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EL CARNAVAL ABANQUINO EL CARNAVAL ABANQUINO CIRO V. PALOMINO DONGO [email protected]

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Una vez más los abanquinos se tomarán de las manos, se mirarán a los ojos, sonreirán y plenos de vida soltarán sus melodías directamente a los corazones de sus amigos, amantes, esposas o maridos, y en este rito vital remozarán sus alientos, para que, lo que el porvenir les tiene asignado sea más llevadero y hasta quizá, -y porque no- próspero a su modo. Y como si desde siempre conocieran en el fondo de sus almas tienen la certeza, de que tal como les vaya en estos carnavales les irá el resto del año.

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EL CARNAVAL ABANQUINO

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EL CARNAVAL ABANQUINO CIRO V. PALOMINO DONGO

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CIRO V. PALOMINO DONGO

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PRESENTACION En este trabajo estoy presentando el material que he ido acopiando sobre

el carnaval abanquino con motivo de la segunda edición de mi libro: “ABANCAY: Alegre y hospitalaria”, y lo hago con mucha alegría porque a lo lejos y desde hace ya varios días, desde mi casa o mi trabajo, vengo escuchando las melodiosas voces, guitarras, charangos, tinyas, quenas y cascabeles de las hombres y mujeres abanquinos que se preparan para celebrar su querido carnaval.

En estas fiestas celebrarán con gran alborozo y júbilo la renovación de la vida y de las esperanzas de un pueblo que baila y canta para que queden atrás, como si solo hubieran existido entre la bruma de los sueños, los pesares que acompañan a sus días.

Una vez más los abanquinos se tomarán de las manos, se mirarán a los ojos, sonreirán y plenos de vida soltarán sus melodías directamente a los corazones de sus amigos, amantes, esposas o maridos, y en este rito vital remozarán sus alientos, para que, lo que el porvenir les tiene asignado sea más llevadero y hasta quizá, -y porque no- próspero a su modo. Y como si desde siempre conocieran en el fondo de sus almas tienen la certeza, de que tal como les vaya en estos carnavales les irá el resto del año.

Después vendrá la Semana Santa con sus místicas procesiones y dolor ancestral, donde desde el fondo de sus cuitas, pedirán a sus dioses y santos para que sumerjan sus almas en las profundas lagunas de la calma y la quietud, donde lo mortal parece que se acaba, y desde donde ellos conocen, surgirá a la superficie de sus corazones la promesa de la salvación y la vida eterna.

Bajo este hechizo popular y vivificador en abundancia, en este año en que se cumple el 450 aniversario de la inauguración del puente colonial sobre el río Pachachaca, tengo también en mi corazón la alegría de presentarles este pequeño esfuerzo acompañado de las fotografías que hago.

“Para olvidar mis líos me voy al puente antiguo, a ver cómo el rio amigo se lleva mis desvaríos”

Carnaval abanquino

Abancay, febrero del 2,014.

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Los carnavales: una fiesta del mundo occidental.

Un carnaval es una celebración pública que tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable (desde finales de enero hasta principios de marzo según el año), y que combina algunos elementos como disfraces, desfiles, música y fiestas en la calle. El origen de su celebración era un rito pagano que se realizaba en honor a Baco, el dios griego del vino, las saturnales y las lupercales romanas, o las que se realizaban en honor del buey Apis en Egipto. Algunos historiadores remontan su origen a Sumeria y Egipto, hace más de 5,000 años.

En esos festejos los romanos se entregaban a los designios de una deidad de la mitología griega, llamado Momo que en el Perú conocemos como “El Ño Carnavalón. Dios de la burla, amo de la sátira hiriente, del sarcasmo cruel y de la más despiadada ironía, Momo se convirtió en el presunto "protector" de todos aquellos que se entregaban al jolgorio, al escándalo del vicio y a los excesos, famoso por divertir a los dioses del Olimpo con sus críticas agudas y mímica grotesca. Más tarde, en la Edad Media, ya era costumbre que en las llamadas "fiestas de la locura" la gente gastara bromas en lugares públicos oculta detrás de un disfraz.

Esta fiesta conjuga el juego, la música, el canto y los desplazamientos coreográficos con

alegría y con un mensaje satírico, burlesco y romántico. Expresa un homenaje a la vida en su culto al amor y a la fertilidad.

Así, con el correr de los tiempos los carnavales fueron incorporados al calendario cristiano y

concebidos como un período de excesos permitidos antes de la abstinencia de Cuaresma. Los festejos duraban hasta tres días antes del Miércoles de Ceniza. Estas costumbres se difundieron desde Roma hacia Europa y más tarde llegaron a América, de la mano de los conquistadores. La fiesta de los carnavales en el Perú.

Los cronistas limeños, señalan que está fue una costumbre italiana traída al Perú en la época colonial. En un inicio los carnavales eran festejados solo por familias aristocráticas, pero con el correr de los años se masificó expresándose en los juegos con agua y el lanzarse objetos: serpentinas y cascarones.

Sobre cómo se festejaban los carnavales en los barrios populares limeños, la revista

“Variedades” en su número 52, del 27 de febrero de 1909, nos refiere que: “No obstante las nuevas conquistas que la industria va efectuando en todos los órdenes de la actividad humana, el juego del carnaval ha revestido, en Lima, el mismo carácter de criollismo que tenía ahora cincuenta años. El promedio de los habitantes de Lima, goza más, endilgándose sendos baldes de agua, que con los amanerados chisguetes y las melifluas serpentinas de papel. En los barrios populosos es un verdadero laberinto el que se arma con motivo de los clásicos días y muchas veces suelen acontecer desgracias lamentables”.

Por su parte, Carlos Prince1 en su obra “Lima antigua” cuenta que “Las fiestas del Carnaval tienen tan grande aliciente para todas las clases sociales, que es casi imposible su desaparición. Ni la autoridad de policía, que anualmente publica bandos tres días antes de Carnaval, prohibiendo que se arroje agua de los balcones sobre los transeúntes y que se juegue en las calles, so pena de una multa, ha podido extinguir esta bárbara costumbre que se pierde en lo atrasado de los tiempos”.

1 PRINCE, Carlos. Lima antigua. Imprenta del Universo. Lima. 1890.

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Con el ánimo de moderar estos excesos, durante la dictadura de Augusto B. Leguía, que deseaba congraciarse con el pueblo, se organizaba un corso de carnaval que se iniciaba en el Paseo Colón hacia el centro de Lima con carros alegóricos, y presidido por una reina. Por esos días no se jugaba con agua sino con chisguetes de olor.

Este era un carnaval muy elitista, que culminaba en una fiesta con máscaras. Incluso dio pie a que se promulgara la Ley Nº 6677, del 20 de enero de 1,930, que: “Disponiendo que el producto de las licencias para usar disfraces durante los días del Carnaval, en las poblaciones de Lima y Callao y ciudades vecinas, se destine a la Junta de Defensa de la Infancia”.

Corso del carnaval limeño

Pero como en los Barrios Altos y La Victoria, las mujeres, niños y hasta los ancianos eran

mojados y pintados de negro sin piedad; en la época de Manuel Prado fueron suprimidos los feriados de lunes y martes de carnaval permitiéndose jugar solo los domingos, con lo que quedó prácticamente liquidado el carnaval limeño, para que por los años 60’ y 70’ volvieran a la ciudad Capital, como la fiesta de los provincianos, con huaynos y yunsa incluidos.

Desde los inicios de la época republicana, los carnavales estaban precedidos por la “fiesta de comadres y compadres”, que aparecen en las acuarelas del pintor costumbrista Pancho Fierro. Tenía lugar dos jueves. En el primero, las mujeres daban obsequios a sus amigos hombres y hacían una jarana, y el jueves siguiente: “comadres”, los varones obsequiaban a las damas finos y caros regalos y fiestas más grandes.

Jarana limeña (acuarela de Pancho Fierro)

La fiesta de los “compadres” y las “comadres” en Abancay.

Esta fiesta se trasladó a Abancay, probablemente a través de la élite que residía en las casas de las haciendas, para más tarde trasladarse a la ciudad y luego a la campiña. Su base es la chanza que el campesinado le ha hecho desde siempre, a la especial recomendación que hacen los sacerdotes al impartir el sacramento del bautismo, cuando declara a los compadres como: “el “segundo padre y segunda madre del ahijado”, de modo que para el burlón entender campechano, el ministro de la iglesia declaraba públicamente al compadre y la comadre como el segundo esposo o esposa de los padres del ahijado, y de ese modo surgió la genial burla popular de que: “Compadre que no arrima a la comadre, es mal compadre” y viceversa; por eso es que principalmente el día que correspondía a los varones, para sorpresa del compadre y su vecindario, colgaban de su puerta

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un muñeco de tamaño natural, mal trajeado, con orejas y narices descomunales y con cuernos en la frente, al que además para mayor burla, lo embadurnaban con excremento de ganado.

Un buen y memorioso testimonio de esta fiesta de la segunda mitad del siglo pasado, nos ha sido narrado con lujo de detalles por Lino Ballón durante su intervención en el Dialogo Taller: “Nuestro carnaval abanquino” organizado por la Dirección Desconcentrada de Cultura de Abancay, pero que desgraciadamente quedará solo en su memoria si no se escribe para trasmitirlo.

En los últimos tiempos, por Decreto Municipal, está costumbre se ha convertido en una muy sui generis fiesta burocrática, que consiste en que una institución que ha asumido el compromiso de ser el “carguyoc”, con el conocimiento y consentimiento de su jefe o director, la noche anterior a la fiesta cuelgan de los techos, balcones o postes cercanos a la oficina esos muñecos burlones que supuestamente representan al jefe de la misma y por extensión a todos los trabajadores con un cartel que alude a las negligencias de esa dependencia, por ejemplo: "Camal de Salud de Abancay".

Al día siguiente, los empleados de la entidad “carguyoc”, previo rol de sus visitas, recorren cada una de las entidades públicas y privadas, donde son recibidos por los anfitriones con chicha de jora, cerveza y cambray. Luego de cantar, bailar y jugar con chisguetes de espuma, pica-pica y serpentinas por espacio de más o menos una hora, los visitantes se despiden para seguir cantando y bailando por las calles hasta llegar a la siguiente oficina, y así esta rutina continúa hasta que en horas de la tarde, la comparsa itinerante, cumpla con toda su hoja ruta.

La celebración de la fiestas de los “compadres” y de las “comadres”, tal como se pretende festejar ahora, es solo una burda representación, sin el alma de la verdadera costumbre que vino del campo y de los barrios populares de la ciudad, a los que jamás regresó, y por eso su celebración se ha reducido al paseo borrachón descrito, donde la burocracia bebe, canta y baila a costas del erario público.

¿A qué compadre o comadre de qué bautismo festeja la burocracia abanquina? ¿A

quiénes representan los muñecos cornudos y con el pene al aire que se cuelga en las inmediaciones de las entidades públicas?, indudablemente a sus propios autores, por qué en esta fiesta nadie es comadre, ni compadre, ni existe el ahijado de nadie. Ya nuestro poeta universal César Vallejo nos ha enseñado: “¡Todo arte y voz genial viene del pueblo y va hacia Él de frente o transmitido por incesantes briznas por el humo rosado de amargas contraseñas sin fortuna!” Esas briznas incesantes son las vibraciones del alma popular. ¡No se puede cambiar una costumbre popular por una “mala costumbre”, solo porque alguna mala autoridad así lo dispone.

Ya que esta costumbre al parecer está arraigada, debe aclararse que se trata de una

comitiva de mensajeros que coincidiendo con la fiesta de los “compadres” y las “comadres”, llegan anunciando a la población la próxima llegada de los carnavales. Solo así tendría sentido.

Fiesta de los compadres en la DRA-AP ( Foto: Ciro Palomino Dongo)

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El pukllay El carnaval europeo, aquí en los andes encontró su contraparte en el pukllay (del quechua

jugar), que aun es una tradición incaica muy extendida entre los antiguos peruanos. Hoy por hoy es también la fiesta de algunas poblaciones de origen quechua de la Argentina, Bolivia y Ecuador. En los tiempos incaicos se festejaba al final de las lluvias y por el tiempo de las cosechas. En tiempos de la colonia se conectó con el carnaval europeo, asumiendo su calendario, pero sin dejar de ser un juego donde participa toda la comunidad.

En Andahuaylas el pukllay, es una competencia de danza de las delegaciones llegadas de distintas partes del territorio apurimeño, del Perú y Sudamérica donde se reúnen cientos de bailarines dispuestos a obtener los mejores premios.

El pukllay ó carnaval de las parcialidades del distrito de Cabana de la provincia de Lucanas de la región Ayacucho, es una fiesta que dura tres días con juegos y ceremonias rituales, con el principal objeto de rendir homenaje a la naturaleza a través del arte, y donde los jóvenes varones y mujeres de los barrios de arriba y abajo, se retan a los juegos del amor. Es el tiempo para conseguir pareja.

En cambio en el distrito de Chipao de la misma provincia, el pukllay es una danza costumbrista, que se celebra con un concurso dentro del programa local de las fiestas del carnaval.

El qarmenqa es una de las fiestas más tradicionales de los pueblos del distrito y provincia de Churcampa del departamento de Huancavelica, que se celebra durante los meses de febrero y marzo de todos los años en la época de los carnavales (qatun poqoy). Esta costumbre se inicia con la fiesta de los compadres y las comadres, desde el lunes de carnaval y culminando el miércoles de ceniza en honor a la Cruz de Atoqassa. Esta tradición se mantiene desde la época incaica.

Dentro de la celebración de la fiesta mayor del qarmenqa se celebra al pukllay, que es un juego donde las parejas se arrojan pepas del nogal, tunas, aylumpo, y pantipapa para medir sus fuerzas; acabado los proyectiles se azotan en las piernas y los pies con ortigas con el propósito de hacer caer a la pareja al suelo. Finalmente la fiesta concluye en un juego (pukllay) de todos contra todos con abundante agua y barro.

En Tarabuco, capital de la provincia Yamparáez del departamento de Chuquisaca – Bolivia, sus gentes celebran el festival del pukllay en marzo de cada año. Los miembros de la comunidad indígena local se reúnen para la misa, desfilan en sus coloridos trajes tradicionales y bailan y beben mucha chicha en conmemoración a la batalla de Jumbate (12 de marzo de 1816), cuando los valientes tarabuqueños a la cabeza de Carrillo, Calisaya y Miranda, con sencillas y rústicas armas vencieron al ejército realista.

En La Rioja – Argentina, el pukllay es una fiesta que se celebra durante tres días y que termina con la quema de un muñeco de aspecto humano de tamaño natural, vestido en forma descuidada con ropa vieja y andrajosa, al que le pintan los rasgos faciales y le colocan un sombrero. Este monigote representa a Pujllay, el espíritu festivo de la fiesta que nace, vive y muere por esos días de carnaval. Leamos la hermosa leyenda de Chaya y Pujllay, que dio origen a esta fiesta:

“Esta es la historia de una hermosa jovencita llamada Chaya que se enamoró del joven príncipe del ayllu llamado Pujllay. Pero este era un mujeriego y ella, al no ser correspondida, decidió huir a llorar sus penas a las montañas, donde llegó tan alto que se convirtió en una nube. Desde entonces sólo retorna, a mediados del verano de la mano de la diosa Luna (Quilla) en forma de rocío y lluvia. Dicen que Pujllay sintió remordimiento del destino de Chaya y partió a buscarla sin éxito. Después se enteró de que volvería en febrero y partió de nuevo a buscarla, pero no la encontró.

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Así que regresó donde la gente festejaba la fiesta de la cosecha y miraban la pena del siempre divertido y mujeriego Pukllay con muecas de risa. Pujllay derrotado por no lograr dar con el paradero de Chaya, ahogó sus penas en abundante chicha hasta encontrar la muerte. Así quedaron para la posteridad el significado de sus nombres: Chaya, que en quechua significa “agua de rocío”, y Pujllay, que se refiere a “jugar, alegrarse”.

Muñeco pujllay, La rioja – Argentina (Foto: Internet)

Y así podemos colectar una serie de noticias sobre la celebración del pukllay o pujllay en todos los países que alguna vez formaron parte del Tahuantinsuyo incaico.

En todos estos pueblos la finalidad del pukllay o pujllay no ha variado mucho, sigue siendo la temporada donde las comunidades andinas cantan, bailan y juegan, y donde los solteros de ambos sexos muestran su orgullo o coquetería para atraer a la pareja.

Pukllay andahuaylino ( Foto: Internet)

La fiesta de los carnavales en Abancay.

En esta tierra de haciendas coloniales, esta fiesta se celebraba con gran derroche de pompa, júbilo y dinero, primero dentro de los cerrados círculos sociales de los hacendados y sus invitados que se reunían al más purísimo estilo aristocrático limeño en las casas-haciendas coloniales. No en vano a nuestro Abancay desde los tiempos de la colonia se le conocía con el mote de “Lima chico”.

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De allí y a su modo se extendió a los centros poblados que fueron el embrión de las ciudades apurimeñas: Abancay, Andahuaylas, Chalhuanca, etc., pero especialmente al campo donde cobró un colorido singular. Una emulación de esas refinadas fiestas, aun se reproducían en los años 60’ y 70’ en el Club “Unión” de la Plaza de Armas, con disfraces, máscaras, serpentina, pica-pica, mixtura, chisguetes de éter, grandes orquestas, etc.

Este carnaval está prácticamente extinguido en la actualidad, pero el que salió al campo, retornó a nuestras ciudades convertido en una expresión de masas, motivo de orgullo regional y nuestra principal atracción cultural y turística.

El moderno carnaval abanquino que tiene su origen en su campiña, probablemente haya evolucionado a partir del pukllay quechua, pero asumiendo algunos detalles de las fiestas que se celebraban en las casas hacienda. Consideramos que a estos causales se sumó el hecho de que las tierras agrarias de los valles de Abancay y Pachachaca fueron rápidamente convertidas en haciendas cañaveleras por los conquistadores, donde además de los panes de azúcar se producía la chicha de caña que nosotros llamamos cambray pero que en otras latitudes se le conoce como Guarapo; y, donde se movía tanta cantidad de esta espiritual bebida, se estima que reinaba la alegría y con ella el motivo y humor para este tipo de fiestas y otras celebraciones y diversiones populares.

Es verdad que las fiestas carnavalescas que hoy prosperan en Abancay han sido introducidas durante los años 70’, década que coincide con la liquidación de las haciendas por el Proceso de Reforma Agraria y con ello el final de una ideología que permaneció, y dominó el valle por más de cuatro siglos. Desde su inicio, su planificación, programación y desarrollo está a cargo de la Municipalidad Provincial y básicamente están referidas a estas actividades:

a) La elección y coronación de la Reina principal del carnaval. Este es un legado de las festividades del carnaval de los tiempos de las haciendas y del cumplimiento de la normatividad que desde el gobierno central se dictaba desde el tiempo de Augusto B. Leguía, pero falta el baile de disfraces con una buena orquesta de fama nacional.

b) La celebración de la costumbre de día de “Los compadres” y de “Las comadres”, que ya hemos reseñado líneas arriba.

c) La entrada de Ño Carnavalón, el paseo de carros alegóricos y desfile de comparsas. También traído a este “Lima chico” como cumplimiento de disposiciones gubernamentales de los años 30’ del siglo XX, cuando se dispuso que los carnavales se celebrarán de este modo y a cargo de los gobiernos locales del país. Más adelante hacia 1936, se introdujo la yunsa o “cortamontes”, como parte de sus celebraciones.

En buen castellano una comparsa es una agrupación carnavalesca que sale a la calle a interpretar su música y baile. En Abancay las comparsas tienen dos partes bien diferenciadas: el conjunto musical que es la que aporta la música y las letras de los “carnavales” que son unas canciones muy alegres y bailables con letras que hacen sátira mordaz a las instituciones, las personas, las personalidades o a los acontecimientos especiales de la vida (enamorarse, casarse, en fin la vida misma), y el cuerpo de baile que desarrolla las coreografías preparadas por la comparsa, pero que además canta.

En sus últimas versiones los desfiles de comparsas abanquinas, ha puesto en escena a más de 1,500 personas, de las cuales las dos terceras partes fueron los empleados públicos y la tercera parte, las abaceras de los mercados locales y el personal de algunas instituciones privadas, entidades financieras, instituciones de educación privadas, entre otras.

También existe el Concurso de Comparsas, Festival de timpus o pucheros, Concurso de Carnaval Campesino, Concurso de Carnaval Regional y hasta un concurso infantil, pero estos son eventos de carácter estrictamente concursal y comercial.

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Comparsa abanquina (Foto: Ciro Palomino Dongo)

Hacia 1938, el Dr. Aurelio Miro Quesada Sosa,2 en el libro de sus viajes al interior del Perú,

denominado “Costa, Sierra y Montaña”,3 nos brindó con amplia y generosa maestría sus impresiones acerca del paisaje de la campiña, la dulzura y picardía de la letra de sus canciones y acerca de la alegría de los abanquinos por el tiempo de carnavales de finales de los años 30’ del siglo pasado, a través de estas cálidas y evocadoras palabras:

“En busca del paisaje más amable discurro luego por las rutas del campo. Dejando las calles empedradas, voy hacia las huertas protegidas por pircas, o los pastizales en que pace el ganado. Algunas veces me cruzo con autos vocingleros o con arrogantes caballos de paso. Otras veces son indígenas, que bajo la sombra de los sauces y los "patis" oscuros, se detienen para gustar, entre un denso perfume de eucaliptos, la triple frescura del maíz: hervido en el mote, molido en la mazamorra y tostado y sonoro en la "cancha". Por otro lado, magueyes de altas varas, cañaverales de lindo color verde o dorado, molles, tunas, naranjos, cultivos de panllevar, cafetales. Más lejos, chiquillas que lavan ropa en las acequias o en el rio, o que se bañan con gracioso impudor, totalmente desnudas. Así quedarán más frescas, para volver luego a la ciudad con el vaivén alegre de sus cuerpos trigueños.

No podrán, sin embargo, usar sus antiguos vestidos pintorescos, porque la indumentaria en la actualidad es muy sencilla. Los hombres calzan "ojotas" o sandalias, hechas ahora con trozos de llantas de automóvil, y visten, por lo común, pantalón y chaqueta de tela ligera; seguramente, entre otras razones, por el clima, ya que en un valle cálido como este el poncho resulta muy pesado. Las mujeres conservan más rezagos del traje antiguo, pero con elementos propios. Veo manteletas o llicllas, distintas en todo de las del Cuzco y semejantes a las de Ayacucho; aunque todavía más estrechas y cortas, según se me dice para lucir la fina cintura, en cuya delgadez se cifra tanto orgullo. El vestido, por lo demás, lo

2 Nacido un 15 de Mayo de 1907 y muerto el 26 de Septiembre de 1998.en Lima. Catedrático y Decano de la Facultad de Letras y luego Rector. Desarrollo una amplia labor entre el periodismo y la literatura. Especialista en la vida y obra del Inca Garcilaso de la Vega. Es autor de una amplia producción de artículos, conferencias, opúsculos y otros escritos. Dirigió el Diario “El Comercio” desde 1980 hasta 1998. Fue Director de la Academia Peruana de la Lengua, Presidente de la Academia Nacional de Historia y Presidente de la Sociedad Geográfica de Lima. 3 MIRO QUESADA SOSA, Aurelio. COSTA, SIERRA Y MONTAÑA. Segunda Edición aumentada. Editorial Cultura Antártida. Lima. 1947. Págs. 302-305.

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componen una falda amplia y ceñida a la cintura y una blusa con adornos y encajes que hacen recordar algo a la moda de comienzos del siglo XX. Por lo general, se cubren con un sombrero de paja de ala ancha, que vela con una sombra suave la expresión blanda y sosegada del apacible rostro de las indígenas de aquí.

Algunos de estos rostros han despertado los elogios y han puesto su gracia en las canciones en que es tan pródigo el repertorio musical de Apurímac. Como en todas las zonas del Perú donde la fusión racial es acentuada, aquí también la afición por los cantos es intensa y no se detiene en las capas populares sino llega a impregnar los más diversos elementos sociales. Casi no hay en Abancay quien no sepa tocar algún instrumento o no conserve en la memoria alguna letra de arraigo local. Palabras sencillas, sin preocupaciones literarias, que se acompañan con los varios instrumentos de cuerda: guitarras, bandurrias o "charangos", o que en los días de carnaval entonan las "pandillas" al son de las quenas y las "tinyas". Expresadas en castellano o en el mestizado quechua de Apurímac, hablan de ríos y de cerros, de vuelos de aves o de lluvias tenaces.

A veces los celos se insinúan, o el amante se inquieta porque ha visto pasar un forastero que ─como en el "huayno" conocido─ llega sonando sus "ojotas" o mascando su Coca:

cocachampas achum achum, usutachampas challan, challan. Otras veces, en cambio, la vibración sentimental se cambia por una alegre

nota irónica:

Atatau, atatau casado vidacca, tetehuan, cobrehuan hallin remachascca. Añañau, añañau soltero vidary, ccorehuan ccolccehuan sumacc casquillasca. Lo que traducido más o menos libremente viene a decir:

Qué fea, qué fea la vida del casado, bien remachado con plomo y con cobre. Qué linda, qué linda la vida del soltero, hermosa y adornada con oro y con plata. Es tan solo una burla del momento, porque más impresiona a los espíritus la

letra del "huayno" emocionado que habla de un dolorido corazón que siente las angustias de un amor sin fortuna:

Al cielo pido la muerte,

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pero no llega. Quiero ese sueño sin despertar, para olvidarte. Guardo todavía en el oído algunos ecos de estos cantos, cuando se me lleva

a presenciar el espectáculo de la puesta del Sol desde la gruesa torre, con sonora campana, que se eleva en la hacienda Patibamba. Por la firme escalera de cal y canto subo a la parte alta. Allí veo los juegos de rojos y naranjas, las nubes que cambian su vivo tono blanco por velos transparentes, cada vez más lejanos y más pálidos: violetas, verdes, azules, rosas, perla. Lentamente, va cayendo la noche. Por los caminos de la hacienda, cercados por "pircas" y bardales, avanzan, entre nubes de polvo, las ovejas, o resuena el trote agitado de las mulas que vienen a gozar, desde quién sabe qué campos cercanos, del sabroso reparo de la "inverna".

Por su parte Guillermo Viladegut,4 nos ofrece una colorida pintura de los carnavales abanquinos de la segunda mitad del siglo XX, en la siguiente pintoresca nota:

“Todos los pueblos tienen una fiesta grande que los hace notables y con este motivo se congregan cientos de visitantes. Abancay, hace muchos años, tenía el Carnaval como una de las fiestas más esperadas y también la mejor celebrada después del día de Mamacha Rosario y de las Fiestas Patrias. Y de esta emoción surgió en el pueblo la conocida y popular música del carnaval abanquino, que también por extensión se llama carnaval apurimeño, en cuyo fondo acomodan los artistas y cantores sus letras para individualizar de acuerdo a su medio, de donde resulta un contrapunto de canciones que aluden a personas, caracteres, costumbres, etc.

El carnaval abanquino duraba toda una semana. Se iniciaba el día sábado con la entrada del Ño Carnavalón; las primeras alegres comparsas se paseaban al son de las flautas, de los charangos, bandurrias y guitarras cantando el «Chayraqmi, chayraqmi / chayaikamuskani / parachawan, wayrachawan / contraschaskukuspa»; lindas tinyas, a manera de tambores, cubiertas por un lado con fino pergamino de piel de carnero, y por el otro con delgada membrana peritoneal de chancho que con dos o tres cuerdas de crin de caballo, resonaban como un enjambre de abejas. Alegres mestizas con sus caras pintadas de blanco y rojo y con sus finos pies de taruca, zapateaban en el suelo recién regado por el cielo después del anuncio de San Pedro con su wakaqara arrastrada por él mismo.

Al día siguiente, domingo de carnaval, se organizan pandillas de «pasianderos», de la juventud y de viejos carnavaleros que iban y venían por las diferentes calles de Wanupata hasta Miscabamba portando los implementos de juegos: harina, picapica, cascarones, agua de florida, serpentinas, evocando las canciones en los idiomas español y en runasimi: «Verde romerito morado floreces/ amor traicionero nunca permanece/. Tratas conmigo/ tratas con otro/ porque no tratas/ solo conmigo/. /Aquí viene la comparsa/ /la comparsa abanquina/ /Desde Maukakalle me mandaron flores/ en una canastita llena de amores/.../Apurimaq mayu río caudaloso/ en tus aguas turbias/ /casi la vida pierdo/ ...Patibamballay patipa ruruchan/ /ciertoponechus parischaykusun/...

Se organizan excursiones familiares al campo portando todos los implementos de juego y los menesteres para preparar el almuerzo «timpu», una especie de sancochado, en las huertas de José Soria, Catalina Hoyos, Dionisio

4 VILADEGUT FERRUFINO, Guillermo. Alma y rostro de Abancay. Imprenta IRAL E.I.R.L. Abancay. 1997 Págs. 121 y 122.

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Camacho, mentados por sus duraznos, yendo hacia Qolqaki, la de Azurín hacia Maukakalle, de los Bedia hacia Sawanay; y así las principales familias abanquinas salían al campo, a Tamburco, Aymas y otros lugares; este almuerzo da motivo para que casi al terminar el ágape se iniciara un juego de verdadero carnaval, empleándose todos los residuos del banquete y por consiguiente, la pulcra mesa de momentos antes se convertía en un campo de juego y batalla.

Los jóvenes de la ciudad, los malqos, de aquella época: los Casas, los Huerta, los Pinto, los Ocampo, los Fano, los Luna, los Fernández, etc. formaban sus grupos de combate con sus canastas de globos de cascarones y los bolsillos llenos de harina, que arrojaban a las ventanas de las alegres muchachas, rematando al final con la toma de la casa de las Fano, quienes esperaban bien preparadas desde días antes; por las noches, numerosas comparsas de los aledaños, formaban pandillas que recorrían la ciudad, en aquellos tiempos su número llegaba a los cincuenta conjuntos, dando a Abancay un aspecto único de alegría y bohemia popular.”

Comparsa Abanquina (Foto: Ciro Palomino Dongo)

Por la década de los años 70’, se publicó en Lima una colección de 25 libros populares sobre

la geografía, folklore, historia, economía, personajes, cultura, plagados de interesantes fotografías de todos los departamentos del Perú, que su Director, el escritor y periodista Pedro Felipe Cortázar tituló “Documental del Perú”.5 De esta conocida publicación extraemos estas líneas para conocer el carnaval abanquino de los aquellos años, leamos:

“UN PUEBLO QUE DANZA

En el incomprensible “papel arrugado” de su tierra, el hombre apurimeño nativo, enclaustrado por cumbres y abismos, dominado por los verdes campos de sus valles profundos y los azules intensos de sus cielos, danza.

5 DOCUMENTAL DEL PERU. Enciclopedia Nacional Básica. APURIMAC. Tomo XVIII. Lima. Octubre 1,985. Editorial Imprenta DESA. Págs. 39, 40, 41 y 43.

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Danza, con loca alegría, en centenares de policromas fiestas. En lugar de vivir agazapado en su honda miseria de siglos, se desfoga psíquicamente en la expresión más humana: la danza.

Entre polvos y cascabeles, entre monteras de luces y máscaras pintarrajeadas, las muchedumbres se trenzan en interminables danzas, incansables, de horas, de días, de noches…. hasta caer exhaustas.

Sus cantos, sus danzas, en medio de su alegría, no son más que lamentos de las tristezas de la vida cotidiana.

Su elemental lenguaje poético o sus anacrónicas contorsiones de figuras del siglo XVI o XVII, nos hablan con sus tristes melodías, o con sus aires monótonos y melancólicos o con su estallido de alegría de charangas, del hambre, de la soledad, y de la inaudita miseria.

El cura de la colonia se "hizo de la vista gorda" o fomentó y asimiló ese estado de ánimo para incorporado a las fiestas religiosas católicas y así los indios celebraban la cosecha o la siembra de la Pachamama milenaria, con el mismo calendario del Corpus o de la Natividad o de la Virgen de Cocharcas. y así han continuado haciéndolo desde aquella lejana época sin que casi nada varíe con el paso de los siglos, porque Apurímac -ya lo hemos dicho- es como un cofre hecho por costumbres y abismos, en el que se ha detenido el tiempo.

El "Carnaval Abanquino” es la fiesta folklórica nacional más conocida entre la gran masa popular de nuestro país. Y es quizá el resumen de todas las danzas y cánticos de la región.

El Carnaval dura de cuatro a ocho días. En Abancay, los miércoles de Ceniza las comparsas se dirigen a Tamburco, donde realizan la despedida con nuevos bailes y algarabía.

Desde allí se despiden hasta el nuevo año regresando a sus respectivos pueblos, con los caminos regados de borrachos, ahítos y embadurnados….unidos dentro de su gran unidad inhóspita andina, en su solitaria "isla terrestre".

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Según la descripción de Mildred Merino de Zela, "La música del famoso carnaval Abanquino, triunfal y contagiosa, es común a todos los grupos y clases sociales. Con ella bailan la señora mestiza y los campesinos indígenas, entre guitarras, quenas, tinyas y cascabeles".

"Durante el Carnaval se baila la música propia de la fiesta, en grupos que recorren interminablemente las calles con el vestido "de centro" usual, jugando con mozos, como el "Segollo" -desafío con látigos- el "Paki" -lucha con el puño cerrado golpeado contra el antebrazo etc. diversas manifestaciones de la euforia unas con regocijo y alegría y otras con fiero empaque (Abancay)".

El carnaval abanquino en “Los ríos profundos”. José María Arguedas Altamirano, escritor y antropólogo, nacido el 18 de enero de 1911 en

la ciudad de Andahuaylas, publicó en el año 1958, “Los ríos profundos”, novela autobiográfica, por cuyo mérito recibió el Premio Nacional de Fomento a la Cultura Ricardo Palma en 1959. En ella nos hace una descripción, imaginaria o real, del Abancay de los tiempos de las haciendas. Dentro de su trama aparecen descritos magistralmente los hacendados, los maestros, estudiantes, los gendarmes, las mujeres, los colonos, la policía, el vecindario abanquino y sus costumbres.

Esta novela ha sido considerada “la síntesis más perfecta del mundo andino y el español….. su autor concibe toda su literatura alrededor de un proyecto: un país dividido entre dos culturas (la andina, de origen quechua, y la urbana, de raíces europeas) que deben integrarse en una relación armónica de carácter mestizo” y por ello es motivo de estudios literarios, antropológicos y sociológicos, siendo en una de las obras peruanas más traducidas a nivel mundial. Unos extractos de esta obra referidos al famoso carnaval abanquino, nos relata:

“Arrearon las mulas al trote. En el barrio de la Salinera, todas las calles estaban llenas de gente. Hombres del pueblo formaban una especie de barrera pasiva. No dejaban avanzar a los caballeros de corbata.

—Las mujeres te pueden degollar, señor —oí que les decían.

—¡Patibambapak! ¡Patibambapak! —gritaban las mujeres y arreaban las mulas. Les abrieron campo.

Desde algunos balcones, en las calles del centro, insultaron a las cholas.

— ¡ Ladronas! ¡Descomulgadas!

No sólo las señoras, sino los pocos caballeros que vivían en esas casas insultaban desde los balcones.

— ¡Prostitutas, cholas asquerosas!

Entonces, una de las mestizas empezó a cantar una danza de carnaval; el grupo la coreó con la voz más alta.

Así, la tropa se convirtió en una comparsa que cruzaba a carrera las calles. La voz del coro apagó todos los insultos y dio un ritmo especial, casi de ataque, a los que marchábamos a Patibamba. Las muías tomaron el ritmo de la danza y trotaron con más alegría. Enloquecidas de entusiasmo, las mujeres cantaban cada vez más alto y más vivo:

Patibamballay ¡Oh árbol de pati Patisachachay de Patibamba!

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sonk'oruruykik'a nadie sabía k'orimantas kask'a que tu corazón era de oro, sonk' ruruykik'a nadie sabía k'ollk'emantas kask'a. que tu pecho era de plata. K'ocha mayullay ¡Oh mi remanso, k'ocha remanso mi remanso del río! challwachallaykik'a nadie sabía k'orimantas kask'a que tus peces eran de oro, patuchallaykik'a nadie sabía k'ollk'emantas kask'a. que tus patitos eran de plata. Cerca de Huanupata muchos hombres y mujeres se sumaron a la comisión.

La gente salía de las casas para vernos pasar, corrían de las calles transversales para mirarnos desde las esquinas.

Así llegamos a la carretera, al ancho camino polvoriento de la hacienda. Era

ya un pueblo el que iba tras de las muías, avanzando a paso de danza. Las chicheras seguían cantando con el rostro sonriente.

(…..)

Yo hubiera querido cantar, entre lágrimas de sangre, aquel carnaval de Patibamba con que avanzamos por el mismo camino, hacia la hacienda. La señora me llevaba casi abrazándome, pero su ancho brazo con que me rodeaba el cuello y que tocaba mi hombro, no lo apoyaba en mí. No sentía ningún peso, sólo el calor de su piel. Yo iba callado. El mundo nunca fue más triste; calcinado, sin esperanza, hundido en mis entrañas como un helado duelo. " ¡Dios mío! —iba diciendo—, ¡haz que encuentre a mi padre en la puerta del Colegio! "

Abanquinas (Foto: Martín Chambi)

La yunsa del carnaval abanquino

El carnaval abanquino, reproduce la fiesta de la yunsa, mallqui o “cortamonte” que se remonta a una costumbre instalada en los departamentos serranos del centro del país que cuentan con ceja de selva, donde desde tiempos pioneros, sus colonizadores debían desboscar, es decir, propiciar la deforestación y desbroce de un bosque natural, para la instalación de un campo de cultivo, de pastos para la crianza de ganado, la instalación de un huerto de frutales o la construcción de sus viviendas. Culminada esta ardua tarea e introducidos los cultivos, durante el mes de febrero o

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marzo que son cuando ven el fruto de sus esfuerzos, lo festejan con canciones, danzas y abundante comida y chicha, representando en un festivo árbol todos los árboles que debieron talar.

Más adelante se llevó esta tradición chacarera, a un escenario poblano primero y en la actualidad ya se encuentra instalada en todas nuestras ciudades apurimeñas. Viladegut6 nos refiere que esta costumbre empezó a celebrarse en Abancay a partir del año 1,936:

“Por el año de 1936 se estableció en Abancay la «yunsa» de mucha popularidad en los pueblos del centro, llamada también «cortamonte». Consiste en plantar un gran árbol, cargado de adornos y regalos; luego, bailando, cantando y cortando a golpe de hacha alrededor del árbol se tumbaba el mismo, momento cuando todos los espectadores tienen que recoger al quitarse los regalos y adornos del árbol caído. Después los participantes se disponen a pasear por las calles de la ciudad haciendo gala de sus disfraces de campesinas y campesinos y evocando las canciones de carnavales.”

Sobre los afanes de la yunsa abanquina de la segunda mitad del siglo XX, Viladegut7 nos relata:

“La Yunsa

(….)

Desde varios días antes de carnavales se organizan grupos de familias de 20 o más personas, entre hombres y mujeres, primando a juventud, comprometiéndose a tomar parte en el juego y a contribuir en los gastos Un día antes del señalado para la fiesta que puede ser el domingo o miércoles de carnaval, se lleva un árbol al sitió designado para realizar la reunión; árbol frondoso, ato de ronco un poco grueso, generalmente el pacae. Se adorna al árbol con serpentinas, globos inflados, botellitas de cognac, juguetes, paquetes de dulces, panes, frutas; si el grupo es más entusiasta, se ponen otras cosas de más valor y atracción, se planta el árbol en un hueco en medio de gran algarabía, y se le complementa sus adornos con otras cosas más que están llegando en último momento.

Para el momento de la fiesta, todos los participantes van con trajes especiales de carnaval; las mujeres llegan ataviadas con sombrero de paja, chamarra, lliqllita y su pollera de vivos colores de pana debe ir una banda de músicos, una orquesta o una estudiantina Se cantan versos de carnaval: / Verde tumbo/verde tumbo / a las mejores me las tumbo /. /Aunque nos critiquen/ poco nos importa/por los carnavales / todo se soporta /.... Se baila y se da vueltas en torno al árbol, por parejas; y, una pareja por turno tanto el hombre como la mujer dan dos, tres y más hachazos al árbol, en medio de una alegría general, una y otra pareja hacen lo mismo, hasta que por fin, después de tanto porfiar, se corta el árbol y cae El público se abalanza sobre el árbol caído para coger alguno de los adornos en medio de un gran barullo. Los participantes felicitan a la pareja que ha cortado el árbol, y les desean éxitos para que al año entrante se encarguen de hace, similar o mejor actuad, de hecho resulta con el cargo encima

La comparsa recorre algunas calles cantando y danzando carnavales. /El anillo que me diste/oro puro me dijiste / tutallamanta qawaykuqtiyqa/de hojalata había sido././Cielo abanquino / deja que me vaya / maypi kasqaipipas /

6 VILADEGUT FERRUFINO, Guillermo. Ob. Cit. Pág. 122. 7 VILADEGUT FERRUFINO, Guillermo. Ob. Cit. Págs. 125 y 126.

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yuyarimusqaykin / y se va a la casa que es del “carguyoc”para rematar y seguir cantando y bailando:…../Tarukatapas, vikuñatapas / tropanmantas taqaqmi kam/chaichus mana, taqaykimanchu / yanaykipa brasunmanta/, tengo derecho / mayor derecho / para decirte, te quiero mucho/.”

Yunsa abanquina (Foto: Ciro Palomino Dongo)

El vestido de la mujer abanquina

El traje típico de la abanquina del campo que conocemos y que lucen todas las mujeres en los carnavales, tiene su origen en las confecciones españolas, introducidas en nuestra tierra por medio de los “repartos”, llamado también repartimiento, que consistía en la distribución compulsiva que hacían los Corregidores de mercaderías de origen europeo o proveniente de otras subregiones del virreinato, entre la población indígena y mestiza de su corregimiento.

Esta práctica legalizada en el año 1751, fue usual desde la segunda mitad del siglo XVII y que al finalizar el mismo adquirió una importancia como medio fundamental para el funcionamiento del régimen económico y social del virreinato. Por este “comercio” obligatorio los Corregidores obligaban a los nativos a ingresar en el sector mercantil ofreciendo los excedentes de su producción agropecuaria o su mano de obra en las haciendas, ya que así podían obtener el dinero necesario para pagar las mercaderías repartidas a la fuerza y cumplir con sus tributos.

Manuel Espinavete López, en la “Descripción de la Provincia de Abancay”8 que hiciera en su condición de Subdelegado del Partido de Abancay hacia de 1790, respecto de los repartimientos nos señala lo siguiente:

“REPARTOS.

Por lo expresado hasta aquí en punto de Comercio se manifiesta que los habitantes del Partido de Abancay consumen anualmente de once á doce mil pesos en efectos para vestirse, cuya cantidad subirá en algunos años; veamos ahora quanto repartían los Corregidores en cinco años, y á que precios.

Mil quinientas mulas a 36 pesos. 52.500. Cincuenta mil varas de ropa Cuyo a 6 rs. 37.500 Ciento cincuenta quintales de fierro a 6 reales la libra 11.250

8 ESPINAVETE LOPEZ, Manuel. Descripción de la Provincia de Abancay. Mercurio Peruano XII, Nº 595-601. Biblioteca Nacional del Perú. 1792. Lima.

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En Bretaña, Vayetas de Castilla, Medias De hombre y mujer, de seda y lana, Paños de primera y segunda, algunas Persianas 12.000 Dos mil cuchillos a seis reales 1.500 ──────── 114.750

Cumplidos los tres años repartían lo siguiente:

De la vuelta 114.750 Quinientas Mulas á 35 pesos. 17.500 Doce mil varas de ropa Cuyo a 6 rs. 9.000 Cincuenta quintales Fierro A 6 reales libra 3.750 ───────── 145.000 En su libro “El imperio de lo efímero”, Gilles Lipovetsky explica que “la moda cambia sin

cesar, pero en ella no todo cambia”. Lipovetsky lo decía haciendo referencia a la prolongada vida de los kimonos nipones. Pero en estos tiempos de modas descartables y a la carta, parece difícil entender que la ropa de las cholas del siglo XXI tiene una evolución de más de trescientos años, pues por ese entonces, por obra y gracias de estos funcionarios coloniales, las mujeres indígenas comenzaron a abandonar sus atuendos tradicionales, para que comenzar a usar las ropas que por ese entonces eran populares en la península ibérica, como polleras a los tobillos, y así con el paso del tiempo, lo español se hizo cholo.

1. Las polleras, que es el nombre con que se conoce en España y la América española a una variedad de faldas y vestidos que se caracterizan por sus elaborados adornos. Las polleras están elaboradas de diferentes materiales como algodón o lana y suelen llevar coloridas decoraciones en diferentes técnicas, comúnmente bordados y encajes con diseños florales.

Las polleras americanas derivan del vestido español del siglo XVI o XVII, que a su vez se originaron de una forma más simple y sencilla que usaban las mujeres de los substratos medios y bajos de la sociedad para sus faenas diarias o para ir a las celebraciones de las regiones donde vivían.

A estos largos vestidos se le llaman pollera porque con ellos las mujeres solían arrear a los pollos, recogerlos para que duerman o tomar los huevos de los gallineros. A la actualidad se los usa como traje folclórico en muchos países latinoamericanos.

En el Perú, las polleras se ocupan sobre tres capas de faldas. Además la pollera original antigua lleva una capa que va inmediatamente debajo de la pollera que se llamaba fuste, luego una falda llamada centro de lana que va encima de un segundo fuste. Estos fustes o faldas interiores suele variar de acuerdo a la región y a sus condiciones climatológicas.

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2. La blusa.- Del francés: blouse, se refiere generalmente a la camisa utilizada por las mujeres. Estas se confeccionan con tela de algodón o de seda y pueden o no incluir cuello o mangas y tener detalles “femeninos” tales como colmenas o decoraciones bordadas. Las blusas tienen botones invertidos a los de las camisas de los hombres, es decir, los botones están normalmente en el lado izquierdo y los ojales en el derecho. Algunos sugieren que esta costumbre fue introducida por tintoreros para que pudieran distinguir entre las camisas de las mujeres y las de los hombres.

3. La manta.- En España fue conocida como manta o mantilla a la ropa suelta que usaban y aun usa la gente de los pueblos para abrigarse, y en algunas provincias es considerada como parte del traje y se lleva en todo tiempo.

En Abancay a esta prenda, algunos “expertos” le dan el nombre de rebozo, pero no es

un rebozo propiamente dicho, porque esta es una prenda femenina usada en México, donde es una sola pieza de forma rectangular y que mide entre 1.5 m hasta 3 m de longitud, y pueden estar hechos de algodón, lana, seda o articela. Además estos rebozos pueden ser usados como bufandas o a manera de chales.

Las campesinas a menudo los usan para cargar a sus hijos o llevar productos al mercado, es decir tienen la misma función que la “liccla”9 en el mundo andino.

4. Los botines.- La historia de la bota, es parte del proceso de civilización humana, pues esta prenda elaborada con fines de protección data de 15,000 años a. C. Al comienzo de la

9 Lliclla es una manta tejida que llevan las mujeres en los Andes peruanos con múltiples usos. Suele ser muy colorida con motivos, patrones, tamaños y colores que varían de acuerdo a la región, etnia o nación del artesano.

Se han encontrado llicllas Huaca Prieta (entre 4000 y 2500 años antes de Cristo) y tiene grandes hitos en las culturas Paracas y Nazca. Los cronistas españoles hablan de la difusión de la lliclla en el incanato. Cieza de León es el primero en mencionarla y la describe como "manta delgada que les cae (a las mujeres) por encima de los hombros".

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civilización esta prenda era utilizada tanto por hombres como por mujeres. Pero a partir del siglo XIX, siglo de los grandes descubrimientos tecnológicos, y provocador de cambios, la nueva actitud de la mujer dispuesta a salir de su casa para conocer el mundo, provoca la aparición de las primeras botas femeninas, con modelos delicados y refinados, abotonados o atados con lazos. Estas botas, de caña baja, se diferencian bastante de las botas masculinas.

Niña de la hacienda “Patibamba” con botines y botines abanquinos

Probablemente por esos años, a través de las mujeres de los hacendados hayan hecho

su aparición en el valle de Abancay, la cuales fueron copiadas para las mestizas por las expertas manos de los zapateros y talabarteros que por generaciones los Agustinos formaron en Mamara y San Antonio (Grau).

Sobre la vestimenta de los campesinos varones del siglo XX de Abancay, poco ya podemos decir, solo nos queda remontarnos a las fotografías de la época, que desde luego casi todas invariablemente nos señalan la condición de pobreza de estos. Veamos esta fotografía de comienzos del siglo XX:

Hacienda “Patibamba” Abancay

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Yunsas: Del “cortamontes” al “plantamontes”. Aunque al parecer este tema, no debiera ser tratado a la hora de encarecer la belleza, gracia y

alegría de nuestros carnavales, resultaría hipócrita no tocarlo, tanto más cuando los abanquinos no lo somos, y por eso nos resolvemos a tratarlo porque este asunto es delicado y porque nuestra mentalidad de hombres de valía nos obliga a no excusarnos de ello.

Hay datos que debieran estremecer nuestra conciencia, por ejemplo, saber que: “un árbol genera el oxígeno que consumen diez personas. Un automóvil, consume en una hora el mismo oxígeno que 800 personas en un día. Un automóvil, consume a la hora, el oxígeno que 200 árboles generan en un día”. O este otro: “En 50 años, un árbol genera 31.000 dólares de oxígeno y recicla agua por otros US$ 37.500. Además, controla la erosión del suelo, fertiliza y da refugio a la fauna por valor de 125.000 dólares”.

Como hemos visto, nuestros carnavales están plagados de yunsas, que consiste básicamente en tumbar un árbol grande, fuerte y sano de molle o capulí, trasladarlo al lugar donde se ha decido realizar la fiesta y plantarlo artificialmente adornado de globos y serpentinas y cargado de regalos baratos, plastiquería por lo general, globos y serpentinas, en torno al cual bailan y cantan los invitados, al compas de los músicos y cantantes, propios o contratados que se alterna con una banda de músicos de lugar, ataviados con trajes típicos, orlados con abundante serpentina alrededor de sus cuellos, talco y/o harina en los rostros y bebiendo copiosamente la chicha y la cerveza ofrecida por los anfitriones o que ellos mismos han acotado.

Haciendo turnos las parejas se acercan al árbol, quienes previo brindis (tinca) con la yunsa y la pachamama, le dan un duro golpe de hacha en un bravío ademán de tumbarlo. Como consecuencia de estos hachazos, en un determinado momento, el árbol cae causando gran algarabía entre los participantes y el público que corre por lograr algún regalillo que pendía del árbol caído. Después de esta turbamulta, la pareja que dio el golpe que propició la caída de la yunsa, queda comprometida "carguyoc" para repararlo el año que viene con el compromiso que será un mejor árbol, mayores regalos y adornos, y una más grande fiesta.

En Abancay, en tiempos de carnaval, se talan aproximadamente unos doscientos molles, los mejores, los maduros de hasta veinte años de edad. ¿Quién repara la pérdida del oxigeno que brindaban estos árboles?, desgraciadamente la respuesta es: nadie.

El desmedido parque automotor de Abancay, -donde al parecer al cabo de poco tiempo habrá más carros de segundo uso que calles- está sometido a la fuerte pendiente de sus calles y por ello quema más combustible y carburantes que se transforman en fuertes emisiones de monóxido de carbono (C02), que en la actualidad son la causa de graves afecciones respiratorias, especialmente en la población infantil, y sumado a esto, está el hecho de que sus escasas áreas verdes que no pasa de diez hectáreas, y la estrechez provinciana de sus calles, no permiten albergar grandes pulmones urbanos (parques, bulevares y centros recreativos), de modo que solo nos queda la campiña, que poco a poco va desapareciendo, debido al veloz y caótico crecimiento urbano de la ciudad, a lo que se suma la tala indiscriminada de las pocas reservas forestales que tenemos, y muchas veces como en el caso que tratamos, solo por diversión.

La organización y realización de una yunsa, cuesta mucho dinero. Los gastos comienzan desde la adquisición del árbol, que debido a su escasez, año a año van incrementando sus precios, el costo de su traslado al lugar de la fiesta desde lugares cada vez más alejados, los adornos del árbol, la adquisición o alquiler de los trajes típicos, el costo de los músicos, la chicha, la cerveza, la comida y los otros gastos más, todo eso multiplicado por las más de 200 yunsas, nos resulta una cantidad enorme. Lo triste de estos alegres carnavales es que luego de esta masacre ambiental, solo ganan las compañías cerveceras y sus representantes, nadie más.

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Corte de un árbol de capulí para la yunsa (Foto: Ciro Palomino Dongo)

Entonces, si gastamos tanto dinero para aniquilar divertidamente a un árbol vital para el

medio ambiente y nuestra salud, porqué no hacemos un igual o mejor despliegue de energías, para reparar este enorme daño ecológico y ambiental, creando en el mes de noviembre por los días del aniversario de la ciudad, la fiesta del “PLANTAMONTES”, donde cuadrillas de divertidos muchachos y muchachas vestidos a la usanza abanquina recorran su campiña sembrando molles (Schinus molle) y capulíes (Prunus serótina), previamente producidos en los viveros forestales del Gobierno Regional de Apurímac, Agrorural o la Municipalidad de Abancay, y en los terrenos de los campesinos que se hayan inscrito en un padrón de beneficiarios de esta siembra.

No hablemos de unos cuantos centenares de plantones, pensemos en cien mil árboles, y solo así nos reconciliaremos con la víctima principal de nuestros carnavales: la naturaleza, el medio ambiente, la pachamama y los sumacsachas, y una vez tranquilizadas nuestras conciencias y reconciliados nuestros espíritus con la madre naturaleza, podremos llevar en paz y con la misma alegría de siempre nuestro carnaval abanquino, incluso con sus yunsas; de lo contrario a medida que vaya incrementándose la conciencia ecológica del país, especialmente en la juventud, más adelante todos los abanquinos seremos vistos como los salvajes verdugos del medio ambiente.

Árbol de molle (Foto: Internet)

El carnaval abanquino tiene la obligación de renovarse Ya suenan como muy viejas y hasta desconocidas para las nuevas generaciones, muchas de las melodías del cancionero abanquino, y algunas que por ahí se asoman, incluso ya no son nuestras sino un remedo que nos hicieron en otros lugares, pero que como grandes novedades llegan hasta Abancay, y desgraciadamente los aceptamos y hasta de buena gana, porque no tenemos novedades en el medio.

Esta carencia puede resolverse creando el CONCURSO ANUAL DEL CARNAVAL ABANQUINO que muy bien podría llevarse a cabo a mediados de diciembre en el Coliseo Municipal con la participación de todos los músicos de nuestro medio estimulados por un generoso

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incentivo económico para que su producción sea de lo mejor. Se podría incluso concursar algunos géneros más como el huayno y la guaracha abanquina.

Músicos del carnaval abanquino (Fot: Ciro Palomino Dongo)

Resultando conocidos los ganadores y sus canciones se debieran grabar, diez o doce de los

mejores temas en un CD, que deberá ser lanzado como la música oficial de los carnavales que se aproximan, sin perjuicio, claro está, de seguir alternando con nuestras joyas carnavaleras.

Tenemos nuevos y buenos músicos que esperan una oportunidad para llevar las melodías del carnaval abanquino a los escenarios nacionales e internacionales, tal y como lo han hecho con su acervo musical carnavalero los músicos cajamarquinos.

El timpu abanquino. Del quechua Timpusqa (hervido, cosido) o timpuy = puchero vianda. s. Tinpu. || Fuente,

vasija de barro: ch'amillku. En sus orígenes, esta es un potaje campesino de Andalucía - España, llamado puchero.

Según el Diccionario de la Lengua Española (DRAE), puchero que deriva de latín pultarĭus, que es una vasija de barro o de otros materiales, con asiento pequeño, panza abultada, cuello ancho, una sola asa junto a la boca. En Argentina, Colombia, Filipinas, Paraguay, Perú y Uruguay, son denominados así por ser éste el recipiente donde se cuece este cocido. En República Dominicana y en Puerto Rico es conocido como sancocho.

Timpu abanquino (Foto: Ciro Palomino Dongo)

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En la actualidad, el timpu o puchero abanquino que se degusta en los carnavales es conocido

como un plato típico abanquino, que consiste en un cocido de un conjunto de carne de ternera, carnero, cerdo, gallina y tocino, en asociación de algunos vegetales, fundamentalmente, papa, chuño, zanahorias, col, choclos, arroz, camotes, para complementar el sabor del guiso se le agregan frutas de la estación como manzanas y peras. Algunas familias según su tradición le agregan otros ingredientes como garbanzos, un buen trozo de charqui o lo preparan sobre una base de un caldo de cabeza de carnero.

El carnaval abanquino: Patrimonio Cultural de la Nación Según la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la

Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO, se consideró al patrimonio cultural, como la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, con la que ésta vive en la actualidad y que transmite a las generaciones presentes y futuras.

El día 16 de noviembre de 1972, la UNESCO aprobó la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, cuyo objetivo es que cada uno de los Estados Partes de la Convención asuman la obligación de identificar, proteger, conservar, rehabilitar y transmitir a las generaciones futuras el patrimonio cultural y natural situado en su territorio.

Como complemento de ese tratado, la UNESCO aprobó, el 17 de octubre del 2003, la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial", que lo definió como:

“Se entiende por patrimonio cultural inmaterial los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y, en algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural.

(….)

Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana.”

Bajo el marco de esta Convención, el Estado Peruano, promulgó la Ley N° 28296, Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, que en el artículo II de su Titulo Preliminar, definió al Patrimonio Cultural de la Nación como:

“(..…) toda manifestación del quehacer humano -material o inmaterial- que por su importancia, valor y significado paleontológico, arqueológico, arquitectónico, histórico, artístico, militar, social, antropológico, tradicional, religioso, etnológico, científico, tecnológico o intelectual, sea expresamente declarado como tal o sobre el que exista la presunción legal de serlo. Dichos bienes tienen la condición de propiedad pública o privada con las limitaciones que establece la presente Ley”.

Más adelante en su artículo VII, señala que “Los derechos de la Nación sobre los bienes declarados Patrimonio Cultural de la Nación, son imprescriptibles”. Eso quiere decir que ninguna, persona natural o jurídica, nacional o extranjera, puede llegar a ser dueño del Patrimonio Cultural de la Nación por prescripción, es decir por el paso del tiempo.

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En el artículo 1° de esta Ley se califican estos bienes como materiales e inmateriales, que por corresponder a la naturaleza del objeto del presente trabajo, nos corresponde resaltar qué son estos bienes en el Perú, y para ilustrarnos este mismo dispositivo nos señala expresamente:

“2. BIENES INMATERIALES

Integran el Patrimonio Inmaterial de la Nación las creaciones de una comunidad cultural fundadas en las tradiciones, expresadas por individuos de manera unitaria o grupal, y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad, como expresión de la identidad cultural y social, además de los valores transmitidos oralmente, tales como los idiomas, lenguas y dialectos autóctonos, el saber y conocimiento tradicional, ya sean artísticos, gastronómicos, medicinales, tecnológicos, folclóricos o religiosos, los conocimientos colectivos de los pueblos y otras expresiones o manifestaciones culturales que en conjunto conforman nuestra diversidad cultural.”

Para conocer que es el Patrimonio Cultural inmaterial, nos remitiremos al artículo 4° de la Resolución Ministerial N° 080-2011-MC, del 03 de marzo del 2011, que aprueba la Directiva N° 01-2011/MC, sobre LA “DECLARATORIA DE LAS MANIFESTACIONES DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL COMO PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN Y EL OTORGAMIENTO DE RECONOCIMIENTOS”, la misma que nos enseña que:

“Se entiende por Patrimonio Cultural Inmaterial a los usos, las prácticas, las representaciones, las expresiones, los conocimientos, las técnicas y los saberes -así como los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales asociados con ellos- que las comunidades, los grupos y los individuos, reconocen como parte de su Patrimonio Cultural.

Este Patrimonio Cultural Inmaterial, transmitido de generación en generación, es recreado permanentemente por las comunidades y grupos en función de su medio, de su interacción con la naturaleza y de su historia y les proporciona un sentimiento de identidad y de continuidad, contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y de la creatividad humana”.

Indudablemente se está refiriendo, entre otros, al CARNAVAL ABANQUINO.

¿Pero quiénes son los dueños de esta expresión cultural?, la misma Ley N° 28296, nos señala expresamente en su artículo 2°, quién es su titular:

“Los bienes culturales inmateriales integrantes del Patrimonio Cultural de la Nación, por su naturaleza, pertenecen a la Nación; ninguna persona natural o jurídica puede arrogarse la propiedad de algún bien cultural inmaterial, siendo nula toda declaración en tal sentido, haya sido o no declarado como tal por la autoridad competente. Las comunidades que mantienen y conservan bienes culturales inmateriales pertenecientes al Patrimonio Cultural Inmaterial, son los poseedores directos de dicho Patrimonio…….El Estado y la sociedad tienen el deber de proteger dicho Patrimonio.”

El artículo 86º del Reglamento de la Ley Nº 28296, aprobado por Decreto Supremo N° 011-2006-ED, publicado el 1° de junio del 2006, señala hasta nueve manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial, sin que estas sean las únicas:

1. Lenguas y tradiciones orales. 2. Fiestas y celebraciones rituales. 3. Música y danzas.

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4. Expresiones artísticas plásticas: arte y artesanías. 5. Costumbres y normativas tradicionales. 6. Formas de organización y de autoridades tradicionales 7. Prácticas y tecnologías productivas. 8. Conocimientos, saberes y prácticas como la medicina tradicional y la gastronomía, entre

otros. 9. Los espacios culturales de representación o realización de prácticas culturales.

Bajo estas normas legales, el Carnaval Abanquino fue declarado Patrimonio Cultural de la

Nación mediante Resolución Viceministerial Nº 262-2011-VMPCIC-MC,10 del 07 de marzo del 2,011, “….por su gran significación tradicional y contribución al fortalecimiento de la identidad regional y nacional…” bajo los siguientes considerandos:

“Que, el Carnaval de Abancay es una fiesta muy significativa para la población local por su larga trayectoria histórica, la cual se remonta a las tradicionales fiestas prehispánicas de tributo y agradecimiento a la provisión de agua en los meses de febrero y marzo, donde se rendía culto a siete riachuelos que descienden del nevado Ampay hacia el valle de Abancay. A la vez, estos ritos estaban asociados con los primeros productos del ciclo agrícola anual, los cuales se ofrecían a los dioses tutelares en agradecimiento a la Pachamama, Madre Tierra. Estos rituales se mantienen vigentes en las poblaciones campesinas de la localidad;

Que, dichas expresiones se sincretizan con las festividades de origen occidental del Carnaval, motivo de jolgorio y alegría que se fusiona con los antedichos sentimientos de agradecimiento a la naturaleza por otorgar sus frutos a la humanidad, expresados en las "tincas" o tributos a la Madre Tierra. Al mismo tiempo, esta época del año se asocia con el establecimiento de parejas entre los jóvenes para luego constituir alianzas matrimoniales;

Que, esta ocasión anual incluye una serie de manifestaciones locales y regionales que contribuyen a preservar la esencia de la cultura tradicional de Abancay, en sus diversas expresiones y manifestaciones, como la música y canto, con textos que expresan la picardía e ingenio popular de sus practicantes; los instrumentos musicales y la conformación de conjuntos instrumentales, así como la coreografía y vestimentas, y la gastronomía regional;

Que, el Carnaval de Abancay es de origen tradicional popular y mantiene arraigo y vigencia, gran capacidad de convocatoria de la población de todos los sectores sociales y edades, y manifiesta gran simbolismo y valor ritual, en tanto forma parte de ceremonias propiciatorias andinas que contienen gran significación para sus practicantes contemporáneos;

Que, la citada fiesta constituye una variante original del carnaval andino, cuya celebración otorga sentimientos de identidad regional y nacional, sensibilización social y revaloración cultural;”

Luego de esta Declaración, sin que medie el conocimiento de la sociedad abanquina, y sin asumir personería jurídica alguna, ha surgido un supuesto el Patronato del Carnaval, que pretende ser el ente “tutor”, “rector”, “entidad normativa” del carnaval abanquino, llegando hasta el extremo de haber redactado un Reglamento para nuestro carnaval, que según su artículo primero su objetivo es: “El presente Reglamento constituye la parte normativa del reglamento del carnaval

10 Diario Oficial “EL PERUANO” del viernes 11 de marzo del 2011.

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abanquino cuyo objetivo central es la protección, conservación y visibilización de las fiestas del carnaval abanquino como motor impulsor de su desarrollo cultural, social y económico”. ¿De qué?

Este apócrifo documento, además de estar pesimamente redactado, no tiene ningún sentido, porque el Carnaval Abanquino ha sido declarado como patrimonio cultural inmaterial de la nación en la categoría de “costumbre”, por ser esta un muy peculiar modo tradicional de celebrar la fiesta mundial de los carnavales en esta parte del país.

Ahora bien, solo cabe preguntarnos: ¿qué es una costumbre?, según el Diccionario de la Real Academia Española (DREA): (Del lat. *cosuetumen, por consuetūdo, -ĭnis)….. “4. f. pl. Conjunto de cualidades o inclinaciones y usos que forman el carácter distintivo de una nación o persona”.

En este sentido una costumbre es un hábito o tendencia adquirido por la práctica frecuente de un acto. También una costumbre es una forma de comportamiento particular que asume toda una comunidad y que la distingue de otras comunidades; por ejemplo: sus danzas, sus fiestas, sus comidas, su idioma o su artesanía, las mismas que se van transmitiendo de una generación a otra, ya sea en forma de tradición oral o representativa. Con el tiempo, estas costumbres se convierten en tradiciones.

Si esto es así, cómo puede una apócrifa entidad puede proteger o conservar una costumbre social por medio de un Reglamento, cuando la obligación de conservarla es de toda la comunidad, y toda ella no está sujeta a imperativos escritos, sino a tradiciones inmateriales.

Respecto de la palabra “visibilización”, utilizada en el referido Reglamento, se tienen que esta viene de la palabra visibilizar, que según el mismo DRAE significa: “1. tr. Hacer visible artificialmente lo que no puede verse a simple vista, como con los rayos X los cuerpos ocultos, o con el microscopio los microbios”. De donde resulta esto, un absurdo, y tratándose de cuestiones culturales, una supina ignorancia sobre el tema.

En el artículo segundo de este curioso Reglamento podemos leer que su finalidad es: “Establecer y delimitar los principios rectores para una adecuada e impecable organización y participación de la autoridad municipal de la provincia de Abancay, poderes públicos, entidades privadas, comparsas, barrios, cultores del arte, académicos, sociedad civil y cuantos estén involucrados en las fiestas del carnaval abanquino”. Aquí también nos encontramos con una ampulosa redacción que no dice nada. Veamos, la palabra rector según el DRAE quiere decir: “Que rige o gobierna”, pero cuáles son estos principios, es decir aquellos referidos a: “6. m. Norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta. U. m. en pl.” (DRAE).

Todo este alboroto conceptual está dirigido a señalar que la burocracia local, las empresas privadas, los artistas, bailadores, músicos y lo más curioso “la sociedad civil”, que nada tiene que ver con el desarrollo de una costumbre, participen “impecablemente”, en los carnavales abanquinos. Lo que cabe preguntarnos es: ¿Cuál sería el pecado?

En lo que sí estamos de acuerdo, es que todos los concursos que se desarrollan con motivo de la fiesta de los carnavales abanquinos y que tienen fines de lucro, deben estar reglamentados, pues los concursantes deben conocer anticipadamente con qué criterios se está calificando su participación, (vestuario, música, baile, coreografía, alegría, creatividad, etc.) y cuál es el puntaje para cada uno de estos tópicos. Solo así los jueces, los concursantes y el público podrán disponer de un instrumento para calificar y seleccionar y aplaudir a los ganadores.

A criterio del autor de este trabajo, el Patronato debería constituirse como una persona jurídica de derecho privado sin fines de lucro, es decir una Asociación Civil, integrada por todas las personas que desarrollan el Carnaval Abanquino, especialmente los miembros de las comparsas, los

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músicos, confeccionistas, agentes de turismo, representantes de los barrios donde tradicionalmente se instala una yunsa, etc. No citamos a las instituciones públicas porque estas son personas jurídicas de derecho público, y por tanto no requieren integrar la nueva personería que debe constituirse, sobre los siguientes objetivos:

1. Apoyar el más amplio desarrollo de las actividades que se realizan dentro de las festividades del Carnaval Abanquino y sus esfuerzos por elevar el nivel de su excelencia artística y la preservación de sus tradiciones, así como promover el turismo regional, nacional e internacional.

2. Ampliar y consolidar las relaciones del Patronato con el sector empresarial y con las otras organizaciones de base social que planifican, organizan y realizan los carnavales en las demás regiones del país y el extranjero.

3. Promover la construcción y equipamiento de la infraestructura física de la Academia Regional del Carnaval Apurimeño, con sede en la ciudad de Abancay.

4. Formular y promover la aprobación por el Congreso de la República del Proyecto de Ley que reconozca al Carnaval Abanquino como “La fiesta nacional del carnaval autóctono del Perú”, tal y como se ha hecho con el carnaval cajamarquino mediante la Ley Nº 27667.

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Finalmente, además de los bailes y sus peculiares desenvolvimientos, las canciones y tonadas que se canturrea en nuestros carnavales contienen chanzas y descripciones burlonas de personas, personalidades, lugares, costumbres e instituciones con el objeto de satirizarlos a fin de que reaccionen de un modo más positivo o, simplemente, con el propósito de aborrecerlos y condenarlos con un insulto burlón y grosero, aprovechando la licencia que nos ofrecen los carnavales.

En otros tiempos se estilaba improvisar un sarcástico contrapunto entre los cantantes varones y mujeres de una o varias comparsas donde se hacían mutuas burlas de género y/o de sus defectos, pero hace tiempo esta modalidad se ha estancado, y en general la producción de nuevas canciones con letras que reflejen los nuevos tiempos se ha detenido. Pero podremos salir de este impasse si los abanquinos así lo queremos. Aquí una pequeña muestra:

1

Paloma porque vas al monte sabiendo que soy cazador, si un balazo te puedo meter y a ti nomás te va a doler.

Porque no vienes a verme si sabes que duermo solo, y mi puerta está trancada

con solo un palo de escoba.

Para perder la vergüenza quieres anillo primero, será porque no conoces el amor puro y sincero.

Quisiera mujer hermosa, pero también hacendosa. Mejor si es inteligente, con un rabazo potente.

Temprano vas a la misa queriendo llegar primero

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pero al voltear la esquina me obsequias un mañanero.

2

Porque bailas en la disco te crees el más pituco,

mientras chupando mi caña duro le doy a tu hermana.

Andando con esa rubia te crees el más bacán

sabiendo que a la pintada, la cura este chaman.

Porque te vistes con terno te crees un funcionario, pero al llegar a tu casa

yo me meto en el armario.

Sabiéndote mercachifle te alucinas millonario.

Sigue amasando fortuna porque tu hija es mi tuna.

Porque juegas a los gallos te sientes mejor que nunca.

En la cancha mueren plumas en tu casa un ccalacunca.

3

Vistiendo faldas y blusas te crees de condición,

pero mejor que una dama es una pollera sin calzón

Cuando estas sanita y buena

todo el mundo te adora, pero con un par de chelitas,

semejante jugadora.

Promesas habías hecho para ser todo en mi vida

pero por lukachina tu juramento se olvida.

Para creerte ejecutiva te compraste celular,

aunque sabes Primitiva que nadie te va a llamar.

Con aderezos y yambal te serviste en bandeja,

pero después del banquete te botaron por pendeja.

4

Para enamorar a una chola te compraste camioneta.

Para salir con tu hermana, me basta mi bicicleta.

Cuando estas sano y bueno,

pata derecho y sereno. Pero de un solo cañazo,

aborrecido cabrazo.

Con sueldo y a fin de mes te adoran todos los patas, pero misio a medio mes

no hay cholas, ni garrapatas.

De viejo quieres panearte con un cuerito de veinte,

pero debes resignarte que un chibolo la reviente.

De la jora sale chicha de la caña el cañazo y de todo ese bagazo

semejante abanquinazo.

5

Cansado de andar vagando te metiste a policía.

Ahora que estas patrullando: siempre gorda la alcancía.

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Patrulla de carretera

quiero seguir mi destino. Solo por un desatino no perderé la cartera.

Delincuente he llegado a esta cruel comisaría,

pero tras mucha sangría inocente me han sacado.

Ratero esconde seguro todo lo que me has robado, porque si caen los tombos seremos dos agraviados.

Si eres rico y tacaño, policía todo el año.

Si eres pobre y sin valía calabozo noche y día.

6

En un juicio de alimentos perdí el sesenta por ciento, para seguir manteniendo

a un chico y a un cachaciento.

En las puertas del Juzgado he solicitado clemencia.

Después de haber aceitado no hay todavía sentencia.

Con tu abogado de a veinte

y ese fiscal de cuarenta, más ese juez de alimentos

me desplumaron quinientos.

Por tu amor que me ha matado no quiero ir al Juzgado,

no ves que estoy muy tierno para llegar al infierno.

Ese abogado me ha dicho

que era para un solo escrito.

Ahora que son cuatrocientos ya habría pagado mi nicho.

7

No digas que te has chiflado por lo rico que has gozado.

Nadie debe arrepentirse, cuando puede repetirse.

Pecado dicen, pecado cuando los misios les piden.

Cariño dicen, cariño, cuando con plata las miden.

No creas que ando celoso porque te afana un mocoso,

Toda chola traicionera tiene floja la pollera.

No quieras amor de vieja

para salir del apuro. Con exigente pendeja,

ni el diablo está seguro.

Anoche toque tu puerta y no quisiste abrirme,

ahora que la tengo muerta un favor quieres pedirme.

Nada malo has hecho

calmando a este arrecho. Lo que sería grosero,

es que me vuelva un pajero.

8

Callado paso la vida observando la movida.

Viendo con mucha pena, que nada a las ratas frena.

Caballero quiero ser,

como todo hombre decente, pero ante tanto delincuente

todo se echa a perder.

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Derecho, anda derecho,

aunque hayan jurado matarte. Lo torcido está mal hecho

y nunca podrá dañarte.

Siempre por las mañanas rézate un padrenuestro,

porque con tanto chiflado debes andar preparado.

Para olvidar mis líos

me voy al puente antiguo a ver como el río amigo se lleva mis desvaríos.

9

De Sanjichu es mi amigo mi hembrita de Talavera. Aunque soy un calavera, coquita jalan conmigo.

Apurimeño chambero

nunca serás el primero, para ti solo la chamba

para los otros el dinero.

Hay idiotas que se creen muy poderosos mineros,

no saben que esta primero, la gente y no el dinero.

Dicen que eres muy machi

por eso andas fregando, pero si un día te prendo te hago chancakichachi.

Cuando me fui de tu pueblo

vinieron a despedirme veinte cachudos felices para saber si he de irme.

10

Finezas habías querido, finezas te estaba dando.

Pero cuando más recibías mucho más te repartías.

El hombre no es un tesoro, el hombre es solo un toro.

Si quieres un tesorito, mejor búscate un cabrito.

Tú no has querido entregarte a este amor puro y sincero, pero al que te da con cuero has preferido obsequiarte.

Si quieres venir de noche,

de día debes de irte. Si quieres venir seguido,

deja pues a tu marido.

Soñé que habías vuelto diciendo que era tu dueño, cuando acabó ese sueño

mis tripas se habían revuelto.

Porque soy de buen nombre me regalaste el calzón,

sabiendo que tienes hombre que te pise ese huevón.

11

En mi mesa estoy tomando, mi cerveza estoy chupando.

Quien viene sin que lo llamen, debe irse sin que lo boten.

Que rico quieres chupar sin que te sude la frente.

Si quieres seguir gorreando, callado, sigue mamando.

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No vayas a estar pensando que chupo por decepción,

acuérdate que estaba chupando mucho antes de tu traición.

Me vine a esta cantina

para llevarme a esa moza, pero al saber que es mocosa:

no le dejare propina.

No creas que porque tomo, soy un borracho perdido.

Perdido es el que teniendo, vive rompiéndose el lomo.

Al contado estoy pagando. todo lo que estoy chupando

Así evito que esta vieja, se quiera hacer la pendeja.

12

Maldito, dices maldito, por acabar tu inocencia,

pero ya estabas “challada”, cuando acabó tu decencia.

Abanquina estaba buscando para gozar de estas fiestas, pero al terminar carnavales, de Chuqui eran sus pañales.

Sacando todas las cuentas: tú me debes, yo te debo.

Si quieres que yo te pague entrégame el cuero primero.

Como todo ha terminado, a devolver lo entregado.

Pero cómo voy a reponerte lo que nunca me has confiado.

Como yo no te he traído,

bien sabes que puedes irte. Y siempre te estarás yendo porque salirte no quieres.

Anoche me he confesado con el cura de Atumpata, de penitencia me ha dado,

que vote a esa calata.

Comparsa abanquina (Foto: Ciro Palomino Dongo)