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1 Por Jairo Veloza González Idea Original Nixon Alexander Aguilera González

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PARTE 1, FANTASTICA HISTORIA DEL NUEVO MUNDO, DONDE LOS ABORIGENES AMERICANOS SE ENFRENTAS A LOS CONQUISTADORES, HISTORIA LLENA DE LEYENDA, SERES MAGICOS, HEROES VALIENTES Y DONDE LOS ANIMALES COBRABN VIDA.

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Page 1: !EL ULTIMO GRAN CONDOR, LA GRAN ALIANZA"

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Por

Jairo Veloza González

Idea Original

Nixon Alexander Aguilera González

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

PRIMERA EDICION

Editor y Director de Obra: JORGE ESLAVA BERNAL.

Ilustraciones y Portada: NIXON ALEXANDER AGUILERA GONZALEZ

Diagramación:JUAN PABLO ALVAREZFusionarte.

Corrección de Estilo: NESTOR BERNAL VERGARA

Prologo: RICARDO PUENTES MELO

Esta obra se termino de imprimir el día 15 de febrero de 2012 en los talleres de ACCION CULTURAL Y POPULAR ACTIVA NACIONAL.

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A Mercedes,

Mi madre e inspiración;

A Santiago,

Mi continuación.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

“¡ A los que murieron

Sin poder defenderse;

A los que huyeron,

Dejando atrás su hogar,

A los que nunca volverán,

Y se extinguieron por siempre !”

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Agradecimientos

A mi familia, en especial a mi padre Flavio Veloza, por su pa-

ciencia y constancia, a mis hi jos Santiago y Johan, por su

inspiración, a mis amigos y demás que creyeron en mi y en mi

pluma para plasmar la mas asombrosa historia de aventuras y

valores del nuevo mundo.

A Jorge Emilio Rey Ángel, amigo y ejemplo para las juventu-

des, a Juan Eduardo Quintero Luna compañero en las bue-

nas y en las malas y a Pedro Vergara Charris y su naciente

empresa todo mi agradecimiento y mi fe por sus futuros pro-

yectos.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

PRÓLOGO

El libro que ustedes tienen en sus manos es una combinación

alucinante de mito indígena y religión cristiana, junto con tra-

gedia griega y cosmogonía babilónica y vikinga para compren-

der la creación del mundo y la razón de la maldad humana; y

también como excusa para narrarnos muy vívidamente el cho-

que cultural de dos mundos.

Esta maravillosa simbiosis de poesía, historia y magia nos

regala una prosa que nos aterriza en una realidad terrible y

dolorosa que empezó a suceder hace poco más de quinientos

años y cuyos efectos aún cargamos a cuestas, tal y como los

protagonistas de esta historia hacían con los tesoros de Ne-

mequeme, causa paradójica de su proporcionada desgracia.

El interesante relato de nuestro contador de historias, Jorge

Veloza, seguro que va con la intención adicional de construir

la atmósfera necesaria para ponernos a reflexionar, mucho

más allá de la degustación de la vehemencia de sus páginas,

sobre una versión diferente de nuestra propia historia.

Primero nos muestra una batalla ferozmente épica donde ani-

males, chamanes y guerreros se unen todos para combatir al

invasor blanco. Esfuerzo, sin embargo, que es inútil porque el

invasor vence e impone su régimen del terror que destruye sin

piedad la paradisiaca paz y armonía del mundo invadido. No

existen reparos para esclavizar y asesinar.

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Luego, en un viaje maravilloso de narración vívida, el autor nos

traslada por las etapas de colonización, guerras intestinas y lu-

chas, siempre desde la óptica indígena. La resistencia indígena

no es develada como si el autor hubiera estado allí escuchando,

observando, describiendo con atenta nota para la posteridad.

Mientras avanzamos por esta pintura hecha con palabras -como

por casualidad- de la vida diaria de este lado del océano, sentimos

el desaliento y la angustia que debieron sentir los habitantes de

aquella época cuando esperamos por el inminente desenlace que

produjo esto que llamamos “América” gracias al capricho absurdo

–¿qué capricho no lo es?- de los invasores que siguen clamando a

voz en cuello que un “Nuevo Mundo” fue descubierto, cuando la

rotunda verdad es que este Viejo Mundo jamás tuvo la necesidad

de ser prendido ni avasallado, y que a pesar de las iniquidades y

atracos, jamás cerró sus puertas a los inmigrantes europeos que

llegaban a montones en barcos, repletos de sueños y tristezas,

y huyendo de un continente que se moría de hambre y que fue

salvado por éste, el continente aborigen.

Tal vez por eso, la historia narrada aquí no tiene todavía ese

final conocido, el de la victoria de los usurpadores. Al contra-

rio, Zaquesazipa es el vencedor.

La magnitud de la hazaña de la unión de los pueblos indígenas es

comprendida mucho más aquí. Sus diferencias internas son olvi-

dadas en aras de la derrota del hombre blanco, y por ello dejan el

pasado atrás para enfrentarlo, unidos como una gran nación.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

Parece, este punto, un reclamo tácito a nuestras propias y ac-

tuales diferencias que no nos han permitido pensar y actuar

en la unidad necesaria para salir del subdesarrollo, sin perdo-

nes ni olvidos, pero sí con justicias y optimismo.

Por las mismas razones, Jairo Veloza nos aclara que, al final de

la tarde todos lloran la partida de Zaquesazipa; sus amigos, y

el pueblo entero lamentan su repentino viaje al más allá, en-

tendiendo que su líder no se ha marchado para siempre y que

algún día regresara, cuando el nuevo mundo esté en peligro.

De manera que esta historia no ha terminado con la partida

de Zaquesazipa. Sus batallas, sus enseñanzas y su amor por

el pueblo sobrevivirán para seguirnos entreteniendo y para

ayudarnos a recapacitar sobre los tortuosos episodios de

nuestra historia de locura y depredación.

Con este único propósito quedaría justificada la aparición de

este estupendo relato.

Ricardo Puentes Melo

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PRÓLOGO 2

Se tiene en esta publicación, una obra con un estilo único, un

lenguaje común y un tema complejo; pero que a su vez está car-

gado de historia y es asimilable para quien lo lea. El autor, con su

estilo particular al que se ha acostumbrado el lector, no pretende

desentonar, ya que en sus otras publicaciones se ha encontra-

do una amalgama perfecta entre lo histórico, lo costumbrista, lo

sentimental y lo cultural, y con una pequeña pero precisa pizca

de ficción que lo caracteriza. Se puede evidenciar en “El Últi-

mo Gran Cóndor” este particular estilo, que hace que el lector

con cada paso que avanza en la lectura de la obra, disfrute y siga

la historia con esa pasión que envuelve y absorbe cada vez más,

que hace que su imaginación vuele hacia la época prehispánica,

con sus mitos, leyendas, fauna, flora, y demás elementos que

enriquecían la mente, el cuerpo y el espíritu; de lo cual solamente

queda el recuerdo y una pequeña fracción de su magia gracias a

los pocos aborígenes que sobreviven actualmente.

Por esto, y por muchas cosas más que es dispendioso enume-

rar, dado el hecho de que no cuento con la habilidad prodigio-

sa de la escritura, con la cual se dota a los grandes hombres,

se abre formalmente una invitación para empezar una lectura

de la cual, su magia deja absorto frente a la espléndida rique-

za cultural y literaria que la pluma de nuestro autor nos regala;

y aplicar los elementos bellos y destacables de aquella cultu-

ra, al pensamiento y al espíritu.

JORGE ESLAVA BERNAL

Editor

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

Introducción

¡En el sexto día de la creación, el gran dios del nuevo mundo,

“Chibchacun”, inmaculado jerarca de los chibchas, pobló con

infinidad de criaturas cada rincón del paraíso, entregando al

cielo, la tierra y el agua, millones de especies dotadas de for-

ma y pensamiento propio, destinadas a vivir en un lugar espe-

cial para su evolución y que fue concebido mágicamente por

este dios.

Así nacía el nuevo mundo, majestuoso, imponente y fiel copia

del reino celestial, en el cual este gran dios se inspiro; miles

de mamíferos, reptiles, anfibios, peces, sin olvidar a los más

pequeños no susceptibles a los ojos, habitaron con divina or-

den su lugar indicado, una porción exacta de territorio vas-

to y fecundo en el cual vivirían libres y en pacifica lealtad; tal

creación, era sin duda la perfecta obra de un creador amoroso

que a su juicio y voluntad había diseñado una tierra enorme

para ser ocupada libremente por los hi jos de los hi jos y luego

por sus descendientes hasta el final de sus días y al cual ellos

llamaron “hogar”, lejanos de saber que en otro lugar muy dis-

tante, también existía una comarca igual, provista de animales

y muchos humanos.

Sin importar de que parte del mundo fuesen, muchos de es-

tos seres poblaron cada región, sin importar su condición o

distancia, por ello, a cada uno de estos seres, este dios les

otorgo ciertas virtudes hechas a su medida para ocupar su lu-

gar destinado, por eso y sin importar como sucedió, las aguas

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fueron fecundadas con millones de peces, todos ellos pro-

vistos de cualidades únicas para sobrevivir en ellas, millones

de siluetas y colores llenaron las aguas del mar, los ríos y las

pequeñas lagunas; de la misma forma, la tierra también recibió

a extraordinarios seres de todas los tamaños y formas, desde

los místicos reptiles hasta los mamíferos, insectos y el hombre

y ¡fue este, el ultimo, quien fue hecho a imagen y semejanza del

gran dios!, pobló sin temor cada uno de los lugares de la ma-

dre tierra, conquisto con donaire y arrogancia las tierras más

lejanas y ocultas y fue el único que asedio la cúspide de las

escarpadas montañas, ocupo además las heladas tierras del

polo y moro en los desiertos y las selvas, colonizándolas sin

importar los peligros que acecharan en esos lugares.

El gran “Chibchacun” en su infinito amor por sus criaturas,

creo a la par del hombre, un ser mágico que surco el cielo y

el cosmos, al cual y como hizo con el hombre, también le en-

trego extensos territorios provistos de riquezas naturales y

habitado por millones de especies, obedientes a su llamado

y postrados a sus pies, dicho ser era como el hombre, un ser

único y especial, creado para reinar a su pueblo de acuerdo a

su libre criterio, este ser a diferencia de la gran mayoría de los

humanos, era puro y aun no conocía la maldad.

! Finalmente el gran Dios “Chibchacún” hizo del hombre y de

este ser mágico, al cual llamo “Cóndor”, reyes absolutos de la

tierra y el cielo, dos seres diferentes, llenos de coraje y firme-

za, valientes en la lucha y devotos en el amor pero fuertemente

ambiciosos en el poder, cada uno diferente del otro, pero ca-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

paces de alcanzar su propósito sin importar que convinieran

para lograrlo!

“Chibchacun” jamás imagino que su creación fallara por culpa

del lado lóbrego del hombre, mas sin embargo guardo siempre

la esperanza de que su creación regresara a la sensatez, pero

con el paso de los siglos, nada volvió a ser igual y dicha ilusión

se convirtió en una amarga pesadilla que azoto al mundo, que

siendo libre, vivió sometido a la voluntad de un hombre malva-

do llamado el “emperador”.

Repentinamente “Chibchacun” desaparece, partiendo muy

lejos a un lugar secreto y el mundo nunca volvió a estar al co-

rriente de él, era como si la creación que el mismo edifico se lo

hubiera tragado. Ante su ausencia, pronto sus hi jos lo olvida-

ron, reemplazando su imagen por otras deidades; la traición

de los hombres en el viejo mundo causaron en este dios, una

profunda pena, mas sin embargo no todo era dolor para el, ya

que en el nuevo mundo, muchas de las criaturas que él había

creado, se resisitian a olvidarlo y cada uno de ellas a su ma-

nera, lo recordaban, rindiéndole tributo a su gran amor, pero

el tiempo y el silencio de dicho dios, provoco también que el

paso angustioso fuera borrando su nombre, pronto las plega-

rias que nunca fueron respondidas se convirtieron en lamen-

tos que fueron creciendo a cada instante.

Con el paso del tiempo, uno de los dos reinos se convirtió en

un gran imperio que absorbía todo lo que estaba a su alrede-

dor, desplazando a muchas criaturas a lugares cada vez más

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lejanos y no muy aptos para ellos, dicho imperio sucumbía y

nuevamente se levantaba, su poder aumentaba con el triunfo

de las armas y las trampas de la guerra, sus redes de artimañas

engañaba a buenos reyes que caían vencidos a los pies del

“emperador”, el nuevo rey de los hombres y quien se llamo a sí

mismo ¡el dios del mundo!.

Mientras tanto en el nuevo mundo, el reino de los cóndores

renunciaba a su mandato y se retira para siempre a las cús-

pides de las cordilleras andinas, entregando su imperio a los

indios “Chibchas”, dejando su reinado de cien siglos a los

hombres, entregándoles a ellos toda la autonomía de gober-

nar a todas las.

En el viejo mundo, el poder del emperador crecía tanto que su

gran territorio no bastaba para soportar su ambición, se vio

obligado a explorar con demencia otras fronteras, masacran-

do a miles de hombres y animales, y a los pocos sobrevivientes

los obligo a huir lejos, pero estos, los desplazados no tenían a

donde ir y de nuevo caían en las garras del emperador, quién

los engañaba con promesas falsas de paz.

Con el paso de los siglos, cada una de las especies estableci-

das perdieron su esencia divina, en especial el hombre, quien

destruyo cada especie que podía competir con él, por el ali-

mento y el territorio, durante centurias elimino a muchas es-

pecies existentes en el viejo mundo y junto a ellas, devoro las

tierras fértiles; millones de bosques y selvas vírgenes fueron

arruinadas y habitadas al libre juicio del hombre, quien relevo

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

la naturaleza por grandes ciudades fortificadas que alberga-

ron el odio y el rencor del emperador y de sus crueles solda-

dos de la muerte.

Fueron miles de años, con sus noches y sus días, en los que

el hombre necesito para demoler los bosques, las lagunas y

todas sus riquezas, y fue en ese mismo lapso de tiempo que

necesito para extinguir a cada una de las especies que res-

guardaron estos santuarios; solo muy pocas familias de ani-

males sobrevivieron, prorrogando el legado de sus anteceso-

res, “proteger con su vida los lugares sagrados de su cultura”,

pese a la masacre del hombre, muchos de estos protectores

aun existen y que sin tener las armas de sus oponentes y los

adelantos de una burda tecnología, son los guardianes cen-

tenarios del nuevo mundo y lucharan hasta la muerte por su

libertad y su tierra.

Justo cuando “Chibchacun” dio la vida a los humanos, le en-

trego a el, toda las riquezas y dones suficientes que solo un

dios podía tener, pronto se convirtió en su consentido y en

su mayor orgullo, fue este su imagen y su igual y al que le dio

las mejores oportunidades para habitar la tierra y a quien le

encomendó en absoluto, una única misión, gobernar con leal-

tad el viejo mundo, pero este humano fallo en su labor y se

convirtió en un ángel negro, cuyo propósito era ser el dueño

del paraíso y de todo lo que existiera en el, dicho ángel recibió

los más terribles castigos y fue condenado con miles de sen-

tencias malditas, pero ello no fue suficiente y por el contrario,

este se fortaleció y creo en su alma un extraño sentimiento,

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llamado “ambición y venganza”, esta combinación de dos pe-

queños reinos dio a luz a un maligno ser que pronto se convir-

tió en el emperador del mundo entero, su ambición fue enor-

me y sin importar la vida, lucho contra sus propios hermanos

de sangre, despojándolos de sus tierras y desterrándolos a

otras más lejanas, donde también llego y continuo con su lega-

do de destrucción y terror, y fue tal la barbarie de su ambición,

que protagonizo cientos de grandes batallas, causando milla-

res de muertes a lo largo de su ruta conquistadora, fueron

muchas guerras que destruyo reinos y prolongo el suyo.

Ni los animales y los desterrados humanos se salvaron de la

guerra, fueron utilizados como un perfecto escudo que impe-

día que las flechas de la justicia hirieran el imperio; conquisto

el viejo mundo en una maldita guerra que cobro con intereses

muchas vidas y ahora deseaba con frenético anhelo el nue-

vo mundo. Así fue que el emperador humano olvidando toda

directriz de “Chibchacun”, gobernó con crueldad todas las

tierras a su alcance, esclavizo todas las especies y fue tal su

poder, que deseaba obtener más autoridad para extender

mas allá de los mares, sus fronteras y llevar sobre las aguas

su trono hasta el lugar más recóndito y desconocido por él, no

descansaría hasta que todo el mundo fuese suyo y no impor-

taría que debiera de hacer para lograrlo.

Dicho hombre fue el mayor esclavizador del mundo, miles de

hombres y animales sufrieron en carne propia los azotes bar-

baros por intentar no obedecer a su negro rey, pero la fuerza

y la demencia de su amo, los obligo a trajinar en miles de ofi-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

cios no aptos para ellos, sus cadenas oprimieron tanto a sus

futuras generaciones, que pronto llevarian las cicatrices del

horror, jamás ellos, sus descendientes conocerán su historia

y su origen y vivirán relegados a adorar una cultura que no

es la suya. Fue tanto el desprecio del emperador por todo lo

creado, que toda especie que fue domesticada en contra de

su voluntad, fue utilizada para la guerra y obligada a pelear

en contra de su propia raza, cientos de especies estaban a

su servicio bajo su látigo de fuego; el hombre oscuro había

iniciado una era de terror difícil de olvidar por los hombres y

los animales.

Pocos hombres y animales sobrevivieron en el viejo mundo,

pero el hambre y el clima los fueron venciendo y no podían

enfrentar al rey, pero en el nuevo mundo, existían muchos se-

res libres capaces de enfrentar al emperador pero antes, la

aparición de una profecía, les avisaría de la trágica invasión,

entonces las especies y los indios deberán de soportar su em-

bestida, cada uno de ellos se enfrentara al hombre en feroces

batallas que acabaran con muchas especies y que dejaran a

otras a portas de la extinción, pero pese al horror de la guerra,

existen valientes guerreros que lucharan a los cientos de ejér-

citos extranjeros sin importar su ventaja en número y armas;

muchos animales batallaran solos sin lograr victoria alguna, lo

mismo sucederá con los indios que sucumbirán ante el poderío

del ejército imperial pero ante la disminución de sus ejércitos,

organizaran la primera alianza, “indios y animales”, se unirán

para luchar juntos contra el emperador, y pese a la derrota

y la hecatombe que ella produce, darán el tiempo necesario

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para que muchos de los jóvenes guerreros, sabios y hechice-

ros huyan lejos hacia otras latitudes para reorganizarse, pero

solo uno de ellos, “Saguanmachica” el viejo cóndor hechicero,

lograra llevar a salvo el tesoro más preciado del nuevo mundo

y tal como lo declara la predicción de los antiguos, este te-

soro será el único capaz de vencer al emperador y su terrible

magia, pero antes deberá ser ocultado y llevado lejos de las

garras de este humano.

Tal profecía que data de miles de años atrás y que fue guar-

dada con recelo por los antepasados del hechicero, y que no

son más que decenas de palabras que conjugadas entre sí,

forman cientos de verbos, muchos de ellos, angustiosos y vio-

lentos que alertan a los moradores del mundo, sobre futuras

catástrofes, guerras y hambrunas, pero entre tanto presagio

negativo se erige un escrito especial y único, que romperá en

miles de fragmentos el ciclo de la vida y su historia, dicha pre-

dicción iniciara en lo más alto del un pico de la sierra nevada,

antiguo lugar de preparación de los magos y hechiceros del

nuevo mundo, dicho vaticinio qué reposa secretamente en un

pergamino dorado, declara el nacimiento en medio de la nieve

y los andes de un pequeño cóndor, cuyo arribó estará marca-

do por la gigante estela de un cometa, un nacimiento que fue

profetizado miles de años atrás y que anuncia a un ser mágico

y valiente que enfrentara a un rey venido de otro mundo, un

ser majestuoso, enorme y libre, cuyas alas poderosas prote-

gerán a los indefensos habitantes del nuevo mundo; una pro-

fecía que es insulsa para muchos, incluso para los miembros de

su misma especie que declaran que dicha profecía es falsa y

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

lejana de la realidad, pero para la gran mayoría de las especie,

sus líneas son reales, mientras que al otro lado del mundo, el

emperador conoce con perfecto detalle dicho suceso y que

puede derrumbar su imperio.

Dicho augurio describía a este ser como el ultimo elegido de

su especie, “los cóndores” y quien capitaneara con coraje la

campaña libertadora que buscara zafar para siempre las ca-

denas que oprime a su pueblo.

Conformara un ejército poderoso que detendrá a su colosal

enemigo, el emperador, un ejército supremo, conformado por

todos los animales e indios de todas las tribus, viejos enemigos

y adversarios en el pasado y que se unen para conformar “la

gran alianza” de las especies, convirtiendo a este ejército en

la salvación de las futuras generaciones, protegiendo de esta

manera la historia de sus antepasados; tal como lo narrara el

escrito original, al final de la batalla y luego de la gran victoria

de la alianza, el ultimo gran cóndor se marcharia para siempre,

sumergiéndose en las aguas de la laguna de “Guatavita” para

reunirse con los héroes y valientes en torno a “chibchacun”.

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´ La llegada del imperio´

I

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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“Las aguas del mar Caribe golpean con fuerza las costas del

litoral, un hedor espeluznante es traído por la brisa, un leve

murmullo que se escucha en la distancia aunque no es entendi-

ble no es propio del lugar; desde lo alto de una cima minúscula,

el ojo vidente de un ave guardián, divisa el horizonte escul-

cando cualquier anomalía, pese a que el sol poniente impulsa

con soberbia sus últimos lastres, impidiendo que el guardián,

agudice con acierto su vista, pronto una bandada de gaviotas

corren presurosas mar adentro, tal vez una pequeña cena de

peces y mariscos premien a estas oportunistas aves, pero ello

no inquieta al vigía. Varios minutos después el crepúsculo del

día se conjuga en el fondo profundo del mar azul, solo se divi-

san las estrellas, la luna y uno que otro astro que cruza raudas

el cielo, el vigía que oportuno presta su servicio es remplazado

por otro y que al igual que su compañero, está acostumbrado

a la pasividad, tal vez resignados a la calma del lugar y el océa-

no, creen vanamente que todo será igual y tal vez lo sea, pues

dicha tranquilidad lleva muchos siglos instalada allí, sin que

pase algo especial, solo se escucha las olas tímidas que temen

golpear la callada costa, pues no quieren despertar al guardia,

solo muy pocos seres se mueven secretamente en busca de

alimento y refugio; la noche se torna oscura y bastante húme-

da, de nuevo el hedor inmundo despierta al centinela, que tra-

ta de ubicar con leve deber el lugar de su procedencia, pero al

no descubrir el lugar exacto de la fuente, se entrega de nuevo

al sueño eterno de la noche.

Horas más tarde el grupo de gaviotas, regresa a tierra firme,

ellas también percibieron algo diferente en el aire y ello las

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

hizo renunciar en su clandestino viaje, su alboroto despierta

por segunda vez al guardia quien ordena silencio a los aves

locas, pero tal alboroto tiene su origen cuando en la distancia,

se asoman unas figuras negras poco visibles, levantándose

solitarias sobre el mar mezclándose con la oscuridad de la ma-

drugada, tal vez, dichas figuras traen un cargamento extraño

de frio y muerte pero nadie aun, se da cuenta de su presencia;

la brisa y los dioses de la noche, llevan el mensaje de lo desco-

nocido, pero este no es escuchado, de nuevo el olor extraño

que solo impregna la tierra lejana, llega en grandes ráfagas;

la noche termina, ocultando las estrellas y la luna también, los

animales nocturnos se camuflan, tal vez por descanso o por

temor, pues presienten que algo malo esta por suceder, las

olas del mar madrugan a bañar las arenas sedientas de su sal,

el guardia somnoliento ya se despertó e inmóvil observa fi jo

el horizonte, su remplazo, el guardia de día, observa atónito

en la distancia, sus ojos no dan crédito de lo que ven, el vien-

to frio y mortífero, congela sus cuerpos, tienen frente a ellos,

tres enormes embarcaciones de color negro y perfectas velas

blancas con franjas rojas; los guardias que inmóviles aun no

pueden creer lo que pasa frente a sus costas, escuchan con

perfecto detalle, cientos de voces claras que ordenan desem-

barcar, el brillo de las armaduras de los extraños seres encan-

dilan la conciencia de las guardias, sus aceradas armas pare-

cen volar ante el agite de los hombres por abordar los botes,

se divisa claramente la bandera militar de una corona real que

no es la suya, cientos de hombres, muchos de ellos armados

hasta los dientes, llevan en sus pechos y en sus entrañas, el

escudo perverso de un rey lejano, cientos de ellos llevan arma-

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duras de grueso metal, todos ellos fijan su mirada en la tierra

extraña que esta a sus pies, una tierra nueva a punto de ser

conquistada, una tierra lejana llena de tesoros y regalos solo

para su rey.

Los guardias desconcentrados no saben qué hacer, cientos

de animales y seres salen a la playa para ver el suceso de los

recién llegados, permanecen estáticos a la espera de lo igno-

rado, pronto el guardia veterano le ordena a su similar dar avi-

so rápido a los capitanes de la aldea, tal vez ellos sepan que

hacer, la gran ave despliega sus alas, cayendo en picada sobre

el acantilado, mientras la otra espera expectante, siguiendo

con detalle cada movimiento del grupo de hombres.

Las gaviotas salen de la protección de las rocas, desean sa-

tisfacer su curiosidad, vuelan sobre la cabeza de los hombres,

quiénes con esfuerzo, reman para llevar la pesada obligación,

una carga maldita de armas y soldados crueles, en orden mi-

litar preparan sus armas pues son muchos los animales curio-

sos, que no son más que un grupo de indefensos y pacíficos

seres que están sorprendidos al ver al hombre blanco y su

colosal armadura, mientras que este, el soldado, solo busca

empuñar su arma previniendo un supuesto ataque.

El hedor fétido de la muerte inunda todo el lugar pero ello no

parece incomodar a los animales, en la aldea de los cóndores

todo parece estar tranquilo, aunque en el interior de un bohío,

el anciano más sabio y con la virtud de interpretar el futuro

mediante la comunicación con los muertos, se encuentra in-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

quieto, se mueve de lado a lado, habla solo y luego le habla al

cielo, algo o alguien lo tiene preocupado, consulta una y otra

vez el oráculo quien siempre le advierte lo mismo, el vigía de la

costa interrumpe violentamente la calma del lugar, todos salen

a investigar lo que está sucediendo, el aciano deja el oráculo y

sale de prisa, los capitanes y el líder de la aldea, salen también

-¡que sucede!- , pregunta el jefe, -¡han llegado seres extraños

a la costa y son idénticos a los indios, pero estos traen trajes

brillantes que reflejan al dios sol, traen animales pero son muy

diferentes a los nuestros!....., -¡han llegado¡, todos giran para

ver al anciano, quien ayudado por un bastón, se abre paso

entre la multitud -¡sabia que este momento llegaría algún día,

aquellos que vienen de lejos a conquistar y acabar con nuestra

raza!,.....¿Quiénes son ellos? preguntan confundidas la aves

más importantes del clan.-¡ pronto vamos a la costa, en el viaje

les contare lo que el oráculo me dijo!- una delegación com -

pleta de cóndores guerreros, ancianos y nobles aves parten

al encuentro del hombre; a unas cuantas lenguas de la aldea,

los humanos llegan a la orilla, dando inicio al gran desembarco

del imperio, muy cerca de ellos, se encuentra una gran multitud

de animales fisgones pero pronto esa curiosidad pagara un

alto costo, los hombres blancos pisan por primera vez la tierra

virgen del nuevo mundo, encontrando de frente a muchos pe-

queños animales, y estos a su vez, observan extasiados a los

seres enviados de las estrellas como muchos de ellos lo pensa-

ron; en la orilla del mar, los hombres en perfecta sincronización

pisan la sagrada tierra del cóndor, sus armaduras enceguecen

a los espectadores que cautivados por el brillo del acero y

sus lanzas siguen pensando que ellos son dioses, pronto lle-

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27

gan más humanos, cual corazas doradas de límpido color dan

ordenes a diestra y siniestra, invocando en sus hombres una

gran fuerza destructora capaz de enfrentar lo desconocido,

pronto los comandantes bajan de sus embarcaciones, pisan

la mágica playa, uno de ellos recoge mórbidamente la arena,

mientras otro hombre de mando más adelantado, implanta en

el suelo la soberbia bandera de su rey, ello provoca la euforia

colectiva de todos los soldados, dicho hombre toma entre sus

manos la arena blanca, la cual arroja violentamente al aire, -¡en

nombre del emperador, yo le doy a estas tierras inhóspitas

el nombre de ¨nueva Granada”!, luego toma su puñal y hace

una pequeña herida en la palma de su mano, chupa su sangre

y luego la escupe, -¡viva el emperador¡, los atentos curiosos

se acercan mucho más a los extraños, olvidando la premisa de

su especie “la seguridad”, motivados tal vez por el brillo de las

armas, en especial el arcabuz que no pierde la vista sobre sus

indefensos enemigos; desde otro punto, camuflados y muy si-

gilosos, se encuentra un grupo de avanzada de veinte indios

Caribes, conocidos por su sevicia y mortal forma de pelear,

que al igual que los cóndores están a la expectativa de lo que

pueda pasar con los supuestos dioses.

El capitán extranjero advierte la presencia de los curiosos, que

no son más que un poco de animales pequeños y débiles, ordena

a sus soldados sostener firmes sus armas, las flechas y las lan-

zas señalan matemáticamente el cuerpo de los intrusos, pero los

animales se acercan más, tal vez por la inocencia o la fantasía que

provoca lo desconocido pero un soldado asustado también por lo

desconocido, arroja la saeta sin orden alguna o por un inevitable

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28

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

impulso que su cabeza no pensó, pronto la blanca arena se tiñe

de sangre, esto provoca una cadena automática de locura entre

los hombres que con sus armas acaban con la vida de los animales,

los indios caribes indignados miran como asesinan a estos seres,

salen de su refugio, cobrando con sus flechas algunas vidas pero

el arcabuz acaba con todos los indios; desde lo alto, los cóndores

más jóvenes y valientes lanzan su ataque pero al igual que los in-

dios, muchos perecen, nada pueden hacer contra este poderoso

enemigo, el cóndor más viejo desde lo más alto, llora en silencio el

nuevo destino de su tierra, el sol del primer día de la conquista se

pinta de rojo y permanecerá así, por miles de días más.

Por primera vez el aire marino se mezcla con la incertidumbre,

la sal se impregna con la muerte, el mortecino sabor de la gue-

rra y la venganza, cobran como suyas las nuevas tierras y que

pasaran a pertenecer a un emperador lejano y que de seguro,

pronto arribará a confirmar su dominio.

Explosiones de terror de la pólvora y los arcabuces, además

de los múltiples destellos de las espadas y las flechas, cobran

cobardemente la vida de muchos inocentes para rendir tributo

a sus amos, dichas armas arrebatan el futuro y el presente de

muchos indios y cóndores que indignados tratan de oponerse

a los soldados, protegiendo con su ser la vida de los débiles y

los indefensos pero lastimosamente sus armas jamás vencerán

el adelanto y la tecnología militar de los nuevos ocupantes.

El horizonte sombrío cubre los cuerpos inertes de todos

aquellos que vieron por primera vez a los visitantes, pronto los

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29

soldados del mal, rodean el lugar, buscando milímetro a milí-

metro a cada ser que les pudiese ocasionar problemas, con

el pasar de los días llegan más embarcaciones y más hombres,

esta vez traen con ellos, caballos y perros que fueron adies-

trados para la guerra, un completo ejercito que después de

conquistar, colonizara todo el nuevo mundo, así tengan que

acabar con el ultimo de los animales e indios de estas tierras.

Los sobrevivientes escapan veloces, huyendo de las ráfagas

mortales de los cañones, todos sin excepción se dirigen hacia

el interior, dejando la playa y su riqueza a merced de los in-

vasores pero los cóndores ancianos y los indios planean con

urgencia la defensa para enfrentar al hombre blanco y hacerlo

desistir de su pensamiento de ocupar sus tierras, deben de

organizar un ejército y reunirlo en la gran ciudad de los cón-

dores y enviarlo con urgencia a enfrentar a su nuevo enemigo,

los capitanes y líderes deben rápidamente de tomar decisio-

nes y crear por primera vez un ejército con todas la especies

olvidando por un instante las antiguas rivalidades por agua y

alimento y unir a todos los clanes para enfrentar a un enemigo

mutuo.

Decenas de cóndores e indios salen como mensajeros a co-

municar el desastre que está por llegar, su misión legitima es la

de convocar antes de dos lunas a todos los ancianos, reyes,

caciques y sacerdotes, en el primer concilio de las especies,

donde deberán de tomar una trascendental decisión antes

de que sea tarde.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

Mientras tanto en la playa, un extraño ser, llamado por sus súb-

ditos como “el general rojo” y supremo comandante fiel del empe-

rador reúne todas las tropas en perfecta formación para impartir

las primeras ordenes antes de que los hombres inicien la invasión

tierra adentro, siguiendo el curso del gran rio madre mientras más

embarcaciones llegan a la playa; decenas de hombres talan los

bosques y edifican rústicos ranchos para albergar a los invasores,

otros preparan cuarteles y bodegas para almacenar sus armas y

otros buscan los víveres para el siguiente desafío.

En la aldea de los cóndores, “Ubate” la gran ave y los diez

ancianos cóndores se internan dentro de la maloca mística

donde en secreto consultan el oráculo, quien les advierte so-

bre las profecías que anuncian la llegada del demonio y sus

esclavos; reina la confusión en la aldea, pues algunos de los

sobrevivientes narran como seres mágicos poseedores del

trueno y el rayo, acaban con cualquier ser que se les cruce, y

que es cuestión de tiempo para que lleguen a la aldea.

En la playa un grupo numeroso de indios caribes se escurren

silenciosamente entre la selva como verdaderos profesionales

se camuflan para atacar por sorpresa a los invasores, solo es-

peran la orden de su capitán para emboscar a los conquista-

dores, ellos entienden que dicho intento puede ser el último,

pues los hombres blancos los superan en número.

No muy lejos de allí Ubate abre con sumo respeto el perga-

mino sagrado, el cual tiene todos los años del mundo y el cual

contiene la profecía más perfecta y legítima del mundo.

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Uno a uno los mensajeros fueron llegando a sus destinos,

dando aviso de la mala nueva, deben regresar pronto con cada

uno de los líderes de la aldea, es cuestión de tiempo para que

en cada aldea enciendan el fuego hierático, comunicando a

otras villas más distantes sobre la llegada del hombre blanco,

muchos acuden al llamado pero otros huyen hacia el interior.

La flota de barcos cubre toda la extensión del golfo, peque-

ñas carpas son levantadas a lo largo del litoral, el frenesí y el

acelere de los hombres por descubrir las tierras los lleva a en-

frentarse entre sí; en la aldea, Ubate abre el manuscrito anti-

guo, el viejo cóndor lee en un idioma extraño el contenido del

pergamino, una profecía única con miles de años de existencia

y que solo puede ser abierta en el momento y lugar indicado

y que sin duda, ese era el momento exacto y que daba inicio a

trescientos años de terror; no lejos de allí, existe otro perga-

mino que solo puede ser abierto, justo cuando se termine de

leer el primero y el cual profetiza el nacimiento de un mágico

ser que cambiara el mundo y pondrá fin al holocausto.

Solo una docena de clanes asisten al concilio de los cóndo-

res, pero un poco más de quinientas familias escapan, solo los

osos de anteojos, los jaguares, los tigrillos, las águilas, faras

entre otros se quedan en el conclave de las especies y entra-

ran a conformar el ejercito; en la playa una docena de indios

apuntan con sus flechas el corazón de sus enemigos, mientras

los demás indios cubren otros flancos en una pelea desigual

de veinte blancos por un Caribe; en la aldea se prepara todo

para la gran reunión de ancianos, capitanes, magos, sacerdo-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

tes entre otros jerarcas, en la gran maloca, Ubate el cóndor

más anciano traduce el pergamino, y con la devoción que solo

un creyente siente, invoca al gran Chibchacun, luego del rito,

el viejo y sus compañeros en torno a una fogata, queman el

pliego divino, solo ellos conocen la verdad y el significado de la

profecía, hay mucho silencio, no se escucha el más mínimo que-

jido, la incertidumbre del futuro antecede a la destrucción, el

trance del anciano es interrumpido por el alboroto feroz de los

grandes osos de anteojos que fatigados llegan al lugar, varios

segundos después, el rugido enorme del jaguar y su comitiva

anuncian su llegada, la aldea que está asustada es desperta-

da por un nuevo rugido, se trata del jaguar jefe, “trueno de la

noche”; mientras que en otro lugar, en la playa se escucha el

grito de la muerte, es la voz del cacique Caribe que ordena a

sus indios atacar, la sorpresiva emboscada lleva a los caribes a

salir de su escondite, sus armas parecen tener alas al atrave-

sar el aire marino, las saetas están dirigidas con perfecta pre-

cisión, pero muy pocas de ellas logran su objetivo, pronto las

explosiones de los cañones cobran la sangre de los indios, la

mayoría de ellos huyen despavoridos entre el monte pero son

alcanzados y masacrados por los perros dementes y sus amos

a caballo, otros más son capturados, pero prefieren el suicidio

que servir al tirano; en la aldea se escuchan las explosiones,

todos allí sienten el terror de la guerra, saben que la invasión

no se detendrá y deben huir desesperados buscando un lugar

seguro, tales sonidos de la muerte son nuevos y horribles ni

siquiera la estampida de dantas y venados y su paso enfureci-

do, pueden igualar el ruido infernal, luego un fúnebre silencio

informa que todo ha terminado, el cielo se torna gris con los es-

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33

píritus de los indios muertos que se niegan a partir al más allá,

las mujeres y los niños lloran sin consuelo por la suerte que les

depara el destino y pese a que están lejos de la mano criminal

del invasor saben que todo acabara; Ubate sale a recibir a las

delegaciones de los clanes pero este se consterna al ver que

son muy pocos los que acudieron al llamado. ¡Son muy pocas

garras para enfrentar al hombre blanco, pero no tenemos más

remedio, debemos enfrentarlo, nuestro destino está escrito

con sangre en la profecía que anuncia la llegada de quien trae-

rá la esperanza, y aunque no es el momento para dar la buena

nueva, debemos todos entregar nuestras vidas, para que el

futuro de nuestro mundo, y el de nuestros hi jos sea una reali-

dad!,- ¡pronto, debemos reunir un ejército y frenar al enemigo

y evitar así la extinción de nuestros clanes, es la única manera

de que nuestras familias, mujeres, jóvenes y niños puedan huir

hacia el interior!; muchos de los animales se opusieron y hasta

pensaron en marcharse a otros lugares pero el gran Saguan-

machica, el hechicero cóndor, interviene diciendo a todos- ¡No

deben de temer, Chibchacun ha regresado y con él, “la espe-

ranza, su único hijo”, todo lo que hagamos hoy, será suficiente,

para que el viva!; Ubate queda sorprendido, ya que nadie sabe

el secreto de la profecía, aparte de los ancianos, sobre el sig-

nificado del último sello y que habla del hijo de chibchacun que

nacerá al séptimo día de la llegada del hombre blanco y que su

nacimiento se dará en lo más alto de las nieves perpetuas junto

a las sales del mar, será un advenimiento marcado por la humil-

dad que un rey no merece, alumbrado por la constelación de

Chía, quien guiara los corazones y las almas de todos aquellos

que desean obtener su libertad.

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34

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

Los ancianos cóndores se miran confundidos, no pueden creer

lo que dice el hechicero, de inmediato citan al hechicero para

preguntarle sobre sus palabras; así los diez sabios entran a la

maloca, para que el hechicero les confiese como El, se había

enterado del secreto, fueron dos largas horas de debates y

controversias donde los viejos entendieron que su sabiduría

no lograba descifrar por completo el significado del sello y mu-

cho menos podían dar crédito a que el hechicero estuviera pre-

sente en muchas de las líneas de la profecía, ya que El, sería el

elegido de recibir de manos de la madre tierra, al pequeño ser,

el príncipe de los aires y rey de la tierra, “el hi jo de chibchacun”;

pronto una pequeña alegría cubre por unos segundos la triste-

za que deja la guerra, una sensación extraña que solo se siente

cuando hay satisfacción, de que vale la pena entregar la vida

a cambio de la felicidad eterna, la alegría de Saguanmachica

contrasta con la incredulidad de los ancianos. Ubate el gran

anciano cóndor convoca a todos al concilio, el viejo ordena a

las mujeres, preparar un gran agasajo para dar a conocer la

noticia y despedir a los guerreros para que partan a la prime-

ra gran guerra de las especies, dicha reunión se prolonga por

espacio de dos días hasta que todos en común deciden enviar

a sus tropas a la guerra, una vez terminada la reunión, la cele-

bración de la gran unidad no se hace esperar, ya que es una

costumbre ancestral en el nuevo mundo, despedir a los guerre-

ros con música, comida y furtivas alegrías que serán opacadas

próximamente por la muerte de amigos y rivales.

Esa misma noche los líderes de los clanes viajan presurosos

a sus aldeas, para reunir el mayor número de tropas, mientras

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35

en la villa de los cóndores, los capitanes y generales de los

animales preparan la estrategia militar para repeler a los in -

vasores, varios espías son enviados a camuflarse entre la ve-

getación para vigilar los movimientos de los hombres blancos

y mantener informados a sus jefes militares.

Finalmente y ante la indignación de los ancianos cóndores,

Saguanmachica es escogido al lado de “Sagipa” el rey cóndor

y un pequeño grupo de guerreros, para viajar a la montaña sagra-

da, donde y según la profecía, llegara el hijo de Chibchacún, y

que de acuerdo al manuscrito, será en el momento en que pasara

el cometa; de acuerdo al hechicero, cuando lleguen a dicho lugar,

habrán pasado cinco de los siete días, entonces el ejercito de las

especies deberá interrumpir el paso de los hombres blancos para

darle tiempo a ellos de llegar al lugar y sacar al pequeño con vida.

Mientras tanto en la playa los hombres blancos terminan de

construir una gran fortaleza de madera dirigidos por el gene-

ral rojo quien ordena a sus hombres invadir inmediatamente el

interior sin importar que deban de hacer para lograrlo, a una

cuantas millas náuticas, otro barco de color rojo y negro, trae

un misterioso cargamento que también trae muerte y traición,

se trata de una bandada de cuervos negros venidos del más

allá, no hay duda que dentro de la nave yace un peligroso car-

gamento, que es mas malvado que los diez mil hombres blancos

que invaden el nuevo mundo.

A la aldea llegan las primeras tropas, centenares de osos de

anteojos en convulsionada estampida, revolucionan la tención

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

de todos los animales y frente al grueso y fornido pelotón

un gran general oso ‘’garra de fuego’’, cuya valentía y coraje

ha trascendido por toda la región, en perfecta formación los

grandes osos dan media vuelta y con saludo militar presentan

honores a los presentes, todos en la aldea están fascinados,

atónitos y no es para menos, pero por primera vez observan

un gran ejercito animal, minutos después y con la elegancia

de su danza, llega la fuerza felina, jaguares, tigrillos y pumas,

cientos de ellos, de límpida y perfecta piel, ojos centrados en

cumplir su misión, solo pierden su atención al girar su cabeza

para saludar a los cóndores y frente a ellos su comandante

máximo el gran jaguar negro “tormenta de la noche” seguidos

por sus capitanes ‘’ flecha veloz’’, el tigrillo, y ‘’sigilo’’ el enorme

puma; también llegan las dantas procedentes de la selva y el

litoral guiadas por ‘’tormento’’, también arriban los prístinos

armadillos cuyas corazas reflejan la antigüedad de la tierra

madre, llegan también los monos, los faras, los venados y tam-

bién los indios, en esta ocasión y por primera vez, dos familias

enemigas se unen en el gran ejercito, se trata de los Muiscas y

los Panches eternos contrincantes en guerras, tierras y poder

y que lucharan juntos bajo el pacto de sangre que solo Chib-

chacun y su heredero pueden otorgar, estas dos familias pro-

meten pelear por su tierra, dejando atrás un pasado maldito

de muerte y ambición.

En la noche “Saguanmachica” y los viajeros parten hacia la

montaña sagrada bajo el amparo de la luna, lejos de los ojos

cazadores de los conquistadores, con pocas armas y guardias

viajan durante toda la noche del quinto día, en los siguientes

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37

días que anteceden al nacimiento esperan pacientemente

prestando vigilancia y por supuesto orando para que todo

les salga bien; en el séptimo día y en medio de un rito secre-

to, Saguanmachica ayudado por Sagipa, enciende el fuego

azul, el hechicero entona cantos y oraciones por espacio de

varias horas y justo cuando el cometa pase por encima de la

gran montaña, el viejo Saguanmachica deberá de subir al pico

donde recibirá del cielo y la tierra al enviado de Chibchacun.

Cada estrella en el séptimo día anuncia abiertamente el ad-

venimiento del elegido de Chibchacun, la noticia se despliega

por todo el mundo, transportada mágicamente por el viento,

cada animal y cada indio lleva la buena nueva, incluso en el

otro hemisferio, el emperador negro maldice el suceso, necesi-

ta crear un plan para encontrar y eliminarlo al pequeño cóndor

antes de que sea tarde, entonces el maligno rey envía más tro-

pas al nuevo mundo, su única misión es asesinar con urgencia a

todo recién nacido, ya que uno de ellos será su peor enemigo,

de esta forma, la ambición y el temor de perderlo todo, llevan a

que se cometa la más cruel masacre de la historia, el futuro y el

destino de las especies está en la cuerda floja a punto de caer

en la extinción, pero el viejo Saguanmachica esta preparado

para evitar que el “elegido” fuese encontrado y asesinado por

el enviado malvado del emperador ‘’el general rojo’’ quien es

cruel y quien dice no conocer el miedo y su espada símboliza

el terror.

El emperador usando su clarividencia ordena al general rojo

dar inicio a la masacre, decretando que quinientos de sus me-

jores hombres todos ellos poseídos por un hechizo infernal,

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

asesinen al pequeño elegido de Chibchacun, todos estos

guerreros son dotados de poderes especiales que desafían

la propia física del universo, pese a la magia absoluta del em-

perador, este jamás supo el lugar exacto del nacimiento del

pequeño, ya que el poder de Saguanmachica y los demás

brujos logran ocultar al pequeño, mas sin embargo los quinien-

tos hombres cargados de odio y venganza parten en busca del

predestinado, mientras que un ejército enorme sale en direc-

ción contraria a conquistar el interior del nuevo mundo, dejan-

do en la playa una gran muralla que protege la primera edifica-

ción del nuevo emperador y su fiel vasallo, el emperador rojo,

el segundo hombre más despiadado del mundo y quien espera

el arribo de más tropas imperialistas.

En la aldea de los cóndores, un gran ejército se alista para

salir, son muchos animales e indios dispuestos a morir, solo

esperan la orden de Sagipa, el cóndor rey, un esbelto y for-

nido ser, conocido por su liderazgo y unión con otras espe-

cies quien pronto regresara de la montaña para llevar a este

ejercito a la guerra y cuando se creía que era todo, a último

minuto, llegan más animales e indígenas que son integrados de

inmediato al imponente ejercito de las especies, los generales

y capitanes de todas los clanes se reúnen en la gran choza

para trazar el plan de guerra, mientras que los soldados y los

habitantes de la aldea oran nerviosamente en busca de la pro-

tección del gran Chibchacun.

Desde un puerto lejano al otro lado del mundo, zarpan mil na-

víos, todos ellos colmados de soldados, armas y mucha maldad

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y muy cerca de allí, desde lo alto de un castillo, se encuentra

meditando el gran emperador, quien fija su mirada en la gran

flota de navíos que orgullosa ondea la bandera del imperio y

su dictador, los cañones anuncian su partida, un viaje de varias

semanas donde no conocerán ningún aliento de esperanza de

regresar, solo volverán a su casa, cuando el trono y el escudo

de su rey este izada en el nuevo mundo, los ojos del empera-

dor se fi jan en el horizonte, tratando de hallar con su magia

maligna, el lugar de advenimiento de su enemigo, que aun no

a nacido.

Desde la orilla del puerto de un continente viejo, se encuen-

tra el cruel emperador invocando todo tipo de conjuros que

viajaran con el viento y el agua, mil y una plagas destinadas a

destruir a todo ser vivo que esté en su contra, pronto una tor-

menta negra y huracanada viajara con los navíos, una fuerza

infernal jamás usada al servicio del hombre; en el nuevo mundo,

Saguanmachica presiente el extraño conjuro y sabe que lo

peor está por llegar, también invoca en muchas lenguas extra-

ñas una magia lejana y oculta que solo conocen los antiguos

dioses.

Solo faltan unas pocas horas para el advenimiento, Saguan-

machica se retira en una vigilia en torno al gran fuego, pronto

la magia y el oráculo anunciaran el cruel destino de su mundo y

de las especies pero también lo reconforta en parte, ordenán-

dole mediante una visión que deberá a toda costa mantener a

salvo al pequeño rey, -‘’llevad el pequeño al interior del país

de Bacata y allí ocultadlo por siete años en la gran cueva de

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

tena, donde los caciques y los Zipas de los chibchas, lo edu-

caran para guiar a su pueblo, una vez en esa cueva, nosotros

lo protegeremos, pero tú, Saguanmachica, deberás acompa-

ñadlo y protegedlo, deberás guiadlo con firmeza ya que este

pequeño deberá ser preparado para la guerra!, ¡luego de los

siete años deberás llevadlo a la laguna de Guatavita, y ungir

su cuerpo con aceites y oro y sumergirlo en sus aguas para

que sea declarado príncipe de chía!, declara el oráculo, final-

mente y en su último lapso de trance, ¡buscad a los guardianes

de los bosques, “los Mohanes”, ellos te ayudaran a proteger

al pequeño y cuando sea el momento, ellos invocaran a todos

los seres ocultos de las selvas, duendes, madre montes y todo

tipo de seres extraños que solo obedecerán al nuevo rey, por-

tador del arco, la flecha y la sangre de Chibchacun, para en-

frentar al emperador!.

En la aldea y en medio de canticos y arengas, el gran ejercito

parte a la batalla, en su rudimentario paso marcial, las muje-

res y las hembras arrojan flores, muchas de ellas bañadas con

las lagrimas tristes que se resisten a perder lo que más aman,

su paso militar contrasta con el que despliega sus enemigos,

quienes también anuncian su camino a la guerra, en otro lu-

gar y con un paso más veloz, los quinientos soldados, se abren

paso entre la maraña, esculcando cada centímetro de selva,

asesinando dementemente a todo niño y bebe, consumando

obedientemente una orden maldita. Una vez conjurado el ma-

leficio, una horda de aves negras comandadas por un cuervo

infernal servidor del emperador llegan al puerto, allí el cuervo

rinde respeto a su comandante próximo “el general rojo”, quien

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lo lleva al interior de su aposento, donde en el más completo

secreto entablan una siniestra conversación, luego de varios

minutos el cuervo y sus súbditos, alzan el vuelo con rumbo al

interior, su misión es desconocida para todos, pero los solda-

dos humanos apostados en el fuerte, saben que es una misión

maligna, la horda de aves negras se pierde entre la bruma de la

selva en perfecta formación militar.

En el nuevo mundo, el general rojo parte con cientos de cen-

tauros para apoyar las tropas conquistadoras, no lejos de allí,

el ejercito animal marcha hacia una llanura, donde sus capita-

nes piensan frenar el paso voraz del enemigo; Tenjo y Tabio,

los capitanes chibchas dan la orden de alto y organizan rápi-

damente el frente de batalla, envían varios indios y animales en

una avanzada. Al otro lado, los humanos marchan al compas

perfecto del tambor, divididos en sincronizados escuadrones,

cada uno de ellos, con un deber especial para cumplir en el

campo de batalla, en otro lugar, lejos de allí, Saguanmachi-

ca es advertido por el oráculo sobre la presencia cercana del

ejercito salvaje, le indica que una vez tenga en sus brazos al

elegido, debe abandonar la montaña y huir hacia el oriente, los

mohanes le ayudaran a escapar hacia tierras adentro.

En su paso, los quinientos soldados se convierten en demo-

nios gracias al conjuro lejano de su rey, ellos aniquilan a todo

aquel que intente proteger a los pequeños, es tal el extermi-

nio que atrás quedan aldeas vacías, muy pocos huyen hacia

tierras lejanas, su paso es devorador y es cuestión de tiempo

para llegar a la montaña ya que el emperador les orienta con

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

su magia su destino final. El ejercito animal se prepara para

la guerra, Sagipa vestido con telas de algodón y utensilios

de oro, pregona a sus comandantes las ultimas ordenes, an-

tes de hablarle a sus soldados, la avanzada logra detectar la

incursión del ejército humano, rápidamente avisan a los cón-

dores para que den la alerta, se siente el rumor de la batalla,

los tambores no dejan de anunciar “muerte”, en las filas de los

animales los nervios aumentan rigurosamente, convirtiendo

su esperanza en un cobarde pánico, la impaciencia y el poco

conocimiento de su enemigo se transforma en un sudor frio

que recorre sus temblorosos cuerpos, pronto la impaciencia

y el miedo hacen que los soldados piensen en abandonar el

frente, todos se miran entre sí, esperando que alguno tome

la alternativa para seguirlo rápidamente, pronto los golpes

de lanzas contra los escudos, alertan a todos que pronto la

guerra llegara, el ejercito humano estremece la tierra al tiempo

que los corazones de los animales quieren explotar de miedo,

entonces la deserción llega, pese al impedimento de sus capi-

tanes, -¡ No huyan, no sean cobardes!, exclama el rey cóndor;

-¡ por nuestros hi jos, familia y hermanos, no huyan, debemos

enfrentar a este nuevo enemigo y si es el caso dar nuestra vida

por esta tierra!, -¡ hoy es el día en que los humanos entenderán

que encontraran una gran resistencia orgullosa de su honor y

valentía, dispuesta a morir, pero si huimos, nos perseguirán y

nos mataran sin contemplación alguna!, ¡ hoy es el día en que

nuestros escudos se romperán y nuestras flechas atravesaran

el pecho de los hombres, pero si huimos, ellos nos mataran,

entonces ellos asesinaran a nuestras familias e hi jos y acaba-

ran con todas las especies y nos extinguirán para siempre!; los

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temerosos soldados escuchan la voz de su general, brota en

ellos una leve llama que se incrusta en su pecho, ¡por nues-

tros hi jos y por nuestras familias, no huyan, enfrentemos a la

muerte, mirándola a los ojos, para que ella y el hombre blanco

entiendan hasta la eternidad, que los animales y los indios so-

mos una sola especie dispuesta a morir, antes que ser escla-

vizados!, poco a poco la fe de los soldados retorna, el sudor

frio sube de temperatura, las manos temblorosas empuñan

firmemente sus armas, los corazones se sintonizan en un solo

tono,-¡ muerte a nuestros enemigos!, -¡muerte!, exclama el va-

liente Sagipa, -¡muerte! Contesta todo el ejército en un grito

monumental de batalla.

Uno a uno los escuadrones de la muerte conformados por

cien hombres cubren el frente de batalla, todos ellos armados

con arcabuces que obedientes esperan la orden de fuego,

apostados y por detrás de la primera línea de ataque, rugen

los gigantescos corceles y sus jinetes blindados, ellos llevan

a cuestas las venenosas lanzas y más atrás de la caballería, se

erigen rigurosos los cañones, muchos de ellos veteranos en mil

guerras victoriosas, y mucho más allá, se encuentra solitario,

un comandante frio y sin sentimiento, que espera el momento

indicado para dar la orden suicida.

Cada ejercito se despliega a lo ancho de la gran llanura, cien-

tos de almas cada una con un pensamiento y una proclama di-

ferente, portadora de un arma y el poder que ella da; cientos

de guerreros cada uno hermano y rival en espera de la orden

de atacar; de nuevo el gran Sagipa, sale al frente de sus gue-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

rreros, -¡ hoy no conoceremos el miedo, tal vez la muerte pase

por nuestro lado, pero hoy no conoceremos el miedo!, se es-

cuchan las lanzas, las garras y los arcos golpear con coraje la

fértil tierra, -¡ por nuestros hijos y por nuestros abuelos, al

ataque!, grita excitado Sagipa, quien toma su lanza y corre al

encuentro con su enemigo, segundos después la desbandada

de furiosos y valientes soldados lo siguen, los jaguares y los

felinos, lo sobrepasan en su feroz carrera disputando entre

ellos, quien será el primero que tome por el cuello a su pre-

sa, los osos de anteojos y las dantas conforman una pesada

barrera que sigue a sus capitanes y mas allá, a la espera de la

orden marcial, cientos de cóndores cuyas afiladas garras, cas-

tigan la roca de su pedestal, los indios disparan sus flechas,

pronto los cañones retumban, cientos de explosiones dividen

el compacto ejercito animal, cobrando con ello, muchas bajas,

Sagipa corre fugitivo al encuentro de la muerte, los arcabu-

ces detonas sus primeras ráfagas, muchos animales e indios

caen heridos de muerte pero sus demás compañeros no miran

hacia atrás y continúan corriendo; una segunda descarga de

los arcabuces es interrumpida por la lluvia de flechas de los in-

dios caribes, cuyas puntas fueron envenenadas por las ranas

de la sierra, matando a varios carabineros, luego el comandan-

te humano ordena a la caballería atacar, cien caballos veloces

con cincuenta perros rabiosos se arrojan sobre los animales,

Tabio ordena el ataque aéreo que cubre por completo el cie-

lo, una maravillosa escena aérea de agiles y poderosas aves

que dirigen sus garras sobre los humanos, una tercera detona-

ción, esta vez de cañones, tumba a muchos héroes voladores,

obligando a su repliegue pero ‘’Viento de Cola’’, reorganiza

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45

el grupo y ataca la retaguardia, esto funciona pero no es su-

ficiente, los dos ejércitos se encuentran frente a frente, las

espadas y las lanzas aceradas de un mundo extraño quieren

coronar la victoria sobre las flechas y las lanzas arcaicas de los

indios, de nuevo la tierra madre se baña con la sangre de sus

hi jos y los invasores, un rio rojo cruza en medio del campo de

batalla, pronto el día se oscurece y las nubes fétidas, en pro-

cesión negra anuncian la tormenta maldita de la muerte, ¡rayos

y centellas, gritos de auxilio y de terror, palabras de aliento,

muerte y despedida, lagrimas de miedo y horror despiden a los

muertos al mas allá!, en toda la extensión de la llanura yacen

cientos de cuerpos mutilados y otros más susurran heridos su

lamento y otros más esperan que la espada del invasor remate

con su filo la resignación de nunca regresar a su hogar.

En medio del combate, Sagipa observa consternado la terri-

ble tragedia, mira hacia todos los lados y ve como sus amigos,

yacen muertos, otros más moribundos y otros más luchan por

sobrevivir en contra de dos y tres enemigos, sus ojos se hu-

medecen, su cabeza da vueltas, toma su lanza con más furia

y acaba con seis humanos, luego grita, -¡Retirada, retirada!,

¡corran hacia el bosque!, es apoyado por Tenjo, quien ordena

a sus indios huir, también lo hizo “Tormenta de la Noche” y

“Flecha Veloz”; ¡de miles que se enfrentaron a los guerreros

del mar, pocos sobrevivieron, la gran mayoría de ellos corren

despavoridos dejando atrás a los muertos y heridos, -!al bos-

que! grita Tenjo por última vez, a los que aun están luchan-

do, muchos de ellos se encuentran heridos, incluso el mismo

Sagipa, quien tiene una herida de espalda muy profunda; la

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

estampida de los corceles indomables dan cacería a sus vícti-

mas, decenas de animales caen abatidos entre sus cascos, la

rápida acción de los sobrevivientes del comando aéreo, evita

que Sagipa, los comandantes y los soldados sean tomados

prisioneros, logrando que el rey y sus hombres escapen entre

a la selva, son perseguidos de cerca por sus enemigos, pero su

inexperiencia sobre el lugar, hacen que pierdan el rastro.

En la montaña sagrada, Saguanmachica espera paciente el

paso del cometa, pero el aire fétido le anuncia, la trágica no-

ticia, el ejercito de las especies fue derrotado y muchos de

sus soldados “mueren por el rey que jamás conocieron pero

sienten la gloria de morir por él”, sus ojos se empapan y su

voz entrecortada maldice el suceso, mira hacia el cielo y no

entiende lo que ha sucedido, por enésima vez pregunta por

Chibchacun, sin recibir respuesta alguna.

En el viejo mundo, en una de sus costas, el emperador no cele-

bra el triunfo de su ejército, ya que se encuentra indispuesto

por no hallar el lugar del nacimiento de la profecía, enfurecido

golpea a sus guardias y blandea su espada, luego toma por las

ropas a su mago principal, un misterioso encapuchado, cuya

figura es delgada y frágil, encorvada y asquerosa, el hombre

toma su espada y la pasa por su cuello, cortándole un poco la

piel, el mago trata de usar su magia pero no puede, -¡amo hay

algo que interfiere con mi magia y me impide ver el lugar del

nacimiento!, el rey golpea al mago y le repite de nuevo el ulti-

mátum, el emperador se encuentra preocupado quiere a como

dé lugar, encontrar el lugar y evitar que ese pequeño llegue al

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mundo, trata de usar su magia que es más poderosa que la de

sus magos, pero fracasa, se encuentra bastante débil y decide

retirarse a sus aposentos, no sin antes enviar un mensaje men-

tal al cuervo para que sea él quien busque al pequeño, apoya-

do por su hermano y un segundo mago que se encuentra en el

nuevo mundo, finalmente el emperador se retira a descansar

dejando atrás a su mago herido de muerte castigado por su

fracaso.

La ruidosa horda de aves negras llegan al fuerte, vienen a com-

pletar la orden de su amo, buscan afanosamente a un segundo

mago para que este logre hallar el lugar, peor el general rojo

sale del interior y protesta por la acción del cuervo, al tomar

atribuciones que no son las suyas, pero el cuervo pasa por su

lado sin importarle los reclamos del alto oficial, el gran cuervo

negro, cuyos ojos rojos, semejan el mismo infierno, toma al frá-

gil mago y lo lleva al interior de la barraca, sin mediar palabra

alguna, el cuervo lo toma por el cuello y le ordena usar sus

visiones y fijar pronto el lugar del nacimiento del pequeño que

aun no ha nacido, el brujo obedece pero no logra ubicar el

paradero, esta acción la hace diez veces y una vez termina una

acción, se nota el fracaso y el miedo que siente el mago ante el

gran cuervo que a cada fracaso se enfurece mas con el mago,

al último intento del mago, el cuervo le exige que ubique el lu-

gar, pero este se rehúsa al afirmar que hay algo o alguien que

está cortando su visión, un tipo de magia muy poderosa que

es más poderosa que la suya, -¡mi visión llega hasta un límite,

existe una barrera entre el elegido y yo, que me impide verlo!;

el cuervo se enoja bastante, toma su espada y la coloca sobre

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

el cuello del mago, -¡es mejor que tu magia funcione o mi espa-

da se manchara con tu sangre!.

En la selva, una fuerza extraña pero benigna empieza a actuar

entre la maraña del bosque, una fuerza mística, misteriosa y

peligrosa, que confunde a los invasores, incluso asusta al

mago del general rojo que le advierte al cuervo sobre esa peli-

grosa presencia, pero este no se inmuta; dicha fuerza protege

entre las entrañas de la manigua a los soldados animales que

huyen, esa misma fuerza protege extrañamente a una profecía

y a su elegido, de un ejército de quinientos soldados demo-

nios, tal energía enigmática y milenaria, supera el valor de diez

mil soldados imperiales logrando que ellos retrocedan y no lle-

guen a tiempo a su cometido, es como si ante ellos, una gruesa

pared de maleza y espinas se cruzara en su camino, impidiendo

su paso.

En la montaña sagrada, Saguanmachica usa la magia otorga-

da por el cielo y su creador, para entrar a una cueva, la cual se

ilumina por el paso fugaz del cometa, mil coros celestiales y mil

ángeles boreales presentan honores a la profecía, dando la

bienvenida al nacimiento divino de un ser perfecto y real, un

ser dotado de toda belleza, bondad y fuerza que romperá la

historia en dos partes, un ser especial, hi jo del viento y la tie-

rra, del agua y el fuego, hi jo sagrado de Chibchacun y quien

será el último gran cóndor, capaz de enfrentar al hombre más

poderoso del mundo; fueron varios segundos, eternos todos

ellos, para que el cometa surcara el cielo andino, segundos

necesarios para que en medio de la caverna brotara la des-

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tellante luz que envuelve al pequeño y frágil cuerpecillo de un

bebe que llora sin descanso, quien se imaginaria que ese pe-

queño ser, sería igual de poderoso al emperador y quien pen-

saría que ese pequeño bebe llorón, desataría en el futuro, los

sentimientos más puros de libertad por los suyos y su tierra;

pronto el cometa termina de cabalgar indomable sobre la gran

montaña sagrada, anunciando la llegada celestial del último

cóndor, todos sin excepción, desde los humildes animales, los

valerosos indios, los soldados diabólicos y el lejano empera-

dor ven la perfecta culminación de la profecía, no había duda

de que la predicción se había convertido en realidad, pasaron

algunos instantes y el cielo se lleno con miles de aves, venidas

de todo el mundo, guiadas por una fuerza extraña que los im-

pulso a ir a esa montaña y ver por sus propios ojos, el milagro

divino de la vida, el nacimiento de su libertador.

A pocos metros de allí, los soldados leviatanes, tratan de sor-

tear la extraña magia del monte, ello les causa bajas, pero su

descomunal fuerza diabólica sortea con frialdad las trampas

de un enemigo invisible, entonces de la tierra y el agua y fren-

te a ellos, surge un pequeño ejército de diez formas mágicas,

“Los Mohanes”, misteriosos seres encantados con la fuerza

suprema de cien hombres, su figura se camufla con la maleza

de los boscajes, ellos tienen el poder de invocar mil conjuros

que confluyen de estos lugares, entonces se desata una nue-

va batalla colosal, argumentada por la magia y la fuerza, sin

duda un encuentro bélico único en el mundo; el emperador

desde del otro lado del mundo, observa dicha escena en un

recipiente de agua, enfurecido trata de usar su magia pero no

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

es suficiente, se enoja consigo mismo, camina como loco en su

habitación y es tal su cólera que destruye todo a su alrededor,

luego se detiene y frente a la pequeña ventana de su castillo,

usa su telepatía y ordena al cuervo y a su horda, viajar lo más

pronto a la montaña sagrada, aprovechando que la fuerza de

la magia de sus enemigos es descuidada por la lucha de los

Mohanes, el emperador cae sobre su lecho, tal vez resigna-

do o enfermo por tan cruel esfuerzo mental, trata de percibir

todo en absoluto, pero sabe que mientras esté lejos, sus tro-

pas no podrán de hacer algo para asesinar al elegido.

Pronto cientos de gigantes y diabólicas aves negras cubren el

improvisado campo de batalla, donde los diablos y los Moha-

nes se enfrentan hasta la muerte; en la cueva, Saguanmachica

cubre con una manta fina de algodón el delicado cuerpo del

recién nacido, sale de allí y frente a él y para su asombro, des-

cubre que centenares de animales y aves esperan impacien-

tes conocer al pequeño cóndor, mientras tanto el cometa y su

estela llegan a su ocaso, el viejo hechicero pronuncia un pe-

queño discurso -¡Aquí está El, el elegido, el que cambiara la

historia, la vida de todos nosotros, aquí está El, el ultimo gran

cóndor, el aliento de nuestra vida y nuestra libertad!, luego lo

levanta frente a todos, el jubilo es total, una alegría efímera

pero suficiente, para ser escrita por siglos y durante toda la

eternidad, reconfortando el alma de los tristes y los derrota-

dos, tal alegría es corta, ya que es interrumpida por la horda

del cuervo que ataca a Saguanmachica, pero las aves pere-

grinas venidas de todo el mundo, en especial las águilas cal-

vas blancas y gavilanes se cruzan en su camino y se inicia una

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tercera nueva batalla en menos de una luna, dando tiempo a

Saguanmachica para huir con el recién nacido; mientras tanto

en tierra, los demonios y los Mohanes luchan cuerpo a cuerpo

en una pelea mágica, caen muchos demonios, pero ellos vuel-

ven a vivir, mas sin embargo a muchos de ellos se les acaban

las vidas pactadas y quedan inertes en el suelo de la jungla,

en la batalla épica más impactante de la historia, los demonios

también cobran la vida de los mohanes que son destruidos por

el fuego que se incrusta en medio de sus corazones; en un solo

día tres batallas únicas en el mundo, decidieron el futuro de

las nuevas generaciones y de su próximo rey; en el cielo como

en la tierra todos sin excepción lucharon con la última gota de

su sangre para proteger al elegido, el encargado de salvar a la

tierra, tres batallas que causaron muchas muertes y que trun-

co el paso de los invasores, al final los demonios derrotan a los

mohanes causando una gran devastación en el lugar, ya que

los mohanes son el alma de los bosques y las selvas, dejando

en su lugar un inmenso desierto; los soldados demonios co-

rren hacia la montaña, pero de las aguas límpidas del gran rio

madre surge un ser blanco y mágico como la luna y las estrellas

y tan poderoso como cien magos juntos, es el mohán blanco el

más poderoso ser de los bosques y rey de los mohanes, quién

con su báculo, provoca un fuerte huracán que consume a to-

dos los demonios y las aves enemigas y las arrastra lejos de

ese lugar, evitando que el bebe caiga en las manos de sus ene-

migos; en su lecho casi moribundo, el emperador se enfurece y

ordena inmediatamente alistar su barco y viajar con el resto de

su ejército al nuevo mundo.

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52

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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´ El Régimen del Terror ´

II

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54

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

-¡Luego de la conquista llega una terrible plaga que desapare-

ció pueblos y aldeas, muchos animales e indios fueron masa-

crados y otros más fueron esclavizados, sus brazos y garras

construyeron grandes ciudades pero muchos de los parias,

murieron a causa de las largas jornadas de trabajo, jamás

descansaron, casi no comían; la tiranía del emperador devas-

to bosques, selvas, lagunas, ciénagas y montañas, su afán de

construir el imperio más poderoso y de hallar los más extraor-

dinarios tesoros, obligo a que sus soldados extinguieran a

muchas especies, destruyendo la vida en el gran continente

virgen, su aliento conquistador devoro centímetro a centíme-

tro la tierra fértil para dar paso a las grandes factorías del mal,

se abrieron caminos en los antiguos bosques sagrados, se

contaminaron los aires con los humos perversos de las chime-

neas de las siderúrgicas, se talaron millones de árboles para

convertirlos en combustible para sus largas jornadas de inva-

sión, sus ejércitos y emisarios poblaron cada rincón del nuevo

mundo, usurpando a sus verdaderos dueños, las llanuras, las

selvas, los bosques, los desiertos y las nieves perpetuas, en

su paso endemoniado transformaron el paisaje, fundando a

granel ciudades, levantando grandes cuarteles militares cuyas

poderosas fortificaciones albergarían al ejército más podero-

so del universo; en su afán de conquistar, de matar y esclavizar,

los soldados destruyeron todo, solo muy pocos sobrevivieron

a la barbarie y unos pocos sobrevivientes desaparecieron de

la faz de la tierra, es como si la tierra se los hubiera tragado;

luego de la batalla de las especies y ante el fracaso de encon-

trar al pequeño elegido, el emperador llego al nuevo mundo

y fue El, quien comando la búsqueda se su adversario, pero

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cada intento suyo fue fallido y ello lo enfurecía, no dejaría pie-

dra sobre piedra, hasta hallar al pequeño y asesinarlo con sus

propias manos.

En su ingreso a las tierras extrañas del interior, parte de su

gran ejercito murió ante el indómito paisaje y el clima mal sano

de la región, otra parte de sus soldados murieron a causa del

veneno inyectado por las serpientes, arañas y chinches que

se oponían a ser invadidos; en una decisión macabra y como

decreto único, el emperador ordena a sus capitanes crear co-

mandos elites de búsqueda para hallar vivo o muerto al here-

dero de Chibchacun, tales ejércitos se desplegaron por todo

el nuevo mundo, mientras a la costa llegaban mas barcos car-

gados de provisiones y armas; La magia del emperador y las

visiones de sus magos poco funcionaban para lograr localizar

el paradero del pequeño cóndor, pero de nuevo una fuerza

extra natural desviaba la magia de los hechiceros imperiales, y

que según ellos, era como si algo o alguien se les cruzara, esto

enervaba al emperador quien ordenaba la ejecución inmediata

de sus magos, por considerarlos incapaces.

En su viaje al interior, el ejercito del emperador, capturo a un

grupo de Chibchas que fueron torturados hasta casi morir,

ante el dolor causado por el látigo mezquino del emperador,

no tuvieron más remedio que hablar de sus pueblos y tesoros

y así fue que uno de ellos “Guatavita” cacique de los “Sutás”

y guardián del portal a la “Ciudad del Dorado”, les indica un

lugar secreto más allá de las montañas del norte, en el centro

del nuevo mundo, donde existe una ciudad enorme, de tierras

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

planas, rodeada de gigantes montañas, con muchas lagunas y

ríos, de abundante fertilidad y enormes tesoros y que es con-

siderada la capital de los indios, el emperador cree ciegamente

en las palabras del indio y decide hacer suya dicha metrópoli

e instalar allí su reino; fue el mismo emperador quien dirigió

la toma de la capital india y su gran tesoro, ordeno sin juez y

causa cientos de muertes al no recibir información precisa del

lugar del tesoro.

El emperador sobre su corcel de ojos de fuego llega cerca del

santuario de Chibchacun, en lo alto de una meseta, donde

instala su centro militar y lo acondiciona con todas sus perte-

nencias que trajo del otro lado del mundo, incluyendo su harem

de exóticas mujeres e invaluables tesoros; dicho emperador,

oscuro como el mismo fondo del mar, es considerado como el

hombre más poderoso del universo, fue adiestrado hábilmente

en el arte de la guerra, la defensa y la estrategia, su fuerza y

habilidad supera a cien soldados demonios juntos, su espada

ha cobrado la vida de diez mil enemigos, su arraigada conduc-

ta militar lo llevaron a odiar la vida, a disfrutar la muerte de

sus enemigos incluso muchos de sus hombres que le sirvieron

para entrenar sus ejercicios murieron bajo su espada, y fue su

mano resolutoria, que ordeno la conquista de medio mundo sin

importar lo que hicieran sus hombres para lograrlo.

Su ejército está conformado por su guardia personal de cinco

mil soldados demonios, temibles y malvados, casi inmortales,

letales con la espada y el escudo, forjados de la tierra infértil,

poseedores de una fuerza sorprendente, deformes y mons-

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truosos, seres leales a su rey, el emperador oscuro; además de

sus demonios tenía un ejército de un millón de hombres, distri-

buidos por todo el mundo, hombres fuertes y creados para la

guerra, cubiertos con la sangre de los inocentes, dueños de

una armadura colosal e impenetrable, diestros en las armas y

obedientes al llamado de su rey.

El emperador fue más allá de las armas y utilizo la magia negra

de los más poderosos hechiceros y con el uso de ella, se ade-

lanto a sus enemigos venciéndolos fácilmente; recibió el apo-

yo del traidor cuervo y de su horda de aves negras, un cruel

asesino, vendido al mejor postor y como si esto no fuera sufi-

ciente, poseía además la enorme jauría de perros feroces, fie-

les compañeros de los guerreros que cegados por la magia de

los hechiceros, mataban con sus colmillos a otros de su misma

especie, también contaba con un regimiento enorme de cen-

tauros, una temible combinación de hombres y caballos sumer-

gidos en un hechizo maligno que asesina sin piedad, finalmente

y a la cabeza del ejercito y directo responsable ante su amo,

un malvado oficial entrenado para la guerra y delegado por el

emperador para la conquista del nuevo mundo, se trata del ge-

neral rojo, un maligno hombre poseedor de un enorme poder

tan igual al del emperador quien es además su hermano menor.

Del emperador poco se sabe, pues todo vestigio de su origen

fue borrado totalmente sobre la faz del mundo, aunque exis-

te una leyenda que habla de un par de niños huérfanos que

sobrevivieron en los fríos bosques de Asia con una manada

de lobos, logran ingresar al ejercito de un buen rey humano, su

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

sacrificio y valentía los llevo a ascender vertiginosamente en

las filas, luego de alcanzar la cúspide de la tropa real, los dos

hermanos conciertan un siniestro plan junto con otros gene-

rales para asesinar a su rey ¡la razón de su crimen es obvia, su

rey es un hombre débil y el reino es vulnerable a los enemigos!,

sin despertar sospechas en la guardia y con sus propias ma-

nos, el emperador asesino a su rey, decapitándolo y llevando

su cabeza como trofeo insigne de poder por todo el reino, días

después y vaticinando cualquier traición de sus compañeros,

asesino uno a uno a todos los generales, al poco tiempo y va-

liéndose de un poderoso ardid, se proclama emperador abso-

luto de tan insignificante reino, meses después mediante en-

gaños, conquista certeramente los reinos vecinos, su naciente

ejercito supera la capacidad militar de los antiguos reinos, que

sucumben ante el nuevo emperador, conquisto sin vacilación

muchas tierras lejanas en el viejo continente, proclamo como

suyas las nieves y el polo, y solicito como suyo el desierto y la

selva, convirtiéndose en el hombre más poderoso de esa parte

del mundo, junto a su hermano conforma un gobierno autorita-

rio, fiel complemento de su poder, pero pese a que su hermano,

fue importante en su conquista, el emperador no confía en él, y

subestima su capacidad, humillándolo delante de sus hombres.

De acuerdo a la leyenda, fue siendo un niño, que el emperador

encontró en una cueva, un extraño artefacto que lo conecto

con un demonio cruel que necesitaba escapar de su prisión

y a cambio de lograr la ayuda del pequeño, este le entrega-

ría un amplio poder y la riqueza suficiente para conquistar el

mundo, pacto con él, la vida de cien hombres juntos y la fuerza

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de doscientos mas para convertirse en un poderoso guerrero,

finalmente le dio el infante, dos mil años de vida para cumplir

su cometido, dicho pacto diabólico va mas allá del cielo y el

infierno y solo puede ser roto por alguien igual o superior a él,

cosa que no ha pasado hasta ahora, pues todo aquel que in-

tenta levantarse, es castigado ejemplarmente para que nadie

intente hacer lo mismo, antes de partir al inframundo, el diablo

le advierte sobre la aparición de una antigua profecía escrita

en miles de lenguas y que declara sin equivocación, el naci-

miento de un ser capaz de vencer al elegido del diablo, pero

para evitar que dicho vaticinio se haga realidad, es necesario

hallar a dicho ser y asesinarlo, antes que sea tarde.

De acuerdo a lo anterior y por mil años más, el emperador

busco por cielo y tierra al elegido, milímetro a milímetro escul-

co cada porción de tierra y mar, sin encontrar nada o al menos

hallar una pista que lo llevara al encuentro con ese ser y que

sin existir aun, le estaba ocasionando muchos problemas en su

propio reino, ya que sus súbditos hablaban de alguien o algo

fuera de este mundo que haría tambalear al emperador y esto

alentó a los esclavos y subyugados.

Dicho emperador se vale de artilugios y otras tretas mas,

para hallar el lugar exacto del nacimiento de su peor enemigo

pero nunca logra hacerlo, mas sin embargo, quinientos años

atrás en plena conquista del viejo mundo, captura a un viejo

tigre sabio de la india, quien confiesa bajo la tortura mortal, el

lugar de la llegada del nuevo rey, “el nuevo mundo”.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

Muchas vidas se pierden por esta predicción y muchas más

por protegerla, pero para detener la evolución de la profecía,

el emperador debe de enviar sus ejércitos al otro lado del mun-

do y llegar tan cerca como le fuera posible al lugar que relata

la profecía, para eliminar a su adversario aun no nacido y no

importaría cuántas vidas mas se perdieran en el intento, pe-

leara hasta el final por ser el único emperador y absoluto rey

del mundo.

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´ El Misterio del Elegido ´

III

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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Luego de la gran batalla de las especies y de la llegada del

emperador, las tropas humanas marcharon salvajemente, con-

quistando todo el nuevo mundo, con dicho arribo, una serie de

cambios llegaron, el surgimiento de crueles decretos y la im-

posición de leyes drásticas que condenaron sin misericordia a

todo aquel que se resistiera al imperio, pronto los anhelos de

libertad enmudecieron para siempre y un nuevo régimen del

terror implantarían los suyos.

Días antes de la llegada del emperador, Saguanmachica re-

cibe de la montaña, al elegido de la profecía, que no era más

que un diminuto y débil ser, que en su cuerpecito lleva impreso

el sello del destino del mundo, y que a simple vista, no entrega

la credibilidad suficiente a tan esperado vaticinio a todos los

que están allí y que pese a ser un pequeño cóndor que surgió

con el paso del cometa y la sangre derramada de los inocentes

y los injustos, entrega al mundo un nuevo aire de libertad.

Un pequeño pero simbólico acto, antecedió la llegada del pe-

queñín, en segundos el cielo se cubrió con millones de aves que

felices danzaban con la brisa marina por toda la montaña, pronto

todo el lugar se cubrió con muchos animales que se proclamaron

a sí mismos, como los mensajeros de la buena nueva y llevarla a

todos los rincones del mundo; no lejos de allí una segunda batalla

épica se da lugar, quinientos demonios se enfrentan a una decena

de poderosos mohanes, una batalla única de magia, poder y des-

treza, una batalla poseedora de una fuerza descomunal enviada

desde el otro lado del mar por el emperador, pero el talento del

viejo hechicero y sus amigos, logran llevar a salvo al elegido lejos

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

de las garras de los demonios y su ejército, tal escape se pago

a un gran costo, muchos murieron; mientras esta batalla se daba

lugar, en otro sitio, la voz de retirada del rey Sagipa y sus capi-

tanes era angustiosa, la derrota había cercenado la moral de las

tropas, muchos de los que trataron de huir, fueron alcanzados por

el fuego de los cañones y otros más fueron ultimados por la jauría

de los perros y los veloces corceles plateados, pero de la nada

y en un acto enorme de magia, aparece entre los sobrevivientes

junto a la entrada del bosque, la resplandeciente figura blanca

celestial de un extraño ser quien detiene de forma contundente a

los perseguidores, provocando el terror general de todos ellos y

protegiendo a los heridos, moribundos y despavoridos animales e

indios que llegan a su reino.

En la gran montaña, Saguanmachica huye con el pequeño

pero observa que el enemigo está a punto de capturarlos,

pero las aves peregrinas de todo el mundo salen al encuentro

de la horda de aves negras y se enfrentan en una batalla aérea

de grandes proporciones, mientras que en tierra, la sangre de

los místicos guerreros aumenta de caudal, muchos mohanes

mueren y muchos demonios mueren en el intento de pasar y

cuando los demonios soldados han vencido al último mohán

gris, de nuevo la figura del ser blanco, detiene con su báculo el

paso airado de los demonios, conjurando en lenguas extrañas

todas las fuerzas terrestres la fuerza de un huracán, llevando

por delante a los confundidos demonios, arrastrándolos muy

lejos de allí; en el cielo, la gran horda es repelida de forma efi-

caz por las aves, aunque esto fuera por poco tiempo pero el

suficiente para que el elegido escape.

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65

Aunque el triunfo era real y certero, el emperador no está fe-

liz, sabe que ha fallado en su propósito y debe de hallar rápido

al escogido antes de que sea tarde, su coraje condena la vida

de un importante general, quien es castigado por la espada

de su hermano en la distancia, dispone luego un gran ejercito

conformado por grandes mercenarios, demonios y seres ex-

traños para hallarlo mientras el gran grueso de su tropa im-

pondrá el orden en el nuevo mundo.

Nadie supo a donde fue el viejo hechicero con el pequeño,

la última vez que fueron vistos, cuando tomo Saguanmachi-

ca toma entre sus alas al cóndor y parte hacia el sur, acom-

pañado por varios cóndores ancianos, se rumora demasiado,

incluso se especula que murieron en el intento de atravesar

las altas cumbres nevadas, nunca jamás se supo del enviado

de Chibchacun y durante setenta largos años, la tiranía del

emperador gobernó por todo el mundo, esclavizando y subyu-

gando a todas las especies, muchas aldeas desaparecen, los

sobrevivientes buscan lugares secretos e indómitos, donde

viven como muertos en el total silencio del anonimato, en cam-

bio otro sobrevivientes como capitanes y guerreros, protegen

a toda costa su legitimidad, combatiendo a los invasores en

una guerra de guerrillas, y que pese a ser muy pocos rebeldes,

logran hacer daño al emperador.

De esta forma los indios Colimas, Muzos y Caribes, apoya-

dos por jaguares, pumas, panteras, tigrillos, osos, cóndores,

dantas entre otros, asaltan las grandes caravanas de remesas,

armas y alimentos del rey, logran poner en jaque, el funciona-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

miento del reino, llevando el caos y al desabastecimiento en

las nuevas ciudades y sus pobladores, y es cuando aparece

“Bacata” hi jo de “Nemequene”, quien en un largo viaje proce-

dente de otras tierras aprende todo lo referente de la guerra,

las armas y el enfrentamiento cuerpo a cuerpo, convirtiéndo-

se en un gran estratega militar, que junto con diez de los mejo-

res indios de cada tribu Chibcha, forma un ejército pequeño y

lo suficientemente entrenado para atacar por sorpresa a sus

enemigos, Bacata dar fuertes golpes a los viajeros imperiales,

que robo tantas armas de fuego y espadas, que el propio em-

perador teme por la seguridad de su reino y ofrece grandes

recompensas a sus soldados para capturar al cacique, incluso

ofrece el perdón a los esclavos si delatan al insurrecto, des-

ata entonces una desbandada de mercenarios y cazadores de

cabeza venidos de todo el mundo, atraídos por la recompensa

del emperador, con ellos se prolonga la era del terror. La re-

sistencia de “Bacata” es difundida a los cuatro vientos, que

otros indios y animales hacen lo mismo, forman pequeños re-

ductos de guerreros que causan daño al reino, de esta forma y

gracias al inconformismo, el pie de lucha crece en alto volumen,

despertando un extraño sentimiento de libertad.

Del enviado y sus protectores jamás se supo algo, incluso

los más allegados a Chibchacun, los Muiscas y los sacerdo-

tes de todas las especies, especulan mil versiones confusas

que señalan mil paraderos inciertos, ni siquiera el oráculo y el

emperador pueden ubicar al elegido, su paradero es un gran

misterio.

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´ Guerra de Guerrillas ´

IV

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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69

Con la llegada de “Bacata”, se da inicio a una guerra de

guerrillas que causa mucho daño al imperio y que en muchas

ocasiones colapsa su sistema financiero, de transporte y en

especial de alimentos y víveres, precisamente y tal vez por la

confianza del emperador, sus generales edifican su reino en

tierras altas de clima caliente donde pueden protegerse de

sus enemigos, pero ello no era así, pues estaban a merced de

los enemigos que conocían con detalle cada milímetro de la

región, esto obligo al rey, a redoblar su ejército y a custodiar

con más precisión la seguridad en los caminos y los alrededo-

res de sus ciudades, ya que eran objetivos predilectos de los

guerreros de los bosques, quienes fueron adiestrados con se-

veridad y rígido orden por el extraño indio, llamado Bacata,

un corpulento indígena con el alma blindada por el coraje y la

rudeza de sus antepasados, guarda en su su corazón el des-

precio por los invasores, una especie de sentimiento maligno

por todo lo que ellos hicieron y hacen en su tierra, ello lo lle-

vo a conformar un pequeño ejército que golpeo la estructura

del imperio, ataco con toda su energía las caravanas reales de

mensajerías, robando tesoros, alimentos, golpeando las escol-

tas y las guardias dándoles a ellos su justo merecido, esto cau-

so la furia del emperador quien toma medidas extremas para

exterminara al indio, pero no logra quebrar la estructura de los

rebeldes, jamás causo algún tipo de temor en el indio y por el

contrario, motivo su espíritu belicoso.

Ante el accedió de las tropas imperiales que lo encierran cada

vez más, “Bacata” idea miles de trampas diferentes para sor-

prender a sus enemigos, nunca jamás utilizo la misma trampa

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

dos veces, y esto le favoreció mucho pero pronto su enemi-

go más cercano, el general rojo, también ejecuta sus propias

trampas para acabar con las milicias; las acciones de Baca-

ta, logran bloquear el centro del reino con el puerto y el viejo

mundo, incomunicando por completo al imperio, mermando su

normal movimiento, no había duda que un pequeño grupo de

rebeldes hacía temblar al gran imperio y esto motivo a otros a

seguir su ejemplo, pronto los futuros guerreros se enlistarían

en la lucha pese a que muchos de ellos, temen a la derrota; la

voz del emperador retumbo por todo el mundo, su orden era

inevitable, ¡acabar sin importar como a los rebeldes, en espe-

cial sus soldados deben traer vivo ante él a “Bacata”, para

que él, corte su cabeza y la lleve por todo su reino, para in-

timidar a todo aquel que intente seguir su ejemplo!, para ello

aumento mucho mas la recompensa de oro y esmeraldas, la

cual fue deseada por muchos mercenarios y ejércitos privados

leales al malvado emperador, pero esto no asusto al valiente

capitán Chibcha y causo en él y en sus hombres, una especie

de euforia que los alentó a luchar con más coraje.

La guerra de guerrillas comenzó con el asalto a las caravanas

de provisiones y tesoros, fueron muchos golpes certeros,

causando muchas bajas enemigas, su estrategia fue diferente

y eficiente, despistando siempre a su enemigo, atacando siem-

pre sin vacilar y sin importar el número superior de su enemigo,

emboscándolo en todos los lugares menos inimaginables, nun-

ca prefirió un lugar en especial, tomando por sorpresa a los

guardias de las caravanas, sus hombres apostados y muy bien

camuflados como camaleones, activaban sus lanzas y flechas

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con perfecta precisión, arrollando en varios segundos el grue-

so de la infantería, no dando la oportunidad a sus enemigos

de reaccionar, este gran estratega utilizo los más impactantes

ataques sorpresas y suicidas, esto llevo a los invasores a utili-

zar nuevas rutas y mecanismos para evitar los saqueos, pero el

capitán indio atinaba con destreza toda su capacidad militar,

logrando robar mas de cien caravanas con suministros y ar-

mas, esto obligo a que el general rojo, asumiera personalmente

la operación de aniquilar a los rebeldes, entonces planeo la

trampa perfecta, la cual utilizaría pronto.

En los bosques y las selvas, pequeños grupos de simpatizan-

tes de la revolución forman cuadrillas que desean integrarse

al ejercito de Bacata, animales como los osos, los felinos, las

dantas, comadrejas, cóndores y aves rapaces, cada uno y sin

común acuerdo, actuando por su cuenta, provocan grandes

pérdidas económicas en el imperio; los jóvenes guerreros si-

guen con orgullo, cada una de las hazañas de Bacata, enton-

ces viajan lejos con la consigna de acabar con el emperador y

su régimen del terror, para ello entrenaron fuertemente para la

guerra, ya no serian los mismos que caerían inocentes ante el

ejército invasor, esta nueva raza de guerreros, eran más fuer-

tes, más osados y mas diestros en el manejo de las armas y de

la guerra.

Bacata y sus hombres son conocidos como los “fantasmas de

los bosques”, un apelativo que causaba miedo entre los sol-

dados y los oficiales del imperio, el cacique recibió el apoyo

incondicional de las aves andinas que apostadas en lugares

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

claves, daban aviso a los guerreros en tierra, quienes agaza-

pados en el monte se ocultaron con mucha facilidad de los

invasores, llevando a sus enemigos a las mortales trampas

como las fosas, cuyo fondo estaba atestado con gruesas lan-

zas afiladas, cual acero se alza al cielo, luego cubrían el hueco

con maleza, en espera de cobrar algunos incautos soldados

imperiales; otra treta utilizada por Bacata era el de colocar

un señuelo vivo para distraer a los guardias y así generar una

dispersión del ejercito y atacar en cuestión de segundos, los

flancos más vulnerables de la caravana; el indio uso armas

poco convencionales como grandes troncos cubiertos con

afiladas estacas, colgados de los árboles y amarrados por lia-

nas que eran activados al paso de los soldados, provocando

una muerte instantánea.

Aunque Bacata y sus hombres atacaron las debilidades del

ejército invasor no logro evitar que se esclavizara a miles de

indios y animales, los cuales son torturados y obligados a tra-

bajar en los profundos túneles en busca de oro, plata y esme-

raldas; en el interior de estas cárceles del infierno, murieron

familias completas que en contra de su voluntad, satisfacían la

vanidad del emperador, un arrogante rey que cubría su cuerpo

y su imperio con la sangre inocente de un tesoro maldito.

Bacata en su tristeza infinita se sumerge solitario en un bos-

que donde por catorce días con sus noches, llora sin consuelo

por todos aquellos que cautivos mueren sin jamás recibir ayu-

da por parte de su Dios o su salvador, entonces cegado por el

dolor y la ira, en un frenético pacto de sangre con la tierra que

lo vio nacer, renuncia a Chibchacun y a su salvador, y a tomar

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por sus propias manos, la justicia que su dios había olvidado.

-¡Te maldigo Chibchacun, a ti y a todos aquellos que tienden

redes de fe e ilusiones en cada uno de nosotros, renuncio a

seguirte y a seguir a tu hijo, que para mí ya no existe, porque

al igual que tu, también desapareció, igual que el cobarde que

huye de la batalla, abandonando a su fiel amigo a merced de

los lobos, te maldigo por siempre y renuncio a seguirte y a obe-

decerte, prefiero morir luchando, que vivir sumiso a la espera

de alguien que nunca vendrá!, luego de su sentida renuncia,

toma su cuchillo cuyo resplandor rompe en dos el firmamento

nocturno, se arrodilla entre las aguas del gran rio madre, luego

afianza su daga y en la palma de su mano izquierda realiza una

profunda incisión, la sangre sale por borbollones para mez-

clarse con el agua inocente del nuevo mundo -¡ por mi sangre

y por estas aguas, juro que acabare con todos aquellos que

causan mal a mi gente, lo juro por mis antepasados y por los

reyes que me antecedieron, que mi alma no descansara has-

ta ver a estos demonios lejos de mi tierra!, luego se escucha

un profundo sollozo, el Cacique se levanta y con su mirada

puesta en la luna, eleva sus manos y en su pecho sale un fuerte

grito de rabia, pronto los truenos retumban en la manigua que

alberga al valiente indio, una borrasca intensa oculta la tris-

teza ahogada en el rio, un sentimiento frio de venganza cubre

cada rincón de la jungla, la ira de un indio, sin Dios, dispuesto

a morir antes que vivir en la esclavitud, se escucha por toda la

selva.

Uno de los últimos ataques de Bacata fue inesperado, osa-

do y un total éxito, sus hombres, doscientos en total, atacan

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

la caravana que lleva los elementos personales del emperador,

quien está preparando su incursión al centro de la gran sa-

bana, por eso había enviado sus pertenencias adelante, pero

nunca se imagino que sus más aguerrido enemigo se las robara.

Fue muy de mañana luego de un eclipse de luna cuando Baca-

ta espera el arribo de los carruajes custodiados por más de

mil acorazados soldados, el cacique apoyado por las aves ra-

paces, logra frenar la caravana mediante una distracción, co-

locando a varios de sus hombres como señuelos, pronto estos

son perseguidos por un grupo de guardias, esto conmociona

la caravana, la cual es aprovechada por Bacata quien ataca

con acierto la retaguardia, otro grupo de indios ataca uno de

los flancos en una proporción de uno a diez, pero ello no in-

timida a los indios que feroces se lanzan sobre su enemigo, la

batalla dura poco, ya que la estrategia y la sorpresa es decisi-

va para el triunfo, pronto los guardias del rey huyen despavo-

ridos por entre la maleza, seguidos por las águilas que logran

detener a muchos.

Sin duda esta era la primera hazaña militar de los naturales

en contra de los invasores, la primera gran victoria que desa-

fiaba el poder del emperador y que demostraba a todos los

inocentes, que el imperio era vulnerable y que los rebeldes

podían derrotarlo si todos se unían para luchar; la noticia so-

bre el triunfo se esparció con el viento por todos los lugares

del nuevo mundo, avisando a todas las especies de que había

germinado un nuevo grupo de aliados, capaces de enfrentar

el yugo del emperador; ¡entre los objetos personales del em-

perador se encontraba todo su ajuar, coronas, armas, joyas,

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títulos, y muchas cosas más, que el malvado rey obtuvo a lo

largo de muchas campañas, esto era imperdonable para el

emperador y quería acabar con toda esta absurda guerra de

guerrillas, obligo a su hermano a dar con el paradero de sus

objetos y el indio Bacata, no sin antes advertirle, con un ul-

timátum, de que si no obtenía buenos resultados, el mismo se

encargaría de cortarle su cabeza.

En otro lugar más lejano, cerca de la selva, surge otro gue-

rrero, perteneciente a la tribu de los Chibchas y fiel a Chib-

chacun, un hombre fuerte, inteligente, sagaz, y gran guerrero,

el ultimo de su generación y criado por jaguares, de aspecto

noble y motivado por los triunfos de Bacata, conocido con

el nombre de “Tisquesusa”, hi jo del gran “cacique de Chía”, y

que se convertirá en el nuevo dolor de cabeza del emperador.

Al otro lado del continente, aparece otro guerrero, tan fuerte

como el primero, cruel y malvado, enemigo de los Chibchas,

antropófago y amante de la magia negra, su sevicia es bien co-

nocida, adiestrado para la guerra y designado por sus ante-

pasados y sus dioses, para ser el protector fiel de las esmeral-

das y las tierras que la custodian; hijo de las tribus Colimas y

Muzos, su nombre y su lanza causan terror en el nuevo mundo,

Su nombre es “Itoco, el cacique de las piedras verdes”, des-

piadado asesino y cruel guerrero, sus tierras a punto de ser

conquistadas, son protegidas a sangre y fuego por su gente,

para evitar la invasión se vale de miles de trampas colocadas

por todo su territorio, posee además un grupo numeroso de

guerreros, leales y valientes que defienden con su vida, su te-

rritorio y su legitimidad.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

Pese a que han pasado cerca de setenta años, los sobrevivien-

tes del holocausto, recuerdan con nostalgia al gran guerrero

“Sagipa, el rey cóndor”, de quien y luego de la gran batalla no

se volvió a saber nada de Él, lo mismo sucedió con “Saguan-

machica” y el elegido, su paradero fue un total misterio, la de-

serción en la fe aumento a causa de la desaparición inexplica-

ble de sus líderes, muy pocos guardaron la fe sobre la llegada

del elegido y lo que significaría este episodio para las futuras

generaciones, en cambio otros, no creyeron en la profecía y

adaptaron sus propias tesis como principio de vida para alen-

tar a su aturdido y vulnerable pueblo.

Bacata deja de atacar las caravanas y toma la decisión de

liberar a los esclavos de su tribu, sin importar el precio que

tenga que pagar por ello, con un plan definido en su mente

y la furia de mil indios en su sangre, ataca el primer complejo

minero del emperador, donde los invasores tienen más de mil

prisioneros a su merced, todos ellos trabajando en el más im-

portante centro de abastecimiento de oro del nuevo mundo;

la mina era por obvias razones, un sitio muy protegido, vigi-

lado por cientos de soldados, cañones, caballería y muchos

demonios soldados, dicho lugar se encuentra en un lugar de

difícil acceso, esto no detiene al indio quien se oculta en el

bosque, a la espera de la noche, una fuerte lluvia anuncia el

inicio del ataque, Bacata y sus guerreros aprovechan su gran

conocimiento del lugar, para ganar una buena ventaja sobre

sus enemigos; el indio ordena el asalto, entonces sus indios de

forma milimétrica abordan estratégicamente cada una de los

puestos de vigilancia, hasta llegar al centro de mando, donde

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se enfrentan cuerpo a cuerpo con un sólido bloque de solda-

dos, pese al número mayor de soldados imperiales, esta ba-

talla ya no será igual a las anteriores, ya que en esta ocasión,

existe un mano a mano claro y justo, y no era para menos, los

indios se habían armado con lo que habían robado de las ca-

ravanas, habían aprendido a manejar el arcabuz, la pólvora, y

además llevaban grandes escudos que blindaban su cuerpo,

blandieron la espada con la agilidad perfecta del experto, lo

anterior lo combinaron con la malicia de su sabiduría milena-

ria, no había duda que “Bacata” y sus hombres, son un serio

oponente a los intereses del emperador; el ataque dura poco,

muchos mueren, el plan perfecto del indio supera el numero

de los soldados, ni siquiera los inmortales demonios soldados

pueden evitar el avance de las fuerzas rebeldes que victorio-

sas liberan a su pueblo oprimido en la mina, esta misma proeza

la realizo diez veces más, todas ellas arrojan un contundente

éxito. El ejército rebelde aumenta con el paso de los días pero

aun no es digno oponente para enfrentar al emperador; lo que

no sabe “Bacata”, es que el general rojo está aguardando por

él con una dosis de su propia medicina.

Por su parte Itoco y los Colimas, luchan en las altas estriba-

ciones de la cordillera, evitando el paso de los soldados impe-

riales que siguen el rastro de las más bellas gemas, su valentía

forja una férrea barrera a las ambiciones del emperador; el co-

raje y la habilidad de sus guerreros para moverse entre el mon-

te, los hace indescifrables y peligrosos, en una decisión co-

barde, el general rojo perturbado por las continuas derrotas

envía al frente de estas expediciones a los prisioneros quien

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

los hace pasar como soldados, estos también son asesinados

sin contemplación por “Itoco”; mientras tanto Tisquesusa y

el misterioso ser blanco, que en realidad es el “gran Mohán

blanco rey de los bosques, los duendes y los mohanes” cierran

el paso conquistador del emperador en busca de la Sabana

y su gran paraíso de tesoros y oro, ellos se apostan por todo

el valle para proteger cada centímetro de la eventual invasión,

pero su resistencia es vencida y deben de retroceder mucho y

dejar el camino libre al emperador; días después “Tisquesusa”

es vencido, el Mohán blanco y los suyos actúan para evitar el

desastre, ellos provocan grandes derrumbes que detienen el

rabioso paso de las fuerzas imperiales por un corto tiempo,

el emperador estaba triunfando en su avanzada, su ejército y

su espada dio muestras grandes de poder y odio, la resisten-

cia de sus enemigos cada día perdía solidez y seria cuestión

de días para tomar como suya, la gran ciudad capital de los

“Muiscas”, y aunque el malvado rey nunca supiera hasta ese

momento, “Tisquesusa” y el “Mohán blanco” tenían una orden

precisa, proteger a toda costa, el paso único hacia el interior,

en donde “Saguanmachica” tiene oculto al elegido, (El último

Rey de las especies).

Desde lo alto de las cumbres boscosas, se divisa altiva en me-

dio de una meseta, a la gran nación “Muisca”, una admirable y

única sociedad, leal y fiel a Chibchacun, organizada y justa,

con más de un millón de habitantes, trabajadores y artistas

que con su aporte, desarrollaron una familia perfecta pero

débil, ya que ellos no eran belicosos y amantes a las armas,

alarmados por la probable invasión acude a “Tisquesusa”,

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79

quien se convierte en su primera y última defensa, es nombra-

do por los nobles como comandante máximo de la ciudad y en-

frentara al invasor sin temor a vacilar o a escapar horrorizado

por la pólvora y el hierro fundido de los cañones; este joven in-

dio, hijo de la diosa “Bachue” y el padre Sol “Zue”, de coraje

ilimitado y de fe ciega por su dios y el elegido, luchara hasta la

muerte para proteger a la ciudad y a su pequeño rey, el joven

indio se consolida como en el último bastión de protección de

una cultura perfecta pero vulnerable, dueña y protectora de

las mejores tierras, de grandes riquezas vírgenes y que aho-

ra alberga en el máximo secreto, al anhelado elegido hijo de

“Chibchacun”.

“Bacata” emprende una nueva campaña libertadora, seguro

de sí mismo y de su ejército, viaja lejos para atacar un campo

enorme de prisioneros, donde según sus vigías aéreos, han

divisado muchos esclavos que trabajan atados a pesadas ca-

denas en la fabricación de armas, el cacique ordena el avance

de sus guerreros pero en dicho lugar se fragua una horrible

artimaña para capturarlo, ideada astutamente por el general

rojo quien lo espera en el monte, lejos de saber que su ataque

será presa de una emboscada, Bacata embiste en medio de

una borrasca el lugar, pero es sorprendido por el arcabuz y las

flechas precisas, uno a uno caen sus guerreros, solo muy po-

cos llegan al campamento donde mantienen a su pueblo cauti-

vo pero en su lugar encuentra que los esclavos no son más que

centenares de soldados apostados entre las rocas, quienes

descargan toda la potencia de sus armas, las cuales impactan

el blanco perfecto, muchos indios mueren, la promesa de liber-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

tad se desvanece con la derrota, la sangre de los héroes es

absorbidas por la bota de metal rígido del cruel general rojo,

“Bacata” logra escapar con pocos sobrevivientes, pero a los

doce días de su travesía, es alcanzado por la jauría de perros,

es capturado y llevado ante el emperador, el general rojo re-

cibe su recompensa y un jugoso pago por su hazaña, mientras

que el valiente indio es torturado y puesto preso, esperando

la decisión inequívoca del emperador sobre su castigo mor-

tal; la noticia de la caída de “Bacata” desanima a todas las

especies en el nuevo mundo, todo intento de nuevos grupos

rebeldes son repelidos por el general rojo, quien cabalga vic-

torioso por las tierras que eran dominadas por “Bacata”, su

nueva orden imperial es conquistar el interior y aniquilar todo

ser viviente que se interponga, ya que dichas tierras guardan

el mejor botín del mundo entero.

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´ Siete Años de Preparación ´

V

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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Cuando “Saguanmachica” toma al pequeño y lo protege en-

tre sus alas, observa a su alrededor la inmensidad de un mun-

do maravilloso a punto de desaparecer, agarra fuertemente al

pequeño y se alza al cielo, acompañado por los doce ancianos

sabios de las tribus aliadas, dejando atrás una horrible estela

de sangre y terror; las voces de júbilo se confunden con los

gritos de la muerte, las figuras oscuras de las grandes aves

se pierden en la penumbra de la noche, dejando atrás a sus

amigos y compañeros que lucharan hasta la última gota de su

sangre por proteger al pequeño elegido; las figuras de los an-

cianos y la de un pequeño se pierden fugaces hacia tierras

desconocidas, tierras del interior, tierras extrañas para ellos;

sus alas llevan consigo el gran tesoro de las especies, una res-

ponsabilidad infinita que no puede ser vulnerada por el ene-

migo que los persigue de cerca, pero sus aliados aéreos y en

tierra, impiden que los soldados del mal logren su oscuro obje-

tivo, finamente dichas figuras difusas se pierden para siempre

en el horizonte, desde ese día y por mucho tiempo después, se

pierde todo contacto con las aves y solo siete años después,

siete años largos de dolor y desolación, aparece de nuevo el

elegido.

De acuerdo a la tradición de los indios Muiscas, el nuevo rey

debería ser preparado rigurosamente y bajo una disciplina

austera, lejos del mundo y de todo acercamiento con otros se-

res, en el interior de una cueva sagrada, para tal fin, es llevado

a una tierra lejana de clima cálido, donde solo los dioses y el

gran “Chibchacun” pueden habitarla, llamada por los nativos

como “la villa de Tena”, paraíso celestial, y portal con el mas

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

allá y el mundo de los muertos y que solo puede dar albergue

a los elegidos y portadores de la verdadera sangre del gran

dios.

Dicha cueva incrustada en el seno de la madre tierra, protege-

ría de las tentaciones y las vanidades del mundo al pequeño, el

elegido deberá pasar un tiempo largo de siete años, para reci-

bir la preparación necesaria para convertirse en rey, allí reci-

biría una severa educación bajo un régimen que no contempla

condiciones o ventajas, soportara todo el rigor y la disciplina,

una vez en la cueva, jamás probara la sal y el maíz, solo toma-

ra agua y algunas frutas secas y solo cuando cumpla los seis

años vera el sol por primera vez; sus maestros, los doce ancia-

nos y “Saguanmachica”, tendrán la misión de formar al peque-

ño y orientarlo bajo las reglas de los “Muiscas y Chibchacun”.

Fue para finales del invierno más adverso y peligroso del mun-

do, cuando el consejo de ancianos, en un rito secreto y hasta

hoy desconocido, bautiza al pequeño en las aguas de una la-

guna sagrada en el interior de la cueva, dándole al pequeño, el

nombre de “Zaquesazipa”, cuyo significado es la unión de dos

mundos, “El de los hombres y los animales”.

Luego de los seis años de su permanencia en la cueva, “Zaque-

sazipa” sale por primera vez al exterior, su sorpresa es enorme

al ser enceguecido por el candente sol de la mañana, sus pe-

queñas manos cubren sus ojos, poco a poco fue retirándolas,

hasta que pudo ver con detalle la claridad de un paisaje per-

fecto, bordeado por el resplandor del arcoíris, no podía creer

lo que veía, dio algunos pasos pero regreso a la boca del túnel,

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85

al ver muchas personas y animales frente a Él, todos le rinden

un honrado tributo, una reverencia sublime que solo un rey

merece, mira atónito a su alrededor, el viejo hechicero le toca

la espalda y le indica que camine un poco más allá, pero el ele-

gido no se mueve, entonces las risas infantiles interrumpen la

sorpresa del príncipe, su atención es enorme y maravillosa, no

entiende lo que sucede, por primera vez sus ojos, ven a otros

pequeños, igual a él, que ríen y juegan libres sin supervisión,

“Zaquesazipa” camina hacia ellos, pero el viejo hechicero gri-

ta enfadado para callar a los pequeños -¡Silencio!, los niños

callan y se miran entre sí y vuelven a reír, de nuevo les ordena

hacer silencio y un viejo anciano oso, los obliga a arrodillarse y

venerar al pequeño rey, ¡vaya sorpresa, tanto para ellos como

para el predestinado, el pequeño “Zaquesazipa” se acerca

tanto a los niños que él se arrodilla junto a ellos, los mira más

de cerca y les toca su rostro, entonces se levanta y regresa

hasta donde esta “Saguanmachica”!.

Dichos pequeños vienen de muchas tribus y familias de anima-

les y que en un futuro próximo se convertirán en “caciques” y

“usaques” y que al igual que el pequeño cóndor, deberán ser

preparados durante siete años en la “villa de Tena”, para que

asuman con responsabilidad el destino de sus pueblos y unir

sus pueblos junto al pequeño rey y romper las cadenas de la

maldad, todos ellos deberán conformar “la gran alianza” que

buscara derrotar al emperador. Los pequeños regresan a sus

juegos pese a las reclamaciones del hechicero, que exige res-

peto por el príncipe, pero el elegido se une a la travesura y

corre juguetón con los demás chiquitines, allí ríe y comparte la

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

edad infantil de su alma y aprende a reconocerlos y a confiar

en ellos, ellos son, “Usme” el pequeño jaguar negro, “Cajica”

el indio de tez blanca, “Yacopi” el oso de anteojos, y “Chinga-

za” el cóndor guerrero e hijo de “Sagipa”, ellos serán a partir

de ese momento, sus compañeros en su última fase de prepara-

ción y quienes además se convertirían, junto con otros héroes

y capitanes, en los gestores de la libertad del nuevo mundo.

Esa noche y en el más completo silencio, arriba el gran “Tis-

quesusa”, protector de la sabana y guardián hasta su muerte

de la seguridad del pequeño hasta que este tenga la suficien-

te edad para enfrentar su suerte; en el más profundo respeto,

“Saguanmachica” hace seguir al indio al interior de la cueva,

donde se encuentra el pequeño príncipe, la reacción del gue-

rrero no se hace esperar, corre hacia él, se arrodilla y luego lo

abraza -¡creí que jamás podría ver al hi jo de “Chibchacun”!;

el viejo hechicero trata de separar al indio, pero el pequeño

se aferra con un gran abrazo, -¡sabia que la profecía era ver-

dad!; exclama el indio, -¡alabado seas por siempre gran “Chib-

chacun”!, el pequeño lo mira de nuevo y el joven guerrero le

dice, -¡mi arco y mi flecha son tuyas, solo ordéname que debo

hacer y de inmediato lo hare!, el pequeño que fue curtido en

la soledad y la oscuridad le contesta como el viejo más sabio

de todos, -¡aun no es el momento!, “Saguanmachica” retira el

niño del lugar, con el pretexto de que el necesita descansar,

así exista otro motivo para sacar al niño de ese lugar, ya que ni

el mismo hechicero sabe que el pequeño ha llegado a un punto

muy alto en su formación que pronto buscara la independen-

cia de sus maestros.

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87

Esa misma noche, los Chibchas realizan una ceremonia en

agradecimiento a “Chibchacun” por favorecer la suerte del

pequeño en los seis años de su aislamiento; una nutrida y

festiva celebración ataviada de flores multicolores, adornos

exquisitos, serpentinas brillantes, música alegre de flauta y

tambor y un coro celestial de mil y una indias vírgenes, ade-

más de abundante comida exótica y natural, chicha y agua de

frutas, mazamorra y arepas de maíz con sal, todo un banquete

especial para un ser celestial, los asistentes e invitados llegan

con sus mejores atuendos, hermosas mantas tejidas con el

más fino algodón, con diseños geométricos perfectos, por-

tan además joyas de formas sencillas pero macizas en oro y

esmeralda, llevan sobre sus cabezas, magníficas coronas con

plumas de aves y flores increíbles que solo los indios conocen;

la aldea completa y los alrededores presentan un hermoso

ambiente cultural, las chozas y las callecitas están adornadas

con guirnaldas de colores y campanillas de oro que al ser aca-

riciadas por el viento, regocijan con su música todo el lugar,

anunciando que “Chibchacun” está feliz, son muchos los in-

vitados, procedentes de muchos lugares y pertenecientes a

muchas familias legendarias que se creían extintas por la inva-

sión del imperio, y aunque sobrevivieron a la espada fétida de

la muerte, la recuperación de su pueblo es lenta.

En medio de la celebración llega una gran comitiva, encabe-

zada por “Sagipa”, el rey de los cóndores y de quien se creía,

había muerto en la batalla, su rostro y su cuerpo reflejan las

huellas marcadas por el acero y el plomo de las armas extran-

jeras, su visita es fugaz, solo el impulso desbocado de su co-

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88

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

razón lo impulsa a ver con sus propios ojos al elegido, esa fe

ciega y única e imparable que lo lleva a seguir al pequeño en

esta nueva etapa de su pueblo.

El gran rey es recibido con un acto solemne, luego es presen-

tado frente al elegido, quien se sorprende al verlo, los dos

cóndores se observan de arriba abajo, luego en el más cor-

dial respeto el elegido le pregunta al monarca -¡he escuchado

tus grandes hazañas y como arriesgaste tu vida por mí, y te

lo agradezco, gran “Sagipa” rey de los cóndores y de la cos-

ta y la sierra!, -¡gracias mi señor!, “Sagipa” se arrodilla ante

el pequeño, -¡gran “Sagipa”, cuéntame un poco mas de tus

proezas!, el pequeño invita al rey a pasear por la aldea, donde

el rey le cuenta historias infinitas de valor de su pueblo y sus

guerreros; al cabo de un rato y luego de un ameno dialogo, el

pequeño es de nuevo internado en la cueva, donde los ancia-

nos lo vestirán con túnicas blancas y le impondrán los braza-

letes, pectorales y la corona que lo distingue como un noble

príncipe.

Los tambores anuncian el inicio de la fiesta, de la cueva sale,

“Saguanmachica” adornado con flores y plumas, viste una

túnica dorada que lo identifica como el máximo hechicero del

nuevo mundo, es seguido por los ancianos del consejo, osos

de anteojos, jaguares, dantas, tigrillos, faras, cóndores, arma-

dillos, cusumbos y venidos del norte, los grandes pumas y los

osos pardos, todos ellos vestidos con túnicas azules que los

identifica como los más sabios del mundo y detrás de ellos, y

seguido por hermosas doncellas indígenas, el gran elegido en

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89

su primera aparición ante el mundo; el gran fuego se enciende,

sus llamas dejan ver la alegría del pueblo pero también presen-

ta un oscuro panorama, cubierto de sangre y muerte, el cual

deberá desde ahora ser afrontado por el pequeño príncipe.

“Saguanmachica” haciendo uso de sus poderes mágicos,

apunta su báculo hacia un frondoso árbol de eucalipto, pro-

nunciando palabras místicas, luego golpea su bastón contra el

piso, el árbol se prende en llamas, esto provoca pánico entre

los espectadores, luego la magia transforma el fuego y el ár-

bol en una sola gran imagen estelar que cobra vida, nadie pue-

de creer lo que ve, todos quedan congelados, conmovidos por

lo que están viendo, la figura extraterrestre se mueve un poco

hacia la multitud, pero la muchedumbre se asusta y retrocede

bastante de sus lugares, -¡no teman hijos míos, soy yo, “Chib-

chacun” y he regresado de nuevo!, los allí presentes quedan

perplejos, tal vez confundidos por el pánico que produce las

llamas y un ser desconocido; atónitos tratan de buscar res-

puestas, solo se escuchan preguntas sin respuestas, la mayo-

ría de ellas son murmullos que no son entendibles, -¡no teman,

estoy aquí y permaneceré por siempre con ustedes, “hoy re-

grese para entregarles mi mayor tesoro, mi hi jo!; “Saguanma-

chica” toma al pequeño y lo lleva hacia “Chibchacun”, donde

el extraño ser declara, -¡él es mi hi jo y ustedes también, no lo

abandonen y jamás El, los abandonara!; la magia termina con

una fuerte implosión de luz que Cega a todos en la aldea, lue-

go abren sus ojos y la sorpresa es general, cuando ven que el

árbol está intacto sin ninguna hoja rota, y que frente a este,

se encuentra hincado el pequeño cóndor observando la par-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

te alta del árbol; los abrazos y las frases de alegría no se ha-

cen esperar, los tambores anuncian el regocijo, la gran fiesta

da lugar, y no es para menos, pero las especies y los indios

vuelven a creer en una esperanza muerta, todos sin excepción

preparan el gran banquete, los comensales no paran de comer

y de sonreír, no hay duda, que ese es el mejor día de sus vidas

después del desastre.

Luego de la ceremonia, “Sagipa” y “Tisquesusa” son lleva-

dos ante el pequeño “Zaquesazipa”, allí en secreto dialogan

por espacio de varias horas, al final del día, cada uno de ellos

sale con una misión especial ordenada por el pequeño prínci-

pe y la cual debe ser cumplida a cabalidad para dar inicio a la

campaña libertadora, ambos guerreros reflejan en sus ojos, la

motivación especial que solo un ser supremo les puede dar;

ambos salen de la cueva, estrechando sus manos y luego dan-

do un cálido abrazo de despedida, cada uno toma un cami-

no diferente, embarcándose en destinos distantes y dejando

atrás, a un pequeño ser que les ha devuelto la motivación por

recuperar su tierra y aunque eso les genera temor, saben que

“Zaquesazipa” estará bien, asimismo saben que si cada uno de

ellos, cumple sus ordenes, el pequeño sobrevivirá y su pueblo

también.

El pequeño permanece en la cueva por espacio de doce me-

ses mas y luego es llevado cerca, a otro lugar recóndito, donde

convergen las más maravillosas montañas que dan albergue a

la más preciosa laguna de color verde, y será a partir de ese

momento y durante diez años más, su nuevo lugar de apren-

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dizaje en esta nueva faceta de su crecimiento, allí aprenderá

todo sobre la milicia y la guerra, el manejo de las armas y las

estrategias, sus maestros serán únicamente dos aguerridos

sobrevivientes de la primera batalla y que conocen de cer-

ca los movimientos de las tropas del emperador, “Tenjo” y

“Tabio”, delegados por los ancianos, capitanes y hermanos,

pertenecientes a los “Chibchas” y que pese haber sufrido la

derrota, aprendieron todos los movimientos de sus enemigos,

ellos prepararan cerca de trescientos pequeños de todas las

especies y que fueron escogidos por el oráculo y su sabio de-

signio, recibirán de los capitanes, toda la educación necesaria

para protegerse en la guerra, su preparación será exigente y

no perdonara el retraso, ya que ellos son la última esperanza

de su pueblo.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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´ Los Juegos Infantiles y la Guerra suicida de

las especies ´

VI

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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-¡Las risas lisonjeras de los pequeños animan el callado valle,

sus juegos inocentes y la ternura que ellos dan, hacen que el

viejo “Saguanmachica” sonría por primera vez después de mu-

cho tiempo; los cuatro pequeños caciques y el príncipe apro-

vechan un momento de descanso para jugar a ser héroes, unos

desean ser “Tisquesusa” y otros sueñan con ser “Sagipa” y

otro más quiere ser “Bacata”, armados con ramas de café que

usan como espadas, luchan contra seres imaginarios como el

emperador, todos y en común acuerdo anhelan acabar a su

enemigo en esta justa infantil, no importa quién sea el líder,

todos quieren enfrentar al emperador, pero surge en ellos la

rivalidad, ya que todos quieren terminar con el imperio y no

permiten que sus compañeros de juego se lleven la gloria, se

genera una riña alocada y muy infantil, todos contra todos,

incluso el pequeño “Zaquesazipa” se enfrasca en un lio de

puños y malas palabras, pronto el viejo hechicero se levanta

enojado y corre a separar a los pequeños, los empuja a todos

y los reprende fuertemente, les impone un severo castigo, en-

viándolos a todos cinco a la cueva de las almas en pena, duran-

te siete días y donde solo habitan los muertos no reconocidos

por sus familias y tribus, una vez cumplida la sanción, deberán

de ayudar en la construcción de una gran muralla para prote-

ger a la aldea.

Terminado el castigo, “Tenjo” lleva a todos los estudiantes a

un bosque cercano para que aprendan a convivir con la natu-

raleza, utilizando para su propio beneficio cada elemento que

tienen las plantas y que serán vitales para su supervivencia;

los prepara duramente para que puedan mantenerse con lo

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

que los rodea y les advierte que para el fin de su preparación,

será en los más peligrosos bosques de la muerte, donde debe-

rán poner en práctica todo lo aprendido.

Por su parte “Tabio”, les enseña todo lo relacionado con el ma-

nejo de las armas y las estrategias, los capacita en la fabrica-

ción de armas con lo mas rudimentario e inútil que tienen a su

alrededor, les promete que muy pronto aprenderán el manejo

de las armas de los blancos, esto emociona a los pequeños

guerreros que desde ya sueñan con ellas, asumen como pro-

pias de su cultura dichas armas, el maestro les dice que la for-

taleza de los invasores esta en el manejo adecuado de sus ar-

mas, por ello es necesario aprender a usarlas correctamente;

por su parte “Saguanmachica”, enseña algunos trucos para

llamar ciertas fuerzas del universo y de la naturaleza en caso

de peligro; dichos estudiantes reciben una completa y surtida

gama de instrucciones que los preparara para proteger a su

pueblo, muy pronto estos infantes se convertirán en futuros

líderes y capitanes del nuevo mundo.

En el puerto llegan más barcos y más hombres, su destino es

el interior, mientras que a muchas leguas de allí, el emperador

reúne a sus generales para impartir nuevas y espeluznantes

ordenes, una de ellas, es trasladar con urgencia del cuartel del

general rojo a su castillo, al cacique “Bacata”, presiente su es-

cape, y no quiere dar oportunidad a que huya y será el mismo,

quien le de muerte y colgar su cabeza en lo más alto de una

asta, para que sea vista por todo el mundo, en señal de castigo

y evitar así mas actos rebeldes.

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En otro lugar, “Itoco” continua repeliendo a los invasores que

quieren apoderarse de sus minas, con éxito logra ahuyentar a

los conquistadores en una guerra que no le ha dado tregua ni

descanso a su pueblo.

“Tisquesusa” escoge a treinta de sus mejores hombres y em-

prende un peligroso viaje, obedeciendo las primeras ordenes

del pequeño, lleva consigo muchas armas, la mayoría modifi-

cadas para atravesar el estaño de las armaduras, lleva tam-

bién arcabuces y otros elementos que les fueron quitados

varios años atrás a los despojos mortales de los invasores en

la primera gran batalla; por su parte “Sagipa”, con varios de

sus soldados y por orden del pequeño, recorre todo el nuevo

mundo en busca de las grandes tribus y clanes de animales,

su misión es vital y debe de apurarle antes que el emperador

rompa la férrea resistencia de “Tisquesusa”.

El general rojo dirige personalmente la operación de llevar al

rebelde “Bacata”, no quiere sorpresas, es vital para él y para

su hermano que el rebelde sea llevado a recibir la sentencia y

con ella desmoronar todo intento de sublevación.

En el rudimentario salón de clases, los pequeños estudiantes

reciben cien cátedras, muchas de ellas son lecciones de su-

pervivencia y defensa, pero también reciben clases de amis-

tad, compañerismo y lealtad, al final de cada cátedra, toman

un receso que es aprovechado por los infantes para jugar y

compartir algún alimento, estrechado cada vez más, sus lazos

de amistad, la confianza crece cada vez más entre ellos, dejan-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

do atrás su rivalidad, aunque en ocasiones los chiquillos se en-

frasquen en discusiones, que pronto solucionan sin necesidad

de la intervención de sus maestros.

Luego de una relativa calma de algunas semanas, donde el em-

perador ceso aparentemente el paso conquistador, el pequeño

cóndor desaparece por espacio de trece días, esto provoca una

total emergencia en la villa, “Saguanmachica” y sus hombres lo

buscan con desespero, temen que haya sido capturado o peor

aún, asesinado; el hechicero despliega una búsqueda intensa

por todo el lugar, envía varios escuadrones a buscarlo, pero

no recibe noticia alguna sobre el pequeño, entonces y como

última alternativa, el viejo mago consulta el oráculo pero este y

por primera vez, hace silencio y esto lo preocupa, no sabe qué

hacer, todo intento de hallar al pequeño es infructuoso, hasta

algunos ancianos lo declaran muerto y esto genera desilusión

en el pueblo, pero un ave mensajera enviada desde un lugar

secreto, lleva noticias alentadoras, el príncipe se encuentra

bien, sano y salvo, aunque esto reconforta al viejo hechicero,

este se encuentra enojado con el pequeño por su irrespon-

sable actitud; esa misma noche, un grupo de indios vestidos

con túnicas azules llega a la aldea, llevan con ellos al pequeño

príncipe, “Saguanmachica” no puede creer lo que está viendo,

sus peores enemigos, la tribu de los “Panches” eternos rivales

y asesinos de los cóndores y de los “chibchas”, custodian al

cóndor, “Saguanmachica” teme lo peor, pero ellos desmienten

su fatal pensamiento, al rendirle tributo y reverencia al peque-

ño rey; cerca al hechicero, los “panches” le hacen un camino de

honor y allí en medio de ellos, surge imponente el elegido quien

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lleva puesto una túnica azul, esto sorprende al mago pero in-

digna al consejo de ancianos, rechazan totalmente esa acción

y deciden retirarse pero el viejo los detiene con una expresiva

señal y estos se quedan, luego los panches se arrodillan ante

la presencia del pequeño, los viejos se encuentran perplejos y

aunque es clara la imagen, aun no comprenden lo que está pa-

sando, el pequeño se detiene frente a los ancianos y les dice,

-¡hay cosas que debo asumir personalmente, y hoy es uno de

esos días, y para “Chibchacun”, mi padre, todos los seres vivos

son iguales y tan importantes como cualquiera que le sigue y le

adora, para él y para mi, todos son iguales y en estos difíciles

momentos el sumar más lanzas, es vital para nuestra libertad!,

luego el pequeño se dirige hacia los “Panches”, allí les toca la

cabeza a cada uno de ellos y les pide que se levanten, -¡amigos

míos, gracias por su hospitalidad, aprendí mucho de ustedes

y hoy puedo declarar que nunca los olvidare!, los Panches se

encuentran felices y seguros de su nuevo amigo, finalmente el

pequeño rey declara solemne -¡no se preocupen mis amigos,

ustedes son una raza fuerte y resistirán, solo les pido que man-

tengan la fuerza de su corazón y aguanten lo que más puedan,

que yo los llamare para el momento justo que ya está predes-

tinado en el gran libro de Chibchacun, ustedes for jaran junto

con mi pueblo, el camino a la libertad!, luego de las palabras y

de la adhesión de los Panches, estos regresan a su territorio;

el viejo cóndor recrimina severamente al pequeño por su irres-

ponsable desaparición, pero el pequeño le exclama -¡no debes

de preocuparte hechicero por absurdas tonterías, hay cosas

de mi padre, que solo yo puedo resolver!; esto silencia al viejo

cóndor y tranquiliza al consejo.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

En la última noche del invierno, cerca de la media noche y

aprovechando la tormenta eléctrica, “Tisquesusa” y sus hom-

bres se apostan alrededor de un fuerte imperial, a la espera

de una buena oportunidad para ingresar al castillo, la lluvia

arrecia y esto hace que los vigías se resguarden, dejando des-

cubiertos varios accesos, esto es aprovechado por el guerre-

ro indio quien rápidamente y en cuestión de milésimas entra a

el lugar sin ser sorprendidos, ingresan rápidamente al interior

de la edificación, buscan las celdas, donde con éxito y sin cau-

sar ruido, sacan al cacique “Bacata” quien se encuentra dor-

mido, este trata de resistirse pero “Tisquesusa” en su lengua

nativa tranquiliza a “Bacata”, rápidamente salen de allí pero

dos guardias se cruzan con los indios y se forma un combate,

ágilmente son reducidos y llevados dentro de la celda que era

ocupada por Bacata, salen de allí, sin despertar la mas mínima

sospecha, llevando consigo al rebelde que coloco en jaque a

las caravanas del emperador.

Dos horas después, una gran caravana militar llega al fuerte,

las tropas acantonadas y su capitán aun no se han dado cuen-

ta del gran escape, abren la pesada puerta para que ingrese

el general y la caballería, los guardias reciben al oficial, ofre-

ciendo un acto protocolario, este es ignorado por el general

quien se dirige directamente a donde el oficial a cargo -¡donde

está el prisionero!, pregunta -¡en las barracas señor, está bien

vigilado señor!, contesta el hombre; el general y su escolta

caminan hacia los calabozos pero se lleva una gran sorpresa,

encuentra en lugar del rebelde a los dos guardias amarrados,

el general se aferra a los barrotes de la celda -¡en donde está

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el indio!, -¡estaba aquí señor!, la indignación del general crece

y arremete contra el capitán, -¡que paso capitán con el prisio-

nero!, -¡ no lo sé señor, el estaba aquí señor!, el general rojo

sale de los barracas, montando su caballo blanco, antes de

partir, le entrega a su segundo al mando, su letal arcabuz, este

lo toma, lo carga y lo apunta en la humanidad del oficial -¡vivo o

muerto, quiero a ese indio antes de la media noche, a todos los

que están aquí, pagaran con su vida!, el capitán quien luego de

escuchar al general, teme por su vida, trata de tomar un segun-

do aire, pero el plomo envenenado por la venganza del general

atraviesa su corazón -¡escuchen bien, yo no admito errores, y

los errores se pagan caro, encuentren al indio y llévenlo ante

mí!, el general bastante furioso sale del castillo a todo galope,

a buscar al rebelde, sabe bien que su hermano no le perdonara

este grave incidente.

“Bacata” y “Tisquesusa”, huyen por varios días sin descan-

sar por las montañas, cuando creen que habían dejado atrás

el peligro o intento de persecución, descansan y preparan un

campamento para dormir temporalmente y reanudar su viaje

a la mañana siguiente, pero un grupo numeroso de hombres

camuflados por la noche y la vegetación, les apunta con sus

flechas, “Tisquesusa” y sus hombres quedan a merced de los

siniestros seres, “Bacata” reacciona pero la punta acerada

de una lanza lo detiene, -¡alto, no traten de hacer algo, o lo pa-

garan caro!, dice la voz grave de la misteriosa figura quien sale

de la oscuridad, dejando ver su identidad, un leve lastro de la

luna, refleja el rostro del hombre, “Bacata” se sorprende, y

no puede creer lo que está viendo, se trata de su archirrival y

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

enemigo, “Itoco”, cuyo aspecto tosco no refleja sino muerte y

violencia, este ordena atar a los “Chibchas”, y llevarlos hacia

la aldea, -¡ya veré que hago con ellos!, pronuncia el indio “Co-

lima”.

Los vigías de la sabana detectan el paso de la horda de cuer-

vos y los demonios soldados, los cuales buscan al elegido,

pero su paso es truncado por el heroísmo de valientes anima-

les e indios, esto ha sido de gran ayuda para la nueva resisten-

cia, pero el avance de los demonios y el ejército imperial jamás

se detiene, y devora todo lo que hay a su alrededor, pese a la

férrea resistencia, su enemigo avanza unos metros más cada

día hacia el interior. “Saguanmachica” es avisado por una

águila, quien le advierte sobre la cercanía de las tropas a la

Sabana, de inmediato ordena a sus soldados y aliados, mar-

char a su encuentro y enfrentar a su enemigo y no dar tiempo

de llegar al pequeño. “Tenjo” y “Tabio”, preparan todo para

viajar a la llanura, donde existe un lugar seguro para ocultar al

príncipe, de esta manera y con la noche como su mejor aliado,

viajan presurosos en lo que se denomino como la gran travesía

por tierras extrañas, que ni los “Chibchas”, ni los cóndores

conocen, es un total desafío, donde todos los pequeños y el

príncipe deben de huir; “Saguanmachica” refleja de nuevo su

preocupación por la noticia de la invasión y no puede hacer

nada para detener la tormenta que rematara el paraíso y el

nido del gran cóndor, dicha preocupación es interrumpida por

el viento azufrado que anuncia la llegada de la horda del cuer-

vo, un grupo de águilas salen a su paso, pero son vencidas

de inmediato, una de las águilas llega a donde el hechicero,

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-¡no logramos detener las aves negras, ya vienen hacia acá!,

“Saguanmachica”, levanta su báculo, pronuncia varias pala-

bras y de nuevo golpea el piso, el cielo se sacude, se cubre

todo el infinito con pesadas nubes negras, las cuales todas en

perfecta sincronización, estallan provocando una fuerte llu-

via de granizo y niebla, sórdidos y peligrosos rayos retumban

por espacio de tres días, obligando a que el cuervo y la horda,

desistan de entrar a la sabana y regresen de nuevo a su cam-

pamento, el mago obtiene tiempo suficiente para huir con los

pequeños hacia la llanura, y aunque logran escapar, su para-

dero de nuevo es incierto, y por segunda ocasión, el príncipe

desaparece, pero en esta ocasión todo será diferente.

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´ El Emperador Conquista el Interior ´

VII

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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El general rojo es castigado severamente por su hermano, al

permitir el escape del indio Bacata, antes de enviarlo a las

barracas decide azotarlo cien veces cada día durante trece

noches, en frente de sus hombres y altos oficiales, una vez

terminada la tortura, lo humilla y lo maldice cien veces más, fi-

nalmente lo envía a una celda, sin agua, sin alimento y sin luz y

colgado de pies y manos durante treinta días, una vez termina-

do el castigo tendrá una segunda y última oportunidad para

capturar a Bacata.

En el pasado el general rojo, trato de ser un guerrero leal con

su rey pero su hermano lo llevo por el mal camino, obligándolo

a ser un cruel asesino dispuesto a morir por él; pese a ser el

mayor de los dos, fue siempre subordinado y repulsado por su

hermano menor, acepto en silencio sus decisiones y soporto

con dolor, las humillaciones que le hacia su hermano, todo esto

lo hacía por su hermano, así este solo buscara demostrar su

poder a él y a los demás súbditos que lo siguen; en el nuevo

mundo como en el viejo, el general rojo soporto en su espíritu,

el vano orgullo de su hermano, aguantando en su alma, la voz

de protesta y atropello que este hacia con él.

En una decisión arriesgada, el emperador ordena a todas

sus tropas marchar al interior y conquistar la tierra sagrada

de los Chibchas, la gran Sabana, dejando atrás las ciudades

recién fundadas y un reino en el viejo mundo abandonado y

sin protección a merced de posibles ataques de sus enemigos,

para lograr tal cometido, deberá de sortear el paisaje hostil y

enfrentar a los pocos rebeldes que protegen este territorio,

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

esta decisión de última hora, obliga a que los puertos maríti-

mos queden prácticamente solos interrumpe indefinidamen -

te las caravanas que transportan los víveres por temor a que

“Bacata” los saquee, pero el emperador no prevé que al dejar

todas sus tropas en el interior y limitando la comunicación con

la costa dejara a sus tropas sin provisiones necesarias para

sobrevivir; la locura del rey crece tanto que sus oficiales y su

mismo hermano se encuentran desconcertados, solo quiere

conquistar el interior y que a diferencia de otros lugares en

el mundo, este le estaba tomando bastante tiempo y no era

bueno para él y su gran fama de conquistador implacable.

El emperador lleva algunas de sus pertenencias en su ingre-

so al interior que para su fortuna, no alcanzaron a ser hurta-

das por la milicia indígena, su imponencia y temperamento lo

llevaron a ser odiado, admirado y temido por sus hombres, y

pese a la conquista del nuevo mundo, se caracterizo por ser

un hombre excéntrico y derrochador compulsivo, se daba mu-

chos lujos fastuosos pese a las necesidades de su ejército,

consumía solitario exquisitos y enormes banquetes, consumió

exageradas cantidades de vino, mientras muchos de sus hom-

bres pasaron hambre y sed terribles, como si fuera poco, su

vanidad fue atendida por más de cien meseros y treinta coci-

neros y cerca de doscientos sirvientes que no daban abasto

a las solicitudes de su amo, se llamo así, un hombre perfecto

y dios de todo lo conquistado y por obtener estos títulos, te-

nía derecho a vivir en exceso la buena vida, ante esto, nadie

protesto en absoluto y pese a que las tropas pasaban necesi-

dades, todos aguantaron en silencio, mientras observaban los

increíbles festines del rey, incluso los altos oficiales callaron,

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temían ser castigados al intentar pedir comida y agua para sus

hombres, la oscura figura del emperador los acobardo impi-

diendo acceder a sus derechos, de lo contrario podrían ser

juzgados como traidores y ser colgados sin justicia alguna.

Pese a sus extravagancias, el emperador era un gran guerrero,

el mejor del mundo entero, intrépido y peligroso, fuerte y dies-

tro en las armas y las artimañas, su habilidad le garantizaba

una gran ventaja ante el rival; en sus viajes y conquistas pro-

clamo a los cuatro vientos ser dios absoluto de la tierra, el mar

y el aire, pese a la profecía que lo mantenía preocupado, ma-

nifestó a sus hombres, no temer al elegido, y sería el misma con

sus manos, acabar con esa quimera absurda que confunde a

sus tropas y su basto reino, pero en el fondo sabia El, que el

pequeño príncipe seria un verdadero problema, recuerda con

más detalle las palabras del diablo que le advierten sobre el

peligro del príncipe, debe encontrarlo rápido y asesinarlo, y

mantener la fe de sus hombres en El, pero cada intento suyo

por encontrarlo es infructuoso, esto le produce ira y se obse-

sionaba cada vez más con el pequeño, ordena capturar a todo

nativo y animal y asesinarlo frente a su familia y amigos, para

que estos confiesen el lugar en donde se encuentra el cóndor,

muchos callan y mueren bajo su espada, otros declaran versio-

nes falsas para no sr asesinados, pero sus hombres no logran

encontrar una mínima pista sobre el paradero de su enemigo,

se indispone cada vez más, al recibir noticias negativas de las

tropas, trae al nuevo mundo todo tipo de delincuentes, de-

monios y hechiceros para que hallen al enviado, pero sufren

la misma suerte; desesperado por su suerte, arrasa con todo

en el interior, -¡no dejen sobrevivientes, los quiero muertos a

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

todos, pequeños, grandes niños y ancianos, a todos los quie-

ro muertos!, -¡el tendrá que venir a mí, no soportara ver a su

pueblo morir cada día!, ¡el vendrá a mí, y cuando este en el filo

de mi espada, le cortare la cabeza!, exclama el malvado rey,

mientras sus hombres pasan al cadalso a miles de animales e

indios para ser asesinados.

-¡mi señor para lograr su cometido deberá de encontrar la sa-

bana y los grandes tesoros y solo llegando a ellos podrá en-

contrar a “Zaquesazipa”! le afirma un oficial, entonces ordena

entrar a la sabana sin importar la resistencia de los indios, más

de cien mil soldados rompen la defensa de Tisquesusa y los

aliados, los habitantes de la gran ciudad huyen horrorizados

a los bosques, finalmente el mismo emperador destroza la úl -

tima línea aliada a la entrada de la colosal urbe, ya no había

nada que hacer, la ciudad y la Sabana fueron tomadas por

el emperador, no queda más remedio que huir muy lejos fuera

del alcance de los soldados imperiales y la clarividencia de los

hechiceros.

Por fin y luego de muchos años, de intentos adversos y cientos

de fracasos, el emperador conquista la Sabana, la extensa y

fértil tierra de “Chibchacun”, que alberga todo tipo de fauna

y flora, tan abundante y especial, que el emperador se tran-

quiliza ante la escasez de alimento de sus tropas, ya que no

tendrá necesidad de traer alimentos y víveres al otro lado del

mundo. La conquista de la Sabana, se convierte en su mayor

éxito militar, sin enemigos que combatir, con muchos esclavos

que le servirán sin oponerse y con un absoluto poder que lo

declara un ser divino, decide edificar su imperio en la ciudad

indígena, deja a la deriva en el viejo mundo gran parte de su

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reino por ocuparse del nuevo territorio, de acuerdo a lo que

su oficial, ordena incendiar la ciudad y a los indios capturados

los decapita, sus cabezas ruedan por todo el nuevo mundo,

esta acción terrible obligara a que el príncipe salga de su es-

condite y enfrente su ejército y evitar más muertes de inocen-

tes

La entrada del emperador fue por el norte de la Sabana,

luego de atravesar la cordillera, divisa orgulloso la gran pla-

nicie, verde y hermosa, extensa y única, con suficiente agua

transportada por riachuelos, lagunas, humedales, su paisa-

je es surcado en su totalidad por un gran rio, el rio “Funza”,

nombre que le fue dado a esta fuente de agua por el mismo

“Chibchacun”, en homenaje a los indios agricultores que vi-

ven en sus orillas; el emperador extasiado cabalga soberano

sobre su corcel negro, orgulloso de su victoria y de su nueva

adquisición, se detiene por un momento en la cima de una pe-

queña meseta, donde exhala el aire puro de la nueva tierra,

concentra su mirada al centro de esta e idealiza en ese lugar,

el ambicioso croquis de una ciudad de oro, la que tanto desea

y que por fin, frente a él, se erigirá sublime, sus tropas avanzan

rápido son sobrepasados por la caballería y la jauría de pe-

rros que neutralizaran cualquier ataque de los indios.

El emperador avanza junto con sus jinetes hacia la ciudad,

solo se detiene para recoger extraños frutos y plantas, las

cuales da a probar a sus hombres, confirmando si su origen

es benéfico o un letal veneno, observa en la distancia en un

humedal, una gran manada de venados, ordena a sus guardias,

iniciar la cacería que el mismo encabeza, quiere celebrar su

nueva posesión con un magno banquete, instalar su tienda y

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

un cuartel provisional en el centro de la metrópoli, junto a una

ciénaga, allí implanta su bandera y escudo, y decide llamar a

estas tierras “La Portentosa ciudad de su majestad, el empe-

rador, la Milagrosa”.

Esa noche el emperador descansa hasta entrada la mañana,

reúne a sus comandantes en su tienda donde ofrece un gran

agasajo que sorprende a sus comensales, algo raro invade al

rey, una especie de alegría atrapa al hombre, su rostro refleja

tímidamente una extraña sonrisa que emociona a sus oficiales;

una vez terminado el singular homenaje, ordena a sus capita-

nes dividir la tropa y explorar cada centímetro de la Sabana

en busca de tesoros y prisioneros, ordena a sus ingenieros y

arquitectos levantar la ciudad amurallada.

Al día siguiente se inicia la construcción de una muralla y una

primera edificación, un castillo que soportara una torre alta y

un pedestal en oro, su cúpula izara una enorme bandera con

la imagen del emperador, para que esta, en la distancia pueda

ser observada; dictamina echar abajo el templo de “Chibcha-

cun” y levantar en su lugar, un imponente templo donde sus

hombres y sus esclavos le rendirán culto a Él, sus ingenieros

edificaran trescientas cincuenta barracas para albergar a sus

guardias y oficiales, construirán además setenta palacios, dos

coliseos para su recreación y una cárcel barracas que ence-

rrara a más de un millón de inocentes esclavos del nuevo mun-

do.

La entrada triunfal del emperador fue en la total soledad de la

entonces concurrida ciudad indígena, no se encontró siquiera

una leve resistencia, ni siquiera se hallo a un morador que es-

tuviera en su choza, una entrada triunfal que estuvo marcada

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por el silencio y la tristeza del lugar, el emperador no fue reci-

bido con las flores rojas de la victoria, en su lugar aves negras

vuelan sobre la capital, presagiando que la muerte y el desas-

tre continuara con su camino por el resto del nuevo mundo.

El emperador busca en cada vivienda, cultivo y arroyo de la

Sabana, los grandes tesoros de sus dueños y que ocultaron

antes de su llegada, su exploración obtiene grandes cantida-

des de oro y piedras preciosas que rompen los sacos de su

ambición, dicho tesoro enloquece a los hombres y generales

que solicitan al rey, parte del tesoro para ser repartida entre

todos los soldados, pero este se niega y castiga a los pro-

motores del movimiento; la gran ciudad de los indios no era

más que un lugar baldío y solitario, pronto el adelanto social

de una cultura milenaria desaparecerá y en su lugar surgirá

la bandera invasora tejida en fino hilo blanco, que anuncia la

propiedad de un nuevo dueño ilegitimo; una tristeza infinita

marchito la belleza las flores silvestres y la inocencia de los

niños y pequeños animales, arruino para siempre la lamina do-

rada que coge orgullosa en la maloca del cacique, una triste-

za que fue causada por la desbandada de todos los indios a

otras tierras lejanas, donde preferirán morir de hambre y sole-

dad, antes que vivir esclavos para toda la eternidad.

Una vez conquistada la Sabana y construida parcialmente la

ciudad, el emperador ordena a sus capitanes, llevar a todos

los esclavos a explorar nuevas minas de oro a miles de leguas

en tierra caliente, pero el largo traslado, el hambre, el cansan-

cio y las criaturas ponzoñosas matan a muchos inocentes, los

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

que logran llegar a las minas, se encuentran maltrechos y mori-

bundos, sin importar su salud, son obligados a buscar por pe-

ligrosos socavones un gramo de oro, en cambio otros esclavos

construyen sin descanso la gran muralla que rodeara la Sa-

bana, construcción que tardara poco, gracias a la experiencia

de los constructores invasores, los ingenieros realizan un ex-

celente calculo y diseño de la colosal pared, que mide cerca de

diez mil metros de largo y rodea toda la ciudad, además mide

diez metros de alto, convirtiéndola en una barrera impugnable

e impenetrable; los ingenieros realizan un trabajo profundo

para la edificación de la muralla, no descuidan un centímetro,

trabajan día y noche en cuatro turnos cada día, tal esfuerzo

arroja grandes resultados y que valorado positivamente por el

emperador; dicha construcción es rondada muy de cerca por

los vigías aéreos de “Zaquesazipa”.

Tal infraestructura es monumental y supera en grandes pro-

porciones a la fortaleza que construyera el Cacique Cajica al

norte de la Sabana, dicho trabajo no descuido detalle alguno

a excepción de un solo, los ingenieros habían obviado un lugar

en especial, se trataba de un humedal extenso y profundo que

no permitió construir bases que soportaran la gran pared, de-

bido al suelo fangoso que se sumerge bastantes metros hacia

abajo, sin el consentimiento del rey, sus súbditos determinan

que no se hace necesario construir la barrera para atravesar-

lo o rodearlo, ya que es difícil construir sobre el fango, y que

pese a su condición, las aguas del humedal constituían una

trampa natural para sus enemigos, en su reemplazo, varias edi-

ficaciones altas son levantadas, son dotadas de armas y caño-

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nes para prestar una mejor seguridad en esa parte de la ciu-

dad; dichos humedales son lugares sagrados para los indios

que suplen buena parte de su vida en ella y que se constituyen

en buenas fuentes de alimento, lamentablemente en épocas

de invierno, las aguas de los humedales, obligaba a los indios a

refugiarse en partes de las montañas, debido a que sus tierras

se inundaban, terminado el estación, los aborígenes bajaban

a las riveras de las ciénagas para disfrutar de los abundantes

premios que tenían sus aguas; este humedal estaba dividido

por ciénagas más pequeñas que rodean la ciudad, su gran ri-

queza la constituye la fauna y flora, además de las tierras que

fueron inundadas en el pasado y que se convirtieron en gran-

des cultivos que hipnotizaron al emperador.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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´ Itoco, Bacata y Tisquesusa, juntos pero no revueltos ´

VIII

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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En los territorios prohibidos del cacique “Itoco”, se encuen-

tran cautivos, “Bacata” y “Tisquesusa”, y pese a ser ellos,

los enemigos de “Itoco”, reciben un trato preferencial, caso

diferente para otros prisioneros que caían en sus garras, ya

que eran torturados en una especie de fiesta, luego les era

arrancado el corazón, el cual era consumido por el Cacique

Itoco, que de acuerdo a la tradición de la aldea, le entregaba

la fuerza de su antiguo dueño, luego el cadáver era decapita-

do y su cuerpo desmembrado, sus entrañas pasarían a ser el

plato fuerte de un horrible festín; las víctimas del salvaje Itoco

llegaron a los cien mil, la mayoría de ellos “Chibchas”, según

“Bacata”, “Itoco” era un indio enfermo y sádico, que necesi-

taba asesinar y vivir en contante pelea con sus enemigos, su

pasión era la guerra y vivía excitado para ella, le urgía el com-

bate y fue tanta la locura de este guerrero “Colima” y su cruel

fama, que nadie se atrevía a entrar a sus tierras, ni las culebras

y las alimañas se atrevían a cruzar en su camino, “Itoco” era un

hombre malvado casi demonio que seguía su instinto asesino

convertido en una religión, adorada por sus súbditos.

Cuenta la leyenda que el nacimiento de Itoco, surge justo cuan-

do su aldea es atacada por una tribu Caribe, quienes asesinan

a todos en ese lugar, su madre que era la autoridad máxima del

clan “la Matrona”, logra huir pero es capturada, sufre los ho-

rrores más terribles, y estando ella embarazada de “Itoco”, es

asesinada en las aguas del rio minero, el bebe nace antes que

su madre muera, su nacimiento es tomado por los indios caribes

como una señal de mala suerte, ya que él nació en medio de la

sangre que tiño las aguas transparentes del rio por espacio de

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

seis días, los asesinos de su madre al ver al pequeño sobrevivir

en las aguas sagradas, llaman a su reina para que sea ella, quien

decida qué hacer con él; ella lo toma entre sus brazos y delante

de su pueblo, anuncia que es un regalo de sus dioses y lo recla-

ma como suyo, cuida de él como a su propio hijo.

“Itoco”, es temido por muchas tribus, su nombre significa muer-

te y su destreza para el combate es brutal, utiliza las fuerzas

oscuras del universo para guiar a su pueblo, además de ser

guerrero se caracterizo por ser un experto minero, ya que en

su territorio se encuentran los más extraordinarios yacimien-

tos de esmeraldas del mundo entero; dicha riqueza es desea-

da por el emperador, pero el indio con su astucia no le permite

al rey ingresar a las minas, el indio protege a sangre y fuego

sus territorios, pronto se convierte en el mayor asesino de

blancos y por supuesto en la piedra en la bota del emperador;

se valió de muchas estrategias poco ortodoxas para defender

sus tesoros y pese a no tener los avances militares de los in-

vasores, su nombre y su lanza causaron el terror en el ejército

imperial; Itoco tenía cien mujeres, las cuales habían parido 10

veces cada una a valientes y peligrosos guerreros, concebidos

para matar y alimentados con la sangre de sus enemigos, tubo

además dos hi jas, “Ibama” y “Quipama”, reinas absolutas de

las tierras y de las esmeraldas de “Itoco”, su ejército estaba

conformado por tres mil lanzas, poderosos indios de robus-

tos brazos y pechos, de piel morena, cabello negro, usaron

taparrabos y Vivian humildemente en sus aldeas, aprendieron

a mimetizarse perfectamente entre el monte, vivieron la mayor

parte de su vida en cuevas y su máxima deidad era la diosa

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lumbre, madre de ‘Itoco’, un indio diferente y con bastante po-

der para enfrentar a sus enemigos y quien había cobrado dos

preciados trofeos, “Bacata” y “Tisquesusa”.

Fue en esos días, que su territorio estaba siendo atacado por

los invasores que obligaron a “Itoco” a aplazar la muerte de

los dos Chibchas, estos fueron encerrados en una jaula de

guadua y bambú y elevada a varios metros del suelo, desde

allí los dos indios observaron todo el trajinar de la guerra y

el combate de “Itoco” para sacar a sus enemigos, desde allí,

en la estrecha jaula, reconocieron que el “Colima”, es un fiero

guerrero y verdadero estratega militar y que pese a sus ar-

mas, le sobra valor y el coraje para enfrentar al emperador,

dicha incursión conquistadora es repelida por décadas por

los hombres de “Itoco”, fueron muchos los guerreros que mu-

rieron por defender sus territorios, “Tisquesusa” pudo contar

quinientas cabezas de los invasores ensartadas en lanzas y

colocadas junto al dormitorio del guerrero.

Luego del banquete infernal que se prolongó por siete días,

“Itoco” ordena a sus hombres llevar ante él, a los “Chibchas”,

para que estos sean asesinados; antes son torturados y obli-

gados a tomar la sangre de los blancos, luego son atados junto

al fuego, donde “Itoco” alista su principal herramienta, un enor-

me cuchillo de hueso, para abrir la incisión en el pecho y poder

sacar sus corazones, y justo cuando daría la puñalada fatal, una

luz destellante enceguece a todos los invitados del convite, lue-

go el ruido de mil volcanes ensordece a los asistentes, una voz

fuerte y masculina llama por su nombre al “Colima”, todos sin

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

excepción se arrodillan golpeando con su cabeza el suelo, en

demostración de respeto y miedo, “Itoco” se levanta y se diri-

ge a donde está la luz, sus ojos no soportan el brillo, trata de

caminar a ciegas, los dos “Chibchas” tratan de observar lo que

está sucediendo pero también les es imposible; la luz y el indio

desaparecen, la conmoción termina y por supuesto el sacrificio

se suspende hasta que su rey regrese y reinicie la macabra ce-

remonia, la incertidumbre por la muerte ya anunciada, crece en

los dos indígenas como la música estridente de los tambores,

los sometidos sienten explotar su corazón en cada latido, están

asustados y no saben que les depare el seguro viaje al más allá.

Luego de un par de horas, “Itoco” regresa a la aldea, después

de reunirse con la extraña figura fluorescente, su cara no es

la mejor, ya que viene alterado, ordena a sus hombres, desatar

a sus presas más deseadas, ¡un delicioso trofeo jamás alcan-

zado y que por azar de la vida, dichas presas llegaban a él de

forma fácil y ahora de la misma forma se marchaban!, trato de

echar atrás su decisión pero recordó una promesa hecha por

el a la extraña figura de luz; el cacique les regresa sus vestidos

y armas y en su lengua nativa, les exige nunca regresar a sus

tierras o de lo contrario, el mismo se los comerá vivos, ordena

a tres de sus guerreros llevar a los “Chibchas” a la frontera

de su reino, “Bacata” y “Tisquesusa” no entienden la extra-

ña decisión, saben bien que todo lo que cae en las tierras del

Colima, no vive para contarlo.

Ambos indios caminan apurados sin voltear a mirar atrás, te-

men que su enemigo cambie su decisión y los asesine por la

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espalda, caminan veloces y sin tregua por las extrañas tierras

hasta llegar a un lugar seguro, donde por última vez, los dos

indios “Chibchas, “Bacata y Tisquesusa”, tío y sobrino, he-

rederos directos de la tierra, el agua y la sal de la Sabana,

fieles guerreros de la tradición y la cultura, portadores de la

sangre real y hasta ese momento, enemigos de la fe, ya que

cada uno defiende su propia doctrina, cada uno tan fuerte

y valiente como el otro, uno mayor y el otro menor, familia de

sangre y corazón pero diferente en razón y opinión, una reu-

nión familiar que no midió palabra alguna, que no convenció y

que no obligo a ninguno a seguir su camino; ambos se separan

siguiendo la huella de su fe, perdiéndose en el monté del olvi-

do, desapareciendo uno del otro, lejanos de la realidad pero

tan cercanos de la libertad.

El emperador maligno, había logrado su mayor triunfo, justo

cuando su empresa conquistadora estaba en el peor momen-

to, sus hombres no tenían que comer, Vivian como lobos ham-

brientos, locos y en la absoluta ruina, comiendo excremento

y porquerías, y como mendigos esperaban que la madre natu-

raleza les arrojara una migaja de compasión, cien mil hombres

blancos, delgados, cansados, enfermos y devastados por las

heridas de viejas guerras, cien mil hombres y muchos genera-

les a punto de sublevarse y deponer la mano autoritaria del

emperador, cada uno con ilusiones y deseos pero todos en-

gañados bajo el hechizo maligno del emperador, ciego, tontos

y mudos, sin más remedio que el de obedecer, ¡su único juez y

verdugo, es su propia espada, la misma que concedió la vida y

la muerte y la misma que los castigara!.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

Justo en el momento en que su hermano el general rojo, pla-

neara con otros capitanes, la perfecta insurrección, el em-

perador encuentra el paraíso para instalar definitivamente

su reino, justo en el momento en que iba a ser derrocado, un

golpe de suerte le entrega las mejores tierras del mundo para

continuar con su mandato del mal, sus cien mil soldados, y los

diez millones de súbditos en todo el mundo finalizan con su

movimiento y solo desean una porción de tierra perfecta con

la que siempre han soñado; el emperador recibe una supuesta

segunda oportunidad y en señal de agradecimiento, desde lo

alto de su torre a medio construir, recita un emotivo e hipócri-

ta discurso, que alienta a las tropas a seguir adelante, y por

arte de magia sus palabras han devuelto la voluntad extravia-

da, de nuevo y por enésima vez, el emperador es el salvador

para ellos, incluso los traidores regresan por la senda de la

obediencia, solo uno de ellos está inconforme y no estaba de

acuerdo con el emperador, su propio hermano, el general rojo

que no cree en sus palabras, mas sin embargo guarda lealtad

y su espada una vez más, le será fiel en la conquista del nuevo

mundo..

“Bacata” toma su propio camino hacia el sur en busca de la

selva, quiere hallar un refugio que le de protección y abrigo,

sin hombres y sin armas, sin familia y sin amigos, el cacique se

pierde en el monte, llevando con él, el grito ahogado de la li-

bertad, ¡su camino es incierto, lo conduce a buscar la ilusión

de muchos inconformes, deseosos de luchar por lo más que-

rido, su tierra y su familia, y eso no será fácil mas no imposi-

ble! ; “Tisquesusa” su sobrino, lo ve partir, llevando con él, la

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oportunidad de reagrupar un poderoso ejército capaz de en-

frentar al emperador, se lleva con él, ¡la esperanza bendita y el

honor sagrado de combatir al lado de un “Chibcha” valiente

hasta la muerte!, un indio noble y arriesgado como su tío.

“Tisquesusa” regresa solo, viaja como alma perdida una larga

distancia hasta llegar a la cueva de Tena, en su camino en-

cuentra desolación, lo que ayer era una gran ciudad y un reino

perfecto, hoy es desastre y ruinas, en su lugar crece una gran

ciudad gris y marrón, de madera, hierro y latón, guarnecida por

una gran muralla capaz de soportar la embestida de diez mil

tapires; desde una cima perdida, divisa la capital del imperio

“Chibcha”, “Funza”, vencida y destruida, arrojada vilmente a

los brazos del emperador, también se compadece de la ciudad

de “Facatativa”, la primera fortaleza de piedra que protegió a

los “Chibchas” de los ataques de los “Panches”, sus murallas

soportaron mil historias y un millón de flechas, ahora vencida

y derrotada, hospeda en su interior a una milicia de cinco mil

lanzas que custodian la frontera de la ciudadela, “Tisquesusa”

paso por ese lugar sin ser visto, camina de noche y sin des-

canso, leguas más adelante observa con detalle la caída de

la ciudad de “Bojaca” y su cacique, leal a él y a su tío, sus

monumentos fueron reemplazados por otros, no propios de

su cultura, las chozas fueron incendiadas y los cultivos fue-

ron saqueados, el ingreso del emperador a sus tierras, altero

bruscamente el paisaje de su reino, Tisquesusa llora descon-

solado por sus muertos, se arroja a la tierra que lo vio nacer,

toma varios puñados de tierra y los arroja con furia al viento,

-!porque!, exclama el cacique, su dolor es profundo y difícil de

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

aliviar, su tristeza cubre todo el reino “Chibcha” y la tierra del

cóndor, entiende que es demasiado tarde y que sus tierras han

caído a los pies del emperador, llora sin consuelo por todo lo

bello y especial del paraíso sabanero, se arrodilla de nuevo y

besa con dolor la tierra de sus ancestros y sus descendientes,

luego se levanta y corre hacia el pueblo de “Tena”, en busca

de la cueva, el último bastión de su reino y de su fe.

“Tisquesusa” llega al lugar sagrado, donde encuentra a muy

pocos indios con sus familias, están asustados y se encuen-

tran escondidos entre los bosques desde hace semanas, en-

cuentra además muchos animales de especies menores que al

igual que los humanos no saben a dónde ir, el guerrero reúne

a todos los desplazados cerca a la mística laguna y allí los or-

ganiza, convence a unos cuantos guerreros para que no de-

sistan de la idea de luchar por la libertad, logrando que unos

pocos retomen de nuevo sus armas y lo sigan hasta el final del

mundo; el joven guerrero y todos los demás, animales e indios,

emprenden un viaje hacia el occidente donde presume que

pueda estar Sagipa, en un sentido acto reúne a sus nuevos

guerreros junto a sus familias para que se despidan, el sabe

que tal vez este sea un viaje sin regreso, el triste adiós embar-

ga de nuevo al joven guerrero, trata de disimular su estado al

ordenar a sus guerreros, prepararse para partir, -!hasta pron-

to, tal vez no regresemos, pero nuestro sacrificio regresara de

nuevo la libertad!, de nuevo “Tisquesusa” les anima para que

sigan adelante, ya que el camino es largo y peligroso, -!no te-

man hermanos, “Zaquesazipa” ya está aquí, yo le he visto y el

nos liberara, resistan en estos duros momentos, que los bue-

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nos tiempos llegaran y de nuevo todos ustedes regresaran a

su hogar!.

“Itoco” en una decisión histórica, motivado por las visiones

del brujo de la tribu, ordena a sus guerreros, cerrar todas las

minas de esmeraldas sin importar el método y ocultar todo el

lugar con maleza y rocas, envía a sus hi jas, las hermosas don-

cellas de piel cobriza, muy lejos, para que no sean atrapadas

por los blancos; según el hechicero, los días de “Itoco” están

contados, pronto un hombre blanco destruirá lo más valioso

para El, dicho hombre es un capitán de apellido “Lancheros”

y comisionado por el emperador para destrozar las defensas

del cacique e invadir el duro territorio; “Itoco” cierra cerca de

cien minas de esmeraldas y oculta todos sus tesoros en la cue-

va sagrada de su madre y que de acuerdo a la tradición de su

pueblo, ¡en ella se había concebido la raza “Colima” y “Muzo”,

donde una bella diosa for jo del barro y el cuarzo, a un hombre

y a una mujer, quienes poblaron el mundo!; “Itoco” y sus hom-

bres disponen millares de trampas mortales a lo largo de su

territorio para detener a su enemigo, el indio gobierna treinta

y cinco tribus distribuidas en un amplio territorio, todas ellas

belicosas y entregadas a la minería, que obedientes esperan

la orden de partida de su cacique.

“Bacata” solitario, padece las inclemencias del tiempo y las

enfermedades, que no le permiten avanzar mucho, busca refu-

gio en una cueva, permanece allí por varios días, hasta que el

vendaval y su malestar cesa; como es su costumbre maldice y

culpa a “Chibchacun” por la desgracia de su pueblo y la suya

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

propia, justo cuando va a tomar el ascenso a la cordillera, es

sorprendido por varios indios que tienen en su cuerpo pintu-

ras verdes y ocres, este reacciona con su lanza pero rápida-

mente es dominado, no puede creer que los atacantes sean

sus propios guerreros, la alegría es general, abraza a sus hom-

bres, estos le dan de beber agua y algo de comida; luego del

accidental encuentro, inicia el resurgimiento de “Bacata y su

guerrilla atrevida, los fantasmas del bosque”, quienes marchan

hacia el sur con cerca de cien hombres, con más pena que glo-

ria, piensa en acabar con los blancos y su mortal rey.

Para “Itoco” las cosas no son buenas, sus hi jas son captura-

das por el capitán “lancheros” y llevadas cada una a lugares

diferentes, donde son torturadas absurdamente por el ca-

pitán “Lancheros” en busca de alguna respuesta que lo lleve

directamente a su padre y las minas de esmeraldas; el capitán

busca que la separación de las hermanas afecte a su padre y

este se entregue, “Itoco” reacciona enviando guerreros para

hallar a sus hi jas, todo es en vano, mas sin embargo su decisión

de marchar es definitiva y envía a su pueblo hacia las cuevas

sagradas y el parte hacia el encuentro con sus hi jas, “Lan -

cheros” sabe que el indio caerá en la trampa, y que solo es

cuestión de esperar para apresarlo.

“Itoco” llega cerca a un campamento de los invasores, son presa

fácil para sus guerreros, pero teme que inicie un ataque y pueda

afectar la integridad de sus hi jas, se oculta entre los árboles y

espera un poco de tiempo para observar el movimiento de sus

enemigos; antes de tomar una decisión sobre un eventual ata-

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129

que, su sangre eleva su temperatura al observar como miem-

bros de su tribu son masacrados, sin vacilaciones indica a sus

guerreros rodear el cuartel, la noche amenaza con lluvia, esto es

aplicado por el cacique para sorprender a los soldados, “Itoco”

y sus guerreros avanzan lentamente al ritmo de la lluvia, llegan a

pocos metros del campamento, percibe que algo no anda bien,

pero desiste de su pensamiento y continua avanzando, llega a

un lugar estratégicamente donde observa que el campamento

está prácticamente vacío, pero una gran llamarada se enciende

a un costado del campamento, de ese lugar salta “lancheros”,

“Itoco” ordena atacar, “Lancheros” grita a los soldados que es-

tán ocultos en el monte -¡fuego!, los cañones descargan toda

su furia, destruyen rápidamente las líneas del cacique, este re-

trocede y corre a los bosques, allí se desata un combate que

dura poco, los soldados imperialistas reducen rápidamente a

los Colimas; al ver su fracaso, “Itoco” huye despavorido a sus

territorios, es la primera vez que el cacique huye de la guerra y

probablemente sus ancestros no perdonaran su traición.

Su orgullo y valentía esta por el piso, arroja sus armas y amu-

letos que lo identifican como el rey máximo de su pueblo, re-

nuncia a su encargo y solo quiere aceptar la exigencia de su

enemigo para que le sean entregadas sus hi jas a cambio de las

minas de esmeraldas, su silencio es notable, no quiere hablar

con nadie y se encierra en su cueva, al poco tiempo sale de

ella, su pueblo le espera afuera, esperan ordenes inmediatas,

peo el cacique está conmocionado, finalmente y violando su

pacto con sus ancestros, les comunica la decisión de entregar

todo al emperador para recuperar a sus hi jas.

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

Horas más tarde el mismo “Lancheros” asesina a las hi jas del

cacique, cada una en un lugar diferente pero unidas por el

vinculo de la sangre y su padre, el capitán las liquida frente a

algunos prisioneros, luego los deja en libertad, para que lleven

la terrible advertencia, -¡“Itoco” tienes muy poco tiempo para

que me entregues las minas de esmeraldas, de lo contrario,

todo tu pueblo morirá!; “Itoco” es informado sobre la muerte

de sus hijas, casi pierde la razón, no sabe qué hacer, su ca-

beza da vueltas, en un acto de demencia, envía a su pueblo a

una cueva gigante y ordena a cinco de sus soldados preparar

todo para sepultar a su gente y junto con él, todo su tesoro y

los yacimientos y evitar que el malvado emperador y su lacayo,

encuentren su tesoro; “Itoco” quiere morir y reunirse pronto

con sus hi jas, la tristeza que desborda su corazón es terrible

y siente su pecho explotar en llanto pero soporta el dolor, en-

tonces el hechicero tiene una segunda visión que no es alen-

tadora, -¡es mejor enfrentar a nuestro enemigo antes de morir

en nuestras tierras sin hacer nada, es mejor enfrentarlos y que

les cueste a ellos vencernos, tu pueblo no quiere morir como

cobardes, quiere morir peleando a tu lado, reúne a tu ejercito

y enfrenta al hombre que mato a tus hi jas!, el brujo calla por

un instante luego en su trance le dice al cacique, -!recuerda

Itoco, tenemos una oportunidad, el enemigo de mi enemigo es

mi amigo, nunca lo olvides!.

La ira del cacique no tiene punto de comparación y solo pue-

de describirse con la erupción de siete volcanes juntos, de sus

venas brotan de nuevo el coraje, sus ojos expulsan sangre y

solo quiere venganza, reúne a todos los guerreros y marcha a

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131

la guerra, la convulsión de la venganza provoca una estampi-

da veloz de los indios, mientras corre en su corazón define un

objetivo, acabar con el asesino de sus hi jas, sale a toda prisa

de la aldea hacia el encuentro de “Lancheros”, lo acompaña un

ejército numeroso que no supera a su adversario, pero pese

a lo anterior, tiene una gran ventaja, conoce palmo a palmo, el

bosque y el lugar exacto de sus trampas.

En medio del desconsuelo infinito por la pérdida de sus hi jas,

corre altivo y erguido encabezando su ejército, empuña fuer-

temente su lanza, su sangre caliente siente a kilómetros a su

rival, su marcha se acelera y es seguido obedientemente por

todo su ejército, a medida que se acerca, su paso es más veloz,

sus piernas parecen tener alas, se escucha un millar de lati-

dos que parecen tambores de guerra, le es difícil respirar, sus

ojos húmedos por el sudor y el dolor, miran al frente en busca

de su enemigo, “Itoco” sabe que solo tiene una oportunidad

para atravesar con su lanza el pecho del homicida; metros más

adelante, las tropas invasoras entran al territorio del cacique

pero son sorprendidas por las trampas, cientos de soldados

caen en ellas, hasta el mismo “Lancheros” cae en un foso, pero

la fortuna le sonríe, tendiéndole un bejuco que detiene su caí-

da; el ejercito de “Lancheros” es golpeado fuertemente, pero

su capitán sigue adelante, su propósito lo enceguece y deja

atrás a la deriva a muchos heridos; “Itoco” ha recobrado su

talento para la guerra, se mantiene sujetado a una rama en lo

alto de un árbol, apuntando con su lanza, el lugar por donde

pasaran los soldados, sabe que si falla, su vida será recauda-

da por el arcabuz de su enemigo; faltan algunos minutos para

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

que se desarrolle una nueva lucha, serán entonces la luna y las

estrellas, las únicas testigos de un macabro combate, selecti-

vo y magnifico, que entregara la victoria a un solo bando.

En la sabana, el emperador en su visión futurista o tal vez

demente, construye todo tipo de edificios, monumentos y

templos de arquitectura exquisita, desafiando la geografía y

sus accidentes, no hay duda de ha levantado una magnifica

ciudad, dotada de avances culturales y sociales, custodiada

celosamente por la gran muralla, de seguro que causa descon-

cierto en los indios y animales, al comparar sus ciudades con

tan imponente obra.

Seguro de su poder, el emperador viaja por el interior en su

dorado trono, recorre cada metro de su reino, realizando un

conteo minucioso de sus reservas, clasifica y entrega a sus

comandantes y leales súbditos de alto rango, porciones de

tierra para que en ellas se levanten ciudades, que incluye un

buen número de indios y esclavos para que las ayude a edifi-

car, además entrega a cada uno de ellos, un centenar de sol-

dados, adelantados y escribientes que hagan las veces de no-

tarios, abogados y secretarios y completen el círculo feudal

que el emperador ha fundado.

El pueblo indio cautivo se entrega a la voluntad del rey, todos

los esclavos lo observan de rodillas y con la cabeza agacha-

da, temen ser sorprendidos al querer ver de frente al hombre

que los esclavizo, el emperador pasa el lado de los esclavos,

sirvientes, soldados y demás, quienes le ofrecen culto y de-

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voción infinita a Él. Ante la llegada del rey a las ciudades y

pueblos, todo se paraliza, se silencia la convulsión y el agite

del trabajo y la construcción; sus vasallos obligan a los escla-

vos a rendirle tributo, entregándole a Él, sus pertenencias; el

pueblo resignado le otorga respeto que en el fondo no es más

que una fusión de sentimientos temerosos con la ira que pro-

duce la esclavitud.

El trono y su perverso ocupante es cargado por una veintena

de hombres que soportan a cada paso, el peso de la maldad,

este a su vez es escoltado por su guardia personal, los peli-

grosos soldados demonios que son llevados en coches hala-

dos por caballos; realiza una docena de visitas mas donde se

satisface del avance que ha tenido su reino en el nuevo mun-

do, olvida aparentemente la resistencia del elegido y el peligro

que le puede causar, si este continua con vida; termina su re-

corrido con la visita de las obras que se hacen en la ciudadela,

desde su palco imperial observa los avances en la construc-

ción de la muralla, el terrible hombre con solo mover su dedo

índice, ordena lo que se le antoje, y con otra señal de su dedo

pulgar, acaba con la vida de un ser o el destino de un pueblo

entero; en su última parte de la gira, inspecciona la muralla y

se da cuenta del grave error que los ingenieros cometieron al

no completar el tramo de pared que hace falta y dejando dé-

bil ese sector a la ciudad, recrimina a su ingeniero de máxima

confianza por el pésimo trabajo realizado, pero el experto le

explica que ese lugar es un gran pantano y es difícil construir

sobre él, el emperador no acepta la explicación y ordena al in-

geniero, llenar con tierra y piedra el humedal y levantar el muro

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

antes de que se termine de construir la ciudad, pero dicha or-

den no es cumplida en su totalidad, dejando aplazada la obra.

La batalla en el bosque consume por igual a los guerreros de

los dos bandos, mas sin embargo, “Itoco” en una muestra de

fuerza sobre natural, liquida a sus adversarios, quedando

frente a “Lancheros”, sujeta su lanza y salta hacia él, el capitán

esquiva el ataque con su espada, trata de herirlo, pero la po-

tencia del cacique en su lanza, rompen en dos la espada, de-

jando desarmado al hombre, trata de correr hacia la seguridad

del bosque, pero el indio envía su lanza a la velocidad de la luz

y antes de que el capitán huya, este cae muerto por el certero

trueno, los soldados imperiales al ver mermada su fuerza y con

su capitán muerto, huyen despavoridos ante la ferocidad de

los “Colimas” y su cacique.

Finalmente “Bacata”, “Tisquesusa”, e “Itoco”, cada uno por

su lado marchan hacia el encuentro de la guerra, cada uno con

una consigna diferente, enfrentar al emperador y resistir al

máximo por el futuro de las generaciones de sus pueblos y el

nuevo mundo, y aunque los tres caciques son de pensamiento

y comportamiento diferente, los tres son valientes y no le te-

men a la muerte, pues cada uno de ellos, ya la ha visto a la cara.

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´ El Imperio se Expande por todo el Nuevo Mundo ´

IX

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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Luego de construir la imponente capital de su imperio en la

Sabana, el rey humano, envía misiones especiales de ingenie-

ros, y adelantados para que apoyen a las demás ciudades en

su culminación; en total son doce ciudades que el emperador

ordeno construir, todos ellas estratégicamente ubicadas para

defender y proteger el nuevo reino y su capital “la ciudadela”

dichas urbes estarán conectadas por amplias vías que facili-

taran el intercambio de productos y alimentos, y obviamente

estarán armados con imponentes murallas, allí desplegara su

ejército y parte de sus sirvientes, esclavos y colonos recién

llegados, provenientes del viejo mundo en busca de aventura,

atraídos por las historias fantásticas de oro y dinero, conta-

das por los marinos que viajan por el mundo.

El emperador sale de nuevo a visitar cada una de las doce ciu-

dades, para certificar su fundación, abre un inventario para

cada una de ellas, y saber cuántos tesoros y bellezas natu-

rales posee, es tanto el caudal de oro y fortuna que poseen

todas ellas, que el rey no sabe lo que tiene y mucho menos qué

hacer con todas esas riquezas.

Fue en ese viaje, donde el emperador se enfrento a un grupo

de rebeldes conformado por animales e indios, que no renun -

cian a sus tierras, lastimosamente el emperador vence al grupo

y manda a sus guardias ejecutar a los sobrevivientes, pero un

indio de mediana estatura, suplica por la vida de sus compañe-

ros, este no es escuchado por el emperador, y de nuevo confir-

ma su sentencia, justo cuando las lanzas mataran cobardemen-

te a sus víctimas, el pequeño indio se atraviesa entre el grupo

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

de prisioneros y los soldados, ¡no, por favor, no les haga daño,

a cambio te llevare a la ciudad de oro, “El Dorado”, el empe-

rador detiene la ejecución, es como si las palabras frágiles del

indio hechizaran la atención del rey, quien se interesa por la

propuesta. ¿Cómo te llamas indio?, ¡ “Guatavita” mi señor, ca-

cique de los “Sutás” y guardián de la laguna sagrada!, exclama

el aborigen, ¡muy interesante, dejen en paz a estos hombres!,

replica el emperador, quien su rostro refleja la malvada inten-

ción de apoderarse de dicha ciudad, ¡denles agua y comida, y

tu, mi pequeño amigo, me vas a contar todo sobre esa ciudad

de oro!, el emperador monta en su caballo, ¡dejen libres a los

prisioneros, pero tú, “Guatavita” vendrás conmigo, tú me lleva-

ras a la ciudad, de lo contrario, tu gente sufrirá las consecuen-

cias!, los guardias atan las manos del cacique con una cuerda

que es amarrada a la montura del emperador, quien apura a su

caballo de forma violenta, este sale del lugar a gran velocidad,

halando al indio que no puede seguir el paso del rey, este cae

al piso y es arrastrado varios metros, !capitán ya sabe que ha-

cer!, exclama el rey a su oficial.

La ciudad de El Dorado, contiene el mayor tesoro en oro y

piedras preciosas que el mundo jamás haya conocido, está

construida totalmente en oro y esmeraldas, que la convierte en

la más bella ciudad del mundo que supera todo lo construido

por el emperador; el rey hace silencio y recuerda una conver -

sación del pasado, un dialogo que sostuvo con un rey que el

mismo asesino y que hace referencia a una maravillosa ciudad

de oro que solo puede ser vista por la magia extraña de sus

moradores, dicho rey trato por todos los medios de usar su

magia pero esta nunca funciono, desilusionado dejo de pensar

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en la ciudad y olvido el tema por siempre, pero estando en el

nuevo mundo y ante la confesión del indio, dicha historia co-

bra vida y decide creer en la historia de El Dorado. Aquellas

palabras lo animan tanto que de inmediato ordena su regreso

a la ciudadela y desde su castillo organiza la expedición, lleva

consigo a “Guatavita” quien es engañado por el emperador,

haciéndole creer que no le hará daño a los prisioneros, pero

estos son asesinados cobardemente, tal vez el rey, teme que

ellos entreguen a otros, el secreto de la ciudad de el Dorado.

Delega a su hermano toda la responsabilidad de culminar la

construcción de las ciudades, mientras que él, personalmente,

buscara la fantástica ciudad, no quiere dejar que otro halle lo

que por derecho le corresponde, sale de su palacio, con su

ejército de soldados demonios y cinco mil infantes mas, lleva

también a sus hechiceros y por supuesto, lleva a Guatavita el

guía en la ambiciosa travesía.

Durante años el imperio del terror sembró el miedo en cada

rincón del nuevo mundo, pero en esta ocasión, cesaría la bar-

barie, para centrar toda su energía en el hallazgo mas fantásti-

co de toda su existencia, el emperador centra toda su atención

en “El Dorado” y coloca en “Guatavita” toda la responsabili-

dad de hallar dicha ciudad, no sin antes amenazarlo, de que si

fracasa la expedición será pagada con la vida de los inocentes

pero él jamás morirá ya que los vera morir a todos ellos.

“Tisquesusa” como “Bacata”, conforman ejércitos propios y

atacan en ocasiones a su enemigo sin causarle mayor daño,

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

mientras tanto “Zaquesazipa” se ha convertido en un hombre

fuerte e inteligente, capaz de llevar con acierto los destinos

de su pueblo, pero ‘Saguanmachica” no cree que sea aun el

tiempo y lo envía a la selva del sur, donde deberá terminar su

preparación y reunir un ejército con indios Embera y jaguares

que no siguen a ‘Chibchacun”; “Sagipa” continua recorrien-

do el nuevo mundo en busca de guerreros, pero no ha tenido

suerte, ya que las aldeas no apoyan al rey y desisten de for-

mar la alianza emancipadora, Sagipa regresa con el espíritu

vencido y con ganas de renunciar a la misión pero el espíritu de

sus ancestros y del príncipe, le ruegan que siga adelante por

última vez, que no importa cuántas veces fracase, que pronto

su pueblo entenderá que la unión de todos los pueblos, es la

ventaja ante el imperio, ¡se acerca el día señalado, no tene-

mos tiempo, “Sagipa” debes de reclutar el mayor numero de

guerreros, ya que el gran día de la libertad está por llegar!, le

replican los espíritus en su afligida alma, esta se reconforta y

se cubre de esperanza, al rey cóndor emprende de nuevo su

viaje solitario por lejanos caminos.

En su ruta ambiciosa, el emperador invade un pequeño case-

río Chibcha, ubicado en lo alto de una montaña de frailejones,

las pequeñas chozas rodean una gran maloca de oro que se

encuentra en la orilla de una pequeña laguna, donde los indios

rinden culto a su dios Chibchacun; el cruel emperador asesina

a varios indios de la tribu, el resto de nativos huyen pero son

apresados y llevados ante el rey, este ordena su ejecución y

con ello presionar a “Guatavita” para que no le mienta sobre

el camino que conduce a la ciudad de oro; entre los captura-

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dos se encuentra el cacique de la tribu, “Nemequene”, este

suplicar para que no lo maten, a cambio le entregara todo el

tesoro de su familia y la tribu, el emperador acepta sin vacila-

ción, mientras observa algunas piezas de oro que lleva encima

el dicho indio; el emperador interroga al indio, este le dice que

tiene mucho mas oro y que está dispuesto a entregarlo todo a

cambio de la vida suya y la de su gente, ¡te entregare todo el

oro que nunca hayas imaginado, solo si mi señor permite que

sea yo y mi pueblo quienes extraigamos el oro de la laguna y

meterlo luego en el templo, bajo la condición que la hagamos

sin la presencia de tus hombres, ya que para nosotros es sa-

grado, el realizar un rito sagrado que nadie debe ver o de lo

contrario, todo el oro se ocultara en la laguna y nadie podrá

sacarlo. como garantía de mi voluntad, tendrás a mi pueblo,

hasta que llene del suelo hasta el techo, nuestro santuario!,

la condición es aceptada por el emperador, mas sin embargo

ordena a sus soldados vigilar de cerca a los indios y al cacique,

¡no pierdan de vista a estos indios, no confió en ellos!; ¡mi señor

necesito cuarenta días y cuarenta noches para sacar el oro

de la laguna!, ¡mi señor para nosotros es un sacrilegio lo que

vamos hacer, pero sin importar lo que tengamos que efectuar

para satisfacer su necesidad, pero necesitamos de usted y de

sus soldados, el mayor respeto para que nos dejen trabajar

tranquilos, y solicito a usted, que no haya ningún guardia en la

maloca!, el emperador acepta, no sin antes advertirle, ¡ acepto

tus condiciones y eres el único en el mundo entero que me ha

pedido algo así, estoy acostumbrado a tomar lo que se me dé

la gana sin pedir permiso, pero te advierto, que si me enga-

ñas, yo mismo te matare junto con tu gente!. Luego el cacique

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

empieza a trabajar en la extracción del oro, es apoyado por

cientos de indios, mujeres, hombres y niños quienes trabajan

sin descanso, llevando a cuestas grandes recipientes de ba-

rro, repletos de oro y esmeraldas, los cuales meten con sumo

cuidado en el interior de la gran maloca, allí el cacique organiza

y acomoda todo el tesoro; durante cuarenta días el indio tra-

baja cumpliendo su promesa, tiempo en el cual el emperador

supervisa desde su tienda los movimientos del cacique, mira

como a cada los indios entran y salen del bohío, una edifica-

ción gigantesca elevada en madera y caña brava llevando mi-

les de objetos en oro que pronto empiezan a llenar el lugar, el

emperador está feliz pero obliga al cacique a llevar al limite a

su gente; el rey quiere entrar y ver por sí mismo el abundante

tesoro que no lo deja dormir, pero recuerda el pacto que tiene

con el indio y aguanta sus deseos hasta el cumplimiento de

la fecha límite y poder tomar tan exquisita fortuna. Mantuvo

cautivo a su lado a “Guatavita”, quien sufre horribles senti-

mientos al ver a sus iguales sometidos a la crueldad de ese ser

maligno; durante los cuarenta días y las cuarenta noches, los

indios llenaron los recipientes con el oro e ingresaban a su

templo, luego salían del bohío hacia la laguna con el recipiente

completamente vacío, esta misma tarea la repitieron mas de mil

veces, llevando ante los pies de un rey que no es suyo, todo

el oro de sus chozas, familias e incluso el oro de las tumbas de

sus seres amados,

En el día cuarenta, el emperador no resiste la tentación de

ver el gran tesoro y entra rompiendo la promesa, ante él, se

levanta una gran pila de oro y joyas, tan brillantes y diáfanas

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como el mismo sol, sus ojos viajan enceguecidos por el mundo

maravilloso de la riqueza, pero tal estasis es interrumpido por

el cacique, quien le pide que salga de allí, pues aun no se ha

cumplido el plazo y aun le queda oro por entrar a la choza, el

rey sale pero toma un hermoso collar con esmeraldas, el caci-

que no se lo permite, el emperador lo observa con ira y sale sin

el precioso artefacto, ordena a sus hombres no descuidar a

los indios; ¡quedan unas pocas horas para que todo el oro sea

mío!; el cacique y la tribu trabajan al doble de su capacidad,

llevan a cuestas los pesados tesoros, un ir y venir perpetuo de

llevar y sacar, de cargar y descargar, una labor que se prolon-

ga hasta la media noche del cuarenta día; a la mañana siguien-

te el emperador entra a la gran maloca para recibir el tesoro,

pero valla sorpresa la que se lleva, no encuentra nada, llama

de inmediato a los guardias quienes no pueden explicar lo que

sucedió con el tesoro, solo le aseguran casi jurando, que “Ne-

mequene” trabajo toda la noche en la, esto enfurece al empe-

rador quien manda llevar ante él, al cacique, sus hombres lo

agreden y lo llevan prácticamente muerto, el rey hace lo mismo

con el indio, le exige amenazante una explicación, pero el indio

guarda silencio, entonces toma a varios mujeres de la tribu, las

cuales golpea sin parar, pero el cacique se rehúsa a confesar,

luego el soberano toma su daga y asesina a una anciana, el

cacique no soporta en el alma el dolor que sufre su pueblo,

y pese a ello, no piensa confesar, el rey toma a una segunda

mujer y justo cuando la va a apuñalear, el cacique grita, -¡ de-

tente, te diré en donde está el oro!, el emperador suelta a la

mujer y la arroja al piso, se dirige al cacique amenazándolo con

su cuchillo, -¡en donde está el oro!, el cacique le indica el cen-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

tro de la laguna, el emperador no cree en sus palabras y corta

la cara de “Nemequene”, causándole una lesión profunda; el

cacique es tomado violentamente por los guardias, quienes lo

arrodillan ante los pies de su amo, este lo toma del cabello y

lo levanta, -¡quiero mi oro!, grita el rey -¡está bien!, contesta el

indio.

El cacique es llevado a la laguna junto con su pueblo, es obli-

gado a entrar en sus aguas, para que saque todo el oro, los

indios también son obligados a entrar, pasan varios segundos

y no parece haber evolución, el rey se preocupa, los indios

vuelven a salir pero no sacan nada, de nuevo se sumergen pero

pasan más de cinco minutos y salen los primeros indios a la

superficie, pero estos se encuentran sin vida, y así y durante

varios minutos más, salen muchos indios que se han ahogado

a propósito, -¡no puede ser, entren y saquen a los indios, no

permitan que se ahoguen con mi oro!, decenas de soldados

entran a la laguna, pero nada pueden hacer, parte de la tribu

fallece, prefieren morir respetando su pacto con “Chibcha-

cun” y no entregar su cultura en las manos de un rey maldito;

el monarca se enfurece y envía a varios prisioneros quienes

emulan a los mártires de las aguas, uno a uno, y todos los in-

dios sin excepción entran al agua, acabando con sus vidas,

engañando de nuevo al emperador; los hechiceros tratan de

desviar la magia poderosa que obliga a los indios a morir en

esa laguna pero les es imposible, el rey envía a sus hombres a

buscar el oro en el fondo del estanque pero el encantamiento

del lugar se convierte en una terrible maldición y provoca que

los guardias corran con la misma suerte, enceguecido el empe-

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rador envía más hombres una y otra vez, pero todos terminan

muertos. El cacique “Nemequene” sale de las aguas sin ser

descubierto, los guardias lo buscan como aguja en el pajar, el

emperador duda de que este muerto, -¡busquen bien debe de

estar escondido, presiento que no está muerto, nadie se burla

de mi y vive para contarlo!, al ver que no funciona envía a los

niños y ancianos a las aguas, quiere su tesoro y no descansa-

ra hasta obtenerlo, como los primeros, también estos mueren

ahogados, el sacerdote de la tribu se resiste a entrar, pero

el acero de las lanzas lo obliga a entrar, justo cuando se su-

merge una gran onda de agua surge del centro de la laguna,

la ondulación es cortada abruptamente por una gran explo-

sión que antecede la envestida de una serpiente gigantesca

de color verde que devora de un solo bocado al brujo, esto

a aterroriza a los soldados, -¡pero qué tipo de magia es esta!,

replica el confundido emperador, aprovechando el descon-

cierto, el cacique sale de la laguna y trata de escapar, pero

es capturado y llevado ante el emperador, -¡en donde esta mi

tesoro!, reclama el emperador, -¡nunca lo encontraras, jamás

podrás sacarlo de allí!, el emperador toma una lanza y la en-

sarta en el valiente corazón del indio, en su agonía de muerte,

“Nemequene” advierte al rey negro, -¡tu hora está cerca “así

como el viento trajo la maldad, mañana llegara el aroma de la

libertad; tu hora esta cerca!, el emperador incrusta aun más la

lanza provocando el deceso del indio, ordena lanzar a todos

los indios a las aguas, las aguas de límpido cristal, se tiñen de

rojo, el rojo de la sangre de todos los justos que entraron en

ellas, para sacar un tesoro que no es suyo, entonces y como

acto desesperado, ordena a tres soldados demonios entrar

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

en la alguna y sacar su tesoro, pero también sufren la misma

suerte, el emperador desiste de buscar tal tesoro, su furia es

enorme, que el mismo decide azotar a “Guatavita”, y evitar ser

burlado de nuevo por un indio.

-“Guatavita” amenazado de muerte y atormentado por las tor-

turas, trata de llevar al emperador a otro lugar diferente, pero

el rey descubre el engaño, y toma venganza, destruye aldeas

y Cega la vida de miles de inocentes, que no hicieron nada por

defenderse, “Guatavita” se siente mal y decide llevar al empe-

rador a “El Dorado” olvidando su pacto con el dios Chibcha,

violando la tradición y ofendiendo a los espíritus ancestros de

su tribu, el pobre indio llora en silencio su tragedia, -“Guatavi-

ta” el cacique guardián designado por el mismo “Chibchacun”,

no aguanta más el dolor que produce El silencio y la impotencia

de no poder hacer nada y pide lo lleven ante el soberano, para

jurarle llevarlo a la gran ciudad de oro.

Lejos de allí, las aves mensajeras venidas de occidente, llevan

a “Zaquesazipa” la desafortunada noticia que arraso a su pue-

blo, el joven príncipe se enfurece y cita de inmediato a todos

sus aliados, por primera vez el niño noble de aspecto tierno

daba paso a un joven valiente y guerrero, capaz de enfrentar el

mal. Pese al miedo entre los indios y animales, “Sagipa” reúne

un ejército que le seguirá hasta el final del mundo, lastimosa-

mente a estos nuevos guerreros les falta algo, preparación mi-

litar ya que todos ellos, no habían nacido para la guerra, por

lo que debía prepararlos rápido, pues son ellos, la esperanza

de libertad del nuevo mundo; “Sagipa” junto con su insepara-

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ble amigo, “Tenjo”, levantan un campamento en lo alto de una

sierra, donde podrán estar a salvo del ejército imperial, una vez

instalados, con poca comida y sin armas, los animales e indios

serán entrenados día y noche, sin descanso y con la consigna

sagrada de que sus manos y sus garras serán las que empuñen

la bandera del triunfo, aunque “Sagipa” ha cumplido su misión,

no estaba conforme, pese a tener un ejército enorme, sentía

que hacían falta lanzas, ya que las que tenía no son suficientes

para derrotar al ejercito del emperador. Pese a sus limitaciones,

el rey cóndor, solicita el apoyo de otras tribus que se dedican

a la orfebrería y aunque todo parece salir bien, “Sagipa” con-

tinua preocupado, ya que no tiene noticias de “Tisquesusa” y

“Bacata”, en quienes ve un posible refuerzo militar.

Pero lejos de saber los trágicos sucesos, “Tisquesusa” agrupa

un ejército con indios de tierra caliente, grandes y corpulentos,

salvajes y peligrosos, sin más que un taparrabos y una vistosa

corona de plumas marchan a la guerra, le deben al cacique, obe-

diencia y lealtad al joven indio, también logra reunir animales de

monte y selva, hi jos de los sobrevivientes y nietos de los héroes

que dieron su vida por ellos, y ahora ellos harán lo mismo por

sus hi jos, y de acuerdo a las órdenes de “Zaquesazipa”, el joven

indio deberá de regresar a la sabana con un ejército fuerte que

no conozca el miedo; “Tisquesusa” espera un tiempo prudente

antes de partir a la sabana, en espera de que Bacata, su tío se

una a su ejército y combatan juntos al emperador.

“Zaquesazipa” se retira por unas horas para pensar en la

soledad de la llanura, antes de salir de la aldea, discute con

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

“Saguanmachica” quien le prohíbe salir del lugar, -¡anciano,

no puedo estar tranquilo en este lugar, mientras mi pueblo es

mutilado!, -¡mi señor, aun no es el tiempo!, -¡y cuál es el tiempo

según tu, hasta que el ultimo ser vivo de mi pueblo riegue su

sangre en esta tierra, yo no puedo quedarme aquí, sin hacer

nada, debo de hacer algo, antes de que sea tarde!, -¡ joven ca-

cique no puedes salir de aquí, como tu tutor te lo prohíbo!, ex-

clama el viejo hechicero, pero este es callado por el joven, -¡ya

no soy un niño, soy un hombre capaz de sostener la espada y

atravesar el trono de mi enemigo, te ordeno hoy, que me entre-

gues tu fidelidad y lealtad, ya que hoy saldré de aquí en busca

del emperador para salvar a mi pueblo!, el viejo cariacontecido

en silencio se queda, observa los ojos enormes y fuertes de

su rey, entiende, que él ya no es un niño y que su preparación

había terminado, luego se arrodilla, toma la mano del joven y

la besa, -¡mi rey pongo a tus pies mi vida, mi magia y mi báculo

para seguirte hasta el fin del mundo, así la pierda en el intento,

te seguiré con lealtad y orgullo, y será mi recompensa morir

luchando a tu lado, oh hi jo de Chibchacun mi gran rey!, lue-

go el joven se arrodilla frente a él, diciéndole, -¡será junto con

un amigo, levántate viejo amigo que el día al cual tanto le has

temido, ha llegado!, replica el príncipe, -¡ahora ve y diles a to-

dos, que el momento ha llegado, dile también a los trescientos

guerreros que se preparen para la guerra, que hoy el escudo

de nuestros enemigos se hará añicos con sus lanzas, que to-

dos me esperen, yo iré con mi padre a tratar asuntos que solo

yo puedo atender!, el joven se marcha dejando atrás el viejo

hechicero.

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149

“Guatavita” con lagrimas en sus ojos lleva por el camino co-

rrecto al emperador, atraviesan enormes y escarpadas mon-

tañas, son seguidos por el ejercito del emperador pero su

esfuerzo los debilita incluso los demonios soldados están

exhaustos por la gran travesía, eso no desanima al empera-

dor que cabalga omnipotente halando al prisionero, su magia

crece cada día, el hombre se siente Dios y por primera vez

piensa en que es un inmortal, planea desde ya, buscar al otro

extremo del mundo, la fuente de la vida que le dé a él, la eterna

juventud, para convertirse en dios y ser dueño absoluto de

todo el mundo, sus ojos y su corazón saltan de júbilo sabe que

pronto llegara a la magnífica ciudad y sin importar lo que esté

sucediendo en sus imperio en el viejo mundo, levantara en es-

tas tierras su magnífica imperio.

En la capital de su imperio, su hermano el general rojo, dirige

la monumental construcción de la ciudad imperial, orgullo de

su hermano, aunque su admiración por ella, se halla desviado

por la ciudad de “El Dorado”, la voluntad del general rojo es

absoluta y definitiva, aunque siente gran desconfianza por el

proceder del emperador, ya que ha dejado un ejército débil y

pequeño en el viejo mundo que puede ser vencido fácilmente

por sus adversarios y peor aún, dividió en el nuevo mundo,

el gran ejercito en pequeños grupos que edifican ciudades,

buscan tesoros, cazan y capturan nativos y buscan a “Zaque-

sazipa” y como si fuera poco, la capital del emperador está a

medio edificar, desprotegida por la locura de su hermano de

buscar un tesoro que según él, no existe y que es otra patraña

de los indios para burlarse de él.

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150

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

“Zaquesazipa” llega a un lugar solitario a varios leguas de la al-

dea, donde es impulsado por su corazón, que le indica donde

debe reunirse con “Chibchacun”; ya que el joven príncipe bus-

ca su consejo y apoyo en estos momentos difíciles, se interna

dentro de una oscura cueva, la cual es alumbrada mágicamen-

te, dicha reunión no tarda más de dos horas, todo pasa tan rá-

pido y en el más completo secreto, su padre le entrega la lanza,

el arco y las flechas de oro, armas poderosas e indestructibles

que derribaran las barreras del mal -¡ con la lanza guiaras al

ejercito a la batalla y con el arco y la flecha atravesaras la co-

raza del emperador! replica su padre, el joven toma las armas

y sale de allí muy rápido, sabe que los mercenarios imperiales

están en el lugar, camina varios metros mirando para todos los

lados, presiente algo horrible, percibe en el aire el mismo aire

fétido de la muerte, corre tan rápido como puede, su mente

y su corazón han detectado al enemigo, se trata de un grupo

pequeño de mercenarios codiciosos que desean su cabeza y

cuerpo, multiplicado mil veces en oro, pronto una jauría de pe-

rros lo persigue, los mercenarios y algunos centauros toman

otro camino para cercar al joven, pero “Zaquesazipa” realiza

una maniobra perfecta, trepa a un árbol y salta a otro donde

despista a los perros, el joven toma la flecha y su arco y la apun-

ta con extrema frialdad, los animales feroces se dan cuenta de

la emboscada y tratan de reaccionar abalanzándose sobre él,

el joven rey suelta la dócil saeta que se incrusta en el pecho

de dos animales, aun quedan tres perros que no dan tiempo a

Zaquesazipa, pero este usa su lanza y logra defenderse con

éxito dejando fuera de combate el resto de la jauría, corre de

nuevo por entre la maleza, pero los hombres y los caballos lo

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151

rodean a lado y lado mientras este corre, a unos pocos metros

frente a él existe un canal de agua no muy ancho, Zaquesa-

zipa, usa su lanza como garrocha y salta sobre el riachuelo,

los centauros logran sobrepasar también el obstáculo, están

a punto de apresar al rey pero el grito desaforado de “Caji-

ca”, su fiel amigo le grita, -¡Zaquesazipa tírate al piso!, luego

un nutrido grupo de guerreros jóvenes en perfecta formación

militar disparan cientos de flechas, confundido el joven rey,

mira para todos los lados, luego observa que delante de él, se

encuentra el primer capitán de su nuevo ejército, “Cajica”, su

amigo de infancia y compañero de preparación, pronto la voz

de alerta se escucha en la aldea, acude a la emergencia “Yaco-

pi”, “Chingaza” y “Suta”, sus amigos y capitanes; “Zaquesazi-

pa” se limpia el polvo de sus vestiduras, se para frente a ellos y

les dice, -¡ustedes son hi jos de grandes guerreros y valientes

héroes, ustedes son los mejores de los mejores y hoy guiaron

con responsabilidad a sus guerreros en este difícil momento,

gracias mis amigos, hoy ustedes se convirtieron en los líderes

militares del gran ejercito libertador; ustedes junto con otros

grandes guerreros serán la esperanza de los afligidos, ellos

se ungirán con su valor y vestirán sus ropas con la sangre de

los héroes, serán ustedes la voz de los que no tienen voz para

alentar a los heridos y los moribundos que renuncian a morir,

no sin antes vencer al emperador; hoy ustedes serán capita-

nes y responsables del ejercito que nos dará la libertad!, los

cuatro guerreros juran lealtad eterna al joven rey, -¡ahora mis

amigos debemos partir pronto, alisten todo para el viaje tal vez

sea lo último que hagamos juntos!, -¡si señor!, responden los

jóvenes capitanes, -¡Cajica, sepulta los cadáveres de estos

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152

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

hombres y busca otros más que quedaron atrás!, -!Chingaza

hi jo de Sagipa, envía varias aves a la sabana para que guíen

nuestro camino y nos mantengan informados!, -¡Yacopi dile a

las mujeres, niños y ancianos que lleven lo necesario, y orga-

niza todo para el viaje, nos vamos mañana con el primer rayo

de sol!, -¡si señor!, -¡Suta, organiza un banquete en homenaje,

a mi padre, tal vez no probemos bocado en muchos días!; ¡si

señor! responde el gigantesco jaguar; no había duda de que

el joven “Zaquesazipa” se ha convertido en el gran líder y rey

que tanto necesitaba su pueblo, camino solo hacia la aldea,

su figura y su estampa se observan desde el caserío, todos

se levantan de su sitio y observan en la distancia ardiente a su

líder, al gran rey “Zaquesazipa”, “Saguanmachica” también lo

observa y con la certeza de lo que ve, le dice a los demás, -¡eh

hay, al gran rey, el soberano y el elegido de la profecía, el hi jo

de Chibchacun, todos debemos a él, obediencia y respeto,

y no importa a donde valla, debemos seguirlo, no importa si

es hasta el mismo infierno, el es nuestro rey!, todos se arro-

dillan, grandes y chicos, animales y hombres, todos por igual

reverencian a su rey, “Zaquesazipa” llega a ellos, “Saguanma-

chica” declara en tono fuerte, -¡ha llegado el tiempo del hi jo

del cóndor, vientos nuevos anuncian cambios, el tiempo de la

libertad ha llegado, borrando todo vestigio de la crueldad y su

creador!. A bastante distancia de allí, “Bacata” reorganiza su

ejército apoyado por indios de tribus amigas y enemigas entre

sí, tales como los “Pijaos”, los “Tolimas”, “Panches”, y muchos

“chibchas”, y al igual que “Sagipa”, también se prepara para

la guerra, el mismo cacique diseña muchas trampas asesinas,

modifica sus armas y utiliza la venganza como única consigna

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en los corazones de sus guerreros, su presencia en los bos-

ques alienta a otros indios a unírsele, con el pasar de los días,

“Bacata” recibe a muchos voluntarios deseosos de victoria

y fama, buscan que sus nombres sean narrados con orgullo

a sus descendientes, que lucharon al lado del gran guerrero

“Bacata”, el indio que renuncio a su dios para convertirse en

el vengador de su tribu.

La horda del cuervo, detecta los movimientos sospechosos de

los indios y los animales, de inmediato informa al emperador,

pero este no presta Importancia a las observaciones, final-

mente el emperador envía al cuervo para donde su hermano

para que él decida que hacer al respecto, ya que el emperador

está metido en la búsqueda de la ciudad de oro.

En la noche y antes de partir, “Zaquesazipa” comparte con su

pueblo un gran banquete, se le ve feliz, su alegría contagia a

los demás, pronto la música invita a la danza, el bullicio musical

de los tambores y las flautas armonizan el paisaje e invita a los

asistentes a bailar entorno al fuego, el joven príncipe baila ale-

gre, brinca de un lado para el otro, invita a otros a danzar, to-

dos salen con rítmico paso, hacía mucho tiempo que el pueblo

no estaba alegre y así fuera por unos instantes, todos olvidan

el dolor horrible que les ha dejado el emperador; durante ho-

ras compartieron un buen momento, luego se van a dormir, me-

nos “Zaquesazipa” que se queda junto a la fogata, observando

con detenimiento cada flama, concentrado en sus llamas que

queman los últimos trozos de madera, sus pensamientos pare-

cen fusionarse con las chispas que produce el fuego, permane-

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154

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

ce inmóvil hasta el alba. Al igual que el príncipe, el emperador

también permanece noctambulo junto a su carpa, observando

también el fuego, mira fi jamente el interior de las llamas, trata

de hallar en ellas, alguna señal, pero al parecer no le da ningún

resultado, vuelve y lo intenta y fracasa de nuevo, y así una y

otra vez, intentando usar sus súper poderes pero estos no fun-

cionan; a pocos metros frente a él, se encuentra “Guatavita”,

atado de pies y manos a un árbol, sus ojos y rostro reflejan una

cierta alegría que la logra disimular muy bien, “Guatavita” sabe

que están cerca de la ciudad de “El Dorado” y que por ser

esta, una “tierra bendita” aquí no funciona ningún poder, magia

o hechizo que venga del exterior; el emperador al ver que cada

intento suyo es infructuoso, llama a sus hechiceros, seis en to-

tal, quienes intentan usar su magia sin lograr resultado alguno,

entonces el emperador se dirige hacia donde está el indio y le

pone su espada en el cuello, lo mira desafiante, el indio reti-

ra su mirada, el emperador se marcha pero regresa, toma de

nuevo su espada y al coloca en su cuello, -¡que sucede en este

lugar!, pregunta enfadado en emperador, -¡porque mi magia no

funciona en este maldito lugar!, replica el emperador, pero el

indio no contesta, hunde mas su espada en la humanidad de

“Guatavita” pero este no responde, entonces el emperador

ordena a su guardia traer algo, -¡vamos a ver si con esta sor-

presa, no hablas!, el guardia trae a empellones a un pequeño

niño, el emperador le hace una seña para asesinar al infante, el

guardia toma su espada para cumplir la orden y justo cuando

el hombre alista a su víctima, el indio grita, -¡alto!, -¡ahora bien,

quieres decirme que sucede!, -¡está bien, pero no le haga daño

al pequeño!, -¡no estás en capacidad de exigir algo!, Exclama el

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155

emperador, -¡habla indio!, dice el emperador mientras hace una

señal para que se lleven al niño, un vez seguro de que el niño

está bien, el indio le confiesa al emperador la respuesta que

tanto busca; -¡tu magia aquí no funciona, estamos en tierra sa-

grada, la tierra de “Chibchacun”, entramos a la frontera de la

ciudad de “El Dorado”!; -¡ya veremos si no funciona mi magia!,

argumenta el emperador, -¡llévenselo de aquí y azótenlo para

que recuerde siempre de quien es su nuevo dios rey!.

Un viento frio recorre la sabana, los visos oscuros de una gran

tormenta siguen los pasos del emperador, pronto un grupo de

avanzada llega ante el rey de mal, estos le informan que avista-

ron desde lo alto de una montaña lo que parece ser un ciudad,

-¡marchen rápido, estamos cerca, traigan al indio!, -¡veremos

cuánto dura su lealtad!, el emperador organiza a su ejército en

un gran acorazado bloque, encabezado por el mismo, su mira-

da negra no ve más allá de la ciudad, su mente y su alma desean

llegar a la ciudad, en su intento de lograr conquistar lo que

ya había sido conquistado, descuida las defensas de su reino,

mas sin embargo sus soldados son fuertes y muy bien entre-

nados para defenderlo; su guardia personal, los demonios

tan salvajes y tan malvados como su rey lo siguen hechizados,

empuñando la espada de fuego, sus dientes fungen como cu-

chillos oxidados y sus manos no son más que horribles garras,

su fuerza descomunal solo se compara con la de diez jaguares,

juntos son una fuerza devastadora, leal a su rey, pero letal con

los enemigos de su amo, y que están a punto de asediar la ciu-

dad de oro, orgullo de los indios y que por azares del destino

se convertirá en la capital del nuevo reino imperial.

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156

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

Su paso es brusco y acelerado, es guiado por el tambor me-

tálico que no para de cantar la oda de la muerte, su rey camina

rápido, impulsado por su afán de poder, su sangre hierve a

borbollones, sus hombres y demonios lo siguen con obedien-

cia y lealtad ciega, el indio “Guatavita” es halado por la cuer-

da que lo aprisiona del cuello y de las manos, su paso no es el

mismo pero el látigo cruel del emperador, lo obliga a continuar,

toda vez que sabe que sus pies y sus manos están llevando a

su pueblo a la extinción.

Al igual que el emperador, “Zaquesazipa”, también lleva a sus

hombres al frente de una guerra que está por iniciar, acom-

pañado de 300 guerreros de todas las especies, los mejores

de sus razas, preparados y educados para matar y morir por

la libertad y su tierra, lo acompaña también “Saguanmachi-

ca” y su magia, además de un ejército de cóndores y águilas

que también se diseñaron desde el vientre de sus madres para

combatir a su cruel enemigo, lo sigue además un grupo peque-

ño de guerreros animales, hijos de los sobrevivientes de la pri-

mera guerra, viene también su pueblo que trata de no perder

el paso de los guerreros.

“Tenjo” el viejo capitán Chibcha organiza el ejercito, en sus

ojos se observa el reflejo de la preocupación, quisiera que su

ejército fuese mil veces más grande, pero sabe que es lo único

que tienen y deben de luchar con todo para no caer vencidos,

sus gritos militares revolucionan el valle, organiza el ejercito

en pequeños grupos que caminan altivos hacia lo que fue una

vez su territorio; un pequeño ejército que soportara un largo

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157

viaje, de seguro muchos de ellos no llegaran a su destino, sa-

ben que el frio y el calor, la selva y el paramo se los tragaran

vivos, pero su alma y su corazón los impulsa a seguir adelante,

siguiendo orgullosos a su rey, quien guía a su pueblo y a su

ejército por el agreste paisaje, “Zaquesazipa” sabe bien que

sus pasos llevan la historia de la nación a la guerra, y que solo

peleando obtendrán la libertad y sus tierras.

Un joven rey y un pequeño ejército que busca la gloria de sus

antepasados y devolvérsela a las nuevas generaciones, un jo-

ven rey que quiere gloria para su pueblo, un joven rey que no le

teme a la muerte, un joven rey que hoy asume con propiedad el

destino de su pueblo y de su ejército, su paso es el mismo que

el de el emperador, rápido, furioso, orgulloso y sin descanso,

impulsado por su espíritu y juventud, lleva encima sus armas

como una extensión perfecta de su ser, de la aldea, sale un

pequeño ejército, entrenado para la guerra y para soportar

la crueldad del emperador, un ejército pequeño cuya alma es

más grande que las de diez mil hombres y que solo obedecerán

a su rey, “Zaquesazipa”. Antes de partir el príncipe llama a

“Saguanmachica” y lo lleva a un lado, donde le imparte una

orden crucial, la primera desde su asunción como rey del nue-

vo mundo, -¡ve y busca al mohán blanco y dile que los hombres

y los animales los necesitamos, que ha llegado el día para que

luchemos juntos, antes que nuestra arrogancia y la rivalidad

de nuestros pueblos nos lleve a la extinción definitiva de nues-

tras especies, solo sigue el “rio Funza”, sus aguas te llevaran

a él, nos veremos en la gran muralla imperial de “Teusaquillo”

en la noche del trigésimo día, nosotros resistiremos hasta tu

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

llegada, nuestras lanzas y flechas resistirán el acero, pero no

serán suficientes para soportar las gigantes manadas de hom-

bres y su fuego infernal!, aunque “Saguanmachica” se opuso

a sus órdenes, entendió que este era su rey y debía de obede-

cer y partir pronto para cumplir con el encuentro, de esta ma-

nera el joven rey queda solo y sin su mentor, “Saguanmachica”

vuela raudas por el horizonte gris, ante la mirada confusa de

todos los que quedan allí, -¡adelante mis guerreros, ni un paso

atrás, siempre adelante, nuestro camino nos llevara al encuen-

tro de nuestro enemigo, nuestros pasos y nuestros cuerpos

sentirán el calor del infierno, nuestros ojos sudaran la sal y la

sangre de nuestra tierra y de los valientes que lo dieron todo

por nosotros; el miedo nos horrorizara y aniquilara nuestros

sentimientos, pero hoy no es el día para que el miedo haga

de las suyas, hoy marcharemos con fuerza y nuestro conse-

jero será nuestra valentía, hoy no caeremos rendidos ante lo

desconocido, hoy caminaremos al encuentro de un emperador

conocido por su tiranía y que será derrotado por nuestra lan-

za y su escudo, hoy será el día para caminar firmes y llegar

a nuestro destino, para esto fuimos señalados, para devolver

a nuestras familias y al nuevo mundo, la libertad de nuestras

tierras que nos fue robada; “por nuestros hi jos, y antepasa-

dos, por nuestros muertos, vamos por la gloria y la libertad!,

se escucha un altivo grito, un grito de gallardía y valor que

señala la ruta de un ejército pequeño pero capaz de destrozar

el escudo y la muralla de un malvado rey.

Cerca a la ciudad de oro, los vigías imperiales divisan desde lo

alto, un numeroso grupo de indios que se encuentran escondi-

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159

dos, de inmediato el emperador envía a un grupo de soldados

para capturarlos pero “Guatavita” le suplica que los deje en

paz, ya que ellos son pacíficos e inofensivos, pero su lamen-

to de nada sirve y el malvado rey envía a sus hombres, -¡mi

señor no les haga daño, ellos son una tribu pacifica y noble,

ellos no tienen armas, solo viven y sirven a su dios!, exclama el

asustado indígena, -¡y porque he de dejarlos en paz cuando

me pueden ser útiles para sacar todo el oro de esa maldita

ciudad!, exclama el emperador, -¡acaso no me has dicho toda

la verdad!, pregunta de nuevo, pero el indio trata de disimular,

balbuceando respuestas negativas, -¡está bien indio, máten-

los a todos!, ordena a sus soldados, -¡No, no, por favor!, su-

plica “Guatavita”, -¡porque son tan importantes estos indios

para ti, acaso no temes por tu vida!, el indio guarda silencio,

mientras observa que los centauros y perros se dirigen hacia

la montaña donde están los indios, -¡no dejen a ninguno con

vida!, ordena el emperador, -¡no mi señor, espere por favor, le

diré toda la verdad!, suplica de nuevo, -¡alto!, grita el rey mal-

vado, -¡quienes son ellos!, el indio mira hacia la montaña donde

está la tribu, la misma que el protege y la misma que el gobier-

na, luego regresa su mirada hacia el emperador y con el alma

rota le confiesa toda la verdad, -¡ellos son mi familia y al igual

que yo, ellos también son guardianes de El Dorado!, calla por

un momento, y luego habla, -¡nadie puede llegar a la ciudad

de Chibchacun sin nosotros, ya que somos un portal mágico,

que abre el paso a la ciudad del Dorado, si estamos todos

unidos, entrelazando nuestras manos y espíritus, el portal se

abrirá permitiendo la entrada a “El Dorado”, yo soy el caci-

que del pueblo de “Sutatausa”, y nosotros fuimos for jados

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

para llevar esta misión!, exclama el indio, -¡por favor no les haga

daño, si usted asesina a uno de ellos, la cadena se romperá y

el portal jamás se abrirá, nosotros somos los seres más viejos

del universo, ya que “Chibchacun” nos dio la vida eterna para

estar aquí, en esa gran montaña, permitiendo o prohibiendo el

paso hacia El Dorado!, termina el indio; el emperador mira al

indio y ordena a su ejército avanzar rápido y capturar a todos

los indios, -¡los quiero a todos vivos!, ordena el emperador.

Muy lejos de allí, “Tisquesusa” ordena a su ejército partir, una

voz en el fondo de su corazón le avisa que el momento ha lle-

gado, envía a un mensajero, rápido y leal, hacia las estribacio-

nes de la cordillera oriental, donde presume que se encuentra

“Bachata”, y solicitarle a Él, lo acompañe en la última cruzada

de las especies en contra del emperador; el joven cacique par-

te con un nutrido grupo de indios y animales, feroces solda-

dos, cuya única consigna es la libertad, sus garras y manos

empuñan nuevas y mejores armas, capaces de resistir la des-

carga maldita de mil cañones; “Tisquesusa” viste sus mejores

prendas de algodón las cuales están pintadas con hermosas

figuras geométricas de color ocre, también lleva una hermosa

diadema de oro, además de brazaletes y tobilleras en oro que

lo diferencian del resto de los seres que lo acompañan; antes

de partir se arrodilla mirando hacia el cielo, es imitado por to-

dos sus guerreros, allí declama orgulloso, valientes palabras

que alienta el clímax de sus soldados -¡ha llegado el momen-

to de partir, atrás dejamos los malos recuerdos, los miedos y

nuestras familias, partiremos a lo incierto, a un viaje sin regre-

so para muchos, partiremos a la guerra, seguros de que vence-

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remos al mal y que nuestra victoria alentara a nuestros hi jos y

familias a continuar el viaje que hoy iniciamos, porque tal vez,

ninguno de nosotros regresemos…..por “Chibchacun” y por

“Zaquesazipa”, hasta el final!, todos gritan confiados de que

esas palabras de valor blinden su alma para siempre.

Pronto la tarde acaece dando paso a una densa niebla carga-

da de frio, los soldados del emperador rodean la monumental

montaña en forma de mesa cuadrada cuyos precipicios son

altos y mortales y solo se puede acceder a su cima por un ca-

mino estrecho e inclinado, pronto los guardias suben el cami-

no sin recibir ningún tipo de resistencia; una vez en la cima los

guerreros tratan de rodear a los nativos, quienes se encuentra

asustados y no hacen nada para huir, desde la parte baja el

emperador ordena a un capitán rodearlos y llevarlos ante él,

antes de que anochezca; en el intento de capturar a los indios,

dicho capitán de tez amarilla, ordena a sus hombres atrapar a

los indios, sin dejar de apuntar sus armas, mientras el cuervo

llega por la retaguardia, -¡quietos y no les pasara nada¡, grita

el capitán a los cerca de mil indios entre hombres, mujeres, ni-

ños y ancianos, estos se abrazan, se escuchan miles de lamen-

tos, millones de lagrimas sofocan la esperanza moribunda de

los indios, todos en absoluto lloran, ruegan a Chibchacun por

sus almas, piden a él, que los cuide y los guie en su viaje al mas

allá; a cada paso de los soldados por intentar acercarse a los

indios, estos retroceden hacia el peligroso abismo, “Guatavi-

ta” trata de de gritar a su familia, para advertirles del riesgo

que corren pero es castigado por los hombres del emperador;

desde la cima, su hermana y su sobrino, observan aturdidos el

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

salvaje episodio contra su líder, rápidamente ella corre hacia

la orilla, donde exclama a todo pulmón, -¡hermanos este es el

día que tanto nos hablaban nuestros antepasados, nos ha lle-

gado la hora, y segura de que la barca celestial nos llevara de

regreso en nuestro largo con Chibchacun, debemos enfrentar

nuestro destino y no permitir que estos salvajes, acaben con

nuestro mundo¡, grita la mujer, mientras el cuervo y sus secua-

ces tratan de tomar a los indios por la espalda, -¡por nuestro

pueblo y nuestros antepasados, muerte, muerte, antes que

ser esclavos!, grita la valiente mujer, luego se lanza al vacio,

entregándose a los brazos del dios del cielo y el universo, su

caída al vacío de doscientos metros es inevitable pero valien-

te, la templada mujer se aferra de las alas de un ave negra y la

arrastra al vacio con ella, el emperador grita -¡no!, pero es de-

masiado tarde, su acto heroico es imitado por su hi jo, por las

mujeres, los niños y los ancianos, todos en general, mil almas

se lanzan al vacio, muchos fueron tomados por las garras de

las aves, pero los aborígenes logran destrabarse, otros más

fueron agarrados por los soldados, pero logran liberarse; el

emperador y sus hombres no pueden impedir el suicidio co-

lectivo de mil indios valientes, ni siquiera su líder “Guatavita”

quien se lamenta profundamente por no evitar la tragedia,

de inmediato su alma es maldecida por el emperador quien lo

condena a vivir con ese tormento por toda la eternidad, nada

pudo hacer el emperador quien frente a sus ojos , vio como

uno a uno y mil veces más, se esfuma el sueño codicioso de la

gran ciudad, se lamenta reiteradamente, golpea al cacique y

único sobreviviente, -¡tú me darás esa ciudad, cueste lo que

me cueste!.

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163

En el abismo de la celosa montaña queda sepultado el sue-

ño de un gran pueblo cuya cultura es única, nadie pudo ha-

cer nada, su amor propio por su vida y su legado, los obligo

a tomar la fatal decisión, en esa montaña mil “Sutatausas”

murieron y con ellos también murió su gran secreto, solo que-

da un sobreviviente que será forzado a vivir cuando lo único

que desea es morir, Según los hechiceros del emperador, esa

montaña y el valle que la rodea, es el mismo “Dorado” ya que

la magia es poderosa y se resiste a salir del lugar, mientras tan-

to los soldados tratan de buscar sobrevivientes pero todos

están muertos; el rey ordena levantar el campamento y buscar

centímetro a centímetro el famoso “Dorado”.

Durante días sin comida y sin descanso, buscan sin resultado

por todo el valle, el emperador usa su magia y esta es repe-

lida por el extraño poder que yace en las entrañas del lugar,

finalmente el rey malvado decapita a uno de sus hechiceros,

mientras tanto en la ciudad amurallada el general rojo, no sabe

nada de su hermano y se encuentra preocupado por lo que

le pueda pasar, así que decide sin su consentimiento salir en

busca de él, llevando con él , la mitad del gigantesco ejercito

y delegando a un hombre de su confianza, el mando del res-

tante que resguarda la ciudad y otras ciudades más peque-

ñas. Con diez mil hombres, el general rojo parte a buscar a

su hermano guiado por uno de los indios capturados y quien

tiene al parecer una remota idea del paradero del emperador,

su paso es rápido lleva consigo gran parte de la caballería por

tratarse de una emergencia, lleva también un nutrido grupo de

fusileros y cañoneros que disponen sus armas en improvisa-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

das carretas haladas por los caballos; el general rojo sabe que

su subordinación le costara la muerte, aunque lo único que

quiere es ayudar a su hermano, al igual que a “Zaquesazipa” y

“Tisquesusa”, el general rojo deberá hacer un viaje largo y pe-

ligroso con la confianza plena de que nada pasara en la ciudad

imperial en su ausencia.

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165

´Zaquesazipa rodea la Ciudad Amurallada ´

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

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¡Durante veinticinco días largos y angustiosos, “Zaquesazipa”

atraviesa el nuevo mundo para llegar a la antigua capital de los

chibchas, en su intento muchos soldados, perecieron y otros más

renunciaron, esto no disminuyo la moral de los guerreros que están

dispuestos a luchar en contra del enemigo!, recorrió sin descanso

ciento de millas a través de todo tipo de geografías y junto con su

hombres resistió el clima y su adversidad; luego de la muerte de

los mil “Sutatausas”, la tierra fue afectada por una tormenta cruel

que se prolongo por veinte días que inundo buena parte de la sa-

bana, dejando a la ciudad amurallada restringida a un solo acceso,

los cultivos y la tierras fértiles fueron ocupadas por las aguas,

las montañas dejaran caer desde sus cimas gigantes avalanchas

que bloquearon los caminos incomunicando a las ciudades con el

puerto, al parecer “Zaquesazipa” al enterarse de la muerte de los

“Sutatausas” maldijo en mil lenguas la mala acción de su enemigo

y obligo a su padre a anegar toda la sabana e imposibilitar la vida

en ella, buena parte del territorio Chibcha sufrió las consecuen-

cias, en especial el ejército imperial que está sufriendo a causa

de que no tienen reservas de alimentos, esto los obliga a bajar la

guardia y buscar alimento en el exterior de la ciudadela.

“Zaquesazipa” llega en el día veintincinco de los treinta que

el dispuso para el ataque, dejando atrás los duros bosques

andinos y encontrando frente a él, la gigantesca ciudad amu-

rallada rodeada de agua y con un solo acceso, junto con sus

capitanes y generales estudia el lugar e idea un plan, su es-

trategia es sencilla utilizara el humedal, para llegar a la ciuda-

dela, ya que no tiene muralla, será peligroso pero es el único

acceso a la ciudad, pero para que el plan funcione, deberán

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de crear una distracción para llamar la atención de los guar-

dias del castillo y obligarlos a salir, una vez definida la primera

parte del plan “Zaquesazipa” entrara por sorpresa a la ciudad,

usando el humedal, una vez adentro atacara al ejército imperial

y desde adentro podrán abrir las puertas de la ciudadela al

resto del ejercito que llegara con “Saguanmachica”, es un plan

arriesgado y deben de actuar rápido y sin errores, acamparan

en las montañas que rodean la Sabana, desde allí podrán di-

visar con perfección todos los movimientos de la ciudad, “Za-

quesazipa” ordena a sus hombres descansar lo suficiente, ya

que en la mañana, en la puesta del sol, el ejercito se dividirá en

dos y deberán tomar caminos diferentes para rodear la mon-

taña y así empezar a llevar a cabo el plan.

Antes de ir a dormir “Zaquesazipa” se reúne con sus capita-

nes y entrega a cada uno de ellos misiones especiales, como

es el caso de “Tabio” el más experimentado y veterano guerre-

ro Chibcha quien guiara el grupo distractor, lo acompañara

“Yacopi” y sus 65 osos de anteojos, grandes y fuertes, ca-

paces de derribar de un golpe la pared de la ciudadela, por

su parte “Cajica”, y “Suta” el majestuoso jaguar negro entra-

ran a la ciudadela junto con “Zaquesazipa” y “Chingaza” con

su escuadrón de cóndores apoyaran a las fuerzas en tierra.

“Zaquesazipa” planea cada movimiento durante horas, casi

no durmió, analiza cada detalle y estudia con absoluto rigor

un posible fracaso y tener bajo la manga, un plan alterno que

pueda evitar los desastres que se puedan presentar, enton-

ces cambia mil veces de tácticas pero siempre prefiere el plan

inicial, es normal que el joven hiciera esto, como todos los sol-

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dados de su ejército está ansioso, no quiere defraudar a su

pueblo con una derrota.

-¡Amigos y soldados de la gran alianza, está por llegar el momento

de la batalla, debemos estar seguros de lo que vamos a hacer cada

uno en el frente de batalla, mañana no podemos cometer errores,

cuando tenemos a la muerte como nuestro peor enemigo!.

-¡En el trigésimo día, por el sol poniente, aparecerá “Saguan-

machica” con un poderoso ejército que igualara las cargas, por

ahora debemos soportar su ventaja que es superior, somos

muy pocos pero más fuertes que nuestro enemigo, debemos de

aguantar y en el trigésimo día cuando el sol aparezca, Saguan-

machica y el Mohán blanco, igualaran la diferencia y tendremos

una lucha cuerpo a cuerpo, debemos de aguantar y resistir con

todo nuestro coraje a los enemigos, seguros de que “Saguan-

machica” no nos fallara!, exclama el joven príncipe.

-¡Ahora mis amigos descansen para que sus ojos divisen ma-

ñana con exactitud cada movimiento de nuestros enemigos!,

“Zaquesazipa” calla por un momento y de nuevo les habla,

-¡mañana nos dividiremos y ocuparemos posiciones estratégi-

cas, lleven lo necesario, permaneceremos ocultos hasta que la

señal nos indique el momento del ataque!, se levanta del circu-

lo y se despide de sus lugartenientes, retirándose a un claro

para tomar un merecido descanso.

“Tisquesusa” marcha de noche tratando de sortear los desas-

tres que dejo el fuerte vendaval, avanza sin rumbo ya que él y

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

sus hombres desconocen el lugar, se detiene para analizar la

situación y entiende que se ha extraviado del camino y que sin

aves que lo orienten en la selva será difícil recuperar el camino

para unirse al príncipe, su preocupación es enorme quiere salir

de allí pero no puede, sus guerreros están exhaustos por la

larga caminata, al parecer han recorrido toda la noche la ma-

nigua entera en busca de la ruta correcta, decide entonces

descansar en ese lugar y levantar un campamento base y en-

viar en la mañana varios grupos de soldados que hallen una

salida de la selva, sin más remedio que el descanso, enciende

el fuego para calentar los húmedos cuerpos de los guerreros,

el silencio en la espesura contrasta con la preocupación de

“Tisquesusa” que se mortifica al no estar al lado de su rey y se

enfada consigo mismo, y se acusa por haber dejado solo y a la

deriva a “Zaquesazipa”

Fue antes de la media noche mientras Tisquesusa y sus solda-

dos duermen, cuando un furtivo grupo, asalta el campamento

tomando por sorpresa a cada uno de los agotados viajeros,

las armas aceradas apuntan sin piedad sobre las cabezas y

pechos de los guerreros, nadie puede hacer nada, la reacción

es lenta y tardía, tratan de evitar la emboscada pero la ven-

taja del siniestro enemigo es absoluta, “Tisquesusa” y “Ten-

jo”, tratan de oponerse, pero el filo de una lanza los obliga a

tomar asiento y obedecer, -¡no muevan ni un musculo!, replica

el oscuro asaltante, -! de lo contrario se arrepentirán!, refirió

de nuevo; “Tisquesusa” trata de ver el rostro de los hombres

pero le es imposible, la penumbra es total, le pregunta en va-

rias ocasiones -¡quienes son ustedes! pero la figura siniestra

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no responde, “Tisquesusa” y sus hombres son llevados jun-

to a un gran árbol, donde son puestos de rodillas, el joven

“Chibcha” teme lo peor y por segunda vez en la misma noche,

se arrepiente de haber tomado el camino equivocado, quie-

re reaccionar tratando de zafarse de su enemigo, entonces le

habla al oído a “Tenjo”, -¡cuántos hombres son!, -¡tal vez trein-

ta o cuarenta!, contesta el capitán, -¡a mi señal, los atacamos

para quitarles las armas y damos la señal de alarma para que el

ejercito despierte!, exclama “Tisquesusa” -¡si mi señor!, al lugar

llegan más hombres armados con arcabuces y lanzas que se

apostan entre los árboles para capturar a otros soldados que

aun duermen.

-¡Vamos con todo!, grita “Tisquesusa”, su orden abre el paso

a la monumental batalla campal, en medio de la horrible os-

curidad los golpes sin destino, van y vienen, “Tisquesusa”

derriba a muchos pero más hombres le llegan por la espalda

para tratar de contenerlo, de nuevo el joven guerrero saca de

combate a sus adversarios y justo cuando pretende tomar el

arma de uno de sus enemigos, este es sorprendido por la es-

palda, su cuello es amenazado por una daga que es empuñada

fuertemente por un misterioso hombre, -¡quieto o te mueres!,

exclama el hombre, “Tisquesusa” trata de girar su cuerpo

pero el puñal se incrusta más en su cuello, -¡quieto o pagaras

caro con tu vida!, Tisquesusa trata de reconocer la voz y gira

su cuerpo, pero el puñal lo detiene, -¡te dije que no hicieras

nada!, el joven cacique reconoce la voz, -¡Bacata eres tú!, el

siniestro personaje retira su cuchillo del cuello y rodea a “Tis-

quesusa”, !si soy yo!, quien eres tu pregunta “Bacata” -¡Soy

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yo, “Tisquesusa”, tu sobrino!, “Bacata” se acerca al cacique

para reconocerlo, un leve reflejo de la luna revela su cara, -¡soy

yo, tu sobrino Tisquesusa!, ¿que haces aquí?, pregunta el ca-

cique “Bacata”, -¡dejen a estos hombres en paz, es mi sobri-

no Tisquesusa!, la orden es cumplida obedientemente, -¡para

dónde vas Tisquesusa!, exclama “Bacata” -¡estoy perdido en

esta selva, debo salir pronto de aquí, debo de reunirme con

Zaquesazipa para atacar la ciudad imperial!, -¡pero la ciudade-

la esta sola, estamos siguiendo al emperador que va rumbo al

Dorado!, “Tisquesusa” se sorprende con lo que le dice su tío,

-¡pero cómo es posible que el emperador deje su capital sola y

vaya a buscar una ciudad secreta que nadie conoce!, -¡es posi-

ble, está con él, Guatavita!, -¡Guatavita!, exclama confundido

“Tisquesusa”, -¡si el muy maldito nos ha traicionado!, refiere

enojado “Bacata”, -¡hace semanas que perseguimos al empe-

rador y este ha descuidado totalmente sus defensas, es cues-

tión de tiempo para que lo ataquemos!, -¿Bacata como salgo

de esta selva?, pregunta “Tisquesusa”, -¡es hora de que pelee-

mos juntos y acabemos con el emperador!, exclama “Bacata”,

-¡no puedo dejar solo a Zaquesazipa, debo partir pronto con

mi ejercito hacia la sabana y apoyarlo!, “Bacata” calla y lue-

go exclama -¿Zaquesazipa el supuesto hi jo de Chibchacun?,

¡el dios que renuncio a su pueblo y que se marcho lejos y que

ahora envía en su lugar a un niño a luchar una batalla contra

un enemigo que es superior a ese supuesto dios!, -¡debo leal-

tad a él y a Chibchacun, así tu ya no otorgues el respeto que

ellos merecen!, -¡querido sobrino esta es tu guerra y yo ten-

go la mía, ambos estamos luchando contra un enemigo común,

unamos nuestras fuerzas y luchemos juntos y dejemos que el

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tiempo decida sobre lo que debemos hacer!, exclama “Baca-

ta”, -¡pero tío no puedo dejar solo a “Zaquesazipa” le hizo un

juramento sagrado, de que nunca lo dejaría solo y que lo pro-

tegería con mi vida!, -¡sobrino estas muy lejos de la sabana y

tal vez sea tarde para tu amigo si deseas enviare mensajeros

para que le avisen que estás conmigo, si esa es tu preocupa-

ción! Replica “Bacata” -¡Tisquesusa esta es la oportunidad

de acabar con nuestro enemigo, está en nuestras manos y no

lo podemos dejar escapar, oportunidades como esta, no son

de todos los días!, refiere el viejo cacique, luego de un largo si-

lencio, “Bacata” exclama finalmente a “Tisquesusa”, -¡esta es

la última oportunidad de nuestras vidas y de nuestro pueblo

,necesito que me apoyes, unidos somos más fuertes y somos

un solo ejercito , tu pueblo te necesita y yo te necesito sobri-

no!, exclama “Bacata” luego de un silencio y de tanto pensar,

“Tisquesusa” acepta, -¡está bien, te apoyare, pero debes de

prometerme que ayudaras a “Zaquesazipa”¡ , Bacata discrepa

pero también acepta mirando a su sobrino fi jamente a los ojos,

-¡está bien luchare a su lado pero nunca aceptare a Chibcha-

cun como mi Dios y entiende bien, que te apoyo a ti, pero no

quiere decir que apoye a “zaquesazipa”, te respaldare hasta

el final pero no me pidas que siga a este muchacho, renuncie a

Chibchacun y también renunciare a todo lo que venga de el!,

replica “Bacata” -¡luchare hasta el final y peleare hombro a

hombro contigo y si es el caso moriré por ti y solo por ti, no me

pidas nada mas, “Tisquesusa”; ahora muchacho descansemos,

mañana la travesía sera dura y debemos de recuperar toda la

energía posible, el futuro es incierto mas no nuestro destino!.

-¡descansemos Tisquesusa, en unas horas marcharemos tras

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

el emperador, este es un enemigo muy peligroso y difícil de

vencer, tenemos más de 5 mil lanzas y garras que no serán su-

ficientes pero el valor de mis guerreros y de los tuyos, supera

a las tropas imperiales!

En la mañana, “Zaquesazipa” parte hacia la Sabana, toman-

do una serie de atajos que lo llevan hacia el humedal donde

tomara posiciones estratégicas para el ataque, lo mismo hace

“Tabio” quien toma el camino contrario y rodea la montaña

para llegar por el bosque al camino de acceso de la ciudade-

la; el entusiasmo y el valor se reflejan en los guerreros de la

gran alianza, pese a la ansiedad por lo desconocido, sus ojos

brillantes deseosos de libertad quieren luchar ya; en su tra-

vesía, el joven príncipe pide a su padre ilumine a cada uno de

los guerreros de la libertad y les conceda la fuerza necesa-

ria para que sostengan la espada y la lanza cuando reciban

la descarga del ejército enemigo, “Zaquesazipa” sabe que en

sus guerreros esta el espíritu capaz de derrotar al oscuro rey .

“Tisquesusa” se desliza con agilidad por la pendiente evitan-

do ser descubierto, de acuerdo al plan, el tendrá preparados

a sus guerreros para el anochecer y dar inicio al ataque, sus

hombres y guerreros animales sienten cerca el combate, el

tambor de la guerra vibra en sus corazones casi no les deja

respirar, sus manos expelen el sudor frio que solo puede con-

tener el azufre del mal, saben que pronto combatirán al hom-

bre más poderoso del mundo, el hombre que dice ser dios y se

adora a sí mismo, los guerreros de la alianza final saben que su

voluntad y orgullo sobrepasa la montaña más alta y que co-

nociendo su maldad, hoy no le temerán y así como de niños

jugaban a derrotar al emperador, hoy más grandes y fuertes,

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desean vencer a su enemigo, así este supere con su magia, las

fuerzas letales de la naturaleza, los jóvenes guerreros buscan

castigar a un hombre malvado que justifico su vida creyendo

ser un dios, un dios hombre tan mortal como otro, pero con el

poder de engañar y matar; un hombre poderoso al cual medio

mundo lo sigue por temor y el resto del mundo no se atreve a

seguirlo por miedo, un hombre cuyos poderes superan a to-

dos los hechiceros del universo, un hombre poderoso que no

es dios, un hombre común y corriente poseedor de un ejército

de cien mil hombres, demonios y animales que destruyen todo

a su alrededor y ahora después de tantos siglos, un grupo de

fieles guerreros fruto de la gran alianza entre indios y anima-

les, están a punto de ingresar al santuario del perverso rey

negro, un grupo pequeño de guerreros cuyo coraje supera

todo lo imaginable, dispuestos a entregar su vida por su tierra

y por su nuevo rey.

En medio del bosque y con la dificultad de la geografía y el

agua, “Zaquesazipa” llega a las fronteras de la ciudadela, logra

entrar al gran humedal, utiliza camuflaje natural obtenido de

la espesa flora; él y sus hombres se sumergen por completo

en las aguas, nadan silenciosamente para llegar muy cerca a la

ciudadela y esperar el momento de la orden de ataque.

Por su parte “Tabio” y “Yacopi”, corren a toda prisa por la

montaña atravesándola horizontalmente, su recorrido es más

largo pero no tan peligroso como el del joven rey, es un re-

corrido de varias horas, logran pasar el bosque sabanero, el

cual está cubierto por una abundante niebla que impide que

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

los guardias vean más allá de las murallas, todo marcha bien

de acuerdo al plan, “Tabio” y sus guerreros se ubican estra-

tégicamente a la espera de la voz de “Tabio” que de inicio al

ataque.

“Zaquesazipa” y sus fieros guerreros esperan la señal precisa

para atacar, solo hablan lo necesario procuran que su movi-

mientos sean lentos y suaves para no delatar su presencia en

el lugar, el joven príncipe esta pensativo, ve en sus guerreros

la fidelidad extrema de su raza pero sabe que son muy pocos

para enfrentar al enemigo, mas sin embargo mira a sus hombres

y les sonríe, quiere darles confianza y valor, ya que él sabe, que

esta incursión es una misión suicida; no lejos de allí ,entrando

por el norte, “Sagipa” comanda un ejército enorme de aves e

indios, es cuestión de horas para llegar a la ciudad amurallada

y tal como le había solicitado el joven cóndor, había logrado

conseguir en el menor tiempo, un ejército dispuesto para la

guerra, su paso es rápido y es antecedido por una fuerte bo-

rrasca que impide ver al frente, cerca de mil guerreros a pie y

otro tanto igual de aves de gran tamaño, provistos de armas

y un espíritu fuerte y combativo, marchan firmes, su valor y

su fe provee toda la fuerza necesaria para avanzar, “Sagipa”

encabeza el ejercito que está conformado por jaguares, dan-

tas, pumas, tigrillos, faras, cusumbos, cóndores, águilas entre

otros, un ejército que ayudara a Zaquesazipa a vencer a los

soldados imperiales.

“Zaquesazipa” espera pacientemente el momento para atacar,

en ese lapso de tiempo, piensa en todo lo que le ha pasado,

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los bellos y buenos momentos con sus amigos que contras-

ta con el sufrimiento de su pueblo, muchos recuerdos pasan

por su cabeza, trata de disipar el tiempo recordando hasta el

más efímero sentimiento, una extraño emoción que inunda su

alma y que solo busca una sola cosa, libertad para su pueblo,

y será justo en ese momento, donde el joven dará el primer

paso para lograrlo.

“Zaquesazipa” y sus guerreros pasan varias horas sumergidos

en el humedal, hunden su cabeza en muchas ocasiones para no

ser vistos por los guardias apostados en las garitas que vigilan

la ciénaga, sus cuerpos están agrietados por el agua, llevan

mucho tiempo allí y justo cuando la tarde termina, la fuerte bo-

rrasca llega a la ciudadela, por poco y obliga a Zaquesazipa a

abortar el ataque ya que el nivel del agua aumenta demasiado

y cubre por completo a los guerreros; dicha tormenta se pro-

longa por tres horas interminables e infernales, era como si

la naturaleza a merced del emperador, aplazara el ataque de

los rebeldes y pese a esta mala jugada del agua, “Zaquesa-

zipa” y sus guerreros se mantienen inmóviles, expectantes al

momento del ataque, luego el frio consume los huesos de los

guerreros sumergidos, los mosquitos e insectos desesperan a

los rebeldes pero pese a lo anterior se mantienen firmes.

Pronto el sol se oculta y “Zaquesazipa” está preocupado por

el grupo de soldados al mando de “Tabio” que no aparecen

por el camino de entrada a la ciudadela, el joven príncipe está

desesperado y decide avanzar unos metros más, sus compa-

ñeros lo imitan, todos ellos están a una distancia prudente

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

de la muralla, lejos del alcance de los cañones, “Zaquesazipa”

toma posición y espera la señal; en el horizonte, los guerreros

casi quinientos se alinean en perfecta fila, “Tabio” organiza el

ejercito en comandos pequeños que deberán de tomar el ca-

mino de acceso a la ciudadela, los guardias imperiales los avis-

tan y dan la alerta, -¡Nos atacan, nos atacan!, el revuelo en la

ciudad es general, alistan en minutos todas las armas, cargan

los cañones, preparan la munición necesaria para repeler a los

enemigos, un alto oficial humano organiza la artillería en va-

rias divisiones, cañones y arcabuces serán la primera línea de

defensa, los arqueros con sus flechas se ubicaran en la par-

te baja, esperando la orden de expulsar sus saetas en llamas

que buscaran surcar el cielo azul para impactar por millares a

los guerreros de la alianza; una tercera línea conformada por

cerca de cinco mil hombres armados con espadas, escudos y

lanzas, se constituye en el grupo de infantería que saldrá por

la puerta para enfrentar a los sobrevivientes de la descarga

de la artillería, se erige finalmente la caballería con mil jinetes

y mil feroces perros, todos ellos envenenados por la magia del

emperador.

Uno a uno, los guerreros de la gran alianza concentran toda

su energía en el momento del ataque, elevan desde su cora-

zón una sagrada plegaria por su familia, sus amigos y su tierra,

lo mismo hacen sus compañeros de escuadra, quienes luego

se abrazan, estrechan sus manos y hasta mensajes póstumos

envían a sus familias por si llegan a morir en el combate; la no-

che llega, el castillo entero y sus murallas se iluminan con miles

de antorchas, los arqueros encienden sus flechas y realizan

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un primer anuncio de su poder letal, miles de saetas encien-

den el oscuro cielo, es como si millones de estrellas fugaces se

desplomaran del cielo, los rebeldes tratan de retroceder pero

“Tabio” y sus palabras de coraje, detienen el temor de los gue-

rreros, -¡No sientan miedo hoy, debemos enfrentar a la muerte

y verla directamente a los ojos, hoy debemos luchar ya que ma-

ñana será tarde; hoy no teman pues mañana, y cientos de días

más, serán igual a este, pero hoy no es el día para tener miedo,

hoy es el día para luchar y hacer frente a nuestro enemigo, hoy

veremos a la muerte a los ojos y lucharemos contra ella, desde

el cielo y la tierra, nos lanzaran flechas y truenos mortales y

nos causaran la muerte pero hoy no es el día para tener miedo!,

-¡Resistan!, exclama una y otra vez el capitán; las flechas caen

cada vez más cerca de los guerreros y los hace retroceder,

-¡Aguanten!, grita de nuevo “Tabio”, -¡Aguanten!, -¡Firmes!.

En el humedal, “Zaquesazipa” junto con sus hombres, se dirigen

hacia la ciudadela, pero uno de sus guerreros se alarma al ver a

lo lejos, a un extraño grupo de luces que llegan por la retaguar-

dia de Tabio, sin que este se dé cuenta, -¡mi señor, algo extraño

está llegando por la espalda de “Tabio”!, ¡los van a atacar mi

señor!, ¡estamos perdidos!, gritan los guerreros, “Zaquesazipa”

observa el conjunto de luces que corre a toda prisa a donde se

encuentran sus guerreros, -¡Pero qué es esto!, -¡No lo sé señor!,

le contesta “Cajica”, -¡Señor es “Sagipa” y su ejército!, -¡No

lo puedo creer!, exclama el príncipe, la confusión reina en la ciu-

dadela tienen un ejército peligroso listo para invadir la muralla,

el oficial humano, envía la infantería a las afueras del castillo, or-

dena además una segunda descarga, esta vez con los cañones

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

y las catapultas, -¡Fuego!, grita el agitado oficial, en el otro lado

del campo de batalla, Sagipa estrecha el brazo de Tabio, -¡mi

señor, quinientos soldados se unen a sus guerreros, están pre-

parados para seguir sus ordenes!, refirió “Tabio”, -¡Envía a tus

hombres al flanco izquierdo y espera a que nos envíen todo su

fuego y luego atacamos mientras cargan de nuevo sus armas!,

-¡Si señor!, “Tabio” ordena a las dantas, los osos y los jaguares

ir adelante y atacar a los hombres a pie, los demás subirán por

las paredes, -¡Daremos tiempo a “Zaquesazipa” para que actúe

adentro y abra las puertas de la muralla!, -¡A mi voz, atacaremos

rápido y sin vacilación y no importa cuántos caigan a nuestro

lado, no importa que nos hieran, seguiremos de frente, sin ti-

tubear y sin mirar atrás, siempre adelante, empuñaremos nues-

tras armas con todas nuestras fuerzas, porque hoy venceremos

al mal, sin importar como!, grita altivo el gran “Sagipa”, -¡Por

Zaquesazipa y Chibchacun, muerte, muerte, muerte!, miles de

voces al unísono gritan -¡Muerte al emperador!, luego sus ar-

mas golpean el suelo, y su sonido uniforme retumba por toda la

sabana, los corazones del enemigo temen por lo desconocido,

-¡Muerte, muerte al emperador!, grita una vez mas “Sagipa”;

pronto el oficial humano grita fuego, una descomunal descarga

de pólvora, centellas, rocas y cohetes, surcan el cielo y caen

sobre la alianza, causando muchas bajas, -¡Resistan, no impor-

ta que la muerte cobre la vida de su compañero, resistan!, grita

“Tabio”, -¡Firmes, firmes!, grita “Sagipa”, mientras sobre su ca-

beza pasa muy cerca los meteoritos encendidos del enemigo.

Fueron cerca de veinte minutos de intenso fuego, dejando un

saldo de muchos muertos y heridos, pero el valor de los gue-

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rreros no decae, “Sagipa” empuña su lanza y se hace al fren-

te del ejercito, con profundas palabras anima a sus hombres

para que marchen hacia la muralla, -¡Por Zaquesazipa y por

nuestros hi jos, al ataque!, “Sagipa” gira su cuerpo, levanta su

lanza y corre veloz, es seguido por “Tabio” y “Yacopi”, los feli-

nos los sobrepasan y se colocan al frente, los pesados osos y

las dantas estremecen las aguas que inundan la sabana, pron-

to todo el ejercito de las especies corre hacia la muralla, el

coronel del emperador, ordena a los arqueros, preparar sus

flechas, -¡Fuego!, muchas saetas impactan los cuerpos de los

guerreros, pero ello no trunca su paso veloz y por el contrario,

corren más rápido, una segunda ola de flechas sale de la mura-

lla y logra dar de baja a muchos guerreros pero como sucedió

anteriormente, la mayoría de los guerreros corren veloces, ya

tienen en frente a la infantería imperial, la voz marcial de un ca-

pitán ordena a sus hombres cargar los arcabuces, -¡Apunten,

preparados, fuego uno!, muchos caen heridos de muerte, de

nuevo la voz del oficial ordena, -¡Apunten, preparados, fue -

go dos!, mientras que los arcabuceros del fuego uno cargan

los rifles, de nuevo mueren muchos guerreros, pero esto no

asusta a los cientos de guerreros que se abalanzan sobre el

potente ejercito de infantería, el choque de los dos ejércitos

produce un fuerte temblor, gritos de odio y terror, se confun-

den con el choque de las espadas y las lanzas, mientras tanto

“Zaquesazipa” aprovecha la oscuridad y el desconcierto del

ataque, para lograr salir del agua, enfrenta a los primeros

incautos soldados imperiales, lo mismo hacen sus guerreros

que aprovechan la sorpresa para dar un fuerte golpe a la tro-

pa acantonada en el interior; de acuerdo a lo planeado “Za-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

quesazipa” lleva a cabo una segunda batalla, -¡Adelante mis

guerreros, no importa que sean más fuertes y poderosos que

nosotros, también son mortales!, exclama “Zaquesazipa” quien

se enfrenta a tres acorazados hombres; en el exterior de la

muralla, otra es la historia, “Sagipa” emplea toda su fuerza

para vencer la férrea defensa de la infantería, que es apoyada

por los arqueros desde lo alto de las paredes, -¡Tabio, ataca a

los arqueros, nos están acribillando!, rápidamente organiza un

grupo de guerreros diestros en el arco y la flecha y con suma

disciplina y puntería reducen gran parte de los arqueros; en

el interior “Zaquesazipa”, y “Cajica”, se abren paso por entre

las columnas de soldados, seguidos de cerca por los guerre-

ros, muchos de ellos quedan atrás muy maltrechos pero pese a

sus lesiones siguen combatiendo, “Zaquesazipa” desea a toda

costa llegar a la puerta, pero encuentra mucho resistencia que

le impide hacerlo; los primeros cien guerreros de la gran alian-

za logran llegar a la pared pero son recibidos por el arcabuz de

los hombres apostados en la muralla, “Tabio” ordena dar inicio

a la segunda parte del plan, el ataque aéreo, el indio emplea la

señal que avisa al resto de las fuerzas, iniciar el combate, las

aves entre águilas y cóndores alzan el vuelo llevando en sus

garras pesados artefactos de piedra y metal, se dejan caer

sobre el peligroso acantilado, es tal el peso que llevan que

caen al vacio en picada, pero la fuerza de sus alas y el coraje

que blinda su corazón, las impulsa hacia arriba para planear

con perfecta sincronización hasta la ciudad amurallada, su

objetivo, acabar con todos los hombres que escupen fuego,

pero son detectados de inmediato por el enemigo, que ya pre-

para los mortales cañones para derribarlos.

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183

“Zaquesazipa” lucha con toda su fuerza igual que sus guerre-

ros, todos sin excepción enfrentan a cuatro o cinco soldados

imperiales y en la mayoría de ocasiones salen muy mal libra-

dos, “Cajica” ve con preocupación la disminución del ejercito,

reorganiza el grupo y emplea los escudos como defensa para

abrirse paso, mientras que “Zaquesazipa” continúa luchando

en la mitad de la ciudadela, el coronel imperial ordena a la ca-

balleria que está adentro desenfundar sus lanzas para matar

a los invasores; afuera la situación no es la mejor, hay muchos

muertos y “Sagipa” no logra penetrar las defensas de la in-

fantería; “Yacopi” se asusta tanto al ver la masacre fatal de

sus guerreros que piensa en ordenar la retirada, “Sagipa” le

grita sosteniendo en su mano la lanza manchada con sangre.

-¡Firmes, firmes, resistan un poco más!, sus palabras actúan

con valor al horrorizado cacique, quien junto con un grupo de

osos se dirige hacia la puerta y apoya a otros guerreros que

se encuentran en clara desventaja.

El escuadrón aéreo toma vuelo y se dirige hacia las murallas,

son recibidos por el fuego antiaéreo de los cañones que divi-

de el compacto escuadrón, un segundo fuego ataca a las aves,

provocando bajas considerables, esto no amedranta al grupo

que se dirige en clavada, fi jando sus garras hacia adelante,

bastaron pocos segundos para que el ataque aéreo desverte-

bre el flanco poderoso de arcabuces y arqueros, el capitán del

comando aéreo prepara un segundo ataque, esta vez dirigido

a los fuertes cañones y sus operarios, esto es aprovechado

por “Sagipa”, quien logra doblegar a sus adversarios y ganar

terreno a la espera de que “Zaquesazipa” abra el portón, pero

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184

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

ello no es claro y cada vez es más difícil, ya que el comando

elite que aun se mantiene en lucha ha perdido a muchos gue-

rreros y los que quedan no son suficientes para enfrentar al

numeroso ejercito que se encuentra en la ciudad; “Sagipa”

ordena de nuevo trepar el muro, esta vez llegan muchos a la

cúspide de la muralla donde se desarrolla una nueva lucha.

La noche es larga, oscura y vacía, un enfrentamiento ilimitado

de poder y valor de dos ejércitos provenientes de dos partes

del mundo luchan por la propiedad de la tierra de uno de ellos,

“Zaquesazipa” pese a estar disminuido, lucha con todo y ha

producido en su enemigo una clara zozobra, mientras tanto el

comando aéreo en lo que se puede llamar una misión suicida,

trata de sortear el fuego cruzado del imperio, en su segundo

ataque, los héroes sobrevivientes entienden, que esta nueva

operación, será la última y que ella será suficiente, para que

“Sagipa” y “Zaquesazipa” tomen una importante ventaja, ya

que su propósito es romper la artillería en pedazos para que

ellos puedan entrar en una lucha cuerpo a cuerpo.

Los soldados de la alianza sienten el terror de la muerte, bue-

na parte de sus amigos yacen inertes en el suelo, pero estos

desean renunciar a la lucha, “Sagipa” grita de nuevo, -¡firmes,

hoy no es el día para tener miedo a nuestros enemigos¡, “Za-

quesazipa” logra llegar a la puerta pero tal valor a demanda-

do mucho sacrificio y pese a estar frente a ella, la pelea para

abrirla será mucho más difícil, ya que dentro de la ciudadela

se encuentra la mayor parte del ejército imperial y como era la

costumbre del rey perverso, lo mejor de su ejército siempre era

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185

enviado para el final, el joven príncipe, sabe que debe de abrir

pronto la puerta para que el ejercito de “Saguanmachica” y

“el Mohán Blanco” ingresen a la ciudadela.

Las aves vuelan hacia la ciudadela, su consigna es bombardear

con pesados artefactos la artillería imperial, el fuego multi-

color retumba por todo la Sabana, los fuegos pirotécnicos

enlutan el cielo, muchos cóndores mueren en el intento a cam-

bio de que otros cumplan la misión; en las afueras, “Yacopi” se

repliega con varios guerreros ante la impotencia de no vencer

las solidas defensas, “Sagipa” le grita con desespero para

evitar su retirada pero este no hace caso y retrocede, dejan-

do al rey condor solo; adentro en la ciudadela, “Zaquesazipa”

logra que varios de sus hombres quiten varios aparejos de la

gran puerta, el ataque aéreo pasa por encima de la cabeza de

Yacopi y de sus asustados guerreros, estos observan el cielo,

la danza magnifica de las esbeltas figuras aéreas esquivando

los proyectiles, “yacopi” escucha con claridad al capitán del

comando suicida, -¡ por nuestra libertad, muerte a nuestros

enemigos!, luego las aves caen en picada en el centro de la ciu-

dadela, el fuego de los cañones se activa mucho mas, la gran

mayoría de cóndores caen derribados, pero su esfuerzo vale

la pena, destruyen por completo la artillería, las aves paga-

ron con un alto costo su misión; “Yacopi” se repliega, “Tabio”

quien lucha con todo lo observa resignado, mientras esquiva

la muerte con al menos tres soldados imperiales, el capitán in-

dio recibe golpes y heridas pero no desfallece, “Yacopi” da

un grito ahogado, -¡huyan!, “Tabio” lo mira y trata de gritarle

que no lo haga pero la espada brillante de su rival, se incrusta

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186

“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

en su pecho, su corazón inhala su ultima plegaria, -¡Yacopi no

huyas, libertad!, cierra sus ojos ante la llegada inesperada de

un viaje que no quiere realizar, “Yacopi” cae en el suelo, su-

friendo por la partida del guerrero, su espíritu triste se niega

a huir, el indio se detiene, expresa una última y tajante orden,

-¡hermanos, ellos, los que dejamos atrás, están luchando por

nosotros, están dando su vida por nuestros hi jos y ahora no-

sotros los abandonamos, regresemos y rompamos la muralla

con nuestras lanzas, que su muerte no sea en vano, por ellos a

la carga!, sus guerreros se detienen, giran su mirada hacia las

murallas, confundidos observan a los guerreros de la alianza

que tratan de zafarse del asedió terrible de los imperialistas,

-¡Por nuestros hijos, y por esta tierra, matemos a nuestro ene-

migo!, “Yacopi” toma su lanza con furia y corre hacia las mura-

lla, hasta el más cobarde de los guerreros corrió con un nuevo

aire sostenido de valentía, su arremetida sacude la defensa

del enemigo, logra acabar con buena parte de las primeras

líneas de soldados, “Tabio” moribundo toma su lanza, se le-

vanta de su lecho y con una pequeña dosis de vida, combate a

los enemigos, pero su herida es grave y cae de rodillas, el indio

es levantado por su amigo “Yacopi” quien lo rodea con sus

brazos, -¡Amigo yo soñé con la libertad y la justicia muchas

veces y hoy estoy convencido de que ese día ha llegado, no

dejes solo al rey, el te necesita mucho!, “Tabio” toma su co-

llar, lo arranca de su cuello y lo entrega a “Yacopi”, finalmente

muere, “Yacopi” cierra sus ojos lamentando su muerte, -¡Buen

viaje mi buen amigo!, con sumo cuidado deja a su amigo en el

suelo, toma su lanza y se estrella con toda su energía con el

grupo de soldados que quieren asesinarlo -¡Muerte, muerte!,

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187

grita una y otra vez, y por mil veces más, produciendo un efec-

to sicológico que activa automáticamente la moral de los gue-

rreros, el combate se prolonga por varias horas evidenciando

a un ejército imperialista de nunca acabar y un ejército de las

especies disminuido pero firme en la lucha.

Este episodio nunca se olvidara y quedara plasmado por

siempre en una sorprendente historia épica, donde el valor

de pocos se enfrento con arrojo al poder mayoritario del em-

perador; “Zaquesazipa” continua e la puerta, tratando de dar

paso a los suyos, lejano de saber que el ejercito que segura-

mente entraría por ella no es más que un puñado de guerreros

heridos, ya que no hay noticias del cóndor hechicero, mas sin

embargo su fe le prohíbe renunciar y está seguro que una vez

esté abierta la puerta, entrara por ella, un ejército podero-

so; afuera “Yacopi” está cansado y con bastantes heridas, su

lanza no es certera y con dificultad la levanta para alejar las

espadas enemigas, lo mismo sucede con el resto de guerre-

ros, de repente el indio presiente un leve susurro traído por el

viento, también lo siente “Zaquesazipa” ellos tratan de escu-

driñar el aire fétido y el joven príncipe entiende que ha llegado

el momento; muy cerca de la ciudadela, en el camino de acceso,

el conjunto de música de flautas y tambores anuncian la lle-

gada del ejercito de “Saguanmachica”, miles de antorchas ilu-

minan la llegada de un nuevo jugador, los soldados imperiales

tratan de ver de quien se trata, pero es difícil por la extrema

oscuridad del lugar, “Yacopi” hace lo mismo y no puede ver

claramente lo que sucede, luego una luz blanca casi fluores-

cente sale de los recién llegados, permitiendo que todos en

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

las murallas vean con claridad de quien se trata, son miles de

indios perfectamente armados que aguardan la orden del ata-

que, delante de ellos aparece el “Mohán blanco” y los “moha-

nes grises” acompañados por el gran hechicero, este toma su

báculo y golpea cada arco y cada lanza de los guerreros que

están allí, especialmente la lanza dorada del cacique “Itoco”,

fiero enemigo suyo y ahora su aliado, en una lengua extraña

propia de los “Muzos” y “los Mohanes” declara luchar al lado

de los Chibchas y los cóndores” y conseguir la libertad para

todos; en la muralla, el alto oficial imperial ordena a los centau-

ros y los perros defender la puerta y no permitir que “Zaque-

sazipa” la abra; el príncipe está solo y sus guerreros que no

están enterados de la llegada del refuerzo aliado, sienten la

derrota cerca, el joven los invita a que se entreguen sin temor

a la lucha, les asegura que el destino ha cambiado, ya que ha

llegado “Saguanmachica”.

El hechicero envía un discurso poderoso a sus compañeros

-¡Sin piedad y con coraje, que no quede escudo sobre es-

cudo, que sostenga la mano de nuestro enemigo, a la carga!,

este corre con toda su energía hacia la muralla, “Itoco” lo si-

gue llevando a dos manos su lanza y su escudo, miles de cora-

zones de guerreros violentos corren veloces a apoyar a sus

hermanos, esta vez no hay flechas y cañones que los deten-

gan, “Zaquesazipa” logra romper la puerta, dejando abierta

la entrada a la ciudadela, el oficial humano ordena a la caba-

llería salir y atacar a los recién llegados, pero el príncipe se

interpone a la salida, provocando que la caballería forme un

espantoso embotellamiento, haciendo que muchos jinetes cai-

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189

gan de sus corceles, -¡Ahora si comenzó la batalla!, exclama el

príncipe, quien ve desde la puerta al ejército aliado que corre

veloz hacia la muralla; basto pocos instantes para que el ejér-

cito aliado chocara de frente con la endeble infantería, esta

fue arrasada vorazmente, sin obstáculo alguno, “Itoco” y sus

hombres ingresan sin problema a la ciudad, se enfrentan a la

caballería y a sus malvados perros, “Zaquesazipa” comanda

heroicamente el ataque, logrando que sus enemigos se rindan

fácilmente, muchos soldados imperiales asumiendo la derrota

antes de tiempo, huyen por la ciénaga pero “Itoco” los captu-

ra, antes de que estos lleven la noticia a su rey; “Zaquesazipa”

y sus guerreros toman valientemente la ciudadela venciendo a

un ejército fuerte y numeroso, ahora su nuevo reto, es enfren-

tar al rey antes de que llegue a “El Dorado”.

-¡Victoria, victoria! Gritan muchos, -¡Los vencimos!, gritan

otros, abrazos de alegría y voces de felicidad se viven por do-

quier, la alegría es general aunque esta no es completa, “Za-

quesazipa” sabe que esto es apenas el comienzo de la guerra

y que apenas han ganado una batalla, más la guerra está por

definirse en otra batalla más cruel y horrible que la primera,

-¡Hoy no celebraremos esta victoria, ya que el emperador

arrasa y asesina a los nuestros, debemos defender a nuestros

hermanos y evitar su muerte, descansen un poco, mañana mar-

charemos, coman y duerman, posiblemente mañana estemos

frente a frente con el emperador del mal!, exclama el príncipe,

-¡Gracias a “Itoco” y al gran “Mohán blanco”, logramos derro-

tar a nuestro enemigo, y en especial a “Saguanmachica” sin él,

hoy estaríamos derrotados y tal vez vencidos para siempre!,

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

-¡Descansen todos mis buenos amigos, mis grandes aliados,

mañana necesitaran de toda su energía para continuar con la

travesía! -¡Sepulten a nuestros muertos en esta tierra y ja-

más olviden sus nombres para que vivan siempre en nuestros

hi jos y nuestras generaciones! Ese mismo día pasada la me-

dia noche, un grupo de aves negras solicita con urgencia una

audiencia con el joven rey, cita que es concedida pese a los

reclamos de los capitanes que desconfían de las aves por ser

estas desertoras de la horda del cuervo, terminada la reunión,

“Zaquesazipa” ordena que los tambores y las flautas anuncien

la partida, ya que el mensaje que trajeron las aves negras no

son los mejores, estas le aseguraron que el emperador logro

hallar la forma de entrar a la ciudad del dorado y que es cues-

tión de horas para que ingrese a ella y que ha logrado recupe-

rar sus poderes.

El joven príncipe convoca urgente a una reunión extraordi-

naria con los altos mandos de la alianza, les informa sobre la

gravedad de que el emperador descubra la ciudad y entre en

ella, les advierte severamente de la posibilidad de que todo el

nuevo mundo sea destruido ante dicho descubrimiento, ¡des-

pierten a los guerreros, partimos de inmediato!, a las tres de la

mañana el ejercito del nuevo mundo viaja hacia “El Dorado” a

librar tal vez, la última gran batalla del mundo, aprovecharán el

conocimiento del terreno y cortaran camino usando peligro-

sos y profundos abismos, dejando atrás la conquistada ciu-

dadela imperial, ahora fuertemente custodiada por la alianza,

regresándole a los Chibchas y a los animales autóctonos de

estas tierras, la libertad y la tranquilidad del pasado; serán

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191

dos días de extenuante viaje para llegar a la ciudad de oro, de

acuerdo a las aves mensajeras aliadas, el ejército imperial es

monumental y diez veces más grande al que se combatió pri-

mero y marcha veloz hacia dicho lugar, Zaquesazipa sabe que

debe ser detenido a la brevedad posible y lo enfrentara, en el

“Valle de Ubate”, donde existe una extensa llanura, que será

usada para la gran batalla y detener el paso del emperador.

El joven cóndor encabeza el ejercito camina con gallarda

energía, sin jamás perder el paso, es seguido por “Itoco”,

“Yacopi”, “Sagipa”, “Saguanmachica” y los “Mohanes”, un

ejército enorme pero no suficiente, “Zaquesazipa” mantiene la

esperanza y siente muy en el fondo, que el desenlace de esa

batalla será definitivo y el más importante que la gran alianza

de las especies llevara a cabo; las flautas y los tambores ani-

man la dura travesía, canticos de guerra, de victoria y de sus

muertos, se escuchan a lo largo de la legión, el gran ejercito

es seguido de cerca por las mujeres y hembras, ancianos y ni-

ños quienes se rehúsan a abandonar a sus seres queridos, los

sacerdotes encabezan la extraña comitiva llevando a cuestas

los cadáveres de los guerreros más valientes de la tribu, supo-

niendo con ello, que sus muertos regresaran del mas allá para

luchar junto a la alianza.

“Zaquesazipa” apresura su paso, no le importa que muchos de

sus guerreros queden atrás rezagados, él sabe perfectamente

que si el emperador descubre la ciudad, todo se habrá perdido,

“Sagipa” lo alcanza y lo toma del brazo diciéndole: -¡De nada

sirve si llegamos pocos, esperemos al resto del ejercito, hay mu-

chos que están heridos y cansados, tu sabes que han pelea-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

do bastante y sus energías están agotadas!, replica “Sagipa”,

-¡enviare un comando aéreo para que nos mantenga informados

de todo lo que sucede en Ubate!, exclama el veterano cóndor,

-¡Esta bien, esperaremos a todos!, afirma “Zaquesazipa”.

En la región de “Ubate”, el general rojo y su ejército llegan a

donde está su hermano, lejano de saber que la ciudad imperial

fue tomada por los rebeldes, mientras tanto su hermano por me-

dio de su clarividencia se entera de que su gran ciudad ha caído,

esto lo indispone demasiado y agrade a los hombres que están

a su alrededor, solo espera tener en frente a él, a su hermano

para castigarlo por su grave error de abandonar la ciudad, el

general rojo es recibido por su hermano quien le informa con

enojo, la trágica noticia de la caída de la ciudad y otras más que

el mismo le había encomendado a él, para que las protegiera;

el emperador continua recriminando violentamente a su herma-

no, finalmente ordena a sus hombres atarlo a un cepo donde el

mismo lo azotara doscientas veces, humillado y pese al brutal

castigo, el general no da muestras de dolor, no pide clemencia,

aguanta el castigo y las burlas de los demás oficiales, casi muer-

to pero en pie, el general es llevado a una especie de prisión

provisional, donde el emperador determinara qué hacer con él.

El emperador se encierra por horas en su carpa, invoca mil

conjuros malditos, emplea al extremo toda la magia negra,

firma con su sangre un millón de pactos con demonios, para

que a cambio estos abran el portal de la ciudad, seguro de

su alianza sale orgulloso de su habitáculo y llama a todos sus

oficiales, solo les da una orden tajante, -¡reúnan a las tropas,

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marchamos para “El Dorado!, sube a su caballo y cabalga ha-

cia una dirección ya definida, su cruel magia esta funcionado,

ella le ha indicado el lugar definido y que hacer una vez allí,

para abrir el portal.

Pasarían un par de horas, desde que “Sagipa” pidió un des-

canso para el ejercito, cuando el comando de aves irrumpe en

el lugar, cortando abruptamente el leve sosiego de los guerre-

ros -¡Mi señor, el emperador se dirige hacia Ubate!, Zaque-

sazipa ordena partir y llegar antes que el emperador llegue y

poder bloquear su camino, -¡Mi señor!, interfirió el gran

Mohán blanco, -¡Conozco un camino que nos llevara directo a

ese lugar, el único inconveniente es que tenderemos que rodear la

gran montaña negra donde existen los abismos más peligrosos del

mundo!, -¡Si no hay más remedio!, exclama “Zaquesazipa”, -¡toman-

do ese atajo llegaremos a la planicie, allí enfrentaremos al empera-

dor!, afirma el Mohán, -¡Entonces marchemos sin perder tiempo!,

-¡”Sagipa” organiza a los guerreros, Salimos de inmediato!, or-

dena el príncipe, -¡Esta bien mi señor!, “Zaquesazipa” preguntan a

las aves, -¿Cuántos soldados imperiales son?, -¡Son más de diez

soldados y llevan a cuestas una pesada armadura y grandes escu-

dos, su paso es muy lento, mi señor!, -¡marchemos pronto, nuestro

enemigo nos espera!, exclama “Zaquesazipa”, todos se ponen de

pie y alistan sus armas para reiniciar el viaje más peligroso que ser

viviente alguno haya hecho en el nuevo mundo.

El general rojo es atado de manos a un caballo que sigue al em-

perador, el resto del gran ejercito marcha en un solo compac-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

to militar, sus armaduras brillantes enceguecen en la distancia,

sus pasos uniformes cual tambor, agitan la tierra levantando

un polvo denso, sus lanzas, espadas y arcabuces golpean sus

escudos, completando así, la armonía de la muerte, tal ejercito

causa impresión y horror, su dimensión y su capacidad de des-

trucción no es comparable con ningún ejercito en el mundo, la

tropa se ha dividido en escuadrones perfectos de doscientos

soldados, cada uno de ellos entrenado para una función es-

pecial dentro del campo de batalla.

“Zaquesazipa” pregunta a “Yacopi”, ¿Cuántos guerreros via-

jan con nosotros?, -¡dos mil setecientas lanzas mi señor!, -¡eso

no es suficiente para enfrentar al emperador!, Zaquesazipa

está preocupado, ¿Qué noticias tienen de Tisquesusa?, -¡nin-

guna mi señor!, -¡tal vez fue capturado o huyo mi señor ¡, excla-

ma un tercer personaje, se trata de “Cajica”, quien argumenta

su tesis -¡yo creo que el muy cobarde escapo y nos dejo solos

a nuestra suerte!, “Zaquesazipa” no hace caso y pide al escua-

drón de aves, dividirse y buscar algún rastro de “Tisquesusa”.

El emperador marcha hacia “El Dorado” la llovizna anuncia

una fuerte tormenta, de rayos y relámpagos que antecede-

rán al fuego que producirá la pólvora de los cañones, el día

se torna oscuro como el destino que sufrirá cualquiera de los

ejércitos, es cuestión de varias millas para que su tropa malig-

na llegue a la planicie, lo mismo sucederá con “Zaquesazipa”

que deberá sortear el más terrible abismo, cuya caída nunca

ha sido medida, el príncipe y sus guerreros se aferran como

monos a toda maleza que surge en la árida montaña, lamenta-

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blemente varios caen al precipicio. En pocas horas, por pri-

mera y tal vez por última vez, el emperador y “Zaquesazipa” se

encontraran frente a frente y desenfundaran sus armas para

decidir cuál será el destino del nuevo mundo, aunque la ventaja

sea obvia, por la gran diferencia numérica del ejército imperial.

Las aves se despliegan por todas las regiones en busca de

“Tisquesusa” y sus guerreros, pero sus intentos por hallarlo

son negativos y regresan a donde marcha el príncipe, “Za-

quesazipa” no se desanima y mantiene el optimismo entre sus

guerreros, saca tiempo para contar historias heroicas de sus

antepasados y Chibchacun, mientras descienden de la pe-

ligrosa montaña, en medio de las fantásticas anécdotas, “el

Mohán blanco” se detiene en medio de la nada y observa el

lejano horizonte, detalla perfectamente el valle de “Ubate”,

-¡ mi señor, allá está la planicie, allá esperaremos al empera-

dor y lo atacaremos con todo!; “Zaquesazipa” divisa el lugar y

observa no lejos de allí, el imponente ejército imperial que se

abre paso por el bosque, -¡Vamos más rápido, el emperador

está por llegar a la planicie!.

-¡Mi señor, percibo una extraña fuerza maligna, que crece a

cada instante, es el emperador y su ejército, es como si miles

de hechizos blindaran a esos monstruos!, dice el hechicero,

-¡yo también la siento, es una fuerza gigante, debemos de es-

tar preparados!; Terminan el descenso y ya en tierra firme,

el príncipe corre a prisa para detener al emperador, nadie lo

sigue, sus guerreros se han quedado sin fuerza y a duras pe-

nas pueden mantenerse de pie, “Zaquesazipa” los apura con

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

urgencia, el segundo en correr es “Suta”, el jaguar negro, se-

guido por “Chingaza”, “Cajica” “Yacopi”, entre otros.

A pocos metros, el emperador cabalga en su diabólico corcel

negro, a su lado lleva a su hermano aun amarrado y junto a este,

a “Guatavita” que también está atado, detiene su caballo, or-

dena a sus capitanes avanzar más rápido, -¡envíen rápido un

grupo de avanzada!, siente la energía de sus enemigos acercar-

se a toda velocidad, -¡mas rápido ineptos, debemos llegar an-

tes que nuestros enemigos!, el emperador blandea su espada y

preocupado observa para todos los lados, afanado ordena de

nuevo, -¡apresuren el paso, ya estamos cerca del dorado!, -¡ ves

hermano, estos nativos creen que me pueden vencer!, -¡desaten

al general rojo y denle sus armas!, exclama el rey -¡espero y esta

vez no me falles, porque no habrá una segunda oportunidad!,

-¡traigan su caballo, hoy pelearas junto a mí!, exclama de nue-

vo, -!presiento que hoy pelearemos hasta la muerte!, replica el

emperador, -¡en cuanto a ti, “Guatavita” hoy morirás sin honor,

porque yo mismo te daré una muerte lenta y maldita que te arre-

pentirás de haber nacido!, “Zaquesazipa” corre tan rápido como

puede, esta vez no mira para atrás y no reclama a sus guerreros

por no seguirlo, su ejército trata con esfuerzo de alcanzarlo,

pronto el joven príncipe vera a los ojos a el emperador, su eterno

enemigo; un espeluznante fenómeno natural antecede al desas-

tre, un arcoíris circular rodea el sol, el cual es visto por todos allí,

cada uno da un significado especial, muchos lo catalogan como

un mal presagio, otros lo tildan como un amuleto de la buena

suerte, lo mismo hacen dos archí enemigos. Dándole cada uno

un significado especial, mientras que el emperador deduce que

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el fenómeno indica el lugar más deseado por él, -¡estamos cerca

a la ciudad!, repetía una y otra vez el emperador; el joven sabe

que es una señal de Chibchacun para que Tisquesusa halle el

valle; segundos después, el emperador ingresa a la meseta, su

ejército pronto se expande por todo el valle, su disposición es

enorme y colosal, no hay nada que se compare con esta imagen;

el emperador sabe con perfecta ciencia, que su enemigo llegara

frente a él, y que sin importar su número, pelearan contra él, con

toda su energía.

Luego de la visión del malvado rey, ordena a su ejército ocupar

el frente de batalla, dispone completas filas de soldados que

ocupan todo el ancho de la planicie; como era su costumbre,

el orden militar y la estrategia eran su principal prioridad, el

emperador envía por delante a la infantería, luego la caballe-

ría, finalmente coloca la artillería en posiciones altas, y que

era son consideradas su principal arma, con arqueros, arca-

buces y cañones, perfectamente sincronizados y con una letal

puntería que a lo largo de la conquista por el mundo, destro-

zan a su enemigo sin compasión.

Pronto los clarines se escuchan incitando a los guerreros a

golpear sus escudos, el bosque enmudece ante su infernal rui-

do, las banderas negras del emperador vuelan por el campo de

batalla, recibiendo a “Zaquesazipa” el único en llegar al campo

de batalla, que sin aire ve frente a él, al gran ejército que ya ad-

vierte su presencia; nuevos coros de muerte entonan los sol-

dados imperiales, motivados por el malvado rey, este observa

a su enemigo, se siente seguro y poderoso, cree que todo está

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

ganado y que esta será una presa fácil de derrotar, luego una

sonrisa malvada deja reflejar una aparente victoria.

Al lugar llegan “Chingaza”, el cóndor guerrero, “Cajica”,

“Suta” y “Yacopi”, quienes se sorprenden al ver el gigantes-

co ejercito, llegan también “Tormenta de la Noche” el jaguar

rey, “Flecha Veloz”, el tigrillo y cien guerreros mas, “Sigilo” el

puma venido del norte con un grupo de guerreros, “Garra de

Fuego” y sus osos de anteojos y pese al temor que produce al

tener un ejército superior en frente, se instalan valientes en el

frente de batalla, llegan finalmente “Itoco”, “Saguanmachica”,

“Sagipa” y el “rey Mohán”, quienes imparten de inmediato or-

denes para ubicar a sus tropas en el campo de batalla.

“Zaquesazipa” reúne a sus comandantes y les da instruccio-

nes precisas, el ejército de la alianza de las especies está lis-

to para lo inevitable, la guerra, el joven príncipe recorre toda

la línea de guerreros motivándolos a persistir en la batalla

sin importar las heridas o cuantos amigos mueran a su lado;

“Itoco” toma su lanza y la alza tocando con ella el firmamento,

luego golpea su escudo, se escucha el temblor de la guerra,

esta es alternada con el clarín imperial, fusionando la música

de dos mundos diferentes, con ideales contrarios, dos tipos

de guerreros distintos, unos que obedecen a un rey y otros

que anhelan la libertad, dos ejércitos extraños pero iguales en

muchas cosas, ambos sufren, sienten miedo y también mueren,

se puede notar en todos los guerreros, la preocupación y la

ansiedad por el futuro incierto, ambos saben que en la guerra

no hay ganador, solo existe muerte y destrucción.

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-¡Preparen los cañones!, ordena el emperador, cientos de hom-

bres corren apurados para alistar los más de cincuenta caño-

nes, estos son alineados por el cálculo físico del capitán de ar-

tillería, luego el emperador se acerca a su hermano diciéndole,

-¡espero no me falles hermano, porque sin importar que lleves

mi sangre, mi espada te partirá en dos; cubrirás la retaguardia

y solo atacaras a mi orden!, luego da la orden de iniciar con una

primera detonación los cañones, -¡Fuego!, la onda explosiva

hace que todo el lugar tiemble, los proyectiles caen muy cerca

de “Zaquesazipa”, -¡Capitán incline los cañones 30 grados!,

-¡Si señor!, -¡sabes hermano, siempre fuiste débil, pequeño a

mi lado y siempre serás inferior!, el emperador ordena una se-

gunda detonación, esta vez llega a los pies de “Zaquesazipa”,

quien no se inmuta, sin embargo sus guerreros a diferencia de

él, sienten el escalofrío natural de la muerte; el emperador se

siente orgulloso de su poder, -¡huelo el miedo que brota de

las venas de mis enemigos, capitán prepare los cañones a 40

grados y espere mi señal, quiero disfrutar por un instante este

placer que produce el miedo!, “Zaquesazipa” se dirige a sus

soldados diciéndoles -¡Firmes, que el miedo devora el bosque,

los ríos y el universo pero no nuestros corazones, que el miedo

aparezca en nuestro camino mañana o en cien años después

pero no hoy, firmes!, aquellas palabras como magia perfecta,

reconfortan a los guerreros que se mantienen inmóviles en es-

pera de una tercera descarga de fuego.

El general rojo toma tres mil hombres y obedeciendo a su her-

mano se ubica en la parte de atrás, el sabe que en su espada

esta la responsabilidad del imperio y el destino de esta gue-

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“EL ULTIMO GRAN CONDOR” La gran Alianza

rra, una tercera descarga llega a la fila de la alianza, matando a

muchos guerreros, esto vuelve a atemorizar a varios soldados

que pretenden huir pero “Zaquesazipa” y sus feroces palabras

detienen la ultima estampida de su ejército, -¡Si huimos, nos

perseguirán, y si nos alcanzan nos mataran, también lo harán

con nuestros hi jos, familias y sobrevivientes, si huimos hoy,

todo acabara y nadie nos recordara, de su valor depende

que nuestra historia resista mil años más, pero si huimos nadie

escribirá de ustedes, porque ya no habrá quien escriba!, los

asustados animales y los indios regresan a sus lugares, tres

descargas mas caen sobre las filas del ejército, cobrando mu-

chas vidas valiosas, mermando al ejercito, -¡buen viaje mis her-

manos, murieron con gloria!, declara “Zaquesazipa” al ver a sus

soldados moribundos gritar de dolor.

-¡Arqueros!, grita el emperador, mil arqueros cada uno con

cincuenta saetas se dirigen hacia el frente, -¡Preparen flechas!,

grita el comandante de la división, el príncipe cóndor también

hace lo suyo, -¡Escudos!, de inmediato todo el ejercito cubre

su cabeza y cuerpo con sus grandes defensas, las saetas solo

logran calentar la sangre de los guerreros, así y durante dos

horas, la lluvia interminable de flechas surca el cielo para ate-

rrizar en los escudos que ya parecen puerco espines, -¡Alto!,

grita el emperador, -¡Infantería al frente, arcabuces atrás!,

cinco mil hombres con gruesas armaduras, pesadas espadas y

grandes escudos, marchan con perfecto acorde marcial hacia

el frente, “Zaquesazipa” mira por entre los escudos, luego se

levanta y quita de su escudo las flechas, -¡De pie hermanos,

llego la hora de incrustar nuestra lanza en el enemigo!, “Itoco”,