el primer año de salvador allende por eric hobsbawn

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Cuadernos de Pasado y Presente "Los intelectuales socialistas deben ocupar un territorio que sea, sin con- diciones, suyo: sus propias revistas, sus propios centros teóricos y prácti- cos; lugares donde nadie trabaje para que le concedan títulos o cátedras, sino para la transformación de la sociedad; lugares donde sea dura la crítica y la autocrítica, pero también de ayuda mutua e inter- cambio de conocimientos teóricos y prácticos, lugares que prefiguren en cierto modo la sociedad del futuro." E.P. Thompson Visitá nuestro blog: aspasadoypresente.blogspot.com O escribinos a nuestro mail: [email protected] Títulos de la colección 1º Democracia y Socialismo Arthur Rosenberg 2º El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn 3º La Cuestión Meriodional Antonio Gramsci 4º Crítica a la Teoría de la Revolución Permanente Nicolai Bujarin Escritos Políticos de Pasado y Presente(1963 - 1974) José Aricó

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Este es el segundo cuadernillo de la colección de debate político de Pasado y Presente. Está conformado por una conferencia del eminente historiador Eric Hobsbawn que brindo en el año 71 en Chile y se complementa por un estudio preliminar de Rodrigo Borges, politólogo y miembro de Pyp

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Cuadernos de Pasado y Presente

"Los intelectuales socialistas deben ocupar un territorio que sea, sin con-

diciones, suyo: sus propias revistas, sus propios centros teóricos y prácti-

cos; lugares donde nadie trabaje para que le concedan títulos o

cátedras, sino para la transformación de la sociedad; lugares donde sea

dura la crítica y la autocrítica, pero también de ayuda mutua e inter-

cambio de conocimientos teóricos y prácticos, lugares que prefiguren en

cierto modo la sociedad del futuro."

E.P. Thompson

Visitá nuestro blog:

aspasadoypresente.blogspot.com

O escribinos a nuestro mail:

[email protected]

Títulos de la colección

1º Democracia y SocialismoArthur Rosenberg

2º El primer año de Salvador AllendeEric Hobsbawn

3º La Cuestión MeriodionalAntonio Gramsci

4º Crítica a la Teoría de la Revolución PermanenteNicolai Bujarin

5º Escritos Políticos de Pasado y Presente(1963 - 1974)José Aricó

El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn

El primer año de

Salvador Allende

Eric Hobsbawn

Cuadernillo de debate polítiCo

“pasado y presente” nº 2

Cuadernos de Pasado y Presente

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Eric Hobsbawn

Biografía

Fue miembro del Grupo de Historiadores del Partido Comunista de

Gran Bretaña de 1946 a 1956. En 1947, obtuvo una plaza de lector de His-

toria en el Birkbeck College, de la Universidad de Londres. Fue profesor

visitante en Stanford en los años 60. En 1978 entró a formar parte de la

Academia Británica.. Trabajó con la publicación Marxism Today durante

la década de 1980 y colaboró con la modernización de Neil Kinnock del

Partido Laborista. Se retiró en 1982, pero continuó como profesor visitante,

durante algunos meses al año, en The New School for Social Research en

Manhattan hasta 1997. Actualmente es profesor emérito del departamento

de ciencias políticas de The New School for Social Research's.

Sus obras más importantes

Guerra y paz en el siglo XXI Crítica, 2007.

Revolucionarios. Crítica, 2005.

La era del imperio. 1875-1914 Crítica, 2005.

La era de la revolución. 1789-1848 Crítica, 2005.

La era del capital.: 1848-1875 Crítica, 2005.

Historia del siglo XX: 1914-1991 Crítica, 2003

Sobre la historia Crítica, 2002. (Bolsillo)

Rebeldes primitivos.: estudio sobre las formas arcaicas de los movimientos

sociales en los siglos

XIX y XX Crítica, 2001.

Política para una izquierda racional Crítica, 2000. (Bolsillo)

Breve Síntesis

El presente artículo es un material inédito del decano de la historiografía

marxista y es de gran interés para todos los que participan de la vida política

de la izquierda. Trata sobre un tema que es de capital importancia hasta el

día de hoy, el traspaso constitucional del poder a un gobierno que pretende

instaurar el socialismo por la vía democrática. Las experiencias en ese sen-

El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn

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tido no habían sido relevantes, y después del Chile de Allende costara en-

contrar otra oportunidad parecida. Lo que si hubo y se encontraran luego

son experiencias socialdemócratas y laboristas.

La Unidad Popular intento alcanzar ese objetivo gradual y constitucio-

nalmente, mediante la instalación de una nueva estructura de poder. La vía

chilena al socialismo tenía una concepción pluralista y democrática. La

nueva institucionalidad será lograda a través de los medios constitucionales

existentes y sacando provecho de los intersticios del sistema legal se apo-

yaran las luchas populares. La idea era utilizar en provecho propio todas

las herramientas que provee la legalidad democrática. La construcción po-

lítica es permanente y precisa de un proyecto a largo plazo.

Estas premisas de la UP son discutidas todavía hoy por muchos expo-

nentes de la izquierda en la argentina y en el mundo, muchos cayeron ayer

y hoy en soluciones facilistas pretendidamente revolucionarias pero con-

denadas a un irremediable fracaso. Estas lecturas son producto de no que-

rer hacer el análisis político, económico, social y cultural que cada caso

particular requiere, o como decía Lenin el análisis concreto de la situación

concreta.

En chile no la tenia fácil el gobierno de la UP, llego al gobierno con un

apoyo popular insuficiente (36,3%) y con el congreso y la justicia contro-

lados por sus oponentes. Este panorama complicado de por si para cual-

quier gobernante se acomodaba a los dones de Salvador Allende que era

un político brillante y sofisticado y acostumbrado a las estrategias y tácticas

de lo posible. La constitucionalidad otorgaba al presidente una notable ca-

pacidad de iniciativa, así por ejemplo el gobierno de Allende saco una ley

que permitía expropiar a cualquier fabrica que “fracase en el suministro del

pueblo” basándose en un decreto no derogado de la republica socialista de

1932 o la nacionalización de la banca mediante la compra de las acciones

de estos a precios de mercado.

No obstante esto la UP tenía un armado político muy complicado y la

estructura social chilena tenía una pluralidad de actores que obligaba a que

cualquier estrategia tuviera en cuenta intereses diversos y a veces contra-

dictorios. El gobierno de Allende estaba jugado a una agenda de mediano

plazo, donde las elecciones de medio término tenían un papel fundamental

para definir como quedarían definidas las correlaciones de fuerza entre la

UP y la oposición de centro y de derecha.

Cuadernos de Pasado y Presente

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La UP tenía una visión de la estructura económica de Chile tripartita:

un sector público dominante, un sector mixto público-privado, y un sector

privado muy dinámico de pequeñas y medianas empresas. El gobierno

ponía especial énfasis en estimular la producción y elevar el nivel de vida

mediante la creación de empleos poniendo el acento en la economía de la

demanda. Esta política económica sumada a la nacionalización del cobre

que sigue vigente hasta el día de hoy produjo resultados palpables para la

mayoría del pueblo chileno.

La derecha chilena tenía una visión de sus tareas claramente definida,

en primer lugar lograr quebrar la unidad de la UP, ganar las elecciones de

medio termino, generarle una parálisis institucional e ingobernabilidad al

gobierno de Allende, y finalmente lograr el retorno de Frei a la presidencia

en 1976.

Las elecciones de medio término fueron determinantes, la UP consiguió

una mayoría propia (43,5%) que le permitió lograr avanzar en sus planes

de reformas estructurales de Chile y su vía al socialismo. Esta victoria no

estaba en los planes de nadie y la derecha hizo a un lado su discurso acerca

de la legalidad y apego a la constitución y apoyo con la ayuda de la embajada

de los estados unidos un feroz golpe de estado que retrotrajera manu mi-

litari la situación a el estado de cosas anteriores al gobierno de la Unidad

Popular.

El producto de este golpe fue la dictadura genocida del General Pino-

chet quien marco a fuego a chile hasta el día de hoy. Los gobiernos de la

Concertación alianza entre el Partido Socialista y la Democracia Cristiana

antiguos adversarios tienen la tarea no menor de llevar una gestión progre-

sista del país mientras despejan de las instituciones chilenas las herencias

que dejo el régimen pinochetista.

RB

Pasado y Presente

El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn

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El primer año de Salvador Allende

Que el traspaso constitucional del poder y una transición pacífica al so-

cialismo son posibles ha sido admitido por los marxistas teóricamente

desde que Marx lo puso por escrito en 1872. La perspectiva de semejante

transición, empero, permanece sombría.

Los escritos marxistas al respecto son escasos y abstractos, probable-

mente porque casi no hay experiencias prácticas relevantes para esa discu-

sión. Hasta el momento ninguna economía socialista ha llegado a existir, si

no a través de transferencias violentas o inconstitucionales del poder.

Esto hace del caso de Chile hoy [septiembre de 1971] algo bastante

único. Hasta noviembre de 1970, cuando Salvador Allende asumió la pre-

sidencia, los casos que podían pretender ser transiciones legales al socia-

lismo pertenecían a tres tipos, todos igualmente inútiles como precedentes.

Primero, hay montones de ejemplos de transferencias del poder, pacíficas

o no, a gobiernos socialdemócratas o laboristas.

Desafortunadamente, ninguno de ellos hizo ningún intento para intro-

ducir el socialismo y la mayoría ni siquiera quería hacerlo. Segundo, tenemos

los frentes populares de los años ’30... [Pero] de hecho, el objetivo político

inmediato de tales gobiernos fue defensivo –hacer retroceder la marea del

fascismo- y muy rara vez tuvieron la oportunidad de ir más allá de eso...

Tercero, hubo gobiernos de unión antifascista que surgieron de la lucha

contra Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial en muchos países

europeos... Sin embargo, aún si no consideramos la lucha armada a partir

de la cual estos regímenes emergieron, el rápido quiebre de los frentes an-

tifascistas nacionales e internacional acabaron muy pronto con esta pers-

pectiva...

Por ello la situación en el Chile de Allende no tiene precedentes. No

puede haber ninguna duda de que la meta del gobierno de la Unidad Po-

pular es el socialismo...

Por otra parte, es igualmente claro que la UP pretende alcanzar este ob-

jetivo gradual y constitucionalmente (la frase utilizada por Allende en su

Mensaje al congreso es “la construcción progresiva de una nueva estructura

del poder”). La “Vía Chilena”, en contraste con la dictadura del proleta-

riado, es “una vía pluralista, anticipada por los clásicos del marxismo, pero

hasta ahora nunca llevada a cabo en concreto” (Mensaje, pág. 5). Esta vía

pluralista no debe ser identificada con la democracia burguesa. Su legalidad

Cuadernos de Pasado y Presente

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no será necesariamente la actual, que “refleja los imperativos del sistema

capitalista. En el régimen de transición al socialismo, las normas jurídicas

reflejarán las exigencias de un pueblo que lucha por construir una nueva

sociedad. Pero habrá legalidad”.

El sistema institucional será modificado a través de los medios consti-

tucionales existentes...No obstante, éste no es un compromiso meramente

formal, sino el reconocimiento explícito de que el principio de legalidad y

el orden institucional son consubstanciales al régimen socialista, pese a las

dificultades que implican para el periodo de transición. Aceptamos las li-

bertades políticas de la oposición y continuamos nuestras actividades po-

líticas dentro de los márgenes de nuestras instituciones. Las libertades

políticas son un logro de la sociedad chilena como un todo, en tanto cons-

tituye un estado (Mensaje pp. 11 – 12).

Hay más que cálculo político en el apego de Allende a la Vía Chilena.

A diferencia de la oposición de ultra izquierda fuera de la UP y de algunos

elementos de su propio partido, el presidente no considera la situación exis-

tente como puramente provisoria, sino como posibilidad de instalar las

bases de una transformación en el largo plazo.

La violencia contrarrevolucionaria, interna o externa, es posible, pero

si no llega a ocurrir, la legalidad y el pluralismo político continuarán. En

otras palabras, Chile es el primer país en el mundo que está tratando seria-

mente un camino alternativo al socialismo... La experiencia chilena es, por

tanto, mucho más que una muestra de exotismo político para los observa-

dores de los países desarrollados. El socialismo nunca triunfará en Europa

occidental a través de las vías, digamos, china o vietnamita, pero al menos

es posible reconocer en Chile los lineamientos de situaciones políticas que

podrían ocurrir en las sociedades industrializadas, y las estrategias que allí

podrían aplicarse, como también los problemas y dificultades de esta “vía

pluralista”. Esto no significa que la vía deba fracasar ni tampoco, cierta-

mente, que no deba ser intentada...

Pero la natural simpatía que sentimos por el gobierno de Allende y la

esperanza apasionada en su éxito no debe cegarnos a las complejidades de

su situación. Precisamente porque Chile puede efectivamente ser un mo-

delo para otros países, debemos mirar fríamente y con realismo su expe-

riencia. II El turista que sepa de revoluciones y llegue a Santiago en estos

días, echará de menos la atmósfera, difícil de definir pero fácil de reconocer,

El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn

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de las grandes liberaciones. Salvo algunos estudiantes armados, lo que no

inusual en la “escena callejera” [mundial], no hay prácticamente ningún

signo visible de revuelta, excepto en los titulares de los diarios. No hay nada

parecido a esa explosión de panfletos, volantes y pequeños periódicos, fa-

miliar [a las situaciones revolucionarias]: los contenidos de las librerías de

ultra izquierda son austeros comparados con sus equivalentes de París o

de los Estados Unidos.

La ocupación de terrenos no-oficial, aunque se habla mucho de ellas

en la prensa, es desdeñable, al menos por las cifras involucradas. Usual-

mente se trata de “sentadas” de 10 o 20 personas. No hay ningún estallido

visible de carteles oficiales, retratos o lienzos y no más que la cantidad ha-

bitual de rayados políticos no-oficiales. De hecho, Chile se ve a primera

vista más o menos igual que en, digamos, 1969. La explicación oficial –que

los chilenos son poco demostrativos, una versión latina de los yanquis de

Vermont- no es muy convincente. Pueden no ser caribeños en su eferves-

cencia, pero cuando la sienten, no se quedan tampoco de brazos cruzados.

Lo más parecido al estado de ánimo chileno, como podría ser percibido

por un visitante casual, es el estado de ánimo de los primeros meses –que

no de las primeras semanas- tras la victoria del Frente Popular francés en

1936 o la victoria de los laboristas en Gran Bretaña en 1945: un estado de

ánimo de profunda satisfacción entre la izquierda organizada, de expecta-

tiva silenciosa y para nada mesiánica entre los pobres desorganizados, y de

histeria entre los ricos y los voceros de la derecha. La emoción inmediata

de la victoria ha amainado, la fase de problemas y de pérdida de entusiasmo

–aunque predecible y predicha-, no ha llegado aún. Las cosas han mejorado

para los pobres: hasta ahí el gobierno de la UP ha resultado y ellos lo saben.

Por otro lado –salvo, quizás, en algunas de las fabricas, minas y asentamien-

tos campesinos más organizados y políticamente conscientes-, la vida sigue

harto igual a como era antes.

Sin embargo, la antigua clase dominante sabe que no domina más, y

proyecta sus temores de aniquilación en aquellas predicciones de totalita-

rismo y esclavitud, que no son más que el pequeño cambio retórico de un

país en el que la agitación electoral parlamentaria y la discusión política son

un deporte popular entre la clase media –como lo es el golf en otras partes.

En la periferia extrema de la derecha –lo que es harto visible en los quios-

cos- esta retórica alcanza alturas paranoicas de grosería y acusación lunática

Cuadernos de Pasado y Presente

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(“el terror ya acecha en el campo”, “la policía está apoyando a grupos de

asesinos de izquierda”, etcétera).

Pero, ¿qué ha pasado realmente? Lo primero que hay que notar, es que

la UP llegó a la presidencia con dos desventajas políticas graves. A duras

penas ganó una ventaja –de hecho, sacó un 3% menos de votos que en la

elección que perdió en 1964- y se encontró a sí misma, por tanto, con un

apoyo popular insuficiente y con un Congreso controlado por sus oponen-

tes -para no mencionar a las fuerzas armadas, sólo mantenidas en su rol

por la incuestionable legalidad y constitucionalidad del status de la UP.

Debe operar, pues, exclusivamente con las prerrogativas y leyes de sus pre-

decesores.

Sólo ha podido y puede hacer aprobar nuevas leyes con el acuerdo de

la oposición o cuando tales leyes son inimpugnables - como la nacionali-

zación del cobre, contra la cual cualquier político chileno hablaría en pú-

blico tanto como votaría públicamente a favor de la poligamia. De hecho,

en ciertos respectos las manos del gobierno están más atadas que antes de-

bido a la reforma constitucional de enero del ’71, que es el precio que pagó

a la DC para que se le permitiera asumir...Las prerrogativas existentes in-

cluyen explícitamente la posibilidad de llamar a un plebiscito para vencer

la oposición del congreso, pero la escasa ventaja del gobierno de Allende

–aún cuando las elecciones municipales de 1971 muestran que se ha trans-

formado en la más delgada de las mayorías [50,02%]- hace de este expe-

diente un dispositivo impredecible.

Semejante situación se acomoda, por mera fortuna, a los dones de Sal-

vador Allende, que entre otras cosas es un político brillante y sofisticado

del tipo clásico, completamente familiarizado con las estrategias y tácticas

de lo posible, tanto en la asamblea partidaria, como en el parlamento. Es

más, tiene la inmensa y harto justificada confianza en sí mismo de quien

ha logrado sus metas contra toda probabilidad y predicción –nadie creía

que pudiese ganar y su propio partido trató, en algún momento, de bajarlo

de la candidatura. Para un hombre de esas características no es nada asumir

el cargo con ambas manos atadas a la espalda –una por la oposición que

controla el congreso y el poder judicial, otra por las elaboradas fórmulas

de su propia coalición, cuyos partidos divergen y no se tienen confianza.

Mucho puede hacerse al interior de los límites de las prerrogativas exis-

tentes. La constitucionalidad y la legalidad otorgan a los presidentes chile-

El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn

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nos una notable libertad de movimiento, incluyendo unas 17.000 leyes vá-

lidas, entre las cuales el ingenio legal puede descubrir muchas cosas útiles.

Así, la UP se ha apoyado extensamente en un decreto, nunca anulado, de

la “República Socialista” de 1932 –un breve interludio izquierdista, que

duró dos semanas, durante la peor parte de la Gran Depresión, conducido

por un coronel curiosamente llamado Marmaduque Grove.

Este estatuto permite al gobierno expropiar cualquier fábrica o industria

que “fracase en el suministro al pueblo” de sus bienes y servicios. El de-

creto ha sido usado para nacionalizar grandes sectores de la industria donde

ha sido necesario, luego que los trabajadores han ocupado las fábricas re-

levantes, ratificando así que ellas no podían “suministrar al pueblo”. Aún

sin autoridad legal “los recursos de la civilización no están agotados” (como

se dice que el Primer Ministro británico Gladstone había dicho, cuando en-

contró los medios para poner en prisión al líder irlandés Parnell).

La mayor parte del sistema bancario que no se hallaba aún bajo control

público ha sido nacionalizado a través del simple expediente, aparente-

mente inesperado por la oposición, de la compra por parte del gobierno

de la mayoría de las acciones a precios de mercado; luego ha administrado

los bancos en su calidad de nuevo propietario. (Este expediente ha hecho

surgir una furia completamente irracional entre los hombres de negocios,

que consideran las tácticas que ellos mismos usan injustas cuando las pone

en práctica un gobierno socialista). En consecuencia, de un modo u otro,

la UP ha ido rápidamente hacia adelante con su programa sin tener todavía

que depender de la buena voluntad de la oposición...

La segunda desventaja política de la UP está íntimamente conectada

con la primera: además de tener insuficiente apoyo, tiene reservas inade-

cuadas de lealtad política. Numéricamente puede que cuente, ahora, con

cerca de la mitad de los votantes –una clara mejoría comparado con sep-

tiembre del ’70, pero todavía demasiado pequeña para soportar las crisis

de la política revolucionaria constitucional. Tiene un sólido núcleo de

apoyo: el proletariado industrial y urbano, especialmente los mineros y los

sindicatos organizados y, ahora, unidos. Sólo aquí...puede Allende confiar

en esas reservas de compromiso a largo plazo que permiten a partidos y

gobiernos atravesar los baches en sus carreras.

El proletariado clásico de este tipo es más grande y está mejor organi-

zado en Chile que en la mayor parte de los otros países latinoamericanos;

Cuadernos de Pasado y Presente

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lo suficientemente grande, sin duda, para proveer una base de gobierno.

Pero es una minoría de la población. El apoyo de otros tres sectores deci-

sivos es o bien condicional, poco confiable o inexistente. El campo (cerca

del 30% de la población) permanece predominantemente anti-allendista,

pese al crecimiento sustantivo de la izquierda en años recientes, especial-

mente entre los proletarios rurales. El efecto político de la rápida reforma

agraria profundizará, casi con toda certeza, las divisiones al interior de este

sector.

Sin embargo, el gobierno podría probablemente seguir adelante sin él.

Las relativamente amplias capas medias, consistentes en su mayoría en tra-

bajadores de “cuello-blanco”, muchos de ellos empleados públicos –quizás

un 12% de los chilenos trabajen para el Estado-, aceptarían un gobierno

socialista tanto como a cualquier otro. No tienen ningún compromiso ex-

traordinario con una sociedad de empresa privada –pese a que probable-

mente existan entre ellos ciertos (y fuertes) prejuicios anticomunistas-, y

no tienen ningún sentido de identidad con quienes son más pobres. Por

otro lado, deben ser convencidos de que el poder socialista durará, o por

lo menos que volverá con la misma frecuencia que los gobiernos no-so-

cialistas. Aún no están convencidos de esto último.

La mayor parte del apoyo no movilizado por la izquierda consiste en

esos trabajadores pobres, misceláneos e inclasificables, que son generados

en número siempre creciente por un proceso de crecimiento económico y

cambio social que no los provee del correspondiente empleo en cantidades

suficientes...Ellos no son marginales, sino centrales en América Latina, in-

cluso en Chile. Esta capa de la población desconcierta a la izquierda tradi-

cional, pues claramente no está siendo absorbida en el “proletariado”

clásico por ningún proceso histórico espontáneo: no es organizable según

los métodos familiares de, digamos, armar sindicatos o reunirlos en torno

a alguna ideología de conciencia de clase como el marxismo.

Los sindicatos son de importancia marginal para ellos, pues sus condi-

ciones de trabajo no les facilitan organizarse y, por tanto, no pertenecen a

la aristocracia de los proletarios militantemente radicales, como los mineros,

relativamente bien pagados y sindicalizados...El propio populismo político

embrionario [de estos pobres], radical pero no democrático –salvo en la

organización local de la comunidad-, ha sido más fácilmente movilizado

en el pasado, en tanto movimiento de masas, por presidentes o ex-presi-

El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn

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dentes demagógicos, preferentemente militares.

Es un error pensar en su “política” como puramente operacional. Pero

no hay duda que un líder con carisma y la habilidad de entregar calles [pa-

vimentadas] y agua a las poblaciones callampas o beneficios estatales, los

atraerá más rápidamente que uno que no pueda hacerlo. III ¿Qué ha lo-

grado hasta el momento el gobierno de Allende? ¿Qué ha estado tratando

de hacer? Ha estado conciente, y lo sigue estando, de sus estrechos márge-

nes de tiempo.

Consecuentemente, el gobierno concentra, de hecho, todo su pensa-

miento en el periodo de seis meses a tres años, dentro del cual, según dis-

tintas evaluaciones, se decidirá su destino. No se ha pensado concretamente

más allá de ese punto, lo que es una lástima. En primer lugar, la política de

corto plazo está basada en el acuerdo programático de los seis partidos de

la UP: una elaborada plataforma, negociada con gran dificultad antes de la

elección, pero ahora vinculante. Nadie sabe qué podría surgir en la próxima

etapa de la discusión y políticos sensibles tratan de posponerla.

Cierto es que dos de los seis partidos de la UP son ahora desdeñables,

mientras los radicales, con un 8% del voto, están reducidos. Pero el ele-

mento de los ex-DC de izquierda en la coalición no es ningún caso insig-

nificante, pese a la debilidad electoral de sus representantes en la UP, al

menos porque representan muchos votos que deben ser capturados. Ade-

más, mientras Allende probablemente concuerda en las los grandes asuntos

con el poderoso PC –el núcleo de la UP y lejos su componente más racional

y efectivo-, las diferencias entre varios sectores de su Partido Socialista y

entre ellos y los Comunistas son substantivas.

En segundo lugar, el gobierno sabe perfectamente bien que tanto la si-

tuación política dentro de Chile, como la situación internacional inusual-

mente favorable, que le ha permitido asumir y que en gran parte ha

paralizado a sus oponentes en los Estados Unidos desde entonces, proba-

blemente no durará mucho más... Tercero, pero ciertamente más urgente,

los problemas económicos de Chile llegarán a su punto más agudo durante

los próximos dos años. Estos problemas derivan de dos características de

los países semi-coloniales que, infortunadamente, existen en Chile de una

forma exagerada: su dependencia de la exportación de un único commodity

y la ineficiencia de su agricultura, lo que lo hace (como a otros países sud-

americanos) un importador en cada vez más gran escala de alimentos bá-

Cuadernos de Pasado y Presente

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sicos. 80% del ingreso de Chile por ventas al exterior depende del precio

del cobre.

Cerca de un tercio de sus importaciones (valoradas) consisten en ali-

mentos, y dado que los chilenos bajo la UP comen espectacularmente

mejor que antes, esta cantidad subirá... IV En esta situación, el gobierno

ha perseguido cuatro objetivos: Primero, ha apuntado a introducir “cam-

bios estructurales” irreversibles en la economía durante el primer año. La

teoría tras esta postura parece ser, más bien, simple determinismo econó-

mico. Como lo decía un ministro: “Si le quitamos a la burguesía su base

económica, no será capaz de volver”.

El método ha sido, esencialmente, expropiar y, fuera de la agricultura,

nacionalizar las actividades económicas claves. La UP está comprometida

por su programa a una estructura tripartita de la economía: un sector pú-

blico dominante, un sector mixto público-privado –mayormente en áreas

en las que el progreso técnico y la fuerte inversión en infraestructura y

know-how...son esenciales-, y un sector privado muy dinámico, se espera,

de pequeñas y medianas empresas... Segundo, el gobierno de Allende se ha

propuesto estimular la producción, y en consecuencia el empleo, y al mismo

tiempo elevar el estándar de vida por medio de la estimulación de la de-

manda –esto es, combinando un significativo aumento de los salarios di-

nerarios con un congelamiento de los precios...

Este plan era riesgoso y, durante los primeros y dramáticos meses in-

mediatamente posteriores al 4 de septiembre, cuando la histeria de la bur-

guesía condujo a una fuga masiva de capitales y a un colapso temporal de

la producción, tampoco se veía prometedor. Sin embargo, en la primavera

de 1971 esta política funcionó, para el enorme alivio del gobierno y la sor-

presa de los observadores extranjeros, sin mencionar el impactante bene-

ficio para el pueblo chileno... Para la UP es indispensable demostrar las

ventajas materiales de un gobierno popular, toda vez que debe presentarse

a elecciones libres. Allende no puede, aún en el caso que quisiera, imponerle

a su pueblo los sacrificios que han hecho los cubanos en los últimos años.

Esto limita seriamente la política del gobierno, pese a que algunos de

sus partidarios no quieran admitirlo. Los comunistas, que son los más rea-

listas, piensan que una rápida industrialización [de bienes de capital] debe

estar subordinada durante esta presidencia [a la producción] de bienes li-

geros y de consumo. Allende probablemente esté de acuerdo, pero el asunto

El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn

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continúa debatiéndose... De éste cálculo se sigue el tercer objetivo. El go-

bierno debe elevar la producción, especialmente en el cobre y en el campo,

para mantener el suministro de alimentos y de bienes de consumo...Sin em-

bargo el cobre y la agricultura ponen diferentes problemas.

La mayor parte del cobre chileno procede de tres minas que antes fue-

ron propiedad de compañías estadounidenses (El Teniente, Chuquicamata

y Salvador). Desde septiembre último el rendimiento ha sido pobre, lo que

es muy serio...Es discutible si esta situación se debe al sabotaje de Kenne-

cott y Anaconda...Pero ciertamente es una consecuencia de la extendida

falta de cooperación por parte de los ejecutivos y del personal de supervi-

sión –según la oposición 300 habrían renunciado...

Pero las dificultades también surgen desde el interés egoísta de la pe-

queña aristocracia obrera conformada por los mineros del cobre, que ga-

naban bastante bien en el enclave económico de las corporaciones

norteamericanas y que probablemente no ganarán tan bien en el futuro...el

sindicalismo espontáneo de tales grupos tiende fácilmente a operar a ex-

pensas del interés popular más amplio. Las huelgas de trabajadores y téc-

nicos que estallaron durante el verano pasado reflejan ambos factores.

El problema de la producción agraria es mucho más complejo. El go-

bierno DC subordinó, por lo general, la tasa de la reforma agraria al incre-

mento de la producción, lo que hizo con éxito sustantivo. Sólo 30.000

familias de las cerca de 250.000 familias sin tierra o minifundistas recibieron

tierra. Consecuentemente, al final de la presidencia Frei el descontento

agrario acumulado ya estaba explotando en una serie de ocupaciones de

tierra y otros conflictos rurales. Aún si Allende no hubiese ganado, la re-

forma de la tierra tendría que haber sido acelerada, so pena de un aumento

de los problemas en el campo. La UP ha acelerado la reforma, pero con

costos inmediatos en la [reducción de la] producción, como es usual en se-

mejantes casos.

... El cuarto objetivo del gobierno es no ser derrocado. El peligro de

un golpe militar, aunque presente, no parece ser inmediato. La razón prin-

cipal de esto no es el apego del ejército a la constitución –que existe-, sino

saber que un golpe llevaría a una guerra civil. Una cosa es ocupar algunas

calles y edificios silenciosamente y enviar al presidente al extranjero en el

próximo avión; otra cosa muy distinta es empezar un conflicto armado im-

predecible...

Cuadernos de Pasado y Presente

15

La derecha, por tanto, prefiere no retornar al poder por medio de la in-

surgencia armada; esta es, ciertamente, la visión de la DC. Los gobernantes

chilenos se han beneficiado durante demasiado tiempo de un constitucio-

nalismo estable y pacífico como para lanzarlo despreocupadamente por la

ventana. De hecho hay en el presente una estrategia alternativa más pro-

misoria: unir a las fuerzas anti-marxistas, cuya división le dio el triunfo a

Allende, y votar por un formidable retorno de Frei a la presidencia en 1976.

La prospectiva es realista. Si la UP no puede aumentar sustantivamente

un apoyo más sólido –especialmente si su apoyo marginal es erosionado

por los problemas económicos predecibles para 1972-73-, entonces la de-

recha podría ganar en una correcta lucha electoral en 1973, perpetuando

así su control del congreso y su poder de dilación y sabotaje. En otras pa-

labras, todo lo que la oposición tiene que hacer, según este análisis, es es-

perar a que la UP se le acabe el vapor. Es la estrategia clásica para arruinar

frentes populares y antes ha funcionado.

El objetivo inmediato sería, pues, una victoria anti-izquierdista en 1973,

seguida de una presidencia inmovilizada. Esto es lo que más preocupa a

los más realistas en la UP; más que una confrontación a corto plazo, aunque

nadie olvida la amenaza de una franca contrarrevolución. Hay razones para

preocuparse, aún cuando la derecha haya sobreestimado la probabilidad de

la bancarrota económica, como lo ha hecho consistentemente con los pro-

blemas económicos del gobierno desde 1970, siendo desagradablemente

sorprendida por sus éxitos. ¿Qué puede hacer Allende contra esto? Más de

lo que se ha hecho hasta ahora. V Muchos de los problemas de la UP están

más allá de su control efectivo. Sin embargo hay tres cosas que no lo están.

La primera es el ritmo. Las transformaciones revolucionarias dependen

de establecer y mantener la iniciativa. Las revoluciones constitucionalistas

no se diferencian de las otras en este aspecto. Ellas deben mantener la ini-

ciativa al interior de un conjunto de reglas dadas, como en las ofensivas de

ajedrez. Me parece que la UP no ha establecido todavía ese ritmo. La cam-

paña electoral generó su propio ímpetu, que fue reforzado por la satisfac-

ción, tan enorme como inesperada, de la victoria y por el fracaso de los

intentos de impedir que Allende asumiera...

Hasta ahora la UP ha avanzado bajo este ímpetu inicial y, en algún sen-

tido, extrínseco. En la medida en que se agote, debe ser reemplazado por

una iniciativa estratégica intrínseca...En 1970 y 1971 la UP no necesitó ge-

El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn

16

nerar su propio motor, pero debe hacerlo de ahora en adelante. Esto se

hace difícil porque la UP es una coalición: esta es su segunda debilidad

seria. Para ponerlo bruscamente, la UP es un vehículo mejor diseñado para

frenar que para moverse. Para impedir que algún partido (léase el PC) es-

tablezca un control exclusivo sobre alguna parte del gobierno, todos los

cargos fueron distribuidos según un sistema rígido de cuotas, de modo que

ninguna autoridad tenga un superior inmediato o un subordinado inme-

diato de su propio partido.

Para prevenir que algún partido (léase de nuevo, el PC) domine las po-

líticas públicas, “la acción del presidente y de los partidos y movimientos

que forman el gobierno será coordinada por un Comité Político de todas

estas fuerzas”, que será responsable de considerar “la factibilidad y opera-

tividad de las medidas económicas y sociales del gobierno y de aquellas

concernientes al orden público, la política internacional, como también y

especialmente los medios a través de los cuáles son realizadas”.

Esto significa que cada departamento y organismo de gobierno consiste

en máquinas partidarias rivales y entrelazadas... En suma, la UP sufre la co-

nocida debilidad de las alianzas de partido y de las coaliciones en una de-

mocracia parlamentaria. Es organizacionalmente incapaz para las tareas

que ha aceptado. La “Vía chilena al socialismo” no implica necesariamente

un partido único de la izquierda, mucho menos un partido monolítico –y,

en cualquier caso, tal no es una posibilidad real. Pero implica dotar a la

alianza existente de mayor unidad de acción y decisión. Tercero: la UP ha

fracasado hasta el momento en movilizar a las masas para que la apoyen

adecuadamente

Ha expresado así, una vez más, la debilidad de sus padres históricos: la

democracia parlamentaria burguesa y el clásico movimiento socialista de

trabajadores. Los políticos parlamentarios piensan en la movilización de

masas, esencialmente, como captura de votos. Los líderes tradicionales de

la clase obrera piensan en el sindicato o en el partido sacando a los com-

pañeros de las minas y fábricas a las calles... Nada de esto es adecuado para

propósitos revolucionarios, menos aún en países donde las elecciones na-

cionales pueden no ser parte de la cultura política popular o donde el pro-

letariado industrial organizado no es el molde típico del trabajador pobre...

En la UP se habla mucho de obtener más votos en las próximas elec-

ciones o cómo formular un plebiscito que gane a una mayoría...se planea

mucho cómo movilizar a los trabajadores a través de los sindicatos, acerca

del mejor modo de implementar consejos campesinos o comités de fá-

brica... Pero el hecho es que, entre elecciones, los pobres desorganizados

no están todavía constantemente involucrados con el gobierno, el gobierno

no está constantemente presente para ellos. No hay ningún equivalente del

diálogo perpetuo –aunque unilateral- de Fidel Castro con su pueblo, o de

los discursos cotidianos en las tardes junto al fuego de Franklin Delano

Roosevelt...

Lo que está en debate aquí no es un estilo de oratoria o de campaña,

sino un estilo de hacer política. Este es un problema que concierne al pre-

sidente Allende como individuo más que a la UP...

Los pobres sin organización escucharán a Allende, porque tiene el pres-

tigio, el poder, la función paternal de todo presidente, y porque representa

a un gobierno que está, demostradamente, de su lado. Ellos pueden ser

movilizados como una fuerza nacional más eficazmente por él..un líder

capaz de hablarle directamente al más lejano y menos politizado de sus

conciudadanos pobres es un activo mayor para cualquier revolución, y es

probablemente indispensable para una que no puede ejercer coerción sobre

el pueblo, sino que debe persuadirlo.

¿Cómo puede resumirse el primer año de la Vía Chilena? Ha demos-

trado lo que no necesita prueba, a saber, que una coalición de izquierda

puede ser elegida como gobierno. Ha demostrado algo más importante;

que después de eso puede actuar con cierta rapidez y decisión, a pesar de

carecer de control sobre las fuerzas armadas y partes cruciales de la ma-

quinaria constitucional. Ha demostrado la determinación de proceder a la

construcción del socialismo, pese a que su primer año no la ha llevado más

allá de la reforma no-socialista.

Lo que la UP ha hecho hasta ahora no es muy diferente, cualitativa-

mente, de lo que han hecho, están haciendo o podrían considerar hacer va-

rios otros gobiernos latinoamericanos. Pero a diferencia de otros gobiernos

reformistas, el de la UP está basado firmemente en el movimiento obrero

y su inspiración fundamental no es ni el nacionalismo ni la “moderniza-

ción”, sino la emancipación de los explotados, los oprimidos, los débiles y

los pobres.

La UP ha demostrado considerable inteligencia y habilidad políticas. Fi-

nalmente, sus logros, especialmente en el campo económico, son sustanti-

Cuadernos de Pasado y Presente

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El primer año de Salvador Allende Eric Hobsbawn

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vos. Estas cosas no garantizan su éxito. Como muchos otros países semi-

coloniales, más bien mal desarrollados que subdesarrollados, Chile está a

merced de fuerzas que están fuera de su control –por ejemplo, el mercado

del cobre-, a las cuales es altamente sensible, toda vez que Chile es, después

de todo y según los estándares tercermundistas, un país altamente urbani-

zado e industrializado, con una compleja estructura social y patrones mo-

dernos de consumo.

No sabemos todavía si será capaz de superar la singular estagnación

económica (combinada en este caso con una alta inflación permanente),

que Chile comparte con el resto del cono sur de América Latina –y tam-

bién, si es por eso, con Gran Bretaña, de cuya economía dependió por largo

tiempo esta área del mundo. La experiencia muestra que estas debilidades

de largo plazo son más difíciles de remediar de lo que los que diseñan po-

líticas piensan.

Tampoco sabemos aún si la Vía Chilena podrá superar el mayor pro-

blema de las economías subdesarrolladas, la escasez de trabajos para un ex-

ceso de población. Las dificultades de corto plazo con la producción son

ciertamente serios, pero en sí mismo no son decisivos. Políticamente, la

Vía Chilena no ha mostrado todavía que un frente popular, no importa qué

tan dinámico y bien intencionado, sea una revolución –aunque constitu-

cional. Permanece encadenada no sólo por fuerzas externas, sino también

por la índole del sistema y situación políticos a partir de la cual emergió, y

las fuerzas políticas que se combinaron para formarla. Sin duda, aún es

muy pronto para juzgarla.

No ha sido probada aún en una crisis seria y por un verdadero desafío,

y la capacidad de la UP para vencer sus presentes dificultades de estilo, or-

ganización y políticas públicas no deben ser subestimadas... El próximo

año puede llegar a sacudirla y eventualmente transformarla. Pero no se

transformará espontáneamente. No tiene mucho sentido especular en de-

talle sobre la naturaleza de esas crisis y desafíos por venir. Eso debe ser de-

jado a los chilenos y a los periodistas que reportean la situación día a día.

¿Podrá la UP superarlos? Sus oponentes, incluyendo con casi absoluta

certeza al gobierno de los Estados Unidos, están convencidos de que no

podrá hacerlo. Los líderes y figura políticas del gobierno chileno están cau-

tamente optimistas, o quizás más adecuadamente, se muestran no-pesimis-

tas, incluso en privado, como también otros chilenos –muy capaces y no

involucrados políticamente- con los que he hablado. Un apostador, que

permitiese que su natural simpatía por Allende distorsione su juicio un

poco, ofrecería posibilidades de 6 a 4 en contra, lo que no es desalentador.

Si mantuviera sus simpatías totalmente fuera de consideración, podría ofre-

cer, tal vez, 2 a 1 en contra.

Aún así, eso es mucho más de lo que nadie habría apostado alguna vez

por los bolcheviques después de la revolución de octubre –o, si es por eso,

por la victoria de Salvador Allende hace trece meses

Cuadernos de Pasado y Presente

The New York Review of Books Volume 17,Number 4 – September 23, 1971: Un suplementoespecial Chile: año 1 Por Eric J. Hobsbawm (Ex-tractos) Fuente: nybooks.com (Texto completo eninglés).

Hobsbawm visitó Chile en 1971, para observarde cerca los acontecimientos. Entonces fue cuandoescribió el presente estudio.