el shopping de los pobres

Upload: patricia-cecilia

Post on 05-Oct-2015

30 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

analisis social

TRANSCRIPT

  • EL SHOPPING DE LOS POBRES. * Anatoma y fisiologa socioeconmica y poltica de La Salada Jorge Luis OSSONA ( CEHP- UNSAM- UBA-CEINLADI) * Este trabajo es la versin mas extensa de aquel presentado en el VI Congreso del CEISAL Independencias- Dependencias-Interdependencias en la Universidad de Toulouse-Le Mirail, Francia, entre el 30 de Junio y el 3 de Julio de 2010. INTRODUCCION Hacia 1991, quince familias bolivianas de Ing. Budge, en el extremo noroeste de Lomas de Zamora -reproduciendo, en partes proporcionales, a las ferias tpicas de su pas, y a un fenmeno incipiente que desde hacia algunos aos se estaba desarrollando en torno del Mercado Central de Frutas y Verduras- se unieron en una cooperativa, y se lanzaron a vender a sus vecinos ropa y calzado. Fabricada en sus propios talleres, esta produccin imitaba a las grandes marcas; aunque se ofreca a precios tan increblemente bajos que no tardo en congregar a un pblico comprador procedente de otros barrios perifricos, en principio, de la zona sur del Conurbano y de la Capital Federal. En el curso de poco menos de dos dcadas, ese pequeo emprendimiento devino en enorme complejo comercial que moviliza quinientos millones de dlares semanales; ofrece empleo directo a unos seis mil trabajadores de diversas nacionalidades; y es visitado por dos millones de personas procedentes de todo el pas y de naciones limtrofes al mes. Este smbolo del comercio de mercadera falsificada en el mundo, segn las autoridades de la Unin Europea, mide un producto bruto mucho mayor que el de toda la Ciudad Autnoma de Buenos Aires; configurndose como una verdadera capital internacional de la economa informal. Pero este catico mundo de puesteros, vendedores ambulantes, carreros que trasladan la mercadera, y compradores mayoristas y minoristas constituye solo la cara visible de un universo mucho ms vasto en el que confluyen varios fenmenos de la pobreza urbana y suburbana. La Salada y sus ferias tributarias distribuidas en todo el pas son las terminales de la cadena de valor agregado que compone el heterclito complejo productivo textil sobreviviente de la restructuracin econmica de los ltimos treinta aos, as como de un comercio internacional ilegal a escala planetaria. En su cara oculta, abordada en la segunda parte de esta exposicin, confluyen el clsico trabajo domiciliario predominantemente femenino; un conjunto heterogneo de pequeas y medianas plantas industriales que ocupan mano de obra en negro; y talleres clandestinos que incorporan a trabajadores semiesclavizados procedentes de los circuitos de trata de inmigrantes, en su mayora, bolivianos; aunque tambin paraguayos. Su marginalidad informal no circula del todo por fuera de la economa legal. En efecto, si bien se inserta en el mundo de la pobreza, lejos de configurar una economa autnoma esta conectada a travs de de distintos hilos clandestinos. Por ultimo, La Salada constituye un fenmeno poltico, alguno de cuyos lineamientos abordaremos en la tercera y ltima parte. Detrs del anrquico escenario puesto en escena dos veces por semana a altas horas de la madrugada se oculta como en otros fenmenos emergentes de la nueva pobreza- una macropoltica frreamente administrada y

    1

  • disciplinada por caudillos-administradores que registran complejos vnculos con las distintas jurisdicciones de un Estado que tambin exhibe dos caras: una formal y otra informal; relativa, esta ultima, a los intereses de las corporaciones polticas encadenadas que lo ocupan. A lo largo de sus casi veinte aos, el polo socioeconmico de Ing. Budge logro tallarse un espacio en el corazn del Gran Buenos Aires merced a la aquiescencia de autoridades publicas entre perplejas e interesadas en capitalizar a su favor, poltica y materialmente, este caso paradigmtico de la nueva realidad social de la Argentina decadente. En medio de legislaciones anacrnicas y contradictorias -cuando no lisa y llanamente ausentes-; delegaciones de facultades entre jurisdicciones -y aun dentro de cada una de ellas-; la superposicin de atribuciones, y la consiguiente feudalizacin de reas administrativas, los referentes de La Salada han sobrevivido merced a una trama de complicidades con jueces, polticos, policas e inspectores, por arriba; y con punteros, lideres comunitarios, y organizaciones delictivas de diferentes especialidades, por abajo. Como contrapartida, el complejo cuenta con una polica propia con su comisara respectiva; dos peridicos; una emisora radial de amplitud modulada, una delegacin de inmigraciones, y una fiscala con capacidad judicial. Su arraigo en la red de comunidades barriales perifricas, soldado por toda una serie de funciones subsidiarias que abarcan desde comedores infantiles, hasta un centro sanitario, y un club deportivo. Ha devenido, entonces, en una identidad cultural de significados, no obstante, diferenciados aunque concluyentes para los grupos que lo integran. Todo ello ha alimentado en sus jefaturas un todava difuso pero firme proyecto de autonoma cuya probabilidad de consecucin dudamos en calificar como remota. Este trabajo es el resultado de sucesivas visitas al complejo; y de entrevistas a tres puesteros influyentes uno de ellos propietario de una fabrica de carteras y billeteras que comercializa all su produccin- radicados desde mediados de la dcada de 1990; testigos privilegiados de sus consiguientes vicisitudes histricas. Ellos, asimismo, nos habilitaron contactos de diversa ndole aun no explotados, salvo el referente de una agrupacin comunitaria de costureros bolivianos organizados para combatir el trabajo esclavo y la trata de sus compatriotas. Su finalidad, por ultimo, no es otra que la de trazar una somera descripcin contempornea del fenmeno como referencia para otro trabajo de recopilacin histrica oral a emprender en una prxima etapa. II. EL COMPLEJO COMERCIAL Los orgenes histricos El origen del nombre de esta localidad en la actual ciudad de Ing. Budge en el Noroeste de Lomas de Zamora limtrofe con La Matanza procede del ro subterrneo de agua salada que circula por debajo de la Cuenca Matanza-Riachuelo. Las propiedades curativas de tales aguas en el tratamiento de dolencias como la artrosis, el reuma y los dolores musculares motivaron que, en los aos 40, el gobierno peronista edificara grandes piletones a las que acudan nutridos contingentes de nios inscriptos en las colonias de vacaciones asociadas a la Fundacin Eva Pern. La zona gano, entonces, un enorme prestigio por las cualidades de su agua salada. Se establecieron caeras que la transportaban hacia los clubes sindicales ubicados en el Camino de Cintura, las piletas del centro de esparcimientote los bosques de Ezeiza, y hacia otras en al barrio de Villa Albertina en cuyo subsuelo tambin se hallaron napas de agua mineral.

    2

  • El auge de La Salada como epicentro de este circuito turstico comenz a declinar hacia 1961 cuando el Ministerio de Salud clausuro los piletones por haber detectado tanto en estas como en los grifos, altos niveles de contaminacin microbiana. Ello, de lo que luego se responsabilizo a los grandes inundaciones de fines de los 50 y los 60 y a la presencia de numerosos criadores cerdos, motivo no solo el eclipse del barrio , sino tambin su decadencia. Como las celebres piletas de Ezeiza, las de La Salada se sumieron en el abandono Solo los grandes recreos sindicales lograron sortear ese destino. La cra de porcinos se consolid en las zonas rurales perifricas que quedaron mediadas respecto de la costa por grandes villas de emergencia que se expandieron a lo largo de los aos 60 y los 70. 1 Fue all en donde el Intendente Eduardo Duhalde, durante su primera gestin hacia principios de esta ultima dcada, ensayo las primeras formulas de su innovadora poltica de urbanizacin y regulacin dominial; luego continuada en los 80, aunque en condiciones sociales mas masivas a raz de las corrientes procedentes de la erradicacin de villas porteas durante el ltimo rgimen militar, y de la afluencia de crecientes contingentes de inmigrantes paraguayos y bolivianos. La heterogeneidad social y cultural que resulto de todos estos procesos en toda la zona requiri de su riguroso control por parte de lderes comunitarios poderosos asociados al poder poltico. Estos habran de sentar las bases del poder de los ulteriores administradores del complejo comercial que all se erigira. Hacia principios de los 90 se registro el primer paso de la configuracin de este ltimo cuando el ingenio y el acerbo cultural de los jefes de cinco familias bolivianas los inspiro a organizar una cooperativa que se lanz a la venta de ropa y calzado fabricados en sus propios talleres barriales copiados de los diseos de las grandes marcas lideres a precios asombrosamente accesibles. Naci, as, la primera feria, Urkupia, en homenaje a una Santa Virgen de La Paz. Este centro comercial primigenio se convirti en un polo de atraccin para los inmigrantes bolivianos densamente radicados en Ing. Budge y las localidades lomenses, lanusinas, matanceras, y porteas perifricas. El colorido de las fiestas patronales anuales la fue tornando famosa, y una suerte de modelo para armar para otros vecinos que, vinculados a la poltica barrial, se propusieron imitar la iniciativa de los inmigrantes. La reaccin del Estado municipal fue, en principio, ambigua. En pleno auge del Proyecto Lomas del intendente Juan Bruno Tavano el ex complejo de balnearios quedo inscripto en la jurisdiccin del Consejo de Organizacin de la Comunidad (COC) N motivndose fuertes pujas entre los inmigrantes y los vecinos argentinos en torno de su legalidad. Pero los bolivianos trataron de establecer vnculos y negociaciones con lideres barriales y comunitarios barriales que, a cambio de ciertas contraprestaciones, logaron arrancarle a Tavano una ordenanza municipal que termin amparndolas aunque , claro esta, solo precaria y transitoriamente, y a los efectos de cobrarles una tasa bimestral de Seguridad e Higiene de diez pesos por metro cuadrado. Inmediatamente despus, otro grupo de vecinos, esta vez dotados de importantes contactos polticos municipales, procedi al relleno de la pileta que haba correspondido al balneario Ocean. Naca, as, una segunda cooperativa que fue denominada como el antiguo natatorio. Finalmente, un ao despus, otro ncleo monto sobre la pileta rellenada el denominado Centro de Abaratamiento Punta Mogotes. Hacia 1995, entonces, ya se haban instalado los cimientos de aquello que, con el correr de los aos habra de 1 Clarn, Mi partido: Lomas de Zamora y Almirante Brown. Buenos Aires, 1998.

    3

  • configurase como el centro de economa informal e ilegal mas grande de Amrica Latina; y que la propia Unin Europea denominara como un smbolo del comercio de mercadera falsificada en el mundo. A lo largo de la segunda mitad de los aos 90, el polo comercial no hizo mas que expandirse; suscitando el inters de miles y miles de consumidores ya no solo populares procedentes de los partidos cercanos del Conurbano Bonaerense y de los barrios del sudoeste de la Capital Federal. En plena poca de esplendor de las grandes cadenas comerciales dirigidas al consumo de las clases medias y altas, en el noroeste de Lomas de Zamora haba emergido una suerte de Shopping de la pobreza. Procedamos, a continuacin, a describir la anatoma institucional y el funcionamiento fisiolgico de las tres ferias principales, as como de la informal que se fue extendiendo, simultneamente, a la vera del Riachuelo denominada De la Ribera; y de las intermedias situadas a mitad de camino entre unas y la otra. Los actores mercantiles A menos de veinte aos de su creacin, el complejo de La Salada comprende, actualmente, unas veinte hectreas que, en trminos espaciales, equivale a todo el barrio del Once. Como centros de distribucin mayorista las ferias han funcionado, a lo largo de los ltimos quince aos, solo durante dos das a la semana a partir de la medianoche y hasta las nueve de la maana; aunque, de hecho, sus puestos permanecen abiertos hasta el medioda. Las razones tanto de esta volatilidad horaria as como de nocturnidad en comparacin con los del comercio regular son mltiples. En primer lugar, las ventas ms redituables son las mayoristas, con lo que los comerciantes de todo el pas e incluso de los pases limtrofes que se aproximan al complejo a efectuar sus compras solo pueden hacerlo en esos horarios nocturnos, cuando no estn al frente de sus propios locales. Esta divisin horaria tambin es el producto de intensas negociaciones entre los responsables de las ferias y las organizaciones vecinales debido a que los das de su funcionamiento el trnsito se congestiona densamente; comprometiendo la circulacin normal de los vehculos y transportes pblicos. El turno de los domingos, que se prolonga hasta el atardecer, es el mas adecuado para el comercio minorista; por lo que durante ese da, La Salada se convierte en un paseo de compras familiar cuyos clientes, en su inmensa mayora procede de los barrios populares aledaos; aunque tambin de las clases medias de las zonas metropolitanas. La actividad comercial define, asimismo, diversas instancias. Las unidades de venta, tanto de las tres grandes ferias as como de aquella situada al aire libre y las intermedias en calles aledaas, son puestos de chapa y alambre dotados de un tabln de madera que opera como mostrador para la colocacin de la mercadera. Esta, asimismo, tambin se cuelga en los caos laterales y del fondo hasta una altura aproximada de un metro y medio. Las tres ferias principales cerradas a la manera de grandes galpones reciben la denominacin jurdica de internadas, segn la curiosa ordenanza del intendente Tavano de 1999. La feria boliviana Urkupia, por caso, naci como un gran corraln cuyos puestos se ordenaron en filas mediadas por pasillos. Ocean y Punta Mogotes, en cambio, fueron el resultado de una operacin de rellenado de las antiguas piletas cuyas instalaciones fueron rescatadas y resignificadas en funcin de la nueva actividad mercantil. Hasta la dcada siguiente, sin embargo, haban de funcionar al aire libre. Urkupia esta organizada como cooperativa; pero ya poco queda de sus cuarenta y cinco miembros fundadores luego que su principal referente y caudillo, Gonzalo Rojas Paz, fuera

    4

  • detenido por orden de un juez a fines de 2001 acusado de comercio ilegal y de falsificacin de productos. Pocos das despus, su cadver apareci colgado en la celda en donde haba sido confinado. Desde entonces, al frente de la cooperativa boliviana cuyo establecimiento ha sido bautizado con el nombre del administrador primigenio devenido en una suerte de mrtir- ha quedado al frente del dirigente peronista Enrique Quique Antequera, un militante de base de origen boliviano de errtica trayectoria a lo largo de los ltimos aos en el menemismo y el duhaldismo; aunque siempre fiel a la Liga Peronista Bonaerense (LIPEBO) del ex presidente de la Cmara de Diputados Provincial, el tambin lomense, Osvaldo Mrcuri. Durante los ltimos aos viro, sin embrago, a la Coalicin Cvica de Elisa Carrio en cuya lista apareci, en los ltimos comicios legislativos, como candidato sptimo a concejal. La Cooperativa Ocean de Provisin de Servicios para Feriantes y Comerciantes Ltd. es la mas ordenada y preservada en trminos de higiene. Sus amplios pasillos facilitan la circulacin en su interior; y esta compuesta por mil puestos. Todas estas singularidades respecto de sus pares, sin embargo, estn compensadas por el hecho de que las prendas que en ella se comercializan son de menor calidad. Su principal referente cuenta menos que su consejo de administracin que fue variando el en tiempo y que, en la actualidad, esta digitado por un conjunto de ex militares nacionalistas reconocidos durante los 80 y hasta 1990 como Carapintadas. Sus tareas solidarias se concentran en el mantenimiento de tres comedores populares de barrios cercanos, y en el sostn de un ropero comunitario que provee de prendas al Hospital Gandulfo de Lomas de Zamora, as como de la provisin de un servicio de seguridad privada a una escuela cercana que, hasta hace poco, era recurrentemente saqueada por pequeas bandas de barderos de la zona. De las tres ferias principales, sin duda, la ms destacada en la actualidad es Punta Mogotes. Constituida como sociedad comandita por acciones, este centro si bien se concentra, como los dems, en el comercio mayorista, su principal negocio se halla mucho ms diversificado: cuenta con dos peridicos; una radio de amplitud modulada, y con varios puestos de comida. Tambin asiste a un comedor que alimenta a unos trescientos nios -en su mayora, hijos de puesteros y vecinos en general- ; y hasta esta dotado de un pequeo hospitalito comunitario para la atencin de feriantes, clientes, y de vecinos. Su accin social, por lo dems, es mucho mas vasta que la de sus pares contando con un elenco de referentes dedicados a la deteccin de nios desnutridos y de vecinos afectados por diversas dolencias a quines suministra cuotas alimentarias, atencin mdica y remedios gratuitos. Su carismtico y paternal administrador, Jorge Castillo, es un antiguo dirigente de base de extraccin radical, hoy por hoy, convertido en el exponente poltico principal de todo el complejo por su pujanza e imaginacin. Ex zapatero de la zona, luego devenido en pequeo industrial del calzado, ascendi a la ponderacin local logrando imponerle su estilo a todo este polo econmico informal, vertebrando consensos, y articulando equilibrios conjugados con un frreo disciplinamiento de sus diversos actores a quienes les exige, a veces por vas compulsivas, el cumplimiento de los pactos acordados. Estas tres ferias principales, bien podramos denominarlas como semilegales por estar registradas como monotributistas suman a unos cinco mil puestos. Sus verdaderos propietarios conforman un ncleo concentrado pero fantasmagrico y voltil, porque los locales se compran y revenden de una manera muy fluida con arreglo a una compleja trama de transacciones. Se calcula que el valor promedio de un local esta cotizado en unos veinte mil pesos. La mayora de los dueos, sin embargo, los alquilan de acuerdo a relaciones contractuales sumamente complejas debido a que estas pueden llegar a registrar varios

    5

  • subarrendamientos cuyos montos se estipulan un poco de acuerdo a criterios de mercado, pero casi siempre conjugados con otros que responden a imprecisas normas consuetudinarias. Quienes se encargan del alquiler de los puestos son los administradores de cada feria; pero la citada imprecisin en torno a loa contenidos de los contratos determina plazos muy variables y voltiles. Valores culturales de la ms diversa ndole, como el parentesco y la recomendacin, se yuxtaponen con otros mercantiles en un contexto de legalidad tambin limitada; por lo que los convenios no suelen estar testimoniados por escrito. Los montos pagados a los propietarios son los ms visibles debido a que se estipulan de acuerdo a un promedio de cada jornada o de las tres semanales segn el nmero de visitantes estimado por los jefes. Estos, de todos modos, recomiendan a los inquilinos inscribirse ante la AFIP como monotributistas debido a que los grandes clientes mayoristas particularmente aquellos que proceden del Interior- suelen pedir boletas como comprobantes para presentar ante eventuales inspecciones policiales en puestos camineros. A las tres ferias semilegales se le contrapone aquella abiertamente ilegal extendida a lo largo de mas de un kilmetro al aire libre entre el camino ribereo y el Riachuelo. La Feria de la Ribera suma unas cinco mil unidades de entre cuatro y seis metros cuadrados. Durante los ltimos aos, y al calor del xito multitudinario de La Salada, este grupo se ha extendido incluso dentro de las calles adyacentes en lnea perpendicular a la arteria principal. Sus feriantes estn organizados en la Asociacin Fraternidad Ribera Sur de liderazgos imprecisos; constituida por unos mil afiliados que, en su mayora, son de nacionalidad boliviana y peruana. Los puesteros ribereos abonan a la citada asociacin un canon diario al que se le suma otro correspondiente al servicio de limpieza de valores tan cambiantes como el de los anteriores. Los directivos de la asociacin niegan ser los responsables del cobro de este ltimo gravamen operado por activsimos recaudadores que, reunidos en cuadrillas, recorren a la manera de expediciones depredatorias las distintas regiones de la feria. Es difcil recabar informacin sobre la identidad de este elenco, organizado de acuerdo a criterios logsticos bien afinados. En el mbito callejero reina un clima de paranoia e intimidacin debido a un sistema de boca a boca que funciona tambin con gran eficiencia. Algunos comerciantes, sin embargo, nos han dado a entender que se trata menos de emisarios de la asociacin que elementos contratados por la Municipalidad lomense que, de esa manera, sustancian los crpticos acuerdos que suceden a los espectaculares y recurrentes operativos de desalojo, replicados por protestas que siempre terminan en una reformulacin de los pactos, al menos entre aquellos dispuestos a convalidar el apriete. Un elemento de mediacin crucial, al respecto, lo constituyen los armadores; actores diferenciados lo cuya relevancia operativa tambin posee ribetes polticos. Estos perciben una tarifa por instalacin de puestos fijada en aproximadamente cincuenta pesos por da. A diferencia de los comerciantes, se trata de un estamento integrado en su totalidad por argentinos. Un tercer grupo lo constituyen las ferias intermedias, una suerte de versin combinada entre las nominalmente legales y las informales. Estas son el resultado del efecto de demostracin del xito de unas y otra sobre algunos vecinos depositarios de varios terrenos, que se decidieron a emprender el montaje de locales devenidos en primitivos paseos de compra de, aproximadamente, treinta puestos cada una, de acuerdo al modelo inaugurado por Urkupia. Su tamao menor esta compensado por el fuerte arraigo local de sus coordinadores debido que residen en sus locales y son muy influyentes en el orden barrial; un plano particularmente delicado en todo el entramado del complejo. De ah, que en los

    6

  • grandes conflictos confluyan con los armadores interviniendo, tambin, como mediadores. Por ltimo, el estamento mercantil ms elemental situado en la base del sistema, es el de los vendedores ambulantes. Est integrado por sujetos casi siempre principiantes en la actividad que por carecer de los montos mnimos para alquilar un local logran transar con los grandes referentes la autorizacin para un comercio orientado a satisfacer ciertas necesidades inmediatas de clientes y transentes. Son los clsicos cafeteros, vendedores de bebidas y golosinas, y de helados en temporada estival; aunque algunos tambin se dediquen a la venta volante de diversas artesanas e incluso de CDs y videos. Casi siempre se trata de vecinos del barrio o de vecindades muy prximas que ingresan por esa va a un eventual cursus honorum comercial sujeto a la calidad de sus relaciones con feriantes, administradores y punteros polticos. De todos modos, su aparicin casi nunca es espontnea, porque todo aquello que escape al control de los administradores es detectado por un efectivo sistema de espionaje confundido con los criterios de autocontrol para evitar robos y desmanes. As, pese a su apariencia anrquica y catica, el funcionamiento del complejo este esta regido por normas sumamente rigurosas y efectivas para captar a todos aquellos que escapen al control de los dueos del lugar. La actividad comercial del complejo ha generado, adems, un conjunto de ocupaciones adventicias que han contribuido a su expansin. Tal es el caso de los Tours de Compras protagonizados por medio millar de micros y combis que acuden tanto en los das de ventas al mayoreo como los domingos trayendo miles de pasajeros procedentes de la Capital; el resto del Gran Buenos Aires; desde todas las provincias; e incluso desde pases limtrofes. El sistema ha adquirido durante la presente dcada tal perfeccionamiento que algunas empresas dotan a sus contingentes de guas tursticos que conducen a los clientes a zonas y negocios de las distintas ferias de acuerdo a rubros y a las posibilidades adquisitivas de sus clientes. Es muy difcil estimar un clculo acerca del volumen de ventas del complejo y movimientos de fondos correspondientes. Los guarismos difundidos por los tres niveles jurisdiccionales del Estado, as como de los de distintos estudios privados, y los trasmitidos por los administradores son sumamente discordantes. La dificultad mas importante estriba en que la mayor parte de de las transacciones se efectan en negro; esto es, sin las facturas correspondientes. Cada desenlace de los recurrentes conflictos cruzados entre los estamentos del complejo y las autoridades publicas culmina con acuerdos consistentes, entre otras cosas, en el compromiso de pagos de tributos por Higiene y Salubridad a la Municipalidad, en el caso de la Feria de la Ribera; y por Ingresos Brutos, en el de las tres grandes- que, al cabo, ya sea por una crnica ineficiencia de las autoridades o por sus concupiscencias polticas con los administradores terminan evadindose. Hemos ah, entonces, uno de los factores que ha convertido al complejo en un imperio multimillonario: los precios que all se consiguen son sustancialmente inferiores a aquellos de los comercios regulares; e incluso a los de avanzadas distribuidas en todo el pas a las que nos referiremos a la brevedad. Por lo dems, la mayor parte de los productos son el resultado de operaciones clandestinas a instancias de otras evasiones fiscales o, lisa y llanamente de actividades al margen de la ley. De todos modos, es posible establecer una cierta divisin de tareas entre los diferentes estamentos feriales. As, mientras que en las tres establecidas venden indumentaria textil jeans, buzos, remeras, poleras, ropa interior, sweters, pantalones, camperas deportivas, y ropa para nios; as como sabanas, calzado, acolchados, CDs de msica y de pelculas

    7

  • copiados sin autorizacin- en su mayor parte al por mayor, situndose en el vrtice de circuitos de comercializacin mucho mas diversificados; la Feria de la Ribera y los Paseos de Compras lo hacen a travs de bienes y servicios de precios y calidades muy inferiores, destinados, principalmente a los sectores marginales de la sociedad para los que La Salada constituye un festival de productos a precios muy accesibles. Si bien en este ltimo estamento predomina el comercio al minoreo, ello no excluye algunas transacciones tambin mayoristas. Estas constituyen uno de los factores de discordia con las dems, cuyos agentes estn siempre en guardia a los efectos de cooptar a los puesteros ribereos ms exitosos, incorporndolos a su planta. Adems de ropa, predominan all bolsos y carteras, juguetes, cubiertos, rollos de papel, productos de tocador, medicamentos de venta libre o bajo receta; y la tradicional especera propia de las dietas de los inmigrantes del altiplano. Tambin existen improvisadas verduleras, fruteras, y locales de venta de chacinados. El complejo como fuente laboral Fuera del comercio, el circuito constituye un polo de ocupacin para miles de vecinos residentes en los barrios perifricos, y aun en otros situados a una distancia media, de Lomas de Zamora, Lanus, La Matanza, y del sur de la Capital Federal. Se destacan, en primer lugar, aquellos propietarios de los puestos que; son empleados, junto a toda su familia; inquilinos o subinquilinos. Luego, estn los carreros, que transportan la mercadera desde los puestos hasta las combies y camiones, en el caso de los mayoristas; y hacia los micros y remises, en el de los minoristas. Ms indirectamente se suman los choferes de charteres despachados para los tours de compras; los guas; los franelitas cuidacoches en las cocheras de las grandes ferias o en los terrenos dispuestos por vecinos a tales efectos; los cuidabaos; los vendedores de comida; y hasta los artistas que suelen animar en grupos o bandas musicales los almuerzos de los visitantes. El complejo opera, asi, como una bolsa de trabajo de dimensiones colosales en la Argentina del desempleo estructural de las ultimas dcadas. Muchos vecinos aunque no todos- lo perciben como una bendicin o un milagro de Dios por ser mbito de insercin laboral e incluso un medio de ascenso social de acuerdo al citado cursus honorum que comienza con los changarines y termina con la propiedad de un puesto en las ferias centrales que, eventualmente, puede catapultar a un individuo exitoso a la comisin administrativa de alguna de las ferias. Desde all pueden, adems, diversificar su actividad comercial hacia otras como la manufacturera, u otros circuitos de provisin del mercado informal. El mundo de la pobreza suburbana, vieja y nueva, encuentra all un espacio para desplegar el talento de los ms imaginativos y audaces; aunque siempre con arreglo a cdigos implcitos cuyo incumplimiento puede suscitar sanciones fatales segn los criterios consuetudinarios de la cultura popular. Incluso no pocos exponentes de los sectores medios cados del mapa durante las ultimas dcadas encontraron all un medio propicio para intentar recomponer sus quebradas actividades comerciales o manufactureras y volviendo a intentar no solo una forma de reinsercin sino de recomposicin de las perdidas expectativas de ascenso.

    8

  • La escala a nivel nacional e internacional La Salada opera como centro de abastecimiento mayorista de unas trescientas ferias subsidiarias distribuidas en todo el pas. En la Capital Federal, las denominadas Saladitas segn el ingenio terminolgico popular- se han instalado estratgicamente en las cercanias de las grandes terminales ferroviarias como las estaciones de Once, Constitucin, y Retiro; as como tambin en Liniers, sede de uno de los centros mas concentrados de la inmigracin peruana y boliviana, y puerta de entrada a los populosos partidos del oeste del Gran Buenos Aires. El fenmeno se reprodujo en todo el Conurbano, destacndose Saladitas de gran renombre como las de San Francisco Solano, en la periferia oeste de Quilmes, y Florencio Varela, solo en la zona sur. Los vnculos de los jefes de estas sucursales con los administradores de La Salada son inequvocos, aunque de grados diferenciales. Sin duda, estos los proveen de logsticas y de contactos con autoridades estatales debido a que, como en el epicentro lomense, los puestos de las ferias no suelen estar habilitados, ni pagan impuestos. 2 Un caso paradigmtico al respecto es el de las denominadas ferias paraguayas de la ciudad de La Plata. En el curso de los 90 en algunas avenidas y calles cntricas de la capital provincial se instalaron vendedores ambulantes de esa nacionalidad. Los conflictos recurrentes con los comerciantes regulares y con los inspectores municipales por estos convocados motivo la conviccin de las autoridades municipales sobre la necesidad repactar alguna forma de legalizacin de este comercio ilegal, aparentemente a instancias de los contactos de los administradores saladeos con los referentes de los feriantes callejeros y con dirigentes comunales. Finalmente, se llego a una solucin de compromiso prototpica de las relaciones entre la formalidad, la informalidad y aun con la ilegalidad durante los ltimos aos: se les concedi a los puesteros un extenso predio para la instalacin de sus locales un poco mas elaborados para lo que , incluso, se les ofrecieron subsidios . Los feriantes, asimismo, se comprometieron a pagar la habilitacin municipal, el impuesto a los ingresos brutos, y el IVA. El cumplimiento solo parcial de tales pactos solo se registro, de todos modos, durante los primeros meses; luego, reiterndose el modelo de La Salada de evasin masiva, cuestin que motivo cclicos conflictos seguidos de renegociaciones que reiteran el conocido repertorio de comisiones, retornos, y otras corruptelas. II. LA CARA OCULTA DE LA SALADA: COMERCIO E INDUSTRIA ILEGALES Por debajo del polo comercial de La Salada, subyace todo un circuito de ilegalidad de complejos contornos, y de actores como los vinculados a la produccin de mercadera falsificada a instancias de formas precapitalistas de explotacin; el contrabando; y el robo liso y llano de transportes mas reconocido como piratera del asfalto. Este espectro de ilegalidad se articula con la configuracin estamental antes descripta de las ferias de

    2 Ver Chvez Molina, Eduardo; y Raffo, Mara Laura; Ferias y Feriantes. Lgicas de reproduccin y trayectorias laborales. En Malimacci, Fortunato y Salvia, Agustn (comp.), Los nuevos rostros de la marginalidad. La supervivencia de los desplazados. Buenos Aires. UBA-Instituto Gino Germani. Editorial Biblos, 2005

    9

  • acuerdo, incluso, a una cierta diferenciacin de tareas. As, mientras que las tres principales ferias priorizan la importacin ilegal procedente, fundamentalmente, del Paraguay, y la piratera del asfalto en primer trmino; y luego, la produccin en talleres informales familiares; la Feria de la Ribera y las intermedias se especializan en la venta de productos procedentes de pequeos talleres y fabricas clandestinas no registradas ubicadas en su inmediata periferia barrial , aunque tambin de otras zonas del Conurbano bonaerense y barrios de la zona sur de la Capital Federal de acuerdo a una intrincada y compleja madeja de intereses que involucra a los administradores con los propietarios de las plantas, punteros polticos, jueces, autoridades comunales, fuerzas policiales y empresarios especializados en la trata de contingentes migratorios procedentes de Bolivia y Per, y en menor medida; de Paraguay. En esta seccin habremos de abordar, entonces, la cara oculta de La Salada dividiendo nuestro anlisis en tres dimensiones: primero, el recorrido de los productos procedentes de la importacin ilegal; luego, los vnculos de las ferias particularmente de las centrales- con la piratera del asfalto; y por ltimo, el Hinterland de los talleres y fabricas clandestinas que operan con inmigrantes bolivianos y peruanos. Este ltimo punto, nos permitir abordar la cuestin de la inmigracin procedente de los pases limtrofes; en especial de la corriente ilegal de la trata de personas posteriormente reducidas a servidumbre; al menos, mientras son ocupados en la produccin textil. El contrabando de mercaderas falsificadas El ingreso de mercaderas falsificadas al pas durante los ltimos quince aos reconoce caminos diversos procedentes de China, Europa del Este, e incluso del frica; pero hay una suerte de autopista ms amplia que describe un recorrido que las autoridades de la Direccin Nacional de Aduana han dado en definir como la media luna del riesgo. Esta encuentra su punto de partida en el puerto chileno de Iquique, las ciudades de Encarnacin y Ciudad del Este, en Paraguay; y la zona franca del Puerto de Montevideo. Resulta muy difcil esclarecer los circuitos que contactan a los empresarios contrabandistas con los administradores y puesteros, pero estimamos que ello debe responder a una sucesin de eslabones interconectados en el que pueden participar mltiples agentes. Lo que es casi seguro es que el punto terminal de tales circuitos son directamente los administradores. Los puesteros que comercializan esos productos, por lo tanto, estn relacionados directamente con ellos; cuando no lo son lisa y llanamente sus empleados. Asimismo, ello tambin sugiere la trama de relaciones entre los referentes feriales con los niveles de la burocracia estatal aduanera que habilitan el ingreso de mercadera contrabandeada, aunque tambien en funcionarios municipales, y hasta miembros del Poder Judicial y la Polica Bonaerense; todos cubiertos, asimismo, por las redes vecinales involucradas en el comercio ilegal. 3 Estas ltimas configuraran verdaderas falanges armadas, cuyo poder de fuego ha estado en condiciones de repeler exitosamente cuanta inspeccin de la AFIP ha intentado, durante los ltimos aos, ingresar para efectuar controles. Al menos en dos oportunidades, cuando entraron en las ferias subrepticiamente y jugando con el efecto sorpresa, sin custodia policial, estos funcionarios salieron en su totalidad heridos a raz de la accin mancomunada de los grupos de choque a disposicin de los administradores. Las propias 3 La Salada ya es la mayor feria ilegal de America Latina En La Nacin, 21/1/07

    10

  • fuerzas de seguridad que acompaaron a nuevas inspecciones fueron tambin repelidas arrojando un saldo de puesteros y efectivos heridos; y finalmente, debieron replegarse a una prudencial distancia. Estas fueras de choque, sin embargo no actan sino con la aquiescencia de otras zonas de la burocracia estatal debidamente especificadas. As, mientras que las tres grandes ferias describen inequvocos vnculos con distintos sectores de la burocracia municipal lomenese, las ribereas e intermedias lo estn respecto de la Provincia de Buenos Aires; con lo que los recurrentes enfrentamientos entre estas estructuras habilitan a pensar que, al menos en algunas circunstancias, podran comenzar no necesariamente en el complejo sino fuera de l, aunque no siempre; y en todos los casos, este termina convirtindose en el escenario de la disputa. En resumen, se trata de un oscuro y, por ahora, impenetrable entramado que procuraremos desentraar a lo largo de esta investigacin. Es posible, no obstante, estimar la especificidad de los productos contrabandeados que seran, principalmente, aparatos electrnicos, CDs, DVDs, relojes y perfumes. El eje principal de la mercadera falsificada que se comercia en La Salada, sin embargo, procede de su produccin clandestina en el pas; actividad que, durante los ltimos quince aos aunque muy particularmente en la actual dcada- se ha perfeccionado en calidad y simulacin. En el caso de la indumentaria, miles de talleres irregulares ocupan a inmigrantes indocumentados, a veces, junto con sus respectivas familias incluyendo hijos menores de edad. El complejo comercial de La Salada, en ese sentido, expresa una suerte de ecosistema, uno de cuyos aspectos centrales es la inmigracin y el trabajo ilegal a destajo.4 La mayora de estos obreros trabajan a lo largo de prolongadas jornadas que pueden llegar a sumar hasta veinte horas; algunos en condiciones de una verdadera neoesclavitud mediante el denominado sistema de cama caliente consistente en residir hacinadamente con otros trabajadores en el mismo taller. Pero estos son solo una de las vertientes del trabajo informal -obviamente que la ms dramtica- conviviendo con otras tambin domiciliarias como el trabajo femenino localizado, en el caso de La Salada, en su Hinterland de las barriadas perifricas de Ing. Budge. Estas mujeres, que pueden llegar a pasar hasta diecisis horas diarias al frente de sus maquinas de coser en psimas condiciones de salubridad aportando su propio capital de trabajo son, en su mayora, argentinas; y describen fuertes vnculos menos con los administradores que con dirigentes barriales a ellos asociados. El entramado se completara con un estamento de pequeos talleres que emplean una mano de obra en negro; no obstante, en mejores condiciones retributivas que los anteriores, y que no aportan su capital de trabajo. Los circuitos de la produccin textil informal y clandestina No se puede escindir el trabajo informal respecto de las nuevas condiciones generadas por la revolucin tecnolgica en la etapa global abierta durante la ltima dcada del siglo XX. Por cierto que cada pas ha vivido esos cambios de manera especifica, pero en un marco de comunes denominadores a nivel planetario. Abordemos, entonces, la cuestin inscribindola en el contexto de profundos cambios econmicos, sociales y culturales. En torno de estos ltimos, un dato digno de tener en cuenta es la crisis de las identidades colectivas propias de la modernidad. Sin ahondar en esa problemtica, lo cierto es que

    4 Ver Carpio, Jorge; Klein, Emilio, y Novakovsky, Irene; Informalidad y exclusin. Buenos Aires. FCE-SIEMPRO, 2000.

    11

  • desde las ltimas dcadas del siglo pasado los grupos humanos en general tienden a reconocerse y a identificarse menos por signos de clase que por marcas comerciales publicitarias. Este fenmeno, ya reconocible desde la segunda posguerra se ha extendido, durante los ltimos aos, de manera masiva; incluyendo a todos los sectores sociales, aun a los excluidos. Ocurre que las marcas, asimismo, han tendido a deslocalizarse; difundindose un producto determinado ya no en una firma sino en muchas otras. Estas se convierten, as, en bienes intangibles cuyo valor es correlativo al volumen de venta estimado. La maquinaria publicitaria, por lo tanto, genera menos necesidades de bienes que de marcas que poseen un valor simblico identitario para grandes grupos humanos cortando verticalmente la pirmide social. Esta ltima cuestin nos conduce al tema de las falsificaciones.5 Las nuevas tecnologas las permiten y facilitan. El consumo exclusivo ha cedido al masivo. Durante los primeros 90, China y los pases del Sudeste Asitico se convirtieron en el paraso de las adulteraciones, complicando enormemente el negocio de las grandes firmas que debieron responder al nuevo desafo global. A tales efectos, optaron por acordar con los falsificadores su porcin del mercado asocindolos a su negocio, habida cuenta de que la ilusin de adquirir motivo que los consumidores de origen popular no tengan demasiados escrpulos en comprar un producto consabidamente adulterado, pero a menor precio. El negocio se refino hasta el punto que una misma planta puede producir simultneamente un producto de primera calidad y otro falsificado. Como casi nunca una marca domina monoplicamente el mercado aparece el fenmeno de las segundas y terceras marcas del mismo producto. La expansin planetaria y fragmentada del nuevo capitalismo triunfante tras el fin de la Guerra Fra, permiti, asimismo, un proceso de deslocalizacin tanto de la produccin como de los servicios. En todo el planeta, se difundieron, entonces, circuitos clandestinos, generalmente inscriptos en el interior de los propios sectores excluidos en funcin de su demanda; aunque estos, en modo alguno, se circunscribieran a producir bienes para ellos. No obstante, en su interior se suele operar una explotacin de los excluidos entre si, aun mas brutal que aquella procedente de los sectores propietarios, por decirlo en trminos clsicos. La velocidad del nuevo capitalismo de movilizar factores de produccin de un sitio a otra ha motivado la creciente inhibicin de los Estados de ponerle lmites a estas modalidades de explotacin. Algunos intelectuales quisieron ver en el nuevo fenmeno y en este ltimo factor una oportunidad para intentar el impulso de nuevas modalidades de resistencia al capitalismo mediante la configuracin de contrapoderes asentados en la homogeneidad social de sus actores. Para estos pensadores, la inhibicin estatal, incluso, poda, llegar a significar una ventaja promoviendo experiencias de gestin de encomias sociales autnomas.6 Sin embargo, estas supuestas estrategias desmercantilizadas de subsistencia de base organizacional, lejos reforzar la solidaridad y la reciprocidad, generando nuevas formas de ser social por afuera de la economa capitalista extensibles al plano poltico, no han podido sortear ni la marginalidad, ni la circunscripcin localizada, ni la segmentacin poltica. Muy por el contrario, a la citada explotacin endgena de pobres sobre pobres se le suma la cooptacin por los poderes polticos establecidos, y su enfrentamiento gregario

    5 Ver Castel, Robert; La metamorfosis de la cuestin social. Buenos Aires. Edit. Paidos, 1997. 6 Ver Coraggio, Jos Luis; Economa popular y polticas sociales. El papel de las ONG. Quito. Instituto Fronesis, 1994; Danani, C. (comp.) Poltica social y economa social. Debates fundamentales. Buenos Aires. Altamira, 2004; entre otros.

    12

  • en procura del acceso a programas focalizados, o a la defensa de determinados mercados por vas compulsivas fuertemente determinadas por las tradiciones culturales de los grupos en pugna, reforzados por su creciente aislamiento. La mentada economa social, entonces, lejos de ser un camino de retorno a la inclusin al trabajo asalariado y a las posibilidades de ascenso ha consagrado un statu quo de grupos que luchan defensivamente por la subsistencia; cuestin que, al cabo, tiende a legitimar, e incluso hasta institucionalizar, el derecho al trabajo precario que mantiene a sus agentes en la pobreza marginal.7 Los poderes pblicos, entonces, reconocen su derecho a existir y a negociar corporativamente sus reclamos reivindicativos que terminan reafirmando su cooptacin, reclusin; y, finalmente, su confinamiento. Surgen as, por ltimo, nuevas formas de ciudadana en desmedro de los antiguos derechos universales ms bien orientados a legitimar meramente su subsistencia. Las formulas de reproduccin de las estrategias de la marginalidad habran de adquirir, no obstante, configuraciones mltiples, superpuestas, y no incompatibles entre si ni respecto de las actividades formales. La Salada aporta sobradas pruebas al respecto.8 Los circuitos clandestinos de produccin y comercializacin generan movimientos demogrficos cuya intensidad es correlativa a la velocidad inducida por las nuevas tecnologas. As, aparecen trabajadores polacos en la Apulia italiana que compiten con los marroques en la recoleccin de hortalizas, las maquiladoras mexicanas, y el envasado de pimpollos en Colombia. En America latina, cientos de miles de emigrantes cruzan las fronteras e ingresan en pases limtrofes. Los principales polos de atraccin de esas corrientes son la Argentina, Brasil, Venezuela, y Costa Rica; pases que ofrecen mayores posibilidades de supervivencia que los suyos de origen, y la posibilidad de mejorar su acceso a los servicios bsicos; e incluso, intentar ahorrar para enviar dinero a sus familias. Mientras que mexicanos, caribeos y colombianos optan preferentemente por Espaa, el resto de Europa y los Estados Unidos; bolivianos, peruanos, ecuatorianos y paraguayos prefieren a la Argentina, Brasil, o Venezuela.9 Una buena parte del trabajo informal se inscribe, entonces, en un sistema de produccin oculto basado en el trfico de personas indocumentadas reducidas a servidumbre o a una nueva esclavitud. En la Argentina, uno de los pases de America Latina que atrae mayores contingentes de mano de obra inmigratoria desde sus naciones limtrofes -y aun de otros mas lejanos- cientos de miles de personas

    7 Tal marginalidad poltica y econmica ha tendido a configurar una suerte de confinamiento cuyos rasgos son bien visibles en el fenmeno bajo anlisis, tales como: 1) el alejamiento de la estructura social del trabajo formal y de las redes de libre asociacin (partidos, sindicatos, etc.); 2) el creciente autoaislamiento frente a los dems grupos de la estructura social; 3) el refuerzo de lazos familiares y comunitarios en los que arraigan valores culturales, en algunos casos, ancestrales; y 4) una subordinacin directa respecto de programas pblicos , privados o filantrpicos a cargo de gobiernos, grupos polticos, o de las denominadas asociaciones sociales y religiosas sin fines de lucro (ONGs). Ver Salvia, Agustn y Chvez Molina, Eduardo; Introduccin, y Salvia, Agustin; Consideraciones sobre la transicin a la modernidad, la exclusin social y la marginalidad econmica. Un campo abierto a la investigacin social y al debate poltico. En Salvia, Agustn, y Chavez Molina, Eduardo (comp.), Sombras de una marginalidad fragmentada. Aproximaciones a la metamorfosis de los sectores populares de la Argentina. Buenos Aires. Mio y Dvila Editores, 2007. 8 Ver Salvia, Agustn; Crisis del empleo y nueva marginalidad: el papel de las economas de la pobreza en tiempos de cambio social. En Malimacci y Salvia (2005); Op. Cit. 9 En la Argentina se calcula que podran estar residiendo tres millones de ciudadanos extranjeros procedentes de la regin, cientos de miles de los cuales estaran indocumentados. Unos cinco mil bolivianos estaran trabajando en condiciones de explotacin extrema, a los que deben sumrseles once mil en condiciones laborales irregulares como el trabajo en negro.

    13

  • trabajan en distintas actividades, como la horticultura en los partidos del norte de la Provincia de Buenos Aires o en la costa de Quilmes en el Conurbano; el fileteado de pescado en Mar del Plata, la construccin y el transporte en los grandes centros urbanos; y la confeccin de textiles y calzado. La Salada configura tal vez el epicentro principal de esta ltima actividad. 10 Llegados a este punto es necesario conjugar las condiciones histricas generales con las mas estrictamente locales. Desde fines de los aos 70, la modalidad argentina de ingreso al posindustrialismo determino la desaparicin de mltiples sectores industriales que se venan desarrollando desde principios de siglo; sobre todo al calor de las condiciones ofrecidas por las polticas proteccionistas comenzadas, de hecho, como respuesta a los efectos de la Gran Depresin de 1930. Una de las ramas mas tempranamente afectadas fue la textil. Desde entonces, desaparecieron grandes fbricas como Grafa, Sudamtex, Campomar, entre muchas otras cuyas plantas se convirtieron en galpones abandonados; luego reciclados como supermercados o paseos de compra.11 Durante los 90, la desocupacin se quintuplico; y en los dos mil, luego de la devaluacin monetaria que acabo de un solo golpe con la Convertibilidad, el trabajo en negro llego a alcanzar cifras cercanas al 50% de la masa laboral. Fue en esas condiciones que abrevaron los sistemas clandestinos de supervivencia de los sectores excluidos que vinieron a reemplazar las modalidades locales del capitalismo industrial. Algunos de estos mltiples circuitos laborales, sin embargo, resultan funcionales y hasta utilizables por la sociedad inclusiva, como lo hemos sealado en lneas anteriores. Es el caso de plantas o de conjuntos organizados que producen al mismo tiempo para grupos sociales incluidos o excluidos. Curiosamente, este ultimo sector seria el menos opresivo respecto de la explotacin de la mano de obra. Pero tambin existen otros insertos en el interior de la propia marginalidad que definen sus propias reglas sobre la base de los citados valores culturales; y extreman la explotacin se pobres sobre pobres. Sus expresiones son mltiples: desde las organizaciones religiosas hasta las grandes bailantas en donde se incubaron fenmenos como la cumbia villera-; las bandas locales e internacionales dedicadas al trafico de drogas y la prostitucin; el cartonerismo; y los talleres textiles. Una vez mas, La Salada expresa a buena parte de estos circuitos; particularmente a este ultimo. Confluyen all las tres modalidades bsicas de trabajo ilegal: la neoesclavitud o neoservidumbre; el trabajo domiciliario en villas o barrios humildes a cargo de mujeres; y los pequeos talleres en negro. Si bien estos ltimos describen las formas mas benvolas de explotacin cabalgando entre las actividades legales y las ilegales y por ello mas prximas a las grandes marcas- estas no dejan de inscribirse en las dems, debido a que sus proveedores inmediatos si bien les ofrecen facturas en regla, prefieren desconocer el origen en los que estos tercializan la produccin. Veamos, entonces, los distintos actores que participan en la nueva produccin textil argentina que confluye en La Salada.

    1) El trabajo domiciliario

    10 Ver Grimson, Alejandro y Jelin, Elizabeth; Migraciones regionales hacia la Argentina. Diferencia, desigualdad y derechos. Buenos Aires. Edit. Prometeo, 2006. 11 Ver Schvarzer, Jorge; Implantacin de un modelo econmico. La experiencia argentina entre 1975 y 2000. Buenos Aires.A-Z Editores, 1998.

    14

  • Este rgimen probablemente constituya la actividad central del Hinterland del circuito saladeo en los barrios interiores de Ing. Budge; aunque tampoco se reduce exclusivamente a ellos, extendindose al resto del Gran Buenos Aires, sobre todo en su zona sur, y en los barrios meridionales de la Capital Federal. Se trata de un circuito cuyos protagonistas son mujeres que, en el curso de las ultimas dcadas , y al comps de la reconversin o quiebre de diversas fbricas textiles adquirieron, luego de quedar desempleadas a veces en esas mismas firmas- las maquinas que estas liquidaban a precios accesibles.12 Estas operaciones, asimismo, estn involucradas en otros circuitos de la economa informal de la pobreza como los mecanismos de financiamiento; casi siempre a cargo de jefes barriales, punteros, o referentes del trafico de estupefacientes; aunque tambin de cooperativas barrial eso de subsidios estatales tramitados en las diferentes esferas jurisdiccionales de gobierno por vecinos influyentes. Estas mujeres instalaron en sus casa maquinas como las overlocks, rectas o collaretas.13 Resulta bastante frecuente que, luego, aquellos que ofrecan el dinero para la compra de las maquinas operen como oferentes, o bien como intermediarios de oferentes de individuos que, en autos o camionetas, les llevaran las telas ya cortadas. Como se trata de una actividad regida por cdigos secretos la mayora de las veces estas mujeres no conocen el nombre de sus proveedores que, les exigen la entrega del trabajo a cortsimos plazos. Ello las lleva a trabajar a destajo hasta dieciocho horas diarias, recibiendo por cada prenda confeccionada una remuneracin irrisoria. Estas costureras, al ser propietarias o cuasi propietarias de las maquinas deben hacerse cargo de su reparacin, y de las compras de sus insumos. 14 Casi siempre trabajan en familia, distribuyndose las labores entre madres, hijas, cuadas suegras y vecinas configurndose redes barriales a veces. Las condiciones de este trabajo son sumamente insalubres debido a las largas horas inclinadas sobre las maquinas que les produce deformaciones en la columna vertebral, los problemas respiratorios generados por la aspiracin del polvillo que desprenden las telas y la fatiga visual. Su falta de cobertura social se halla levemente compensada por el favor de los punteros o referentes polticos asociados al negocio que determinan su acceso privilegiado a subsidios en comida, medicamentos, lentes, o los propios insumos de las maquinas provistos por distintos planes focalizados. La obvia ilegalidad de este trabajo esta planteada por la Ley N 12713 de Trabajo Domiciliario promulgada en 1941 para combatir el trabajo a facon de la produccin textil que emergi al calor del cierre inducido por la crisis de 1930.15 Esta legislacin obliga a talleristas y contratistas a pagar salarios y beneficios sociales que los proveedores evaden amparados por sus contactos polticos.

    2) Los pequeos talleres informales con trabajo en negro Estas plantas, que a veces ofrecen la venta de su produccin directa al pblico, poseen un tamao ms extenso. En efecto, pueden contar con hasta con veinte maquinas operadas

    12 Ver El sector textil y de indumentaria desde la perspectiva de gnero. Buenos Aires. Documento de la Fundacin El Otro, 2008. 13 Mientras que las overlock cosen en zigzag, las rectas lo hacen en linea recta; y las collaretas sirven para hacer cuellos. 14 Ver Ardanaz, Victoria; Precarizacin Laboral y marginacin: el caso de los talleres domsticos de conduccin femenina en el Gran Buenos Aires. En Malimacci y Salvia (2005); Op. Cit. 15 Ver Quien es quien en la cadena de valor de la industria textil. Buenos Aires. Documento de la Fundacin El Otro, 2008.

    15

  • por trabajadores irregulares. Sus propietarios suelen ser antiguos empresarios de clase media venidos a menos, muchos de los cuales se asociaron entre si a los efectos de viabilizar sus producciones, sobre todo a partir de las nuevas condiciones socioeconmicas operas por el rgimen cambiario devenido de la devaluacin masiva en 2002. Dispersos en todo el Gran Buenos Aires, sobre todo en sus antiguas zonas industriales, ocupan una mano de obra en negro, mayormente, de origen local aunque tambin pueden haber extranjeros, casi siempre bolivianos- constitua mayormente por individuos jvenes capacitados para la costura que cobran por hora de trabajo; pero que, a diferencia del caso anterior, no aportan su capital y operan en condiciones de mayor salubridad. En muchos de estos talleres los propietarios imponen las clsicas condiciones paternalistas en sustitucin de la legislacin formal.16 Estos empresarios muchas veces se dispersan en varias plantas, a veces participando como proveedores de talleres domiciliarios; y en algunos casos, asocindose con costureros que explotan su fuerza de trabajo en condiciones neoserviles. Ello se debe, en parte, a que en las nuevas condiciones tecnolgicas y de mercado, la produccin se halla atomizada; con lo que algunos talleres se especializan en el estampado; otros en pegar botones; y otros en la confeccin de cuellos. El rgimen se torna muy complejo porque los fabricantes pueden ofrecer sus prendas directamente a los comercios minoristas, o bien a proveedores que les entregan a estos ltimos facturas reglamentarias pero que ocultan la subcontratacin en negro. Esta produccin responde, entonces, a las nuevas reglas globales que reorganizan la produccin de manera descentralizada y flexibilizada mediante los regimenes de subcontrataciones. El radio de estos proveedores del complejo de La Salada va mas all de los barrios perifricos de Ing. Budge, extendindose al resto del Gran Buenos Aires. En muchos casos, junto con las dems variantes de explotacin son tributarios de grandes firmas que tercializan de diversa manera la confeccin de marcas exclusivas. De acuerdo a los criterios de las asociaciones antes sealadas, las primeras firmas suelen asistir a algunos de estos talleristas o costureros mediante crditos para la compra de maquinas. Algunas de estas plantas, incluso, han sido compradas por las marcas lderes. Aun as, estas prefieren operar mediante firmas medianas o pequeas. La competitividad de algunos talleres respecto de aquellos mas vinculados con las firmas lderes determina formas de presin consistentes en el auspicio de denuncias luego plasmadas en operativos, en los que participan abogados de estas. Las prcticas facciosas que involucran a empresas, contratistas, policas, fiscales, jueces y polticos se extendieron, entonces, a las diferentes variantes de la produccin textil. Sin embargo, estas son as flagrantes en el caso de los talleres neoserviles cuya dinmica describiremos a continuacin.

    3) Los talleres neoserviles

    Una parte sustancial del trabajo informal tiene lugar en un sistema de produccin oculto fundado en el trfico de personas indocumentadas procedentes de los pases limtrofes en relacin de servidumbre que permanecen durante meses prcticamente atados a las mquinas. Algunos clculos estiman que este sector puede abarcar entre veinte mil y cincuenta mil personas solo en el Gran Buenos Aires distribuidos en unos diez mil talleres

    16 Ver Chvez Molina; Eduardo; Trayectorias laborales y encadenamientos productivos: los talleres textiles de confeccin. En Malimacci y Salvia (2005): Op. Cit.

    16

  • en todo el pas.17 Constituyen el cincuenta por ciento de todos los trabajadores ocupados en la nueva cadena textil. Este se sustancia el locales hermticamente cerrados a los efectos de ocultar el tipo de explotacin que se desarrolla en su interior. Los ms grandes pueden llegar a ocupar hasta cien personas, muchas de las cuales son familias enteras, incluyendo a sus hijos menores de edad; aunque tambin hay casos de hombres y mujeres solas o mujeres con sus hijos que permanecen encerrados en estrechas habitaciones todo el dia. Los locales se dividen entre un rea estrictamente laboral en donde se ubican las maquinas, y habitaciones contiguas o en pisos superiores en los que pueden llegar a dormir hasta veinte trabajadores apilados en camas marineras de tres pisos. Generalmente solo existe un bao para compartir entre todos -hombres, mujeres y nios- que suele reducirse a una sucia letrina. Estos trabajadores son alimentados por los propios talleristas con arreglo a regimenes diferentes; pero, en general, su dieta consiste en un frugal desayuno de caf ligero o leche chocolatada y un pan; almuerzos y cenas de sopas de arroz con una papa, alguna ensalada, y, eventualmente, alguna porcin de carne asada o al horno y algunas milanesas. Muchos talleres pueden estar controlados por cmaras televisivas las veinticuatro horas del da. No se les permite salir sino solo una vez por semana, e incluso, deben hacerlo acompaados por los talleristas o sus esposas quienes los vigilan estrictamente a los efectos de evitar fugas. El pago es por prenda y no por oficio, como lo establece el convenio; y se efectual tanto mediante salarios exiguos que no alcanzan casi nunca los quinientos pesos, o vales que solo pueden utilizar los fines de semana en negocios vinculados a los costureros. Las sumas suelen ser aun ms reducidas debido a que durante los primeros meses, suelen descontrseles los costos de traslado pasajes, trmites aduaneros, comisiones pagadas en los puestos fronterizos a efectivos de la Gendarmera; o en las provincias a las policas, respectivas concupiscentes, no obstante, con los tratantes-. La imprecisin de las remuneraciones determina frecuentes deudas de los talleristas con sus trabajadores que estos casi nunca pagan debido a ser despedidos, a lo sumo, en plazos medianos de manera de contar con una mano de obra vulnerable en permanente proceso de rotacin y circulacin. Esta es proporcional a la inmigracin procedente de los pases limtrofes; en especial de Bolivia y de Per; aunque tambin se han registrado contingentes menores de paraguayos, poco convenientes por ser menos dciles y calificados que los del Altiplano. Los contratos informales con estos trabajadores no quedan, obviamente, registrados; con lo que solo es posible reconstruirlos merced a los testimonios de aquellos que pasaron por esa experiencia, o bien por la documentacin aportada por organizaciones mutuales que procuran -casi siempre infructuosamente- ejercer sobre ellos algn tipo de representacin gremial.18 En algunos talleres, los costureros sobre todo aquellos que quieren saldar sus deudas lo mas rpidamente posible para mejorar sus ingresos y enviarlos como remesas de sus parientes- pueden trabajar hasta dieciocho horas diarias, descansando de tres a cuatro horas a veces en colchones tendidos al lado de las maquinas. Algunos talleres reclutan familias enteras con el propsito de explotar a los nios. Tambin se registran casos de 17 Ver Quien es quien, Fund. El Otro, Op. Cit. 18 En procura de limitar y hasta cierto punto controlar estos tipos de explotacion laboral han aparecido diversas entidades como la Fundacin Alameda contra el trabajo esclavo. Asamblea popular y comedor comunitario liderada por Gustavo Vera; la Fundacin El Otro, varios de cuyos trabajos han sido consultados para la realizacin de este informe; la Cmara nica de Trabajadores de Indumentaria, que nuclear a doscientos talleristas que poseen a sus trabajadores en regla y que presionan por que no se derogue la Ley N 12713; y la Unin de Costureros de Buenos Aires.

    17

  • contrataciones de adolescentes entre los doce y los diecisiete aos entregados por sus propias madres a los talleristas para que trabajen en condicio0n de pupilos de lunes a viernes. Luego de no mas de seis meses, la mayora de estos trabajadores suelen ser despedidos; y con la plusvala adicional de beneficios de sus deudas impagas, algunos costureros compran nuevas maquinas; se diversifican hacia otras etapas de la produccin; y eventualmente, instalan nuevos talleres. Pero, como se vera mas adelante, muchos de ellos no son propietarios puros sino socios menores; y, a veces, hasta meros empleados intermediarios tambin contratados por otros empresarios del complejo entramado de la nueva cadena textil. La insalubridad en estas barracas determina casos frecuentes de de anemia o de tuberculosis. Las muertes en el ejercicio del trabajo son frecuentes; pero los talleristas y sus socios empresarios y estatales suelen ocultar muy bien las razones profundas. A las psimas condiciones laborales se les suma un clima de presin e intimidacin abusando de la vulnerabilidad de personas casi siempre indocumentadas a los que se las amenaza con la deportacin, su eventual entrega a las autoridades policiales por ilegales, e incluso a represalias a sus parientes en Bolivia, habida cuenta que los talleristas suelen ser tambin inmigrantes prximos a sus redes de pertenencia. Si bien los talleres se hallan extendidos en buena parte de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires y del Conurbano hay zonas en las que se hallan espacialmente mas concentradas. En la Capital, son los barrios del sur, tradicionalmente asociados con una pobreza cuya marginalidad no ha hecho ms que crecer durante los ltimos treinta aos. Por ello, abundan en casas particulares distribuidas en Flores, Floresta, Bajo Flores, Pompeya, Mataderos, Barracas, Villa Soldati, Villa Lugano; aunque tambin en Once, Constitucin, Villa Crespo, Caballito y La Paternal. Uno de los centros mas densos de los inmigrantes bolivianos debido a que all son virtualmente depositados por un tipo de tratatantes paisanos que les alquilan precarias viviendas en la Villa 1-11-14 del Bajo Flores.19 Se trata de un tipo especfico de trata que abordaremos mas adelante. Los trabajadores, luego, se ofrecen en una de las plazas del asentamiento para ser contratados en diversos oficios como obreros de la construccin, eventualmente plomeros y electricistas, o cualquier otro oficio; aunque los mas demandados son los costureros, luego incorporados a una densa red de los mil seiscientos talleres clandestinos distribuidos en los barrios capitalinos y suburbanos. En el Gran Buenos Aires, abundan en Ing. Budge -aunque de manera menos intensa que los talleres domiciliarios de mujeres a facon-; en Florencio Varela, Janus y Avellaneda. En su gran mayora son tributarios de La Salada. En torno de la identidad social de los talleristas se trata, en su mayora, de individuos o familias de nacionalidad boliviana; aunque tambin se registran algunos casos de coreanos, aun de peruanos. Muchos bolivianos no son sino exponentes de un paradojal proceso de movilidad social por el que habiendo comenzado como trabajadores serviles, luego ascienden mediante la inversin de sus ahorros en la compra de mquinas; aunque, de todos modos, esos casos, en su mayora proceden de un rendimiento destacado debidamente informado por talleristas a sus verdaderos jefes que son aquellas empresas mas grandes que, a su vez, los contratan a ellos como nuevos intermediarios.20 De todos modos, esta 19 Ver Cravino, Mara Esther; Las villas de la ciudad. Mercado e informalidad urbana. Buenos Aires. UNGS, 2006. 20 Un caso resonante que puso de manifiesto pblicamente los contornos de este sector de la economa informal fue el accidente ocurrido el 30 de marzo de 2006 en un taller localizado en la calle Luis Viale 1269 del barrio porteo de Caballito. Su incendio motiv la muerte de seis de de sus sesenta y cuatro trabajadores indocumentados; cuatro de los cuales eran menores de edad, todos de nacionalidad boliviana. La fabrica era

    18

  • situacin es solo una de las mltiples que configuran el mundo de los costureros jefes, por asi llamarlos. En ese sentido, los hay mas o menos independientes , propietarios de sus maquinas; otros asociados de manera directa respecto de otras capas superiores de la cadena textil; y , por ultimo, meros intermediarios tan a sueldo como sus trabajadores que, habiendo comenzado como ellos -al menos algunos- se hallan mejor remunerados. Los mas autnomos pueden, incluso proceder a la venta directa al menos de una parte de su produccin en puestos en La Salada; sobre todo, en la denominada Feria de la Ribera o boliviana que es la mas informal, y la que vende en mayor medida este tipo de producto. Los mas prsperos o eficientes, segn su grado de dependencia, pueden poseer o regentear hasta varios talleres; cada uno de ellos, especializados en distintas etapas del proceso de manufacturado, llegando, no pocos a toda la confeccin; e incluso a su embolsado. Estos son los que suelen tener puestos de venta directa en La Salada o en las Saladitas; en donde atienden directamente a la clientela a travs de parientes o miembros de su red social de pertenencia. 21 Estos talleres suelen estar prximos entre si; pero deben ser lo suficientemente precarios como para su inmediato traslado ante requisas policiales o administrativas que, en el caso de la Capital Federal, son mas asiduas que en el Gran Buenos Aires; aunque casi siempre inducidas por competidores que procuran absolverlos en su red en detrimento de su autonoma o de su compromiso con otro complejo industrial-comercial. Durante los ltimos aos y debido menos a la mayor eficiencia de la accin estatal que a estas maniobras, varios cientos de talleres se han trasladado definitivamente al Gran Buenos Aires, generando en la periferia de La Salada, en Ing. Budge, una congestin que constituye uno de los impulsos aunque no el nico- de las ocupaciones territoriales masivas en zonas aledaas como las de 2008. En todos los casos, los talleristas no son si no directa, indirectamente meros intermediarios de empresas de mayor envergadura, algunas de las cuales ni siquiera tienen insercin directa en la produccin, con lo que se reducen a marcas que distribuyen la produccin en locales mayoristas ubicados en La Salada o en otros centros importantes de acopio como los de Avenida Avellaneda en el barrio de Flores o el tradicional del Once. Otras, en cambio, como ya se lo sealara, poseen una presencia mas incisiva en el proceso productivo, siendo los propietarios de las maquinas. Ello es dable de observar en los talleres ms extensos dotados de varias; aunque, aun as, su tamao no va ms all de cierto lmite por las obvias razones logsticas citadas. De ah que aquello de ropa falsificada si bien es un fenmeno tangible debe ser reformulado y debidamente reevaluado. Hay, en efecto, talleristas bolivianos sobre todo los mas autnomos- mas especializados en el truchaje que se comercializa en La Salada y en sus ferias tributarias, pero muchas veces, estos no son sino versiones econmicas de grandes marcas que producen artculos de mayor calidad en los mismos talleres, o bien que suman a la cadena un eslabn mas consistente en la inscripcin de la marca. Tambin vale aclarar una diferencia: a veces en un taller se puede imprimir a prendas de la misma calidad la misma marca, aunque las mas fidedignas son vendidas en los sectores medios y altos en los propiedad de Jaime Geiler y Daniel Fischberg quienes la subalquilaban a Juan Manuel Correa, de nacionalidad argentino, quien, a su vez, subcontrataron como costurero jefe al boliviano Sillerico. 21 Ver Donde estn y como funcionan los talleres de costura clandestinos. Buenos Aires. Cooperativa La Alameda y Unin de Trabajadores Costureros, abril de 2006. Este documento fue entregado por los representantes de estas instituciones al Departamento de Asistencia a la Vctima de la Procuracin General de la Nacin, y al Ministerio de Desarrollo Social y Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudad Autnoma de Buenos Aires.

    19

  • grandes shopping, mientras que otros sellos que lo son menos venden su producto de la misma calidad a precios ostensiblemente menores en La Salada a consumidores populares o de clase media baja. La diferencia, entonces, solo estriba en la presencia o no de la marca colocada tambin en talleres especializados- o en la diferente calidad. Llegados a este punto, es menester incursionar en el aspecto ms oscuro de este sector de la cadena textil: la trata de personas. La trata de inmigrantes bolivianos Existen, en ese sentido, modalidades tan diversas como en el propio proceso productivo con lo que solo procuraremos describir someramente las mas clsicas; aunque advirtiendo que no son las nicas; y que, asimismo, pueden estar asociadas a otras formas de ilegalidad como la prostitucin y el trfico de drogas. La mayor parte de los inmigrantes proceden del sur de Bolivia, en donde son captados mediante avisos publicitarios en medios de escala local que pueden ser programas de radio, o pedidos en peridicos o en tiendas y almacenes. Ocurre que muchas veces los tratantes reclutan la mano de obra en su propia red social cuyos miembros llegan a competir por ser trasladados a Buenos Aires o a otros puntos de este pas debido al imaginario de prosperidad y de posibilidades de ascenso que este suscita. En estos ltimos casos, el reclutamiento suele formularse a travs de radiopasillos o de informacin boca a boca en aldeas y pueblos mediante diferentes contactos. La figura del pariente emisario, en ese sentido, resulta crucial; sobre todo en comunidades rurales o semirurales en las que ni siquiera se habla el idioma espaol sino el aymara y el quechua. 22 Aquellos finalmente escogidos son cargados en precarios micros o camiones que los transportan hasta la frontera cuyo paso constituye la etapa ms crucial de la trata debido a que los referentes deben tener buenos contactos con las gendarmeras de ambos pases a travs del pago de comisiones. A veces, cuando su capitalizacin y experiencia es menor, o a los efectos de disminuir costos, los trabajadores son cruzados clandestinamente por inhspitos caminos de frontera, solo reconocidos por los vaqueanos; o bien escondidos en vehculos de carga. Luego, se los suele alojar en albergues destinados a ellos en Jujuy, Salta o Tucumn, previo embarque en micros pertenecientes, casi siempre a dos empresas: Flechabus y Potos. El siguiente desafo son lo sucesivos puestos policiales camineros en el camino a Buenos Aires para aquellos que aspiran a que se les asigne ese destino, que son la mayora. Como se trata de contingentes indocumentados, los tratantes deben realizar all nuevos aportes. Estos suelen ser personas emparentadas a los talleristas que, de esa manera, contratan su fuerza de trabajo directamente en sus pueblos o en reas cercanas. A los trabajadores se los provee de documentacin falsificada o se les exige el pago del pasaje que luego se les descuenta de su trabajo en los talleres. A veces, incluso, le entregan el dinero para pagar el boleto o los traites en Migraciones. Por cierto que al momento de ser elegidos se les asegura que la empresa se habr de hacer cargo de todos los costos; pero luego, este compromiso es abiertamente burlado siendo, casi siempre, tolerado por victimas sumisas acostumbradas a obedecer criterios de autoridad muy rigurosos en sus propias aldeas; y que, por lo tanto, reconocen de antemano esta regla de juego con una actitud ciertamente fatalista aspirando a compensarlo con creces merced al ascenso al que aspiran en la ciudad 22 Ver Grimson y Jeln, (2006); Op. Cit.

    20

  • luz. Mientras que, a veces, el trfico es encarado por los mismos talleristas; otras veces, estos contratan los servicios de tratantes ms especializados que distribuyen contingentes ms vastos en diferentes economas regionales argentinas y en otras actividades como la construccin, o la prostitucin lisa y llana de mujeres jvenes y bien parecidas. Estos, incluso, pueden brindar alojamiento provisorio a los inmigrantes en villas o asentamientos con grandes colonias de peruanos y bolivianos como la citada 1-11-14, o los asentamientos de la cuenca del Rio Matanza-Riachuelo en Lomas de Zamora detrs de La Salada que, significativamente, se han extendido de manera kilomtrica durante los ltimos aos- , y aun en otras villas del Gran Buenos Aires y la Capital. Una vez all, este sector de inmigrantes se la tienen que arreglar solos ofrecindose en grandes concentraciones matinales como la plaza principal de la 1-11-14, o la intersecciones de las avenidas Cobo y Curapalige, o de Olimpo y 9 de julio en los barrios de Floresta en Ing. Budge respectivamente. Acuden all a diario cientos de trabajadores que aspiran a ser conchabados por ser recin llegados, o por haber sido despedidos por los talleristas luego de contrataciones que, como ya se lo sealara, no trascienden los seis meses de duracin. Estas reglas de juego semiserviles y esclavistas suelen ser aceptadas por considerarlas el precio natural de su derecho de piso al punto que solo una minora denuncia las condiciones infrahumanas de los talleres en las citadas instituciones mutuales. Muchos, aspiran y algunos lo logran- a convertirse en talleristas o tratantes como va de ascenso; aunque esta suele estar tambin garantizada por otras actividades legales o ilegales como la horticultura, la construccin, o el trafico de drogas; asocindose, en principio, como subordinados de traficantes consolidados. En el caso de esta ultima actividad, el cursus honorum comienza con la labor de la transa domiciliaria en la que suele participar toda la familia; ascendiendo, luego, sucesivos escalones y llegando, en algunos casos -cuando logran sobrevivir- a ser jefes. De todos modos, en el conjunto de inmigrantes del Altiplano extranjero estos constituyen una nfima minora. Otra curiosidad es que su disposicin al trabajo mprobo determina que sus objetivos de ascenso se cumplan en muchsimos casos, desempendose en distintas actividades como la venta de comidas regionales tpicas, o la citada horticultura en donde registran una presencia muy concentrada en quintas del norte bonaerense o del este de la zona sur del Conurbano como Quilmes, Berazategui o Florencio Varela. Pero de lograr sus aspiraciones se yergue sobre ellos un nuevo peligro: pasan a ser objeto de los ataques extorsivos de mafias locales que los convierten en sus victimas dilectas debido a una mansedumbre bien distinta respecto de otras comunidades mas aguerridas, pese a estar mas informalmente reorganizadas como la paraguaya. Otros, sin embargo, fracasan e sus metas; aunque, aun as, prefieren radicarse en villas y asentamientos locales que a retornar a sus paises, desempeandose en actividades marginales como el cartonerismo. III. LA SALADA POLITICA Una ltima mirada del fenmeno de La Salada orientada a su dimensin poltica e institucional, en la lnea que aquello que en trabajos anteriores hemos dado en denominar poltica barrial. Por cierto que La Salada es mucho mas que un barrio, en todo caso, se parecera mas bien a un conjunto de barrios o de territorios en suspensin, vinculados entre si por un pasado comn, por una misma identidad; y por otras anlogas. Sin embargo,

    21

  • tampoco es un barrio en el sentido clsico de la palabra porque no ha generado una nueva ciudad sino que el complejo comercial se ha superpuesto sobre la vieja de Ing. Budge; en todo caso amplindola y resignificandola funcionalmente. No obstante, los criterios de autoridad esgrimidos all por los dueos de la situacin poseen un inequvoco parecido de familia respecto de las jefaturas territoriales o barriales estudiadas en otros distritos cercanos, inducindonos a pensar que podran responder a las mismas condiciones histricas de repliegue y redefinicin de las funciones del Estado en un contexto de reconversin econmica y de restructuracin social. Precisamente por ello, debemos abordar, como en los casos anteriores, con cierto cuidado el concepto de territorio, porque si bien La Salada constituye uno, este posee caractersticas coincidentes pero tambin discordantes respecto de aquellas territorialidades barriales de la pobreza. No obstante, tambin podra tratarse de una variante compleja y yuxtapuesta respecto de un mismo fenmeno de alcances ms vastos. En todos los casos, la idea de territorio debe ser considerada de manera menos taxativa apuntando mas bien a la de redes sociales; que adquieren formatos territoriales mucho mas complejos que los sugeridos por un espacio concreto con limites precisos, una identidad sociocultural, y una cierta institucionalidad poltica preestatal o paraestatal. Enumeremos, entonces, los tpicos habremos de abordar en torno de los aspectos polticos del complejo, a saber: el papel de la urbanidad que representa inscripta en un contexto liminar entre dos zonas cruciales del populoso Gran Buenos Aires y la Capital Federal; los contornos complejos, pero aun as -al menos en algn nivel- precisos de una institucionalidad articulada de diversas maneras respecto de los niveles jurisdiccionales estatales aunque cada vez mas autnomo, al punto de ir cobrando ciertos aspectos cuasi soberanos; el rgimen de representacin poltica de los distintos actores en este involucrados y las consiguientes formas de ciudadana que esta incuba y sugiere; y por ultimo, las identidades que genera en aquellos que en l participan en el que confluyen argentinos e inmigrantes. Empecemos, entonces, con lo aspectos urbansticos. Una urbanidad espontnea de la nueva pobreza La Salada constituye un prototipito caso de lo que algunos autores han denominado, en el contexto del post industrialismo, una urbanidad espontnea en la que las autoridades del Estado han quedado al margen, inhibidas de afirmar su centralidad moderna. Sin entrar en grandes disquisiciones tericas, el complejo surgi en un contexto histrico de reestructuracin estatal, tanto a nivel nacional como comunal, en cuyos intersticios logro abrirse paso ni siquiera como ciudad emergente sino superponindose a un conjunto de barriadas previamente definidas por el comn denominador de la pobreza y de la exclusin.23 En otras palabras, sus promotores lograron, a partir de la autoridad que les confera su capacidad de aglutinar recursos de distintos intereses en un espacio diseado para otras finalidades, por entonces caducas, definir un territorio. Con el correr de los aos, este espacio fsico, sin embargo, se convirti en un mbito de confluencia de diferentes jurisdicciones superpuestas: a las locales municipio, provincia y Nacin- se le sumaron el Consulado Boliviano y la Unin Europea; sin contar con la atencin que el fenmeno suscit en las organizaciones multilaterales de crdito que hoy lo observan como un caso

    23 Ver Bergalli, Roberto y Rivera Beiras, Iaki (coord.); Emergencias urbanas. Barcelona. Anthropos, 2006.

    22

  • testigo de la nueva informalidad de la economa planetarizada. La Salada, en ese sentido, ha alterado, de hecho, las centralidades urbanas hasta entonces vigentes.24 Inscripta en una zona liminar entre la Ciudad Autnoma de Buenos Aires y el Partido de Lomas de Zamora ha desbordado los centros de ambas, como lo evoca el hecho de que su producto bruto supera con creces al de toda la Capital Federal; y que all se producen y comercializan concentradamente bienes a precios imposibles en los mercados formales de las antiguas zonas centrales. Asimismo, La Salada se reproduce de manera radial en enclaves distribuidos en todo el territorio nacional; particularmente en los grandes centros urbanos que, de esa manera, reeditan su condicin primigenia de zona franca fctica. Sus actores, entonces, no reconocidos por la economa y la legislacin formal, definen en torno de su territorio una superposicin de escalas: la local, la municipal, la nacional; y aun la internacional, a la manera de un mbito fuera de la soberana del Estado. Espacialmente hablando se trata, entonces, de un territorio de hecho en cuyo interior y radios de accin se registra contractualidades econmicas y polticas difusas; aunque tangiblemente distantes respecto de aquellos definidos por la jurisdiccin estatal. Estas, asimismo, no son estticas, y estn en permanente reformulacin en virtud de las trabajosas negociaciones para garantizar su subsistencia con los poderes establecidos; aunque mientras tanto, en complejo no hace ms que fortalecerse a expensas de los anteriores. As, la informalidad de la nueva urbanidad va definiendo formas institucionales tacitas, pero cada vez mas vigorosas y ajenas al Estado. Abordemos, a continuacin, esta ultimas. Una anarqua ficticia: la frrea disciplina de los caudillos administradores Como en otros mbitos de la nueva marginalidad emergente durante las ltimas dcadas, desde las menos densas hasta las ms complejas, la primera impresin que arroja la catica dinmica del complejo es una suerte de anarqua. Sin embargo, esta imagen es solo aparencial ya que subyace, como en los casos anteriores, un orden indispensable para el desarrollo de sus yuxtapuestas actividades. Poco visible, en principio, esta no tarda en exhibir sus contornos ni bien el investigador se introduce en el tejido de sus relaciones sociales. No estamos aun en condiciones de describir la red de relaciones entre referentes locales y partidos polticos, policas, burocracias estatales, y poder judicial sino solo uy superficialmente. Aun as, nos ha sido posible observar algunas regularidades. Disciplinar a tres ferias semilegales, una abiertamente ilegal, y otras varias a mitad de camino entre uno y otro estrato no es tarea sencilla por lo que se requiere de autoridades slidas. Ello se confirma en la necesidad de armar y desarmar los centros de venta dos veces por semana de acuerdo a una regularidad cambiante en virtud de las estrategias que sus referentes deben desplegar frente a los problemas generados por las presiones recurrentes de los distintos poderes polticos formales. Tambin se requiere una regulacin minima de los micros y transportes de corta, media y larga distancia que llegan desde los distintos puntos del pas y aun desde los limtrofes a efectuar compras al mayoreo.

    24 Como testimonio elocuente de ello, Jorge Castillo, tal vez, su principal referente sealo ante una requisitoria periodstica: Antes ramos los del fondo; hoy a Lomas de Zamora se entra por La Salada. Esta conviccin ha motivado, durante los ltimos aos, presiones polticas para conquistar su autonoma respecto del municipio lomense; un objetivo remoto al menos por ahora por la vasta red de intereses involucrados pero no imposible a juzgar por su meterica dinmica a lo largo de los ltimos veinte aos. Ver Clarn, Complejo La Salada: una inspeccin de madrugada, 19/9/2003.

    23

  • Pero la tarea mas delicada consiste en articular la afluencia de la produccin de los talleres, clandestinos o no, en donde se produce una porcin sustancial de lo que en las ferias se comercializa. En ese sentido, las ferias no constituyen un conjunto armonioso y fraternal. Por el contrario se registran en el interior del complejo varios enfrentamientos superpuestos; aunque el mas destacado es aquel que confronta a las tres legales con la riberea dominada casi homogneamente por inmigrantes bolivianos. Tambin existen lneas de conflicto entre esta ultima y las de las calles perpendiculares a la avenida riberea, as como con los improvisados paseos de compra intermedios emprendidos por algunos vecinos; y de todos ellos entre si. Pero tambin hay niveles de consenso primario pese a las recurrentes explosiones de enfrentamientos violentos en los que no estn ausentes prejuicios xenofbicos y tnicos.25. Estas dualidades, de todos modos, tienen mucho de aparencial, porque a lo largo de los ltimos aos se ha consolidado un poder local que , tentacularmente, ha tendido a colocar terminales en los distintos mbitos subalternos contribuyendo a una creciente conciliacin de intereses.. A ello, por ultimo, habran que aadir las relaciones entre las ferias y los poderes barriales locales y vecinos; as como con las poderosas bandas de delincuentes que all operan -y aun con otras menos gravitantes pero no por ello menos- que pueden comprometer, por razones que veremos a continuacin, menos a la actividad interna que a la circulacin de entrada, y sobre todo de salida del complejo.26 Tales tareas de disciplinamiento recaen en las figuras de los administradores de las tres ferias centrales. De entre todos ellos, se destaca Jorge Castillo, de Punta Mogotes; seguido por Enrique Quique Antequera en el caso de la, originalmente boliviana, Urkupia. Ambos son verdaderos caudillos dotados de un poder poltico reafirmado por su capacidad de mediar exitosamente entre los distintos intereses que se congregan en el complejo. Con el correr de los aos, particularmente durante estos ltimos, Castillo ha logrado imponer una supremaca respecto de los dems, sustentada en su inequvoca habilidad poltica; aunque requerida tambin por los requerimientos centralizadores de un polo cuya complejidad no ha hecho mas que incrementarse. No es nuestra intencin formular, por ahora, una biografa exhaustiva de esta figura y de su trayectoria; aunque si enumerar algunos datos relevantes a los fines de este trabajo a partir de diversos reportajes periodsticos que le han realizado du