el gran recurso de los capitalistas. No obstante, como muestra Marx, esto no quiere
decir que la clase capitalista, permanentemente o al menos cada vez que la plusvalía disminuye, no
intente quebrar la oposición de la clase obrera para extender la jornada de trabajo. Marx demuestra
como la gran industria con la aplicación de las ciencias naturales al servicio de la mecanización del
proceso de trabajo en lugar de favorecer a la clase obrera reduciendo la jornada laboral (pues lo que
antes se producía en un día de trabajo artesanal se produce en una hora de trabajo industrial)
termina perjudicándola de diversas maneras: hacinamiento, extenuantes jornadas de trabajo, trabajo
infantil, insalubridad, etc. Esto no se debe a la industrialización misma, sino a su empleo capitalista.
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EL PROCESO DE ACUMULACIÓN DEL CAPITAL
En la última sección del libro, que sintetiza los aportes de las secciones anteriores, Marx expone
cómo se reproduce el capital. La plusvalía extraída en la producción se convierte en ganancia y si
bien parte de esta ganancia es consumida por el capitalista, otra parte es reinvertida en medios de
producción y salarios y así la convierte en plus capital. El aumento del capital en funciones mediante
la extracción de plusvalía se denomina como acumulación del capital.
Esta es la «ley general de la acumulación capitalista» demostrada y enunciada por Marx: a medida
que aumenta la acumulación de capital se produce y consolida necesariamente un número creciente
de obreros sobrantes para el sistema, una población supernumeraria teniendo que subsistir en
condiciones precarias y presionando a condiciones de explotación mayores a los demás obreros y a
mayor miseria para los obreros en general. A estos obreros sobrantes se los denomina «ejército
industrial de reserva». Esto explica que a medida que se acumula capital y por consiguiente riqueza
se produce de manera pareja una acumulación creciente de miseria en la mayoría de la población: la
acumulación de capital en un polo es equivalente a la acumulación de miseria en el otro.
En el capítulo La llamada acumulación originaria, Marx analiza cómo en Inglaterra se crearon a estos
trabajadores libres para satisfacer la demanda de fuerza de trabajo por la industria: expulsión
masiva, a sangre y fuego, de los campesinos de sus tierras; y una severa represión del
"vagabundeo". Mediante estos métodos extraeconómicos se logró de forma acelerada una
concentración de las tierras y un proletariado disciplinado para ser explotado en la industria. «Si el
dinero, como dice Augier, viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla, el capital lo hace
chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies.»
En el apartado 7 de este capítulo (Tendencia histórica de la acumulación capitalista), Marx,
basándose en el análisis científico e histórico realizado hasta el momento, retoma el programa
revolucionario expuesto en el Manifiesto Comunista: la expropiación de los capitalistas por la masa
del pueblo, y el establecimiento de una asociación de productores libres mediante la propiedad
colectiva sobre la tierra y los medios sociales de producción.
KARL MARX
Karl Marx conocido también en castellano como Carlos Marx (Tréveris, Reino de Prusia, 5 de
mayo de 1818 - Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue
un filósofo, intelectual y militante comunista alemán de origen judío.1 En su vasta e influyente obra,
incursionó en los campos de la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía;
aunque no limitó su trabajo solamente al área intelectual, pues además incursionó en el campo
del periodismo y la política, proponiendo en su pensamiento la unión de la teoría y la práctica. Junto
a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y
del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en
coautoría con Engels) y El Capital.
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Marx es normalmente citado, junto a Émile Durkheim y a Max Weber, como uno de los tres
principales arquitectos de la ciencia social moderna,2 y ha sido descrito como una de las figuras más
influyentes en la historia humana, en 1999 una encuesta de laBBC fue votado como el "pensador del
Milenio" por personas de todo el mundo.
Nacido en una familia de clase media acomodada en Tréveris, Reino de Prusia, fue a estudiar en
la Universidad de Bonn y en la Universidad Humboldt de Berlín, donde se interesó en las ideas
filosóficas de los jóvenes hegelianos. En 1836, se comprometió con Jenny von Westphalen,
casándose con ella en 1843. Tras la finalización de sus estudios, escribió para un diario radical, la
Gaceta Renana (Rheinische Zeitung), donde comenzó a utilizar conceptos hegelianos de
la dialéctica para influir en sus ideas sobre el socialismo. Se trasladó a París en 1843 y comenzó a
colaborar con otros periódicos radicales, como los Anales Franco-Alemanes (Deutsch-französische
Jahrbücher) y Vorwärts!, así como una serie de libros, algunos de ellos coescritos con Engels.
Fue exiliado a Bruselas en Bélgica en 1845, donde se convirtió en una figura importante de la Liga
de los Comunistas, antes de regresar a Colonia, donde fundó su propio periódico, la Nueva Gaceta
Renana (Neue Rheinische Zeitung). Se exilió una vez más, en 1849 se trasladó a Londres junto con
su esposa Jenny y sus hijos. En Londres, la familia se redujo a la pobreza, pero Marx siguió
escribiendo y formulando sus teorías sobre la naturaleza de la sociedad y cómo creía que podría
mejorarse, así como una campaña por el socialismo y convirtiéndose en una figura destacada de
la Primera Internacional.
Las teorías de Marx sobre la sociedad, la economía y la política, que se conocen colectivamente
como el marxismo, sostienen que todas las sociedades avanzan a través de la dialéctica de la lucha
de clases. Fue muy crítico de la forma socioeconómica vigente de la sociedad, el capitalismo, al que
llamó la "dictadura de la burguesía", afirmando que se llevaba a cabo por las acaudaladas clases
dueñas de los medios de producción, para su propio beneficio. Y teorizó que, como los anteriores
sistemas socioeconómicos, inevitablemente se producirían tensiones internas, producidas por las
leyes dialécticas, que lo llevarían a su reemplazo por un nuevo sistema a cargo de una nueva clase
social, el proletariado. Sostuvo que la sociedad bajo el socialismo, sería regida por la clase obrera en
lo que llamó la "dictadura del proletariado", el "Estado obrero" o "democracia obrera". Creía que el
socialismo sería, a su vez, eventualmente reemplazado por una sociedad sin Estado y sin clases
llamada comunismo puro. Junto con la creencia en la inevitabilidad del socialismo y del comunismo,
Marx luchó activamente para la implementación del primero (el socialismo), argumentando que los
teóricos sociales y las personas desfavorecidas debían realizar una acción revolucionaria organizada
para derrocar el capitalismo y lograr un cambio socioeconómico.
Aunque Marx se mantuvo como una figura relativamente desconocida durante su vida, sus ideas y la
ideología del marxismo comenzaron a ejercer una gran influencia sobre los movimientos socialistas
poco después de su muerte. Lenin fue el primer teórico-práctico que intentó desarrollar el
pensamiento de Marx en la práctica. Los llamados gobiernos revolucionarios socialistas, tomaron el
poder en una variedad de países a lo largo del siglo XX, llevando a la formación de Estados como
la Unión Soviética en 1922 y la República Popular China en 1949, con diversas variantes teóricas
desarrolladas, tales como el leninismo y el maoísmo.
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