Había una vez un pececito que se llamaba Celeste, porque era del mismo color que el cielo
Celeste era muy revoltoso y su mamá siempre le decía que se estuviese quietecito
Era un pececito muy curioso y a menudo se preguntaba qué había fuera de su pecera
Así que un día decidió salir a conocer el mundo de afuera.
Un día que su papá y su mamá estaban en la cocina haciendo la cena, el pequeño Celeste cogió su maleta
Nadó muy rápido, muy rápido y saltó hacia el cielo
Entonces Celeste pudo salir de su pecera
Pero el curioso de Celeste no sabía que fuera de la pecera no había agua y que los peces sin agua no pueden vivir
Se quedó allí tirado encima de una mesa más de cinco minutos
Asustado llamaba a mamá y a papá pero nadie podía oír su vocecita
MamáPapá
Venid a por mí
Menos mal que una mujer en ese momento llegó a la habitación donde estaba el pececito
La mujer lo cogió con sus manos y lo devolvió a su pecera
Desde aquel día cuando su mamá le dice que se esté quietecito Celeste le hace caso.