eje temático iii-gutman 02 final

18
En la sección argentina figuraron los artistas activos desde la década del ochenta, con los que integraron el grupo 'Nexus" y la presencia de algunos becarios. El público podía comprender el arte argentino desde la estética finisecular de Reposo de Schiaffino hasta los tipos españoles de José Terry y el criollismo de Ripa-monte. De la misma manera ocurría con el paisaje, pese a importantes ausencias y rechazos, con El Ombú de Schiaffino, los paisajes de Cupertino del Campo y Wal-ter de Navazio. También se expusieron las pinturas premiadas en el concurso de cuadros históricos. La de mayor interés es Carreras de sortijas en dio patrio de Ouirós: confluencia en el mismo lienzo de la pintura de tema criollo que desarrolló el tradicionalismo en las décadas siguientes con la pintura española a la Zuloa-ga. Es interesante señalar ciertos diálogos que se entablaron en la exhibición entre este cuadro de Quirós con la pervivencia de representaciones criollistas entroncadas con el desarrollo del género en el siglo XIX, bajo la influencia de la literatura de folletín, como el pendant naturalista Hogar Feliz y Cobo de año de Reinaldo Giudici, y a la vez con obras como La vuelta de la vendimio o ¿05 brujas de San Millón de Ignacio Zu-loaga que anunciaban el nuevo camino para la representación de los tipos nacionales. Así, la pintura de tipos se consolidaba como genero en Buenos Aires aunque no sin fuertes críticas, como la de Carlos Giambia-gi, paisajista seguidor de Malharro: "Los que sólo conocen el gaucho de 'leídas', que no vivieron en el teatro de sus hazañas, nos harán gauchos de carnaval con melena postiza y facón de madera, sobre paisajes llenos de afectación melancólica" 2 .

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  • En la seccin argentina figuraron los artistas activos

    desde la dcada del ochenta, con los que integraron el

    grupo 'Nexus" y la presencia de algunos becarios. El

    pblico poda comprender el arte argentino desde la

    esttica finisecular de Reposo de Schiaffino hasta los

    tipos espaoles de Jos Terry y el criollismo de

    Ripa-monte. De la misma manera ocurra con el paisaje,

    pese a importantes ausencias y rechazos, con El Omb de

    Schiaffino, los paisajes de Cupertino del Campo y Wal-ter

    de Navazio. Tambin se expusieron las pinturas

    premiadas en el concurso de cuadros histricos. La de

    mayor inters es Carreras de sortijas en dio patrio de

    Ouirs: confluencia en el mismo lienzo de la pintura de

    tema criollo que desarroll el tradicionalismo en las

    dcadas siguientes con la pintura espaola a la Zuloa-ga.

    Es interesante sealar ciertos dilogos que se entablaron

    en la exhibicin entre este cuadro de Quirs con la

    pervivencia de representaciones criollistas entroncadas

    con el desarrollo del gnero en el siglo XIX, bajo la

    influencia de la literatura de folletn, como el pendant

    naturalista Hogar Feliz y Cobo de ao de Reinaldo

    Giudici, y a la vez con obras como La vuelta de la

    vendimio o 05 brujas de San Milln de Ignacio Zu-loaga

    que anunciaban el nuevo camino para la representacin

    de los tipos nacionales. As, la pintura de tipos se

    consolidaba como genero en Buenos Aires aunque no sin

    fuertes crticas, como la de Carlos Giambia-gi, paisajista

    seguidor de Malharro: "Los que slo conocen el gaucho

    de 'ledas', que no vivieron en el teatro de sus hazaas,

    nos harn gauchos de carnaval con melena postiza y

    facn de madera, sobre paisajes llenos de afectacin

    melanclica"2.

  • BUENOS AIRES 1910 EL

    IMAGINARIO PARA UNA GRAN CAPITAL

    EDITORES

    Margarita Gutman

    Thomas Reese

    Servicio de Informacin Documental Dra. Liliana B. De Boshi

    Fac. Humanidades UNMDP

    Centro de Estudios Avanzados

    Facultad de Arquitectura, Diseo y Urbanismo

    Universidad de Buenos Aires

    Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo-Amrica Latina

    Fondo Nacional de las Artes The Getty Research

    Instituto for the History of Art and the Humanities

  • IMGENES URBANAS: CON LUPAS Y CATALEJOS

    Rafael E.j. iglesia

    IMAGEN Y CONSTRUCCIN DEL HABITAT

    Para reflexionar sobre el imaginario urbano de Buenos Aires, en ocasin del

    Centenario de la Revolucin de Mayo, deambular por diferentes campos, con el

    propsito, a la vez, de mostrar imgenes y de crear en los lectores imga-nes de

    aquel Buenos Aires. Mi recorrido no ser errtico: ir de la palabra a la imagen y de

    la imagen a la palabra. Pero tampoco habr un orden cartesiano. Ir de saber en

    saber, de evidencia en evidencia, aprovechando la polisemia de la palabra

    imaginacin, como quien navega dejndose llevar por los vientos ms favorables,

    sin preferir las rutas ms cortas ni las ms seguras. Recurrir a la urbe, con sus

    edificios, territorios y sitios, y tambin recurrir a textos coetneos y actuales. Para realizar esta lectura imaginaria eleg los testimonios escritos de algunos

    visitantes de Buenos Aires, antes, durante y un poco despus del Centenario.

    Consider importante repasar rpidamente la imagen ms audaz y anticipada de

    Buenos Aires, que es la dada por Sarmiento en su Facundo. Tuve que descartar

    testimonios locales que los hay y en abundancia-, y prefer elegir a un poeta y a un

    pintor: Evaristo Carriego y Alfredo Lazzari. Quedaron fuera (uno se promete volver

    sobre ellos en un estudio ms extenso) Rubn Daro, Leopoldo Lugones, Ricardo

    Rojas, Po Collivadino y tantos otros que literaria o icnicamente representaron a

    Buenos Aires en su Centenario.

    III

  • Rafael EJ. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

    Algunas precisiones

    Las reflexiones que expongo se basan en la asuncin de teoras provenientes

    de diversos campos del saber. La imagen. El concepto de imagen se usa articulando diversas posiciones: la

    filosfica, expuesta por Kant en sus conceptos de "imaginacin productiva" e

    "imaginacin reproductiva"; por Sartre en su brillante libro Lo 'imaginario; por Jaime

    Kogan en su Filosofa de la imaginacin y por Maurice Merleau-Ponty en la

    extraordinaria Fenomenologa de la percepcin. A estos aportes bsicos se agregan contribuciones ms recientes, sobre todo

    las de Mark Johnson en El cuerpo en la mente, Howard Gardner en Estructuras de la

    mente y las de Jaako Hintikka al comentar crticamente las tesis husserlianas. Por

    su parte, Vega, Parsons y Piaget aportan ms elementos para esta consideracin

    de la imagen y su funcin cognoscitiva.

    Lenguaje analgico y lenguaje lgico. Hablar de imgenes nos lleva a considerar

    las caractersticas del pensamiento analgico, base de la conicidad. En este plano se

    puede aprender mucho del curioso y atrapante estudio Sistema y estructura, de

    Anthony Wilden, quien basa toda su crtica a Freud, Lacan y Lvi-Strauss en las

    diferencias que encuentra entre el lenguaje lgico (que l llama digital) y el analgico.

    Aqu tambin hay resonancias de Paul Ricoeur, sobre todo de sus trabajos sobre la

    metfora, reina de lo analgico. Con estas bases puede 'uno aventurarse a

    considerar el imaginario de una ciudad.

    Orden cercano y orden lejano. La categorizacin de dos rdenes de lectura de lo

    urbano -lo cercano y lo lejano- que sirve de base estructural a la trama de la

    ponencia, la propone el filsofo francs Henri Lefebvre en El derecho a la ciudad.

    Esta categora permite establecer un tipo de lectura dirigido a reconocer los

    elementos estructurales de una sociedad -el orden lejano- y las acciones propias de

    los habitantes de la ciudad en su vida cotidiana -el orden cercano. De analoga en

    analoga podemos comparar esta idea con la ms genera! de sistema, tal como la

    propuso Bertalanffy en su Teora general de los sistemas: aqu sistema es el orden

    lejano y el accionar dentro del sistema el orden cercano, tal como la lengua es para

    Saussure la condicin de existencia del habla.Y as podramos llegar al concepto de

    dispositivo que Michel Foucault ha expuesto no muy claramente en La genealoga

    del poder. Esta lectura es inevitable para una comprensin fenomenolgica de una ciu-

    dad, ya sea realizada sub specie histrica, como en este caso, ya sea aqu y ahora. La consideracin de los poetas como sensores privilegiados de la ciudad est

    basada en Dilthey y, obviamente, en las reflexiones de Gastn Bachelard en su

    Potica del espacio.

    La imagen entendida como lenguaje analgico

    Dice Henri Lefebvre:"La ciudad se lee como un texto". Lectura que sugiere tres

    situaciones: la del imaginario del lector que lee, la del imaginario del lector que ha

    ledo, la del imaginario de los nuevos lectores de esa lectura. Por su parte, Richard

    Sennett sostiene:

    El hombre o la mujer de la Grecia Antigua eran capaces de emplear sus ojos para ver

    las complejidades de la vida. Los campos de juego, los lugares de reunin, las murallas,

    la estatuara pblica, as como las pinturas de la ciudad antigua, representaban los

    valores culturales de la religin, la poltica, la vida familiar.

    Ver "las complejidades de la vida", dar vida a imgenes: las que aparecen aqu

    como mediadoras entre el espectador y la realidad (Aumont). Como portadoras de

    informacin, se articulan con los signos y seales piercianos. Leer no es tarea fcil.

    Habra que estudiar cmo se significa la globalidad (semiologa del poder); cmo se

    significa la ciudad (es sta a semiologa propiamente urbana); y cmo se significan las

    maneras de vivir y habitar (semiologa de la vida cotidiana, del habitar y del hbitat)2

    Una primera dificultad no todo puede decirse, pensarse o comprenderse con el

    lenguaje discursivo que muchos han llamado digital o lgico (Cassirer, Fromm,

    Wilden). Es necesario recurrir al lenguaje analgico, propio de los artistas (Wilden),

    cuya principal caracterstica es la de vehiculizar informacin mrfica:

    configuracional, con-formada. Jung le escriba a Freud:

    Yo expliqu que el pensamiento "lgico" es el que se expresa en palabras dirigidos al

    mundo externo en forma de discurso. El pensamiento "analgico" es sentido aunque

    irreal, imaginado aunque silencioso, no es un discurso sino una meditacin sobre lemas

    del pasado, un monlogo interior. El pensamiento lgico es "pensar en palabras". El

    pensamiento analgico es arcaico, inexpresado y prcticamente inexpresable en pala-

    bras. Creo que he encontrado en esta definicin un sentido distinto de la historia,

    concebida no simplemente como hecho, sino como una serie de cosas, de objetos de

    afecto pora ser usados por la memoria o el diseo.

    Llamar imagen (de imitar: imitar, de igual raiz que mulo) a configuraciones

    mentales, resultantes tanto de la intuicin o de la experiencia como de la

    1. R. Sennet Lo conciencia del ojo, Barcelona.Versal. 1991. p. 11. 2. H. Lefebvre: El derecho a lo ciudad, Barcelona. Pennsula. 1968, p. 83. 3. Citado por A. Rossi: An analogical architecture. p. 133.

    112 113

  • Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

    racionalizacin. Su definicin clsica: representacin de un objeto en su ausencia (Kogan). El

    significado de diccionario es "figura, representacin de una cosa". Los griegos diran un

    analogon de lo ausente.

    Mientras en la percepcin el objeto est presente materialmente, en el recuerdo y la

    imaginacin es "presentificado", hecho presente, por un acto de conciencia.4

    Y Sartre afirma:

    El objeto en imagen no es ms que la conciencia que de l se tiene.

    El imaginario urbano

    El imaginario urbano plantea de entrada varios problemas semiolgicos: qu representa

    la imagen: la ciudad en tanto urbe o en tanto civitas? El habitar en la ciudad-urbe? Qu

    elementos smicos constituyen la imagen? A qu refieren? Qu emociones, conductas o

    esquemas mentales connotan, denotan o inducen?

    La imagen y los esquemas conceptuales

    La imagen, como explic Boulding, tiende a ser"un sistema cognitivo completo,

    impregnante: una imagen que abarca todas nuestras interacciones con nuestro entorno".5 Esta

    imagen, ms que denotativa, es connotativa. No busca el conocimiento slo racionalmente, es

    intuitiva y emotiva, registra y provoca emociones. Usa parcialmente el lenguaje de la lgica,

    prefiere el lenguaje analgico.

    Los esquemas de imgenes no son proposicionales; se trata de estructuras que organizan

    nuestras representaciones mentales a un nivel ms general y abstracto que aquel en el que

    construimos imgenes mentales particulares.6

    Parecera que los esquemas de las imgenes trascienden toda modalidad sensorial

    especfica, si bien abarcan operaciones anlogas a la manipulacin, la orientacin y el

    movimiento espaciales.7

    Operan a un nivel de organizacin mental situado entre las estructuras proposicionales

    abstractas y las imgenes concretas particulares. (...) Estos patrones que surgen como

    estructuras significativas principalmente a nivel de nuestros

    4. J. Kogan: filosofa de la imaginacin. Buenos Aires. Paids, 1986. p. 261.

    5. D. Canter: The Psicology of Space. London, 1986, p. 26.

    6. M. Johnson. El cuerpo en la mente. Madrid. Debate. 1991, p. 78.

    7. Id, p. 80.

    movimientos corporales en el espacio, nuestras manipulaciones de objetos y nuestras

    interacciones perceptivas (...) son estructuras para organizar nuestra experiencia y nuestro

    entendimiento. (...) son patrones dinmicos ms que imgenes fijas y estticas.8

    Tambin son esenciales los diversos tipos de estructuras esquemticas de la experiencia y

    las proyecciones figuradas (no proposicionales) que nos permiten tener una experiencia

    coherente, estructurada y significativa y razonar sobre ella. Es crucial entender que la

    comprensin no es slo una cuestin de reflexin, de uso de proporciones finitas en alguna

    experiencia preexistente y ya determinada. La comprensin es el modo en que "tenemos

    un mundo", el modo en que experimentamos nuestro mundo corno una realidad

    comprensible (...) supone la totalidad de nuestro ser: nuestras aptitudes y capacidades

    corporales, nuestros valores, nuestros estados de nimo y actitudes, toda nuestra tradicin

    cultural, el modo en que estamos ligados a una comunidad lingstica, nuestras

    sensibilidades estticas. En sntesis, nuestra comprensin es nuestro modo de estar en el

    mundo. (...) Los actos ms abstractos y reflexivos de nuestra comprensin son,

    simplemente, una extensin de nuestra comprensin de este sentido ms bsico de "tener

    un mundo". (...) Es el modo en que nuestro mundo se presenta ante nosotros, lo cual es

    consecuencia del impresionante complejo de nuestra cultura, lengua, historia y

    mecanismos corporales que se funden para hacer de nuestro mundo lo que es.9

    Cada uno de nosotros elabora una serie de prototipos, de ideas estereotipadas sobre el

    funcionamiento del mundo, a travs de nuestras propias experiencias. La presencia de

    estos prototipos crea expectativas que son utilizadas para evaluar las nuevas

    experiencias: las que responden a nuestras expectativas refuerzan la validez de os

    prototipos, mientras que las que contrastan con ellas provocan una reorganizacin de los

    mismos en la memoria.

    La presencia de prototipos y expectativas es el presupuesto indispensable para la

    comprensin, ya que activo un formidable mecanismo de "inferencia" que nos permite

    completar nuestras percepciones cuando stas son incompletas.10

    Distingamos una primera imagen, fruto de la percepcin de lo dado en el exterior, una

    forma que nos permite reconocer algo, dentro del continuum que se ofrece a las sensaciones.

    Esta imagen es la de algo configurado que podemos identificar con respecto al todo, como en

    los tests de Rorschach, las pinturas de Arcimboldo o los dibujos de Escher.

    8. id. p. 86. 9/d.p. 174. 10. M.T. Serafini: Cmo se estudia. Barcelona, Paids. 1991.

    114 115

  • Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

    Para Gombrich, ste es el fin de la mirada inocente y el fin de la existencia autnoma de

    las "cosas". Dice Marina:

    La mirada no sale hasta el objeto visto, como crean los antiguos, y como tambin cree el

    lenguaje. Escudriar y escrutar significaban originariamente visitar un lugar, recorrerlo. El

    ojo vagabundeara por las cosas, experimentndolas. Experiencia significaba lo mismo: lo

    sucedido en un viaje. (...) No hay percepcin sin estimulo, pero el estimulo no determina

    por completo la percepcin. Hay una holgura entre ambos, que permite un juego.

    Justamente el juego de la facultad de ver. La mirada se hoce inteligente (...) Percibir es

    asimilar los estmulos, dndoles un significado.11

    Los psiclogos ven en el fenmeno un acto totalizador, donde no se pueden distinguir

    elementos: Boulding lo llam un "esquema", Jonhson habl de "imgenes" previas, "esquemas

    de imgenes", Vega de "esquemas conceptuales". Para muchos estas imgenes son previas a

    la definicin de cualquier problema, se "dinamizan" para facilitar su comprensin y orientar hacia

    la accin.

    Los esquemas no slo contienen informacin conceptual sobre el mundo, sino que

    contienen un carcter procedimental, dirigido a la accin. (...) Los esquemas de accin no

    slo guian nuestro comportamiento, sino que permiten interpretar y recordar

    posteriormente secuencias complejas de accin observadas, especialmente si stas se

    dirigen o una meta.12

    Piaget aporta su nocin de "esquemas sociomotores", estructura de conocimiento no

    conceptual sino ejecutiva. Parsons llama a esto un "encuadre trascendental", "un conjunto a

    priori de condiciones sin las cuales el fenmeno en cuestin no podra ser concebido de una

    manera ordenada".13

    Vega afirma: "Una determinada accin se recuerda mejor si est integrada

    a un esquema".14

    Volvamos a los dibujos de Escher y a los cuadros de Arcimboldo. Segn preparemos

    nuestra percepcin a priori veremos un paisaje real que, sin embargo, repugna a nuestra

    experiencia de la realidad: caso Escher. O veremos alternativamente una cara o un paisaje: caso

    Arcimboldo. Este es territorio estrictamente analgico, ilusorio o inmediato. La imagen est

    presente per se, no representa cosas (nombrables) sino situaciones, es esquemtica. De este modo se llega a la comprensin activa, a partir de ideas prefiguracionales sobre

    "qu es" o "cmo debe ser", no slo las cosas "percibidas",

    sino el mundo mismo. Einstein deca que no hay mundo exterior, sino "comprensin" del mundo

    exterior. Queda claro que los "imaginantes" pueden ser un espectador individual o la sociedad.

    15

    Sean cuales fueran los factores que actan en la construccin de algo, alguna imagen est

    presente en el momento primero de cualquier accin que un agente emprende sobre su

    configuracin, y acta as como un modelo. Estas representaciones se hacen presentes en el

    momento de actuar. La imagen se construye con una constelacin conceptual que comprende tres reas: la

    cognitiva (conocer algo); la afectiva (sentir y valorar algo); la conativa (hacer o proponer hacer

    algo).16

    [La imagen] gua el comportamiento y nos permite interpretar la informacin que recibimos

    de nuestro entorno. "El significado de un mensaje es el cambio que produce en la imagen".

    La imagen como re-presentacin

    Otra imagen es aquella que el imaginador pone en el mundo, a la que llamar icono

    (Pierce). Est destinada a evocar o re-presentar ante otro la cosa percibida originariamente. Su

    paradigma es la obra de arte. Hay aqu un mediador, que puede ser un artista, un narrador o un

    cientfico. Sobre estas imgenes desplegar mi propio imaginario y tratar de inducir un cierto

    enriquecimiento del imaginario urbano de cada lector. Johnson ayuda a clarificar la funcin de la imaginacin:

    Lo imaginacin es nuestra capacidad de organizar representaciones mentales (sobre todo

    percepciones, imgenes y esquemas de imgenes) en unidades significativas y coheren-

    tes. De esta forma incluye nuestra capacidad de generar un orden innovador}18

    Con ayuda de la segunda imagen, la propuesta por "lectores" de la ciudad, procurar

    develar la formacin de la primera.

    Podemos decir: la ciudad es imaginada, evocada, mirado, inventada y recreada. (...)

    Ciudad: espacio pblico y espacio de intimidad; es tambin el espacio imaginado poblado

    de secretos conocidos y zonas de misterio.19

    11. JA Marina: Teora de la inteligencia creadora. Barcelona. Anagrama. 1993. pp. 30. 32.

    12. M. de la Vega: Introduccin a lo psicologa cognitiva. Madrid. Alianza. 1990, pp. 416. 419.

    13.T. Parsons: ActionTheory and the Human Condition. 1978, p. 356.

    14.Vega: op. cit. p. 419.

    15. R H. Chombart de Lauwe:Hombres y ciudades, Barcelona, Labor, 1976.

    16. A. Rapoport: Aspectos humanos de la forma urbana. Barcelona. Gil, 1978.

    17. Canter: op. cit. p. 21.

    18. M. Johnson: El cuerpo en la mente. Madrid. Debate. 1991. p. 222.

    19. R. Zak de Goldstein. La ciudad vista, inventada y recreado por arquitectos, crticos de arte y

    psicoanolistas. 1994, p. 44.

    116 117

  • Rafael E. j. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

    Con las ciudades, como con las personas, uno entabla relaciones entraables o

    alrgicas, por razones que obedecen al mito, la magia o el azar, misteriosas coin-

    cidencias o inexplicables desencuentros que es intil tratar de entender, manifesta-

    ciones de un orden secreto que desde las sombras traza nuestro destino, la

    imprevisible geografa de nuestras vidas.20

    LA IMAGEN Y LA CIUDAD

    Consideramos el proceso de construccin del habitat humano como una praxis (con

    sus teoras, sus motivaciones, sus finalidades y sus operaciones especificas). Al resultado

    final, una construccin material, se llega a partir de ideas prefiguracionales sobre "qu es" o

    "cmo debe ser" la cosa a construir. Se ha llamado a eso el "imaginario" urbano:21

    Las representaciones que se hagan de la urbe, de la misma manera, afectan y guian su

    uso social y modifican la concepcin del espacio.17

    La ciudad de Londres, con sus edificios, palacios, mquinas de vapor, catedrales, su

    enorme e inmenso trfico y bullicio, es un Pensamiento, millones de Pensamientos

    reunidos en Uno, un enorme e inmensurable Espritu de Pensamiento, materializado en

    ladrillo, hierro, humo, polvo, Palacios, Parlamentos, Carruajes, y toda lo dems. Ningn

    ladrillo se hizo sin que alguien pensase en producido (T. Carlyle. Los Hroes).

    Florencia es una ciudad concreta, pero la memoria de Florencia y su imagen adquieren

    valores que valen y representan otras experiencias. Por otra parte, esta universalidad

    de su experiencia nunca podr explicarnos concretamente aquella forma preciso, aquel

    tipo de cosa que es Florencia.23

    Pars no es para mi un objeto con mil facetas, una suma de percepciones.Tal como un

    ser manifiesta la misma esencia afectiva en los gestos de su mano, en su andar y en el

    timbre de su voz, cada percepcin expresa de mi viaje a travs de Pars -los cafs, las

    caras de la gente, los rboles de las avenidas, las curvas del Senase recorta en el ser

    total de Pars, no hace ms que confirmar un cierto estilo o un cierto sentido de Pars.24

    El habitante no es neutro, construye l mismo la imagen con ayuda de su experiencia y

    de su memoria... [Esta imagen} es parcial, construida a partir de secuencias a la vez

    topogrficas y temporales (notoriamente las secuencias de desplazamiento),

    diferentes y desigualmente amplias segn los grupos.2S

    El imaginario urbano es el lugar de la interseccin entre el esquema mental, lo dado a

    la percepcin y los iconos que re-presentan a la ciudad. Estos ltimos, dada su funcin

    mediadora, ocupan su lugar en el orden secundario, re-presentan cosas, estn en lugar de.

    De all que los iconos artsticos adquieran riqueza en la vibracin de ida y vuelta entre su

    situacin meramente representativa (su funcin esttica: la fruicin de las formas) y su

    funcin representativa (comunicativa) de estar "en lugar de".

    Los lugares frecuentemente proveen la ms extensa gama de asociaciones a largo

    trmino (...) debido a una mezcla de memorias, hbitos y expectativas con los cuales

    los relacionamos.26

    Cuando no se acta, el espacio habitado se imagina, se modeliza o representa usando

    la informacin adquirida en secuencias de acciones, representaciones mentales y

    significados lingsticos (Carr. Canter). El resultado es un conjunto no fijo, sino cambiante,

    de caractersticas asociadas a un sitio.

    Los lugares frecuentemente proveen de la mayor gama de asociaciones duraderas (...)

    con una variedad de significados, debido a la mezcla de memorias, hbitos y

    expectativas que unimos a ellos.27

    Estas representaciones, como una imaginera semitica y mapas cognitivos, cmo

    ideas e ideologas, juegan un poderoso rol al conformar la espacialidad de la vida

    social. No se puede dudar de la existencia de este espacio humanizado, mental, una

    'mentalit' espacializada.28

    La relacin entre representaciones y prcticas de la ciudad desborda el dominio de las

    cartas menta/es, aunque hayan sido construidas con la mayor precisin;por lo menos

    esas cartas mentales tienen sentido a travs de los modos de habitar, de modelos

    culturales y no slo de actos visuales. La representacin de la ciudad se inscribe asi en

    una etno-historia, tanto como en una critica de las ideologas.29

    20. M. Vargas Llosa: "Annimo veneciano". La Nacin. 17I10/94. p. 7. 21. A. Silva:Imaginarios urbanos, Bogot. Tercer Mundo. 1992. 22. Ibid..p. 16. 23. A. Rossi: Lo arquitectura de la ciudad. Barcelona. Gili. 1971. p. 61. 24. M. Merleau-Ponty. Fenomenologa de la percepcin. Barcelona. Planeta/Agostini. 1984. p. 296.

    25. M. Roncayolo: La Ville et ses territoires. Pars. Gallimard. 1990, p. 176.

    26. Canter: op. cit. p. 9.

    27. Ibid

    28. E. Soja: Postmodem Geographies, Londres. Verso, 1990. p. 121.

    29. Roncayolo: op. cit. p. 177.

  • Rafael E. ]. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

    POSIBILIDADES IMAGINARIAS

    Lefebvre ha dicho:"La ciudad se lee como un texto".Y luego, profundizando su

    aseveracin, la ha limitado:

    En el texto urbano se transcribieron procesos globales y relaciones generales,

    nica y exclusivamente a travs de las ideologas, interpretados por tendencias y

    estrategias polticas. De ah la dificultad-sobre la que conviene ya ahora insistir-de

    concebir la ciudad como un sistema semntico, semitico o semiolgico, a partir

    de la lingistica, el lenguaje urbano o la realidad urbana considerada como

    conjunto de signos. (...) En su plano especifico, la ciudad puede dominar significa-

    ciones existentes, polticas, religiosos, filosficas. Las asume para decirlas, para

    exponerlas por vio -o voz- de los edificios, monumentos, y tambin por las

    calles y plazas, por los vados, por la teatralizacin espontnea, los encuentros

    que en ellos se desenvuelven, sin olvidar los fiestas, las ceremonias (con los

    lugares cualificados y apropiodos.30

    La ciudad es un texto que no puede leerse sin referirlo a su contexto. Y ste se

    da en dos niveles, que Lefebvre llama del orden lejano y del orden cercano. En el

    orden lejano, que no debe suponerse necesariamente unitario, se ubican los po-

    deres ordenadores de la sociedad y en consecuencia, de la ciudad. AI simbolizarlos

    en su trazado y sus edificios pblicos, se disimulan sus conflictos y se velan sus

    rivalidades. Este orden se proyecta a su vez sobre el orden cercano, donde estn

    la vida cotidiana, los relaciones inmediatas, lo inconsciente de 'lo urbano', lo que

    apenas se dice y, menos an, se describe, lo que se oculta en los espacios habita-

    dos la vida sexual y familiar- y apenas se manifiesta cara a coro.31

    Ambos conforman el contexto de la proyeccin de la ciudad en sus formas.

    Lo que se inscribe y se proyecta no es nicamente un orden lejano, una globalidad

    social, un modo de produccin, un cdigo general: es tambin un tiempo, o, mejor

    an, tiempos, ritmos. La ciudad se escucha como una msica, de lo misma manera

    que se lee como una escritura discursiva.32

    La ciudad, ya nos lo han dicho los psiclogos, es tambin lugar y efecto del

    deseo.

    30. Lefebvre: op. cit. pp. 71-80. 31. ibd..p.74. 32. ibid..p.75.

    IMAGINARIOS DEL BUENOS AIRES EN 1910

    La urbe, parte dura de la ciudad, refleja el orden lejano. En la parte blanda,

    ciudadana, llena de acciones y personas, espejea el orden cercano, el orden del

    viejo Juan Pueblo, hoy "Doa Rosa". Primer nivel de lectura: en 1910, la ciudad es ya aquella que "imaginaron" los

    progresistas del siglo anterior.

    LA IMAGEN DEL FACUNDO SARMIENTINO CUMPLIDA

    La ciudad del Centenario fue prefigurada por Sarmiento en su Facundo (1845).

    En la casi teora urbana de Sarmiento destacan cinco factores: I) el sitio natural; 2)

    los habitantes; 3) las actividades productivas; 4) el sistema democrtico y 5) el

    sistema ideolgico.

    El sitio

    El sitio es la Amrica natural, para Sarmiento lo desrtico, lo inhabitado (o

    habitado por salvajes). Causa natural de la barbarie. La lucha por la civilizacin es

    la lucha por dominar, explotar, subyugar ese territorio natural. Civilizar es

    antropizar. Ah est Buenos Aires, extendida sobre la pampa, avasalladora. Blasco

    Ibez dice: "Buenos Aires es grande, grande".

    Los habitantes

    Los habitantes pueden ser: salvajes (aquellos que se unen a lo natural) o

    ciudadanos (los que viven en ciudades y han demostrado su capacidad de dominio

    sobre el medio). Los primeros, aunque sean buenos y en algunos casos tiles,

    como los hurones de Fenimore Cooper, son consecuencia y agentes de la

    barbarie. Los propios espaoles se barbarizaron en las tierras agrestes de Am-

    rica. Al ser agentes de la barbarie, estos "ciudadanos" tambin son enemigos

    "naturales" de la ciudad. Son otros los ciudadanos agentes y producto de la civilizacin. Ellos debern

    reemplazar o eliminar a los salvajes. El cambio va de gauchos e indgenas a

    industriosos europeos no-hispnicos. Las polticas inmigratorias cumplieron la tesis

    sarmientina: en 1910 la poblacin se haba casi duplicado con respecto a 1895 y el

    40% de la poblacin era urbana. El "crisol" de razas se oye en el habla de sus

    habitantes, donde predomina el gringo cocoliche. Se ve en los habitantes y se

    festeja en los mltiples monumentos: de los espaoles, de los italianos, a Coln, a

    la reina Isabel La Catlica y asi siguiendo.

    121

  • Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas / catalejos

    Las actividades productivas

    Las actividades productivas nacen en las ciudades. Su lugar "natural" es la metrpolis. La

    ciudad metropolitana es una caracterstica comn a las ideas de Sarmiento y al incipiente

    pensamiento urbanstico europeo. La centralizacin metropolitana es necesaria para que

    Buenos Aires sea el centro del pensamiento civilizado, que no puede ya nacer, como en caso de

    la Grecia clsica, de muchas ciudades pequeas unidas por fuertes lazos culturales. La

    metrpolis es tambin el centro de los intereses comerciales, tal como lo fue en el periodo

    colonial. Ms adelante Sarmiento no estar tan seguro de la necesidad de la centralizacin

    metropolitana, pero cuando escribe el Facundo la metrpoli es la clave de la concentracin del

    poder poltico y econmico y l la cree necesaria para el desarrollo del proyecto de una nueva

    nacin moderna y progresista.

    La democracia

    El sistema democrtico slo puede nacer y desarrollarse en las ciudades, gracias a que la

    ciudad es el locus de la produccin y del intercambio de las ideas progresistas que venan de la

    Europa "iluminada". La educacin homogeneizar la cultura. En 1910 el terreno estaba

    preparado para abandonar una semidemocracia fraudulenta y perfeccionar el sistema

    republicano con el voto obligatorio que conseguir Senz Pea en 1912.

    La ideologa

    El rol civilizador inscribe o subordina al proyecto poltico y esta subordinacin est

    justificada de manera para-cientfica. El concepto de ciudad se construye dentro del concepto de

    la organizacin poltica. La ciudad slo encuentra sentido dentro de un contexto poltico. De este

    modo se ha invertido la gnesis semntica: de la ciudad (polis) naci la palabra que designaba

    una accin: la politica. Ahora, de la accin se deduce la ciudad necesaria. Sarmiento se encolumna asi en la tradicin urbana ms fuerte de la sociedad

    grecorromana occidental: la de una creciente urbanizacin. Desde all deduce el enfrentamento

    geopoltico entre lo urbano, de mxima antropizacin, y lo rural, donde la antropizacin es

    mnima. Podemos entrever algunos elementos espaciales que caracterizan a su imagen de la

    ciudad "moderna": la plaza pblica, las calles amplias y protegidas. Algunas de estas imgenes,

    como las de las recovas, son propias de la ciudad hispanoamericana. La ciudad que Sarmiento imagin se construy durante la segunda mitad del siglo XIX, con

    ayuda de polticos e idelogos como l, a la medida de los intereses de los comerciantes y aun

    de los terratenientes porteos. Estos "urbanistas"

    comenzaron a construir un pensamiento sistemtico sobre la ciudad y sus fenmenos y

    problemas, empezando por la nocin de capital y de red urbana.

    METRPOLI Y MODERNIZACIN: EL ORDEN LEJANO

    La propia exposicin de 1910 es semosis de ese orden lejano que concreta la imagen

    sarmientina. Tan lejano que muchas veces se le puede aplicar la observacin lefebvriana:

    Paradjicamente, considerada a ese nivel, lo ciudad se compone de espacios inhabitados

    e incluso inhabitables: edificios pblicos, monumentos, plazas, calles, vacios grandes o

    pequeos. Hasta ese punto es cierto que el habitat no constituye la ciudad, y que la ciudad

    no puede definirse por esa funcin aislada.33

    Las palabras que designan esa imagen son "moderna" y "cosmpolis". Para 1909, el ingls

    Koebel puede decir:

    Es verdad que en el pasado no ha llamado la atencin y que. aun cuando es una de las

    principales metrpolis del globo, todava no ha dado que hablar al mundo. (...)

    B"porteo"(...) afirma con orgullo que no existe nada en ninguna otra capital que no se

    pueda encontrar en la capital de la Argentina. (...) Es una ciudad de lujo y una especie de

    lugar de recreacin internacional donde cada tipo de poblacin puede encontrar un rincn

    donde entretenerse segn sus costumbres (...) se puede, hasta un cierto punto, juzgar a

    una ciudad por el aspecto de sus restoranes (...) son tan cosmopolitas como el resto de la

    ciudad.34

    En 1910 Blasco Ibez dice:

    La Humanidad necesita una ilusin, una esperanza de riqueza que la acaricie en sus horas

    de desengao y penuria, y otro nombre ha venido a sustituir a III los mgicos nombres

    antiguos ... Buenos Aires! (...) Buenos Aires, cuyo nombre se confunde con el de todo el

    pais argentino en la simple imaginacin de muchas gentes, significa la fortuna por el

    trabajo.35

    Buenos Aires, ms que una ciudad moderna, es una ciudad llena de actos modernizantes:

    33. Lefebvre: op. cit, p. 79.

    34. Koebel: op. cit. pp, 28-38.

    35. V. Blasco Iber Argentino y sus grandezas. Madrid. 1910. p. 16.

  • Rafael E. J. Iglesia

    Es una ciudad donde los tranways elctricos corren rpidamente, donde los vendedores de

    diarios gritan en muchedumbre, donde los "pequeos telegrafistas" circulan ton

    rpidamente como en otras partes. (...) Es una ciudad de teatros y de restorantes, de

    "limpiadores al vado" y de grandes estaciones terminales, de huelgos, de affiches

    monstruosos y de embotellamientos de trnsito: todas cosos que testimonian lo que

    Buenos Aires es, es decir, una de las ciudades de las ms grandes, de las ms modernas

    de su espede. (..) Lo caja del ascensor toma el lugar ocupado antes por el patio.36

    La cuadrcula

    Expresin de un orden lejano anterior, la cuadrcula sorprende a Huret:

    una multitud de cubos de piedra que se prolonga en el horizonte. (...) Algunas

    construcciones modernas, con cpulas, Pechas y ambiciosas cspides, sobrepasan los

    cubos blancos..}7

    La mayor parte de la dudad est construida por cuadros o bloques segn el sistema

    norteamericano. La comodidad no puede ser apreciada sino por quien hayo habitado una

    ciudad construida de esa manera. (...) El sistema de bloques cuadrados segn el cual se

    construy la dudad es una gran ayuda o lo polica.38

    En la cuadricula puede leerse un Orden, propio de los comienzos del mun-, do moderno. Racional,

    controlador de la propiedad y smbolo y posibilidad del progreso indefinido (as fue planteado no

    slo en la Hispanoamrica de Felipe II, sino en ios Estados Unidos de jefferson: la cuadrcula

    permite la extensin urbana indefinida y progresista).

    La Avenida de Mayo

    Esta ciudad, imaginada como la concrecin de la civilizacin, sinnimo de "modernidad",

    para predicar su condicin moderna construy un boulevard a la francesa: la Avenida de Mayo

    (1890-1894). Las referencias continuamente remiten a la imagen del Pars de Haussman:

    La apertura de la Avenida de Moyo, en 1894, marca el momento ms decisivo en la

    transformacin de la ciudad. Se abri la primera calle moderna. (...) Sus avenidas [los de

    Buenos Aires) son bulevares como los de Paris.39

    36. Koebel: op. cit. p. 29-32.

    37. J. Huret: La Argentina. Pars. 1911.p.48.

    38. Koebel: op. cit. pp. 30-65.

    39. Blasco Ibaes op. cit, p. 506.

    Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

    Alvear, Callao, presididas por la Avenida de Mayo, son los signos urbansticos ms

    importantes de la modernidad. Reflejan el orden lejano que organiza el espacio territorial urbano,

    a imagen y semejanza de las metrpolis modernas.

    Lo imponente Avenida de Mayo que va de la plazo donde se levanta la catedral y el palacio

    de gobierno, hasta aquello donde se construye actualmente la Cmara del Congreso.40

    La Avenida de Mayo, ton ancha como nuestros mejores boulevares, se parece al Oxford

    Street por el aspecto de los escaparates y la decoracin de los edificios.

    Los viajeros la consideran la va ms importante, moderna y populosa.42

    Extraordinariamente bella.43

    la ms hermosa de la ciudad.(...) Carruajes y automviles la surcan por todos lados y en

    todos las direcciones desde las primeras horas de la maana hasta las dos de la

    madrugada siguiente.44

    transitan centenares de automviles y coches de caballo, bajo los primeros resplandores de

    los focos elctricos.45

    Puerto Madero

    El puerto era otro de los signos de un orden lejano: el de la economa capitalista,

    agroexportadora. Terminado en 1897, impresionaba, a pesar de sus deficiencias tcnicas, como

    un ejemplo del progreso alcanzado. Daro le canta al rio, al Plata, podre extraordinario. Extraordinario porque por l nos llegan y

    se van las mercaderas.

    Todos los viajeros coinciden en exaltar la modernidad y lo grandeza del nuevo puerto,

    cmodo y seguro, dolado de excelentes instalaciones, con gras, puentes giratorios,

    depsitos y grandes elevadores de granos.46

    40. Koebel: op. cit. p. 31.

    41. G. Clemenceau: cit en S. Pereira. Viajeros del siglo XX y realidad nacional. Buenos Aires.

    CEAL 1984,p.22.

    42. Garca de D'Agostino et ol:.lmogen de Buenos Aires a travs de tos viajeros, Buenos Aires. UBA

    I98l.p. I43.

    43. Alcok op.cit.p.73. 44. A. Cattaruzza: op. cit. pp. 24.-68.

    45. Blasco Ibez: op. cit. p. 516.

    46. Garca de DAgostino:op.cit.p. 140.

    124 125

  • Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

    Orden lejano de un comercio mundial que ubica a la Argentina en su rol de proveedora de

    materias primas e importadora de bienes manufacturados: la ciudad es su instrumento

    privilegiado, el puerto su "puerta" (tal como lo quiso Juan de Garay), el rio, su camino.

    El Mercado de Frutos

    El Mercado de Frutos, gigantesco depsito de la produccin nacional (...) nica-mente

    puede describirse diciendo que es un edificio monstruosamente enorme. (...) lo reputan

    como el mercado mayor del mundo.(...) En ningn otro monumento de Buenos Aires se ve

    con tanta claridad como en este edificio la grandeza econmica de a Repblica.47

    El Mercado de Frutos evidencia el mercantilismo agropecuario:

    Todo un mundo vive, se agita, regatea, examina, enfarda, Compra, vende, gana y pierde

    bajo la misma techumbre.48

    All se lee el orden econmico que sita a Buenos Aires como el lugar de la organizacin

    necesaria del intercambio entre materia prima interna y productos manufacturados externos.

    Aqu est la razn de la grandeza de Buenos Aires:

    Todo es enorme en ella; lo bueno como lo malo. Se gana dinero con mayor facilidad que en

    Europa, pero la vida es ms costosa que en ninguna ciudad del viejo mundo.49

    El Jockey Club

    La existencia habitual de los hombres de buenos Aires, poco inclinados al trato con las

    seoras fuera de la vida del hogar, amigos de reunirse entre ellos para sus diversiones, y

    con la propensin irresistible que sienten todos os criollos hacia el juego, ha fomentado la

    existencia de grandes clubs (...). El Jockey Club es casi un pequeo estado dentro de]

    estado. Ocupar su presidencia equivale a tener una alta investidura semioficial. En los

    salones de esta sociedad se han forjado muchas combinaciones polticas y se han decidido

    los destinos del pas.50

    47. Blasco Ibcz op. cit. p. 526. 48. Ibid

    49. Ibid, p. 528.

    50. Ibid, p. 516.

    Cuando el Centenario, el dandy Benito Villanueva, en su papel de Presidente del Jockey

    Club, recibi a la Infanta Isabel en las escalinatas del Club, obra de Rene Sargent.

    Su sede, situada en la calle Florida, es de una amplitud difcilmente encontrable en

    cualquier otro club del mundo entero; su escalera justifica su reputacin, y la disposicin,

    como la decoracin de sus salones, son de lo ms fastuoso.51

    un palacio en la calle Florida, instalado con tal esplendidez que puede compararse, sin

    vacilacin, con las sociedades de recreo ms famosas de Europa.52

    Aunque el club haya sido tomado de Europa, el arreglo es completamente americano. La

    excelencia confortable reina en todos partes del palacio, donde se ha querido que el lujo no

    tenga la molestia de disimularse. Servicios de mesa impecablemente parisienses.

    Hermosos salones de conversacin en los que la luz est hbilmente distribuida. Una gran

    rotando imperio, que es la parte ms interesante del edificio pero que, como el mismo

    Napolen, falta de moderacin.

    El Jockey Club invita a una lectura (que se hizo histricamente en el primer peronismo) de

    orden social: all est la morada de "los que mandan". los preferidos de la fortuna social y

    econmica.

    Los hoteles

    En los hoteles se lee el desarrollo y el cosmopolitismo de la ciudad. El Plaza Hotel se

    inaugur en 1908; su silueta se destacaba en el perfil urbano que vean los recin llegados por

    barco, y que no iban a parar precisamente al Plaza, sino al Hotel de Inmigrantes.

    Los grandes hoteles son los edificios ms notables de Buenos Aires (...). Recientemente

    se ha inaugurado el Plaza Hotel, construccin enorme, a estilo de las de Nueva York, que

    consta de muchos pisos y ofrece iguales comodidades y refinamientos que los hoteles ms

    famosos del mundo.54

    51. Koebel: op. cit. p. 46.

    52. Blasco Ibez: op. cit. p.516.

    53. Clemenceau:cit. en Pereira. op.cit, p. 25.

    54. Blasco Ibez: op. cit. p. 512.

  • Rafael E. J. Iglesia

    Los diarios

    La Argentina era, desde fines del siglo XIX, un pas que se destacaba por la cantidad de

    diarios y peridicos. Algunos llegaron a figurar entre los ms importantes del mundo.

    Las oficinas de La Prensa, en la Avenida de Mayo, son ton magnficas que haran llorar de envidia al periodista europeo acostumbrado a menos.55El edificio ms suntuoso es, sin contradiccin, el de la opulenta Prensa}

    6

    La calle Florida

    En 1910, la calle Florida era escenario del paseo de coches colmados de mujeres jvenes

    que volvan de Palermo,57

    y en ocasiones, el marco de los desfiles de soldados de todo el

    mundo. Su carcter alegre anunciaba otra modernidad, menos pomposa que la de la Generacin

    del 80.

    En la calle Florida se suspende el trnsito de carruajes al ponerse el sol, y quedo

    convertida en un saln al aire libre. Pasean a pie seoras elegantes, seguidas por las

    miradas de los hombres agrupados en las veredas.58

    Nada caracteriza a un porteo de alma como su amor o la calle Florida. Quin que haya

    nacido en Buenos Aires no se siente un poco dueo de ella? Quin que haya nacido en

    Buenos Aires no asocia su estructuro angosta y sensual, su tradicin y su espejismo, sus

    multitudes y sus mujeres, a los recuerdos ms puros de su existencia, a sus sueos

    iniciales, a sus aventuras primeras, a las emociones ms nobles de su espritu y de su

    corazn?59 Todo lo que poda soarse de lujo, de alegra, de encantadora frivolidad, de

    buen gusto suntuoso, se halla reunido en esta calle.60

    Efectivamente, all estaban, adems de "las tiendas de lujo, los joyeros y modistos

    elegantes",61 el Circulo Italiano, el Palacio Guerrero y el jockey Club.

    55. Koebel: op. cit, p. 63. 56. Clemenceau: cit en Pereira, p. 23.

    57.C. Ibarguren: Lo historio que he vivido, Buenos Aires, 1969. 58. Blasco Ibez: op. cit p. 514.

    59. Enrique Loncn: citado en J. LLanuza: Pequea historia de la calle florida Buenos Aires.

    I974.p24.

    60. Gmez Camilo: citado en Lanuza. op. cit. p. 21. 61. J.

    Huret op. cit. p. 71.

    El Teatro Coln

    Blasco Ibez seala:

    En las casas ricas se dan pocas fiestas, y apenas si se celebran por ao en todo la ciudad

    una docena de bailes. Los damas prefieren el teatro, donde las familias amigas se visitan de

    palco a palco. (...) El teatro de Coln es, durante las representaciones de pera, el mejor de

    los salones de la alta sociedad bonaerense. All se lucen los vestidos costosos, las joyas de

    valor, las grandes belleza; y el espectculo resulta tan atractivo, que nadie siente la falta de

    otras fiestas sociales.62

    En la funcin de gala del Coln para el Centenario, ante una concurrencia exquisita

    Anselmi y Titta Ruffo cantaron Rigoletto.

    El Teatro Coln, donde acta la pera, es el ms grande y probablemente el ms bello del

    mundo.63

    Ya desde la Memoria de uno de sus arquitectos. Vctor Meano, se sealaba el destino

    elegante del teatro. El orden lejano que el Coln expresa es nada menos que el de la

    segregacin social y cultural. Los melmanos acceden al paraso por caminos cuidadosamente

    separados de los que recorren los aristcratas porteos para llegar a sus palcos y plateas. Arriba, la fruicin de la msica, abajo la fruicin mezclada con la ostentacin y, como lo ha

    descrito Manuel Mujica Linez en El gran teatro, la galanura, la tilinguera y la exhibicin de todo

    tipo de poder: el del dinero, el de la poltica, el de la belleza femenina.

    El Palacio de Justicia

    Severo, el Palacio de Justicia indica la condicin republicana basada en la divisin de los

    poderes polticos. Indica adems, la "majestad de la justicia", viejo resabio de la justicia real. Lo

    proyect a fines del siglo XIX, en Francia, Maillart y su construccin dur casi treinta aos. En

    1904 estaba parcialmente habilitado. Junto con el Teatro Coln y todos los grandes edificios

    pblicos revela la enajenacin cultural -denunciada por Ricardo Rojas en La Restauracin

    Nacionalista (1909)- que prefera por sobre todo lo europeo sub specie francesa. Se impona

    majestuosamente a la ciudad an baja y barrial.

    62. Blasco Ibez: op. cit, p. 513.

    63. Clemenceau: cit en Pereira. op. cit. p. 26.

    128 129

  • Rafael E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

    El Congreso Nacional

    Seal de la divisin de poderes, seal tambin de la representacin popular (en 1910

    gravemente sospechosa por los fraudes habituales). Resultado de un concurso, antes de ser

    construido ya era alabado:

    De lineas severas y puras en que se nota el aprovechamiento de las caractersticas ms

    sobresalientes de los estilos griego y romano, ser la expresin ms sincera del arte

    arquitectnico moderno, (...) Es una construccin monumental, que recuerda el Capitolio

    de Washington.64

    En esta obra de Vctor Meano se puede leer una cultura arquitectnica enajenante:

    Alguien menciona a la arquitectura nacional. Es una copia de todas las grandes ciudades.

    El mismo Palacio del Congreso es un picadillo romano, griego, italiano, francs. Adems

    salpicado como un pastel, con alegoras, estatuas, balaustradas, terrazas... Parece

    Babilonia.65

    colosal edificio, casi terminado, cuya cpula se parece al Capitolio de Washington. Se

    observan todos tos estilos y principalmente el llamado tape l'oeil.66

    El Palacio Paz

    En 1890, el director del gran diario La Prensa, Jos Ganza Paz, se entusiasm con una

    fachada exhibida por el arquitecto francs Victor Sortais y la compr para su propia residencia

    en Buenos Aires, que proyectaron los arquitectos Paz y Agote.

    La vida de los plutcratas se desliza en un medio placentero y desprovisto de inquietudes.

    Cada uno posee en Buenos Aires una casa parecida a un palacio}7

    Grandes palacios de edificacin moderna (...) de diversos estilos (...) a semejanza de los

    que se construyeron en las grandes capitales europeos.68

    Un fantstico palacio que se ha hecho construir en el ms hermoso barrio de Buenos Aires,

    parece anunciar proyectos de regreso. Pero, en este caso, no puedo

    64. Pereyra, Fernndez Gmez: Guia ilustrada de Buenos Aires. I900.pp. 148-152. 65. J.J.

    Brousson: "Anatole France en la Argentina", en Susana Pereira:op.t,p. 155. 66. Gemenceau, en S. Pereira:op. cit, p. 23.

    67. Koebel: op. al. p. 12.

    68. E. Colombo y Carlos Urien: La Repblica Argentina en 1910. Buenos Aires, s/e. 1910. p. 16.

    menos que compadecerle, porque necesitar por lo menos la corte de Luis XIV, o la de

    jerjes, para llenar su fastuoso domicilio.69

    Nadie podra reconocer el Buenos Aires de entonces en el Pars de la Amrica del Sud de

    la poca actual.10

    Todo eso, segn sealan los viajeros, lado a lado con conventillos y baldos.

    EL ORDEN CERCANO

    La Boca

    El orden cercano de la cotidianidad se dio, como es de suponer, en los barrios. En general

    los barrios porteos, salvo los originados en pueblos preexistentes, como Flores y Belgrano, se

    diferenciaban con dificultad entre s. Pero uno, portuario por excelencia y el nico, quiz, que

    naci asociado con un grupo de inmigrantes, expresaba el cosmopolitismo de la gran metrpolis.

    Cosmopolitismo que la invitacin a la inmigracin haba producido y que la Ley de Residencia de

    1909 (Ley 4144) negaba al colocar a todo inmigrante, por sospechoso de agitador social, bajo la

    amenaza de la expulsin. En 1910, como recuerda entusiastamente Silvia Bunge,71 los

    "jvenes bien" atacan a los anarquistas y socialistas incendiando sus diarios y de paso agreden

    y matan judos (aquellos que haban cantado en Europa: "A la Argentina y Palestina... iremos a

    ser libres"). Desde esta perspectiva del centro, la Boca del Riachuelo, lugar de carga y descarga

    de mercaderas, era vista como un sirio de b3jedades y tugurios

    donde viven la mayor parte de los miserables. Este lugar tiene una reputacin siniestra;

    fuera de la ley, es un terreno frtil a la eclosin de crmenes y de crimnales. (...) [Es] la

    cloaca de Buenos Aires.72

    Los otros barrios, ms integrados, reflejan, hasta hoy, la cotidianidad portea, De Buenos

    Aires dice Blasco Ibez:

    Para ver la ciudad sud-amercana hay que salir del barrio del centro (...) Todas las casas

    son de un solo piso (...) las fachadas estrechas con columnas, festones y otros adornos

    (...). Las ventanas tienen antepechos de hierro forjado, y tras ellos

    69. Clemenceau: en S. Pereira. op. cit, p 23.

    70. A. Bonetti: De lo Repblico Argentino y sus detractores. Buenos Aires. 1910, p. 113.

    71. Citado en J. Sez: Entre dos centenarios, Buenos Aires, La Bastilla. 1988.

    72. Koebel: op. cit. pp. 13. 65.

  • Rafael E. J. Iglesia

    se esparcen, como un chisporroteo perfumado, las flores de las macetas. Por encima de

    estas flores pasan los sonidos de un piano, y se ven cabezos de muchachas; cabezas

    argentinas, plidas, con ojos negros y rasgados que miran al transente y parecen esperar

    al novio.73

    Evaristo Carriego

    Hagamos una nueva lectura de lecturas, curioseando en textos en que "la ciudad est

    presente como un personaje, como un inevitable teln de fondo".74

    Escenario que da sentido a la

    conducta social y personal, y que deja de ser teln de fondo, para ser libreto. Esa fue, segn talo Calvino, la intencin de Balzac:

    Convertir en novela una ciudad, representar los barrios y las calles como personajes

    dotados cada uno de un carcter en oposicin a los otros; evocar figuras humanas y

    situaciones como una vegetacin espontnea que brota del empedrado de esto calle o de

    la otra, como elementos en contraste tan dramtico con aquellas que se produzcan

    cataclismos en cadena; hacer de modo que en cada momento cambiante la verdadera

    protagonista sea la ciudad viviente, su continuidad biolgica, el monstruo-Paris.7S

    Nuestra literatura es hija de la ciudad pero, a su vez, nuestros ciudades no serian lo que

    son sin los poemas, las novelas, los cuentos, los dramas y las comedias que, simultnea-

    mente, los retratan, las desfiguran y los transfiguran. Ms que el espejo de la ciudad, la

    literatura es su lengua y su conciencia, sus sueos y sus remordimientos.76

    Aunque "no se debe confundir nunca la ciudad con el discurso que la describe".77

    Es difcil, si no imposible, describir con palabras y totalmente la experiencia de un hecho

    urbano.78

    Pero renunciando a la totalidad de la descripcin se puede alcanzar la totalidad de una

    imagen. Digamos con Dilthey:

    Se crea belleza all donde la intuicin aprehende vida en la imagen, o donde se insufla vida

    a la forma. (...). La base de toda verdadero poesa es, por consiguiente,

    la vivencia, la experiencia vivida, elementos anmicos de toda especie que entran en

    relacin con ella. En tal relacin pueden ser material directo paro la creacin del poeto

    todos las imgenes del mundo exterior.79

    Imaginar es un pensar intuitivo.80

    Aqu los poetas llevan la ventaja. Instauran la ciudad y la

    urbe frente a nosotros, las recrean, las imaginan, llegan del lenguaje potico al "lenguaje de las

    cosas"-.

    Todos los psicoanalistas conocemos ese sntoma clave: el proceso de desinvestidura del

    mundo que precede o acompao al enfermar. El poetizar, cuando es posible, nos salva de

    este riesgo, preservando nuestro "habitar en el mundo". Eros, quien inviste, est en el

    poetizar, en un continuo balance equilibrado con Tnatos, el que desinviste ante el horror y

    el vaco.81

    Los poetas son usuarios privilegiados de la ciudad: son sus habitantes y al mismo tiempo la

    gozan o padecen como la obra de arte que Mumford quera que fuese. Se trata de determinar,

    por la repercusin de una sola imagen potica, un verdadero despertar de la creacin potica

    hasta en el alma del lector,87

    que lleva a una verdad profunda, holistica. El lector "revive" la

    experiencia.83

    La poesa le concierne.

    La imaginacin del poeta se basa siempre en la energa de las vivencias. (...) Tal vivencia slo entrar totalmente en vigor cuando entable relacin interior con otras vivencias y se capte asi todo su significado.84

    El lector es ahora parte interesada y al participar en el jbilo de la creacin, comparte la

    imagen con el poeta. El poeta, dice Bachelard, no explica la flor por el fertilizante.

    Un artista popular no es estrictamente sujeto de su arte sino -como decia Manchal- vocero

    de una subjetividad colectiva. Dar su toque, su genio, su imaginacin, pero el contenido

    -en su dimensin ms profundo surge de la comunidad o la que pertenece.85

    73. Blasco Ibez: op. cit, p. 506. 74. H. Salas: La poesa de buenos Aires. Pleamar, 1968. p. 9. 75.

    I. Calvino: op. cit. 1992. p. 146.

    76. O. Paz: 'La ciudad y la literatura". La Nacin. 13/9/92. Seccin Cultura, p. I. 77. I. Calvino: Los ciudades invisibles. Buenos Aires. Minotauro. 1984.p. 73.

    78. A Rossi: Lo arquitectura de la ciudad.

    79. Dilthey: op. t. pp. 37-53.

    80. J. P Sartre: Lo imaginario. Buenos Aires. Losada. 1982.

    81. Zak op. cit. p.43.

    82. G. Bachelard: Lo potica del espacio. Mxico. FCE. 1965.

    83. J. Dewey. El arte como experiencia. Mxico. FCE. 1948.

    84. Dilthey op. di. p. 60.

    85. Zicovich-Wilson: op. di. p. 2.

    132 133

  • Rabel E. J. Iglesia Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

    Los poetas ofrecen una "ontologa directa", una imagen sbita."llamarada del ser en la

    imaginacin" (Bachelard). Como lo quera Sartre: un solo golpe imaginativo.

    El poeta es el sujeto adecuado de una experiencia semejante no pretende, como la

    comunicacin, comunicar el puro en si de lo acaecido, sino que encarna en la vida del

    relator, para proporcionar a quienes escuchan lo acaecido como experiencia .(...) El

    espacio captado por la imaginacin no puede seguir siendo el espacio indiferente

    entregado a la medida y a la reflexin del gemetra. Es vivido.Y es vivido no en su

    positividad, sino en todas las parcialidades de la imaginacin.86

    Esta vivencia no se basa en datos fijados con exactitud en el recuerdo (Walter Benjamn),

    sino en aquellos que, prefijados inconscientemente, fluyen repentinamente en la memoria y se

    expresan en una imajen.

    El poeta se distingue por el vigor con que reproduce "estados anmicos", sucesos ntegros,

    vividos personalmente o vistos en otros, y caracteres con la lgica con que se manifiestan

    en el enlace de esos sucesos.87

    Imaginando, los poetas nos descubren la ciudad. El discurso potico instaura una imagen

    que luego genera acciones y conductas ciudadanas.

    Carriego descubri los conventillos, Bartolom Galndez El Rosedal, yo los esquinas de

    Mermo...66

    Entrerriano de nacimiento y porteo por vida, Carriego reley y escribi la ciudad cercana:

    las relaciones personales, familiares y vecinales. En 1910, a los 27 aos, ya habia escrito sus

    mejores poemas. Hay quien sospecha que el ejemplo de Baudelaire lo llev a cantar a su barrio.

    Con su lectura

    tendramos la palabra de la ciudad: lo que ocurre y transcurre en la calle, en las plazas, en

    tos vacos: lo que all se dice. Tendramos tambin la lengua de la ciudad: las

    particularidades de esta ciudad determinada que se expresan en los discursos, en los

    gestos, los vestidos, las palabras y el empleo de las palabras por los habitantes.89

    Carriego recorre los sitios, los protagonistas y las acciones de este cercano orden barrial

    del Centenario. Cuando la ciudad "central" era considerada casi

    como una enemiga de los pobres (en el acto obrero del Io de mayo de 1910. en Plaza

    Constitucin, se lleg a asegurar que la ciudad deba ser quemada por sus cuatro costados).90

    Orden cercano que imagina a la ciudad sin referirse ai centro. Este espacio vivido barrial basta

    para la construccin de lo ciudadano. La constelacin de sitios se integra con la esquina, el

    conventillo (ruidoso), la cantina, los rboles, la acera, la calle, el barrio, el suburbio, el arrabal, el

    balcn, la prisin, Palermo, el patio, las orillas, la pieza de conventillo, la taberna, el mostrador,

    la casa. All actan los protagonistas barriales, que son: el gringo musicante (con el organito),

    los chiquillos, los marchantes, el pregonero, las comadres, los hombres. un asesino, dos

    orilleros, una tsica, la mujer del obrero, un muchacho, un marido borracho, paseantes,

    vigilantes, perros callejeros (bohemios), gatas, gringos. costureritas, guapos, mozas, rivales,

    matones, caudillejo, candidato, borrachos, una bella mujer, los de la casa, cantor guitarrero,

    novias infieles, un desgraciado, un mozo, viejos amigos, la vecina, muchacha modesta, casas

    nuevas, el propio poeta. Las acciones registradas (dejo a la imaginacin del lector a qu protagonistas

    corresponden) son: pregonar, correr, vender, chismear, hablar, limpiar, bailar, remendar, hacer

    la ronda, ladrar, admirar, amar, pelear, reunirse, cantar, tocar la guitarra, alborotar, querer,

    recordar, saludar, irse, morir. Sobre la costurerita, recordemos que en 1910. la Sociedad de Beneficencia premia la

    virtud de una de ellas, Mara Ziegler, de 35 aos, porque

    sostiene con sus costuras a su madre y a pesar de su delicado salud ayuda a una hermana

    desgraciada, y cuando fue visitada, tenia cinco sobrinos enfermos a quienes prodigaba

    tambin sus solcitos cuidados.91

    Aqu estn las imgenes:

    El alma del suburbio

    El gringo musicante ya desafina en la suave

    habanera provocadora, cuando se anuncia a voces,

    desde la esquina "el boletn -famoso- de ltima

    hora".

    Entre la algaraba del conventillo, esquivando

    empujones pasa ligero. pues trae noticias, uno

    que otro chiquillo divulgando las nuevas del

    pregonero.

    86. Bachelard: op. cit. p 28. 87. Dilthey: op. cit, p. 60. 88. J. L Borges: "Para el advenimiento de Ramn". Revista Martin fierro, n 19, 1925.

    89. Lefebvre: op. cit p. 83.

    90. Vale, cit en Senz:op. cit.. 1988.

    91. Cit en Senz. op. cit., p. 21.

    111

  • Rafael E. J. Iglesia Imagenes urbanas: con lupas y catalejos

    Los comadres del barrio, juntas, comentan, y

    hacen filosofa sobre el destino... mientras

    los testarudos hombres intentan defender al

    ornante que fue asesino.

    En la calle, la buena gente derrocha sus guarangos decires ms lisonjeros, porque al comps de un tango, que es "La Morocha" lucen giles cortes dos orilleros.

    La mujer del obrero, sucia y cansada,

    remendando la ropa de su muchacho, piensa,

    como otras veces, desconsolada, que tal vez

    el marido vendr borracho.

    Suenan las diez. No se oye ni un solo grito; se

    apagaron las velas en los buhardillas, y el

    barrio entero duerme como un bendito sin

    negras opresiones de pesadillas.

    En el barrio

    Ya los de la cosa se van acercando al rincn

    del patio que adorna la parra, y el cantor del

    barrio se sienta, templando, con mano

    nervioso la dulce guitarra.

    La lluvia en la casa vieja

    Hoy es un dio horrible. Ya es valiente

    quien se atreve a salir de su agujero...

    Qu modo de llover! Furiosamente en el

    techo de cinc el aguacero tamborilea sin

    cesar.

    Pero hay que ver el patio... Lo fangosa

    reciente lagunita que rodeo el pozo, y la

    tinaja que rebosa mientras el viejo cao

    canturrea.

    Las muchachos estn en la cocina: uno

    se ha puesto a preparar la masa,

    algo quejosa de que falte harina, y

    otra derrite en la sartn lo gra

    Las dems, como siempre, en discusiones; lo

    de todas las noches: sobre el juego. Bueno,

    a contar bolillos y cartones: es que

    tendremos lotera, luego?

    Estos barrios tambin soportan (la semiosis infinita de Umberto Eco) una lectura

    del orden lejano:

    Los fortunas ms grandes se han formado en la especulacin de terrenos. Se

    acab el tiempo en que los casas de familia podan desperdiciar terreno en amplios

    patios interiores. Hoy el suelo de la capital es de materia preciosa. Los alrededores,

    que hace treinta aos slo producan hierba macilenta para sustento de las vacas,

    han proporcionado centenares de millones a sus dueos, con una prodigalidad de

    cuento fantstico.92

    Alfredo Lazzari

    Entre 1900 y 1920, el orden cercano se puede leer en los barrios, en sus plazas y

    en las esquinas de sus calles arboladas, muchas de ellas todava de tierra. Enrique J.

    Banchs (1911) entrevio en el suburbio la lectura de toda la ciudad:

    Cuando en las fiestas vago

    Cuando en las fiestas vago en el suburbio,

    desde las tierras altas la mirada de albatros

    tiendo o la ciudad cargada de hombres, al

    lado del estuario turbio.

    Y veo el barrio donde est tu casa, (lo

    veo y la tristeza me traspasa) y la casa

    escondida donde estriba mi vida

    laboriosa y miserable ...

    Y se me alza en el pecho, inolvidable, el

    gran amor de la ciudad nativa.

    92. Blasco Ibez: op. cit. p. 52B.

    136 137

  • Kafael E. j. Iglesia

    En 1911 muri uno de nuestros primeros pintores impresionistas: Malharro. La

    Exposicin del Centenario mostr a los postimpresionistas franceses y a espaoles

    como Anglada Camarassa. El "impresionismo" criollo le debe tanto a los macchiaiali

    italianos como a los impresionistas franceses. Po Collivadino fue uno da los primeros

    pintores del siglo que puso en imgenes la ciudad. Su obra podra ser muy interesante

    para la construccin de un imaginario urbano, pero, para recorrer a la ciudad orillera y

    leer el orden cercano de la pertenencia a una familia, una calle, una esquina o un barrio

    elijo a Alfredo Lazzari. Lazzari haba nacido en Diecimo, en la provincia italiana de Lucca. En 1897 liego -

    Bueos Aires, donde morira en 1949. Maestro de Fortunato Lacamera y de Benito

    Quinquela Martin. pinto toda su vida escenas de un urbanismo barrial y domstico.

    Nos encontramos en los bordes excentricos, en medio de todo aquello previsional e

    inacabado de que habl antes (...) Aqu, cotes sin pavimentar, an estn, sin

    embargo, bordeadas casi enteramente de casas nuevas. Algunas son de hermoso

    aspecto, pero las ms modestas son habitaciones de empleados o de obreros, de

    planta baja, con fachadas pintadas de color rosa o blanco...93

    Chozas dispersas, sucias y esculidas, con tachos de zinc y aberturas entre las tablas

    de sus paredes.(...) No podian tomarse ciudad pero tampoco campo.94

    LLAMADO FINAL

    Con esta magra cataratas de imgenes espero haber sembrado el germen de

    nuevas imgenes urbanas del Buenos Aires de 1910. Sern tiles si ayudan a

    comprender a esta Buenos Aires que vivimos y que, mal que mal, imaginamos todos los

    das.

    93.J.Huret op.cit 94. j. Bryce: La Amrica del Sud, Nueva York, 1914. p. 252.

    Imgenes urbanas: con lupas y catalejos

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