el circo mágico de david

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Libro "El circo mágico de David", escrito por Héctor Domingo (previo)

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TAMBIÉN POR HÉCTOR DOMINGO

Bitácoras de soledad

Ficciones de domingo

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HÉCTOR DOMINGO

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EL CIRCO MÁGICO DE DAVID

Todos los derechos reservados © 2008-2012 Héctor Domingo

Diseño de portada, ilustraciones y formación de interiores: Héctor Domingo

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin el permiso por escrito del autor.

Este libro es una obra de ficción. Los personajes, incidentes y diálogos provienen de la imaginación del autor y no están basados en hechos reales. Cualquier similitud con eventos

o personas, vivas o muertas es completamente casual.

SEGUNDA EDICIÓN

ISBN: 978-1-300-47807-2

Visita el sitio de Héctor Domingo en la red:http://www.HectorDomingo.com.mx/

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A EstelaRodrigo y Abril

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ÍNDICE

UNOUna discusión entre maestros - 11

DOSDavid llega a la escuela - 14

TRESLaberintos imaginarios - 25

CUATROEl maestro se preocupa - 32

CINCOUna familia sorprendente - 37

SEISUn viaje accidentado - 40

SIETEEl gran espectáculo - 48

OCHOLos ojos de la imaginación - 53

NUEVEEl circo mágico - 57

UN PAR DE SECRETOS - 61

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HÉCTOR DOMINGO

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C A P Í T U L O U N O

UNA DISCUSIÓN ENTRE MAESTROS

A través de la ventana de la oficina del director podían verse los rostros preocupados de la

maestra Ruth y el profesor Daniel, pero nadie, además de quienes estaban dentro, era capaz de escuchar lo que tras el cristal se discutía.

–...¿y cómo dice usted que se llama el chico? –preguntó la maestra al director.

–Me parece que, en este asunto, el nombre es lo menos importante, señor director –intervino el profesor Daniel–. No podemos ignorar que el chico es ciego y que ni la maestra Ruth ni yo tenemos la preparación adecuada para cuidarlo.

–Su nombre es David y por lo que me aseguran, es un chico muy capaz. Sabe cuidarse solo y podría ser una buena influencia para los otros estudiantes,

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¡miren! –el director les mostró un par de hojas impresas–. Aquí pueden comprobar que sus califica-ciones son siempre las más altas.

–¡Se ve que es un chico genio! –exclamó la maestra Ruth.

–Pero un genio que no puede ver, señor director –insistió el maestro–. ¿No cree usted que eso retrasaría, al menos un poquito, el desempeño general del grupo?

El director les explicó que David sólo estaría acompañándolos por una semana y que había sido el propio chico quien pidió a su padre que buscara la forma para que le permitieran visitar aquella escuela. David quería convivir con otros chicos, aprender cosas distintas...

–Por mi parte, no habría problema en que David se integrara a mi grupo –dijo la maestra Ruth.

–En mi grupo tenemos, esta semana, la visita al circo –explicó el profesor–. ¡Recuerde que hicimos planes desde hace un mes!

El director entrelazó las manos y levantó los ojos al cielo, como si estuviera persiguiendo algún insecto invisible.

–Umm... A decir verdad, había olvidado lo del circo –dijo mirándolos de nuevo–. Pero si lo que

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David quiere es hacer amistad con alumnos de esta escuela, ¿qué mejor forma de lograrlo que compar-tiendo, tanto fuera como dentro del salón de clases? Sí, definitivamente sí: David se quedará con su grupo, profesor Daniel.

El maestro trató de convencer al director para que pensara mejor las cosas y la maestra Ruth se ofreció de nuevo para aceptar al chico ciego en su grupo, pero el director ya había tomado su decisión. Hizo saber a los maestros que podían retirarse mientras los acompañaba hacia la puerta y, antes de cerrarla, dijo al profesor Daniel: «Mañana, luego de que sus alumnos entren al salón de clases, usted saldrá para esperar la llegada de David. Dicen que él ha querido tomar el autobús sin que nadie lo acompañe... ¡El chico es muy valiente!, ¿no lo cree?»

El profesor no supo qué responder y se alejó de allí con la cabeza baja. ¿Por qué tenían qué pasarle estas cosas? Él jamás había cuidado de un chico ciego y no se sentía capaz de hacerlo. ¿Y si tenía que cancelar la excursión al circo por culpa del tal David?

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