el mundo helenistico-libre
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Jos Manuel Roldn Hervs
EL MUNDO HELENSTICO
HISTORIA SALAMANCA DE LA ANTIGEDAD
Ediciones Universidad
Salamanca
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XX Alejandro Magno (336-323 a. C.)
El concepto de Helenismo
Con el trmino Helenismo se designa el proceso histrico, desarrollado en el
mundo mediterrneo tras las conquistas de Alejandro Magno, cuya principal consecuencia
fue la extensin de la lengua y cultura griegas, ms all de los lmites del Egeo, a las
poblaciones del Prximo Oriente. Cronolgicamente abarca el espacio de tiempo
comprendido entre la muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) y la anexin por Augusto del
ltimo reino helenstico, el Egipto tolemaico (31 a. C.). No obstante, parece lgico incluir
en el proceso el propio reinado de Alejandro, que constituye el preludio y la condicin
indispensable para la poca helenstica.
Fue el alemn Gustav Groysen, en su obra Historia del Helenismo, publicada en
1877, quien acu el trmino, con el que desde entonces se ha caracterizado esta poca
de la historia del mundo mediterrneo en la Antigedad. Desde el punto de vista espacial,
se incluyen en el mundo helenstico, adems de la Grecia propia y de las regiones
colonizadas por los griegos, los territorios conquistados por Alejandro y, desde entonces,
helenizados: Asia Menor, Egipto y el Prximo Oriente, desde la costa siria hasta los
confines de la India.
1. Los comienzos del reinado de Alejandro
Alejandro, rey de Macedonia.- Alejandro, nacido en el 356, era hijo de Filipo II de
Macedonia y de la princesa epirota Olimpia. Educado en la cultura griega por maestros
como Aristteles, apenas tena veinte aos cuando el asesinato de Filipo (336) lo elev al
trono de Macedonia, no sin una fuerte oposicin interior, dirigida por miembros de la casa
real con el apoyo de los viejos compaeros de armas de su padre, como Parmenin. No
obstante, los oficios del general Antpatro lograron la aclamacin de Alejandro por la
asamblea del ejrcito, a la que sigui un bao de sangre entre sus parientes y posibles
contrincantes al trono.
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La sumisin de Grecia.- La crisis constitucional suscit en el mundo griego reacciones
contra la hegemona macedonia, que el joven rey se apresur a sofocar. Con una demos-
tracin militar, consigui ser elegido general de la liga tesalia; por su parte, la anfictiona
de Delfos le reconoci como hegemn de Grecia y, en Corinto, se transfiri a Alejandro la
posicin de Filipo como strategs autokrtor de la Liga de Corinto, con el mando de la
proyectada campaa contra el imperio persa.
Tampoco las fronteras septentrionales del reino permanecan tranquilas. Alejandro
hubo de conducir una dura campaa contra grupos tribales, que, desde el otro lado del
Danubio, pretendan infiltrarse en Macedonia. La ausencia del rey, la falsa noticia de su
muerte y el oro persa provocaron un movimiento de sublevacin en Grecia, dirigido por
Tebas, con el apoyo o las simpatas de otras comunidades griegas. La reaccin de Ale-
jandro fue fulminante. En pocos das alcanz la capital beocia, la someti (verano del 335)
y logr que la propia Liga de Corinto fijara el castigo para la ciudad rebelde: su destruc-
cin y la venta de sus habitantes como esclavos. El cruel ejemplo bast para disuadir a
los griegos de cualquier nuevo intento de rebelin, y Alejandro prefiri mostrar moderacin
con el resto de los sublevados, con vistas a la inminente campaa persa, cuyo inicio se
fijo para la primavera siguiente.
2. LA CONQUISTA DEL IMPERIO AQUEMNIDE
Razones de la expedicin
No conocemos con exactitud las razones de la expedicin, fuera de la proclama
oficial, que la presentaba como una guerra panhelnica contra el viejo enemigo de Grecia.
Sin duda, obedeca ms a intereses puramente macedonios: a la vieja aspiracin de Filipo
de unir a las comunidades griegas en un proyecto comn, bajo la direccin de Macedonia,
se aadan la necesidad de poner fin a las continuas injerencias persas en la poltica grie-
ga, que ponan en peligro la estabilidad del dominio macedonio, y la posibilidad, para Ale-
jandro, de reafirmar su prestigio en el reino, frente a la oposicin interna, con una brillante
campaa.
En cuanto al alcance de la expedicin, el proyecto original probablemente no iba
ms all de expulsar a los persas de Asia Menor, liberando las ciudades griegas de la cos-
ta. As parecen confirmarlo las modestas fuerzas que Alejandro llev consigo, compues-
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tas por la mitad del ejrcito macedonio, reforzado con contingentes de los estados miem-
bros de la liga de Corinto y mercenarios; en total, unos 40.000 hombres. Ms modestas
an eran las fuerzas navales, costituidas en su mayora por naves griegas, que obligaban
a Alejandro a decidir la guerra por tierra. A su partida, Alejandro confi la regencia de Ma-
cedonia y la supervisin de Grecia a Antpatro, con la otra mitad del ejrcito y el ttulo de
estratega de Europa.
Daro III.- El reino aquemnide se encontraba desde el 336 en manos de Daro III, un
soberano mediocre, que, seguro en la inmensidad de su imperio, dej en manos de los
respectivos strapas y de sus ejrcitos de mercenarios la defensa de Asia. Slo el griego
Memnn de Rodas, al servicio de Daro, consciente de la gravedad del peligro, se hizo
fuerte en el sur de la pennsula y, con el apoyo de la flota persa, compuesta en su mayora
por naves fenicias, trat de controlar las aguas del Egeo.
Del Helesponto a Perspolis
Grnico.- En la primavera del 334, desembarcaba Alejandro en Asia Menor, donde
cumpli su primer acto programtico con una visita a Troya para rendir honores ante la
tumba de Aquiles. En la propia Trade, a orillas del ro Grnico, tendra lugar el primer en-
cuentro contra el ejrcito de los strapas, que termin con la victoria griega. Alejandro pu-
do as avanzar hacia el sur, ocupando Sardes, feso y otras ciudades de Jonia y Eolia,
que, a excepcin de Mileto, se entregaron sin resistencia. Alejandro sustituy en estas
ciudades los regmenes oligrquicos filopersas por otros democrticos, devolvindoles su
autonoma, restringida por especiales lazos de dependencia hacia el conquistador.
Issos.- Desde la costa occidental, Alejandro avanz en el invierno del 334/333 por el inte-
rior de Asia -Licia y Panfilia- hasta Frigia, en el corazn de la pennsula, en cuya capital,
Gordin, estableci los cuarteles de invierno. Pero la actividad en aguas del Egeo de la
flota fenicia, dirigida por Memnn, y los preparativos persas para una contraofesiva, en-
cabezada por el propio Daro, impulsaron a Alejandro a abandonar la conquista de las zo-
nas centrales y orientales de Anatolia, para acudir, atravesando Cilicia y la cadena del
Tauro, al norte de Siria. En el otoo del 333, se enfrentaron por vez primera Alejandro y
Daro en la llanura costera de Issos, en la frontera entre Anatolia y Siria. La caballera ma-
cedonia arroll la formacin persa, decidiendo a Daro a huir, con parte de su ejrcito, ha-
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cia el interior, al otro lado del ufrates. En manos del macedonio cay el campamento del
Gran Rey con su madre, esposas e hijos.
La conquista de Fenicia.- La noticia de la victoria impuls a gran parte del mundo griego a
alinearse con Alejandro y fren de momento las tendencias antimacedonias, a excepcin
de Esparta. La ayuda griega permiti reactivar la guerra en el Egeo, donde los persas
perdieron una posicin tras otra. Alejandro, consciente de la necesidad de expulsar a los
persas del mar, decidi la conquista de las regiones costeras de Siria y Fenicia, para con-
vertir el conflicto en una guerra de conquista continental. Una tras otra, las ciudades por-
tuarias fenicias se entregaron al conquistador. Slo Tiro ofreci resistencia y oblig a Ale-
jandro a un largo asedio de ocho meses, que acab con la rendicin de la ciudad y una
ejemplar matanza entre sus habitantes. Daro, consciente de la gravedad del ataque ma-
cedonio, intent propuestas de paz, que fueron rechazadas. Fue quiz entonces cuando
los limitados propsitos que haban promovido la expedicin, se transformaron en la men-
te de Alejandro en un definitivo plan de conquista de todo el Imperio persa.
La crucial decisin iba a alejar al conquistador de las tradiciones macedonias y
griegas para intentar un proyecto de imperio universal de carcter desptico, ms acorde
con las concepciones polticas de los antiguos imperios orientales y del propio reino
aquemnide.
La anexin de Egipto.- La conquista de Fenicia abra el camino de Egipto, donde, despus
de dos siglos de dominacin persa, Alejandro fue recibido como un liberador e investido
por los sacerdotes de Menfis con la doble corona de los faraones.
Dos hechos de gran trascendencia marcaron la estancia de Alejandro en Egipto: el
primero, la fundacin en el delta del Nilo de Alejandra, que habra de convertirse en puer-
to comercial ms importante del Mediterrneo; el segundo, de carcter simblico, su visita
al oasis de Siwa, en el desierto libio, sede de un prestigioso santuario y orculo de Amn,
identificado por los griegos con Zeus. Se propag la noticia de que, en esta ocasin, Ale-
jandro haba sido reconocido por el dios como hijo suyo; su figura se rodeaba as, cons-
ciente o interesadamente, de un aura sobrehumana, que servira de base para una nueva
concepcin de monarqua teocrtica, desarrollada en los aos siguientes.
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Gaugamela.- En la primavera del 331, Alejandro abandon Egipto y, a travs de Siria, se
dirigi a Mesopotamia, cruzando el ufrates y el Tigris, para buscar el corazn del imperio
persa. Daro haba concentrado mientras tanto un gigantesco ejrcito, que choc con el
macedonio en la llanura de Gaugamela, cerca de Nnive. Una vez ms, la caballera ma-
cedonia deshizo la formacin persa y oblig al Gran Rey a huir hacia las regiones interio-
res del Imperio.
La destruccin de Perspolis.- Quedaba libre el camino que conduca a Babilonia y a los
centros neurlgicos del reino aquemnide, Susa y Perspolis. Babilonia y Susa fueron en-
tregadas por sus respectivos strapas, que Alejandro confirm en sus puestos; en cambio
Perspolis, la ciudad santa del Imperio, decidi resistir. El rey macedonio permiti que sus
soldados la saquearan y orden entregar a las llamas el complejo palaciego, como simb-
lico acto de venganza por los sacrilegios de Jerjes en Grecia durante las guerras persas.
Alejandro, rey de Asia.- Sera su ltimo acto como caudillo de la Liga Panhelnica y, en
cierto modo, significaba el fin de la expedicin, proyectada en su da por Filipo. Alejandro
era ahora el Rey de Asia, heredero por derecho de conquista del imperio aquemnide, e
impulsor de un ambicioso proyecto poltico en el que Macedonia y Grecia eran ya slo
partes integrantes de un imperio universal, que deba abarcar y unir a griegos y asiticos,
bajo un soberano supremo de derecho divino.
Protestas del ejrcito.- Materializar este proyecto requera capturar a Daro y aduearse
de las satrapas orientales del Imperio, donde el rey persa haba buscado refugio. Era un
camino largo y difcil, por tierras inhspitas y desconocidas, en el que se forjara la epope-
ya y el destino del joven conquistador. Pero la aventurada expedicin hizo surgir las pri-
meras protestas en las filas del ejrcito, sobre todo, por parte de los contingentes griegos
aliados. Alejandro los licenci, aunque enrol como mercenarios a los que decidieron
permanecer. Era un signo ms del nuevo carcter de la empresa.
La conquista del Irn oriental
La muerte de Daro III.- En la primavera del 330 se inici la larga marcha, ms all de las
Puertas Caspias, hacia el interior de Media y Partia. Fue entonces cuando Alejandro co-
noci el trgico destino de Daro, depuesto por sus generales y asesinado por Bessos,
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strapa de Bactriana (Afganistn), que asumi el mando y, finalmente, se proclam rey
con el nombre de Artajerjes IV.
La muerte del Gran Rey converta a Alejandro en sucesor legtimo de los Aquem-
nides y, como tal, en responsable de vengar el magnicidio y acabar con el usurpador. El
rey macedonio logr rescatar el cadver de Daro, al que dio solemne sepultura, mientras
acentuaba los componentes orientales de su monarqua, cada vez ms alejada del mode-
lo macedonio, con la adopcin de una buena parte del pomposo ceremonial persa.
La crisis del 330.- Pero la decidida asuncin de la herencia real aquemnide choc con la
incompresin de los viejos generales, compaeros de su padre Filipo, y dio lugar a la pri-
mera seria crisis en el seno del ejrcito macedonio, de la que sera vctima su lugartenien-
te Parmenin. Con fro clculo, el rey acus de alta traicin al hijo de Parmenin, Filotas,
que fue ejecutado despus de denunciar entre tormentos a su padre. Alejandro cont en-
tonces con el pretexto para hacerlo asesinar, mientras renovaba el estado mayor con co-
mandantes leales, de su propia generacin, y reorganizaba el ejrcito, incluyendo en l a
contingentes persas e iranios. Era un paso ms en el camino de transformar la realeza
militar macedonia en una monarqua oriental, desptica y de carcter universal.
Las campaas en el Irn oriental.- Casi cuatro aos (330-327) invirti Alejandro en la
conquista del este del Irn, salpicados de sangrientos encuentros, extenuantes marchas y
fundaciones de colonias militares. A lo largo del 330, las regiones al sur del Caspio y en el
rea central y sudoriental del Irn (Aria, Grangiana, Gedrosia y Aracosia), pudieron ser
ocupadas sin excesiva resistencia. Pero al otro lado de la imponente cadena montaosa
del Hindu-Kush, esperaba el ncleo de la resistencia irania, en las regiones ms orienta-
les del imperio persa. En la primavera del 329, Alejandro atraves el Hindu-Kush y ocup
Bactriana, mientras Bessos se retiraba al norte del Oxos (Amu Daria), a la satrapa ms
septentrional, Sogdiana. All, traicionado por sus generales, fue capturado por el ejrcito
de Alejandro y ejecutado. Espitamenes, el strapa de Sogdiana, continu, no obstante, la
resistencia, con el apoyo de los nmadas de la estepa, escitas y masagetas. Finalmente,
los nmadas, cansados de la lucha, asesinaron a Espitamenes y permitieron a Alejandro
la ocupacin del lmite septentrional del imperio, a orillas del Yaxartes (Sir Daria).
Conjuras y represin.- Pero estos aos estaran tambin marcados por el progreso
del ideal desptico y orientalista del conquistador, tendente a fundir a todos sus sbitos en
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un gran reino con sede en Oriente, sin distincin de greco-macedonios y orientales. El
matrimonio de Alejandro con Roxana, una noble sogdiana, el estrechamiento de los lazos
con la aristocracia indgena, a la que se confiaron puestos de responsabilidad, la incorpo-
racin al ejrcito de 30.000 iranios, repercutieron en las relaciones de Alejandro con los
crculos dirigentes macedonios ms tradicionales, reluctantes a la idea de fusin. El deseo
del rey de imponer en la Corte, tambin para los griegos, el rito iranio de la prosqunesis
(genuflexin ante el monarca) fue contestado con una fuerte oposicin y dio pie a un
complot contra la vida de Alejandro por parte de jvenes macedonios destinados a su ser-
vicio personal, la llamada conjura de los pajes. Su inmediata represin condujo a la
muerte, entre otros, de Calstenes, sobrino de Aristteles e historiador oficial del sobera-
no. Antes, en un arrebato de ira, Alejandro haba atravesado con su lanza a su ntimo
amigo Clito por atreverse a reprocharle su orientalizacin y por considerar la conquista
persa como hazaa colectiva macedonia, restando importancia al papel del caudillo.
3. La expedicin a la India y los ltimos aos de Alejandro
La conquista de la India
Razones de la expedicin.- El descontento macedonio tambin provena del can-
sancio y de la perplejidad ante la falta de objetivos concretos, despus de tan largas cam-
paas, que, no obstante, iban a prolongarse, a partir del 327, con una expedicin militar a
la India. Tampoco la historiografa moderna est en condiciones de explicar satisfactoria-
mente los autnticos propsitos de esta campaa entre un abanico de hiptesis: deseos
desordenados de conquista, megalomana, impulso hacia el infinito, irracionalidad... se
contraponen a supuestos objetivos concretos, como la intencin de consolidar los lmites
naturales e histricos del imperio persa en el ro Indo o el deseo de abrir y controlar las
vas de acceso entre el Irn y la India.
La lucha contra Poros.- La India, apenas conocida por los grecomacedonios, estaba frag-
mentada polticamente en reinos indepedientes y enemigos entre s. Alejandro atraves el
Hindu-Kush, en el verano de 327, en direccin al Punjab, el pas de los Cinco Ros. Uno
de sus prncipes, el monarca de Taxila, haba solicitado la ayuda de Alejandro contra su
vecino, el rey Poros, que dominaba los territorios a lo largo del Hidaspes (Jhelam). El en-
cuentro con el formidable ejrcito indio, en el que formaban elefantes de guerra, descono-
cidos para los griegos, tuvo lugar al este del ro y termin con la victoria macedonia, aun-
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que a un alto precio. Alejandro confirm a Poros como prncipe vasallo y le ayud a ex-
tender sus dominios, incorporando los territorios al este del Punjab, en campaas peligro-
sas y agotadoras, que llevaron al ejrcito macedonio hasta el ro Hifasis (Beas-Sutlej), el
ms oriental de los cinco afluentes del Indo.
Fin de la expedicin.- Se haba alcanzado el lmite del mundo conocido. Ms all, se
abra el camino hacia un mundo misterioso, que el ejrcito de Alejandro, despus de ocho
aos y medio de campaa y 18.000 kms. de marcha, se neg a emprender. El rey mace-
donio hubo de aceptar la decisin y dio, a su pesar, la orden de retorno, despus de erigir
a orillas del ro doce altares en honor de los dioses olmpicos, como smbolo sacral del
lmite de sus conquistas.
La sumisin del valle del Indo.- A finales del 326, Alejandro inici su ltima campaa en
la India, a lo largo del Indo, destinada a obtener la sumisin de los estados del valle. Tras
duros combates, el ejrcito alcanz la desembocadura del ro, en Patala. Los territorios
conquistados fueron incorporados al imperio y organizados en satrapas, que fueron en-
comendadas a los prncipes nativos.
La vuelta a Occidente .- El regreso se efectu en tres columnas separadas. Mientras
Cratero marchaba por el camino del norte, a travs de Aracosia y Drangiana, Alejandro
decidi abrir la ruta costera entre el Indo y el golfo Prsico. l mismo condujo, entre terri-
bles privaciones y prdidas humanas, parte de las fuerzas por tierra, a lo largo del desier-
to costero de Gedrosia (Beluchistn), mientras, paralelamente, el almirante Nearco trans-
portaba el resto por mar, bordeando la costa. La operacin obedeca a intereses militares
y cientficos: verificar la seguridad del Indo en su desembocadura e investigar las nuevas
realidades geogrficas. Finalmente, tras doce meses de aventuras, se realiz la conjun-
cin en Carmania, a comienzos del 324, y Alejandro pudo instalarse en Susa.
Los ltimos aos de Alejandro
Inestabilidad interna.- La larga campaa haba repercutido negativamente en la estabili-
dad del imperio y generado intentos de rebelin. Las conquistas del Indo podan darse por
perdidas; algunos strapas se haban sublevado o mantenan actitudes independientes;
Harpalo, el tesorero real, haba huido con un considerable botn, que trat de invertir en la
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creacin de un estado independiente; en Grecia, el rey de Esparta, Agis III, haba suble-
vado a la mayor parte del Peloponeso contra el dominio de Macedonia (332/331) hasta
que Antpatro, el estratego de Europa, logr hacerse dueo de la situacin. Pero incluso
en el propio ejrcito de Alejandro creca el descontento, que estall finalmente en abierto
motn en Opis, junto al Tigris.
Restablecimiento de la autoridad.- El rey macedonio hubo de enfrentarse a la ml-
tiple amenaza con medidas de emergencia encaminadas a restablecer su autoridad: un
buen nmero de strapas iranios fueron sustituidos por macedonios; Harpalo, conducido a
soluciones extremas, encontr la muerte a manos de sus propios soldados; las ciudades
griegas fueron obligadas a aceptar a todos los exiliados como expresin de la voluntad
real de convertir a los aliados en simples sbditos; el ejrcito fue reorganizado con nuevos
contingentes iranios y, tras el ajusticiamiento de los cabecillas del motn del Opis, se per-
miti el regreso a Macedonia de numerosos veteranos, al mando de Cratero, con el en-
cargo de sustituir a Antpatro al frente de los asuntos de Grecia.
Poltica de fusin.- Pero el problema ms grave segua siendo el de la relacin entre
greco-macedonios e iranios por el rechazo de los primeros a la pretendida poltica de fu-
sin perseguida por el monarca. En Susa, como respuesta programtica y simblica, Ale-
jandro haba desposado a una princesa aquemnide; su ejemplo haba sido seguido por
ochenta de sus oficiales y un gran nmero de soldados. Intentaba, con esta y otras medi-
das, como la institucin de un cuerpo de elite,antitagma, compuesto de 30.000 jvenes
persas, armados y entrenados como los macedonios, la inclusin de numerosos iranios
en la falange y en su propia guardia personal o la exigencia de honores divinos por parte
de las ciudades griegas, superar el viejo concepto de monarqua militar macedonia por la
figura de un rey universal, de carcter autocrtico y legitimidad casi divina, dispensador
de beneficios a toda la humanidad, sin distincin de razas o culturas.
Muerte de Alejandro.- A comienzos del 323, Alejandro se instal en Babilonia, la nueva
capital del imperio, donde llegaron embajadas de todos los rincones del mundo para ren-
dirle homenaje. Su mente trabajaba, mientras tanto, en nuevos proyectos, como la explo-
racin del mar Caspio o la conquista de Arabia, que quedaran interrumpidos por la repen-
tina muerte del monarca en el verano de ese mismo ao. Se desconocen sus causas, na-
turales -paludismo endmico, pulmona- o provocadas por un envenenamiento, urdido en
su entorno ntimo. Dejaba tras de s una herencia tan gigantesca como problemtica.
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4. La obra de Alejandro
Los instrumentos de poder
Los poderes del rey.- El imperio de Alejandro constitua una entidad estatal hetero-
gnea, compuesta de tres elementos claramente diferenciados: el reino macedonio, la Li-
ga Helnica y las conquistas asiticas. Slo la persona del soberano daba unidad a este
complejo en su triple calidad de rey de los macedonios, caudillo de los griegos y dueo
absoluto de los territorios conquistados en Asia. Los intentos de Alejandro de fundir los
tres componentes en una sola monarqua de carcter desptico, segn el modelo aque-
mnide, como hemos visto, chocaron con los elementos macedonios ms tradicionales.
En todo caso, el monarca gozaba de la totalidad de poderes, como rey y como jefe del
ejrcito, que ejerca a travs de un complejo aparato burocrtico, con el concurso de un
Consejo de diez miembros, lossomatophylakes o guardia de corps, pertenecientes a la
nobleza macedonia.
El ejrcito.- El instrumento bsico de poder era, naturalmente, el ejrcito, que, a lo largo
del reinado de Alejandro, estuvo sometido a importantes modificaciones. Su ncleo, en un
principio, era macedonio, compuesto de cuerpos de infantera pesada, la falange de los
pezhetairoi, y de caballera, los hetairoi, a los que se unieron contingentes de aliados
griegos y tropas mercenarias especializadas. A este ncleo nacional se unieron crecien-
tes contingentes de orientales, en parte, incluidos en las formaciones macedonias pero,
sobre todo, encuadrados en cuerpos paralelos, como el mencionado antitagma, exclusi-
vamente compuesto de iranios. A este ejrcito de maniobra hay que aadir tropas de ocu-
pacin, en su mayor parte macedonias y griegas, establecidas en plazas fuertes o en co-
lonias militares.
Administracin y finanzas
Administracin.- La administracin y explotacin del imperio se realizaba a travs del
sistema persa de las satrapas, circunscripciones territoriales cuyo responsable cumpla
una serie de importantes funciones civiles: administracin de las propiedades de la Coro-
na, recaudacin de impuestos y administracin de justicia. Al principio, las satrapas fue-
ron puestas en manos de oficiales macedonios, pero a lo largo de la conquista, aumenta-
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ron los nombramientos de persas e iranios; tras el regreso de la campaa india, no obs-
tante, volvieron a elegirse macedonios fieles al rey. Cada satrapa contaba con una guar-
nicin militar, a las rdenes de comandantes macedonios. Altos funcionarios servan de
nexo de comunicacin entre el poder central y los strapas, como el jefe de la cancillera,
encargado de la correspondencia, el tesorero real, que concentraba en sus manos el po-
der financiero del imperio, y el quiliarca, representante del rey, con responsabilidades en
el campo de la poltica exterior.
Finanzas.- Los ingresos financieros de la Corona se nutran de los tributos del imperio y
de la explotacin de los monopolios reales, que incluan tierras cultivables, recursos del
subsuelo y derechos comerciales. Con ellos se haca frente a los gastos generados por el
mantenimiento del ejrcito, la familia real y la Corte.
Desarrollo del comercio.- Hay que subrayar la importancia concedida por Alejandro al de-
sarrollo del comercio, que se vio favorecido por la apertura y ampliacin de las grandes
rutas comerciales entre el Mediterrneo y la India y por una poltica monetaria sometida al
control real. Gran parte del tesoro de los Aquemnides fue convertido en moneda de cur-
so legal; al lado de la tradicional moneda persa, el drico de oro, se introdujo una nueva,
el alejandrino, como intento de unificar el sistema monetario.
Poltica de colonizacin.- Alejandro consider de Importancia crucial para la consolida-
cin del imperio la fundacin de ciudades en los territorios conquistados. Se trataba en su
mayora de colonias militares, con finalidad estratgica, constituidas por asentamientos de
soldados o veteranos griegos y macedonios, en establecimientos de nueva planta o en
ncleos urbanos preexistentes, provistos de nombre griego y de una organizacin al estilo
de las pleis. Sin embargo, de las setenta fundaciones atribuidas a Alejandro, muy pocas
le sobrevivieron. La emigracin masiva de colonos griegos y la fundacin de grandes ciu-
dades en Oriente, elementos fundamentales del mundo helenstico, slo se desarrollarn
tras su muerte, por iniciativa de las monarquas surgidas de la desmembracin del imperio
alejandrino.
La significacin de Alejandro
El mito de Alejandro.- La figura de Alejandro despert un vivo inters ya en la Anti-
gedad. Una tradicin que arranca de Diodoro de Sicilia y de Quinto Curcio, apoyada en
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fuentes contemporneas, desgraciadamente perdidas, contribuy a difuminar sus rasgos
histricos para convertirla en mito y modelo: el prototipo de conquistador, fundador del
primer y nico imperio universal y protagonista absoluto de grandeza y excesos debidos
a sus mritos individuales.
El nuevo concepto de monarqua.- Pero el rey macedonio es inseparable del contex-
to histrico en el que se inserta, a caballo entre el siglo IV y el mundo helenstico. En pri-
mer lugar, por lo que respecta al propio concepto de monarqua. Heredero de una monar-
qua nacional y militar, las conquistas asiticas impulsaron a Alejandro a transformarla en
despotismo orientalizante, cuyo carcter carismtico necesitaba el apoyo de la identifica-
cin con la divinidad. En este proceso, la victoria se convirti en elemento clave del poder,
al que se le atribuy un carcter sobrehumano. No obstante, esta realeza oriental no lle-
g a sustituir completamente a la concepcin de un poder personal apoyado en la aret,
en la virtud del soberano, acorde con la tradicin aristocrtica macednica y con las doc-
trinas de Aristteles. Ambas concepciones sobrevivirn en el mundo helenstico, dando
origen a concepciones contrapuestas de la monarqua.
Oriente y Occidente.- Las conquistas de Alejandro abrirn, por otro lado, la polmica
de las relaciones entre Occidente y Oriente, entre griegos y brbaros. Frente a la teora
tradicional de la superioridad del griego sobre el brbaro, que justificaba su esclavizacin,
la poltica de fusin intentada por Alejandro trat de superar esta anttesis, mostrando
nuevos caminos sobre los que, desde entonces, se mover la historia poltica del mundo
mediterrneo.
La muerte del rey dej en suspenso la solucin a los mltiples problemas que sus
conquistas haba generado. En todo caso, las conquistas de Alejandro abrieron un nuevo
mundo, que har de la historia de Grecia y Oriente una unidad inseparable.
CRONOLOGA
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356 Nacimiento de Alejandro
336 Alejandro sucede a su padre, Filipo II, como rey de Macedonia y
hegemn de la Liga de Corinto
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335 Expedicin de Alejandro a Tracia e Iliria. Destruccin de Tebas
334 Comienzo de la campaa en Asia. Batalla de Grnico
333 Batalla de Issos
332 Conquista de Siria y Fenicia. Asedio de Tiro
332-331 Anexin de Egipto. Fundacin de Alejandra. Batalla de Gau-
gamela. Entrada de Alejandro en Babilonia y Susa
330 Saqueo de Perspolis. Asesinato de Daro III. Complot de Filotas y
asesinato de Parmenin
330-327 Conquista del este del Irn
326-325 Campaa de la India
324 Las bodas de Susa. Motn del Opis
323 Alejandro en Babilonia. Muerte de Alejandro
BIBLIOGRAFA
==========================================================
===========================================
Alejandro Magno
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XXI Los didocos (323-276 a. C.)
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La muerte de Alejandro abre un perodo de cincuenta aos, conocido tradicional-
mente como poca de los didocos (sucesores) y caracterizado, desde el punto de vista
poltico, por las continuas guerras entre sus antiguos generales por alzarse con la direc-
cin del imperio o afirmar un poder autnomo en distintas porciones de su territorio.
Si durante los dos primeros decenios todava se defendi, entre sangrientas lu-
chas, la idea de la unidad del imperio, paulatinamente se avanz por el camino de su dis-
gregacin en estados separados, que qued decidido en la batalla de Ipsos (301). Al final
del perodo, tres dinastas bien establecidas, descendientes de otros tantos generales de
Alejandro -los Selucidas, en Asia; los Lgidas o Tolomeos, en Egipto, y los Antignidas,
en Macedonia- haban enterrado definitivamente el proyecto alejandrino de un imperio
universal.
1. LA LUCHA POR LA SUCESIN: DEL ACUERDO DE BABILONIA A IPSOS
La sucesin de Alejandro
El acuerdo de Babilonia.- La muerte de Alejandro, sin heredero directo, abri una espi-
nosa cuestin sucesoria. En Babilonia, la asamblea del ejrcito macedonio, encargada de
resolver el problema, trat de conciliar los encontrados intereses y ambiciones con una
solucin de compromiso: la realeza se reparta conjuntamente entre Filipo III Arrideo, un
hermanastro de Alejandro, disminuido mental, y el hijo pstumo del conquistador, Alejan-
dro IV, nacido de Roxana.
El autntico problema, sin embargo, era la regencia, disputada por los compaeros
de Alejandro, que, en nombre de los monarcas, deban ejercer efectivamente el poder.
Cratero, como sabemos, en marcha hacia Macedonia al frente de los veteranos, recibi el
ttulo de prostats o representante oficial de los reyes; Perdicas, quiliarca o primer minis-
-
tro, asumi la direccin de los asuntos de Asia; Antpatro, como estratega de Europa,
retuvo el gobierno de Macedonia y la supervisin de Grecia.
Reparto de las satrapas.- Tambin se procedi a un reparto de las satrapas: a Tolomeo,
hijo de Lagos, le correspondi Egipto; Antgono Monofthalms (el Tuerto) ocup el occi-
dente y sur de Asia Menor; Lismaco recibi Tracia, entre Macedonia y Asia; el griego Eu-
menes hubo de contentarse con los territorios interiores de Asia Menor, an por conquis-
tar. Oficiales macedonios de menor prestigio se hicieron cargo de las restantes, de donde
fueron desalojados, con muy pocas excepciones, los strapas de origen iranio.
Las relaciones de las satrapas con el imperio eran poco definidas. Aunque, en
principio, no se cuestion su unidad, se manifestaron muy pronto principios particularistas
frente a la idea unitaria: la mayora de los strapas trat de afianzarse en sus puestos, for-
taleciendo o incluso ampliando sus territorios con la ayuda de cuerpos de ejrcito mace-
donios y poco dispuestos a subordinarse a los poderes centrales, considerados a lo ms
como centros de coordinacin.
Conflictos entre los didocos hasta Triparadisos
La Guerra Lamaca.- Y, precisamente en las instancias centrales, las luchas por el poder
estallaron de inmediato, favorecidas por la inestabilidad suscitada por la desaparicin de
Alejandro. Grecia se sublev bajo la direccin de Atenas, y Antpatro, responsable de Ma-
cedonia y Grecia, que acudi a hacer frente a la coalicin, se vio encerrado en la fortaleza
de Lamia (Guerra Lamaca). Cratero, con los veteranos que conduca hacia Macedonia,
acudi en su ayuda, dejando en manos de Perdicas la custodia de los reyes. Con la ayu-
da de Cratero, la coalicin griega fue vencida, tras las batallas de Amorgos y Crann
(322). Atenas pag la derrota con la sustitucin de su rgimen democrtico por una oli-
garqua promacedonia; las restantes ciudades griegas quedaron sometidas an ms es-
trechamente a sus amos del Norte.
Las ambiciones de Perdicas.- Mientras tanto, en Asia, Perdicas aprovech la ausencia
de Cratero para usurpar el ttulo de prostats y alzarse con el poder nico, provocando
con ello la formacin de un amplia coalicin para poner freno a sus ambiciones. Antpatro
y Cratero acudieron desde Grecia, mientras Lismaco, Antgono y Tolomeo abran las hos-
tilidades en Asia.
-
Perdicas trat de repeler el mltiple ataque con la apertura de dos frentes: mientras
su aliado, Eumenes, al que haba ayudado a hacer efectivo su dominio sobre los territo-
rios que le haban correspondido en el reparto de las satrapas, se aprestaba a la defensa
de Asia Menor, l mismo invadi el pas del Nilo, que consideraba el punto ms dbil de la
coalicin. Se encontr, sin embargo, con la dura resistencia de Tolomeo, que consigui
frenar su avance; poco despus (comienzos del 321), una conjura de su estado mayor
acababa con su vida, no obstante los enfrentamientos victoriosos en Asia Menor de su
aliado Eumenes contra Antpatro y Cratero, en los que ste ltimo encontr la muerte.
El acuerdo de Triparadiso.- La desaparicin de Perdicas y Cratero dejaba como nico
superviviente del triunvirato que haba asumido el poder central, al viejo Antpatro. En una
reunin, efectuada en el 321 en Triparadiso (Siria), los miembros de la coalicin que haba
luchado contra Perdicas, decidieron otorgarle la regencia y proceder a un nuevo reparto
de las satrapas. Una de las ms importantes, Babilonia, le fue asignada a Seleuco. Ant-
gono fue nombrado estratega del ejrcito de Asia, con tericos poderes de supervisin
sobre los restantes strapas asiticos. Con Casandro, hijo de Antpatro, como lugartenien-
te, su objetivo fundamental deba ser librar Asia de las fuerzas de Eumenes. El regente
Antpatro, por su parte, llev consigo a Macedonia a los reyes, trasladando as el punto de
gravedad del imperio de Asia a Europa.
De Triparadiso al acuerdo del 311
Las intrigas de Casandro.- Antpatro logr preservar, gracias a su prestigio y a su tacto
poltico, la armona entre las encontradas ambiciones que amenazaban con destruir la
unidad, es cierto que slo formal, del imperio. Al morir, en el 319, nombr como regente a
su viejo compaero de armas, Poliperconte, mientras relegaba a su hijo Casandro -que,
enfrentado con Antgono, haba regresado a Europa al lado de su padre- a la condicin de
lugarteniente.
No fue una decisin acertada; Casandro, sintindose herido en sus intereses, pro-
voc la formacin de una coalicin contra Poliperconte, en la que participaron los perso-
najes ms influyentes del momento: Antgono, el estratega de Asia; Tolomeo, strapa de
Egipto, y Lismaco, firmemente asentado en Tracia. Ante la imponente coalicin, el regen-
te busc el apoyo de las ciudades griegas, a las que trat de atraerse con un decreto de
-
libertad y autonoma, y logr en Asia la alianza de Eumenes, que, en apuradas condicio-
nes, an segua resistiendo a Antgono.
La lucha contra Poliperconte.- En la cruel guerra que sigui, Poliperconte llev la peor
parte. Su proclama de libertad encontr escaso eco: la propia Atenas, en manos del tirano
Demetrio Falern, firm un acuerdo con Casandro. Gracias a su alianza con la esposa de
Filipo Arrideo, Casandro logr ser proclamado regente, mientras Poliperconte hua al Pe-
loponeso, dejando la proteccin del pequeo Alejandro IV en manos de su abuela Olim-
pia, que, en venganza, hizo asesinar a Arrideo. Cuando Casandro entr en Macedonia,
orden la ejecucin de Olimpia y retuvo en su poder a Alejandro, el ltimo representante
de la realeza (316).
Antgono, seor de Asia.- Mientras, en Asia, Antgono lograba arrinconar a Eumenes, que
pereci a manos de sus propias tropas. Suprimido el principal obstculo, se apoder de
todas las satrapas de Asia, de Anatolia a los lmites del Irn, incluida Babilonia, cuyo s-
trapa, Seleuco, logr refugiarse en Egipto, al lado de Tolomeo (315).
Eumenes haba defendido la unidad del imperio, luchando hasta la muerte por el
legitimismo de la dinasta; Antgono har suya la idea de unidad, pero ahora al servicio de
sus propios intereses y desde su posicin clave en Asia. El gobierno central y los dere-
chos de la dinasta de Filipo dejan a partir de ahora de ser factores en el desarrollo polti-
co del mundo helenstico. Poco a poco, se va abriendo paso entre los didocos la idea de
una poltica de reparto con una meta previa: oponerse a las ambiciones imperiales de An-
tgono en defensa de intereses particularistas mediante una coalicin, en la que participan
Tolomeo, Lismaco y el propio Casandro.
Coalicin contra Antgono.- Los coaligados iniciaron su accin contra Antgono, en
el 315, con un ultimtum, en el que se le conminaba a renunciar a buena parte de los terri-
torios conquistados en Asia. La respuesta de Antgono, que contaba con un excelente au-
xiliar en la persona de su hijo Demetrio, fue proclamarse regente, exigir a Casandro la en-
trega de Alejandro IV, proclamar, como antes lo haba hecho Poliperconte, la libertad de
los griegos y organizar con ciudades griegas de Asia Menor y de las Ccladas una Liga
Insular para contar con una base de apoyo en el Egeo. Estas medidas, en su mayora,
estaban encaminadas a arrancar Macedonia y Grecia de las manos de Casandro. Pero en
este frente, la lucha, difcil y complicada, por tierra y mar, apenas logr xitos decisivos.
-
El acuerdo del 311.- Paralelamente, Antgono deba atender a un segundo frente contra
Tolomeo en la Siria meridional (Celesiria). El punto culminante de las hostilidades fue la
derrota en Gaza de Demetrio, el hijo de Antgono, que permiti regresar a Babilonia al ex
strapa Seleuco, refugiado, como sabemos, al lado de Tolomeo (313). Con ello, Antgono
perdi los territorios de Mesopotamia e Irn, y el revs le convenci de llegar a un enten-
dimiento con sus rivales (311), que aceptaron negociar. Se reconoci a Antgono como
seor de todo el Oriente, incluida la satrapa de Seleuco, que fue excluido de la negocia-
cin; Lismaco y Tolomeo fueron confirmados en la posesin de Tracia y Egipto, respecti-
vamente; a Casandro se le otorgaba el ttulo de estratega de Europa hasta la mayora de
edad de Alejandro IV; finalmente, se ratificaba la autonoma de los griegos.
Las ambiciones de Antgono
La lucha de Antgono en el Este contra Seleuco.- El acuerdo del 311 era un mal com-
promiso que a nadie satisfizo, pero dej libres las manos a Antgono para concentrarse en
la reconquista de las satrapas orientales, en manos de Seleuco. La campaa (309/308)
fracas estrepitosamente y permiti a Seleuco extenderse por los territorios al este de
Babilonia. Es cierto que, en contrapartida, Seleuco hubo de abandonar las provincias de
la India a Chandragupta, fundador de la dinasta maurya, a cambio de un cuerpo de ele-
fantes de guerra.
Casandro, seor de Macedonia.- Mientras Antgono luchaba con tan mala fortuna en el
Este, Casandro daba el golpe final a la dinasta de Filipo asesinando a Alejandro IV, y su-
prima as el obstculo -ms ideolgico que real- que se opona a su dominio sobre Mace-
donia. Quedaba todava el viejo Poliperconte, que intent, en el 309, entrar en Macedonia.
El intento acab en un acuerdo con Casandro, que reconoca a Poliperconte el dominio
del Peloponeso.
La lucha de Antgono en Occidente contra Casandro y Tolomeo.- El fracaso de Antgono
en Oriente le empuj de nuevo hacia Occidente, con el objetivo de lograr el dominio sobre
Grecia y el Mediterrneo oriental frente a Casandro y Tolomeo. En el 307, la flota de De-
metrio, el hijo de Antgono, ocup el Pireo y puso fin a la tirana de Demetrio Falern, que
gobernaba Atenas en nombre de Casandro. Al ao siguiente, Demetrio obtena frente a
-
Tolomeo una decisiva victoria naval en aguas de Salamina de Chipre, que dio a los Anti-
gnidas el dominio de la isla.
Fue el pretexto para que Antgono se proclamara rey, erigindose en sucesor de
Alejandro. La pretensin fue contestada por Tolomeo, tras la victoriosa represin del sub-
secuente ataque de Antgono sobre Egipto, con la adopcin, por su parte, del ttulo real,
seguida en cadena por las de Casandro, Lismaco y Seleuco (305/304). Quedaba as
abierta la puerta al nacimiento de los reinos helensticos.
Antgono, dueo de Chipre, intent ahora ocupar la otra base egipcia en el medite-
rrneo oriental, Rodas. El fracaso de su hijo Demetrio en el asedio de la plaza, que le pro-
porci el apelativo de Poliorcetes, sitiador de ciudades, convenci a Antgono de concluir
la paz con Tolomeo (304).
Paralelamente se desarrollaba la lucha de los Antignidas en Grecia, bajo el presu-
puesto programtico de sustituir en las ciudades helnicas el control directo de Casandro
por regmenes democrticos de carcter autonmico. Los xitos militares y diplomticos
de los Antignidas se vieron coronados con la reconstruccin de la Liga Helnica de Co-
rinto, que les asegur la fidelidad de las pleis griegas (303).
Coalicin contra Antgono: Ipsos.- Estos xitos iban a ser, sin embargo, bien efmeros. Ca-
sandro logr, en respuesta, persuadir a Lismaco, Tolomeo y Seleuco de emprender en
coalicin operaciones contra Antgono. En la primavera del 301, se desencaden la ofen-
siva contra Antgono en todos los frentes: Casandro, en Grecia; Tolomeo, en la costa feni-
cia; Lismaco y Seleuco, en Asia. Ese mismo verano, en Ipsos de Frigia, las fuerzas con-
juntas de Lismaco y Seleuco obtenan la victoria decisiva, en la que Antgono perdi la
vida.
Los repartos de Ipsos.- Los vencedores se repartieron los dominios asiticos de Antgo-
no: Lismaco ocup el occidente de Asia Menor hasta el Tauro, que uni a Tracia en un
peculiar reino euro-asitico; Seleuco obtuvo Siria y extendi as su reino hasta el Medite-
rrneo. La zona meridional (Celesiria), ocupada por Tolomeo durante la campaa de Ip-
sos, escap, sin embargo, al control de Seleuco, ante la negativa del rey egipcio a devol-
verla. Sera el origen de un sangriento contencioso entre Tolomeos y Selucidas, que se
prolongar durante siglo y medio en las seis llamadas Guerras Sirias.
-
Los nuevos estados territoriales.- Con Ipsos desaparece definitivamente la idea de un im-
perio unitario en favor de un sistema de estados territoriales, dirigidos por monarcas que
consideran sus reinos como patrimonios privados, ganados por derecho de conquista, y,
como tales, trasmisibles por herencia. Lismaco, en Tracia; Tolomeo, en Egipto; Casandro,
en Macedonia, y Seleuco, en Siria, constituyen las cuatro columnas de este sistema en
los decenios siguientes a Ipsos, en los que, como un cuerpo extrao, se desarrolla la acti-
vidad de Demetrio Poliorcetes, el hijo de Antgono.
2. Hacia la formacin de los reinos helensticos
Las aventuras de Demetrio Poliorcetes
El imperio naval de Demetrio.- Aunque privado de un reino de fronteras definidas, Deme-
trio contaba con fuerzas estimables: una poderosa flota y el control sobre Chipre, la Liga
de las Islas y numerosas ciudades costeras del Egeo y del Mediterrneo oriental. Su
energa y ambicin, es cierto que sin metas claramente definidas, sern factores de ines-
tabilidad en esta poca crucial de redefinicin y adaptacin del mundo poltico helenstico.
Por otra parte, los acuerdos salidos de Ipsos no haban sido satisfactorios para los
protagonistas de la victoria. Tolomeo y Seleuco se encontraban enfrentados a propsito
de la Celesiria; Lismaco, asentado en Tracia y Asia Menor, desconfiaba tanto de Casan-
dro como de Seleuco, que podan amenazar respectivamente los flancos occidental y
oriental de su reino euro-asitico.
Demetrio en Macedonia y Grecia.- Demetrio intent pescar en aguas turbulentas es-
tableciendo lazos diplomticos con Seleuco, pero tambin con su adversario Tolomeo. No
obstante, su oportunidad se present con la muerte de Casandro en el 297: aprovechando
las disputas entre sus dos hijos, Demetrio logr instalarse en el trono de Macedonia y,
desde all, extendi su poder a casi toda Grecia, a excepcin de Esparta, Etolia y el reino
del Epiro, en el extremo noroeste de la pennsula balcnica, donde se haba establecido
Pirro, un aventurero, que turbar con sus impulsivas empresas militares el mundo poltico
griego.
-
Pero las estimables cualidades militares de Demetrio se contraponan a su defi-
ciente capacidad de estadista. Es cierto que pudo, con una incansable actividad blica,
triunfar sobre las frecuentes rebeliones griegas, que pretendan, con el apoyo del Egipto
tolemaico, sacudirse el yugo de Macedonia en aras de la democracia y de la independen-
cia nacional, mientras simultneamente se defenda de los ataques que, por el Este y el
Oeste, desencadenaban respectivamente Lismaco y Pirro. Pero no logr, en cambio, co-
nectar con las aspiraciones y deseos del pueblo macedonio, al utilizar su reino como mero
trampoln para recuperar los territorios asiticos sobre los que, en otro tiempo, haba do-
minado su padre Antgono.
El ocaso de Demetrio.- Su posicin en Macedonia se desmoron; Pirro y Lismaco inva-
dieron el reino y se repartieron su territorio (288), mientras perda, una tras, otra sus posi-
ciones en Grecia y el Egeo. No obstante, continu con el proyecto de invadir Asia: tras
una lucha sin apreciables xitos contra las posesiones asiticas de su enemigo personal,
Lismaco, se vio empujado, tierra adentro, contra Seleuco, donde, abandonado por sus
soldados, se vio obligado a rendirse (286). Dos aos despus mora en cautiverio una de
las ms asombrosas personalidades del temprano helenismo.
El final de los didocos
Tolomeo y Lismaco.- Los dos principales beneficiarios de la cada de Demetrio fue-
ron Tolomeo y Lismaco. Tolomeo, en pugna contra el hijo de Demetrio, Antgono Gonatas,
que an controlaba un buen nmero de ciudades griegas, consigui apoderarse de una
parte de la flota de Demetrio y, con ella, extendi su control a la Liga de las Islas y a las
ciudades portuarias fenicias, convirtiendo a Egipto en la mayor potencia naval del mundo
helenstico. Pero el autntico ganador fue Lismaco. Dueo de la mitad de Macedonia, no
tard mucho en expulsar a Pirro de la otra mitad y controlar as todo el reino, desde el que
extendi su influencia sobre Grecia. Amo as de Macedonia, Tracia y gran parte de Asia
Menor, sus dominios se extendan hasta los lmites del reino de Seleuco, al que superaba
en poder.
El fin de Lismaco: Curupedion- Una tragedia familiar, a la que no fue ajena la casa de To-
lomeo, desencadenara, sin embargo, el mecanismo que pondra fin a la brillante posicin
alcanzada por Lismaco. Tolomeo, casado con Eurdice, haba repudiado a su esposa pa-
ra sustituirla por Berenice, y el hijo de ambos, declarado heredero al trono, sucedi pac-
-
ficamente a su padre en el ao 283 con el nombre de Tolomeo II Filadelfo. El hijo de Eur-
dice, Tolomeo Cerauno (el Rayo), desbancado del trono, se exili de Egipto y busc re-
fugio junto a Lismaco, al que logr convencer con turbias intrigas para que condenara a
muerte a su propio hijo Agatocles. Pero a continuacin, escap con su hermana, la viuda
de Agatocles, y los partidarios del prncipe muerto hacia la corte de Seleuco, que se dej
convencer para invadir los territorios de Lismaco. Cerca de Magnesia del Spilo, en la lla-
nura de Curupedion, tuvo lugar el encuentro decisivo en el que Lismaco encontr la
muerte (281).
Las intrigas de Tolomeo Cerauno.- El ltimo superviviente de los didocos pareci,
por un momento, concentrar en sus manos todo el imperio de Alejandro, salvo Egipto. Pe-
ro cuando se dispona a instalarse en Macedonia, fue asesinado por Cerauno, quiz desi-
lusionado en sus esperanzas de instalarse en el trono de Egipto con la ayuda de Seleuco.
A continuacin, el ejrcito de Lismaco lo proclam rey de Macedonia.
Las perspectivas del cnico e intrigante Cerauno para fortalecerse en el trono ma-
cedonio parecan favorables. Pirro, el rey del Epiro, haba abandonado la pennsula bal-
cnica en pos de un ilusorio destino en Italia y Sicilia (pgs. &&&); Antgono Gonatas, aho-
ra su nico rival en Grecia, hubo de aceptar su superioridad militar; Antoco I, hijo y suce-
sor de Seleuco, acuciado por graves problemas que amenazaban su reino, prefiri acep-
tar un acuerdo pacfico con el asesino de su padre.
La invasin de los glatas.- La amenaza para Cerauno vendra de las fronteras sep-
tentrionales del reino. A principios del 279, bandas de emigrantes glatas, de origen celta,
desplazadas del valle del Danubio y de las llanuras del sur de Rusia por la presin de
otros pueblos brbaros, invadieron Tracia y Macedonia en busca de nuevas sedes. Ce-
rauno acudi a conjurar el peligro y pereci en la lucha. Los galos penetraron en la penn-
sula y, despus de superar las Termpilas, se dispersaron por Grecia central. Fueron so-
bre todo los etolios los que se enfrentaron heroica y victoriosamente a los galos, impidien-
do el saqueo del santuario de Delfos.
Antgono Gonatas, rey de Macedonia.- La retirada de los galos a travs de Macedonia fue
obstaculizada por Antgono Gonatas, a quien la desaparicin de Cerauno haba ofrecido
una nueva oportunidad de conseguir el trono macedonio, en lucha con dbiles rivales. Su
victoria cerca de Lisimaquia, en el 277, contra los galos signific su reconocimiento como
-
rey y, con ello, el establecimiento definitivo en Macedonia de la dinasta de los Antigni-
das. Con Tolomeo II, en Egipto, como representante de los Lgidas, y el selucida Antoco
I, en Asia anterior, esta nueva generacin que sucede a los didocos, dirigir los tres
grandes reinos sobre los que bascular la historia poltica del mundo helenstico hasta la
intervencin de Roma.
CRONOLOGA
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323 Acuerdo de Babilonia: Cratero, prostats y Perdicas, chiliarca, como
regentes de F i l ipo I I I Ar r ideo y A le jandro IV. Repar to de las
satrapas
323-322 Guerra Lamaca. Batallas de Amorgos y Crannn
321 Muerte de Perdicas y Cratero. Acuerdo de Triparadiso: Antpatro,
regente; Antgono, estratega de Asia
319 Muerte de Antpatro. Casandro, Antgono, Tolomeo y Lismaco se
alan contra el nuevo regente, Poliperconte, que se atrae a Eumenes.
317 Demetrio Falern, tirano de Atenas, firma un acuerdo con Casandro,
proclamado regente en sustitucin de Poliperconte. Olimpia ordena
el asesinato de Filipo Arrideo
316 Muerte de Olimpia. Muerte de Eumenes. Antgono, seor de Asia. Su
strapa, Seleuco, se refugia en Egipto, al lado de Tolomeo
315 Antgono, se proclama regente en Tiro. Coalicin de Casandro,
Lismaco, Tolomeo y Seleuco contra Antgono. Fundacin de la Liga
Insular
313 Demetrio Poliorcetes, hijo de Antgono, derrotado en Gaza. Regreso
de Seleuco a Babilonia
311 Acuerdo de paz entre Antgono, Casandro y Lismaco
310 Casandro asesina a Alejandro IV y Roxana
309 Seleuco asume el ttulo de Rey de Babilonia y abandona la India al
rey maurya Chandragupta
307 Demetrio Poliorcetes, enfrentado a Casandro, conquista Atenas: fin
de la tirana de Demetrio Falern.
-
306 Victoria de Demetrio sobre Tolomeo en Salamina de Chipre. Antgono
y Demetrio asumen el ttulo de rey
305 Tolomeo, Lismaco, Casandro y Seleuco asumen tambin el ttulo de
rey. Asedio de Rodas por Demetrio Poliorcetes
304 Paz entre Antgono y Tolomeo
303 Demetrio reconstruye la Liga de Corinto
302 Casandro atrae a Lismaco, Tolomeo y Seleuco a una coalicin contra
Antgono
301 Batalla de Ipsos: muerte de Antgono. Casandro, rey de Macedonia.
Tolomeo ocupa la Celesiria
297 Muerte de Casandro.
294 Demetrio Poliorcetes, rey de Macedonia
288 Lismaco y Pirro invaden Macedonia y se reparten su territorio.
Alianza de Tolomeo, Seleuco y Lismaco contra Demetrio
287 Demetrio deja en Grecia a su hijo Antgono Gonatas y pasa a Asia
Menor
286 Demetrio, prisionero de Seleuco
285 Lismaco, ocupa Macedonia y refuerza su posicin en Grecia. Tolo-
meo I asocia al trono a su hijo, Tolomeo II Filadelfo
283 Muerte de Demetrio Poliorcetes y de Tolomeo I. Tolomeo Cerauno,
con Lismaco y, luego, con Seleuco
282 Seleuco invade los territorios de Lismaco
281 Batalla de Curupedion: muerte de Lismaco. Muerte de Seleuco a
manos de Tolomeo Cerauno. Antoco I Soter, rey de Asia
280 Tolomeo Cerauno derrota a Antgono Gonatas y ocupa Macedonia.
279 Los celtas invaden Macedonia: muerte de Tolomeo Cerauno
278 Los celtas en Grecia central: los etolios defienden Delfos
277 Victoria de Antgono sobre los celtas en Lisimaquia
276 Antgono Gonatas, rey de Macedonia
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Antgono Gonatas
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XXII Los griegos de Occidente en la poca de los didocos
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Mientras los generales de Alejandro se disputaban los despojos de su inmenso im-
perio, los griegos de Sicilia y la Magna Grecia se enfrentaban a crecientes dificultades,
surgidas de la evolucin de los acontecimientos polticos en Occidente. Roma se haba
convertido en la potencia indiscutible de la Italia central, mientras los pueblos itlicos em-
pujaban a los griegos del sur de Italia a la franja extrema del sur de la pennsula. Por su
parte, en la Sicilia griega, la muerte de Timolen haba abierto una crisis poltica interna,
que permiti a Cartago reanudar sus agresiones, desde sus posiciones en el occidente de
la isla. En estas circunstancias, dos hombres vendran en ayuda del helenismo occidental
y, con sus acciones, contribuiran a aproximar, de forma temporal, los lazos polticos entre
el este y el oeste de la cuenca mediterrnea: Agatocles de Siracusa y Pirro, rey del Epiro.
1. AGATOCLES DE SIRACUSA
La conquista del poder.- Tras la desaparicin de Timolen de la escena poltica (337), el
renacimiento de las luchas internas en Siracusa entre oligarcas y demcratas abri el ca-
mino del poder a un demagogo de estimables dotes militares, Agatocles. Despus de ex-
pulsar de Siracusa a sus adversarios polticos, obtuvo el cargo de strategs autokrtor,
general con plenos poderes (316), desde el que se impuso a la ciudad a la manera de
los tiranos griegos, conjugando la violencia con medidas populares, como la abolicin de
las deudas y la redistribucin de las tierras de cultivo. Pero, sobre todo, consigui restau-
rar la hegemona siracusana sobre la Sicilia oriental, que Cartago, en un principio, reco-
noci.
El enfrentamiento con Cartago.- No obstante, en el 311, un ataque dirigido contra Agri-
gento, reluctante a caer en la esfera siracusana, le enfrent a los pnicos, comprometidos
en la defensa de la ciudad. Los xitos militares cartagineses impulsaron a otras ciudades
griegas de la isla a sacudirse el yugo de Siracusa. Agatocles, comprendiendo que slo
una definitiva victoria sobre Cartago lograra restablecer duraderamente la hegemona si-
racusana sobre Sicilia, tom la atrevida decisin de trasladar la guerra a frica.
-
La expedicin a frica.- Con un ejrcito de 14.000 hombres, desembarc en las costas
africanas y, despus de una serie de xitos iniciales, avanz hasta las cercanas de Car-
tago. Pero, incapaz con sus propias fuerzas de conquistar la ciudad, concluy un pacto
con el macedonio Ofelas, que gobernaba la Cirenaica en nombre de Tolomeo I, en el que
se estipulaba el reparto de los dominios cartagineses (309). No obstante, las desavenen-
cias entre los dos aliados terminaron con la muerte de Ofelas y la incorporacin de sus
fuerzas al ejrcito de Agatocles. Pero a pesar de nuevos xitos militares, la imposibilidad
de ocupar Cartago y el deterioro de la situacin en Sicilia decidieron a Agatocles a poner
fin a la expedicin (307), dejando gran parte del ejrcito de frica al mando de su hijo Ar-
cagato, que, incapaz de detener la recuperacin cartaginesa, fue asesinado por sus pro-
pias tropas.
Agatocles, rey.- Fue la inestabilidad interna siracusana la que aconsej al tirano a lle-
gar a un acuerdo con Cartago (306), que restableca las viejas fronteras entre los domi-
nios pnico y griego. As, pudo recuperar el poder en Siracusa, donde, a imitacin de los
didocos, asumi el ttulo de rey.
Campaas en Sicilia y el Adritico.- Legitimado en el exterior y en el interior, Agatocles
concentr su atencin en la Italia meridional, donde el empuje de las poblaciones itlicas
constitua una permanente amenaza para las ciudades griegas costeras. Tarento, el cen-
tro ms importante de la Magna Grecia, despus de la fracasada expedicin de socorro,
enviada por Clenimo de Esparta en el 303, decidi recurrir al rey siracusano para conte-
ner a sus vecinos indgenas, los lucanos. Agatocles adems de vencer a los itlicos, con-
sigui crearse una cabeza de puente en el Adritico con la ocupacin de la isla de Corcira
(298), que ofreci a Pirro, el rey del Epiro, como dote de su hija Lanassa. Es cierto que,
poco despus, rompi con Pirro y entreg su hija y la isla a Demetrio Poliorcetes, en los
cambiantes juegos de poder que caracterizan los primeros tiempos del helenismo.
Fuera de este episodio, los ltimos aos de Agatocles estuvieron marcados por
continuas intervenciones en el sur de Italia, donde trat de crear para su reino insular un
apndice en tierra firme, en lucha contra los brutios. Poco antes de su muerte, un drama
familiar desencadenado por la sucesin al trono -la muerte de su hijo a manos de su nie-
to- impuls al viejo tirano a restaurar la democracia en Siracusa (289), poniendo as fin a
la efmera dinasta.
-
El fracaso final de su ambicioso proyecto -convertir a Siracusa en el ncleo de una
poderosa monarqua territorial en el occidente griego- reaviv los tradicionales problemas
de la historia poltica de Sicilia, en vsperas del enfrentamiento entre Cartago y Roma -la
Primera Guerra Pnica-, que tendr en la isla su principal escenario.
2. PIRRO Y EL OCCIDENTE
Roma y la Magna Grecia.- Mientras, en Italia, la expansin romana hacia el Sur, vigoro-
samente reanudada despus de la Tercera Guerra Samnita (298-290), contribuy a dismi-
nuir la presin de los pueblos itlicos vecinos sobre las ciudades griegas costeras, que
vieron en Roma un posible aliado para poner freno a sus ataques. Una de ellas, Thourioi,
amenazada por los lucanos, acudi a Roma en busca de proteccin. Roma acept el en-
vo de tropas y una guarnicin romana entr en la ciudad (282).
Tarento y la guerra con Roma.- Tarento, que volva a ejercer el papel de protectora de las
comunidades griegas italiotas, reaccion a la injerencia de Roma en su esfera de intere-
ses con el hundimiento de una flotilla romana que se encontraba en sus aguas y la expul-
sin de la guarnicin de Thourioi. Aunque Roma intent negociar, Tarento ya estaba deci-
dida a la guerra y, para aumentar su capacidad blica, recurri, como en otras ocasiones,
a los servicios de un ejrcito mercenario griego (281).
La expedicin de Pirro.- La eleccin recay en Pirro, rey del Epiro, a quien las fuentes
antiguas califican como uno de los mejores estrategas de su tiempo. Frustado reciente-
mente en sus aspiraciones de conseguir el trono de Macedonia, es probable que conside-
rase la empresa como un paso previo para establecerse en Sicilia. En cualquier caso,
Pirro, con la ayuda de Tolomeo Cerauno, reclut un ejrcito, equipado con todos los ade-
lantos de la tcnica militar helenstica, que desembarc en Tarento en el ao 280. Con la
expedicin de Pirro, el Oriente helenstico iba a incluirse significativamente en el ltimo
captulo de la historia poltica del Occidente griego.
Victorias sobre los romanos.- El primer encuentro de Pirro contra las fuerzas romanas,
cerca de Heraclea, result favorable al caudillo griego, que utiliz con eficacia la tctica de
la falange macedonia y el uso de elefantes, animales desconocidos para los romanos. Las
asustadizas ciudades griegas, que Roma haba ganado a su causa, abandonaron a su
reciente aliado, mientras los pueblos itlicos del sur se apresuraban a unir sus fuerzas a
-
las de Pirro. Pero las ciudades de Campania y el Lacio permanecieron fieles a Roma, y la
victoria militar no tuvo, as, resultados prcticos.
Un segundo encuentro, al ao siguiente, en Ausculum Satriano, a orillas del Ofanto,
volvi a demostrar las dotes estratgicas de Pirro, pero, de nuevo, sin resultados decisi-
vos. Pirro, consciente de haber vencido slo una batalla pero no la guerra, intent un
acuerdo diplomtico, que le permitiera abandonar Italia para acudir a la ms prometedora
Sicilia, donde las ciudades griegas de la isla solicitaban su concurso para combatir a Car-
tago. Y, aunque Roma no cedi, Pirro pas con su ejrcito a la isla, mientras Roma firma-
ba con Cartago un tratado de alianza (278).
La campaa de Sicilia.- As, mientras en Italia Roma, con el apoyo cartagins, continua-
ba la guerra contra los pueblos itlicos del sur y contra Tarento, Pirro comenzaba su cam-
paa siciliana, de la que slo interesa su rotundo fracaso: el entusiasmo inicial con el que
fue recibido el caudillo griego, dio paso rpidamente a la desilusin y, finalmente, al en-
frentamiento cuando Pirro exigi los primeros sacrificios y la incondicional sumisin de las
ciudades a su autoridad. Amargado y frustrado, hubo de regresar a Italia (275).
La derrota de Pirro y la sumisin a Roma de la Magna Grecia.- De nuevo, el rey epiro-
ta enfrent su potente mquina militar contra Roma. En el pas samnita, cerca de Male-
ventum, el ejrcito romano resisti, con xito, y Pirro comprendi las dificultades que le
esperaban si continuaba la guerra. Decidi as abandonar Italia, mientras los romanos
asediaban Tarento, que capitul en el 272. Poco despus, la suscripcin de alianzas con
las restantes ciudades griegas italiotas complet la sumisin de la Magna Grecia bajo la
hegemona de Roma.
El fin de Pirro.- Pirro, por su parte, volvi a Grecia y consigui, por un breve tiempo, dis-
putar con xito a Antgono Gonatas el trono macedonio (274). Poco despus, se traslada-
ba al Peloponeso, acogido por las comunidades enemigas de Esparta como un liberador.
Despus de saquear el territorio de Laconia, logr entrar en Argos, donde, en un combate
callejero, perdi la vida (272).
3. LA CONQUISTA ROMANA DE SICILIA
-
Los estados campanos.- En Sicilia, despus de la marcha de Pirro, las ciudades griegas
continuaron sus suicidas discordias internas, impotentes para frenar la presin pnica, a
la que vino a aadirse el nuevo peligro de los mamertinos.
Los mamertinos eran bandas de mercenarios itlicos, que, desde finales del siglo
V, eran utilizados en Sicilia, por griegos y cartagineses, para prestar sus servicios en las
interminables luchas que ensangrentaban la isla. Convertidos en ocasiones en verdaderos
ejrcitos, tras su licenciamiento, continuaban la prctica de las armas en provecho propio,
saqueando ciudades o, incluso, apoderndose de ellas. As se haban ido formando es-
tados campanos, semibrbaros, autnticos nidos de bandoleros, que introdujeron un
nuevo elemento de inestabilidad en la isla.
Hiern II de Siracusa.- Una de estas bandas, en el ao 286, logr apoderarse de la ciu-
dad de Messana (Mesina) y, desde all, extendi su actividad guerrera por las regiones
vecinas. La ciudad ms perjudicada era Siracusa, donde, apenas unos aos despus de
la restauracin de la democracia por Agatocles, iba a producirse un nuevo ensayo de po-
der personal. Ante la amenaza de los mamertinos, un oficial del ejrcito de Pirro, Hiern II,
consigui ser nombrado estratega con plenos poderes y, tras su victoria sobre los itlicos
en el ro Longano (270-269), asumi el ttulo de rey.
Los orgenes de la Primera Guerra Pnica.- Los campanos, incapaces de frenar el em-
puje siracusano, recurrieron entonces al eterno enemigo de los griegos de Sicilia, Carta-
go, que coloc de inmediato una guarnicin en Messana. Pero, o bien la guarnicin carta-
ginesa llev su proteccin tan lejos que los mamertinos buscaron quien les librase de ella,
o fue el propio gobierno romano el que, interesado en Sicilia, encontr en Messana agen-
tes que solicitaran su intervencin. Esta peticin de ayuda, en todo caso, fue cursada, y el
gobierno romano decidi el envo de un cuerpo expedicionario, que ocup Messana
(264). As comenzaba la Primera Guerra Pnica (264-241), que convertira a los romanos
en dueos de Sicilia y pondra fin a la presencia cartaginesa en la isla.
La alianza de Hiern con Roma.- En un primer momento, frente a la amenaza procedente
de Italia, Hiern decidi aliarse con sus tradicionales enemigos, los cartagineses, para
combatir al intruso. Pero el incongruente acuerdo se deshizo con las primeras victorias
romanas. Hiern acept una paz separada con Roma y se convirti desde entonces en
fiel aliado de la potencia itlica.
-
La anexin de Sicilia.- El oportuno cambio de partido permiti a Siracusa mantener su
independencia durante toda la larga vida del rey, mientras el resto de la isla era convertido
en provincia romana (227). Slo, despus de su muerte (215), en el curso de la Segunda
Guerra Pnica (218-202), la inclinacin de los siracusanos hacia el bando cartagins obli-
g a los romanos al asedio de la ciudad, que, tras su cada (212), fue incorporada a la
provincia de Sicilia.
CRONOLOGA
====================================================================
316 Agatocles, strategs autokrtor en Siracusa
311 Enfrentamientos con los pnicos.
310 Desembarco de Agatocles en frica
309 Alianza entre Agatocles y Ofelas, gobernador de Cirene. Muerte de
Ofelas
307 Agatocles regresa a Sicilia
306 Paz con Cartago. Agatocles se proclama rey
303 El espartano Clenimo acude en ayuda de Tarento
298 Agatocles en Italia. Conquista de Corcira
295 Lanassa, hija de Agatocles, esposa a Pirro, rey del Epiro
289 Restauracin de la democracia en Siracusa. Muerte de Agatocles
286 Los mamertinos se apoderan de Messana
282 Roma, a peticin de Thourioi, interviene contra los lucanos; reaccin
de Tarento
281 Guerra entre Roma y Tarento
280 Pirro, rey del Epiro, acude en ayuda de Tarento. Batalla de Heraclea
279 Victoria de Pirro en Ascoli Satriano
278-275 Pirro en Sicilia
275 Derrota en Maleventum de Pirro, que abandona Italia
272 Muerte de Pirro en Argos
269 Hiern II vence a los mamertinos en el ro Longano y toma el ttulo de
rey
264-241 Primera Guerra Pnica
227 Sicilia, provincia romana (a excepcin de Siracusa)
-
218-202 Segunda Guerra Pnica
215 Muerte de Hiern II
212 Los romanos conquistan Siracusa y la incorporan a la provincia de
Sicilia
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-
XXIII EL SIGLO III, 1: La poca de Tolomeo II Filadelfo (276-246 a. C.)
1. EL MUNDO HELENSTICO EN EL SIGLO III A. C.
EL EQUILIBRIO DE POTENCIAS
Con la consolidacin de los Antignidas en Macedonia en la tercera dcada del si-
glo III, se abre la poca conocida con el nombre de equilibrio de potencias, que se ex-
tiende a la mayor parte de la centuria. Los tres grandes reinos surgidos sobre las ruinas
del imperio de Alejandro se aceptan entre s y, delimitados por fronteras estables, se or-
ganizan en el interior. Se trata de estados independientes, que evolucionan paralelamen-
te, sin pretender destruirse los unos a los otros en aras de una hipottica reconstruccin
de la unidad del desmembrado imperio de Alejandro o empujados por las ambiciones im-
perialistas que haban caracterizado la poca de los didocos.
Es cierto que este equilibrio no es tanto el producto de una poltica consciente,
aceptada y refrendada por medio de ordenamientos jurdicos especficos, como una situa-
cin de hecho, resultante de la incapacidad de cualquiera de ellos para absorber a los
dems en su exclusivo provecho. En consecuencia, este equilibrio, en realidad bastante
precario, no supone la renuncia de ninguno de los estados helensticos a aumentar sus
territorios o su esferas de influencia en perjuicio de los restantes. De ah, la complicada
red de alianzas y la interminable serie de conflictos blicos que caracterizan la historia po-
ltica del alto helenismo.
Pero adems, esta historia poltica se complica porque, al lado de los tres grandes
reinos -Antignidas en Macedonia, Selucidas en Asia y Lgidas en Egipto-, basculan, en
las distintas reas de influencia, otros estados, cuya cambiante alineacin al comps de
intereses propios u obligados por la potencia ms fuerte, marca los diferentes ritmos de
desarrollo. Por ello, antes de narrar los acontecimientos de esta historia poltica, resulta
necesario contemplar previamente los espacios en los que se desenvuelve, as como los
intereses y aspiraciones que impulsan las trayectorias de los estados integrados en ellos.
-
Egipto
La monarqua egipcia de los Tolomeos era, sin duda, a comienzos del siglo III, el
estado ms slido y fuerte. Su fundador, Tolomeo I Soter, durante las guerras de los di-
docos, trat de conservar la independencia e integridad del reino, que prolong hacia el
Oeste, por el desierto libio, hasta los lmites con Cartago, gracias a la anexin de la Cire-
naica.
Para asegurar al reino un papel rector en la vida poltica y econmica del helenis-
mo, era imprescindible obtener el control de las principales rutas comerciales y, en conse-
cuencia, extender la hegemona de Egipto sobre el mar Egeo. Con este fin, los Lgidas se
esforzaron por aadir a sus posesiones bases de apoyo estratgicas en las costas de
Asia Menor y de los Estrechos y extender su autoridad sobre los principales puertos grie-
gos y sobre la Liga de las Islas. Ms importante an era el dominio sobre Palestina, Feni-
cia y el sur de Siria, territorios de vital importancia estratgica y econmica y llave del Me-
diterrneo oriental.
La aspiracin al control del Egeo tambin por parte de Macedonia y la reivindica-
cin selucida de los territorios sirio-palestinos, adjudicados a Seleuco tras Ipsos pero
ocupados por Tolomeo I, obligaban a los Lgidas a hacer efectiva su poltica exterior a
travs de la guerra en un doble frente: contra Macedonia, en Grecia y en el Egeo; contra
los Selucidas, en la Siria meridional, entre Damasco y la frontera egipcia.
El reino selucida
El territorio sobre el que se extenda el dominio de los Selucidas se corresponda
prcticamente con el antiguo imperio persa, a excepcin de Egipto. Pero su inmensidad
era tambin causa de su debilidad, porque inclua regiones de caractersticas muy hetero-
gneas, desde las costas de Siria y Asia Menor al desierto arbigo y a los lmites con la
India. La imposibilidad de mantener un control efectivo sobre tan extensos territorios se
tradujo en la temprana desmembracin de importantes porciones del reino.
Asia Menor.- En Asia Menor, despus de Curupedion, algunas ciudades griegas de la
costa septentrional (Heraclea, Calcedn y Bizancio, entre otras) proclamaron su indepen-
dencia, coaligadas en la llamada Liga del Norte. Poco despus, un prncipe de origen per-
-
sa, Mitrdates, fund el reino del Ponto, y el movimiento de defeccin fue seguido por la
vecina Bitinia, bajo su rey Nicomedes I. Tambin el gobernador de Prgamo, el griego Fi-
letero, manifest veleidades autnomas bajo una apariencia de lealtad a Seleuco. Un ulte-
rior factor de inestabilidad en Anatolia lo constituyeron las tribus galas, que, llamadas por
los reyes de Bitinia y el Ponto, atravesaron los Estrechos y extendieron sus correras por
Asia Menor, antes de su asentamiento en Frigia, donde dieron vida al estado de Galacia.
La Celesiria.- Pero la preocupacin fundamental de los Selucidas fue, sin duda, la recu-
peracin de la Siria meridional, en manos de Egipto, ocasin de interminables guerras en
las que se desgastar el reino. La importancia de la zona resida en la paradjica orienta-
cin de la poltica selucida, que, teniendo su centro de gravedad en Mesopotamia, jams
quiso renunciar a jugar un papel en el Mediterrneo. Sin el dominio de las costas de Asia
Menor y Siria, el reino corra el peligro de convertirse en una monarqua puramente orien-
tal, aislada del mundo griego.
Las satrapas orientales.- El tercer frente estaba en las satrapas orientales. Ya en el
309/308, Seleuco hubo de renunciar a las provincias de la India en beneficio del prncipe
maurya Chandragupta. La meseta irania y los territorios al este del Caspio, habitados por
una gran variedad de pueblos y amenazados por las correras de tribus nmadas, fueron
siempre un mbito conflictivo, dispuesto a rebelarse tan pronto como el poder central die-
ra muestras de debilidad o abandono.
El reino selucida, obligado as a dividir sus fuerzas entre el Este y el Oeste, en un
permanente estado de guerra, sufrir un progresivo agotamiento, en beneficio de fuerzas
centrfugas, que irn reduciendo su extensin y, en consecuencia, su poder.
Macedonia y Grecia
Macedonia, por su parte, sigui orientando su poltica exterior, como en los das de
Filipo, hacia el control sobre Grecia y el mar Egeo. El principal obstculo para lograr este
objetivo era la espinosa cuestin de las libertades griegas y los intentos de ciertos estados
de suplantar la hegemona macedonia con la extensin de su propia influencia. As, en
Grecia, a la lucha tradicional por la independencia contra Macedonia, se aadi otra in-
terna, suscitada por la contraposicin entre los viejos particularismos y los intentos de uni-
-
ficacin de distintos campeones de una supuesta unin griega, como Esparta e, incluso,
Atenas.
Las ligas federales.- No era sin embargo en las pleis, minadas por contradicciones inter-
nas, donde se encontraba el obstculo principal para los intentos de dominacin macedo-
nia, sino en nuevas formas estatales, nacidas y fortalecidas precisamente como reaccin
a la decadencia que, desde el siglo IV, arrastraba la tradicional forma poltica griega, la
ciudad-estado. Precisamente, en las regiones que se haban mantenido ajenas al desarro-
llo de la plis, surgieron estados, de extensin considerablemente mayor, constituidos por
la agrupacin de sus respectivas comunidades en ligas o confederaciones (koin).
En la Grecia Central, surgi as, ya en el siglo IV, la Liga Etolia por asociacin de
comunidades vecinas, afines por el mismo dialecto, que, fortalecidas por su victoriosa
oposicin a las invasiones celtas (279/278), se transformaron en un autntico estado fede-
ral. Tambin, en el norte del Peloponeso, se form, mediante la unin de pequeas pleis,
la Liga Aquea, dotndose de instituciones federales. Una y otra manifestaron muy pronto
una extraordinaria capacidad expansiva, que increment sus respectivos territorios con la
incorporacin -voluntaria o forzada- de nuevos miembros. Habr