el patrimonio cultural y la globalizacion

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El patrimonio cultural y la globalizacin

El patrimonio cultural y la globalizacin.Ricardo Melgar BaoEl vnculo real o imaginario entre el patrimonio cultural y la globalizacin resulta un tpico espinoso por el tenor polismico de ambos conceptos. Ello complica el curso de un debate naciente en el escenario mexicano y latinoamericano. Sin embargo, el centro de la proble- mtica del patrimonio cultural tiene que ver mucho ms con el desdibujamiento gradual y contradictorio del Estado nacin y su nocin de soberana, en el contexto de la posguerra fra y toda la secuela de cambios que la acompaan en los campos econmicos, cientfico- tecnolgicos, polticos y culturales. Por lo mismo, intentaremos proponer una lectura de algunos de los aspectos tericos y polticos que supone tan problemtica relacin.

Las voces negadas y la multiculturalidad patrimonialEn su larga y mudable historia, el proceso de construccin de la nacin como comunidad imaginada se ha afirmado a travs de la trama de las polticas de Estado, de sus entidades educativas y culturales, influida por los posicionamientos de fuerza de las diversas clases y grupos etnoculturales. La lucha por la defensa del patrimonio cultural de la nacin asumi, las ms de las veces, un sesgo explcitamente anticolonialista. Desde la Independencia hasta el presente, la amenaza de los centros metropolitanos contra los diversos bienes patrimoniales nacionales, materiales e intangibles, se ha cruzado y superpuesto con la amenaza del coleccionismo privado de las elites nacionales y de inmigrantes extranjeros. En el fondo, se trata del acceso restringido o abierto a los bienes patrimoniales aportados por los diversos grupos etnoculturales, por encima de los tpicos no desdeables de su conservacin / depredacin e inclusin / negacin. En las actuales circunstancias, es obvio sealar que el patrimonio cultural es un campo de disenso y conflicto por sus usos econmicos y simblicos, que eufemsticamente se refieren al Estado y la sociedad civil, desdibujando a los protagonistas y sus intereses particulares y/o colectivos (locales, nacionales o transnacionales), as como sus filiaciones etnoculturales y clasistas. Frente a ello, debemos anteponer y subrayar el derecho al patrimonio cultural sin exclusiones, desde nuestras diferencias etnoculturales y sociales, en sus ofertas y consumos, pero tambin en la toma de decisiones y en el manejo de los cdigos lingsticos desde los que se presentan, significan y valoran sus expresiones. La categora de infodiversidad, propuesta para recodificar nuestros fondos bibliogrficos y documentales1 bien podra hacerse extensiva, con algunos matices, al complejo universo de nuestro patrimonio cultural (local, nacional y global). La multiculturalidad de lo que hoy llamamos Mxico, debe filtrar las lecturas y polticas acerca de su patrimonio cultural y develar la historia de su diversidad. La real y negada multiculturalidad de la sociedad mexicana tiene una larga historia que antecede a los orgenes de la repblica, del Estado nacional y del nacionalismo cultural. En su actual fisonoma afirmada en el mismo curso del proceso globalizador que ha potenciado los flujos migratorios y las comunicaciones interculturales, erosiona e impugna los presupuestos jurdico-ideolgicos y las instituciones culturales del Estado nacin, que han sostenido el proyecto de homogeneizar las diferencias culturales. 2Guillermo Bonfil acot el dilema del patrimonio nacional y sus expresiones etnoculturales, buscando puentes de aproximacin para superar los criterios de exclusin o negacin, reproductores de la tradicin colonial, as como la maniquea oposicin entre lo propio y lo ajeno.3La discusin sobre el patrimonio cultural en Mxico se ha cruzado muy tenuemente con un debate de alcance internacional acerca de polticas culturales; tendencia que debemos rectificar, de la misma manera que hemos situado los actuales debates sobre la educacin superior, la flexibilizacin laboral y las autonomas de los pueblos indios. Es pertinente recordar que la Declaracin final del Congreso Mundial de Polticas Culturales (Mxico, agosto de 1982), que postul el reconocimiento de la diversidad cultural, as como de la democratizacin de las polticas culturales incrementando la participacin popular, fue contrariada a los pocos meses en el pas sede, al ser denunciados los proyectos en curso de parques ecolgico-arqueolgicos auspiciados autoritariamente por la entonces Secretara de Desarrollo Urbano y Ecologa (Sedue), a fin de conseguir su rentabilidad a travs de la comercializacin, lo que a su vez llevara consigo la elitizacin en el uso y disfrute de ese patrimonio, segn denunci el Primer Foro en Defensa del Patrimonio Cultural (julio de 1983).4 A poco ms de tres lustros de la reunin de Mxico y a los pocos das de celebrada la Conferencia Intergubernamental de Polticas Culturales para el Desarrollo (Estocolmo, 30 de marzo-2 de abril de 1999), en la que se ratific el Acta de Mxico, una iniciativa de ley sobre patrimonio cultural en nuestro pas y un paquete de megaproyectos de turismo cultural, auspiciado por la Sectur, pretenden dar curso a una poltica cultural autoritaria, elitista y globalizada. La crtica a la iniciativa de ley ha privilegiado el asunto del coleccionismo y de las concesiones; en otros casos, se ha reducido a una oposicin estatalista y de tcnica jurdica frente a sus alcances privatizadores o descentralistas, en lugar de ubicarse en los puntos estratgicos de la democratizacin de las polticas culturales, frente a la diversidad y la desigualdad sociocultural reinantes, a fin de redefinir las instituciones, leyes, proyectos y programas de cooperacin internacional. Es deseable y relevante recuperar una de las recomendaciones de la conferencia de Estocolmo: garantizar y otorgar acceso, espacio y voz para todos en los mbitos culturales y obviamente, patrimoniales. Nstor Garca Canclini ha resituado la problemtica del patrimonio cultural, considerando las posibilidades que le abren los medios y las nuevas tecnologas de comunicacin, as como la mayor significacin de las mquinas culturales sobre otras prcticas de consumo cultural en museos, teatros, cines, para interrogar algunas de sus aristas ms problemticas: Cmo usar de un modo ms imaginativo y crtico los medios para el desarrollo de la conciencia social sobre el patrimonio? Cules son los lmites de la resemantizacin que realiza la industria de la comunicacin sobre las culturas tradicionales? Cmo legislar en estos temas sin afectar los derechos bsicos de libre informacin y comunicacin social? Cmo interactan estos derechos con los grupos indgenas y populares a los que pertenecen histricamente dichos bienes culturales?5Telaraas de la Globalizacin No hay duda de que la poblacin mundial en este tiempo agitado y brumoso que le toca vivir, tras el derrumbe y el desencanto del socialismo real, se haya situada en el marco de una acelerada reestructuracin de la economa y de la divisin internacional del trabajo, as como de un reordenamiento poltico a escala planetaria. Las diversas sociedades de los cinco continentes son afectadas en diversos grados por los ritmos intensos de la ms reciente revolucin cientfico-tecnolgica, expresados en los campos de la informtica, la robtica, la ingeniera gentica y la industria aerospacial, que subyacen a la configuracin de una economa, sociedad y cultura, paradjicamente cada vez ms inclusiva y excluyente, cada vez ms unida y a pesar de ello, diferenciada e impugnada por sus particularismos. Globalizacin, democracia y multiculturalidad son las palabras mgicas para sostener este precario proceso ideolgico-cultural de reencantamiento del mundo, por la va de los discursos corporativos transnacionales que controlan los medios de comunicacin de masas. Aunque la fuerza cultural de las imgenes audiovisuales transmitidas por los medios ha llevado a algunos analistas a sobreestimar apocalpticamente su poder y proponer el deceso de la racionalidad legada por la modernidad, gracias a la constitucin del homo videns,6no hay que desdear los impactos reales de la videopoltica o de la cibercultura. A travs de imgenes hemos asistido a la resolucin de tres eventos blicos coordinados por la otan, bajo la clara hegemona estadunidense: la Guerra del Golfo y los dos conflictos en los Balcanes sobre el territorio de la ex Yugoslavia. Los mensajes acerca de la soberana limitada, el valor de la democracia precaria, la tolerancia intertnica, interracial e interreligiosa, aluden de manera directa e indirecta al conflictivo campo del patrimonio cultural. Los primeros lineamientos internacionales propuestos por la onu, en materia de proteccin del patrimonio cultural, emergieron de manera explcita del contexto valorativo de la segunda guerra mundial y las guerras de Corea y Argelia.7En realidad, el impacto real de las ms recientes conflagraciones blicas sobre el patrimonio cultural tiene que ver con la obsolescencia del concepto de soberana nacional en el campo del derecho internacional y de las relaciones multilaterales, aunadas a la liberacin de controles de flujo de dinero y capital, por la va de la electrnica. En este proceso, el Banco Mundial bien lo sabemos tambin dio su granito de arena, y ahora ha comenzado a repercutir en el nuevo curso que tomar el patrimonio cultural en el mercado. El proceso globalizador, en tanto flujo electrnico de informacin, adems de haber incorporado a sus dominios rplicas visuales y sonoras del patrimonio cultural de los pueblos, ha ensanchado el universo de una multiculturalidad expansiva, cuyo correlato demogrfico un flujo migratorio Sur-Norte de ms de 75 millones de personas por ao, que intenta ser frenado mediante leyes y controles fronterizos, al mismo tiempo que, paradjicamente, el capital logra una libertad irrestricta de desplazamiento. El acceso a Internet, escenario por excelencia de la globalizacin, segn un reciente informe de la onu, hace ms dramtica la distancia entre ricos y pobres a escala planetaria, porque su lgica deja a los pobres de los pases del Sur excluidos de este campo de fuerza multidimensional de la informacin, la comunicacin interactiva y el mercado, incluida su percepcin visual. El 20 por ciento ms pudiente de la poblacin mundial, controla el 93 por ciento de los accesos a la red informtica, frente al 20 por ciento ms pobre, que apenas tiene el 0.2 por ciento de las lneas.8 Pero, en trminos demogrficos, el nmero de usuarios de Internet, a pesar de su crecimiento exponencial y los clculos ms optimistas, al parecer no podr rebasar la franja del diez por ciento de la poblacin mundial al ingresar al tercer milenio.9El ciberespacio marca un nuevo modo de expresin de la multiculturalidad; tambin del patrimonio cultural global y de los patrimonios culturales nacionales y locales. La polmica acerca de la iniciativa de ley sobre el patrimonio cultural mexicano, se ha potenciado a partir de las redes, pginas Web (institucionales, sindicales e independientes), boletines virtuales como El Loro y cartas de protesta, que han extendido los tiempos, modos y trminos de tal polmica. Por su parte, el patrimonio cultural global ha inaugurado su primer museo virtual, por iniciativa de Ars Electronica Center (aec) y su director Gerfried Stocker. Desde la sede real de aec, en la ciudad austraca de Linz, se retroalimenta este museo del futuro, que permite a sus visitantes recrear objetos artsticos virtuales. Stocker postula su novsima definicin de este patrimonio virtual global, que rompe la camisa de fuerza de las ideologas preservacionistas de los musegrafos y las razones jurdicas y econmicas sobre la propiedad y el bien-mercanca:Se est perdiendo el concepto de autora dice, estrechamente ligado a temas sociales y econmicos. En la Internet se esfuma el derecho de autor. Una vez en la red, la obra se multiplica, se copia, se fragmenta; todos los usuarios pueden incidir y transformarla. Ya no es esencial crear lo genuino y lo original. La interaccin no es, como muchos creen, una mejor forma de control, sino lo contrario.10En realidad, Stocker postula una tendencia alternativa que marcha a contracorriente de la regulacin mercantil del acceso y consumo de los objetos virtuales patrimoniales (arqueolgicos, histricos, artsticos e intangibles).La UNESCO: el patrimonio cultural global y el turismo culturalPor medio de la UNESCO, la globalizacin en curso gener una categora patrimonio cultural de la humanidad que ha ganado ya muchos espacios sobre los patrimonios arqueolgicos e histricos de los pueblos. Esta categora de adscripcin patrimonial global, que se superpone a otras de ms fuerte carga identitaria, puede servir de vehculo en las ya polares y asimtricas relaciones Norte / Sur, para abrir juego a insospechadas e indeseables implicaciones futuras (jurdicas, polticas y econmicas) sobre los dominios, usos y consumos culturales; mientras tanto, seguimos encadilados con sus bondades preservacionistas y financieras. En perspectiva, los pases del Sur debemos llevar la discusin patrimonial de nuestros escenarios nacionales al marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas, as como a las reuniones de la unesco y de Icomos, para hacer ms democrtica y plural la toma de decisiones en materia de acuerdos y polticas culturales multilaterales y mundiales.Ms all de la denuncia de las lecturas neocoloniales de la globalizacin, que pretenden legitimar una imagen avasalladora del mercado mundial y de las tecnologas de la informacin sobre los espacios nacionales, debemos repolitizar el mbito de sus presupuestos economicistas y neutralistas. Gracias a la aplicacin extensiva de los principios de la economa neoclsica al medio ambiente y a la educacin, atribuyndoles valores monetarios (precios, impuestos, gastos), se justifican las polticas privatizadoras y las metas productivistas tras los anlisis de costo / beneficio,11 obviando u ocultando sus impactos depredadores y sus lgicas de exclusin sociocultural. El caso de la educacin superior en Mxico, objeto de acoso por las recomendaciones del Banco Mundial a travs de nuestras dciles instancias gubernamentales, ilustra una amenaza real que se cierne sobre todos los pases latinoamericanos, pero cuya crtica no debe disociarse de sus implicaciones econmicas, tecnolgicas y polticas en el plano internacional. 12Esta orientacin neoclsica de la economa se ha expandido a las polticas sobre patrimonio cultural y los proyectos en boga de turismo cultural, que de manera convergente auspician unesco, Icomos, Banco Mundial y los gobiernos latinoamericanos. La informacin acerca de turismo cultural elaborada por la pgina Web de la unesco, anuda la ideologa preservacionista con los principios valorativos y rentistas de una novsima versin de lo que bien podra denominarse economa cultural. La convocatoria para la XII Asamblea General de Icomos (Mxico, 17-23 de octubre de 1999), se remite de manera explcita al patrimonio considerado como un recurso econmico para discutir algunos aspectos problemticos como economa de la conservacin, mtodos nuevos de financiamiento, el turismo cultural como actividad econmica, etc. Ms puntualmente, la relacin entre patrimonio cultural y globalizacin debe ser analizada siguiendo tanto las coordenadas y tendencias del mercado mundial frente a los bienes culturales patrimoniales de cada pueblo, como las polticas y retricas patrimonialistas en el campo cultural promovidas por la unesco.La propia categora de patrimonio cultural de la humanidad, que resignifica valiosas y antiguas expresiones culturales de espacios arquitectnicos con fines preservacionistas, vulnera el referente implcito de soberana adscrito a los otrora indisputables patrimonios culturales nacionales. Nos sentimos orgullosos de que parte de nuestro patrimonio cultural haya ingresado a la lista de un patrimonio globalizado y lo siga haciendo, pero no nos hemos preocupado de mirar en perspectiva, es decir, de discutir sus presupuestos y menos sus implicaciones y alcances futuros. El Mxico-Mundo se sita en la dimensin global patrimonial, y est en buen tiempo de abrir juego a una discusin democrtica y propositiva al respecto, que acote los sentidos del patrimonio cultural de la humanidad, para superar su ambigedad semntica y su limitado horizonte conservacionista. Por otra parte, ms all de su retrica de respeto a la diversidad etnocultural, la anuencia implcita o explcita de la unesco a los megaproyectos de turismo cultural en Mxico y otros pases del sur, favorece la configuracin gradual de corredores culturales excluyentes, a favor del turismo de los pases del Norte. La coreografa propia de los servicios de gran turismo cultural, as como sus dispositivos de seguridad, impulsa de manera no explcita la exclusin de los pobladores nativos de sus legados patrimoniales monumentales. Cuntos mayas visitan las ruinas de sus antepasados en Xcaret? Qu lgica no explcita los inhibe y excluye del acceso visual o ritual a esa herencia de sus antepasados? En el mbito latinoamericano, destacar dos hechos que muestran la trama en que se inserta la problemtica contempornea del patrimonio cultural y que permiten considerar de otro modo el caso mexicano, ms all de sus peculiaridades. El primero es el fallido intento de la administracin de Alberto Fujimori en el Per, de resituar la administracin y usufructo del corredor cultural y ecolgico de Machu Picchu en el marco de un programa de licitacin de megaproyectos tursticos, que hubiera dejado a este espacio simblico andino fuera de los controles del poder regional cusqueo, pero que fue conjurado gracias a la inmediata y efectiva respuesta cvico-popular y sus ecos de resistencia globalizada. Esta experiencia peruana no puede disociarse de lo que parece ser una tendencia ms general, que tiende a situar las problemticas especficas y generales del patrimonio cultural en las agendas polticas locales, nacionales, regionales y globales. El segundo es la trascen-dencia de los acuerdos culturales del Mercosur tomados en la reunin de Chilo (14-18 de noviembre de 1998), sin la participacin del Brasil. Entre los acuerdos del Mercosur sobre patrimonio cultural, se encuentran: Apoyar las postulaciones de Sitios de Patrimonio Mundial presentadas por cada pas; Estudiar la extensin del proyecto de desarrollo sustentable de las misiones jesuticas, propi-ciado por el bid en Argentina, a los dems pases; crear un Consejo Cultural del Mercosur como una instancia consultiva y de apoyo tcnico; establecer una red comn de informacin acerca del patrimonio cultural tangible e intangible del Mercosur; fijar un captulo sobre patrimonio audiovisual e imgenes en movi-miento, que si bien en la reunin se ancl en sus implicaciones flmicas, tiene perspectivas de mayor envergadura. Otros acuerdos aluden a la necesidad de revisar y hacer concordar las legislaciones nacionales en la materia o elaborar proyectos de educacin patrimonial para los pases firmantes. De nuestro lado, Guillermo Bonfil haba advertido con oportunidad que, en el marco del TLC, la carencia de clusulas especficas en materia cultural, constitua una peligrosa omisin considerando los pesos diferenciales de Estados Unidos, Canad y Mxico en el campo competitivo de las industrias culturales.13No hay duda de que las imgenes del patrimonio cultural representan un papel activo y creciente en el horizonte de los medios televisivos, sistema de cable e Internet, pues atienden a las ms diversas demandas e intereses. Estos flujos de informacin sobre patrimonio cultural, abarcan sus expresiones tangibles e intangibles, significadas y valoradas en buena medida por los controversiales discursos corporativos transnacionales como Mvs Multivisin (Discovery Channel) o los no menos polmicos generados por la retrica audiovisual de Televisa o Tv Azteca.En el ciberespacio, un tanto a contracorriente de lo que sucede en los medios citados, encontramos algunas pginas Web desde donde se libra una batalla multidireccional en los diferentes campos del patrimonio cultural, transitando de lo local a lo global, sin obviar sus muchas mediaciones. La configuracin de redes en defensa de los mbitos patrimoniales se criban en la realidad virtual, pero la trascienden e inciden en los ms variados espacios polticos y acadmicos. Concluimos ratificando nuestra conviccin de que aunque a los mexicanos, al igual que a sus pares latinoamericanos, toca ubicar sus grandes demandas culturales y sus acciones en su mbito nacional, deben expandirlas al marco internacional y global, ya que stas no escapan a las muchas mediaciones y condicio-nantes que emergen de las relaciones Norte / Sur, multidi-mensionadas por la extensin de las nuevas tecnologas comuni-cacionales. NOTAS1. Estela Mercedes Morales Campos: Mxico: tradicin e impacto en la produccin contempornea de fuentes de informacin sobre Amrica Latina, tesis de doctorado en estudios latinoamericanos, ffyl-unam, Mxico, 1998.Regresar2. Claudio Lomnitz: Modernidad indiana. Nueve ensayos sobre poblacin y mediacin en Mxico, Planeta. Mxico,1999. p. 67. Regresar3. Guillermo Bonfil Batalla: Nuestro patrimonio cultural: un laberinto de significados, en Enrique Florescano (coord.): El patrimonio nacional de Mxico, t. I. Conaculta / fce. Mxico, 1997, pp.28-56.Regresar4. Primer foro de la defensa del patrimonio cultural, julio de 1983. D-II-345, snte. Mxico, 1985. p.5.Regresar5. Nstor Garca Canclini: El patrimonio cultural de Mxico y la construccin imaginaria de lo nacional en o. c. en nota 3, pp. 75-76. Regresar6. Giovanni Sartori: Homo videns. La sociedad teledirigida, Taurus. Espaa, 1998.Regresar7. UNESCO: Convenciones del 14 de mayo de 1954.Regresar8. Internet agrava la distancia entre pobres y ricos, en El Pas. Espaa, 12 de julio de 1999.Regresar9. Nelson Manrique: La sociedad virtual y otros ensayos, Pontificia Universidad Catlica del Per. Per, 1997. p. 151.Regresar10. Citado por Nelson Manrique en o. c. en nota 9, pp. 265-266.Regresar11. Ver la crtica a la economa ambiental como retrica de los pases del Norte en Michael Redclift: A nuestra propia imagen: el medio ambiente y la sociedad como discurso global, en Lourdes Arizpe (ed.): Dimensiones del cambio global, crim-unam. Mxico, 1997. pp. 287-318.Regresar12. Ver Pablo Gonzlez Casanova: Educacin, trabajo y democracia, en Memoria, no. 122. Mxico, abril de 1999. pp. 29-35.Regresar13. Guillermo Bonfil Batalla: Dimensiones culturales del Tratado de Libre Comercio, en Mxico Indgena, no. 24. Mxico, noviembre de 1991. p.www.memoria.com.mx