el nuevo liderazgo político

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Tema I Curso: “El Nuevo Liderazgo Político en el gobierno local” Domingo Leiva Nicolas [EN LA BUSQUEDA DE UN LIDERAZGO POLÍTICO RESPONSABLE PARA EL SIGLO XXI ] “Quien desee liderar, influye en los pensamientos y los sentimientos de grandes grupos. La clave para ello es contar una historia convincente.” Howard Gardner

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En la busqueda de un liderazgo politco responsable para el Siglo XXI (Curso sobre Nuevo Liderazgo Polítco Local)

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Tema I

Curso:

“El Nuevo

Liderazgo Político

en el gobierno

local”

Domingo Leiva Nicolas

[EN LA BUSQUEDA DE UN

LIDERAZGO POLÍTICO

RESPONSABLE PARA

EL SIGLO XXI]

“Quien desee liderar, influye en los pensamientos y los sentimientos de

grandes grupos. La clave para ello es contar una historia convincente.”

Howard Gardner

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

CONTENIDOS CAPÍTULO I

Introducción 3

¿El líder nace o se hace? 4

El liderazgo carismático autoritario 5

La crisis del liderazgo tradicional 7

Los peligros del “Líder-producto” 8

Liderazgo 2.0 12

Hacia un Liderazgo Responsable 15

Dimensión ÉTICA 16

Dimensión ESTRATÉTICA 17

Dimensión EMOCIONAL 17

Perspectivas del Nuevo Liderazgo 18

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

INTRODUCCIÓN

Los libros de historia están salpicados de nombres propios.

Cada uno de ellos parece haber sido determinante para

que los acontecimientos se precipitasen de una

determinada manera, y el mundo ya no fuese nunca más

lo que había sido. Cesar, Atila, Napoleón, Gengis Kan,

Hitler, Lenin, Mao,… son miles los conductores de masas,

creadores de adhesiones inquebrantables, que fueron

capaces de convertirse en el epicentro de las

transformaciones o las hecatombes sociales de la época

que les tocó vivir.

Los líderes nos aparecen a primera vista como los actores

principales de la trama humana. Pero no son pocos los

que dudan que hayan sido ellos los que han escrito

realmente la historia. Los deterministas afirman que son

solo el producto de su época, que si no hubiesen nacido o

estado allí ellos para encabezar los acontecimientos en

aquel momento, todo hubiese ocurrido de igual manera.

Para el Materialismo Histórico, por ejemplo, la historia de la

humanidad es la historia de la Lucha de Clases. En la

teoría desarrollada por Marx no hay cabida para los

determinismos personalistas. La dinámica de la sociedad y

de los procesos sociales se explica, en última instancia,

analizando los factores económicos subyacentes. La

liberación de la clase obrera será obra de la rebelión de

los trabajadores contra el sistema de explotación del

hombre por el hombre. Ni en los tres tomos de El Capital, ni

en ninguna de las miles de obra desarrolladas por

escritores marxistas durante el siglo XX se dio la menor

importancia al papel del líder. Y sin embargo, el “culto a la

personalidad” alcanzó su máxima expresión en el seno del

primer régimen autodenominado marxista de la historia. Y

Stalin no fue un caso aislado. Mao, Castro, Tito, Hoxha, Ho

chi min,… se puede decir que casi no hubo un movimiento

revolucionario en el siglo XX que no estuviese

condicionado de forma determinante por la personalidad

y el carácter de su líder. Y lo más llamativo: casi ninguno

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El nuevo liderazgo político en el gobierno local

de sus regímenes, tal como ellos los concibieron,

subsistieron mucho tiempo a la desaparición del líder.

¿Debemos sacar la conclusión de que los líderes son

realmente los que determinan el devenir de los

acontecimientos que transforman la sociedad? Si

hablamos en sentido absoluto, podemos afirmar que NO.

Si Julio Cesar no hubiese nacido en Roma, sino en una

alejada aldea de África, difícilmente hubiese podido

hacer otra cosa que pastorear ganado, o liderar de

manera intrascendente a un pequeño grupo de su etnia

local. Sin la brillantez militar de Julio Cesar, su sentido

estratégico y su visión política, ¿se hubiese convertido

Roma en el Imperio que trazó durante siglos el destino de

Europa?. Sin lugar a duda, muchas cosas no hubiesen sido

igual. Pero Roma hubiese acabado encontrando al líder

que dirigiese sus legiones en la conquista de nuevos

territorios y preparase las bases para la proclamación del

imperio.

El liderazgo parece ser necesario en los procesos

sociales humanos. Pero los líderes no son los protagonistas,

sino los que ponen nombre y apellidos a esos procesos. Se

convierten en dirigentes emblemáticos por que tienen

unas cualidades individuales capaces de brillar con éxito

en las condiciones sociales que les tocó vivir. Pero muy

especialmente, porque estuvieron “en el lugar adecuado,

en el momento preciso”.

¿EL LÍDER NACE O SE HACE?

Es una pregunta clásica cuando hablamos del ser humano

en casi todos sus roles sociales. El músico, el artista, el

escritor,…el líder, ¿nace o se hace?. En todos los casos nos

vamos a encontrar con una respuesta similar: los hay que

nacen con una predisposición innata, y los hay que se van

formando en un proceso de aprendizaje e interacción

social.

Si hablamos de los líderes carismáticos, el asunto es bien

distinto. El carisma no se aprende. Se tiene o no se tiene.

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

Pero el liderazgo carismático no es, ni mucho menos, el

único posible. Y probablemente es el menos conveniente

para encabezar organizaciones y procesos sociales que

buscan su continuidad y trascendencia, más allá del

empuje y personalidad de quien los dirige en un momento

determinado.

Las habilidades con las que una persona nace pueden

favorecer la facilidad con la que se puede convertir en

líder de una organización o grupo social, pero en la

mayoría de las ocasiones resulta determinante la

formación y experiencia que va adquiriendo a lo largo de

su vida. El aprendizaje es clave en el desarrollo de las

aptitudes de liderazgo. De ahí que el tema se haya

convertido en una de las disciplinas más tratadas en los

seminarios y cursos para empresarios, políticos o dirigentes

religiosos. Las técnicas de liderazgo normalmente

impartidas abarcan áreas como la toma de decisiones, la

conducción de equipos, la motivación, la

comunicación,… todo lo que un dirigente debe de

dominar para liderar con éxito una organización.

Pero el aprendizaje decisivo se produce en el feedback

de su propia actividad. Solo asumiendo responsabilidades,

tomando decisiones, solucionando problemas y haciendo

frente a situaciones difíciles se forja realmente la “madera

de líder”. El paternalismo y la superprotección son los

caminos antagónicos a la educación que debe de recibir

una persona para convertirse en líder. La educación

basada en el valor del esfuerzo y la superación de

dificultades, es definitiva para desarrollar el carácter de un

dirigente. Solo las organizaciones que promocionan que

sus miembros asuman competencias y se acostumbren a

enfrentarse a problemas tendrán una fructífera cantera de

liderazgo. Que se equivoquen y aprendan de sus errores es

un fértil camino para preparar a dirigentes que en el futuro

asuman con éxito la dirección de la organización.

Pero la formación del liderazgo, además de desarrollar

habilidades técnicas en la dirección y motivación de

grupos, ha de cultivar un pensamiento estratégico

indispensable para conocer en profundidad el terreno en

el que se mueve. No tiene porque ser un especialista en

todas las materias que trata su actividad, pero un dirigente

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

ha de tener una formación sólida e integral, que le permita

tener ideas claras y un conocimiento global de la

actividad que desarrolla. El liderazgo se basa en un

reconocimiento espontáneo por parte del resto del

equipo, lo que exigirá estar a la altura de las

circunstancias. Si el resto del grupo detecta en él carencias

significativas terminará por perder la confianza y

rechazarlo. No esperan que tenga que conocer hasta el

último detalle de los asuntos, pero sí que tenga un

conocimiento suficientemente sólido.

EL LIDERAZGO CARISMÁTICO-AUTORITARIO,

UNA TRADICIÓN CON MUCHO PASADO Y

POCO FUTURO

En el ámbito político más que en ningún otro, el carisma

se ha considerado tradicionalmente una cualidad

esencial del liderazgo. En muchos países de América

Latina los partidos nacen y mueren de la mano de un

nombre propio. Personalidades muy fuertes construyen

organizaciones que llevan su impronta, tanto en la cultura

organizacional como en su posicionamiento público.

Algunos sobreviven al eclipse del líder. La mayoría

desaparecen con él.

Los países donde dominan los regímenes presidencialistas

cultivan este tipo de liderazgo. En Francia, EEUU, México o

Colombia, por poner un ejemplo, una figura

presidenciable difícilmente se concibe sin una buena dosis

carisma. Algo parecido ocurre con muchas figuras

políticas en el ámbito local. La importancia de la

personalidad del “alcaldable” trasciende en muchas

ocasiones a la influencia que tenga la organización a la

que representa. No es extraño encontrar municipios que

cambian mayoritariamente el signo político de su voto en

las elecciones locales, debido a la personalidad de un

determinado candidato.

El valor diferencial de este tipo de liderazgo no puede ser

objeto de aprendizaje, no es posible desarrollarlo en una

organización por otra vía que no sea “seguir el ejemplo”.

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

Esa circunstancia ha determinado que los movimientos de

transformación social que nacieron bajo el modelo de

liderazgo carismático tuvieran una difícil continuidad, y si

lo hicieron su éxito quedó mermado por la desaparición

del líder y vivieron un largo periodo de decadencia y

desintegración. Los continuadores a menudo se enfrentan

entre ellos reivindicando la “pureza” en la defensa de los

principios establecidos por el líder, que son el casi exclusivo

referente de su actuar político. Pero desaparecido el

elemento de cohesión, las interpretaciones del dogma se

multiplican, sustituyendo en gran medida al análisis de la

realidad y a la adecuación de su actuación política al

cambio de la circunstancias sociales.

El liderazgo carismático tradicional tiende a afianzarse de

fuera hacia adentro basado en la relevancia

comunicacional y la empatía de la persona que se

convierte en punto de referencia. No facilita su

reproducción dentro de la organización, sino que la

dificulta y obstaculiza. La fidelidad inquebrantable al líder

produce una “tutela” de todas las decisiones, que lastra el

desarrollo de la capacidad de liderazgo de los demás

miembros del grupo.

Aunque el liderazgo carismático no tiene forzosamente

que ser autoritario, esta modalidad es la que

tradicionalmente se ha impuesto en la vida política en el

pasado, y es la que vamos a tratar de analizar.

En el modelo tradicional, el líder ejerce una autoridad

incontestable: es seguro, no duda, es rápido en tomar

decisiones. Su imagen es la de una persona omnipotente.

Convence a unos y vence a otros. Consensuar decisiones

no es su fuerte. Solo hace equipo con las personas

capaces de poner en marcha las decisiones tomadas por

él. Su fuerte son las reuniones ejecutivas, la planificación

operativa, la gestión de instrucciones. Evaluar con otros los

cómo y por qué, y los pros y los contras de las decisiones le

parece una pérdida de tiempo. El sabe. Piensa. Los demás

deben hacer. La visión que importa es la que él tiene, no

la que pueda desarrollarse compartidamente en la

organización. La visión y propósito estratégicos son

responsabilidad suya. Su tarea es convencer a los demás.

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El nuevo liderazgo político en el gobierno local

LA CRISI S DEL LIDERAZGO TRADICIONAL

Durante casi todo el siglo XX, era imaginable conocer el

futuro. Lo que “iba a ocurrir” era predecible. El objetivo era

claro para todos. El liderazgo consistía en definir los

caminos mediante los cuales llegar más pronto.

El final del Siglo XX define un escenario político

caracterizado por la incertidumbre. Se derrumban la

mayor parte de las certezas que se habían forjado en los

dos siglos anteriores. El horizonte de la “revolución

socialista inevitable” se desmorona con la desaparición de

la mayor parte de los regímenes burocráticos que se

reclamaban de inspiración marxista. El estado-nación se

diluye en un proceso de globalización que merma la

capacidad de maniobra de los gobiernos estatales,

desdibuja cada vez más las fronteras y deja ver los perfiles

de un gobierno supranacional de facto, tan invisible como

real , y cuyos hilos son movidos por fuerzas cuyo rostro

cuesta trabajo definir con nitidez.

Al mismo tiempo se produce una descentralización

administrativa que, en aras de una mayor eficacia,

incrementa las competencias de los gobiernos regionales

y locales, cuyo poder de gestión y margen de maniobra

crece casi a la misma velocidad que disminuye el poder y

la relevancia de los gobiernos nacionales.

En estas circunstancias comienza a desarrollarse un

modelo de liderazgo político basado ya no en la

certidumbre sino en el aprendizaje organizacional. En una

situación de vertiginosos y constantes cambios, la ventaja

competitiva más sostenible de las organizaciones políticas

es su capacidad de aprender más deprisa que las demás

y adaptar su acción más rápidamente a las nuevas

circunstancias. Pero los cambios de las organizaciones

políticas van muy por detrás de la realidad social donde

estas llevan a cabo su actividad.

Donde persiste el liderazgo tradicional, impera el

miedo a la incertidumbre, y la aversión al riesgo que

supone la adecuación a las nuevas circunstancias. La

respuesta es el voluntarismo y la repetición de las recetas

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El nuevo liderazgo político en el gobierno local

del pasado que les hacen entrar en un estado de

creciente descomposición.

O peor todavía, la relativización de los principios y

las certezas, da lugar al auge del marketing político, y la

creación del “líder-producto”. Un fenómeno que se ha

generalizado, y que merece un apartado especial.

EL “LÍDER-PRODUCTO”, LOS PELIGROS DEL

MARKETING EN EL NUEVO LIDERAZGO

La implosión política, social y cultural de las grandes

utopías, de los “grandes relatos” ideológicos que

dominaron la vida política en los siglos XIX y XX, ha llevado

consigo la disolución de la mayor parte de los liderazgos

basados en las metas que ellos describían. Lo político-

ideológico que era el criterio fundamental que definía el

sentido del voto de la inmensa mayoría de los ciudadanos

en el pasado, ha dado paso a un relativismo que permite

una mayor traslación de los sufragios en razón de intereses

más personales y criterios menos totalizantes.

La disolución del estado-nación como referente identitario,

presionado desde arriba por el proceso globalizador y

desde abajo por los nuevos actores regionales y locales,

debilita el concepto de ciudadanía tal como lo dio a luz la

revolución francesa y se ha mantenido durante dos siglos.

La ciudadanía parece estar dejando de ser la forma

principal como se expresa e institucionaliza la relación

entre el individuo-ciudadano y el estado, para dar paso a

un retorno a ciertas identidades básicas. El individuo se

vuelca en sentimientos de pertenencia a comunidades

concretas, a las que da su adhesión, lealtad y legitimidad.

El ciudadana deja de ser considerado por “el nuevo

liderazgo político” un sujeto dotado de un estatuto jurídico

determinado, para ser sobre todo “un consumidor”, un

“público objetivo” de estrategias de comunicación y de

marketing, que buscan su adhesión condicional y efímera

en base a mensajes basados en contenidos referidos a

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El nuevo liderazgo político en el gobierno local

esas nuevas pertenencias. De paso, la conflictividad

social y socio-política resulta conflictiva en sí misma dentro

de esta nueva lógica, por cuanto el ciudadano se

conformaría con reclamar su propia satisfacción, sus

propios intereses y aspiraciones, postergando la dimensión

social. A los nuevos ciudadanos les agrada que les hablen

de sus derechos y libertades, pero no desean oír sobre sus

deberes y obligaciones sociales y políticas.

Como consecuencia de este escenario se está

produciendo una mercantilización de la escena y la

práctica política. El espacio público pasa a convertirse en

un mercado donde se lleva a cabo una permanente

compraventa de productos comunicacionales. Los

mensajes ideologizados de transformación social que

caracterizaron el debate político pretérito desaparecen.

Ahora se definen estrategias de mercadeo que buscan

satisfacer las motivaciones del nuevo ciudadano-

consumidor, que ha decidido elegir aquel liderazgo que

mejor intérprete sus sentimientos, sus emociones, sus

anhelos, sus aspiraciones y expectativas.

El Marketing se erige en el nuevo Maquiavelo que define

los contenidos y las formas de la actividad política. La

oferta de “productos” políticos se va pareciendo cada vez

más a la de los productos industriales. La similitud entre

ellos es tal que la argumentación racional ha sido

sustituida por un componente emocional y subjetivo. El

liderazgo político parece dirigirse a un status “situacional”,

de manera que una habilidad clave para el líder debiera

consistir en saber reconocer el estilo y contenidos a utilizar

según las diferentes circunstancias, situaciones y

audiencias. Cada acontecimiento político se convierte en

un evento mediático, un espectáculo organizado y

planificado en función del impacto que se quiere que

produzca en sus públicos objetivos.

La mayoría de las escuelas de pensamiento moderno en

ciencias sociales hablaban desde hace años del “efecto

regresivo para la democracia que suponía la televisión”,

por su empobrecimiento del debate y los contenidos

políticos. Los discursos y los grandes debates

parlamentarios se preparaban pensando en el minuto que

iba a ser expuesto en el noticiario de máxima audiencia.

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

En los últimos año la situación parece abocarse a un

nuevo escenario. Las redes sociales, que fueron una de las

palancas que llevaron a Obama a la presidencia de EEUU,

se perciben ahora como un condicionante de su

estrategia política. Tanta inmediatez parece limitar las

posibilidades de desarrollar estrategias a largo plazo, y

dispersan aún más el contenido del discurso y la acción

política, que acaba dando más importancia a la táctica a

corto plazo que a la estrategia a largo.

Ante la ausencia de los “grandes relatos” y las diferencias

radicales en el proyecto político que caracterizo la historia

reciente, el discurso del nuevo liderazgo se hace más

superficial. Lo que importa es la relación mediática entre el

discurso del líder y los públicos objetivos. Las formas, la

dimensión lúdica, el aspecto exterior, la apariencia

escénica, la fuerza persuasiva de los recursos retóricos,

adquieren mayor importancia que la solidez y profundidad

argumental de los contenidos.

La lógica marketiniana invita a pensar que mientras más

hábil, espontanea y persuasiva sea la apariencia y la

habilidad mediática del líder, más fácilmente se darán las

condiciones para que produzca el efecto emocional

deseado en el ciudadano-consumidor. La “política-

espectáculo” concibe al ciudadano como un “cliente” al

que hay que venderle una “mercancía política” mediante

un “producto-candidato” bien preparado y adornado.

Como en el mundo de las marcas, todo es una creación

subjetiva que se desarrolla mediante estrategias

publicitarias que pretenden crear un posicionamiento

basado en ideas simples en la mente del consumidor-

elector.

Los contenidos adquieren forma de slogan, que hace

referencia a rasgos personales del líder-candidato, y se

desdeña la vieja retorica construida con largos discursos,

prolongados argumentos y programas políticos y de

gobierno. Se trata de capturar la imaginación y la

subjetividad sensible de los votantes, intentando realzar las

dimensiones emotivas del discurso y de las prácticas. Se

diluyen las fronteras entre lo público y lo privado, entre lo

elitista y lo popular. El ciudadano se auto percibe como

un consumidor, que se siente con derecho a exigir que la

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El nuevo liderazgo político en el gobierno local

imagen del político se corresponda con la realidad del

“producto-líder” que se le ofrece en el mercado de la

política. A las nuevas audiencias les interesa menos el

contenido de los programas, y se preocupan más de la

integridad moral del candidato-líder, de su coherencia, de

su estilo de vida familiar y de su cercanía con la cultura de

los “electores-consumidores”.

Lo importante del nuevo “líder-producto” no es que sea

inteligente y racionalmente eficaz; lo realmente relevante

es que sea atractivo, empático, afectuoso y afectivo,

llano, cercano y alcanzable.

Esta tendencia se produce esencialmente en las

campañas electorales, pero no solamente en ellas. La

mercadotecnia política va impregnando de manera

creciente la vida de las grandes organizaciones políticas.

Los consultores de Marketing se convierten en piezas

claves del equipo asesor en la toma de decisiones a todos

los niveles.

EL LIDERAZGO 2.0

Internet ha cambiado el paradigma de la comunicación

entre las personas. Los viejos medios de comunicación

tienen los días contados. La información en una sola

dirección ya no es bién recibida por los ciudadanos. Lo

que se conoce como WEB2.0 ha generado una nueva

cultura relacional. Las grandes plataformas que triunfan ya

no son las que ofrecen contenidos, sino las que ponen a

disposición de la gente herramientas para que compartan

sus creaciones, ideas y opiniones. Los blogs, las redes

sociales, las wikis, los canales de video, imágenes o sonido

(youtube, flickr, ),… son espacios colaborativos donde

todos hablan y todos escuchan, donde todos aprenden y

todos enseñan.

Apoyandose en este tipo de herramientas, Barack

Obama alcanzó la presidencia del país más poderoso del

planeta. Desde entonces, no hay líder que no piense en la

WEB2.0 como una herramienta imprescindible para la

comunicación con los ciudadanos.

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

El problema es que la mayoría de los líderes políticos,

especialmente en Latinoamerica y España, siguen

actuando bajo las viejas pautas de relación. Eso les lleva a

no encontrarse agusto en este nuevo entorno de

comunicación, y sobre todo a que su actividad política en

estos espacios sea poco eficaz.

La WEB2.0 exige también un LIDERAZGO 2.0, que es

significativamente diferente al liderazgo político

tradicional. Veamos cuales son esas diferencias:

El liderazgo 2.0 se apoya en el cambio. Como la Web 1.0,

el viejo estilo de liderazgo buscaba ser estable. Los líderes

se resistían a los cambios y se centraban en la

preservación del status quo. Por lo contrario, los nuevos

líderes buscan estar a la vanguardia de la

experimentación. Si algo no funciona, cambian de rumbo

rápidamente. Ellos están más preocupados por conseguir

los resultados correctos que por mantener las cosas como

de costumbre.

El liderazgo 2.0 demuestra transparencia. Los líderes

tradicionales eran opacos. Ellos no decían nada que no

fuera necesario decir. Ellos se mantenían a sí mismos

envueltos en misterio. Los nuevos líderes son abiertos y

transparentes. Ellos permiten que se los vea por lo que son,

incluidos los errores. Prefieren mostrar lo que son de verdad

en lugar de pretender ser algo que no son.

El liderazgo 2.0 celebra el diálogo. Los líderes tradicionales

pronunciaban monólogos. Eran los únicos oradores. El

hecho de que eran los jefes era una prueba suficiente de

que eran más listos que todos los demás en la sala. Los

nuevos líderes escuchan más de lo que hablan. Se hacen

preguntas. Conducen conversaciones fuertes. ¿Por qué?

Porque saben que "todos somos más inteligentes que

algunos de nosotros" para citar a James Surowiecki en la

sabiduría de multitudes.

El liderazgo 2.0 utiliza la colaboración. Los líderes

tradicionales eran competitivos. Se guardaban todas las

cartas. Ellos no "jugaban bien con otros.". Se negaban a

ayudar a alguien que percibían como la competencia,

aun cuando teóricamente eran del mismo equipo. Los

nuevos líderes se desarrollan a partir del trabajo en equipo.

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

Son inclusivos en la forma en que lideran, atrayendo y

haciendo sentir que todos están haciendo algo grande,

juntos. Reclutan a los demás como "colegas" y "socios".

El liderazgo 2.0 practica el liderazgo compartido. Los

dirigentes tradicionales atesoraban sus recursos, sus

contactos, sus conocimientos, su tiempo, energía y dinero.

Jugaban un juego de suma cero. No creían que podían

ser generosos sin agotar su propio capital. Los nuevos

líderes son todo lo contrario, tienen una mentalidad de

abundancia. Comparten libremente sus recursos, en la

creencia de que "hay todavía mucho más". Ellos saben

que "es más bienaventurado dar que recibir".

El liderazgo 2.0 acoge con satisfacción el compromiso de

ser líder. Los dirigentes tradicionales eran distantes. No

esperaban ensuciarse las manos teniendo que hablar con

los ciudadanos de manera directa y constante. Se

ubicaban por encima de la refriega cotidiana,

observando desapasionadamente a las masas. Los nuevos

líderes no piensan en términos de jerarquía, como si algo

está "por debajo" de ellos. Se involucran, felices y

apasionados comprometiéndose con todo y con todos.

El liderazgo 2.0 construye comunidad. Los dirigentes

tradicionales eran individualistas en esencia y en acción.

Se impulsaban por sus propias producciones. No

necesitaban a nadie más. Podían hacerlo todo ellos

mismos. Los nuevos líderes, por otro lado, sienten el placer

de trabajar con otros y de construir de una comunidad

sostenible que subsistirá mucho después de que se hayan

ido. Obtienen gran satisfacción de trabajar juntos en lugar

de trabajar solo.

El Liderazgo 2.0 representa un salto cuántico adelante en

la eficacia. Permite a los líderes conectarse con sus

seguidores en formas que nunca podrían hacer los viejos

dirigentes.

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

HACIA UN LIDERAZGO RESPONSABLE PARA EL

SIGLO XXI

Sin olvidar que un político solo puede jugar un papel

relevante en función de sus resultados electorales, y que

consecuentemente alcanzar el poder ha de ser uno de sus

grandes objetivos, los resultados de una acción política

basada esencialmente en ese objetivo puede tener

consecuencias sociales desastrosas a largo plazo.

En una sociedad en proceso de transformación

permanente se hace imprescindible un liderazgo a todos

los niveles, capaz de poner en práctica reformas sociales y

estructurales que la adecuen a las condiciones creadas

por el nuevo contexto local, nacional e internacional.

Esas reformas no siempre conllevarán contenidos que

gusten de manera inmediata a los ciudadanos. Pero el

camino no puede ser aparcarlas o aplazarlas para dar al

“elector-consumidor” lo que está demandando. Un

liderazgo responsable ha de pensar en las consecuencias

a largo plazo de su acción política para la ciudad, la

región o el país.

Debido a la necesidad de conservar el poder, el nuevo

liderazgo ha de intentar popularizar las reformas. Ganarse

la confianza de los ciudadanos es imprescindible para

tener éxito en su implementación, además de ser una

condición central del funcionamiento democrático y de la

conservación del capital político de quienes la ponen en

marcha o la apoyan.

El liderazgo político responsable no se limita a una gestión

política exitosa. Conlleva una función de orientación social

instaurando una agenda de reformas sociales y

obteniendo la aceptación necesaria del cambio. Esto

cobra especial importancia cuando se trata de reformas

que conllevan intromisiones dolorosas en el derecho

adquirido de grupos de votantes relevantes. Por poner un

ejemplo, las subidas de impuestos son siempre

impopulares, pero sin ellas no se pueden llevar a cabo un

proceso de desarrollo de las infraestructuras o un

incremento de las políticas sociales que impulse la

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

cohesión social. Se pueden desarrollar estrategias de

comunicación para explicar su sentido y necesidad, para

que la mayoría de los ciudadanos las acepten y las

apoyen, a pesar de que afecten de manera inmediata a

su bolsillo individual.

Veamos las tres dimensiones imprescindibles para el

éxito de un liderazgo responsable.

DIMENSIÓN ÉTICA

El liderazgo político responsable no solo ha de cumplir las

expectativas de sus seguidores, sino que ha de iniciar los

procesos de transformación social necesarios. No se trata

simplemente de convencer a las personas de seguir una

determinada visión. Liderazgo político significa conseguir

que una sociedad se dé cuenta de sus problemas y se

enfrente a ellos. Un líder político debería de ofrecerles

puntos de referencia claros para poder reflexionar sobre

las causas de los problemas, y no solo sobre sus síntomas.

DIMENSIÓN ESTRATÉGICA

Todo proceso transformador necesita estar guiado por una

visión clara. El liderazgo político responsable ha de estar

profundamente familiarizado con la gestión de métodos

que posibilitan la puesta en marcha de su visión. Se debe

de tener claro en todo momento que los procesos de

adaptación pueden resultar incómodos para muchos

ciudadanos. Una adecuada metodología de

implementación los encauzará a un ritmo que no resulte

perturbador, desarrollando visiones de futuro realistas,

diseñando los pasos a seguir para alcanzar los objetivos. Se

ha de mostrar una fina sensibilidad respecto a los intereses

y sentimientos de todos aquellos que van a sufrir en el

proceso reformador, buscando caminos y medidas que los

integren en la dinámica transformadora. Se necesita una

estrategia activa encauzada a sumar adeptos y desactivar

el enfrentamiento frontal con los opositores, convirtiéndolos

en “socios del proceso”.

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

DIMENSIÓN EMOCIONAL

Un gran número de ciudadanos basan su decisión de voto

en las personas que representan a una opción política. Por

eso los políticos han de ser reconocibles como personas.

Cada uno de sus pasos ha de formar parte de una gran

historia, que da coherencia a todo su periodo de

mandato. Howard Gardner lo expone con esta frase

“Quien desee liderar, influye en los pensamientos y los

sentimientos de grandes grupos. La clave para ello es

contar una historia convincente.”

En la labor de comunicación, se debe de ser capaz de

mostrar comprensión para las inquietudes, necesidades y

miedos de la población, colocándose a la altura de los

ciudadanos con ejemplos comprensibles, emanando

optimismo y proyectando la imagen de un futuro mejor.

PERSPECTIVAS DEL NUEVO LIDERAZGO

En ningún momento de la historia pasada ni reciente se

han vivido transformaciones económicas y sociales de

manera tan rápida como en las últimas décadas. Los

parámetros relativamente estables que utilizábamos en el

pasado para prever el futuro ya no son válidos. El proceso

de globalización y descentralización está desdibujando

rápidamente el marco político que se mantuvo estable

desde la revolución francesa, el Estado-Nación. No

sabemos cuáles van a ser los escenarios futuros donde se

desarrolle la acción política, lo que si podemos estar

seguros es que la “ciudad” será uno de ellos. Los gobiernos

locales tienen y van a tener cada vez más relevancia. La

cercanía al ciudadanos y la posibilidad de dar respuestas

rápidas a sus problemas dan una ventaja cada vez más

apreciada a las administraciones municipales. Una

ventaja que cobra aún más importancia a causa de la

existencia de centros decisorios y políticos globales que

hacen que los estados estén perdido su autonomía.

En la búsqueda de un liderazgo político responsable para el Siglo XXI

El nuevo liderazgo político en el gobierno local

El liderazgo y la planificación estratégica se vuelven cada

vez más importantes para conservar la capacidad de

acción política en un entorno en constante modificación.

El intercambio de experiencias se puede producir ahora

con mayor eficacia y rapidez que nunca. Foros, seminarios

y espacios para el debate dentro de la Internet abren

caminos para compartir vivencias y aprendizajes,

acompañando el proceso de creación de nuevas formas

de liderazgo político con un constante análisis y

asesoramiento.