el paraÍso de los demonios
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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El Paraso de los Demonios:
Memorias de un Joven Poeta
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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El Paraso de los Demonios:
Memorias de un Joven Poeta
Julio Csar Riascos
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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El Paraso de los Demonios: Memorias de un Joven Poeta.
Direccin General, Diagramacin y Diseo de Cartula e Ilustraciones:
Julio Csar Riascos
Fotografa de Portada: El Paraso (2014). Obra de J. Riascos
Julio Csar Riascos
Correccin de Estilo y Edicin
Vanessa Bolaos
Jennifer Luna
Alexie Vallejo
Edicin virtual, Marzo de 2014
Julio Csar Riascos.
Todos los derechos reservados
Prohibida su reproduccin total o parcial por cualquier medio sin permiso del Autor.
Punto Editor.
Bogot D. C.
Printed in Colombia.
149. P; 21 cm. Poesa
ISBN: 978-958-46-3178-7
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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A Vane
Esa hermosa teatrera que danza en las tablas.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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ADVERTENCIA
Los eventos recientes sealan que este, sea con seguridad, el ltimo vestigio de
inteligencia humana en lo que queda del lugar. Dnde estoy? En el infierno o el Paraso
de los demonios-. Me encuentro solo aqu y por supuesto, me dirijo a Ti. S lector, es
contigo con quien estoy hablando. Desprevenidamente has dado conmigo, la mayor de las
probabilidades sugiere que no comprendes nada de lo que est pasando, nada en absoluto,
pero puedo asegurarte que no eres el indicado para sta lectura, Abandnala!, es mejor
que desistas, Vete de aqu!. Dedica tu tiempo a las trivialidades de lo cotidiano, a la
habitual calma de tu mundo moderno, seguro y confiable. De lo contrario asume las
consecuencias de tus actos, que en todo caso, sern poco ms que irreversibles.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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TABLA DE CONTENIDO
PRIMERA PARTE: EL ROSTRO Pg.
El Rostro del Poeta 12
De nuestros ideales como mortales 16
Memorias confusas de un asesino fantasma 19
Vivir 23
El minuto inexorable 24
Memorias de un asesino 27
Plaza de Toros 29
Madre 30
Despertad 31
Seduccin 31
Lpida 31
Fatalidad 32
Rquiem por un demonio 33
Libertad 33
Estpida Princesa 34
La ltima esperanza (Guin incompleto para cine) 35
Hoy es un buen da para morir 38
Mi llegada al infierno y el origen del caos 38
Prostituta 39
Annimo 39
Ausencia 40
Lo inevitable 41
Escapmonos 42
Presentacin 42
Poesa para la Muerte (Loco suicida) 44
Para Ella 46
Deseo y Destruccin 46
Si la muerte ha de venir 47
Locura 47
Sus besos 48
El combate 48
Memorias de un joven poeta 49
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Pg.
Te espero 50
Piano 50
Las cosas que se extinguirn con el Alba 51
Las cosas ms bellas de la vida duran poco 52
Ahora Por fin! nuestro ltimo cielo 58
Obertura 58
Es solo un hombro dislocado 60
Percepcin 60
Mi libertad 60
La buhardilla 61
Para Ti, lectora desconocida, que llegaste demasiado tarde 62
Retrato 62
Como un trozo de muerte 63
Como Poeta en el Desierto 63
La muerte 64
Tu ausencia 64
Vino 65
Esa horrible habitacin (Corto-metraje) 65
Los refugios 69
Consecuencias (Cortometraje experimental) 69
De bandonen 72
Ese maldito sujeto frente al espejo 73
Pueblito 73
Vidas 74
Triloga de Hroes Derrotados 77
SEGUNDA PARTE: EL PARASO
La mutacin inminente 82
Samuri 82
Hospital de mala muerte 83
Para despus del final 84
El Pjaro 84
Ese extrao milagro al que llaman amor 84
El ciclo del Phoenix 85
Rebelin 85
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Pg.
Las tres versiones de ese extrao que soy Yo 86
Para M mismo 89
Esa intensa sensacin de libertad (Novela Grfica) 90
Imgenes 92
Amor 93
Equilibrio 93
Lo que hay dentro de M 94
Crimen 95
La visin del Poeta 95
Locura II 95
Respuesta 96
Otra vida 97
Transfiguracin 98
Origen 99
Un pequeo cuervo 99
Memoria caminante 100
Nuestra respuesta 100
A Sueldo 100
Amenaza 101
La brevedad de un instante o la eternidad del silencio 103
La ltima funcin 104
Entre T y todo lo dems 105
Por fin ha llegado este momento definitivo... 105
Fusilamiento 105
Mujer 106
Bajo la superficie 106
Robaron la Primavera 107
Percepciones del Poeta 107
El ltimo libro 108
Hambre 109
De lo divino y lo mortal 109
Das de furia o la Balada de los Tiempos Difciles 109
Asesina celeste 109
Suicidio 110
El caos 110
La Venus 111
xtasis 112
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Pg.
Amanecer 112
Cenizas 112
La edad 113
El obsequio 114
Taberna 114
Nuestros recuerdos 114
Beso de Sangre 116
Microcosmos 116
El vuelo del Poeta 117
Una breve nota sobre el autor (o los autores) 118
Poltica de las cosas que no ves 118
Paraso 119
Origen y desaparicin del Universo 120
Atardecer 120
Rquiem por la metrpoli 120
Prfugo 121
Una con el universo 121
Nuestro Juego 122
Ruleta Rusa 123
Abismo 124
Cena 124
Conversacin con un fantasma 125
El Pasillo 128
Protagonista 139
Lo que nos aguarda 139
Pintura 140
Boxeador 141
Y entonces descubro que soy mi propio asesino 142
Del autor, la obra y sus personajes 143
Halcn 143
Viaje en bus 143
Nuestro bosque 144
Arcano primaveral 144
Humanidad 145
rbol en la Ciudad 146
El paraso de los demonios 147
Eplogo 148
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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PRIMERA PARTE
EL ROSTRO
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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El Habitante (2004)
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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El Rostro del Poeta
Obscuridad.
Botas ensangrentadas,
Puos llenos de rabia,
Cabellos largos y desordenados,
Rostro de nio.
Estoy vivo!
Y soy humano otra vez!
Un nuevo extrao en una tierra salvaje,
Viajero del Jardn de las entelequias,
Vagabundo en medio de los desiertos,
Un nuevo extrao
Con el rostro del poeta.
Ahora el Universo todo, me ha sido revelado.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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I
Ahora mismo son las 7:15 p.m.
Soy viajero en este maldito autobs que, dentro de media hora me conducir
inexorablemente a casa.
Mientras tanto, observo por la ventana las luces delirantes de la detestable ciudad y muy
arriba una luna blanca, despejada, perfectamente circular. Llevo conmigo una guitarra que
no suena muy bien y, que de seis cuerdas necesita con urgencia al menos tres. No soy
bueno para sacarle acordes y menos para cantar; adems soy psimo compositor. No tengo
novia. Alguna vez tuve una pero las cosas no salieron bien, termin quedndome solo.
Supe que Ella tuvo un hijo y que se haba casado; creo que con un arquitecto.
Miro el bulevar y poco despus los centros comerciales. Por donde quiera que vaya la
gente deambula presurosa, desconfiada. Me gusta escuchar a Chaikovski, pero tambin
me agrada Audioslave. S que un buen da de estos acabar por reventarme los tmpanos
con estos viejos audfonos que combaten contra los primitivos gustos musicales del
conductor. Llevo el cabello largo porque odio las peluqueras y, aunque trate de cuidarle,
es intil. Hace un par de das que no me afeito pero no me importa. Fumo y bebo cerveza
y lo hago en exceso. Me gusta leer mientras escucho bandas sinfnicas o rock. A veces
escribo poesa, aunque tampoco soy bueno. Es ms, no considero que sea una buena
persona. Soy egosta y me gusta estar solo, sin que nadie me moleste. Creo que tengo el
alma podrida y no quiero daar a nadie, tal vez solo sea un cobarde que teme le lastimen
nuevamente.
Regreso a mi casa, despus de las clases de filosofa en la U. Todos piensan que estoy
equivocado, que deb estudiar medicina, arquitectura o economa. Recuerdo que quera
estudiar artes o quizs msica, pero termin en filosofa. De todas formas, no me interesa
que pueda decepcionar a alguien. Al llegar a casa me recibe mi madre. Habla, habla de la
vecina, me cuenta del mercado, me comenta de las noticias, habla, habla, y por momentos
creo que mi dbil capacidad de entendimiento continuo en su conversacin es bien
conocido por Ella, pero en fin, es feliz hablando. Voy a mi cuarto despus de comer algo
ligero. Escucho el picoteo de una tmida llovizna sobre la ventana, seguido de las sirenas
de una ambulancia, de la polica o de los bomberos.
Me quedo en casa pensando cmo pasan estos frenticos das de extrema melancola.
Cuando pequeo me imaginaba diferente a mis 20 aos. Mientras pienso en esto, supongo
que las implacables fauces del mundo me destrozarn en poco tiempo. Aun cuando he
prendido la tele, puedo escuchar el infatigable tic-tac del reloj, lo que me sugiere que mis
odos todava estn en buenas condiciones. Cambio canales, casi tan rpido que, parecera
que es suficiente con una imagen para saber que no debo seguir perdiendo la brevedad de
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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estos ltimos instantes, no encuentro nada, nada en absoluto que pueda llamar mi
atencin.
II
Cmo saber que tu vida ha terminado?
Por alguna razn, siempre he pensado que estoy ms muerto que vivo.
No entiendo qu quiere el mundo de M, no s hacia dnde me lleva. Qu se supone debo
hacer. Al menos en este momento deseara ser otro. La televisin es incapaz de calmarme,
la msica, la literatura, el cine, los centros comerciales, el amor que se compra y se vende,
los amigos ocasionales, el dinero, me producen ganas de mandar todo a la mierda.
Estoy enfermo?
Probablemente<
Importa?
He ledo sobre las deficiencias psico-afectivas. Puede ser que dentro de M sea un asesino
en potencia. Me duele. Perd a la mujer amada y me duele, y desde ese da supe que jams
me iba a recuperar, desde ese da supe que haba cavado mi propia tumba, desde ese da
me odi a M mismo por ser como Soy, por vagar de aqu para all deseando ser una
estrella de rock, idolatrado por todos, inmortalizado por todos, amado por todos. Un
poeta famoso, un cineasta, un pintor< Y qu soy?, En qu me he convertido?, tomo mi
cara con las manos desesperadas, clavo con todas las fuerzas mis afiladas garras, siento
cmo atraviesan mi piel y permiten que sujete sta m{scara< y con toda la rabia que
puede experimentar el alma atormentada de un hombre, termino por arrancarme el rostro.
III
Ahora slo soy un nuevo extrao en una tierra salvaje.
Ahora que por fin he despertado del letargo
Y que el universo todo me ha sido revelado,
He de ocultar mis alas
Y he de camuflarme entre esa muchedumbre de confusos humanos.
Un nuevo extrao, un vagabundo
Recorre entre vosotros
Llevando consigo el Rostro del Poeta.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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IV
Despert.
Mi estada en el paraso haba terminado.
Ahora nuevamente arrojado hacia este mundo,
Como si fuese un extrao ms (nuevamente un mortal).
Perdido en la inmensa multitud,
Un ser que vive en medio del todo y de la nada,
Y al que le parece que todo cuanto existe a su alrededor
Es tan complejo y desconocido que, para descubrirle y comprenderle,
La eternidad no sera suficiente.
V
"Observ por ltima vez la violencia del mundo,
Guard los dibujos,
Las canciones y la poesa,
Extend mis alas de par en par y enfil rumbo hacia el sol".
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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De nuestros ideales como mortales
Un nuevo da ante M<
La belleza de lo inexplicable, la inconsistencia de nuestra razn que no comprende, el
silencio que nos embriaga; hoy igual que ayer, un iconoclasta permanentemente
deslumbrado yace junto a los viejos acantilados, que para entonces, no me parecen tan
lejanos y quizs ya no son, de modo alguno, tan furtivos.
Msticos abrojos persiguen mi afliccin, sin proponrmelo una vez ms me he acercado al
sol. Y cmo no hacerlo si paseo cual viajero silencioso?, Si desprovisto de cualquier
instancia transito absorto entre los valles siempre propios de la obscuridad? Y as, en
efecto, recorro el orbe que se proyecta a diario, ms en este ltimo viaje le he contemplado
de forma diferente -Cmo explicarlo?- Con otra percepcin; creo que he vislumbrado ms
all de la distancia, como un destello tan vulnerable que busca asilo en todo aquello que a
su vez, es infinito y sobrenatural. Y T que aguardas paciente< Qu me puedes decir que
sea realmente propio?
Pronto, en las tabernas de la mente, sin que al menos hubiese podido percatarme, me
encontr a M mismo sorprendido por la espontnea aparicin de la tarde, de sbito
permanec all, visiblemente turbado, en mis repentinos pensamientos; ideas que gravitan
alrededor de la realidad perdida, confusa de los hombres, y ms an, de la irrealidad
jams explorada por los mismos.
La tarde dibujando sueos infinitos nunca antes concebidos por ser alguno.
Quin era Yo?
Para qu estaba en el mundo?
Tras los esbozos de la eternidad, la razn vagaba callada; claudicaba, me abandonaba y
finalmente no me responda, no me serva para nada. Razn muchas veces impropia,
premeditada, invariablemente lejana.
Y sin embargo, de la mano del tiempo poda sentir que no estaba solo,
Quizs nunca lo estuve realmente,
Acaso Dnde ests alma ma?
Sabes?
Tengo mucho que contarte.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Juntos hemos burlado la historia, a lo largo y ancho de este camino intempestivo, con el
mpetu que pertenece a la tierra, juntos hemos abordado los principios elementales de la
vida, y sin ms por el momento, contemplamos sin reparo la extensin de nuestras almas.
Preguntas Quin soy?
Soy los trazos inacabados (por tu ausencia),
Que combaten maquinaciones contra el mundo,
Pero mi mundo que es el tuyo,
Jams lo olvidis alma ma,
El mundo es vuestra casa y guarida,
Y la humanidad toda es<
La ms maravillosa y estpida criatura que haya habitado sobre la faz de la tierra.
Nos fue dada la oportunidad de existir, de vivir;
Aun no logro imaginar cuntas miles de eternidades tuvieron que pasar para que tal
suceso siquiera fuese posible.
No logro imaginar todas las condiciones adversas que fueron vencidas para finalmente
concretarse en este instante que es hoy nuestra vida.
Humanidad,
Si vuestra bestial naturaleza ha sido siempre destructiva,
(O eso es lo que nos hemos pretendido creer),
He aqu entre nosotros,
Como primer reto ineludible el primer combate espiritual; tan imperioso y definitivo:
Luchar contra nuestra demencia habitual,
Derrotar la esencia violenta propia de nuestro ser
Y preservar nuestras vidas.
Es realmente tarde para los hombres?
La mayor parte de las veces siempre he preferido hablarle a mi alma
Porque mi mente, pocas veces poda comprenderme.
En el devenir de nuestra historia,
El silencio de nuestros das,
A veces tener la razn no significa nada,
A veces, cuando se nos olvida una idea simple:
Despus de todo tan solo somos humanos
Y en los sentimientos descansa la esencia de nuestras vidas.
Alguna vez en el pasado,
Cuando tan solo era un nio, so.
Fui nada ms que un viajero incomprendido en el tiempo.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Constru imaginarios perdidos,
Tal vez podran estar guardados para siempre en el silencio.
Despus,
Fui testigo inadvertido de las grandes y pequeas miserias del mundo,
Fui un caminante en el paraso de los demonios,
Siempre cuestionando qu nos deparara el futuro,
Un futuro construido, para bien o para mal, en el presente,
Presente que se queda en el pasado.
Y del retorno,
El vanguardista olvidado en aquellos parajes de la memoria,
Mis escritos, mis libros, tu rostro y el tiempo,
El recuerdo de una poca feliz que me abandon prematuramente,
Que me dej obnubilado en el estadio de lo intranquilo,
Sin descanso en un alma ya lo suficientemente afligida.
Mi eternidad es estar en el silencio.
Nosotros somos la generacin futura, tan esperada.
Nosotros somos aquellos que otros dijeron que vendran y cambiaran el mundo.
Muchos cerraron sus ojos con el anhelo, con la esperanza de que pudisemos hacer algo,
No cualquier cosa. Sin duda, no se trata de algo simple.
Nosotros somos los salvadores esperados de la tierra.
Nosotros< y nadie m{s.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Memorias confusas de un asesino fantasma
Para todos aquellos que, como Yo, hemos perdido algo que ya no se puede recuperar.
Ella permaneca desnuda entre las sbanas, su cuerpo tembloroso an, yaca descubierto
bajo la oscilacin suave de las cortinas que danzaban impulsadas por la brisa de una
maana fra de agosto. Puls un par de cuerdas de mi vieja guitarra mientras en mi pecho
abyecto jams haba experimentado tantas ganas de morir. Por un breve instante sent el
clido placer de su mano rozando mi espalda. Luego, sin previo aviso: el silencio ms
profundo, inconmensurable e infinito. Poda percibir cada una de las ondulaciones que se
destilaban de su fragancia sobre mi piel. Ahora lo comprendo, estoy irremediablemente
perdido, no hay nada que pueda hacer, ha llegado mi hora ms baja, es el final. Dejo
escritos los ltimos acordes, tambin los ltimos versos. Es curioso: puedo concebir los
ms hermosos pensamientos justo antes de morir. No importa, nadie conseguira
entender la belleza de este momento, el instante previo a la muerte. Por fin termino mi
tarea. Me pongo en pie, camino tranquilo, avanzo lentamente, sigiloso, siento mis pasos, el
ruido del piso de madera carcomida, el fro acusador en mi frente. Tomo el arma. Reposa
precisamente entre mis manos. La contemplo mientras me veo con Ella en el espejo. De
alguna forma siempre supe que las cosas terminaran as. Llevo el can a mi boca,
permanece all un segundo que parece eterno, una ltima batalla interna me sugiere
arrepentirme, pero es demasiado tarde, no hay otra salida, cierro los ojos, aprieto el gatillo,
escucho el disparo, luego todo es silencio. Ahora, todo es como en un principio, como
antes de nacer, no hay ms dolor, todo est bien.
Afuera la ciudad despertar agitada. Sucede siempre, todo el tiempo. El mismo caos. A
menudo puedes ver los rostros demacrados de desconocidos que viajan presurosos en
medio del trfico, rostros plidos y absortos, sin brillo ya en los ojos. Acaso habremos
extraviado algo definitivamente irrecuperable? Si prestas suficiente atencin,
comprenders que la inmensa mayora basa su comportamiento en muy limitadas
reflexiones filosficas, en consecuencia, sus vidas rutinarias suponen la felicidad en
aspectos materiales irrelevantes que al final configuran la mayor de las trivialidades
posibles. Y bueno, es cierto, tambin est el amor. La amaba con todas mis fuerzas.
Simplemente no poda vivir sin Ella. Lo era todo, significaba la razn para seguir vivo en
medio de un mundo despiadado. Por qu te pasas la vida buscando afanosamente el
amor? Es la nica forma de sobrellevar, de soportar un mundo tan duro como ste. El
problema es que varios creemos encontrarlo (Estoy all?), incluso se experimenta una
suerte de felicidad, pero aun cuando fuese verdadera no sobrevivir eternamente. A
propsito, no creas en nada de lo que digo, estoy muerto.
A Ella le gustaba la poesa y la danza clsica y me amaba. Si me preguntas no s por qu.
Era hermosa, como una princesa, como un ngel. Era nica. Cuando me hablaba suavizaba
an ms su voz, me llenaba de esperanza, de fe. No le importaba abrazarme bajo la lluvia.
Mientras Ella era felicidad< Yo era melancola, pero la amaba. Ahora mismo podra
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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hablarte del incomparable brillo en sus ojos, de su irresistible talle, de la ternura que me
embriagaba, pero es intil, el lenguaje es demasiado reducido, demasiado limitado para
siquiera explicar, los sentimientos que mi corazn experimentaba con solo pensar en Ella.
Yo era un msico frustrado, nunca me sent satisfecho con nada, renegaba del universo sin
comprenderlo lo suficiente, en fin, era segn lo veo una suerte de desastre; pero su amor
me transformaba en una mejor versin de M mismo, alguien que valdra la pena. Nunca
lo logr, supongo que, como todos, soy descomunalmente imbcil. Por qu las cosas
salieron tan mal? Lo reflexiono una y otra vez. Nunca te ha pasado que tienes todo para
ser feliz y sin embargo te sientes fatal?, a M me pasa siempre y uno nunca aprende.
Ahora mismo podra confesarte diversidad de cosas, fragmentos de mi memoria
deshilvanada, trozos de recuerdos, historias de lo que queda de mi corazn, de mi alma
viajera, de mi espritu alado. Los breves instantes de felicidad en mi vida se parecen a una
vieja pelcula en blanco y negro que cada vez percibo con menor nitidez. No s si sucede
igual con quienes morimos, pero en mi caso, empiezo a olvidarlo todo, los rostros, las
palabras, la msica, los caminos, en fin. Desde la distancia veo el sol ocultarse, un ocaso,
parece un lienzo. Si en verdad la amaba tanto, entonces, por qu la asesin? An conservo
su mirada sobre la ma; por un segundo el cosmos se detuvo, me refugi en su calor, la
abrac con todas mis fuerzas, me aferr a su cuerpo que abandonaba la vida rpidamente
y en su mirada supe que me amaba, que me aceptaba con todo lo que era, y en ese instante
era su asesino. No te preocupes!, te acompaar en unos segundos, te amo.
Cul es tu temor ms grande?
Avanza sigiloso e implacable, infatigable para todos, lo escucho an en este estado de
inconsciencia. S, tal y como lo imaginaba, se trata del viejo tic-tac del reloj. Lo percibo
siempre. Un despiadado rayo de luz atraviesa la ventana, se proyecta incandescente,
triunfal por toda la habitacin y descansa sobre mi rostro, apenas si tengo un pice de
razn, pero sin duda se trata de un nuevo da. Y< Maldicin, sigo siendo Yo!
ltima anotacin: Qu es lo que tanto observo? A Ti, en efecto. Frgil y dependiente,
cuestionndolo todo, cuestionando incluso tu propia existencia, buscando respuestas, te
observo gravitando alrededor de los ms bellos instantes del universo y sin embargo,
permaneces inmvil, aceptas tu destino intentando encontrar tu felicidad en otros, cuando
siempre ha estado en Ti misma, eso es lo que observo.
Esperas, como Yo, que suceda algo extraordinario, pero nada pasa, aguardas igual que
todos aqu, tan cerca el uno del otro, empero, tan vacos y solitarios, sentados frente al
resplandor, observando cmo poco a poco se nos va la vida, en medio de nuestras grandes
y pequeas miserias, absolutas tragedias, destinos fatales. Al infierno con todo!, Me cans
de esperar por algo que no llegar!, lo cierto es que estamos aqu y es ahora nuestro
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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momento, sin duda te resultar extrao, pero cuanto pienses de M, en realidad me
interesa lo mismo que la humanidad en este instante.
"Ahora, recuerda que, tu pequeo secreto de felicidad est seguro conmigo, puedo
destruirlo en cualquier momento".
Tengo mis mejores ideas de autodestruccin en las primeras horas de la madrugada. Por
lo que podras advertir no soy ms que un hombre comn, eso es sin duda, lo que
apreciara el ojo vulgar, pero no te fes, no debes provocarme, soy peligroso, incluso para
M mismo, puedo destrozar de tajo el cielo y la tierra, puedo herirte en lo ms profundo,
puedo extirparte el alma y quemarla en un segundo.
Y sin que me lo haya propuesto, me convert en esta suerte de tipo solitario e
incomprendido que se refugia en el cine, en la literatura y que ahora mismo, planea su
propia destruccin. He sido paciente. He analizado todo con calma y despus de mucho
pensarlo, solo existe una ltima alternativa: debo asesinarte.
Mi mundo en tu mano.
Podra pedirte perdn por todos los daos causados, pero no tendra caso, los volvera a
efectuar una y otra vez. Podra extender mis brazos y soar que vuelo atravesando la
profundidad del manto celeste. Podra simplemente confesarte que te amo.
Ahora mi mundo se detiene en tus manos, frgil, indefenso, puedes destruirlo a voluntad
con un simple deseo; espero que lo cuides, es todo cuanto Soy. Me abandono de M mismo
en este ltimo pacto, me sumerjo en Ti con la esperanza de poder observar un poco ms de
cerca el brillo de tus ojos, la paz de tu presencia, el fresco aliento de tus palabras, el clido
roce de tu sonrisa.
Altas horas de la madrugada. Parece que he bebido unos sorbos de vino de ms. Cuntas
singulares cosas pasan a M alrededor, Ella viaja triste, mientras l ha perdido las ganas de
vivir, aqu afuera llueve y alguien despierta por primera vez. Un anciano escucha voces en
su cabeza y la soledad acaba desahuciando un paciente terminal. Hoy un ave abrir sus
alas para volar, un viejo carro se escucha desde lejos, una joven chica lleva un libro en las
manos, es hermosa. Un trabajador se detiene, est exhausto. Un amoroso padre recoge a su
hija, pronto, Ella habr de enamorase de su mejor amiga de colegio. Un chico le dir a
cierta chica cunto la ama, Ella le dir que no. l se embriagar esta noche. Una madre
espera a su hijo en casa, no volver. Alguien aguarda en una sala de urgencias, sin
importar el cansancio y el frio, eso no evitar un amargo desenlace. Una hoja de rbol se
desprende mientras un perro corre a casa agitando la cola. Un poeta camina presuroso en
busca de caf suicida. T que eres el centro de mi universo, duermes tranquila mientras Yo
te pienso en secreto, jams sabrs que te am. Pero ante todo lo que pasa a M alrededor,
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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todas estas cosas, pequeos episodios de vidas que luchan bajo la lluvia, tu amor
imposible solo me produce una gran tranquilidad. Avanzo, sin prisa, apacible, mientras
cuantos me rodean intentan esquivar la lluvia, paso a paso me dirijo veloz a confrontar mi
destino.
De seguro nadie leer esto y de cierta forma es mejor que as sea, que pase desapercibido
como aquellas verdades que resultan despiadadamente terribles como para soportarse. De
cualquier forma ya no importa nada.
Y de pronto me di cuenta que no tena ms ataduras, que haba sido liberado. Poda
abandonarlo todo, dejarlo todo atrs. Sin compromisos, sin dolor, nicamente sobrecogido
por esta paz que me proporciona mi propia ausencia, mi propia inexistencia.
Despus de mucho meditarlo, creo entender el gran problema que aflige a la Humanidad.
Creemos de forma individual que somos el centro del universo, que todo gira a nuestro
alrededor, que el suceso de mayor trascendencia en la historia de la humanidad se divide
antes y despus de nuestra vida; quizs sea demasiado pretencioso, quizs estemos
equivocados y quizs es demasiado tarde para cambiar.
Sabas a la perfeccin que mi mundo se refugiaba entre sombras, y pudiste observar un
tenue rayo de luz, como un milagro difcil de explicar, luego desapareciste, siempre supe
que tu visita sera un breve instante de esperanza. Ahora enfrento las horas ms bajas y un
dolor que me mantiene apenas con vida< Yo tambin lo saba, la otra cara del amor es el
dolor y definitivamente ha llegado para quedarse, con esta soledad en exceso, se ha
convertido en mi nuevo mejor amigo. T me recuerdas el sonido del mar. Un cielo azul
que lo contempla todo en silencio, el sudor frio que recorre mi frente, cada una de mis
venas, los fluidos de sangre que atraviesan mi alma, cada destello imperceptible al cerrar
mis ojos, la clida sensacin de un beso, el aroma inconfundible de tu juventud, mis ganas
de morir y un disco de rock.
Mi habitacin luce diferente. Apenas si puedo reconocer diminutos fragmentos de
historias, mis cosas, las pocas que sobrevivieron, lucen particularmente ordenadas. La
guitarra desafinada, de cuerdas oxidadas, las notas suicidas, algunas fotos y pequeos
recuerdos que se pierden en mi memoria vaga y confusa, todo permanece intacto, salvo
que, como estoy muerto, no sigo aqu.
"No hay una teora para la vida, no existe un manual de instrucciones para sentirla,
simplemente se vive".
Bajo la lluvia. Me parece que tomo tu mano. Es solo un recuerdo, una macabra broma de
mi mente. La realidad es que estoy fuera, slo y sin Ti, las gotas de lluvia se deslizan por
mis mejillas, T no ests a mi lado. La vida no es muy justa o tal vez lo es demasiado.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
24
Primeras horas de la maana.
El canto del gallo anuncia los primeros rayos del sol. Qu quin soy en este breve
instante? Supongo que puedo definirme como un sujeto experimental del caos y la soledad
en exceso. Un asesino fantasma. Ahora debo desaparecer.
Vivir
Para Rous
En la lejana.
Entre bosques, ms all de valles.
El hombre.
El vino y el Pan como vida.
Y la vida como el conocimiento de los sentidos.
Y Yo mismo como un nico viajero.
Si quieres describirme comienza por decir que soy un viajero, iconoclasta,
Un vagabundo, un poeta.
Pensemos juntos en un lugar bello
Y quizs estaremos en l.
Te dejo mis poesas< aunque no las pediste.
All estarn consignadas algunas de mis furias y de mis alegras,
Las cosas en las que cre y de las que, habitualmente dud.
Mis tristezas,
Mis propios ngeles y Demonios,
El Paraso y el Infierno.
Mis miedos y mis prdidas de consciencia.
Maana,
Justo cuando no est entre vosotros,
Cuando est muerto,
Vivir en stas, mis poesas.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
25
El minuto inexorable
(Obra ligera)
Cinco Minutos
A continuacin: Un sujeto pensando lo que escribir. Lentes gruesos, cabellos enredados.
Cigarrillo a la mitad. En la mesa, intentos fallidos de historias, poesas, obras de teatro,
soliloquios, algunas canciones que nunca ser{n<
Sostiene la pluma en su mano derecha, juguetea en el aire, recorre la diminuta distancia
que le separa del papel. Entonces, escribe lo siguiente:
Estaba solo en mi habitacin, al menos eso crea Yo< y de pronto apareci una
revelacin. No s cmo explicarlo. Tuve la impresin de que alguien lea mis
pensamientos. Ya sabes, como cuando uno lee un libro. Y creo que escuch una voz que,
precisamente, continua leyendo esto mismo, que me encuentro escribiendo, una voz en
off, alguien que se oculta en tu propia mente inestable.
Hago una pausa, pero la sensacin persiste. Alguien, en este momento, en este preciso
instante se ha metido en mi cabeza<
Espera!< Espera!< Debo estar enloqueciendo!
El hombre se levanta de su silla, camina alrededor de la minscula habitacin, se rasca la
cabeza, se desplaza hasta el bao. Caga. Luego se mira al espejo. Sonre y dice: *No me
engaas, continas leyendo mis pensamientos. Quin eres?, Qu quieres de M?*
De repente, como si de una cmara implantada en su cerebro se tratara, vemos su rostro
frente al espejo. Esta sensacin por supuesto, nos da la impresin de vernos a nosotros
mismos, y es inevitable experimentar el sentimiento de miedo que el hombre describe en
su semblante.
-No debe asustarse, pero intente conservar la calma, verse al espejo y no ser uno mismo,
puede ser una sensacin nueva y extraa, justo como aquello que est viviendo-.
*No puedo verme< alguien lo hace, son muchas voces en mi cabeza y no son mas*
-Resista!-
*Dnde estoy?*
-Es difcil saberlo, pero creo que Ud., se ha desconectado temporalmente de la realidad.
Escuche con atencin! Antes que nada, escuche. S que lo hace. Yo soy producto de su
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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imaginacin, en realidad no existo ms que en su cerebro, pero si me escucha, debo
representar un smbolo de Ud. mismo, y en este momento soy el nico que puede
ayudarle-.
*No lo resisto. Es demasiado para M. Primero fue una voz desconocida, como si esto
mismo, fuera una hoja de papel que alguien estuviese leyendo. Ahora, es como si Alguien
que no conozco, intentase ayudarme, pero no existe< No existe en realidad, es solo el
producto de mi imaginacin. Estoy solo en la habitacin y no consigo siquiera verme,
cuando lo intento, no hay nada frente al espejo.*
Cuatro Minutos
Escuchamos el tic tac del reloj. Un reloj de esos antiguos con forma de escuadra (Seguro
nunca los has visto). Marca casi diez minutos para las dos de la maana. El hombre est
reclinado sobre su silla. Pronto, tenemos la impresin de estar viendo una pelcula en
blanco y negro. (Hay que cambiar el rollo 3 y comprobar el sonido, ltimamente est
dando problemas). Su mirada parece observar al pblico en la sala de cine. El sujeto se
reincorpora y se acerca sigiloso. Sus dedos se deslizan por el recuadro. Una vez giramos
sobre su punto de vista, es claro que se encuentra acariciando los bordes de una pintura.
En este momento, Ud., como espectador tiene una ansiedad prematura. Reljese, nada
puede hacerse! Ha sido absorbido ahora. Como uno ms de entre el pblico. Su situacin
subyace al interior de una nueva mente, Por supuesto! Una mente ajena! Su reaccin
natural, despus de esta afirmacin ser negarlo (el escepticismo como respuesta), no debe
sorprenderse, es parte del subconsciente. Si sucedi lo contrario, simplemente es
demasiado consciente de lo que sucede a su alrededor, y ya no le interesan algunas
cuantas cosas que en el pasado pudieron ser importantes.
Qu ocurrir al cabo del segundo inexorable?
Intervencin del autor:
Nuestro personaje observa el cuadro, lo que se desarrollar ahora tendr lugar en ese
cuadro
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
27
historia humana?, Sera lamentable vagar por all, sin un propsito que cambie al mundo,
para bien o para mal, adem{s sera muy aburrido.
Tres Minutos
*No me arrancar el rostro, tampoco me extirpar los ojos, no me partir la jodida
cabeza< Har algo mejor< abrir mi pecho por la mitad< S que alguien me observa con
sigilo, s, lo hace, lo hace con su mente, me imagina, existo en su mente, pero Yo no existo
en la ma. Abrir mi pecho y no habr sangre, ni dolor, solo vern un pequeo riachuelo
de agua cristalina, atravesando algunas rocas. Hay un bosque aqu, se escucha el sonido de
los rboles, incluso puedes sentir el fro. Algo sobrecogedor nos asiste. En medio de este
lugar, una hermosa nia nos sonre, nos ofrece una flor fresca, casi podemos sentir el
aroma de la vida que impregna cada detalle, que oprime al cielo en la tierra.*
Dos Minutos
Los cientficos observan, registran cada nuevo dato. Cuentan con novedosas tcnicas de
anlisis experimental, capaces de determinar, cualquier variacin que se encuentre fuera
de los parmetros establecidos. Todo ha sido dispuesto con extremada cautela, con
rigurosa precisin, sin duda, se trata de un trabajo considerablemente meticuloso. El sujeto
yace conectado a travs de una serie de complejos artefactos que, permiten monitorear lo
que sucede en su cerebro. Cada estmulo recibido, cada reaccin qumica, cada trayectoria
atravesada por los impulsos elctricos emitidos desde la corteza, cada respuesta constituye
informacin relevante para el equipo de expertos.
El paciente proyecta una serie de imgenes de su propia vida, escenas de pelculas viejas,
personajes de libros de ficcin, comics, msica, pintura, diversidad de nutrientes que le
permiten desarrollar un espectro de S mismo. Este caso clnico sobresale porque el
paciente se halla imaginndonos de tal forma, que solo estamos en su mente; lo anterior
presume que, comprometer la integridad del sistema implicara, inmediatamente, poner
en riesgo nuestra propia existencia.
Minuto inexorable
Los espectadores no tienen ni puta idea que estoy entre ellos, que Soy parte del pblico,
que ahora son parte de la misma jodida obra. Sentado en la ltima fila, aguardo, sonro.
No hay afn. No soy el escritor, ni el pianista, no soy el maldito operador haciendo ciruga
cerebral. Soy el espectro de las cosas que nunca hiciste, el ltimo centinela que nos reclama
combatientes.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Vivimos una vida que no queremos.
Nos aferramos a cosas que no necesitamos.
Pronto, aceptamos cabizbajos nuestro destino.
El primer rayo de sol es suficiente para formar una grieta en el iceberg.
Las manecillas del reloj avanzan y la pluma an permanece suspendida en el aire.
Considera lo siguiente: Un desconocido lee tus pensamientos como si fueran un libro.
Pretendes que sea parte de la historia, que se vuelva un personaje, que pueda respirar en
el rtico, que sienta ganas de vivir, de volar, de sonrer, de amar.
Se cierra el teln.
El personaje de ficcin se apodera del actor, y nadie, nadie puede darse cuenta, ni siquiera
impedirlo.
Es hora de planear nuestra propia desaparicin para vivir otras vidas.
Memorias de un asesino
I
Una vez m{s<
Esta maldita melancola que me acompaa a todas partes.
Intento olvidarte (lo s) pero es intil.
Me has desgarrado el alma sin tan siquiera proponrtelo y luces fra e indiferente.
Por mi parte te contemplo absorto, sumido de forma constante en la ms bella y mortal de
las depresiones.
Sin que pudiera advertirlo me asesinaste,
Ahora soy tan solo un muerto que suea con poder observar el brillo infinito de tus ojos y
la paz duradera de tu espritu combativo.
Me sedujiste premeditadamente acariciando la idea firme de destruirme.
Buen trabajo!
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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II
Por fin ests en mis brazos,
Luces tan hermosa como siempre,
Eres segn lo creo el ngel ms perfecto que Dios pudo haber concebido nunca jams.
Hoy ests a mi lado y soy feliz.
Es solo que ahora que te he quitado la vida ya no puedes sonrer.
III
Lo acepto.
Soy un asesino.
Lo confieso.
No porque haya tomado el arma homicida.
No porque de repente mi vida entera se llen de intensa melancola,
Sino porque olvid decirte (hacerte abrigar) que eras lo que siempre le dio sentido a mi
vida.
Porque cuando estabas junto a M,
El mundo cambiaba de color,
Porque tu alma era mi alma,
Tus sueos eran mis sueos.
Porque te extrao cada da,
Cada segundo,
Porque ahora que solo me acompaa tu ausencia,
Yo mismo he muerto.
IV
Un revlver<
Y una mano temblorosa,
Un crucifijo.
Una lgrima.
La obscuridad de la habitacin ocultando su rostro.
La foto de una bella mujer,
Su cuerpo inerte.
Un hombre apuntndose a S mismo.
Un disparo rompiendo el silencio.
La quietud de una inmensa y fra habitacin.
Dame un segundo.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
30
Ahora lo recuerdo con mayor claridad.
Alguien muri< fui Yo.
Dejemos esta pintura as.
Plaza de Toros
I
Los idiotas rean, festejaban, disfrutaban.
Todo mientras el aturdido animal falleca.
El asesino caminaba triunfante empuando su arma.
Ridculo atuendo de brillantes.
Mujerzuelas lanzaban flores al ruedo (flores cortadas para venderse en el msero
comercio).
Capote y banderillas sobre la arena
Manchada de sangre fresca.
II
Hermosa mujer.
Bella y complaciente,
Frgil al amor.
Rea intempestiva y sagazmente al ver a su hroe triunfador,
Poco despus de que clavara su arma.
Asestaba el golpe final.
La observ y lanz un beso al aire en su direccin.
Justo al instante el animal se desplom, la vida se le extingua.
Cay como cuando cae un gigante.
Ella feliz celebrando la victoria.
El asesino era festejado pblicamente.
III
El triunfador [?] caminaba vistosamente. Solo bastaba el golpe de gracia. Conoca a la
perfeccin cada movimiento. Una mujerzuela bella, pero mujerzuela al fin y al cabo rea
animada para l. Un beso en el aire y luego la muerte. Muere animal miserable para
perpetuar mi victoria y grandeza!
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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IV
Presa del miedo y la confusin.
Obligado al combate.
Animal que sucumba al cansancio y el maltrato.
Agotado, fatigado, triste, totalmente desequilibrado.
Su instinto le deca que deba matar al cabrn pero las fuerzas y la vida misma,
Le abandonaban rpidamente.
El torero lanzaba besos de victoria en tanto empuaba diestro el arma y acuda cual gil
depredador a la muerte de su atolondrada presa.
Caer con intenso dolor.
Escuchar el bullicio de la celebracin.
Madre
A la familia
Abrig como pudo a su hijo y pese hacerse todo lo fuerte: un llanto silencioso fue
inevitable. Derram sus lgrimas hasta baar la cabeza de la criatura. Inmensa tristeza.
Abatida por un intenso dolor que recorra todo su ser, resquebrajaba su alma, aniquilaba el
frgil corazn de madre. El pequeo senta la melanclica brisa, el sombro cobijo de la
angustia, de la desesperacin, de la impotencia y del miedo.
La mujer permaneci en silencio. Poda escuchar a la perfeccin los pasos de los hombres
que le buscaban afanosamente, el sonido de las lgrimas recorriendo sus fras mejillas,
desprenderse para fundirse con la tierra.
Sollozos taciturnos.
Presa del cansancio el nio termin por sucumbir al sueo, un segundo, tal vez dos. El
silencio acab cuando los hombres derrumbaron violentamente la puerta. Entonces la
pobre mujer se transform en la bestia ms furiosa de toda la creacin, sus ojos asesinos, la
expresin salvaje, morir o matar, y en sus brazos protegiendo al nio que asustado miraba
al primer soldado.
Tranquila!
La guerra termin!
-Bendito sea Dios!-
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Despertad
El poeta emerge violentamente. Sobresale presa del llanto en medio de la lluvia
inclemente. Se levanta por fin despus de un largo sueo cautivo. Casi eterno, casi infinito,
(Cre que jams habra de volver a despertar). Camina con dificultad observando las ramas
de los rboles muertos. Avanza contra el despiadado fro y lo hostil de una ciudad
indiferente. Arropado por las sombras de la noche, oculto entre la oscuridad, no existen
estrellas que iluminen su trayecto, pero nada impide su camino, ahora es inmortal, ahora
es un dios, ahora es un demonio, pero tambin es vulnerable, es humano y es frgil.
Seduccin
El detective se reclin cmodamente sobre el viejo mueble. De inmediato se estremeci al
verle con detenimiento. Permaneci en silencio y estudi su rostro ensimismado, absorto
por tan exuberante belleza que, emanaba de forma natural su existencia reveladora e
infinita. Ella desprendi el sabor de una bocanada mientras cerraba sus ojos y entraba en
un suave trance de placer. La habitacin atravesada por un nico, pero ambicioso rayo de
luz que se filtraba victorioso por una rendija y se proyectaba, buscando asilo
desesperadamente en su insospechado rostro de ngel macabro. Ella saba a la perfeccin
que era objeto de deseo y lo disfrutaba en extremo.
Lpida
Sigilosamente un pequeo cuervo sombro Atraviesa sin demora m propio cielo baado de sangre.
Paseaba tranquilo por este confortable valle.
Y mientras admiraba en secreto los inmensos jardines provistos de una amplia gama de
colores, pensaba en nuestro prximo encuentro amor mo.
Guardaba en mi memoria ese bello rostro que me embriaga de alegra, la profunda
felicidad que me producen tus ojos oscuros, la sonrisa perfecta que dibuja tu alma. Y me
preguntaba dentro mo Qu hace qu el ms bello ngel de Dios se enamore de M? Y me
instalo nervioso porque te amo, te amo tanto como no tienes idea. Me llenas de vida, de
esperanza, de paz.
El da de hoy dejo unas bellas flores en la tumba de mi madre. Estar contenta de saber
que por fin te he encontrado. Todo aqu es tan apacible, me gustara que ahora mismo
estuvieses a mi lado, sentir tu cabeza inclinada sobre mi hombro mientras te abrazo
eternamente.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
33
Pronto estaremos juntos.
Termino mi oracin.
Me incorporo, observo a lo lejos los nios correr, algunos ancianos platicando a gusto, soy
el nico solo aqu. Veo tumbas bellamente adornadas, tambin algunas olvidadas por
mucho tiempo. Me aproximo a una especialmente abandonada, es la ms triste, apartada
de todo, pensndolo bien, las flores, que ahora mismo llevo conmigo, no yacen tan
marchitas, me reclino para depositarlas, (
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Rquiem por un demonio
La lluvia asesina baaba los restos de la metrpoli.
rboles ocultos bajo las sombras de esta noche impenetrable.
El desolado cementerio o la fragancia de la muerte,
Sobre la dulce hierba y las cenizas secas
De lo que en otro tiempo fue eternidad.
Ah,
En medio de la ms profunda obscuridad,
Un nio
Con el rostro del poeta,
Nos observa fijamente,
Sosteniendo un clavel en sus manos,
Frente a la tumba de su amor.
Un demonio que intenta soar,
Que so con ser humano.
Un demonio recorriendo paciente su propio laberinto en el infierno.
Libertad
S que stos son los ltimos das.
Por eso mismo permanezco oculto,
Tras los rayos tmidos del sol fresco de la maana.
Hace tiempo que estoy cautivo
Con la soledad como nica compaera.
Aqu yacen los restos de rboles que se extinguieron con el alba.
Hace ya mucho de lo que tuve los momentos ms bellos de mi vida,
Ahora estn siendo aniquilados paulatinamente, uno a uno por los vacos incontenibles de
la memoria.
Los fantasmas se pasean tranquilos cuidando de M en esta prisin< lejos de Ti.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Estpida Princesa
I
Aun cuando debi doler en lo profundo del alma
Sec sus lgrimas y esboz una sonrisa.
Contempl tu enorme tristeza en el ms absoluto silencio
Y me qued all junto a Ti,
Quieto, sin hacer nada.
No es aconsejable sacar provecho de situaciones adversas.
II
Sabas bien que te amaba.
Que ascenda por Ti.
Prefer alejarme,
Dejarte ser feliz.
Aunque eso implicaba romper mis alas y no volver a volar jams.
III
Media noche.
Solitario en el silencio,
No sabes cunto he pensado en Ti.
Pero ahora mis alas est{n rotas<
No te preocupes,
Estar bien.
IV
Rostros confundidos en la niebla de da,
Absurdos pensamientos,
Mi vida se acaba,
Pero nunca la extensin de mi alma.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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V
Estpida princesa
En tus manos descansa mi vida y ni siquiera lo sabes.
Tengo miedo.
Las risas de los enemigos, mezclada con tu ausencia.
Quisiera destruir aquellas cosas que te duelen, que te producen dao.
Pero no puedo,
Ya no estar all junto a Ti.
Ahora debes hacerlo T misma,
Debes ser capaz de hacerlo
Si es que quieres sobrevivir.
La ltima esperanza
(Guin incompleto para cine)
Qu sucedera si nos atrevemos a lo imposible y prohibido?.
Represent tantas veces ese maldito personaje que termin por convertirse en M mismo, La saciedad me impide reconocer la realidad, de la ficcin.
Toma 1
El teatro y los horrores de la guerra
Esta mscara, no es ms una mscara, ahora es mi propio rostro cristalizado. Pretendimos,
en medio de cierta ingenuidad, una mente que, a su vez, fuese todas las mentes, un alma
que aglutine todas las almas, un cuerpo que derive todos los cuerpos. Cremos ser
excesivamente inteligentes y civilizados, preparados siempre, de forma conveniente y
precisa para afrontar cualquier desafo. Informacin, conocimiento, tecnologa, eran los
insumos necesarios de la autodenominada sociedad moderna, instrumentos inequvocos
de la felicidad.
Nos olvidamos de todo lo dems, incluso, restamos importancia al hecho simple, de
conservar intacto un frgil corazn humano. Un manifiesto sagrado devino en un acto
violento, perpetrado tantas veces ya, con tanta regularidad, que acab convirtindose en
un evento cotidiano, aceptado, cuantificado y monitoreado. De pronto, algo se suscit en
la historia que avanza, una calamidad, una tragedia, Algo, lo que sea!, contaminacin,
guerra, no es difcil de imaginar, cierto?, algo, en todo caso de proporciones apocalpticas,
lo que fuere, ech todo por tierra. Solo quedamos unos cuantos sobrevivientes. Es curioso,
en la adversidad nos confortamos unos a otros, tiene que suscitarse algo demasiado
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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terrible, sentirnos desesperadamente solos, para poder refugiarnos en los brazos de un
extrao, para poder confiar en l.
Toma 2
La teora del Doctor Z y las equidistantes disyuntivas acerca del destino
Como si de un viaje inter-temporal se tratase, decid entrar en estado de suspensin
criognica durante veinte aos. Con la experiencia de un grupo de jvenes cientficos que,
confiaban en mis teoras y sus funestas predicciones, acordamos disear la biotecnologa
necesaria para enfrentar la ms significativa de todas las amenazas; me refiero, en todo
caso, al propio ser humano y su naturaleza destructiva, contradictoria, degenerativa,
irracional e insolente.
Ahora, he despertado. Los cambios pronosticados en tiempo y espacio estn en perfecta
sincrona con lo esperado, los errores (anticipados) han sido mnimos y fueron
rpidamente corregidos en lo que el sistema se alimentaba de nueva informacin, por
supuesto, estuve all en todo momento; solo mi cuerpo fsico se desconect; entre tanto, mi
cerebro procesaba cada mnima oscilacin. Como resultado, mi desarrollo neuronal se
haba estimulado un 30%, sin embargo, pese lo anterior, saba claramente que esto, era
insuficiente para encontrar una solucin ms segura que la dejada por mi parte, dos
dcadas atrs.
Toma 3
El peligro
Por favor!, consideremos lo siguiente: El patrn descrito por los algoritmos
computacionales, sugiere y solo sugiere que, la cumbre de nuestro conocimiento social ha
llegado a su mxima expresin y comienza su inevitable declive, su deterioro
infranqueable. La teora expuesta por el Doctor Z, en la que, la mayor parte de nosotros
fuimos educados, supona que en algn instante de la historia humana, esto ocurrira, as
que plante dos escenarios posibles. Uno primero que es el que todos tememos, evidencia
el desmoronamiento de la civilizacin por completo. En esta situacin, la destruccin de
nuestra raza sobrepasa el ritmo con que crecen los medios cognoscitivos necesarios para
siquiera evitarla. Esto nos lleva a la segunda alternativa, que subyace en concentrar la
suma de nuestro conocimiento en una entidad de perfeccin biogentica, cuya mentalidad
visionaria sea capaz de encontrar la salida que, por nuestras limitaciones no somos
capaces de advertir y, en consecuencia, nos permita protegernos. Esta opcin, no obstante,
implica que depositemos todo nuestro poder, en lo que el profesor Z defini como una
suerte de voluntad divina, que una vez consciente de sus ilimitadas caractersticas,
pudiese someternos para siempre. Pretenciosa solucin.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Toma 4
Conspiracin
Como lo veo, existen dos escenarios factibles. En el primero, nos encontramos al borde de
la extincin, resultado natural de acometer la empresa infatigable de la sobreexplotacin
de nuestras fuentes de vida; sin restricciones de ninguna clase, de la suposicin torpe de
considerar que cada nuevo da, cada hora, cada segundo se encontraban garantizados,
independientemente de la cantidad de actos individuales que, de forma conjunta sumaban
estrepitosas consecuencias irreversibles. Si retrocedemos lo suficiente, es posible
determinar que la probabilidad de ocurrencia de un suceso de proporciones cataclsmicas,
asciende conforme se incrementa el colosal ritmo de produccin de materiales intiles que,
colateralmente se acompaan de una masiva proliferacin de gases txicos, junto con la
imposibilidad de que el conocimiento existente pudiese hacer frente a semejante
ultimtum, mucho peor; la confortable vida de cientos de miles de sujetos indiferentes,
ensimismados en particulares destellos intrascendentes, desplazndose sin la menor idea
de cunto les rodeaba, demasiado acostumbrados a las inequidades y la barbarie.
En el segundo, actuamos de forma ms irresponsable. Imagina que juntamos todo nuestro
arsenal cognoscitivo en un coctel biogentico, exuberante, el ser humano que convertimos
en dios, confiando que su capacidad de discernimiento sui generis, resuelva el problema
por nosotros. Su ferviente idoneidad es solo proporcional al tamao de nuestra estupidez.
Toma 5
Divinidad
Precisan aureolas de muerte, las inexpugnables fauces del mundo moderno y la esencia de
su teatro ficticio. Tarde violenta. ngeles, humanos y demonios han sido abatidos. Soy
consciente de todo. Una nave penetra la atmosfera terrestre en busca de refugio y
esperanzas, como respuesta: El deslucimiento de la civilizacin. El tiempo y el espacio no
son ms dimensiones lineales, ni cclicas. Un error natural en los algoritmos suburbanos.
Ms inteligente y despiadado. Replicado genticamente para ser perfecto, una mente de
proporciones divinas y la materializacin de un milagro. Tal fue su desesperacin, que los
hombres de este tiempo invirtieron todo su esfuerzo en hacer posible la vida de un dios.
Ahora esperan que los guie y solo puedo decirles que todo est perdido.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
39
Hoy es un buen da para morir
Hermosa nia, asesina de muy temprano en la maana,
O mujer fatal de media noche.
Surges como un nuevo formidable demonio que me llena de placer,
Para luego, abandonarme con todos mis naufragios.
Hoy es, con absoluta seguridad, un buen da para morir.
Mi obsesin por la muerte no es, sin embargo, una manifestacin reciente,
Comprende el periodo de mi inexistencia, mi nacimiento, mi vida como tal, mi propia
muerte y lo que sigue despus.
Escuchadme!,
Os ruego que me escuchis!,
No tardar mucho ms en responder.
Soy consciente de mis propios errores,
Tal vez demasiado consciente de todos ellos.
El llanto<
Fue realmente doloroso, pero sin duda necesario.
Estos das sin Ti, he fumado y bebido en exceso,
Buscando algo desesperadamente.
Tan solo Poesa para ser inmortal.
Todo parece apuntar a lo mismo.
Todo indica que en esta ocasin las cosas no sern diferentes.
Insostenible.
Afuera como ayer los demonios danzan y se divierten,
Las madres se convierten en ngeles
Y los esqueletos se baan bajo la lluvia.
Un pasajero ms que se marcha sin haber hecho nada, sin tener una idea clara de su
propsito.
Mi llegada al infierno y el origen del caos
Merodeaban confusos y algo amedrentados, an no estn muy seguros de lo que quieren,
convergen sin embargo, desordenadamente hacia el centro de la ciudad donde habito
ahora. Para ese momento, cualquier esfuerzo por elevado que sea es por dems
infructuoso. Poco a poco han construido su propio infierno, pacientemente han diseado
las maquetas que definen cada lmite, cada breve espacio, la perfeccin del caos.
Todos convergen hacia ese crculo infernal.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
40
Engaados entre s. Te he visto entre ellos, he intentado salvarte, ha sido vano.
Desde aqu solo veo algunos ngeles que han sido liberados.
Prostituta
Luces preciosa.
Pero no me engaas< tienes partida el alma.
Pareces feliz, pero ya no tienes ilusiones.
Si te digo que te amo, ya no lo creeras, adems el tiempo es oro.
Ests tan desierta en el mundo como Yo.
Te busco. Solo quiero verte. Me gustan tus ojos.
No tengo ms dinero esta noche.
Me gustara conocerte,
Sacarte todo el dolor,
Devolverte la vida,
Pero es tarde y el tiempo entre los dos ha terminado.
Annimo
*Siguiente!
Diga su nombre y ocupacin.*
-No tengo ni nombre, ni ocupacin.
No tengo casa, ni familia, ni fecha de nacimiento.
Nadie me espera en algn lugar.
No llevo nada en mis bolsillos-.
*Maldicin!
Debe comprender que no estoy para bromas, no me haga perder el tiempo. A qu ha
venido?*
-Vine a ofrendar mis ojos para que la gente pueda ver,
Quiero donar mi boca para gritar y besar,
Deseo regalar mis manos para que con ellas se acaricie a una mujer,
Concedo mis pies para quien, los quiera pueda recorrer el mundo,
Obsequio mis alas para soar,
Quiero entregar mi alma para que alguien pueda sentir, de la forma cmo siento-.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
41
Ausencia
I
No te engaes.
No soy un hombre simple.
Paseo taciturno entre vosotros, intangible. Ergo debes creerme, no soy un hombre comn.
Te observo,
Ahora mismo te encuentro leyendo este pequeo fragmento.
Me buscas.
Piensas que es una broma,
Pero estoy all justo detrs de Ti.
Ahora mismo puedes darte la vuelta y comprobarlo!
II
Viajo rumbo a casa en el autobs.
Estoy cerca de la ventana.
Te escucho. Pienso en el poco tiempo que tengo.
Veo la calle, la gente, la lluvia en la tarde.
Algunas miradas con brillo (extrao fulgor) llaman mi atencin.
Pero de cualquier forma,
No ests T.
III
Asoman.
Primero tmidamente,
Luego bajo la complicidad propia de la noche y sus esferas celestes.
Buscan refugio.
Ahora mismo, se sumergen en la tierra hmeda, la hierba fresca,
Son lgrimas de sangre,
Semillas de rabia y de amor.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
42
Lo inevitable
I
Cuando finalmente lo comprendi todo,
Un fro sepulcral invadi su cuerpo por completo.
La frente sudorosa,
Un rostro demacrado y palidecido por los crueles aos de fatiga,
La reaccin inminente despus de descubrir la terrible verdad
Que le haba sido ocultada hasta entonces.
Era una tarde lluviosa de Abril,
Yaca postrado junto a la ventana,
Desde donde divisaba el mundo.
Sus manos haban dejado caer un viejo libro que
Hace pocos segundos haba terminado.
Apenas si un rayo de luz llegaba a sus ojos:
Ensimismados y absortos
En pensamientos jams revelados.
II
Mira:
Es el ensayo de nuestras vidas, el diario de nuestro silencio.
Nos pertenece?
Aun no estoy muy seguro de ello.
El tiempo se ha servido de lo sublime,
Y mientras tanto continuamos aqu
Esperando a que la verdad por fin nos sea revelada.
Despojado del valle, de la belleza toda junta, como si maana fuese demasiado tarde,
Como si fusemos a morir,
Y de momento presiento que hemos construido sin quererlo nuestra propia prisin en la
mente.
III
De los escritos y los retratos,
El ensayo de los silencios.
De nuestros silencios.
Por qu callamos lo que realmente sentimos?
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
43
Es el temor sin fundamento de quedar expuestos a la fragilidad de nuestra condicin
humana.
Nada existe en la consciencia, ms
Que aquello que no hemos sido capaces de definir,
Lo que es infinito y a su vez extraordinariamente eterno.
Escapmonos
Djame bailar contigo solo una vez.
Eres la ms bella mujer,
Djame rodear tu cintura,
Aferrarte a M,
Solo esta noche,
Escapemos del mundo,
Que nada ms nos importe,
Que el cielo y la tierra se desgarren.
Djame fundirme,
Aniquilarme en tu cuerpo desnudo.
Djame lanzarme al vaco,
No importa que mis alas resulten daadas,
Djame robarte un beso con todas las fuerzas de mi alma.
Y luego,
Djame morir junto a Ti.
Presentacin
A Kathe.
Para quienes creen saber lo suficiente de S mismos Y para quienes no tienen ni puta idea de nada.
I
Me despert y beb un trago para comenzar el da.
Vi a los idiotas deambular por las calles
Presurosos, confusos, temerosos,
Tantos imbciles y tanto por hacer!
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
44
II
Su rostro tieso, rgido.
Fragancia de flores muertas o brisa de ocaso, tristeza de la tarde.
Fantasmas que mueren, demonios que nacen< todo reside en la mente del asesino.
III
Seoras,
Seores.
Dispensen mi repentina, mi inesperada intromisin.
Os ruego un instante su atencin.
Miradme bien, todos, por favor!
Miradme fijamente.
De tal forma que la memoria jams olvide mi rostro
(Que puedan percatarse de cada detalle).
Observad mis ojos
Vedles bien!
IV
(Introduccin de msica clsica)
Oh!
Cunto lo siento!
Cre que alguno me reconocera.
No ha sido as.
De cualquier forma no importa,
No importa que no podis recordarme por las cosas que hice en el pasado.
Slo quera saber si, pese tanto tiempo, era posible avivar mi recuerdo en vuestras frvolas
mentes.
Pero ya s bien que es improbable.
No os preocupis,
No olvidarn lo que tengo planeado hacer en el futuro con Uds.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Poesa para la Muerte
(Loco suicida)
Hoy que no soy ms que los vestigios de mi desolacin, me embriaga un elevado
padecimiento, aguarda silencioso, asecha en los viejos sauces de mi olvidado Edn.
Hoy comienza mi retorno,
Ya no quiero saber nada ms acerca del mundo.
Te extraar.
Porque te amo.
Lo sabes.
Ayer le ped a Dios que te cuidase.
Ahora me aguardan las horas ms bajas,
Los valles, los pantanos de este Paraso de los Demonios.
La muerte luce bella,
Me seduce,
Se acerca a M.
Me besa con sus delicados labios de jazmn.
Me muerde salvaje,
Espera un breve instante,
Sonre lasciva.
Tiene planes para M.
La tomo por la cintura,
Mientras se resiste dbilmente.
La muerte se ha enamorado de un joven poeta con el rostro de nio.
Ahora comienza el viaje sin retorno:
Me anunci un ttrico cementerio.
rboles muertos,
Lluvia asesina.
Algunas ramas secas sobrevienen en la tierra hmeda y estril.
Muerte,
Me abrazas desnuda y frgil,
Ests triste, Sabes?
Eres mi ngel.
Espera!,
Olvid en la tierra a quien amar por siempre.
Estars conmigo,
Al final, mi tristeza es tanto tuya como ma.
Y por eso me amas.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Me dices que soy tu poeta,
El Poeta de la Muerte.
Soy un vagabundo solitario.
Recuerdas aquellos das violentos del pasado?
Simplemente me march.
Te amo en secreto,
Quise asesinar todo el amor para no sufrir ms,
Tener un corazn como el tuyo,
Que nada puede penetrar.
He sido vencido.
Ahora la muerte se ha enamorado de M.
Preguntas que Por qu estoy aqu?
Por qu sigo en este horrible infierno?
Tal vez sea por Ti.
Por las horas que restan.
Me levanto en silencio,
Ocultando mi rostro con una mscara diferente todos los das.
Atravieso los vestbulos de la muerte,
Pronto recorro la antigua galera, el viejo teatro que se cae a pedazos.
Cabellos desordenados, rostro estacionario, ojos perdidos.
La muerte me reclama como suyo y me desea junto con mi poesa.
Mi deidad ha sido profanada por los dioses.
Mi rostro en la galera.
Mi rostro en el fuego.
Justamente, vi antes ese rostro en el fango,
La luz acaricia mis ojos como portales,
Solo tu amor puede decirme si estoy realmente vivo.
Botas ensangrentadas,
Puos llenos de rabia,
Rostro de nio.
Estoy vivo y soy humano otra vez!
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
47
Para Ella
Siendo tan diferentes
Decid acercarme a Ti.
Escuchaste mi tmida poesa, sin tener ninguna obligacin,
Mi cancin temblorosa,
Mis dibujos con trazos inseguros.
Inclinaste tu cabeza en mi hombro,
Te bes en secreto.
Ahora debo dejarte partir.
Debo quedarme solo.
Volver a ser quien siempre fui,
Quien siempre ser.
Te escribo esto antes de conocerte.
Lo escribo solamente para Ti.
Cuando lo sientas en tu corazn quizs no estar all,
Pero no dudes que fue verdad:
Te am.
Te escribo esto desde mi soledad,
Desde mi elipsis.
Ahora no me necesitas ya.
Pero recuerda que
De precisar a alguien que te ame de verdad,
Puedes pensar en M.
Deseo y Destruccin
Tu carne.
Tus besos,
Mi cuerpo penetrando tu cuerpo.
Cunto te am:
Hermosa mujer.
Tus senos en mis manos,
El placer y el amor.
Las flores sobre la cama vieja,
El vino y el pecado.
Tus lgrimas y mi habitual tristeza.
El deseo y la destruccin.
Nuestros gemidos,
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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La noche<
Un te amo.
Fuimos felices por ese breve instante eterno.
Si la muerte ha de venir
Si la muerte ha de venir, si ha de arrebatarme la vida sin contemplaciones, sin treguas, si
acude hasta mi lecho para conducirme por las moradas ineluctables de su reino, que no
me halle, sin haber acometido todos los combates posibles. Sin importar el resultado, que
no me encuentre sin ganas de vivir, que pueda devolverle la sonrisa a las horas ms bajas
que aguardan implacables, que le cueste despojarme de todo lo que he vivido, por lo que
he credo y me he levantado, que llegado el momento, el instante definitivo de nuestra
existencia, pueda abrir mis alas y volar hacia el sol, que mi pecho incontenible agote hasta
el ltimo latido de mi corazn. Que no le quede duda, de que a mi modo, he vivido este
tiempo limitado con toda la intensidad de mi alma.
Locura
Maana gris.
Me levant furioso y herido,
Mientras el circo de la miseria abra el teln otra vez.
Disparos, combates, dolor, muerte y destruccin.
Tengo la extraa sensacin de silencio
Que se suscita
Cuando el asesino huye:
ngeles que cantan
Y un dios que sonre.
Cuando se es prisionero de la locura comprendes a la perfeccin que eres un alma
pasajera. Viajas a los lugares menos imaginados y sonres plcidamente a toda una
multitud de extraos que, jams pensaste conocer. Luego te proyectas hacia los vividos
recuerdos y llegas al encuentro con el olvido. Mientras tanto, el sujeto que permanece
aislado y recluido es inyectado peridicamente<
Existen periodos eventualmente caracterizados por tranquilidad.
Es un paciente amable dicen-
Pero no te fes<
A continuacin se sucede la furia.
Las calles<
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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En esta tarde lucen vacas.
Una brisa suave se lleva las hojas del otoo.
Un ltimo rayo de sol.
Luego la noche.
Puedo ver mi rostro de nio en la ventana
Desde donde te veo a Ti.
Sus besos
Me ha besado.
Su beso ha florecido lento, delicado y prolongado.
En principio su beso ha sido tibio, nervioso, agitado, tierno.
Luego se ha tornado deseoso, irresistible, dominante y febril.
Ella enloquece.
Puedo sentir el aroma del campo, la fragancia de las flores, la tierra hmeda,
La hierba que crece.
Sus besos saben a vida, a juventud, a cielo,
No importa que llueva,
No importa que sus lgrimas se fundan con las mas,
Me besa interminablemente.
Ella me am demasiado,
Ahora se ha convertido en una estrella.
El combate
Cundo supe que estaba muerto?
Supongo que cada momento.
La tumba y las flores fueron una buena evidencia.
Finalmente,
Soy un poeta de la muerte,
Un poeta de la obscuridad,
Estoy aqu en el Paraso de los Demonios,
T siempre sers mi diosa.
Aunque ya no ests aqu.
Lejos escucho el ladrido de los perros, cerca de los acantilados.
Mil demonios han sido liberados.
Es hora del combate.
-
El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Memorias de un joven poeta
Cuando mueres, ya nada m{s importa. Nada excepto tal vez el momento. No puedo
decir con exactitud que estar muerto duele, lo que si sientes es una extraa y apacible
melancola. Queda apenas un leve recuerdo intermitente. Lo que si sabes con absoluta
certeza es que has muerto y aunque despiertes nuevamente tu mundo es gris ahora. Se
siente mucho fro. Me sucede que escucho una suave meloda en lo profundo del alma, es
una cancin triste. Me la paso observando el atardecer, en la lejana veo el sol ocultarse. Si
estuviese vivo me gustara que observaras junto a M la belleza de este ocaso o cada nuevo
amanecer, te aseguro que uno solo puede sentirse conmovido por tanta perfeccin. Aqu el
tiempo no cuenta, el tiempo es la eternidad. Eres viajero en busca de recuerdos, un poeta
extraviado. He besado por ltima vez tu frente. Eres mi ngel que descansa plcidamente
entre mis sueos. Debo despedirme. Me marcho. Retorno por los mismos pantanos que
ayer definieron mi trayecto. Y del poeta de rostro de nio, solo resta el silencio de un
vagabundo que morira por verte feliz. Escucha! Esta vez las campanas doblan por M.
Como un dios que busca su rostro imaginario,
Ahora habito entre vosotros.
An guardo algunos recuerdos
De lo que fui.
Estoy enfermo.
Estoy loco.
Y estoy mal.
El demonio que habita dentro de M se agita. Ha esperado paciente, ha dejado el mundo
humano, ya no necesito reprimirle, contenerle, ahora ser irremediablemente liberado. Yo
desaparecer entre los recuerdos de aquellas cosas que tanto am. Dar lugar a su
existencia, renunciando a la ma tramo a tramo. Deambular como un sombro fantasma,
vagando entre gticas calles.
Soy un demonio?
Ya no soy Yo.
En todos los rostros humanos no veo ms que demonios.
Segn lo creo Yo mismo tambin soy ahora uno de ellos.
Soy un nio cuando quiero ser dios
Y un demonio cuando quiero ser hombre.
Cul es la diferencia?
Cul es la maldita diferencia?
Estuve aqu desde el principio de los tiempos,
S bien cmo empez todo.
Estoy aqu entre vosotros ahora
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Y sobre-existir cuando llegue el final que s:
Cundo y cmo habr de llegar.
Ahora puedo vivir en mi mente y tambin en mentes ajenas.
Te espero
Me haces dao. Lo s.
Y sin embargo< aqu estoy, junto a Ti.
Aguardo en silencio, en la oscuridad de mi alma,
En los abrojos de mi afliccin,
En esta plida tristeza,
En la vida que atardece,
Te espero aun cuando no existen promesas,
No existen esperanzas,
Aun cuando el dolor es insoportable,
Te espero pese a que no volvers.
Te espero.
Es la nica razn para continuar.
No me queda nada ms que esperar.
Piano
Atravieso silencioso el viejo vestbulo.
Paso sin demora por la galera,
Llego al saln principal.
Estoy muerto, me he percatado varas veces ya.
De eso estoy completamente seguro.
No es esa, sin embargo, mi mayor afliccin.
Nunca te dije lo que significabas para M.
Las palabras siempre fueron insuficientes.
En este museo de arte moderno, me aguarda un gigantesco piano.
La intensidad de tu sonrisa se dibuja en mi memoria,
Con cada trazo intermitente.
Bailas en la noche con tu vestido blanco,
Danzas sin M.
Mis manos se estremecen.
El alma se sobrecoge.
Pienso que ests junto a M.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Que tus brazos me rodean.
Que me abandono a Ti.
Que te pertenezco por siempre.
Que una cancin que comienza triste
Termina feliz.
Y de repente me encuentro solo,
Tocando el piano,
Una poesa sin palabras,
Est{s con vida y eres feliz<
Y Yo estoy muerto y te amo.
Mi cancin es apacible,
Cada sonido habla de Ti,
De tus manos<
De tus besos<
Le diste sentido a mi vida,
Y tanto amor te tengo
Que le das sentido a mi muerte.
Tan solo,
Si pudieses escuchar el piano.
Es un lienzo que traza la luz de tu rostro,
La brevedad de los instantes felices,
La constante bsqueda de un alma atormentada
Que solo encuentra paz a tu lado.
De mi decisin de dejarte ir,
De esta pluma con la que describo cada acorde,
De estas dilatadas horas de ausencia,
De la escultura de tu vientre,
De lo mucho que te extrao.
De la adversidad y del cansancio.
La intensidad de una poesa que nunca pediste
Y que no obstante, se ha escrito para Ti.
Las cosas que se extinguirn con el Alba
Podra entrar y salir de tu mente, a voluntad,
Con una facilidad que no daras crdito.
Puedo coexistir en mi propia mente y tambin en mentes ajenas,
Puedo leer tus ms oscuros pensamientos,
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Sentir todo cuanto llevas por dentro.
Incluso puedo explorar aquello que ni siquiera conoces de Ti.
Acabo de recibir una herida mortal.
Como quiera que esto termine solo acaba de empezar.
Buscamos afanosa, desesperadamente una respuesta en lo sobrenatural.
Pronto
Tu perfecto y pattico,
Tu vasto mundo de ilusiones,
Llegar de forma inexorable a su final.
Qu ser de Ti cuando se extinga nuestro resplandor?
Demasiado brillo en los ojos.
Demasiadas luces en la ciudad.
Al caer esta noche
Varias cosas sern aniquiladas con el alba.
Por ejemplo:
La primavera y la fatalidad,
Mis ganas de vivir,
Lo irreparable y lo teatral,
Mis ms profundos deseos de venganza,
Mis ganas de escribir o de matar.
Las cosas ms bellas de la vida duran poco
I
Cuando nio poeta
Las cosas m{s bellas de la vida duran poco o al menos eso es lo que he percibido.
Inmediatamente me asalta este pensamiento viajo sin prisa por las calles del viejo pueblo
de la infancia, de casas que se desmoronan por el paso irreversible de los aos, de puertas
de madera carcomida, de hombres campesinos de mirada triste y mujeres tejedoras de
sombreros y de ilusiones, de otro tiempo. Y ahora mismo, recuerdo las viejas ollas de barro
y carbn donde la abuela cocinaba mientras caa una tarde como esta. Viene a mi memoria
el respetable abuelo a quienes todos conocan y saludaban con alegra, entre tanto,
caminaba presuroso sujetando el racimo de verdes de un lado y del otro, aferrndome
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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seguro en medio de sus callosas manos. Siempre fuerte e invencible como nadie que
recuerde hasta estos nuevos tiempos adversos. Y cuando todo pareca ser fcil o todava
habitaba en M, un pice de inocencia- como si de una pintura se tratase, se suceda en
silencio un ocaso exuberante donde el firmamento todo, luca su ms amplia gama de
matices comenzando en rojo, tindose de anaranjado, violeta y el ms azul de los cielos
que haya visto desde entonces. Y mientras la cuidadosa existencia de esta suerte de
milagros se presentaba ante mis ojos de nio, el sonido del ltimo tren despertaba mi
curiosidad en cada leve detalle: desde la fumarola que se fusionada con el aire hasta el
rostro de las personas que llegaban de viaje. Sus facciones con multitud de expresiones
fueron mi primera impresin de que el mundo era un lugar de gran variedad de
contrastes, de pequeas alegras en rostros tristes, lgrimas de felicidad y de desconcierto,
hasta el amor entre almas inverosmiles.
Las tardes en este pedacito de tierra donde todos se conocan y respetaban me llenaban,
sin embargo, de una extraa melancola prematura, que habra de explicarse ms adelante.
El aroma de los rboles y de las flores que se duermen mientras el sol se ocultaba en el
lejano e implacable horizonte donde un corazn frgil, que no conoca todava lo
vulnerable buscara refugio. Entre tanto, me embriagaba de una cancin que se
reinventaba cada da, del infatigable tic-tac del reloj, de un ave atravesando el mundo, de
la primera vez que sent deseos de volar, de ser libre, de cerrar mis ojos y sentir la brisa en
mi cara, de extender los brazos tranquilo, sin miedo, sin vacilacin, sin esperar nada ms
que este instante, como si fuera eterno. Cuando abra mis ojos me pareca un renacimiento,
era de noche y estaba en casa de nuevo. Lo mejor de la noche era sentarme en el techo, sin
importar el fro y contemplar el sigiloso brillo de las estrellas, contrario de lo que se pueda
pensar, nunca despertaron mi curiosidad, solo me gustaba contemplarlas absorto, en
silencio. Me agradaba observar las pequeas luces que hacan intermitencias en el cielo.
No me interesaba conocer su misterio, era suficiente para M ese breve instante de belleza
que me ofrecan gratuitamente antes de ir a la cama y quedarme completamente dormido,
exhausto por la faena de aquella infancia sin retorno.
Mi primera idea de Ciudad es que deba ser un lugar grande. Deba tratarse de un
espacio donde todos conseguan hacer sus sueos posibles, y esta extraa fascinacin
terminaba llevndose a una gran cantidad de personas que, de regresar, jams volveran a
ser las mismas. As que, mientras, para casi todos a quienes conoca, la ciudad era la
especial puerta de las oportunidades, para M se converta en un lugar peligroso, porque
una vez alcanzados los sueos la gente cambiaba y ya nunca ms volva a ser como antes.
Me mantuve, hasta donde fue posible alejado de la ciudad, en su lugar, prefera dibujar los
tres rayos de sol que se introducan tmidamente, por las apolilladas cortinas de la casa, el
ruido de las viejas tablas de la sala, el vaivn de la hierba verde en el jardn y, las hojas
secas que revoloteaban haciendo crculos en el andn de la esquina. Jugar con canicas y
barro, rer con los amigos mientras saltbamos charcos y observarla en secreto, sin que se
diera cuenta, sin que supiera que mi corazn lata ms fuerte y rpido cuando Ella se
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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acercaba, cuando pronunciaba dos o tres palabras, cuando me detena un segundo en su
sonrisa.
El amor me haba llegado poco a poco, sin darme cuenta, sin comprender sus
implicaciones, sin advertir su verdadero poder. El primer amor, ese que le negaba sentir a
todo el mundo, cuando Yo mismo saba en silencio que estaba perdido sin Ella. Lo supe
cuando contempl la luz de sus ojos, me conmov al tratar de entender lo que pasaba en
medio de mi pecho y al describir el color de esas dos estrellas por las que haba sido
inexorablemente fulminado. Ya la haba visto antes, pero en aquella ocasin introdujo un
hermoso veneno en un rincn otrora vaco e inexplorado de mi alma. El sabor del amor me
produjo inquietantes y nuevos sentimientos, alegra cuando se encontraba cerca, ansiedad
cuando no la vea y al final una increble tristeza. Por mucho que intentase distraerme en
mis habituales asuntos, era imposible desprender de M, la calidez de su rostro y su
presencia toda junta. Resultaba extrao que la magnificencia del cielo, el sonido del tren, la
intermitencia de las estrellas, el aroma del jardn de casa, la compaa de los amigos, el
barro y las canicas haban perdido gradualmente su convencional trascendencia. El mundo
giraba a m alrededor y todas sus maravillas, grandes y pequeas pasaban inadvertidas,
mientras el corazn y la mente iban tejiendo ilusiones en las que caa interminablemente
extasiado con la noche como nica y solitaria cmplice literaria. Ahora que lo pienso con
detenimiento, el amor y el mundo son dos asuntos considerablemente extraos.
II
Y Pasaron 17 aos
Quisiera volar<
Aunque slo sea por un breve instante.
Hoy me he vuelto a levantar de la cama.
Sin comprender realmente por qu.
Supongo que estoy harto de perder mi propia batalla personal en contra de la soledad.
Merodeo por las frvolas avenidas concntricas de la afligida metrpoli, que despierta
entre el trfico y el reloj, me detengo a observar a la gente que corre a estudiar o al trabajo
mecnicamente. Llevo un cigarro a la boca, (no saba que los muertos podamos fumar),
estoy tranquilo; dejo escapar el aliento y pienso en su ausencia como un acto de
consecuencias irreparables. Nadie parece notar siquiera mi presencia, paseo desprevenido,
me hallo taciturno, melanclico, empedernido, en el fondo del abismo, me desplomo; no
supe exhortar mi vuelo, destroc mis alas, de ellas, no queda nada ms< Ahora no podr
volar.
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El Paraso de Los demonios: Memorias de un Joven Poeta
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Cuando quieres morir,
Quieres sentirte liberado,
Quieres olvidar, quieres volver a nacer<
III
A la mierda con todo, soy un alma errante
Ella prometi anclar con el ocaso; pero sus alerones no asistieron a mi teatro subliminal<
S que no llegar al acto; la escena vaca, por lo tanto, esta parte de la obra quedar
inconclusa. De todos modos no tiene trascendencia ya, as como ya no me interesa nada
ms de este maldito mundo.
A mi lado, una botella, casi vaca, de amargo licor me hace compaa, el cielo se cubre de
rojo escarlata, mientras el sol se hunde y sobreviene la noche insoportable; un bello ocaso
se interrumpe inmvil para atestiguar a un hombre en la orilla del mar deseando morir.
De nuevo, llevo a mi boca el viejo cigarro, el aliento deja escapar una fumarola
atolondrada, que describe en su curso impredecible, extraas figuras danzando hacia lo
alto, que se van difuminando, igual que los restos de mi alma estridente, anhelando ser
libre e intentando rescatar algo que se crea perdido por mucho tiempo, algo de lo que, en
realidad, ya no tengo memoria, algo que por ms que intento, no consigo recordar. Por
eso, te escribo cada cosa; hasta la ms pequea, todo detalle de una maltrecha obra de
dolor. Pretendo consignarlo en mi libreta de apuntes; intento percatarme de cada segundo
que pasa aniquilado, como nosotros ahora; que huye de M para convertirse en pasado y
encontrarse as con lo desconocido. Intento imaginarte a mi lado, como s bien que no
suceder. Como un enfermo, cuyo consuelo estriba en soar dentro de la peor de las
desesperanzas, buscando asilo y alivio; tratando intilmente de aferrarse al ms
insignificante de los recuerdos, a otro tiempo y lu