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E l estudio de la cartografía histórica es fundamental para el conocimiento de los orígenes y evolución de las ciudades y poblados históricos. Es una fuente que complementa tanto los documentos de archivo como la infor- mación bibliográfica, además de ser un instrumento que permite la com- paración y el contraste con la realidad física ofrecida por el trabajo de campo realizado en las poblaciones seleccionadas para su estudio. La utilización de mapas y planos se ha convertido en herramienta de primera nece- sidad para los historiadores y, en particular, para los estudiosos de la historia de la arqui- tectura y del urbanismo. Cuando iniciamos la investigación acerca de El urbanismo histórico en poblados de la ruta Veracruz a Puebla, vía Orizaba, uno de los hallazgos más afortunados fue el del mapa conocido como MC4: Mapa de los linderos de Cuauhtinchan No. 4, elaborado en 1563 (figura 1). Al reunir todos los planos y mapas disponibles, estuvimos en posición de aplicar la metodología de observación cartográfica comparada, es decir, se analizaron todos los materiales disponibles a partir del MC4, que, como se dijo, es un documento del siglo XVI. Además, el estudio incluyó planos de los siglos XVII, XIX y, finalmente, la carta topo- gráfica actual. Por otro lado, cada uno de los poblados de la ruta (Amozoc, Tepeaca, Acatzingo, Tecamachalco y Quecholac) fue visitado y se realizó un cuidadoso trabajo de campo que incluyó levantamientos de plazas y calles, así como un levantamiento foto- gráfico de los edificios que rodean a las plazas. En primera instancia, el estudio de estos documentos presentó algunas evidencias que, a nuestro juicio, acercaban el documento MC4 a la realidad física de los poblados mencionados. El mapa analizado forma parte de la obra Los mapas de Cuauhtinchan y BOLETÍN DE MONUMENTOS HISTÓRICOS | TERCERA ÉPOCA, NÚM. 10, MAYO-AGOSTO 2007 JUAN MANUEL MÁRQUEZ MURAD* 2 | El mapa de Cuauhtinchan MC4 Primer documento cartográfico de la región del valle central de Puebla * Facultad de Arquitectura, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla.

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El estudio de la cartografía histórica es fundamental para el conocimientode los orígenes y evolución de las ciudades y poblados históricos. Es unafuente que complementa tanto los documentos de archivo como la infor-mación bibliográfica, además de ser un instrumento que permite la com-paración y el contraste con la realidad física ofrecida por el trabajo de

campo realizado en las poblaciones seleccionadas para su estudio.La utilización de mapas y planos se ha convertido en herramienta de primera nece-

sidad para los historiadores y, en particular, para los estudiosos de la historia de la arqui-tectura y del urbanismo.

Cuando iniciamos la investigación acerca de El urbanismo histórico en poblados de laruta Veracruz a Puebla, vía Orizaba, uno de los hallazgos más afortunados fue el delmapa conocido como MC4: Mapa de los linderos de Cuauhtinchan No. 4, elaborado en1563 (figura 1).

Al reunir todos los planos y mapas disponibles, estuvimos en posición de aplicar lametodología de observación cartográfica comparada, es decir, se analizaron todos losmateriales disponibles a partir del MC4, que, como se dijo, es un documento del sigloXVI. Además, el estudio incluyó planos de los siglos XVII, XIX y, finalmente, la carta topo-gráfica actual. Por otro lado, cada uno de los poblados de la ruta (Amozoc, Tepeaca,Acatzingo, Tecamachalco y Quecholac) fue visitado y se realizó un cuidadoso trabajo decampo que incluyó levantamientos de plazas y calles, así como un levantamiento foto-gráfico de los edificios que rodean a las plazas.

En primera instancia, el estudio de estos documentos presentó algunas evidenciasque, a nuestro juicio, acercaban el documento MC4 a la realidad física de los pobladosmencionados. El mapa analizado forma parte de la obra Los mapas de Cuauhtinchan y

BOLETÍN DE MONUMENTOS HISTÓRICOS | TERCERA ÉPOCA, NÚM. 10, MAYO-AGOSTO 2007

JUAN MANUEL MÁRQUEZ MURAD*

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El mapa de Cuauhtinchan MC4Primer documento cartográfico

de la región del valle central de Puebla

* Facultad de Arquitectura, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla.

la historia cartográfica prehispánica, de la investi-gadora Keiko Yoneda, y en la que se incluye unestudio acucioso de los cuatro mapas deCuauhtinchan tomados como documentos histó-ricos y no como obras de arte, a decir de la pro-pia autora. Los documentos estudiados por ladoctora Yoneda son: MC1, Mapa de CuauhtinchanNo. 1 (Mapa de las conquistas chichimecas); MC2,Mapa de Cuauhtinchan No. 2 (Mapa de la rutaChicomoztoc-Cuauhtinchan); MC3, Mapa deCuauhtinchan No. 3 (Mapa de las migraciones Ue-xotzinco-Tepeaca), y MC4, Mapa de CuauhtinchanNo. 4 (Mapa de los linderos de Cuauhtinchan, añode 1563). Este último documento es el que másnos ha interesado y se ha analizado minuciosa-

mente con el fin de utilizarlo como una referen-cia real del estado que guardaban los pobladosrespecto a su traza en el siglo XVI. Por último, esnecesario aclarar que la doctora Yoneda destacaque el eje central de este estudio fue el MC3.

Lo anterior motivó una segunda revisión másprofunda, cuya intención era buscar las eviden-cias necesarias para darle solidez a nuestra afir-mación: el MC4 es el plano más antiguo que setiene de los asentamientos de Amozoc, Tepeaca,Acatzingo, Tecamachalco y Quecholac, pues la in-formación que contiene muestra el estado de latraza urbana muy cercana al momento de su fun-dación. Evidentemente, esta información es degran riqueza para el estudio de la historia de la

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Figura 1. Mapa de los linderos de Cuauhtinchan MC4. Tomado de Keiko Yoneda, Los mapas de Cuauhtinchan y la historia cartográfica prehispánica, México,FCE, 1991. 1. Amozoc, 2. Tepeaca, 3. Acatzingo, 4. Quecholac, 5. Tecamachalco.

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arquitectura y el urbanismo de la región del vallecentral de Puebla.

Para tener un punto de partida firme en elanálisis de este documento, se retoman los co-mentarios de la doctora Yoneda respecto a cues-tiones urbanas y arquitectónicas. Después expo-nemos las conclusiones del estudio realizado,mismas que, desde nuestro punto de vista, con-cretan lo planteado en el documento por el Tla-cuilo (autor) del MC4.

El primer punto que se aborda son los ele-mentos arquitectónicos representados en el do-cumento. Yoneda advierte:

El único glifo que podría clasificarse como ele-mento arquitectónico en este mapa son las iglesiasque se hallan en medio de las trazas de las callesde los pueblos, o a veces independientemente deéstos.

Se observa una ligera variación en su represen-tación. Todas las iglesias que se encuentran en es-te mapa, salvo una excepción, están orientadas ha-cia el margen derecho del mapa.

Frente a las iglesias de algunos pueblos se en-cuentran unas líneas y puntitos. Simons (1968:21)sugiere que pueden ser las marcas donde se esta-blecían los mercados.1

Respecto a este punto, y siempre desde laperspectiva de la historia urbano-arquitectónica,pensamos que al observar el mapa es evidenteque las diferencias a que alude la autora sonimputables a la importancia y jerarquía de lostemplos, y muestran lo observado en la realidadde los poblados, ya que en los casos de Tepeaca,Quecholac, Acatzingo y Tecamachalco, el Tlacui-lo representa los templos precedidos por una tri-ple arcada. El resto de las iglesias, mostradas enlos demás núcleos y fuera de las trazas de éstos,

son simbolizadas de manera más simple y con unsolo acceso.

Para reforzar esta afirmación recurrimos a laclasificación de George Kubler que, de acuerdo consus características arquitectónicas y su relacióndirecta con el número de tributarios, considera aTepeaca como monumento de primer nivel, mien-tras que a los de Tecamachalco, Acatzingo y Que-cholac como monumentos de segundo orden.Además, agrega que los franciscanos nunca pre-tendieron construir edificios grandes en pobla-ciones pequeñas.2

En el MC4 las poblaciones en cuestión serepresentan como pueblos grandes, perfecta-mente trazados y ordenados, lo cual correspondea la aseveración de Kubler. En los casos de Tecali(considerado en virtud de que se encuentra en lamisma región) y Amozoc, ambos están represen-tados por un templo sencillo.

En el primer caso, sabemos que existe en ellugar un templo de tres naves, pero, como sos-tiene Kubler: “Vera supone que la iglesia y el con-vento fueron concluidos el 7 de septiembre de1579”,3 y el documento que estamos revisando esde 1563.

En relación con el segundo caso, el mismo au-tor afirma: “La fundación fue concluida con unapequeña iglesia, tres o cuatro celdas y un claus-tro y la habitaban dos frailes.”4

Esto quiere decir que el templo mostrado enel mapa corresponde a la realidad, es decir, altemplo existente hasta hoy día. Respecto a larepresentación de templos fuera de las trazasurbanas, se puede explicar: “[…] para ampliar suradio de acción [los frailes], cuentan con peque-ñas instalaciones llamadas visitas, distribuidas enel área de influencia de un gran convento, que

1 Keiko Yoneda, Los mapas de Cuauhtinchan y la historia car-tográfica prehispánica, México, FCE/CIESAS/Gobierno delEstado de Puebla, 1991, p. 40.

2 George Kubler, Arquitectura mexicana del siglo XVI, México,FCE, 1984, pp. 34-35.3 Ibidem, p. 578.4 Ibidem, p. 558.

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son recorridas por un religioso”.5 En el área deestudio hay por lo menos cinco conventos gran-des, que obviamente requieren de las instalacio-nes descritas.

En cuanto al tema de las orientaciones, sabe-mos que en el siglo XVI la orientación oriente-poniente fue prácticamente la norma general,aunque hubo excepciones. Dos estudiosos deltema opinan. El primero, Manuel Toussaint, afir-ma: “La parte más importante del conjunto es eltemplo: consta de una gran nave que ofrece suportada al poniente y el altar mayor al levante.”6

Por su parte, Carlos Chanfón comenta: “La orien-tación habitual de los conventos de este periodoes con la fachada principal hacia el poniente, elclaustro hacia el sur y el presbiterio del templohacia el oriente. En este caso la afirmación se sue-len edificar se justifica pues hay excepciones.”7

Apoyándonos en lo anterior confrontamos elMC4 con la realidad y comprobamos que las igle-sias ubicadas en los centros urbanos consignadosen este documento están en posición correcta y deacuerdo con la realidad física. En cuanto a la únicaexcepción que se presenta, no se ha podido ubicarel sitio donde se encontraría el templo en cues-tión, pero no dudamos de que también correspon-da a la realidad siendo este edificio uno de loscasos a los que se refiere el doctor Chanfón.

La doctora Yoneda sostiene también que, fren-te a las iglesias de algunos pueblos, se puedenapreciar unas líneas y puntos que tal vez indiquenel lugar del mercado. Al respecto, nuestra opiniónes que, hasta donde se sabe, las plazas centrales delos poblados novohispanos aglutinaron todas las

actividades sociales y económicas de los habitan-tes, entre éstas, el intercambio comercial (inclusohoy día el fenómeno del mercado se puede obser-var en las poblaciones en estudio). En principio,baste mencionar lo que Terán Bonilla dice al des-cribir la plaza de Puebla:

En 1557 se instaló en la Plaza Mayor la fuente quesería el principal abastecimiento de agua potable dela ciudad, realizada en cantería […] ejecutada por elArquitecto Claudio de Arziniega, quien no la centróen dicho espacio, sino la dispuso hacia el ladosureste con el objeto de dejar un espacio libre paralas corridas de toros y otras festividades públicas. Alsuroeste se estableció un tianguis o mercado.8

Para profundizar al respecto recurrimos a laspalabras del investigador Hildeberto Martínez,quien sostiene que los mexicas, después de con-quistar el territorio perteneciente al antiguo se-ñorío de Cuauhtinchan, “[…] en el ámbito regio-nal crearon una provincia tributaria con pueblosy señoríos del sur sureste de Cholula, designan-do a la ciudad de Tepeyacac como su cabecera.Aquí además institucionalizaron un fastuosomercado de proyección internacional.”9

Y para destacar la importancia comercial deesta zona, volvemos a las palabras de HildebertoMartínez:

La importancia de esta extensa área conquistadapor los mexicas era, sin lugar a dudas, la riquezade los productos que se podían conseguir en ella,ya sea porque se producían localmente, ya porquese llevaban allí a través de un intenso intercambiocomercial con zonas vecinas y remotas.10

5 Carlos Chanfón Olmos (coord.), Historia de la arquitecturay el urbanismo mexicanos. El encuentro de dos universos cultu-rales, México, FCE/UNAM, 1997, p. 342.6 Manuel Toussaint, Arte colonial en México, México, UNAM,1974, p. 40.7 Carlos Chanfón Olmos, Arquitectura del siglo XVI, temasescogidos, México, UNAM, 1994, p. 304.

8 José Antonio Terán Bonilla, El desarrollo de la fisonomíaurbana del Centro Histórico de la ciudad de Puebla, Puebla,UPAEP, 1996, p. 24.9 Hildeberto Martínez, Codiciaban la tierra. El despojo agrarioen los señoríos de Tecamachalco y Quecholac (Puebla 1520-1650), México, CIESAS, 1994, p. 22.10 Ibidem, p. 33.

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Reforzando lo anterior, y con la intención dedemostrar que las poblaciones en estudio fueronparte de una red comercial muy importante des-de tiempos prehispánicos, seguimos a HildebertoMartínez:

[…] los mercaderes extranjeros no sólo se estable-cieron en Tepeyacac. He localizado barrios de estosprofesionales en Acatzingo y en la zona deTecamachalco, lo que me hace sospechar que losmexicas organizaron, en realidad, toda una red detianguis alrededor de Tepeyacac, que debió ser elmás importante.11

Como se ve, la importancia comercial de esteterritorio fue muy grande y así permaneció, por lo

menos, hasta finales del siglo XIX pues, como se hasostenido en otros trabajos, fue parte importantedel camino de Veracruz a Puebla vía Orizaba (figu-ra 2).

Si partimos del hecho de que tanto Tecama-chalco como Acatzingo, junto con Tepeaca, erancentros de comercio, ¿por qué no tiene líneaspunteadas y puntos frente a la iglesia y otros po-blados de menor jerarquía, como el caso de Amo-zoc, que sí las tiene? Si se combinan las afirmacio-nes de Terán Bonilla y las de Hildeberto Martínez,tendremos que los espacios frente a las iglesias delos poblados que aparecen en el MC4 correspon-den a las plazas mayores en que se establecían lostianguis de cada lugar donde se realizaban inten-sas actividades de intercambio comercial. La pre-11 Ibidem, p. 54.

Ruta 1

Figura 2. Mapa de rutas más importantes de la región Puebla-Orizaba.

Ruta 2

Ruta 4Ruta 3

PUEBLA

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QuecholacAcatzingo

Tepeaca

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del Pinar

Nopaluca

Chalchicomulade Sesma

Palmarde Bravo

Tepancode López

CañadaMorelos

Tlacotepec deBenito Juárez

San JuanAtenco

San Salvadorel Seco

Tehuacán

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sencia de puntos y líneas, a nuestro parecer, debetener algún otro significado.

El segundo comentario que retomamos de ladoctora Yoneda es:

Es un tema que vale la pena desarrollar, porquelos arqueólogos y etnólogos advierten que quizá lacostumbre actual de los pueblos de concentrar laiglesia, la construcción administrativa y el merca-do en el centro del pueblo no solamente estáinfluido por la tradición española, sino tambiénpor la prehispánica. Al respecto para desarro-llar este tipo de investigación en la arqueologíatendría que tomarse en cuenta el tipo de poblado:disperso, concentrado, con el trazo reticular, etcé-tera, es decir, la variación en el patrón de asenta-miento.12

Como se dijo, para las poblaciones consigna-das en el MC4, que son motivo de este análisis,la concentración de edificios principales, tantoreligiosos como civiles, y la realización del tian-guis en la plaza, se dan de manera irrefutable.Para profundizar en las influencias mesoameri-canas en este tipo de patrón de asentamiento,existen trabajos de estudiosos de diferentes dis-ciplinas. Se pueden citar aquí los trabajos deldoctor Carlos Chanfón respecto a Tenochtitlan,en Arquitectura del siglo XVI y el tomo tituladoEncuentro de dos culturas, que forma parte de laobra Historia de la arquitectura y el urbanismomexicanos. Por otro lado, tenemos a EduardoMatos Moctezuma con Vida y muerte en el Tem-plo Mayor.

Se podrían citar muchas más obras, pero sóloagregaremos que tanto los cronistas del siglo XVI

como algunos conquistadores, incluido el propioCortés, dan cuenta de la importancia de los cen-tros ceremoniales, las grandes plazas y todas lasactividades que en ellos se realizaban.

Es importante destacar que la sugerencia de ladoctora Yoneda ha sido cumplida con creces. Des-de la fecha de publicación de su obra no sólo losetnólogos y antropólogos han estudiado el fenó-meno de las ciudades novohispanas, sino que sehan sumado a este esfuerzo historiadores, arqueó-logos y, sobre todo, arquitectos y urbanistas.

En el caso de nuestra investigación, se intentórealizar un minucioso trabajo de comparación defuentes documentales y cartográficas a partirde la observación de campo, y es en función deesta labor que se hacen precisiones respecto a laspoblaciones que aparecen en el MC4.

El tercer punto que nos parece interesanteabordar está relacionado con lo que plantea ladoctora Yoneda:

Con respecto al MC4 podría decirse que el hechode haber impuesto cierto tipo de convención parala representación de las iglesias, aunque varía ensus detalles, como se estudia antes, denota el crite-rio del Tlacuilo que consideró necesario cierto tipode estilización y uniformidad en su forma, para uti-lizarlas como signo convencional cartográfico.13

No dudamos que las representaciones de lostemplos se hayan convertido en símbolo conven-cional, pero, desde nuestro punto de vista, no esuna elección caprichosa del Tlacuilo, sino queresponde a una realidad observada y bien cono-cida por el artista.

Otro de los pasajes interesantes que expone ladoctora Yoneda, es el referente a los caminos:

En los caminos que conectan los poblados B y C,y H y E, se encuentran además de las huellas depies humanos, las herraduras de animales. Quizásesto quiere decir que los caminos permitían eltránsito de animales de carga, o era muy frecuen-te el paso de caballos, de mulas o de burros. Podría

12 Keiko Yoneda, op. cit., p. 40. 13 Ibidem, p. 41.

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también pensarse que las huellas de pies descal-zos se refieren a los nativos mientras que las he-rraduras a españoles.

Para saber el significado de estas huellas deanimales sería necesario un estudio sobre las co-municaciones entre estos pueblos con base enfuentes etnohistóricas.14

Los poblados que la autora marca con lasletras mayúsculas B, C, H y E corresponden aNopalucan, Amozoc, Puebla y Tepeaca, respecti-vamente. Los poblados de los que nos hemosocupado en nuestra investigación tuvieron granimportancia en las rutas comerciales entre lacapital de la Nueva España y la ciudad de Pueblacon el puerto de Veracruz.

El camino de Amozoc hacia Nopalucan era elcamino más usado y de menor distancia para lle-gar a Veracruz, y la ruta completa se complemen-ta de la siguiente manera: Puebla, Amozoc,Acajete, El Pinar, Nopalucan, El Seco, San AndrésChalchicomula, Maltrata y Orizaba. El segundocamino que va de Puebla a Tepeaca forma partedel camino más al sur para llegar a Orizaba, y quea su vez conecta con la ruta al sureste que inclu-ye Oaxaca, Chiapas y Guatemala, y su trayectoera: Puebla-Tepeaca-Tecamachalco-Tlacotepec-Tehuacán-Acultzingo-Orizaba.

Respecto a este tema, se puede concluir queen estos caminos sí circulaban animales. El mediode transporte preferido para llevar las mercancíasfueron las recuas; por tanto, las huellas de herra-duras señalan esta particularidad. Pero existíatambién el tráfico a pie, sobre todo en los caminosregionales; por esta razón se considera que lossímbolos tanto de herraduras como de pies des-calzos están asociados con una interpretaciónobjetiva, que refleja una realidad del sistema decomunicaciones en el tiempo de la ejecución del

MC4 y no precisamente una significación de iden-tidad étnica.15

Acerca de la ubicación de los poblados en elMC4, Yoneda comenta:

[…] la ubicación de los pueblos de Cuauhtinchan,Tepeyacac y Tlaxcalan corresponden a los lugaresdonde fundaron los nuevos poblados. […] No hemosaveriguado los años de fundación de los demáspoblados formados en el siglo XVI, después de la con-quista que aparecen en este mapa.16

Para analizar con exactitud las fechas de fun-dación y los traslados de los poblados menciona-dos en este trabajo, en el cuadro 1 se destaca quela posición de Tecamachalco en el MC4 corres-ponde a la segunda fundación realizada por losfranciscanos en 1551. Este cuadro permite refor-zar la aseveración de que existe una correspon-dencia entre los poblados reales y los presenta-dos en el mapa estudiado.

El siguiente comentario de la doctora Yonedaes de suma importancia:

De la comparación de este mapa y los mapasmodernos, se puede observar que el MC4 contie-ne más elementos ubicados en el contexto carto-gráfico que cualquier otro mapa de Cuauhtinchan.La posición relativa entre los lugares está más omenos correcta aunque no se aprecia la distanciay orientación entre ellos.17

A este respecto se hace la siguiente precisión:si se observa detenidamente el mapa, se apreciaque el Tlacuilo traza de manera imaginaria dosejes, uno vertical, que marca en la parte superior

14 Ibidem, p. 51.

15 Esto es reafirmado por Yoneda en su libro Cartografía ylinderos en el mapa de Cuauhtinchan núm. 4, México,INAH/BUAP, 1994, en el que, por cierto, no encontramos dis-tintas aportaciones en este sentido que las ya ofrecidas enLos mapas de Cuauhtinchan y la historia cartográfica prehis-pánica.16 Keiko Yoneda, op. cit., pp. 58-59.17 Ibidem, p. 59.

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el norte identificado por la presencia de laMalinche y el cerro del Pinar. En el borde inferiorrepresenta al sur, donde ubica los poblados deCuauhtinchan y Tecali (que en el MC4 aparececomo Santiago Tecalco). El eje horizontal repre-senta la orientación oriente-derecha, poniente-izquierda. En el extremo izquierdo se localiza aPuebla y en el extremo derecho a Quecholac. Noparece necesario afirmar que la distribución delos elementos, tanto naturales como urbanos, tie-ne plena correspondencia con la realidad.

Lo que sorprende más en la comparativa delMC4 con la carta topográfica realizada por el INEGI

(actualizada a 2004) es la proporción de las dis-tancias entre los centros urbanos y la ubicaciónde éstos en el mapa (figura 3).

En el MC4 tenemos que Puebla, colocada enel extremo izquierdo del mapa, guarda unamayor distancia con Tepeaca respecto de la queesta ciudad tiene con Acatzingo y Tecamachalco.La primera se localiza al noreste de Tepeaca y lasegunda al sureste, como ocurre realmente. Laúnica posición que tiene alguna variación, com-parada con la realidad, es la de Quecholac res-pecto de Acatzingo, pues aunque el Tlacuilo la

coloca al oriente, al mismo tiempo la ubica haciael norte de esta última, siendo que el dato real esque se encuentra hacia el sur.

Para comprobar lo dicho en este punto, a con-tinuación se proporcionan las distancias realesentre las poblaciones de estudio: Puebla-Tepeaca,36 km; Tepeaca-Acatzingo, 14.5 km; Tepeaca-Te-camachalco, 21.6 km; Acatzingo-Quecholac, 13km; Acatzingo-Tecamachalco, 12.5 km, y Teca-machalco-Quecholac, 11 km.

Estas medidas fueron tomadas de tres fuentesdistintas y pueden variar, pero no lo suficientecomo para alterar el resultado.18 Es evidente queel autor del MC4, además de ser un entendido encuestiones cartográficas, tenía un conocimientoprofundo de la zona que representó.

En otra parte de su obra, la doctora Yonedadice:

La representación de los pueblos con sus trazos reti-culares, que sin duda no provienen del glifo indíge-

18 Las medidas fueron tomadas del INEGI, carta topográficaescala 1:50,000 actualizada al 2004, Guía Roji, mapa decarreteras, y Gobierno del Estado de Puebla, mapas del es-tado.

Figura 3. Carta topográfica realizada por el INEGI, actualizada a 2004.

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na utilizado en los demás mapas de Cuauhtinchan.A diferencia del mapa del pueblo de Cuauhtinchan1705, el trazo reticular en el MC4 funciona comosimple signo convencional cartográfico impuestopor el Tlacuilo y no como copia del trazo real de lospueblos. Están representados en forma esquemáti-ca y uniforme. No hemos podido averiguar de dón-de el Tlacuilo haya sacado la idea de emplear estesigno. Podría imaginarse que se inspiró en el mis-mo trazo de las calles, o por haber visto este tipo designo convencional cartográfico en otro mapa colo-nial europeo.19

Diferimos acerca de lo planteado por la auto-ra, toda vez que se ha realizado un estudio minu-cioso de los documentos cartográficos y su com-paración con los planos posteriores. En nuestraargumentación hemos indicado que muestrandiferencias en la traza, tamaño de las manzanasy ubicación de los conventos, correspondiendo ala realidad en la mayoría de los casos, y aunquealgunos de estos puntos ya se trataron, aquí serealizan precisiones respecto a cada uno de lospoblados utilizando el MC4 como el documentomás antiguo que muestra el estado que guarda-ban los poblados de estudio y la red de caminosa mediados del siglo XVI.

Lo expuesto hasta ahora permite, con sufi-ciente fundamento, manifestar el apego total deldocumento de Cuauhtinchan con la realidad.Para ilustrar lo anterior, en principio revisemoslo referente al tamaño de las manzanas.

En el poblado de Quecholac, ubicado en laparte superior derecha del códice, se observaque, a diferencia de Tecamachalco, Acatzingo yTepeaca, las manzanas son mucho mayores endimensiones y menores en número; la plaza esenorme y el convento está ubicado en el centrode la población, con la orientación del templooriente-poniente.

Si se compara con el plano de 1865,20 se pue-de comprobar que las manzanas coinciden conéste, sobre todo si vemos la densidad de cons-trucción y la posición de la plaza y el convento(figura 4).

Para el caso de Tecamachalco, el Tlacuilo loubica perfectamente en la falda sur del Cerro dela Quijada de Piedra. Sus manzanas son máspequeñas que las de Quecholac. La ubicación delconvento está desfasada del centro de la pobla-ción hacia el poniente y los caminos llegan al edi-ficio franciscano y no al centro de la población.La línea de las manzanas que siguen a la del con-junto conventual en el sentido norte-sur son demayores dimensiones que el resto, y el creci-miento se da hacia el oriente. Tal vez la poblaciónhaya sido fundada tomando como centro el con-vento franciscano y que, aproximadamente en1640, al secularizarse los poblados e instalar laparroquia, en un acto de demostración de poder,la plaza central y los edificios de gobierno fuerantrasladados al lugar que ocupan hoy en día. Lodicho se comprueba tanto en el plano del sigloXIX21 como en la carta actual (figura 5).

Tepeaca está ubicada en el centro del mapa ylimita al norte con la nariz del cerro. El númerode manzanas no tiene mucha variación compa-rada con el plano del siglo XIX.22

El convento, tal y como ocurre en la realidad,está colocado con una orientación oriente-poniente (figura 6).

El último de los poblados que se observa con

19 Keiko Yoneda, op. cit., p. 59.

20 Mapoteca Manuel Orozco y Berra, Varilla CGPUE5, Col.Gral., núm. 4038, papel marca, Plano del pueblo deQuecholac, año de 1865, escala: 1:20,000, Sagarpa, México.21 Mapoteca Manuel Orozco y Berra, Varilla OYBPUE2, Col.MO y B, núm. 863, papel calca manuscrito, poste deTecamachalco Plan de la Ville et des Ouvrages.22 Mapoteca Manuel Orozco y Berra, Varilla CGPUE7, Col.Gral., núm. 4191, papel calca y marca manuscrito, Plano dela ciudad de Tepeaca, autor: E. M. Ibáñez, escala: 1:1000,Sagarpa, México.

BOLETÍN DE MONUMENTOS HISTÓRICOS | TERCERA ÉPOCA, NÚM. 10, MAYO-AGOSTO 2007

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Figura 4. Detalle del poblado de Quecholac en el Mapa de los linderos deCuauhtinchan MC4, en Keiko Yoneda, Los mapas de Cuauhtinchan…, op. cit.

Figura 5. Detalle del poblado de Tecamachalco en el Mapa de los linderos deCuauhtinchan MC4. Keiko Yoneda, Los mapas de Cuauhtinchan…, op. cit.

Figura 6. Detalle del poblado de Tepeaca en el Mapa de los linderos deCuauhtinchan MC4. Keiko Yoneda, Los mapas de Cuauhtinchan…, op. cit.

Figura 7. Detalle del poblado de Acatzingo en el Mapa de los linderos deCuauhtinchan MC4. Keiko Yoneda, Los mapas de Cuauhtinchan…, op. cit.

claridad y el que mayores problemas de inter-pretación presenta es Acatzingo (Amozoc no sepuede ver del todo, ya que el mapa está muydeteriorado en esa parte). En primer lugar, en elMC4 se aprecian manzanas pequeñas; sólo lasque corresponden a la línea donde se ubica elconvento son de mayor dimensión.

Las manzanas, al igual que en el plano del sigloXVII (1606),23 claramente tienden al cuadrángulo ysu número varía de 42 en el MC4 a 37 en el otrodocumento. El problema comienza cuando estosplanos se comparan con el del siglo XIX y con elactual, que nos presenta una traza rectangular. Estonos hace pensar, a manera de hipótesis, que enalgún momento de la historia del poblado se efec-tuó un replanteamiento de la traza (figura 6).

En este artículo no se aborda minuciosa-mente el tema; baste decir que la hipótesis pri-mera propició una investigación más cuidadosaque incluyó trabajo de campo, análisis carto-gráfico comparativo de cuatro documentos quevan desde el siglo XVI hasta el XX y, por último,

un estudio de fotografías aéreas que permitensostener la afirmación del cambio de traza en elpoblado de Acatzingo.24

Para concluir, es necesario asentar que la revi-sión del texto de la doctora Yoneda fue muyimportante y sirvió de guía para la reflexión endiferentes momentos de nuestro estudio. Por otraparte, es necesario agregar que el hilo conductorde este trabajo fue el análisis riguroso de algunosotros materiales cartográficos que permitieronestablecer que el documento clasificado porYoneda como Mapa de los linderos de Cuauhtin-chan MC4 es un documento que refleja la reali-dad, y que el Tlacuilo que lo elaboró tenía vastosconocimientos del territorio y que plasmó en elmismo.

De esta manera, es posible afirmar que elMC4 es el primer plano cartográfico de la zonaque ocupó el antiguo señorío de Cuauhtinchan yque, además, permite observar el estado queguardaban los poblados más importantes delvalle central de lo que hoy es el estado de Puebla.

EL MAPA DE CUAUHTINCHAN MC4. PRIMER DOCUMENTO CARTOGRÁFICO DE LA REGIÓN DEL VALLE CENTRAL DE PUEBLA

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23 Archivo General de la Nación (AGN). Plano con elementospictográficos, color, Acatzingo, Puebla, 1606, signatariosJuan de Heredia s/e 978/1200, ramo de Tierras, vol. 2676,exp. 14, f. 135.

24 Para profundizar acerca de la hipótesis de la traza deAcatzingo, véase Juan Manuel Márquez Murad, “El urbanis-mo histórico en los poblados de la ruta Veracruz-Puebla, víaOrizaba”, tesis de doctorado, México, UNAM, 2006, pp. 47-50.