el hesperides

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El ‘Hespérides’, un laboratorio flotante para tomar el pulso a los océanos La jornada de trabajo científico en la campaña Malaspina, a bordo del buque oceanográfico Hespérides, arranca cada mañana a las 4.15, de noche, y hasta las tres de la tarde los científicos y técnicos, con la dotación del buque colaborando en las maniobras de cubierta, se afanan en los distintos muestreos que se van sucediendo perfectamente planeados. Se hace descender instrumentos de muestreo hasta 4.000 metros de profundidad, se despliegan distintas redes para capturar especímenes en superficie y a distintas alturas de la columna de agua, se peina la superficie del agua con un patín especial para sondear la vida oceánica justo en la capa de interacción con la atmósfera, se toma datos de parámetros químicos y físicos, de corrientes, temperatura, salinidad y composición del agua, la turbulencia, la radiación ultravioleta. Mientras se desarrollan las operaciones de cubierta ya est án trabajando los investigadores y técnicos en los laboratorios de a bordo, procesando muestras y ejecutando distintos experimentos. La labor es intensa y las jornadas de trabajo se alargan durante 15 a 17 horas cada día, una jornada tras otras, cruzando el océano. Día a día las muestras se van acumulando en los refrigeradores de a bordo (de distintos rangos de temperatura, según las necesidades) y los datos se van acumulando en los ordenadores. Hasta ahora, a mitad de la campaña al Llegar a Sydney, se ha repetido toda la secuencia de operaciones de muestreo y toma de datos 78 veces. Cada día se generan de seis a ocho gigabytes de datos más una cantidad importante de información gráfica, y al final de los siete meses de la expedición se habrán acumulado unos 5.000 gigabytes. Distribuidos principalmente en dos cubiertas del Herpérides, los diferentes laboratorios ocupan algo más de 200 metros cuadrados, con múltiples instrumentos, botes de muestras, botellas de agua, incubadoras, dispositivos electrónicos, máquinas de análisis automáticos, microscopios, etcétera,

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Page 1: El hesperides

El ‘Hespérides’, un laboratorio flotante para tomar el pulso a los océanos

La jornada de trabajo científico en la campaña Malaspina, a bordo del buque oceanográfico

Hespérides, arranca cada mañana a las 4.15, de noche, y hasta las tres de la tarde los

científicos y técnicos, con la dotación del buque colaborando en las maniobras de cubierta,

se afanan en los distintos muestreos

que se van sucediendo

perfectamente planeados. Se hace

descender instrumentos de muestreo

hasta 4.000 metros de profundidad,

se despliegan distintas redes para

capturar especímenes en superficie

y a distintas alturas de la columna

de agua, se peina la superficie del

agua con un patín especial para

sondear la vida oceánica justo en la

capa de interacción con la

atmósfera, se toma datos de

parámetros químicos y físicos, de corrientes, temperatura, salinidad y composición del

agua, la turbulencia, la radiación ultravioleta.

Mientras se desarrollan las operaciones de cubierta ya están trabajando los investigadores y

técnicos en los laboratorios de a bordo, procesando muestras y ejecutando distintos

experimentos. La labor es intensa y las jornadas de trabajo se alargan durante 15 a 17 horas

cada día, una jornada tras otras, cruzando el océano. Día a día las muestras se van

acumulando en los refrigeradores de a bordo (de distintos rangos de temperatura, según las

necesidades) y los datos se van acumulando en los ordenadores.

Hasta ahora, a mitad de la campaña al Llegar a Sydney, se ha repetido toda la secuencia de

operaciones de muestreo y toma de datos 78 veces. Cada día se generan de seis a ocho

gigabytes de datos más una cantidad importante de información gráfica, y al final de los

siete meses de la expedición se habrán acumulado unos 5.000 gigabytes.

Distribuidos principalmente en dos cubiertas del Herpérides, los diferentes laboratorios

ocupan algo más de 200 metros cuadrados, con múltiples instrumentos, botes de muestras,

botellas de agua, incubadoras, dispositivos

electrónicos, máquinas de análisis

automáticos, microscopios, etcétera,

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donde los 37 científicos y técnicos de cada tramo de la campaña se afanan en sus análisis y

preparaciones de muestras. Son análisis químicos, físicos y biológicos del agua, de la

atmósfera y de la capa superficial del agua que es la interfase con la atmósfera; muchos de

ellos habituales en los laboratorios científicos en tierra firme, pero que no son tan corrientes

en trabajo de campo, y en varios casos se realizan por primera vez en un buque.

El programa Malaspina se distingue de otras campañas científicas españolas o

internacionales tanto por la exploración sistemática del océano profundo como por abarcar

todos los océanos, y no un reducido número de puntos de sondeos en el agua en

determinadas regiones del globo.

Una importante novedad a bordo es el laboratorio de genómica, donde se va filtrando agua

y preparando muestras de ADN y ARN de los organismos del océano profundo, a 4.000

metros. Hasta ahora se habían hecho y publicado exclusivamente dos sondeos de este tipo

en el océano profundo. El Malaspina realizará en torno a 250. Las muestras se almacenan a

bordo en tres refrigeradores especiales que las conservan a 80 grados bajo cero y se van

enviando a España desde algunos puertos de la campaña, una copia de todo permanece en

el buque y se desembarcará al final, al llegar a Cartagena (Murcia) a mediados del próximo

julio. En un almacén contíguo, en una de las bodegas del barco, van estibados decenas de

cajones con suministros de laboratorio y repuestos.

Los laboratorios del Hespérides se parecen mucho a los de muchos institutos, excepto por

la concentración de equipos aprovechando cada rincón de la zona del buque dedicada a

ellos. Además es obvio que se trata de un barco, donde todo, absolutamente todo, tiene que

ir firmemente sujeto para evitar accidentes con el movimiento que en algunas ocasiones

llega a ser realmente fuerte. Como cualquier avería ha de ser solucionada a bordo, también

hay un taller a bordo. Los diferentes aparatos de análisis, los equipos informáticos, los

microscopios, los incubadoras, cajones de almacenamiento, botellas de gases… todo va

atado a bancos de trabajo, paredes o suelo; un trocito de velcro fija los ratones de

ordenadores a las mesas para evitar que se desplacen por la superficie con el movimiento

del barco. En estas dependencias, casi todas concentradas en dos cubiertas a popa del barco,

pasan los 37 científicos y técnicos del barco, muchas horas cada día, el tiempo que haga

falta, que a veces supera las 16 horas diarias, ininterrumpidamente.

Pero los instrumentos de toma de datos

están por casi por todo el barco. En la

cubierta sobre el puente de mando, por

ejemplo, se han instalado cuatro

captadores de aerosoles atmosféricos para

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ir midiendo la contaminación del aire (ahora, en el Pacífico, se intentará medir también la

contaminación procedente de la central nuclear de Fukushima en el océano, a miles de

kilómetros de Japón), la radiación ultravioleta y la radiación solar total y las condiciones

meteorológicas. Los captadores atmosféricos permiten también tomar muestras de polen,

hongos, bacterias, etcétera en el aire que permitirá realizar análisis genéticos, una de las

muchas novedades de muestreo del Malaspina, frente al trabajo habitual en las

expediciones oceanográficas internacionales. En la cubierta principal, mientras tanto se van

realizando cultivos constantemente para conocer, por ejemplo, cómo reaccionan las

comunidades biológicas del agua a la radiación solar.

Un elemento esencial de todo esto es la red informática de a bordo, que no solo conecta

todos los ordenadores y servidores de almacenamiento de datos, sino que garantiza, con un

servidor especial, la uniformidad horaria de todos los equipos de manera que se puedan

correlacionar con precisión todos los resultados a la hora de los análisis.

La campaña Malaspina, por supuesto, utiliza gran parte del equipamiento fijo del

Hespérides, como sus ecosondas, que van rastreando el agua y registrando continuamente la

masa de peces y corrientes marinas hasta unos 700 metros y su distribución en la columna

de agua. Los equipos científicos del buque producen diariamente 100 megabytes de datos,

independientemente de la información que se recabe en sondeos u otras mediciones con

aparatos montados a propósito en este caso.

Desde luego, la fase de planificación y preparación del Hespérides para esta campaña fue

muy compleja. Se embarcaron y estibaron a bordo en Cartagena 600 bultos que llegaron en

35 camiones procedentes de toda España con material de la Unidad de Tecnología Marina,

del CSIC, que se ocupa de la mayor parte de los instrumentos del barco y que lleva su

propio taller a bordo para afrontar Cualquier imprevisto, pero también con equipos y

materiales de los propios investigadores. Los embalajes de todo este material, una vez

instalado a bordo, se guardaron en una nave en Cartagena para ahorrar espacio a bordo. En

total, la inversión en el equipamiento científico que esta navegando ahora por el océano a

bordo del Hespérides ronda los 15 millones de euros.

ESCRITO POR: Alicia Rivera.

TOMADO DE:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Hesperides/laboratorio/flotante/tomar/pulso/oceanos/elpepu

soc/20110413elpepusoc_1/Tes

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