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l espacio psicoanalítico Víctor Korman EDITORIAL SINTESIS

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El espacio psicoanalítico

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l espacio psicoanalítico

Víctor Korman

EDITORIAL SINTESIS

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1 6 \ f.I cspoao ps1Coonoliuco

teniendo J>rcsente las línea.' de fuerza propias <le cada teoría . l'!.stá reu. nida aquí buena pane de las eL1boraci<)nes de Freud )' Lacan que rnc han sido útiles en 111i práctica. Lo que va niás allá tiene que ver con el prop6sico de presentar un panoran1a an1plio de las n1isn1as.

IX. La topolog{a dentro del psicoanálisis lacaniano quedó rodeada de

misterios que acabaron generando un tabú. Su instauración no es aje­na al hecho de que buena parre de los textos dedicados a la topologln psicoanalítica han basculado 111ás hacia los aspectos "récnicos" ligados al primer cérn1ino que a la conjunción de an1bos. Li reacción hal>itual de los lectores es dar un paso acrás, con lo cual les resulta difícil pre­guntarse scriame11ce sobre ~u ucilidad. Como para llegar.ª ese p~11~to

• 8e interrogación es necesario conocerla, se establece un circulo v1c10-so. Tal vez esre libro ayude a quebrarlo, al permitir un acceso poLu

enmarañado a las nociones básicas de dicha disci¡)lina. Se presentan sólo las consideraciones topológicas que se juzgan in1prescindil)lcs para entender su trasvase al psicoanálisis. La exposición está centrada en la5 problemáticas psicoanalícicas más que en los objetos topológicos. Se ha seguido el n1étodo del paso a paso, repitiendo -con difcrenci.1s­algunas ideas que permitieran seguir avanzando. El f)Sicoanalista que no haya estudiado estos temas probablemenrc descubrirá que. sin saber· lo, ha estado operando sien1pre con conceptos que portaban la topo· logia incluida.

X. La mecapsicología f:reudiana desarrolló la reoría del inconscienie

srrte1ná11co y dindrnico (prin1era y segunda tópica, respecrivan1entc~ ~n relación es1rccha con la incipiente ~'r:íctica clínica del psicoan:ll 1~1 s· Mds a/Id del pr1nci¡1io de placer ( 1920) abrió las puer1ns a las refl~x~o· ncs de é.'l 111alestar en la culturtJ ( 193<) l l 'J29 ]) y de Moisés y 111 rrl1gió;1

111011otel1ta (l 939 { 1934-1938]); a ¡>arcir de <.iichos artículos la C<!n<li· ción hun1ana y la cultura ocuparon el primer plano <.iel pcns:in11cnio freudiano. 'fal viraje coincidió con la etapa final de su ohra. Sin en1h•11

go este movimienlo, por más imporcancc que haya sido, consrituyó una producción de extensión del psicoanálisis clínico, lógica Y cron?· lógacunentc posterior a sus elaboraciones merapsicológicas. Freud rn•~·

Aviso poro navegantes

1110 habló de ellas usando el calificativo de psicoanálisis aplicado. Una lectura rccroacrjva de su obra no borra estas improntas; en todo caso, las resignifica. Dicha secuencia marcó decisivamente tanto la clínica freudiana como las reflexiones sobre los vínculos entre subjetividad y civilización.

XI.

l..acan romó el relevo de estos cernas de la última erapa de la vida del f11ndador del psicoanáJisis y lo hizo desde los comienzos mismos de su enscñanz.a. Estas ideas se entretejieron con las reelaboraciones for­rnalizantes de los conceptos mecapsicológicos que había heredado. Un lenguaje formal -lógico, maten1:ítico, topológico, lingüístico- susliru­y6, poco a poco, a la modalidad discur.siva freudiana. Un:i visión pano­rámica de su obra nos muestra la existencia cie un ferviente proyecro de formalizaci6n del psicoanálisis. Sus primeros intentos se ren1oncan al año 194 5: El tiempo lógico)' el aserto de cer1id111nhre anticipada. Un nuevo sojmna. Como otros hitos imporranrcs de ese camino cabe seña­lar Ln s11bvmió11 del sujeto y la d1i1/éc1ica del deseo en el inco11sciente freu­diano ( 1960), los seminarios La identificación ( 1961-1962), Acto psi­coanallnco (1967-1968), El envés del psicoanálisi.s (1969-1970), ... o peor (1971-1972), entre otros. No sería erróneo considerar que de ahí en adel.inte, hasta su último seminario, pasando por "I.:E.courdic", la for­n1alización fue en aumento. Esquen1as, grafos, n1atemas del comienzo Y del fin del análisis, topologización del sujeto, uso de las superficies topológicas, nudos borromeos, fórmulas de la sexuación, lógica de lo real, son los jalones fundan1cnrales del sendero formaliz.ante.

XII.

Los efC"ctos de todas escas inflexiones introducidas por l...Jcan aca­b.1ro.11 de configurar un itinerario y un puer10 de llega<la que, en v.irios Sl:nt1dos, son n1uy di~tincos a loi; de Freud. l~a orientación que se le di~ a la clínica fue larnbié11 difcrcnre. Su propucs1a reó1 ic.a tan abar­c.auva fue construida sobre la base de la elabomción personal de la obra de rreud )'del procesan1icnco psicoanalítico de un cú111ulo de con­ccpcos provinienlcs de orras disciplinas. A las y.1 cicadas cabe afiadir: filosofía, retórica, cibernética. antropología cscrucruraJ, cte. Este libro recoge los n1omcntos que a mi parecer son los más fecundos de ese

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22 \ EJ espado ps1coanaliuco

ncs -pegado de unas parres c~Jn oc ras~. En la l!gura s.iguicntc se <1bser­van algtinos productos obcen1(los n1cd1a11cc detorn1ac1ones lle este tipo, realizadas sobre el objeto elegido (el prin1ero de la izquierda). l~os eje111_ plos podrían multiplic.1r~e; sirvan éscos como muestra:

•.

. . . . .. •

• • Se puede con1probar con facilidad que algunos atributos de la pelo­

ta han variado por la dcfc)rn1ación, mientras que erras propiedades han permanecido inalteradas. Esca i.'1lcimas son más difíciles de apreciar, ~pecíalmente si nos dejarnos impactar por las primeras in1presiones. En cambio, si se logra desn1onrar las apariencias, se puede constatar que se mantiene constante la relación que guarda la pared interna de todos estos objetos y su contenido. De manera intuitiva advcrtin1os que el aire de la esfera pequeña escá dentro del balón más grande y del º'01de, o en el interior de la superficie tipo reloj de arena; y, can1bién, que ha quedado atr,1pado entre las paredes del cecraedro y del parale· lcpípedo Pese a las diferencias de formas y medidas que ad,1uirieron por efectos de la dcforn1ación, codos estos objecos siguen siendo super· ftci~ terradas en cuyo interior escá apresaclo el aire. Se consi<.ier-.1 que. desde un punto de vista topológico, estos elemencos son cquiv:1len· tes, puesto que -primera aproxin1ación- se ha pasaclo <.le uno a otr<~ 111ed1.1.ncc dcforn1ac:iones continuas -ne> han con1portado rocuras 111

pegaduras- y. en segundo térrni110, porque las características rund.i· n1cntal~ de la esfera se han n1anccni<lo inc<'>lun1es d~pués Je t(>da .. , l.t~ tr ansforn1ac.ionc~ reali7..adas.

Se dirá. entonces, que son equivalcnces -copullSgica1ncnrc h:1bl.u1• do- porque una serie de propiedades han permanecido inalteradas. '1

pcsJr de las trasn1utaliones. f~n matemdticas, los carr1bios producidos por dcf~rn1acioncs continuas reciben el nombre de transforn1aciones topol6gacas.

Copiculo I : Introducción a la oopología l 23

Obsérvese esre ejemplo adicional: se parte de un hex:igono dibu­jado sobre una superficie de goma. Por n1edio de estiramiencos )''º concraccio11es del caucho, podríamos convertir ese hexágono en un triángulo, en un cuadrado, en un rombo, en un círculo, ecc. Este úlci­rno caso es el que representa la figura siguicnce, que ha sido extraída del libro de Carlavilla y Fernández 1:

Se erara de una cransformación topológica; se pasó de una a otra por deformación concinua: no hubo desgarros ni pegaduras. Se pue­den generalizar escas formulaciones de la siguiente manera: la topolo­gía centr.i su atención no canco en los resultados finales de cales can1-bios, ni en las diferencias con el objeto del cual se partió, sino en Jqudlas cos?s que han permanecido fijas, pern1anenres, a pes.ir de las modifi­cJc1oncs n1orfológic«is. Dicho de otro n1odo, el objeto de estudio de 1.1 'ºP?logía son las propiedades que pcrsisccn incólun1es. Se las deno-1111na invariantes topológicas. Se deduce de csras pri111eras apreciacio­nes que la topología se inceresa por la esrructura y las relaciones incer­nas de un siscen1a. Así, poden1os verificar con facilidad que en la serie de ohjc~os de la primera figura y en los dos de 1:1 segunda. hay un p.1r de relaciones <.¡uc se han n1antenido esc.1hlcs, pese a las transforrnacio­ncs h;1bidas. Son las siguicn tes:

tt) A todo punto ele una figura corresponde un punto y )1110 un ~unto de las otras (la recíproca ha de ser neccsaria111c11re v.i­lida).

b) A dos puncos vecinos de una corresponden do\ pu neos vec.inos de las otras, y a la inversa.

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26 \ B ~paoo psicoanalítico

La 01isma cira. re~tangular de papel1 sometida a una se.rnicorsión y a un pegado subs1gu1ente de los dos l~dos de n1enor long1cud, genera una b:inda de Mobius, que se caracteriza por poseer dos dimensiones un borde }' una sola cara. Un poscerior corte mediano de una band~ así construida vuelve a alterar sus propiedades esenciales: nos produ­ce una cinca bilácera5•

Se con1prucba, así, que escas transformaciones no topológicas -implicaron pegaduras y cortes- generaron nuevos objecos; éstos po­seen invariantes distintos a los del rectángulo.

1.3. Homeomorfismo por cirugía topológica

. •, Hasta ahora, a los efectos de incroducir y -sobre codo- aclarar la

noción de homcomorfismo se ha insistido en que las deforn1acioncs cenían que ser sin desgarramientos ni pegaduras. A decir verdad, la defor­mación con estos dos acribucos constituyen 11no de los JJroce.din1ien­tos para la realización de un hon1eomorfismo. Es una manera l)rácti­ca de llevar a cabo una cransforn1aci6n copológica y, de paso, capear empíricamente esca noción.

Sin embargo, hay ocros modos de lograr e.I mismo fin. Uno de éstos es la llamada rirugía topológica, que conlleva cortes -incisiones- y posterio­res suturas. AJ ser innecesario redundar sobre el uso extensivo y analógico del vocablo cin1gía en el concexco topológico, se describirá un ejen1plo de ésca que es, por sí mismo. muy elocuente. Se parte dd objeco copológico conocido con el nombre de coro y se realiza un corte por la circunferencia generatriz del mismo, cal como escá señalado en la parte izquierda de la figura de la página siguiente (circulo pequeño que se corresponde con el diámetro del cubo). Tras el corte, se escá-momencáneamence- frente a un cilindro. Con éste se hace un nudo y, luego, se sururan los dos bordes ~ir· ~~ferenciales del mismo, de manera cal que los puntos de unión que co1n· c1d1an en el coro vuelvan a estar juncos en la figura de la derecha.

El homeomorfismo de ambos es indiscutible en canco se erara del mismo objeto, que ha sido transformado mediante corte, deformación Y sutura. Se verifica, es obvio decirlo, la biunivocidad y la bicontinui· dad. Otros ejemplos de cirugía topológica son las reversiones del roro. que serán tratadas en el capítulo 7, aparcado 7.4 y siguientes.

Copirulo / · lntroducoón a lo topologfo 1 27

corte. anudamiento ) y pegadura

Este procedimienro n1uescra que una deformación en la que estén ausentes los desgarramientos y las pegaduras no es una traducción exac­t.t del concepto n1aten1ácico de hon1con1orfisn10. Ha servido con10 una primera aproximación :ti asunto y. en 1érrninos generales. es correcta: estas deformaciones generan un objeto que cumple, respecto del de partida, las reglas de la biunivocidad y biconcinuidad.

1.4. Estabilidad de la estructura

La variedad de formas de presencación de los objetos no impide descubrir un orden: el que crean los invariantes. La copología, tras reve­lar una estruccura, nos la muescra estable, resistente a las deformacio­nes continuas.

Es posible dar un saleo desde las macemátiCLS a lo psíquico y plan­tear, en este nuevo contexto, el fenómeno de la invariancia, en cérmi­~os se~cillos: por ejemplo, los rasgos del sujeto que persisten desde la infancia a la vejez. En este mismo terreno, pero en otro plano, la noción de escruccura clínica -neurosis, psicosis y perversión- condensa bue­na parce de lo afirmado hasta ahora. Tal como Lacan las pensó, cada una posee sus invariantes. Las categorías diagnósticas están fundadas en mecanismos específicos que generan componentes -y relaciones entre los mismos- que son propios y exclusivos de cada escruccura. Esto hace que, desde la perspectiva lacaniana, cada una sea irreduci­ble a las otras dos y que no haya pasajes posibles de una a ocra. Ton1e­mo_s el ejemplo de la neurosis; existen millones de formas de presen­tación de las mismas -tantas como sujetos neuróticos existan-; sin

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28 EJ ~poao psiCt.10naf1cico

b d:is colllf>artcn un n1is1no fen6n1c.r10 de estructura: estar cn1 argo, lo · b · fund.td:is por la rcpresió~ y presentar, e1~ consecuenc1~, un cla ic:un1c~ico específico enrre inoonsc1cnr~, prc~onsc1ente y con~c1ente . ..a repr~•6n

1 · r'i ~r1 te de 1·1 neu ros1s, as1 con10 la forclus1dn lo es de la psico. es e 111\'<l " •

sis, segtin el psicoan:ilisca francés'. _ )\unqut> rn:í~ no !>Ca por es1c CJC•nplo -.pod1 ían scnalars: Otros-, es

lacil entender la afinidad que un pcnsam1c~r.<> csc~ucturaltsra en p~i­coan.íli'i' tiene con l.1 topología. Lacan la unl1zó-Junco con la lógica, lcls 1nate1nácicas, IJ lingiiístiCl, c1c.- en su proyecto de forn1alizar-desus­canciali1.:.1r- al .sujero. Estableció, así, nuevas categorías para diferen. ciarlo del yo: el .sujcco es topológico; el yo es solidario de una concep­ción geométrica (euclidiana) y carcesiana6•

i .S. Antecedentes de la topología

El estudio de los fenón1enos Je invariancia {conservación) y trans­formación tiene una larga historia dentro de la geon1ecrCa. Cada una de las ramas de ésta tiene un concepro propio de lo que son las confi­guraciones equivalenres7. Par,1 la geomelrCa euclidiana, dos criá~gulos son equivalentes si ciencn ~us lados y sus ángulos iguales. Dos circun­ferencias también lo son )i tienen el 1nismo diámetro. Se afirn1a, gene­rali1.anoo, que dos figuras son ec1uivalences si es posible superpon.erlas rncdianre un desplazan1icnco que perrnica verificar la coincidencia de una con la otra. Esce desplazan1ienco es considerado un movimienro rígido, porque durante su realización se conservan las n1edidds de .los lados y de los ;íngulos -en el caso del triángulo- y del diámetro, si se trata de la circunferencia. No hay deformación alguna de las figu~ que se trasladan. Dicho sea de paso, esca propiedad -la coincidencia de una figura con la ocra- se denomina congruencia. Diremos, en ro~· ce.s, que para la geon1ecría euclidiana, dos configuraciones son equ~­valcnres si son congruentes; o, en otros términos, si n1ediance un mo\·i· rni~r~to rígido -rraslación y rotación- se puede llevar una a la orra, verificando las semejanzas.

En esca geometría básica, de escolares, la equivalencia esrá b~da en I~ c~nservación de las formas y medidas, cal como lo iluscra la fi.gu· ra siguiente, que muestra dos rriángulos y dos circunferencias equiva·

Capftulo t · lntroducdón ° "' wpo(ogfa 1 2 9

b1én geomecría métrica. Es la más lentes. l)c ahí que se la lla1n~, ca~a siclo, hiscóricamence, la prime~. rud1n1entaria de las gco1~1e1 ac; y ,...,.,·" acción de rnedir- denuncia,

-d eo ucrra. Y 111e.,., ' • d'd d 1 Su etin1ologfa e g . , . . los que se vio afcc.tad:i: n1e t a e a . . 0 los usos ¡>rt1n1gen1os a asu111s 111 • •

tic:"rr.i, agrin1cnsura.

Para la geometría proyectiva, surgida pos1eriorn1e11te, I~ medidas son secundarias; le interesan, en can1bio, los fenómenos derivados de las proyecciones. Se llaman figuras proyectivas a clos figuras que pue­den obtenerse, una a parcir de la ocra, rncdiance reclas de proyección. Se.a A una figura en el espacio y fJ un punto situado fuera del plano de dicha figura. Desde P craza1nos las rectas que pasan por los puntos de A; luego, se corra el espacio n1cdian1e ocro plano, en el que aparece la nueva figura B. Gracias a esras dos opcr:iciones -¡)rc,yección y sección­se obcicne B a parcir de A.

• • •• ••

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30 \ B tSpodO ps;coonalitico 1

E.\ objeto de esta geometría viene definido por el estudio de las pro­piedades comunes que existen entre las figuras proyectivas. Se dice que ha)f equivalencia entre dos figuras cuando una es producto de la pro­yecá6n de otra. A veces, dicha proyectividad supone sólo diferencias de medida, como es el caso de la figura anterior y la primera (A) de la siguiente serie; en otras ocasiones, las disparidades entre ambas figu­ras pueclen ser tanto de formas y medidas -cosa que puede conlpro­barse en B y C-8• Sin embargo, desde la perspectiva de la gconletría proyectiva, se pasa por alto cales disparidades y se las considera equi-

valentes.

. •, e

.. . . . . . .

A B

l..a base de la pir~\n1ide c1uc se obser:a en la figura A es equivalen· te a\ triángulo dibujado c11 su interior. Igualmente, el círculo basal d~I cono \o es respecto de \a elip<>c dibujada más arriba -figura B-. As•· niismo, en C. se verifica \a equivalencia entre una porción de cono)' su extensión sol>re un sector <le corona circular.

F.n la siguiente llgura se observa \a proyección de un cfrculo sobre un p\ano. l~\ círculo y la curva resulcanre son también equ1valcnces entre si. Poseen \as n1i~ma propiedades, aunque sus tam:1ños Y forn

1•1

s

son {lifcrentes.

Capitulo / · lntroduca6n a la topología

La geon1ecrí.1 euclidiana y la proyecciva se relacionan .especialmence con el plano, sobre el que tra1 .. an líneas}' figuras (geon1étr1cas). La topo­logía, en cambio, está más vinculada al espaao y trabaja con (sobre) super­ficies)' cuerpos, aunque ca1npoco descarta el pla~o. :La geomecría pro­yectiva, si bien prescinde de la n1étr1c..:1 (lo c~ar~t1tar1vo), no llega a ~er toralnience cualitativa; sin embargo, ha consutu1do un avance n1U}' s1g­nificitivo respecto de la geometría euclidiana y preparó el terreno para el surgin1icn10 de la topología, ésta sí puranlcnte cualitativa.

\'a he1110.) dicho que la topología prescinde de las n1e{lidas )'de las forn1as; se ocupa de l.ts invariantes topológicas. As(, puede decir!iC que cu.1lquier curva que no se corre a sí 111is1na con10, por ejernplo, la que está en el lado derecho {le la siguiente figura -representa el 111ovi111iento conrinuo de un punto que parlé.' de /1 y llega a b- es, topológican1en­te hablantlo, cquivalencc a un scg111en10 <le 1cc1.1, con10 el rcpresenra-

do .1 L1 izquierda.

a b •

A continuación se estudiar.in ocros ejen1plos de equivalencias topo­lógicas. Se comarán con10 puntos de par1icl:i algunos diagramas exrraf­dos del libro de Carlavilla y Fernándcz ( 1994)9.

Sobre una superficie de c.1ucho se clibuj.1 un cuadr.1do, dividido en dos regiones: A y B. Se puede estJrar la gon1a en todas l3s direcciones que se t)Uiera; pero, 1nientras no hay.1 rupturas, 1.is zonas A y B scgui­r.ín sepa.raJ,1s por una línea)' ningtín pun10 de A cscar.i en conlacro c.on B. S6lo carnbian los lan1años y l.1s furn1as de A y B. E.xisce, por lo tanto, equivalencia topol6gica 10•

A

B

B B

31

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50 \ El espacio psicoonolitico

2.4. Un cuadro anticipatorio

De modo col1crentc con lo que se acaba de enunciar, la exposición de \os diversos ten1as escará centrada e11 el sujeto 111ds qi1e e11 la topolo­gúz. Es una \'Ía distinta de la habitualme11te utilizada en la liccracura lacaniana que e ha ocupado de cuestione:> topológicas. Se J)arcirá del sujeto y se' olverá siempre a él, relegando los aspeccos téc11icos de la topología. Las consideraciones propias de esta disciplina qt1e se juz­guen imprescindibles para entender st1s derivaciones al psicoanálisis serán presentadas a manera de incisos que no desvíen del propósito fundan1ental ni del nlétodo enunciado. Esca forma de encarar su estu­dio no supondrá ob~táculos para descubrir}' seguir el hilo conductor topológico que tiene esca publicación: los incisos aludid<.)S esc:in enhe­b¡ados de di,ersos n1odos y habrá remisiones conscanres de uno a otro.

A continuaci6n se presenta un cuadro que está en co11sonancia con est<L.<; ade-as, anticipa además aquello que se desplegará en los próxi111os ~apítulos. En el sector iz.quierdo se enuncian las problemácicas psico· analat1cas relacionadas con el sujeto que serán estudiadas; en la zona derech.i aparecen los objetos topológicos a los que se recurrirá para el desarrollo de lac; mas1nas2"".

lJI d ~~ los ñiOt;:s áe la ~.ac_oo r.obre el SU)eto Banda eso M6btus

Wldaydeseo ....__,_, ..,.C'ritre... ~-deseo del &..'!et<:> y demanda-deseo del Otro

o:c~, .. "10da,idade$ de~ 'lCaCIOlle$ del su¡eto loro

Botella do 1<101n

r su,eto Y eu retaoc,; coo el ob¡eto causa del deseo llanta sma) Cross·CDP

Ocho 1n1011or

Or1110 del doSOO

Esquemll R

R ' 1 y loa gocea Nudos borron1eOS

El cuadro eñ ua as· ' l d d . 1 le l b f . · imismo e or en e los sucesivos cap{cu os' c<>te 1 ro: linc.iona a la 1nancr.a de un índice que antícipa los rc.-f11il5

Capitulo 2; La topología lacon1ona 51

: cracados. Las diferenres cuescior1es relarivas al sujero, que c1ue ser.1 n d ' d 1 . . . d d ,

la Zona izquier a, seran prescnca as a 1111c10 e ca a capt-apareccn en ' ·

1, diante un resumen cor1cepcual que, en la ma)'Oría de los casos,

cu o 1ne . . L · , ¡ · fl · • 1 • , Ja perspecriva freud1ana. uego se precisaran as in ex1ones 1nc u1ra . · 1 d , ·

ducidas por el psicoanalista francés en rafes arc1cu a ores ceor1cos 1ncro d d I . l , . y, por úlcin10, se los escudiará es e a J>erspecc1va copo og1ca.

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3

La división del sujeto La ba11da de Mobius (l)

EN ES·rE CAPfTULO )'en el siguicnce :-er:.in abordadas dos cuestiones fund,unentales del psicoanálisis -el inc<1nsciente y la i11rerprecación­a la luz de la banda de I\.1obius. No es casual que lln 111ismo objeto topológico sirva para el abordaje de arnbos cenias, ya que la concep­~ión del inconscicnce que se cenga derern1ina la que se posee sobre la interpretación. Una revisión f>revia de an1bos conceptos en freud y Lacan nos revelará t1ue las disrintas forn1ulacioncs que é~cos sosruvie­ron sobre el esratuto del inconscicnrc repercutieron de inmediato en el n1odo de entender la inrerpret.lCH'ln. . Por otra parce, la cinca ele ~tc'.>bius crea un espacio original -incc­n~r Y exrcrior en conrinuidatl- cuya Jcrivación al ~">sicoanálisis per-n1ne nensar el · I' · f ¡ · d".r Es • r , espacio ana u1co < CSl e una perspectiva 1rcren1e. · ce aspee to ttue es á 1 d . ) ' . l . . d del '. car. presente c. e un rno <) 1n1p 1c110 en a ¡>n111cl.I 1111ra

capHulo será 1 · 1 · 1 d 1 ,. • expuesto en llS u 11111os apartac. <>s e 1n1smo.

3· 1 • El incon · sciente en Freud

Antes de 1 · • • · término . ª a_par1c1on de l.11 interpretación de los tueños ( 1900) 1• el no estab tncorscaente era ucili1.ado para hacer referencia a todo lo 1..1ue aquello ªen ªconsciencia reflexiva y espont:f nea del sujero. Aludía a

que estab · · a ausente ~n un momento determinado- de la con~-•

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58 1 fJ espacio psrcoonoliuco 1

cíficamente: ¿qué sucede cuando una representación es craspue.~ca d~ de la consciencia al sistema lec, y viceversa?

Est:15 cu.c~tiones ~e le in1pus~eron a l;reud desde los comienzos de su teor1u1c1on y vcilv1eron a 5usc1rarse -con fuerza- en lo) psicoanalis. 1as de codas l.1s generaciones. Son preguntas que insisten porque ni . guna respuesta exhaustiv:i el problen1a. En los apartados siguientes ~e expondr;{n las .1porcacioncs de Lacan al respecto.

3.2. El inconsciente lacaniano

Ltcan reforn1uló la escisión tópica del aparaco psíquico propuesia por Fre~d bajo Jiverso.s sincagmas: división del sujero, sujeto del inro11s. c11·n1t, fu.jeto del rleseo, ecc. El psicoanalista francés, además de haber allrn1ado que "el i nconscienre esrá estruct ur;'ldo con10 un lenguaje", atribuyó un sujeto al rnisn10. Sus re~is sobre el !re rescac.ln una orla semáncica precisa <1ue el vocablo -das Unheu111Sste- liene en el original alemán y cuya cr.1ducción literal al castellano sería "lo no sabido". Su versión a las lenguas l.11ina~ como inco11scie111e supuso que el término dejara de mencionar -explícicamente- esa relación con el saber. Lacan la recuper6 al caracteri1.a.r a esre sisrema con10 un saber 110 sabido o -por el lado afirmativo- con10 saber del inronsriente. Esca n1anera de encen· dcrlo exigió, a su vez, una nueva forn1.1 de escuchar aJ analizanre p<1ra aprehender las n1anifestac1ones del mismo. Supuso ca.mbién una reno· vación en la teorfr1 y l.1 pr;h.:cica de la interpretación analícica.

Se expondrá la perspccciva de Lacan sobre el inconsciente medi.111· ce una serie de puntualizaciones. Al poco de enunciarlas se apreciará que, para él, la irnplicación del analista es fi1ndamencal en la exis1en· cía del inconsciente.

a) Se trata de un inconsciente que no cienc 11uscancia; no hay nada en él que sea del orden de lo macerial, <ic lo rangible. No es. pues, una cosa ni un objeto, ni un ser. l~s incorpóreo, no tient' I~ ~onsis1encia de un objero real. Sin en1hargo, no es una nega· c1v1dad. Al no tratJrse de una cosa ni de un ser, es ajeno a la onrología2

• El estacuto del inconsciencc es preoncológico; no es dd orden del ser ni del no ser; pertenece a la cacegoría de lo aún

Capitulo 3. Lo dtvis:ón del su¡etD

ealiz.ado o de lo que escá en escado de realización; le es ade-no r 1

• . • • J_~ do ramb1én. e J>arc1c1p10 nenau-. cua •

b) Para Lacan -corno acal~an1os <le ver- el f!-tatu1~J del inconsciente . es oncológico; es éc1co: es el deseo de analista el que lo hace

no · · 1 • 1· 1 1 exi~rir4. 1·iene pre,enc1a p~rque e ps1coan~ 1St•~ o po,.tu a y en inco es objeto de una prácuca, de una expe11enc1a. Luego no hay

cdveni1nirnto del inconscience sin la participación del analisra. La ',ue~ta en marcha del dispositivo analítico y los actos que le son t01,erenccs propician la aparición de sus manifestaciones. Se pue­de apreciar desde y.1 la diferencia entre el incon ciente lacaniano ~uc adverulrd, que escá por-z:enrr, que se creará- y aquel ~troque preexisce y que i111pone la carea de des-velarlo o des-cubrirlo.

r) Si lo dicho en b) supone una gran respons,1hilidad del analista en la e.xisrenci.1 del inconsciente, eso no excluye una decisión érica del anali~u1re al respecco: su apercura al inconsciente -que concüciona la posibilidad 111isn1J de un an:\lisis- in1plica acep­tar que sus sueños son significativos, que .)U.) lapsus lingua.e no son meros cropiezos de la alocución o efectos <le la f.1ciga men­tal, que los olvidos dC' nombres o de cosas no son si1nples des­fallecimientos psíquicos, que los chistes que enuncia le con­ciernen como sujc1t>, que los recuerdos de su infancia tienen valor, que asociar libre1nente no es decir roncerías, etc.

ti) Al desoncologi'l.ar y dcsustancializar el inconsciente -y al suje­to que le es inherente-. Lac.in Lon1a t!istancia de 1rcs posicil)­nes basrantc extendidas:

L1 de concebir al inconsciente como una especie de diabli­llo oculco que produce efectos.

- La que lo piensa co1no un ente rea.! y le adscribe propieda­des como si se cratara de un objeto concreto¡ evica así la reí­ficación del concepto.

- ~a de irnaginarlo ya sea como un recipiente en el que bulli­ria sus contenidos, ya sea como una alforja -rnás o nlenos cerrada- a la que hahría que acceder desde fuera.

.6

Ofreció en cambio un objeto copológico para pensar la a1es­t1 n: la nasa5.

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60 El cspacJO psicoonafiuco

e) El advenimiento de este inconsciente en la práctica clínica ocu. rre siempre por la mediación del discurso del ana112ante. El snconscien1c emerge en la trama derisa que se configura con los dichos del pal.icnte. No está ni arriba ni abajo n1 adcla11cc ni aLrás dC' lo que él dice, sino en la rc<l misma del discurso aso. ciativn y en 11>.s actos que rcaliLa. Por eso, no es 11cccsario ir a busc.1rlo en las Sll})llCSlaS honduras de la n1ence. laCdn cnticó a l·reud por considcr.tr al psicoanálisis corno "una psicología de l.ts profunclidaclcs" (T!efo11prycl1ologi~); su i11consciencc no es profundo: aparece en la superficie del discurso del analiante, es extraplano. No es producto de l.t actividad de una fuente, ins-1anci,1 o sis1c1na psíquico cspccJfico del cual en1ergcrían sus 1n,1nifcs1.1cio11cs. l'-"s, 111(is l)icn, efecto clel lcnguajc6.

[J 1'111.(.11110 los de1c11ni11:i11tes in1.:n11scientcs son por dcfi111ció11 op;i­cos :1 l.1 conscic11Li,1, es i111posiblc que el ~ujcro 1>ucd,1 por sus propios rncdios- idc11t1fi1.c,1rlos. E.s impresc1nd1blc, entonces, la prcsc11(1a de un ()1ro el ,1nalísla- c.1p.1l de 1cvelar las Í<>rmas pcculia1c.s de existencia del inconsciente; por cjcniplo, nom hránd1>las, aludiéndol.1s y, por cs.1 vfa, h.1ccrlo pJtcnie. 1 o recién di1...ho 111~' lo afirrnndo en el punto b) hacen 1.¡ue el i11con'>Lic111e q11c l~ca11 post11l1~ 110 cs1~ dentro ele 1111 suje10: no es ín1r.ipslq111· ro-en el ~l 111idn co11 q11e li.1hi1ualn1cntc se (rnal) u'i.1ese1énni-110-; es, 111:is hicn, 1111 i111..011scic111c de ccnrr.1do del .sujcro que h.1hl.1. Ap.1recr. r11 s11 di~cur so y se ofrece a la ínterprctación. Si liicn pcrfcnccc .1 un,1 subjc1 ivicl.1d dcccrn1inada, no ¡>ucde poner· e en acto sí no cr1 lo 1cl,1cional. L)c ahí que este 1nconscicncc sc-J

l11d1soci.1hlc de la transfercnci.1 -que quedó definid.1 por I..acan c.01110 la pu~stn en ílClO de la rcalid.1d del incons'-1enrc .

,r;J 1:1n1poco tic:n(· cxistl'nci::i p1evia a sus efectos: no es un dur· rnicntc que, de 1cpc111c, dcspierra; no cscá en estacfo latente, aga z:ip.1do, li~to pa1.1 :tccuar. Por consiguic.~ncc, no es un incons: c.icncr ur 1 1 ~·1dado ul p.1sado -ya e.s1:11ha n/1/-, sino al íucurü· 111/venf/r;f, l~istir.i fugain1encc en sus cfcccos y n1.u1ifcstJciones, que suelen ser puntu,1lc.s, concrccas, sorpresivas; del tipo de un destello, de un guiño; un lapsus, por ejcn1plo.

li) Sr el estatuto del inconscicnre es ético -recordar lo afirmado en b)-, se desprende la necesidad de la presencia del analisra

Copíwlo 3 La d1vutlm df!I f;J~ 61

a escuchar y/o producir ese ínconsciencc que se genera en rJ;rama o red discursi\"a, El analista no es exterior ni al incons­a nce ni a la cxperie11cia analítica que conduccll. F.sce fenó-

cic: 1 · d d cno esencial de la c fnica es pacent1z.a o e 111ancra elocuen-~ por Ja ban~Ja de Mól>ius, que será e.srucliada en los a1>artados sigu1en1e.).

i) l~sra concepci6n del incon~cicncc ocorgJ a la corn¡lttlsión de repetición un Jug.1r 1>rivilegi.1cfc,, El sujcco rc1>11e, sin dud t; enrre 01 ras causas. l'o1que 110 cienc ílCrJ posibilidJcl que ir rcpiliendo su rnodo ¡)eculiar de ser. Por cxtcnsic~n. se nrrrhU)'C cJicho c;irác­ce1 rcpc1i1ivo al incon-.cienre a partir de const.1car l.111rcscnc.1a uc1.uiva lle clcccr111innclos significantes -c:idJ sujcro rienc fo(i !>uyos- que se 1ci1t•1,111 en lcJS sucJJ<)S, l:ipsus. sf111<1n1as, elccc.io-11C,.\ de ohjc10, cic.9•

¡) 1\ p.111ir de lo cxp11cs10 has1a nq11í res11ltJ cvidcnrc que l.ac..1n se op11\o ~•quienes pos111l.11c1n que .d 1ncons,1cnrc se lleg11rln iras :11 ravcs.11 las h,11 rcra' (1c¡>rc. .. i611, defensas) que 1n11>1d<"n el acce­so al 1nisn10. U11 1>lr1n1can1ic1110 de ese tipo Íuc l.1 consc<.:ucnciJ de haber concchido un .1p.1r'Jto ¡>síquico csrr.11ific:.1do, con el lfc ubicado c11 el J>l,111n 111.ts profundo -a¡l1ox1111.1c.it1n ropr>g1 .ifiw rnáo; q11c l<>polcSgica-. A cs10 se 5u1116 el n1cn1J1 lu C<)fl)O un c..nn • 11 nc.:111c pll~no de to11rc.:11idos difíciles de .1t1a1>ar. 1 1 in(()flSi...ie11

tl• lat .. 1ni::tn<> lic11dl!, pc11 s11 c.11dc.tcr rc.:¡1cci1ivo, n cvidcnciJrsc llliS f¡Ue }I ll<.Uilar11e: 110 está CSC.OlldiJo. (:orno y,1 \(' dlJO. C~rj Cll 1~ . f" . 1 1 d'

•1 super 1c1c <.e rscu1o;<.1. Que .se se1>a o puctl.1 (Jpr.1rlu es

?''ª ci~csliór~. l .. 1 ns0Li.1ció11 lrluc del an.ili1.J111c }'el estado lr.ms­~rcncaal fucilican l,1 puesta en acto de los significantes incons

k) ~•:n.tes pro1)ios de c.1da sujc1<).

l·l ~nco11scicncc es el discurso del Ülrc1." Y cSC<l e11 un dol>lc scr111do· es del <..) 1 1 • • troque se <rilta en ac¡uello que 5C clic.e, ¡>ero es .u11 , 'é n a 1 . 1 1 () 1) S · )arr1rcc 1roc.¡ucsch:1blaydcsca'º· ostcncr l " 1 . .

" • .. < ue e rnc1lnsc.1e11tc está cstrucrurad(I C<Jrno un len riua¡c es l f d . . . ~b 1 n mcit o e 1ns1s11 r en que es v.1cuc). L.aca n Jlc., o .i ne

0 un vacian1icntr> del inconsciente freudiano; i.,am él, no t1e-

contcnido · d' h ría d . . so, ffiCJOr 1c o, su conren1do e" virtual: la bJrc-repr e signa_ficantcs inco1iscicn1es propios de c~da SUJC'CO. Su

csencacr6n mcdianrc el J>ar signific.1nrc 1

}' 52

dcj.l C'KCnto

1

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,. .................... 1or7el.e11lor

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e.amiento: hay separación y, a la ve:z., continuidad. La rura única de la banda de Mobius da soporte a esca manera de pensar dicha relación. Muestra la torsión del sujeto que se vuelca hacia .. adentro" y. a la -.cz, se expande hacia '"afuera". Los propios conceptos de interior y exterior quedan cuestionados si se \os piensa desde \a perspecti'ra que permite la banda. El siguiente diagrama permitirá captar rápidamente lJS dife­rencias sustanciales entre un modelo de tabicamiento in1permeable -no poroso- entre interior/exterior y otro, mobiano, que refleja la con-tinuidad de los dos ámbitos.

La ho~ga. .que real~ su paseo por la cara cerca na de un toro jamás pasari. a su antcnor. Muy diferente es d RlCO&tido por la banda de Mobius.

l. 7. Un brewe Inciso cHnlco

Cop1culo 3 Lo ~ cid WJetD 73

L1 ti~ra anterior serv1rá para J1il,anar 1.is pnn1crJs id~ Es d1 un·o plant~ la rcl.tción entre el incer1or y el exterior de l.i consulra segun t'.i moddo que representa el .sea:or izquierdo o el derecho de ese dibuio Ú>n­ccbir el espacio anaJícico como n1obiano r ~nfoc.ar desde ese .ingulo f.tt relaciones dencro:-fuera abre .nuC\~ pcrspeetrvas. Sugiere, por ejemplo. b idea de un espacio compartido, u naco, entre el lugar de la c.onsulca r el sitio donde aconrcció el lapsus y el inicio del análisis de ese aLto tJluJo A pesar de que d anaJizante se enconcrab.1, en esos n1on1{'nros, n1u~ leios -geográficamente- de su diván, can1hién se podría decir que, en otro sen~ rido, estaba infinitammti' próxí1no. Se cnrre\-é ya un n1odelo de e~p.i~ 1o anaUcico que se resiste a rrazar su fro111rr11 por n1ed10 del d111rcl de una puerta y se arriesga a posrular que hay cont1nu1dad -ro11r...·1ó11- en1re cJ espacio circunscriro por las cuatro paredes del consultorio y otros lu~Jre) -cualesquiera que sean ~ros- en que se produzcan t'ft,1as p.s11 rJ1t11t1l111;'(1¡."_

. Desde la perspectiva del espacio analírico n1bbi.1n.1n1encc <.Onle

b1do cab~a redeñn~r las noci~ncs clisicas de,,,.,;,,~~ i11yt1rt11~~11111 l:.scos son rérn:ianos que nenen senrado dentro de un n1odelo copogr.ifico -nu ~po~~co- de dicho espacio. Si un .sujero est.i en .1n&lisis. todo l<l que

ga aga ~tro o./!'"ª de sus sesiones. ¿no deberla ser considerado f°mo producción ba10 transferencia? ¿Serán sien1prt' racion.ui1.ai.:1one<o

1° que d analizante procese al margen de su sesión? En el caso citado. 0 que~ prod~jo, inclu~ndo su propia interpretación del lapsus, ·no es pane lllmbihl del anilisis bajo transferencia? (

~ mar~harsc de la sesión ningún analizante se desprende de la ri •• d rencia como quien se quita unas gafas; continúa bajo ~u 1nfluen-- e otro modo · ea la noción d • pe.ro continúa. Se trata de pensar just.1n1cnre cuál una~ e espacio que se adecua a ese estado transferencia! y a

n como la anal(tica. Lo dkho ftllf'l!t 1 di . ,,.~ ¡ bs-- as ~tancaas aparentemente pntin es vilido igu.tl-

"!·~ .0 mú l11t1mAr. ¿cómo concebir despacio que cnvudvc

~n 11 dn? ¿Cómo trascender lo meramente descriptivo de o;1

Clét lcft; • te nos habla de disrancias físicas, de contornos anacóm1-dlele!J..:... medir Y d!bujar, pero que no reflejarían Ja complcjid.id 11.1 dfte ot ~{ mstenta? 'Cómo pensar. por ejemplo, el espa­

~ telaaón entre ambos en el preciso momenro en que el •••KltlClllRau anlliatal O, a la invem. cuando el analista rie­G• ta wliunce. ~ e1.,.ao puede dar c:ueftta de la

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:- ~ ... ¡ ... •

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76 EJes~~

quiera de objetos homogéneos (que serán considerados puncos de ese espacio). Tras fijar los puntos queda constituido ese espacio abstracto.

Un paréntesis: se puede pensar un conjunto de monedas, de libros, de bolígrafos, etc., y cambién, por qué no, un conjunto formado por efectos psicoanalíticos. Será imprescindible, entonces, definir con pre­cisión qué se entiende por tales efectos y cuidar de la homogeneidad de ese conjunto. Ocurran donde ocurran efectos psicoanal111cos, éstos formarán parte del conjunto creado y del espacio pcrtinence.

Sin entrar en largas disquisiciones puede plantearse esta definición ~perativa de efectos psicoanalíticor. se dice que un efecto es psicoanalí­tico cuando revela la presencia del inconsciente. Otra dc-finición más restringida -que delimitará, por canco, un conjunto menor- podría ser la siguiente: producción de verdades subjetivas que producen trans­formaciones psíquicas.

Es posible dar un paso mts: despu~ de definir un espacio como una c?lccción de obj~tos arbitrarios y homoFneos (puntos) se puede espec1fi~ar qué r~lac1ones se ~scudiarán en ese espacio. Tal precisión de~erm1nar' el ~1po ~e espacio abstracto en cuestión; ya se dijo que existe una amplia variedad''· Si en un espacio se tienen en cuenta w relaciones de continuidad en los cambios, la invariancia en las trans· formaciones, la biycctividad, la bicontinuidad, ecc., prac:indiendo de las dcm~ p~piedad':" tal espacio sm considcndo topo16gico'2. Una earacter1zación más &Justada de este 41timo letfa: conjunto de objetos de naturaleza arbitraria (que se denominan pancos del clp8cio) en el que ~e ha establecido una relacidn ele proximidad (vecindad. adya­cencia) de un punto a un conjunto y. en · uaa relación de proximidad o ""1wmtd4 enae dos conjuntos.

Se hace necesario definir ahora la aclh&nneia que ad urx:iada. de manera ~recha, a la n~n de apercio eopoWgico. •EJ concept0 de ~ ap~ la noa6n de que ua punto ad itlfoliMww•• pn­'"""' a un conjunto. Por~ toda dhia:i6n de objetos en la que ~un conc:epco natural de G10mit111id• e• to ie6iiaaaen• ~ xsmo, es un espacio topológico."''

. iata proDm.iclMl no: clebe au eDcellcücla eD ch-·~ ·,c:•• S.O •••.-inrht __,.No•• ..... ...... ..,.. ..... ,,....... .......... .......... S. puede ......... ,. . ~- ...... ..

c.apitu1o J, io dMsiOn del 16.;tCO n

l rox.imidad entre los clc111entos podría especificarse. en este aso, ª p las diferencias de tonalidades. ()bjetos muy disímiles dentro de =gradación del ~ris form.arán parte del co~junt~. Es obvio que la discancia convencional no 1uega en esca ocasión ningún rol: el boh­grafo gris que está sobre el escritorio y .un coche del mismo color cir­culando Por la calle están separados fís1camence pero, según Ja proxi­midad anreriormente establecida, son adherentes. En topología se suscicuye la proximidad m~tríca por cualquier otro tipo dC' proximi-

dad que se dccern1ine. Hechas estas aclaracjoncs podrá encenderse la siguiente definición,

más rigurosa que la anterior, de espacio topológico (ver figuras de la página siguiente): "se dice que un con junco arbitrario R de 'puncos' C'S

un espacio topológico general si para codo conjunto M contenido en él están definidos sus puntos adhcrences, de suerte que se cumplen las condiciones siguientes, es decir, los axiomas del espacio".

1. "Todo punto de M se cuenca cncre sus puncos adherentes. (Es perfectamente natural suponer que c:ada punco de un coniun to es adherente a éste.)"

2 ... Si un conjunto M1

concicne un conjunco M2• codos los pun­tos ~dhercntes de M

1 lo son de M 1• " 1~ En otros cérminos, el

con1unto mayor debe contener todos los punros adherentes del mú pequef\o y quid alguno mis. La adherencia de M1 nene que estar dentro de la adherencia de M,.

A.continuación se reprcsentadn giificamence los dos axiomas del aptcio Y la definición de apacio topológico:

" • • • •

AXIOMAS

....... d11tr1•1

•" ,,.,,,, ......

IM&IH'l •••f#••• 11v11111•1f •t4. .... 11111 , 1?1?1 H' ... 11-•llo

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94 \ [I t1pa~10 /1s1coona/1lico

1 ;:i inlut1.i6n hace ticc1 que. u1cdi.1111c 1111l.'1>r1e1lc ("~.1 11,11t11,ilc111 se oblcndr~u dos r.Jnl.1'1 l1c ~1tlbilis 1n ,1s cs1rc<.;l1.15; co11c1c1.1111cnt1.", de la rníi,1cl del ,111'-ho ele l.t 111ig1n.11i.1. Sin c111lia1g11, nall.t <Ir eso Oltlllc,

l 0 que ol>1cnc1no~ es un ob1er r~ 1nuy diferente; ~Cl.i.l1c el 111..1111l11c de <..int 1 ele Jordan y su rcprcscnl.1C.JÓn gr:iíic.1 Ci> la s1g111cn1c:

FI corte pr<lc.1 i<.ado h.1 c~1n1lii;1do s11 s1:1111.. i.1l111c111t• las p1npicd:11 lt"· d1 l.t bJnd.1 de ~1obru~. ¡>llC!ilO q11c ~e c.s1á t'n prc .. licncia aho1.1 de 1111a 1.. 111 1.i bilátcra, del (loble de l.1rgo que la p1i111igcni.1, rn11 Jo~ ho1dcs y lllll· lro n1ed1.is 1orc;ioncs. Se tr~llJ :uh:n1ás de 1111.1 ,11pc1 fici1.: <H1l·111ahlc, a dil~'­rcnc:ia de l.i banda mobi.1na <¡uc, con11l ya dijirnos, 110 lo c.:~. 1 ~ 11 :.f 111~'sis, h.1n dc~p.1reado las propicd.1dcs f11nda111cncalcs de 'u ante1..c.'ior.1.

1 .ihorJ se p111la 1.i cinta de Jord.111 - \iguicndo las 1nis111~1s p.1111 :u; que las descritas en el capítulo prccccic11tc respecto de la h.111da de Mob1us-. l.llJndo se hay.1 vuelco al punto de partida sc~lo hahrá que· d.ido coloreada de rOJO un.1 cara. Puede repcrirse l.1 opcraLi<~n 1..1111 el otro lado utiliundo, en este caso, pintura verde. 1~11 ranto :.l' es1d en pre :n<.1J de unJ band.1 hil.itcra, una cara ser.{ rojn y la c>1ra Vl~ t«1(' 1 8 .

Se ob~rvJ, desde ya, cón10 un ~in1plc coree puede dctcrn1inar l.1111· ~1os fundan1c1~t.1lc~ en la co¡>olugía de una superficie: la incisil111 rc.1 · 111.id.1. ha n1odrfit..1do l.1 estructura de todos los 1)11111os dl• la h:111d:i. (,onvicne retener este Ícn6111cno, puesto que L..uc.111 I<> ucili7•t p11n1 rt' l.1• c1on.irlo con los efectos de la interpretación psir<>an.1lícica.

4.6. Otros cortes de la banda

Se puede cornplecar csre CSludio para verificar qué suCCllc .si, t'll

lugar Je pr.l(tic.1r un corte n1ediano de la banda, se realiza otro 11 1~' cc:rc.ino a su borde ún '1c S · · · 1 · · · · f .. n o. e 1n1c1a a 1nc1s1ón en un punto srtll:ll u"'

1 rcin del u11cl10 tic IJ l>rtn1ln y t>c lo cunri111ín p.11.dcl11 .11 hurdc. Ju e ii,; • 1 1 1 'L • IJ ~iguicntc f1gu1a .,e n1uei;cr,1 e llttycc.t(I ltll,i que e 1:'ic.r1 ,..rj 1.1 ujcrd:

le 111 ,..ci;iisc <¡t1c é'i1J ;1c..,1bJ 1cccu 11cndt> l.1 línc.r <le un1ó11 cl('l tcr puC< ,¡ " ' . •

C(JIO (Oll 1011 d11~ ICICIOii l:llér.ilcs. (.10 /ll

' • ' • • ' •

• ' • • • •

f)c nuevo cs1c C<>r1c dc1i.11.1r.í so1prcs:is. Mi1·11i1,1s se lo l'stá 1cali1.an· do se percibe que el 11.1ytc111 de l.1 tijc1':'l se n1a1uicnc sic111p1 c p.11.ilclo :i.I h1J1Jc, en l.1 línea Je u11i<)11 d('l tt.:rcio l:1.1 c1al l 011 el 1e1\.Ío 111ed10. Pc10 ~¡ !iC rcpresenra l:i craycc101 ia co111plc1a clcl coi 1c ~11hrc 1111,1 ci111a de Mühius, se descubre r¡uc, <lcsp116 de 1111 r..:icr10 1ic111pn de l1.1bcd11 i11ici.1do, la 1ijc r.1 \Cha ido dc.spla7..1ndo i11sc11sihlcn1c111c lia1.,:Í~1 el "ou o lado" (:1l 5111>t1cs· to "otro" borde). S1 se conlc111ó en un pu11ro de l.1 uru611 Jcl tcrc.in l;uc ral izquierdo c..on el tercio rncdio se c.sn1 r .í, después, en la 1111ió11 <lcl rcrc10 l.1teral derecho con el 1e1cio 1ncdio. Co111i1111ando el C:1)1te se vuclvc aJ punto de p.1rtida. Con1plc1:id.l la doble vuelta c.or1a111c se obtiene el siguiente objeto: 1111:1 cinca hil.í1c1a de l:i cuJI pende 1111.1 b.1nJa ele 1'1(1bius ni~s estrecha que corresponde al ccrc:io nicclio de la c111t.1 c11 iginaria.

tercio medio de la cinta original

tercios l,11cr11lcs

95

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1 04 1 EJ ~pooo ps1coanalirko

na co11 aconrecimiencos distintos de los ordinarios; hace act d sencia la excepcion:ilidad. Ni el azar ni la suerte [ienen qu

0 e pre-

• • 1 1 e ver con cosas que aconrezcan s1en1prc na tan só o a n1ayor parce de las El azar (auto1narón) y la foriuna o suerte (tyche) son para ese fil~eces.

1 • • ó d' e 1 osof0 -e pr1111ero que proporc1on un estu ro preciso sobre el azar- . aJ ? • d' . d l'd caus:\S re e~ ; expresan un llpo 1sc1nto e causa 1 ad: l;i accidental El

se trare de algo producido por accidente excluye que sea nec~ . qlle l 'd d bl' · · 1 · no -en e sent1 ~ e o. 1gacor10-, p~ro no 1m~ 1ca que sea absurdo 0 ab~olu-

camenre 1nexpltcable. En la f:.dad Media la expresión casus velfi .. 'd d I ort11na

- C.'lus~ por acc1 ente e a go que ocurre excepcional menee"- se con-rrapon1a a 11att1ra: lo c¡ue acontece s1en1pre o casa siempreH.

l..:1can, después de cri1icar l:i traducción que se ha J1ccho de estos voc.1blos, los articuló con el legado freudiano y con su propio fondo conccpru31. Qltt.: lo inconscicntt· es caus.1 de lo p:.fquico ya había sido pos1ul.1do y de1no,tr.1dr> poi Frcud, quien e.xcendió e~e dr.:Lcr1ni11is1no a ,1specros insospechados ele l.1 vida, incluso a aquellos <tlle, en princi­pio, resulca insólita cal acr1huci6n. Viene a colación 1ccordJr aquí un párrafo del capículo ll l de Md:, a/Id ele/ prrncipro de pl11cer ( 1920)9, en que Frcud se refirió a una 111ujer que tras casarse eres veces enviudó otras t,111tas y, en codas las ocasiones, debió cuid;1r a sus 111aridos en sus lechos de nl uerrc. Si t unciones de C.'.>t e tipo, sin ser h:i bi r ualcs, 1.1n1po­co son rar,1,. ¿Qué dctcrn1ina cal repetición?;\ pr11nera visea p.1recc una co11c:ucnación azarosa de aconreci1niencos. Freud, en la polémic:i sobre si el azar existe o no, se siiu.1ba en l.1 posición de los llue no lo niegan, pero añadía una cuestión: ~e au ibuycn al azar algunos hechos porque se desconoce el encadenarnienco causal riguroso 411e los deccr· mina. Al postular al inconsciente y su repccici6n con10 causa del acae· cer psíquico, redujo el espacio del azar y la fi)nun.1 en dicho ámbllo: lo aparcnten1encc accidental puede escar dcrcr111in.tdo por el in~ons· · <l • · ón c.1ente o, cuan o n1enos, que é.stc cc11g:1 algún cipo de part1c1pac• ·

l .ac:1n, de acuerdo con Arist?relcs y co~ };reu<l, co~1sidc~ó. q~~ 1:~ azar puede operar co1110 causa. Scr(a lo accidental, lo 111c.spcrad

O l • . • 'I 1 • 1 . . f ol pe sor· e n ingente e 1n1prev1s11 e. Son ~ts c1rcunsr~1nc1as que.' e g .' . , prenden al sujeto, lo desconciertan, le producen el efecro de lo 51111fs: ero Y pueden llegar a moJificar el a1rso de su vida. Apuntó co~o de es

J 1 d' -:usla 0 mento noveuosu en e estu 10 de cscos fenómenos a1.arosos bis· ·o repetidos- que en ellos está claramente implicado lo real, que efTl

Capicu/o 5: Repeoción, demanda y deseo l 105

. sacudiéndolo. Dicho en otros términos, se traca de una al suJeco. ' · 1 · ·c. E · re· alidad di~cinca a la que CJerce e s1gn111canre. :.:.e encuentro 1mpo-

c3us. d 1·iar ciene algo lÍC insoportable: conmueve al sujeto y abre

'ble e ev . ~ 1 b ,·ha por donde emerge una pregunca: ¿por qué ¡usi.o a 1ní me u11•

1 re-. ucedcr? }-lay allí un ina~in1ilablc, canto si ~e 1rata de la buc­iuvo que s

,l) ( le Ja m.1la forruna. 11.1 con • .

J .ican aflrnlÓ que csre :tspecto de .su noción de real ya escaba pre-e en el ¡JsicoanáJi,is 1ncdiantc la noción de rraun1a: "¿No resulca

se 11 c d 1 · · I ' · 1 1 h evclanre que, en el origen e a cxper1enc1a ana 1c1ca, o rea se ª)'ª ~rescntado b.1jo la Íor111a .de lo que hay en él de i11a:ímiln~le-bajo la forn1a del craun1a, de1ern1111nndo coda su sucesión, e 1n1pon1éndolc un

. . 'd 1)"10 ungen en ap.1r1enc1a acc1 cnta . . Gibe .1cribuir :1 la rycl1e la c.1usa de un hecl1<) en el que es in1pcrcep-

11ble l.1 prl~scncia de n1ociv:icioncs vincul.1d;is a rasgos pcrn1.1nen1~. csld­hlcs, del suje10. No se crac.1 de l.1 re¡Jetici()ll signilicancc corno 1..:..111sn -regis-1r11 si111bólico-, sino del accidente excepcional Cll)':t deccrn1i11ación pertenece a otro registro: lo r-e:il y, por lo tanto, ajeno al significante. l~n lo :v.aroso hay un encuentro con lo real que sic1n¡>rc es fi1lliclo 11 .

E~ síncesis: en el rerorno <le un sig11ificance dc~de lo reprin1ido -unpl~cado, por ejemplo, en un sín1on1a- aJgo vuelve desde "<lcncro"12

d.cl su¡cto, desde el inconsciente, pero es n1atcri:i ho1nogénca a la del sinton1a. Lo 1nisn10 puede decirse ele un sueiio o lapsus. l~sr.í en jue­go 1.i repetición ligada a lo si111bé1lico; se trat~1 de la 1cap.11 ición de lo cs1.1blt• <¡uc: r•'t<>r 1 ¡· 1 1·r · 1· · · .... na, con10 f;C ia l 1c lo, con { 11c1c11c1as. ~ c11 c.1e11a n1ancra lo 1, , ; · '-1 G I J .

• r1:\ 1s1u t:. 1C11cr.1 e or en de lo cspe1:ihlc, que 1ns1ala al Sll)CIO en sus . . 1 l f' . , rutina~ y en os coc 1gos cs1ablec1dos.

1 ero hahría oc d. '6 1 1 .. el ra 11ncns1 n <e a rc1>er1c16n que se p1esen1.1-con cnicnros hct é 1 un e ~rog neos-< csde lo real: la tycl1e. Por esta vfa se genera

ncuenrro l· ll'd 1 . la rcrJe .. < ª 1 o con o real, un choque que, operando a trJv~s de • r llCllJll 'Jro1n .. 1 • 'ó . '- I' 1 1 1n1,igiii . ' r ucve a org.1n1zac1 n s11nu6 1ca y ,1s ar lOrescencras

.1ri.1s en el · L 1 · d lo incsp . d st.1¡cro. <>rea t:On10 l:ausa genera In 111s1Jspccha o, que r

11.!cra

11°• lo disruptivo. l.a presencia de la 1yc/1r viene <i afi1 n1a1

• ctS a :Í d 1 • . ' . tan1hién

1 f: e os .s1gn if 1ca11 ces, está lo rc.11. A c~c 111eollo coucur re

e anrasm·• · · d 1 ¡ · '' f:n la . . "'• intentan o cnrnascantr o rea en ¡ucgo . con Otro ~ltama década de su enseñanza l..acan .lrticul6 la rcpec1ción escritura e tus conceptos -el goce- que halló unn nueva forn1.1 de

en os nudos bt>rromeos, cal como se vcr.í en el c.lJlhulo 14.

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Mi ' 8 EflJJtm11alJm

U hnmlda y d11eo

La damnda se articula y contrapone en l. teoría lacaniana "*ti CGnCCplO de necesidad. El desamparo originario coloca al cae+;.. lmmano en atru11a dependencia de los oum cuando le es ~ satisfacer sus necesidades. A diferencia del animal, el hUJDaDe ._ hacer puar su necesidad por el molino de las palabra; ele ahf •a• Ymión ea demanda dirigida a un Ocro. En el reino animtl la_..-: dml se mueve en el terreno de los inllina y, Pll• ...,.._ adll llp6. cimen se apropia lo que puede. Asf RIUCltc - 11 e id ~ ...._ ese come.., note requiem la mednr.ión da ..... que.•~ et~paradM1M1no.Esevidenm91eclU1MO .. Wltt?O es palabra articulada; sin embargo, los..._ lo dlcadilCla ••la ....... que les a propia 1 le ampan aipific-... ns'• o aa2•~ -. La eatl'UCUU'a ~-opera en ea aa .... p~ t.W.noadtáaujaodelerapjc.tiaOI~•........._..,.. M). S..bal~ IJD.ros·o pmidoe IOQ .,...'4 • ..-._par ............. el iupr*l dfnr. "fieaefdo·~ ... h.,,._. o ,. ...... ._,1111¡1ft\\ .. ~Jia~·~· ~,,. M.~

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128 f/ espooo ps1coonalitico

mente entrndidJ. Sin cmb:irgo, csLc vacío es parcial, en ca1110

1 1 · f1 "6 1 · "- · ~ 1 d • 1 · ª •e en. u 1cac1 n usccr1c.1 sen.1 a, e a guna manera, su J>rcsenc1a<>.

Mas allá de cs1.1 sucinta descripción de las di.,tintas rnodalid d. que dcscrihíó, 111erecc subr=iyarsc que para Freud el sujeto es el a c1 es

· d 1 "d · f1 '6 1 · · d gente Jcuvo e a 1 cnc1 1cac1 n; e mov1n11ento parce e él. Una buen r · d 1 · fi d' d ' / · ª s n. cesrs e a f>Crspccc1v.1 reu 1ana po ria ser: e su;eto se identifica t

1 ob;eto; la~ pulsioncs del inJ:zns so~ el morar d~I f1roc~so. l~n el p;~~~­mo apartado se ve~n las d1fercnc1as con el ps1coanal1sca Írancés.

7.2. La identificación en la teoría lacaniana. Primera época

Como consecuencia de hnber planteado la pri 1nacfa Jcl k·nguajc en la escruccuración de lo inconscience, L1can posruló una nueva i111er· prctación de la experiencia analítica. Como es lógico suponer. L1\ infle­xiones que introdujo en d concepto cenrral del psico.1nálisis -el incons· ciente- le condujeron, por extensión, u una revisión y refc.>rrnuL1c16n progresiva de los restantes arriculac.iorcs frcudianos. El de identifica· ción fue uno de ellos. Para hablar con rigurosidad sobre las inllcx10· nes introducidas en este concepto, es necesario hacer referencia a otr.15 nociones teóricas con las que ella está relacionada. corno así t:in1bi~n a la trama doctrinaria de la que pasó a formar p:trte. Se señala a título mcran1ence enunciativo los siguienres conceptos lacanianos con los que la identificación -y por lo canco el sujeto y su escructuracic.\n- se hall.in cnganados: la tcorfa del significante, del deseo y de la <lernan· da, el objeto a, los tres registros, las diferencias entre el Otro Y t>I 01;º· todas las referencias topológicas que se están escudiando en este~·~> u: rnen. los tíen1pos de la subjecivación, las operaciones <ic alienacion > scpar.-ic.ión en el engendran1iento del sujeto, ere.

l..as principales identif1caciu11~ Je la teoría lacanian.1 son:

• 11 ~-} r • 'd 'fi · 1 • l · lel 1 neo a l.AI 1 ent1 1cac1on s1111bóliai, que engcn(lra a su1c10 <. • ciente.

bJ L.a idencificac..ión irnaginaria, conscicutiva del yo (rnoi)'º·

S• ·¡ • 1 gurtdl lo 1 a primera resulta un efecto identificanrc del Otro, a se · n· es dd Otro (serncjJnte). l';.Stas son las formas finales que acabaron cenic

Capírulo 7: Diferentes rnodol1dodes de 1dt:nr.i(icac1ones del su}CIO l 1 2 9

· en la leoría lacaniana, tras succsiv.ts reforn1ula-·J ·ficac1ones • r d do IJS 1 cnu a y otra vez volv16 al cexco 1reu 1ano para some-las que un. . . . 1

Ones. en ' · . El carácter sirr1bólico e 1111ag1nar10 e e una y ~1 laborac1011es. • ' . cerio ,1 ree ese a las posceriores rcelaborac1ones que llev() a cabo

Se n1ancuvo p otra b el asu nro. 1 d . . d 1 -so re .fi .6 fue el tema centra e su scm1nar10 e os anos

1 ~ denc1 1c.ac1 11 r · 1 • J..J

1 d"más hizo múltiples rerere11c1as a a n11sma tanto 61 l962·peroa e .

19 • ~· 1 como en los Escritos. En reiccradas ocasiones sus cnsenanza ora . . F d en su ·eron de las idenc1ficac1011cs que rcu propuso en d sisiciones ¡>ares ' l' .

isqt , á l. asas y 1111tí/isis del yo ( 192 1). S(>bre esa an1 p 1a serie Pftro~og1a e "1 s ;;nés L·acan efectuó una carca de selección y rcagru-descrna por e v , ' • pamienro, ¡erarquizando eres n1oclal1dac.lcs:

1. ldenuflcación prin1aria, al padre, incor¡)oraliva. 2. ldencificación secundaria eJ(pica, al rasgc> unario. 3. Identificación hiscérica 11 .

futas fueron procesadas a la luz de sus propios conceptos y cam­b1~n mediante apoyacuras en otras disciplinas (lingü(scic:t, filosofía, n1aren1.icicas, lógica y topología). Para procesar 11, us<~ el Cuadrance de Pe1rce y us anrecedences; pudo, en tc>rno a él, ex¡,licitar los varia­dos aspecros de la inscripción significante. Conectó esca modalidad tdenc~fic.itoria con la privación: operación lógica que consiste en la ins­cripc.ión del significante en lo real.

Para las 12, Lacan utilizó el coro y sus encrclaza111ient<lS, aspccros que serán l d d · · · rn ª lor a os en los aparrados 7.5, 7.6 y 7.7. l)er1vó as1n11s-da~ su rasgo unario del eiT1ziger Z11g freudiano. l~sca segunda varic­J ,1 dquedó refor1nulada como ic.icncificación al rasgo unario del ()ero ( eseo.

l .. 1 I •es par L: 'd . í". • d . . r ~ t J\.1 11esir 1• ~· ª ac;111, una 1 cnc111cac1<Sn a un · cseo 1nsa11s1c1..: 10.

e\1ri;c 1 ~ .1:ºrn.o la econo111ía descante Je h1 hiscél'ica pone de rclic,·c la ce\6 esta

1ª 1111511~ª del <lt·sec.J hun1ano: dese<.> del deseo del Otro. i:ro­do de 1.rnodalidad n1cdiante el cross-cap y el <>cho interior 12 pon1en-. re tcve la ·I . . . . . 1

Stdcró b' rt: ación de esta 1dcnt1f1cac16n con el oh1e10 11. ~'l con-calll ién 'd r

Se p ,'b una ' cncir1cación por el significante. id ere 1 e 1 . . 1 d entific . ya que as 1nílcxiones introducidas en l.1s varice a es

ator1as ~ d' ('_ reu 1anas, a comienzos de los afios sesenta, no rucron

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tlO El~~

simples reformulaciones -en orro lenguaje- d~ lo que el vienés habra escriro: hubo rcclaboraciones profundas que incluyeron c.lmbios de perspectiva importantes. Las reseñaremos a continuación.

Pélra Lacan. la idencificaci6n es llevada a cabo por el significante (rugo unario). Esrc aspecto subraya la determinación del sujeto por cl Otro. El Otro es identificante; primera gran dife~ncia con Freud, que colocaba al sujeto en vías de formación como punto de partida de la identificación. Esto supuso sostener, una y otra vez, la anterioridad lógica del Otro y del significante respecto del sujeto.

Al situar al Otro como. ide~rifica~te, Lacin despersonaliza C'I pro­ceso: no cs con personas n1 ob1etos, sino con el Otro -un lugar-; más C'Specificamente, con los rasgos unarios del Otro.

Dos aportes más -¡y muy significativos!- al rema:

- DesconC'ctó la identificación del registro pulsional: el signifi­cante (y no la pulsión) mororiza la ickntit)cación.

- AJ ser identificaci6n por el significante, se transmite a la vez la semeja?za y la difercncia13• La identificación lacanianamcncc concebida no es reproducción de lo mismo, sino introducción ck una. ~arca d~fc~ncial. Lacan rnolvió de manera original la parado1a 1mplfc1ta en toda identificación: la rransmisión simul­d.nca de la semejanza y la diferencia.

J.J. ':- ld•ndflcacl6n en la teowia lacanlan• Ultllna et•p• de., welllnza

Capitulo 7 o~renrrs modalldodes de .. ~ del .... , f 1J1

0 es la identificación del histérico al deseo del ()tro -lo que

~;J est el punto central-. Identifíquense a lo .simbólico del Otro su<: e ~es cjencn entonces la identificación del rasgo unario. ldcn­~. use se a lo real del Orro real, ustedes obtienen lo qut" he indiado üffquelnNombre del Padre. donde Freud designa lo qut" la idcntifica-con e 1 .. .6

ciene que Vt"r con e amor . " n E.ste párr.lÍo muestra la inrroducción de nuevas inflaiones en el rexco freudiano: las 1

1• 12 e 1 ~fueron J>roccsadas otra vez; en esa oca-

"ón. mediante las caregorías lacan1anas del Otro y Jos 1rC's registros. SI • .d d Estas elaboraciones deben verse en continua a con las anteriores ) especialmente con aquellas que relacionaron 11• 12 e 1, con w tres for­mas de la falca: privación, frustración, castración. l)e manera que es pasible construir el siguiente cuadr<l que sirltctiu el conjunto de vira· jcs teóricos hasta mediados de la década de los años setenta:

.... 16n prtmatta. INICf1pe'*' PMtlón .... ..... ... ldll •CMIOi'l OOft IO 111111111 Olnl,...

, ••• •Mln 11 llUildlrla, FNllo9Dllln lll 1•1111 urwlo

o ..... ldl ........ lo lll•lllOIDO .... QIQ ....

1111 8JMIOn t1••rca o cllt fllll 1 IDnedo

e 111rlMIMI!\ DlllD 1111n•11 M"°"''°•Y-•CJn1911

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168 1 1

El cspooo ps1COCnalit1co

Notas

1 l~n rnhJ.id, ninguna problc:nlllICl p~1co3nalhica e< .1jc:na a c:~tJ rcl.a ... ión, pc:ro la\ c:nlin. l1.id3S Li muotnn al rojo' 1\'0

2 Lsr.a •ntc:•rr•J1.11.'ln entre d suic:to) lm ob1ctos será rcto1nJJ.i en c:l .inc:ico 2 • .ip:irt.1do A.i 8

des.le f¡¡ pcnpc..tt\";a de 1.a 1..0nstrucc16n Je: la rcJlid.ld • l'n.1 cxpli1..ic.1<in de: estos t~rn11no~ fue cxpucst.i en el c:apCtulo 3. o1p.u1.1do 3 l, ,¡) 113,lr ~obre el 10 .... )ns 1cn1e en IJ 1c:on;i l.at.in1aru

• C.Jdl uno dc: los c:nunc.1Jdos sigu1cntcs se: deurrollJ en los d1suntos c.1p11ulos de: cs1c: volurncn. ' ~ ,~n 1ns nto cstc: aforismo bcan1;ino en c:I agu¡cro de l.a botcll;i de Klc:1n {:ipar1.ado 8 ~'

fu1e aspctto ~rá abordado c:n c:J upí1ulo s1gu1c:nte, llp.:irtado 9.4.

AJ fin.al Je su c:ns<'ll.11u.i -prc:scn .. 1J de: lo real y homogc:11c:1lac1ón de i<•s ircs rl'gruro~ Lar.in introduio el llamado Sou Otro. difercnre del fálico. V~ase al rcspecro lo expuesto en el upltulo 14. ap.art:ido 14.S.

• Vé.ise el tdp11ulo 5. ;ip:inado 5 'i. ? E.l hecho de rosccr ese .aguiero que: con1un1ca el c:xu:rior con el interior no rs coniradit·

tono con c.ons1der.11IJ unJ s11p<.'"rficie cerrada, sin bordes. F..strict.1n1en1e h.1blando, IJ bote·

lla de Klc1n -(11 tanto ob1c10 nuremíiico absrracro- es irrrprc:sc:n1able en d csp.1cio Je 1ra dimensiones Las ligur.is que se prcsen1arán rn c~te c:.i.pitulo deb<:n sc:r ton1.1dis corno Jugr·

rrnnaJ grdfirar, tod.ls incluyen un fcnc>meno de autoatravc:samiento, JI cu.1) :iludrr~mos en

bs ~ginas siguientes. En c:I CJpltulo 1 O, apartado 10.2. ta1nb1én ~e h.1c.:e rc:fc:ren(1J a cscc fenómeno dc au1opcne1rac16n, que la botella de Klc:in con1pu1e con el rross·rap. Por ocrJ

p.artc:, en c:l upitulo 11, apart.tdo 11.9.3. se ha incluido un cuadro comparauvo en c:I que -de maner.t s1n1~uc.i- pueden apreciarse las propiedades comp.irudas por los <l1s11nt0$ miembros de esta familu de su~rficics y, también, las propias de e.ida una. E.ste tema )'2 fue: abordado en el c.ipfrulo 3 mediante la banda de Mobius.

11 V bsc el C.lpf1ulo 1 O. 1: Scm1nano Problnna.s t'nlt'llJ!n para rl psuoanáb.sis { 1964-1 %5). inédito, d.lSC dd 16/ 12/t964 11 Esta cucsuón se dtScute en el capitulo 3, apartado 3.8 y siguiente. •4 Véanse bs cons1denetonc:s sobre rrprrulandad en el c:ipítulo 1 O, a panado l O. S. , Los voublos •adcnuo" y •.afuera· están puestos entre comill.is porque para J;as supcrli•10

un1l:i1eras csu dis11nuón es 1mprocc:den1c: se trata de una sola y unica cara conunu~. L1s

uu:gorlas de 1ntenor y a1euor son cuestiona<hs por la topologf.t. ' Compar~ la figur.i precedente con la que aparece en el apítulo '5, apare.ido S 3 ll

b d 1 P más dria c1, 1 L .a.~ fice.has 1nd1c.in de qu~ maner.i se han de peg:u los or c:s entre s . ara 'tJ.~ el c.ip!tulo 11, ap:irudo 11 9 l 7í.'f'6-

8 Esta Kcuenc1a de nquemu ha sido tomada de Stephen Barr ( 196-1), &prrirnrnfl in ° fotJ fhoma\ C'...rmvcl Company. Nueva York.

/ ran

I? Como~!\ l:in corre camcnre Gárare y Mario.u (1996), t:n la p~g1na 39 de su libr~ ,11int·

1 d .,,, "' r•, rn '1 " 'Ltn Q 11 pu Fd 1ona Madrid l:i rraducción a nut•rra engua e P111 1

ón "por pnnt de p1 ón es 1nadeanida demasiado ltteral y ronurne el g;ilic1~mo ' 11P

111

1 y que P ~ r p< punt~ de acolchlldo versión que se urilt7.a en t'ste vo umt'n fi 11

gtt~ndo .1 l .ac n como la o~ración q~ ltmira el nu10 tlt' 91~~ 1 1 ull

pidr ~ :Jml('ft(O 1~finido Como ~ ~rí rn ti e p'rulo 12 P xnti~h.to l'mt'ntt> ~ del w-afo del d""-'o

Capitula 8. Su1eto y Orro 1169 . 1 ·guicn1e se ap1ovcch.1r:I l.1 pe~11liand:id rec16n d~c.rna pJr~ pcn~.ir en base

1 c.1pll1• o $1 ' 1 fi l:.11 e l 1- relacione~ enirc un s1gn1flontc 1¡ue se 1.1ce mane 1cs10 -S . y el n:~to

1 las pos1 1 .. , , ~ d .t. J ,.111ficanrc 111const1c:n1e -S l" (!\IC per111nncce v111ual 1 1 t.l enJ sic- fi . <e ~ · recurrir ,11 enlaZAn11en10 de Jos super 1t1c:s para n:pre~nt.ir al su¡eto )'Al ,, No es nccdlno

Otro· { lo 11 Jcdic:ido ni ocho interior, en el que se desarroll.i ex1ensamcn1c .aque \ rc;ise d t..lP cu · 1 d "d fi

JJ enunct:i de: manera s1nt~11ca la arucu ación e 1 cnu u:.ic16n, cr.insícrcn 11 que 3qu1 se 0 dJ deseo. En el trazado del ocho 1nrerror se ha sust11u1do l.i linea punte.tda ciJ, dem3n Y ,¡ r una de irazos con11nuos ( ) Po 'l dos figura.-. se ha sustituido, 1.tmb1~n. c:I pun1c:ido <le la lino d por un tra·

L' En l.is u un1as . • d En esre ca,l1 no cicne la mum:i 1n1ponilnc1a que cuan o se lo emplea par.a

10 con1111uo. 1 · r la 1ran~ferc:ncia seg1in se vc:rá en el capítulo 11. topa og1z~ •

•4 Ibídem. clase de:! 20/ l / 1965. . 1, No h~ de producH ningún ason1bro q'.1c el Mg~1~c:in1e íJlico, <l>, pueda )Cr s11u.a<lo en

iodas las superficies que se c:stjn c~tud1ando, Sr bien es cierto que el rrou-rap posrbilaa vuuat11.arlo de n1ane1a paradign1~tica en el d1~co o ur:in<lc:la qnc: se separa tr~\ rl corte <ld nusrno -véase el capitulo 10-, toda~ l.1s ~uperficics, en t.;tnro rc:prcscn1.1n a~pcccus del SllJC

to, pc:rniiien que c:n algún lugar de l.1 r~isn1a pueda scr sit~ado el punto <l> y el ob¡ero a, fnnni¡¡n1enie rd.icion;1dos. Lacan rc:l.1cionó la botcl!J de Klcrn con uno de los ob¡ctos /1

q1•~ tl pr(lpuso· la voz. :& Esta figur;i y las siguien1es fueron extractadas dr E/~111r11tos pan: 11na r11nrloprd111 drl p11(0·

aná/1111, con la dirección de P. K.iufmann, op. ('lf, pp. 508·51 O Se han introducido algu n.u mod1ficac1onc:s.

:· u 1ntunaic1ón n.i¡r10-uirnt1.firac1ón-Otro fue an1plian1en1e comentada en el c:ipftul ~ 21 Estos pun1os :)crin objc:to de un estudio dccallado c:n el CJp!rulo 11. Se ha de: tcnc::r pre

sc:ntr que Probkmas rru(l4Út para rl ps1roan1i/1s11 ( 1964-1965) fue el seminario puscenor a los ruarro ronrrpro1 fandamrnralrs drl ps1coandlis11, d1c1ado en el primer semestre del año 1964 En este ül1imo, Lac.an 1opologizó la cransferenc1.i mediante el ocho 1n1c:nor '· al año siguiente, retomó la misma cuestión, desde otros :ingulos, uul11.ando l.a botclb de Klein.

1' Uan, J. Cl 964-1965): Seminario Problmias """""'para rl ps1tOa1uil1ns. clase del 13/111965. ~ Véase supra, apartado 8.4, p 158, parce central.

Vt,¡nsc: los apartados 4.7 y 4.8 del capitulo 4, dedicado a la 1nterpretac.1ón como corte '2

Lican, J. { 1964-1965): Stminano P,,,b/.rmm rru<i4/n pttm ti psi('()llnJb.su, clase del 3/2/l %~. Se r~c d ' - ¡¡ · cósm1c.1· ~a.~c ~ uer a que i...acan caracteritó previamente a esta super 1c1e como a · supra.

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1 7 6 El espacio ps1coanalitico

9.3. El par significante S 1 y S1

. El s~jero del in~onscienr~ no.es para L1ca~ el dep.ósito de las puJ. saoncs n1, n1enos aun, de los rnsuncos. Es un 1nconsc1ence vaciad d concenidos al que se le atribuye un sujeto carence de sustancia su

0 e

(j · 1 ,,(, b' 1 N · · 1 c. d'd ' per. 1c1a m<1S que a asa . , o se requiere 1r a as prorun 1 acles psfqu para escucharlo; aparece en la supertlcie del discur.so del analizar\~:~ Escá conformado a la manera de una cadena virtual: la de los significa _ res inconscienres. Es pulsación, hendidura, por la cual un significan n inconscienre se abre paso y, en el insrance del relán1pago. puede 5~e aprehendido apenas por la consciencia. Luego, co1110 se sabe, la brc: cha ~e cierra rápidan1enre. El 41gujero de la botella de Klein es evoc¡¡. Jo por l_acan, al ti nal de su clase del 20/ l I 1965, con10 un lugar de salida cspasn1ódica -apertura y cierre- de las palpitaciones dt·I incons. ciencc. Se reitera de otro modo el modelo de la nasa, propuesto en el seminario los cu11tro conceptos fi1nda,,1er1taLes deL psico11ndlisis ( 1964) y aludido en este libro en la noca 5 del cap{culo 3. Con10 trasfondo de esca cuestión está la relación entre lo que Freud designaba corno lo reprin1ido y aquello que retorna a la consciencia.

Si se llama 51 al significa.nte que aparece en un sínco111a, por ejem­plo, o en un lapsus, un interrogante posible de ser planteado es: ¿qué relación existe enrre ese significante y el resto de la cadena significan­te que ha permanecido Jacen te? Se erara de pensar cón10 S 1, pertene­ciendo al conjunto de significan res -52-, f>Uede "salir" mon1cntánea­mente del mismo y hacerse presente en la consciencia. La borella de Klein y la banda de Mobius le permicieron a Lacan patentizar la rclJ ción de COJ1rinuidad entre ambos sistemas y le posibilitaron ccoriz,1r de manera novedosa la conexión entre un significance que se n1an1-ficsca n través de una forn1ación del inconscienre dctern1inada y el res· co de la cadena significante virtual.

Se inccnrarán aclarar escas ideas recurriendo a dos ciefinicioncs -Y sendas figuras- ya expuestas al final <le! capículo rerccro; son las de fronccr,1 y l.1 de ¡>unco interno de un co11junco, que se ha tomado en prést<uno de Alcksandrov, Kolmogorov y Laurencicv·':

- "La frontera de un conjunro M en un espacio Res el conjunco de los punces adhcrenres canco a M como a su complerncnro

Capitulo 9; Relación entre un slgrn(lcante (S ,J y lo bateno vfrlJJal.

R-;\1, es decir, a la parce rcs1antc del espacio R." Se trata de una r rn1ulaci6n que coincide con la noción corricnce de frontera· 10 1 . d 1 or cjernplo, a ex1srence entre os países. Un punto x está en la p · 1 F . s · frontera s1 perrencce a a vez a ·rancia y a u11.a; pongamos por caso, el edificio de aduanas cornpartido por an1bos países. En la figura siguiente se ve qu~ un punto frontera es el que adhiere, simultáneamente, al coniunro A1 y a su complen1ento R-A1. 'No es interior a ninguno de los dos conjuntos.

_ "Un punto de un conjunto M se llan1a interior si no pertenece a su frontera, es decir, si no es adherente a f?-Af."

R

_,,_ ... _ M

R-M

Punto interior · no es adherente a R·M

R •• •

• • • •

• • • • •

• 1. . • I l •

I M • '• •

Puntos frontera son adherentes a M y a su complemento R•M

177

f:.stas definiciones, tratadas con n1uchísi1na elascicidad )'con lrcen-t1a.s J 1 1 · ' rcspecco de la topología, pueden servir para abor ar a re acion tntre S1 y S . El significante S que emerge a rravés de un sueño, lap-sus . 2 1 • s d '. stntoma o rcireracioncs de palabras, pertenece al con1unro i; es t ccar, a la batería virtual inconsciente de signific.antes. S1 es, por lo can­o, homogéneo al conjunto de significantes $2• Pero difiere del con-

JUnto en una cuesción: ha dejado de ser vircual. A difcrcnaa de los res-

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180 El esfl'OOO pslCOOnOlírico

Esca propiedad que posee la botella de Klein de conectar lo íntimo con el exeerior, y viceversa, puede aplic.arse asímismo a la~ ría lacaniana de las pulsiones. En efecto, este objeto topológico rn t'O.

era paeeneemenee -sobre todo si se lo piensa en~dro por d Otro: ~ rioridad que deviene interna- la conformac16n de la pulsión en

1 campo del Oero. La pulsión quedó así incluida dentro de la rceb~ ración de los conceptos fundamentales del psicoanálisis a la luz dcJ sig­nificante. Lacan profundizó en la gramátic.a de la pulsión ya esbozad¡ por Freud mediante las ~onexiones que .estableció c~n,,las formas ver. bales: voz activa, voz. pasiva y voz reflexiva ineermedia .

Anees de pasar revisea a las inflexiones introducidas por 1.acan, se trazará un bosquejo del pensamiento freudiano sobre dicho concq>ro.

U breve párrafo del mismo texto permieirá precisar algunos atpcc·

s d:su manera de encend~r la p~lsión: "Si .ahora, d~e el. aspecto '~ oló · co. pasamos a la cons1derac1ón de la vida anímica, la pulsión bi gs arccc como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somá­nos ap mo un representante (&pr4Yn1An1] psíquico de los estúnuJos uco. co . . d 1 al 1 al ovienen del 1ntcr1or e cuerpo y canzan e ma, como una que pr . d b . . 1 ( medida de la exigencia e era

1a10 que csral1~puesta a o an mico a con-

encia de su erabaz.ón con o corpo . sccu Como puede aprcc1~. para Frcud ~ puJsión es un conap~ p~-

rcicula lo som4tico con lo psíquico. Se trata de una cxc1cac1ón ce que .i rfi . raJ . . ªce en determinados lugares de la supe cic corpo y st 1nscr1·

que n · J."' /siD be en la menee por medio del reprrsentAnu psú¡u1(t> tK pu 11. En ese mismo artfculo Freud propuso distinguir dos grupos: las

~~· oncs yoicas o de .au.totQ...O.S~.rvación 1 las ~es r

181

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192 1 El espooo f>sicoonolltiCO

detern1inan el predorninio ten1poral }' rclJtivo de un" p 1 . . 1 " u s1ón sobre orra. A (. 110r e1e1np o, no hay nada en la oralidad Parttal J 1.dd · quedé a a a11a 1 a ; este pasaje. s1 se consun1a. no es consecu . P~

d "6 d 1 1 "6 J • encia de · guna rn.1 urac1 n e a pu sr n ora n1 supone el cumplirn· nin. d 1 1 . . . ~ 1ento de cca11a que a e pasaporte para a s1gu1ence. lales desplazam· u~

pr(>ducen por l.i intervención de las den1andas del Oc ro· d •:;,tos" pued.i quedar afectad.t por los n1il y un avatares que carac't ~ { qu,

t:'. . erizan a 1. rel.ic1ones parento11l1ales. No ha}' programa biológico que qs · • 1 · al · r marque las tr¡¡ns1l1ones pu sron es n1 mecan1orrosis naturales de una e

.í b. 1 · b" · b 1. n otra Es m s rene rnrercarn 10 s1rn ó tco entre madre e hi1"0/a lo d · ctcrrn1• n.intc.

Ul.."an se opuso al modelo etapista, que sostiene el desarrollo p gresivo de la sexualidad en fases predeterminadas, desde sus for~: más primitivas hasta una supuesta genicalidad madura, basada en la reunión de las pulsiones parciales que, así unificadas, tenderían hacia la reproducción. Menos aún creyó que esca supuesta pulsión genital ~ruaría con grandes atenciones hacia el objeto. La consideró un idtal que ch0C.1 fronca.lmcnce con los principios que rigen el funcionamicn· to pulsional. En csce punto existieron coincidencias encre las ideas de Frcud y Lacan, según puede desprenderse de lo afirmado al final dd apartado 9.4.

En d seminario Los nuztro conceptos fondammtaks "41 psicHnJ/im ( 1964), lo expresó del siguiente modo: "[ ... ] con respecto a la iDlflD" caa de la sexualidad, todos los sujetos están en igualdad de condicio­nes, desde d nUío hasta el adulto; que sólo tienen que ver con lo:: de la sexualidad, pan a las redes de la constitución subjetiva, a ~ de del signifiancc; que la sexualidad se realiza sólo por I~ operacicSn * las pulsioncs en canco que son pulsioncs parciales, parciales respeclO la finalidad biológica de la reproducción" (clase del 13/5/1964).

t.a. l1x•lfd1d e l11con1c:l1nt:e

Copltulo 9: Relación enrre un Slfnl1iconte (S,} y la boreria wit1uol... 193

1411 964, ucilizó la superficie conocida con el nombre de ocho inre-29 ara topologiz.ar esca relación entre inconsciente y pulsión. rror P

Libido

l ••

• • •

campo de _---;,......_- desenvolvlmien1o

del lnconclente

Allí afirmó: "La libido la he inscrito en el punto en que el lóbulo definido como campo del desenvolvimiento dd inconsciente, viene a cubrir y ocultar al otro lóbulo, el de la realidad scx~. La libido ~rá a.si lo que pcrtcnccc a ambos -el punt~ de interscca~n, como se dice en lógica•. Pero a renglón seguido prcc•só que la rdac16n entre~~ lóbulos es de tipo mobiano o, más prccisam~ce. d de _una conanw­dad romo la que posibilita d autoairavmnuenro propao y específico del t'IWl-u¡il' . .Este recubrimiento de un lóbulo por ~ero, esta super­poución dd campo del inconsciente sobre d de la ~dad sexual. prc­anu.ncia ouo solapamiento: d existente entre el objeto ll y el obJctO l*Cial de la pulsión, que será visto en el apartado 9.8. l. .

Si el iai.conscicnte son los ~ de la palabra sobre d SUJClO. 0 sea. 1a-.Ni6o donde el suje(o se dctanaina por los CÍ«:toS de Ja pala­'-. la pulsi6n, para insaibinc en el inconsciente, debe amm:sar Id desfiladeto.t del 1ignificancc. Laan comidcró que el hecho de que ob~ de la p·Ftdn • ~ indica que la P'alsi6n cscá marcada por

la "'-'~" tipifiQJl.te. -·•..;...na 14 ........ -.i. a inwnscientc te oomspondc con ... . .,....... .... ljl .......... .1- 1- adeacia aual (1Mgu:11S.Orlra1'-i ~

~-~ .......... ....,wal.bl¡ti ..W.cse. habdaela•wi•~:;; •• ..,.... ""-t.MJ~•u.F- lúbda una .:;¡:.,,:...La.­~ .. ~ laWdal":' -L-. • 1 .... ,.._.,,,.... •. .., ... ~

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240 ! El espaoo pstcoonolítico

nico. Esto supuso IJ creación de un rnéco(lo a parl1r ele un fen(ii1 ·e · b l ieno espontáneo. De lo d1ruso y sin non1 re se pasó a o conccnlrado e

1 1 . d Lo . d ll¿ Persona del anll1sca )'a o non11n.1 o. no 1ncerpreta o que<.16 exp

. '6 ucs. co a una posible 1nterpretac1 n.

EJ sujeto freudiano es, por definición, transference. l:.Sta renden se fundamenta en que la actualidad del sujeto -su presente- conll~: n~ri.1n1entc su pasado, por cuanto él es portador de su historia per­sonal bajo la forn1a de huellas n1némicas inconscientes. En consc­cuenc1a, tendrá propensión a pro)·ecrar sus imagos incon.scienles sobre" los di,crsos personajes de la vida cotidiana con los que entmrá en rela­ción, generando así nuevos)' sucesivos falsos enlaces. I.a tendencia a ~tablecer cransferenc1as es, pues, obligada, insoslayable. Freud consi­deró esta inclinaci6n como algo propio y exclusivo del paciente; exi­mía al dispositivo analítico ser agente causal o exacerban te de la n1is­ma. Pensaba que eJ análisis sólo ponía en evidencia las transferencias reaJiz.idas y, más ampliamenre, que era un magnífico revelador de la disposición del sujeto a transferir. Claro esrá que reconocer las trans­ferencias y descubrir las especificidades singulares de la misma en cada ai1aJ1z.ante exigía -y exige- un avezamienro especial. Freud confesó, en

más de una oporcunidad, las dificultades que tu'"º para interpretarla correctamente.

Consideró, a jusro cítulo, que la transferencia era el mocor del aná­hs:s: la actuaJización de conflictos infantiles en Ja cura, su reviviscen· cia en la relación con el a11alisca, permitía tratarlos uno a uno e irlos resolviendo. Pero no dejó de reconocer, simultáneamente, que en la misma lransfcrencia estaban los obst'áculos del tratamiento: en canto el paciente actúa (agiert) en la relación con el analista sus coníl.ictos -n1ás que recordarlos y verbalizarlos-, se hace presente la veruente resistencia!.

• Freud utilizó el vocablo actuar (Agieren) para designar, h<i5ic3

n1encc, la repetición en la cransferencia: el paciente, en lugar de evo~ d 1 b , ·¿ -deseos car y poner sus recuer os en pa a ras, actua mov1 e> ¡>or sus ·

Y f.-incasmas inconscie11ces, de.i;conociendo el origen y el carácter r~¡:r· · · d d i (t.r111· 11uvo e esas con uccas. En este sentido, contrapone recorl ar ·

5 11er11) con actuar (Agieren). Eri11ner11 y Agieren son -amb<)'l- recor~i. de lo reprin1ido. Si esco les une, las siguientes caracteríscicas los di e rcnc1a:

Actuar (Agieren) _ Conipulsión a la repetición. _Se cransfiere; puesta en acco. _ f\i1emoria en acto.

Copl!ulo 1 1: El Sujeto y la trons(erenao

Recordar (Erinnen1) - Impulsión al recuerdo. - Se rememora. - 1\1emoria en palabras.

Para Freud la rememoración era, a los efectos de la cura, la n1oda­l'd d ideal de retorno de lo reprimido. Pero pronco constató que la 1

ªciclad de rememoración tenía sus lí111ites. En el capfculo Ill de Más capa , _ ) .. ó .. 1 r d allá del principio de pt-acer ( I 920 ~h ~m : e en.rermo pu<:: e no rec~r-d,lr codo lo que hay en él de repr1n11do, a~o JUSlamenre_lo es~nc1al. f ... 1 Más bien se ve forzado a repetir lo repr1m1do con10 vivencia pre­scnle. en vez de recordarlo, como el médico preferiría, en calidad de iragmento del pasado". Queda aquí implícicamenLe planteada una dis­yun1iva: o se recuerda o se transfiere. Según Philippe Julien, .lo trans­ferido es lo aún no rememorado; lo rememorado, en cambio, no se cransflere2• Li rememoración es la presencia <lel pasado en lo accu.al, pero los recuerdos son claramente situados en el pasado: se .sabe que se está recordando algo sucedido antaño. Lo transferido, memoria en aao, es también la presencia del pasado en el presente -vía repetición (\'(.Zederho/11ng) y actuación (Agieren)-, pero con la con\·icción de que se 1rara de algo inédito, actual. En lo trai1sferido no hay reconocimiento de la distancia temporal; se desconoce que es algo del pasado que está insistiendo.

Sin embargo, la pregunta que Frcud dejó de forn1ular es la siguien­ce: ¿es de la misma índole el n1aterial reprimido que ~e remen1ora y el que se actúa? Dicho en otros términos: lo que aporLa el Agieren, en tai~to forn1a del retorno de lo reprin1ido, ¿es un material inconsciente ~itercnce del entregado vía rcn1en1oración? Por unos instantes, que-

.irá la respuesta en suspenso'.

Por Otra parce, Freud constató que, en aquello~ n1on1entos en que se aproxima el levantamiento de alguna represión, se establece un enla-ce e o n 1 a d 1 1. , 1 ¡ 1 persona e ana 1sca; este pasa a ocupar e centro e e a esce-na Y se so 1 í 1 t~ · · s aya as a cn1ergencia de lo reprimido. l..a trans ercnc1a op1.•-t .i en con t. ces con10 una clara resistencia.

ste n1ismo carácter bifronte -in1pulso y rén1ora- se revela en el an1or <le e fc • • d' . e' d'b rans erenc1a. Por un lado, este amor es un 1ngre 1ence 1n1pres-

111 i le 1 al . . para a consecución del trabajo analítico, pero. m1s1no lten1-

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1 24J8 1 El espDoo pSJCOOnahtico

En csre mismo scn1inario hubo un anticipo de lo que luego ticuyó en piedra angular de su teoría de la cransfercncia: el sujeto se cons co saber. Este aspecco fue cracado, muy sesgada1nencc, en las s~pucs. 1 d 1 . . L J ifi pr11neras

e a~~ e sen11nar10 s1gu1ente - /1 taentr 1c11c1ó11 ( 196 l-1962)- en I que el su1eco supuesco saber aparece encarnado en el Dios de O ¡¡_¡

ces, colocado en el lugar de quien garanriza la verdad 19. cswr-F.n ese mismo serninario se produjo otro viraje interesante d d. I . I queaca-

ne, e n1.tnem 1recca, a a conccpc16n acaniana de la transfc · b. ·d d 1 • erenc1a· el

o JCro n, tons1 era o lasta entonces como aualma alc.in.,6 · · r . . (:> ' • ., en este

sc1111nar10 und rorn1aJ1zac16n copol6gica2º. l_os diversos obJºeros ( 1 . 1 ) I • . a seno, lCCc~. m1raoa, voz.ª" qu1r1cron una función normariva del deseo al u'!sra~Jrse -recroacuvamcntc- en el lugar ocupado f>or la falca f:ilic;1. Un ilno más c.1rde -12/6/ 1963- afirn1abJ que el Línico objeto que h,diia que ~roponer en la c1ansferencia es el objeto a. El analista es un ¿Chr ~1101. cncar11,1do, en 1an10 en cuanco pueda revelar el deseo del ana­liz.an te.

11.4. Perspectiva lacaniana. Años más tarde

El año J 964 fue n1uy especial en la enseñanza de l~acan: tras su exc.lusi~n de la 1 PA fundó la Ecole Freudienne de París y dic1ó duran" te cJ pruner semestre el seminario XI, loI ci1atro co11cepros fonclamrn· lctles del psicoa11d/1sis. Puede considerarse que con él se inicia el tercer per{odo ~e su.s elaboraciones sobre la transferencia. l..a in1¡>ort.u1ci:t de esce .sen11nar1? respecto al cenia que nos ocupa puede sinterizarse med1anre las s1gu1enccs puncualiz.aciones:

n) Articuló de manera precisa el sujeco supuesco saber al analista Y a la transferencia.

b) Discriminó con claridad transferencia de repecición. r) Anude'> e.11 10~110 al objeto copol6gico conocido con el noni~rc

de ocho 1nre11or los aportes anceriores al cen1a -reseñados sucin· taniencc en el aparcado ancerior- con los de csre sen1inario; 3 lii par, señaló aspeccos imporrances referidos a la dirección de la cur.1.

d) Incluyó el regiscro de lo real en su ceoría sobre la rransfcrencia.

Ccpllulo 11. El su1e10 y la ttam(ercf)(JO 1 249

La cransferencia, según Lacan, es la puesca en acco de la realidad del inconsc1e11re. ~n el mismo seminario soscuvo: "Desde ~u.~ en ~lgu­

Jrce hav el suJero supuesro saber [ ... ] hay transferencia n. Colo-na P ' · d 1 fc · b' · 1 saber como p1voce e a crans crcnc1a supuso un can1 10 1mpor-c.Jí :e respecco de las concepciones clásicas de la misma: definió la r.innsferencia a parrir de una relación del SUJeco al saber y no a partir ~:Jos afecros. Se erara de una relación epistémica2 ~. l..a relación con el ~Jbcr es una relación con el significan ce, con el conjunto supuesto de los significan res. La cransfercncia, así encendida, quedó engarz.ad.i a la teoría del significante. Se era ca de ocra consecuencia -una nlás- de "el ínconscicnre escá escruccura<lo con10 un lenguaje".

El sujeto supuesto saber (S.s.S., en adelante) es una consecuencia directa del procedimiento freudiano <.le la asociación libre. La i>alabra, dirigida a un ocro, adjudica -por cíccLos de estructura- un saber al n~ceptor; ~te fenón:en.o se arnplillca al hablar al analista ba10 el régi­n1en tic la libre asoc1ac1ón y desde un fondo de padeci1n1ento ligado a los sin romas. Sin embargo, es Lo no debe inducir a confusiones: el S.s.S. no es1á en el nivel de la fenomenología de la transferencia; la noción quedaría distorsionada si se la reduce a ar¡uel que conoce los trucos sobre la roración de /.a neurosis o aquel que se s11pone que sabe. El sujeto supucs­ro saber es un efecro de esrruccura del disposicivo analítico ... Es el fun­darnen.co transfenoménico de la transfcrencia"24 y puede insralarse de muy dr~ersas maneras, incluso bajo la forn1a de negar saber al analis­ta 0 acribuyéndole impericia. A éste le corresponde no identificarse con el S.s.s. Sabiendo que no lo es -puesto que sólo lo encarna- debe soscener, sin emba , fi ºó r ·1· . . , . 1 1

rgo, es.t 1cc1 n para 1ac1 1car su escablec1m1cnro, sin e cua no hay ap ¡ r · • ,.

1 S ertura a a transrerenc1a. En otros térn11nos no ere-

' rse e s · ' .s .. , sino hacer semblante del n1isnlo.

supS.s.SI. es ~I algorirmo de los inicios del análisis; el final del 111ismo onc a ca1da d 1 · ·6 d b 25 · , do e ca supos1c1 n ·esa er . A parur de estos postula-

~ surgen n u . . .. strictu-

1. . ev_as prcc1s1ones: en el final de anál1s1s no habrfa -senn'

iaber N.'q~ida~ión de la cransfercncia, sino caída del sujero supucsco .' 1 e mejor de los análisis hará que el sujero deje de transferir. l~ncre el ·

donde 1

b comienzo y el final, el análisis se despliega en un campo lizance e~ sa ~r del analista es supuesto y la supuesta ignorancia dd ana­Escos as unciona como un velo respecto del saber del inconscienre.

peccos pueden formalizarse así:

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250 EJ C5p0d0 pSJCoonulitJco

Amor de transferencia Saber de rrnnsfercncia

. . o, s1 se q u1erc: llc_sistcncia

saber del /e~

Estos :ilgoritn10' hablan del dohle registro por el que se desli 1 . 1 I'. U d za a cransfcrenc1a en e procc~o an.'1 1t1co. no correspon e :d arnor )'el

orro .ª' $~ber. L~ q1_1e esr.1 enc11.11:'1 d~ la barr~1 se opo~1~ a lo c¡ue está dehaJO. Esra osctlac1ón -q11e existe s1cn1pre en el anál1s1s- entre ·ltnor de transferencia y el ~.1bcr puede ser entendida con10 los v.tivcnes encr los n1on1entos n1ás produccivos -analíticamente hablando- y los d: mayor resistencia. L1 transferencia imaginaria funciona con1o obs­táculo a la emergencia del deseo.

En este n1ismo seminario l..acan realizó otro aporce sustancial al disunguir la transferencia de la repetición: "Es n1oncda l orriente oír, por ejemplo, que la cransferencia es una repetición No digo que eso cJ fi1lso, ni que no haya rcpecición en la transferencia. No e.ligo que

no fuese a propósito de la experiencia de la transferencia que Freud se aproximó a la reperición. Digo que el concepco de repecición no tie­ne nada que ver con el de Lransferencia"26•

F.su frase, sobre todo en su p.lrce final. diferencia de un nlodo taj.in­cc ambos concepcos. El psicoanalisca francés se opuso con vehemen­cia a la muy difundida idea de que la transferencia es pura rcpecición2~. Consideraba que en la transferencia ha)' aspeccos novcdo~os, inédHoS \ que no es necesario invocar s1e1npre la repetición para explic.1r lo que en ella sucede: ha}' un rc;1l operando en el encuentro con el .1n;fl~si~ Y el analisra >'•por Olra parce, la reperición es siempre con di{ercnc1as~8• \1 se tiene presente la arciculación <le la transferencia con los tre.s r~gis­cros. puede afirmarse que sólo en lo imaginario la cransfcrenciJ se confunde con la repetición; no así en los orros dos. No cabe, pues. con­siderar como sinónimos arnbos concepLos: hay repetición en h1 rrans· fercncía, pero la transferencia no es sólo reperici6n.

Es útil traer a colación la disyunciva freudiana expues1.1 en el apar· cado 11.2: recordar o Lransferir. I>ara L:ican, los lín1itcs <le la rcn1eni~­ración no son fijados t'1nicnn1cncc por el hecho dl' qut· l.1 capacidad'~ recordar tiene un lOpe; hay oc ro lCntÍlc: el que in1punc lo real. E.sce re.:_

. 1 . . . "d . esr:i n1.1) es ªJeno a o 1nconsc1enLe y, por lo canco, al retorno rcpr11111 o, . 11 1 d 1 · · · el 1 · r · · -1u1 rse en a " e a 1ns1scenc1a e os signos. Adernis, es re1 racc.1r10 :t 1n<.

el significante. Sin embargo, es causa y resorce de la repetición 29•

Capitulo I 1. El su1eto y la trans(erenaa 1 25 1

. de [:i repetición significante, no habrá nunca igualdad J\I cratar.!>e . l · · {'_ ·

"ficanre y otro que se repite: e s1gn1ncante no ucne repe-n s1gn1 ' . . . entre u "bl . siempre que se repice es otro. El s1gn1ficante que se cición pos•¡ ~· cluido articulado, en la accualidad del discur.so (sin-ª que<. a 111 • J • • rcire~L· n~ferenci:i Ja escnblece un sujeto cuyo pasac10 esca res1g-

1 a) ·1 1 ra · d d l 'd d { .:ron · d d lo aclual y es ¡Jrccis:lmencc es e esa accua 1 a que ·r do es e , . ni ic:i . . . do) que transfiere. Por esto es mu}' empobrecedor con-

cluye ~u p.isa · · d 1 · 111

1 · ferencia con10 un rerorno -reproducc1on e o m1smo-cebir a crans

del pasado en el presenre. . . Lacan, al fundar el pasado n1ediante el apres-coup, se d1stanc16 de

toda concepción arqueológica del análisis. Pa~a él, el pasado se va rede-

fi · <l ron'f inte1nente a narti r de los sucesivos presentes. El pasado 1n1en o • ' r • . no escá lejos (allá y entonces), sino en la ?ctual1?ad, en el prese~te rcs1~-niócance, que lo va incluyendo en la s1ncrO~IJ. La cen1poralidad p~1-co.1nalítica es más compleja que la cronológica. Dencro de una pers­pectiva cronológica se piensa las relaciones remp~r.ales de Íorma unidireccional: pasado ~ pre.senre ~ fucuro. La repec1c1ón en la trans­ferencia se concibió con esa misma óptica. Bajo el imperio de esas ideas. los recuerdos de la infancia fueron considerados con10 piezas, n1ejor o peor conservadas, que permitían reconstruir -a I~ manera de la arqueología- el pasado. Lacan se opuso a cal punto de v1.sta:. para él, desde una perspecciva escruccural. los recuerdos no son relicir1os; más bien runcionan como elen1cncos -¿lugares?- donde se articula recóri­c-Jn1ente l.1 actualidad del sujcco.

Gabriel García Márquez. con la claridad que caracteriza a los bue-1111~ literacos, expresó escas n1isn1as ideas del siguiencc n1odo: "la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y c6n10 la recuerda p.ira concarla"3º. Existe concordancia plena entre esa frase y esta ocra de Lacan: "[ ... ] la cransferencia no es, por naturalez.a, la son1bra de algo que haya sido antes vivido"''·

FJ pasado del sujeto, cuando es traído a sesión, es un n.•lato. El ana­li7.antc con1cnta dicho pasado en el presente mediante palabras que ;ic,lh,in configurando una conscrucci6n narraciva. I .. 1s ocurrencias, las ~~\el(ioncs in~previscas, los lapsus o sencillamente las. palab~as del _pasa­d" que se repiten en el presente abren ese relato hacia verc1entes 1nau-

h1ta~, hacia descubrimientos insólitos, hacia facetas que jam.is <1ntes ab1a "d b"d d n si o pensadas o, cuando menos, que no fueron conce 1 as e

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26'4 I EJ rspaao psJcoanafl'tJco

En realidad, se erara de una misma y única pr~blcn1ática <}ue serJ abordada desde n1últiplcs :íngulos. Quedan excluidos en esras co .

1 c. • 16 • . ns1. deraciones los cortes de as super11c1es copo g1_cas que s.'guen ese reco.. rrido; se los expondrá en aparcado 11.9, mediante su inclusión e

1 resumen de los corres aludidos a lo largo de esre libro. ne

1 1.8.1. El trazado elemental

Una cornparación con Jos círculos de Euler servirá de punto de parrida. }"J que pcrn1ice apreciar -desde la diferencia- algunas de sus propiedades funda111entales.

A

A

B B

El ocho interior posee, respecto de los diagramas eulerianos, la ven­taja de repre.sencar la continuidad en ere ambos círculos. Si se parce de cualquier punto del bucle exrerior y se compleca el recorrido, pue?e comprobarse que el crazado es una circularidad que se recoma a sf mis­ma en su interior. No es el caso de los c{rculos de Euler que crean un interior y un exterior necamence divididos. Ese excerjor puede ser, indu· so, el interior de ocro círculo más grande: es la situación de A respec­to de B, en la figura de la derecha. En ella puede apreciarse no sólo esa inclusión sino la configuración de dos espacios cerrados, separados, estancos; es difícil dotar de movimiento aJ esquema. ás

En cambio, en el ocho interior el círculo pequeño redobla al m grande dentro suyo; se esrablece así una continuidad entre ambos. Per~. por ocra parte, la existencia del bucle interno inscaura una diftrenetll

d 1 . e sen car, respecto e mayor. Esca morfología del trazado permite repr d 5

enconces, lo semejante y lo diferente en aquello que el par de bu e circunscriben. Veámoslo desde ocro ángulo: la continuidad del cr~ d 1 b enc1e· e os dos círculos consagra la semejanza entre lo que am os

Capitulo 1 1; El su;eto y lo trans(erenao 265

1• la existencia del anillo pequeño, neramence discrin1inado del gran­

rrar ~·iene a señaJar que guarda en su seno alguna diferencia respecto de.I que ciñe el mayor. El bucle incerno alberga algún(os) elemen­de ~ discincivo(s) respecco del círculo exterior, pero no deja de estar do(s 0 de esre úlcimo. GeneraJizando, podría af'irn1arse que dicho t:ra-e;~rresulca especialmente idóneo para figurar la diferencia en el seno

IJ . de la seme1anza.

~den1ás, al diagrama de Ja izquierda es posible ororgarle dina-s~10, movin1ienro: obsérvese la continuidad de la circulación

~1

rre an1bc)s bucles y la posibilidad de reiterar -una y orra vez­~iclos en ceros. A sin1plc visea puede l'crcibirse que A está denLro de B y que B escá cambién den ero de A. Pero con una salvedad: A posee algo que B no tiene. La presencia del bucle pequeño produce, por la exclu­si6n que instaura, un efecto de hon1ogenei1.ación de lo encerrado en B. Se precisarán escas cuestiones mediante algunos ejemplos que par­ticulariz.an esca forn1alización:

Ste. Otro

lli/"1""4: d s1gnificmtc prccustc al su¡t10. d au¡cto es efecto del 11gn1fiun1c lf1y conunuu:Ud cn1rc el 1u1c10 y el sign1fic.an1c pero. a su vn. hay d1fercnuas entre d S rCSf>Cl=IO del wn¡un10 ck I~ s1gnilian1cs. E.nas ldc;u pueden haccnc cx1eru1~1 al.a rcbc1ón cnrrc el 1u1c10 y d Ouo l./ipr11 rentra/) Dmrha: d 1raudo en ocho inccnor sobre cl 1oro -lJ • J-44 111» muatra b ar11·

culación de la demanda con d deseo A panir de la sucn1ón de las dcmanda.s es poublc dc-spe-1.ar d deseo.

11.8 2 El . .fl · · s1gn1 cante y su no Identidad consigo mismo

la lingüisterla ciene como uno de sus pilares fundamentales una c~orfa p . .,,. . fu b d ¡ rop1amence lacaniana del significante. r.sca e ela ora a en pos sucesivos seminarios y referida en muchos de sus Escritos. Enrre las si~~CStas de cal conceptualización figuran formulaciones del tipo: d 1

icance es el soporte de la diferencia, el significance c.s lo que los

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270 1 EJ espooo psicoonolitJco

cidad del signífic:ance consigo mismo- es siempre con diferenci propiedad incrínsec:a del signific:ante se revelará también en la asl. ~ta

• 1 • re ación que manc1ene con e SUJeto.

11.8.4. Ocho interior como superficie

Lacan subrayó e~ r~iceradas oc~ion~s el parencesco escruccuraJ encre la banda de Mob1us y el ocho 1nter1or Y lo hiz.o de va · · r1as ma-neras:

- Mostrando cómo el corte mediano de la banda genera una supe _ ficie -cinta de Jordan- que adopca la forma de ocho plegado, ~ como aparece en l.a fijj~'' iJl¡e¡;~ en el apar¡ado 11.8.2. Jm.. -~r,!& .... ••· . .-et lftJl'Cto• ••• tenor.

- ................ ,, ...... MGll~ ............ *'* • .. .. ~ .....

Capitulo 11 EJ su.iero y lo tral'IS(etendo J 211

• mencarío sobre la regresión. Puede deducirse del mismo que, si un l.O r d . 'ó b' 1 resi6n es una rorrna e repec1c1 n, cam 1én o será con difcren-la rL"g '6 . d J '6 'dé . ciJS; la repecic1 n propia e a regres1 n no es 1 nt1ca a aquello que

• rcp1ce.

11.9. Superficies topológicas: cortes, familiaridad, propiedades

En este últin10 apartado se incluirán los tres resúmenes anuncia­dos en la incroducción de este capítulo. En primer lug.1r, se prcsenca­rá una sinopsis de los corees practicados sobre las superficies topoló­gicas. Seguirá luego un cuadro en el que se detallan los modos de conscrucción de los objetos topológicos que se han estudiado, a parcir dcl.E?ºlíg.ono fundamental. Por último, se introducirá un cuadro sinóp-•c.ompuadve ele las prop)..... ~ ... ~

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iún rn i1antc el proccd1n1icnto de trnnsfom1arlo en una su fi d

r . per 1ae d.i· e obtiene: t1 ya tonoct a ~1era provista de un cross-capl~. Si cerr;¡. po 1ble, se \errfio, aJ n1tsn10 c1cn1po que el can1ino inver 0 CSto ~ pliegue: del r1vss"(,1p en forn1a de ~quema R- carnbi~n lo -corre Y des .

• e con1icn1 .. t pracric.1ndo un corle qt1c siga lo vcccoes. . 1 l 1 1 . res 1111 \ l\i t

(~to 1 1er .1 .i cuac r.1ngltlo 1111M 1 -la zona que cst 1 somb d 1

. • re l a en 1 e quern 1 1...on1p cto que aparece en J>~g1nas anteriores- i· as e

d b . . d 1 . ~ una c-nll tul ion \ pega ura su s1gu1cntc e os lados estrechos d,.I · ·

1 ) . .. n11smo (

on f.. . 1 con 1 se oht1ene t111a banda de l\1obius. Rec.lté,rdc 111

c1nl.1 rs rcprcscnrati\.1 del sujeto. e que es¡;¡

11or orr.1 p.11 te, los dos tri.tnguloc: -rnmi y M 1 [>_que qu-.J • ..,. ~"U.l ron cp.1• 1.1~lo;; lras el corre clcv1cnen, por dcf,1rmaci6n continua do ·

1 1 • s sen11-

l lrl. lt o~. l.1 L01no n1uestra la figura siguicncc. J>or unión de escos dos scrni(írc.ulos -hon1ro1no1 Íos a un c.Jrculo- se obtiene un di co q u~prcsc1u.t .11ol1jc1011. Su bo1de puede ser adherido ahora al borde úi~i~ <.o de l.1 ba11ll.i 111dbian.t.

()btencr la b.1nda de Mobitis a partir del a1adrángulo supuso. ~n se ac.1ba de ver, un corre q\tC siguió las líneas 1'11 e mi. Lacan calificó ~ ~s~e coree co1110 el único verdadero ya que los bordes del cuadrado original (sector izquierdo de la figura anterior) están destinadosª sucu~ rarsc entre si: a atd.1 punto de las líneas plenas que confurman los lados del lri.1ngu~o si1nbólico le corresponde su punto antipodal, en l~ lfn~ de (razos discontinuos que conforman los lados del triángulo imagi nario. L~I diagrama siguiente -tomado en pr~scamo a J. Gran~n· w 1 ~ • cuca· ont r('prcsenca el plegado y pegado poscer1ores al corte pra dr>· .se t " 1 · de un3

' ransrorma así e esquema R en un l'Toss-cap prov1sro esfera.

Capitulo I 3· EJ suieto y su rcloción con loi ITes rqutrrn 1 323

1 M 1

• • <t> • A

Que los do .. triángulos <p111i )' l\11P cs1.in "pcg.1do:/' a la band.i ~ ~algo que el esquc1na R 111ucsc1.1 ron cod.1 evidencia; por lo tanro, el c:u;tdr.ingulo '1( sep.1ra y une a J {i111aginario) y S (si111hólico): e.s puen~ 1<" }' tion1c1.1-.'l l:i \CZ~ de estos d1JS 1cgiscros, que se rccncucntr.1n sobre <"I tíni~o hnrdc tle la hand.1 <le t\~ohiu!>. Por esto~ 11101ivos. 'S... reali1 .. 1 l.1 n1isn1.1 funt ió11 que el lo.rnnge ( <>) en l.1 forn1ul.1 del fu11ras1na )' c1ue el ~orce en \)Cho inrerinr t!el rro.<s-cnp: a1nbos unen y separan al sujeto y ul ohjc10 n. f)c ahf que se pueda an1pli.1r la ccu.1ción propues1.-i en el Jpar1,1do 10.5 incorporando un nuevo 1ér111i110:

Fantasma = $<>a = $corte de a .. $ 0 a = $banda :!(a

_l~n e.sce caso, el objeto a se corresponde con 1 (in1aginario) y 5{sim­b_611co). Reaparece así el fancasma, marco ineludible para la pcrccp· c16n/construcción de la realidad16. que vela lo real proccgicndo al suje­to de sus in1pactos. L.acan subrayó la importancia que tiene el lcngu.1je en la construcción de la realidad, y csco, clcsdc los inicios 1nis1nos de 1.i ~tructuración subjetiva. l'ara él la huell.1 n1nén11c.1 dcs1dcraciva, cuya reproducción alucinatoria se activa frente a la necesidad -confróntese 'º" el concepto freudiano de vivencia de sadsfuc1-ión-, es ya un sig­nifac.ance, que cienc relación no sólo con la necesidad y su objeto ~pe­~fflco, sino con la ausencia del misn10, que re111itc a la estruccurac1ón

el deseo. l!ste riene que v~rselas m~s con una ausencia que con un 0 bJcto. . 1.maginario y simbólico están separados y unidos a la vez: en con­

ti_nuidad mobiana. El corte del esquema R, al posibilitar la construc-ción d f b · · · 'd d e a anda de Mobius, patentiza me1or esa conunu1 a , que no Sel aprecia en la representación inicial. Dicho corre puede ser leído, en e s .

UJeto, en la barra que lo atraviesa: $.

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350 1 El 6P«iO psJcOCna!itlCO

1 1

A R em>rde

anudamiento

Neurosis Psicosis

Paranoia

Un paso n1ás allá consistió en considerar las psicosis no desenca­denadas y las compensaciones de la psicosis como situaciones en las que otras formas de anudamiento intentan reparar -con mayor o menor éxito- las fallas habidas en la estructuración subjeciva. Exis­cen varias posibilidades de errores en los anudamiencos de los eres registros y, también. otras tantas formas de corregirlas (psicosis com· pensadas). lal reparación de los fallos fue descrita por l..acan bajo el non1bre de suplencias. Como el mismo vocablo indica, vienen a suplir una ausencia; en cscos casos, la falca de inscripción del significance ~el Nombre del Padre. La reparación que acontece difícilmente res· c1ruye de manera plena la función de dicho significante.

De la ruptura al desanudamiento; estos términos podrían sin­tetizar los veince años de periplo teórico que se extienden desde Una c11estión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis -de 1955- hasta los seminarios R.S.!. { 1974-1975) y Le Sin1ho"1e

C opitulo 14 R.S l. y los goces l

( 1975 .1976). Plan e car la crisis psicóric.1 en térn1inos de ruptura, 1 coino lo hizo en su artículo ele 1955. se convirtió en un obs-

c 3 1 · ,L • 'fi d 1 • ~culo para e.xp 1car tet1r1can1ence un punto espec1 ico e 1a clíni-c. de las psicosis: la alternancia entre estabilidad, desencadena-ca . 'ó . ienco )' posterior compensac1 n, qt1e 110 son, estr1ctan1ence ~blando, mo,•in1iencos de vaivén, sino tiempos :sucesi,•os de un cr.1scorno que progresa por fases.

El vocablo ruptura no tiene un antónimo preciso. Podría usarse recon1posición, reparación, reorganiución, ecc., pero en1pleado en pare­j.1 con rupcura son inadecuados para n1oscrar ese cipo de progre.s1ón por f.ises. Para ~1. KJein e!>ce aspecto no supuso obstáculo alguno; el con­cinuo neurosis-psicosis que caracreriza a su reorfa y una concepción lineal de la cen1poralidad -ausencia del apres-coup- le pern1icía apoyarse en el binon1io regresión-progresión y postular un vaivén entre esos dos e ien1pos: broce-recuperación. Lacan, est ruct uralisca )' defensor de los cicmpos lógicos, neccsicaba ocra salida y la ct1nstruyc en la J¿cada de los setenra con los nudos borron1cos )' l.t adopción del vocablo desa­nudamiento para explicar la crisis psicótica. f:.ste término admite una oposición dialéctica y funcional: el re-anudan1iento. Se enlaza a éste el concepco de suplencia -reparación de los fallos en la articulación de los eres registros-. El Ego y el sinthome, conceptos que Lacan produjo en sus comentarios sobre Joyce, condujeron a conceptuar la estabilización psicótica y la apertura del campo de las psicosis no desencadenadas. Se traca de cadenas con un cuarco nudo -tal co1110 aparecen en los dia­gramas siguientes- que aseguran la consistencia borromea de la n1is­ma, pese a los fallos de anudamienco habidos.

1 1

Ego

Slnthoma

351

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352 8 espcoo pstcoonal1t1co

Se apuntala la idea de que una ~uplencia es posible respectt) del hu producido por la forclusión: reparación de la ausencia de inscripción e~~ signific.ante del Non1bre deJ Padre. Se trata de los apaños sinrhon1áticl ~ El sínthon1a viene a ~eparar el fallo, el laps.us habido en el anudarnier~~ R.S.I., en el punco mismo en que se produjo cl error. El cuarto nudo res­taura -pará.il ) orropéd1camente- el carácter borromeo de la cadena.

El Ego y el sínthon1a, en tanto suplencias, restituyen el lazo borro. meo entre real, simbólico e imaginario. Su correlato en la clínica es la compensación de la psicosis, situación diferente de la metáfora deli­rante, descrita mediante el e.squen1a I de Una cuestión preli1ninar a todo m11amiento posible de la psicosis ( 1955 ). El éxito de esta suplencia del Nombre del Padre nunca es cota!: la reparación deja algunas cicacri­ce,); la operación con1pensadora indica el lugar rni!>mo del f:<llo: Real y Simbólico quedan enlazados a lo Imaginario -se logra cierLa ligazón borromea- pero o;ien1pre habrá indicios de los errores de anudamicn­co ocurrido~ y de las reparaciones subsiguienres31•

14.1 1. Identificación y nudos borromeos

Durante la década de los setenta no hubo elaboraciones centradas en la idertificación. En este sentido exisre un paralelismo entre la pro­ducción del psicoanalista francés y la de Freud: es al promediar sus obras cuando se produjeron las elaboraciones más imporrances sobre csce asunto. En el primer y último tramo, el rema no esruvo en el cen­ero de la escena teórica. Sin embargo, al final de su enseñanza, no fal­taron referencias explícitas a la misma, tanto en los Escritos como en sus seminarios. La mayor parce de sus consideraciones de esa época se dirigieron a introducir nuevas inflexiones en las tres modalidades de identificación que habfa despejado de los textos freudianos 32•

Pero es importante cencr presente que las abundantes elaboracio­nes sobre el sujeto barrado ($) que realizó en los años setenca concer-11íeron, directa o indirectamente, a la idencificación. Ésca ha escado presente como telón de fondo de las consideraciones originales sobre las estructuras clínicas (neurosis, psicosis y perversiones) a la luz de la topolo~ía nodal Y de la nueva forma de pensar las relaciones enrre los eres reg1scros. Y esto es así porque ninguna estructura subjetiva deja de

Capitulo 14 · R.S.I. y los goces ¡ 3 5 3

r efcct<> de identificaciones. Asimisn10, alglín cipo de articulación se xirosa o fallida- de los tres registros se in1pone insoslayablemente a ~o sujeto, ~ea neurótico, psicótico o perverso.

A continuación se reseñarán los principales giros que en torno al rna de la idenri~lcación fueron incroducidos en la década de 1970-

;e980. Se comenzará con u11a cita del seminario Aun 13; allí, en rela­ción con la siguiente figura, comcncó:

"¿Pero cuál va a ser su enrollamicnto? Será el de un redondel sin1-ple y de un ocho inrerior, aquel con que si111boliz.:.1111os al sujero -per­miLiendo entonces reconocer en el anillo sirnple, que por cierto se inter­vierte con eJ ocho, el signo del objeco a-, o sea, de la causa por la cual el sujeco se id en ci fica a su deseo".

Si el nudo en forma de ocho interior representa aJ sujeto y el nudo simple -redondel- al objeto a, su articulación es una forma de pre­sentación -la topológica- del fantasma. Este nudo, llamado del fa11-ras111a, escribe lo mismo que el cross-cap. He aquí una de las conexio­n.es anees señaladas entre la topología nodal y la de las superficies. La cn,1 meneada introdt1ce la idea de la identificación del sujeto a su de-seo, proposición que puede considerarse con10 contrapuesta a la del fin del análisis como identificación al analista.

En el seminario R.S.I., clase del 18 de marLo de 1975. rexro estable­cido por J .-A. Miller, en Omicar, n.o.' 2, 3. 4 y 5. afirm6: "Que todo esto esclarezca la práctica del discurso analítico es lo que les dejo para decidir. Yo les propongo como clausura de esca sesión de hoy, esta formulación de la identificación triple tal como Freud la avan7.a. Si hay un Otro real. no está en otra parte que en el nudo n1isn10, y es en eso que no hay ?tro ~cl Otro. Identinquense a lo imaginario de ese Otro real, y esto es la iden­tificación del histérico al deseo del Otro -lo que sucede en el punto cen­tral-. Identifíquense a lo simbólico del Otro real, ustedes tienen encon-

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354 i E1 es~ ps¡coanalirlco

ces la idencificación del rasgo unario. Idencifíquense a lo real del O real, ustedes obcienen lo que he indicado con el Non1bre del Padre d cro d F d d . 1 J "d "fi "ó . , On-C reu cs1gna o que a 1 enu 1cac1 n nene que ver con el an1or"

Un mes más tarde, en el mismo seminario, en la clase ·d 1 15/4/ 197? -misn~a fuence que la cica_ anre~ior-: dice: "Es pues e~ tanco el tnskel l'X-srste que puede haber 1dent1ficac1ón. ¿ldencificación a qué? A lo que es el corazón, el centro del nudo, donde )'a les h situado el lugar del objeto a. Este objeco domina eso de lo que Freu~ hace la tercera posibilidad de idencificación, la de la histérica a] dese del O ero".

0

La redeftnici~1 lac.aniana de esras tres idenrificiciones freudianas, que en e'tevolun1en fueron de.:¡cricas como 11' 12 e1

3, quedaron conectadas

con la copologí:i nodal segtín puede verse en la siguience flgura'5.

1

/ 1; ldenulicaclón histérica .--...!_.,- al deseo del Otro

• 11 • Identificación al padre

AJ terminar esa cla.se soscuvo: "Para volver a Freud, ¿no es excraño que no nos enuncie más que tres identificaciones?; en esas eres está codo lo que hace falca para leer mi nudo borromeo".

En el sen1inario L'insu que sait de l'une-broue s'aik a mourre ( I 976-l 9n), clase del 16/ l l / 1976, arriculó la idencificación al fin del aná­lisis, ~ro de un modo diferente a quienes sostienen la teoría de la iden­c1ficac16n con el analista. Planceó -incerrogaúvamence- si se rraca para el analizante de identificarse con su síntoma.

Capítulo 14· R.S I y los fOCes

En el sen1inario La 1opologla y el tie1npo, clase del S de mayo de l 979, señaló: "L1.s diferencias son cfcctivarncn ce para 1n í aislables, ¿de que rnodo rendir cuencas -en la n1edida en que la incorporación lla-01.td.1 primordial está en la raíz. del supcry6-, de qué n1odo rendir cuen­tas de la dialéctica entre incorporación del significante del Nombre del Padre y la metáfora parerna, rneráfora del significante del Nombre

d )" del Pa re.... . Puede leerse entre líneas que en el n1on1enco de inscripción de la

111cc,ifora paterna l1asca la dcclinJción del complejo de Edipo -y con­siguience cierre del inctu1scicn1c-, la ident ific.1ción p1 in1ari.1 freudia­n:t, al padre en ranco ldeal, se anuda a la idenrificación secundaria. An1bas se ide111ifir11n en l.acan para Íorn1ar una sola idcncificación: la sin1bólica 16•

1ern1inan aquí las considcraci<>ne.s sobre los nudos borron1oo!I, últi­n1a fast'. de la enseñanza t<>pol<Sgica de l.acan. l~I recorrido por cada una <le las etapas ha ofrecido un panoran1a que perrnire ahora, sobre la base de una amplia perspecciva de la n1isn1a, postular la cxiscencia de otros objetivos que van n1:ís all:í de las ar1iculacioncs conceptuales psicoanalíticas realizadas nledianre cales objccos copológicos. Sin duda, la topología en la enseñanza de Lacan apuntaba a precisar las estruc curas en juego en la situación analícica. Pero cabe una prcgunca: ¿no hubo, cal vez, ocras meras rnenos explícitas? L1 dilucidación de esta cuestión será cracada en el anexo 2; anees, en el anexo 1, se harán algu­nas referencias al plano proyectivo .

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382 1 EJ •poat:Y psicoaliafrko

El sujeto trascendental construye al objeto en su objetividad; se: deja impresionar pasivamente por 8 -sensibilidad receptiva- y luego, activamente, lo somete al entendimiento y a la razón. El propio suje­to se modifica en este ejercicio cognoscitivo: se unifica unificando; la unidad de la conciencia acompaña la capacidad unificante (sintetiza­dora) de la razón. Dicho en otros términos, la unidad del sujeto con­diciona la unidad del objeto. Para Kant, esta unidad (Einheit) es una precondición de todo conocimiento. La relación entre el sujeto y el objeto ~n el plano dd conocimiento- áende a intemalizarsc. Se verán en el apartado A.2.9 las críticas de Lacan al respecto.

A.l. 7. Pre y post kantianos

Si se amplía el panorama incluyendo las teorías del conocimiento anteriores al filósofo de Konigsberg, se pueden descubrir algunas ide­as que aparecen en casi todas las concepciones gnoscológicas de aque­lla época: su punto de panida es que el sujeto y el objeto no son C'tmS­

truilÍIJs, sino dados; ademú, afirman que d sujeto aspira a conocer y el objeto está ahí para ser conocido. El sujeto va en busca dd objeto para aprehenderlo; d objeto se ofrece para ser conocido20• Sin embar­go, d objeto no pasa al campo del sujeto; tan sólo lo hace una repre­smt«ión dd mismo. Quedan así constituidos ucs irnbitos:

sujeto - representación • objeto

C-ada uno de éstos es abordado, a su va, por una disciplina cspc~ dfica: psicologfa parad primero. r.coda ele las Np111enllriena (lógi-­ca, filosofía) para la segunda y onrologfa para el tercero. La Verdad ~1110 problema filosófico y~ a definida en cae oontcQQ oomo adecuación entre la rcprcscntacióA y au objero.

Pva completar~ eaquenWia Yi96a cid ptobleiM por R'I. po­lc. la ániaa posible, dadas lu limitadonsde _,me ,, 1e ..... que. 19\a a cu'1 de los polos sea amrt1•m1 la .rcpnseJt1fllCióa. o11ialadt JllO

t6lo ~n ~·~o ejerciendo .telmuaacdiaria 'ª ..--.w.a.t nominalismo o ba al~ Se atdact.-..,...._ a.1rn1 durante los veinticince ctp»••·iMNtrie dela filá.& ,.&t.t.MP

Anexo 2: Teoria del conoamiento, copoqia y palalantftlJ ..__. I 383

ca. La posición realista consiste en la aproximación -y hasta en la coa­lcscencia- de la representación y el objeto, de manera tal que d signo queda conceptualizado como d nombre de la cosa. La representación se superpone, punto por punto, con el referente y es "pulcra", perfec­ta. Toda reflexión sobre la estructura y funcionamiento de los signos resulta, en este contexto, superflua. El nominalismo, en cambio, acer­ca la representación al polo sujeto. Considera la representación como dependiente del sujeto y relativamente independiente del referente inmediato. El acto de representar implica la construcción de un sig­nificado propio para el sujeto y el signo así creado es, en cierta medi­da, opaco respecto de la cosa. Dentro de la perspectiva nominalista se abre la posibilidad de reflexionar sobre el modus operandi de los

• signos.

Se puede complementar esta revisión filosófica sintética con la pers­pectiva psicoanalítica. Se utilizar~. para tales fines, una cita de Freud de su articulo La negación (1925)21 : "La oposición entre subjetivo y objetivo no se da desde d comienzo. Sólo se establece porque el pen­sar tiene la capacidad de volver a hacer presente, reproduciéndolo en la representación, algo que una vez fue percibido, para lo cual no hace falta que d objeto siga estando ahí afuera. FJ fm primero y más inme­diato dd examen de realidad [de objetividad] no a, por lo tanto, hallar en la percepción objetiva [real] un objeto que corresponda a lo rcpre· sentado, sino remcontrt1rlo, convencerse de que todavía está ahí. Ocra conuibución al divorcio entre lo subjetivo y lo objetivo ea pratada por una diversa capacidad de la facultad de pensar. No siempre, al rcprcr ducirse la percepción en la representación. se la repite con fidelidad; puede resulw modificada por~ alteraciones por conwni­naciona de difercntea elemcn~ iEl c:u•o de la realidad tiene 'l\K (;()Duola,r auoogs el a'a~d4. tala clclfiP"'fÍones".

Si para lu teorfu pGMOtdticM conoer es, descriptivamence baw.ado, el aaoperel-1a 1t••.._.al objeGD. la pn:gun111 .- iaaatd*-••1U9 •~·-·...,•trata? lOdl es él su;. •q11.e h • • eli ~ flWll~PJioológico, el tnk4ft­-...,,.nnao. Cll.......,, el het;d' ._-,.Ndc.ade Dewitef

¿Qu4~~a~aar• ·~·:,~,.:..._ ....... clci ........ ~ ....... leáC"1I"'w•4 ..... .....

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3 90 \ El MpoclO pslcoonoliuco

represión. Ren1011on1r supone el levantamiento de la misma con la con­siguiente en1crgencia de recuer<los: el pasado se hace presente, pero se conserva la noción de distancia temporal con aquello que vuelve a la cons­ciencia. Pero también está la mcn1oria del Agierm, que trae el pasado al presente e~ acto •. con sensación de actualidad: pasado y presente, todo-en-el-m1smo-1nstantc34• La paradoja se instala: sobre el tiempo más o n1enos acelerado de la consciencia actúa la inercia impuesta por los deseos inconscientes -esos caminos abiertos de una vez y para siem­pre, según Freud- y el fervor de la compulsión a la repetición.

La cura analítica es el lugar donde el analizance hace la experien­cia de los tiernpos propios del inconsciente y del espacio que le es soli­dario35. Allí comprueba también cómo el presente puede incidir sobre el pasaJo, vía resignificaci6n}6• Y también sobre el fi.1curo, cu.1ndo algu­nos anacroni!>n1os dejan de existir.

A esta herencia frcudiana cabe sun1arle las aportaciones dt: l..acan: su insisrcncia en sustituir el tien1po cronológico por los tiempos lógi­cos (véase infra) y el haber llevado a primer plano el apres-roup, para operar conscancernente con él. Asi1nismo, La.can ha sabido puntuar con claridad las diferencias encre historia y pasado: la historia no~ para él el pasado; la historia es, más bien, el pasado hiscori:z.ado en el presente. J>rofundizó la ruptura con las coordenadas ten1porales habí­tuale!> que ya había comenzado el vienés. En Funrión y ca1npo de la palabra y del lenguaje m psrroan1ilisis (1953)37 escribió: "Es que no se traca para Frcud ni de memoria biológica, ni de su rniscificación intui­c.1011isca, ni de la paramnesia del síntoma, sino de ren1cn1oración, es decir, ele hisloria, que hace descansar sobre el único fiel de las cerri­durnbres de fecha la balanza en las que las conjeruras sobre el pasado hacen oscilar las pron1:=sas del fue uro". Más adelante, en el misrno artículo,

• • sosruvo: "Lo que enseñarnos al sujeto a reconocer como su 1nconsc1ence es su histori,1; es decir, que le ayudan1os a perfeccionar la hiscori1.ación

• • • actual de los hechos que deccrn1inaron ya en su ex1stenc1a un c1crco nún1ero <le 'vuelcos' hiscóricos''.38• Con esca forma de restitución del pasado se abre la función del rien1po en la reali1..ación del sujeto.

El cenia Jet iiernpo fue también abordado en el seminario Los tttll· tro conceptos fi1nda1nentales del psiroanálisis ( 1964). Después de pro­poner el 111odelo de la nasa para el inconscienre, ésre fue cratado en cér· minos de pulsar-iones rnnporales39•

• Anexo 2· Teorio del conocim1eri10, topo/oglo y ps1coonot1s1s lacan10no f 3 9 J'

En Problm1as m1ciales p1tra el psiroanálisis ( 1964-1965), l..acan plan­ce6 la articulación de la botella de Klein con los tres tiempos lógicos: el instante de ver, el tiempo para comprender y el mornento de con­cluir. Estos tiempos son, asim1sn10, las coordenadas del Ocro, Otro como lugar y Otro como compañero del lengua1e. "Ese campo del Otro se inscribe en eso que yo llamaría las coordenadas cartesianas, una suerle de esp:1cio de tres dimensiones, pero, de tal n1anera, que no se traca ya del espacio sino del tiernpo"40• l~te párrafo anticipa un anu­d.1miento complejo del tiempo y del espacio que Lacan abordó. años rnis carde, en sus sen1in:1rios R.S. l. ( 197411975) y Topología y rinnpo ( 1978-1979). Vearno~ en qué consisce

Si bien e~ca ligazón <lel tie1npo y el espacio no es una idea original Je L'lcan -Einstein, por ejen1plo, ya lo había pose u lado-, lo nuevo de la propuesta del psicoanalista fue eludir c,1nto la cspacializ~c1ón Jel 1ien1po como la cen1poralizacicSn del e~pacio, ba.:..1d:is en un rien1po lineal y en un espacio euclídeo. t\I psico.111,ílisis no le intcrcs:i c~pe­cialmente el tiempo de la fí~ica y el e.spacio de la geon1ecría. Lo que Laca.n postuló fue una doble articulación: a) la de lo:. tiempos 16gicos y los tiempos del inconscience con un espacio topológico. )' b) la de codo ese conjunto con el Orro. Se cracarfa, si así puede detirse, d~ la e~pacializ.ación de la relación ren1poral del su1eto al Otro; forn1ula~1ón que condensa los significados que cada uno de esos cuatro términos tiene en psicoanálisis.

l.acan aprovechó para t;1les mcne~teres las propiedades_ de la bote­lla de Klcin, versión copológica del inconsciente y superficie en que se articula el sujeto con el Ocro, para realiuir los dos anudan1iencos .-eña­lados. La continuidad entre interior)' exterior -propiedad fundamen~al de esce objeto copológico- posibilit.1 dicho anuda1nien10 entre el su¡e-

ro y el Otro41 . En R.S.I. ( 19i4-1975) forn111la una idc<t harto r11isrcriosa: "el tien1-

po son los tirones del nudo". A pesar de lo críptico de c.sta f?rmula­ción puede percibirse una relación entre el ticrnpo y la ropolog1a nodal.

• 1 • . • • 4 2 El tiempo, dijo. es un cfccco de la estruccura copo og1ca : .

De Topología y tiernpo ( 1978-1979) se deduce la.~r11culación de d · 1 · 1ario La idea fue .1vanz.a-an1bos elementos que an ttCU o a c~ce '.em11' . · · . .

da en los párrafos anteriores: la ropolog1a )'el t1crnpo csiá•: ltg.tdoRs en • e: avés ·le los 1 res registros. CC"-la teoría lacan1ana; especír1ca111cnte. a cr l • ·

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394 1 D cspooo ps1coonol1Cico

~ \1ecs..hJu"cr. 11 J Je, op r11. p. 192. \ ()(1 <IZ(', (,, flf 111, p 41.

f n p1g1n t 1n1rrior 5 5<' h.in Kfl.1lado las d1fcrcnc1u íuncbment1IC$ < nuc lúnt v eu,¡ c.orncnte dd pc1u.1m1en10 iilosófico.

1 Ndly Schn:111h, t.irso de filosofía, prirner semestre de 2002 8 Op.. 01 • r ~ 1

l loy se d1rb que los llmnc:\ dd conocim1en10 no son s6lo los dd sujeto, sino, y t.iml: ~

los de l.1 propu rc.ihdJcl, btil no puede ser dd1;iun1Y.1cU por d conoc1m1ento uemprc qu J;ir.i ¡1(go por .. onoccr; Cl 1ndcÍcct1hlc el surgimiento de nu~.u 1gnor.in'-u... I si.is 1dc-.1\, prcdon11nJntes tn l.1 gnoseolog{;i prc:k.tnu.tn.t, cx1src:n t.imbu~n en el po.dun n5mo . .iunque se: b\ rncon1r.1r;1 c.on menos frccucno.a

11 ()(1\1 . XIX, p . .255. 11 ~e rc1on1.1r.i ;i coP11nu.u:16n un tC'rnl ya ahordJdo al comienzo del upnulo 8 11 Est~ 11nplfc110 <'n CjlC' p4rr.ifo la d1~11nci6n que Uicn introdu¡o entre rc.il y n:-.iluhd. c.on1o

~l 1Jr11h1én el proccs.11n1ento del prirncro mc:J13nre lo simbólico y lo imlg1n:ano 14 ÚTJ visión 4¡uc at.1ban1os de cxplic11;1r se contrapQne. por un lado, a las t~1s del 1dt";alis·

mo). por 01r11. :a l:u tld m 11cri.1l1sn10 mcc..inic1sta. Al primero le: rebate su Vls16n de la re:1 l1J,11I er11m1d1d;i co1110 pro<l¡1._to 41c li.~ u lea~ del su1c1•). Al segundo le cu~uon:a su rnenos· precio del papd cjuc 1uegJ lo ~11h¡c11vo en el A.\1m1en10 de lJ rcal1dJd y, 11de1ná$, el ser rac10 a encender que l.1 pu1;1 111atc11;ili1Lld de lo5 objc-tos reales queda 1nsosl;l\ablemcn1e rc:cu­brcria por las 111vC's11du11s psf,111ic.1s c¡uc el sujete• rc::ilru sobre 61os Lo real y ¡;un .lltu.i·

hdad deviene, 1nv:in:1blcrnen1c re.al1d al suh¡e11v:1d.1 lS ~" cn1plc:11 i1qu! la palabra rra1ufr"11cu1 en un sentido cs1ncto y amplio a IJ \C'l Ln que

hab1tualn1c:nte ll.1m.11nos trnn~fercnc1.i en la prJcti...1 dfn1u y cuyo manc¡o C$t4 en d 'en­tro de todo ps1connJlis1s e~. en rc-.ll1dad, el rtcorti:. el <1islJm1cnto de algo que K product' siempre -nJtural y csponcjneamenu:-cn cu.1lqu1cr rc~ción humana, desde los mis rcm<>-1os uen1pos. , dc<idc que IJ hurn.1n1d:id cx1s1c:. bst.as redes tr.ansfercnc.1.llc.<; wn un 1nv1s1 bles o r.in habituales que: p.as:an dc:sapc:rc.ib1d.is. fun: tem:i fue trat:ado extensamente en d ap1tulo 11.

16 K.tnt, preocupado por el conodmien10 ligado a 1.1 c.iencia, fund.tmt"nu los aspectos objc· tivos y uni\·ers.iles de la pcrcepc16n, a Frtud, t'n cambio, le: 1nte~ el cu:lcter singul;ar y subjetivo de la n1isma. No sólo el pstcoanilisis scÍlala estas pc:cul1aridadcs de la per~pc16n Son p:aruc.ul;ar· mente clocuc111cs los 1rab:i1os <lt' filósofos como Husserl, cspcc1:aln1cntc: en Mrd11ar10-11r1 cnrtrs111nas y de ~1erle1u-l'onty, en su y;i d.ísita Fr11omrno/qgía ¿, l.z P''rtpttdn T.tl v1:1. el apone <liferenc1al <lel ps1coan:llisis p~ por subrayar los aspcc1os 1nconsacntes de la sub¡ctividad c¡uc enrran en ¡ucgo en las pcn::cpcioncs t"n gt"neral >"en la capt.:tetón de la rt"ahd.1d, en p;11t1c11lar. V~ase r~pccto de este punto el cnsa)'O frcud1Jnn antes citado: Ú1 11~11c1ón

14 En el Cl~o <le {¡uc el ob¡eto 5("'.l otro sujeto, los lazos libidinales se hacen aún más con1plc­jos, )'l que ~on a doble vía. se entrccruz.an.

,., En algunas oca.s1onc.s se ha preferido USJr en su lengua orrgin:al este neologismo crc:ido por d p 1coanal1~1a francés. Al 1r.aduc1rla al c:astellano, como habnw.lmcnte se hace, por tl1cho· mansiones, St' p1Crde IJ homofunía que tiene en francés, lt"ngua en la que rc:sutna como; rnans16n'C1) del dichn, rc.s1denc1a(s) dcJ dícho. ere. Lacan comenzó a urih7..trlo a partir de

.....

Anexo 2. Teoría del conoom1ento, topologlo y pslcoondlM laCOflJQflO 1 3 95

1972 y fue oir;a mancr;i de 10\lStlr en que .iJ 1ncon54.1en1e 5C lo .tburd.1 a p;¡n,1 de los cLchos del 1nal1unte No h.1y 1nconsc1cntc: sino a par11r del dicho• (scrn1narir> Aun)

lL Convi•ne tener prn<"nte que ti u!rm1no 1111rro no opera ton la mi.smJ ugn1fiuc.16n en¡¡ ll

y 01r;i teorla cxuten 1un.inti.ilcs d1ferenc1.t.\ entre d su1c10 (;ian1ano y tl truccndcnul k.tnuano. El primero ha 1ado conJ1.1n1emcnrc al11d1do a lo largo de es1.1 obr.i, rapcct'D dcl suicto trn-.cndt"nral se puede <k.;r que no es n1 d 1nd1\'1duo ni d iu¡eto emptnc.o, prro que l'1t:i prcicnte en 1od1 penan~ c:n r:antn 1er r1,1onal (An rebc.1ón .i los /1 pniiri wbc decir que no es un asunto de pna 1mponJn<.1l parJ los ps1COJnal .. w Las prcgunt.15 sobre l.is c.uq;orfas con las que se C:"-llc.ha el mJtcrul de los pa-.1~ntei vudvt"n un.i )' 01r1 ~Cl­Rc1li1.ad1 en un contnto de atención ílot.intc:, l.i C\Cu,ha cst.i sin dud.i- sobrcdcterm1 nad.i; entre los f:a~tor~ c¡uC' 1nterv1cnc:n c.,¡bc c11.1r l.u tcorf.u que 101 ~nal~tJS h.tn hecho suyas tConli¡;ur.in ést.JS un n priori rn la rccc:pc.ión del matcrul cl!n1to por pane del aiu­

Hs1.1 >

ll Véase suprn. úlum.1 parte del apan.1clo A.2 6 Jl ¡: n Escnt(lf. 11p. rtt., 1nn10 11, p. ?7 •J 1 -D. Nas10 señ'11.i en CnJJs r11p . .Altu11a1ttJ1111r11rn(l11J1f'6nca1, op. c11 .. que b 1n1u1~1ón es,

pc~c a iodo, irrcduccílilc. E.s 1mpos1blc exp11ls;iil.1 de nucstl'll d1sapl1na )'•por lo 1an11), es n1cjl)r 1ran,forrnar !.is condic1one~ 111h¡c11v,1s de las i.¡ue e111crgr. corno p1r;i poder c~1n1.1r con una intuición rcni1\~1da L.l u"' de las ar 11iic1os topol6gico' puede servir, srgun Nas10, par.a tales efectos Ls1J ll11ca de argun1e11111~1611 es tC'tomad1 en J.rsJtUX dt Ú1ul'l'(19B7),

Pp ,-,,, tercera parte. H \'éase el capitulo 11, apartadns 11 2 y 1jltin11 pirte: del 11 4 J\ V6sl" en d capítulo 3, upan.ulos 3 7 y ~1¡;1.11e111C\, Lu cons1dtrac1oncs sohrc d c~p~c10 ana-

lítico . .1<i L~s li1cra1os. como siempre, SJben rcílr1ar opltnd1d.an1ente C\t:lS cuesuones Cl1 Todos bis

ayrrts "" surño ~bsérvcsc 1.u rc:.sonanc1;u del 1!tulo c.on las cucsuonC\ que si: csdn expc>­n1en<lo en este apartado- J. 1 Horgcs escribió: ~l·I pasado rs arL1lb que d prCSl'nte bbr;i

a su antOJO. ln1crrn1nablc:mcnte·

" EsmtM /, op. ''' . p 77. l& Ibídem, p. 82. '' Vbsc el c:ipítulo J, :ap:in.1do 3 2. 40 Clase del 13 de enero de 1965. 41 V6:ansc los capilulos 8 y 9 41 l·n t.1nto el ohjc11vn e\ mostrar cómo lun sido subverud;u l.is nociones u.iJ1c1on1le!\ > l.u

k.inuanas de espacio-tiempo y, a la p:tr, enunc.1:ar bs 1dt:1s principales de Lac..in respcc.to de esas c.ucgorías, no se daarrollanl. lo descrito 5in1é11c.in1en1e e11 t"ilC .1partad~ En lo que respecta a cst.1 forrnulJctón en concrc10 - .. d 1ic1npo son los tirones dd nudo - se n:mne ¡¡ Alcm~n. J, y Larricra, 5. (2001), op. r11 .. pp l 71 y ss., c:n l.u que: ¡1horJJn este iUUnto a iravb de un estudio prc:v10 de El srr y rl 11r1npo Je ~l. f·lc1deggcr, en co110:16n c1•n l.i -.on­

ccpción del ricmpo postulada t'll la obra del lil1Ssofu í:.. 'I rf;u,

4) Vbst: el c01pítulo 3, apartados 3.8 y 3 ')

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