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ROBERT VAN GULIK

EL MONASTERIO ENCANTADO

(Novela policial china)

BARRAL EDITORES

BARCELONA

1972

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Ttulo de la edicin original: The Haunted Monastery (Wiliam Heinemann Ltd. - Londres, 1969) Traduccin de: Ernesto Mayns Cubierta de: Luis F. Balaguer

Primera edicin: diciembre, 1972

Robert van Gulik, 1961 de los derechos en lengua castellana y de la traduccin espaola: BARRAL EDITORES, S. A. - Barcelona, 1972 Depsito Legal: B. 48602 -1972 Impreso en Grficas Diamante, Zamora, 83 - Barcelona-5

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DRAMATIS PERSONAE

(Obsrvese que en chino el apellido aqu indicado en maysculas precede al nombre de pila.)Personajes principales

DI Jen-djieh TAO Gan

Magistrado de Han-yuan, distrito montaoso donde se halla enclavado el Monasterio de las Nubes Matutinas. Uno de los lugartenientes del Juez Di.

Personas vinculadas con El Caso del Abad Embalsamado Verdadera Sabidura Espejo de Jade SUN Ming Abad del Monasterio de las Nubes Matutinas. Ex-abad del mismo monasterio. Sabio taosta, ex-tutor imperial, que vive retirado en el monasterio.

Personas vinculadas con a El Caso de la Novicia Piadosa Seora PAO Rosa Blanca TSUNG Li Una viuda de la capital. Su hija. Un poeta.

Personas vinculadas con El Caso del Monje Morosos KUAN Lai Seorita TING MO Mo-t Director de una compaa de acrbatas. Una actriz. Seorita OU-YANG Una actriz. Un actor.

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El monasterio encantado

I

Los dos hombres que se hallaban sentados muy juntos en la intimidad de la habitacin hicieron una pausa y escucharon un momento en silencio el bramido de la tormenta que se abata sobre las oscuras montaas circundantes. Las rfagas de viento azotaban con furia las paredes del cuarto confinado en lo alto de la torre del viejo monasterio y el aire fro se colaba hasta el interior a pesar de los slidos postigos de madera. Uno de ellos contempl con nerviosismo la llama vacilante de la nica vela; las sombras de ambos se proyectaban, grotescamente deformadas, sobre la pared revestida de yeso. Por qu insistes en hacerlo esta misma noche? volvi a preguntar con voz cansada. Porque as lo he dispuesto contest el segundo apaciblemente . No crees que la fiesta de hoy es una ocasin inmejorable? Con el sitio repleto de gente? pregunt el primero en tono dudoso. No me digas que tienes miedo coment su compaero con desprecio. O te olvidas que en aquella ocasin no lo tuviste? Su interlocutor no respondi. El trueno retumb en las montaas lejanas, seguido de una lluvia torrencial. Las gotas restallaron contra los postigos con un chasquido similar al del granizo. Entonces el hombre aadi de sbito:

No, no tengo miedo. Pero insisto que el rostro de ese hombre moroso se me hace familiar. Y me preocupa no saber cundo... o dnde... Pero qu pena interrumpi con una cortesa irnica el hombre sentado frente a l.

El primero frunci el ceo y luego prosigui: Deseara que esta vez no la mataras. La gente podra hacer memoria y comenzar a preguntarse por qu tres jvenes... Eso depende de ella. No es verdad? Sus labios delgados se curvaron con una sonrisa cruel. Ponindose de pie, aadi: Vamos. Es hora de bajar, de lo contrario notarn nuestra ausencia en la sala. Nunca debemos olvidar nuestros papeles, querido amigo. El otro hombre tambin se puso en pie. Musit algo, pero el trueno volvi a retumbar ahogando sus palabras. Esta vez son muy cercano.

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II

Ms abajo, en las montaas de la frontera sur de Han-yuan, el juez Di levant la vista al escuchar el mismo estampido y en medio del chaparrn escudri con ansiedad el cielo oscuro barrido por el viento. Despus se arrim contra un lado de la carreta resguardada bajo una saliente del acantilado y secndose un poco el agua de la cara dijo a los dos cocheros que se hallaban frente a l, arrebujados en sus capas de estera: Ser mejor que durmamos aqu mismo. Es imposible proseguir esta misma noche hasta Han-yuan. Supongo que podris conseguir algo de arroz para la cena en alguna finca cercana. El cochero ms viejo se cal la caperuza encerada cuyos bordes se agitaban en el ventarrn y luego dijo: No sera prudente permanecer aqu, Excelencia. Conozco muy bien estas tormentas de otoo. Esto es slo el comienzo; dentro de poco habr un temporal capaz de aventar nuestra carreta por la barranca. Y nos hallamos a mucha altura aadi el otro cochero. No hay chozas ni fincas en millas a la redonda. Lo nico que existe es el viejo monasterio, all encima, pero desde luego su Excelencia no querra... Un relmpago ilumin el desolado paisaje montaoso. El juez Di alcanz a divisar por un momento las altas montaas escarpadas que asomaron amenazantes por los cuatro costados y la mole roja del monasterio, erguida en la ladera superior, del otro lado de la barranca. Se oy un estrpito ensordecedor y todo se volvi a sumir en la oscuridad. El magistrado dud por un instante. Meti su larga barba negra en el pliegue de su capa empapada y luego tom una decisin. Corred hasta el monasterio dijo lacnicamente a los cocheros . Anunciad que el magistrado de este distrito se halla en la proximidad y que desea pernoctar all. Y pedidles que enven una docena de hermanos legos y literas cerradas para que pueda subir a mis mujeres y equipaje. El cochero ms viejo se dispona a abrir la boca, pero el juez grit: Vamos, en marcha! El hombre encogi los hombros resignadamente y parti al trote con su compaero; muy pronto sus linternas de papel encerado eran dos puntos luminosos bailando en la oscuridad. El juez lleg a tientas hasta la escalera de mano, subi al interior de la carreta y cerr tras s la lona de un tirn. Sus tres esposas estaban sentadas sobre los almohadones, con sus capas forradas bien ceidas al cuerpo. En el fondo, las criadas se apretujaban entre bolsos y cajas, juntando sus caras blancas por el pnico cada vez que se oa el estruendo de la tormenta. El interior se hallaba seco pero las rfagas heladas atravesaban la gruesa lona del techo.

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El juez se sent sobre un bal de ropas. No debiste haber salido! dijo su primera esposa. Ests empapado hasta los huesos! Trat de ayudar a Tao Gan y los cocheros a componer ese eje roto dijo el juez con una sonrisa descolorida, pero no sirvi de nada. Habr que cambiarlo. De todos modos, los caballos estn cansados y la tormenta recin empieza. Vamos a pernoctar en el Monasterio de las Nubes Matutinas. Es el nico lugar habitado en los alrededores. Te refieres a ese enorme edificio rojo con tejas verdes que vimos en lo alto de la montaa al pasar por aqu hace dos semanas? pregunt su segunda esposa. El juez asinti con la cabeza. All no estaris demasiado incmodas dijo. Es el monasterio taosta ms grande de la provincia y muchas personas lo visitan durante las fiestas religiosas. Estoy seguro que han de tener buen alojamiento para los huspedes. Su Tercera Esposa le alcanz una toalla y el juez procedi a secarse la barba y los bigotes.

Ya nos arreglaremos! prosigui la primera esposa. Tu to nos mim tanto durante las dos semanas de vacaciones en su mansin de la capital que una pequea molestia no tendr importancia. Adems ser interesante ver ese viejo monasterio por dentro! Quizs hay fantasmas! dijo la tercera esposa, sonriendo y sacudiendo exageradamente sus hombros ovalados. El juez Di frunci sus gruesas cejas. -No hay mucho que ver dijo calmosamente. Slo se trata de un viejo monasterio. Cenaremos en nuestra habitacin y nos iremos a la cama temprano. Si salimos maana al amanecer, en cuanto los mozos hayan cambiado el eje, estaremos de regreso a Han-yuan para el arroz del medioda. Me pregunto cmo estarn los nios -suspir la segunda mujer. El viejo Hoong y el mayordomo se habrn encargado de ellos dijo el juez en un tono convincente. Hablaron de asuntos domsticos hasta que grandes gritos en el exterior anunciaron la llegada de los hombres del monasterio. Tao Gan, uno de los lugartenientes del juez Di, asom su melanclica cabeza en la carreta e inform que haba cuatro literas a disposicin de las seoras. Las mujeres y las criadas subieron a las literas en tanto que el juez y Tao Gan supervisaban a los legos que colocaban grandes piedras contra las ruedas de la carreta. Los cocheros desenjaezaron los caballos y el cortejo comenz a moverse a lo largo del camino serpenteante, anegados de lluvia los toldos de las literas. El juez Di y Tao Gan ya estaban tan empapados que fueron caminando a la cola, sin siquiera poder abrir sus paraguas de papel encerado debido a la fuerza del viento. Cuando cruzaban el puente natural que una los lados de la barranca, Tao Gan pregunt: No es se el monasterio que Su Excelencia tena planeado visitar para investigar la muerte de aquellas jvenes, Liu, Huang y Gao? El mismo repuso el juez lacnicamente. No es precisamente el tipo de lugar que yo elegira para pernoctar con mis mujeres, pero no hay ms remedio. Los cargadores de las literas avanzaban a paso firme, subiendo con rapidez los pronunciados escalones naturales de piedra resbaladiza y zigzagueando entre los altos rboles. El juez Di los segua de cerca, pero era evidente que le costaba mucho llevarles el pas. El chirrido de los goznes, anunciando la apertura del portal, lo tranquiliz. Por fin entraron a un gran patio amurallado. Los cargadores subieron las literas por una escalera ubicada al fondo y las depositaron bajo un alto arco de ladrillos ennegrecidos. Un grupo de monjes, vistiendo tnicas azafranadas y sosteniendo lampiones y antorchas humeantes, se hallaba esperndolos. El portal se cerr con ruido seco. El magistrado sinti un ligero estremecimiento y

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pens que haba pescado un resfro. Un monje bajo y robusto se adelant e hizo una profunda reverencia. Bienvenido al Monasterio de las Nubes Matutinas, Excelencia! dijo en tono jovial. Soy el prior, para servir a Su Excelencia. Espero que nuestra sbita visita no les haya resultado una inconveniencia dijo el juez cortsmente. Es un honor para nosotros, Excelencia! exclam el prior con un pestaeo de sus ojos ligeramente saltones. Su presencia aade esplendor a este da auspicioso. Hoy celebramos la fundacin de nuestro monasterio, tal como lo hacemos todos los aos en esta misma fecha. Es nuestro ducentsimo aniversario, Excelencia! Esto s que no lo saba dijo el juez. Que vuestro monasterio prospere eternamente! Una rfaga helada sopl bajo el arco. El magistrado lanz una ansiosa y furtiva mirada hasta donde se hallaban sus mujeres y al verlas descender de las literas ayudadas por las criadas, aadi: Llevadnos, por favor, a nuestras habitaciones. Todos necesitamos cambiarnos de ropa. Desde luego, desde luego! exclam el prior. Por aqu, por favor! Mientras los conduca por un estrecho y oscuro pasillo, agreg: Daremos un rodeo para llegar al ala este. Espero que las escaleras no resulten una molestia para Su Excelencia. Son unos cuantos escalones, pero de este modo evitaremos que Su Excelencia tenga que salir al descubierto y se moje ms an. El prior tom la delantera sosteniendo su linterna de papel cerca del suelo de modo que el juez y Tao Gan pudiesen ver bien los peldaos. Detrs de ellos iba un novicio cargando un lampin en el extremo de una larga vara, y cerrando la marcha caminaban las esposas del juez junto con seis frailes legos que cargaban a la espalda el equipaje suspendido sobre varas de bamb. Despus de subir el primer tramo y doblar una esquina, el ruido ces por completo; la tormenta ya no se oa en absoluto. Estos muros deben ser muy gruesos coment el juez a Tao Gan. En aquella poca s que saban construir! repuso el lugarteniente. No reparaban en gastos. Cuando comenzaron a ascender otro tramo, Tao Gan aadi: Aunque claro que se les fue la mano con las escaleras! Subieron dos tramos ms y el prior abri una puerta. Frente a ellos haba un corredor largo y fro, iluminado por unas pocas linternas que colgaban de unas vigas gruesas, ennegrecidas por el paso del tiempo. La pared de la derecha estaba revestida de yeso; la de la izquierda, tena una hilera de altas ventanas angostas. -Nos hallamos en el tercer piso del ala este explic el prior. Los escalones de la izquierda conducen a la sala del piso bajo. Si Su Excelencia presta atencin oir vagamente la msica de la obra de misterio que se est representando en este momento. El juez detuvo cortsmente la marcha. La dbil percusin de unos tambores se ahog muy pronto en el restallido de la lluvia que azotaba los postigos. El viento se haca cada vez ms fuerte y el magistrado se sinti contento de hallarse bajo techo. A la vuelta de esa esquina prosigui el prior, con voz rpida y cortante, estn las habitaciones de Su Excelencia. Confo que no les resulten muy incmodas. Yo me encargar en un momento de llevar a su ayudante al piso de abajo. All se alojan algunos de nuestros otros huspedes. Hizo una sea para que el novicio portador del lampin los precediera y reanud la marcha. El juez volvi atrs la mirada y despus de ver a sus esposas emergiendo junto con las criadas por el remate de la escalera, se dispuso a seguir a su escolta. Sbitamente, una violenta bocanada de viento abri de par en par los postigos de una ventana situada a su izquierda. Una lluvia fra se col al interior. Con una expresin de sorpresa, el juez lleg hasta la ventana y sujet los postigos batientes. Cuando estaba por cerrarlos se qued paralizado. En el edificio opuesto, a un par de metros de distancia, haba otra ventana abierta, a travs de la cul se vea un cuarto dbilmente iluminado. El juez vio las anchas espaldas de un hombre que llevaba un casco de hierro muy ajustado y trataba de abrazar a una mujer desnuda. Ella se cubra la cara con su brazo derecho; donde deba estar el brazo izquierdo no quedaba ms que un mun. El hombre la solt y la mujer se tambale contra la pared. En ese instante una nueva rfaga hizo saltar las fallebas de las manos del juez y los postigos se cerraron de golpe en las narices del magistrado. Lanz una maldicin y volvi a abrirlos. Pero esta vez no vio ms que una oscura cortina de lluvia. Tao Gan y el prior a esas alturas ya haban acudido en su ayuda para tratar de asegurar los cerrojos herrumbrados.

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-Su Excelencia debi haber dejado eso en mis manos! dijo el prior visiblemente contrito. El juez guard silencio. Una vez que las mujeres y los cargadores pasaron de largo pregunt: Qu es ese edificio de enfrente? Un desvn, Excelencia replic el prior. Ser mejor que ahora... Acabo de ver una ventana abierta interrumpi el juez lacnicamente, Pero alguien la cerr rpidamente. Una ventana? pregunt el prior sorprendido. Su Excelencia debe estar en un error! El desvn no tiene ninguna ventana de este lado. Ah slo hay una pared. Por aqu, por favor!

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IIIEl juez Di lo sigui sin decir palabra. Senta un dolor sordo detrs de los ojos; evidentemente haba pescado un, resfriado. Para colmo, lo que viera a travs de la cortina griscea de lluvia haba sido algo tan fugaz que bien pudo tratarse de una alucinacin motivada por su fiebre. Mir de reojo a Tao Gan, pero al parecer su ayudante no haba notado nada. Ser mejor que vayas a cambiarte de ropa le dijo. Vuelve tan pronto como ests listo. El prior se despidi haciendo toda clase de reverencias y march con Tao Gan rumbo a las escaleras. En la amplia antesala la Primera Dama daba instrucciones a las criadas. Las otras dos esposas del juez se hallaban ocupadas supervisando a los cargadores que llenaban el brasero con carbones al rojo vivo. El juez observ la escena por un instante y luego se dirigi al dormitorio. Se trataba de una habitacin muy grande que contena unos pocos muebles, anticuados y macizos. A pesar de la gruesa tapicera que cubra las cortinas, se poda escuchar el ruido de la tormenta. Contra la pared trasera haba una cama inmensa y del dosel de bano labrado prximo a las vigas del alto cielo raso colgaban unas pesadas cortinas de brocado antiguo. En el rincn haba un tocador de color oscuro y, junto a l, una mesita de t con cuatro taburetes. Aparte de un gran brasero de bronce, se era todo el moblaje. Una gruesa alfombra marrn descolorida cubra el piso. La habitacin no pareca muy tentadora, pero el juez reflexion que no se vera tan mal con el brasero y las velas encendidas. Hizo a un lado el cortinaje que rodeaba a la cama y observ que era suficientemente amplia para l y sus tres esposas. Por regla general, no le gustaba que las tres durmiesen juntas. En su hogar cada una tena su dormitorio privado y el juez, o bien pasaba la noche en uno de ellos, o bien invitaba a una de sus esposas al suyo. Como confucionista celoso que era, el juez crea que eso era lo ms correcto. Saba de muchos maridos que compartan el mismo lecho con todas sus esposas, pero tal cosa le pareca muy mala costumbre; desmejoraba el respeto de la mujer por s misma y no contribua a la armona hogarea. Sin embargo, cuando se iba de viaje no haba otra forma de arreglar las cosas. El magistrado volvi a la antesala y estornud varias veces. Aqu tienes una buena toga forrada dijo su primera dama. Y aadi en voz baja : Le doy una propina a esos legos? Mejor no susurr el juez. Maana al partir haremos un regalo al monasterio. Y aadi en voz alta: Esa toga me vendr muy bien! Su segunda esposa le ayud a ponerse las prendas que haba secado junto al brasero. Alcnzame mi bonete nuevo dijo el juez a su primera dama. Tengo que bajar y saludar al Abad. No tardes, por favor repuso ella. Prepararemos un poco de t caliente y cenaremos aqu mismo. Ms vale que te acuestes temprano, te ves muy plido y de seguro te ests, resfriando. Volver tan pronto me sea posible prometi el juez. Tienes razn. No me siento nada bien. Debo de haber pescado un resfro muy fuerte. Se ci su faja negra a la cintura y luego sus tres esposas lo acompaaron hasta la puerta. Tao Gan se hallaba esperndole en el corredor, acompaado del novicio que cargaba el lampin. El ayudante del magistrado se haba puesto una larga tnica de una tela azul desteida y un pequeo bonete de terciopelo gastado. -El Abad espera a Su Excelencia en la sala de abajo dijo respetuosamente el novicio mientras avanzaban por el corredor que conduca a las escaleras. El juez se detuvo. Bajaremos dentro de un momento expres. Permaneci un breve momento escuchando; el ruido de la tormenta pareca haber disminuido. Se dirigi hacia la

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ventana a travs de la cual haba visto la extraa escena y abri los postigos. Algunas gotas de lluvia se colaron desde la oscuridad exterior. Exactamente frente a l se levantaba un slido muro de ladrillos. Un poco ms arriba haba una torre con dos ventanas; hacia abajo, el muro liso se prolongaba cayendo en el pozo profundo que separaba a los dos edificios. El trueno volvi a sonar. El magistrado cerr los postigos y dijo al novicio en un tono muy natural: Qu tiempo tan horrible! Condcenos hasta el desvn de enfrente! El novicio lo mir perplejo y luego expres con incertidumbre: Hay que andar un buen trecho, Excelencia! Primero hay que bajar dos pisos hasta llegar al corredor que comunica a los dos edificios y despus subir otros dos... Ensanos el camino! dijo el juez secamente. Tao Gan mir al juez con sorpresa, pero al ver su rostro impasible se abstuvo de pronunciar la pregunta que tema en la punta de la lengua. Descendieron las escaleras oscuras en silencio. El novicio los condujo a travs de un corredor estrecho y luego subieron una escalera muy inclinada. En el centro del rellano superior haba un gran pozo cuadrangular cercado por un enrejado de madera, a travs del cual se colaba un incienso penetrante. Ah en el fondo est la nave del templo del monasterio explic el novicio. Nos hallamos exactamente a la misma altura que las habitaciones de Su Excelencia ubicadas en el ala este. A la par que penetraban un largo y estrecho corredor aadi : Por aqu se llega al desvn. El juez se detuvo. Mientras se alisaba su larga barba negra mir las tres ventanas muy altas abiertas en la pared de yeso que tena a su derecha. Los pretiles distaban poco ms de medio metro del suelo. Para entonces el novicio haba ya abierto una puerta pesada. Adelantndose a los dos hombres penetr en un cuarto oblongo y bajo. La luz de un par de velas brillaba encima de un montn de cajas y brtulos. Por qu estn encendidas esas velas? pregunt el juez. Los monjes vienen aqu constantemente, Excelencia, para buscar sus mscaras y disfraces teatrales repuso el novicio, al mismo tiempo que sealaba la pared de enfrente, cubierta con una hilera de grandes mscaras de madera y fastuosas tnicas brocadas. La pared de la derecha se hallaba enteramente ocupada por un astillero repleto de alabardas, venablos, tridentes, astas y diversos accesorios empleados en las obras de misterio. El juez observ que ninguna de las dos paredes tena ventanas; slo haba dos, muy pequeas, en el muro del fondo. Deban dar al este, calcul el magistrado, sobre el muro externo del monasterio. Espranos afuera! orden al novicio. Tao Gan haba estado examinando el cuarto y jugando pensativamente con tres largos pelos que crecan de una verruga en su mejilla izquierda. Por fin pregunt en voz baja: Qu tiene de malo este desvn, Excelencia? El magistrado le narr el extrao episodio que presenciara a travs de la ventana del edificio opuesto. El prior hizo notar concluy, que este desvn no tena ninguna ventana que diera a ese lado. Aparentemente tena razn. Pero es muy difcil que yo haya estado soando! La mujer desnuda debi perder el brazo hace algn tiempo, porque no vi rastros de sangre. De lo contrario hubiera corrido a solucionar el hecho de inmediato! Pues no debiera ser difcil encontrar a una mujer manca dijo Tao Gan. Al cabo no puede haber aqu muchas que se encuentren en las mismas condiciones. Alcanz Su Excelencia a ver los muebles de la habitacin? No. No te dije que la escena dur algunos segundos? repuso el juez con enfado. De todas maneras, debi tener lugar en este desvn observ Tao Gan jovialmente. Voy a examinar esa pared, quiz esos venablos y oriflamas escondan una ventana. O hasta una ventana falsa. Por qu no? Bajo la mirada atenta del juez, Tao Gan comenz a examinar el astillero. Hizo a un lado las oriflamas de seda cubiertas de polvo, mir entre los mangos de las alabardas y los venablos, y golpe la pared con los nudillos. Ejecut la tarea con rapidez y eficiencia, dando pruebas de su antiguo oficio. En sus das, Tao Gan haba sido un estafador errante. Un ao atrs, cuando el juez acababa de asumir la magistratura de Han-yuan, sac a Tao Gan de una situacin srdida, y desde entonces el astuto embaucador se haba regenerado y pasado al servicio del juez. Su amplio conocimiento del bajo mundo y su destreza para localizar pasadizos secretos y abrir complicadas cerraduras, haban

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resultado de mucha utilidad para seguir la pista a escurridizos criminales, ayudando al juez a resolver ms de un caso difcil. Al cabo de unos instantes el juez dej a Tao Gan en lo suyo y borde la pared izquierda, abrindose paso entre las cajas y los sacos amontonados en el suelo. Despus de observar con desagrado las mscaras grotescas que lo miraban de soslayo desde la pared, musit, un poco para sus adentros y otro poco dirigindose a su ayudante: Vaya credo extravagante el taosmo! Para qu todas esas mojigangas de las obras de misterio y de las ostentosas ceremonias religiosas si ah tenemos la gua de las enseanzas sabias y transparentes de nuestro Maestro Confucio? Lo nico favorable del taosmo es que al menos se trata de un credo puramente chino y no de algo importado del Occidente brbaro, como el budismo! Para m que los taostas debieron establecer monasterios, y todo lo dems, como una forma de competir con los crculos budistas observ Tao Gan. Bah! refunfu el magistrado con desprecio. Le dola la cabeza; la humedad fra y pegajosa de la habitacin haba logrado traspasar la propia toga forrada. Mire esto, Excelencia! exclam de pronto Tao Gan. El juez lleg rpidamente al lado de su lugarteniente. Tao Gan haba descorrido un llamativo estandarte prximo al gran armario antiguo que se hallaba en el rincn del fondo. Debajo del yeso polvoriento que cubra la pared de ladrillos an se poda distinguir el contorno de una ventana. Los dos hombres observaron la pared sin cambiar palabra. Tao Gan contempl desconsolado el rostro impasible del juez Di y dijo calmosamente: Sin duda existi aqu una ventana, pero deben haberla tapiado hace ya tiempo. El juez fue presa de un ligero sobresalto. Luego expres, mudando de tono: Est cerca de la esquina del edificio. Eso quiere decir que est casi enfrente a la ventana donde yo me encontraba. Tao Gan golpe la pared con los nudillos; no le qued duda de que fuera maciza. Con la punta de su cuchillo quit un trozo del yeso que cubran los ladrillos empleados para tapiar la ventana. Examin las ranuras existentes entre los ladrillos, palp el contorno de la ventana y, luego de dudar un momento, expres tmidamente: Este es un monasterio muy antiguo, Excelencia. He odo decir a menudo que, en sitios como ste, ocurren a veces cosas misteriosas e inexplicables. Se presencian escenas acontecidas hace mucho tiempo y... Dej la frase sin terminar. El juez se pas la mano por la frente y dijo pensativo: Es cierto que el hombre llevaba un casco desusado, un casco... parecido al que usaban nuestros guerreros hace ms de un siglo... Es extrao, Tao Gan, muy extrao! Observ la pared de ladrillos con perplejidad y se qued un largo rato cabizbajo. De pronto alz rpidamente la vista y mirando fijamente a Tao Gan, le dijo: Me parece que entre los disfraces haba una armadura del mismo tipo. Claro, ah est! Se acerc hasta un traje de malla que se hallaba colgado debajo de la hilera de mscaras diablicas. El peto representaba a unos dragones encorvados hacia adelante; a un lado del traje haba un par de guantes de hierro y la vaina vaca de una larga espada. Falta el casco observ el juez. Excelencia, muchas de estas armaduras no estn completas. Sin prestar atencin a su ayudante, el juez prosigui: No llegu a distinguir lo que el hombre llevaba al cuerpo; algo muy oscuro, quiz. Era un tipo ancho de espaldas y creo que bastante alto. Mir a su ayudante con ojos sobresaltados: Cielos, Tao Gan! Es que estoy viendo fantasmas? Voy a medir el espesor de la ventana dijo Tao Gan. El juez sinti un escalofro. Se ci la toga y sacando un pauelo de seda que llevaba en la manga se sec los ojos hmedos. No le caba duda: tena fiebre. Pudo haber sido una alucinacin? Tao Gan regres. El muro es bastante grueso coment. Tiene ms de un metro, pero as y todo no alcanza para ocultar un cuarto secreto donde un hombre y una mujer desnuda s puedan mover a sus anchas. Evidentemente no dijo el juez a secas. Se dio vuelta y ech un vistazo al armario. Terna una puerta doble, laqueada en negro y decorada con un par de dragones enfrentados en medio de unas llamas estilizadas. El magistrado abri el armario de par en par; en el interior slo haba un montn de cogullas cuidadosamente dobladas. La pared del fondo tena un diseo

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idntico al de las puertas. Bonita decoracin. Y muy antigua dijo, dirigindose a Tao Gan. Luego dio un suspiro y agreg: Bueno, creo que por ahora ser mejor que olvidemos lo que vi, o lo que cre ver, y nos atengamos a los problemas concretos. Aqu han muerto tres jvenes. El ao pasado, Tao Gan, una un siglo atrs! Se dijo que Liu muri de una enfermedad, que la seorita Huang se suicid, y que la seorita Gao tuvo un accidente mortal. Eso es lo que se dijo. Pero bajemos! Aprovechar la ocasin para pedir al abad que me informe un poco ms acerca de esos tres casos. Al salir al corredor encontraron al novicio, de pie junto a la puerta, escudriando el pasillo y parando la oreja. Al notar la palidez del joven, el juez pregunt sorprendido: Qu ests haciendo? Me pareci... me pareci ver a alguien atisbando... all en la esquina dijo el novicio casi tartamudeando. Pero no nos dijiste t mismo que los monjes se pasan yendo y viniendo por aqu? pregunt el juez sondendolo. Era... un soldado! dijo el muchacho entre dientes. Un soldado? El novicio asinti con la cabeza. Volvi a. prestar atencin y luego dijo en voz baja: Hace cien aos, esto estaba lleno de soldados. Los rebeldes tomaron el monasterio y se atrincheraron aqu con sus familias. Luego el ejrcito reconquist el lugar y masacr a todos: hombres, mujeres, nios. Desorbitados los ojos por el pnico, mir al magistrado y agreg: Dicen que en noches de tormenta, como sta, sus fantasmas deambulan por aqu y reviven aquellas horribles escenas... Su Excelencia no oye nada? El juez prest atencin. Slo la lluvia dijo impaciente. Bajemos! Aqu hay una corriente de aire muy fuerte!

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IV

El novicio los condujo a travs de un laberinto de corredores hasta la planta baja del ala este. All haba una gran galera con columnas barnizadas en laca roja y decoradas con intrincados altorrelieves de madera dorada que representaban a unos dragones jugueteando entre las nubes. El piso tena un hermoso brillo oscuro, adquirido por el roce de los zapatos afelpados de las incontables personas que atravesaran el sitio durante generaciones. Al arribar a la entrada de la sala de recepcin, el juez dijo a Tao Gan: Mientras yo hablo con el abad, anda a ver al prior y ponlo al corriente del eje roto. Espero que pueda hacerlo reparar esta misma noche. Y aadi susurrando: A ver si el prior, o algn otro, tiene un plano de este lugar siniestro. La sala de recepcin estaba ubicada cerca de la entrada a la galera principal. Cuando el novicio le franque la puerta, el juez observ con satisfaccin que en el medio haba un brasero ardiendo y que los gruesos y costosos tapices colgantes ayudaban a mantener el calor interior. Un hombre alto y delgado se levant de un sof dorado situado en el fondo de la habitacin y cruz la gruesa alfombra hasta llegar donde el magistrado. Tena un porte imponente; su larga toga ondulante de brocado amarillo y la gran tiara del mismo color decorada con borlas rojas que caan por la espalda le hacan parecer an ms alto. Mientras lo saludaba, el juez observ que el abad tena unos curiosos ojos endrinos, tan inmviles como su cara larga y austera, de piel muy lisa, bigote delgado y una barba corta y bien cepillada.

Se sentaron en los sillones de gran respaldo ubicados al lado del sof y el novicio se puso a preparar el t encima de una mesa de laca roja. Lamento que mi visita coincida con la gran fiesta conmemorativa dijo el juez Di. Han de tener muchos huspedes en el monasterio y temo que mi presencia les ocasione trastornos. Su interlocutor lo mir impasible. A pesar de que el juez sinti que le estaba dirigiendo la mirada, tuvo la extraa sensacin de que el religioso se hallaba en una especie de contemplacin interior. Por fin el abad levant sus grandes cejas arqueadas y repuso en tono bajo y seco: La visita de Su Excelencia no nos molesta en lo ms mnimo. El ala este de nuestro pobre monasterio dispone de unos cuarenta alojamientos especiales en el segundo y tercer piso; aunque desde luego ninguno de ellos tiene las comodidades necesarias para husped tan distinguido como lo es nuestro magistrado. Mi habitacin es perfectamente cmoda! dijo el juez vivamente mientras aceptaba la taza de t que el novicio le ofreca respetuosamente con ambas manos. Senta un fuerte dolor de cabeza y se le haca difcil formular con la cortesa necesaria las preguntas que tena en mente. Por fin decidi ir al grano y expres: Poco despus de asumir mi cargo en Han-yuan, pens en darme el gusto de visitar este famoso monasterio. Sin embargo, durante todo el verano pasado, urgentes asuntos oficiales me impidieron salir de la ciudad. Adems de aprovechar vuestras enseanzas, y admirar este interesante edificio antiguo, tena planeado solicitaros alguna

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informacin. Estoy a entera disposicin de Su Excelencia. De qu se trata? Me gustara poseer algunos detalles ms acerca de tres muertes ocurridas aqu el ao pasado dijo el juez. Es slo una rutina necesaria para completar mis expedientes. El religioso hizo una sea al novicio para que los dejara a solas. Despus que el joven hubo cerrado la puerta, dijo con una sonrisa deprecativa: Excelencia, aqu viven ms de cien monjes, sin contar los frailes legos, los novicios y los huspedes ocasionales. Por estar la vida humana sujeta a las limitaciones dispuestas por la Divinidad, aqu, como en todas partes, la gente cae enferma y muere. Podra Su Excelencia aclararme a qu muertes particulares se refiere? Al repasar los expedientes de mi tribunal repuso el juez, encontr, entre otros certificados de defuncin enviados por este monasterio, por lo menos tres correspondientes a jvenes que no pertenecan al mismo. Supongo que haban llegado aqu para iniciarse de monjas. Al ver que el abad frunca las cejas, el juez sonri y aadi rpidamente: No recuerdo ahora los nombres ni las seas particulares. Poda haberlos verificado antes de partir, pero como mi presencia aqu obedeci a circunstancias accidentales... Dej la frase sin terminar y mir interrogante a su anfitrin. El abad asinti moviendo la cabeza lentamente. Creo conocer los casos a que alude Su Excelencia. Efectivamente, hubo el ao pasado una joven proveniente de la capital, una tal seorita Liu, que cay aqu enferma. El sabio Maestro Sun la trat personalmente, pero... Detuvo su discurso bruscamente y fij los ojos en la puerta. El Juez Di se dio vuelta para ver quin haba entrado pero la puerta se cerr. Esos actores son unos insolentes! exclam el abad con furia . Entran de sopetn sin siquiera tomarse la molestia de llamar! Al notar la sorpresa del juez el abad explic rpidamente: Como es costumbre hemos contratado a un grupo pequeo de actores profesionales para que ayuden a los monjes a montar las obras de misterio que se representan en ocasin de nuestras fiestas conmemorativas. Durante los intermedios tambin ofrecen entretenimientos ligeros, particularmente acrobacia y prestidigitacin. Son bastante tiles pero claro est que ignoran todo lo tocante a las reglas y la conducta monsticas. Golpe su bculo en el suelo con enojo y concluy: El ao que viene prescindiremos de sus servicios! Recuerdo, en efecto, que una joven llamada Liu muri despus de una larga enfermedad expres el juez. Deseaba preguntarle, para mi expediente, quin hizo la autopsia. Nuestro prior, Excelencia. l ha estudiado medicina. Entiendo. No hubo una joven que se suicid? Qu caso tan triste! dijo el abad suspirando. Era una chica bastante inteligente, pero tremendamente sensible. Sufra alucinaciones y no deb haberla admitido, pero se mostr tan ansiosa

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y sus padres insistieron tanto... Una noche se hallaba excitadsima y se envenen. Devolvimos el cuerpo a sus familiares y el entierro tuvo lugar en su pueblo natal. Y la tercera? Creo recordar que tambin fue un suicidio. Estoy en lo cierto? No, Excelencia. Se trat de un trgico accidente. La seorita Gao tambin era una muchacha de talento y se hallaba profundamente interesada en la historia del monasterio. Continuamente exploraba el templo y los edificios vecinos. Un da se hallaba en la torre sudeste cuando la balaustrada cedi y ella se precipit a la barranca que da a ese lado del monasterio. El expediente no contiene una autopsia observ el juez. El abad cabece con tristeza. No, Excelencia dijo lentamente, jams pudimos recobrar los restos. La barranca remata en una grieta de ms de treinta metros. Nadie ha logrado llegar all hasta ahora. Hubo una pausa y a continuacin el juez Di pregunt: La torre desde la cual cay la seorita Gao se halla encima del desvn? Si es as est exactamente al otro lado de mis habitaciones. Efectivamente dijo el abad tomando un sorbo de t. Su acritud daba a entender con claridad que haba llegado el momento de acabar la entrevista. Pero el juez no se movi. Acarici sus largos bigotes con calma e hizo una nueva pregunta: Hay monjas que vivan aqu como internas? Afortunadamente no repuso el abad esbozando una delgada sonrisa. Ya tengo suficientes responsabilidades! Pero como este lugar goza de una gran reputacin, desde luego inmerecida, hay muchas familias que insisten que los deseos religiosos de sus hijas sean guiados aqu. Nosotros les proporcionamos instruccin durante algunas semanas y una vez que las hemos investido ellas parten y se establecen en alguno de los conventos rurales. El juez lanz un estornudo. Se limpi los bigotes con su pauelo de seda y dijo afablemente: Le agradezco sus explicaciones! Comprender que se trataba de una mera rutina. En ningn momento pens que pudiera haber aqu irregularidades. El abad inclin la cabeza gravemente. El juez vaci su taza de t y aadi: Hace un momento mencion el nombre del maestro Sun. Se trata acaso del famoso acadmico y escritor Sun Ming, quien aos atrs fuera tutor en el palacio de su Majestad Imperial? El mismo! La presencia del maestro es un gran honor para nuestro monasterio. Como sabe, tuvo una carrera distinguidsima. Fue prefecto de la capital durante varios aos y despus de la muerte de sus dos esposas se retir. Entonces fue nombrado Tutor Imperial. Cuando dej palacio sus tres hijos ya haban crecido y tenan puestos oficiales, de manera que el maestro decidi dedicar sus aos restantes a sus investigaciones metafsicas. De ah que haya elegido el monasterio como lugar de residencia. Hace cerca d dos aos que el Maestro se halla entre nosotros El abad cabece lentamente y

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luego agreg con visible satisfaccin: La presencia del maestro es realmente un gran honor para nosotros! Lejos de mantenerse apartado, el maestro se interesa vivamente en nuestras actividades y asiste con regularidad a nuestros servicios religiosos. Adems de estar muy al tanto de todos nuestros problemas siempre nos presta de buena gana su ayuda inapreciable. El juez reflexion con afliccin que ahora tendra que hacer una visita protocolar a tan eminente personaje. En qu parte del monasterio reside el Maestro? pregunt. Hemos puesto la torre oeste a su disposicin. l est ahora en la sala de fiestas de modo que Su Excelencia podr conocerlo dentro de un momento. All Su Excelencia podr tambin conocer a la seora Pao, una viuda devota que proviene de la capital y que lleg aqu hace algunos das con su hija, Rosa Blanca, quien desea tomar los hbitos. Adems tenemos entre nosotros al seor Tsung Lee, un poeta renombrado que hace varias semanas se halla en el monasterio. Esos son todos nuestros huspedes. Haba otros que planeaban visitarnos, pero debieron cancelar sus viajes debido a este tiempo inclemente. Y no he mencionado al grupo teatral del seor Kuan Lai, aunque desde luego Su Excelencia no tendr inters en conocer a esa gentuza. El juez Di se son las narices con enojo. Siempre le haba parecido una injusticia que el grueso de la gente considerara al teatro como a una profesin deshonrosa, y a actores y actrices prcticamente como parias. Hubiera esperado una actitud ms humana de parte del abad. Los actores ejercen una tarea muy til replic. Proporcionan a la gente una adecuada diversin a bajo costo y ayudan a disipar el aburrimiento. Adems las obras histricas familiarizan a la gente con nuestro gran pasado nacional. Ventaja, dicho sea de paso, que no tienen estas obras de misterio. Nuestras obras de misterio dijo el abad severamente, tienen un trasfondo alegrico en lugar de histrico. Su misin es promulgar la Verdad y de ninguna manera pueden ser comparadas con el teatro ligero. Para suavizar un tanto su observacin aadi sonriente: Sin embargo, confo en que Su Excelencia no las hallar enteramente desprovistas de un inters histrico. Las mscaras y los vestidos empleados se confeccionaron en este monasterio hace cien aos y son valiosas antigedades. Permtame Su Excelencia acompaarle a la sala de fiestas. La representacin comenz al medioda y ahora estn en las ltimas escenas. Al final se ofrecer una magra cena en el refectorio. Espero que Su Excelencia nos honre con su compaa. La perspectiva de tener que asistir a un banquete oficial no le hizo ninguna gracia al juez, pero en su calidad de magistrado del distrito le era imposible negarse. Acepto de buen grado! repuso jovialmente. Ambos se pusieron de pie y el abad ense el camino. Cuando salieron el abad ech un vistazo al corredor penumbroso. Al comprobar que estaba desierto dio pruebas de sentirse aliviado. Acto seguido gui cortsmente al juez hasta llegar a una doble puerta monumental.

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V

Cuando los dos hombres entraron en la inmensa sala de fiestas, la orquesta de monjes ubicada sobre una pequea tarima en el lado izquierdo los recibi con un ruido ensordecedor de batintines, cmbalos y estridentes instrumentos de cuerda. Ms de un centenar de monjes se hallaban sentados entre los pilares gruesos y altos que sostenan el techo ennegrecido por el paso del tiempo. Sus tnicas amarillas brillaban a la luz de docenas de lampiones de papel. Los monjes se pusieron respetuosamente de pie. El abad condujo al juez Di a travs del claro central hasta llegar a una alta plataforma colocada en el fondo, cerca del escenario. El abad procedi a sentarse en una silla de caderas labrada en bano e hizo una reverencia al juez para que ocupara el asiento de la derecha. La tercera silla, a la izquierda del abad, se hallaba vaca. El prior bajito se acerc e inform que el maestro Sun haba salido, pero volvera muy pronto. El abad asinti con la cabeza y le orden que trajera frutas y refrescos. El juez observ con curiosidad el vistoso espectculo que se llevaba a cabo en el escenario iluminado por una fila de lampiones rojos. En el centro haba un trono de madera resplandeciente ocupado por una hermosa mujer que vesta una tnica rojiverde salpicada de adornos dorados. La joven tena el cabello recogido en un moo alto decorado con una cantidad de flores de papel y entre sus manos enlazadas sostena un cetro de jade. Evidentemente representaba al Hada Reina del Paraso occidental de los taostas. Siete hombres y una mujer, vestidos con largas y fastuosas tnicas de seda bordada, bailaban lentamente frente a la Reina al comps de una msica solemne. Se trataba de los Ocho Inmortales del Panten Taosta que rendan homenaje a su soberana.

Esas mujeres son monjas? pregunt el juez.

No respondi el abadEl papel de la Reina lo representa una actriz del grupo de Kuan; la seorita Ting, si no me equivoco. Durante el intervalo ejecut una danza acrobtica bastante buena y tambin un juego de manos con tazas y platos. La esposa de Kuan protagoniza al Hada de las Flores.

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El juez contempl el espectculo por un rato, pero luego se aburri. Reflexion que quiz no estaba con nimos para esas cosas. Le dola mucho la cabeza y tena las manos y los pies helados. Ech una mirada al palco que se hallaba al otro lado del escenario. Un enrejado de madera cubra tres de sus caras, de manera que la audiencia no pudiera ver a las mujeres sentadas en el interior. Una de ellas era una dama de cuerpo grueso que llevaba un espeso maquillaje y luca un hermoso vestido de damasco negro; la otra, era una muchacha joven, igualmente vestida de negro, pero sin una gota de maquillaje. Tena un rostro hermoso, bien proporcionado, aunque sus cejas eran demasiado espesas para sentarle bien. Ambas mujeres seguan el espectculo con arrobamiento. El abad, que no haba perdido de vista la mirada del juez, expres:

Esa es la seora Pao, acompaada de su hija, Rosa Blanca.

El juez vio con alivio que los Ocho Inmortales descendan del escenario delante de la Reina, a quien acompaaban dos novicios vestidos de pajes. La msica termin con un violento toque de batintn que repercuti por toda la sala, e inmediatamente se alz un murmullo proveniente de la aglomeracin de monjes. El juez volvi a estornudar y pens que se hallaba de nuevo en una maldita corriente de aire.

Excelente representacin! dijo dirigindose al abad. Luego vio de reojo que Tao Gan suba a la plataforma. El ayudante se acerc por detrs de la silla del juez y susurr:

El prior estaba ocupado, pero habl con el limosnero y segn l no hay ningn plano del monasterio.

El juez cabece sin decir palabra. Cuando el silencio volvi a

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reinar en la sala apareci sobre el escenario un hombre corpulento. Su rostro grande y expresivo revelaba que se trataba de un actor; evidentemente el seor Kuan, director del grupo. Hizo una profunda reverencia en direccin al abad y luego anunci con voz sonora:

Con el permiso de Su Santidad, ahora procederemos, como de costumbre, a concluir la funcin mediante una breve alegora. La misma representa las vicisitudes del alma humana a la bsqueda de su salvacin. La seorita Ou-yang protagoniza el papel del alma errante acosada por un oso que representa a la Ignorancia. Muchas gracias!

Una lgubre meloda mezclada con los sones lastimosos de las largas tubas de bronce ahog muy pronto el murmullo de la sorprendida audiencia y se adue de la sala. Una joven esbelta subi al escenario vistiendo una tnica blanca de anchas mangas y comenz a bailar lentamente, girando sobre s misma de tal manera que sus mangas y los extremos de su ceidor rojo se agitaban en el aire. El juez recorri con atencin el rostro sumamente maquillado de la joven y luego mir hacia el palco ubicado al otro lado del escenario. Trat de observar a la otra joven all sentada, pero la gruesa seora se haba inclinado hacia adelante y su cuerpo ocultaba a su hija.

Esa no es una actriz dijo el juez con sorpresa dirigindose a Tao Gao. Esa es la seorita Pao que antes estaba sentada en el palco de enfrente.

Tao Gan se puso de puntillas y luego dijo:

Excelencia, en el palco hay an una joven, al lado de una mujer ms bien gorda.

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El juez estir el cuello y observ nuevamente.

Muy cierto dijo lentamente. Pero tiene tanto miedo que parece haber visto a un fantasma. Me pregunto por qu la actriz se maquill de forma que se pareciera a la seorita Pao. Quiz...

No alcanz a terminar la frase. Un hombre corpulento vestido de guerrero haba subido al escenario. Su traje negro y ceido dejaba ver la flexibilidad y musculatura de su cuerpo. La luz roja de los lampiones brill sobre el casco redondo y la larga espada que cortaba el aire. El hombre tena la cara pintada de rojo, con grandes estras blancas en las mejillas.

se es el hombre a quien vi con la muchacha desnuda! susurr el juez a Tao Gan. Ve y dile al director que venga!

El guerrero era un espadachn excelente. Mientras bailaba alrededor de la joven lanz varias estocadas que ella esquiv con gracia. Siguiendo el comps de los tambores el guerrero se le fue acercando cada vez ms. Lanz una finta rapidsima sobre la cabeza de la joven y luego una prfida estocada que por un pelo no se hundi en el hombro. Un grito agudo parti del palco donde se hallaban las mujeres. El juez observ que la seorita Pao se haba puesto en pie y aferrada a la balaustrada observaba con pnico la cara de los dos actores. La mujer gruesa le dijo algo, pero ella pareci no entender.

El juez volvi a mirar hacia el escenario.

Un movimiento equivocado y tendremos que lamentar un

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accidente! dijo en tono preocupado al abad. Quin es ese tipo?

Mo Mo-t, un actor replic el abad. Es cierto que a veces afina demasiado, pero obsrvelo ahora, Excelencia.

El guerrero haba detenido sus ataques a la joven y se hallaba a distancia ejecutando una serie de fintas complicadas. Su cara brillaba de manera siniestra a la luz roja de los lampiones.

Tao Gan se acerc a un lado de la silla del juez y present al seor Kuan Lai, director del grupo.

Por qu no anunci que Mo Mo-t participara en la alegora? pregunt el juez tajantemente.

Kuan sonri.

A menudo improvisamos un poco, Excelencia respondi. Mo Mo-t adora sacar a relucir su destreza, por lo tanto asumi el papel de la Duda que atormenta el alma errante.

Un tormento demasiado verista para mi gusto dijo el juez Di lacnicamente. Ah est, atacndola de nuevo!

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Esta vez era obvio que la joven tena dificultades para esquivar las fintas maliciosas del guerrero. El sudor brillaba en su frente maquillada y su pecho palpitaba acongojado. El juez observ que algo andaba mal con su brazo izquierdo. No poda distinguirlo claramente debido a la manga ancha y ondulante del vestido, pero pareca que la joven no lograba moverlo muy bien y lo mantena pegado al cuerpo. El magistrado pens enfadado que como siguiera viendo muchachas mancas por todas partes iba a tener que hacer algo por su salud mental. De pronto se irgui en su asiento. El guerrero acababa de cortar de una estocada un pedazo de tela de la manga ondulante. Un grito agudo escap del palco opuesto.

El juez se puso de pie para gritar al guerrero que se detuviera, pero en ese mismo momento la muchacha dio un silbido y un inmenso oso negro apareci amblando sobre el escenario. El animal cabece en direccin al guerrero y ste huy rpidamente hacia una esquina. El magistrado volvi a tomar asiento.

El oso gru y luego se acerc lentamente a la joven. Ella se cubri el rostro con la manga derecha dando muestras de miedo. El oso continu avanzando. La msica haba cesado y la sala se hallaba sumida en un silencio fulminante.

Esa bestia va a matarla! exclam el juez airadamente. El oso pertenece a la seorita Ou-yang, Excelencia dijo Kuan en tono convincente-. Lleva al cuello una cadena que lo sujeta al fondo del escenario. El magistrado no abri la boca; lo que estaba pasando no le gustaba en absoluto. Observ que la seorita Pao haba vuelto a sentarse, como si el espectculo ya no le interesara, pero su rostro estaba an muy plido. El guerrero lanz algunas fintas ms y luego desapareci. La muchacha ejecutaba ahora una danza ligera con la punta de los pies y el oso daba vueltas a su alrededor. Adnde fue Mo Mo-t? pregunt el magistrado a Kuan. Al vestuario, Excelencia respondi el director. Debe estar ansioso por quitarse el traje y el maquillaje. Estaba en escena hace una hora? volvi a preguntar el juez. Ha estado actuando desde el intervalo repuso Kuan sonriente

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. Hizo el papel del Espritu de la Muerte, empleando una pesada mscara de madera. Cualquier actor estara muerto de fatiga despus de eso, pero Mo Mo-t es un hombre de gran vitalidad. Volvi a escena porque no poda resistir la tentacin de probar su destreza. El juez no escuch las ltimas palabras; su mirada estaba volcada en el escenario. El oso se haba parado sobre sus patas traseras, gruendo enfurecido y moviendo ciegamente sus garras enormes. La joven retrocedi, pero el oso le dio alcance con sorprendente rapidez y ella cay al suelo, quedando debajo del animal que abri sus grandes mandbulas y dej ver la hilera de dientes largos y amarillos. El magistrado ahog un grito. La muchacha se haba escabullido por debajo del cuerpo abultado de la bestia y puesto grcilmente en pie. Luego acarici con cario la cabeza del animal, lo tom del collar e hizo una gran reverencia. El pblico estall en aplausos y la joven sali de escena llevndose al oso. El juez se sec el sudor de su frente. La conmocin casi le haba hecho olvidar su resfriado. Volvi a sentir un terrible dolor de cabeza; se aprestaba a levantarse cuando el abad le pos la mano en el brazo dicindole: Ahora el poeta Tsung Lee recitar el eplogo. Un hombre joven, de cara astuta y lampia, se par en medio del escenario vaco. Hizo una reverencia y luego comenz a decir con voz sonora y bien modulada: Hombres y mujeres bondadosos! Nobles Excelencias! Monjes, legos y novicios! Digna concurrencia! A vosotros, que nuestra modesta obra habis con tolerancia Presenciado, siguiendo la conmovedora historia y el trajn De la pobre alma vencida por la Duda y la Ignorancia. Os digo: Jams desesperis pues vuestra meta alcanzaris al fin! Por fuerte que sean los designios de la Oscuridad, La Verdad del Tao a todos os redimir. Esta es la Verdad Suprema dicha en torpes versos: La Verdad y la Razn acabarn con los males perversos! Para siempre a las sombras venenosas vencern! Y a las nubes matutinas en la Luz Eterna sumirn! Hizo otra profunda referencia y abandon el escenario. La orquesta toc los acordes finales. El juez Di mir al abad con curiosidad. La ltima lnea, pronunciada en un monasterio llamado precisamente de las nubes matutinas, haba sido desafortunada y hasta impertinente. El abad, furioso, grit al director: Treme a ese poeta! Y volvindose al juez aadi: Qu bribn tan descarado! Cuando lleg el joven, el abad le dijo speramente: Qu le hizo agregar esa ltima lnea, seor Tsung? Arruin por completo la atmsfera auspiciosa de esta ocasin

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solemne! El joven pareca muy tranquilo. Mir al abad socarronamente y respondi con una sonrisa a flor de labios: La ltima lnea, Excelencia? Yo tema que la penltima pudiera ser considerada inadecuada. Como Su Excelencia no ignora, no siempre es fcil dar con la rima cuando se improvisa! El abad se dispona a replicar enojado, pero Tsung continu plcidamente: Los versos cortos son ms fciles, desde luego. Por ejemplo, ste: Un abad en el cielo, Un abad en el suelo. En total: dos abades. Uno con sus hermanos, Y otro con sus gusanos. El abad golpe violentamente el piso con su bculo. Se hallaba visiblemente enojado y su rostro se haba contrado. El juez pens que sera presa de un ataque de ira, pero el religioso se domin con maestra y agreg framente: Puede usted retirarse, seor Tsung. El religioso se puso de pie y el juez observ que le temblaban las manos. Al salir, el magistrado lo despidi con algunas frases corteses. Luego dijo a Tao Gan: Vamos a visitar el vestuario de los actores, quiero hablar con Mo Mo-t. Sabes dnde est el cuarto? S, Excelencia, en el mismo piso que el mo, sobre un corredor lateral. En mi vida he visto una conejera parecida! murmur el juez . Y qu es eso de que no hay un plano disponible? La ley los obliga a tener siempre por lo menos uno! Excelencia, el limosnero me dijo que la seccin superior, es decir la parte del monasterio que se halla despus del templo, est cerrada a todos, con excepcin del abad y los monjes que han recibido las rdenes. Parece que no se debe describirla o representarla. El limosnero admiti que resulta incmodo andar sin un plano, puesto que el monasterio es un sitio tan grande. Parece que a veces hasta los propios monjes se pierden! Qu situacin tan absurda! dijo el juez con visible malhumor . Esa gente se cree que por el hecho de que el monasterio se interese en el credo taosta pueden pasar por encima de la ley. Tambin he odo decir que la influencia budista es cada da mayor en Palacio. No s cul de los dos es peor! El magistrado atraves la sala y entr en una pequea oficina ubicada al otro lado. All comunic al monje de guardia que se ira a cambiar de ropa y luego bajara para que lo condujeran a las habitaciones del maestro Sun. Tao Gan pidi prestada una linterna y luego esperaron un momento en la puerta mientras pasaba el desfile de monjes que acababan de abandonar la sala.

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Mira a esos hombres tan fornidos! coment el juez a su ayudante en tono agrio. Debieran cumplir con su deber social: casarse y tener hijos! No bien acab la frase volvi a estornudar. Tao Gan lo mir preocupado. Como saba que el magistrado tena un temple extraordinariamente uniforme y rara vez dejaba notar su fastidio, por grande que fuera, el ayudante pregunt: Excelencia, le dio el solemne abad una explicacin satisfactoria de las tres muertes ocurridas aqu el ao pasado? En absoluto! -repuso el magistrado enfticamente. Tal como yo pensaba: hay hechos muy sospechosos. Cuando regresemos a Han-yuan visitar a las familias de las jvenes y obtendr ms detalles acerca de sus vidas. Luego volveremos al monasterio, pero acompaados del sargento Hoong, Ma Joong, Chiao Tai, los notarios y una docena de condestables. Haremos una investigacin exhaustiva. Y te advierto que no anunciar mi visita de antemano. Es una pequea sorpresa que le tengo reservada a nuestro querido abad!

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Tao Gan movi la cabeza complacido y luego expres: El limosnero me cont la misma historia acerca de los espritus de las personas muertas aqu hace cien aos. Ahora entiendo por qu el novicio aguzaba tanto la oreja en el corredor! Por qu? -pregunt el juez Di secndose el bigote. Se dice, Excelencia, que esos fantasmas susurran a veces el nombre de una persona. Si alguien lo escucha eso es una indicacin de que su muerte est prxima. Vaya supersticiones tan tontas! Subamos al camerino de esos actores. Cuando llegaron al primer rellano el juez ech un vistazo casual al estrecho corredor semiscuro ubicado a su derecha. Se detuvo de golpe. Una joven esbelta vestida de blanco hua velozmente. sa es la joven que sali con el oso! dijo el juez de inmediato a Tao Gan. Quiero hablar con ella! Cmo dices que se llama? Es la seorita Ou-yang, Excelencia. El juez corri tras la figura de blanco. Cuando casi le pisaba los talones expres: Un momento, seorita Ou-yang. La joven dio media vuelta y lanz un corto gemido. El magistrado observ que la cara tena una palidez fulminante y sus ojos estaban desorbitados por el miedo. Una vez ms tuvo la sensacin de que se pareca muchsimo a la seorita Pao. Le dijo suavemente. No tiene nada que temer, seorita Ou-yang. Slo deseaba felicitarla por su actuacin. Debo admitir... Muchas gracias Excelencia! interrumpi la joven con una voz tenue y bien educada. Llevo mucha prisa, necesito... Lanz una mirada ansiosa por encima del juez e hizo un movimiento indicando que deseaba reemprender su camino. No se vaya! orden el juez lacnicamente. Soy el magistrado y deseo hablar un momento con usted. Parece muy nerviosa. Es a causa de Mo Mo-t? Ella sacudi su pequea cabeza denotando impaciencia. Debo ir a dar de comer a mi oso dijo con rapidez. El juez observ que durante el breve intercambio de palabras ella haba mantenido el brazo izquierdo pegado al cuerpo. Qu le sucede en el brazo? pregunt bruscamente. La hiri Mo Mo-t? No, no. El oso me rasgu hace algn tiempo. Por favor, ahora debo... Me temo que a Su Excelencia no le agrad mi poesa expres desde atrs una voz animosa. Efectivamente, jovencito! repuso el juez volviendo la cabeza

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. Yo que el abad te hubiera expulsado en el acto. El magistrado dio vuelta la cabeza nuevamente para dirigirse a la muchacha, pero la seorita Ou-yang se haba esfumado. El abad lo hubiera pensado dos veces antes de tomar tal medida, Excelencia dijo el joven poeta visiblemente satisfecho. Mi difunto padre, el doctor Tsung, fue patrono de este monasterio y toda mi familia an dona regularmente una suma sustancial. El juez lo mir de arriba abajo. De modo que t eres el hijo del ex gobernador Tsung Fa-Men profiri. El gobernador era un hombre muy versado. Conozco su obra sobre la administracin de las provincias. Y estoy seguro que se habra disgustado ante tu prosaica ordinariez! Mi nica intencin era irritar al abad dijo Tsung avergonzados. Es un tipo demasiado engredo. Mi padre no le tena mucha estima! De todos modos replic el juez, tu poema fue de muy mal gusto. Y qu caramba quisiste decir con esa rima estpida sobre los dos abades? Cmo? pregunt Tsung Lee sorprendido. Su Excelencia no est al corriente? Espejo de Jade, ex-abad de este monasterio, muri hace dos aos, o creo que es ms correcto decir subi transportado al Cielo. Su cuerpo embalsamado ocupa ahora un trono en la cripta del santuario, debajo del altar del fundador. Era un hombre muy santo, y lo sigue siendo. El juez se abstuvo de hacer comentarios. Ya tena bastantes preocupaciones encima y no le interesaba dedicarse ahora a las biografas de los abades del Monasterio de las Nubes Matutinas. No te retengo ms dijo al fin. Voy al camerino de los actores. Yo tambin me diriga hacia all dijo el joven en tono respetuoso. Me permite Su Excelencia que le ensee el camino? Los tres hombres doblaron una esquina y se adentraron por un largo corredor que tena varias puertas a ambos lados. La seorita Ou-yang se aloja cerca de aqu? pregunt el juez. Un poco ms adelante, Excelencia repuso Tsung. Pero yo no me atrevera a entrar si no es en compaa de ella. Ese oso es un peligro! Pero ella ya debe estar en su habitacin dijo el juez. No la viste cuando nos encontraste? Claro que no! dijo el poeta con asombro. Cmo iba a verla si acababa de dejarla en la sala? El juez le dirigi una mirada penetrante y luego recorri con los ojos el rostro de Tao Gan. Su ayudante sacudi la cabeza con perplejidad. Tsung Lee llam a una puerta prxima al final del corredor y los tres hombres entraron a una habitacin grande y revuelta. Kuan Lai y dos mujeres, que se hallaban sentados a una mesa redonda, se pusieron inmediatamente de pie y saludaron al magistrado con profundas reverencias. El director present a una bella y joven muchacha diciendo que se trataba de la seorita Ting, que haba hecho el papel de la Reina del

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Paraso Occidental, y aadi que era especialista en danzas acrobticas y prestidigitacin. Luego present a su esposa, una mujer cuarentona y desaliada. El juez Di elogi la funcin y el director pareci sentirse desbordado por el hecho de que una persona tan distinguida mostrara tal inters en su grupo teatral. No saba muy bien si invitarlo a tomar asiento o si ello poda sonar como una arrogancia. El propio magistrado lo sac del aprieto, sentndose sin que nadie lo invitara. Tsung Lee se acomod al otro lado, frente a una jarra de vino hecha de loza de barro rstica. Tao Gan, como de costumbre, se coloc detrs de la silla del juez. Dnde estn la seorita Ou-yang y Mo Mo-t? pregunt el magistrado. Me gustara felicitarlos. Mo es un excelente espadachn. Y la escena de la seorita Ou- yang con el oso me puso los pelos de punta! Aparentemente esas palabras generosas no ayudaron a tranquilizar al director. Las manos le temblaban tanto que al servir una copa de vino para el juez derram unas gotas encima de la mesa. Se sent torpemente. Sealando un montn de hojas manchadas de rojo y arrugadas manifest: Parece que Mo Mo-t ya ha estado aqu para quitarse la pintura de la cara. Despus debe de haber ido a dejar su disfraz en el desvn. En cuanto a la seorita Ou-yang, ella misma me dijo que dara de comer al oso y que luego vendra para aqu. Con el pretexto de ajustarse el bonete frente al espejo, el juez se puso de pie y se acerc a una mesa tocador. Ech un vistazo casual a las hojas de papel arrugadas y a los potes de aceite y pintura, reflexionando que las manchas rojas del papel bien podan ser de sangre. Al volver a su sitio se dio cuenta que la seora Kuan lo miraba aprensiva. Sorbi un trago de vino y pregunt al director sobre la tcnica teatral de las obras histricas. El director se larg a hacer una larga explicacin, pero el juez slo lo oa a medias, pues estaba tratando de seguir al mismo tiempo la conversacin en que se hallaban sumidos los dems. Por qu no fue a ayudar a la seorita Ou-yang a dar de comer al oso? pregunt Tsung Lee a la seorita Ting. Eso le habra encantado a ella! No se meta en lo que no le importa! dijo la seorita Ting secamente. Yo no me meto con sus rosas. Verdad? Tsung Lee sonri con picarda y aadi: La seorita Pao es una joven bastante atractiva. No hay razn para que yo no le escriba algunos poemas verdad? Tambin he compuesto uno para ti, querida. Escucha: Amor verdadero, amor infiel. Amor del maana, amor del ayer. Ms con menos? Todo va bien. Menos con menos? Que nos salven los Cielos!

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El juez mir a los dems. El rostro de la seorita Ting haba adquirido un color escarlata. A ver si cuida sus palabras, seor Tsung! dijo la esposa del director. Era slo un aviso repuso imperturbable el poeta. Conocis la cancin popular que est de moda en la capital? Busc el tono marcando el comps con el ndice y comenz a cantar las palabras con una voz agradable: Dos veces diez y soltera todava, An tienes esperanza. Tres veces ocho y la cama vaca, Te esperan el fro y la aoranza. La seorita Ting se dispona a expresar su enfado, pero el juez intercedi dirigindose al poeta en tono cortante: Ha interrumpido mi conversacin, seor Tsung. Y debo informarle que mi sentido de humor es muy flaco. Resrvese sus chanzas para concurrencias capaces de apreciarlo. Luego dijo al director: Debo ir a cambiarme para asistir al banquete. No se moleste! El magistrado hizo una sea a Tao Gan y los dos salieron cerrando la puerta ante la mirada atnita del director. Antes de subir voy a tratar de hallar a Mo Mo-T dijo el Juez Di a su ayudante. T qudate tomando un poco de vino con ellos. Aqu est pasando algo muy extrao. Trata de averiguar qu sucede. Ah, qu quiso decir ese miserable con eso de ms con menos? Tao Gan se turb. Despus de tragar saliva repuso: Son expresiones que se usan en los barrios bajos, Excelencia. Ms quiere decir hombre; y menos, mujer. Ahora comprendo. Bueno, si aparece la seorita Ou- yang trata de comprobar cunto tiempo pas abajo. No pudo haber estado en dos lugares a la vez! Excelencia, puede que el poeta mintiera cuando dijo que la haba encontrado en la sala. Y que volviera a mentir cuando dijo no haberla visto con nosotros! Es verdad que el corredor es muy angosto y nosotros estbamos en el medio, pero es muy difcil que no la haya notado. Si Tsung Lee dijo la verdad observ el juez, la muchacha con quien hablamos en el corredor debe haber sido la seorita Pao, que se haca pasar por Ou-yang. Aunque... me equivoco! La joven a quien vimos andaba con el brazo pegado al cuerpo. En cambio la seorita Pao se aferr a la balaustrada del palco con ambos brazos cuando se asust con las fintas de Mo Mo-t. Esto no tiene pies ni cabeza! Averigua lo que puedas y luego pasa por mi habitacin! Tom la linterna de manos de Tao Gan y se dirigi a las escaleras. Su ayudante entr de nuevo en el cuarto de los actores. El juez pens que se acordaba bastante bien de la forma de llegar al desvn. Mientras trepaba los peldaos en el otro edificio sinti que

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le dola la espalda y las piernas, pero no saba si era a causa de su resfriado o al hecho de que no estaba acostumbrado a andar subiendo y bajando escaleras constantemente. Pens en Kuan y en Tsung Lee. El director le caa bastante bien, pero el poeta era uno de esos jvenes frescos que le disgustaban. Al parecer era muy amigo de los actores y estaba interesado en la seorita Pao, pero qu esperanzas poda albergar si ella se hallaba a punto de vestir los hbitos. Su verso grosero sobre la seorita Ting sugera cierta relacin entre ella y la seorita Ou-yang. Pero despus de todo, pens el juez, la moral de esa gente le tena sin cuidado. Quien le interesaba era Mo Mo-t. Al alcanzar el rellano superior colocado encima de la nave del templo el magistrado lanz un suspiro. Haba una fuerte corriente de aire y a travs del enrejado suba el canto montono de los monjes. Deban estar entonando sus vsperas. Entr al corredor del la derecha y not con asombro que las luces estaban apagadas. Alz su linterna y se dio cuenta que haba equivocado el pasillo. No haba ninguna ventana a su derecha y ese corredor era ms estrecho que el que conduca al desvn. El cielo raso era ms bajo y de las vigas colgaban algunas telaraas. Cuando se dispona a dar la vuelta para regresar sobre sus pasos oy de pronto un murmullo de voces. Se detuvo un momento y prest atencin tratando de descubrir la procedencia de los susurros. El corredor se hallaba desierto y terminaba en una gran reja de hierro. Anduvo hasta la entrada, pero all los cantos de los monjes ahogaban los susurros. Frunci el ceo desconcertado y regres hasta el centro del pasillo tratando de dar con una puerta. Volvi a escuchar los susurros pero no poda descifrar de qu hablaban. De pronto oy su nombre: Di Jen-djieh. Luego rein el silencio.

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VII

El juez se tir de la barba enfadado. Le resultaba difcil admitir el fastidio que le haba causado la voz espectral. Se calm pensando que probablemente algunos monjes haban estado hablando de l casualmente en alguna habitacin o corredor cercanos. En los edificios tan viejos como el monasterio era frecuente que el eco jugara sus malas pasadas. Prest atencin durante un momento, pero no logr escuchar nada ms. El murmullo haba cesado. Encogindose de hombros volvi al rellano y se cercior de que efectivamente haba equivocado el camino. El corredor que llevaba al desvn se hallaba al otro lado. Borde rpidamente el pozo enrejado y al llegar al pasillo correcto reconoci las tres ventanas angostas ubicadas a mano derecha. La puerta del desvn estaba abierta de par en par y del interior escapaban unas voces. Al entrar vio con desilusin que slo haba dos monjes tratando de cerrar una gran caja de cuero revestida de laca roja. Mo Mo-t no se encontraba all, pero el magistrado ech un ligero vistazo a la pared de la izquierda y comprob que cisco de hierro circular colgaba ahora en su sitio, encima del traje de malla, y que la larga espada descansaba en su vaina. Ha visto al actor Mo Mo-t?pregunt el juez al monje ms viejo. No, Excelencia repuso el hombre. Nosotros acabamos de entrar. El hombre se haba expresado con toda cortesa, pero su compaero, en cambio, un hombre alto y de anchas espaldas, tena una mirada insolente y miraba al juez con aire sospechoso. Quera felicitarlo por su destreza con la espada dijo el magistrado con naturalidad. Aparentemente Mo Mo-t estara de regreso en el cuarto de Kuan. Tao Gan se encargara de vigilarlo. Abandon el desvn y emprendi el largo camino rumbo a sus habitaciones en el tercer piso del ala este. Al llegar por fin a la puerta de su alojamiento, el juez se senta exhausto. Llam; una de las criadas sali a abrir, las otras preparaban sobre el brasero el arroz para la cena. Entr en el dormitorio y hall a sus tres mujeres sentadas a la mesa de t, entretenidas en una partida de domin. Las tres se pusieron de pie para saludarlo y la primera dama dijo sonriente: Llegas justo a tiempo para jugar una partida antes de la cena. El domin era el juego favorito del magistrado. Despus de mirar con nostalgia las piezas dispuestas en el tablero, manifest: Lo lamento muchsimo, pero no podr cenar con vosotras. Tengo que participar en el banquete ofrecido por el abad. No hubo manera de negarme; hay un ex-tutor imperial residiendo en el

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monasterio. Cielos! exclam la primera esposaEso quiere decir que tendr que visitar a su mujer! No, el tutor es viudo. Pero yo tendr que pasar a verlo antes del banquete. Preprame, por favor, mi toga oficial. El juez se son las narices con fuerza. Qu suerte que no tengo que vestirme! coment la esposa con alivio. Pero, qu pena que tengas que andar de pie y dando vueltas. Tienes un resfriado terrible. Mira cmo te lloran los ojos! Mientras la primera esposa abra el cofre de las ropas y sacaba la toga verde de brocado, la tercera coment: Te har un cataplasma de cscaras de naranjas y te lo anudars a la cabeza. Vers que maana, te sentirs como nuevo!

Cmo voy a asistir a un banquete con la cabeza vendada! exclam el juez con estupefaccin. Parecer un loco!

Nadie lo notar dijo la primera esposa mientras lo ayudaba a vestirse. Lo cubriremos perfectamente con el bonete.

El juez mascull una protesta pero su tercera esposa ya haba extrado del cofre de medicamentos un puado de cscaras secas y se hallaba colocndolas en un tazn con agua saliente. Cuando estuvieron bien remojadas, la segunda esposa las envolvi en una venda de lienzo y entre las tres arrollaron la cataplasma y la ajustaron perfectamente a la cabeza del juez. La primera dama le coloc el bonete de terciopelo y exclam:

Arreglado! No se nota nada!

El juez Di les dio las gracias prometiendo que estara de regreso no bien acabara el banquete. Al llegar a la puerta del dormitorio dio

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media vuelta y aadi:

Esto est lleno de toda clase de personas sta noche. Pasad llave a la puerta y colocad la tranca. No dejis entrar a nadie sin que las criadas se cercioren de quin se trata.

Cuando lleg a la antesala, Tao Gan se hallaba esperndolo. El juez orden a las criadas que sirvieran el t a las damas en el dormitorio y luego se sent con Tao Gan a una mesa ubicada en el rincn.

Viste a Mo Mo-t en el cuarto de Kuan? pregunt en voz baja . Yo no pude encontrarlo.

No repuso Tao Gan, debe andar dando vueltas por alguna parte. Pero poco despus de partir Su Excelencia, lleg la seorita Ouyang. Sin el maquillaje no se parece a la seorita Pao, aunque tiene el mismo tipo de rostro oval y las mismas buenas facciones. Creo que la joven del corredor era la seorita Pao, porque tena una voz suave y agradable mientras que la seorita Ou-yang es de voz ms bien ronca y spera. No soy ningn experto en cuanto a mujeres pero me parece que la que nosotros vimos era ms rolliza. La seorita Ou-yang es ms bien delgada.

Pero la joven del corredor no mova el brazo izquierdo. Y tampoco la seorita Ou-yang. De qu habl?

Es una joven un tanto taciturna. Yo la hice participar en una conversacin con la seorita Ting; hablaron de danzas acrobticas y

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ella se mostr un poco ms animada. Cuando me refer casualmente al encuentro entre Tsung Lee y la seorita Ou-yang en la sala, ella observ en tono agrio que el joven era un majadero. Luego agregu que a Su Excelencia no le haba gustado la manera abrupta como ella desapareci en el corredor. La seorita Ou-yang me mir a los ojos y dijo vagamente que su oso demanda mucha atencin.

Alguien nos est tomando el pelo! exclam el juez, tironendose las barbas con enojo. Qu dijeron de Mo Mo-t?

Parece que es un hombre bastante vagabundo. Se une a algn grupo teatral durante un mes ms o menos y luego desaparece. Siempre hace el papel del villano y Kuan sostiene que eso acaba por volver a un hombre susceptible. Saqu en claro que Mo suspira por la seorita Ting, pero ella no le corresponde. De ah que Mo est terriblemente celoso de la seorita Ou-yang, porque sospecha que las dos jvenes tienen alguna relacin amorosa que las une, tal como sugiri Tsung Lee en su poema. Kuan est de acuerdo con que Mo se pas un poco de la raya al asustar a la seorita Ou-yang con la espada, pero tambin dijo que la joven no tiene nada que temer pues el oso la cuida mucho. El animal sigue a su ama a todas partes y la obedece como un perrillo faldero, pero no hay quien se atreva a acercarse a la bestia. Tiene un temperamento de lo ms rencoroso.

Esto es un rompecabezas irritante! refunfu el juez. Supongamos que la seorita Ou-yang, o la seorita Pao, hua de Mo Mo-t cuando nosotros la encontramos en el pasillo. Y que ese actor es un manitico peligroso. Eso encajara con la escena extrasima que vi por la ventana. El hombre deba ser Mo Mo-t. Pero quin era la joven a la que acometa? Es necesario que averigemos si hay otras mujeres en el monasterio, adems de las que ya sabemos.

Yo no me atrev a preguntar por una mujer manca sin tener la autorizacin de Su Excelencia dijo Tao Gan. Pero creo que aqu no hay ms mujeres que la seora Kuan y las dos actrices, adems de la seora Pao y su hija, desde luego.

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No olvides que slo hemos visto una parte muy pequea de este monasterio dijo el juez. Vaya el Cielo a saber qu sucede en las secciones cerradas al pblico! Y para colmo ni siquiera tenemos un mapa de este sitio! Bueno, pero ahora debo ir a visitar al maestro Sun. Vuelve al cuarto de los actores y cuando aparezca Mo Mo-t no lo pierdas de vista ni un solo momento. Acompalo al banquete. Te ver all ms tarde.

Un novicio aguardaba al juez en el pasillo. La lluvia azotaba los postigos y el magistrado pens que no le hara ninguna gracia mojarse su toga oficial.

Tenemos forzosamente que salir afuera para llegar a la torre oeste? pregunt al joven.

De ningn modo, Excelencia! repuso el novicio. Podemos llegar al ala occidental a travs de un pasillo colocado encima del templo.

Ms escaleras! gru el juez.

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VIII

A esta altura el trayecto ya era familiar. Llegaron al rellano encima de la nave del templo y el novicio tom por el pasillo opuesto al que daba al desvn. Se trataba de un corredor largo y angosto iluminado apenas por una linterna rota. Mientras segua los pasos del novicio el juez tuvo de pronto la sensacin incmoda de que alguien les observaba desde atrs. Detuvo sus pasos y mir por sobre el hombro. Una sombra cruz rpidamente por la entrada del pasillo; algo as como un hombre vistiendo una tnica gris. Prosigui la marcha y pregunt al novicio: Los monjes tambin utilizan este corredor a menudo? De ningn modo, Excelencia! Hemos venido por aqu para evitar la lluvia que cae afuera. Las personas que frecuentan la torre oeste suben por la escalera de caracol que est frente al refectorio. Cuando llegaron a la pequea sala cuadrada del ala oeste del edificio, el juez se detuvo tratando de orientarse. Adonde se va por all? pregunt sealando una puerta angosta a su derecha. A la Galera de los Horrores, Excelencia. sa es el ala izquierda del patio principal que est detrs del templo. Pero los novicios no tenemos permiso para entrar all. Pues yo hubiera pensado que una visita a esa galera sera una buena forma de desanimar a las personas para que no pequen! observ el juez, quien saba que los grandes monasterios taostas tenan todos una galera con lbregas pinturas murales y estatuas de arcilla o madera representando en detalle los sendos castigos que aguardan a los pecadores en los Diez Infiernos Taostas.

Mientras ascendan algunos escalones del lado izquierdo el novicio advirti:

Tenga cuidado y camine junto a m, Excelencia! La balaustrada del rellano del Maestro Sun est en reparacin.

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Al llegar frente a una puerta alta, pintada en laca roja, el juez comprob que efectivamente faltaba un trozo de balaustrada. Mir por la caja oscura de la escalera y pens que deba ser muy profunda.

Esa es la escalera que mencion a Su Excelencia explic el novicio. Por ah se baja al ala oeste. Sube desde la entrada al refectorio, tres pisos ms abajo.

El juez le entreg su gran tarjeta roja de visita y el novicio llam a la puerta.

Una voz sonora les anunci que entraran.

Detrs de un gran escritorio cubierto de libros y papeles, un hombre de talla considerable lea a la luz brillante de cuatro candelabros de plata. El novicio hizo una profunda reverencia y coloc la tarjeta de visita encima de la mesa. Despus de echarle un vistazo el Maestro Sun se levant rpidamente y fue a saludar al juez.

Pues si aqu est el magistrado de nuestro distrito! exclam sonoramente. Bienvenido al Monasterio de las Nubes Matutinas, Di!

El juez inclin la cabeza reverente y con las manos envueltas en las anchas mangas de su toga expres:

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Este humilde funcionario jams pens que una desventura de viaje le proporcionara la tan ansiada oportunidad de presentar sus respetos a persona tan eminente!

Dejemos a un lado las hueras formalidades, Di! expres Sun jovialmente. Sintate aqu frente a mi escritorio mientras pongo estos papeles en orden. Volvi a ocupar su silln y luego dijo al novicio, que acababa de servir dos tazas de t: Gracias, muchacho. Ya puedes irte. Yo me ocupar del husped personalmente.

Mientras sorba el fragante t de jazmn, el juez observ a su husped que se hallaba poniendo rpidamente en orden los papeles. Tena su misma altura pero era ms corpulento. Su grueso cuello quedaba semienterrado entre la comba de sus anchos hombros. Deba andar frisando los setenta, pero su rostro rosado y redondo no tena una sola arruga. Se haba dejado crecer una barba en forma de anillo y su pelo plateado y lacio se extenda desde su amplia frente hasta la base de un crneo portentoso. Llevaba la cabeza descubierta, segn era norma de los taostas que vivan retirados del mundo, y tena un pequeo bigote bien recortado y unas cejas gruesas y prominentes. Todo en l indicaba que se trataba de una persona excepcional.

El juez ley algunos de los rollos que cubran las paredes inscritos con textos taostas. Por fin Sun acab de ordenar sus papeles y pregunt al magistrado con ojos penetrantes:

Hiciste referencia a un accidente de viaje. Algo grave?

No, no. Estuve un par de semanas en la capital y esta maana sal rumbo a Han-yuan en una carreta. Confibamos estar en casa antes de la cena, pero el tiempo comenz a empeorar cuando

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cruzamos los lmites del distrito y se nos rompi un eje en plena montaa. Me han dicho que estas tormentas son pasajeras de modo que saldremos maana temprano.

desventura es mi ventura! dijo Sun con una sonrisa-. Me agrada mucho hablar con funcionarios jvenes y capaces. Debas habernos visitado hace tiempo Di! Este monasterio est en tu jurisdiccin. Ha sido negligencia de mi parte, Maestro! repuso el juez apresuradamente. El hecho es que haba problemas en Hanyuan y... Estoy al tanto -interrumpi Sun. Has hecho un buen trabajo por all. De hecho, evitaste que siguieran perturbando la paz, Di. El juez recibi el cumplido con una reverencia. Espero estar de vuelta por aqu muy pronto dijo. De ese modo podr recibir las enseanzas del Maestro. Puesto que este alto y versado funcionario se mostraba tan amistoso, pens el juez para sus adentros, deba tratar de aclarar por lo menos el problema de la mujer mutilada. Dud un instante y luego pregunt: Me puedo tomar la libertad de consultar al maestro a propsito de una extraa experiencia que acabo de tener? Pero desde luego! Qu sucedi? Dnde? En verdad, no s exactamente qu sucedi respondi el juez sintindose ligeramente avergonzado. Cuando suba a los alojamientos que pusieron a mi disposicin vi fugazmente una escena que debe haber acontecido aqu hace cien aos, cuando los soldados masacraron a los rebeldes. Son posibles esas cosas? Sun se reclin en su Silln y dijo seriamente: Yo no dira que sean imposibles, Di. No sucede a menudo que uno entra en una habitacin vaca y sabe con certeza que alguien ha estado all momentos antes? Es slo un sentimiento, algo que no se puede explicar. Significa que la persona que estuvo antes en ese sitio dej algo suyo tras s. Y sin embargo, puede que no haya hecho nada especial; echar un vistazo a un libro o escribir una carta. Supongamos ahora que ese mismo hombre falleci en ese cuarto, de muerte violenta. Es de esperar que la terrible emocin de ese momento impregne la atmsfera de la habitacin a tal grado que se queda suspendida durante muchos aos. Si una persona hipersensible, o una persona a la que el cansancio ha dado una hipersensibilidad, entra all casualmente, puede muy bien percibir esa huella. No crees, Di, que un razonamiento de, ese tipo puede explicar lo que viste? El juez movi la cabeza lentamente. Era obvio que el Maestro Sun haba pensado largamente temas tan abstrusos. La explicacin no' lo convenci pero era una posibilidad que deba tener en cuenta. Es posible, que tenga usted razn, Maestro respondi el magistrado con cortesa. Es verdad que estoy muy cansado y lo que

Tu

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es peor pesqu un mal resfriado con tanta lluvia. En esa condicin... Un resfriado? Yo no me he resfriado en treinta aos! interrumpi Sun. Pero como t sabes yo vivo de acuerdo a una rigurosa disciplina, nutriendo mi esencia vital. Maestro, usted cree en la teora segn la cual se puede alcanzar la inmortalidad en vida? pregunt el juez un tanto desilusionado. Por supuesto que no! repuso Sun con altivez. La inmortalidad de cada hombre consiste solamente en prolongarse en su descendencia. El cielo ha limitado la vida humana a algunas veintenas de aos y todos los intentos por alargarla artificialmente ms all de esos lmites son vanos. Debemos esforzarnos por pasar esa vida limitada con salud mental y corporal. Y eso se puede lograr viviendo de una manera ms natural a la que estamos acostumbrados, especialmente mejorando nuestra dieta. Cuida tu dieta, Di! Yo soy discpulo de Confucio dijo el juez, pero admito plenamente que tambin en el taosmo hay una verdadera sabidura. El taosmo toma las cosas donde las dej Confucio observ el Maestro S u n . E l confucianismo explica cul debe ser el comportamiento de un hombre que es miembro de una sociedad ordenada. El taosmo explica la relacin del hombre con el Universo, del cual el orden social es slo un aspecto. El juez no estaba precisamente de humor para meterse en una discusin filosfica. Como lo que le importaba era tratar de comprobar un par de hechos antes de salir, dej pasar unos instantes y luego pregunt: Es posible que elementos ajenos al monasterio anden rondando por aqu? Cuando el novicio me conduca hasta este retiro tuve la sensacin de que alguien nos segua. Para ser exacto fue al atravesar el corredor que une a la nave con esta torre. El Maestro Sun lo escrut con la mirada. Despus de una breve reflexin pregunt de golpe: Te gusta el pescado? S, mucho repuso el juez perplejo. Pues es eso! El pescado es una carga para el cuerpo, querido Di. Retarda la circulacin sangunea y afecta los nervios. Eso es lo que te hace ver y or cosas que no existen! Creo que necesitas un poco de ruibarbo. Purifica la sangre. Yo consultar algunos de mis libros mdicos, tengo una buena coleccin. Hazme acordar maana temprano. Ya te preparar una dieta detallada. Gracias, Maestro. Siento importunarle tanto pero hay otro asunto que a menudo me confunde y le agradecera una explicacin. He odo decir que algunos taostas invocan motivos religiosos para practicar orgas secretas, forzando la participacin de mujeres jvenes. Qu hay de verdad en ello? Son puras tonteras, Di! exclam el Maestro Sun. Cielos! Cmo podramos los taostas entregarnos a orgas con la dieta estricta que llevamos? Orgas!... Vaya, vaya! Ponindose de pie agreg: Ser mejor que bajemos. El banquete est por comenzar y el abad nos ha de estar esperando. Debo prevenirte que no es un gran letrado pero se preocupa por todos y administra el monasterio con bastante eficiencia.

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Esa debe ser una tarea onerosa dijo el juez mientras se levantaba. El monasterio es como una ciudad en miniatura. Me gustara explorarlo un poco pero me han dicho que no existe ningn plano y que de todas maneras los visitantes no pueden entrar en la seccin que se halla detrs del templo. Es puro escamoteo, Di! Lo nico que se busca con ello es impresionar a los crdulos! Sepa el Cielo cuntas veces le he dicho al abad que el monasterio debe por ley poseer un plano: Artculo 28 de los Reglamentos para los Sitios Consagrados al Culto que hayan sido oficialmente reconocidos. Mira, yo puedo orientarte en un abrir y cerrar de ojos. Aproximndose a la pared lateral indic un rollo pintado y prosigui: ste es un diagrama que hice yo mismo. Es muy sencillo. Las personas que construyeron este edificio hace doscientos aos queran que representara el Universo con el Hombre en el centro, como una rplica en miniatura. El conjunto tiene una forma oval, smbolo de la Creacin Original. Est orientado al sur y construido sobre la ladera, con cuatro niveles. Al este hay una barranca muy honda. Al oeste est el bosque. Mira bien! Empezamos por el patio anterior, un tringulo rodeado de las cocinas, las caballeras, y las habitaciones de los hermanos legos y los novicios. Luego viene el patio del templo, flanqueado por dos cuadrados donde se levantan dos grandes edificios de tres plantas. En la planta baja del ala occidental est el refectorio; en el segundo piso, la biblioteca; y en el tercero, las habitaciones del prior, el limosnero y el registrador. En la planta baja del ala este est la sala de fiestas, donde ahora representan las obras de misterio, y las oficinas. En el segundo y tercer pisos estn los alojamientos para los visitantes. Supongo que te han alojado all con tu familia... S repuso el juez. Estamos en la esquina noreste del tercer piso, en un par de habitaciones grandes y cmodas. Bien. Prosigamos. Detrs de este segundo patio est el propio templo; all hay algunas excelentes estatuas antiguas que vale la pena ver. Despus del templo viene el patio central, con una torre en cada esquina. T ests ahora en la torre sudoeste, o sea la que me fue asignada a m. A la izquierda de ese patio est la Galera de los Horrores, una concesin a las creencias populares. A la derecha, las celdas de los monjes que ya han recibido las rdenes. Al fondo, en el centro, la residencia particular del abad. Por ltimo hay una seccin circular, donde est emplazado el Santuario. Para resumir: tenemos un tringulo, dos cuadrados, un cuadrado y un crculo, en ese orden. Cada una de esas formas tiene un significado mstico, pero eso lo vamos a pasar por alto. Lo importante es que ahora ya sabes cmo orientarte. Hay, desde luego, cientos de corredores y escaleras que conectan todos esos edificios, pero si t recuerdas este diagrama ser difcil que te equivoques y no te des cuenta. Muchas gracias, Maestro dijo el juez reconocido Qu edificios hay en el santuario? Slo una pequea pagoda donde hay una urna con las cenizas del Santo Fundador.

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Esa parte del monasterio est deshabitada? Totalmente. Yo mismo visit el lugar. No hay ms que una pagoda y un muro. Pero como la consideran parte sagra