el maestro de la túnica blanca · 2019. 11. 9. · el maestro de la túnica blanca “después de...
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El Maestro de la Túnica Blanca
“Después de estas cosas tuve una visión, y vi una puerta abierta en el cielo, y la voz aquella primera que había oído como de trompeta, hablaba y, me decía: sube acá y te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”
(Apocalipsis 4,1)
Fuimos caminando con Mardorx a las afueras de la ciudad, guiados en todo momento por la blanca canepla que se mantenía siempre a una distancia constante de nosotros. Íbamos por un camino ancho y empedrado que cruzaba la ciudad de un extremo a otro, acercándonos al pie de unos cerros no muy altos y alejándonos del grueso de los edificios, que sabemos —por lo que nos han dicho—, que se extienden a gran profundidad en el subsuelo. En el firmamento, aparecía ocupando gran parte del horizonte, el gigantesco y colorido planeta Júpiter. Mientras que al bajar la mirada, para ver por dónde iba, pude observar cómo se destacaba allí cerca, y delante de nosotros, una impresionante cúpula de un color blanco azulino, con destellos brillantes. Tenía en su parte superior lo que parecía ser el símbolo de una estrella de seis puntas. Era este edificio la sede transitoria de los 24 Ancianos o Consejo de la Galaxia, lugar al que había llegado en algunas otras ocasiones a través de los pasos interdimensionales. Recuerdo muy especialmente la de 1974, cuando varios de nosotros llegamos a estar delante mismo del Consejo, a través de un Xendra Gimbra.
La vereda terminaba en una rampa que ascendía hacia una inmensa y espectacular
puerta, la cual se abrió a nuestro paso. Dentro, el colorido era alucinante. Había cantidad
de salas y corredores que se multiplicaban y abrían en todas direcciones, pero el común
denominador era la poca presencia de muebles. Seguimos nuestro camino hacia la
derecha, y luego, más adelante, tomamos el lado izquierdo donde encontramos una
rampa que ascendía formando una curva, con un pequeño escalón que se intercalaba
cada tanto. Por ese lugar subimos hasta un salón donde había esculturas de metal,
muchas de ellas representando mundos, sistemas y toda clase de estructuras estelares.
La esferita se nos había adelantado y se había ido al fondo de la estancia, donde
apareció un hombre de cabello oscuro, vestido de blanco. De pronto, este personaje se
detuvo a comunicarse con la canepla, y luego lo hizo con el guía, quien también avanzó
ligero hasta ubicarse delante de él. Yo quedé rezagado y a la distancia, quizás a la
espera de la autorización para acercarme. De pronto, aquella persona alzó su brazo y su
mano, llamándome con voz fuerte y melodiosa.
—¡Acércate, querido amigo!...
Me fui aproximando hasta quedar delante de esta persona de mediana edad, delgada
pero a la vez fuerte y un poco más alta que yo. Tenía él un aura de sabiduría antigua, e
iba vestido con una túnica larga y suelta. Su pelo —como lo había percibido a la
distancia—, era largo y oscuro, con una raya en el medio, poderosas entradas y frente
amplia. Su tez lucía tostada, como la de los árabes actuales, con bigotes y barba tupida,
partida en el medio, así como redondeada a los lados y en las puntas.
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Ese rostro me resultaba familiar... mientras mi cuerpo se estremecía en su presencia.
—¡Discúlpame Maestro! —me apresuré a decir sin poder ocultar la emoción—, pero
¿eres quien creo que eres?...
—¿Qué dice tu corazón?
—¡Pues, mi corazón está a punto de estallar! —repliqué tartamudeando.
—No estás equivocado, y como ves, aún conservo las huellas de mi última estancia en
la Tierra—. Dijo esto y me mostró sus manos. Al extenderlas, se retrajeron las mangas
de su túnica dejándome ver unas terribles cicatrices de un color rosado anaranjado,
como si fuesen ampollas de quemaduras más que huecos de clavos, ubicadas a la altura
de las muñecas.
En ese instante, lo único que se me ocurrió hacer fue acercar temblorosamente mi mano
derecha a la suya, y tocar con mis dedos su palma, la cual era dura y áspera pero muy
cálida. De inmediato la retiré, porque entonces Él empezó a hablar.
—/Valió la pena ... —dijo, esbozando una sonrisa.
Su comentario produjo un lapso en mí. Me quedé en un profundo silencio y hasta
pensativo. ¡No lo podía creer!... ¡Estaba delante del Maestro!... En 1987, durante mi
tercer ingreso físico en una nave extraterrestre, cuando por primera vez los acompañaba
físicamente en una nave a Morlen (Ganímedes), llegué a una de las ciudades de este
satélite. Esa urbe era llamada “Confraternidad”, vivían alrededor de 12.000 personas de
origen terrestre que fueron extraídas de nuestro mundo, en los últimos 300 años,
rescatadas por los extraterrestres de lugares como el “Triángulo de las Bermudas” o el
“Triángulo del Dragón” en el Pacìfico, donde se abren cada cierto tiempo y por
determinadas condiciones, puertas interdimensionales. Son Umbrales naturales que
atrapan todo tipo de objetos metálicos, junto con sus tripulaciones. Allí estaban siendo
preparadas para ser devueltas en pequeños grupos a nuestro mundo, a partir de Agosto
de ese mismo año, para infiltrarse en nuestra sociedad y ayudar de esa manera a acelerar
el gran cambio. También me dijeron en esa ocasión que ese año, según nuestro
calendario, estaba regresando el Maestro a nuestra Galaxia, y específicamente a Morlen,
con el fin de supervisar el proceso de la humanidad de la Tierra.
Todo ello se me vino a la cabeza, como una multitud de imágenes y recuerdos que
atiborraban mi memoria. Cuando reaccioné dije:
—Perdón, no entendí. ¿Qué fue lo que valió la pena? —pregunté, sin recuperarme aún
de la impresión.
—El darlo todo por amor en una existencia, porque con tal esfuerzo hoy el camino es
más claro, abierto y accesible a todos.
—¿Pero fue en una o en varias? —inquirí, quizás con insolente curiosidad.
—¡La última fue la mejor aunque resultó la más dura!
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Su respuesta fue un bálsamo para mí, porque la había dado con un especial sentido del
humor. Había en Él una cordialidad tan especial y maravillosa, que sinceramente no me
sentía digno de estar allí. Y hasta me avergoncé de haberlo tratado tan familiarmente y
de haber indagado.
Él se dio cuenta de mi conflicto de emociones y pensamientos, y entonces, como
dándome una mano espiritual me hizo una pregunta.
—¿Qué te aflige mi amigo?
—¡A tu lado me siento bien, y pareciera que nada importa, Señor! Pero en el mundo las
cosas están difíciles... —respondí sin poder evitar una cuota de desaliento. Sentía que
podía desahogarme en Él.
—Es una etapa difícil, es cierto ¡pero en la medida en que haya más gente entregada
al servicio a los demás habrá más esperanza y amor en el mundo!, ¡eso es lo que
cuenta!
—¿Y para qué, Maestro? ¿En qué consistió realmente tu misión?... Durante estos años
hemos escuchado muchas cosas de Ti, pero resultan incompletas —repliqué
atropellando con mis pensamientos y mis preguntas desordenadas.
—Hubo un momento en que había que crear esa esperanza de la que te hablé. Se había
llegado a una situación crítica en que parecía inviable construir un puente de luz de
unión entre los tiempos y los universos. Había muchos seres que trataban de asegurar
la supervivencia de la humanidad, y el cumplimiento de su labor, ayudando al ser
humano a descubrir las expectativas cósmicas que pesan sobre él, pero la labor del
acechador había sido muy grande, neutralizando este proceso de despertar y darse
cuenta.
No faltaron quienes hasta llegaron a dudar de que la humanidad lo lograría...
Entonces, ¡yo me ofrecí para intentarlo! ¡Vine a unir las orillas¡ y a acercarlo que
estaba alejado! ¡Pedí la oportunidad para tratar de vivir el amor hasta las últimas
consecuencias y dar esperanza, poniendo lo mejor de mí al servicio del Plan!... Pero
sin el apoyo del Padre, no hubiese podido...
En verdad te digo: vine a recordar qué es lo que se espera de nosotros y a aprender y
enseñar el cómo, para que se haga, o por lo menos se intente...
—Tus palabras recogen muchos de los pensamientos que los Guías nos han transmitido
en todo este tiempo. ¿Por qué es así?
—Ellos también están aprendiendo a ser buenos discípulos...
Observé en ese momento que, al hacer su último comentario, el Maestro dirigió una
mirada benevolente y una sonrisa cariñosa hacia Mardorx.
—¿Y cómo entonces? ¿Cómo podemos acercar lo que estaba distante? —volví a
preguntar, retomando sus palabras.
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—¿Recuerdas cómo durante mi vida puse énfasis en las curaciones? Pues de eso se
trata. Hay que sanar el alma de la humanidad a través del “amor en el perdón”... Mi
misión fue enseñar que el amor es la fuerza más poderosa del universo, capaz de abrir
impenetrables muros y enlazar abismos insondables; y que sí es posible vivir para
amar, morir por amor y...
—¿Resucitar en el amor...? —contribuí casi sin darme cuenta por seguir cada palabra de
su hermosa enseñanza.
—En verdad así es, y la humanidad va a ser requerida en un gran esfuerzo de amor
cuando sepa su naturaleza y origen. Allí va a tener que ser capaz de perdonar mucho,
tanto a aquellos que permitieron que vinieran de afuera otros con actitudes
equivocadas, como a los acechadores y a quienes estuvieron a su servicio saboteando
el proceso. Pero si antes no se ha ejercitado ese “perdón” en lo diario y cotidiano, en
lo prioritario y más cercano, fracasará la misión colectiva.
—¡Entonces se confundió Tu mensaje! No entendieron lo que dijiste, ni lo que hiciste.
Al final no valoraron la importancia del perdón como medio transformador, y por el
contrario, creyeron que Tú ya lo habías hecho todo, y que bastaba con tenerte fe...
Cuán necesaria es en esta época la reconciliación de los seres humanos consigo mismos
y con los demás. Pensaba para mis adentros... ¿Pero qué estaba diciendo yo? ¿Cómo
podía ser que estuviese allí viviendo esa experiencia y dirigiéndome al Maestro de una
forma tan sencilla y coloquial?... ¡Pero... sí, estaba allí y era real!
—¡Yo soy el mensaje! ¡Y el mensaje fue mi vida! En lo que hay que tener fe es en el
amor... —afirmó el Maestro, con mucha energía.
—Eso ya lo tengo claro... discúlpame Señor que cambie de tema, pero ¿por qué en los
Evangelios dicen que Tú eres “el Señor del tiempo”?
—¿No has aprendido bien la lección que te han enseñado los hermanos del espacio o es
que me estás tomando la lección a mí?... —se sonrió, como cuando uno festeja una
inocente travesura de un niño—. Con mi vida, lo que se logró fue acercar el tiempo que
vive la humanidad con el tiempo en que se desenvuelve el universo, de donde llegaron
aquellos que fueron llamados ángeles. Mi vida supuso un portal que se abrió, un puente
que se tendió desde aquí hacia allá, y que ahora espera ser reencontrado y transitado...
También había que elevar al ser humano por encima de su condición de “proyecto “,
dignificándolo delante de los demás mundos y civilizaciones, logrando niveles nunca
vistos que permitieron acercar nuestra existencia material y mental con el Universo
Espiritual.
—Es complicado todo eso que los extraterrestres nos han venido diciendo, de que
estamos viviendo en un tiempo alternativo que realmente no existe y que hay un tiempo
real del universo que es el que sí existe. ¿Pero es que acaso el tiempo no es sólo una
creación mental, una forma referencial? ¿Qué vendría a ser el tiempo entonces? (Ya
para ese momento, estaba maravillado de tener la oportunidad de preguntar y ser
esclarecido de la forma que lo estaba siendo. Por supuesto, estaba aprovechando la
situación al máximo).
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—¡Ciertamente es complicado! —contestó el Maestro—. Y te lo voy a explicar como
aquí lo enseñan a los niños, para que lo puedas unir con todo lo que te han dicho antes:
el Tiempo es la Creación misma, pero es que después de la última creación hubo una
creación alternativa o segunda creación, o llámale si deseas recreación, afectando los
procesos originales. Un círculo tocando otro círculo.
—¿Como un número ocho o el símbolo del infinito? —pregunté intrigado.
—Es cierto... —dijo el Maestro demostrando una paciencia infinita—. Después de que
alcancé traspasar el umbral de la séptima dimensión, fue como un sello simbólico que
se abrió, así como una realidad que se concretó, descorriéndose los velos del
conocimiento que iluminarían las vidas de aquellos buscadores de la verdad, para que
cada cual también lo intente. Estaba en la séptima dimensión conectando con el
Universo Espiritual, pero a la vez podía desplazarme a voluntad hacia una octava
dimensión, por cuanto fui considerado “Hijo de Dios” por derecho propio (mérito).
Una vez resucitado no podía permanecer aquí materialmente, pues ya pertenecía a otra
realidad dimensional, aunque conservaba el cuerpo físico. Por ello tenía que ubicarme
fuera de aquí para dar opción como para que cada uno hiciese su parte, y así cimentar
el proceso de construcción del puente...
—¿El de la reconexión cósmica, que permita integrar las dos realidades paralelas? —
aporté impulsivamente.
—¡Muy bien, la lección está aprendida!... ¡Y habrá entonces un nuevo tiempo, y una
nueva tierra así como un nuevo ser humano! Esto significa una renovación total...
—¿Y dónde has estado realmente todo este tiempo? —lancé mi consulta como
queriendo complementar la información que tenía.
—¡Bien lo sabes!... Porque ellos (los Guías) ya te lo habían comentado hace unos
años. Pero veo que quieres una descripción más detallada del asunto.
Cuando una nave enviada por la Gran Hermandad Blanca del Universo me recogió de
la Tierra, poco tiempo después de mi resurrección, fui llevado al espacio exterior.
Primero llegué donde el Consejo de los Veinticuatro Ancianos de la Galaxia; después,
seguí mi camino hacia el Centro del Universo Local y llegué al Consejo de los Nueve
de Andrómeda, que me acogió hasta que el tiempo fuese cumplido para la humanidad
de la Tierra. Luego, hace poco, volvía la Vía Láctea y al interior del Sistema Solar,
encontrándome como ves actualmente en este lugar y muy cerca de regresar al mundo.
Ahora te pregunto yo a ti y todos a través de ti a la humanidad: ¿dónde han estado todo
este tiempo?
¡Ay caramba!..., ahora me encontraba en problemas, porque no sabía qué responderle.
Yo era un ser humano insignificante, ¿qué podía contestarle?
—Supongo que buscando, Señor... Buscando en todas partes -contesté como
sintiéndome atrapado y sin salida, condenado a un irremediable tirón de orejas.
—No busquen fuera de la gente ni fuera de ustedes... Con los demás está su misión...
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Nuevamente su comentario me llenaba como alimento el espíritu. Y sin poder controlar
mi inquietud continué con mi andanada de preguntas.
—¿Y por qué estás aquí Maestro? —aunque tenía una idea, quería escuchar su versión.
—La puerta de conexión del Sistema Solar con el Universo en el Tiempo Real está en
esta zona (las lunas de Júpiter) y no falta mucho para que la humanidad se percate de
su existencia.
La respuesta me dejó pasmado. Estaba sorprendido por lo que me dijo.
—¿Cuándo será el día en que se sepan y se cumplan estas cosas? —seguí sonsacando
sin parar.
—Ya se está acercando, los acontecimientos así lo manifiestan. Por ello estoy cada vez
más próximo... —enfatizó el Maestro.
De pronto irrumpió Mardorx, aprovechando que el Maestro hizo un silencio y lo había
mirado como con complicidad, esperando que dijera algo y no fuera un convidado de
piedra.
—Mas, son ustedes los que lo están acercando, desde el momento en que se va
produciendo un proceso de definición colectivo del ser humano. Porque si crecen en
conciencia descubrirán que tienen una labor para con ustedes mismos y otra para con
los demás.
—¡Ciertamente!... —dijo el Maestro, celebrando al Guía presente—. El momento actual
los está invitando a asumir su lugar en la fiesta del cambio. No se resistan a ser felices
y a celebrar.
—Perdón por la consulta, pero ¿qué ha sido de tus apóstoles? En la actualidad, como
parte de los delirios y desequilibrios de los egos, hay cantidad de gente en la Tierra que
se cree la encarnación o reencarnación de tus primeros seguidores.
—¡Tú lo sabes, también te fue dicho! Pero se ve que quieres que yo mismo te lo
confirme... Muchos de mis apóstoles que se identificaron con el proceso, sellaron su
propia cristificaci6n, según el grado de conciencia y compromiso, muriendo por amor.
Y por ello, no volvieron a encarnar en la Tierra, sino que lo han hecho en planetas
superiores, siendo ahora parte de las jerarquías extraterrestres que vienen
solidariamente a colaborar. ¿O es que acaso no les dije “que les prepararía un lugar
allí donde yo iba’?
—Pero, Señor ¿por qué tiene que ser a través de un camino de sufrimiento? ¿No es
como pedirle a la gente que sea resignada, conformista o hasta masoquista?
—¿Por qué se templa el metal en la fragua con golpes de martillo? ¿Por qué los
cristales en las rocas se forman a partir de grandes presiones? ¿Porqué el sufrimiento
y el dolor de una madre que está pariendo? ¿Por qué se ama tanto lo que más nos
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cuesta lograr? Dios no desea el sufrimiento de nadie, pero tampoco puede impedir el
aprendizaje.
El dolor y el sufrimiento son parte de una dinámica universal de crecimiento en
conciencia. Constituyen ambos, parte de un mecanismo mediante el cual interactúan las
leyes que dirigen la evolución en el universo material. Y siendo sus opuestos el gozo y
la plenitud el dolor y el sufrimiento son llaves para el conocimiento y el
reconocimiento de muchas cosas.
El camino es un eterno aprendizaje en el amor, y en el servicio. Aunque trasciendan el
sufrimiento en ustedes mismos siempre habrá otros que lo vivan, por lo que podrán
seguir creciendo como seres humanos, al conmoverse y solidarizarse con los demás. El
sufrimiento inspira compasión, y esa es la prueba en la que se crece. Cuanto más
conscientes sean, menos sufrimiento vivirán en ustedes mismos, pero no dejarán de
sentir el dolor ajeno, porque ello les permitirá seguir amando. No se apeguen a la
formas, para que puedan cultivar la paz interior, y así sus vidas serán una señal de
fortaleza y coraje para el mundo y otros muchos, como una luz de esperanza al final del
camino.
—¿Pero, no podría ser de otra manera? ¿Por qué tener que luchar y enfrentar; sufrir y
llorar; crecer y sentir dolor?—. De un momento a otro me embargó una sensación de
tristeza. Por una parte, las respuestas me resultaban claras, pero por otro lado había una
suerte de rebeldía en mí.
—El universo fue creado perfecto, pero como una semilla... La semilla es perfecta en sí
misma, pero no puede quedar igual para siempre, tiene que cambiar; transformarse en
planta, dar frutos y generar otras plantas.
El universo aun sendo perfecto, evoluciona, cambia, innova, mejora y sobre la marcha,
se adapta y se corrige. Los seres humanos tenemos que ser agentes de nuevas y
profundas transformaciones. Podemos y debemos perfeccionar lo perfecto, sugiriendo e
implementando nuevas formas y alternativas que le devuelvan la capacidad de
transformación y cambio al universo; pero esto ha de hacerse desde la esencia misma y
en contacto con ella.
La vida es una experiencia de aprendizaje en el cambio, y las transformaciones siempre
arrastran consigo algún tipo de violencia.
—¿Y por qué todo esto? Perdóname Señor, pero pienso que esta es una oportunidad
única como para interrogarte sobre aquellas cosas que todos hubiéramos querido
siempre preguntarte. Han sido dos mil años y la humanidad no ha progresado en
esencia. Su espiritualidad es superficial, inclinándose siempre a ser sectaria, fanática e
inconsecuente. ¡Quizás hasta hemos involucionado!
—Muchos han reaccionado, y todos ellos son motivo de esperanza e inspiración para
los demás... dijo el Maestro mirándome con ternura y aportándome paz con su mirada.
—¡Pero son pocos en relación con el colectivo! ¿Qué va a pasar con la mayoría? —
pregunté con cierta angustia.
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—Bueno... ya llegó entonces el tiempo en que quedará claro el porqué y el para qué de
todo este largo peregrinaje. Ahora ha de cumplirse lo que tiene que ocurrir, y para lo
que ustedes han colaborado. También es el momento como para que no se dé aquello
que se trató de evitar.
El tiempo que ha transcurrido ha tenido su razón de ser; y al haber sido difícil, ello nos
garantiza la calidad e importancia de la misión del ser humano en este mundo.
Aquellos que como tú están contactados con otras realidades, actúan hoy como una
suerte de profetas del nuevo tiempo, y por ello, no deben dejarse arrastrar por el
desaliento, la apatía o el pesimismo; por el contrario, miren a su alrededor y verán un
terreno fértil donde arar. Verán que nunca antes como ahora, hay más sed de vida y
hambre de amor siendo muchos los corazones mentes y almas dispuestos a dar lo mejor
de sí para lograrlo. Requieren todos ellos una guía, una orientación; alguien que como
ellos lo trate de conseguir y esté dispuesto a enseñarlo viviéndolo en sí mismo. Y es que
falta tan poco, que en esta etapa se requiere que haya quienes desde el mismo colectivo
humano alienten y estimulen a unirse a la distancia, en una misma intención, a todos
aquellos capaces de actuar de una forma práctica, y que ya vienen aportando el valioso
tesoro de sus meditaciones y oraciones.
Ciertamente ha sido un largo peregrinaje de miles de años para el ser humano, de
millones de años para el universo; pero de pocos segundos a escala cósmica para que
se llegue a terminar de aprender y hoy se pueda enseñar.
¡Yo lo hice, y muchos lo están haciendo también!
—¡Entonces, no lo estamos haciendo tan mal! —al hacer este comentario, mi estado de
ánimo nuevamente empezaba a cambiar.
—No lo están haciendo mal, pero podrían hacerlo.
—el Maestro dijo esto, tomándose ligeramente serio.
—Qué es lo que a fin de cuentas no tiene que ocurrir?
Planteé esta pregunta por aspectos que no había entendido de lo que anteriormente le
había escuchado.
—El fin violento y cruel... la destrucción indiscriminada de todo el planeta...
—¿Pero no han sido suficientemente crueles todas las guerras, pestes y enfermedades?
Señor, sé que en tus tiempos no era mejor, pero hasta la semilla que dejaste se
contaminó—. En ese momento se me cruzaron por la mente las imágenes más terribles
que el egoísmo inhumano ha producido.. .Y experimenté un profundo dolor en mi
corazón, que me hizo sentir más que triste.
—La semilla cayó en distintos terrenos, y si bien es cierto que una parte significativa se
contaminó por libre opción o por falta de fuerza, hay otra parte que sí ha dado buen
resultado. Y es más de lo que pueden imaginarse. Pero aun la mala semilla trans-
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formada en planta, al ser consumida por el fuego purificador de los cambios, se recicla,
vuelve a la tierra y la fortalece.
Como bien saben, yo no be sido el único mensajero ni el único sembrador. Ha habido
muchas buenas cosechas a lo largo de la vida humana, consecuencia de la buena
siembra de muchos eficientes obreros. Hoy hay semilla seleccionada que está
aguardando que el campo termine de ser preparado.
Cuando me tocó sembrar, les enseñé que había dentro de cada uno un poder y una
sabiduría a la que debían despertar, y que Dios mismo la ha colocado dentro de
nuestras mentes y corazones como un don, para que seamos un reflejo consciente de Él.
Ahora deben despertarla, aplicándola con fe para asegurar la transición definitiva del
mundo y de la humanidad hacia un nuevo estado. Para que pasen rápidamente de la
siembra a la cosecha...
Había podido apreciar que en sus últimos comentarios, el Maestro había recuperado la
alegría, contagiándomela. En ese momento, el Guía Mardorx, no queriendo interrumpir
demasiado bruscamente la conversación, intervino de nuevo, diciendo:
—¡Para esto se los preparó a lo largo de muchas encarnaciones, y nunca antes como
ahora tienen en sus manos la posibilidad de sellar con éxito lo empezado!
—¡Hasta hace poco conocían en parte!... —retomó la conversación el Maestro, de una
forma enérgica—, pero ya es momento de madurez, como para que conozcan más
profundamente el porqué de las cosas. Porque nada acontece en vano ni porque sí. El
crisol donde se ha ido formando y purificando la humanidad ha sido fuerte. Por ello,
cuando lleguen a dominar las leyes que todo lo regulan, no serán nunca más
arrastrados por la indiferencia ni la negatividad, sino que más bien se sentirán
conminados a una entrega mayor, en un servicio más compro metido
Los demás serán el motivo de la existencia de ustedes, como lo ha sido para mí; y la
recompensa serán la paz y la verdadera felicidad que se alcanza al saber darle sentido
a la vida...
Con todo lo último que había escuchado, mi ánimo nuevamente se había fortalecido, por
lo que me decidí a volver a preguntar:
—¿Cuándo veremos las señales definitivas del cambio positivo?
—Ya se han venido dando... ¡Ustedes mismos son parte de esa señal... sólo que están
demasiado ansiosos, a la vez que demasiado atentos a aquellas otras señales que
apropósito son difundidas, manipuladas y exageradas como para confundirlos y
desanimarlos.
—Aunque la pregunta sea algo tardía, quisiera saber ¿por qué estoy aquí? Si no merezco
nada de esto, ¿por qué se me ha concedido esta oportunidad y privilegio?
—Porque te ubicaste al margen de las estructuras de las instituciones religiosas;
políticas, filosóficas, manteniendo una férrea voluntad de universalismo, representando
a todos y a nadie en especial, estando con todos por igual... Y porque al asumir la
actitud correcta en el amor, a través de ti y de muchos como tú llegaremos a los
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corazones y las mentes de grandes mayorías que se encuentran frustradas,
decepcionadas y confundidas.
—¿Qué debo hacer ahora? -dije, sintiendo que mi pecho estallaba.
—¡Ve y haz lo que debes hacer!... Y comparte con todos el mensaje de amor en el
perdón y en el cambio, dando siempre el énfasis y la importancia a la esencia y no a la
forma.
—¡Es tiempo de que regreses al Xendra! —se apresuró a decir el Guía Mardorx.
—¡Maestro, no te demores en volver! —le dije, mirándole á sus ojos, con palabras que
se me atoraban en la garganta.
—Ahora no depende de mí ni del Padre-Madre. Depende única y exclusivamente de
ustedes, porque no voy a volver para juzgar a nadie sino a participar de una evaluación
final, que quedará a cargo de la propia humanidad. Yo mismo les enseñé a que no
juzgaran... Más bien no se demoren en darse cuenta y culminar lo que deben hacer.
¡Ve en Paz!...
Los largos dedos de la mano de Mardorx se posaron en mi hombro, me hicieron girar y
me condujeron hacia la rampa. Volví entonces el rostro para darle una última
mirada a aquel
campeón de la espiritualidad, observando que también Él se iba alejando hacia el fondo
de la sala.
Fui conducido hacia el exterior de aquel gigantesco domo que, como dije antes, es sede
actual del Consejo que representa a todos los mundos más evolucionados de nuestra
galaxia.
Al salir, tenía la mirada puesta al frente. No me animé a hacer mayor comentario con
Mardorx, porque aún estaba meditando una a una las palabras del Maestro y no quería
olvidar nada. Al salir, la atmósfera cambiaba y aparecía deslumbrante la ciudad Cristal
de Morlen y aquel extraño firmamento... Cruzamos andando de extremo a extremo la
población hasta las afueras de la ciudad, donde se encontraba aquella media luna ra-
diante de energía, que era el portal que me trajo y que ahora me regresaba. Entonces, el
Guía se despidió de mí, tocándome una vez más los hombros con sus manos, y me dijo:
—¡Vuelve ahora porque ya es tiempo de que te reúnas con todo el resto! No olvides
cuán importante es que no descuiden la responsabilidad que tienen entre manos y el
momento extraordinario que están viviendo, que les permitirá que todo lo que hagan,
piensen y deseen se materialice para bien de todos. Las puertas de la Hermandad
Blanca de la Tierra han sido abiertas para que desde sus predios puedan hacer su
labor y cumplir sus objetivos. ¡Esa es la razón de sus viajes a los Retiros! Además es un
privilegio que les concede la vida, el ser capaces de tanto si aprovechan la oportunidad
para crecer y crear un futuro distinto.
¡Amor y paz, Tell-Elam!
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—¡Amor y paz! —respondí yo, mientras entraba en el vórtice de energía que me
llevaría de regreso a Quintero, en Chile.
La noche estaba fría al pie de la laguna, cuando me hallé a mí mismo caminando... La
experiencia había producido en mí una paz indescriptible, por lo cual me fui hacia la
orilla de la laguna y me senté a meditar, agradeciendo desde mi interior, todo lo vivido.
Estaba ensimismado cuando llegaron al lugar Carmen y Elvis, interrumpiendo mi
silencio, y preguntándome si había podido ubicar el Xendra. Les dije que sí y les señalé
los árboles, por lo cual rápidamente se encaminaron ambos hacia allá. Al rato
regresaron muy emocionados, por cuanto Elvis había visto la energía y al ingresar en
ella, se había sentido como absorbido por un remolino de luz, observando a la distancia
como un planeta de color violeta. La sensación de temor frente a lo desconocido fue tan
fuerte, que se arrepintió y bruscamente salió del Umbral. Aproveché entonces para
contarles algo de lo que me había tocado vivir sin haberlo buscado yo. Ellos quedaron
sorprendidos.
Poco después fueron llegando uno a uno los convocados, que se hallaban repartidos en
una extensa zona. Una vez reunidos, nos marchamos de regreso al campamento, con la
intención de hacer los comentarios junto con los demás. Aunque por ser tan tarde y
faltar pocas horas para que amaneciera, muchos se fueron directamente a dormir.
Aquella madrugada del 22 de marzo de 1998 quedaría como un recuerdo imborrable en
mi vida, y requeriría dos años poder asimilarla y plasmarla por escrito.
El domingo por la mañana, mientras compartíamos la experiencia vivida en el Xendra y
nos preparábamos para terminar el encuentro, alguien pidió que miráramos todos al
cielo, y allí observamos una enorme equis en un cielo despejado, exactamente arriba de
nosotros, como formada por unas caprichosas y solitarias nubes.
Fue interesante escuchar el testimonio de Oscar Jaar y su esposa Guisela, de Chile,
quienes narraron la experiencia que les tocó vivir, según sus propias palabras:
Era la última noche que estábamos en el encuentro y recibimos de los Guías, que
debíamos ir a buscar un Xendra no más de catorce personas, las mismas que Sixto
identificó. Salimos los catorce en busca de la Puerta Dimensional que, supuestamente,
ya estaría formada, cruzando un arroyo y dirigiéndonos hacia la loma donde el día
anterior algunos habíamos recibido los Cristales de Cesio.
Empezamos a caminar en dirección hacia la Cordillera de la Costa, bajo una Luna llena
que nos alumbraba la marcha. Yo iba adelante buscando el lugar y tratando de percibir
por mí mismo, sin guiarme por Sixto, para no dejarme influir. De pronto, cuando
habíamos caminado unos trescientos metros, empiezo a ver delante de mí mi sombra (lo
extraño era que la Luna estaba frente a nosotros, lo que hacía imposible que mi sombra
estuviese adelante). Luego, veo dos figuras humanas luminosas, como doradas. Se lo
comenté a Sixto, y después de haber caminado un poco más, nos dijo que nos
volviéramos.
Nos dimos la vuelta y entonces le comenté que podríamos detenernos a visualizar dónde
estaba la concentración de energía, mientras miraba al cielo, tratando de encontrar una
señal.
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Llegamos a la orilla de la laguna y Sixto nos dijo que nos separáramos y nos
volviéramos a encontrar en una hora. Eran las 2:20 a.m.
Salí en dirección al Este, siempre buscando el Xendra. Y cuando había caminado cerca
de doscientos metros, nuevamente me encontré las dos formas lumínicas de un color
blanco azulado; una a mi izquierda y otra a mi derecha. En un principio, por mi
formación científica, pensaba que podía ser un reflejo del rocío en mi cortaviento, pero
luego me di cuenta de que sólo lo había percibido unos cincuenta metros antes de
detenerme.
De pronto sentí que no debía seguir caminando, y dejé de ver a esos dos seres; pero
visualicé que detrás de mí había alguien muy alto, quizás de unos tres metros, con
espalda ancha y cabeza redonda. Al girar para buscarlo, no lo encontré. Luego observé
como a unos sesenta metros de distancia enfrente de mí, a alguien que se acercaba y me
di cuenta de que era Guisela. Al llegar a mi lado, le indiqué que a mi izquierda estaba
contemplando una luminosidad que se movía en el suelo y que yo entendí como una
acumulación de energía. Guisela entonces se dirigió hacia allá. Yo me acerqué unos
metros, pero no tanto como lo que avanzó ella. Giré hacia el sur y miré el cielo, que
estaba completamente despejado y vi una esfera de unos 35 cm de diámetro, de color
magenta, que envió un haz de luz cilíndrico hacia mi cabeza. Pude ver a través de su
centro, pero después no recuerdo más de ese momento.
Al ratito llegó Guisela y me contó que había vivido una experiencia importante, por
cuanto al haberse alejado siguiendo la luz en el suelo, esta se desplazó hacia el Norte,
hasta detenerse en un punto sobre el cual cayó un haz de luz blanca que iluminó en su
interior la figura de un ser de unos dos metros de altura, calvo, de piel cobriza, de boca
recta, hombros rectos y angostos, vestido con un traje blanco muy ceñido al cuerpo y
botas blancas. La figura y los colores eran tan nítidos, que parecía estar físicamente allí.
Guisela se paró a unos dos metros de él y quiso avanzar, pero el ser la detuvo,
diciéndole que previamente positivizara sus chakras. Ella obedeció y cuando estaba
iluminando el chakra de la garganta, con voz autoritaria le dijo que avanzara hacia él,
quedando a escasos 50 cm de distancia de su cuerpo. En ese instante descendió un
nuevo haz de luz blanco, pero esta vez de 1,5 m de diámetro y apareció otro ser, ahora
femenino y bajito, como de 1,4 m de altura, rubia, de ojos verdes, que tenía en su mano
derecha los dedos cubiertos (los cinco), como con unos dedales negros que en su punta
eran de color verde. Ella se quedó observando a Guisela de cerca, con curiosidad,
mientras pasaba su mano y sus dedos perpendicularmente al cuerpo, moviéndola
verticalmente frente a ella.
Mientras este ser femenino examinaba a Guisela, el guía comenzó a hablarle
diciéndole: —Para contactarse con los maestros de la Hermandad Blanca, es necesario
estar relajado, mentalmente descansado y saber guardar silencio”... Entonces,
proyectó como en una pantalla que apareció enfrente de ella, de unos 50 x 50 cm, la
imagen de un maestro que tenía una capa magenta como la del Papa y un gorro extraño.
Desapareció la pantalla y continuó hablando: —Cuando los 24 se reúnan con el Maestro
Jesús, no será por medio de un Xendra...
-
Guisela sabía que se refería a los 24 que tienen que recibir el Libro de los de las
Vestiduras Blancas (historia de la humanidad y de las civilizaciones que aquí han
intervenido).
El Guía retrocedió un paso. Saliendo del cilindro de luz desapareció, elevándose luego
el cilindro junto con el ser femenino. Luego Guisela se volvió y se acercó a mí. Eran las
2:45 a.m., cuando le dije entonces que esperáramos hasta las 3 a.m. para volver. Fue allí
cuando apareció delante de mí, a unos diez metros, un anillo dorado girando sobre su
eje; y sobre él, un triángulo azul con un círculo en el interior. Se lo comenté a mi
compañera y ella me dijo que veía sobre mi cabeza, una pirámide azul. En ese momento
recordé un sueño en el que aparecía Sixto. Fue hace ya un tiempo. Él tenía un reloj que
llamaba la atención y yo lo comparaba con el mío, como si se comparasen más que
relojes, tiempos diferentes.
La energía era tan fuerte en el ambiente que me senté en el suelo y apoyé mi cabeza
entre las rodillas, y al levantarla no sabía dónde me encontraba. Le pregunté entonces a
Guisela: ¿dónde estamos? Ella me contestó, si yo estaba bromeando, por lo que volví a
preguntarle y ella me contestó que en Chile. En ese instante observé que a mi alrededor
y al girar la cabeza, veía las imágenes, cuadro por cuadro. Pregunté a continuación: ¿En
qué parte de Chile?. Y ella me respondió que en Quintero.
Luego nos volvimos a reunir con el grupo, llegando algo atrasados porque faltábamos
nosotros y Carlitos. Sixto —visiblemente emocionado—, aprovechó para consultarnos
lo que habíamos vivido. Guisela contó su experiencia y Sixto nos contó que había
estado con el mismo ser y que se llamaba Mardorx de Xilox.
Al término del Encuentro, ya en nuestra casa, llamamos a Vicky Beer, de Tijuana
(México), y ella nos narró muy entusiasmada, la experiencia que tuvo la misma noche
del Xendra y a la misma hora, según la correspondencia horaria. Ella había entrado en
su estudio, donde está la computadora, para revisar su e-mail, y en el momento en que
se sentó frente a ella, vio un resplandor violeta en el centro de la habitación. Pensó que
era un mensaje de que debía apoyar a los grupos de Chile y decidió sentarse a meditar
ahí. Apenas cerró los ojos, vio descender un haz de luz blanco sobre ella y se sintió
elevada a toda velocidad hacia una nave, donde se vio en una habitación completamente
blanca y frente a ella un ser exactamente igual al que describió Guisela y que Sixto
identificó como Mardorx. Ella recuerda que este ser le habló durante largo tiempo. Y
cuando regresó de la experiencia, estaba completamente helada. Había pasado una hora
y no recordaba lo que le dijeron, pero sabía que era una experiencia real.
En una meditación en casa, el 13 de abril de 1998, me explicaron que la experiencia
vivida el 22 de marzo, simbolizaba que los dos tiempos se habían unido, y que esto lo
habían realizado Seres del Universo Espiritual, explicándome que si el anillo giraba de
izquierda a derecha, significaba que estábamos volviendo al punto de origen, y que el
triángulo simbolizaba el Universo Espiritual. Al terminar la meditación, confirmé que el
mismo ser que me habló a mí, le había transmitido un mensaje a Guisela, diciéndole que
la puerta 14 está en nuestro interior y que la Estrella de la Misión Rama es la Puerta 14,
y nosotros somos los guardianes del Real Tiempo y del Real Templo.
El año 1998 todavía guardaba algunas otras sorpresas, como fue el hallazgo de ozono en
Ganímedes. De acuerdo con las informaciones que salieron en los periódicos, el
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telescopio espacial “Hubble” exploró el satélite de Júpiter y encontró huellas de un
espectro de ozono, según informó Keith Noll, del Space Telescope Science Institute de
Baltimore, Maryland. Anteriormente había detectado una diminuta atmósfera de oxí-
geno en la luna Europa.
“El ozono, que protege la vida en nuestro mundo de las radiaciones dañinas, está siendo
producido en Ganímedes. La cantidad detectada es pequeña en comparación con los
estándares de la Tierra. El total es sólo una diminuta fracción (entre el 1 y el 10 por
ciento) de la cantidad de ozono destruido cada invierno en el agujero de ozono de la
Antártida.
Contrario a la producción de ozono en la atmósfera de nuestro planeta, el ozono de la
luna jupiteriana se produce por partículas cargadas atrapadas en el poderoso campo
magnético de Júpiter (tal como el cinturón de radiación de Van Allen en la Tierra).
La rotación de Júpiter, de 9 horas y 59 minutos, arrastra estas partículas a una tremenda
velocidad que sobrepasa el lento movimiento de Ganímedes, de modo que llueven sobre
la superficie.
Las partículas cargadas penetran la helada superficie y es donde se rompen en
moléculas de agua, pero los pasos exactos que sigue a la producción de ozono todavía
no son entendidos completamente, de acuerdo con Noll.”
Los viajes y las actividades diversas con los grupos en el mundo continuaron, y con
ellos la recepción de nuevos mensajes como los que a continuación transcribo, que
considero significativos por cuanto también hacían referencia a lo que sería el año 1999.