el muro de la vergüenza: choque de memorias
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El muro de la vergüenza: choque de memorias a partir de la creación del Estado de Israel y la posición de las potencias en el conflicto árabe-israelíTRANSCRIPT

Licenciatura en Estudios Internacionales (USACH) - Historia del Presente
El muro de la vergüenza: choque de memorias a partir de la creación del
Estado de Israel y la posición de las potencias en el conflicto árabe-israelí
Cristóbal Cantellano; Adrián Díaz B.; Pablo Hormazábal
Resumen: La edificación de un muro, no es una simple jugada estratégica por parte de un una
nación, o una forma de protección, sino que es también, una instancia a partir de la cual se va
construyendo un relato, una historia, una memoria. Es así como se plantea que para el conflicto
árabe-Israelí, la construcción del muro permite generar un choque de memorias, tanto por el lado
de la memoria israelí, como por el lado palestino. A esto se suma, el apoyo internacional que las
potencias dan para legitimar la posición de una u otra memoria. Por lo tanto, a partir de la
existencia de intereses geopolíticos y sentimientos de culpa a raíz del genocidio hacia el pueblo
judío en el contexto de la II Guerra Mundial, se genera una legitimación a la memoria oficial de
víctima planteada por Israel, lo cual le trae beneficios en el conflicto con Palestina.
Palabras claves: Memorias, memoria de víctima, Israel, Palestina, violencia.
Summary: Building a wall is not just a strategic move on the part of a nation, or a form of
protection, but is also an instance from which is constructed a narrative, a story, a memory. Thus
it’s argued that for the Arab-Israeli conflict, the construction of the wall will generate a clash of
memories, both from the memory of Israel and the Palestinian side. To this is added, the
international support that hegemonic powers give to legitimize the position of either memory.
Therefore, from the existence of geopolitical interests and feelings of guilt following the genocide
of the Jewish people in the context of World War II, it’s generated a legitimacy of the official
memory of victim raised by Israel, which will brings benefits in the conflict with Palestine.
Keywords: Memory, memory victim, Israel, Palestine, violence.
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1. Introducción
El conflicto palestino-israelí tiene como uno de sus elementos simbólicos más
sustantivo la barrera existente para delimitar el territorio de Israel y Cisjordania. Esta
barrera fue denominada el “Muro de la Vergüenza” en el año 2006. Se dice que esto
sucedió a raíz de que Israel instaló espejos en una localidad sólo en el lado palestino. Al
momento que un combatiente suicida palestino se presta a pasar por el sector para explotar
en una pizzería localizada en territorio israelí, se miró al espejo y según relato
posteriormente, se dio vergüenza a sí mismo y se quitó el cinturón explosivo. Esto nos
muestra el efecto que marca la instalación de un muro tanto para el caso de Israel-Palestina,
como también para el caso de Alemania y el muro de Berlín, o incluso de tiempos pasados
como lo es el caso de la muralla China, y el muro de Adriano. A través de este tipo de
edificaciones se busca generar un sentimiento de vergüenza en el adversario, e implica la
liberación de gran cantidad de emociones contenidas, las que van desde la misma
vergüenza hasta la rabia, la generación de memorias alrededor de la figura del muro, de
violencia, o de una identidad.
Un primer elemento a utilizar para caracterizar este Muro, es la condena
internacional que se ha producido respecto a su instalación, y las relaciones que en él se han
producido. Diversas instituciones han puesto el tema del conflicto árabe-israelí en el
escenario político mundial, condenando los crímenes ocurridos en él, y tomando en cuenta
la importancia de llevar la paz a este sector, lo que ha implicado en que los países deban
definir posturas respecto a cómo ven el conflicto. Es así como en 2012 al decidir si se le
otorgaba a Palestina el reconocimiento como un Estado no asociado a la Organización de
las Naciones Unidas, los países debieron tomar una postura respecto al conflicto, posturas
que se manejaron considerando los intereses que cada nación posee en el lugar.
Los partidarios de la edificación del Muro plantean que ésta es una herramienta
indispensable para la protección a los civiles israelitas, potenciales víctimas de ataques
terroristas perpetuados por grupos palestinos. Por otro lado los detractores del Muro dicen
que la construcción de este muro, en territorio palestino ocupado, restringe la existencia
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posible de un Estado árabe palestino, lo que a su vez genera enorme inquietudes a lo que
atañe sobre su unión territorial y la progresiva degradación del nivel de vida de las
poblaciones palestinas colindantes al Muro. Esto generado por la devastación y las
anexiones de territorios fértiles, esenciales para la supervivencia de estas comunidades
palestinas. Los detractores a la presencia del Muro enuncian que el derecho que posee
Israel a defenderse debe ser concordante y no excluyente con el derecho a una vida digna
de la población Palestina; además de manifestar que la construcción de este muro debería
darse en territorio israelita y no en Cisjordania.
En función de todo lo anteriormente expuesto, nos preguntamos cómo realmente
influye el rol de EE.UU – considerando a esta nación como aliada a Israel, y a la vez
defensora de la existencia del muro - y sus aliados occidentales en la legitimación de una
memoria oficial de víctima, lo que a su vez genera las amplias facultades que tiene hoy en
día Israel para tomar acciones que le benefician en el sector.
2. Antecedentes
Antes de empezar hacer el análisis creemos que es necesario, en una primera
instancia, desmentir y falsear ciertas creencias que constituyen la construcción del discurso
occidental, sobre todo el discurso norteamericana , respecto al desarrollo histórico del
conflicto palestino - Israelí. Esto sin lugar a dudas nos ayudará a analizar el caso en toda su
amplitud, sin que las corrientes oficiales o hegemónicas se apropien de la construcción
histórica dando supuestos por sentado.
En primer lugar este discurso da por sentado el hecho de que árabes (religión y etnia
de los palestinos en su mayoría) y judíos han estado en conflicto por miles de años y de que
van a continuar peleando. Esto es falso, ya que no hay ninguna enemistad congénita
histórica existente entre judíos y árabes. Los judíos tuvieron un gran desarrollo en el mundo
árabe, en el momento en que estos eran perseguidos por casi toda Europa desde el siglo
XIX, teniendo además en cuenta el perseguimiento de los nazis durante la primera mitad
del siglo XX.
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El real inicio del conflicto palestino-israelí nace al momento en que la elite judía, la
cual está convencida de una forma casi homogénea de que la única opción posible capaz de
garantizar la supervivencia del pueblo judío por medio de la construcción de un Estado,
desarrolla un movimiento para poder conseguir este fin. A partir de esta posición adoptada,
decidieron que el lugar para dicho asentamiento debería ser en Palestina, lugar por cierto en
el cual ya estaban los diseños realizados.
Es necesario comprender que en el discurso israelita la mayoría de la sociedad
israelí judía cree, porque esa es la forma a través de la cual han sido educados, que
Palestina estaba vacía, había un Estado sin ser ocupado en el momento de la colonización
judía. Por cierto que esto también es completamente falso, dado que Palestina era una tierra
que estaba siendo poblada por árabes. Esta población tenía un alto nivel educacional, así
como también cultural, junto con un abundante mercado interno de productos, lo que les
hacía poseedores de extensas rutas y caminos lo cuales eran usados para su
comercialización.
La inmigración judía masiva se inicia luego de la declaración de Balfour realizada
por Gran Bretaña la cual se declaraba favorable a la creación de un hogar nacional judío en
Palestina, a su vez esta promesa entraba en conflicto con la realizada previamente de
autogobierno para pobladores árabes en la región hecha por los británicos. A partir de esto,
el gobierno británico le presto un descomunal apoyo al movimiento sionista, ayudándolos a
establecer todas las estructuras de su Estado, en cambio, a los árabes de Palestina se les
negaba el derecho a la autodeterminación.
Los primeros choques entre la población árabe de Palestina y los judíos de la zona
se dieron durante la década de 1920, periodo en el que a los residentes locales se les
despojaban sus tierras. Hasta el principio del año 1930 la población judía se mantenía en
una cifra inferior al 30%. Tras el ascenso se Hitler, 174.000 judíos arribaron a Palestina en
tan sólo 5 años. Luego, en el periodo comprendido entre 1937-1945, llegaron 119.800
judíos más (Abel y Galois; 2009).
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A medida que el mundo occidental intenta remediar las políticas genocidas nazis
para con los judíos, los esfuerzos por convertir a Palestina en un hogar judío aumentaron.
Los palestinos tuvieron que pagar los costos por los daños realizados a los judíos por parte
de la Alemania Nazi.
Es en este contexto, en 1947, cuando ya el conflicto esta ad portas de salirse de
control, donde Gran Bretaña en una decisión basada en la defensa de sus intereses, y para
no tener que acarrear las consecuencias del desbordamiento del conflicto, decide traspasarle
el problema de Palestina a la reciente Organización de Naciones Unidas (ONU). La ONU,
bajo la presión del lobby sionista, propone dividir a la región en dos Estados. Un Estado
Árabe y un Estado Judío, los cuales debían convivir en Palestina. A los árabes se les
concedería el 47% de las tierras a pesar de que su población superaba los dos tercios, y
dueños de más del 92% de la tierra. A los judíos se les daría el 53% de las tierras, aunque
ellos eran solo un tercio del total de la población de Palestina. A la población judía no sólo
se le dio un más alto porcentaje de tierra, sino que también se le dio la más fértil.
Lo anterior significó una sistemática expulsión de los palestinos de la zona. Esta
operación es el ejemplo de una política de limpieza étnica llevándose a cabo.
Es así que nace en 1948 el nuevo Estado de Israel, el cual ocupa el 78% del
territorio de Palestina. La mayoría de los pueblos palestinos fueron abandonados y
desalojados, y terminaron siendo reemplazados por asentamientos judíos
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La imagen 1 muestra el avance que ha sostenido Israel desde su instalación en el
territorio palestino, alcanzando un territorio actualmente bastante superior, en donde ha
reducido el espacio al mínimo de Palestina. Esto se debe al gran apoyo que Israel cuenta
por parte de las potencias, principalmente de Estados Unidos, por lo que en términos de
tratados internacionales y en términos militares ha podido lograr acuerdos favorables para
sus intereses, por lo que ha podido expandir su territorio y reducir el de Palestina.
3. Problematización
Este artículo tratará con respecto a ¿cómo influye el rol de Estados Unidos,
Inglaterra y Alemania en la legitimación de la memoria oficial de víctima en Israel frente al
conflicto árabe-israelí? Esto nos lleva a problematizar en un primer lugar con respecto al rol
que estas tres naciones juegan, en una primera instancia, en la creación del Estado de Israel,
y posteriormente en la consolidación de éste en territorio palestino, y por tanto en la
legitimación del discurso de víctima de Israel en el conflicto.
Se puede observar en una primera instancia, el rol que juega Inglaterra en el apoyo
al movimiento sionista, el cual anhelaba la creación del Estado de Israel, y lograr así reunir
a los judíos que se encontraban alrededor del mundo, además de la importancia que tenían 6
Imagen 1. Esta imagen muestra el avance de Israel en territorio palestino desde 1946 hasta el año 2000.-

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los británicos sobre el territorio palestino en el cual para 1948 se ubicaría el Estado de
Israel. Por otro lado, Estados Unidos, apoya la idea de la construcción de éste Estado en
territorio palestino, comprendiendo que es una ventaja en la posición estratégica para sus
intereses en medio oriente. Es así como posterior a la Segunda Guerra Mundial, y dado que
el pueblo judío fue uno de los principales afectados por la política de exterminio por parte
del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, logra por parte no sólo de Estados Unidos,
Inglaterra y Francia, sino que además por medio de organismos internacionales como el
caso de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), apoyo para la creación del Estado
de Israel, el cual se materializa en 1948.
El caso alemán – para fines de éste artículo – es necesario comprenderlo, dado que
Alemania es quien, bajo el dominio del Partido Nacionalsocialista agrede al pueblo judío en
el contexto de la Segunda Guerra Mundial, por lo que posteriormente se le indicará por
parte de los países triunfadores en éste conflicto, como el responsable de la masacre judía,
por lo tanto, Alemania para lograr cambiar esa imagen, ve necesario desarrollar un cambio
en su política exterior con respecto al pueblo Judío y en ello frente al Estado de Israel. Es
así como para los 90´ Alemania buscará fortalecer los vínculos Israel y para el 2005, el
gobierno de Angela Merkel apoyará las mociones presentadas por el gobierno de George
W. Bush con respecto a las relaciones con Israel y sobre cómo tratar el conflicto árabe-
israelí. Es así como se señala que “El rol de Alemania en el conflicto Israel-Palestina sufre
también un giro sustancial teniendo a Merkel como “defensora de los intereses de Israel”
Con ello no se espera de Alemania una función mediadora en las negociaciones sino una
representación más de los intereses israelís a nivel internacional, además de la
estadounidense y francesa tanto dentro del Cuarteto para el Cercano Oriente representado
por EEUU, ONU, EU” (Añaños; 2008: 24), mostrando la estrecha relación entre el
gobierno de Alemania y el de Israel. Esta relación estrecha se da por un interés geopolítico
de Alemania, con el fin de acercar posiciones a Estados Unidos, otro de los países que
apoya al gobierno de Israel y las acciones que realiza en la región, pero también se da por
un interés de mejorar la imagen por parte de Alemania para con los judíos, considerando los
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crímenes cometidos durante la II Guerra Mundial, por lo tanto considera necesario caer en
políticas reivindicatorias y mejorar las relaciones con Israel.
Se plantea en este artículo que el apoyo obtenido por Israel de parte de estas tres
naciones logrará – considerando el poderío político, económico y militar - en una primera
instancia legitimar, y posteriormente consolidar o mantener, un discurso oficial de víctima
frente al conflicto árabe-israelí, donde constantemente los defensores del gobierno de Israel
apelan a los crímenes sufridos durante la Segunda Guerra Mundial y desarrollando a través
de ello una política agresiva en contra del pueblo palestino. Los tres países anteriormente
señalados, y los cuales serán estudiados en este artículo han presentado en los últimos años
una defensa al Estado de Israel en el conflicto por intereses distintos entre ellos, pero que
generan un discurso favorable para las aspiraciones del Estado Israelí
Por otro lado, a partir del conflicto van surgiendo espacios o lugares de memorias
por medios de los cuales se construyen símbolos que le dan identidad a aquellos sectores
que la consideran. Los lugares de memoria son espacios “para designar los lugares donde se
cristaliza y se refugia la memoria colectiva” (Allier; 2008: 165), por lo tanto son los lugares
en los cuales se genera un recuerdo y posteriormente símbolos a partir de ese espacio o
lugar. Para el caso del conflicto árabe-israelí, se ha generado como lugar de memoria, en
primer lugar la franja de Gaza, la cual ubicada en el sector palestino, ha sido
constantemente bombardeada y a partir de esos hechos ha generado un gran número de
víctimas, transformándose así en el símbolo de la violencia que Israel genera en contra de
los palestinos.
Otro tipo de lugares de memorias que se han ido generando a partir del conflicto es
por medio de la poesía árabe, la cual relata los años de enfrentamiento entre Israel y
Palestina, pero no relata el conflicto en sí mismo, sino más bien las emociones y los
símbolos que se construyen a partir de éste hecho. Uno de los exponentes en la poesía árabe
es Mahmud Darwish, el cual ha sido uno de los máximos exponentes respecto a este
género, la función que cumplen estos lugares de memoria no es sólo la expresión de
emociones y símbolos, sino que la proyección que existe a partir de ellos y como se van
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perpetuando y socializando para mantenerse. Es necesario por lo tanto, comprender que los
lugares de memoria no se remiten simplemente a un lugar físico, sino que más bien se
dirige a un espacio simbólico, un espacio de referencia.
3.1 Enfoque del artículo
Siguiendo los lineamientos planteados en el artículo, y en base a la pregunta guía de
este, el desarrollo del trabajo se enfocará en la revisión de la construcción de una memoria
oficial de víctima por parte del Estado de Israel, para legitimar su consolidación en el
territorio al que los judíos denominan “Tierra Santa”, donde en aquel entonces vivía la
población árabe y palestina, desde una mirada histórica y cómo la experiencia y la memoria
influyen en la construcción del relato histórico de los involucrados.
La construcción de esta memoria de víctima se habría visto reforzada por los
Estados victoriosos de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos e Inglaterra, que
además veían en la construcción de un Estado israelí, la consecución de intereses
geopolíticos y estratégicos en una región hostil para estas dos potencias. A esto se suma la
culpabilidad del Estado alemán luego de los costos sociales que tuvo para el pueblo judío el
Nazismo y las persecuciones que se realizaron.
El proceso anterior descrito conlleva además la creación de diversos conflictos tanto
a nivel interno en la región en la que se instala el Estado israelí como a nivel internacional
por los efectos que tiene para otras naciones la instauración de este Estado. Surge una
memoria contra hegemónica desde la mano desde la nación palestina, que se ve afectada
debido a que Israel se constituye sobre el territorio que esta nación ocupa, y a la cual no se
le brinda el reconocimiento de Estado. Surgen diversas instituciones, como la OLP
(Organización para la Liberación de Palestina), auspiciada por la Liga Árabe, considerada
como la representante del pueblo palestino por la ONU. A esta se le suman diversos
movimientos antisionistas que se oponen a las diversas políticas que lleva el Estado de
Israel para el pueblo palestino, tanto en la Franja de Gaza como en la construcción del
“Muro de la Vergüenza” en Cisjordania, que lleva a la fragmentación de la nación
palestina.9

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4. Aproximación teórica conceptual
4.1. Memorias
La construcción de la historia, de un relato colectivo, se hace en función de los
eventos vividos en procesos anteriores, la historia se construye en base a memorias,
memorias que evocan hechos y fenómenos que surgen como importantes o vitales para un
grupo en particular. La memoria de este modo, se vuelve el vínculo entre el sujeto y su
pasado, su historia y su desarrollo como unidad dentro de una comunidad, su memoria se
vuelve parte de la memoria colectiva de un grupo en particular, y esta memoria colectiva va
construyendo un relato histórico, que de la mano de la experiencia, construyen vivencias, se
construye historia y presente mismo.
La importancia de estudiar las memorias de una comunidad nos permite adentrarnos
en su propia vivencia, su pasado, su presente y su futuro, al comprender su memoria se
puede comprender a los individuos mismos y a las comunidades, como estas se desarrollan,
a partir de qué procesos y cómo los reciben, aprehenden o reniegan de estos, logrando así
construir un relato de vida, una historia propia. A través del estudio de las memorias
podemos comprender cómo los sujetos y comunidades viven diversos procesos, a veces de
formas contrarias, siendo beneficiosos para unos y perjudiciales para otros. Las memorias
son distintas, pero algunas logran imponerse sobre otras, se configuran como memorias
“oficiales”, que determinan la forma en que un pueblo se ve a sí mismo y cómo se presenta
hacia los demás grupos, “abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos,
narrativas y actos, silencios y gestos. Hay en juego saberes, pero también hay emociones. Y
hay también huecos y fracturas” (Jelín, 2002: 1).
Las memorias como herramientas metodológicas se usan a partir de dos ejes, el
primero se refiere al sujeto que recuerda, pero que también olvida, y el segundo eje a los
contenidos, hablamos de este modo de lo que se recuerda y de lo que se olvida. Surge la
importancia además de cuándo y cómo se recuerda o se olvida, que elementos lo afectan o
lo provocan (Jelín, 2002). Tan importante son las memorias como los “silencios de
memoria”, lo que se omite del relato, y porqué se hace, en la construcción de las memorias 10

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inciden tanto las vivencias como las no vivencias, o las vivencias que se rechazan, lograr
distinguir entre lo activo y lo pasivo: aquellas memorias y recuerdos, saberes y
conocimientos que se aceptan y se almacenan, en vez de construirlos.
Las memorias se configuran a través de la memoria colectiva, que logra construir el
relato histórico de las comunidades. Pero ¿se puede afirmar la existencia de una memoria
colectiva? Si existe como ente propio construido a partir de las memorias individuales, o si
existe como una superposición de memorias compartidas, dentro de un marco social,
producto de las múltiples interacciones y relaciones de poder. “Lo colectivo de las
memorias es el entretejido de tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros, en
estado de flujo constante, con alguna organización social -algunas voces son más potentes
que otras porque cuentan con mayor acceso a recursos y escenarios- y con alguna
estructura, dada por códigos culturales compartidos” (Jelín, 2002: 5).
Entendiendo de esta manera a la memoria colectiva, como un tejido de interacciones
entre memorias individuales que pueden ser superpuestas dentro de relaciones de poder,
podemos llegar a la creación de las memorias dominantes, hegemónicas y los relatos
históricos oficiales pertenecientes a cada comunidad, donde para legitimar el actuar de los
pueblos, se eligen las memorias y vivencias pertinentes, se da una construcción social de
memorias de consenso, pero de quienes están en la cúpula de estas comunidades, se da en
conjunto también un disciplinamiento sobre los recuerdos, y “el olvido y el silencio ocupan
un lugar central. Toda narrativa del pasado implica una selección. La memoria es selectiva;
la memoria total es imposible. Esto implica un primer tipo de olvido «necesario» para la
sobrevivencia y el funcionamiento del sujeto individual y de los grupos y comunidades”
(Jelín, 2002: 10).
Si bien hay memorias que se olvidan, quedan huellas, rastros de recuerdos, que le
permiten a ciertos grupos excluidos de las memorias dominantes construir su propio relato,
una memoria colectiva de resistencia, contra hegemónica, que desafía a la experiencia ya la
vivencia oficial, surgen memorias desde abajo para dar cuenta de los recuerdos olvidados y
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silenciados por parte de quienes realizaron la construcción y legitimación de la memoria
oficial, excluyendo a grupos que podrían significar un conflicto en el proceso mismo.
4.2. Identidad
El concepto de identidad es esencial para entender el vínculo que se establece entre
los individuos y las memorias de ellos mismos o de las comunidades a las que sienten que
pertenecen. Entender la identidad permite dar cuenta de la relación entre el relato histórico,
las experiencias y las memorias de los individuos y el sentido que tienen para ellos.
La identidad en su conceptualización más básica se entiende como los rasgos
comunes de un individuo o de un grupo, físicos, sociales, culturales, y también corresponde
a un sentido de pertenencia, a un lugar, a una cultura, a una religión, a un pueblo, a una
historia. De este modo, la identidad sienta las bases para el desarrollo de los individuos
dentro de un marco social, dentro de una comunidad. De acuerdo a Elsa Velasco, el interés
particular que ha adquirido la noción de identidad y su estudio en las ciencias sociales en
las últimas décadas:
Refleja las preocupaciones del mundo moderno. Esta noción se ha impuesto a causa
de los importantes cambios culturales provocados por las profundas modificaciones en la
sociedad. La globalización de la economía, el establecimiento de un modelo económico
único que funciona sobre los principios de racionalidad y de eficacia y la introducción de
nuevas tecnologías y de medios de comunicación son el origen de grandes cambios en las
sociedades actuales. Se han enlazado el éxodo rural y las transformaciones urbanas que han
dado lugar a grandes ciudades donde es difícil conservar los lazos sociales; el desempleo y
los cambios en la concepción del trabajo; las reivindicaciones regionales; la inmigración
masiva; las transformaciones en los roles sexuales (Velasco, 2002: 1).
Cabe destacar la complejidad de la identidad, esta es compuesta, corresponde a la
síntesis que cada uno hace de los valores y de los indicadores de comportamientos
transmitidos por los diferentes medios a los que pertenece. Integra esos valores y esas
prescripciones según sus características individuales y su propia trayectoria de vida.
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Por otro lado, la identidad es dinámica, si bien hay valores que pertenecen
constantes, otros cambian, los grupos y los individuos no se mantienen para siempre
iguales, una persona envejece, un pueblo se desarrolla, se expande o se reduce. El
sentimiento de identidad permanece en tanto que el sujeto consigue dar a la alteración el
sentido de continuidad (Velasco, 2002: 3). La construcción de la identidad no es un trabajo
solitario e individual. Se modifica en el encuentro con el Otro, cuya mirada tiene un efecto
sobre ella. La identidad se sitúa siempre en un juego de influencias con los otros. De este
modo, la “identidad no es un concepto fijo, sino que se recrea individual y colectivamente y
se alimenta de forma continua de la influencia exterior” (Molano, 2008: 73).
A partir de lo anteriormente expuesto, podemos distinguir tres principales tipos de
identidad que se aplicaran en este artículo. En los últimos tiempos se habla dentro del
ámbito civil de identidad personal que alude en primera instancia al nombre y apellido que
cada persona ha recibido. De esta manera, una persona puede ser diferenciada del resto.
Con los avances de la tecnología y el importante incremento de la población a nivel
mundial, se han implementado nuevos elementos que permiten diferenciar a una persona de
otra, como lo son las huellas digitales y el ADN. También, la identidad personal puede
referir a cuestiones más bien vinculadas con la cultura, como lo son la profesión, las
habilidades, la etnia, la religión, la actividad laboral, la personalidad, los gustos o el
comportamiento.
Por otro lado, se puede hacer alusión al concepto de identidad cultural, aquel sentido
de pertenencia a un grupo social con el cual se comparten rasgos culturales, como
costumbres, valores y creencias. La identidad cultural de un pueblo viene definida por
diversos factores y “múltiples aspectos en los que se plasma su cultura, como la lengua,
instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad, las relaciones
sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivos, esto es, los sistemas
de valores y creencias (...) Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su
carácter inmaterial y anónimo, pues son producto de la colectividad” (González Varas,
2000: 43).
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La identidad nacional, por último lugar, se considera como aquella que vincula a los
individuos con la nación de la cual forman parte. Esto se puede dar por el hecho de
compartir ciertas costumbres o tradiciones, religión, cosmovisión o comportamientos
sociales o culturales; por habitar el mismo territorio o por tener sentimientos de pertenencia
a éste.
4.3. Violencia
Respecto a la temática correspondiente a la violencia, creemos que se hace
necesario en una primera instancia, distinguir el desarrollo teórico correspondiente a esta
temática sobre la misma. Consideramos que esto es necesario debido a que posteriormente
nos facilitara analizar y evaluar los hechos materiales respecto a la violencia que se
desarrolla en esa región.
Una de las principales intelectuales y teóricas respecto a la violencia es Hannah
Arendt. En una primera instancia esta autora vincula directamente la violencia a la política,
por lo que creemos que continuar la metodología explicativa de ella nos facilitara su
entendimiento.
A partir de lo planteado por Arendt, la política nacería allí donde los hombres, en un
marco de estabilidad conformado a partir de promesas mutuas, “abordan conjuntamente el
tratamiento de los asuntos humanos a través de la acción y el discurso” (Hilb; 2001: 13).
Respecto a las aristas reflexivas que trae consigo la violencia, identificamos tres de ellas
que nos parecen importante. La primera es que hay que “restaurar el pensamiento que nos
permita pensar el poder fuera de las categorías propias de la dominación” (Hilb; 2001: 14).
El segundo punto tiene que ver con que ha habido un desplazo de la violencia del “ámbito
privado o semiprivado al de lo público estatal, convirtiendo a este en un medio para un fin
intrínseco” (Hilb; 2001: 14). Mientras que el tercer y último hace mención a que
“paralelamente, el avance de lo privado y lo social ha desplazado a la acción, es decir, a
aquella capacidad que, en una concepción no instrumental de la política, es la capacidad
propiamente de la política” (Hilb; 2001: 14).
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Muchas veces se tiende a monopolizar naturalmente el concepto de violencia
asociado a la monopolización de ella por parte del Estado, todo esto en función de la
definición y caracterización de Estado planteada por Max Weber. La obra de Arendt, por
otro lado, percibe la violencia desde una perspectiva la cual podríamos llamar holística.
Esto es porque la violencia se centraría a “las dimensiones de la condición humana, de la
condición del hombre en tanto actor” (Hilb; 2001: 14).
Arendt realiza una construcción conceptual del poder que, como dijimos
anteriormente, supera las limitantes de sólo basarse en la dominación. Arendt identificara la
esencia del poder “con la opinión y el número - con el consentimiento y pluralidad -. Todas
las instituciones políticas son materializaciones de poder, se petrifican y caen en cuanto el
poder vivo de la gente vivo de la gente deja de sostenerlas” (Hilb; 2001: 15). Esta
afirmación respecto al poder tiene una condición epistemológica bastante parecida a la que
tiene Bertrand Russell, quien define el poder como la capacidad de producir los efectos
deseados, la que no necesariamente debería ser a través de la dominación ().
Respecto a la distinción que realiza Arendt entre poder y violencia, es “fácil
entender que la dominación por medio de la violencia puede ser un sustituto del poder, pero
nunca uno de sus medios: es allá donde el poder no es posible que la violencia aparece
como un medio para el gobernante y, en este sentido “(Hilb; 2001: 16).
A modo de síntesis podemos sostener que para Arendt, violencia y poder son,
políticamente hablando, términos opuestos; la violencia es medio para un fin extrínseco; la
violencia no puede generar poder, es decir, la generación de poder no puede ser el fin
último (Hilb; 2001).
Mientras que el discurso posibilita que los hombres revelen su identidad, la acción
manifiesta su capacidad para introducir novedad en el mundo, es decir, para configurar
nuevos comienzos, y ambas constituyen el sentido mismo de la actividad política. De este
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modo, se entiende que “la gran importancia que tiene, para las cuestiones estrictamente
políticas, el concepto de comienzo y de origen proviene del mero hecho de que la acción
política, como cualquier otro tipo de acción, es siempre esencialmente el comienzo de algo
nuevo; como tal es, en términos de ciencia política, la verdadera esencia de la libertad
humana” (Arendt; 1995: 43).
Una parte importante de la obra de Arendt se concentra en la institucionalización de
la violencia, creemos que es pertinente dar a conocer este análisis por parte de la
intelectual.
Para dar inicio a este punto es necesario dejar en claro algunos puntos. En primer
lugar, “estamos en presencia de actores que participan de una experiencia de violencia
colectiva; en segundo lugar, estamos ante una acción clandestina: la libertad aparece en un
espacio común a los actores, la libertad es ese espacio común que se instituye, aun cuando
permanezca oculto a los ojos que no participan en él” (Hilb; 2001: 37). Se sostiene que la
institucionalización de la violencia no es solo fruto de la constitución de una comunidad de
actores que se articulan mancomunadamente para la derrota de un enemigo en común, sino
que este se trata de “un espacio común generado en una lucha de liberación, sostenida en la
presencia de un enemigo común, espacio oculto a los ojos que no participan en él. Y, sin
embargo, en esta lucha de liberación, la libertad puede aparecer entre los hombres, en ese
espacio que se constituye entre quienes han pasado a la acción y han tomado a su cargo la
iniciativa” (Hilb; 2001: 37).
A modo de cierre de este punto, debemos identificar la distinción entre la acción que
genera poder y a la acción violenta, “aparentemente una barrera infranqueable las separa,
en la incapacidad de la acción violenta por instituirse de manera duradera como poder”
(Hilb; 2001: 38)
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5. Análisis de la problemática
5.1. Israel y orígenes de su memoria
Durante todo el siglo XX se han llevado a cabo diversos movimientos sociales,
políticos y culturales en los cuales predominan discursos reivindicativos, los nuevos
movimientos sociales por un lado, influenciados en gran medida por el desarrollo global,
por otro el surgimiento de diversos movimientos nacionalistas de liberación producto de las
Guerras Mundiales que se produjeron durante la mitad del siglo.
Uno de estos movimientos en especial, tuvo como efectos la creación de todo un
Estado que logró asentarse en un territorio definido, instalándose como la autoridad
legítima, para albergar a una comunidad nacional y de una cultura y religión definidas. Nos
referimos al Estado Israel, creado en la década de los cuarenta, instalado en medio oriente,
en Palestina, zona de posesión británica en aquel entonces.
La construcción del Estado israelí se vuelve así una de las principales victorias del
movimiento sionista, que adquiere preponderancia luego de la Segunda Guerra Mundial. Es
luego de este suceso que se va construyendo la memoria principal de la nación judía, en
base a las vivencias y experiencias que tuvieron lugar durante el régimen nacionalsocialista
en Europa, cuya principal manifestación fue el Holocausto y la creación de los campos de
concentración. En este punto se conjugan tanto la violencia, como las memorias y las
experiencias, para configurar una identidad y un relato histórica, la del pueblo judío como
víctima de represión y persecución.
Lo anterior también se liga a la experiencia del pueblo judío desde que se dio el
inicio a la diáspora (entendida como la dispersión de grupos étnicos o religiosos que han
abandonado su lugar de procedencia originaria y que se encuentran repartidos por el
mundo, viviendo entre personas que no son de su condición) y al exilio desde la región de
Judea desde tiempos bíblicos, dando también un carácter o valor más simbólico y
mitológico o religioso que tiene este elemento en la construcción de la identidad de este
pueblo.
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El Plan de las Naciones Unidas para la partición de Palestina llevado a cabo en
1947, fue lo que permitió la creación de Israel, y que también dio origen al conflicto árabe-
israelí que se da hasta estos días en la zona de Palestina, donde se ven enfrentamientos
continuos entre “terroristas” y el ejército israelí. La primera manifestación de este conflicto
fue la “Guerra de Liberación”, el primero de una serie de conflictos, que enfrentó al Estado
de Israel con sus vecinos árabes en rechazo a este plan de partición que no tenía sustento
territorial, donde se dividían comunidades en función de los caprichos de las autoridades de
las Naciones Unidas.
Es aquí donde entran también en juego las principales potencias que ayudaron a la
instalación de una memoria de víctima de Israel pos Segunda Guerra Mundial, y que
legitimaron la creación de este Estado, pero también para promover sus propios intereses.
En primer lugar tenemos a Estados Unidos, gran vencedor de la guerra,
asegurándose la figura de hegemonía por sobre una devastada Europa, a la cual Israel le
sirve como punto estratégico en medio oriente, tanto por la posesión y acceso a las reservas
de petróleos como por su posición geo estratégica con respecto a la Unión Soviética.
Estados Unidos desde principios de siglo XX ya daba su apoyo al movimiento sionista,
declarando en 1922 el apoyo a la creación de una patria palestina para el pueblo judío,
siendo además el primer país en dar reconocimiento de facto al Estado israelí el 14 de mayo
de 1948, “la política estadounidense hacia el conflicto en Palestina se acercó a las
posiciones sionistas, sobre todo a consecuencia del Holocausto. El presidente Truman (…)
terminó apoyando el plan de partición y las recomendaciones del Comité Especial de
Naciones Unidas sobre Palestina a la Asamblea General” (Izquierdo, 2004:73).
Similar es el rol que tiene Inglaterra en la configuración del Estado judío y la
construcción de su memoria de víctima. La Declaración Balfour fue una manifestación
formal del gobierno británico publicada el 2 de noviembre de 1917 en la que el Reino
Unido se declaraba favorable a la creación de un hogar nacional judío en Palestina,
territorio bajo posesión británica.
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Por otro lado, Alemania tuvo una fuerte incidencia en las experiencias que van a
configurar la memoria oficial judía y el relato histórico que la acompaña. Víctimas del
Holocausto, de las atrocidades que el régimen alemán nacionalsocialista de Hitler realizó en
contra de ellos. Además, luego de la guerra, Alemania entendió la culpa que tenía sobre los
crímenes que llevó a cabo sobre diversos grupos y comunidades durante el Tercer Reich (en
contra de judíos, negros, gitanos, homosexuales, árabes), y así, podemos reconocer en este
país una carga moral que lo llevará a apoyar al pueblo judío en su regreso a la “Tierra
Prometida” en Medio Oriente, lo que además le permitirá a Alemania negar en su memoria
lo que ocurrió durante la guerra, ya que no fue Alemania como nación tal, sino que fueron
los Nazis, y Alemania intenta remediar en cierto modo las consecuencias que tuvo el
régimen para Europa.
5.2. La memoria de víctima e identidad sionista
La memoria de Israel - y del pueblo judío - se construye principalmente en base al
relato histórico bíblico del pueblo exiliado pero destinado a volver a la Tierra Prometida,
ubicada geográficamente en lo que es Palestina. De este modo, la identidad de este pueblo
se conjuga con símbolos y un relato fuertemente religioso, acompañado también de
vivencias históricas a lo largo de su historia de existencia.
En un primer momento los judíos vivían en la zona de Judea, luego expulsados por
los babilonios tiempo antes de Cristo, luego volvieron a poder vivir en su tierra, para luego
volver a ser expulsados por los romanos, y desde ese punto, si bien quedaron comunidades
judías viviendo en esa región, gran parte de su pueblo comenzó a vagar y asentarse a lo
largo de Europa, convirtiéndose en una minoría religiosa y social, aceptando el rechazo de
otros pueblos. De este modo, la diáspora se vuelve la base de la identidad judía y elemento
del discurso sionista, que en algún momento el pueblo de Dios volvería a habitar la región
de Judea, en Medio Oriente, como siempre debió ser.
Este escenario se acentúa con el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Con los
crímenes que sufrió el pueblo judío se agudizó su situación de pueblo como víctima
histórica de la represión y el rechazo de otros pueblos en una tierra que le es ajena y hostil. 19

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Lo anterior se conjuga a la preponderancia que va adquiriendo el movimiento sionista,
principal promovedor de la creación del Estado de Israel, movimiento que se puede
enmarcar dentro de lo que serían los nacionalismos modernos, y que se identifica a sí
mismo como un movimiento de liberación, carácter que además logra legitimar su actuar
sobre la región de Palestina, ya que está en su derecho como pueblo excluido de reclamar
una zona que históricamente le fue arrebatada, luchando también contra el antisemitismo.
Así, la memoria que se tiene del Holocausto va cambiando, en función de cómo se
va viendo y cómo se instrumentaliza en el discurso sionista. Durante los primeros años pos
guerra, se veía a los sobrevivientes al Holocausto en un marco de heroísmo, perteneciente a
los luchadores dentro de los ghettos. Aquí entra en juego la importancia de los testimonios
de quienes vivieron estos momentos, ya que permitieron la construcción de una memoria en
torno a lo sucedido dentro de los campos de concentración.
La forma en la que la cultura contemporánea israelí trata con el tema del
Holocausto, refleja una combinación de aspectos personales, pertenecientes a la historia
judía y sus significados, y aspectos universales, referentes a la actualización de la maldad
en la historia de la humanidad, como conjunto. Aunque el Holocausto se retira al pasado y
el número de supervivientes está decreciendo, el Holocausto es una evidencia creciente en
el discurso cultural y público del Estado de Israel.
Si bien Israel logra instalarse como Estado soberano y reconocido por las
principales potencias en la zona de Palestina, esta no era una zona deshabitada. Durante
milenios en esta región han convivido diversas comunidades árabes, hebreas y lo que quedó
de las comunidades judías luego de su expulsión de esta zona. La instalación de Israel llega
a ser un fuerte elemento de conflicto para las culturas que se desarrollan en la zona, ya que,
legitimado por potencias europeas y norteamericanas, Israel se ve en todo su derecho de
hacer y deshacer en la zona a su antojo, llevando a cabo políticas de diversa índole,
llegando al uso de armamentos de guerra para asegurar su mantención y garantizar sus
intereses, pasando a llevar a sus vecinos, quienes residían ya en este lugar.
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Con todo esto, se pueden reconocer en la memoria judía distintos aspectos. En
primer lugar, si bien se tiene a la diáspora como carácter central de la identidad judía, se
rechaza que esta pueda ser su elemento central en la construcción de su identidad y
memoria oficial, ya que la diáspora se interpreta como una sucesión de humillaciones y
sufrimientos, como una fatalidad histórica, que nunca deseó el pueblo judío.
Por otro lado, ocurre una negación de la existencia histórica de una cultura judeo-
árabe, donde predomina la aceptación de un relato histórico del pueblo judío como de
origen europeo. El imaginario sionista que ha configurado la identidad oficial israelí, se
articula en torno a la historia de los judíos occidentales. También en la construcción de la
memoria histórica del mundo árabe se elude la presencia de judíos en su territorio, aunque
durante varios siglos cohabitaron sin problema. A su vez, no hay una reflexión sobre la
complejidad de la sociedad israelí, y movimientos como Hamas pretenden que en el futuro
Palestina sea íntegramente árabe.
Por último, se da la negación de la realidad geo-política y cultural de la Palestina
anterior a 1947, hasta el punto de que la narración sionista presupone que el indígena árabe-
palestino no existió nunca. Es decir, que los únicos y verdaderos indígenas del territorio que
se extiende entre el río Jordán y el Mediterráneo son los judíos, por lo que, según ellos, no
tiene ningún sentido considerar el problema con los palestinos como un conflicto colonial,
y de este modo, se legitima el actuar que tiene Israel sobre Palestina, está en su “legítima
defensa” el responder a los ataques terroristas por parte de zonas como la Franja de Gaza
con el poderío militar que tiene Israel, llegando a destruir zonas residenciales, acusando que
son sólo puntos donde viven los terroristas.
Hasta el momento, el discurso sionista ha administrado la memoria histórica del
conflicto, difundiendo la idea de que ceder ante las presiones palestinas, supone poner en
peligro la continuidad del Estado de Israel.
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5.3. La respuesta de la memoria de resistencia
La historia muestra que la región de Palestina nunca fue un espacio vacío. Su
posición estratégica en Medio Oriente, fue disputada por egipcios, hititas, filisteo, hebreos,
cananeos, entre otros. A través de los siglos en esta región convivieron diversas culturas,
con diversos grados de intercambios relaciones. Con el recrudecimiento de la situación
judía luego de la Segunda Guerra Mundial, y el empoderamiento que logra el movimiento
sionista, que se manifiesta por medio de la creación del Estado de Israel, las comunidades
árabes que se encuentran en Palestina, territorio bajo mandato de Inglaterra previamente, no
logran constituirse como un Estado independiente y reconocido, si no que pasan a segundo
plano, comienzan a volverse vecinos y extranjeros dentro de su propio territorio.
Esto es lo que caracteriza a la memoria palestina luego de la instauración de Israel, y
que luego del Plan de las Naciones Unidades de la Partición de Palestina, lleva a estos
pueblos a dar pie al conflicto armado para hacerse escuchar. El espíritu de lucha del pueblo
árabe nunca deja de existir, no pudo concretar la unión de su pueblo en una sola nación.
Esto no fue motivo para dejar de enfrentar aquellos que para ellos eran los lacayos de las
potencias Occidentales. No permitían ni la usurpación de su territorio, ni tampoco la
instalación de un Estado, que quizás tenía raíces orientales, pero se construía de una manera
muy occidentalizada, sin tolerancias ni respecto a otras culturas. Mostrando en sus
intolerancias quizás un poco de las intolerancias que tuvieron los europeos con ellos.
Esta situación en la que se encuentran los pueblos árabes se agudiza con la creación
de los muros de contención que se erigen a lo largo de la frontera de lo que era Cisjordania,
constituyendo el “Muro de la Vergüenza”, que se erige como forma de detener los
atentados terroristas según el gobierno Israel. Esto tiene como resultado la fragmentación y
división de pueblos a lo largo del territorio. No es de sorprender que la lucha siga con
fuerza.
El surgimiento de movimientos anti-sionistas en el plano internacional le brinda
apoyo y legitimidad a esta contraofensiva por parte de una memoria que no pretende caer
en el olvido. Si bien en principio estos movimientos anti-sionistas surgen en contra de la 22

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creación del Estado de Israel, actualmente se puede entender como un movimiento de
rechazo a las políticas que lleva a cabo este Estado para tratar con el conflicto con
Palestina, y el uso de armas que han tenido un alto costo social para este pueblo, con el fin
de acabar con los terroristas, en una conflicto cuyos matices son tantos como los pueblos
que conviven en la zona.
5.4. La violencia “legítima”
Las acciones terroristas o el terrorismo de Estado que ha llevado a cabo Israel han
sido denominadas “represalias” o ataques preventivos legítimos para evitar el terrorismo.
Esta ha sido la excusa de Israel para asesinar a miles de personas y difundir el miedo en la
población árabe. Lo que hace Israel es terrorismo de Estado y esta conducta la viene
sosteniendo desde 1948, cuando invaden el 78% del territorio palestino: Cisjordania y
Jordania, lo que trajo como consecuencia que más de un millón de personas se tuvieran
que refugiar en campamentos. Para lograr esto Israel se valió del más puro terrorismo en
contra de la población civil de Palestina: deportaciones masivas, destrucción de casas,
destrucción de ciudades y aldeas palestinas, matanzas de niños ancianos y mujeres. Todo
esto con el apoyo militar y económico de EEUU. “La postura de Israel ha sido siempre la
misma: Israel rechazara toda negociación con la OLP, aunque esta reconozca a Israel y
renuncie al terrorismo y no entraran en negociaciones políticas con palestinos en ningún
término” (Lera; 2010:23), por lo tanto, cuenta Israel con el apoyo de Estados Unidos, el
cual a su vez utiliza la potenciar y legitimar la memoria de víctima que Israel presenta ante
el mundo, como aquella nación que sufrió el holocausto por parte de la Alemania Nazi, y a
través de ello aplicar la violencia de forma en que las potencias, y quienes realmente tienen
el poderío para frenar la masacre en contra de palestina, no puedan o accedan a intervenir
porque el pueblo de Israel ya ha sido lo suficientemente castigado, pero lo que realmente
esconde es interés geopolítico en la región, el cual se suma a la historia de sufrimiento del
pueblo de Israel y genera condiciones óptimas para que las potencias utilicen ese recurso,
apoyen los intereses israelíes y posteriormente hagan valer sus intereses en Medio Oriente.
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Los gobiernos israelitas han seguido al pie su plan de acción del apartheid racista
contra los palestinos hasta el presente. Las tropas israelitas invadieron el sur del Líbano en
1978, en 1981 atacaron los campamentos de refugiados en el sur del Líbano también. En
1982 invaden totalmente el Líbano, conocida como la masacre de Sabra y Chatita. Súmense
la "Revolución de la Piedras" que como resultado asesinaron vilmente a 300 civiles, 3.000
heridos, detenciones sin juicio, torturas y persecuciones a civiles.
En 1985 se alcanza un punto culminante de brutalidad con las operaciones “puño de
hierro” que llevan el sello de los escuadrones de la muerte de Latinoamérica. En la
localidad de Zrariya, por ejemplo las fuerzas de defensa israelí llevaron a cabo una
operación, en la cual tras varias horas de intenso bombardeo de Zrariya masacraron y
asesinaron a toda la población masculina de la zona.
Las operaciones “puño de hierro” tenían dos objetivos principales, el primero era
volver a la población contra los guerrilleros, haciendo que el precio por apoyarlos sea
demasiado alto, en resumen, someter a la población a ataques terroristas, a menos que
acepte las disposiciones que Israel trata de imponer por la fuerza. Esto hasta el día de hoy
sigue vigente en la táctica israelita respecto a la imagen bajo la cual quiere basar su
accionar, por lo que podríamos decir que las operaciones “puño de hierro” marcaron un
precedente en este conflicto. Las operaciones que se están dando responden a las mismas
lógicas que esta.
El segundo era enardecer los conflictos internos en el Líbano y llevar a cabo un
intercambio general de la población tras un conflicto entre comunidades, la mayor parte de
la cual parece haber sido incitada por el invasor desde 1982, existen numerosas pruebas de
esto como ejemplo “testigos locales declararon que los soldados israelíes disparaban con
frecuencia sobre campamentos palestinos desde zonas cristianas próximas, intentando
instigara los palestinos contra cristianos” (Lera; 2010: 15) y residentes de las poblaciones
cristianas declararon que las patrullas israelíes obligaban a cristianos y a musulmanes a
punta de pistolas a darse de puñetazos, entre otras formas de extraña humillación.
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Finalmente estas técnicas dieron resultados, se garantizaba una respuesta de fuerzas
mucho más poderosas, dando origen a un espiral de violencia.
Durante los últimos años Israel ha lanzado la mayor ofensiva militar contra
Palestina, e incursionando en los territorios palestinos de Cisjordania y Gaza.
Estas prácticas de Israel han sido analizadas con todo detalle y duramente
condenadas por las organizaciones internacionales de defensa de los derechos humanos.
Los asesinatos son ilegales, según el artículo 3 de la convención de Ginebra, que señala en
su punto: que están y se mantendrán prohibidos en cualquier tiempo y lugar las
ejecuciones, sin previo juicio de una corte oficialmente constituida y asumiendo todas las
garantías judiciales reconocidas como indispensables en los países civilizados. Este
artículo se aplica a toda persona que no tome parte activa en las hostilidades, incluyendo
miembros de fuerzas armadas que hayan abandonado sus armas y aquellas personas fuera
de combate por enfermedad, heridas, detención o cualquier otra causa.1
Según estas convenciones, es responsabilidad de las altas partes participantes,
incluidas las potencias europeas y Estados Unidos “respetar y garantizar el respeto” a las
convenciones en todas las circunstancias. En consecuencia, es responsabilidad de
Washington evitar la colonización y expropiación, “además del castigo colectivo y otras
medidas de intimidación, represión y violencia” (Lera; 2010: 18). El comité internacional
de la Cruz Roja ha resuelto también en Febrero de 2001 que los cierres y bloqueos de Israel
incumplen las obligaciones de su convención, por no hablar del uso de la fuerza
desproporcionado e ilegitimo, reiteradamente condenado por todas las principales
organizaciones pro derechos humanos de Israel, Estados Unidos y el mundo entero.
La violencia ha sido la característica por parte del gobierno de Israel, pero también
se ha generado o se ha sustentado gracias a un potente apoyo por parte de las potencias,
como bien se pudo observar en los apartados anteriores, se ve claramente el apoyo de
Estados Unidos con respecto a las decisiones que toma el gobierno de Israel, pero también
de los aliados de Estados Unidos, por lo tanto, la violencia que aplica Israel en contra del
1 Convención de Ginebra. Art. 3 Punto 1d25

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pueblo de Palestina, es auspiciada por aquellas potencias que permiten legitimar el discurso
de víctima de Israel, los mismos que en un comienzo, guiados por intereses en la zona,
apoyaron la creación del Estado de Israel.
Esta violencia, por otra parte, lleva a un carácter simbólico en la región con respecto
a la violencia en contra del pueblo palestino, es así como aquellos países que se han sentido
víctimas, no del pueblo de Israel, sino que de las potencias europeas, y que observan los
términos desiguales de intercambio entre estos países y los países de menor poderío, han
utilizado la bandera palestina en protestas o manifestaciones como símbolo de la resistencia
a la violencia generada por las naciones más poderosas. Por lo tanto la violencia no es sólo
un hecho físico, material, sino que también juego un rol importante desde el punto de vista
simbólico, se ha generado un sentimiento de rebeldía y de lucha respecto a la situación de
violencia generada por parte de Israel en contra de Palestina.
6. Conclusiones
En una Asamblea General de la recién creada Organización de las Naciones Unidas,
llevada a cabo en setiembre de 1947, se incluyó en su temario la espinosa “cuestión
palestina”, encargándose la creación de una comisión especial para tratar el tema. Tanto
EE.UU. como la U.R.S.S. se presentaban ya favorables a un posteriormente llamado “Plan
de Partición, mientras que la potencia que poseía aún el mandato de Palestina -Gran
Bretaña- mostraba sus desconfianzas hacia esta salida a pesar de su conocida y pública
intención de poner fin a su administración de la zona. El plan fue presentado a la Asamblea
General y sometido a votación, donde se aprobó por la mayoría requerida ese mismo año.
Casi seis meses después, tropas y administrativos ingleses emprendían su retirada de
Palestina. Al día siguiente se proclamaba el Estado de Israel.
Pero la región de Palestina no era un territorio vacío. Su posición estratégica en
Medio Oriente, fue disputada por egipcios, hititas, filisteo, hebreos, cananeos, etc. En su
espacio nacen las más importantes religiones de Occidente, el Cristianismo y el Judaísmo.
Así, esta región en la que convergen diversas culturas fue sometida a la construcción de un
Estado desde los acuerdos de potencias ajenas a la historia de esta zona, pero que poseen 26

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variados intereses en ella. La posición estratégica, factores geopolíticos y económicos,
legitiman el asentamiento de Israel y la división de la región, apoyando al discurso sionista
que establece la construcción de una memoria histórica basado en sustentos religiosos, la
búsqueda de la “Tierra Prometida”.
De este modo, se construye un relato histórico del pueblo judío de la mano de la
experiencia vivida como pueblo que sufrió diversas penurias a lo largo de su historia,
culminando con los crímenes llevados a cabo durante el Holocausto, producto de la
Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Dando origen así a una memoria
oficial de un pueblo víctima, ubicado en su Tierra Prometida por las potencias aliadas. Esta
memoria se sustenta tanto en el relato histórico como en la conmemoración de eventos, por
ejemplo, el “Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del
Holocausto” celebrado el 27 de enero, fecha en que el ejército soviético liberó el mayor
campo de exterminio nazi, en Auschwitz-Birkenau en Polonia.
Pero la memoria judía, si bien acepta un relato histórico, también niega otros.
Ocurre una negación de la realidad geo-política y cultural de la Palestina anterior a 1948
(fecha de la creación del Estado israelí, hasta el punto de que esta memoria presupone que
el pueblo árabe-palestino no existe. Vemos así memorias confrontadas, por un lado la
memoria oficial histórica de Israel y por otro una memoria que surge contra la oficial, la de
Palestina, pueblo que se ha visto fragmentado y mermado por las políticas que lleva a cabo
Israel, plasmado en la construcción de los muros en Gaza y Cisjordania, llegando a realizar
prácticas ilegales desde el punto de vista del Derecho Internacional (como la ocupación de
territorios sin consentimiento de sus habitantes), realizando un bloqueo militar en la Franja
de Gaza dejando a más de un millón de población palestina atrapados.
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