el brote

4
1 21. El brote Me desperté retoño esta mañana, había salido el sol. Tuve la suerte o la gracia, que me fuera concedida, que ningún humano ni carruaje o buey, vaca, mula o caballo me aplastara. En unos días comenzaría a llover, con las aguas llegaría la limpieza. “¡Revolución!”, gritaban a pocos pasos de mí. Enseguida me acostumbré a lo que vendría, en los próximos días, meses, años, décadas, centurias, el grito de revolución, de auxilio, de solidaridad, de vergüenza, de reclamo por la igualdad, por la diversidad, por la memoria; todos juntos, en disidencia o en unidad. Un nuevo brote, después hoja y flor; colándome desde mi aroma y mi fulgor a las románticas peinetas de las dulces damas, a los pañuelos danzantes, a las palomas que los niños corretean desde hace doscientos años. Ellas, las palomas que una vez trajo un anciano para regalarlas al viento en una fiesta de cumpleaños; hoy, habitantes del lugar, renovadas en sus descendencias, como yo en nuevos brotes, permanecemos aquí, en la que suelen llamar la Plaza del Amor. Aquí estoy, gordo de savia, aunque muchos me mal llamen borracho, con espinas por si las moscas, y con frutos y flores que se fueron desgranando con el tiempo y se han ido volando a conquistar otras plazas y campos. Aquí, muy cerca de donde giran ellas, donde han girado otras, planté bandera. Ellas, madres abanderadas en sus pañuelos blancos dijeron de qué se trata, como hizo saberlo un pueblo ávido de revolución, a pocos días de mi nacimiento; ellas, con sus huellas de luz, atravesando trágicas tormentas, danzaron solas, cada jueves, al compás de sus latidos. Pienso en aquellos días que por suerte se esfumaron. Días de corridas, de bombas cayendo, de batallas, de redobles de tambores y de bombos En algunas oportunidades vi salir gente al balcón del edificio rosa, supe que fue pintado con cal bañada en sangre de toro que no evitó que algunos bichos, por algunos

Upload: diegotedeschiloisa

Post on 25-Jul-2016

220 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Tremendamente dulce. Sumamente sencillo, original, tierno. La visión de la naturaleza desnaturalizando -en términos de los rusos- hechos completamente automatizados. Muy acertado que sea en primera persona, un monólogo si se quiere, que le da mucha calidez al relato. Es un llamado a recordar, a no matar con el olvido los pequeños y grandes intentos de construir un mundo mejor. También se siente ese llamado de conciencia hacia la naturaleza, su perfección y su importancia. El juego de Madres, de la Marcha del Orgullo LGBT, de manifestaciones, es muy original. Ya van a ir todos a buscar al guitarrista de Florida y a este árbol. /Neyda Pitt -Editora-.

TRANSCRIPT

Page 1: El brote

1

21.

El brote

Me desperté retoño esta mañana, había salido el sol. Tuve la suerte o la gracia,

que me fuera concedida, que ningún humano ni carruaje o buey, vaca, mula o caballo me aplastara. En unos días comenzaría a llover, con las aguas llegaría la limpieza. “¡Revolución!”, gritaban a pocos pasos de mí. Enseguida me acostumbré a lo que vendría, en los próximos días, meses, años, décadas, centurias, el grito de revolución, de auxilio, de solidaridad, de vergüenza, de reclamo por la igualdad, por la diversidad, por la memoria; todos juntos, en disidencia o en unidad.

Un nuevo brote, después hoja y flor; colándome desde mi aroma y mi fulgor a las románticas peinetas de las dulces damas, a los pañuelos danzantes, a las palomas que los niños corretean desde hace doscientos años. Ellas, las palomas que una vez trajo un anciano para regalarlas al viento en una fiesta de cumpleaños; hoy, habitantes del lugar, renovadas en sus descendencias, como yo en nuevos brotes, permanecemos aquí, en la que suelen llamar la Plaza del Amor. Aquí estoy, gordo de savia, aunque muchos me mal llamen borracho, con espinas por si las moscas, y con frutos y flores que se fueron desgranando con el tiempo y se han ido volando a conquistar otras plazas y campos. Aquí, muy cerca de donde giran ellas, donde han girado otras, planté bandera. Ellas, madres abanderadas en sus pañuelos blancos dijeron de qué se trata, como hizo saberlo un pueblo ávido de revolución, a pocos días de mi nacimiento; ellas, con sus huellas de luz, atravesando trágicas tormentas, danzaron solas, cada jueves, al compás de sus latidos.

Pienso en aquellos días que por suerte se esfumaron. Días de corridas, de bombas cayendo, de batallas, de redobles de tambores y de bombos En algunas oportunidades vi salir gente al balcón del edificio rosa, supe que fue pintado con cal bañada en sangre de toro que no evitó que algunos bichos, por algunos

Page 2: El brote

2

tiempos, se adueñaran del lugar. De eso yo no entiendo mucho. Solo sé de colores, de nubes, de lluvias y de febo. Nunca fui un idiota, siempre abrevé por la participación. Nuestra comunidad define el ecosistema. Yo creo en la unidad. A veces dio color el trébol de las cuatro hojas, el elegido, que sin el colchón de apoyo de los tréboles de tres hojas jamás hubiera podido subsistir. Lo hubieran arrancado de cuajo en aras de la suerte, y para ese trébol, de su mala suerte. Otras veces disfruté de otros aromas: los que pintaban las manzanillas, las lilas, los jacarandás, los alelíes o el simple césped, que es mayoría allá en lo bajo y lo domina y lo soporta todo.

Debo confesar que por momentos me inquieté. Los malones que observé pasar, los zarpazos de caballos con jinetes enojados de la vida. Nunca comprendí el porqué de los palazos, de los que montaban, de los que esperaban tras las vallas. Yo solo sé de amor, del cariño que los héroes, ya con canas en la sien, me regalan al regarme y nutrirme con despojos de la yerba mate, mientras reclaman lo que pueda compensar lo incompensable por participar en una guerra. Allí, donde estoy, cerca de la Señora Libertad, he visto todo. Cenizas que abonan el suelo que me da calor, banderas que traen viento en sus agites. Pasé gritos nativos los días 19 de abril y me marchité en sus desilusiones. Pasé arengas en los días primero de mayo y desfiles coloridos y de temer, en cada 25, días después de haber soplado yo las velitas. Sentí vibrar el suelo con el paso de los granaderos, desde el palacio rosa hasta la inmensa catedral del frente, y viceversa, para velar por los restos de uno que yace allí, fuera de la nave central de templo por ser distinto, pero que se animó a la revolución y se tuvo que exiliar, como tantos de los y tantas de las que fui sabiendo.

Recuerdos que llegan a mi verde mente de aquellas jornadas de intensos fríos y agobiantes lloviznas de cada 28 de junio, en las que aquellos chicos y aquellas chicas se iban animando a dar la cara; la tan ansiada visibilidad con sus banderas del arco iris y los besos que irritaban a más de un transeúnte. Y el cambio, de junio a noviembre, del frío al sosiego, del encierro en el placard al sí de iguales matrimonios con los mismos nombres. Se revitalizaron, se animaron a más, colmaron este espacio como su espacio, el espacio de todos y de todas, porque todas y todos somos uno, somos una, y en la diversidad nos construimos.

Yo soy ya más que un brote, soy un gran árbol de doscientos años, que no tiene un género en la libreta, aunque ahora haya una ley que lo avale. Como si a los seres vivos tuviéramos que etiquetarlos para poder comprenderlos, aceptarlos, quererlos. Yo sé quién soy, sigo echando raíces, regalando semillas para que otros brotes puedan lucir y disfrutar en igualdad de condiciones lo que los antecesores no pudieron, no pudimos. Estoy aquí, dándome alegría a mi corazón, abriendo el pulso una vez más. Como aquel trovador que tantas jornadas me acarición con su fervor y su utopía, allí, aquí, en el país de la libertad.

Page 3: El brote

3

Doscientos años, ¡ufff!, es mucho tiempo. Doscientos años y un poco más han pasado desde que empecé a regalar lo que yo soy a quienes tengan ganas de sentirlo. No soy más que un árbol, pero existo, estoy, una pieza más, vital, necesaria para el ecosistema en el que tuve que crecer.

Me atrevo a señalar, sin ánimos de ofender, que esta plaza es la ideal. A veces la afean los vallados, los uniformados, los escudos, las carpas o tiendas de reclamo, los violentos. Yo quisiera que la justicia se lo trague todo, que haya gente como esos que dieron punta pie inicial al grito de “¡Revolución!” -plantando bandera, cruzando montañas, dando la noticia-, en aquellos días en los que empecé a respirar, en los que se soñaba construir un lugar, pero no de ruinas sobre ruinas, sino de flores en el sol.

Hago una confesión pública. Hay noches en las que la luna me invita a bailar durante la fotosíntesis y me cargo de energía, de vitalidad, de plenitud, de sabiduría y de clorofila, claro. Recargo las heridas y los lamentos, las alegrías y los fundamentos de mis ancestros, de esos brotes que estuvieron antes, cuando todo era tan natural que ni el mejor pintor se hubiera animado a retratar, porque era puro, colores puros de sabor. Mis ancestros me enseñaron todo. Ellos, antes que otros cascos-barcos cargados de muerte y virus lo estropeen todo, regalaron el mejor de los pinceles para que tracemos un ideal, sumando la diversidad, la visibilidad y la memoria como construcción de esplendor.

A pocos días de cumplir otro año más, doscientos y más, puedo decir que estoy respirando mejor, hoy tengo suerte y gracia, me he despertado retoño esta mañana.

Page 4: El brote

4

Tedeschi Loisa, Diego

Publicado en © Tres de un par imperfecto. Cuentos a la crema

1º edición – Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 360 p.; 17 x 24 cm.

© 2014 Bubok Publishing S.L.

ISBN 978-987-33-4944-7

1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título

CDD A863

Impreso en Argentina / Printed in Argentina

Impreso por Bubok

Fecha de catalogación: 06/05/2014

Hecho el depósito que impone la Ley 11.723

Prohibida la reproducción total o parcial de la obra sin citar al autor.

Todos los derechos reservados.