ejercitos y batallas 25 - balaclava 1845

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...- E ERCITOS y BATALLAS LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA MILlTARY

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Nueva subida, por error el anterior era Midway. El libro describe la famosa carga de la caballeria inglesa y hace una descripcion geneal del conflicto

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E ERCITOS y BATALLAS

LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

l'l1~¡J:r1 MILlTARY

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BATALLAS DE LA HISTORIA 12

BAlAClAYA 1854 LA CARGA DE

LA BRIGADA LIGERA

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~ Vista desde Balaclava. Vista desde las alturas de la Marina, tras la batalla de Balaclava, en dirección a Sebastopol. El pueblo de Kamara, que cayó ante el Gral. Gribbe a las 6 de la mañana del 25 de octubre, se encuentra situado bajo el Pico de la derecha. El montículo del centro es la colina de Canrobert; el valle del Norte es la extensión oscura posterior. Las alturas del Terraplén discurren a la izquierda de la colina de Canrobert, y puede verse así el terreno ondulado por el que cargó la Bri. Pesada. El puerto de Balaclava se encuentra en la parte izquierda. (Sandhurst)

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BATALLAS DE LA HISTORIA 12

BAlAClAVA 1854 LA CARGA DE

LA BRIGADA LIGERA JOHN SWEETMAN

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T Las tierras altas de Cherson. Posición de la derecha de la línea aliada, antes de que la 2: Div. británica ocupara Sebastopol. En la parte derecha se alza la sierra de Sapoune, que mira al valle del Tchernaya. Al

fondo, a la izquierda, se representan las Bias. y fortificaciones de Sebastopol. Las tropas allí situadas se encontraban a siete millas de Balaclava, y es evidente la dificultad de aprovisionamiento. (Sandhurst)

Signos convencionales de los mapas \\\\

~ Ej ército cg] Batallón \ .\:-'

Cuerpo C8J Infantería ~ :0.:\

~ División ~ Caballería .\

0 Brigada ~ Artillería

Regimiento ~

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Direcció n Editorial: J ua n ~'I a ría Manínez. Dirección T écnica: Edu ardo Pc ila lb4:l. Coordinació n Ed ito ria l: Juan Ra món AI.(lo la . Supcrvisi()Il y adaptaciún: J avie r de Bcnito . Comité d e Redacci6 n : ~I anue l Balios. Be rnardo Rincún. ~1. J. Ramírez. Edicic') n : Luis Garda. lñigo Castro. Francisco Perales. Fotografía y Documelllación Grá lica de la ediciún: J osé María Sácnz de Almcida, ~'I ana C;:lrranl.a. Nano Ca ilas. Joaquín Yerga. \ 'cr,i,ín caste llana: J avie r de Be nito.

Títu lo original: Balar/al/a 185 -1 ,\(llOr: John Sweetman Publicado originalme nte por O spr")". un sello editoria l de Reed Consumer Books Ltd .. Michelin Ho use, MI Fu lh am Road . Londo n S\\'3 6 RB . © 1990 Reed IllIernational Books I.td . © 1994 Julio. Ediciones del Prado. de la presellle edición. IS13N (obra completa): 84-7838-472- 3 ISBN: 84-7838-497-9 D.L: M-25 .608- 1.994 Impreso en J05mar, S.A. Impreso en España Printcd in Spain

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, INDICE

Preparación: Avance hacia Balaclava 6

Orígenes de la guerra 6

Reunión de la fuerza exped icionaria 9

Hacia el mar Negro 13

La invasión de Crimea 17

Preludio de la batalla 24

Balaclava 24

Las defensas de los aliados 30

La amenaza rusa 41

l." Fase: Caída de los reductos 47

2: Fase: La tenue línea roja 49

3: Fase: La carga de la Brigada Pesada 53

El avance ruso 53

Despliegue de la Brigada Pesada 53

La carga 57

4: Fase: La carga de la Brigada Ligera 67

Las órdenes 67

"En el valle de la Muerte» 68

Supervivencia tras la carga 76

Consecuencias: Evaluación del coste 83

¿Quien ganó? 85

Moraleja de la hi taria 86

Cronología 90

Juegos de guerra de Balaclava 92

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, PREPARACION:

AVANCE HACIA BALACLAVA

El 14 de septiembre de 1854, las tropas de una fuer­za expedicionaria británica, dirigida por lord Fitz­Roy Raglan, iniciaron el desembarco en las playas de la península de Crimea, en la bahía de Calami­ta, 32 millas al norte de su objetivo fin al, el puerto marítimo ruso de Sebastopol. Por de lante les que­daban dieciocho meses de miseria inesperada para los afortunados que sobrevieron. U na corta campa­fía de castigo, que fin alizó con la rápida conquista de Sebastopol, resu ltó ser un espej ismo.

Orígenes de la guerra

Había viejas razones para la guerra en la que se vio envuelto el ejército de Raglan. Los británicos te­mían que Rusia invadiera el decadente imperio tur­co, que se extendía a ambos lados del estrecho del Bósforo por Asia Menor y Europa suroriental. Des­de el siglo XV III , los suce ivos zares se habían ex­pandido hacia el su r por Crimea y Ucran ia y más hacia el este, por el Cáucaso . Amenazaban con aplastar a T urquía para ocupar su lugar como po­tencia. Sin embargo, la región del Cáucaso, monta­ñosa y con una población diseminada, presentaba grandes problemas militares.

Los Balcanes, en el sureste de Europa, más allá de la desembocadura del Danubio en el mar e­gro, eran otra cosa. o había nacionalidades esla­vas, pero eran cristianos en su mayoría. Rusia se sentía particularmen te afín a ellas. Establecer un protectorado religioso sobre los catorce millones de súbd itos balcánicos de Turq uía, llegó a ser el principal objetivo del zar. Era innegable, que eso permitiría un grado de influencia política sobre Turquía, porque Rusia albergaba una ambición ar­diente el control del Bósforo y los Dardanelos, per­mitiendo así el paso de barcos de guerra desde Se­basto poI (su principal base en el mar Negro) hacia el Mediterráneo. Para consegui rlo, el zar debería dominar Turquía e, idealmente, ejercer su influen­cia sobre Constanti nopla.

La perspectiva de un desenlace tal , alarmó sobre­manera al Gobierno británico. El peligro no era pura fantasía. Durante la guerra de independencia

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griega (182 1-9), un ejército ruso había invad ido los Balcanes, avanzando hasta las proximidades de Constantinopla. Sólo la presión de otras potencias europeas aseguró su retirada. Durante una larga disputa (183 1-4 1) entre Turquía y el gobernador de Egipto, Mehemet AJ i (que era nominalmente va­sallo del Sultán), Rusia casi consiguió ganar no sólo la influencia religiosa que buscaba en los Balcanes, sino un poder político más amplio sobre el Gobier­no de T urquía, a cambio de ayuda militar. En se­creto, el Sultán accedía a cerrar, a petición de Ru ­sia, el paso por los estrechos a todos los barcos de guerra extranjeros. Sabido esto, Inglaterra tomó las riendas para anu lar ese subterfugio.

A pesar de considerar a Turquía como «el hom­bre malo de Europa», a punto de desintegrarse y, por lo tanto madura para tomarla, e l zar icolás I no descansaba . Una disputa religiosa trivial le dio la oportunid ad de intentarlo de nu evo. En 1852 se produjo una disputa por la custod ia de los san­tos lu gares de J erusalén (turca en aq uel mo men­to) y Ru sia reclamó una vez más el protectorado de los cristianos balcánicos . Los barcos de guerra ingleses habían persuadido a Rusia de no debili­tar a T urquía en el pasado, por lo que enjun io de 1853 partió de Y1alta una flota, bajo el mando del vicealmirante Dundas, hacia <das proximidades de los Dardanelos ... para proteger a T urquía contra un ataq ue no provocado y en defensa de su inde­pendencia". El za r no se impresionó en absoluto. Poco después, envió tropas a través de su fronte­ra suroccidental para ocupar Moldavia y Valaquia (actualmente Ruman ia, entonces dos provincias de Turq uía) y obtener «sin guerra ... sus (de Ru­sia) justas demandas». El zar alegaba que acudía «en defensa de la re ligión ortodoxa». De lo que no estaban conve ncidas ni Turquía ni otras potencias europeas.

Rusia desatendió un ultimátum turco para reti­rarse y, finalmente , el 23 de octubre de 1853, el sultán declaró la guerra. El día anterior, barcos de guerra británicos y fra nceses habían penetrado en el mar egro. Si embargo, en ese momento ni Francia ni In glaterra consideraban seriamente el

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desembarco de una fu erza expedicionaria. Las fu ertes defensas turcas, reforzadas considerable­mente desde el último avance de Rusia hacia el sur, hacía más de veinte años, barreaban la ruta del enemigo a lo largo del Danubio. En Inglaterra, no existía ni entusiasmo popular ni voluntad política de implicarse más. Los turcos parecían dominar la

• Nicolás 1, zar de Rusia. Nieto de Catalina la Grande, que se esforzó mucho en extender el territorio ruso hasta las costas del mar Negro, Nicolás nació en 1796, cuando se estaba consolidando el dominio ruso en Crimea. Interesado por las materias militares desde temprana edad, ostentó una serie de empleos, alcanzando el de TG antes de convertirse en zar, en 1825. Una vez en el trono, mostró especial interés por Turquía, a la que calificaba «el hombre malo de Europa». Esperaba que los aliados

fueran derrotados, incluso después de su desembarco en Crimea. Disgustado por la derrota del río Alma, nunca pensó, sin embargo, en abandonar a Sebastopol. Nicolás urgió a Menshikov a atacar a través del Tchernaya, lo que condujo directamente a la batalla de Balaclava. Deprimido posteriormente por la ausencia de éxitos rusos, Nicolás retiró el mando a Menshikov en febrero de 1855, unos días antes de su muerte. (David Paul)

PREPARACiÓN : AVANCE HACIA BALACLAVA

situación. Todo esto cambió de manera dramática co n la «masacre» de 4.000 marineros turcos en el puerto de Sinope, 300 millas al este de Constanti­nopla, el 30 de noviembre de 1853, por parte de una escuadra rusa, que disparó bomba explosivas en vez de bolas macizas. En la prensa y en los cír­culos públicos de entusias tas se urgió al Gobierno

• Vicealmirante sir James Dundas. Jefe de la flota británica, a la que se ordenó en princiPio «ir a las proximidades de los Dardanelos» en señal de advertencia a Rusia de que era inadmisible su acción militar en los Balcanes, penetró después en el mar Negro en enero de 1854, junto con una flota francesa . Posteriormente envió a un escuadrón a bombardear Odessa, cuando un navío británico recibió bajo fuego mientras evacuaba a una delegación diplomática. Dundas mandaba la flota con

independencia total del jefe de las fuerzas terrestres (lord Raglan), y se le podía solicitar ayuda sólo en apoyo de operaciones del Ejército de Tierra. La flota fue ineficaz contra Sebastopol. Antes de que acabara la guerra fue sustituido en el mando de la flota del mar Negro por sir Edmund Lyons. (David Paul)

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BALACLAVA 1854

a actuar de un modo positivo: desplegando sólo las flotas, los británicos y los franceses habían interve­nido solamente «para traicionar a la infortunada Turquía». Se tachó a los ministros de lord Aber­deen de «imbéciles y esbirros de Rusia» y una ca­ricatura hiriente mostraba al primer ministro lim­piando las botas del zar. El Westminster Review to­caba después un punto comercial sensible , al ar­güir que «nuestro camino a la India ... (y) nuestro comercio con todas las naciones libres» estaban en peligro.

Más conscientes que un público mal informado de las dificultades de verse envueltos en una guerra con tan gran y poderoso enemigo, los Gobiernos británico y francés se movían con precaución. El 4 de enero de 1854, sus flotas penetraban en el mar Negro con las increíbles órdenes (considerando que ninguno de los dos países estaba entonces en guerra

• Bombardeo de Odessa. Este croquis, dibujado por un oficial que particiPó en la acción, muestra la destrucción del Muelle Imperial de Odessa, el 22 de abril de 1854. Los barcos de guerra británicos y franceses machacaban Odessa, después de que el barco enviado, bajo bandera blanca, para evacuar a los

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cónsules británico y francés fuera bombardeado por las Bías. de costa, el 13 de abril. Tres días después, diecisiete barcos de guerra británicos lanzaban una andanada con 900 cañones para indicar una operación de castigo, que continuaría con intermitencias durante seis días más. (David Paul)

con Rusia) de atacar a los barcos de guerra rusos si se negaban a volver a puerto. Las demandas de ac­ción contra Nicolás I (descrito como «ese diablo con forma humana») crecían, a medida que se desvane­cían las esperanzas diplomáticas de resolver la cri­sis. El 27 de febrero, en un último intento de con­vencer al zar de que los británicos iban realmente en serio, el ministro de Exteriores envió un ultimá­tum a San Petersburgo. Debía anunciarse en el pla­zo de seis días un compromiso de retirarse de Mol­davia y Valaquia para el 30 de abril: «La negativa o el silencio ... (sería) equivalente a una declaración de guerra.» Nicolás I no se dignó contestar. Así, In­glaterra entró en la que fue conocida como «la guerra contra Rusia», más tarde reconocida como «la guerra de Crimea», por ser allí donde tendría lugar la mayor parte del combate.

El 27 de marzo, la reina Victoria informó al Par­lamento «que Su Majestad se sentía obligada a pro­porcionar ayuda activa al sultán, contra una agre­sión no provocada. EllO de abril se firmó un tra­tado de alianza formal con Francia, al que accedió Turquía cinco días más tarde. Y a partir de enton­ces no se retrasó más la acción militar. Ya el 11 de marzo, sir Charles Napier había zarpado con una flota desde Portsmouth hacia el Báltico, bajo la atenta mirada de la reina desde el yate Fairy . En el mar Negro, encolerizados con las baterías de costa que abrían fuego mientras tenían lugar conversa­ciones diplomáticas bajo bandera blanca, diecisiete navíos de guerra machacaban Odessa con sus an-

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¿FitzRoy James Henry Somerset, barón de Raglan. Undécimo hijo del duque de Beaufort, FitzRoy Somerset sirvió como secretario militar del duque de Wellington durante la guerra de la Península y en Waterloo, donde perdió un brazo. Desde 1818 hasta 1852, FitzRoy ocupó puestos administrativos de importancia, en apoyo, o bien del intendente general del Cuerpo de Pertrechos de Guerra, o bien del

comandante en jefe (CeJ) del Ejército de Tierra en Londres. Durante esos años, no vio el servicio activo. Nombrado barón de Raglan en 1852, se convirtió en el intendente general del Cuerpo de Pertrechos de Guerra, designado para mandar la Fuerza Expedicionaria del Este, en febrero de 1852. Ascendido a general (junio de 1854) y a mariscal de campo (diciembre de 1854), moriría en Crimea en junio de 1855. (Selby)

danadas. También Sebastopol se veía atacada, mientras la desembocadura del Danubio estaba blo­queada y se reconoCÍan las costas del mar de Azov y el Cáucaso.

Reunión de la fuerza expedicionaria

En Inglaterra, desde comienzos de 1854, a medida que la situación política se deterioraba, se había reunido gradualmente una fuerza expedicionaria,

PREPARACiÓN: AVANCE HACIA BALACLAVA

¿ Teniente general (TG) sir George Brown. Partidario convencido de la disciplina, había combatido, cuando era un joven oficial, con sir John Moore en la Península. Brown había tenido una serie de destinos de Estado Mayor (incluido el de comandante mayor de los Guardias a Caballo) desde 1815. Aun siendo el jefe de división más caracterizado, Brown no fue designado «segundo en la línea de mando» para

sustituir a Raglan, si resultaba enfermo o incapacitado durante la campaña. Para ello se designó a sir George Cathcart. Pero en Bulgaria, cuando Raglan recibió las órdenes de invadir Crimea y tomar Sebastopol, Pidió consejo a Brown. Como jefe de la Div. Ligera, Brown no se vió directamente imPlicado en Balaclava. (David Paul)

designada al principio simplemente «para el Este». Su comandante sería lord Raglan, un veterano de la Península, de 64 años, ex secretario militar del duque de Wellington y a la sazón intendente gene­ral del Cuerpo de Pertrechos de Guerra. Induda­blemente valiente (primero en el asalto a Badajoz, y con la pérdida un brazo en Waterloo), Raglan, sin embargo, no había mandado nunca tropas en com­bate; y durante la mayoría de los últimos cuarenta años había ocupado puestos puramente administra-

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BALACLAVA 1854

tivos. Los jefes de sus divisiones tenían también ex­periencia diversa: sólo uno tenía menos de sesenta años y sólo dos habían mandado una división en combate.

Para mandar la 1." División se eligió al duque de Cambridge , de 35 años de edad , primo de la reina y que no había entrado en acción anterior­mente. La 2." se puso en manos más experimen­tadas: sir George de Lacy Evans (de 67 años) , que había servido en la Península, en la India y du-

• General de división (GD) conde de Lucan. George Charles, conde de Lucan, había mandado el 17 Rgto. de Lanceros (1826-37), mostrándose obsesionado no sólo con la disciplina, sino con la forja. Bajo su control, el regimiento practicaba constantemente y trabajaba duramente: los castigos por faltas leves contra la disciplina se aplicaban rigurosamente, siendo el propinamiento de palizas cuestión rutinaria. Los críticos mencionan su «celo

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ordenancista ... , falta de autocontrol e impopularidad» entre sus oficiales. Empleando su proPio dinero, se propuso convertir al 17 de Lanceros en un buen Rgto., de manera que llegaron a ser conocidos como «los Dandis de Bingham». Al ser designado para el mando de la Div. de Caballería, tuvo hasta cierto punto la desgracia de tener a su cuñado al mando de la Bri. Ligera. Los dos se detestaban mutuamente. (Selby)

rante las guerras carlistas de España, en 1830. Su posterior carrera se había visto agostada hasta cierto punto por su política radical y la sospecha de cierta deslealtad hacia los superiores. El jefe de la 3: División, sir Richard England (de 61 años) , tenía menos experiencia que de Lacy Evans, aun­que había servido en la India y durante las guerras de Kaffir en Africa del Sur. Sir George Cathcart, de 50 años, mandaba la 4." División; con servicios previos en campañas coloniales, Cathcart tenía un

• TG Su Alteza Real duque de Cambridge. El sobrino de treinta y cinco años de la reina Victoria, George William Frederick Charles, duque de Cambridge, mandó la 1 .. Div. de Inf. en la guerra de Crimea. Tras haber servido previamente en el Ejército de Hannover, mandó durante poco tiempo el 17 de Lanceros durante los incidentes chartistas de Inglaterra; después, tuvo destinos administrativos en Corfú e Irlanda. Condujo a la 1 ..

Div. a la batalla del Alma y jugó un pequeño papel en las etapas finales de la guerra de Balaclava, aunque no antes de que finalizaran las cuatro fases princiPales de la batalla. Después de la guerra llegaría a ser Ce] del Ejército de Tierra, desde 1856 hasta 1895. (David Paul)

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PREPARACIÓN: AVANCE HACIA BALACLAVA

nombramiento que le permitía tomar el mando en caso de incapacidad de Raglan. Sir George Brown, de 64 años como Raglan, se hizo cargo de la 5: vi­sión de Infantería, la División Ligera. Partidario estricto de la disciplina, Brown había combatido con distinción en la Península y desde 1815 había ocupado una serie de destinos influyentes de Es­tado Mayor.

De los cinco jefes de divisiones de infantería (Inf.), solamente el duque de Cambridge y Cath-

cart se verían envueltos marginalmente en la ba­talla de Balaclava. La responsabilidad de ese día recaería en la División de Caballería (Cab.). Su jefe , lord Lucan (54 años), era un militar orde­nancista, algo similar a sir George Brown a este respecto. Exoficial del 17 de Lanceros (que cabal­garía con la Brigada Ligera en Balaclava) y agre­gado por poco tiempo al Estado Mayor (EM) ruso de campaña durante sus años mozos, Lucan de­testaba cordialmente a su cuñado de 57 años, lord

~ Sgto. del 1. u Bón. de Guardias de Fusileros Escoceses. Ese Bón. formaba parte de la Bri. de Guardias de la Div. de lnf. del TG SAR duque de Cambridge, que descendió de la sierra de Sapoune al valle del Norte demasiado tarde para influir en el resultado de la acción de la Bri. Ligera.

~ Trompeta del 4: Ligero de Dragones. El 4: Ligero de Dragones (el proPio de la reina), mandado por el Tcol. Lord George Paget, cabalgaba a la derecha de la tercera línea (retaguardia) de la Bri. Ligera durante la famosa carga por el valle del Norte.

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BALACLAVA 1854

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.... TG sir John Fox Burgoyne. Hijo ilegítimo del Gral. que se rindió a los colonos americanos en Sara toga (1777), sir John tenía casi 71 años cuando se le envió a Constantinopla con el Coro Ardent, para explorar las defensas turcas, por delante de la fuerza expedicionaria. Ingeniero muy experimentado, había servido en la guerra de la Península y posteriormente había sido presidente de la

T Partida de los guardias de granaderos. Este grabado de la época representa a los guardias de granaderos desfilando por la plaza de Trafalgar el 22 áe febrero de 1854, de camino a la estación de Waterloo. La escena es típica de muchas partidas

Comisión de Obras Públicas, en Irlanda (1831-45). Después de que los aliados desembarcaran en Crimea, permaneció agregado al EM de lord Raglan e influyó particularmente en aconsejar la «marcha de flanco » alrededor de Sebastopol hacia Balaclava y la conducción de las operaciones de asedio desde las tierras altas de Cherson. (Selby)

semejantes: hombres animando, niños corriendo aliado de las tropas, mujeres mirando pensativamente. Nótense las banderas y los oficiales a caballo, al fondo. (David Paul)

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Cardigan, que, por un desafortunado quiebro del destino, obtuvo el mando de la Brigada (Bri.) Li­gera de Cabo en Crimea. La Brigada Pesada reca­yó en el honorable James Scarlett, de 55 años y, coino Cardigan, sin experiencia en el servicio ac­tivo.

Lord Raglan tuvo una influencia considerable en la elección de sus oficiales superiores y oficiales in­mediatos de su EM (secretario militar de la fuerza expedicionaria, intendente general, teniente coro­nel mayor, así como sus ayudantes de campo per­sonales), pero los regimientos (Rgtos.) asignados a las divisiones (Divs.) los determinó el jefe de admi­nistración del Ejército de los Guardias a Caballo de Londres, el comandante en jefe (lord Hardinge). Hardinge, sin embargo, no controlaba ni a la Art. ni a los ingenieros; en teoría lo hacía Reglan , en ca­lidad de intendente general de! Cuerpo de Pertre­chos de Guerra. En 1854, su lugarteniente (tenien­te general sir Hew Ross) hizo los preparativos de los pertrechos de guerra para la fuerza expedicio­naria. De camino, la Marina Real protegería a las tropas, que serían transportadas en una colección variopinta de barcos de vela y a vapor, muchos de los cuales se habían requisado especialmente. Una vez en tierra, e! transporte terrestre y los abasteci­mientos (distintos de las necesidades estrictamente militares, como las municiones) se facilitarían (o no, según se viera) por el departamento del comi­sariado organización civil, responsable ante el de­partamento de! Tesoro de Londres. Comó míni­mo, el jefe de la fuerza expedicionaria se enfren­taba a una tarea difícil, aparte de conseguir la derrota de! enemigo. Sin control directo sobre el comisariado, teniendo que pedir ayuda (incluso cooperación directa en las operaciones) a un almi­rante independiente, que siempre podría alegar incapacidad de actuar sin autorización expresa del almirantazgo, a 3.000 millas de distancia, y cons­ciente de que las tropas de Pertrechos de Guerra en teoría (y frecuentemente en la práctica) debían su fidelidad postrera a Londres, Raglan debía tra­tar también con los mandos franceses y turcos al mismo nivel. (Por el contrario, durante la guerra de la Península, Wellington había ostentado el mando general de las fuerzas británicas, portugue­sas y españolas.) Para colmo de males, los británi­cos tenían en Crimea menos tropas que el resto de sus aliados.

Todos estos problemas quedaban para el futuro, mientras que, incluso antes de expirar el ultimátum inglés, las tropas comenzaban a salir de Inglaterra hacia Turquía. Su cometidb preciso era incierto. Al-

PREPARACiÓN: AVANCE HACIA BALACLAVA

gunos confiaban sin duda en llegar sólo hasta Mal­ta, antes de que los rusos vieran que los aliados iban en serio y retrocedieran. En e! peor de los casos, es­taba prevista la defensa de Constantinopla contra e! avance ruso por los Balcanes. Así, se envió a un in­geniero experimentado de 71 años (sir John Fox Burgoyne) con un oficial francés, para evaluar la fortaleza de las defensas turcas.

Hacia el mar Negro

El 22 de febrero, los guardias de granaderos y de Coldstream salieron de Southampton hacia el Me­diterráneo, siendo las primeras unidades de la fuerza expedicionaria que lo hacían. Poco después, abandonaba Portsmouth el 2." Batallón (Bón.) de la Bri. de Inf. y, el 28 de febrero los guardias de fusileros escoceses rendían tributo a la familia real en e! palacio de Buckingham, antes de partir ha­cia la estación de Waterloo, en medio de escenas de delirante animación. Las emQcionadas multitu­des despedían a los trenes que partían hacia la cos­ta sur. Durante los tres meses siguientes, zarparon, desde una serie de puertos, buques de transporte que se detenían en Gibraltar antes de llegar a Mal­ta. Allí, la acción parecía lejana. El clima modera­do incitaba a la relajación. El barato vino local se hizo popular; en el club de la Unión, los oficiales y sus mujeres (muchas de las cuales habían viajado por su cuenta, vía Francia) bailaron más de una no­che.

Aquello no podía durar. El 30 de marzo, las tro­pas comenzaron a partir hacia Turquía. El 8 de abril, al llegar a Gallípoli, se encontraron con una , clara carencia de alojamiento y alimentos. Los fran­ceses se habían quedado con las mejores zonas. Ha­cia finales de mayo, unos 18.000 británicos y 22 .000 franceses saturaban esta pequeña ciudad, desepe­rados por la desilusión, como «raquíticos, sucios y arruinados (con) conjuntos abominables de mugre estancada, ennegrecidos de olores insoportables». Para alivio suyo, a primeros de junio, la mayoría de los británicos zarparon hacia el norte, a Constanti­nopla y Scutari -pero las condiciones allí no eran mejores, para desilusión suya, y el calor extremo se añadía a la incomodidad de las tropas. Muchos se solazaban en el alcohol: una noche se contabiliza­ron 2.400 británicos borrachos.

En parte porque la situación militar en el Danu­bio permanecía sin resolver -los rusos estaban con­centrados amenazadoramente en las dos provin­cias- y en parte buscando cuarteles más frescos, tras una breve estancia, muchos ingleses y france-

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BALACLAVA 1 B54

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.... Lord Raglan. Un grabado de la época, mostrando claramente la

. discapacidad que sufrió el Ce] británico en Waterloo. Decidido a superar la Pérdida del brazo derecho de manera rápida, muy pronto - tras la amputación del miembro­escribió una nota con la mano izquierda. Una vez en Bulgaria, en julio de 1854, el secretario de Estado para la Guerra (duque de Newcastle) ordenó a Raglan atacar Crimea, a menos que expusiera una buena razón para no hacerlo. Se podía haber argumentado falta de información fidedigna acerca de la fuerza y disposión del enemigo;

.... Gibraltar. Después de abrirse camino por el golfo de Vizcaya, los barcos de transporte realizaron una corta estancia en Gibraltar. Allí, los soldados ascendieron por la estrecha calle Mayor para traficar -con los moros, los españoles y los gibraltareños- con tabaco, jabón e, inevitablemente, vino. En la parte superior, los cañones de la fortaleza constituían una amenaza para presuntos atacantes .

.... Malta. Tras un viaje de tres días desde Gibraltar, los barcos arribaron al Gran Puerto de Malta. Las aguas plácidas del Mediterráneo y el clima temPlado eran atractivos, y los regimientos comenzaban a relajarse. Se podía haber culPado al vino local de los brotes de disentería y diarrea pero, en general, la vida era más bien agradable. Por la tarde, La Valetta y el puerto parecían de lo más atractivo; y el club de la Unión invitaba a un sentimiento festivo de muchos oficiales y sus esposas. Quizás, después de todo, allí no había guerra. En la práctica, no obstante, eso fue un breve intermedio antes de que zarparan los barcos de transporte de tropas. El primero partió para GallíPoli el30 de marzo de 1854. (David Paul)

pero Raglan creyó que debía cumplir con su deber. Es lo que le hubiera aconsejado su mentor, el duque de Wellington. (David Paul)

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ses zarparon hacia el mar Negro, a Varna, en la Bulgaria ocupada por T urquía. La primera impre­sión desde el mar, un delicioso puertecito, se borró rápidamente con una inspección más cercana. Las calles eran estrechas, llenas de socavones e inclina­das hacia un fétido sumidero central. Y, una vez más, los franceses se instalaron en los mejores alo­jamientos dispon ibles. Desde el punto de vista mi­litar, los atracaderos recién construidos eran inade­cuados para la clase de fuerzas que había que de­sembarcar: los caballos se descargaban en botes de remos, para transportarlos a tierra , en medio de co­ces y berridos. Esto era un desembarco sin oposi­ción en un territorio amigo. Lord Raglan ya sabía que tendría que invadir Crimea. Los augurios para tal acción, a juzgar por la actuación en Varna, dis­taban de ser buenos.

Varna y sus aledaños no podían apoyar, obvia­mente, a unas fuerzas aliadas de ahora 50.000 hom­bres, por lo que muchos Rg,s . británicos se despla­zaron unas veinte millas tierra adentro, a los valles de Devna y Aladyn , en el camino hacia el cuartel ge­neral (CG) turco de Shumla y bien situados, tam­bién, para cerrar la penetración rusa por el sur del Danubio. Los atractivos asentamientos de los nue­vos campamentos resultaron ser falsos. Los abaste­cimientos de frutos silvestres y venados fueron rá­pidamente consum id os por los áv idos comensales. Y lo que fue mucho peor, una enfermedad mortal diezmó las fi las. El 11 de julio apareció el cólera en los campamentos franceses y se extendió rápida­mente a los ingleses; en una quincena murieron 600 hombres. Se desplazaron apresuradamente los

PREPARACiÓN: AVANCE HACIA BALACLAVA

.. Constantinopla. Tras una corta estancia en GallíPoli, debido a la falta de acomodo o espacio para colocar las tiendas en la zona -porque se habían concentrado allí demasiadas tropas británicas y francesas­muchos regimientos se desplazaron al norte, hacia Constantinopla. Aunque atractiva desde la cubierta de un barco de transporte

de tropas, tras una inspección de cerca, la capital turca parecía desastrosa. Un británico decepcionado escribía: «De todos los garitos asquerosos en los que he estado, creo que éste es el peor». (Selby)

campamentos. Pero los nuevos emplazamientos sir­vieron de poco. Después, el 10 de agosto, en Var­na, un fuego destruyó unos almacenes muy nece­sarios. Pronto se extendió el cólera hasta las flotas alejadas de la costa.

En medio de esta confusión y muerte, comenza­ron en serio los planes para invadir Crimea. Increí­blemente, ellO de junio los rusos habían levantado el sitio de la fortaleza turca de Silistra en el Danu­bio y, para el 2 de agosto, se habían retirado total­mente de Moldavia y Valaquia. Pero las opiniones política y pública de Londres y París no permitían que las tropas regresaran sin combatir. El 16 de ju­lio, Raglan recibió un despacho del Gabinete: «La plaza fuerte (Sebastopol) debe ser reducida y la flo­ta tomada o destruida: nada, excepto un impedi­mento insuperable ... deberá permitirse, que impi­d.a la primera decisión de llevar a cabo estas opera­Ciones».

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BALACLAVA 1854

.. Omar Pasha. El Ce] turco tuvo mando independiente en Crimea. Lord Raglan tenía que realizar consultas con él y con el Ce] francés. Omar Pasha organizó inicialmente la afortunada defensa de las fortalezas turcas del Danubio y, más tarde, desPlegó unos 30.000 hombres en la península de Crimea. Se usaron princiPalmente como defensas estáticas, al igual que los reductos de las alturas del Terraplén,

que figurarían de forma destacada en la batalla de Balaclava. Los turcos tambien defendieron Eupatoria, la ciudad cercana a la bahía de Calamita, con playas de desembarco al norte de Sebastopol, y contribuyeron a la defensa del flanco derecho aliado, en colaboración con el cuerpo de observación francés, en la sierra de Sapo une. (David Paul)

Eso estaba muy bién. Incluso si las filas no hubie­ran sido diezmadas por la enfermedad, los aliados tendrían que hacer frente a dos dificultades: se te­nía a mano muy poca información del tamaño de las fuerzas rusas en Crimea (estimadas variablemen­te entre 45 .000 y 120.000 hombres). En segundo lu­gar, no existía plan de invasión. Había, además, ne­cesidad de trabajar en consorcio con los franceses y los turcos -cuestión siempre difícil.

La primera tarea era acordar una playa de de-

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.. Mariscal Sto Arnaud. El Ce] francés, que había conseguido su reputación al suprimir ~a desazón colonial en Africa del Norte, fue para Raglan un compañero impaciente. Zarpó impetuosamente antes que el grueso de la flota estuviera listo para abandonar Bulgaria; después, inesperadamente, intentó posponer el desembarco hasta 1855, aún cuando las fuerzas aliadas al completo se habían hecho a la mar, de

camino a Crimea. Contrajo el cólera poco después de la batalla del Alma, tomó postura no favorable en el debate para decidir realizar, o no, la «marcha de flanco », y murió poco después de que los aliados alcanzaran las tierras altas del sur de Sebastopol. (David Paul)

sembarco. De parte de Raglan, sir George Brown y el general francés Canrobert examinaron la costa oeste de Crimea, decidiéndose por la desemboca­dura del río Katcha, siete millas al norte de Sebas­topol. Así pues, una vez que remitió el cólera en las flotas, se ordenó a la armada aliada concentrarse en la bahía de Balchik, al sur de Varna, durante la pri­mera semana de septiembre. Su partida no fue un modelo de organización . Impaciente, el comandan­te francés, mariscal St. Arnaud, partió en el barco

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velero Ville de París dos días antes que el grueso, que se puso en camino finalmente el 7 de septiem­bre. A causa de la implicación de barcos de guerra a vapor y a velas, con diferentes velocidades, pare­cía probable que la flota se dispersara. De ahí que se concertara una reunión fuera de la desemboca­dura del Danubio antes del cruce final del mar Ne­gro hacia Crimea.

De camino por el Danubio, Raglan se encontró en el vapor Caradoc con St. Arnaud, que ahora es­taba a favor de un desembarco en la costa este, no oeste, de la península, y, de manera absolutamente asombrosa, en 1855 mejor que en 1854. Resuelto a hacerlo sin tales tonterías, Raglan emprendió un re­conocimiento por su cuenta. En vez de Katcha, es­cogió la bahía de Calamita, ocho millas al sur del pe­queño puerto de Eupatoria (que el 13 de septiem­bre se convertiría en la primera conquista aliada en Crimea). Tenía este puerto un tramo arenoso de cuatro millas, lo suficientemente poco profundo para que las balsas de Art. fueran remolcadas a tierra. Dos lagos salados impedían un ataque fron­tal enemigo a la playa, lo que limitaba efectivamen­te el alcance de cualquier acción hostil contra los flancos. El fuego naval podría ocuparse de las pe­queñas colinas al sur y tierra adentro más allá de los lagos.

La invasión de Crimea

Así, poco después del amanecer del 14 de septiem­bre, comenzaron los desembarcos aliados en la ba­hía de Eupatoria -sin oposición. Los observadores rusos se mantenían a distancia; sin que los aliados lo supieran, las fuerzas rusas estaban concentradas en una posición fuerte en las riberas del río Alma, entre ellos y su objetivo. Los rusos combatirían en el terreno de su propia elección, desde defensas preparadas. No sentían la necesidad de interferir los desembarcos, por lo tanto. Al principio, cierta­mente, los desembarcos se desarrollaron de mane­ra fluida. Pero pasado el día 14, las lluvias y galer­nas comenzaron a azotar a las expuestas playas. No antes de cinco días desembarcaron completamente los 20.000 hombres y sus equipos. Al fin, el 19 de septiembre, antes de que el calor asfixiante y el pol­vo los silenciara, unas bandas condujeron a los alia­dos al sur de la cabeza de puente. Hacia el medio­día, muchos de los caminantes habían caído de fa­tiga o enfermedad y la Bri. Ligera de Cabo estuvo muy cerca de caer en una emboscada más allá del pequeño río Bulganek, donde acechaba en terreno abierto la 17 Div. rusa.

PREPARACiÓN : AVANCE HACIA BALACLAVA

Sin embargo, al día siguiente las tropas aliadas, que avanzaban con los franceses y los turcos en el costado derecho, próximo al mar, se vieron obli­gadas a librar una gran batalla en el Alma , donde los rusos habían concentrado formaciones poten­tes en las colinas de ambos lados del camino de postas a Sebastopol. Los ingleses sufrieron cuan­tiosas pérdidas al atacar dos reductos del otro lado del río y una empinada pendiente a la dere­cha del enemigo. Al fin hicieron el día en tanto que, más al oeste, los fusileros franceses desbor­daban a los rusos por la izquierda. Al final de la tarde el camino a Sebastopol, objetivo de la inva­sión, estaba abierto. Pero 362 soldados británicos yacían muertos, en tanto que otros 1.640 resulta­ban heridos. Durante tres días los aliados se en­contraron demasiado cansados para continuar. Para cuando lo hicieron, los rusos habían reco­brado el equilibrio.

El puerto marítimo de Sebastopol estaba, efecti­vamente, dividido en dos por una ancha bahía. Por lo tanto, la captura de la zona norte, por sí misma, no garantizaba la caída de las instalaciones de los as­tilleros ni de la principal ciudad hacia el sur. Los aliados (que no habían pensado anteriormente cómo tomar realmente Sebastopol, una vez allí) se enfrentaban 'a un serio dilema: atacar el norte, ex­puestos a los cañones de las fortificaciones del sur, de las flotas ancladas y las defensas del norte; o ro­dear Sebastopol hacia las altas tierras al sur de la ciudad. Con otras palabras, ¿sería mejor flanquear la ciudad por el este y presionar directamente a los astilleros por el sur? Eso eliminaría la necesidad de ocupar los barrios periféricos del norte y cruzar después la ancha bahía bajo el fuego, Como los alia­dos no tenían botes para llevar a cabo tan peligrosa maniobra, podría ser desastroso. Por eso los aliados decidieron realizar la llamada «marcha de flanco» y atacar desde el sur.

Los rusos, mientras tanto, no habían estado ocio­sos. El príncipe Menshikov, su comandante en jefe, decidió retirar la flota al puerto y hundir barcos de obstaculización a lo ancho de la bocana. Los caño­nes de a bordo y las tripulaciones se desembarca­ron para reforzar las fortificaciones adyacentes, que mejoraron rápida y eficazmente bajo la dirección del coronel (Cor. ) Todleben. Tras dejar unos 16.000 milicianos, marineros y unas cuantas tropas regulares para custodiar Sebastopol, Menshikov trasladó el grueso de sus hombres hacia el este, más allá del río Tchernaya. Allí, pensaba, supondrían una amenaza activa para el flanco aliado expuesto, al tiempo que sería capaz de recibir refuerzos del

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BALACLAVA 1854

Desembarco y avance a Sebastopol, 14-26 de septiembre de 1854

IMPERIO AUSTRIACO

. . Tlrgu Mures

I /

O

otro lado del mar de Azov y vía península de Pere­kop , en el norte.

Ignorando completamente estos movimientos, los aliados comenzaron su flanqueamiento de Se­bastopo\. Por el camino se toparon con la reta­guardia rusa que abandonaba Sebastopo\. Enca­bezando el avance, estuvo a punto de encontrar al enemigo apoyado ridículamente por sólo sus ayu­dantes de campo. Su escolta de Cabo se había per­dido temporalmente. Afortunadamente no le vie­ron y el comandante en jefe británico se retiró a salvo.

Al día siguiente, 26 de septiembre, los británicos avistaban Balaclava. No sospechaban que iban a permanecer allí casi dos años y que el lugar daría nombre a una serie de acciones, que adquirirían fama perdurable en los anales de la historia militar británica.

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Mar

o I O

Bahía de Calamita

50

100

Negro

100

200

Sinope

150 200 250 Millas I

I I 300 400 Km

~ Sebastopol visto desde el mar. En la cubierta del buque de guerra británico hay un cañón giratorio de 87, capaz de disparar una bola maciza. Detrás, se encuentran las Bías. de Sebastopol, desPlegadas a ambos lados de la entrada al puerto. (Sandhurst)

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PREPARACiÓN: AVANCE HACIA BALACLAVA

• Río Bulganek. La tarde del 19 de septiembre de 1854, la Brí. Ligera llegó al Bulganek. A punto de atacar a las tropas rusas de delante, se llamó a los escuadrones (SQNs), porque la Inf. enemiga les aguardaba apostada en terreno abierto, al otro lado del arroyo. Los rusos escondidos, se encuentran alfando.

~ Sebastopol. A lo lejos se divisan las colinas, más allá del río Tchernaya, que los aliados tenían que atravesar durante la marcha alrededor de Sebastopol. Las tierras altas del sur, desde las que los aliados montarían el asedio, se encuentran a la derecha. Las baterías están, de izquierda a derecha: al norte del puerto, North Fort, Bía. del Telégrafo, Fort Constantine (114 cañones); al sur del puerto, Fort Nicholas (192 cañones), Fort Alexander (64 cañones) y Bía. del Lazareto (51 cañones). (David Paul)

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BALACLAVA 1854

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.... Lado norte de Sebastopol. Al fondo a la izquierda se ve la flota aliada fuera de la bocana, a través de la que aparece la línea de barcos hundidos. La naturaleza rugosa de la parte norte de Sebastopol (cuyas Rías. pueden verse a la media distancia) ilustra la dificultad que hubiera entrañado para los aliados cruzar la bahía bajo fuego desde el sur, si no hubieran elegido realizar la «marcha de flanco». (Sandhurst)

.... Entrada al puerto de Sebastopol. En el terreno elevado del Plano anterior derecho, se encuentra una bateria inglesa de morteros, mirando hacia la desembocadura del río Tchernaya, en el centro. A media distancia se encuentra una batería rusa, a lo ancho de la bahía. A la izquierda, en las arrecifes dominantes, el faro occidental de Inkerman. Los aliados rodearon la entrada al puerto, a la derecha de esta escena, durante la «marcha de flanco». (Sandhurst)

.... Ruinas de Inkerman. Las ruinas de Inkerman y la llamada ciudad de las Cavernas, al este del río Tchernaya, en su desembocadura en el puerto de Sebastopol. Una vez más, se comprueba la naturaleza que6rada del terreno. Los aliados bordearon esta tierra por el este, durante la «marcha de flanco». (Sandhurst)

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~ Kamiesch. Cuando los británicos tomaron Balaclava como puerto de aprovisionamiento, los franceses hicieron uso de Kamiesch en la parte sur de la bahía de Sebastopol, al oeste de la entrada al puerto de Sebastopol, más próxima al mar Negro. El puerto de Kamiesch era más ancho, y el acceso por mar y tierra era menos tortuoso que en Balaclava. (Sandhurst)

~ Puerto de Balaclava. Un retrato de él más bien romántico, visto desde la garganta a Kadikoi hacia el mar, poco después de la llegada de los británicos. Ni los malecones ni el mismo puerto están los poblados que deberían. Nótese la variedad de barcos anclados, veleros y de vapor. (Sandhurst)

PREPARACiÓN: AVANCE HACIA BALACLAVA

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BALACLAVA 1854

Eupatoria

14 de septiembre de 1854: comienzan los desembarcos aliados

FUERZA EXPEDICIONARIA ALIADA

Río BULGANEK

GENERAL LORD RAGLAN MARSHAL STo ARNAUD

INVASiÓN DE CRIMEA

Río ALMA

Río KATCHA

Inkerman

14 a 16 de septiembre de 1854. Desembarco aliado en la bahía de Calamita y marcha a 8alaclava y Sebastopol.

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LíNEAS FRANCESAS DE ASEDIO

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PREPARACiÓN : AVANCE HACIA BALACLAVA

EJÉRCITO RUSO

19 de septiembre de 1854: emboscada tendida

PRÍNCIPE ALEXANDER MENSHIKOV por Úl 17 División

20 de septiembre de 1854: batalÚl del Alma

Bakshiserai

Belbek

DE CHERSON

RUTA DE APROVISIONAMIENTO NAVAL

Marcha de flanco aliada para atacar Sebastopol por el sur

25 de septiembre de 1854: el grueso del Ejército ruso evacúa Sebastopol

26 de septiembre de 1854: los aliados cruzan el río Tchernaya por el puente de Tractir

LíNEAS BRITÁNICAS DE ASEDIO

26 de septiembre de 1854: los aliados toman BaÚlcÚlva y proceden a situarse en ÚlS alturas del sur de Sebastopol

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PRELUDIO DE LA BATALLA

Descendiendo de las colinas al este de Sebastopol, donde habían acampado durante la noche, las fuer­zas de lord Raglan cruzaron el Tchernaya por el puente de Tractir antes de avanzar sobre las coli­nas de Fedioukine y las alturas del Terraplén hacia el llano de Balaclava -zonas que figurarían de for­ma destacada en la batalla, un mes más tarde. Al ir por el sur del pequeño pueblo de Kadoi hacia Ba­laclava, Raglan fue batido por el fuego de un mor­tero del viejo fuerte genovés, que custodiaba la bo­cana del puerto. Cubriéndose apresuradamente, ordenó a los hombres de la Bri. de Inf. ocupar las alturas al este de Balaclava y tomar el fuerte, pero antes de poder hacerlo, las salvas de las flotas, que se habían acercado a tierra sin ser vistas, convencie­ron al comandante del fuerte para que se rindiera. Después de todo, salvaba el honor militar, ofrecien­do una resistencia simbólica.

De esta manera, los británicos tomaron posesión de la minúscula bahía, que sería su puerto de apro­visionamiento mientras duró la guerra de Crimea. Al día siguiente, los franceses comenzaron la ascen­sión a las tierras altas del sur de Sebastopol, toman­do los puertos de Kamisech y Kazatch, al oeste de la ciudad . Y, muy poco después, partieron para si­tiar Sebastopol, los franceses por la derecha y los in­gleses por la izquierda, con más tropas francesas y turcas protegiendo el flanco derecho, desde la sierra de Sapoune, 700 pies por encima del llano de Balaclava.

Balaclava

El puerto de Balaclava era pequeño, y difícil su ac­ceso por mar. Los buques que superaban su estre­cha entrada, debían luego maniobrar bruscamente a izquierda y derecha de los muelles que, aunque proyectados por ingenieros, seguían siendo funes­tamente inadecuados. Los puertos interior y exte­rior juntos medían sólo l. 200 yardas por 300 en la parte más ancha; y el complejo entero se parecía a una delgada <<j» con una pequeña extensión en for­ma de cola. Hacia el oeste, el terreno ascendía abruptamente; descargar por esa parte era imposi-

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ble. Solamente se podía usar un máximo de 600 yardas de frente marítimo, de una estrecha franja por el este. Después, una senda serpenteaba desde la entrada de la bahía, a través de una empinada garganta, hasta Kadikoi, a 754 pies sobre el nivel del mar, antes de girar hacia el oeste a lo largo del valle del sur, con una pendiente de 1: 15, a través del col de Balaclava hacia las tierras altas de Cher­son. En septiembre, era seguro ir a pie a lo largo de esa difícil senda. Nadie suponía tener que pasar allí el invierno, mucho menos dos inviernos. El re­ducido tamaño de Balaclava (en la que un sinnú­mero de barcos ingleses debían hacinarse para des­cargar y refugiarse) y la tortuosa senda por la que debían ascender los abastecimientos de alimentos y munición, equipo, caballos y hombres, no parecían inadecuados para una corta campaña. Sebastopol, seguramente, caería pronto.

En una prominencia rocosa, de 469 pies de alti­tud sobre el nivel del mar, que dominaba la entra­da al puerto de Balaclava, donde éste gira brusca­mente hacia la derecha, estaba el fuerte que ofre­ció una leve resistencia el 26 de septiembre. Al este de Balaclava y bajo el valle del Sur, estaban las ba­jas colinas que Raglan había ordenado ocupar a la Bri. de Inf. como preparación para el asalto al cas­tillo. De forma más bien optimista, se conocía local­mente al pico como monte Hiblak. Las colinas so-

~ Arriba: puerto de Balaclava. Vista del puerto anterior a 1855. En esta vista general aún no se aprecian las mejoras realizadas posteriormente.

Abajo: vista en detalle del atestado puerto y los inadecuados malecones. A pesar de la saturación del atracadero, se autorizó a lord Cardigan a atracar su yate en el puerto de Balaclava. Tenía la costumbre de dormir allí para evitar las incomodidades del campamento. Así lo hizo durante la noche del 24 al 25 de octubre y no estuvo, por tanto, con la Bri. Ligera al princiPio de la batalla de Balaclava.

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PRELUDIO DE LA BATALLA

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BALACLAVA 1854

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~ Sgto. del 2: de Dragones (Reales Británicos del Norte) - Los Scots Greys. Dos SQNs de este Rgto., al mando del Tcol. Henry Griffith, cargaron contra el centro del grueso de la caballería rusa, durante el ataque de la Bri. Pesada a las fuerzas del Gral. Ryzhov, cuando avanzaba por las alturas del TerraPlén hacia Kadikoi.

.... Oficial del 42 de Highlanders, Rgto. de la Bri. de Highland de la 1: Div. Británica de /nf., que descendió al valle del Norte desde la sierra de Sapoune, vía camino de Woronzov. Los Rgtos. 41 y 42 permanecieron en el llano bajo el mando de sir Colin Campbell, para reforzar las defensas de Balaclava después de la batalla .

A Cabo del 93 de Highlanders. Este Rgto. , a las órdenes de sir Colin Campbell, ocupó el mogote al norte de Kadikoi , desde el que se rechazó el ataque inicial de cuatro SQNs de la Cabo rusa, durante la acción de "la tenue linea raja n.

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~ Una vista más cercana de las defensas de Sebastopol, vista desde el centro de la línea aliada. Las rachas de humo a derecha e izquierda en la media distancia, muestran, respectivamente, a las Bías. francesas y británicas en acción. La gran edificación del centro es Fort Constantine, en el lado norte de la entrada al puerto. La flota británica se encuentra en el mar. Los carromatos del plano delantero, que se encaminan por la áspera senda, ilustran la dura línea de aprovisionamiento, que operaba en el otoño de 1854. Nótese, también, la mula de carga. (Sandhurst)

~ CG de Raglan. Lord Raglan estableció su CG en una granja, que poseía extensas dependencias, en las tierras altas de Cherson, próximas al Col de Balaclava. Situado detrás de los campamentos divisionarios británicos, el CG se encontraba a 4 millas de Balaclava. En esta escena, Raglan presidiendo la mesa, ocupado en lo que el artista llama "Consejo de Guerra». (Sandhurst)

~ Vista externa del CG de Raglan, en las tierras altas de Cherson. El artista trata de representar las constantes idas y venidas asociadas con un CG aliado, ocupado en dirigir las operaciones en un teatro de la guerra. (Sandhurst)

PRELUDIO DE LA BATALLA

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6ALACLAVA 1654

... El ce de Raglan se encuentra en el centro de la escena, siendo el gran edificio blanco la residencia del proPio Raglan. El humo a lo lejos representa a las Bías. francesas disparando a la iu¡uierda, las británicas en el centro. lAJlota británica está en el mar, más allá de Sebastopol. En

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primer Plano se encuentra el soldado de Art. a caballo del Cap. Brandling. Al fondo, a la derecha, otros campamentos divisionarios británicos. Justo detrás del soldado de Brandling, está el campamento de la Bri. Pesada, desde donde partiría Scarletl después de la batalla de Baladava. (Sandhurst)

... Vista de Sebastopol desde el extremo derecho de las trincheras británicas. Nótese el

~:~:7s~b1:1!e~d:t~n!ue era

posición central en las tierras altas. Los buques de guerra del puerto se

i~~;:nl~;~ :;;fo:~: el estaticas. (Sandhurst)

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bresalían una milla y media al noreste de otra gar­ganta, que las separaba de otras alturas que rodea­ban el pueblo de Kamara. Mas allá, a unas tres mi­llas al este, yace el valle del Baidar, donde se formó parte de la fuerza rusa comprometida en la batalla de Balaclava.

Paralelo al mar, inmediatamente al norte de Ka­dikoi, que se encuentra a una milla y tres cuartos por encima de la bocana del puerto de Balaclava, y

• Su Alteza el príncipe Alexander S. Menshikov. director de personal y almirante, Ce] de las fuerzas rusas de Crimea, Menshikov aseguró al zar que podría mantener la línea del río Alma, durante al menos tres semanas, para permitir el reforzamiento de las defensas de Sebastopol. Por consiguiente, tuvo que ocultar su fracaso a Nicolás 1. El zar, ansioso de evidencias de victoria, presionó a Menshikov, en contra de su mejor juicio,

a lanzar el ataque el 25 de octubre. El plan que ideó Menshikov era muy complicado y, cuando fracasó, de nuevo el Ce] engañó eficazmente al zar, en su posterior informe de operaciones. Más adelante, al no presentarle éxitos claros, el zar desPidió a Menshikov en febrero de 1855. (Warner)

PRELUDIO DE LA BATALLA

en ángulo recto, estaba el valle del Sur, de casi 40 millas de oeste a este y sólo una milla de norte a sur. A su vez, estaba limitado al norte por las altu­ras del Terraplén (de aproximadamente 300 pies de altura) a lo largo de las que discurre parte del recorrido del camino aterraplenado de Woronzov. A mitad de recorrido, este camino baja hasta el ad­yacente valle del Norte, antes de remontar las es­carpaduras de la sierra de Sapoune de camino a Se-

• Coro E.!. Todleben. Jefe de ingenieros en Sebastopol, era responsable princiPalmente de reforzar las defensas del sur, una vez quedó claro que los aliados intentaban atacar el puerto naval desde esa dirección. Sir George Cathcart presuntamente calificó las defensas de poco más que «una valla baja de parque», cuando llegó a las tierras altas de Cherson. Incluso si era una exageración, había entonces muy pocos reductos en buen estado de

reparación. Todleben trabajó con rapidez y con éxito, para conseguir defensas que desafiaran la potencia combinada de los aliados, durante casi un año. Después, los rusos se retirarían voluntariamente, por la bahía de Sebastopol, a los barrios periféricos del norte. (Selby)

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BALACLAVA 1854

basto po\. El valle del Norte (que va desde la sierra de Sapoune hasta otro grupo de colinas que li­mitan el río Tchernaya) se extiende tres millas de oeste a este y una milla y media de norte a sur, estando limitado al norte por una serie de peque­ñas elevaciones, llamadas en conjunto las colinas de Fedioukine.

En e! área de Chorgun, al nordeste del Tcherna­ya y al este de Kamara, se encontraba el Ejército ruso, que se había marchado de Sebastopo\. Si los flancos de las atrincheradas tropas aliadas necesita­ban la protección de tropas francesas y turcas adi­cionales, también Balaclava requería una atell.ción especia\. Sin refuerzos por esa ruta, e! esfuerzo bri­tánico se marchitaría, e! sitio aliado de Sebastopol fracasaría. Pero, en realidad, a causa de las enfer­medades y de la prioridad preferente de las opera­ciones de asedio, quedaban relativamente pocos hombres disponibles para la custodia de Balaclava contra posibles ataques rusos desde tres direccio­nes. Al igual que los aliados, el enemigo podía cru­zar e! Tchernaya (que discurre de norte a oeste hacia la bahía de Sebastopol , a unas cinco millas al este de Balaclava) por el puente de Tractir, avan­zando hacia el sur a través de las colinas de Fediou­kine y hacia el valle del Norte. Podían usar, sin em­bargo, cuaquiera de los dos vados aguas abajo del Tchernaya, pasar bajo el acueducto cercano y ga­nar acceso directo al extremo este del valle del Nor­te. Desde allí, podían caer sobre las alturas del Terraplén, antes de que pudieran descender re­fuerzos desde la sierra de Sapoune. En tercer lu­gar, quizás menos probable, debido a la naturaleza

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.. El Redan. Este grabado de la época muestra una de las principales defensas de Todleben (el Redan), desde una línea paralela

británica. Durante 1855, los británicos serían rechazados dos veces de él. (David Paul)

áspera del terreno, el enemigo podía atacar en fuer­za por el oeste, desde Kamara. La segu nda de estas opciones entrañaba el mayor peligro. Un avance por el puente de Tractir se detectaría con antela­ción suficiente como para permitir a las tropas el uso del col y los descensos del camino de Woron­zov desde las tierras altas con suficiente rapidez para bloquear e! camino. Pero el vado más septen­trional del final del valle de! Norte incluía en su in­terior el camino (poco más que una senda) de Ba­laclava a Bakshi Serai. El meridional, aunque más ancho y con acceso más empinado, conducía direc­tamente a las alturas del Terraplén y al camino de Woronzov, que lo culminaba.

Las defensas de los aliados

Se admitió rápidamente la posibilidad de un avan­ce enemigo al valle del Norte, y se construyeron seis reductos a lo largo de la cresta de las alturas del Terraplén. Los reductos se numeraron simple­mente del 1 al 6, de este a oeste. Cinco se exten­dían más de dos millas (y así resultaban separados escasamente 500 yardas, aunque el N." 4 quedaba a 800 yardas del N." 3) en ángulo recto con el puer­to de Balaclava. El sexto se encontraba en un pro­montorio aparte, a 500 metros sobre el nivel del

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.... Soldado del 17 Ligero de Dragones (Lanceros). Al mando del Cap. William Morris, amigo del desafortunado capitán Edward Nolan; los dos SQNs del 17 de Lanceros se encontraban a la izquierda de la primera línea durante la carga de la Bri. Ligera, inmediatamente detrás de lord Cardigan. Entre 1826 y 1837 mandó el Rgto. el que sería jefe de su Div. en Crimea, lord Lucan.

PRELUDIO DE LA BATALLA

"f Oficial del 6: de Dragones de Inniskilling. Los escuadrones de este Rgto., mandado por el Coro Henry White, atacaron el costado derecho del grueso de la Cabo rusa en la carga de la Bri. Pesada, cuando el enemigo avanzaba sobre Kadikoi, desde las alturas del Terraplén.

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BALACLAVA 1854

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.... Batería del Diamante. Titulado « Un día tranquilo», muestra la Bía. del «Diamante», cuya dotación del cañon de 68 libras era del HMS Diamante. El Cap. Peel se encuentra en el centro; el Cte. Burnet está detrás de él con el telescopio. Los cañones de 12 libras del HMS Diamante se usaron en los reductos de las alturas del Terraplén. (Sandhurst)

.... Bías. en acción. A diferencia del «día tranquilo» representado en el «Diamante», esto representa «un día caliente». En el extremo derecho, el camino de Woronzov (que discurría por las alturas del Terraplén y figuró de forma destacada en la batalla de Balaclava) conduce a la entrada del arroyo de los astilleros, en Sebastopol. La línea que recorre el centro es la Segunda Línea Paralela y

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en el extremo derecho se encuentra la molesta obra de defensa de Malakov. Cuando cayó, en septiembre de 1855, la parte de Sebastopol al sur de la bahía resultó comprometida, y los rusos se retiraron al norte de la bahía. (Sandhurst)

~ Noche tranquila en las Bías.; pero se nota el evidente frío. Los centinelas están embozados, los artilleros se calientan alrededor de una hoguera, y al fondo otras figuras se juntan para refugiarse del frío.

T No hay necesidad de arrimarse en busca de calor durante esta noche. Claramente es un trabajo ardiente. Obsérvese el destacamento de municionamiento, que llega por la derecha y los diferentes procesos del tiro, que se muestran en los tres cañones. (Sandhurst)

PRELUDIO DE LA BATALLA

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BALACLAVA 1854

• Defensas rusas. Las trincheras son las del ataque británico por la derecha, sobre las tierras altas delante de Sebastopol. Se muestran también tres obras de defensa de Todleben, que produjeron a los aliados muchas molestias y bajas.

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En el centro, con la bandera, está el Redan; en la colina de su derecha se encuentra el Malakov, y, en el extremo derecho, la obra plana sin bandera es el Mamelon. Las trincheras británicas, abastecidas desde Balaclava, distan unas 7 millas del puerto.

~ Defensas adelantadas . Esta representa a los cañones británicos frente a la obra defensiva del Mamelon (en el centro del plano del fondo) . El mortero más cercano de los dos es un arma de 10 pulgadas; el más alejado, de 13 pulgadas. En el

extremo derecho se encuentra la Bía. de Lancaster. Toda la munición y los pertrechos que aquí se muestran deberían haber sido traídos desde Balaclava. (Sandhurst)

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T De izquierda a derecha: oficial, soldado de la guardia , tambor y Sgto. portaestal/darte de las

guardias de Gral/aderos. El 3." BÓI/. de la s Guardias de Gral/aderos formaba parte de la Bri .

de Guardias de la l ." Div. del TG. SA R el duqu e de Cambridge, que llegó al llal/o de Balae/ava desde la

PRELUDIO DE LA BATALLA

sierra de Sapoul/e. después de fil/ali:ar la carga de la Bri. Ligera.

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BALACLAVA 1854

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EJÉRCITO BRITÁNICO (incluidos los turcos bajo su mando)

I DIV. DE CAB.

Comandante en jefe Mariscal de campo Lord Raglan

I I

4 DIV. DE INF. TG. conde de Lucan

Efectivos: 1.500 sables; 6 cañones de campaña TG. Sir George Cathcart Efectivos: 5.000 hombres

Brigada Pesada GB. Honorable James Scarlett

1 Rg. de Dragones (real) Los Reales: Teol John Yorke

2 Rg. de Dragones (británico real del norre) Los Seo es Greys: Teol Henry Griffirh

4 Rg. de Guardias de Dragones (irlandés real) T col Edward Hodge

5 Rg. de Guardias de Dragones (de la princesa Carlota de

Gales) Cte. Adolphus Burton

6 Rg. de Dragones (Inniskilling) T col Henry White

I I

Bri. ligera GD. Conde de Cardigan

4 Rg. Ligero de Dragones (el propio de la reina)

Teol. Lord George Paget

8 Rg. ligero de Dragones (Húsares) (irlandés real del rey)

Teol Frederick Shewell

11 Rg. de Húsares (el propio del príncipe Alberto)

T col iohn Douglas

13 Regimiento Ligero de Dragones Cap. iohn Oldham

17 Regimiento Ligero de Dragones (lanceros) Cap. Wi/liam Morris

1 Brigada GB. T. L. Goldie

20 Rgto.

21 Rgto.

57 Rgto.

68 Rgto.

1 DIV. DE INF. TG,SAR. Duque de Cambridge

Efectivos: 4000 hombres

I Brigada de Guardias

GD. H. J. W. Sentick 3 Bón. de Guardias de

Granaderos 1 Bón. de Guardias de

Coldstream 1 Bón. de Guardias de

Fusileros escoceses

Sri. de Highland

42 Rgto.

79 Rgto.

TOTAL DE EFECTIVOS ALIADOS DISPONIBLES: 20.000 hombres y 41 cañones

I

2 Brigada GB. A. W. Torrens

63 Rgto.

1 Bón. de la Bri. de Fusileros

46 Rgto. (dos Cias.)

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PRELUDIO DE LA BATALLA

ORDEN DE BATALLA DE LOS ALIADOS

Defensas exteriores (Alturas del Terraplén)

2 Bón,s. y medio de turcos

Efectivos: 1.500 hombres

9 cañones de Art. naval

I 1 BRI. DE CAB.

General d'Allonville Efectivos: 1500 sables

1 de Chasseurs d'Afrique

4 de Chasseurs d'Afrique

DEFENSAS DE BALACLAVA GD. Sir Colin Campbell

Defensas interiores (área de Kadikoi)

93 Rg. (seis Cia,s.)

1 Bón. de turcos

Efectivos: 2.500 hombres

Alturas del este de Baladava

1.200 marines 93 Rg.

(dos Cia,s.)

26 cañones (de Art. naval y de campaña)

EJÉRCITO FRANCÉS

Comandante en Jefe Gral F. C. Canrobert

I CUERPO DE OBSERVACiÓN

General P. J. F. Bosquet Efectivos: 4000 hombres

I I I

1 Brigada 2 Brigada Gral. Espinasse Gral. Vinoy

4 de Chasseurs 9 de Chasseurs

1 de Zouaves 20 de Línea

7 de Línea 27 de Línea

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BALACLAVA 1854

mar y era conocido como la colina de Canrobert, casi 1.000 yardas al sureste del reducto más orien­tal de las alturas del Terraplén y 200 pies por en­cima. El." 1 (en la colina de Canrobert) cubría en teoría cualquier movimiento de flanqueo alre­dedor de las alturas del Terraplén por el este, y su guarnición podía observar también movimientos en el área de Kamara, 2.000 yardas al sureste. De-

bid O a la urgencia de la situación, con los rusos su­puestamente preparados para atacar, antes de completar el asedio, los turcos construyeron los re­ductos rápidamente, bajo dirección inglesa. Se de­cía que el N." 2 se había construido en un día. Nin­guno era una formidable obra defensiva. Sólo cua­tro de ellos disponían de cañones navales de 12 libras, tres de los cuales estaban situados en el re-

Soldado n/so de illJalltería. Húsar del Rgto. de Illgermanland.

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~ Campamento de la 4: Div. Aunque representa las tierras altas de Cherson, desde donde partió sir George Cathcart con su Div. hacia el llano de Balaclava, el 25 de octubre de 1854, esta representación se refiere claramente a fechas posteriores. Las tiendas no se instalaron hasta 1855. Para entonces, Cathcart ya había muerto - en la batalla de Inkerman, el 5 de noviembre de 1854. (Sandhurst)

~ El crucial puente de Tractir, en una etapa posterior de la campaña. Constituía el mejor paso del río Tchernaya. Por él pasaron los aliados de camino a Balaclava, y muchas de las tropas destinadas a participar en la batalla de Balaclava, del 25 de octubre de 1854, lo cruzaron durante la oscuridad de las horas anteriores al amanecer. (Mollo)

~ Kadikoi . Escena posterior, pero de la zona general del pueblo de Kadikoi, mirando al sur, desde la dirección del otero en el que combatió "la tenue línea roja». Al fondo, la garganta de Balaclava. El paso de abastecimientos por la áspera senda (obsérvese cómo se hunden profundamente las ruedas del carromato), hacia el col de Balaclava, muestra lo vital que era esta ruta para las tropas británicas de las tierras altas de Cherson. (Selby)

PRELUDIO DE LA BATALLA

, .... 0,

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BALACLAVA 1854

ducto ." 1 Y dos en cada uno de los tres reductos siguientes. El N." 1 tenía un Bón. (escasamente 600 hombres) de turcos dentro o alrededor, los N." 2-4, medio Bón. Un suboficial de Art. británico estaba a cargo de cada uno de los cuatro reductos. Estas fortificaciones, con sus 1.500 hombres y nueve ca­ñones de 12 libras, comprendían las defensas ex­teriores de Balaclava.

Justo al norte de Kadikoi, cubriendo el acceso al

• Gral. Pierre Frant;ois JosePh Bosquet. Jefe divisionario francés durante la batalla del Alma, Bosquet consiguió moverse a la izquierda de la posición enemiga, próxima al mar Negro, cuando los británicos atacaron a la princiPal fuerza rusa de tierra adentro, en el camino a Sebastopol. Durante la batalla de Balaclava fue el jefe del «Cuerpo de Observación» francés, que guardaba el flanco derecho aliado en la sierra de

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Sapo une. Canrobert envió parte de estas fuerzas al llano. Al observar, desde las altas tierras, la carga de la Bri. Ligera, hizo su famoso comentario: «C'est magnifique, mais ce n'est pas la guerre». (David Paul)

principio de la garganta que conducía directamen­te a los astilleros de Balaclava, estaban desplegados en un prominente otero el 93 Regimiento de High­landers, menos dos compañías estacionadas en Ba­laclava y otras dos en las alturas al este del puerto, más un batallón de turcos. Aliado, la batería (Bia.) de Art. de campaña de seis piezas, del capitán (Cap.) Barker. En las alturas del monte Hiblak (re­bautizado más tarde como alturas de la Marina), inmediatas al este y nordeste de Balaclava, y pre­parados para hacer frente a un avance procedente de Kamara, se encontraban l.200 marines y las dos compañías (Cias.) destacadas del 93 . Las defensas internas de Kadikoi y del monte Hiblak se desarro­llaban en una semicircunferencia de tres millas de longitud. En total, manejados por personal de la Art. Real o de la Art. Naval, se incluían 26 caño­nes. Las dos defensas, interior y exterior, se encon­traban bajo el mando de sir Colin Campbell , que había guiado a la Bri . de Highland al río Alma y tenía una considerable experiencia de servicios ac­tivos en la India. El grueso del cuerpo de observa­ción francés del general Bosquet, estaba situado en la sierra de Sapoune, encima del llano de Balacla­va. Las cinco Divs. de Inf. estaban detrás de Bos­quet, en las tierras altas . En la bahía de Balaclava había una fragata y hasta 100 soldados se encon­traban de servicio, destacados en el pequeño puer­to.

En calidad de defensa móvil adicional , la Div. de Cabo británica, bajo el mando de lord Lucan , se en­contraba acampada debajo del reducto N." 6, en el extremo occidental del valle del Sur, una milla y media al noroeste de Kadikoi. Sus dos Bris. (que to­talizaban unos l.500 hombres) se encontraban pre­sentes,junto con la tropa de Art. a caballo, del Cap. Maude. La caballería no estaba bajo el mando de Campbell, lo que tenía sentido: la única responsa­bilidad de Campbell era defender Balaclava, mien­tras que la Cabo debía estar libre para actuar de for­ma independiente, si se requería.

Campbell no era feliz con esos arreglos. Cinco días antes de que fueran puestos a prueba, aun­que ligeramente aprensivo ante un posible ataque nocturno a los reductos, informó a Raglan : «Su­pongo que ahora estamos muy fuertes, al igual que seguros.» Sin embargo, ninguno de los reduc­tos sería capaz de resistir un asalto determinado, sin recibir rápidamente refuerzos, que sólo po­dían proceder de la Cab., bajo mando indepen­diente. Las tropas de las tierras altas de delante de Sebastopol no podrían alcanzar el llano a tiem­po de evitar el desastre.

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PRELUDIO DE LA BATALLA

I

ORDEN DE BATALLA RUSO Comandante en jefe

príncipe A. S. Men~hikov

Comandante local TG. P. P. liprandi

I I CABALLERíA COLUMNA DEL NORTE

Coro A. P. Skiuderi Efectivos: 4.000 hombres. 12 caño

COLUMNA DE LA IZQUIERDA DEL CENTRO

COLUMNA DE LA DERECHA DEL CENTRO TG. 1. 1. Ryzhov

Efectivos: 3.000 hombres. GD. K. R. Semiakin GD F. G. Levutski Efectivos: 3000 hombres. 16 cañones Rg. de Odesa

Rgto. de Kiev (ocho SQN.s.)

Rg. de Ingermanland (seis SQN.s.)

I de Cosacos del Ural (seis sotnias)

53 de Cosacos del Don (cuatro sotnias)

Bón. 4 de Fusileros (una Cia.)

Efectivos: 5.000 hombres. 10 caño

Rg. de Azov

Rg. del Dnieper (un Bón.)

Bón 4 de Fusileros (una Cia.)

8 cañones

Rg. de Ucrania (tres batallones)

COLUMNA DEL SUR GD. S. l. Gribbe

Efectivos: 3.000 hombres. 10 cañones

Rg. del Dnieper (tres Bón.s.)

Rg. Mixto de Ulanos (un SQN.)

60 de Cosacos del Don (dos sotnias)

SEGUNDO ESCALÓN DE APOYO

GD. P. O. Zhaboritski Efectivos: 5.000 hombres. 10 caño

Rg. de Vladimir

Rg. de Susdal

Bón. 6 de Fusileros (cuatro Cia.s.)

Rg. de Ingermanland (dos SQN.s.)

60 de Cosacos del Don (dos sotnias)

RESERVAS

Efectivos: 2.000 hombres. 12 cañones

Rg. Ucrania (un Bón.)

Bón. 4 de Fusileros (una Cia.)

Rg. Mixto de Ulanos (cinco SQN.s.)

TOTAL DE EFECTIVOS RUSOS DISPONIBLES: 25.000 hombres y 78 cañones I

La amenaza rusa

A través del Tchernaya, el príncipe Menshikov mandaba una formidable formación de tropas, que habían sido reforzadas por cuatro Rgs. de la 12 Div. de Inf. de l teniente general (TG) P.P. Li­prandis, procedente de la Besarabia. Otro Rg. de Inf., siete Bóns. más de Inf. y cinco Bias. de Art. habían llegado también a principios de octubre. La Cab., bajo el mando del TG 1.1. Ryzhov, había sido ampliada, de forma parecida, a dos Rgs. de húsares, dos de lanceros y dos de cosacos, con la Art. a caballo también bajo su mando. En total, el 24 de octubre de 1854, Menshikov controlaba unos 65.000 hombres, en un momento en que los

aliados tenían apenas más y estaban angustiados tratando de llevar el asedio a un rápido final. El grueso de las fuerzas se agrupaba en torno a Chor­gun: unos 25 Bóns. de Inf., 34 escuadrones (SQNs.) de Cab., y 78 cañones (20 .000 infantes, 3.400 jinetes y 2.300 artilleros). Incluyendo la Div. dé Cabo Británica, los marines, los turcos y los high­landers, los defensores de Balaclava totalizaban no más de 4.500 hombres; y tenían que custodiar el flanco abierto entre el puerto de aprovisionamien­to y el valle del Baidar, por medio de piquetes y patrullas.

Menshikov se dio pronto cuenta de que la de­bilidad de su enemigo en el flanco no era Bala­clava misma, con las alturas defend idas, prote-

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BALACLAVA 1854

giendo los accesos por el este, y con acceso inme­diato sólo a través de la estrecha garganta al sur de Kadikoi, sino las defensas exteriores de las al­turas del Terraplén y, más al sur, el pueblo de Ka­dikoi. Capturando éstos, los rusos cortarían las lí­neas de comunicación a los británicos. La clave era Kadikoi: con su pérdida, Balaclava carecería de valor para los aliados. Las patrullas rusas de reconocimiento del valle del Baidar, confirma­ron, los días 18 y 19 de octubre, la creencia de Menshikov, de que las defensas exteriores britá­nicas eran débiles. Contra éllas, por consiguien-

~ Barabanshchik (tambor) de un Rgto. ruso de infantería, en uniforme de gala, de verano, parecido al que llevaban las tropas rusas en Crimea.

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¡erras altas de Cherson

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PRELUDIO DE LA BATALLA

Defensa de Balaclava y plan ruso

Vladimir RESERVAS 11

Ucrania Susdal

Fusileros Fusileros

..J 11

..J Ulanos ..J Colinas de Fedioukine ~,

Brigada/, Ligera CqlJ}l

CARDlGAN rJo Oé O Ifo¡¡ Heducto N.' 4

Reducto N.' 6 o/J<,ov O

Brigada Pesada LUCAN

ARLETI

KadikoSJ

Reducto N.' 5

," 93

CAMPBELL

O Reducto

V t? II e (jel S

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Turcos e

D~v,

Reducto N.' 1", Colina de ':~ ~L v Canrobert

9"'b,I, 11

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11

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lanos

o 0.25 0.5 0.75 1 Milla I o 0.5 1.5 Km

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BALACLAVA 1854

te, planeó un ataque por tres ramales, que enco­mendó a Liprandi.

En el costado izquierdo ruso (el ramal del sur), el general de división (GD) S. l. Gribbe, tenía que avanzar hacia el oeste con tres Bóns. del Rg. de Inf. del Dnieper, parte de un Rg. mixto de ula­nos (lanceros) (formado por las reservas estable­cidas para potenciar otras unidades de la Cabo Li­gera), algunos cosacos y apoyo de Art. La Inf. to­maría el pueblo de Kamara (2 millas y media al este de Kadikoi) y las tierras altas circundantes, mientras la Cabo invadiría un monasterio más al sur, donde se encontraban los piquetes británi­cos. Después, se ejercería presión directa sobre el reducto N." 1.

En el centro, el GD K. R. Semiakin cruzaría el

• TG. P. P. Liprandi. Jefe de la 12 Div. de Inf. rusa, Liprandi coordinó el ataque por tres ramales sobre el río Tchernaya, el 25 de octubre de 1854. Fue responsable de la ejecución, no de la formulación, del Plan de operaciones. Más aún, no tuvo culPa de que la Cabo rusa actuara de forma tan indecisa durante la batalla de Balaclava. Capturó las defensas exteriores de Balaclava, infligió una clara derrota a la Bri.

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Ligera -si se sigue el criterio de atribuir el éxito considerando las pérdidas de caballos y hombres- y ganó terreno. Su informe de la operación (mejorado más tarde por Menshikov) era optimista. Pero, en general, podía estar satisfecho de los logros del día. Liprandi mandaría posteriormente, durante la campaña, un cuerpo de ejército. (Selby)

Tchernaya desde Chorgun, una milla más al norte, hacia Kadikoi. Esta fuerza constaría de dos colum­nas: el mismo Semiakin mandaría la de la izquier­da, con el Rg. de Azov y un Bón. del Dnieper más apoyo de Art.; el GD F. G. Levutski se haría cargo mientras tanto de la columna derecha del Rg. de Ucrania y ocho cañones. Estas tropas cruzarían el Tchernaya al este del valle del Norte y converge­rían sobre los reductos 1 y 2.

El ramal del norte (la derecha rusa), mandado por el Coro A. P. Skiuderi y que comprendía el Rg. de Odessa, el 53 Rg. de cosacos del Don, con apo­yo de Art., empujaría a los piquetes británicos del puente de Tractir y avanzaría hacia el reducto N.O 3. En su intervención, Ryzhov tenía que avanzar con un Rg. de cosacos del Ural y dos Bías de Art.

• GD K. R. Semiakin. Jefe de una Bri. de la 12 Div. de Inf., Semiakin mandó las fuerzas del centro del ataque por tres ramales, durante la batalla de Balaclava. Con una fuerza conjunta de nueve Bóns. de Inf., con apoyo artillero, él y el GD Levutski cruzaron el Tchernaya, desde Chorgun, hacia los reductos N.' 1 Y 2 de las alturas del TerraPlén. Semiakin asaltó la colina de Canrobert con los cinco Bóns. que tenía bajo

mando directo, siendo, como consecuencia, responsable en gran medida de la conducción de la línea exterior de las defensas de Balaclava. Ascendido después de que los británicos fueran rechazados del Redan, en junio de 1855, Semiakin mandaría las fuerzas rusas de la ciudad vieja de Sebastopol durante el ataque aliado final, en septiembre. (Selby)

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-de hecho, el grueso de la Cabo Una vez que se hu­bieran tomado los reductos, Ryzhov atacaría las po­siciones británicas de los alrededores de Kadikoi. Sin embargo, inicialmente se concentraría en el ex­tremo oriental del valle del Norte para esperar ór­denes posteriores. Detrás de Ryzhov quedaban un Bón. del Rg. de Ucrania, una Cia. de fusileros y una Bia. de campaña para custodiar el crucial puente de Tractir. No había otras reservas de disposición rápida.

Para proteger el flanco derecho de todo el ata­que contra interferencias de tropas de la sierra de Sapoune, el GD O. P. Zhaboritski tenía que mover una fuerza conjunta de Inf., Cabo y Art. de unos 5000 hombres desde el Tchernaya, para ocupar las colinas de Fedioukine.

.. GD F. G. Levutski. Jefe de una Bri. de la 12 Div. de Inf., Levutski mandó cuatro Bóns. de Inf. y una Bía. de campaña de ocho piezas, formando parte de las fuerzas del centro, durante el ataque por el Tchernaya hacia Kadikoi, el 25 de octubre. Bajo el control del GD Semiakin, y en cooperación con él, atacó las alturas del Terraplén y desplegó a sus hombres ocupando el camino de Woronzov, que discurría por las alturas,

después de que huyeran las guarniciones turcas. Sus cañones se contaban entre los que hicieron fuego, con gran efectividad, sobre la Bri. Ligera durante su avance por el valle del Norte. (Selby)

PRELUDIO DE LA BATALLA

Todas estas tropas comenzaron a avanzar a me­dida que llegaba la oscuridad. Liprandi vigiló mien­tras el ramal del norte cruzaba el puente de Trac­tir; después se dirigió hacia el sur, al extremo orien­tal del valle del Norte y luego al valle del Baidar para dar ánimos a otras fuerzas .

Al final de la tarde del 24 de octubre, un espía aportó detalles de los planes de Liprandi al co­mandante turco, Rustem Pasha: 25.000 hombres atacarían la mañana siguiente. Tras examinar cui­dadosamente las evidencias , lord Lucan y sir Colin Campbell estimaron que la información era auténtica. Alertaron a lord Raglan en su CG, por medio de una carta que le llevó uno de los ayu­dantes de campo de Lucan (su hijo, lord Bing­ham). Desgraciadamente, un informe similar ha-

.. Coronel príncipe A. V . Obolenski. Jefe de la Bía. de Cosacos del Don, cuyos ocho cañones se replegaron al extremo este del valle del Norte, Obolenski se encontraba hablando con el jefe de la Cab., el TG 1. 1. Ryzhov, pasadas las 11 de la mañana del 25 de octubre, cuando sus artilleros detectaron la aproximación de la Bri. Ligera. Antes de ser abatida, su batería causó considerables daños en las filas británicas. No

huyeron todos los artilleros, y se hicieron esfuerzos desesperados para salvar los cañones, que no fueron capturados por los británicos y, por lo tanto, Obolenski puáo alegar una acción relativamente afortunada. (Selby)

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hía lIeg:lIlu 1I 11 0S día~ antes).el ~ l de octubre, Raglan [JO emprendió acción alguna. Al parecer, ¡.OOO hombres de la 1: Div. Bmánlea habían dcs- al rL~ibir el mlormc del espía turco. poe? antes de (endido al llano en tamo la Div. de Cah. s~lí~ d ll - med ianoche. smperhú III;¡~ IIlful"IlIauúlI falsa. ra n~(· 1J1l ~ Il.oche ;lIlIarg'lmeT.I1(· fría, en la que un «Mil) bien_, murmu ró. :\1 amanl.'Cer d el 25 de oc­ofiCIal munú a tonSCcucnClJ de la exposición tubre, todo distaría mucho de lIIarchar bicn. h· Todo lilc en \'<l no: no ocur rió nada mah En ,~~1.1 ub.111 a pUlllll de ]J rudllcine lo, pri meros dispa ­()(a.liólI, dU I":ln!¡·la lIud,e del 21 a125 deoC1ubre. ros de la batalla de Balada"a

Ofiriol suba/lerno dr/a., í.ha.',..."n d"Af,iq"" fralla.... Ofiria/turca.

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1.a FASE , CAlDA DE LOS REDUCTOS

El 25 de octubre a las 5 de la mañana, una hora an­tes del amanecer, la Div. de Cabo británica estaba ya a caballo. Los campamentos de las dos Bris. se en­contraban próximos, en el valle del Sur, debajo del reducto N." 6, la Bri. Pesada ligeramente más cerca de las alturas del Terraplén y al nordeste de la Bri. Ligera.

Dejando los SQNs preparados, lord Lucan con su EM y lord George Paget, de la Bri. Ligera, cru­zaron el valle del Sur a medio galope, en dirección a los altos de Kamara, donde se encontraba situado un piquete de Cabo Cuando el cielo se iluminó por el este, un oficial de EM señaló dos banderas, una por encima de la otra, que ondeaban sobre el re­ducto N." 1, en la colina de Canrobert, era la señal de «enemigo avanzando». Casi simultáneamente, cuando las banderas se hicieron más perceptibles, se escuchó un .cañonazo procedente del reducto. Eso disipaba cualquier duda dilatoria. La fortifica­ción se encontraba bajo ataque. El ayudante de campo de Lucan picó espuelas hacia el CG de la Div. , mientras Paget regresaba a la Bri. Ligera, a cuyo mando se encontraba, hasta que volviera lord Cardigan, tras haber pasado la noche en su yate, en el puerto de Balaclava.

Una vez reunido con sir Colin Campbell, Lucan permaneció en la parte este del valle del Sur y am­bos oficiales comenzaron a evaluar la situación. Es­timando que aquello no se trataba de una incursión de hostigamiento, Lucan envió al Cap. Charteris a avisar a lord Raglan a las tierras altas de Cherson. Campbell regresó donde estaban sus tropas, cerca de Kadikoi y Lucan volvió grupas hacia el oeste una vez más. Dejando la Bri. Ligera en reserva, Lucan retrasó la Bri. Pesada hacia el este. Sin intención de empeñarse con la lnf. enemiga, maniobró con la Bri. de manera ostentosa, confiando en disuadir a los rusos de seguir avanzando, en tanto que el Cap. se llevaba sus seis cañones de campaña a las alturas del Terraplén, a la derecha del reducto N." 3. Des­graciadamente, el enemigo no resultó ni impresio­nado, ni disuadido.

Casi en el mismo preciso momento en que la Cabo inglesa montaba a caballo, comenzaba el ataque ruso. Gribbe conducía a los tres Bóns. del Dnieper, lanceros, cosacos, seis piezas ligeras de campaña y cuatro cañones pesados, desde el valle del Baidar hacia Kamara, según lo planeado. Una hora más tarde, tras coger a los piquetes por sorpresa, esta­ban en posesión de Kamara y, aún peor, del terre­no elevado de los alrededores, que miraba al valle del Sur. En el centro, con cuatro Bóns. del Rg. de -Azov, el 4." Bón. del Rg. del Dnieper, una Cia. de fusiles y la misma fuerza arti llera que Gribbe, Se­miakin ganaba las laderas norte y nordeste del re­ducto N." 1, sin oposición. A su derecha, los tres Bóns. de Ucrania de Levutski marchaban sobre el reducto N." 2, al tiempo que su cañón abría fuego sobre los reductos N." 2 Y 3. Tras cruzar el puente de Tractir, encabezando el ramal del sur, Skiuderi se dirigió hacia el reducto N." 3, con los cuatro Bóns. de Odessa, tres SQNs. de cosacos y una Bia. de campaña. Menshikov, podía estar, con mucho, satisfecho con la progresión. Todos se ajustaban al horario.

Cuando Levutski comenzó a bombardear los re­ductos 2 y 3, a las seis de la mañana, Gribbe apun­taba sus diez cañones desde el filo de los altos de Kamara, al reducto N." 1. Más al norte, se les unie­ron los diez cañones de Semiakin. A cubierto de esta barrera de fuego, los 600 turcos, tras su bajo para­peto con su importante saliente hacia el nordeste , veían ocho Bóns. de 1nf. que convergían sobre ellos desde el norte y el este. Los defensores no habían servido a la causa, al no limpiar de arbustos y ma­torrales los alrededores del reducto, lo que propor­cionó una valiosa cubierta a los atacantes preceden­tes. Cuando avanzaba la lnf. de Gribbe y Semiakin, recibió fuego (aparte de disparos optimistas de ar­mas individuales en alcance máximo) de exacta­mente once cañones aliados: cinco de los reductos 1 y 2, Y la Bia. de campaña de Maude. Sin embar­go, pronto se retiró la Bia. de Maude. El mismo co­mandante resultó «horriblemente herido», en pala-

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BALACLAVA 1854

bras de un testigo ocular, cuando una granada des­trozó las entrañas de su caballo. Sus tiradores te­nían poca munición -en su prisa por entrar en ac­ción, no se habían llevado los armones al completo. Al saber que sólo había munición suficiente para una pieza, Lucan ordenó retirar la Bia.

La posición del reducto N." 1 no era peligrosa. Incapaces de competir con el fuego enemigo, los turcos se retiraron al relativamente iridemne extre­mo occidental de la fortificación , a esperar el inevi­table asalto de la Inf. No tardaría en llegar. Desple­gando sus fusileros durante el avance y b~o la pro­tección de su Art., Semiakin dirigió personalmente el asalto a la colina de Canrobert. Al principio, en­vió tres Bóns. del Rgto. de Azov en dos líneas, se­paradas 100 yardas, seguidas por una tercera línea que comprendía el Bón. restante de Azov y uno del Rg. del Dnieper, 150 yardas más atrás. Después de ascender continuamente bajo un fuego inconexo, a 100 yardas de la cima, cargaron contra la obra de­fensiva. Al encontrar poca resistencia, los Bóns. irrumpieron por el poco profundo foso y el bajo pa­rapeto. Allí, los restos de la guarnición turca fueron arrasados. Informes acerca de una resistencia esca­sa y «no mucha decisión» dentro del reducto, su­gieren que muchos de los 170 muertos pudieron ser simplemente, en términos bíblicos, pasados por la espada. Antes de escapar, el Sub. inglés al man­do del reducto, se las arregló para clavar los tres ca­ñones, de manera que no se les pudiera dar la vuel­ta y usarlos los rusos contra los aliados. Sin embar­go, a las 7:30 de la mañana, se izaba la bandera de Azov. La primera de las fortificaciones exteriores de Balaclava había caído.

Sólo la Bia. de campaña de Maude había acudi­do en auxilio de los turcos, con muy pequeño efec­to real. Ni la Inf. ni la Cabo hicieron un gesto serio de ayuda. Enfrentados al avance de Levutski y a los ocho Bóns. de Skiuderi, apoyados por Art. y Cab., las guarniciones de los otros tres reductos defendi­dos pusieron pies en polvorosa -escaparon, como señaló un observador, «con sus mantas y el resto de sus sencillos tesoros de campaña ... Caminando ha­cia el oeste con los fardos a cuestas, parecían más una tribu en emigración que tropas en retirada». Las granadas rusas y la Cabo cosaca les hostigaban en su marcha, derribando a muchos, aunque la Bri. Pesada de Scarlett avanzó para cubrirles. La única compensación fue que, como en el reducto 1, los Subs. británicos clavaron los seis cañones de 12 li­bras.

Tras desmontar los dos cañones del reducto N." 4 Y despeñar sus partes rotas por las laderas de las

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alturas del Terraplén, los rusos abandonaron la for­tificación para concentrarse en los reductos 1-3. Bajo el fuego de la Inf. rusa, instalada así en las al­turas del Terraplén y próxima a la garganta de Ka­dikoi, donde se encontraba peligrosamente cerca de las defensas interiores, buscando golpear a los rusos, Lucan retiró su Div. al oeste, debajo de los reductos 4 y 5. En teoría, sería capaz de arreglár­selas contra cualquier ataque de la Cabo rusa al va­lle del Sur, desde las alturas del Terraplén, cargan­do contra su flanco.

Hacia las 8:30 de la mañana, sin embargo, las de­fensas exteriores de Balaclava habían caído, sin duda (teniendo en cuenta que los reductos 5 y 6 no estaban habitados). Como indicó un testigo ocular, se había cerrado «una página penosa para la histo­ria militar de Inglaterra».

~ Gral. Fram;ois Certain Canrobert. Canrobert se convirtió en Ce] francés en Crimea tras la muerte del mariscal Sto Arnaud, en septiembre de 1854, del que había sido lugarteniente. Canrobert acompañó a lord Raglan cuando efectuó el reconocimiento de la costa de Crimea, que culminó con la elección de la bahía de Calamita para el desembarco aliado. Nunca feliz con el mando de las fuerzas francesas, dimitiría de su cargo en favor del Gral. Pélissier. Dio nombre a la colina en la que se construyó el reducto N: 1, detrás de las alturas del Terraplén, que sufrió el primer ataque ruso durante la batalla de Balaclava. En esa batalla,

estimando rápidamente el peligro en que encontraban las líneas de comunicación británicas, envió en su ayuda a la Inf. y a la Cabo francesas de las tierras altas. (David Paul)

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2.° FASE , LA TENUE LINEA ROJA

Antes de la captura del reducto N." 2, Y alertado por el ayudante de campo de Lucan del avance enemigo, lord Raglan había tomado posiciones en el borde de la sierra de Sapoune que daba al llano de Balaclava. Incapaz de ver el verdadero alcance de la amenaza rusa, a causa uel ondulado terreno distante, estaba inquieto, pensando que el enemi­go podía estar llevando a cabo un elaborado falso ataque. Quizás el príncipe Menshikov pretendía que retirara sus tropas de las líneas de asedio ha­cia Kamara; luego, tendría lugar el asalto princi­pal, cuando más tropas rusas salieran en tromba de Sebastopol para atacar las tierras altas de Cher­son.

Raglan, por tanto, ordenó, con cierta reticencia, que la l." Div. (duque de Cambridge) y la 4." Div. (sir George Cathcart) descendieran desde la sierra al llano. Cathcart, en especial, reaccionó con len-

titud, ya que había sido víctima desgraciada, en circunstancias parecidas , de la falsa alarma del 21 de octubre. Cambridge, acampado cerca de Sebas­topol , tenía que ir más lejos. Ninguno de los dos llegaría al campo de batalla antes de las 10:30. Para entonces, se habían acabado tres de las cua­tro fases de la batalla y ninguna Div. estaba en si­tuación de influir en la cuarta. Al mismo tiempo, envió órdenes (como garantía) a Cambrige y Cath­cart, de que el comandante en jefe advertía a sir Richard England Uefe de la 3: Div.) que~e pro­tegiera contra una incursión por sorpresa desde Sebastopol.

Evaluando independientemente la amenaza a las líneas de comunicación británicas, el comandante en jefe francés (Gral. Canrobert, tras la muerte de St. Arnaud) envió dos Bris. del cuerpo de observa­ción, vía el col, al valle del Sur. Después que una de ellas recorriera una corta distancia, se la hizo re­gresar; y las dos formaciones francesas tomaron posiciones en el extremo occidental del valle del Sur, bajo las tierras altas de Cherson. Canrobert ordenó también que ocho SQNs de Chasseurs d'A­frique, bajo el mando del Gral. d'Allonville , des­cendieran de las tierras altas al llano. Al hacerlo, Raglan se alarmó por la posición arriesgada de la Div. de Cabo de Lucan. Envió al Cap. Wetherall para que la retirara más al oeste, a la izquierda de la seguna línea de los reductos ocupados por los turcos. Bajo la dirección de Wetherall, Lucan reti­ró sus Bris. al socaire de la sierra de Sapoune, más allá del reducto N." 6.

Entretanto, Liprandi se había reforzado más con la llegada de la fuerza de Zhaboritski, que había avanzado a las colinas de Fedioukine. Ahora tenía unos 25.000 hombres y 78 cañones a su disposi­ción. De vital importancia para la 2." fase de la ba­talla fueron las unidades de Cabo al mando de Ryzhov, que con su apoyo de Art. estaban desple­gadas a lo ancho del valle del Norte , con el flanco derecho apoyado en las colinas de Fedioukine, el izquierdo en las laderas inferiores de las alturas del

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Terraplén, bajo los reductos capturados. Poco des­pués de las 8:30, Liprandi ordenó a Ryzhov que condujera sus catorce SQNs. de húsares y un Rg. de cosacos, más otros tres SQNs del 53 Rg. de co­sacos del Don (unos 2.300 jinetes) «contra el cam­pamento enemigo». El significado preciso de esa orden no estaba claro: algunos oficiales pensaban que su objetivo era un parque de Art. próximo a

• GD sir Colin Campbell. De origen escocés humilde, sir Colin Campbell se había distinguido durante las guerras francesa y napoleónicas - con sir ]ohn Moore, en Walcheren y en la Península-o Marchó posteriormente a las Indias orientales, China e India. Mandó la Bri. Highland en la batalla del Alma y se le designó para hacerse cargo

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de las defensas de Balaclava, puesto que

I ocupó el 25 de octubre de 1854. Más tarde, durante la campaña, mandaría la l .' Div. Tras la guerra de Crimea, se convertiría en Ce] de las fuerzas de la India, donde aPlastó el motín indio, ror lo que se le concedió e título de barón de Clyde. (Selby)

«La tenue línea roja»

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LA TENUE LíNEA ROJA

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BALACLAVA 1854

Kadikoi: otros, las líneas de comunicación británi­cas. Un asalto directo a la misma Balaclava, sin em­bargo, se descartaba del todo. Ryzhov no tenía apoyo de lnf.; y se mostraba preocupado en extre­mo por la posible presencia de lnf. apostada en su camino. Como demostrarían los acontecimientos, sus temores de la lnf. eran infundados.

Mientras Ryzhov galopaba por el valle del Nor­te , Campbell terminaba las defensas en torno a Kadikoi. Las dos Cias. del 93, que habían estado en Balaclava, se habían reunido ahora con las otras seis en el otero del norte del pueblo, que se­ría llamado posteriormente «mogote de Suther­land». Así, 550 highlanders de Sutherland se des­plegaron en la cresta, junto con unos cuarenta hombres destacados de servicio en Balaclava, ins­truidos por dos emprendedores oficiales de las guardias, para aumentar las cifras. Aproximada­mente 100 inválidos al mando del Cor. Daveney, que se encontraba de camino a Balaclava desde los campamentos divisionarios de delante de Sebas­topol, se aprestaron al servicio y tomaron posicio­nes a la izquierda del 93. Campbell ya tenía un BÓn. turco bajo su mando y, reagrupando a mu­chos de los que escapaban de los reductos, formó un 2." Bón. ad hoc . Después desplegó un Bón. tur­co a la derecha y otro a la izquierda de su fuerza británica central. Los seis cañones de campaña de Barker estaban cerca, y se podría solicitar el apo­yo de dos de los cañones de largo alcance de las defensas interiores . La lnf. de Campbell com­prendía en total unos 700 británicos y 1.000 tur­cos. Sobre ellos descansaba el control da la gar­ganta que conducía directamente a Balaclava.

Antes de que apareciera la Cabo rusa, granadas lanzadas desde las alturas del Terraplén hirieron a dos highlanders, y Campbell retiró sus tropas bri­tánicas a la contrapendiente del otero. De esta ma­nera quedaban fuera de la vista de la Cabo rusa, aún cuando tendrían que remontar las alturas del Terraplén para penetrar en el valle del Sur.

Mientras tanto, cabalgando por el valle del Nor­te , Ryzhov destacó cuatro SQNs. de húsares, a tra­vés de las alturas del Terraplén, al este del reduc­to número 4, hacia Kadikoi. Cuando se encontra­ban a unas 1000 yardas del pueblo, Campbell man­dó retroceder al 93 y a otros soldados británicos a la cima de la rampa, donde "la tenue línea roja» (como pasaría a la posteridad) formó en dos filas, en lugar del más tradicional cuadrado, frente a la caballería. No obstante, los flancos se encontraban peligrosamente expuestos -confundidos por la rápida aparición de la Cabo enemiga, que cayó so-

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bre ellos en aparente fuerza, y viendo la retirada de la lnf. británica de la cresta del otero bajo fue­go, muchos turcos sintieron pánico una vez más y escaparon hacia Balaclava. Los pocos que se que­daron atrás fueron reagrupados por Campbell, que insistentemente se dirigía a su pequeña fuerza mientras recorría la línea: «i Recordad que no hay retirada de aquí, hombres. Debeis morir donde es­táis! »

Aproximándose por el nor-nordeste, y sujetos ya al fuego pesado de los ingleses (principalmen­te fuego graneado de la batería de Barker), vien­do a los highlanders surgir rápida y dramáticamen­te del terreno alto, inmediatamente delante, los rusos titubearon. Podían sospechar una embosca­da, creyendo que más tropas estaban a punto de caer sobre ellos. Su vacilación incitó a los highlan­ders hacia delante, gritando como anticipo de una carga. A Campbell no se le ocurrió nada mejor que ceder ese ápice de ventaja. «iNoventa y tres! iNoventa y tres! iMalditas sean esas ansias! », gri­taba para detenerles. Al hacer eso, aunque enco­lerizados en extremo, los highlanders aflojaron su feroz empuje. Ni un solo enemigo cayó de la si­lla, pero hombres y caballos resultaron heridos claramente, y los rusos viraron a la izquierda. Al hacerlo , amenazaban el débil flanco derecho de Campbell. Al notar el peligro, Campbell enmen­dó p~ra lanzar una segunda carga contra los ru­sos. Estos, entonces, giraron más a la izquierda, lejos de Kadikoi , y comenzaron a retirarse en de­sorden. Olvidando momentáneamente el triste estado de su vencido enemigo, algunos de los de­fensores contemplaron un divertido episodio. Cerca de Kadikoi, un turco que había salido de es­tampida, era vapuleado e insultado verbalmente por la formidable y enfadada mujer de un solda­do. En palabras de un escritor sobre la Guerra de Crimea, A. W. Kinglake, «los hombres del 93 pu­dieron presenciar este incidente. Les agradó so­bremanera».

Así fue la retirada de los rusos. Cualquier cosa que hubieran pretendido hacer los cuatro SQNs -capturar el mítico parque de Art., interferir las líneas de comunicación o tomar Kadikoi- había fracasado clara y humillantemente, derrotados por una dispar colección de robustos infantes, inváli­dos y unos cuantos turcos, apoyados muy de cerca por una sola Bia. de campaña. las defensas interio­res de Balaclava habían resistido. Poco después de las 9 de la mañana, había concluido la segunda fase de la batalla de Balaclava. Esta vez, los británicos habían ganado.

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3.a FASE LA CARGA DE LA BRIGADA PESADA

Observando el avance de la caballería rusa hacia Kadikoi desde su posición ventajosa sobre el cam­po de batalla, lord Raglan vio que los turcos del flanco de Campbell comenzaban a titubear. Por lo tanto envió un mensaje a lord Lucan , a la nueva posición de la Div. de Caballería, bajo la sierra de Sapoune, urgiéndole a apoyar activamente a Campbell. Lucan, a su vez, ordenó a Scarlett que llevara cuatro SQNs. de la Bri. Pesada a Kadikoi. Sin que los dos oficiales lo supieran, Scarlett esta­ba a punto de iniciar su primera batalla a los 55 años. En su transcurso, él y su Bri. se cubrirían de gloria.

El avance ruso

Todavía avanzando hacia el oeste por el valle del Norte, después de destacar a los cuatro SQNs. de húsares y a los cosacos a Kadikoi, Ryzhov se vio bajo el fuego de las Bias. aliadas que le dispara­ban desde la sierra de Sapoune. Sin embargo, jus­to cerca del reducto número 5, giró su poderoso cuerpo de Cabo hacia la izquierda, al valle del Sur, dirigíendose a Kadikoi por el norte. Según una fuente rusa «como Murat» (arrojado líder de la Cabo de Napoleón), Ryzhov conducía el avance personalmente , sin dignarse , incluso, a desenvai­nar su espada. Tras él, el Rg. de Ingermanland formaba la primera línea en orden de combate; en segunda línea, cabalgaba el Rg. de Kiev en colum­na de ataque. Los cosacos cubrían los flancos. En reserva iba otro Rg. de cosacos, permaneciendo el adicional Rg. mixto de ulanos bajo el control di­recto de Liprandi.

Al trote por las alturas del Terraplén , Ryzhov vio a Scarlett cruzar el frente. Entonces la Bri. Pe­sada viró a su encuentro . A poco menos de 500 yardas de su enemigo, mientras descendía por la ladera, Ryzhov se dio cuenta de que los británicos se preparaban para atacar. Mientras tanto, Li­prandi, o bien presintiendo el peligro o, más pro­bablemente, viendo una oportunidad de eliminar

a una fuerza enemiga inferior, envió a la batalla a los cosacos de reserva. A galope tendido y mante­niendo su «perdurable alarido», continuaron su lí­nea separada de avance, a unas 200 yardas a la iz­quierda de Ryzhov, desde donde no podrían in­fluir realmente en el conflicto. Para entonces, la Art. británica del área de Kadikoi afinaba la pun­tería sobre las filas rusas.

Mientras esto sucedía, Scarlett desplegaba su pequeña fuerza para el ataque. Entonces, inexpli­cablemente, Ryzhov detuvo el grueso de sus fuer­zas a sólo 100 yardas de la Bri. Pesada. Después diría que necesitó reorganizar sus Rgs. de húsares costado a costado, en vista de la extensa línea que estaba formando Scarlett. Quizás fuera así. Sin embargo, indudablemente dio la oportunidad a Scarlett de cargar contra una fuerza superior mientras permanecía estacionaria.

Despliegue de la Brigada Pesada

El jefe de la Bri. Pesada había tenido un terreno difícil de superar tras abandonar su posición bajo la sierra de Sapoune para ir hacia el este. Además de la naturaleza quebrada de las laderas inferio­res de las alturas del Terraplén, por las que se de­bían mover los SQNs, había dos obstáculos prin­cipales. Justo al sur del reducto N." 6, había un ex­tenso viñedo «<plantación», en algunos sitios) va­llado, por cuyos límites debería pasar Scarlett. Esto retrasaría claramente su avance. Al este de esa zona estaba el campamento de la Bri. Ligera, que había sido abandonado precipitadamente por la mañana temprano. Todavía quedaban tiendas montadas, en tanto permanecían las cuerdas de los piquetes y unos cuantos animales enfermos, amarrados. No era sitio para librar batalla, cuan­to más una batalla en que la Cabo tendría que em­prender camino monte arriba, contra fuerzas más numerosas.

Scarlett había avanzado con sus SQNs en dos co­lumnas paralelas a las alturas del Terraplén y a

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BALACLAVA 1 B54

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DE OBSERVACiÓN IZI FRANCESA

Reducto N.o 5 (INACABADO)

BOSQUET

el) Se envían en ayuda de Campbell a ocho SQN de Scarlett, de la Bri. Pesada británica

Reducto N.o 6 (INACABADO)

® La carga de la Bri. Pesada destroza a la Caballería rusa

xx

BRITÁNICA ~ HEAVY

LUCAN

(j) Cuatro SQNs de húsares rusos, destacados para avanzar hacia Kadikoi

x

BRITÁNICA ~ LIGERA

Cardigan 54

® x

BRITÁNICA ~ PESADA

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xx

RUSA~ RYZHOV·

@ Avanza el grueso de la Cabo rusa, al mando del Gral. Ryzhov, después se detiene

Kadikoi

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COLINAS DE FEDIOUKINE

VALLE DEL NORTE

Reducto N.o 3 Reducto N.o 4 (CAPTURADO POR LOS RUSOS)

LA CARGA DE LA BRIGADA PESADA

Zona principal de las alturas del terraplén tomada por las columnas rusas de Skiuderi

~ ____ _____ Reducto N.O 2 (CAPTURADO POR LOS RUSOS)

Reducto N.o 1 ~-------- EN CANROBERTS CAPTURADO

POR LOS RUSOS

RITÁNICA r:;:::::::7I l DEFENSAS ~ BALACLAVA

CAMPBELL

VALLE DEL sUR

® Los húsares rusos se retiran en desorden ante el fuego británico

93 (Sutherland) de Highlanders

Balaclava

«LA TENUE LíNEA ROJA» Y LA CARGA DE LA BRIGADA PESADA

8.45 a 9.30 de la mañana del 25 de octubre de 1854: 2: y 3: fases de la batalla de 8alaclava

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BALACLAVA 1854

ochenta yardas de distancia. A la derecha, más a\lá del Terraplén, un SQN. de los Dragones de In­niskilling iba en cabeza, seguido por los dos SQNs del 5." de los Guardias de Dragones. El segundo SQN de Inniski\ling encabezaba la columna de la izquierda, delante de los scots greys. Los SQNs del 4." de los Guardias de Dragones se encontraban a retaguardia de ambas columnas. Scarlett y su ayu­dante de campo, el teniente Alexander E\liot, ca­balgaban a la izquierda de la columna de la iz­quierda. Acababan de contornear el campamento de la Bri. Ligera, cuando E\liot avistó las puntas de las lanzas sobre las alturas del Terraplén. Se­gún informes posteriores, como Scarlett era corto de vista, había pensado que esas formas confusas eran cardos, no armas enemigas; sin embargo, pronto recuperó su empuje. Ya no pensó en lle­gar a Kadikoi. Un peligro más potente había apa­recido por su flanco.

Determinado a atacar al enemigo, Scarlett orde­nó <<ipor la izquierda en línea!» La columna de la izquierda así lo hizo, pero cuando los Scots Greys apenas salían del viñedo, Scarlett ordenó a los SQN s. «pie a tierra a la derecha». Eso permitiría situarlos al este del viñedo, pero les obligaría a atravesar por el desorden del campamento de la parcialmente destruida Bri. Ligera. Evidentemen­te , Scarlett confiaba en que todos sus SQNs. ata­carían formando dos líneas extendidas, una detrás de otra. La guerra es rara vez perfecta en su eje­cución. La columna derecha se había dividido du­rante la marcha: el SQN. de Inniski\ling en van ­guardia estaba bastante adelantado del 5." de Dra­gones de la derecha . Así, cuando se dio la orden de entrar en línea, los dragones del 5." desplega­ron ligeramente a la izquierda de la retaguardia de los scots greys. Pero los de Inniskilling queda­ban lejos, a la derecha, en una posición muy arriesgada. La maniobra entera no había sido complicada, porque la columna de la derecha ha­bía marchado de a tres , la de la derecha, en co­lumna abierta. Llevaría tiempo organizar la ver­dadera carga. Y Scarlett no tenía prisa. Quizás era eso lo que desconcertaba a Ryzhov . De la misma manera que Raglan había temido antes un ardid que permitiera un gran ataque fuera de Sebasto­poi, y los húsares rusos al acercarse a Kadikoi sos­pecharan una emboscada, Scarlett podría estar lle­vando a Ryzhov hacia una trampa. De otro modo, ¿por qué mostraba tan poca preocupación? Por eso los rusos hicieron un alto. Y Scarlett organizó sus filas tranquilamente.

Sin saberlo, Raglan había alertado a Lucan de

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la importancia de la amenaza. Mientras los oficia­les de Scarlett aderezaban a sus hombres con la precisión de un desfile, los dragones del 4." corrían en su ayuda. También el impaciente Lu­can. Galopando mientras Scarlett formaba sus hombres en línea por segunda vez, después de moverse a la derecha, le urgió a atacar enseguida. De espaldas al enemigo, los oficiales pusieron tranquilamente sus SQNs. en línea. La primera lí­nea tenía a la derecha al SQN. de Inniskilling. La segunda línea tenía en realidad sólo el 5." de Dra­gones a la derecha de la retaguardia de los scots greys. El otro SQN . de Inniski\ling estaba demasia­do lejos, a la derecha, como para apoyar a nadie. Cuando la preparación estuvo en marcha, sona­ron las trompetas rusas y la fuerza de Ryzhov se detuvo. Poco después, se vio a los jinetes rusos ex­tendiéndode a izquierda y derecha del grueso, dando a la fuerza entera la apariencia de un can­grejo, con las pinzas preparadas para agarrar a un atacante.

Posiblemente consciente del peligro que repre­sentaba para Scarlett, si el enemigo completaba el movimiento antes de que él cargara, Lucan orde­nó enojadamente al trompeta de la Div . que toca­ra a la carga. Fue en vano. Si los SQN . le oían, prestaban más atención a sus propios oficiales. Después, al fin, la Bri. Pesada estuvo dispuesta. Scarlett con Elliot, su propio trompeta y su orde­nanza formaban un pequeño grupo, diez yardas delante de la primera línea . Tan ávidos estaban de partir los inniskillings de primera línea, que Scar­lett los tenía que contener con el sable extendido. Afortunadamente estaban fuera del campamento de la Bri. Ligera, tenían una amplia visión del ene­migo, y un camino sin obstáculos delante. No así los scots greys de su izquierda.

Finalmente, la primera línea avanzó; pero pronto se encontró Scarlett a la cabeza de tres SQNs. contra casi 2.000 jinetes enemigos. «Los 300 de Scarlett», como se les llamaría más tarde, siguieron el manual. Primero \legó la orden, <<la lí­nea avanzará al paso», después la trompeta tocó sucesivamente «al trote», «al galope», y «a la car­ga». Como Lucan, reconociendo la necesidad ab­soluta de batir al enemigo mientras se organizaba y antes de ser atacado, ordenó a su trompeta to­car «a la carga» casi al tiempo que sus SQNs co­menzaban a avanzar. Pero los scots greys en parti­cular no pudieron obedecer. El campamento de la Bri. Ligera demostraba ser un área difícil de tra­tar. Ansioso por no perder el tiempo, Scarlett se había vuelto en la silla para urgir a los scots greys

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a avanzar más rápidamente. Iban ganando veloci­dad gradualmente, pero cuando Scarlett y su pe­queño grupo irumpieron en el frente ruso, esta­ban todavía cincuenta yardas por delante de los ji­netes británicos más cercanos.

La carga

Para los espectadores de la sierra de Sapo une, la escena era puro teatro. Elliot con su sombrero de tres picos cabalgaba aliado de Scarlett, que lleva­ba un abrigo de levita azul y un casco pulido, más que una prenda de cabeza de genera!. Ligera­mente detrás, cabalgaba un trompeta solitario y el macizo ordenanza de Scarlett, Shegog. Los cua­tro juntos galopaban en cabeza de los SQNs que les seguían. Cuando los scots greys y los inniski­llings trataron de alcanzar al jefe de su Bri., éste había desaparecido entre la masa enemiga. Llegó a la altura de un oficial ruso que, como él, se ha­bía adelantado a sus hombres. La espada de Elliot traspasó al ruso, pero el ímpetu de la carga hizo

~ General de brigada (GB) honorable James Yorke Scarlett. Tras ingresar originalmente en el Ejército en 1818, Scarlett había mandado el 5." de Guardias de Dragones (1840-54) sin ver el servicio activo. Designado para mandar la Bri. Pesada, con la fuerza expedicionaria de lord Raglan, se distinguió en la batalla de Balaclava. Posteriormente, durante la campaña, mandaría la Div. de Cabo y, después de la guerra llegaría a ser director de personal de los guardias a caballo. (Selby)

LA CARGA DE LA BRIGADA PESADA

girar su cuerpo mientras Elliot intentaba sacar la espada antes de ser atrapado. Cuando los scots greys cayeron sobre los rusos, se toparon con fue­go de carabina, desigual pero efectivo. U na de las primeras bajas fue el teniente coronel (Tco!.) Henry Griffith, jefe de los scots greys, que fue al­canzado en la cabeza. El comandante (Cte.) Geor­ge Clarke, que mandaba el SQN derecho del Rgto., fue más afortunado: perdió su birretina y su excitado caballo siguió al galope, así que pe­netró en las líneas rusas con la cabeza descubier­ta. Los inniskillings, mandados. por el Tco!. Dalrymple White, fueron los primeros en llegar hasta los rusos, chillando locamente como era su costumbre. Los scots greys, sin embargo, no esta­ban muy lejos, articulando una especie de lamen­to profundo y feroz.

Pronto se encontraron todos luchando por sus vidas -300 contra 2.000-. Los rusos, que lleva­ban en su mayoría largos capotes grises y chacós de protección, estaban tan apretados, que los bri­tánicos encontraban difícil manejar sus espadas.

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BALACLAVA 1854

~ Coronel William Ferguson Beatson. Oficial experimentado de fuerzas irregulares de Cab., Beatson se había distinguido bajo el mando de sir George de Lacy Evans (jefe de la 2. a Div. en Crimea) en España, durante las guerras carlistas y, también, con el Nizam de Hyderabad en la India. El Gobierno británico confiaba en que organizara fuerzas

irregulares turcas de Cabo Al fracasar el plan, Scarlett emPleó a Beatson como ayudante de campo adicional. Ejerció influencia pues, en la instrucción de la Bri. Pesada, pero no participó con ella en la carga del 25 de octubre de 1854. Contempló la batalla de Balaclava desde la sierra de Sapo une. (David Paul)

Cuando lo conseguían, las puntas rara vez pene­traban las gruesas prendas rusas. Solamente unos cuantos rusos llevaban una pelliza azul pálida dis­tinta o chaqueta de húsar. Los británicos llevaban uniforme rojo y casco (con la excepción de los scots greys, que llevaban birretina). No llevaban hombreras , golas o guanteletes. Eran, por lo tan­to, más vulnerables en algunos aspectos que la

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Cabo Ligera (húsares y lanceros) que se les enfren­taba. El espectáculo de pequeños grupos de ca­potes rojos o individuos desesperados, aislados, abriéndose camino a machetazos a través de la masa gris bajo ellos, era a la vez aterrador e ins­pirador para los observadores de por encima del campo. Allí , a una milla y media de la sierra de Sapoune, los rugidos de los hombres, los relin­chos de los caballos y los chasquidos de acero con­tra acero, perforaban la brisa, sumándose a la at­mósfera de la batalla. Pero esos ruidos indistin­guibles no podían transmitir el terror, la bravura y el puro agotamiento experimentado en medio de aquella multitud palpitante.

Farfullando, dando tajos y abriéndose paso a sa­blazos, Scarlett recibió golpes en la cabeza, que abollaron seriamente su casco sin romperlo y, sin saber donde , recibió cinco heridas en el cuerpo. He aquí un jefe que mandaba con el ejemplo. Su ayudante de campo (Elliot) fue herido más seria­mente . Rodeado en cierto momento, con pocas probabilidades de sobrevivir, le salvaron las flage­lantes pezuñas de su enloquecido corcel. En total, Elliot recibió catorce heridas de sable, una de las cuales le rasgó la cara de tal manera, que más tar­de le tuvieron que poner varias lañas. Otro golpe le partió el tricornio y perdió el sentido temporal­mente. Sin embargo , permaneció en la silla y so­brevivió. El descubierto Clarke, como era de es­perar, sufrió un profundo corte en el cráneo. Afortunadamente, fue en la parte trasera y la san­gre fluía libremente por el cuello sin que se diera cuenta en el ardor del combate, mientras avanza­ba combatiendo. Dalrymple White se encontró combatiendo en solitario, sufrió un golpe que le partió el casco en dos y, de manera similar, no se enteró de lo sucedido.

Algunos de los 300 llegaron realmente , arrasan­do en su camino a través de los rusos, a encarar las reservas de cosacos, desplegadas detrás del grueso. A medida que lo hacían, las pinzas de pre­sión de delante de la fuerza enemiga comenzaron a cerrarse sobre ellos. Un oficial de la Bri. Ligera murmuró al verlo: «Están rodeados y van a ser aniquilados. ¡Apenas se puede respirar! » La ver­dad era que en aquella terrible melé , la frase era aplicable a más de un combatiente . La ayuda pa­recía estar muy lejos. Al darse cuenta de que, a me­nos que sus hombres se reagruparan, estaban des­hauciados, el mayor de los scots greys bramaba so­bre el estruendo: <,jAgrupaos los greys ... Agrupaos los greys!». Valientemente, descendió de la colina, ordenando a sus hombres que le dieran frente y

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LA CARGA DE LA BRIGADA PESADA

.., Oficial del 4." de Guardias de Dragones (Irlandeses Reales) Cabalgando al este del prominente viñedo del valle del Sur, y mandado por el Tco/. Edward Hodge, el 4." de Dragones atravesó el grueso de la Cabo rusa, de izquierda a derecJuz, cuando ésta se detuvo en las laderas de las alturas del Terraplén, . recibiendo la carga de la Bri. Pesada.

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BALACLAVA 1854

T Carga de la Bri. Pesada. En primer plano, se encuentra el campamento, mal desmontado, de la Bri. Ligera, a través del cual algunos SQNs tuvieron que sortear el camino. Esta reconstrucción inexacta de

los acontecimientos, muestra la primera línea de Inniskillings y Scots Greys (más cerca), con el 5: de Dragones en apoyo próximo. El segundo SQN de Inniskillings se muestra en la distancia, simultáneante asaltando la

izquierda enemiga, mientras el 4: de Dragones aparece justo en la parte derecha de la escena. A media distancia se ve al 93 en su otero, Kadikoi a la derecha, y Balaclava al fondo. El artista dibuja también a lugareños

tártaros saqueando el campamento de la Bri. Ligera durante el ataque. (Sandhurst)

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volvieran a formar -una demanda increíble. Pero, aún en medio de aquel tumulto, muchos consiguieron agruparse y los escuadrones consi­gu ieron cierto tipo de orden. Sin eso, habrían pe­recido más.

En el ínterin , los otros tres SQNs cercanos a Scarlett, en tanto éste se acercaba a Kadikoi, ata-

LA CARGA DE LA BRIGAbA PESADA

caban detrás de la primera línea. Los dragones del 5.", que formaban en una línea extendida, ligera­mente a la izquierda de la retaguardia de los scots greys, se veían seriamente obstaculizados por el campamento de la Bri. Ligera y algunos jinetes caían al tropezar sus caballos con las cuerdas de los piquetes. U na vez salvadas estas obstrucciones,

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BALACLAVA 1854

Carga de la Brigada Pesada

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LA CARGA DE LA BRIGADA PESADA

los dos SQNs atacaron la parte delantera del ala derecha rusa, cuando giraba la «pinza» y muchos de los jinetes daban la espalda a los dragones bri­tánicos. A pesar de estar sometidos al fuego de ca­rabina, los dragones del 5.° cargaron contra el enemigo, mientras que los scots greys se veían re­chazados en el centro. Su llegada fue, consecuen­temente, de lo más oportuna. Por la derecha, des­de su descentrada posición, el otro SQN. de innis­killings atacaba la izquierda rusa. A causa de su re­lativamente avanzada situación durante la marcha a Kadikoi, el SQN, al mando del Cte. Charles Shu­te, se acercó al enemigo oblicuamente. Sin impe­dimentos por el camino, los jinetes cogieron velo­cidad rápidamente y su avance se vio favorecido por la naturaleza herbácea del suelo, que amorti­guaba el sonido de los cascos de las cabalgaduras. De manera increíble, al igual que los dragones del 5.° en la lejana parte izquierda del ataque, La fuer­za de Shute golpeaba el ala izquierda rusa (extre­mo de la «pinza») cuando ésta giraba hacia den­tro . Al introducirse velozmente en la masa, los dragones parecían arrastrar con ellos a los rusos hacia la colina. La manera inesperada y la furia del asalto, cogieron al enemigo totalmente por sorpresa. Un oficial de los inniskilling llevaba un ruso muerto atravesado en la silla en medio de las cerradísimas filas, incapaz de arrojar el cadáver por falta de espacio.

Tras llegar al área del viñedo poco después que los seis primeros SQNs, los dragones del 4.° ha­bían visto desaparecer a los 300 de Scarlett entre las concentradas filas grises, de forma rápida y alarmante . Bordeando la valla oriental del viñedo y abriéndose camino por la parte occidental del campamento de la Bri. Ligera, los dos SQNs del Tco!. Edward Hodge avanzaron paralelos a la lí­nea de ataque de Scarlett, al oeste de los rusos, an­tes de virar casi en ángulo recto para cargar con­tra el flanco derecho enemigo. Abriéndose paso a sablazos, galoparon hasta llegar al flanco oriental (izquierdo) ruso . Hodge apareció casi al mismo tiempo y muy cerca de Scarlett, que combatía en semicírculo hacia su derecha y apareció a medio camino del flanco izquierdo enemigo.

Los dos SQNs de los reales que habían perma­necido detrás, con la Bri. Ligera, siguieron el ejemplo de su jefe (el Tco!. John Yorke), que ac­tuó por iniciativa propia, sin recibir órdenes. Avanzando en pos del resto de la Bri. Pesada, los reales acababan de pasar el viñedo en el momen­to en que los scots greys parecían encontrarse en se­rias dificultades, antes de la orden de reagrupa-

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BALACLAVA 1854

.. Otro grabado de la carga del CB Scarlett, mostrando a los Scots Creys, con los Reales muy próximos, tras ellos.

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Obsérvese el oficial ruso del centro disparando su pistola, pero los hombres de detrás continúan con las espadas en alto.

~ Este grabado de la época intenta transmitir más la confusión, la muerte y el humo del campo de batalla. (David Paul)

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miento del mayor y cuando los dragones del 4.° se disponían a lanzar su ataque de flanco. Sonó una voz: «iPardiez, están pasando a cuchillo a los greys! iAl galope! iAl galope!» Los reales reaccionaron y avanzaron rápidamente, con el resultado de un descoordinado atague sobre la parte derecha del enemigo. Pero su aparición contribuyó a confun­dir más a los rusos, que se veían atacados ahora desde una cuarta dirección. Los reales intercam­biaron solamente «unos cuantos sablazos» con el enemigo, sufriendo solamente bajas leves, antes de que Yorke los llamara para reagruparlos. Con anterioridad a esa orden, sin embargo, el sargen­to de Cabo Norris tuvo una curiosa experiencia. Retrasado por el desorden del campamento de la Bri. Ligera, había galopado duramente para al­canzar a los otros, pero fue arrinconado por cua­tro rusos. Reaccionando con energía, mató a uno de ellos y desarzonó a los otros tres.

Cuando Scarlett y Hodge salieron a la izquier­da del enemigo, los rusos comenzaban a retroce­der. Temeroso de que sus hombres les persiguie­ran demasiado lejos y se vieran expuestos al ex­terminador fuego artillero del contraataque, or­denó al trompeta más cercano tocar a reunirse. Fue justo a tiempo. Los dragones estaban ya bajo el fuego de las Bias. del valle del Norte, en las co­linas de Fedioukine. Cuando el enemigo se reti­raba, la Bia. de Barker -situada cerca de Kadi­koi-, la Bia. de Maude -situada con la Bri. Li­gera- y tres Bias. turcas de una obra defensiva próxima al col de Balaclava, abrieron fuego sobre él. Desesperado, Liprandi destacó a sus lanceros de reserva del Rg. Mixto de Ulanos. Cuando el fuego de fusilería comenzó a batirles, retiró la or­den. Todo había terminado. Fuentes rusas admi­tieron más tarde que habían sido «aplastados».

La acción completa, desde el momento que Scarlett inició su carga hasta la retirada enemiga, duró escasamente ocho minutos. Costó 87 bajas; los rusos sufrieron 270, incluido el herido GD Khaletski. Se había vencido la amenaza a Kadikoi. Las defensas interiores de Balaclava permanecían intactas.

U n observador, general francés, declaraba: «La victoria de la Bri. Pesada es la cosa más gloriosa que he visto nunca». Edward Hamley declaraba de manera parecida: «Todos los que tuvieron la suer-

LA CARGA DE LA BRIGADA PESADA

te de contemplar este brillante espectáculo desde las alturas, conservaron vivo su recuerdo». Lejos, al este, el viento llevaba los gritos de celebración del 93, y Campbell fue a transmitirles su felicita­ción personal. Quitándose el sombrero, gritó: «igreys! iValientes greys! Tengo sesenta y un alÍas y, si fuera joven otra vez, me sentiría orgulloso de formar en vuestras filas! » Raglan envió un mensa­je corto, pero cordial: «iBien hecho! ».

Bien hecho, de verdad. Pero, ¿que hay de la Bri. Ligera, cuyos 700 hombres habían observado la refriega pasivamente desde lejos? Un ataque suyo por el flanco podía haber expulsado a la Cabo ene­miga del campo de batalla y más allá del Tcher­naya. Sin que ellos lo supieran, les hubiera libra­do también del holocausto militar que les aguar­daba.

Quinientas yardas al oeste, la Bri. Ligera se en­contraba desplegada en dos líneas, como «espec­tadores», en palabras de un amargado jinete. Car­digan, a pesar de las peticiones de sus oficiales, no se movió. Sin embargo, según se dijo, recorría la línea de arriba abajo murmurando: (<Í M~lditos sean esos de la Pesada. Hov se están riendo de no­sotros!» El vizconde de N~e, experimentado ob­servador francés, creía que los rusos en retirada podían haber sido «aniquilados» si Cardigan hu­biera cargado contra los flancos. «Era la ocasión», concluía, en la que «tenía que haberse ejercido la iniciativa de Gral. de Cab. » Cardigan culpó de su inactividad a su cUlÍado. Más adelante explicó: «El duque de Lucan, mi oficial superior, me había or­denado entrar en posición, con orden de no aban­donarla y defenderla contra cualquier ataque de los rusos». Lacónicamente, alÍadió: «Sin embargo, no se acercaron a la posición». A su entender, pues, su inactividad era lógica y excusable. Las ór­denes no le habían dejado iniciativa alguna. Como alÍadió de Noe, «Más tarde se haría patente que la valentía no es un buen sustituto de la iniciativa.»

Las carencias de Cardigan, que podía haber convertido una victoria local en un descalabro de­cisivo, no deben ensombrecer el éxito de Scarlett. La tercera fase de la batalla de Balaclava, como la segunda, se saldó a favor de los británicos . Eran todavía solamente las 9:30 y la espectacular, san­grienta e innecesaria carnicería de la cuarta fase, estaba por llegar.

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~ Soldado del // de Hú sares (el del proPio prineiPe Alberto). Mandado por el Teol. John Douglas, el // de Hú sares formó la segu nda linea durante la carga de la Bri. Ligera. Durante doee alios (1836-47), lord Cardigall habia mandado el regimiento.

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4.a FASE LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

Inmortalizada por un llamativo poema de Tenny­son, la cuarta y última fase de la batalla tuvo lu­gar en el valle del Norte entre las 11:00 y las 11:20. Para mucha gente, esta acción aislada re­presenta <<la batalla de Ba1aclava». Las tres accio­nes previas, aún siendo conocidas, carecen de im­portancia. La carga de la Bri. Ligera ha borrado de la memoria todo lo demás.

Rechazada por la Bri. Pesada de Scarlett, la Cabo de Ryzhov se reagrupó en el extremo orien­tal del valle del Norte con la lnf. y la Art. de Zha­boritski, que le protegían desde las colinas de Fe­dioukine, y otras tropas de Liprandi (Inf., Art. y Cab.) desplegadas en el terreno elevado de las al­turas del Terraplén, entre el reducto N." 3 Y Ka­mara. Delante de los SQNs de Ryzhov había ocho cañones (doce, según fuentes británicas) de la Bia. de campaña del 3." de cosacos del Don des­plegados a lo ancho del valle. El Rgto. mixto de ulanos del Cor. V. M. Yeropkin actuaba de enla­ce móvil entre las alturas del Terraplén y las co­linas de Fedioukine. Noventa minutos después de la la conclusión de la acción de la Bri. Pesada, Ryzhov se dirigía, al trote, a hablar con el prínci­pe Obolenski, jefe de la Bia. del Don . De repen­te, los soldados alertaron a sus oficiales de la pre­sencia de una nube de polvo distante. Parecía proceder de las cercanías del valle. Con perpleji­dad, Ryzhov comprobó que la Cabo británica pre­paraba un ataque. La Bia. del Don se preparó para abrir fuego en cuanto los jinetes estuvieran a su alcance.

Durante el prolongado intervalo anterior a la explotación del éxito de Scarlett contra los vapu­leados rusos, ocurrió una serie de circunstancias desafortunadas. A pesar de los repetidos mensa­jes de Raglan demandando rapidez , las Divs. de lnf. del duque de Cambridge y sir George Cath­cart tardaron un tiempo inusitado en alcanzar el llano de Balaclava. Cambridge descendió direc­tamente al valle del Norte, mientras Cathcart se desplazaba por la sierra, vía el col, al valle del Sur.

Cada Div. cubrió una distancia entre cinco y seis millas. Aunque llegaron al llano alrededor de las 10:30, se tenía que coordinar su subsiguiente avance a las alturas del Terraplén. Raglan, como le indicaban sus órdenes anteriores, tenía que emplear ambas Divs. para recuperar el terreno perdido en las alturas del Terraplén. Inicialmen­te él esperaba que las Divs. atacaran a los rusos del reducto N." 3. El tiempo idóneo para haberlo hecho habría sido poco después de que los húsa­res y cosacos vapuleados por Scarlett corrieran por las alturas. Ahora les esperaba un enemigo más organizado.

Las órdenes

La impaciencia por la tardía marcha de su Inf., impulsó a Raglan a emplear la Cabo para desco­locar a los rusos. Por lo tanto, poco después de las 10:15 envió una orden a Lucan: "Que la Cabo avance y aproveche cualquier oportunidad para recobrar las alturas. Les apoyará la infantería, que tiene orden de avanzar por dos frentes », So­lamente las alturas del Terraplén estaban por «re­cuperar»; y el papel de la Cabo estaba claro, por tanto -o debería haberlo estado-, para Lucan. "Por dos frentes », debería haber significado que Campbell avanzara desde Kadikoi en colabora­ción con las Divs. 1." y 4 .". En realidad, el plan era que Cambridge y Cathcart se aproximaran a los reductos capturados de las alturas del Terraplén, desde los valles del Norte y del Sur, respectiva­mente.

Tras recibir la orden de Raglan, Lucan movió inmediatamente la Bri . Ligera al valle del Norte, manteniendo la Bri. Pesada próxima al reducto N." 6, en el valle del Sur. Justificadamente, no pretendía lanzar ningún ataque hasta que llega­ra la 1 nf. británica, y ciertamente no contra posi­ciones enemigas organizadas. Cualquiera que fuera el posterior argumento acerca del objetivo de la Bri. Ligera a su cargo, a estas alturas no de-

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bería haber duda de la intención de lord Raglan: la reconquista de los reductos.

Debido a las ondulaciones del terreno, gran parte de las alturas del Terraplén, y sobre todo el terreno del valle del Norte, quedaba oculto para Raglan, mientras esperaba con su EM, entre las dos Bris., en las laderas inferiores de las altu­ras del Terraplén. No pudo ver, a diferencia de Raglan y su EM , como los artilleros rusos, con ca­ballos y lazos, se preparaban a sacar los cañones capturados de los reductos N." 1-3. Consciente de que la captura de cañones se alegaba con frecuen­cia como señal de victoria, Raglan estaba doble­mente deseoso de que los rusos no tuvieran éxito en esa acción. Exasperado por la inactividad de Lucan, emitió otra orden que sería más tarde ob­jeto de un amargo y prolijo debate. «Lord Raglan desea que la Cabo avance rápidamente al frente y trate de impedir que el enemigo saque los caño­nes. Las tropas de Art. a caballo pueden acompa­ñarla . La Cabo francesa se encuentra a la izquier­da. »

Quiso la fatalidad que se diera la orden al vo­luble Cap. Edward Nolan , para que la transmitie­ra a Lucan . La velocidad era fundamental ; y No­lan era un fino jinete, que había servido en el Ejército austríaco y había escrito libros de táctica de Cabo Se lanzaría, como así lo hizo, por la es­carpadura de 700 pies. Desgraciadamente, Nolan era conocido por ser extremadamente crítico con la actuación de la Cab o en Crimea hasta ese mo­mento y, quizás más acusadamente, con el lide­razgo personal de Lucan. Posteriormente Lucan sostuvo que leyó el mensaje con «consideración ', rayana en «consternación ». Desde donde se en­contraba, no podía ver «ni enemigo, ni cañones». Lucan pidió una aclaración a Nolan. Nolan , ani­mado posiblemente de desprecio hacia Lucan y deseando ver a la Cabo en acción, contestó: «Las órdenes de lord Raglan son, que la Cabo ataque inmediatamente». Presuntamente , Lucan replicó tajantemente: «iAtacar señor! ¿Atacar, qué? ¿Que cañones , señor? La respuesta de Nolan, rayando la insubordinación , fue echar la cabeza hacia atrás y extender el brazo hacia adelante para decir: «He ahí, milord , vuestro enemigo; he ahí vues­tros cañones». Lucan afirmó que lo hizo de una «forma muy irrespetuosa, pero significativa». Tristemente, el orgullo le impidió a Lucan pedir más información a Nolan . Sin embargo, Nolan no necesitaba haber sido más explícito . Esa orden y la anterior tenían que leerse en relación la una con la otra. Sin embargo , Lucan eligió atacar la

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Bia. del Don por el extremo oriental del valle del Sur, y no tratar de «recuperar» los cañones de las al turas del Terraplén.

Al trote al encuentro de Cardigan, que monta­ba a horcajadas su purasangre castaño Ronald, Lucan dio las órdenes al efecto. La antipatía en­tre ambos impedía cualquier discusión prolonga­da o racional. Cardigan saludó con la espada en señal de acatamiento de la orden: «Sí, señor; pero permítame decirle, que los rusos tienen una Bia. en el valle de delante, y Bías. y fusileros a cada flanco '> . Desesperanzadamente, su oficial supe­rior asintió: «Lo sé, pero lord Raglan lo quiere asÍ. No tenemos otra opción que obedecen>. La suerte estaba echada para una de las empresas más sangrientas , gloriosas y disparatadas de la historia militar británica. Si, como pretende la mitología, Cardigan murmuró mientras se volvía, «Ahí va el último de los Brudenell», su pesimis­mo parece justificado.

Lucan ordenó a los húsares del 11 que descen­dieran de la línea del frente para estrechar el frente de ataque, antes de que Cardigan diera la fatídica orden: <<iQue avance la brigada! » Al ha­cerlo, podía haber tenido en cuenta la adverten­cia final de Lucan de «avanzar de forma muy con­tinua y tranquila». Después de todo, había que re­correr una milla y cuarto antes de llegar a los ca­ñones enemigos . Caballos y jinetes no debían lle­gar cansados en exceso por un galope prolonga­do , para combatir eficazmente. Hostigados desde tres lados, por disparos, granadas y balas, la ten­dencia sería a acelerar. No debe sacrificarse una valiosa formación compacta .

«En el valle de la Muerte»

Cardigan avanzaba diez yardas por delante de la primera línea y a cinco de sus Ofs. de EM, tenien­tes Maxse y Wombwell. Con el uniforme de su Rgto., el 11 de Húsares, con su pelliza de lazos dorados a manera de abrigo, más que colgando de los hombros, Cardigan se erguía sobre la silla, con la espada al costado. Después de la acción posterior, Raglan le definiría de «valiente como un león». Tras Cardigan, cuando partió hacia el valle del Norte a las 11 de la mañana del25 de oc­tubre de 1854, la Bri. Ligera avanzaba en tres lí­neas . La primera tenía a la derecha al 13 de Dra­gones Ligeros (Cap. John Oldham) y a la izquier­da al 17 de Lanceros (Cap. William Morris); ell1 de Húsares componía la segunda línea, detrás del 17 ; y la tercera línea tenía a la izquierda aI4. " de

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Dragones Ligeros (Tco!. lord George Paget) y a la derecha al 8.° de Húsares (Tcol Frederick She­well ), menos un SQN. destacado en el CG. del Ej ército, en las altas tierras de Cherson. Cada Rgto . cabalgaba en línea abierta, de a dos en pro­fu ndidad .

La Bri. Ligera no es taba sola. Lucan considera­ba el ataque como acción de la Div. Cabalgaba con su EM entre las dos Br is. T rás él, los scots greys a la izquierda y los reales a la derecha formaban la

~ General de división conde de Cardigan. Conocido por su carácter dominante y fiero temperamento, James Brudenell, conde de Cardigan, no ingresó en el Ejército hasta la edad de 27 años. Sin embargo, aprovechándose del sistema de compra, en ocho años había adquirido el mando del 15 de Húsares del que se le desPidió después de poco más de un año, por conducta desconsiderada. Su compra del mando del 11 Ligero de Dragones (rebautizado posteriormente de Húsares) en 1836, causó furor. Pero valió la compra, y permaneció en el mando hasta 1847. Destinado al mando de la Brigada Ligera en Crimea, aplicó la disciplina estricta a la que estaba acostumbrado. Si su juicio y buen sentido pueden cuestionarse, su valor (tampoco durante la famosa carga del 25 de octubre de 1854) nunca fue puesto en duda. (David Paul)

LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

primera línea de la Bri. Pesada; los Dragones de Inniski ll ing (al igual que el 11 de Húsares en la Bri. Ligera) constituían la totalidad de la segun­da línea ; en la tercera, el 4." de Guardias de Dra­gones iba a la izqu ierda, el 5." a la derecha. El co­nocimiento de que la Bri. Pesada no avanzaría de forma tan veloz y fácil era otra consideración de Lucan para prevenir a Cardigan de no ir dema­siado deprisa .

Los británicos no sabían que, tan pronto como

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BALACLAVA 1854

comenzó el avance, se ordenó la retirada de la zona del red ucto N." 3 al Rgto. de Odessa y a la Bia , de campaña que le acompañaba. En térmi­nos de potencia de fuego tendría poco efecto. Los hombres de Cardigan tendrían que afrontar to­davía, como explicaba gráficamente lord Tenny­son, cañones por la derecha, por la izquierda y por delante, preparados para descargar y atro­nar.

A pesar de las advertencias de Lucan, Cardigan se puso rápidamente al trote, persuadido del pe­ligro que se avecinaba. Tras él , los Rgtos. mante­nían el paso. De manera significativa, uno sobre­salía entre ellos. El Cap. Nolan cabalgaba con su amigo Morris, del 17 de Lanceros. Repentina­mente, de forma extraordinaria, cuando la Bri. había avanzado cien yardas, se adelantó galopan­do por delante de Cardigan, cruzando el frente de izquierda a derecha. Volviéndose sobre la si­lla, Nolan gritaba, agitando su espada. Los obser­vadores cercanos pensaban que la dirección que tomó le llevaría al reducto N." 3 Y al primero de los cañones en posesión de los rusos. Debería ha­berse dado cuenta que Cardigan atacaba a los ca­ñones que no eran, que no avanzaba hacia los de las alturas del Terraplén, Pero cuando comenza­ba a gritar como posible aviso, una esquirla de metralla le atravesó el pecho. Su espada cayó al suelo, aunque el brazo inerte permaneció en alto. Al perder las riendas la sujeción del jinete, el aterrorizado caballo volvió grupas hacia el 17 de Lanceros que avanzaba, lanzando el «cadáver» un grito «sobrenatural» antes de caer a tierra.

Tras Cardigan, la Brigada Pesada se encontra­ba de camino. No obstante, perdía terreno, ine­vitablemente, a medida que la Bri. Ligera aumen­taba su velocidad. Se abría una brecha peligrosa entre las dos Bris., y Lucan tenía que hacer una difícil elección. ¿Apresurarse o detenerse? Du­rante cierto tiempo, él y su EM trataron de no perder de vista a la Bri. Ligera -tarea imposible cuando el humo y el polvo se espesaban por de­lante.

Los jinetes se perdieron gradualmente de vis­ta. Al llegar frente al reducto N." 4, el Cap. Char­teris cayó muerto al lado de Lucan , y sus otros dos ayudantes de campo eran heridos o desarzo­nados. El mismo Lucan sufrió una herida leve, y su caballo fue herido por dos veces. Sin embar­go, prosiguió hacia el reducto N." 3. Al volver la vista atrás , se dio cuenta que la Brigada Pesada se batía bajo el concentrado fuego cruzado de la InE. y de las Bias . rusas, completamente conscien-

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Carga de la Brigada Ligera

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0.5 Millas I I

0.75 1 Km

tes ahora de la grave naturaleza de los aconteci­mientos que se desarrollaban ante ellos. Si las dos Bris. hubieran estado juntas, habría tenido senti­do seguir cabalgando. Continuflr, razonaba Lu­can, sería arriesgarse a sacrificar ambas. Sería me­jor detener la Bri. Pesada. Podría cubrir a la Bri. Ligera, cuando volviera del valle. Tras recalcar a su herido ayudante de campo, lord William Pau-

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Susdal

'/t'f __ Lanceros

11

Cosacos

Colinas de Fedioukine

11

Lanceros

1\11\1

Valle del Norte

Alturas O del

Reducto N.' 3 Terraplén

--~===",==;:;~ -'/1'/10 -

Reducto N.' 2 Ucrania

Valle del Sur

let, «Han sacrificado a la Bri . Ligera: no harán lo mismo con la Pesada, si puedo evitarlo», ordenó a Scarlett detenerse y retirar a sus hombres del al­cance del fuego enemigo. Fue una sabia decisión. Sólo los reales tenían ya 21 muertos o incapacita­dos (heridos ellos o sus caballos), con su coman­dante (Tco\. John Yorke) que había sufrido una complicada fractura de pierna, con tres Of,ds. he-

-Odessa

LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

Grueso de la Cabo

rusa

ridos gravemente y otro, cuyo caballo había re­sultado muerto bajo el jinete.

Cuando la Bri. Pesada retrocedía, Cardigan re­cibió disparos , granadas y metralla de tres sitios. Durante las primeras etapas del avance, el fuego enemigo no era concentrado; además, Cardigan mantenía un control estrecho sobre las tropas que le seguían. Cuando, como admitió más tarde, el

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BALACLAVA 1854

T Carga de la Bri. Ligera. Aunque el artista dibuja caballos sin jinete y hombres heridos, las líneas son, en su conjunto, demasiado regulares y la formación no es, en realidad, precisa. Había dos regimientos (cuatro

SQNs) en la primera línea, pero sólo uno en la segunda (elll de Húsares). Los dos Rgtos. de la tercera línea se habían separado en esta fase, con el 8: de Húsares de Shewell retrasado por la derecha. Sin embargo,

la impresión general, que muestra el peso de la Inf. rusa y el fuego de la Art., es razonable. A media distancia se encuentran los reductos; Balaclava en el centro del Plano de fondo. (Sandhurst)

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Cap. White del 17 de Lanceros , tratando «de au­mentar el paso ... ansioso de salir del fuego asesi­no e ir hacia los caño nes», llegó a la altura de su jefe de Bri., el gesto de reproche de Cardigan fue cruzar su espada sobre el pecho de White . Obe­dientemente, White volvió atrás.

Comenzaron a aparecer brechas, a medida que

LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

las sillas se quedaban vaCÍas y los caballos caían chillando y se retorCÍan. Ordenes continuas de «cerrar» filas llegaban roncamente a través del humo concentrado. A cien yardas de la Bia. del Don, Maxse caía herido y Wombwell perdía su ca­ballo, muerto bajo su cuerpo. Sin la ayuda de su EM, Cardigan continuaba cabalgando en solita-

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BALACLAVA 1854

rio, como una estatua, con la espada todavía al costado. Ochenta yardas más, y una estrepitosa salva eruptó de la Bia. enemiga. La primera línea pareció desintegrarse. Oldham, del 13 de Drago­nes, cayó, y el 17 de Lanceros perdió varios ofi­ciales en esta terrible descarga. Aparecieron más brechas en las filas. Cuando llegaron a los caño­nes, la primera línea contaba escasamente con 50 de los 270 hombres que iniciaron la acción .

y tras él, los otros tres Rgtos . perdían el orden, antes incluso de sentir todo el peso del fuego ene­migo. El 11 de Húsares de Douglas se mantenía en su sitio a la izquierda . No obstante, la tercera línea se dividió. Recordando la última orden de Cardigan, «Espero su mejor apoyo; téngalo en .... cuenta, sir GeOrge, ¡su mejor apoyo! », Paget em­pujó al 4." de Dragones Ligeros, intentando se­guir al13 de Dragones Ligeros, mientras Douglas apoyaba al 17 de Lanceros de Morris . A la dere­cha de Paget, por lo tanto, eI8." de Húsares vira­ba instintivamente más hacia las alturas del Terraplén; y la distancia entre los dos Rgtos. au­mentaba, a medida que Shewell se decantaba por mantener constantemente un paso continuo. Cuando llegaron al reducto N." 3, por consi­guiente, los tres Rgtos. estaban escalonados a la izquierda en profundidad : 11 de Húsares, 4." de Dragones Ligeros, 8." de Húsares. Su progresión se vio amenazada más tarde por la intensidad cre­ciente del fuego enemigo y los hombres y caba­llos que gemían y se desangraban delante de éllos, a los que había que evitar. Las monturas sin jinete comenzaban también a molestarles. Algu­nas volvían grupas hacia el oeste, mientras otras volvían a unirse a la carga. En un momento de­terminado, Paget se vio flanqueado por cuatro o cinco de ellas.

Cardigan, cabalgando a 17 millas por hora, se­gún sus propios cálculos, estaba sólo a diez yar­das de la Bia. del Don cuando se disparó la últi­ma salva destructora. Milagrosamente ileso, ca­balgó a salvo entre dos piezas de Art. Por detrás, algunos del 17 de Lanceros atacaban a los tirado­res enemigos, muchos de los cuales resitían va­lientemente, mientras otros se refugiaban cobar­demente bajo sus piezas. Morris condujo a veinte hombres de su Rgto. a la izquierda de la Bia. A través del humo, ese pequeño grupo divisó lite­ralmente a cientos de jinetes rusos con abrigo gris delante de ellos, en posición estática. Sin vacila­ción , Morris cargó, precipitándose sobre el oficial más cercano, al tiempo que su pequeña fuerza cargaba contra las filas. Sorprendentemente, el

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enemigo titubeó y cedió por el centro. Pronto, sin embargo, se reagrupó con los cosacos de los flan­cos. Los hombres de Morris se encontraban en grave peligro.

También Morris , totalmente incapaz de sacar su espada del oficial muerto, fue derribado al suelo por el cadáver ensartado, y recibió dos golpes en la cabeza. Perdió el conocimiento. Cuando volvió en sí, Morris encontró su espada libre misteriosa­mente, pero le rodeaban los cosacos con sus afila-

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• Carga de la Brí. Ligera: escena de la Bía. del Don. Obsérvense a los rusos con las bayonetas caladas y a

los soldados con los gruesos capotes largos, en el centro . .

das lanzas. Agitando en círculo su espada, mantu­vo las lanzas a raya, mientras sufría otra profunda herida. Luego , llegó a su rescate un oficial ruso, que aceptó su espada en señal de rendición. Fue afortunado de verdad. Por todas partes, merodea­ban los cosacos rematando a los heridos, si bien va-

LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

rios jinetes desarzonados fueron hechos prisione­ros.

Cardigan no fue uno de ellos. Emergiendo so­bre los cañones, avantrenes y carretas, se encon­tró cara a cara con un gran cuerpo de Cabo Avi­damente , los cosacos repararon en su atavío. Pero el príncipe Radzvill, su jefe, conocía a Cardigan, de los acontecimientos sociales a los que había asistido cuando vivía en Inglaterra. Ofreció una recompensa si eljefe de la Bri. Ligera era captu-

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BALACLAVA 1854

rado vivo. Diez cosacos rodearon a Cardigan , apuntándole con sus lanzas . Despectivamente, con la espada todavía al costado , Cardigan giró en redondo y atravesó la ineficaz pantalla. U na vez cumplido su deber, regresó al valle . Había lle­vado su Bri. al obj etivo . Al regresar no miró a iz­qu ierdas ni a derechas . Cuando alcanzó a Scar­le tt, su p rimera reacción fue quejarse de la fa lta de d iscipli na de No lan . En medio de todas aque­llas matanzas y pérdidas , eso permanecía en su memoria sobre todo lo demás .

El jefe de la Bri. Ligera le cortó secamente, d i­ciéndole que acababa de cabalgar sobre el cadá­ver de Nolan . Después, Cardigan continuó su ca­mino hacia la sierra de Sapoune. Más de una mi­lla al este, los restos de sus Rgtos. luchaban toda­vía por sus vi das.

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.... Tcol. lord George Paget. Jefe del 4: Rgto. de Dragones (el de la proPia reina), parte de la Bri. Ligera en Crimea. Paget cabalgó por el valle del Sur con lord Lucan, durante el reconocimiento del amanecer del día 25 de octubre. Fue testigo, por tanto, de los intercambios inaugurales de la batalla de Balaclava. Brevemente al mando de la brigada hasta la llegada de lord Cardigan tras pasar la noche en su yate, en el puerto de Balaclava, Paget mandaba la tercera línea de la carga y agrupó a los supervivientes de su Rgto. detrás de la Bía. de campaña rusa, al final del valle. Justo antes de que se diera la orden de avanzar, Paget encendió un cigarro que continúo fumando durante la acción. Fue uno de los últimos de la carga de la Brigada Ligera en regresar del valle. (Selby)

Supervivencia tras la carga

El mayor de la Bri. (George Mayow) había reco­gido, en los alrededores de los cañones, a 15 lan ­ceros del 17 y, al igual que Morris, avanzaba ha­cia el este , enfrentándose a las múltip les defe nsas rusas a la vista de l acueducto cercano al cruce del Tchernaya. A su izq uierda, tras la captura d e Morris, el sargento O' Hara recogió a los hombres que quedaban y los retiró al valle, incordiando a los cosacos que avanzaban por el fl anco derecho. Más allá de la Bia . de l Don, el Cap. Soame J enyns reagrupó un pequeño grupo de hombres del 13 de Dragones .

Esto por lo que respecta a la primera línea. ¿Que fue de los tres Rgtos . siguientes al llegar a los cañones? El 11 de Húsares rebasaba por la iz-

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quierda la Bia. de campaña rusa, aunque el SQN de la derecha pasó por enmedio de los cañones, ahora silenciosos. Al detenerse, pasados los armo­nes, Douglas observó una confusión total. Un ofi­cial ruso rendía su espada, sin ofrecer resistencia, a un subalterno. Cuando el 11 avanzaba, Douglas se tropezó con las reservas rusas. Se encontraba desesperadamente en inferioridad numérica. Sin embargo, formó filas y cargó sin dudarlo. No era la primera, ni la última vez del día, que cedía la fuerza enemiga, que fue perseguida hasta la gar­ganta que conducía al Tchernaya.

U nas treinta yardas detrás de Douglas, Paget cruzaba con el 4.° de Dragones el torbellino de confusión, para ver a los artilleros a caballo ene­migos a punto de remolcar los cañones. En res­puesta a un estridente <'¡A por ellos!», lanzado por un oficial, el Rgto . irrumpió en la batería. Los que no podían usar los sables abrieron fuego con las pistolas. El 4.", una vez prosiguió avanzando, que­daba ahora un largo trecho detrás de Douglas. A la derecha, el 8." de Húsares había perdido la mi­tad de sus hombres antes de alcanzar la Bia. Pero lo hizo con orden y continuó al trote unas 300 yardas más. Allí, se detuvo Shewell para conside­rar la situación . Después de una pausa de unos cinco minutos, continuó avanzando, encontrán­dose inopinadamente con Mayow y sus quince lanceros del 17, que se les unieron.

En este punto de la batalla, poco más de 200 hombres se encontraban en el área general de la posición enemiga, en el lejano final del valle del Norte, aunque no todos estaban organizados en grupos. La mayor parte se encontraba luchando realmente contra los rusos, aunque algunos bri­tánicos iban por delante, persiguiendo a los abri­gos grises hacia el Tchernaya. En el centro, no existía una formación visible. No obstante, por delante de la parte izquierda Douglas tenía cerca de cincuenta hombres del 11; detrás, a la dere­cha, Paget mostraba unos cuarenta dragones del 4.". En el extremo derecho, Shewell tenía cerca de setenta, incluyendo el pequeño cuerpo de lan­ceros del 17 de Mayow. Cada una de estas forma­ciones actuaba de forma independiente.

Al mirar hacia el valle, Shewell constató que la Inf. rusa, que formaba en cuadros en las alturas del Terraplén, permanecía intacta y que, todavía peor, los lanceros enemigos desembocaban des­de la misma zona para cortarles la retirada. Pre­sintiendo un peligro extremado, Shewell ordenó: <'¡Media vuelta!» Y por primera vez ese día , pasó del trote. Sus 70 hombres cargaron contra los 300

LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

lanceros que maniobraban por retaguardia. Es­perando a que el tercer SQN entrara en línea, los rusos recibieron la carga de Shewell todavía en reposo, y el 8." atravesó sus líneas, con muy po­cas bajas. El empuje de la carga de Shewell dis­persó a los rusos hacia ambos lados del valle. A través de la brecha así abiertaJenyns pasó a su pe­queño grupo de dragones del 13. Ellos y Shewell todavía tuvieron que soportar el fuego de las al­turas del Terraplén. Pero como los supervivien­tes de la primera línea de fuego, que corrían por delante, se libraron del fuego de las colinas de Fe­dioukine.

Tenían que dar las gracias de ello a la Cabo fran­cesa. Descendiendo de las tierras altas de Cher­son, el jefe de la Div. de Cabo francesa (Gral. Morris) daba alcance a los dos Rgtos. de Chas­seurs d'Afrique, que componían la l." Bri., que mandaba Allonville. Al observar el descenso de Cardigan, Lucan y Scarlett por el valle del Nor­te, Morris envió a d'Allonville con el 4." Rgto. a atacar las líneas rusas de las colinas de Fediouki­ne , donde dos semibaterías (con cuatro cañones cada una) se encontraban custodiadas por dos Bóns. de Inf. y dos SQNs de cosacos. Cargando por la ladera, a través de matorrales y maleza, los franceses pusieron en fuga al enemigo, con poco esfuerzo. Cuando Zhaboritski en persona dirigió el Rgto. de Vladimir para tratar de cortar la reti­rada a los franceses, d'Allonville reaccionó rápi­damente y retiró a sus hombres del peligro. Los Chasseurs d'Afrique tuvieron 10 muertos y 28 he­ridos , pero se aseguraron de que, en el camino hacia el valle, ningún cañon de las colinas de Fe­dioukine molestara a la Bri. Ligera.

En el otro extremo del valle, el 11 de Húsares, comprendiendo que era imposible seguir avan­zando contra la gran fuerza enemiga próxima al acueducto , emprendió el camino de regreso. Al ver que el enemigo retrocedía, los rusos se enva­lentonaron y pronto los del 11 resutaban perse­guidos. Reunidos con Paget y los supervivientes deI4." de Dragones, contemplaban cómo los per­seguidores se les aproximaban con rapidez. Como oficial más caracterizado, Paget tomó el mando de la fuerza conjunta. Se dio cuenta que si continuaban retrocediendo se verían abruma­dos. Entonces se dirigió a los 70 supervivientes: <'¡Si no plantamos cara, estamos perdidos! » Con su giro en redondo, los húsares del 11 y los dra­gones del 4." impresionaron a los rusos. Sorpren­didos , se detuvieron. Durante unos minutos, am­bas fuerzas se miraron mutuamente, desconcer-

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BALACLAVA 1854

RUSA r:::::7I COLUMNA L::::::::::J DE APOYO

ZHABORITSKI

xx

BRITÁNICAc:;;¡¡¡¡¡¡¡¡jI

LUCAN

Orden de avance de la Brigada Ligera: Cl5 17 de Lanceros

x ® 13 Ligero de Dragones ® 11 de Húsares (f) 4.' Ligero de Dragones ® 8.' de Húsares

BRITÁNICA c:;;¡¡¡¡¡¡¡¡jI LIGERA

Cardigan Reducto N.o 6

LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

11.00 a 11.20 de la mañana del 25 de octubre de 1854: 3: fase de la batalla de Balaclava

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ACUEDUCTO

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Río TCHERNAYA

LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

xx

RUSA~ RYZHOV

Bía. de campaña del 3: de Cosacos del Don

Rgto. Mixto de' Ufanos

CAMINO DE WORONZOV

Las tropas de Skiuderi, Semiakin y Levutski

despliegan en las Alturas del Terraplén

Reducto N.o 1

VALLE DEL SUR

Rgto. de Odessa retrocediendo del área del Reducto N.' 3, cuando comienza la

carga

Reducto N.o 4

A medida que aumenta la distancia entre las

dos brigadas, Lucan detiene la Bri . Pesada y ordena su retirada: «Han masacracio a la Bri.

Ligera: no harán lo mismo con la Pesada, si lo

puedo evitar».

Reducto N.o 5

x

BRITÁNICA ~ PESADA

Scarlett

Orden de avance de la Brigada Pesada: @ Los Scots Greys (J) Los Reales ® Dragones de Inniskilling ® 4.' de Guardias de Dragones @ 5.' de Guardias de Dragones

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BALACLAVA 1 B54

tadas . Luego , el teniente Palmer , del 11 de Hú­sares, miró al oeste del valle y vio a un gran gru­po de lanceros, que formaban a lo ancho de su lí­nea de retirada. Douglas los confundió momen­táneamente con las tropas británicas , pero ense­guida salió del error. Entre dos poderosas forma­ciones de la Cabo rusa -al frente y a retaguar­dia- lo tenían muy.difícil. «¿ Qué diablos vamos a hacer ?», pensaba en voz alta Paget. Rápidamen­te decidió: iAdelante!. Se abrirían paso luchando. Con sus filas dispersas a causa de los rezagados , los restos de los dos Rgtos. volvieron grupas, for­maron a la ligera (no había tiempo para formar correctamente) y se prepararon para abrirse paso entre los lanceros enemigos.

En esta ocasión, los rusos no cometieron el error de estar desprevenidos. A diferencia de Shewell, Paget no se escaparía. Formando de a dos a sus cuatro SQNs, el comandante ruso los hizo virar, para darles la oportunidad de efectuar un ataque de flanco. Después , comenzó a avan­zar hacia la línea de retirada británica pero , por alguna extraña razón, se repitió el fallo ruso vis­to repetidamente el 25 de octubre: se detuvo . La parte derecha de la formación rusa se había ade­lantado , de tal manera que toda la línea se encon­traba situada en oblicuo, respecto a los SQNs bri­tánicos . En la práctica , sólo esa parte derecha cau­só molestias, y de menor cuantía, ya que los bri­tánicos usaron eficazmente sus espadas para re­chazar los pretendidos aguijonazos. Más tarde, escribía un oficial: «Sólo hay una explicación, y sólo una -iDios estaba con nosotros! »;

De hecho , los artilleros rusos contribuyeron, de forma extraña, a cubrir a los Rgtos. que se retira­ban. Continuaron disparando , lo que desanimó el intento de persecución de la Cabo rusa , cuan­do los jinetes en retirada ascendían por la sierra de Sapoune. De camino, pasaron junto a los pa­téticos cuerpos sin vida de muchos de sus compa­ñeros , menos afortunados ese día. El caballo de Paget renqueaba de mala manera , y el jefe del 4." de Dragones fue uno de los últimos en ponerse a salvo. Al ver al jefe de su Bri. pie a tierra, dijo: <d Hola! , lord Cardigan, ¿no estabais allí?» «No, de verdad», replicó Cardigan. «Oye, Jenyns , ¿no me viste con los cañones?» Jenyns asintió. Esta desen­fadada conversación no era sino el saludo entre unos hombres que sabían que habían peleado du­ramente . Más adelante, sería usada maliciosa­mente para argüir que Cardigan no había parti­cipado en la carga.

La escena de camafeos entre Cardigan, Paget y

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J enyns, fue solamente un notable episodio, ocurrido durante el breve y agostado período de estancia en el valle del Norte. El teniente Womb­well, ayudante de campo de Cardigan, y que re­sultó desarzonado cerca de la Bia. del Don, mon­tó en un caballo extraviado, que también cayó muerto a sus pies. Rodeado por cosacos y desar­mado, fue hecho prisionero. Con la herida de la cabeza sangrando profusamente, Morris fue tras­ladado por sus captores para reunirse con Womb­well. Apenas llegó Morris , Wombwell vio otro ca­ballo suelto, atravesó el círculo de lanceros ene­migos y montó al galope para unirse al Rgto. en retirada de Paget, el 4." de Dragones.

Esta vez Morris quedó atrapado y, más aún, su oficial protector partió poco después, tras lo que los cosacos comenzaron a expoliarle. Aunque to­davía débil por la pérdida de sangre, se arregló, como Wombwell, para escapar y refugiarse entre el humo y la confusión. Al igual que Wombwell, montó en un caballo extraviado, pero cayó al sue­lo, desmayado. Cuando volvió en sí, vio a un co­saco a punto de caer sobre él. Con la energía de un hombre preso del terror , Morris se incorporó y puso pies en polvorosa. Una vez más le salva­ron el humo y el polvo y, de manera fortuita, otro caballo errante apareció ante sus ojos. Tras una corta cabalgada, el caballo fue muerto y, una vez más, perdió el conocimiento. Al volver en sí, en­contró al animal muerto sobre sus piernas, atra­pándole . Con un supremo esfuerzo, dado su es­tado físico y todo lo que había sufrido durante y después de la carga, se las arregló para liberarse y caminar tambaleándose valle arriba. Al llegar casi al nivel del reducto N." 4, descubrió el cuer­po de Nolan. La impresión del descubrimiento -el cadáver de su amigo íntimo- combinada con las tres serias heridas de la cabeza, el brazo dere­cho fracturado y varias costillas rotas, le hicieron, no sin razón, caer desvanecido de nuevo . Cuan­do recobró el conocimiento, se encontraba a sal­vo en una tienda británica.

El teniente Clowes no tuvo tanta fortuna. Sin caballo y herido de metralla, sobrevivió a los ma­los tratos de los cosacos, que se afanaban sin ce­remonia en rematar a muchos de los heridos a su alrededor. Pero se encontraba muy débil para su­jetar y montar un caballo suelto. Cuando se disi­pó el humo, fue avistado y hecho prisionero. El teniente Phillips tuvo más suerte. Trás perder el caballo, estaba atareado en defenderse afanosa­mente y defender a un soldado que se encontra­ba imposibilitado de ambas manos, cuando la

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trompeta llamó a los cosacos que les atormenta­ban. Oficial y soldado consiguieron ponerse a sal­vo, tras dolorosa andadura. Otro soldado debió

T Otra escena de la Bía. del Don. Esta vez, los rusos retroceden, pero el cañón

, del centro ha sido volcado. (Warner)

LA CARGA DE LA BRIGADA LIGERA

la vida a un solícito oficial. Algunos de la Bri. Li­gera, cuando regresaban, vieron al Cte. de Salis, del 8." de Húsares, guiando su caballo hacia el oeste, con un jinete herido sobre la silla. Mere­cían sobrevivir, y lo hicieron.

Cuando los restos de la Bri. Ligera desplega-

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BALACLAVA 1 B54

ban en las laderas del valle del Sur, mirando ade­cuadamente hacia Balaclava, Cardigan exclamó con sentimiento: <d Soldados!, esto es un lío des­cabellado, pero no es culpa mía». «No importa, milord», respondió una voz desde las filas, «esta­mos preparados para ir otra vev>. Quizás era así. Pero el precio de la actuación había sido terrible. De los 673 hombres que entraron en acción, la Brigada Ligera podía mostrar sólo 195; 113 hom­bres habían muerto, 247 habían sido gravemente heridos; se habían perdido 475 caballos y 42 más habían sido heridos. Tan sólo dos oficiales de la primera línea y el EM de la brigada que les acom­pañaba salieron ilesos de la matanza. El mismo Cardigan estaba herido y su valor no se puso nt\l1-

ca en seria duda. Morris, que mandaba el 17 de Lanceros, justo detrás de él, declaraba: «No lo pudo hacer mejor. Se colocó donde debía, aproximadamente delante de mi SQN derecho, y avanzó de forma impecable».

T Embarque de enfermos. Los soldados enfermos y heridos son evacuados en botes para ser embarcados en el puerto de Balaclava.

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Esta ruta hacia los hospitales, a través del mar Negro, se habría perdido, con efectos desastrosos para el

A las 1l.20 acababa efectivamente la 4: y últi­ma fase de la batalla de Balaclava, aunque por la tarde se producían duelos ocasionales de artille­ría. Ni el duque de Cambridge ni sir George Cathcart pudieron influir en el resultado con sus Divs. Cambridge, en asociación con una de las Bris. de Inf. francesa , desplegaba en el llano cer­cano al col y expulsó de las colinas de Fediouki­ne al resto de los rusos que quedaban; y Cathcart intercambiaba fuego con la Inf. enemiga en las al­turas del Terraplén. Pero la verdadera batalla ya había terminado.

Contemplando el campo de batalla desde la sierra de Sapoune, el Gral. francés Bosquet, al ob­servar la desesperada carga de la Bri. Ligera, pro­nunció unas palabras que se han convertido en conocido epitafio: «C'est magnifique, mais ce n'est pas la guerre». Un observador ruso compar­tía la misma conclusión: «Es difícil hacer justicia a la proeza de esa loca Cab. ».

traslado de bajas, sin contar las implicaciones para la línea de aprovisionamiento de las tierras altas de Cherson, si

los rusos hubieran conseguido aislar el puerto el 25 de octubre de 1854. (Sandhurst)

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CONSECUENCIAS: , EVALUACION DEL COSTE

Apenas llegó el último soldado renqueando al abrigo de la sierra de Sapoune, comenzaron las re­criminaciones. ¿Quién era el responsable del pe­noso estado de la Bri . Ligera? Solamente la pér­dida de 475 caballos había anulado su efectividad como fuerza combatiente.

Cabalgando hacia el llano, Raglan censuraba fu­riosamente a Cardigan: «¿ Que quería usted hacer al atacar de frente a una Bia. en contra de los usos de la guerra y de las costumbres del Ejército?» A lo que replicó ahogadamente el jefe de la Bri. Li­gera: «Milord, espero que no me culpe, porque re­cibí la orden de atacar de mi oficial superior, de­lante de mis tropas». Tampoco Lucan escapó de los reproches del comandante en jefe: «j Usted ha arruinado a la Bri. Ligera! », exclamaba amarga­mente, para continuar haciendo hincapié en que su orden había sido avanzar a las «alturas» y recu­perar «nuestros perdidos cañones ingleses».

La disputa sobre lo que ocurrió verbalmente en-

tre individuos (principalmente Lucan, Cardigan y Nolan) y quien era, por lo tanto, responsable de la debacle, continuaron durante años. Incluía acu­saciones cruzadas, declaraciones en el Parlamen­to y ante los tribunales. Es difícil , por vagas que pudieran parecer las órdenes de Raglan,justificar el descenso de la Cabo por el valle del Norte, cuan­do a Lucan se le había ordenado avanzar por las alturas (como señaló más tarde Raglan). Más aún, no existía ninguna indicación de que los rusos hu­bieran comenzado a llevarse los cañones de la Bia. del Don antes del ataque. Lo que Nolan y Lucan se dijeron mutuamente era, por consiguiente, de­cisivo. Los ayudantes de campo tenían que haber

.. Hospital de Scutari, fin de la ruta de evacuación de bajas, a través del mar Negro, desde Balaclava. Sala de uno de los

hospitales de Scutari, donde ,da mujer de la lámpara» (Floren ce Nightingale) produjo tal estampa. (Sandhurst)

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BALACLAVA 1854

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~ Puerto de Balaclava. El grabado representa el puerto en 1855, después de haberse mejorado los malecones. Obsérvese el ferrocarril ligero que recorre el muelle. Construido por constructores civiles, llevaba abastecimientos a las tropas de delante de

Sebastopol. (Sandhurst) Abajo: exterior del puerto del Balaclava. El 14 de noviembre un huracán barrió los cifmpamentos de los aliados. Muchos barcos, sorprendidos fUf,ra de Balaclava, se fueron a pique, subrayando el valor de Balaclava como refugio a cubierto. (Sandhurst)

sido totalmente conscientes de las exigencias de lord Raglan: el mismo día, con anterioridad, otro ayudante de campo (el Cap. Wetherall), había in­terpretado una orden previa de retirar la Div. de Lucan por el valle del Sur, trás la pérdida de los reductos turcos.

De esta manera, la personalidad de los hombres concernidos resultaba extremadamente impor­tante. Cardigan y Lucan se detestaban mutuamen­te, por lo que su relación era fría, formal y profe­sional. No cabía una discusión racional. Nolan, un medio italiano visceral, despechado por el retra­so, de más de media hora, de Lucan en cumplir la tercera orden de lord Raglan , no era la perso­na más indicada para explicar con serenidad las intenciones del comandante en jefe. Si el poste­rior impulso de Nolan hacia adelante contituyó un intento deseperado de llevar a la Bri. Ligera ha­cia su objetivo, no ha quedado claro. Su tempra­na muerte alejó cualquier posibilidad de revisión posterior.

¿Quien ganó?

Cualesquiera que fueran las razones para realizar la carga, se brindó una oportunidad de primera para que los rusos se arrogaran la victoria el 25 de octubre, consecuencia del perceptible fracaso. Los acontecimientos del campo de batalla pueden op­timizarse siempre en beneficio propio, por los je­fes, en informes hábilmente redactados. Liprandi no fue la excepción a esta regla. Proclamó que ha­bía cogido ocho cañones en los tres reductos cap­turados, más cuatro destruidos. Más tarde expli­caba que Cardigan había llevado 2.000 jinetes por el valle del Norte, sufriendo 400 muertos, 60 he­ridos graves y 22 prisioneros (siendo las cifras rea­les 113,247 Y 15, respectivamente). No se men­cionaban los episodios de Campbell en Kadikoi ni la Bri. Pesada. A su vez, Menshikov informó al zar que Cardigan había atacado a la Bri. de Húsares de la 6." Div. de Cabo y había sido diezmado por

CONSECUENCIAS: EVALUACiÓN DEL COSTE

el ataque de flanco de cuatro SQNs del Rgto. Mix­to de Ulanos, junto con el fuego cruzado de fusi­leros y la Art. de las Divs. de Inf. 12 y 16. Mens­hikov dijo que se habían capturado once cañones, no ocho, y que las bajas propias entre muertos y heridos eran menos de 300 (en realidad , fueron 238 muertos y 312 heridos graves).

Las pretensiones de Liprandi y Menshikov po­dían ser exageradas pero, de hecho , los rusos te­nían motivos para estar satisfechos del día. Ha­bían montado un ataque con éxito a los reductos, y tenían la evidencia palpable de los cañones cap­turados y un estandarte turco, tomado del reduc­to N." 1. Liprandi controlaba, ciertamente, la par­te oriental de las alturas del Terraplén, que re­forzó con más tropas durante la tarde del 25 de octubre. Aunque se retiró voluntariamente de allí y del terreno al oeste del Tchernaya en el plazo de seis semanas, de momento había ganado una apreciable ventaja territorial. Había roto, de ma­nera evidente, las defensas exteriores de Balacla­va. La destrucción de la Bri. Ligera (que, cual­quiera que fuera el daño causado a la Bia. del Don, no había capturado cañón alguno) era tam­bién clara.

Por otra parte, los británicos también tenían motivo de satisfacción. La valentía personal de las tropas empeñadas -incluyendo cualquier evalua­ción desapasionada de los turcos del reducto N." 1, que resistieron contra fuerzas enemigas muy su­periores durante hora y media- no se puede dis­cutir. Más aún, se habían ganado dos acciones muy importantes. Los hipercríticos podrán decir que , incluso sin contar los dos Bóns. turcos, Campbell tenía una ventaja numérica de casi 2 a 1 sobre los escuadrones rusos que atacaron Kadi­koi. Sus tropas estaban también a cubierto en po­siciones defensivas, contra las que cualquier tipo de Cabo (y la Cabo Ligera en particular) era reacia a avanzar. Sin embargo, si hubiera caído Kadikoi, la garganta hacia Balaclava y a la vulnerable línea británica de aprovisionamiento se habría abierto para un ataque posterior, cuando no inmediato. Liprandi habría podido atravesar el valle del Sur con su Inf., casi a capricho. Se podría haber pedi­do a lord Raglan (como temía) que escogiera en­tre la amenaza a su línea de aprovisionamiento o el asedio. «La tenue línea roja», no tan tenue si se examinaba con detenimiento, era, sin embargo, vital para la supervivencia de las tropas de las tierras altas de Cherson.

Los logros de Scarlett no merecen ser ensom­brecidos por las más espectaculares series de acon-

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BALACLAVA 1854

tecimientos del valle del Norte, noventa minutos después. Si la Bri. Pesada no hubiera puesto en fuga a 2.000 rusos , al precio de sólo 78 bajas in­glesas, Campbell habría afrontado un asalto mu­cho más fuerte que uno de 400 bisoños jinetes. Scarlett y Campbell, pues, merecen más crédito en el conjunto de la batalla, que el que les atribuye la posteridad.

Hasta cierto punto, la batalla de Balaclava en sus cuatro fases distintas - red uctos , Kadikoi , y accio­nes de las Brigadas Pesada y Ligera- puede con­siderarse como un empate. La ocupación rusa de las alturas del Terraplén tuvo un efecto marginal en las líneas británicas de aprovisionamiento, vía Kadikoi y el Col. Tan sólo una pequeña parte del equipo se había desplazado cruzando el valle del Sur y por el camino de Woronzov -una ruta aho­ra peligrosamente dentro del alcance de las tro­pas rusas. Los rusos podrían reclamar para sí una victoria material en los reductos y en el valle del Norte; pero , a la inversa, los ingleses triunfaron con Campbell y Scarlett. El ascendiente moral conseguido por los británicos sobre la Cabo rusa era indiscutible . La curiosa, pero firme , reticencia de sus SQNs a empeñarse seriamente contra los británicos a medida que pasaba el día, era nota­ble. Y la batalla también había demostrado la va-

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• Balaclava. Segundo invierno, cuando la parte sur de la bahía de Sebastopol había caído en poder de los aliados. Obsérvese como se había desarrollado el ferrocarril. Pero el puerto está todavía claramente saturado. Sin su afortunada defensa del 25 de octubre de 1854, no hubiera sido posible nada de esto, que facilitó el paso de abastecimientos a las tropas. (Sandhurst)

~ Arriba: Sombría escena en Balaclava, cuando las columnas de

aprovisionamiento se encaminaban desde los malecones hacia las tierras altas de Cherson durante el segundo invierno de la guerra, sombrío recordatorio del costo de vidas humanas del conflicto. Obsérvese, además, la línea de tumbas de la izquierda. (Sandhurst)

~Ruta de aprovisionamiento. Desde Balaclava se transportaban tiendas y ropa de abrigo hacia Kadikoi. (Sandhurst)

lidez y la efectividad de la cooperación interalia­da, que la limpieza de las colinas de Fedioukine, por parte de d 'Allonville , puso sobradamente de manifiesto.

Moraleja de la historia

Desde el punto de vista militar, puede aprender­se una lección y plantearse después tres pregun-

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CONSECUENCIAS: EVALUACIÓN DEL COSTE

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BALACLAVA 1854

taso La esencia del éxito del liderazgo es la comu­nicación sin ambigüedades. No debe haber lugar para la duda, cualquiera que sea la naturaleza de las personas implicadas. La acción recíproca en­tre Lucan , Cardigan y Nolan no debería haber sido nunca determinante. Además, de manera crucial, los que emiten órdenes deben tener en cuenta la posición del destinatario. Raglan, 700 pies por encima del campo de batalla, no com­prendía la visión limitada de lord Lucan , para quien los reductos se encontraban en terreno abierto, al alcance del enemigo.

Sin embargo, ¿debería Lucan haber emprendi­do una acción más positiva para apoyar a los tur­cos? Sus complicadas maniobras del valle del Sur, dirigidas a disuadir, no tuvieron efecto alguno. La Div. de Cabo era la única fuerza británica que se encontraba físicamente en posición de actuar de forma decisiva durante los noventa minutos anteriores a la rendición del reducto N. " 1, que a su vez animó a huir a las guarniciones de los otros tres.

Tales pensamientos son fáciles desde la como­didad de la visión retrospectiva. Lucan no tenía ni idea de la fuerza enemiga ni de su disposición . En realidad , intentó una operación de socorro, sus SQNs. deberían haber sido abatidos por los cañones rusos en los altos próximos a Kamara. Los reductos habrían caído; y, en consecuencia, la Brigada Pesada no hubiera podido impedir

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ÍA. Campamento de la 1.­Div. Campamento del que descendió el duque de Cambridge al llano de Balaclava el 25 de octubre

de 1854. Atractivo, pero claramente muy frío, bajo el manto de la nieve. (Sandhurst)

que Ryzhov descendiera por la garganta de Kadi­koi.

¿Por qué Lucan dio órdenes estrictas a Cardi­gan que le impidieron apoyar a Scarlett contra la Cabo de Rhyzov durante la tercera fase de la batalla? Quizás más explícitamente, ¿porqué Cardigan no actuó por propia iniciativa, cuando el enemigo se batía en retirada? Si lo hubiera he­cho, no sólo habría salvado un número conside­rable de hombres y caballos de la Bri. de los ri­gores de la costosa cuarta fase, sino que se habría asegurado la victoria que los británicos dejaron escapar aquel día. Entonces, no hubiera tenido lugar la carga de la Bri. Ligera del valle del Nor­t~. Es obvio que no hay explicaciones satisfacto­rias .

Finalmente, dado que la Bri. de Cardigan no sólo cargó contra la Bia. del Don, sino que persi­guió a la desmoralizada Cabo rusa más allá de los cañones, casi hasta la ribera del Tchernaya, ¿no podrían los refuerzos de la Bri. Ligera haber em­pujado, sin duda, al enemigo al otro lado del río , dejando, pues , el campo en manos británicas?

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U na vez más, la visión retrospectiva induce a jui­cios temerarios. Lucan detuvo a la Bri. Pesada a causa de las bajas que sufría. Si hubiera presiona­do, es dudoso que muchos de los SQNs hubieran llegado, incluso, a la Bia. del Don. Para prestar apoyo efectivo, la Bri. Pesada hubiera necesitado agrupar a los restos de la Bri. Ligera en fuerza y en orden de combate. Hubiera sido muy poco probable.

Posiblemente merezca la pena una postdata -que ponga algo de misterio. Antes que la Bia. del Don se ocupara de la Bri. Ligera, fuentes ru­sas afirman que Ryzhov envió unos SQNs de hú­sares al valle, al encuentro de Cardigan. Bajo fue­go intenso y tras sufrir varias bajas entre sus ofi­ciales, se retiraron. Ninguna fuente británica re­conoce tal avance de la Cabo Las únicas Bias . alia­das que de alguna manera podían haber hecho fuego contra los SQNs eran los cañones franceses del borde de la sierra de Sapoune, que habían dis­parado sobre Ryzhov antes de que virase a la iz­quierda sobre las alturas del Terraplén, poco des­pués de las 9 de la mañana. Hubieran necesitado comprometer a la Cabo a vanguardia de la Bri. Li­gera, a medida que descendía por el valle -ac­ción peligrosa, aunque posible teóricamente, dada su altura por encima del valle del Norte. Eso les habría permitido tener el ángulo de tiro re­querido. Si hubiera sido así, los británicos que participaron en la carga, los observadores y, por

CONSECUENCIAS: EVALUACIÓN DEL COSTE

• Después de la batalla de Balac[ava, sir George Cathcart retrasó la 4: Div. hasta las tierras altas de Cherson donde, el 25 de noviembre, combatió en la batalla de Inkerman.

Cathcart y varios de sus oficiales fueron muertos y enterrados allí. Al fondo, el puerto de Sebastopol. (Sandhurst)

supuesto, los mismos artilleros hubieran mencio­nado la acción. Nadie lo hizo así, ni siquiera pos­teriormente . Más aún, las posiciones relativas de la Bri. Ligera, que avanzaba, y las Bias. rusas de las alturas del Terraplén y de las colinas de Fe­dioukine, impedían en aquel momento que los artilleros rusos dispararan sobre sus propios hombres.

Por lo tanto es poco probable que la Cabo rusa lanzara tal contraataque. Creer que lo hizo sería anotar una combinación de deseos y extravagan­cias del proverbiaL oscurantismo de la guerra. Esas cualidades, podrían haber animado a los de­fensores de Sebastopol a creer de verdad que los aliados habían sido debilitados mortalmente por los combates del 25 de octubre. Al día siguiente, atacaron las trincheras de la derecha de las líneas aliadas en las tierras altas de Cherson. Fueron ex­pulsados definitivamente en la llamada batalla de Little 1 nkerman.

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, CRONOLOGIA

1854 4 de enero: las flotas aliadas penetran en el mar Ne­gro. 22 de febrero: zarpan de Inglaterra las primeras tropas británicas. 2.8 de marzo: Gran Bretaña declara la guerra a Ru­sia. 8 de abril: las tropas británicas desembarcan en Ga­llípoli. 10 de abril: Turquía se une formalmente a la alian­za anglofrancesa. 19 de mayo: los rusos cruzan al sur del Danubio para sitiar Silistra. 28 de mayo: las tropas aliadas comienzan a concen­trarse en Bulgaria, al sur del Danubio, para obsta­culizar el avance ruso. 23 de junio: Se levanta el cerco de Silistra, sin ayu­da anglo francesa. 19 de julio: aparece el cólera en las filas aliadas; pronto se producen bajas de consideración. 10 de agosto: un intenso fuego destruye unos va­liosos almacenes de Varna; se retrasa la invasión planeada de Crimea. 7. de septiembre: la marina aliada zarpa de Bulga­na. 13 de septiembre: Rendición de Eupatoria, situada a unas treinta millas al norte de Sebastopol. 14 de septiembre: principal desembarco aliado en la bahía de Calamita; el mal tiempo afecta grave­mente su ejecución. 19 de septiembre: Comienza el avance terrestre ha­cia Sebastopol; se producen enfrentamientos leves contra fuerzas rusas en el río Bulganek. 20 de septiembre: Batalla del Alma. 24 de septiembre: los aliados emprenden la «mar­cha de flanco», para desbordar Sebastopol por el oeste. 26 de septiembre: los británicos toman Balaclava; los ejércitos aliados se establecen en las alturas del sur de Sebastopol. 17 de octubre: primer bombardeo aliado sobre Se­bastopol; explota un polvorín francés y el bombar­deo decrece después de tres días.

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25 de octubre: BATALLA DE BALACLAVA: 5.00: comienza el avance ruso: la Caballería bri­tánica resiste. 6.00: se abre fuego sobre el reducto N." l. 7.30: cae el reducto N." l 7.45: se abandonan los reductos N." 2-4; Los tur­cos huyen. 8.45: cuatro escuadrones atacan Kadikoi. 9.00: «La tenue línea roja» rechaza de Kadikoi a los rusos. 9.15: carga de la Bri. Pesada. 9.30: el grueso da la Cabo rusa se retira por las alturas del Terraplén. 10.30: las Div,s. británicas l." y 4." llegan allla­no de Balaclava. 10.45: Raglan ve que los rusos están a punto de llevarse los cañones de los reductos. 11.00: comienza la carga de la Bri . Ligera. 11.05: los Chasseurs d'Afrique franceses atacan las colinas de Fedioukine. 11.20: finaliza la carga de la Bri. Ligera. 16.00: se extinguen los intercambios aislados de fuegos de Art. y de armas ligeras.

26 de octubre: Batalla de Little Inkerman: las tro­pas rusas atacan el ala derecha de los aliados en las tierras altas de Cherson. 5 de noviembre: Batalla de Inkerman: se produce un intento ruso, de mayor entidad, de desbordar a las tropas británicas del costado derecho de los alia­dos en la misma área. También fue rechazado. 14 de noviembre: los huracanes causan graves da­ños a las posiciones aliadas de las tierras altas de Cherson y a los buques del puerto de Balaclava.

1855 17 de febrero: ataque ruso, sin éxito, a Eupatoria. 9 de abril: segundo bombardeo; continua, de for­ma intermitente, durante ocho días. 6 .de junio: el tercer bombardeo precede a los ata­ques. 7 de junio: los franceses capturan Mamelon, a la de­recha de los aliados; las tropas británicas toman las canteras, a la derecha.

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17 de junio: cuarto bombardeo, anterior a otro asalto. 18 de junio: ataque desastroso y sin coordinación: los franceses no pueden tomar el Malakov, ni los británicos el Redan. 16 de agosto: los rusos atacan, cruzando el río Tchernaya, el costado derecho de los aliados al nor­te de Balaclava: el ataque se vio frustrado por los franceses y tropas recién llegadas de Cerdeña. 17 de agosto: quinto bombardeo; continúa de for­ma intermitente durante una semana. 5 de septiembre: el sexto bombardeo anuncia el asalto final a Sebastopol.

CRONOLOGíA

8 de septiembre: las tropas francesas capturan la crucial obra defensiva de Malakov, en el costado de­recho de los aliados, aunque los británicos fracasa­ran en el Redan. 9 de septiembre: los rusos abandonan la parte de Sebastopol al sur de la bahía; los aliados la ocupan. Después, estancamiento militar en Crimea.

1856 29 de febrero: firma del armisticio en París. 30 de marzo: se firma el tratado de paz. 27 de abril: el tratado se ratifica formalmente.

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JUEGOS DE GUERRA DE BALACLAVA

Recrear una batalla histórica en un juego de guerra no es siempre tarea fácil; cuando el tema es Bala­clava, protagonista de un desastre de Cab., relati­vamente leve «<Esta clase de cosas suceden en las guerras», comentaba el Gral. sir Richard Airey, «Esto no es nada comparado con Chillianwallah»), inmortalizado en la leyenda popular por los versos de Tennyson «La carga de la Bri . Ligera», es do­blemente difícil. Una visión retrospectiva hará im­posible que los jugadores del juego de la guerra compartan la perspectiva de los protagonistas ori­ginales, una vez se den cuenta del guión, por lo que será muy poco probable que se repita la trágica ma­tanza si se permite a los participantes disentir de las acciones de sus homólogos históricos. El organiza­dor del juego debe, por tanto, decidir si Balaclava tiene que servir solamente de guión de un juego de guerra típico, en el que él se hace una rép lica del terreno original y de las órdenes de batalla, pero los jugadores tienen libertad para disentir de las ór­denes emitidas por sus antecesores históricos, o ser la base de un juego, o serie de juegos, que intenten recrear la acción y la atmósfera de los acontecimien­tos significativos de la batalla. Debe elegir, asimis­mo, si los participantes tienen que saber que Bala­clava es un guión, que permite dar rienda suelta a la visión retrospectiva, o se les debe engañar por medio de mapas simulados, reuniones previas y an­tecedentes. Otra posibilidad es la elección del tipo de juego de la guerra que se va a jugar: el tradicio­nal juego de soldaditos de plomo, con figuritas y paisaje; juego de mesa, juego de mapa o kriegspiel ; o una representación , en la que los jugadores de­sempeñen el papel de soldados, en lugar de altos mandos. En el caso de una serie de juegos de la guerra, en que cada uno se centre en un aspecto concreto de la batalla, no hay razón para que no se emplee una variedad de tipos de juegos y estructu­ras que creen una sucesión de viñetas gráficas de los incidentes que Balaclava representa para los ju­gadores actuales del juego de la guerra.

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Balaclava como guión de «punto de partida»

La primera posibilidad tiene poco que dicutir; a partir de la información contenida en este libro, el organizador del juego deberá poder realizar reu­niones previas apropiadas para los comandantes rusos y aliados, estableciendo la disposición de sus tropas al amanecer del 25 de octubre de 1854, sus objetivos e información del enemigo, crear un tipo de terreno apropiado y ejércitos en miniatura, ap­tos para el tradicional juego de guerra con solda­ditos de plomo, elegir un conjunto de reglas -uno de ellos, «La tenue línea roja» de Stephen Allen, pu­blicado por Athena Books, se ha empleado en una repetición afortunada de la lucha en Balaclava- y seleccionar a los jugadores idóneos para desempe­ñar papeles tan excéntricos como los de «Lord Mi­rón» y «El noble balandrista». Las figuras de la guerra de Crimea pueden adquirirse de varios fa­bricantes, en tamaños de 25 y 15 mm; se pueden pintar modelos, de 6 mm, de las tropas de la guerra napoleónica y franco-prusiana, para que represen­ten a las unidades aliadas y rusas.

Un juego de mapa o kriegsPiel, sin embargo, re­flejará mejor los retrasos y las dificultades que ex­perimentó lord Raglan para dar órdenes a las tro­pas de los valles del Norte y del Sur, desde las tierras altas de Cherson. En lugar de congregarse alrededor de una mesa del juego de la guerra, don­de son visibles todas las unidades propias y del ene­migo, los jugadores se sientan separados, confian­do en mapas y croquis para el conocimiento de la situación, enviando órdenes escritas a árbitros que analicen las vistas y el combate, en un mapa-patrón central. Si el jugador que desempeña el papel de lord Raglan utiliza un mapa que simula la vista des­de setecientos pies por encima de los valles, mien­tras que a los que interpretan a Lucan y a Cardi­gan se les dan sólo croquis de la vista desde su po­sición en el terreno, es muy posible que puedan ocurrir un malentendido similar y una costosa car-

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ga de Cab., aunque la visión retrospectiva tenderá a evitarlo.

Balaclava como guión de «historia alternativa»

Para muchos participantes, uno de los placeres de los juegos de guerra es la oportunidad que brindan de investigar los «así pudo ser» de la historia ¡sin riesgo personal! A los que guste tal especulación, encontrarán en Balaclava una fructífera fuente de información para un sinmúmero de estimulantes juegos y discusiones subsiguientes. Unas cuantas de la pléyade de preguntas que los juegos de guerra podrían intentar responder son:

¿Que habría pasado si la Inf. rusa hubiera captu­rado la colina de Canrobert y hubiera avanzado ha­cia Balaclava, en vez de avanzar por el camino de Woronzov? ¿Podría haber mantenido el puerto Campbell hasta que las Divs. l." y 4." descendieran de las tierras altas de Cherson?

¿Podría haber aplastado toda la Cabo de Ryzhov la «Tenue línea roja», donde fracasaron cuatro SQNs?

¿Que habría sucedido si Cardigan hubiera lanza­do a la Bri . Ligera en persecución de la Cabo rusa, tras la carga de la Brigada Pesada? Podría haber re­cuperado la Bri . Ligera los reductos de las alturas del Terraplén y evitar que los rusos desplazaran los cañones capturados?

Pudieron la 1." y 4." Divs., o una de las dos, ha­ber expulsado al enemigo del camino de Woron­zov y recuperar las alturas del Terraplén? ¿Que ha­bría pasado si Raglan hubiera hecho caso del aviso que le dio un espía turco el día anterior y hubiera desplegado la Inf. para afrontar la amenaza?

Balaclava como guión simulado

Las sugerencias hechas anteriormente, presuponen que los jugadores saben que Balaclava es la base del guión y, en consecuencia, se ven influidos por la vi­sión retrospectiva. La única solución a este proble­ma es escribir un guión simulado, en el que la iden­tidad del tema resulte enmascarada. Los escenarios simulados pueden revestir tres formas : la histórica batalla puede presentarse como encuentro hipoté­tico de un típico juego de guerra, como otro con­flicto o campaña real, o como batalla totalmente fic­ticia, ocurrida en un país del pasado -así, se pue­de reescribir la campaña de Crimea como un epi­sodio oscuro de la historia de Ruritania, y lord Car­digan sería un antepasado de Rudolf Rassendyll. El primero de éllos no es, quizás, un escenario simu-

JUEGOS DE GUERRA DE HALACLAVA

lado en absoluto, porque el diseñador del juego simplemente ha omitido los antecedentes y cambia­do, posiblemente, la nacionalidad de las dos fuer­zas en litigio, y es muy probable que resulte «chas­queado» por los jugadores -en especial si se pue­de reconocer en la batalla a la batalla de Balaclava. El segundo tipo requiere que el diseñador del jue­go inserte la batalla escogida, dentro de otra cam­paña histórica, para que, aunque los jugadores pue­dan darse cuenta de que no es auténtica, no en­cuentren fácil la identificación del verdadero tema. La selección del entorno histórico es, obviamente, menos importante; el diseñador debe tener cuida­do de encontrar un auténtico paralelo político/mi­litar, no basarse en una mera aproximación super­ficial, si se quiere que el guión tenga éxito. Normal­mente, requerirá la selección de una campaña de si­milares características tecnológicas en cuanto a ar­mamento se refiere, que en el caso de Balaclava re­queriría fusiles y mosquetes de ánima lisa, balas re­dondas y proyectiles corrientes.

Varias campañas de mitad del siglo XIX parecen potencialmente apropiadas, para simular Balaclava: la guerra de México (1846-8), la primera y la se­gunda guerras de Schleswig-Holstein (1848-50 y 1864), la guerra franco-austríaca (1859) y la guerra austro-prusa, o guerra de las Siete Semanas (1866). La guerra civil americana se ha omitido, porque el tipo de lucha y el terreno difieren notoriamente de los de la guerra de Balaclava. U na vez que el orga­nizador del juego ha elegido una de esas campa­ñas, debe facilitar unos breves antecedentes para el juego, que incluyan la situación de Balaclava el 25 de octubre de 1854, con una descripción escueta de la guerra o campaña seleccionada para la simula­ción. La información previa que se de individual­mente a los jugadores, se iniciará con los nombres de los jefes apropiados -así, por ejemplo, lord Ra­glan podría ser el general Zachary Taylor y el ge­neral Liprandi sería Santana, si se escogiera la guerra de México para la simulación. La designa­ción de las unidades se tendrá que cambiar y, si se quiere realizar un juego de soldaditos de plomo, habrá que comprar y pintar, o pedir prestadas, las figuras al respecto. Cuanto mayor sea el efecto que se consiga en la presentación de la simulación , será menor la probabilidad de que los jugadores deduz­can el verdadero guión.

El diseñador del juego, puede considerar impo­sible combinar toda la situación táctica de Balacla­va, fácilmente identificable, con otro entorno histó­rico, en cuyo caso deberá recurrir a antecedentes ficticios y a reuniones previas con los jugadores.

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8ALACLAVA 1854

Aunque este método pueda significar mayor esfuer­zo que otros métodos alternativos a la hora de crear un guión convincente, tiene la ventaja de que los ju­gadores no tendrán otra información, o ideas pre­concebidas, que las que le quiera dar el diseñador del juego. Será necesario disimular el terreno co­nocido del campo de batalla, cambiando la orienta­ción, por ejemplo, de manera que el este sea el oes­te, para que los jugadores no puedan deducir la identidad del verdadero guión; el truco radica en escribir todos los nombres y anotaciones de tal ma­nera, que los jugadores se desanimen al mirar un plano, en el que el valle del Norte y la dirección de la carga corran de izquierda a derecha, lo que pue­de despertar el recuerdo del diagrama que se mues­tra de varias maneras en cualquier libro que trate del asunto.

Balaclava en viñetas gráficas

Como alternativa, puede recrearse Balaclava en una serie de juegos diseñados parar poner de re­lieve los principales acontecimientos de la batalla -la captura de los reductos, la derrota de la caba­llería rusa a manos del 93 y la Bri. Pesada y, natu­ralmente, la carga de la Bri. Ligera. Razones de es­pacio impiden describir con detalle todos los jue­gos posibles, por lo que he preferido concentrarme en la Bri. Ligera; pueden seguirse los mismos mé­todos para jugar a la menos conocida carga de la Bri. Pesada.

El primer ataque ruso a la colina de Canrobert y la captura del reducto N." 1 constituyen un tema desacostumbrado para un juego de guerra de sol­daditos de plomo, que incite a la pelea a cinco Bóns. rusos , con otros seis de apoyo, y 30 cañones, con­tra 500 turcos y tres cañones de doce libras, de Art. naval, en una explanación. Los turcos parece que resistieron firmemente durante algún tiempo antes de ser abrumados por el peso del fuego y numéri­camente. Las reglas de los juegos de la guerra con­vencionales no permiten a los defensores del reduc­to ofrecer una resistencia significativa, cuando se encuentran en manifiesta desventaja numérica, pero de la recopilación de la experiencias de la InE. rusa que realizó el asalto, empleando un sistema de combate novel, diseñado originalmente por Paddy Griffith para reflejar la experiencia francesa de 1859 en Italia «<Vuelo hacia el frente» de Nugget, N." 23, octubre de 1984) y adaptada por Arthur Harman para la guerra de Crimea «<Taran­tiunshky» de Juegos de la guerra ilustrados, N." 19, marzo de 1989), puede resultar un juego interesan-

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te. Se registra el proceso de la InE. atacando a tra­vés de una serie de zonas que representan el largo alcance de los mosquetes, la línea de choque del de­fensor y las áreas al alcance próximo de la línea de­fensiva y se determina su reacción ante las bajas en cada zona. Cada unidad tiene su propio perfil mo­ral y puede reaccionar ante las bajas siendo presa del pánico y retirándose a retaguardia, formando una línea dispersa de choque y abriendo fuego, o resultar espoleados a cruzar la zona batida para lle­gar a enzarzarse con el enemigo. Puesto que las tro­pas turcas estaban armadas con fusiles de ánima lisa, no con fusiles Minié, será necesario ajustar la profundidad de las zonas. Este sistema lo pueden usar los árbitros, un número cualquiera de partici­pantes, o un solo jugador.

El punto álgido de la batalla de Balaclava, y del juego de guerra, debe ser la carga de la Bri. Lige­ra. Sin embargo, es poco probable que un conven­cional juego de guerra acabe en un ataque equivo­cado de modo natural , por lo que la discusión se concentrará en recrear las sensaciones y experien­cias de los participantes de la carga, en una varie­dad de juego de la guerra de escaramuzas, juego en el que los jugadores interpretarán papeles de soldados, mejor que de jefes de grupos de hombres diseñados para reflejar la tensión y la confusión de la acción, sin permitir a los jugadores cambiar la his­toria. El juego constará de dos fases: la carga mis­ma y la lucha en la Bia. de Art. rusa.

La exposición consiste en una línea de soldados de molde, que representan a uno o más de los Rgs. implicados en la carga. Cada jugador dispone de una figura identificable, que lleva su propio distin­tivo -un soldado anónimo o un oficial como el Cap. Morris del 17 de Lanceros- rodeados por otras figuras , controladas por los árbitros, y una en­trevista personal previa que, convenientemente adaptada a su graduación y Rg., seguirá las direc­trices siguientes:

«El objetivo de este juego es "revivir" la experien­cia del Cap. Smith, del 13 Ligero de Dragones, du­rante la carga de la Bri. Ligera. Por lo tanto, debe­rá concentrarse en guiar a su montura, defenderse en el combate y animar a sus hombres, por medio de la exhortación y el ejemplo. Las órdenes de los oficiales su periores - interpretados por los jugado­res o representados por los árbitros- deben ser obedecidas en todo momento; debe transmitirlas a sus soldados, por medio de su trompeta, con tal que esté a su lado y oiga sus instrucciones. Si está sepa­rado de su trompeta, o si ha muerto, tendrá que gritar, y gesticular con su sable. Recuerde que en

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el fragor del combate será muy difícil que sus sol­dados le oigan o entiendan a más de unas cuantas yardas de distancia, especialmente cuando trate de reagruparlos después de una carga. Es necesario colocarse delante de los soldados a quienes se diri­ge, para ganar su atención; ¡es inútil dar voces por detrás a hombres que se alejan! Su principal papel como oficial es dar ejemplo de frialdad en la acción e inspirar a sus hombres para que imiten su valen­tía; debe ser el primero en la carga y el último en la retirada. »

«El control de la montura se efectúa usando las riendas y las espuelas. Puede dar órdenes tales como "paso" , "trote", "galope corto", "galope", "iz­quierda" , "derecha", "salto" y "alto" de esta forma, acelerar bruscamente, y girar violentamente o de­tenerse durante el combate, torciendo la cabeza del caballo o alzándosela. No se debe abusar de este método, o su caballo se volverá "resabiado" y me­nos dispuesto a obedecer órdenes posteriores. Ten­drá que juzgar la dificultad de cada obstáculo y el grado de peligro de la acción, basándose en la in­formación faci~itada por los árbitros , y reaccionar en consecuenCia.»

«Su arma es un sable, sujeto a su muñeca por un fiador , para que no se pierda si se suelta involun­tariamente. Se puede usar el sable para asestar un pinchazo con la punta, un tajo con el filo o parar un golpe. En aras de la simplicidad, no se le exigi­rá conocer los muchos y diferentes golpes y para­das. Según el método de representación del com­bate elegido por los árbitros, se le pedirá que ex­prese su elección de forma oral o remede la acción apropiada icualquier duda sería fatal! En una me­lee de Caballería no tiene tiempo para tomar deci­siones razonadas, sino para reaccionar instintiva­mente. Simultáneamente tendrá que controlar su montura, dándole una serie de órdenes, escogidas de las que figuran en la lista de la sección de equi­tación anterior -si bien que le obedezca el caballo en el ardor del momento ... es otra cosa.»

Durante la carga por el valle del Norte, los árbi­tros pondrán hitos detrás de la línea de figuras, para indicar su avance; cambiarán la disposición de los hombres, de acuerdo con las órdenes de los ju­gadores y los efectos de las balas redondas y de mos­quetería. Los caballos sin jinete, que -aterroriza­dos-, intentaron unirse a las filas y tuvieron que ser, a menudo, alejados a sablazos para evitar que machacaran las piernas de los jinetes, serán contro­lados por uno de los árbitros. Otros, plantearán in­cidencias a los jugadores, tales como soldados o ca­ballos caídos, que deben sortearse ejerciendo las

JUEGOS DE GUERRA DE BALACLAVA

adecuadas técnicas de equitación; obviamente, los árbitros deben estar preparados para «amañar» el resultado, de forma que los jugadores -o la mayor parte, en cualquier caso- sobrevivan para seguir a Cardigan hacia la Bia., si toman decisiones .equivo­cadas; de esta manera, los errores de equitación de­ben provocar rehuses y trompicones, en vez de cue­llos rotos al ser desarzonados. Cada obstáculo y al­teración del terreno debe registrarse en compara­ción con la velocidad óptima y el uso debido de las espuelas para sortearlos sin contratiempos; otras ve­locidades o acciones producirán resultados deter­minados de antemano. Por ejemplo, un caballo he­rido podría ser obligado, por medio de las espue­las, a marchar al galope corto; a cualquier otra ve­locidad, el caballo tropezará, haciendo que el jine­te suelte el sable y se agarre con ambas manos para evitar la caída, obligando a los caballos de detrás y delante a desviarse para esquivarle. Los árbitros si­tuarán, en consecuencia, las figuras sobre el expo­sitor. Se jugará esta parte del juego con todos los participantes alrededor del expositor. Matar a uno de los jugadores (o «plantar» a un árbitro entre los jugadores) debe crear una tensión conveniente en­tre los jugadores, que se preguntan quién sobrevi­virá para irrumpir en el humo ...

Para la confusa melé de la Bia., los jugadores se separan con sus árbitros de combate individuales, para realizar un juego de representación oral de pa­peles. Este libro, y otras numerosas narraciones de la carga, deben animar a los árbitros de los comba­tes a generar muchos incidentes apropiados. El ár­bitro avisa, por ejemplo, que un cosaco con el sable levantado para asestar un tajo hacia abajo, aparece por la izquierda del jugador. La solución preferida (anotada por el árbitro con anterioridad al juego) puede ser: protegerse del golpe, girar el caballo a la izquierda, picar espuelas y dar tajos, parar el golpe, moverse con rapidez hacia el adversario y golpear­le, lo que permite al jugador derrotar al cosaco, sin sufrir daño. Las otras elecciones pueden conducir a escapadas por los pelos, heridas leves, heridas gra­ves, muerte, o heridas a un soldado vecino, como el árbitro considere oportuno. De nuevo, el árbitro debe pecar de generosidad para asegurar lo más po­sible la supervivencia del jugador, y hay anteceden­tes históricos de escapadas milagrosas: el teniente Elliot, ayudante de campo del general Scarlett, so­brevivío a la carga de la Bri. Pesada con catorce he­ridas de sable. El árbitro debe indicar el resultado de la acción del jugador, mediante gritos, maldicio­nes y relinchos, no diciendo simplemente al jugador que ha herido o matado a su contrario.

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BALACLAVA 1854

Para que este juego tenga éxito, se debe animar al jugador a que deje de lado la consciencia de sí mismo y se introduzca en e! espíritu del asunto, de­sempeñando su pape! actuando «a pierna suelta», dando las órdenes con el gracejo de moda en la Cabo Ligera, adulando a su montura con una palabra o palmada (siendo consecuentemente recompensado con mejor respuesta a sus órdenes y mayor facilidad para sortear obstáculos), y representando con gestos e! manejo de su espada. Un taburete, o una de esas «sillas del revés», diseñadas para influir en la conse­cución de una buena postura> podría servir de mon­tura y se podría intentar simular el uniforme victo­riano; un húsar, por ejemplo, podría exhibir en su

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cabeza una gran bolsa de té, para representar la gorra de piel y terciarse un anorak por encima del hombro izquierdo, como si fuera una pelliza.

A los que sobrevivan a la carga y a la posterior melé, se les puede evitar los horrores de la retira­da, pues los jugadores habrán obtenido una impre­sión mucho más intensa de la realidad de una car­ga de Cab., que la que obtendrían observando la destrucción simbólica de soldaditos de plomo con los dados, sobre un tablero.

Si el juego corre el albur de caer en una carica­tura insípida, lo mismo le sucede a los juegos de guerra convencionales, que también hacen de la matanza una diversión.

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