el lugar de keynes en la historia del pensamiento económico

371

Click here to load reader

Upload: cmanjarrez2002

Post on 24-Nov-2015

94 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

Keynes en la historia del pensamiento económico

TRANSCRIPT

  • 1

    CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA 359-372

    El lugar de Keynes en la historia del pensamiento econmico ' 1 Ronald L. Meek

    La literatura econmica actual postkeynesiana abunda en artculos que comparan el sistema terico keynesiano con los llamados sistemas clsicos, a los que Keynes diriga primordialmente sus ataques. Inicialmente, el principal propsito de tales art-culos era formular los sistemas keynesiano y clsico en trminos lo suficientemente precisos (normalmente matemticos) para que las nuevas contribuciones esenciales hechas por Keynes quedaran exactamente remarcadas. Ms recientemente. el objeti-vo pincipal ha pasado a ser la comparacin y el contraste de varios modelos construi-dos bajo la general inspiracin del sistema de Keynes con los elaborados por los modernos rehabilitadores del enfoque clsico.

    Desde el principio, los argumentos bsicos de estos artculos han tendido a girar ms bien en torno a resultados fonnales, y en aos recientes esta tendencia se ha ido acentuando. A pesar de sus ttulos -Keynes y los clsicos)), etc.- la mayora de los artculos son ejercicios de lgica ms bien que de historia, y arrojan poca luz desde el punto de vista de la problemtica que los historiadores del pensamiento econmico tienen en mente cuando hablan de el lugar de Keynes en la historia del pensamiento econmicm>. Para iluminar este tipo de problemas, es importante que las comparacio-nes se hagan remontndose en el tiempo para incluir verdaderos economistas clsi-cos. El presente ensayo pretende anticipar alguna de estas comparaciones, que puedan ser relevantes e importantes para los futuros historiadores del pensamiento econmico, partiendo del periodo en el que estamos viviendo.

    2

    El problema para la evaluacin de las relaciones de Keynes con las dems escuelas del pensamiento econmico est oscurecido por la nueva, y en aquel tiempo bastante sor-prendente, definicin de economistas clsicos con la que empieza la Teora gene-ral. Los economistas clsicos -escribe Keynes- fue el nombre inventado por Marx para referirse a Ricardo y James Mll y sus predecesores, es decir, los fundadores de la teora que culminara en la economa ricardiana2 Si queremos ser justos con Marx

    ' Publicado en: Mcek, Ronald L. The place of Keynes in the history of economic thought. En: Economics and ideology and otller essays. Londres: Chapman and Hall, 1967, p. 179-195. Traduccin: Josep Sabater.

    l. Este ensayo es una versin mejorada y reescrita de un artculo que fue publicado en el Modern Quaterly, invierno 1950-1951.

    2. General Theory, p. 3, pie de pgina.

  • 360 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    debemos reconocer que esta afirmacin no es lo suficiente exacta: Marx precisa cui-dadosamente el periodo de la escuela clsica desde Petty a Ricardo en Inglaterra y desde Boisguillebert a Sismondi en Francia3. Tampoco esto es completo: Marx no slo define los lmites histricos de la escuela clsica, sino que tambin delimita lo que crea que eran las caractrsticas esenciales que la diferenciaban de las escuelas porte-riores4. Keynes, sin embargo, no estaba interesado en este caso en hacer justicia a Marx, sino simplemente en vincular la etiqueta de clsico a una ms larga lista de econo-mistas. Me he acostumbrado -Keynes continuaba- quiz perpetrando un solecismo, a incluir en "la escuela clsica" a los seguidores de Ricardo, es decir, a aquellos que adoptan y perfecciona la teora econmica ricardiana, incluyendo (por ejemplo) a J. S. Mili, Marshall, Edgeworth y al prof. Pigou.>>

    No cabe duda de que este solecismo fue un golpe de genio. No se podra haber descubierto una palabra mejor que clsico, dados los propsitos bsicos de Keynes, con la cual estigmatizar a sus predesores y resaltar lo que constitua la esencia de su propia contribucin. Esto inmediatamente supuso el centrar la atencin sobre el recha-zo por Keynes de la ley de S ay -entendiendo por ello, segn Keynes, la nocin que la totalidad del coste de produccin debe necesariamente ser gastado en el agrega-do, directa o indirectamente, en comprar productm>5-, y sobre la expresa o implcita aceptacin por muchos de sus predecesores. Ricardo y Pigou, que se podra pensar que raramente coincidan, fueron igualmente estigmatizados como reaccionarios a causa de que ambos, a su manera, haban credo en la legitimidad esencial de la ley de Say.

    Dada la sugestin del solecismo de Keynes, que pone especial nfasis en la con-tinuidad de la ley de Say en la corriente del pensamiento econmico desde Ricardo a nuestros das, es necesario aadir inmediatamente que ello comporta oscurantismo, en el sentido que esconde una muy importante discontinuidad que separa la economa clsica en el sentido de Marx de los sistemas que le sucedieron. Ya que esta dis-continuidad puede ser importante para la evaluacin del lugar de Keynes en la historia del pensamiento econmico es preciso decir algo ms. Y el punto de partida ms rele-vante aqu, pienso, es la afirmacin de Marx de que la escuela clsica

  • EL LUGAR DE KEYNES EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONMICO 361

    en efecto trabajaban el uno para el otro incorporando su propio esfuerzo a las mer-cancas. Y esto no es todo: las relaciones entre clases socioeconmicas diferentes en el campo de la produccin, relaciones que fueron superpuestas en el concepto ms general de relaciones de produccin implcito en la propia existencia de las mer-cancas, alteraron los efectos sobre el fenmeno de mercado en ciertos aspectos defi-nitivos y muy importantes. Los economistas clsicos, en efecto, siempre empezaron con relaciones de produccin en este complejo sentido a causa de que asumieron, consciente o inconscientemente, que estas relaciones socioeconmicas eran los prin-cipales determinantes en el valor de las relaciones sobre las cuales dependan primor-dialmente la forma y el movimiento del sistema econmico como un todo. Crean que la poltica econmica debe arrancar desde estas relaciones de produccin y sera con-denada a la superficialidad y a la esterilidad si baca abstraccin de ello. Este enfoque metodolgico no fue realmente explicitado hasta Marx, sin embargo, no hay razn para dudar de que la mayora de los economistas lo adoptaron, aunque fuera slo intuitiva-mente. La idea de que el fenmeno del valor es un tipo de reflexin de las relaciones bsicas entre hombres como productores de mercancas tenda a generalizarse en la elaboracin de la teora del valor, un peculiar producto clsico. Y la nocin de que el fenmeno de mercado (particularmente en la esfera de la distribucin) poda ser con-siderado en trminos de relaciones de produccin entre clases pas a ser un lugar comn en el tiempo de Ricardo, en cuyo trabajo asumi considerable importancia.

    Es evidente que Marx hered esta actitud, y que la desarroll y la aplic de forma muy provechosa. Pero desde un punto de vista ortodoxo del pensamiento econmico de-sapareci virtualmente con Ricardo. En los economistas post-ricardianos, puede obser-varse que a partir de la dcada posterior a su muerte, resultaba polticamente peligroso empezar con las relaciones socio econmicas entre las personas en tanto que produc-tores, empezando por argumentar que era pennisible, y verdaderamente necesario en inte-rs de la objetividad cientfica, hacer abstraccin partiendo de esas relaciones8. Empezaba la tendencia gradual hacia la moderna ortodoxia prekeynesiana y neoclsica. Esta ten-dencia estuvo marcada en particular por la emergencia de una subjetiva teora del valor basada en la psicolgica relacin entre las personas y los productos acabados, ms bien que en las relaciones sociales entre personas y personas en la produccin y, finalmen-te, por el desarrollo de una nueva teora de la distribucin, la cual afirmaba que las diferencias sociales entre las clases que suministraban la tierra, el trabajo y el capital no eran significativas respecto a las remuneraciones que reciban9 La sustitucin de las anteriores teoras clsicas del valor y la distribucin por este tipo de teoras fue la causa, segn Marx, de que los economistas post-ricardianos en su conjunto no lograran pene-trar a travs de este superficial disfraz en la esencia interna y en la forma ntima del proceso de produccin capitalista.

    Hubo otra tendencia en el pensamiento econmico post-ricarciano, indirectamen~ te asociada con la anterior, que refol7.3ba la creencia de Marx de que la economa bur~ guesa entr en un estado de declive despus de la muerte de Ricardo, que consista en afirmar (siguiendo a Schumpeter) que el proceso econmico, por muy dado que sea a situarse bajo el impacto de "petturbaciones", pennanece todava libre, en su lgi-

    8. Cf. anterior, p. 15~16, y posterior, p. 205~206. 9. Cf. mi Studies in Labmtr Tlleory of \blue, p. 243256.

  • 362 CRfTICAA LA ECONOMfA ORTODOXA

    ca pura, desde sus "dificultades inherentes" 10 Esta tendencia, desde Juego, ya se haba puesto de manifiesto en Jos propios trabajos de Ricardo, quien despus de todo haba aceptado la ley de Say y explicado la tendencia hacia un estado estacionario debido a la injerencia de factores externos; no obstante este tema fue ms profundizado en el trabajo de sus sucesores. Para Marx, esto se explica por causas polticas pausiblemen-te asociadas a la mencionada tendencia a abstraer las relaciones de produccin.

    Marx no anticip que la economa burguesa>> llegara a reconocer franca y amplia-mente que el proceso econmico no estaba despus de todo libre de dificultades inhe-rentes. Pero si hubiera vivido para ver la revolucin keynesiana, habra podido insistir en que el anlisis de Keynes de esas dificultades inherentes resultaba seria-mente inadecuado, precisamente debido a la continuidad del pensamiento keynesiano respecto a la antigua tendencia post-ricardiana de hacer abstraccin de las relaciones de produccin. En otras palabras, probablemente podra haber explicado Jo inadecuado que resultaba el anlisis keynesiano de las dificultades inherentes en trminos simi-lares a los que utiliz para explicar la inexistencia de tales dificultades en el caso de los economistas ortodoxos de su propio tiempo. A este punto nos referiremos de nuevo ms adelante. Entre tanto, vamos simplemente a hacer notar que la definicin de Keynes respecto a los economistas clsicos, dando nfasis a la continuidad de la ley de Say y glosando sobre un nmero de diferencias vitales entre el pensamiento clsico y el post-ricardiano, distrae seriamente la atencin respecto de ciertos factores determi-nantes que pueden ser muy importantes para situar el papel de Keynes en la historia del pensamiento econmico.

    3

    Tan pronto hayamos aceptado sin discusin la afirmacin por parte de Keynes de que la ley de S ay, ms o menos adulterada, continu constituyendo una parte bsica de la ortodoxia econmica desde los tiempos de Ricardo hasta los del propio Keynes, sin interrupcin. La idea de que podemos abandonar sin ningun riesgo la funcin de la demanda agregada -escriba Keynes- es fundamental para la economa ricardiana, lo cual pone de relieve lo que se ha estado enseando a lo largo de ms de un siglo11 Si se acepta este punto de vista, el lugar de Keynes en la historia del pensaminento est per-fectamente definida: representa simplemente al hombre que libera a la economa orto-doxa de su larga dependencia de la ley de Say. En la realidad actual, sin embargo, la nocin de una larga continuidad histrica de una indiferenciada ley de S ay requiere ciertas importantes cualificaciones que destruyen la aparente simplicidad de esta inter-pretacin . En este punto, dos aspectos son especialmente importantes.

    En primer Jugar, haba una diferencia esencial entre el papel que desempeaba la ley de Say en el sistema ricardiano y el papel que gradualmente fue adquiriendo en el sis-tema de sus sucesores. En el sistema de Ricardo, generalmente hablando, la ley de Say jug un rol progresivo, proporcionando una respuesta efectiva a hombres como Spence, Chalmers y Malthus, que argumentaban (objetivamente,,a favor de los intereses de los

    10. Schumpeter, Hist01y of Economic Analysis, p. 559, pie de pgina. 11. General Theory, p. 32.

  • EL LUGAR DE KEYNES EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONMICO 363

    propietarios y otros consumidores improductivos de su tiempo) que la acumulacin de capital se produjo demasiado rpidamente y caus un excedente general de mer-cancas. Tal argumento, en las dos primeras dcadas del siglo XIX, tuvo claramente connotaciones reaccionarias. No solamente esto, sino que la ley de S ay no haba sido tan fundamental para la economa ricardiana, como asuma Keynes. En cualquier caso, por lo que al propio sistema de Ricardo se refiere, se trata ms bien de algo sobre-puesto a la estructura terica bsica que de un elemento esencial de la propia estruc-tura12.

    En la econmia post-ricardiana, por otra parte, la ley de Say empez a asumir un nuevo y mucho menos progresivo papel. En el sistema de Ricardo, haba sido usada como arma arrojadiza contra las fuerzas que trataban de frenar el avance del mtodo de organizacin industrial capitalista. En los sistemas post-ricardianos lleg a ser usada como un arma contra un nuevo grupo de los crticos ms radicales del orden capita-lista, particularmente aquellos asociados con los movimientos de las clases trabajado-ras. Una doctrina que poda ser utilizada para mostrar que no haba una tendencia inherente hacia una sobreproduccin general en una economa capitalista -o, mejor an, que tal sobreproduccin era simplemete imposible- era obviamente una podero-sa arma terica para tener a mano despus del periodo de revocacin de las Combination Laws. Esto permiti a los economistas ortodoxos explicar las crisis peridicas del capi-talismo (las cuales empezarn a manifestarse al poco de producirse la muerte de Ricardo) 1 en trminos de operaciones de factores exgenos o de la presencia de rigideces inamo-vibles ms que en trminos de lo que Marx llam posteriormente las contradicciones bsicas del capitalismo. El propio Keynes puntualiz claramente la naturaleza del atractivo que posea la ley de Say para la clase capitalista, que se encontraba a la defen-siva contra el desafo radical:

    La absoluta victoria ricardiana es algo curioso y misterioso. Tuvo que ser debido a un conjunto de adecuaciones entre la doctrina y el entorno dentro del cual fue pro-yectada[ ... ]. Lo cual pennita explicar mucha de la injusticia social y aparente cruel-dad como un inevitable incidente en el sistema de progreso, y que el intento de cambiar estas cosas, encomendado a la autoridad, produce en general ms dao que bien. Esto proporcion una medida de justificacin a las libres actividades de los capitalistas individuales, y atrajo hacia esta doctrina el apoyo de la fuerza social dominante tras la autoridad. 13

    En segundo lugar, por lo que a los predecesores inmediatos de Keynes concierne, la nocin de que su trabajo estuvo invalidado por la omnipresente ley de Say, que his-toricamente correspondi a Keynes exorcizar, es tan errnea que casi resulta ridcula La caracterizacin que hizo Keynes de los economistas neoclsicos los convirti en el blanco de todas las crticas y, por lo que respecta a sus predecesores inmediatos en relacin a la ley de Say, no fueron tan estpidos como los haca aparecer en algunas ocasiones 14. Despus de todo, ellos haban discutido ocasionalmente aspectos mane-

    12. Cf. anterior, p. 55-66. 13. Keynes, General Theory, p. 32-33. 14. Cf. G. Haberler, TheGeneral Titeory afterTen Years. Reeditada en: Keynes' General Theory: Reports

    ofThree Decades, p. 281-284.

  • 364 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    tarios y de ciclo econmico! El punto realmente esencial-el cual es tan simple como para que pase desapercibido- es que los predecesores inmediatos de Keynes estuvieron interesados principalmente en un tipo particular de problemas para los cuales la cues-tin de verdad o falsedad de la ley de Say no era realmente relevante. La dificultad de la caracterizacin que hace Keynes de la teora ortodoxa -como el Dr. Blaug ha dicho- no es simplemente que ningn economista haya sostenido nunca todas las ideas que Keynes atribuye a los clsicos, sino que casi ningn economista despus de 1870 consider el tipo de problemas macroeconmico que preocuparon a Keynes 15 Y cuan-do fijaron su atencin en estos problemas, generalmente reconocieron, con frecuencia explcitamente, lo muy limitado del significado prctico de la ley de Say16, especial-mente en el corto plazo.

    En resumen, sera un error evaluar el papel de Keynes en la historia del pensa-miento econmico principalmente por su reaccin en contra de la ley de Say, la cual haba sido de hecho fundamental para la economa ricardiana nicamente por un periodo histrico relativamente corto. Lo que s fue bsicamente objeto de su reaccin, en el fondo, fue la continua preocupacin de la mayora de los economistas por el an-lisis microeconmico en unos momentos en que la solucin de la agenda de los pro-blemas prcticos estaba pidiendo a gritos anlisis de tipo macroeconmico.

    4

    Una implicacin de lo que se ha dicho es que la Teora General podra supOner un movimiento de retroceso desde el neoclasicismo hacia el clasicismo, por lo menos en el sentido de que Keynes, al igual que Smith y Ricardo, estaba interesado en las varia-ciones del ingreso agregado. El problema tpico de los neoclsicos era cmo distribuir un ingreso dado de la mejor manera racional o ~> -es decir, cmo optimizar la escasez-. El rechazo de Keynes a asumir un ingreso dado, y su inters por los fac-tores determinantes del ouput agregado, supusieron verdaderamente que algo como el viejo problema de los clsicos acerca del problema de asegurar una abundancia de mercancas era situado nuevamente en la agenda.

    No solamente el trabajo de Keynes hizo revivir el inters por este problema clsi-co, sino que tambin contribuy a la rehabilitacin de un concepto clsico esencial que haba ido cayendo en desuso desde la muerte de Ricardo. En el sistema de Ricardo se daba generalmente por sentado que la acumulacin poda mayormente ser considera-da como una funcin del excedente social, y en particular de la parte del excedente que consista en beneficios. La nocin de que el volumen de la acumulacin estaba determinado por la capacidad de acumular tenda a predominar sobre la nocin de que estaba determinado por la tasa de recompensa por la acumulacin. En el periodo post-ricardiano, por razones que hemos analizado anteriormente17, la segunda nocin tendi gradualmente a predominar sobre la primera, de forma que el volumen de ahorro a la larga vino a concebirse como una funcin ms o menos exclusiva de la tasa de beneficios o de inters. A partir de aqu quedaba solamente un paso para establecer la teora de

    15. Economic Theory 11 Retrospect Homewood, Illinois, 1962, p. 601. 16. Ver, Marshall, Principies of Eco11omics. 8" ed., Londres, 1946, p. 710-712. 17. P. 87-88.

  • EL LUGAR DE KEYNES EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONMICO 365

    que el ahorro y la inversin se mantenan automticamente iguales entre s simple-mente manipulando la tasa de inters.

    La crtica de Keynes a esta teora constituy el punto crucial en la transicin desde el sistema neoclsico microesttico al sistema macroesttico keynesiano; y en esta cr-tica, la nueva nocin de ahorro deba ser contemplada como una funcin del ingre-so ms que de la tasa de inters, jug un papel fundamental. Paul Samuelson, en un interesante pasaje en el que trata del proceso de pensamiento refirindose a la Teora general, habla de:

    La vital importancia de la funcin de consumo: estableciendo la propensin a con-sumir en trminos de ingreso; o vindola desde el lado opuesto especificndola como la propensin a ahorrar. Con una inversin dada como una constante o en trminos de una funcin, nos encontramos en disposicin de establecer el sistema determinaM do ms sencillo de equilibrio con subempleo, por medio del , el cual no difiere formalmente de cruce marshalliano entre oferta-demanda-precio.

    Inmediatamente cada cosa se pone en su lugar: el reconocimiento de que la intencin de ahorrar puede disminuir el ingreso y finalmente el ahorro; el hecho de que un incremento autnomo neto en la inversin, en la balanza exterior, gastos gubemarnentales y consumo resultar en un incremento de ingreso mayor que el ini-cial, etc.18

    Se puede decir, en cierto sentido, que Keynes no solamente coloc de nuevo en primer plano la problemtica de la economa clsica, sino que adems adopt, como un instrumento muy importante, uno de los conceptos que los economistas clsicos habfan utilizado para tratar este problema.

    Pero slo en cierto sentido. El inters de Keynes ciertamente se centr en inves-tigar las causas de los movimientos del ingreso, pero se trataba de movimientos de tipo muy diferentes a los tratados por Ricardo. Mientras que ste examinaba las fuerzas que producen un secular incremento del ingreso (y los cambios en su distribucin) a largo plazo, Keynes examina las fuerzas que producen fluctuaciones en el ingreso a corto plazo. Sus objetivos bsicos eran diferentes y, a pesar de ciertos parecidos bastante superciciales, sus tcnicas eran diferentes. Es cierto que Keynes, al igual que Ricardo (aunque mucho ms profundamente), puso nfasis en que el ahorro deba ser conside-rado como una funcin del ingreso. Pero el ingreso de quin? Ricardo siempre con-templ la acumulacin como correspondiendo ms o menos exclusivamente a una particular clase social, la clase que viva de los beneficios. Los trabajadores no tenan realmente el poder de acumular y los propietarios de la tierra, aunque tenan la posi-bilidad, por lo general no denotaban una predisposicin a ello. En el sistema de Keynes, sin embargo, el ahorro aparece como una funcin del ingreso agregado de la comuni~ dad en su conjunto, abstrayndose casi completamente de las diferencias entre clases sociales que Ricardo haba tomado como punto de partida.

    Finalmente, debe puntualizarse que la Teora general de Keynes, aunque en cier~ to aspecto ms general que el sistema neoclsico, era de hecho en otro sentido menos general que el sistema clsico. Keynes utiliz el vocablo general en el ttulo de

    18. Keynes' General Theory: Reports of71lree Decades, p. 330.

  • 366 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    su libro con el fin de llamar la atencin de su visin de que la situacin de equilibrio con pleno empleo, supuestamente asumida por Jos autores neoclsicos, era realmente slo un caso particular entre las posibles posiciones de equilibrio 19 Est claro que el uso del vocablo general no implicaba su intencin de que su teora fuese considerada como un sustituto del conjunto doctrinal de la teora neoclsica ortodoxa. Sus quejas con-tra esta teora eran debidas simplemente a que no resolva los problemas econmicos del mundo actual y ms concretamente el problema del desempleo en masa. Si este pro-blema poda de hecho ser resuelto, es decir, Si nuestros controles centrales tuvieran xito en establecer un volumen agregado de ouput correspondiente al pleno empleo o lo ms cercano posible~~. entonces, deca Keynes:

    la teora clsica recuperara de nuevo su punto de partida. Si suponemos que el volu-men de ouput est dado, es decir, estando determinado por fuerzas ajenas al esquema clsico de pensamiento, entonce no hay ninguna objeccin para mantener, contra e1 anlisis clsico de la forma en que el inters privado determinar Jo que en particular hay que producir, en qu proporcin los factores de produccin se combinarn para producirlo, y cmo el valor del producto final ser distribuido entre ellos20.

    Este prrafo revela muy claramente que el sistema de Keynes era menos gene-ral que el sistema clsico (propiamente dicho), el cual nunca hizo este tipo de distin-cin entre. anlisis microeconmico y macroeconmico. Para Smith y Ricardo, el problema macroeconmico de las leyes de funcionamiento del capitalismo apare-cen como el principal problema y pareca necesario que el conjunto del anlisis eco-nmico, incluyendo las teoras bsicas del valor y la distribucin, fueran deliberadamente orientadas hacia su solucin. Para Keynes, sin embargo, no pareca que una teora general en este sentido clsico fuera necesaria para la solucin del conjunto de pro-blemas macroeconmicos en los que estaba interesado. La microeconoma ortodoxa poda ser dejada en paz, todo lo que deba hacerse era complementarla con un ade-cuado suplemento macroeconmico.

    5

    Marx hered una parte importante de la perspectiva clsica y de su estructura terica, y no cabe duda de que hay un importante elemento de verdad en la ahora tpica des-cripcin de l como el ltimo de los economistas clsicos. Pero su propia contribu-cin fue mucho ms significativa, y mucho ms idiosincrsica de lo que esta descripcin parece implicar. Su objetivo fue liberar a los economistas clsicos de su prisin bur-guesa, un objetivo que persigui con especial vigor en dos campos. El primero fue la teora del beneficio: el problema del origen y persistencia del beneficio bajo condi-ciones de competencia, crea Marx, no poda ser resuelto adecuadamente si no se empe-zaba desde las relaciones de produccin entre los trabajadores asalariados y los propietarios del capital caractersticas de las economas capitalistas. La segunda fue la teora del ciclo econmico: el problema de las fluctuaciones cclicas, exclamaba, no

    19. Gerera/ Theory, p. 3. 20. Ibrd., p. 378-379.

  • 1

    r

    EL LUGAR DE KEYNES EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONMICO 367

    poda ser resuelto en trminos de factores exgenos, sino solamente considerando las fluctuaciones como el reflejo de ciertas profundas contradicciones sociales y econ-micas inherentes al propio modo de produccin capitalista.

    He aqu un paralelo obvio entre Marx y Keynes, y era de prever que la publica-cin de la Teora general dara lugar a un nmero creciente de especulaciones acerca de las relaciones de los sistemas marxista y keynesiano. No es demasiado difcil encon-trar un cierto nmero de otros paralelismos, con variables grados de significacin, entre El Capital y la Teora general. Verdaderamente hay ciertas similaridades que son obvias, por ejemplo, entre la..:; respectivas explicaciones dadas por Marx y Keynes de las fuer-zas que determinan la periodicidad del ciclo y entre sus consideraciones respectivas del papel que juega la especulacin. Todava hay otro paralelo obvio, el cual yo mismo nunca he sido capaz de ver sino como algo puramente formal, entre la teora del valor trabajo de Marx y el concepto salario-unidad de Keynes. Mucho ms relevante para la cuestin son los famosos esquemas de reproduccin de Marx, los cuales han sido objeto de conderable atencin por parte de quienes se han interesado en las relaciones entre Keynes y Marx. La seora Robinson nos dice que Khan, en el famoso crculo en el que el Tratado de Keynes fue discutido en 1931,

  • 368 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    minos de valores y precios de produccin>>, en vez de en trminos de precios de mer-cado, no puede ser tomado como indicativo de que no se sintiese preocupado por el corto plazo. Ms bien, reflejaba su visin de que los fenmenos a corto plazo, inclu-yendo notoriamente el fenmeno del ciclo econmico, no poda ser adecuadamente analizado de manera separada de las tendencias a largo plazo, y que las causas bsicas de ambos, el largo plazo y el corto, deban ser vistas ante todo dentro de las. relaciones sociales fundamentales entre los hombres en la esfera de la produccin, las cuales se reflejaban en primera instancia en los valores y precios de produccin de los bien-es. Por ejemplo, uno no podra presentar adecuadamente un conjunto de factores como la causa de la tendencia a largo plazo de la cada de la tasa de beneficios (en trminos de valores), y otro conjunto completamente separado de factores como la causa de la cada de beneficios o de la expectativa de beneficios (en trminos de precios) a corto plazo, la cual precipitara la crisis por sus efectos sobre la inversin inducida. Los fac-tores cuyo incesante conflicto e iteracin producen estos dos tipos de fenmenos esta-ban, desde el punto de vista de Marx, ntimamente ligados entre s, y provenan de ciertas contradicciones implcitas en las relaciones de produccin que caracterizan a la economa capitalista.

    La contradiccin bsica del modo de produccin capitalista, que en cierto sentido es el origen de todas las dems contradicciones, era esencialmente, desde el punto de vista de Marx, una contradiccin entre tendencia y objetivo. La tendencia del modo de produccin capitalista, escribe Marx, es

  • EL LUGAR DE KEYNES EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONMICO 369

    As pues, aunque en la reproduccin ampliada existe la posibilidad terica de un equilibrio>> entre la'i distintas sectores de la economa, cuyas condiciones pueden ser cui-dadosamente definidas, tal equilibrio puede en realidad ser solamente alcanzado acci-dentalmente, o por el tipo de restitucin forzosa del equilibrio justo descrita25.

    Si bien es verdad que tanto Marx como Keyncs rechazan la ley de Say y aducen fac-tores endgenos para la explicacin de las fluctuaciones cclicas, el parecido no va mucho ms lejos que esto. La primera y ms obvia disimilitud es que mientras el an-lisis del ciclo de Marx era una parte integral de un anlisis macrodinmico de miras muy amplias, bastante similar en alcance al de sus predecesores clsicos, el anlisis de Keynes del equilibrio con subempleo tena ms o menos exclusivamente un carc~ ter macroesttico. Keynes enfatizando que en el largo plazo estaremos todos muertos, asuma deliberadamente que las tcnicas de produccin, tamao de las plantas, etc, se mantendran sin cambios. Corno Schurnpeter puntualiz, en el modelo bsico de Keynes {pero no siempre en los argumentos en que se apoyaba) todos los fenmenos que inciden en la creacin y cambio del aparato (industrial), es decir los fenmenos que dominan el proceso capitalista, estn de este modo excluidos de consideracin26 La segunda disimilitud se desprende de lo que se ha dicho al final de la seccin previa acerca de los grados comparativos de generalidad entre los sistemas clsico y key-nesiano. Marx, al igual que Smith y Ricardo, no hace distincin entre anlisis micro-econmico y macroeconmico, y deliberadamente orienta su teoras sobre el valor y la distribucin hacia la solucin del problema de las leyes de funcionamiento del capi-talismo. La tercera disimilitud, que est profundamente ligada a las dos anteriores, es simplemente que mientras la teora de Marx estaba expresada en trminos de las rela-ciones de produccin peculiares del capitalismo, Keynes en su mayor parte hizo abs-traccin de estas relaciones, considerndolas simplemente como una parte del entorno dado dentro del cual las variables que consideraba significativas interaccionaban entre s.

    Este ltimo punto requiere una explicacin algo ms elaborada. Los agregados keynesianos, como ha dicho el profesor Tsuru, a diferencia de los agregados marxianos, no se refieren necesariamente a la especifidad del capitalismo[ ... ]. En cualquier tipo de sociedad, sea tribal-primitiva o socialista, es posible aplicarlos y referirnos a estos ratios por medio de trminos tales como "la propensin al consumo", "la propensin a invertir", etc.27 En el sistema de Keynes, juegan un papel vital tres variables inde-pendientes, las cuales estn deliberadamente definidas en trminos asociales. Estas variables son la propensin psicolgica al consumo, la actitud psicolgica hacia la liquidez y las expectativas psicolgicas de futuros beneficios provenientes de los acti-vos de capitah>28. Si la estructura social, la tcnica actual, el nivel de competen-cia, etc. se toman como dados, argumenta Keynes, entonces las Variables independientes determinarn las variables dependientes)) (volumen de empleo y renta nacional). Keynes reconoce, desde luego, que los factores tomados como dados tienen influencia en las Variables independientes; pero afinna que no los determi-

    25. Cf., ibd., vol. U, p. 494495. 26. Schumpcter, en The New Economics, p. 93. 27. Tsuru, op. cit., p. 336. 28. General Theory, p. 247.

  • 370 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    na completamente, y asume que la naturaleza de su intluencia, excepto en casos espe-ciales, no necesita ser investigada29. Para Marx, por el contrario, pareca obvio que era precisamente este campo de investigacin el que era verdaderamente crucial.

    6 Aquellos de nosotros que profetizamos que en los aos siguientes a la publicacin de la Teora general, la estructura de la ortodoxia econmica se mostrara lo suficiente flexible para acomodar el anlisis de Keynes, y que hablar de la revolucin keyne-siana era por tanto una afirmacin errnea, debemos simplemente reconocer que nos habamos equivocado. Hoy, treinta aos despus de la Teora gelleral, la avalancha de artculos y libros resumiendo, interpretando, desarrollando y atacando el trabajo de Keynes no muestra signos de decaimiento. Es tan grande el volumen de esta literatu-ra postkeynesianm>, que verdaderamente es muy difcil identificar incluso cules son las tendencias que tienen imporlancia en el da de hoy, por no mencionar aquellas que los historiadores del futuro reconocern como importantes en relacin con la cuestin del lugar que debe ocupar Keynes en la historia del pensamiento econmico. Creo que no es posible hacer mucho ms en esta coyuntura que clasificar un nmero de las ten-dencias corrientes bajo dos amplios apartados.

    El primero de estos apartados agrupa ciertas tendencias que en conjunto signifi-can un retroceso sobre la visin fundamental de Keynes del capitalismo como un sis-tema intrnsicamente inarmnico en el cual no existe una mano invisible equilibrando automticamente los niveles de inversin con los niveles de ahorro y pleno empleo. Para el mismo Keynes, que estaba implicado en el anlisis de las fluctuaciones del out-puta corto plazo, asumir la ausencia de semejante mano invisible era mucho ms impor-tante que las diversas razones particulares que podan ser esgrimidas para justificar su ausencia en algn caso30 Despus de Keynes, sin embargo, cuando la propensin psi-colgica de los economistas a formalizar haba tenido tiempo de operar, la cuestin de estas razones empez a aparecer corno mucho ms importante. En cules de estas razones confo Keynes? Cules de ellas eran realmente importantes? Bajo qu cir-cunstancias no sera operativa ninguna de ellas, de fonna que la mano invisible tuvie-ra que volver a ocupar nuevamente su papel? El camino estaba ahora abierto para que florecieran cientos de modelos basados en diferentes conjuntos de supuestos, inclu-yendo, desde luego, restaurados modelos neoclsicos en los que estaba asumido que el crecimiento era posible sin alejarse significativamente del pleno empleo. La carica-tura que Keynes hizo de los economistas neoclsicos empez a provocar las inevita-bles represalias, y la resurreccin del efecto Pigou sirvi para salvar la cara y el honor de los creyentes en el equilibrio annnico31 al hacer parecer menos probable que las trampas de liquidez y los planes de inversin inelasticos al inters pudieran evitar la consecucin del pleno empleo.

    Este retroceso, desde la original visin keynesiana, que en parte fue posible, para-djicamente, utilizando los intrumentos y tcnicas proporcionados por el mismo

    29. !bid., p. 245-247. 30. Cf. Samuelson, en Keynes' General Theory: Reports ofThree Decades, p. 231. 31. Samuelson, op. cit., p. 333.

  • EL LUGAR DE KEYNES EN LA HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONMICO 371

    Keynes32, es desde luego algo ms que un mero subproducto de la moda de construc-cin de modelos estimulada por la Teora general, y algo ms que una mera reflexin de la notoria dificultad terica de reconciliar competencia con desempleo33. No es fcil vivir sin el confortable supuesto de la presencia de una mano invisible, y para muchos economistas, despus de una debida reflexin, la interpretacin de Keynes de las fluc-tuaciones cclicas, que ponen de relieve la importancia de los factores endgenos sobre los exgenos, empieza a aparecer quiz un poco mTiesgada. Pero el retroceso ha sido estimulado sobre todo por el simple hecho de que, contrariamente a lo que cada uno esperaba, no ha habido una depresin importante en el mundo capitalista por espacio de 25 aos. Esto ha provocado, en opinin de muchos modernos economistas, el mismo tipo de reaccin que ocasion, en una situacin no muy diferente, en las mentes de alguno de sus predecesores despus de la muerte de Ricardo: si las cosas de hecho se han sucedido mucho mejor de Jo que Keynes (o Ricardo) anticiparon, no debe haber algo radicalmente errneo en la teora bsica de Keynes (o Ricardo)? No es fcil deci-dir lo que uno debiera hacer entre esta aparente contradiccin entre teora y realidad. Puede uno empezar hablando en trminos de tendencias keynesianas de lo que propio Keynes pensaba prestarles. Una vez el uso de los agregados apropiados se ha hecho respetable, la de-sagregacin pasa a ser posible: por ejemplo, los ahorros de los receptores de benefi-cios pueden ser separados de las de ouos grupos sociales. Una vez que el concepto de corriente neta de ingresos ha sido incorporado a nuestra teora, podemos empezar a preguntarnos acerca de las caractersticas del organismo econmico dentro y fuera del cual estos ingresos fluyen35 Una vez que la capacidad de crear ingresos desde las inver-siones ha sido considerada, podemos proceder a preguntarnos sobre los efectos de aa-dir capacidad productiva. Y una vez hayamos analizado el problema de la detenninacin del volumen de produccin bajo condiciones competitivas, podemos proceder a intro-

    32. Cf. Samuelson, op. cit. p. 334. 33. Cf. G. Haberler, en Keynes' General Theory: Reporlsfor Three Decades, p. 284. 34. lbd. Harrod, p. 140. 35. Cf. Tsuru, op. cit., p. 341.

  • 372 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    ducir el monopolio en nuesto cuadro. El resultado neto de este segundo conjunto de tendencias ha sido la emergencia de un nmero de teoras macrodinmicas que estn mucho ms cerca de las teoras clsica y marxista, en espritu y frecuentemente en con-tenido real, de lo que nadie razonablemente haba anticipado. En el largo plazo, puede bien ser que el poderoso impulso36 dado por Keynes, quiz inintencionadamente, al anlisis macrodinmico sea el factor principal para determinar.su lugar en la historia del pensamiento econmico.

    Pero si dijramos solamente esto podra parecer que ignoramos el aspecto ms importante de todos. Estamos viviendo en un tiempo en el que la naturaleza y la fun-cin de la economa en su conjunto est experimentando una profunda revolucin. Existen varios caminos para describir esta revolucin: a m me gusta pensar en ello en tnninos de la transformacin de la economa en un ciencia, o quiz en un arte, de ges-tin econmica o ingeniera social, y ligar esto con el declive en nuestros das del con-cepto de la mquina econmica37 La cuestin no es simplemente que hoy el anlisis econmico est teniendo una incidencia en la poltica pblica en un grado mayor que nunca antes, sino que la naturaleza toda del anlisis econmico est siendo cambiada radicalmente en funcin de tratar de manera efectiva los nuevos problemas de poltica econmica que estn emergiendo en un mundo en el cual el dominio de la mquina econmica est disminuyendo constantemente. Es evidente que el sistema terico key-nesiano es desde luego uno de los ms maquinistas)). Pero al concentrarse, como se ha hecho, en la tendencia de la mquina para generar desempleeo y capacidad ociosa, y cen-trar la atencin sobre los agregados que eran no solamente cruciales desde un punto de vista de la poltica econmica sino tambin mensurables estadsticamente, se ha dado un tremendo mpetu al desarrollo del nuevo tipo de pensamiento econmico que nuestro tiempo requiere. Al hacer respetable la interferencia con la operacin de la mquina y hacindolo sobre una base cientfica, Keynes ayud a pavimentar el cami-no para un nuevo tipo de pensamiento econmico, el cual puede muy bien trascender a todos los sistemas econmicos anteriores, incluyendo el suyo.

    36. Schumpeter, History of Economic Analysis, p. l.l84 37. Ver mi Inaugural Lecture)), The Rise and Fa/1 of rile Conccpt o[ Economic Machine (Leicester, 1965).

    ~1

  • [ ... ]

    CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    Kalecki y Keynes' George R. Feiwel

    373-385

    l. Los RBOLES GENEALGICOS INTELECTUALES DE KALECKI Y KEYNES Con excepcin de Malthus y algn otro1, la corriente principal de la economa acad-mica prekeynesiana dej a un lado la molesta cuestin de encontrar mercados ade-cuados para el producto del pleno empleo y justificaban la suposicin del pleno empleo con lo que Marshallllamaba el conocido axioma econmico2, es decir, la ley del Mercado de Say (cf. Keynes 1936, p. 19).

    [ ... ]

    La Teora general se entiende mejor como la culminacin del desarrollo intelec-tual de la escuela econmica de Cambridge impregnada de la tradicin clsica. Keynes se rebel contra todas esas teoras que le eran familiares y que no explicaban la cues-tin de la demanda efectiva. Se hallaba fascinado por Malthus, decepcionado con Ricardo y marcadamente en contra de Marx, a quien nunca entend ni jota3. Keynes crea que la idea de que, felizmente, podamos descuidar la funcin de la demanda agregada es fundamental en la economa ricardiana, que subyace en lo que se nos ha enseado durante ms de un siglo. Malthus, en realidad, se opuso con vehemencia a la doctrina de Ricardo de que era imposible que la demanda efectiva fuese deficiente; pero fue en vano. Como Malthus no fue capaz de explicar satisfactoriamente el Cmo y por qu la demanda efectiva poda ser deficiente o excesiva, fracas en ofrecer una construccin alternativa; y Ricardo conquist Inglatena tan completamente como la

    ' Publicado en: Feiwcl, George R. Kalecki y Keynes. En: Michael Kalecki: contribuciones a la tea ra de la poltica econmica. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1981, p. 72-75, 82-86, 92-99.

    l. La relacin de Keynes con sus predecesores ha sido objeto de gran controversia. Ver, interalia, Klein, 1966, caps. 1 y 2; Hansen, 1953, cap. 1; Harris, ed. 1947, cap. 6. Evidentemente, otros autores influen-ciados por Keynes se han preocupado de la demanda efectiva. Para un sumario de las opiniones de Laudcrdale, Mallhus, Hobson y Wickse\1, vase Han sen, 1964, caps. 14 y 17. Ver adems Schumpeter, 1954, passim, y Leijonhufvud, 1969.

    2. No quiere esto decir que todos los autores hayan tr:.1tado la ley de Say como si fuese una proposicin evi-dente por s misma. Se ha presentado una argumentacin ms sofisticada. Vase Schumpeter, 1954, p. 615-625 y Patinkin, 1965, especialmente n. L.

    3. Joan Robinson 1964, p. 338. Sobre Keynes y Marx, vase tambinJoan Robinson, 1951, p. 133-145; 1960, p. 1-17; Klcin, 1966, p. 130-134.

  • 374 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    Santa Inquisicin conquist Espaa ... El gran enigma de la demanda efectiva con la que Malthus haba luchado a brazo partido se desvaneci de la literatura econmica ... Slo pudo vivir furtivamente, bajo la superficie, en los bajos mundos de Karl Marx, Sil vio Gesell o el Mayor Douglas (Keynes 1936, p. 32).

    Parece que Keynes, en su ensayo sobre Malthus, fue demasiado lejos al comentar Jos pasajes de la correspondencia Malthus-Ricardo4 Se ve que nunca capt el proble-ma con el que luch Ricardo: Uno no puede levantarse despus de una lectura cui-dadosa de su correspondencia sin un sentimiento de que la casi total desaparicin de la lnea de enfoque de Malthus y el dominio de Ricardo por un periodo de cien aos ha sido un desastre para el progreso de la economa. Keynes continu: Si hubiese sido Malthus, en lugar de Ricardo, el tronco principal del que procediese la economa del siglo XIX, en qu posicin ms sensata y opulenta estara el mundo hoy da!5

    Est claro que Schumpeter tena razn al decir que, en la controversia entre Malthus y Ricardo, el generoso entusiasmo llev a Keynes ms all de todos los lmites de la razn. En cuanto a eso puntu su informe con aplausos para Malthus y comentarios negativos respecto a la "ceguera" de Ricardo, convirtindose l mismo en un ciego en relacin a la debilidad obvia del primero y todos los puntos fuertes del argumento del segundo6.

    [ ... ]

    Hasta cierto punto, el gran logro de Keynes fue negativo en el sentido de que soca-v la economa y poltica ortodoxas. Se rebel contra la tirana de la ley del Mercado de Say desde dentro de la ciudadela de la ortodoxia (Sweezy 1964, p. 301, 305). Por lo menos agit la economa ortodoxa y provoc su reexamen y revaloracin. En este sen-tido, el logro de Keynes es inconmensurablemente mayor que el de Kalecki7 De hecho, la revolucin de Keynes derriba de una vez por todas el mito de una armona entre

    4. El problema consista en que Ricardo se ocupaba de la teora de la distribucin entre las clases bajo() condiciones del equilibrio a largo plazo (la acumulacin a largo plazo del capital exige ahorros, y Jos mayores beneficios elevaran la tasa de crecimiento del volumen de capital y propiciaran una tasa de crecimiento a largo plazo del empleo). Malthus estaba preocupado con Jos determinantes de las varia-ciones a corto plazo en el volumen de la produccin en el mundo real (la rentabilidad a corto plazo exige gasto). Ricardo seal la fuente de la disputa cuando escribi:

  • KALECKI Y KEYNES 375

    los intereses privados y pblicos, que fue la piedra angular del liberalismo del siglo XIX (Sweezy 1964, p. 301).

    Tanto Kalecki como Keynes aportaron la teora de la demanda efectiva8, que haba sido obscuramente percibida por alguno de sus predecesores, pero que nunca se desa-rroll en una teora general.[ ... ]

    [ ... ]

    2. CRTICA DE KALECK! A LA TEORIA GENERAL DE KEYNES

    El ltimo libro de Keynes, la Teora general, la ocupacin, el i11ters y el dinero, que sin duda constituye un viraje en la historia de la economa, puede subdividirse general-mente en dos partes esenciales>> (Kalecki 1936c, p. 18-26): 1) determinacin del equi-librio a corto plazo, limitado por una capacidad productiva dada y por un nivel dado de la inversin (por unidad de tiempo), y 2) determinacin del volumen de inversin.

    Parece que la cuestin primera se resolvi bastante satisfactoriamente en la teora de Keynes, aun cuando pudiesen surgir dudas debido a cierta ausencia de claridad y rigor de la exposicin. En su artculo, Kalecki intent presentar su propia interpreta-cin de esta parte de la teora de Keynes, 11egando a sus mismas conclusiones esen-ciales a travs de un camino algo diferente.

    La cuestin es enteramente distinta en lo que se refiere al segundo problema esen-cial, a saber, el anlisis de los factores que determinan el nivel de la inversin. En este punto no es la exposicin, sino la construccin analtica la que adolece de serias defi-ciencias, por lo que la cuestin permanece, por lo menos en parte, sin solucin.

    Antes de embarcarse en la exposicin del argumento de Keynes, Kalecki hizo algu-nas observaciones relativas al aparato analtico utilizado por aqul, introduciendo importantes modificaciones en la presentacin del argumento. Su exposicin de la determinacin del equilibrio a corto plazo es de gran inters (incluida la introduccin de la teora de la competencia imperfecta en el argumento y el replanteamiento del equilibrio a corto plazo), aunque es la segunda parte de la crtica la que en este punto tiene primordial importancia.

    Kalecki advirti que, en toda su obra, Keynes trat con un sistema cerrado, igno-rando, por tanto, la influencia del comercio exterior. Entre los supuestos importantes que Kalecki hizo en su propia exposicin est el de que los trabajadores no ahorran (ni tampoco viven por encima de sus medios). Kalecki crea que el tomar en considera-

    8. As, la ley de Say [ .. ]es equivalente a la proposicin de que no hay obstculos al pleno empleo. Si, no obstante, no es sta la verdadera ley con respecto a la demanda agregada y a las funciones

  • 376 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    cin el ahorro de los trabajadores obscurecera ciertos rasgos caractersticos de la eco-noma capitalista en general y, en particular, dejaba la teora de Kcynes menos incisiva.

    Kalecki observ que Keynes utilizaba las llamadas unidades salariales, es decir, los salarios por hombre-hora de trabajo como su numeraire, bajo el supuesto simplis-ta de que los salarios para todos los tipos de trabajo mantienen una relacin constante entre ellos. Igualmente comprob que esta manera de medir el valor de los bienes tiene un significado m() profundo, ya que Keynes mantena que el movimiento salarial pro-duce un movimiento proporcional del precio. Al elegir unidades de medida, y al expre-sar todo en unidades salariales, Keynes eliminaba uno de los factores ms importantes en el movimiento total del precio.

    El tema bsico en la teora de Keynes es la hiptesis de una reserva de desempleo. Si una cada de los salarios nominales, provocada por el desempleo, da como resulta-do una cada proporcional de los precios, no existe tendencia alguna a la absorcin del desempleo.

    Kalecki lleg a la conclusin de que, en la teora de Keynes, la inversin tiene una importancia decisiva para el equilibrio a corto plazo, y por tanto, para el volumen del empleo y de la renta nacional por unidad de tiempo. Es el volumen de la inversin el que determina cunta mano de obra absorber el aparato productivo existente9. Por tanto, la respuesta a por qu tenemos un empleo y produccin altos o bajos hay que buscarla en los factores que deciden el volumen de la inversin. Es el anlisis de esto a lo que Keynes dedic la segunda parte de su teora.

    Segn Kalecki, al llegar a este punto debera destacarse que no es el ahorro el que decide la inversin, sino, por el contrario, la inversin la que crea el ahorro. Existe siempre, a cualquier nivel de la tasa de inters, un equilibrio entre la demanda y la ofer-ta de capital, dado que la inversin genera su equivalente en ahorro10 Por consiguien-te, la tasa de inters no puede determinarse por la demanda y oferta de capital. Segn Keynes, esta tasa se determina por otros factores, principalmente por la oferta y deman-da de dinero. Si hay una cierta cantidad de dinero en circulacin y la renta nacional se incrementa, la demanda de dinero aumentara, y de la misma manera la tasa de inte-rs, hasta tal punto que forzara el uso de la misma cantidad de dinero, pese al incremento de las transacciones comerciales. Este es, en esencia por lo menos, uno de los aspectos de la teora monetaria de Keynes.

    Hasta el momento se ha supuesto que la unidad salarial es una magnitud constan-te. Qu cambios tendrn lugar en la situacin de equilibrio a corto plazo antes des-crita como resultado, por ejemplo, de una cada en esta unidad, debido a una reduccin de los salarios nominales? En sntesis, y suponiendo que el volumen de la inversin expresado en unidades salariales no est sujeto a variaciones, no cambiar nada en el equilibrio a corto plazo en general. El empleo y la produccin permanecern inaltera-bles, y slo los precios caern en proporcin a la unidad salarial.

    No obstante, es posible que la inversin, expresada en unidades salariales, no est sujeta a cambio si, por ejemplo, caen los salarios nominales? Keynes afirm que era as, pero su argumento no es convincente del todo. La contrarrplica ms importante que

    9. Kalecki seal en esta revista que, en su l933f, haba mostrado, al igual que Keynes, que la inversin es un determinante del tamao global de la produccin (p. 20-21).

    10. Una vez ms, Kalecki seala la similitud con su concepto en l933f, p. 22 y 23.

  • KALECKI Y KEYNES 377

    puede adelantarse es que una reduccin en los salarios aumenta la rentabilidad y podra inducir a un incremento en el volumen de la inversin. Sin embargo, Keynes subesti-m la influencia de la rentabilidad actual en la inversin y, por tanto, no consider en absoluto esto como la cuestin ms esencial. Pero, pese a estas deficiencias, el argu-mento de Keynes de que el volumen de los salarios nominales no influye, por lo menos directamente, en el equilibrio a corto plazo parece correcto.

    Para evidenciar su probabilidad es suficiente con suponer que, en su actividad inversora, los empresarios no actan inmediatamente cuando la rentabilidad aumenta como resultado de una cada en los salarios, ya que si ellos no aumentan inmediata-mente la inversin, el equilibrio a corto plazo permanecer invariable de momento, y los precios caern en proporcin a los salarios. De aqu que la mejora de la rentabilidad pruebe ser ilusoria, y las bases para el incremento de la inversin desaparezcan -si des-pus de reducir los salarios los empresarios no incrementan inmediatamente las inver-siones, no lo harn tampoco ms tarde-. De este modo, el movimiento de los salarios nominales sera realmente un factor carente de influencia en el equilibrio a corto plazo1 1

    Un concepto bsico de la teora keynesiana de la inversin es la eficacia marginal de un tipo particular de capital. Keynes la defini como igual a la tasa de descuento que constituira el valor actual de la serie de anualidades dado por los rendimientos (la diferencia entre Jos ingresos y los gastos apropiadamente definidos) esperados del pro-yecto a travs de su periodo de vida. Es obvio que la tasa de beneficio esperado de una unidad de los bienes de capital ser mayor cuantd mayor sea el rendimiento prospec-tivo (el valor obtenido al capitalizar las series de los rendimientos anuales esperados) y menor el precio (coste) de los bienes de capital. En el sistema de Keynes, el volu-men de la inversin se determina por la igualdad entre la tasa esperada de beneficio y la tasa de inters. Si, en un momento determinado del tiempo, la tasa esperada de bene-ficio es mayor que la tasa de inters, existir estimulo a la inversin, y la tasa de acti-vidad inversora aumentar. Pero como resultado del incremento de la demanda de bienes de inversin, sus precios aumentarn y la tasa esperada de beneficio disminui-r. Finalmente, la inversin ser empujada hasta un nivel en el que los precios de los bienes de inversin igualen la tasa esperada de beneficio con la tasa actual de inters, dejando de existir cualquier proyecto de inversin para el que la eficacia marginal del capital (EMC) exceda a la tasa real de inters en vigor.

    El concepto de EMC tiene dos serios defectos: en primer lugar, nada dice sobre las decisiones de invertir del empresario que calcula a los precios de mercado de los bienes de inversin existentes en el estado de desequilibrio. Slo indica que, si la tasa esperada de beneficio, calculada en base a la del nivel de precio, no es igual a la tasa de inters, tendr lugar un cambio en el nivel de inversin, que transformar la situa-cin presente en otra en la que la tasa esperada de beneficios iguala la tasa de inters. Utilizando la terminologa de los economistas suecos, se podra decir que la teora de Kynes determina slo el nivel ex post de la inversin y nada dice sobre la inversin ex ante.

    Ms an: supongamos que la tasa inicialmente esperada de beneficios fuese mayor que la tasa de inters, y que ha tenido lugar un incremento de la inversin que ha aumen-

    11. Ka1ecki seal que l tambin haba indicado la independencia del tamao de la produccin con los salarios nominales en 1933f, p. 45-46.

  • 378 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    tado los precios de los bienes de inversin, de forma que la tasa esperada de benefi-cio, estimada a estos nuevos precios, y el rendimiento anticipado inicialmente es igual a la tasa de inters. Debera observarse que el incremento de la inversin no slo eleva los precios de los bienes de inversin, sino que, de acuerdo con Keynes, se ve seguida de una elevacin general de la actividad, aumentando los precios y la produccin en todas las ramas. Dado que, como Keynes observ, la situacin actual pesa demasiado en la formacin de las expectativas sobre el futuro, stas se harn ms optimistas y aparecer otra vez una diferencia entfe EMC y la tasa de inters. De este modo no se alcanza el equilibrio y contina el incremento de la inversin (aqu se da el llamado efecto acumulativo wickselliano).

    El concepto de Keynes -que nos dice qu volumen alcanzar la inversin cuando un desequilibrio dado se transforme en equilibrio- se enfrenta tambin en este punto con serias dificultades. Es bastante evidente que el incremento de la inversin no es, en absoluto, un proceso que conduzca al sistema hacia el

  • KALECKJ Y KEYNES 379

    3. PUNTOS DE DIFERENCIA

    l. La teora de Kalecki sobre el corto plazo es ms abiertamente dinmica (dinmi-ca a corto plazo, en el sentido de la teora del ciclo econmico) que la de Keynes. Esencialmente, la Teora general de Keynes no slo trata de un modelo esttico, sino que, de forma explcita, su argumento afectaba fundamentalmente a la situacin a corto plazo (el corto plazo marshalliano)12, y por esto, nicamente a los determinantes a corto plazo de Jos cambios en la produccin y el empleo. El modelo de Kalecki fue ms amplio, ya que abord el problema de largo plazo. Pero este esfuerzo no tuvo del todo xito. Nunca estuvo realmente satisfecho con su anlisis del largo plazo, por lo que continu buscando nuevas soluciones.

    2. En una crtica al famoso libro de Harrod, Hacia una dinmica econmica, Joan Robinson escribi: Nadie estar en desacuerdo con Harrod en que la teora econ-mica moderna carece, y con urgencia necesita, un sistema de anlisis que se ocupe de una sociedad dinmica. La Teora general de la ocupacin de Keynes, se abri paso a travs del cascarn del anlisis esttico, pero, aparte de algn obiter dicta, apenas expu-so una teora del desarrollo a largo plazo. La obra pionera de Kalecki ha sido muy poco continuada (Harrod no hace referencia a l); muchos han sido Jos pa]os de ciego dados, pero carecemos de un cuerpo sistemtico de la teora dinmica a largo plazo que com-plemente el anlisis a corto plazo de la Teora general y que absorba, como un caso especial, a la teora esttica a largo plazo en la que se educ la presente generacin de economistas acadmicos 13.

    De hecho, uno de los determinantes claves, y con frecuencia olvidado, de las deci-siones de invertir es el volumen de capital. El mismo tratamiento del volumen de capital de Keynes fue excesivamente superficiah>14

    La funcin de la inversin de Kalecki, tal como se fonnul en un principio, es una funcin que todava est en uso (en la investigacin economtrica) y que no ha sido

    12, Tomamos como dados la especializacin existente y la cantidad de la mano de obra disponible, la can-tidad y calidad existente del equipo disponible, la tecnologa existente, el grado de competencia, Jos gustos y hbitos del consumidor, la no utilizacin de las diferentes intensidades del trabajo y de las actividades de supervisin y organizacin, as como la estructura social incluyendo las fucr7..as, aparte de las variables que exponemos ms adelante, que determinan la distribucin de la renta nacional. Esto no quiere decir que supongamos que estos factores sean constantes; sino simplemente que, en este lugar y contexto, no estamos considerando o teniendo en cuenta los efectos y las consecuencias de los cam-bios en ellos (Keynes, 1936, p. 245).

    13. Joan Robinson 1951, p. 155. Desde enlOnces, Harrod reconoci el aporte bsico de Ka\ecki a la din-mica econmica. Cf. Harrod, 1964, p. 179. [,..]los cimientos que Keynes y Kalecki sentaron para la generalizacin de la Teora general deben ser plenamente {econocidos. Poca duda existe de que si los autores ingleses hubiesen tenido referencias del trabajo de Kalecki, su tarea en la aplicacin de las teo ras de Keynes al crecimiento a largo plazo habra sido enormente facilitada. La cuestin a destacar aqu es que la moderna teora del crecimiento de Keynes en ningn sentido es una creacin de los auto res modernos. Las relaciones bsicas que subyacen en los sistemas de los tericos keynes.ianos moder-nos derivan directamente de la obra de Keynes y Kaleckh) (Kregel, 1971, p. 101-102).

    14. Klein, 1966, p. 68; cf. Domar, 1957, Ensayo 4 y passim, El papel del volumen de capital en la funcin de inversin viene de la teora tradicional de la empresa, basada en el principio de la maximizacin del beneficio. Tambin la investigacin economtrica sugiere que hay una fuerte correlacin negativa entre la inversin y el volumen de capital. Klein, 1966, p. 68 y prx.

  • 380 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    refutada por los datos disponibles hoy. Es tambin muy popular incluir el volumen de capi-tal en la funcin de inversin (Kiein 1964, p. 190). Las ideas de Kalecki sobre la inver-sin son altamente originales y verdaderamente fecundas. Por ejemplo, la funcin de inversin, tal como fue presentada en el primer modelo de Kalecki, es una ajustada anticipacin de muchos desarrollos modernos en econometra (Klein 1964, p. 190).

    3. El anlisis de la propensin al consumo, la definicin de la eficacia marginal del capital, y la teora de la tasa de inters, son las tres principales lagunas en nuestro actual conocimiento que ser necesario rellenar. Cuando esto se haya realizado, encontrare-mos que la teora de los precios se coloca en su sitio apropiado, como una materia sub-sidiaria a nuestra teora general>> (Keynes 1936, p. 31-32). Keynes parece haber tenido muy poco inters en el problema del valor y de la distribucin, mientras que Kalecki inte-gr la teora del precio con la teora de la distribucin y con la teora de la produccin y el empleo en su conjunto.

    La versin de Kalecki de la teora coloca el acento principalmente sobre la distri-bucin del producto nacional entre salarios y beneficios y, con eilos, sobre los deter-minantes de la renta nacional y su distribucin (los factores que determinan la distribucin de la renta).

    Keynes acept la teora del valor (neoclsica, de competencia perfecta) y de la dis-tribucin (neoclsica, de productividad marginal) Dadicionales, en contraste con Kalecki, quien sinceramente crey que slo abandonando el supuesto insostenible dd la com-petencia perfecta, y penetrando en el mundo real de la competencia imperfecta y del oligopolio, se podran obtener conclusiones razonables sobre el comportamiento eco-nmico. Para Kalecki, el dogma de la competencia perfecta constituye uno de los supuestos ms irrealistas, no slo para la fase actual del capitalismo, sino tambin para la llamada economa capitalista competitiva de siglos pasados: sin duda, la competen-cia fue siempre, por lo general, muy imperfecta. La competencia perfecta se convier-te en un mito peligroso cuando se olvida su estatus real de modelo cmodO (Kalecki 197ia, p. 3). Lo que el profesor Shackle llam

  • KALECKI Y KEYNES 381

    distribucionales, tales como las fuerzas semimonopolistas y monopolistas (cuyo sobre-nombre es el grado de monopolim>), son la clave para dividir el producto entre per-ceptores-de-beneficios y de-salarios en condiciones a corto plazo. De este modo, son esencialmente pertinentes al problema de la demanda efectiva y a las fluctuaciones de la produccin agregada la utilizacin de los recursos.

    Aqu es necesario subrayar un punto. Kalecki demostr que, bajo condiciones de competencia imperfecta, un descenso de los salarios reales (los precios son rgidos y se reducen mucho menos que los salarios nominales) est asociado a una cada del empleo15

    Hay que destacar el siguiente punto planteado por Joan Robinson: El anlisis de la competencia imperfecta se estaba desarrollando hombro a hombro con la Teora general, pero ninguno de ellos estaba relacionado con el otro. Ya en 1935, Kalecki haba visto la conexin cuando demostr que, si los precios estn fijos, una reduc-cin de las tasas salariales monetarias reduce realmente el empleo. Este tema se ela-bora ms en el ltimo ensayo de este volumen, donde se seala el camino para un elemento importante en la extensin del anlisis de los problemas a largo plazo que pro-sigue hoy16

    4. Keynes limit el argumento de la Teora general a un sistema cerrado 17 Para que tenga validez general, el sistema debe ser abierto con relacin al comercio internacio-nal y las finanzas (cf. Harris, ed. 1947, pt. 5; Meade 1951; Joan Robinson 1951, pt. 4). Ya en 1929, Kalecki consider la balanza de pagos como promotora de la prosperidad. Tuvo en cuenta la tasa del excedente de exportacin tambin como promotor de la prosperidad, y las dificultades de la balanza-de-pagos que tienden a acompaar a una recuperacin como un factor limitativo de la expansin. Esto fue confirmado por Joan Robinson, quien, por s misma, hizo importantes contribuciones a la extensin del modelo keynesiano: La Teora general, de Keynes, fue elaborada en trminos de un sistema cerrado. Se me dej a m la tarea de bosquejar su extensin dentro de la teora del comercio extranjero en condiciones depresivas. Aqu tambin la obra de Kalecki reclama prioridad>> (Joan Robinson 1966c, p. xi).

    La poltica expansiva en un sistema abierto se ve dificultada por sus probables reper-cusiones adversas sobre la balanza de pagos. Una recuperacin suele verse seguida por una elevacin de la demanda de bienes que no se producan en ese pas, o que se producan en cantidades insuficientes. Un factor contribuyente es el alza de los precios interiores (en relacin a aquellos de los socios comerciales) en el curso de la recuperacin. No existe, sin embargo, ningn mecanismo que asegure que el crecimiento de la produc-

    15. Una reduccin en !os salarios monetarios va generalmente acompaada, como resultado de la "rigidez." en los precios, de un aumento en el "grado de monopolio" y en consecuencia conduce a una reduccin tambin en los salarios reales. Sin embargo, este descenso va unido a una cada en vez. de una subida en el empleo. La recesin en el empleo en cuestin afecta a las industrias de bienes salariales en tanto que el empleo en las industrias que producen bienes de inversin y bienes de consumo para los capitalis-tas no aumenta, pero la renta real de Jos trabajadores desciende (Kalecki, 1966h, p. 56).

    16. Joan Robinson 1966c, p. xi. Sobre la confianza de Keynes , ver Joan Robinson, 1964, p. 339. Cf. Hansen, 1953, caps. 10 y 11, Harris, ed., 1947; y Keynes, 1939b, p. 34-51.

    17. Keyncs, 1936, p. 265 y passim. Debe sealarse que Keynes escribi mucho sobre moneda y comercio en otros contextos.

  • 382 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    cin ir acompaado por el apropiado crecimiento de la expmtacin 18 De hecho, hay cier-tas fuerzas operando que bloquean la correccin del desequilibrio de la balanza de pagos.

    Cuando la expansin ha tomado impulso, las dificultades de la balanza de pagos quiz lleguen a impedir la continuacin de la recuperacin, pudiendo ser necesario limitar las presiones de la demanda antes de alcanzar un nivel de pleno empleo debido a la balanza de pagos, la integridad en los valores de intercambio, y la importancia del dinero en circulacin. La conclusin es que la recuperacin estimulada por el gasto deficitario tiene un lmite.

    Kalecki observ que la difundida teora sobre la relacin directa entre el dficit pre-supuestario y el deterioro en la situacin de intercambio del comercio exterior es infun-dada. Pero existe una conexin indirecta, puesto que si el dficit presupuestario se cubre mediante la creacin de capacidad de gasto, se produce un incremento en la produccin y, por este camino, se contribuye a aumentar las importaciones y el deterioro de la situa-cin del cambio exterior. Pero si el presupuesto fuese financiado mediante crditos, sin creacin alguna de capacidad de gasto (por ejemplo, a expensas de crditos a los nego-cios privados), entonces no se conseguira ningn incremento en la produccin, y de ste modo el cambio exterior no se deteriorara. El hecho es que el dficit presupuesta-rio tiene un efecto negativo sobre el cambio exterior solamente cuando tiene un efecto posi-tivo sobre la produccin. No obstante, existe una salvedad importante que hacer a esta regla. Si la creencia, ampliamente sostenida, es que existe una relacin directa entre el dfi-cit presupuestario y la situacin del cambio exterior, la aparicin o aumento del dficit presupuestario estimula el atesoramiento de oro y divisas extranjeras. Esto puede trastornar la posicin de cambio exterior de la moneda, incluso en mucha mayor medida que cuan-do el efecto del dficit presupuestario produce la expansin de la produccin.

    Kalecki discuti la eficacia relativa de algunas de las medidas alternativas que hacen frente al problema de balanza de pagos surgido de este modo. Mantuvo que las tensiones en la balanza acompaan a la expansin, producidas desde el principio por el dficit, en el caso de una expansin realizada para garantizarse un excedente en el comercio exterior, surge Slo en el punto en que la inversin ha alcanzado un-nivel varias veces mayor que este excedente, es decir, en un estado avanzado del auge. Pero antes de que esto suceda, una notable mejora del funcionamiento econmico que no implique perturbaciones de balanza de pagos conducir a una afluencia del capital extranjero. Si esta afluencia persiste, pueden no darse tensiones de balanza-de-pagos, y la prosperidad avanza tambin. Existen ventajas en una recuperacin estimulada mediante medidas para asegurar un excedente en el comercio exterior. Vale la pena mencionar que la recuperacin "natural", basada en el aumento automtico de la acti-vidad inversora, no goza de estas ventajas, y si no existe una afluencia de capital extran-jero, se ver enfrentada con las mismas dificultades de balanza de pagos que la recuperacin basada en ... (el dficit presupuestario) (Kalecki 1966h, p. 24-25).

    5. Uno de los mayores logros de la revolucin keynesiana fue la refutacin del supues-to de que cualquier acto individual de abstencin de consumir necesariamente lleva a, y viene a ser lo mismo que, el trabajo y las mercancas liberadas de este modo del sum-

    18. Mientras que EE UU y Gran Bretaa son buenos ejemplos de esto, otros pases disfrutan tambin del ((cre-cimiento inducido por la exportacin.

  • KALECKI Y KEYNES 383

    nistro al consumo que invierten en la produccin de riqueza bajo la forma de capital (Keynes 1936, p. 19).

    Tanto Kalecki como Keynes demostraron que no existe un mecanismo automtico que asegure el nivel de pleno empleo a travs de un proceso econmico eficaz, end-geno. En esencia, ambos hombres demostraron claramente que una parte de la renta que no se gasta no existe, a menos que haya inversin privada o gastos pblicos. Ponindolo en trminos familiares, si al nivel de la renta generada el ahorro deseado excede de la inversin deseada, la deficiencia de la demanda efectiva infecta el siste-ma, siguiendo a ello una contraccin de produccin y empleo, y asentndose la eco-noma en un nivel de renta inferior al pleno empleo. La tarea del gobierno es transfonnar el exceso de ahorro en gasto (o transformar el exceso de ahorro en inversin). El problema del ahorro y de la inversin es un elemento esencial en los enfoques de Keynes y Kalecki.

    Keynes rechaz la teora ortodoxa del inters del ahorro inversin, segn la cual, el ahorro fluye automticamente hacia la inversin, independientemente del nivel de renta; y propuso sustituirla por una teora ahorro inversin de determinacin del nivel de pro-duccin, en donde la renta es la variable cardinal en el proceso ahorro inversin y donde la tasa de inters es de importancia mxima en la funcin de la preferencia por la liqui-dez. Este enfoque de Keynes al proceso de determinacin de la renta nacional ha cala-do profundamente en los manuales de economa, y se ha convertido en un lugar comn 19

    Pero cualesquiera que sean los mritos relativos de los enfoques de Kalecki y Keynes, no deberan valorarse independientemente de la confusin acerca de la igual-dad del ahorro y la inversin cuando se propagaba el evangelio keynesiano (cf. Samuelson 1972, p. 650-661; Hansen 1953, cap.ll; Harris, ed. 1947, pt. 9; Lerner 1964, p. 203-204; Joan Robinson 1969b).

    6. En algunos sentidos, la versin de Kalecki de la teora era ms limitada y compac-ta, pero no por ello era menos preciso su anlisis del modus operandi de la produccin agregada y su teora de la fluctuacin. Es de sealar que Kalecki no abord la teora de la demanda efectiva a travs de la teora del multiplicador, lo que en un sentido hace su versin menos rica que la de Keynes, aunque no por ello menos vigorosa. Por otro lado, l fue directamente a una teora del ciclo econmico, en la que Keynes se mostr muy dbil. El perspicaz tratamiento de Kalecki de el mecanismo de ajuste del volumen de capital se reconoce actualmente como el fundamento de todos los modelos modernos del ciclo econmico20

    La teora del multiplicador fue una de las principales contribuciones a la economa de un brillante y original discpulo de Keynes, el ahora profesor Lord Kahn. Al formu-lar la teora del multiplicador, Kahn proporcion

  • 384 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    deca en poltica y lo que quera decir en teora (Kiein 1966, p. 36, 103). Uno de los principales protagonistas de la revolucin keynesiana fue Kahn, cuya participacin en el logro histrico no puede haber quedado muy iios de la de coautor (Schumpeter 1954, p. 1172. Cf. Harrod 1951, cap. XI; Shackle 1967, caps. X-XII). Adem< Keynes estuvo hbilmente asistido por un grupo sobresaliente de estudiantes y jvenes colegas, quie-nes ms tarde llegaron a ser autnticas eminencias en la materia.

    Keynes hizo un uso ingenioso del descubrimiento de Kahn, e integr el multiplicador dentro de la tema de la determinacin de la produccin agregada. Las obras de Kalecki de comienzos de la dcada de los aos treinta indican que haba llegado a una perfec-ta comprensin del multiplicador. Sin embargo, nunca lleg a formalizarlo.

    7. Incluso este limitado tratamiento sera equivocado si no destacase la contribucin ms notable de Keynes al forjar los instrumentos de anlisis: su famoso concepto de la propensin a consumir, que estableci relaciones funcionales entre la renta y el con-sumo. La psicologa de la comunidad es tal que cuando la renta real agregada aumen-ta, el consumo agregado aumenta tambin, pero no tanto como la renta (Keynes 1936, p. 27). Hansen eligi este concepto como el mayor descubrimiento de la economa analtica, comparable al de la curva de la demanda de Cournot-Marshall. Sin embar-go, Schumpeter protest vehementemente en contra de que se dignificase a la pseu-do-psicologa dndole el ttulo de

  • KALECKI Y KEYNES

    REFERENCIAS

    BLAUG, M. Economic Theory in Retrospect. Homewood, Ill., 1968. DOMAR, E. Essays in the Theory of Ecmwmic Growth. Nueva York, 1957. HAN SEN, A. H. A guide to Keynes. Nueva York, 1953. -. Was Fiscal Policy in the Thirties a Failure'J, REStat, mayo de 1963. -.Business Cycles and National Income. Nueva York, 1964a. -. The PosiiVar American conomy. Nueva York, 1946b. HARRIS, S. E. The News Economics. Nueva York, 1947. HARROD, R. F. The Life of Jo/m Maynard Keynes. Londres, 1951.

    385

    -. ptimum Investment for Growth. En: Problems of Economic Dynamics and Planning: Essays in Honour of Micha! Kalecki. Varvosia, 1964.

    KALECKI, M. Proba teorii koniunktury (Ensayo sobre la teora del ciclo econmico). Varsovia: IBKGC, 1933f; p. SS.

    -. Pare uwag o teorii Keynesa (Algunas consideraciones sobre la teora de Keynes), Ek, 3 (1936c), p. 18-26.

    -. Studies 011 tlie Theory of Business Cycles 1933~1939, con una introduccin de Joan Robinson. Oxford: Basi1 B1ackwell, 1966h, Xl!, p. 71.

    -. Class Struggle and the Distribution ofNational Income>>, Kyklos, 1 (1971a), p. l-9. KEYNES, J. M. General Theory of Employement, Interest 011d Money. Londres, 1936 (edicin en

    castellano en F.C.E., Mxico, 1963). -. Essays in Biography. Londres, 1933; Nueva York, 1963a. KLEIN, L. R. The Role of Econometrics in Socialist Economics)). En: Problems of Ecorwmic

    Dymanics and Planning: Essays in Horwur of M ichal Kalecki. Varsovia, 1964. -. The Keynesian Revolution. Nueva York, 1947, 1966. KREGEL, J. A. Rote of Profit, Distribution and Growth Chicago, 1971. LEJJONHUFVUD, A. Keynes and the Classics. Londres, 1969. LERNER, A. P. The General Theory, /LR (octubre de 1936). Reproducido en R. Lekachman

    (ed.). MEADE, J. E. The Theory of llllemational Economic Policy, vol. l. Londres, 1951. METZLER, L. A. Keynes and the Theory ofBusiness Cycles. En: S. Harris (ed.). New Economics.

    Nueva York, 1947. PATINKIN, D. Money, Interest, and ?rices. Nueva York, 1965. ROBINSON, Joan. Collected Economic Paper.~. vals. 1, 2 y 3. Oxford, 1951, 1960, 1965. -. Kaleck.i and KeyneS>>. En: Problems ofEconomic Dynamics and Planning: Essays in horwur

    of Micha! Kalecki. Varsovia, 1964. -.Introduccin a Studies in the Themy ofBusiness Cycles 1933-1939, de M. Kalecki. Varsovia,

    1966c. -. /ntroduction to the Themy of Employement. Londres, 1947, 1969b. SAMUELSON, P. A. Economics. Nueva York, 1970. - .. The Collected Economic Papers of Paul A. Samuelson, vol. 3. Cambridge, Mass., 1972. Si!ACKLE, G. L. S. The Years of High Theory. Cambridge, 1967. SRAFFA, P. The Laws ofReturns Under Competitive Conditions, EJ, diciembre de 1926. -. Introduccin a The Works and Correspondence of David Ricardo. Con la colaboracin de

    M. H. Dobb, 8 vo1s. Cambridge, 19Sl. SWEEZY, P. M. John Maynard Keynes, S&S, 4, 1946. Reproducido en R. Lekachman (ed.).

  • [ ... ]

    CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    El significado de la revolucin keynesiana' Geoffrey Pilling

    387-399

    l. KEYNES: LAISSEZ FAIRE Y EL ROL DEL EsTADO Cualesquiera que sean las conclusiones a las que se llegue en relacin a las cuestiones planteadas al principio de este captulo, y en lo que ellas implican, es indudable que Keynes debe ser considerado como una de las fuerzas centrales de las teoras moder-nas (es decir, del siglo XX) acerca de la regulacin estatal de la economa capitalista. Sea cual sea la calidad de sus conceptos, no se puede dudar de la importancia ideol-gica de este aspecto de su obra. Ya que fue sobre la base 1e1 creciente papel del Estado que las teoras sobre la supuesta transformacin del capitalismo de posguerra fueron sobre todo, si no totalmente, establecidas. (En los aos 30 existieron diversas teoras sobre la negacin del capitalismo que se supona que estaba ocurriendo en ese momen-to, entre ellas la tesis de James Burnham sobre la revolucin patronal, pero con muy poca relacin o ninguna con las ideas de Keynes). A este respecto, debido a que dio un lugar central al Estado en el funcionamiento de la economa, podemos considerar cla-ramente a Keynes. como uno de los iniciadores de la corriente dominante de la econo-ma poltica del presente siglo.

    La queja principal que Keynes present contra la vieja economa (neoclsica) fue que l vio que sus supuestos bsicos estaban en creciente desacuerdo con las nuevas condiciones que emergan en el siglo actual. En un momento de la Teora general, al comentar esta creciente falta de correspondencia entre la vieja teora neoclsica y la evolucin observada del sistema capitalista, Keynes dice:

    Los economistas profesionales, despus de Malthus, se mostraron aparentemente impasibles ante la falta de correspondencia entre los resultados de su teora y los hechos observados ... Es muy posible que la teora clsica represente la forma en la que nos gustara que se comportara nuestra economa. Pero dar por sentado que as es como lo hace en realidad es ignorar nuestras dificultades (The General iheory).

    Aqu Keynes sigue con su bien conocido tema: que la nica medida que poda uti-lizarse para juzgar lo que l llamo economa clsica era la cuestin de si era capaz de

    ' Publicado en: Pilling, Geoffrey. t(The significance of the keynesian revolution)). En: Thc crisis oj kcy ncsian economics. A marxist vicw. Londres: Crom Helm, 1987, p. 32-49, 66-67, 99. Traduccin: Gemma Galdon.

  • 388 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    servir como apoyo terico para resolver los problemas inmediatos del mundo real. No estuvo, repetimos, preocupado principalmente por las deficiencias lgicas de la eco-noma neoclsica, sino por la irrelevancia de sus postulados bsicos. Y como encon-tr que estos postulados estaban cada vez ms reidos con la realidad, no se poda concluir que existiera una coincidencia automtica entre los intentos del individuo por conseguir el beneficio mximo y el bien social. As, el mundo no est tan gobernado desde arriba que los intereses privados y los intereses sociales siempre coincidan ... No es una correcta deduccin de los principios de la economa que el inters propio ilustrado funcione siempre en el bien del inters pblicO>> (Keynes, Collected Works, 9),

    A pesar de los muchos esfuer.tos realizados para presentar a Keynes como un adverw sario radical del capitalismo, se debe destacar desde el principio que cualesquiera que fue-ran las objeciones parciales que pudo haber tenido respecto a los que l llam la tradicin econmica clsica, y fueran cuales fueran sus crticas particulares al capitalismo existente en sus das, Keynes, a pesar de todo, sigui siendo un defensor incondicional del orden capitalista. As, en The End of Laissezfaire, espera que el capitalismo, gestionado ade-cuadamente, probablemente puede ser mucho ms eficiente para obtener fines econmicos que cualquier sistema alternativo en perspectiva. Aqu, las palabras claves son, evi-dentemente, gestionado adecuadamente. Keynes crea en la transicin de la anar-qua econmica hacia un rgimen que pretenda deliberadamente controlar y dirigir las fuerzas econmicas en el inters de la justicia social y la estabilidad social.

    Lo esencial de su objecin al viejo capitalismo no regulado reside en el hecho de que l tema que ste fuera bastante incapaz, en la prctica, de conseguir esta esta-bilidad social. Esta ansiedad fue la que le llev a la justificacin pragmtico-utilitaria de la intervencin estatal ad hoc. sta es una posicin que en ningn caso es exclusi-va de Keynes. Hablando en trminos generales, es una posicin que haban defendido desde los aos 80 del siglo XIX los fabianos, por ejemplo, que por cierto, al igual que Keynes, crean en una sociedad dirigida por una elite.

    As, en los Fobian Essays, publicados por primera vez en 1889, encontramos a Sydney Webb, Shaw y compaa proponiendo, de una forma que prefigura sorpren-dentemente a Keynes, que los receptores de rentas e intereses deban ser gradualmen-te abolidos -en su caso a travs de la tributacin progresiva-. En su contribucin a los Essays, William Clarke llam la atencin sobre el rpido avance del monopolio y, con l, de la separacin de las funciones de gestin de las de propiedad (uno de los temas favoritos de los tericos socialdemcratas posteriores a 1945). Prosigui,

    el capitalista se est convirtiendo rpidamente en alguien totalmente intil. Al encontrar que es ms fcil y ms racional unirse con otros de su clase en una gran empresa, ha abdicado de su posicin de controlador, ha puesto a un director asalariado para que rea-lice su trabajo por l y se ha convertido en un mero receptor de rentas o intereses. La renta o inters que recibe se abona por el uso de un monopolio que no l, sino toda una mul-titud de personas, crearon a travs de sus esfuerzos conjuntos (Briggs, 1962: 117).

    Detrs del pensamiento fabiano se encontraba la idea de que el fin de1laissezfaire era equivalente al fin del capitalismo, o al menos del capitalismo propenso a las crisis y al colapso. Siempre es posible tomar una forma relativa de capitalismo -en este caso, el capitalismo de laissezjaire- y sugerir que, de alguna manera, es la forma esencial,

  • EL SIGNIFICADO DE LA REVOLUCIN KEYNESIANA 389

    pero una que est desapareciendo, aunque de hecho an no ha desaparecido. Karl Popper, por ejemplo, declar que lo que Marx llam Capitalismo, es decir, capita-lismo de laissezfaire, se ha "extinguido" por completo en el siglo XX (Popper, 1947, vol. 2: 318). En otras palabras, Popper, de forma muy ilegtima, toma una forma pasa-jera del capital, su fase competitiva, y la eleva al rango de forma esencial. Naturalmente, cualquier juicio histrico sobre el capital, la relacin entre sus diversas formas y la necesidad del pa')O de una a otra, se evita a travs de esta especie de enfoque metafsico. Es justamente esta concepcin histrica del capitalismo la que est ausente en Keynes1 Su rechazo dellaissezfaire es un rechazo pragmtico-utilitario. Es la nica fonna de sal-var el sistema. As, en la Temia general afirma:

    Por Jo tanto, aunque la ampliacin de las funciones del gobierno, relacionada con la tarea de ajustar mutuamente la propensin a consumir y el estmulo a invertir, le pare-cera a un publicista del siglo XIX o a un financiero estadounidense contemporneo una invasin terrorfica del individualismo, yo la defiendo, en cambio, tanto como la nica manera factible de evitar la destruccin de las formas econmicas existentes en su totalidad y como la condicin para el funcionamiento satisfactorio de la ini-ciativa individual (The General Themy: 380).

    En resumen, una mayor intervencin estatal era necesaria para rescatar al sistema capitalista, un punto reiterado de forma diferente cuando Keynes dijo: Nuestra tarea final puede ser la de seleccionar aquellas variables que pueden controlarse o dirigirse deliberadamente por una autoridad central en el tipo de sistema en el que realmente vivimos (The General The01y: 247). Traducido a trminos concretos, esto significa-ba que poda seleccionarse cualquier variable del sistema econmico: la eleccin de las apropiadas se decidira desde el punto de vista de su efectividad y aplicabilidad para preservar las formas econmicas existentes. Evidentemente, se podan producir algunas discusiones, y de hecho se produjeron, sobre la eficacia del control de cual-quier variable particular. Los rnonetaristas sealaran el papel crucial de la regulacin de la oferta monetaria, los keynesianos ortodoxos el del control del gasto pblico y del nivel de inversin. A pesar del intenso debate generado entre los que participaron en estas controversias, stas tienen en realidad una importancia relativamente menor2 Pero, en cualquier caso, para Keynes, estas operaciones del estado (su autoridad cen-

    l. Por lo tanto, uno no puede aceptar la confiada afirmacin de Joan Robinson (1962: 74) sobre Keynes: En primer lugar, Keynes recuper algo de la firmeza de los clsicos. Vio el sistema capitalista como un sistema, una empresa en marcha, una fase en el desarrollo histrico. Fue precisamente la visin del capitalismo como un modo de produccin especfico, que surge bajo unns condiciones histricas definidas, lo que faltaba en Kcynes.

    2. Esto no significa que la polmica entre los defensores de la poltica monetaria y fiscal est totalmente desprovista de importancia. En la prctica, la poltica fiscal se ocupa de la redistribucin de la renta nacional, la toma a la fuerlll desde el estado de parte del valor social de sus propietarios originales y su uso para fines que decide el mismo gobierno. En cambio, la poltica monetaria es esencialmente poltica de crdito. A nivel terico, en relacin a su teora del dinero, los keynesianos y los monetaris-tas tienen mucho en comn. Los dos parten del punto de vista del individuo como unidad bsica de la economa: cuando estos individuos son agregados, llegamos a la demanda de dinero. Entre otras cosas, esto implica una confusin central entre el dinero que acta como medio de intercambio y el dinero que funciona como capital (capital monetario). Volveremos a este punto en el captulo siguiente.

  • 390 CRTICA A LA ECONOMA ORTODOXA

    tral) se basaran en una condicin crucial: que los cimientos de la economa capitaM lista (el tipo de sistema en el que realmente vivimos) se dejaran intactos.

    Segn la teora neoclsica, la economa est regulada por el mercado, a travs del cual el consumidor realiza sus demandas en ste; segn esta concepcin, el Estado no se ocupa del consumidor, sino solamente de la voluntad de los ciudadanos (los elec-tores) que, a travs del mercado, hacen sentir sus necesidades en conexin con la rea-lizacin de las necesidades sociales. Para eso, una parte de los ingresos se apartan en forma de impuestos. En contraste con esta teora, Keynes afirm que la responsabili-dad del Estado es considerablemente ms extensa, ya que crea que no slo debe regu-lar la economa para asegurar el pleno empleo, sino que est obligado a tomar medidas para generar las inversiones suficientes para compensar lo que l consideraba un dfi-cit crnico de inversin privada. En opinin de Keynes, el Estado debera utilizar la renta nacional o, por lo menos, una parte de ella, para mitigar el desempleo, un hecho que convertira al Estado en un componente central del sistema econmico, ms que en una fuerza externa, tal como lo haba sido en trminos generales en el viejo con-cepto neoclsico. Fue principalmente la fuerza de este aspecto de la teora de Keynes lo que llev a los defensores del capitalismo a proponer ms tarde (despus de 1945) que el funcionamiento espontneo del sistema de mercado -que estaba ampliamente aceptado que se haba descompuesto de fonma irrevocable en los aos 30- estaba dando paso a la regulacin estatal, o al estatismo, tal como era generalmente conocido. sta es la idea de la que se deriv la nocin del Capitalismo del bienestar, con la visin del Estado como una fuerza interclasista que se ocupara de todos los miembros de la socie-dad sin importar su posicin social. Esto, a su vez, proporcion la justi