el mundo homerico

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EL MUNDO HOMÉRICO Hacia el año 2000 ó 1900 a.C., Grecia fue invadida y ocupada con carácter permanente por un nuevo pueblo: los primeros hombres de habla griega. Tras unos siglos de convivencia y, sin duda, de mezclarse con los indígenas, estos griegos invasores sufrieron el influjo fascinante de la Creta minoica y, al fundirse las culturas de ambos pueblos, se produjo uno de los más brillantes perídos de la civilización griega: el período micénico, con su floración arquitectónica y artística en general, con su expansión comercial y su organización política. En el s. XII a.C., y de un modo bastante súbito y misterioso, los pueblos micénicos desaparecen de la escena; a partir de entonces todo es bruma y tinieblas durante cuatrocientos años más o menos, hasta el establecimiento de los juegos olímpicos en el 776 a.C. Por entonces los mismos griegos no conocían nada de su pasado, salvo que gran cantidad de poemas épicos habían sobrevivido, y éste era casi el único testimonio que conservaban de su historia. Volviendo la vista atrás, es fácil ir jalonando el camino que tanto nos ha enseñado en tan poco tiempo. El primer paso fue el descubrimiento de las nueve ciudades de Troya llevado a cabo por Schliemann a partir de 1870, y el descubrimiento posterior, debido a Blegen desde 1930, de que una de esas ciudades, la séptima, había sido sitiada y destruida hacia la época de la guerra de Troya cantada por Homero. Luego las excavaciones llegaron (también por obra de Schliemann en los años de 1870) hasta los grandes palacios de Micenas y Tirinto, en la Grecia continental. Fue nuestra primera imagen de un período prehistórico griego y de aquellos hombres -artistas, prósperos, emprendedores- a los que llamamos micénicos, la clase rectora de Grecia desde 1600 a 1200 a.C. El jalón siguiente nos lleva más atrás, al mundo minoico de Creta, resucitado gracias a los esfuerzos de Sir Arthur Evans. Se revelaba así una esplendorosa civilización, una de las más grandes culturas del mundo antiguo, que tanto en lo material como en los espiritual actuó con primerísima fuerza en el moldeamiento del caráter de los griegos. A estos grandes descubrimientos, que ya de por sí permiten escribir un nutrido capítulo de la historia de Grecia, hay que añadir dos acontecimientos también decisivos. A partir de 1906, en las excavaciones de la capital hitita, en el corazón de Asia Menor, se fueron hallando hasta diez mil tablillas que contenían documentos diversos; algunas de ellas se refieren a los griegos, y por feliz azar nos dan precisamente los que deseábamos: cierta luz sobre el estado de cosas existente en las costas de Asia Menor, incluyendo Troya en la la época del lejano sitio, que las excavaciones de Blegen han demostrado que fue verdad. Finalmente, en 1939 aparecieron en el palacio de Pilos, en la Grecia continental, unas seiscientas tablillas de yeso escritas en silabario, el llamado "lineal-B". En 1952 Michael Ventris logró descifrar los signos del silabario escrito en griego, descubrimiento que ha hecho posible leer gran contenido de estas tablillas. Sir Denys L. Page (Oxford)

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Educación en la Antigua Grecia

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  • EL MUNDO HOMRICO Hacia el ao 2000 1900 a.C., Grecia fue invadida y ocupada con carcter permanente por un nuevo pueblo: los primeros hombres de habla griega. Tras unos siglos de convivencia y, sin duda, de mezclarse con los indgenas, estos griegos invasores sufrieron el influjo fascinante de la Creta minoica y, al fundirse las culturas de ambos pueblos, se produjo uno de los ms brillantes perdos de la civilizacin griega: el perodo micnico, con su floracin arquitectnica y artstica en general, con su expansin comercial y su organizacin poltica. En el s. XII a.C., y de un modo bastante sbito y misterioso, los pueblos micnicos desaparecen de la escena; a partir de entonces todo es bruma y tinieblas durante cuatrocientos aos ms o menos, hasta el establecimiento de los juegos olmpicos en el 776 a.C. Por entonces los mismos griegos no conocan nada de su pasado, salvo que gran cantidad de poemas picos haban sobrevivido, y ste era casi el nico testimonio que conservaban de su historia. Volviendo la vista atrs, es fcil ir jalonando el camino que tanto nos ha enseado en tan poco tiempo. El primer paso fue el descubrimiento de las nueve ciudades de Troya llevado a cabo por Schliemann a partir de 1870, y el descubrimiento posterior, debido a Blegen desde 1930, de que una de esas ciudades, la sptima, haba sido sitiada y destruida hacia la poca de la guerra de Troya cantada por Homero. Luego las excavaciones llegaron (tambin por obra de Schliemann en los aos de 1870) hasta los grandes palacios de Micenas y Tirinto, en la Grecia continental. Fue nuestra primera imagen de un perodo prehistrico griego y de aquellos hombres -artistas, prsperos, emprendedores- a los que llamamos micnicos, la clase rectora de Grecia desde 1600 a 1200 a.C. El jaln siguiente nos lleva ms atrs, al mundo minoico de Creta, resucitado gracias a los esfuerzos de Sir Arthur Evans. Se revelaba as una esplendorosa civilizacin, una de las ms grandes culturas del mundo antiguo, que tanto en lo material como en los espiritual actu con primersima fuerza en el moldeamiento del carter de los griegos. A estos grandes descubrimientos, que ya de por s permiten escribir un nutrido captulo de la historia de Grecia, hay que aadir dos acontecimientos tambin decisivos. A partir de 1906, en las excavaciones de la capital hitita, en el corazn de Asia Menor, se fueron hallando hasta diez mil tablillas que contenan documentos diversos; algunas de ellas se refieren a los griegos, y por feliz azar nos dan precisamente los que desebamos: cierta luz sobre el estado de cosas existente en las costas de Asia Menor, incluyendo Troya en la la poca del lejano sitio, que las excavaciones de Blegen han demostrado que fue verdad. Finalmente, en 1939 aparecieron en el palacio de Pilos, en la Grecia continental, unas seiscientas tablillas de yeso escritas en silabario, el llamado "lineal-B". En 1952 Michael Ventris logr descifrar los signos del silabario escrito en griego, descubrimiento que ha hecho posible leer gran contenido de estas tablillas. Sir Denys L. Page (Oxford)