el crimen del recuerdo

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El crimen del recuerdo Holanda, 1999. Mi compañero Lucas y yo estábamos investigando el caso de una niña de siete años llamada Angélica Vasíliev que había sido asesinada. Después de una semana investigando el caso, habíamos conseguido voluntarios (entre ellos el padre de la niña: Vladímir Vasíliev) para buscar a Angélica. El padre la encontró en medio del monte y nos avisó enseguida. Fuimos allí para analizar la situación: estaba tirada en el suelo, con un corte profundo en el cuello que parecía haber sido hecho con una navaja. A su lado había una cesta con algunas setas. Los forenses se llevaron el cadáver para analizarlo. Tras varios días buscando pruebas en el cadáver, el forense Dr.Gerard descubre que había una gota de sangre en la camiseta de la niña. La gota tiene un ADN diferente al de la niña, pero comparte un 50% de los componentes genéticos, por lo tanto comprende que se trata del ADN de uno de los padres. Rápidamente, el Dr.Gerard nos avisó. Mi compañero, Lucas Hernández, realizó un estudio minucioso sobre la familia de la niña y descubrió que la madre estaba muerta desde 1995, cuando Angélica tenía cuatro años. Entonces, empezamos a investigar al padre: tenía nacionalidad rusa, rubio, con ojos azules y de piel muy blanca (era albino). Solía llamar la atención por su gran estatura. En Holanda, Angélica no tenía más familiares; todos ellos estaban en Rusia, excepto su padre. Decidimos interrogar a Vladímir Vasíliev. Al principio de la conversación no estaba nervioso, negaba haber matado a su hija, con toda tranquilidad (era como si hubiera estado ensayando), pero cuando le dijimos que teníamos pruebas y que habíamos encontrado su sangre en el cuerpo del cadáver, se echó a llorar y, por fin, confesó que él la había matado y sin darse cuenta desveló el móvil. Entre lágrimas dijo: -Me recordaba tanto a su madre... Eran idénticas: las expresiones, los gestos, incluso la personalidad… De repente se levantó y prosiguió:

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Page 1: El crimen del recuerdo

El crimen del recuerdo

Holanda, 1999. Mi compañero Lucas y yo estábamos investigando el

caso de una niña de siete años llamada Angélica Vasíliev que había sido

asesinada.

Después de una semana investigando el caso, habíamos conseguido

voluntarios (entre ellos el padre de la niña: Vladímir Vasíliev) para buscar a

Angélica.

El padre la encontró en medio del monte y nos avisó enseguida. Fuimos

allí para analizar la situación: estaba tirada en el suelo, con un corte profundo en

el cuello que parecía haber sido hecho con una navaja. A su lado había una cesta

con algunas setas.

Los forenses se llevaron el cadáver para analizarlo. Tras varios días

buscando pruebas en el cadáver, el forense Dr.Gerard descubre que había una

gota de sangre en la camiseta de la niña. La gota tiene un ADN diferente al de la

niña, pero comparte un 50% de los componentes genéticos, por lo tanto

comprende que se trata del ADN de uno de los padres. Rápidamente, el

Dr.Gerard nos avisó. Mi compañero, Lucas Hernández, realizó un estudio

minucioso sobre la familia de la niña y descubrió que la madre estaba muerta

desde 1995, cuando Angélica tenía cuatro años. Entonces, empezamos a

investigar al padre: tenía nacionalidad rusa, rubio, con ojos azules y de piel muy

blanca (era albino). Solía llamar la atención por su gran estatura.

En Holanda, Angélica no tenía más familiares; todos ellos estaban en

Rusia, excepto su padre.

Decidimos interrogar a Vladímir Vasíliev. Al principio de la

conversación no estaba nervioso, negaba haber matado a su hija, con toda

tranquilidad (era como si hubiera estado ensayando), pero cuando le dijimos que

teníamos pruebas y que habíamos encontrado su sangre en el cuerpo del cadáver,

se echó a llorar y, por fin, confesó que él la había matado y sin darse cuenta

desveló el móvil. Entre lágrimas dijo:

-Me recordaba tanto a su madre... Eran idénticas: las expresiones, los

gestos, incluso la personalidad…

De repente se levantó y prosiguió:

Page 2: El crimen del recuerdo

-¡LAS MATÉ! Las mate, las maté a las dos, no podía soportar su forma

de ser. Aproveché su idea de ir a buscar setas para asesinarla en medio del

monte, pensé que nadie la encontraría, pero cuando vi lo avanzada que teníais la

búsqueda, decidí ofrecerme voluntario, encontrarla casualmente y así nadie

sospecharía ¡Qué ingenuo pensar eso!- Vladímir Vasíliev confesó su crimen

entre lágrimas.

Una vez grabada toda la conversación fuimos al juzgado y allí el juez le

dictó prisión preventiva hasta el juicio, que determinaría su culpabilidad y que,

para no dejaros con intriga, como era de esperar, le condenaron. Hoy, muy a su

pesar, sigue sin soportar a su mujer y a su hija, pero no en esta vida…

Miembros del grupo:

Idoia Canales López

Sara Biurrun Redruello

(IES DIEGO JESUS JIMENEZ 3ºA)