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El Gran Gigante Bonachón AUTOR: María Elena Islas Martínez y Javier Ortiz Flores DIRIGIDO A: Niños de 8 a 10 años DURACIÓN: 5 sesiones de 120 minutos El que no cree en la magia nunca la encontraráRoald Dahl Introducción El 13 de septiembre de 2016 se celebraron los cien años del nacimiento de Roald Dahl, aventurero, piloto aviador en la segunda guerra mundial, inventor y diplomático quien se convertiría a la postre en un prolífico y polifacético autor británico de ascendencia noruega. En 1942 el novelista norteamericano C. S. Forester le pidió unas anécdotas sobre sus experiencias como piloto aviador, Dahl escribió Un pedazo de torta y con este artículo inició su ascendente carrera como escritor. En 1943 a petición de Walt Disney escribió Los gremlins, en el que se cuenta la historia de pequeñas criaturas que saboteaban, en venganza, los aviones de la Fuerza Aérea Británica, porque para construir la fábrica donde se armaban las naves destruyeron el bosque que era su hogar. Este libro fue encargado para una

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El Gran Gigante Bonachón

AUTOR: María Elena Islas Martínez y Javier Ortiz Flores

DIRIGIDO A: Niños de 8 a 10 años

DURACIÓN: 5 sesiones de 120 minutos

“El que no cree en la magia nunca la encontrará”

Roald Dahl

Introducción

El 13 de septiembre de 2016 se celebraron los cien años del nacimiento de Roald

Dahl, aventurero, piloto aviador en la segunda guerra mundial, inventor y

diplomático quien se convertiría a la postre en un prolífico y polifacético

autor británico de ascendencia noruega.

En 1942 el novelista norteamericano C. S. Forester le pidió unas anécdotas sobre

sus experiencias como piloto aviador, Dahl escribió Un pedazo de torta y con este

artículo inició su ascendente carrera como escritor.

En 1943 a petición de Walt Disney escribió Los gremlins, en el que se cuenta la

historia de pequeñas criaturas que saboteaban, en venganza, los aviones de la

Fuerza Aérea Británica, porque para construir la fábrica donde se armaban las

naves destruyeron el bosque que era su hogar. Este libro fue encargado para una

película que nunca hizo Disney. Sin embargo la idea fue retomada y el 8 de junio de

1984, bajo la producción de Steven Spielberg se estrenó la película.

James y el melocotón gigante (1961) es su primer libro infantil. Aunque su obra más

exitosa es Charlie y la fábrica de Chocolate, la novela juvenil que lo dio a conocer

en todo el mundo, la cual se tradujo a 32 idiomas y se realizaron dos películas. Así

se sumaron otros títulos importantes que fueron llevados a la pantalla grande como:

El superzorro, Las brujas y Matilda, que cuenta la historia de una niña enamorada

de los libros.

Otros títulos de esta autor son: Charlie y el ascensor de cristal, Los cretinos, las

novelas: Boy, relatos de la infancia y Volando (autobiográficos), y Los Mimpis y Agu

Trot. Estos dos últimos, publicados postmortem.

Mención aparte merece, El gran gigante bonachón, cuyo personaje es considerado

su alter ego, Roald Dahl dedica esta obra a su hija Olivia, quien murió a los 7 años

de edad. En julio de 2016 Steven Spielberg estrenó “Mi amigo el gigante” película

adaptada de este relato.

Este autor, quien a lo largo de su trayectoria ha logrado unir a diferentes

generaciones a través de su obra, consiguió el triunfo literario gracias a la ironía, el

humor negro y/o macabro, lo mágico, así como a sus finales inesperados y a sus

personajes traviesos, divertidos, irreverentes o excéntricos que, generalmente,

cuestionan la autoridad.

Del porqué describe en sus obras a los personajes adultos como meros cretinos, él

mimso comentó: “Considero que los niños son seres semi-civilizados. Al nacer se

están por civilizar, cuando llegan a los 12 o 15 años ya se les han enseñado

modales: a no comer con los dedos, a ser limpios, a vestirse adecuadamente. Un

montón de cosas que en realidad no quieren hacer, que no les gustan.

Subconscientemente, los niños odian ser civilizados. Y la gente que les obliga a

hacer esas cosas que no les gustan son los padres. Sobre todo la madre. Más

adelante son los padres y los maestros. A los niños no les gustan estos adultos y

yo uso esto en muchos de mis libros. Se trata de dejar en ridículo a los adultos

¿sabe usted? Es algo inofensivo pero a los niños les encanta."

Roald Dahl "uno de los grandes contadores de historias para niños del siglo 20"

murió el 23 de noviembre de 1990 y dejó al mundo un legado de 19 libros para

niños, varios cuentos cortos para adultos, dos series de memorias autobiográficas,

y numerosos guiones para cine y televisión.

Objetivos

Este taller pretende que los participantes conozcan la vida y obra de Roald Dahl y

disfruten con sus divertidos, extravagantes y sorprendentes relatos infantiles. Así

como estimular su imaginación y ejercitar sus habilidades de escritura a partir de los

textos del autor.

Requerimientos

Lápices

Cartón reciclado

Pegamento blanco

Hojas tamaño carta

Tijeras

Colores de madera o crayones de cera

Sesión 1

El gran gigante bonachón

Da la bienvenida al grupo y realiza la actividad de presentación Bingo loco, para lo

cual los participantes estarán de pie en un espacio amplio, le darás a cada niño un

tablero de lotería (anexo 1) y un lápiz. Explica que el tablero tiene nueve preguntas,

que deben leer con atención y resolver con ayuda de sus compañeros, por lo que

deambularán entre ellos e irán completando las casillas. El primero en completar

una línea vertical, horizontal o diagonal deberá decir ¡bingo¡ y el primero en

completar el tablero hará lo mismo. Dándose por terminado el juego en ese

momento, si consideras necesario puedes dar algunos minutos más, para que todos

puedan completar las casillas restantes.

Organiza al grupo en un círculo y solicita a los niños que seleccionen una pregunta

para que compartan su respuesta con los demás.

Previo al taller monta una exposición bibliográfica con textos o en caso de no contar

con ellos con las portadas de los libros de este autor y prepara un cartel con

imágenes de los personajes más representativos de la obra de Roald Dahl (anexo

2). Muéstralo al grupo y pregunta sí conocen a alguno, dónde lo han visto, si han

leído el libro o visto la película y qué les gustó o sorprendió de él, una vez terminada

está ronda de comentarios, comparte datos biográficos relevantes de este escritor.

Comenta que en este taller además de conocer textos de Roald Dahl, van a

divertirse con algunos juegos de mesa y a jugar a ser escritores por lo que realizarán

diferentes ejercicios escritos que conformará un Libro de ideas. El autor contaba

con uno y en él solía escribir frases, guardar imágenes, escenarios o personajes a

desarrollar para próximas obras. En este taller quedará como un archivo de

evidencias del trabajo realizado.

Actividad creativa Elabora un libro o carpeta de ideas, en él se guardarán día a día los trabajos de escritura que se proponen en cada sesión: para realizar esta manualidad es necesario que tomes en cuenta el material con el que dispones, aquí te dejamos algunas sugerencias para que cada niño haga el suyo.

Puede ser de cartón, hojas y argollas Foamy

Folder, con broche y hojas Cartulina en biombo

Tela Fieltro

Informa al grupo que Roald Dahl dejó los siguientes consejos para todos aquellos que quieren escribir, léelos y coméntalos junto con ellos para motivarlos muestra el cartel (previamente realizado, el cual estará en un lugar visible durante todo el taller).

Los siete consejos de Roald Dahl

1.- Tienes que tener una gran imaginación.

2.- Debes ser capaz de escribir bien. Para ello tienes que hacer posible que una escena se convierta en real en la mente del lector.

3.- Tienes que tener aguante. En otras palabras, tienes que ser capaz de apegarte y nunca dejarlo, hora tras hora, día tras día, semana tras semana y mes tras mes.

4.- Debes ser perfeccionista. Lo que significa que nunca estarás satisfecho con lo que escribes hasta que no lo hayas reescrito una vez tras otra, haciéndolo tan bueno como seas capaz.

5.- Tienes que tener una férrea autodisciplina. Estás trabajando solo. No eres empleado de nadie ni nadie te va a despedir si no apareces en el trabajo o va a marcar la casilla correspondiente si empiezas con pocas ganas.

6.- Ayuda mucho tener sentido del humor. No es vital cuando se escribe para adultos, pero para los niños, es vital.

7.- Debes tener un grado de humildad. El escritor que cree que su trabajo es maravilloso tendrá problemas.

Actividad de lectura

Muestra el personaje de El Gran Gigante Bonachón y anticipa a los niños que de

este título vas a compartir el capítulo GGB, que lo describe; comenta que además

es el nombre que recibe el taller porque el protagonista es considerado el álter ego

del autor y porque él es "uno de los grandes contadores de historias para niños del

siglo 20". Además, este libro lo dedicó a su hija Olivia, quién murió de una

enfermedad a los siete años y que nunca dejó de amar.

EL GGB

El gigante agarró a la temblorosa Sofía con una mano y la dejó sobre la mesa. «¡Ahora me comerá!», repitió la niña. El gigantón se sentó en la silla y contempló a Sofía. Sus orejas eran de un tamaño extraordinario. Cada una tenía las dimensiones de una rueda de camión, y su dueño parecía poder moverlas hacia dentro y hacia fuera, según quisiese. –¡Yo es hambriento! –bramó el gigante, y al esbozar una horrible sonrisa enseñó unos dientes grandotes y cuadrados. Los tenía muy blancos y muy iguales, y puestos en su boca parecían tremendas rebanadas de pan de molde. –¡P… por favor, no me comas! –balbuceó la pobre Sofía. El gigante soltó una carcajada atronadora. –¡Justamente, por ser un gingante, ya crees que yo es un antofófago! –voceó–. Pero tienes razón, porque todos los gingantes es antofófagos y asesinos, ¡sí! Y poden devorar a un pequeño guisante humano. ¡Aquí, nosotros es en el País

de los Gingantes! Por todas partes hay gingantes. Ahí fuera, cerca, vive el famoso gingante Ronchahuesos. Y ese gingante se zampa cada noche dos de esos guisantes humanos, tan timblorosas, para cenar. ¡Huy, qué ruido hace! El «crac-crac-crac» de Ronchahuesos se oye… ¡bueno!, en muchas lenguas a la redonda… –¡Qué horror! –exclamo Sofía. –Ronchahuesos sólo come guisantes humanos de Turquía –prosiguió el gigante–. Cada noche, Ronchahuesos corre a Turquía para tragarse un par de turcos. Cosa curiosa, aquellas palabras despertaron el sentido patriótico de Sofía, y ésta dijo enfadada:

–¿Por qué tiene que preferor a los turcos? ¡Qué tienen de malo los ingleses? –El gingante Ronchahuesos opina que los turcos son mucho más jugosos y

supercaldisustanciosos. Ronchahuesos dice que los guisantes humanos turcos tienen un gustillo muuuuuy bueno. Dice que… que los turcos de Turquía saben a pavo.

–¡Ah…! –contestó la niña, desconcertada. –¿No lo sabías? ¡Cada guisante humano tiene un gusto diferente! Unos son

supercaldisustanciosos. Otros, pringuichurrichientos. Los griegos son todos llenos de pringuichurrichientería. Ningún gingante come griegos.

–¿Por qué no? –preguntó Sofía. –Ay, porque los griegos de Grecia saben mucho a grasa –respondió el

gigante. –Es posible –admintió Sofía.

Se preguntaba ella, con cierto temor, a dónde conduciría aquella conversación sobre el sabor que tenían las distintas personas. De cualquier manera, no le quedaba más remedio que seguirle el juego al gigante y reír con sus bromas.

Pero… ¿se trataba de bromas, en realidad? Quizá aquel enorme bruto no hacía más que abrirse el apetito, con tanto hablar de comida.

–Como dicía –continuó el gigante–, los guisantes humanos tienen sabores

diferentes. Por ejemplo, los de Panamá saben mucho a sombrero. –¿Por qué a sombrero? –inquirió Sofía. –Tú no es muy lista –señaló el gigante, al mismo tiempo que movía las

orejotas–. Yo creía que todos los guisantes humanos son llenos de sesos, pero tu cabeza es más vacía que… que un canasto sin nada dentro.

–¿A ti te gusta la verdura? –se atrevió a preguntar Sofía, confiando desviar la conversación hacia un tipo de alimento menos peligroso.

–¡Tú quieres cambiar de tema! –protestó el gigante–. Hablábamos del gusto

de los guisantes humanos, y era muy interesentante, ¿no? ¡El guisante humano no es una verdura!

–¡Pero los guisantes sí que lo son! –declaró Sofía. –¡No el guisante humano! –insistió el gigante–. El humano tiene dos patas, y

las verduras no tienen patas de ninguna clase.

Sofía no discutió más. Nada le convenía menos que disgustar al gigante. –El guisante humano –siguió aquel ser enorme– puede tener pillones de

gustos. Por ejemplo, los guisantes humanos de Gales saben muy pescadosamente a pescado.

–Ah, ya… –dijo Sofía–. Será porque… –¡No me vengas con interrupciciones! –la riñó el gigante–. Te pondré otro

ejemplo. Los guisantes humanos de Jersey producen un desengardable cosquilleo de lana en la luenga. Y saben a…

–¡A jersey, claro! –le cortó Sofía. –¡Como vuelvas a meterte en lo que digo…! –rugió el gigante–. ¡No lo hagas!

Es un asunto muy serio e interesentante. ¿Puedo continuar? –Sí hazlo –respondió Sofía.

–Los daneses de Dinamarca saben a perro porque tienen gusto a labradores! –Entonces… ¿a qué sabe la gente de Labrador? –¡A daneses! –exclamó el gigante, con aire de triunfo–. ¡A grandes daneses! –¿No te confundes? –indicó Sofía, no sin cuidado. –Yo es un gingante un poco confundido, sí –reconoció el coloso–. Pero hago lo que puedo. Y hago muchas menos locuras que los demás gingantes. Conozco a uno que cada día galopa a Wellington en busca de la cena. –¿A Wellington? –repitió Sofía–. ¿Dónde está eso? –¡Tienes la cabeza llena de moscas despachurradas! –dijo el gigante–. Wellington está en Nueva Zelanda. Los guisantes humanos de Wellington tienen un gusto supercaldisustancioso, según asegura el gingante que los come.

–Y… y… ¿a qué saben? –preguntó Sofía.

–A botas –contestó el gigante. –¡Ah, ya, claro! –dijo la niña–. Debería haberlo sabido. Sofía decidió que aquella conversación ya había durado bastante. Si iba a ser

devorada, era mejor que todo sucediera rápidamente, ya que no había quien resistiera tanta angustia.

–¿Y qué clase de seres humanos comes tú? –inquirió temblorosa. –¿Yo? –gritó el gigante, y su poderosa voz hizo que todos los tarros

entrechocaran en sus estantes–. ¿Yo devorar guisantes humanos? ¡Jamás! Los demás sí que lo hacen. Devoran cada noche todos lo que pescan, ¡pero no yo! Yo soy un gingante especial. ¡Un gingante bueno y amabiloso!, que se dedica a repartir buenos sueños. El único gingante bueno y amabiloso de todo el País de los Gingantes. Soy el GRAN GIGANTE BONACHÓN. Y ¿cuál es tuyo nombre?

–Me llamo Sofía –contestó la niña, casi incapaz de creer la maravillosa noticia

que acababa de oír.

A continuación pregunta a los niños su opinión sobre este fragmento y si pudieran repartir sueños con el gigante bonachón, ¿A quién le regalarían uno y cómo sería ese sueño? Entrega a cada niño una hoja y un lápiz y pide que lo escriban o dibujen, dales el tiempo necesario para concluir su trabajo, solicita que algunos lo compartan y posteriormente, lo guarden en su libro de ideas. Para concluir la sesión organiza equipos y reparte el memorama de los libros de

Roald Dahl para que lo jueguen. Dirígete a la siguiente liga para obtener el archivo

pdf del juego https://plus.google.com/116235707205742606340/posts/YLYLLGNFx5A.

Considera durante el mismo, leer una reseña del libro cuando hayan hecho un par. Al término del juego, despide al grupo y mantén la expectativa hacia la siguiente sesión, en la que se hablará del mundo muy particular de Dahl, con respecto a los dulces y golosinas.

Sesión 2

Charlie y la fábrica de chocolate

Actividad creativa

Uno de los libros más reconocidos de Dahl, es sin duda, Charlie y la fábrica de

chocolate. Toma la tarjeta del memorama con la imagen del libro o la del cartel e

ilustra al grupo con una reseña del texto o puedes leer un capítulo de la novela. Al

terminar, pide a los niños que imaginen ser candidatos para visitar la fábrica de

chocolate de Willie Wonka, pero para conseguir el preciado Boleto dorado (Golden

Ticket), que les permita esta visita, deben crear un dulce, ¿Qué ingredientes llevaría

y que nombre le darían? por ejemplo, los caramelos de INFLAMOFLETES, eran los

preferidos del autor cuando niño.

Da un tiempo para que en una tarjeta tamaño media carta (que emule el boleto

dorado ganador, que les da entrada a los niños a la fábrica de chocolate), En el

anverso llevará los datos del Boleto ganador, como se indica en el ejemplo y en el

reverso, cada niño describa su creación: qué ingredientes lo conforman, qué nombre

le dan y el diseño de su envoltura. Al terminar, pide que expongan sus trabajos y

después que lo anexen en su Libro de ideas.

Actividad de lectura

A cada acción corresponde una reacción, así en Charlie… los personajes infantiles

sufren la consecuencia de un acto previo, tal es el caso de Mike Tevé. Surgen los

Oompa Loompas, que a través de la lírica resumen los hechos. Divide al grupo en

cuatro equipos y reparte la canción de Mike Tevé es enviado por televisión, para

que la expongan en voz alta. Cada equipo presentará un fragmento del texto y

tendrán la libertad de dar el ritmo y estilo de canción que consideren adecuado.

Mike Tevé es enviado por televisión

Hemos aprendido algo primordial, algo que a los niños les hace mucho mal, y eso es que en el mundo no haya nada peor que sentarles frente a un televisor. De hecho, sería muy recomendable suprimir del todo ese trasto abominable. En todas las casas que hemos visitado así a los pequeños hemos encontrado: absortos, dormidos, casi idiotizados, mirando la tele como hipnotizados, con los ojos fijos en esa pantalla hasta que sus órbitas parece que estallan. (Ayer vimos algo que aterra y asombra: seis pares de ojos rodar por la alfombra.) Sentados mirando, mirando sentados, parecen de veras estar hechizados. Borrachos de imágenes, ahítos de ruido, ciegos y atontados y reblandecidos. Oh, sí, ya sabemos que les entretiene y que por lo menos quietos les mantiene. No gritan, no lloran, no brincan, no juegan, no saltan ni corren, tampoco se pegan. A usted eso le da mucha tranquilidad, es libre de hacer muchas cosas, ¿verdad? Mas yo le pregunto: ¿ha pensado un momento para qué le sirve a su hijo este invento? ¡LE PUDRE TODAS LAS IDEAS! ¡MATA SU IMAGINACIÓN! ¡HACE QUE EN NADA, NADA CREA! ¡DESTRUYE TODA SU ILUSIÓN! SU POBRE MENTE SE TRANSFORMA EN UN INÚTIL REFLECTOR CON VER FIGURAS SE CONFORMA, ¡NO SUEÑA, NI EVOCA, NI PIENSA, SEÑOR! « ¡Muy bien!», dirá usted, «¡Muy bien!», gritará, «más si nos llevamos el televisor, ¿qué haremos en cambio, qué se le dará para mantenerlos en orden, señor?». A esa pregunta yo responderé con otra, que es ésta: los niños, ¿qué hacían para divertirse, cómo entretenían sus horas de ocio, qué los mantenía tranquilos, contentos, quietos y callados, felices, absortos y atentos antes de que este diabólico invento se hubiese inventado? ¿No lo recuerda? Se lo diremos en voz muy alta, lo gritaremos para que acierte a comprender: ¡SOLÍAN…LEER, LEER, LEER! LEÍAN y LEÍAN y procedían a leer aún más. Y todo el día

lo dedicaban a leer libros, y por doquier, en bibliotecas y estanterías, sobre las mesas, en librerías, ¡bajo las camas siempre había miles de libros para leer! Historias fantásticas y maravillosas de fieros dragones y reinas hermosas, de osados piratas, de astutos ladrones, de elefantes blancos, tigres y leones. De islas misteriosas, de orillas lejanas, de tristes princesas, junto a una ventana, de valientes príncipes, apuestos, galanes, de exóticas playas, países distantes, historias de miedo, hermosas y raras, los más pequeñitos leían los cuentos, ¡historias que hacían que el tiempo volara! De Grimm y de Andersen, de Charles Perrault. Sabían quién era la Bella Durmiente, y la Cenicienta, y el Lobo Feroz. Las Mil y Una Noches de magia nutrían con mil y una historias sus ensoñaciones. La gran Scheherezade de la mano traía a Alí Babá y Los Cuarenta Ladrones, a Aladino y su lámpara maravillosa, al genio que otorga deseos e ilusiones y mil aventuras a cuál más hermosa. ¡Qué libros más bellos leían los niños que antaño vivían! Por eso rogamos, por eso pedimos que tiren muy lejos el televisor, y en su sitio instalen estantes de libros que llenen sus horas de gozo y fervor. Ignoren sus gritos, ignoren sus lloros, no importan protestas, ni quejas, ni llanto. Dirán que es usted un malvado y un ogro con caras de furia, de odio, de espanto. Mas no tenga miedo, pues le prometemos que al cabo de pocos, de muy pocos días al verse aburridos, diciendo: «¿Qué hacemos para entretener estas horas vacías?», irán poco a poco acercándose al sitio donde usted ha instalado esa librería, y cogerían un libro de cualquier estante, lo abrirán con cautela, recelosos primero, pero ya superados los primeros instantes no podrán apartarse y lo leerán entero. Y entonces, ¡qué gozo, qué dulce alegría llenará sus ojos y su corazón! Se preguntarán cómo pudieron un día dejarse embrujar por la televisión. Y al correr los años, cuando sean mayores, recordarán por siempre con agradecimiento

aquel día feliz, aquel fausto momento en que usted cambió libros por televisores. P. D.: En cuanto a Mike Tevé, sentimos tener que decir

que con un poco de fe quizá logremos impedir que quede así. A ver si crece, aunque si no, ¡se lo merece!

Cuando hayan terminado sus presentaciones, propicia un espacio de comentarios

al respecto del texto y dirige la conversación hacia la televisión y los libros, como lo

hace Dahl con Mike Tevé. Es importante recalcar sus observaciones, para generar

la reflexión hacia el contenido.

Despide al grupo, no sin antes agradecer sus colaboraciones en la sesión e

invitarlos a disfrutar de la siguiente, donde la hechicería estará presente.

Sesión 3

Las Brujas

Para iniciar la sesión da lectura en voz alta de la cita del autor acerca de las brujas,

con base en ella, genera una ronda de comentarios sobre este tema que siempre

resulta atractivo a los niños. Pregunta qué saben de ellas, si en su casa o comunidad

hay historias en las que las brujas sean las protagonistas, qué poderes se les

atribuyen, qué se pude hacer para librarse de ellas o sus hechizos y qué apariencia

tienen, etcétera.

A continuación, comparte con ellos un texto que describe a estos singulares e

interesantes personajes.

Actividad de lectura

Lee en voz alta, el texto con el que inicia el libro de Dahl: Las brujas.

UNA NOTA SOBRE LAS BRUJAS

En los cuentos de hadas, las brujas llevan siempre unos sombreros negros ridículos y capas negras y van montadas en el palo de una escoba. Pero éste no es un cuento de hadas. Éste trata de BRUJAS DE VERDAD. Lo más importante que debes aprender sobre las BRUJAS DE VERDAD es lo siguiente. Escucha con mucho cuidado. No olvides nunca lo que viene a continuación. Las BRUJAS DE VERDAD visten ropa normal y tienen un aspecto muy parecido al de las mujeres normales. Viven en casas normales y hacen TRABAJOS NORMALES. Por eso son tan difíciles de atrapar.

Una BRUJA DE VERDAD odia a los niños con un odio candente e hirviente, más hirviente y candente que ningún odio que te puedas imaginar. Una BRUJA DE VERDAD se pasa todo el tiempo tramando planes para deshacerse de los niños de su territorio. Su pasión es eliminarlos, uno por uno. Ésa es la única cosa en la que piensa durante todo el día. Aunque esté trabajando de cajera en un supermercado, o escribiendo cartas a máquina para un hombre de negocios, o conduciendo un coche de lujo (y puede hacer cualquiera de estas cosas), su mente estará siempre tramando y maquinando, bullendo y rebullendo, silbando y zumbando, llena de sanguinarias ideas criminales. “¿A qué niño”, se dice a sí misma durante todo el día, “a qué niño escogeré para mi próximo golpe?” Una BRUJA DE VERDAD disfruta tanto eliminando a un niño como tú disfrutas comiéndote un plato de fresas con nata. Cuenta con eliminar a un niño por semana. Si no lo consigue, se pone de malhumor. Un niño por semana hacen cincuenta y dos al año. Apachúrralos, machácalos y hazlos desaparecer. Ése es el lema de todas las brujas. Elige cuidadosamente a su víctima. Entonces la bruja acecha al desgraciado niño como un cazador acecha a un pajarito en el bosque. Pisa suavemente. Se mueve despacio. Se acerca más y más. Luego, finalmente, cuando todo está listo… zas… ¡se lanza sobre su presa! Saltan chispas. Se alzan llamas. Hierve el aceite. Las ratas chillan. La piel se encoge. Y el niño desaparece. Debes saber que una bruja no golpea a los niños en la cabeza, ni les clava un cuchillo, ni les pega un tiro con una pistola. La policía coge a la gente que hace esas cosas. A las brujas nunca las cogen. No olvides que las brujas tienen magia en los dedos y un poder diabólico en la sangre. Pueden hacer que las piedras salten como ranas y que lenguas de fuego pasen sobre la superficie del agua. Estos poderes mágicos son terroríficos. Afortunadamente, hoy en día no hay un gran número de brujas en el mundo. Pero todavía hay suficientes como para asustarte. En Inglaterra es probable que haya unas cien en total. En algunos países tienen más, en otros tienen menos. Pero ningún país está enteramente libre de BRUJAS. Las brujas son siempre mujeres.

No quiero hablar mal de las mujeres. La mayoría de ellas son encantadoras. Pero es un hecho que todas las brujas son mujeres. No existen brujos. Por otro parte, los vampiros siempre son hombres. Y lo mismo ocurre con los duendes. Y los dos son peligrosos. Pero ninguno de los dos es ni la mitad de peligroso que una BRUJA DE VERDAD. En lo que se refiere a los niños, una BRUJA DE VERDAD es sin duda la más peligrosa de todas las criaturas que viven en la tierra. Lo que la hace doblemente peligrosa es el hecho de que no parece peligrosa. Incluso cuando sepas todos los secretos (te los contaremos en seguida), nunca podrás estar completamente seguro de si lo que estás viendo es una bruja o una simpática señora. Si un tigre pudiera hacerse pasar por un perrazo con una alegre cola, probablemente te acercarías a él y le darías palmaditas en la cabeza. Y ése sería tu fin. Lo mismo sucede con las brujas. Todas parecen señoras simpáticas. Haz el favor de examinar el dibujo que hay bajo estas líneas. ¿Cuál es la bruja? Es una pregunta difícil, pero todos los niños deben intentar contestarla.

Aunque tú no lo sepas, puede que en la casa de al lado viva una bruja ahora mismo. O quizá fuera una bruja la mujer de los ojos brillantes que sentó enfrente de ti en el autobús esta mañana. Pudiera ser una bruja la señora de la sonrisa luminosa que te ofreció un caramelo de una bolsa de papel blanco, en la calle, antes de la comida. Hasta podría serlo –y esto te hará dar un brinco–, hasta podría serlo tu encantadora profesora, la que te está leyendo estas palabras en este mismo momento. Mira con atención a esa profesora. Quizá sonríe ante lo absurdo de semejante posibilidad. No dejes que eso te despiste. Puede formar parte de su astucia. No quiero decir, naturalmente, ni por un segundo, que tu profesora sea realmente una bruja. Lo único que digo es que podría serlo. Es muy improbable. Pero –y aquí viene el gran “pero” – no es imposible.

Oh, sí al menos hubiese una manera de saber con seguridad si una mujer es una bruja o no lo es, entonces podríamos juntarlas a todas y hacerlas picadillo. Por desgracia, no hay ninguna manera de saberlo. Pero sí hay ciertos indicios en los que puedes fijarte, pequeñas manías que todas las brujas tienen en común, y si las conoces, si las recuerdas siempre, puede que a lo mejor consigas librarte de que te eliminen antes de que crezcas mucho más.

Al terminar la lectura pregunta si encuentra similitudes entre las brujas de Inglaterra

que son las que describe Dahl y lo que se comentó de estos personajes en nuestro

país, al inicio de la sesión.

Muestra la imagen del libro Las brujas, ya sea del memorama o del cartel de

personajes y da la reseña del libro e invita al grupo a que lo lean todo.

Actividad creativa

Antes de realizar el ejercicio de escritura di a los niños que durante toda su

trayectoria como escritor, Roald Dahl trabajó con Quentin Blake, quién ilustró todos

los libros y que en la actualidad es difícil imaginar los textos del autor sin las

imágenes de este grandioso dibujante. Comparte con el grupo una imagen de Blake

y platícales datos que consideres interesantes de él (anexo 3).

Comenta que el siguiente ejercicio de escritura, está basado en imágenes que

Blake creó para ilustrar el libro Las brujas. A continuación entrega a cada niño un

juego de materiales que encontrarás en la siguiente liga:

https://plus.google.com/116235707205742606340/posts/GmRfm6SE2Wv

Al centro de las mesas de trabajo coloca tijeras, pegamento blanco o lápiz adhesivo,

gomas y lápices. Indica a los niños que recorten las imágenes y que a partir de ellas,

inventen una historia de brujas, misma que irán redactando en los recuadros de las

viñetas e ilustrarán pegando los recortes que ya tienen.

Da un tiempo razonable para la elaboración de sus escritos. Al término del plazo,

pide que en cada mesa de trabajo se compartan las historias y elijan una que

quieran leer en voz alta a todo el grupo. Agradece su esfuerzo, dedicación y tiempo

en esta sesión y pide que guarden su creación en el Libro de ideas.

Sesión 4

Puchero de rimas y cuentos en verso para niños perversos

Una de las virtudes de Roald Dahl es que cultivó la lírica en sus escritos para niños,

sabedor de que el verso es un buen hilo conductor para sus escuchas.

Actividad de lectura

Como inicio de esta sesión, lee a los participantes un cuento clásico popular: Blanca

nieves y los siete enanos, en esta ocasión la versión en verso de Dahl. Prepara con

anticipación la lectura para que al hacerlo, lleves el ritmo que marca el texto.

Blanca Nieves y los siete enanos

Cuando murió la madre de Blanquita dijo su padre, el Rey: “Esto me irrita. ¡Qué cosa tan pesada y tan latosa! Ahora tendré que dar con otra esposa…” Es, por lo visto, un lío del demonio para un Rey componer su matrimonio. Mandó anunciar en todos los periódicos: “se necesita Reina” y, muy metódico, recortó las respuestas que en seguida llegaron a millones… “La elegida ha de mostrar con pruebas convincentes que eclipsa a cualquier otra pretendiente”. Por fin fue preferida a las demás la señora Obdulia Carrasclás, que trajo un artefacto extraordinario comprado en algún exótico anticuario: era un ESPEJO MÁGICO PARLANTE con marco de latón, limpio y brillante, que contestaba a quien le planteara cualquier cuestión con la verdad más clara. Así si, por ejemplo, alguien quería saber qué iba a cenar ese día, la cosa le decía sin tardar: “Lentejas o te quedas sin cenar”. El caso es que la Reina, que Dios guarde, le preguntaba al trasto cada tarde: “Dime, Espejito, cuéntame una cosa: de todas, ¿no soy la más hermosa?” Y el cachivache decía siempre: “Mi Señora, vos sois la más hermosa, encantadora y bella de este reino. No hay rival a quien no hayáis comido la moral”. La Reina repitió diez largos años la estúpida pregunta y sin engaños le contestó el Espejo, hasta que un día Obdulia oyó al cacharro que decía: “Segunda sois, Señora. Desde el jueves es mucho más hermosa Blancanieves”. Su majestad se puso furibunda, armó una impresionante barahúnda

y dijo: “¡Yo me cargo a esa muchacha! ¡La aplastaré como a una cucaracha! ¡La despellejaré, la haré guisar y me la comeré para almorzar!” Llamó a su Cazador al aposento y le gritó: “Cretino, escucha atento! Vas a llevarte al monte a la Princesa diciéndole que van a buscar fresas y cuando estén allí, vas a matarla, desollarla muy bien, descuartizarla y, para terminar, vas a traerme en un instante su corazón caliente y palpitante”. El Cazador llevó a la criatura, mintiéndole vilmente, a la espesura del Bosque. La Princesa, que se olió la torta, dijo: “¡Espere! ¿Qué he hecho yo para que usted me mate, Cazador? –el brazo y el cuchillo del señor erizaban el pelo al más pintado–. ¡Déjeme, por favor, no sea pesado!” El Cazador, que no era mala gente, se derritió al mirar a la inocente. “¡Aléjate corriendo de mi vista, porque, si me lo pienso más, vas lista…!” La chica ya no estaba –¡qué iba a estar!– cuando el verdugo terminó de hablar. Después fue el hombre a ver al carnicero, pidió que le sacara un buen cordero, compró media docena de costillas además del corazón y, a pies juntillas, Obdulia tomó aquella porquería por carne de Princesa. “¡Que mi tía se muera si he fallado a su encargo, Señora…! Se hace tarde… Yo me largo…” “Te creo, Cazador. Marcha tranquilo –dijo la Reina–. ¡Y ese medio kilo de chuletas y ese corazón los quiero bien tostados al carbón!”, y se los engulló, la muy salvaje, con un par de vasitos de brebaje.

¿Qué hacía la Princesa mientras tanto? Pues auto-stop para curar su espanto. Volvió a la capital en un boleo y consiguió muy pronto un buen empleo de ama de llaves en el domicilio de siete divertidos hombrecillos. Habían sido jockeys de carreras y serían todos muy simpáticos, si no fuera por un vicio que en sábados y fiestas les devoraba el coco: ¡las apuestas! Así, si en los caballos no atinaban un día, aquella noche no cenaban… Hasta que una mañana dijo Blanca: “¡Tengo una idea, chicos, que no es manca. Dejen todo el asunto por mi cuenta, que yo voy a resolver lo de su renta, pero hasta que vuelva de un paseo no quiero que jueguen ni al veo-veo”. Se fue Blanquita aquella misma noche de nuevo en auto-stop –y en un buen coche– hasta Palacio y, siendo chica lista, cruzó los aposentos sin ser vista; el Rey estaba absorto haciendo cuentas en el Despacho Real y la sangrienta Obdulia se encontraba en la cocina comiendo pan con miel y margarina. La joven pudo, pues, llegar al fin hasta el dichoso Espejo Parlanchín, echárselo en un saco y, de puntillas, volver sobre sus pasos dos mil millas

–que eso le parecieron, pobrecita–. “¡Muchachos, aquí traigo una cosita que todo lo adivina sin error! ¿Quieren probar?”. “¡Sí, sí!”, dijo el mayor: “Mira, Espejito, no nos queda ni un centavo, así que tendrás que dar en todo el clavo: ¿quién ganará mañana la tercera?” “La yegua Rififí será primera”, le contestó el Espejo roncamente… ¡Imagina la euforia consiguiente! Blanquita fue aclamada, agasajada, despachurrada a besos y estrujada. Luego corrieron todos los Enanos hasta el local de apuestas más cercano y no les quedó un mal maravedí que no fuera a parar a Rififí: vendieron el Volkswagen, empeñaron relojes y colchones, se entramparon con una sucursal de la Gran Banca para apostarlo todo a su potranca. Después, en el hipódromo, se vio que el Espejito no se equivocó, y ya siempre los sábados y fiestas ganaron los muchachos sus apuestas. Blanquita tuvo parte en beneficios por ser la emperatriz del artificio, y en cuanto corrió un poco el calendario, se hicieron todos superbillonarios –de donde se deduce que jugar no es mala cosa… si se va a ganar.

Al término solicita comentarios con respecto a la versión de Blanca Nieves y si hay

semejanza con el texto clásico.

Acto seguido, divide al grupo en cuatro equipos y reparte uno de los siguientes

textos.

El león Quiere el león la carne muy jugosa, muy fresca, roja, tierna, bien sabrosa… Si vas y le preguntas qué prefiere te dirá sin rodeos lo que quiere. Te dirá que no quiere solomillos ni tampoco cebados cabritillos, que no le gusta el cerdo encebollado ni le dice gran cosa un buey asado… Le ofrecerás entonces tres chuletas con salsa de pimienta y cebolletas y te dirá que no, que no las quiere,

que eso es muy fuerte y que él no lo digiere… Entonces te pondrás algo nervioso y le preguntarás con tono ansioso: «Bueno, pues di, león, ¿qué puedo darte?». Abrirá una bocaza, de espantarte, se acercará a mirarte fijamente y te dirá sin más, muy claramente: «Pues mira, lo que quiero en mi menú es algo tan sabroso… ¡como tú!».

El cocodrilo No hay bestia más feroz que un cocodrilo, ese animal voraz del río Nilo. Cuando llega la hora de su cena traga de niños la media docena. Tres chicas y tres chicos, si es posible, le parece la dieta preferible. A los chicos los unta de mostaza y a las niñas las cubre de melaza. Pues los chicos le gustan muy picantes y las niñas dulzonas y empachantes. A los chicos se los come bien calientes y le gusta partirlos con los dientes. Las niñas son el postre y van después, las come despacito: una, dos y tres… Asegura que así es como hay que hacerlo, y creo yo que él tiene que saberlo:

ha tomado en su vida muchas cenas, ¡y ha tragado chiquillos por centenas! Y aquí se acaba el cuento. Tú, a dormir. Yo me voy a mi cuarto, he de escribir… Oye, escucha…, ¿qué es eso?, ¿no lo sientes?, parece el rechinar de muchos dientes… ¿Quién sube dando tumbos la escalera? ¿Quién se atreve a gruñir de esa manera? ¡No dejes que en el cuarto se nos meta! ¡Cierra la puerta! ¡Tráeme la escopeta! ¡No, niño, vuelve atrás! ¡Cuidado, espera! ¡Horror, terror, pavor! ¡Entró la fiera! ¡Es la alimaña pérfida del Nilo, el verde y espantoso cocodrilo!

La vaca

Ésta es la historia cierta de una vaca que, desde que nació, se llamó Paca. Tenía siete meses y algún día cuando vino a vivir a la alquería. Era su aspecto un tanto singular y ella trataba de disimular… Tenía ciertas peculiaridades, ciertas taras, ciertas deformidades. Sobre el lomo tenía dos muñones, dos bultos del tamaño de melones. Y un buen día, los dos bultos crecieron, se hincharon, se agrandaron y… ¡se abrieron! Yo estaba allí con ella, en aquel prado, bastante sorprendido y asustado. Pero no sucedieron cosas malas, al contrario, ¡le aparecieron alas! Dos alas formidables, imponentes, con plumas de oro y plata refulgentes. Jamás se había visto cosa así. «¡Querida Paca mía! ¿Es cierto?, di. ¿De veras te ha ocurrido a ti esta cosa tan sorprendente y tan maravillosa?». Pero ya estaba Paca aleteando y un segundo después, ¡salió volando! ¡Una vaca con alas, voladora!

¿Quién vio cosa así nunca antes de ahora? Una vaca que sabe alzar el vuelo y recorre tranquila todo el cielo… Una vaca que asciende hasta una nube, que se lanza en picado y luego sube… Enseguida millones de turistas llegaron con sus trastos tomavistas, y las gentes de la televisión también aprovecharon la ocasión de rodar un suceso tan extraño, ¡la cosa más fantástica del año! Todo el mundo decía: «¡Es formidable! El vuelo de esta vaca es admirable». Todos, menos un tipo algo patán que volvía de un viaje al Pakistán y que vociferó desde una roca: «¡Eh, tú, vaca, óyeme!, ¿te has vuelto loca? ¿Estás descerebrada, vaca Paca? ¿O acaso en vez de sesos tienes caca?». La vaca, que oyó cosas semejantes, bajó para hacer vuelos más rasantes y luego se lanzó sobre el patán gritando: «¡Bombas fuera! ¡Allá te van!». Y Paca, con magnífica destreza, ¡le estampó una boñiga en la cabeza!

El bicho de mi tripa

Una tarde le pregunté a mamá: «Esto que hay en mi tripa, ¿qué será? Seguro que es pequeño y muy delgado,

¿por dónde crees tú que me habrá entrado?». Mi madre se enfadó: «¡Qué tonterías se te ocurre decir algunos días».

«Te digo que es verdad, que sí, mamá, que me lo noto dentro, mira acá. Está dentro de mí, rugir lo siento; me grita por las noches que está hambriento y luego, por el día, sin cesar, me dice que se quiere alimentar. Que quiere pan y carne y queso y pollos y pasteles con nata y frutas y bollos. Y hasta dice que no me pasa nada por comerme toda la mermelada. Yo sé, mamá, que es malo y que no es sano tragar todas las cosas que hay a mano, pero tengo que hacerlo, él está aquí y clama sin cesar dentro de mí». Mi madre me gritó: «¡Calla, embustero! ¡No cuentes más mentiras, majadero! Ni inventes más excusas, gordinflón, para disimular que eres un glotón». «¡Mamá, que no es mentira lo que he dicho! ¡Qué dentro de la tripa tengo un bicho!». «Pues escúchame tú lo que yo digo,

a la cama ahora mismo, de castigo!». Y entonces, justo entonces, ¡tuve suerte!, se oyó un regorgoteo claro y fuerte. Algo que tengo dentro, aquí encerrado, me salvó de acostarme castigado. En mi estómago un bicho se agitaba, algo se removía y protestaba. «¿Qué es eso que se oye? ¡Qué terrible! –gritó por fin mamá–, ¡Será algo horrible!». «¡Comida! –se escuchó–. ¡Que estoy que muerdo! ¡Puedo tragarme entero medio cerdo! ¡Quiero patatas fritas y chuletas y unas cuantas docenas de croquetas!». «¿Has oído, mamá, lo que te ha dicho? ¡Te dije que tenía dentro un bicho! » Pero mamá ya no escuchaba nada; se había caído al suelo, desmayada.

Al terminar la lectura y comentarios sobre los textos, informa a los niños que éstos

pertenecen a los libros: Cuentos en verso para niños perversos y ¡Qué asco de

bichos! El cocodrilo enorme, en los que se destaca la forma versada, así como el

humor con el que están contados.

A continuación reparte a cada equipo una imagen de Quentin Blake (anexo 4). Pide

que todos los integrantes la observen, en ella un perro escucha la lectura de una

carta. Ahora, que imaginen quién y qu le escribió, cómo creen que se llama el perro

y que a continuación cada uno escriba la carta dirigida a él. Para esto, será

necesario que utilicen su gran sentido del humor, tal y como Roald Dahl les

aconsejó.

Después de un tiempo prudente para la redacción de los escritos, solicita a los

participantes que compartan sus cartas. Procura mantener la cordialidad y respeto

del grupo, en torno a la emisión de comentarios hacia los trabajos colectivos.

Posteriormente, indica a los niños que guarden su carta en el Libro de ideas.

Despide la sesión y anuncia al grupo el contenido parcial del último día del taller. Se

trata del texto más memorable de Roald Dahl: Matilda

Sesión 5

Matilda

De todos los libros de Roald Dahl, Matilda es uno de los más célebres, en gran

medida por la entrañable película del mismo nombre, dirigida por Danny DeVito, en

1996.

Actividad de lectura

Para presentar el último libro de este taller, te proponemos realizarlo de una manera

atractiva y lúdica, para esto será necesario que elabores una botarga del libro

Matilda. A continuación te mostramos algunos ejemplos:

Vestida con la botarga (ya sea la persona que coordina el taller o un auxiliar),

presentarse ante el grupo como el libro Matilda, el cual contará a los niños la historia

que está escrita en las páginas que lo conforman.

Procede a dar el resumen del libro, como si tú fueras el libro, éste debe ser dicho,

es decir, sin ser leído, para lo cual te recomendamos leer el libro pero si no lo tienes

aquí te sugerimos uno:

Matilda es un libro escrito por Roald Dahl. Inicialmente, fue publicado en 1988 en

Londres, por Jonathan Cape, con ilustraciones de Quentin Blake. Se hizo

adaptación cinematográfica en 1996 y un musical en 2010.

RESUMEN

Matilda Wormwood es una niña muy especial. A los tres años sabía leer,

a pesar de que los pocos libros que había en la casa eran un libro de

cocina y revistas. Sin haber cumplido los cinco años, ya ha leído a

numerosos autores y atesora asombrosos conocimientos. Sus mediocres

padres no se preocupan por ella y la animan a mirar la televisión

negándose a comprarle libros. Ingeniosa y resuelta, Matilda se da cuenta

de que es más inteligente que sus padres y por lo tanto no presta

atención a sus ideas ridículas. Mientras están fuera acude a leer a la

biblioteca pública, de modo que cuando comienza la escuela supera

ampliamente a sus compañeros. Su agradable maestra, la señorita

Jennifer Honey (Miel), pide que pasen a Matilda a una clase más

avanzada, pero la pérfida directora, la señorita Troncha toro, se niega.

Agatha Troncha toro (Trunchbull en Inglés) es un monstruo malévolo.

Mete a los niños en un espantoso dispositivo de tortura al que llaman "el

asfixiadero" o "la ratonera" o los lanza por el aire, a menudo sin ninguna

prueba de que hayan hecho algo malo, o simplemente porque no le caen

bien. Para ella la intimidación es el mejor método educativo, y declara sin

rodeos que su idea de una escuela perfecta sería aquella en la que no

hubiera niños. Mientras tanto, Matilda descubre que tiene poderes

telequinéticos, un secreto que le confía sólo a la señorita Honey. Se

entera de esta insólita habilidad cuando su mejor amiga, Lavender, pone

una salamandra en el agua de la señorita Troncha toro. Cuando ésta

acusa a Matilda de haberlo hecho, ésta se pone tan furiosa que le vuelca

encima el vaso mediante sus ojos. La señorita Honey siente duda sobre

los poderes de la niña y la lleva a merendar a su casa, en el camino pasan

frente a la casa de Troncha toro donde Matilda observa un columpio y

pregunta que por qué Troncha toro tiene un columpio en su casa. Honey

decide contarle la historia de una niña que conoció, a quien después de

la muerte de su madre, su padre decide llamar a la hermanastra de su

madre. Cuando la niña tenía apenas 5 años, su padre murió, Troncha

toro la había sometido a muchas torturas, la niña huye y decide escapar

a una casa de campo. Enseguida Honey dice que ésa es su historia, con

esta información, Matilda formula en su mente un plan para deshacerse

de Troncha toro. Un día Matilda decide entrar, junto con la señorita

Honey, a la casa de Troncha toro; cuando ella regresa, percibe su olor e

intenta atrapar a quien estaba en su casa. Matilda y la señorita Honey

logran escapar pero Matilda tuvo que jurar nunca volver a esa casa. Esa

noche decide utilizar sus poderes para hacerle la vida imposible a

Troncha toro, Matilda atrae hacia sí la vieja muñeca de Honey y dos

chocolates. Al tratar de huir, su cinta de cabello se engancha con una

rama del jardín. Troncha toro la encuentra y sospecha de algún alumno

de Honey. Cuando Troncha toro examina la clase de la señorita Honey,

Matilda usa sus poderes para escribir en la pizarra. Fingiendo ser el

fantasma del padre de su maestra, la amenaza con "ocuparse de ella”,

como ella lo hizo con él escribe “si no le devuelves a mi borreguita su

dinero y la casa de su padre”. Esto hace que la señorita Troncha toro se

desmaye. Al día siguiente, desaparece abandonando la casa de su

cuñado. Aparece entonces el testamento de su padre, y se descubre que

la señorita Honey es la heredera legítima de la propiedad. A partir de

entonces, la señorita Honey se muda a la casa de su padre y, con su tía

fuera, Matilda es pasada a un grado superior, pero pierde su telequinesis.

La señorita Honey le dice a Matilda respecto a los poderes que cree que

se debe a que ahora el cerebro de Matilda tiene que trabajar mucho más,

compitiendo con niños que la doblan en edad. Al final de la historia, la ley

atrapa al padre de Matilda, que había estado vendiendo coches robados,

por lo que él decide escaparse con su familia a España (Guam en la

película), pero Matilda les ruega que la dejen quedarse con la señorita

Honey. Sus padres están de acuerdo, ya que es "una menos de la que

ocuparse", y se marchan para siempre.

Interactúa con los niños, pregúntales si han tenido o tienen una profesora como la

señorita Troncha Toro. Descríbanla…

Comenta que Matilda tenía poderes mentales y pregunta: ¿a ustedes qué poder les

gustaría tener? ¿qué harían con él? Permite que los niños expresen libremente sus

respuestas. Para terminar invítalos (recuerda que tú eres el personaje-libro) a que

te lean, así como a los demás libros escritos por Roald Dahl; porque así los

personajes que guardas cobran vida y cuentan detalles divertidos e interesantes.

Actividad creativa

Para realizar la actividad de escritura de esta sesión, organiza al grupo en equipos

y entrega a cada uno un juego del Dominó de cuentos de Dahl/Blake, dirígete a

la liga siguiente para obtenerlo: https://plus.google.com/116235707205742606340/posts/MWgxmNGFMLH

Menciónales que las imágenes de este juego de mesa son creación del ilustrador

Quentin Blake y que algunas están basadas en los personajes del escritor Roald

Dahl. Da las siguientes indicaciones:

Desarrollo del juego

En cada equipo se revolverán las fichas (28 en total), se reparte el mismo

número de fichas a cada integrante del mismo, si llegan a sobrar se quedan

para ir “comiendo”. El niño que tenga la ficha con la imagen y el nombre de

Roald Dahl, inicia el juego colocando esa ficha al centro de la mesa, el juego

continúa a la derecha de ese jugador y el siguiente participante colocará una

ficha relacionando la imagen de alguno de los dos lados con la que está al

centro. Así, todos los niños colocarán sus fichas, como en el dominó

tradicional, hasta terminar con todas. Te recomendamos que realices el juego

dos o tres veces, porque esto propiciará que los niños reconozcan las

ilustraciones, evoquen historias, imaginen acciones o recuerden cuentos.

Ya terminado el juego, entrega a cada participante una hoja y un lápiz y pídeles que

escojan algunas imágenes del dominó que les hayan gustado para que, con base

en ellas inventen una historia de humor, de terror, de amor o de suspenso. Deberá

llevar un título y la firma del autor.

Una vez que todos los niños hayan terminado de escribir sus relatos, deja que

algunos las compartan en voz alta. Termina esta actividad con un aplauso para

todos por el trabajo que realizaron y pide que cada uno integre este trabajo en el

Libro de ideas. Al respecto, sugiere que sigan anotando en él imágenes, frases,

escenas y que continúen con el ejercicio de escribir, como lo hicieron en este taller,

en el que redactaron cartas, cuentos y recetas.

Para terminar el taller lleva a cabo una técnica de cierre grupal y una lluvia de ideas

sobre el autor, el ilustrador, los temas, libros y actividades trabajadas en él.

Anexo 1

Bingo Loco

Escribe el nombre de un compañero que…

…tenga la misma letra con la

que inicia tu nombre

…le guste tu golosina

preferida

…compartan el signo

zodiacal

…ame los cuentos de brujas,

gigantes y duendes

…disfrute del recreo, como

…conozca un juego de mesa

que tu juegas

…practique o disfrute del

mismo deporte que te gusta

…le guste la misma materia

que a ti

…vean la misma caricatura

en la tele

Anexo 2

Personajes famosos de:

Los Gremlins (inspirada en su libro)

Matilda James y el melocotón gigante

Fantástico Sr. Fox Charlie y la fábrica de chocolate

Las brujas El Gran Gigante Bonachón

Anexo 3

Biografía de Quentin Blake

Quentin Blake (16 de diciembre de 1932), quien actualmente tiene 84 años y sigue

trabajando es un ilustrador, escritor y dibujante británico. Nació en los suburbios de

Londres y ha dibujado desde que tiene uso de razón. Licenciado en literatura

inglesa, es especialmente conocido su trabajo como ilustrador de literatura infantil,

fundamentalmente de las obras de Roald Dahl.

Estudió en la escuela Chislehurst y Sidcup. Luego estudió en Downing College,

Cambridge y en la Escuela de Arte de Chelsea.

Siempre se ha ganado la vida como ilustrador, compaginando su faceta de dibujante

con la docencia. Desde hace más de veinte años se dedica a la enseñanza en el

Royal College of Art, donde fue jefe del departamento de Ilustración entre 1978 a

1986.

Sus primeros dibujos fueron publicados en la revista Punch cuando tan solo tenía

16 años y todavía era estudiante. Quentin Blake continuó dibujando para Punch,

The Spectator y otras revistas durante muchos años. Paralelamente, en 1960 se

adentró en el mundo de la ilustración de libros para niños con A Drink of Water de

John Yeoman.

Quentin Blake es conocido por su colaboración con escritores como Russell Hoban,

Joan Aiken, Michael Rosen, John Yeoman y, el más famoso, Roald Dahl. Esta

asociación con el autor de Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate, James y el

melocotón gigante, entre otros títulos, fue extremadamente fructífera y

enriquecedora durante los más de 15 años que trabajaron juntos. Este tándem

escritor-ilustrador tenía un método de trabajo muy particular. Roald Dahl le pasaba

a Blake los textos mecanografiados y no le contaba ni la historia ni el desarrollo para

que el dibujante descubriera a los personajes de la misma manera que lo hacen los

lectores, sumergiéndose en el relato. Posteriormente a la muerte de Dahl, Blake ha

seguido ilustrando sus libros.

Su estilo artístico es muy característico. Predominan las líneas a tinta trazadas con

rapidez, con apariencia de cierta inseguridad estudiada. En cuanto al color, por lo

general, Blake lo aporta mediante manchones de acuarela.

En cuanto a sus personajes, éstos parece que nunca están quietos. La

espontaneidad de sus imágenes parte de un primer dibujo realizado a mano alzada

y con libertad, que luego va puliendo, según explica Quentin Blake. La

caracterización de los personajes que cobran vida entre sus manos es concebida

milimétricamente. Mediante esta técnica se aproxima al mundo del garabato que

tanto prima en los dibujos infantiles.

El éxito del trabajo de Quentin Blake radica en saber manejar los personajes y los

decorados como si fuera un director de escena.

Blake siempre ha insistido en el poder y en la magia de los libros. También ha

ilustrado libros clásicos, como A Christmas Carol y Candide y ha creado personajes

muy queridos de su propia, entre ellos Mister Magnolia y Mrs Armitage.

En 2016, el legendario ilustrador británico encargó a Monotype la realización de una

fuente a medida que imitara su caligrafía con un resultado casi Desde la década de

los 90 Quentin Blake ha tenido una carrera adicional como comisario de

exposiciones. Así, Blake ha intervenido en lugares como la National Gallery de

Londres, la Biblioteca Británica y el Musée du Petit Palais de París. En los últimos

años ha comenzado a hacer un trabajo a mayor escala para los hospitales y centros

de salud en el Reino Unido y Francia, donde su trabajo se puede ver en las salas y

espacios públicos. Más recientemente, ha completado un proyecto para la nueva

sala de maternidad del hospital de Angers.

Quentin Blake cuenta con numerosos reconocimientos. Ha sido condecorado con la

Medalla Kate Greenaway y el Premio Bologna Ragazzi. También ha recibido el

Premio Hans Christian Andersen en la categoría de ilustración en 2002 y el Premio

Eleanor Farjeon en 2012.

Anexo 4

Imagen para actividad de escritura

Bibliografía

Dahl, Roald, Agu Trot, col. Alfaguara infantil, Biblioteca Roald Dahl, España,

Santillana, 2005, 57 p.

Dahl, Roald, Boy: Relatos de la infancia, col. Loqueleo, México, Santillana, 2014,

206 p.

Dahl, Roald, Charlie y la fábrica de chocolate, col. Alfaguara juvenil, México,

Santillana, 2013, 172 p.

Dahl, Roald, Cuentos en verso para niños perversos, col. Alfaguara infantil, México,

Santillana, 2007, 64p.

Dahl, Roald, El dedo mágico, col. Loqueleo, México, Santillana, 2015, 66 p.

Dahl, Roald, El gran gigante bonachón, col. Alfaguara juvenil, México, Santillana,

2013, 172 p.

Dahl, Roald, El superzorro, col. Loqueleo, México, Santillana, 2015, 110 p.

Dahl, Roald, El vicario que hablaba al revés, col. El barco de vapor, Serie azul, 78,

España, Ediciones SM, 2005, 42 p.

Dahl, Roald, La jirafa, el pelícano y el mono, col. Alfaguara infantil, Biblioteca Roald

Dahl, España, Santillana, 2005, 76 p.

Dahl, Roald, La maravillosa medicina de Jorge, col. Alfaguara infantil, México,

Alfaguara, Santillana, 2004, 118 p.

Dahl, Roald, Las brujas, (col. Alfaguara infantil), México, Alfaguara, Santillana, 2005,

200 p.

Dahl, Roald, Los cretinos, (col. Alfaguara infantil), México, Santillana, Alfaguara,

2003, 103 p.

Dahl, Roald, Matilda, (col. Alfaguara juvenil), México, Santillana, 2004, 230 p.

Dahl, Roald, ¡Qué asco de bichos! El cocodrilo enorme, México, Santillana,

Alfaguara, 2016, 93 p.

Referencias electrónicas

Página oficial de Roald Dahl

https://www.roalddahl.com/

Página oficial del ilustrador Quentin Blake

https://www.quentinblake.com/