el poder de las emociones- neurociencia y arte teatral
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EL PODER DE LAS EMOCIONES: NEUROCIENCIA Y ARTE TEATRAL
¿QUIÉN SE ATREVE?
Eliset Bobadilla Cerda
Universidad Santo Tomás, Escuela de Educación, Magíster en Educación mención
Diseño curricular basado en competencias, Neurociencia y Educación, Puerto Montt-
Chile.
RESUMEN
En este artículo analiza el aporte que realiza la Neurociencia y las Artes,
específicamente el arte teatral, unificador de diversos lenguajes artísticos, al campo
educativo. Proporcionando información valiosa, pues al conocer el funcionamiento
cerebral, se podrá comprender las conductas de los individuos, pudiendo así saber
que áreas se desea estimular y de qué forma se va hacer, de acuerdo a lo que se
quiere enseñar. Lo importante, es poder captar la atención del estudiante, contar con
su voluntad y disposición emocional para aprender, en un ambiente agradable, con
emociones favorables, que propicie instancias significativas de aprendizaje, donde la
variedad en estímulos sea amplia, lo que permita diseñar estrategias pertinentes,
acordes a las características de los estudiantes, considerando estilos de aprendizajes,
ritmos, madurez, diferencias individuales, materiales y actividades que guiaran el
proceso de enseñanza, planificando clases que utilicen múltiples estímulos,
contemplando un abanico de opciones en función de los estilos, asegurando así que
todos los alumnos(as) tengan la posibilidad de comprender y adquirir aprendizajes que
sean efectivos y no se remita a información almacenada en la memoria, sino que ésta
pueda ser aplicada. Para eso es fundamental planificar clases con actividades
innovadoras, motivadoras, creativas que permitan captar el interés del alumno(a) y
motivarlo(a) a aprender, despertar esas ansias de descubrir por sí mismo(a) y
encontrar respuestas a sus inquietudes, siempre bajo la guía y conducción del
docente, facilitador y mediador de estas instancias, aspectos abordables a través del
teatro y sus recursos de aprendizajes, donde se logre éxito a nivel personal, en
algunas oportunidades descubriendo, en otras reforzando o bien modificando, la
autoimagen[1], el autoconcepto[2] y la autoestima[3], hacia una valoración positiva,
pues estos son procesos los cuales se construyen y definen a lo largo del desarrollo
por la influencia de las personas significativas del medio familiar, escolar y social.
PALABRAS CLAVES: Neurociencia, Emociones, Docentes, Aprendizajes, Estudiantes,
Artes-Teatro, Autoimagen, Autoconcepto, Autoestima, Escuela.
INTRODUCCIÓN
En el proceso de desarrollo de una sociedad van surgiendo innumerables cambios los
cuales afectan directamente a los individuos, la forma en que éstos se involucran e
interactúan con el medio, los sistemas de vida que adoptan, las relaciones que
generan, la cultura en la cual está inmerso, lo que sin duda, repercute y se manifiesta
igualmente en la educación. Por lo cual ésta debe ir a la par con estos cambios,
preparando personas íntegras, con grado de independencia y opinión que contribuyan
dentro de la sociedad.
Es así como el docente toma un papel relevante dentro del proceso educativo, en el
cual debe estar siempre renovando sus conocimientos y a la vez, buscar nuevas e
innovadoras estrategias de enseñanza, que le permitan educar de acuerdo a las
exigencias que solicita el medio. Además de tener la labor de igualmente preparar a
los alumnos(as) valórica, social y afectivamente de modo que éstos se puedan
desarrollar como personas únicas e individuales.
Esto no es algo menor, sobretodo si se postula a una educación integral donde
todos los ámbitos a desarrollar en el estudiante sean considerados igualmente
relevantes, sin privilegiar uno en desmedro del otro. Más aún si se recuerda que ese
educando antes que todo es una persona, y que la escuela, es el segundo espacio
significativo, luego del hogar, donde el alumno(a) se desarrolla y establece diversas
interacciones en post de un aprendizaje.
Teniendo en cuenta esto, es donde frecuentemente los ámbitos menos abordados
por el sistema educacional, el ámbito social, afectivo y emocional, cobran mayor
significancia.
Afortunadamente otras ciencias y disciplinas han hecho diversas contribuciones,
que han permitido encontrar respuestas y que en base a estas se puedan idear
nuevas formas y estrategias, que permitan no sólo comprender a niños, niñas y
jóvenes, sino que también valerse de herramientas y recursos pedagógicos que
permitan realizar la labor educativa de manera efectiva, este es el caso de la
Neurociencia y de las Artes, específicamente la disciplina teatral, cuyos aportes serán
expuestos a lo largo de este artículo.
EL PODER DE LAS EMOCIONES: NEUROCIENCIA Y ARTE TEATRAL
¿QUIÉN SE ATREVE?
Aprender es un proceso innato del ser humano, siempre se está en constante
aprendizaje. Este proceso adquiere mayor relevancia cuando se traduce en el plano
educativo, en la escuela, ya que se transforma en un acto social, donde a través de la
interacción de distintos actores de la comunidad educativa, principalmente docentes y
estudiantes, quienes comparten mayor tiempo un espacio común, “el aula”, se
establecen los procesos de aprendizaje, donde se podrá ver los logros y dificultades
que tendrán niños(as) y jóvenes para alcanzar las competencias y aprendizajes
esperados.
Pero para lograr esto, como educador, se debe tener claro en primera instancia
qué se va a enseñar, cómo se va enseñar y para qué se va a enseñar. En este sentido
los grandes avances de los cuales a sido parte la Neurociencia, ciencia que ha hecho
actualmente aportes significativos al campo educativo, al estudiar la conducta, los
hábitos del ser humano, el completo funcionamiento del cerebro considerando cada
una de sus partes. Ha podido establecer y encontrar respuestas, relacionadas a cómo
los mecanismos cerebrales hacen posible el aprendizaje, para lo cual se hace
necesario, un estímulo sensorial que active la atención. Una vez recepcionada estas
emociones, labor que cumple la amígdala, se podrá saber si este estímulo seguirá o
no su recorrido, elección que cada uno hace de acuerdo a su interés. De ser así el
hipocampo almacenará la información, posteriormente esta será llevada al tálamo,
filtro emocional, donde efectivamente se concreta la operación o información, pues
aquí ingresan todos los sentidos, la cual finalmente es enviada a las cortezas
cerebrales, donde se completa el circuito.
En efecto la Neurociencia aplicada al ámbito educativo puede otorgar valiosa
información, la cual se puede utilizar en beneficio del ejercicio docente, para así
conocer y comprender el funcionamiento cerebral y junto con esto poder generar
emociones gratas y favorables que permitan aprender en un clima óptimo, creando
estrategias, que contemplen las áreas cerebrales que se quieren estimular, los estilos
de aprendizajes de los estudiantes, y por tanto buscar metodologías de trabajo,
acordes a las características de éstos y así obtener resultados positivos en post de un
aprendizaje efectivo.
Entonces desde esta perspectiva, se pueden destacar dos aspectos relevantes. En
primer lugar el estado anímico del alumno(a), es decir en palabras de la neurocientífica
e investigadora Judy Willis (citada por Delia Ducreaux, 2010):
La predisposición que éste tenga hacia la captación de una información
novedosa, pues si el alumno está contento, la información recepcionada será
aprendida con mayor facilidad, en situación contraria de nada valdrán las
explicaciones del profesor aún cuando destilen calidad. Y en segundo lugar, está la
metodología empleada, factor muy importante en la enseñanza porque depende en
gran parte de la manera cómo el estudiante se predisponga para aprender (p. 1).
Considerando estos dos aspectos para obtener aprendizajes óptimos, es donde se
establece que “son las emociones las que conducen la memoria. Esto significa que si
las emociones son placenteras, el rechazo a información novedosa será menor, y por
ende, el aprendizaje más efectivo” (Willis, 2006, citada por Ducreaux , 2010, p. 1).
Pero para que esta información se convierta en aprendizaje, ésta debe pasar por tres
importantes filtros en el cerebro. Estos filtros favorecen la discriminación y la atención
del cerebro a lo que realmente le interesa absorber como aprendizaje. Los filtros están
presentes en el sistema de aprendizaje RAD: el sistema reticular de activación (RAS),
el filtro positivo de la amígdala y la intervención de dopamina. Cada uno de ellos se
determina por las emociones, si son positivas, el acceso de la novedad al cerebro se
realizará con mayor rapidez. Si el cerebro detecta estrés puede combatir y bloquear la
información (Ducreaux, 2010).
Facundo Manes (2003), director de INECO-Instituto de Neurología Cognitiva y del
Instituto de las Neurociencias de la fundación Favaloro, por su parte también considera
esto relevante, pues hace tiempo el campo de las Neurociencias, ha establecido que
un aprendizaje eficiente no se logra bajo situación de estrés o miedo, por ello señala
que:
Cuando un alumno se encuentra estresado, las conexiones entre los centros
emocionales y el lóbulo frontal, que es crítico para la toma de decisiones y
planificación, pueden verse afectadas, impactando negativamente en el aprendizaje,
afectando el juicio social, o incluso las respuestas a la recompensa y el riesgo. El
bienestar físico y emocional está estrechamente vinculado con la capacidad de pensar
y aprender de manera eficaz. Hogares o entornos escolares estresantes son
contraproducentes para el aprendizaje. Dejar hablar a los estudiantes sobre sus
sentimientos puede ayudar a hacer frente a situaciones de ira, miedo, y tensión que
surgen de la vida cotidiana (p.5).
Como pueden ver, varias han sido las teorías que han revelado la importancia que
adquieren las emociones en el aprendizaje, estableciendo entonces la estrecha
relación que existe entre ambas, pues hasta las emociones que son más habituales y
cotidianas, se asocian a mejor memoria y a mayor capacidad de aprender.
Es así como estas, actúan como puentes, conectores o medios que permiten y
hacen posible el aprendizaje, a su vez por medio del desarrollo de éstas, es decir la
forma, las actividades, a través de las cuales se les da vida y las interrelaciones que
se establecen en el espacio educativo, es donde el desarrollo de la afectividad se
torna influyente en cada estudiante.
He ahí la razón por la cual los modernos enfoques cognitivos del aprendizaje han
considerado la emoción como uno de los constructos a tomar en cuenta para
comprender los procesos de aprendizaje, ante esto Gladys Villarroel (2005) explica
claramente como las emociones y en especial los afectos a nivel del desarrollo
humano:
Son indispensables para el aprendizaje, pues los abrazos, el calor, los gestos, los
halagos, los silencios y en especial el contacto directo, son esenciales. Si no existen
emociones positivas como el amor, el afecto, el sentido del humor en los procesos del
aprendizaje, no existe sinergia entre lo cognoscitivo y lo emotivo dificultando los
procesos creativos y de socialización. Las evidencias, nos sugieren que nuestros
niños deben de crecer en una relación emotiva, de total aceptación y esto sólo se hace
a través del amor y del afecto. Los procesos emocionales a temprana edad son
indispensables, no sólo para que el niño crezca sano, sino que dichas interacciones
sociales fortalecen los procesos neuronales, originando de esta forma, una
potenciación de los procesos sicológicos superiores como son: la memoria, el
aprendizaje, la percepción y el pensamiento de alto nivel (p. 2-3).
Al almacenar aquellas experiencias significativas a nivel emocional, y quizás eso
es lo explica la importancia que estas adquieren, pues se podría decir que no se
puede pensar sin emoción, de igual manera, se van conformando otros aspectos
propios del proceso de crecimiento, me refiero al desarrollo personal de cada
estudiante. He ahí entonces, la influencia que igualmente tienen las propias emociones
del docente, es decir las que manifiesta al momento de entrar al aula y las que logra
generar en esta misma, durante el desarrollo de su clase, lo cual sin duda incide de
manera directa en el proceso formativo y los aprendizajes que los estudiantes logren.
Matta (2004) señala ante esto que:
La emoción del profesor tiene que ver con lo que se aprende, de allí que los
alumnos recuerden a los profesores afectivos. Al respecto, hay quienes señalan que
sólo permanecen en la memoria aquellas experiencias escolares que se encuentran
asociadas con las emociones tales como: un profesor con un alto sentido del humor,
apasionado, lúdico, solidario, compasivo, afectivo o un narrador de cuentos y de
historias fantásticas que nos hacían vibrar emocionalmente. Por otra parte, con
respecto a los contenidos programáticos transmitidos por profesores dogmáticos o de
mal humor, es muy poco lo que se recuerda de ellos (p. 3).
A pesar de que se ha reconocido y demostrado la importancia e influencia de las
emociones en el aprendizaje, las emociones manifestadas por los estudiantes, unos
de los actores principales del proceso de enseñanza y aprendizaje, aún no son
consideradas para el diseño de estrategias metodológicas y evaluativas que sean
pertinentes, y permitan planificar clases con actividades motivadoras, creativas,
participativas, donde el niño(a), no figure como un ente pasivo(a), que se remite a
escuchar, aceptar y memorizar la información otorgada por el profesor, sino que se
haga protagonista de su proceso, acrecentando sus ganas de aprender y descubrir por
sí mismo(a) cada una de las capacidades y habilidades que posee.
La razón de esta relegación se debe principalmente porque el sistema y la cultura
escolar en sí, equivocadamente prioriza lo racional, el desarrollo cognitivo de los
estudiantes, por sobre lo social y emocional, centrando todo el proceso formativo en
un solo ámbito, lo cual crea un sistema homogéneo, cerrado, estructurado, poco
flexible, que no respeta los ritmos, velocidades, estilos, ni mucho menos intereses de
los alumnos(as).
Junto con esto, otro factor que igualmente cobra relevancia y que el campo de la
Neurociencia ha considerado es la forma de captar esta atención, cuando al cerebro
se le agiliza el aprendizaje mediante la incorporación de los estímulos apropiados que
permitan captar la atención y activar ciertas áreas cerebrales y si ésta se relacionan
con aprendizajes previos, es decir, vivencias personales que los alumnos(as) tienen,
éstas permitirán comprender mejor lo aprendido.
Los educadores tienen la responsabilidad de captar la atención del alumno(a) con
la mayor variedad de posibilidades, siempre buscando estimular la satisfacción de éste
en el proceso educativo. La transferencia de información estructurada utilizando
medios agradables, permitirá que el alumno(a) capte la información placenteramente.
Aunado a lo anterior el hecho de educar relacionando experiencias, puede brindar
resultados extraordinarios si se añade un correcto manejo de las emociones. Gracias
al aporte de la Neurociencia es posible que la actividad didáctica deje de ser rutinaria,
por el abanico de estrategias que los docentes pueden desplegar para impartir sus
clases.
Se podría decir entonces, que la Neurociencia está empezando a iluminar el
campo de la educación y el aprendizaje, lo que lleva a los docentes a descubrir un
camino lleno de posibilidades, que con su estudio y comprensión tiende a mejorar en
el futuro el proceso de enseñanza y aprendizaje. Y es aquí donde este camino puede
ser guiado y complementado a través de las Artes.
EL ARTE EN LA EDUCACIÓN
El Arte, es una disciplina que provee de todos los recursos necesarios, en los dos
aspectos señalados anteriormente como relevantes para la generación oportuna de
aprendizajes. En primer lugar por trabajar desde los sentidos, considerando para la
creación: sensaciones, percepciones, sentimientos, emociones, ideas y pensamientos
del estudiante o creador, estableciendo cercanía al abordar temáticas relacionadas
con su propia visión, percepción y sentir de cuanto los rodea., lo que permite generar
un clima óptimo para el aprendizaje, pues al estar en conocimiento de éstas, se
podrán crear emociones favorables en el aula. Y por otra parte al utilizar variados
estímulos sensoriales, los cuales puedan apoyar los diversos tipos de aprendizajes
según los estilos.
El arte sin duda alguna, puede hacer importantes contribuciones en esta tarea,
pues es una disciplina rica, multisensorial, que aúna otras disciplinas, trasformándose
en un área que puede aportar con estrategias atractivas, novedosas, innovadoras,
lúdicas y prácticas, pudiendo complementar el trabajo personal y a la vez colaborativo,
conjugando y potenciando tanto las vías de percibir la información, es decir los canales
de aprendizajes, como también las formas en que esta es procesada por el estudiante.
Desde hace mucho tiempo atrás el arte está inmerso en la educación, como parte
de la formación, sin embargo, dentro del currículum ha ocupado un lugar irrelevante en
relación a otras disciplinas que se consideran de mayor importancia que ésta.
Actualmente el proceso educativo conlleva al reconocimiento de todos los
aspectos de la propia personalidad, del medio ambiente en que se desenvuelve cada
individuo, así como en el reconocimiento de las propias inquietudes con respecto al
presente y al futuro, lo cual no se logra únicamente con el desarrollo de la
memorización y repetición de información, debe existir la conciencia de que se están
educando seres humanos, los cuales necesitan satisfacer necesidades no sólo
materiales, sino que también sociales, espirituales y afectivas, ámbito en el cuál las
disciplinas artísticas entran a jugar un rol relevante dentro de la educación.
Ahora, no se trata de hacer de todos los individuos unos artistas, sino que se debe
acercar a ellos los lenguajes de éstas disciplinas, para que les permitan nuevos y
distintos modos de comunicación y expresión, desarrollando las competencias
individuales interrelacionadas con lo social, a través de la sensibilización, la
experimentación, la imaginación, y la creatividad, en palabras de Herbert Read (1991):
La educación puede definirse (…) como el cultivo de los modos de expresión,
consiste en enseñar a niños y adultos a hacer sonidos, imágenes, movimientos,
herramientas y utensilios (…) Todas las facultades del pensamiento, lógica, memoria,
sensibilidad e intelecto, intervienen en tales procesos, y en ellos no se excluye aspecto
alguno de la educación. Y son todos procesos que implican arte, pues arte no es otra
cosa que la buena factura de sonidos, imágenes, etcétera. El objetivo de la educación
es por consiguiente la creación de personas eficientes en los diversos modos de
expresión (p. 75).
La educación artística es la única disciplina que realmente se concentra en el
desarrollo de las experiencias sensoriales. El arte está lleno de la riqueza de las
texturas, del entusiasmo de las formas y de la profusión del color, y un niño(a) o un
adulto deben estar capacitados para encontrar placer y alegría en estas experiencias.
Poseer sensibilidad auditiva significa escuchar con atención, no simplemente oír, tener
sensibilidad visual implica captar diferencias y detalles, no el sólo hecho de reconocer,
lo mismo puede decirse para el tacto y las demás experiencias sensoriales, y la
educación artística tiene la misión de desarrollar en el individuo aquellas sensibilidades
creadoras que hacen que la vida otorgue satisfacción y sea significante (Lowenfeld V.,
Brittain W., 1980).
El aprendizaje ocurre, a través de los sentidos. La capacidad de ver, sentir, oír,
oler y gustar proporciona los medios para establecer una interacción del individuo y el
medio. Los programas de las escuelas tienden a descuidar el simple hecho de que el
adulto y también el niño(a) aprenden a través de esos cinco sentidos. El desarrollo de
la sensibilidad perceptiva a través del arte, debería pues, convertirse en una de las
partes relevantes del proceso educativo.
Cuanto mayores sean las oportunidades para desarrollar la sensibilidad y mayor la
capacidad de agudizar todos los sentidos, mayor será también la oportunidad de
aprender.
He aquí la importancia de integrar y apoyar estas oportunidades de aprendizaje, a
través de las diversas disciplinas artísticas. Justamente es el “Teatro”, el que permite y
potencia estas habilidades, a través de su metodología de trabajo, generando
igualmente procesos de aprendizaje desde un enfoque diferente, al ser considerada la
disciplina capaz de unificar todas las artes.
TEATRO- ARTES INTEGRADAS Y UNIFICADORAS
Desde su origen se puede deducir el enorme potencial integrador que tiene el arte
del teatro como “facilitador de la alfabetización multiestética, como unificador de todas
las artes: música, literatura, plástica, danza, medios audiovisuales, arquitectura, etc.,
promoviendo entre ellas procesos interactivos y poli-semióticos de elaboración y
síntesis. La representación teatral posee el don de hacer interactuar diferentes códigos
artísticos, desde sus propios lenguajes, produciendo un discurso único con múltiples
puertas de entrada sensoriales, afectivas, intelectuales y valóricas” (García, 2000, p. 5-
9).
Es así como la disciplina teatral, siendo un arte integrador de todas las artes,
facilita el proceso de formación y aprendizaje del individuo, llevando consigo una
importante característica, el juego, donde haciendo uso de este se pueden abordar los
diversos estilos de aprendizaje, ya sean visuales, auditivos y kinestésicos, etc.
Desde el punto de vista pedagógico, el juego es un formador porque el niño(a), a
través de ellos, concreta las enseñanzas que ha asimilado sin darse cuenta, desarrolla
lo adquirido, despierta posibilidades intelectuales y físicas y aumenta sus
conocimientos. (Chavarro, 2007).
Por otra parte, la importancia de la ejecución del teatro dentro de la educación, se
hace presente en cada una de sus etapas, como por ejemplo en el texto, la
memorización, la dicción, la actuación, la disciplina, el trabajo en equipo, etc. Al
respecto comenta Alicia Álamo Bartolomé (2008), “una obra de teatro, por una parte,
hace conocer al estudiante el texto dialogado de un buen autor, sea clásico sea
contemporáneo y eso ya es un enriquecimiento cultural” (p. 3).
Cuando el estudiante aprende su diálogo pone en ejercicio su memoria, lo cual
contribuye al desarrollo de su intelecto y a su desempeño en los estudios,
enriqueciendo su capacidad de expresión. También está la contribución del ejercicio
teatral para adquirir una buena dicción. Al empezar a leer en voz alta los diálogos, se
va aprendiendo a leer. Al actuar un texto hay que someterse al sentido de los signos
que separan frases y palabras. Más allá de aprender a leer, el nuevo lector ha
aprendido a interpretar bien lo escrito.
El ejercicio del teatro cultiva y divierte. Los jóvenes van descubriendo seres
distintos, mundos nuevos y sienten el reto de encarnar esos seres y hacerlo bien. El
teatro enseña a trabajar en equipo, se desarrolla la atención de cada actor. Al ensayo
se llega con puntualidad, esto se enseña. No se puede hacer perder el tiempo a los
demás. La obra teatral es un engranaje de voluntades y responsabilidades (Álamo,
2008, p. 4).
Ahora bien, el teatro dentro de la educación también debería estar presente dentro
de la práctica docente. Como se ha mencionado, el teatro posee múltiples
herramientas, las cuales, al ser utilizadas por los docentes en el desarrollo de sus
clases, apoyan a ésta con la motivación, la atención y la entrega que se produce con
ellas en su ejercicio, mirándolo como un medio, al servicio de los estudiantes. Con
esto se hace referencia a la pedagogía teatral ejecutada al interior del sistema
educativo como herramienta pedagógica al servicio de los diversos sectores
curriculares para complementar los contenidos específicos de una materia.
La pedagogía teatral toma como punto de partida de su accionar a la persona
concreta, con necesidades, posibilidades y características específicas. Esto también
es válido en lo que concierne al trabajo del educador en el aula y puede constituirse en
una plataforma válida para trabajar los Objetivos Fundamentales Transversales,
cooperando a una educación integral en el sistema educativo.
Cabe destacar que la utilización de las herramientas teatrales en el desarrollo de la
docencia también apoya a éste, en la buena utilización de su voz, en cuanto a la
proyección de ésta, la buena dicción y articulación; práctica que en la realidad el
educador no le asigna mayor relevancia, siendo ésta una de las grandes falencias,
causantes de serias y características patologías que aparecen en el ejercicio docente.
Igualmente en el desplante, la energía, la disposición lúdica dentro de una sala de
clases y su propio desarrollo personal a través de habilidades afectivas y sociales.
Esto no es menor, ya que el primer agente de cambio en el aula es el
profesor y resulta imposible modificar la educación sin su apoyo.
La pedagogía teatral acoge un concepto diferente para denominar al profesor: éste
es del facilitador del proceso de aprendizaje. El facilitador se entiende como un
maestro- actor que se encuentra al servicio del proceso creativo de un grupo
humano.
Una persona capaz de asumir la diferencia y la unicidad de sus alumnos, para
luego otorgar y reconocer autoridad al fenómeno educativo que se produce cuando
coexisten una tierra fértil (el alumno, equivalente al 50%) y una buena semilla (el
facilitador, equivalente al otro 50%), (García, 1996, p. 11).
Aquí se articula, por un acto de afectividad humana, el proceso creativo del
aprendizaje, que al igual que la creación, es un acto de valentía, que para poder
ejercerlo se debe contar con las herramientas necesarias, lo cual no sólo se remite a
conocimientos cognitivos, sino que partiendo de la base que son personas antes que
educadores y que trabajan igualmente con personas antes que educandos.
Es así como esta disciplina nos provee de una rica gama de posibilidades, las
cuales apuntan a desarrollar un proceso formativo íntegro, el cual no sólo se centre en
conocimientos y el desarrollo cognitivo, sino que de igual forma permita potenciar el
desarrollo personal, social y afectivo, principalmente este, que es la base para que el
estudiante pueda abrir paso a aprendizajes significativos, pues es importante contar
con su voluntad, la disposición emocional para aprender, en un ambiente grato,
agradable, con emociones favorables, que propicie estas instancias, una clase donde
la variedad en estímulos sea amplia, lo que permita implementar diversas estrategias y
metodologías de trabajo al docente, pensando en la diversidad de alumnos, ritmos y
estilos de aprendizajes, para que así lo enseñado no sólo cobre importancia, a través
de la experiencia, la realización, la praxis, sino que también se logre éxito a nivel
personal, en algunas oportunidades descubriendo, en otras reforzando o bien de
modificando, la autoimagen, el autoconcepto que se tiene de sí mismo(a) y con esto la
autoestima, de modo que sea positiva, pues estos son procesos los cuales se
construyen y definen a lo largo del desarrollo por la influencia de las personas
significativas del medio familiar, escolar y social, y como consecuencia de las propias
experiencias de éxito y fracaso.
En palabras de Mª de las Nieves Ferro Hurtado (2008), “desde los primeros años
de su vida, el ser humano va formando el concepto de sí mismo a partir de sus propias
experiencias y de las valoraciones que recibe de las personas importantes de su
medio social, como son los padres, profesores y compañeros” (p. 1).
La escuela tiene una significativa influencia sobre la imagen que los niños(as) se
forman de sí mismos. La larga permanencia del niño(a) en la escuela condiciona la
formación del autoconcepto, sobre todo en los aspectos académicos. “La escuela
proporciona el medio, no sólo para los aprendizajes académicos, sino también para el
aprendizaje de la conducta social, el aprendizaje afectivo y de las actitudes, incluidas
las que se refieren a uno mismo”. (Ferro, 2008, p. 2). La escuela ofrece, después de la
familia, la mejor oportunidad para probar sus habilidades y ganar la aprobación de los
demás.
El papel del centro educativo y de los profesores es de máxima importancia para el
buen desarrollo de la autoimagen, el autoconcepto, y por ende la autoestima positiva
de los alumnos(as).
Los profesores pueden crear en el niño(a) una visión positiva de sí mismo(a) y de
su capacidad para las tareas escolares, y pueden también, contrarrestar la pobre
opinión que de sí mismos tienen algunos niños(as) cuando llegan a la escuela.
El profesor ejerce una considerable influencia en el desarrollo de estos procesos
en sus alumnos, pues está “permanentemente proporcionando información por medio
del trato que da a los alumnos, por las respuestas, por la manera de expresarse y
manifestarse, por el modo y grado en que los acepta, confía y apoya y por las
valoraciones y juicios que hace de ellos” (Ferro, 2008, p. 2). El concepto que el
alumno(a) tiene de sí mismo(a) como tal condiciona toda su actividad escolar, sus
expectativas, sus niveles de motivación y aspiración y sus esfuerzos. Un autoconcepto
positivo será la mejor base que puede tener el estudiante para llegar a alcanzar el
éxito escolar.
CONCLUSIONES
Somos personas y educamos personas, y aunque parezca obvio mencionarlo
muchas veces se olvida, más aún cuando bombardeados por campos especializados,
específicamente en el campo tecnocrático, donde por un lado mejora el nivel material
de vida, pero por otro aquellos valores que son responsables de necesidades
emocionales y espirituales se apartan cada vez, pues la escala de valores que se va
introduciendo no atiende necesidades fundamentales e íntimas del ser humano, el cual
necesita satisfacer necesidades no sólo materiales, sino que también espirituales,
sociales y afectivas, es donde se requiere el apoyo de diversas ciencias y disciplinas
que puedan aportar significativamente a este logro.
En este sentido, los estudios de la Neurociencia han ayudado a comprender la
relación entre las estructuras cerebrales, cada una de las partes y sus respectivas
funciones, lo cual permitirá conocer cómo se desarrolla el aprendizaje y cual son las
redes que se establecen cuando ocurre este proceso en el cerebro.
Las investigaciones descubiertas sobre este conocimiento científico respecto de
cómo el cerebro aprende, la función y fisiología de este, permitirá a los educadores
tener acceso a una gama de posibilidades y a un material rico en información, el cual
colabore en dos áreas fundamentales. Por un lado reconocer la importancia de las
emociones y la influencia que estas tienen en el aprendizaje, más aún cuando estas
son emociones favorables y gratas, lo cual permite crear un clima óptimo, propicio,
para el proceso formativo, pues mientras más fuertemente la emoción se conecta con
la experiencia, más fuerte es el recuerdo de la misma, ya que el cerebro le da más
importancia a estas experiencias y la retención aumenta. Y por otra parte teniendo
como base estos conocimientos, los profesionales de la educación puedan utilizarlos a
favor de diseñar estrategias pertinentes, acordes a las características de los
estudiantes, considerando los estilos de aprendizajes, ritmos, madurez, diferencias
individuales, los materiales y actividades que guiaran el proceso de enseñanza, de
acuerdo a los aprendizajes que se pretendan lograr y por supuesto teniendo en cuenta
las áreas a estimular para lograrlo, como la selección misma de los medios utilizados,
planificando e ideando clases que utilicen múltiples estímulos, contemplando un
abanico de opciones en función de los estilos, que permitan lograr este objetivo,
asegurando así que todos los alumnos(as) tengan la posibilidad de comprender y
adquirir aprendizajes que sean efectivos y no se remita a información almacenada en
la memoria, sino que ésta pueda ser aplicada, utilizada, llevada a la práctica.
Para eso es fundamental planificar clases con actividades innovadoras,
motivadoras, creativas que permitan captar el interés del alumno(a) y motivarlo(a) a
aprender, a ampliar sus conocimientos, despertar esas ansias de descubrir por sí
mismo(a) y encontrar respuestas a sus inquietudes, siempre bajo la guía y conducción
del docente, facilitador y mediador de estas instancias. La tarea del educador
entonces, por un lado es hacer el esfuerzo para presentarse al aula con esta
disposición y generar este tipo de emociones en este espacio íntimo donde comparten
y pasan gran parte del tiempo.
Ciertas cualidades del profesor, como paciencia, dedicación, voluntad de ayudar y
actitud democrática, favorecen el clima psicológico positivo del aula; al contrario el
autoritarismo, la enemistad y el desinterés pueden llevar a que exista un clima
negativo en el aula (Arévalo, 2004).
En cuanto a este punto los profesores pueden hacer varias cosas para fomentar
las relaciones positivas entre los alumnos(as); por ejemplo, en el proceso de ayudar a
los integrantes de la clase a conocerse entre sí, como individuos y comenzar a
funcionar como una comunidad de aprendizaje. Se puede proporcionar oportunidades
de presentarse así mismos bajo una luz positiva y de exhibir sus talentos e intereses
únicos, tarea que puede sin duda asumir el arte, al trabajar con los sentidos y
emocionalidad, concentrándose en el desarrollo de estas experiencias. Además de
ampliar las posibilidades al ser una disciplina unificadora e integradora de estímulos,
específicamente la teatral que otorga y entrega posibilidades prácticas de crear
estrategias que abarquen ambos aspectos expuestos, siempre bajo el apartado de que
las emociones constituyen la base fundamental para el aprendizaje, y que este
contempla el desarrollo de un individuo íntegro en sus facetas, el cual entienda que
fracasos y éxitos son variables del proceso formativo, sin que la escuela, ni docentes
ejerzan ningún tipo de presión, al aceptar, respetar ritmos y capacidades, tomando
estas diferencias como material para crear.
Para que este clima emocional positivo del cual se habla tenga origen, se hace
necesaria la existencia de un ambiente de respeto mutuo entre padres y apoderados,
maestros, estudiantes y todo el personal que compone la unidad educativa. Los
estudiantes deben sentir confianza en los profesores y éstos a su vez deben ganar
ésta. Para ello un paso puede ser otorgar espacios de expresión, donde los
alumnos(as) puedan demostrar sus talentos y habilidades de acuerdo a las
necesidades que éstos(as) presenten.
Sin duda, habilidades personales, afectivas, emocionales y sociales se pueden
desarrollar y potenciar, pues éstas permiten reconocer la existencia, la humanidad,
conectarse con lo íntimo del propio ser, descubrirse, reconocerse como ser único e
individual y poder abrir los ojos al mundo para interactuar con cuanto hay alrededor,
reforzando positivamente, la autoimagen, el autoconcepto que se tiene de sí mismos y
por ende la autoestima.
La escuela debe ser ese espacio que brinde las oportunidades de soñar, imaginar,
crear, sentir y por sobre todo crecer íntegramente, tanto a nivel personal como
intelectual. Un espacio de interacción donde el aprendizaje entre los miembros sea
mutuo, olvidando jerarquías y relaciones de poder.
La magia del teatro, sin duda posee todas las herramientas y estrategias para
lograr hacer de estas palabras una realidad. ¡Qué maravilloso inolvidable se
volvería aprender así!, pues no hay que olvidar que los aprendizajes pueden
gestarse en cualquier momento y en cualquier lugar, sin necesidad de estar
inmersos gran parte del tiempo en una sala de clases como suele ocurrir.
LISTA DE REFERENCIAS
LIBROS:
García, V. (1996). Manual de pedagogía teatral. Santiago: Los Andes.
Lowenfeld, V. y Brittain, W. (1980). Desarrollo de la Capacidad Creadora.
Buenos Aires: Kapelusz.
Read, H. (1991). La educación por el Arte. España: Paidós.
ARTÍCULOS:
García, V. (2000). Posibilidades y Límites en la integración de las disciplinas de
la Educación Artística. Educarte, 21, 5 -9.
Manes, F. (2003). ¿Qué puede aportar la investigación en Neurociencia a la
Educación? Neurociencia y Educación, INECO, 5.
Matta, J. (2004, Agosto). La emoción del conocimiento. Encuentro con
estudiantes. Marco de las múltiples acciones programadas del Proyecto
MECESUP UPA 0102. Optimización de la calidad de la docencia y de las
competencias personales y profesionales de los alumnos de las carreras de
pregrado de la UPLACED. 4 de Agosto, 3.
REFERENCIAS ELECTRÓNICAS:
Álamo, A. (2008). Leer: entre el placer y la obligación, 3. Extraído el Sábado 14
de Mayo de 2011 desde http://arteenlared.com/lecturas/articulos/el-teatro-
como-experiencia-docente.html
Arévalo, E. (2004). Clima escolar y niveles de interacción social; en estudiantes
de secundarios del Colegio Claretiano de Trujillo. Extraído el Sábado 14 de
Mayo de 2011 desde
(http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibVirtual/tesis/Salud/Arevalo_L_E/cap2.htm).
Chavarro,
E. (2007). Sobre cultura, educación por el arte y desarrollo. Santa María,
Colombia. Extraído el Sábado 14 de Mayo de 2011 desde
www.lacasamarilla.org/ES/xarxa_groga/.../ARTE_Y_DESARROLLO.doc
Ducreaux, D. (2010). Neurociencia y Aprendizaje. Red social docente para una
Educación del siglo XXI, 1. Extraído el Sábado 14 de Mayo de 2011 desde
http://internetaula.ning.com/profiles/blogs/neurociencia-y-aprendizaje.
Ferro, M. (2008). La importancia del Autoconcepto, 1-2. Extraído el Sábado 14
de Mayo de 2011 desde
http://www.psicologoescolar.com/ARTICULOS/PAGINAS_DE_ARTICULOS/la_i
mportancia_del_autoconcepto.htm
Villarroel, G. (2005). Emoción y Aprendizaje: un estudio en estudiantes de
Educación básica Rural. Digital eRural, Educación, cultura y desarrollo rural,
4, 2-3. Extraído el Sábado 14 de Mayo de 2011 desde
http://www.revistaerural.cl/eya.pdf.
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[1] Entendiéndose la autoimagen como la imagen que se adquiere de sí mismo,
a través de las etiquetas, es decir las percepciones que tienen los demás en
cuanto a nosotros.
[2] Se entiende por autoconcepto lo que se piensa de sí mismo, el propio
concepto que se ha ido formando la persona de sí. Un conjunto de
sentimientos, percepciones y valoraciones que un individuo tiene de su
persona.
[3] La autoestima se entiende como la valoración del propio ser, el cual se
aprende, cambia y se puede mejorar, el se basa en pensamientos,
sentimientos, sensaciones y experiencias que se tiene de sí mismo y que se
han ido interiorizando durante el transcur