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APUNTES A LA LECTURA DE EL MUSEO DE LA NOVELA DE LA ETERNADE MACEDONIO FERNÁNDEZ Josefina Robirosa LUIS CARLOS H. DELGADO

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APUNTES A LA LECTURA DE

“EL MUSEO DE LA NOVELA DE LA

ETERNA”

DE

MACEDONIO FERNÁNDEZ

Josefina Robirosa

LUIS CARLOS H. DELGADO

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Apuntes a la lectura de "El museo de la novela eterna" de Macedonio Fernández, por Luis Carlos H.

Delgado, se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Basada en una obra en https://lchdelgado.wordpress.com/.

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PALABRAS DE PRESENTACIÓN

Este trabajo no pretende ser ni un ensayo ni una tesis sino algo de información sobre

Macedonio Fernández y apuntes durante su lectura, que me ayudaron a desentrañar su

Novela realmente compleja. Podrían ser útiles para alguno que acometiera su lectura o

su leyenda. Me acompañaron en este acercamiento Graciela Verónica García y Carlos

Joaquín Delgado.

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MACEDONIO FERNÁNDEZ

“Apuntes a la lectura de “El Museo de la Novela de la Eterna”

En la década del 20, un joven Jorge Luis Borges se reunía en La Perla con otros

intelectuales para escuchar a Macedonio Fernández, quien realizaba largas charlas y

debates sobre metafísica y filosofía, gran conversador de aguda ironía. Borges dijo que

bastaba saber que el sábado llegaría aquella reunión para justificar el resto de la semana.

Junto a Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal, Julio Cortázar, Raúl Scalabrini Carlos

Mastronardi Ortiz, lo reconocieron como maestro. Este último lo describió:

“...suave y cauto para hablar. No prodiga sus palabras, pero sí su interlocutor se

desvía del recto camino, Macedonio lo orienta con interrogaciones socráticas

articuladas negligentemente. Destruye las vehemencias sin atacarlas, oponiéndole un

concesivo ¿Le parece? que es una invitación para reflexionar “

Y a su vez Borges dijo de él:

“Macedonio Fernández: tal vez el único genio en esta antología. Metafísico, negador

del yo. . . crisol de paradojas, caballero justo y sutil, jugador de ajedrez invencible y

polémico, Don Quijote meditabundo y sonriente… Macedonio es quizás el único

hombre -un hombre definitivo y no un derivado o pensador secundario- que vive su vida

en plenitud, sin creer que sus momentos son menos reales debido al hecho de que no

intervienen en los momentos de otros como libros, fama o citas Un hombre que prefiere

esparcir su alma en una conversación en lugar de definirse en la página. Es lícito

suponer que, durante siglos, los psicólogos, los metafísicos y los aficionados a la

estética se ocuparán redescubriendo los genios que ya ha encontrado, archivado,

evaluado y no solo eso: silenciado”

La leyenda repite que a la muerte de su esposa en 1920 había abandonado su profesión

de abogado, hogar e hijos para vivir la bohemia como escritor y filósofo por inclinación,

nómade a través de pensiones en las cuales dejaba escritos, y continuar su vida errátil.

Las reminiscencias también coincidían en el retrato que dibujan de Macedonio:

“ Un hombre pequeño y ligero pero llamativo, con bigote oscuro y cabellos blancos y

ondulantes, generalmente envuelto en un poncho, aficionado a rasguear una guitarra y

hundirse en el silencio para meditar sobre algún punto de la filosofía, solo para salir de

la absorción con un brillante giro de frase.”

Borges lo conoció a sus 22 años, recién llegado de Europa con su familia; en el muelle

los esperaba como viejo amigo y colega a su padre.

Con el joven Borges los unió sus propensiones a la metafísica y a partir de allí,

continuaron los encuentros en amistad filosofando y bromeando sobre todo lo que hay

bajo el sol... Escribió Macedonio;

“No hay cosa peor que el frangollo (la mezcolanza,el revoltijo); si no es la fácil

perfección de la solemnidad.”

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Se ha dicho que Macedonio opta por esta descortesía con el lector en lugar de escribir

un libro vacío y perfecto. De allí también se considera el enfriamiento posterior de su

relación con Borges, evolucionando como escritor metódico y moderado, distinto a

Macedonio, errático y apasionado; pero la influencia de una metafísica especulativa

compartida, continuó en ambos.

Fue a la muerte de su esposa cuando escribió la elegía Elena Bellamuerte, que se creyó

perdida durante veinte años, hasta que fue recuperada por su hijo del interior de una lata

de galletas y se publicó en la revista Sur, en 1941. Su producción lírica apareció

dispersa en publicaciones periódicas y luego se reunió en volumen, en una primera

edición póstuma publicada en México en 1953.

ELENA BELLAMUERTE

No eres, Muerte, quien

por nombre de misterio

pueda a mi mente hacer pálida

cua1 a los cuerpos haces. ¡Si he visto

posar en ti sin sombra el mirar de una niña!

De aquella que te llamó a su partida

y partiendo sin ti, contigo me dejó

sin temer por mí.

...

Repasando esta lamentación se anuncia su intento literario de hacer de Elena la Eterna.

Aquélla que a su partida partió sin la muerte, dejando en cambio a la Muerte con

Macedonio para su lucha cotidiana como consecuencia del misterio y el ocultamiento de

la amada.

El curso del poema presenta pruebas o al menos argumentos de honda raigambre

metafísica del porqué de la eternización de Elena: el mirar sin sombras en la última hora

de la mujer hecha niña, el partir sin muerte en la luz de un primer día, arriba de Dios

vencedora por ingenios del amor, gallardía y eternidad del alma, segura de volver a

quién hoy sólo Espera.

...Elena aparece y destella sólo como cierre del ciclo real de la vida: cuando se

convierte, al morir, en Elena Bellamuerte. Sólo así Elena se transforma de persona en

Personaje femenino: experiencia fundante, por fin revelada, de la mujer-poesía,

operador afectivo e imaginario de todo lo femenino. (León Rozitcher)

Es con el poder de lo literario que recupera su imagen, decisiva y consoladora que su

amor requiere, para transitar con la escritura hasta el final de sus días. Si bien presume

de inexistencia metafísica hay un hecho real y no absurdo en su fantasía, la realidad de

lo oculto y misterioso de la ausencia, así como la fe del reencuentro.

“La Ausencia: equivalencia voluntaria de dulcificada muerte.”

“A tí, existas o no, dedico esta obra: eres, por lo menos, lo real de mi espíritu, la

belleza eterna.

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“El Anhelo que me animó en la construcción de mi novela fue crear un hogar. Hacerla

un hogar para la no existencia...”

“...dónde descenderá fresca de muerte, no resucitada sino renacida, que fue la espera

Deunamor, de un soñar sin límites.”

“...cuántas veces hemos despedido el ensueño de los que vuelven de la ocultación.”

El 27 de febrero de 2010 el Diario La Nación publicó un extenso artículo que tituló “El

amor secreto de Macedonio”, que desmitificaba la leyenda del autor afirmando que después

de la muerte de su esposa volvió a vivir una intensa pasión, desvirtuando la atracción de los

poetas, para quienes, se sabe, no hay mejor esposa que la muerta ni mujer más deseable

que la imposible. Con la edición crítica realizada por Ana Camblong en 1993, los

lectores tuvieron ocasión de saber que unos ocho años después de la muerte de Elena

Macedonio había iniciado una exaltada relación que sobreviviría hasta su muerte. Y eso

sin contar los factibles romances con otras mujeres en el interregno -como el que

noveliza en Adriana Buenos Aires o el que habría deseado tener, a juzgar por el

testimonio dudoso de Jorge Luis Borges, con su hermana Norah, Ambigua información,

que podría hipotetizar otra causal secreta de su alejamiento.

La "Señora", como la llamaban algunos amigos, era Consuelo Bosch, viuda de Sáenz

Valiente, rica y culta hija de una familia patricia, veinte años menor que el "Maestro",

como ella lo llamaba, Parece no haber querido que su relación trascendiera del círculo

íntimo. Otra cuestión a destacar es que no sólo Consuelo no se habría apasionado por

él y en cuanto a Macedonio existen factores que hacen dudar también de una auténtica

pasión.

“Porque me falta el don de absorberme del todo en una pasión que sólo de Usted podía

venirme”

El artículo trae a colación la vieja historia acaecida al filósofo Tales de Mileto donde se

cuenta que una noche fue llevado por una anciana (o una esclava tracia) afuera de la

casa para mirar los astros y en esa ocasión Tales se cayó en un pozo. Entonces la vieja,

entre risas, habría dicho: "¿Cómo es eso, Tales, no sabes dónde pones los pies y

pretende conocer el cielo?".

El artículo asiente interpretar la risa por las caídas del hombre en los brazos de la vida y

a la vez confronta a Macedonio piadosamente:

“Porque es preferible esa risa a la admiración luctuosa de un Macedonio de

ultratumba, anémico, mordaz por infeliz y descreído, abjurador de la vida, del cuerpo,

del otro y de la política al que se nos tenían acostumbrados. Aunque se puede aspirar a

algo mejor: un crítico sutil y sistemático, un humorista generoso, un místico asombrado

del cuerpo ineludible y del tortuoso poder de la conciencia, un observador meticuloso

del goce y del dolor, un trovador de la Pasión y sobre todo un aspirante a ella: a la

entrega abnegada como camino de liberación, un pensador de lo ético entonces, de la

política, de la historia como exigencia constante del logro de lo Humano. Lo Humano

que, como escribió alguna vez pensando en esos carteles de fiado de los almacenes de

antes, "siempre empieza mañana".

En cuanto al Museo...como sostén de la Novela de la Eterna, hubo en las sucesivas

ediciones alteraciones y omisiones, tal la del título inicial que figuró hasta la edición de

1929 “Niña de dolor, la Dulce Persona de un amor que no fue conocido”

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Con todo, no se quiso que su relación con Consuelo trascendiera, como asimismo lo

apetecieron sus hijos.

De hecho, el bohemio interinante concluyó viviendo temporadas en una casita en Pilar,

cercana a la de los Bosh, donde se reencontró a su vez con Adolfo, el hijo, que publicó

sobre él. Consuelo se ocupó de sus escritos, de lo que resulta esta frase:

"Escribes el manuscrito de ésta tu novela en que te doy mi espíritu como el tuyo me

diste"

Que sugiere el límite y la forma de su amor. Por otra parte La sustancia del amor es en

verdad única, aunque parezca heterogénea.

Macedonio supo del dolor y la pasión como circunstancias de su vida e intentó

integrarlos con la invención de su novela con la doble imagen de Dulce amor y la

Eterna.

Con respecto a su propia familia, su residencia final fue en Buenos Aires, en la casa de

su hijo. De quién apuntó:

"Querido hijo Adolfo, el que por las circunstancias, porque de mis cuatro hijos santos,

encantadores, debiste ser vos el que me acompañara más con un afecto tan dulce y

paciente y con una colaboración tan grande y tan modesta durante 15 años, con tanto

aporte de tus penetrantes hallazgos en arte, en sociología, en psicología, y en mi

asunto predilecto, el metafísico, te dejo, por si no consigo adelantar más este último

tópico, mis indicaciones de bases o métodos (hasta que) nos reunamos o

comuniquemos en el nuevo modo de conciencia futura".

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Noticia biográfica sobre Macedonio Fernández

Nacido en Buenos Aires el 1 de junio de 1874 – Fallecido en Buenos Aires el 10 de

febrero de 1952) fue un escritor, abogado y filósofo argentino, autor de novelas,

cuentos, poemas, artículos periodísticos, ensayos filosóficos y textos de naturaleza

inclasificable. Hijo de Macedonio Fernández, estanciero y militar, y de Rosa del Mazo

Aguilar Ramos. (El padre de Macedonio muere cuando él tenía dos o tres años.) En

1887 cursa sus estudios en el Colegio Nacional Central. Durante 1891-1892 publica en

diversos periódicos una serie de páginas costumbristas incluidas más tarde en Papeles

antiguos, primer volumen de sus Obras completas (Buenos Aires: Corregidor).

Compañero y amigo de Jorge Guillermo Borges (padre de Jorge Luis Borges),

comparten el interés por el estudio de la psicología de Herbert Spencer y por la filosofía

de Arthur Schopenhauer.

En 1897 recibe su diploma de abogado. En 1898 la Facultad de Derecho de

la Universidad de Buenos Aires le otorga el título de doctor en jurisprudencia por una

tesis titulada De las personas, que todavía permanece inédita. Al año siguiente se casa

con Elena de Obieta, con quien tendrá cuatro hijos. Publica en 1904 algunos poemas en

la revista Martín Fierro (que no hay que confundir con revista vanguardista del mismo

nombre publicada durante los años 20 y en la que tendrá un papel muy activo). En 1907

publica un trabajo sobre psicología titulado "Ensayo de una nueva teoría de la psiquis"

en el que opone al enfoque fisiológico y positivista de esta disciplina (sostenido en

aquel momento en Argentina por José Ingenieros), un enfoque puramente psicológico o

espiritual. Al menos un testimonio escrito indica que en esa misma época Macedonio

Fernández aspiraba a la obtención de un puesto en la enseñanza, probablemente en

psicología o en filosofía, tal vez similar al que ejercía su amigo Jorge Guillermo Borges,

profesor de psicología en el Instituto de Lenguas Vivas en ese entonces. En 1910

obtiene el cargo de Fiscal en el Juzgado Letrado de la ciudad de Posadas, en

la provincia de Misiones, que desempeña durante algunos años.

Elena fallece en 1920, desencadenándose el cambio en su vida y la leyenda.

Edita en 1928 No toda es vigilia la de los ojos abiertos, a instancias de Raúl Scalabrini

Ortiz y Leopoldo Marechal. Publica al año siguiente Papeles de Recienvenido. Durante

este período, se preocupa por crear expectativas respecto a la posible aparición de la

novela Museo de la Novela de la Eterna. En 1938 publica "Novela de Eterna" y la Niña

del dolor, la "Dulce-persona" de un amor que no fue sabido, anticipación de Museo de

la Novela de la Eterna.

Tres años más tarde publica en Chile Una novela que comienza. En 1944 se publica una

nueva edición de Papeles de Recienvenido. En 1947, Macedonio se instala en la casa de

su hijo Adolfo, donde residirá hasta su muerte a los 77 años.

Rescato el valor Macedonio Fernández como filósofo metafísico y el merecimiento de

figurar como tal en la historia de la filosofía argentina.

Transcribo párrafos de la metafísica de Macedonio, que ampliaremos más adelante...

“es el retorno de la Visión Pura, o sea al estado místico. Estado místico es vivir sin

noción de comienzo de sí mismo, sin noción de cesación, sin noción de historia

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individual, sin noción de identidad personal, sin noción de unidad del cosmos, sin

noción de unidad de la persona, sin rumbo de marcha ni perfil de unidad, sin noción de

.subordinación a un Creador. Estado místico es vivir como autoexistente increado; y

creo que es también vivir sin la discriminación imagen-sensación, ensueño-realidad, y

sin la discriminación nuevo-recordado, nuevo-ya-conocido. Por todo lo cual estado

místico es vivir sin motivo ninguno de acción."

"Yo creo que todo es en el mismo grado investigable, la muerte como la vida, como lo

químico, como nuestra existencia psíquica anterior a esta experiencia nemónica

humana. Pero investigando encontramos a veces que a nuestros enunciados verbales no

le hallamos ningún contenido privativo de ellos perceptible o concebible. Tal es el caso

de un tiempo sin sucesos, de un no existir psíquico."

"Digamos también que es quizá ingenuo creer en Dios y en un mundo arreglado por él

para nosotros..."

"¿Qué puede importar que el ensueño carezca del atributo o esencialidad llamada

realidad si los sueños han existido siempre y son tan frecuentes como la vigilia y en el

orden de la afectividad, única vía del Ser, son de igual contenido que la vigilia?"

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Introducción poemática a la Novela, a los efectos de una familiarización del lector

con su estilo y pensamiento.

Poema a la memoria en lo astral

(Yo todo lo voy diciendo para matar la muerte en "Ella")

TESIS: Es más Cielo la Luna que el Cielo, si una Cordialidad de la Altura es lo que

buscamos.

Astro terranalicio de la luz segunda

astro terranalicio de la luz dulce

que con aventura extraña visitas las noches de la tierra, unas sí y otras no, pero siempre

de una noche para otra con diversa libertad de visita, siempre o más breve o más

detenida

y cada serie de tus visitas comienzas tímidamente y mitad decreces noche a noche y

mitad decreces noche a noche, haciéndote un visitante diferente de noche en noche, para

en mínimo ser cual comenzaste partir a un no volver de algunos días.

Astro terranalicio de un día sí y otro no, de una vez más y otra menos, pero que no dejas

nunca de serlo.

¿Para qué astro eres entonces visita de sus noches, pues no eres terrenal en tus ciertas

ausencias, o es que los otros días piensas en ti sola como sólo en la tierra en las noches

de tu plena luz?

Dile a un poeta que no lo sabe todo, si está hecha tu ausencia con un pensar en ti, o

quizá con un lucir a otro. Porque poeta es saberlo todo.

Trechos de tu órbita la tierra no los sabe, y ella tan cierta está de algún imposible tuyo

para tenerse en sus noches y este amor alternante no se enduda, en tanto en mí, hombre

de continuidad en humano amor me puso incurablemente en sospecha.

Pero te amamos tanto, astro de la luz segunda, tu dulce luz tanto amamos memorizando

a la tierra el sol no presente con tu luz recuerdo; yo al menos te amo tanto, que cuando

vuelves ceso de creer en tu ausencia de ayer y de otros días. También como la tierra, yo

creo que sólo por imposible ayer no estabas.

Astro memorioso que esmeras un día de cada dos en tocar de diurnidad la noche

terrenal, cual si supieras que la memoria solar de la tierra solaricia es desfalleciente de

un día a otro alternado día y si antes y después le has de hacer noches diurnales a la

tierra y lo haces tú, tú que no tienes olvido por ausencia, tú que ausente por noches fías

en la memoria de ti por la tierra, inquietaste por la memoria solar de la tierra.

Tutora de la fidelidad terrenal al recuerdo del sol, en eso eres solaricia; pero eres

terranalicia en tu fidelidad de compañía a la órbita de la tierra.

He comprendido un misterio tuyo pero éste no.

Terranalicia tú, solaricia la tierra ¿es que velas por toda la memoria en el mundo y amas

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más las memorias, por más reales, que los presentes? Aquí callo sin comprender.

¿O es que no nos vienes en tu amor sino en un menos amor y en principal cuida del

amor solario de la tierra?

Cuando te veo recién arribada, alcanzado por ti nuestro borde, pareciendo vacilar allí y

como a emprender un rodar a lo largo del horizonte por gustarlo, y luego te pliegas a un

ascenso ¿qué nos quieres decir así?

Quedemos sin saberlo hoy también; mañana, más tarde —para qué son nuestros días

sino para trabajar más y otra vez los misterios— más enérgicamente, en buena hora de

mi espíritu contemplaré, escucharé el misterio de tu sentido en el misterio todo.

Cuando tú quieres ser el ojo del ciprés y con un mirar obseso aferras nuestra

contemplación debemos comprenderte dolorida, tanto como cuando nosotros en un no

poder ya resistir nos revolvemos como tú ahora

oh único astro que mira

(pues todos los otros saetan ásperos de chispas que nunca miraron).

Oh único astro de mirada,

nos revolvemos clamando hacia el no ser.

Y ya ahora te desprendiste del follaje y tiendes hacia el horizonte,

te serenas, vagas

y cuando la nubecilla en gran viento flota, te aguzas flecha disparada de ella vertiginosa

para detenerte, serenarte cuando huiste bastante de aquel pasajero copo al que le

opusiste tu fuga, caprichosa triste

y complacida de tu juego y nuestro asombro, nos encaras con ligereza

y en fin vas cayendo con ladeado mirar distraído hacia el borde del mundo.

Y ya te fuiste, con tus pobres dichas y quejas.

En toda la andanza, sólo en el perfil de los cipreses lloraste, y tanto que pediste nuestra

piedad.

Y ahora por faltar tuyo un cielo sin mirada en las noches,

ahora sólo habrá astros que agitan, no tú que acompañas.

Oh, sí, acompañas

con cuántas gracias saltas de copa en copa siguiéndonos entre los árboles con tus

saltitos de luz a sombras.

El único mirar dulce que viene de lo alto es el tuyo

el chispear del viaje de indiferencia de las otras estrellas molesta y agita, y no nos mira.

Heridos de ellas, corremos a ti cuando apareces

y con dolor nuestro comienza la ausencia tuya.

Sí; porque pudiera que el móvil chispear de las estrellas sea dolor como hay dolor en

nosotros

pero es que tú, luna, que también sufres, miras y acompañas.

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Eres más sabia o afortunada en la mitigación participante.

Qué es la luna no lo sabemos hombres y aun artistas y poetas, qué sentido tiene su ser y

sus modos, su adhesión a la tierra, su seguimiento al sol, su mediación mnemónica entre

la tierra y el sol y por qué quiere hacer diurnales unas y no otras de las noches terrenas,

y tantas cosas más neciamente explicadas, que de ella ignoramos pero que sólo puede

explicarlas la doctrina del misterio.

Que el sol te atrae, que la tierra también, que recibes la luz del sol y sin amor, por fuerza

la reflejas a la tierra, éstas no son explicaciones; no se nos dice por qué el sol brilla, por

qué en torno suyo gira la luna en torno de la tierra, ya que pudo ser otramente; por qué

hay una luz interceptable, por qué hay una luz que tiene sombras, por qué ceden a su

paso unas cosas y otras no y hay lo opaco y lo traslúcido.

Mecánica dirá por qué, pero yo no pregunto sino para qué razón para el alma, pues

conciencia se anula si admite un mundo rígido, y todo por qué físico no es más que

decirme el antes de algo, o sea una evasión no una respuesta.

Lo que anhelamos explicar es qué debemos sentir y adivinar ante estos hechos, ante el

comportamiento lunar, qué nos quiere decir y de qué manera concierta con el misterio

total único. La espontaneidad, el acontecer libre, no es una respuesta; es un

renunciamiento explicativo.

Todavía no poeta, no soy poeta, no hay poeta, pues de eso no se sabe. Hasta ahora, pues,

sólo vivimos.

Debió enseñarsenos y debimos entenderlo antes que nuestro saber ignorado innato y

luego nuestro acto nos hiciera gustar por primera vez el pecho materno. ¿Pero cómo, se

dirá, ha de esperar el niño a conocer el sentido de la luna para empezar a nutrirse, si en

tanto morirá? ¿Pero por qué, digo yo, ha de precisar nutrirse antes de entender el sentido

de la luna y se ha de morir si deja lo uno por lo otro? La ciencia nada explica, es

evidente; pero el poeta no lo dijo nunca tampoco, aún.

Y yo miraré la próxima luna todavía sin entenderla.

Oh luna, que puede amarse, bien me pareces pobrecita del cielo.

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RECORRIENDO PRÓLOGOS

En una interminable sucesión de prólogos nos sumergimos en el Museo de la Novela de

la Eterna. De ellos entresacamos algunas informaciones previas:

Del lector

Buen diseño de tapa para el lector de vidriera, a quien a falta de lectura la tapa de los

libros pueden alcanzarlo; así los libreros, primer encuentro del lector mínimo con la

obra, les anuncia empero que su libro sigue, que ahora escribe decididamente.

Al lector de desenlaces lo descarta anticipándole el final. No es su lector. No es un

lector artista, pues tiene interés en lo vital, no un estado de conciencia.

Luego está el lector seguido y el salteado, ambos al fin lectores completos: mortifica

tener que decirse

“La he leído a ratos y a trechos; muy buena novelita, pero algo inconexa, mucho truco

en ella.”

Y más comprometido:

“Al lector salteado me acojo: He aquí que leíste toda mi novela sin saberlo, te tornaste

lector seguido e insabido al contártelo todo dispersamente y antes de la novela”.

Y hay también una imprecación para el lector seguido con lo que podemos apostrofar a

los desvirtuadores de la leyenda y que da apertura al lector artista.

“¡No te da pena ajar el sereno y doloroso talante de la Eterna? ¿No te consterna el

destino cruel y la mansedumbre de la tierna Dulce-Persona?¿No te infunde pavura y

entristece tu orientación en el arte que practicas de ensarta un día tras otro llanamente

de tu sólida cotidianeidad...

El lector artista

MACEDONIO FERNÁNDEZ

MUSEO DE LA NOVELA

DE LA ETERNA (PRIMERA

NOVELA BUENA)

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“La tentativa estética presente es una provocación a la escuela realista, un programa

total de descreditamiento de la verdad o realidad de lo que cuenta la novela, y sólo la

sujeción a la verdad del Arte, intrínseca, incondicionada, auto autenticada.

...por lo que invito al lector a no detenerse a desenredar absurdos, cohonestar

contradicciones, sino que siga el cauce de arrastre emocional que la lectura vaya

promoviendo minúsculamente en él

...Yo quiero que el lector sepa siempre que está leyendo una novela y no viendo un

vivir, no presenciando vida”

El lector fantástico

Novela cuya existencia fue novelesca en tanto enuncia, promesa y desistimiento de ella,

y será novelesco un lector que la entienda.

Perspectiva

...“ésta será la novela que más veces habrá sido arrojada con violencia al suelo y otras

tantas recogida con avidez. ¿Qué otro autor podría gloriarse de ello?

Lo que nace y lo que muere

El intento de publicación conjunta de la última novela mala, “Adriana Buenos Aires” y

la primera novela buena “El museo de la Eterna”, para que el lector opte por el género

de su elección, pero no se desligue de la que rechaza.

“A veces me encontré perplejo cuando el viento hizo volar lo manuscritos, porque

sabéis que escribía por día una página de cada, y no sabía tal página a cual

correspondía; nada me auxiliaba porque la numeración era la misma, igual la calidad

de ideas, papel y tinta, ya que me esforzaba en ser inteligente en una y en otra para que

mis mellizas no animaran querella.

Prologo a la eternidad

Es indudable que las cosas no comienzan: o no comienzan cuando se las inventa. O el

mundo fue inventado antiguo.

Andando

Nadie muere en toda la novela pero es mortal, porque todos los personajes mueren al

terminar el relato. También tiene la seguridad de que nadie vivo ha entrado en la

narrativa. El prólogo obra como un manifiesto.

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La novela de los personajes

“Todos los personajes están contraídos al soñar ser que es su propiedad inasequible a

los vivientes, único material genuino del arte. Ser personaje es soñar ser real...no es el

sueño del autor... sino el sueño de ser, en que ávidamente se ponen...”

“Lo que no quiero es que el personaje parezca vivir, y esto ocurre cada vez que en el

ánimo del lector hay alucinación de realidad del suceso: la verdad de vida, la copia de

vida es mi abominación...el genuino fracaso del arte...”

El hogar de la no existencia

Anhelo que me animó en la construcción de mi novela, hacerla un hogar para la No-

Existencia en que necesita hallarse Deunamor, el No-Existente Caballero para tener un

estado de efectividad, ser real en su espera, situándolo en alguna región o morada

digna de la sutilidad de su ser y exquisitez de su aspiración para ser encontrado en

alguna parte en mi novela, mientras espera y cuando llega de vuelta de la amada, que

él llamaba Bellamuerte

A los críticos

Corregir, corregir, es el otro gran Poder; así esta novela empezada a los treinta años,

continuada a los cincuenta y a los setenta y tres, tiene finalmente lo supremo: un sujeto

de Buen Gusto como autor tercero y corregido resultante de los tres. Seré al fin, autor

de una carta a los críticos, la “carta al comisario” pero de seguir viviendo: el suicidio

no es corregible.

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LA NOVELA PROPIAMENTE DICHA

CAPÍTULO I

(Fluye el tiempo que hace llorar)

Deseo que el lector de estos escritos me acompañe con el libro en su mano para modular

juntos la lectura y reducir las transcripciones. Por ejemplo, que lea las bellas imágenes

con que describe la estancia y sus entornos que permiten admirar la ductilidad del relato

En todas las descripciones prima la delicadeza de su estilo.

“Cuatro son las ventanas de la casa de La Novela; el tiempo en las arrugas de sus

revoques, el viento en la chimenea de la cocina; el palpitar siempre presente de la

agüita costera del mar de Plata....

En ambos pilares de la entrada se anuncia:”Aquí dejad vuestros pasados; transponedme

y vuestro pasado no os seguirá”

En su puesto está el sutil Vigilante, que como el Viajero nada sabrán de la novela.

Eterna recién llegó en la noche y le responderá “aún no” a la demanda del Presidente

por la pasión, que hubiera sido para él la dicha absoluta, y ahora tras el no, sus ansias

por ella son lo que le enseñará a amar.

El deseo es una señal de privación y de incompletud tanto de lo que uno puede dar o

recibir; pero el deseo aspira a perpetuarse más allá de la muerte cuando es realmente

amor. Es el nexo que une la mortalidad con la inmortalidad; es una especie de

inmortalidad del recuerdo que nunca muere.

La fantasía rige la obra de Macedonio en razón de esa privación, pero en realidad esa

fantasía no se le opone no se opone totalmente. Nuestro autor sostiene el deseo que impregna

su vida entera: pasado, presente, futuro, están modulados y modelados por la función y derecho

no mórbido de la fantasía.

Psicoanalíticamente el fantasma es una manera de ser del sujeto respecto al Otro en

la medida que no conforma el deseo de éste.

Es como preguntarse: “¿Qué soy para el deseo del Otro?”

El fantasma o fantasía es una respuesta al ser por la vía problemática de responder al

deseo del Otro. En lo que dice la Eterna hay algo incomprensible. Un deseo

enigmático. “Me dice aún no, ¿pero qué quiere de mí?". “¿qué soy para el deseo del

Ella? “ Eterna sugiere otra cosa, no asiente, se esfuma,

La fantasía reparatoria de la no-existencia, a lo que acude Macedonio, no deja de ser

una fantasmatización, una construcción de su relación con el mundo. No hay tras ello

significación sino ausencia. A través de la ocultación de la amada, del filtro de esa

opacidad que provoca su partida, Macedonio fabrica su realidad; intenta elucubrar en la

pura ensoñación imaginaria que podría darle un lugar en la Eterna. Obtiene así un ser de

goce pero no puede evitar la angustia y además de angustiarse forma síntomas. La

novela intenta ocultar su desamparo ante el deseo enigmático del Otro. El Psicoanalista

Germán García conjetura el padecimiento de una psicosis melancólica; poeta sombrío y

escritor que presencia la vida como la alegoría de una ausencia".

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Señala Germán García: “La creación de la palabra "Belarte", en la que la "b" puede

ser cambiada por "v" da cuenta de lo que se está velando en el arte. La escritura se

vuelve un trabajo de duelo en tanto que da un marco al vacío. Así, el duelo a través de

las palabras instituye un texto que funciona a modo de metáfora del objeto perdido.”

Al cerrar el capítulo el viajero dirá estar encargado en destrozar el momento de

alucinación en el que el lector cree que lo narrado acontece.

Pero a pesar de su abominación por el realismo nos resulta imposible dejar de

considerar lo acontecido en las páginas anteriores, donde surgen dos personajes,

Dulce Persona y su Padre y un disentimiento entre ellos aparentemente referido a la

estadía del Presidente viviendo en casa de ella dos años.

Junto al retorno de alguna esperanza para él, ha dicho: Adiós Eterna.

Éste puede ser el punto de deflexión en el cual articular la aparición de Consuelo

Sáenz Valiente en la vida de Macedonio.

Macedonio revela sin ambigüedades desavenencias importantes entre padre y la hija

por las cuales el progenitor “felizmente no pudo consumar lo que sólo el deseo y

nunca el odio puede ejecutar” Realidad o ficción el Presidente le advierte que si no

se separan o ella lo mataría o él la mancillaría enloquecido de ira por las calamidades

que ocasionaba en la casa. Introduce allí el rasgo de histerismo de ambos personajes

y un vivir sin noción de rumbo.

Cierra el viajero el capítulo y dice –Yo soy el único que cree que esto sucede.

Volver al prólogo de Eterna y Dulce Persona constata la fusión y confusión de ambos

personajes; y el conflicto:

´¿Celos? ¿Qué amara a ambas? ¿Y en fin, que sólo a Eterna?’

La mención en el capítulo de Nicolasa, Federico y Pasamontes, personajes que no

cuentan a pesar de sus esfuerzos por pertenecer a la obra, aconseja al lector

retrotraerse a los prólogos: “Dos personajes desechados” o “Un personaje antes de

estrenarse”, y algunos otros en los cuales se manifiesta de su población heterogénea:

pretendientes a personajes ignorados, aludidos y efectivos que a más de los que

sostienen la novela no pasean por ella, más , hay quienes sueñan con ella y con

quienes la novela sueña...

“La identidad corre aquí todas las aventuras y en los tomos metafísicos no se

consigue decir lo que sea”

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CAPÍTULO II

(Se mueve el tiempo de novela y resta menos)

Macedonio advirtió que sus personajes pueden tener distintas identidades, tal

Quizagenio, que al inicio de los capítulos intercambia un diálogo con Dulce-Persona.

Lo advierte en un prólogo sobre los personajes:

“Personajes efectivos. Eterna. Presidente.

Personajes frágiles, por vocación de vida, porque creen que serán felices: Quizagenio,

Dulce Persona”

Desarrollando el tiempo puro de la amistad y amor que está comenzando siempre en sus

almas, señala el absurdo que nace de este encuentro de amor y amistad; han sido felices

por dos horas, más el dolor que surge de ese absurdo obliga a cambiar el diálogo.

“Desde dos años antes el Presidente había escogido hacer de la amistad el asunto de su

vida venidera”

Continúa la descripción de un día de los habitantes de la Novela y en el curso desliza

información sobre las condiciones de su estadía allí que aportan elementos reales a su

narración. Es la Estancia una propiedad en litigio eterno de la cual, por derecho, el

Presidente había obtenido la aquiescencia para domiciliarse en ella, a cambio de vigilar

la propiedad y solventar sus cargas. No se puede entonces evitar la percepción realista

contra la cual predica. Y es que hay una defección sentida por urgencia de los

sentimientos que conmueven a Dulce-Persona y aún a la Eterna, herida por el olvido por

dos horas del Presidente; argumenta como si Eterna hubiese sido testigo de ese olvido y

leído sus notas, reaccionando:

“Adiós Presidente; no más por hoy. Nada en mi vida fue más cruel que leer sus líneas.

Me voy creo que sin esperanzas ya: No me detenga. No puedo imaginarme que me

comprenda nunca.”

“El Hombre que Fingía Vivir cumple mientras tanto divinamente la Ausencia.”

¿Es esto rezar? Tal lo que le encarga la Eterna cuando vuelta a sus aposentos tras

mortificación insufrible, mitigada un poco, reza y comprende “y él sin plegarias sufre

ahora más que yo, quiero que rece. Infelices de este siniestro vivir.”

Concluyendo:

“Enloqueceremos soportando esto y ansiáramos escapar de la vida a un capítulo de

Relato ¡Quién me mostrará que él nunca existió, que sólo lo leí, que yo misma no soy

sino una sombra, una silueta en páginas”

La Eterna no logra liberarse de su declive maternal y desear reclinar al Presidente en su

pecho (su única imperfección) lo que en el amor es un error. Por otra parte el Presidente

tuvo la ineptitud de poder amar a la Eterna sin pensarla, sin representársela

místicamente.

Nueva referencia a su incapacidad de amar hasta la pérdida del amador.

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CAPITULO III

El Presidente delega a Quizagenio las expresiones de sensualidad y enamoramiento por

Dulce-Persona y a su vez el cuidado de que no se difundan los contenidos de la Novela

por el personaje de Petrona a cuya discreción debe apelar.

Se ha relacionado la escritura de Macedonio con la de James Joyce y precisamente en

este capítulo el lector siente la posibilidad de esta atribución. Las certezas metafísicas se

adormilan; la fe en la eternidad en base a la no existencia se confunde con el no ser de

un mortal.

“Quizagenio a veces pensaba en Dulce-Persona mirándola, otras la miraba soñándola;

otras pensaba en ella sin dirigirse a los ojos (Esto no se lo perdonará la Eterna al

Presidente). Pero siempre Dulce-Persona.”

Y entonces otorga un diálogo a Quizagenio y Dulce Persona mientras se escabulle en

puntillas de pie.

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CAPÍTULO IV

Carta a la sombra alejándose del amador de la Eterna, joven señor Porcio Larrenave

por el camino de su olvido de Ella.

Epistolarmente el autor quiere alcanzarlo, quizá con sentimiento de rivalidad o rencor

celoso por haber ocupado el lugar de preferencia en la Eterna (¿la Dulce-Persona ¿) y

alardear que comenzó cuan él concluía.

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CAPÍTULO V

Ese voraz dolor, al que hace referencia el anterior capítulo, devora al personaje del autor

que más allá de sus defensas literarias siente el desesperado pedido de Pasado que

irrumpe en su conciencia. Clama su alma por recobrar...

“...aquellas noches de hogar que transcurrían para él en la contemplación y cuidados

de la respiración de los cinco seres del hogar filial, unidos bajo aquel techo. A eso de

las once todos dormían, y dejando su escritorio hacía el recorrido de todas aquellas

figuras amadas, los cuerpos denunciados por la ropas de las camas, las cabezas, las

manos ¿ese pasado no podía tenerlo más?”

El fantasma de la Eterna es visualizado por Dulce-Persona que la describe a Quizagenio,

como una extraña visitante: ojos negros; hermosa; triste, seria y que atrae. Dulce-

Persona se entristece, siente el desmayo de ser sólo escrito y no estar así.

Recuerda el Presidente, retomando a medias la novela, una carta escrita hace seis años a

esa augusta mujer,

Y he aquí la oportunidad del lector de asomarse a la intimidad del autor y tratar de

entender a que hechos hace referencia. Hay un cúmulo de cosas por descubrir en sus

almas, por aquellos días y abundante material expuesto para el lector no artista de la

novela mala, pero Macedonio retorna a su novela buena y se reprocha la Alucinación

del pasado y el poner en situación y escena, sentimientos tiránicos y confusión

Quizagenio: Prueba de arte en el novelista; trasuntar los estados emocionales de un

boxeador a quien se cuenta los diez segundos.

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CAPÍTULO VI

Para llena la ausencia de seis años y sus dudas

...Hay Belleza para darnos toda la intelección del misterio...para detener todo el dolor.

¿Más dónde está...Dónde se llama?

A punto de una defección:

¿Llaman? ¿Verdad que llaman?

Es la Eterna...

Retoma allí el autor la fantasía y la fe en su acompañamiento, así como la posesión del

secreto, dicha sólo para ellos, como un sueño en lo real.

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CAPÍTULO VII

(La vida quiere entrarse en la novela.)

El suicidio fue evitado corrigiendo y corrigiendo permanentemente la novela, como

recordamos de un prólogo donde afirma: el suicidio no se corrige: corregir, estrategia

mágica para sostener la propia vida y las de sus personajes como personas. Nada saben

de él pero lo sienten vagamente como un alma sin rumbo, quizá un desdichado.

A su vez, a través del amor de quizagenio por dulce persona, tocados por la Vida, podría

alcanzar todas las palabras que exteriorizaran su nuevo amor, su amor secreto.

Pero en su melancolía hay sólo agonía en renacer.

“Mejor no saber nunca lo que es la vida”

A continuación desarrolla una larga exposición impregnada de su metafísica para

concluir con el relato “Suicidia” que apareció en la revista Columna en 1938, y

posteriormente “En una novela que comienza” en Santiago de Chile en 1941.

A Macedonio Fernández lo había impresionado mucho el suicidio de Lugones. Escribe

que Lugones se había entregado a ese “fragmento fatal de tiempo” donde se abisma el

suicida, por lo que postulaba las leyes del “longevismo”, el máximo esfuerzo del

hombre contra la sociedad armada de un revólver que se “introduce en su psique.

“El automatismo longevístico, único imperativo de la vida y cuya finalidad es suplantar

el pluralismo vital fatigoso y anárquico por un único Cosmos Persona, el mono ser

libertado por fin de la sujeción a la pérfida relación a la externalidad, y en fin del

contrajuego al logevismo que le hace eternamente el antieternizador Reflejo de Evasión

(de autodestrucción) atisbando cada ocurrir de esa falla el plan longevístico que es la

Monoconciencia Afectiva Negativa o el instante de conciencia una, es decir ocupada

por un solo estado mental afectivo de dolor, sobre cuyo instante de monoconciencia el

Reflejo de Evasión reina omnímodo e instantáneo...

El relato se desencamina y se desarrolla “Suicidia” en toda su extensión

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CAPÍTULO VIII

(Que no)

La reaparición del desasosiego y dolor del autor pudo haber generado una ruptura en el

desarrollo de la Novela. Por estas circunstancias habrá incorporado el cuento de

“suicidia” y otras narraciones extemporáneas como la desarrollada en este capítulo, “la

conquista de Buenos Aires para la belleza.” Y pasar a la Acción, ante la ineficacia de la

amistad con los personajes frente a la Pasión no lograda, única realmente para dar

conciencia de finalidad y dignidad. Acomete con su humor contra la solemnidad, la

postura docta, las estatuas y el nombre de las calles. Lectura sencilla y amena pero des

contextuada, salvo la referencia a Dulce-Persona, preguntándose ¿Pero es posible,

Presidente, que la amistad no baste?

Me placería introducir aquí los respectivos retratos que ha hecho de la Eterna y Dulce-

Persona, así como la fusión de ambas, pero aún hay un capítulo IX sobre “La conquista

de Buenos Aires” en que lo incongruente continúa disociando al lector.

Sin embargo, sin quitarle valor a esta narración con colorido burlón y de sainete, escribe

el autor a pie de página:

“Quizás alguno encuentre poco lúcida la prometida Conquista De Buenos Aires para la

belleza y el misterio. Es que era inevitable lo imperfecto, trunco, y quizá insípido de

una obra que sólo fue pensada como una curación, por la Acción sin Objeto, de un

estado de depresión y desorientación del hombre que la ideó...Por lo demás a mi

incrédulo y listo lector lo satisfaré confesando que el capítulo es simplemente la obra

de un autor en agotamiento, que no da más.”

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CAPÍTULO X

Una sesión de vuelta a la Novela

“Aunque no conviene como artista –la continuidad de la mentira es la dignidad del

Arte de la Novela- diré que Dulce-Persona existe; no lo diría si no fuera porque

mientras escribía la nota efectivamente me sobresalté que un principio de amor por

ella, triste de imposible me quedé un instante, pues olvidaba que existía y que con un

llamado telefónico podía oír su admirable voz...”

Correlativamente Dulce-Persona sufre tristezas, aspiraciones, descontento, un llorar:

“Te quiero Quizagenio triste amigo; en esta hora te amo”

El autor nos confiesa su tardío amor a punto de lo que es dolor y humillación de

impotencia.

“¿Tendremos la desesperación de que nada haya que pueda darnos vida?

Y pone en boca de un pasajero metafísico que todos esos personajes enmarañados son

reales, cualquier imagen en la mente es real, toda representación conlleva un afecto y

alalí está el problemático Afecto: placer, dolor; en el deseo de ser ya hay ser aunque

escamotee vivir en el mundo. El autor reacciona apagándolo

“¡Fenece profesor de ser! ¡No existas más!”

El lector tiene aquí una oportunidad para identificarse y comprender al Autor, pero eso

sería desarrollar su propia novela. Hay tiempo para ello, quizá la titule “La Amada

Inmóvil).

En este punto el autor, exiliado del metafísico y con la Novela en tinieblas, sugiere una

determinación: concebir de su preexistencia conciencial, hacer una posexistencia

personal.

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CAPÍTULO XI

(Paréntesis en la novela para un fragmento de ensayo de la teoría de la novela leída

de otra novela

Y trae a cuenta “Adriana Buenos Aires” abundante de amores y casualidades..

“Apasionada joven dormida: ¡Qué latido del alma trágica de las cosas te hace,

inocente maestra de tentación, para que todo lo miserable que he juntado en mí

mientras quemaba mis dolores de la vida me ahogue, para que temblando en crimen y

miseria me alce sudoroso y sollozando, pálido en la luz pálida de este

amanecer...¡Cualquier cosa que yo haga contigo, Adriana, aquí y ahora será lo único

no imposible, mandato de la Tragedia. No sé porque me levanto de mi lugar oscuro y

me veo trémulo ante, la luz del trémulo amanecer parado frente a mi puerta inclinado

hacia tu lecho que es el mío. La soledad me empuja las espaldas en este rincón de la

dormida casa, pesado y porvenir los piso con rabia. Todo es una sola mancha en el

mundo”

La narración continúa trasuntada en belleza y pasión, juegan los personajes de Dulce-

Persona y Quizagenio.

Y el personaje agrega

“Busco tu boca, Adriana, besémonos” una sombra se movió en la entreluz de la puerta.

Y el autor le hace exclamar a la oyente del relato:

¡Yo quiero la vida! ¡Yo quiero estos sobresaltos y tinieblas, yo quiero la vida!

Y al lector fascinado:

Quien la pierde soy yo. En este instante siento que no existo, ¿Quién me llevó la vida?

No puedo transcribirlo todo. Confiaba que el lector de este ensayo me acompañara con

el libro en la mano. La conclusión del capítulo es soberbia y cierre tan logrado sabe

acompaña la pasión, el romanticismo y el humor brindando sentido a la vida.

Contra la interpretación melancólica o psicótica Macedonio recibe el saludo de los todos

personajes que han querido vivir. No son Ciencia ni Acción Dentro del misterio hay una

claridad plena, la Certeza y solo una: la Pasión.

(Introduzco una opinión como apunte a mi lectura y es que de haber concluido el

capítulo como desenlace de esta compleja Novela, con los ojos humedecidos por su

belleza y originalidad, pudiera haber satisfecho el placer de transitarla, cerrar la

escritura reveladora del sentido de la misma: Un hombre que tras años de duelo por la

muerte de su esposa, rodeado de admiradores que lo consideran un maestro y de los

cuales surgirá la intelectualidad de una generación, se siente atraído por una criatura con

la cual padece el absurdo de revestir su pasión con la amistad, acicateado además por la

culpa del olvido o alejamiento de la quien llama la Eterna y a cuya ausencia ha venido

sacrificando su vida y llenando el vacío con su construcción literaria. Tras una lucha de

conciencia se atreve al desenmascaramiento de su pasión y la de la identidad real de sus

personajes frágiles como Dulce-Persona y su doble enamorado Quizagenio, clamando:

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“En cuanto a mí, no soy el Presidente; creándolo tan parecido a mí; estoy por saber

quién soy ahora”

Y concluyendo:

“Ya mis personajes han querido todos vivir. Seré triste que digan al despedirse, al

cesar. “Los que quisieron vivir te saludan”

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CAPÍTULO XII

Modelo de página suelta de novela

Releyendo atentamente el capítulo anterior no quedan dudas que la Novela continuará:

“Me apena el Presidente, quisiera la vida para él y que tuviera todo un amor. Mas no

lo veo en buen camino; lo consume la inteligencia, vacila entre la pasión y el misterio

del ser; Le falta una palabra, una no más, una sola percepción que lo salvaría”

Si Macedonio fuera mi analizante: ¿Sería justo suponer aquí una recaída? ¿Es tal el

poder de la Eterna? ¿La joya sentimental que sembró en su pecho?

Aquí convendría, para seguir adelante, examinar su metafísica, y de la cual el ensayo de

Sonia Vicente de Álvarez brinda un excelente estudio:

“Para Macedonio Fernández, el Ser se identifica con la Sensibilidad. La Realidad no

es otra cosa que "Realidad sentida” Fuera de ello nada acontece, el mundo no tiene

una existencia material e independiente de la conciencia, por otra parte el ser se

restringe al Fenómeno, lo que aparece privando de sentido al noúmeno, a la cosa en sí.

Este “almismo” , como define su postura, prescinde de la realidad de las cosas, todo se

reduce al cocimiento empírico –sensaciones, percepciones, imágenes, estados que se

ubican dentro la polaridad placer-dolor (afecciones). La sensibilidad es el ser, la única,

continua, eterna ayoicidad, nunca comenzado, sin causa, vario y sustancial,

conocibilidad absoluta, plena en todos sus estados. En él la Nada no tiene cabida.

Sobre la Nada, nada podemos decir El ser no se rige por el tiempo, porque el tiempo,

nada es. Como el tiempo carece de existencia, el Ser, para nuestro autor, es eterno, es

decir "in-temporal".

En realidad, en otra obra “No todo es vigilia la de los ojos abiertos” desarrolla su

metafísica. Atenderemos en nuestra lectura a aquellos desarrollos, cimientos de su

elaboración literaria, sin perderlos de vista para la diferenciación diagnóstica que nos

preocupa. En nuestros términos: atravesar, remar, su fantasía.

Define su discurso “novelismo de la conciencia” o “novela sin mundo” (Así alterna su

pasión de pensar con su pasión de crear). Su fenomenismo conciencial, conserva la

memoria del tiempo corporal, pero no es mera memoria, es actualidad; el verdadero

misterio es la espontaneidad continua. Macedonio, consustanciado con su doctrina,

desacredita la narrativa de sucesos y sólo sostiene las tristezas de la vida, es decir el

continuo emocional que constituye su existencia. “No hay juego con la muerte que

ocurre y nunca mata”

Un nuevo suceso en la vida puede introducir el olvido, así que una nueva pasión

significaría la muerte real de la Eterna. No es posible retener su eternidad si pasamos a

otra cosao suceso.

“La muerte no es la policialidad que conocemos, sino una mesa eternamente

concurrida y de que se levanta uno y dice yo me voy a dormir: eso es la muerte”

Configura nuevos personajes

“Postumia: la que desea ser amada muerta, sólo muerta ser amada”

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...El olvidador: el hombre que sabe que el secreto de la mujer es la intolerancia para la

idea de ser olvidada por hombre.Hay que no ser mujer para soportar ser olvidada

Piérdese instantemente el Olvidador; ella presente y ausente lo olvida. Olvidador se

desespera que cada vez que es visto es nuevo para la Ellanomujer, y se enamora de

quien no puede recordar ni recordarlo por más de un cuarto de hora, Y así es

castigado”

A partir de aquí el texto da respuesta a nuestra pregunta destacando que Eterna no

conoce muerte, no tiene su conciencia un instante de suspensión y Deunamor se aferra a

la resurrección conciencial de ella

“y probarle definitivamente que no hay dicha superior a la plenitud de conciencia en

pasión actual, es decir eterna”

Y aquí estoy yo, el realizador de este Ensayo acompañando el final de la lectura, tentado

de iniciar un proyecto, “La amada inmóvil, con pensamientos por el autor inspirados, y

dispuesto a plagiar, en el buen sentido, como se lo permitió Jorge Luis Borges.

Es que Macedonio lo deja consignado: dejando el libro abierto, al que quiera escribir

esta Novela” Recomendando: Que favorezcan un intenso trabajo, para corregirlo y

editarlo libremente...” “Suprima, enmiende, cambie, pero si acaso, que algo quede”

Por supuesto mi atrevimiento no es tanto como para pretender “la trama de doble

novela.” Sino, en realidad, apurar estos últimos capítulos, convencido ya de la sabiduría

del pensamiento y la perfección de adversidad de un destino de alma plena y clara.

“Pero no ame, ódiese al Presidente; ningún peor encuentro que la inteligencia

acercándose a la calidez. Lo que sólo es inteligencia no debe curiosear al Latido. Es

vil.

Todo hecho y ningún contento”

Fin

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APUNTES FINALES SOBRE LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS

CAPÍTULO XIV

(Todavía)

Impulsivamente el Presidente expresa un dejo de nostalgia por la cordialidad con la

naturaleza y la paz de las granjas; se ha decepcionado del recurso de la Acción sobre la

Ciudad que sigue siendo de una fealdad irremediable, de la cual nada puede entreverse

del misterio.

Piensa en que la Eterna, como las casas que quieren vivir para el presente, vivir para

morirse, cree en la muerte, e invierte la imagen de aquel poema, ocultado en una lata de

gallletas, Bellamuerte, donde Eterna parte sin la muerte, quedándose él para lidiar con

ella.

Eterna niega la eternidad y acepta ese despido del amor que es la muerte.

El Presidente aún sostiene que la muerte nada es sin la liquidación de el Olvido de los

que se amaron.

“Ya lo dijo Deunamor siempre será triste el Presidente, o si no dadle otro pasado”

“y ese pasado lo cambió la Eterna”

Macedonio nuevamente sugiere en aquel pasado una defección culposa de su amor al no

haberse elevado en vida a la gracia y a la ternura de Elena. La novela mala nos daría la

respuesta sobre intimidades de la relación de la pareja, pero lo que no deja de ser claro

es que:

“Eterna tiene el poder para sí de tolerar el pasado sin amor y conocimiento

(¿comprensión?) de ella por su amante”

El análisis puede apoyarse en ello para considerar un duelo patológico.

Del dolor y la culpa el Presidente aprende a amar.

Intenta explicar lo:

“El drama del presidente es: el pensamiento como pasión, porque el Amor es ser, lo

más del ser, y el Pensamiento es sediento de la noción(o problema) del ser. La pasión

es lo más del ser y el ser es lo más del pensamiento. Por eso el pensamiento puede ser

Pasión. Pero en su Pensamiento-Pasión, el Presidente es desdichado, le falta lo Real de

la Eterna pensada, la personificación delo Real pensado.

¿Vale el Arte para quién se mortifica en esa ausencia? El Presidente trabaja en su

novela sin mundo. Quizá, para su propia liberación; trabaja pero sin alegría”

El capítulo compromete al lector con una pregunta que extrema la cuestión de la

temporalidad, hubo un pasado en que el Presidente ignoró que ella existía, no la amo ni

la adivinó, pudo pasar a su lado sin mirarla. Esto la horroriza.

“¿Que contestarías a esto lector?”

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La respuesta debe ser metafísica. ‘Cómo disipar ese sentimiento de la Eterna de no

poder contemplar la posesión con todo contento, el amor que no hubo antes y pudo no

haber nunca’

Bien se puede escribir una novela para responder a esto.

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CAPÍTULO XV

Poemas sin término e inmutable para la Eterna

Como lector salteado y después de haber prejuzgado un identificación del Autor Con

Quizagenio, en esa mezcla desgraciada de amor y amistad, ambas no concretadas,

retrocedamos al prólogo donde Quizagenio se lamenta de su nombre de modalidad

interrogativa o serlo frente a los abordajes de Dulce-Persona en la situación de no

existencia. Corrige al Autor: yo debo ser llamado Plena-Persona.

“Quizá será el único defecto de la novela. Por cierto que el autor se preocupó de su

comodidad, dándome un nombre que nada dice y es corto.”

En el transcurso de la Novela el autor ha concedido un diálogo de dos horas que supone

un emerger vivencial y que resultará de un olvido a la Eterna. A continuación otro salto

a la “Eterna y Dulce-Persona” donde el autor logra la fusión confusión entre ambas.

Desorienta al lector seguido que en ese prólogo aún no ha penetrado la trama con una

descripción individualizada de las mismas que concluye con un equívoco relativo al

anudamiento de las trenzas y las edades:

“Sólo a ella le quedan bien aunque tiene 39 años y yo 19”

Importan estas lecturas para abordar el capítulo sin discriminar a quiénes realmente se

dedican los siguientes poemas, a una u otra o ambas fusionadas.

Eras la noche en que vi mi camino.

Me llevas, eres noche guía!

Noche iluminante, te llamo,

porque la luz te hace lozana,

y el día te hiere y te prohíbe el mundo.

El gran apasionamiento de esos poemas hacen de Eterna y Consuelo personajes de su

pasión ocultos o ambiguos en su arte.

Por último una posibilidad más, que el anciano autor personifique con Quizagenio a

otro sujeto diferente a él tras el cual pierda resignado a su amada:

¡Vive persona!

Para tus ojos con tantas dudas

es la tarea de cuidar un ardiente sentimiento.

Mirar, y girar la mirada

para todo lo que estás temiendo

al pensar en lo que quieres más amar,

y puede serte herido.

Descubre tú, descubre!

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Yo miraré hacia donde mires.

Si tú no encuentras ¿quién encontrará?

Hoy sí yo hallaré donde tu halles.

Tú Todoamor y yo Claridad.

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CAPÍTULO XVI

(Hoy hay más pasado que ayer)

“Te hablo lector, la Eterna soy; una mujer quizá noble, quizás hermosa y fuerte en el

pensar de sentimiento generoso y grave destino, quizás altiva y de majestuosas

maneras...quizá no dichosa, y capaz para una ventura cura risa exquisita, estremecida,

rebosante, resonando como de hondura retenida, sin estrépito, quizá borrarla del

mundo la idea de la muerte.

Leíste lo que aquí figuro haciendo y diciendo y pensarás que levemente pasan las horas

con el Presidente. Deja que de estos renglones se alce a ti mi acento, y te giga

mirándote de cerca

“Dime, apiadándote de mí, ¿sientes mi hálito? ¿Tengo una voz que tu oyes?

“Cada día tengo más pasado; vivir es crear pasado; pues que este crece cada día para

mí, lo que sólo a quien vive ocurre...Pero no sabré nunca; si quizá me ha acontecido

que alguna vez fui real y un artista extraño en designios con avidez, tesón atormentado,

me tornó un sueño de páginas de su mano cubría de palabras”...más allá de esta

página nada sé de mí...

“-Autor: ¿Para qué diablos escribo? Lo que haces lector y lo que hago, ¿es mejor que

dormir? Un lector puede definirse como un hombre que no puede dormir sin un libro en

la mano; pero es una pequeña manía muy disculpable. En cambio, el autor escribe lo

que ha dormido, o han dormido otros.

-Lector: Yo busco y espero,

-Autor: ‘¿Ser autor?

-Lector: Porque me resisto a creer que “literato” es: quien deja en el mundo todo lo

dicho y nada sabido...

Aún falta leer todo lo que ha escrito hasta el final de sus días.