el guadalquivir
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Con este libro te hago una invitación, la de participar en la realización de un sueño: Recorrer el Guadalquivir, viajar, navegar e imaginar todo lo que le rodea, desde cuando existe, donde nace o por qué ha recibido tantos nombres. A veces, nos parece que conocemos todo lo referente a algún hecho, o a algún lugar, pero hay que dejar siempre un espacio para la sorpresa, para lo desconocido y seguro que en estas páginas lo va a necesitar. El recorrido del río es largo y también lo quiere ser este libro. Recorrer el cauce, reconocer la Historia, descubrir los usos de su caudal y las utilidades que se le han dado. Visitar una a una las provincias y los lugares que riega, desde donde llega el agua que alimenta su caudal o las veces que ha sido cortado. Todo ello está reflejado con imágenes para que sea fácil de navegar por las páginas hasta que sus aguas llegan a encontrarse con el océano.TRANSCRIPT
Viaje por el Guadalquivir
Con este libro te hago una invitación, la de participar en
la realización de un sueño: Recorrer el Guadalquivir, viajar,
navegar e imaginar todo lo que le rodea, desde cuando
existe, donde nace o por qué ha recibido tantos nombres.
A veces, nos parece que conocemos todo lo referente a
algún hecho, o a algún lugar, pero hay que dejar siempre un
espacio para la sorpresa, para lo desconocido y seguro que
en estas páginas lo va a necesitar.
El recorrido del río es largo y también lo quiere ser este
libro. Recorrer el cauce, reconocer la Historia, descubrir los
usos de su caudal y las utilidades que se le han dado. Visitar
una a una las provincias y los lugares que riega, desde
donde llega el agua que alimenta su caudal o las veces que
ha sido cortado.
Todo ello está reflejado con imágenes para que sea fácil
de navegar por las páginas hasta que sus aguas llegan a
encontrarse con el océano.
El Guadalquivir a lo largo de la Historia
Llamado Betsi por los griegos, y Betis por los romanos, este río brindó su
nombre a la región que atraviesa como pocos. Posteriormente, los árabes le
dieron la denominación Guad-El-Kebir, o “río grande”, de la cual se deriva su
actual nombre Guadalquivir.
Sin embargo este río no estuvo siempre presente. Hubo un tiempo
(Paleozoico) en el que la península acababa en lo que hoy es Sierra Morena y
más abajo se situaba el mar de Tetis uniendo Atlántico con el futuro
Mediterráneo.
Después, debido el choque se las grandes placas continentales, surgió
con fuerza por el Sur, la joven Cordillera Bética. Entre estas dos formaciones
montañosas quedó una fosa por donde circulaba un brazo de mar del antiguo
Tetis, con forma de triángulo con la base en el Atlántico.
Finalmente, el levantamiento de estos territorios y la colmatación de la
fosa, fue el proceso que dio como resultado la formación del Valle. Paralelamente
a estos procesos se va formando una red hidrográfica desde los dos sistemas
montañosos que bajarán por sus laderas hasta el valle para unificarse en un
solo Gran Río.
A partir de la formación geológica del sur de la Península Ibérica, se
considera al Guadalquivir como el vínculo que unifica la región andaluza.
El devenir de la historia de Andalucía está muy vinculado a la presencia
del río y sus afluentes en nuestra región. El río está ahí todos los días, testigo del
transcurrir de nuestra sociedad.
No es un fósil, ni un resto arqueológico; el río permanece vivo, y en la
mayoría de los pueblos, su presencia se conserva exactamente igual que como
lo vieron las sucesivas civilizaciones que habitaron junto a él: tartesios, íberos,
ligures, cartagineses, romanos o árabes y podemos aprender muchas cosas
sobre él y todo lo que le concierne. En sus márgenes, aún podemos observar
las huellas que le han ido dejando los pueblos a lo largo del tiempo.
A lo largo de su recorrido podemos ver como se refleja la acción del
hombre en sus cercanías y su ribera, encontrándonos construcciones que
revelan la importancia que su paso tenía para los pobladores del entorno.
Si lo recorremos desde su nacimiento hasta su desembocadura
podríamos pensar que el elemento arquitectónico que observaremos con más
frecuencia es el puente, pues es lo que sirve para atravesar de una a otra orilla.
Sin embargo, aunque el Guadalquivir y muchos de sus afluentes tienen
bellísimos puentes, su construcción no siempre ha sido posible y, por ello,
durante muchos siglos no han existido puentes en algunas poblaciones,
teniendo que recurrir al recurso de las barcazas para atravesar personas,
animales, mercancías y materiales.
Al llegar a la Bética, los árabes cambiaron el nombre a la región y la
llamaron Al Andalus, y al río lo llamaron Guad-el-Kebir. Aprovecharon las
infraestructuras romanas para la captación de las aguas fluviales y las ampliaron,
por ello en nuestros ríos observaremos elementos de la cultura árabe como las
aceñas, norias y acequias para elevar el agua y después transportarla a la
población y a los huertos. (Aceñas y norias están en desuso en la actualidad,
pero no así las acequias)
En la Edad Media, serán los castillos los que formarán parte del paisaje,
por ser un elemento necesario para la defensa de los pueblos y ciudades en sus
luchas por el dominio de las tierras entre cristianos y musulmanes, siendo el río
uno de los recursos más importantes que defender.
En los tiempos del imperio y la Inquisición, el río tendrá su contagio de la
religiosidad reinante, y se fundarán conventos y ermitas para la devoción a
vírgenes y santos.
La época industrial dejará en el paisaje fluvial molinos, nuevos puentes,
fábricas, balnearios…
Castillo de Jódar
Si en cada una de las épocas históricas, el río ha tenido su especial
aportación, durante el pasado s. XX su historia ha estado unida a los embalses y
a centrales hidroeléctricas, que generaron la energía necesaria para el progreso
de los pueblos, poniendo el control necesario para que sus aguas no crecieran
por encima de lo recomendable, ni bajaran por debajo de lo saludable. Por ello,
también su devenir, se unió al de las compañías eléctricas que vieron en el río, al
igual que los tiempos anteriores, otra fuente de riqueza para la región y
apostaron fuerte para sacar el mayor provecho a su caudal.
Central de
Mengibar
Es al final del s. XX cuando se han empezado a construir nuevos puentes
para las autovías y carreteras que contribuyen a mejorar las comunicaciones
entre poblaciones regionales y estatales, así como en las grandes capitales,
como Córdoba y Sevilla, para facilitar la comunicación con las áreas
metropolitanas, así como a los barrios que se encuentran al otro lado del río.
En la actualidad, los nuevos tiempos proponen nuevos usos.
Puente de la Barqueta
En los comienzos del s. XXI continúan las nuevas formas de vivir que se
iniciaron en el siglo anterior. Con la disponibilidad de tiempo libre se crea una
nueva riqueza en la región: las actividades de ocio y el turismo. Y es entonces
cuando sobre nuestro río aparecen otras formas de vivirlo y sentirlo, habilitando
espacios para el descanso y recreo.