el basilisco, nº 04, septiembre-octubre 1978

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    F I L O S O F A , C I E N C IA S H U M A N A S , T E O R A D E LA C I E N C I A Y D E L A C U LT UR A

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    SUMARIOEL BASILISCO / NUMERO 4 /SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1978

    ARTCULOSDETERMINISMO CULTURAL Y MATERIALISMO HISTRICOGustavo Bueno 14S C H O P E N H A U E R Y L A M S I C A : U N C A S O D E R O M A N T I C I S M O F O R M A L I S T A M U S I C A LVidal Pea 12 9C O L A B O R A C I O N E S

    SEMNTICA Y FILOSOFA DE LA CIENCIAMiguel ngel Quintanilla 35T E A T R O C R I T I C O

    BERNARDO DEL CARPI Y LA BATALLA DE RONCESVALLESVicente J. Gonzlez Garc a 142H I S T O R I A D E L P E N S A M I E N T O

    P A L M I R O T O G L I A T T I Y L O S O R G E N E S D E L E U R O C O M U N I S M OJos Mana Laso 133LXICO

    C U L T U R AGustavo Bueno 164N O T A S

    E L P R I N C I P I O D E R A C I O N A L I D A D L I M I T A D A D E H . A . S I M N Y E L P R E M I O N O B E L D E E C O N O M AAlberto Hidalgo 168CRITICA DE LIBROS

    SOBRE LA INTOLERANCIAGustavo Bueno 180A L G U N A S R E F L E X IO N E S E N T O R N O A LA P S I C O L O G A I N F A N T I LPurificacin Gil 94POLMICA

    ENTONCES, QUE HACES AQU? . REPLICA AL PROFESOR LASOFLIX DUQUE.I103A L G U N A S M A T I Z A C I O N E S A L P R O FE S O R D U Q U EJos Mara Laso 104

    EL BASILISCO. Filosofa. Ciencias Humanas. Teora de la Ciencia y de la Cultura.D i r e c t o r : G U S T A V O B U E N O M A R T N E Z . D i r e c t o r - G e r e n t e : G U S T A V O B U E N O S N C H E Z . S e c r e ta r i o s d e R e d a c c i n : P IL A R P A LO P J O N Q U E R E S .M I G U E L N G E L Q U I N T A N I U A . C o n s e j o de R e d a c c i n : J U A N R A M N A L V A RE Z . LU I S J A V I E R A L V AR E Z . G U S T A V O B U E N O M A R T N E Z . G U S T A V O B U E N O S N C H E Z . J U A N C U E T O A L A S . J O S M A N U E L F E R N A N D E Z C E P E D AL . T O M A S R . F E R N A N D E Z R O D R G U E Z . P U R I F I C A C I N G I LC A R NI C ER O. AL B ER TO HI DALGO T U ON . M AR A I SAB EL LAFUENTE. JOS M AR A LASO PR I ETO. JOS ANT ON I O LPEZ B R UGO S. P ILARPAL OP JON QU ER E S. VI DAL PEA GAR C A. M I GUEL NGEL QUI NTANI LLA FI SAC . A DA TER R N B AU ELOS. AM ELIA VALC ARC EL B ER NALD ODE QU I R OS . JULI N VELAR DE LOM B R A A. R ed acc i n y Ad m in is t r ac i n : PENTALFA EDI C I ONES. APAR TADO .%. OVI EDO /ESPAA.PRECIO DEL EJEMPLAR: 200 PTAS. SUSCRIPCIN ANUAL ESPAA: 1 .200 PTAS. SUSCRIPCIN ANUAL EXTRANJERO: 1 .800 PTAS. ' PENTALFAEDI C I ONE S. PUB LI C A C I N B I M ESTR AL D I SEA/I M PR I M E: B AR A ZA- OVI EDO. D . LEGAL 0 - 3 4 . W8 . I .S .B .N . 8 4 - 85 4 2 2 -0 0 - 7

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    ARTCULOS

    DETERMINISMO CULTURALYMATERLA^LISMO HISTRICOGUSTAVO BUENOOviedoI . PROGRAM A DE NUESTIO AN AUSIS

    unibales y Reyes. El origen de las culturas, esia obra madura, de sntesis, de un antroplogo profesional (que no de un filsofoprofesional), Marvin Harris (1). En ella, elen otro tiempo profesor de Antropologa>de la Universidad de Columbia, acometeuna audaz tarea: la de bosquejar las lneasmaestras de una concepcin general acerca de las claves delorigen y desarrollo de las culturas humanas, desde elPaleoltico hasta la Revolucin Industrial.

    La concepcin general que en este libro se nos ofrece, as como sus mltiples aspectos o hiptesis particulares , no han salido de la nada, ni son gratuitas. Sin me-.noscabo de su originalidad -y an como condicin deella-, Marvin Harris incorpora explcitamente en el diseo general de su obra (de un modo que recuerda estil sticamente a la Antropologa de Cassirer, tan distinta sinembargo, en cuanto a inspiracin, de la obra de Harris)numerosas teoras e hiptesis particulares (por ejemplo,las de W ittfog el, sobre los Estados hidrulicos; la deMorton Frie, sobre los Estados prstinos; los anlisisde Chagnon sobre los yanomanos, etc.) y el tejido deconjunto se lleva a efecto dentro de una precisa orientacin antropolgica: aquella orientacin que podramosdesignar como naturalismo -tan caracterstica de losantroplogos anglosajones (desde Darwin, y sobre todo,Herbert Spencer, hasta los antiguos funcionalistas, oautores como Darlington) y que Marvin Harris designa(1) Marvin Harr is . Canibals and Kings. The origins of the cultures. Ran-d o m H o u s e , Inc. , 1977. Traduccin espaola de Horacio GonzlezTrejo. Barcelona, Argos Vergara, 1978. 286 pginas.

    (en la l nea de Michael Harner, pero tambin MalcolmWebb, o Col in Renfrew) como determinismo cultural. Enel marco de esta tradicin antropolgica naturalista,Marvin Harris nos ofrece una construccin de conjuntooriginal, notable adems por el radicalismo de susposiciones (de ah su claridad) y por la fidelidad a susaxiomas (de ah su coherencia).

    Una construccin expuesta adems con una brillantez inusitada, en sus formulaciones felices, en el materialinteresante util izado. Una brillantez, sin duda, muy cuidada (retricamente) y calculada en sus efectos apelativos ydidcticos: bastara fijarse en las titulaciones de los capt u los , pensadas como si fueran ttulos de novelas (Lasprotenas y el pueblo feroz, El reino canbal, Elcordero de la misericordia, La trampa hidrulica,Carne prohibida, Asesinatos en el Paraso), en lameditada secuencia de los mismos (secuencia que sigueun orden histrico global, que se demora en captulosmonogrficos, como en estampas ilustrativas -los aztecas,los hindes-), en las frmulas irnicas y efectistas, perotambin eficaces dentro de la argumentacin: seguramente el pueblo que fu capaz de imaginar cmo era elrostro de Traloc era capaz de imaginar que sus dioseseran apasionadamente aficionados a los menudillos depavo y a los corazones de perro (cap. 10); la cuestinque merece destacarse a propsito de los cnones delConcilio de Laodicea, 363, que prohiban a los cristianoslas prcticas de los gapes es que el valor nutritivo de lacomunin es virtuaknente nulo, haya o no transustancia-cin (ibid.); incluso es posible que el cristiano fuerams el don del cordero en el pesebre que el del nioque naci en l (cap. 9). En el siglo XVIII el Gobierno no poda sustentar el costo de criar a los nios hastala adultez y rpidamente las inclusas se convirtieron, dehecho, en mataderos, cuya funcin primordial consista

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    El libro de Harris se nos presenta as como un libro

    un a escuela antropo lgica-cientfica de i rcstigiosa tra

    pol gicas ms generales, en cu anto incluye, implciente, enjuiciamientos y valoraciones sob renuestras instituciones morales, econreligiosas, o polticas. En cualquier caso, un parama qu e p ued e servir para aclarar y precisar incluso

    Desde este punto de vista va a continuar nuestroaxioque preside s construccin, diagnosticar tantocom po nen tes cientficos com o los ideolgicos y con

    determinismo culcon las lneas, ms o menos convencionales, delmaterialismo histrico -no ya propiamente en e l

    no manifiesta ninguna intencin de desarrollar sudeterminismo cultural en cuanto contrapunto omaterialismo histrico (a la manera como,Etapas del crecimientoNi siquiera cita a Marx en su bibliografa (enLa situacin de losde Engels). Se refiere a Marx en

    Pe ro, sin embargo, la confrontacin ent re el determiexpuestos por Harris , y el materialismoen las condiciones dichas, no parece enteramen

    Ante todo, en cuanto a la temtica . Ambas concepcampo, a saber, elfilosofa del Espritu de Hegel . Podr a parerneo que apelemos a Hegel para

    rico y del determinismo cultural. Si nos referimos a laFilosofa del Espritu de Hegel como a un metro o canon,es precisamente por motivos crticos, crticos de todo,ingenuo sealamiento hac ia un campo obje t ivo dado.Es Hegel quien recor ta esa sociedad civil 2 L la que el propio Marx alude al establecer la escala de la His tor ia (Hege l , siguiendo el procedimiento de los ingleses y francesesdel s iglo XVIII -Prefacio a la crtica de la Economa Poltica ) y quien introduce a continuacin la dialctica del Estado de la Historia (2). Slo teniendo presente esta escala(que justamente cabe discutir desde el naturalismo), desde .la que se organiza el campo material de estudio (campo alque per tenecen los individuos que t ienen que a l imentarse da a da) sera posible, nos parece, establecer unaclara lnea de demarcacin gnoseolgica entre el natural ismo antropolgico de Harr is y e l na tura l ismo antropolgico de , pongamos por caso, Desmond Morr is (El Mono Desnudo) o de Eibl-Eibesfeldt (El hombre preprogra-mado). La apelacin a esta escala implcita en la que sedibujan \zs figuras de los campos del determinismo cultural y del materialismo histrico es tanto ms necesariacuanto que es Harris (como un siglo antes Marx) quiense refiere incesantemente a esos individuos que tienenque alimentarse diariamente, es decir, a los individuostal como los contempla precisamente la Zoologa (o laEtologa). Pero se dira que mientras que el naturalismozoolgico o etolgico, como perspectiva antropolgica,se mantiene en la escala de esos individuos corpreos,de sus conductas, y de las relaciones entre ellas, en tantoresuelven de nuevo en los individuos (digamos; en la escala de la esp ecie d istributiv a 75 ), el naturalism o antro -polgico-etnolgico histrico, considera ya, de entrada(volveremos a este punto central en la Seccin IV deest e co me ntario ) a los individuo s en cuanto estn integ r a n d o formaciones sociales, histricas, encadenadas en totalidades atributivas (de ndole T) las de la Filosofa delespritu hegeliano. Harris vuelve, sin duda, una y otravez, a los individuos del naturalismo biolgico (la conversi n de la vaca en carne prohibid a se origin en lavida prctica de los agricultores individuales, pg. 199);pero l es un etnlogo, incluso un historiador, y la escalade su campo de estudio no es la de Lorenz, sino msbien, por ejemplo, la escala en la que se dibujan las culturas de Spengler, o las civilizaciones de Toynbee: son lasformaciones dadas a esta escala aquello que l quiereexplicar y reconstruir, s in duda porque parte ya de ellas,an en el momento en que se refiere a los individuos.

    En segundo lugar, tanto el determinismo cultural como el materialismo histrico convienen en adoptar unametodologa materialista no hegeliana (idealista), desdeel mo m en to en que quieren asumir e l pu nto de vista segn el cual la conciencia humana est determinada por elser social del hombre (de donde toma precisamenteHarris la denominacin determinismo cultural). En laproduccin social de su vida, los hombres estn sometidos a relaciones determinadas necesarias, independientesde su voluntad; relaciones estas de produccin que corresponden a un grado de terminado de la evolucin delas fuerzas productoras materiales -dice el texto clebre de l Prefacio antes citado. Harris: analizando el pasado en una perspectiva antropolgica, creo que es evi-(2 ) Gus tavo Bueno , hos Grundrisse de Marx y el Espritu objetivo deHegel. Sistema, Enero 1974, n 4. Pginas 35-46.

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    dente que las principales transformaciones de la vida social humana, no se han correspondido, hasta el moment o , con los ' objetivos conscien temen te fijados po r losparticipantes histricos (pg. 256); y, en particular habadicho, al exponer el origen y evolucin de los Estadosprstinos: en mi opinin, lo ms destacado de la evolucin de los Estados prstinos es que tuvo lugar comoconsecuencia de un proceso inconsciente: los participantes de esta enorme transformacin no parecen haber sabido lo que estaban creando (pg. 115). Desde nuestraperspectiva gnoseolgica (3): Las voluntades de Marx,como los objetivos conscientes de Harris , se mantienen en un plano P-operatorio, en el que se mantienetambin el idealismo al cual se ataca. Y se le ataca porque -traduciendo a nuestros trminos gnoseolgicos- sedesenvuelve en un plano fenomenolgico (digamos, mi-co) , dado que ni Marx ni Harris niegan toda existenciaa esas voluntades o a esas fijaciones conscientes de objetos. Loqu e se viene a decir, simplem ente, es esto: que' existenen un plano apriencial, por cuanto ellas mismas estarandeterminadas por factores ms esenciales que, al actuarpor encima de la voluntad o por detrs de los objetivos conscientemente fijados (por tanto: ms all delplano P-operatorio) nos remiten al plano a operatorio.

    En tercer lugar (como punto de contacto de principal importancia entre el materialismo histrico y l de-terminismo cultural) , hay qie tener en cuenta cmo Harris se apropia la frmula marxista del modo de produccin. Y aunque, por supuesto, la llena de otros contenidos, se mantiene en su misma escala, se ocupa de lasmismas magnitudes antropolgicas (modo de produccin asitico, modo de produccin feudal). En ciertamanera, podra decirse que tanto el materialismo histrico como el determinismo cultural se proponen dar cuenta de los mecanismos de transformacin histrica deu n o s modos de produccin en otros, supuesto que, paraambos, la produccin y la reproduccin de la vida (comodeca Engels) es el argumento o materia misma de la historia humana (4). (Aquello que Harris l lama cultura secorresponde aproximadamente con e l concepto de produccin humana de bienes materiales necesarios para lavida individual y social). El naturalismo de Harris, comoel de su escuela, de filiacin darwinista, segn hemosdicho, tampoco es enteramente extrao al materialismohistrico (Engels, en el Discurso funeral, compar a MarxconDarwin; as como Darwin ha descubierto las leyes dela evolucin animal, Marx habra descubierto las leyes dela historia humana). Ahora bien; es sobre este terrenoafn, donde parece que tiene sentido -incluso que s(3 ) Gus tavo Bueno , E tomo al concepto de ciencias humanas, El Basilis-co, vfi 2, pg. 12 a. 46 .(4) . ..El prim er hecho de la his toria dei hombre y hecho que deb ecumplirse cada da y cada hora, hoy como hace siglos estriba en producir los medios con que sostener su vida material (decan Marx yEngels , con los ojos puestos en San Bruno, en h Ideologa alemana).Y aadan: lo primero, pues, que debe proponerse todo his toriador,es examinar este hecho en todo su significado y extensin y hacerjusticia a este hecho fundamental. Y eso es sabido los alemanes nolo han hecho nunca. Por lo mismo, no han tenido nunca una base terrena para la historia ni un historiador. Los franceses e ingleses, encambio (aadiramos nosotros: y los antroplogos americanos) habrnenfocado todo lo parcialmente que se quiera el influjo de este hechoen la historia, sobre todo cuanto tenan cautivo el espritu de preocupaciones polticas . No se ha de desconocer, s in embargo, con todo, quees a ellos a quienes se deben los primeros intentos de dar a la historiauna base materialis ta.

    tarea obligada- el precisar las distancias entre las trayector ias de l determ inism o cultural y la del materiaUsmohistrico. (En algn sentido cabra decir que esta confrontacin es un fragmento de la confrontacin entre laideologa antropolgica de vanguardia de USA y la ideologa de la URSS -tal como es contemplada cnvencio-nalmente desde Amrica con las repercusiones que, adem s , pueda haber tenido esta representacin en la propiacristalizacin del materiahsmo histrico).

    Pero no cabe pensar, partiendo de esta perspectivaamericana (como groseramente alguien ha sugerido) queHarris mantenga el punto de vista de la apologa del capitalismo. Por el contrario (y esta es la cuarta analogafund amen tal con el marxism o, que querem os subrayar)Harris , como Marx, ve al capitalismo como un modo deproduccin cuyo fin est ya prximo, si bien los motivosen que se funda esta previsin son muy distintos deaquellos en los que se fundan las predicciones marxistas,y esto sin perjuicio de que, tambin de acuerdo conMarx -y en comn desacuerdo con Hegel- Harris sostenga que la sociedad civil es ms importante que el Estado (pg. 236). Los argumentos sobre los cuales Harrisfunda sus opiniones sobre la irracionalidad del capitalismo y su prximo final se basan en su tesis permanenteacerca de la relacin entre los hombres y los recursosenergticos naturales (en el caso del capitalismo: de losrecursos energticos fsiles, carbn y petrleo), segn elmodelo ideal del llamado coeficiente de eficiencia:Hoy se emplean en Estados Unidos 2.790 caloras deenerga para producir y ofrecer una lata de cereales quecontiene 270 caloras (pg. 253). Pero, en cambio, loque si puede seguramente decirse es que el determinismocultural de Harris es un fruto genuino del democratismoindividualista madurado en los Estados Unidos y, en estesentido, cabra decir que se opone frontalmente a losc o m p o n e n t e s comunistas inexcusables (creemos) en la trama del materialismo histrico.

    En cualquier caso: aquello que verdaderamente nosinteresa, desde una perspectiva filosfica, es la utilizacin, si fuera posible, de aquellas distancias entre lastesis del determinismo cultural y las del materialismohistrico, como estribo para regresar hacia la determinacin de las Ideas que se abren camino por medio deaquellas tesis particulares. De aquellas Ideas cuyo entramado pueda constituir las concepciones filosficas queenvuelven al determinismo cultural y al materialismo histrico, si es que, efectivamente, las diferencias entreambas antropologas se mantiene a esta escala filosfica.

    En efecto; pudiera pensarse tambin que las diferencias entre ambas concepciones de la Historia no fueran propiamente filosficas, sino categoriales, cientficas.La filosofa implcita en ambas acaso pudiera ser la misma (el materialismo); las diferencias seran del tipo de lasque existen entre la Sociologa y la Psicologa, pongamospor caso -an dentro de un mismo marco de Ideas filosficas-.Esto nos introduce en las cuestiones gnoseolgicas,

    porque tanto el materialismo histrico como el determinismo cultural se presentan como construcciones cientficas. El materialismo histrico suele ser entendido comoLa Ciencia de la Historia (no slo en el Diamat;EL BASILISCO

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    El determinismo cultural tambin se autoconcibe,Eplogo (muy endeble y

    Eplogo y soli-como si el cuerpo del libro no fuese, porun soliloquio moral, sino una construccin cientfi

    Sin embargo, desde nuestro punto de vista cmopodan ser ciencias unas concepciones que, por su naturaleza, incluyen juicios de valor sobre la mayor parte delas categoras antropolgicas, sobre temas de moral, depoltica, de religin.'' Cmo es posible que puedan auto-co nce bir se c om o las ciencias globales 'del hom bre si laAntropologa (sin adjetivos; fsica, mdica, cultural, etc.)no es ciencia? (5). Advirtase que, con esta pregunta, nopretendemos sugerir, de antemano, que ni el materialismo histrico ni el determinismo cultural no sean en absoluto cientficos, sino que, en el supuesto de que losean, los lmites de su campo no podrn superponersecon el campo de la Antropologa, puesto que habrnde superponerse con campos que es preciso delimitar.En qu medida, pues, el determinismo cultural (y, a suvez, el materialismo histrico) se mantienen en el mbitode una ciencia categorial -que suponemos ya no ser niAntropologa, ni Historia total, respectivamente- y enqu medida y cmo esta ciencia, sin dejar de serlo,envuelve ya una filosofa (una antropologa filosfica ouna filosofa de la Historia).''.I I . LOS PRINCIPIOS DELDETERM INISMO CULTURAL, SUPUESTASU ESTRUCTURA CIENTFICA

    Concedamos inicialmente, por razones de mtodo, laestructura cientfica del determinismo cultural -pero reservndonos e l derecho (af n de no mantenernos en unacuestin de palabras) de entender la naturaleza de estaestructura cientfica de un modo semejante a aquel segn el cual la entenderemos cuando hablemos de laestructura cientfica del materialismo histrico, o decualquier otra disciplina que se autopresente como cientfica (la Lingstica estructural o la Termodinmica).Slo de este modo podremos estar en condiciones previas para establecer comparaciones mutuas a travsde un metro o can comn. El can que a este propsito utilizamos, por nuestra parte, es la estructura de laciencia tal como se perfila en la Teora del Cierre Categorial (6).Una ciencia (segn la Teora del Cierre Categorial)no t iene objeto, s ino campo. Un campo categorial quepuede descomponerse (desde el punto de vista del ejesemntico) en un plano fenomenolgico, un plano fisicalistay un plano esencial. Desde un punto de vista ms biensintctico, un campo se nos aparece como una multiplicidad de trminos, pero no cualesquiera, sino de suerteque estos trminos resulten estar enclasados por lo menos en dos clases. A, B, a su vez necesariamente subdivi-didas en subclases, a partir de las cuales se establezcanlas construcciones e figuras ulteriores. Los trminos del

    (5 ) Gus tavo Bueno: Etnologa y Utopa. Valencia, Azanca, 1971. pg.1 3 3 . El Basilisco, n 2 citado, pgina 16. En la columna b, lnea 31, falta esta lnea: fuente de enriquecimiento de su propio campo de estud i o , puede tambin ser. . . .(6) Vid. Diccionario de Filosofa contempornea, dirigido por MiguelQuin tan i l la , a r t . Cierre categorial (pg. 82-86). Salamanca, 1976. Gustav o B u e n o , La Idea de ciencia desde la teora del cierre categorial, Santander, Universidad Internacional Menndez Pelayo, 1976.

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    campo constituyen configuraciones y contextos determinados -los puntos y las rectas del plano geomtrico,c o m o c a m p o . d e la geometra elemental plana, se organizan en figuras tales como tringulos o circunferencias.Pero adems, sintcticamente, una ciencia incluye relaciones entre los trminos y operaciones (que arrojan nuevos trminos a partir de trminos dados y que mantienenrelaciones determinadas entre s y con los trminos factore s internos a la categora). Las relaciones establecidas (enlo s teoremas) entre los nuevos trminos, en cuanto queson coristrudas, se dan a travs de configuraciones intermedia s o contextos determinantes (a travs de la circunferencia, como contexto determinante, se establecieron lasrelaciones necesarias entre los catetos y la hipotenusa delos tr ingulos rectngulos). Por ltimo, recordamos, quedesde e l punto de vis ta de l eje pragmtico, una cienciapuede descomponerse en procesos autolgicos, dialgicos ynormativos (que nos inclinamos a identificar con la propialgica material de cada categora). En cualquier caso,una ciencia que construye relaciones en el mbito de uncampo categorial (que va cerrndose al r i tmo mismo deesa construccin) no agota el campo en cuyo mbito seabre sus caminos. Los trminos de un campo categorialdado se insertan, en parte, en otros campos categorialesdiferentes -y de aqu, las confluencias, conflictos, desajustes e inconmensurabilidades entre las diferentes ciencias, cuyas relaciones mutuas se nos presentan segn unacoloracin ms dialctica que armnica.

    Nos atendremos aqu, en nuestro anlisis (y de unmodo muy sumario) a la perspectiva sintctica (aunquecontemplando obligadamente, desde ella , al menos oblicuamente, las dimensiones semnticas y pragmticas).1. Sobre el sector de los trminosSi no nos equivocamos, los trminos con los cualesHarr is construye , desde su perspec t iva de l de terminismocultural, se organizan, intencionalmente al menos, en dosclases dis t intas , que se sobreent ienden por lo dems, necesariamente vinculadas (nosotros diramos: sinectivamen-te) a saber: la clase de los individuos humanos (organizados en familias, bandas, etc.) y la clase de los objetos de lmedio (animales, plantas, etc.) son pues, clases recortadas precisamente a esta escala.Es interesante advertir ya, en este momento, importantes diferencias con el materialismo histrico. Son di

    ferencias que se dibujan, segn hemos dicho antes, sobreel fondo de una semejanza comn, semejanza que, desdenuestro punto de vista filosfico, formularamos subrayando un carcter comn, llammosle plano, deambos campos cientficos (tanto el del determinismo cultural como el del materialismo histrico), frente al carcter tridimensional de la antropologa filosfica (tambin materialista) desde la cual nosotros argumentamos.El adjetivo plano est sugerido por la circunstancia deque tanto el determinismo cultural como el materialismohis tr ico operar an en un campo de terminado por dose jes coordenados , por dos ordenes de re lac iones, pordos contextos de relaciones formalmente antropolgicas(puesto que, adems, hay que suponer dadas las relaciones materiales biolgicas, qumicas, etc.) que llamaremos a su vez (tomando los nombres de un diagrama enel que los individuos o grupos humanos se representasenpo r p un tos de u na circunferencia y los seres deL med io

    por puntos de un crculo interior concntrico a aquella)contexto circular (orden de relaciones circulares, Hi /Hj) y contexto radial ( H / N K ). Sin duda, los fenmenos antropolgicos que tienen que ver con la estructurade la produccin, se dejan analizar muy a fondo con laayuda de slo estos dos ejes, es decir, en un espacio bi-dimensional (en el cual se dibuja acaso lo ms relevanted e l humanismo, de la reduccin de las cuestiones antropolgicas a los trminos de la relacin entre el yo y elno/yo, es decir , de la naturaleza como no/yo, de algo dado en funcin del yo, al modo de Fichte: se trata de lainmanencia del idealismo alemn cuya potencia reductivaacaso slo el argumento zoolgico podra neutralizar).P e r o , por nues tra par te , dudamos que es te campo planopueda ofrecer el marco para un anlisis filosfico exhaust ivo de los fenmenos antropolgicos . Suponemos quees preciso contar con un tercer contexto, un tercer orden de relaciones, que llamaremos angular en virtudde su representacin, en el diagrama de referencia,cuando al diagrama anterior se agregan puntos intercalados entre la circunferencia exterior a interior) que entendemos i r reduct ible y que comprende l contexto const i tuido por e l gnero de re lac iones entre los hombres ylos sujetos prterhumanos, en particular, los animales(H / A)) cua nd o los animales figuran, no como personashumanas (lo que nos remitira al contexto circular) pe rotampoco como ent idades corpreas (comest ibles, porejemplo) lo que nos remitira al contexto radial, sinoc o m o amigos o enemigos de los hombres, sin ser ellos mismos humanos . (En e l contexto angular incluiramos tambin las relaciones de los hombres con los dmones o conlo s dioses -que, desde una perspectiva materialista , slopueden figurar como dados en el eje fenomenolgico).La dialctiva general de estos tres ejes podra formularsede este modo: las relaciones propias de cada contexto seestablecen a travs de la mediacin de los dems, pero,de suerte qu sean capaces de alcanzar un ritmo propio,que no p'fede ser derivado de los rdenes de relacionescomponentes de los productos re la t ivos .

    Los rdenes de relacin circular (H / H) y radial(H / N ) se intersectan necesariamen te, sinectivamente,pero son irreductibles, y su conflicto permanece siemp r e . No es posible tratar un orden sin intermedio delo t r o ( H / H a t ra v s d e N ; H / N a t ra v s d e H ) p er os iempre hay una tendencia a tomar uno u otro comoperspectiva. Diramos que el naturalismo de Harris tomacomo perspectiva el eje radial, mientras que el materialismo histrico, se mueve, sobre todo, en el mbitodel eje circular. El error de Engels -su confusionismo,su oscurantismo- habra consistido en ofrecer un concepto de Produccin tal que en el se borrara la diferenciaentre es tos dos contextos : un concepto absorbente, enel momento que incluye tanto la produccin (radial)como la reproduccin (circular) de la vida. Paralelamente , a l en tende r como base de un modo de produc cin a las fuerzas de produccin (que son ms bien radiales) y a las relaciones de produccin (que son circulares),y al considerar a la familia (a las relaciones de parentesco) como relaciones de produccin, se las subordinarautomticamente de hecho a la produccin (radial).Como la dialctica estriba aqu en el conflicto de relacione s (circulares) y fuerzas (radiales) resultar que son lasfuerzas aquellas que al desbordarlas, transforman a las relaciones (las superestructuras, son aquello que emana dela base). Levi-Strauss, segn el anlisis de Claude Mei-

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    horda, an cuando no

    repro-es reproduccin de la fuerza del trabajo, es uniso dio de la produc cin a part ir de la naturaleza (raMeillassoux, acaso impresionado por la crtica de

    erm ina do p or la produccin o, en general, el orden

    hari) no se reducira el ord en circular al ord en racaza (como modo de produccin) no

    de ella: la caza facilita el desarrollo, en una detercirculares ya

    hadza

    tex to circular, pero se mue ven, adems, en el plano (3

    Mujeres, Graneros y C apitales. Trad. esp. SigloX I , 1977. Pg . 38 .

    guiares, el que contiene el orden de relaciones entrelos hombres y los animales en tanto forman un orden Pespecfico, irreductible a los otros dos. Queremos decir,po r ej em plo, que: en el origen de la agricultura h ubieronde tener parte, no ya las relaciones de los hombres conlos dioses (como enseaban los mitos antiguos) pero s laspor ejemplo, que en origen de la agricultura hubieron detener parte, no ya las relaciones de los hombres con losdioses (como enseaban los mitos antiguos) pero s lasrelaciones especficas de los hombres con los animales. Yno slo porque fueron los animales quienes pudieron en -sear a los hombres algunas tcnicas agrcolas (como yasugirieron los epicreos) sino tambin porque los animales, en virtud de su peculiar cooperacin con el hombre(en la domesticacin) son aquellos que impulsaron laagricultu ra (en la misma obra de H arris, aparecen losherbvoros acudiendo a ios silos de grano de los campos de cereales del cercano oriente -herbvoros que, porsu con dici n de tales, ma nten an unas relaciones |3 noconflictivas con los hombres).

    Sin duda, pues, las relaciones radiales, imponenlmites al desarrollo de las relaciones circulares, perosin que estas deriven de aquellas como superestructuras.Ms bien se dira que las relaciones circulares envuelven,como un marco, a las relaciones radiales; y que son las relaciones circulares (que incluyen relaciones de dominacin) aquellas que hacen significativas, antropolgicamente, a las relaciones radiales. Si, por ejemplo, consideramos un grupo social jerrquico sometido a unadeteirminada tasa de produccin, el agotamiento de losrecursos en el sentido radial, har imposible su subsistencia recurrente (su reproduccin simple). La produccin se orienta selectivamente, segn las estructuras culturales circulares. Si hay contradiccin entre las estructuras circulares y las radiales, ello no significa que lasestructuras radiales impongan una estrategia (salvo en elsup ues to de qu e se reconociesen todos los factores delmundo natural). Ocurre que Marx no consider sino glo-balmente la correspondencia entre la ley de la poblacin yel modo de produccin de una sociedad dada: no considerlos m ecanism os P de control de la poblacin, reconocibles ya en la Edad de Piedra. Consider, ms bien, la regulacin de la poblacin como automtica, en la medidaen que esta no crece ms de lo que puede permitir la estructura de la produccin (al modo de Ricardo). Harris,en.cambio, utiliza de hecho mecanismos p-operatorios enla explicacin del equilibrio (como puedan serlo la guerra o el infanticidio calculado econmicamente).

    Atribumos, pues, una contextura plana tanto almaterialismo histrico como al determinismo cultural.Pero se dira que la organizacin radial del campo deHarris se parece en este sentido ms a la organizacin deT oy nb ee (estmulo del m edio / respuesta) que a la deSpengler (para quien el campo de la Historia el segundo Cosmos, mantiene una cierta autonoma, en cuantodotado de una dialctica interna distinta y an contrapuesta a la esfera de la naturaleza) (8). Sin duda, no seralcito atribuir a Marx una organizacin de su campo entera m en te similar a la de S pengle r, dada la insistencia deMarx en la diaictica.ntre el hombre y la naturaleza y ensu mutua modificacin. Pero nos atreveramos a sugerirque Marx se aproxima ms a la perspectiva (que llamaramos germnica) mantenida por Spengler (y que

    (8) O. Spengler . La decadencia de Occidente. Introduccin, t. I. de la tra-duccin esp. de Rev. de Occidente, pg. 81 y sgts.

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    podemos verificar tambin en Hegel), que tiende a subrayar la inmanencia antropolgica (o biolgica, en general) de la dialctica histrica (respecto de la Naturaleza),en lugar de situar el primer plano de esta dialctica en larelacin radial del Hombre (o del viviente) con sumedio. Somos conscientes de que estas afirmaciones (entanto suponen una cierta interpretacin del marxismo)levantarn inmediatas protestas y nos apresuramos a matizarlas, en el sentido de que tales afirmaciones no pretenden excluir, en el marxismo, la importancia de la dialctica entre el Hombre y la Naturaleza. Pretenden,eso si, insinuar que la dialctica circular, inmanente,antropolgica (representada en el materialismo histricoprincipalmente por e l concepto de la lucha de clases -clases que se recortan enteramente en el contexto circular- y en el concepto de la contradiccin entre las rela-ciones de produccin y las fuerzas productivas, que sontambin determinaciones de la regin humana) ocupaen Marx un primer plano, que empuja hacia el fondo ala dialctica radial del Hombre y la Naturaleza. Y ellono accidentalmente, sino en conexin con la misma ideafilosfica de Naturaleza atribuible al propio Marx y a laque nos referiremos en la ltima seccin de este comentario (9). Los trminos (diramos) son los mismos enambas axiomticas, pero se organizan de otro modo.Mientras en el materialismo histrico el medio funcionacomo una masa moldeable por el trabajo humano, a lavez que moldeador de los hombres mismos, en el deter-minismo cultural de Harris, el medio moldea enteramentelas culturas, aunque no precisamente a los hombres, porque estos -se suponen ya organizados, dotados de unequipo invariable de patrones de conducta. (Las culturasson, por ello, vistas ms bien como modos de adaptacinal medio de unos hombres que permanecen fundamentalmente invariables). Si, para referirnosja lo esencial, regresamos a aquel momento re la t ivamente homogneo dela humanidad en el que puede hablarse de una situacinigual de los hombres ante el medio, el momento en quese ex:tingue la megafauna del pleistoceno, veramos,viene a decirnos Harris (pg. 40 y sgs.), cmo son las diferencias del medio (entre el Viejo y el Nuevo Mundo)aquellas que determinan las secuencias caractersticas delas civilizaciones euroasiticas y amerindias. Pero estassecuencias diversas (queremos insistir sobre este punto,en torno al cual habremos de volver ms tarde) serandeducibles a partir de los mismos mecanismos humanos;se tratara de diferencias de adaptacin. En el ViejoMundo, abunda el grano -cebada silvestre, trigo y otroscereales- y, correspondientemente, los animales herbvoros -vacas, corderos (la vaca hind, el cordero israelita),cabras-, de ah que los cazadores recolectores de amplioespectro levantaran las primeras aldeas permanentescomo lugares de almacenamiento de grano, anteriormente al descubrimiento de la agricultura. Estas coloniaspre-agrcolas, en medio de densos campos de cereales,habran deter min ado la proximidad constante de animales que, por otra parte, no entraban en competencia conlos hombres: los cazadores ya no tenan que salir a buscarlos, porgue son los animales los que se acercaban alos cazadores. De ah la ocurrencia (puesto que nuncafaltaron conocimientos, pg. 43) de alimentarlos, dedomesticarlos. Pero en Mesoamrica, donde no existaesa proporcin de animales domesticables, instalarse en(9) Alfred Schmidt. Der Begriff der Natur in der Lehre van Karl Marx. Frankfort a. M., Europeische Verlags Anstalt , 1962.

    aldeas permanentes recolectoras de semillas significabaprescindir de la carne. Por qu el pueblo de Tehuacanno se asent cerca de los parajes en que creca el amaranto o el grano?. Era debido a que carecan de geniosque le dijeran cmo hacerlo? (pg. 44). No: ocurraque si los pobladores de Tehuacan deseaban comer carn e , deb an trasladarse librem ente en respues ta a lascostumbres estacionales de sus presas, principalmenteciervos selvticos, conejos, tortugas. Por esto tampocoinventaron la rueda de transporte (con todas las implicaciones tecnolgicas que ello habra comportado). Nop or falta d e inteligencia (la cono cieron com o juguete ,incluso en alfarera) sino porque no haba animales detraccin tiles. Fu, pues, el medio aquello que determinlas trayectorias divergentes entre los dos hemisferios yesto explica el motivo que determin que Coln 'descubrie ra ' A mrica y que Powhatan no 'descubriera ' Europa,que Corts conquistara a Moctezuma y no a la inversa(pg. A6). En todo caso, esta accin moldeadora del medio funciona, en el determinismo cultural, de un modoms bien negativo (segn el modelo de la teora de lacriba) que positivo (precisamente porque a los hombresse les atribuye una dotacin fija de capacidades invariables) . Y, desde este punto de vista, resulta, paradjicamente, que el medio, en el materialismo histrico (sinperjuicio de su axiomtica circular) puede jugar unafuncin ms positiva sobre la Historia que la que desempea en el determinismo cultural. Para este, el medio es,sobre todo, depsito de protenas, o depsito de materiales y energas necesarios para obtenerlas. Por ello, esint ere sa nte ' constatar qu e el me dio influye en las culturasy en los hombres principalmente a travs de sus operacio-nes, de las operaciones orientadas a extraer de l esasprotenas o esos instrumentos en orden a satisfacer necesidades prefijadas. El determinismo cultural, por eso, noentiende la accin del medio sobre el hombre a la manera como la entendan los clsicos, no slo Lamarck, sinoM ont esq uie u: Los pueblos del N or te son enrgicosporque el aire fri contrae las extemidades de las fibrasde nu es tro c uer po, aum enta su elasticidad y favorece lavuelta de la sangre de las extremidades al corazn. Ladiferencia entre esta accin del medio en el determinismo geogrfico de los clsicos y en el determinismo cultural de H arris la pondram os (utilizando nuestras coordenadas gnoseolgicas) en que aquel se mantiene en unplano a-operatorio (fisiolgico -pseudo fisiolgico-, biolgico); mientras que ste ha de tomar en cuenta las operaciones del plano |3, aunqu e d eba, ulteriorme nte (por sudeterminismo) eliminarlas.

    Resumiendo: diramos que el campo de trminosdel determinismo cultural, tal como Harris lo presenta,est constituido por dos clases de trminos: la clase delos hombres sujetos (llammosles H S) y la clase de lascosas u objetos (llammoslas O N). Decimos sujetosporque slo los hombres aparecen all como sujetos operatorios, y sta precisin es pertinente en cuanto a susignificacin gnoseolgica. Decimos objetos porque,en la construccin de Harris, todo lo que no son loshombres (o sujetos) aparece nicamente como alimentos o tiles pensados en orden a la obtencin de alimentos, a su almacenamiento, a su elaboracin o distribucin (por ejemplo, los templos-mataderos).

    Po r lo dem s, pued e afirmarse q ue la clase, de loshombres -si nos atenemos al uso efectivo gnoseolgico10 EL BASILISCO

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    esencialen dos subclases, a saber: la clase de los varones y laLas diferencias entre estas dos subcla-

    de la generacin (correstrminos del campo); pero es

    es) sino a travs de terceras instituciones (prinlm ente , de la guerra) con las cuales Harris construy e.En cuanto a la clase de los objetos -definidos, como

    comestibles- ellos seplantas yQueremos con esto decir que esta divisin rio

    formal en la construccin antropolgica e his

    2 . Sobre el sector de las relacionesSe trata de determinar el tejido de relaciones que

    Harris no expone, desde luego, explcitamente, las

    Por otra parte, las relaciones que ms nos interesan

    A) En primer lugar, nos referiremos a las relacionesconstitutivas de los trminos de la clase H.

    La relacin ms llamativa, por el uso que Harrishace de ella, acaso sea una relacin de igualdad o de semejanza, la igualdad o semejanza entre los trminos dela clase H cuando se relacionan por la mediacin de N .(Se trata de un axioma de identidad utilizado ampliamente por la Antropologa naturalista, desde Tylor yMorgan hasta Margaret Mead o Beattie). Todos loshombres se consideran iguales en cuanto a necesidadesfisiolgicas (en virtud d e su anatoma: la anatoma es eldestino, en virtud, por tanto, de su anloga preferenciapor las dietas de carne) y en cuanto a sus capacidades intelectuales. Los individuos paleolticos son tan inteligentes como aquellos que, segn un modo de decir, inventaron en el Neoltico, la agricultura. Los individuosq ue inve ntaro n la rued a no eran ms inteligentes qu eaquellos individuos pertenecientes a culturas sin rueda.

    Qu es lo que elimina, segrega o abstrae (poneentre parntesis) el axioma de igualdad de Harris?.Muchas cosas, pero entre las ms significativas, diramosque las relaciones de desigualdad fsica o intelectual, queotros antroplogos a tr ibuyen a los hombres en cuantodiferenciados racialmente, o anatmicamente, o individualmente. Son estas relaciones de desigualdad las que(sin ne garse ) se desdib ujan ante la luz del axioma deHarris . Y esto sin necesidad siquiera de atribuir a Harrisun postulado igualitarista -al estilo de Helvetius, o deChomsky, para tomar dos referencias suficientementealejadas (10)- porque su axioma podra ser compatible latesis de un igualitarismo resultante (dentro de ciertosparmetros) en el curso histrico social, con el reconocimiento de las diferencias individuales o raciales, siempre que stas apareciesen como algo susceptible de serneutralizado. Lo que si parece relevante, en todo caso, enel determinismo cultural, es la eliminacin de toda sombra de racismo -y esta caracterstica negativa es obviamente significativa en Antropologa, dado el uso que otrasconstrucciones, precisamente naturalistas, hacen de las(10) He lve t ius , De l'Homme,de ses facultes et son education. Pars, 1975,to m o V II de O .C. (reimpresin), nota 40 de la pg. 181: una proposicin es evidente s i puede ser verificada empricamente por cada indiv id u o . C h o ms k y , Linguistic and Philosophy, (en S . Hook , Languageand Philosohy, London Press, 1969, pg. 88): todo nio nace con elcono cim iento p erfecto de la gramtica universal.

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    figuras de las razas, en su juego mutuo. Es este un carcter que e l de terminismo cul tura l comparte ampliamentecon el materialismo histrico. Y es gnoseolgicamenteinteresante por cuanto nos introduce en e l tema de lainde pend encia de los gne ros ca tegor ales que , por otraparte, se suponen intersectados entre s . La Antropologafsica, la que se ocupa, por ejemplo, de las razas humanas, parece ser poco significativa (por no decir nada) enestas construcciones de la Antropologa histrica; y noporque el determinismo cultural niegue las reales diferencias raciolgicas, o porqu Harris las desconozca, sinoms bien porque resultan ser no pertinentes en la escala(lingstica, cultural) adoptada, un poco a la maneracomo seran poco significativas las diferencias raciolgicas e ntr e las plumas de pavo o las plumas de gallinautilizadas por msicos y escritores, para dar cuenta desus diferencias estilsticas (lo contrario, nos pondra enlos umbrales de la ciencia ficcin, al pretender explicarlas diferencias entre las estructuras estilsticas de Bach ylas de Viv aldi a part ir del anlisis de las diferencias en trelas plumas de gallina o las plumas de ganso de las cualesestos msicos pudieron servirse para escribir sus partituras.

    Las relaciones generales de igualdad entre los trminos H (a travs de N) se manifestaran principalmente,en cuanto relaciones de cooperacin (a travs del tratamiento cultural del medio) -de cooperacin en la produccin- en las semejanzas de reaccin ante situacionesanlogas planteadas por el medio (El tab de la carnede vaca fu el resultado acumulativo de las decisionesindividuales de millones y millones de agricultores individuales , pg. 199). En este con texto, incluso se borra nlas diferencias fisiolgicas y anatmicas entre las subclases de H (varones y mujeres) p uesto q ue el dficit defuerza mu scular femenina carece de consecuencias, oqu ed a ne utralizado , en el co njunto de ' la actividad cazadora, recolectora, etc. , cooperativas. En cualquier caso,es muy importante tener en cuenta que esta igualdad,dada en el proceso de la cooperacin, da lugar (en trminos lgicos) a clase de equivalencia; es decir, organiza elcampo antropolgico como una totalidad distributiva^ avcfzs,subclases, precisamente en virtud de sus relaciones deigualdad, se mantienen separadas entre si ( las bandas ogrupos separados por tierras de nadie) y virtualmenteenfrentad as (por la guerra) a medida qu e se produzca suexpansin demogrfica. Se cumple as claramente el principio (tan heterodoxo desde una perspectiva clsica neo-pla tnica) de que la unidad {^n nuestro caso, la desigualdad entre los hombres) separa, tanto como une. (Tambinpuede decirse que todos los hombres se asemejan en laposes in de un lenguaje doblemente ar t iculado; peroesta caracterstica es el principio de su dispersin, de laTorre de Babel , tanto como de su unidad) . Otro tanto sediga de la religin.

    N o deja de ser interesante advertir que es acaso alpasar al contexto de las relaciones inmediatas vsxx.ethMxa.zrnas (H/H) cuando Harr is introduce preferentemente relaciones de desigualdad. As, se dira que las relacionesespecficas (de ntr o de H) com ienzan a funcionar d e m odo diferencial cuando ellas se establecen directamente(H /H ) y no po r la mediac in de la produccin (H /N /H )-digamos: como productos relativos interhumanos a travs de los trminos de la clase N. Las relaciones especficas interhumanas que aqu cuentas son de dos rdenes .

    Ante todo, las relaciones entre las subclases de varones yde mujeres, en todo cuanto se refiere, no ya a la cosecha de alimentos (de la que hemos hablado) sino a lacosecha humana, a la reproduccin (pg. 15). La asimetra de las relaciones (su desigualdad) es aqu esencial,por cuanto discrimina a los varones de las mujeres, queson las que marcan e l r i tmo reproductor (un grupo queconsta de diez varones y una mujer tiene una ley reproducto ra tota lmente diferente a la de l grupo formado.por un varn y diez mujeres). Esta asimetra es el fundamento de instituciones culturales tan importantes comola del infanticidio femenino (como mecanismo de controlde la poblacin), o el trato preferente dado a los niosvarones, lo que -dice Harris- constituye un triunfoexcepcional de la cultura sobre la naturaleza. (Se diraque el infanticidio femenino cumple en la obra de Harrisun trmite similar al que el tab del incesto cumple en laobra de Levi-Strauss). Tambin comienzan a ser significativas las relaciones de desigualdad entre varones ymujeres, fundadas en su diferente fuerza muscular, en elcontexto de las relaciones directas interhumanas, particularm en te en la guerra (concepto q ue se man tiene obviamente en el contexto circular). Y, por ltimo, en elcontexto de las relaciones inmediatas circulares, en cuanto generales e indeterminadas (es decir, no determinadaspor la subclase de varones y mujeres) tambin se destacan las relaciones de desigualdad. Estas relaciones de desigualdad se resuelven acaso en relaciones de dominacin(de tipo, diramos, adleriano) constitutivas de jerar-quas. Por as decir, la desigualdad no se funda ahora endiferencias de inteligencia (ante la naturaleza) cuanto endiferencias de voluntad, de ambicin. Pero una ambicinque no se concibe como orientada tanto a la apropiacinde los bienes tomados del medio (segn la tesis subyacente en una interpretacin psicolgica de la teoramarxista de la lucha de clases muy extendida) cuanto a ladominacin y control de los dems individuos del grupo.Hasta e l punto de que inc luso e l contenido originario deesa ambicin (como ocurre con los mumi de los sivai. Is las Salomn), de las tareas dominadoras del gran hombre sea el distribuir, repartir los bienes, no apropirselos: en su etapa ms pura y ms igualitaria, la ms conocida gracias a los estudios de numerosos grupos de Melanes ia y Nueva Guinea , los grandes hombres juegan e lpa pe l de individuos trabajadores, ambiciosos y llenos decivismo, que persuaden a sus parientes y amigos paraqu e trab ajen para ellos al prom etrseles celebrar unenorme festn [dado a terceros] con los alimentos extrados que produzcan (pg. 98) .

    B) En cuanto a las relaciones materiales (no formalmente antropolgicas) que el determinismo cultural deHarris considera establecidas entre los elementos de laclase N de su campo, tan slo nos referiremos (huyendode la prolijidad) a las relaciones entre las dos principalessub esp eci es de esta clase N , a saber, los animales y lasplantas. Los principios de estas relaciones, que el determinismo cultural considera, sus principios ordinarios, podramos decir que triviales, aunque no por ello errn e o s . Y, en todo caso, dejan de ser triviales en cuantolos consideramos como una seleccin entre otras muchasrelaciones igualmente objetivas pero que, sin embargo,no alcanzan una participacin gnoseolgica en la const rucc in .La relacin principal acaso fuera aqu la relacin dedependencia de los animales (herbvoros , por e jemplo)12 EL BASILISCO

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    nan a su vez, segn su estructura, a consecuencia de

    C) En tercer lugar habremos de referirnos a las rela{radiales) entre los trminos de las dos clases A y. Sin duda, estas relaciones son las ms importantes y

    asociadas a las relacion es igualitarias (sealadas enne s con el med io (B), a saber, a travs del agota

    {sinectiva) de dependencia

    desequilibrio ecolgico.

    entre la nutricin (la cosecha de ali

    Resulta absolutamente esencial constatar ahora que

    especficagenrica, en tanto que cubre otras muchas especies

    ra, sin. duda la intencionalidad naturalstica d e

    operaciones (con

    3 - Sobre el sector de las operacionesLlegamos ahora al punto central de nuestro anlisisgnoseolgico, aquel en el cual (nos parece) va a ser posible establecer la naturaleza precisa de las dificultades intrnsecas que el determinismo cultural entraa cuando sele examina gnoseolgicamente.Nos valemos, principalmente, de la distincin (quejuzgamos esencial en la Teora de las Ciencias Antropolgicas) entre los planos a-operatorios y |3-operatorios,presentes en toda ciencia del hombre, en cuanto tal(11) . Esta distincin nos va permitir , por lo menos,desentraar las ambigedades y confusiones de la metodologa de Harris o, si se quiere, nos va a ayudar a sacara la luz la complejidad escondida en su aparente sencillez.Intencionalmente, la metodologa de Harris , encuanto determinismo cultural, quiere mantenerse (traduciendo a nuestras coordenadas) en el plano a-operatorio.

    El mismo formato del concepto de determinismo cultural nos remite a este plano. En efecto, el concepto dedeterminismo cultural lo propone Harris como correctivoa la apelacin (idealista) en la construccin a las libresvoluntades cuyos designios marcasen las trayectorias histricas; a la tesis segn la cual el curso de los acontecimientos humanos hubiera de verse como la ejecucin deprogramas, planos, claves u objetivos establecidos porlos propios hombres, en cuanto se guan por sus designios que buscan, pongamos por caso, el conocimientode s mis mo (Hege l), la gloria de Dio s o la expansinde la esencia humana. Analizando el pasado, en unaperspectiva antropolgica -dice Harris- creo que es evidente que las principales transformaciones de la vida social humana no se han correspondido, hasta el momento,con los objetivos conscientemente fijados por losparticipantes histricos (pg. 256). Ahora bien: estosobjetivos fijados por los participantes histricos (porlos sujetos) quedan obviamente del lado de las operacio-ne s de los sujetos. Y lo que Harris vendra a decir entonces es que estas operaciones (que el no niega, ni desconoce, en un sentido absoluto) se mantienen en un sectorsemnt icamente fenomenolgico, apariencial. La cienciaantropolgica, como determinismo cultural, se constituira en el regressus de ese plano P-operatorio, consideradocomo apariencial (un plano en el que se sita el idealismo cultural) , hacia un plano natural, orientado a la reconstrucc in, por medio de operac iones de ndolea-o pe rato rio , de la realidad efectiva (es decir; el pasado)del material antropolgico.

    Y es indudable que Harris se mueve ampliamenteen el plano a-o perato rio, particularme nte cuando apela aoperaciones similares a las de los naturalistas, para darcuenta del origen, pervivencia y fin de las culturas, esdecir, de los modos o sistemas de produccin. Los procedimientos de Harris , en este terreno, nos parecencomple tamente leg t imos , y an i r reprochables , dentrode la metodologa darwinista de l seleccin natural.Ni siquiera le ser preciso postular instintos de nutricino de reproduccin, en cuanto principios de su construccin. La apelacin a estos instintos podra interpretarse(11) / Basilisco, n 2, pg. 29-46.

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    en otro sentido, como si ellos fuesen resultados obten idosa partir de los datos incontestables segn los cuales loshombres se vienen manteniendo por lo menos desdehace quinientos mil aos hasta la fecha. Diramos: no sehan mantenido los hombres tanto t iempo por es tar dotados de esos oscuros instintos, sino que hay que suponerqu e h an estado sometidos a tales automatismos p recisamente porque se han mantenido durante es tos milenios ,y en la medida en que se han niantenido. Aunque ordoessendi se declaren previos a la realidad histrica semejantes instintos biolgicos, ordo cognoscendi (por tanto:gnoseolgicamente) la realidad histrica es lo primero yslo en funcin de ella cabe hablar, no ya de instintos,s ino de procesos institucionalizados de nutricin y dereprod uccin . Lo que equivale a dec ir , qu e un campo,que hay que sobreentender como mucho ms comple joy organizable segn muy diversas lneas, es organizadopor Harris segn las lneas naturalistas trazadas por losconceptos de nutr ic in y de reproduccin, con la pretensin de reconstruir, dentro de esas lneas, y pormedio de ellas, las figuras del campo antropolgico ntegro. Todo cuanto desde esta perspectiva (a-operatoria, lade las causas que actan impersonal e inconscientemente , hasta e l punto de que no son especficamente humanas)Harr is pueda obtener -y, s in duda , obt iene bas tantes resul tados , a lgunos verdaderos , otros , aunque sean errneos, sugeridores de investigaciones nuevas- ser acorde,sin dud a, con la metod ologa cientfica a-operatoria delna tura l i smo.

    Ahora bien: cules son los Imites internos de estametodologa , de es te cierre categorial resultante de la aplicacin de aquella a un material como el que Harris t ienedelante?. Diramos, en general, que los lmites propiosde los planos a-operatorios. Y nos atreveramos a aadirque Harris no parece siempre consciente de estos lmitesy que es esta inconsciencia gnoseolgica aquello queconfiere una suerte de ingenuidad a su metodologa propia. Porque Harris , de hecho, utiliza ampliamente lame tod olo ga |3-operatoria, com o n o podra ser men os sipretende conservar, para su ciencia, el nombre de Ant ropologa .

    An te tod o, y expl c i tamente , en e l Eplogo y solilo-quio moral, Harris reconoce la posibilidad de operaciones conscientes significativas, matizando o corrigiendode este modo su determinismo inicial en el sentido dicho(Porque no hablamos aqu de libertad en un sentidometafsico, sino en la medida en que la libertad tengaque ver con los actos realizados en funcin de objetivosconscientemente fijados). Podra hablarse, acaso, de unacontradiccin escandalosa entre el Eplogo y el cuerpo desu ob ra . P ero no creemos, po r nues tra par te , que s tacon tradicc in exista, al me no s como con tradiccinformal, por cuanto el cuerpo de la obra se refiere al pasado (a la realidad efectiva del hombre) mientras que elEplogo y soliloquio moral podra considerarse referido alfuturo irreal, todava, de la Humanidad. Es cierto que,habr que explicar siempre por qu en el futuro la situacin de la Humanidad va a ser diferente de la de su pasado (una diferencia que permitir hablar de un poder deliberacin nada menos que del determinismo cultural) . Anuestro juicio, la respuesta de Harris es por completo. insatisfactoria, en cu anto se funda en u na p retend idaposibilidad del conocimiento de las condiciones de lacausalidad cultural (que no se entiende, por supuesto.

    como puramente mecnica). Slo a travs de una conciencia de la naturaileza determinada del pasado podemosabrigar la esperanza de que el futuro dependa menos defuerzas impersonales e insconscientes (pg. 258). Yconsideramos insatisfactoria esta respuesta porque ellano advierte que slo tendra sentido supuesta la finitud(o por lo menos , la no inmensidad) de la Naturaleza,porque slo con este supuesto (por otra parte discutible)la determinacin progresiva de los factores causalespuede conjurar el conjunto de factores (variables) incgni tos e fec t ivamente de terminantes .

    P e r o , en todo caso, Harris tambin utiliza, alreconstruir la realidad pasada, la metodologa P-opera-toria, y no precisamente en un terreno fenomnico. Estautilizacin tiene lugar, principalmente (si no nos equivocamos) a travs del concepto de institucin del controlde poblacin y, en particular, de la institucin del infanticidio, que es utilizado efectivamente por Harrisc o m o u n a operacin dirigida explcita y conscientemente aese control ; una operac in prol'eptica, cualquiera que hayasido la gnesis de la prolepsis (gnesis que Harris noconsidera). Una operacin (o sistema operatorio) graciasa la cual las sociedades humanas paleolticas pueden diferenciarse de las sociedades animales y homnidas que,sin embargo, estn sometidas a la misma dialctica de lainconmensurabi l idad respecto de su medio. La institucindel infanticidio, como la regla del tab del incesto (quees P-o perato ria, incluso" algebraicamente formalizable) deLevi-S trauss, es. un m ecanismo sobreaad ido a la ley natural (a-operatoria) que instaura un orden especficonuevo. Para decirlo brevemente, la diferencia inicial,gnoseolgicamente per t inente , entre los animales y loshombres , en la Antropologa de Harr is aquel la diferencia en virtud de la cual los hombres pueden aparecersituados en un orden peculiar desde el cual controlande algn m od o a la evolucin , o se relacionan con la naturaleza de un modo nuevo, por respecto del animal, ysin perjuicio de su dependencia de ella podra ponerseen la utilizacin por los hombres del infanticidio sistemt ico (y no, por e jemplo, en la produccin de sus propios alimentos, o en la fabricacin de herramientas, oen el lenguaje doblemente articulado, o en el tabdel inces to) .

    Utiliz ar op eracio nes del plan o (3 en el nivel fenom e-nolgico, no const imye, desde nues tro punto de vis ta ,una incoherencia , en e l momento en que se ha reconocido la posibilidad de dominar en el futuro la totalidadprctica de las variables pertinentes. Es lgico concederentonces la efectividad del dominio operatorio de algunas variables durante los perodos pretritos. Ms an;es este dom inio (por tanto, la metod ologa |3 operatoria)aquel lo que en c ier to modo e leva a l determinismo de Harris a la condicin de determinismo cultural, como podramos inferirlo de algunos pasajes de la obra que comentamos. La regulacin del crecimiento de la poblacin me dia nte el trato preferent e d ado a los nios varones constituye un triunfo excepcional de la cultura sobrela naturaleza (pg. 62). Este texto (que antes hemos considerado desde otra perspectiva) significa, en nuestrascoo rden adas , q ue la cul tura aparece vinculada prec isamente a las ope racion es , a aquellas qu e, precisam ente, desdeun n gulo -naturalista, deb ieran ser absorbidas. Y, conla absorcin, tambin la consideracin del determinismocomo determinismo c_ul.ural.

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    El plano |3-operatoro, en el contexto en que estaacoge, ante todo, a aquellas operaciones que, a

    cerrada. El c ierre .opera tor io in

    ns tan tem en te (de. ah, la decadencia de los mo dos de

    1 O bien (en la clase B) a una intensificacin de la

    natural que cultu-

    2 O bien (en la clase A) a un control de la demo

    cultura (Harris no lo dice explcitamente, pero evidentemente e l t iene en la mente tambin, como paradigmade operaciones racionales del futuro de la humanidad, alcontrol de la concepcin).Por otro lado, habra que tener en cuenta que loscaminos 1 y 2 no son excluyentes y, por tanto, que siHarris (que ha dedicado un magnfico captulo a los azte

    cas) fuera coherente , debiera haber pues to como puntode sntesis de la naturaleza y de la cultura (y no slo parae l pasado, sino para el futuro), segn sus propios criteriosejercidos, a la institucin (operatoria) del canibalismo.Porque, desde la perspectiva de esta institucin, el incremento de la cosecha humana (de la clase A) representa, a la vez, un incremento de la cosecha de alimentos(digamos, de la clase B), neutralizando as la barrera mal-thus iana . Cier tamente , H arr is , podr a responder que suprincipio de igualdad limitar las instituciones del Reinocanbal -pero lo cierto es que no ha invocado este principio en otro momento en e l que podr a haber lo hecho, asaber, a propsito de las sociedades hidrulicas (.. . tuvieron abundantes contradicciones y luchas de clasespero parecen haber s ido notablemente res is tentes a lcambio fundamenta l, pg. 216) .En cualquier caso, diramos que, en la exposicin deHarris , los sujetos o actores de la Historia (que en todocaso son quienes aparecen como realizadores de unaconducta estrictamente operatoria) l levan adelante su actividad dentro de una perspectiva similar a aquella queinspira la concepcin moral de Harris , a saber, la perspec tiva qu e tiend e a m anten er, en el futuro, la recurrencia del material, el equilibrio ecolgico. Y desde el mom en to en q ue e l proyecto gnoseolgico de l de terminis-mo cultural se nos ofrece como inserto en la misma cate

    gora que l describe, podemos a su vez considerar a lossujetos o actores de la historia como similares a sujetosgnoseolgicos , an cuando su ciencia sea inferior: Decirque su conciencia [la de nuestros antepasados] no jugun papel en la orientacin del curso de la evolucin cultural, no significa decir que fueran zombis. Creo que notenan conciencia de la influencia de los modos de produccin y reproduccin en sus actitudes y valores [quees el horizonte del determinismo cultural: nuestros antepasados , s implemente , tendr an un hor izonte ms es trecho, pero con similares planteamientos] y que eran absolutamente ignorantes de los efectos acumulativos a largoplazo de las decisiones adoptadas para maximizar los costos y beneficios a corto plazo (pg. 257).El primer tipo de principios o postulados de las operaciones que organizan la construccin antropolgica deHarr is y que acabamos de comentar es , pues , ne tamentepragmtico; y aunque se d en un plano (3-operatorio,tiene en cuenta las leyes del equilibrio recogidas en elplano a-op era tor io . Sin duda Harr is m ant iene una granambigedad, col indante con e l mentalismo y con el instin-tivis m o (al atribu ir a los sujetos un as m otivacion es a lalimitacin de la natalidad o bien u na tendencia a laintensificacin de los produ ctos (pg. 22). Pero Harrisutiliza tambin un segundo tipo de principios o postulados, reguladores sin duda de las operaciones, y cuyaaplicacin slo podra tener lugar a nivel individual, anivel distributivo de todos los individuos de la especie.Y ello en virtud del axioma de igualdad, a saber, el principio econmico de maximizacin de beneficios (incluyendo el placer) y minimizacin de costos (incluyendo los

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    esfuerzos, segn el estilo del marginalismo clsico, talcomo aparece en la obra de Stanley Jevbns). Estos postulados operatorios juegan un papel importante en lametodologa de Harris (su naturaleza P operatoria quedapatente cuando advertimos en ellos su dimensin declculo econmico, en el sentido marginalista). Pero esinteresante constatar que aunque ellos se aplican a todoslos hombres, es decir, se consideran derivados de unaigual naturaleza humana (en virtud del axioma de igualdad) , sin embargo no conducen al establecimiento deuna nivelacin (igualacin) entre los hombres, sino queincluso generan la desigualdad o la mantienen. En efecto,el mismo principio econmico ser aquel qu e muev e amanchiguengas (horticultores del Amazonas peruano) atrabajar tres hor as diarias y a los obr ero s ingleses de laprimera revolucin industrial a trabajar doce horas (pg.2 0 , pg. 243); en virtud del mismo principio econmico,un gran distribuidor escala las zonas del poder polticoy los miles de individuos de su jurisdiccin descubrenlos beneficios de su status permanentemente subordinado (en tanto, mediante l, superan los costos de suspretensiones de mantener su independencia, pg. 109).Advert im os, pu es , que H arr is parece 'p roceder reduciendo todo tipo de posibles impulsos susceptibles de ser invocados en la dinmica social (cualquiera que sea su contenido; adleriano, en los deseos de dominacin de losmumis,o freudianos, los placeres de la mesa como ladulzura de obedecer de que habl Nietzsche) a losconceptos del placer y del dolor, interesantes en cuantopueden ser sometidos a un clculo econmico (segn latradicin epicrea, cuya aritmetizacin culmin enBentham y en Jevons). Porque tanto es un placer (unbeneficio) el del mumi que prescinde de la carne quedndose el hueso, pero queda gratificado por el reconocimiento de su magnanimidad, como el del siervo que,an sometido extrae de su situacin el placer de la seguridad.

    Creemos conveniente terminar diciendo que noaparece en modo alguno claro el nexo que pueda mediar, en la obra de Harris, entre los dos tipos de principios operatorios que hemos sealado; que ms bien sacamos la impresin de que ambos tipos de principios aparecen yuxtapuestos en virtud de motivos biogrficosdel autor ms que en virtud de motivos gnoseolgicos.Desde este punto de vista, el sistema de postulados operatorios de la Antropologa de Harris se nos revela comouna suer te de bricolage sin mayor unidad terica.I I I . EL DESAKROLLO D ELDETEEVDNISMO CULTURAL

    El tema de este apartado es la reconstruccin de laobra de Harris desde la perspectiva de los principiosgnoseolgicos que hemos intentado determinar en elapartado anterior. Slo por medio de una reexposicinsemejante sera posible graduar el nivel cientfico catego-rial del determinismo cultural. La tarea es muy prolija-y en su ejecucin aparecen interesantes problemas particulares ante los cuales no es nada fcil tomar una decisin. Las lneas que siguen no pretenden, en modo algun o , desarrollar in forma la temtica de este apartado -elloexigira un volumen mucho ms grande que el de Harris-sino ofrecer algunas indicaciones relativas al modo segn

    el cual nosotros entendemos que habra que llevar adelante semejante tarea.Es una tarea que podra compararse a la de la Geometra euclidiana, en tanto no se reduce (suponemos) aun c on jun to de derivaciones gico-formales a partir deprincipios (definiciones, axiomas, postulados). Suponemos que la construccin geomtrica procede, como el

    resto de las construcciones categoriales, utihzando diverso s modi sciendi, de los cuales nos interesa subrayar aqulas configuraciones de trminos o figuras consecutivas a lasoperaciones (o secuencia de operaciones entretejidas):un par de rectas que se cortan constituyen una configuracin (incluso un contexto determinante, la configuracin de Tales) a travs de la cual se llevan a cabo mltiples construcciones y teoremas ulteriores. Si una operacin, o un aparato, o dispositivo, o curso operatorio(que ha de referirse siempre a alguna figura previa) puede caracterizarse como el proceso que da lugar a nuevostrminos o figuras del campo, una figura puede caracterizarse como un sistema de relaciones entre trminos delcampo. Como las figuras son cauces (contextos) a travsde los cuales se canalizan los cursos operatorios, tambinpodrn asumir el papel de esos cursos cuando se les considere como episodios previos a la construccin de nuevas figuras. Las figuras se ordenan en estratos de creciente cornplejidad; llamamos subcategoras (incluso en unsentido lato, categoras) a las figuras (o contextos determinantes) de radio mximo, dentro de un campo cate-gorial dado. Valdran como ejemplos, en geometra elemental el cono -n tanto comprende tringulos, crculos,parbolas - .La gnoseologa del cierre categorial no reconoceunas ciencias empricas al lado de unas ciencias formales

    (constructivas). Por tanto, considera que no es una caracterstica de algunas ciencias (por ejemplo, las Matemticas) la construccin. Tambin las ciencias antropolgicas,si son ciencias, son constructivas, y por tanto, tambinen ellas habr de ser posible identificar (entre otros componentes) figuras y cursos operatorios. Dnde localizarestas formaciones gnoseolgicas en la Antropologa deHarris.' '.Sugerimos que aquello que Harris llama instituciones(la guerra, el infanticidio ritual, la domesticacin de lasplantas o de los animales) desempean el papel de dispositivos operatorios, por cuanto ellas se contemplan principalmente como generadoras de nuevos trminos o figuras del campo. Los modos de produccin, en cambio,desempearan mejor el papelde figuras subcategoriales(figuras mximas, contextos determinantes). Feudalism o , por ejemplo, desempeara en Antropologa histrica, el papel que corresponde a cono en GeometraelementaL Y aqu reside, creemos, tanto o ms que porsu contenido, el fundamento de la analoga que puedeestablecerse entre los modos de produccin del materialismo histrico (concepto que -nos atreveramos a decir-resulta imposible analizar gnoseolgicamehte -a veces selos considera como modelos, muy inadecuadamente,metafricafnente- por los marxistas que, sin perjuicio dehacer un uso frtil de los mismos, carecen de conceptosgnoseolgicos apropiados) y los modos de produccin de ldeterminismo cultural. Los modos de produccin son, enla construccin de Harris (como las culturas para Spen-gier, los campos inteligibles de estudio pzxa: Toynbee, o lasepistemes para Foucault) las figuras mximas o conceptos

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    Naturalmente cabe sealar una situacin inicial, una

    situacinha de reflejar muy probablemente alguno de lossituacin fi-N o solam ente, pues, el diseo de la situacin inicial

    comunidad primitiva (el comunismo primitivo).

    Aparentemente, una estructura muy similar a la de

    g. 9 5). Pe ro (nos pare ce) esta similaridad es superficomunidad (referida a la propiedad de los bienes de

    Gus tavo Bueno , Los Grundrisse, Sistema, n 2, Mayo 1973, pg.

    dades atributivas de tipo T y totalidades distributivas detipo . Lo qu e es com n, en efecto se distingue de loprivado -pero no de lo que es individual, puesto que lacomunidad de especie incluye la individualidad distributiva. Hay que distinguir, en resumen, una comunidaddistrib utiva () que es individualista (a unq ue no seaprivada) y una comunidad atributiva (T) que es esencialmente colectivista. Aparece an claramente en nes-:tros das, en Espaa, ejercida esta oposicin lgico material en la distincin entre los llamados bienes comunalesy bienes de propio de las circunscripciones municipales: losbienes comunales lo son en un sentido distributivoellos estn ntegramente destinados a ser usufructuados por cada uno de los vecinos, sea simultneamente,sea rotativamente (son propiedades colectivas, no privadas, pero propiedades pensadas para ser distribuidasindivid ualme nte). . Pero los bienes de prop io son bienesno repa rtibles (no participables, no distribuibles), sinodestinados a las necesidades de la colectividad (caminos, conducciones de aguas, etc.) y, por tanto, unidades a partir de las cuales, las circunscripciones municipales entran formalmente en relacin con otras de su escala y con el Estado (13). Por medio de esta distincincaracterizaramos diferencialmente las respectivas estructuras de las situaciones iniciales del materialismo histrico y del determinismo cultural. Las diferencias establecidas por medio de nuestra distincin lgico-material podran ponerse adems en correspondencia con las caracterizaciones ordinarias del sentido global de estasconcepciones. Brevemente, la situacin inicial de Harris ,se parece, ms que ninguna otra, al estado de naturalezaen el que viva el buen salvaje de los pensadores clsicosde la burguesa individualista de la Industrializacin.Es errneo (dice Harris) suponer que en la edad de piedra la vida era excepcionalmente difcil y los hombressalvajes casi prehumanos. Su alimentacin era muchoms rica en carne que la nuestra promedio; la talla de loshombres de hace t re inta mil aos (177 los varones , 175las mujeres) habra sido superior a la de sus congneresde ve inte mil aos despus (1 75 y 17 3 respectivament e ) , leemos en la pg. 26. Cuanto a sus habilidades, loshombres primitivos no eran chapuceros aficionados eincluso podra decirse que las tcnicas industriales modernas no logran reproducir sus cuchillos extraordinariamente delgados de hoja de laurel, f inamente laminado s, de 27 cm. de largo y slo 1 cm. de espesor (pg.19). Y adems, con muy poco esfuerzo (tres horas diariasde trabajo incluso) tenan suficiente para subsistir, dedicando el resto del da al ocio, al juego, al descanso. Escierto que Harris no olvida ensombrecer el paraso original d e estos, bu eno s salvajes co n la tinta tom ada de lasangre de los infanticidios paleolticos. Pero, al margende este componente realista (compartido por lo demspor civilizaciones avanzadas) lo que si parece claro es(13) Los incendios provocados de bosques, durante los ltimos aos, enla cornisa cantbrica, son selectivos y se orientan principalmente hacialos bienes de propio (consorciados). Vid. el trabajo de Arturo IMar-t n). Estudio sociolgico sobre los factores condicionantes de los. incendios fores-tales en la cornisa cantbrica, Ovie do, S.A.D.E.I., 1976, policopiado,pg. 119.O f a dis tincin que puede poners e en corresponden cia con la quevenimos comentando es la dis tincin marxis ta (referida al socialismo)entre los bienes de produccin (el Sector I) y los bienes de consumo(el Sector II). El sector I corresponde a los bienes de propio; elsector II, a los bienes comunales. La oposicin entre las totalidades y T corta tamb in otros muchos puntos del campo antropolgico:por ejemplo, a la dis tincin entre el Hombre y Ciudadano de laDeclaracin de derechos.

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    que la comunidad primitiva de Harris es una comunidaddistributiva: los bienes comunes (diramos) son entendidos ms bien como bienes comunales que como bienes pro-pios. La tierra, el agua, los vegetales y los animales decaza eran propiedad comunal . To do h omb re y mujer te nan derecho a una porcin igual de naturaleza. Ni lasrentas ni los impuestos, ni los tributos impedan que lagente hiciera lo que quera. Todo esto fu arrasado porla aparicin del Estado (pg. 95/96). Podramos aducirtambin (como indicio que delata la estructura distributiva del concepto de comunidad primitiva de Harris) suinsistencia en representarse a esos grupos humanos comodiseminados individualmente, a razn de 1 o 2 personas por milla cuadrada (representacin que, sin duda,est impuesta por la aplicacin del concepto estadsticode densidad de poblacin pero que, sin perjuicio desu verdad abstracta, contrasta con una representacinque subraye la proximidad relativa de los individuos paleolticos en el seno de las bandas u hordas comunales).Y, por ltimo, podramos aducir tambin el amplio usoque Harr is hace de l concepto de los grandes hombrescomo grandes distribuidores, porque con ello se esthaciendo descansar en el consumo individual la finalidadde una produccin colectiva anterior a la aparicin delEstado. Se dira -sin que esto pueda constituir en modoalguno una objeccin de principios- que las representaciones que Harris se hace de la vida primitiva tienenmucho que ver con las representac iones que un granprofesor nor teamericano pueda tener , durante sus vacaciones, en una isla de la costa de Maine.

    A partir de esta situacin originaria, la reconstruccin qiie Harris hace de las principales figuras e instituciones d e la Historia hu man a adqu iere un, formato casig e o m t r i c o {salva venate). N o es posible aqu reexp o-nerl en d etalle. No s limitaremos a algunos ejemplos.A la sociedad primitiva (paleoltica) se la considera, en principio, en equilibrio ecolgico y en estado estacionario. Es el equilibrio del paraso. El pecado original que determina la salida del paraso (en rigor: de losparasos) es decir, la ruptura del equilibrio, no se produce tanto en virtud de un desarrollo interno de la comunidad primitiva -de las comunidades primitivas separadas por tierra de nadie- sino por el juego de otros factores, considerados, desde luego, en la axiomtica. El principal es el cambio mismo del medio hacia el fin del tercerglaciar (pg. 34). Hace unos trece mil aos, el crecimien

    to y expa nsi n de los bosq ues de abedules y otras especies similares determinaron una retirada de los pastos y,por tanto, un descenso de la caza (descenso al que contribuye, desde luego, el propio ritmo de la matanza depredadora). Es as como se pasar (digamos: a partir delproducto de los hombres y del medio) al establecimientode una nnev2. figura (o modo de produccin), a saber, laagricultura, el modo de produccin agrcola. La agricultura, no ser, segn esto, el resultado de un descubrimientogenia l , inspirado por a lgn dios o por un gran hombre ,es decir, una invencin gratuitamente surgida. No les falt nunca capacidad intelectual a los hombres paleolticospara instaurar la agricultura: simplemente no la necesitaban. La agricultura podr construirse, entonces, antes co -mo nn sucedneo que como un invento (or ientado a poneral hombre en un escaln superior, en su escala del progre so) . La agricultura, por otra parte, entre otros efectos,habr a de terminado ms e l incremento de l t rabajo pe r18

    cpita que una liberacin de la servidumbre de los hombres a la naturaleza.Po r lo dem s, la instalacin de este nuevo m odo deproduccin, no fu uniforme, sino que se llev a cabosegn figuras distintas, determinadas precisamente porlas peculiaridades del medio (del Nuevo y del ViejoMundo), segn hemos dicho en la Seccin anterior.

    Unas peculiaridades que si bien permiten a Harris seguircons ideran do a Hernn Corts y a los espaoles comosimples animales carniceros, en modo alguno alivian aMoctezuma y a los aztecas de su canibalismo (frente a lasidlicas pretensiones de los indigenistas antiespaoles)porque la diferencia moral que Harris parece establecer e ntr e el Viejo y el Nu ev o mu nd o, no consiste precisam ent e en la mayor dulzura de ste respec to de aquel,sino en que los habitantes del Viejo mundo no comancarne humana, no devoraban a los hombres a quienes ,sin embargo, haban asesinado.En el Viejo Mundo, las adeas (que prefiguran las

    ciudades), habrn sido previas a la instalacin de la agricultura. Ellas nacieron en funcin de los rumiantes delcontorno y, por consiguiente, nacieron como aldeas llamadas a tener un gran desarrollo tecnolgico (en elsent ido spengler iano) . Pero en e l Nuevo Mundo la agr i cul tura , que habr a brotado en l independientemente(Harris , siguiendo la tradicin evolucionista del naturalism o , prefiere esta tesis sobre el origen de la agriculturaamericana las tesis difusionistas -propagandistas, traduce^ pint oresc am ente Gonzlez Prejo) fu anterior encasi mil aos a la instalacin de aldeas y cuando edificaron las ciudades, stas tuvieron otro carcter que las delVie jo Mundo. Por e jemplo, las c iudades de l Vie joM un do dispo ndrn de tem plos a los cuales acudirn losfieles (poseedores de vacas, cabras o corderos) para fortificar su esperanza en la vida futura: diramos que Harrisentiende la funcin de los templos del Viejo Mundocomo inmensas salas de espera imaginarias y a sus sacerdotes como ima suerte de guas de turismo de viajes espaciales. Cuando el globo se cubri de decenas demillones de esclavos harapientos y sudorosos, los 'grandes proveedores ' fueron incapaces de actuar con la"prdiga generosidad* de los jefes brbaros de antao.Bajo la influencia del cristianismo, el budismo y el islamismo se convirtieron en 'grandes creyentes ' y erigieron catedrales, mezquitas y templos en los que no se serva nada de comer (pg. 163). Este rasgo negativo, quesera extemporneo para caracterizar a una sala de espera, es s in embargo per t inente cuando (despus de haberconsiderado a los grandes creyentes de las religiones supe r iore s como los mismos grandes proveedores metamor-foseados) se confrontan los templos de las ciudades delVie jo Mundo con los de l Nuevo . Porque aqu los templos tendran ms bien la funcin (diramos) no ya desalas de espera, sino de tenaplos-restaurantes, endonde los pueblos canbales mesoamericanos podan consumir carne humana, y no como mera golos ina o comoparte de un mstico ritual (la tesis de A. Caso (14)), sinocomo componente sustancial de su dieta; correspondiente m en te , los sacerdotes aztecas asumirn la funcin dematarifes y de cortadores, ms bien que las de guas detur ismo propias de los sacerdotes de l Vie jo Mu ndo, N o

    (14) Alfonso Caso. El Pueblo del Sol, Mxico, F.C.E., 1974, pg. 98. EL BASILISCO

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    rqu e les permit ieron dejar de comer seres humanos .

    Creemos que no, en modo a lguno. No son precisaindividuos (Soni, Shakespeare, Rockefeller)contenidos del campo antropolgico que permaregiones categoriales enteras las que

    al hom bre de Java; las diferencias entre ngridos,ios del determinismo cultural. No se trata de

    segrega aquellos otros contenidos, los deja fuera a la

    tecnolgicas, religiosas, filosficas. Es cierto que esepe nd ien tes (gnoseolgicamente) entre s las leyes

    nd ien tes de las peculiaridades raciolgicas (y no

    skyan os, s i bien extrayendo acaso consecuencias

    origen, desarrollo y fin de las

    general.Qu tipo de generalidad hay que atribuir entonces

    nada prcticamente puede decirnos acerca de contenidosculturales tan importantes como lo son las estructuraslingsticas?. La ilusin del antroplogo cientfico que,por referirse a las estructuras generales del determinismocultural, cree envolver gnoseolgicamente a las categoras lingsticas podra asimilarse a la ilusin de un fsicoqu e, por en tende r las leyes genera les de la Termo dinmica , cree poder entender e l dispositivo tecnolgico de unm o t o r Diesel. Pero lo que decimos de las categoras lingsticas hay que extenderlo a las categoras musicales,arquitectnicas, morales, religiosas a todas las formaciones simblicas (en el sentido de Cassirer, porejemplo). Acaso es pertinente, al trazar las diferenciasentre las pirmides egipcias y las aztecas, apelar a la oposicin entre pavos y corderos.' '. Es trivial la influenciadiferencial de la fauna o de la flora en las respectivasformaciones simblicas cuyas estructuras, en todo caso , no se agotan, sobre todo a medida que van desarrollndose, en el proceso de nimesis. Pero los principiosdel determinismo cultural operan, por decirlo as, un li-sado de las formaciones culturales reducindolas a suestructura molecular (a su estructura protenica, pongamos por caso). Y cuando se tiene que reintroducir lareferencia a formas simblicas concretas (imaginera mitolgica, monstruos sobrenaturales, por ejemplo), seacude al concepto de alucinacin, puramente psicolgico (o crtico-epistemolgico), pero extemporneo. Porque no se trata de ver los mitos religiosos como alucinaciones, sino de dar cuenta de sus contenidos, en cuanto sometidos a una legalidad objetiva (no psicolgica),sin perjuicio de su entidad fenomeno lgica.

    N o negam os, en absoluto , en resolucin, la potenciaconstructiva (explicativa) del determinismo cultural enAntropologa; precisamenjce porque la reconocemosampliamente , ponemos e l problema urgente de la de l imitacin de su alcance, la cuestin dialctica de la oposicin entre lo que, siendo general, no es, s in embargo,total (el anlisis de la estructura de unos principios que,an refirindose el totum antropolgico, no lo afectan to-taliter). Porque no son las categoras culturales ms familiares a las ciencias humanas aquello que queda determinado por los principios de determinismo cultural. En lamedida en que estos principios tienen una esfera de determinacin , tambin podrn cons iderarse como principios categoriales. Y entonces por qu considerar a laAntropologa que se ajusta a los principios del determinismo cul tura l como Antropologa simpliciterl. Su generalidad no sigue siendo tan abstracta (tan parcial, portan to) com o la generalidad inh eren te a la Psicologa o ala Sociologa?.

    La cuestin que planteamos, es una cuestin gnoseo-lgica de primer orden. No se trata tanto de dar cuentade cmo unos principios categoriales (como los del determinismo cultural) pueden dejar fuera o segregar, en elproceso de su cierre a masas muy voluminosas pertenecientes al campo material, s ino de comprender como, se-gregndolas , pueden s in embargo quedar determinadosritm os ob jetivos y generales del campo antropolgico-los ritmos que sealan el origen, desarrollo y decadencia de las culturas.Ante todo, consideremos la segregacin de los individuos. Esta segregacin, que Harris reconoceexplcitamente, no significa solo, desde el punto de vistade nuestras coordenadas gnoseolgicas, la abstraccin del

    EL BASILISCO 19

    EL BASILISCO, nmero 4, septiembre-octubre 1978, www.fgbueno.es

    http://www.fgbueno.es/
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    caso individual, como toyov (y no tanto por motivosontolgicos en el sentido de Engels: Si el tenienteBonaparte hubiera muerto en Toln, o tro teniente habra llegado a ser Primer Cnsul, tambin por motivos epistemolgicos) sino, sobre todo, la segregacindel individuo operatorio (concepto gnoseolgico, msque epistemolgico, la regresin de